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Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 Primer15
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Activo Re: Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte)

Mensaje por adi-santybritt Vie Mar 07, 2014 12:28 am

Hola!!!
Wow no puedo creer que Santana hiciera eso enfrente de todos!!!! En serio lo hizo????
Al menos les dejo claro que no se acercaran a Britt jajaja
Jajaja Tina y su pregunta sobre medio violar jajaja morí!!!!
Espero la actu!!!!!
Xoxo
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Activo Re: Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte)

Mensaje por CataNayaholic♥ Dom Mar 09, 2014 9:57 pm

CHICAS! Santana se pone seria hoy aw *-*

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Capítulo 10

-Tú… - Santana alzó la vista con los ojos entornados. Se levantó enseguida de las escaleras que daban a la puerta de casa, bostezando y estirando los brazos con despreocupación, me miró con somnolencia.

-Ya era hora. Me iba a quedar frita aquí con este frío.

-¿Qué hacías ahí tirada? – se encogió de hombros.

-No tengo llaves aún. – hum… si lo hubiera sabido me hubiera quedado a dormir en casa de Rachel. ¡Que se jodiera toda la noche ahí, muerta de frío! ¡Se lo merecía! – ¿Por qué has tardado tanto? – caminé hasta la puerta de casa sin parar a mirarla. Estaba tan cabreada que no pensaba hablarle más de lo necesario, no pensaba dejar que me tocara. Llevaba todo el regreso en bus mentalizándome. Santana se arrepentiría de haberme humillado de esa manera frente a toda la universidad, ¡Frente a Sam! ¿Quién mierda se creía que era? ¡Por lo menos podía haber pensado en las consecuencias que A MÍ, me iban a tocar cargar! Se merecía lo peor, se merecía la peor de las humillaciones, se merecía que la matara una pandilla de vagabundos y la encontraran en un contenedor de basura descuartizada y putrefacta como una manzana podrida. – Fui a buscarte después de clase para volver a casa juntas, pero ya te habías ido.

-¡Mierda! – pateé la puerta con los dientes apretados. Ya no podía contener mi rabia. ¡Y esta me seguía hablando como si nada!

-¿Qué pasa?

-No encuentro las jodidas llaves.

-Venga ya. No puedes ser tan estúpida como para perderlas.

-Te las tiré. Hubiera merecido la pena perderlas si te hubieran dado en la cabeza y te hubieran dejado tonta. – se situó a mi lado, riéndose y yo la miré de reojo con expresión asesina. - ¿Por qué no te mueres, Santana?

-¿Qué pasa? ¿Soy demasiado para ti?

-Si. Una mierda demasiado incordiante y apestosa. – le di una patada a la puerta después de buscar las llaves inútilmente en mis bolsillos traseros, sin resultado. ¿Y ahora que? ¿A esperar a mi madre? ¡A saber cuando vendría, me congelaría fuera! - ¡Santana! ¿¡Que haces!? – me revolví entre su asfixiante abrazo. Me agarró por la espalda y me rodeó con su tapado, cubriéndome el cuerpo con eso, pegándome a ella por completo rodeándome los hombros con sus brazos. Se me erizó el vello de la nuca al sentir su aliento.

-Muñeca… – no esperé ni a que empezara la frase. Le pegué un codazo y la eché para atrás, quitándomela de encima bruscamente.

-¿¡De que vas!? ¿¡Te crees que porque me haya acostado contigo siete veces y te deje tocarme más allá de lo fraternal tienes algún derecho sobre mí!? ¿¡Te crees que me puedes tratar como una puta y humillarme así delante de cientos de personas!? ¡No eres nadie para hacerlo, Santana, nadie! ¡Ni yo tampoco soy nada tuyo! – por un momento, vi como mi hermana se encogía antes de fruncir el ceño levemente, pero no en actitud amenazante, sino pensativa, frustrada. Apreté los puños frente a ella, esperando una respuesta y la más mínima provocación para golpearle. Estaba dispuesta hasta pelearme con ella, de hecho, quería pelearme y hacerme respetar, lo deseaba. Venganza.

Santana se quedó callada, mirando al suelo.

-¿Qué? ¿Ahora no dices nada?

-Si… - ladeó la cabeza, muy seria. – Han sido nueve veces, no siete.

-¡Aaahh! ¡Serás imbécil! – le tiré el bolso donde llevaba todos los libros de la universidad a la cara y de un manotazo, Santana lo tiró al suelo como si fuera una molesta mosca, desperdigando todos los libros sobre las escaleras. Respiré hondo. – No… te acerques… a mí.

-Genial, me lo estabas poniendo muy fácil. Un poco de resistencia nunca viene mal. – la mataré, la mataré, la mataré, la mataré… ¡Le sacaré los dientes con unos alicates para que deje de mostrar esa asquerosa sonrisa llena de prepotencia!

-Hija de… - murmuraba, recogiendo los libros uno a uno. - ¡Y no me mires el culo, anormal! – Santana se inclinó, riéndose en mi cara. Metí todos los libros en el bolso con la poca dignidad que me quedaba y lo eché sobre el hombro como si cargara con un saco de patatas. Me senté en las escaleras. ¡Hay que joderse, ahora a esperar a mi madre para entrar en casa! Me estaba muriendo de hambre después de la hora de retraso del puñetero autobús, y mañana prueba oral del sistema nervioso. Apreté los dientes. Bueno, emplearía el tiempo en algo de provecho. Saqué el libro de psicología y me puse a estudiar, o a intentarlo. No resultaba tan difícil, Santana callaba como un muerto.

Me giré y la vi ahí, de cara a la puerta, inclinada. La puerta hizo un ruido raro.

-¿Qué mierda haces?

-Empleo los trucos delictivos que tu madre tanto odia.

-¿Qué?

-Intento forzar la puerta.

-¿Qué? – se giró y me miró con una ceja alzada. – No vas a conseguir abrir esa puerta, es blindada.

-¿Nos apostamos un rapidito? – le dirigí una mirada asesina.

-¡Bah! Tuyo es el tiempo, malgástalo como quieras. - Volví a darle la espalda y empecé a leer por lo alto lo que entraba en la prueba oral cuando… crack… me giré. Santana sonreía de oreja a oreja con la puerta abierta de par en par.

-Me debes un rapidito. – suspiré. Esa maldita engreída… ju… acababa de abrirme la puerta al principio de un buen escarmiento.

-Bueno… – me levanté de las escaleras y fui derechita hacía ella con cara de quien recapacita y se da cuenta de sus errores, con cara de niña indefensa a quien se le han acabado las dulces y va a pedir más tímidamente. Santana sonrió haciéndose unas ideas no muy acertadas.

-Bueno, ¿Qué? ¿Me vas a dejar continuar con lo de esta mañana en las taquillas? Un poco más y te lo hago allí mismo, no hubiera parado si no llega a ser porque me dejó paralizada notar como te excitaste. – me ruboricé. Que vergüenza. – Sólo porque te toqué un poco. – bajé la mirada al notar como se acercaba, confiada. - ¿O quizás fue porque estábamos en público, delante de tu novio? Vaya morboso ¿no? – mencionar a Sam me hizo mirarla fijamente, sin pudor. Seguía sonriente.

-Pues tú te pusiste celosa como una enamorada cuando empecé ha hablarle. ¿Qué pasa Santana? ¿La perra te mola? ¿Te gusta que se te ponga delante y exhibirla delante de miles de personas como tuya? ¿La quieres sólo para ti? ¿Tanto te mola la perra, Santana? – ahí, se quedó muda, y yo me regocijé por dentro, riéndome por lo bajo. Era una idiota si creía que podía retarme a un duelo de palabras.

-Pues igual, sí. – o no. No era ninguna idiota. Me quedé estática al oírle soltar esas palabras y, muy lentamente, retrocedí cuando vi cómo se me acercaba esta vez sí, amenazante, desprendiendo peligro lujurioso contra mí. Me detuve en el umbral de la puerta abierta, recordando lo planeado. No podía retroceder más o no abría marcha atrás y yo seguía sin estar segura de si me atrevería a detenerla si intentaba acabar lo empezado esa mañana. - ¿Y tú? Sigues coladita por ese Sam, ¿no? - ¿coladita? No… estaba en fase de descuelgue, que era diferente, claro que, para joder a Santana, haría y diría muchas cosas.

-Pues igual, sí. – Santana entrecerró los ojos. Llevé mis manos a su sudadera, agarrándola y atrayéndola hacía mí dándole leves tirones. – Pero eso no tiene nada que ver, la que quiero que me haga suya ahora eres tú, no Sam. – nuestro vaho se unió formando una espesa capa nublosa cuando respiramos en los labios contrarios. Nos rozamos y bajé la mano hasta su cintura directamente, sin pararme a dar más rodeos, metí mi mano comenzando a tocarla. Santana jadeó y se mordió el labio inferior, con sus ojos clavados en los míos. De seguir así yo también iba a acabar cachonda perdida.

-Voy ha acabar con lo de esta mañana.
-No entiendo a que estás esperando para hacerme tuya. – se río, inclinándose de nuevo para empezar a comerme la boca, pero no le di tiempo, metiéndole un empujón hacía atrás que casi la hace caer por las escasas escaleras que daban a la puerta de casa y la cerré de un portazo frente a sus narices. Lo primero que hice fue echar los cuatro cerrojos y encender la alarma antirrobos. Mi madre era muy, muy precavida con el tema y ahora me alegraba profundamente al empezar a escuchar los golpes que Santana propinaba a la puerta desde fuera.

-¡Serás hija de puta! – me empecé a reír muchísimo al oír sus gritos furiosos desde fuera.

-¡Jajaja! ¿¡Qué pasa, Santana!? ¿¡La perra te la ha jugado!? ¡Eso te pasa por intentar calentarme, pedazo de subnormal!

-¡Ya me estás abriendo la puerta o te juro que la tiro abajo!

-¡No sabía que tenías súper fuerza, hazlo, quiero verlo!

-¡Eres una hija de puta!

-¡Yo también estoy loca por ti, Santana!

-¡Brittany, abre, abre ahora! – y siguió gritando, golpeando la puerta con fuerza. Yo estiré los brazos, desperezándome lentamente y me introduje en casa con una enorme sonrisa en la cara.

Ya se cansaría, ya.


Tiene un mensaje nuevo…

Pulsé el botón del contestador automático del teléfono de casa y escuché la suave voz de mamá a través del aparato.

Cielo, hoy no podré ir a dormir a casa. Tengo tanto papeleo y además, he aceptado dos casos más, no muy agradables, ¿sabes? Mañana a las siete de la mañana tendré que defender a una víctima de violencia doméstica y tengo que estudiar su caso a fondo. La pobre mujer a la que defiendo me necesita de verdad, cielo. No te puedes creer la de cosas horribles que pasan por mis manos, estoy descompuesta. Cierra bien la casa y activa la alarma, si pasa algo, llama a Will, lo más probable es que esté con él intentando organizar esto. No me ha dado tiempo a prepararos la cena pero sé que te las apañaras bien para hacer algo comestible, pero por favor, no te olvides de apagar la freidora si fríes algo, si vas a lavar algo en la lavadora, recuerda que tienes que echarle sólo un cazo de detergente y lavar la ropa de color con la de color, ¡No la mezcles con la blanca! He dejado medicinas en la cocina y vendas, por si os resfriáis u os cortáis con algo. Si vais a tomaros algo para el resfriado o la fiebre, leed antes el proscrito y… ¡Ah, si vais a ducharos tened mucho cuidado! ¡La alfombrilla no está pues…!


Fin del mensaje…

Ignorando por completo la exagerada reacción de mi madre a la idea de dejarme sóla en casa, sonreí, volviendo a regocijarme por dentro. Mamá no vendría esa noche, es decir, Santana no dormiría hoy aquí. Pasaría la noche fuera, durmiendo como un perro.

Se seguían escuchando los porrazos que daba intentando abrir la puerta y me llamaba, muy cabreada. No se cansaba, así que fui a la cocina, cogí un montón de fresas que vertí en un cazo y las bañé con nata. Puse la calefacción, anduve hacía la entradita y cogí el inalámbrico.

-¡Santaaaanaa! – la llamé con rentintín. Por unos instantes dejó de golpear la puerta. - ¿A que no sabes una cosa? ¡Mamá no viene hoy ha dormir! ¿Sabes que es lo que quiere decir eso? ¡Que vas a pasarte toda la noche durmiendo fuera, como un perro! ¡Que irónico! ¿Verdad?

-¡Irónica va ha ser tu muerte! – me empecé a reír, llevándome una fresa a la boca, disfrutando del espectáculo. - ¡Una pobre e inocente muchacha de 19 años es encontrada muerta, disecada y desnuda en un contenedor de basura, horriblemente masacrada con unas tijeras para podar los arbustos!

-¡Jajaja! – volví a empezar a reírme. Naturalmente, no lo haría si la puerta que nos separaba estuviera abierta y no cerrada, pero ya hecho, abría que aprovechar ¿no?

-Brittany, la puerta, abierta, ¡Ya!

-¿Qué pasa? ¿Ya no soy la Muñeca? ¡Que mal! ¿Debería asustarme? – me llevé una fresa a la boca empapada de nata. Hum… que rica.

