FIC BRITTANA : Mi Reina de la noche - capitulo 46, FINAL.

Me encuentro en mi oficina, sentada en mi escritorio frente a una pequeña torre de documentos que necesitan mi firma para distintos tipos de gastos de la empresa , tengo unas terribles ojeras y un cansancio notable a causa de estar desvelada toda la noche , no dormí pensando en santana finalmente dejo su trabajo y está estudiando eso me enorgullece también pensaba en todo lo que ha ocurrido recientemente entre nosotras , estamos juntas de nuevo , sonrió de manera boba sin notarlo, “estoy realmente feliz, espero que le guste mi pequeña sorpresa”.



Escucho sonar el teléfono de mi oficina.



—si?


—señorita Pierce tiene una llamada entrante. —escucho la voz de mi secretaria.


—¿de quién se trata? —le pregunto


—es su novia la señorita santana López. —sonrió de inmediato



—muy bien, pásame la llamada, y no quiero interrupciones mientras estoy al teléfono con ella.



—entendido, jefa, no le comunicare llamadas mientras esta esté en proceso



—¿Brittany Susan Pierce te volviste loca? —me dice santana ,al teléfono a modo de saludo. Actúo como si no supiera de qué me estaba hablando.



—No, amor —respondí inocentemente—, ¿por qué?



—¿Y entonces qué hacen estas 750 rosas rojas en mi casa? ¡Te habrán costado un dineral! —Estaba muy indignada.



—¿Cómo? —Contesté, con la misma inocencia de antes—. ¿Alguien te mando 750 rosas rojas?



—Alguien no. ¡Tú! —Se enfureció—. ¡No lo niegues! —Me encantaba cuando se agitaba de aquella manera. Se le había puesto una voz muy aguda.



—No lo estoy negando sanny —dije alegremente, sin dejar de reír.
¡Ah, cuánto la amo! ¡Qué carácter!



—O sea, que te volviste loca. —Lo dijo en tono triunfal.




—TE AMO—le grite a todo pulmón —. Si eso significa estar loca, ojalá esté loca el resto de mi vida.



Se hizo un silencio que duró unos segundos.




—yo también te amo y son muy bonitas —contestó al fin, también en voz alta.




—Eso espero. Las escogí yo misma, una por una.




—¿Una por una? —Se quedó atónita.




—Pues claro san. No iba a permitir que lo hiciera otra persona, ¿verdad?, solo yo… solo yo puedo hacerlo —estaba empezando a despertar mi deseo... y todavía faltaban muchas horas hasta que llegara la noche




—eso es cierto britt solo tú…solo tú puedes hacerlo y no solo me refiero a escoger las rosas—afirmó en tono sensual.




—Será mejor que lo dejemos —le pedí, tratando de mostrarme razonable—. Esto se empieza a parecer mucho al sexo telefónico.



—¿Vendrás a verme hoy? —me preguntó.



—Si quieres. —No estaba muy segura de lo que pretendía.



—Sí que quiero —confirmó rápidamente.






Desde luego, decisión no le faltaba, lo cual no era nada habitual. ¿Se estaba convirtiendo en una costumbre nueva? Sea lo que sea , me encanta.




—. ¿A qué hora terminas?



—a las siete. —Me moría de deseo por ella y mis sentimientos se empezaban a mostrar, pero no me quedaba otro remedio que admitir que en mi mesa se apilaban montañas de trabajo.



—Lo dices en broma, ¿no? —dice disgustada.



—No. —Esta vez, tuve que mantenerme firme. Por mucho que me gustaría, no podía dejarlo todo y salir corriendo cada vez que ella llamaba . Se me estaba acumulando el trabajo y las fechas de entrega a mi padre se acercaban, cosa que intenté explicarle



—Tendrías que ver cómo está mi mesa santana.



Era obvio que todo aquello no le interesaba en lo más mínimo.



—Si no vienes tú, iré yo —me comunicó espontáneamente



—¡Ni hablar! —Casi levanté las manos, como un gesto instintivo de defensa, pero en el último momento me di cuenta de que necesitaba al menos una para sostener el teléfono. Traté de razonar con ella—. Sabes que no puede ser.



—No, no —respondió—. Esta vez no me vas a hacer cambiar de idea. O estás en mi puerta a las cuatro en punto, o me verás en tu oficina.



—¿en la puerta de mi oficina? —no pude evitar imaginarme la escena,
—. Eso aún no lo hemos probado, no hemos hecho el amor en mi oficina.




—Ahora eres tú la que busca el sexo telefónico. —Se rió.



Lo admití.




—Llegaré pronto —le prometí—, pero no te aseguro que sea a las cuatro en punto.




—No llegues muy tarde amor —me susurró sensualmente—. Te estaré esperando y si no te apresuras empezare sin ti .




—Dios mío —suspiré—, cuánto me gustaría estar ya ahí.




