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Mensaje por MarisaParedes Mar Feb 14, 2017 10:44 pm

¡Muy buenas noches! Tenía pensado hacer este comentario bastante antes, pero por pe o pa... Aquí estoy, sin embargo. Y debo decir que el capítulo me sorprendió en todo pero también que, una vez más, es lógico.
Quién es la persona a la que, en medio de una noche tan llena de personas y vacía de alegría, Blaine quiere ver? Santana? Es un hecho que no sabemos mucho de la relación entre ellos y que nunca la vimos, más que por recuerdos en la cabeza de la latina o de alguno otro de los personajes. Pero sí sabemos que ellos, antes que ninguna otra cosa, fueron amigos que se consolaron, se comprendieron y se acompañaron, además de quererse mucho. Fueron el refugio, uno del otro, cuando Kurt y Brittany de alguna manera los abandonaron... parece que casi tal como lo sienten ahora, en su realidad actual. Da la impresión de que ambos, Blaine y Santana, solo pueden llegar al amor de la mano de la amistad. Y en su actualidad, por distintos motivos, ambos sienten que han perdido la amistad de las personas a las que aman concientemente o no.
Blaine ya no se siente par de Kurt. Bueno, no tengo nada que agregar a lo que has escrito con tanta claridad. Y habiendo coronado su amor con una boda que costó tanto, igual existen vacíos que parecen trascendentales. Es que el amor no es suficiente plataforma? Es que, además, uno tiene que haber hallado un sitio propio, "un cuarto propio", como decía Virginia Woolf?
Lo de Kurt me ha dejado anonadada. Pero no alcancé a ver a quien pretendía privar de su vida si él no conseguía que la suya fuese plena. A Santana o al propio Blaine? Blaine es una persona capaz de todos los despojos, incluso del desprecio de su moral y de su dignidad, por amor. Así que si Kurt cree que Blaine no lo perdonaría al saber que intentaba asesinar a alguien, ese alguien debería ser Santana. Pero no estoy segura. En todo caso, es una revelación terrible, porque a pesar de que Kurt dice arrepentirse de haber tenido unas intenciones tan bajas, no ha sido menos malo romper el vínculo entre Blaine y su hijo y, de esto último no se arrepiente. Es casi imposible creerle en lo absoluto.
Una última intriga. No recuerdo tan bien cómo era el asunto, pero aquel acercamiento de Sebastian a Santana, era casual?
Bueno, muero por seguir leyendo la historia. Así que cuando puedas, querida Paz, con él o sobre él, espero que regreses.
Un abrazo
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Mensaje por f_snix Miér Abr 19, 2017 2:59 pm

hola
ha pasado un largo tiempo desde la ultima vez que anduve por aqui, esta demas decirte que siempre estare esperando un nuevo capitulo
ya no me hagas sufrir con mi hijo, y las brittanas pero tienes ese toque y talento que aunque me pongas a sufrir de nuevo aque ando otra vez

asi que mi queuurida peke vamo a esperar que cada capitulo haces valer la espera

P_d siempre es lindo volver donde era feliz
P.d esto esta cada vez mas loco
p.d iloveyouu
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Mensaje por Dreamer=) Miér Mayo 03, 2017 8:18 pm

micky morales escribió:vaya que joyita el Kurt!!!!!

Un diamante en bruto ;)

23l1 escribió:Hola, no pude comentar antes, pero ahora si! Un gusto que pudieras volver la vrdd y no seas de una de esas personas que dice "volvere" y hasta aun brillan por su ausencia y de vrdd me alegro q no seas asi! Gracias por volver!!! Me encanta tu historia y que vuelvas es... mas que bueno ajajaj. Saludos =D

¡Hola! Normalmente soy de esas personas que dice "Volveré", las detesto y me detesto a mi misma por ello jajaja Pero como he dicho muchas veces, no puedo dejar esta historia pues le tengo demasiado cariño. Tengo el problema de no organizarme con el tiempo, y esto -como bien sabemos- no perdona a nadie. Muchas gracias por seguir ahi y por comentar. ¡Saludos!

MarisaParedes escribió:¡Muy buenas noches! Tenía pensado hacer este comentario bastante antes, pero por pe o pa... Aquí estoy, sin embargo. Y debo decir que el capítulo me sorprendió en todo pero también que, una vez más, es lógico.
Quién es la persona a la que, en medio de una noche tan llena de personas y vacía de alegría, Blaine quiere ver? Santana? Es un hecho que no sabemos mucho de la relación entre ellos y que nunca la vimos, más que por recuerdos en la cabeza de la latina o de alguno otro de los personajes. Pero sí sabemos que ellos, antes que ninguna otra cosa, fueron amigos que se consolaron, se comprendieron y se acompañaron, además de quererse mucho. Fueron el refugio, uno del otro, cuando Kurt y Brittany de alguna manera los abandonaron... parece que casi tal como lo sienten ahora, en su realidad actual. Da la impresión de que ambos, Blaine y Santana, solo pueden llegar al amor de la mano de la amistad. Y en su actualidad, por distintos motivos, ambos sienten que han perdido la amistad de las personas a las que aman concientemente o no.  
Blaine ya no se siente par de Kurt. Bueno, no tengo nada que agregar a lo que has escrito con tanta claridad. Y habiendo coronado su amor con una boda que costó tanto, igual existen vacíos que parecen trascendentales. Es que el amor no es suficiente plataforma? Es que, además, uno tiene que haber hallado un sitio propio, "un cuarto propio", como decía Virginia Woolf?
Lo de Kurt me ha dejado anonadada. Pero no alcancé a ver a quien pretendía privar de su vida si él no conseguía que la suya fuese plena. A Santana o al propio Blaine? Blaine es una persona capaz de todos los despojos, incluso del desprecio de su moral y de su dignidad, por amor. Así que si Kurt cree que Blaine no lo perdonaría al saber que intentaba asesinar a alguien, ese alguien debería ser Santana. Pero no estoy segura. En todo caso, es una revelación terrible, porque a pesar de que Kurt dice arrepentirse de haber tenido unas intenciones tan bajas, no ha sido menos malo romper el vínculo entre Blaine y su hijo y, de esto último no se arrepiente. Es casi imposible creerle en lo absoluto.
Una última intriga. No recuerdo tan bien cómo era el asunto, pero aquel acercamiento de Sebastian a Santana, era casual?
Bueno, muero por seguir leyendo la historia. Así que cuando puedas, querida Paz, con él o sobre él, espero que regreses.
Un abrazo

Hola amiga :)

Si me pongo a monologar con vos, puedo pasar horas, y lo sabes. Pero voy a limitarme, así puedo dedicarme a actualizar como corresponde. Coincido como siempre en mucho de lo que dijiste. Es verdad que nunca vimos cómo se desarrolló la relacion entre Blaine y Santana, y me gustaría poder saldar eso en alguna forma en el futuro. No podré profundizar tanto como me gusta, pero es un tema al que recurriré, sin dudas. ¿Es en Santana en quien piensa Blaine durante la fiesta? Tendrás que leer el próximo capitulo para descubrirlo (pero... si). De Kurt, lamentablemente, no puedo garantizarte ni adelantarte nada. Lo que si puedo responderte es respecto a Sebastian y el papel dentro de la historia: se permitió ser un espía del manager de Kurt, quien terminó por decirles (a Ernest y Steven) el gran secreto de Santana (Zoe). ¿Fue casualidad? En parte, si, como varios de los encuentros y re-encuentros en esta historia (una falencia -o una virtud- que sobre-exploto con normalidad jejeje). Ya que hablamos de Sebastian... que no te queden dudas que volveremos a verlo por el fic.

