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Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
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Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Santana, auqnue no escuche mucho a Kurt, es muy buena amiga. :).
¡Ya quiero saber que pasó con Seblaine!
Seguí :).
¡Ya quiero saber que pasó con Seblaine!
Seguí :).
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
jejeje hola :) preciosa *mirada pervertida* jejeje sigue me encanta el libro, aunque como lo dije antes ya no me acuerdo, creo que si mi memoria no me falla...no se que pasa jajaja pero es bueno ser asi, tal vez me encante mas de lo normal *ti amo*
adiós adiosito adiosote un beso
adiós adiosito adiosote un beso
♫♥Anny Hummel♥♫- - Mensajes : 1241
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
no te preocupes pronto saldrá porqué terminaron, gracias por comentar, cuídate!Tony Rivera escribió:seguir historias no es problema, en verdad este fanfic me gusta mucho pero concuerdo con Rivera My love, porque terminaron seblaine? espero saberlo pronto gracias por escribir!
hola, gracias por leer mi historia pronto saldrá como terminó seblaine me alegra que te guste y aqui les dejo el siguiente capítulo, cuídate!gleeclast escribió:Ola soy muevo comentando por que he leido el fic desde que lo empezaste primero odio a adam por a verle hecho eso a kurt y segundo me encanta santana como amiga de kurt espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente capitulo y tambien espero sebastian sea otra vez mejor amigo de kurt me gusta mucho la historia no se por que no comente antes y concuerdo con riveramylove y tony rivera yo tambien quiero saber por que termino seblaine
sii, le dieron otra oportunidad, no es tan malo después de todo, si Santana con su corazoncito sensible! y Artie, digamos que pues va a jugar su papel de conquistador, pronto verás sus negras intenciones jaja, gracias por leer, cuídate!gleeismylife escribió:ooo no me lo creeo le dieron otra oportunidad a Sebastian creo que esta muy bien
aaaa ya quiero saber que pasara por que terminaron me carcome el cerebro jajaja
fue muy dulce la parte en la que Santana le dice a Sebastian que no quiere que la alejen de Kurt enverdad fue muy bonito y que onda con artie ya no entendi muy bien lo pretende o que!???
bueno enserio enserio espero y actualices lo antes posible por que me facina tu fic esperare muy ansiosamente cuidate mucho!!!! :DDD
si lo sé, después de Kurt, Santana es mi personaje favorito, a pesar de ser ruda también es una chica sensible y dispuesta a defender a Kurt de todos!RiveraMyLove escribió:Santana, auqnue no escuche mucho a Kurt, es muy buena amiga. :).
¡Ya quiero saber que pasó con Seblaine!
Seguí :).
hola socia!, gracias por comentar y leer mi historiia , me alegra mucho que te guste, sii suele suceder lees tanto que ya nisiquiera sabes jaja pero con Klaine es mejor..cuidateannyhummel escribió:jejeje hola :) preciosa *mirada pervertida* jejeje sigue me encanta el libro, aunque como lo dije antes ya no me acuerdo, creo que si mi memoria no me falla...no se que pasa jajaja pero es bueno ser asi, tal vez me encante mas de lo normal *ti amo*
adiós adiosito adiosote un beso
*también ti amo*
Sofi Hummel** - Mensajes : 92
Fecha de inscripción : 25/07/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Diez
Después de cuatro años de ignorarnos mutuamente, me sorprendió lo poco que Sebastián y yo tardamos en volver a congeniar. Había dado por sentado que resultaría violento, pero no fue así. Éramos los mismos de antes.
Estaba esperando a Sebastián junto a mi taquilla al final del día cuando Blaine dobló la esquina; parecía disgustado. Abrió su taquilla de un tirón y empezó a meter libros a empujones en su mochila, con tanta fuerza que pensé que el asa se iba a romper.
Levanté los ojos y vi que Sebastián se aproximaba hacia mí con una sonrisa.
Pasé la mirada del uno al otro. Sabía que hablaban de vez en cuando desde la ruptura, pero no me apetecía entrometerme en sus asuntos.
Blaine cerró la taquilla de un golpe y, al darse la vuelta, estuvo a punto de chocarse conmigo.
—Lo siento —se disculpó.
—No importa —respondí. Sebastián estaba a punto de llegar—. Mmm, ¿todo bien?
—¿Eh? —parecía agitado—. He fallado en la práctica de Química.
—Ah, vaya —no sabía qué otra cosa decir. Nunca había tenido problemas a la hora de hablar con Blaine, pero Sebastián se acercaba y yo tenía la sensación de que, de alguna manera, lo estaba traicionando.
—Hola, chicos —nos saludó Sebastián.
Noté que la gente en los pasillos aminoraba el paso para observar a Blaine y a Sebastián.
Ellos también lo notaron.
Se produjo un incómodo silencio entre los tres mientras la gente revoloteaba alrededor, diseccionando cada movimiento que Blaine y Sebastián efectuaban. Dije lo primero que me vino a la cabeza.
—A Blaine no le ha ido bien en la práctica de Química.
Blaine me lanzó una mirada extraña.
—Perdona…, yo… —me sentí avergonzado.
Sebastián puso los ojos en blanco.
—No hay por qué desesperarse por un notable. Además, ¿no te iban a dar más puntos, o algo parecido, por ese asunto de la asesoría sobre el alumnado?
—¿De qué asesoría habláis? —me interesé.
Blaine se sonrojó.
—No es nada. El director Figgins ha pedido a algunos alumnos que se reúnan con él de vez en cuando para darle una visión más completa de las preocupaciones de nuestros compañeros.
Me desconcertó.
—¿No está para eso el Consejo de Alumnos?
Blaine se encogió de hombros.
—No lo sé. Sólo he ido a verlo una vez, y únicamente quería hablarme de fútbol americano. Me imagino que le apetece rememorar sus años de gloria.
En su día, Figgins fue el atleta estrella del instituto McKinley y, por si a alguien se le fuera a olvidar, en las vitrinas de trofeos había un montón de fotos suyas a modo de recordatorio.
—Sí, y luego dicen… —las palabras de Blaine fueron interrumpidas por un escandaloso chillido que llegaba del pasillo. Estuve a punto de tambalearme cuando vi que procedía de Tana.
Se acercó corriendo con una expresión del más puro entusiasmo y terminó empujándome contra mi taquilla.
—¡Ay!
Tana se colocó la mano sobre la boca y trató de ahogar la risa.
—¡Perdona! No te vas a creer lo que ha pasado.
Moví el hombro para asegurarme de que no se había dislocado.
—Paul va a dar una fiesta en su casa, el sábado, ¡y me ha pedido que vaya!
—¿Paul Levine? —pregunté.
—Sí, ¿te lo puedes creer? Es el número tres de la lista.
—Guau, Tana, ¡es genial! —volví la mirada a Sebastián, que me hizo un guiño disimulado.
Tana estaba exultante.
—Y tú irás conmigo, ¿verdad? Lo vamos a pasar en grande. Sus padres se han ido de viaje y, como Paul está en el último curso, en la fiesta habrá un montón de alumnos de segundo; puede que incluso asista Kevin. Tú vas a ir, ¿verdad, Sebastián?
Sebastián se quedó estupefacto por el hecho de que Tana contara con él.
—Desde luego.
—¿Lo ves, Kurtie? ¡Tienes que venir! ¿No te parece, Sebastián?
Sebastián se echó a reír.
—¡Venga, Kurt!
Sólo unas horas antes, Tana se estaba lanzando a la yugular de Sebastián. Ahora lo utilizaba para convencerme de que asistiera a la fiesta.
—Pues claro que los acompañaré —repuse yo.
Blaine nos miraba a los tres con una mezcla de desconcierto y regocijo.
Yo estaba un poco nerviosa ante la idea de asistir a una fiesta en una casa. Lima no era más que un pueblo, con sólo diez mil habitantes, y mis padres conocían a casi todo el mundo. Si me descubrían en una fiesta en la que los padres estaban ausentes, seguro que me metería en un buen lío. Mi madre era una mujer menuda, pero poseía la cólera de Dios. No quería provocarla. Enfadada, es de temer.
Se trataba de otro aspecto sobre el que más me valía andarme con cuidado.
—¿Qué te vas a poner para la fiesta? —le pregunté a Tana al día siguiente, mientras tomábamos asiento en las gradas del campo de fútbol americano para el partido que se disputaba aquella noche.
—Y Sebastián, ¿qué se va a poner?
Tana había estado de lo más amable con Sebastián desde la invitación de Paul. Y yo confiaba en que no estuviera fingiendo.
—Puede que te busquemos una bonita camisa de fuerza que haga juego con tu acti… ¡Ay!
Tana me hincó los dedos en el brazo derecho.
—¡Shh! —ordenó mientras trataba de señalar con disimulo hacia delante.
—Numm siiet —masculló Tana.
—¿Qué pasa? —acabé de convencerme: Tana, por fin, se había vuelto loca.
—Nuumm siiet —Tana movió la cabeza hacia delante de una manera un tanto violenta.
—¿Te está dando un ataque? —pregunté.
Volvió la mirada hacia mí y puso en alto siete dedos.
«¿Siete? ¿Siete qué?».
Visiblemente frustrada por mi respuesta, se inclinó para hablarme.
—Steve es el número siete de mi lista —señaló la fila de delante, en la que Steve Powell se había sentado con unos amigos.
Puse los ojos en blanco.
Tana esbozaba una sonrisa de entusiasmo.
—Éste es el curso en el que, por fin, la lista va a funcionar. Mañana tenemos a Paul, y esta noche…
Yo rezaba para que estuviera de broma. En los primeros días de clase, la lista de ocho alumnos del McKinley se redujo a cuatro. Mark Dowd fue borrado por hablar demasiado con Kathy Ehrich en Trigonometría; Eric Boyd se había cortado el pelo excesivamente; W. J. Ross había conseguido un empleo en el restaurante de comida rápida que menos le gustaba a Tana; y Chris Miller había cometido el mayor de los pecados: salir con Amy Gunderson durante el verano. A semejante ritmo, cuando llegase la fiesta de antiguos alumnos no quedaría ni rastro de la lista.
—Di algo —Tana no dejaba de darme empujones. Me iba a hacer un buen moratón.
—Mmm, de acuerdo. ¿Sabes qué aspecto tiene el padre de Blaine? —me puse a examinar el gentío. Vi entre la multitud a la madre de Blaine, a su padrastro y a su hermanastra, quienes agitaban pancartas con: ¡Ánimo, Blaine! Reconocí a los padres y las madres que los rodeaban; no divisé a ningún adulto que me recordara a Blaine.
Tana soltó un gruñido.
—¿Cómo? ¿A quién le importa eso? Dile algo a Steve, consigue su atención.
Inesperadamente, estalló en una carcajada descomunal, llegando incluso a darse palmadas en la rodilla. Mientras se doblaba, movió la rodilla de tal manera que golpeó a Steve en el hombro.
—Ay, lo siento —Tana se inclinó hacia delante y colocó la mano donde su rodilla había estado segundos atrás.
Steve se giró y esbozó una sonrisa.
—Hola, Tana; no te preocupes.
—¿Cómo te van las clases, por ahora? —preguntó ella para iniciar una conversación.
Me quedé contemplando cómo Tana desplegaba sus «encantos» con Steve. Me impresionaba el hecho de que no pareciera costarle ningún esfuerzo, aunque yo era consciente de que ocurría todo lo contrario. De vez en cuando, Tana rozaba el brazo de Steve al hacer algún comentario y se reía de casi todo lo que él decía. Me entretenía tanto la conversación entre ambos que apenas prestaba atención al partido.
