FANFIC KLAINE. "El chico que se escabulle en la ventana de mi habitación" Epílogo - Parte II

PD: Gracias por siempre leer y sacarme una sonrisa con tus comentarios. Saludos Itzuri!

PD2: Itzuri, me gusta ese nombre.

A la mañana siguiente, después de que Blaine se había escabullido por mi ventana, fui a la cocina para ver a Finn sentado ahí, conversando con mamá.

—Buenos días —dije alegremente.

Mamá me miró un tanto sorprendida.

—¿Por qué estás tan feliz esta mañana? —preguntó, sonriendo.

Sonreí y reprimí una risa, no podía decirle que mi sexy novio me había dado una muy buena razón para sonreír antes de salir por mi ventana. Así que en vez de eso, solo me encogí de hombros.

—¿Por qué no estarlo? —contesté, mirando a todos lados, menos a Finn. Probablemente él sabía la razón exacta de mi feliz y satisfecha cara—. Así que, Finn, ¿hay algo que quieras contarme? —me burlé, sentándome al lado suyo.

Negó con la cabeza, sonriendo pero luciendo ligeramente confundido también.

—No. ¿Debería? —preguntó, levantando una ceja.

—No lo sé, tú enamorándote de mi mejor amiga, quizás —sugerí, golpeándolo con mi hombro suavemente.

Se quedo sin aliento y con un movimiento torpe derramó una cucharada de cereal en el mostrador de la cocina.

—No estoy enamorado de tu mejor amiga. Ése es tu trabajo, ¿recuerdas? —dijo sarcásticamente. No podía parar de reírme, ponerse a la defensiva no ayudaba mucho en su caso, si no sentía nada por ella entonces sólo habría estado de acuerdo o hubiera hecho algún comentario inapropiado.

—Sí, claro. Como digas, Finn. Te estoy vigilando. Sólo no la lastimes —le advertí, tomando un tazón y poniendo un poco de cereal.

Blaine entró por la puerta, y me imagino que si mi cara se veía como la suya, entonces probablemente eso era a lo que mi mamá se estaba refiriendo. Sonreía de oreja a oreja.

—Buenos días —saludó, chocando los puños con Finn al pasar.

—Buenos días, Blaine. ¿Desayunas? —ofreció mi mamá, levantando un poco de pan.

Asintió, sonriendo agradecido.

—Claro, Elizabeth, eso sería genial. —Envolvió sus brazos alrededor de mí por la espalda.

—Hey, Ángel. Te extrañé anoche —me susurró riendo tontamente.

Oí el “aww” en voz baja de mi madre y traté de no reír.

—Claro que lo hiciste —dije, golpeando su mano, mientras él la movía hacia abajo entre mis piernas por detrás del mostrador.

Rió y se puso a mi lado.

—Por supuesto que lo hice. Me gustó dormir contigo la otra noche. Tal vez tu mamá me dejará dormir con ustedes de ahora en adelante —dijo, mirando a mi mamá esperanzado.

—No presiones, Blaine —replicó ella, rodando los ojos.

Él se rió.

—Oye, ¡valía la pena intentarlo! —indicó, acomodándose el cabello detrás de sus orejas y mirándola un poco avergonzado.

—Siempre fuiste descarado —murmuró mi madre, sonriendo mientras ponía tres rebanadas de pan tostado en frente de él.

—Estaba preguntándole a Finn sobre su enamoramiento por Rachel —le conté a Blaine, queriendo alejar los pensamientos de mi vida sexual y él durmiendo en mi cama de mi mente.

Le había hablado a Blaine acerca de Finn y Rachel la noche anterior. Me dijo que no había notado nada, pero que iba a observarlo hoy por mí.

—No estás enamorado de alguien de dieciséis años, ¿verdad Finn? ¿Qué clase de chico de dieciocho años podría siquiera ver a alguien de dieciséis de esa manera? —Blaine preguntó, fingiendo indignación, usando las palabras que Finn solía usar hace un par de semanas atrás.