Paso a despedirme. Gracias por estar siempre. Te mando un abrazo grande. :)


f_snix escribió:hola
ha pasado un largo tiempo desde la ultima vez que anduve por aqui, esta demas decirte que siempre estare esperando un nuevo capitulo
ya no me hagas sufrir con mi hijo, y las brittanas pero tienes ese toque y talento que aunque me pongas a sufrir de nuevo aque ando otra vez

asi que mi queuurida peke vamo a esperar que cada capitulo haces valer la espera

P_d siempre es lindo volver donde era feliz
P.d esto esta cada vez mas loco
p.d  iloveyouu

Hola querida! ¡Qué gusto ver tu comentario! Pero para no perder la costumbre tengo que discutir con vos: con las brittanas hago lo que mi corazon diga, y punto. Ya te he dicho, por otra parte, que Aik va a estar bien. No estoy a favor de la muerte ni el maltrato infantil. Ni siquiera ficticio. Me quedo con tu segunda PD: SI, esto esta cada vez más loco. Esto se va a descontrolaaaaar... jajajaj

Un abrazo <3
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Mensaje por Dreamer=) Miér Mayo 03, 2017 9:25 pm

¡Buenas noches, queridas lectoras!

Les traigo la siguiente parte del capitulo 77, la cual me tomé el tiempo de re-re-editar pacientemente porque los cambios drásticos requieren su tiempo de meditación. No tengo mucho para agregar, salvo por recomendarles que se fijen en los saltitos temporales que se detallan. Sigue siendo un capitulo centrado en Kurt y Blaine, y sus colegas.
Como novedad, éste será el primer capitulo en el que hay un flashforward (lo que se conoce como Prolepsis, ¡Eh, estoy aprendiendo cosas en mi carrera...!). ¿Qué es un flashforward? Lo contrario a un flashback (salto al pasado, los cuales siempre utilizo); la prolepsis es un salto, breve, al futuro. Asi que, allá vamos.

Muchas gracias a todas las que leen y comentan. Sin más, les deseo feliz lectura.

Paz.

__________
Capítulo 77
Cuenta regresiva
-Segunda Parte-

**

-Diciembre 31, 2013-
Manhattan, New York.
-17:35 p.m-


Era la sexta vez que había visto la hora en su celular. Iba a ser puntual. No habría margen de error, no de su parte. Miró un momento a su alrededor: el anciano que dormitaba, el empleado que leía el Times y la chica que escuchaba música y tenía más delineador del que era socialmente aceptable, de alguna forma le indicaban que nadie en aquel vagón se percataba de su presencia. Era ajeno al mundo, pero no le importaba, no demasiado.

Qué curioso -pensó- cómo tantas personas pueden pasar así por la vida de uno: sin que influyan en el sentido que finalmente se termina por elegir...

Sin embargo, sabía que lo único que debería importarle en ese instante era que volverían a verse con alguien muy especial. Hablarían. Notarían amor en sus ojos e intentarían ser comprensivos cuando fuera momento de que iniciasen las disculpas (porque tendrían que haber disculpas, claro).

Se paró al percatarse que debía bajar en la siguiente estación. Contempló su joven reflejo en la ventanilla, deslizó su mano por su engominado cabello y se acomodó su corbatín rojo, el último regalo que recibió unos días antes de aquella horrible discusión, antes de que se separaran. El tren se detuvo y él, Blaine Anderson, suspiró nervioso. Se acercaba el momento: se re-encontrarían. Él se sentía del modo en que debió sentirse la primera vez en que se vieron, pero la diferencia era que -en esta ocasión- él sabía que el resultado iba a ser para siempre… Se aseguraría de ello.  

Caminó por las calles nevadas del centro de Manhattan con el paso de alguien que se dirigía a un destino en concreto. Las calles comenzaban a llenarse de gente a medida que se aproximaban a la quinta avenida, en donde miles de personas se reunirían para esperar la llegada de la media noche. De los casi seis meses que vivía en New York, lo que más había esperado Blaine era la llegada de este día, el último del año, para poder participar en los festejos en Times Square. Claro que, en verdad, nunca imaginó que acudiría solo a ese lugar. Tragó saliva y apretó los puños mientras aceleraba su andar hasta que, finalmente, llegó a la intersección de las dos avenidas en donde su cita le aseguró que volverían a reunirse.

–Bueno… Aquí vamos. –Se dijo, presintiendo que, de alguna forma, comenzaría a asentar las bases de su destino.

Miró su teléfono notando que no tenía nuevos mensajes. Era tentador escribirle porque no habían hablado durante semanas, lo cual también era desesperante. Hasta ese momento, nunca creyó que fuese posible extrañar tanto a alguien. Blaine anhelaba que se re-encontraran desde que decidieron “darse un tiempo” (¡odiaba esa frase!), y por eso prefirió llegar antes de la hora acordada. En esas fechas, en esa ciudad que no conocía bien, con la gente, los trenes y sus horarios, era mejor no arriesgarse. Solo quería ser precavido, de verdad.

Aunque a veces ni toda la precaución del mundo podía preparar a alguien para momentos así, en los que su vida estaba destinada a cambiar por completo. Los minutos avanzaban sin perdón, y él no lo comprendería sino hasta mucho tiempo después: si Blaine hubiese sabido que el simple hecho de pararse en esa esquina, en aquella fría tarde, sería tan solo el inicio de sus próximos años –los mejores y los peores de su existencia– probablemente no habría aceptado re-encontrarse con nadie.

Pudo ser diferente. Esta sería una de esas veces (de las tantas que se presentarían en su vida) en las que tendría la clara oportunidad de rechazar la oferta. Pudo negarse a transitar este camino y elegir otro, uno quizás más fantástico o sorprendente. Pudo dejar atrás el pasado hasta revivirlo solo por medio de confusos recuerdos. Todo lo que conocería pudo difuminarse en un santiamén, justo en este instante en el que solo le bastaba con cruzar de calle para que un nuevo capítulo del libro de su vida no comenzara a escribirse en tinta indeleble.

Solo tenía que irse de allí para conocer otro futuro... Pero no lo hizo.

Permaneció ahí, parado, acomodándose el abrigo, mientras que a cien metros de allí una banda empezaba su presentación en el escenario principal; y esperó a que su cita se presentara, absolutamente convencido que no podía existir un futuro en el que ellos no estuvieran juntos.

Solo durante un segundo, de hecho, contempló la posibilidad de que podría arrepentirse de estar allí y que aún estaba a tiempo de retractarse. Sin embargo, mientras la cuenta regresiva para que todo empezara aun no llegaba a cero, Blaine decidió omitir ese temor y confiar en todo lo demás. ¿Y quién podría juzgarlo si él solo era otro humano destinado a equivocarse…?

Deberán pasar muchos años para que él logre comprender que éste instante será irrepetible, invariable y -sobretodo- inevitable. Solo después de aceptar eso y más, el arrepentimiento habrá terminado. El problema es que, para aquel entonces, su vida estará prácticamente vacía y sin sentido.

Se concentró en la música y sonrió con algo que solo podría describirse como ‘nostalgia anticipada’, pues –aunque se sentía bien allí, solo– le encantaría estar compartiendo ese instante con alguien más. No con cualquiera o con un desconocido, sino con alguien que -al menos- estuviera igual de interesado con el hecho de existir y pertenecer a ese presente y no a ningún otro... Alguien, en fin, que comprendiera las cosas auténticamente, como él a veces lo hacía.
Jamás, hasta ese instante, se había percatado de esa sensación tan particular, ni recordaba haberse contactado con nadie que fuera así, y eso le hacía preguntarse cómo era posible: ¿Cómo podía extrañar o echar en falta algo que nunca había conocido…?