—Chicas, ¿van a ir a la fiesta de Paul mañana por la noche? —preguntó Steve.
Tana sonrió.
—Claro que sí. ¿Y tú?
Steve asintió con un gesto.
—¿Van a ir Quinn y Sebastián con ustedes? Últimamente los he visto juntos en el comedor.
Tana le lanzó a Steve una mirada furiosa, se levantó de un salto de la grada y se encaminó al pasillo.
Steve se quedó mirándome.
—¿Qué le pasa?
Me encogí de hombros a la vez que me ponía de pie para ir a buscarla.
Si no me fallaban las cuentas, ahora sólo quedaban tres nombres en la lista.
bien lo siento, envié el otro sin el capítulo, gracias por leer mi historia!, espero que les guste
Después de cuatro años de ignorarnos mutuamente, me sorprendió lo poco que Sebastián y yo tardamos en volver a congeniar. Había dado por sentado que resultaría violento, pero no fue así. Éramos los mismos de antes.
Estaba esperando a Sebastián junto a mi taquilla al final del día cuando Blaine dobló la esquina; parecía disgustado. Abrió su taquilla de un tirón y empezó a meter libros a empujones en su mochila, con tanta fuerza que pensé que el asa se iba a romper.
Levanté los ojos y vi que Sebastián se aproximaba hacia mí con una sonrisa.
Pasé la mirada del uno al otro. Sabía que hablaban de vez en cuando desde la ruptura, pero no me apetecía entrometerme en sus asuntos.
Blaine cerró la taquilla de un golpe y, al darse la vuelta, estuvo a punto de chocarse conmigo.
—Lo siento —se disculpó.
—No importa —respondí. Sebastián estaba a punto de llegar—. Mmm, ¿todo bien?
—¿Eh? —parecía agitado—. He fallado en la práctica de Química.
—Ah, vaya —no sabía qué otra cosa decir. Nunca había tenido problemas a la hora de hablar con Blaine, pero Sebastián se acercaba y yo tenía la sensación de que, de alguna manera, lo estaba traicionando.
—Hola, chicos —nos saludó Sebastián.
Noté que la gente en los pasillos aminoraba el paso para observar a Blaine y a Sebastián.
Ellos también lo notaron.
Se produjo un incómodo silencio entre los tres mientras la gente revoloteaba alrededor, diseccionando cada movimiento que Blaine y Sebastián efectuaban. Dije lo primero que me vino a la cabeza.
—A Blaine no le ha ido bien en la práctica de Química.
Blaine me lanzó una mirada extraña.
—Perdona…, yo… —me sentí avergonzado.
Sebastián puso los ojos en blanco.
—No hay por qué desesperarse por un notable. Además, ¿no te iban a dar más puntos, o algo parecido, por ese asunto de la asesoría sobre el alumnado?
—¿De qué asesoría habláis? —me interesé.
Blaine se sonrojó.
—No es nada. El director Figgins ha pedido a algunos alumnos que se reúnan con él de vez en cuando para darle una visión más completa de las preocupaciones de nuestros compañeros.
Me desconcertó.
—¿No está para eso el Consejo de Alumnos?
Blaine se encogió de hombros.
—No lo sé. Sólo he ido a verlo una vez, y únicamente quería hablarme de fútbol americano. Me imagino que le apetece rememorar sus años de gloria.
En su día, Figgins fue el atleta estrella del instituto McKinley y, por si a alguien se le fuera a olvidar, en las vitrinas de trofeos había un montón de fotos suyas a modo de recordatorio.
—Sí, y luego dicen… —las palabras de Blaine fueron interrumpidas por un escandaloso chillido que llegaba del pasillo. Estuve a punto de tambalearme cuando vi que procedía de Tana.
Se acercó corriendo con una expresión del más puro entusiasmo y terminó empujándome contra mi taquilla.
—¡Ay!
Tana se colocó la mano sobre la boca y trató de ahogar la risa.
—¡Perdona! No te vas a creer lo que ha pasado.
Moví el hombro para asegurarme de que no se había dislocado.
—Paul va a dar una fiesta en su casa, el sábado, ¡y me ha pedido que vaya!
—¿Paul Levine? —pregunté.
—Sí, ¿te lo puedes creer? Es el número tres de la lista.
—Guau, Tana, ¡es genial! —volví la mirada a Sebastián, que me hizo un guiño disimulado.
Tana estaba exultante.
—Y tú irás conmigo, ¿verdad? Lo vamos a pasar en grande. Sus padres se han ido de viaje y, como Paul está en el último curso, en la fiesta habrá un montón de alumnos de segundo; puede que incluso asista Kevin. Tú vas a ir, ¿verdad, Sebastián?
Sebastián se quedó estupefacto por el hecho de que Tana contara con él.
—Desde luego.
—¿Lo ves, Kurtie? ¡Tienes que venir! ¿No te parece, Sebastián?
Sebastián se echó a reír.
—¡Venga, Kurt!
Sólo unas horas antes, Tana se estaba lanzando a la yugular de Sebastián. Ahora lo utilizaba para convencerme de que asistiera a la fiesta.
—Pues claro que los acompañaré —repuse yo.
Blaine nos miraba a los tres con una mezcla de desconcierto y regocijo.
Yo estaba un poco nerviosa ante la idea de asistir a una fiesta en una casa. Lima no era más que un pueblo, con sólo diez mil habitantes, y mis padres conocían a casi todo el mundo. Si me descubrían en una fiesta en la que los padres estaban ausentes, seguro que me metería en un buen lío. Mi madre era una mujer menuda, pero poseía la cólera de Dios. No quería provocarla. Enfadada, es de temer.
Se trataba de otro aspecto sobre el que más me valía andarme con cuidado.
—¿Qué te vas a poner para la fiesta? —le pregunté a Tana al día siguiente, mientras tomábamos asiento en las gradas del campo de fútbol americano para el partido que se disputaba aquella noche.
—Y Sebastián, ¿qué se va a poner?
Tana había estado de lo más amable con Sebastián desde la invitación de Paul. Y yo confiaba en que no estuviera fingiendo.
—Puede que te busquemos una bonita camisa de fuerza que haga juego con tu acti… ¡Ay!
Tana me hincó los dedos en el brazo derecho.
—¡Shh! —ordenó mientras trataba de señalar con disimulo hacia delante.
—Numm siiet —masculló Tana.
—¿Qué pasa? —acabé de convencerme: Tana, por fin, se había vuelto loca.
—Nuumm siiet —Tana movió la cabeza hacia delante de una manera un tanto violenta.
—¿Te está dando un ataque? —pregunté.
Volvió la mirada hacia mí y puso en alto siete dedos.
«¿Siete? ¿Siete qué?».
Visiblemente frustrada por mi respuesta, se inclinó para hablarme.
—Steve es el número siete de mi lista —señaló la fila de delante, en la que Steve Powell se había sentado con unos amigos.
Puse los ojos en blanco.
Tana esbozaba una sonrisa de entusiasmo.
—Éste es el curso en el que, por fin, la lista va a funcionar. Mañana tenemos a Paul, y esta noche…
Yo rezaba para que estuviera de broma. En los primeros días de clase, la lista de ocho alumnos del McKinley se redujo a cuatro. Mark Dowd fue borrado por hablar demasiado con Kathy Ehrich en Trigonometría; Eric Boyd se había cortado el pelo excesivamente; W. J. Ross había conseguido un empleo en el restaurante de comida rápida que menos le gustaba a Tana; y Chris Miller había cometido el mayor de los pecados: salir con Amy Gunderson durante el verano. A semejante ritmo, cuando llegase la fiesta de antiguos alumnos no quedaría ni rastro de la lista.
—Di algo —Tana no dejaba de darme empujones. Me iba a hacer un buen moratón.
—Mmm, de acuerdo. ¿Sabes qué aspecto tiene el padre de Blaine? —me puse a examinar el gentío. Vi entre la multitud a la madre de Blaine, a su padrastro y a su hermanastra, quienes agitaban pancartas con: ¡Ánimo, Blaine! Reconocí a los padres y las madres que los rodeaban; no divisé a ningún adulto que me recordara a Blaine.
Tana soltó un gruñido.
—¿Cómo? ¿A quién le importa eso? Dile algo a Steve, consigue su atención.
Inesperadamente, estalló en una carcajada descomunal, llegando incluso a darse palmadas en la rodilla. Mientras se doblaba, movió la rodilla de tal manera que golpeó a Steve en el hombro.
—Ay, lo siento —Tana se inclinó hacia delante y colocó la mano donde su rodilla había estado segundos atrás.
Steve se giró y esbozó una sonrisa.
—Hola, Tana; no te preocupes.
—¿Cómo te van las clases, por ahora? —preguntó ella para iniciar una conversación.
Me quedé contemplando cómo Tana desplegaba sus «encantos» con Steve. Me impresionaba el hecho de que no pareciera costarle ningún esfuerzo, aunque yo era consciente de que ocurría todo lo contrario. De vez en cuando, Tana rozaba el brazo de Steve al hacer algún comentario y se reía de casi todo lo que él decía. Me entretenía tanto la conversación entre ambos que apenas prestaba atención al partido.
—Chicas, ¿van a ir a la fiesta de Paul mañana por la noche? —preguntó Steve.
Tana sonrió.
—Claro que sí. ¿Y tú?
Steve asintió con un gesto.
—¿Van a ir Quinn y Sebastián con ustedes? Últimamente los he visto juntos en el comedor.
Tana le lanzó a Steve una mirada furiosa, se levantó de un salto de la grada y se encaminó al pasillo.
Steve se quedó mirándome.
—¿Qué le pasa?
Me encogí de hombros a la vez que me ponía de pie para ir a buscarla.
Si no me fallaban las cuentas, ahora sólo quedaban tres nombres en la lista.
bien lo siento, envié el otro sin el capítulo, gracias por leer mi historia!, espero que les guste
Sofi Hummel** - Mensajes : 92
Fecha de inscripción : 25/07/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
obvio que me gustó siguelo pronto c:
Dablerry********- - Mensajes : 655
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Edad : 29
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me gusto mucho el capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en la fiesta me gusta mucho la historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me perdí una capítulos, pero ya estoy al corriente tengo la duda porque término Sebastián y Blaine., espero que actualzes pronto.