-¿Asustada? ¿Sólo asustada? ¡Cuando entre ahí vas a conocer el terror! – me tragué la fresa y me dediqué a darle lametones a los dedos llenos de nata. ¡Me encantaban las fresas con nata!

-Así no vas a conseguir que te abra. ¡Deja de ser tan burra intentando abrir la puerta a patadas e intenta convencer a la dueña de la casa, idiota! Te aviso que la alarma está activada y la puerta tiene cuatro cierres. ¡No puedes entrar! – le dio una última patada a la puerta y se detuvo. Oí su gruñido ronco, exasperado.

-¿Qué mierda quieres que haga? – eso es, así me gusta.

-¡Suplícame! – sonreí pensando en la cara que abría puesto al oírme decir eso.

-¡Ja! ¡Si crees que vas ha oírme suplicar espera sentada!

-¡Lo estoy, calentita, comiendo y cómoda! ¿Cómo estás tú, Santana? – volvió a gruñir.

-¡Pues me meteré en el coche y me pondré la calefacción, fíjate tú que complicación! – volví a sonreír y corrí subiendo las escaleras hacía mi cuarto. Abrí la ventana y me asomé por ella. Santana iba rumbo a su coche, aparcado perfectamente frente al garaje.

-¡Santaaaana! – se giró y me miró con el ceño fruncido. Le mostré las llaves del coche en mi mano, sacudiéndolas, disfrutando al ver como abría los ojos como platos al verlas y empezaba a rebuscar por los bolsillos de sus pantalones. - ¡Jajaja! – se las quité fácilmente cuando volví a flirtear con ella en el umbral de la puerta. Sabía que lo primero que pensaría sería meterse en el coche para calentarse o ir a comer por ahí, por su cuenta. Así que también le quité la cartera, jiji. - ¡Idiota! – estaba furiosa. No replicó, en vez de eso, se agachó, agarró una piedra y la lanzó contra mi ventana, contra mí. Me agaché en el momento justo. Joder, ¡Que bestia! Cogí el pedrusco y volví a asomarme, arrojándosela con fuerza. La esquivó con la misma facilidad que si le hubiera tirado un globo.

-¡Considérate muerta! – por toda respuesta, le lancé un beso y le guiñé un ojo, lo que la hizo gritar de rabia. ¡Joder, como molaba cabrearla!

-¡Te quiero, Santana! – le grité, poniéndola de los nervios hasta el extremo de hacerle patear una de las macetas de la entrada, haciéndola añicos. Ups, mamá se iba a enfadar por eso… pero yo disfrutaba como una mocosa.

Me tiré sobre mi cama, dando vueltas, sonriente, riéndome a carcajadas. ¡Oh, que bien sentaba aquello! Dominaba la situación por ahora… al menos hasta que Santana consiguiera entrar en casa y me hiciera puré, pero no le tenía mucho miedo, la verdad. Hundí la cabeza en la almohada y me acurruqué sobre las mantas, calentita. Introduje las manos bajo la almohada y, anda… su sudadera. Yo estaba calentita en la cama y ella abajo bajo cero grados, seguro que helada. Pobre…

Que se jodiera.

Ahora me tocaba la parte difícil a mí. Cogí el inalámbrico y empecé a marcar, llevándomelo al oído. Tina y Rachel se merecían una explicación razonable.

-¡Tina! – ella bostezó a través del teléfono. Otra adormilada.

-Brittany, estaba echándome una siesta ¿sabes? Tienes el don de la oportunidad y de pasar desapercibida, ¿Lo sabías?

-Si, algo me había imaginado. ¿Quieres que llame luego?

-No, no, creo que tenemos que hablar, aunque eso sea más típico de Rachel pero… sino he entendido mal, la morena esa de esta mañana era tu hermana, no un clon raro salido de una peli de ciencia ficción que andaba por ahí, ¿Me equivoco?

-Hum… ¡Nop! Te lo ha dicho Rachel, ¿no?

-Me lo gritó. Me dijo torpe por no darme cuenta yo misma. ¡No era que no me diera cuenta, era que me quedé pillada por completo! Mi Brittany magreándose con una chica frente a toda la universidad y encima, delante de Sam. ¿Qué mierda era eso? Fue lo primero que pensé. Porque… me dio la extraña sensación de que te dejabas y luego, pensar que esa era tu hermana… aún estoy completamente pillada. No sé ni como he conseguido quedarme frita nada más llegar. Brittany, ¿Qué mierda…?

-Antes de que digas nada… - suspiré, mientras apretaba la sudadera de Santana entre mis dedos. La acaricié y la abracé contra mi pecho como si fuera un punto de apoyo. De alguna manera, así me sentía mejor. – Verás… sí, era Santana.

-Wow. Si hubiera sido cualquier otra chica sería más fácil de asimilar, pero Santana… ¿No es tu hermanastra o algo así? ¿Me perdí el momento en el que dijiste que no había relación de sangre entre vosotras o qué?

-No. Si hay relación de sangre, es mi hermanastra, si, pero…

-¿Pero? No me irás a decir ahora algo como, estoy enamorada de mi hermana ¿No?

-¡No!

-Menos mal, porque ya estaba preparando un tratamiento psicológico para ti. ¿Entonces? – me mordí el labio inferior. Apreté con más fuerza la sudadera entre mis manos, aplastándola contra mi pecho. Una excusa, una excusa, una excusa…

-Es por Sam.

-¿Sam? ¿Cómo? ¿Qué tiene que ver ese en esto? – su tono de voz se volvió tosco al pronunciar el nombre de mi ex. No sé porque pero tanto Tina como Rachel siempre se volvían muy espesas con ese tema. Ya sabía que lo odiaban, aunque no el motivo, pero por lo menos podrían disimularlo un poco en mi presencia, ¿no?

-Santana cree que si le doy un poco de celos, querrá volver conmigo. – una excusa patética, si, pero en fin. Mejor que decirle que hacía semanas que me acostaba con Santana…

-Ya. ¿Y te has hecho pasar por lesbiana por él frente a toda la uni? ¿Por volver con él? ¿Con tu hermana?

-Bueno… nadie sabe que es mi hermana, así que eso no supone ningún problema. – de repente, un ruido bajo mi ventana me sobresaltó. Sonó como un golpe y un fuerte gruñido de rabia. ¿Qué mierda estaba haciendo Santana?

-Brittany, ¿Qué es eso?

-El perro.

-Tú no tienes perro, Britt.

-Es el del vecino. Hace cosas raras, esta viejo el pobre. Bueno, pues eso. Que Santana me ayuda a poner celoso a Sam.

-Brittany, ¿Estás loca? ¿Esto te parece normal? ¿Magrearte con tu hermana por un tío?

-Bueno, normal, normal, no es, eso ya lo sé, pero… era una buena idea.

-Pero, ¿Es que se te ha ido la pinza? ¿Y tu reputación que?

-¿Desde cuando me importa mi reputación o lo que la gente piense de mí, Tina?

-Ah, bueno, eso sí pero…

-Pues eso. Sólo fue… un intento de dar celos, nada más allá, no te preocupes por esto.

-No, si yo no me preocupo, pero es que no lo entiendo, ¿Qué piensas hacer ahora? ¿Ir diciendo por ahí que Santana es tu novia o algo así? – me lo pensé. La verdad es que no tenía muchas más opciones después del numerito de las taquillas. O eso, o me tomaban por gay libre y un montón de chicas se me acercarían para intentar ligar conmigo y creo que eso sería desagradable, mucho. Además, a esas alturas, todo el mundo nos consideraba ya novias así que… ¿Qué mas daba?

-Pues si. Es para no escandalizarte a ti y a Rachel si nos veis cogidas en la universidad o algo. Fingiremos un tiempo ser novias para ver como va la cosa con Sam y después… - oí otro ruido, esta vez bajo mi ventana, como si algo se escurriera por la pared desde fuera. Me levanté de la cama con los ojos entrecerrados y caminé hacía ella con lentitud.

-Brittany, ¿Te he dicho alguna vez que Sam no te conviene para nada? ¿Qué pasa de tí? ¿Qué es un busca putas?

-Si, cincuenta veces. – seguí caminando hacía la ventana y me asomé lentamente.

-¿Ah, sí? Pues escucha, porque ese tío no va a volver contigo por mucho que hagas, Britt. Es malo, no merece la pena que…

-¡No! – pegué un bote hacía atrás, pálida y con el corazón acelerado cuando vi a Santana asomar la cabeza por mi ventana, con las manos apoyadas en la balaustrada, con la cara roja a causa del esfuerzo de escalar hasta allí o, quizás por la furia. ¡Estaba loca! ¡Había subido hasta el segundo piso trepando por el canalón y las escasas enredaderas como un mono! Y, estaba muy, muy enfadada.

-¿Britt? ¿Brittany? ¿Estás ahí? ¿Qué pasa? - ¿Qué que pasaba? Santana empezó a alzarse y a empujarse hacía delante, casi con medio cuerpo dentro de casa. El teléfono me tembló entre las manos al ver sus ojos asesinos clavados en mí. Si las miradas matasen prefería no saber a que clase de torturas estaría sometiendo mi cuerpo en esos momentos.

-Tina… enseguida vuelvo. – y agarré el teléfono con fuerza. No podía dejar a Santana entrar en casa o… o… o me violaría, uff, seguro que lo hacía y luego me mataría y la violación a primera vista no podía ser tan mala pero el asesinato era otra cosa.

Tragué saliva. Allá iba.

-¡Fuera! – empecé a empujar a Santana hacía fuera, poniéndole las manos en la cara y los hombros, echándola hacía atrás.

-¿¡Que haces!? ¿¡Me quieres matar!?

-¡Fuera, fuera, fuera, fuera! – Santana intentaba agarrarse a algo, desperada. Le golpeé la cabeza con el teléfono y sacudió la cabeza, soltándose de la balaustrada y, ¿Qué fue lo primero a lo que se agarró para no caerse? ¡Exacto, a mí! Se colgó de mí y yo me colgué de la ventana. - ¡No, no, no, no, no! – y me salí de ella. Grité, abrazando a Santana con toda mí fuerza mientras caíamos los escasos siete metros de altura, pero en esos segundos que duró la caída juro que vi mi vida en diapositivas. Bueno, sobretodo vi a Santana. Santana besándome, Santana follándome por primera vez en el coche, la primera vez que vi a Santana frente a mí cuando me la presentó mi madre como hermana mía, Santana en la universidad, salvándome de Sparky, nuestra segunda vez en el baño público de la uni, las caricias furtivas en casa, nuestra tercera, cuarta, quinta vez, esa misma mañana contra las taquillas y el, “Pues igual, si” de hacía unas horas y…

¡Pam!

Un golpe y un frenazo en seco.

Mantuve los ojos cerrados con fuerza y mis brazos firmemente agarrados a Santana, sin moverme. Me temblaba el cuerpo como un flan y el estómago me botaba de arriba abajo. Me quedé quieta con la cabeza apoyada sobre algo duro que se movía lentamente y chocaba contra mi oído, un sonido acelerado y tranquilizador.

¡Tum tum, tum tum, tum tum!

Con las manos tan temblorosas que al apoyarlas en el suelo, hicieron que se me doblaran los brazos dos o tres veces al intentar al menos, sentarme de rodillas en vez estar ahí tumbada sobre… ¡Sobre Santana!

S-San… - me temblaba la voz del susto, viéndola ahí con los ojos cerrados sin reaccionar a mi llamada. Llevé una mano temblorosa hacía su cara y le toqué la mejilla helada. Oh, no… oh, no… ¡La había matado! - ¡Santana!

Y de repente, su mano agarró la mía con una fuerza descomunal. Abrió los ojos y me miró, con una intensidad que me hizo tragar saliva.

-Tú… Muñeca…

Suspiré aliviada al ver que estaba bien. Luego, me paré a pensarlo. Vale, iba a matarme.

-¿Te has roto algo? – sus ojos centellearon alrededor de mí mientras la veía alzarse, sentándose en el suelo. Frente a frente.

-No. Es a ti a quien le voy a romper ese delgado y bonito cuello de porcelana, Muñeca. – giré los ojos varias veces, buscando quizás una escapatoria al notar como su mano apretaba la mía.

-Oye Santana, para. Tampoco ha sido para tanto.

-¿¡Qué no ha sido para tanto!? ¡Me has tirado desde tu ventana y me has dejado en la calle como un perro! – me gritó. De un tirón, conseguí liberar mi mano de sus garras.

-Y tú me empotraste contra las taquillas y me metiste mano delante de todo el mundo, llamándome perra. Estamos en paz.

-¡Y una mierda! – hice amago de levantarme del suelo con las piernas aún temblorosas, pero Santana me dio un tirón y volví a caer al suelo de rodillas. Me agarró de los brazos y tiró de mí hacía ella. Empecé a forcejear, molesta y al ver que no pensaba soltarme, la miré, empezando a sentir rabia, casi la misma con la que ella me miraba a los ojos.

