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[Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
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IX
Capítulo IX
“Out of control”
“Out of control”
“Oh no, aquí viene Hummel… seguro nos vuelve a meter en líos“–Kurt escuchó la primera voz entre ecos molestos cuando se dirigía a clase de Geografía la mañana de un lunes. Sacudiendo ligeramente su cabeza e intentar apartar así los pensamientos todo lo más lejos posible, ingresó al aula y comenzó a buscar un asiento disponible–. “Por favor, por favor, por favor…si realmente existes Dios, que él prefiera sentarse en alguna otra parte y no conmigo.”
Kurt frunció el seño mortificado, para luego caminar con paso firme a un pupitre ubicado justo al fondo de todos los demás, donde, si tenía suerte, gozaría cierta privacidad nada más sonara la campana. Depositando sin cuidado sobre la butaca sus libros, se masajeó las sienes empleando movimientos circulares pausados, deseando ese espantoso dolor de cabeza que venía atormentándolo desde horas atrás, remitiese por fin–. “Presuntuoso papanatas” –dirigiendo toda atención a un chico moreno cuatro lugares más allá, se encontró con que este lo miraba despectivamente por sobre el hombro–. “Sino existiesen esas estúpidas políticas en el reglamento, sin duda le daría una verdadera lección por meterse con Jeff”.
El castaño suspiró. Bien, definitivamente podía aceptarlo luego de varios días viviendo en negación: algo andaba mal con él. Desde que ese bastardo de Anderson insistió tanto en impartirle “lecciones” particulares, derrumbándole en tal proceso todas las barreras psíquicas cuya finalidad consistía más que nada en proporcionar protección personal, se vio afectado de cierta manera incomprensible. Solía tener verdaderas dificultades para restablecer las restricciones necesarias manteniéndolas al mismo tiempo activas, dejándolo en consecuencia expuesto y vulnerable. ¡Casi podía compararse con una antena receptora!
Nunca le había ocurrido antes.
Kurt analizó que, durante su miserable estadía en Mckinley, con mucha frecuencia solía bloquearse evitando así inmiscuirse en las mentes de otros nisiquiera por mero accidente porque lo encontraba inapropiado e incluso de mal gusto. Respetaba la intimidad de quienes lo rodeaban. Ahora, ni eso podía hacer. Cuando su madre todavía vivía, solía repetirle hasta cansarlo su poder era comparable con una bomba de tiempo poderosa y devastadora, cuya explosión sucedería tarde o temprano, produciendo estragos irreparables. Ella tuvo razón entonces, y maldita sea, Kurt odiaba que aún enterrada varios metros bajo tierra siguiese teniéndola. Cualquier especie de provocación negativa intencionada o no a sus emociones, representaba precursor directo hacia el desastre.
Era por ese motivo que estaba realmente preocupado.
Si los métodos normalmente utilizados fallaban, tenía ciertos planes de emergencia tal vez menos seguros cuya aplicación afectaban directamente su cuerpo. A veces, consumía medicamentos especializados en atacar problemas relacionados con el cerebro. Era fácil adquirirlos, Carole solía trabajar en un hospital a fin de cuentas. Las primeras veces funcionaron bien, no obstante, conforme aumentaba las dosis perdieron todo efecto posible regresándolo a lidiar con el mismo problema otra vez, tampoco podía dormir, durante las noches debía soportar constantes intromisiones no sólo de quienes vivían en Dalton, sino también de ciertos residentes en Westerville, ciudad que por cierto, se hallaba a dos horas de camino. Eso si se usaba un auto. Concentrarse se convirtió en tarea titánica, comer, hacer los deberes, cualquier cosa cotidiana significaba tortura asegurada. Docenas de voces distintas murmurándole al mismo tiempo, susurrando sin descanso, cada maldito segundo del día sólo lograrían enloquecerlo tarde o temprano.
Necesitaba solucionar aquello cuanto antes.
Tan desesperado ya estaba que incluso consideró recurrir a Blaine. Sí, le gritó al hombre no querer verle otra vez y ni hablar de tenerle cerca, sin embargo, también era telepata y entre todos los profesores solo él sabría comprenderle. Pero Kurt era demasiado orgulloso, sólo torturándolo aceptaría necesitaba ayuda por parte de Anderson, sobre todo cuando se jactó ser completamente capaz de manejar cualquier cosa por si mismo, sin intromisiones innecesarias. Además, tampoco podía tener tan poco descaro y olvidar el asunto del beso robado. Sinceramente, Kurt creyó que Blaine reaccionaría diferente, es decir, mostraría enojo, ofensa o incluso pediría hablar y pedir explicaciones, pero el profesor sólo se mantuvo lejos, guardando distancias, evitando cruzarse con él brindándole cierto espacio. Tal comportamiento sólo lograba confundirlo. No le gustaba la sensación y resultaba raro retener tantas emociones encontradas, aún cuando se suponía nada significaba ese simple beso, ¿verdad?
Sólo se dejó guiar por un estúpido impulso, ¿cierto?
Nada convencido, decidió había tenido suficiente. Reuniendo todas sus pertenencias, abandonó el aula minutos antes de que se iniciara la lección y salió a los desiertos pasillos dispuesto a regresar a los dormitorios. ¡Ya no podía soportarlo más! ¿Qué rayos necesitaba para detener toda aquella basura?
“Parece perdido” –oyó precariamente entre las resonancias entrecortadas y difusas provocadas por otros pensamientos, impidiéndole identificar de qué sitio provenía con exactitud– “Tal vez necesite ayuda.”
Kurt notó a un chico alto, ridículamente rubio, pálido e igualmente uniformado de rojo y azul comenzar a seguirlo. Ignorándolo, convirtió sus pasos en zancadas largas tomando mayor velocidad, por desgracia, la gente en Dalton tenía cierta tendencia a no dejarle tranquilo tan fácil.
–Disculpa…–lo llamó cortésmente y Kurt identificó cierto acento extraño…¿ruso quizá? –. Necesitas un permiso escrito de un profesor para deambular entre los pasillos mientras sea horario de clases.
El castaño finalmente se detuvo, permitiéndole al otro darle alcance y colocarse a su lado con calma–. No tengo ninguno –respondió con frialdad total.
–¿Eres nuevo? –quiso saber evidenciando todavía más pertenecía a una nacionalidad extranjera–. Mi nombre es Vladimir Bulgákov –se presentó extendiendo la mano a modo de saludo, pero Kurt se negó responder tal gesto–, soy uno de los cuatro prefectos estudiantiles –orgulloso, señaló una pequeña plaquita plateada y brillante adherida al blazer–. Nuestro trabajo consiste en brindar apoyo a los chicos recién ingresados, Dalton resulta intimidante los primeros días pero te acostumbrarás rápido.
El castaño lo escudriñó desconfiado, no tenía tiempo para perderlo con idiotas, su dolor de cabeza aumentaba por momentos y se ponía cada vez peor–. ¿Qué te hace pensar necesito saber quién rayos eres tú? –soltó entre dientes, soportando fuertes palpitaciones en la frente y nuca–. Fuera de mi camino…
“Con que carácter difícil, ¿he?
Kurt reboleó los ojos y continuó avanzando, Vladimir también, manteniéndose cerca.
–¿Puedo saber a qué edificio te diriges?
–Que te importa…–Vladimir no pareció ofenderse en absoluto pese a los matices groseros impregnados en cada palabra, lo que no sabía era que Kurt contestó inconscientemente al primer comentario–. Te dije antes, puedo…
–¿Eres sordo? –preguntó perdiendo todo vestigio de paciencia cuando llegaron a un pequeño jardín conectado con otros edificios, donde estudiantes pertenecientes a años superiores, pasaban tiempo libre. Eran los únicos con autorización de estar allí sin pases especiales porque debían fortalecer sus habilidades todo cuanto pudiesen ya que pronto estarían abandonando la seguridad de Dalton.
–No…
–Entonces idiota –sentenció despectivo –. Sólo… así…conseguiría…
Kurt paró de hablar al sentir un espantoso dolor taladrarle la cabeza hasta casi hacerle perder el conocimiento. Cerró los ojos con fuerza, llevándose ambas manos a las sienes, ahogando un gemido angustioso. Tambaleándose, cayó de rodillas y comenzó a balancearse creyendo tal tortura lo mataría. Su cuerpo no respondió, repentinamente todo sonido coherente desapareció siendo reemplazado por voces, millones de voces parloteando a toda velocidad cosas incoherentes sobrecargándolo de información. Estaba sufriendo un ataque tremendo. Luego llegaron todas esas emociones golpeándolo con la fuerza de un puñetazo. Temblando, quiso aferrarse a cualquier vestigio de cordura posible, y pensó en Blaine.
–¡Necesito ayuda aquí! –el grito de Vladimir cortó la tranquilidad del lugar. Cualquiera podría notar el castaño estaba mal, necesitaban llevarlo a la enfermería. Acudiendo a su llamado, un joven de fuerte aspecto asiático se acercó de inmediato.
–¡¿Qué sucedió?!
Kurt emitió lastimeros quejidos, balbuceando incoherencias y comenzó a tirarse del cabello debido a tanta desesperación.
–¡Dejemos las explicaciones para otro momento! –acotó atropelladamente, luchando para que el castaño se detuviera–. ¡Busca a un profesor, o a quien sea, pero rápido!
Asintiendo, corrió hacia donde creyó pertinente obedeciendo la petición, y, Vladimir rogó internamente se diesen prisa porque un poder fuera de control siempre contraía serias consecuencias.
…
–Espero estés feliz –espetó Santana López nada más estuvo frente a ellos–, ese chico nuevo tuyo es un verdadero dolor en el trasero.
Dejándose caer sin delicadeza ni recato alguno sobre la única silla desocupada, subió el pie enfundado en unas bonitas botas negras en la mesa que Sebastian y Blaine compartían durante un pequeño descanso entre periodos. Con gesto enfadado, bebió abundante agua de la botella que llevaba consigo, cerrándola luego quizá con demasiada violencia, permitiéndoles saber a ambos caballeros cuán mortificada se sentía. Sebastian sonrió burlón degustando algunos trozos de fruta, mientras tanto Blaine simuló desmedido interés en su taza de café mal preparado.
–¿A que es todo un verdadero encanto? –ella miró al castaño como si quisiera decapitarlo ahí mismo–. Primer periodo: clase de Física –explicó llevándose dos uvas a la boca–. Les asigné proyectos grupales, ya sabes, créditos extra para quienes obtengan malas notas logren regularizarse para los finales. Total, aunque no lo dijo –se apresuró a aclarar–, insinuó todos eran idiotas hasta demostrar otra cosa y sólo lo retrasarían.
Blaine negó con la cabeza inconforme ante los comentarios–. Sólo era cuestión de tiempo para que sucediera –le dijo a Santana casi a modo de disculpa.
–Bueno –Sebastian batió su mano en alto, pretendiendo evidenciar algo bastante obvio para él–, yo si esperaba esto, porque bruja contra bruja…
–Mucho cuidado con esa lengua, Smythe –la latina advirtió con tono dulce–, si decido arrancártela nunca más podrías hacerle a tu fantoche marido ninguna ma…
–¡Y bien! –interrumpió Blaine tal comentario incomodo. Prefería continuar manteniéndose ignorante respecto a la vida sexual de su mejor amigo–. ¿Qué hizo Kurt?
–¿Kurt? –Santana arqueó una ceja escéptica–. ¿Cuándo comenzamos a tutear a los mocosos?
–Desde el momento en que Artie decidió ponerlo bajo mi custodia.
–¿Y eso sería por…?– preguntó la latina alargando la “o”.
–Todos aquí tenemos pupilos, además, Kurt también es telequinetico e intuyo Artie quiere le enseñe todo cuanto pueda respecto a sus habilidades – explicó encogiéndose de hombros restándole importancia, para luego comerse unas galletas integrales que le robó a Sebastian–. ¡Esto es asqueroso! –hizo gestos graciosos conforme examinada el alimento–. ¿Cómo rayos puede gustarte algo así?...saben a cartón.
–Contienen fibra, Blaine –acotó quitándole el paquete laminado–, ayudan a tu estómago.
–Claro…
–¿Sabes qué pienso respecto a ese chico? –los interrumpió con acidez–. Deberían encerrarlo, tirar la llave y jamás volver a dejarlo ver la luz del día. Ni naciendo otra vez mejoraría esa actitud de arpía que tiene…
–Santana…–reprendió el moreno reprobatoriamente.
–¡Es verdad!
–Déjame a mi considerar ese tipo de decisiones, ¿quieres? –ella se cruzó ambos brazos sobre el pecho, inconforme.
–Eso ya lo hicimos y mira como terminó –Blaine miró a Sebastian a modo de advertencia, ocasionando que el castaño mostrase las palmas abiertas de sus manos, fingiendo inocencia–. Yo sólo digo…
–Pues si sigue comportándose así, yo misma me encargaré de educarlo y mis métodos son de todo menos ortodoxos, duendecillo minero.
–Lo tendré muy en cuenta, gracias –dijo ya con tono irritado, sonando igual a alguien ya fastidiado de lidiar con lo mismo mil veces seguidas.
En ese instante, alguien irrumpió dentro del lugar azotando la puerta fuertemente al hacerlo. Todos los docentes presentes giraron sus cabezas al mismo tiempo, entre sorprendidos y molestos ante tal falta de buenos modales. Wes, prometiéndose a si mismo ofrecer disculpas más tarde, se acercó a ellos casi corriendo.
–¡Maldita sea, Montgomery! –gritó furiosa Santana, levantándose–. ¡Esta es un área exclusiva para profesores, no puedes venir aquí así nada más! ¡Tenemos reglas, cielo santo!
–Lamento mi comportamiento inapropiado, señorita López, incluso si usted quiere aceptaré gustoso tiempo en detención –habló casi a mil por hora, respirando agitado debido a la carrera monumental que debió realizar para llegar hasta ahí–, pero ahora necesito vengan conmigo. Es una emergencia.
Los tres adultos se miraron entre si confundidos. Wesley era un alumno responsable, tenía notas excelentes y jamás se metía en problemas, si decía alguien necesitaba ayuda, así debía ser en realidad.
–¿Qué sucede? –Blaine y Sebastian, olvidando la comida, también se pusieron en pie listos para actuar.
–Un chico, de segundo año, comenzó a sufrir un ataque –comenzó a explicar lo más conciso posible –, Vladimir se ha quedado con él pero parecía demasiado inestable.
–¿Dónde?
–El jardín del ala oeste.
Los cuatro corrieron en dirección a dicho lugar, dispuestos a manejar la situación. Cada minuto era valioso, ya varias veces en el pasado había necesitado tratar con chicos cuyas habilidades solían causar daños materiales tremendos o, en casos muy desafortunados, también lastimaban a alguien severamente. Negándose a perder tiempo, utilizaron los mismos atajos que Wes debió recorrer instantes antes, ganándose curiosas miradas de otros alumnos que recién se trasladaban a otra clase. Sin embargo, antes de llegar, Blaine sintió una monstruosa presencia psíquica rodeando gran extensión del terreno, haciéndolo parar abruptamente. Fue casi como soportar mil kilogramos de peso sobre los hombros. Preocupado, se dio cuenta aquello sólo podía ser obra de Kurt.
–¿Pero qué demonios…? –Blaine salvó la distancia restante hasta colocarse junto a los demás, al escuchar la exclamación emitida por Sebastian, y, también se mostró muy sorprendido.
Todo el ambiente circundante estaba detenido. Como decoración principal del jardín, una fuente construida con mármol pulido se erguía orgullosa, pero el agua que contenía se mantenía totalmente inmóvil, brillando tenue bajo los rayos solares matutinos. Dos aves emprendiendo yacían suspendidas en el aire, petrificadas, tampoco soplaba brisa alguna manteniendo quietas las ramas y hojas en arboles cercanos. Quizá lo más espeluznante era ese aplastante silencio. Con la preocupación atenazándole la boca del estómago, Blaine buscó a Kurt y lo encontró algunos metros más allá, lejos de Vladimir que también fue afectado asemejando una estatua con la mirada pérdida. El castaño ajeno a todo, repetía cosas inentendibles en voz baja meciéndose hacia adelante, acurrucado contra el borde circular contenedor de la estructura marmolada.
–Ustedes quédense aquí –aconsejó Blaine decidido–. Yo me haré cargo a partir de ahora.
–¿Te has vuelto loco? –preguntó Sebastian con tono incrédulo, prácticamente pegado a sus talones–, ¡Es algo demasiado complicado, Blaine! ¡No podrás solucionarlo solo!
–Dientes de caballo tiene razón– Santana gritaba ahora también, una vez le indicó a Wes quedarse justo donde estaba–. Tómalo con calma, Anderson…
Haciendo oídos sordos, se echó a correr tomando por sorpresa a sus amigos que lo siguieron sin dudar, sin embargo, no llegaron demasiado lejos porque toparon con una barrera invisible. Sebastian maldijo en voz alta.
–Estúpido…– extrayendo de la chaqueta que llevaba puesta dos guantes negros sin dedos con extraños símbolos grabados, Santana procediendo a colocárselos–, terco, cabeza hueca…–sin medir fuerzas, golpeó duramente la barrera pero esta sólo ondeó entre tonalidades azules, manteniéndose intacta–. Será inútil seguir intentando…nada atravesará ese muro.
–Exactamente eso es lo que me preocupa.
Blaine finalmente se arrodilló junto a Kurt, examinándolo de manera superficial verificando si se causó alguna herida física que necesitase ser atendida, sin embargo, el ojiazul parecía intacto, sólo que en su mente en realidad no lo estaba–. Tranquilo –susurró amable–, nada malo va a sucederte.
–¡Aléjate! –empujándolo, se apartó todo cuanto pudo y ciñó sus rodillas protectoramente–. ¡Vete! ¡Déjame solo!
–No he venido a hacerte daño, Kurt –manteniendo en calma su psique brindándole cierto confort, se movió dos centímetros más cerca–. Puedo ayudarte con esto.
–¡¿Por qué demonios no se detienen?! –gritó Kurt desesperado, pasándose los dedos entre el cabello ya hecho un desastre–. ¡Incluso hablar resulta tan difícil si las tengo revoloteando en mi cabeza todo el tiempo! –las pupilas del menor se se dilataron debido al pánico, casi esperando apareciera alguna aberración dispuesta a atacarle–. ¡Suficiente! ¡Has que se detengan!...¡Ya no quiero escucharlas!...¡BASTA!
Un potente estruendo resonó justo tras ellos contrastando con la inquietante quietud y Blaine, nada alentado, confirmó una fractura profunda en la base superior de la fuente–. Escúchame –pidió colocándole ambas manos en el rostro–, ¡Kurt, mírame! – finalmente consiguió captar su atención–. Puedes lograrlo, pequeño… ¿recuerdas qué te dije antes? Eres tú quien debe imponer límites.
–No, no puedo –casi sollozó lastimeramente–, trato y trato pero siguen aquí…
–Confió en ti, Kurt. Tienes capacidad suficiente, sé conseguirássobrellevar esto porque eres fuerte – Blaine trasladó sus manos del rostro ligeramente enrojecido de Kurt hasta tenerlas ubicadas a cada lado en ambas sienes. Cerró los ojos, alineándose con los pensamientos ajenos–. ¿Sientes eso? Tus habilidades se conectan directamente a cada emoción que experimentas, si queremos lograr mantenerlas estables, primero ordénate a ti mismo asimilarlas.
Respirando agitado, Kurt siguió las indicaciones siguiendo la voz de Blaine, esta le brindaba confianza porque era tan cálida, armoniosa y lo hacía sentir protegido por primera vez en muchos años. El control emanó poco a poco, fluyendo libremente entre ambos ordenando cada posa en su respectivo sitio, después, surgió una paz abrumadora dejándolo exhausto–. Yo…yo…
–Shhh…–dijo quedamente el moreno acercándolo, permitiéndole descansar apoyado en su cálido pecho–, todo acabó pequeño, has hecho un trabajo excelente.
–Suéltame…–pidió sin oponer verdadera resistencia.
–Necesitas descansar –señaló masajeándole con suavidad la espalda–, cuando despiertes todo será mejor, lo prometo.
Blaine necesitó sostener por completo a Kurt tras dejarlo inconsciente. Segundos después, el jardín regresó a la normalidad lleno de ruidos, agua fluyendo, aves cantando y viento soplando acariciándole la piel.
Una vez desaparecido el muro, Santana y Sebastian junto a Wes consiguieron pasar con libertad. Vladimir, claramente sorprendido ante tal repentina aparición, buscó respuestas en el joven asiático que dispuesto, comenzó a explicarle los acontecimientos–. ¡¿Qué jodidas madres sucede contigo, idiota?! ¡Podrías haber resultado herido!
–Oh, Dios…–resopló nervioso dejándose caer por completo aún reteniendo a Kurt entre sus brazos. Santana vio entonces que Blaine tiritaba de pies a cabeza.
–Insúltenoslo apropiadamente más tarde –opinó con cierta empatía–. Yo lo llevaré.
–¿A dónde? –quiso saber entregándole al castaño sin replicar. Ella, levantándolo como si estuviese hecho de material muy ligero, esperó paciente.
–Mercedes sabrá qué hacer con ustedes dos – luego, le preguntó ya intuyendo la respuesta–: ¿Puedes levantarte?
–Creo que no.
–Afírmate fuerte –pasándole el brazo derecho por la cintura, impulsó el cuerpo más bajo hacia arriba consiguiendo que Blaine se tambaleara precariamente, evitando pudiese caer, Sebastian afirmó su agarre brindándole soporte–. Ustedes dos –habló a ambos estudiantes–, ni siquiera se les ocurra comentar esto – los chicos asintieron e inmediatamente se marcharon por caminos diferentes–. Vámonos.
Ninguno cruzó palabra alguna mientras avanzaban entre pasos lentos. Ya tendrían tiempo suficiente para preguntar cuánto quisieran, siempre y cuando, Artie también estuviese presente.
Kurt frunció el seño mortificado, para luego caminar con paso firme a un pupitre ubicado justo al fondo de todos los demás, donde, si tenía suerte, gozaría cierta privacidad nada más sonara la campana. Depositando sin cuidado sobre la butaca sus libros, se masajeó las sienes empleando movimientos circulares pausados, deseando ese espantoso dolor de cabeza que venía atormentándolo desde horas atrás, remitiese por fin–. “Presuntuoso papanatas” –dirigiendo toda atención a un chico moreno cuatro lugares más allá, se encontró con que este lo miraba despectivamente por sobre el hombro–. “Sino existiesen esas estúpidas políticas en el reglamento, sin duda le daría una verdadera lección por meterse con Jeff”.
El castaño suspiró. Bien, definitivamente podía aceptarlo luego de varios días viviendo en negación: algo andaba mal con él. Desde que ese bastardo de Anderson insistió tanto en impartirle “lecciones” particulares, derrumbándole en tal proceso todas las barreras psíquicas cuya finalidad consistía más que nada en proporcionar protección personal, se vio afectado de cierta manera incomprensible. Solía tener verdaderas dificultades para restablecer las restricciones necesarias manteniéndolas al mismo tiempo activas, dejándolo en consecuencia expuesto y vulnerable. ¡Casi podía compararse con una antena receptora!
Nunca le había ocurrido antes.
