FANFIC KLAINE. "El chico que se escabulle en la ventana de mi habitación" Epílogo - Parte II

—¡Finn, cierra la boca! ¿Qué pasa? —pregunté, sentándome. Pero tan pronto como me moví, me di cuenta de  lo que estaba mal. Aún estaba en el sofá con Blaine. ¡Oh no! salté rápidamente y miré a Blaine, el cual estaba con la boca abierta, luciendo completamente en shock. Está bien, necesitaba salvar la situación rápidamente—. ¡Maldita sea Blaine! ¡Puaj! ¿Tenías tus manos sobre mí? —exclamé, pretendiendo estremecerme del horror. Finn me miró, su rostro aún se veía enojado, pero parecía ligeramente confundido ahora.

—Yo… er… no… ¿Qué? —balbuceó Blaine.

—¿Qué demonios estabas haciendo con él, Kurt? —Finn gruñó molesto, apuntando a Blaine quien se veía confundido al extremo.

—Debí haberme quedado dormido, supongo —fruncí el ceño, agitando mi cabeza como si estuviera confundido también.

—¿Quedarte dormido? Bueno, ¿qué estabas haciendo con él, en primer lugar? —pregunto, lanzándole a Blaine otra mirada asesina, antes de volverse hacia mí.

¡Bien, vamos, piensa! Oh lo tengo; ¡él tendrá que aceptar esto!

—Tuve una pesadilla, Finn —murmuré, mirando al suelo, y pretendiendo estar alterado. Jadeó y envolvió sus brazos a mí alrededor,  poniendo su barbilla en lo alto de mi cabeza, instantáneamente.

—Oh mierda, Kurt. Está bien —susurró.

—Estaba alterado y pensé que estabas aquí, pero no estabas. Blaine me tranquilizó, eso es todo. Debimos habernos quedado dormidos —susurré, sintiéndome culpable de estar mintiéndole. No estaba listo para que lo supiera aún, especialmente después de la forma en la que estaba mirando a Blaine.

—Lo siento, solo pensé… bueno, olvídalo —Finn murmuró, mirándome—.  ¿Estás bien? —asentí, mordiéndome el labio para tratar de aliviar algo de la culpa que sentía. Miró por encima de mi hombro hacia Blaine—. Lo siento, hombre, salte a conclusiones y er… gracias por cuidar de mi hermano.

Blaine se veía realmente incómodo. Me miró con sus ojos de cachorrito mojado; le di una expresión suplicante, rogándole con mis ojos que no dijera nada.

—Sí, no hay problema —se encogió de hombros, frotando una mano a través de su desordenado cabello oscuro.

Rápidamente me aleje de Finn.

—Me voy a cambiar para ir a la escuela. De cualquier manera, ¿qué hora es? —pregunté, mirando alrededor buscando mi teléfono. ¿Por qué no había sonado la maldita alarma?

—Aún no son las seis, Kurt. Me desperté temprano —se encogió de hombros.

—Bien, entonces voy a desayunar antes de ducharme. Hm… gracias, Blaine, por lo de anoche —dije, ruborizándome y sonriéndole de lado.

—Definitivamente fue un placer, Ángel. —me guiñó un ojo, sonriendo felizmente.

Finn lo golpeó en la parte trasera de su cabeza, haciéndolo estremecerse.

—¡Hermano menor! —señaló, rodando su ojos y pisando fuerte, dirigiéndose a la cocina, dejándonos a Blaine y a mí en la sala.

Una vez Finn se había ido, Blaine me miró.

—No me gusta tener que mentirle a tu hermano, Ángel —susurró, frunciendo el ceño.

—Lo sé, pero sólo un par de semanas, ¿por favor? —rogué, besándolo rápidamente y volviendo a correr en dirección a la cocina. Tomó mi mano y me llevó de nuevo hacia él, besándome otra vez, antes de que me diera una de sus hermosas sonrisas. Casi iba dando saltitos de simple felicidad en mi recorrido hacia la cocina. Finn tenía una tostada, así que hice dos tazones de mi cereal favorito, uno para mí y uno para Blaine. Los lleve a la sala y le entregué uno, antes de dejarme caer en el suelo junto al sofá.

—Er... gracias por esto, Ángel, pero no me gusta el Coco Pops —dijo, arrugando su nariz hacia el recipiente.

Le fruncí el ceño, confundido. Siempre estaba comiendo mi cereal. Cada día tenía un plato de Coco Pops.

—Claro que sí, te lo comes todos los días —me miró como si hubiera perdido la cabeza; ¿pensaba que era estúpido o algo así?

Se echó a reír y sacudió la cabeza.

—No, no lo hago. Hago un plato cada día y pretendo comerlo, antes de que vengas y me lo arrebates —dijo con una sonrisa sexy y ojos divertidos.

—¿Por qué diablos harías un plato para luego pretender comerlo? ¿Te gusta hacerme enojar? —le pregunté, molesto.

—No, Ángel. Me gusta hacerte el desayuno —dijo simplemente.

Di un grito ahogado ante la confesión. ¿Los hizo por mí?

—¿Los haces para mí? ¿Todos los días? —pregunté, boquiabierto, sorprendido de que había sido tan dulce y nunca me había dado cuenta. Cada día venía y le hacia algún comentario desagradable acerca de él comiendo en mi casa y, ¿todo este tiempo lo hacía para mí? Por Dios, ¡eso es tan malditamente dulce! Se encogió de hombros como si fuera nada. Todo este tiempo pensé que era un idiota, cuando en realidad estaba siendo amable conmigo. Finn entró, así que no pude decir nada.

Engullí mi desayuno y prácticamente corrí a mi habitación, tomé mi celular y le envié un mensaje de texto ya que no podía hablar con él.

(6:18)
Gracias, eso es muy dulce. Nunca me di cuenta de que hacías eso. Voy a
darte las gracias adecuadamente más adelante ;)  -Kurt

Sonreí para mis adentros y me fui a tomar una ducha.