-¿¡Que mierda quieres!? ¿¡Que bese el suelo que tu pisas, que no deje que nadie se me acerque, que me encierre en un sótano oscuro sólo para ti!? ¿¡Sólo para complacer tu puta posesividad!? ¡No pienso hacerlo y no pienso pedirte perdón por esto después de humillarme y tratarme como una puta delante de cientos de personas! ¡Te lo mereces por gilipollas! ¡Y si no te gusta, sólo tienes que dejar de follarme! – se lo escupí a la cara, gritando sin importarme quien me oyera. Estaba fuera de mí misma y quería golpearla, hacerle daño. Era una maldita idiota y yo otra por preocuparme y comerme la cabeza por ella, como si fuéramos algo cuando en realidad no éramos nada, ni siquiera hermanas decentes, pero era necesario soltarlo precisamente por eso. Ya le había dado demasiada manga ancha, no iba a dejarme dominar ni avasallar por su asqueroso temperamento… aunque supiera que no sería capaz de cambiarlo.

-No pienso cambiar por ti. – ya lo había imaginado antes de que lo dijera con tanta frialdad, así que me limité a asentir con la cabeza.

-Genial, de puta madre. – me solté de su agarré de un manotazo. Ella me dejó ir y me levanté del suelo, totalmente cabreada. – No vuelvas a tocarme, subnormal. – y le di la espalda, echando a andar fuera del pequeño jardín.

Iría a casa de Rachel a pasar la noche, si, ya que no podía entrar en casa. Me había dejado los cerrojos echados y si no utilizaba las cuatro llaves, no abría manera de abrirlos… si Santana era capaz de entrar en casa por la ventana, genial, no pensaba…no pensaba…

Mierda…

Me detuve y golpeé furiosa la pared que rodeaba la casa de los vecinos. Sentía un nudo en la garganta de lo más molesto y una ligera presión en el pecho. Me sentía francamente mal, muy mal y me quemaban los ojos a rabiar. Yo… tenía ganas de llorar y sabía porque… me apoyé en la pared, mareada y con las lágrimas patentes en mis ojos.

-Santana, eres una maldita gilipollas. – murmuré por lo bajo, con la voz ronca, sintiendo el molesto dolor en la garganta palpitar.

-Ya… algo había oído. – alcé la cabeza. Santana estaba a poco menos de un metro de mí, justo en frente, muy seria. Sacudí la cabeza y me tragué las lágrimas que estaban por venir.

-Si al menos tuvieras algún derecho sobre mí como novia o algo así entendería que te cabreara un poco que Sam se me acerque o…

-¿Si fuera tu novia? – ladeé la cabeza, esperando oír una risita por su parte, pero no oí nada. Seguía seria y yo… dolida.

-Si lo fueras. – me limpié las lágrimas con el antebrazo y volví a sacudir la cabeza. Empezaba a moquear. Novias, que idiotez.

-¿Quieres salir conmigo, Muñeca? – aparté la mano de mi cara enseguida, encontrándome con su profunda mirada. Santana estaba ahí, parada, en silencio y me sorprendió ver un ligero rubor en sus mejillas. Aun así, seguía seria, quieta como un palo. - ¿Quieres ser mi novia? – el labio inferior me empezó a temblar con un ligero tic. - ¡Deja de mirarme así! ¡Si, lo digo en serio! ¿Quieres serlo si o no? – Su rubor se intensificó.

Joder, joder, joder… ¡Que lo decía de verdad! Y para respuestas impredecibles la mía. Me di la vuelta, con la mano de la boca, completamente flipada y… no podía negarlo, ¡Mierda, si hasta me había emocionado!

-Pu-pu-pues… - respiré hondo, acelerada, sin saber que decir, totalmente en blanca. Cerré los ojos con fuerza - ¡Vete a la mierda, Santana! – y salí de allí a pasos agigantados.

-¿¡Qué!?

-¡Que me dejes!

-¿¡Que he hecho ahora!?

-¡Sólo me quieres para tenerme atada!

-Eso… no… eso… ¡Mentira! – ni ella misma sabía lo que decía. Eché a andar rápido, con la cara descompuesta. Como era de esperar, Santana corrió hasta mi lado y se puso en medio. - ¡Venga ya, Muñeca!

-¡Ahora no quiero! – le giré la cara e intenté esquivarla y seguir andando. Santana se me puso en medio de nuevo.

-¿Qué hay de malo? ¿Por qué no? – y se atrevía a preguntarlo. Mejor que ella nadie lo sabía y la señalé con el dedo, acusadora. Conmigo no se quedaría.

-¡Sólo quieres una puñetera razón para poder pelearte con cualquiera que se me acerque, una puñetera razón para hacerte la chula delante de cientos de personas y una jodida razón para joderme y dejarme en ridículo, humillarme como esta mañana! ¡Lo que tú quieres es usarme para buscar pelea sin importarte lo que sienta, porque eres una bestia! ¡Una burra, eso es lo que eres! ¡Anormal descerebrada que piensa solo en sexo! – y volví a darle la espalda, muy digna, sin mirarle a la cara de pocker que se le había quedado, eché a andar de nuevo con la cabeza bien alta. La miré de reojo un par de veces. Estaba parada, mirando como me alejaba, con los ojos muy abiertos. Genial.

-¡Brittany! – pasé por completo de su grito y seguí andando, alzando más la cabeza si cabía cuando de repente, un golpe seco en plena cara me hizo caer al suelo de culo. – Brittany… - ¡Hostia, que dolor, mi nariz, mi nariz! - … Cuidado con la farola…

Miré hacía atrás. Tenía la cara roja del golpe y la nariz…mi nariz… Santana me observó en silencio y noté como también se ponía roja, encogiéndose, intentando aguantar la risa. Un hilito de sangre me cayó de la nariz y ella empezó a reirse de mí… otra vez…

-¡Muérete!

-¡Jajaja! ¡Joder, que torpe!

-¡Te odio, que me dejes!

-¡Venga ya Britt! ¡Ahora en serio! Vas a salir conmigo ¿no?

-¡No!

-¡Muñeca!

-¡Que no quiero!

-¡Venga ya, sin mí no saldrás viva de la manzana!

-¡Muérete!

-¡Muñeca!

Puta Santana…

Bueno… quizás se calle cuando lleguemos a casa de Tina o Rachel, o quizás se canse de pedirme esa solemne gilipollez de ser novias que no pienso aceptar… al menos no de momento…
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Mensaje por 3:) Dom Mar 09, 2014 11:04 pm

hola,...

ho vamos se paso un poco britt,.. casi se mata san por entrar por la ventana!!!
me encanto que san le pida a britt que sea su novia,...!!!!
a ver cuanto le dura la resistencia de la negativa a britt,...!!!!
3:)
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Mensaje por Elita Lun Mar 10, 2014 2:34 am

Esto...me da risa, siempre discuten & terminan con algo Wanky pero hoy me dio risa xD

Se caen de la ventana y Britt se da un porrazó xD

Y Santana como si nada pidiendole ser su novia jaja xD
Ahora, Britt se resiste & es su medio hermana pero espero que diga que si (:

Saludos!
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Mensaje por Sophia27 Lun Mar 10, 2014 10:34 am

Empece a leer este fic ayer y ya he terminado los 10 capitulos, me ha encantado, me dejo con las ganas de seguir leyendo. :'( Espero que no tardes en actualizar. :*
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Mensaje por fanybeaHEYA Lun Mar 10, 2014 11:56 am

hahahaahahah estan divertido la relacion de san y britt
ya va a ceder britt ..tiene q ceder...
buen cap ..
con ansias espero la actu!!!
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Mensaje por CataNayaholic♥ Sáb Mar 15, 2014 1:21 pm

Chicas, tengo que avisarles que no se cuando pueda subir el proximo capitulo, se me hace dificil, ahora empece las clases... tengo que estudiar mas, tengo clases de bateria, ingles, y una clase mas, aparte tengo vida (? y aparte tengo novia y no la voy a dejar de lado... yyy para peor ahora los capitulos son mas largos y tardo mas. Asi que eso... les pido un poquito de paciencia y eso.
Gracias! intentare subir el capitulo 11 en cuanto pueda.
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Mensaje por Elita Sáb Mar 15, 2014 1:38 pm

Aish :$ & tan bueno que estaba -.-'


Pero bueno, se te entiende ;)
No has pensado que tal vez alguien pueda ayudarte con los caps & todo eso?
Asi no se te haria tan dificil (:

En fin..espero que actualicez pronto.
Saludos :*
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Mensaje por Sophia27 Dom Mar 16, 2014 10:55 pm

Lo entiendo  Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 597186406  Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739 
Espero que no tardes mucho en actualizar, el fic esta muy bueno, estoy adicta a el  Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2414267551 Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2414267551

Besos :*
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Mensaje por adi-santybritt Lun Mar 17, 2014 5:13 pm

Hola!!!!
Wow Britt se defendió bastante bien!!! Creí que a San le había pasado algo malo cuando cayeron de la ventana!!
Wow en serio se puso seria San!!!!
Sólo me quedo la duda si lo dijo de verdad!!!
Espero la actu!!!
Xoxo
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Mensaje por CataNayaholic♥ Lun Mar 24, 2014 10:00 pm

Capítulo 11

Inspira, expira, inspira, expira, inspira, expira… ¿Estás preparada, Brittany?… No, no lo estás, ¡Corre antes de que sea demasiado tarde, subnormal! ¡Abre la puerta del coche y tírate a la carretera, aún estás a tiempo! Con un poco de suerte, cosa que no tengo, igual no me rompo las dos piernas y puedo seguir montando en bici… a no, que no sé montar. ¡Tírate ya, idiota!

-¿Qué pasa? ¿Alguna tía buena al otro lado de la ventana? – le dirigí una mirada nada simpática a Santana, por no meterle una hostia.

-Pues igual sí, ¿Por qué? – curvó la boca en esa asquerosa sonrisa irritante y perfecta que tenía. A ver, ¿No se suponía que era una puñetera delincuente? ¿Por qué tenía los dientes tan bonitos? Diría que dinero tendría poco si en su casa reinaban una marabunta de cucarachas y ratas asesinas que habían intentado comerse a su perra Guetti (Pobrecita) como para pagarse un dentista y cuatro años de aparato, (A no ser que hubiera robado el dinero, cosa que no me extrañaría para nada) además, ¿No se suponía que de peleas y puñetazos o cosas así se caían? Arg… me sacaba de quicio. Yo los tenía medio deformes y ella…

-No intentes cabrearme otra vez. Las dos sabemos que la única chica que te mola soy yo. – sentí un ligero tic en el ojo y me crucé de brazos en el asiento, refunfuñando.

-Si tanto me molas, ¿Por qué te mando a la mierda, Santana?

-Eres una orgullosa. En realidad, estás loca por mí. – bufé. Sería creída de mierda, prepotente, gilipollas enferma y… y… ¡Lo peor de todo era que tenía razón! Y no entendía porque. Santana era una imbécil, chula asquerosa, de la clase de tías que odiaba desde que era consciente pero, por casualidades de la vida, debía admitir que… mierda, me gustaba. Quizás porque era mi hermana y el morbo de lo prohibido no lo hacía desaparecer nadie.

-¡No! – me hundí en el asiento en cuanto divisé la universidad a escasos segundos y estuve a punto de abrir la puerta del copiloto y tirarme, a punto, pero en el último momento, noté como Santana empezaba a ir más despacio y me agarraba del brazo, evitando mi huida.

-Quiero una respuesta, Muñeca.

-¿Respuesta? ¿Respuesta a qué? – observé conteniendo el aliento como entraba en el aparcamiento para los estudiantes de la uni y, suavemente, se deslizó en uno de los que había libres. Me encogí aún más, aunque sabía que las ventanas estaban tintadas y nadie nos veía desde fuera, pero eso no evitaba mi nerviosismo, y que en ese momento, Santana se girara y se inclinara sobre mí como si fuera a comerme, mirándome con tanta seriedad, no ayudaba.

-¿Vas a ser mía, si o no? – tragué saliva y mi cabeza acabó pegada a la ventana tintada, intentando alejarme de ella, visiblemente nerviosa y ruborizada. Sentía el corazón envuelto en una nube de vapor cálido y acogedor que me ponía el vello de punta al ver como me miraba. Oh, joder, que calor…

-¿Es que no te basta con que te halla dicho que no una y otra vez durante todo el fin de semana? ¿Qué te hace pensar que si he dicho que no unas doscientas veces diga que si a las doscientos uno? – dejó su seriedad otra vez, porque al parecer, era incapaz de mantenerse seria durante más de dos segundos y volvió a su sonrisita maliciosa.

-Te gusto.

-¿¡Qué!?

-No digas que no, reconócelo. – su mano se posó peligrosamente sobre mi pierna mientras veía como su cara se acercaba más a la mía. Casi sin darme cuenta, mi cuerpo empezó a descender hacía abajo, intentando evitar el acercamiento hasta que llegó el momento en el que Santana casi se situó sobre mí, desnudándome con la mirada, con las manos en mis piernas, separándolas poco a poco. – Hace mucho que no lo hacemos, joder.

-Ahh… - no gemí, más bien fue un agudo soplido de flipada total al notar como me rozaba con los dedos la ingle y los mantenía ahí pegados, apretando. Me temblaron las rodillas y entrecerré los ojos, sintiendo un cosquilleo que me erizó la piel por como me observaba, impaciente, divertida y ansiosa, como si fuera un juguete con el que estaba deseando jugar hasta hartarse de él. Me apretó con más fuerza la ingle por encima de los pantalones. Mierda, mierda, mierda… se me estaba notando lo excitada que estaba.