Finn lo miró fijamente en advertencia.

—Ja, Ja. Ustedes dos son tan graciosos —gruñó, negando con la cabeza mientras se alejaba para ir a vestirse.

***

Cuando nos detuvimos en el estacionamiento de la escuela, había una multitud cerniéndose sobre el auto de Sebastian. Estaba parado ahí torpemente, luciendo realmente incómodo, mientras los chicos le hablaban sobre su auto y las chicas le coqueteaban descaradamente, tratando de meterlo en la parte posterior del mismo. Jessica, como siempre, estaba al frente.

—Wow, tenemos bastantes zorras en la escuela —le susurré a Blaine. El solo asintió con la cabeza, observando sin impresionarse.

—Sip.

—Quizá deberías ir a ayudarlo. Luce muy incómodo —sugerí, mirando a Blaine suplicante.

Suspiró y rodó los ojos.

—¿Por qué tienes que ser tan jodidamente agradable todo el tiempo? —preguntó, besándome fugazmente antes de caminar en dirección al auto de Sebastian. Lo vi agitar las manos en un gesto de “se acabó”, haciendo que la mitad de los chicos se fueran inmediatamente. Pasó su brazo sobre los hombros de Sebastian, mientras lo conducía lejos de la multitud hacia la escuela, al mismo tiempo que Sebastian lo miraba agradecido.

Sonreí para mí. Realmente tengo el novio más adorable del mundo.

Rachel saltó sobre mí.

—¿Dónde está el trasero sexy de tu hermano? —preguntó.

Finn aclaró su garganta detrás de ella. Rachel se volteó y le sonrió.

—Lo siento, debería haber dicho, el trasero sexy de tu hermanastro —corrigió, guiñándole un ojo. El semblante de Finn se ensombreció ligeramente, pero rápidamente puso una sonrisa de satisfacción.

—Finalmente me di cuenta de que no estoy interesado, pero todavía tratas de entrar en la familia, ¿eh?

Ella río. Podía contemplar en la mirada de Rachel como estaba disfrutando la visión de mi hermano celoso, supongo que después de tantos años de haberse arrastrado para llamar la atención de Finn, esto era algo así como una venganza.

—Algo así —contestó, sonriendo con suficiencia.

Casi me ahogué en una carcajada. Finn amaba ir detrás de las chicas, me di cuenta que nunca había querido a nadie que no podía tener antes y honestamente creo que quería a Rachel, sólo porque ahora no estaba interesada. Me despedí de “Finchel” y arrastré mis pasos a través de las puertas de McKinley. Divisé a Santana, Sebastian y Blaine conversando contra sus casilleros.

—Hey —saludé, sonriendo mientras envolvía mi brazo alrededor de la cintura de Blaine.

—Hey, Kurt. ¿Cómo estas hoy? —preguntó Sebastian ladeando ligeramente la cabeza.

—Excelente, ¿y tú? —pregunté tratando de no reír mientras la mano de Blaine se deslizaba dentro del bolsillo trasero de mis jeans.

—Estoy bien —asintió con la cabeza. Santana sonreía seductoramente junto a él.

—Le estaba contando a Sebastian acerca del partido de hockey sobre hielo —intervino Blaine, pellizcándome ligeramente. Me exalte, mirándolo de reojo mientras le daba un codazo en las costillas.

¡Maldito chico pervertido! Sacó su mano de mis jeans riendo para sus adentros.

—Sí, voy a ir al juego del viernes. ¿Crees que pueda sentarme contigo? —preguntó.

Sebastian, mirándome esperanzado otra vez.

—Oye, existo. Puedes sentarte conmigo, si quieres —ofreció Santana, mirándolo furtivamente.

Él se sonrojó y le sonrió tímidamente.

—Gracias. Me gustaría eso —estuvo de acuerdo en voz baja.