Y, entonces, volvió a oír su voz.
______
**
-Diciembre 31, 2021-
Paris, Francia.
-23:40 p.m-


Sin razón aparente, Blaine comenzó a sentirse mal. Más que afectuoso o tristón, el castaño empezó a ser dominado por una melancolía y una añoranza abyecta. Las sensaciones resultaron tan fuertes que pronto le provocaron un fuerte dolor en el tórax, espasmódico pero aplastante. No obstante, cuando Efrén le preguntó cuál podía ser la razón de ese repentino malestar, el contador se limitó a atribuirle todo al alcohol y a la llegada de aquellas fechas.

Antes de eso, habían charlado respecto a cuánto podía ocurrir durante un año en la vida de una persona. Hablaron de las infinitas posibilidades que se reducían a las que iban ocurriendo sincrónicamente, a medida que transcurrían los días. Pensaron en lo que conocieron y en todo aquello que habían dejado ir. Para no ir muy lejos, Blaine, para ese horario, un año atrás, aún vivía en New York. Ambos concluyeron que su cambio fue de lo más radical. Y fue esto lo que hizo que él se angustiara: pensar que habían pasado exactamente ocho años desde aquel momento en Times Square.  

Sudoroso y adolorido, el castaño intentó mitigar sus recuerdos y su dolor yendo al baño a mojarse la cara con agua helada, para despabilarse.

–Vamos, Blaine, ni se te ocurra arruinarme la noche.
–Lo siento… Es solo que yo…–Suspiró el contador, en tanto las gotas de agua escurrían por su barbilla. – Estoy algo borracho, Efrén, eso es todo.
–Me doy cuenta. –El francés se cruzó de brazos, esperándolo pacientemente en el marco de la puerta. – ¿Quieres que busque ayuda…?
– ¡No! Ya estoy mejor, créeme. –Le sonrió Blaine, casi tiritando, mientras se arreglaba la ropa. –Estaré como nuevo en un minuto. Espérame afuera.
Su amigo se inclinó de hombros y salió, seducido por la idea de darle un vistazo a alguna modelo que circulara alegremente por el lugar.

Solo cuando se encontró en soledad, Blaine apoyó sus manos en el lavabo y observó su imagen en el espejo.

El dolor comenzó a ubicarse en la zona central de su pecho. Sin saber qué hacer, contempló agitado y estupefacto su aspecto, tan distinto y sombrío de lo que solía ser… ¿Durante cuánto tiempo podrían seguir haciendo lo mismo? ¿Cuánto les quedaba antes de que Kurt se diera cuenta que su pareja no tenía nada que ofrecerle, más que su amor? Kurt era todo lo que Blaine tenía, pero eso no era reciproco. El ojos verdes estaba dispuesto a cumplir todos los caprichos de su esposo, a negar sus necesidades, a entregarle su vida misma, con tal de que él nunca más volviera a dejarlo. Era casi como un deber pues, si lo perdía de nuevo, esta vez se quedaría sin nada. ¡Cuan ínfimo se sentía Blaine en esos instantes en que los efectos del alcohol dejaban de ser suficientes! Con una mezcla de furia y de auto-compasión, quiso borrar aquel reflejo frente a él, destruirlo en mil pedazos, pero no podía: nada, jamás, borraría aquellas sombras. ¿Sería capaz de ser y hacer todo lo que quería? ¿Soportaría esta vida por siempre…?

–Inútil. –Se dijo, presionando con su mano el lugar donde le dolía. – Ni siquiera esto puedes hacer por tu bien: ni siquiera puedes olvidarlo todo...
____


Mientras tanto, al notar que faltaban quince minutos para la medianoche, Efrén optó por salir a fumar el que sería su último cigarrillo: como resolución para el año que se avecinaba, se había planteado dejar el tabaco de una vez y para siempre. El francés rondaba ya los cuarenta años y le bastó aquella tarde, al querer jugar con su hija, para darse cuenta que su condición física estaba siendo perjudicada por los efectos secundarios de la nicotina.

Caminó hasta su auto, al que había dejado aparcado en un sector oscuro del estacionamiento de aquel edificio, con la intención de buscar su encendedor. Desactivó la alarma, abrió la puerta del conductor, y se sentó frente al volante aún degustando en su boca el espectro del penetrante sabor del Bourbon que había probado minutos atrás. Encendió su cigarro casi con veneración y al dar la primera relajante calada, se hundió cómodamente en su asiento.

Se refregó los ojos, sintiendo cansancio. Ansiaba que pasara esa última semana para poder tomarse sus vacaciones e irse de viaje, lejos del ajetreado y ruidoso ritmo de la metrópolis parisina. Viejo, pensó casi con gracia. Otro año acababa y solo se hacía más viejo. Anhelaba un tiempo de paz y descanso, mientras que su hija de seis años ya le ganaba en los juegos. Ante sus conocidos seguía esforzándose por ser visto como un galán, amante de las reuniones sociales y el buen vino. Sin embargo, el francés notaba cómo su energía se iba esfumando poco a poco al igual que todo su cabello. Un día, sin más, se quedará calvo; y, cuando eso ocurra, temía que incluso las personas algo pánfilas y soñadoras -como Blaine- dejasen de considerarlo como un buen compañero de juerga para verlo como a otro cuarentón más, casi como una figura paterna. Cuando ese día llegue, Efrén estará acabado.

Pensando en esto estaba, cuando observó que dos sujetos pasaron junto a su auto sin percatarse que él se encontraba dentro del mismo. Se detuvieron a escasos metros de allí, en donde sus siluetas se volvían casi imperceptibles en la oscuridad de la noche parisina. Como Efrén había dejado su puerta entre-abierta fue capaz de distinguir en aquellas voces un inglés (más fluido que el suyo) de innegables raíces americanas, apenas mimetizado por el acento local. Más allá de ese detalle, y de la dificultad que tenía para poder seguirles la pista, era obvio que los dos hombres discutían por algo:

–… Al menos has un esfuerzo por calmar a tu diva interna por un instante. Créeme que te pones insoportable...
–No estoy de humor para tus estúpidas bromas, bigotón de pacotilla. –Se quejó el rubio, dándole un leve empujón al manager de Kurt, como para hacerlo reaccionar.  – ¿Cómo puedes hablarme tan tranquilo después de lo que te he contado…? Por Dios, creo que voy a sufrir una crisis nerviosa.
–Yo no veo lo terrible y preocupante del asunto. –El manager apoyó su fornida espalda contra un auto. – Compró un arma. ¿Y qué? No es para tanto.
– ¡Por supuesto que por sí sola no vale nada! Pero fueron las intenciones con las que pretendía usarla las que me aterraron. –El rubio se llevó las manos a la cara. –La última mirada que me dirigió… Su confesión… Secretos, secretos. Nunca terminaremos de conocerle.
–… ¿Y no pudiste ver qué más había en la caja…?– Pese a estar en la oscuridad, Ernest pudo distinguir cómo su cómplice lo fulminaba con su mirada.
–Increíble. ¡Esto es IN-CREIBLE! En realidad, no sé de qué me sorprendo: ahora sé por qué él nunca se negó a tu iniciativa de desaparecer a esa otra gente inocente. Tú puedes ser tan pernicioso como él, Ernest...
Al intentar alejarse de allí, Steven sintió que Ernest lo jaló por la ropa de forma tal que su cuerpo quedó atrapado entre un vehículo y el manager.
–No es el momento de hablar de eso, Steven. Estás empezando a colmar mi paciencia. -Gruñó Ernest, sacudiéndolo por las solapas del saco.