Le agarré bruscamente las manos para evitar que siguiera presionando y la miré fijamente.

-Estate quieta. – Santana se río. Miró hacía mi entrepierna por un segundo y sus ojos volvieron rápidamente a los míos, burlones.

-¿Por qué? Porque te pone cachonda que te toque. – que basta era joder, y como me gustaba, pero el orgullo y la dignidad eran lo primero y al igual que me gustaba que dijera esas cosas tan bastas y guarras, sentía como poco a poco, se me escapaba la dignidad cada vez que me dirigía alguna de ellas y eso, me mataba por dentro.

Alcé la mano y antes de que pudiera situarla para darle una buena hostia, me la agarró con un rápido movimiento. Negó con la cabeza lentamente.

-Ni lo intentes. No tropiezo dos veces en la misma piedra. – será… será… la respiración se me cortó justo en el momento en el que pensaba soltarle una de mis frases más célebres.

Sus labios empezaron a dar suaves roces a los míos, sin profundizar, sin ir más allá. Mantuve los ojos entrecerrados, sin ver nada más allá de ella, sin sentir nada más que los roces que nos unían. Me soltó la mano y la posé bruscamente sobre su mejilla, sacando la lengua y recorriendo el contorno de sus labios con ella. Acabé dándole un tirón del poco pelo de la nuca y disfruté oyéndola gruñir contra mi boca por la fuerza con la que tiré de ella hacía abajo.
Con esta maldita cabróna rondándome a todas horas me estaba volviendo una completa salvaje.

-¿Ese Sam dejaba que lo maltrataras así? Vaya un puta masoca. – le hubiera reventado la boca si no la hubiera entendido y me gustara tenerla atada así, igual que ella me tenía atada a mí con correa.

-Estás… celosa… - le escupí en la cara. Ella se río. – Si tú lo reconoces, yo reconoceré que me gustas.

-No necesito que lo reconozcas, lo sé. Tú también sabes que me gustas a mí ¿no? – creo que mi cara se descompuso por completo. ¿Cómo? Eso… eso yo no lo sabía… - No te confundas. El “gustar” es muy, muy lejano al “amar”. En mis términos, “gustar” es igual a “Gustar para follar”, para disfrutar y pasar buenos ratos juntas, como rollo. Igual para ti es algo más y no estaría bien decepcionarte, así que, bueno… no te miento si te digo que eres la única persona con la que he estado tanto tiempo así de esta manera y… tengo la intención de que sea así durante mucho, mucho tiempo, porque estoy totalmente pillada por ti, Muñeca. – pestañeé un par de veces, desconcertada. Es decir, ¿Qué mierda…?

Me besó, esta vez metiéndome la lengua dentro. Gemí contra su boca sintiendo la presión, como me recorría la boca de arriba abajo, la mancillaba penetrando con su lengua y como la mía le cerraba el paso. Intenté separarme de ella un segundo, empujándola por los hombros, aturdida y me mordió suavemente la comisura de los labios, separándose un poco, pero no lo suficiente como para que su aliento no entrara por mi boca.

-¿Qu-que has dicho? – tartamudeé, como una idiota.

-¿Qué se supone que he dicho? – preguntó, poniendo los ojos en blanco unos segundos. Volvió a acercarse y me dio un lametón. Joder, tenía el corazón con síntomas de infarto o algo parecido.

-Santana…

-Calla. No lo estropees con esa bocaza… - Rápidamente, su fría mano se introdujo bajo mis pantalones, desabrochándolos y empezando a toquetear por encima de mi ropa interior. Me agarré ferozmente a su sudadera, tirando de ella hacía abajo, hacía mí, intentando no deshacerme en gritos por como me tocaba. Siempre era tan burra… uff…

Doblé una pierna y la froté bruscamente contra su entrepierna, devolviéndole el favor con una mirada maliciosa, observando como su expresión se volvía acalorada. Echó la cabeza hacía atrás y gimió, ronca, soltándome y queriéndose sacar la ropa delante de mí.

Mierda… no me calientes…

-Lo seré… - Santana me dirigió una mirada guarra, mordiéndose el labio inferior. Abrí las piernas frente a sus ojos de lobo hambriento y le devolví la sonrisa. A ella se le iban los ojos y vi una gota de sudor descender por su cuello. – Seré tu novia, vale. Si… pero tú eres la mía.

-¿Y eso quiere decir que…?

-La cosa no va sólo a base de polvos. Si eres mi novia, lo serás de verdad. – Santana alzó una ceja. Se apartó poco a poco de mí hasta sentarse bien sobre el asiento del conductor.

-Vale. Soy tu novia de verdad.

-No sabes a que me refiero con novia de verdad, ¿no? – Santana sonrió.

-No. – negué con la cabeza. Ya se arrepentiría después. - Pero seguro que merece la pena si eso significa que eres mía. – nos miramos. Ella mantenía una sonrisa de oreja a oreja y me dio un pico antes de abrir la puerta y salir fuera. Me abroché los pantalones rápidamente. Eché la cabeza hacía atrás. Notaba como yo también empezaba a sudar a mares, como si hubiera hecho un gran esfuerzo, y las gotitas de sudor me caían por la frente hasta el cuello.

-Oohh… - Santana abrió la puerta del copiloto en ese momento.

-¿Sales? – me miró de arriba abajo. Mi pecho subía y bajaba acelerada y yo cerré los ojos, suspirando.

-Hum…

-Si necesitas masturbarte  en soledad, sólo tienes que decirlo. – Entreabrí los ojos. Estaba segura de que tenía las mejillas rojizas.

-Ahora mismo salgo.

-¿Te saco en brazos, Muñeca? – gruñí un poco. Maldita Santana, lo que sea por avergonzarme. Se inclinó sobre mí y pasó los brazos por debajo de mis piernas y la espalda, elevándome en el aire por unos segundos mientras sacaba mi cuerpo del coche. Empecé a moverme como una loca y a pegarle trastazos en la cabeza.

-¡Suéltame, suéltame ahora! ¡Ya! – y me soltó. - ¡Idiota! – Santana empezó a descojonarse ruidosamente al verme retorcerme en el suelo, llevándome una mano al culo por el tremendo golpe recibido al caer de bruces contra el duro asfalto. Vale, me había machacado el culo. Seguro que ahora se me quedaría plano. - ¡Joder, no puedes ser un poco más delicada! ¿No? ¿Por qué no aprendes lo que es delicadeza?

-Porque a ti te gusta que sea una burra contigo y las burras no tienen delicadeza.

-Serás…

-Bah. Siendo tú, encontrarías la manera de matarte con un osito de Winnie de Pooh. – abrí la boca para decir algo ingenioso, pero de repente, Santana me pasó un brazo por los hombros y me pegó a ella por completo, haciendo que mi cabeza se pegara a la suya y mis manos se aferraran a su cintura casi por un acto reflejo. – Sonríe a la cámara. – abrí los ojos como platos y… ¡Flash!… Cegada.

-¿Qué mierda…? – me llevé las manos a los ojos, y empecé a pestañear, agitando la cabeza, mareado.

-¡Gracias por la foto! ¡Será portada del periódico de la universidad, seguro!

-¿¡Qué!?

-Estarás contenta, Muñeca. Te voy a hacer famosa.

-¡No, mierda, que dices, no quiero salir en el periódico de la uni! ¡No quiero que todo el mundo me mire! – me puse a gritar como loca y, en cuanto centré la vista un poco, cerré la boca.

Todo el mundo nos miraba… otra vez.

Me di la vuelta y me abalancé hacía el interior del coche de cabeza.

-¡Eh, ni hablar, fuera del coche! – Santana me empujó fuera otra vez, cerrando de un portazo la puerta y contra mi voluntad, me agarró de la cintura, pegándome otra vez a ella y empezó a arrastrarme con toda su chulería hacía la puerta de la universidad. Mis ojos viajaban de un lado a otro y daba igual a donde mirara, todos me miraban a mí.

-Joder…

-Creía que te gustaba ser el centro de atención. – Intenté hacer caso omiso a los miles de ojos que me observaban y seguía andando a su lado, encogiendo el cuello, intentando ocultar mi cara en el interior de mi chaqueta azul.

-Me gusta, pero no así. Nos miran porque somos… dos chicas que van muy pegadas.

-Ya. – sonrió. – Seguro que la cosa empeoraría si se llegan a enterar de que somos hermanas además de dos chicas que se pegan mucho.

-Pues por tu bien… no, borra eso. Por mí bien, más vale que no se enteren, así que estoy apañada porque te importa una mierda mí bien, así que… - Santana ladeó la cabeza mientras cruzábamos las puertas de la universidad. Era casi imposible ignorar las miraditas poco disimuladas de la gente mientras me arrastraba agarrada de la cintura una chica que creían mi novia, cuando técnicamente, mirado desde el punto ético, eso era imposible, por no decir abominable desde el punto de vista religioso.

Me agarré a Santana con fuerza cuando vi mi clase a escasos metros. Casi estaba a punto de rogarle como si fuera una niña de parvulario que se quedara conmigo en clase porque los otros niños me decían cosas feas, cuando vi como, literalmente, toda la clase se asomaba fuera de ella, mirándonos con la boca abierta y el morbo que les daba el asunto de verme con mi novia plasmado en la cara. Joder, joder, la que se iba a librar…

-Joder, no…

-¿Qué pasa? ¿Tienes miedo de que la gente te llame lesbiana o busquen guerra?

-Hum… - se río.

-No lo harán. – Miré de reojo a los demás de mi clase, sobretodo al grupo de medio subnormales de los que formaban parte los tíos. Me sentía un poco intimidada, sin saber que me dirían o que clase de bromas intentarían gastarme y, restregándome las manos y dando suaves pataditas al suelo, suspiré y me acerqué a ella, agarrándome a su sudadera y estrujándola con nerviosismo.

-Quiero irme a casa… no me siento bien.

-Cagona. - ¡Claro, como a ella no le cuesta nada ponerse a romper piernas y dislocar brazos si le dicen lo más mínimo!

-¡Escucha, eres mi novia! ¿¡No!? ¡Pues protégeme y sácame de aquí!

-¿Por ser tu novia tengo que protegerte? ¿Quién dice eso?

-¡Yo! Te lo dije. Si eres mi novia, lo eres de verdad. – alzó una ceja, no muy conforme por esa cláusula.

-Tina y Rachel te han mimado mucho en este tema ¿no? Aprende a defenderte tú sola.

-¡Pues ya no eres mi novia! ¡Rompo contigo! – Santana bufó, haciendo rodar los ojos para volver a mirarme con una mueca en la boca.

-¿Qué pretendes hacerme hacer siendo tu novia?

-Pues… - muy astuta. Y si se lo decía, igual era ella quien cortaba conmigo pero, en fin. – Protegerme cuando yo te lo pida, no avergonzarme ni humillarme delante de nadie…

-En privado si, ¿verdad? – hum… sentía el cuerpo arder de sólo imaginarlo y me puse a mirar el suelo, dando pataditas otra vez, sintiéndome estúpida.

-En privado, si… pero respetando los límites.

-¿Cuáles?

-… No lo sé… Además, quiero que esta semana me lleves al centro.

-¿Para qué? – le di un tirón de cabello suave, sonriente.

-¡Santana, despierta! ¡Dentro de nada es Navidad! Obviamente, vamos de compras navideñas.

-¿Compras navideñas? Es la primera vez que lo oigo.

-¿Qué dices? ¿Es que tú no regalas nada por Navidad a tu familia o qué? ¡Que mala! – Santana se encogió de hombros, metiendo las manos en los bolsillos de su pantalon sin darle mucha importancia.

-Nunca he celebrado la Navidad.

-¿¡Que!? – eso fue tremendo. ¿Cómo que no celebraba la Navidad? Es decir… ¿Y los regalos? ¿Y la cena de Noche Buena y Noche Vieja? ¿Y la familia? ¿Y el árbol de Navidad? Y… y… bueno, todo lo que era la Navidad. ¿No lo celebraba? ¿Nunca? - ¿Eres budista o qué? ¿¡Quien en su sano juicio no celebra la Navidad!? – y se río la loca.

-Yo no. Nunca lo he hecho.

-Pero… pero… ¿Qué haces en Navidad entonces? – Santana se encogió de hombros.

-Nada. Ver la tele. Suelen echar un especial porno en el canal 23, si, suelo verlo. – me quedé con la boca abierta.

-¿Te pones a ver porno en Navidad?

-Si. No tengo otra cosa mejor que hacer. Todos se encierran en casa con sus familias a celebrarlo y no hay nadie a quien tirarse o a quien meter una paliza. A veces también aprovecho y salgo a hacer graffitis y cosas de esas. Navidad es muy aburrida. – y hablaba con total normalidad, como si eso fuera lo más normal del mundo, quedarse sola en casa, viendo la tele, en vez de salir o disfrutar con la familia la época más feliz del año. Tragué saliva.

-¿Y tu padre?… Nuestro padre.

