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[Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
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Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
se que lo que les espera no sera nada facil!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
[FIC BRITTANA] LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 7" Actu...
CAPITULO 7;
Mi noche se llena de sueños inquietantes. La cara de la chica pelirroja se
entremezcla con imágenes sangrientas de los anteriores Juegos del Hambre,
con mi madre retraída e inalcanzable, y con Mich escuálido y aterrorizado. Me
despierto gritándole a mi padre que corra, justo antes de que la mina estalle en
un millón de mortíferas chispas de luz.
El alba empieza a entrar por las ventanas, y el Capitolio tiene un aire
brumoso y encantado. Me duele la cabeza y me parece que me he mordido el
interior de la mejilla por la noche; lo compruebo con la lengua y noto el sabor a
sangre.
Salgo de la cama poco a poco y me meto en la ducha, donde pulso
botones al azar en el panel de control y termino dando saltitos para soportar los
chorros alternos de agua helada y agua abrasadora que me atacan. Después
me cae una avalancha de espuma con olor a limón que al final tengo que
rasparme del cuerpo con un cepillo de cerdas duras. En fin, al menos me ha
puesto la circulación en marcha.
Después de secarme e hidratarme con crema, encuentro un traje que me
han dejado delante del armario: pantalones negros ajustados, una túnica de
manga larga color burdeos y zapatos de cuero. Me recojo el pelo en una
trenza. Es la primera vez, desde la mañana de la cosecha, que me parezco a
mí misma: nada de peinados y ropa elegantes, nada de capas en llamas, sólo
yo, con el aspecto que tendría si fuera al bosque. Eso me calma.
Sue no nos había dado una hora exacta para desayunar y nadie me
había llamado, pero tengo tanta hambre que me dirijo al comedor esperando
encontrar comida. Lo que encuentro no me decepciona: aunque la mesa
principal está vacía, en una larga mesa de un lateral hay al menos veinte
platos. Un joven, un avox, espera instrucciones junto al banquete. Cuando le
pregunto si puedo servirme yo misma, asiente. Me preparo un plato con
huevos, salchichas, pasteles cubiertos de confitura de naranja y rodajas de
melón morado claro. Mientras me atiborro, observo la salida del sol sobre el
Capitolio. Me sirvo un segundo plato de cereales calientes cubiertos de
estofado de ternera. Finalmente, lleno uno de los platos con panecillos y me
siento en la mesa, donde me dedico a cortarlos en trocitos y mojarlos en el
chocolate caliente, como había hecho Brittany en el tren.
Empiezo a pensar en mi madre y Mich; ya estarán levantados. Mi madre
preparará el desayuno de gachas y Mich ordeñará su cabra antes de irse al
colegio. Hace tan sólo dos mañanas, yo estaba en casa. ¿Dos? Sí, sólo dos.
Ahora la casa me parece vacía, incluso desde tan lejos. ¿Qué dijeron anoche
sobre mi fogoso debut en los juegos? ¿Les dio esperanzas o se asustaron más
al ver la realidad de aquellos veinticuatro tributos juntos, sabiendo que sólo uno
podría sobrevivir?
Sue y Brittany entran en el comedor y me dan los buenos días, para
después pasar a llenarse los platos. Me irrita que Brittany lleve exactamente la
misma ropa que yo; tengo que comentarle algo a Kurt, porque este juego de
las gemelas nos va a estallar en la cara cuando empiece la competición;
seguro que lo saben. Entonces recuerdo que Sue me dijo que hiciera todo
lo que me ordenasen los estilistas. De haber sido otra persona y no Kurt,
habría sentido la tentación de no hacerle caso, pero después del triunfo de
anoche no tengo mucho que criticar.
El entrenamiento me pone nerviosa. Hay tres días para que todos los
tributos practiquen juntos. La última tarde tendremos la oportunidad de actuar
en privado delante de los Vigilantes de los juegos. La idea de encontrarme cara
a cara con los demás tributos me revuelve las tripas; empiezo a darle vueltas al
panecillo que acabo de coger de la cesta, pero se me ha quitado el apetito.
Después de comerse varios platos de estofado, Sue suspira,
satisfecha, saca una petaca del bolsillo, le da un buen trago y apoya los codos
en la mesa.
-Bueno, vayamos al asunto: el entrenamiento. En primer lugar, si queréis,
podéis entrenaros por separado. Decididlo ahora...
-¿Por qué íbamos a querer hacerlo por separado?...-pregunto.
-Supón que tienes una habilidad secreta que no quieres que conozcan los
demás...
-No tengo ninguna...-dice Brittany, en respuesta a mi mirada-... Y ya sé cuál
es la tuya, ¿no? Me he comido más de una de tus ardillas...
No se me había ocurrido que Brittany probase las ardillas que yo cazaba;
siempre me había imaginado que el panadero las freía en secreto para
comérselas él. No por glotonería, sino porque las familias de la ciudad suelen
comer la carne de la carnicera, que es más cara: ternera, pollo y caballo.
-Puedes entrenarnos juntas...-le digo a Sue. Brittany asiente.
-De acuerdo, pues dadme alguna idea de lo que sabéis hacer...
-Yo no sé hacer nada.. -responde Brittany-, a no ser que cuente el saber
hacer pan...
-Lo siento, pero no cuenta. Santana, ya sé que eres buena con el cuchillo...
-La verdad es que no, pero sé cazar. Con arco y flechas...
-¿Y se te da bien?.. -pregunta Sue. Tengo que pensármelo. Llevo
cuatro años encargándome de poner comida en la mesa, lo que no es moco de
pavo. No soy tan buena como mi padre, pero él tenía más práctica. Apunto
mejor que Puck, pero yo tengo más práctica; él es un genio de las trampas.
-No se me da mal... -respondo.
-Es excelente...-dice Brittany-.... Mi padre le compra las ardillas y siempre
comenta que la flecha nunca agujerea el cuerpo, siempre le da en un ojo. Igual
con los conejos que le vende a la carnicera, y hasta es capaz de cazar ciervos...
Esta evaluación de mis habilidades me pilla completamente desprevenida.
En primer lugar, el hecho de que se haya dado cuenta, y, en segundo, que me
esté halagando así.
-¿Qué haces?...-le pregunto, suspicaz.
-¿Y qué haces tú? Si quieres que Sue te ayude, tiene que saber de
lo que eres capaz. No te subestimes...
-¿Y tú qué?...-pregunto, a la defensiva; por algún motivo, su comentario
me sienta mal-... Te he visto en el mercado, puedes levantar sacos de harina de
cuarenta y cinco kilos. Díselo. Sí que sabes hacer algo....
-Sí, y seguro que el estadio estará lleno de sacos de harina para que se
los lance a la gente . No es como que se me dé bien manejar armas, ya lo sabes...
-Es muy flexible...-le digo a Sue-....Quedó segunda en una competición de baile
en el colegio del año pasado, por detrás de su hermana...
-¿Y de qué sirve eso? ¿Cuántas veces has visto matar a alguien con un baile?..
-pregunta Brittany, disgustada.
-Siempre está el combate cuerpo a cuerpo, ser flexible y fuerte te ayuda.
Sólo necesitas hacerte con un cuchillo y, al menos, tendrás una oportunidad. Ademas eres muy rapida podrias desaparecer de la vista de cualquiera. En cambio a mi si me atrapan, ¡estoy muerta!...
Noto que empiezo a subir el tono.
-¡Pero no lo harán! Estarás viviendo en lo alto de un árbol, alimentándote
de ardillas crudas y disparando flechas a la gente... ¿Sabes qué me dijo mi
madre cuando vino a despedirse, como si quisiera darme ánimos?... Me dijo que
quizá el Distrito 12 tuviese por fin una ganadora este año. Entonces me di cuenta
de que no se refería a mí. ¡Se refería a ti!...-estalla Brittany.
-Vamos, se refería a ti... -digo, quitándole importancia con un gesto de la
mano.
-Dijo: "Esa chica sí que es una superviviente". Esa chica...
Eso me detiene en seco. ¿De verdad le dijo su madre eso sobre mí? ¿Me
valoraba más que a su hija? Veo el dolor en los ojos de Brittany y sé que no me
miente.
De repente, me encuentro detrás de la panadería, y siento la tripa vacía y
el frío de la lluvia bajándome por la espalda; cuando vuelvo a hablar, parece
que tengo once años:
-Pero sólo porque alguien me ayudó...
Los ojos de Brittany se clavan en el panecillo que tengo en la mano, y yo sé
que también recuerda aquel día. Sin embargo, se encoge de hombros.
-La gente te ayudará en el estadio. Estarán deseando patrocinarte...
-Igual que a ti..
-No lo entiende... -dice Brittany, dirigiéndose a Sue y poniendo los ojos
en blanco-...No entiende el efecto que ejerce en los demás....
Acaricia los nudos de la madera de la mesa y se niega a mirarme.
¿Qué narices quiere decir? ¿Que la gente me ayuda? ¡Cuando me moría
de hambre no me ayudó nadie! Nadie salvo ella. Las cosas cambiaron una vez
tuve algo con lo que comerciar; soy buena negociando..., ¿o no? ¿Qué efecto
ejerzo en la gente? ¿Creen que soy débil y necesitada? ¿Está insinuando que
consigo buenos tratos porque le doy pena a la gente? Intento analizar si es
cierto. Quizás algunos de los comerciantes fuesen algo generosos en los
trueques, pero siempre lo había atribuido a su larga relación con mi padre.
Además, mis presas son de primera calidad. ¡No le doy pena a nadie!
Miro con rabia el panecillo, segura de que lo ha dicho para insultarme.
Al cabo de un minuto, Sue interviene.
-Bueno, de acuerdo. Bien, bien, bien... Santana, no podemos garantizar que
encuentres arcos y flechas en el estadio, pero, durante tu sesión privada con
los Vigilantes, enséñales lo que sabes hacer. Hasta entonces, mantente lejos
de los arcos. ¿Se te dan bien las trampas?..
-Sé unas cuantas básicas.. -mascullo.
-Eso puede ser importante para la comida.. -dice Sue-.... Y, Brittany, ella
tiene razón: no subestimes el valor de la fuerza en el campo de batalla. A
menudo la fuerza física le da la ventaja definitiva a un jugador. En el Centro de
Entrenamiento tendrán pesas, pero no les muestres a los demás tributos lo que
eres capaz de levantar. El plan será igual para las dos: id a los entrenamientos
en grupo; pasad algún tiempo aprendiendo algo que no sepáis; tirad lanzas,
utilizad mazas o aprended a hacer buenos nudos. Sin embargo, guardaos lo
que mejor se os dé para las sesiones privadas. ¿Está claro?... -Brittany y yo
asentimos-...Una última cosa. En público, quiero que estéis juntas en todo
momento... -Las dos empezamos a protestar, y Sue golpea la mesa con la
palma de la mano-.... ¡En todo momento! ¡Fin de la discusión! ¡Acordasteis
hacer lo que yo dijera! Estaréis juntas y seréis amables la una con la otra.
Ahora, salid de aquí. Reuníos con Berry en el ascensor a las diez para el
entrenamiento....
Me muerdo el labio y vuelvo de mal humor a mi habitación, asegurándome
de que Brittany pueda oír que cierro de un portazo. Me siento en la cama,
odiando a Sue, odiando a Brittany, odiándome a mí misma por mencionar
aquel día lejano bajo la lluvia.
¡Menuda broma! ¡Brittany y yo fingiendo ser amigas! Ensalzamos las
habilidades de la otra, insistimos en que no se subestime... Debe de ser una
broma, porque en algún momento tendremos que abandonar la farsa y aceptar
que somos adversarias a muerte. Estaría dispuesta a hacerlo ahora mismo, si
no fuese por la estúpida orden de Sue, que nos obliga a permanecer
juntas durante el entrenamiento. Supongo que es culpa mía por decirle que no
tenía por qué entrenarnos por separado. Sin embargo, eso no quiere decir que
quiera hacerlo todo con Brittany, quien, por cierto, está claro que tampoco quiere
tenerme de compañera.
Oigo en mi cabeza la voz de Brittany: "No entiende el efecto que ejerce en
los demás". Lo decía para menospreciarme, ¿no? Aunque una diminuta parte
de mí se pregunta si no sería un piropo, si no querría decir que tengo algún tipo
de atractivo. Es raro que me haya prestado tanta atención, como, por ejemplo,
con lo de la caza. Y, al parecer, yo tampoco era tan ajena a ella como creía: la
harina, el baile, el verla correr... Le he seguido la pista a la chica del pan. A veces
cuando la veia hacer su rutina diaria, la seguia desde lejos sin que se de cuenta
para ver cual de las dos era mas rapida, aunque se me da bien la velocidad nunca
la pude alcanzar, siempre la perdia de vista luego de unos minutos, era divertido,
nunca se lo dije a nadie ni siquiera a Puck, el me diria que era raro seguir a
alquien tratando de alcanzarla, y bueno tal vez lo sea, pero nadie tendria que saberlo.
..........................................
Son casi las diez. Me cepillo los dientes y me peino de nuevo. Los nervios
por encontrarme con los demás tributos bloquean temporalmente el enfado,
aunque ahora noto que aumenta mi ansiedad. Cuando me reúno con Rachel y
Brittany en el ascensor, noto que me estoy mordiendo las uñas y paro de
inmediato.
Las salas de entrenamiento están bajo el nivel del suelo de nuestro
edificio. El trayecto en ascensor es de menos de un minuto, y después las
puertas se abren para dejarnos ver un gimnasio lleno de armas y pistas de
obstáculos. Todavía no son las diez, pero somos las últimos en llegar. Los
otros tributos están reunidos en un círculo muy tenso, con un trozo de tela
prendido a la camisa en el que se puede leer el número de su distrito. Mientras
alguien me pone el número doce en la espalda, hago una evaluación rápida:
Brittany y yo somos la única pareja que va vestida de la misma forma.
En cuanto nos unimos al círculo, la entrenadora jefe, una mujer alta y
atlética llamada Atala, da un paso adelante y nos empieza a explicar el horario
de entrenamiento. En cada puesto habrá un experto en la habilidad en
cuestión, y nosotros podremos ir de una zona a otra como queramos, según las
instrucciones de nuestros mentores. Algunos puestos enseñan tácticas de
supervivencia y otros técnicas de lucha. Está prohibido realizar ejercicios de
combate con otro tributo. Tenemos ayudantes a mano si queremos practicar
con un compañero.
Cuando Atala empieza a leer la lista de habilidades, no puedo evitar
fijarme en los demás chicos. Es la primera vez que estamos reunidos en tierra
firme y con ropa normal. Se me cae el alma a los pies: casi todos los chicos, y
al menos la mitad de las chicas, son más grandes que yo, aunque muchos han
pasado hambre. Se les nota en los huesos, en la piel, en la mirada vacía.
Puede que yo sea más bajita de nacimiento, pero, en general, el ingenio de mi
familia me da una ventaja en el estadio. Me pongo derecha y sé que, aunque
esté delgada, soy fuerte; la carne y las plantas del bosque, junto con el ejercicio
necesario para conseguirlas, me han proporcionado un cuerpo más sano que
los que veo a mi alrededor.
Las excepciones son los chicos de los distritos más ricos, los voluntarios, a
los que alimentan y entrenan toda la vida para este momento. Los tributos del
1, 2 y 4 suelen tener ese aspecto. En teoría, va contra las reglas entrenar a los
tributos antes de llegar al Capitolio, cosa que sucede todos los años. En el
Distrito 12 los llamamos tributos profesionales o sólo profesionales, y casi
siempre son los que ganan.
La ligera ventaja que tenía al entrar en el Centro de Entrenamiento, mi
fogoso debút de anoche, parece desvanecerse ante mis competidores. Los
otros tributos nos tenían celos, pero no porque fuésemos asombrosas, sino
porque lo eran nuestros estilistas. Ahora no veo nada más que desprecio en las
caras de los tributos profesionales. Cualquiera de ellos pesa de veinte a
cuarenta kilos más que yo, y proyectan arrogancia y brutalidad.
Cuando Atala nos deja marchar, van directos a las armas de aspecto más
mortífero del gimnasio y las manejan con soltura. Estoy pensando que es una
suerte que se me dé bien correr, cuando Brittany me da un codazo y yo pego un bote.
Sigue a mi lado, como nos ha dicho Sue.
-¿Por dónde te gustaría empezar?...-me pregunta, seria.
Echo un vistazo a los tributos profesionales, que presumen de su habilidad
en un claro intento de intimidar a los demás. Después a los otros, los
desnutridos y los incompetentes, que reciben sus primeras clases de cuchillo o
hacha sin dejar de temblar.
-¿Y si atamos unos cuantos nudos?...
-Buena idea... -contesta Brittany.
Nos acercamos a un puesto vacío. El entrenador parece encantado de
tener alumnos; da la impresión de que la clase de hacer nudos no está
teniendo mucho éxito. Cuando ve que sé algo sobre trampas, nos enseña una
sencilla y magnífica que dejaría a un competidor humano colgado de un árbol
por la pierna. Nos concentramos en ella durante una hora hasta que las dos
dominamos la técnica y pasamos al puesto de camuflaje. Brittany parece
disfrutar de verdad con él y se dedica a mezclar lodo, arcilla y jugos de bayas
sobre su pálida piel, y a trenzar disfraces con vides y hojas. El entrenador que
dirige el puesto está entusiasmado con su trabajo.
-Yo hago los pasteles.. -me confiesa Brittany.
-¿Los pasteles?...-pregunto, porque estaba ocupada observando al chico
del Distrito 2, que acababa de atravesar el corazón de un muñeco con una
lanza a trece metros de distancia-... ¿Qué pasteles?...
-En casa. Los glaseados, para la panadería...
Se refiere a los que tienen en exposición en los escaparates de la tienda:
pasteles elegantes con flores y cosas bonitas pintadas en el glaseado. Son
para cumpleaños y Año Nuevo. Cuando estamos en la plaza, Mich siempre me
arrastra hasta allí para admirarlos, aunque nunca hemos podido permitirnos
uno. Sin embargo, en el Distrito 12 hay poca belleza, así que no puedo negarle
ese gusto.
Empiezo a mirar con un ojo más crítico el diseño del brazo de Brittany: el
dibujo, que alterna luz y sombras, recuerda a la luz del sol atravesando las
hojas de los bosques. Me pregunto cómo lo sabe, y recuerdo las veses que
la encontraba colinas arriba trotando o corriendo. Pero nunca la he visto detenerce a apreciar siquiera los arboles, como para saber todo eso¿Lo habrá sacado con tan sólo mirar el viejo y esquelético manzano que tiene en su patio? No sé por qué, pero todo esto (su habilidad, los pasteles inaccesibles, las alabanzas de la experta en camuflaje) me molesta.
-Es encantador, aunque no sé si podrás glasear a alguien hasta la muerte...
-No te lo creas tanto. Nunca se sabe qué te puedes encontrar en el campo
de batalla. ¿Y si es una tarta gigante...?.. -empieza a decir Brittany.
-¿Y si seguimos?.. -la interrumpo.
Los tres días siguientes nos dedicamos a visitar con mucha tranquilidad los
puestos. Aprendemos algunas cosas útiles, desde hacer fuego hasta tirar
cuchillos, pasando por fabricar refugios. A pesar de la orden de Sue de
parecer mediocres, Brittany sobresale en el combate cuerpo a cuerpo y yo arraso
sin despeinarme en la prueba de plantas comestibles. Eso sí, nos mantenemos
bien lejos de los arcos y las pesas, porque queremos reservarlo para las sesiones privadas.
Los Vigilantes aparecen nada más comenzar el primer día. Son unos
veinte hombres y mujeres vestidos con túnicas de color morado intenso. Se
sientan en las gradas que rodean el gimnasio, a veces dan vueltas para
observarnos y tomar notas, y otras veces comen del interminable banquete que
han preparado para ellos, sin hacernos caso. Sin embargo, parecen no
quitarnos los ojos de encima a las tributos del Distrito 12. A veces levanto la
cabeza y veo a uno de ellos mirándome. También hablan con los entrenadores
durante nuestras comidas y los vemos a todos reunidos cuando volvemos.
Tomamos el desayuno y la cena en nuestra planta, pero a mediodía
comemos los veinticuatro en el comedor del gimnasio. Colocan la comida en
carros alrededor de la sala y cada uno se sirve lo que quiere. Los tributos
profesionales tienden a reunirse en torno a una mesa, haciendo mucho ruido,
como si desearan demostrar su superioridad, que no tienen miedo de nadie y
que a los demás nos consideran insignificantes. Casi todos los demás tributos
se sientan solos, como ovejas perdidas. Nadie nos dice nada; Brittany y yo
comemos juntas, y, como Sue no deja de insistir en ello, intentamos
mantener una conversación amistosa durante las comidas.
No es fácil encontrar un tema: hablar de casa resulta doloroso; hablar del
presente es insoportable. Un día Brittany vacía nuestra cesta del pan y comenta
que han procurado incluir panes de todos los distritos, además del refinado pan
del Capitolio. La barra con forma de pez y teñida de verde con algas es del
Distrito 4; el rollo con forma de media luna y semillas, del Distrito 11. Por algún
motivo, aunque estén hechos de lo mismo, me parecen mucho más apetitosos
que las feas galletas fritas que solemos tomar en casa.
-Y eso es todo... -dice Brittany, volviendo a meter el pan en la cesta.
-Tú sí que sabes....
-Sólo de pan. Vale, ríete como si hubiese dicho algo gracioso... -Las dos
dejamos escapar una carcajada más o menos convincente y no hacemos caso
de las miradas que nos dirigen los demás-...De acuerdo, seguiré sonriendo
amablemente mientras hablas tú... -dice Brittany.
La orden de Sue de que parezcamos amigas nos está desgastando a
las dos, porque, desde que di el portazo, se ha levantado una barrera entre
nosotras. En fin, tenemos que obedecer.
-¿Te he contado ya que una vez me persiguió un oso?...
-No, pero suena fascinante...
Intento poner cara de interés mientras recuerdo el suceso, una historia
real, en la que reté como una idiota a un oso negro por el derecho a quedarme
con una colmena. Brittany se ríe y me hace preguntas en el momento preciso;
esto se le da mucho mejor que a mí.
.............................................
El segundo día, mientras estamos intentando el tiro de lanza, me susurra:
-Creo que tenemos una sombra...
Lanzo y veo que no se me da demasiado mal, siempre que no esté muy
lejos; entonces localizo al niño del Distrito 11 detrás de nosotras,
observándonos. Es el de doce años, el que me recordaba tanto a Mich por su
estatura. De cerca aparenta sólo diez; sus ojos son oscuros y brillantes, su piel
es de un marrón sedoso y está ligeramente de puntillas, con los brazos
extendidos junto a los costados, como si estuviese listo para salir volando ante
cualquier sonido. Es imposible mirarlo y no pensar en un pájaro.
Cojo otra lanza mientras Brittany tira.
-Creo que se llama Rey... -me dice en voz baja.
Me muerdo el labio. Rey..., Mich... Ninguno pasa de los treinta kilos, ni empapados de agua.
-¿Qué podemos hacer?.. -le pregunto, en un tono más duro de lo que
pretendo.
-Nada, sólo hablar...
Ahora que sé que está aquí, me resulta difícil no hacer caso del niño. Se
acerca con sigilo y se une a nosotras en distintos puestos; como a mí, se le dan
bien las plantas, trepa con habilidad y tiene buena puntería. Acierta siempre
con la honda, aunque ¿de qué sirve una honda contra un chico de cien kilos
con una espada?
De vuelta en la planta del Distrito 12, Sue y Rachel nos acribillan a
preguntas durante el desayuno y la cena sobre todo lo ocurrido a lo largo del
día: qué hemos hecho, quién nos ha observado, cómo son los demás tributos.
Kurt y Mercedes no están por aquí, así que no hay nadie que aporte algo de
cordura a las comidas; tampoco es que Sue y Rachel sigan peleándose,
sino todo lo contrario: parecen haber hecho las pases y estan decididas a
prepararnos como sea. Están llenas de interminables instrucciones sobre qué
deberíamos hacer y qué no durante los entrenamientos. Brittany tiene más
paciencia; yo estoy harta y me vuelvo mal educada.
Cuando por fin escapo a la cama la segunda noche, Brittany masculla:
-Alguien debería darle una copa a Sue...
Dejo escapar un ruido que está a medio camino entre un bufido y una
carcajada, pero después me contengo. Intentar saber cuándo somos
supuestamente amigas y cuándo no me está volviendo loca. Al menos en el
estadio estará claro lo que hay.
-No, no finjamos si no hay nadie delante.
-Vale, Santana... -responde ella, con cansancio.
Después de eso sólo hablamos delante de los demás.
...................................
El tercer día de entrenamiento empiezan a llamarnos a la hora de la
comida para nuestras sesiones privadas con los Vigilantes. Distrito a distrito,
primero la chica y luego el chico. Como siempre, el Distrito 12 se queda para el
final, así que esperamos en el comedor, sin saber bien qué hacer. Nadie
regresa después de la sesión. Conforme se vacía la sala, la presión por
parecer amigas se aligera y, cuando por fin llaman a Rey, nos quedamos solas.
Permanecemos sentadas, en silencio sin saber al cual de las dos van
a llamar primera, hasta que llaman a Brittany y ella se levanta.
-Recuerda lo que dijo Sue sobre tirar las pesas.. -dice mi boca sin
pedirme permiso.
-Gracias, lo haré. Y tú... dispara bien....
Asiento con la cabeza; no sé por qué no he dicho nada, aunque, si pierdo, me
gustaría que Brittany ganase. Sería mejor para nuestro distrito, mejor para Mich y mi madre.
Después de quince minutos, me llaman. Me aliso el pelo, enderezo los
hombros y entro en el gimnasio. Al instante, sé que tengo problemas, porque
los Vigilantes llevan demasiado tiempo aquí dentro y ya han visto otras
veintitrés demostraciones. Además, casi todos han bebido demasiado vino y
quieren irse a casa de una vez.
No puedo hacer más que seguir con el plan: me dirijo al puesto de tiro con
arco. ¡Ah, las armas! ¡Llevo días deseando ponerles las manos encima! Arcos
hechos de madera, plástico, metal y materiales que ni siquiera sé nombrar.
Flechas con plumas cortadas en líneas perfectamente uniformes. Escojo un
arco, lo tenso y me echo al hombro el carcaj de flechas a juego. Hay un campo
de tiro que me parece demasiado limitado, dianas estándar y siluetas humanas.
Me dirijo al centro del gimnasio y escojo el primer objetivo: el muñeco de las
prácticas de cuchillo. Sin embargo, cuando empiezo a tirar de la flecha, sé que
algo va mal: la cuerda está más tensa que la de los arcos de casa y la flecha es
más rígida. Me quedo a cinco centímetros de darle al muñeco y pierdo la poca
atención que me había ganado. Durante un instante me siento humillada, pero
después vuelvo a la diana, y disparo una y otra vez hasta que me acostumbro a
las armas nuevas.
De vuelta al centro del gimnasio, me pongo en la posición inicial y le doy al
muñeco justo en el corazón. Después corto la cuerda que sostiene el saco de
arena para boxear. Sin detenerme, ruedo por el suelo, me levanto apoyada en
una rodilla y disparo una flecha a una de las luces colgantes del alto techo del
gimnasio, provocando una lluvia de chispas.
Ha sido una exhibición excelente. Me vuelvo hacia los Vigilantes y veo que
algunos me dan su aprobación, pero que la mayoría sigue concentrada en un
cerdo asado que acaba de llegar a la mesa.
De repente, me pongo furiosa, me quema la sangre, con mi vida en
juego, ni siquiera tengan la decencia de prestarme atención, que me eclipse un
cerdo muerto. Empieza a latirme el corazón muy deprisa, me arde la cara y, sin
pensar, saco una flecha del carcaj y la envió directamente a la mesa de los
Vigilantes. Oigo gritos de alarma y veo que la gente retrocede, pasmada; la
flecha da en la manzana que tiene el cerdo en la boca y la clava en la pared
que hay detrás.
Todos me miran, incrédulos.
-Gracias por su tiempo... -digo; después hago una breve reverencia y me
dirijo a la salida sin esperar a que me den permiso.
.......................................................................................................
...Holisssss... aca vengo con otro capitulo, ahora van a tener q esperar hasta el viernes que actualice.. grax Naty x la buena onda siempre ;) espero q sigan enganchadas todas... cada personaje esta puesto a los q veia q mejor podian encarnarlos, y al parecer hay muchas similitudes entre ellos q bueno q sepa q les estoy pegando con cada uno jajaja... el juego entre ellas recien comienza, y Santana es asi, le va a costar confiar en ella, ya vas a ver...
nos estamos viendo..
Besotes..(^_^)...
Mi noche se llena de sueños inquietantes. La cara de la chica pelirroja se
entremezcla con imágenes sangrientas de los anteriores Juegos del Hambre,
con mi madre retraída e inalcanzable, y con Mich escuálido y aterrorizado. Me
despierto gritándole a mi padre que corra, justo antes de que la mina estalle en
un millón de mortíferas chispas de luz.
El alba empieza a entrar por las ventanas, y el Capitolio tiene un aire
brumoso y encantado. Me duele la cabeza y me parece que me he mordido el
interior de la mejilla por la noche; lo compruebo con la lengua y noto el sabor a
sangre.
Salgo de la cama poco a poco y me meto en la ducha, donde pulso
botones al azar en el panel de control y termino dando saltitos para soportar los
chorros alternos de agua helada y agua abrasadora que me atacan. Después
me cae una avalancha de espuma con olor a limón que al final tengo que
rasparme del cuerpo con un cepillo de cerdas duras. En fin, al menos me ha
puesto la circulación en marcha.
Después de secarme e hidratarme con crema, encuentro un traje que me
han dejado delante del armario: pantalones negros ajustados, una túnica de
manga larga color burdeos y zapatos de cuero. Me recojo el pelo en una
trenza. Es la primera vez, desde la mañana de la cosecha, que me parezco a
mí misma: nada de peinados y ropa elegantes, nada de capas en llamas, sólo
yo, con el aspecto que tendría si fuera al bosque. Eso me calma.
Sue no nos había dado una hora exacta para desayunar y nadie me
había llamado, pero tengo tanta hambre que me dirijo al comedor esperando
encontrar comida. Lo que encuentro no me decepciona: aunque la mesa
principal está vacía, en una larga mesa de un lateral hay al menos veinte
platos. Un joven, un avox, espera instrucciones junto al banquete. Cuando le
pregunto si puedo servirme yo misma, asiente. Me preparo un plato con
huevos, salchichas, pasteles cubiertos de confitura de naranja y rodajas de
melón morado claro. Mientras me atiborro, observo la salida del sol sobre el
Capitolio. Me sirvo un segundo plato de cereales calientes cubiertos de
estofado de ternera. Finalmente, lleno uno de los platos con panecillos y me
siento en la mesa, donde me dedico a cortarlos en trocitos y mojarlos en el
chocolate caliente, como había hecho Brittany en el tren.
Empiezo a pensar en mi madre y Mich; ya estarán levantados. Mi madre
preparará el desayuno de gachas y Mich ordeñará su cabra antes de irse al
colegio. Hace tan sólo dos mañanas, yo estaba en casa. ¿Dos? Sí, sólo dos.
Ahora la casa me parece vacía, incluso desde tan lejos. ¿Qué dijeron anoche
sobre mi fogoso debut en los juegos? ¿Les dio esperanzas o se asustaron más
al ver la realidad de aquellos veinticuatro tributos juntos, sabiendo que sólo uno
podría sobrevivir?
Sue y Brittany entran en el comedor y me dan los buenos días, para
después pasar a llenarse los platos. Me irrita que Brittany lleve exactamente la
misma ropa que yo; tengo que comentarle algo a Kurt, porque este juego de
las gemelas nos va a estallar en la cara cuando empiece la competición;
seguro que lo saben. Entonces recuerdo que Sue me dijo que hiciera todo
lo que me ordenasen los estilistas. De haber sido otra persona y no Kurt,
habría sentido la tentación de no hacerle caso, pero después del triunfo de
anoche no tengo mucho que criticar.
El entrenamiento me pone nerviosa. Hay tres días para que todos los
tributos practiquen juntos. La última tarde tendremos la oportunidad de actuar
en privado delante de los Vigilantes de los juegos. La idea de encontrarme cara
a cara con los demás tributos me revuelve las tripas; empiezo a darle vueltas al
panecillo que acabo de coger de la cesta, pero se me ha quitado el apetito.
Después de comerse varios platos de estofado, Sue suspira,
satisfecha, saca una petaca del bolsillo, le da un buen trago y apoya los codos
en la mesa.
-Bueno, vayamos al asunto: el entrenamiento. En primer lugar, si queréis,
podéis entrenaros por separado. Decididlo ahora...
-¿Por qué íbamos a querer hacerlo por separado?...-pregunto.
-Supón que tienes una habilidad secreta que no quieres que conozcan los
demás...
-No tengo ninguna...-dice Brittany, en respuesta a mi mirada-... Y ya sé cuál
es la tuya, ¿no? Me he comido más de una de tus ardillas...
No se me había ocurrido que Brittany probase las ardillas que yo cazaba;
siempre me había imaginado que el panadero las freía en secreto para
comérselas él. No por glotonería, sino porque las familias de la ciudad suelen
comer la carne de la carnicera, que es más cara: ternera, pollo y caballo.
-Puedes entrenarnos juntas...-le digo a Sue. Brittany asiente.
-De acuerdo, pues dadme alguna idea de lo que sabéis hacer...
-Yo no sé hacer nada.. -responde Brittany-, a no ser que cuente el saber
hacer pan...
-Lo siento, pero no cuenta. Santana, ya sé que eres buena con el cuchillo...
-La verdad es que no, pero sé cazar. Con arco y flechas...
-¿Y se te da bien?.. -pregunta Sue. Tengo que pensármelo. Llevo
cuatro años encargándome de poner comida en la mesa, lo que no es moco de
pavo. No soy tan buena como mi padre, pero él tenía más práctica. Apunto
mejor que Puck, pero yo tengo más práctica; él es un genio de las trampas.
-No se me da mal... -respondo.
-Es excelente...-dice Brittany-.... Mi padre le compra las ardillas y siempre
comenta que la flecha nunca agujerea el cuerpo, siempre le da en un ojo. Igual
con los conejos que le vende a la carnicera, y hasta es capaz de cazar ciervos...
Esta evaluación de mis habilidades me pilla completamente desprevenida.
En primer lugar, el hecho de que se haya dado cuenta, y, en segundo, que me
esté halagando así.
-¿Qué haces?...-le pregunto, suspicaz.
-¿Y qué haces tú? Si quieres que Sue te ayude, tiene que saber de
lo que eres capaz. No te subestimes...
-¿Y tú qué?...-pregunto, a la defensiva; por algún motivo, su comentario
me sienta mal-... Te he visto en el mercado, puedes levantar sacos de harina de
cuarenta y cinco kilos. Díselo. Sí que sabes hacer algo....
-Sí, y seguro que el estadio estará lleno de sacos de harina para que se
los lance a la gente . No es como que se me dé bien manejar armas, ya lo sabes...
-Es muy flexible...-le digo a Sue-....Quedó segunda en una competición de baile
en el colegio del año pasado, por detrás de su hermana...
-¿Y de qué sirve eso? ¿Cuántas veces has visto matar a alguien con un baile?..
-pregunta Brittany, disgustada.
-Siempre está el combate cuerpo a cuerpo, ser flexible y fuerte te ayuda.
Sólo necesitas hacerte con un cuchillo y, al menos, tendrás una oportunidad. Ademas eres muy rapida podrias desaparecer de la vista de cualquiera. En cambio a mi si me atrapan, ¡estoy muerta!...
Noto que empiezo a subir el tono.
-¡Pero no lo harán! Estarás viviendo en lo alto de un árbol, alimentándote
de ardillas crudas y disparando flechas a la gente... ¿Sabes qué me dijo mi
madre cuando vino a despedirse, como si quisiera darme ánimos?... Me dijo que
quizá el Distrito 12 tuviese por fin una ganadora este año. Entonces me di cuenta
de que no se refería a mí. ¡Se refería a ti!...-estalla Brittany.
-Vamos, se refería a ti... -digo, quitándole importancia con un gesto de la
mano.
-Dijo: "Esa chica sí que es una superviviente". Esa chica...
Eso me detiene en seco. ¿De verdad le dijo su madre eso sobre mí? ¿Me
valoraba más que a su hija? Veo el dolor en los ojos de Brittany y sé que no me
miente.
De repente, me encuentro detrás de la panadería, y siento la tripa vacía y
el frío de la lluvia bajándome por la espalda; cuando vuelvo a hablar, parece
que tengo once años:
-Pero sólo porque alguien me ayudó...
Los ojos de Brittany se clavan en el panecillo que tengo en la mano, y yo sé
que también recuerda aquel día. Sin embargo, se encoge de hombros.
-La gente te ayudará en el estadio. Estarán deseando patrocinarte...
-Igual que a ti..
-No lo entiende... -dice Brittany, dirigiéndose a Sue y poniendo los ojos
en blanco-...No entiende el efecto que ejerce en los demás....
Acaricia los nudos de la madera de la mesa y se niega a mirarme.
¿Qué narices quiere decir? ¿Que la gente me ayuda? ¡Cuando me moría
de hambre no me ayudó nadie! Nadie salvo ella. Las cosas cambiaron una vez
tuve algo con lo que comerciar; soy buena negociando..., ¿o no? ¿Qué efecto
ejerzo en la gente? ¿Creen que soy débil y necesitada? ¿Está insinuando que
consigo buenos tratos porque le doy pena a la gente? Intento analizar si es
cierto. Quizás algunos de los comerciantes fuesen algo generosos en los
trueques, pero siempre lo había atribuido a su larga relación con mi padre.
Además, mis presas son de primera calidad. ¡No le doy pena a nadie!
Miro con rabia el panecillo, segura de que lo ha dicho para insultarme.
Al cabo de un minuto, Sue interviene.
-Bueno, de acuerdo. Bien, bien, bien... Santana, no podemos garantizar que
encuentres arcos y flechas en el estadio, pero, durante tu sesión privada con
los Vigilantes, enséñales lo que sabes hacer. Hasta entonces, mantente lejos
de los arcos. ¿Se te dan bien las trampas?..
-Sé unas cuantas básicas.. -mascullo.
-Eso puede ser importante para la comida.. -dice Sue-.... Y, Brittany, ella
tiene razón: no subestimes el valor de la fuerza en el campo de batalla. A
menudo la fuerza física le da la ventaja definitiva a un jugador. En el Centro de
Entrenamiento tendrán pesas, pero no les muestres a los demás tributos lo que
eres capaz de levantar. El plan será igual para las dos: id a los entrenamientos
en grupo; pasad algún tiempo aprendiendo algo que no sepáis; tirad lanzas,
utilizad mazas o aprended a hacer buenos nudos. Sin embargo, guardaos lo
que mejor se os dé para las sesiones privadas. ¿Está claro?... -Brittany y yo
asentimos-...Una última cosa. En público, quiero que estéis juntas en todo
momento... -Las dos empezamos a protestar, y Sue golpea la mesa con la
palma de la mano-.... ¡En todo momento! ¡Fin de la discusión! ¡Acordasteis
hacer lo que yo dijera! Estaréis juntas y seréis amables la una con la otra.
Ahora, salid de aquí. Reuníos con Berry en el ascensor a las diez para el
entrenamiento....
Me muerdo el labio y vuelvo de mal humor a mi habitación, asegurándome
de que Brittany pueda oír que cierro de un portazo. Me siento en la cama,
odiando a Sue, odiando a Brittany, odiándome a mí misma por mencionar
aquel día lejano bajo la lluvia.
¡Menuda broma! ¡Brittany y yo fingiendo ser amigas! Ensalzamos las
habilidades de la otra, insistimos en que no se subestime... Debe de ser una
broma, porque en algún momento tendremos que abandonar la farsa y aceptar
que somos adversarias a muerte. Estaría dispuesta a hacerlo ahora mismo, si
no fuese por la estúpida orden de Sue, que nos obliga a permanecer
juntas durante el entrenamiento. Supongo que es culpa mía por decirle que no
tenía por qué entrenarnos por separado. Sin embargo, eso no quiere decir que
quiera hacerlo todo con Brittany, quien, por cierto, está claro que tampoco quiere
tenerme de compañera.
Oigo en mi cabeza la voz de Brittany: "No entiende el efecto que ejerce en
los demás". Lo decía para menospreciarme, ¿no? Aunque una diminuta parte
de mí se pregunta si no sería un piropo, si no querría decir que tengo algún tipo
de atractivo. Es raro que me haya prestado tanta atención, como, por ejemplo,
con lo de la caza. Y, al parecer, yo tampoco era tan ajena a ella como creía: la
harina, el baile, el verla correr... Le he seguido la pista a la chica del pan. A veces
cuando la veia hacer su rutina diaria, la seguia desde lejos sin que se de cuenta
para ver cual de las dos era mas rapida, aunque se me da bien la velocidad nunca
la pude alcanzar, siempre la perdia de vista luego de unos minutos, era divertido,
nunca se lo dije a nadie ni siquiera a Puck, el me diria que era raro seguir a
alquien tratando de alcanzarla, y bueno tal vez lo sea, pero nadie tendria que saberlo.
..........................................
Son casi las diez. Me cepillo los dientes y me peino de nuevo. Los nervios
por encontrarme con los demás tributos bloquean temporalmente el enfado,
aunque ahora noto que aumenta mi ansiedad. Cuando me reúno con Rachel y
Brittany en el ascensor, noto que me estoy mordiendo las uñas y paro de
inmediato.
Las salas de entrenamiento están bajo el nivel del suelo de nuestro
edificio. El trayecto en ascensor es de menos de un minuto, y después las
puertas se abren para dejarnos ver un gimnasio lleno de armas y pistas de
obstáculos. Todavía no son las diez, pero somos las últimos en llegar. Los
otros tributos están reunidos en un círculo muy tenso, con un trozo de tela
prendido a la camisa en el que se puede leer el número de su distrito. Mientras
alguien me pone el número doce en la espalda, hago una evaluación rápida:
Brittany y yo somos la única pareja que va vestida de la misma forma.
En cuanto nos unimos al círculo, la entrenadora jefe, una mujer alta y
atlética llamada Atala, da un paso adelante y nos empieza a explicar el horario
de entrenamiento. En cada puesto habrá un experto en la habilidad en
cuestión, y nosotros podremos ir de una zona a otra como queramos, según las
instrucciones de nuestros mentores. Algunos puestos enseñan tácticas de
supervivencia y otros técnicas de lucha. Está prohibido realizar ejercicios de
combate con otro tributo. Tenemos ayudantes a mano si queremos practicar
con un compañero.
Cuando Atala empieza a leer la lista de habilidades, no puedo evitar
fijarme en los demás chicos. Es la primera vez que estamos reunidos en tierra
firme y con ropa normal. Se me cae el alma a los pies: casi todos los chicos, y
al menos la mitad de las chicas, son más grandes que yo, aunque muchos han
pasado hambre. Se les nota en los huesos, en la piel, en la mirada vacía.
Puede que yo sea más bajita de nacimiento, pero, en general, el ingenio de mi
familia me da una ventaja en el estadio. Me pongo derecha y sé que, aunque
esté delgada, soy fuerte; la carne y las plantas del bosque, junto con el ejercicio
necesario para conseguirlas, me han proporcionado un cuerpo más sano que
los que veo a mi alrededor.
Las excepciones son los chicos de los distritos más ricos, los voluntarios, a
los que alimentan y entrenan toda la vida para este momento. Los tributos del
1, 2 y 4 suelen tener ese aspecto. En teoría, va contra las reglas entrenar a los
tributos antes de llegar al Capitolio, cosa que sucede todos los años. En el
Distrito 12 los llamamos tributos profesionales o sólo profesionales, y casi
siempre son los que ganan.
La ligera ventaja que tenía al entrar en el Centro de Entrenamiento, mi
fogoso debút de anoche, parece desvanecerse ante mis competidores. Los
otros tributos nos tenían celos, pero no porque fuésemos asombrosas, sino
porque lo eran nuestros estilistas. Ahora no veo nada más que desprecio en las
caras de los tributos profesionales. Cualquiera de ellos pesa de veinte a
cuarenta kilos más que yo, y proyectan arrogancia y brutalidad.
Cuando Atala nos deja marchar, van directos a las armas de aspecto más
mortífero del gimnasio y las manejan con soltura. Estoy pensando que es una
suerte que se me dé bien correr, cuando Brittany me da un codazo y yo pego un bote.
Sigue a mi lado, como nos ha dicho Sue.
-¿Por dónde te gustaría empezar?...-me pregunta, seria.
Echo un vistazo a los tributos profesionales, que presumen de su habilidad
en un claro intento de intimidar a los demás. Después a los otros, los
desnutridos y los incompetentes, que reciben sus primeras clases de cuchillo o
hacha sin dejar de temblar.
-¿Y si atamos unos cuantos nudos?...
-Buena idea... -contesta Brittany.
Nos acercamos a un puesto vacío. El entrenador parece encantado de
tener alumnos; da la impresión de que la clase de hacer nudos no está
teniendo mucho éxito. Cuando ve que sé algo sobre trampas, nos enseña una
sencilla y magnífica que dejaría a un competidor humano colgado de un árbol
por la pierna. Nos concentramos en ella durante una hora hasta que las dos
dominamos la técnica y pasamos al puesto de camuflaje. Brittany parece
disfrutar de verdad con él y se dedica a mezclar lodo, arcilla y jugos de bayas
sobre su pálida piel, y a trenzar disfraces con vides y hojas. El entrenador que
dirige el puesto está entusiasmado con su trabajo.
-Yo hago los pasteles.. -me confiesa Brittany.
-¿Los pasteles?...-pregunto, porque estaba ocupada observando al chico
del Distrito 2, que acababa de atravesar el corazón de un muñeco con una
lanza a trece metros de distancia-... ¿Qué pasteles?...
-En casa. Los glaseados, para la panadería...
Se refiere a los que tienen en exposición en los escaparates de la tienda:
pasteles elegantes con flores y cosas bonitas pintadas en el glaseado. Son
para cumpleaños y Año Nuevo. Cuando estamos en la plaza, Mich siempre me
arrastra hasta allí para admirarlos, aunque nunca hemos podido permitirnos
uno. Sin embargo, en el Distrito 12 hay poca belleza, así que no puedo negarle
ese gusto.
