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[Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
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[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... Capitulo 1
CAPITULO 1: ¨Los Tributos...¨
Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra algo de luz, así que puedo verlos. Mi hermano pequeño, Mich, acurrucado a su lado, protegido por el cuerpo de mi madre, los dos con las mejillas pegadas. Mi madre parece más joven cuando duerme; agotada, aunque no tan machacada. La cara de Mich es tan fresca y suave como la de mi madre. Mi madre también fue muy guapa hace tiempo, o eso me han dicho.
Sentado sobre las rodillas de Mich, para protegerla, está el gato más feo del mundo: hocico aplastado, media oreja arrancada y ojos del color de un calabacín podrido. Mich le puso Lord Tubbignton porque, según el, su pelaje tan suave y su postura cuando camina y se sienta, es digno de alguien criado en la realeza.
El gato me odia o, al menos, no confía en mí. Aunque han pasado ya algunos años, creo que todavía recuerda que intenté ahogarlo en un cubo cuando Mich lo trajo a casa; era un gatito escuálido, con la tripa hinchada por las lombrices y lleno de
pulgas. Lo último que yo necesitaba era otra boca que alimentar, pero mi hermano me suplicó mucho, e incluso lloró para que le dejase quedárselo. Al final la cosa salió bien: mi madre se libró de los parásitos, y por un tiempo fue un cazador de ratones nato; a veces, hasta cazaba alguna rata. Ahora es un gato gordo, que apenas puede caminar, sin tener que detenerse por un poco de aire, pero consigue alimentarse todavía nose como hace sin morir de un infarto. Pero a veces como modo de tregua, de vez en cuando le echo las entrañas de las presas, así que ha dejado de bufarme. Entrañas y nada de bufidos: no habrá más cariño que ése entre
nosotros.
Me bajo de la cama y me pongo las botas de cazar; la piel fina y suave se ha adaptado a mis pies. Me pongo también los pantalones y una camisa, meto mi larga trenza oscura en una gorra y tomo la bolsa que utilizo para guardar todo lo que recojo. En la mesa, bajo un cuenco de madera que sirve para protegerlo de ratas y gatos gordos hambrientos, encuentro un perfecto queso de cabra envuelto en hojas de albahaca. Es un regalo de Mich para el día de la cosecha; cuando salgo me lo meto con cuidado en el bolsillo.
Nuestra parte del Distrito 12, a la que solemos llamar la Veta, está siempre llena a estas horas de mineros del carbón que se dirigen al turno de mañana. Hombres y mujeres de hombros caídos y nudillos hinchados, muchos de los cuales ya ni siquiera intentan limpiarse el polvo de carbón de las uñas rotas y las arrugas de sus rostros hundidos. Sin embargo, hoy las calles manchadas de carboncillo están
vacías y las contraventanas de las achaparradas casas grises permanecen cerradas. La cosecha no empieza hasta las dos, así que todos prefieren dormir hasta entonces... si pueden.
Nuestra casa está casi al final de la Veta, sólo tengo que dejar atrás unas cuantas puertas para llegar al campo deslastrado al que llaman la Pradera.
Lo que separa la Pradera de los bosques y, de hecho, lo que rodea todo el Distrito 12, es una alta alambrada metálica rematada con bucles de alambre de espino.
En teoría, se supone que está electrificada las veinticuatro horas para disuadir a los depredadores que viven en los bosques y antes recorrían nuestras calles (jaurías de perros salvajes, pumas solitarios y osos). En realidad, como, con suerte, sólo tenemos dos o tres horas de electricidad por la noche, no suele ser peligroso tocarla. Aun así, siempre me tomo un instante para escuchar con atención, por si oigo el zumbido que indica que la valla está cargada. En este momento está tan silenciosa como una piedra.
Me escondo detrás de un grupo de arbustos, me tumbo boca abajo y me arrastro por debajo de la tira de sesenta centímetros que lleva suelta varios años. La alambrada tiene otros puntos débiles, pero éste está tan cerca de casa que casi
siempre entro en el bosque por aquí.
En cuanto estoy entre los árboles, recupero un arco y un carcaj de flechas que tenía escondidos en un tronco hueco.
Esté o no electrificada, la alambrada ha conseguido mantener a los devoradores
de hombres fuera del Distrito 12. Dentro de los bosques, los animales deambulan a sus anchas y existen otros peligros, como las serpientes venenosas, los animales rabiosos y la falta de senderos que seguir.
Pero también hay comida, si sabes cómo encontrarla. Mi padre lo sabía y me había enseñado unas cuantas cosas antes de volar en pedazos en la explosión de una mina.
No quedó nada de él que pudiéramos enterrar. Yo tenía once años; pero cinco años después, muchas noches me sigo despertando gritándole que corra.
Aunque entrar en los bosques es ilegal y la caza furtiva tiene el peor de los castigos, habría más gente que se arriesgaría si tuviera armas. El problema es que hay pocos lo bastante valientes para aventurarse armados con un cuchillo. Mi arco es una rareza que fabricó mi padre, junto con otros similares que guardo bien escondidos en el bosque, envueltos con cuidado en fundas impermeables. Mi padre podría haber ganado bastante dinero vendiéndolos, pero, de haberlo descubierto los funcionarios del Gobierno, lo habrían ejecutado en público por incitar a la rebelión.
Casi todos los agentes de la paz hacen la vista gorda con los pocos que cazamos, ya que están tan necesitados de carne fresca como los demás. De hecho, están entre nuestros mejores clientes. Sin embargo, nunca permitirían que alguien armase a la Veta.
En otoño, unas cuantas almas valientes se internan en los bosques para recoger manzanas, aunque sin perder de vista la Pradera, siempre lo bastante cerca para volver corriendo a la seguridad del Distrito 12 si surgen problemas.
-El Distrito 12, donde puedes morirte de hambre sin poner en peligro tu seguridad.. -murmuro; después miro a mi alrededor rápidamente porque, incluso aquí, en medio de ninguna parte, me preocupa que alguien me escuche.
Cuando era más joven, mataba a mi madre del susto con las cosas que decía sobre el Distrito 12 y la gente que gobierna nuestro país, Panem, desde esa lejana ciudad llamada el Capitolio.
Al final comprendí que aquello sólo podía causarnos más problemas, así que aprendí a morderme la lengua y ponerme una máscara de indiferencia para que nadie pudiese averiguar lo que estaba pensando. Trabajo en silencio en clase; hago comentarios educados y superficiales en el mercado público; y me limito a las conversaciones comerciales en el Quemador, que es el mercado negro donde gano casi todo mi dinero. Incluso en casa, donde soy menos simpática, evito entrar en temas espinosos, como la cosecha, los racionamientos de comida o los Juegos del Hambre. Quizás a Mich se le ocurriera repetir mis palabras y ¿qué sería de nosotros entonces?
En los bosques me espera la única persona con la que puedo ser yo misma: Puck. Noto que se me relajan los músculos de la cara, que se me acelera el paso mientras subo por las colinas hasta nuestro lugar de encuentro, un saliente rocoso con vistas al valle. Un matorral de arbustos de bayas lo protege de ojos curiosos.
Verlo allí, esperándome, me hace sonreír; nunca sonrío, salvo en los bosques.
-Hola, Satanás.. -me saluda Puck.
En realidad me llamo Santana, (como un viejo cantante del que me contaba mi papa, el había escuchado cantar a su abuelo sus canciones) pero, cuando le dije mi nombre a Puck por primera vez, mi voz no era más que un susurro, así que creyó que le decía Satanas, como se llamaba esa bestia que describían en ese viejo libro... la bíblia o algo así..
Después, cuando un lince loco empezó a seguirme por los bosques en busca de sobras, se convirtió en mi nombre oficial. Al final tuve que matar al lince porque asustaba a las presas, aunque era tan buena compañía que casi me dio pena. Por otro lado, me pagaron bien por su piel.
-Mira lo que he cazado..
Puck sostiene en alto una hogaza de pan con una flecha clavada en el centro, y yo me río. Es pan de verdad, de panadería, y no las barras planas y densas que hacemos con nuestras raciones de cereales.
Lo cojo, saco la flecha y me llevo el agujero de la corteza a la nariz para aspirar una fragancia que me hace la boca agua. El pan bueno como éste es para ocasiones especiales.
-Ummm, todavía está caliente...-digo. Debe de haber ido a la panadería al despuntar el alba para cambiarlo por otra cosa- ¿Qué te ha costado?..
-Sólo una ardilla. Creo que el anciano estaba un poco sentimental esta mañana. Hasta me deseó buena suerte.
-Bueno, todos nos sentimos un poco más unidos hoy, ¿no?..-comento, sin molestarme en poner los ojos en blanco-..Mich nos ha
dejado un queso -digo, sacándolo.
-Gracias, Mich- exclama Puck, alegrándose con el regalo-..Nos daremos un verdadero festín...-De repente, se pone a imitar el acento del Capitolio y los ademanes de Rachel Berry, la mujer optimista hasta la demencia que viene una vez al año para leer los nombres de la cosecha-...¡Casi se me olvida! ¡Felices Juegos del Hambre!...-Recoge unas cuantas moras de los arbustos que nos rodean-...Y que la suerte... -empieza, lanzándome una mora. La cojo con la boca y rompo la delicada piel con los dientes; la dulce acidez del fruto me estalla en la lengua.
-¡... esté siempre, siempre de vuestra parte!..-concluyo, con el mismo brío.
Tenemos que bromear sobre el tema, porque la alternativa es morirse de miedo. Además, el acento del Capitolio es tan afectado que casi todo suena gracioso con él.
Observo a Puck sacar el cuchillo y cortar el pan; podría ser mi hermano: pelo negro, por lo que puedo ver en su cresta o su ardilla muerta como suelo decirle, piel algo bronceada, pero no mas que yo, incluso tenemos los mismos ojos marrones. Pero no somos familia, al menos, no cercana. Casi todos los que trabajan en las minas tienen un aspecto similar, como nosotros.
Por eso mi madre y Mich, con su cabello rubio y sus ojos azules, siempre parecen fuera de lugar; porque lo están. Mis abuelos maternos formaban parte de la pequeña clase de comerciantes que sirve a los funcionarios, los agentes de la paz y algún que otro cliente de la Veta. Tenían una botica en la parte más elegante del Distrito 12; como casi nadie puede permitirse pagar un médico, los boticarios son
nuestros sanadores. Mi padre conoció a mi madre gracias a que, cuando iba de caza, a veces recogía hierbas medicinales y se las vendía a la botica para que fabricaran sus remedios. Mi madre tuvo que enamorarse de verdad para abandonar su hogar y meterse en la Veta. Es lo que intento recordar cuando sólo veo en ella a una mujer que se quedó sentada, vacía e inaccesible mientras sus hijos se
convertían en piel y huesos. Intento perdonarla por mi padre, pero, para ser sincera, no soy de las que perdonan.
Puck unta el suave queso de cabra en las rebanadas de pan y coloca con cuidado una hoja de albahaca en cada una, mientras yo recojo bayas de los arbustos.
Nos acomodamos en un rincón de las rocas en el que nadie puede vernos, aunque tenemos una vista muy clara del valle, que está rebosante de vida estival: verduras por recoger, raíces por escarbar y peces irisados a la luz del sol.
El día tiene un aspecto glorioso, de cielo azul y brisa fresca; la comida es estupenda, el pan caliente absorbe el queso y las bayas nos estallan en la boca. Todo sería perfecto si realmente fuese un día de fiesta, si este día libre consistiese en vagar por las montañas con Puck para cazar la cena de esta noche. Sin embargo, tendremos que estar en la plaza a las dos en punto para el sorteo de los nombres.
-¿Sabes qué? Podríamos hacerlo...-dice Puck en voz baja.
-¿El qué?..
-Dejar el distrito, huir y vivir en el bosque. Tú y yo podríamos hacerlo....-No sé cómo responder, la idea es demasiado absurda-..Si no tuviésemos tantos niños..-añade él rápidamente.
No son nuestros niños, claro, pero para el caso es lo mismo. Los dos hermanos pequeños de Puck y su hermana, y Mich. Nuestras madres también podrían entrar en el lote, porque ¿cómo iban a sobrevivir sin nosotros? ¿Quién alimentaría esas bocas que siempre piden más? Aunque los dos cazamos todos los días, alguna vez
tenemos que cambiar las presas por manteca de cerdo, cordones de zapatos o lana, así que hay noches en las que nos vamos a la cama con los estómagos vacíos.
-No quiero tener hijos...-digo.
-Puede que yo sí, si no viviese aquí..
-Pero vives aquí...-le recuerdo, irritada.
-Olvídalo...
La conversación no va bien. ¿Irnos? ¿Cómo iba a dejar a Mich, que es la única persona en el mundo a la que estoy segura de querer? Y Puck está completamente dedicado a su familia. Si no podemos irnos, ¿por qué molestarnos en hablar de eso? Y, aunque lo hiciéramos..., aunque lo hiciéramos..., ¿de dónde ha salido lo de tener hijos? Entre Puck y yo nunca ha habido nada romántico. Cuando nos
conocimos, yo era una niña flacucha de doce años y, aunque él sólo era dos años mayor, ya parecía un hombre. Nos llevó mucho tiempo hacernos amigos, dejar de regatear en cada intercambio y empezar a ayudarnos mutuamente.
Además, si quiere hijos, Puck no tendrá problemas para encontrar esposa: es guapo, lo bastante fuerte como para trabajar en las minas y capaz de cazar. Por la forma en que las chicas susurran cuando pasa a su lado en el colegio, está claro que lo desean. Me pongo celosa, pero no por lo que la gente pensaría, sino porque no es fácil encontrar buenos compañeros de caza.
-¿Qué quieres hacer?...-le pregunto, ya que podemos cazar, pescar o recolectar.
-Vamos a pescar en el lago. Así dejamos las cañas puestas
mientras recolectamos en el bosque. Cogeremos algo bueno para la
cena...
La cena. Después de la cosecha, se supone que todos tienen que celebrarlo, y mucha gente lo hace, aliviada al saber que sus hijos se han salvado un año más. Sin embargo, al menos dos familias cerrarán las contraventanas y las puertas, e intentarán averiguar cómo sobrevivir a las dolorosas semanas que se avecinan.
Nos va bien; los depredadores no nos hacen caso, porque hoy hay presas más fáciles y sabrosas. A última hora de la mañana tenemos una docena de peces, una bolsa de verduras y, lo mejor de todo, un buen montón de fresas. Descubrí el fresal hace unos años y a Puck se le ocurrió la idea de rodearlo de redes para evitar que se acercasen los animales.
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De camino a casa pasamos por el Quemador, el mercado negro que funciona en un almacén abandonado en el que antes se guardaba carbón. Cuando descubrieron un sistema más eficaz que transportaba el carbón directamente de las minas a los trenes, el Quemador fue quedándose con el espacio.
Casi todos los negocios están cerrados a estas horas en un día de cosecha, aunque el mercado negro sigue bastante concurrido.
Cambiamos fácilmente seis de los peces por pan bueno y los otros dos por sal. Sae la Grasienta, la anciana huesuda que vende cuencos de sopa caliente preparada en un enorme hervidor, nos compra la mitad de las verduras a cambio de un par de trozos de parafina. Puede que nos hubiese ido mejor en otro sitio, pero nos esforzamos por mantener una buena relación con Sae, ya que es la única que siempre está dispuesta a comprar carne de perro salvaje. A pesar de que no los cazamos a propósito, si nos atacan y matamos un par, bueno, la carne es la carne. "Una vez dentro de la sopa, puedo decir que es ternera", dice Sae la Grasienta, guiñando un ojo. En la Veta, nadie le haría ascos a una buena pata de perro salvaje, pero los agentes de la paz que van al Quemador pueden permitirse
ser un poquito más exigentes.
Una vez terminados nuestros negocios en el mercado, vamos a la puerta de atrás de la casa del alcalde para vender la mitad de las fresas, porque sabemos que le gustan especialmente y puede permitirse el precio. La hija del alcalde, Quinn, nos abre la puerta; está en mi clase del colegio. Podría pensarse que, por ser la hija del
alcalde, es una esnob, pero no, sólo es reservada, igual que yo.
Como ninguna de las dos tiene un grupo de amigos, parece que casi siempre
acabamos juntas en clase. Durante la comida, en las reuniones, cuando se hacen grupos para las actividades deportivas... Apenas hablamos, lo que nos va bien a las dos.
Hoy ha cambiado su soso uniforme del colegio por un caro vestido blanco, y lleva el pelo rubio recogido con un lazo rosa; la ropa de la cosecha.
-Bonito vestido...-dice Puck.
Quinn lo mira fijamente, mientras intenta averiguar si se trata de un cumplido de verdad o de una ironía. En realidad, el vestido es bonito, aunque nunca lo habría llevado un día normal. Aprieta los labios y sonríe.
-Bueno, tengo que estar guapa por si acabo en el Capitolio, ¿no?..
Ahora es Puck el que está desconcertado: ¿lo dice en serio o está tomándole el pelo? Yo creo que es lo segundo.
-Tú no irás al Capitolio...-responde Puck con frialdad. Sus ojos se posan en el pequeño adorno circular que lleva en el vestido; es de oro puro, de bella factura; serviría para dar de comer a una familia entera durante varios meses -...¿Cuántas inscripciones puedes tener? ¿Cinco? Yo ya tenía seis con sólo doce años...
-No es culpa suya...-intervengo.
-No, no es culpa de nadie. Las cosas son como son...-continua
Puck.
-Buena suerte, Santana...-dice Quinn, con rostro inexpresivo,
poniéndome el dinero de las fresas en la mano.
-Lo mismo digo...-respondo, y se cierra la puerta.
Caminamos en silencio hacia la Veta. No me gusta que Puck se la haya agarrado con Quinn, pero tiene razón, por supuesto: el sistema de la cosecha es injusto y los pobres se llevan la peor parte.
Te conviertes en elegible para la cosecha cuando cumples los doce años; ese año, tu nombre entra una vez en el sorteo. A los trece, dos veces; y así hasta que llegas a los dieciocho, el último año de elegibilidad, y tu nombre entra en la urna siete veces. El sistema incluye a todos los ciudadanos de los doce distritos de Panem.
Sin embargo, hay gato encerrado. Digamos que eres pobre y te estás muriendo de hambre, como nos pasaba a nosotros. Tienes la posibilidad de añadir tu nombre más veces a cambio de teselas; cada tesela vale por un exiguo suministro anual de cereales y aceite para una persona.
También puedes hacer ese intercambio por cada miembro de tu familia, motivo por el que, cuando yo tenía doce años, mi nombre entró cuatro veces en el sorteo. Una porque era lo mínimo, y tres veces más por las teselas para conseguir cereales y aceite para Mich, mi madre y yo. De hecho, he tenido que hacer lo mismo todos los años, y las inscripciones en el sorteo son acumulativas. Por eso, ahora, a los dieciséis años, mi nombre entrará veinte veces en el sorteo de la cosecha. Puck, que tiene dieciocho y lleva siete años ayudando o alimentando el solo a una familia de cinco, tendrá cuarenta y dos papeletas.