Efrén seguía manteniéndose en silencio sin entender muy bien lo que pasaba entre ellos, pero se incorporó al verlos enfrentarse a través de su espejo retrovisor. Trituró lo que quedaba de su cigarrillo sin parar de mirarlos: a pesar de que era difícil distinguirlos en la oscuridad, aquellos acentos y esos nombres le traían recuerdos. ¿Acaso no eran los mismos tipos a quienes habían encontrado discutiendo una vez que fueron a buscar algo a una de las oficinas de aquel edificio...? Blaine y él tuvieron que separarlos antes de que llegaran a los golpes. ¿Debería salir y separarlos nuevamente o...?

–... ¡Responde mi pregunta! ¿Había algo más en la caja, o no?
–No lo sé. No pude ver nada. –Respondió Steven. – De todas formas, no creo que guarde monedas o lingotes de oro. Y aunque así fuera, créeme que no estoy dispuesto a quedarme aquí el tiempo suficiente como para averiguarlo. –Efrén estaba a punto de salir de su auto pero, a último momento, creyó que no sería necesario pues el sujeto del bigote optó por soltar al rubio, que cayó estrepitosamente al suelo.
–Las cosas no son así de fáciles, colega. –Comentó Ernest, comenzando a deambular de un lado a otro. –Desde hace mucho que vigilo todos sus movimientos económicos. Sin darse cuenta, ha firmado permisos que me permitieron acceder a una parte de sus finanzas; hasta ahora, en su mayoría han sido las pertenecientes a la línea de ropa. Algo de lo que paga mis habanos caros y tu llamativo auto, Steve.
–Ya te dije que lo saqué en un plan de pagos…. –Murmuró Steven, con vergüenza, sentándose en el suelo para abrazar sus rodillas.
–Por supuesto, nada de esto podría hacerse sin ayuda de terceros que modifican levemente los números. –Prosiguió Ernest. – Pero hay un capital que se nos está escapando, Steve. Mis fuentes me aseguran que él tiene más dinero del que invierte aquí. Dinero que ha ido acumulando de otras inversiones privadas, y que tiene oculto en algún lugar. No está distribuido en bienes materiales, ni en acciones, sino en efectivo...
– ¿Y crees que eso está en la caja…?
– No. Pero si en alguna cuenta que desconozco, para la cual deben existir documentos referentes a su creación y mantenimiento que tiene en su poder.
–Dios... Siento que estoy en una película.
–Esto es real, Steven. No importa cómo llegó hasta su puesto siendo tan joven, ni con quien se habrá relacionado en el camino para conseguirlo. El punto es que nuestro jefe es un maldito magnate, y yo no pienso moverme de su lado hasta dar con todo eso que oculta.

Faltaban menos de cinco minutos para medianoche.

A Steven todo lo que le estaba quedando en claro era que no podría huir como su propio instinto le estaba implorando que lo hiciera, pues Ernest no lo permitiría. La ambición de aquel hombre era tan intimidante como el hecho de saber que Kurt tenía una pistola resguardada en su poder, una especie de efecto colateral por la traición tan terrible que creyó sentir por parte de Blaine. El rubio entendía las razones que movilizaron al diseñador a querer lastimar directa o indirectamente a su actual esposo, aunque -claro- no compartía esa necesidad de llegar a tales extremos. A fin de cuentas, él también estaba enamorado de Kurt y el no ser correspondido justificaba de alguna manera hacerle daño quedándose con parte de su capital: Steven sentía que merecía ese dinero como un intento indirecto de recompensar y reparar el hecho de que no lo apreciaban de la forma en que él quería.

Kurt le aseguró soberbiamente que nadie podía traicionarlo de nuevo, ¡y Steven y Ernest lo habían estado estafando frente a sus narices durante todo ese tiempo sin que lograse notarlo! Incluso, ellos eran los únicos conocedores de que Blaine no fue honesto en cuanto al final de su anterior relación.

¿Qué haría Kurt si supiera que su amado tenía un segundo hijo, o hija...? ¿También lo sentiría como una traición? ¿Tomaría cartas en el asunto? ¿Sería capaz de reclamarle a Blaine que siguiera relacionándose con su ex esposa mientras planeaba dejarla por alguien que -antes de vivir juntos en París- había sido su amante? ¿Habría culpables a quienes apuntar...?

Por sentido común (y por temor a una tragedia inminente), tras la confesión que Kurt le hizo esa noche, Steven preferiría lavarse las manos y dejar que esa bomba explotase lejos de él, o que no explotase nunca. Sin embargo, aunque él no dijera nada, aún así se encontraba en el centro de un campo minado. ¿Cómo hallaría la forma de salir lo menos perjudicado posible de todo eso? Además, la confesión de Kurt le daba otra pauta muy importante:

–Creo que está sospechando. –Dijo Steven. –Primero hablamos de contratar más personal para el manejo económico de la línea; después, me confesó todo lo demás. Quizás quiere asustarnos. –Argumentó, aun resistiéndose a la idea de que se había enamorado de un ser con intensiones bajas y terribles.

No le iría mejor en el caso de que esta última hipótesis fuese cierta: aún cuando todo hubiese sido fruto de una macabra advertencia, la única manera en que el bienestar de Steven no correría peligro alguno, sería devolviéndole a Kurt todo lo que le había sustraído sin que éste lo descubriera sobre la marcha (y sin que Ernest interviniera, lo cual -por el momento, al menos- era imposible). El famoso diseñador siempre había confiado en ellos lo suficiente como para aceptar cada una de sus propuestas sin chistar. No obstante, tal parecía que las cosas podrían empezar a cambiar y a complicarse.

–Yo espero que no hable en serio. –Murmuró Ernest. –Me he encargado muy bien de buena parte de esa área, pero cualquier inspección minuciosa o ajena a lo que mantengo controlado, sería nuestro fin. Si no somos cautelosos, podrían descubrirnos y mandarnos tras las rejas.
–…O bajo el Sena, con tres balazos en el cráneo. –Musitó Steven, empezando a hiperventilar. – Oh… Maldigo el día en que me metí en todo esto…  
–Steven, concéntrate. ¿De acuerdo? – Acotó el manager, poniéndose de cuclillas frente a su compañero. – Nadie lo sabrá si se hacen las cosas como hasta ahora. Tú eres el vicepresidente en esta empresa, tienes poder y autoridad: debes actuar para que nadie nuevo llegue ni altere lo ya logrado.  
– ¿Y tú qué harás…? ¿Hasta dónde quieres llegar? –El manager entre sonrió, dejando que sus dientes amarillentos surgieran por debajo de su bigote.
– Una vez que acceda a la cuenta misteriosa, nos marcharemos sin dejar rastro y todo habrá terminado. Tenemos tiempo, no mucho, pero hay que evitar que se nos vaya de las manos. ¿Qué dices, Steve…? ¿Te crees capaz de sostener toda esta historia por algunos meses más…?