Gabriela Cruz-*-* - Mensajes : 3230
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
aaaa me encanto el capitulo estuvo genial me carcomen las ansias y la verdad me gustaria ver mas Klaine!!!! pero no importa me gusta como esta llevando el ritmo tu fic y por cierto como que artie va a tener malas intenciones con Kurt!!!!! no lo puedo creer cada vez estoy mas intrigada esperare con muchas ansias tu proxima actualizacion cuidate mucho y no te olvides de actualizar!!! :DDD
gleeismylife****** - Mensajes : 381
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
hola, si actualizaste! amo tu fic enserio no lo digo solo por decirlo, ya leí el libro y me encantó y obvio con Klaine, ni se diga espero que actualizas pronto!! cuídate klisses
Nina Anderson* - Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 25/08/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Tana es de lo más divertido, por dios. Me encanta esta fic ¡Seguí!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Como lo escribi nunca me atrasare en un fic tuyo o este :) pero amo este fic, dios cuando lo leo lo leo con una canción de los Beatles bueno...
sigue y actualiza pronto
sigue y actualiza pronto
♫♥Anny Hummel♥♫- - Mensajes : 1241
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
hola gracias por leer, me alegra que te guste la historia, es algo lenta, pero no puedo cambiarla. cuídate!kurtblainelover escribió:obvio que me gustó siguelo pronto c:
hola, pues ya sabes, lamento decepcionarte se que deseguro no es lo que esperas..momentos Klaine pero no peudo evitarlo...gleeclast escribió:Me gusto mucho el capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en la fiesta me gusta mucho la historia
Hola, estamos cerca de descubrir porque terminó Seblaine pronto, gracias por leer!Gabriela Cruz escribió:Me perdí una capítulos, pero ya estoy al corriente tengo la duda porque término Sebastián y Blaine., espero que actualzes pronto.
lo sé los moentos Klaine son ashdfhgjk! pero este fic es algo lento, pero a mi me gusta mucho a pesar de ser algo lento, se me figura a la típica vida adolescente, cuídate mucho y muchas gracias por tu apoyo con mis historias!gleeismylife escribió:aaaa me encanto el capitulo estuvo genial me carcomen las ansias y la verdad me gustaria ver mas Klaine!!!! pero no importa me gusta como esta llevando el ritmo tu fic y por cierto como que artie va a tener malas intenciones con Kurt!!!!! no lo puedo creer cada vez estoy mas intrigada esperare con muchas ansias tu proxima actualizacion cuidate mucho y no te olvides de actualizar!!! :DDD
hola, gracias, si, es un libro genial gracias por tomarte las molestias de comentar, cuídate klissesNina Anderson escribió:hola, si actualizaste! amo tu fic enserio no lo digo solo por decirlo, ya leí el libro y me encantó y obvio con Klaine, ni se diga espero que actualizas pronto!! cuídate klisses
jajaja si Adoro a Tana! quisiera ser como ella, es valiente, me alegra que te guste, gracias por leer!RiveraMyLove escribió:Tana es de lo más divertido, por dios. Me encanta esta fic ¡Seguí!
=) gracias por leer mis historias! si más adelante pondré algunas canciones, sé que ya me tardé, pero esque he tenido algo de trabajo, pero pronto pondré más canciiones, cuídate y gracias por leer!annyhummel escribió:Como lo escribi nunca me atrasare en un fic tuyo o este :) pero amo este fic, dios cuando lo leo lo leo con una canción de los Beatles bueno...
sigue y actualiza pronto
Les dejo nuevo capítulo, gracias por tomarse la molestia de comentar y leer klisses, eso me sube el ánimo, espero que les guste!
Once
Me daba cierta aprensión permitir que la noche siguiente Tana llevara el coche a casa de Paul, pues temía que la detuviesen por conducir «bajo la influencia de un chico». Se miraba en el espejo retrovisor para comprobar su maquillaje con tanta frecuencia que se diría que estaba conduciendo marcha atrás.
Cuando por fin nos paramos frente a la casa, una hilera de coches se alineaba a lo largo de toda la acera izquierda de la calle. Se escuchaba la música que atronaba desde el interior, lo que me produjo no poca inquietud.
—¿Qué tal estoy? —preguntó Tracy por duodécima vez. Miré por la ventanilla y vi a dos chicas de cuarto de secundaria ataviadas con vaqueros ajustados y diminutas piezas de tela que, según cabía suponer, eran sus respectivos tops. Bajé la vista a mi camiseta de manga larga y mis pantalones de pana tostados, sintiendo cada vez más inseguridad sobre lo que se avecinaba.
Nos bajamos del coche y caminamos hasta la casa. De pronto, un chico salió en tromba por la puerta principal, pegándonos un buen susto, corrió hasta los arbustos y se puso a vomitar.
Paul apareció en el umbral.
—¡Oye, tío! Eso no mola.
Acto seguido, empezó a hacer señas a los demás para que acudieran a mirar.
Tana se aclaró la garganta, confiando en que Paul se diera cuenta de que había llegado.
Funcionó.
—¡Hola, chicos!
Nos hizo un gesto para que pasáramos, y noté que el corazón me palpitaba con fuerza. La peste a humo de cigarrillos se me metió en la nariz. Mi madre me iba a matar si descubría que olía a tabaco. Y cuando digo «matar», no es en plan metafórico.
Paul agarró al azar un vaso de plástico de la mesa del vestíbulo y dio un prolongado trago.
—Hay un barril en la cocina. Sírvanse ustedes mismos—decretó. Luego, desapareció entre la masa humana en el salón.
Lancé una mirada a la puerta, con la esperanza de que pudiéramos escapar a toda prisa. Cuando miré hacia atrás, Tana ya se encaminaba a la cocina.
Vacilé un instante, si bien opté por seguirla a través del gentío. Escudriñé el salón en busca de rostros familiares, pero sólo reconocí a los jugadores de fútbol americano de siempre, y a las animadoras del grupo de Paul. En una esquina se encontraban aquellas dos novatas de la cafetería del instituto, Missy y Ashley. Como era de esperar, los chicos se les pegaban como moscas.
Llegamos a la cocina y nos encontramos con la cola para el barril de cerveza. Tana se inclinó para hablarme, aunque no conseguí entender lo que me decía por culpa de la música que atronaba en el equipo de estéreo del salón. Entonces, gritó:
—¿Vas a beber? —sacudí la cabeza de atrás adelante.
—De acuerdo, perfecto —repuso ella.
Me alegré al darme cuenta de que a Tana aún le quedaba una pizca de sentido común.
—En ese caso, te toca conducir.
Pensándolo bien…
La cabeza me daba punzadas al ritmo del golpeteo del bajo. Mientras Tana aguardaba en la cola para servirse cerveza, traté de desplazarme entre la gente como si me hallara en mi ambiente, aunque me sentía tan fuera de lugar como si estuviera en exposición.
—¡Eh! ¿Quién va a tomarse una cerveza conmigo? —vociferó Artie al tiempo que efectuaba su entrada en la cocina—. ¡Margarita! —se acercó hasta mí y me rodeó los hombros con el brazo—. Mi querido Margarita ha venido, ¡bien! ¡Ya es hora de que empiece el partyo! —se puso a hacer una imitación de lo que seguramente debía de ser un robot, pero, a todas luces, había bebido demasiado para realizar con éxito cualquier paso de baile.
Blaine entró en la cocina y pareció un tanto preocupado al ver que Artie me agarraba.
—Oye, Artie, creo que hay unas chicas de tercero ahí dentro que quieren enterarse de todos los detalles sobre cómo interceptaste ese balón que nos llevó al campeonato regional el año pasado.
Artie salió corriendo y entrechocó las manos con Blaine.
—¡Increíble! No quiero desilusionar a las damas —salió de la cocina mientras Blaine negaba con la cabeza.
—Me pareció que necesitabas ayuda —explicó.
—Gracias, Blaine está… eh…
—Sí, borracho. No paro de decirle que, uno de estos días, lo van a pillar. La entrenador Beiste nos echaría a patadas del equipo si nos descubriera bebiendo.
Asentí, pero me fijé en que Blaine también sujetaba un vaso. ¿Es que iba a tener que llevar a casa en coche a todo el mundo?
—Reconozco que me ha sorprendido un poco que al final hayas decidido a venir —comentó.
—¿Por qué? ¿Soy acaso tan pringado como para no asistir a una absurda fiesta de cerveza? —me sorprendió mi tono, tan a la defensiva.
—No, para nada —Blaine colocó las manos en alto—. Lo que pasa es que no me parecía que fuera tu clase de gente. Si te digo la verdad, me alivia encontrarme contigo. Al menos, hay alguien con quien hablar sobre algo que no sean deportes o alcohol o… en fin, ya sabes —estaba convencido de que se refería a la ruptura. Me dedicó una sonrisa a la vez que señalaba su vaso, que contenía un líquido oscuro—. Voy a por otro refresco. ¿Quieres uno?
Asentí, agradecida por no tener que guardar cola para la cerveza para poder charlar con Ryan. Se acercó a la encimera y puso hielo en mi vaso mientras Tracy regresaba de la cola y empezaba a beber.
—No doy crédito a la cantidad de chicas que han venido —comentó—.
Bueno, deséame suerte. Voy a buscar a Paul —antes de que yo pudiera decir nada, respiró hondo y se plantó en el cuarto de estar.
—¿Te apetece alejarte de este jaleo? —me preguntó Blaine a gritos por encima de la música.
Asentí con un gesto. Nos dirigimos al fondo del jardín y nos sentamos bajo un enorme sauce.
—Llevo tiempo queriendo hacerte una pregunta: ¿funcionó aquella lista con tus padres? —preguntó Blaine.
—¿Qué lista?
Se pasó los dedos por el pelo.
—«Las diez razones principales por las que Kurt necesita un coche».
No me podía creer que se acordara.
—Pues no, la lista no funcionó. Ni siquiera gracias a las perlas que contenía, como la número seis: «Otro lugar donde escuchar música de los Beatles».
—Y dime, ¿con qué frecuencia trabajas en la clínica dental de tu padre? Da la impresión de que siempre que acudo a un reconocimiento, estás allí.
—Bah, no tan a menudo. Unos días a la semana, para ganar un poco de dinero para mis gastos —empecé a tiritar, lamentando no haberme puesto un jersey.
Blaine se quitó su cazadora de cuero.
—Toma, ponte esto —cogí la cazadora y me la enfundé; me quedaba enorme, pero abrigaba—.¿Lo pasaron bien Sebastián y tú la otra noche? —preguntó.
Bajé la mirada al suelo. Hablar con Blaine sobre Sebastián me resultaba violento. Por lo que se veía, ellos dos hablaban un montón, pero ¿cómo era posible? Por norma general, yo fingía que cualquier chico con el que hubiera roto (o que me hubiera plantado) había dejado de existir. Mejor aún, había muerto.
—Sí, eh… ¿Acaso te extraña? —pregunté.
Se quedó mirándome unos instantes.
—Puede sonar raro, ya lo sé, y seguramente pareceré un pringado por lo que voy a decirte; pero, los últimos años, Sebastián ha sido una parte muy importante de mi vida. No me imagino sin volver a dirigirle la palabra. Por mucho que la gente no lo entienda, seguimos siendo amigos.
—Más te vale tener cuidado; no vayas a provocar los celos de Artie —le dediqué una sonrisa.
Blaine se echó a reír.
—Año tras año sigo pensando que Abrams se calmará, por fin; pero va empeorando por momentos —negó con la cabeza—. ¿Sabes?, seguramente no debería decírtelo, pero…
—¿Qué? —pregunté, curiosa por el cotilleo que Blaine pudiera contarme acerca de Todd.
—¿Has oído hablar de «me la pido»? Los chicos del equipo se piden a las chicas o chicos que les gustan, y así ningún otro puede ir detrás de ellos.
—¿Y la chica o el chico elegido puede opinar en este asunto? —me interesé. No me debería haber sorprendido que los chicos hicieran algo así, la verdad.
Blaine negó con la cabeza.
—Mira: yo mismo no acabo de comprenderlo, ¿sabes?
—Ajá —me alegraba enormemente de no tener que aguantar cosas así nunca más.
—De todas formas, ten cuidado con Artie.
—¿Por qué? Ya sabes, aparte del acoso al que me somete habitualmente.
Blaine desplegó sus largas piernas y las estiró junto a mí.
—Bueno, a Artie le gustas un montón y te ha pedido para él. Y cuando algo se le mete en la cabeza puede llegar a ser muy persistente.
«¿Oh?».