—Y a mí. —Percibí su impaciencia a través de la línea telefónica—. Hasta entonces, pues. Mientras tanto, me dedicaré a regar las rosas. —Hizo una pausa—. Pensaré en ti todo el día britt. —Colgó.





Besé el auricular del teléfono y dije: — Yo también pensaré en ti todo el día san —. Sentí lástima de mí misma mientras contemplaba el auricular de plástico.





Finalmente, salí del trabajo a las cinco.





Cuando entré en su apartamento, me recibió con un beso largo y apasionado, explorando toda mi boca con su deseosa lengua lo cual hizo que me empezaran a temblar las rodillas. Sin embargo, y para mi sorpresa, me soltó y me apartó de su lado.



—Siéntate —dijo. No era exactamente una petición, sino más bien una orden dictada en un tono educado—. Voy a prepararte algo de comer y un café. La veía muy puesta en el papel de ama de casa.



—Si quieres, también puedes traerme mi pijama azul mientras me doy un baño —le dije, en broma.




—Ese pijama aun no la he buscado de la lavandería—me respondió, Mirándome por encima del hombro—, pero si te gustan, te compro otra para que tengas aquí dos pijamas azules. —Aparentemente, hablaba en serio.



—¡Por Dios! —exclamé. Estaba sorprendida, pues aquel recibimiento no encajaba con santana —. ¿Qué te pasa sanny?




Santana Puso en marcha la cafetera exprés mientras rellenaba un sándwich y regresó junto a mí.




Yo seguía contemplándola boquiabierta y ella me dio un pellizquito en la nariz seguido de un beso de pico.




—Me gusta cuando llegas a casa cansada del trabajo y puedo cuidarte un poco. Jamás había tenido la oportunidad de hacerlo, ahora con el horario universitario me puedo dar el gusto de hacerlo y de consentirte un poco amor —explicó, con la intención de responder a mi pregunta.




Después me empujó hacia el sofá y yo me dejé caer.




—Pues espero que esto no se convierta en una costumbre —protesté—. Soy muy vaga. Si empezamos así, acabaremos pasando todas las noches en casa viendo la tele en el sofá.




Se inclinó sobre mí y me rozó sensualmente la mejilla con los labios.




—Yo sé cómo evitarlo —dijo, riéndose en voz baja. Después se puso en pie—. Además, no me molestaría ver tele todo el día , si eso implicada estar acurrucada junto a ti




Regresó a la cocina y me trajo una taza de café y un sandwich. Después se sentó junto a mí en el sofá, como la primera vez que yo fui a verla en su apartamento.



Cruzó las piernas exactamente como lo había hecho entonces. La única diferencia es que iba vestida de forma distinta, lo cual no impidió que la deseara con desesperación.


Después de darle un gran mordida al rico sándwich , tomo la taza de café y, sin dejar de observar por encima del borde a la mujer que estaba sentada junto a mí, bebí un sorbo.





Ella había apoyado los brazos en el respaldo del sofá. Se Volteo de repente y me descubrió mirándola.





—¿Quieres que me cambie de ropa? — preguntó. Se echó a reír con entusiasmo cuando vio mi expresión angustiada—. Lo digo para que puedas saborear la situación tanto como en ese entonces.—No había duda de que sabía lo que se traía entre manos.




—Santana basta ya —supliqué, un tanto incómoda—. Sabes que no me gusta.




—Pero te acordaste. —A diferencia de lo que me sucedía a mí, ella se sentía lo bastante cómoda como para que la situación le resultara divertida—. Estabas tan adorable aquel día —dijo, deleitándose claramente en el recuerdo—.tan nerviosa, Me di cuenta enseguida de que estabas enamorada de mí.




—Supongo que me quedé mirándote embobada. —Aquellos recuerdos aún me hacían sentir muchísima vergüenza.




—Sí te quedaste mirándome, pero no embobada —me corrigió.




Manejaba la situación con gran dominio y consiguió que yo me sintiera prácticamente igual que aquel primer día.




—Por cierto, que no me gustó demasiado. —El recuerdo de lo sucedido provocó en mí una reacción de rabia—. Fue espantoso.





—¿Ser mi clienta? —De repente, se había puesto seria.




¿Qué pretendía al decir aquello? Hasta entonces, nunca había sacado el tema. Se inclinó y tomó una rosa del jarrón, que estaba sobre la mesita de café. La olió.




—Las rosas no estaban aquí. —Me miró—. Hasta hoy, me habían regalado rosas rojas muy pocas veces y, desde luego, nunca tantas. —Se echó a reír, abrumada.




Me costaba imaginarlo. Suponía que, a lo largo de su vida adulta, miles de personas “tanto hombres como mujeres” se habrían enamorado perdidamente de ella.