El rubio no dudó demasiado, como toda persona que ya tenía casi todas sus cartas echadas. Habían comprado su silencio y, sin poder resistirse, pasó a formar parte del sucio plan de Ernest. Kurt no imaginaba que ambos estaban clavándole una filosa daga por la espalda. Y si la verdad salía a la luz, Steven aun así iba a gozar el daño que sufriría aquel hombre que –en definitiva– era una persona tan perversa como ellos dos. Le tendió una mano a Ernest, con firmeza, para que lo ayudara a levantarse. Kurt merecía pagar. Lo que harían no solo sería un golpe maestro: sería el principio del fin.

–Cuenta con ello. –Sonrió de pie ante el manager, quien asintió con satisfacción mientras pensaba: “Si me hundo, vienes conmigo.”

Los dos partieron de vuelta a la fiesta, a retomar sus roles, como si nada hubiera pasado. Y el pobre Efrén, dentro de su auto, no supo qué hacer.
____


– ¡Atención, por favor! – Kurt se aproximó al centro del salón haciendo tintinear una copa finísima con una cuchara. – ¡Solo faltan tres minutos para año nuevo, chicos, así que todos sujeten una de las copas que les están acercando los mozos! ¡Es un Krug vintage Brut de 1988, de lo mejor que probarán en sus vidas! –Detallaba mientras, a su alrededor, sus empleados y conocidos empezaban a rodearlo en un respetuoso corro.

En la mirada brillante y clara del diseñador se distinguía una exacta combinación de orgullo y fascinación, tal como la que tendría un artista que observaba el producto final de una obra esculpida por sus propias manos. Allí, en aquellas caras atentas y semi-sonrientes, era donde más se resumía y reflejaba todo su esfuerzo y su dedicación. Kurt no solo veía personas dotadas de un gran potencial en sus empleados: también veía sus propios logros yendo y viniendo a su voluntad. Se sintió poderoso, realizado, pero -en el fondo- sutilmente agradecido por contar con aquel plantel.

Era una lástima que tendría que despedir a algunos de ellos. Quizás parecería un acto ruin de su parte estar deseándoles un nuevo año repleto de prosperidad a quienes prontamente iban a ser desempleados, pero... ¿Qué más podía hacer? ¿Aclararles que allí solo sobrevivían los más aptos? No. Cada quien debía saber ganarse y mantener su sitio. Kurt no iba a arriesgarse a rebajar la calidad de su empresa solamente porque otros no supieron hacer su trabajo en tiempo y forma. En cuestión de prioridades, él era implacable: a veces eran necesarias y validas todas las armas o herramientas posibles para obtener lo que quería, para defenderse, y para mantenerse a flote en la superficie. Por supuesto que la culpa estaba siempre al acecho -como los vagabundos que pedían monedas y con su imagen recordaban lo miserables que podían llegar a ser los seres humanos- pero Kurt optaba por minimizarla lo más que pudiera, para que no le hiciera daño. Nunca era conveniente que lograsen perturbarlo sentimientos de esa índole.

– Han sido pocos los momentos que tuvimos para compartir todos juntos este año. – Habló el diseñador, cuando un asistente le alcanzó un micrófono. –  Y es justamente por eso que quería agradecerles por estar aquí esta noche, la última del 2021, y -a la vez- quería disculparme por mis ausencias. Créanme que no es algo que acostumbre ni que hice con malas intenciones.  –Sonrió, ruborizándose. –Como todos saben, fue un año muy diferente para mí, el mejor de toda mi vida. Bueno, no quiero sonar arrogante. Es maravilloso, ¿saben?, estar aquí, hablándoles de esto… es un sueño hecho realidad. –Aclaraba mientras sus invitados asentían. – Debo ser breve, pero quiero que sepan que todo lo que somos hoy, lo que nos une, fue una idea de cuando era un adolescente, en Lima, Ohio, el pueblo donde nací. – Acotó, casi sintiendo que hablaba de la vida de alguien más. – No es un lugar en el que ocurran grandes cosas, menos para personas como yo. Pero todo lo que hoy conozco y tengo la suerte de tener a mi lado, y que espero que así sea por mucho, básicamente empezó ahí. Para mí, nada es imposible. Estoy orgulloso de estar a cargo de este valioso equipo, que ha sido fruto del esfuerzo y del talento. Agradezco profundamente la predisposición de todos por compartir este gran viaje conmigo. Agradezco a mis socios, Ernest Hunter y Steven Lewis, por no ser solo mi apoyo incondicional: han sido como mi familia desde antes que me decidiera a formar una propia.

Tanto Steven como Ernest le sonrieron de forma felina; no obstante, cuando la atención se desvió de ellos, ambos compartieron una mirada de complicidad. Y mientras que Kurt les deseaba a todos un excelente 2022, Blaine lo observaba y escuchaba desde un rincón, implorando por que terminara pronto. El diseñador lo buscó con la mirada al percatarse de su ausencia pero, al no poder encontrarlo, tuvo que continuar con su discurso.

– Y ahora, ¡Es momento de levantar nuestras copas! ¡Empezará la cuenta regresiva!

El bullicio se incrementó de golpe. Las personas comenzaron a ir y venir eufóricamente para esperar la llegada del nuevo año. Kurt buscó a su esposo con dos copas de champagne costoso entre sus manos. Lo encontró al fin, resguardado en un extremo solitario del salón, con ojos de cachorro apaleado y triste. No parecía divertirse. Pese a todos sus esfuerzos por hacerlo participe de su particular (y descaradamente lujoso) modo de vida, Kurt no lograba comprender por qué Blaine no terminaba de encajar allí. Se veía ajeno a la fiesta, y a todo, como incómodo con la realidad.

– Aquí estás. – Sonrió el diseñador parándose frente a él, consciente de que esa noche no le había prestado suficiente atención. – ¿Te sientes bien?
– Tuve un dolor muy extraño hace un momento… – Le comento Blaine, arrastrando pesadamente las palabras; Kurt tensó su mandíbula.
– Bueno, tal vez sería mejor que dejes de beber. –Le dijo con prudencia: últimamente recordaba verlo más tiempo ebrio o con resaca, que sobrio.
– Es lo que he pensado pero… – El contador se atrevió a quitarle temblorosamente una de las copas. – Al menos, deja que brinde contigo esta noche.
– Solo será una de tantas, cariño, y si te sientes mal no creo que…      
– Es nuestro primer año nuevo. –Blaine lo atrajo suavemente por la cintura hasta que terminaron abrazándose; ambos empezaron a moverse de forma suave, como bailando muy lento, casi meciéndose mutuamente. – ¿Crees que pasaremos muchos años más juntos…? –Le dijo al oído
– ¿Qué pregunta es esa? ¡Claro que lo creo! Serán muchos años. Será para siempre. – Rio Kurt, mientras todos a su alrededor comenzaron a gritar: “¡DIEZ…!”
– Para siempre. – Repitió Blaine, sonriendo con algo de melancolía y recelo pues ya había escuchado esa frase anteriormente.
¡...NUEVE…!
– ¡Lo digo en serio! –Se jactó el diseñador cínicamente, siendo que esa misma noche había estado recordando el día en que terminaron por primera vez, todo debido a su propia ambición y soberbia; mientras tanto, todos continuaban exclamando: “¡OCHO!”, y luego, “¡SIETE!”. – ¡No quiero que sientas nunca más que no me importas, Blaine, porque te amo y no hay nada que no haría por ti! ¡Créeme!
¡SEIS!, ¡CINCO!, ¡CUATRO...!
–Te creo... –Susurró Blaine, sin fuerzas para confesarle a su esposo que presentía que no le quedaba mucho tiempo para estar junto a él.
¡TRES!... ¡DOS!... ¡¡UNO!!”
-¡Feliz año nuevo, cariño! – Gritó Kurt, notando que su pareja se aferraba más a él justo cuando todos empezaban a abrazarse, a besarse y a brindar.