«Oh».
«¡Oh, no!».
Me quedé en silencio. Blaine me miró con expectación. Traté de no mostrarme demasiado indignado. Era lo último que necesitaba.
—Lo siento —se disculpó—. No te lo debería haber contado.
—Tranquilo —respondí—. Supongo que me lo tendría que haber esperado. ¿Es que queda alguna chica o chico en nuestra clase con la que no haya salido?
Blaine sacudió la cabeza en señal de negación.
—Te menosprecias, Hummel.
Solté un gruñido.
—Venga ya… Estamos hablando de Artie. No es más que… ¿Te importa que no hablemos de él?
—De acuerdo. ¿De qué quieres hablar?
—De cualquier cosa menos de Artie.
Y seguimos hablando de cualquier cosa menos de Artie. Me contó anécdotas de su trabajo de verano como socorrista en la playa. Yo le expliqué mi teoría de que mi madre iba a dejar su empleo para perseguir a Paul McCartney a tiempo completo. Ambos reflexionamos sobre dónde se metería Michael Bergman entre clase y clase, ya que ni Blaine ni yo lo veíamos en su taquilla, entre medias de las nuestras. También me enteré de que Blaine se asustaba al ver a mi padre, por si se metía en un lío por no limpiarse los dientes con seda dental. (Me guardé el comentario para bromas futuras.)
Entonces, Blaine lo echó todo a perder al ponerse a difamar mi manera de ser.
—¡Estás loco! —protesté.
Blaine echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Vale, de acuerdo. Entonces, ¿no admites que eres un poco mojigato?
—Para empezar —me defendí—, sólo a un mojigato se le ocurriría semejante calificativo.
Punto a tu favor —concedió él—. Pero, venga ya, Kurt. No te creas que no vi lo que ocurrió el año pasado durante la inspección de taquillas.
«Ah, mierda».
—No sé a qué te refieres —mentí.
Blaine se incorporó y nos quedamos mirándonos cara a cara.
—Sí que lo sabes.
Me encogí de hombros.
—En serio, Blaine. Quiero decir, con un mojigato como yo…
Se enderezó al máximo.
—De acuerdo, en ese caso, contéstame: ¿escondías alcohol en tu taquilla cuando Figgins se dedicó a inspeccionar la primavera pasada?
«Qué injusto».
—En sentido estricto, no escondía nada en mi taquilla.
—¿De verdad?
—De verdad.
Se quedó mirándome con expresión insolente. Sabía que me había pillado.
—Sí, en el sentido más estricto, yo no lo escondí.
—Pero había alcohol en tu taquilla.
Asentí.
—Sólo porque Michael metió su cazadora en el último momento.
—¿Y por qué hizo eso?
—Porque llevaba una botella de vodka en el bolsillo.
—Y…
Miré a Blaine, desconcertado; no había mucho más que decir. Poco antes de las vacaciones de primavera tuvimos una inspección por sorpresa. Michael se dejó llevar por el pánico y escondió su cazadora en mi taquilla. No tuve oportunidad de decir nada, ya que Figgins estaba registrando al milímetro la taquilla de Michael… y, luego, prácticamente pasó de largo por la mía.
—Espera un momento…
Los ojos de Blaine empezaron a lanzar destellos.
—¿Lo ves?
—¡Ay, Dios mío! La gente realmente me toma por un mojigato.
—Por eso lo hizo Michael. Sabía que nunca registrarían tu taquilla —se echó a reír a la vez que me daba codazos en el costado.
—Vale, ¿y qué me dices de ti?
Era la hora de la venganza.
—¿Yo? Soy un malote —no fue capaz de mantener una expresión de seriedad.
—Ah, sí. Se me olvidaba. ¿Cuántos malotes hay exactamente en el comité de peloteo de Figgins?
Blaine frunció los ojos.
—Comité de Asesoría sobre el Alumnado, si no te importa.
—Ay, perdona. Sé lo difícil que te habrá resultado hacer todos esos méritos para entrar.
Ahogó un grito de forma teatral.
—El objetivo de toda mi vida ha sido pertenecer a ese comité. Ni se te ocurra menospreciarlo.
—Bueno, no pretendía disgustarte. Mmm… —me levanté para empezar a examinar el suelo a nuestro alrededor.
—¿Qué buscas?
—Tu cartera.
Se puso de pie rápidamente y, antes de que me diera cuenta, me había elevado por encima de sus hombros.
—¡Bájame! —chillé.
Se rió mientras, por toda respuesta, me daba vueltas en el aire.
Hasta que me encontré de nuevo con los pies en el suelo, soltando risitas a la vez que recobraba el equilibrio, no vi a Sebastián, que examinaba la escena que tenía ante los ojos.
—Hola, chicos, eh… —Sebastián se mostraba lo suficientemente violenta como para que nos bastara a los tres—.Kurt, te llevo buscando media hora. Ni siquiera te he visto entrar. Será mejor que pases adentro. Tana no se encuentra muy bien.
«¡Tana!».
Yo era un amigo horrible. Me había olvidado por completo de que Tana estaba dentro de la casa, bebiendo. Le entregué a Blaine su cazadora mientras seguíamos a Sebastián hasta el interior. Nos condujo a un cuarto de baño en la segunda planta, donde Tana se hallaba tumbada en el suelo alicatado, con un tono verdoso en el semblante.
Me agaché junto a ella y le retiré el pelo de la cara.
—¿Qué hace éste aquí? —Tana señaló a Sebastián.
—Sé amable —empecé a ayudarla a levantarse del suelo.
—Espera —Blaine entró, enjuagó su vaso y lo llenó de agua—. Primero va a necesitar esto.
Blaine, Sebastián y yo aguardamos bajo un incómodo silencio lo que parecieron años mientras obligábamos a Tana a beberse dos vasos de agua. Ella no paraba de lanzar miradas a Sebastián.
—No lo vas a apartar de mí —advirtió, arrastrando las palabras.
Sebastián se dispuso a contestar, pero Blaine la interrumpió.
—Vale, es hora de levantarte y llevarte a casa.
—¡Basta! —Tana apartó a Blaine de un empujón—. No quiero que Paul se entere de que estoy hecha un desastre. Puedo salir por mi propio pie. Primero, me voy a despedir.
Sebastián me lanzó una mirada extraña que no supe descifrar.
—Tana, no me parece una buena idea —indicó—. En serio. Más vale que se pregunte qué te ha pasado. Si quieres, puedo decirle que un montón de chicos han querido ligar contigo…
A Tana le gustó la idea y accedió a marcharse en silencio.
Mientras nos encaminábamos escaleras abajo, vimos a Artie de pie en el sofá, sin camisa y bailando.
—¡Ni hablar, Kurt! —exclamó elevando la voz—. ¡No te puedes ir!
Dio un traspié y estuvo a punto de tirarme al suelo. Blaine agarró a Artie para estabilizarlo. Mientras tanto Sebastián trataba de mantener a Tana erguida, pero ella no paraba de apartarlo a empujones.
Una auténtica pesadilla.
—Margriiita —decía Todd arrastrando las sílabas—. Margriiiita, ¿dónde estabas?
—En el jardín de atrás, hablando conmigo —respondió Blaine.
Artie le dio un empujón.
—¡Oye, Anderson! Mira, tienes que…, tienes que…, no puedes…
—No he hecho nada, Artie. Cálmate —Blaine volvió a agarrarle por los hombros—.Kurt y yo somos sólo amigos. Nunca haría nada con él. Parece mentira que no me conozcas.
Sí, y parecía mentira que yo me hubiera prestado a acudir a aquella fiesta.
Para empeorar las cosas, Missy llegó como un relámpago. Lanzó sus brazos alrededor de Blaine y dijo:
—¡Eh, tú, «tío bueno»! Te he estado buscando por todas partes.
Cogí a Tana de la mano y nos encaminamos hacia el coche. Sebastián le abrochó el cinturón de seguridad mientras yo ajustaba el espejo retrovisor. Blaine llegó corriendo hasta el coche (de alguna manera, se las había arreglado para librarse de las garras de Missy) y dio unos golpecitos en la ventanilla. La bajé.
—Lo siento. No quería darle razones para que se enfadara todavía más.
—No pasa nada —empecé a manipular la radio del coche.
—¿Estás furioso conmigo?
Respiré hondo. Ignoraba cómo estaba.
—No, estoy perfectamente, de verdad. Esta noche ha sido un completo desastre.
—Ya —repuso él con una nota de suavidad—. Pues yo me lo he pasado bien.
—Me alegro por ti.
Arranqué el motor e iniciamos la marcha.
Me daba cierta aprensión permitir que la noche siguiente Tana llevara el coche a casa de Paul, pues temía que la detuviesen por conducir «bajo la influencia de un chico». Se miraba en el espejo retrovisor para comprobar su maquillaje con tanta frecuencia que se diría que estaba conduciendo marcha atrás.
Cuando por fin nos paramos frente a la casa, una hilera de coches se alineaba a lo largo de toda la acera izquierda de la calle. Se escuchaba la música que atronaba desde el interior, lo que me produjo no poca inquietud.
—¿Qué tal estoy? —preguntó Tracy por duodécima vez. Miré por la ventanilla y vi a dos chicas de cuarto de secundaria ataviadas con vaqueros ajustados y diminutas piezas de tela que, según cabía suponer, eran sus respectivos tops. Bajé la vista a mi camiseta de manga larga y mis pantalones de pana tostados, sintiendo cada vez más inseguridad sobre lo que se avecinaba.
Nos bajamos del coche y caminamos hasta la casa. De pronto, un chico salió en tromba por la puerta principal, pegándonos un buen susto, corrió hasta los arbustos y se puso a vomitar.
Paul apareció en el umbral.
—¡Oye, tío! Eso no mola.
Acto seguido, empezó a hacer señas a los demás para que acudieran a mirar.
Tana se aclaró la garganta, confiando en que Paul se diera cuenta de que había llegado.
Funcionó.
—¡Hola, chicos!
Nos hizo un gesto para que pasáramos, y noté que el corazón me palpitaba con fuerza. La peste a humo de cigarrillos se me metió en la nariz. Mi madre me iba a matar si descubría que olía a tabaco. Y cuando digo «matar», no es en plan metafórico.
Paul agarró al azar un vaso de plástico de la mesa del vestíbulo y dio un prolongado trago.
—Hay un barril en la cocina. Sírvanse ustedes mismos—decretó. Luego, desapareció entre la masa humana en el salón.
Lancé una mirada a la puerta, con la esperanza de que pudiéramos escapar a toda prisa. Cuando miré hacia atrás, Tana ya se encaminaba a la cocina.
Vacilé un instante, si bien opté por seguirla a través del gentío. Escudriñé el salón en busca de rostros familiares, pero sólo reconocí a los jugadores de fútbol americano de siempre, y a las animadoras del grupo de Paul. En una esquina se encontraban aquellas dos novatas de la cafetería del instituto, Missy y Ashley. Como era de esperar, los chicos se les pegaban como moscas.
Llegamos a la cocina y nos encontramos con la cola para el barril de cerveza. Tana se inclinó para hablarme, aunque no conseguí entender lo que me decía por culpa de la música que atronaba en el equipo de estéreo del salón. Entonces, gritó:
—¿Vas a beber? —sacudí la cabeza de atrás adelante.
—De acuerdo, perfecto —repuso ella.
Me alegré al darme cuenta de que a Tana aún le quedaba una pizca de sentido común.
—En ese caso, te toca conducir.
