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FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Me encantaron estos capítulos QUIEN SERA el que esta detrás de mi Brittana pero su amor podrá más que todo estoy segura, me encanta la ayuda de Paula, Savard, Sam y Felicia que puedo decir cada día amo más esta historia Marta, aunque no se esto me suena mucho a Doyle esa perseguidera a mis Brittana espero tu próxima actualización besos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
monica.santander escribió:Como me gusta esta historia!!!
Me alegra, estamos en los últimos capitulos de la 3º parte!!
Keiri Lopierce escribió:Me encantaron estos capítulos QUIEN SERA el que esta detrás de mi Brittana pero su amor podrá más que todo estoy segura, me encanta la ayuda de Paula, Savard, Sam y Felicia que puedo decir cada día amo más esta historia Marta, aunque no se esto me suena mucho a Doyle esa perseguidera a mis Brittana espero tu próxima actualización besos
Sí, y todos con novia :P. En el siguiente capitulo te saco la duda de quien puede estar detrás de las Brittana. Besos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 25
Capítulo 25
Durante la tarde, Santana procuró ocupar la mente con el trabajo. Cuando empezaba a aplicar pintura sobre el lienzo, se concentraba tanto que todo lo demás desaparecía de su conciencia. Sin embargo, comprobó con disgusto y frustración que aquello ya no funcionaba. En un determinado momento, dejó a un lado la paleta y los pinceles y se mesó los cabellos con las manos. Luego miró el reloj por quinta vez en otros tantos minutos: las siete. “Me estoy volviendo loca. Podría llamar a Britt, discretamente, para ver qué…” Una llamada en la puerta interrumpió sus pensamientos. En cuanto abrió la puerta, agarró la mano de Britt, la hizo entrar y la besó en la boca.
—Dime que tienes algo.
Britt cabeceó, dejando la chaqueta sobre el respaldo de una silla y quitándose la pistolera.
—Aún no, pero Davis supone que no tardará mucho. Quiero creer que encontraremos algo pronto. “Tengo que creerlo, porque el reloj corre más de lo que pensaba.”
—Tal vez se acabe todo esto —comentó Santana, cansada—. Al menos, no hemos recibido más sobres con fotografías nuestras.
—No, y no creo que los recibamos. —Britt se sentó en el sofá y se recostó entre los cojines. Había estado muchas horas encorvada ante un ordenador en el centro de mando.
—¿Qué te hace pensar eso? —Santana se sentó al lado de Britt.
—Me parece que nuestra teoría de que procedían de una fuente amiga es correcta —respondió Britt. Le dio la mano a Santana, entrelazó sus dedos con los de la joven y los apoyó sobre el muslo—. Creo que querían advertirnos, al menos advertirte a ti, del alcance de la investigación y tal vez dar pistas sobre la misma. La primera fotografía que se publicó era de nosotras dos juntas, para que supieses que nuestra relación no era un secreto. Pero nos decía mucho más a nosotras que al público. Podría haber sido mucho más perjudicial, ya que no se veía claramente que estabas con una mujer y a mí no se me identificaba. Después, no ha habido más. Un periodista no abandonaría así como así un chisme tan jugoso.
—Tienes razón —murmuró Santana—. La foto nos decía mucho a nosotras, pero poca cosa a los demás. De hecho, a ese periodista de Chicago, Eric Mitchell, seguramente le encantaría continuar. Está claro que no tiene nada más; de lo contrario, lo habría publicado.
—Exacto. —Britt dibujó círculos con el pulgar sobre la mano de Santana mientras hablaba—. Luego, tenemos la fotografía en la que estoy en un bar con una mujer en situación comprometedora. En consecuencia, sabemos que hay una investigación encubierta sobre mí. Y apunta al tipo de vigilancia que sólo los profesionales pueden hacer, un vínculo con el FBI o con Justicia.
—Y por último —concluyó Santana con entusiasmo—, hay una foto de la mujer con la que mantuviste una relación clandestina.
—Yo no le llamaría relación —protestó Britt.
Santana arqueó una ceja.
—Brittany, no busquemos tres pies al gato.
—Entendido.
—Lo llames como lo llames —Santana continuó sin inmutarse—, la tercera fotografía nos advertía de que el servicio de compañía estaba siendo investigado y sugería que la operación se extendía a la vida personal, seguramente no sólo la tuya, sino también la de otras personas influyentes.
—Incluyendo al presidente —añadió Britt—. Creo que alguien ha conseguido pintar un cuadro muy claro de lo que ocurría sin dar nombres ni arriesgarse personalmente.
—Supongo que pensó que las fotos me asustarían tanto que dejaría de verte.
—Para mantenerte a una distancia prudente y libre de cualquier escándalo. —A Britt se le encogió el estómago—. Todo señala a alguien de Washington.
—En efecto, de nuevo la teoría de la Garganta Profunda —admitió Santana—. Imagino que a alguien que no sepa que lo mío contigo es serio le parecerá un favor.
—¿Lo sabe alguien?
Santana cabeceó.
—Sólo Rachel. Y tu madre.
Britt permaneció inexpresiva unos segundos, y luego sonrió por primera vez en mucho tiempo.
—Creo que podemos descartarlas sin problemas. ¿Y tus amistades, tus contactos? Por lo visto conoces a un círculo muy bien situado dentro de la Casa Blanca y otros lugares muy útiles.
—Créeme, ya lo he pensado. Se me ocurren uno o dos que podrían participar en una conspiración de este tipo, pero lo normal sería que me llamaran por teléfono.
Britt frunció el entrecejo.
—Tienes razón. Ese enfoque carece de sentido.
Santana metió las piernas bajo el cuerpo y se acurrucó junto a Britt, abrazándola por la cintura.
—Le estoy agradecida al responsable de esto, pero no hay nada que pueda apartarme de ti. “Sí que lo hay.”
Al ver que Britt se ponía rígida y no decía nada, Santana se incorporó con el corazón en un puño.
—¿Britt? ¿Qué sucede?
—Mañana, a partir de las nueve, dejaré de ser tu jefa de seguridad. Sam se encar…
—No —gritó Santana, levantándose con los ojos desorbitados—. No. Nada de eso. De ninguna manera.
Britt, sorprendida, también se levantó y buscó las manos de Santana.
—Santana…
—No —repuso Santana en tono cortante, retrocediendo y evitando el contacto con Britt—. Sé lo que va a pasar. Te sustituirán y nunca volveré a verte.
—No, eso no es cierto —prometió Britt, tratando de acercarse a su amante.
Santana parecía a punto de salir corriendo. Britt no recordaba haberla visto tan nerviosa ni siquiera cuando la perseguía Loverboy. No se trataba sólo de ellas, sino de algo más, un antiguo temor a la pérdida y al abandono que la dominaba. Con todo el dolor de su corazón, Britt dijo—: No voy a desaparecer. Te prometí que eso no ocurriría.
Los ojos de Santana se llenaron de lágrimas, mientras un miedo frío y tenaz anidaba en su pecho:
—¿Y si no puedes evitarlo?
—Puedo evitarlo —afirmó Britt—. Lo evitaré. Aunque no esté en tu equipo, seguiré viéndote. Nadie va a pararme… a pararnos.
—¿Y si…? —Santana parpadeó y se estremeció cuando Britt la rodeó con sus brazos. A pesar de la necesidad de huir, se dejó abrazar. Britt era cálida, tenía un cuerpo sólido y unas manos tiernas. El fantasma del pasado se desvaneció y el mundo se asentó. Al fin, Santana suspiró—. Lo siento. Estaba aterrorizada. Yo…
—No pasa nada. —Britt la besó dulcemente, y en ese momento, mientras se abrazaban, les dio fuerza la certeza de su amor.
Santana se soltó con los ojos ardiendo de furia.
—Maldita sea, Brittany, no voy a permitir que hagan esto contigo. No voy a dejar que nos separen. Y no pienso consentir que el Capitolio siga gobernando mi vida. —Atravesó el loft en dirección a la zona de dormitorio.
—¿Qué vas a hacer?
—Voy a ir a Washington.
—Aún no sabemos…
—Entonces, yo lo averiguaré —dijo Santana hirviendo de rabia.
Britt lanzó una maldición cuando sonó su teléfono móvil. Lo cogió y gritó:
—Pierce.
Su rostro permaneció impasible y los ojos concentrados mientras escuchaba.
—Suban y traigan lo que tienen.
Cuando apagó el teléfono, se enfrentó a la mirada interrogadora de Santana.
—Stark dice que tienen algo. Viene hacia aquí con Sam y Savard.
—Muy bien, veamos —dijo Britt mirando a Stark y a Savard. Las dos estaban inusitadamente apagadas y a Britt le dio la sensación de que Stark hacía todo lo posible por no manifestar su nerviosismo—. ¿Agente Stark?