Kurt analizó que, durante su miserable estadía en Mckinley, con mucha frecuencia solía bloquearse evitando así inmiscuirse en las mentes de otros nisiquiera por mero accidente porque lo encontraba inapropiado e incluso de mal gusto. Respetaba la intimidad de quienes lo rodeaban. Ahora, ni eso podía hacer. Cuando su madre todavía vivía, solía repetirle hasta cansarlo su poder era comparable con una bomba de tiempo poderosa y devastadora, cuya explosión sucedería tarde o temprano, produciendo estragos irreparables. Ella tuvo razón entonces, y maldita sea, Kurt odiaba que aún enterrada varios metros bajo tierra siguiese teniéndola. Cualquier especie de provocación negativa intencionada o no a sus emociones, representaba precursor directo hacia el desastre.
Era por ese motivo que estaba realmente preocupado.
Si los métodos normalmente utilizados fallaban, tenía ciertos planes de emergencia tal vez menos seguros cuya aplicación afectaban directamente su cuerpo. A veces, consumía medicamentos especializados en atacar problemas relacionados con el cerebro. Era fácil adquirirlos, Carole solía trabajar en un hospital a fin de cuentas. Las primeras veces funcionaron bien, no obstante, conforme aumentaba las dosis perdieron todo efecto posible regresándolo a lidiar con el mismo problema otra vez, tampoco podía dormir, durante las noches debía soportar constantes intromisiones no sólo de quienes vivían en Dalton, sino también de ciertos residentes en Westerville, ciudad que por cierto, se hallaba a dos horas de camino. Eso si se usaba un auto. Concentrarse se convirtió en tarea titánica, comer, hacer los deberes, cualquier cosa cotidiana significaba tortura asegurada. Docenas de voces distintas murmurándole al mismo tiempo, susurrando sin descanso, cada maldito segundo del día sólo lograrían enloquecerlo tarde o temprano.
Necesitaba solucionar aquello cuanto antes.
Tan desesperado ya estaba que incluso consideró recurrir a Blaine. Sí, le gritó al hombre no querer verle otra vez y ni hablar de tenerle cerca, sin embargo, también era telepata y entre todos los profesores solo él sabría comprenderle. Pero Kurt era demasiado orgulloso, sólo torturándolo aceptaría necesitaba ayuda por parte de Anderson, sobre todo cuando se jactó ser completamente capaz de manejar cualquier cosa por si mismo, sin intromisiones innecesarias. Además, tampoco podía tener tan poco descaro y olvidar el asunto del beso robado. Sinceramente, Kurt creyó que Blaine reaccionaría diferente, es decir, mostraría enojo, ofensa o incluso pediría hablar y pedir explicaciones, pero el profesor sólo se mantuvo lejos, guardando distancias, evitando cruzarse con él brindándole cierto espacio. Tal comportamiento sólo lograba confundirlo. No le gustaba la sensación y resultaba raro retener tantas emociones encontradas, aún cuando se suponía nada significaba ese simple beso, ¿verdad?
Sólo se dejó guiar por un estúpido impulso, ¿cierto?
Nada convencido, decidió había tenido suficiente. Reuniendo todas sus pertenencias, abandonó el aula minutos antes de que se iniciara la lección y salió a los desiertos pasillos dispuesto a regresar a los dormitorios. ¡Ya no podía soportarlo más! ¿Qué rayos necesitaba para detener toda aquella basura?
“Parece perdido” –oyó precariamente entre las resonancias entrecortadas y difusas provocadas por otros pensamientos, impidiéndole identificar de qué sitio provenía con exactitud– “Tal vez necesite ayuda.”
Kurt notó a un chico alto, ridículamente rubio, pálido e igualmente uniformado de rojo y azul comenzar a seguirlo. Ignorándolo, convirtió sus pasos en zancadas largas tomando mayor velocidad, por desgracia, la gente en Dalton tenía cierta tendencia a no dejarle tranquilo tan fácil.
–Disculpa…–lo llamó cortésmente y Kurt identificó cierto acento extraño…¿ruso quizá? –. Necesitas un permiso escrito de un profesor para deambular entre los pasillos mientras sea horario de clases.
El castaño finalmente se detuvo, permitiéndole al otro darle alcance y colocarse a su lado con calma–. No tengo ninguno –respondió con frialdad total.
–¿Eres nuevo? –quiso saber evidenciando todavía más pertenecía a una nacionalidad extranjera–. Mi nombre es Vladimir Bulgákov –se presentó extendiendo la mano a modo de saludo, pero Kurt se negó responder tal gesto–, soy uno de los cuatro prefectos estudiantiles –orgulloso, señaló una pequeña plaquita plateada y brillante adherida al blazer–. Nuestro trabajo consiste en brindar apoyo a los chicos recién ingresados, Dalton resulta intimidante los primeros días pero te acostumbrarás rápido.
El castaño lo escudriñó desconfiado, no tenía tiempo para perderlo con idiotas, su dolor de cabeza aumentaba por momentos y se ponía cada vez peor–. ¿Qué te hace pensar necesito saber quién rayos eres tú? –soltó entre dientes, soportando fuertes palpitaciones en la frente y nuca–. Fuera de mi camino…
“Con que carácter difícil, ¿he?
Kurt reboleó los ojos y continuó avanzando, Vladimir también, manteniéndose cerca.
–¿Puedo saber a qué edificio te diriges?
–Que te importa…–Vladimir no pareció ofenderse en absoluto pese a los matices groseros impregnados en cada palabra, lo que no sabía era que Kurt contestó inconscientemente al primer comentario–. Te dije antes, puedo…
–¿Eres sordo? –preguntó perdiendo todo vestigio de paciencia cuando llegaron a un pequeño jardín conectado con otros edificios, donde estudiantes pertenecientes a años superiores, pasaban tiempo libre. Eran los únicos con autorización de estar allí sin pases especiales porque debían fortalecer sus habilidades todo cuanto pudiesen ya que pronto estarían abandonando la seguridad de Dalton.
–No…
–Entonces idiota –sentenció despectivo –. Sólo… así…conseguiría…
Kurt paró de hablar al sentir un espantoso dolor taladrarle la cabeza hasta casi hacerle perder el conocimiento. Cerró los ojos con fuerza, llevándose ambas manos a las sienes, ahogando un gemido angustioso. Tambaleándose, cayó de rodillas y comenzó a balancearse creyendo tal tortura lo mataría. Su cuerpo no respondió, repentinamente todo sonido coherente desapareció siendo reemplazado por voces, millones de voces parloteando a toda velocidad cosas incoherentes sobrecargándolo de información. Estaba sufriendo un ataque tremendo. Luego llegaron todas esas emociones golpeándolo con la fuerza de un puñetazo. Temblando, quiso aferrarse a cualquier vestigio de cordura posible, y pensó en Blaine.
–¡Necesito ayuda aquí! –el grito de Vladimir cortó la tranquilidad del lugar. Cualquiera podría notar el castaño estaba mal, necesitaban llevarlo a la enfermería. Acudiendo a su llamado, un joven de fuerte aspecto asiático se acercó de inmediato.
–¡¿Qué sucedió?!
Kurt emitió lastimeros quejidos, balbuceando incoherencias y comenzó a tirarse del cabello debido a tanta desesperación.
–¡Dejemos las explicaciones para otro momento! –acotó atropelladamente, luchando para que el castaño se detuviera–. ¡Busca a un profesor, o a quien sea, pero rápido!
Asintiendo, corrió hacia donde creyó pertinente obedeciendo la petición, y, Vladimir rogó internamente se diesen prisa porque un poder fuera de control siempre contraía serias consecuencias.
…
–Espero estés feliz –espetó Santana López nada más estuvo frente a ellos–, ese chico nuevo tuyo es un verdadero dolor en el trasero.
Dejándose caer sin delicadeza ni recato alguno sobre la única silla desocupada, subió el pie enfundado en unas bonitas botas negras en la mesa que Sebastian y Blaine compartían durante un pequeño descanso entre periodos. Con gesto enfadado, bebió abundante agua de la botella que llevaba consigo, cerrándola luego quizá con demasiada violencia, permitiéndoles saber a ambos caballeros cuán mortificada se sentía. Sebastian sonrió burlón degustando algunos trozos de fruta, mientras tanto Blaine simuló desmedido interés en su taza de café mal preparado.
–¿A que es todo un verdadero encanto? –ella miró al castaño como si quisiera decapitarlo ahí mismo–. Primer periodo: clase de Física –explicó llevándose dos uvas a la boca–. Les asigné proyectos grupales, ya sabes, créditos extra para quienes obtengan malas notas logren regularizarse para los finales. Total, aunque no lo dijo –se apresuró a aclarar–, insinuó todos eran idiotas hasta demostrar otra cosa y sólo lo retrasarían.
Blaine negó con la cabeza inconforme ante los comentarios–. Sólo era cuestión de tiempo para que sucediera –le dijo a Santana casi a modo de disculpa.
–Bueno –Sebastian batió su mano en alto, pretendiendo evidenciar algo bastante obvio para él–, yo si esperaba esto, porque bruja contra bruja…
–Mucho cuidado con esa lengua, Smythe –la latina advirtió con tono dulce–, si decido arrancártela nunca más podrías hacerle a tu fantoche marido ninguna ma…
–¡Y bien! –interrumpió Blaine tal comentario incomodo. Prefería continuar manteniéndose ignorante respecto a la vida sexual de su mejor amigo–. ¿Qué hizo Kurt?
–¿Kurt? –Santana arqueó una ceja escéptica–. ¿Cuándo comenzamos a tutear a los mocosos?
–Desde el momento en que Artie decidió ponerlo bajo mi custodia.
–¿Y eso sería por…?– preguntó la latina alargando la “o”.
–Todos aquí tenemos pupilos, además, Kurt también es telequinetico e intuyo Artie quiere le enseñe todo cuanto pueda respecto a sus habilidades – explicó encogiéndose de hombros restándole importancia, para luego comerse unas galletas integrales que le robó a Sebastian–. ¡Esto es asqueroso! –hizo gestos graciosos conforme examinada el alimento–. ¿Cómo rayos puede gustarte algo así?...saben a cartón.
–Contienen fibra, Blaine –acotó quitándole el paquete laminado–, ayudan a tu estómago.
–Claro…
–¿Sabes qué pienso respecto a ese chico? –los interrumpió con acidez–. Deberían encerrarlo, tirar la llave y jamás volver a dejarlo ver la luz del día. Ni naciendo otra vez mejoraría esa actitud de arpía que tiene…
–Santana…–reprendió el moreno reprobatoriamente.
–¡Es verdad!
–Déjame a mi considerar ese tipo de decisiones, ¿quieres? –ella se cruzó ambos brazos sobre el pecho, inconforme.
–Eso ya lo hicimos y mira como terminó –Blaine miró a Sebastian a modo de advertencia, ocasionando que el castaño mostrase las palmas abiertas de sus manos, fingiendo inocencia–. Yo sólo digo…
–Pues si sigue comportándose así, yo misma me encargaré de educarlo y mis métodos son de todo menos ortodoxos, duendecillo minero.
–Lo tendré muy en cuenta, gracias –dijo ya con tono irritado, sonando igual a alguien ya fastidiado de lidiar con lo mismo mil veces seguidas.
En ese instante, alguien irrumpió dentro del lugar azotando la puerta fuertemente al hacerlo. Todos los docentes presentes giraron sus cabezas al mismo tiempo, entre sorprendidos y molestos ante tal falta de buenos modales. Wes, prometiéndose a si mismo ofrecer disculpas más tarde, se acercó a ellos casi corriendo.
–¡Maldita sea, Montgomery! –gritó furiosa Santana, levantándose–. ¡Esta es un área exclusiva para profesores, no puedes venir aquí así nada más! ¡Tenemos reglas, cielo santo!
–Lamento mi comportamiento inapropiado, señorita López, incluso si usted quiere aceptaré gustoso tiempo en detención –habló casi a mil por hora, respirando agitado debido a la carrera monumental que debió realizar para llegar hasta ahí–, pero ahora necesito vengan conmigo. Es una emergencia.
Los tres adultos se miraron entre si confundidos. Wesley era un alumno responsable, tenía notas excelentes y jamás se metía en problemas, si decía alguien necesitaba ayuda, así debía ser en realidad.
–¿Qué sucede? –Blaine y Sebastian, olvidando la comida, también se pusieron en pie listos para actuar.
–Un chico, de segundo año, comenzó a sufrir un ataque –comenzó a explicar lo más conciso posible –, Vladimir se ha quedado con él pero parecía demasiado inestable.
–¿Dónde?
–El jardín del ala oeste.
Los cuatro corrieron en dirección a dicho lugar, dispuestos a manejar la situación. Cada minuto era valioso, ya varias veces en el pasado había necesitado tratar con chicos cuyas habilidades solían causar daños materiales tremendos o, en casos muy desafortunados, también lastimaban a alguien severamente. Negándose a perder tiempo, utilizaron los mismos atajos que Wes debió recorrer instantes antes, ganándose curiosas miradas de otros alumnos que recién se trasladaban a otra clase. Sin embargo, antes de llegar, Blaine sintió una monstruosa presencia psíquica rodeando gran extensión del terreno, haciéndolo parar abruptamente. Fue casi como soportar mil kilogramos de peso sobre los hombros. Preocupado, se dio cuenta aquello sólo podía ser obra de Kurt.
–¿Pero qué demonios…? –Blaine salvó la distancia restante hasta colocarse junto a los demás, al escuchar la exclamación emitida por Sebastian, y, también se mostró muy sorprendido.
Todo el ambiente circundante estaba detenido. Como decoración principal del jardín, una fuente construida con mármol pulido se erguía orgullosa, pero el agua que contenía se mantenía totalmente inmóvil, brillando tenue bajo los rayos solares matutinos. Dos aves emprendiendo yacían suspendidas en el aire, petrificadas, tampoco soplaba brisa alguna manteniendo quietas las ramas y hojas en arboles cercanos. Quizá lo más espeluznante era ese aplastante silencio. Con la preocupación atenazándole la boca del estómago, Blaine buscó a Kurt y lo encontró algunos metros más allá, lejos de Vladimir que también fue afectado asemejando una estatua con la mirada pérdida. El castaño ajeno a todo, repetía cosas inentendibles en voz baja meciéndose hacia adelante, acurrucado contra el borde circular contenedor de la estructura marmolada.
–Ustedes quédense aquí –aconsejó Blaine decidido–. Yo me haré cargo a partir de ahora.
–¿Te has vuelto loco? –preguntó Sebastian con tono incrédulo, prácticamente pegado a sus talones–, ¡Es algo demasiado complicado, Blaine! ¡No podrás solucionarlo solo!
–Dientes de caballo tiene razón– Santana gritaba ahora también, una vez le indicó a Wes quedarse justo donde estaba–. Tómalo con calma, Anderson…
Haciendo oídos sordos, se echó a correr tomando por sorpresa a sus amigos que lo siguieron sin dudar, sin embargo, no llegaron demasiado lejos porque toparon con una barrera invisible. Sebastian maldijo en voz alta.
–Estúpido…– extrayendo de la chaqueta que llevaba puesta dos guantes negros sin dedos con extraños símbolos grabados, Santana procediendo a colocárselos–, terco, cabeza hueca…–sin medir fuerzas, golpeó duramente la barrera pero esta sólo ondeó entre tonalidades azules, manteniéndose intacta–. Será inútil seguir intentando…nada atravesará ese muro.
–Exactamente eso es lo que me preocupa.
Blaine finalmente se arrodilló junto a Kurt, examinándolo de manera superficial verificando si se causó alguna herida física que necesitase ser atendida, sin embargo, el ojiazul parecía intacto, sólo que en su mente en realidad no lo estaba–. Tranquilo –susurró amable–, nada malo va a sucederte.
–¡Aléjate! –empujándolo, se apartó todo cuanto pudo y ciñó sus rodillas protectoramente–. ¡Vete! ¡Déjame solo!
–No he venido a hacerte daño, Kurt –manteniendo en calma su psique brindándole cierto confort, se movió dos centímetros más cerca–. Puedo ayudarte con esto.
–¡¿Por qué demonios no se detienen?! –gritó Kurt desesperado, pasándose los dedos entre el cabello ya hecho un desastre–. ¡Incluso hablar resulta tan difícil si las tengo revoloteando en mi cabeza todo el tiempo! –las pupilas del menor se se dilataron debido al pánico, casi esperando apareciera alguna aberración dispuesta a atacarle–. ¡Suficiente! ¡Has que se detengan!...¡Ya no quiero escucharlas!...¡BASTA!
Un potente estruendo resonó justo tras ellos contrastando con la inquietante quietud y Blaine, nada alentado, confirmó una fractura profunda en la base superior de la fuente–. Escúchame –pidió colocándole ambas manos en el rostro–, ¡Kurt, mírame! – finalmente consiguió captar su atención–. Puedes lograrlo, pequeño… ¿recuerdas qué te dije antes? Eres tú quien debe imponer límites.
–No, no puedo –casi sollozó lastimeramente–, trato y trato pero siguen aquí…
–Confió en ti, Kurt. Tienes capacidad suficiente, sé conseguirássobrellevar esto porque eres fuerte – Blaine trasladó sus manos del rostro ligeramente enrojecido de Kurt hasta tenerlas ubicadas a cada lado en ambas sienes. Cerró los ojos, alineándose con los pensamientos ajenos–. ¿Sientes eso? Tus habilidades se conectan directamente a cada emoción que experimentas, si queremos lograr mantenerlas estables, primero ordénate a ti mismo asimilarlas.
Respirando agitado, Kurt siguió las indicaciones siguiendo la voz de Blaine, esta le brindaba confianza porque era tan cálida, armoniosa y lo hacía sentir protegido por primera vez en muchos años. El control emanó poco a poco, fluyendo libremente entre ambos ordenando cada posa en su respectivo sitio, después, surgió una paz abrumadora dejándolo exhausto–. Yo…yo…
–Shhh…–dijo quedamente el moreno acercándolo, permitiéndole descansar apoyado en su cálido pecho–, todo acabó pequeño, has hecho un trabajo excelente.
–Suéltame…–pidió sin oponer verdadera resistencia.
–Necesitas descansar –señaló masajeándole con suavidad la espalda–, cuando despiertes todo será mejor, lo prometo.
Blaine necesitó sostener por completo a Kurt tras dejarlo inconsciente. Segundos después, el jardín regresó a la normalidad lleno de ruidos, agua fluyendo, aves cantando y viento soplando acariciándole la piel.
Una vez desaparecido el muro, Santana y Sebastian junto a Wes consiguieron pasar con libertad. Vladimir, claramente sorprendido ante tal repentina aparición, buscó respuestas en el joven asiático que dispuesto, comenzó a explicarle los acontecimientos–. ¡¿Qué jodidas madres sucede contigo, idiota?! ¡Podrías haber resultado herido!
–Oh, Dios…–resopló nervioso dejándose caer por completo aún reteniendo a Kurt entre sus brazos. Santana vio entonces que Blaine tiritaba de pies a cabeza.
–Insúltenoslo apropiadamente más tarde –opinó con cierta empatía–. Yo lo llevaré.
–¿A dónde? –quiso saber entregándole al castaño sin replicar. Ella, levantándolo como si estuviese hecho de material muy ligero, esperó paciente.
–Mercedes sabrá qué hacer con ustedes dos – luego, le preguntó ya intuyendo la respuesta–: ¿Puedes levantarte?
–Creo que no.
–Afírmate fuerte –pasándole el brazo derecho por la cintura, impulsó el cuerpo más bajo hacia arriba consiguiendo que Blaine se tambaleara precariamente, evitando pudiese caer, Sebastian afirmó su agarre brindándole soporte–. Ustedes dos –habló a ambos estudiantes–, ni siquiera se les ocurra comentar esto – los chicos asintieron e inmediatamente se marcharon por caminos diferentes–. Vámonos.
Ninguno cruzó palabra alguna mientras avanzaban entre pasos lentos. Ya tendrían tiempo suficiente para preguntar cuánto quisieran, siempre y cuando, Artie también estuviese presente.
…
Como siempre agradezco sus comentarios y paciencia. Por cierto...¿alguien conoce un buen beta que quiera ayudarme? Les agradecería mucho pudiesen recomendarme uno. ¡Hasta pronto!
Invitado- Invitado
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
me gusto el capitulo estuvo genial,santana es super fuerte????, kurt es tan tierno cuando quiere, amo a blaine siempre ayudándolo, me gusta la amistad de esos tres ,espero que actualices pronto nos leemos
tamy22********- - Mensajes : 606
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
dios me imagine la escena donde todo se detuvo fue genial !!!!!!!!!!!!!!!!!
vaya que si, es simplemente hermoso !!!!!!!!!!!!!!!!!
vaya que si, es simplemente hermoso !!!!!!!!!!!!!!!!!
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Fue increíble lo que pasó, voces, todo detenido... Me gustó mucho que Blaine ayudara a Kurt, pero él siempre de orgulloso.
Gracias por escribir.
Gracias por escribir.
MariamXO- ---
- Mensajes : 566
Fecha de inscripción : 08/08/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Dios una crisis así debe ser dura.
pero hay que agradecerle al muchacho que se encontró con kurt (cuyo nombre no recuerdo) por lo menos fue perseverante y pensó rápido.
sigo insistiendo alguien puede patear a sebastian y a santana aaaaaaaaaaaaaaaa.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
pero hay que agradecerle al muchacho que se encontró con kurt (cuyo nombre no recuerdo) por lo menos fue perseverante y pensó rápido.
sigo insistiendo alguien puede patear a sebastian y a santana aaaaaaaaaaaaaaaa.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
tamy22 escribió:me gusto el capitulo estuvo genial,santana es super
fuerte????, kurt es tan tierno cuando quiere, amo a blaine siempre
ayudándolo, me gusta la amistad de esos tres ,espero que actualices
pronto nos leemos
Hola, primero que nada muhas gracias por continuar siguiendo el fic. Referente a lo que dies de Santana, permiteme decirte eres la primera que acierta en su habilidad. Ella tiene superfuerza, en las quinesis no enontré un nombre propiamente dicho para tal poder, pero me facina pensar ella pueda utilizar algo así porque va muy acorde a su personalidad.
Por otro lado, Blaine y Kurt son lo mejor del mundo. Sigo escuchando Come What May y lloro cada vez más..
¡Otra vez gracias por tu comentario!
Saludos.
Por otro lado, Blaine y Kurt son lo mejor del mundo. Sigo escuchando Come What May y lloro cada vez más..
¡Otra vez gracias por tu comentario!
Saludos.
Mary Alexander escribió:dios me imagine la escena donde todo se detuvo fue genial !!!!!!!!!!!!!!!!!
vaya que si, es simplemente hermoso !!!!!!!!!!!!!!!!!
De hecho, fue la más dificil de describir en todo el capítulo porque tenía que imaginarla y repasarla una y otra vez...¡me hace feliz saber te gustara!
¡Gracias por leer!
MariamXO escribió:Fue increíble lo que pasó, voces, todo detenido... Me
gustó mucho que Blaine ayudara a Kurt, pero él siempre de orgulloso.
Gracias por escribir.
Para realizar esa escena necesité leer mucho y ver diferentes videos sobre series o peliculas que tuviesen temas de telepatia inluida, fue complicado. ¡Que bueno te gustó esa parte!
Blaine es siempre tan noble pese a la actitud que suelo desarrollarle a Kurt, pero eso es lo interesante.
¡Muchas gracias a ti por leer!