Pensándolo bien…
La cabeza me daba punzadas al ritmo del golpeteo del bajo. Mientras Tana aguardaba en la cola para servirse cerveza, traté de desplazarme entre la gente como si me hallara en mi ambiente, aunque me sentía tan fuera de lugar como si estuviera en exposición.
—¡Eh! ¿Quién va a tomarse una cerveza conmigo? —vociferó Artie al tiempo que efectuaba su entrada en la cocina—. ¡Margarita! —se acercó hasta mí y me rodeó los hombros con el brazo—. Mi querido Margarita ha venido, ¡bien! ¡Ya es hora de que empiece el partyo! —se puso a hacer una imitación de lo que seguramente debía de ser un robot, pero, a todas luces, había bebido demasiado para realizar con éxito cualquier paso de baile.
Blaine entró en la cocina y pareció un tanto preocupado al ver que Artie me agarraba.
—Oye, Artie, creo que hay unas chicas de tercero ahí dentro que quieren enterarse de todos los detalles sobre cómo interceptaste ese balón que nos llevó al campeonato regional el año pasado.
Artie salió corriendo y entrechocó las manos con Blaine.
—¡Increíble! No quiero desilusionar a las damas —salió de la cocina mientras Blaine negaba con la cabeza.
—Me pareció que necesitabas ayuda —explicó.
—Gracias, Blaine está… eh…
—Sí, borracho. No paro de decirle que, uno de estos días, lo van a pillar. La entrenador Beiste nos echaría a patadas del equipo si nos descubriera bebiendo.
Asentí, pero me fijé en que Blaine también sujetaba un vaso. ¿Es que iba a tener que llevar a casa en coche a todo el mundo?
—Reconozco que me ha sorprendido un poco que al final hayas decidido a venir —comentó.
—¿Por qué? ¿Soy acaso tan pringado como para no asistir a una absurda fiesta de cerveza? —me sorprendió mi tono, tan a la defensiva.
—No, para nada —Blaine colocó las manos en alto—. Lo que pasa es que no me parecía que fuera tu clase de gente. Si te digo la verdad, me alivia encontrarme contigo. Al menos, hay alguien con quien hablar sobre algo que no sean deportes o alcohol o… en fin, ya sabes —estaba convencido de que se refería a la ruptura. Me dedicó una sonrisa a la vez que señalaba su vaso, que contenía un líquido oscuro—. Voy a por otro refresco. ¿Quieres uno?
Asentí, agradecida por no tener que guardar cola para la cerveza para poder charlar con Ryan. Se acercó a la encimera y puso hielo en mi vaso mientras Tracy regresaba de la cola y empezaba a beber.
—No doy crédito a la cantidad de chicas que han venido —comentó—.
Bueno, deséame suerte. Voy a buscar a Paul —antes de que yo pudiera decir nada, respiró hondo y se plantó en el cuarto de estar.
—¿Te apetece alejarte de este jaleo? —me preguntó Blaine a gritos por encima de la música.
Asentí con un gesto. Nos dirigimos al fondo del jardín y nos sentamos bajo un enorme sauce.
—Llevo tiempo queriendo hacerte una pregunta: ¿funcionó aquella lista con tus padres? —preguntó Blaine.
—¿Qué lista?
Se pasó los dedos por el pelo.
—«Las diez razones principales por las que Kurt necesita un coche».
No me podía creer que se acordara.
—Pues no, la lista no funcionó. Ni siquiera gracias a las perlas que contenía, como la número seis: «Otro lugar donde escuchar música de los Beatles».
—Y dime, ¿con qué frecuencia trabajas en la clínica dental de tu padre? Da la impresión de que siempre que acudo a un reconocimiento, estás allí.
—Bah, no tan a menudo. Unos días a la semana, para ganar un poco de dinero para mis gastos —empecé a tiritar, lamentando no haberme puesto un jersey.
Blaine se quitó su cazadora de cuero.
—Toma, ponte esto —cogí la cazadora y me la enfundé; me quedaba enorme, pero abrigaba—.¿Lo pasaron bien Sebastián y tú la otra noche? —preguntó.
Bajé la mirada al suelo. Hablar con Blaine sobre Sebastián me resultaba violento. Por lo que se veía, ellos dos hablaban un montón, pero ¿cómo era posible? Por norma general, yo fingía que cualquier chico con el que hubiera roto (o que me hubiera plantado) había dejado de existir. Mejor aún, había muerto.
—Sí, eh… ¿Acaso te extraña? —pregunté.
Se quedó mirándome unos instantes.
—Puede sonar raro, ya lo sé, y seguramente pareceré un pringado por lo que voy a decirte; pero, los últimos años, Sebastián ha sido una parte muy importante de mi vida. No me imagino sin volver a dirigirle la palabra. Por mucho que la gente no lo entienda, seguimos siendo amigos.
—Más te vale tener cuidado; no vayas a provocar los celos de Artie —le dediqué una sonrisa.
Blaine se echó a reír.
—Año tras año sigo pensando que Abrams se calmará, por fin; pero va empeorando por momentos —negó con la cabeza—. ¿Sabes?, seguramente no debería decírtelo, pero…
—¿Qué? —pregunté, curiosa por el cotilleo que Blaine pudiera contarme acerca de Todd.
—¿Has oído hablar de «me la pido»? Los chicos del equipo se piden a las chicas o chicos que les gustan, y así ningún otro puede ir detrás de ellos.
—¿Y la chica o el chico elegido puede opinar en este asunto? —me interesé. No me debería haber sorprendido que los chicos hicieran algo así, la verdad.
Blaine negó con la cabeza.
—Mira: yo mismo no acabo de comprenderlo, ¿sabes?
—Ajá —me alegraba enormemente de no tener que aguantar cosas así nunca más.
—De todas formas, ten cuidado con Artie.
—¿Por qué? Ya sabes, aparte del acoso al que me somete habitualmente.
Blaine desplegó sus largas piernas y las estiró junto a mí.
—Bueno, a Artie le gustas un montón y te ha pedido para él. Y cuando algo se le mete en la cabeza puede llegar a ser muy persistente.
«¿Oh?».
«Oh».
«¡Oh, no!».
Me quedé en silencio. Blaine me miró con expectación. Traté de no mostrarme demasiado indignado. Era lo último que necesitaba.
—Lo siento —se disculpó—. No te lo debería haber contado.
—Tranquilo —respondí—. Supongo que me lo tendría que haber esperado. ¿Es que queda alguna chica o chico en nuestra clase con la que no haya salido?
Blaine sacudió la cabeza en señal de negación.
—Te menosprecias, Hummel.
Solté un gruñido.
—Venga ya… Estamos hablando de Artie. No es más que… ¿Te importa que no hablemos de él?
—De acuerdo. ¿De qué quieres hablar?
—De cualquier cosa menos de Artie.
Y seguimos hablando de cualquier cosa menos de Artie. Me contó anécdotas de su trabajo de verano como socorrista en la playa. Yo le expliqué mi teoría de que mi madre iba a dejar su empleo para perseguir a Paul McCartney a tiempo completo. Ambos reflexionamos sobre dónde se metería Michael Bergman entre clase y clase, ya que ni Blaine ni yo lo veíamos en su taquilla, entre medias de las nuestras. También me enteré de que Blaine se asustaba al ver a mi padre, por si se metía en un lío por no limpiarse los dientes con seda dental. (Me guardé el comentario para bromas futuras.)
Entonces, Blaine lo echó todo a perder al ponerse a difamar mi manera de ser.
—¡Estás loco! —protesté.
Blaine echó la cabeza hacia atrás y soltó una carcajada.
—Vale, de acuerdo. Entonces, ¿no admites que eres un poco mojigato?
—Para empezar —me defendí—, sólo a un mojigato se le ocurriría semejante calificativo.
Punto a tu favor —concedió él—. Pero, venga ya, Kurt. No te creas que no vi lo que ocurrió el año pasado durante la inspección de taquillas.
«Ah, mierda».
—No sé a qué te refieres —mentí.
Blaine se incorporó y nos quedamos mirándonos cara a cara.
—Sí que lo sabes.
Me encogí de hombros.
—En serio, Blaine. Quiero decir, con un mojigato como yo…
Se enderezó al máximo.
—De acuerdo, en ese caso, contéstame: ¿escondías alcohol en tu taquilla cuando Figgins se dedicó a inspeccionar la primavera pasada?
«Qué injusto».
—En sentido estricto, no escondía nada en mi taquilla.
—¿De verdad?
—De verdad.
Se quedó mirándome con expresión insolente. Sabía que me había pillado.
—Sí, en el sentido más estricto, yo no lo escondí.
—Pero había alcohol en tu taquilla.
Asentí.
—Sólo porque Michael metió su cazadora en el último momento.
—¿Y por qué hizo eso?
—Porque llevaba una botella de vodka en el bolsillo.
—Y…
Miré a Blaine, desconcertado; no había mucho más que decir. Poco antes de las vacaciones de primavera tuvimos una inspección por sorpresa. Michael se dejó llevar por el pánico y escondió su cazadora en mi taquilla. No tuve oportunidad de decir nada, ya que Figgins estaba registrando al milímetro la taquilla de Michael… y, luego, prácticamente pasó de largo por la mía.
—Espera un momento…
Los ojos de Blaine empezaron a lanzar destellos.
—¿Lo ves?
—¡Ay, Dios mío! La gente realmente me toma por un mojigato.
—Por eso lo hizo Michael. Sabía que nunca registrarían tu taquilla —se echó a reír a la vez que me daba codazos en el costado.
—Vale, ¿y qué me dices de ti?
Era la hora de la venganza.
—¿Yo? Soy un malote —no fue capaz de mantener una expresión de seriedad.
—Ah, sí. Se me olvidaba. ¿Cuántos malotes hay exactamente en el comité de peloteo de Figgins?
Blaine frunció los ojos.
—Comité de Asesoría sobre el Alumnado, si no te importa.
—Ay, perdona. Sé lo difícil que te habrá resultado hacer todos esos méritos para entrar.
Ahogó un grito de forma teatral.
—El objetivo de toda mi vida ha sido pertenecer a ese comité. Ni se te ocurra menospreciarlo.
—Bueno, no pretendía disgustarte. Mmm… —me levanté para empezar a examinar el suelo a nuestro alrededor.
—¿Qué buscas?
—Tu cartera.
Se puso de pie rápidamente y, antes de que me diera cuenta, me había elevado por encima de sus hombros.
—¡Bájame! —chillé.
Se rió mientras, por toda respuesta, me daba vueltas en el aire.
Hasta que me encontré de nuevo con los pies en el suelo, soltando risitas a la vez que recobraba el equilibrio, no vi a Sebastián, que examinaba la escena que tenía ante los ojos.
—Hola, chicos, eh… —Sebastián se mostraba lo suficientemente violenta como para que nos bastara a los tres—.Kurt, te llevo buscando media hora. Ni siquiera te he visto entrar. Será mejor que pases adentro. Tana no se encuentra muy bien.
«¡Tana!».
Yo era un amigo horrible. Me había olvidado por completo de que Tana estaba dentro de la casa, bebiendo. Le entregué a Blaine su cazadora mientras seguíamos a Sebastián hasta el interior. Nos condujo a un cuarto de baño en la segunda planta, donde Tana se hallaba tumbada en el suelo alicatado, con un tono verdoso en el semblante.
Me agaché junto a ella y le retiré el pelo de la cara.
—¿Qué hace éste aquí? —Tana señaló a Sebastián.