La copa de champagne del contador se liberó del agarre de su mano, cayó al suelo y se rompió en mil pedazos mientras que en el cielo, fuera de allí, miles de fuegos artificiales estallaron a la vez. En medio de tanta euforia y buenos deseos, nadie era capaz de imaginarse o de percibir que, en ese preciso instante, el corazón que le pertenecía a Blaine Anderson estaba dejando de latir.

–... ¿Qué ocurre…? –Alcanzó a preguntar Kurt, mientras su esposo se desvanecía en sus brazos. – ¿Blaine? ¡¿Blaine, me escuchas…?!

Momentos antes de perder la conciencia, los pasmados ojos verdes del hombre notaron cómo todas aquellas caras desconocidas comenzaron a aproximarse y a rodearlo, todos mirándolo asustados y preguntándole si se encontraba bien. Pues no, pensó Blaine, desde el suelo.

No me encuentro bien desde hace mucho tiempo. No tengo fuerzas. Quiero hablar y moverme, y no puedo, ¡no puedo! ¡Ay, el dolor quema mi pecho! Hace un momento me preguntaba si podría soportar esta vida para siempre. Pues bien, ha llegado la respuesta. No podré. Parece que este es mi fin. Sin embargo, ahora, me resisto. Dios mío, no quiero morir. Yo creía que todo era posible, y nunca consideré que una de las posibilidades sería la muerte. Pero ahora lo entiendo: ese ha sido siempre nuestro único destino. No quiero partir, no sin antes haberme probado a mí mismo de lo que soy capaz...

– ¡Blaine, mírame! ¡Blaine, vamos, por favor, abre los ojos! ¡¡Blaine!!

Mi amado Kurt, no sufras por mí, no merezco nada de eso. Ambos sabemos que no he sido un buen hombre. Quizás es momento de pagar por ello. Lamento haberte metido en esto. Todo ha sido culpa mía. Nuestra felicidad no podía durar para siempre, no si yo estaba involucrado. No quiero dejarte, Kurt, aunque tampoco soportaría que fueses tu quien primero me dejase a mí. No de nuevo. Tal vez, esto sea lo mejor. Solo me he dedicado a desperdiciar mi vida. La muerte no es lo peor que podía pasarme. Y es mejor ahora, cuando todo está empezando, cuando ya nadie me necesita.

Me resigno, una vez más, a los deseos de alguien; en este caso, a Tu voluntad, Señor. Olvidé que no soy nada más que un hombre, mortal, de carne y hueso, aunque siempre quise más y rechacé lo que ya tenía. Pido perdón, pues he lastimado y defraudado. Si este ha de ser el final, yo me arrepiento.

Protege a mi hijo, a quien siempre extraño. Bríndale a su madre la posibilidad de perdonarme. Hoy, más que nunca, la he recordado.  

______
* *
-Diciembre 31, 2013-
Manhattan, New York.
-18:00 p.m-


– Vaya, vaya… ¿Es Blaine Anderson al que veo? – Lo nombraron desde una distancia prudente, lo cual -por un instante- lo dejó desconcertado.  

Algo en esa voz le trajo inmediatos recuerdos a Blaine, tan nítidos que en ningún momento tuvo dudas que conocía a la dueña de esas palabras. El castaño miró hacia todos lados, con la cara de un niño que ha sido atrapado cometiendo una travesura. Y entonces, logró encontrarla: estaba parada en el medio de la calle, frente a él. Tan solo al reconocerla y confirmar sus sospechas, sintió un cosquilleo de nerviosismo que lo impulsó a hablar:

– ¡Ey! ¡Hola! –Exclamó Blaine, sin poder ocultar la emoción y el alivio de encontrarse a una cara familiar en medio de una multitud desconocida.

Sin embargo, ninguno de los dos se atrevía a dar el primer paso para aproximarse al otro; se miraron a la distancia, sin saber cómo proceder.

Santana López, la chica parada frente él, fue una de sus compañeras. No de las más apreciadas, para ser sincero. Sabía poco de ella. Tan poco que le parecía curioso que -después de un año y medio desde que ella se graduó y dejaron de verse- recordara detalles tan específicos como su voz, su forma de pararse, y el brillo en sus ojos oscuros. Habían frecuentado los mismos lugares en Lima. Fueron a las mismas clases y fiestas, se defendieron ante personas como Dave Karofsky o Sebastian Smythe, e incluso compartieron solos durante las últimas nacionales de coro; pero, aun así, Blaine llegó a la conclusión de que ambos nunca influyeron mucho en la vida del otro. No obstante, se sintió feliz de volver verla. Decidió acercarse a saludarla.

–Ha pasado un tiempo...
–En verdad que sí. –Comentó Santana, mirándolo minuciosamente de arriba a abajo. –Pero sigues igual que siempre, Anderson.
– ¿Lo crees? –Sonrió Blaine, tímidamente. –Bueno, tú te ves fantástica; es decir, como siempre, pero de otra forma. Fantástica al estilo New York.
–Gracias, lo sé… –La morena se inclinó de hombros, sin una pizca de modestia. – Es como la ley de la selva: solo sobreviven los más fuertes, y en New York, además, tienes que ser inteligente y ágil para poder adaptarte a un ritmo tan cambiante.
–Y tú tienes todo lo necesario.
–Desde luego. –Asintió ella, convencida de su capacidad para hacer lo que se proponga sin que nada ni nadie lograra detenerla en sus planes.

Blaine sonrió. Sin dudas, Santana pertenecía a la clase de personas que era especialmente difícil de olvidar: de las que dejaban una marca- podría ser minúscula, incluso inconsciente, pero significativa- en tu vida aun cuando su participación haya sido limitada. ¿Por qué sino, Blaine sentiría esa leve pero constante emoción al volver a hablarle…? Cierto era, también, que él no tenía muchos conocidos en la gran ciudad. Aún no se asentaba (ni adaptaba) lo suficiente en su residencia y en la universidad como para tener amigos. Así que le parecía lógico que se le acelerara el corazón al reconocer una cara y una sonrisa familiar que le hicieran rememorar uno de los mejores años de la adolescencia que estaba dejando atrás.