—Hemos investigado a todos los que nos pareció que tenían vínculos con usted, comandante, en el pasado y en el presente, para comprobar la teoría de que el descubrimiento de su relación con… el… servicio de compañía podía ser una especie de venganza. —Stark tomó aliento como si quisiera darse ánimos—. Ya sabe, un ajuste de cuentas, alguien que se sintió postergado por usted, que no soporta que una mujer dirija el equipo de seguridad, que tiene celos de…
—Creo que todos entendemos su razonamiento, Stark —comentó Britt en tono irónico—. ¿Adónde quiere ir a parar?
—Claro. Naturalmente, lo más lógico era empezar por los contactos recientes, así que dimos prioridad a las personas que conoce y a sus colegas. Luego, investigamos más a fondo a unos cuantos y…
—Se está yendo por las ramas —dijo Britt bruscamente—. Suéltelo ya.
Britt tenía los nervios de punta y sus esfuerzos por disimularlo no estaban dando resultado. A pesar de lo que le había dicho a Santana, sabía que, cuando se realizase una investigación formal sobre su conducta en la operación Loverboy, no podría verla. Al menos hasta que quedase limpia, si quedaba limpia. La idea de que la separasen de Santana, aunque sólo fuera unas semanas, la mataba.
—No tenemos tiempo para la versión completa. —Le sorprendió que la mano de Santana se posase dulcemente sobre su rodilla. Tomó aliento, procuró serenarse y dijo—: Lo siento. Continúe.
Stark se enderezó y prosiguió con el informe.
—Nos fijamos en que la sargento detective Janet Aronson, de la policía metropolitana de Washington, había estado casada.
—Sí, ya lo sé. —Britt no apartó los ojos de Stark, pero se le aceleró el pulso al oír el nombre de Janet—. Fue mucho antes de que yo la conociera y llevaba varios años divorciada cuando iniciamos nuestra relación. No solíamos hablar del tema.
—Sí, señora, lo comprendo. Estuvo casada con…
—Otro poli. Ya lo sé —dijo Britt con impaciencia, pero sintió una punzada en el pecho, una premonición, como si hubiese algo que debía saber y que no sabía. Algo que había pasado por alto. ¡Cuántas cosas mal hechas en su relación con Janet!
Los dedos de Santana se crisparon un instante sobre la pierna de Britt, y luego empezaron a acariciarla. El contacto devolvió a Britt a la realidad y deslizó su propia mano sobre la de su amante.
—Lo siento. Yo… prosiga.
—No estuvo casada con otro poli, comandante, sino con un agente federal. Patrick Doyle.
—Dios mío. —Britt se levantó bruscamente y se fue al otro extremo de la habitación. De espaldas al grupo, contempló Gramercy Park, recordando el rostro de Janet y la expresión de sus ojos el día de su muerte. Sin volverse, con la voz tomada por los recuerdos, dijo—: Tal vez ella dijo que pertenecía a las fuerzas del orden y yo interpreté que era policía. Nunca pregunté… No parecía importante, pero…
“Entre nosotras no tenían importancia los asuntos personales. Compartíamos la cama y poco más. Dios, se merecía algo mejor.”
Desde el otro lado de la habitación, Santana reparó en la espalda rígida de Britt y en que tenía los puños apretados contra el cuerpo. Quería acercarse a ella, abrazarla, apoyar la mejilla en su espalda, sostenerla hasta que los recuerdos se desvaneciesen y el dolor disminuyese. No podía, y no porque los presentes no fuesen sus amigos, sino porque se trataba del dolor que Britt guardaba para sí y aún no podía compartir. “Pero me lo contarás algún día, ¿verdad? Cuando puedas perdonarte. Y cuando ese día llegue, estaré a tu lado para ayudarte.”
Un minuto después, Britt regresó a su asiento. Tenía el rostro inexpresivo y la voz serena.
—Si Doyle le siguió la pista, tal vez averiguase lo nuestro. Es difícil mantener secretos entre policías. Seguro que Doyle tiene amigos en la policía de Washington.
—Eso explicaría la inquina que le tiene —observó Sam.
—No sería el único —repuso Britt—. Mucha gente creyó que yo tendría que haber evitado lo que le ocurrió.
—También explica que, si encontró casualmente algo sobre usted en un expediente de investigación, trate de utilizarlo para perjudicarla —señaló Savard con tono sereno y realista. Había visto el dolor en los ojos de Brittany Pierce y sentido el desesperado deseo de Santana López de consolarla. Sufría por las dos, dándose cuenta de lo duro que debía de ser ver los secretos más íntimos expuestos de aquella forma.
—Sí. —Britt buscó la mano de Santana involuntariamente—. Supongo que explicaría la fotografía en la que estoy con la pelirroja en el bar y tal vez la de Santana conmigo. Si intenta sabotear mi carrera, ha empezado bien.
Sam soltó una maldición, y Britt le dedicó una sonrisa.
—Sin embargo, no explica la foto de Santana y Kit… mi anterior acompañante.
—Sí, si lo que pretende es intimidarla —afirmó Stark con indignación—. Amenazando con implicar a Santana en algo ilegal o… desagradable, le apretaría las tuercas a usted.
—Supongo que tiene razón. —Britt se frotó la cara con la mano libre; la otra aferraba la de Santana, sentada a su lado en el sofá—. ¿Algo más?
Stark y Savard cabecearon.
—Felicia sigue trabajando, dice que se está acercando —comentó Sam en un intento por infundir esperanzas. Cuando Britt le habló de la llamada de Shuester y de su inminente suspensión, Sam quiso golpear algo—. Tengo algunas cosas sobre el periodista, aunque no mucho.
—¿Nos dais un rato, y luego volvemos a reunirnos para ver dónde estamos? —preguntó Santana—. Os llamaré cuando estemos preparadas.
—Está bien —murmuró Britt cuando sus agentes se marcharon.
—No, no lo está —repuso Santana—. Pero lo arreglaremos.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Lo sabia Doyle tenía que se Doyle ahora más lo odio OMG ahora que harán las chicas con razón quiere perjudicar a Brittany mis Brittana deben superar eso juntas y pues que recurran a la artillería pesada espero tu próxima actualización saludos que pensara Santana como ayudara a su amante quiero saber eso :)
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
JA!!! Sabia que el bastardo de Doyle estaba envuelto en todo ese lio de advertencias, pero... Oh Dios, Doyle casado con Janet ??/ Eso si que es una Bomba de Tiempo!!
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Keiri Lopierce escribió:Lo sabia Doyle tenía que se Doyle ahora más lo odio OMG ahora que harán las chicas con razón quiere perjudicar a Brittany mis Brittana deben superar eso juntas y pues que recurran a la artillería pesada espero tu próxima actualización saludos que pensara Santana como ayudara a su amante quiero saber eso :)
Vuestra intuición era acertada, Doyle es el principal sospechoso
aria escribió:JA!!! Sabia que el bastardo de Doyle estaba envuelto en todo ese lio de advertencias, pero... Oh Dios, Doyle casado con Janet ??/ Eso si que es una Bomba de Tiempo!!
Britt volvio lesbiana a Janet, tiene el mismo poder que Santana!!
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 26
Capítulo 26
Cuando la puerta se cerró tras los miembros del equipo, Britt, que seguía sentada en el sofá, hundió la cabeza en las manos con los codos apoyados en las rodillas.
—Joder —exclamó con aire cansino—. ¡Qué desastre! Dios, lo siento.
Santana se sentó a su lado y apoyó la mano izquierda en la espalda de Britt, que tenía la camisa empapada de sudor a pesar de que el loft estaba fresco. La pena era tan rara en la voz de Britt y tan descarnada, que Santana se sintió morir.
—¿Britt? —Los dedos de Santana dibujaron suaves circulitos sobre los tensos músculos—. ¿Por qué lo sientes?
Britt respondió en tono sombrío, sin levantar la cabeza ni mirar a su amante:
—Lo siento porque mi pasado te está causando problemas. No tenía ni idea… Me parece increíble que Doyle y Janet… Cristo bendito.
—Tú no tienes la culpa de que Doyle haga esto.
—Si yo hubiera estado con ella, Janet podría estar viva. —Britt se enderezó; la furia la sacudía y la hizo temblar—. Si le hubiese preguntado por su misión, si me hubiese preocupado por lo que hacía…si hubiese hecho algo más que dejarme caer cuando necesitaba… joder, no tienes por qué aguantar esto.
Britt se levantó bruscamente, procurando a toda costa recuperar el control. Estaba cansada, el maldito dolor de cabeza había regresado como una venganza y le costaba trabajo situar los recuerdos en el lugar que les correspondía, detrás de una puerta cerrada con doble llave.
—Siéntate, Brittany —ordenó Santana cogiendo la mano de su amante.
Britt se resistió durante unos segundos, y luego se sentó casi contra su voluntad. Posó los ojos nublados por la pena en los ojos de Santana.
—He cometido muchos errores. Con Janet, contigo. No debí iniciar una relación contigo mientras estaba en el equipo. Nunca creí que nadie pudiese averiguar lo del servicio de compañía, y antes, cuando sólo me arriesgaba yo, no me importaba. Nada me importaba demasiado. Ahora te he metido en esto… y lo siento.