***

Cuando salimos del auto de Blaine en la escuela fuimos inundados por la usual horda de gente queriendo manosear a Finn y a Blaine. Rodé mis ojos cuando, esta vez, Hunter empujó su camino hacia el frente y envolvió sus gordos, largos, sucios brazos alrededor de la cintura de mi novio, mirándolo con sus ojos de “ven a la cama”.

—Hunter, en serio necesitas alejarte —dijo Blaine con severidad, desenvolviéndose de él y caminando hacia atrás.

—Blaine, cariño, ¿qué tal si nos saltamos el primer período y vamos a pasar un buen rato? —ronroneó sugestivamente, frotando su mano en el pecho de Blaine.

Oh, Dios mío, estaba tan celoso que me sentía literalmente enfermo. Di media vuelta y me alejé tan rápido como pude, sólo queriendo estar lejos de todo. Después de un minuto pude escuchar a Rachel corriendo para alcanzarme, ella me agarró la mano tirando de mí para detenerme.

—En serio, no estoy de humor —casi grito, dirigiéndome a ella, pero no era ella, era Blaine.

—Hey, sólo quería acompañarte a clase —frunció el ceño y me miró con tristeza.

—Oh, claro... uhm... Lo siento. Pensé que estabas con Hunter, teniendo un poco de diversión —dije sarcásticamente, avergonzado de haberle gritado.

Negó con la cabeza y se acercó a mí.

—No, no estoy con él, estoy contigo —dijo dulcemente, sonriéndome, y haciendo que mi corazón latiera más rápido.

—Claro, sí, lo siento, sólo.... No sé.... —mi voz se apagó mientras miraba hacia el suelo.

—Estás celoso —afirmó, al parecer satisfecho con ello. Asentí con la cabeza de mala gana, en realidad no quería admitirlo—. Bien, he estado esperando para que te pusieras celoso por los últimos doce años —dijo, sonriendo como un loco.

Me eché a reír.

—¿En serio? Pues aquí lo tienes entonces, finalmente ocurrió —di una patada con mis zapatos a las piedras; tratando de distraerme de la sensación de celos que todavía estaba corriendo por mis venas. Supongo que iba a tener que acostumbrarme a que las personas estuvieran sobre él. Era Blaine Anderson, por el amor de Dios, lo seguían a todas partes, rogando por su atención.

—Recuerdas la charla que tuvimos ayer, ¿esa acerca de la confianza? Bueno, eso funciona en ambos sentidos, sabes. Nunca te haré daño, pero necesitas creer eso también —puso su dedo debajo de mi barbilla e inclinó mi cabeza hacia arriba, haciéndome mirarlo.

Suspiré, sí bien, supongo que dije eso.

—Confío en ti, sólo que es difícil de ver —le contesté, sonriendo, imitando sus palabras de ayer.

Se echó a reír.

—Sí, bueno, lo que se dice por ahí ahora es que tengo novio así que eso debe poner fin a todo esto —dijo con confianza, cepillando mi mejilla con sus dedos.

—¿Les dijiste a todos que tienes novio? —pregunté, sorprendido. Bien, bueno, tal vez era más serio de lo que pensé sobre hacer esto funcionar.

—Sí, por supuesto. Tengo novio. Tengo al más sexy, más bello novio del mundo, que aún no me da las gracias que me prometió en un mensaje esta mañana —sonrió y sentí como un millón de mariposas revoloteaban en mi estómago.

Me reí y me incliné hacia delante hasta que mi boca casi tocara la suya.

—Todo a su tiempo —me burlé, alejándome. Gimió y me atrapó con rapidez.

—No crees que doce años sea tiempo suficiente —preguntó, fingiendo sorpresa, haciéndome reír.

—Hm, no realmente. Creo que voy hacerte esperar un poco más —entre por la puerta hacia mi clase de Historia. Lo oí quejarse, pero cuando miré hacia atrás estaba sonriendo, mirándome marcharme.

No pude hablar con Blaine mucho en el almuerzo, nos sentamos en la misma mesa, pero todo el mundo quería hablar con él.

—Así que, ¿realmente tienes un novio secreto? —preguntó Wes, uno de sus amigos, lo miraba como si no lo creyera en absoluto.

—Sí —confirmó Blaine, pareciendo muy orgulloso de ello. Cada vez que me miraba, me ruborizaba, y estaba seguro de que alguien lo iba notar.

—El debe ser un hombre caliente para lograr domar a la bestia y hacerlo sentar cabeza —bromeó Thad.

Blaine se rió, sus ojos se posaron en mí por una fracción de segundo.

—Así es —dijo con confianza.

—¿En serio? ¿Es bueno follando? —preguntó Wes, recogiendo su emparedado.

—Hombre, en serio, no voy a contestar eso de mi chico —dijo Blaine con una sonrisa.

—Apuesto a que ese chico no es la gran cosa —coqueteó Jeff, apoyando la mano en su hombro.

Se echó a reír.

—Sabes qué, no tendrías ninguna posibilidad de ganar esa apuesta. Mi chico es hermoso, tanto por dentro como por fuera  —Blaine se encogió de hombros para apartar la mano de mi amigo. Todos en la mesa hicieron “aw” y “ah”.

Sonreí y trate de comer mi almuerzo. Podía sentir los ojos de Rachel en mí, para que la mirara, ella me sonreía de oreja a oreja. Puse los ojos en blanco, riendo entre dientes.

—No ha dormido con él, no cree en el sexo antes del matrimonio —intervino Finn, sonriendo. Me tragué una risa, ¿le había realmente creído cuando Blaine le dijo eso? Todos jadearon y miraron a Blaine, quien estaba sonriendo como loco.

—¡No me digas! ¿No te has acostado con él? —preguntó Wes escéptico.

—No, no lo he hecho, pero eso en realidad no es de su incumbencia, chicos —Blaine sacudió su cabeza, aún sonriendo—. Me tengo que ir. Tengo que hablar con el entrenador acerca de la práctica —se encogió de hombros, poniéndose de pie. Los del equipo también se levantaron, siguiéndolo.