No cuesta entender por qué se enoja con Quinn, que nunca ha corrido el peligro de necesitar una tesela. Las probabilidades de que el nombre de la chica salga elegido son muy reducidas si se comparan con las de los que vivimos en la Veta. No es imposible, pero sí poco probable y, aunque las reglas las estableció el Capitolio y no los distritos ni, sin duda, la familia de Quinn, es difícil no sentir
resentimiento hacia los que no tienen que pedir teselas.
Puck es consciente de que su rabia no debería ir contra Quinn. Algunas veces, cuando estamos en lo más profundo del bosque, lo he oído despotricar contra las teselas, diciendo que no son más que otro instrumento para fomentar la miseria en nuestro distrito, una forma de sembrar el odio entre los trabajadores hambrientos de la Veta y los que no suelen tener problemas de comida, y, así, asegurarse de que nunca confiemos los unos en los otros. ¨Al Capitolio le viene bien que estemos divididos¨, me diría, si no hubiese nadie más que yo escuchándolo, si no fuese día de cosecha, si una chica con un alfiler de oro y sin teselas no hubiese hecho lo que
seguramente ella consideraba un comentario inofensivo.
Mientras caminamos, lo miro a la cara, todavía ardiendo debajo de su expresión glacial; su ira me parece inútil, aunque no se lo digo. No es que no esté de acuerdo con él, porque lo estoy, pero ¿de qué sirve despotricar contra el Capitolio en medio del bosque? No cambia nada, no hace que la situación sea más justa y no nos llena el estómago. De hecho, asusta a las posibles presas. Sin embargo, lo
dejo gritar; mejor hacerlo en el bosque que en el distrito.
Puck y yo nos dividimos el botín, lo que nos deja con dos peces, un par de hogazas de buen pan, verduras, un puñado de fresas, sal, parafina y algo de dinero para cada uno.
-Nos vemos en la plaza...-le digo.
-Ponte algo bonito...-me responde, sin humor.
................................
En casa, encuentro a mi madre y a mi hermano preparados para salir. Mi madre lleva un vestido elegante de sus días de boticaria y Mich viste su primer traje de cosecha: un pantalón y una camisa manga corta de mi papá. A el le queda un poco grande, pero mi madre se lo ha sujetado con alfileres; aun así, la camisa se le sale del pantalón por la parte de atrás.
Me espera una bañera llena de agua caliente. Me refriego para quitarme la tierra y el sudor de los bosques, e incluso me lavo el pelo.
Veo, sorprendida, que mi madre me ha sacado uno de sus encantadores vestidos, uno suave, de color azul con zapatos a juego.
-¿Estás segura?...-le pregunto, porque intento evitar seguir
rechazando su ayuda.
Antes estaba tan enfadada con ella que no le dejaba hacer nada por mí. Sin embargo, se trata de algo especial, porque le da mucho valor a la ropa de su pasado.
-Claro que sí, y también me gustaría recogerte el pelo...-me
responde. Le dejo secármelo, trenzarlo y colocármelo sobre la cabeza.
Apenas me reconozco en el espejo agrietado que tenemos apoyado en la pared.
-Estás muy guapa...-dice Mich, en un susurro.
-Y no me parezco en nada a mí...-respondo.
Lo abrazo, porque sé que las horas que nos esperan serán terribles para el. Es su primera cosecha, aunque está lo más seguro posible, ya que su nombre sólo ha entrado una vez en la urna; no le he dejado pedir ninguna tesela. Sin embargo, está preocupado por mí, le preocupa que ocurra lo inimaginable.
Protejo a Mich de todas las formas que me es posible, pero nada puedo hacer contra la cosecha. La angustia que tengo en el pecho ahora que mi hermano sufre amenaza con asomar a la superficie no puedo borrarla.
Me doy cuenta de que se le ha salido de nuevo la camisa por detrás y me obligo a mantener la calma.
-Arréglate la cola, patito...-le digo, poniéndole de nuevo la camisa
en su sitio.
-Cuac...-responde Mich, soltando una risita.
-Eso lo serás tú...-añado, riéndome también; el es el único que
puede hacerme reír así-... Vamos, a comer ...-digo, dándole un besito
rápido en la cabeza.
Decidimos dejar para la cena el pescado y las verduras, que ya se están cocinando en un estofado, y guardamos las fresas y el pan para la noche, diciéndonos que así será algo especial; de modo que bebemos la leche de la cabra de Mich, Lady, y nos comemos el pan basto que hacemos con el cereal de la tesela, aunque, de todos modos, nadie tiene mucho apetito.
A la una en punto nos dirigimos a la plaza. La asistencia es obligatoria, a no ser que estés a las puertas de la muerte. Esta noche los funcionarios recorrerán las casas para comprobarlo. Si alguien ha mentido, lo meterán en la cárcel.
Es una verdadera pena que la ceremonia de la cosecha se celebre en la plaza, uno de los pocos lugares agradables del Distrito 12. La plaza está rodeada de tiendas y, en los días de mercado, sobre todo si hace buen tiempo, parece que es fiesta. Sin embargo, hoy, a pesar de los banderines de colores que cuelgan de los edificios, se respira un ambiente de tristeza. Las cámaras de televisión, encaramadas como águilas ratoneras en los tejados, sólo sirven para acentuar la sensación.
La gente entra en silencio y ficha; la cosecha también es la oportunidad perfecta para que el Capitolio lleve la cuenta de la población.
Conducen a los chicos de entre doce y dieciocho años a las áreas delimitadas con cuerdas y divididas por edades, con los mayores delante y los jóvenes, como Mich, detrás. Los familiares se ponen en fila alrededor del perímetro, todos cogidos con fuerza de la mano. También hay otros, los que no tienen a nadie que perder o ya
no les importa, que se cuelan entre la multitud para apostar por quienes serán los dos chicos elegidos. Se apuesta por la edad que tendrán, por si serán de la Veta o comerciantes, o por si se derrumbarán y se echarán a llorar. La mayoría se niega a hacer tratos con los mañosos, salvo con mucha precaución; esas mismas personas
suelen ser informadores, y ¿quién no ha infringido la ley alguna vez?
Podrían pegarme un tiro todos los días por dedicarme a la caza furtiva, pero los apetitos de los que están al mando me protegen; no todos pueden decir lo mismo.
En cualquier caso, Puck y yo estamos de acuerdo en que, si pudiéramos escoger entre morir de hambre y morir de un tiro en la cabeza, la bala sería mucho más rápida.
La plaza se va llenando, y se vuelve más claustrofóbica conforme llega la gente. A pesar de su tamaño, no es lo bastante grande para dar cabida a toda la población del Distrito 12, que es de unos ocho mil habitantes. Los que llegan los últimos tienen que quedarse en las calles adyacentes, desde donde podrán ver el acontecimiento en las pantallas, ya que el Estado lo televisa en directo.
Me encuentro de pie, en un grupo de chicos de dieciséis años de la Veta. Intercambiamos tensos saludos con la cabeza y centramos nuestra atención en el escenario provisional que han construido delante del Edificio de Justicia. Allí hay tres sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal, una para los chicos y otra para las chicas. Me quedo mirando los trozos de papel de la bola de las chicas:
veinte de ellos tienen escrito con sumo cuidado el nombre de Santana Lopez.
Dos de las tres sillas están ocupadas por el alcalde Fabrey (el padre de Quinn, un hombre alto de calva incipiente) y Rache Berry, la acompañante del Distrito 12, recién llegada del Capitolio, con su aterradora sonrisa blanca, el pelo rosáceo y un traje verde primavera.
Los dos murmuran entre sí y miran con preocupación el asiento vacío. Justo cuando el reloj da las dos, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, en la que habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norte América. Enumera la lista de
desastres, las sequías, las tormentas, los incendios, los mares que subieron y se tragaron gran parte de la tierra, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recursos que quedaron. El resultado fue Panem, un reluciente Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuros, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Derrotaron a doce de ellos y aniquilaron al decimotercero. El Tratado de la Traición nos dio unas nuevas leyes para garantizar la paz y, como recordatorio anual de que los Días Oscuros no deben volver a repetirse, nos dio también los Juegos del Hambre.
Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un chico y una chica, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatro tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrasador hasta un páramo helado. Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el que quede vivo, gana.
Coger a los chicos de nuestros distritos y obligarlos a matarse entre ellos mientras los demás observamos; así nos recuerda el Capitolio que estamos completamente a su merced, y que tendríamos muy pocas posibilidades de sobrevivir a otra rebelión. Da igual las palabras que utilicen, porque el verdadero mensaje queda claro: ¨Mirad cómo nos llevamos a vuestros hijos y los sacrificamos sin que
podáis hacer nada al respecto. Si levantáis un solo dedo, os destrozaremos a todos, igual que hicimos con el Distrito 13¨.
Para que resulte humillante además de una tortura, el Capitolio exige que tratemos los Juegos del Hambre como una festividad, un acontecimiento deportivo en el que los distritos compiten entre sí. Al último tributo vivo se le recompensa con una vida fácil, y su distrito recibe premios, sobre todo comida. El Capitolio regala cereales y aceite al distrito ganador durante todo el año, e incluso algunos
manjares como azúcar, mientras el resto de nosotros luchamos por no morir de hambre.
-Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias...-recita
el alcalde.
Después lee la lista de los habitantes del Distrito 12 que han ganado en anteriores ediciones. En setenta y cuatro años hemos tenido exactamente dos, y sólo una sigue vivo: Sue Silvester, una mujer rubia de pelo corto de mediana edad que, en estos momentos, aparece hablando algo ininteligible, se tambalea en el escenario y se deja caer sobre la tercera silla. Está borracha, y mucho. La multitud responde
con su aplauso protocolario, pero la mujer está aturdida e intenta darle un gran abrazo a Rachel Berry, que apenas consigue zafarse.
El alcalde parece angustiado. Como todo se televisa en directo, ahora mismo el Distrito 12 es el hazmerreir de Panem, y él lo sabe. Intenta devolver rápidamente la atención a la cosecha presentando a Rachel Berry.
La mujer, tan alegre y vivaracha como siempre, sube a trote ligero al podio y saluda con su habitual:
-¡Felices Juegos del Hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!...
Seguro que su pelo rosa es una peluca, porque tiene los rizos algo torcidos después de su encuentro con Sue. Empieza a hablar sobre el honor que supone estar allí, aunque todos saben lo mucho que desea una promoción a un distrito mejor, con ganadores de verdad, en vez de borrachas que te acosan delante de todo el país.
Localizo a Puck entre la multitud, y él me devuelve la mirada con la sombra de una sonrisa en los labios.
Para ser una cosecha, al menos estaba resultando un poquito divertida. Pero, de repente, empiezo a pensar en Puck y en las cuarenta y dos veces que aparece su nombre en esa gran bola de cristal, y en cómo la suerte no está siempre de su parte, sobre todo comparado con muchos de los chicos. Y quizá él esté pensando lo mismo sobre mí, porque se pone serio y aparta la vista.
"No te preocupes, hay mil papeletas", desearía poder decirle.
Ha llegado el momento del sorteo. Rachel Berry dice lo de siempre, "¡los caballeros van primero!", y se acerca a la urna de cristal con los nombres de los chicos. Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer, y yo empiezo a sentir náuseas y a desear desesperadamente que no sea Puck, que no sea Puck, que no sea Puck.
Rachel Berry vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee el nombre con voz clara; y no es Puck.
Es Michel Lopez....
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....Holisss.... x fin pude subir el nuevo fic, no tenia internet asiq no pude hacerlo antes... en fin.. espero q les guste la historia, es la adaptacion de los libros, no de la pelicula, (la cual me decepciono mucho, era mejor la historia en mi imaginacion jajajaja).. las q han leido los libros sabran q a pesar de ser una historia de amor, no hay mucha atraccion entre los personajes x lo menos en los dos primeros libros, ademas esta entre medio Gale, pero voy a adaptarlo para q a pesar de ser, aventura y ficcion tambien haya romanticismo y mas si es brittana, asi quedamos todas contentas.. por ahora tengo pensado adaptar los 3 libros, pero todo depende de como sea acaptado... asiq todo depende de ustedes...
espero sus comentarios y cuando vuelva a actualizar, cruzo los dedos para q tenga buena aceptacion...
Besotes..(^_^).. Gise
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
saibelli** - Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 06/03/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Actualizacion!
Pd:( iva a ver la pelicula pero mejor me quedo con esta version)
Saludos!
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Y actualiza pronto!!
saludos
Obvio sere fiel seguidora!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Gleek23****** - Mensajes : 370
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Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Espero con ansias tu próxima actualización.
Por lo que he leido, has puesto a Santana con un hermano menor, por tanto, ella se intercambiaría por el, no? Y Brittany donde anda (se donde anda, me he leido los libros pero sino igual spoileo mucho XD)?
Por lo veo, irás adaptándolos a las Brittana. Me parece genial, a ver como va el desarrollo.
Besos de una de tus fieles lectoras!
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... Capitulo 2
Una vez estaba escondida en la rama de un árbol, esperando inmóvil a que apareciese una presa, cuando me quedé dormida y caí al suelo de espaldas desde una altura de tres metros. Fue como si el impacto me dejase sin una chispa de aire en los pulmones, y allí me quedé, luchando por inspirar, por espirar, por lo que fuera.
Así me siento ahora. Intento recordar cómo respirar, no puedo hablar y estoy completamente aturdida, mientras el nombre me rebota en las paredes del cráneo. Alguien me coge del brazo, un chico de la Veta, y creo que quizá haya empezado a caerme y él me haya sujetado.
Tiene que haber un error, esto no puede estar pasando. ¡Mich sólo tenía un boleto entre miles! Sus posibilidades de salir elegido eran tan remotas que ni siquiera me había molestado en preocuparme por el. ¿Acaso no había hecho todo lo posible? ¿No había cogido yo las teselas y le había impedido hacer lo mismo? Una sola papeleta, una entre miles. La suerte estaba de su parte, del todo, pero no había
servido de nada.
En algún punto lejano, oigo a la multitud murmurar con tristeza, como hace siempre que sale elegido un chico de doce años; a nadie le parece justo. Entonces lo veo, con la cara pálida, dando pasitos hacia el escenario, pasando a mi lado, y veo que la camisa se le ha vuelto a salir del pantalón por detrás. Es ese detalle, la camisa que forma una colita de pato, lo que me hace volver a la realidad.
-¡Mich!..-El grito estrangulado me sale de la garganta y los músculos vuelven a reaccionar-..¡Mich!..
No me hace falta apartar a la gente, porque los otros chicos me abren paso de inmediato y crean un pasillo directo al escenario. Llego a el justo cuando está a punto de subir los escalones y lo empujo detrás de mí.
-¡Me presento voluntaria!...-grito, con voz ahogada-..¡Me presento voluntaria como tributo!...
En el escenario se produce una pequeña conmoción. El Distrito 12 no envía voluntarios desde hace décadas, y el protocolo está un poco oxidado. La regla es que, cuando se saca el nombre de un tributo de la bola, otro chico en edad elegible, si se trata de un chico, u otra chica, si se trata de una chica, puede ofrecerse a ocupar su lugar. En algunos distritos en los que ganar la cosecha se considera un gran honor y la gente está deseando arriesgar la vida, presentarse
voluntario es complicado. Sin embargo, en el Distrito 12, donde la palabra tributo y la palabra cadáver son prácticamente sinónimos, los voluntarios han desaparecido casi por completo.
-¡Espléndido!...-exclama Rachel Berry-...Pero creo que quedan algunos pequeños detalles, hay que presentar al ganador de la cosecha y después pedir voluntarios, igual no va a poder ser, dado el hecho que eres mujer y el tributo es hombre, asique... -deja la frase en el aire, insegura.
-¿Qué más da?...-interviene el alcalde. Está mirándome con expresión de dolor. Aunque, en realidad, no me conoce, hay un pequeño punto de contacto: soy la chica que le lleva las fresas; la chica con la que puede que su hija haya hablado alguna que otra vez; la chica que, hace cinco años, abrazada a su madre y a su hermano pequeño, recibiendo de sus manos la medalla al valor. Una medalla por su padre, vaporizado en las minas. ¿Se acordará?-...¿Qué más da?...-repite, en tono brusco-...Deja que suba y ocupe el lugar del chico...
Mich está gritando como histérico detrás de mí, me rodea con sus delgados bracitos como si fuese un torno.
-¡No, Santana! ¡No! ¡No puedes ir!...
-Mich, suéltame...-digo con dureza, porque la situación me altera y no quiero llorar. Cuando emitan la repetición de la cosecha esta noche, todos tomarán nota de mis lágrimas y me marcarán como un objetivo fácil. Una enclenque. No les daré esa satisfacción-..¡Suéltame!...
Noto que alguien tira de el por detrás, así que me vuelvo y veo a Puck, que levanta a Mich del suelo, mientras el forcejea en el aire.
-Arriba, Satanas...-me dice, intentando que no le falle la voz; después se lleva a Mich con mi madre. Yo me armo de valor y subo los escalones.
-¡Bueno, bravo!...-exclama Rachel Berry, llena de entusiasmo-..¡Éste es el espíritu de los Juegos!...-Está encantada de ver por fin un poco de acción en su distrito-..¿Cómo te llamas?..
-Santana Lopez...-respondo, después de tragar saliva.
-Me apuesto los calcetines a que era tu hermano. No querías que
te robase la gloria, ¿verdad? ¡Vamos a darle un gran aplauso a
nuestro tributo!.. -canturrea Rachel Berry.
La gente del Distrito 12 siempre podrá sentirse orgullosa de su reacción: nadie aplaude, ni siquiera los que llevan las papeletas de las apuestas, a los que ya no les importa nada. Seguramente es porque me conocen del Quemador o porque conocían a mi padre, o porque han hablado con Mich y a el es inevitable no quererlo.
Así que, en vez de un aplauso de reconocimiento, me quedo donde estoy, sin moverme, mientras ellos expresan su desacuerdo de la forma más valiente que saben: el silencio. Un silencio que significa que no estamos de acuerdo, que no lo aprobamos, que todo esto está mal. Entonces pasa algo inesperado; al menos, yo no lo espero, porque no creo que el Distrito 12 sea un lugar que se preocupe por mí.
Sin embargo, algo ha cambiado desde que subí al escenario para ocupar el lugar de Mich, y ahora parece que me he convertido en alguien amado. Primero una persona, después otra y, al final, casi todos los que se encuentran en la multitud se llevan los tres dedos centrales de la mano izquierda a los labios y después me señalan con ellos. Es un gesto antiguo (y rara vez usado) de nuestro distrito que a
veces se ve en los funerales; es un gesto de dar gracias, de admiración, de despedida a un ser querido. Ahora sí corro el peligro de llorar, pero, por suerte, Sue Silvester escoge este preciso momento para acercarse dando traspiés por el
escenario y felicitarme.
-¡Miradla, miradla bien!...-brama, pasándome un brazo sobre los hombros. Tiene una fuerza sorprendente para estar tan hecha pedazos-...¡Me gusta!...-El aliento le huele a licor y hace bastante tiempo que no se baña-..Mucho....... -No le sale la palabra durante un rato- ..¡Coraje!..-exclama, triunfal-...¡Más que vosotros!..-Me suelta y se dirige a la parte delantera del escenario-...¡Más que vosotros!..-grita, señalando directamente a la cámara.