Empiezo a mirar con un ojo más crítico el diseño del brazo de Brittany: el
dibujo, que alterna luz y sombras, recuerda a la luz del sol atravesando las
hojas de los bosques. Me pregunto cómo lo sabe, y recuerdo las veses que
la encontraba colinas arriba trotando o corriendo. Pero nunca la he visto detenerce a apreciar siquiera los arboles, como para saber todo eso¿Lo habrá sacado con tan sólo mirar el viejo y esquelético manzano que tiene en su patio? No sé por qué, pero todo esto (su habilidad, los pasteles inaccesibles, las alabanzas de la experta en camuflaje) me molesta.
-Es encantador, aunque no sé si podrás glasear a alguien hasta la muerte...
-No te lo creas tanto. Nunca se sabe qué te puedes encontrar en el campo
de batalla. ¿Y si es una tarta gigante...?.. -empieza a decir Brittany.
-¿Y si seguimos?.. -la interrumpo.
Los tres días siguientes nos dedicamos a visitar con mucha tranquilidad los
puestos. Aprendemos algunas cosas útiles, desde hacer fuego hasta tirar
cuchillos, pasando por fabricar refugios. A pesar de la orden de Sue de
parecer mediocres, Brittany sobresale en el combate cuerpo a cuerpo y yo arraso
sin despeinarme en la prueba de plantas comestibles. Eso sí, nos mantenemos
bien lejos de los arcos y las pesas, porque queremos reservarlo para las sesiones privadas.
Los Vigilantes aparecen nada más comenzar el primer día. Son unos
veinte hombres y mujeres vestidos con túnicas de color morado intenso. Se
sientan en las gradas que rodean el gimnasio, a veces dan vueltas para
observarnos y tomar notas, y otras veces comen del interminable banquete que
han preparado para ellos, sin hacernos caso. Sin embargo, parecen no
quitarnos los ojos de encima a las tributos del Distrito 12. A veces levanto la
cabeza y veo a uno de ellos mirándome. También hablan con los entrenadores
durante nuestras comidas y los vemos a todos reunidos cuando volvemos.
Tomamos el desayuno y la cena en nuestra planta, pero a mediodía
comemos los veinticuatro en el comedor del gimnasio. Colocan la comida en
carros alrededor de la sala y cada uno se sirve lo que quiere. Los tributos
profesionales tienden a reunirse en torno a una mesa, haciendo mucho ruido,
como si desearan demostrar su superioridad, que no tienen miedo de nadie y
que a los demás nos consideran insignificantes. Casi todos los demás tributos
se sientan solos, como ovejas perdidas. Nadie nos dice nada; Brittany y yo
comemos juntas, y, como Sue no deja de insistir en ello, intentamos
mantener una conversación amistosa durante las comidas.
No es fácil encontrar un tema: hablar de casa resulta doloroso; hablar del
presente es insoportable. Un día Brittany vacía nuestra cesta del pan y comenta
que han procurado incluir panes de todos los distritos, además del refinado pan
del Capitolio. La barra con forma de pez y teñida de verde con algas es del
Distrito 4; el rollo con forma de media luna y semillas, del Distrito 11. Por algún
motivo, aunque estén hechos de lo mismo, me parecen mucho más apetitosos
que las feas galletas fritas que solemos tomar en casa.
-Y eso es todo... -dice Brittany, volviendo a meter el pan en la cesta.
-Tú sí que sabes....
-Sólo de pan. Vale, ríete como si hubiese dicho algo gracioso... -Las dos
dejamos escapar una carcajada más o menos convincente y no hacemos caso
de las miradas que nos dirigen los demás-...De acuerdo, seguiré sonriendo
amablemente mientras hablas tú... -dice Brittany.
La orden de Sue de que parezcamos amigas nos está desgastando a
las dos, porque, desde que di el portazo, se ha levantado una barrera entre
nosotras. En fin, tenemos que obedecer.
-¿Te he contado ya que una vez me persiguió un oso?...
-No, pero suena fascinante...
Intento poner cara de interés mientras recuerdo el suceso, una historia
real, en la que reté como una idiota a un oso negro por el derecho a quedarme
con una colmena. Brittany se ríe y me hace preguntas en el momento preciso;
esto se le da mucho mejor que a mí.
.............................................
El segundo día, mientras estamos intentando el tiro de lanza, me susurra:
-Creo que tenemos una sombra...
Lanzo y veo que no se me da demasiado mal, siempre que no esté muy
lejos; entonces localizo al niño del Distrito 11 detrás de nosotras,
observándonos. Es el de doce años, el que me recordaba tanto a Mich por su
estatura. De cerca aparenta sólo diez; sus ojos son oscuros y brillantes, su piel
es de un marrón sedoso y está ligeramente de puntillas, con los brazos
extendidos junto a los costados, como si estuviese listo para salir volando ante
cualquier sonido. Es imposible mirarlo y no pensar en un pájaro.
Cojo otra lanza mientras Brittany tira.
-Creo que se llama Rey... -me dice en voz baja.
Me muerdo el labio. Rey..., Mich... Ninguno pasa de los treinta kilos, ni empapados de agua.
-¿Qué podemos hacer?.. -le pregunto, en un tono más duro de lo que
pretendo.
-Nada, sólo hablar...
Ahora que sé que está aquí, me resulta difícil no hacer caso del niño. Se
acerca con sigilo y se une a nosotras en distintos puestos; como a mí, se le dan
bien las plantas, trepa con habilidad y tiene buena puntería. Acierta siempre
con la honda, aunque ¿de qué sirve una honda contra un chico de cien kilos
con una espada?
De vuelta en la planta del Distrito 12, Sue y Rachel nos acribillan a
preguntas durante el desayuno y la cena sobre todo lo ocurrido a lo largo del
día: qué hemos hecho, quién nos ha observado, cómo son los demás tributos.
Kurt y Mercedes no están por aquí, así que no hay nadie que aporte algo de
cordura a las comidas; tampoco es que Sue y Rachel sigan peleándose,
sino todo lo contrario: parecen haber hecho las pases y estan decididas a
prepararnos como sea. Están llenas de interminables instrucciones sobre qué
deberíamos hacer y qué no durante los entrenamientos. Brittany tiene más
paciencia; yo estoy harta y me vuelvo mal educada.
Cuando por fin escapo a la cama la segunda noche, Brittany masculla:
-Alguien debería darle una copa a Sue...
Dejo escapar un ruido que está a medio camino entre un bufido y una
carcajada, pero después me contengo. Intentar saber cuándo somos
supuestamente amigas y cuándo no me está volviendo loca. Al menos en el
estadio estará claro lo que hay.
-No, no finjamos si no hay nadie delante.
-Vale, Santana... -responde ella, con cansancio.
Después de eso sólo hablamos delante de los demás.
...................................
El tercer día de entrenamiento empiezan a llamarnos a la hora de la
comida para nuestras sesiones privadas con los Vigilantes. Distrito a distrito,
primero la chica y luego el chico. Como siempre, el Distrito 12 se queda para el
final, así que esperamos en el comedor, sin saber bien qué hacer. Nadie
regresa después de la sesión. Conforme se vacía la sala, la presión por
parecer amigas se aligera y, cuando por fin llaman a Rey, nos quedamos solas.
Permanecemos sentadas, en silencio sin saber al cual de las dos van
a llamar primera, hasta que llaman a Brittany y ella se levanta.
-Recuerda lo que dijo Sue sobre tirar las pesas.. -dice mi boca sin
pedirme permiso.
-Gracias, lo haré. Y tú... dispara bien....
Asiento con la cabeza; no sé por qué no he dicho nada, aunque, si pierdo, me
gustaría que Brittany ganase. Sería mejor para nuestro distrito, mejor para Mich y mi madre.
Después de quince minutos, me llaman. Me aliso el pelo, enderezo los
hombros y entro en el gimnasio. Al instante, sé que tengo problemas, porque
los Vigilantes llevan demasiado tiempo aquí dentro y ya han visto otras
veintitrés demostraciones. Además, casi todos han bebido demasiado vino y
quieren irse a casa de una vez.
No puedo hacer más que seguir con el plan: me dirijo al puesto de tiro con
arco. ¡Ah, las armas! ¡Llevo días deseando ponerles las manos encima! Arcos
hechos de madera, plástico, metal y materiales que ni siquiera sé nombrar.
Flechas con plumas cortadas en líneas perfectamente uniformes. Escojo un
arco, lo tenso y me echo al hombro el carcaj de flechas a juego. Hay un campo
de tiro que me parece demasiado limitado, dianas estándar y siluetas humanas.
Me dirijo al centro del gimnasio y escojo el primer objetivo: el muñeco de las
prácticas de cuchillo. Sin embargo, cuando empiezo a tirar de la flecha, sé que
algo va mal: la cuerda está más tensa que la de los arcos de casa y la flecha es
más rígida. Me quedo a cinco centímetros de darle al muñeco y pierdo la poca
atención que me había ganado. Durante un instante me siento humillada, pero
después vuelvo a la diana, y disparo una y otra vez hasta que me acostumbro a
las armas nuevas.
De vuelta al centro del gimnasio, me pongo en la posición inicial y le doy al
muñeco justo en el corazón. Después corto la cuerda que sostiene el saco de
arena para boxear. Sin detenerme, ruedo por el suelo, me levanto apoyada en
una rodilla y disparo una flecha a una de las luces colgantes del alto techo del
gimnasio, provocando una lluvia de chispas.
Ha sido una exhibición excelente. Me vuelvo hacia los Vigilantes y veo que
algunos me dan su aprobación, pero que la mayoría sigue concentrada en un
cerdo asado que acaba de llegar a la mesa.
De repente, me pongo furiosa, me quema la sangre, con mi vida en
juego, ni siquiera tengan la decencia de prestarme atención, que me eclipse un
cerdo muerto. Empieza a latirme el corazón muy deprisa, me arde la cara y, sin
pensar, saco una flecha del carcaj y la envió directamente a la mesa de los
Vigilantes. Oigo gritos de alarma y veo que la gente retrocede, pasmada; la
flecha da en la manzana que tiene el cerdo en la boca y la clava en la pared
que hay detrás.
Todos me miran, incrédulos.
-Gracias por su tiempo... -digo; después hago una breve reverencia y me
dirijo a la salida sin esperar a que me den permiso.
.......................................................................................................
...Holisssss... aca vengo con otro capitulo, ahora van a tener q esperar hasta el viernes que actualice.. grax Naty x la buena onda siempre ;) espero q sigan enganchadas todas... cada personaje esta puesto a los q veia q mejor podian encarnarlos, y al parecer hay muchas similitudes entre ellos q bueno q sepa q les estoy pegando con cada uno jajaja... el juego entre ellas recien comienza, y Santana es asi, le va a costar confiar en ella, ya vas a ver...
nos estamos viendo..
Besotes..(^_^)...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
'No entiende el efecto que ejerce en los demas'
Ame esa parte, San es muy tonta por no darse cuenta :c
ya quiero ver la gran batalla ^-^
Espero con muchas ancias la actualizacion. Saludos! :D
Ame esa parte, San es muy tonta por no darse cuenta :c
ya quiero ver la gran batalla ^-^
Espero con muchas ancias la actualizacion. Saludos! :D
Invitado- Invitado
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
...Holisss.. les actualizo antes xq este finde no voy a estar, en mi pais es el dia del estudiante este 21, asiq haciendo honor al dia nos vamos a acampar a un lago con mis amigas.. y como soy buena persona (dentro de todo ¬¬) les actualizo antes los 3 capitulos..
un besote a todas y un muy feliz dia a todas las estudiantes este 21... =)
........................................................................................................
CAPITULO 8;
De camino al ascensor, me coloco el arco en un hombro y el carcaj en el
otro. Después aparto a los avox boquiabiertos que protegen los ascensores y le
doy al botón número doce con el puño. Las puertas se cierran y salgo
disparada hacia arriba. Consigo llegar a mi planta antes de que las lágrimas
empiecen a bajarme por las mejillas. Oigo que los demás me llaman desde el
salón, pero salgo corriendo por el vestíbulo hasta llegar a mi cuarto, cierro con
pestillo y me tiro en la cama. Ahí es cuando empiezo a llorar de verdad.
¡Lo he hecho! ¡Lo he echado todo a perder! Cualquier rastro de oportunidad
que tuviera se desvaneció al disparar esa flecha a los Vigilantes.
¿Qué me harán ahora? ¿Detenerme? ¿Ejecutarme? ¿Cortarme la lengua y
convertirme en un avox para que pueda servir a los futuros tributos de Panem?
¿En qué estaba pensando? Por supuesto, no estaba pensando, disparé a la
manzana por la rabia que me daba que no me hiciesen caso. No intentaba
matarlos. ¡De haberlo intentado, ya estarían muertos!
Bueno, ¿qué más da? De todos modos, no iba a ganar los juegos, así que
¿qué importa lo que me hagan? Lo que de verdad me asusta es lo que puedan
hacerles a mi madre y a Mich, lo que pueda sufrir mi familia por culpa de mi
imprudencia. ¿Les quitarán lo poco que tienen o enviarán a mi madre a la
cárcel y a Mich al orfanato? ¿Los matarán? No los matarán, ¿verdad? ¿Por qué
no? ¿Qué más les da a ellos?
Tendría que haberme quedado para disculparme, o para reírme, como si
hubiese sido una broma, quizás eso los habría vuelto más indulgentes. Sin
embargo, en vez de eso, voy y salgo de allí corriendo de la forma más
irrespetuosa posible.
Sue y Rachel están llamando a la puerta; les grito que se vayan y, al
cabo de un rato, lo hacen. Tardo al menos una hora en llorar todo lo que
puedo; después me quedo hecha un ovillo en la cama, acariciando las sábanas
de seda, viendo cómo se pone el sol sobre la artificial silueta de caramelo del
Capitolio.
Al principio creo que vendrán a detenerme de un momento a otro, pero,
conforme pasa el tiempo y la cosa parece menos probable, me calmo. Siguen
necesitando a las dos tributos del Distrito 12, ¿no? Si los Vigilantes quieren
castigarme, pueden hacerlo en público, esperar a que esté en el estadio y así
lanzarme animales salvajes hambrientos. Se asegurarán de que no tenga arco
y flechas para defenderme.
Sin embargo, antes me darán una puntuación tan baja que nadie en su
sano juicio querrá patrocinarme. Eso es lo que pasará esta noche. Como los
telespectadores no pueden ver el entrenamiento, los Vigilantes anuncian la
clasificación de cada jugador, lo que le da a la audiencia un punto de partida
para las apuestas que continuarán durante todos los juegos. El número, una
cifra entre uno y doce, donde el uno es remotamente malo y el doce
inalcanzablemente bueno, representa lo prometedor que es el tributo. La nota
no garantiza quién ganará, no es más que una indicación del potencial que ha
demostrado el tributo en el entrenamiento. Debido a las variables del campo de
batalla real, los tributos con puntuación más alta suelen caer casi de inmediato
y, hace unos años, el chico que ganó los juegos sólo recibió un tres. En
cualquier caso, la clasificación puede ayudar o perjudicar a un tributo en la
búsqueda de patrocinadores. Yo esperaba que mis habilidades con el arco me
dieran un seis o un siete, aunque no tenga mucha fuerza física, pero ahora
estoy segura de que tendré la nota más baja de los veinticuatro. Si nadie me
patrocina, mis posibilidades de seguir viva se reducirán casi a cero.
Cuando Rachel llama a la puerta para la cena, decido que será mejor ir. Esta
noche televisarán el resultado de las puntuaciones y no puedo esconderme
para siempre. Voy al servicio y me lavo la cara, aunque sigue roja y moteada.
Todos me esperan a la mesa, incluso Kurt y Mercedes; ojalá no hubiesen
aparecido los estilistas porque, por algún motivo, no me gusta la idea de
decepcionarlos. Es como si hubiese tirado a la basura sin pensarlo el gran
trabajo que hicieron en la ceremonia inaugural. Evito mirar a los demás a los
ojos mientras me tomo a cucharaditas la sopa de pescado; está salada, como
mis lágrimas.
Los adultos empiezan a chismorrear sobre el tiempo y yo dejo que Brittany
me mire a los ojos. Ella arquea las cejas, como si preguntara: "¿Qué ha
pasado?". Me limito a sacudir la cabeza rápidamente. Después, cuando llega
el segundo plato, oigo decir a Sue:
-Vale, basta de cháchara. ¿Lo habéis hecho muy mal hoy?..
-Creo que da igual... -responde Brittany-....Cuando aparecí, nadie se molestó
en mirarme; estaban cantando una canción de borrachos, creo. Así que me
dediqué a lanzar algunos objetos pesados hasta que me dijeron que podía
irme...
Eso me hace sentir mejor; Brittany no ha atacado a los Vigilantes, pero al
menos a ella también la provocaron.
-¿Y tú, sacos de arena?... -me pregunta Sue.
Por algún motivo, oír que me llama sacos de arena me molesta lo suficiente para
ser capaz de hablar.
-Les lancé una flecha...
-¿Que qué?... -exclama Rachel, y el horror que se refleja en su voz confirma
mis peores temores. Todos dejan de comer.
-Les lancé una flecha. Bueno, no a ellos, en realidad, sino hacia ellos. Fue
como dice Brittany: no me hacían caso mientras disparaba y... perdí la cabeza,
¡así que apunté a la manzana que tenía en la boca su estúpido cerdo asado!..
-exclamo, desafiante.
-¿Y qué dijeron?.. -pregunta Kurt, con cautela.
-Nada. Bueno, no lo sé, me fui después de eso...
-¿Sin que te diesen permiso?.. -pregunta Rachel, pasmada.
-Me lo di yo misma.. -respondo.
Recuerdo que le prometí a Mich hacer todo lo posible por ganar, y me
siento como si me hubiesen tirado encima una tonelada de carbón.
-En fin, ya está hecho... -concluye Sue, untando con mantequilla un
panecillo.
-¿Crees que me detendrán?... -pregunto.
-Lo dudo. A estas alturas sería un problema sustituirte...
-¿Y mi familia? ¿Los castigarán?....
-No creo. No tendría mucho sentido. Tendrían que revelar lo sucedido
en el Centro de Entrenamiento para que tuviese algún efecto en la población, la
gente tendría que saber lo que hiciste; pero no pueden, porque es secreto, así
que sería un esfuerzo inútil. Lo más probable es que te hagan la vida imposible
en el estadio...
-Bueno, eso ya nos lo han prometido de todos modos... -dice Brittany.
-Cierto... -corrobora Sue, y me doy cuenta de que ha pasado lo
imposible: están intentando animarme. Sue coge una chuleta de cerdo
con los dedos, lo que hace que Rachel frunza el ceño, y la moja en el vino.
Después arranca un trozo de carne y empieza a reírse-... ¿Qué cara pusieron?...
-De pasmados.. -respondo, empezando a sonreír-.. Aterrados. Eeeh...,
ridículos, al menos algunos... -Una imagen me viene a la cabeza-... Un hombre
tropezó al retroceder de espaldas y se cayó en una ponchera...
Sue se ríe a carcajadas y todos lo imitamos, excepto Rachel, aunque
está reprimiendo una sonrisa.
-Bueno, les está bien empleado. Su trabajo es prestaros atención, y que
seas del Distrito 12 no es excusa para no hacerte caso... -afirma. Después mira
a su alrededor, como si hubiese dicho algo escandaloso-... Lo siento, pero es lo
que pienso.. -repite, sin dirigirse a nadie en concreto.
-Me darán una mala puntuación... -comento.
-La puntuación sólo importa si es muy buena. Nadie presta mucha
atención a las malas o mediocres. Por lo que ellos saben, podrías estar
escondiendo tus habilidades para tener mala nota adrede. Hay quien usa esa
estrategia... -explica Mercedes.
-Espero que interpreten así el cuatro que me van a dar... -dice Brittany-....
Como mucho. De verdad, ¿hay algo menos impresionante que ver cómo
alguien levanta una bola pesada y la lanza a doscientos metros? Estuve a
punto de dejarme caer una en el pie...
Sonrío y me doy cuenta del hambre que tengo. Corto un trozo de cerdo, lo
mojo en el puré de patatas y empiezo a comer. No pasa nada, mi familia está a
salvo y, si están a salvo, no hay ningún problema.
Después de cenar nos sentamos en el salón para ver cómo anuncian las
puntuaciones en televisión. Primero enseñan una foto del tributo, y a
continuación ponen su nota debajo. Los tributos profesionales, como es natural,
entran en el rango de ocho a diez. La mayor parte de los demás jugadores se
gana un cinco. Me sorprende ver que Rey consigue un siete; no sé qué les
enseñaría a los jueces, pero es tan diminuto que ha tenido que ser algo
impresionante.
El Distrito 12 sale el último, como siempre. Brittany saca un ocho, así que, al
menos, un par de Vigilantes la estaban mirando. Me clavo las uñas en las
palmas de las manos cuando aparece mi cara, esperando lo peor. Entonces
sale el número once en la pantalla.
¡Once!
Rachel Berry deja escapar un chillido, y todos me dan palmadas en la
espalda, gritan y me felicitan, aunque a mí no me parece real.
-Tiene que haber un error. ¿Cómo..., cómo ha podido pasar?.. -le pregunto
a Sue.
-Supongo que les gustó tu genio. Tienen que montar un espectáculo, y
necesitan algunos jugadores con carácter...
-Santana, la chica en llamas.. -dice Kurt, y me abraza-... Oh, ya verás el
vestido para tu entrevista...
-¿Más llamas?...
-Más o menos... -responde, travieso.
Brittany y yo nos felicitamos. Otro momento incómodo. Las dos lo hemos
hecho bien, pero ¿qué significa eso para la otra? Escapo a mi cuarto lo antes
posible y me entierro debajo de las mantas. La tensión del día, sobre todo el
llanto, me ha hecho polvo. Me quedo dormida, como si me hubiesen adulado,
aliviada y con el número once todavía grabado en la cabeza.
.......................
Al amanecer me quedo un rato tumbada en la cama observando cómo sale
el sol; hace un día precioso. Es domingo, día de descanso en casa. Me
pregunto si Puck estará ya en el bosque. Normalmente dedicamos todo el
domingo a proveernos de existencias para la semana: nos levantamos
temprano, cazamos y recolectamos, y después hacemos trueques en el
Quemador. Pienso en Puck sin mí. Los dos cazamos bien, pero somos mejores
en pareja, sobre todo si intentamos cazar presas grandes. Sin embargo,
también nos da una ventaja con las cosas más pequeñas, porque está bien
tener un compañero para compartir la carga, para hacer que incluso la ardua
tarea de llenar la despensa de mi familia resultase divertido.
Llevaba seis meses peleando sola cuando me encontré por primera vez
con Puck en el bosque... Fue un domingo de octubre, y el aire frío olía a cosas
moribundas. Me había pasado la mañana compitiendo con las ardillas por las
nueces, y la tarde, un poco más cálida, chapoteando por los estanques poco
profundos para recoger saetas. La única carne que había cazado era una
ardilla que prácticamente se había tropezado conmigo en su búsqueda de
bellotas, pero los animales seguirían por allí cuando la nieve enterrase mis
otras fuentes de alimentación. Como me había adentrado en el bosque más de
lo normal, corría de vuelta a casa arrastrando mis sacos de arpillera cuando me
encontré con un conejo muerto; estaba colgado por el cuello de un cable fino,
treinta centímetros por encima de mi cabeza. Había otro unos trece metros más
allá. Reconocí las trampas de lazo, porque mi padre las usaba: la presa cae en
ellas y sale disparada por el aire, lo que la pone fuera del alcance de otros
animales hambrientos. Yo llevaba todo el verano intentando usar trampas,
aunque sin éxito, así que no pude evitar soltar mis sacos para examinarla.
Acababa de tocar el cable del que colgaba uno de los conejos cuando oí una
voz.
-Eso es peligroso...
Retrocedí de un salto y apareció Puck; había estado escondido detrás de
un árbol, y seguramente me llevaba observando desde el principio. Sólo tenía
catorce años, pero ya rozaba el metro ochenta y para mí era todo un adulto. Lo
había visto por la Veta y en el colegio, y en otra ocasión más, ya que él había
perdido a su padre en la misma explosión que había matado al mío. En enero,
yo estaba junto a él cuando le dieron la medalla al valor en el Edificio de
Justicia, otro hermano mayor sin padre. Recordaba a sus dos hermanos
pequeños, agarrados a su madre, una mujer cuya barriga hinchada dejaba
claro que le faltaban pocos días para dar a luz.
-¿Cómo te llamas?.. -me preguntó, acercándose para sacar el conejo de la
trampa. Tenía otros tres colgados del cinturón.
-Santana... -respondí, con una voz apenas audible.
-Bueno, Satanas, robar está castigado con la muerte, ¿no lo habías oído?...
-Santana.. -repetí, en voz más alta-..Y no estaba robando, sólo quería
echarle un vistazo a tu trampa. Las mías nunca cogen nada...
-Entonces, ¿de dónde has sacado la ardilla?.. -me preguntó, frunciendo el
ceño, poco convencido.
-La maté con el arco.. -respondí, descolgándomelo del hombro.
Seguía usando la versión pequeña que me había hecho mi padre, aunque
practicaba con el grande siempre que podía. Esperaba poder abatir presas más
grandes cuando llegara la primavera.
-¿Puedo verlo?.. -preguntó Puck, con la mirada fija en el arco.
-Sí, pero recuerda que robar está castigado con la muerte.. -le dije,
pasándoselo.
Fue la primera vez que lo vi sonreír; la sonrisa convertía al chico
amenazador en alguien a quien te gustaría conocer, aunque tuvieron que pasar
varios meses para que volviese a sonreír de nuevo.
Entonces hablamos sobre la caza, le dije que podía conseguirle un arco si
me daba algo a cambio; no comida, sino conocimientos. Quería poner mis
propias trampas y atrapar a varios conejos gordos en un solo día, y él contestó
que podíamos arreglarlo.
Con el paso de las estaciones empezamos a compartir a regañadientes lo que sabíamos: nuestras armas, los lugares secretos que estaban llenos de ciruelas o pavos silvestres. Él me enseñó a poner trampas y a pescar; yo le enseñé qué plantas se podían comer y, al final, le di uno de mis preciados arcos. Hasta que un día, sin que ninguno de los dos dijera nada, nos convertimos en un equipo: nos repartíamos el trabajo y el botín, y nos asegurábamos de que ambas familias tuviesen comida. Puck me dio la seguridad que me faltaba desde la muerte de mi padre. Su compañía sustituyó a las largas horas solitarias en el bosque. Mejoré mucho como cazadora, porque ya no tenía que estar siempre mirando atrás; él me guardaba las espaldas. Sin embargo, se convirtió en mucho más que un compañero de caza, se convirtió en mi confidente, en alguien con quien compartir pensamientos que nunca podría expresar dentro de los confines de la alambrada. A cambio, él me confió los suyos. Había momentos en el bosque, con Puck, en los que era realmente... feliz...
Digo que es mi amigo, aunque, en el último año, parece una palabra
demasiado suave para explicar lo que Puck significa para mí. Noto una
punzada en el pecho; ojalá estuviera conmigo... Aunque, claro, no me gustaría,
no quiero que esté en el estadio, donde acabaría muerto en unos días. Pero...,
pero lo echo de menos, y odio estar tan sola. ¿Me echará de menos? Seguro
que sí.
Pienso en el once que apareció anoche debajo de mi nombre. Sé lo que
me habría dicho él: "Bueno, todavía se puede mejorar". Después sonreiría y
yo le devolvería la sonrisa sin dudarlo.
No puedo evitar comparar lo que tengo con Puck con lo que finjo tener con
Brittany. Nunca cuestiono los motivos de Puck, mientras que con Brittany es todo lo contrario. En realidad, no es justo compararlos, porque Puck y yo nos unimos para sobrevivir, mientras que Brittany y yo sabemos que la supervivencia de la otra significaría la muerte. ¿Cómo se puede pasar eso por alto?
Rachel llama a la puerta para recordarme que me espera otro "¡día muy,
muy, muy importante!". Mañana por la noche nos entrevistará la televisión, así
que supongo que todo el equipo estará liado preparándonos para el
acontecimiento.
Me levanto, me doy una ducha rápida prestando más atención a los
botones que toco y bajo al comedor. Brittany, Rachel y Sue están inclinadas
sobre la mesa, hablando en voz baja, lo que me parece extraño, pero el
hambre vence a la curiosidad y me lleno el plato antes de unirme a ellas.
Hoy el estofado está hecho con tiernos trozos de cordero y ciruelas pasas,
perfecto sobre un lecho de arroz salvaje. Llevo ya horadada media montaña de
comida cuando me doy cuenta de que no habla nadie. Le doy un buen trago al
zumo de naranja y me limpio la boca.
-Bueno, ¿qué está pasando? Hoy nos prepararéis para las entrevistas,
¿no?..
-Sí.. -responde Sue...
-No tenéis que esperar a que acabe. Puedo escuchar y comer a la vez...
-Bueno, ha habido un cambio de planes con respecto al enfoque...
-¿Cuál?...
No estoy segura de cuál es nuestro enfoque; la última estrategia que
recuerdo es intentar parecer mediocres delante de los demás tributos.
-Brittany nos ha pedido que las entrenemos por separado... -responde
Sue, encogiéndose de hombros.
.............................................................................................................
un besote a todas y un muy feliz dia a todas las estudiantes este 21... =)
........................................................................................................
CAPITULO 8;
De camino al ascensor, me coloco el arco en un hombro y el carcaj en el
otro. Después aparto a los avox boquiabiertos que protegen los ascensores y le
doy al botón número doce con el puño. Las puertas se cierran y salgo
disparada hacia arriba. Consigo llegar a mi planta antes de que las lágrimas
empiecen a bajarme por las mejillas. Oigo que los demás me llaman desde el
salón, pero salgo corriendo por el vestíbulo hasta llegar a mi cuarto, cierro con
pestillo y me tiro en la cama. Ahí es cuando empiezo a llorar de verdad.
¡Lo he hecho! ¡Lo he echado todo a perder! Cualquier rastro de oportunidad
que tuviera se desvaneció al disparar esa flecha a los Vigilantes.
¿Qué me harán ahora? ¿Detenerme? ¿Ejecutarme? ¿Cortarme la lengua y
convertirme en un avox para que pueda servir a los futuros tributos de Panem?
¿En qué estaba pensando? Por supuesto, no estaba pensando, disparé a la
manzana por la rabia que me daba que no me hiciesen caso. No intentaba
matarlos. ¡De haberlo intentado, ya estarían muertos!
Bueno, ¿qué más da? De todos modos, no iba a ganar los juegos, así que
¿qué importa lo que me hagan? Lo que de verdad me asusta es lo que puedan
hacerles a mi madre y a Mich, lo que pueda sufrir mi familia por culpa de mi
imprudencia. ¿Les quitarán lo poco que tienen o enviarán a mi madre a la
cárcel y a Mich al orfanato? ¿Los matarán? No los matarán, ¿verdad? ¿Por qué
no? ¿Qué más les da a ellos?
Tendría que haberme quedado para disculparme, o para reírme, como si
hubiese sido una broma, quizás eso los habría vuelto más indulgentes. Sin
embargo, en vez de eso, voy y salgo de allí corriendo de la forma más
irrespetuosa posible.
Sue y Rachel están llamando a la puerta; les grito que se vayan y, al
cabo de un rato, lo hacen. Tardo al menos una hora en llorar todo lo que
puedo; después me quedo hecha un ovillo en la cama, acariciando las sábanas
de seda, viendo cómo se pone el sol sobre la artificial silueta de caramelo del
Capitolio.
Al principio creo que vendrán a detenerme de un momento a otro, pero,
conforme pasa el tiempo y la cosa parece menos probable, me calmo. Siguen
necesitando a las dos tributos del Distrito 12, ¿no? Si los Vigilantes quieren
castigarme, pueden hacerlo en público, esperar a que esté en el estadio y así
lanzarme animales salvajes hambrientos. Se asegurarán de que no tenga arco
y flechas para defenderme.
Sin embargo, antes me darán una puntuación tan baja que nadie en su
sano juicio querrá patrocinarme. Eso es lo que pasará esta noche. Como los
telespectadores no pueden ver el entrenamiento, los Vigilantes anuncian la
clasificación de cada jugador, lo que le da a la audiencia un punto de partida
para las apuestas que continuarán durante todos los juegos. El número, una
cifra entre uno y doce, donde el uno es remotamente malo y el doce
inalcanzablemente bueno, representa lo prometedor que es el tributo. La nota
no garantiza quién ganará, no es más que una indicación del potencial que ha
demostrado el tributo en el entrenamiento. Debido a las variables del campo de
batalla real, los tributos con puntuación más alta suelen caer casi de inmediato
y, hace unos años, el chico que ganó los juegos sólo recibió un tres. En
cualquier caso, la clasificación puede ayudar o perjudicar a un tributo en la
búsqueda de patrocinadores. Yo esperaba que mis habilidades con el arco me
dieran un seis o un siete, aunque no tenga mucha fuerza física, pero ahora
estoy segura de que tendré la nota más baja de los veinticuatro. Si nadie me
patrocina, mis posibilidades de seguir viva se reducirán casi a cero.
Cuando Rachel llama a la puerta para la cena, decido que será mejor ir. Esta
noche televisarán el resultado de las puntuaciones y no puedo esconderme
para siempre. Voy al servicio y me lavo la cara, aunque sigue roja y moteada.
Todos me esperan a la mesa, incluso Kurt y Mercedes; ojalá no hubiesen
aparecido los estilistas porque, por algún motivo, no me gusta la idea de
decepcionarlos. Es como si hubiese tirado a la basura sin pensarlo el gran
trabajo que hicieron en la ceremonia inaugural. Evito mirar a los demás a los
ojos mientras me tomo a cucharaditas la sopa de pescado; está salada, como
mis lágrimas.
Los adultos empiezan a chismorrear sobre el tiempo y yo dejo que Brittany
me mire a los ojos. Ella arquea las cejas, como si preguntara: "¿Qué ha
pasado?". Me limito a sacudir la cabeza rápidamente. Después, cuando llega
el segundo plato, oigo decir a Sue:
-Vale, basta de cháchara. ¿Lo habéis hecho muy mal hoy?..
-Creo que da igual... -responde Brittany-....Cuando aparecí, nadie se molestó
en mirarme; estaban cantando una canción de borrachos, creo. Así que me
dediqué a lanzar algunos objetos pesados hasta que me dijeron que podía
irme...
Eso me hace sentir mejor; Brittany no ha atacado a los Vigilantes, pero al
menos a ella también la provocaron.
-¿Y tú, sacos de arena?... -me pregunta Sue.
Por algún motivo, oír que me llama sacos de arena me molesta lo suficiente para
ser capaz de hablar.
-Les lancé una flecha...
-¿Que qué?... -exclama Rachel, y el horror que se refleja en su voz confirma
mis peores temores. Todos dejan de comer.
-Les lancé una flecha. Bueno, no a ellos, en realidad, sino hacia ellos. Fue
como dice Brittany: no me hacían caso mientras disparaba y... perdí la cabeza,
¡así que apunté a la manzana que tenía en la boca su estúpido cerdo asado!..
-exclamo, desafiante.
-¿Y qué dijeron?.. -pregunta Kurt, con cautela.
-Nada. Bueno, no lo sé, me fui después de eso...
-¿Sin que te diesen permiso?.. -pregunta Rachel, pasmada.
-Me lo di yo misma.. -respondo.
Recuerdo que le prometí a Mich hacer todo lo posible por ganar, y me
siento como si me hubiesen tirado encima una tonelada de carbón.
-En fin, ya está hecho... -concluye Sue, untando con mantequilla un
panecillo.
-¿Crees que me detendrán?... -pregunto.
-Lo dudo. A estas alturas sería un problema sustituirte...
-¿Y mi familia? ¿Los castigarán?....
-No creo. No tendría mucho sentido. Tendrían que revelar lo sucedido
en el Centro de Entrenamiento para que tuviese algún efecto en la población, la
gente tendría que saber lo que hiciste; pero no pueden, porque es secreto, así
que sería un esfuerzo inútil. Lo más probable es que te hagan la vida imposible
en el estadio...
-Bueno, eso ya nos lo han prometido de todos modos... -dice Brittany.
-Cierto... -corrobora Sue, y me doy cuenta de que ha pasado lo
imposible: están intentando animarme. Sue coge una chuleta de cerdo
con los dedos, lo que hace que Rachel frunza el ceño, y la moja en el vino.
Después arranca un trozo de carne y empieza a reírse-... ¿Qué cara pusieron?...
-De pasmados.. -respondo, empezando a sonreír-.. Aterrados. Eeeh...,
ridículos, al menos algunos... -Una imagen me viene a la cabeza-... Un hombre
tropezó al retroceder de espaldas y se cayó en una ponchera...
Sue se ríe a carcajadas y todos lo imitamos, excepto Rachel, aunque
está reprimiendo una sonrisa.
-Bueno, les está bien empleado. Su trabajo es prestaros atención, y que
seas del Distrito 12 no es excusa para no hacerte caso... -afirma. Después mira
a su alrededor, como si hubiese dicho algo escandaloso-... Lo siento, pero es lo
que pienso.. -repite, sin dirigirse a nadie en concreto.
-Me darán una mala puntuación... -comento.
-La puntuación sólo importa si es muy buena. Nadie presta mucha
atención a las malas o mediocres. Por lo que ellos saben, podrías estar
escondiendo tus habilidades para tener mala nota adrede. Hay quien usa esa
estrategia... -explica Mercedes.
-Espero que interpreten así el cuatro que me van a dar... -dice Brittany-....
Como mucho. De verdad, ¿hay algo menos impresionante que ver cómo
alguien levanta una bola pesada y la lanza a doscientos metros? Estuve a
punto de dejarme caer una en el pie...
Sonrío y me doy cuenta del hambre que tengo. Corto un trozo de cerdo, lo
mojo en el puré de patatas y empiezo a comer. No pasa nada, mi familia está a
salvo y, si están a salvo, no hay ningún problema.
Después de cenar nos sentamos en el salón para ver cómo anuncian las
puntuaciones en televisión. Primero enseñan una foto del tributo, y a
continuación ponen su nota debajo. Los tributos profesionales, como es natural,
entran en el rango de ocho a diez. La mayor parte de los demás jugadores se
gana un cinco. Me sorprende ver que Rey consigue un siete; no sé qué les
enseñaría a los jueces, pero es tan diminuto que ha tenido que ser algo
impresionante.
El Distrito 12 sale el último, como siempre. Brittany saca un ocho, así que, al
menos, un par de Vigilantes la estaban mirando. Me clavo las uñas en las
palmas de las manos cuando aparece mi cara, esperando lo peor. Entonces
sale el número once en la pantalla.
¡Once!
Rachel Berry deja escapar un chillido, y todos me dan palmadas en la
espalda, gritan y me felicitan, aunque a mí no me parece real.
-Tiene que haber un error. ¿Cómo..., cómo ha podido pasar?.. -le pregunto
a Sue.
-Supongo que les gustó tu genio. Tienen que montar un espectáculo, y
necesitan algunos jugadores con carácter...
-Santana, la chica en llamas.. -dice Kurt, y me abraza-... Oh, ya verás el
vestido para tu entrevista...
-¿Más llamas?...
-Más o menos... -responde, travieso.
Brittany y yo nos felicitamos. Otro momento incómodo. Las dos lo hemos
hecho bien, pero ¿qué significa eso para la otra? Escapo a mi cuarto lo antes
posible y me entierro debajo de las mantas. La tensión del día, sobre todo el
llanto, me ha hecho polvo. Me quedo dormida, como si me hubiesen adulado,
aliviada y con el número once todavía grabado en la cabeza.
.......................
Al amanecer me quedo un rato tumbada en la cama observando cómo sale
el sol; hace un día precioso. Es domingo, día de descanso en casa. Me
pregunto si Puck estará ya en el bosque. Normalmente dedicamos todo el
domingo a proveernos de existencias para la semana: nos levantamos
temprano, cazamos y recolectamos, y después hacemos trueques en el
Quemador. Pienso en Puck sin mí. Los dos cazamos bien, pero somos mejores
en pareja, sobre todo si intentamos cazar presas grandes. Sin embargo,
también nos da una ventaja con las cosas más pequeñas, porque está bien
tener un compañero para compartir la carga, para hacer que incluso la ardua
tarea de llenar la despensa de mi familia resultase divertido.
Llevaba seis meses peleando sola cuando me encontré por primera vez
con Puck en el bosque... Fue un domingo de octubre, y el aire frío olía a cosas
moribundas. Me había pasado la mañana compitiendo con las ardillas por las
nueces, y la tarde, un poco más cálida, chapoteando por los estanques poco
profundos para recoger saetas. La única carne que había cazado era una
ardilla que prácticamente se había tropezado conmigo en su búsqueda de
bellotas, pero los animales seguirían por allí cuando la nieve enterrase mis
otras fuentes de alimentación. Como me había adentrado en el bosque más de
lo normal, corría de vuelta a casa arrastrando mis sacos de arpillera cuando me
encontré con un conejo muerto; estaba colgado por el cuello de un cable fino,
treinta centímetros por encima de mi cabeza. Había otro unos trece metros más
allá. Reconocí las trampas de lazo, porque mi padre las usaba: la presa cae en
ellas y sale disparada por el aire, lo que la pone fuera del alcance de otros
animales hambrientos. Yo llevaba todo el verano intentando usar trampas,
aunque sin éxito, así que no pude evitar soltar mis sacos para examinarla.
Acababa de tocar el cable del que colgaba uno de los conejos cuando oí una
voz.
-Eso es peligroso...
Retrocedí de un salto y apareció Puck; había estado escondido detrás de
un árbol, y seguramente me llevaba observando desde el principio. Sólo tenía
catorce años, pero ya rozaba el metro ochenta y para mí era todo un adulto. Lo
había visto por la Veta y en el colegio, y en otra ocasión más, ya que él había
perdido a su padre en la misma explosión que había matado al mío. En enero,
yo estaba junto a él cuando le dieron la medalla al valor en el Edificio de
Justicia, otro hermano mayor sin padre. Recordaba a sus dos hermanos
pequeños, agarrados a su madre, una mujer cuya barriga hinchada dejaba
claro que le faltaban pocos días para dar a luz.
-¿Cómo te llamas?.. -me preguntó, acercándose para sacar el conejo de la
trampa. Tenía otros tres colgados del cinturón.
-Santana... -respondí, con una voz apenas audible.
-Bueno, Satanas, robar está castigado con la muerte, ¿no lo habías oído?...
-Santana.. -repetí, en voz más alta-..Y no estaba robando, sólo quería
echarle un vistazo a tu trampa. Las mías nunca cogen nada...
-Entonces, ¿de dónde has sacado la ardilla?.. -me preguntó, frunciendo el
ceño, poco convencido.
-La maté con el arco.. -respondí, descolgándomelo del hombro.
Seguía usando la versión pequeña que me había hecho mi padre, aunque
practicaba con el grande siempre que podía. Esperaba poder abatir presas más
grandes cuando llegara la primavera.
-¿Puedo verlo?.. -preguntó Puck, con la mirada fija en el arco.
-Sí, pero recuerda que robar está castigado con la muerte.. -le dije,
pasándoselo.
Fue la primera vez que lo vi sonreír; la sonrisa convertía al chico
amenazador en alguien a quien te gustaría conocer, aunque tuvieron que pasar
varios meses para que volviese a sonreír de nuevo.
Entonces hablamos sobre la caza, le dije que podía conseguirle un arco si
me daba algo a cambio; no comida, sino conocimientos. Quería poner mis
propias trampas y atrapar a varios conejos gordos en un solo día, y él contestó
que podíamos arreglarlo.
Con el paso de las estaciones empezamos a compartir a regañadientes lo que sabíamos: nuestras armas, los lugares secretos que estaban llenos de ciruelas o pavos silvestres. Él me enseñó a poner trampas y a pescar; yo le enseñé qué plantas se podían comer y, al final, le di uno de mis preciados arcos. Hasta que un día, sin que ninguno de los dos dijera nada, nos convertimos en un equipo: nos repartíamos el trabajo y el botín, y nos asegurábamos de que ambas familias tuviesen comida. Puck me dio la seguridad que me faltaba desde la muerte de mi padre. Su compañía sustituyó a las largas horas solitarias en el bosque. Mejoré mucho como cazadora, porque ya no tenía que estar siempre mirando atrás; él me guardaba las espaldas. Sin embargo, se convirtió en mucho más que un compañero de caza, se convirtió en mi confidente, en alguien con quien compartir pensamientos que nunca podría expresar dentro de los confines de la alambrada. A cambio, él me confió los suyos. Había momentos en el bosque, con Puck, en los que era realmente... feliz...
Digo que es mi amigo, aunque, en el último año, parece una palabra
demasiado suave para explicar lo que Puck significa para mí. Noto una
punzada en el pecho; ojalá estuviera conmigo... Aunque, claro, no me gustaría,
no quiero que esté en el estadio, donde acabaría muerto en unos días. Pero...,
pero lo echo de menos, y odio estar tan sola. ¿Me echará de menos? Seguro
que sí.
Pienso en el once que apareció anoche debajo de mi nombre. Sé lo que
me habría dicho él: "Bueno, todavía se puede mejorar". Después sonreiría y
yo le devolvería la sonrisa sin dudarlo.
No puedo evitar comparar lo que tengo con Puck con lo que finjo tener con
Brittany. Nunca cuestiono los motivos de Puck, mientras que con Brittany es todo lo contrario. En realidad, no es justo compararlos, porque Puck y yo nos unimos para sobrevivir, mientras que Brittany y yo sabemos que la supervivencia de la otra significaría la muerte. ¿Cómo se puede pasar eso por alto?
Rachel llama a la puerta para recordarme que me espera otro "¡día muy,
muy, muy importante!". Mañana por la noche nos entrevistará la televisión, así
que supongo que todo el equipo estará liado preparándonos para el
acontecimiento.
Me levanto, me doy una ducha rápida prestando más atención a los
botones que toco y bajo al comedor. Brittany, Rachel y Sue están inclinadas
sobre la mesa, hablando en voz baja, lo que me parece extraño, pero el
hambre vence a la curiosidad y me lleno el plato antes de unirme a ellas.
Hoy el estofado está hecho con tiernos trozos de cordero y ciruelas pasas,
perfecto sobre un lecho de arroz salvaje. Llevo ya horadada media montaña de
comida cuando me doy cuenta de que no habla nadie. Le doy un buen trago al
zumo de naranja y me limpio la boca.