Tan pronto como se marcharon, todos empezaron a planear y conspirar. Querían saber quién era el chico secreto, y no se detendrían ante nada para descubrirlo, a continuación, cada uno de ellos sacó veinte dólares y los puso en el centro de la mesa. Los miré, confundido.

—Entonces, él o la próxima que se acueste con Anderson, se lleva la apuesta —dijo Jessica, con una sonrisa. Di un grito ahogado.

—¿En serio? Acaba de decir que tiene novio y que no está interesado y ustedes, ¿están apostando para ser el próximo en acostarse con él? ¿Qué pasa si su novio es el próximo? —pregunté, sorprendido. ¡No podía creer que estas personas estuvieran apostando por tener sexo con alguien!

—Bueno si el pone su dinero, entonces va a ganar, pero obviamente él no le está dando lo que necesita. Se alejará con el tiempo. El próximo en engancharlo gana, pero te garantizo que no será su novio. Él no puede esperar. Sin sexo antes del matrimonio. ¡Sí, claro! Es de Blaine Anderson de quien estamos hablando —rodó sus ojos riendo.

Entonces tuve una idea, saque uno de veinte y lo puse en su montón.

—El próximo en engancharlo, ¿no? —pregunté, apenas siendo capaz de contener mi sonrisa.

—Sí ¡Claro! Como si tuvieras una oportunidad —me soltó Jessica, desagradablemente.

—Tengo más posibilidades que tú porque soy un chico —repliqué triunfantemente—. Entonces, ¿qué obtiene el ganador? —pregunté emocionado, ignorando lo que Jessica murmuraba.

Contó el dinero que había en el montón.

—Bien, hay doscientos cuarenta dólares ahora mismo, pero una vez que la gente se entere… bueno, no lo sé… la última vez que hicimos esto fue por Ryder. Tuvimos seiscientos veinte, pero Blaine es más sexy, y por su aspecto de intocable, bueno, por ahora de todos modos —Jessica se rió, doblando el dinero y poniéndolo en su bolsillo, apuntando los nombres en un trozo de papel. Me reí, vaya, esto iba a ser dinero fácil. Rachel se reía como una loca.

—¿Van a entrar también? —preguntó Jessica a Rachel y a Jeff, cortésmente.

—No, yo no. No tengo ninguna oportunidad —Rachel se encogió de hombros, aun riendo.

Jeff le pasó a Jessica su dinero.

—Estoy dentro. Quien podría decir que no a la oportunidad de ganar todo ese dinero y de dormir con Blaine Anderson —dijo Jeff, de manera soñadora. Agarré a mis dos amigos por el brazo y los arrastré fuera de la cafetería, hacia nuestra siguiente clase.

Tuve que pasar el rato por los alrededores después de la escuela, esperando que Finn y Blaine acabaran su entrenamiento de hockey. Entre a la pista y me escondí en la parte de atrás de modo que nadie me viera. No teníamos permitido estar aquí durante los entrenamientos porque el entrenador decía que las visitas distraían a los jugadores. Amaba ver sus partidos de hockey; había algo en la forma que ellos se deslizaban por el hielo. Estaban haciendo carreras cortas en este momento, patinando de una línea a otra tan rápido como podían, luego tenían que regatear un disco alrededor de los conos, y al final estaban tomando turnos para disparar a la portería, con mi hermano haciendo lo mejor que podía para mantener los discos fuera. Era un gran portero, es decir ¡era enorme! Pero sólo jugaba por diversión. A Blaine por otra parte, le habían ofrecido una beca de atletas completa para una de las mejores universidades del país. Él esperaba convertirse en profesional y tenía muchas posibilidades de lograrlo.

Me encontré viendo patinar a Blaine. Lo había observado hacer esto no cientos, si no millones de veces, había algo simplemente hermoso sobre él. Me quitaba la respiración. Estaba mirando la manera en la que sus pies se movían, la manera en la que su desastrado pelo azabache se revolvía cuando patinaba, la manera en la que el hielo se esparcía cuando paraba. Y por supuesto, me di cuenta de cuan increíblemente sexy se veía con ese uniforme.

Me escabullí fuera cuando la práctica terminó. Esperé en el coche de Blaine que él y Finn se ducharan. Santana y Jeff se acercaron cuando estaba allí.

—Hola porcelana —exclamó Santana, saltando de arriba a abajo con emoción.

—Hey Satán, ¿qué pasa contigo? No has estado inhalando esas hierbas otra vez ¿verdad? —bromeé. Era una broma recurrente, Santana había comprado algunas “hierbas” de un amigo suyo y las encendió en su habitación para limpiar su aura o algo. Las hierbas terminaron siendo marihuana y ella terminó corriendo calle abajo medio desnuda mientras llamaba a todo el mundo por su teléfono para que vinieran a verla desfilar. Nunca lo superó.

—¡Ha, ha! No, solo es que acabo de hablar con Hunter y me dijo que la apuesta por el trasero de Blaine llega a ¡1860 dólares! —gorjeo tomándome por los hombros y sacudiéndome ligeramente.

—¿Puedes creerlo? —intervino Jeff—. Voy a intentarlo cuando salga del entrenamiento —dijo, saltando en su sitio y mirando alrededor, buscándolo.

Casi me ahogo, ¡1860! ¿Era una broma? ¡Mierda! Eso significaba que más de noventa personas estaban rogándole a mi novio para tener sexo, ofreciéndose en bandeja y yo estaba asustado de que me tocara. Quizás esto no iba a ser tan divertido como pensé en un principio.

—Espera, ¿qué? —fruncí el seño mirando confundido a mi amigo—. ¿Tú no estás saliendo con ese chico Nick?

Rio mirando al suelo, aparentemente avergonzado.

—Sí, pero necesito el dinero y, ¡Dios! Es Blaine Anderson ¿Qué esperabas que hiciera? —dijo, abanicándose el rostro exageradamente.

Unos cinco minutos después los chicos salieron.