¿Se refiere a la audiencia o está tan borracha que es capaz de meterse con el Capitolio? Nunca lo sabré, porque, justo cuando abre la boca para seguir, Sue se cae del escenario y pierde la conciencia.
Es un asco de mujer, pero me siento agradecida porque, con todas las cámaras fijas en ella, tengo el tiempo suficiente para dejar escapar el ruidito ahogado que me bloquea la garganta y recuperarme.
Pongo las manos detrás de la espalda y miro hacia adelante. Veo las colinas que escalé esta mañana con Puck, y por un momento, añoro algo..., la idea de irnos del distrito..., de vivir en los bosques. Sin embargo sé que hice lo correcto al no huir, porque ¿quién si no se habría presentado voluntario en lugar de Mich?
A Sue se la llevan en una camilla y Rachel Berry intenta volver a poner el espectáculo en marcha.
-¡Qué día tan emocionante!...-exclama, mientras manosea su peluca para ponerla en su sitio, ya que se ha torcido notablemente hacia la derecha-..¡Pero todavía queda más emoción!..Ha llegado el momento de elegir a nuestra tributo femenina...o bueno otra tributo..¡Dos tributos mujeres este año!..
Con la clara intención de contener la precaria situación de su pelo, avanza hacia la bola de los chicos con una mano en la cabeza; después coge la primera papeleta que se encuentra, vuelve rápidamente al podio y yo ni siquiera tengo tiempo para desear que no lea el nombre de Quinn-...Brittany Pierce....
¡Brittany Pierce!
"Oh, no --pienso--. Ella no"
Porque reconozco su nombre, aunque nunca he hablado directamente con ella. Brittany Pierce.
No, sin duda hoy la suerte no está de mi parte.
La observo avanzar hacia el escenario; un poco mas alta que yo y mucho mas
fuerte, cabello rubio suelto que le cae en ondas sobre la frente, su piel blanca pálida y sus ojos azules algo brillosos. En la cara se le nota la conmoción del momento, se ve que lucha por guardarse sus emociones, pero en sus ojos azules veo la alarma que tan a menudo encuentro en mis presas. De todos modos, sube con paso firme al escenario y ocupa su lugar.
Rachel Berry pide voluntarias; nadie da un paso adelante. Sé que tiene dos hermanas mayores, las he visto en la panadería, aunque seguramente a una se le haya pasado la edad para ofrecerse voluntaria, y la otra no lo hará. Es lo normal. El amor fraternal tiene sus límites para casi todo el mundo en el día de la cosecha. Lo que he hecho yo es algo radical.
El alcalde empieza a leer el largo y aburrido Tratado de la Traición, como hace todos los años en este momento (es obligatorio), pero no escucho ni una palabra.
"¿Por qué ella?", pienso. Después intento convencerme de que no importa, de que Brittany Pierce y yo no somos amigas, ni siquiera somos vecinas y nunca hablamos. Nuestra única interacción real sucedió hace muchos años, y seguro que ella ya la ha olvidado; sin embargo, yo no, y sé que nunca lo haré....
..Fue durante la peor época posible. Mi padre había muerto en un accidente minero hacía tres meses, en el enero más frío que recuerdo. Ya había pasado el entumecimiento causado por la pérdida, y el dolor me atacaba de repente, hacía que me doblase y que los sollozos me estremeciesen. "¿Dónde estás? --gritaba una voz en mi interior--. ¿Adonde has ido?" Por supuesto, nunca recibí respuesta.
El distrito nos había concedido una pequeña suma de dinero como compensación por su muerte, lo bastante para un mes de luto, después del cual mi madre habría tenido que conseguir un trabajo. El problema fue que no lo hizo. Se limitaba a quedarse sentada en una silla o, lo más habitual, acurrucada debajo de las mantas de la cama, con la mirada perdida. De vez en cuando se movía, se levantaba como
si la empujase alguna urgencia, para después quedarse de nuevo inmóvil. No le afectaban las súplicas constantes de Mich.
Yo estaba aterrada. Aunque ahora supongo que mi madre se había encerrado en una especie de oscuro mundo de tristeza, en aquel momento sólo sabía que había perdido a un padre y a una madre. A los once años, con un hermano de siete, me convertí en la cabeza de familia; no había alternativa. Compraba comida en el
mercado, la cocinaba como podía, e intentaba que Mich y yo estuviésemos presentables porque, si se hacía público que mi madre ya no podía cuidarnos, nos habrían enviado al orfanato de la comunidad. Había crecido viendo a aquellos chicos en el colegio: la tristeza, las marcas de bofetadas en la cara, la desesperación que les hundía los hombros. No podía dejar que le pasara a Mich, al dulce y diminuto Mich, que lloraba cuando yo lloraba sin siquiera saber la razón, que cepillaba y trenzaba el cabello de mi madre antes de irnos al colegio, que seguía limpiando el espejo de afeitarse de mi padre todas las noches porque odiaba la capa de polvo de carbón que siempre cubría la Veta. El orfanato lo habría aplastado como a un gusano, así que mantuve en secreto nuestras dificultades.
Al final, el dinero voló y empezamos a morirnos de hambre poco a poco. No hay otra forma de describirlo. No dejaba de decirme que todo iría bien si podía aguantar hasta mayo, sólo hasta el ocho de mayo, porque entonces cumpliría doce años, y podría pedir las teselas y conseguir aquella valiosa cantidad de cereales y aceite que serviría para alimentarnos. El problema era que quedaban varias semanas y cabía la posibilidad de que no llegáramos vivos.
Morirse de hambre no era algo infrecuente en el Distrito 12. ¿Quién no ha visto a las víctimas? Ancianos que no pueden trabajar; niños de una familia con demasiadas bocas que alimentar; los heridos en las minas. Todos se arrastran por las calles y, un día, te encuentras con uno de ellos sentado en el suelo con la espalda apoyada en la pared o tirado en la Pradera, u oyes gemidos en una casa y los agentes de la paz acuden a llevarse el cadáver. El hambre nunca es la causa oficial de la muerte: siempre se trata de pulmonía, congelación o neumonía, pero eso no engaña a nadie.
La tarde de mi encuentro con Brittany Pierce, la lluvia caía en implacables mantas de agua helada. Había estado en la ciudad intentando cambiar algunas ropas viejas de bebé de Mich en el mercado público, sin mucho éxito. Aunque había ido varias veces al Quemador con mi padre, me asustaba demasiado aventurarme sola
en aquel lugar duro y mugriento. La lluvia había empapado la chaqueta de cazador de mi padre que llevaba puesta, y yo estaba muerta de frío. Llevábamos tres días comiendo agua hervida con algunas hojas de menta seca que había encontrado en el fondo de un armario; cuando cerró el mercado, temblaba tanto que se me cayó la ropa de bebé en un charco lleno de barro, pero no la recogí porque temía que, si me agachaba, no podría volver a levantarme. Además, nadie quería la ropa.
No podía volver a casa; allí estaban mi madre, con sus ojos sin vida, y mi hermano pequeño, con sus mejillas huecas y sus labios cuarteados. No podía entrar sin esperanza alguna en aquella habitación llena de humo por culpa de las ramas húmedas que había cogido al borde del bosque cuando se nos acabó el carbón para la chimenea.
Me encontré dando tumbos por una calle embarrada, detrás de las tiendas que servían a la gente más acomodada de la ciudad. Los comerciantes vivían sobre sus negocios, así que, básicamente, estaba en sus patios. Recuerdo las siluetas de los arriates sin plantar que esperaban al verano, de las cabras en un establo, de un perro empapado atado a un poste, hundido y derrotado en el lodo.
En el Distrito 12 están prohibidos todos los tipos de robo, que se castigan con la muerte. A pesar de eso, se me pasó por la cabeza que quizás encontrara algo en los cubos de basura, ya que para esos había vía libre. Puede que un hueso en la carnicería o verduras podridas en la verdulería, algo que nadie salvo mi desesperada familia estuviese dispuesto a comer. Por desgracia, acababan de vaciar los cubos.
Cuando pasé junto a la panadería, el olor a pan recién hecho era tan intenso que me mareé. Los hornos estaban en la parte de atrás y de la puerta abierta de la cocina surgía un resplandor dorado. Me quedé allí, hipnotizada por el calor y el exquisito olor, hasta que la lluvia interfirió y me metió sus dedos helados por la espalda, obligándome a volver a la realidad. Levanté la tapa del cubo de basura
de la panadería, y lo encontré completa e inhumanamente vacío. De repente, alguien empezó a gritarme y, al levantar la cabeza, vi a la mujer del panadero diciéndome que me largara, que si quería que llamase a los agentes de la paz y que estaba harta de que los mocosos de la Veta escarbaran en su basura. Las palabras eran feas y yo no tenía defensa.
Mientras ponía con cuidado la tapa en su sitio y retrocedía, la vi: una chica de pelo rubio agarrado en una trenza asomándose por detrás de su madre. La había visto en el colegio, estaba en mi curso, aunque no sabía su nombre. Se juntaba con los chicos de la ciudad, así que ¿cómo iba a saberlo? Su madre entró en la panadería, gruñendo, pero ella tuvo que haber estado observando cómo me alejaba por detrás de la pocilga en la que tenían su cerdo y cómo me apoyaba en el otro lado de un viejo manzano.
Por fin me daba cuenta de que no tenía nada que llevar a casa. Me cedieron las rodillas y me dejé caer por el tronco del árbol hasta dar con las raíces. Era demasiado, estaba demasiado enferma, débil y cansada, muy cansada.
"Que llamen a los agentes de la paz y nos lleven al orfanato --pensé--. O, mejor todavía, que me muera aquí mismo, bajo la lluvia"
Oí un estrépito en la panadería, los gritos de la mujer de nuevo y el sonido de un golpe, y me pregunté vagamente qué estaría pasando.
Unos pies se arrastraban por el lodo hacia mí y pensé: "Es ella, ha venido a echarme con un palo"
Pero no era ella, era la chica, y en los brazos llevaba dos enormes panes que debían de haberse caído al fuego, porque la corteza estaba ennegrecida.
Su madre le chillaba: "¡Dáselo al cerdo, cría estúpida! ¿Por qué no? ¡Ninguna persona decente va a comprarme el pan quemado!".
La chica empezó a arrancar las partes quemadas y a tirarlas al comedero; entonces sonó la campanilla de la puerta de la tienda y su madre desapareció en el interior, para atender al cliente.
La chica ni siquiera me miró, aunque yo sí la miraba a ella, por el pan y por el verdugón rojo que le habían dejado en la mejilla. ¿Con qué la habría golpeado su madre? Mis padres nunca nos pegaban, ni siquiera podía imaginármelo. La chica le echó un vistazo a la panadería, como para comprobar si había moros en la costa, y
después, de nuevo atenta al cerdo, tiró uno de los panes en mi dirección. El segundo lo siguió poco después y, acto seguido, la muchacha volvió a la panadería arrastrando los pies y cerró la puerta con fuerza.
Me quedé mirando el pan sin poder creérmelo. Eran panes buenos, perfectos en realidad, salvo por las zonas quemadas. ¿Quería que me los llevase yo? Seguro, porque los tenía a mis pies. Antes de que nadie pudiese ver lo que había pasado, me metí los panes debajo de la camisa, me tapé bien con la chaqueta de cazador y me alejé corriendo. Aunque el calor del pan me quemaba la piel, los agarré con
más fuerza, aferrándome a la vida.
Cuando llegué a casa, las hogazas se habían enfriado un poco, pero por dentro seguían calentitas. Las solté en la mesa y las manos de Mich se apresuraron a coger un trozo; sin embargo, lo hice sentarse, obligué a mi madre a unirse a nosotras en la mesa y serví unas tazas de té caliente. Raspé la parte quemada del pan y lo corté en rebanadas. Nos comimos uno entero, rebanada a rebanada; era un pan bueno y sustancioso, con pasas y nueces.
Puse mi ropa a secar junto a la chimenea, me metí en la cama y disfruté de una noche sin sueños.
Hasta el día siguiente no se me ocurrió la posibilidad de que la chica quemara el pan a propósito. Quizá hubiera soltado las hogazas en las llamas, sabiendo que la castigarían, para poder dármelas. Sin embargo, lo descarté, seguro que se trataba de un accidente. ¿Por qué iba a hacerlo? Ni siquiera me conocía. En cualquier caso, el simple gesto de tirarme el pan fue un acto de enorme amabilidad con el que se habría ganado una paliza de haber sido descubierta. No podía explicarme sus motivos.
Comimos pan para desayunar y fuimos al colegio. Fue como si la primavera hubiese llegado de la noche a la mañana: el aire era dulce y cálido, y había nubes esponjosas. En clase, pasé junto a la chica por el pasillo, y vi que se le había hinchado la mejilla y tenía el ojo morado.
Estaba con sus amigos y no me hizo caso, pero cuando recogí a Mich para volver a casa por la tarde, la descubrí mirándome desde el otro lado del patio. Nuestras miradas se cruzaron durante un segundo; después, ella volvió la cabeza. Yo bajé la vista, avergonzada, y entonces lo vi: el primer diente de león del año. Se me encendió una bombilla en la cabeza, pensé en las horas pasadas en los bosques
con mi padre y supe cómo íbamos a sobrevivir...
Hasta el día de hoy, no he sido capaz de romper la conexión entre esta chica, Brittany Pierce, el pan que me dio esperanza y el diente de león que me recordó que no estaba condenada. Más de una vez me he vuelto en el pasillo del colegio y me he encontrado con sus ojos azules clavados en mí, aunque ella siempre aparta la vista rápidamente. Siento como si le debiese algo, y odio deberle cosas a la gente. Quizá debería haberle dado las gracias en algún momento, porque así me
sentiría menos confusa. Lo pensé un par de veces, pero nunca parecía ser el momento oportuno, y ya nunca lo será, porque nos van a lanzar a un campo de batalla en el que tendremos que luchar a muerte. ¿Cómo voy a darle las gracias allí? La verdad es que no sonaría sincero, teniendo en cuenta que estaré intentando cortarle el cuello.
El alcalde termina de leer el lúgubre Tratado de la Traición, y nos indica a Brittany y a mí que nos demos la mano. La suya es consistente, suave y cálida, igual que aquellas hogazas de pan. Me mira a los ojos y me aprieta la mano, como para darme ánimos, aunque quizá no sea más que un espasmo nervioso.
Nos volvemos para mirar a la multitud, mientras suena el himno de Panem.
"En fin --pienso--. Hay veinticuatro chicos, sería mala suerte que tuviese que matarla yo"
Aunque, últimamente, no hay quien se fíe de la suerte.
.......................................................................................................
...Holaa mis bellas lectoras, me tarde en actualizar, no pense que iba a estar tan atariada con la facultad, asiq les pido perdon...:\'(: por motivos de tiempo, x ahora no voy a contestarles individualmente, pero leo cada comentario de ustedes, feliz de que les haya gustado la historia y que la sigan ....por ahora el relato no es de los mas divertidos ni con mas accion del mundo, per es hasta q se termine de desarrollar la historia...
lei x ahi q Jane0_o pensaban ver la pelicula, pero q prefiuere leer esta version, asiq me sube el ego.. ajajjaa no en realidad un consejo de mi parte, es q no veas la pelicula, es mejor leer los libros, la verdad q yo me decepcione mucho con la pelicula, sigo sosteniendo q en mi imaginacion la historia era mejor jajaja...
me pone contenta leer q hay chicas q me siguen desde mis otros fics, asiq q sigan todas mis historias me encanta y les agradesco.. como tambien hay algunos nombres nuevos...
saibelli, Jane0_o, monica.santander, Gleek23 y Elisika-sama (por cierto hace años no se nada de vos, ni de tus actualizaciones, amiga es hora q aparescas.. ¬¬ jajaja, feliz de q leas mi adaptacion, no vale adelantarce mucho eh! no vale q hayas leido el libro ajajajaja)..
las veo el jueves sin falta les actualizo, y quedamos asi, lunes y jueves.. espero poder seguir actualizando asi...
Besotes..(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
En fin, me vas a tener leyendo por aca
"Satan" xD lo supuse jajjaja
MarT1n4- ---
- Mensajes : 599
Fecha de inscripción : 28/11/2012
Edad : 27
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Me encanta la historia
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
QUE CAPS!! Es la primera vez que lloro tanto leyendo una historia! (ya te había dicho, igual repito, me encanta leer y leo de todo y mucho) En serio, te lo juro, sigo moqueando un poco ahora escribiéndote! Tuve que agarrar varias carilinas…………
No puedo creer como pude llorar! Y mas así de corrido………….este comienzo me llego de verdad………….que fuerte……..
Escuché mucho el nombre de los libros y la peli, pero nunca supe de que trataba o leerlo o ver la peli alguna vez, pensaba ponerlo en mi lista de espera de lectura (tengo una larga) para leerlo alguna vez, ya que parecía tan conocido………..y la verdad ya no lo pienso, sólo quiero seguir tu adaptación, porque siento que ya me ganaste y que ya no puedo leer otra cosa similar, así sea la original, prefiero mil veces la tuya, ya que me emociono tanto y aparte veo que esta perfecta, con respecto a que no le encuentro errores en la narración………..y lo más importante la estas adaptando a mis Brittana!! Y según leí le vas a poner más romanticismo que dices que faltó en los libros?! Entonces qué más puedo pedir?!, yo contenta de leer tu adaptación!!
El primer cap fue un comienzo muy llamativo……….pero el segundo cap!
No sé cómo decirlo! Estaba tan compenetrada en la historia que hasta cuando dijo Mich López y después Santana yendo a presentarse de voluntaria! Por Dios ahí me quebré…….
Como puede ser………..y después el silencio de la gente, siendo este su única señal de desacuerdo……………….la compasión del alcalde……………………el relato de Santana queriendo quebrarse………………el pequeño Mich que no la soltaba……….Puck intentando que no le fallara la voz…………….De verdad que me llego bien fuerte…….
Después Britt……………y su historia con Santana…………..más lagrimas…………..y saber que la vida de Britt tampoco era buena………y que ayudo a San, esa Britt tan tierna siempre!
Odie a Rachel, me parece tan hipócrita! Si ya estoy muy metida en la historia y no me gusta para nada esta Rachel! Después está Quinn que al parecer la lleva bien, aunque no me gusta que no ayude aunque sea a escondidas como lo hizo Britt con San!
Ya me tienes de nuevo!!! Yo leo muchos Fics en este foro (no más de ver cuánto comento en cada uno :p) Pero es la segunda vez que me atrapas de esta manera! Es la segunda vez que me interesa tanto una historia y esta también viene de tu mano!
Gracias! Por eso……….
No está de más decir que espero la actu! Y como dije antes siempre esperando porque no pienso leer la original, siempre voy a esperar tu adaptación aunque lleve tiempo y paciencia :)
Saludos!! Nat!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... Capitulo 3
En cuanto acaba el himno, nos ponen bajo custodia. No quiero
decir que nos esposen ni nada de eso, pero un grupo de agentes de la
paz nos acompaña hasta la puerta principal del Edificio de Justicia.