La mirada de Santana no se inmutó.
—Sé que estás cansada porque yo también lo estoy. Me da la impresión de que tu conmoción fue mucho peor de lo que pensamos porque veo que vuelves a sufrir dolor. Sé que estás preocupada por mí. Sé lo que significará para ti si hay una investigación y se cuestiona tu competencia. Sé todo eso, Britt. —Santana hizo una brevísima pausa y continuó con voz fuerte y decidida—. Pero, si vuelves a disculparte por amarme, tendré que pedirte que te vayas… y que no regreses jamás.
A Britt se le desorbitaron los ojos y se sobresaltó, percibiendo el golpe invisible con la contundencia de un puño.
—Santana —susurró, y levantó los dedos para acariciar la rígida línea de la tensa mandíbula de la joven—. No lamento amarte. Nunca lo lamentaré. Amarte es lo mejor que he hecho en mi vida. Solo lamento que mi amor te cause dolor.
—No me causa dolor, al menos no como tú crees. Me has hecho daño cuando no me contabas las cosas y cuando permitiste que se produjesen equívocos entre nosotras. Pero yo también tengo la culpa de eso —admitió Santana, alzando la mano para acariciar la de Britt—. El daño que me has hecho nunca ha acabado con la confianza que reina entre las dos. Nunca me has mentido.
—Y no lo haré. Te lo prometo.
Santana se llevó la mano de Britt a los labios y la besó tiernamente.
—No tienes la culpa de la muerte de Janet ni te equivocaste por no poder evitarla. Britt, no siempre vas a ser responsable de lo que les ocurra a otras personas. Sé que eso te define y te amo por ese detalle. Pero a veces tienes que dejar correr las cosas. Si no lo haces, te destruirás… o nos destruirás a las dos.
—¡Oh, Dios! —Britt tomó aliento—. Haría lo que fuera para no perderte.
—¡Vaya, qué bien! —Santana pudo respirar por fin a fondo, y luego esbozó una trémula sonrisa—. Porque te necesito muchísimo.
Britt se inclinó hacia delante y besó a Santana en la boca, suavemente primero, y luego con ansia creciente, un beso lleno de posesión y de necesidad. Las manos de Santana se posaron sobre el pecho de Britt y se introdujeron bajo el cuello de su camisa hasta la nuca. Hundió los dedos en los espesos cabellos negros, apretándose contra Britt, con ganas de devorarla. Cuando se separaron, jadeantes, Santana gimió:
—¡Dios, haces que me duelan las entrañas!
—Te quiero ahora. —El contacto de Santana, el deseo de su voz, la urgencia de sus palabras produjeron vértigo a Britt. Lo único en que pensaba era en el calor de la piel de Santana, en sus gemidos y en los latidos de aquel corazón bajo sus propios dedos y su lengua—. Ahora mismo.
—Lo sé… Lo percibo. Lo veo en tus ojos. Adoro tu forma de quererme.
Cuando Britt rozó con manos temblorosas la blusa de Santana, ésta la detuvo, sujetando las muñecas de su amante.
—Tenemos mucho que hacer antes de mañana por la mañana —acertó a decir, a pesar de que el deseo le atascaba la garganta.
—Pensaré mejor cuando no tenga toda la sangre entre las piernas —insistió Britt, deslizando las manos bajo la tela y sobre los pechos desnudos de Santana, cuyo suspiro de placer fue el permiso que necesitaba para continuar.
Tras desabotonar la blusa de Santana, Britt la recostó sobre los almohadones del sofá y se colocó entre los muslos de su amante. Empujó las caderas, se apoyó en los brazos extendidos y bajó la cabeza para lamer los pezones de Santana, sus senos y el centro de su vientre. Cuando llegó al ombligo y tiró del pequeño anillo de oro con los dientes, Santana gemía con los ojos cerrados y agitaba la cabeza de un lado a otro. Britt se puso de rodillas, bajó la cremallera de los vaqueros de Santana, y luego se los quitó.
—Estoy muy caliente —murmuró Santana con avidez mientras alzaba las caderas para contribuir al empuje.
Cuando los vaqueros estuvieron por debajo de las rodillas de Santana, Britt acarició el interior de las piernas de la joven, separándolas y haciendo sitio para la boca. Santana estaba lista, como Britt sabía, hinchada, vibrando, pesada y turbia a causa de la necesidad y el bullir de la sangre. Britt respiró la excitación de su amante y sintió la respuesta entre sus propios muslos.
—¡Oh, Dios…! Cuando te toco, lo siento dentro, como si tú también me tocases. Puedo correrme mientras hago que te corras.
—Inténtalo —susurró Santana con voz ronca.
Britt se rió y bajó la cabeza. No se precipitó, no la martirizó, sino que tomó a Santana con firmeza, certidumbre y sin fallar. Sabía cuándo tirar, cuándo lamer y cuándo aminorar el curso de su lengua sobre el vibrante y tembloroso centro nervioso, siguiendo la elevación de las caderas de Santana y remontando el crescendo de sus gritos. La sangre de las dos se aceleró. Y, cuando la pasión estalló, fluyó como si fueran una, ungiéndolas a ambas. Britt se puso de lado, apoyando la mejilla en la parte inferior del abdomen de Santana, y murmuró, medio adormilada:
—¿Por qué será que no recuerdo lo que tanto me preocupaba hace unos minutos?
—Cosas del sexo. —Santana enroscó los dedos en los cabellos de Britt y tiró de los húmedos mechones—. Funde las neuronas, al menos cuando nosotras lo hacemos.
—Pues será mejor que reinicie mi cerebro. —Britt se estiró, acariciando levemente el muslo desnudo de Santana—. Esta noche tengo que revisar el itinerario de París con Sam y asegurarme de que todo esté en orden puesto que yo no iré…
—Si tú no vas, yo tampoco —dijo Santana con rotundidad y sin dar lugar a discusiones.
Britt volvió la cabeza y estudió a su amante, que seguía recostada sobre los cojines revueltos, con la ropa en desorden, acalorada a causa de los efectos de la pasión. Era hermosa, fuerte y lo único que le importaba a Britt en la vida.
—Tienes que ir.
—No, no tengo que hacerlo. Se trata de un viaje de relaciones públicas, y hay otras muchas personas a las que mi padre, o mejor dicho Lucinda, pueden recurrir para quedar bien con el presidente francés y todos los demás a los que hay que adular. No tengo por qué ser yo, y no voy a ser yo, a menos que me acompañes como jefa de seguridad.
Britt arqueó una ceja.
—Corrígeme si me equivoco, pero ¿no estuviste a punto de echarme hace un mes cuando volví a asumir el puesto de jefa de tu seguridad?
—Eso era distinto —respondió Santana tranquilamente—. Fue elección tuya y la tomaste sin contar conmigo. Estabas equivocada.
Britt se quedó callada unos momentos.
—Tienes razón. También tenías razón entonces. Lo siento.
—Lo sé. Y se acabó. —Santana buscó la mano de Britt y la estrechó—. Esto es totalmente distinto. Te persiguen, y lo hace alguien que tiene motivos personales. Si no es Doyle directamente, se trata de alguien a quien Doyle o uno de sus compinches están presionando. Es injusto y no permitiré que ocurra. No contemplaré impasible este tipo de terrorismo político.
—¿Te he dicho últimamente que te amo? —Britt tenía la garganta tensa, no de deseo, sino de gratitud y sorpresa.
—Lo has dicho alguna vez. En realidad, me lo has demostrado.
Britt repuso, sonriendo:
—A estas alturas, no creo que podamos hacer nada con respecto a mi suspensión.
—¿No sirve de nada la información sobre Doyle?
Britt cabeceó.
—Explica algunas cosas, pero no creo que nos ofrezca ningún recurso particular. Ahora ya sabemos por qué Doyle siempre me ha tenido manía y, con toda probabilidad, es el que ordenó que nos vigilasen en San Francisco. Tiene toda la pinta de ser cosa de la Agencia. Sin embargo, dudo que sea él quien está detrás de la investigación del servicio de acompañantes. Y, si queremos responder, necesitamos saber quién es la mano que mueve toda la operación.
—Quiero acompañarte mañana cuando vayas al Teso…
El teléfono las interrumpió. Santana se puso de lado y tanteó con la mano hasta encontrar el auricular.
—Santana López. —Tras unos segundos, continuó—: Sí… no, de acuerdo… subid.
Colgó el teléfono y se sentó en el sofá, abotonándose la blusa a toda prisa. Mientras se ponía los pantalones, explicó:
—Hora de que te arregles, comandante. La tropa vuelve.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
wow no lo puedo creer (estrangulando a Doyle) ya sabiamos que el estaba detras de todo esto y sigo sin creer que estubo casado con janet a ver que como sigue esta historia.... por cierto me entere que son los ultimos cap de la 3° parte
Flor_Snix2013***** - Mensajes : 230
Fecha de inscripción : 28/06/2013
Edad : 26
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
AMO a estas mujeres, de verdad que si...