—Hola Blaine, wow, hueles bien —ronroneó Jeff seductoramente, mientras se inclinaba hacia él.

Blaine lo miro con una expresión de horror en su rostro. Mordí mi labio, fuerte, para no reírme.

—Hola, Jeff. Escucha, quizás no te hayas enterado de que tengo novio así que… —se retiró encogiéndose de hombros.

—Eso está bien, no me importa compartir —ronroneó Jeff, poniendo una mano sobre su pecho para hacer que se parara delante de él.

Parecía un poco enfadado.

—Jeff, no estoy interesado, okay —movió su mano y entró en el auto, frunciendo el ceño.

Sonreí en modo disculpa hacia Jeff porque parecía un poco derrotado.

—Ahí van veinte dólares que no volveré a ver. Creo que llamaré a Nick —apuntó.

Reí.

—Hey, cuando gane te devolveré los veinte —le guiñé un ojo, haciéndolo reír cuando me subía al coche.

Hoy era uno de los días que Finn trabajaba, así que Blaine siempre lo dejaba en el gimnasio, donde trabajaba de lunes a miércoles por la tarde. Luego normalmente me llevaba a casa.

—Mierda, hombre. Creo que he sido golpeado más veces hoy que en toda mi vida. ¿De qué demonios se trata? Le digo a la gente que tengo novio, y toda la tarde la gente ha estado rogándome para foll… —paró abruptamente de hablar, mirándome por el espejo como si hubiera dicho demasiado. Me reí, ¡no tenía ni idea de que un centenar de personas cachondas estaban intentando dormir con él por una apuesta!—. ¿Qué es tan gracioso, Ángel? —me preguntó, elevando sus cejas hacia mí por el espejo.

—¿Quieres saber porque tuviste atención extra hoy? —pregunté, riéndome.

—Sí —contestó, viéndose un poco desconfiado.

Finn se giró para mirarme desde delante. Sonreí.

—Bueno, hay una apuesta corriendo en la escuela para ver quién se puede acostar contigo, el que lo consiga en primer lugar, gana el bote. Es bastante dinero —declaré, aun sonriendo. Finn estalló en risas, y Blaine casi desvía el coche al otro carril por que estaba muy sorprendido.

—¿Están haciendo qué? ¿No saben que tengo novio? —gritó, obviamente muy enfadado. Su indignación parecía hacer reír más a Finn.

Asentí.

—Sí, por eso lo están haciendo. No les gusta la idea de que estés atado, viendo que tú eres tan promiscuo —me encogí de hombros con desdén, fingiendo que no era gran cosa cuando realmente estaba preocupado. ¿Cuánto tiempo iba a ser capaz de resistir toda esa atención?

—¿De cuánto es el bote? —preguntó Finn, con diversión.

—De más de mil ochocientos dólares —reí. Blaine casi nos saca de la carretera otra vez y la boca de Finn cayó abierta. Miró hacia Blaine con los ojos llenos de orgullo—. Sí, veinte dólares cada uno. Así que eso hace unas noventa personas queriendo ser los siguientes en follar contigo, Blaine —sonreí hacia él por el espejo. Parecía horrorizado, y honestamente, un poco asustado.

—¡Mierda, hombre! Ya sabes, simplemente puedes elegir a uno, ¡tirártelo y dividir el dinero! —dijo Finn, emocionado. Blaine le dio la mirada más sucia del mundo, como si él hubiera sugerido que le arrancara la piel a un cachorro o algo. Finn levantó las manos disculpándose—. Estoy bromeando. ¡Era una broma! —dijo rápidamente, pero podía ver en su rostro que iba completamente en serio.

—Así que es por eso que Jeff se me abalanzó hace un rato. ¿Quién demonios esta con esto, Ángel? —preguntó Blaine, sonando realmente enfadado.

—Bueno, Jessica lo está arreglando. Todo el equipo de Cheerios, algunos del equipo de baloncesto, algunos del Club Glee, yo, Jeff, Hunter —contesté, nombrando a la gente que sabía, pero Blaine me cortó.

—¿Tú? —preguntó, con los ojos muy abiertos.

Asentí, riéndome.

—Bueno sí, mil ochocientos dólares es mucho dinero. Aunque solo había doscientos cuarenta cuando entré, pero aun así, me gusta el juego —bromeé, dándole una sonrisa sexy por el espejo.

Finn parecía que iba a explotar.

—¿Tú? ¡De ninguna maldita manera! ¿Qué mierda estabas pensando? —me gritó, haciéndome estremecer.

Odiaba ver a Finn enfadado.

—Finn, es mucho dinero simplemente pensé, ya sabes, sería divertido. Nunca se sabe. Podría perder mi virginidad con el famoso Blaine Anderson —bromeé, moviendo las cejas hacia él.

Finn comenzó a reírse, parecía aliviado; obviamente pensó que estaba bromeando.

Sonreí y miré por la ventana; no era bueno mintiendo, si me preguntaba si estaba bromeando tendría que decirle la verdad.

—Jesús, Kurt, ¡me asustaste! Pensé que hablabas en serio —rió Finn, golpeando el hombro de Blaine, orgulloso—. Mil ochocientos dólares es asombroso, Blaine. Me pregunto a cuantas personas te podrás tirar en una noche, si ellos creen que es para ganar la apuesta.

Jadeé. ¡Oh mierda! Genial Finn, pon eso en su cabeza, ¡estoy seguro que es lo que necesita oír ya que su novio no quiere hacerlo!

—¡Maldición Finn! Tengo novio —gritó Blaine, sonando un poco desesperado.

—Sí, lo sé, pero vamos, van a estar desesperados por ganar, te apuesto a que puedes conseguir lo que sea —Finn sonrió, moviendo sus cejas.

—Finn, para. No quiero a nadie más, estoy loco por mi chico. No voy a joder con el —empezó Blaine, orgulloso. Me sonrió por el espejo y mi respiración comenzó a disminuir mientras mi pánico descendía. Confianza. Necesitaba confiar en él y parar de asumir siempre lo peor.