-Bueno, ¿qué está pasando? Hoy nos prepararéis para las entrevistas,
¿no?..
-Sí.. -responde Sue...
-No tenéis que esperar a que acabe. Puedo escuchar y comer a la vez...
-Bueno, ha habido un cambio de planes con respecto al enfoque...
-¿Cuál?...
No estoy segura de cuál es nuestro enfoque; la última estrategia que
recuerdo es intentar parecer mediocres delante de los demás tributos.
-Brittany nos ha pedido que las entrenemos por separado... -responde
Sue, encogiéndose de hombros.
.............................................................................................................
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
CAPITULO 9;
Traición. Es lo primero que siento aunque resulte ridículo, porque, para
que haya traición, debe haber primero confianza, y entre Brittany y yo la
confianza nunca ha formado parte del acuerdo. Somos tributos. Sin embargo,
la chica que se arriesgó a recibir una paliza por darme pan, la que me ayudó a
no caerme del carro, la que me encubrió con el asunto de la chica avox, la que
insistió en que Sue conociera mis habilidades como cazadora... ¿Acaso
parte de mí no podía evitar confiar en ella?
Por otro lado, me alivia dejar de fingir que somos amigas. Es obvio que se
ha cortado cualquier débil vínculo que hayamos sentido tontamente, y ya era
hora, porque los juegos empiezan dentro de dos días y la confianza no sería
más que una debilidad. No sé qué habrá propiciado la decisión de Brittany
(aunque sospecho que tiene que ver con que la aventajase en el
entrenamiento), pero me alegro. Quizá por fin haya aceptado el hecho de que,
cuanto antes reconozcamos abiertamente que somos enemigas, mejor.
-Bien, ¿cuál es el horario?...
-Cada una tendrá cuatro horas con Rachel para la presentación, y cuatro
conmigo para el contenido... -responde Sue-... Tú empiezas con Rachel,
Santana...
Aunque al principio ni me imagino por qué necesita Rachel cuatro horas para
enseñarme algo, acabo aprovechando hasta el último minuto. Vamos a mi
cuarto, me pone un vestido largo y tacones altos (no los que llevaré en la
entrevista de verdad), y me explica cómo debo andar. Los zapatos son lo peor:
nunca he llevado tacones y no me acostumbro a ir dando tumbos sobre la
punta de los pies. Sin embargo, Rachel corre por ahí con ellos las veinticuatro
horas del día, y decido que, si ella es capaz de hacerlo, yo también. El vestido
me supone otro problema; no deja de enredárse en mis en los zapatos, así que, por supuesto, me lo subo, momento en el cual Rachel cae sobre mí como un halcón para darme en la mano y gritar:
-¡No lo subas por encima del tobillo!..
Cuando por fin domino los pies, todavía me queda la forma de sentarme, la
postura (al parecer, tengo tendencia a agachar la cabeza), el contacto visual,
los gestos de las manos y las sonrisas. Sonreír ya no consiste en sonreír sin
más. Rachel me obliga a ensayar cien frases banales que empiezan con una
sonrisa, se dicen sonriendo o terminan con una sonrisa. A la hora de la comida
tengo un tic nervioso en los músculos de las mejillas, de tanto estirarlos.
-Bueno, he hecho lo que he podido... -dice Rachel, suspirando-... Recuerda
una cosa, Santana: tienes que conseguir gustarle al público...
-¿Crees que no le gustaré?...
-No, si los miras con esa cara todo el tiempo. ¿Por qué no te lo reservas
para el estadio? Es mejor que imagines que estás entre amigos...
-¡Están apostando cuánto tiempo duraré viva!.. -estallo-...¡No son mis
amigos!..
-¡Pues fíngelo!... -exclama Rachel. Después recupera la compostura y esboza
una sonrisa de oreja a oreja-... ¿Ves? Así. Te sonrío aunque me estés
exasperando...
-Sí, muy convincente. Voy a comer...
Me quito los tacones de un par de patadas y salgo hecha una furia hacia el
comedor, subiéndome el vestido hasta los muslos.
Brittany y Sue parecen estar de buen humor, así que imagino que la
sesión de contenido será mejor que los sufrimientos de la mañana. No podría
estar más equivocada. Después de la comida, Sue me lleva al salón, me
pide que me siente en el sofá y me mira con el ceño fruncido durante un rato.
-¿Qué?.. -pregunto finalmente.
-Intento averiguar qué hacer contigo, cómo te vamos a presentar. ¿Vas a
ser encantadora? ¿Altiva? ¿Feroz? Por ahora brillas como una estrella: te
presentaste voluntaria para salvar a tu hermana, Kurt te hizo inolvidable y
obtuviste la máxima puntuación. La gente siente curiosidad, pero nadie sabe
cómo eres. La impresión que causes mañana decidirá lo que puedo
conseguirte con los patrocinadores...
Como llevo toda la vida viendo entrevistas con los tributos, sé que hay algo
de verdad en lo que dice. Si le gustas a la audiencia, ya sea porque les resultas
cómico, brutal o excéntrico, te ganas su favor.
-¿Cuál es el enfoque de Brittany? ¿O no puedo preguntarlo?..
-Intentará ser simpática. Sabe cómo reírse de sí misma, le sale de forma
natural. Por otro lado, cuando abres la boca pareces malhumorada y hostil...
-¡No es verdad!..
-Por favor. No sé de dónde sacaste a esa chica alegre que saludaba a la
gente desde el carro de fuego, pero no la he visto desde entonces..
-Con la de razones que me has dado para estar alegre...
-No tienes que agradarme a mí, yo no te voy a patrocinar.
Finge que soy tu público, encandílame...
-¡Vale!.. -gruño.
Sue adopta el papel del entrevistador y yo intento responder a sus
preguntas de forma adorable, pero no puedo, estoy demasiado enfadada
con ella por lo que ha dicho e incluso por tener que responder a las preguntas. Sólo
puedo pensar en lo injusto que es todo, en lo injustos que son los Juegos del
Hambre. ¿Por qué voy dando saltitos de un lado a otro como un perro
amaestrado que intenta agradar a la gente a la que odia? Cuanto más dura la
entrevista, más sale a relucir mi furia, hasta que empiezo a escupirle las
respuestas, literalmente.
-Vale, ya basta.. -me dice-... Tenemos que encontrar otro enfoque. No sólo
eres hostil, sino que tampoco sé nada sobre ti. Te he hecho cincuenta
preguntas y sigo sin hacerme una idea de cómo son tu vida, tu familia y las
cosas que te importan. Quieren conocerte, Santana...
-¡Es que no quiero que me conozcan! ¡Ya me están quitando el futuro! ¡No
pueden llevarse también lo que me importaba en el pasado!...
-¡Pues miente! ¡Invéntate algo!...
-No se me da bien mentir...
-Pues aprende deprisa. Tienes tanto encanto como una babosa muerta...
-Ay, eso duele. Hasta Sue tiene que haberse dado cuenta de que se ha
pasado, porque suaviza un poco el tono-.... Tengo una idea: intenta actuar con
humildad...
-Humildad...
-Que no te puedes creer que una niña del Distrito 12 haya podido hacerlo
tan bien, que todo esto es más de lo que nunca te hubieras imaginado. Habla
de la ropa de Kurt, de lo simpática que es la gente, de cómo te asombra esta
ciudad. Si no quieres hablar de ti, al menos halágalos. Sigue diciéndolo una y
otra vez, habla con entusiasmo...
Las horas siguientes son una tortura. Al instante queda claro que no puedo
hablar con entusiasmo. Intentamos que me haga la chulita, pero no tengo la
arrogancia necesaria. Al parecer, soy demasiado "vulnerable" para apostar por
la ferocidad. No soy ingeniosa, ni divertida, ni sexy, ni misteriosa.
Cuando terminamos la sesión, no soy nadie. Sue ha empezado a
beber más o menos por la parte ingeniosa y ahora tiene un tono desagradable.
-Me rindo, sacos de arena. Limítate a responder las preguntas e intenta que el
público no vea lo mucho que lo desprecias...
Ceno en mi cuarto. Pido una cantidad escandalosa de manjares y como
hasta ponerme mala; después desahogo mi rabia contra Sue, los Juegos
del Hambre y todos los seres vivos del Capitolio lanzando platos contra las
paredes de la habitación. Cuando entra en el cuarto la chica del pelo rojo para
abrirme la cama, el estropicio hace que abra mucho los ojos.
-¡Déjalo como está!... -le chillo-... ¡Déjalo como está!...
A ella también la odio. Odio sus ojos rencorosos que me llaman cobarde,
monstruo, marioneta del Capitolio, tanto entonces como ahora. Seguro que
para ella se está haciendo justicia; al menos mi muerte ayudará a pagar por la
vida del chico del bosque.
Sin embargo, en vez de salir corriendo, la chica cierra la puerta y entra en
el servicio, de donde sale con un trapo húmedo; después me limpia la cara y la
sangre que me ha hecho en las manos un plato roto. ¿Por qué lo hace? ¿Por
qué la dejo?
-Tendría que haber intentado salvarte... -susurro.
Ella sacude la cabeza. ¿Quiere decir que hicimos bien en no acercarnos?
¿Qué me ha perdonado?
-No, estuvo mal... -insisto.
Ella se da un golpecito en los labios con los dedos y después me toca con
ellos el pecho. Creo que significa que yo también habría acabado siendo un
avox, como ella. Seguramente está en lo cierto: avox o muerta.
Me paso la hora siguiente ayudándola a limpiar el cuarto. Una vez tirada
toda la basura por la tolva y limpiada la comida del suelo, me abre la cama, me
meto dentro como si tuviera cinco años y dejo que me arrope. Después se va;
me gustaría que se quedase hasta que me duerma, que estuviese aquí cuando
me despierte. Quiero la protección de esta chica, aunque ella no tuvo la mía.
...............................................
Por la mañana no aparece ella, sino el equipo de preparación. Mis clases
con Rachel y Sue han terminado, este día le pertenece a Kurt, mi última
esperanza. Quizá pueda darme un aspecto tan maravilloso que nadie preste
atención a lo que salga de mi boca.
El equipo trabaja conmigo hasta bien entrada la tarde, convirtiendo mi piel
en satén reluciente, trazándome dibujos en los brazos, pintando llamas en mis
veinte perfectas uñas. Después, Venia empieza a trabajarme el pelo; trenza
varios mechones rojos en un recogido que parte de mi oreja izquierda, me
rodea la cabeza y cae convertido en una sola trenza por mi hombro derecho.
Me borran la cara con una capa de maquillaje pálido y vuelven a dibujarme las
facciones: enormes ojos oscuros, labios rojos carnosos, pestañas que despiden
rayitos de luz cuando parpadeo. Por último, me cubren todo el cuerpo de un
polvo dorado que me hace relucir.
Entonces entra Kurt con lo que, supongo, será mi vestido, pero no lo veo,
porque está cubierto.
-Cierra los ojos... -me ordena.
Primero noto el forro sedoso y después el peso. Debe de pesar unos
dieciocho kilos. Me agarro a la mano de Octavia y me pongo los zapatos a
ciegas, aliviada al comprobar que son al menos cinco centímetros más bajos
que los que Rachel utilizó para las prácticas.
Ajustan un par de cosas y toquetean el traje; todos guardan silencio.
-¿Puedo abrir los ojos?... -pregunto.
-Sí.. -responde Kurt-... ábrelos...
La criatura que tengo frente a mí, en el espejo de cuerpo entero, ha
llegado de otro mundo, un mundo en el que la piel brilla, los ojos deslumbran y,
al parecer, hacen la ropa con piedras preciosas, porque mi vestido, oh, mi
vestido está completamente cubierto de gemas que reflejan la luz, piedras
rojas, amarillas y blancas con trocitos azules que acentúan las puntas del
dibujo de las llamas. El más leve movimiento hace que parezcan envolverme
unas lenguas de fuego.
No soy guapa. No soy bella. Resplandezco como el sol.
Todos se limitan a mirarme durante un rato.
-Oh, Kurt... -consigo susurrar por fin-... Gracias...
-Da una vuelta completa.. -me dice, y extiendo los brazos y lo hago.
El equipo de preparación grita, entusiasmado.
Kurt le dice al equipo que se vaya y hace que me mueva por la
habitación con el vestido y los zapatos, que son muchísimo más manejables
que los de Rachel. El vestido cae de tal forma que no tengo que levantarme la
falda para caminar, lo que me quita otra preocupación de encima.
-Bueno, ¿todo listo para la entrevista?.. -me pregunta Kurt.
A juzgar por su expresión, sé que ha estado hablando con Sue, que
sabe lo desastrosa que soy.
-Soy penosa. Sue dijo que parecía una babosa muerta. Lo intentamos todo, pero no era capaz de hacerlo, no puedo ser una de esas personas que ella quiere.
-¿Y por qué no eres tú misma?... -me pregunta él, después de pensárselo
un momento.
-¿Yo misma? Tampoco vale. Sue dice que soy malhumorada y
hostil...
-Bueno, eso es verdad... cuando estás con Sue.. -responde Kurt,
sonriendo-... A mí no me lo pareces, y el equipo de preparación te adora;
incluso te ganaste a los Vigilantes. En cuanto a los ciudadanos del Capitolio,
bueno, no dejan de hablar de ti. Nadie puede evitar admirar tu espíritu...
Mi espíritu; eso es nuevo. No sé bien qué significa, aunque sugiere que
soy una luchadora, que soy valiente o algo así. Tampoco es que no sepa ser
agradable. Vale, quizá no vaya por ahí repartiendo amor entre la gente, quizá
sea difícil hacerme sonreír, pero hay personas que me importan.
-¿Y si, cuando estés respondiendo a las preguntas, te imaginas que estás
hablando con un amigo de casa?.. -me dice, cogiéndome las manos, que están
heladas; las suyas no-... ¿Quién es tu mejor amigo?..
-Puck... -respondo al instante-, aunque no tiene sentido, Kurt, porque
nunca le contaría esas cosas personales a Puck. Ya las sabe...
-¿Y yo? ¿Podrías considerarme un amigo?..
-Creo que sí, pero...
De toda la gente que he conocido desde que me fui de casa, Kurt es, de
lejos, mi favorito. Me gustó desde el principio y no me ha decepcionado
todavía.
-Estaré sentado en la plataforma principal, con los demás estilistas;
podrás mirarme directamente. Cuando te pregunten algo, búscame y contesta
con toda la sinceridad posible...
-¿Aunque lo que piense decir sea horrible?.. -pregunto, porque podría ser
así, de verdad.
-Sobre todo si crees que es horrible. ¿Lo intentarás?...
Asiento. Tenemos un plan... o, al menos, algo a lo que aferrarme.
El momento de salir llega demasiado pronto. Las entrevistas se realizan en
un escenario construido delante del Centro de Entrenamiento. A los pocos
minutos de salir de mi cuarto estaré delante de la multitud, de las cámaras, de
todo Panem.
Cuando Kurt va a girar el pomo de la puerta, le cojo la mano.
-Kurt... -El miedo escénico me tiene completamente petrificada.
-Recuerda, ya te quieren.. -me dice con amabilidad-... Limítate a ser tú
misma...
.................................................
Nos reunimos con el resto del equipo del Distrito 12 en el ascensor. Mercedes
y los suyos han trabajado mucho: Brittany está impresionante debo decir, lleva un vestido azul con piedras plateadas, es corto asi que deja ver sus piernas largas y esbeltas.. zapatos plateados a juego, su cabello suelto en ondas que caen sobre sus hombros, y su maquillaje es muy suave, solo tiene brillo de labios, y sus ojos están delineados de color negro con una terminaciones en forma de almendra lo que le da una mirada mucho mas encantadora, pero a la vez bastante deslumbrante.
Simplemente esta hermosa, ella siempre fue una chica muy linda, a diferencia de mi, ella tiene padres comerciantes y sus amigos son todos los niños con mas dinero, por lo que siempre estaba arreglada y mejor peinada, pero esta vez Mercedes pudo sacar un lado de ella mas encantador, y a la vez mucho mas audaz...
Aunque tenemos buen aspecto juntas, es un alivio que
no vayamos vestidas exactamente igual. Sue y Rachel también se han
arreglado para la ocasión; evito a Sue, pero acepto los cumplidos de Rachel.
A pesar de que esta mujer puede ser fastidiosa y no se entera de nada, al
menos no es destructiva, como Sue.
Se abren las puertas del ascensor y vemos que los demás tributos se
ponen en fila para subir al escenario. Los veinticuatro nos sentamos formando
un gran arco durante las entrevistas. Yo seré la última, o la penúltima, porque
el chico siempre precede la chica de su distrito, pero en nuestro caso me pierdo, si es como en la presentación individual, entonces voy después de Brittany. ¡Ojalá pudiera salir la primera y quitármelo ya de encima! Ahora tendré que escuchar lo ingeniosos, divertidos, humildes, feroces o encantadores que son los demás antes de que me toque. Además, el público empezará a aburrirse, igual que los Vigilantes, y no sería buena idea dispararles una flecha para llamar su atención.
Justo antes de que salgamos a desfilar por el escenario, Sue se nos
acerca por detrás y gruñe:
-Recordad, seguís siendo una pareja feliz, así que actuad como si lo
fuerais...
¿Qué? ¿Que quiere decir con lo de pareja?...Sera equipo como mucho. Igual creía que habíamos dejado eso cuando Brittany pidió entrenamientos separados, pero supongo que se trataba de una cosa privada, no pública. En cualquier caso, no tenemos mucho espacio para interactuar, ya que caminamos de uno en uno hasta nuestros asientos y ocupamos nuestros sitios.
Con tan sólo poner el pie en el escenario, ya se me acelera la respiración.
Noto los latidos de las venas en las sienes. Es un alivio llegar a la silla, porque,
entre los tacones y el temblor de piernas, me da miedo tropezar. Aunque ya
cae la noche, el Círculo de la Ciudad está más iluminado que un día de verano.
Han construido unas gradas elevadas para los invitados prestigiosos, con los
estilistas colocados en primera fila. Las cámaras se volverán hacia ellos
cuando la multitud reaccione a su trabajo. También hay un gran balcón
reservado para los Vigilantes, y los equipos de televisión se han hecho con casi
todos los demás balcones. Sin embargo, el Círculo de la Ciudad y las avenidas
que dan a él están completamente abarrotados de gente, todos de pie. En las
casas y en los auditorios municipales de todo el país, todos los televisores
están encendidos, todos los ciudadanos de Panem nos ven. Esta noche no
habrá apagones.
Caesar Flickerman, el hombre que se encarga de las entrevistas desde
hace más de cuarenta años, entra en el escenario. Da un poco de miedo,
porque su apariencia no ha cambiado nada en todo ese tiempo: la misma cara
bajo una capa de maquillaje blanco puro; el mismo peinado, aunque cada año
lo tiñe de un color diferente; el mismo traje de ceremonias, azul marino
salpicado de miles de diminutas bombillas que centellean como estrellas. En el
Capitolio tienen cirujanos que hacen a la gente más joven y delgada, mientras
que, en el Distrito 12, parecer viejo es una especie de logro, ya que muchos
mueren jóvenes. Si ves a un anciano te dan ganas de felicitarlo por su
longevidad, de preguntarle el secreto de la supervivencia. Todos envidian a los
gorditos, porque su aspecto significa que no han tenido problemas para comer,
como la mayoría de nosotros. Aquí es distinto: las arrugas no son deseables, y
una barriga redonda no es símbolo de éxito.
Este año, Caesar lleva el pelo de color celeste, y los párpados y labios
pintados del mismo tono. Está raro, aunque no da tanto miedo como el año
pasado, que iba de escarlata y daba la impresión de que estaba sangrando. El
presentador cuenta algunos chistes para animar a la audiencia y después se
pone manos a la obra.
La chica del Distrito 1 sube al centro del escenario con un provocador
vestido transparente dorado y se une a Caesar para la entrevista. Está claro
que su mentor no ha tenido ningún problema al elegir su enfoque: con ese
precioso cabello rubio, los ojos azules, un cuerpo esbelto... es
sexy la mires por donde la mires.
Las entrevistas duran tres minutos, pasados los cuales suena un zumbido
y sube el siguiente tributo. Hay que reconocer que Caesar hace todo lo posible
por que los tributos brillen; es agradable, intenta tranquilizar a los nerviosos, se
ríe con las bromas tontas y puede convertir una respuesta floja en algo
memorable sólo con su reacción.
Permanezco sentada como una dama, siguiendo las instrucciones de Rachel,
mientras los distritos siguen pasando, 2, 3, 4. Todos tienen un enfoque: el chico
monstruoso del Distrito 2 es una máquina de matar implacable; la chica con
cara astuta del Distrito 5 es maliciosa y escurridiza, como una comadreja. Veo
a Kurt en cuanto se sienta, pero ni siquiera su presencia me relaja. 8, 9, 10.
El chico cojo del Distrito 10 es muy callado.
Me sudan una barbaridad las manos y el vestido de piedras preciosas no es
absorbente, así que me resbalan si intento secármelas en él. La chica del
Distrito 11, Lauren Zizes, tiene el mismo color de pelo que Rey, pero ahí se acaba el parecido.
Es una de los gigantes, es robusta con casi un metro ochenta de altura,
y tiene la constitución de un buey, aunque sé que ha rechazado las invitaciones
de los tributos profesionales para unirse a ellos. Ha preferido quedarse sola, sin
hablar con nadie y mostrando poco interés por el entrenamiento. Aun así, ha
conseguido un diez, y no cuesta imaginar qué ha impresionado a los Vigilantes.
Hace caso omiso de los intentos de Caesar por bromear con ella y responde con
sí o no, o, simplemente, no dice nada.
Si yo tuviera su tamaño podría causar buena impresión siendo
malhumorada y hostil... ¡y no pasaría nada! Estoy segura de que la mitad de los
patrocinadores está ya pensando en ayudarla a ella. Si yo tuviese dinero,
también lo haría.
Luego aparece Rey, con un pequeño traje de color blanco y su corbatín de color rojo, camina tímido hasta Caesar, y la multitud guarda silencio al ver al chico, que parece un muñeco de torta. El presentador lo trata con dulzura y alaba el siete que sacó en los entrenamientos, una puntuación muy alta para alguien tan pequeño. Cuando le pregunta cuál será su punto fuerte en el estadio, el no vacila:
-Cuesta atraparme.. -dice, con voz trémula-.. Y, si no me atrapan, no
podrán matarme, así que no me descarte tan deprisa...
-Ni en un millón de años.. -responde Caesar, animándolo.
Y ahora llaman a Santana Lopez, y me siento como en un sueño,
levantándome y acercándome al escenario central. Acepto el apretón de manos
de Caesar y él tiene la elegancia de no limpiarse el sudor de inmediato en el
traje.
-Bueno, Santana, el Capitolio debe de ser un gran cambio, comparado con
el Distrito 12. ¿Qué es lo que más te ha impresionado desde que estás aquí?..
¿Qué? ¿Qué ha dicho? Es como si las palabras no tuviesen sentido.
Se me ha quedado la boca seca como una suela de zapato. Busco con
desesperación a Kurt entre la multitud y lo miro a los ojos; me imagino que las
palabras han salido de sus labios: "¿Qué es lo que más te ha impresionado
desde que estás aquí?". Me devano los sesos intentando pensar en algo que
me haya hecho feliz desde mi llegada. "Sé sincera --pienso--. Sé sincera."
-El estofado de cordero.. -consigo decir. Caesar se ríe y me doy cuenta,
vagamente, de que parte del público hace lo mismo.
-¿El de ciruelas pasas?.. -pregunta Caesar, y yo asiento-... Oh, yo lo como
sin parar...- Se vuelve hacia la audiencia, horrorizado, con la mano en el
estómago-... No se me notará, ¿verdad?... -Todos gritan para animarlo y
aplauden. A esto me refería: él siempre intenta ayudarte-... Bueno, Santana..
-sigue, en tono confidencial-... cuando apareciste en la ceremonia inaugural se
me paró el corazón, literalmente. ¿Qué te pareció aquel traje?..
Kurt arquea una ceja. Tengo que ser sincera.
-¿Quieres decir después de comprobar que no moríria quemada?...
Carcajada del presentador, carcajadas auténticas del público.
-Sí, a partir de ahí...
-Pensé que Kurt era un genio... -Kurt, amigo mío, tenía que decírtelo de
todas formas-... que era el traje más maravilloso que había visto y que no me
podía creer que lo llevase puesto. Tampoco puedo creerme que lleve éste...
-Levanto la falda para extenderla-... En fin, ¡fíjate!..
Mientras el público se deshace en exclamaciones de admiración, veo que
Kurt mueve el dedo en círculos; sé qué quiere decirme: "Gira para mí".
Me levanto, doy un giro completo y la reacción es inmediata.
-¡Oh, hazlo otra vez!.. -me pide Caesar, así que levanto los brazos y doy
vueltas y más vueltas, dejando que la falta flote, dejando que el vestido me
envuelva en llamas. El público me vitorea. Cuando me detengo, tengo que
agarrarme al brazo del presentador-... ¡No te pares!... -me dice.
-Tengo que hacerlo. ¡Me he mareado!..
También estoy soltando risitas tontas, que es algo que, me parece, no he
hecho en la vida. Los nervios y los giros han podido conmigo.
-No te preocupes, te tengo... -me dice Caesar, rodeándome con un brazo-...
No podemos dejar que sigas los pasos de tu mentora... -Todos empiezan a
abuchear y las cámaras enfocan a Sue, que ahora es famosa por su
caída en la cosecha; ella agita una mano para callarlos, tratando que se vea algo de humor, pero se que por dentro quiere tirarle con una botella a Caesar -... No pasa nada.. -dice el presentador para tranquilizar a la multitud-..
conmigo está a salvo. Bueno, hablemos de la puntuación: on-ce. Danos una
pista de lo que pasó allí dentro...
-Ummm... -digo, mirando a los Vigilantes, que están en el balcón, y me
muerdo un labio-... Sólo diré una cosa: creo que nunca habían visto nada igual...
Las cámaras enfocan a los Vigilantes, que están riéndose y asintiendo.
-Nos estás matando... -protesta el presentador, como si le doliese de
verdad-... Detalles, detalles...
-Se supone que no puedo contar nada, ¿verdad?.. -pregunto, mirando al
balcón.
-¡Así es! -grita el Vigilante que se cayó dentro de la ponchera.
-Gracias.. -respondo-... Lo siento, mis labios están sellados...
-Entonces volvamos al momento en que dijeron el nombre de tu hermano
en la cosecha.. -sigue el presentador, con un tono más pausado-... Tú te
presentaste voluntaria. ¿Nos puedes hablar de el?..
No, no, no, a vosotros no, pero quizá a Kurt sí. Creo que no me estoy
imaginando la tristeza que expresa su rostro.
-Se llama Mich, sólo tiene doce años y lo amo más que a nada en el
mundo...
El silencio era tan absoluto que no se oía ni un suspiro.
-¿Qué te dijo después de la cosecha?..
Sé sincera, sé sincera. Trago saliva.
-Me pidió que intentase ganar como pudiera...
La audiencia está paralizada, pendiente de cada palabra.
-¿Y qué respondiste?.. -pregunta Caesar, con amabilidad, pero, en vez de
sentirme arropada, noto que un frío glacial me recorre el cuerpo y que pongo
los músculos en tensión, como antes de atrapar una presa. Cuando hablo, mi
tono de voz parece haber bajado una octava.
-Le juré que lo haría...
-Seguro que sí.. -dice él, apretándome la mano. Entonces suena el
zumbido-... Lo siento, nos hemos quedado sin tiempo. Te deseo la mejor de las
suertes, Santana Lopez, tributo del Distrito 12...
Los aplausos continúan mucho después de sentarme. Miro a Kurt para
que me tranquilice, y él levanta el pulgar para indicarme que todo ha ido bien.
Me paso aturdida la primera parte de la entrevista de Brittany, aunque veo
que tiene al público en sus manos desde el principio; los oigo reír y gritar. Está
utilizando lo de ser la hija del panadero para comparar a los tributos con los
panes de sus distritos. Después cuenta una anécdota divertida sobre los
peligros de las duchas del Capitolio.
-Dime, ¿todavía huelo a rosas?.. -le pregunta a Caesar, y después se
pasan un rato olisqueándose por turnos, lo que hace que todos se partan de
risa. Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene
un novio en casa.
Brittany vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencida.
-¿Una chica guapa como tú? Tiene que haber un chico especial. Venga,
¿cómo se llama?..
-Bueno, hay alguien especial... pero no un chico.. sino una chica.. -responde ella algo timida y ruborizándose, el publico y Caesar ni siquiera se ven sorprendidos o incómodos con la noticia, asique suspira y prosigue-... Llevo enamorada de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante segura de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha...
La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no
correspondido.
-¿Que no le gustan las chicas?¿Tiene novio?..
-No lo sé, nunca se lo pregunte, y si tiene novio tampoco lo se, aunque les gusta a muchos chicos...
-Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no
podrá rechazarte, ¿eh?.. -la anima Caesar.
-Creo que no funcionaría. Ganar... no ayudará, en mi caso...
-¿Por qué no?.. -pregunta Caesar, perplejo.
-Porque... -empieza a balbucear Brittany, ruborizándose nuevamente y empieza a jugar con sus dedos mirando al suelo-. Porque... ella
está aquí conmigo...
...............................................................................................................
Traición. Es lo primero que siento aunque resulte ridículo, porque, para
que haya traición, debe haber primero confianza, y entre Brittany y yo la
confianza nunca ha formado parte del acuerdo. Somos tributos. Sin embargo,
la chica que se arriesgó a recibir una paliza por darme pan, la que me ayudó a
no caerme del carro, la que me encubrió con el asunto de la chica avox, la que
insistió en que Sue conociera mis habilidades como cazadora... ¿Acaso
parte de mí no podía evitar confiar en ella?
Por otro lado, me alivia dejar de fingir que somos amigas. Es obvio que se
ha cortado cualquier débil vínculo que hayamos sentido tontamente, y ya era
hora, porque los juegos empiezan dentro de dos días y la confianza no sería
más que una debilidad. No sé qué habrá propiciado la decisión de Brittany
(aunque sospecho que tiene que ver con que la aventajase en el
entrenamiento), pero me alegro. Quizá por fin haya aceptado el hecho de que,
cuanto antes reconozcamos abiertamente que somos enemigas, mejor.
-Bien, ¿cuál es el horario?...
-Cada una tendrá cuatro horas con Rachel para la presentación, y cuatro
conmigo para el contenido... -responde Sue-... Tú empiezas con Rachel,
Santana...
Aunque al principio ni me imagino por qué necesita Rachel cuatro horas para
enseñarme algo, acabo aprovechando hasta el último minuto. Vamos a mi
cuarto, me pone un vestido largo y tacones altos (no los que llevaré en la
entrevista de verdad), y me explica cómo debo andar. Los zapatos son lo peor:
nunca he llevado tacones y no me acostumbro a ir dando tumbos sobre la
punta de los pies. Sin embargo, Rachel corre por ahí con ellos las veinticuatro
horas del día, y decido que, si ella es capaz de hacerlo, yo también. El vestido
me supone otro problema; no deja de enredárse en mis en los zapatos, así que, por supuesto, me lo subo, momento en el cual Rachel cae sobre mí como un halcón para darme en la mano y gritar:
-¡No lo subas por encima del tobillo!..
Cuando por fin domino los pies, todavía me queda la forma de sentarme, la
postura (al parecer, tengo tendencia a agachar la cabeza), el contacto visual,
los gestos de las manos y las sonrisas. Sonreír ya no consiste en sonreír sin
más. Rachel me obliga a ensayar cien frases banales que empiezan con una
sonrisa, se dicen sonriendo o terminan con una sonrisa. A la hora de la comida
tengo un tic nervioso en los músculos de las mejillas, de tanto estirarlos.
-Bueno, he hecho lo que he podido... -dice Rachel, suspirando-... Recuerda
una cosa, Santana: tienes que conseguir gustarle al público...
-¿Crees que no le gustaré?...
-No, si los miras con esa cara todo el tiempo. ¿Por qué no te lo reservas
para el estadio? Es mejor que imagines que estás entre amigos...
-¡Están apostando cuánto tiempo duraré viva!.. -estallo-...¡No son mis
amigos!..
-¡Pues fíngelo!... -exclama Rachel. Después recupera la compostura y esboza
una sonrisa de oreja a oreja-... ¿Ves? Así. Te sonrío aunque me estés
exasperando...
-Sí, muy convincente. Voy a comer...
Me quito los tacones de un par de patadas y salgo hecha una furia hacia el
comedor, subiéndome el vestido hasta los muslos.
Brittany y Sue parecen estar de buen humor, así que imagino que la
sesión de contenido será mejor que los sufrimientos de la mañana. No podría
estar más equivocada. Después de la comida, Sue me lleva al salón, me
pide que me siente en el sofá y me mira con el ceño fruncido durante un rato.
-¿Qué?.. -pregunto finalmente.
-Intento averiguar qué hacer contigo, cómo te vamos a presentar. ¿Vas a
ser encantadora? ¿Altiva? ¿Feroz? Por ahora brillas como una estrella: te
presentaste voluntaria para salvar a tu hermana, Kurt te hizo inolvidable y
obtuviste la máxima puntuación. La gente siente curiosidad, pero nadie sabe
cómo eres. La impresión que causes mañana decidirá lo que puedo
conseguirte con los patrocinadores...
Como llevo toda la vida viendo entrevistas con los tributos, sé que hay algo
de verdad en lo que dice. Si le gustas a la audiencia, ya sea porque les resultas
cómico, brutal o excéntrico, te ganas su favor.
-¿Cuál es el enfoque de Brittany? ¿O no puedo preguntarlo?..
-Intentará ser simpática. Sabe cómo reírse de sí misma, le sale de forma
natural. Por otro lado, cuando abres la boca pareces malhumorada y hostil...
-¡No es verdad!..
-Por favor. No sé de dónde sacaste a esa chica alegre que saludaba a la
gente desde el carro de fuego, pero no la he visto desde entonces..
-Con la de razones que me has dado para estar alegre...
-No tienes que agradarme a mí, yo no te voy a patrocinar.
Finge que soy tu público, encandílame...
-¡Vale!.. -gruño.
Sue adopta el papel del entrevistador y yo intento responder a sus
preguntas de forma adorable, pero no puedo, estoy demasiado enfadada
con ella por lo que ha dicho e incluso por tener que responder a las preguntas. Sólo
puedo pensar en lo injusto que es todo, en lo injustos que son los Juegos del
Hambre. ¿Por qué voy dando saltitos de un lado a otro como un perro
amaestrado que intenta agradar a la gente a la que odia? Cuanto más dura la
entrevista, más sale a relucir mi furia, hasta que empiezo a escupirle las
respuestas, literalmente.
-Vale, ya basta.. -me dice-... Tenemos que encontrar otro enfoque. No sólo
eres hostil, sino que tampoco sé nada sobre ti. Te he hecho cincuenta
preguntas y sigo sin hacerme una idea de cómo son tu vida, tu familia y las
cosas que te importan. Quieren conocerte, Santana...
-¡Es que no quiero que me conozcan! ¡Ya me están quitando el futuro! ¡No
pueden llevarse también lo que me importaba en el pasado!...
-¡Pues miente! ¡Invéntate algo!...
-No se me da bien mentir...
-Pues aprende deprisa. Tienes tanto encanto como una babosa muerta...
-Ay, eso duele. Hasta Sue tiene que haberse dado cuenta de que se ha
pasado, porque suaviza un poco el tono-.... Tengo una idea: intenta actuar con
humildad...
-Humildad...
-Que no te puedes creer que una niña del Distrito 12 haya podido hacerlo
tan bien, que todo esto es más de lo que nunca te hubieras imaginado. Habla
de la ropa de Kurt, de lo simpática que es la gente, de cómo te asombra esta
ciudad. Si no quieres hablar de ti, al menos halágalos. Sigue diciéndolo una y
otra vez, habla con entusiasmo...
Las horas siguientes son una tortura. Al instante queda claro que no puedo
hablar con entusiasmo. Intentamos que me haga la chulita, pero no tengo la
arrogancia necesaria. Al parecer, soy demasiado "vulnerable" para apostar por
la ferocidad. No soy ingeniosa, ni divertida, ni sexy, ni misteriosa.
Cuando terminamos la sesión, no soy nadie. Sue ha empezado a
beber más o menos por la parte ingeniosa y ahora tiene un tono desagradable.
-Me rindo, sacos de arena. Limítate a responder las preguntas e intenta que el
público no vea lo mucho que lo desprecias...
Ceno en mi cuarto. Pido una cantidad escandalosa de manjares y como
hasta ponerme mala; después desahogo mi rabia contra Sue, los Juegos
del Hambre y todos los seres vivos del Capitolio lanzando platos contra las
paredes de la habitación. Cuando entra en el cuarto la chica del pelo rojo para
abrirme la cama, el estropicio hace que abra mucho los ojos.
-¡Déjalo como está!... -le chillo-... ¡Déjalo como está!...
A ella también la odio. Odio sus ojos rencorosos que me llaman cobarde,
monstruo, marioneta del Capitolio, tanto entonces como ahora. Seguro que
para ella se está haciendo justicia; al menos mi muerte ayudará a pagar por la
vida del chico del bosque.
Sin embargo, en vez de salir corriendo, la chica cierra la puerta y entra en
el servicio, de donde sale con un trapo húmedo; después me limpia la cara y la
sangre que me ha hecho en las manos un plato roto. ¿Por qué lo hace? ¿Por
qué la dejo?
-Tendría que haber intentado salvarte... -susurro.
Ella sacude la cabeza. ¿Quiere decir que hicimos bien en no acercarnos?
¿Qué me ha perdonado?
-No, estuvo mal... -insisto.
Ella se da un golpecito en los labios con los dedos y después me toca con
ellos el pecho. Creo que significa que yo también habría acabado siendo un
avox, como ella. Seguramente está en lo cierto: avox o muerta.
Me paso la hora siguiente ayudándola a limpiar el cuarto. Una vez tirada
toda la basura por la tolva y limpiada la comida del suelo, me abre la cama, me
meto dentro como si tuviera cinco años y dejo que me arrope. Después se va;
me gustaría que se quedase hasta que me duerma, que estuviese aquí cuando
me despierte. Quiero la protección de esta chica, aunque ella no tuvo la mía.
...............................................
Por la mañana no aparece ella, sino el equipo de preparación. Mis clases
con Rachel y Sue han terminado, este día le pertenece a Kurt, mi última
esperanza. Quizá pueda darme un aspecto tan maravilloso que nadie preste
atención a lo que salga de mi boca.
El equipo trabaja conmigo hasta bien entrada la tarde, convirtiendo mi piel
en satén reluciente, trazándome dibujos en los brazos, pintando llamas en mis
veinte perfectas uñas. Después, Venia empieza a trabajarme el pelo; trenza
varios mechones rojos en un recogido que parte de mi oreja izquierda, me
rodea la cabeza y cae convertido en una sola trenza por mi hombro derecho.
Me borran la cara con una capa de maquillaje pálido y vuelven a dibujarme las
facciones: enormes ojos oscuros, labios rojos carnosos, pestañas que despiden
rayitos de luz cuando parpadeo. Por último, me cubren todo el cuerpo de un
polvo dorado que me hace relucir.
Entonces entra Kurt con lo que, supongo, será mi vestido, pero no lo veo,
porque está cubierto.
-Cierra los ojos... -me ordena.
Primero noto el forro sedoso y después el peso. Debe de pesar unos
dieciocho kilos. Me agarro a la mano de Octavia y me pongo los zapatos a
ciegas, aliviada al comprobar que son al menos cinco centímetros más bajos
que los que Rachel utilizó para las prácticas.
Ajustan un par de cosas y toquetean el traje; todos guardan silencio.
-¿Puedo abrir los ojos?... -pregunto.
-Sí.. -responde Kurt-... ábrelos...
La criatura que tengo frente a mí, en el espejo de cuerpo entero, ha
llegado de otro mundo, un mundo en el que la piel brilla, los ojos deslumbran y,
al parecer, hacen la ropa con piedras preciosas, porque mi vestido, oh, mi
vestido está completamente cubierto de gemas que reflejan la luz, piedras
rojas, amarillas y blancas con trocitos azules que acentúan las puntas del
dibujo de las llamas. El más leve movimiento hace que parezcan envolverme
unas lenguas de fuego.
No soy guapa. No soy bella. Resplandezco como el sol.
Todos se limitan a mirarme durante un rato.
-Oh, Kurt... -consigo susurrar por fin-... Gracias...
-Da una vuelta completa.. -me dice, y extiendo los brazos y lo hago.
El equipo de preparación grita, entusiasmado.
Kurt le dice al equipo que se vaya y hace que me mueva por la
habitación con el vestido y los zapatos, que son muchísimo más manejables
que los de Rachel. El vestido cae de tal forma que no tengo que levantarme la
falda para caminar, lo que me quita otra preocupación de encima.
-Bueno, ¿todo listo para la entrevista?.. -me pregunta Kurt.
A juzgar por su expresión, sé que ha estado hablando con Sue, que
sabe lo desastrosa que soy.
-Soy penosa. Sue dijo que parecía una babosa muerta. Lo intentamos todo, pero no era capaz de hacerlo, no puedo ser una de esas personas que ella quiere.
-¿Y por qué no eres tú misma?... -me pregunta él, después de pensárselo
un momento.
-¿Yo misma? Tampoco vale. Sue dice que soy malhumorada y
hostil...
-Bueno, eso es verdad... cuando estás con Sue.. -responde Kurt,
sonriendo-... A mí no me lo pareces, y el equipo de preparación te adora;
incluso te ganaste a los Vigilantes. En cuanto a los ciudadanos del Capitolio,
bueno, no dejan de hablar de ti. Nadie puede evitar admirar tu espíritu...
Mi espíritu; eso es nuevo. No sé bien qué significa, aunque sugiere que
soy una luchadora, que soy valiente o algo así. Tampoco es que no sepa ser
agradable. Vale, quizá no vaya por ahí repartiendo amor entre la gente, quizá
sea difícil hacerme sonreír, pero hay personas que me importan.
-¿Y si, cuando estés respondiendo a las preguntas, te imaginas que estás
hablando con un amigo de casa?.. -me dice, cogiéndome las manos, que están
heladas; las suyas no-... ¿Quién es tu mejor amigo?..
-Puck... -respondo al instante-, aunque no tiene sentido, Kurt, porque
nunca le contaría esas cosas personales a Puck. Ya las sabe...
-¿Y yo? ¿Podrías considerarme un amigo?..
-Creo que sí, pero...
De toda la gente que he conocido desde que me fui de casa, Kurt es, de
lejos, mi favorito. Me gustó desde el principio y no me ha decepcionado
todavía.
-Estaré sentado en la plataforma principal, con los demás estilistas;
podrás mirarme directamente. Cuando te pregunten algo, búscame y contesta
con toda la sinceridad posible...
-¿Aunque lo que piense decir sea horrible?.. -pregunto, porque podría ser
así, de verdad.
-Sobre todo si crees que es horrible. ¿Lo intentarás?...
Asiento. Tenemos un plan... o, al menos, algo a lo que aferrarme.
El momento de salir llega demasiado pronto. Las entrevistas se realizan en
un escenario construido delante del Centro de Entrenamiento. A los pocos
minutos de salir de mi cuarto estaré delante de la multitud, de las cámaras, de
todo Panem.
Cuando Kurt va a girar el pomo de la puerta, le cojo la mano.
-Kurt... -El miedo escénico me tiene completamente petrificada.
-Recuerda, ya te quieren.. -me dice con amabilidad-... Limítate a ser tú
misma...
.................................................
Nos reunimos con el resto del equipo del Distrito 12 en el ascensor. Mercedes
y los suyos han trabajado mucho: Brittany está impresionante debo decir, lleva un vestido azul con piedras plateadas, es corto asi que deja ver sus piernas largas y esbeltas.. zapatos plateados a juego, su cabello suelto en ondas que caen sobre sus hombros, y su maquillaje es muy suave, solo tiene brillo de labios, y sus ojos están delineados de color negro con una terminaciones en forma de almendra lo que le da una mirada mucho mas encantadora, pero a la vez bastante deslumbrante.
Simplemente esta hermosa, ella siempre fue una chica muy linda, a diferencia de mi, ella tiene padres comerciantes y sus amigos son todos los niños con mas dinero, por lo que siempre estaba arreglada y mejor peinada, pero esta vez Mercedes pudo sacar un lado de ella mas encantador, y a la vez mucho mas audaz...
Aunque tenemos buen aspecto juntas, es un alivio que
no vayamos vestidas exactamente igual. Sue y Rachel también se han
arreglado para la ocasión; evito a Sue, pero acepto los cumplidos de Rachel.
A pesar de que esta mujer puede ser fastidiosa y no se entera de nada, al
menos no es destructiva, como Sue.
Se abren las puertas del ascensor y vemos que los demás tributos se
ponen en fila para subir al escenario. Los veinticuatro nos sentamos formando
un gran arco durante las entrevistas. Yo seré la última, o la penúltima, porque
el chico siempre precede la chica de su distrito, pero en nuestro caso me pierdo, si es como en la presentación individual, entonces voy después de Brittany. ¡Ojalá pudiera salir la primera y quitármelo ya de encima! Ahora tendré que escuchar lo ingeniosos, divertidos, humildes, feroces o encantadores que son los demás antes de que me toque. Además, el público empezará a aburrirse, igual que los Vigilantes, y no sería buena idea dispararles una flecha para llamar su atención.
Justo antes de que salgamos a desfilar por el escenario, Sue se nos
acerca por detrás y gruñe:
-Recordad, seguís siendo una pareja feliz, así que actuad como si lo
fuerais...
¿Qué? ¿Que quiere decir con lo de pareja?...Sera equipo como mucho. Igual creía que habíamos dejado eso cuando Brittany pidió entrenamientos separados, pero supongo que se trataba de una cosa privada, no pública. En cualquier caso, no tenemos mucho espacio para interactuar, ya que caminamos de uno en uno hasta nuestros asientos y ocupamos nuestros sitios.
Con tan sólo poner el pie en el escenario, ya se me acelera la respiración.
Noto los latidos de las venas en las sienes. Es un alivio llegar a la silla, porque,
entre los tacones y el temblor de piernas, me da miedo tropezar. Aunque ya
cae la noche, el Círculo de la Ciudad está más iluminado que un día de verano.