El amor que se profesan es increible, admirable y unico!
Y sus encuentros??? Ufff son tan excitantes y candentes... jajajjaja
AMO esta adaptacioooooooon!!!! :D
El amor que se profesan es increible, admirable y unico!
Y sus encuentros??? Ufff son tan excitantes y candentes... jajajjaja
AMO esta adaptacioooooooon!!!! :D
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Flor_Snix2013 escribió:wow no lo puedo creer (estrangulando a Doyle) ya sabiamos que el estaba detras de todo esto y sigo sin creer que estubo casado con janet a ver que como sigue esta historia.... por cierto me entere que son los ultimos cap de la 3° parte
Sí, quedan 3 capitulos para que termine esta parte de la historia
aria escribió:AMO a estas mujeres, de verdad que si...
El amor que se profesan es increible, admirable y unico!
Y sus encuentros??? Ufff son tan excitantes y candentes... jajajjaja
AMO esta adaptacioooooooon!!!! :D
Date una ducha fria!!!
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 27
Capítulo 27
—Felicia ha encontrado una rendija —anunció Sam antes de que la puerta se cerrase del todo.
Felicia, que se las arreglaba para mantener su compuesta y elegante apariencia a pesar de haber trabajado más de quince horas sin parar, sonrió al ver la emoción de Sam.
—He acotado el origen de los correos —explicó, mientras Sam y ella se dirigían a los sofás y los cuatro se sentaban. Sam y Felicia frente a Britt, y Santana al otro lado de la mesita.
—¿Dónde? —preguntó Britt, sin prestar atención al primer aleteo de esperanza en su pecho.
—He encontrado transmisiones cruzadas a y del director del FBI, el despacho del subsecretario del Fiscal General y dos subcomités del Senado. Una densidad mucho mayor que en ninguna otra parte.
—¿Qué comités? —se apresuró a preguntar Santana.
—Inteligencia y Armas.
—¿Detalles? —sondeó Britt. “Los centros de poder. Esto es más grande de lo que creía.”
—Por desgracia, no —respondió Felicia—. No puedo establecer el vínculo con los individuos hasta que analice todos los archivos.
—¿Cuánto tiempo tardará? —preguntó Britt, sombría, pensando en el tiempo que se les escapaba.
—No lo sé. Si tengo suerte, podría encontrarlo enseguida o… tardar días.
“Se acabó.” Britt se enderezó y dio unas enérgicas palmadas en los muslos.
—Entonces, eso es todo. Creo que han hecho todo lo que han podido. Agradezco sus esfuerzos.
Luego miró a Sam, evitando a propósito la penetrante mirada de Santana, y añadió:
—Tengo que revisar los detalles del relevo con usted, Sam, antes de que asuma el puesto por la mañana.
—Comandante —protestó Sam.
—Hay que hacerlo. —Britt miró la hora: las once y cuarto de la noche—. No tenemos tiempo.
—¿Y qué hay de Stark y Savard? —Santana se esforzó por disimular la desesperación que sentía—. ¿Han encontrado algo más en las comprobaciones de antecedentes?
—No, y yo tampoco. —Sam cabeceó con desánimo—. Han descartado a Fielding, como esperábamos. Y yo he mirado todo lo que hay sobre el periodista de Chicago, pero no encuentro vínculos.
—Tiene que haber algo, Sam —insistió Santana—. ¿Y los amigos o colegas de Mitchell?
—Ese tipo de investigación me llevaría mucho tiempo y, en comparación, los resultados serían escasos. —Cogió la agenda electrónica que guardaba en el bolsillo de la camisa y revisó varios puntos—. El tipo está limpio, casado, con dos hijos pequeños. Economía corriente. Un periodista independiente de Chicago.
—¿Y su mujer? —preguntó Britt con aire pensativo. Su entrenamiento en el campo de la investigación le impedía dejar cabos sueltos—. ¿Hay algo?
Sam cabeceó, mientras leía la pequeña pantalla.
—No que yo sepa. Se casaron hace cuatro años. Esposa Patricia, de soltera Carpenter, estudió en…
—¿Patty Carpenter? ¿Estudió en Amherst? —preguntó Santana con repentino interés.
Sam la miró, sorprendido.
—En efecto.
—¡Dios mío! —exclamó Santana. Y en ese momento fue ella la que se levantó y se apartó del grupo reunido en torno a la mesita para ir hasta las ventanas, pues necesitaba espacio y aire. El enorme loft le pareció de repente demasiado cerrado. Mientras analizaba la nueva información, deslizó los dedos sobre el doble cristal antibalas. Empezaba a ver cómo se había orquestado todo, pero no era tan fácil como había pensado saber qué se podía hacer. Conocer la fuente no proporcionaba la solución. Al contrario.
Dio un respingo, sobresaltada, cuando Britt se acercó a ella.
—¿Qué ocurre? —preguntó Britt en voz baja para que los otros no la oyeran.
—La conozco. Creo que sé cómo consiguió su marido esa fotografía nuestra. Y sé quién nos ha enviado las advertencias.
—¿Pero? —El tono de Britt fue amable, pues era consciente de la tensión de Santana. A otra persona le habría presionado. Pero no se trataba de un sospechoso, sino de su amante. Y sabía que Santana se lo diría si podía—. ¿Santana?
Santana respiró a fondo y se volvió para mirar a Britt a los ojos, aquellos ojos tiernos, pacientes, que le daban tiempo para decidir. Y en el amor profundo e insobornable que vio en ellos, encontró la respuesta.
—Nada, en realidad. Tu reputación y tu carrera corren peligro. Y nuestra relación sufre el riesgo de verse interrumpida por la publicidad negativa y la presión de varias instancias… como mínimo. No puedo permitirlo.
—Es amiga tuya, ¿verdad?
—Sí. —Santana apoyó la mano sobre el pecho de Britt, acariciándolo suavemente—. Es amiga mía. Y tú eres mi amante.
—Santana, podemos buscar otra forma de enfocarlo. No quiero que traiciones…
—Brittany —la interrumpió Santana cabeceando con cariño—. ¿Cuándo te vas a enterar de que eres la única persona que me importa? Tú, más que nada ni nadie en el mundo.
Sin esperar la respuesta de Britt, se acercó a Felicia y a Sam, que habían procurado no mirarlas.
—Sam, intente buscar coincidencias entre esos dos comités y el nombre de Gerald Wallace.
Sam arqueó las cejas, e incluso la habitual contención de Felicia reflejó la sorpresa.
—¿El senador Wallace?
—Sí, ese mismo.
—Con un nombre —comentó Felicia levantándose—, puedo encontrar algo dentro de unas horas.
—Si el vínculo es él. —Sam parecía receloso.
—Es él —afirmó Santana con total certeza.
—El senador Wallace —repitió Sam casi para sí—. Hace meses que corre un rumor soterrado de que se enfrentará a tu padre por la nominación. Dios mío, esto va a ser horrible.
Britt se acercó a Santana y le acarició el dorso de la mano con los dedos.
—Procuremos que no lo sea. Hay que mantenerlo en secreto. Avisen a Stark y a Savard, pero nada de notas, tan sólo una copia impresa para mí con los discos.
—Puedo garantizar nuestra seguridad —dijo Felicia sin titubear—. Reformatearé los discos duros cuando acabe.
—Estupendo. Estaré aquí por si encuentran algo.
Los dos agentes asintieron y se marcharon. Britt se volvió hacia Santana y preguntó:
—¿Y ahora puedes contarme qué ocurre?
Santana se dejó caer en el sofá y dio unas palmaditas en el cojín para que Britt se sentase a su lado. Cuando ambas estuvieron acomodadas, Santana respondió:
—Gerald Wallace es el padre de A. J.
—Ah, ¿y cómo has establecido la relación?
—Patty y A. J. fueron compañeras de piso en Amherst. Eran muy amigas, pero yo nunca me traté mucho con Patty. Por eso A. J. utilizó al marido de Patty, porque él paralizaría un seguimiento si ella se lo pedía, mientras que cualquier otro periodista habría continuado indagando o se inventaría algo.
—Encaja —murmuró Britt—. Eso explica por qué la cobertura de los medios no ha aumentado, a pesar de esa única foto en el Post. No ha habido nada más que seguir porque A. J. no ha filtrado nada más. —Torció el gesto—. De todas formas, reclamarán su historia tarde o temprano.
—Y la tendrán —aseguró Santana en tono mordaz—. Pero cuando yo esté lista y como yo diga.
—Te amo —afirmó Britt sonriendo.
Santana también sonrió, pero había tristeza en sus ojos.
—Eso explica por qué A. J. estaba tan rara cuando hablé con ella por teléfono. Es nuestra Garganta Profunda. Me advirtió de la única manera que podía sin traicionar a su padre. Dudo que pensase que podíamos descubrirla.
—Dios —exclamó Britt—. Justicia, la Agencia y Wallace, ¿todos coinciden en investigar de forma encubierta a figuras políticas del Capitolio, incluyendo al presidente? Si trasciende, se organizará un escándalo mayúsculo.