—La primera vez que me regalaron rosas rojas —dijo de repente, absorta aún en la contemplación de la flor que sostenía en la mano— tenía diecisiete años. Me las regaló un hombre. —Se echó a reír con desdén—. Y claro, quería algo a cambio. —No aclaró si le había dado lo que él quería, y la verdad es que tampoco me interesaba mucho saberlo.




Me miró de nuevo—. Después pasó mucho tiempo hasta que alguien volvió a regalarme rosas. De hecho, fue hace un par de años.




—Katherine — le dije instintivamente, ella asintió.




—. Si , Y ahora tú. —. Extendió un brazo y me rozó la mejilla con los pétalos de la rosa.






Me acarició hasta la oreja, después descendió hacia mis labios y los acarició también. El perfume de la rosa era embriagador, aunque toda la sala desprendía la misma fragancia. La rosa tenía un tacto suave y sedoso. Arranqué un pétalo con los labios y lo sujeté con fuerza. Ella se inclinó, todavía con la rosa en la mano, y me puso un brazo alrededor de los hombros. Me acarició la nuca con la rosa y se inclinó aún más sobre mí.




Después me besó en los labios, en la comisura opuesta a la que ocupaba el pétalo. Nuestros labios se rozaron apenas, como un susurro, pero se me escapó un gemido.




Entreabrió los labios, tomó el pétalo y mi boca al mismo tiempo y me besó. Permitimos que nuestras lenguas juguetearan un rato con el pétalo: ella lo introducía en mi boca y yo se lo devolvía, hasta que no pude soportar más la excitación. Al parecer, a ella le ocurrió lo mismo, pues me empujó hacia atrás en el sofá y se acostó sobre mí.




Dejó la rosa a un lado y cogió el pétalo que todavía estaba en mi boca.




—Esto ya no lo necesitamos —susurró, con una voz dulce y sensual.





Deslicé las manos hacia su cintura y empecé a desnudarla. Al notar su piel, la acaricié con los dedos y empecé a desabrocharle los pantalones y bajar su ropa interior . Gimió cuando le acaricié el vientre.




—Espera —me ordenó.




No me moví. Se sentó sobre mi pierna y empezó a balancearse, frotándose contra mí mientras me besaba fogosamente . Al cabo de unos segundos, se corrió. Después se dejó caer sobre mí y la abracé.




—Lo siento —murmuró, tras unos segundos de recuperar el aliento—. No era eso lo que pretendía hacer… no tan rápido...




—¿Te gustó? —le pregunté con ternura.




—Sí. me gustó mucho




—Entonces no hay problema amor—La abracé con más fuerza antes de subirle la ropa interior y abrocharle el pantalón.




Se inclinó y me besó.





—sabes britt, He recobrado mi autoestima y hay cierta persona que tiene bastante que ver con eso. ¿No es así? —Me observó con una Expresión de ternura Asentí — te lo agradezco mucho , gracias por llegar a mi vida.




—no hay nada que agradecer, te amo y haría cualquier cosa por ti. —dije con la voz quebrada.




Me aclaré la garganta.





—¿y esto que es? —dije al tomar una hoja de papel de la pequeña mesa, parecía una carta dirigida a santana “rory flanagan” podía leer como remitente.




—eso… es una carta que me escribió rory , mi vecino extranjero, allí me notifica que su familia vendrá de Irlanda y se mudara aquí , me pregunta si estoy interesada en vender mi apartamento.




Al escuchar aquello los ojos se me iluminaron con cierta esperanza.





—¿lo harás?, ¿venderás el apartamento?.




Mi latina se encogió de hombros.



—no lo sé britt.




Decidida, la levanto de mis piernas y me pongo de pie para mirarla directamente a los ojos. Ella me mira extrañada.




—Santana yo…quiero que vengas a mi apartamento a vivir conmigo —digo finalmente esperando ansiosa por su respuesta, ella aguarda en silencio sin ninguna expresión en su rostro hasta que miro aparecer una gran sonrisa.





—sii , acepto britt , ¡claro que acepto! —dice sonriendo con los ojos lagrimosos al igual que los míos , mi morena se levanta y se abalanza sobre mi dándome un abrazo cargado de sentimientos.





—Me haces muy feliz —le digo con una gran sonrisa al besarla





—y tú a mi britt ¿Cómo crees que será nuestra vida si dentro de diez años si seguimos juntas? —me preguntó. Sus labios, que en ese momento me estaban besando.




—. No creo que sea muy distinta para nosotras que para cualquier otra pareja que se ame, —.ella me sonríe con ilusión y yo imito su acción de manera inconsciente —.convivencia, muchas noches fogosas , hijos, tu aguantando a mis padres hablándote de mi infancia y yo escuchando las amenazas de mi suegra jajaja pero ¿Qué te parece si primero nos concentramos en tu mudanza?




—Sí , todo eso quiero contigo britt una vida, nuestra vida juntas —dijo, un instante antes de besarme apasionadamente y reiniciar nuestro encuentro amoroso.