Han construido unas gradas elevadas para los invitados prestigiosos, con los
estilistas colocados en primera fila. Las cámaras se volverán hacia ellos
cuando la multitud reaccione a su trabajo. También hay un gran balcón
reservado para los Vigilantes, y los equipos de televisión se han hecho con casi
todos los demás balcones. Sin embargo, el Círculo de la Ciudad y las avenidas
que dan a él están completamente abarrotados de gente, todos de pie. En las
casas y en los auditorios municipales de todo el país, todos los televisores
están encendidos, todos los ciudadanos de Panem nos ven. Esta noche no
habrá apagones.
Caesar Flickerman, el hombre que se encarga de las entrevistas desde
hace más de cuarenta años, entra en el escenario. Da un poco de miedo,
porque su apariencia no ha cambiado nada en todo ese tiempo: la misma cara
bajo una capa de maquillaje blanco puro; el mismo peinado, aunque cada año
lo tiñe de un color diferente; el mismo traje de ceremonias, azul marino
salpicado de miles de diminutas bombillas que centellean como estrellas. En el
Capitolio tienen cirujanos que hacen a la gente más joven y delgada, mientras
que, en el Distrito 12, parecer viejo es una especie de logro, ya que muchos
mueren jóvenes. Si ves a un anciano te dan ganas de felicitarlo por su
longevidad, de preguntarle el secreto de la supervivencia. Todos envidian a los
gorditos, porque su aspecto significa que no han tenido problemas para comer,
como la mayoría de nosotros. Aquí es distinto: las arrugas no son deseables, y
una barriga redonda no es símbolo de éxito.
Este año, Caesar lleva el pelo de color celeste, y los párpados y labios
pintados del mismo tono. Está raro, aunque no da tanto miedo como el año
pasado, que iba de escarlata y daba la impresión de que estaba sangrando. El
presentador cuenta algunos chistes para animar a la audiencia y después se
pone manos a la obra.
La chica del Distrito 1 sube al centro del escenario con un provocador
vestido transparente dorado y se une a Caesar para la entrevista. Está claro
que su mentor no ha tenido ningún problema al elegir su enfoque: con ese
precioso cabello rubio, los ojos azules, un cuerpo esbelto... es
sexy la mires por donde la mires.
Las entrevistas duran tres minutos, pasados los cuales suena un zumbido
y sube el siguiente tributo. Hay que reconocer que Caesar hace todo lo posible
por que los tributos brillen; es agradable, intenta tranquilizar a los nerviosos, se
ríe con las bromas tontas y puede convertir una respuesta floja en algo
memorable sólo con su reacción.
Permanezco sentada como una dama, siguiendo las instrucciones de Rachel,
mientras los distritos siguen pasando, 2, 3, 4. Todos tienen un enfoque: el chico
monstruoso del Distrito 2 es una máquina de matar implacable; la chica con
cara astuta del Distrito 5 es maliciosa y escurridiza, como una comadreja. Veo
a Kurt en cuanto se sienta, pero ni siquiera su presencia me relaja. 8, 9, 10.
El chico cojo del Distrito 10 es muy callado.
Me sudan una barbaridad las manos y el vestido de piedras preciosas no es
absorbente, así que me resbalan si intento secármelas en él. La chica del
Distrito 11, Lauren Zizes, tiene el mismo color de pelo que Rey, pero ahí se acaba el parecido.
Es una de los gigantes, es robusta con casi un metro ochenta de altura,
y tiene la constitución de un buey, aunque sé que ha rechazado las invitaciones
de los tributos profesionales para unirse a ellos. Ha preferido quedarse sola, sin
hablar con nadie y mostrando poco interés por el entrenamiento. Aun así, ha
conseguido un diez, y no cuesta imaginar qué ha impresionado a los Vigilantes.
Hace caso omiso de los intentos de Caesar por bromear con ella y responde con
sí o no, o, simplemente, no dice nada.
Si yo tuviera su tamaño podría causar buena impresión siendo
malhumorada y hostil... ¡y no pasaría nada! Estoy segura de que la mitad de los
patrocinadores está ya pensando en ayudarla a ella. Si yo tuviese dinero,
también lo haría.
Luego aparece Rey, con un pequeño traje de color blanco y su corbatín de color rojo, camina tímido hasta Caesar, y la multitud guarda silencio al ver al chico, que parece un muñeco de torta. El presentador lo trata con dulzura y alaba el siete que sacó en los entrenamientos, una puntuación muy alta para alguien tan pequeño. Cuando le pregunta cuál será su punto fuerte en el estadio, el no vacila:
-Cuesta atraparme.. -dice, con voz trémula-.. Y, si no me atrapan, no
podrán matarme, así que no me descarte tan deprisa...
-Ni en un millón de años.. -responde Caesar, animándolo.
Y ahora llaman a Santana Lopez, y me siento como en un sueño,
levantándome y acercándome al escenario central. Acepto el apretón de manos
de Caesar y él tiene la elegancia de no limpiarse el sudor de inmediato en el
traje.
-Bueno, Santana, el Capitolio debe de ser un gran cambio, comparado con
el Distrito 12. ¿Qué es lo que más te ha impresionado desde que estás aquí?..
¿Qué? ¿Qué ha dicho? Es como si las palabras no tuviesen sentido.
Se me ha quedado la boca seca como una suela de zapato. Busco con
desesperación a Kurt entre la multitud y lo miro a los ojos; me imagino que las
palabras han salido de sus labios: "¿Qué es lo que más te ha impresionado
desde que estás aquí?". Me devano los sesos intentando pensar en algo que
me haya hecho feliz desde mi llegada. "Sé sincera --pienso--. Sé sincera."
-El estofado de cordero.. -consigo decir. Caesar se ríe y me doy cuenta,
vagamente, de que parte del público hace lo mismo.
-¿El de ciruelas pasas?.. -pregunta Caesar, y yo asiento-... Oh, yo lo como
sin parar...- Se vuelve hacia la audiencia, horrorizado, con la mano en el
estómago-... No se me notará, ¿verdad?... -Todos gritan para animarlo y
aplauden. A esto me refería: él siempre intenta ayudarte-... Bueno, Santana..
-sigue, en tono confidencial-... cuando apareciste en la ceremonia inaugural se
me paró el corazón, literalmente. ¿Qué te pareció aquel traje?..
Kurt arquea una ceja. Tengo que ser sincera.
-¿Quieres decir después de comprobar que no moríria quemada?...
Carcajada del presentador, carcajadas auténticas del público.
-Sí, a partir de ahí...
-Pensé que Kurt era un genio... -Kurt, amigo mío, tenía que decírtelo de
todas formas-... que era el traje más maravilloso que había visto y que no me
podía creer que lo llevase puesto. Tampoco puedo creerme que lleve éste...
-Levanto la falda para extenderla-... En fin, ¡fíjate!..
Mientras el público se deshace en exclamaciones de admiración, veo que
Kurt mueve el dedo en círculos; sé qué quiere decirme: "Gira para mí".
Me levanto, doy un giro completo y la reacción es inmediata.
-¡Oh, hazlo otra vez!.. -me pide Caesar, así que levanto los brazos y doy
vueltas y más vueltas, dejando que la falta flote, dejando que el vestido me
envuelva en llamas. El público me vitorea. Cuando me detengo, tengo que
agarrarme al brazo del presentador-... ¡No te pares!... -me dice.
-Tengo que hacerlo. ¡Me he mareado!..
También estoy soltando risitas tontas, que es algo que, me parece, no he
hecho en la vida. Los nervios y los giros han podido conmigo.
-No te preocupes, te tengo... -me dice Caesar, rodeándome con un brazo-...
No podemos dejar que sigas los pasos de tu mentora... -Todos empiezan a
abuchear y las cámaras enfocan a Sue, que ahora es famosa por su
caída en la cosecha; ella agita una mano para callarlos, tratando que se vea algo de humor, pero se que por dentro quiere tirarle con una botella a Caesar -... No pasa nada.. -dice el presentador para tranquilizar a la multitud-..
conmigo está a salvo. Bueno, hablemos de la puntuación: on-ce. Danos una
pista de lo que pasó allí dentro...
-Ummm... -digo, mirando a los Vigilantes, que están en el balcón, y me
muerdo un labio-... Sólo diré una cosa: creo que nunca habían visto nada igual...
Las cámaras enfocan a los Vigilantes, que están riéndose y asintiendo.
-Nos estás matando... -protesta el presentador, como si le doliese de
verdad-... Detalles, detalles...
-Se supone que no puedo contar nada, ¿verdad?.. -pregunto, mirando al
balcón.
-¡Así es! -grita el Vigilante que se cayó dentro de la ponchera.
-Gracias.. -respondo-... Lo siento, mis labios están sellados...
-Entonces volvamos al momento en que dijeron el nombre de tu hermano
en la cosecha.. -sigue el presentador, con un tono más pausado-... Tú te
presentaste voluntaria. ¿Nos puedes hablar de el?..
No, no, no, a vosotros no, pero quizá a Kurt sí. Creo que no me estoy
imaginando la tristeza que expresa su rostro.
-Se llama Mich, sólo tiene doce años y lo amo más que a nada en el
mundo...
El silencio era tan absoluto que no se oía ni un suspiro.
-¿Qué te dijo después de la cosecha?..
Sé sincera, sé sincera. Trago saliva.
-Me pidió que intentase ganar como pudiera...
La audiencia está paralizada, pendiente de cada palabra.
-¿Y qué respondiste?.. -pregunta Caesar, con amabilidad, pero, en vez de
sentirme arropada, noto que un frío glacial me recorre el cuerpo y que pongo
los músculos en tensión, como antes de atrapar una presa. Cuando hablo, mi
tono de voz parece haber bajado una octava.
-Le juré que lo haría...
-Seguro que sí.. -dice él, apretándome la mano. Entonces suena el
zumbido-... Lo siento, nos hemos quedado sin tiempo. Te deseo la mejor de las
suertes, Santana Lopez, tributo del Distrito 12...
Los aplausos continúan mucho después de sentarme. Miro a Kurt para
que me tranquilice, y él levanta el pulgar para indicarme que todo ha ido bien.
Me paso aturdida la primera parte de la entrevista de Brittany, aunque veo
que tiene al público en sus manos desde el principio; los oigo reír y gritar. Está
utilizando lo de ser la hija del panadero para comparar a los tributos con los
panes de sus distritos. Después cuenta una anécdota divertida sobre los
peligros de las duchas del Capitolio.
-Dime, ¿todavía huelo a rosas?.. -le pregunta a Caesar, y después se
pasan un rato olisqueándose por turnos, lo que hace que todos se partan de
risa. Empiezo a recuperar la concentración cuando Caesar le pregunta si tiene
un novio en casa.
Brittany vacila y después sacude la cabeza, aunque no muy convencida.
-¿Una chica guapa como tú? Tiene que haber un chico especial. Venga,
¿cómo se llama?..
-Bueno, hay alguien especial... pero no un chico.. sino una chica.. -responde ella algo timida y ruborizándose, el publico y Caesar ni siquiera se ven sorprendidos o incómodos con la noticia, asique suspira y prosigue-... Llevo enamorada de ella desde que tengo uso de razón, pero estoy bastante segura de que ella no sabía nada de mí hasta la cosecha...
La multitud expresa su simpatía: comprenden lo que es un amor no
correspondido.
-¿Que no le gustan las chicas?¿Tiene novio?..
-No lo sé, nunca se lo pregunte, y si tiene novio tampoco lo se, aunque les gusta a muchos chicos...
-Entonces te diré lo que tienes que hacer: gana y vuelve a casa. Así no
podrá rechazarte, ¿eh?.. -la anima Caesar.
-Creo que no funcionaría. Ganar... no ayudará, en mi caso...
-¿Por qué no?.. -pregunta Caesar, perplejo.
-Porque... -empieza a balbucear Brittany, ruborizándose nuevamente y empieza a jugar con sus dedos mirando al suelo-. Porque... ella
está aquí conmigo...
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gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
CAPITULO 10;
Durante un momento, las cámaras se quedan clavadas en la mirada
cabizbaja de Brittany, mientras todos asimilan lo que acaba de decir. Después
veo mi cara, boquiabierta, con una mezcla de sorpresa y protesta, ampliada en
todas las pantallas: ¡soy yo! ¡Dios mío, se refiere a mí! Aprieto los labios y miro
al suelo, esperando esconder así las emociones que empiezan a hervirme
dentro.
-Vaya, eso sí que es mala suerte... -dice Caesar, y parece sentirlo de
verdad.
La multitud le da la razón en sus murmullos y unos cuantos han soltado
grititos de angustia.
-No es bueno, no.. -coincide Brittany.
-En fin, nadie puede culparte por ello, es difícil no enamorarse de esa
jovencita. ¿Ella no lo sabía?..
-Hasta ahora, no... -responde Brittany, sacudiendo la cabeza.
Me atrevo a mirar un segundo a la pantalla, lo bastante para comprobar
que mi rubor es perfectamente visible.
-¿No les gustaría sacarla de nuevo al escenario para obtener una
respuesta?.. -pregunta Caesar a la audiencia, que responde con gritos
afirmativos-... Por desgracia, las reglas son las reglas, y el tiempo de Santana
Lopez ha terminado. Bueno, te deseo la mejor de las suertes, Brittany
Pierce, y creo que hablo por todo Panem cuando digo que te llevamos en el
corazón....
El rugido de la multitud es ensordecedor; Brittany nos ha borrado a todos del
mapa al declarar su amor por mí. Cuando el público por fin se calla, mi
compañera murmura un "gracias" y regresa a su asiento. Nos levantamos para
el himno; yo tengo que alzar la cabeza, porque es una muestra de respeto
obligatoria, y no puedo evitar ver que en todas las pantallas aparece una
imagen de nosotras dos, separadas por unos cuantos metros que, en las
mentes de los espectadores, deben de parecer insalvables. Pobre pareja
trágica.
Sin embargo, yo sé la verdad.
.........................................
Después del himno, los tributos nos ponemos en fila para volver al
vestíbulo del Centro de Entrenamiento y sus ascensores. Me aseguro de no
meterme en el mismo que Brittany. La muchedumbre frena a nuestro séquito de
estilistas, mentores y acompañantes, así que nos quedamos solas; no
hablamos. Mi ascensor deja a cuatro tributos antes de quedarme sola y llegar a
la planta doce. Brittany acaba de salir del ascensor cuando me acerco a ella y le
pego un empujón en el pecho; ella pierde el equilibrio por sus zapatos y se estrella contra una fea urna llena de flores artificiales. La urna se cae y se hace añicos en el suelo, Brittany aterriza encima de los pedazos y las manos empiezan a sangrarle de inmediato.
-¿A qué viene esto?.. -me pregunta, horrorizada.
-¡No tenías derecho! ¡No tenías derecho a decir esas cosas sobre mí!..
Los ascensores se abren y aparece todo el grupo: Rachel, Sue, Kurt y
Mercedes.
-¿Qué está pasando?.. -pregunta Rachel, con un deje de histeria en la voz-...¿Te has caído?..
-Después de que ella me empujara.. -responde Brittany, mientras Rachel y
Kurt la ayudan a levantarse.
-¿La has empujado?.. -me pregunta Sue.
-Ha sido idea tuya, ¿verdad? ¿Lo de convertirme en una idiota delante de
todo el país?..
-Fue idea mía.. -interviene Brittany, mientras se quita trozos de cerámica de
las manos-... Sue sólo me ayudó a desarrollarla...
-Sí, Sue es una gran ayuda... ¡para ti!..
-Eres una idiota, sin duda.. -dice Sue, asqueada-.. ¿Crees que te ha
perjudicado? Esta chica acaba de darte algo que nunca podrías lograr tú sola...
-¡Me ha hecho parecer débil!.. oh!.. y no olvidemos el hecho que ahora, ¡todo el Panem esta murmurando que puedo ser lesbiana!...
-¡Te ha hecho parecer deseable! Y, reconozcámoslo, necesitas toda la
ayuda posible en ese tema... y lo de ser lesbiana, ¿acaso te escuchas? eso es lo que te preocupa.. es repugnante.-niega con la cabeza-... Eras tan romántica como un trozo de roca hasta que ella dijo que te quería. Ahora todos te quieren y sólo hablan de ti. ¡Las trágicas amantes del Distrito 12!..
-¡Pero no somos amantes!.. -exclamo.
-¿A quién le importa?.. -insiste Sue, cogiéndome por los hombros y
aplastándome contra la pared-... No es más que un espectáculo, todo depende
de cómo te perciban. Después de tu entrevista lo único que podría haber dicho
de ti era que resultabas bastante agradable, aunque debo admitir que eso ya
de por sí es un milagro. Ahora puedo decir que eres una rompecorazones.
Oooh, los chicos y chicas de tu distrito caían abrumados a tus pies. ¿Con cuál de las dos imágenes crees que conseguirás más patrocinadores?...
El olor a vino de su aliento me pone mala; la empujo para quitármela de
encima y retrocedo, intentando aclararme las ideas.
-Tiene razón, Santana.. -me dice Kurt, acercándose y rodeándome con un
brazo.
-Tendría que haberlo sabido.. -respondo, sin saber qué pensar-... Así no
habría parecido tan estúpida...
-No, tu reacción ha sido perfecta. De haberlo sabido, no habría parecido
tan real.. -interviene Mercedes.
-Lo que le preocupa es su novio... -dice Brittany, malhumorada, mientras se
arranca un trozo ensangrentado de urna.
-No tengo novio... -afirmo, aunque se me encienden otra vez las mejillas al
pensar en Puck.
-Lo que tú digas, pero seguro que es lo bastante listo para reconocer un
farol. Además, tú no has dicho que me quieras ni que te gustan las niñas, así que ¿qué más da?...
Las palabras empiezan a surtir efecto. Me calmo. Ahora no sé si debo
pensar que me han usado o que me han dado una ventaja. Sue tiene
razón, he sobrevivido a la entrevista, pero ¿qué les he ofrecido? A una chica
imbécil dando vueltas con un vestido brillante y soltando risitas tontas. El único
momento con sustancia fue cuando hablé de Mich. Comparada con Lauren Zizes y su fuerza silenciosa y mortífera, no soy digna de recordar. Tonta, brillante y fácil de olvidar; bueno, no del todo, porque tengo mi once en entrenamiento.
Sin embargo, ahora Brittany me ha convertido en objeto de amor, y no sólo
del suyo. Según ella, ahora tengo muchos admiradores, y si el público cree de
verdad que estamos enamoradas... Recuerdo la energía con la que han
respondido a su confesión; un amor trágico. Sue tiene razón, en el
Capitolio adoran estas cosas. De repente me preocupa no haber reaccionado
bien.
-Después de que dijese que me quería, ¿a vosotros os pareció que podría
estar enamorada de ella?... -les pregunto.
-A mí sí.. -responde Mercedes-... Por la forma en que evitabas mirar a las
cámaras y el rubor en las mejillas...
Los otros asienten.
-Eres una mina de oro, sacos de arena, vas a tener a los patrocinadores haciendo cola..-afirma Sue.
-Siento haberte empujado.. -le digo a Brittany, obligándome a mirarla,
avergonzada por mi reacción.
-Da igual.. -responde ella, encogiéndose de hombros, con algo en la mirada que no puedo descifrar.. ¿Enojo?¿Angustia?¿Dolor?-... Aunque, técnicamente, es ilegal...
-¿Tienes bien las manos?..
-Se pondrán bien...-responde sin mirarme.
En el silencio que sigue a su respuesta nos llegan los deliciosos olores de
la cena, que ya está en el comedor.
-Vamos a comer... -dice Sue, y todos la seguimos hasta la mesa y
nos colocamos en nuestros puestos.
Como Brittany está sangrando demasiado, Mercedes se la lleva para que la
atiendan. Empezamos la sopa de nata y pétalos de rosa sin ellas, y, cuando
terminamos, vuelven. Las manos de Brittany están envueltas en vendas y yo no
puedo evitar sentirme culpable, porque mañana estaremos en el campo de
batalla, ella me ha hecho un favor y yo le he respondido con una herida. ¿Es que siempre voy a estar en deuda con ella?
Después de la cena vemos la repetición de las entrevistas en el salón. Yo
parezco presumida y superficial, dando vueltas y soltando risitas, aunque los
demás me aseguran que les parezco encantadora. La que sí está encantadora
es Brittany, no había prestado mucha atención en el piso, pero se ve simpática, timida y muy sexy.. ¿Sexy?..si aun mas que la chica del distrito 1, aunque las dos son rubias, de ojos azules y con un gran cuerpo, Brittany no necesita ser tan reveladora ni presumida para verse linda... y después resulta irresistible en su actuación de chica enamorada. Y ahí salgo yo, ruborizada y perpleja, bella gracias a las manos de Kurt, deseable gracias a la confesión de Brittany, trágica por las circunstancias y, lo mires por donde lo mires, imposible de olvidar.
Cuando termina el himno y la pantalla se oscurece, la habitación guarda
silencio. Mañana al alba nos levantarán y nos prepararán para el estadio. Los
juegos en sí no empiezan hasta las diez, porque muchos de los habitantes del
Capitolio se levantan tarde, pero Brittany y yo tenemos que empezar temprano.
No se sabe lo lejos que estará el campo de batalla elegido para este año.
Sé que Sue y Rachel no irán con nosotros. En cuanto salgamos de
aquí, ellas se desplazarán a la sede central de los juegos, donde, esperemos,
reclutarán patrocinadores sin parar y trabajarán en una estrategia para decidir
cómo y cuándo entregarnos los regalos. Kurt y Mercedes viajarán con nosotras
hasta el mismísimo punto desde el que nos lanzarán a la batalla. A pesar de
todo, es el momento de despedirse.
Rachel nos coge a las dos de la mano, con lágrimas de verdad en los ojos, y
nos desea buena suerte. Nos da las gracias por ser las mejores tributos que ha
tenido el privilegio de patrocinar; después, como es Rachel y parece estar
obligada por ley a decir siempre algo horrible, añade:
-¡No me sorprendería nada que el año que viene me promocionasen por
fin a un distrito decente!..
Después nos besa en la mejilla y se aleja rápidamente, no sé si abrumada
por la sentimental despedida o por la posible mejora de su fortuna.
Sue cruza los brazos y nos examina.
-¿Un último consejo?.. -pregunta Brittany.
-Cuando suene el gong, salid echando leches. Ninguna de las dos sois lo
bastante buenas para meteros en el baño de sangre de la Cornucopia. Salid
corriendo, poned toda la distancia posible de por medio y encontrad una fuente
de agua. ¿Entendido?..
-¿Y después?.. -pregunto.
-Seguid vivas... -responde Sue.
Es el mismo consejo que nos dio en el tren, pero ahora no está borracha y
riéndose. Asentimos. ¿Qué otra cosa podemos hacer?
Cuando me voy hacia mi cuarto, Brittany se queda atrás para hablar con
Mercedes, cosa que me alegra. No sé cuáles serán nuestras incómodas palabras de despedida, pero pueden esperar a mañana.
Veo que alguien ha abierto mi cama, aunque no hay ni rastro de la chica pelirroja. Ojalá supiera su nombre, debería habérselo preguntado y puede que ella me lo hubiese escrito o explicado con mímica, aunque es probable que sólo sirviera para que la castigasen.
Me doy una ducha y me quito la pintura dorada, el maquillaje y el aroma de
la belleza. Todo lo que queda del trabajo del equipo de diseño son las llamas
de las uñas, que decido conservar para recordarle a la audiencia quién soy:
Santana, la chica en llamas. Quizá me dé algo a lo que agarrarme en los días
que me esperan.
Me pongo un pijama, y me acuesto. En unos cinco segundos me doy cuenta de que no me quedaré dormida, y lo necesito desesperadamente, porque cada momento de fatiga en el estadio es una invitación a la muerte.
No sirve de nada; pasa una hora, luego dos, luego tres, y mis párpados se
niegan a cerrarse. No puedo dejar de imaginarme en qué terreno nos soltarán.
¿Desierto? ¿Pantano? ¿Un páramo helado? Sobre todo espero que haya
árboles que me puedan ofrecer escondite, alimento y cobijo. Suele haber
árboles, porque los paisajes pelados son aburridos y, sin vegetación, los juegos
se acaban pronto. Pero ¿cómo será el clima? ¿Qué trampas habrán escondido
los Vigilantes para animar los momentos aburridos? Y luego están los otros
tributos.
Cuanto más ansiosa estoy por dormirme, menos lo consigo. Al final estoy
tan inquieta que tengo que salir de la cama; recorro la habitación notando que
el corazón me late demasiado deprisa, que tengo la respiración acelerada. Es
como estar en una celda, si no consigo respirar aire fresco pronto voy a
empezar a romperlo todo otra vez.
Corro por el vestíbulo hacia la puerta que da al tejado, que no sólo no está cerrada, sino que la han dejado entreabierta. Quizás alguien se olvidó de cerrarla, aunque da lo mismo, porque el campo de energía que rodea el tejado impide cualquier intento desesperado de fuga, y yo no quiero escapar, sólo llenarme los pulmones de aire; quiero ver el cielo y la luna antes de que intenten darme caza.
El tejado no está iluminado por la noche, pero en cuanto piso descalza el
suelo de baldosas, veo su silueta contra las luces que no dejan de
brillar en el Capitolio. En las calles hay bastante barullo, música, gente
cantando y cláxones, cosas que no oía a través de los gruesos paneles de
cristal de mi cuarto. Podría largarme ahora mismo sin que ella se diese cuenta;
no me oiría con tanto follón. Sin embargo, el aire nocturno es tan agradable que
no soportaría regresar a mi agobiante jaula. ¿Y qué más da? ¿Qué más da si
hablamos o no?
Avanzo sin hacer ruido por las baldosas; cuando estoy a un metro de ella, le
digo:
-Deberías estar durmiendo...
Ella se sobresalta, pero no se vuelve, y veo que sacude un poco la cabeza.
-No quería perderme la fiesta. Al fin y al cabo, es por nosotros...
Me acerco a ella y me asomo al borde: las amplias calles están llenas de
gente bailando. Me esfuerzo por distinguir los detalles de sus figuras diminutas.
-¿Están disfrazados?..
-¿Quién sabe? Teniendo en cuenta la locura de ropa que llevan aquí...
¿Tú tampoco podías dormir?..
-No podía dejar de pensar.. -respondo.
-¿Piensas en tu familia?...
-No.. -reconozco, sintiéndome un poco culpable-...No dejo de preguntarme
qué pasará mañana, aunque no sirve de nada, claro... -Con la luz que llega de
abajo puedo verle la cara, la extraña forma de cogerse las manos vendadas-...
Siento mucho lo de las manos, de verdad...
-No importa, Santana. De todos modos, no tenía ninguna oportunidad en
los juegos...
-No debes pensar así...
-¿Por qué no? Es la verdad. Mi única esperanza es no avergonzar a nadie
y... -vacila.
-¿Y qué?..
-No sé cómo expresarlo bien. Es que... quiero morir siendo yo misma.
¿Tiene sentido?... -pregunta, y yo sacudo la cabeza. ¿Cómo va a morir siendo
otra persona?-...No quiero que me cambien ahí fuera, que me conviertan en
una especie de monstruo, porque yo no soy así... -Me muerdo el labio,
sintiéndome inferior. Mientras yo cavilaba sobre la existencia de árboles, Brittany
le daba vueltas a cómo mantener su identidad, su esencia.
-¿Quieres decir que no matarás a nadie?.. -le pregunto.
-No. Cuando llegue el momento estoy segura de que mataré como todos
los demás. No puedo rendirme sin luchar. Pero desearía poder encontrar una
forma de... de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más
que una pieza de sus juegos...
-Es que no eres más que eso, ninguno lo somos. Así funcionan los
juegos...
-Vale, pero, dentro de ese esquema, tú sigues siendo tú y yo sigo siendo
yo.. -insiste-.. ¿No lo ves?..
-Un poco. Aunque..., sin ánimo de ofender, ¿a quién le importa, Brittany?..
-A mí. Quiero decir, ¿qué otra cosa me podría preocupar en estos
momentos?... -me pregunta, enfadada. Me mira a los ojos con sus penetrantes
ojos azules, exigiendo una respuesta.
-Preocúpate por lo que dijo Sue... -respondo, dando un paso atrás-...
Por seguir viva..
-Vale -responde ella, esbozando una sonrisa triste y burlona-.. Gracias por
el consejo, sacos de arena... -Usa el tono condescendiente de Sue, es como si
me hubiese dado un bofetón.
-Mira, si quieres pasarte las últimas horas de tu vida planeando una
muerte noble en el estadio, es cosa tuya. Yo prefiero pasar las mías en el
Distrito 12...
-No me sorprendería que lo hicieras. Dale recuerdos a mi madre cuando
vuelvas, ¿vale?...
-Puedes contar con ello... -Me vuelvo y bajo del tejado.
.........................................
Me paso el resto de la noche dando cabezadas, imaginándome los
comentarios cortantes que le haré a Brittany Pierce por la mañana. Brittany
Pierce. Ya veremos lo noble y elevada que se vuelve cuando tenga que decidir
entre la vida y la muerte. Seguramente se convertirá en uno de esos tributos
bestiales, de los que intentan comerse el corazón de alguien después de
matarlo. Hubo un tipo así hace unos cuantos años, Titus, del Distrito 6. Se
volvió completamente salvaje y los Vigilantes tuvieron que derribarlo con
pistolas eléctricas para recoger los cadáveres de los jugadores que había
matado y evitar que se los comiera. En el estadio no hay reglas, pero el
canibalismo no es del gusto del público del Capitolio, así que intentaron
eliminarlo. Se especuló que la avalancha que acabó finalmente con Titus fue
preparada para asegurarse de que el ganador no fuese un lunático.
.............................
No veo a Brittany por la mañana. Kurt viene a por mí antes del alba, me da
una túnica sencilla y me acompaña al tejado. Los últimos preparativos se harán
en las catacumbas, debajo del estadio en sí. Un aerodeslizador surge de la
nada, igual que el del bosque el día que vi cómo capturaban a la chica pelirroja,
y deja caer una escalera de mano. Pongo pies y manos en el primer escalón y,
al instante, me quedo paralizada. Una especie de corriente me pega a la
escalera hasta que me suben al interior.
Aunque me imaginaba que la escalera me soltaría al llegar, sigo pegada a
ella y una mujer vestida con una bata blanca se me acerca con una jeringuilla.
-Es tu dispositivo de seguimiento, Santana. Cuanto más quieta estés,
mejor podré colocártelo.. -me explica.
¿Quieta? Soy una estatua. Sin embargo, eso no evita que note un dolor
agudo cuando la aguja me introduce el dispositivo metálico debajo de la piel del
antebrazo. Ahora los Vigilantes podrán localizarme en todo momento. No les
gustaría perder a un tributo.
En cuanto el dispositivo está colocado, la escalera me suelta. La mujer
desaparece y recogen a Kurt del tejado. Un chico avox se acerca y nos
acompaña a una habitación donde han servido el desayuno. A pesar de la
tensión que noto en el estómago, como todo lo que puedo, aunque los
deliciosos manjares no me impresionan. Estoy tan nerviosa que podría estar
comiendo polvo de carbón. Lo único que me distrae es la vista desde las
ventanas: sobrevolamos la ciudad y después la zona deshabitada que hay más
allá. Esto es lo que ven los pájaros, sólo que ellos son libres y están a salvo.
Justo lo contrario que yo.
El viaje dura una media hora. Después se oscurecen las ventanas, lo que
nos indica que llegamos al estadio. El aerodeslizador aterriza, y Kurt y yo
volvemos a la escalera, aunque esta vez para bajar hasta un tubo subterráneo
que da a las catacumbas. Seguimos las instrucciones para llegar a mi destino,
una cámara donde realizar los preparativos. En el Capitolio la llaman la sala de
lanzamiento. En los distritos la conocemos como el corral, donde guardan a los
animales antes de llevarlos al matadero.
Todo está nuevo; yo seré la primera y única ocupante de esta sala de
lanzamiento. Los campos de batalla son emplazamientos históricos y los
conservan después de los juegos, destinos turísticos populares para los
residentes del Capitolio: puedes pasar aquí un mes, volver a ver los juegos,
hacer un recorrido por las catacumbas y visitar los lugares donde tuvieron lugar
las muertes. Incluso puedes participar en reconstrucciones de los hechos.
Dicen que la comida es excelente.
Lucho por no vomitar el desayuno mientras me ducho y me lavo los
dientes. Kurt me peina con mi sencilla trenza de siempre; después llega la
ropa, la misma para cada tributo. Kurt no tiene nada que ver con mi traje, ni
siquiera sabe qué hay en el paquete, pero me ayuda a vestirme con la ropa
interior, los pantalones beige, la blusa verde claro, el robusto cinturón marrón
y la fina chaqueta negra con capucha que me llega hasta los muslos.
-El material de la chaqueta está diseñado para aprovechar el calor
corporal, así que te esperan noches frescas.. -me dice.
Las botas, que me coloco sobre unos calcetines muy ajustados, son
mejores de lo que cabría esperar: cuero suave, parecidas a las que tengo en
casa. Sin embargo, éstas tienen una suela de goma flexible con dibujos,
perfectas para correr.
Cuando creo que ya he terminado, Kurt se saca del bolsillo la insignia del
sinsajo dorado. Se me había olvidado por completo.
-¿De dónde lo has sacado?.. -le pregunto.
-De la musculosa verde que llevabas puesta en el tren.. -responde. Recuerdo que me lo quité del vestido de mi madre y me lo prendí a la camisa-.. Es el símbolo de tu distrito, ¿no?.. -Asiento, y él me lo coloca en la camisa-...Casi no logra pasar por la junta de revisión. Algunos pensaban que podía usarse como arma y darte una ventaja injusta, pero, al final, lo aprobaron. Sí eliminaron un anillo de la chica del Distrito 1; si girabas la gema salía una punta envenenada. La chica decía que no tenía ni idea de que el anillo se transformase y no había pruebas que demostrasen lo contrario. De todos modos, ha perdido su símbolo... Bueno, ya está. Muévete, asegúrate de estar cómoda...
Camino, corro en círculo y agito los brazos.
-Sí, está bien. Me queda perfectamente...
-Entonces sólo queda esperar la llamada.. -me dice Kurt-... A no ser que
puedas comer algo más...
Rechazo la comida, aunque acepto un vaso de agua que me bebo a
traguitos mientras esperamos en el sofá. No quiero morderme las uñas ni los
labios, así que acabo mordisqueándome el interior de la mejilla. Todavía noto
las heridas que me hice hace unos días; no tardo en sangrar.
Los nervios se convierten en terror cuando empiezo a pensar en lo que me
espera. Podría estar muerta, muerta del todo, en una hora o menos. Me toco
de manera obsesiva el bultito duro del antebrazo, donde la mujer me inyectó el
dispositivo de seguimiento. A pesar del dolor, lo aprieto tan fuerte que me hago
un moretón.
-¿Quieres hablar, Santana?..
Sacudo la cabeza, pero, al cabo de un momento, le doy la mano y Kurt
me la aprieta entre las suyas. Nos quedamos así sentados hasta que una
agradable voz femenina nos anuncia que ha llegado el momento de
prepararnos para el lanzamiento.
Todavía agarrada a las manos de Kurt, me acerco a la placa de metal
redonda.
-Recuerda lo que dijo Sue: corre, busca agua. Lo demás saldrá solo..
-dice, y yo asiento-.. Y recuerda una cosa: aunque no se me permite apostar, si pudiera, apostaría por ti...
-¿De verdad?.. -susurro.
-De verdad... -afirma Kurt; después se inclina y me da un beso en la
frente-... Buena suerte, chica en llamas...
Entonces me rodea un cilindro de cristal que nos obliga a soltarnos, que
me obliga a separarme de él. Kurt se da unos golpecitos en la barbilla; quiere
decir que mantenga la cabeza alta.
Levanto la barbilla y me quedo todo lo quieta que me es posible. El cilindro
empieza a elevarse y, durante unos quince segundos, me encuentro a oscuras.
Después noto que la placa metálica sale del cilindro y me lleva hasta la brillante
luz del sol, que me deslumbra; sólo soy consciente de un viento fuerte que me
trae un esperanzador aroma a pino.
En ese momento oigo la voz del legendario presentador Claudius
Templesmith por todas partes:
-Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos
del Hambre!...
...............................................................................................................
Eso es todo x esta semana, nos vemos la sana q viene... espero sus comentarios..
Besotes..(^_^)..
Durante un momento, las cámaras se quedan clavadas en la mirada
cabizbaja de Brittany, mientras todos asimilan lo que acaba de decir. Después
veo mi cara, boquiabierta, con una mezcla de sorpresa y protesta, ampliada en
todas las pantallas: ¡soy yo! ¡Dios mío, se refiere a mí! Aprieto los labios y miro
al suelo, esperando esconder así las emociones que empiezan a hervirme
dentro.
-Vaya, eso sí que es mala suerte... -dice Caesar, y parece sentirlo de
verdad.
La multitud le da la razón en sus murmullos y unos cuantos han soltado
grititos de angustia.
-No es bueno, no.. -coincide Brittany.
-En fin, nadie puede culparte por ello, es difícil no enamorarse de esa
jovencita. ¿Ella no lo sabía?..
-Hasta ahora, no... -responde Brittany, sacudiendo la cabeza.
Me atrevo a mirar un segundo a la pantalla, lo bastante para comprobar
que mi rubor es perfectamente visible.
-¿No les gustaría sacarla de nuevo al escenario para obtener una
respuesta?.. -pregunta Caesar a la audiencia, que responde con gritos
afirmativos-... Por desgracia, las reglas son las reglas, y el tiempo de Santana
Lopez ha terminado. Bueno, te deseo la mejor de las suertes, Brittany
Pierce, y creo que hablo por todo Panem cuando digo que te llevamos en el
corazón....
El rugido de la multitud es ensordecedor; Brittany nos ha borrado a todos del
mapa al declarar su amor por mí. Cuando el público por fin se calla, mi
compañera murmura un "gracias" y regresa a su asiento. Nos levantamos para
el himno; yo tengo que alzar la cabeza, porque es una muestra de respeto
obligatoria, y no puedo evitar ver que en todas las pantallas aparece una
imagen de nosotras dos, separadas por unos cuantos metros que, en las
mentes de los espectadores, deben de parecer insalvables. Pobre pareja
trágica.
Sin embargo, yo sé la verdad.
.........................................
Después del himno, los tributos nos ponemos en fila para volver al
vestíbulo del Centro de Entrenamiento y sus ascensores. Me aseguro de no
meterme en el mismo que Brittany. La muchedumbre frena a nuestro séquito de
estilistas, mentores y acompañantes, así que nos quedamos solas; no
hablamos. Mi ascensor deja a cuatro tributos antes de quedarme sola y llegar a
la planta doce. Brittany acaba de salir del ascensor cuando me acerco a ella y le
pego un empujón en el pecho; ella pierde el equilibrio por sus zapatos y se estrella contra una fea urna llena de flores artificiales. La urna se cae y se hace añicos en el suelo, Brittany aterriza encima de los pedazos y las manos empiezan a sangrarle de inmediato.
-¿A qué viene esto?.. -me pregunta, horrorizada.
-¡No tenías derecho! ¡No tenías derecho a decir esas cosas sobre mí!..
Los ascensores se abren y aparece todo el grupo: Rachel, Sue, Kurt y
Mercedes.
-¿Qué está pasando?.. -pregunta Rachel, con un deje de histeria en la voz-...¿Te has caído?..
-Después de que ella me empujara.. -responde Brittany, mientras Rachel y
Kurt la ayudan a levantarse.
-¿La has empujado?.. -me pregunta Sue.
-Ha sido idea tuya, ¿verdad? ¿Lo de convertirme en una idiota delante de
todo el país?..
-Fue idea mía.. -interviene Brittany, mientras se quita trozos de cerámica de
las manos-... Sue sólo me ayudó a desarrollarla...
-Sí, Sue es una gran ayuda... ¡para ti!..
-Eres una idiota, sin duda.. -dice Sue, asqueada-.. ¿Crees que te ha
perjudicado? Esta chica acaba de darte algo que nunca podrías lograr tú sola...
-¡Me ha hecho parecer débil!.. oh!.. y no olvidemos el hecho que ahora, ¡todo el Panem esta murmurando que puedo ser lesbiana!...
-¡Te ha hecho parecer deseable! Y, reconozcámoslo, necesitas toda la
ayuda posible en ese tema... y lo de ser lesbiana, ¿acaso te escuchas? eso es lo que te preocupa.. es repugnante.-niega con la cabeza-... Eras tan romántica como un trozo de roca hasta que ella dijo que te quería. Ahora todos te quieren y sólo hablan de ti. ¡Las trágicas amantes del Distrito 12!..
-¡Pero no somos amantes!.. -exclamo.
-¿A quién le importa?.. -insiste Sue, cogiéndome por los hombros y
aplastándome contra la pared-... No es más que un espectáculo, todo depende
de cómo te perciban. Después de tu entrevista lo único que podría haber dicho
de ti era que resultabas bastante agradable, aunque debo admitir que eso ya
de por sí es un milagro. Ahora puedo decir que eres una rompecorazones.
Oooh, los chicos y chicas de tu distrito caían abrumados a tus pies. ¿Con cuál de las dos imágenes crees que conseguirás más patrocinadores?...
El olor a vino de su aliento me pone mala; la empujo para quitármela de
encima y retrocedo, intentando aclararme las ideas.
-Tiene razón, Santana.. -me dice Kurt, acercándose y rodeándome con un
brazo.
-Tendría que haberlo sabido.. -respondo, sin saber qué pensar-... Así no
habría parecido tan estúpida...
-No, tu reacción ha sido perfecta. De haberlo sabido, no habría parecido
tan real.. -interviene Mercedes.
-Lo que le preocupa es su novio... -dice Brittany, malhumorada, mientras se
arranca un trozo ensangrentado de urna.
-No tengo novio... -afirmo, aunque se me encienden otra vez las mejillas al
pensar en Puck.
-Lo que tú digas, pero seguro que es lo bastante listo para reconocer un
farol. Además, tú no has dicho que me quieras ni que te gustan las niñas, así que ¿qué más da?...
Las palabras empiezan a surtir efecto. Me calmo. Ahora no sé si debo
pensar que me han usado o que me han dado una ventaja. Sue tiene
razón, he sobrevivido a la entrevista, pero ¿qué les he ofrecido? A una chica
imbécil dando vueltas con un vestido brillante y soltando risitas tontas. El único
momento con sustancia fue cuando hablé de Mich. Comparada con Lauren Zizes y su fuerza silenciosa y mortífera, no soy digna de recordar. Tonta, brillante y fácil de olvidar; bueno, no del todo, porque tengo mi once en entrenamiento.
Sin embargo, ahora Brittany me ha convertido en objeto de amor, y no sólo
del suyo. Según ella, ahora tengo muchos admiradores, y si el público cree de
verdad que estamos enamoradas... Recuerdo la energía con la que han
respondido a su confesión; un amor trágico. Sue tiene razón, en el
Capitolio adoran estas cosas. De repente me preocupa no haber reaccionado
bien.
-Después de que dijese que me quería, ¿a vosotros os pareció que podría
estar enamorada de ella?... -les pregunto.
-A mí sí.. -responde Mercedes-... Por la forma en que evitabas mirar a las
cámaras y el rubor en las mejillas...
Los otros asienten.
-Eres una mina de oro, sacos de arena, vas a tener a los patrocinadores haciendo cola..-afirma Sue.
-Siento haberte empujado.. -le digo a Brittany, obligándome a mirarla,
avergonzada por mi reacción.
-Da igual.. -responde ella, encogiéndose de hombros, con algo en la mirada que no puedo descifrar.. ¿Enojo?¿Angustia?¿Dolor?-... Aunque, técnicamente, es ilegal...
-¿Tienes bien las manos?..
-Se pondrán bien...-responde sin mirarme.
En el silencio que sigue a su respuesta nos llegan los deliciosos olores de
la cena, que ya está en el comedor.
-Vamos a comer... -dice Sue, y todos la seguimos hasta la mesa y
nos colocamos en nuestros puestos.
Como Brittany está sangrando demasiado, Mercedes se la lleva para que la
atiendan. Empezamos la sopa de nata y pétalos de rosa sin ellas, y, cuando
terminamos, vuelven. Las manos de Brittany están envueltas en vendas y yo no
puedo evitar sentirme culpable, porque mañana estaremos en el campo de
batalla, ella me ha hecho un favor y yo le he respondido con una herida. ¿Es que siempre voy a estar en deuda con ella?
Después de la cena vemos la repetición de las entrevistas en el salón. Yo
parezco presumida y superficial, dando vueltas y soltando risitas, aunque los
demás me aseguran que les parezco encantadora. La que sí está encantadora
es Brittany, no había prestado mucha atención en el piso, pero se ve simpática, timida y muy sexy.. ¿Sexy?..si aun mas que la chica del distrito 1, aunque las dos son rubias, de ojos azules y con un gran cuerpo, Brittany no necesita ser tan reveladora ni presumida para verse linda... y después resulta irresistible en su actuación de chica enamorada. Y ahí salgo yo, ruborizada y perpleja, bella gracias a las manos de Kurt, deseable gracias a la confesión de Brittany, trágica por las circunstancias y, lo mires por donde lo mires, imposible de olvidar.
Cuando termina el himno y la pantalla se oscurece, la habitación guarda
silencio. Mañana al alba nos levantarán y nos prepararán para el estadio. Los
juegos en sí no empiezan hasta las diez, porque muchos de los habitantes del
Capitolio se levantan tarde, pero Brittany y yo tenemos que empezar temprano.
No se sabe lo lejos que estará el campo de batalla elegido para este año.
Sé que Sue y Rachel no irán con nosotros. En cuanto salgamos de
aquí, ellas se desplazarán a la sede central de los juegos, donde, esperemos,
reclutarán patrocinadores sin parar y trabajarán en una estrategia para decidir
cómo y cuándo entregarnos los regalos. Kurt y Mercedes viajarán con nosotras
hasta el mismísimo punto desde el que nos lanzarán a la batalla. A pesar de
todo, es el momento de despedirse.
Rachel nos coge a las dos de la mano, con lágrimas de verdad en los ojos, y
nos desea buena suerte. Nos da las gracias por ser las mejores tributos que ha
tenido el privilegio de patrocinar; después, como es Rachel y parece estar
obligada por ley a decir siempre algo horrible, añade:
-¡No me sorprendería nada que el año que viene me promocionasen por
fin a un distrito decente!..