-Oh, antes salía por ahí ha emborracharse y aparecía al cabo de los días, pero desde que superó eso del alcohol y se puso a trabajar, nunca está. – tragué saliva. ¿Qué mierda me estaba contando? Nuestro padre la dejaba sola en Navidad, no, sola los 365 días del año, pero entonces, ¿Quién cuidaba de ella? ¿Quién le hacía la cena, quien le lavaba la ropa, quien le había enseñado a hacer las cosas de la casa, quien la reñía cuando hacía algo que no estaba bien, quien la cuidaba cuando se ponía enferma, quien la llevaba al médico o al hospital si en una pelea, se rompía algo? ¿Y si se caía por las escaleras y se rompía una pierna? ¿Y si le daba un ataque de apendicitis o algo parecido? ¿Y si se caía torpemente en la ducha y se quedaba inconsciente?

¿Quién demonios le había enseñado a ser humano?

-Bueno, ¿Entras en clase o te llevo a rastras? – en aquel momento, al saber de golpe que Santana se había criado completamente sola, sin un punto de apoyo familiar, su sonrisa me pareció la más extraña del mundo…

Pero también la más resplandeciente en mi mundo.

-Buenos días, Rachel. – me giré al oír el saludo de Santana con semejante tonito de superioridad. Rachel estaba lejos, al lado de las taquillas, mirándonos con cara de, no me acerco hasta que esa loca no se las pire, refiriéndose a Santana claramente. En ese momento recordé que le debía una buena explicación a ella también y de las gordas. Rachel no era como Tina, Rachel era astuta y sabía leerme la mirada y yo también a ella. Por ejemplo, era más que obvio que odiaba a Santana y la veía peligrosa para mí, cosa en la que había dado en el clavo.

-Santana… – mi hermana/maniaca/novia me miró con desconfianza.

-¿Quieres que me vaya y te deje a solas con ella? – esooo, otra persona que sabía leerme la mente, ¿Tan obvia era?

-Si. Hazme el favor de pirarte.

-¿Y sino quiero?

-Lárgate a clase, Santana. Por tu culpa tengo que inventarme otra excusa para el numerito de las taquillas.

-Pensaba que Tina ya le contó la excusa con los suficientes detalles. Las hermanas están enrolladas para dar celos a Sam y que Brittany pueda volver con él. – la miré con los ojos muy abiertos. ¿Cómo mierda sabía eso? ¿Cuándo lo había oído? – Oh, por lo visto a Tina le cuesta un poco alcanzar el sueño por las noches y tiene la manía de ponerse ha hablar con su sombra en casos extremos y como tú te escaqueaste a dormir al cuarto de invitados, yo tuve que tragarme su charla. – abrí la boca para hablar, pero la cerré enseguida.

El viernes, cuando perdí las llaves y me caí por la ventana, dejando la puerta cerrada, después de un largo camino con Santana poniéndose chula pidiéndome que fuera su novia, llegamos a casa de Tina.

-Cuando pensaba que ya no había forma de que te mataras pegándote un planchazo con la plancha para el pelo, que no te ahogarías en el cubo de la fregona o que no te mataría el armario empotrado cuando lo abrieras, apareces en mi casa, pidiéndome que te deje dormir aquí junto con tu hermana porque te caíste por la ventana de tu cuarto. Hum… eso es nuevo. ¿Qué voy a hacer contigo, Brittany?

Esas fueron sus palabras en cuanto le conté lo ocurrido. Dormimos allí. Le dije a Tina que como no había sitio suficiente, podía emperchar a Santana en la caseta del perro, pero Tina es tan buena persona que dijo…

-Vosotras sois hermanas, ¿No? Dormid en mi habitación, tiene cama de matrimonio. Yo dormiré en la de invitados.

Por supuesto, me negué y me encerré en la de invitados. Sabía que Santana intentaría follarme en la casa de mi mejor amiga porque así de guay era ella. Así que yo dormí en la de invitados y Santana (Después de casi tirar mi puerta abajo a base de gritos y ver que no pensaba abrirle) cedió y se fue a dormir con Tina. Al día siguiente, se quedó dormida sobre el plato de cereales y pensé que se ahogaría entre leche y trocitos de pasas de chocolate de Nesquik. Sobrevivió. Esta otra tenía aguante.

Ahora entiendo porque se durmió sobre los cereales.

-Santana, vuela.

-Creo que no.

-¡Pues corto contigo! – Santana gruñó. Rachel y ella cruzaron una mirada rápida y mi hermana sonrió con claro desdén, con falsa dulzura.

-Vengo a por ti luego. – esas palabras me hicieron reír como una idiota.

-Te espero. – su sonrisa se ensanchó más frente a Rachel y se inclinó sobre mí, besándome en los labios, quedando el intento de profundizar en un solo pico cuando la empujé para que se apartara. No más exhibicionismo y menos, delante de mis amigas. – Santana… ¡Desaparece! – le grité, roja, chasqueando los dedos y mi maliciosa hermana me dio la espalda empezando a alejarse, con una sonrisa en la boca.

-¡Si me echas mucho de menos dame un silbidito y vendré volando, Muñeca! – giré la cabeza a todos lados, escuchando pequeñas risitas retumbar en mis oídos. ¿Qué pasa, la gente no tiene nada mejor que hacer o qué?

-Brittany… - arrugué la nariz al ver la expresión disgustada de Rachel frente a mí. Mierda, estaba preocupada por mí. Le debía algo más que una explicación a la buena de mi mejor amiga.

-¡Buenaaaas!

-¿Buenas? Llevo llamándote todo el fin de semana y no me lo coges, voy a tu casa y finges no estar y ¿Apareces ahora morreándote con tu hermana otra vez y lo único que se te ocurre decirme es buenas? – vaya, estaba muy enfadada conmigo y tenía razones para estarlo.

-Lo siento. – Rachel resopló. – Pensaba que Tina te lo había dicho. Santana y yo estamos haciendo el paripé para…

-¡Corta el royo, Brittany! ¡Igual Tina se cree esa mierda de los celos para con Sam, pero estaba segura de que sabías que esa gilipollez no iba a funcionar conmigo, así que escúpelo de una vez! ¿¡Que mierda estás haciendo con esa rara!? – encogí la cara, tragando saliva. Rachel nunca me había gritado y menos había perdido los papeles delante de tanta gente. Estaba furiosa y no pensaba discutir con ella allí en medio del jolgorio, dónde ya se empezaban a oír murmullos sobre rumores de que Rachel estaba celosa o no sé qué tonterías.

-Espera, vamos al baño. Todo el mundo nos mira.

-¡Ah, ahora no te gusta que te miren! ¡Pues el otro día parecías disfrutar de lo lindo que Santana te exhibiera! – me quedé callada, dirigiéndole una mirada furibunda, esperando que se tranquilizara y dejara de gritar. Sabia que no lo hacía con mala intención, que sólo estaba preocupada por mí y que el fin de semana había estado tan desesperada que ahora, teniéndome delante, había explotado. Sabía también que no hacía falta darle para hacerle reaccionar cuando su cara se relajó y el color cambió de rojo de furia y una intensa palidez. – ¿Qué estás haciendo, Britt? – soltó, más calmada, pero tremendamente alterada.

-Rach, tengo que entrar a clase ahora y tú también. Luego te lo cuento.

-No, necesito saberlo ahora. ¿Es que no lo entiendes? El día de antes de que tu hermana apareciera, vi a mi mejor amiga salir de un pub agarrada de la mano de una desconocida y no supe nada de ella hasta tres horas después. Luego, me entero de que la desconocida era su hermanastra y, ahora, os veo a las dos morreándoos por los pasillos de la universidad, ¡Esto es una locura, Brittany! ¿Qué mierda pasa? Joder, ¡Dime que no estás haciendo ninguna locura!

-¡No!, es sólo que…

-Brittany, la conoces en persona desde hace unas semanas y te está cambiando radicalmente.

-Eso no es cierto, Rach. Soy la misma de siempre.

-La Brittany de siempre nunca ha guardado secretos a sus amigas y nunca dejaría que una cualquiera la utilizara para… ¡A saber qué! – suspiré.

-Santana no me está utilizando, es… otra cosa…

-¿El qué, Brittany? ¿Qué es, según tú? – entorné los ojos, abriendo la boca para contestarle pero, consternada, ni una palabra salió de mi boca.

Muchas cosas pasaron por mi cabeza y otras miles me llenaron el estómago de fuego y me hicieron encoger el corazón y entonces lo supe, totalmente desconcertada.

-Yo… no lo sé.

No tenía ni idea de qué estaba haciendo ni porqué, pero lo hacía. Hacía cosas que antes nunca hubiera hecho. Mantenía relaciones con mi propia hermana y me veía incapaz de parar ahora. Santana arrasaba con mi cuerpo, con cada célula de mí. Era demasiado grande lo que sentía como para encerrarlo en un espacio pequeño de mí cuerpo y no dejarlo salir, eran… demasiadas cosas.

Rachel negó con la cabeza en señal de desaprobación.

-Brittany, ¿No te das cuenta de cómo te mira? Es… monstruoso. Como si fueras de su propiedad, como si fueras manipulable, como si pudiera hacer contigo lo que quisiera, como si fueras… una Muñeca.

Una Muñeca…

-Si ha pasado algo, si estás metida en un lío, dilo. Somos amigas desde primaria, te conozco desde siempre, no voy a juzgarte, Brittany. Sabes que puedes confiar en mí. – alcé la mirada y me encontré con sus ojos sinceros. Ese era mi momento, el momento de decirlo, el momento de soltarlo todo…

El momento en el que todo acabaría.

-No. – mis labios se movieron solos, negando rotundamente, con una determinación que desconocía en mí. – No pasa nada grave. Somos normales, nuestra relación es… difícil de sobrellevar, pero no es nada más allá. No tienes de que preocuparte, Rach. De verdad. – ella entornó los ojos, aún con la sombra de la sospecha en la cara.

-¿De verdad? – asentí con la cabeza lentamente.

-De verdad. ¿Por qué iba a mentirte? – los segundos en los que Rachel se mantuvo en silencio se me hicieron eternos. No sabía si creerme o no, pero algo vio en mis ojos que finalmente, la hizo asentir con la cabeza lentamente, confiada.

-Lo siento, Britt. Mira que dudar de ti… estoy hecha polvo con tanto estrés. – me encogí de hombros, esforzándome por mostrarle mi más sincera sonrisa.

-No te preocupes.

Quería pedirle perdón yo misma por hacerle creer que no ocurría nada, porque lo cierto era que sí ocurría y, si empezaba a sentir por Santana algo más de lo que creía que sentía… tendría un grave problema.

Brittany, eres una estúpida paranoica. ¿Cómo puede pasársete por la cabeza una gilipollez tan grande como que puede que estés empezando a enamorarte de Santana? Es tan absurdo, que no tiene sentido.

Me despedí de Rachel y agité la cabeza, dando la vuelta para encontrarme frente a mi clase. Todos habían entrado ya y la puerta estaba cerrada, por lo que imaginé que la profesora ya había llegado y yo, llegaba tarde.

Bueno, Britt. Ánimo. Una peligrosa hermanastra te espera después de clase, ¿No es razón suficiente como para sentirte motivada?

Y no. Deja de darle vueltas. Definitivamente, Brittany, no te estás enamorando de ella.
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Activo Re: Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte)

Mensaje por Elita Mar Mar 25, 2014 10:07 am

Rachel no es para nada tonta :$

Santana está rayada (loca) como se le ocurre pedirle ser su novia a Britt xD
Quizás así cambie un poquito :D

Pero las 2 son como niñas por todo discuten xD
Bueno, espero vuelvas pronto, quiero saber que pasa con eso que siente Britt.

Saludos :)
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Mensaje por Sophia27 Mar Mar 25, 2014 1:45 pm

VOLVISTEEEEEE!!!!!!! y con un excelente cap. 

Ya sabia yo que britt no podía rechazar ser algo mas de san xD 

Espero no tardes en actualiza :D Saludos
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Mensaje por CataNayaholic♥ Jue Abr 03, 2014 9:34 pm

Chicas! Gracias por esperarme, se que me estoy tardando, pero con los examenes y eso ahora se me hace medio pesado. Besos! xoxo

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Capítulo 12

-La agresividad es un instinto circunstancial del ser humano y, la violencia, ya sea psicológica o física, resulta ser a veces la forma más fácil y rápida de conseguir lo que nos proponemos… - al entrar en clase y ver como todo el mundo se giraba para mirarme con unas expresiones en la cara que variaban desde la incomodidad hasta las sonrisas más sinceras y orgullosas, pensé que sería difícil concentrarme ese día en escuchar y tomar apuntes. Habían sucedido demasiadas cosas como para centrar toda mi atención en clase y me sentía mal, rara, pero no incómoda por como me miraba todo el mundo porque, sinceramente, tenía otras cosas por las que preocuparme.

Me senté en mi asiento en silencio, disculpándome antes frente a la profesora por llegar tarde y saqué el cuaderno, empezando a tomar apuntes, distrayéndome de vez en cuando.

Un papelito doblado llegó hasta mi mesa. Lo abrí…

“¡Esas ganas que le hechas, Pierce! Nosotros te apoyamos, amiga!”