Dejamos a Finn en el gimnasio y Blaine nos llevó a casa.

—¿Apostaste veinte dólares a que serías el siguiente en estar conmigo? —preguntó, sonriendo hacia mí, engreído.

—Exactamente no, la apuesta es sobre el siguiente en tener sexo contigo —me encogí de hombros, riendo.

Rió y tomó mi mano mientras conducía.

—No puedo creer que esto esté pasando. Pensé que una vez que la gente supiera que no estaba interesado, me dejarían en paz. De verdad lo siento —frunció el ceño y besó el dorso de mi mano suavemente.

—No te preocupes, no es tu culpa. Supongo que toda esa cosa de la confianza va a ser muy necesaria a partir de ahora, ¿eh? —bromeé, haciendo una media sonrisa, fingiendo no estar preocupado por todos las chicos que querían echarse encima de él en un futuro inmediato.

Llegamos a mi casa y aparcó en su entrada.

—¿Eh, quieres entrar? Podemos decirles a mis padres que estamos juntos. Les dije que tengo novio y mi madre casi se muere. Te lo juro —dijo, asintiendo hacia su casa con expresión esperanzadora.

—Wow. ¿Todo eso de conocer a los padres ya? —bromeé, fingiendo estar asustado—. Digo: ¿qué si no les agrado? —pregunté, rodeando su cintura con mis brazos y apoyando mi cabeza en su pecho, fingiendo horror. Rió y también lo hice.

La idea de que a los padres de Blaine no les agradara era simplemente ridícula. Ellos ya piensan en mí como un hijo. Blaine era hijo único por que su madre tuvo algunos problemas cuando él nació, lo que la hizo incapaz de tener más niños, así que me amaba y siempre decía que Finn y yo éramos parte de su familia. Los amaba también; eran unas personas geniales, amables, bondadosas y sin prejuicio alguno. Amaban a Blaine tal y como era.

El tiró de mí hacia su casa, sosteniendo mi mano, y sonriendo con entusiasmo.

―¿Mamá? ¿Papá? ¿Están en casa? ―gritó Blaine, buscando en la sala de estar. Podía oír voces en la cocina.

―Sí, cariño. Estamos aquí ―llamó Amy.

Blaine sonrió feliz y me arrastró a la cocina. Amy estaba horneando galletas y John estaba ocupado tratando de comer la mezcla de las galletas directamente del tazón, haciéndola reír y ganándose un golpe en la mano con una cuchara de madera. Me reí entre dientes de la escena. Ellos siempre eran así, ella era la perfecta ama de casa y madre, y él la adoraba a ella y a Blaine, lo cual era muy dulce.

―Hey, Kurt. Cuánto tiempo sin vernos ―dijo John, jalándome en un abrazo, lo que hizo que mi corazón se acelerara.

―Hey, John. Hola, Amy. ¿Cómo están? ―pregunté alegremente.

―¡Estamos muy bien! Kurt, te abrazaría pero estoy cubierta de galletas, lo siento. ―Amy frunció el ceño, levantando sus manos en evidencia.

―Sí, puedo ver eso. ¡Huelen tan bien! ―le dije, mirando las ya cocidas en el plato sobre el mostrador. Me pasó el plato y felizmente tomé una, sonriendo―. Gracias.

―¡Hey! Dijiste que no podía tomar una porque se estaban enfriando ―se quejó John, haciendo pucheros, lo cual me hizo reír; ella tomo una galleta y la lanzó hacia él guiñándole un ojo.

―Umh chicos, me preguntaba si querían conocer a mi novio. Tal vez podría cenar con nosotros esta noche ―sugirió Blaine, entrelazando su mano con la mía.

Una sonrisa se extendió a través del rostro de Amy. Se veía tan contenta que realmente pensé que en realidad estaba conteniendo las lágrimas.

―¡Oh, Blaine! ¡Me encantaría conocerlo! Todavía no puedo creer que tengas un novio. ¡Pasaste todo este tiempo diciendo que sólo había un chico para ti y ahora finalmente eres capaz de seguir adelante y salir con alguien! ―arrulló, prácticamente rebosante de emoción y orgullo.

―Si bien, mamá, cálmate un poco, ¿eh? ―murmuró Blaine, poniendo los ojos en blanco, sonrojándose.

―Entonces, ¿a qué hora viene? ¿Lo has conocido, Kurt? ¿Es guapo? ―preguntó Amy, sonriendo hacia mí.

Miré a Blaine, sin saber qué decir.

Toda esta situación era absurda. ¿Y dijo que Blaine siempre decía que sólo había un chico para él?

―En realidad, mamá, el está aquí ahora mismo ―dijo Blaine con orgullo, frotando su dedo  suavemente en mi mano y sonriendo hacia mí. Sus ojos fijos en los míos, haciendo que todo mi cuerpo se sintiera un poco más vivo.

Amy saltó y se limpió las manos en un paño de forma rápida, arreglándose el pelo frenéticamente, antes de que prácticamente corriera hacia el pasillo. Bueno, raro.

―Mamá, ¿qué estás haciendo? ―preguntó Blaine, riendo; me di cuenta de que John estaba mirando nuestras manos entrelazadas, con una amplia sonrisa en su rostro.

―Bueno, ¿está él estacionando su automóvil o algo así? ―preguntó Amy, mirando hacia atrás a Blaine antes de mirar a la puerta otra vez. Él se echó a reír más fuerte y John y yo reímos también.

―Mamá, el es mi novio. Su nombre es Kurt Hummel. ―Blaine sonrió con orgullo hacia mí mientras me presionaba más cerca de él.

La cara de Amy reaccionó para mirarme, sorprendida. Poco a poco, su cara volvió a la felicidad, luego dicha completa, mientras reía y corría hacia mí, agarrando a ambos, a Blaine y a mí en un gran abrazo.

―¡Oh, Dios mío! Al fin, ¿ustedes dos se unieron? ¡Por fin! ―ella casi gritó, saltando arriba y abajo en su lugar.