Quizás algún tributo intentase escapar en el pasado, aunque yo nunca
lo he visto.
Una vez dentro, me conducen a una sala y me dejan sola. Es el
sitio más lujoso en el que he estado, tiene gruesas alfombras de pelo, un
sofá y sillones de terciopelo. Sé que es terciopelo porque mi madre
tiene un vestido con un cuello de esa cosa.
Cuando me siento en el sofá, no puedo evitar acariciar la tela una y otra vez;
me ayuda a calmarme mientras intento prepararme para la hora que me espera.
Ése es el tiempo que se les concede a los tributos para despedirse de
sus seres queridos. No puedo dejarme llevar y salir de esta habitación
con los ojos hinchados y la nariz roja; no me puedo permitir llorar,
porque habrá más cámaras en la estación de tren.
Mi hermano y mi madre entran primero. Extiendo los brazos hacia
Mich, y el se sube a mi regazo y me rodea el cuello con los suyos,
apoyando la cabeza en mi hombro, como hacía cuando era un bebé.
Mi madre se sienta a mi lado y nos abraza a los dos.
No hablamos durante unos minutos, pero después empiezo a decirles las
cosas que tienen que recordar hacer, ya que yo no estaré para ayudarlos.
Mich no debe coger ninguna tesela. Pueden salir adelante, si
tienen cuidado, vendiendo la leche y el queso de la cabra, y siguiendo
con la pequeña botica que lleva mi madre para la gente de la Veta.
Puck le conseguirá las hierbas que ella no pueda cultivar, aunque tiene
que describírselas con precisión, porque él no las conoce como yo.
También les llevará carne de caza (él y yo habíamos hecho un pacto
al respecto hace cosa de un año) y seguramente no les pedirá nada a
cambio. Sin embargo, deben agradecérselo con algún tipo de canje,
como leche o medicinas.
No me molesto en sugerirle a Mich que aprenda a cazar; intenté
enseñarle un par de veces y fue un desastre. El bosque lo aterra y,
siempre que yo le daba una presa, el se ponía lloroso y decía que
podíamos curarlo si llegábamos a tiempo a casa. Por otro lado, le va
bien con la cabra, así que me concentro en eso.
Cuando termino con las instrucciones sobre el combustible, el
comercio y terminar el colegio, me vuelvo hacia mi madre y la cojo con
fuerza de la mano.
-Escúchame, ¿me estás escuchando?...-Ella asiente, asustada
por mi intensidad. Tiene que saber lo que le espera-..No puedes
volver a irte...
-Lo sé...-me responde ella, clavando los ojos en el suelo-..Lo sé,
no lo haré. No pude evitar lo que...
-Bueno, pues esta vez tendrás que evitarlo. No puedes
desconectarte y dejar solo a Mich, porque yo no estaré para
mantenerlos con vida. Da igual lo que pase, da igual lo que veas en
pantalla. ¡Tienes que prometerme que seguirás luchando!..
He levantado tanto la voz que estoy gritando; estoy soltando toda
la rabia y el miedo que sentí cuando ella me abandonó.
-Estaba enferma...-dice mi madre, soltándose; también se ha
enfadado-..Podría haberme curado yo misma de haber tenido las
medicinas que tengo ahora...
La parte de haber estado enferma es cierta; después he visto
cómo despertaba a personas que sufrían aquella tristeza paralizante.
Quizá sea una enfermedad, pero no nos la podemos permitir.
-Pues tómalas... ¡y cuida de el!...-le ordeno.
-Todo saldrá bien, Santana...-dice Mich, cogiéndome la cara-...Pero tú también tienes que cuidarte; eres rápida y valiente, quizá puedas ganar.
No puedo ganar; en el fondo, Mich debe de saberlo. La
competencia está mucho más allá de mis habilidades. Hay chicos de
distritos más ricos, donde ganar es un gran honor, que llevan
entrenándose toda la vida para esto. Chicos que son dos o tres veces
más grandes que yo; chicas que conocen veinte formas diferentes de
matarte con un cuchillo. Sí, también habrá gente como yo, chavales a
los que quitarse de en medio antes de que empiece la diversión de
verdad.
-Quizá...-respondo, porque no puedo decirle a mi madre que
luche si yo ya me he rendido. Además, no es propio de mí entregarme
sin presentar batalla, aunque los obstáculos parezcan insuperables-..Y seremos tan ricos como Sue Silvester...
-Me da igual que seamos ricos. Sólo quiero que vuelvas a casa.
Lo intentarás, ¿verdad? ¿Lo intentarás de verdad de la buena?..-me
pregunta Mich.
-De verdad de la buena, te lo juro....-le digo, y sé que tendré que
hacerlo, por el.
Después aparece el agente de la paz para decirnos que se ha
acabado el tiempo, nos abrazamos tan fuerte que duele y lo único que
se me ocurre es:
-Los quiero, los quiero a los dos.
Ellos me dicen lo mismo, el agente les ordena que se marchen y
cierra la puerta.
Escondo la cabeza en uno de los cojines de terciopelo, como si eso
pudiese protegerme de todo lo que está pasando.
Alguien más entra en la habitación y, cuando miro, me sorprende
ver al panadero, el padre de Brittany Pierce. No puedo creerme que
haya venido a visitarme; al fin y al cabo, pronto estaré intentando
matar a su hija. Pero nos conocemos un poco, y él conoce incluso
mejor a Mich, porque, cuando mi hermano vende sus quesos en el
Quemador, siempre le guarda dos al panadero y él le da una generosa
cantidad de pan a cambio. Es mucho más amable que la bruja de su
mujer, así que esperemos a que ella no esté. Seguro que él nunca le
habría pegado a su hija por el pan quemado como lo hizo ella.
En cualquier caso, ¿por qué ha venido a verme?
El panadero se sienta, incómodo, en el borde de una de las
lujosas sillas. Es un hombre grande, ancho de hombros, con cicatrices
de las quemaduras sufridas en el horno a lo largo de los años. Es
probable que acabe de despedirse de su hija.
Saca un paquete envuelto en papel blanco del bolsillo de la
chaqueta y me lo ofrece. Lo abro y encuentro galletas, un lujo que
nosotros nunca podemos permitirnos.
-Gracias...-respondo. El panadero no es un hombre muy
hablador, en el mejor de los casos, y hoy no tiene absolutamente nada
que decirme-...He comido un poco de su pan esta mañana. Mi amigo
Puck le dio una ardilla a cambio...-Él asiente, como si recordarse la
ardilla-... No ha hecho usted un buen trato...
Se encoge de hombros, como si no le importase nada.
No se me ocurre qué más decir, así que guardamos silencio hasta
que lo llama un agente de la paz. Él se levanta y tose para aclararse la
garganta.
-No perderé de vista al pequeño. Me aseguraré de que coma...
Siento que al oírlo desaparece parte de la presión que me oprime
el pecho. La gente trata conmigo, pero a el le tienen verdadero
cariño. Quizás haya cariño suficiente para mantenerlo con vida.
Mi siguiente visita también resulta inesperada: Quinn viene
directa hacia mí. No está llorosa, ni evita hablar del tema, sino que me
sorprende con el tono urgente de su voz.
-Te dejan llevar una cosa de tu distrito en el estadio, algo que te
recuerde a casa. ¿Querrías llevar esto?...
Me ofrece la insignia circular de oro que antes le adornaba el
vestido. Aunque no le había prestado mucha atención hasta el
momento, veo que es un pajarito en pleno vuelo.
-¿Tu insignia?...-le pregunto.
Llevar un símbolo de mi distrito es lo que menos me preocupa en
estos momentos.
-Toma, te lo pondré en el vestido, ¿vale?...-No espera a mi
respuesta, se inclina y me lo pone-..Santana, prométeme que lo
llevarás en el estadio, ¿vale?..
-Sí...
Galletas, una insignia... Hoy me están dando todo tipo de regalos.
Quinn me da otro más: un beso en la mejilla. Después se va y me
quedo pensando que quizá, al fin y al cabo, sí fuera mi amiga.
En último lugar aparece Puck y, aunque puede que no haya nada
romántico entre nosotros, cuando abre los brazos no dudo en
lanzarme a ellos. Su cuerpo me resulta familiar: la forma en que se
mueve, el olor a humo del bosque, incluso los latidos de su corazón,
que ya había escuchado en los momentos de silencio de la caza. Sin
embargo, es la primera vez que de verdad lo siento, delgado y
musculoso, junto al mío.
-Escucha...-me dice-...no te resultará difícil conseguir un cuchillo,
pero tienes que hacerte con un arco. Es tu mejor opción...
-No siempre los tienen...-respondo, pensando en el año en que
sólo había unas horribles mazas con pinchos con las que los tributos
tenían que matarse a golpes.
-Pues fabrica uno. Hasta un arco endeble es mejor que no tener
arco...
He intentado copiar los arcos de mi padre con malos resultados,
porque no es tan fácil. Incluso él tenía que desechar su trabajo
algunas veces.
-Ni siquiera sé si habrá madera...-digo.
Otro año los soltaron en un paraje en el que sólo había cantos
rodados, arena y arbustos esqueléticos; para mí fueron unos de los
peores juegos. Muchos competidores sufrieron mordeduras de
serpientes venenosas o se volvieron locos de sed.
-Casi siempre hay madera desde aquel año en que la mitad
murió de frío... -me responde Puck-....No resultaba muy entretenido...
Es cierto, nos pasamos unos juegos enteros viendo cómo los
jugadores morían congelados por la noche. Apenas aparecían, porque
se limitaban a hacerse un ovillo y no tenían madera para hogueras, ni
antorchas, ni nada. El Capitolio consideró muy decepcionante
observar todas aquellas muertes silenciosas y sin sangre, así que,
desde entonces, suele haber madera para hacer fuego.
-Sí, es verdad...
-Santana, es como cazar, y eres la mejor cazadora que conozco...
-No es como cazar, Puck, están armados. Y piensan...
-Igual que tú, y tú tienes más práctica, práctica de verdad. Sabes
cómo matar...
-Pero no personas...
-¿De verdad hay tanta diferencia?.. -pregunta Puck, en tono triste.
Lo más horrible es que, si consigo olvidar que son personas, será
exactamente igual.
Los agentes de la paz vuelven demasiado pronto y Puck les pide
más tiempo, pero se lo llevan y empiezo a asustarme.
-¡No dejes que mueran de hambre!... -grito, aferrándome a su
mano.
-¡No lo permitiré! ¡Sabes que no lo permitiré! Santana, recuerda
que te... -dice, y nos separan y cierran la puerta, y nunca sabré qué
es lo que quiere que recuerde.
..............................................
La estación de tren está cerca del Edificio de Justicia, aunque
nunca antes había viajado en coche y casi nunca en carro. En la Veta
nos desplazamos a pie.
He hecho bien en no llorar, porque la estación está a rebosar de
periodistas con cámaras apuntándome a la cara, como insectos. Pero
tengo mucha experiencia en no demostrar mis sentimientos, y eso es
lo que hago. Me veo de reojo en la pantalla de televisión de la pared,
en la que están retransmitiendo mi llegada en directo, y me alegra
comprobar que parezco casi aburrida.
Por otro lado, no cabe duda de que Brittany Pierce ha estado
llorando y, curiosamente, no intenta esconderlo. Me pregunto al
instante si será su estrategia en los juegos: parecer débil y asustada
para que los demás crean que no es competencia y después dar la
sorpresa luchando. A una chica del Distrito 7, Megan, le
funcionó muy bien hace unos años. Parecía una idiota llorica y
cobarde por la que nadie se preocupó hasta que sólo quedaba un
puñado de concursantes. Al final resultó ser una asesina despiadada;
una estrategia muy inteligente, pero extraña para Brittany,
porque es la hija de un panadero. Siempre ha tenido comida de sobra
y bandejas de pan que mover de un lado a otro, por lo que tiene sus bíceps marcados y notablemente fuerte, ademas es alta con piernas fuertes, a veses cuando iba a cazar la observaba correr colinas arriba, es muy rapida. Harían falta muchos lloriqueos para convencer a alguien de que la pase por alto.
Tenemos que quedarnos unos minutos en la puerta del tren,
mientras las cámaras engullen nuestras imágenes; después nos dejan
entrar al vagón y las puertas se cierran piadosamente detrás de
nosotros. El tren empieza a moverse de inmediato.
Al principio, la velocidad me deja sin aliento. Obviamente, nunca
había estado en un tren, ya que está prohibido viajar de un distrito a
otro, salvo que se trate de tareas aprobadas por el Estado. En nuestro
caso se limita básicamente al transporte de carbón, aunque no
estamos en un tren de mercancías normal, sino en uno de los modelos
de alta velocidad del Capitolio, que alcanza una media de
cuatrocientos kilómetros por hora. Nuestro viaje nos llevará menos de
un día.
En el colegio nos dicen que el Capitolio se construyó en un lugar
que antes se llamaba las Rocosas. El Distrito 12 estaba en una región
conocida como los Apalaches; incluso entonces, hace cientos de años,
ya extraían carbón de la zona. Por eso nuestros mineros tienen que
trabajar a tanta profundidad.
Por algún motivo, en el colegio todo acaba reduciéndose al
carbón. Además de comprensión lectora y matemáticas básicas, casi
toda la formación tiene que ver con eso, salvo por la clase semanal de
historia de Panem. Se trata principalmente de tonterías sobre lo que le
debemos al Capitolio, aunque sé que tiene que haber mucho más de
lo que nos cuentan, una explicación real de lo que pasó durante la
rebelión. Sin embargo, no pienso mucho en ello; sea cual sea la
verdad, no veo cómo me va a ayudar a poner comida en la mesa.
El tren de los tributos es aún más elegante que la habitación del
Edificio de Justicia. Cada una tenemos nuestro propio alojamiento,
compuesto por un dormitorio, un vestidor y un baño privado con agua
corriente caliente y fría. En casa no tenemos agua caliente, a no ser
que la calentemos.
Hay cajones llenos de ropa bonita, y Rachel Berry me dice que
haga lo que quiera, que me ponga lo que quiera, que todo está a mi
disposición. Mi única obligación es estar lista para la cena en una
hora. Me quito el vestido azul de mi madre y me doy una ducha
caliente, cosa que nunca había hecho antes. Es como estar bajo una
lluvia de verano, sólo que menos fría. Me pongo una musculosa verde y unos pantalones de color gris.
En el último segundo me acuerdo de la pequeña insignia de oro
de Quinn y le echo un buen vistazo por primera vez: es como si
alguien hubiese creado un pajarito dorado y después lo hubiese
rodeado con un anillo. El pájaro sólo está unido al anillo por la punta
de las alas.
De repente, lo reconozco: es un sinsajo.
Son unos pájaros curiosos, además de una especie de bofetón en
la cara para el Capitolio. Durante la rebelión, el Capitolio creó una
serie de animales modificados genéticamente y los utilizó como armas;
el término común para denominarlos era mutaciones, o mutos, para
abreviar. Uno de ellos era un pájaro especial llamado charlajo que
tenía la habilidad de memorizar y repetir conversaciones humanas
completas. Eran unas aves mensajeras, todas ellas machos, que se
soltaron en las regiones en las que se escondían los enemigos del
Capitolio. Los pájaros recogían las palabras y volvían a sus bases
para que las grabaran.
Los distritos tardaron un tiempo en darse cuenta de lo que pasaba, de cómo estaban transmitiendo sus conversaciones privadas, pero, cuando lo hicieron, como es natural, los rebeldes lo utilizaron para contarle al Capitolio miles de mentiras, así que el truco se volvió en su contra. Por esa razón cerraron las
bases y abandonaron los pájaros para que muriesen en los bosques.
Sin embargo, no murieron, sino que se aparearon con los
sinsontes hembra y crearon una nueva especie que podía replicar
tanto los silbidos de los pájaros como las melodías humanas. A pesar
de perder la capacidad de articular palabras, podían seguir imitando
una amplia gama de sonidos vocales humanos, desde el agudo gorjeo
de un niño a los tonos graves de un hombre. Ademas, podían recrear
canciones; no sólo unas notas, sino canciones enteras de múltiples
versos, siempre que tuvieras la paciencia necesaria para cantárselas y
siempre que a ellos les gustase tu voz.
Mi padre sentía un cariño especial por los sinsajos. Cuando
íbamos de caza, silbaba o cantaba canciones complicadas y, después
de una educada pausa, ellos siempre las repetían. No trataban con el
mismo respeto a todo el mundo, pero siempre que mi padre cantaba,
todos los pájaros de la zona callaban y escuchaban. Lo hacían porque
su voz era muy bonita, alta, clara y tan llena de vida que te daban
ganas de reír y llorar a la vez. No fui capaz de seguir con la costumbre
después de su muerte. En cualquier caso, este pajarito tiene algo que
me consuela; es como llevar una parte de mi padre conmigo, protegiéndome.
Me lo prendo a la musculosa y, con la tela verde de fondo, casi puedo imaginarme al sinsajo volando entre los árboles.
Rachel Berry viene a recogerme para la cena, y la sigo por un
estrecho y agitado pasillo hasta llegar a un comedor con paredes de
madera pulida. Hay una mesa en la que todos los platos son muy
frágiles, y Brittany Pierce está sentada esperándonos, con una silla
vacía a su lado.
-¿Dónde está Sue?...-pregunta Rachel, en tono alegre.
-La última vez que la vi me dijo que iba a echarse una siesta..-responde Brittany.
-Bueno, ha sido un día agotador...-comenta ella, y creo que se
siente aliviada por la ausencia de Sue. ¿Quién puede culparla?
La cena sigue su curso: una espesa sopa de zanahorias,
ensalada verde, chuletas de cordero y puré de patatas, queso y fruta,
y una tarta de chocolate. Rachel Berry se pasa toda la comida
recordándonos que tenemos que dejar espacio, porque quedan más
cosas, pero yo me atiborro, porque nunca había visto una comida así,
tan buena y abundante, y porque probablemente lo mejor que puedo
hacer hasta que empiecen los juegos es ganar unos cuantos kilos.
-Por lo menos tenéis buenos modales... -dice Rachel, mientras
terminamos el segundo plato-...La pareja del año pasado se lo comía
todo con las manos, como un par de salvajes. Consiguieron
revolverme las tripas...
La pareja del año pasado eran dos chicos de la Veta que nunca
en su vida habían tenido suficiente para comer. Seguro que, cuando
tuvieron toda aquella comida delante, los buenos modales en la mesa
fueron la menor de sus preocupaciones. Brittany es hija de panadero; mi
madre nos enseñó a Mich y a mí a comer con educación, así que, sí,
sé manejar el cuchillo y el tenedor, pero me asquea tanto el
comentario que me esfuerzo por comerme el resto de la comida con
los dedos. Después me limpio las manos en el mantel, lo que hace
que Rachel apriete los labios con fuerza.
Una vez terminada la comida, tengo que esforzarme por no
vomitarla y veo que Brittany también está un poco verde. Nuestros
estómagos no están acostumbrados a unos alimentos tan lujosos.
Sin embargo, si soy capaz de aguantar el mejunje de carne de
ratón, entrañas de cerdo y corteza de árbol de Sae la Grasienta (su
especialidad de invierno), estoy dispuesta a aguantar esto.