Kenigal escribió:Dios una crisis así debe ser dura.
pero hay
que agradecerle al muchacho que se encontró con kurt (cuyo nombre no
recuerdo) por lo menos fue perseverante y pensó rápido.
sigo insistiendo alguien puede patear a sebastian y a santana aaaaaaaaaaaaaaaa.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
La verdad fue más duro para mi escribirlo por la complejidad de la narración. Aún así me siento satisfecha por el resultado. Vladimir, quien ayudó a Kurt sí pensó bastante rápido y diré será un personaje recurente del fic. He estado pensando mucho y le daré un giro inesperado a la historia, espero les agrade.
Aunque a veces lo merecen, Santana y Sebastian hacen las cosas por ayudar a Blaine. ¡Los amo a los dos!
De hecho gracias a ti por ser tan fiel al fic y comentarlo capítulo tras capítulo. ¡Saludos!
Invitado- Invitado
X
Capítulo X
“Restrictions”
“Restrictions”
–¿Quisieras parar, por favor? –Sebastian casi le exigió ya definitivamente cansado de verlo caminar de derecha a izquierda repetidas veces, conforme chocaba ambos puños entre si, destilando intranquilidad pura por cada poro. Sebastian realmente necesitó pensar dos veces si debería golpearlo, o simplemente, quedarse sentado esperando Mercedes les reportase cualquier situación extraña. Resignado, resopló tras concluir la segunda opción no podía llevarla a cabo fácilmente porque, nunca, jamás en todos sus veintiséis años se consideró una persona especialmente paciente–. Si sigues así, juro por mi madre te llenaré con tanta estática que serás el más grande conductor eléctrico humano jamás conocido, Blaine.
Para Blaine, eso podría haber funcionado bajo cualquier otra circunstancia, pero ahora, simplemente decidió dejar pasar semejante amenaza y siguió con lo suyo, ganándose consiguientemente diversas exclamaciones indignadas e incluso, reprobatorias. Bien, él sabía se estaba comportando demasiado extraño, incluso Mercedes se mostró sorprendida cuando debió impedirle entrar en la habitación donde ahora mismo Kurt descansaba, pero no podía evitarlo. En realidad no podía. Tenía toda esa preocupación atenazándole la boca del estómago además de un montón de preguntas rondándole la cabeza.
–Es inútil –dijo Sam, ubicado algunos metros más allá aún con el torso y parte del hombro firmemente vendados–, aún le resulta difícil encontrar la manera de sobrellevar toda esa preocupación que…
–Hey…–Blaine gruñó, señalándolo en evidente advertencia–. Ya fue suficiente.
–Lo siento amigo, realmente siento mucho decirlo pero tus emociones son tan intensas que podría captarlas incluso estando a unos buenos vente metros de distancia.
Blaine revoleó los ojos ante el tono calmado usado por Sam, casi como si estuviesen charlando del tema más común del planeta entero. Sólo que, por supuesto, no lo era. Sí, tenía los nervios a flor de piel debido al ataque nervioso sufrido por Kurt horas antes, el cual lo llevó a perder control parcial sobre sus habilidades a niveles alarmantemente peligrosos. También aceptaba actuó poco inteligentemente porque, si se ponía a pensarlo con mayor detenimiento no sólo Vladimir o cualquier otro estudiante podría haber resultado herido, sino también él mismo intentando ayudarle. Además, terminó tan exhausto que nisiquiera consiguió ponerse en pie por si mismo durante varios minutos. Eso en definitiva además de extraño era preocupante, necesitaba encontrar la manera de frenar aquello antes de que ocurriese una verdadera desgracia, o bien, Kurt terminase consumido por ese inmenso poder que albergaba en su interior.
Pero Blaine sabía también no sólo era eso; claro que no. Le resultaba muy difícil olvidar toda esa vulnerabilidad sobrecogedora demostrada por Kurt, a quien, durante pequeñas fracciones de segundos, logró verlo tal cual era en realidad. Generalmente solía comportarse cual miserable bastardo todo el tiempo, derrochando sarcasmo, frialdad e insensibilidad extremas ahuyentando de manera efectiva a las personas que intentaban acercarse demasiado. Al menos, ahora creía comprender los motivos. Kurt tenía pleno conocimiento sobre cuán peligroso podía llegar a ser, por eso prefería aislarse, mantenerse apartado, manifestando a través de su difícil carácter muros impenetrables y así mantenerse seguro. Kurt luchaba consigo mismo cada minuto del día, manteniéndose fuerte, impasible, irrompible…
No obstante, Blaine sabía existía algo mucho más allá; Kurt también era vulnerable, tenía tantas dudas no resueltas, inseguridades, miedos, angustias, entre otro montón de sentimientos tan comunes del ser humano. Vivía pretendiendo no experimentarlos, vivía sin dejarse afectar como cualquier adolecente normal lo haría, vivía aferrándose a la idea de ser intocable por ellos e, irónicamente, gracias a eso Blaine recobró su determinación pérdida. Kurt necesitaba contar con guía constante, precisaba aprender a tener no sólo seguridad física sino también emocional, porque, ocultarse bajo esa elaborada máscara de indiferencia sólo significaba ya había sido lastimado antes.
Todos los pensamientos de Blaine se vieron interrumpidos bruscamente, cuando notó la puerta abrirse. Con los hombros tensos, esperó ver a Mercedes cruzando el umbral, pero en su lugar, Santana lo hizo acompañada de Artie, quien le dirigió una mirada indescifrable a través del cristal transparente de sus elegantes gafas negras. Creyó sentir escalofríos nada relacionados con la situación actual, así que, consideró necesario comenzar a explicarse.
–Santana ya me ha informado ciertas cosas de camino hacia aquí – lo interrumpió conforme se desplazaba sin ninguna prisa hasta colocarse justo en medio de todos los presentes, obteniendo toda atención automáticamente–. Abordaremos ese tema más tarde sino te molesta, Blaine –obteniendo una negación automática en respuesta, continuó–: ¿Cómo está Hummel?
–Todavía no lo sabemos –dijo mordiéndose el labio inferior–, Mercedes lleva ahí dentro con él algo más de dos horas.
–Dejémosla trabajar tranquila, ella sabe exactamente cómo actuar en casos así –comentó entrelazando ambas manos sobre su regazo, percatándose cuán nervioso se veía Blaine –. Por otro lado, dadas las circunstancias he considerado contactar a los padres del chico.
–¡¿Qué?! –exclamó Blaine casi horrorizado–. ¡No podemos!...digo, sería absurdo si… ¿ellos no saben nada, recuerdas?
–Difícilmente suelo olvidar –sonrió Artie educado, aunque las palabras poseían cierto toque circunspecto–. Así como jamás pondría en evidencia a ningún estudiante respecto a su habilidades, nisiquiera dentro del colegio. Creí comprendías eso desde hace bastante tiempo ya.
–Lo siento –dijo simplemente.
–Pierde cuidado –le restó importancia sin alterarse ni un ápice–. Ahora sólo necesito saber tú opinión respecto al problema que ahora enfrentamos.
–Estuve alineado con su mente libremente durante breves instantes, es difícil explicar a ciencia cierta pero sus poderes van mucho más allá de cualquier cosa que haya visto en toda mi vida, Artie.
–¿Y si ellos lo sintieron? – Santana preguntó con absoluta seriedad consiguiendo aumentar la tención en el ambiente–. Yo no sabré mucho respecto a toda esa basura psíquica o lo que sea, pero estoy segura tal espectáculo debió alertarlos de algún modo.
–Puede ser posible…–murmuró Artie.
–Dalton cuenta con protección, ¿o no? –les dijo Sam completamente convencido–, pueden ser tercos más nunca estúpidos, saben sería suicidio asegurado siquiera intentar traspasar estos muros.
–El oxigenado tiene razón, así que por el momento mejor centrémonos en Hummel y su obvia falta de autocontrol –pidió Sebastian ya harto, escuchar lo mismo tantas veces comenzaba a provocarle migraña–, si le permitimos a su poder continuar expandiéndose podría incluso llegar a matarlo.
–Yo…yo he estado pensando mucho y quizá conozco una manera de bloquearlo durante cierto tiempo.
Artie asintió comprendiendo de inmediato a qué se refería–. Sin duda sería la mejor y más sensata opción, aunque debo agregar también demasiado peligrosa para ti, Blaine.
–Lo sé, lo sé, aún así debemos agotar todas las posibilidades.
–¿Se puede saber de qué demonios hablan ustedes dos? –Artie suspiró causándole un mal presentimiento a Sebastian–. ¡Hablen ya!
–Voy a imponer un sello psíquico en Kurt –explicó sonando poco convencido–, jamás he intentado esto nunca y no tengo idea si funcionará.
–¿Eso es viable?...
–Lo es, Santana –concordó Artie seriamente–. Sin embargo, es poco recomendable porque los nivel alto suelen tener serios problemas de dominio sobre sus propias habilidades, justo como ya lo han visto últimamente.
–Sigo sin entender nada.
–Verás Sebastian, ambos son telepatas y eso significa que Blaine posee mayores posibilidades de internarse en la mente del joven Hummel, para conseguirlo, deberá incursionar lo más profundamente posible – Sebastian, Santana y Sam pusieron muecas incómodas, adivinando hacia dónde se dirigía todo aquello–, una vez llegue a ese punto –continuó Artie–, desplegará el sello aislándole así cierta cantidad de poder, permitiéndole manipularlo como corresponde.
–Esperen dos segundos, ¿de acuerdo? –elevando la mano haciendo el claro gesto de alto, Sebastian sonaba enfadado ahora–. Suena bastante bien esa elaborada explicación sobre restricciones, manejo adecuado y todas esas estupideces, pero aquí lo que realmente me interesa saber es si Blaine puede resultar herido –el profundo e incómodo silencio inundó la habitación, brindándole respuesta inmediata–. No…
–Sebastian…
–¡He dicho no, maldita sea! –replicó levantándose ofuscado–. Ya antes me habías dicho que irrumpir en cualquier mente contrae múltiples riesgos, lo intentaste una vez con Hummel y terminó mal –para enfatizar, señaló a Sam–. Acéptalo, desde su llegada no ha hecho otra cosa que causarnos problemas. Sí, es cierto protegemos a tantos chicos como nos es posible pero tampoco podemos hacer nada cuando se niegan a cooperar con nosotros, conoces las reglas –gritó frustrado al saber Blaine obviaba tales cosas primordiales casi a propósito–. Y luego, pese a todo quieres correr el riesgo de desequilibrar tu propia mente por alguien que nisiquiera merece nuestra preocupación. ¡Simplemente me niego a aceptarlo!
–Normalmente suelo discrepar con cada opinión del suricato –Santana habló seriamente–, aunque en esta ocasión debo admitir tiene razón.
–Miren –Blaine parecía cansado, muy cansado–, agradezco se preocupan por mí chicos, aún así, voy a hacerlo –Sebastian le hizo un gesto de “¿por qué debes ser tan idiota?” –. Kurt es responsabilidad mía ahora.
–¡Como siempre te tomas atribuciones equivocas! –volvió a contraatacar, negándose a ceder. Los otros tres los miraron discutir y realmente no era un espectáculo nada bonito, no sólo por la tención palpable, sino también porque ellos eran mejores amigos–. Sus padres son responsables, no tú. ¡Acéptalo Anderson, a veces es imposible protegerlos a todos!
–¡No entiendes! –respondió sintiéndose herido. Pudo haber esperado algo así de Santana, más no de Sebastian–. Yo sólo quiero…
El sonido de la puerta abierta les impidió continuar, Mercedes frenó su caminar nada más captó cuan incómodos lucían todos así que los evaluó detenidamente considerando regresar justo por donde llegó.
–¿Está todo bien aquí? –preguntó metiendo ambas manos en los bolsillos de su bata blanca –, escuché gritos desde el pasillo.
–¡Perfectamente! –ella reconoció una fuerte ironía impregnada en cada palabra y se apartó justo cuando Sebastian decidió marcharse.
–Yo iré…
Blaine agradeció en silencio que la latina salió tras Sebastian, ellos tenían casi el mismo carácter y si existía alguien en todo el mundo capaz de hacerlo recapacitar, sin duda esa era Santana. Ya charlarían cuando las cosas estuviesen más tranquilas.
–¿Kurt se encuentra bien? –preguntó a Mercedes inmediatamente.
–Sufrió un ataque de ansiedad; sus niveles cerebrales presentaron ciertas irregularidades pero al analizarlos con mayor detenimiento, no obtuve resultado relevante posible –dijo explicando brevemente–. Le administré calmantes leves y permanecerá dormido durante varias horas más.
El telepata se relajó, casi como si un enorme peso se le hubiese desvanecido de los hombros, brindándole facilidad de respirar con facilidad otra vez.
–¿Tienes completa seguridad sobre esto, Blaine? –aunque ya conocía la respuesta a esa pregunta, necesitaba escuchárselo decir en voz alta. Le preocupaba mucho que el procedimiento saliera mal causándole cualquier tipo de daño irreparable a Blaine, lo apreciaba demasiado y sería doloroso verlo sufrir gracias a decisiones tomadas bajo presión.
–Sí…
–Siendo así, no te detendré. Considero oportuno comenzar a actuar lo antes posible porque de otro modo será imposible intervenir a Hummel.
–Sólo espero y funcione.
Blaine tenía toda su fe puesta en ello.
...
–¿Ya terminaste de comportarte cual quinceañera berrinchuda? –ante la pregunta, Sebastian se sintió estúpido así que sólo chasqueó la lengua mientras Santana se sentaba también justo al lado suyo, ocupando el otro espacio vacío en aquella pequeña banca cercana a un frondoso roble–. ¿Y bien?
–¿A qué viniste?
–Sinceramente, no lo sé – dijo encogiéndose de hombros pretendiendo restarle cualquier tipo de importancia, eso solía salirle perfecto tras tantos años practicando, sin embargo, mentía con extrema desfachatez…otra vez. Sí sabía por qué lo siguió hasta ahí. Odiaba ver a sus dos mejores amigos discutir por tonterías, casi nunca solía intervenir ya que hablaba con brutal honestidad provocando más daños todavía, aún así, pese a ser realmente mala consolando personas, Sebastian necesitaba conversar lo sucedido y ella era buena escuchando. Aunque luego negase lo ocurrido vehementemente.
–Si quieres convencerme de apoyarlo, olvídalo.
–¿Cuando comprenderás Blaine ya es un chico grande? –dijo arqueando su delineada ceja derecha–. Es su decisión… deberías respetarla.
–¿Tú lo haces? – Sebastian resopló sarcástico.
–Pues…–dudó ella al contestarle.
–Entonces evita las lecciones moralistas, gracias –respondió poniendo los ojos en blanco.
–Déjame terminar –lo codeó en las costillas ganándose una mirada amenazante–. No estoy de acuerdo en todas las tonterías qué hace, sin embargo, me obligo a respetarlas simple y sencillamente porque si estuviese en sus zapatos querría los demás hicieran lo mismo.
Sebastian adquirió una expresión casi espantada ante las palabras de Santana–. Te volviste loca…
–No me provoques Smythe –él sólo sonrió–. Escucha, todas esas ocasiones en que nos metimos en problemas Blaine siempre estuvo ahí pese a que desaprobase lo que hacíamos, ¿verdad? –asintiendo, Sebastian comprendió tal punto–. Pues creo va siendo hora de corresponderle, además, nosotros somos mucho más que simples amigos.
–Somos hermanos –murmuró culpablemente.
–Exacto –coincidió moviendo ambas manos imitando una balanza–, pese a avergonzarme de ustedes el noventa por ciento del tiempo, así es.
–Todavía no lo apruebo.
Santana se apartó el largo cabello negro del rostro, colocándolo tras su hombro con un gesto autosuficiente, luego, quizá con demasiada fuerza, palmeó la espalda de Sebastian haciéndolo proyectarse hacia adelante bruscamente.
–Ni yo tampoco –se apresuró a decir antes de que le reclamara nada–, pero creo el hobitt se sentirá mejor si estamos ahí aunque sea para presenciar en primera fila como lo arruina nuevamente.
–¿Por qué todo el mundo tiene razón últimamente? –se quejó igual que un niño pequeño regañado, haciendo diferentes tipos de pucheros–. Odio eso.
–¿De qué hablas? –preguntó con cara ofendida–. ¡Yo siempre la tengo!
–Claro López, claro…
Sebastian movió su mano de derecha a izquierda burlándose sobre ello.
–Anda, mejor vámonos –levantándose, caminaron juntos de regreso a la enfermería. Santana estaba en lo cierto, ellos eran familia desde mucho tiempo atrás pese a no compartir ningún lazo sanguíneo, y, conforme continuaban transcurriendo los años sólo se consolidaban cada vez más.
Sebastian rogó a cuanta divinidad conocía Blaine supiera exactamente bien lo que hacía, ya que, verlo herido de cualquier manera posible le afectaba también a él.
...
Blaine se colocó al lado de la camilla donde Kurt yacía dormido tranquilamente y, tomando una de sus manos con suavidad, procedió a concentrarse.
Artie, Sam y Mercedes permanecieron ahí junto a él todo el tiempo en completo silencio, pero alertas. Sam serviría como freno en caso dado de que notase anormalidades, Mercedes a su vez, brindaría atención médica si fuese necesario.
Cerrando los ojos, Blaine respiró profundo buscando cualquier medio de entrada posible, quería introducirse despacio, sin demasiado ímpetu evitando así activar cualquier protección o barrera impuesta justo como cuando lo retó la última vez. Comprobó gracias a los sedantes resultó más sencillo, así que, minutos después, el cuerpo de Blaine se relajó cayendo laxo contra el colchón.
–Sigo diciendo esto es una mala muy mala idea –Mercedes se acercó y verificó el pulso y respiración de Blaine, una vez comprobado se encontraba bien, miró a Sam–. Si Hummel reacciona, detenlo esta vez ¿quieres?
–Voy a intentarlo.
Artie desde su posición estudió el relajado rostro de Blaine deseando con todas sus fuerzas tuviese éxito. No nada más por Kurt, sino también por él mismo. Ahora sólo les quedaba esperar y afrontar cualquier consecuencia que tal descabellado plan pudiese generar.
Para Blaine, eso podría haber funcionado bajo cualquier otra circunstancia, pero ahora, simplemente decidió dejar pasar semejante amenaza y siguió con lo suyo, ganándose consiguientemente diversas exclamaciones indignadas e incluso, reprobatorias. Bien, él sabía se estaba comportando demasiado extraño, incluso Mercedes se mostró sorprendida cuando debió impedirle entrar en la habitación donde ahora mismo Kurt descansaba, pero no podía evitarlo. En realidad no podía. Tenía toda esa preocupación atenazándole la boca del estómago además de un montón de preguntas rondándole la cabeza.
–Es inútil –dijo Sam, ubicado algunos metros más allá aún con el torso y parte del hombro firmemente vendados–, aún le resulta difícil encontrar la manera de sobrellevar toda esa preocupación que…
–Hey…–Blaine gruñó, señalándolo en evidente advertencia–. Ya fue suficiente.
–Lo siento amigo, realmente siento mucho decirlo pero tus emociones son tan intensas que podría captarlas incluso estando a unos buenos vente metros de distancia.
Blaine revoleó los ojos ante el tono calmado usado por Sam, casi como si estuviesen charlando del tema más común del planeta entero. Sólo que, por supuesto, no lo era. Sí, tenía los nervios a flor de piel debido al ataque nervioso sufrido por Kurt horas antes, el cual lo llevó a perder control parcial sobre sus habilidades a niveles alarmantemente peligrosos. También aceptaba actuó poco inteligentemente porque, si se ponía a pensarlo con mayor detenimiento no sólo Vladimir o cualquier otro estudiante podría haber resultado herido, sino también él mismo intentando ayudarle. Además, terminó tan exhausto que nisiquiera consiguió ponerse en pie por si mismo durante varios minutos. Eso en definitiva además de extraño era preocupante, necesitaba encontrar la manera de frenar aquello antes de que ocurriese una verdadera desgracia, o bien, Kurt terminase consumido por ese inmenso poder que albergaba en su interior.
Pero Blaine sabía también no sólo era eso; claro que no. Le resultaba muy difícil olvidar toda esa vulnerabilidad sobrecogedora demostrada por Kurt, a quien, durante pequeñas fracciones de segundos, logró verlo tal cual era en realidad. Generalmente solía comportarse cual miserable bastardo todo el tiempo, derrochando sarcasmo, frialdad e insensibilidad extremas ahuyentando de manera efectiva a las personas que intentaban acercarse demasiado. Al menos, ahora creía comprender los motivos. Kurt tenía pleno conocimiento sobre cuán peligroso podía llegar a ser, por eso prefería aislarse, mantenerse apartado, manifestando a través de su difícil carácter muros impenetrables y así mantenerse seguro. Kurt luchaba consigo mismo cada minuto del día, manteniéndose fuerte, impasible, irrompible…
No obstante, Blaine sabía existía algo mucho más allá; Kurt también era vulnerable, tenía tantas dudas no resueltas, inseguridades, miedos, angustias, entre otro montón de sentimientos tan comunes del ser humano. Vivía pretendiendo no experimentarlos, vivía sin dejarse afectar como cualquier adolecente normal lo haría, vivía aferrándose a la idea de ser intocable por ellos e, irónicamente, gracias a eso Blaine recobró su determinación pérdida. Kurt necesitaba contar con guía constante, precisaba aprender a tener no sólo seguridad física sino también emocional, porque, ocultarse bajo esa elaborada máscara de indiferencia sólo significaba ya había sido lastimado antes.
Todos los pensamientos de Blaine se vieron interrumpidos bruscamente, cuando notó la puerta abrirse. Con los hombros tensos, esperó ver a Mercedes cruzando el umbral, pero en su lugar, Santana lo hizo acompañada de Artie, quien le dirigió una mirada indescifrable a través del cristal transparente de sus elegantes gafas negras. Creyó sentir escalofríos nada relacionados con la situación actual, así que, consideró necesario comenzar a explicarse.
–Santana ya me ha informado ciertas cosas de camino hacia aquí – lo interrumpió conforme se desplazaba sin ninguna prisa hasta colocarse justo en medio de todos los presentes, obteniendo toda atención automáticamente–. Abordaremos ese tema más tarde sino te molesta, Blaine –obteniendo una negación automática en respuesta, continuó–: ¿Cómo está Hummel?
–Todavía no lo sabemos –dijo mordiéndose el labio inferior–, Mercedes lleva ahí dentro con él algo más de dos horas.
–Dejémosla trabajar tranquila, ella sabe exactamente cómo actuar en casos así –comentó entrelazando ambas manos sobre su regazo, percatándose cuán nervioso se veía Blaine –. Por otro lado, dadas las circunstancias he considerado contactar a los padres del chico.
–¡¿Qué?! –exclamó Blaine casi horrorizado–. ¡No podemos!...digo, sería absurdo si… ¿ellos no saben nada, recuerdas?
–Difícilmente suelo olvidar –sonrió Artie educado, aunque las palabras poseían cierto toque circunspecto–. Así como jamás pondría en evidencia a ningún estudiante respecto a su habilidades, nisiquiera dentro del colegio. Creí comprendías eso desde hace bastante tiempo ya.
–Lo siento –dijo simplemente.
–Pierde cuidado –le restó importancia sin alterarse ni un ápice–. Ahora sólo necesito saber tú opinión respecto al problema que ahora enfrentamos.
–Estuve alineado con su mente libremente durante breves instantes, es difícil explicar a ciencia cierta pero sus poderes van mucho más allá de cualquier cosa que haya visto en toda mi vida, Artie.
–¿Y si ellos lo sintieron? – Santana preguntó con absoluta seriedad consiguiendo aumentar la tención en el ambiente–. Yo no sabré mucho respecto a toda esa basura psíquica o lo que sea, pero estoy segura tal espectáculo debió alertarlos de algún modo.