—Vamos entonces, vayamos a clase —sugerí, rodando los ojos. Esos dos no pararían hasta el final, porque por la mirada en el rostro de Santana, no pararía hasta que fuera suyo, y al él parecía gustarle también. Me volteé para alejarme pero me detuve cuando vi a Jessica caminado hacia mí con una expresión de odio en su rostro. Ella prácticamente tiró un sobre marrón en mis manos mientras me miraba fijamente.

—Sigo pensado que hiciste trampa, pero la gente dice que es justo que recibas el dinero, así que aquí está, fenómeno —gruñó furiosa.

¡Mierda! ¿Acababa de darme más de tres mil dólares? ¿En realidad gané el dinero?

Santana se acercó a mí.

—Es mejor que vuelvas al infierno por donde saliste, zorra —bufó enojada.

Sonreí felizmente.

—Está bien San, no hay problema. Gracias por esto, Jessica —dije, agitando el sobre con orgullo.

—Asegúrate de que no se te pierda —contestó con una sonrisa de satisfacción en su rostro.

No tenía duda en mi mente de que ella tenía alguna clase de plan que probablemente me involucraba a mi tirando el dinero por el desagüe o prendiéndole fuego. De repente, tuve una gran idea, que en serio podría molestarla. Sonreí con arrogancia mientras me volteaba hacia Blaine. Me acerqué a él mientras metía el dinero en la parte delantera de sus pantalones, metiendo toda mi mano hacia abajo también. Blaine gimió y me miró sorprendido

—Cuida esto por mí, Blaine, lo sacaré después —susurré a la altura de su oído. Alcé la vista justo para ver a Jessica marcharse escupiendo fuego en la dirección opuesta. Era como la versión bizarra de Sue Sylvester en sus años de oro.

Me eché a reír. Blaine me tomó de la barbilla y me besó, podía sentir su sonrisa contra mis labios. El timbre sonó y las personas comenzaron a entrar a clase. Me quedé con Blaine, sin querer romper el beso. No puedo creer que gané ¡tres mil dólares! ¿Qué demonios podía comprar con todo eso?

Se apartó lentamente para recobrar aire, una enorme sonrisa se extendía por su rostro.

—Eso fue tan gracioso, su cara estaba para un fotografía —dijo riendo.

—Tu cara estaba para una fotografía —contesté, pellizcando su mejilla suavemente.

—Sí, okay, no esperaba que metieras dinero dentro de mis pantalones como si fuera alguna clase de stripper —sonrió y negó con la cabeza, divertido—. Así que, ¿en qué vas a gastar tu dinero, Ángel? —preguntó, mientras quitaba el sobre de sus jeans y me lo daba.

Me encogí de hombros.

—No tengo idea. ¿Qué deberíamos comprar? La mitad es tuya.

—No necesito nada, ya tengo todo lo que podría desear, justo aquí —dijo, agarrando con sus manos mi trasero.

—Mi trasero, ¿eso es todo lo que quieres? —pregunté, riendo.

Sonrió.

—Técnicamente, es mi trasero ahora, ¿cierto? —se burló de mí, antes de besar mi mejilla.

—Por ahora —bromeé mientras lo empujaba. Me abaniqué con él sobre—. Ahora que tengo lo que quería, no estoy seguro de que haya algo en esta relación para mí.

Rió y rodó los ojos, mientras envolvía mi brazo alrededor de su cintura.

—Vamos, te llevaré a clase —sugerí, conduciéndonos por el pasillo. Le tendí el sobre a Blaine—. ¿Podrías cuidar esto por mí? No confió en mí para hacerlo —me estremecí ante la idea de perder todo el dinero.

Sonrió y lo tomó, doblándolo en dos y deslizándolo dentro del bolsillo interno de su chaqueta.

—¿Y que si lo pierdo? —preguntó.

Sonreí mientras buscábamos nuestras clases, lo acerqué a mí, aplastando mi cuerpo contra el suyo.

—Entonces tendrás que pagarme de la misma manera —suspiré, besándolo fugazmente y caminando a mi clase rápidamente.