—Sé amable —empecé a ayudarla a levantarse del suelo.
—Espera —Blaine entró, enjuagó su vaso y lo llenó de agua—. Primero va a necesitar esto.
Blaine, Sebastián y yo aguardamos bajo un incómodo silencio lo que parecieron años mientras obligábamos a Tana a beberse dos vasos de agua. Ella no paraba de lanzar miradas a Sebastián.
—No lo vas a apartar de mí —advirtió, arrastrando las palabras.
Sebastián se dispuso a contestar, pero Blaine la interrumpió.
—Vale, es hora de levantarte y llevarte a casa.
—¡Basta! —Tana apartó a Blaine de un empujón—. No quiero que Paul se entere de que estoy hecha un desastre. Puedo salir por mi propio pie. Primero, me voy a despedir.
Sebastián me lanzó una mirada extraña que no supe descifrar.
—Tana, no me parece una buena idea —indicó—. En serio. Más vale que se pregunte qué te ha pasado. Si quieres, puedo decirle que un montón de chicos han querido ligar contigo…
A Tana le gustó la idea y accedió a marcharse en silencio.
Mientras nos encaminábamos escaleras abajo, vimos a Artie de pie en el sofá, sin camisa y bailando.
—¡Ni hablar, Kurt! —exclamó elevando la voz—. ¡No te puedes ir!
Dio un traspié y estuvo a punto de tirarme al suelo. Blaine agarró a Artie para estabilizarlo. Mientras tanto Sebastián trataba de mantener a Tana erguida, pero ella no paraba de apartarlo a empujones.
Una auténtica pesadilla.
—Margriiita —decía Todd arrastrando las sílabas—. Margriiiita, ¿dónde estabas?
—En el jardín de atrás, hablando conmigo —respondió Blaine.
Artie le dio un empujón.
—¡Oye, Anderson! Mira, tienes que…, tienes que…, no puedes…
—No he hecho nada, Artie. Cálmate —Blaine volvió a agarrarle por los hombros—.Kurt y yo somos sólo amigos. Nunca haría nada con él. Parece mentira que no me conozcas.
Sí, y parecía mentira que yo me hubiera prestado a acudir a aquella fiesta.
Para empeorar las cosas, Missy llegó como un relámpago. Lanzó sus brazos alrededor de Blaine y dijo:
—¡Eh, tú, «tío bueno»! Te he estado buscando por todas partes.
Cogí a Tana de la mano y nos encaminamos hacia el coche. Sebastián le abrochó el cinturón de seguridad mientras yo ajustaba el espejo retrovisor. Blaine llegó corriendo hasta el coche (de alguna manera, se las había arreglado para librarse de las garras de Missy) y dio unos golpecitos en la ventanilla. La bajé.
—Lo siento. No quería darle razones para que se enfadara todavía más.
—No pasa nada —empecé a manipular la radio del coche.
—¿Estás furioso conmigo?
Respiré hondo. Ignoraba cómo estaba.
—No, estoy perfectamente, de verdad. Esta noche ha sido un completo desastre.
—Ya —repuso él con una nota de suavidad—. Pues yo me lo he pasado bien.
—Me alegro por ti.
Arranqué el motor e iniciamos la marcha.
Sofi Hummel** - Mensajes : 92
Fecha de inscripción : 25/07/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
hola, amé el capítulo, a mí no me engañas, Blaine está interesado en Kurt por eso lo defiende de Artie verdad?? por favor dime que sí, aunque al final Kurt se portó muy grosero, pero ya qué, actualiza pronto porfavor!
Tony Rivera* - Mensajes : 15
Fecha de inscripción : 03/09/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me gusto mucho el capitulo yo opino lo misma que tony rivera blaine esta interesado en kurt y tambien kurt se porto muy grosero al final espero actualices pronto me gusta la historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
hola, que bien es una pena que no haya tantos momentos klaine, pero aún así amo tu historia enserio, no tardes en actualizar, gracias pro escribir, cuídate Klisses
Nina Anderson* - Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 25/08/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
aaaa si!!!! hubo mas interaccion Klaine siento que a Blaine le gusta Kurt pero no lo dice pero tal vez me equivico???
aaa me encanta!! esperare super ansiosa tu actualizacion!!!
amo tu fic!!!! :DDD
aaa me encanta!! esperare super ansiosa tu actualizacion!!!
amo tu fic!!!! :DDD
gleeismylife****** - Mensajes : 381
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
hola felicidades otra ves estoy taaaaan contenta este fic es genial *fue un chillido jajaj* bueno dios amo este fic, realmente lindo
seguiré leyéndolo y esperándolo con ansias
Eres muy buena...jajaja bye.
seguiré leyéndolo y esperándolo con ansias
Eres muy buena...jajaja bye.
♫♥Anny Hummel♥♫- - Mensajes : 1241
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me encanta esto... ¡seguila!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
suuuper duuuper c: me encanta esta historia ... pobre santy :c me da pena que se esfuerce tanto y ese Artie jajaj tan mujeriego que salio jajja espero tu actualizacion pronto c: nos leemos :) un besito
Dablerry********- - Mensajes : 655
Fecha de inscripción : 26/01/2013
Edad : 29
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
AY POR DIOS!! AY POR DIOS!! AY POR DIOS!! Actualiza ya o si no voy a tu casa y te secuestro para que me digas como sigue
Okey no pero seguilo esta increíble es uno de los pocos fanfics que me llaman la atención.
No es por nada solamente es que la mayoría ya en el segundo capitulo ya se dicen que se aman, el tuyo me gusta porque las cosas van lento es decir pasan diferentes situaciones que van rebuscándose para que ellos tengan su historia la verdad te felicito escribís muy bien
Okey no pero seguilo esta increíble es uno de los pocos fanfics que me llaman la atención.
No es por nada solamente es que la mayoría ya en el segundo capitulo ya se dicen que se aman, el tuyo me gusta porque las cosas van lento es decir pasan diferentes situaciones que van rebuscándose para que ellos tengan su historia la verdad te felicito escribís muy bien
Klaine/Brittana <3** - Mensajes : 82
Fecha de inscripción : 03/09/2013
Edad : 31
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Tony Rivera escribió:hola, amé el capítulo, a mí no me engañas, Blaine está interesado en Kurt por eso lo defiende de Artie verdad?? por favor dime que sí, aunque al final Kurt se portó muy grosero, pero ya qué, actualiza pronto porfavor!
hola jajajaja no estoy engañando, pero no lo sé tal vez, tal vez no ese Artie que aparta a Kurt! quien se creé? es un zorro si esque también se sintió herido jaja ok no, si se porto grosero! lamento haber tardado, tenía mucho trabajo y decidí adelantarlo en este fin se semana.
gleeclast escribió:Me gusto mucho el capitulo yo opino lo misma que tony rivera blaine esta interesado en kurt y tambien kurt se porto muy grosero al final espero actualices pronto me gusta la historia
me alegra que te haya gustado el capitulo, ya sabes las cosas son algo lentas por eso la verdad no esperaba que tuviera comentarios, pero me alegra que te guste y que te tomes unos minutos para leer la historia si pobre Blaine, Kurt se portó grosero, pero veremos que pasa más adelante, si trataré de actualizar pronto.
Nina Anderson escribió:hola, que bien es una pena que no haya tantos momentos klaine, pero aún así amo tu historia enserio, no tardes en actualizar, gracias pro escribir, cuídate Klisses
hola, si lo sé [ se que todos queremos acción Klaine, pero este fic es más lento, que bueno que te guste la historia, a pesar de ser sobre Klaine, también contiene otras cosas valiosas, cuídate también, gracias por leer! klisses
siiii!! fue un logro al menos jaja no lo sé jaja ok, pronto revelaré más detalles sobre su relación, quizás en el próximo capítulo, gracias por leer la historia, si trato de actualizar lo más frecuente que puedo pero ya sabes, escuela blah blah, pero regularmente no tardo mucho, si es así, favor de preocuparse! gracias, me alegra que te guste![/color][color=#9933cc]gleeismylife escribió:aaaa si!!!! hubo mas interaccion Klaine siento que a Blaine le gusta Kurt pero no lo dice pero tal vez me equivico???
aaa me encanta!! esperare super ansiosa tu actualizacion!!!
amo tu fic!!!! :DDD
annyhummel escribió:hola felicidades otra ves estoy taaaaan contenta este fic es genial *fue un chillido jajaj* bueno dios amo este fic, realmente lindo
seguiré leyéndolo y esperándolo con ansias
Eres muy buena...jajaja bye.
hola jaja me agrada que te guste la historia!! gracias por darle unos minutos! y bueno hago lo mejor que puedo en verdad soy novata pero por algo se inicia no? cuídate, saludos y gracias por leer, mi queridisima socia*por compartir a Kurt* aunque respeto tu derecho de antiguedad sobre el
RiveraMyLove escribió:Me encanta esto... ¡seguila!
hola gracias por leer! me alegra que te guste, saludos.
kurtblainelover escribió:suuuper duuuper c: me encanta esta historia ... pobre santy :c me da pena que se esfuerce tanto y ese Artie jajaj tan mujeriego que salio jajja espero tu actualizacion pronto c: nos leemos :) un besito
jajajaj si ese Artie, se le alborotan las neuronas, que bueno que te guste jaja si pobre, gracias por tenerle paciencia y por leer, claro saludos, cuidate, !
Klaine/Brittana <3 escribió:AY POR DIOS!! AY POR DIOS!! AY POR DIOS!! Actualiza ya o si no voy a tu casa y te secuestro para que me digas como sigue
Okey no pero seguilo esta increíble es uno de los pocos fanfics que me llaman la atención.
No es por nada solamente es que la mayoría ya en el segundo capitulo ya se dicen que se aman, el tuyo me gusta porque las cosas van lento es decir pasan diferentes situaciones que van rebuscándose para que ellos tengan su historia la verdad te felicito escribís muy bien
hola jaja exacto! gracias por comprender que el fic es algo lento, pero bajo mi opinión muy realista, la verdad es que se me figuran a los problemas que los adolescentes sufren, bueno no es tan común, pero además del amor podrán apreciar más cosas en él por eso es así de lento muchas gracias por comentar y leerlo, jaja ntp seguiré no habrá necesidad del secuestro
me alegra que te guste la historia, nos leemos pronto saludos!
Éste capítulo está dedicado a Glee is my life Nina Anderson, Tony Rivera, Glee Cast, Anny Hummel, Rivera my Love, Kurblainelover y Klaine/Britanna <3 muchas gracias por comentar y dare una oportunidad a esta historia chicos, cuídense y espero que les guste el transcurso, de verdad tienen paciencia, =)
Doce
El ambiente resultaba un tanto violento a la mañana siguiente. Tana tenía resaca y se encontraba fatal. Sebastián había quedado en venir a hablar conmigo, y me daba la impresión de que se trataba de la escena que había presenciado entre Blaine y yo.
—Hola, ¿qué tal se encuentra Tana? —dijo Sebastián al entrar en mi dormitorio.
—No muy bien. Está en la ducha —hice un gesto en dirección al pasillo—. No podía llevarla a su casa anoche, claro. Conseguí traerla aquí a escondidas.
Sebastián paseaba la vista a su alrededor.
—¡Vaya! Se me había olvidado lo que mola tu habitación.
Fijé la vista en los pósteres de los Beatles que forraban las paredes, y en el corcho lleno de anuncios y entradas de conciertos. Me figuro que sí, molaba bastante. Más que nada, porque me sentía en casa.