–Puede ser posible…–murmuró Artie.
–Dalton cuenta con protección, ¿o no? –les dijo Sam completamente convencido–, pueden ser tercos más nunca estúpidos, saben sería suicidio asegurado siquiera intentar traspasar estos muros.
–El oxigenado tiene razón, así que por el momento mejor centrémonos en Hummel y su obvia falta de autocontrol –pidió Sebastian ya harto, escuchar lo mismo tantas veces comenzaba a provocarle migraña–, si le permitimos a su poder continuar expandiéndose podría incluso llegar a matarlo.
–Yo…yo he estado pensando mucho y quizá conozco una manera de bloquearlo durante cierto tiempo.
Artie asintió comprendiendo de inmediato a qué se refería–. Sin duda sería la mejor y más sensata opción, aunque debo agregar también demasiado peligrosa para ti, Blaine.
–Lo sé, lo sé, aún así debemos agotar todas las posibilidades.
–¿Se puede saber de qué demonios hablan ustedes dos? –Artie suspiró causándole un mal presentimiento a Sebastian–. ¡Hablen ya!
–Voy a imponer un sello psíquico en Kurt –explicó sonando poco convencido–, jamás he intentado esto nunca y no tengo idea si funcionará.
–¿Eso es viable?...
–Lo es, Santana –concordó Artie seriamente–. Sin embargo, es poco recomendable porque los nivel alto suelen tener serios problemas de dominio sobre sus propias habilidades, justo como ya lo han visto últimamente.
–Sigo sin entender nada.
–Verás Sebastian, ambos son telepatas y eso significa que Blaine posee mayores posibilidades de internarse en la mente del joven Hummel, para conseguirlo, deberá incursionar lo más profundamente posible – Sebastian, Santana y Sam pusieron muecas incómodas, adivinando hacia dónde se dirigía todo aquello–, una vez llegue a ese punto –continuó Artie–, desplegará el sello aislándole así cierta cantidad de poder, permitiéndole manipularlo como corresponde.
–Esperen dos segundos, ¿de acuerdo? –elevando la mano haciendo el claro gesto de alto, Sebastian sonaba enfadado ahora–. Suena bastante bien esa elaborada explicación sobre restricciones, manejo adecuado y todas esas estupideces, pero aquí lo que realmente me interesa saber es si Blaine puede resultar herido –el profundo e incómodo silencio inundó la habitación, brindándole respuesta inmediata–. No…
–Sebastian…
–¡He dicho no, maldita sea! –replicó levantándose ofuscado–. Ya antes me habías dicho que irrumpir en cualquier mente contrae múltiples riesgos, lo intentaste una vez con Hummel y terminó mal –para enfatizar, señaló a Sam–. Acéptalo, desde su llegada no ha hecho otra cosa que causarnos problemas. Sí, es cierto protegemos a tantos chicos como nos es posible pero tampoco podemos hacer nada cuando se niegan a cooperar con nosotros, conoces las reglas –gritó frustrado al saber Blaine obviaba tales cosas primordiales casi a propósito–. Y luego, pese a todo quieres correr el riesgo de desequilibrar tu propia mente por alguien que nisiquiera merece nuestra preocupación. ¡Simplemente me niego a aceptarlo!
–Normalmente suelo discrepar con cada opinión del suricato –Santana habló seriamente–, aunque en esta ocasión debo admitir tiene razón.
–Miren –Blaine parecía cansado, muy cansado–, agradezco se preocupan por mí chicos, aún así, voy a hacerlo –Sebastian le hizo un gesto de “¿por qué debes ser tan idiota?” –. Kurt es responsabilidad mía ahora.
–¡Como siempre te tomas atribuciones equivocas! –volvió a contraatacar, negándose a ceder. Los otros tres los miraron discutir y realmente no era un espectáculo nada bonito, no sólo por la tención palpable, sino también porque ellos eran mejores amigos–. Sus padres son responsables, no tú. ¡Acéptalo Anderson, a veces es imposible protegerlos a todos!
–¡No entiendes! –respondió sintiéndose herido. Pudo haber esperado algo así de Santana, más no de Sebastian–. Yo sólo quiero…
El sonido de la puerta abierta les impidió continuar, Mercedes frenó su caminar nada más captó cuan incómodos lucían todos así que los evaluó detenidamente considerando regresar justo por donde llegó.
–¿Está todo bien aquí? –preguntó metiendo ambas manos en los bolsillos de su bata blanca –, escuché gritos desde el pasillo.
–¡Perfectamente! –ella reconoció una fuerte ironía impregnada en cada palabra y se apartó justo cuando Sebastian decidió marcharse.
–Yo iré…
Blaine agradeció en silencio que la latina salió tras Sebastian, ellos tenían casi el mismo carácter y si existía alguien en todo el mundo capaz de hacerlo recapacitar, sin duda esa era Santana. Ya charlarían cuando las cosas estuviesen más tranquilas.
–¿Kurt se encuentra bien? –preguntó a Mercedes inmediatamente.
–Sufrió un ataque de ansiedad; sus niveles cerebrales presentaron ciertas irregularidades pero al analizarlos con mayor detenimiento, no obtuve resultado relevante posible –dijo explicando brevemente–. Le administré calmantes leves y permanecerá dormido durante varias horas más.
El telepata se relajó, casi como si un enorme peso se le hubiese desvanecido de los hombros, brindándole facilidad de respirar con facilidad otra vez.
–¿Tienes completa seguridad sobre esto, Blaine? –aunque ya conocía la respuesta a esa pregunta, necesitaba escuchárselo decir en voz alta. Le preocupaba mucho que el procedimiento saliera mal causándole cualquier tipo de daño irreparable a Blaine, lo apreciaba demasiado y sería doloroso verlo sufrir gracias a decisiones tomadas bajo presión.
–Sí…
–Siendo así, no te detendré. Considero oportuno comenzar a actuar lo antes posible porque de otro modo será imposible intervenir a Hummel.
–Sólo espero y funcione.
Blaine tenía toda su fe puesta en ello.
...
–¿Ya terminaste de comportarte cual quinceañera berrinchuda? –ante la pregunta, Sebastian se sintió estúpido así que sólo chasqueó la lengua mientras Santana se sentaba también justo al lado suyo, ocupando el otro espacio vacío en aquella pequeña banca cercana a un frondoso roble–. ¿Y bien?
–¿A qué viniste?
–Sinceramente, no lo sé – dijo encogiéndose de hombros pretendiendo restarle cualquier tipo de importancia, eso solía salirle perfecto tras tantos años practicando, sin embargo, mentía con extrema desfachatez…otra vez. Sí sabía por qué lo siguió hasta ahí. Odiaba ver a sus dos mejores amigos discutir por tonterías, casi nunca solía intervenir ya que hablaba con brutal honestidad provocando más daños todavía, aún así, pese a ser realmente mala consolando personas, Sebastian necesitaba conversar lo sucedido y ella era buena escuchando. Aunque luego negase lo ocurrido vehementemente.
–Si quieres convencerme de apoyarlo, olvídalo.
–¿Cuando comprenderás Blaine ya es un chico grande? –dijo arqueando su delineada ceja derecha–. Es su decisión… deberías respetarla.
–¿Tú lo haces? – Sebastian resopló sarcástico.
–Pues…–dudó ella al contestarle.
–Entonces evita las lecciones moralistas, gracias –respondió poniendo los ojos en blanco.
–Déjame terminar –lo codeó en las costillas ganándose una mirada amenazante–. No estoy de acuerdo en todas las tonterías qué hace, sin embargo, me obligo a respetarlas simple y sencillamente porque si estuviese en sus zapatos querría los demás hicieran lo mismo.
Sebastian adquirió una expresión casi espantada ante las palabras de Santana–. Te volviste loca…
–No me provoques Smythe –él sólo sonrió–. Escucha, todas esas ocasiones en que nos metimos en problemas Blaine siempre estuvo ahí pese a que desaprobase lo que hacíamos, ¿verdad? –asintiendo, Sebastian comprendió tal punto–. Pues creo va siendo hora de corresponderle, además, nosotros somos mucho más que simples amigos.
–Somos hermanos –murmuró culpablemente.
–Exacto –coincidió moviendo ambas manos imitando una balanza–, pese a avergonzarme de ustedes el noventa por ciento del tiempo, así es.
–Todavía no lo apruebo.
Santana se apartó el largo cabello negro del rostro, colocándolo tras su hombro con un gesto autosuficiente, luego, quizá con demasiada fuerza, palmeó la espalda de Sebastian haciéndolo proyectarse hacia adelante bruscamente.
–Ni yo tampoco –se apresuró a decir antes de que le reclamara nada–, pero creo el hobitt se sentirá mejor si estamos ahí aunque sea para presenciar en primera fila como lo arruina nuevamente.
–¿Por qué todo el mundo tiene razón últimamente? –se quejó igual que un niño pequeño regañado, haciendo diferentes tipos de pucheros–. Odio eso.
–¿De qué hablas? –preguntó con cara ofendida–. ¡Yo siempre la tengo!
–Claro López, claro…
Sebastian movió su mano de derecha a izquierda burlándose sobre ello.
–Anda, mejor vámonos –levantándose, caminaron juntos de regreso a la enfermería. Santana estaba en lo cierto, ellos eran familia desde mucho tiempo atrás pese a no compartir ningún lazo sanguíneo, y, conforme continuaban transcurriendo los años sólo se consolidaban cada vez más.
Sebastian rogó a cuanta divinidad conocía Blaine supiera exactamente bien lo que hacía, ya que, verlo herido de cualquier manera posible le afectaba también a él.
...
Blaine se colocó al lado de la camilla donde Kurt yacía dormido tranquilamente y, tomando una de sus manos con suavidad, procedió a concentrarse.
Artie, Sam y Mercedes permanecieron ahí junto a él todo el tiempo en completo silencio, pero alertas. Sam serviría como freno en caso dado de que notase anormalidades, Mercedes a su vez, brindaría atención médica si fuese necesario.
Cerrando los ojos, Blaine respiró profundo buscando cualquier medio de entrada posible, quería introducirse despacio, sin demasiado ímpetu evitando así activar cualquier protección o barrera impuesta justo como cuando lo retó la última vez. Comprobó gracias a los sedantes resultó más sencillo, así que, minutos después, el cuerpo de Blaine se relajó cayendo laxo contra el colchón.
–Sigo diciendo esto es una mala muy mala idea –Mercedes se acercó y verificó el pulso y respiración de Blaine, una vez comprobado se encontraba bien, miró a Sam–. Si Hummel reacciona, detenlo esta vez ¿quieres?
–Voy a intentarlo.
Artie desde su posición estudió el relajado rostro de Blaine deseando con todas sus fuerzas tuviese éxito. No nada más por Kurt, sino también por él mismo. Ahora sólo les quedaba esperar y afrontar cualquier consecuencia que tal descabellado plan pudiese generar.
....
Hola lectores. Lamento mucho la tardanza, pero repentinamente un bloqueo amenazó subiera el capítulo estuviese listo antes. Quería compartir con ustedes que ya tengo beta, pero haré un pequeño experimento aquí referente a eso. Aquí publicaré lo que no es corregido por mi beta y en fanfiction sí, unicamente para ver la diferencia. ¡Espero funcione! ¡Nuevamente agradezco sus comentarios!
¡Saludos y feliz mitad de semana!
Última edición por whiteflower el Miér Mar 06, 2013 11:23 pm, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
me gusto, ya quiero saber si blaine consigue colocar el sello, realmente espero que no, sebastian y santana son tan tiernos a su manera, sin más espero tu actualizacinn
tamy22********- - Mensajes : 606
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
dios me encanta esto
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
o por dios esta demasiado genial.
bueno esta bien si si si si santana y sabastian ya están empezando a caerme menos mal.
lo repito amo a mercedes.
y que pasara con bladimir sera amigp de kurt.
ojala y blaine tenga éxito pero que encontrara en lo recóndito de la mente del castaño.
gracias por escribir esta genial el fic.
bueno esta bien si si si si santana y sabastian ya están empezando a caerme menos mal.
lo repito amo a mercedes.
y que pasara con bladimir sera amigp de kurt.
ojala y blaine tenga éxito pero que encontrara en lo recóndito de la mente del castaño.
gracias por escribir esta genial el fic.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
tamy22 escribió:me gusto, ya quiero saber si blaine consigue colocar el
sello, realmente espero que no, sebastian y santana son tan tiernos a
su manera, sin más espero tu actualizacinn
Hola, ¡muchas gracias por continuar leyendo!. Pues la verdad consideré mucho lo del sello y espero el resultado final te guste. ¡Yo bambién amo a esos dos! ¿Pero cómo no amarlos? Más ahora que Santana se solidarizó con todos los Klainers en la serie.
De nuevo, gracias por tu apoyo al fic. ¡Saludos!
De nuevo, gracias por tu apoyo al fic. ¡Saludos!
Mary Alexander escribió:dios me encanta esto
Y a mi me encanta escribirlo para ustedes. ¡Gracias por leer!
Kenigal escribió:o por dios esta demasiado genial.
bueno esta bien si si si si santana y sabastian ya están empezando a caerme menos mal.
lo repito amo a mercedes.
y que pasara con bladimir sera amigp de kurt.
ojala y blaine tenga éxito pero que encontrara en lo recóndito de la mente del castaño.
gracias por escribir esta genial el fic.
¡Muchas gracias! Pues tengo planes para todos, especialmente para Vladimir. He maquinado un montón de cosas en mi cabeza desde hace buen tiempo. ¡Espero el cap de esta semana te guste también!
¡Gracias a ti por continiar apoyando el fic. ¡Saludos!
¡Gracias a ti por continiar apoyando el fic. ¡Saludos!
Invitado- Invitado
XI
Advertencia: Este fic ha sido elaborado de una fan para fans sin fines lucrativos. Contendrá Original Character, Out of Character y Slash. Nada referente a Glee, Fox o Marvel Comics me pertenece.
Agradecimientos especiales: A Le Fay Morgana por ser mis Beta, soportar mis atrasos y dudas existenciales.
¡Que lo disfruten!Agradecimientos especiales: A Le Fay Morgana por ser mis Beta, soportar mis atrasos y dudas existenciales.
Capítulo XI
“Restrictions”
“Restrictions”
Pese a los descubrimientos tecnológicos que aportaron durante siglos a la medicina y comunidad científica importantes avances, el cerebro todavía es considerado un verdadero enigma. El órgano principal del sistema nervioso central, fuente de control dominante para la realización de cualquier tipo de actividad, ya fuese voluntaria o involuntaria. Su increíble magnificencia le permite procesar desde pensamientos, memorias y emociones hasta funciones corporales vitales como los latidos del corazón. Pero eso no es todo. El cerebro también desarrolla algo llamado mente, de allí provienen el raciocinio, memoria e incluso la voluntad.
Eso le brinda a cada hombre, mujer o niño personalidad y capacidades diferentes. Procesan cualquier clase de información a velocidad desigual, reteniéndola durante mayor o menor tiempo. Por esos motivos tan complicados, a Blaine, cada cabeza le representaba un universo completamente diferente e interminable. Siendo telepata, se le facilitó comprender mejor hasta cierto punto tal fuente de inigualable fuerza, sin embargo, eso también le enseñó sobre los múltiples riesgos potencialmente más peligrosos de irrumpir en una mente ajena. Sobre todo si ésta era tan inestable.
Entrar en la mente de Kurt no significó ninguna dificultad, suponía, gracias a los potentes sedantes que Mercedes le administró cuando fue llevado a la enfermería, tras sufrir ese horrible ataque nervioso.
A juicio de Blaine, el medicamento hizo un muy buen trabajo. Consiguieron relajarlo hasta hacerlo dormir profundamente, no obstante, psíquicamente hablando no estaba del todo fuera de combate. De manera inconsciente, Kurt luchó repetidas veces buscando la manera de expulsarlo. Comportamiento lógico considerando que ahí era un ente extraño invasor, ya se esperaba ciertos ataques e intentos para deshacerse de él.
El sitio que vio una vez dentro de la mente de Kurt desapareció, abandonando todo espacio físico conocido, lo que hizo confirmar a Blaine cuán inteligente era el muchacho acostado en la cama. Su primer obstáculo consistió en un maldito laberinto. Éste, pareciera diseñado con diversas habitaciones conectadas entre sí y a su vez con extensos pasillos, los cuales, o bien desembocaban en plataformas movibles o caminos sin salida. Estúpidamente tardó en darse cuenta, el supuesto laberinto se basaba en ecuaciones algorítmicas complejas. Añadiendo eso a docenas de puertas falsas, diversas trampas y pasadizos que obligaban a volver justo al punto inicial de partida, ningún telepata nivel bajo podría siquiera haber intentado salir airoso.
Claramente se trataban de ciertas barreras protectoras, pero Blaine viendo todo aquello, no pudo evitar recordar los emocionantes videojuegos que tanto disfrutó durante su adolescencia, mas estar ahí nunca se compararía a ningún juego; él definitivamente no era uno de esos estereotipados héroes valientes y determinados. A decir verdad tenía muchísimo miedo, porque desconocía qué le esperaba. Si resultaba herido de cualquier manera, no tendría a su disposición pociones multicolores, tónicos, hadas o magia misteriosa para curarse. Estando allí, Blaine se sabía demasiado vulnerable.
Para mantener la constante alineación con Kurt, necesitó utilizar grandes cantidades de energía psíquica. Tenía ciertas ventajas, porque así la conexión siempre estaría presente, permitiéndole regresar mucho más fácil llegado el momento, no obstante, si algo malo llegase a sucederle sería desastroso. Su propia mente reaccionaría volviéndolo todo real, en consecuencia, podría recibir severos daños no sólo a nivel corporal. Si llegase a morir ahí dentro, también sería de la misma manera afuera.
En esos momentos, Blaine agradecía ser un nivel medio con suficiente entrenamiento en su haber. Si no fuese así, jamás podría haber afrontado tal reto.
Poco a poco, Blaine continuó superando cada nueva trampa escondida, cuya dificultad se intensificaba. Justo cuando creía que no había fin, llegó a un salón enorme toscamente adornado e iluminado por rusticas antorchas en las paredes. Ni siquiera avanzó medio metro cuando un penetrante olor a petróleo quemado le asaltó las fosas nasales, calándole horriblemente en los pulmones. Tosiendo repetidas veces, ignoró las molestias del aire caliente y siguió caminando hasta posarse con cautela frente a la única puerta visible.
Allí no había ninguna otra decoración, ni escaleras o descansillos; sólo esa monumental puerta de doble hoja forjada color negro extendiéndose casi hasta el techo. Justo en medido de la misma, Blaine contempló el árbol más extraño que jamás vio en toda su vida. El delgado tronco abarcaba casi la totalidad del largo, expandiéndose así en diversas ramificaciones. Cada una de ellas, sin acepción, terminaban formando palabras extrañas escritas en un idioma totalmente desconocido para él.
Frunció el seño. Se suponía que en toda aventura fantástica una vez se superaban los desafíos iniciales debería enfrentar un respectivo enemigo final. ¿Ahí se encontraría el suyo? ¿Qué le esperaría al otro lado? ¿Podría manejarlo bien?
Cerró los ojos, dubitativo. No quería dañar a Kurt, esa era la última de sus intenciones. Sólo quería ayudarle ¿pero qué si en su búsqueda de hacerlo, terminaba sucediendo?
Sacudiendo la cabeza repetidas veces, alejando de sí tales ideas lo más lejos posible, se aferró a no permitirse flaquear. Kurt necesitaba ayuda y él estaba dispuesto a proporcionársela sin importar nada. Así que, decidido, empujó la hoja izquierda de la puerta sin tocarla provocando un chirrido pesado y lento de metal rozando contra el suelo, una vez se puso en movimiento. Abriendo espacio suficiente para pasar, Blaine ingresó a otra habitación nada concordante con la anterior. El calor quedó atrás, siendo reemplazado por una agradable temperatura, fresca. Distintas plantas crecían libremente dando forma a matorrales pequeños, flores y arbustos que desde unos ventanales ubicados en la parte superior derecha del recinto permitían el paso a una brillante luz blanca.
Dos segundos después, Blaine se dio cuenta que no estaba solo. Un niño de aproximadamente diez años le daba la espalda, mientras se balanceaba sobre sus talones juguetonamente, tarareando melodías al azar. ¿Sería otra clase de restricción mucho más poderosa que el laberinto en sí? Preparándose, se dijo solamente existía una manera de averiguarlo.
—Hola —saludó todo lo amable posible, llamando así la atención del pequeño que se giró de inmediato hacia él. Al inicio, Blaine creyó que la proyección sería un reflejo claro, referente a la infancia de Kurt, sin embargo, se equivocó. Ese niño tenía cabello negro, piel bronceada, ceja poblada y ojos grandes color marrón—. ¿Cuánto tiempo llevas aquí?.
Pregunta bastante idiota considerando las circunstancias.
—El suficiente —contestó, mirándolo con sumo interés—. ¿Te parecería mejor si dejamos atrás las presentaciones absurdas y vamos directo al grano? —le preguntó seriamente ocasionando en Blaine cierto desconcierto. Correcto, si no se parecía a Kurt físicamente, por lo menos tenía su carácter. Ya tenía ciertos puntos referentes favoreciéndole.
—Por mí bien —se encogió de hombros restándole importancia—. No vine a charlar de todas maneras.
—Sé bien por lo qué has venido —sentenció sin inmutarse el niño—. Aunque pasaste sin mayores problemas el primer escudo, puedo asegurarte no llegarás mucho más lejos.
—¿Cómo lo sabes? —preguntó tras esbozar una sonrisa divertida al escuchar lo último, como si le hubiesen contado un chiste muy gracioso—. Tengo mis métodos.
—Créeme, no quieres averiguar de lo que soy capaz —dijo de una manera tan dulce que Blaine sintió escalofríos. El maldito mocoso hablaba muy, muy enserio—. Ahora, tengo mucha curiosidad… ¿Por qué decidiste arriesgar tu patética existencia cuando tienes nulas posibilidades?
—¿No sería condenadamente irresponsable de mi parte revelarte información? —preguntó irónico cruzándose ambos brazos sobre el pecho—. Lo digo porque a fin de cuentas formas parte del sistema de defensa. ¿O me equivoco?
—Soy mucho más que eso —sonriéndole también, extendió las manos señalando donde se encontraban—. Yo pertenezco a una unidad mucho más complicada que esto, en cierta manera, el que yo esté aquí hablando contigo te convierte en un bastardo con muchísima suerte.
—¿Debería sentirme halagado?
—Sólo si tú quieres —le respondió, moviendo la cabeza afirmativamente—. Pudo haber sido peor —luego, el pequeño niño clavó su castaña mirada en Blaine, proyectando cierta aura oscura demasiado intensa. Sin querer, Blaine retrocedió dos pasos, ante las abrumadoras y peligrosas sensaciones que captó—. Ahora, ya te lo he preguntado pero debo advertirte, no suelo repetir las cosas dos veces seguidas, así que, todavía espero tu repuesta Anderson.
—Quiero que Kurt tenga una vida completamente normal —comenzó a explicarse sinceramente. Si hacerlo contribuiría a convencerle, debería hablar y exponer los motivos de manera valida y congruente—. Jamás podría perdonarme verlo lastimarse a sí mismo o peor aún, a otras personas inocentes.
—Su seguridad está garantizada —dijo inescrutable—, los demás ya no son problema nuestro.