Después nos besa en la mejilla y se aleja rápidamente, no sé si abrumada
por la sentimental despedida o por la posible mejora de su fortuna.
Sue cruza los brazos y nos examina.
-¿Un último consejo?.. -pregunta Brittany.
-Cuando suene el gong, salid echando leches. Ninguna de las dos sois lo
bastante buenas para meteros en el baño de sangre de la Cornucopia. Salid
corriendo, poned toda la distancia posible de por medio y encontrad una fuente
de agua. ¿Entendido?..
-¿Y después?.. -pregunto.
-Seguid vivas... -responde Sue.
Es el mismo consejo que nos dio en el tren, pero ahora no está borracha y
riéndose. Asentimos. ¿Qué otra cosa podemos hacer?
Cuando me voy hacia mi cuarto, Brittany se queda atrás para hablar con
Mercedes, cosa que me alegra. No sé cuáles serán nuestras incómodas palabras de despedida, pero pueden esperar a mañana.
Veo que alguien ha abierto mi cama, aunque no hay ni rastro de la chica pelirroja. Ojalá supiera su nombre, debería habérselo preguntado y puede que ella me lo hubiese escrito o explicado con mímica, aunque es probable que sólo sirviera para que la castigasen.
Me doy una ducha y me quito la pintura dorada, el maquillaje y el aroma de
la belleza. Todo lo que queda del trabajo del equipo de diseño son las llamas
de las uñas, que decido conservar para recordarle a la audiencia quién soy:
Santana, la chica en llamas. Quizá me dé algo a lo que agarrarme en los días
que me esperan.
Me pongo un pijama, y me acuesto. En unos cinco segundos me doy cuenta de que no me quedaré dormida, y lo necesito desesperadamente, porque cada momento de fatiga en el estadio es una invitación a la muerte.
No sirve de nada; pasa una hora, luego dos, luego tres, y mis párpados se
niegan a cerrarse. No puedo dejar de imaginarme en qué terreno nos soltarán.
¿Desierto? ¿Pantano? ¿Un páramo helado? Sobre todo espero que haya
árboles que me puedan ofrecer escondite, alimento y cobijo. Suele haber
árboles, porque los paisajes pelados son aburridos y, sin vegetación, los juegos
se acaban pronto. Pero ¿cómo será el clima? ¿Qué trampas habrán escondido
los Vigilantes para animar los momentos aburridos? Y luego están los otros
tributos.
Cuanto más ansiosa estoy por dormirme, menos lo consigo. Al final estoy
tan inquieta que tengo que salir de la cama; recorro la habitación notando que
el corazón me late demasiado deprisa, que tengo la respiración acelerada. Es
como estar en una celda, si no consigo respirar aire fresco pronto voy a
empezar a romperlo todo otra vez.
Corro por el vestíbulo hacia la puerta que da al tejado, que no sólo no está cerrada, sino que la han dejado entreabierta. Quizás alguien se olvidó de cerrarla, aunque da lo mismo, porque el campo de energía que rodea el tejado impide cualquier intento desesperado de fuga, y yo no quiero escapar, sólo llenarme los pulmones de aire; quiero ver el cielo y la luna antes de que intenten darme caza.
El tejado no está iluminado por la noche, pero en cuanto piso descalza el
suelo de baldosas, veo su silueta contra las luces que no dejan de
brillar en el Capitolio. En las calles hay bastante barullo, música, gente
cantando y cláxones, cosas que no oía a través de los gruesos paneles de
cristal de mi cuarto. Podría largarme ahora mismo sin que ella se diese cuenta;
no me oiría con tanto follón. Sin embargo, el aire nocturno es tan agradable que
no soportaría regresar a mi agobiante jaula. ¿Y qué más da? ¿Qué más da si
hablamos o no?
Avanzo sin hacer ruido por las baldosas; cuando estoy a un metro de ella, le
digo:
-Deberías estar durmiendo...
Ella se sobresalta, pero no se vuelve, y veo que sacude un poco la cabeza.
-No quería perderme la fiesta. Al fin y al cabo, es por nosotros...
Me acerco a ella y me asomo al borde: las amplias calles están llenas de
gente bailando. Me esfuerzo por distinguir los detalles de sus figuras diminutas.
-¿Están disfrazados?..
-¿Quién sabe? Teniendo en cuenta la locura de ropa que llevan aquí...
¿Tú tampoco podías dormir?..
-No podía dejar de pensar.. -respondo.
-¿Piensas en tu familia?...
-No.. -reconozco, sintiéndome un poco culpable-...No dejo de preguntarme
qué pasará mañana, aunque no sirve de nada, claro... -Con la luz que llega de
abajo puedo verle la cara, la extraña forma de cogerse las manos vendadas-...
Siento mucho lo de las manos, de verdad...
-No importa, Santana. De todos modos, no tenía ninguna oportunidad en
los juegos...
-No debes pensar así...
-¿Por qué no? Es la verdad. Mi única esperanza es no avergonzar a nadie
y... -vacila.
-¿Y qué?..
-No sé cómo expresarlo bien. Es que... quiero morir siendo yo misma.
¿Tiene sentido?... -pregunta, y yo sacudo la cabeza. ¿Cómo va a morir siendo
otra persona?-...No quiero que me cambien ahí fuera, que me conviertan en
una especie de monstruo, porque yo no soy así... -Me muerdo el labio,
sintiéndome inferior. Mientras yo cavilaba sobre la existencia de árboles, Brittany
le daba vueltas a cómo mantener su identidad, su esencia.
-¿Quieres decir que no matarás a nadie?.. -le pregunto.
-No. Cuando llegue el momento estoy segura de que mataré como todos
los demás. No puedo rendirme sin luchar. Pero desearía poder encontrar una
forma de... de demostrarle al Capitolio que no le pertenezco, que soy algo más
que una pieza de sus juegos...
-Es que no eres más que eso, ninguno lo somos. Así funcionan los
juegos...
-Vale, pero, dentro de ese esquema, tú sigues siendo tú y yo sigo siendo
yo.. -insiste-.. ¿No lo ves?..
-Un poco. Aunque..., sin ánimo de ofender, ¿a quién le importa, Brittany?..
-A mí. Quiero decir, ¿qué otra cosa me podría preocupar en estos
momentos?... -me pregunta, enfadada. Me mira a los ojos con sus penetrantes
ojos azules, exigiendo una respuesta.
-Preocúpate por lo que dijo Sue... -respondo, dando un paso atrás-...
Por seguir viva..
-Vale -responde ella, esbozando una sonrisa triste y burlona-.. Gracias por
el consejo, sacos de arena... -Usa el tono condescendiente de Sue, es como si
me hubiese dado un bofetón.
-Mira, si quieres pasarte las últimas horas de tu vida planeando una
muerte noble en el estadio, es cosa tuya. Yo prefiero pasar las mías en el
Distrito 12...
-No me sorprendería que lo hicieras. Dale recuerdos a mi madre cuando
vuelvas, ¿vale?...
-Puedes contar con ello... -Me vuelvo y bajo del tejado.
.........................................
Me paso el resto de la noche dando cabezadas, imaginándome los
comentarios cortantes que le haré a Brittany Pierce por la mañana. Brittany
Pierce. Ya veremos lo noble y elevada que se vuelve cuando tenga que decidir
entre la vida y la muerte. Seguramente se convertirá en uno de esos tributos
bestiales, de los que intentan comerse el corazón de alguien después de
matarlo. Hubo un tipo así hace unos cuantos años, Titus, del Distrito 6. Se
volvió completamente salvaje y los Vigilantes tuvieron que derribarlo con
pistolas eléctricas para recoger los cadáveres de los jugadores que había
matado y evitar que se los comiera. En el estadio no hay reglas, pero el
canibalismo no es del gusto del público del Capitolio, así que intentaron
eliminarlo. Se especuló que la avalancha que acabó finalmente con Titus fue
preparada para asegurarse de que el ganador no fuese un lunático.
.............................
No veo a Brittany por la mañana. Kurt viene a por mí antes del alba, me da
una túnica sencilla y me acompaña al tejado. Los últimos preparativos se harán
en las catacumbas, debajo del estadio en sí. Un aerodeslizador surge de la
nada, igual que el del bosque el día que vi cómo capturaban a la chica pelirroja,
y deja caer una escalera de mano. Pongo pies y manos en el primer escalón y,
al instante, me quedo paralizada. Una especie de corriente me pega a la
escalera hasta que me suben al interior.
Aunque me imaginaba que la escalera me soltaría al llegar, sigo pegada a
ella y una mujer vestida con una bata blanca se me acerca con una jeringuilla.
-Es tu dispositivo de seguimiento, Santana. Cuanto más quieta estés,
mejor podré colocártelo.. -me explica.
¿Quieta? Soy una estatua. Sin embargo, eso no evita que note un dolor
agudo cuando la aguja me introduce el dispositivo metálico debajo de la piel del
antebrazo. Ahora los Vigilantes podrán localizarme en todo momento. No les
gustaría perder a un tributo.
En cuanto el dispositivo está colocado, la escalera me suelta. La mujer
desaparece y recogen a Kurt del tejado. Un chico avox se acerca y nos
acompaña a una habitación donde han servido el desayuno. A pesar de la
tensión que noto en el estómago, como todo lo que puedo, aunque los
deliciosos manjares no me impresionan. Estoy tan nerviosa que podría estar
comiendo polvo de carbón. Lo único que me distrae es la vista desde las
ventanas: sobrevolamos la ciudad y después la zona deshabitada que hay más
allá. Esto es lo que ven los pájaros, sólo que ellos son libres y están a salvo.
Justo lo contrario que yo.
El viaje dura una media hora. Después se oscurecen las ventanas, lo que
nos indica que llegamos al estadio. El aerodeslizador aterriza, y Kurt y yo
volvemos a la escalera, aunque esta vez para bajar hasta un tubo subterráneo
que da a las catacumbas. Seguimos las instrucciones para llegar a mi destino,
una cámara donde realizar los preparativos. En el Capitolio la llaman la sala de
lanzamiento. En los distritos la conocemos como el corral, donde guardan a los
animales antes de llevarlos al matadero.
Todo está nuevo; yo seré la primera y única ocupante de esta sala de
lanzamiento. Los campos de batalla son emplazamientos históricos y los
conservan después de los juegos, destinos turísticos populares para los
residentes del Capitolio: puedes pasar aquí un mes, volver a ver los juegos,
hacer un recorrido por las catacumbas y visitar los lugares donde tuvieron lugar
las muertes. Incluso puedes participar en reconstrucciones de los hechos.
Dicen que la comida es excelente.
Lucho por no vomitar el desayuno mientras me ducho y me lavo los
dientes. Kurt me peina con mi sencilla trenza de siempre; después llega la
ropa, la misma para cada tributo. Kurt no tiene nada que ver con mi traje, ni
siquiera sabe qué hay en el paquete, pero me ayuda a vestirme con la ropa
interior, los pantalones beige, la blusa verde claro, el robusto cinturón marrón
y la fina chaqueta negra con capucha que me llega hasta los muslos.
-El material de la chaqueta está diseñado para aprovechar el calor
corporal, así que te esperan noches frescas.. -me dice.
Las botas, que me coloco sobre unos calcetines muy ajustados, son
mejores de lo que cabría esperar: cuero suave, parecidas a las que tengo en
casa. Sin embargo, éstas tienen una suela de goma flexible con dibujos,
perfectas para correr.
Cuando creo que ya he terminado, Kurt se saca del bolsillo la insignia del
sinsajo dorado. Se me había olvidado por completo.
-¿De dónde lo has sacado?.. -le pregunto.
-De la musculosa verde que llevabas puesta en el tren.. -responde. Recuerdo que me lo quité del vestido de mi madre y me lo prendí a la camisa-.. Es el símbolo de tu distrito, ¿no?.. -Asiento, y él me lo coloca en la camisa-...Casi no logra pasar por la junta de revisión. Algunos pensaban que podía usarse como arma y darte una ventaja injusta, pero, al final, lo aprobaron. Sí eliminaron un anillo de la chica del Distrito 1; si girabas la gema salía una punta envenenada. La chica decía que no tenía ni idea de que el anillo se transformase y no había pruebas que demostrasen lo contrario. De todos modos, ha perdido su símbolo... Bueno, ya está. Muévete, asegúrate de estar cómoda...
Camino, corro en círculo y agito los brazos.
-Sí, está bien. Me queda perfectamente...
-Entonces sólo queda esperar la llamada.. -me dice Kurt-... A no ser que
puedas comer algo más...
Rechazo la comida, aunque acepto un vaso de agua que me bebo a
traguitos mientras esperamos en el sofá. No quiero morderme las uñas ni los
labios, así que acabo mordisqueándome el interior de la mejilla. Todavía noto
las heridas que me hice hace unos días; no tardo en sangrar.
Los nervios se convierten en terror cuando empiezo a pensar en lo que me
espera. Podría estar muerta, muerta del todo, en una hora o menos. Me toco
de manera obsesiva el bultito duro del antebrazo, donde la mujer me inyectó el
dispositivo de seguimiento. A pesar del dolor, lo aprieto tan fuerte que me hago
un moretón.
-¿Quieres hablar, Santana?..
Sacudo la cabeza, pero, al cabo de un momento, le doy la mano y Kurt
me la aprieta entre las suyas. Nos quedamos así sentados hasta que una
agradable voz femenina nos anuncia que ha llegado el momento de
prepararnos para el lanzamiento.
Todavía agarrada a las manos de Kurt, me acerco a la placa de metal
redonda.
-Recuerda lo que dijo Sue: corre, busca agua. Lo demás saldrá solo..
-dice, y yo asiento-.. Y recuerda una cosa: aunque no se me permite apostar, si pudiera, apostaría por ti...
-¿De verdad?.. -susurro.
-De verdad... -afirma Kurt; después se inclina y me da un beso en la
frente-... Buena suerte, chica en llamas...
Entonces me rodea un cilindro de cristal que nos obliga a soltarnos, que
me obliga a separarme de él. Kurt se da unos golpecitos en la barbilla; quiere
decir que mantenga la cabeza alta.
Levanto la barbilla y me quedo todo lo quieta que me es posible. El cilindro
empieza a elevarse y, durante unos quince segundos, me encuentro a oscuras.
Después noto que la placa metálica sale del cilindro y me lleva hasta la brillante
luz del sol, que me deslumbra; sólo soy consciente de un viento fuerte que me
trae un esperanzador aroma a pino.
En ese momento oigo la voz del legendario presentador Claudius
Templesmith por todas partes:
-Damas y caballeros, ¡que empiecen los Septuagésimo Cuartos Juegos
del Hambre!...
...............................................................................................................
Eso es todo x esta semana, nos vemos la sana q viene... espero sus comentarios..
Besotes..(^_^)..
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
solamente una palabra ESPECTACULAR
ya no puedo esperar a los siguientes capítulos. Jo, me encanta esa relacion amor-odio de las britana, sin embargo ya no me acuerdo mucho de los libros, ya que los leí hace mucho, pero este fic me lo esta recordando.
Espero el proximo!
Besos y disfruta de tu acampada
ya no puedo esperar a los siguientes capítulos. Jo, me encanta esa relacion amor-odio de las britana, sin embargo ya no me acuerdo mucho de los libros, ya que los leí hace mucho, pero este fic me lo esta recordando.
Espero el proximo!
Besos y disfruta de tu acampada
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
OMG! Te agradezco qué hayas hecho llevadero este día.
Ahora me dieron ganas de leer el libro ><
Ahora me dieron ganas de leer el libro ><
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Ahhhh, se quedo en lo más genial! Espera...¿Donde está Brittany?
No me gusta como las chicas se pelean, las Brittana deben ser un equipo para sobrevivir (eso sonó bien).
Sin duda, los juegos comenzarán y será The Best xD Ya estoy emocionada por leerlo! aunque tengo que esperar
demaciado, pero bien...me encantaron está maratón de capítulos....¡Un abrazo! Y hasta le próximo.
No me gusta como las chicas se pelean, las Brittana deben ser un equipo para sobrevivir (eso sonó bien).
Sin duda, los juegos comenzarán y será The Best xD Ya estoy emocionada por leerlo! aunque tengo que esperar
demaciado, pero bien...me encantaron está maratón de capítulos....¡Un abrazo! Y hasta le próximo.
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Ooouu tendre que esperar hasta la proxima semana? :c y yo que queria seguir leyendo. bueno, sera. a esperar se a dicho.
'o' Britt le dijo que la ama, sera cierto o solo fue un truco? Mmm...nose pero tengo esperanzas de que es verdad *-*.
Hasta la actu!.Saludos! ^-^
'o' Britt le dijo que la ama, sera cierto o solo fue un truco? Mmm...nose pero tengo esperanzas de que es verdad *-*.
Hasta la actu!.Saludos! ^-^
Invitado- Invitado
LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 11"
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Elisika-sama; ;) graxie Eli disfrute mucho la escapada, me hacia falta, el duo entre la naturaleza y el descontrol ajajaja... si es una relacion media rara al principio, y mas xq Santana no sabe lo que le despierta Brittany.. bueno esperemos q la adaptacion te refresq bien la memoria, igual hay unos cambios leves, hay algunas cosas q no me gustaron y los cambie..
Tat-Tat;q bueno q haya influido en tu dia para hacerlo mas llevadero jaja.. siii tenes q leer los libros son muy buenos, ecepto sinsajo en mi opinion personal, pero eso es subjetivo jajajaja... pero es u8na trilogia que vale la pena leer...
Ali_Pearce;si voy a hacer mas seguido estos maratones, xq actualizo pocas veces.. justo lo deje en donde comienzan los juegos, y no staba previsto de antemano para nada, fue el destino q le gusta jugar con el drama no yo jajajajaja... ahora vas a ver donde sta Brittany, y creo q se van a llevar una sorpresa.. es verdad entre ellas dos pueden sobrevivir, pero es dificil, xq sera un ganador no mas y aliarse con alguien quiere decir que despues vas a tener que matarlo o esperar a que te mate...
IloveHeya!!;si van a tener q esperar una semana, pero actualizo viernes, sabado y domingo y tal vez haga 2 capitulos mas de yapa, asiq no es tan malo despues de todo...
mmmm, no se sabe en con que fin lo dijo Brittany, como solo esta narrado desde el punto de vista de Santana, x lo pronto no se sabe, tal vez es solo tactica de juego, despues de todo hay q conceguir patrosinadores para sobrevivir no??... pero Brittany es mas astuta en el juego, me parece que es como dijo Santana, q ya habia comenzado a jugar desde que se subio al tren...
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..Otra cosa, vieron las modificaciones en la pagina??.. pfff claro q si lo vieron, es una pregunta media estupida, pero a lo q voy que me encanto! asiq mis felicitaciondes a quien esta encargado de las graficas, exelente convinacion de colores, y no lo digo xq sean mis colores favoritos eh!.. no no para nada...
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CAPITULO 11;
Sesenta segundos. Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros
círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Si das un paso
al frente antes de que acabe el minuto, las minas te vuelan las piernas.
Sesenta segundos para observar el anillo de tributos, todos a la misma
distancia de la Cornucopia, que es un gigantesco cuerno dorado con forma de
cono, con el pico curvo y una abertura de al menos seis metros de alto, lleno a
rebosar de las cosas que nos sustentarán aquí, en el estadio: comida,
contenedores con agua, armas, medicinas, ropa, material para hacer fuego.
Alrededor de la Cornucopia hay otros suministros, aunque su valor decrece
cuanto más lejos están del cuerno. Por ejemplo, a pocos pasos de mí hay un
cuadrado de plástico de un metro de largo. Sin duda sería útil en un chaparrón.
Sin embargo, cerca de la abertura veo una tienda de campaña que me
protegería de cualquier condición atmosférica; si tuviera el valor suficiente para
entrar y luchar por ella contra los otros veintitrés tributos, claro, cosa que me
han aconsejado no hacer.
Estamos en un terreno despejado y llano, una llanura de tierra aplanada.
Detrás de los tributos que tengo frente a mí no veo nada, lo que indica que hay
una pendiente descendente o puede que un acantilado. A mi derecha hay un
lago. A la izquierda y detrás, unos ralos bosques de pinos. Ésa es la dirección
que Sue querría que tomase, y de inmediato oigo sus instrucciones dentro de mi cabeza: "Salid corriendo, poned toda la distancia posible de por medio y encontrad una fuente de agua."
Sin embargo, es tentador, muy tentador ver el regalo delante de mí,
esperándome, y saber que, si no lo cojo yo, lo hará otro; que los tributos
profesionales que sobrevivan al baño de sangre se repartirán casi todo el botín,
esencial para sobrevivir aquí. Algo me llama la atención: sobre un montículo de
mantas enrolladas hay un carcaj de plata con flechas y un arco, ya tensado,
esperando a que lo disparen.
"Eso es mío --pienso--. Lo han dejado para mí."
Soy rápida, puedo correr más deprisa que las demás chicas de nuestro
colegio, aunque un par de ellas me ganan en las distancias largas, como Brittany por ejemplo. Pero son menos de cuarenta metros, perfecto para mí. Sé que puedo conseguirlo, sé que puedo llegar primero, aunque la pregunta es: ¿podré salir de ahí lo bastante deprisa? Cuando termine de abrirme paso entre las mantas y coja las armas, los demás ya habrán llegado al cuerno, y quizá pueda derribar a un par
de ellos, pero supongamos que hay doce; tan cerca, podrían matarme con las
lanzas y las porras. O con sus enormes puños.
Por otro lado, no seré el único objetivo. Seguro que muchos de los tributos
no prestarían atención a una chica de menor tamaño que ellos, aunque hubiese
conseguido un once en el entrenamiento, y preferirían dedicarse a los
adversarios más feroces.
Sue no me ha visto correr. De haberlo hecho, a lo mejor me habría
dicho que lo intentara, que cogiera el arma, teniendo en cuenta que es
precisamente el arma que podría salvarme. Además, sólo veo un arco en toda
la pila. Sé que el minuto debe de estar a punto de acabar y tengo que decidir
cuál será mi estrategia; al final me coloco instintivamente en posición de correr,
no hacia el bosque que nos rodea, sino hacia la pila, hacia el arco. Entonces,
de repente, veo a Brittany, que está cinco tributos a mi derecha; a pesar de la
distancia, sé que me está mirando y creo que sacude la cabeza, pero el sol me
da en los ojos y, mientras le doy vueltas al tema, suena el gong.
¡Y me lo he perdido! ¡He perdido la oportunidad! Porque esos dos
segundos de más sin prepararme han bastado para hacerme cambiar de idea.
Muevo los pies de un lado a otro, sin saber la dirección que me indica el
cerebro, y me lanzo hacia delante, recojo el cuadrado de plástico y una hogaza
de pan. He cogido tan poco y estoy tan enfadada con Brittany por distraerme que avanzo unos quince metros hacia la Cornucopia y recojo una mochila de color naranja intenso que podría contener cualquier cosa, sólo porque no puedo
soportar la idea de irme prácticamente sin nada.
Un chico, creo que del Distrito 9, intenta coger la mochila a la vez que yo y,
durante un breve instante, los dos tiramos de ella. Entonces él tose y me llena
la cara de sangre. Doy un tambalearte paso atrás, asqueada por las cálidas
gotitas pegajosas; el chico cae al suelo y veo el cuchillo que le sobresale de la
espalda.
Los demás tributos han llegado a la Cornucopia y están dispersándose
para atacar. Sí, la chica del Distrito 2 corre hacia mí, está a unos diez metros y
lleva media docena de cuchillos en la mano. La he visto lanzarlos en el
entrenamiento, y nunca falla. Yo soy su siguiente objetivo.
Todo el miedo general que he sentido hasta ahora se condensa en un
miedo concreto a esta chica, a esta depredadora que podría matarme dentro
de pocos segundos. Con el subidón de adrenalina, me echo la mochila al
hombro y corro a toda velocidad hacia el bosque. Oigo la hoja del cuchillo que
se dirige a mí y, por acto reflejo, levanto la mochila para protegerme la cabeza;
la hoja se clava en ella. Con la mochila colgada a la espalda, sigo corriendo
hacia los árboles. De algún modo, sé que la chica no me seguirá, que volverá a
la Cornucopia antes de que se lleven todo lo bueno. Sonrío y pienso: "Gracias
por el cuchillo".
Al borde del bosque me vuelvo un instante para examinar el campo de
batalla; hay unos doce tributos luchando en el cuerno y algunos muertos tirados
por el suelo. Los que han huido desaparecen en los árboles o en el vacío que
veo al otro lado. Sigo corriendo hasta que el bosque me esconde de los demás
tributos y después freno un poco para mantener un ritmo que me permita seguir
un rato más.
Durante las horas siguientes voy alternando las carreras con los
paseos para alejarme todo lo posible de mis competidores. Perdí mi pan en el
forcejeo con el chico del Distrito 9, pero conseguí meterme el plástico en la
manga, así que, mientras camino, lo doblo bien y me lo guardo en un bolsillo.
También saco el cuchillo (es bueno, tiene una larga hoja afilada y con dientes
cerca del mango, lo que me vendrá bien para serrar cosas) y lo meto en el
cinturón. Sigo moviéndome, sólo me detengo para ver si me siguen.
Tengo mucha resistencia, lo sé por mis días en los bosques. Sin embargo,
voy a necesitar agua. Era la segunda instrucción de Sue y, como fastidié
la primera, procuro prestar atención a cualquier rastro de humedad, aunque sin
suerte.
El bosque empieza a evolucionar y los pinos se mezclan con una variedad
de árboles, algunos reconocibles y otros completamente desconocidos para mí.
En cierto momento oigo un ruido y saco el cuchillo, pensando en defenderme,
pero resulta ser un conejo asustado.
-Me alegro de verte.. -susurro. Donde hay un conejo, podría haber cientos
esperando a que los cace.
El suelo baja en pendiente, cosa que no me gusta mucho, porque los
valles me hacen sentir atrapada. Quiero estar en alto, como en las colinas que
rodean el Distrito 12, desde donde puede verse venir a los enemigos. En
cualquier caso, no tengo elección, así que sigo.
Lo curioso es que no me siento demasiado mal; me han venido bien los
atracones de comida de los últimos días. Puedo mantenerme aunque esté falta
de sueño, y estar en el bosque me resulta revitalizante. Agradezco la soledad,
aunque no sea más que una ilusión, ya que es muy probable que ahora mismo
esté en pantalla, no de continuo, pero sí de vez en cuando. Hay tantas muertes
que mostrar el primer día que un tributo caminando por el bosque no resulta
demasiado interesante. Sin embargo, me sacarán lo bastante para que la gente
sepa que sigo viva, ilesa y en movimiento. Uno de los días más fuertes de las
apuestas es el de apertura, cuando llegan las primeras bajas, aunque no puede
compararse con lo que sucede conforme la batalla se reduce a un puñado de
jugadores.
.................................
A última hora de la tarde empiezo a oír los cañones. Cada disparo
representa a un tributo muerto. Por fin debe de haber acabado la lucha en la
Cornucopia, ya que nunca recogen los cadáveres del baño de sangre hasta
que se dispersan los asesinos. El día de apertura ni siquiera disparan los
cañones hasta que acaba la primera batalla, porque les resulta demasiado
difícil llevar la cuenta de los fallecidos. Me permito una pausa, entre jadeos,
para contar los disparos. Uno..., dos..., tres..., y así hasta llegar a once. Once
muertos en total; quedan trece para jugar. Me rasco la sangre seca que el chico
del Distrito 9 me tosió en la cara. Sin duda, murió. ¿Qué habrá sido de Brittany?
Lo sabré en pocas horas, cuando proyecten en el cielo las imágenes de los
muertos para que las veamos los demás.
De repente, me sobrecoge la idea de que Brittany haya muerto, de que
hayan recogido su cadáver pálido y esté de regreso al Capitolio, donde la
limpiarán, la vestirán y la enviarán al Distrito 12 en una sencilla caja de madera;
de que ya no esté aquí, sino camino a casa. Intento recordar si la vi después de
que comenzara la acción, pero la última imagen que recuerdo es la de Brittany
sacudiendo la cabeza al sonar el gong.
Quizá sea mejor que esté muerta. Ella no creía poder ganar y yo no tendré
que enfrentarme a la desagradable tarea de matarla. Quizá sea mejor que esté
fuera del juego para siempre.
Me dejo caer junto a mi mochila, agotada. De todos modos, necesito
revisarla antes de que caiga la noche y ver qué tengo para trabajar. Cuando
desabrocho las correas, noto que es robusta, aunque tiene un color muy
desafortunado. Este naranja casi brilla en la oscuridad; tomo nota de que tengo
que camuflarla en cuanto se haga de día.
Abro la solapa; en este momento, lo que más deseo es agua. El consejo
de Sue de encontrarla de inmediato no era arbitrario: no duraré mucho sin
ella. Quizá pueda funcionar durante unos cuantos días con los feos síntomas
de la deshidratación, pero después me deterioraré hasta quedar indefensa y
moriré en una semana, como mucho. Saco con cuidado las provisiones: un fino
saco de dormir negro que guarda el calor corporal; un paquete de galletas
saladas; un paquete de tiras de cecina de vaca; una botella de yodo; una caja
de cerillas de madera; un pequeño rollo de alambre; unas gafas de sol; y una
botella de plástico de dos litros con tapón para llenarla de agua, aunque está
vacía.
Nada de agua. ¿Tanto les habría costado llenar la botella? Me doy cuenta
de lo secas que tengo la garganta y la boca, de las grietas de los labios. Llevo
moviéndome todo el día, hacía calor y he sudado mucho. Esto lo hago en casa,
pero siempre he tenido arroyos para beber o nieve que derretir, si la cosa
llegaba a ese extremo.
Mientras vuelvo a meter las cosas en la mochila, se me ocurre una idea
horrible: el lago, el que vi mientras esperaba a que sonase el gong, ¿será la
única fuente de agua del estadio? Así garantizarían que todos tuviésemos que
luchar. El lago está a un día entero de camino desde aquí, una excursión muy
dura si no tengo nada para beber. En cualquier caso, aunque llegara, seguro
que lo custodian algunos de los tributos profesionales. Empieza a entrarme el
pánico, hasta que recuerdo el conejo que salió corriendo al principio de la
jornada; él también tiene que beber, sólo hay que descubrir dónde.
Empieza a anochecer y no me encuentro cómoda. Los árboles son
demasiado ralos para esconderme, y la capa de agujas de pino que amortigua
mis pisadas también hace que resulte difícil seguir el rastro de los animales
para encontrar agua. Además, sigo bajando cada vez más hacia un valle que
parece no acabar nunca.
También tengo hambre, pero no me atrevo a gastar mi preciado tesoro de
galletas y cecina, así que saco el cuchillo y me pongo a cortar un pino,
quitándole la corteza exterior y sacando un buen puñado de la interior, más
blanda. Me dedico a masticarla lentamente mientras camino. Después de una
semana disfrutando de la mejor comida del mundo, es algo difícil de soportar,
pero he comido mucho pino en mi vida, me adaptaré rápidamente.
Al cabo de una hora está claro que tengo que encontrar un sitio para
dormir. Las criaturas de la noche salen de sus guaridas; oigo algún que otro
aullido y a los búhos, lo que me hace pensar que tendré competencia en la
caza de los conejos. En cuanto a si me verán como fuente de alimentación, es
pronto para decirlo. A saber cuántos animales me están acechando en estos
momentos.
Sin embargo, ahora mismo creo que mi prioridad son los otros tributos, ya
que estoy segura de que seguirán cazando de noche. Los que lucharon en la
Cornucopia tendrán comida, agua abundante del lago, antorchas o linternas y
armas que estarán deseando usar. Sólo espero haberme alejado lo suficiente
para estar fuera de su alcance.
Antes de acampar, saco mi alambre y coloco dos trampas de lazo en los
arbustos. Sé que es arriesgado, pero no tardaré en quedarme sin comida y
puedo preparar trampas sobre la marcha. En cualquier caso, camino otros
cinco minutos antes de detenerme.
Escojo mi árbol con cuidado, un sauce no muy alto, aunque colocado en
un bosquecillo con otros sauces, de modo que pueda ocultarme entre las
largas ramas colgantes. Lo trepo utilizando las ramas más fuertes cerca del
tronco, y encuentro una bifurcación que me servirá de cama. Tardo un ratito,
pero consigo colocar el saco de dormir en una posición relativamente cómoda y
me meto dentro. Como precaución, me quito el cinturón, lo paso por la rama y
el saco, y me lo ato a la cintura. Así, si ruedo mientras duermo, no caeré al
suelo. Aunque soy lo bastante pequeña para taparme la cabeza con el saco,
me subo también la capucha.
Conforme cae la noche, la temperatura baja en picado. A pesar del riesgo que corrí al coger la mochila, sé que hice lo correcto, porque este saco de dormir en el que se refleja el calor de mi cuerpo para devolvérmelo no tiene precio. Seguro que, en estos momentos, la principal preocupación de varios tributos es cómo entrar en calor, mientras que quizá yo pueda dormir algunas horas. Si no tuviera tanta sed...
Justo al caer la noche oigo el himno que precede al recuento de bajas. A
través de las ramas veo el sello del Capitolio, que parece flotar en el cielo. En
realidad estoy viendo una pantalla enorme que transportan en uno de sus
silenciosos aerodeslizadores. El himno termina y el cielo se oscurece un
momento. En casa estaríamos viendo la repetición de todos y cada uno de los
asesinatos, pero consideran que eso sería una ventaja injusta para los tributos
supervivientes. Por ejemplo, si yo me hubiese hecho con el arco y hubiese
matado a alguien, mi secreto estaría al descubierto. No, en el estadio sólo
vemos las mismas fotografías que televisaron cuando salieron las puntuaciones
del entrenamiento, simples fotografías de nuestras cabezas. Sin embargo, en
vez de puntuaciones, lo que ponen debajo es el número del distrito. Respiro
hondo conforme surgen los rostros de los once tributos muertos y voy
contándolos con los dedos.
La primera es la chica del Distrito 3, lo que significa que los tributos
profesionales de los distritos 1 y 2 han sobrevivido. No me sorprende. Después,
la chica del 4. Eso no me lo esperaba, porque los profesionales suelen
sobrevivir al primer día. El chico del Distrito 5... Supongo que la chica con cara
de comadreja lo ha conseguido. Los dos tributos del 6 y el 7. El chico del 8. Los
dos del 9. Sí, ahí está el chico que intentó llevarse la mochila. He, llevado las
cuentas con los dedos, así que sólo queda un tributo muerto. ¿Será Brittany? No, es la chica del Distrito 10. Ya está. Vuelven a poner el sello del Capitolio con
una última fioritura musical. Después me quedo a oscuras y regresan los ruidos
del bosque.
Me alivia saber que Brittany sigue viva, aunque nose bien porque. Me repito que, si me matan, su victoria beneficiaría a mi madre y a Mich. Es lo que me digo para explicarme las emociones contradictorias que me despierta la hija del panadero: la gratitud por la ventaja que me dio al declarar su amor por mí en la entrevista; la rabia ante su alarde de superioridad en el tejado; el miedo de encontrarme cara a cara con ella en la batalla.
Once muertos, pero ninguno del Distrito 12. Intento repasar quién queda:
cinco tributos profesionales; la comadreja, Lauren Zizes y Rey. Rey... Así que al final ha sobrevivido al primer día; no puedo evitar alegrarme. Con eso somos diez, mañana averiguaré los tres que me faltan.
Ahora, a oscuras y después de haber caminado tanto y subido a lo alto de un árbol, ha llegado el momento de intentar descansar. En realidad no he dormido mucho en los dos últimos días, a lo que hay que sumar la larga jornada de viaje por el campo de batalla. Dejo que los músculos se relajen poco a poco. Se me cierran los ojos. Lo último que pienso es que es una suerte que no ronque...
¡Crac! El ruido de una rama rota me despierta. ¿Cuánto llevo dormida?
¿Cuatro horas? ¿Cinco? Tengo fría la punta de la nariz. ¡Crac! ¡Crac! ¿Qué
está pasando? No es el ruido de una rama pisada, sino de una que se ha roto
en el árbol. ¡Crac! ¡Crac! Calculo que está a varios metros a mi derecha. Me
vuelvo hacia allí lentamente y sin hacer ruido. Durante unos minutos no hay
más que oscuridad y ruido de movimiento, pero después veo una chispa y el
inicio de una pequeña fogata. Un par de manos se calientan encima, aunque
no distingo nada más.
Tengo que morderme los labios para no gritar todas las malas palabras que me sé. ¿En qué estará pensando? Los que lucharon en la Cornucopia, con su fuerza superior y sus generosas provisiones, quizá no hubiesen visto el fuego
entonces, pero ahora que ya estarán rastreando el bosque en busca de
víctimas... Es como agitar una bandera y gritar: "¡Venid a por mí!".
Y aquí estoy, a metros del tributo más idiota de los juegos, atada a
un árbol y sin atreverme a huir, porque acabaría dándole mi ubicación exacta a
cualquier asesino que la buscase. Es decir, sé que hace frío y que no todos
tienen un saco de dormir, ¡pero hay que apretar los dientes y aguantarse hasta
el alba!
Me quedó dentro del saco hecha una furia durante un par de horas,
pensando en que, si pudiera salir del árbol, no me importaría cargarme a ni
nuevo vecino. Mi instinto me dice que huya, no que luche, aunque, obviamente,
esta persona es un riesgo. La gente estúpida resulta peligrosa, y éste seguro
que no tiene armas, mientras que yo cuento con un excelente cuchillo.
El cielo sigue oscuro, pero noto que se acerca el amanecer. Empiezo a
pensar que quizás hayamos (es decir, la persona cuya muerte planeo y yo
misma) pasado desapercibidos. Entonces lo oigo: varios pares de pies que
echan a correr. El de la hoguera debe de haberse quedado dormido. Caen
sobre el antes de que pueda escapar; ahora sé que es un chico, porque oigo
sus súplicas y el grito de dolor que lo acalla. Después hay risas y felicitaciones
de varias voces. Alguien grita: "¡Doce menos, quedan once!". Los demás lo
vitorean.
Así que luchan en manada; no me sorprende. A menudo se forman
alianzas en las primeras etapas de los juegos; los fuertes se agrupan para
cazar a los débiles y, cuando la tensión empieza a crecer demasiado, se
vuelven unos contra otros. Está bastante claro quienes forman la alianza: serán
los tributos profesionales que quedan de los distritos 1, 2 y 4, dos chicos y tres
chicas, los que comían juntos.
Durante un momento los oigo registrar al chico en busca de provisiones.
Por sus comentarios sé que no han encontrado nada bueno. Me pregunto si la
víctima será Rey, aunque descarto la idea rápidamente, porque el es
demasiado listo para hacer una hoguera.
-Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes
de que empiece a apestar...
Estoy casi segura de que es el bruto del Distrito 2. Oigo murmullos de
aprobación y, horrorizada, veo que se dirigen a mí.
No saben dónde estoy. ¿Cómo iban a saberlo? Y estoy bien escondida entre los árboles, al menos mientras el sol siga bajo. Después, mi saco de dormir negro pasará de servirme de camuflaje a ser un problema. Si siguen avanzando pasarán por debajo de mí y desaparecerán en un minuto.
Entonces, los profesionales se detienen en el claro que se encuentra a
unos diez metros de mi árbol. Tienen linternas y antorchas, veo un brazo por
aquí y una bota por allá a través de los huecos de las ramas. ¿Me habrán
visto? No, todavía no. Por sus palabras sé que tienen la cabeza en otra parte.
-¿No tendríamos que haber oído ya el cañonazo?..
-Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato...
-A no ser que no esté muerto...
-Está muerto, lo he atravesado yo mismo...
-Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo?..
-Alguien debería volver y asegurarse de que está hecho..
-Sí. No quiero tener que perseguirlo dos veces...
-¡He dicho que está muerto!..
Empieza una discusión, hasta que una de los tributos silencia a los demás.
-¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Iré a rematarlo y seguiremos
moviéndonos!...
Casi me caigo del árbol: la que hablaba era Brittany....
..............................................................................................................
Elisika-sama; ;) graxie Eli disfrute mucho la escapada, me hacia falta, el duo entre la naturaleza y el descontrol ajajaja... si es una relacion media rara al principio, y mas xq Santana no sabe lo que le despierta Brittany.. bueno esperemos q la adaptacion te refresq bien la memoria, igual hay unos cambios leves, hay algunas cosas q no me gustaron y los cambie..
Tat-Tat;q bueno q haya influido en tu dia para hacerlo mas llevadero jaja.. siii tenes q leer los libros son muy buenos, ecepto sinsajo en mi opinion personal, pero eso es subjetivo jajajaja... pero es u8na trilogia que vale la pena leer...
Ali_Pearce;si voy a hacer mas seguido estos maratones, xq actualizo pocas veces.. justo lo deje en donde comienzan los juegos, y no staba previsto de antemano para nada, fue el destino q le gusta jugar con el drama no yo jajajajaja... ahora vas a ver donde sta Brittany, y creo q se van a llevar una sorpresa.. es verdad entre ellas dos pueden sobrevivir, pero es dificil, xq sera un ganador no mas y aliarse con alguien quiere decir que despues vas a tener que matarlo o esperar a que te mate...
IloveHeya!!;si van a tener q esperar una semana, pero actualizo viernes, sabado y domingo y tal vez haga 2 capitulos mas de yapa, asiq no es tan malo despues de todo...
mmmm, no se sabe en con que fin lo dijo Brittany, como solo esta narrado desde el punto de vista de Santana, x lo pronto no se sabe, tal vez es solo tactica de juego, despues de todo hay q conceguir patrosinadores para sobrevivir no??... pero Brittany es mas astuta en el juego, me parece que es como dijo Santana, q ya habia comenzado a jugar desde que se subio al tren...
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..Otra cosa, vieron las modificaciones en la pagina??.. pfff claro q si lo vieron, es una pregunta media estupida, pero a lo q voy que me encanto! asiq mis felicitaciondes a quien esta encargado de las graficas, exelente convinacion de colores, y no lo digo xq sean mis colores favoritos eh!.. no no para nada...
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CAPITULO 11;
Sesenta segundos. Es el tiempo que tenemos que estar de pie en nuestros
círculos metálicos antes de que el sonido de un gong nos libere. Si das un paso
al frente antes de que acabe el minuto, las minas te vuelan las piernas.
Sesenta segundos para observar el anillo de tributos, todos a la misma
distancia de la Cornucopia, que es un gigantesco cuerno dorado con forma de
cono, con el pico curvo y una abertura de al menos seis metros de alto, lleno a
rebosar de las cosas que nos sustentarán aquí, en el estadio: comida,
contenedores con agua, armas, medicinas, ropa, material para hacer fuego.
Alrededor de la Cornucopia hay otros suministros, aunque su valor decrece
cuanto más lejos están del cuerno. Por ejemplo, a pocos pasos de mí hay un
cuadrado de plástico de un metro de largo. Sin duda sería útil en un chaparrón.
Sin embargo, cerca de la abertura veo una tienda de campaña que me
protegería de cualquier condición atmosférica; si tuviera el valor suficiente para
entrar y luchar por ella contra los otros veintitrés tributos, claro, cosa que me
han aconsejado no hacer.
Estamos en un terreno despejado y llano, una llanura de tierra aplanada.
Detrás de los tributos que tengo frente a mí no veo nada, lo que indica que hay
una pendiente descendente o puede que un acantilado. A mi derecha hay un
lago. A la izquierda y detrás, unos ralos bosques de pinos. Ésa es la dirección
que Sue querría que tomase, y de inmediato oigo sus instrucciones dentro de mi cabeza: "Salid corriendo, poned toda la distancia posible de por medio y encontrad una fuente de agua."
Sin embargo, es tentador, muy tentador ver el regalo delante de mí,
esperándome, y saber que, si no lo cojo yo, lo hará otro; que los tributos
profesionales que sobrevivan al baño de sangre se repartirán casi todo el botín,
esencial para sobrevivir aquí. Algo me llama la atención: sobre un montículo de
mantas enrolladas hay un carcaj de plata con flechas y un arco, ya tensado,
esperando a que lo disparen.
"Eso es mío --pienso--. Lo han dejado para mí."
Soy rápida, puedo correr más deprisa que las demás chicas de nuestro
colegio, aunque un par de ellas me ganan en las distancias largas, como Brittany por ejemplo. Pero son menos de cuarenta metros, perfecto para mí. Sé que puedo conseguirlo, sé que puedo llegar primero, aunque la pregunta es: ¿podré salir de ahí lo bastante deprisa? Cuando termine de abrirme paso entre las mantas y coja las armas, los demás ya habrán llegado al cuerno, y quizá pueda derribar a un par
de ellos, pero supongamos que hay doce; tan cerca, podrían matarme con las
lanzas y las porras. O con sus enormes puños.
Por otro lado, no seré el único objetivo. Seguro que muchos de los tributos
no prestarían atención a una chica de menor tamaño que ellos, aunque hubiese
conseguido un once en el entrenamiento, y preferirían dedicarse a los
adversarios más feroces.
Sue no me ha visto correr. De haberlo hecho, a lo mejor me habría
dicho que lo intentara, que cogiera el arma, teniendo en cuenta que es
precisamente el arma que podría salvarme. Además, sólo veo un arco en toda
la pila. Sé que el minuto debe de estar a punto de acabar y tengo que decidir
cuál será mi estrategia; al final me coloco instintivamente en posición de correr,
no hacia el bosque que nos rodea, sino hacia la pila, hacia el arco. Entonces,
de repente, veo a Brittany, que está cinco tributos a mi derecha; a pesar de la
distancia, sé que me está mirando y creo que sacude la cabeza, pero el sol me
da en los ojos y, mientras le doy vueltas al tema, suena el gong.
¡Y me lo he perdido! ¡He perdido la oportunidad! Porque esos dos
segundos de más sin prepararme han bastado para hacerme cambiar de idea.
Muevo los pies de un lado a otro, sin saber la dirección que me indica el
cerebro, y me lanzo hacia delante, recojo el cuadrado de plástico y una hogaza
de pan. He cogido tan poco y estoy tan enfadada con Brittany por distraerme que avanzo unos quince metros hacia la Cornucopia y recojo una mochila de color naranja intenso que podría contener cualquier cosa, sólo porque no puedo
soportar la idea de irme prácticamente sin nada.