—Y si se sabe que A. J. hizo la filtración, perderá su trabajo, por no hablar de lo que le ocurrirá a su relación con su padre. —Santana apretó la mano de Britt—. No quiero que eso suceda, Britt. Intentaba ayudarme. No acierto a imaginar lo duro que debe de haber sido para ella enviarme información que amenazaba la carrera de su padre. No puedo darle la espalda y arruinar la suya.
—Cuando tengamos hechos concretos, y acabaremos teniéndolos, cerraremos la operación —dijo Britt pensando en voz alta—. Pero no podemos hablar con la prensa. Demasiada gente saldría perjudicada, incluyendo a A. J. En este momento no podemos hacer nada para detener la investigación.
—¿Te refieres… a guardar silencio cuando te investiguen mañana?
—Puedo capear una comisión investigadora del Departamento de Justicia.
—No si las cartas te son desfavorables —protestó Santana—. Tú sabes, yo sé y todos los involucrados en esto saben que tu comportamiento fue intachable durante toda la operación Loverboy, incluyendo el final. Pero si Doyle tiene tanta influencia que ha logrado que te investiguen a ti en primer lugar, ¿quién sabe cómo podrían amañar el resultado de la comisión? No podemos arriesgarnos a eso.
—Cierto, pero si con ello evitamos un escándalo público que podría extenderse aún más de lo que ahora conocemos, me arriesgaré. —Britt se frotó la cara con la mano—. Tengo una responsabilidad ante la Agencia, ante todo el sistema, y no quiero someter ese sistema a un juicio público en mi propio beneficio. Prefiero arriesgarme a la comisión.
—Pues yo no. No cuando se trata de ti. Además, Britt, no es sólo una investigación de Justicia. Sabe Dios lo que harán con la información que tienen sobre ti y el servicio de compañía, o si intentarán involucrarme a mí.
—Lo sé, y no permitiremos que ocurra. Sólo necesitamos tiempo para que Felicia y Sam nos proporcionen las municiones. Entonces, planearemos nuestro ataque.
—Se me ocurren algunas ideas —comentó Santana.
—No creo que exista la posibilidad de que te mantengas al margen, ¿verdad?
Santana sonrió dulcemente y besó a Britt. Cuando se apartó, dijo con ojos brillantes:
—Ni la más mínima posibilidad.
—Ya lo sabía. —Con una leve sonrisa, Britt cogió el teléfono, llamó a Sam y le pidió que organizase un vuelo para dos a las cinco de la mañana a Washington. Luego se volvió hacia Santana—: Deberíamos intentar descansar un poco. ¿Crees que podrás dormir?
Santana rodeó el cuello de Britt con los brazos y pegó el cuerpo al de su amante. Acercó los labios al oído de Britt y susurró:
—Conozco unas estupendas técnicas de relajación.
—Yo también. Comparémoslas.
* * *
La cama de Santana se hallaba frente a los amplios ventanales que llegaban del suelo al techo, y desde el último piso Britt sólo veía la luna y las sombras de los edificios del otro lado de la plaza. Santana se había acurrucado con la cabeza apoyada en el hombro de Britt y un brazo y una pierna sobre el cuerpo de su amante. Con la mejilla apoyada en la sedosa suavidad de los cabellos de Britt, Santana aspiraba el olor familiar mientras acariciaba la curva de la cadera y escuchaba la respiración de la comandante mientras dormía. Habían hecho el amor rápidamente, no por culpa del tiempo, sino de la necesidad. Sus besos habían sido voraces, las manos hambrientas y los cuerpos ardientes. Habían alcanzado el clímax con tanta urgencia como alivio.
Britt, acostada junto a Santana, se dio cuenta de que era una de las escasas ocasiones en que habían pasado parte de la noche juntas y se esforzó por ahuyentar la angustia de saber que tal vez transcurriese mucho tiempo antes de que pudiera abrazar de nuevo a su amante. A pesar de la esperanza de que sus amigos y colegas encontrasen pruebas concretas que le sirviesen para negociar con Shuester, no confiaba en que pudiese cambiar lo que ya estaba en marcha. Pensó en Doyle, en su animosidad profundamente arraigada por causa de una relación que había acabado mucho tiempo antes y sus celos por una mujer que lo había dejado también mucho antes de morir, y se esforzó por reprimir la pena y el remordimiento por la muerte de Janet. Sabía que Santana tenía razón: ni la muerte de Janet ni el fanatismo de Doyle eran culpa suya ni su responsabilidad, pero no podía dejar de recordar la decepción que aleteaba en los ojos de Janet antes de morir. En aquel momento, podía perder a otra mujer, la mujer sin la que no sería capaz de vivir, y sintió cómo el muro de su fortaleza se resquebrajaba.
Santana se movió y susurró:
—¿Qué ocurre?
—Lo siento, yo… no quería despertarte. —Britt se preguntó por qué tenía la garganta tan seca.
Santana deslizó los dedos sobre el rostro de Britt y suspiró al notar la humedad de las lágrimas en la mano. Sorprendida, con el corazón dolorido, se incorporó en la cama y abrazó a Britt.
—No pasa nada —murmuró sosteniendo a Britt contra sí y acunándola sin pensar—. Cuéntame.
Cuando Britt intentó responder, un sollozo ahogó su voz. Durante muchos meses había mantenido el dolor enterrado, mientras se sumergía en el trabajo y en el sexo ocasional. Luego, había encontrado a Santana. Y aquella paz se veía amenazada por fuerzas contra las cuales no sabía cómo luchar. Se estaba desmoronando y tampoco sabía cómo evitarlo. Abrazó a Santana con desesperación, casi sin poder respirar.
Santana estrechó a Britt, deseando protegerla más que nada en el mundo, y comprendió por primera vez en su vida que la esencia del amor es el consuelo que proporciona en la oscuridad de la noche, cuando más acosan el terror, la incertidumbre y los fantasmas de antiguas penas. Con tanta fuerza que casi le habría hecho daño a Britt si no fuera tan vital, se apretó contra su amante y susurró con pasión:
—Te amo, cariño. Te amo.
La cabeza de Britt se despejó, y el puño que le había arrancado el aire de los pulmones, amenazando con secar la sangre de sus venas, se aflojó. Se puso de espaldas, jadeando.
—Dios, lo… siento. No sé qué ha ocurrido.
—¿Te encuentras bien? —Santana también se quedó sin aliento. Buscó a ciegas la mano de Britt y la estrechó.
—Sí, sólo era una pesadilla, de ésas que se tienen despierta.
—Yo las he tenido —admitió Santana—. Pero tú haces que desaparezcan.
—También tú lo logras. —Britt se volvió de lado y deslizó los dedos por el rostro de Santana, y luego por el cuello y los hombros—. Gracias.
Cuando se besaron, el beso expresaba gratitud y deseo. Britt se movió, introdujo el muslo entre las piernas de Santana y susurró mientras la abrazaba:
—Te necesito, Santana.
Estaba a punto de besar a Santana cuando sonó el teléfono. Britt se apartó y soltó una maldición.
—Tranquila, cariño. —Santana le dio una palmadita en la mejilla a Britt y se rió, un poco nerviosa—. Normalmente, no lo cojo, pero será mejor que contestemos.
—Se trata sólo de un aplazamiento —murmuró Britt besándola rápidamente.
—No hace falta que lo jures.
Britt se apartó de mala gana, y Santana cogió el teléfono.
—Santana López… de acuerdo, dadnos diez minutos. Bajaremos. —Bien despierta, colgó y retiró las sábanas.
—Hora de ducharse, comandante. Felicia dice que tiene lo que necesitamos
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Ohhhh Felicia consiguió la informacion.... ya quiero saber la info gracias por actualizar de nuevo tan solo quedan 2 cap para el final
Flor_Snix2013***** - Mensajes : 230
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
me pierdo un dia y ya hay 10 capítulos nuevos!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Gracias al cielo....!!!
Ojala que tengo lo que necesitan porque sino las cosas se pondran feas!!! Bueno mas de lo que estan... Agggggg ese Doyle sabia que estaba metido hasta en la sopaaaa, completito!!
Ojala que tengo lo que necesitan porque sino las cosas se pondran feas!!! Bueno mas de lo que estan... Agggggg ese Doyle sabia que estaba metido hasta en la sopaaaa, completito!!
aria- - Mensajes : 1105
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Flor_Snix2013 escribió:Ohhhh Felicia consiguió la informacion.... ya quiero saber la info gracias por actualizar de nuevo tan solo quedan 2 cap para el final
Mañana el final, hoy os dejo el penúltimo y me voy a la cama
micky morales escribió:me pierdo un dia y ya hay 10 capítulos nuevos!
Si te llegas a perder un dia más nos encuentras en la 4º parte
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
aria escribió:Gracias al cielo....!!!
Ojala que tengo lo que necesitan porque sino las cosas se pondran feas!!! Bueno mas de lo que estan... Agggggg ese Doyle sabia que estaba metido hasta en la sopaaaa, completito!!