Envolví mis brazos alrededor de la cintura de Blaine por detrás, apoyando mi barbilla en su hombro.

―Sí, finalmente ―confirmó, poniendo los ojos en blanco, pero luciendo divertido a la vez. John llevó la mano hacia Blaine. Se estrecharon las manos en un gesto muy adulto, antes de que lo atrajera en un abrazo de oso.

Después de que toda la emoción se hubiera apagado, fuimos a cenar. Fue muy agradable estar sentado con los padres de Blaine así, ellos sinceramente no dejaron de sonreír. Cada vez que Blaine y yo nos tocábamos, Amy suspiraba feliz, radiante hacia nosotros.

―¡Bien, ustedes pueden limpiar la mesa! ―ordenó Amy, agarrando mi brazo y tirando de mí hacia la sala de estar―. Estoy muy feliz por ustedes dos. Blaine te dijo que ha estado enamorado de ti durante años, ¿verdad? ―sonrió.

Mi respiración quedó atrapada en mi garganta por su elección de palabras. ¿Ella pensaba que Blaine estaba enamorado de mí? Él no estaba enamorado de mí, ¿verdad? ¿Realmente él susurró que me amaba ayer por la noche antes de dormirme?

―Hm, me dijo que le gusto desde hace mucho tiempo, sí ―murmuré, un poco incómodo.

Ella rodó sus ojos.

―Gustar, cielos ese chico ha estado enamorado de ti desde el principio. Quiero decir, ¡todavía te llama Ángel por el amor de Dios! ―se rió.

La miré, confundido.

―¿Qué tiene eso que ver? ―pregunté, frunciendo el ceño. Realmente amaba a Amy, pero a veces podía estar un poco…  loca.

―¿Nunca te ha dicho por qué te llama así? ―preguntó, sonriendo hacia mí. Negué con la cabeza, y rió entre dientes misteriosamente―. La primera vez que te vimos fue en la fiesta del sexto cumpleaños de Blaine. Ustedes no hacía mucho tiempo que se habían mudado y pensamos que estaría bien, ya sabes, invitar a los vecinos a la fiesta ―comenzó, asintiendo con entusiasmo.

―Sí, lo recuerdo. Tenían globos por todas partes, y un payaso que hacía trucos de magia ―sonreí; los Anderson siempre hicieron las mejores fiestas, incluso las fiestas infantiles.

―Así es. Entonces de todos modos, tú y tu hermano vinieron a la fiesta y tan pronto como entraste por la puerta, Blaine se quedó mirándote. Él literalmente no podía apartar sus ojos de ti. Tú sonreíste y le dijiste feliz cumpleaños, pero ni siquiera podía hablar contigo, así que te alejaste para ir a jugar. Se volvió hacia mí, y, ¿sabes qué me dijo? ―preguntó, con los ojos llenos de ilusión. Negué con la cabeza. ¿Qué diablos va a decir ella? ¡Esto me está volviendo loco!―. Él dijo en un tono muy serio, “Mamá, ¿estoy muerto?” Y yo le dije: “no cariño, no estás muerto”, y él sacudió la cabeza, mirando a todos, confundido por algo. Luego señaló hacia ti jugando y dijo: “Si no estoy muerto, entonces ¿por qué hay un ángel en nuestra casa?” ―expreso finalmente, acariciando mi mejilla y sonriendo.

Jadeé. ¡Mierda! ¿Es por eso que me llama Ángel? Mi corazón estaba acelerado y mis palmas sudorosas. Creo que Blaine está realmente enamorado de mí, pero ¿estoy enamorado de él? No lo creo, al menos, no todavía. Pero puedo verme a mí mismo fácilmente enamorándome de él en un futuro no tan distante.

Jadeé. ¡Mierda! ¿Es por eso que me llama Ángel? Mi corazón estaba acelerado y mis palmas sudorosas. Creo que Blaine está realmente enamorado de mí, pero ¿estoy enamorado de él? No lo creo, al menos, no todavía. Pero puedo verme a mí mismo fácilmente enamorándome de él en un futuro no tan distante.

―¿Es por eso que me llama así? ¿Hablas en serio? ―le pregunté, sin saber si estaba bromeando o no.

―Totalmente. Pregúntale si no me crees, pero desde el momento en que te vio estuvo enamorado de ti, está claro en la mirada en su rostro. Me sorprende que nunca te dieras cuenta. ―sacudió la cabeza, riéndose entre dientes.

―Nunca me di cuenta porque siempre fue malo conmigo. Él siempre me estaba haciendo caer o tirándome el pelo ―fruncí el ceño. ¿Por qué hacer todo eso si estaba enamorado de mí?

―Tu hermano hizo que se mantuviera alejado. Venció a Blaine después de su fiesta de cumpleaños ese mismo año y le dijo que se mantuviera alejado de ti ―dijo, riendo y sacudiendo la cabeza―. Ese hermano tuyo sí que es protector ―dijo, sonriendo con cariño.

―Sí, lo sé. Blaine y yo hablamos de eso y decidimos ocultarlo de Finn por un par de semanas, hasta que las cosas se calmen. Realmente apreciaría si no le dices nada si lo ves. ―me estremecí ante la idea de Blaine y Finn peleando.

Definitivamente quería que en lo más posible eso nunca sucediera.

―No voy a decir nada, pero creo que no lo debería dejar mucho tiempo, de lo contrario sólo se volverá más duro.

Sonreí agradecido.

―Sí, sólo un par de semanas.

De repente, Blaine saltó por encima del respaldo del sofá y cayó a mi lado, envolviendo sus brazos alrededor de mis hombros y tirando de mí hacia él. Cuando me volví para sonreírle, me dio un beso, mordisqueando mi labio, pidiendo entrada. Por Dios, ¿se olvidó que su mamá estaba ahí sentada viéndonos? Me aparté rápidamente.