—Kurt necesita ese sello…
—No, Anderson —acotó sin ceder un ápice—. Lo que Kurt realmente necesita es dejar de luchar contra su propia naturaleza. Además, tampoco eres el más indicado para llevar a cabo tal labor. Tú poder es insuficiente.
—¡Quiero intentarlo! —con actitud fieramente determinada, elevó dos decibeles su voz, enfatizando las palabras. Comenzaban a irritarle las interminables conversaciones en que le recalcaban una y otra vez que no lograría nada con Kurt, aunque se le fuera la vida en ello—. Kurt terminará muerto si sigue así, me niego a permanecer sentado observando cómo sucede.
—Esta conversación se ha terminado —el tono sonó tan concluyente, que Blaine reaccionó apretando los puños con fuerza inaudita. El pequeño nuevamente le dio la espalda dispuesto a marcharse creyendo haber sido lo suficientemente claro—. Lárgate antes de que se me acabe la paciencia y decida matarte.
—Si piensas que me daré por vencido tan fácil, te equivocas —acentuó, consiguiendo que el otro se detuviera—. Desplegaré el sello aquí mismo y te pondré bajo el, aunque sea lo último que haga.
El niño lo encaró lentamente, evidenciando su descomunal descontento.
—¿Quieres luchar conmigo? —Inquirió siseante y amenazador, obteniendo respuesta inmediata pese al silencio de su interlocutor—. Que así sea entonces…
.......
—¿Cuánto más se supone debemos esperar? —Santana preguntó a nadie en particular con irritación. Éste es el resultado de permanecer encerrada, en un mismo sitio, durante tantas horas seguidas, se dijo a sí misma, pero la verdad, aunque tenía plena libertad de marcharse cuando quisiera, se quedaba porque realmente la ansiedad le carcomía por dentro. Para su completa frustración, ninguno de los presentes contestó nada, sólo se dignaron a dirigirle fugases miradas resignadas, centrando luego toda atención otra vez en esa pequeña camilla donde Kurt y Blaine aún permanecían recostados, profundamente dormidos—. ¿Y bien?—Según entiendo, el tiempo límite son cuatro horas —dijo al fin Artie, removiéndose incómodo en su silla. Ella notó tal comportamiento inusual y arqueó la ceja, evaluándolo casi con sospecha—. Desgraciadamente todos mis conocimientos sólo se basan en conjeturas teóricas —se lamentó, negando con suavidad—. Soy completamente incapaz de decir a ciencia cierta qué sucedería si excede la permanencia.
—Sí, sí sabes —Santana musitó poniéndose en pie, provocando a los otros cierta curiosidad—. Y eso es exactamente lo que te preocupa.
El director de Dalton frunció los labios, sintiéndose por primera vez en muchos, muchos años terriblemente impotente. A esas alturas, la tarde ya terminaba filtrando a través de las ventanas suaves luces naranjas y amarillas, dándole bienvenida a la oscuridad de la noche y él aún no formulaba ninguna solución que le sirviera para traerlos de regreso, a ambos, sanos y salvos. Cualquier manera segura quedaba siempre descartada. Las no confiables requerían involucrar más personas y se negaba a hacerlo. Suspiró cansado. Realmente quería confiar. Blaine siempre fue un chico sensato, demasiado maduro para su edad, tenía fe en que sabría manejar la situación apropiadamente.
—¿Qué consecuencias contraerá esto, Artie? —le preguntó Sebastian con cierto grado de intolerancia en la voz—. Blaine las sabía, tú también y aún así le permitiese seguir con toda esta basura —y antes de que el director pudiese siquiera contestar, continuó—: ¿Qué demonios sucederá si Blaine no levanta su trasero de esa cama en cuarenta minutos?
—Sebastian, mejor tranquilízate —sugirió Mercedes parada a escasos pasos de Sam, quien, claramente se debatía entre utilizar su poder brindándole así tranquilidad a la habitación o escuchar lo que Artie debía decirles.
—Cállate Mercedes —demandó mordaz —. Suficiente de ser un chico bueno, quiero respuestas y las quiero ahora.
—Cuida tu tono —exigió Artie desaprobatoriamente haciéndose valer como la figura de autoridad que era. Sebastian resoplando furioso, movió los dedos repetidas veces al sentir ese familiar cosquilleo recorriéndolos, gracias a la electricidad acumulada de manera inconsciente en el área—. Entiendo tu preocupación, pero perder los estribos sólo conseguirá nublarte el juicio. ¡Aprende a ser paciente!
—¡Es mi mejor amigo del qué hablamos, maldita sea! —objetó áspero, enfrentándosele sin temor.
—Blaine también tiene otros valiosos amigos presentes aquí — Artie le recordó haciéndole ver cuán egoísta se comportaba, importándole poco cualquiera de los otros tres o sus sentimientos—. La desesperación es pésima consejera, Sebastian. ¿Acaso toda esa experiencia que ganaste en el FBI no te enseñó nada?
—Esto es muy diferente —se defendió él, furioso y ofendido—. Yo no…
Un profundo grito interrumpió toda línea argumentativa de Sebastian, provocándoles a todos un susto terrible. Mercedes fue la primera en reaccionar ante la emergencia. Apartándolos a todos sin delicadeza, importándole poco casi llevarse por delante a Santana, corrió hacia Blaine examinándolo en el acto. Una espesa capa de sudor frío le cubría toda la frente, cada músculo del cuerpo se notaba tenso, temblaba y se aferraba a las sabanas con fuerza inaudita. Parecía que le estaban torturando. Pese a mantener apretada la mandíbula hasta casi hacer rechinar sus propios dientes, aguantaba estoicamente el dolor, los gruñidos que emitía confirmaban que también daba pelea, aunque no sabía exactamente contra quién.
—¿Qué?... —frenético, Sam dirigió sus ojos del moreno a la médico, como si así pudiese descubrir el origen del padecimiento que aquejaba a Blaine—. ¿Qué rayos sucede?
—Hummel se resiste —Artie dijo horrorizado ante los sonidos y lamentos que Blaine emitía—. Si sigue así…
—¡Ya fue suficiente! ¡Regrésalo! —exigió Santana ya a gritos, plantándose imponente frente a Mercedes. Aunque físicamente eran muy diferentes, la otra mujer nisiquiera pestañeó asustada o intimidada—. ¡¿Qué esperas Jones, una invitación?!
—¡No puedo hacer nada! —la médico siseó conteniendo su molestia—. ¿Acaso debo explicarlo con manzanas? — alejándose hacia una pequeña gaveta, tomó lo más rápido posible una jeringuilla y una ampolleta de vidrio que contenía el sedante más potente del cual disponía. Siendo Hummel menor de edad, sabía bien los padres deberían brindar autorización para que así ella pudiese administrárselo, sin embargo, dadas a las circunstancias especiales, obvio toda su ética profesional clavando la aguja en el brazo de Kurt sin remordimientos—. Todo procedimiento clínico común de reanimación no funcionará simple y sencillamente porque Blaine todavía está respira. ¡Mi trabajo consiste en salvar vidas, reverendos idiotas!
—¡Me importa muy poco cómo, pero despiértalo! —pronto, las dos se enzarzaron en una calurosa discusión compuesta primordialmente por palabras hirientes e insultos violentos. Incapaz de soportarlo más, Sebastian reaccionó mucho peor. Sujetando a un confundido Sam por la chaqueta sin miramiento, lo guió prácticamente a empujones cada vez más cerca de la camilla haciendo oídos sordos de las constantes quejas recibidas debido al hombro lastimado del otro hombre.
—Escúchame bien, maldito imbecil —le habló tan cerca del rostro, que Sam necesitó retroceder necesariamente dos pasos—. Esto es lo que va a suceder: utilizarás tu poder y reducirás a Hummel al nivel de un dulce pingüino bebé y le brindarás a Blaine mayores posibilidades de terminar lo que sea qué esté haciendo, ¿escuchaste? —en realidad, a oídos de Sam sonaba claramente a amenaza y nisiquiera se le ocurrió replicar—. Asiente si has entendido, peróxido número 20.
Obedeciendo, se colocó al lado contrario de Kurt imponiéndole ambas manos sobre la cabeza. Pondría cada gramo de esfuerzo en esto, si fracasaba, Sebastian buscaría la manera de desaparecerlo del mapa y nadie, jamás volvería a verle nunca más. Lo apostaba.
Tragando saliva que no tenía, dejó escapar una pesada bocanada de aire, rezando saliera bien. Por buda, ala, dios o quien fuese. Que resultara bien.
.....
Blaine respiró con extrema dificultad, sosteniéndose el área lastimada gimiendo quedamente. Fue cuando se dio cuenta estaba temblando. Reuniendo valor, hizo acopio de cada gramo de energía aún disponible en su maltrecho cuerpo e intentó levantarse, costándole cuatro intentos lograr ponerse sobre las rodillas. Maldiciendo frustrado, se dio cuenta hasta entonces que la visión comenzaba a fallarle, ocasionando que perdiera equilibrio y se derrumbó una vez más al piso, jadeando entrecortadamente. Tal como lo predijera antes, los daños físicos sufridos dentro serían tan reales que su cuerpo los registraría sin falta. Un pronunciado cansancio le incitaba a dormirse, pero alejó la sensación muy lejos. No podía permitirse el desmayarse, si eso sucedía, sería expulsado automáticamente perdiendo toda oportunidad. Sonrió irónico, pese a poseer las mismas habilidades que Kurt, una de sus proyecciones mentales le estaba propinando tremenda paliza—. Yo también —contestar con tanta terquedad seguro le aseguraría otra ronda de golpes, quizá más duros. Bien, no le importaba—. Ya te lo di-dije. Me quedaré has-hast… —escupió la sangre que tenía en la boca y respiró, no sin dificultad— hasta lograr mi objetivo.
—¿Por qué te interesa tanto? —el niño parecía bastante interesado en conocer los motivos que Blaine tuviese para quedarse ahí, aún a costa de su propia seguridad personal. Dentro de la línea racional donde solía moverse, sonaba absurdo—. Te hemos tratado mal desde el primer día, no nos interesa conocerte ni mucho menos considerarte nuestro amigo. ¡Es absurdo! Cualquiera lo suficientemente inteligente decidiría renunciar sin pensarlo antes.
A su vez, Blaine consiguió por fin levantarse aunque de un modo bastante precario—. Porque Kurt se parece a mí.
—¿Cómo? —interrumpió el otro más joven, sorprendido. Esperaba cualquier otra respuesta tonta, a la cual, apostaba podría responder con un argumento inteligente y darle la contraria. Pero ciertamente no tenía nada preparado para aquello—. ¿Qué quieres decir?
—Eso —Blaine murmuró entre palabras cortadas debido a tan evidente falta de aire, suavemente—. Nosotros hemos afrontado casi las mismas cosas —la proyección dudó durante dos fracciones de segundo—. Escúchame, por favor —casi rogó, mitigando todo cuanto le fue posible el tono de su voz—. Tienes razón cuando dices que hemos comenzado mal dese el inicio, me involucré en su vida sin que quisiera e incluso casi lo obligué a aceptar nuestra propuesta de estudiar en Dalton, sin embargo, quisiera pedirles una oportunidad —dijo, hablando sinceramente—. Kurt realmente me preocupa. Quizá consideres que soy un lunático por seguir intentando, por seguir luchando, pero lo hago para brindarle posibilidades que yo nunca tuve, considero que necesita un guía. Alguien capaz de hacerle saber que le brindará apoyo sin importar la hora o lugar donde se encuentre. ¿Y sabes por qué? —preguntó—, porque merece vivir pacíficamente consigo mismo y con los demás.
—Eres tan arrogante al decir con tanta certeza qué necesitamos o no, Anderson —el tono del pequeño se escuchó serio. El moreno sonrió otra vez.
—Ya me lo han dicho antes —recordó ese día en el café cuando charló brevemente con Kurt respecto a sus posibilidades de asistir a Dalton. Le había respondido exactamente de la misma manera—. Sólo pido un mes —solicitó esperanzado—. Déjenme demostrarles con hechos, mis intenciones son buenas.
—¿Qué te hace pensar que lo mereces? —le preguntó mirándolo con fiereza.
—Yo…—Blaine se calló de pronto al darse cuenta del cambio significativo del ambiente que los rodeaba. La impresionante aura psíquica comenzó a reducirse vertiginosamente, dándole una indescriptible sensación de libertad abrumadora. Un potente alivio lo recorrió. Sus amigos, seguro, eran los responsables. No obstante, disfrutó poco ya que al levantar los ojos hacia el pequeño niño, con horror vio se desvanecía por momentos—. ¿Qué sucede? —debido a las heridas, con ciertas dificultades restó distancias hasta quedar frente a frente con el otro.
—Debí considerar también los elementos externos —siseó inconforme—. Un error bastante estúpido de mi parte. Han querido reprimirme varias veces, parece, finalmente lo han conseguido.
—¡No! —debatiéndose entre tocarle o no, Blaine se conformó con levantar ambas manos hasta tenerlas alejadas escasos centímetros del otro cuerpo—. ¡Nisiquiera sé si han aceptado!
—Lo sabrás a su debido tiempo, Anderson —comentó desvaneciéndose casi por completo—. A fin de cuentas, aunque no nos agrades del todo, tampoco te odiamos.
—Espera…
Demasiado tarde. Blaine escuchó voces, voces remotamente conocidas que gritaban lo mismo sin darle tregua. Una profunda oscuridad lo envolvió, tragándolo por entero y la solidez bajo sus pies desapareció, precipitándolo al vacio, que remolineándose vertiginosamente, sacudió su cuerpo cual muñeco de trapo. Pronto, los sonidos se amplificaron, colándose directamente hasta su cerebro entre ecos catastróficos, retumbando, resonando mil veces seguidas. Emitió un grito angustioso y siguió deslizándose hacia la nada, cada vez más rápido, más profundo… hasta hacerle perderse entre las tinieblas.
.......
Desde muy pequeña sabía que tenía un don muy, muy especial. Mas ese regalo que la vida le había otorgado solía ser mal visto no sólo en Ohio, sino en todas partes del mundo, catalogado como una aberración a la naturaleza gracias a personas ignorantes, prejuiciosas y temerosas a lo desconocido. Personas dispuestas a dañar y destruir aquello que no podían comprender. Sin embargo, había dejado de temerles hace muchos años atrás.
Conforme fue creciendo aprendió que poseer semejante habilidad convertía al portador en alguien valioso, necesario e indudablemente poderoso. Un poder que en el pasado fue motivo de conflicto entre las sociedades y que indiscutiblemente también lo sería en ésta.
Se sentía afortunada y orgullosa de poder utilizar sus habilidades para cumplir su propósito. Un interés ambicioso por el cual ella y sus acompañantes luchaban: Igualdad absoluta.
Un grupo disciplinado y agradecido por tenerla como aliado. Eran numerosos, entrenados concretamente para seguir órdenes sin dudar y mantener en sus mentes sólo un objetivo específico. No importaba si morían en función del deber, otro soldado igual o más entregado a la causa ocuparía su lugar. Así era como siempre había funcionado. Era así como muchas veces los guió por el camino correcto, haciéndoles ganar incontables batallas, salvaguardando los propósitos por los cuales actuaban. Por ese motivo se sintió satisfecha tras descubrir un hecho sumamente interesante.
Con el símbolo inequívoco de su mutación, grabado a fuego en la frente, Casandra se quedó inmóvil, regresando a la realidad del equipado sótano donde generalmente solían realizar cada profunda exploración, anhelando encontrar nuevos prospectos.
El ruido familiar de zapatos rozando el duro suelo se le coló entre los sentidos. Poco a poco abrió sus ojos, encontrándose a hombres y mujeres corriendo apresurados de un lado a otro, protegiendo cada vestigio de información, preparando lo necesario para todas esas inevitables eventualidades venideras. Ella lo sabía, jamás se equivocaba respecto al futuro.
Definitivamente su amo estaría muy satisfecho nada más se enterase.
—Me fascina ver esa expresión en tu rostro, Cassie —la firme voz de un hombre resonó entre las paredes del lugar causando efecto inmediato. Todos los presentes detuvieron sus actividades, demostrando respeto absoluto conforme se aceraba con pasos lentos, seguros y demandantes, imponiendo una autoridad natural —. Suelen significar buenas noticias ¿qué tan buenas?
—Las mejores, señor —Casandra respondió inmediatamente, incapaz siquiera de mirarle a la cara. Conocía desde los catorce años las reglas infringidas en su cuerpo, lo último que querría hacer sería enfadarlo, prefería morir antes de intentar desobedecerlas.
—¿Encontraste algo interesante?
El hombre elegantemente vestido, proporcionó suaves caricias sobre la delicada cabeza femenina, cuyos largos cabellos rubios brillaban tenues bajo las lámparas fluorescentes blancas. El toque fue gentil, cálido, sin exigencias ni dominante. Por ahora.
—Lo hice, señor —murmuró con voz apenas audible.
—Mírame cuando te hablo —con el tono adecuado la orden tuvo efecto inmediato. Los ojos verdes de Casandra se posaron sobre él, sonsacándole algo parecido a una mueca. Una bastante bizarra y retorcida—. ¿Cuántos de ellos?
—Dos, mi señor.
—Excelente, pequeña. Excelente —aprobó con emoción palpable. Incluso, casi reconocía potente adrenalina recorriéndole cada célula disponible, vibrando ante la idea—. ¿Qué tipo? —quiso saber— Dime lo que tanto deseo escuchar.
—Clase alfa, amo —una extensa sonrisa se dibujó por todo el atractivo rostro perfectamente afeitado. Ignorando a la chica, cuya necesidad reprimida casi causaba pena, se irguió en toda su altura. Giró despacio sobre sus talones enfundados en caros mocasines negros, obteniendo una vista perfecta de todos los que hasta ese momento esperaban expectantes. Con autosuficiencia, extendió ambos brazos. Un gesto evidentemente satisfecho.
—Caballeros, es nuestro día de suerte —otros tres hombres, alineados a escasos metros, asintieron comprendiendo la situación sin necesidad de explicación, suficientes años sirviendo al mismo líder como para no hacerlo—. Tú —señaló al único de ellos con cabellos rubios ligeramente ocultos bajo una gorra de plato estilo militar color negro, cuyo detalle central plateado resaltaba revelando a qué estatus pertenecía–, envía un grupo explorador y quiero cada detalle del resultado redactado en mi escritorio dentro de dos horas.
—Como ordene —sin agregar nada más, abandonó el lugar tras obtener lo necesario de una mujer joven del personal, visiblemente nerviosa.
—Maravilloso trabajo señoras y señores, pero aún quedan muchas cosas por hacer así que muevan sus traseros y ocúpense de ello —mandó determinante, en resultado la habitación se llenó de ruido segundos después—. Sugar, ven aquí.
La recién llamada acudió en el acto. Agitando su cabellera castaña, mantuvo una alegre expresión mientras se colocaba frente a él con dos pequeños saltos cortos.
—¿En qué puedo ayudar?
—Prepara a Casandra, la necesito lista en mi habitación cuanto antes —dijo antes de salir, acompañado por los otros dos caballeros también con sombreros, prácticamente pegados a sus talones.
—¡Por supuesto! —exclamó entusiasta dispuesta a hacerse cargo. Posiblemente dirían que se comportaba cruel con Casandra por tratarla como objeto, no obstante, había sido reclamada desde hacía mucho tiempo atrás y sabía bien cuál era exactamente su rol y así lo aceptaba porque quería—. Vamos lindura, llenaré una bañera con agua caliente para ti.
Casandra sólo atinó a mover la cabeza en gesto afirmativo. No le importó soportar esa horrible indiferencia por parte de su maestro, no, claro que no. Sabía que le había servido bien, justo como venía haciéndolo desde que era prácticamente una adolecente, cuando decidió salvarla de toda aquella inmundicia que casi la lleva a cometer muchas estupideces. Casandra vivía única y exclusivamente para hacer feliz a su maestro, si él era feliz, entonces ella también podría serlo.
Una vez avanzando por un largo pasillo poco iluminado, se dijo a si misma que, en definitiva, sí se encontraba del lado correcto en el tablero de juego.
.....
Hola lectores. Lamento mucho el tiempo de espera, pero como ya he dicho antes tengo un Beta, ella me ayuda a corregir los capítulos de los errores que no soy capaz de identificar, por ello, respetando también sus tiempos aviso sólo publicaré los lunes. Eso nos dará a nosotros tiempo suficiente para escribir y corregir respectivamente, y a su vez, brindarles a ustedes un día específico para leer. Sin más, agradezco de nuevo su paciencia y apoyo. ¡Los amo! Hasta el siguiente lunes.
Última edición por whiteflower el Miér Mar 20, 2013 3:35 am, editado 1 vez
Invitado- Invitado
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
me encanta como me centro tanto en la lectura que me olvido del mundo real :D
me encanta
me encanta
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
nueva lectora desde el capitulo 5 y oficialmente desde este, :) bueno un excelente fanfic muy realista, me encanta :D, Blaine wow y Kurt WOW,
Kurt tiene un poder tan increible pero yo se que Blaine tiene uno bien escondido por hay, lo siento me cuesta aceptar que Kurt es mas poderoso, por eso se que no es asi, :D
quien era es niño?
pobre Blaine estaba ya bien destruido pero el luchaba por amor, yo lo se, y el no, haha, bueno me gusto mucho y espero que Blaine haiga logrado poner el escudo, bueno no se que sucedera,
el final me dejo confundida, que se supone que hace Cassie?
continualo klainer forever y greyssesed
Kurt tiene un poder tan increible pero yo se que Blaine tiene uno bien escondido por hay, lo siento me cuesta aceptar que Kurt es mas poderoso, por eso se que no es asi, :D
quien era es niño?
pobre Blaine estaba ya bien destruido pero el luchaba por amor, yo lo se, y el no, haha, bueno me gusto mucho y espero que Blaine haiga logrado poner el escudo, bueno no se que sucedera,
el final me dejo confundida, que se supone que hace Cassie?
continualo klainer forever y greyssesed
johanna anderson****** - Mensajes : 323
Fecha de inscripción : 12/06/2012
Edad : 27
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Por Dios me cap me encanto esta genial.
tremenda palera le dieron a blaine pobre pero aja para llegar al éxito hay que sufrir.
y ese niño se parecía a el o que no dios dios dios dios.
me encanta que kurt sea tan fuerte pero tiene que aprender a controlarse no puedo evitar preguntarme si nadie se interesara por el de otra forma no como amigo en esa escuela tan grande y llena de gente.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
tremenda palera le dieron a blaine pobre pero aja para llegar al éxito hay que sufrir.
y ese niño se parecía a el o que no dios dios dios dios.
me encanta que kurt sea tan fuerte pero tiene que aprender a controlarse no puedo evitar preguntarme si nadie se interesara por el de otra forma no como amigo en esa escuela tan grande y llena de gente.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Holaa... :?
Por qué Kurt tiene que ser así... Me intriga el niño.
Gracias por escribir.
Por qué Kurt tiene que ser así... Me intriga el niño.
Gracias por escribir.
MariamXO- ---
- Mensajes : 566
Fecha de inscripción : 08/08/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
primero déjame decir que el capitulo fue wooooo!!!!, pero tengo tantas dudas, quien es el niño?????, esas personas del final me dejaron intrigada, quiero saber que hará kurt cuando despierte, me encanta, bueno espero que no tardes en actualizar o morire, bueno no, no moriré,pero actualiza
tamy22********- - Mensajes : 606
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
quiero cap, quiero cap, quiero cap, quiero cap.
OK perdón por mi impaciencia.