Tus dotes de adivina siguen intactas, has pensado en montar un negocio?
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 28
Capítulo 28
Lucinda Washburn alzó los ojos de la pila de papeles y miró a Santana sin pestañear.
—¿Cuánta gente sabe esto?
—Cinco agentes federales. —Santana estaba sentada frente a Lucinda en una cómoda butaca, vestida con los vaqueros y el ligero jersey de algodón que se había puesto para viajar.
—¡Jesús! —murmuró Lucinda—. Es una pesadilla de seguridad.
—No, no es cierto —repuso Santana—. Nadie dirá nada.
—¿Confías en todos?
Santana se rió ante la ironía al pensar en lo que habían pasado juntos.
—Con mi vida.
—Por lo que veo —Lucinda hojeó los papeles—, un senador de los Estados Unidos, con tres mandatos a la espalda, se ha dedicado a reunir datos sobre ciudadanos particulares y políticos, incluyendo al presidente de la nación, con la clara intención de organizar una estrategia de campaña e influir en los grupos de presión, votantes y funcionarios de los partidos, y está utilizando agentes y recursos federales. ¿Es eso lo que me estás diciendo?
—A grandes rasgos. —Santana se encogió de hombros—. En realidad, no sé cuáles eran sus intenciones, pero las comunicaciones que interceptamos indican claramente que agentes del FBI efectuaron una vigilancia no autorizada y que esa información llegó a manos del senador Wallace y de al menos una persona del Departamento de Justicia.
—¿Y quién te ha pasado el dato?
—Alguien anónimo. —No pensaba revelar el papel de A. J. No sabía con certeza si su antigua amiga había tomado parte activa en la operación y, si lo había hecho, no tenía intención de torpedear su carrera—. Cuando se filtró a la prensa la foto en la que estoy con Britt, empezamos a indagar y esto es lo que averiguamos.
—¡Qué suerte! —El tono irónico de Lucinda indicaba que se daba cuenta de que había más documentos de los que Santana le había enseñado—. Tal y como están las cosas, el empleo de escuchas telefónicas y de vigilancia electrónica en la investigación de ciudadanos particulares que no son sospechosos de nada viola varias leyes federales, por no hablar de las irregularidades de la campaña si Wallace intenta aprovecharse de algo de esto.
—Por eso te lo he traído. —Santana miró sin pestañear a la jefa de gabinete—. Si no afecta a papá ahora, podría ser el año que viene. Y hay otros muchos nombres en ese expediente que están en el equipo de la reelección y son pilares fundamentales.
—No acaba ahí la cosa. —Lucinda habló casi con asco mientras cogía una de las páginas y la apartaba del resto—. Aquí tenemos una lista de clientes de un servicio de acompañantes. Podría dar lugar a chantajes, lo cual va más allá de las simples irregularidades de campaña.
—No sabemos que hayan chantajeado a nadie. Sería mejor decir coaccionado.
—Una sutil distinción.
—Lo sé, pero si ponemos… pones fin a esta situación ahora, no se llegará a ese punto.
—Lo único bueno —observó Lucinda en tono irónico— es que no fueron muy selectivos a la hora de hacer la vigilancia: liberales y conservadores, demócratas y republicanos; no discriminaron a la hora de violar intimidades. Tenemos a un juez de distrito de Washington, dos congresistas y un miembro del gabinete de tu padre, con una buena mezcla de afiliaciones, lo cual me da capacidad de maniobra en los dos bandos del escenario político.
Lucinda dejó a un lado los papeles y miró a Santana con interés.
—Esto es grave, pero se puede manejar sin que se entere la prensa, y creo que es lo mejor.
—Desde luego, yo no tengo el menor deseo de airear los trapos sucios de Washington en un programa televisivo de máxima audiencia.
—Pero me lo has traído por alguna razón. —Alzó una mano cuando Santana iba a explicarse—. Oh, ya lo sé, estás preocupada por el futuro político de tu padre. Te creo. Yo también. ¿Qué más quieres?
—Quiero que se cancele la investigación que Justicia está haciendo a mi jefa de seguridad. La cosa no debería haber llegado tan lejos, pero alguien está tocando teclas en el Tesoro o en el Departamento de Justicia, o en ambos, y sé que al menos una de esas personas está involucrada en esta operación ilícita.
Los ojos de Lucinda se posaron en la pila de documentos.
—El nombre de tu jefa figura en la lista de los clientes del servicio de compañía.
—Ya lo sé. —Santana no parpadeó, aunque en su mente apareció la imagen de la hermosa rubia que había sido amante de Britt—. No tiene nada que ver con su profesionalidad ni tampoco con nuestra relación. La investigación del Departamento de Justicia fue instigada por alguien con un interés personal en Britt. Y quiero que termine.
Lucinda se reclinó en su sillón y miró a un punto inconcreto, analizando opciones mentalmente.
—En realidad —reflexionó en voz alta—, la mayoría de la gente cree que la moneda del Gobierno es el todopoderoso dólar, pero no es cierto. Son los favores. Hay un buen número de personas que me deben algo. No me importa utilizar a algunas para arreglar esto. Me ahorraré muchos líos más adelante si doy por zanjado esto ahora. —Esbozó una sonrisa felina—. Y que Wallace se entere de que yo sé lo que estaba haciendo, así el muy cabrón se lo pensará dos veces antes de desafiar a un presidente en ejercicio para la nominación.
La ansiedad que agarrotaba el estómago de Santana desde que había llamado a Lucinda en el avión, camino de Washington, para pedirle una cita urgente a primera hora de la mañana, comenzó a ceder.
—Habrá que hacerlo pronto para ayudar a Britt.
—Oh, se hará —aseguró Lucinda—. Pero quiero algo a cambio.
Santana entrecerró los ojos.
—¿Qué?
—Que ocultes tu relación con la agente Pierce, al menos hasta después de las nominaciones. Nada de declaraciones, de reconocimientos expresos ni de manifestaciones públicas de afecto.
Santana cabeceó.
—No. Tú misma lo has admitido: si no te hubiera traído esta información, seguramente te habrías visto en una dificilísima carrera para la nominación contra Wallace el año que viene. Creo que estamos en paz.
—Deberías pensar en la política.
—No en este momento. Aunque haré una cosa —concedió Santana—. Prometo que, si hago alguna declaración pública sobre mi vida personal, te avisaré con tiempo para que Aaron pueda manejar a los periodistas.
—Parece como si estuvieras preparando algo. Me gustaría conocer los detalles ahora.
—En realidad, prefiero hablar primero con mi padre.
Santana se levantó y se dirigió a la puerta. Con la mano en el pomo, se volvió.
—Gracias por la ayuda.
—No tiene importancia —dijo Lucinda en tono irónico mientras la puerta se cerraba despacio tras la hija del presidente.
Cuando Britt abrió la puerta de su apartamento, a Santana se le desbocó el corazón a causa de la preocupación. Su amante aún llevaba los mismos vaqueros y el polo que se había puesto para el viaje en avión.
—Creí que tenías una cita en el Departamento de Justicia. —Santana entró y cogió a Britt por el brazo—. ¿Por qué no estás vestida? Son casi las nueve.
—Por lo visto, esta mañana no tengo que ir a ninguna parte —respondió Britt.
—Maldita sea, si te han suspendido, ya…
—Todo lo contrario. —Britt sonrió y cabeceó—. La secretaria de Schuester me llamó poco después de las ocho para avisarme de que mi cita con él se había cancelado. Schuester le encomendó que me dijese que el asunto de Loverboy estaba cerrado.
Santana abrazó a Britt por la cintura y lanzó un suspiro de alivio.
—Gracias a Dios.
—¿Qué has hecho exactamente?
—Poca cosa —respondió Santana—. Lucinda y yo intercambiamos favores.
—Gracias por eso… por todo.
—Me encanta poder hacer algo por ti. —Santana acarició el pecho de Britt, adivinando las cicatrices. Cada vez que hacían el amor, las veía, las tocaba con los dedos y los labios. Recordaba el momento del disparo. Sacudió la cabeza para ahuyentar los recuerdos y se recreó en el sólido abrazo de su amante—. No tienes por qué agradecérmelo.
—Pero te lo agradezco —susurró Britt y la besó.
—Sí, claro —acertó a decir Santana, conteniendo el aliento—. Estoy segura de que Lucinda me lo recordará cuando necesite algo con urgencia.
—Es muy rápida —comentó Britt con admiración—. No sé qué cuerdas habrá pulsado, pero no ha tardado mucho.
—Seguramente, Lucinda Washburn tiene más poder que nadie en este país, después de mi padre. Si quiere que se haga algo, se hace.
—Tienes algunos contactos de lo más interesantes. —La sonrisa de Britt se ensanchó—. Resulta muy útil tratarte.
—¿Tú crees, comandante? —Santana deslizó las manos sobre la espalda de Britt—. ¿Impresionada?
Britt hundió la nariz en el cuello de Santana y besó la delicada piel bajo el lóbulo de la oreja, que Britt sabía que era uno de los puntos débiles de su amante.