– ¿Y ahora qué haces por aquí…? –Quiso saber el castaño.
–Bueno, es fin de año. –Comentó Santana, como hablando de una obviedad. –Me reuniré con algunos conocidos en una fiesta. Pero antes prometí venir a darle ánimos a la pequeña sabandija impresentable de Rachel Berry. Si sabes que tiene el protagónico de Funny Girl, ¿verdad?
– Si, está en todo Broadway: no hay forma de no ver los carteles por todos lados.
– Gracias a Dios, vivo en Brooklyn y solo piso Manhattan para venir a clases, no soportaría ver su cara de duende tan seguido. –Blaine volvió a reír.
–En verdad que no has cambiado nada, Santana.
– Solo digo lo que pienso. Broadway está malditamente sobrevalorado. Pero, en fin, ella cantará en el escenario principal para promocionar la obra. Quinn me suplicó que venga para poder criticarla y bajarla de vuelta la tierra...
–Hace un rato que no las veo a ambas, y eso que hace medio año que vivo aquí…–Comentó Blaine, a quien no dejaba de parecerle increíble que Rachel y Quinn estuvieran juntas.  
–Bueno, es natural ¿No...? Por ahora, ellas son la excepción a la regla, pero no confío en que dure mucho. Nadie piensa en seguir viéndose con las mismas personas de la adolescencia.
–Pues nosotros también hemos vuelto a vernos después de mucho tiempo, Santana, ¿No te parece genial?
–Oh, por favor. Fue una casualidad. Millones de personas vienen a este lugar en un día como hoy. Si, no nos vemos desde hace mucho ¿Y qué? No por ello nos vamos a poner festivos, ni vamos a cantar o pasarnos los números telefónicos ¿Verdad…? No pongas esa cara de perro degollado. Simplemente, omitamos la hipocresía. No hay nada fuera de lo común, no vamos a transformarlo en algo cursi como una canción de Taylor Swift.
–De acuerdo, si eso es lo que quieres... –Murmuraba el muchacho con moderada condescendencia.              
– ¿Cómo es posible que estés aquí, después de todo? –Lo interrumpió Santana, dejándolo más desconcertado que antes. –¿Qué motivo trae a alguien como tú a la quinta avenida, vestido de la forma tonta en la que aún te vistes, y solo?
–Voy a verme con Kurt. –Cortó Blaine y la morena guardó silencio súbito. – Dejamos de vernos por un tiempo y quedamos en que si volvíamos a reunirnos sería para… –Suspiraba como sintiéndose cansado, mientras la decepción empezaba a dominarlo: le parecía en vano dar cualquier clase de explicación. –Olvídalo. Me parece una pena que no te alegres de este reencuentro porque, para ser sincero, yo si me emocioné al verte ¿Sabes…? –Agregó mirándola a los ojos. –Y no de forma hipócrita ni nada de eso. Supongo que fue mi error al creer que sentirías algo similar.

Aunque temía haber iniciado una discusión sin fin con una persona muy hábil con las palabras, Blaine no se arrepentía de lo que le había dicho… porque todo fue cierto. Y esto sería algo constante durante toda su relación: los dos siempre discutirían por quíen tenía la razón. Blaine no imaginaba cuales eran los motivos que llevaron a Kurt a elegir ese sitio como punto de encuentro (aunque esperaba que llegara pronto), mucho menos suponía que fue por causa de la invitación de Kurt que él terminó hablando con la que sería su futura esposa.

–No es cómodo. ¿De acuerdo…?  –Murmuró Santana, evitando hacer contacto visual con él.
– ¿Qué cosa no es cómoda…?
–Esto, gnomo peludo. –La latina señaló a su alrededor, para luego proceder a disculparse (a su manera). –Hace más de un año que trato de no relacionarme con nadie que tenga mucho que ver con Lima y su fábrica de perdedores. La mayoría ni siquiera se esforzó por contactarme, así que ¿Para qué perder mi tiempo pensando en cualquiera de ustedes…? Y, de repente, apareces aquí, sonriéndome, como… como si…
–Como si nada hubiera cambiado. – Murmuró Blaine con un leve gesto de malestar; de algún modo, logró comprender que las palabras de su ex compañera encubrían sentimientos más tiernos de los que era capaz de demostrar. –Tienes razón…
     
Él mismo fue uno de los que descontinuó el contacto con la mayoría de las personas que se habían graduado un año antes, como Santana. No fue porque dejaron de preocuparle o porque ya no les guardara aprecio sino que, durante su último año en preparatoria, el ojos verdes se enfocó casi exclusivamente en su vida, en sus planes, y en quien más le importaba: Kurt Hummel.

El primer novio de Blaine permaneció junto a él un par de meses después de graduarse. Kurt no había entrado a la universidad que quería y eso frustró sus planes. Le costó notar que aún tenía oportunidades que aprovechar. Por supuesto, Blaine estuvo junto a él a lo largo de ese proceso siendo su apoyo más firme. Eso era algo que al ex Warbler le encantaba secretamente: que su pareja cuente con en él, que lo necesite. De hecho, ambos se necesitaban más pues lo que sentían también iba creciendo. Sobre todo después de que Kurt se graduó, cuando dejó de concentrarse en tantas cosas a la vez (como la vida de su mejor amiga, por ejemplo).

Todo llegó a estar tan bien entre ellos que, sin admitirlo, para Blaine terminó siendo un alivio el hecho de que Kurt no se marchara de su lado. Habrían sido cambios muy bruscos y tal vez no se sentía tan preparado para afrontar todo el compromiso que debía poseer una relación a larga distancia. No es que deseara que su novio se estancase en Lima: sabía que todo su magnífico ser sería aceptado y reconocido como realmente lo merecía; confiaba que Kurt triunfaría en el momento en que él quisiera salir. No obstante, Blaine no veía cuál era el apuro de su gran amor para salir del pueblo. Se ilusionó pensando que tenían el tiempo a su favor ¿Por qué no mejor enfrentaban el futuro juntos y a la vez…?  

Sin embargo, de nada valieron sus ilusiones. Kurt tomó el primer avión con destino a New York ni bien Rachel se acordó de su existencia y le informó que descubrió una oferta de trabajo ideal para él. Nada detuvo su inevitable partida. Para Blaine los siguientes meses fueron una lenta agonía hasta el momento en que se graduó. La distancia produjo muchas inseguridades en su interior. No podía estar lejos de Kurt: su vida ya no era vida sin estar junto a él. Ni bien llegó a un acuerdo con sus padres, enfocó todas sus esperanzas en su porvenir en la gran ciudad.

Las cosas parecían marchar hasta que en una tarde, cumplidos ya cuatro meses desde que estaban juntos conviviendo bajo el mismo techo, Kurt le preparó sus valijas y- básicamente- lo echó del lugar en donde vivían

–Podemos empezar de nuevo, si te parece. –Comentó Blaine, extendiéndole una mano con gentileza. – Soy Blaine, y realmente lamento que no hayamos hablado antes. Lo que puedo proponerte es que hagamos un giro completo y tratemos de que eso no vuelva a ocurrir nunca más.

Santana se cruzó de brazos. Lo observó con desconfianza durante varios segundos, como tratando de convencerse de que sus palabras eran honestas y no se vinculaban con la cara de tonto que él ponía para lograr robarle una sonrisa. La morena puso los ojos en blanco: solo ella sabría qué fue lo que terminó por seducirla para aceptar aquel trato.

–Giro completo ¿Huh? –Indagó ella, estrechándole la mano con formalidad estudiada. – Si sabes que eso solo te deja en el mismo sitio. ¿No…?
– Rayos, es cierto. –Se sonrojó Blaine, con inocencia, causando por fin que la latina sonriera levemente. – Entonces, ¿Qué tal si, en vez de un giro de 360 grados, hacemos uno de 180…? –Santana comenzó a reír.  
–No te elegiría como tutor de geometría ni porque mi vida dependiera de ello.
–Pues podrías: estudio matemáticas en mi carrera y, no es por presumir pero, soy de los mejores en mi clase.
–Gracias al cielo no veo números en mi carrera. –Ambos se dieron cuenta que seguían sujetándose de las manos, por lo que se soltaron bruscamente. –Bueno, será mejor que me marche, o se hará tarde. –Agregó Santana, raspando la garganta.
–Sí, claro. Bueno, si tú quieres, tal vez podamos vernos en otro momento...
–Lo pensaré. Me vendría bien reírme con alguien del pasado que no sean las “Faberry”. –Blaine sonrió al notar que la morena sacaba su teléfono, lo desbloqueaba, y se lo entregaba. –Pon tu número y agéndalo. Si tengo tiempo en mi ocupadísima vida neoyorkina, te escribiré. Pero no te ilusiones.