Jessica me miró fijamente cuando pasé y me senté al lado de Santana y Sebastian, en el asiento que me habían guardado. Para mi suerte, el profesor también estaba retrasado, de otra manera me habría ganado una detención.

.-.-.-.-.

El mes siguiente pasó muy rápido. Blaine seguía siendo el novio más adorable del mundo. Finn seguía siendo sobreprotector como de costumbre, nada iba a cambiar con eso.

Mi mamá volvió a trabajar pero estuvo devuelta en casa dos semanas, porque tenía que quedarse debido al lanzamiento de un nuevo producto o algo así. Rachel seguía coqueteando intencionalmente con Sebastian, para el disgusto de Finn y Santana. Blaine me contó que había hablado con Finn acerca de Rachel, al parecer, él no quería salir con ella, sólo no le gustaba el hecho de que estuviera detrás de alguien más, cuando solía estar detrás de él. Se sentía un poco dejado de lado, aparentemente. Así que, para solucionar el problema se acostó con un par de chicas extra y se sintió mucho mejor.

Mi relación con Sebastian había cambiado también, se había convertido en algo así como una bullying-amistad, gracias a la influencia de Santana; por supuesto. Pero de hecho, era un amigo muy cercano ahora; era un buen chico y mi confianza en él parecía aumentar cada día. Sebastian y Santana habían estado saliendo un par de veces, y Santana me dijo que él la había besado la noche anterior, por lo que estaba encantada. Realmente le gustaba, y creo que a él también le gustaba ella, lo cual era muy dulce.

Sebastian había estado yendo a ver los partidos de hockey de los viernes con nosotros por las últimas dos semanas, incluso había venido a nuestra “fiesta después del partido” por un par de horas también. Nunca hablamos de mi padre, nunca me preguntó algo acerca de él y no saqué el tema. De vez en cuando, lo mencionaba de paso, cosas que tenían que ver con su vida o casa, y cada vez que lo hacía me sentía nervioso y enfermizo.

Hoy era domingo, iba con Sebastian, a verlo en una competencia de skate. Cuando paró con su auto enfrente de mi casa, justo después del almuerzo, le di un beso de despedida a Blaine y reí ante sus pucheros.

—Deja de hacer pucheros Blaine. Estaré devuelta en un par de horas —dije, riendo.

Suspiró dramáticamente.

—¿Pero por qué no puedo ir? —se quejó frunciendo el ceño.

Sonreí.

—Blaine, ya te lo dijo, sólo podía conseguir un pase de invitado. ¡Me pidió que fuera con él! Deja de quejarte. Nos vemos más tarde —prometí, besándolo de nuevo mientras me levantaba—. Te amo —le aseguré mientras agarraba las llaves y mi teléfono celular.

—Yo también te amo —gritó desde la puerta principal.

—Hey —saludó Sebastian, sonriendo mientras me subía a su brillante auto deportivo.

—Hey. ¿Ya estás mentalizado y listo para la competencia? —pregunté, sonriendo.

Asintió con la cabeza.

—Sí, estoy un poco nervioso. El nuevo truco que he estado practicando sigue saliéndome mal. Voy a quedar como un idiota si fracaso —refunfuñó, haciendo una mueca.

—No fracasarás Seb. Ten algo de confianza —le respondí con firmeza.

Sonrió y rodó los ojos, conduciendo al parque de skate donde habían colocado una enorme rampa a media altura. Sebastian había estado tratando de enseñarme algunas cosas acerca del skate pero para ser honesto, como la mayoría de las cosas deportivas, me entraba por un oído y salía por el otro. Por lo general me gustaba ver a Blaine jugar, pero eso era sólo para verlo en su sexy uniforme.

La rampa que habían colocado era bsolutamente enorme. Me sentí un poco mareado cuando la miré. Era tan alta, por lo menos quince pies de altura de cada lado.

—Umh, Sebastian, ¿estás seguro acerca de esto? —pregunté, mientras caminábamos al stand de iniciación.

Sebastian entregó nuestros pases de competidores y nos dieron las bandas amarillas para la muñeca.