—Bueno, me alegro de tener unos minutos a solas contigo, porque tengo que decirte una cosa —Sebastián se sentó en mi cama con aspecto nervioso.
—No hay nada entre Blaine y yo —solté de sopetón.
—¿Cómo? —repuso Diane.
Empecé a recorrer la habitación de un lado a otro.
—Me sentía fatal al llegar a la fiesta, y Blaine me propuso que saliéramos al jardín para alejarnos del barullo; yo me dejé llevar. A ver, es un chico, es decir: el enemigo. Por no añadir que fue él precisamente quien te partió el corazón. Nunca, en serio, nunca haría nada con él.
Sebastián negó con la cabeza.
—Ya lo sé. Me sorprendió un poco veros a los dos —se echó a reír—. Resultó un tanto violento, pero siempre habéis sido amigos. De lo que te quería hablar, en realidad, era de Tana. Verás…, anoche vi a Paul besándose con alguien.
«Oh-oh».
—Llegué a la fiesta con Quinn y Marley, y tuve que ir al cuarto de baño. Subí las escaleras y me encontré con él…
Sin lugar a dudas, Tana iba a matar al mensajero de semejante noticia.
Me tumbé en la cama.
—La cosa se pone fea —advertí a Sebastián —. Tana confiaba en que Paul le pidiera salir.
Sebastián se rebulló, incómodo, y empezó a juguetear con el extremo deshilachado de una almohada.
—¡Ya estoy mucho mejor! —Tana entró de repente en el cuarto, con una toalla enrollada en la cabeza, y se derrumbó sobre la cama—. Bueno, es hora de decidir qué vamos a hacer, después de que anoche me pusiera en ridículo de la manera más espantosa. Me parece que, ahora, Paul no me va a pedir salir.
Sebastián y yo intercambiamos miradas, sin saber qué responder.
Tana parecía exhausta.
—Vale, de acuerdo. Ya lo sé, chicos, y lo siento mucho.
¿Qué sabía exactamente?
—En primer lugar —se giró hacia Sebastián—, siento haber sido tan borde contigo. He estado tratando de ser una buena amiga, comprensiva. Y lo sé, lo sé…, no debería haber probado la cerveza; pero cedí a la presión del grupo. Me he convertido en la típica adolescente consumidora de alcohol, bla, bla, bla… —Tana se tapó la cara con las manos—. Por favor, no me digáis que Paul se enrolló con una de esas novatas de tercero.
Sebastián me miró.
—No, él no…
Tana se incorporó tan deprisa que tuvo que tumbarse otra vez. Se acurrucó hacia un costado, sujetándose la cabeza con una mano.
—Genial. Pensé que la había fastidiado…
Silencio. Miré a Sebastián y noté una expresión de pánico en su rostro.
Tana frunció las cejas.
—Un momento, ¿qué pasa? —nos miró alternativamente—. ¿Qué me estáis ocultando? ¿Es que Paul se lió con alguien anoche?
Sebastián me miró y yo me encogí de hombros. Quería saber de quién se trataba. Más que nada porque esa chica iba a necesitar custodia preventiva una vez que Tana se hubiera enterado.
Antes de que Sebastián pudiera articular palabra, Tana giró sobre sí misma, se colocó boca abajo y se puso una almohada sobre la cabeza.
—¡Lo sabía! ¿Por qué iba a interesarse por mí?
Le aparté la almohada de un tirón.
—Tana, no digas tonterías. Te he dicho mil veces que el chico que te consiga se puede dar con un canto en los dientes.
Tana puso los ojos en blanco.
—Lo que tú digas. Pero quiero salir con Paul. ¿Por qué no le gusto? ¿Es que estoy gorda?
—¡Tana! ¡Basta ya!
—¿Qué es, entonces? —vi que las lágrimas se le acumulaban en el rabillo del ojo—. Dime de qué se trata y lo cambiaré: el pelo, el color de ojos, la ropa, la forma de ser. ¿Qué es lo que no le gusta de mí?
Sebastián, vacilante, se acercó a Tana y le puso una mano en el hombro.
—No es nada de eso. Se trata de algo que no puedes arreglar.
Tana se sorbió la nariz y se giró para mirarnos.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que no eres un chico —repuso Sebastián—. Me encontré con él y con Kevin Parker. Se estaban besando. «Oh. Dios. Mío».
Tana se incorporó y se secó las lágrimas.
—¿Qué? —parecía confundida—. ¿Quién?
Sebastián se revolvió, incómodo.
—Paul Levine y Kevin Parker.
Tana bajó la vista al suelo.
—¿Me estás diciendo que los números uno y tres de mi lista se estaban enrollando? ¿Y que Kevin Parker, el deportista superestrella al que he adorado desde hace años, es gay?
Sebastián se mostró asustado.
—Sólo sé lo que vi.
—Bueno —Tana negó con la cabeza—. Me figuro que eso lo explica.
Me sentí desconcertado.
—¿Explica qué?
—Que todo el mundo en el instituto haya tenido novio, excepto yo. ¡Hasta el maldito Kevin Parker tiene novio! —Tana se echó a reír—. Ay, esto no tiene precio. Me estoy quedando sin chicos para preparar una lista, ¡y no digamos para salir con ellos! —la sonrisa de Tana empezó a desvanecerse—. Soy una pringada.
Traté de protestar, pero Tana me interrumpió.
—Mi hermano Jake siempre ha tenido novias. Se lió con una tal Michelle el fin de semana pasado en una estúpida fiesta de alumnos de tercero, y ahora están saliendo. Jake y Michelle —volvió a poner los ojos en blanco—. Me entran ganas de vomitar.
—¿Lo ves, Tana? Por eso he renunciado a los chicos para siempre —hice el gesto de lavarme las manos—. Ya está. Hay que pasar página. No merece la pena.
Y como si Adam hubiera averiguado que pasar página era mi intención, sonó un mensaje en mi móvil.
Me quedé mirándolo, dubitativo.
Tana se puso de pie.
—Esto es ridículo —levantó de un golpe la tapa del teléfono y leyó el mensaje—. «Es increíble que seas tan infantil». ¿Habla en serio? Menudo imbécil.
Tana empezó a pulsar las teclas del móvil.
—¿Qué haces? —espeté, horrorizado—. Bórralo.
—No, le estoy dejando las cosas claras.
El estómago se me contrajo.
Me levanté y traté de arrebatarle el teléfono, pero Tana pulsó «Enviar» y cerró la tapa.
—Hecho. No pasa nada por mandarle al infierno, ¿verdad?
El móvil empezó a sonar. Era Adam, por descontado. Cuando dejó de sonar, Tana lo abrió de nuevo y empezó a pulsar teclas.
—Estoy cambiando su nombre por «Capullo», y poniendo su tono y su indicador en silencio. Puede que esto le calle la boca de una vez.
—Gracias —conseguí decir, por fin. ¿Por qué Tana no era capaz de recuperarse así cuando los chicos la trataban a patadas a ella?
Sebastián esbozó una sonrisa.
—Verás, Tana; es evidente que la idea de salir con chicos sólo te produce dolores de cabeza. Es tan absurdo…, conozco a dos chicas del equipo de animadoras que están saliendo con chicos sólo por tener pareja el día de la fiesta de antiguos alumnos —Sebastián levantó la mirada en mi dirección—. Eh, Kurt, ¿y si vamos juntos a la fiesta?
—¿Cómo dices? —yo seguía contemplando el móvil.
—A la fiesta del instituto. Tú y yo, en pareja.
—Ya. ¡Claro! Claro que sí.
—¿Están locos? —terció Tana mientras se levantaba y guardaba el móvil en el cajón de mi escritorio—. A ver, ¿en serio van a ir juntos a la fiesta?
Volví mi atención al otro socio de mi club.
—¡Por supuesto! —respondí—. De eso se trata, precisamente. No necesitamos salir con chicos insensibles para pasarlo bien.
—¡Ah, me encanta! —Sebastián se puso de pie y empezó a batir palmas al estilo de las animadoras—. Además, te voy a regalar un ramo de rosas el día de San Valentín. Todos esos idiotas se van a morir de envidia —me lanzó un guiño.
Tana soltó un gruñido y enterró la cabeza bajo una almohada.
—Tana, lo siento mucho, de verdad. Sé que lo del club no te hace mucha gracia; pero intenta verlo desde mi punto de vista.
Tana emergió de debajo de la almohada.
—No es eso —replicó—. Gruño porque me doy por vencida, del todo. ¿Contento? ¿Está tu club preparado para una tercera socia?
Vacilé. Aunque me apetecía mucho que Tana se uniera al club, quería que lo hiciera por auténtica convicción, y no porque se sintiera excluida.
—¿Estás segura?
Asintió con un gesto.
—Sí. Además, las cosas no van a cambiar demasiado para mí, si te paras a pensarlo.
Sebastián dio un abrazo a Tana… y, para mi asombro, ésta no le propinó un puñetazo en la cara.
Podía tomarse por un comienzo razonablemente bueno, reflexioné.
—¡Por el Club de los Corazones Solitarios! —alargué la mano y Tana y Sebastián me imitaron.
—¡Por el Club de los Corazones Solitarios!
Corrí hacia mi equipo de música y puse a los Beatles a todo volumen.
Tana se acercó hasta mí, bailando.
—Oye, ya que tengo que aparentar que soy uno de los Beatles, ¿me dejas ser Yoko?
Sabía perfectamente cómo provocarme. Me incliné, agarré una almohada de la cama y se la arrojé. Le aterrizó en plena cara.
—¡Eh!
Tana se puso a perseguirme mientras yo esquivaba sus lanzamientos de almohadas. Sebastián tardó unos segundos en decidir qué hacer, de modo que Tana se aprovechó de su indecisión y le lanzó un almohadonazo en pleno estómago. Sebastián se quedó mirándolo, conmocionado.
—Esos pompones tuyos no te van a servir de nada, Smythe—se burló Tana. Acto seguido, Sebastián saltó por encima de la silla de mi escritorio y bombardeó a Tana con un asalto de almohadones, hasta que mi habitación quedó sumida en el caos.
Cuando Sebastián, por fin, recuperó el aliento, nos dijo:
—Tenéis que admitirlo: con este club no nos vamos a aburrir.
Tana giró sobre su estómago.
—Y eso que no hemos llegado a los sacrificios de carneros vivos… ni de chicos… todavía.
El ambiente resultaba un tanto violento a la mañana siguiente. Tana tenía resaca y se encontraba fatal. Sebastián había quedado en venir a hablar conmigo, y me daba la impresión de que se trataba de la escena que había presenciado entre Blaine y yo.
—Hola, ¿qué tal se encuentra Tana? —dijo Sebastián al entrar en mi dormitorio.
—No muy bien. Está en la ducha —hice un gesto en dirección al pasillo—. No podía llevarla a su casa anoche, claro. Conseguí traerla aquí a escondidas.
Sebastián paseaba la vista a su alrededor.
—¡Vaya! Se me había olvidado lo que mola tu habitación.
Fijé la vista en los pósteres de los Beatles que forraban las paredes, y en el corcho lleno de anuncios y entradas de conciertos. Me figuro que sí, molaba bastante. Más que nada, porque me sentía en casa.
—Bueno, me alegro de tener unos minutos a solas contigo, porque tengo que decirte una cosa —Sebastián se sentó en mi cama con aspecto nervioso.
—No hay nada entre Blaine y yo —solté de sopetón.
—¿Cómo? —repuso Diane.