Un chico, creo que del Distrito 9, intenta coger la mochila a la vez que yo y,
durante un breve instante, los dos tiramos de ella. Entonces él tose y me llena
la cara de sangre. Doy un tambalearte paso atrás, asqueada por las cálidas
gotitas pegajosas; el chico cae al suelo y veo el cuchillo que le sobresale de la
espalda.
Los demás tributos han llegado a la Cornucopia y están dispersándose
para atacar. Sí, la chica del Distrito 2 corre hacia mí, está a unos diez metros y
lleva media docena de cuchillos en la mano. La he visto lanzarlos en el
entrenamiento, y nunca falla. Yo soy su siguiente objetivo.
Todo el miedo general que he sentido hasta ahora se condensa en un
miedo concreto a esta chica, a esta depredadora que podría matarme dentro
de pocos segundos. Con el subidón de adrenalina, me echo la mochila al
hombro y corro a toda velocidad hacia el bosque. Oigo la hoja del cuchillo que
se dirige a mí y, por acto reflejo, levanto la mochila para protegerme la cabeza;
la hoja se clava en ella. Con la mochila colgada a la espalda, sigo corriendo
hacia los árboles. De algún modo, sé que la chica no me seguirá, que volverá a
la Cornucopia antes de que se lleven todo lo bueno. Sonrío y pienso: "Gracias
por el cuchillo".
Al borde del bosque me vuelvo un instante para examinar el campo de
batalla; hay unos doce tributos luchando en el cuerno y algunos muertos tirados
por el suelo. Los que han huido desaparecen en los árboles o en el vacío que
veo al otro lado. Sigo corriendo hasta que el bosque me esconde de los demás
tributos y después freno un poco para mantener un ritmo que me permita seguir
un rato más.
Durante las horas siguientes voy alternando las carreras con los
paseos para alejarme todo lo posible de mis competidores. Perdí mi pan en el
forcejeo con el chico del Distrito 9, pero conseguí meterme el plástico en la
manga, así que, mientras camino, lo doblo bien y me lo guardo en un bolsillo.
También saco el cuchillo (es bueno, tiene una larga hoja afilada y con dientes
cerca del mango, lo que me vendrá bien para serrar cosas) y lo meto en el
cinturón. Sigo moviéndome, sólo me detengo para ver si me siguen.
Tengo mucha resistencia, lo sé por mis días en los bosques. Sin embargo,
voy a necesitar agua. Era la segunda instrucción de Sue y, como fastidié
la primera, procuro prestar atención a cualquier rastro de humedad, aunque sin
suerte.
El bosque empieza a evolucionar y los pinos se mezclan con una variedad
de árboles, algunos reconocibles y otros completamente desconocidos para mí.
En cierto momento oigo un ruido y saco el cuchillo, pensando en defenderme,
pero resulta ser un conejo asustado.
-Me alegro de verte.. -susurro. Donde hay un conejo, podría haber cientos
esperando a que los cace.
El suelo baja en pendiente, cosa que no me gusta mucho, porque los
valles me hacen sentir atrapada. Quiero estar en alto, como en las colinas que
rodean el Distrito 12, desde donde puede verse venir a los enemigos. En
cualquier caso, no tengo elección, así que sigo.
Lo curioso es que no me siento demasiado mal; me han venido bien los
atracones de comida de los últimos días. Puedo mantenerme aunque esté falta
de sueño, y estar en el bosque me resulta revitalizante. Agradezco la soledad,
aunque no sea más que una ilusión, ya que es muy probable que ahora mismo
esté en pantalla, no de continuo, pero sí de vez en cuando. Hay tantas muertes
que mostrar el primer día que un tributo caminando por el bosque no resulta
demasiado interesante. Sin embargo, me sacarán lo bastante para que la gente
sepa que sigo viva, ilesa y en movimiento. Uno de los días más fuertes de las
apuestas es el de apertura, cuando llegan las primeras bajas, aunque no puede
compararse con lo que sucede conforme la batalla se reduce a un puñado de
jugadores.
.................................
A última hora de la tarde empiezo a oír los cañones. Cada disparo
representa a un tributo muerto. Por fin debe de haber acabado la lucha en la
Cornucopia, ya que nunca recogen los cadáveres del baño de sangre hasta
que se dispersan los asesinos. El día de apertura ni siquiera disparan los
cañones hasta que acaba la primera batalla, porque les resulta demasiado
difícil llevar la cuenta de los fallecidos. Me permito una pausa, entre jadeos,
para contar los disparos. Uno..., dos..., tres..., y así hasta llegar a once. Once
muertos en total; quedan trece para jugar. Me rasco la sangre seca que el chico
del Distrito 9 me tosió en la cara. Sin duda, murió. ¿Qué habrá sido de Brittany?
Lo sabré en pocas horas, cuando proyecten en el cielo las imágenes de los
muertos para que las veamos los demás.
De repente, me sobrecoge la idea de que Brittany haya muerto, de que
hayan recogido su cadáver pálido y esté de regreso al Capitolio, donde la
limpiarán, la vestirán y la enviarán al Distrito 12 en una sencilla caja de madera;
de que ya no esté aquí, sino camino a casa. Intento recordar si la vi después de
que comenzara la acción, pero la última imagen que recuerdo es la de Brittany
sacudiendo la cabeza al sonar el gong.
Quizá sea mejor que esté muerta. Ella no creía poder ganar y yo no tendré
que enfrentarme a la desagradable tarea de matarla. Quizá sea mejor que esté
fuera del juego para siempre.
Me dejo caer junto a mi mochila, agotada. De todos modos, necesito
revisarla antes de que caiga la noche y ver qué tengo para trabajar. Cuando
desabrocho las correas, noto que es robusta, aunque tiene un color muy
desafortunado. Este naranja casi brilla en la oscuridad; tomo nota de que tengo
que camuflarla en cuanto se haga de día.
Abro la solapa; en este momento, lo que más deseo es agua. El consejo
de Sue de encontrarla de inmediato no era arbitrario: no duraré mucho sin
ella. Quizá pueda funcionar durante unos cuantos días con los feos síntomas
de la deshidratación, pero después me deterioraré hasta quedar indefensa y
moriré en una semana, como mucho. Saco con cuidado las provisiones: un fino
saco de dormir negro que guarda el calor corporal; un paquete de galletas
saladas; un paquete de tiras de cecina de vaca; una botella de yodo; una caja
de cerillas de madera; un pequeño rollo de alambre; unas gafas de sol; y una
botella de plástico de dos litros con tapón para llenarla de agua, aunque está
vacía.
Nada de agua. ¿Tanto les habría costado llenar la botella? Me doy cuenta
de lo secas que tengo la garganta y la boca, de las grietas de los labios. Llevo
moviéndome todo el día, hacía calor y he sudado mucho. Esto lo hago en casa,
pero siempre he tenido arroyos para beber o nieve que derretir, si la cosa
llegaba a ese extremo.
Mientras vuelvo a meter las cosas en la mochila, se me ocurre una idea
horrible: el lago, el que vi mientras esperaba a que sonase el gong, ¿será la
única fuente de agua del estadio? Así garantizarían que todos tuviésemos que
luchar. El lago está a un día entero de camino desde aquí, una excursión muy
dura si no tengo nada para beber. En cualquier caso, aunque llegara, seguro
que lo custodian algunos de los tributos profesionales. Empieza a entrarme el
pánico, hasta que recuerdo el conejo que salió corriendo al principio de la
jornada; él también tiene que beber, sólo hay que descubrir dónde.
Empieza a anochecer y no me encuentro cómoda. Los árboles son
demasiado ralos para esconderme, y la capa de agujas de pino que amortigua
mis pisadas también hace que resulte difícil seguir el rastro de los animales
para encontrar agua. Además, sigo bajando cada vez más hacia un valle que
parece no acabar nunca.
También tengo hambre, pero no me atrevo a gastar mi preciado tesoro de
galletas y cecina, así que saco el cuchillo y me pongo a cortar un pino,
quitándole la corteza exterior y sacando un buen puñado de la interior, más
blanda. Me dedico a masticarla lentamente mientras camino. Después de una
semana disfrutando de la mejor comida del mundo, es algo difícil de soportar,
pero he comido mucho pino en mi vida, me adaptaré rápidamente.
Al cabo de una hora está claro que tengo que encontrar un sitio para
dormir. Las criaturas de la noche salen de sus guaridas; oigo algún que otro
aullido y a los búhos, lo que me hace pensar que tendré competencia en la
caza de los conejos. En cuanto a si me verán como fuente de alimentación, es
pronto para decirlo. A saber cuántos animales me están acechando en estos
momentos.
Sin embargo, ahora mismo creo que mi prioridad son los otros tributos, ya
que estoy segura de que seguirán cazando de noche. Los que lucharon en la
Cornucopia tendrán comida, agua abundante del lago, antorchas o linternas y
armas que estarán deseando usar. Sólo espero haberme alejado lo suficiente
para estar fuera de su alcance.
Antes de acampar, saco mi alambre y coloco dos trampas de lazo en los
arbustos. Sé que es arriesgado, pero no tardaré en quedarme sin comida y
puedo preparar trampas sobre la marcha. En cualquier caso, camino otros
cinco minutos antes de detenerme.
Escojo mi árbol con cuidado, un sauce no muy alto, aunque colocado en
un bosquecillo con otros sauces, de modo que pueda ocultarme entre las
largas ramas colgantes. Lo trepo utilizando las ramas más fuertes cerca del
tronco, y encuentro una bifurcación que me servirá de cama. Tardo un ratito,
pero consigo colocar el saco de dormir en una posición relativamente cómoda y
me meto dentro. Como precaución, me quito el cinturón, lo paso por la rama y
el saco, y me lo ato a la cintura. Así, si ruedo mientras duermo, no caeré al
suelo. Aunque soy lo bastante pequeña para taparme la cabeza con el saco,
me subo también la capucha.
Conforme cae la noche, la temperatura baja en picado. A pesar del riesgo que corrí al coger la mochila, sé que hice lo correcto, porque este saco de dormir en el que se refleja el calor de mi cuerpo para devolvérmelo no tiene precio. Seguro que, en estos momentos, la principal preocupación de varios tributos es cómo entrar en calor, mientras que quizá yo pueda dormir algunas horas. Si no tuviera tanta sed...
Justo al caer la noche oigo el himno que precede al recuento de bajas. A
través de las ramas veo el sello del Capitolio, que parece flotar en el cielo. En
realidad estoy viendo una pantalla enorme que transportan en uno de sus
silenciosos aerodeslizadores. El himno termina y el cielo se oscurece un
momento. En casa estaríamos viendo la repetición de todos y cada uno de los
asesinatos, pero consideran que eso sería una ventaja injusta para los tributos
supervivientes. Por ejemplo, si yo me hubiese hecho con el arco y hubiese
matado a alguien, mi secreto estaría al descubierto. No, en el estadio sólo
vemos las mismas fotografías que televisaron cuando salieron las puntuaciones
del entrenamiento, simples fotografías de nuestras cabezas. Sin embargo, en
vez de puntuaciones, lo que ponen debajo es el número del distrito. Respiro
hondo conforme surgen los rostros de los once tributos muertos y voy
contándolos con los dedos.
La primera es la chica del Distrito 3, lo que significa que los tributos
profesionales de los distritos 1 y 2 han sobrevivido. No me sorprende. Después,
la chica del 4. Eso no me lo esperaba, porque los profesionales suelen
sobrevivir al primer día. El chico del Distrito 5... Supongo que la chica con cara
de comadreja lo ha conseguido. Los dos tributos del 6 y el 7. El chico del 8. Los
dos del 9. Sí, ahí está el chico que intentó llevarse la mochila. He, llevado las
cuentas con los dedos, así que sólo queda un tributo muerto. ¿Será Brittany? No, es la chica del Distrito 10. Ya está. Vuelven a poner el sello del Capitolio con
una última fioritura musical. Después me quedo a oscuras y regresan los ruidos
del bosque.
Me alivia saber que Brittany sigue viva, aunque nose bien porque. Me repito que, si me matan, su victoria beneficiaría a mi madre y a Mich. Es lo que me digo para explicarme las emociones contradictorias que me despierta la hija del panadero: la gratitud por la ventaja que me dio al declarar su amor por mí en la entrevista; la rabia ante su alarde de superioridad en el tejado; el miedo de encontrarme cara a cara con ella en la batalla.
Once muertos, pero ninguno del Distrito 12. Intento repasar quién queda:
cinco tributos profesionales; la comadreja, Lauren Zizes y Rey. Rey... Así que al final ha sobrevivido al primer día; no puedo evitar alegrarme. Con eso somos diez, mañana averiguaré los tres que me faltan.
Ahora, a oscuras y después de haber caminado tanto y subido a lo alto de un árbol, ha llegado el momento de intentar descansar. En realidad no he dormido mucho en los dos últimos días, a lo que hay que sumar la larga jornada de viaje por el campo de batalla. Dejo que los músculos se relajen poco a poco. Se me cierran los ojos. Lo último que pienso es que es una suerte que no ronque...
¡Crac! El ruido de una rama rota me despierta. ¿Cuánto llevo dormida?
¿Cuatro horas? ¿Cinco? Tengo fría la punta de la nariz. ¡Crac! ¡Crac! ¿Qué
está pasando? No es el ruido de una rama pisada, sino de una que se ha roto
en el árbol. ¡Crac! ¡Crac! Calculo que está a varios metros a mi derecha. Me
vuelvo hacia allí lentamente y sin hacer ruido. Durante unos minutos no hay
más que oscuridad y ruido de movimiento, pero después veo una chispa y el
inicio de una pequeña fogata. Un par de manos se calientan encima, aunque
no distingo nada más.
Tengo que morderme los labios para no gritar todas las malas palabras que me sé. ¿En qué estará pensando? Los que lucharon en la Cornucopia, con su fuerza superior y sus generosas provisiones, quizá no hubiesen visto el fuego
entonces, pero ahora que ya estarán rastreando el bosque en busca de
víctimas... Es como agitar una bandera y gritar: "¡Venid a por mí!".
Y aquí estoy, a metros del tributo más idiota de los juegos, atada a
un árbol y sin atreverme a huir, porque acabaría dándole mi ubicación exacta a
cualquier asesino que la buscase. Es decir, sé que hace frío y que no todos
tienen un saco de dormir, ¡pero hay que apretar los dientes y aguantarse hasta
el alba!
Me quedó dentro del saco hecha una furia durante un par de horas,
pensando en que, si pudiera salir del árbol, no me importaría cargarme a ni
nuevo vecino. Mi instinto me dice que huya, no que luche, aunque, obviamente,
esta persona es un riesgo. La gente estúpida resulta peligrosa, y éste seguro
que no tiene armas, mientras que yo cuento con un excelente cuchillo.
El cielo sigue oscuro, pero noto que se acerca el amanecer. Empiezo a
pensar que quizás hayamos (es decir, la persona cuya muerte planeo y yo
misma) pasado desapercibidos. Entonces lo oigo: varios pares de pies que
echan a correr. El de la hoguera debe de haberse quedado dormido. Caen
sobre el antes de que pueda escapar; ahora sé que es un chico, porque oigo
sus súplicas y el grito de dolor que lo acalla. Después hay risas y felicitaciones
de varias voces. Alguien grita: "¡Doce menos, quedan once!". Los demás lo
vitorean.
Así que luchan en manada; no me sorprende. A menudo se forman
alianzas en las primeras etapas de los juegos; los fuertes se agrupan para
cazar a los débiles y, cuando la tensión empieza a crecer demasiado, se
vuelven unos contra otros. Está bastante claro quienes forman la alianza: serán
los tributos profesionales que quedan de los distritos 1, 2 y 4, dos chicos y tres
chicas, los que comían juntos.
Durante un momento los oigo registrar al chico en busca de provisiones.
Por sus comentarios sé que no han encontrado nada bueno. Me pregunto si la
víctima será Rey, aunque descarto la idea rápidamente, porque el es
demasiado listo para hacer una hoguera.
-Será mejor que nos vayamos para que puedan llevarse el cadáver antes
de que empiece a apestar...
Estoy casi segura de que es el bruto del Distrito 2. Oigo murmullos de
aprobación y, horrorizada, veo que se dirigen a mí.
No saben dónde estoy. ¿Cómo iban a saberlo? Y estoy bien escondida entre los árboles, al menos mientras el sol siga bajo. Después, mi saco de dormir negro pasará de servirme de camuflaje a ser un problema. Si siguen avanzando pasarán por debajo de mí y desaparecerán en un minuto.
Entonces, los profesionales se detienen en el claro que se encuentra a
unos diez metros de mi árbol. Tienen linternas y antorchas, veo un brazo por
aquí y una bota por allá a través de los huecos de las ramas. ¿Me habrán
visto? No, todavía no. Por sus palabras sé que tienen la cabeza en otra parte.
-¿No tendríamos que haber oído ya el cañonazo?..
-Diría que sí, no hay nada que les impida bajar de inmediato...
-A no ser que no esté muerto...
-Está muerto, lo he atravesado yo mismo...
-Entonces, ¿qué pasa con el cañonazo?..
-Alguien debería volver y asegurarse de que está hecho..
-Sí. No quiero tener que perseguirlo dos veces...
-¡He dicho que está muerto!..
Empieza una discusión, hasta que una de los tributos silencia a los demás.
-¡Estamos perdiendo el tiempo! ¡Iré a rematarlo y seguiremos
moviéndonos!...
Casi me caigo del árbol: la que hablaba era Brittany....
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gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 12"
Este va de yapa..!!!
CAPITULO 12;
Menos mal que tomé la precaución de agarrarme con el cinturón, porque
he rodado de lado sobre las ramas y ahora estoy mirando al suelo, sujeta por el
cinturón y una mano, y con los pies a horcajadas sobre la mochila, dentro del
saco de dormir, abrazada al tronco. Tengo que haber hecho algún ruido al
deslizarme, pero los profesionales estaban demasiado absortos con su
discusión como para oírme.
-Venga, guapa.. -le dice el del Distrito 2-... compruébalo tú misma...
Veo de reojo a Brittany, iluminada por una antorcha, dirigiéndose al chico
de la hoguera. Tiene la cara amoratada, una venda ensangrentada en el brazo
y, por el sonido de sus pasos, cojea un poco. Recuerdo cómo sacudió la
cabeza para decirme que no fuese a por las provisiones, mientras que ella
planeaba meterse en la refriega desde el principio. Justo lo contrario de lo que
le había dicho Sue.
Vale, puedo soportarlo, ver tantas cosas juntas resultaba tentador. Sin
embargo, esto... esto es distinto. Haberse aliado con esta manada de lobos
profesionales para cazarnos a los demás... ¡A nadie del Distrito 12 se le habría
ocurrido algo semejante! Lo mires por donde lo mires, los tributos profesionales
son malvados, arrogantes y están mejor alimentados, pero sólo porque son los
perritos falderos del Capitolio. Todo el mundo los odia profundamente, salvo la
gente de su propio distrito. Ni me imagino lo que estarán diciendo de Brittany en
casa, ¿y ella tiene el valor de hablarme de vergüenza?
Está claro que lo de la chica noble del tejado era otro de sus jueguecitos, y
va a ser el último. Esta noche desearé que su muerte aparezca en el cielo, si
no la mato yo antes...
Los tributos profesionales guardan silencio hasta que sale de su alcance,
para después hablar en voz baja.
-¿Por qué no la matamos ya y acabamos con esto?...
-Deja que se quede. ¿Qué más da? Sabe utilizar el cuchillo...
¿Ah, sí? Eso es nuevo; cuántas cosas interesantes estoy aprendiendo de
mi amiga Brittany.
-Además, es nuestra mejor baza para encontrarla...
Tardo un momento en darme cuenta de que hablan de mí.
-¿Por qué? ¿Crees que la chica se ha tragado la cursilería romántica?...
-Puede. Parecía bastante simplona. Cada vez que la recuerdo dando
vueltas con el vestido me dan ganas de vomitar...
-Ojalá supiéramos cómo consiguió el once...
-Seguro que la chica guapa lo sabe...
Se callan al oír que vuelve Brittany.
-¿Estaba muerto?... -le pregunta el chico del Distrito 2.
-No, pero ahora sí.. -responde Brittany. En ese momento suena el
cañonazo-.. ¿Nos vamos?...
La manada profesional sale corriendo justo cuando despunta el alba y los
cantos de los pájaros llenan el aire. Me quedo en mi incómoda postura, con los
músculos temblando durante un rato más, y después me coloco de nuevo
sobre la rama. Necesito bajar, seguir adelante, pero, por un momento, me
quedo tumbada donde estoy, digiriendo lo que he oído. La chica tontorrona a la
que hay que tomarse en serio porque ha conseguido un once; porque sabe
usar un arco. Eso Brittany lo sabe mejor que nadie.
Sin embargo, todavía no se lo ha dicho. ¿Está guardándose la información
porque sabe que es lo que la mantiene con vida? ¿Sigue fingiendo que me
ama de cara a la audiencia? ¿Qué se le estará pasando por la cabeza?
De repente, los pájaros se callan y uno lanza una aguda llamada de
advertencia. Una sola nota, como la que Puck y yo oímos cuando capturaron a
la chica pelirroja. Un aerodeslizador se materializa sobre la hoguera moribunda
y de él bajan unos enormes dientes metálicos. Poco a poco, con cuidado,
meten a la chica muerta en el aparato. Después desaparece y los pájaros
reanudan su canción.
-Muévete.. -susurro para mis adentros.
Salgo como puedo del saco de dormir, lo enrollo y lo meto en la mochila.
Respiro profundamente. Mientras me ocultaban la noche, el saco y las ramas
de sauce, las cámaras no habrán podido obtener una buena imagen de mí,
pero sé que deben de estar siguiéndome. En cuanto toque el suelo, tengo
garantizado un primer plano.
La audiencia habrá estado como loca, sabiendo que estaba en el árbol,
que he oído la conversación de los profesionales y que he descubierto que
Brittany está con ellos. Hasta que averigüe cómo quiero utilizar la información,
será mejor que actúe como si estuviese por encima de todo. Nada de
perplejidad y, obviamente, nada dé confusión o miedo. No, tiene que parecer que voy un paso por delante de ellos.
Así que salgo del follaje y llego a la zona iluminada por el alba, me detengo
un segundo para que las cámaras puedan captarme, inclino la cabeza
ligeramente a un lado y sonrío con suficiencia. ¡Ya está! ¡A ver si descubren lo
que significa!
Estoy a punto de marcharme cuando pienso en las trampas. Quizá sea
imprudente comprobarlas estando los otros tan cerca, pero tengo que hacerlo.
Supongo que llevo demasiados años cazando, aparte de la atracción de la
comida. La recompensa es un buen conejo. En un segundo limpio y destripo el
animal, dejando la cabeza, las patas, el rabo, el pellejo y las entrañas debajo
de una pila de hojas. Me encantaría encender un fuego (comer conejo crudo
puede darte tularemia, una lección que aprendí de la peor manera); entonces
me acuerdo de la chica muerta. Corro de vuelta a su campamento y,
efectivamente, las brasas de su hoguera todavía están calientes. Corto el
conejo, fabrico un espetón con ramas y lo pongo sobre las brasas.
Ahora me alegro de tener cámaras a mi alrededor, porque quiero que los
patrocinadores vean que puedo cazar, que soy una buena apuesta porque no
caeré en las trampas del hambre con tanta facilidad como los demás. Mientras
se asa el conejo, machaco parte de una rama quemada y me pongo a camuflar
la mochila naranja. El negro la disimula un poco, aunque me parece que una
capa de lodo ayudaría bastante. Por supuesto, para conseguir lodo necesito
agua...
Me pongo mis cosas, cojo el espetón, echo tierra encima de las brasas y
salgo en dirección opuesta a los tributos profesionales. Me como la mitad del
conejo por el camino y envuelvo el resto en mi plástico para después. El
estómago deja de hacerme ruido, pero la carne no ha servido para quitarme la
sed. El agua es mi principal prioridad.
Mientras sigo adelante, estoy segura de que todavía salgo en las pantallas
del Capitolio, así que sigo ocultando con cuidado mis emociones; sin embargo,
Claudius Templesmith debe de estar pasándoselo en grande con sus
comentaristas invitados, diseccionando el comportamiento de Brittany y mi
reacción. ¿Qué querrá decir todo esto? ¿Ha revelado Brittany sus verdaderas
intenciones? ¿Cómo afecta eso a las apuestas? ¿Perderemos patrocinadores?
¿Acaso tenemos alguno? Sí, yo creo que sí los tenemos o, al menos, los
teníamos.
Está claro que Brittany ha lanzado una llave inglesa al engranaje de nuestra
dinámica de amantes trágicas. ¿O no? Quizá, como no ha dicho mucho sobre
mí, todavía podamos sacarle partido; quizá la gente piense que lo hemos
planeado juntas, si da la impresión de que el asunto me divierte.
El sol sube en el cielo e, incluso a través de los árboles, parece demasiado
brillante. Me unto los labios con la grasa del conejo e intento no jadear, aunque
no sirve de nada, porque ya ha pasado un día y me deshidrato rápidamente.
Intento pensar en todo lo que sé sobre la búsqueda de agua: fluye colina abajo,
así que, de hecho, seguir por el valle no es mala idea. Si pudiera localizar el
rastro de algún animal o alguna zona de vegetación especialmente verde, eso
podría ayudarme, pero todo parece igual. Sólo están la pendiente, los pájaros y
los mismos árboles.
Conforme avanza el día, sé que voy a tener problemas. La poca orina que
expulso es marrón oscuro, me duele la cabeza y noto una sequedad en la
lengua que se niega a humedecerse. El sol me hace daño en los ojos, así que
me pongo las gafas de sol, aunque, al hacerlo, las noto raras y las vuelvo a
guardar en la mochila.
De repente, avanzada la tarde, creo que he encontrado ayuda: veo un
arbusto con bayas y corro a coger los frutos para chuparles el jugo. Sin
embargo, justo cuando me los estoy llevando a la boca, les echo un buen
vistazo: creía que eran arándanos negros, pero tienen una forma distinta y, por
dentro, son rojos. No reconozco las bayas; aunque quizá sean comestibles, me
parece que es un malvado truco de los Vigilantes. Incluso el instructor de
plantas del Centro de Entrenamiento nos dijo que evitásemos las bayas a no
ser que estuviésemos seguros al cien por cien de que no eran tóxicas. Era algo
que yo ya sabía, pero tengo tanta sed que necesito recordármelo para reunir
fuerzas y tirarlas.
La fatiga empieza a pesarme; no la fatiga normal después de una larga
caminata, sino que tengo que detenerme y descansar frecuentemente. Sé que
no encontraré cura para mi mal si no sigo buscando. Intento una táctica nueva,
buscar rastros de agua, pero, por lo que veo en todas direcciones, sólo hay
bosque y más bosque.
Decidida a seguir hasta la noche, camino hasta que me tropiezo yo sola.
Agotada, me subo a un árbol y me ato a él. Aunque no tengo hambre, me
obligo a chupar un hueso de conejo para tener la boca entretenida. Cae la
noche, tocan el himno y veo en el cielo la imagen del chico, que, al parecer,
venía del Distrito 8. El chico al que Brittany remató.
El miedo que me inspira la manada de profesionales no es nada
comparado con la sed. Ademas, se fueron en dirección opuesta y, en estos
momentos, ellos también tendrán que descansar. Con la escasez de agua,
puede que hayan vuelto al lago para repostar. Quizás ésa sea también mi única alternativa.
La mañana sólo me trae preocupaciones. Me palpita la cabeza con cada
latido del corazón. Los movimientos más simples hacen que me duelan las
articulaciones como si me clavaran cuchillos. Más que bajar del árbol, me caigo
de él. Tardo varios minutos en recoger las cosas y, muy dentro de mí, sé que
está mal, que debería actuar con más precaución y moverme con más
urgencia. Sin embargo, tengo la cabeza embotada y me cuesta seguir un plan.
Me apoyo en el tronco del árbol y me acaricio con cuidado la superficie áspera
de la lengua mientras evalúo mis opciones. ¿Cómo puedo conseguir agua?
Volver al lago: no, nunca lo conseguiría.
Esperar a que llueva: no hay ni una nube en el cielo.
Seguir buscando: sí, es mi única opción. Entonces tengo otra idea, y la
rabia que siento a continuación me devuelve a la realidad.
¡Sue! ¡Ella podría enviarme agua! Podría pulsar un botón y enviármela
en un paracaídas plateado en pocos minutos. Sé que tengo patrocinadores, al
menos uno o dos que podrían permitirse darme medio litro de agua. Sí, cuesta
dinero, pero esta gente está forrada de billetes y, además, están apostando por
mí. Quizá Sue no se dé cuenta de cuánto la necesito.
-Agua... -digo, todo lo alto que me atrevo a hablar, y espero, deseando que
un paracaídas descienda del cielo. No aparece nada.
Algo va mal. ¿Me engaño al pensar que tengo patrocinadores? ¿O los he
perdido por el comportamiento de Brittany? No, no lo creo. Ahí fuera hay alguien
que quiere comprarme agua, pero Sue no se lo permite. Como mentora, ella
controla el flujo de regalos de los patrocinadores, y sé que me odia, me lo ha
dejado claro. ¿Me odiará lo suficiente para dejarme morir? ¿Así? No puede
hacerlo, ¿no? Si un mentor no trata bien a sus tributos, será responsable frente
a los telespectadores, frente a la gente del Distrito 12. Ni siquiera Sue se
arriesgaría a eso, ¿no? Que digan lo que quieran de mis socios comerciantes
del Quemador, pero no creo que le permitiesen volver a entrar allí si me deja
morir de este modo. ¿De dónde iba a sacar entonces su alcohol? Por tanto,
¿de qué va esto? ¿Intenta hacerme sufrir por haberla desafiado? ¿Está
dirigiendo los regalos a Brittany? ¿Está demasiado borracha para darse cuenta
de lo que está pasando? Por algún motivo, no lo creo, y tampoco creo que esté
intentando matarme. De hecho, a su manera, ha intentado de verdad
prepararme para esto. Entonces, ¿qué?
Me tapo la cara con las manos. No corro el peligro de llorar, no podría
producir ni una lágrima aunque me fuese la vida en ello. ¿Qué está haciendo
Sue? A pesar de la rabia, el odio y la suspicacia, una vocecita dentro de
mi cabeza me susurra una respuesta: "Quizá te esté enviando un mensaje".
¿Un mensaje para decirme qué? Entonces lo entiendo; Sue sólo tendría
una buena razón para no darme agua: saber que estoy a punto de encontrarla.
Aprieto los dientes y me levanto. La mochila parece pesar el triple de lo
normal. Cojo una rama rota que me sirva de bastón y me pongo en marcha. El
sol cae a plomo, es aún más abrasador que en los dos primeros días, y me
siento como un trozo de cuero secándose y agrietándose con el calor. Cada
paso me supone un gran esfuerzo, pero me niego a parar, me niego a
sentarme. Si me siento, es muy probable que no vuelva a levantarme, que ni
siquiera recuerde cuál es mi objetivo.
¡Soy una presa muy fácil! Cualquier tributo, incluso el pequeño Rey, podría
acabar conmigo ahora mismo; sólo tendría que empujarme y matarme con mi
propio cuchillo, y a mí no me quedarían fuerzas para resistirme. Sin embargo,
si hay alguien más en esta parte del bosque, no me hace caso.
Lo cierto es que me siento a millones de kilómetros del resto de la humanidad.
En cualquier caso, no estoy sola, no, seguro que me sigue una cámara.
Pienso en los años que pasé viendo cómo los tributos se morían de hambre,
congelados, desangrados o deshidratados. A no ser que haya una buena pelea
en alguna parte, debo de ser la protagonista.
Me acuerdo de Mich; es probable que no me esté viendo en directo, pero
echarán las últimas noticias en el colegio durante el descanso para comer, así
que intento no parecer tan desesperada, por el.
Sin embargo, cuando cae la tarde, sé que se acerca el final. Me tiemblan
las piernas y el corazón me va demasiado deprisa. Se me olvida continuamente
qué estoy haciendo. Me tropiezo una y otra vez, y, aunque consigo levantarme,
cuando por fin se me cae el bastón, me derrumbo por última vez y no me
levanto más. Dejo que se me cierren los ojos.
He juzgado mal a Sue: no tenía ninguna intención de ayudarme.
"No pasa nada --pienso--. Aquí no se está tan mal."
El aire es menos caluroso, lo que significa que se acerca la noche. Hay un
suave aroma a dulce que me recuerda a los nenúfares. Acaricio la suave tierra
y deslizo las manos fácilmente sobre ella.
"Es un buen lugar para morir."
Dibujo remolinos en la tierra fresca y resbaladiza.
"Me encanta el barro" pienso.
¿Cuántas veces he podido seguirle la pista a una presa gracias a esta
superficie suave y fácil de leer? También es bueno para las picaduras de abeja.
Barro. Barro. ¡Barro! Abro los ojos de golpe y hundo los dedos en la tierra. ¡Es
barro! Levanto la nariz y huelo: ¡son nenúfares! ¡Plantas acuáticas!
Empiezo a arrastrarme sobre el lodo, avanzando hacia el aroma. A unos
cinco metros de donde había caído atravieso una maraña de plantas que dan a
un estanque. En la superficie flotan unas flores amarillas, mis preciosos
nenúfares.
Resisto la tentación de meter la cara en el agua y tragar toda la que pueda,
porque me queda la suficiente sensatez para no hacerlo. Con manos
temblorosas saco la botella, la lleno de agua y añado el número correcto de
gotas de yodo para purificarla. La media hora de espera es una agonía, pero la
aguanto. Al menos, creo que ha pasado media hora, aunque, sin duda, es lo
máximo que puedo soportar.
"Ahora, poco a poco", me digo. Doy un trago y me obligo a esperar.
Después otro. A lo largo de las dos horas siguientes me bebo los dos litros
enteros. Después otra botella. Me preparo otra antes de retirarme a un árbol,
donde sigo sorbiendo, comiendo conejo e incluso me permito gastar una de mis
preciadas galletas saladas.
Cuando suena el himno, me siendo mucho mejor. Esta noche no sale ninguna cara en el cielo, hoy no han muerto tributos.
Mañana me quedaré aquí, descansando, camuflaré mi mochila con lodo,
pescaré algunos de los pececillos que he visto mientras bebía y desenterraré
las raíces de los nenúfares para prepararme una buena comida. Me acurruco
en el saco de dormir y me agarro a la botella de agua como si me fuera la vida
en ello, ya que, de hecho, así es.
Unas cuantas horas después me despierta una estampida. Miro a mi
alrededor, desconcertada.
Todavía no ha amanecido, pero mis maltrechos ojos lo ven; sería difícil pasar por alto la pared de fuego que desciende sobre mí...
...............................................................................................................
..Bueno uno mas de yapa, x la espera, se los debia, mañana vuelvo a actualizar, y esperemos q "Room 47" tambien...
espero sus comentarios... un besote enorme... (^_^)..
CAPITULO 12;
Menos mal que tomé la precaución de agarrarme con el cinturón, porque
he rodado de lado sobre las ramas y ahora estoy mirando al suelo, sujeta por el
cinturón y una mano, y con los pies a horcajadas sobre la mochila, dentro del
saco de dormir, abrazada al tronco. Tengo que haber hecho algún ruido al
deslizarme, pero los profesionales estaban demasiado absortos con su
discusión como para oírme.
-Venga, guapa.. -le dice el del Distrito 2-... compruébalo tú misma...
Veo de reojo a Brittany, iluminada por una antorcha, dirigiéndose al chico
de la hoguera. Tiene la cara amoratada, una venda ensangrentada en el brazo
y, por el sonido de sus pasos, cojea un poco. Recuerdo cómo sacudió la
cabeza para decirme que no fuese a por las provisiones, mientras que ella
planeaba meterse en la refriega desde el principio. Justo lo contrario de lo que
le había dicho Sue.
Vale, puedo soportarlo, ver tantas cosas juntas resultaba tentador. Sin
embargo, esto... esto es distinto. Haberse aliado con esta manada de lobos
profesionales para cazarnos a los demás... ¡A nadie del Distrito 12 se le habría
ocurrido algo semejante! Lo mires por donde lo mires, los tributos profesionales
son malvados, arrogantes y están mejor alimentados, pero sólo porque son los
perritos falderos del Capitolio. Todo el mundo los odia profundamente, salvo la
gente de su propio distrito. Ni me imagino lo que estarán diciendo de Brittany en
casa, ¿y ella tiene el valor de hablarme de vergüenza?
Está claro que lo de la chica noble del tejado era otro de sus jueguecitos, y
va a ser el último. Esta noche desearé que su muerte aparezca en el cielo, si
no la mato yo antes...
Los tributos profesionales guardan silencio hasta que sale de su alcance,
para después hablar en voz baja.
-¿Por qué no la matamos ya y acabamos con esto?...
-Deja que se quede. ¿Qué más da? Sabe utilizar el cuchillo...
¿Ah, sí? Eso es nuevo; cuántas cosas interesantes estoy aprendiendo de
mi amiga Brittany.
-Además, es nuestra mejor baza para encontrarla...
Tardo un momento en darme cuenta de que hablan de mí.
-¿Por qué? ¿Crees que la chica se ha tragado la cursilería romántica?...
-Puede. Parecía bastante simplona. Cada vez que la recuerdo dando
vueltas con el vestido me dan ganas de vomitar...
-Ojalá supiéramos cómo consiguió el once...
-Seguro que la chica guapa lo sabe...
Se callan al oír que vuelve Brittany.
-¿Estaba muerto?... -le pregunta el chico del Distrito 2.
-No, pero ahora sí.. -responde Brittany. En ese momento suena el
cañonazo-.. ¿Nos vamos?...
La manada profesional sale corriendo justo cuando despunta el alba y los
cantos de los pájaros llenan el aire. Me quedo en mi incómoda postura, con los
músculos temblando durante un rato más, y después me coloco de nuevo
sobre la rama. Necesito bajar, seguir adelante, pero, por un momento, me
quedo tumbada donde estoy, digiriendo lo que he oído. La chica tontorrona a la
que hay que tomarse en serio porque ha conseguido un once; porque sabe
usar un arco. Eso Brittany lo sabe mejor que nadie.
Sin embargo, todavía no se lo ha dicho. ¿Está guardándose la información
porque sabe que es lo que la mantiene con vida? ¿Sigue fingiendo que me
ama de cara a la audiencia? ¿Qué se le estará pasando por la cabeza?
De repente, los pájaros se callan y uno lanza una aguda llamada de
advertencia. Una sola nota, como la que Puck y yo oímos cuando capturaron a
la chica pelirroja. Un aerodeslizador se materializa sobre la hoguera moribunda
y de él bajan unos enormes dientes metálicos. Poco a poco, con cuidado,
meten a la chica muerta en el aparato. Después desaparece y los pájaros
reanudan su canción.
-Muévete.. -susurro para mis adentros.
Salgo como puedo del saco de dormir, lo enrollo y lo meto en la mochila.
Respiro profundamente. Mientras me ocultaban la noche, el saco y las ramas
de sauce, las cámaras no habrán podido obtener una buena imagen de mí,
pero sé que deben de estar siguiéndome. En cuanto toque el suelo, tengo
garantizado un primer plano.
La audiencia habrá estado como loca, sabiendo que estaba en el árbol,
que he oído la conversación de los profesionales y que he descubierto que
Brittany está con ellos. Hasta que averigüe cómo quiero utilizar la información,
será mejor que actúe como si estuviese por encima de todo. Nada de
perplejidad y, obviamente, nada dé confusión o miedo. No, tiene que parecer que voy un paso por delante de ellos.
Así que salgo del follaje y llego a la zona iluminada por el alba, me detengo
un segundo para que las cámaras puedan captarme, inclino la cabeza
ligeramente a un lado y sonrío con suficiencia. ¡Ya está! ¡A ver si descubren lo
que significa!
Estoy a punto de marcharme cuando pienso en las trampas. Quizá sea
imprudente comprobarlas estando los otros tan cerca, pero tengo que hacerlo.
Supongo que llevo demasiados años cazando, aparte de la atracción de la
comida. La recompensa es un buen conejo. En un segundo limpio y destripo el
animal, dejando la cabeza, las patas, el rabo, el pellejo y las entrañas debajo
de una pila de hojas. Me encantaría encender un fuego (comer conejo crudo
puede darte tularemia, una lección que aprendí de la peor manera); entonces
me acuerdo de la chica muerta. Corro de vuelta a su campamento y,
efectivamente, las brasas de su hoguera todavía están calientes. Corto el
conejo, fabrico un espetón con ramas y lo pongo sobre las brasas.
Ahora me alegro de tener cámaras a mi alrededor, porque quiero que los
patrocinadores vean que puedo cazar, que soy una buena apuesta porque no
caeré en las trampas del hambre con tanta facilidad como los demás. Mientras
se asa el conejo, machaco parte de una rama quemada y me pongo a camuflar
la mochila naranja. El negro la disimula un poco, aunque me parece que una
capa de lodo ayudaría bastante. Por supuesto, para conseguir lodo necesito
agua...
Me pongo mis cosas, cojo el espetón, echo tierra encima de las brasas y
salgo en dirección opuesta a los tributos profesionales. Me como la mitad del
conejo por el camino y envuelvo el resto en mi plástico para después. El
estómago deja de hacerme ruido, pero la carne no ha servido para quitarme la
sed. El agua es mi principal prioridad.
Mientras sigo adelante, estoy segura de que todavía salgo en las pantallas
del Capitolio, así que sigo ocultando con cuidado mis emociones; sin embargo,
Claudius Templesmith debe de estar pasándoselo en grande con sus
comentaristas invitados, diseccionando el comportamiento de Brittany y mi
reacción. ¿Qué querrá decir todo esto? ¿Ha revelado Brittany sus verdaderas
intenciones? ¿Cómo afecta eso a las apuestas? ¿Perderemos patrocinadores?
¿Acaso tenemos alguno? Sí, yo creo que sí los tenemos o, al menos, los
teníamos.
Está claro que Brittany ha lanzado una llave inglesa al engranaje de nuestra
dinámica de amantes trágicas. ¿O no? Quizá, como no ha dicho mucho sobre
mí, todavía podamos sacarle partido; quizá la gente piense que lo hemos
planeado juntas, si da la impresión de que el asunto me divierte.
El sol sube en el cielo e, incluso a través de los árboles, parece demasiado
brillante. Me unto los labios con la grasa del conejo e intento no jadear, aunque
no sirve de nada, porque ya ha pasado un día y me deshidrato rápidamente.
Intento pensar en todo lo que sé sobre la búsqueda de agua: fluye colina abajo,
así que, de hecho, seguir por el valle no es mala idea. Si pudiera localizar el
rastro de algún animal o alguna zona de vegetación especialmente verde, eso
podría ayudarme, pero todo parece igual. Sólo están la pendiente, los pájaros y
los mismos árboles.
Conforme avanza el día, sé que voy a tener problemas. La poca orina que
expulso es marrón oscuro, me duele la cabeza y noto una sequedad en la
lengua que se niega a humedecerse. El sol me hace daño en los ojos, así que
me pongo las gafas de sol, aunque, al hacerlo, las noto raras y las vuelvo a
guardar en la mochila.
De repente, avanzada la tarde, creo que he encontrado ayuda: veo un
arbusto con bayas y corro a coger los frutos para chuparles el jugo. Sin
embargo, justo cuando me los estoy llevando a la boca, les echo un buen
vistazo: creía que eran arándanos negros, pero tienen una forma distinta y, por
dentro, son rojos. No reconozco las bayas; aunque quizá sean comestibles, me
parece que es un malvado truco de los Vigilantes. Incluso el instructor de
plantas del Centro de Entrenamiento nos dijo que evitásemos las bayas a no
ser que estuviésemos seguros al cien por cien de que no eran tóxicas. Era algo
que yo ya sabía, pero tengo tanta sed que necesito recordármelo para reunir
fuerzas y tirarlas.
La fatiga empieza a pesarme; no la fatiga normal después de una larga
caminata, sino que tengo que detenerme y descansar frecuentemente. Sé que
no encontraré cura para mi mal si no sigo buscando. Intento una táctica nueva,
buscar rastros de agua, pero, por lo que veo en todas direcciones, sólo hay
bosque y más bosque.
Decidida a seguir hasta la noche, camino hasta que me tropiezo yo sola.
Agotada, me subo a un árbol y me ato a él. Aunque no tengo hambre, me
obligo a chupar un hueso de conejo para tener la boca entretenida. Cae la
noche, tocan el himno y veo en el cielo la imagen del chico, que, al parecer,
venía del Distrito 8. El chico al que Brittany remató.
El miedo que me inspira la manada de profesionales no es nada
comparado con la sed. Ademas, se fueron en dirección opuesta y, en estos
momentos, ellos también tendrán que descansar. Con la escasez de agua,
puede que hayan vuelto al lago para repostar. Quizás ésa sea también mi única alternativa.
La mañana sólo me trae preocupaciones. Me palpita la cabeza con cada
latido del corazón. Los movimientos más simples hacen que me duelan las
articulaciones como si me clavaran cuchillos. Más que bajar del árbol, me caigo
de él. Tardo varios minutos en recoger las cosas y, muy dentro de mí, sé que
está mal, que debería actuar con más precaución y moverme con más
urgencia. Sin embargo, tengo la cabeza embotada y me cuesta seguir un plan.
Me apoyo en el tronco del árbol y me acaricio con cuidado la superficie áspera
de la lengua mientras evalúo mis opciones. ¿Cómo puedo conseguir agua?
Volver al lago: no, nunca lo conseguiría.
Esperar a que llueva: no hay ni una nube en el cielo.
Seguir buscando: sí, es mi única opción. Entonces tengo otra idea, y la
rabia que siento a continuación me devuelve a la realidad.
¡Sue! ¡Ella podría enviarme agua! Podría pulsar un botón y enviármela
en un paracaídas plateado en pocos minutos. Sé que tengo patrocinadores, al
menos uno o dos que podrían permitirse darme medio litro de agua. Sí, cuesta
dinero, pero esta gente está forrada de billetes y, además, están apostando por
mí. Quizá Sue no se dé cuenta de cuánto la necesito.
-Agua... -digo, todo lo alto que me atrevo a hablar, y espero, deseando que
un paracaídas descienda del cielo. No aparece nada.