Fruncí el ceño, extrañada y desvíe la mirada varias mesas atrás, donde varias chicas y chicos, entre ellos, para mi sorpresa, Frank, me alzaban el pulgar y sonreían en gesto de apoyo. Volví a mirar al frente. La gente está fatal, pero bueno… no iba ha negar esa bonita muestra de apoyo por mis compañeros y, a decir verdad, no me extrañaba que Frank estuviera entre ellos. Nos conocíamos desde primaria y éramos algo así como una especie de rivales. Competíamos por todo, era difícil que consiguiéramos mantener una conversación decente por más de cinco minutos, pero bueno… había una especie de “amistad”, si así podía llamarse.

Pensaba que no podría centrarme en la hora de sociología después de haberme despedido de Santana, pero me equivoqué. Mi mente lo tragaba todo y mi mano se movía sola en el cuaderno, incluso se me acumularon unas cuantas preguntas en la cabeza. Sabía porque estaba tan concentrada. El tema era la violencia juvenil y todo lo referente a ello, daba vueltas alrededor de Santana.

En cierto momento, no pude aguantarme y lo hice. Alcé la mano.

-¿Si, Brittany? ¿Alguna pregunta? – asentí con la cabeza a la profesora, buscando las palabras adecuadas para platearle mi pregunta.

-Todo lo que quiere decir es que la “rebelde sin causa” no existe, que la rebeldía y la violencia se dan a partir de ciertas causas psicológicas que suelen empezar en la familia o en las primeras relaciones amistosas y que en la mayoría de los causas, la violencia juvenil se suele frenar pasada la pubertad al madurar. Eso quiere decir que la mayoría de los que estamos aquí ya no tenemos necesidad de agredir a nadie ni nada, al menos no constantemente. Todos tenemos arranques de mal genio a veces.

-Ajá. Es un buen resumen, Pierce. – asentí con la cabeza.

-Pero… ¿Y la minoría que no frena su “Sed de violencia”? ¿Qué pasa con ella? ¿Por qué no consiguen frenarla como el resto al madurar, pasada la adolescencia?

-Es una muy buena pregunta, aunque es un tema que no toca dar este año, pero, bueno, el saber no ocupa lugar ¿No? – asentí con la cabeza, esperando una respuesta, nerviosa sin saber porque. – Se podría decir que esa mínoría son casos “especiales”. Esos jóvenes no serían simples rebeldes, irían mucho más allá. Si al madurar, la violencia no se erradica, quiere decir que irá a peor. La mente madura, la rebeldía pasa a ser bromas pesadas y crueles y luego, delincuencia juvenil propiamente dicha. Algunos casos acaban ahí, otros no y si van más allá… la cosa pasa de ser un juego de niños a un juego realmente peligroso. – la profesora empezó a andar lentamente por entre las mesas, poniéndome más nerviosa aún. – Las causas a este comportamiento suelen ser bastante pequeñas para los chicos que no pasan de bromas pesadas, como el querer llamar la atención de los padres y, normalmente, con un simple castigo y un cambio en la comunicación familiar, el problema acaba. Sería el perfil propio de una persona que pertenece a la mayoría. El perfil de una que pertenece a la minoría es otra cosa.
-Cualquier persona sin conocimiento alguno en el mundo de la psicología diría que un poco de disciplina, basta. Personas así son ignorantes, nosotros mismos lo somos. – la profesora alzó las dos manos al mismo nivel. – La diferencia entre la mayoría y la minoría es que, la mayoría recibe cierto grado de afecto, que le hace ver que no está sólo en el mundo. La minoría no tiene tanta suerte.

-¿Quiere decir que la minoría no se cría en un ambiente muy… afectuoso? – pregunté, empezando a cansarme de tantos rodeos.

-La mayor parte de los casos, por no decir, casi todos, no. Se crían en un ambiente delictivo y no hay mucho apoyo familiar de por medio. Algunos viven tal abandono, que se crea en su mente ciertos trastornos que estudiaréis más adelante.

-Es decir, la persona en cuestión se ve… abandonada.

-No sólo se ve abandonada, sino que lo está. La diferencia entre estar abandonado y sentirse abandonado, es bastante grande en este tema. La persona en cuestión suele estar sola y si se siente sola, quiere decir que su mente no sufre ningún trastorno y eso es bueno. Pero si pasa de estar sola y no sentirse sola, es decir, acostumbrarse a verse sola, verlo como algo normal, la cosa se agrava, por que eso deriva a un comportamiento sicopático, es decir, la persona acaba teniendo grandes dificultades para distinguir entre lo bueno y lo malo, lo aceptable y lo inaceptable, lo moral y lo inmoral y, si una persona no sabe distinguir esos conceptos básicos… podéis haceros una idea.

Tragué saliva.

-Podría matar a alguien y verlo completamente normal, verlo como algo bueno y no sentir remordimiento alguno. – la profesora asintió con la cabeza.

-Y el remordimiento, la conciencia y saber lo que está bien y lo que está mal son los puntos básicos que nos impiden hacer daño al prójimo. Si una persona no está amarrada a esos puntos básicos… se la podría definir perfectamente como monstruosa, muy peligrosa y podría desarrollar perfectamente conductas psicópatas propias de asesinos en serie, canibalismo, tortura, violaciones y las más monstruosa acciones que podáis imaginar. ¿Habéis visto la película del Silencio de los Corderos? Aníbal Lecter es un ejemplo bastante cercano a la clase de conducta que la persona podría derivar.

-Dios mío… - me estaba empezando a marear. ¿Tan grande es el abandono que puede sentir una persona como para arrastrarlo a… eso? San… Santana…

Nunca he celebrado la Navidad. Todos se encierran en casa con sus familias a celebrarlo y no hay nadie a quien tirarse o a quien meter una paliza. A veces también aprovecho y salgo ha hacer graffitis y cosas de esas. Navidad es muy aburrida. Oh, el viejo antes salía por ahí ha emborracharse y aparecía al cabo de los días, pero desde que superó eso del alcohol y se puso a trabajar, nunca esta.

Abandono. Ver la soledad como algo normal.

-Mi madrastra murió en un accidente de coche.
-Oh, entonces eso debió de ser muy duro para ti, Santana.
-¿Duro? ¿Por qué?

Dificultades para distinguir entre lo bueno y lo malo.

Cargar con un padre borracho perdido a cuestas es mucho más fácil a como te lo ponen. Le das una botella de tequila y ya te lo quitas de encima, lo demás… es cuestión de aprender a cuidar de ti misma.

Ser incapaz de ver lo aceptable y lo inaceptable.

Ya, somos hermanas, pero igual nos lo montamos ¿No? No hay mucha diferencia.

No distinguir lo moral de lo inmoral.

Conducta sicopática a causa del abandono emocional y afectuoso junto con la socialización en un ambiente delictivo. Todo eso puede derivar conductas psicópatas propias de asesinos en serie.

¡Dios mío, es el puto perfil psicológico de Santana!

-¿Estás bien? – alcé la cabeza hacía la profesora, pestañeando, sintiendo escalofríos por todo el cuerpo.

-N-no… estoy mareada. ¿Puedo… salir?

-Claro, sal. ¿Necesitas que alguien te acompañe? – negué con la cabeza débilmente, más allá que aquí y me levanté temblorosa de la silla, caminando tambaleándome, con el estómago revuelto. Salí del aula, temblando, apoyándome en las paredes del pasillo, arrastrándome hacía el baño.

Me miré en el espejo.
Estaba totalmente blanca, pálida y tenía un montón de emociones atrapadas en la garganta, pidiendo salir a gritos. ¿Qué me ocurría? Empezaba a ver las cosas claras, empezaba a abrir los ojos poco a poco.

Tenía una hermana. Esa hermana era peligrosa, mucho, era una especie de aspirante a psicópata, como Aníbal Lecter versión reducida y chula, versión básica, el principio de lo que fue el asesino caníbal y, ella me usa, me utiliza para tener sexo. Se comporta como es, como una asesina psicópata sin escrúpulos reprimiendo sus instintos asesinos, esperando el momento adecuado para dejarlos fluir y arrasar con todo a su paso, se comporta como un monstruo inhumano con todos… excepto conmigo. A mí me hace rabiar como cualquier hermana haría rabiar a su hermana pequeña. Cuando se enfada, hace lo imposible por reprimir su rabia frente a mí. No quiere hacerme daño. Cuando se acerca a mí y me mira, como si diera por hecho que le pertenezco a ella y a nadie más. La forma con la que miró a Sam cuando se me acercó para hablar, como lo cortó y se restregó contra mí, ansiosa como perro. Se tira sobre mí, me toca y me besa bruscamente, con todo el sentido de propiedad y demanda que tiene una persona sobre una muñeca sin vida…

De repente, en mi reflejo ya no veía mi cara. Veía el reflejo de una muñeca horrenda, con los ojos y la boca cosida mostrando una macabra sonrisa. El pelo negro azabache por su cabeza como alambres duros y tiesos y tenía el cuerpo repleto de agujeros por donde se le salía el relleno.

Alzó una mano con dos dedos arrancados hacía mí y se río.

Me aparté de un salto del espejo y sacudí la cabeza violentamente, horrorizada por lo que acababa de ver. ¿Así me veía Santana? ¿Cómo esa cosa fea y asquerosa? O… ¿era eso en lo que ella me quería convertir? ¿Sería yo su primera víctima como asesina psicópata?

Las piernas me empezaron a temblar. Corriendo, me encerré en uno de los cubículos del baño. No quería ir a clase, no podía volver o… Todos me verían llorar como una cría asustada.

No sé cuanto tiempo estuve allí encerrada. Oí el murmullo de montones de personas entrar y salir del baño. El timbre sonó no se cuantas veces. Seguía sin moverme y sentía el frío calar mis huesos.

Tenía que decidir.

Santana era monstruosa, era demasiado para mí. Nada ni nadie la cambiaría porque era el resultado de una mente trastornada por años y años de abandono. Nadie la quería y ella no quería a nadie, a nada ni a nadie… ni siquiera a mí.

Yo sólo era una Muñeca más en su mundo repleto de Muñecas sin vida y dolía. De repente, lo veía todo claro. Me dolía no ser más que otra de sus Muñecas. Le había negado a Rachel la verdad por miedo a que todo acabara entre Santana y yo y la separaran de mí. Sentía una atracción sexual por ella que iba más allá de la química. Hacía cosas que nunca en la vida se me hubieran cruzado por la cabeza de no ser por ella. Esto no era normal… esto era un puto cuelgue adolescente.

Estaba colgada de Santana, por completo. Se me iba la cabeza por ella y ahora…

Empecé a llorar con más fuerza al comprender que Santana no me convenía para nada. Era más que obvio que ella y yo no duraríamos ni una semana y todo eso, sin tener en cuenta que éramos hermanas, para rematar la jugada y, aun así, por mucho que la razón me dijera que me apartara de ella, me veía incapaz de hacerlo. Ella sólo pensarlo me empezaba a volver loca.

-¿Brittany? – alcé la cabeza lentamente, escuchando esa voz penetrante y delicada recorrer el baño. – ¿Brittany? Ya han terminado las clases. ¿Qué te pasa? – suspiré al reconocer la voz de Tina al otro lado de la puerta y me levanté del suelo, limpiándome los ojos con las manos.

-Ya salgo. – mi voz era horrible. Ronca a más no poder. Carraspeé un poco, intentando volver a mi tono de voz y suspiré, intentando mentalizarme, ordenar mis ideas y llegar a una conclusión.

-Ah, así que tenían razón. Joder, ¿Tan mareada estabas que no has salido de ahí en toda la mañana? – me aparté un poco el pelo liso de la cara y salí del cubículo, sin mirar a Tina, yendo directo hacía el lavamanos, abriéndolo y echándome agua en la cara para hacer desaparecer todo rastro de lágrimas de los ojos. – Eh, eh, ¿Has estado llorando? – sacudí la cabeza. Joder, que fría estaba el agua.

-Obviamente, no Tina, ¿Por qué iba a estar llorando? - ¿Por qué mi novia era un aspirante a psicópata? Si, era una buena respuesta, si no fuera porque se suponía que para Tina, esa relación era un puro fraude y no era cuestión soltarle a la cara que no sólo estaba colgada de mi propia hermana y que manteníamos una relación incestuosa, sino que encima nos habíamos acostado juntas más veces de lo que lo había hecho en mi vida con ningún otra persona.

-Me han dicho que se te ha ido la cabeza a primera hora y que creían que te habías ido, pero como todos seguimos aquí y Santana te está esperando fuera… – se me erizó la piel.

-¿Santana me está esperando?

-Desde hace diez minutos. ¿Sabes? Creo que ella y Rachel no se llevan muy bien. Las he dejado peleándose para salir a buscarte…

-¿¡Qué!? – le grité, girándome de inmediato hacía ella con la boca abierta.

-Joder, Brittany. Me has empapado. La próxima vez, sécate antes la cara. – Tina se limpió con cara de asco las gotitas de agua que le habían caído en la cara, como si le hubiera escupido. Oh, joder. Rachel y Santana peleándose. No quería ni pensar en lo que sería capaz de hacer la loca de Santana si se cabreaba con ella, con la buena persona de Rachel. ¿Se atrevería a…? No quería ni pensarlo así que, sin decir nada, salí corriendo del baño hacía la salida de la universidad. - ¡Brittany! – Tina me gritó y yo empecé a abrirme paso a empujones por entre la muchedumbre. A la hora de la salida, todo estaba abarrotado y, aun así, me dediqué a apartar a empujones a la gente, corriendo hacía la puerta, desesperada.