Vamos a otro compartimento para ver el resumen de las cosechas
de todo Panem. Intentan ir celebrándolas a lo largo del día, de modo
que alguien pueda verlas todas en directo, aunque sólo la gente del
Capitolio podría hacerlo, ya que ellos son los únicos que no tienen que
ir a las cosechas.
Vemos las demás ceremonias una a una, los nombres, los que se
ofrecen voluntarios y los que no, que abundan más. Examinamos las
caras de los chicos contra los que competiremos y me quedo con
algunas: un chico monstruoso que se apresura a presentarse
voluntario en el Distrito 2; una chica de brillante cabello cobrizo y cara
astuta en el Distrito 5; un chico cojo en el Distrito 10; y, lo más
inquietante, un chico de doce años en el Distrito 11. Tiene pelo y ojos
oscuros, pero, aparte de eso, me recuerda a Mich tanto en tamaño
como en comportamiento. Sin embargo, cuando sube al escenario y
piden voluntarios, sólo se oye el viento que silba entre los decrépitos
edificios que lo rodean; nadie está dispuesto a ocupar su lugar.
Por último, aparece el Distrito 12: el momento de la elección de
Mich y yo corriendo a presentarme voluntaria. Se nota perfectamente
la desesperación en mi voz cuando pongo a Mich detrás de mí, como
si temiera que no me oyesen y se lo llevaran. Sin embargo, está claro
que me oyen. Veo a Puck quitándomelo de encima y a mí misma
subiendo al escenario. Los comentaristas no saben bien qué decir
sobre la actitud del público, su negativa a aplaudir y el saludo
silencioso. Uno dice que el Distrito 12 siempre ha estado un poco
subdesarrollado, pero que las costumbres locales pueden resultar
encantadoras. Como si estuviese ensayado, Sue se cae y todos
dejan escapar un gruñido cómico. Después sacan el nombre de Brittany
y ella ocupa su lugar en silencio, nos damos la mano, ponen otra vez el
himno y termina el programa.
Rachel Berry está disgustada por el estado de su peluca.
-Vuestra mentora tiene mucho que aprender sobre la presentación
y el comportamiento en la televisión....
-Estaba borracha...-responde Brittany, riéndose de forma
inesperada-...Se emborracha todos los años..
-Todos los días... -añado, sin poder reprimir una sonrisita.
Rachel hace que parezca como si Sue tuviese malos modales
que pudieran corregirse con unos cuantos consejos suyos.
-Sí, qué raro que os parezca tan divertido a las dos. Ya sabéis
que vuestra mentora es el contacto con el mundo exterior en estos
juegos, la que os aconsejará, os conseguirá patrocinadores y
organizará la entrega de cualquier regalo. ¡Sue puede suponeros
la diferencia entre la vida y la muerte!..
En ese preciso momento, Sue entra tambaleándose en el
compartimento.
-¿Me he perdido la cena?...-pregunta, arrastrando las palabras.
Después vomita en la cara alfombra y se cae encima de la porquería.
-¡Seguid riéndoos!...-exclama Rachel Berry; acto seguido se
levanta de un salto, rodea el charco de vómito subida a sus zapatos
puntiagudos y sale de la habitación.
........................................................................................................
...Holisss.. como prometi actualice el jueves..
me siento nuvamente alagada con Naty x engancharte en otro de mis fics y decir q te gusto mucho, asiq sigo en tu top five con este fic tambien?? jaja eso es bueno.. como siempre me rio x tus comentarios son muy divertidos y alagadores ;)...
si alguna de mis lectoras me siguen en "Room 47", les quiero avisar que vi comentarios q la autora ya actualizo, asiq este finde voy a tratar de traducirlo para subircelo lo antes posible.. =)
nos vemos el lunes niñas para otra actualizacion, y si el tiempo me acompaña tambien con Room....
Besotes..(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Te adoro por adaptarlo a mis Brittana!!!!!
Si es cierto, veo que hasta ahora no han tenido tanto contacto, pero espero por más!!!
Si!!!! Brittana!!!
Espero la actu!! como siempre!!!
Saludos!! Nat!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 4"
Durante unos instantes, Brittany y yo asimilamos la escena de nuestra
mentora intentando levantarse del charco de porquería resbaladiza que ha
soltado su estómago. El hedor a vómito y alcohol puro hace que se me
revuelvan las tripas. Nos miramos; está claro que Sue no es gran cosa,
pero Rachel Berry tiene razón en algo: una vez en el estadio, sólo la tendremos
a ella.
Como si llegáramos a algún tipo de acuerdo silencioso, Brittany y yo la
cogemos por los brazos y la ayudamos a levantarse.
-¿He tropezado?...-pregunta Sue-..Huele mal...
Se limpia la nariz con la mano y se mancha la cara de vómito.
-Vamos a llevarte a tu cuarto para limpiarte un poco...-dice Brittany.
La llevamos de vuelta a su compartimento medio a empujones, medio a
rastras, porque a pesar de ser dos, Sue realmente es mas alta y mas grande que nosotras. Como no podemos dejarla sobre la colcha bordada, la metemos en la bañera y encendemos la ducha; ella apenas se entera.
-No pasa nada...-me dice Brittany-...Ya me encargo yo...
No puedo evitar sentirme un poco agradecida, ya que lo que menos me
apetece en el mundo es desnudar a Sue Silvester, limpiarle la porquería del pelo
y meterla en la cama. Seguramente, mi compañera intenta causarle
buena impresión, ser su favorita cuando empiecen los juegos. Sin embargo, a
juzgar por el estado en el que está, Sue no se acordará de nada mañana.
-Segura?..-le pregunto, pero solo asiente con la cabezapitoli-...Vale, puedo enviar a una de las personas del Capitolio a ayudarte..-le digo, porque hay varias en el tren. Cocinan para nosotros, nos sirven y nos vigilan; cuidarnos es su trabajo.
-No, no las quiero..
Asiento y vuelvo a mi cuarto. Entiendo cómo se siente Brittany, yo tampoco
puedo soportar a la gente del Capitolio, pero hacer que se encarguen de
Sue podría ser una pequeña venganza, así que medito sobre la razón que
la lleva a insistir en ocuparse de ella, así, de repente. "Es porque está siendo
amable. Igual que cuando me regaló el pan", pienso.
La idea hace que me pare en seco: una Brittany Pierce amable es mucho
más peligroso que una desagradable. La gente amable consigue abrirse paso
hasta mí y quedarse dentro de mi corazón, y no puedo dejar que Brittany lo haga, no en el sitio al que vamos. Decido que, desde este momento, debo tener el menor contacto posible con la hija del panadero.
Cuando llego a mi habitación, el tren se detiene en un andén para
repostar. Abro rápidamente la ventana, tiro las galletas que me regaló el padre
de Brittany y cierro el cristal de golpe. Se acabó, no quiero nada más de ninguno
de los dos.
Por desgracia, el paquete de galletas cae al suelo y se abre sobre un
grupo de dientes de león que hay junto a las vías. Sólo lo veo un instante,
porque el tren sale de nuevo, pero me basta con eso; es suficiente para
recordarme aquel otro diente de león que vi en el patio del colegio hace
algunos años......
Justo cuando aparté la mirada del rostro amoratado de Brittany Pierce me
encontré con el diente de león y supe que no todo estaba perdido. Lo arranqué
con cuidado y me apresuré a volver a casa, cogí un cubo y a mi hermano de la
mano, y me dirigí a la Pradera; y sí, estaba llena de aquellas semillas de
cabeza dorada. Después de recogerlas, rebuscamos por el borde interior de la
valla a lo largo de un kilómetro y medio, más o menos, hasta que llenamos el
cubo de hojas, tallos y flores de diente de león. Aquella noche nos atiborramos
de ensalada y el resto del pan de la panadería.
-¿Qué más?...-me preguntó Mich-. ¿Qué más comida podemos
encontrar?..
-De todo tipo...-le prometí-..Sólo tengo que acordarme...
Mi madre tenía un libro que se había llevado de la botica de sus padres;
las hojas estaban hechas de pergamino viejo y tenían dibujos a tinta de
plantas, junto a los cuales habían escrito en pulcras letras mayúsculas sus
nombres, dónde recogerlas, cuándo florecían y sus usos médicos. Sin
embargo, mi padre añadió otras entradas al libro, plantas comestibles, no
curativas: dientes de león, ombú, cebollas silvestres y pinos. Mich y yo nos pasamos el resto de la noche estudiando detenidamente aquellas páginas.
Al día siguiente no teníamos clases. Durante un rato me quedé en el borde
de la Pradera, pero, finalmente, conseguí reunir el valor necesario para
meterme por debajo de la alambrada. Era la primera vez que estaba allí sola,
sin las armas de mi padre para protegerme, aunque recuperé el pequeño arco
y las flechas que había escondido en un árbol hueco. No me adentré ni veinte
metros en los bosques y la mayor parte del tiempo la pasé subida a las ramas
de un viejo roble, con la esperanza de que se acercara una presa. Después de
varias horas, tuve la buena suerte de matar un conejo. Lo había hecho antes,
con la ayuda de mi padre; pero era la primera vez que lo hacía sola.
Llevábamos varios meses sin comer carne, así que la imagen del conejo
pareció despertar algo dentro de mi madre. Se levantó, despellejó el animal, e
hizo un estofado con la carne y parte de las verduras que Mich había recogido.
Después se quedó como desconcertada y regresó a la cama, pero, una vez
listo el estofado, la obligamos a comerse un cuenco.
Los bosques se convirtieron en nuestra salvación, y cada día me
adentraba más en sus brazos. A pesar de que al principio fue algo lento, estaba
decidida a alimentarnos; robaba huevos de los nidos, pescaba peces con una
red, a veces lograba disparar a una ardilla o un conejo para el estofado y
recogía las distintas plantas que surgían bajo mis pies. Las plantas son
peligrosas; aunque hay muchas comestibles, si das un paso en falso estás
muerta. Las comparaba varias veces con los dibujos de mi padre antes de
comerlas, y eso nos mantuvo vivos.
Ante cualquier indicio de peligro, ya fuese un aullido lejano o una rama rota
de forma inexplicable, salía corriendo hacia la alambrada. Después empecé a
arriesgarme a subir a los árboles para escapar de los perros salvajes, que no
tardaban en aburrirse y seguían su camino. Los osos y los gatos vivían más
adentro; quizá no les gustaban la peste y el hollín de nuestro distrito.
El 18 de mayo fui al Edificio de Justicia, firmé para pedir mi tesela y me
llevé a casa el primer lote de cereales y aceite en una pequeña carretilla de Mich.
Los días 8 de cada mes tenía derecho a hacer lo mismo, pero, claro, no podía
dejar de cazar y recolectar. El cereal no bastaba para vivir y había otras cosas
que comprar: jabón, leche e hilo. Lo que no fuese absolutamente necesario
consumir, lo llevaba al Quemador. Me daba miedo entrar allí sin mi padre al
lado; sin embargo, la gente lo respetaba y me aceptaba por él. Al fin y al cabo,
una presa era una presa, la derribase quien la derribase.
También vendía en las puertas de atrás de los clientes más ricos de la ciudad, intentando recordar lo que mi padre me había dicho y aprendiendo unos cuantos trucos nuevos. La carnicera me compraba los conejos, pero no las ardillas; al panadero le gustaban las ardillas, pero sólo las aceptaba si no estaba por allí su mujer; al jefe de los agentes de la paz le encantaba el pavo silvestre y el alcalde sentía pasión por las fresas.
A finales del verano, estaba lavándome en un estanque cuando me fijé en
las plantas que me rodeaban: altas con hojas como flechas, y flores con tres
pétalos blancos. Me arrodillé en el agua, metí los dedos en el suave lodo y
saqué un puñado de raíces. Eran tubérculos pequeños y azulados que no
parecían gran cosa, pero que, al hervirlos o asarlos, resultaban tan buenos
como las patatas.
Me pasé varias horas agitando el lecho del estanque con los dedos de los
pies y un palo, recogiendo los tubérculos que flotaban hasta la superficie.
Aquella noche nos dimos un banquete de pescado y raíces de saeta hasta que,
por primera vez en meses, los tres nos llenamos.
Poco a poco, mi madre volvió con nosotros. Empezó a limpiar, cocinar y
poner en conserva para el invierno algunos de los alimentos que yo llevaba. La
gente pagaba en especie o con dinero por sus remedios medicinales y, un día,
la oí cantar.
Mich estaba encantado de tenerla de vuelta, mientras que yo seguía
observándola, esperando que desapareciese otra vez; no confiaba en ella.
Además, un lugar pequeño y retorcido de mi interior la odiaba por su debilidad,
por su negligencia, por los meses que nos había hecho pasar. Mi hermano la
perdonó y yo me alejé de ella, había levantado un muro para protegerme de
necesitarla y nada volvería a ser lo mismo entre nosotras.....
Y ahora voy a morir sin haberlo arreglado. Pienso en cómo le he gritado
hoy en el Edificio de Justicia, aunque también le dije que la quería. A lo mejor ambas cosas se compensan.
.......................
Me quedo mirando por la ventana del tren un rato, deseando poder abrirla
de nuevo, pero sin saber qué pasaría si lo hiciera a tanta velocidad. A lo lejos
veo las luces de otro distrito. ¿El 7? ¿El 10? No lo sé. Pienso en los habitantes
dentro de sus casas, preparándose para acostarse. Me imagino mi casa, con
las persianas bien cerradas. ¿Qué estarán haciendo mi madre y Mich?
¿Habrán sido capaces de cenar el guiso de pescado y las fresas? ¿O estará
todo intacto en los platos? ¿Habrán visto el resumen de los acontecimientos del
día en el viejo televisor que tenemos en la mesa pegada a la pared? Seguro
que han llorado más. ¿Estará resistiendo mi madre, estará siendo fuerte por
Mich? ¿O habrá empezado a marcharse, a descargar el peso del mundo sobre
los frágiles hombros de mi hermano?
Sin duda, esta noche dormirán juntos. Me consuela que el viejo y gordo
de Lord tubbigton se haya colocado en la cama para proteger a Mich.
Si llora, él se abrirá paso hasta sus brazos y se acurrucará allí hasta que se
calme y se quede dormido. Cómo me alegro de no haberlo ahogado.
Pensar en mi casa me mata de soledad. Ha sido un día interminable.
¿Cómo es posible que Puck y yo estuviéramos recogiendo moras esta misma
mañana? Es como si hubiese pasado en otra vida, como un largo sueño que se
va deteriorando hasta convertirse en pesadilla. Si consigo dormirme, quizá me
despierte en el Distrito 12, el lugar al que pertenezco.
Seguro que hay muchos camisones en la cómoda, pero me quito la camisa
y los pantalones, y me acuesto en ropa interior. Las sábanas son de una tela
suave y sedosa, con un edredón grueso y esponjoso que me calienta de
inmediato.
Si voy a llorar, será mejor que lo haga ahora; por la mañana podré arreglar
el estropicio que me hagan las lágrimas en la cara. Sin embargo, no lo consigo,
estoy demasiado cansada o entumecida para llorar, sólo quiero estar en otra
parte; así que dejo que el tren me meza hasta sumergirme en el olvido.
Está entrando luz gris a través de las cortinas cuando me despiertan unos
golpecitos. Oigo la voz de Berry llamándome para que me levante.
-¡Arriba, arriba, arriba! ¡Va a ser un día muy, muy, muy importante!..
Durante un instante intento imaginarme cómo será el interior de la cabeza
de esta mujer. ¿Qué pensamientos llenan las horas en que está despierta?
¿Qué sueños tiene por las noches? No tengo ni idea.
Me vuelvo a poner la misma ropa de ayer porque no está muy sucia, sólo algo
arrugada por haberse pasado la noche en el suelo. Recorro con los dedos el
círculo que rodea al pequeño sinsajo de oro y pienso en los bosques, en mi
padre, y en mi madre y Mich levantándose, teniendo que enfrentarse al día. He
dormido sin deshacer las intrincadas trenzas con las que me peinó mi madre
para la cosecha; como todavía tienen buen aspecto, me dejo el pelo como está.
Da igual: no podemos estar lejos del Capitolio y, cuando lleguemos a la ciudad,
mi estilista decidirá el aspecto que voy a tener en las ceremonias de
inauguración de esta noche. Sólo espero que no crea que la desnudez es el
último grito en moda.
Cuando entro en el vagón comedor, Rachel Berry se acerca a mí con una
taza de café solo; está murmurando obscenidades entre dientes. Sue se
está riendo disimuladamente, con la cara hinchada y roja de los abusos del día
anterior. Brittany tiene un panecillo en la mano y parece algo avergonzada, escondiéndose detrás de su cabello suelto.
-¡Siéntate! ¡Siéntate!...-exclama Sue, haciendo señas con la mano.
En cuanto lo hago, me sirven una enorme bandeja de comida: huevos,
jamón y montañas de patatas fritas. Hay un frutero metido en hielo, para que la
fruta se mantenga fresca, y tengo delante una cesta de panecillos que habrían
servido para alimentar a toda mi familia durante una semana. También hay un
elegante vaso con zumo de naranja; bueno, creo que es zumo de naranja. Sólo
he probado las naranjas una vez, en Año Nuevo, porque mi padre compró una
como regalo especial. Una taza de café; mi madre adora el café, aunque casi
nunca podemos permitírnoslo, pero a mí me parece aguado y amargo. Al lado
hay una taza con algo de color marrón intenso que nunca había visto antes.
-Lo llaman chocolate caliente...-me dice Brittany con un pequeño bigote de esa bebida, no puedo reprimir una media sonrisa cuando la veo, al parecer se da cuenta y se limpia con una servilleta-...Está bueno..-continua algo colorada por el suceso.
Pruebo un trago del líquido caliente, dulce y cremoso, y me recorre un
escalofrío. Aunque el resto de la comida me llama, no le hago caso hasta que
termino la taza. Después me atiborro de todo lo que puedo, procurando no
pasarme con los alimentos más grasos. Mi madre me dijo una vez que siempre
comía como si no fuera a volver a ver la comida, y yo le respondí: "No la
volveré a ver si no la traigo yo". Eso le cerró la boca.
Cuando siento que el estómago me va a estallar, me echo hacia atrás y
observo a mis compañeras de desayuno. Brittany sigue comiendo, troceando los
panecillos para mojarlos en el chocolate caliente. Sue no le ha prestado
mucha atención a su bandeja, pero está tragándose un vaso de zumo rojo que
no deja de mezclar con un líquido transparente que saca de una botella. A
juzgar por el olor, es algún tipo de alcohol. No conozco a Sue, aunque la
he visto a menudo en el Quemador, tirando puñados de dinero sobre el
mostrador de la mujer que vende licor blanco. Estará diciendo incoherencias
cuando lleguemos al Capitolio.
Me doy cuenta de que detesto a esta mujer; no es de extrañar que los
tributos del Distrito 12 no tengan ni una oportunidad. No es sólo que estemos
mal alimentados y nos falte entrenamiento, porque algunos de nuestros
participantes eran lo bastante fuertes como para intentarlo, pero rara vez
conseguimos patrocinadores, y ella tiene gran parte de la culpa. La gente rica
que apoya a los tributos (ya sea porque apuesten por ellos o simplemente por
tener derecho a presumir de haber escogido al ganador) espera tratar con
alguien más elegante y menos prepotente que Sue.