—Ow, Kurtie está preocupado por mi —canturreó en burla mientras me arrastraba hasta la zona de patinaje, donde la gente estaba dando vueltas esperando para continuar y practicar.

—Claro que si, Sebastian. No quiero que rompas la rampa con tus enormes dientes de caballo cuando caigas sobre ella —contraataqué. Pero mi voz sonó tensa y alarmada. ¡Estaba preocupado! Y por la mirada en su rostro, Sebastian pareció haberlo notado.

—Hey, me dijiste en el coche que tenga algo de confianza, espero que hagas lo mismo —dijo sonriéndome, abiertamente. Vaya, estaba confiado, ¡pero dolería caer desde allí! Nos sentamos viendo a los otros skaters dar sus vueltas. Los trucos que estaban haciendo me dejaron alucinado, saltos mortales, sosteniéndose de las manos, todo en lo que pudieras pensar. Todo el tiempo sólo me sentí cada vez peor. Después de una hora, Sebastian fue llamado para ir y estar listo, y mi corazón empezó a tratar de salir de mi pecho.

—Ten cuidado —le ordené.

—Voy a tratar. Pero si me muero, puedes tener mi auto —replicó, guiñándome un ojo.

—Sólo si puedo volver a rociarlo de negro —bromeé, tratando de no mostrarle que estaba preocupado.

Se echó a reír y se alejó rápidamente a la zona de calentamiento por un par de minutos. Cuando finalmente fue su turno, no podía respirar. Lo vi subir las escaleras hasta la cima de la plataforma y posicionarse al final, con el consejo de inclinarse a la espera. Me sonrió y traté de devolverle la sonrisa, estoy bastante seguro de que mi expresión parecía más una mueca de pesar. El silbato sonó, y se tiró. Apreté los ojos, cerrados, escuchando el aplauso y la alegría de la gente.

Sabía que en el momento en que abriera mis ojos, caería y se rompería el cuello. Después de una hora, bueno, sentí como si fuera una hora, probablemente fue aproximadamente un minuto, la gente aplaudió como loca, así que por casualidad abrí mis ojos. Sebastian estaba caminando por las escaleras, sin huesos rotos ni sangre. Salté de la silla y aplaudí junto con los demás, decidiendo fingir que lo había observado.

Hizo un trote corto y me abrazó con fuerza.

—¡Eso fue impresionante! —exclamé con entusiasmo.

Se echó a reír y sacudió la cabeza.

—¿Sí? Bueno, no es un secreto que eres tan blanco como el papel pero, ¿en serio? ¿También puedes ver a través de tus parpados, Kurt? —preguntó, riendo más fuerte.

Lo miré con tono de disculpa antes de codificar todo lo que dijo y fruncir el seño.

—¡Lo siento tanto! —clamé con sarcasmo.

Negó con la cabeza.

—No te disculpes, está bien. Sin embargo, aterricé —se jactó, sonriendo ampliamente.

Asentí con la cabeza.

—Lo sé, escuché a la gente gritar —dije un poco avergonzado. Me sentía culpable. Me trajo aquí para verlo y darle apoyo y ni siquiera podía hacer eso.

Supongo que era un hermanastro inútil. Nos sentamos de nuevo y me dio un resumen de todo lo que me había perdido y otras cosas para ser contadas. Sebastian fue uno de los últimos en hacerlo, así que no tuvimos que esperar demasiado tiempo antes de que los resultados fueran anunciados. Cuando el hombre entró en el escenario apreté su hombro nerviosamente, rogando que haya obtenido buenos resultados.

—Está bien, así que tuvimos algunos trucos excelentes hoy. Los jueces quedaron muy impresionados, así que felicitaciones —el hombre se paró en la pequeña plataforma—. Bien, entonces, en orden inverso. Viniendo en el tercer lugar con un puntaje de cuarenta y cuatro puntos de cincuenta, es… Sebastian Smythe —llamó.

Salté sobre él con entusiasmo mientras se reía.