-¡Eh! – oí un montón de quejidos que ignoré. Hasta un “Joder, puta lesbiana” del que pasé olímpicamente y salí de la universidad, corriendo hacía los aparcamientos como si mi vida dependiera de ello. ¿Dónde coño estaban? Joder, que no se la hubiera cargado, por favor, que no se la hubiera cargado y… ¡Ahí estaban!

Santana tenía cara de mala hostia, con el entrecejo fruncido y Rachel parecía decirle algo no muy divertido, con la misma cara que me había puesto a mí esa misma mañana. Santana dijo algo con una mueca despectiva.

-¡No, no le pegues! ¡Santana! – las dos giraron la cara hacía mí con mueca de sorpresa, pero mi hermana seguía con esa misma mirada molesta. Salté por encima del capó de dos coches de manera imposible y… - ¡Santana, no!

De repente, el suelo estaba a tres centímetros de mi boca y sentí como mi cabeza rebotaba literalmente contra el asfalto, como si fuera una colchoneta hinchable.

-¡Hostia!

-¡Britt!

-¡Madre mía que hostión!

-¡Se ha matado!

-¡Esta es una puta suicida! – no sabría decir cuantas voces sonaron en mi cabeza a la vez, sólo sé que intenté levantarme y el mundo cambió radicalmente para mí, de único, a doble y luego, a triple. Me quedé sentada en el suelo, con los ojos como platos. Si me levantaba, vomitaba seguro. Casi podía decir que sentía como se me agrietaba el cráneo poco a poco y algo caliente y pringoso se me escurría por la nariz de manera desagradable.

-Britt, de las hostias que te has dado en tu vida, creo que esta ha sido la más memorable de todas. – oí a Tina, agachándose a mi lado y agarrándome un brazo, tirando de mí para levantarme.

-¿Y la vez que se cayó del columpio y se dio en la cabeza? ¡Era de hierro puro!

-Si y supongo que ahí nació el problema. – me quedé de pie frente a Santana y la miré, intentando recordar que hacía allí.

-Ah… No… No le pegues a… – otra vez veía el suelo acercarse a mí antes de que los brazos de Santana me agarraran y me alzaran aun con mis piernas totalmente flojas. Me agarró de la cintura y me mantuvo firmemente pegada a ella. Hundí la cabeza en su hombro, momentáneamente atontada.

-Empiezo a preguntarme como mierda has podido sobrevivir sin mí hasta ahora. – hum… que modesta.

-El problema eres precisamente tú. – murmuré en su oído. – Si intentas pegarle a mis amigas, ¡Rompo contigo!

-¡No iba a pelearme con nadie! – Oí carraspear a Rachel, que miraba a Santana con descarado desdén. Si, era obvio que estas dos no se llevaban bien.

-Cuidado con tu hermana, Santana. Ya ves que es tan delicada como una muñeca de porcelana. – soltó, con clara ironía recalcada en la palabra Muñeca.

-No te preocupes Rachel. – por el tono con el que pronunció su nombre era digno de recibir una hostia, pero teniendo en cuenta que si me separaba lo más mínimo de ella, iba a ser yo quien se llevara la hostia contra el suelo, cerré la boca y me quedé quieta. – Algo había notado y como ahora estoy yo cuidando de ella, no hace falta que sigas dándole vueltas a eso de, estar en constante peligro.

-¿Constante peligro? – murmuré. Noté como los brazos de Santana se hacían más fuertes aferrándome a ella.

-Y yo confío en que nuestra Britt Britt no se romperá una pierna estando contigo. Te la confío. Aunque sigue pareciéndome la hostia de raro lo de… novias. Britt, si necesitabas a alguien de confianza, ¡Me tenías delante! – Tina parecía no enterarse de nada aún, ni lo sospechaba. Se reía, tomándoselo a broma cuando ninguna de las tres le veía la gracia. Bueno, igual Santana, sí.

-Anda. Tira para el coche. – Rachel casi empezó a empujarnos, como si no le gustara la idea de mezclar a Tina en el asunto, y lo entendía. A mí tampoco me gustaría ver a Tina en una pelea contra la bestia de Santana por mi culpa. – Brittany, ten más… cuidado. – no la miré. Sabía a lo que se refería sin necesidad de mirarle a la cara. Cuídate de Santana, mucho. Y, como si quisiera llevarle la contraria, me abracé con fuerza a mi novia/hermana/psicópata.

-Adiós, Rach. – una buena opción hubiera sido salir corriendo detrás de ellas y soltar todo lo que tenía que soltar. Rachel lo creería, si se lo decía a Tina, también. Podríamos arreglárnoslas para quitarnos de encima a Santana, lo sabía.

Pero era lo último que quería.

-Tu amiga enana me toca la moral, Muñeca. – aparté la cabeza de su hombro y la miré, su sonrisa perfecta estaba intacta. – Cree que soy una especie de psicópata que quiere hacerte daño. – fruncí el ceño.

-¿Y no lo eres?

-Bueno… - Santana ladeó la cabeza, pensativa. – Lo de psicópata, igual tiene su parte de razón, pero lo de hacerte daño, no. – no sabía si se lo tomaba a broma o lo decía en serio, pero creo que dijera lo que dijera, como si decía que tenía pensado descuartizarme allí mismo, no me hubiera hecho separarme de ella.

-Santana… ¿Nos mira mucha gente? – mi novia giró la cabeza de izquierda a derecha, consternada.

-Todo el mundo, ¿Por qué? – me mordí el labio inferior, evitando una risa estúpida e histérica y preferí no mirar de un lado a otro para ver quien nos observaba. - ¿Qué pasa? – se rió – Pareces nervio… - le puse un dedo sobre los labios, haciendo que callara de golpe. Lo que pensaba hacer me resultaba de lo más vergonzoso y seguro que se reía porque estaba roja como un farolillo de Navidad.

-Calla y no te rías. – me acerqué a su boca con los labios entreabiertos, muy despacio. Santana se quedó quieta y su sonrisa desapareció, mirándome a los ojos fijamente. Pestañeé unas cuantas veces, pero cada vez que me acercaba unos milímetros más, acababa deteniéndome ese presentimiento que me decía que aquello no estaba bien, que me estaba metiendo en un lío. Cerré los ojos con fuerza, deteniéndome por unos instantes. Sentí como Santana, sin decir nada, me acariciaba la cintura por encima de la ropa, esperando. Apreté los puños tras su espalda.

¡Joder, que le den por culo a mi conciencia!

Me tiré a por su boca con todo el descaro del mundo, delante de cientos de personas mirando. Le rodeé el cuello con los brazos y la apreté más contra mí para que no se escapara. Como si quisiera escaparse de mí. Me agarró del trasero con descaro, estrujándolo entre sus manos. Ladeé la cabeza, abriendo más mi boca y nuestras lenguas tomaron pleno contacto con cada movimiento. Notaba su saliva escurrirse por mi lengua y como sus manos me agarraban con tanta fuerza el culo y… joder! Ya me estaba excitando. Posé una mano en su nuca para que me penetrara más profundo con su lengua, sabía que podía hacerlo mejor, más rápido, más fuerte, más húmedo.

-¡Santana…! - nos separamos unos momentos, haciendo un sonido húmedo con la boca. Tomé una bocanada de aire y sus manos soltaron mi trasero para aferrarse a mi cintura. Notaba su pecho chocar contra el mío, subiendo y bajando, acelerado, mientras pasaba sus labios por los míos, besándome, despacio. – Vámonos. – le corté, antes de que me besara otra vez. – Vámonos ahora, ¡Ya! – me aparté de ella de un empujón y tiré de la puerta del coche con tanta fuerza, que por un momento temí habérmela cargado. Entré en el coche y me senté rápidamente, encogiéndome en el asiento mientras observaba a toda la gente que tenía delante, toda la gente que nos había visto.

-¿A que viene tanta prisa? – Santana se sentó a mi lado en menos de cinco segundos, con una sonrisita resplandeciente.

-¿Qué? No estoy para que la gente me mire como si fuera un mono de circo. ¡Si no les gusta verme besarme con mi novia, que miren para otro lado, nadie les obliga a mirar!

-¡Ah! Para ti lo de ser novias es algo bastante serio ¿no? – alcé la cabeza.

-Por supuesto. ¿Para ti no? – Santana introdujo la llave en el contacto y arrancó. Metió la marcha y piso el acelerador. Casi se me sale el corazón cuando de repente, el coche se lanzó hacía delante, haciendo que el mogollón de personas gritaran y se apartaran, algunas casi cayendo al suelo por la sorpresa y el intento de apartarse de la trayectoria del coche. Santana hizo una maniobra rápida con el volante, haciendo rugir el motor y salimos de los aparcamientos a setenta de golpe. - ¿¡Estás loca!? ¿¡Nos quieres matar!? ¡Casi los atropellas!

-Si, una pena que se hayan apartado.

-¡Santana! – salimos escopeteadas hacía la autovía a una velocidad que sobrepasaba con creces la permitida. Me agarré al asiento, sintiendo las piernas temblorosas y un cosquilleo subirme por el estómago. - ¡Frena, frena!

-¿En plena autovía? – aceleró. Cerré los ojos con fuerza.

-¿¡Dónde coño te han dado el puto carné de conducir, grandísima gilipollas!? – grité. Santana se reía por lo bajo. - ¿¡Que mierda tienes que hacer con tanta urgencia para poner en peligro mi vida!? – por un momento, apartó la mirada de la carretera y me miró con tranquilidad, viéndome histérica perdida. Noté como la velocidad iba reduciendo poco a poco, hasta pasar de 130 a 80.

-Voy a follarte…

La miré largamente, con los ojos como platos y el cuerpo temblando como gelatina hasta que mis pulmones volvieron a funcionar y pude respirar.

Santana estaba loca, de eso ya no me cabía la menor duda, una aspirante a psicópata. Y por lo visto, me lo estaba pegando, a mí, quien se supone que debería ayudarla como una aspirante a psicóloga… Guay.

Me abroché el cinturón de seguridad.

-Acelera. – Santana se rió.

¡Oh, sí! Me estaba volviendo loca. ¡Loca por la puta psicópata de mi hermana!
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Mensaje por Elita Vie Abr 04, 2014 2:15 am

Hey, hola! :)

Bueno, ahora se que San es una gran psicópata :/ pero confío en que no le hará daño a Britt ;)

"Britt, de las hostias que te has dado en tu vida, creo que esta ha sido la más memorable de todas"

"¿Y la vez que se cayó del columpio y se dio en la cabeza? ¡Era de hierro puro!"

"Si y supongo que ahí nació el problema"

Eso me ha matado de la risa, mira yo sólo me la imaginé dándose contra el suelo & luego a las chicas diciéndole eso me ha dado risa xD además de que Britt siempre anda rodando por el suelo.

Bueno, espero puedas actualizar pronto.
Saludos :)
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Mensaje por KateBrittana Dom Abr 06, 2014 11:51 am

Nunca imagine a San como una psicópata, pero me gusta encanta el rumbo que esta tomando la historia.

Veremos que pasa con ellas mas adelante!! :)
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Mensaje por Sophia27 Lun Abr 07, 2014 1:37 pm

No se cual de los dos esta mas loca, Santana o Britt por seguir con ella sabiendo que es una psicópata :S

Ya quiero saber como siguen con esta relación.. Espero tu próxima actualización!! Saludos :)
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Mensaje por JaelD Jue Abr 10, 2014 1:14 am

Pffff!!! He tenido que crearme una cuenta para poder escribirte este comentario xD
Igual solo para decirte que estoy completamente loca enamorada de esta historia, después de leer mucho de lo mismo (amor bonito, las chicas perfectas, exitosas, bla bla bla) leer algo como esto es simplemente perfecto ( al menos para mi) asi que gracias por hacer esto!!!!!!!
Me lo he leído en 1 dia, asi que mis ojeras y mi sonrisa durante el dia han sido tu culpa, Gracias!!!
Espero con ansia la actualización!!!!
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Mensaje por adi-santybritt Jue Abr 10, 2014 4:18 pm

Hola!!!
Wow eso de que San pueda ser una psicópata!! Es raro!!! Y a Britt enserio le ha afectado!!!
Ya quiero sabers que pasara!!!
Espero la actu!!!
Xoxo
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Mensaje por Dani(: Sáb Abr 19, 2014 10:46 pm

Amo mucho este fic !!
Xfavor vuelve ;)
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Mensaje por KateBrittana Jue Abr 24, 2014 4:10 pm

VUELVEEEEEEE!!!!  Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739 Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739 Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739
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Mensaje por CataNayaholic♥ Vie Mayo 02, 2014 6:11 pm

Capítulo 13

Una de las cosas que habían cambiado rotundamente desde que apareció Santana, fue el sexo. Antes, era una descarada, si, para que negarlo. No tenía ningún problema a la hora de decir follar y hablar de ello a fondo. No era alguien que estuviera todo el día sacando el tema, pero cuando el tema salía, salía y yo, lo moldeaba. La verdad es que siempre he sido una puta descarada, pocas cosas me provocaban vergüenza en el mundo… hasta que apareció Santana.