―Ángel, no te he visto durante todo el día ―se quejó, haciendo pucheros como un niño pequeño. Me reí de la palabra Ángel; ¿realmente me llama así porque pensaba que yo era un Ángel cuando tenía cuatro años?

―¿De qué te ríes? ―preguntó, acariciando el lado de mi cara con el dorso de su dedo.

―Nada ―mentí, sonriéndole.

Acerco su rostro al mío y me besó de nuevo, pidiendo entrada y me aparté de nuevo.

―Blaine, en serio, tu mamá nos está mirando ―le susurré a su cara de cachorro.

Ambos dirigimos nuestras miradas a Amy que nos estaba mirando fijamente con una enorme sonrisa en su rostro, como si estuviera viendo la cosa más linda del mundo.

Blaine se levantó y extendió su mano hacia mí.

―Vamos a escuchar algo de música a mi habitación. ―frunció el ceño un poco sonrojado hacia su mamá que todavía nos miraba como una especie de mujer psicópata súper feliz.

Agarré su mano y dejé que me llevara a su habitación. No había estado aquí por años. Creo que la última vez que vine fue probablemente hace unos dos años cuando entré a cambiarme de ropa después de que tuvimos una enorme guerra de agua y Finn y yo nos habíamos quedado afuera. Su habitación era la misma que era entonces, pero ahora tenía más cosas en las paredes. Como la camisa de hockey firmada que había conseguido por su cumpleaños este año, y sus trofeos que estaban alineados en algunos estantes.

Él puso un poco de música tranquila y me acerqué a la estantería para ver una foto enmarcada. Era de Finn, Blaine y yo en el parque donde habíamos ido para un picnic cuando éramos niños, yo tenía probablemente nueve o diez años. La levanté y la miré con curiosidad.

―Me encanta esa foto ―dijo Blaine, sonriendo hacia ella cuando se puso de pie a mi lado.

La tendí hacia él. Sonrió y frotó su pulgar sobre la imagen, antes de ponerla de nuevo en su lugar.

Me acerqué a su cama y me senté.

―Wow, ¡tu cama es incómoda! No me extraña que te guste dormir en la mía ―bromeé, pasando la mano sobre su edredón. Se rió y se sentó a mi lado. Se veía tan hermoso cuando reía. Lo empujé sobre la cama y me moví para estar sobre él, puse mis antebrazos cerca de su cabeza y me incliné de modo que nuestros rostros casi se tocaran―. Entonces, Blaine, quiero que me digas algo ―suspiré, pasando mis manos por su pelo.

―¿Puedo besarte primero? Luego voy a responder lo que quieras. ―su mirada se movió hasta mis labios por una fracción de segundo, antes de regresar a mis ojos.

Bajé mis labios a los suyos. Sus brazos se dirigieron inmediatamente alrededor de mi cintura, tirándome más cerca de él, una de sus manos enredándose en mi pelo. Trazó su lengua por mi labio inferior poco a poco y no lo rechacé esta vez, abrí mi boca, ansiosamente. Su gusto explotó en mi boca mientras deslizaba su lengua dentro, masajeando la mía con pasión, haciéndome gemir. Besar a Blaine parecía ser mejor y mejor cada vez. Mi cuerpo estaba inquieto en la necesidad de el tocándome, pero también estaba consciente de que sus padres estaban al final del pasillo y sabían que estábamos aquí juntos. Me aparté a los pocos minutos, ambos respirábamos duro. Estaba moviendo lentamente sus manos, desde la parte superior de mi nuca hasta mi cintura y de vuelta hacia arriba, mirándome con amor.

Estaba un poco sorprendido por la mirada en su rostro. Lo que su mamá dijo era cierto. Él realmente estaba enamorado de mí, podía verlo en sus ojos.

―Entonces, ¿qué es lo que quieres saber, Ángel? ―preguntó, apoyando una mano sobre mi estómago. Casi fui distraído, por sus manos; quiero decir, si sólo las movía un poco más abajo y más hacia el centro, estarían exactamente donde mi cuerpo estaba gritando que estuvieran. Sacudí mi cabeza para despejar esos pensamientos, y miré su hermoso rostro.

―Quiero saber por qué me llamas Ángel.

Él jadeó y se sonrojó un poco. Sonreí tranquilizadoramente hacia él. Gimió y sacudió la cabeza rápidamente.

―De ninguna manera. No voy a responder eso ―se quejó, dándome la cara de cachorro que no podía resistir.

―Vamos, dijiste que ibas a responder cualquier cosa ―animé. Frunció el ceño y sacudió la cabeza. OK, voy a intentar otra táctica―. ¿Por favor? ―Supliqué, picoteando sus labios―. ¿Por favor? ―Susurré, besándolo de nuevo―. ¿Por favor?

Gimió y tomó una respiración profunda mientras besaba su cuello.

―Te llamo Ángel, porque, honestamente creo que Dios puso un ángel en la tierra sólo para mí ―admitió, tomando mi rostro entre sus manos haciéndome mirarlo.

Tomé una bocanada de aire inestable. Así que era cierto lo que dijo Amy.

Mi corazón estaba acelerado en mi pecho mientras seguía hablando―. La primera vez que te vi pensé que eras un ángel directamente del cielo. Eras tan hermoso que me dejaste sin aliento. Todavía lo haces, todos los días.

―Eso tiene que ser la cosa más dulce que jamás había escuchado, Blaine ―murmuré, besándolo cariñosamente. Me devolvió el beso y rodó en la cama así que estaba debajo de él―. Podría besarte todo el día ―susurré, mientras besaba su cuello, mordisqueando suavemente sobre la piel y haciéndolo gemir entrecortadamente.

―Hm, eso suena como un buen plan ―murmuró. Tiré de él más cerca de mí, besándolo con todo lo que tenía. Me sujetó los brazos por encima de mi cabeza y me besó de nuevo antes de trazar besos a través de mi mejilla hacia mi oído―. Te amo, Ángel ―susurró.

Mi corazón se detuvo y mi cuerpo comenzó a temblar, pero no sabía qué decir.