—¡Sebastian, eso es impresionante! Estoy feliz por ti.

Sonrió abiertamente.

—Gracias, Kurt. Será mejor que vaya a buscar mi trofeo —asintió hacia el escenario. Me quedé allí animando y aplaudiendo como un idiota, mientras subía y conseguía su trofeo de plata. Volvió corriendo y me abrazó otra vez.

—Seb, esto es bueno. Déjame verlo —prácticamente lo arrebaté de sus manos y observé el trofeo de plata con un pequeño hombre en una patineta.

—Estoy muy contento con cuarenta y cuatro puntos. Es mi mejor resultado —sonrió con orgullo.

—Hey, ¿vamos comer algo para celebrar? Yo invito —sugerí, satisfecho.

—Por supuesto. Sólo tengo que cambiarme primero; realmente no puedo salir así —miró hacia su camiseta rasgada, pantalones cortos y sucias zapatillas de deporte, haciendo una mueca.

¿Por qué diablos iba a necesitar cambiarse?

—Sebastian, no importa eso —dije, mientras comenzábamos a caminar de regreso a su coche.

Se echó a reír.

—Kurt, estoy hecho un desastre. Esta es mi ropa de competencia. Siempre llevo la misma cosa; son como mi ropa de la suerte. Está toda rasgada y sucia. Además, estoy sudado y eso —respondió, encogiéndose de hombros. Subimos al auto—. Voy a hacer una parada en casa y me cambiaré, luego podemos irnos —dijo mientras sacaba el auto de la playa de estacionamiento.

¡Oh, mierda! ¿Quiere que yo vaya a su casa?

Empecé a sentirme mal. No podía ir, no quería ver a mi padre, no podía. Cerré los ojos, dispuesto a no enloquecer. Blaine no estaba aquí, así que no quería tener un ataque de pánico.

—No puedo —susurré.

Me miró, confundido.

—¿No puedes ir a cenar? —preguntó, mirándome como si estuviera loco, probablemente porque era mi idea, en primer lugar.

Negué con la cabeza.

—No puedo ir a tu casa, Sebastian. Por favor, no puedo verlo —supliqué, cuando continuó en la dirección opuesta de mi casa.

—¿Christopher? —preguntó, frunciendo el ceño. Asentí con la cabeza, incapaz de hablar a través del nudo en mi garganta. Me temblaban las manos. Cerré los ojos y pensé en Blaine, tratando de mantener la calma. Pensé en el color de sus ojos, cómo se sentía su pelo cuando pasaba mis manos a través de él, el sonido de su voz.

—¿Estás bien? —preguntó Sebastian, sonando afectado.

Asentí débilmente.

—No quiero verlo, Seb —susurré, dándome vuelta en mi asiento para mirarlo.

Él estaba tratando de ver el camino y mirarme, al mismo tiempo.

—¿Por qué no? —preguntó en voz baja. Sacudí la cabeza. No podía hablar de ello, sobre todo no con él, era su padrastro, por el amor de Dios, vivía con él.

—Yo no, por favor —rogué con mis ojos. Suspiró y meneó la cabeza.

—No está ahí de todos modos. Se fue el fin de semana con mamá y Tyler. No volverán hasta esta noche —dijo. ¿No estaba allí?

—¿Estás seguro? —pregunté, mi cuerpo empezaba a relajarse.

Asintió y sonrió para tranquilizarme.

—Sip. Fueron a Westerville el fin de semana para ver a mis abuelos. No estarán volviendo hasta las diez o algo así.

Lo miré para asegurarme de que no estaba mintiendo o tratando de engañarme o algo así. Parecía estar diciendo la verdad. Sebastian era un buen tipo, no me haría algo así, él no me mentiría.

—Está bien —acordé, en voz baja.

Sonrió y volvió a fijar su vista en la carretera.

—Por lo tanto, ¿puedo saber por qué tú y Finn odian tanto a Christopher? —preguntó con curiosidad. Cerré los ojos, realmente no quería tener esta conversación con él, con nadie. Incluso Rachel no sabía ningún detalle acerca de mi padre y de mi infancia.