-Entonces, ¿se supone que nos vas a aconsejar?...-le pregunto.
-¿Quieres un consejo? Sigue viva..-responde Sue, y se echa a reír.
Miro a Brittany antes de recordar que no quiero tener nada que ver con ella, y
me sorprende encontrarme con una expresión muy dura, cuando normalmente
parece tan afable y noble.
-Muy graciosa..-dice. De repente, le pega un bofetón al vaso que
Sue tiene en la mano, y el cristal se hace añicos en el suelo y desparrama
el líquido rojo sangre hacia el fondo del vagón-...Pero no para nosotras...
Sue lo piensa un momento y le da una cachetada a Brittany en la
mejilla, tan fuerte que logra tirarla de la silla. Cuando se vuelve para coger el alcohol, clavo mi cuchillo en la mesa, entre su mano y la botella; casi le corto los dedos. Me preparo para rechazar un golpe que no llega; la mujer se echa hacia atrás y nos mira de reojo.
-Bueno, ¿qué tenemos aquí? ¿De verdad me han tocado un par de
luchadoras este año?...
Brittany se levanta del suelo con su cabello desordenado y coge un puñado de hielo de debajo del frutero. Empieza a llevárselo a la marca roja de la mejilla, eso le dejara una marca, casi siento pena por ella, casi..
-No...-la detiene Sue-...Deja que salga el moretón. La audiencia
pensará que te has peleado con otro tributo antes de llegar al estadio..
-Va contra las reglas...
-Sólo si te pillan. Ese moretón dirá que has luchado y no te han cogido;
mucho mejor....-Después se vuelve hacia mí-...¿Puedes hacer algo con ese
cuchillo, aparte de clavarlo en la mesa?...
Mis armas son el arco y la flecha, aunque también he pasado bastante
tiempo lanzando cuchillos. A veces, si hiero a un animal con el arco, es mejor
clavarle también un cuchillo antes de acercarse. Me doy cuenta de que, si
quiero ganarme la atención de Sue, éste es el momento adecuado para
impresionarla. Arranco el cuchillo de la mesa, lo cojo por la hoja y lo lanzo a la
pared de enfrente; la verdad es que esperaba clavarlo con fuerza, pero se
queda metido en el hueco entre dos paneles de madera, lo que me hace
parecer mucho mejor de lo que soy.
-Venid aquí las dos...-nos pide Sue, señalando con la cabeza al centro de la habitación. Obedecemos, y ella da vueltas a nuestro alrededor, tocándonos como si fuésemos animales, comprobando nuestros músculos y examinándonos las caras-....Bueno, no está todo perdido. Parecéis en forma y,
cuando os cojan los estilistas, seréis bastante atractivas...-Brittany y yo no lo
ponemos en duda, porque, aunque los Juegos del Hambre no son un concurso
de belleza, los tributos con mejor aspecto siempre parecen conseguir más
patrocinadores-...Vale, haré un trato con vosotras: si no interferís con mi
bebida, prometo estar lo suficientemente sobria para ayudarlas, siempre que
hagáis todo lo que os diga...
No es un gran trato, pero sí un paso gigantesco con respecto a lo ocurrido
hace diez minutos, cuando no teníamos guía alguna.
-Vale..-responde Brittany.
-Pues ayúdanos. Cuando lleguemos al estadio, ¿cuál es la mejor
estrategia en la Cornucopia para alguien...?...
-Cada cosa a su tiempo. Dentro de unos minutos llegaremos a la estación
y estaréis en manos de los estilistas. No os va a gustar lo que os hagan, pero,
sea lo que sea, no os resistáis...
-Pero... -empiezo a protestar.
-No hay peros que valgan, no os resistáis...-dice Sue.
Después coge la botella de la mesa y sale del vagón. Cuando se cierra la
puerta, el vagón se queda a oscuras; aunque todavía hay algunas luces dentro,
es como si se hiciese de noche en el exterior. Me doy cuenta de que debemos
de estar en el túnel que atraviesa las montañas y lleva hasta el Capitolio. Las
montañas forman una barrera natural entre la ciudad y los distritos orientales.
Es casi imposible entrar por aquí, salvo a través de los túneles. Esta ventaja
geográfica fue un factor decisivo para la derrota de los distritos en la guerra que
me ha convertido en tributo. Como los rebeldes tenían que escalar las
montañas, eran blancos fáciles para las fuerzas aéreas del Capitolio.
Brittany y yo guardamos silencio mientras el tren sigue su camino. El
túnel dura y dura, nos separa del cielo, y se me encoge el corazón. Odio estar
encerrada en piedra, me recuerda a las minas y a mi padre, atrapado, incapaz
de llegar hasta la luz del sol, enterrado para siempre en la oscuridad.
El tren por fin empieza a frenar y una luz brillante inunda el compartimento.
No podemos evitarlo, las dos salimos corriendo hacia la ventanilla para ver algo
que sólo hemos visto en televisión: el Capitolio, la ciudad que dirige Panem.
Las cámaras no mienten sobre su grandeza; si acaso, no logran capturar el
esplendor de los edificios relucientes que proyectan un arco iris de colores en
el aire, de los brillantes coches que corren por las amplias calles pavimentadas,
de la gente vestida y peinada de forma extraña, con la cara pintada y aspecto
de no haberse perdido nunca una comida. Todos los colores parecen
artificiales: los rosas son demasiado intensos; los verdes, demasiado brillantes,
y los amarillos dañan los ojos, como los caramelos con forma de discos planos
que nunca podemos permitirnos en la tienda de dulces del Distrito 12.
La gente empieza a señalarnos con entusiasmo al reconocer el tren de
tributos que entra en la ciudad. Me aparto de la ventanilla, asqueada por su
emoción, sabiendo que están deseando vernos morir. Sin embargo, Brittany se
mantiene en su sitio, e incluso empieza a saludar y sonreír a la multitud, que la
mira con la boca abierta. Sólo deja de hacerlo cuando el tren se mete en la
estación y nos tapa la vista.
Se da cuenta de que la miro y se encoge de hombros.
-¿Quién sabe? Puede que uno de ellos sea rico...
La había juzgado mal. Empiezo a pensar en sus acciones desde que
comenzó la cosecha: el amistoso apretón de manos, su padre regalándome
galletas y prometiendo cuidar de Mich... ¿Sería idea de Brittany? Sus lágrimas en la estación, presentarse voluntaria para lavar a Sue y después retarla de esa manera esta mañana al descubrir que, por lo visto, hacerse la buena no servía de nada.
Y aquí está ahora, saludando por la ventanilla, intentando ganarse al
público.
Las piezas todavía no han encajado del todo, pero siento que formó un
plan, y no ha aceptado su muerte.
Ya está luchando por seguir viva, lo que significa, además, que la buena y noble de Brittany Pierce, la chica timida que me dio el pan, está luchando por matarme.
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..Holissss.. como estan?? me tarde lo se pero fue algo externo a mi, no tenia internet estos dias, pero se lo compensare, mañana actualizo de nuevo, y en bonus track el viernes, sabado y domingo tambien, a partir de ahora cambio los dias y actualizo viernes, sabado y domingo, xq antes se me complica con la facultad, pero 3 capitulos seguidos semanales, es demasiado bueno no?? jajaja...
solo dejenme sus comentarios, de eso depende q siga el fic, esta primera parte la voy a terminar xq ya la tengo, pero de ustedes depende q suba en llamas..
con respecto al ultimo capitulo de Room 47, me van a tener paciencia, una xq no cueno con mucho tiempo, y otra xq es muuuy largo el capitulo, son unas 46 paginas, asiq me voy a tardar esperemos q no tanto...
Besotes..(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Y me encanta todavía más ver que vas a continuar actualizando. Y todavía mucho más que vayas a adaptar En Llamas. Realemente me encanta esta adaptación, incluso más que el propio libro original y otras historias que he leido, porque aquí es realmente fácil imaginarte a las Brittana en este escenario.
Espero la conti pronto, y se que me dijiste que actualizara mis historias pero ya solo que queda pasar un examen más y finish! Ya tendré pronto un capítulo
Cuídate!
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Me encanta tu fic! es genial, auque tiene muy pocos dialogos entre los personajes, pero aun asi me encanta.
esperare la actualizacion! Saludos! :D
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Yo feliz!!! De leerte de nuevo!!! Me encanto!!! Sé que tal vez lo digo seguido pero es que hasta ahora todos los caps me encantan!!!!!
En serio me abstengo absolutamente de siquiera buscar el libro original! Siempre espero tu actu!!! Y de verdad que me emociona leerlo!!! Con mis Brittana!!!! Y ese gran tema completo en que se está enfocando está historia!!! Gracias!!!!
Ya lo tienes adaptado?! Nos subirás caps tres veces por semana??! Puede que sigas con eso de “en llamas” que supongo es la segunda parte no?!
Si!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!*sonrié como loca frente al monitor y levanta las manos agitándolas!!!!*
Ya estoy esperando ¡!!!!
Ahora lo de Room, en serio?! 46 pag?! Woooooow!!!! Sabes no? Que ese es el primer fic porque el que me tenés acá y ahora con este!!! Doblemente feliz!!!!!!!!!!! Todo te lo debo a vos!!!!! La autora de Room ya nos debía algo así porque creo que no actualiza desde hace meses, sólo espero que ahora tampoco le lleve tanto de nuevo a menos que nos deje otras cuarenta y tantas pag para leer!!! :)
En serio mil, mil, mil gracias!!!! Por esto!!!! Siempre atenta a tus actualizaciones!!!!
Saludos!! Nat!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 5"
¡Ras! Aprieto los dientes mientras Venia, una mujer de pelo color turquesa
y tatuajes dorados sobre las cejas, me arranca una tira de tela de la pierna,
llevándose con ella el pelo que había debajo.
-¡Lo siento!....-canturrea con su estúpido acento del Capitolio-...¡Es que
tienes mucho pelo!...
¿Por qué habla esta gente con un tono tan agudo? ¿Por qué apenas abren
la boca para hablar? ¿Por qué acaban todas las frases con la misma
entonación que se usa para preguntar? Vocales extrañas, palabras recortadas
y un siseo cada vez que pronuncian la letra ese... Por eso a todo el mundo se
le pega su acento, claro. Pensaba que era odioso escuchar todo el camino a Berry, hasta que llegue aqui y me di cuenta que si escuchaba a alguien mas hablar con ese estupido acento me iban a sangrar los oidos.
Venia intenta demostrar su comprensión.
-Pero tengo buenas noticias: éste es el último. ¿Lista?...
Me agarro a los bordes de la mesa en la que estoy sentada y asiento con
la cabeza. Ella arranca de un doloroso tirón la última zona de pelo de mi pierna
izquierda.
Llevo más de tres horas en el Centro de Renovación y todavía no conozco
a mi estilista. Al parecer, no está interesado en verme hasta que Venia y los
demás miembros de mi equipo de preparación no se hayan ocupado de
algunos problemas obvios, lo que incluye refregarme el cuerpo con una
espuma arenosa que no sólo me ha quitado la suciedad, sino también unas
tres capas de piel, darle uniformidad a mis uñas y, sobre todo, librarse de mi
vello corporal. Piernas, brazos, torso, axilas y parte de mis cejas se han
quedado sin un solo pelo, así que parezco un pájaro desplumado, listo para
asar. No me gusta, tengo la piel irritada, me pica y la siento muy vulnerable. Sin
embargo, he cumplido mi parte del trato que hicimos con Sue y no he
puesto ni una objeción.
-Lo estás haciendo muy bien...-dice un tipo que se llama Flavius. Agita sus
tirabuzones naranjas y me aplica una capa de pintalabios morado-...Si hay algo
que no aguantamos es a los lloricas. ¡Embadurnarla!..
Venia y Octavia, una mujer regordeta con todo el cuerpo teñido de verde
guisante claro, me dan un masaje con una loción que primero pica y después
me calma la piel. Acto seguido me levantan de la mesa y me quitan la fina bata
que me han permitido vestir de vez en cuando. Me quedo aquí, completamente
desnuda, mientras los tres me rodean y utilizan las pinzas para eliminar hasta
el último rastro de pelo. Sé que debería sentir vergüenza, pero me parecen tan
poco humanos que es como si tuviese a un trío de extraños pájaros de colores
picoteando el suelo alrededor de mis pies.
Los tres dan un paso atrás y admiran su trabajo.
-¡Excelente! ¡Ya casi pareces un ser humano!...-exclama Flavius, y todos
se ríen.
-Gracias...-respondo con dulzura, obligándome a sonreír para
demostrarles lo agradecida que estoy-...En el Distrito 12 no tenemos muchas
razones para arreglarnos...
-Claro que no, ¡pobre criatura!...-dice Octavia, juntando las manos,
consternada. Creo que me los he ganado con mi respuesta.
-Pero no te preocupes...-añade Venia-...Cuando Kurt acabe contigo, ¡vas
a estar absolutamente divina!..
-¡Te lo prometemos! ¿Sabes? Ahora que nos hemos librado de tanto pelo
y porquería, ¡no estás tan horrible, ni mucho menos!...-afirma Flavius, para
animarme, "maldita ¿acaso ella no se vio en un espejo?"-..¡Vamos a llamar a Kurt!...
Salen disparados del cuarto. Los miembros del equipo de preparación son
tan bobos que me resulta difícil odiarlos. Sin embargo, curiosamente, sé que
son sinceros en su intento por ayudarme.
Miro las paredes y el suelo, todo tan frío y blanco, y resisto el impulso de
recuperar la bata. Sé que este Kurt, mi estilista, hará que me la quite en
cuanto llegue, así que me llevo las manos al cabello, la única zona que mi
equipo tenía órdenes de respetar. Me acaricio las trenzas de seda que mi
madre ha colocado tan bien. Mi madre; me he dejado su vestido azul y sus
zapatos en el suelo del vagón, no se me ocurrió recogerlos ni intentar
aferrarme a algo suyo, de casa. Ahora me arrepiento.
La puerta se abre y entra un joven que debe de ser Kurt. Me sorprende lo
normal que parece; casi todos los estilistas a los que entrevistan en la tele
están tan teñidos, pintados y alterados quirúrgicamente que resultan grotescos,
pero Kurt lleva el pelo corto de su color castaño natural, su piel no esta pintada, sino que es blanca y liza como las tazas de porcelana que mi mamá heredo de sus padres. Viste camisa y pantalones negros sencillos, pero bastantes elegantes, y la única concesión a las modificaciones de aspecto parece ser un delineador de ojos dorado aplicado con generosidad. Resalta las motas doradas de sus ojos grises y, a pesar del asco que me producen el Capitolio y sus horrendas modas, no puedo evitar pensar que lo hace muy atractivo.
-Hola, Santana. Soy Kurt, tu estilista...-dice en voz algo aguda, aunque casi sin
la afectación típica del Capitolio.
-Hola...-respondo, con precaución.
-Dame un momento, ¿vale?...-me pide. Camina a mi alrededor y observa
mi cuerpo desnudo, sin tocarme, pero tomando nota de cada centímetro.
Resisto el impulso de cruzar los brazos sobre el pecho-...¿Quién te ha
peinado?...
-Mi madre...
-Es precioso. Mucha clase, la verdad, en un equilibrio casi perfecto con tu
perfil. Tiene dedos hábiles....
Esperaba a alguien extravagante, alguien mayor que intentara
desesperadamente parecer joven, alguien que me viera como un trozo de
carne que había que preparar para una bandeja. Kurt no es nada de eso.
-Eres nuevo, ¿verdad? No creo haberte visto antes...-le digo.
La mayoría de los estilistas me resultan familiares, son constantes en el
siempre cambiante grupo de los tributos. Algunos llevan en esto toda mi vida.
-Sí, es mi primer año en los juegos....
-Así que te han dado el Distrito 12...-comento, porque los recién llegados
suelen quedarse con nosotros, el distrito menos deseable.
-Lo pedí expresamente...-responde, sin dar más explicaciones-...¿Por qué
no te pones la bata y charlamos un rato?...
Me pongo la bata y lo sigo hasta un salón en el que hay dos sofás rojos
con una mesita baja en medio. Tres paredes están vacías y la cuarta es entera
de cristal, de modo que puede verse la ciudad. Por la luz, debe de ser
mediodía, aunque el cielo soleado se ha cubierto de nubes. Kurt me invita a
sentarme en uno de los sofás y se sienta en frente de mí; después pulsa un
botón que hay en el lateral de la mesa y la parte de arriba se abre para dejar
salir un segundo tablero con nuestra comida: pollo y gajos de naranja
cocinados en una salsa de nata sobre un lecho de granos blancos perlados,
guisantes y cebollas diminutos, y panecillos en forma de flor; de postre hay un
pudin de color miel.
Intento imaginarme preparando esta misma comida en casa. Los pollos
son demasiado caros, pero podría apañarme con un pavo silvestre. Necesitaría
matar un segundo pavo para cambiarlo por naranjas. La leche de cabra tendría
que servir de sustituta de la nata. Podemos cultivar guisantes en el huerto y
tendría que conseguir cebollas silvestres en el bosque. No reconozco el cereal,
porque nuestras raciones de las teselas se convierten en una fea papilla
marrón cuando las cocinas. Para conseguir los panecillos lujosos tendría que
hacer otro trueque con el panadero, quizás a cambio de dos o tres ardillas. En
cuanto al pudin, ni siquiera se me ocurre qué llevará dentro. Harían falta varios
días de caza y recolección para hacer esta comida y, aun así, no llegaría a la
altura de la versión del Capitolio.
Me pregunto cómo será vivir en un mundo en el que la comida aparece
con sólo presionar un botón. ¿A qué dedicaría las horas que paso recorriendo
los bosques en busca de sustento si fuese tan fácil conseguirlo? ¿Qué hacen
todo el día estos habitantes del Capitolio, además de decorarse el cuerpo y
esperar al siguiente cargamento de tributos para divertirse viéndolos morir?
Levanto la mirada y veo los ojos de Kurt clavados en los míos.
-Esto debe de parecerte despreciable....-¿Me lo ha visto en la cara o, de
algún modo, me ha leído el pensamiento? Sin embargo, tiene razón: toda esta
gente asquerosa me resulta despreciable-..Da igual...-dice Kurt-...Bueno,
Santana, hablemos de tu traje para la ceremonia de inauguración. Mi
compañera, Mercedes, es la estilista de la otra tributo de tu distrito, Brittany, y estamos pensando en vestirlas a juego. Como sabes, es costumbre que los trajes reflejen el espíritu de cada distrito.
Se supone que en la ceremonia inaugural tienes que llevar algo referente a
la principal industria de tu distrito. Distrito 11, agricultura; Distrito 4, pesca;
Distrito 3, fábricas. Eso significa que, al venir del Distrito 12, Brittany y yo
llevaremos algún tipo de atuendo minero. Como el ancho mono de los mineros
no resulta especialmente atractivo, nuestros tributos suelen acabar con trajes
con poca tela y cascos con focos. Un año los sacaron completamente
desnudos y cubiertos de polvo negro, como si fuese polvo de carbón. Los trajes
siempre son horrendos y no ayudan a ganarse el favor del público, así que me
preparo para lo peor.