El ojos verdes tecleó su teléfono y anotó su nombre. Más tarde se preguntaría por qué no se contactaban mejor por redes sociales, pero terminaría descubriendo que Santana ya no las utilizaba. En verdad tuvo curiosidad por lo que sería de la vida en general de aquella chica.

– ¿Anderson? –Preguntó Santana, para llamarle la atención. –No es que me interese pero... Si tú y Lady Hummel terminaron, ¿Por qué lo esperas aún?
–No terminamos, no oficialmente. Hace como un mes me pidió un tiempo y yo...
– ¿Un tiempo? Eso es pura basura. Lo más probable es que tenga a otro.
– ¿Por qué crees eso? –Preguntó Blaine, devolviéndole el celular.
–Porque es una realidad. Yo siempre que pido un tiempo en mis conquistas es porque: a) Ya obtuve lo que quería; b) Me atrae alguien nuevo; o, c) Todas las anteriores sumado a que me aburrí y no quiero volver a verte. –Blaine tragó saliva y tensó buena parte de su cuerpo.
–Si, bueno... -Susurró. – Así eres tú. Todos somos diferentes. A-además ¿Por qué me citaría aquí si no quisiera verme ni que hablemos...?
– ¿Él te citó aquí…? –Preguntó Santana cruzándose de cejas, pero terminó por inclinarse de hombros y suspirar. –En fin, no tengo por qué entrometerme. Pero, Blaine: estás en New York, donde todo es posible y tienes... ¿Qué? ¿Menos de veinte años? Los amores de adolescencia nunca duran. Vamos, nada es para siempre.
–Te equivocas. Él es mi primer amor, será la primera vez que estemos juntos en año nuevo y yo…
–Dios, no puedo escuchar esto. –Comentó Santana, con cierta malicia. – ¿En serio? ¿Tu primer amor…? Puede ser el primero de muchos. Si pretendes reunirte conmigo alguna vez, recuérdame enseñarte un par de cosas respecto a la vida aquí. Créeme, la pasarás bien. El truco está en vivir el momento.
– ¿Vivir el momento…? –Repitió Blaine, en voz baja. – L-lo haré… Claro, si es que me escribes. Solamente, trata de no dejarme con la intriga.
–Bueno, eso es lo divertido del futuro: nunca sabes lo que puede pasar.

Después de eso, fue ella quien se acercó algo dubitativa y le dejó un beso muy leve y casto en la mejilla. El castaño la miró con cariño.

–Adiós, Blaine.
–Adiós, Santana.

Luego comenzó a caminar hacia la gente, hasta perderse en la multitud. En ningún momento miró hacia atrás, pero eso a Blaine no le importó.

El tiempo pasó y comenzó a nevar. El reencuentro con Santana terminó siendo lo mejor de aquel fin de año. Blaine permaneció esperando fielmente en esa esquina por horas. Sin embargo, Kurt nunca apareció ni se disculpó por dejarlo plantado. No lo engañaba con nadie, sino que había sido seleccionado para una pasantía en Europa, de la cual no regresaría (al menos no definitivamente). Con el corazón hecho añicos, Blaine recibió el nuevo año totalmente solo.

Sorpresivamente, el primer mensaje que le llegó esa noche fue de Santana:

“Ve a besarte con alguien, pronto. Y, feliz año nuevo. S.”

Así empezó todo, sin más, aquella noche, luego de la cuenta regresiva. Empezó ahí, y ya había terminado.
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-FLASHFORWARD-

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Diciembre 31, 2022-
Lima, Ohio.
-23:59 p.m-


En la prisión de la ciudad, los reclusos se asomaban a las ventanas de sus celdas para poder contemplar los fuegos artificiales a punto de estallar. Su compañero de calabozo le entregó un pequeño vaso de plástico con algo de ponche de frutas, aunque él no tenía razones para brindar, salvo -quizás- la de estar vivo. Le parecía curioso que un año antes había estado en aquella lujosa fiesta en París y hoy estuviera aquí. Las inimaginables vueltas de la vida, pensó. Estaba de nuevo en su ciudad natal, aunque eso no duraría mucho pues su traslado a una de las mejores cárceles de Seattle era inminente. Su condena de varios años de prisión sería efectuada allí. Todo por lo que había pasado a finales de verano de ese año en aquel pueblo.

Su defensor le aconsejó que declarará que todo fue un acto en defensa propia. Pero ambos sabían que eso no era cierto. Él declaró con la verdad: todo estaba dado para efectuar aquel crimen. El arma en su mano, cargada con la última de las balas, la sed de venganza contra aquella persona que tenía frente a él… Tenía que morir, pues tenía que pagar todo el daño que había ocasionado, por todo lo que había ocultado.  
 
Dos personas habían muerto: una de ellas, totalmente inocente…

Los demás convictos comenzaron a silbar y a gritar ante la llegada de la medianoche. Él se limitó a suspirar, a beber su ponche, y luego se fue a acostar.

Ya nada le importaba. No había más que hacer. Aquel castaño lo había perdido absolutamente todo.


Última edición por Dreamer=) el Dom Mayo 07, 2017 12:04 pm, editado 6 veces
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Mensaje por 23l1 Miér Mayo 03, 2017 9:46 pm

Hola, que bueno que volvieras! uyy cada vez mejor, pero pase lo q paso odio a blaine y a kurt igual xD ajajajaj. Tmbn kiero recuentro faberry más q obvio brittana jajajajaaj, pido mucho¿? jajaja. SAludos =D



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Mensaje por micky morales Jue Mayo 04, 2017 7:52 am

gracias por volver, solo espero la culminacion de esta larga historia!!! *FanFic* -A Punto Cero- Capitulo 77- Cuenta regresiva- Parte 2-*Nuevo* - Página 6 1206646864 por supuesto con un final feliz!!!
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Mensaje por atercio Dom Mayo 07, 2017 1:02 am

*FanFic* -A Punto Cero- Capitulo 77- Cuenta regresiva- Parte 2-*Nuevo* - Página 6 2414267551 genial que continúes la historia, ahora solo me dejas con mas intriga de como se va desarrollar la historia, espero que el próximo capitulo llegue pronto y cuando llegue ten por seguro que lo leere
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Mensaje por MarisaParedes Miér Mayo 31, 2017 9:05 pm

Querida Paz, qué alegría leerte! Porque... qué capítulo! Estupendo, desde todo punto de vista.
Contrario a lo que tengo ganas de hacer, como tengo que madrugar, seré breve. Además, está todo tan bien desarrollado, el manejo de los tiempos me ha gustado tanto y es tan justo, que aunque quiera decir mucho, puedo ahorrárnoslo.
Tengo mis sospechas con respecto al corazón de Blaine. Me apena, en principio. Me apena porque has hecho muy real cómo un corazón puede romperse a pesar de que sepamos que la vida vale la pena, que hay mucho por disfrutar, que hay mucho amor para vivir. Y que puede pasarle a cualquiera, como a Blaine, que no se sepa qué hacer con todo eso.
Sí, me imaginaba que la entrada mutua en la vida de cada uno, de Blaine y Santana, podría haber sido así, una cosa muy casual. Pero como siempre me sucede con vos, no me dejo llevar por mi imaginación y espero a leer lo que has pensado, y jamás me siento defraudada.
Qué intrigante, ¿verdad?. El último párrafo... muertes, la muerte de un inocente... Tengo mis sospechas, como te decía, sobre esta última víctima, pero no me atrevo a pasar de ahí.
No digo más. Voy a esperar tu actualización, mientras monologamos.
Gracias, Paz, de verdad. Un abrazo!
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