—Sebastian, no quiero hablar de eso. Está en el pasado, prefiero que se quede ahí —contesté, rezando para que la conversación terminara aquí.

Asintió con la cabeza, viéndose un poco decepcionado y triste.

—Está bien. Bueno, si alguna vez necesitas hablar conmigo sobre cualquier cosa, puedes hacerlo. Ya lo sabes, ¿verdad? —preguntó, mientras entraba en una calle muy bonita.

 

Asentí mirando por la ventana, las casas eran enormes, con grandes coches de lujo en las entradas. Se puso en el camino de entraba y miré a la gran casa azul pálido. Se veía como si mi padre la hubiera hecho, ciertamente, por sí mismo.

—¿Estás seguro de que no está aquí? —cuestioné nervioso mientras me levantaba y caminaba al lado de Sebastian.

—Estoy seguro. El coche ni siquiera está aquí —confirmó, moviendo una mano al estacionamiento vacío. Me relajé y seguí caminando muy cerca de Sebastian, hasta su casa.

Apenas podía respirar. Al abrir la puerta de entrada me apoderé de la parte de atrás de su camiseta. Rió entre dientes.

—¡Dios mío, Hummel! No hay nadie aquí —me aseguró, sacudiendo la cabeza mientras envolvía su brazo alrededor de mis hombros, tirándome dentro de la casa. Era preciosa—. ¿Quieres algo para beber? —ofreció, llevándome a la cocina.

—Umh, seguro —miré alrededor, a todos los adornos y muebles caros—. Podría caber toda mi casa en tu sala de estar —dije, sonriendo.

Se echó a reír.

—Está casa es agradable, pero es demasiado grande para nosotros. No sé por qué este tipo de casa tan cara.

—¿Qué hace mi padre ahora entonces? —pregunté con curiosidad, cuando me entregó una lata de Pepsi.

—Acciones y participaciones. Es un gran agente de bolsa o algo, realmente no lo entiendo. Hace un montón de dinero, sin embargo —dijo, casualmente.

Todavía estaba haciendo eso, entonces, eso era lo que hacía cuando éramos niños. No quería hablar más de él; estar en su casa me estaba volviendo bastante loco.

—Por lo tanto, tú y Santana, ¿huh? —bromeé, tratando de cambiar de tema.

Se sonrojó y asintió con la cabeza.

—Es bonita —murmuró nervioso.

Sonreí al ver su sonrojo, era realmente adorable.

—Dijo que la besaste —levanté las cejas con perplejidad, a la espera de más detalles. Tenía la visión de ella del “beso perfecto”, ahora quería la suya.

Sonrió abiertamente.

—Sí, ¿dijo que le gustó? —preguntó, ruborizándose más fuerte.

¡Oh mierda, si lo hizo!

—Sí, le gustó mucho —confirmé, codeando su abdomen.

Largó una carcajada.

—Bueno, gracias a Dios —parecía tan aliviado que no podía dejar de reír—. Estaba pensando en invitarla a salir, correctamente, ya sabes, siendo exclusivo. ¿Crees que eso este bien? —preguntó, mirándome con esperanza.

Sonreí al ver su cara de preocupación.

—Claro que está bien —a Santana realmente le gustaba, sin duda sería exclusiva.

Se rió y desordenó la parte de atrás de su pelo.

—¡Increíble! Gracias, Kurt.

—Ve a cambiarte, entonces, y después vamos a comer. Estoy muerto de hambre —instruí, asintiendo hacia el pasillo.

—Está bien, estaré aquí en cinco minutos.

Me encogí de hombros.

—Puedes ducharte y esas cosas si quieres, no me importa esperar.

—¿Estás diciendo que huelo mal? —preguntó, riendo, mientras se abría camino a la sala.

—Bueno, estaba tratando de decírtelo con tacto —bromeé. Se rió y rebotó por las escaleras.