—Ah, ah. Muy impresionada.
Santana acercó los labios al oído de Britt y susurró con voz ronca:
—Entonces, seguramente te emocionará saber que esta mañana tenemos una cita con el presidente de los Estados Unidos.
Britt se puso rígida y se enderezó de repente.
—¿Disculpa?
—Tiene un día muy ocupado, así que nos han metido entre la reunión matutina con los asesores de la seguridad nacional y una entrevista con un representante de la República Popular China.
—¡Dios, tengo que cambiarme de ropa!
—Estás muy bien. Se trata de una visita familiar, Britt, no de una reunión oficial.
—Tal vez —repuso Britt dirigiéndose al dormitorio—. Pero no voy a presentarme ante el presidente en vaqueros.
—Tendrás que superar eso alguna vez. Espero que en el futuro lo veas mucho. Ya sabes, cumpleaños, fiestas… todo eso.
—Tardaré un poco en acostumbrarme —gritó Britt por encima del hombro, y desapareció.
Santana sonrió y la siguió. “Mejor que empieces ya, mi amor.”
El presidente Andrew López alzó la vista del informe que estaba leyendo cuando Santana y Britt entraron en el despacho oval. Dejó los papeles a un lado, les indicó la pequeña zona de recepción frente a su mesa y se reunió con ellas.
—Sentaos, por favor. ¿Café?
—No, señor —respondió Britt resueltamente.
—Yo sí. —Santana fue al fondo de la habitación, donde había un pequeño juego de café y otras piezas junto una cafetera termo, sobre un aparador—. ¿Papá?
Como el presidente hizo un gesto negativo con la cabeza, Santana se sirvió una taza y se sentó en el sofá al lado de Britt, frente a su padre, instalado en su sillón de orejas habitual.
—Siento venirte con esto tan de repente. Gracias por recibirnos.
—No pasa nada. ¿Algún problema?
—No exactamente. —Santana apoyó la mano en la rodilla de Britt sin darse cuenta—. Hay algo que quiero decirte antes de que te enteres por otros.
El presidente asintió y esperó.
—He decidido hacer una declaración pública sobre mi relación con Britt.
La expresión del presidente no se alteró mientras miraba a su hija y a la amante de ésta.
—Muy bien.
—A Lucinda no le va a hacer ninguna gracia. —Santana lo miró fijamente.
—Lo soportará. —El presidente sonrió con cariño, pero su tono era apagado e inflexible—. ¿Puedo preguntar si hay algún motivo para que hayas elegido este momento? ¿Ha ocurrido algo?
Santana se encogió de hombros. No tenía intención de contarle los últimos descubrimientos. Le correspondía a Lucinda hacerlo.
—No quiero vivir preocupada, ocultando nuestra relación a la prensa. Tarde o temprano, se enterarán. Prefiero confesarlo abiertamente a que algún periodista lo presente de forma sensacionalista. —Miró a Britt—. Y las dos creemos que es mejor ahora en vez del año que viene, cuando estés en plena campaña para la reelección.
—Te lo agradezco pero, como te he dicho, no me preocupa especialmente. Por otro lado, si quieres controlar la situación, te sugiero que tires la primera piedra.
Britt asintió, pensando en lo mucho que Santana se parecía a su padre. Ninguno de los dos esperaba a que lo golpeasen primero.
—Eso es lo que hemos decidido. —Santana tomó aliento y evitó mirar a Britt—. Hay una cosa. El problema de que Britt continúe siendo mi jefa de seguridad cuando se haga público que somos amantes.
Britt intentó disimular su sorpresa. “Bueno, es su padre y su montaje.”
El presidente apartó la vista de Santana y se centró en Britt.
—¿Su relación con mi hija afecta a su trabajo?
—Sí, señor —afirmó Britt sosteniendo la mirada del presidente.
—¿En qué sentido? —Arqueó las cejas, pero no mostró ninguna otra señal de sorpresa.
—En condiciones normales, señor, el deber del Servicio Secreto es velar por la seguridad física de los protegidos. Pero algunas veces mis decisiones se ven afectadas porque me preocupa… la felicidad de Santana.
Una leve sonrisa asomó a la comisura de los labios del presidente.
—¿Y eso pone en peligro a Santana?
Britt respiró a fondo y consideró el tema que la atormentaba desde el momento en que se dio cuenta de que se estaba enamorando de Santana López.
—No lo creo, señor. A veces incumplo las reglas, pero, en lo tocante a su seguridad física, mis reacciones son instintivas.
—Y yo preferiría que fuesen menos instintivas —comentó Santana—. Quiero que le ordenes dimitir, papá.
—Sí, ya me he dado cuenta. —Santana casi nunca le había pedido nada, ni siquiera de niña. Recordó el miedo que había sentido el día que le informaron de que alguien había disparado contra su única hija. Había agradecido de todo corazón que una agente del Servicio Secreto recibiese la bala en su lugar. Pero también imaginaba cómo se debía de sentir su hija, al ver que alguien a quien amaba había estado a punto de morir por ella.
El presidente preguntó con cautela:
—Agente Pierce, si no estuviese encargada de la seguridad de mi hija, ¿reaccionaría de forma diferente en caso de que ella se encontrase en peligro?
—De ninguna manera, señor —respondió Britt inmediatamente—. Aunque no se me destine oficialmente, seguiré vigilando el terreno con mil ojos en lo tocante a su seguridad. También es instintivo. Si alguien la amenaza, responderé tal y como se me ha entrenado.
El presidente miró a Santana y comprendió que aquella respuesta no la complacía.
—Me parece, Santana, que piensa actuar de la misma manera tanto si se encarga de tu seguridad como si no, así que mejor dejamos que siga con su trabajo. “Y yo me sentiré muchísimo más tranquilo.”
—De acuerdo, renuncio. No puedo discutir con los dos —repuso Santana mirando a su amante y a su padre—. Espero que esto no sea indicio de futuras alianzas porque, si los dos os compincháis contra mí de esa forma, me voy a cabrear de verdad.
—Ni se me ocurriría —dijo el presidente, muy serio, y tanto Britt como Santana se rieron.
Cuando el presidente se inclinó para dar un beso en la mejilla a Santana en la puerta del despacho oval, susurró:
—Buena suerte.
Mientras recorrían los pasillos de la Casa Blanca, Britt murmuró:
—Ha sido una maniobra muy rastrera, señorita López, la de intentar que su padre me despidiese.
Santana sonrió.
—Era una posibilidad remota, pero supuse que si él te ordenaba dimitir, no te resistirías —dudó—: ¿Estás enfadada?
—No. —Britt se rió—. Sé que tenías que intentarlo. ¿Serás capaz de soportarlo?
—No me queda más remedio.
Britt dijo, de pronto muy seria:
—Porque si crees que no vas a poder, yo…
—Mi padre tiene razón. Y tú también. Me rindo —declaró Santana con un ligero fastidio—. Vas a actuar de la misma forma, seas mi jefa de seguridad o no. Por lo menos, si estás al frente de mi equipo, de vez en cuando incluso podremos hacernos la ilusión de que tenemos una vida normal.
Britt se relajó.
—Eso suena muy bien.
—Aún nos queda una cosa por hacer, y luego te sugiero que aproveches tu día libre.
—¿Qué tiene pensado, señorita López?
—Voy a llamar a Eric Mitchell y a concertar con él una entrevista exclusiva. Creo que sabrá abordarlo con estilo. ¿Estás preparada?
—Cuando tú digas. —Britt cogió la mano de Santana y la apretó
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
me siento mas feliz que cuando me regalan dinero en mi cumpleaños, tremendos capítulos, me los lei todos de una vez, ya tengo la esperanza de que no se separen y eso me emociona al máximo, gracias mil veces!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Que puedo decir Lucinda y la artillería pesada me encanto, Santana defendiendo a Britt mas que perfecto la conversación con el padre de Santana de maravilla daran a conocer su relación genial me ha gustado esta parte del libro enserio como decirlo la historia ha sido perfecta bien manejada y tú adaptación Brittana ha estado genial espero tu actualización Marta :)
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Que genial esta historia!!!
Y mucho mas genial sos vos!!!
Este es el ultimo capitulo de la trecera parte??
Como se llama la cuarta parte??
Saludos
Y mucho mas genial sos vos!!!
Este es el ultimo capitulo de la trecera parte??
Como se llama la cuarta parte??
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
hola!!!!!
me encanta tu historia !!!!!!
soy nueva asi que en parte por eso me registre me encanta!!!
y me encanta que actualices seguido!!
saludos.....
me encanta tu historia !!!!!!
soy nueva asi que en parte por eso me registre me encanta!!!
y me encanta que actualices seguido!!
saludos.....
Lorena_Glee** - Mensajes : 51
Fecha de inscripción : 02/08/2013
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
micky morales escribió:me siento mas feliz que cuando me regalan dinero en mi cumpleaños, tremendos capítulos, me los lei todos de una vez, ya tengo la esperanza de que no se separen y eso me emociona al máximo, gracias mil veces!!!!!