-Entonces, ¿será un disfraz de minero?...-pregunto, esperando que no sea
indecente.
-No del todo. Verás, Mercedes y yo creemos que el tema del minero está muy
trillado. Nadie se acordará de vosotros si lleváis eso, y los dos pensamos que
nuestro trabajo consiste en hacer que los tributos del Distrito 12 sean
inolvidables..
"Está claro que nos toca ir desnudas", pienso.
-Así que, en vez de centrarnos en la minería en sí, vamos a centrarnos en
el carbón...
"Desnudas y cubiertas de polvo negro, ¡genial!", pienso rodando los ojos.
-Y ¿qué se hace con el carbón? Se quema...-dice Kurt-... No te da miedo
el fuego, ¿verdad, Santana?...-Ve mi expresión y sonríe. "Diablos.. ¿acaso debo tener miedo cuando me mira así?.."
.....................................
Unas cuantas horas después, estoy vestida con lo que puede ser el
vestido más sensacional o el más mortífero de la ceremonia de inauguración.
Llevo una sencilla malla negra de cuerpo entero que me cubre del cuello a los
tobillos, con unas botas de cuero brillante y cordones que me llegan hasta las
rodillas. Sin embargo, lo que define el traje es la capa que ondea al viento, con
franjas naranjas, amarillas y rojas, y el tocado a juego. Kurt pretende
prenderles fuego justo antes de que nuestro carro recorra las calles.. Si antes tenia miedo de que un psicopata me mate en la arena, ahora que se que puedo morir quemada en manos de mi estilista antes de siquiera empiecen lo juegos, ¿me deberia sentir aliviada de cierto modo?.. no, no lo estoy para nada, solo espero que los paramedicos sean rapidos y tengan algun extintor cerca..
-No es fuego de verdad, por supuesto, sólo un fuego sintético que Mercedes y
yo hemos inventado. Estarás completamente a salvo...-me asegura, pero no me
acaba de convencer; sigo pensando que es posible que acabe convertida en una barbacoa humana cuando lleguemos al centro de la ciudad.
Apenas llevo maquillaje, sólo unos toquecitos de iluminador. Me han
cepillado el pelo y me lo han recogido en una sola trenza, que es como suelo
llevarlo.
-Quiero que el público te reconozca cuando estés en el estadio..-dice
Kurt en tono soñador-..Santana, la chica en llamas...-dice emocionado juntando sus manos y volviendo a mirarme con esos ojos y sonrisa que me da miedo, claro la ultima vez que lo vi mirarme asi tubo la excelente idea de prenderme fuego, asique no esta de mas que me preocupe con anticipacion.
Se me pasa por la cabeza que la conducta tranquila y normal de Kurt
puede estar ocultando a un loco de remate.
A pesar de la revelación de esta mañana sobre el carácter de Brittany, me
alivia verla aparecer vestida con un traje idéntico, pero a diferencia de mi, lleva su cabello recogido en una coleta alta, y solo tiene un delineador negro que acentúa aun mas sus ojos azules. Como es hija de panadero y tal, debe de estar acostumbrada al fuego.
Su estilista, Mercedes, y el resto de su equipo la acompañan, y todos están de los nervios por la sensación que vamos a causar. Todos salvo Kurt, que acepta las felicitaciones como si estuviera algo cansado.
Nos llevan al nivel inferior del Centro de Renovación, que es, básicamente,
un establo gigantesco. La ceremonia inaugural va a empezar y están subiendo
a las parejas de tributos en unos carros tirados por grupos de cuatro caballos.
Los nuestros son negro carbón, unos animales tan bien entrenados que ni
siquiera necesitan un jinete que los guíe. Kurt y Mercedes nos conducen a
nuestro carro y nos arreglan con cuidado la postura del cuerpo y la caída de las
capas antes de apartarse para comentar algo entre ellos.
-¿Qué piensas?...-le susurro a Brittany-...Del fuego, quiero decir..
-Te arrancaré la capa si tú me arrancas la mía...-me responde, entre
dientes algo asustada al igual que yo.
-Trato hecho...-Quizá si logramos quitárnoslas lo bastante deprisa
evitemos las peores quemaduras. Lo malo es que nos soltarán en el campo de
batalla estemos como estemos-...Sé que le prometí a Sue que haría todo
lo que nos dijeran, pero creo que no tuvo en cuenta este detalle...
-Por cierto, ¿dónde está? ¿No se supone que tiene que protegernos de
este tipo de cosas?...
-Con todo ese alcohol dentro, no creo que sea buena idea tenerla cerca
cuando ardamos...
De repente, las dos nos echamos a reír. Supongo que estamos tan
nerviosas por los juegos y, más aún, tan aterradas por la posibilidad de acabar
convertidas en antorchas humanas, que no actuamos de forma racional.
Empieza la música de apertura. No cuesta oírla, la ponen a todo volumen
por las avenidas del Capitolio. Unas puertas correderas enormes se abren a las
calles llenas de gente. El desfile dura unos veinte minutos y termina en el
Círculo de la Ciudad, donde nos recibirán, tocarán el himno y nos escoltarán
hasta el Centro de Entrenamiento, que será nuestro hogar/prisión hasta que
empiecen los juegos.
Los tributos del Distrito 1 van en un carro tirado por caballos blancos como
la nieve. Están muy guapos, rociados de pintura plateada y vestidos con
elegantes túnicas cubiertas de piedras preciosas; el Distrito 1 fabrica artículos
de lujo para el Capitolio. Oímos el rugido del público; siempre son los favoritos.
El Distrito 2 se coloca detrás de ellos. En pocos minutos nos encontramos
acercándonos a la puerta y veo que, entre el cielo nublado y que empieza a
anochecer, la luz se ha vuelto gris. Los tributos del Distrito 11 acaban de salir
cuando Kurt aparece con una antorcha encendida.
-Allá vamos...-dice, y, antes de poder reaccionar, prende fuego a nuestras
capas. Ahogo un grito, esperando que llegue el calor, pero sólo noto un
cosquilleo. Kurt se coloca delante de nosotras, prende fuego a los tocados y
deja escapar un suspiro de alivio-...Funciona...-Después me levanta la barbilla con cariño-...Recuerda, la cabeza alta. Sonríe. ¡Las van a adorar!...
Kurt se baja del carro de un salto y tiene una última idea. Nos grita algo que no oigo por culpa de la música, así que vuelve a gritar y gesticula.
-¿Qué dice?....-le pregunto a Brittany. Por primera vez desde que nos encendieron, la miro y me doy cuenta de que, iluminada por las llamas falsas, está resplandeciente, y que yo también debo de estarlo.
-Creo que ha dicho que nos cojamos de la mano...-responde.
Me coge la mano derecha con su izquierda, y las dos miramos a Kurt
para confirmarlo. Él asiente y da su aprobación levantando el pulgar; es lo
último que veo antes de entrar en la ciudad.
La alarma inicial de la muchedumbre al vernos aparecer se transforma
rápidamente en vítores y gritos de "¡Distrito 12!". Todos se vuelven para
mirarnos, apartando su atención de los otros tres carros que tenemos delante.
Al principio me quedo helada, pero después nos veo en una enorme pantalla
de televisión y nuestro aspecto me deja sin aliento. Con la escasa luz del
crepúsculo, el fuego nos ilumina las caras, es como si nuestras capas dejaran
un rastro de llamas detrás. Kurt hizo bien al reducir el maquillaje al mínimo:
las dos estamos más atractivas y, además, se nos reconoce perfectamente.
"Recuerda, la cabeza alta. Sonríe. ¡Las van a adorar!"
Oigo las palabras del estilista en mi cabeza, así que levanto más la
barbilla, esbozo mi mejor sonrisa y saludo con la mano que tengo libre. Me
alegra estar agarrada a Brittany para guardar el equilibrio, porque ella es fuerte, y me mantiene quieta sin tambalearme.
Conforme gano confianza, llego a lanzar algún que otro beso a los espectadores; la gente del Capitolio se ha vuelto loca, nos baña en
flores, grita nuestros nombres, nuestros nombres propios, ya que se han
molestado en buscarlos en el programa.
La música alta, los vítores y la admiración me corren por las venas, y no
puedo evitar emocionarme. Kurt me ha dado una gran ventaja, nadie me
olvidará. Ni mi aspecto, ni mi nombre: Santana, la chica en llamas.
Por primera vez siento una chispa de esperanza. ¡Tiene que haber algún
patrocinador dispuesto a escogerme! Y con un poco de ayuda extra, alguna
comida, el arma adecuada... ¿Por qué voy a dar los juegos por perdidos?
Alguien me tira una rosa roja y yo la cojo, la huelo con delicadeza y lanzo
un beso en dirección a quien me la haya tirado. Cientos de manos intentan
capturar mi beso, como si fuese algo real y tangible.
-¡Santana! ¡Brittany! -Los oigo gritar nuestros nombres por todas partes. Todos quieren mis besos.
Hasta que entramos en el Círculo de la Ciudad no me doy cuenta de que
debo de haber estado cortándole la circulación de la mano a Brittany, tan fuerte
se la tenía cogida. Miro nuestros dedos entrelazados y aflojo un poco, pero ella
me vuelve a coger con fuerza.
-No, no me sueltes...-dice, y la luz del fuego se refleja en sus ojos azules-...Por favor, puede que me caiga de esta cosa...
-Vale...
Así que seguimos cogidas, aunque no puedo evitar sentirme extraña por la
forma en que Kurt nos ha unido. La verdad es que no es justo presentarnos
como un equipo y después tirarnos en la arena para que nos matemos la una a la otra.
Los doce carros llenan el circuito del Círculo de la Ciudad. Todas las
ventanas de los edificios que rodean el círculo están abarrotadas de los
ciudadanos más prestigiosos del Capitolio. Nuestros caballos nos llevan justo
hasta la mansión del presidente Snow, y allí nos paramos. La música termina
con unas notas dramáticas.
El presidente, un hombre bajo y delgado con el cabello blanco como el
papel, nos da la bienvenida oficial desde el balcón que tenemos encima. Lo
tradicional es enfocar las caras de todos los tributos durante el discurso, pero
en la pantalla veo que Brittany y yo salimos más de lo que nos corresponde. Con forme oscurece, más difícil es apartar los ojos de nuestro centelleante atuendo.
Aunque cuando suena el himno nacional hacen un esfuerzo por enfocar a cada
pareja de tributos, la cámara se mantiene fija en el carro del Distrito 12, que
recorre el círculo una última vez antes de desaparecer en el Centro de
Entrenamiento.
En cuanto se cierran las puertas, nos rodean los equipos de preparación,
que farfullan piropos apenas inteligibles. Miro a mi alrededor y veo que muchos
de los otros tributos nos miran con odio, lo que confirma mis sospechas de que
los hemos eclipsado a todos, literalmente. Después aparecen Kurt y Mercedes,
que nos ayudan a bajar del carro, y nos quitan con cuidado las capas y los
tocados en llamas. Mercedes los apaga con una especie de bote con atomizador.
De repente me doy cuenta de que sigo pegada a Brittany y me obligo a abrir
los dedos, agarrotados. Las dos nos masajeamos las manos.
-Gracias por sostenerme. No me sentía muy bien ahí arriba...-dice Brittany.
-No lo parecía. Te juro que ni me he dado cuenta...
-Seguro que no le han prestado atención a nadie más que a ti. Deberías
llevar llamas más a menudo, te sientan bien...-dice algo tímida.
-Tu tendrías que haber visto tus ojos con las llamas...-le digo sin pensar, debe ser por la necesidad de decirle un elogio, luego de lo que dijo.
Después me ofrece una sonrisa de una dulzura tan genuina, con el toque
justo de timidez, que hace que me sienta muy cerca de ella.
Sin embargo, una alarma se me enciende en la cabeza: "No seas tan
estúpida: Brittany planea matarte -me recuerdo-. Quiere que te confíes para
convertirte en una presa fácil. Cuanto más te guste, más mortífero será".
Pero, como yo también sé jugar, me pongo de puntillas y le doy un beso en
la mejilla, justo en el moretón, y luego observo como se pone colorada, si no estubieramos a punto de matarnos, me pareceria tierno el momento.
.......................................................................................................
...Holisss... prometi actualizar, asiq estoy cumpliendo..
lei sus comentarios;
IloveHeya!!; Bienvenida.... la verdad q si q hay mucha mas narracion q dialogos en los libros, voy a intentar agregar algunos mas donde tenga oportunidad.. =)
Elisika-sama; sigo esperando las actualizaciones de ciertas personas, pero no voy a presionar xq estan en examenes, pero quiero q esa persona sepa que es necesario segui leyendo sus fics, asiq manos a la obra Elisa jajaja... suerte en tus examenes.. =)
sip hasta ahora pienso seguir con "En llamas" si todo sale bien..
micky morales;...mmmm cual de las 2 va a ganar?? esa es la pregunta, solo un tributo gana, asiq vamos a ver q pasa, no pued adelantar nada jajaja... pero si tubieras q elegir, yo creo q es dificil.. ;)
naty_LOVE_GLEE; ni los busques quedate con la adaptacion jajajajaja... naa mentira son muy buenos libros vale la pena leerlos, pero despues que termine con las adaptaciones jajaja... nose xq te imahino toda loca agitando las manos adelante del monitor, pero es una imagen muy divertida ajajajaja..
si son muchas paginas y me esta tomando tiempo traducirlas sin ofuscarme demaciado, pero lo vale asiq voy a tratar de apurarme un poco para terminarlo y actualizarles Room cuanto antes... =)
Muchas gracias x sus comentarios y por seguir leyendo, que les guste la adaptacion me pone feliz, y a las lectoras silenciosas, les doy un empujoncito para que comenten jaja...
acuerdence que mañana estare actualizando de nuevo, asiq nos vemos mañana..
Besotes...(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
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Edad : 31
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 6"
El Centro de Entrenamiento tiene una torre diseñada exclusivamente para
los tributos y sus equipos. Éste será nuestro hogar hasta que empiecen los
juegos. Cada distrito tiene una planta entera, sólo hay que subir a un ascensor
y pulsar el botón correspondiente al número del tuyo. Fácil de recordar.
He subido un par de veces en el ascensor del Edificio de Justicia del
Distrito 12, una para recibir la medalla por la muerte de mi padre, y ayer, para
despedirme por última vez de mi familia y amigos. Sin embargo, aquél era una
cosa oscura y ruidosa que se movía como un caracol y olía a leche agria. Las
paredes de este ascensor están hechas de cristal, así que puedes ver a la
gente de la planta de abajo convertirse en hormigas conforme sales disparada
hacia arriba. Es emocionante y me siento tentada de preguntarle a Rachel Berry
si podemos volver a subir, pero, por algún motivo, creo que sonaría infantil.
Al parecer, las tareas de Rachel no concluyen en la estación, sino que
Sue y ella nos supervisarán hasta que lleguemos al mismísimo campo de
batalla. En cierto modo, es una ventaja, porque, al menos, se puede contar con
ella para que nos lleve de un lado a otro a tiempo, mientras que no hemos visto
a Sue desde que cerramos nuestro trato en el tren. Seguro que está
inconsciente en alguna parte. Por otro lado, es como si Rachel estuviese en una
nube; es la primera vez que el equipo al que acompaña causa sensación en la
ceremonia inaugural. Alaba no sólo nuestros trajes, sino también nuestra
conducta y, según lo cuenta, ella conoce a todas las personas importantes del
Capitolio y ha estado hablando bien de nosotros todo el día, intentando
conseguir patrocinadores.
-Pero he sido muy misteriosa...-dice, con los ojos entrecerrados-...porque, claro, Sue no se ha molestado en contarme su estrategia. Sin embargo, he hecho todo lo posible con lo que tenía: que Santana se había sacrificado por su hermano y que las dos habéis luchado con éxito por superar la barbarie de vuestro distrito...-¿Barbarie? Es irónico que lo diga una mujer que ayuda a prepararnos para una matanza. ¿Y en qué basa nuestro éxito? ¿En que sabemos comportarnos en la mesa?-...Por supuesto, todos tienen sus
reservas, porque sois del distrito minero. Así que les he dicho, y ha sido muy
astuto por mi parte: "Bueno, si se ejerce la suficiente presión sobre el carbón,
¡se convierte en una perla!"...
Rachel esboza una sonrisa tan resplandeciente que no tengo más remedio
que alabar con entusiasmo su astucia (aunque se equivoque), porque ese gesto
hace que cierre la boca por un momento, ¿acaso a los del capitolio, no se les
acaba nunca el aire cuando hablan?. Ademas aqui parece que nadie se preocupa
en informarce un poco, porque hasta yo que vengo del Distrito 12 se que
el carbón no se convierte en perla, pues las perlas crecen en el interior de
los moluscos. Seguramente quería decir que el carbón se convierte en
diamante, aunque tampoco es cierto. He oído que en el Distrito 1 hay una
máquina que puede convertir en diamante el grafito, pero nosotros no
extraemos grafito, eso era parte del trabajo del Distrito 13, hasta que lo
destruyeron.
Me pregunto si lo sabrán las personas con las que nos ha estado
promocionando; a lo mejor tampoco les importa.
-Por desgracia, no puedo cerrar tratos con los patrocinadores. Sólo lo
puede hacer Sue..-sigue diciendo ella, en tono lúgubre y yo que pensaba
que ya habia terminado de hablar, ruedo mis ojos-...Pero no os preocupéis,
la llevaré a las negociaciones a punta de pistola, si es necesario...
Aunque tenga muchos defectos, hay que admirar la determinación de esta
mujer.
Miro a mi izquiera y veo a Brittany algo impaciente, puesto que esta golpeando
el suelo con su pie. Me pregunto si ella tambien estara aburrida de escuchar a Berry, pero no me importa lo que eya piense en este momento, porque no podemos ser amigas, aunque se vea super adorable jugando con sus dedos y mordiendose el labio, se que es una careta y que en realidad esta planeando como matarme para ella poder seguir viva.
Al parecer fui muy obvia al observarla, porque gira la cabeza, pero soy mas rapida y aparto la mirada, pero al verla de reojo me doy cuenta que sigue mirandome, asique me volteo y levanto una de mis cejas, ella vuelve a mirar al frente algo sonrojada.. ¿Acaso esta chica se sonroja por todo?..
.............................................
Mi alojamiento es más grande que nuestra casa en la Veta; es lujoso,
como el vagón del tren, y tiene tantos artilugios automáticos que seguro que no
me da tiempo a pulsar todos los botones. Sólo en la ducha hay un cuadro con
más de cien opciones para controlar la temperatura del agua, la presión, los
jabones, los champús, los aceites y las esponjas de masaje. Cuando sales,
pisas una alfombrilla que se activa para secarte el cuerpo con aire. En vez de
luchar con los enredos del pelo húmedo, coloco la mano en una caja que envía
una corriente eléctrica a mi cuero cabelludo, de modo que tengo el cabello
desenredado, peinado y seco casi al instante. Me cae por la espalda como una
cortina lustrosa.