Me senté en el mostrador de la cocina, bebiendo felizmente mi Pepsi, jugando con su trofeo, cuando oí la puerta abrirse y a una mujer hablando.

—No, sólo tengo que darle un poco de medicina y ponerlo en la cama —dijo.

Sentí el aliento entrecortándose en mi garganta.

—Bueno, pero no ha dejado de llorar en todo el día. Maldita sea —espetó mi padre, sonando molesto.

Salté de la silla tan rápido que casi me caigo. Me mudé al otro lado del mostrador, teniendo que poner algo entre nosotros, él estaba viniendo hasta aquí. Mi corazón estaba fallando en mi pecho. No podía respirar correctamente. Había una puerta detrás de mí, agarré la manija, desesperadamente buscando alejarme antes de que él llegue. No podía verlo; no podía dejar que me viera. Agitando la manija rápidamente me di cuenta de que la puerta estaba cerrada con llave. Podía sentir las lágrimas empezar a picarme en los ojos.

—Lo siento, Christopher. Lo pondré en la cama en un minuto, dormirá —dijo la mujer, en voz baja.

—Espero que esté jodidamente mejor, me está dando dolor de cabeza —gruñó furioso.

Metí la mano en mi bolsillo, agarrando mi celular. A quién pensaba llamar, no sabía. Blaine y Finn estaban demasiado lejos, y Sebastian probablemente estaba en la ducha. No había nadie, sin ayuda; estaba solo sumergido en el horror. Me di la vuelta frente a la puerta, esperando que entrara. Me sentí enfermo. Oh mierda, ¿realmente iba a vomitar?

 

La señora entró, llevando un niño lloriqueando en sus brazos, acariciando su espalda con dulzura. Sus ojos se posaron en mí y retrocedió una milla, obviamente, no sabía que estaba aquí.

—Hola, lo siento, no me di cuenta de que Sebby tenía amigos —dijo, sonriéndome con gusto. Era muy bonita, cabello rubio y ojos azul grisáceo, como mi madre y yo. Asentí con la cabeza, incapaz de hablar.

—¿Sebastian tiene amigos aquí? —preguntó mi padre, mientras caminaba a través de la puerta.

Me sentí mareado, mis piernas estaban débiles, se veía casi exactamente como lo recordaba, sólo un poco mayor, un poco menos de pelo y más gris. Sus ojos eran duros y severos, como solían ser, no como la foto que Sebastian me mostró. No había cambiado en absoluto.

Me miró, sus ojos rastrillando sobre cada parte de mi cuerpo mientras me quedaba ahí, sin poder moverme, sin poder respirar. Me sentí como un niño de cinco años de nuevo. Estaba aterrorizado, y esta vez no tenía a Finn para protegerme. El hombre que arruinó mi infancia, la niñez de mi hermano, estaba de pie a menos de quince metros de mí.

—Kurt —dijo en voz baja. Sonrió y sentí aumentar la bilis en mi garganta.

FIC KLAINE. Help me.

 esto esta que revienta de intriga y ¡tu!, si tu Lia Colfer, ¿que intentas?,  ¡matarme!, ya que ¡por el amor de dios!, este capitulo me a dejado con el jesus en la boca y sobre todo estoy que muerto y !ahhhhhhhhhhhh!, porque lo dejaste hasta ahí, , te odio por eso, y por ser tan mala y sobre todo una alma sin corazón     ......... bueno lo se soy un dramático de lo peor, pero te juro que con ese capitulo me haz dejado rezando plegarias, ya que el pobresito de kurt esta frente a ese maldito que le arruino la vida y eso me pone muy acojonado , jejejej...... bueno vamos a la parte interesante, lia colfer, antes que nada, no es cierto, yo no podría odiarte  aunque quisiera, ya que tu eres las cosita mas genial del mundo, y sobre todo te amo, te amo, te amo, ya que me haces el día con este fic es una casa muy bella  y perfecta y me encanta, me encanta....... !!!!!!!!!!!!