Avisame cuando sea tu cumpleaños y te regalo unos cuantos capitulos seguido, así contribuyo :P
Keiri Lopierce escribió:Que puedo decir Lucinda y la artillería pesada me encanto, Santana defendiendo a Britt mas que perfecto la conversación con el padre de Santana de maravilla daran a conocer su relación genial me ha gustado esta parte del libro enserio como decirlo la historia ha sido perfecta bien manejada y tú adaptación Brittana ha estado genial espero tu actualización Marta :)
Realmente tenían razón en decir que esta parte era la mejor, es la 1º vez que las chicas hablan y se apoyan mutuamente. Besos!!
monica.santander escribió:Que genial esta historia!!!
Y mucho mas genial sos vos!!!
Este es el ultimo capitulo de la trecera parte??
Como se llama la cuarta parte??
Saludos
Haras que me sonroje
Falta un capitulo para terminar esta parte, la cuarta parte se llama "Guardias de Honor"
Falta un capitulo para terminar esta parte, la cuarta parte se llama "Guardias de Honor"
Lorena_Glee escribió:hola!!!!!
me encanta tu historia !!!!!!
soy nueva asi que en parte por eso me registre me encanta!!!
y me encanta que actualices seguido!!
saludos.....
Hola, gracias y bienvenida!! Si necesitas algo sabes donde encontrarme. Nos vemos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
Capitulo 29
En su tercera noche en París, Britt y Santana se encontraban en un minúsculo parque de la islita que hay en medio del Sena, frente a la silueta de Notre-Dame, que se recortaba contra el cielo nocturno. Sus manos entrelazadas se apoyaban en la barandilla de hierro forjado y el río fluía lentamente a sus pies. Entre las sombras de los árboles, a diez metros de distancia, vigilaba un agente del Servicio Secreto. La noche las envolvía y la oscuridad les ofrecía su escudo protector. Casi no podrían estar más solas.
—¿En qué piensas? —preguntó Britt, maravillándose ante la belleza del perfil de Santana bajo el claro de luna.
—En Patrick Doyle.
—¡Qué desgracia! —Britt torció el gesto—. ¿Por qué?
—Porque me cabrea que no le ocurra nada después de todos los problemas que te ha causado. Quiero que sufra de alguna forma.
—En realidad, le ha ocurrido algo. En los informes de hoy me he fijado que se produjo un cambio de mando en la oficina del FBI de Washington. Patrick Doyle ya no es el agente especial al mando. Lo han destinado a una oficina de base en Waukegan.
—¿Dónde queda eso?
—Eso mismo pensé yo.
—Estupendo —exclamó Santana con entusiasmo—. Espero que se pudra allí.
Britt recordó su breve encuentro con Doyle la mañana siguiente a que Santana y ella concediesen a Eric Mitchell la entrevista en la que reconocían su relación. Britt había ido a ver a Schuester porque quería saber cómo estaban las cosas entre ellos. Seguía siendo su superior y quien le daba órdenes. Schuester se había limitado a decir: “El presidente tiene plena confianza en usted y al director le basta con eso. Procure que su foto no salga en las portadas”. Cuando Britt abandonó el despacho tras asegurarle que tenía intención de hacer eso mismo precisamente, Doyle se acercó a ella. Se aproximaron desde extremos opuestos del pasillo, mirándose a los ojos, con los cuerpos tensos y listos para luchar. Al llegar a su altura, Doyle siseó entre dientes: “Esta vez has tenido suerte, Pierce, pero yo en tu lugar me cubriría las espaldas. No siempre podrás esconderte detrás de Santana López”. A Britt le molestó oírle pronunciar el nombre de Santana, pero se limitó a sonreír.
—¿Todavía intentas asustarme, Doyle? Creí que a estas alturas incluso tú tendrías sesera suficiente para comprender que no te da resultado.
Doyle alzó un puño y se echó hacia delante, con los músculos de la mandíbula hinchados, pero se detuvo antes de tocarla. Britt permaneció inmóvil, con las manos abiertas a los lados del cuerpo. En aquel momento, lo único que quería era darle un puñetazo en la cara, pero no le proporcionaría la satisfacción de responder a su provocación.
—No eras buena para ella. —Doyle tenía el rostro congestionado y los ojos llenos de odio—. Se merecía algo mejor que tú.
El rostro de Britt no se alteró, pero su mirada se endureció. Cuando habló, lo hizo con voz desapasionada y casi pétrea:
—¿Sabes, Doyle? Tal vez tengas razón. Pero yo sé que ella era demasiado buena para ti, y también lo sabía ella.
A continuación, lo rodeó y se alejó, dejándolo sin palabras.
Britt, aliviada, cogió la mano de Santana, se la llevó a los labios y besó con ternura la palma.
—Creo que Doyle ha pagado un precio muy alto por la venganza.
—Yo también lo creo —refunfuñó Santana, pero la noche era maravillosa, como su amante, y no podía enfadarse. Se acercó a Britt y posó la cabeza en su hombro—. Te amo.
—Me encanta oírtelo decir —murmuró Britt, besó a Santana en la sien, y luego se rió— ¿Crees que al embajador le habrá ofendido atrozmente que te hayas escapado de su fiesta?
—Dudo que se haya dado cuenta. Me parece que estaba demasiado ocupado saludando a todo el mundo para interesarse por mí.
—El embajador tal vez no se haya dado cuenta, pero la esposa del embajador seguro que sí.
Santana soltó una risita, introdujo el brazo bajo el esmoquin de Britt y rodeó su cintura.
—No sé a qué te refieres, comandante.
—Me refiero a que, si hubiera seguido mirándote mucho más con esa expresión tan hambrienta en los ojos, me habría visto obligada a provocar un incidente internacional.
—No me digas que estás celosa —Santana se rió con ganas.
—¿No lo crees? —Britt se dio la vuelta, apoyó la cadera en la barandilla y atrajo a Santana hacia sí. Luego, acercó la boca al oído de Santana y murmuró—: Es usted una mujer muy hermosa, señorita López. Y con ese vestido, espectacularmente sexy. No era ella la única que la miraba esta noche.
—Sólo me interesas tú —afirmó Santana con voz ronca, cruzando los brazos tras la nuca de Britt. Encajaban a la perfección, y percibió el calor del cuerpo de Britt a través del vaporoso tejido de su vestido—. Y en este momento, me gustaría que me prestaras un poco más de atención.
—Por desgracia, tendrás que esperar —susurró Britt, aunque una repentina punzada de deseo hizo temblar su voz—. No creo que ni siquiera Stark pueda fingir que no se entera si hago lo que estoy pensando en este momento.
Santana la atrajo hacía sí y la besó, con un beso fiero y exigente que se intensificó mientras sus cuerpos se amoldaban. Cuando se apartó, dijo casi sin respiración:
—La paciencia no es mi mejor virtud.
Britt dibujó con el dedo la línea de la mandíbula de Santana.
—Me gusta tu voracidad.
—En este momento tengo hambre. —Santana deslizó la mano sobre el pecho y el abdomen de Britt e introdujo los dedos entre los muslos de su amante, sonriendo para sí cuando Britt se puso rígida y ahogó un gemido.
—Caminemos un poco —susurró Britt con la sangre hirviendo—. Luego, podemos parar en el primer hotelito que encontremos y pasar la noche en él.
—¿Y Stark y Fielding? —Santana indicó con la cabeza la oscuridad que reinaba tras ellas.
—Cuando nos hayamos instalado, les diré que se tomen la noche libre. —Britt se rió—. Creo recordar que Renée Savard ha pedido una semana de vacaciones y casualmente está en París. Dudo mucho que Stark se queje de que le reduzcan el turno esta noche.
—Vaya —murmuró Santana entrelazando los dedos con los de su amante—. La verdad es que tu puesto tiene muchas ventajas.
Mientras caminaban bajo las estrellas por la ciudad de los amantes, Britt afirmó:
—Me encanta mi trabajo.
Santana se rió, abrazando a la mujer (y al amor) que le habían enseñando que la libertad es cosa del corazón.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
ame este fic!!muchisimas gracias por compartirlo con nosotras!! espero que vuelvas pronto por aca a darnos mas brittana!!! me encanto la historia!!
Un abrazo desde Argentina!!
Un abrazo desde Argentina!!
brittana_a* - Mensajes : 28
Fecha de inscripción : 22/02/2013
Re: FanFic [Brittana] Amor y Honor. Capitulo 29. Final
brittana_a escribió:ame este fic!!muchisimas gracias por compartirlo con nosotras!! espero que vuelvas pronto por aca a darnos mas brittana!!! me encanto la historia!!
Un abrazo desde Argentina!!
Me alegra mucho que te haya gustado y gracias a vosotras por leerlo ;)
He empezado ya con la 4º parte, aqui tienes el 1º capituolo Guardias de honor
He empezado ya con la 4º parte, aqui tienes el 1º capituolo Guardias de honor
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
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