Algo va mal. ¿Me engaño al pensar que tengo patrocinadores? ¿O los he
perdido por el comportamiento de Brittany? No, no lo creo. Ahí fuera hay alguien
que quiere comprarme agua, pero Sue no se lo permite. Como mentora, ella
controla el flujo de regalos de los patrocinadores, y sé que me odia, me lo ha
dejado claro. ¿Me odiará lo suficiente para dejarme morir? ¿Así? No puede
hacerlo, ¿no? Si un mentor no trata bien a sus tributos, será responsable frente
a los telespectadores, frente a la gente del Distrito 12. Ni siquiera Sue se
arriesgaría a eso, ¿no? Que digan lo que quieran de mis socios comerciantes
del Quemador, pero no creo que le permitiesen volver a entrar allí si me deja
morir de este modo. ¿De dónde iba a sacar entonces su alcohol? Por tanto,
¿de qué va esto? ¿Intenta hacerme sufrir por haberla desafiado? ¿Está
dirigiendo los regalos a Brittany? ¿Está demasiado borracha para darse cuenta
de lo que está pasando? Por algún motivo, no lo creo, y tampoco creo que esté
intentando matarme. De hecho, a su manera, ha intentado de verdad
prepararme para esto. Entonces, ¿qué?
Me tapo la cara con las manos. No corro el peligro de llorar, no podría
producir ni una lágrima aunque me fuese la vida en ello. ¿Qué está haciendo
Sue? A pesar de la rabia, el odio y la suspicacia, una vocecita dentro de
mi cabeza me susurra una respuesta: "Quizá te esté enviando un mensaje".
¿Un mensaje para decirme qué? Entonces lo entiendo; Sue sólo tendría
una buena razón para no darme agua: saber que estoy a punto de encontrarla.
Aprieto los dientes y me levanto. La mochila parece pesar el triple de lo
normal. Cojo una rama rota que me sirva de bastón y me pongo en marcha. El
sol cae a plomo, es aún más abrasador que en los dos primeros días, y me
siento como un trozo de cuero secándose y agrietándose con el calor. Cada
paso me supone un gran esfuerzo, pero me niego a parar, me niego a
sentarme. Si me siento, es muy probable que no vuelva a levantarme, que ni
siquiera recuerde cuál es mi objetivo.
¡Soy una presa muy fácil! Cualquier tributo, incluso el pequeño Rey, podría
acabar conmigo ahora mismo; sólo tendría que empujarme y matarme con mi
propio cuchillo, y a mí no me quedarían fuerzas para resistirme. Sin embargo,
si hay alguien más en esta parte del bosque, no me hace caso.
Lo cierto es que me siento a millones de kilómetros del resto de la humanidad.
En cualquier caso, no estoy sola, no, seguro que me sigue una cámara.
Pienso en los años que pasé viendo cómo los tributos se morían de hambre,
congelados, desangrados o deshidratados. A no ser que haya una buena pelea
en alguna parte, debo de ser la protagonista.
Me acuerdo de Mich; es probable que no me esté viendo en directo, pero
echarán las últimas noticias en el colegio durante el descanso para comer, así
que intento no parecer tan desesperada, por el.
Sin embargo, cuando cae la tarde, sé que se acerca el final. Me tiemblan
las piernas y el corazón me va demasiado deprisa. Se me olvida continuamente
qué estoy haciendo. Me tropiezo una y otra vez, y, aunque consigo levantarme,
cuando por fin se me cae el bastón, me derrumbo por última vez y no me
levanto más. Dejo que se me cierren los ojos.
He juzgado mal a Sue: no tenía ninguna intención de ayudarme.
"No pasa nada --pienso--. Aquí no se está tan mal."
El aire es menos caluroso, lo que significa que se acerca la noche. Hay un
suave aroma a dulce que me recuerda a los nenúfares. Acaricio la suave tierra
y deslizo las manos fácilmente sobre ella.
"Es un buen lugar para morir."
Dibujo remolinos en la tierra fresca y resbaladiza.
"Me encanta el barro" pienso.
¿Cuántas veces he podido seguirle la pista a una presa gracias a esta
superficie suave y fácil de leer? También es bueno para las picaduras de abeja.
Barro. Barro. ¡Barro! Abro los ojos de golpe y hundo los dedos en la tierra. ¡Es
barro! Levanto la nariz y huelo: ¡son nenúfares! ¡Plantas acuáticas!
Empiezo a arrastrarme sobre el lodo, avanzando hacia el aroma. A unos
cinco metros de donde había caído atravieso una maraña de plantas que dan a
un estanque. En la superficie flotan unas flores amarillas, mis preciosos
nenúfares.
Resisto la tentación de meter la cara en el agua y tragar toda la que pueda,
porque me queda la suficiente sensatez para no hacerlo. Con manos
temblorosas saco la botella, la lleno de agua y añado el número correcto de
gotas de yodo para purificarla. La media hora de espera es una agonía, pero la
aguanto. Al menos, creo que ha pasado media hora, aunque, sin duda, es lo
máximo que puedo soportar.
"Ahora, poco a poco", me digo. Doy un trago y me obligo a esperar.
Después otro. A lo largo de las dos horas siguientes me bebo los dos litros
enteros. Después otra botella. Me preparo otra antes de retirarme a un árbol,
donde sigo sorbiendo, comiendo conejo e incluso me permito gastar una de mis
preciadas galletas saladas.
Cuando suena el himno, me siendo mucho mejor. Esta noche no sale ninguna cara en el cielo, hoy no han muerto tributos.
Mañana me quedaré aquí, descansando, camuflaré mi mochila con lodo,
pescaré algunos de los pececillos que he visto mientras bebía y desenterraré
las raíces de los nenúfares para prepararme una buena comida. Me acurruco
en el saco de dormir y me agarro a la botella de agua como si me fuera la vida
en ello, ya que, de hecho, así es.
Unas cuantas horas después me despierta una estampida. Miro a mi
alrededor, desconcertada.
Todavía no ha amanecido, pero mis maltrechos ojos lo ven; sería difícil pasar por alto la pared de fuego que desciende sobre mí...
...............................................................................................................
..Bueno uno mas de yapa, x la espera, se los debia, mañana vuelvo a actualizar, y esperemos q "Room 47" tambien...
espero sus comentarios... un besote enorme... (^_^)..
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
estuvieron muy buenos los capitulos, por un momento pense que matarian a Britt y Santana moriria de sed!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
DiannaSnixxx* - Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
hola! yo, otra vez! Que tal las pequeñas vacaciones?
He de decirte que genial como siempre estos capitulos. Ya se te echaba en falta por aquí... Ay, ay, ay, nunca sabremos que esta pensando realmente nuestra Brittany...
Espero los próximos con ansias y por cierto, he actualizado mi fic, por si te quieres pasar ;) ya me contara si te gusta el giro de la historia.
Besosssssss y cuidateee!
He de decirte que genial como siempre estos capitulos. Ya se te echaba en falta por aquí... Ay, ay, ay, nunca sabremos que esta pensando realmente nuestra Brittany...
Espero los próximos con ansias y por cierto, he actualizado mi fic, por si te quieres pasar ;) ya me contara si te gusta el giro de la historia.
Besosssssss y cuidateee!
Elisika-sama**** - Mensajes : 194
Fecha de inscripción : 01/12/2012
Edad : 30
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
No puedo creerlo, Brittany siendo parte de los matones. De todas las cosas que creí que podría estar haciendo esa era la menos probable. La pobre Santana si que la paso mal. Creo que se está dando su tiempo, apenas comienzan los juegos del hambre y la verdad me emociona leerla matando gente con el arco.
"sería difícil pasar por alto la pared de fuego que desciende sobre mí..." ¿Quieren quemar a la chica en llamas xD Ok mala broma. ¿Actualizaras Room 47? :3 Lo extraaaaaaaño! me encanta leerte.
Bueno, maravillosos capítulos. Un abrazo y hasta el próximo!
"sería difícil pasar por alto la pared de fuego que desciende sobre mí..." ¿Quieren quemar a la chica en llamas xD Ok mala broma. ¿Actualizaras Room 47? :3 Lo extraaaaaaaño! me encanta leerte.
Bueno, maravillosos capítulos. Un abrazo y hasta el próximo!
Ali_Pearce- - Mensajes : 1107
Fecha de inscripción : 07/06/2012
Edad : 31
LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 13"
micky morales; gracias me alegro que te gusten los capitulos!... todavia no hay nada dicho en los juegos, x ahora las dos estan vivas, vamos a ver q pasa en los proximos...
DiannaSnixxx; me alegro.. ahora se vienen partes con mas escenas brittana, q estan faltando, pero x mientras la accion del juego esta buena...
Elisika-sama; Eli!! si la pase muy lindo, tuve como consecuencia estar encarradad toda la semana estudiando x haberme ido el finde y no agarrar los apuntes, pero valio la pena jajaja..
ahora me van a tener mas seguido xq a partir del miercoles actualizo todos los dias ..voy a ver si "En llamas" agrego pov Brittany, no los tiene haciq tendria q crearlos, vamos a ver como salen...
si, si.. vi q actualizaste 3 capitulos y c¡no comente, perdon, pero como estaba estudiando no queria leer los fics xq sino me emociono y dejo el estudio de lado..(era una lenta y horrible tortura) pero prometo leerte esta semana una vez q pase el parcial y comentarte..
Ali_Pearce;esq al parecer Brittany no era tan pobresita como hacia creer, o lo es y esta utilizando a los profesionales para avanzar en el juego... creo q los vigilantes quieren un poco de accion en la participacion de Santana, y quemar a la chica en llamas seria ponerla en el juego o que se queme viva una de dos jajaja.. XD
siii ya lo estoy actualizando... gracias, me seguis en todos mis fics, asiq es un placer q me sigas leyendo.. un besooo..
...............................................................................................................
...Holiss.. perdon x la demora, tenia q actualizar el finde, pero no tenia internet, asiq no podia hacer nada.. no fue mi culpa, lo juro jajaja...
me hice un ratito para actualizar hoy, x mis examenes, pero a partir del miercoles, ya estaria actualizando todos los dias, a no ser un dia q no actualice xq puede pasar...
bueno me alegro q la historia haya sido muy bienvenida, espero sus comentarios...
y nos vemos el miercoles nuevamente..
Besotes..(^_^)..
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CAPITULO 13;
Mi primer impulso es bajar corriendo del árbol, pero estoy atada con el
cinturón. Consigo soltar la hebilla de algún modo y caigo al suelo, todavía
envuelta en mi saco de dormir. No hay tiempo para empaquetar nada. Por
suerte, ya tengo la mochila y la botella dentro del saco, así que meto el
cinturón, me cuelgo el saco al hombro y huyo.
El mundo se ha transformado en un infierno de llamas y humo. Las ramas
ardiendo caen de los árboles convertidas en lluvias de chispas a mis pies. No
puedo hacer más que seguir a los otros, a los conejos y ciervos, e incluso a
una jauría de perros salvajes que corren por el bosque. Confío en su dirección
porque sus instintos están más desarrollados que los míos. Sin embargo, ellos
son mucho más rápidos, corren por el bosque con gran agilidad, mientras que
mis botas no dejan de tropezar con raíces y ramas caídas, y no puedo seguir
su ritmo de ninguna manera.
El calor es horrible, pero lo peor es el humo que amenaza con ahogarme
en cualquier momento. Me subo la camisa para taparme la nariz y me alegro de
que esté mojada de sudor, ya que eso me ofrece una pequeña protección. Y
sigo corriendo, ahogándome, con el saco dándome botes en la espalda y la
cara llena de cortes por las ramas que se materializan delante de mí sin avisar,
surgidas de la niebla gris, porque se supone que tengo que correr.
Esto no ha sido una hoguera que se le haya descontrolado a un tributo, ni
tampoco un suceso accidental; las llamas que me acechan tienen una altura
antinatural, una uniformidad que las delata como artificiales, creadas por
humanos, creadas por los Vigilantes. Hoy ha estado todo demasiado tranquilo;
no ha habido muertes y quizá ni siquiera peleas, así que la audiencia del
Capitolio empezaba a aletargarse y a comentar que estos juegos resultaban
casi aburridos. Y los Juegos del Hambre no pueden ser aburridos.
Es fácil entender la motivación de los Vigilantes. Hay una manada de
profesionales y después estamos los demás, seguramente repartidos a lo largo
y ancho del estadio. Este incendio está diseñado para juntarnos, para que nos
encontremos. Aunque puede que no sea el dispositivo más original que haya
visto, es muy, muy eficaz.
Salto por encima de un tronco ardiendo, pero no salto lo suficiente; la parte
de atrás de la chaqueta se quema, y tengo que detenerme para quitármela y
apagar las llamas. Sin embargo, no me atrevo a abandonar la chaqueta,
aunque esté achicharrada y caliente; me arriesgo a meterla en el saco de
dormir, esperando que la falta de aire termine de extinguir el fuego. Lo que
llevo en la mochila es lo único que tengo, y ya es bastante poco para sobrevivir.
En cuestión de minutos noto la garganta y la nariz ardiendo. La tos
empieza poco después, y me da la impresión de que se me fríen los
pulmones. La incomodidad se convierte en angustia, hasta que cada vez que
respiro noto una puñalada de dolor que me atraviesa el pecho. Consigo
refugiarme debajo de un saliente rocoso justo cuando empiezan los vómitos, y
pierdo mi escasa cena y todo lo demás que me quedase en el estómago. Me
pongo en cuatro patas y sigo con las arcadas hasta que no hay nada más que
echar.
Sé que tengo que seguir moviéndome, pero estoy temblando y mareada,
jadeando por la falta de aire. Me permito tomar una gota de agua para
enjuagarme la boca y escupir, y después le doy un par de tragos más a la
botella.
"Tienes un minuto --me digo--. Un minuto para descansar".
Me tomo ese tiempo para reordenar mis provisiones, enrollar el saco y meter todo a lo bruto en la mochila. Se me acaba el minuto. Sé que ha llegado el momento de
moverse, pero el humo me ha dejado atontada. Los veloces animales que me
guiaban me han dejado atrás y sé que no he estado antes en esta parte del
bosque, que no había visto rocas grandes como ésta en mis anteriores
excursiones. ¿Adonde me llevan los Vigilantes? ¿De vuelta al lago? ¿A un
nuevo terreno lleno de nuevos peligros? El ataque comenzó justo cuando por
fin lograba tener unas cuantas horas de paz. ¿Habrá alguna forma de avanzar
en paralelo al estanque y regresar después, al menos a por agua? La pared de
fuego debe terminar en alguna parte y no puede arder para siempre. No porque
los Vigilantes no puedan hacerlo, sino porque, de nuevo, la audiencia se
quejaría. Si pudiera meterme detrás de la línea de fuego, evitaría encontrarme
con los profesionales. Cuando por fin decido intentar dar la vuelta dando un
rodeo, aunque eso conllevase varios kilómetros de viaje para alejarme de este
infierno y otros cuantos para volver, la primera bola de fuego se estrella contra
la roca, a medio metro de mi cabeza. Salgo corriendo del saliente. El miedo me
da energía renovada.
El juego ha dado un giro inesperado: el incendio es una excusa para hacer
que nos movamos, para que la audiencia vea diversión de verdad. Cuando oigo
el siguiente siseo, me tiro al suelo boca abajo sin entretenerme en mirar atrás,
y la bola de fuego da en un árbol a mi izquierda y lo envuelve en llamas.
Quedarse quieta significa morir; apenas me he puesto en pie cuando la tercera
bola golpea el lugar en el que estaba tumbada y levanta una columna de fuego
a mis espaldas. El tiempo pierde significado mientras intento esquivar los
ataques. No puedo ver desde dónde los lanzan, aunque no es un
aerodeslizador, pues los ángulos no son lo bastante extremos. Seguramente
han armado toda esta zona del bosque con lanzadores de precisión escondidos
en árboles o rocas. En algún lugar, en una habitación fresca e inmaculada, hay
un Vigilante sentado delante de unos mandos, disparando los gatillos que
podrían acabar con mi vida en cuestión de segundos; sólo hace falta un blanco
directo.
Corro en zigzag, me agacho, me levanto de un salto y, entre unas cosas y
otras, me quito de la cabeza el vago plan de regresar al estanque. Las bolas de
fuego son del tamaño de manzanas, pero liberan una potencia enorme al hacer
contacto. Tengo que utilizar todos mis sentidos al máximo para sobrevivir, no
hay tiempo para juzgar si un movimiento es correcto o no: si oigo un siseo, o
actúo o muero.
Sin embargo, algo me hace seguir adelante; después de toda una vida
viendo los Juegos del Hambre en la tele, sé que hay algunas zonas del estadio
que están preparadas para ciertos ataques y que, si consigo salir de esta zona,
quizá pueda alejarme del alcance de los lanzacohetes. También es posible que
acabe dentro de un nido de víboras, pero ahora no puedo preocuparme por
eso.
Aunque no sé cuánto tiempo he pasado esquivando bolas de fuego,
finalmente, los ataques empiezan a decaer, lo que me parece estupendo,
porque vuelvo a sentir arcadas. Esta vez se trata de una sustancia ácida que
me quema la garganta y se me mete en la nariz. Me veo obligada a parar, entre
convulsiones, intentando desesperadamente librarme de los venenos que he
absorbido durante el ataque. Espero al siguiente siseo, a la siguiente señal
para salir corriendo, pero no llega. La violencia de las arcadas ha hecho que se
me salten las lágrimas, y me pican los ojos. Tengo la ropa empapada en sudor
y, de algún modo, a pesar del humo y el vómito, me llega el olor a pelo
quemado. Me llevo la mano a la trenza y descubro que una bola de fuego me
ha achicharrado al menos quince centímetros; los mechones de pelo
ennegrecido se me deshacen entre los dedos y me quedo mirándolos,
fascinada por la transformación, hasta que, de repente, vuelven los siseos.
Mis músculos reaccionan, aunque esta vez no son lo bastante rápidos y la
bola de fuego cae al suelo junto a mí, no sin antes deslizarse por mi pantorrilla
derecha. Ver la pernera del pantalón en llamas me hace perder los nervios: me
retuerzo y retrocedo a gatas, chillando, intentando apartarme del horror.
Cuando por fin recupero el sentido común, hago rodar la pierna por el suelo, lo
que sirve para apagarlo casi todo. Sin embargo, en ese momento, sin pensar,
me arranco la tela que queda con las manos desnudas.
Me siento en el suelo, a pocos metros del incendio que ha causado la bola.
La pantorrilla me arde y tengo las manos llenas de ampollas rojas; tiemblo
demasiado para moverme. Si los Vigilantes quieren acabar conmigo, éste es el
momento.
Oigo la voz de Kurt, que me trae imágenes de telas lujosas y gemas
resplandecientes: "Santana, la chica en llamas". Los Vigilantes deben de estar
muertos de risa con esto. Aún peor, puede que los bellos trajes de Kurt sean
la razón de esta tortura concreta. Sé que él no podía preverlo y que debe de
estar pasándolo mal porque, de hecho, creo que le importo. A pesar de todo,
en perspectiva, quizá me habría ido mejor si hubiese salido desnuda en el
carro.
El ataque ha terminado. Está claro que los Vigilantes no me quieren
muerta, al menos no todavía. Todos saben que podrían destruirnos en cuanto
suena el gong, pero el verdadero entretenimiento de los juegos es ver cómo los
tributos se matan entre ellos. De vez en cuando matan a uno para que los
demás jugadores sepan que pueden hacerlo, aunque, en general, lo que
intentan es manipularnos para que tengamos que enfrentarnos cara a cara.
Eso significa que, si ya no me disparan, hay al menos un tributo cerca.
Me arrastraría hasta un árbol para refugiarme si pudiera, pero el humo
todavía es lo bastante espeso para matarme. Me obligo a levantarme y me
alejo cojeando del muro de llamas que ilumina el cielo. Parece que ya no me
persigue, salvo con sus apestosas nubes negras.
Otra luz, la luz del día, empieza a surgir poco a poco, y los rayos de sol
caen sobre los remolinos de humo. Tengo mala visibilidad, puedo ver a una
distancia de unos trece metros a mi alrededor; cualquier tributo podría
esconderse de mí fácilmente. Debería sacar el cuchillo como protección, pero
dudo de mi capacidad para sostenerlo durante mucho rato. El dolor de las
manos no puede compararse con el de la pantorrilla. Odio las quemaduras,
siempre las he odiado, incluso las pequeñas de sacar una sartén de pan del
horno; para mí es la peor clase de dolor, aunque nunca había experimentado
nada como esto.
Estoy tan cansada que ni siquiera noto que me encuentro en el estanque
hasta que el agua me llega a los tobillos. El agua viene del arroyo que sale de
una grieta en las rocas y está fresca, así que meto las manos dentro y siento
un alivio instantáneo. ¿No es lo que siempre dice mi madre? ¿Qué el primer
tratamiento para una quemadura es el agua fría? ¿Que así se absorbe el calor?
Pero ella se refería a quemaduras leves, como las de mis manos. ¿Qué pasa
con la pantorrilla? Aunque todavía no he reunido el valor suficiente para
examinarla, creo que se trata de una herida completamente distinta.
Me tumbo boca abajo al borde del estanque durante un rato, con las
manos en el agua, y examino las llamitas de las uñas, que ya empiezan a
descascarillarse. Bien, he tenido fuego de sobra para toda una vida.
Me limpio la sangre y la ceniza de la cara e intento recordar todo lo que sé
sobre quemaduras. Son heridas comunes en la Veta, donde cocinamos y
calentamos las casas con carbón; además, están los accidentes de las minas...
Una vez, una familia nos trajo a un joven inconsciente y le suplicó a mi madre
que lo ayudase. El médico del distrito, responsable de tratar a los mineros, lo
había dado por perdido y le había dicho a la familia que se lo llevase a casa a
morir, pero ellos no lo aceptaban. Estaba tumbado en la mesa de la cocina,
inconsciente. Vi de reojo la herida de su muslo, la carne abierta y achicharrada
que dejaba el hueso al aire; después, salí corriendo de la casa, me metí en el
bosque y cacé todo el día, perseguida por la imagen de aquella pierna
espantosa y los recuerdos de la muerte de mi padre. Lo más divertido era que
Mich, el que teme de su propia sombra, se quedó para ayudar. Mi madre dice
que un sanador nace, no se hace. Lo ayudaron en lo que pudieron, aunque el
hombre murió, tal y como había dicho el médico.
Mi pierna necesita atenciones, pero no me atrevo a mirarla. ¿Y si está tan
mal como la de aquel hombre y puedo verme el hueso? Entonces recuerdo a
mi madre decir que, si una herida es grave, la víctima a veces no siente el
dolor, porque los nervios quedan destrozados. Animada por la idea, me siento y
me pongo la pierna delante.
Casi me desmayo al ver la pantorrilla: la carne está de un rojo brillante,
cubierta de ampollas. Me obligo a respirar lenta y profundamente, segura de
que las cámaras están emitiendo un primer plano de mi cara; no puedo parecer
débil si quiero patrocinadores. Lo que te consigue ayuda no es la lástima, sino
la admiración cuando te niegas a rendirte. Corto los restos de la pernera del
pantalón a la altura de la rodilla y examino la herida más de cerca. El área
quemada es del tamaño aproximado de mi mano y la piel no está ennegrecida.
Me da la impresión de que puedo mojarla, así que la estiro con cuidado y la
meto en el estanque, apoyando el talón de la bota en una roca, de modo que el
cuero no se empape demasiado; después suspiro, porque el agua me alivia un
poco. Sé que existen hierbas que acelerarían la curación, si las encontrase,
aunque no logro recordarlas. Es probable que el agua y el tiempo sean mis
mejores alternativas.
¿Debería seguir moviéndome? El humo empieza a clarear, pero sigue
siendo demasiado espeso. Si continúo alejándome del fuego, ¿no iré directa a
las armas de los profesionales? Además, cada vez que levanto la pierna del
agua, el dolor vuelve con energía renovada y tengo que meterla de nuevo. Las
manos están un poco mejor, pueden salir del estanque de vez en cuando, así
que vuelvo a ordenar mis cosas. Primero, lleno la botella de agua del estanque,
la trato y, cuando pasa el tiempo necesario, empiezo a hidratarme. Al cabo de
un rato, me obligo a mordisquear una galleta salada, lo que me ayuda a
asentar el estómago. Desenrollo el saco de dormir y, excepto algunas marcas
negras, está bastante bien. La chaqueta es otra historia: apesta y está
achicharrada, y hay al menos treinta centímetros en la espalda que no tienen
solución. Corto la zona dañada y me quedo con una prenda que me llega justo
debajo de las costillas. Sin embargo, la capucha está intacta, y eso es mucho
mejor que nada.
A pesar del dolor, empiezo a adormecerme. Si me subiera a un árbol para
intentar descansar sería un objetivo demasiado fácil. Además, me resulta
imposible abandonar el estanque. Ordeno mis provisiones, incluso llego a
ponerme la mochila a la espalda, pero no consigo alejarme. Veo algunas
plantas acuáticas con raíces comestibles y me preparo una comida ligera con
lo que me queda de conejo. Bebo un poco de agua y observo cómo el sol traza
su lento arco por el cielo. ¿Acaso puedo ir a algún sitio más seguro que éste?
Me dejo caer sobre la mochila, vencida por el sueño.
"Si los profesionales me quieren, que me encuentren --pienso antes de quedarme dormida--. Que me encuentren...."
Y vaya que si me encuentran. Por suerte, cuando oigo los pasos ya estoy
lista para moverme, porque tengo menos de un minuto de ventaja. Ha
empezado a caer la noche. En cuanto me despierto, me levanto y corro por el
estanque, para después meterme entre los arbustos. La pierna me frena, pero
me da la impresión de que mis perseguidores tampoco son tan veloces como
antes del fuego. Los oigo toser y llamarse entre ellos con voces roncas.
En cualquier caso, están acercándose como una jauría de perros salvajes,
así que hago lo que he hecho siempre en tales circunstancias: escojo un árbol
alto y empiezo a trepar. Si correr duele, trepar es atroz, porque no sólo requiere
esfuerzo, sino contacto directo de las manos en la corteza. Sin embargo, soy
rápida, y cuando llegan a la base del tronco yo ya estoy a seis metros de altura.
Durante un momento nos detenemos todos y nos observamos; espero que no
oigan cómo me late el corazón.
"Éste podría ser el final", pienso. ¿Qué posibilidades tengo frente a ellos?
Han venido los seis, es decir, los cinco tributos profesionales y Brittany, y mi
único consuelo es que ellos también están bastante machacados. Sonríen y
gruñen, seguros de que soy una presa fácil; aunque mi situación parece
desesperada, de repente me doy cuenta de otra cosa: ellos son más fuertes y
grandes que yo, sin duda, pero también pesan más. Hay una razón por la que
soy yo y no Puck la que sube a coger las frutas más altas o a robar los nidos
más remotos: peso unos veinte o treinta kilos menos que el tributo más
pequeño.
Ahora soy yo la que sonríe.
-¿Cómo va eso?... -les grito, en tono alegre.
Eso los sorprende, aunque sé que al público le habrá encantado.
-Bastante bien.. -responde el chico del Distrito 2-... ¿Y a ti?...
-Un clima demasiado cálido para mi gusto... -respondo; casi puedo oír las
risas en el Capitolio-... Aquí arriba se respira mejor. ¿Por qué no subes?...
-Creo que lo haré... -contesta el mismo chico.
-Toma esto, Sebastian... -le dice la chica del Distrito 1, ofreciéndole el arco
plateado y el carcaj con las flechas.
¡Mi arco! ¡Mis flechas!
Verlos me pone tan furiosa que deseo gritar, gritarme a mí y a la traidora de
Brittany por distraerme y evitar que los cogiese. Intento mirarla a los ojos, pero ella
parece evitarlo a propósito y se dedica a sacarle brillo a su cuchillo con el borde
de la camisa.
-No.. -dice Sebastian, apartando el arco-.. Me irá mejor con la espada...
Veo el arma, una hoja corta y pesada que lleva colgada al cinturón.
Le doy tiempo para que se suba al tronco antes de seguir trepando. Puck
siempre dice que le recuerdo a una ardilla por la forma en que corro sobre las
ramas, incluso sobre las más finas. Parte de la razón es mi peso, y la otra parte
se debe a la práctica; hay que saber dónde colocar manos y pies. Cuando llevo
otros nueve metros oigo una rama que se rompe y veo que Sebastian agita los
brazos al caer, con rama incluida. Se da un buen golpe en el suelo y, mientras
cruzo los dedos para que se haya roto el cuello, se pone en pie soltando
palabrotas como un loco.
La chica de las flechas, a la que llaman Hanna (aj, hay que ver los nombres que les ponen a los niños en el Distrito 1; ¿por que no simplemente Anna? es mas simple), trepa por el árbol hasta que las ramas empiezan a crujirle bajo los pies y es lo bastante sensata para pararse. Ya estoy a veinticuatro metros, como mínimo. Intenta dispararme flechas, pero resulta evidente que no sabe utilizar el arco.
Sin embargo, una de las flechas se clava en el árbol, a mi lado, y logro cogerla.
La agito en el aire, para burlarme de ella, como si ése fuera mi único propósito
al cogerla, cuando en realidad pretendo usarla si alguna vez se me presenta la
oportunidad. Podría matarlos, matarlos a todos, si esas armas de plata cayesen
en mis manos.
Los profesionales se reagrupan y los oigo gruñir conspiraciones entre
ellos, furiosos porque los he hecho parecer idiotas, pero ya ha llegado el
crepúsculo y su ventana de oportunidad para atacarme se cierra. Por fin oigo a
Brittany decir, en tono duro:
-Venga, vamos a dejarla ahí arriba. Tampoco puede ir a ninguna parte;
nos encargaremos de ella mañana....
Bueno, tiene razón en una cosa: no puedo ir a ninguna parte. Maldita traidora
ahora que todos parecen reagruparce, me mira de reojo, con una mirada que
no puedo desifrar, ¿es de burla? ¿de miedo? no la entiendo, pero tampoco me
importa, no debo confiar en ella, es una traidora que jugo conmigo para
poder ser la primera en entregarme a los profesionales.
El alivio que me proporcionó el agua del estanque ha desaparecido y siento toda la
gravedad de mis quemaduras. Bajo un poco hasta una rama en horquilla y me
preparo la cama como puedo. Me pongo la chaqueta, extiendo el saco, me ato
con el cinturón e intento no gemir. El calor del saco es demasiado para mi
pierna, así que hago un corte en la tela y saco la pantorrilla al aire. Me echo
agua en la herida y en las manos.
Se me ha acabado la bravuconería; el dolor y el hambre me han debilitado,
pero no consigo comer. Aunque aguante toda la noche, ¿qué pasará por la
mañana? Me quedo mirando las hojas intentando obligarme a descansar,
aunque sin éxito; las quemaduras no me lo permiten. Los pájaros se acuestan y
cantan nanas a sus polluelos; salen las criaturas de la noche; oigo ulular a un
búho y el débil olor de una mofeta atraviesa el humo; los ojos de algún animal
me observan desde el árbol vecino (quizá sea una zarigüeya), reflejando la luz
de las antorchas de los profesionales. De repente, me enderezo, apoyada en
un codo: no son ojos de zarigüeya, sé muy bien cómo brillan. De hecho, no son
los ojos de ningún animal. Lo distingo gracias a los últimos rayos de luz
apagada, me observa en silencio desde un hueco entre las ramas. Es Rey.
¿Cuánto tiempo lleva ahí? Probablemente desde el principio, inmóvil e
invisible mientras se desarrollaba la acción a sus pies. Quizá subiera a su árbol
justo antes que yo, al oír que se acercaba la manada.
Nos miramos durante un rato y después, sin mover ni una hoja, las
manitas del chico salen al descubierto y apuntan a algo por encima de mi
cabeza.
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..Nos vemos el miercoles...
DiannaSnixxx; me alegro.. ahora se vienen partes con mas escenas brittana, q estan faltando, pero x mientras la accion del juego esta buena...
Elisika-sama; Eli!! si la pase muy lindo, tuve como consecuencia estar encarradad toda la semana estudiando x haberme ido el finde y no agarrar los apuntes, pero valio la pena jajaja..
ahora me van a tener mas seguido xq a partir del miercoles actualizo todos los dias ..voy a ver si "En llamas" agrego pov Brittany, no los tiene haciq tendria q crearlos, vamos a ver como salen...
si, si.. vi q actualizaste 3 capitulos y c¡no comente, perdon, pero como estaba estudiando no queria leer los fics xq sino me emociono y dejo el estudio de lado..(era una lenta y horrible tortura) pero prometo leerte esta semana una vez q pase el parcial y comentarte..
Ali_Pearce;esq al parecer Brittany no era tan pobresita como hacia creer, o lo es y esta utilizando a los profesionales para avanzar en el juego... creo q los vigilantes quieren un poco de accion en la participacion de Santana, y quemar a la chica en llamas seria ponerla en el juego o que se queme viva una de dos jajaja.. XD
siii ya lo estoy actualizando... gracias, me seguis en todos mis fics, asiq es un placer q me sigas leyendo.. un besooo..
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...Holiss.. perdon x la demora, tenia q actualizar el finde, pero no tenia internet, asiq no podia hacer nada.. no fue mi culpa, lo juro jajaja...
me hice un ratito para actualizar hoy, x mis examenes, pero a partir del miercoles, ya estaria actualizando todos los dias, a no ser un dia q no actualice xq puede pasar...
bueno me alegro q la historia haya sido muy bienvenida, espero sus comentarios...
y nos vemos el miercoles nuevamente..
Besotes..(^_^)..
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CAPITULO 13;
Mi primer impulso es bajar corriendo del árbol, pero estoy atada con el
cinturón. Consigo soltar la hebilla de algún modo y caigo al suelo, todavía
envuelta en mi saco de dormir. No hay tiempo para empaquetar nada. Por
suerte, ya tengo la mochila y la botella dentro del saco, así que meto el
cinturón, me cuelgo el saco al hombro y huyo.
El mundo se ha transformado en un infierno de llamas y humo. Las ramas
ardiendo caen de los árboles convertidas en lluvias de chispas a mis pies. No
puedo hacer más que seguir a los otros, a los conejos y ciervos, e incluso a
una jauría de perros salvajes que corren por el bosque. Confío en su dirección
porque sus instintos están más desarrollados que los míos. Sin embargo, ellos
son mucho más rápidos, corren por el bosque con gran agilidad, mientras que
mis botas no dejan de tropezar con raíces y ramas caídas, y no puedo seguir
su ritmo de ninguna manera.
El calor es horrible, pero lo peor es el humo que amenaza con ahogarme
en cualquier momento. Me subo la camisa para taparme la nariz y me alegro de
que esté mojada de sudor, ya que eso me ofrece una pequeña protección. Y
sigo corriendo, ahogándome, con el saco dándome botes en la espalda y la
cara llena de cortes por las ramas que se materializan delante de mí sin avisar,
surgidas de la niebla gris, porque se supone que tengo que correr.
Esto no ha sido una hoguera que se le haya descontrolado a un tributo, ni
tampoco un suceso accidental; las llamas que me acechan tienen una altura
antinatural, una uniformidad que las delata como artificiales, creadas por
humanos, creadas por los Vigilantes. Hoy ha estado todo demasiado tranquilo;
no ha habido muertes y quizá ni siquiera peleas, así que la audiencia del
Capitolio empezaba a aletargarse y a comentar que estos juegos resultaban
casi aburridos. Y los Juegos del Hambre no pueden ser aburridos.
Es fácil entender la motivación de los Vigilantes. Hay una manada de
profesionales y después estamos los demás, seguramente repartidos a lo largo
y ancho del estadio. Este incendio está diseñado para juntarnos, para que nos
encontremos. Aunque puede que no sea el dispositivo más original que haya
visto, es muy, muy eficaz.
Salto por encima de un tronco ardiendo, pero no salto lo suficiente; la parte
de atrás de la chaqueta se quema, y tengo que detenerme para quitármela y
apagar las llamas. Sin embargo, no me atrevo a abandonar la chaqueta,
aunque esté achicharrada y caliente; me arriesgo a meterla en el saco de
dormir, esperando que la falta de aire termine de extinguir el fuego. Lo que
llevo en la mochila es lo único que tengo, y ya es bastante poco para sobrevivir.
En cuestión de minutos noto la garganta y la nariz ardiendo. La tos
empieza poco después, y me da la impresión de que se me fríen los
pulmones. La incomodidad se convierte en angustia, hasta que cada vez que
respiro noto una puñalada de dolor que me atraviesa el pecho. Consigo
refugiarme debajo de un saliente rocoso justo cuando empiezan los vómitos, y
pierdo mi escasa cena y todo lo demás que me quedase en el estómago. Me
pongo en cuatro patas y sigo con las arcadas hasta que no hay nada más que
echar.
Sé que tengo que seguir moviéndome, pero estoy temblando y mareada,
jadeando por la falta de aire. Me permito tomar una gota de agua para
enjuagarme la boca y escupir, y después le doy un par de tragos más a la
botella.
"Tienes un minuto --me digo--. Un minuto para descansar".
Me tomo ese tiempo para reordenar mis provisiones, enrollar el saco y meter todo a lo bruto en la mochila. Se me acaba el minuto. Sé que ha llegado el momento de
moverse, pero el humo me ha dejado atontada. Los veloces animales que me
guiaban me han dejado atrás y sé que no he estado antes en esta parte del
bosque, que no había visto rocas grandes como ésta en mis anteriores
excursiones. ¿Adonde me llevan los Vigilantes? ¿De vuelta al lago? ¿A un
nuevo terreno lleno de nuevos peligros? El ataque comenzó justo cuando por
fin lograba tener unas cuantas horas de paz. ¿Habrá alguna forma de avanzar
en paralelo al estanque y regresar después, al menos a por agua? La pared de
fuego debe terminar en alguna parte y no puede arder para siempre. No porque
los Vigilantes no puedan hacerlo, sino porque, de nuevo, la audiencia se
quejaría. Si pudiera meterme detrás de la línea de fuego, evitaría encontrarme
con los profesionales. Cuando por fin decido intentar dar la vuelta dando un
rodeo, aunque eso conllevase varios kilómetros de viaje para alejarme de este
infierno y otros cuantos para volver, la primera bola de fuego se estrella contra
la roca, a medio metro de mi cabeza. Salgo corriendo del saliente. El miedo me
da energía renovada.
El juego ha dado un giro inesperado: el incendio es una excusa para hacer
que nos movamos, para que la audiencia vea diversión de verdad. Cuando oigo
el siguiente siseo, me tiro al suelo boca abajo sin entretenerme en mirar atrás,
y la bola de fuego da en un árbol a mi izquierda y lo envuelve en llamas.
Quedarse quieta significa morir; apenas me he puesto en pie cuando la tercera
bola golpea el lugar en el que estaba tumbada y levanta una columna de fuego
a mis espaldas. El tiempo pierde significado mientras intento esquivar los
ataques. No puedo ver desde dónde los lanzan, aunque no es un
aerodeslizador, pues los ángulos no son lo bastante extremos. Seguramente
han armado toda esta zona del bosque con lanzadores de precisión escondidos
en árboles o rocas. En algún lugar, en una habitación fresca e inmaculada, hay
un Vigilante sentado delante de unos mandos, disparando los gatillos que
podrían acabar con mi vida en cuestión de segundos; sólo hace falta un blanco
directo.
Corro en zigzag, me agacho, me levanto de un salto y, entre unas cosas y
otras, me quito de la cabeza el vago plan de regresar al estanque. Las bolas de
fuego son del tamaño de manzanas, pero liberan una potencia enorme al hacer
contacto. Tengo que utilizar todos mis sentidos al máximo para sobrevivir, no
hay tiempo para juzgar si un movimiento es correcto o no: si oigo un siseo, o
actúo o muero.
Sin embargo, algo me hace seguir adelante; después de toda una vida
viendo los Juegos del Hambre en la tele, sé que hay algunas zonas del estadio
que están preparadas para ciertos ataques y que, si consigo salir de esta zona,
quizá pueda alejarme del alcance de los lanzacohetes. También es posible que
acabe dentro de un nido de víboras, pero ahora no puedo preocuparme por
eso.
Aunque no sé cuánto tiempo he pasado esquivando bolas de fuego,
finalmente, los ataques empiezan a decaer, lo que me parece estupendo,
porque vuelvo a sentir arcadas. Esta vez se trata de una sustancia ácida que
me quema la garganta y se me mete en la nariz. Me veo obligada a parar, entre
convulsiones, intentando desesperadamente librarme de los venenos que he
absorbido durante el ataque. Espero al siguiente siseo, a la siguiente señal
para salir corriendo, pero no llega. La violencia de las arcadas ha hecho que se
me salten las lágrimas, y me pican los ojos. Tengo la ropa empapada en sudor
y, de algún modo, a pesar del humo y el vómito, me llega el olor a pelo
quemado. Me llevo la mano a la trenza y descubro que una bola de fuego me
ha achicharrado al menos quince centímetros; los mechones de pelo
ennegrecido se me deshacen entre los dedos y me quedo mirándolos,
fascinada por la transformación, hasta que, de repente, vuelven los siseos.
Mis músculos reaccionan, aunque esta vez no son lo bastante rápidos y la
bola de fuego cae al suelo junto a mí, no sin antes deslizarse por mi pantorrilla
derecha. Ver la pernera del pantalón en llamas me hace perder los nervios: me
retuerzo y retrocedo a gatas, chillando, intentando apartarme del horror.
Cuando por fin recupero el sentido común, hago rodar la pierna por el suelo, lo
que sirve para apagarlo casi todo. Sin embargo, en ese momento, sin pensar,
me arranco la tela que queda con las manos desnudas.
Me siento en el suelo, a pocos metros del incendio que ha causado la bola.
La pantorrilla me arde y tengo las manos llenas de ampollas rojas; tiemblo
demasiado para moverme. Si los Vigilantes quieren acabar conmigo, éste es el
momento.
Oigo la voz de Kurt, que me trae imágenes de telas lujosas y gemas
resplandecientes: "Santana, la chica en llamas". Los Vigilantes deben de estar
muertos de risa con esto. Aún peor, puede que los bellos trajes de Kurt sean
la razón de esta tortura concreta. Sé que él no podía preverlo y que debe de
estar pasándolo mal porque, de hecho, creo que le importo. A pesar de todo,
en perspectiva, quizá me habría ido mejor si hubiese salido desnuda en el
carro.
El ataque ha terminado. Está claro que los Vigilantes no me quieren
muerta, al menos no todavía. Todos saben que podrían destruirnos en cuanto
suena el gong, pero el verdadero entretenimiento de los juegos es ver cómo los
tributos se matan entre ellos. De vez en cuando matan a uno para que los
demás jugadores sepan que pueden hacerlo, aunque, en general, lo que
intentan es manipularnos para que tengamos que enfrentarnos cara a cara.
Eso significa que, si ya no me disparan, hay al menos un tributo cerca.
Me arrastraría hasta un árbol para refugiarme si pudiera, pero el humo
todavía es lo bastante espeso para matarme. Me obligo a levantarme y me
alejo cojeando del muro de llamas que ilumina el cielo. Parece que ya no me
persigue, salvo con sus apestosas nubes negras.
Otra luz, la luz del día, empieza a surgir poco a poco, y los rayos de sol
caen sobre los remolinos de humo. Tengo mala visibilidad, puedo ver a una
distancia de unos trece metros a mi alrededor; cualquier tributo podría
esconderse de mí fácilmente. Debería sacar el cuchillo como protección, pero
dudo de mi capacidad para sostenerlo durante mucho rato. El dolor de las
manos no puede compararse con el de la pantorrilla. Odio las quemaduras,
siempre las he odiado, incluso las pequeñas de sacar una sartén de pan del
horno; para mí es la peor clase de dolor, aunque nunca había experimentado
nada como esto.
Estoy tan cansada que ni siquiera noto que me encuentro en el estanque
hasta que el agua me llega a los tobillos. El agua viene del arroyo que sale de
una grieta en las rocas y está fresca, así que meto las manos dentro y siento
un alivio instantáneo. ¿No es lo que siempre dice mi madre? ¿Qué el primer
tratamiento para una quemadura es el agua fría? ¿Que así se absorbe el calor?
Pero ella se refería a quemaduras leves, como las de mis manos. ¿Qué pasa
con la pantorrilla? Aunque todavía no he reunido el valor suficiente para
examinarla, creo que se trata de una herida completamente distinta.
Me tumbo boca abajo al borde del estanque durante un rato, con las
manos en el agua, y examino las llamitas de las uñas, que ya empiezan a
descascarillarse. Bien, he tenido fuego de sobra para toda una vida.
Me limpio la sangre y la ceniza de la cara e intento recordar todo lo que sé
sobre quemaduras. Son heridas comunes en la Veta, donde cocinamos y
calentamos las casas con carbón; además, están los accidentes de las minas...
Una vez, una familia nos trajo a un joven inconsciente y le suplicó a mi madre
que lo ayudase. El médico del distrito, responsable de tratar a los mineros, lo
había dado por perdido y le había dicho a la familia que se lo llevase a casa a
morir, pero ellos no lo aceptaban. Estaba tumbado en la mesa de la cocina,
inconsciente. Vi de reojo la herida de su muslo, la carne abierta y achicharrada
que dejaba el hueso al aire; después, salí corriendo de la casa, me metí en el
bosque y cacé todo el día, perseguida por la imagen de aquella pierna
espantosa y los recuerdos de la muerte de mi padre. Lo más divertido era que
Mich, el que teme de su propia sombra, se quedó para ayudar. Mi madre dice
que un sanador nace, no se hace. Lo ayudaron en lo que pudieron, aunque el
hombre murió, tal y como había dicho el médico.
Mi pierna necesita atenciones, pero no me atrevo a mirarla. ¿Y si está tan
mal como la de aquel hombre y puedo verme el hueso? Entonces recuerdo a
mi madre decir que, si una herida es grave, la víctima a veces no siente el
dolor, porque los nervios quedan destrozados. Animada por la idea, me siento y
me pongo la pierna delante.
Casi me desmayo al ver la pantorrilla: la carne está de un rojo brillante,
cubierta de ampollas. Me obligo a respirar lenta y profundamente, segura de
que las cámaras están emitiendo un primer plano de mi cara; no puedo parecer
débil si quiero patrocinadores. Lo que te consigue ayuda no es la lástima, sino
la admiración cuando te niegas a rendirte. Corto los restos de la pernera del
pantalón a la altura de la rodilla y examino la herida más de cerca. El área
quemada es del tamaño aproximado de mi mano y la piel no está ennegrecida.