Empecé a recorrer la habitación de un lado a otro.
—Me sentía fatal al llegar a la fiesta, y Blaine me propuso que saliéramos al jardín para alejarnos del barullo; yo me dejé llevar. A ver, es un chico, es decir: el enemigo. Por no añadir que fue él precisamente quien te partió el corazón. Nunca, en serio, nunca haría nada con él.
Sebastián negó con la cabeza.
—Ya lo sé. Me sorprendió un poco veros a los dos —se echó a reír—. Resultó un tanto violento, pero siempre habéis sido amigos. De lo que te quería hablar, en realidad, era de Tana. Verás…, anoche vi a Paul besándose con alguien.
«Oh-oh».
—Llegué a la fiesta con Quinn y Marley, y tuve que ir al cuarto de baño. Subí las escaleras y me encontré con él…
Sin lugar a dudas, Tana iba a matar al mensajero de semejante noticia.
Me tumbé en la cama.
—La cosa se pone fea —advertí a Sebastián —. Tana confiaba en que Paul le pidiera salir.
Sebastián se rebulló, incómodo, y empezó a juguetear con el extremo deshilachado de una almohada.
—¡Ya estoy mucho mejor! —Tana entró de repente en el cuarto, con una toalla enrollada en la cabeza, y se derrumbó sobre la cama—. Bueno, es hora de decidir qué vamos a hacer, después de que anoche me pusiera en ridículo de la manera más espantosa. Me parece que, ahora, Paul no me va a pedir salir.
Sebastián y yo intercambiamos miradas, sin saber qué responder.
Tana parecía exhausta.
—Vale, de acuerdo. Ya lo sé, chicos, y lo siento mucho.
¿Qué sabía exactamente?
—En primer lugar —se giró hacia Sebastián—, siento haber sido tan borde contigo. He estado tratando de ser una buena amiga, comprensiva. Y lo sé, lo sé…, no debería haber probado la cerveza; pero cedí a la presión del grupo. Me he convertido en la típica adolescente consumidora de alcohol, bla, bla, bla… —Tana se tapó la cara con las manos—. Por favor, no me digáis que Paul se enrolló con una de esas novatas de tercero.
Sebastián me miró.
—No, él no…
Tana se incorporó tan deprisa que tuvo que tumbarse otra vez. Se acurrucó hacia un costado, sujetándose la cabeza con una mano.
—Genial. Pensé que la había fastidiado…
Silencio. Miré a Sebastián y noté una expresión de pánico en su rostro.
Tana frunció las cejas.
—Un momento, ¿qué pasa? —nos miró alternativamente—. ¿Qué me estáis ocultando? ¿Es que Paul se lió con alguien anoche?
Sebastián me miró y yo me encogí de hombros. Quería saber de quién se trataba. Más que nada porque esa chica iba a necesitar custodia preventiva una vez que Tana se hubiera enterado.
Antes de que Sebastián pudiera articular palabra, Tana giró sobre sí misma, se colocó boca abajo y se puso una almohada sobre la cabeza.
—¡Lo sabía! ¿Por qué iba a interesarse por mí?
Le aparté la almohada de un tirón.
—Tana, no digas tonterías. Te he dicho mil veces que el chico que te consiga se puede dar con un canto en los dientes.
Tana puso los ojos en blanco.
—Lo que tú digas. Pero quiero salir con Paul. ¿Por qué no le gusto? ¿Es que estoy gorda?
—¡Tana! ¡Basta ya!
—¿Qué es, entonces? —vi que las lágrimas se le acumulaban en el rabillo del ojo—. Dime de qué se trata y lo cambiaré: el pelo, el color de ojos, la ropa, la forma de ser. ¿Qué es lo que no le gusta de mí?
Sebastián, vacilante, se acercó a Tana y le puso una mano en el hombro.
—No es nada de eso. Se trata de algo que no puedes arreglar.
Tana se sorbió la nariz y se giró para mirarnos.
—¿Qué quieres decir?
—Quiero decir que no eres un chico —repuso Sebastián—. Me encontré con él y con Kevin Parker. Se estaban besando. «Oh. Dios. Mío».
Tana se incorporó y se secó las lágrimas.
—¿Qué? —parecía confundida—. ¿Quién?
Sebastián se revolvió, incómodo.
—Paul Levine y Kevin Parker.
Tana bajó la vista al suelo.
—¿Me estás diciendo que los números uno y tres de mi lista se estaban enrollando? ¿Y que Kevin Parker, el deportista superestrella al que he adorado desde hace años, es gay?
Sebastián se mostró asustado.
—Sólo sé lo que vi.
—Bueno —Tana negó con la cabeza—. Me figuro que eso lo explica.
Me sentí desconcertado.
—¿Explica qué?
—Que todo el mundo en el instituto haya tenido novio, excepto yo. ¡Hasta el maldito Kevin Parker tiene novio! —Tana se echó a reír—. Ay, esto no tiene precio. Me estoy quedando sin chicos para preparar una lista, ¡y no digamos para salir con ellos! —la sonrisa de Tana empezó a desvanecerse—. Soy una pringada.
Traté de protestar, pero Tana me interrumpió.
—Mi hermano Jake siempre ha tenido novias. Se lió con una tal Michelle el fin de semana pasado en una estúpida fiesta de alumnos de tercero, y ahora están saliendo. Jake y Michelle —volvió a poner los ojos en blanco—. Me entran ganas de vomitar.
—¿Lo ves, Tana? Por eso he renunciado a los chicos para siempre —hice el gesto de lavarme las manos—. Ya está. Hay que pasar página. No merece la pena.
Y como si Adam hubiera averiguado que pasar página era mi intención, sonó un mensaje en mi móvil.
Me quedé mirándolo, dubitativo.
Tana se puso de pie.
—Esto es ridículo —levantó de un golpe la tapa del teléfono y leyó el mensaje—. «Es increíble que seas tan infantil». ¿Habla en serio? Menudo imbécil.
Tana empezó a pulsar las teclas del móvil.
—¿Qué haces? —espeté, horrorizado—. Bórralo.
—No, le estoy dejando las cosas claras.
El estómago se me contrajo.
Me levanté y traté de arrebatarle el teléfono, pero Tana pulsó «Enviar» y cerró la tapa.
—Hecho. No pasa nada por mandarle al infierno, ¿verdad?
El móvil empezó a sonar. Era Adam, por descontado. Cuando dejó de sonar, Tana lo abrió de nuevo y empezó a pulsar teclas.
—Estoy cambiando su nombre por «Capullo», y poniendo su tono y su indicador en silencio. Puede que esto le calle la boca de una vez.
—Gracias —conseguí decir, por fin. ¿Por qué Tana no era capaz de recuperarse así cuando los chicos la trataban a patadas a ella?
Sebastián esbozó una sonrisa.
—Verás, Tana; es evidente que la idea de salir con chicos sólo te produce dolores de cabeza. Es tan absurdo…, conozco a dos chicas del equipo de animadoras que están saliendo con chicos sólo por tener pareja el día de la fiesta de antiguos alumnos —Sebastián levantó la mirada en mi dirección—. Eh, Kurt, ¿y si vamos juntos a la fiesta?
—¿Cómo dices? —yo seguía contemplando el móvil.
—A la fiesta del instituto. Tú y yo, en pareja.
—Ya. ¡Claro! Claro que sí.
—¿Están locos? —terció Tana mientras se levantaba y guardaba el móvil en el cajón de mi escritorio—. A ver, ¿en serio van a ir juntos a la fiesta?
Volví mi atención al otro socio de mi club.
—¡Por supuesto! —respondí—. De eso se trata, precisamente. No necesitamos salir con chicos insensibles para pasarlo bien.
—¡Ah, me encanta! —Sebastián se puso de pie y empezó a batir palmas al estilo de las animadoras—. Además, te voy a regalar un ramo de rosas el día de San Valentín. Todos esos idiotas se van a morir de envidia —me lanzó un guiño.
Tana soltó un gruñido y enterró la cabeza bajo una almohada.
—Tana, lo siento mucho, de verdad. Sé que lo del club no te hace mucha gracia; pero intenta verlo desde mi punto de vista.
Tana emergió de debajo de la almohada.
—No es eso —replicó—. Gruño porque me doy por vencida, del todo. ¿Contento? ¿Está tu club preparado para una tercera socia?
Vacilé. Aunque me apetecía mucho que Tana se uniera al club, quería que lo hiciera por auténtica convicción, y no porque se sintiera excluida.
—¿Estás segura?
Asintió con un gesto.
—Sí. Además, las cosas no van a cambiar demasiado para mí, si te paras a pensarlo.
Sebastián dio un abrazo a Tana… y, para mi asombro, ésta no le propinó un puñetazo en la cara.
Podía tomarse por un comienzo razonablemente bueno, reflexioné.
—¡Por el Club de los Corazones Solitarios! —alargué la mano y Tana y Sebastián me imitaron.
—¡Por el Club de los Corazones Solitarios!
Corrí hacia mi equipo de música y puse a los Beatles a todo volumen.
Tana se acercó hasta mí, bailando.
—Oye, ya que tengo que aparentar que soy uno de los Beatles, ¿me dejas ser Yoko?
Sabía perfectamente cómo provocarme. Me incliné, agarré una almohada de la cama y se la arrojé. Le aterrizó en plena cara.
—¡Eh!
Tana se puso a perseguirme mientras yo esquivaba sus lanzamientos de almohadas. Sebastián tardó unos segundos en decidir qué hacer, de modo que Tana se aprovechó de su indecisión y le lanzó un almohadonazo en pleno estómago. Sebastián se quedó mirándolo, conmocionado.
—Esos pompones tuyos no te van a servir de nada, Smythe—se burló Tana. Acto seguido, Sebastián saltó por encima de la silla de mi escritorio y bombardeó a Tana con un asalto de almohadones, hasta que mi habitación quedó sumida en el caos.
Cuando Sebastián, por fin, recuperó el aliento, nos dijo:
—Tenéis que admitirlo: con este club no nos vamos a aburrir.
Tana giró sobre su estómago.
—Y eso que no hemos llegado a los sacrificios de carneros vivos… ni de chicos… todavía.
Sofi Hummel** - Mensajes : 92
Fecha de inscripción : 25/07/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me encanto realmente me encanto preciosa aquí tienes a tu fiel lectora y bueno me encanto como siempre, dios lo ame lo ame demasiado demasiado soy un sexy pandicornio que te robara para que le escribas a diario :)
sigue muy pronto preciosa amada escritora
eres perfecta.
sigue muy pronto preciosa amada escritora
eres perfecta.
♫♥Anny Hummel♥♫- - Mensajes : 1241
Fecha de inscripción : 18/05/2013
Edad : 25
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Me encanto este episodio y me gusta mucho cuando sebastian y santana son amigos de krt espero actualices pronto me encanta esta historia ya quiero ver que pasa en el siguiente cap fiel lector
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
Estuvo súper, espero que actualizes pronto.
Gabriela Cruz-*-* - Mensajes : 3230
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Re: Fic El club de los corazones solitarios Capítulos 20 y 21
estuvo genial el capítulo! amo el trio de sebas, tana y kurt, son mis 3 personajes favoritos después de blaine, ya quiero ver que pasa y aquí también tienes a tu fiel lectora! actualiza pronto! pero tengo una duda eso de Kurt y Sebastián como pareja en el baile, terminará en algo más=? ya quiero saber! gracias por escribir!
Nina Anderson* - Mensajes : 22
Fecha de inscripción : 25/08/2013
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