― Blaine... Yo… Yo...

Me besó de nuevo, impidiéndome hablar. Sentí su agarre aflojar en mis muñecas, así que envolví mis brazos alrededor de su cintura, tirando de él hacia mí.

―No tienes que decir nada. Me he sentido así sobre ti durante años, pero tú apenas has dejado de mirarme como el promiscuo mejor amigo de tu hermano. Sólo quería decir esas palabras para ti, eso es todo. He estado esperando para decirlas durante mucho tiempo ―dijo, alejando un mechón de pelo de mi frente. Coloque mis manos sobre su nuca y lo besé con fuerza por toda la cara, antes de finalmente besar, largo y duro su perfecta boca.

***

Debimos habernos quedado dormidos, porque desperté con Blaine todo desparramado encima de mí. Miré su reloj. Mierda, eran más de las nueve. Finn ya debía estar en casa. Lo sacudí para que despertara.

—Hey, me tengo que ir son más de las nueve —dije intentando desenredarlo de mí.

Gimió.

—Diez minutos más Ángel —murmuró soñolientamente.

Sonreí, se veía tan lindo cuando estaba durmiendo. Reí mientras le hacía cosquillas.

—Blaine no es de mañana, aún es de noche, me tengo que ir. Finn se estará preguntado dónde estoy —expliqué, finalmente sacándolo de encima de mí y levantándome. Gimió y me tiró de regreso hacia él, sosteniéndome fuerte contra su cuerpo, sonriendo soñolientamente. Reí—. ¡Detente! tengo que irme —dije, aún riendo.

Sacudió la cabeza.

—No, no quiero que te vayas —murmuró, mientras besaba mi cuello. Lo empuje y gruñó—. Pero te voy a extrañar —lloriqueó, haciéndome reír incluso más.

—Te veré en una hora. De todas formas tengo tarea que hacer —dije, encogiéndome de hombros.

Suspiró con resignación.

—Sí, yo también —admitió, haciendo un pequeño puchero. Salí de su cama y fui hacia la puerta.

—Hey espera, te acompañaré a la puerta. —agarró mi mano mientras caminábamos por el pasillo. Asomé la cabeza hacia el living.

—Adiós Amy. Adiós John —dije.

—Adiós cariño —respondió John, sin sacar los ojos de la televisión. Amy me sonrió.

—Adiós Kurt. ¿Se divirtieron? —preguntó guiñándome un ojo. Me sonrojé y asentí inseguro de que mi voz pudiera salir si intentaba hablar.

Blaine rodó los ojos, me llevó hasta la puerta de enfrente, contra la cual me presionó ligeramente y me besó hasta que me sentí un poco mareado.

—Te veo después de las diez, ¿de acuerdo? —susurré acariciando su mejilla.

Camine rápidamente hacia mi casa, volteándome para sonreírle a Blaine mientras atravesaba la puerta de enfrente.

Finn estaba sentado en el sofá, esperándome. Mientras pasaba por la puerta, me miró, con el seño fruncido y los ojos estrechos.

—¿Dónde has estado? ¡Estaba preocupado! Podrías haber dejado una nota o algo —dijo sacudiendo sus manos de manera desaprobatoria.

—Lo siento, estaba en la casa de Blaine. Amy me invitó a cenar, y pensé, viendo que no estabas aquí, en ir para no quedarme solo —dije encogiéndome de hombros.

—¡Amo las cenas de Amy! —gimió, la expresión de enojo abandonando su rostro para ser remplazada por una de celos.

—Bueno te perdiste de una buena, hizo pastel casero y todo —me burlé, sonriendo malvadamente mientras se le caía la baba.

—Bueno, yo disfruté de mi queso a la parrilla —bromeó, haciéndome reír.— Voy a hacer mi tarea. —me volteé y comencé a caminar por el pasillo para dirigirme a mi cuarto.

—Kurt, espera un minuto. Necesito hablarte de algo —dijo, acariciando el sofá junto a él, viéndose triste. Me dejé caer a su lado.

—¿Qué pasa Finn? —pregunté, preocupado, se veía realmente molesto por algo.

Tomó un profundo respiro.

—Mamá llamó. —sonreí.

—¿Sí? ¿Está bien? ¿Viene a casa? —pregunté emocionándome, pensando en que finalmente vería a mi madre. La había extrañado con locura, y las veces que estaba aquí, parecían pasar demasiado rápido. Sacudió la cabeza.

—Me dijo algo, pero no quiero que enloquezcas por eso. No hay nada de qué preocuparse. Lo prometo. —tomó mi mano y me miró, sonriendo con tristeza. Oh demonios, ¡esto va a ser malo!

—¿Qué es? —pregunté imaginándome lo peor.

Nos íbamos a mudar a China. Había perdido su trabajo. Se estaba volviendo a casar, pero supongo que eso no era algo malo, a menos que el tipo fuera un idiota. Cientos de cosas pasaron por mi mente, pero la última cosa que esperaba fue lo que Finn dijo.

—Nuestro padre se contactó con ella. Aparentemente quiere vernos, recompensarnos por todo lo que nos hizo —escupió a través de sus dientes, su tristeza transformándose en rabia ciega.

No podía respirar. Mis pulmones se rehusaban a trabajar. Mi corazón latía demasiado rápido, mientras mi cuerpo comenzaba a temblar. Él estaba volviendo. Quería vernos. La última vez que vi al hombre, me había arrancado mi uniforme de la escuela y me había empujado al suelo, mientras se sacaba los pantalones. Estaba apunto de violarme cuando Finn y Blaine entraron y comenzaron a golpearlo. Estaba de vuelta. Reproduje todos los golpes que nos dio a mí y a Finn, como solía tocarme cuando estábamos a solas, las palabras susurradas, y las sonrisas secretas. Mi visión comenzó a tener puntos negros, mientras hiperventilaba. Me iba a morir, podía sentirlo; mi cuerpo se estaba apagando incapaz de lidiar con los recuerdos y el dolor.

Era vagamente consiente de los gritos.