OK perdón por mi impaciencia.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
el fic esta genial soy uevo lector, avese me confundo con algunas cosas pero luego le agarro la onda :3 espero tu actualizacion
logan martinez***** - Mensajes : 211
Fecha de inscripción : 26/11/2011
Edad : 28
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Mary Alexander escribió:me encanta como me centro tanto en la lectura que me olvido del mundo real :D
me encanta
Hola, muchas gracias por tus palabras. La verdad me da mucho gusto saberlo. Como narrador omnisciente, que es la manera en que estoy desarrollando el fic, quiere decir estoy haciendo bien las cosas. ¡Otra vez gracias por comentar!
johanna anderson escribió:nueva lectora desde el capitulo 5 y oficialmente desde este, :) bueno un excelente fanfic muy realista, me encanta :D, Blaine wow y Kurt WOW,
Kurt tiene un poder tan increible pero yo se que Blaine tiene uno bien escondido por hay, lo siento me cuesta aceptar que Kurt es mas poderoso, por eso se que no es asi, :D
quien era es niño?
pobre Blaine estaba ya bien destruido pero el luchaba por amor, yo lo se, y el no, haha, bueno me gusto mucho y espero que Blaine haiga logrado poner el escudo, bueno no se que sucedera,
el final me dejo confundida, que se supone que hace Cassie?
continualo klainer forever y greyssesed
Bienvenida al fic, Johanna Anderson. Los lectores nuevos siempre serán bien recibidos. Bueno, muchas gracias por tus comentarios, intento esforzarme lo más que puedo porque es mi primer proyecto y le tengo mucho cariño. Con respecto a lo que mencionas de Kurt, que parece ser mucho más poderoso que Blaine, bueno, tiene una explicación.
En el mundo del fic, existen tres tipos de niveles para catalogar las habilidades. Kurt pertenece a los niveles más altos, mientras que Blaine a niveles medios, igual que Santana y Sebastian.
Pero eso no quiere decir que sean menos poderosos. Sin más, espero que disfrutes los próximos capítulos y muchas gracias por tu apoyo.
¡Saludos!
Kenigal escribió:Por Dios me cap me encanto esta genial.
tremenda palera le dieron a blaine pobre pero aja para llegar al éxito hay que sufrir.
y ese niño se parecía a el o que no dios dios dios dios.
me encanta que kurt sea tan fuerte pero tiene que aprender a controlarse no puedo evitar preguntarme si nadie se interesara por el de otra forma no como amigo en esa escuela tan grande y llena de gente.
me encanta el fic gracias por escribir esta genial.
Primero que nada Kenigal, discúlpame por haberte hecho esperar durante tanto tiempo. Problemas técnicos insufribles, pero al fin lo logré y traigo este nuevo cap que verás más abajo. Verás, si verás algo de lo que imaginas en estos próximos capítulos. Sólo paciencia porque se desarrollará poco a poco.
Sin más, de nuevo gracias infinitas por seguir leyendo. ¡Cuídate!
MariamXO escribió:Holaa... :?
Por qué Kurt tiene que ser así... Me intriga el niño.
Gracias por escribir.
Hola. Pues la razón la daré a conocer más adelante, será interesante, lo prometo.
¡Gracias a ti por leer!
tamy22 escribió:primero déjame decir que el capitulo fue wooooo!!!!, pero tengo tantas dudas, quien es el niño?????, esas personas del final me dejaron intrigada, quiero saber que hará kurt cuando despierte, me encanta, bueno espero que no tardes en actualizar o morire, bueno no, no moriré,pero actualiza
¡Muchas, muchas gracias! A veces suelo tener tantas dudas porque las escenas de acción resultan difíciles de describir, pero soy feliz al saber te gustaron. Ese niño que mencionas, es parte de la conciencia psíquica de Kurt, es decir, una especie de barrera impuesta por él mismo para protegerse. Como una proyección.
Las personas del final, bueno, eso lo estaré desarrollando en los siguientes capítulos.
Aunque tarde en actualizar, no quiere decir que deje el fic, solo intento hacerlo de la mejor manera posible para que ustedes lo disfruten al máximo.
Sin más, de nuevo agradezco tu paciencia y apoyo.
¡Cuídate!
logan martinez escribió:el fic esta genial soy uevo lector, avese me confundo con algunas cosas pero luego le agarro la onda :3 espero tu actualizacion
Bienvenido Logan Martinez. ¡Muchas gracias por tu comentario! La verdad si resulta medio enredado sobre todo cuando debo desarrollar escenas donde se vean involucrados las habilidades de cada personaje, pero, también me alegra mucho saber luego es comprensible.
¡Espero seguir leyéndote por aquí! ¡Cuídate.
Invitado- Invitado
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Advertencia: Este fic ha sido elaborado de una fan para fans sin fines lucrativos. Contendrá Original Character, Out of Character y Slash. Nada referente a Glee, Fox o Marvel Comics me pertenece.
Agradecimientos especiales: A Le Fay Morgana por ser mi Beta, soportar mis atrasos y dudas existenciales.
¡Que lo disfruten!
Agradecimientos especiales: A Le Fay Morgana por ser mi Beta, soportar mis atrasos y dudas existenciales.
¡Que lo disfruten!
“Capítulo XII”
“Promises”
“Promises”
Evaluando con ojo crítico a la joven larguirucha parada frente a él, contuvo un suspiro y se repitió por cuarta ocasión que, definitivamente, no tenía ninguna opción. Entregándole todo cuanto creyó podría necesitar en el interior de un bolso escolar sencillo, repitió otra vez las instrucciones correspondientes con voz clara y firme. Ellos estaban entrenados para obedecer, y, aunque los peones poseían naturaleza dócil innata, ocasionalmente se revelaban iniciando conflictos incluso entre sus mismos compañeros de escuadrón. Mejor evitar cualquier tipo de escena tonta desde un principio.
Conforme continuaba hablando, Adam se dijo a si mismo debería sentirse muy culpable cada vez que debía hacer lo mismo. Usar chicos y chicas cuyas edades oscilaban entre los quince y diecisiete años, cuyo carácter débil los convertían en candidatos perfectos para hacer el trabajo sucio que, los rangos más altos, jamás imaginarían siquiera considerar tratar directamente. Ellos morían inicialmente si las cosas no resultaban bien, eran las primeras líneas a derribar nada más iniciado cualquier invasión externa.
Por eso, cuando finalmente consiguió llegar al estatus que siempre deseó, se prometió cuidar a tantos como le fuera posible. De una u otra manera, creía tener cierta responsabilidad sobre tantas vidas jóvenes e inexpertas. Obviamente, Adam también debía mantener esa imagen dura e impertérrita de líder, sin embargo, los ayudaba cada que podía sin perder su autoridad. Debido a ello, rezaba a los cielos el plan saliera según lo había contemplado.
—Si tienes dudas, habla ahora porque una vez pongas un pie fuera estarás sola —dijo e inmediatamente los ojos azules de la muchacha le miraron expectantes. Adam notó en ellos el profundo respeto que ella profesaba hacia él como figura directa de autoridad mayor. En cierta manera bizarra, le gustaba saber proyectaba tal imagen. A diferencia de sus otros dos compañeros, prefería mil veces el respeto al miedo—. Dilo Marley, cualquier pregunta que decidas hacer puede significar la diferencia entre vivir o morir.
—¿Qué clase de información deberé recabar en esta ocasión? —quiso saber con curiosidad. El hombre rubio extrajo de su pulcra chaqueta negra lo que Marley creyó era una fotografía. Una vez en sus manos, lo comprobó. A juzgar por los ángulos, parecía haber sido tomada a cierta distancia sin que la persona se diera cuenta, pero no por ello le restaba calidad a la imagen. Inmediatamente, comenzó a grabar todos los rasgos de aquel rostro desconocido—. ¿Quién es esta mujer?
—Su nombre es Tina Cohen-Chang —explicó Adam todo lo más específicamente posible—. No forma parte del personal docente, su trabajo más bien consiste en diseñar los diferentes uniformes que deben portar todos los “estudiantes” en Dalton. Afortunadamente para nosotros, suele entrar y salir del colegio con tanta frecuencia que es ahí donde encontramos cierto grado de oportunidad. Lo que queremos saber, ella te lo puede proporcionar, sólo sigue las indicaciones dispuestas para ti dentro del bolso.
—¿Y es capaz de…? —dudó Marley moviendo las manos ansiosa sin poder evitarlo—. Es decir…
—También es nivel gamma —tal aclaración provocó en la castaña una evidente sensación de alivio. A juicio de Adam, era un comportamiento bastante natural porque Marley pertenecía a las clases más débiles, si por desafortunada casualidad se topaba contra un beta o en el peor de los casos, un alfa, no tendría oportunidad alguna—. Tampoco significa que tomes esta misión a la ligera, ¿queda claro?
—Sí señor.
—Puedes marcharte —le concedió autorización, iniciando así su misión. Marley, obedeciendo, emprendió su camino con pasos cortos hacia la salida del lugar cerrado donde se encontraban—. Una cosa más —ella, deteniéndose, se giró lo suficiente para encararle—. Recuerda jamás mostrar piedad con el enemigo, si por tu estupidez terminas siendo capturada ellos te darán todo menos indulgencia —contemplando las reacciones asustadizas que logró tal advertencia en el rostro femenino, continuó—. Ve, y no me falles.
Otro asentimiento más le fue dirigido y finalmente Marley Rose se retiró entre los ecos que producían sus propios zapatos.
—Sabes, aún me preguntó por qué tienes tantas concesiones con esos pobres diablos —Adam frunció el seño disgustado nada más escuchar a ese bastardo hablarle con tanto cinismo. Perfecto, se dijo, simplemente, perfecto. Buscando sin prisas al autor de tan inapropiado comentario, se encontró segundos después con un hombre alto, cuya expresión autosuficiente y confiada sabía intimidaba desde el primer momento. Iba vestido de uniforme. Uniforme que, cabe resaltar, era idéntico al suyo. La única diferencia reconocible radicaba en las insignias que adornaban parte del pecho y hombros. Sin molestarse siquiera en moverse del sitio donde se encontraba parado, Adam supo tal visita no significaría nada bueno.
—La manera de tratar a mis subordinados no veo como puede ser de tu incumbencia —soltó tajante el originario de Essex con ese perfecto acento Inglés que tanto lo caracterizaba. De refilón, creyó verle esbozar al entrometido una sonrisa malsana. El muy desgraciado tomaba aquello como una invitación abierta a comenzar una pelea. Preparándose no sólo mentalmente, Adam se recordó la única manera posible de enfrentar a sus semejantes era siempre hacerlo de frente. Cualquier signo de debilidad o vacilación y acabaría muerto.
—Yo ya lo creo que sí —objetó el otro, cruzándose ambos brazos sobre el amplio pecho—. Tengo mucha curiosidad…—acercándose, trazó amplios círculos torno al rubio cual serpiente asechando a su presa, esperando atacar—. ¿Por qué decidiste lidiar con esos buenos para nada personalmente? Según entiendo, tal trabajo corresponde a Karofsky —entonces, aplaudió cuatro veces sarcásticamente—, sigue mimándolo así y lo alentarás a que te propine una puñalada por la espalda.
—¿Acaso has olvidado quién dio ésta orden? —le preguntó Adam sin inmutarse. Por nada del mundo caería en ese juego, se consideraba mucho más inteligente. Pero los dos se odiaban tanto desde los primeros días que, nada más compartir un mismo espacio le convertía la tarea de permanecer tranquilo en una verdadera tortura—. Estuviste ahí —por dentro, el inglés celebró jubiloso las muecas contrariadas del rostro ajeno. Se regodeó durante breves instantes—. Exacto idiota, Karofsky carece de inteligencia suficiente y el tener inmiscuidas sus grasientas manos sólo hubiese ocasionado un desastre.
—¿De nosotros, por qué precisamente debiste ser tú? —dijo con desprecio.
—¿Quieres respuestas? Bien, eres libre de solicitárselas personalmente —agregó despectivo tras sacudirse pelusas invisibles del uniforme—. Eso suponiendo que tengas los suficientes huevos para hacerlo.
—Mucho cuidado Crawford —cediendo ante un repentino arranque de furia, el hombre de ojos marrones finalmente se colocó frente a Adam, mirándolo como si quisiera arrancarle la cabeza—. Sabes bien cuán peligroso puedo llegar a ser si me provocas —siseó bajo en aviso, arrastrando cada vocal—. Parece necesitas recordar que de los dos yo soy mucho más poderoso. Ya he pateado tu británico trasero antes.
—Eso sucedió hace cuatro años —negándose a si mismo a amedrentarse, dio un paso adelante —. He aprendido mucho inmiscuido en toda esta mierda Pukerman, te lo aseguro —Noha gruñó y en respuesta terminó sujetándolo firmemente por la chaqueta—. ¡Quítame las manos de encima!
Adam sintió recorrerle por entero una potente ira que encendió cada célula de su ser. Estuvo a punto de lanzarse contra Pukerman y molerle a golpes, borrarle esa irritante expresión arrogante del rostro, enseñarle a respetarle. El moreno mientras tanto, igualmente listo, se preparó para atacar. En verdad iba a disfrutarlo.
—¡¿Qué rayos ocurre aquí?! —la exclamación sonó tan potente, sorprendiéndolo, que Adam luchó por volver a sus cabales. Empujando al del mohicano con fuerza, lo alejó todo cuanto le fue posible prosiguiendo después a acomodándose las ropas con dignidad. Entonces, nada contento, clavó sus ojos azules en el último General faltante dentro de la bodega cuya principal función consistía en albergar diversos transportes —. He hecho una sencilla pregunta, caballeros.
—Simples tonterías —Noha se encogió de hombros, restándole importancia.
—Si ya han terminado de jugar, regresen al trabajo —Puck fue el primero en obedecer, aunque a regañadientes y despareció tan rápido como había llegado al lugar. Adam, emprendió igualmente su propio camino minutos después, acompañado por el otro alto mando—. Pensé gozabas con más sentido común, Crawford —comenzó—. Dos figuras de autoridad peleando entre sí desfavorecería nuestra posición. ¡Debemos imponer orden y disciplina! ¿Acaso no se te ocurrió pensar en las consecuencias si esto llegase a otros oídos?
—¡Lo sé!
—¡Entonces compórtate! —exigió enfadado—. Al menos inténtalo si deseas vivir otro día más.
Adam apretó los puños y se mordió la lengua evitándose así mismo decir cualquier cosa. Porque, desgraciadamente su compañero tenía toda la razón del mundo.
Todavía con monumentales deseos de quedarse así, disfrutando a plenitud del agradable e inusual silencio que reinaba a su alrededor, cerró los ojos otra vez dejándose llevar ante tan placentera sensación. Sin embargo, transcurridos nada más dos minutos, Kurt se incorporó casi como si un potente resorte le hubiese impulsado. Perspicaz, inspeccionó cada rincón del lugar casi esperando apareciera de pronto cualquier atroz anormalidad. Y entonces, tuvo la horrible sensación de haberse perdido ciertos acontecimientos importantes.
Aún con tal idea rondándolo, otras veinte preguntas le asaltaron con velocidad abrumadora. ¿Y las voces? ¿Qué carajos había sucedido con ellas? Concentrándose, el castaño se dio cuenta no captaba nada. Absolutamente nada. Frunció el seño. Durante días debió soportar todas esas intromisiones indeseables hasta casi volverse loco, ahora, sólo desaparecían así sin más provocándole cierto grado de incómoda confusión. Kurt odiaba con toda su alma el deber manejar emociones cuya influencia conseguían sacarlo del perfecto balance que tanto le costó construir. Necesitaba buscar respuestas. Obligándose a recordar, obtuvo casi toda la información referente a la primera mitad del día que le interesaba recapitular, luego, estaba esa conversación ridícula con ese chico ruso tan raro y entonces…
Docenas de escenas confusas.
El joven atribuyó su momentánea falta de memoria a un posible desmayo. ¿Si ese fuese el caso, qué clase de ignorante le llevaría hasta su habitación y no a la enfermería? ¿Cuánto llevaba dormido? ¿Por qué rayos Blaine estaba tan presente en sus pensamientos? Enfadado, apartó las mantas sin ningún cuidado dispuesto a levantarse y fue entonces notó llevaba puesta la misma ropa del día anterior. Sintiendo asco, decidió necesitaba con urgencia tomar un baño.
Kurt recién llevaba desechos los primeros botones de su camisa escolar blanca, cuando escuchó una vibración ligera provenir desde el interior del bolso que usaba para asistir a clases. Sin pensarlo demasiado, extrajo el aparato y cometiendo el error de no verificar el identificador, contestó.
—¡Gracias a Dios! —Kurt reconoció sin esfuerzos ese timbre de voz al instante. Sólo Finn Hudson poseía tal manera de hablar tan jodidamente irritante. Maldijo entre dientes dispuesto a terminar la comunicación sin importarle poco o nada lo que su hermanastro tuviese que decirle—, ¡Espera! —pidió veloz el deportista perteneciente a Mckinley, cuya experiencia adquirida tras ser dejado tantas veces con las palabras todavía en la boca más de una ocasión, le avalaba—. Sé soy la última persona del planeta entero con quién quisieras charlar —murmuró ligeramente dolido—, pero créeme si te digo será mejor hoy intentes hacer una pequeña excepción.
El telepata se masajeó las sienes repetidas veces, luchando por ser paciente pese a saber no era precisamente una de sus mejores virtudes—. ¿Qué quieres, Finn? —le preguntó cortante, dejándole claro al otro chico debería explicarse cuanto antes o terminaría lanzando al inodoro el celular sin remordimientos—. Te lo advierto, hoy me he despertado sin ganas de escuchar tonterías.
—Claro —coincidió Finn, resignado—. Pues, por acá las cosas se han tornado difíciles últimamente y…bueno —se interrumpió dos segundos, Kurt mientras tanto, creyó escuchar unas cuantas advertencias susurradas e incluso reclamos diversos—, recapitulando, nuestros padres se han puesto… ¿cómo decirlo lo más sutil posible sin ofenderles?... ¿histéricos tal vez?
—Sigue por ese camino y juro desapareceré este número cuanto antes —dijo sumándose a otras amonestaciones que sonaban de fondo.
—¡Lo siento! Pero es condenadamente difícil hablar si Burt sigue buscando la manera de quitarme el teléfono —se disculpó Finn sonando nervioso—. Es tan aterrador y da tanto miedo que…—comenzaba a divagar. Otra vez. Kurt no tenía tiempo para estas cosas.
—¿Cuál es el maldito asunto aquí?
—¿Versión larga o resumida? —le interesó saber—. Porque si quieres, puedo contarte todos los detalles y así…
—Voy a colgar —alejando el teléfono lo suficiente, estuvo a punto de presionar la tecla roja. Sin embargo, sólo una cosa le evitó hacerlo.
—Si cortas la comunicación, estaré en Dalton más rápido de lo que puedas deletrear Vogue.com.
Sin dudas ese era Burt Hummel. Y a oídos de Kurt, sonaba bastante furioso. Al finalizar seguro debería lidiar con una jaqueca horrorosa.
—Hola, papá —saludó sin muchas ganas, ubicándose en un pequeño sofá cercano al escritorio donde generalmente solía realizar sus deberes, deshaciéndose al fin de su camisa.
—¿Qué es eso de hola papá? ¿Se puede saber por qué motivos no he tenido ninguna noticia tuya en dos días? ¡Dos días, Kurt! Nisiquiera una sola llamada, ningún mensaje, ¡Nada hijo!.
—Llegué a Dalton hace unas cuantas semanas, papá —recordó al mayor de los Hummel, quien bufó molesto —. Justo a mitad del año, ¿recuerdas?, sabíamos debería lidiar con carga académica extra cuya complejidad sería mayor que en Mckinley. Tú mismo revisaste los folletos donde explicaban detalladamente la curricula.
—No es ninguna excusa, muchacho —se quejó Burt, terco—. Anoche estuve a punto de tomar mi camioneta y viajar hasta allá ¿tienes alguna mínima idea sobre cuán preocupado estuve por ti?.
—Exageras —igual a otras ocasiones, Kurt era consciente que su padre era quien menos merecía recibir un trato tan poco respetuoso. Le debía muchísimo a ese hombre tan cariñoso y amable, sin embargo, no imaginaba siquiera comportarse distinto sólo por profesar hacia él sentimientos mucho más profundos—. Estuvimos incomunicados durante un par de horas solamente. Ya no soy un niño, he aprendido a cuidarme solo.
—Modera ese tono, jovencito —reprendió nada conforme—. Ya sé, has crecido y te has convertido en hombre durante los últimos años. También comprendo eres completamente capaz de tomar tus propias decisiones, aún así, a mis ojos siempre serás mi pequeño niño.
—Perdón —murmuró cansado y culpablemente —. No sucederá otra vez.
—Eso espero —suspiró, aliviado—. Ahora dime, ¿Cómo estás? ¿Te tratan bien? ¿Qué tal todas tus clases?
—Todo bien.
—¿Qué clase de respuesta es esa? —inquirió con extrañeza total.
—La única cosa que puedo decirte por ahora es que Dalton resultó ser un sitio bastante interesante—despreocupado, consultó su reloj de pulsera y arqueó las cejas nada más constatar cuan tarde era. Estuvo durmiendo hasta casi media mañana—. Escucha, debo irme. Mis clases del segundo periodo pronto comenzarán. Prometo llamarte nada más tenga oportunidad ¿De acuerdo?.
—De acuerdo —le respondió sonando bastante dudoso—. Cuídate hijo.
—Lo haré.
Sin esperar ninguna otra despedida, finalmente, terminó con la llamada.
Media hora después, ya duchado, cambiado y debidamente peinado, Kurt se dirigió directamente al comedor principal donde todos los alumnos a esa hora se encontraban disfrutando del almuerzo. Por lo general, Kurt odiaba los espacios cerrados demasiado aglomerados, con gente ruidosa entrando o saliendo constantemente, aún así, debió entrar ahí porque tenía tanta hambre que difícil le era soportarlo. Ordenando un café y panecillos de arándano, procedió a ocupar una mesa lo suficientemente alejada del resto, sin notar como un chico rubio se mostraba muy interesado nada más verle pasar.
Perdiéndose la conversación entre los que le rodeaban, Vladimir se disculpó educado, prosiguiendo a darle alcance al castaño. Evadiendo mobiliario y estudiantes, lo ubicó a varios lugares más de distancia. Dirigiéndose hacia él, se metió en su campo visual evitando causarle cualquier sobresalto—. Hola —saludó esbozando una encantadora sonrisa—. ¿Kurt Hummel, cierto? —Ante tal pregunta, Kurt entornó los ojos como si creyese haber sido confundido con otra persona—. ¿Puedo? —con la mano, señaló el asiento vació disponible. Aún cuando ninguna respuesta le fue brindada, se sentó de todas maneras—. Nos conocimos ayer. Regresabas a los dormitorios durante horas de clase y te pedí un pase especial, ¿recuerdas? —Sí, lo hacía, pero eso no significaba que le desagradase menos tenerlo enfrente otra vez—. ¿Ya te sientes mejor?
—¿Perdón? —Kurt habló arqueando la ceja, haciéndose escuchar sobre tanto barullo.
—Pues, ayer sufriste un colapso nervioso —comentó—. Nos asustaste mucho a todos. Creímos comenzarías a destrozar lo que tuvieses al alcance o algo peor —debido a esa expresión confusa reflejada en la cara de Kurt, Vladimir supo parecía haber olvidado gran parte del incidente—. ¿En serio, tú…?