Me da la impresión de que puedo mojarla, así que la estiro con cuidado y la
meto en el estanque, apoyando el talón de la bota en una roca, de modo que el
cuero no se empape demasiado; después suspiro, porque el agua me alivia un
poco. Sé que existen hierbas que acelerarían la curación, si las encontrase,
aunque no logro recordarlas. Es probable que el agua y el tiempo sean mis
mejores alternativas.
¿Debería seguir moviéndome? El humo empieza a clarear, pero sigue
siendo demasiado espeso. Si continúo alejándome del fuego, ¿no iré directa a
las armas de los profesionales? Además, cada vez que levanto la pierna del
agua, el dolor vuelve con energía renovada y tengo que meterla de nuevo. Las
manos están un poco mejor, pueden salir del estanque de vez en cuando, así
que vuelvo a ordenar mis cosas. Primero, lleno la botella de agua del estanque,
la trato y, cuando pasa el tiempo necesario, empiezo a hidratarme. Al cabo de
un rato, me obligo a mordisquear una galleta salada, lo que me ayuda a
asentar el estómago. Desenrollo el saco de dormir y, excepto algunas marcas
negras, está bastante bien. La chaqueta es otra historia: apesta y está
achicharrada, y hay al menos treinta centímetros en la espalda que no tienen
solución. Corto la zona dañada y me quedo con una prenda que me llega justo
debajo de las costillas. Sin embargo, la capucha está intacta, y eso es mucho
mejor que nada.
A pesar del dolor, empiezo a adormecerme. Si me subiera a un árbol para
intentar descansar sería un objetivo demasiado fácil. Además, me resulta
imposible abandonar el estanque. Ordeno mis provisiones, incluso llego a
ponerme la mochila a la espalda, pero no consigo alejarme. Veo algunas
plantas acuáticas con raíces comestibles y me preparo una comida ligera con
lo que me queda de conejo. Bebo un poco de agua y observo cómo el sol traza
su lento arco por el cielo. ¿Acaso puedo ir a algún sitio más seguro que éste?
Me dejo caer sobre la mochila, vencida por el sueño.
"Si los profesionales me quieren, que me encuentren --pienso antes de quedarme dormida--. Que me encuentren...."
Y vaya que si me encuentran. Por suerte, cuando oigo los pasos ya estoy
lista para moverme, porque tengo menos de un minuto de ventaja. Ha
empezado a caer la noche. En cuanto me despierto, me levanto y corro por el
estanque, para después meterme entre los arbustos. La pierna me frena, pero
me da la impresión de que mis perseguidores tampoco son tan veloces como
antes del fuego. Los oigo toser y llamarse entre ellos con voces roncas.
En cualquier caso, están acercándose como una jauría de perros salvajes,
así que hago lo que he hecho siempre en tales circunstancias: escojo un árbol
alto y empiezo a trepar. Si correr duele, trepar es atroz, porque no sólo requiere
esfuerzo, sino contacto directo de las manos en la corteza. Sin embargo, soy
rápida, y cuando llegan a la base del tronco yo ya estoy a seis metros de altura.
Durante un momento nos detenemos todos y nos observamos; espero que no
oigan cómo me late el corazón.
"Éste podría ser el final", pienso. ¿Qué posibilidades tengo frente a ellos?
Han venido los seis, es decir, los cinco tributos profesionales y Brittany, y mi
único consuelo es que ellos también están bastante machacados. Sonríen y
gruñen, seguros de que soy una presa fácil; aunque mi situación parece
desesperada, de repente me doy cuenta de otra cosa: ellos son más fuertes y
grandes que yo, sin duda, pero también pesan más. Hay una razón por la que
soy yo y no Puck la que sube a coger las frutas más altas o a robar los nidos
más remotos: peso unos veinte o treinta kilos menos que el tributo más
pequeño.
Ahora soy yo la que sonríe.
-¿Cómo va eso?... -les grito, en tono alegre.
Eso los sorprende, aunque sé que al público le habrá encantado.
-Bastante bien.. -responde el chico del Distrito 2-... ¿Y a ti?...
-Un clima demasiado cálido para mi gusto... -respondo; casi puedo oír las
risas en el Capitolio-... Aquí arriba se respira mejor. ¿Por qué no subes?...
-Creo que lo haré... -contesta el mismo chico.
-Toma esto, Sebastian... -le dice la chica del Distrito 1, ofreciéndole el arco
plateado y el carcaj con las flechas.
¡Mi arco! ¡Mis flechas!
Verlos me pone tan furiosa que deseo gritar, gritarme a mí y a la traidora de
Brittany por distraerme y evitar que los cogiese. Intento mirarla a los ojos, pero ella
parece evitarlo a propósito y se dedica a sacarle brillo a su cuchillo con el borde
de la camisa.
-No.. -dice Sebastian, apartando el arco-.. Me irá mejor con la espada...
Veo el arma, una hoja corta y pesada que lleva colgada al cinturón.
Le doy tiempo para que se suba al tronco antes de seguir trepando. Puck
siempre dice que le recuerdo a una ardilla por la forma en que corro sobre las
ramas, incluso sobre las más finas. Parte de la razón es mi peso, y la otra parte
se debe a la práctica; hay que saber dónde colocar manos y pies. Cuando llevo
otros nueve metros oigo una rama que se rompe y veo que Sebastian agita los
brazos al caer, con rama incluida. Se da un buen golpe en el suelo y, mientras
cruzo los dedos para que se haya roto el cuello, se pone en pie soltando
palabrotas como un loco.
La chica de las flechas, a la que llaman Hanna (aj, hay que ver los nombres que les ponen a los niños en el Distrito 1; ¿por que no simplemente Anna? es mas simple), trepa por el árbol hasta que las ramas empiezan a crujirle bajo los pies y es lo bastante sensata para pararse. Ya estoy a veinticuatro metros, como mínimo. Intenta dispararme flechas, pero resulta evidente que no sabe utilizar el arco.
Sin embargo, una de las flechas se clava en el árbol, a mi lado, y logro cogerla.
La agito en el aire, para burlarme de ella, como si ése fuera mi único propósito
al cogerla, cuando en realidad pretendo usarla si alguna vez se me presenta la
oportunidad. Podría matarlos, matarlos a todos, si esas armas de plata cayesen
en mis manos.
Los profesionales se reagrupan y los oigo gruñir conspiraciones entre
ellos, furiosos porque los he hecho parecer idiotas, pero ya ha llegado el
crepúsculo y su ventana de oportunidad para atacarme se cierra. Por fin oigo a
Brittany decir, en tono duro:
-Venga, vamos a dejarla ahí arriba. Tampoco puede ir a ninguna parte;
nos encargaremos de ella mañana....
Bueno, tiene razón en una cosa: no puedo ir a ninguna parte. Maldita traidora
ahora que todos parecen reagruparce, me mira de reojo, con una mirada que
no puedo desifrar, ¿es de burla? ¿de miedo? no la entiendo, pero tampoco me
importa, no debo confiar en ella, es una traidora que jugo conmigo para
poder ser la primera en entregarme a los profesionales.
El alivio que me proporcionó el agua del estanque ha desaparecido y siento toda la
gravedad de mis quemaduras. Bajo un poco hasta una rama en horquilla y me
preparo la cama como puedo. Me pongo la chaqueta, extiendo el saco, me ato
con el cinturón e intento no gemir. El calor del saco es demasiado para mi
pierna, así que hago un corte en la tela y saco la pantorrilla al aire. Me echo
agua en la herida y en las manos.
Se me ha acabado la bravuconería; el dolor y el hambre me han debilitado,
pero no consigo comer. Aunque aguante toda la noche, ¿qué pasará por la
mañana? Me quedo mirando las hojas intentando obligarme a descansar,
aunque sin éxito; las quemaduras no me lo permiten. Los pájaros se acuestan y
cantan nanas a sus polluelos; salen las criaturas de la noche; oigo ulular a un
búho y el débil olor de una mofeta atraviesa el humo; los ojos de algún animal
me observan desde el árbol vecino (quizá sea una zarigüeya), reflejando la luz
de las antorchas de los profesionales. De repente, me enderezo, apoyada en
un codo: no son ojos de zarigüeya, sé muy bien cómo brillan. De hecho, no son
los ojos de ningún animal. Lo distingo gracias a los últimos rayos de luz
apagada, me observa en silencio desde un hueco entre las ramas. Es Rey.
¿Cuánto tiempo lleva ahí? Probablemente desde el principio, inmóvil e
invisible mientras se desarrollaba la acción a sus pies. Quizá subiera a su árbol
justo antes que yo, al oír que se acercaba la manada.
Nos miramos durante un rato y después, sin mover ni una hoja, las
manitas del chico salen al descubierto y apuntan a algo por encima de mi
cabeza.
..............................................................................................................
..Nos vemos el miercoles...
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Aún hay gente que no hay leído esa saga? No puede ser, lo que se pierden!
Bueno yo se lo que esta indicando el niño jajaja
Bueno yo se lo que esta indicando el niño jajaja
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
Edad : 31
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Que buenos capitulos!!!
Pero que paso te falto publicar el sabado??
Saludos y gracias
Pero que paso te falto publicar el sabado??
Saludos y gracias
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Hola me gusta mucho tu fic y me lo he leído desde hace unos pocos capitulos y me metí por que había escuchado algo de los libros, pero me gusta la forma en la que lo estas llevando
y AndreaDaru si no los he leído es porque vivo en una especie de rancho moderno, o tal vez del futuro? si, queda mejor esto último
P.D. Santana estaba literalmente en llamas (ok, lo admito, ese si fue un mal chiste)
y AndreaDaru si no los he leído es porque vivo en una especie de rancho moderno, o tal vez del futuro? si, queda mejor esto último
P.D. Santana estaba literalmente en llamas (ok, lo admito, ese si fue un mal chiste)
annie_5613* - Mensajes : 11
Fecha de inscripción : 20/08/2013
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
bien escondidito esta Rey
DiannaSnixxx* - Mensajes : 21
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 28
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
Cualquier duda puedes comunicarte por MP.
Saludos
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
aparentemente britt es una traidora, pero tiene que sobrevivir!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
LOS JUEGOS DEL HAMBRE... "Capitulo 14"
AndreaDaru;jajaja... si aunq paresca mentira, hay mucha gente q no la leyo, yo personalmente conosco a mucha, pero es cuestios de gustos o q todavia no lo leyeron... pero igual seamos realistas q si no huviese sido x la pelicula, la trilogia no habria tenido tantos lectores, no xq sea mala (todo lo contrario) sino xq no tubo mucha publicidad.. igual las q no lo leyeron se pueden enterar a partir de este fic jajajaja
saludos...
.....................................................................
monica.santander;siiii me habia quedado sin internet Monica no pude actualizar.. pero ahora actualizo todos los dias...
besotes....
......................................................................
annie_5613;hey gracias... te metiste para peliar annie??? ajajajajajajajaja... no creo q Andrea lo haya dicho de mala onda, sino xq la trilogia se hizo muy popular y bueno como q una gran masa lo leimos, igualmente cada uno tiene derecho de leer lo q quiere y lo q no, pero en este caso para quienes todavia no lo leyeron, pueden leer mi fic.. jajajajaja... siii literalmente en llamas jajajaja
saludos..
.......................................................................
DiannaSnixxx;sii no??? jajajajajajjaa pasaba desapersivido x un animal jajajaj..
salidos..
.......................................................................
cvlbrittana;okaaaaaaa
.......................................................................
micky morales;seeep cada uno se salva el pellejo no??... vamos a ver si es o no una traidora, convengamos q dentr del juego ellas nunca hablaron como para saber q es lo q esta pasando x la cabeza de la otra...
saludos..
...............................................................................................................
...Holisss.. de nuevo yo, se mehizo tarde pero actualice igual antes de la medianoche asiq cuenta como q actualice el miercoles jajajajaja... MAÑANA OTRA ACTUALIZACION!..todos los dias voy a intentar actualizar... nos vemos mañana espero sus comentarios..
Besotes...
...............................................................................................................
CAPITULO 14;
Sigo la dirección de sus dedos; al principio, no tengo ni idea de qué me
señala, pero entonces veo una vaga forma a unos cinco metros más arriba. ¿Qué
es? ¿Alguna clase de animal? Parece del tamaño de un mapache, aunque
cuelga del fondo de una rama y se balancea ligeramente. Hay algo más; entre
los familiares sonidos nocturnos, noto un suave zumbido. Entonces lo entiendo:
es un nido de avispas.
Estoy muerta de miedo, pero tengo el sentido común suficiente para
quedarme quieta. Al fin y al cabo, no sé de qué tipo de avispas se trata; podrían
ser las normales, las de "déjanos tranquilas y te dejaremos tranquila". Sin
embargo, estoy en los Juegos del Hambre y lo normal no es encontrarse con
algo normal. Lo más probable es que se trate de una de esas mutaciones del
Capitolio, las rastrevíspulas. Como los charlajos, estas avispas asesinas se
crearon en laboratorio y se colocaron estratégicamente en los distritos, como
minas, durante la guerra. Son más grandes que las avispas normales, tienen
un inconfundible cuerpo dorado y un aguijón que provoca un bulto del tamaño
de una ciruela con solo tocarlo. Casi nadie tolera más de unas cuantas
picaduras y algunos mueren al instante. Si vives, las alucinaciones producidas
por el veneno han llevado a algunos a la locura; además, estas avispas
persiguen a cualquiera que las haya molestado e intentan asesinarlo. De ahí
viene el rastreadoras que forma parte de su nombre.
Después de la guerra, el Capitolio destruyó todos los nidos que rodeaban
la ciudad, pero los que estaban cerca de los distritos se quedaron, supongo
que como un recordatorio más de nuestra debilidad, igual que los Juegos del
Hambre. Son otra razón para quedarse dentro de los límites de la alambrada
del Distrito 12. Cuando Puck y yo nos topamos con un nido de rastrevíspulas,
cambiamos de dirección inmediatamente.
Entonces, ¿es eso lo que tengo encima? Miro a Rey, en busca de ayuda,
pero se ha fundido con el árbol.
Teniendo en cuenta mis circunstancias, supongo que da igual qué clase de
avispas sean, ya que estoy herida y atrapada. La oscuridad me ha dado un
ligero respiro, pero, cuando salga el sol, los profesionales ya tendrán un plan
para matarme. No pueden hacer otra cosa después de que los dejara en
ridículo. Puede que este nido sea mi única opción; si puedo dejarlo caer sobre
ellos, quizá logre escapar, aunque me jugaría la vida en el proceso.
Por supuesto, no puedo acercarme al nido lo suficiente como para cortarlo;
tendré que serrar la rama del tronco y dejar que caiga todo. La sierra de mi
cuchillo debería bastarme, aunque ¿me dejarán mis manos? ¿Y despertaré al
enjambre con la vibración? ¿Y si los profesionales descubren lo que estoy
haciendo y trasladan su campamento? Eso lo fastidiaría todo.
Me doy cuenta de que mi mejor opción para cortar la rama sin que nadie
se entere es durante el himno, que podría empezar en cualquier momento.
Salgo a rastras del saco, me aseguro de tener el cuchillo en el cinturón y
empiezo a subir por el árbol. Esto es ya de por sí peligroso, porque las ramas
son finas hasta para mí, pero sigo adelante. Cuando llego a la rama que
soporta el nido, el zumbido se hace más claro, aunque sigue siendo algo suave
para tratarse de rastrevíspulas. "Es el humo --pienso--, las ha sedado." Era la
única defensa que encontraron los rebeldes para luchar contra ellas.
El sello del Capitolio brilla sobre mí y empieza a atronar el himno. "Ahora o
nunca", pienso, y comienzo a serrar. Conforme arrastro el cuchillo adelante y
atrás se me revientan las ampollas de la mano derecha. Una vez hecha la
ranura, el trabajo es menos pesado, aunque sigue siendo casi más de lo que
puedo soportar. Aprieto los dientes y sigo cortando, mirando al cielo de vez en
cuando para comprobar que no ha habido muertes. No pasa nada, la audiencia
estará satisfecha con mi herida, el árbol y la manada que tengo debajo. Sin
embargo, el himno se acaba y todavía me queda un cuarto de rama cuando se
acaba la música, se oscurece el cielo y me veo obligada a parar.
¿Y ahora qué? Podría terminar el trabajo a ciegas, pero quizá no sea lo
más inteligente. Si las avispas están demasiado atontadas, si el nido se queda
enganchado en la caída, si intento escapar, todo esto podría ser una mortífera
pérdida de tiempo. Creo que lo mejor es volver aquí arriba al alba y lanzarles el
nido a mis enemigos.
A la escasa luz de las antorchas de los profesionales, voy bajando hasta
mi rama y me encuentro con la mejor sorpresa posible: sobre mi saco de dormir
hay un botecito de plástico unido a un paracaídas plateado. ¡Mi primer regalo
de un patrocinador! Sue debe de haberlo enviado durante el himno. El
botecito me cabe en la palma de la mano. ¿Qué puede ser? Comida no,
seguro. Abro la tapa y sé, por el olor, que es medicina. Toco con precaución la
superficie del ungüento y desaparece el dolor de la punta del dedo.
-Oh, Sue -susurro-. Gracias...
No me ha abandonado, no me ha dejado para que me las apañe sola. La
medicina debe de haberle supuesto un gasto astronómico, seguro que han
hecho falta unos cuantos patrocinadores para comprar este botecito diminuto.
Para mí, no tiene precio.
Meto dos dedos en el tarro y me embadurno con cuidado la pantorrilla. El
efecto es casi mágico, borra el dolor con sólo tocarla y deja una agradable
sensación de frescor. No se trata de uno de los remedios de hierbas de mi
madre, de esos que consigue machacando las plantas del bosque, sino una
medicina de alta tecnología creada en los laboratorios del Capitolio. Cuando
termino con la pantorrilla, me echo un poquito en las manos. Después envuelvo
el bote en el paracaídas y me lo guardo en la mochila. Como ya no me duele
tanto, consigo colocarme en posición y quedarme dormida.
.......................
Un pájaro que se ha colocado a pocos metros de mí me avisa de que está
amaneciendo. Bajo la luz gris de la mañana, me examino las manos: la
medicina ha transformado los parches rojo intenso en una suave piel rosa de
bebé. La pierna sigue inflamada, porque esa quemadura era mucho más
profunda. Le pongo otra capa de pomada y guardo mis cosas en silencio. Pase
lo que pase, tengo que moverme deprisa. También me como una galleta y un
trozo de cecina, y bebo unas cuantas tazas de agua. Ayer lo vomité casi todo y
ya empiezo a notar los efectos del hambre.
Los profesionales y Brittany siguen dormidos en el suelo. Por su posición,
apoyada en el tronco del árbol, creo que Hanna era la encargada de montar
guardia, pero el cansancio ha podido con ella.
Aunque entrecierro los ojos para intentar examinar el árbol que tengo al
lado, no veo a Rey. Como fue el el que me dio el aviso, lo justo parece
avisarle; además, si muero hoy, quiero que gane el. Por mucho que signifique
algo de comida extra para mi familia, la idea de que Brittany sea declarada
vencedora me resulta insoportable.
Susurro el nombre de Rey y los ojos aparecen de inmediato, abiertos y
alerta. Me señala de nuevo el nido, yo levanto el cuchillo y hago el movimiento
de serrar, y el asiente y desaparece. Se oye un susurro en un árbol cercano y
después en otro más allá; me doy cuenta de que está saltando de un árbol a
otro. Apenas logro contener la risa. ¿Es esto lo que les enseñó a los
Vigilantes? Me la imagino volando sobre el equipo de entrenamiento sin llegar
a tocar el suelo; se merecía por lo menos un diez.
Por el este empiezan a llegar unos rayos de sol rosados, no puedo
permitirme esperar más. Comparado con el dolor atroz de la subida al árbol de
anoche, esto está chupado; cuando llego a la rama que sostiene el nido, coloco
el cuchillo en la ranura. Estoy a punto de serrarla cuando veo que se mueve
algo dentro del nido: es el reluciente brillo dorado de una rastrevíspula que sale
con aire perezoso a la apergaminada superficie gris. No cabe duda de que está
algo atontada, pero la avispa está despierta, lo que significa que las demás
saldrán pronto. Me sudan las palmas de las manos a través de la pomada y
hago lo que puedo por secármelas en la camisa. Si no termino de cortar la
rama en cuestión de segundos, todo el enjambre podría echárseme encima.
No tiene sentido retrasarlo, así que respiro hondo, cojo el cuchillo por el
mango y corto con todas mis fuerzas. "¡Adelante, atrás, adelante, atrás!" Las
rastrevíspulas empiezan a zumbar y las oigo salir. "¡Adelante, atrás, adelante,
atrás!" Noto una puñalada de dolor en la rodilla, y sé que una de ellas me ha
encontrado y que las otras se le unirán. "Adelante, atrás, adelante, atrás." Y,
justo cuando el cuchillo llega al final, empujo el extremo de la rama lo más lejos
de mí que puedo. Se estrella contra las ramas inferiores, enganchándose un
instante en algunas de ellas, pero cayendo después hasta dar en el suelo con
un buen golpe. El nido se abre como un huevo y un furioso enjambre de
rastrevíspulas alzan el vuelo.
Siento una segunda picadura en la mejilla, una tercera en el cuello, y su
veneno me deja mareada casi al instante. Me agarro al árbol con un brazo
mientras me arranco los aguijones dentados con la otra. Por suerte, sólo esas
tres avispas me identifican antes de la caída del nido, así que el resto de los
insectos se dirigen a los enemigos del suelo.
Es el caos. Los profesionales se han despertado con un ataque a gran
escala de rastrevíspulas. Brittany y unos cuantos más tienen la sensatez
suficiente para soltarlo todo y salir pitando. Oigo gritos de "¡Al lago, al lago!", e
imagino que esperan perder a las avispas metiéndose en el agua. Debe de
estar cerca si creen que pueden llegar allí antes que los furiosos insectos.
Hanna y otra chica, la del Distrito 4, no tienen tanta suerte; reciben muchas
picaduras antes de perderse de vista. Parece que Hanna se ha vuelto
completamente loca, chilla e intenta apartar las avispas dándoles con el arco, lo
que no sirve de nada. La chica del Distrito 4 se aleja tambaleándose, aunque
diría que no tiene muchas posibilidades de llegar al lago. Veo caer a Hanna,
que se retuerce en el suelo como una histérica durante unos minutos y
después se queda inmóvil.
El nido ya no es más que una carcasa vacía. Los insectos han salido en
persecución de los otros y no creo que vuelvan, aunque no quiero arriesgarme.
Bajo a toda prisa del árbol y salgo corriendo en dirección opuesta al lago. El
veneno de los aguijones me marea, pero logro regresar a mi pequeño estanque
y sumergirme en el agua, sólo por si las avispas todavía me siguen la pista. Al
cabo de cinco minutos me arrastro hasta las rocas. La gente no exageraba
sobre el efecto de estas picaduras; de hecho, el bulto de mi rodilla tiene el
tamaño de una naranja, más que de una ciruela, y los agujeros dejados por los
aguijones rezuman un líquido verde apestoso.
Hinchazón, dolor, líquido verde; Hanna retorciéndose en el suelo hasta
morir; son muchas cosas por asimilar y ni siquiera ha amanecido del todo. No
quiero ni pensar en el aspecto que tendrá la chica ahora: el cuerpo desfigurado,
los dedos hinchados endureciéndose sobre el arco...
¡El arco! En algún lugar de mi mente embotada dos ideas logran
conectarse y hacen que me ponga en pie para volver con paso tambaleante a
través de los árboles. El arco, las flechas, tengo que cogerlos. Todavía no he
oído los cañones, así que quizá Hanna esté en una especie de coma, con el
corazón luchando contra el veneno de las avispas. Sin embargo, en cuanto se
pare y el cañonazo certifique su muerte, un aerodeslizador bajará para llevarse
su cadáver, y con él el único arco y las únicas flechas que he visto hasta ahora
en los juegos. ¡Me niego a dejarlos escapar de nuevo!
Llego hasta Hanna justo cuando suena el cañonazo. No hay
rástrevíspulas a la vista y esta chica, la que una vez estuvo tan bella con su
vestido dorado en la noche de las entrevistas, ha quedado irreconocible. Han
borrado sus facciones, tiene las extremidades el triple de grandes de lo normal
y los bultos de los aguijones han empezado a estallar, supurando líquido verde
pútrido sobre ella. Tengo que romperle varios dedos (lo que antes eran sus
dedos) con una piedra para soltar el arco. El carcaj de flechas está atrapado
debajo de ella, así que intento darle la vuelta al cuerpo tirando de un brazo,
pero la carne se desintegra al tocarla y me caigo de culo.
¿Es esto real? ¿O han empezado las alucinaciones? Aprieto los ojos con
fuerza, intento respirar por la boca y me ordeno no vomitar. El desayuno debe
quedarse dentro, quizá no sea capaz de cazar hasta dentro de varios días.
Suena un segundo cañonazo, supongo que la chica del Distrito 4 acaba de
morir. Me doy cuenta de que los pájaros se callan y después dejan escapar una
sola nota, lo que significa que el aerodeslizador está a punto de aparecer.
Desconcertada, creo que viene a por Hanna, aunque no tiene sentido del
todo, porque yo sigo aquí, todavía luchando por las flechas. Me pongo de
rodillas y los árboles empiezan a girar sobre mí. Veo el aerodeslizador en el
cielo, así que me lanzo sobre el cadáver de Hanna como si deseara
protegerlo, pero veo que se llevan por los aires a la chica del Distrito 4.
-¡Hazlo ya!.. -me grito.
Aprieto la mandíbula, meto las manos debajo de Hanna, agarro lo que
deberían ser sus costillas y consigo ponerla boca abajo. Estoy hiperventilando,
no puedo evitarlo, es todo una pesadilla y estoy perdiendo el sentido de la
realidad. Tiro del carcaj plateado, pero está enganchado en algo, enganchado
en su omóplato, en algo; por fin se suelta. Justo cuando tengo el carcaj en mis
manos oigo pasos, varios pies que se acercan a través de la maleza, y me doy
cuenta de que han vuelto los profesionales. Vuelven para matarme, para
recuperar sus armas o para ambas cosas.
Sin embargo, es demasiado tarde para correr. Cojo una de las finas
flechas del carcaj e intento colocarla en la cuerda del arco, pero, en vez de una
cuerda, veo tres, y el hedor de las picaduras es tan asqueroso que no consigo
hacerlo. No puedo hacerlo.
Me siento impotente cuando llega el primer cazador, con la lanza en alto,
listo para atacar. La sorpresa de Brittany no me dice nada; me quedo esperando
el golpe, pero ella baja el brazo.
-¿Por qué sigues aquí?.. -me sisea. La miro sin entender nada mientras
observo la gota de agua que cae de la picadura que tiene bajo la oreja. Todo su
cuerpo empieza a brillar, como si se hubiese empapado de rocío-...¿Te has
vuelto loca?.. -Me empuja con la empuñadura de la lanza-... ¡Levantate, levantate!..-Me levanto, y él sigue empujándome. ¿Qué? ¿Qué está pasando? Me pega un buen empujón para alejarme-.. ¡Corre!.. -grita-... ¡Corre Santana, ahora!..
Detrás de ella, Sebastian se abre camino a través de los arbustos. Él también
está húmedo y tiene una picadura muy fea bajo un ojo. Veo un rayo de sol
reflejándose en su espada y hago lo que me dice Brittany; agarro con fuerza el arco y las flechas, y salgo disparada entre tropezones hacia los árboles que han surgido de la nada. Dejo atrás mi estanque y me adentro en bosques desconocidos.
El mundo empieza a doblarse de forma alarmante. Una mariposa se hincha hasta
alcanzar el tamaño de una casa y después estalla en un millón de estrellas; los
árboles se transforman en sangre y me salpican las botas; me salen hormigas
de las ampollas de las manos y no puedo quitármelas de encima; me suben por
los brazos y por el cuello. Alguien grita, un grito agudo que no se interrumpe
para respirar; tengo la vaga sensación de que soy yo. Tropiezo y me caigo en
un pequeño pozo recubierto de burbujitas naranja que zumban como el nido de
rastrevíspulas. Me hago un ovillo, con las rodillas bajo la barbilla, y espero la
muerte.
Enferma y desorientada, sólo se me ocurre una cosa: "Brittany Pierce me
acaba de salvar la vida."
Entonces las hormigas se me meten en los ojos y me desmayo...
...............................................................................................................
..Hasta mañana lectoras..
saludos...
.....................................................................
monica.santander;siiii me habia quedado sin internet Monica no pude actualizar.. pero ahora actualizo todos los dias...
besotes....
......................................................................
annie_5613;hey gracias... te metiste para peliar annie??? ajajajajajajajaja... no creo q Andrea lo haya dicho de mala onda, sino xq la trilogia se hizo muy popular y bueno como q una gran masa lo leimos, igualmente cada uno tiene derecho de leer lo q quiere y lo q no, pero en este caso para quienes todavia no lo leyeron, pueden leer mi fic.. jajajajaja... siii literalmente en llamas jajajaja
saludos..
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DiannaSnixxx;sii no??? jajajajajajjaa pasaba desapersivido x un animal jajajaj..
salidos..
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cvlbrittana;okaaaaaaa
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micky morales;seeep cada uno se salva el pellejo no??... vamos a ver si es o no una traidora, convengamos q dentr del juego ellas nunca hablaron como para saber q es lo q esta pasando x la cabeza de la otra...
saludos..
...............................................................................................................
...Holisss.. de nuevo yo, se mehizo tarde pero actualice igual antes de la medianoche asiq cuenta como q actualice el miercoles jajajajaja... MAÑANA OTRA ACTUALIZACION!..todos los dias voy a intentar actualizar... nos vemos mañana espero sus comentarios..
Besotes...
...............................................................................................................
CAPITULO 14;
Sigo la dirección de sus dedos; al principio, no tengo ni idea de qué me
señala, pero entonces veo una vaga forma a unos cinco metros más arriba. ¿Qué
es? ¿Alguna clase de animal? Parece del tamaño de un mapache, aunque
cuelga del fondo de una rama y se balancea ligeramente. Hay algo más; entre
los familiares sonidos nocturnos, noto un suave zumbido. Entonces lo entiendo:
es un nido de avispas.
Estoy muerta de miedo, pero tengo el sentido común suficiente para
quedarme quieta. Al fin y al cabo, no sé de qué tipo de avispas se trata; podrían
ser las normales, las de "déjanos tranquilas y te dejaremos tranquila". Sin
embargo, estoy en los Juegos del Hambre y lo normal no es encontrarse con
algo normal. Lo más probable es que se trate de una de esas mutaciones del
Capitolio, las rastrevíspulas. Como los charlajos, estas avispas asesinas se
crearon en laboratorio y se colocaron estratégicamente en los distritos, como
minas, durante la guerra. Son más grandes que las avispas normales, tienen
un inconfundible cuerpo dorado y un aguijón que provoca un bulto del tamaño
de una ciruela con solo tocarlo. Casi nadie tolera más de unas cuantas
picaduras y algunos mueren al instante. Si vives, las alucinaciones producidas
por el veneno han llevado a algunos a la locura; además, estas avispas
persiguen a cualquiera que las haya molestado e intentan asesinarlo. De ahí
viene el rastreadoras que forma parte de su nombre.
Después de la guerra, el Capitolio destruyó todos los nidos que rodeaban
la ciudad, pero los que estaban cerca de los distritos se quedaron, supongo
que como un recordatorio más de nuestra debilidad, igual que los Juegos del
Hambre. Son otra razón para quedarse dentro de los límites de la alambrada
del Distrito 12. Cuando Puck y yo nos topamos con un nido de rastrevíspulas,
cambiamos de dirección inmediatamente.
Entonces, ¿es eso lo que tengo encima? Miro a Rey, en busca de ayuda,
pero se ha fundido con el árbol.
Teniendo en cuenta mis circunstancias, supongo que da igual qué clase de
avispas sean, ya que estoy herida y atrapada. La oscuridad me ha dado un
ligero respiro, pero, cuando salga el sol, los profesionales ya tendrán un plan
para matarme. No pueden hacer otra cosa después de que los dejara en
ridículo. Puede que este nido sea mi única opción; si puedo dejarlo caer sobre
ellos, quizá logre escapar, aunque me jugaría la vida en el proceso.
Por supuesto, no puedo acercarme al nido lo suficiente como para cortarlo;
tendré que serrar la rama del tronco y dejar que caiga todo. La sierra de mi
cuchillo debería bastarme, aunque ¿me dejarán mis manos? ¿Y despertaré al
enjambre con la vibración? ¿Y si los profesionales descubren lo que estoy
haciendo y trasladan su campamento? Eso lo fastidiaría todo.
Me doy cuenta de que mi mejor opción para cortar la rama sin que nadie
se entere es durante el himno, que podría empezar en cualquier momento.
Salgo a rastras del saco, me aseguro de tener el cuchillo en el cinturón y
empiezo a subir por el árbol. Esto es ya de por sí peligroso, porque las ramas
son finas hasta para mí, pero sigo adelante. Cuando llego a la rama que
soporta el nido, el zumbido se hace más claro, aunque sigue siendo algo suave
para tratarse de rastrevíspulas. "Es el humo --pienso--, las ha sedado." Era la
única defensa que encontraron los rebeldes para luchar contra ellas.
El sello del Capitolio brilla sobre mí y empieza a atronar el himno. "Ahora o
nunca", pienso, y comienzo a serrar. Conforme arrastro el cuchillo adelante y
atrás se me revientan las ampollas de la mano derecha. Una vez hecha la
ranura, el trabajo es menos pesado, aunque sigue siendo casi más de lo que
puedo soportar. Aprieto los dientes y sigo cortando, mirando al cielo de vez en
cuando para comprobar que no ha habido muertes. No pasa nada, la audiencia
estará satisfecha con mi herida, el árbol y la manada que tengo debajo. Sin
embargo, el himno se acaba y todavía me queda un cuarto de rama cuando se
acaba la música, se oscurece el cielo y me veo obligada a parar.
¿Y ahora qué? Podría terminar el trabajo a ciegas, pero quizá no sea lo
más inteligente. Si las avispas están demasiado atontadas, si el nido se queda
enganchado en la caída, si intento escapar, todo esto podría ser una mortífera
pérdida de tiempo. Creo que lo mejor es volver aquí arriba al alba y lanzarles el
nido a mis enemigos.
A la escasa luz de las antorchas de los profesionales, voy bajando hasta
mi rama y me encuentro con la mejor sorpresa posible: sobre mi saco de dormir
hay un botecito de plástico unido a un paracaídas plateado. ¡Mi primer regalo
de un patrocinador! Sue debe de haberlo enviado durante el himno. El
botecito me cabe en la palma de la mano. ¿Qué puede ser? Comida no,
seguro. Abro la tapa y sé, por el olor, que es medicina. Toco con precaución la
superficie del ungüento y desaparece el dolor de la punta del dedo.
-Oh, Sue -susurro-. Gracias...
No me ha abandonado, no me ha dejado para que me las apañe sola. La
medicina debe de haberle supuesto un gasto astronómico, seguro que han
hecho falta unos cuantos patrocinadores para comprar este botecito diminuto.
Para mí, no tiene precio.
Meto dos dedos en el tarro y me embadurno con cuidado la pantorrilla. El
efecto es casi mágico, borra el dolor con sólo tocarla y deja una agradable
sensación de frescor. No se trata de uno de los remedios de hierbas de mi
madre, de esos que consigue machacando las plantas del bosque, sino una
medicina de alta tecnología creada en los laboratorios del Capitolio. Cuando
termino con la pantorrilla, me echo un poquito en las manos. Después envuelvo
el bote en el paracaídas y me lo guardo en la mochila. Como ya no me duele
tanto, consigo colocarme en posición y quedarme dormida.
.......................
Un pájaro que se ha colocado a pocos metros de mí me avisa de que está
amaneciendo. Bajo la luz gris de la mañana, me examino las manos: la
medicina ha transformado los parches rojo intenso en una suave piel rosa de
bebé. La pierna sigue inflamada, porque esa quemadura era mucho más
profunda. Le pongo otra capa de pomada y guardo mis cosas en silencio. Pase
lo que pase, tengo que moverme deprisa. También me como una galleta y un
trozo de cecina, y bebo unas cuantas tazas de agua. Ayer lo vomité casi todo y
ya empiezo a notar los efectos del hambre.
Los profesionales y Brittany siguen dormidos en el suelo. Por su posición,
apoyada en el tronco del árbol, creo que Hanna era la encargada de montar
guardia, pero el cansancio ha podido con ella.
Aunque entrecierro los ojos para intentar examinar el árbol que tengo al
lado, no veo a Rey. Como fue el el que me dio el aviso, lo justo parece
avisarle; además, si muero hoy, quiero que gane el. Por mucho que signifique
algo de comida extra para mi familia, la idea de que Brittany sea declarada
vencedora me resulta insoportable.
Susurro el nombre de Rey y los ojos aparecen de inmediato, abiertos y
alerta. Me señala de nuevo el nido, yo levanto el cuchillo y hago el movimiento
de serrar, y el asiente y desaparece. Se oye un susurro en un árbol cercano y
después en otro más allá; me doy cuenta de que está saltando de un árbol a
otro. Apenas logro contener la risa. ¿Es esto lo que les enseñó a los
Vigilantes? Me la imagino volando sobre el equipo de entrenamiento sin llegar
a tocar el suelo; se merecía por lo menos un diez.
Por el este empiezan a llegar unos rayos de sol rosados, no puedo
permitirme esperar más. Comparado con el dolor atroz de la subida al árbol de
anoche, esto está chupado; cuando llego a la rama que sostiene el nido, coloco
el cuchillo en la ranura. Estoy a punto de serrarla cuando veo que se mueve
algo dentro del nido: es el reluciente brillo dorado de una rastrevíspula que sale
con aire perezoso a la apergaminada superficie gris. No cabe duda de que está
algo atontada, pero la avispa está despierta, lo que significa que las demás
saldrán pronto. Me sudan las palmas de las manos a través de la pomada y
hago lo que puedo por secármelas en la camisa. Si no termino de cortar la
rama en cuestión de segundos, todo el enjambre podría echárseme encima.
No tiene sentido retrasarlo, así que respiro hondo, cojo el cuchillo por el
mango y corto con todas mis fuerzas. "¡Adelante, atrás, adelante, atrás!" Las
rastrevíspulas empiezan a zumbar y las oigo salir. "¡Adelante, atrás, adelante,
atrás!" Noto una puñalada de dolor en la rodilla, y sé que una de ellas me ha
encontrado y que las otras se le unirán. "Adelante, atrás, adelante, atrás." Y,
justo cuando el cuchillo llega al final, empujo el extremo de la rama lo más lejos
de mí que puedo. Se estrella contra las ramas inferiores, enganchándose un
instante en algunas de ellas, pero cayendo después hasta dar en el suelo con
un buen golpe. El nido se abre como un huevo y un furioso enjambre de
rastrevíspulas alzan el vuelo.
Siento una segunda picadura en la mejilla, una tercera en el cuello, y su
veneno me deja mareada casi al instante. Me agarro al árbol con un brazo
mientras me arranco los aguijones dentados con la otra. Por suerte, sólo esas
tres avispas me identifican antes de la caída del nido, así que el resto de los
insectos se dirigen a los enemigos del suelo.
Es el caos. Los profesionales se han despertado con un ataque a gran
escala de rastrevíspulas. Brittany y unos cuantos más tienen la sensatez
suficiente para soltarlo todo y salir pitando. Oigo gritos de "¡Al lago, al lago!", e
imagino que esperan perder a las avispas metiéndose en el agua. Debe de
estar cerca si creen que pueden llegar allí antes que los furiosos insectos.
Hanna y otra chica, la del Distrito 4, no tienen tanta suerte; reciben muchas
picaduras antes de perderse de vista. Parece que Hanna se ha vuelto
completamente loca, chilla e intenta apartar las avispas dándoles con el arco, lo
que no sirve de nada. La chica del Distrito 4 se aleja tambaleándose, aunque
diría que no tiene muchas posibilidades de llegar al lago. Veo caer a Hanna,
que se retuerce en el suelo como una histérica durante unos minutos y
después se queda inmóvil.
El nido ya no es más que una carcasa vacía. Los insectos han salido en
persecución de los otros y no creo que vuelvan, aunque no quiero arriesgarme.
Bajo a toda prisa del árbol y salgo corriendo en dirección opuesta al lago. El
veneno de los aguijones me marea, pero logro regresar a mi pequeño estanque
y sumergirme en el agua, sólo por si las avispas todavía me siguen la pista. Al
cabo de cinco minutos me arrastro hasta las rocas. La gente no exageraba
sobre el efecto de estas picaduras; de hecho, el bulto de mi rodilla tiene el
tamaño de una naranja, más que de una ciruela, y los agujeros dejados por los
aguijones rezuman un líquido verde apestoso.
Hinchazón, dolor, líquido verde; Hanna retorciéndose en el suelo hasta
morir; son muchas cosas por asimilar y ni siquiera ha amanecido del todo. No
quiero ni pensar en el aspecto que tendrá la chica ahora: el cuerpo desfigurado,
los dedos hinchados endureciéndose sobre el arco...
¡El arco! En algún lugar de mi mente embotada dos ideas logran
conectarse y hacen que me ponga en pie para volver con paso tambaleante a
través de los árboles. El arco, las flechas, tengo que cogerlos. Todavía no he
oído los cañones, así que quizá Hanna esté en una especie de coma, con el
corazón luchando contra el veneno de las avispas. Sin embargo, en cuanto se
pare y el cañonazo certifique su muerte, un aerodeslizador bajará para llevarse
su cadáver, y con él el único arco y las únicas flechas que he visto hasta ahora
en los juegos. ¡Me niego a dejarlos escapar de nuevo!
Llego hasta Hanna justo cuando suena el cañonazo. No hay
rástrevíspulas a la vista y esta chica, la que una vez estuvo tan bella con su
vestido dorado en la noche de las entrevistas, ha quedado irreconocible. Han
borrado sus facciones, tiene las extremidades el triple de grandes de lo normal
y los bultos de los aguijones han empezado a estallar, supurando líquido verde
pútrido sobre ella. Tengo que romperle varios dedos (lo que antes eran sus
dedos) con una piedra para soltar el arco. El carcaj de flechas está atrapado
debajo de ella, así que intento darle la vuelta al cuerpo tirando de un brazo,
pero la carne se desintegra al tocarla y me caigo de culo.
¿Es esto real? ¿O han empezado las alucinaciones? Aprieto los ojos con
fuerza, intento respirar por la boca y me ordeno no vomitar. El desayuno debe
quedarse dentro, quizá no sea capaz de cazar hasta dentro de varios días.
Suena un segundo cañonazo, supongo que la chica del Distrito 4 acaba de
morir. Me doy cuenta de que los pájaros se callan y después dejan escapar una
sola nota, lo que significa que el aerodeslizador está a punto de aparecer.
Desconcertada, creo que viene a por Hanna, aunque no tiene sentido del
todo, porque yo sigo aquí, todavía luchando por las flechas. Me pongo de
rodillas y los árboles empiezan a girar sobre mí. Veo el aerodeslizador en el
cielo, así que me lanzo sobre el cadáver de Hanna como si deseara
protegerlo, pero veo que se llevan por los aires a la chica del Distrito 4.
-¡Hazlo ya!.. -me grito.
Aprieto la mandíbula, meto las manos debajo de Hanna, agarro lo que
deberían ser sus costillas y consigo ponerla boca abajo. Estoy hiperventilando,
no puedo evitarlo, es todo una pesadilla y estoy perdiendo el sentido de la
realidad. Tiro del carcaj plateado, pero está enganchado en algo, enganchado
en su omóplato, en algo; por fin se suelta. Justo cuando tengo el carcaj en mis
manos oigo pasos, varios pies que se acercan a través de la maleza, y me doy
cuenta de que han vuelto los profesionales. Vuelven para matarme, para
recuperar sus armas o para ambas cosas.
Sin embargo, es demasiado tarde para correr. Cojo una de las finas
flechas del carcaj e intento colocarla en la cuerda del arco, pero, en vez de una
cuerda, veo tres, y el hedor de las picaduras es tan asqueroso que no consigo
hacerlo. No puedo hacerlo.
Me siento impotente cuando llega el primer cazador, con la lanza en alto,
listo para atacar. La sorpresa de Brittany no me dice nada; me quedo esperando
el golpe, pero ella baja el brazo.
-¿Por qué sigues aquí?.. -me sisea. La miro sin entender nada mientras
observo la gota de agua que cae de la picadura que tiene bajo la oreja. Todo su
cuerpo empieza a brillar, como si se hubiese empapado de rocío-...¿Te has
vuelto loca?.. -Me empuja con la empuñadura de la lanza-... ¡Levantate, levantate!..-Me levanto, y él sigue empujándome. ¿Qué? ¿Qué está pasando? Me pega un buen empujón para alejarme-.. ¡Corre!.. -grita-... ¡Corre Santana, ahora!..
Detrás de ella, Sebastian se abre camino a través de los arbustos. Él también
está húmedo y tiene una picadura muy fea bajo un ojo. Veo un rayo de sol
reflejándose en su espada y hago lo que me dice Brittany; agarro con fuerza el arco y las flechas, y salgo disparada entre tropezones hacia los árboles que han surgido de la nada. Dejo atrás mi estanque y me adentro en bosques desconocidos.
El mundo empieza a doblarse de forma alarmante. Una mariposa se hincha hasta
alcanzar el tamaño de una casa y después estalla en un millón de estrellas; los
árboles se transforman en sangre y me salpican las botas; me salen hormigas
de las ampollas de las manos y no puedo quitármelas de encima; me suben por
los brazos y por el cuello. Alguien grita, un grito agudo que no se interrumpe
para respirar; tengo la vaga sensación de que soy yo. Tropiezo y me caigo en
un pequeño pozo recubierto de burbujitas naranja que zumban como el nido de
rastrevíspulas. Me hago un ovillo, con las rodillas bajo la barbilla, y espero la
muerte.
Enferma y desorientada, sólo se me ocurre una cosa: "Brittany Pierce me
acaba de salvar la vida."
Entonces las hormigas se me meten en los ojos y me desmayo...
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..Hasta mañana lectoras..
gatituu *_****** - Mensajes : 215
Fecha de inscripción : 12/08/2012
Re: [Resuelto][FIC BRITTANA] Los juegos del Hambre... "EN LLAMAS.." CAPITULO 6
hola que alegria me has dado al saber que vas a intentar actualizar todos los dias!1
Saludos, hasta mañana
Saludos, hasta mañana
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
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