Programo el armario para que elija un traje a mi gusto. Las ventanas
amplían y reducen partes de la ciudad, siguiendo mis órdenes. Si susurras el
tipo de comida que quieres de un menú gigantesco en una especie de
micrófono, la comida aparece calentita en menos de un minuto. Recorro la
habitación comiendo hígado de oca y pan esponjoso hasta que llaman a la
puerta. Es Rachel, para decirme que es la hora de cenar. Bien, estoy muerta de hambre.
Cuando entramos en el comedor, Brittany, Kurt y Mercedes están de pie al
lado de un balcón desde el que se ve el Capitolio. Me alegra ver a los estilistas,
sobre todo después de oír que Sue se unirá a nosotros. Una comida
presidida por Rachel y Sue está abocada al desastre. Además, en realidad
el objetivo de la cena no es comer, sino planear nuestras estrategias, y Kurt y
Mercedes ya han demostrado lo valiosos que son.
Un hombre silencioso vestido con una túnica blanca nos ofrece unas copas
de vino. Se me ocurre rechazarlo, pero nunca lo he probado, salvo el fluido
casero que utiliza mi madre para la tos, y ¿cuándo podré volver a probarlo? Le
doy un trago al líquido ácido y seco, y pienso para mis adentros que podría
mejorarse con unas cucharaditas de miel.
Sue aparece justo cuando están sirviendo la cena. Parece que ella
también ha pasado por un estilista, porque está limpia, arreglada y más sobria
que nunca, al menos desde que la conozco. No rechaza el vino, pero, cuando
empieza la sopa, me doy cuenta de que es la primera vez que la veo comer.
Quizá sea de verdad capaz de controlarse lo bastante para ayudarnos.
Kurt y Mercedes parecen ejercer un efecto civilizador sobre Sue y Rachel.
Al menos, se dirigen la una a la otra con educación, y las dos elogian sin parar
el acto de inauguración de nuestros estilistas. Mientras parlotean, me concentro
en la comida: sopa de champiñones, verduras amargas con tomates del
tamaño de guisantes, ternera asada cortada en rodajas tan finas como papel,
fideos en salsa verde y queso que se derrite en la lengua con uvas negras
dulces. Los sirvientes, chicos jóvenes vestidos con túnicas blancas como el que
nos trajo el vino, se mueven sin decir nada de un lado a otro, procurando que
los platos y copas estén siempre llenos.
Cuando llevo la mitad del vaso de vino, la cabeza me empieza a dar
vueltas, así que me paso al agua. No me gusta esta sensación y espero que
pase pronto; es un misterio cómo Sue puede estar así todo el rato.
Intento concentrarme en la conversación, que trata sobre los trajes para
las entrevistas, cuando una chica coloca una tarta de aspecto increíble sobre la
mesa y la enciende con habilidad. La tarta se ilumina y las llamas parpadean
en los bordes durante un rato hasta que por fin se apaga. Tengo un momento
de duda.
-¿Qué la hace arder? ¿Es alcohol?...-pregunto, mirando a la chica-... Es lo último que... ¡Oh! ¡Yo te conozco!...
No era capaz de ponerle nombre ni de ubicar el rostro de la chica, pero
estoy segura: pelo rojo oscuro, rasgos llamativos, piel de porcelana blanca. Sin
embargo, mientras lo digo, noto que las entrañas se me encogen de ansiedad y
culpa al verla, y, aunque no puedo acordarme, sé que existe un mal recuerdo
asociado con ella. La expresión de terror que le pasa por la cara sólo sirve para
confundirme e incomodarme más. Sacude la cabeza para negarlo rápidamente
y se aleja a toda prisa de la mesa.
Cuando miro a mis acompañantes, los cuatro adultos me observan como
halcones.
-No seas ridícula, Santana. ¿Cómo vas a conocer a un avox?...-me suelta
Rachel-... Es absurdo..
-¿Qué es un avox?.. -pregunto, como si fuera estúpida.
-Alguien que ha cometido un delito; les cortan la lengua para que no
puedan hablar..-contesta Sue-... Seguramente será una traidora. No es
probable que la conozcas...
-Y, aunque la conocieras, se supone que no hay que hablar con ellos a no
ser que desees darles una orden...-dice Rachel-... Por supuesto que no la
conoces....
Sin embargo, la conozco y, cuando Sue pronuncia la palabra traidora,
recuerdo de qué, aunque no puedo admitirlo, porque todos se me echarían
encima.
-No, supongo que no, es que... -balbuceo, y el vino no me ayuda.
-Tina Cohen Chang...-salta Brittany, chasqueando los dedos-...Eso es, a mí también me resultaba familiar y no sabía por qué. Entonces me he dado cuenta
de que es igual a Tina...
Tina Cohen Chan es una chica de ojos rasgados y pelo lacio negro,
que se parece a nuestra sirvienta tanto como un escarabajo a una mariposa.
También es probable que sea la persona más simpática del planeta: sonríe sin
parar a todo el mundo en el colegio, incluso a mí. Nunca he visto sonreír a la
chica del pelo rojo, pero recojo con gratitud la sugerencia de Brittany.
-Claro, eso era. Debe de ser por el pelo....-digo.
-Y también algo en los ojos...-añade Brittany.
-Oh, bueno, si es sólo eso...-dice Kurt, y la mesa vuelve a relajarse-.. Y
sí, la tarta tiene alcohol, aunque ya se ha quemado todo. La pedí
especialmente en honor de vuestro fogoso debut...
Nos comemos la tarta y pasamos a un salón para ver la repetición de la
ceremonia inaugural que están echando por la tele. Hay otras parejas que
causan buena impresión, pero ninguna está a nuestra altura. Hasta nuestro
equipo deja escapar una exclamación cuando nos ve salir del Centro de
Renovación.
-¿De quién fue la idea de cogeros de la mano?...-pregunta Sue.
-De Kurt..-responde Mercedes.
-El toque justo de rebeldía. Muy bonito...
¿Rebeldía? Me paro a pensarlo un momento y lo entiendo cuando me
acuerdo de las otras parejas, distantes y tensas, sin tocarse ni prestarse
atención, como si su compañero no existiese, como si los juegos ya hubiesen
empezado. Al presentarnos no como adversarias, sino como amigas, hemos
destacado tanto como nuestros trajes en llamas.
-Mañana por la mañana es la primera sesión de entrenamiento. Reuníos
conmigo para el desayuno y os contaré cómo quiero que os comportéis.. -nos
dice Sue a Brittany y a mí-... Ahora id a dormir un poco mientras los
mayores hablamos...
Brittany y yo recorremos juntas el pasillo hasta nuestras habitaciones.
Cuando llegamos a mi puerta, se apoya en el marco, no para impedir que
entre, sino para captar mi atención.
-Conque Tina Cohen Chan. Qué casualidad encontrarnos aquí con su
gemela...
Me está pidiendo una explicación y siento la tentación de dársela. Las dos
sabemos que me ha encubierto, así que vuelvo a estar en deuda con ella. Si le
cuento la verdad sobre la chica, quizá estemos en paz. ¿Qué daño puede
hacerme? Aunque repita por ahí la historia, no podría hacerme mucho daño,
porque sólo era algo que vi hace tiempo. Además, ella había mentido tanto como yo al decir lo de Tina.
Me doy cuenta de que quiero hablar con alguien sobre la muchacha, con
alguien que pueda ayudarme a averiguar su historia. Puck habría sido mi
primera elección, pero no es probable que vuelva a verlo. Intento decidir si
contárselo a Brittany le daría alguna ventaja sobre mí, aunque no veo cómo.
Quizá compartir una confidencia le haga creer que la considero una amiga.
Además, la idea de la chica con la lengua cortada me asusta, me ha
recordado por qué estoy aquí. No es para lucir modelitos sorprendentes y
comer manjares, sino para morir de forma sangrienta mientras la audiencia
anima al asesino.
¿Se lo cuento o no se lo cuento? Todavía tengo el cerebro embotado por
culpa del vino, así que miro al pasillo vacío, como si la decisión estuviese allí
mismo.
Brittany nota mi vacilación.
-¿Has estado ya en el tejado?...-Niego con la cabeza-... Kurt me lo
enseñó. Desde allí se ve casi toda la ciudad, aunque el viento hace bastante
ruido...
Traduzco su comentario como: "Allí nadie nos oirá hablar". La verdad es
que yo también tengo la sensación de estar bajo vigilancia.
-¿Podemos subir sin más?..
-Claro, vamos...-responde Brittany con una sonrisa.
La sigo escaleras arriba hasta el tejado. Hay una salita con techo
abovedado con una puerta que da al exterior. Cuando salimos al frío aire
nocturno, la vista me quita el aliento: el Capitolio brilla como un enorme campo
lleno de luciérnagas. La electricidad del Distrito 12 viene y va; lo habitual es
que sólo tengamos unas cuantas horas al día. Es normal que por las noches
nos iluminemos con velas, y sólo puedes contar con ella cuando televisan los
juegos o algún mensaje importante del Gobierno, que hemos de ver por
obligación. Sin embargo, aquí no tienen escasez nunca.
Brittany y yo caminamos hasta el borde del tejado, y yo inclino la cabeza
para observar la calle, que está llena de gente. Se oyen los coches, algún grito
de vez en cuando y un extraño tintineo metálico. En el Distrito 12 estaríamos ya
todos pensando en acostarnos.
-Le pregunté a Kurt por qué nos dejaban subir, si no les preocupaba que
algunos tributos decidieran saltar por el borde...-me dice Brittany.
-¿Y qué te respondió?..
-Que no se puede...-Alarga la mano hacia el borde, que parece vacío; se
oye un chasquido y la aparta muy deprisa-... Es algún tipo de campo eléctrico
que te empuja hacia el tejado...
-Siempre preocupados por nuestra seguridad...-digo. Aunque Kurt le
haya enseñado a Brittany el tejado, me pregunto si podemos estar aquí a estas
horas, solas. Nunca he visto a los tributos en el tejado del Centro de
Entrenamiento, pero eso no quiere decir que no nos estén grabando-.. ¿Crees
que nos observan?...
-Quizá. Ven a ver el jardín...
Al otro lado de la cúpula han construido un jardín con lechos de flores y
macetas con árboles. De las ramas cuelgan cientos de carillones, que son los
culpables del tintineo. Aquí, en el jardín, en esta noche de viento, bastan para
ahogar la conversación de dos personas que no quieren ser oídas. Brittany me
mira con expectación y yo finjo que examino una flor.
-Un día estábamos cazando en el bosque, escondidos, esperando que
apareciese una presa...-susurro.
-¿Tu padre y tú?...
-No, con mi amigo Puck. De repente, todos los pájaros dejaron de cantar a
la vez, todos salvo uno, que parecía estar cantando una advertencia. Entonces
la vimos. Estoy segura de que era la misma chica. Un chico iba con ella, y los
dos llevaban la ropa hecha jirones. Tenían ojeras por la falta de sueño y corrían
como si sus vidas dependieran de ello...-Durante un instante guardo silencio,
mientras recuerdo cómo nos paralizó la imagen de aquella extraña pareja,
obviamente de fuera del Distrito 12, huyendo a través del bosque-... Más tarde
nos preguntamos si los podríamos haber ayudado a escapar, y quizá sí,
quizá hubiésemos podido esconderlos de habernos dado prisa. Nos pillaron
por sorpresa, sí, pero éramos cazadores, sabíamos cómo se comportan los animales en peligro; supimos que la pareja tenía problemas en cuanto la vimos,
y nos limitamos a mirar..-hago una pausa -...El aerodeslizador surgió de la nada... -sigo contándole a Brittany-...Es decir, el cielo estaba vacío y, un instante después, ya no lo estaba. No hacía ningún ruido, pero ellos lo vieron. Soltaron una red sobre la chica y la subieron a toda prisa, tan deprisa como el ascensor. Al chico lo atravesaron con una especie de lanza atada a un cable y lo subieron también. Estoy segura de que estaba muerto. Oímos a la chica gritar una vez, creo que el nombre del chico. Después desapareció el aerodeslizador, se esfumó en el aire, y los pájaros volvieron a cantar, como si no hubiese pasado nada....
-¿Te vieron?...
-No lo sé, estábamos bajo un saliente rocoso...-respondo, aunque sí lo sé:
hubo un momento, después de la advertencia del pájaro pero antes de que
llegase el aerodeslizador, en que la chica nos vio. Me miró a los ojos y me pidió
ayuda, y Puck y yo no respondimos.
-Estás temblando...-dice Brittany.
El viento y la historia me han robado el calor del cuerpo. El grito de la
chica..., ¿habría sido el último?
Brittany se quita su sudadera y hace el amago de deslizarmela por la cabeza a poner. Empiezo a retroceder, pero al final la dejo, decidiendo por un segundo aceptar tanto su sudadera como su amabilidad. Una amiga haría eso, ¿verdad?
-¿Eran de aquí?...-pregunta, mientras me termina de acomodar su sudadera.
Asiento. Los dos tenían el aire del Capitolio, tanto el chico como la chica-...
¿Adonde crees que iban?...
-Eso no lo sé...-respondo inhalando el aroma de la sudadera, ¿es rosas?, si es el aroma a rosas y algo dulce que no logro descifrar. El Distrito 12 es el final de la línea, más allá sólo hay territorio salvaje. Sin contar las ruinas del Distrito 13, que todavía arden por culpa de las bombas tóxicas. De vez en cuando las sacan por televisión para que no olvidemos-.... Ni tampoco por qué se irían de aquí...
Sue ha dicho que los avox son traidores, pero ¿traidores a qué? Sólo
pueden ser traidores al Capitolio, pero aquí tenían de todo. No había razón
para rebelarse.
-Yo me iría..-suelta Brittany. Después mira a su alrededor, nerviosa, porque
lo había dicho lo bastante alto para que la oyeran, a pesar de los carillones-...
Me iría a casa ahora mismo, si me dejaran, aunque hay que reconocer que la
comida es estupenda....
Me ha vuelto a encubrir: si alguien la escuchase, no serían más que las
palabras de una tributo asustada, no de alguien dándole vueltas a la
incuestionable bondad del Capitolio.
-Hace frío, será mejor que nos vayamos...-dice. Dentro de la cúpula se
está calentito y hay luz. Sigue hablando en tono casual-... Tu amigo, Puck, ¿es
el que se llevó a tu hermano en la cosecha?...
-Sí. ¿Lo conoces?...
-La verdad es que no, aunque oigo mucho a las chicas hablar de él. Creía
que era tu primo o algo así, porque os parecéis...
-No, no somos parientes...
-¿Fue a decirte adiós?...-me pregunta, después de asentir con la cabeza,
hermética.
-Sí... -respondo, observándola con atención-... y también tu padre. Me llevó galletas...
Brittany levanta las cejas, como si no lo supiese, pero, después de verla
mentir con tanta facilidad, no le doy mucha importancia.
-¿En serio?... Bueno, tu hermano y tú le caéis bien, especialmente el pequeño.
Creo que le habría gustado tener un hijo, en vez de una casa llena de chicas... -
La idea de que hayan hablado de mí durante la comida, junto al fuego de la
panadería o de pasada en la casa de Brittany hace que me sobresalte.
Seguramente sería cuando su madre no estaba en el
cuarto-... Conocía a tu madre cuando eran pequeños..
Otra sorpresa, aunque probablemente cierta.
-Ah, sí, ella creció en la ciudad...-respondo, porque no me parece educado
decir que nunca ha mencionado al panadero, salvo para elogiar su pan. Hemos
llegado a mi puerta, así que le devuelvo la sudadera-... Nos vemos por la
mañana...
-Hasta mañana...-responde, y se aleja por el pasillo.
Cuando abro la puerta, la chica del pelo rojo está recogiendo mi ropa y
las botas del suelo, donde yo las había dejado antes de la ducha. Quiero
disculparme por si la había metido en líos antes, hasta que recuerdo que
no debo hablar con ella, a no ser que tenga que darle una orden.
-Oh, lo siento... -digo-.... Se suponía que tenía que devolvérselo a Kurt. Lo
siento. ¿Se lo puedes llevar?...
Ella evita mirarme a los ojos, asiente brevemente y se va.
Estoy a punto de decirle que siento mucho lo de la cena, pero sé que mis
disculpas son más profundas, que estoy avergonzada por no haber intentado
ayudarla en el bosque, por dejar que el Capitolio matase al chico y la mutilase a
ella sin mover ni un dedo para evitarlo. Como si hubiese estado viendo los juegos por la tele.
Me quito los zapatos y me meto bajo las sábanas sin quitarme la ropa. No
he dejado de temblar. Quizá la chica no se acuerde de mí, aunque sé que me
engaño: no se te olvida la cara de la persona que era tu última esperanza.
Me tapo la cabeza, como si eso me protegiese de la muchacha pelirroja que no
puede hablar. Sin embargo, puedo sentir sus ojos clavados en mí, atravesando
muros, puertas y ropa de cama.
Me pregunto si disfrutará viéndome morir.
.......................................................................................................
..Holisss paso a actualizar de pasadita.. es un capitulo algo aburrido lo se, pero los capitulos se ponen mejor lo prometo..
otra seguidora de otro de mis fics... que sigan cada una de mis historias me llena el corazon, asique un enorme abrazo a todas aquellas que me siguen fic tras fic, y tambien a las nuevas q se van sumando...
mañana paso para la otra actualizacion..
Besotes..(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Hola!!!
Me encanto!!! La aparición de Kurt y Mercedes!!! A Kurt le queda
perfecto el papel que le diste! Y mis Brittana en llamas?! Wooooow seguro me
las imagino sensacionales!!!!
Todos gritando por ellas y siendo ellas el centro de atención!!!! Se me
hace que sacando en papeles nosotras seríamos el Publico gritando por ellas!!!
Y tmb haciendo que agarramos los besos imaginarios que lanzan y todo!!! Claro
sacando la parte de que son tributos y van a pelear, nosotras estaríamos allí
disfrutando de verlas tomadas de la mano muy juntas y mostrándose como una
pareja con trajes iguales y todo!!!!!!!!
Sí!!!!!!! Fue lo primero que
imagine!!! Pero nosotras gritaríamos “BRITTANA!!!!”, “BRITTANA FOREVER!!!” y un
monton más!!!!!! :p
La parte final!! Britt elogiándolas ¡! Y sonrojándose!! San creyendo que
todo es estrategia y siguiéndole el supuesto juego!!! Para mí Britt es
sincera!!!! Aunque es muy cierto que tienen que matarse entre sí, sin embargo
no se porqué pero creo que ellas no podrían lastimarse entre sí!!! A parte me
parece genial que San “juegue” y doble la apuesta!!! Con eso de parecer
“amables” entre sí!!!!
Bueno me emocione!!!!!
Y el segundo cap!
Cada vez amo más está historia!!! Me tenés atrapada!!! Ya estoy enganchadísima!!!!
Voy a ser paciente porque la paciencia hace a la virtud!!!!! Y yo amo Brittana!!!! Y Casi que estoy segura que su amor será intenso tanto o más que está trama completa!!!
naty_LOVE_GLEE- ---
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1