—¿Qué ocurrió exactamente? —preguntó con voz suave, calmada, incitando al rubio a contarle todo. Vladimir sin poder evitarlo, se removió nervioso en su silla y Kurt consideró sería sencillo encontrar lo qué buscaba en ese extranjero tan excéntrico—. ¿Podrías darme detalles? Mi mente —llevándose dos dedos hacia las sienes, fingió extrema confusión—, se torna borrosa respecto al tema. Y quisiera saber...
—Por supuesto —los siguientes minutos, Vladimir se dedicó expresamente a narrar los pasados sucesos a Kurt. Desde el momento en que colapsó, hasta la llegada de los profesores cuya única intención consistió en brindarles ayuda inmediata. Al escuchar que Blaine también había estado involucrado, Kurt necesitó debatirse entre enfadarse o sorprenderse. Claro, pensó en él durante esos angustiosos instantes, sin embargo, jamás imaginó acudiese para hacerse cargo sin dudarlo dos veces. Realmente creyó ganarse la antipatía del profesor debido a los enfrentamientos entre ambos. ¿Qué le motivaba? ¿Necesitaría hablar con él? ¿Cómo debería actuar ahora? —Disculpa, ¿te encuentras bien?
Regresando a la realidad, ratificó—. ¿Eso es todo?
—Sí, supongo —meditó algo descolocado, creyendo haber dicho lo más importante—. Por cierto, lamento mucho no haber sido de ninguna ayuda para ti, desafortunadamente mi habilidad no abarca nada relacionado con lo psíquico.
—¿Sabes soy telépata?
—Resultó bastante obvio, sí —bromeó jugando distraído con sus dedos repetidas veces, liberando así cierta tensión. Aún más inquieto debido a tan inminente silencio suscitado entre ambos, decidió mostrarle a Kurt a qué se refería y extendió su brazo derecho hasta alcanzar a rozar apenas el vaso térmico sobre la meza, que aún contenía cierta porción de café caliente. Inmediatamente, una ligera escarcha blanca invadió cada espacio disponible del material marrón.
Kurt quitó la tapa comprobando el interior estaba congelado. Disconforme, le dirigió una espantosa mirada—. Ahora me debes uno de estos —reuniendo todas sus pertenencias, se levantó y dejó ahí solo a Vladimir, quien continuó contemplándolo hasta que desapareció entre las dos enormes puertas abiertas principales del lugar.
Sin querer, soltó una ligera risita tonta. Dios, por supuesto que buscaría cualquier manera de saldar su deuda con el ojiazul. Y entre más pronto la hallase, mejor.
—Se supone debe terminar en tú estómago Blaine, no formando figuras extrañas dentro del plato.
—Lo juro Sebastian, ya no puedo comer nada más —lloriqueó señalando la charola aún rebosante con diversos alimentos, hasta que decidió deslizarla justo a mitad de sus piernas, manteniéndola lo más lejos posible. Ignorando las muecas disgustadas del más alto, se acomodó contra las mullidas almohadas dándole intencionalmente aire extra cansado a cada movimiento que hacia—. ¡Vamos! Si sigues haciendo eso te saldrán arrugas y luego Albert será quien deba pagar las consecuencias.
—¿Te crees muy gracioso, no es así? —quiso saber sarcástico Sebastian, tras alejarse sin prisas del ventanal descubierto de cortinas, hasta ubicarse justo frente a la cama del moreno. Blaine, a su vez, levantó ambas manos alegando inocencia—. Necesitas reponer fuerzas, Mercedes fue bastante explicita en ese aspecto —dijo apuntando los trozos de fruta fresca, yogurt, cereal e incluso gelatina aún intactos—. ¿Quieres tu independencia de nuevo? —Recibiendo repetidos cabeceos afirmativos en contestación, continuó—, ¡Perfecto! La única manera de conseguirla es no dejar ninguna miga en esos platos.
—¡Pero he sido bueno! —se defendió haciendo constantes pucheros. Se comportaba igual a un niño pequeño buscando salirse con la suya, sin embargo, necesitaba intentarlo—. Ustedes se preocupan demasiado.
—Realmente quisiera golpearte, Blaine —murmuró pasándose los dedos entre el cabello importándole poco despeinarlo—. Agradece Santana ahora mismo se encarga de otros asuntos, o apuesto terminaría pateándote tan fuerte que te sería imposible caminar durante días.
—Lo digo en serio, Seb.
—¡Yo también! —Profirió necesitando recurrir a todo su posible autocontrol—. Casi te mueres, pedazo de insensato mal agradecido —Sebastian elevó ambos brazos al cielo, como si rogara por ayuda divina inmediata—. Tu corazón se detuvo durante casi dos minutos completos ¿y ahora vienes a decirme que nuestra intranquilidad es exagerada? —Reclamó incrédulo—. ¡Piensa al menos cómo nos sentirnos al verte tendido sobre esa camilla, malditamente pálido e inmóvil, sin respirar!
Avergonzado, Blaine clavó sus ojos hazel en las mantas. Su mejor amigo estaba en lo cierto. Internarse en la mente de Kurt resultó ser demasiado peligroso, se le salió de control amenazando su seguridad e integridad física. Afortunadamente Hummel salió completamente ileso del inapropiado experimento, sin embargo, él necesitó reanimación cardiopulmonar constante para volver. Aún pese a los reclamos recibidos después, Blaine no se arrepentía. Toda acción conllevaba riesgos, tomó los necesarios y creía haber logrado ciertos avances. Pequeños, aunque certeros. Lo que no sabía era si de manera favorable.
—Discúlpame —susurró bajo —. Nunca fue mi intención menospreciarlos.
—Escucha —acercándosele, retiró la bandeja evitando así pudiesen derribar cualquier cosa y producir un desastre—. Siempre has sido demasiado bueno, Blaine. Mantienes tu fe puesta en las personas hasta el final —envolviendo las manos del moreno entre las propias, brindó un ligero apretón afectuoso—, y eso a veces te perjudica —de manera fraternal, acomodó algunos rizos rebeldes despejando la frente del telepata—. Me dolería mucho saber resultaras lastimado por alguien que no vale la pena.
—¿Lo dices por Kurt, verdad? —indagó curioso. Sebastian suspiró derrotado—. ¡Mis intenciones con él son meramente filantrópicas, Seb! Jamás concebiría intentar nada más. ¡Es prácticamente un niño, por Dios!
El electroquinetico abrió su boca dispuesto a exponer las razones por las cuales creía todo ese asunto era una mala idea, sin embargo, terminó cerrándola sin decir absolutamente nada. Todo porque necesitaba confiar. No en Hummel, Dios, claro que no. Más bien deseaba hacerlo por Blaine quien pese a convertirse en adulto gracias a los altibajos tan propios en la vida, seguía siendo la persona más integra que jamás conoció. Blaine quería convertirse en mentor del chiquillo ese y evitar que sus habilidades le hicieran perder la noción entre lo bueno o lo malo.
Sí, definitivamente no estaba de acuerdo con las decisiones del moreno, pero como bien le dijera Santana antes, siempre estarían ahí, apoyándolo—. Lo sé, aunque eso no significa que existan ciertas cosas en ese mocoso mal educado que no terminan de gustarme.
—Mira, entiendo tu punto y aún así…
—Sólo —interrumpió las palabras del otro, abruptamente—. Sólo prométeme tendrás cuidado con él.
Blaine sonrió enternecido y brindándole la mejor de sus sonrisas, agregó—. Por supuesto —reafirmando lo anterior, palmeó la rodilla derecha del castaño levemente—. Pierde cuidado, pese a esa actitud tan espantosa que tiene, no es tan malo como parece.
—Permíteme disentir —revoleando los ojos sarcásticamente, tomó uno de los tantos cuencos dispuestos en la charola comenzando a degustar el cereal que contenía—. Incluso aún me da cierto miedo preguntarte qué carajos encontraste dentro de su paranoica cabecita.
—¿Quieres la verdad? —Sebastian arqueó las cejas en obvia señal de afirmación, como si con ello proyectara no quería sucediera de otra manera distinta—. Fue extraño.
—¿En qué sentido?
—Bueno, Kurt carece del entrenamiento adecuado y aún así ha logrado crear diversos métodos restrictivos torno a su realidad psíquica. Es bastante impresionante, sobre todo considerando todavía es demasiado joven —ante las muecas confundidas del otro hombre, intentó expresarse lo más sencillamente posible—. Me recordó bastante a los videojuegos que solíamos amar durante nuestros años de estudiantes.
—¿Algo así como World of Warcraft? —dijo sin evitar recordar nostálgico las incontables noches en vela tratando de avanzar o ganar niveles nuevos cada vez.
Blaine se rió —No tan de rol. Más bien parecido a The legend of Zelda. Incluso con laberinto incluido.
—Suena aterrador —concluyó mascando ahora dos granos de uva a la vez.
—También averigüé ciertas cosas.
—¿A sí? —Aunque no quisiera saberlas, terminaría haciéndolo de todas maneras—. ¿Cómo cuáles?
—Kurt posee nivel intelectual incomparable, los escudos protectores iniciales o trampas basaban su solución en operaciones algorítmicas complejas, me causaron verdaderos problemas.
—¡Súper interesante! —Añadió con sorna, ansioso por cambiar el tema—. En realidad no me interesa y sólo pretendo escucharte porque hay comida de por medio, pero… ¿sabes qué deberías hacer nada más te recuperes?
—¿Retomar nuevamente mis clases?
Sebastián soltó una fuerte risotada permitiéndole al moreno saber exactamente a qué se refería—. Necesitas una cita. Ya sabes, salir con alguien, divertirte, olvidarte del trabajo y luego posiblemente, si el asunto marcha bien, acabaras teniendo sexo ardiente durante horas. ¡Mira que buena falta te hace! ¿Cuándo fue la última vez qué lo hiciste?
—Ok, primero eso no es asunto tuyo —enumeró con los dedos, incómodo—. Segundo, mi vida sentimental está bien así, muchas gracias —luego aún en el mismo tono, continuó—. Realmente eres increíble, hace sólo unos momentos hablábamos sobre el hecho de que no te gustaría verme lastimado, y ahora, simplemente me dices debería salir a buscar sexo. ¿Sabes qué es lo peor? —Sebastian inclinó la cabeza hacia un lado, expectante—. ¡Ya nada relacionado contigo me sorprende!
—¡Oh, por favor! Hacerte el puritano a nuestra edad me parece ridículo —se burló sin miramientos—. El sexo es necesario, amigo mío y tú te has mantenido célibe desde hace ¿cuánto, dos años?
—Sebastian…
—¡Bien! Pero si cambias de opinión, conozco ciertos chicos confiables a los cuales les encantaría meterse entre tus sábanas siempre que quisieras sin compromisos —Blaine se cubrió el rostro usando una almohada, avergonzado hasta la medula.
—¡Fuera de mi habitación, Smythe!
—Como quieras —restándole importancia, se dirigió hacia la puerta—. Igual sabes Santana será mucho peor cuando venga más tarde a traerte la cena —el telepata ahogo un gemido lastimero—. Nos veremos mañana, Blaine Warbler.
Blaine hizo varios gestos con sus manos, incitándolo a marcharse ya. Escuchando todavía su risa amortiguada en el pasillo, se dijo que aunque sonara tentador, no necesitaba nada de eso. Claro, era un hombre y como tal necesitaba ciertas cosas, sin embargo, creía firmemente en el romance chapado a la antigua. Sí, había tenido diversas parejas sexuales pero ninguna se acercaba a lo qué buscaba. Ni por asomo. Así que dejó de buscar. Prefirió darle mayor importancia a otros asuntos que requerían su completa atención. Si el destino le tenía preparado encontrarle con su alma gemela, esa persona especial capaz de hacerlo feliz aún con pequeños detalles… ¿quién era él para luchar contra tales designios?
Y sabía, o más bien creía, sus caminos se cruzarían tarde o temprano. O posiblemente… más temprano que tarde.
...
Primero que todo, quisiera ofrecerles una gran disculpa por la descomunal tardanza para publicar este nuevo capítulo, pero existe una muy buena explicación. Mi computadora falló, kaputt, dejó de funcionar y desgraciadamente en medio de su crisis terminó borrando casi la mitad del capítulo. Si sumamos esto a mis constantes horas escribiendo como loca, sin que llegase a quedarme el contenido al original, mi Beta también tiene vida personal así que debe tomarse su tiempo para corregir mis barbaridades. (Le Fray Morgana, realmente aprecio tanto tu paciencia :3)
Por otra parte, sí, dije que no incluiría a Adam dentro del fic pero, tras mucho pensarlo llegó a mi la idea y simplemente no pude evitar desecharla. ¡Espero les agradara!
Aunque debo admitir también todavía debo lidiar con muchas dudas existenciales referentes al fic. Sé hacia dónde lo quiero dirigir, sin embargo, el proceso será indudablemente largo y espero todo resulte tal cual se desarrolla en mi cabeza. Como sea, agradezco todos sus mensajes y también agradezco a las personas que aún sin comentar, continúan leyendo el fic. Saber qué están ahí, me anima a seguir escribiendo.
Sin más, me despido y que pasen una excelente semana. ¡Besos!
Conforme continuaba hablando, Adam se dijo a si mismo debería sentirse muy culpable cada vez que debía hacer lo mismo. Usar chicos y chicas cuyas edades oscilaban entre los quince y diecisiete años, cuyo carácter débil los convertían en candidatos perfectos para hacer el trabajo sucio que, los rangos más altos, jamás imaginarían siquiera considerar tratar directamente. Ellos morían inicialmente si las cosas no resultaban bien, eran las primeras líneas a derribar nada más iniciado cualquier invasión externa.
Por eso, cuando finalmente consiguió llegar al estatus que siempre deseó, se prometió cuidar a tantos como le fuera posible. De una u otra manera, creía tener cierta responsabilidad sobre tantas vidas jóvenes e inexpertas. Obviamente, Adam también debía mantener esa imagen dura e impertérrita de líder, sin embargo, los ayudaba cada que podía sin perder su autoridad. Debido a ello, rezaba a los cielos el plan saliera según lo había contemplado.
—Si tienes dudas, habla ahora porque una vez pongas un pie fuera estarás sola —dijo e inmediatamente los ojos azules de la muchacha le miraron expectantes. Adam notó en ellos el profundo respeto que ella profesaba hacia él como figura directa de autoridad mayor. En cierta manera bizarra, le gustaba saber proyectaba tal imagen. A diferencia de sus otros dos compañeros, prefería mil veces el respeto al miedo—. Dilo Marley, cualquier pregunta que decidas hacer puede significar la diferencia entre vivir o morir.
—¿Qué clase de información deberé recabar en esta ocasión? —quiso saber con curiosidad. El hombre rubio extrajo de su pulcra chaqueta negra lo que Marley creyó era una fotografía. Una vez en sus manos, lo comprobó. A juzgar por los ángulos, parecía haber sido tomada a cierta distancia sin que la persona se diera cuenta, pero no por ello le restaba calidad a la imagen. Inmediatamente, comenzó a grabar todos los rasgos de aquel rostro desconocido—. ¿Quién es esta mujer?
—Su nombre es Tina Cohen-Chang —explicó Adam todo lo más específicamente posible—. No forma parte del personal docente, su trabajo más bien consiste en diseñar los diferentes uniformes que deben portar todos los “estudiantes” en Dalton. Afortunadamente para nosotros, suele entrar y salir del colegio con tanta frecuencia que es ahí donde encontramos cierto grado de oportunidad. Lo que queremos saber, ella te lo puede proporcionar, sólo sigue las indicaciones dispuestas para ti dentro del bolso.
—¿Y es capaz de…? —dudó Marley moviendo las manos ansiosa sin poder evitarlo—. Es decir…
—También es nivel gamma —tal aclaración provocó en la castaña una evidente sensación de alivio. A juicio de Adam, era un comportamiento bastante natural porque Marley pertenecía a las clases más débiles, si por desafortunada casualidad se topaba contra un beta o en el peor de los casos, un alfa, no tendría oportunidad alguna—. Tampoco significa que tomes esta misión a la ligera, ¿queda claro?
—Sí señor.
—Puedes marcharte —le concedió autorización, iniciando así su misión. Marley, obedeciendo, emprendió su camino con pasos cortos hacia la salida del lugar cerrado donde se encontraban—. Una cosa más —ella, deteniéndose, se giró lo suficiente para encararle—. Recuerda jamás mostrar piedad con el enemigo, si por tu estupidez terminas siendo capturada ellos te darán todo menos indulgencia —contemplando las reacciones asustadizas que logró tal advertencia en el rostro femenino, continuó—. Ve, y no me falles.
Otro asentimiento más le fue dirigido y finalmente Marley Rose se retiró entre los ecos que producían sus propios zapatos.
—Sabes, aún me preguntó por qué tienes tantas concesiones con esos pobres diablos —Adam frunció el seño disgustado nada más escuchar a ese bastardo hablarle con tanto cinismo. Perfecto, se dijo, simplemente, perfecto. Buscando sin prisas al autor de tan inapropiado comentario, se encontró segundos después con un hombre alto, cuya expresión autosuficiente y confiada sabía intimidaba desde el primer momento. Iba vestido de uniforme. Uniforme que, cabe resaltar, era idéntico al suyo. La única diferencia reconocible radicaba en las insignias que adornaban parte del pecho y hombros. Sin molestarse siquiera en moverse del sitio donde se encontraba parado, Adam supo tal visita no significaría nada bueno.
—La manera de tratar a mis subordinados no veo como puede ser de tu incumbencia —soltó tajante el originario de Essex con ese perfecto acento Inglés que tanto lo caracterizaba. De refilón, creyó verle esbozar al entrometido una sonrisa malsana. El muy desgraciado tomaba aquello como una invitación abierta a comenzar una pelea. Preparándose no sólo mentalmente, Adam se recordó la única manera posible de enfrentar a sus semejantes era siempre hacerlo de frente. Cualquier signo de debilidad o vacilación y acabaría muerto.
—Yo ya lo creo que sí —objetó el otro, cruzándose ambos brazos sobre el amplio pecho—. Tengo mucha curiosidad…—acercándose, trazó amplios círculos torno al rubio cual serpiente asechando a su presa, esperando atacar—. ¿Por qué decidiste lidiar con esos buenos para nada personalmente? Según entiendo, tal trabajo corresponde a Karofsky —entonces, aplaudió cuatro veces sarcásticamente—, sigue mimándolo así y lo alentarás a que te propine una puñalada por la espalda.
—¿Acaso has olvidado quién dio ésta orden? —le preguntó Adam sin inmutarse. Por nada del mundo caería en ese juego, se consideraba mucho más inteligente. Pero los dos se odiaban tanto desde los primeros días que, nada más compartir un mismo espacio le convertía la tarea de permanecer tranquilo en una verdadera tortura—. Estuviste ahí —por dentro, el inglés celebró jubiloso las muecas contrariadas del rostro ajeno. Se regodeó durante breves instantes—. Exacto idiota, Karofsky carece de inteligencia suficiente y el tener inmiscuidas sus grasientas manos sólo hubiese ocasionado un desastre.
—¿De nosotros, por qué precisamente debiste ser tú? —dijo con desprecio.
—¿Quieres respuestas? Bien, eres libre de solicitárselas personalmente —agregó despectivo tras sacudirse pelusas invisibles del uniforme—. Eso suponiendo que tengas los suficientes huevos para hacerlo.
—Mucho cuidado Crawford —cediendo ante un repentino arranque de furia, el hombre de ojos marrones finalmente se colocó frente a Adam, mirándolo como si quisiera arrancarle la cabeza—. Sabes bien cuán peligroso puedo llegar a ser si me provocas —siseó bajo en aviso, arrastrando cada vocal—. Parece necesitas recordar que de los dos yo soy mucho más poderoso. Ya he pateado tu británico trasero antes.
—Eso sucedió hace cuatro años —negándose a si mismo a amedrentarse, dio un paso adelante —. He aprendido mucho inmiscuido en toda esta mierda Pukerman, te lo aseguro —Noha gruñó y en respuesta terminó sujetándolo firmemente por la chaqueta—. ¡Quítame las manos de encima!
Adam sintió recorrerle por entero una potente ira que encendió cada célula de su ser. Estuvo a punto de lanzarse contra Pukerman y molerle a golpes, borrarle esa irritante expresión arrogante del rostro, enseñarle a respetarle. El moreno mientras tanto, igualmente listo, se preparó para atacar. En verdad iba a disfrutarlo.
—¡¿Qué rayos ocurre aquí?! —la exclamación sonó tan potente, sorprendiéndolo, que Adam luchó por volver a sus cabales. Empujando al del mohicano con fuerza, lo alejó todo cuanto le fue posible prosiguiendo después a acomodándose las ropas con dignidad. Entonces, nada contento, clavó sus ojos azules en el último General faltante dentro de la bodega cuya principal función consistía en albergar diversos transportes —. He hecho una sencilla pregunta, caballeros.
—Simples tonterías —Noha se encogió de hombros, restándole importancia.
—Si ya han terminado de jugar, regresen al trabajo —Puck fue el primero en obedecer, aunque a regañadientes y despareció tan rápido como había llegado al lugar. Adam, emprendió igualmente su propio camino minutos después, acompañado por el otro alto mando—. Pensé gozabas con más sentido común, Crawford —comenzó—. Dos figuras de autoridad peleando entre sí desfavorecería nuestra posición. ¡Debemos imponer orden y disciplina! ¿Acaso no se te ocurrió pensar en las consecuencias si esto llegase a otros oídos?
—¡Lo sé!
—¡Entonces compórtate! —exigió enfadado—. Al menos inténtalo si deseas vivir otro día más.
Adam apretó los puños y se mordió la lengua evitándose así mismo decir cualquier cosa. Porque, desgraciadamente su compañero tenía toda la razón del mundo.
…
Cuando despertó aquella mañana, lo primero con lo que se topó fueron las mantas color azul celeste que generalmente solían cubrir la cama en su habitación en Dalton. Gruñendo molesto, debido a que los rayos del sol le parecieron demasiado brillantes, de mala gana se dio vuelta hacia el lado contrario al cual se encontraba recostado, escondiendo así su rostro contra el mullido colchón. La paz y quietud eran elementos bienvenidos porque de manera muy, muy extraña, le hacían sentir a Kurt maravillosamente descansado. En realidad el muchacho no recordaba con exactitud la última vez que se sintió así de bien. Tan libre y relajado.Todavía con monumentales deseos de quedarse así, disfrutando a plenitud del agradable e inusual silencio que reinaba a su alrededor, cerró los ojos otra vez dejándose llevar ante tan placentera sensación. Sin embargo, transcurridos nada más dos minutos, Kurt se incorporó casi como si un potente resorte le hubiese impulsado. Perspicaz, inspeccionó cada rincón del lugar casi esperando apareciera de pronto cualquier atroz anormalidad. Y entonces, tuvo la horrible sensación de haberse perdido ciertos acontecimientos importantes.
Aún con tal idea rondándolo, otras veinte preguntas le asaltaron con velocidad abrumadora. ¿Y las voces? ¿Qué carajos había sucedido con ellas? Concentrándose, el castaño se dio cuenta no captaba nada. Absolutamente nada. Frunció el seño. Durante días debió soportar todas esas intromisiones indeseables hasta casi volverse loco, ahora, sólo desaparecían así sin más provocándole cierto grado de incómoda confusión. Kurt odiaba con toda su alma el deber manejar emociones cuya influencia conseguían sacarlo del perfecto balance que tanto le costó construir. Necesitaba buscar respuestas. Obligándose a recordar, obtuvo casi toda la información referente a la primera mitad del día que le interesaba recapitular, luego, estaba esa conversación ridícula con ese chico ruso tan raro y entonces…
Docenas de escenas confusas.
El joven atribuyó su momentánea falta de memoria a un posible desmayo. ¿Si ese fuese el caso, qué clase de ignorante le llevaría hasta su habitación y no a la enfermería? ¿Cuánto llevaba dormido? ¿Por qué rayos Blaine estaba tan presente en sus pensamientos? Enfadado, apartó las mantas sin ningún cuidado dispuesto a levantarse y fue entonces notó llevaba puesta la misma ropa del día anterior. Sintiendo asco, decidió necesitaba con urgencia tomar un baño.
Kurt recién llevaba desechos los primeros botones de su camisa escolar blanca, cuando escuchó una vibración ligera provenir desde el interior del bolso que usaba para asistir a clases. Sin pensarlo demasiado, extrajo el aparato y cometiendo el error de no verificar el identificador, contestó.
—¡Gracias a Dios! —Kurt reconoció sin esfuerzos ese timbre de voz al instante. Sólo Finn Hudson poseía tal manera de hablar tan jodidamente irritante. Maldijo entre dientes dispuesto a terminar la comunicación sin importarle poco o nada lo que su hermanastro tuviese que decirle—, ¡Espera! —pidió veloz el deportista perteneciente a Mckinley, cuya experiencia adquirida tras ser dejado tantas veces con las palabras todavía en la boca más de una ocasión, le avalaba—. Sé soy la última persona del planeta entero con quién quisieras charlar —murmuró ligeramente dolido—, pero créeme si te digo será mejor hoy intentes hacer una pequeña excepción.
El telepata se masajeó las sienes repetidas veces, luchando por ser paciente pese a saber no era precisamente una de sus mejores virtudes—. ¿Qué quieres, Finn? —le preguntó cortante, dejándole claro al otro chico debería explicarse cuanto antes o terminaría lanzando al inodoro el celular sin remordimientos—. Te lo advierto, hoy me he despertado sin ganas de escuchar tonterías.
—Claro —coincidió Finn, resignado—. Pues, por acá las cosas se han tornado difíciles últimamente y…bueno —se interrumpió dos segundos, Kurt mientras tanto, creyó escuchar unas cuantas advertencias susurradas e incluso reclamos diversos—, recapitulando, nuestros padres se han puesto… ¿cómo decirlo lo más sutil posible sin ofenderles?... ¿histéricos tal vez?
—Sigue por ese camino y juro desapareceré este número cuanto antes —dijo sumándose a otras amonestaciones que sonaban de fondo.
—¡Lo siento! Pero es condenadamente difícil hablar si Burt sigue buscando la manera de quitarme el teléfono —se disculpó Finn sonando nervioso—. Es tan aterrador y da tanto miedo que…—comenzaba a divagar. Otra vez. Kurt no tenía tiempo para estas cosas.
—¿Cuál es el maldito asunto aquí?
—¿Versión larga o resumida? —le interesó saber—. Porque si quieres, puedo contarte todos los detalles y así…
—Voy a colgar —alejando el teléfono lo suficiente, estuvo a punto de presionar la tecla roja. Sin embargo, sólo una cosa le evitó hacerlo.
—Si cortas la comunicación, estaré en Dalton más rápido de lo que puedas deletrear Vogue.com.
Sin dudas ese era Burt Hummel. Y a oídos de Kurt, sonaba bastante furioso. Al finalizar seguro debería lidiar con una jaqueca horrorosa.
—Hola, papá —saludó sin muchas ganas, ubicándose en un pequeño sofá cercano al escritorio donde generalmente solía realizar sus deberes, deshaciéndose al fin de su camisa.
—¿Qué es eso de hola papá? ¿Se puede saber por qué motivos no he tenido ninguna noticia tuya en dos días? ¡Dos días, Kurt! Nisiquiera una sola llamada, ningún mensaje, ¡Nada hijo!.
—Llegué a Dalton hace unas cuantas semanas, papá —recordó al mayor de los Hummel, quien bufó molesto —. Justo a mitad del año, ¿recuerdas?, sabíamos debería lidiar con carga académica extra cuya complejidad sería mayor que en Mckinley. Tú mismo revisaste los folletos donde explicaban detalladamente la curricula.
—No es ninguna excusa, muchacho —se quejó Burt, terco—. Anoche estuve a punto de tomar mi camioneta y viajar hasta allá ¿tienes alguna mínima idea sobre cuán preocupado estuve por ti?.
—Exageras —igual a otras ocasiones, Kurt era consciente que su padre era quien menos merecía recibir un trato tan poco respetuoso. Le debía muchísimo a ese hombre tan cariñoso y amable, sin embargo, no imaginaba siquiera comportarse distinto sólo por profesar hacia él sentimientos mucho más profundos—. Estuvimos incomunicados durante un par de horas solamente. Ya no soy un niño, he aprendido a cuidarme solo.
—Modera ese tono, jovencito —reprendió nada conforme—. Ya sé, has crecido y te has convertido en hombre durante los últimos años. También comprendo eres completamente capaz de tomar tus propias decisiones, aún así, a mis ojos siempre serás mi pequeño niño.
—Perdón —murmuró cansado y culpablemente —. No sucederá otra vez.
—Eso espero —suspiró, aliviado—. Ahora dime, ¿Cómo estás? ¿Te tratan bien? ¿Qué tal todas tus clases?
—Todo bien.
—¿Qué clase de respuesta es esa? —inquirió con extrañeza total.
—La única cosa que puedo decirte por ahora es que Dalton resultó ser un sitio bastante interesante—despreocupado, consultó su reloj de pulsera y arqueó las cejas nada más constatar cuan tarde era. Estuvo durmiendo hasta casi media mañana—. Escucha, debo irme. Mis clases del segundo periodo pronto comenzarán. Prometo llamarte nada más tenga oportunidad ¿De acuerdo?.
—De acuerdo —le respondió sonando bastante dudoso—. Cuídate hijo.
—Lo haré.
Sin esperar ninguna otra despedida, finalmente, terminó con la llamada.
Media hora después, ya duchado, cambiado y debidamente peinado, Kurt se dirigió directamente al comedor principal donde todos los alumnos a esa hora se encontraban disfrutando del almuerzo. Por lo general, Kurt odiaba los espacios cerrados demasiado aglomerados, con gente ruidosa entrando o saliendo constantemente, aún así, debió entrar ahí porque tenía tanta hambre que difícil le era soportarlo. Ordenando un café y panecillos de arándano, procedió a ocupar una mesa lo suficientemente alejada del resto, sin notar como un chico rubio se mostraba muy interesado nada más verle pasar.
Perdiéndose la conversación entre los que le rodeaban, Vladimir se disculpó educado, prosiguiendo a darle alcance al castaño. Evadiendo mobiliario y estudiantes, lo ubicó a varios lugares más de distancia. Dirigiéndose hacia él, se metió en su campo visual evitando causarle cualquier sobresalto—. Hola —saludó esbozando una encantadora sonrisa—. ¿Kurt Hummel, cierto? —Ante tal pregunta, Kurt entornó los ojos como si creyese haber sido confundido con otra persona—. ¿Puedo? —con la mano, señaló el asiento vació disponible. Aún cuando ninguna respuesta le fue brindada, se sentó de todas maneras—. Nos conocimos ayer. Regresabas a los dormitorios durante horas de clase y te pedí un pase especial, ¿recuerdas? —Sí, lo hacía, pero eso no significaba que le desagradase menos tenerlo enfrente otra vez—. ¿Ya te sientes mejor?
—¿Perdón? —Kurt habló arqueando la ceja, haciéndose escuchar sobre tanto barullo.
—Pues, ayer sufriste un colapso nervioso —comentó—. Nos asustaste mucho a todos. Creímos comenzarías a destrozar lo que tuvieses al alcance o algo peor —debido a esa expresión confusa reflejada en la cara de Kurt, Vladimir supo parecía haber olvidado gran parte del incidente—. ¿En serio, tú…?
—¿Qué ocurrió exactamente? —preguntó con voz suave, calmada, incitando al rubio a contarle todo. Vladimir sin poder evitarlo, se removió nervioso en su silla y Kurt consideró sería sencillo encontrar lo qué buscaba en ese extranjero tan excéntrico—. ¿Podrías darme detalles? Mi mente —llevándose dos dedos hacia las sienes, fingió extrema confusión—, se torna borrosa respecto al tema. Y quisiera saber...
—Por supuesto —los siguientes minutos, Vladimir se dedicó expresamente a narrar los pasados sucesos a Kurt. Desde el momento en que colapsó, hasta la llegada de los profesores cuya única intención consistió en brindarles ayuda inmediata. Al escuchar que Blaine también había estado involucrado, Kurt necesitó debatirse entre enfadarse o sorprenderse. Claro, pensó en él durante esos angustiosos instantes, sin embargo, jamás imaginó acudiese para hacerse cargo sin dudarlo dos veces. Realmente creyó ganarse la antipatía del profesor debido a los enfrentamientos entre ambos. ¿Qué le motivaba? ¿Necesitaría hablar con él? ¿Cómo debería actuar ahora? —Disculpa, ¿te encuentras bien?
Regresando a la realidad, ratificó—. ¿Eso es todo?
—Sí, supongo —meditó algo descolocado, creyendo haber dicho lo más importante—. Por cierto, lamento mucho no haber sido de ninguna ayuda para ti, desafortunadamente mi habilidad no abarca nada relacionado con lo psíquico.
—¿Sabes soy telépata?
—Resultó bastante obvio, sí —bromeó jugando distraído con sus dedos repetidas veces, liberando así cierta tensión. Aún más inquieto debido a tan inminente silencio suscitado entre ambos, decidió mostrarle a Kurt a qué se refería y extendió su brazo derecho hasta alcanzar a rozar apenas el vaso térmico sobre la meza, que aún contenía cierta porción de café caliente. Inmediatamente, una ligera escarcha blanca invadió cada espacio disponible del material marrón.
Kurt quitó la tapa comprobando el interior estaba congelado. Disconforme, le dirigió una espantosa mirada—. Ahora me debes uno de estos —reuniendo todas sus pertenencias, se levantó y dejó ahí solo a Vladimir, quien continuó contemplándolo hasta que desapareció entre las dos enormes puertas abiertas principales del lugar.
Sin querer, soltó una ligera risita tonta. Dios, por supuesto que buscaría cualquier manera de saldar su deuda con el ojiazul. Y entre más pronto la hallase, mejor.
…
—Se supone debe terminar en tú estómago Blaine, no formando figuras extrañas dentro del plato.
—Lo juro Sebastian, ya no puedo comer nada más —lloriqueó señalando la charola aún rebosante con diversos alimentos, hasta que decidió deslizarla justo a mitad de sus piernas, manteniéndola lo más lejos posible. Ignorando las muecas disgustadas del más alto, se acomodó contra las mullidas almohadas dándole intencionalmente aire extra cansado a cada movimiento que hacia—. ¡Vamos! Si sigues haciendo eso te saldrán arrugas y luego Albert será quien deba pagar las consecuencias.
—¿Te crees muy gracioso, no es así? —quiso saber sarcástico Sebastian, tras alejarse sin prisas del ventanal descubierto de cortinas, hasta ubicarse justo frente a la cama del moreno. Blaine, a su vez, levantó ambas manos alegando inocencia—. Necesitas reponer fuerzas, Mercedes fue bastante explicita en ese aspecto —dijo apuntando los trozos de fruta fresca, yogurt, cereal e incluso gelatina aún intactos—. ¿Quieres tu independencia de nuevo? —Recibiendo repetidos cabeceos afirmativos en contestación, continuó—, ¡Perfecto! La única manera de conseguirla es no dejar ninguna miga en esos platos.
—¡Pero he sido bueno! —se defendió haciendo constantes pucheros. Se comportaba igual a un niño pequeño buscando salirse con la suya, sin embargo, necesitaba intentarlo—. Ustedes se preocupan demasiado.
—Realmente quisiera golpearte, Blaine —murmuró pasándose los dedos entre el cabello importándole poco despeinarlo—. Agradece Santana ahora mismo se encarga de otros asuntos, o apuesto terminaría pateándote tan fuerte que te sería imposible caminar durante días.
—Lo digo en serio, Seb.
—¡Yo también! —Profirió necesitando recurrir a todo su posible autocontrol—. Casi te mueres, pedazo de insensato mal agradecido —Sebastian elevó ambos brazos al cielo, como si rogara por ayuda divina inmediata—. Tu corazón se detuvo durante casi dos minutos completos ¿y ahora vienes a decirme que nuestra intranquilidad es exagerada? —Reclamó incrédulo—. ¡Piensa al menos cómo nos sentirnos al verte tendido sobre esa camilla, malditamente pálido e inmóvil, sin respirar!
Avergonzado, Blaine clavó sus ojos hazel en las mantas. Su mejor amigo estaba en lo cierto. Internarse en la mente de Kurt resultó ser demasiado peligroso, se le salió de control amenazando su seguridad e integridad física. Afortunadamente Hummel salió completamente ileso del inapropiado experimento, sin embargo, él necesitó reanimación cardiopulmonar constante para volver. Aún pese a los reclamos recibidos después, Blaine no se arrepentía. Toda acción conllevaba riesgos, tomó los necesarios y creía haber logrado ciertos avances. Pequeños, aunque certeros. Lo que no sabía era si de manera favorable.
—Discúlpame —susurró bajo —. Nunca fue mi intención menospreciarlos.
—Escucha —acercándosele, retiró la bandeja evitando así pudiesen derribar cualquier cosa y producir un desastre—. Siempre has sido demasiado bueno, Blaine. Mantienes tu fe puesta en las personas hasta el final —envolviendo las manos del moreno entre las propias, brindó un ligero apretón afectuoso—, y eso a veces te perjudica —de manera fraternal, acomodó algunos rizos rebeldes despejando la frente del telepata—. Me dolería mucho saber resultaras lastimado por alguien que no vale la pena.
—¿Lo dices por Kurt, verdad? —indagó curioso. Sebastian suspiró derrotado—. ¡Mis intenciones con él son meramente filantrópicas, Seb! Jamás concebiría intentar nada más. ¡Es prácticamente un niño, por Dios!
El electroquinetico abrió su boca dispuesto a exponer las razones por las cuales creía todo ese asunto era una mala idea, sin embargo, terminó cerrándola sin decir absolutamente nada. Todo porque necesitaba confiar. No en Hummel, Dios, claro que no. Más bien deseaba hacerlo por Blaine quien pese a convertirse en adulto gracias a los altibajos tan propios en la vida, seguía siendo la persona más integra que jamás conoció. Blaine quería convertirse en mentor del chiquillo ese y evitar que sus habilidades le hicieran perder la noción entre lo bueno o lo malo.
Sí, definitivamente no estaba de acuerdo con las decisiones del moreno, pero como bien le dijera Santana antes, siempre estarían ahí, apoyándolo—. Lo sé, aunque eso no significa que existan ciertas cosas en ese mocoso mal educado que no terminan de gustarme.
—Mira, entiendo tu punto y aún así…
—Sólo —interrumpió las palabras del otro, abruptamente—. Sólo prométeme tendrás cuidado con él.
Blaine sonrió enternecido y brindándole la mejor de sus sonrisas, agregó—. Por supuesto —reafirmando lo anterior, palmeó la rodilla derecha del castaño levemente—. Pierde cuidado, pese a esa actitud tan espantosa que tiene, no es tan malo como parece.
—Permíteme disentir —revoleando los ojos sarcásticamente, tomó uno de los tantos cuencos dispuestos en la charola comenzando a degustar el cereal que contenía—. Incluso aún me da cierto miedo preguntarte qué carajos encontraste dentro de su paranoica cabecita.
—¿Quieres la verdad? —Sebastian arqueó las cejas en obvia señal de afirmación, como si con ello proyectara no quería sucediera de otra manera distinta—. Fue extraño.
—¿En qué sentido?
—Bueno, Kurt carece del entrenamiento adecuado y aún así ha logrado crear diversos métodos restrictivos torno a su realidad psíquica. Es bastante impresionante, sobre todo considerando todavía es demasiado joven —ante las muecas confundidas del otro hombre, intentó expresarse lo más sencillamente posible—. Me recordó bastante a los videojuegos que solíamos amar durante nuestros años de estudiantes.
—¿Algo así como World of Warcraft? —dijo sin evitar recordar nostálgico las incontables noches en vela tratando de avanzar o ganar niveles nuevos cada vez.
Blaine se rió —No tan de rol. Más bien parecido a The legend of Zelda. Incluso con laberinto incluido.
—Suena aterrador —concluyó mascando ahora dos granos de uva a la vez.
—También averigüé ciertas cosas.
—¿A sí? —Aunque no quisiera saberlas, terminaría haciéndolo de todas maneras—. ¿Cómo cuáles?
—Kurt posee nivel intelectual incomparable, los escudos protectores iniciales o trampas basaban su solución en operaciones algorítmicas complejas, me causaron verdaderos problemas.
—¡Súper interesante! —Añadió con sorna, ansioso por cambiar el tema—. En realidad no me interesa y sólo pretendo escucharte porque hay comida de por medio, pero… ¿sabes qué deberías hacer nada más te recuperes?
—¿Retomar nuevamente mis clases?
Sebastián soltó una fuerte risotada permitiéndole al moreno saber exactamente a qué se refería—. Necesitas una cita. Ya sabes, salir con alguien, divertirte, olvidarte del trabajo y luego posiblemente, si el asunto marcha bien, acabaras teniendo sexo ardiente durante horas. ¡Mira que buena falta te hace! ¿Cuándo fue la última vez qué lo hiciste?
—Ok, primero eso no es asunto tuyo —enumeró con los dedos, incómodo—. Segundo, mi vida sentimental está bien así, muchas gracias —luego aún en el mismo tono, continuó—. Realmente eres increíble, hace sólo unos momentos hablábamos sobre el hecho de que no te gustaría verme lastimado, y ahora, simplemente me dices debería salir a buscar sexo. ¿Sabes qué es lo peor? —Sebastian inclinó la cabeza hacia un lado, expectante—. ¡Ya nada relacionado contigo me sorprende!
—¡Oh, por favor! Hacerte el puritano a nuestra edad me parece ridículo —se burló sin miramientos—. El sexo es necesario, amigo mío y tú te has mantenido célibe desde hace ¿cuánto, dos años?
—Sebastian…
—¡Bien! Pero si cambias de opinión, conozco ciertos chicos confiables a los cuales les encantaría meterse entre tus sábanas siempre que quisieras sin compromisos —Blaine se cubrió el rostro usando una almohada, avergonzado hasta la medula.
—¡Fuera de mi habitación, Smythe!
—Como quieras —restándole importancia, se dirigió hacia la puerta—. Igual sabes Santana será mucho peor cuando venga más tarde a traerte la cena —el telepata ahogo un gemido lastimero—. Nos veremos mañana, Blaine Warbler.
Blaine hizo varios gestos con sus manos, incitándolo a marcharse ya. Escuchando todavía su risa amortiguada en el pasillo, se dijo que aunque sonara tentador, no necesitaba nada de eso. Claro, era un hombre y como tal necesitaba ciertas cosas, sin embargo, creía firmemente en el romance chapado a la antigua. Sí, había tenido diversas parejas sexuales pero ninguna se acercaba a lo qué buscaba. Ni por asomo. Así que dejó de buscar. Prefirió darle mayor importancia a otros asuntos que requerían su completa atención. Si el destino le tenía preparado encontrarle con su alma gemela, esa persona especial capaz de hacerlo feliz aún con pequeños detalles… ¿quién era él para luchar contra tales designios?
Y sabía, o más bien creía, sus caminos se cruzarían tarde o temprano. O posiblemente… más temprano que tarde.
...
Primero que todo, quisiera ofrecerles una gran disculpa por la descomunal tardanza para publicar este nuevo capítulo, pero existe una muy buena explicación. Mi computadora falló, kaputt, dejó de funcionar y desgraciadamente en medio de su crisis terminó borrando casi la mitad del capítulo. Si sumamos esto a mis constantes horas escribiendo como loca, sin que llegase a quedarme el contenido al original, mi Beta también tiene vida personal así que debe tomarse su tiempo para corregir mis barbaridades. (Le Fray Morgana, realmente aprecio tanto tu paciencia :3)
Por otra parte, sí, dije que no incluiría a Adam dentro del fic pero, tras mucho pensarlo llegó a mi la idea y simplemente no pude evitar desecharla. ¡Espero les agradara!
Aunque debo admitir también todavía debo lidiar con muchas dudas existenciales referentes al fic. Sé hacia dónde lo quiero dirigir, sin embargo, el proceso será indudablemente largo y espero todo resulte tal cual se desarrolla en mi cabeza. Como sea, agradezco todos sus mensajes y también agradezco a las personas que aún sin comentar, continúan leyendo el fic. Saber qué están ahí, me anima a seguir escribiendo.
Sin más, me despido y que pasen una excelente semana. ¡Besos!
Última edición por whiteflower el Lun Abr 01, 2013 3:32 pm, editado 2 veces
Invitado- Invitado
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Tu Fic simplemente me encanta :)
Sigo con la duda de que estaran bucando esa "gente" (no se como llamarlos) por ejemplo: a que mandaron a Marley :S
ACTULIZA PRONTO SI :)
NO TARDES :)
Sigo con la duda de que estaran bucando esa "gente" (no se como llamarlos) por ejemplo: a que mandaron a Marley :S
ACTULIZA PRONTO SI :)
NO TARDES :)
alexa-unicornio-15****** - Mensajes : 307
Fecha de inscripción : 30/12/2012
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
a todos los buenos escritores, siempre les fallan sus computadoras, ya es una maldición :P
me encanto, como siempre ^^
me encanto, como siempre ^^
Mary Alexander********-* - Mensajes : 893
Fecha de inscripción : 14/08/2012
Edad : 26
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
siii al fin.
tengo que admitir que me encanta que Marly este en el fic es genial.
Dios Bladimir esta interesado en Kurt no lo creo en que se acaba de meter jajajajajajajajajajaja.
he conocido hermanos pacientes pero Finn bate récord no se como no se aburre atribuyo eso al cariño que le tiene a Kurt, y su padre me recuerda al mio cuando no llamo jajajajajajajajaja.
me encanta tu fic soy adicto a el esta genial gracias por escribir.
tengo que admitir que me encanta que Marly este en el fic es genial.
Dios Bladimir esta interesado en Kurt no lo creo en que se acaba de meter jajajajajajajajajajaja.
he conocido hermanos pacientes pero Finn bate récord no se como no se aburre atribuyo eso al cariño que le tiene a Kurt, y su padre me recuerda al mio cuando no llamo jajajajajajajajaja.
me encanta tu fic soy adicto a el esta genial gracias por escribir.
Kenigal********-*- - Mensajes : 1009
Fecha de inscripción : 15/12/2011
Edad : 34
Re: [Fic Klaine] "Mentalmente Accesible"XV "No man's land" "Part II"
Hola!!!! muy buen capitulo, quiero que Kurt busque a Blaine para conversar de lo que sucedió...Blaine esta muy lastimado? digo físicamente.... así como para que se ausente de las clases... o por lo menos para que Kurt se de cuenta indirectamente de lo que pudo haber hecho Blaine...Eso. Saludos y gracias por escribir :D
natty2208********- - Mensajes : 622
Fecha de inscripción : 04/12/2011
Edad : 38
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