-Es la primera vez… hum… que haces esto, ¿verdad? – antes, nunca hubiera imaginado que un día me metería entre las piernas de una mujer, pero ahora, estaba acostada en la cama, entre las piernas de Santana con su vagina frente a mi y… sin saber que hacer.

-Claro que no lo he hecho nunca. – le repliqué. Sentía como rápidamente me estaba excitando al verla a ella desnuda y a mi disposición. ¿Qué podía perder por intentarlo? Deje de ser una maricona y, sin esperar más, cerré los ojos y lo hice.

-¡Oh! – Santana echó la cabeza hacía atrás, con la boca entreabierta, apoyando el brazo en la cama y apretando mi pelo entre sus manos. No era asqueroso ni vomitivo como había imaginado, era… uff, como algo suave… sentía que estaba haciendo algo bien, que no estaba mal, la tenía a mis pies sin que se diera cuenta, podía hacer cualquier cosa con ella ahora. Empecé a dar húmedos besos por su sexo mientras ella se retorcía de placer debajo de mí y soltaba gemidos ahogados. Acaricie su abdomen con mi otra mano, podía sentir como sus músculos se tensaban cada vez que mi lengua la tocaba. Gemí cuando vi su cara, fue casi involuntario. Lamia con fuerza y separaba sus pliegues saboreándola – Eso es… así… - Santana medio gruñía medio gemía y notaba como se me tensaban los músculos con cada ruido que hacía, como me temblaba el cuerpo. – Más, Brittany… más… - le acaricié con la otra mano su entrada. Santana se tensó y me apretó con fuerza el pelo, empujando mi cabeza hacía delante. Sentía toda la excitación de ese momento.

-Serás… argg… - Santana me tiró del pelo, haciendo que alzara la cabeza y le mirara. Me apartó varios mechones de pelo de la cara, acariciándome la barbilla. – Quiero ver como lo haces, Muñeca. – sentí las mejillas arder mientras la miraba y ella me observaba con esa sonrisa repleta de malicia pura, llena de perversos pensamientos.
Volví a lamer pero ahora mas arriba, besando su clítoris. La mire, y todo lo que hacia era morderse el labio con cada beso húmedo mío.

-Hum… - empecé a tocarme, desesperándome. Necesitaba que me tocara, ¡Necesitaba que me follara! Sentí una gran humedad extenderse por mi sexo. Santana se estremeció y gimió. Me tiró del pelo hacía atrás, sacándomela de la boca y se vino frente a mi en una sinfonía de gemidos.

-Ahora… si que eres mi perra. – se burló ella, riéndose entre dientes, observándome. Abrí los ojos y le dirigí una mirada escéptica.

-Eres una puta asquerosa.

-¿Qué? – apoyó ambos brazos en la cama, con las piernas abiertas frente a mí, mirándome sin pudor, ni siquiera un ligero rubor. – Al menos no me he corrido en tu boca ¿no? Aunque de todas formas no hay mucha diferencia. – Esa forma de hablar tan basta que tenía de hablar y actuar me ponía todavía más. Sentí un escalofrío recorrerme el cuerpo que me puso el vello de punta. Aún hacía frío a pesar de estar en casa con la calefacción a tope y más, estando desnuda. Apoyé las manos en la cama, a ambos lados de su cintura y me levanté, pegando el cuerpo al suyo, restregándome por completo desde mi clavícula hasta mi entrepierna. – Muñeca… - se dejó caer hacía atrás, tirando de mi ropa interior hacía abajo, intentando quitármela. – ¡Quítate eso! – me dio un tirón que me la dejó por las rodillas y me la quité de un manotazo, dejándole ver toda mi desnudez. Santana sonrió mientras apoyaba las manos en su fuerte pecho, sentándome a horcajadas sobre su estómago.

-Quiero que me folles ahora, Santana. – solté en su boca. – Quiero que me folles como sólo tú sabes hacer. – hacía tiempo no hubiera dicho algo así ni de coña, y menos a una chica. Me parecía humillante, pero Santana simplemente era… diferente. No me daba vergüenza o me sentía humillada por ella. No me sentía mal, ni golpeada en el orgullo ni nada, al menos, ya no. Me sentía… Mujer, aunque resulte paradójico. Su mujer.

Santana sólo sonrió. Alzó la mano abierta hasta mi cara y me acarició los labios con los dedos. Me los metí en la boca, tres de ellos, empezando a lamerlos lascivamente, uno a uno.

-Duele mucho una penetración ¿no? – le mordí un dedo con cuidado. Con su otra mano, volvió a apartarme el pelo de la cara, acariciándome levemente la mejilla y descendiendo por mi cuerpo.

-Hum… - ronroneé. Temblaba cuando notaba su mano fría acariciaba insistentemente un pezón con fuerza hasta erizarme la piel y ponerse duro entre sus dedos. Apartó la mano de mi boca, cubierta de saliva y la llevó hasta mi sexo. - ¡Ah, Santana! – me encorvé hacía delante, sintiendo la cara arder en cuanto me pegó el guantazo en el culo. Se río suavemente.

-Te encanta que te trate como una perra.

-Eres una maldita gilipollas – Me quedé mirando su boca embelesada, con su aliento rozando mi cara y le di un lametón a su labio, jugueteando con su comisura. Abrió la boca e intentó pillar la mía entre risas, pero me apartaba en el momento justo para que no me alcanzara, sonriente, empujándola sobre la cama, dándole pequeños manotazos sobre el pecho cada vez que se precipitaba a por mí. Me quedé quieta, inmóvil, cuando sentí la presión de uno de sus dedos sobre mi entrada, penetrándome con suavidad mientras me estrujaba con la otra mano la nalga izquierda.

-¿Te vas a correr encima de mí mano, pedazo de guarra…? - Su risa mezclada con sus suspiros me ponía la piel de gallina y me hacía sonreír como una idiota enamorada mientras su boca se amoldaba a la mía otra vez, mientras su lengua y la mía se mezclaban, se lamían lejos de la prisión de nuestros labios mientras me penetraba suavemente con dos dedos más. Dejaba que mis gemidos se ahogaran en su boca y me aparté, con la respiración entrecortada y los labios empapados de su saliva, echando la cabeza hacia atrás, extasiada simplemente por como me penetraba con los dedos. Estaba sudando muchisimo.

-¡Oh, sí, así! – berreé. Apoyé las manos sobre su pecho y decidí que era tiempo de jugar con ella de nuevo. Empezaba a ponerme burra y vi como Santana encogía la cara cuando le arañé con las uñas los músculos del abdomen. Baje y me lleve uno de sus pechos a mi boca, saboreándolo, mientras con la otra mano trazaba pequeños círculos sobre su pezón para que se pusiera duro. Baje un poco dejándole más besos. Los músculos de Santana empapados y su cara brillante, llena de gotitas de sudor. Me observaba mordiéndose el labio inferior con fuerza.

-Vamos… - jadeó, apretándome con más fuerza el trasero. Sonreí, relamiéndome los labios en su cara. Entrecerró los ojos, medio ido mientras me restregaba contra su cuerpo. – Te mueves como una jodida puta… ¡Ahh! – le pegué un manotazo en el pecho que se lo dejó completamente rojo. Le di tan fuerte que sentí un ligero picor en la mano.

-Cierra la boca, Santana. ¡Quien te monta ahora soy yo! – joder, me estaba portando como una guarra. Veía la cara de mi novia desesperándose cada vez que me restregaba contra ella, con más fuerza. - ¿Quieres… penetrarme? – dejé la punta de sus dedos dentro, sintiendo su lascivo calor. Santana cerró los ojos con fuerza, apretando los dientes. - ¡Santana! – le grité.

-¡Si, si, joder! ¡Ahora! – eché el cuerpo hacía atrás y dejé que sus dedos entrara en mí de golpe, dándole el gusto de sentir mi presión y yo, su fuerza.

-¡Aahh! – grité de gusto. Nunca me iba a cansar de sentirla dentro… Santana arqueó la espalda y gruñó como un auténtico perro, aferrando una de sus manos a mi cintura con firmeza. Me miró con sus penetrantes ojos oscuros, esperando que me moviera, pero me quedé quieta, con la respiración acelerada, mirándola por una vez, desde arriba.

-Muñeca… muévete…

-¿Y si… no quiero? – suspiré. Santana entrecerró los ojos levemente, sin perderse detalle de mis movimientos, de cómo me toqué el cuerpo empapado en sudor, recorriéndolo con mi mano, deteniéndola en mis labios. Lo lamí, metiendo un dedo en mi boca, sin apartar la mirada de ella.

Una sonrisa lasciva se formó en sus labios. Se enderezó de golpe sobre la cama, tirando de mí hacía delante con fuerza, haciendo que me moviera y presiono justo en el sitio indicado, haciéndome gritar por el brusco e inesperado movimiento, sentándose y quedando frente a mí, con todo el cuerpo sudoroso bien pegado al mío, con su mano fuertemente aferrada a mi cintura. Sus labios rozaron mi clavícula, ascendiendo hasta mí oído.

-Uff… joder, mierda Santana…

-Escucha Muñeca… - jadeó en mi oreja. Apoyé las manos en sus brazos tensos. Los músculos con los que me mantenía sujeta estaban duros. – Lo que estás montando ahora mismo… son mis dedos. ¿Los sientes? – tiró de mí hacía abajo. Casi se me iba la cabeza y la apoyé sobre su hombro, sintiendo mi cuerpo arder. – Voy a follarte con ellos, así que muévete. – alcé mi cuerpo apoyándome en sus brazos. Santana tiró de mí hacía arriba, agarrándome del culo otra vez con una mano.

Empecé a subir y ha descender, con su boca atrapando mi cuello, con sus dedos entrando y saliendo de mí, regocijándose, restregándose. Aplasté su cabello entre mis manos, pegando su cabeza a la mía, sintiendo su calor. Su cuerpo estaba tan pegado al mío que con cada sacudida, me restregaba por completo en ella. Su lengua se apoderó de la mía fuera de la boca en un juego sucio y.

-¡Ahh! ¡Santana, joder, más fuerte, más fuerte, más fuerte – le grité en la cara, en su boca. Empezó a reír con la respiración entrecortada.

-¡Tú eres quien me monta! ¿¡No!? ¡Suplícame!

-¡Eres una…! – me mordió los labios con fiereza antes de que pudiera terminar de hablar, besándome luego y dejándose caer sobre la cama de nuevo, arrastrándome con ella. Nuestros cuerpos chocaron y me envolvió los labios con los suyos, agarrándome de la nuca. Me enderecé sobre ella sin aguantar más, echando todo mi cuerpo hacía atrás, apoyando todo el peso sobre mis manos, apretando las sábanas entre mis dedos, abriendo más mis piernas frente a su cara. Empecé a montarla, a cabalgarla sin pudor como una bestia, como una maldita puta y… me encantaba. Disfrutaba sintiendo como me penetraba,, si, para que engañarme, me encantaba. Adoraba ser suya. Adoraba que Santana me tocara.

-Me… me voy a correr… - Santana me agarro uno de mis pechos y comenzó a masajearlo. Sabía que era mi punto, dónde me deshacía de puro placer. Sacudí la cabeza, berreando entre gritos y… - ¡Oh, sí, Santana! – me dio un azote en el trasero. Encorvé la espalda hacía atrás de manera imposible, cerrando los ojos con fuerza y gimiendo, rasgándome la garganta en ello y, simplemente, me corrí. Me corrí sobre su mano.

Me quedé ida. Me quedé ahogándome en mi propio placer sobre ella, gritando hasta quedarme sin aire, con la vista completamente nublada. Me iba… me iba a… sus manos tiraron de mí hacía delante, evitando que cayera fuera de la cama. Otro golpe tonto, lo que me hubiera faltado, pero no me dejó caer para estrellarme contra el suelo. Para cuando tuve la suficiente fuerza de flaqueza para abrir los ojos, mi cabeza estaba apoyada en su hombro y mi cuerpo tumbado sobre el suyo. Suspiré.

Santana se río. Sus brazos estaban liados alrededor de mis hombros, pegándome a ella, sin dejarme moverme. Claro, que tampoco tenía mucha intención de moverme.

Volvio darme otro guantazo en el culo. Me mordí el labio inferior para no soltar otro grito. Santana disfrutaba viendo mi cara de viciosa reprimida, le gustaban mis gritos, lo sabía, lo notaba. Dejé que se apartara de debajo de mí, quedando yo tumbada boca abajo en la cama, de lo más cómoda, echando la cabeza hacía un lado mientras Santana me apartaba el pelo de la frente y empezaba a tocarme por todos lados suavemente.

-Voy a hacértelo otra vez – me llevé la mano al pelo, acariciándomelo, dirigiéndole una mirada de diversión.

-Cuidado, a ver si te muerdo. – apresó mis manos contra la almohada, impidiéndome el movimiento de nuevo, dominante.

-Puedes intentarlo. – y empezó a besar mi espalda, poniéndome el vello de punta, mordiéndome el cuello, jugueteando. Intenté soltarme de su agarré entre suspiros, desistiendo enseguida, sin fuerzas. Que me lo hiciera como quisiera, si, me iba a volver loca de cualquier forma. Me dejaría hacer, a gusto, disfrutando de su fuerza, de su forma de imponerse sobre mi cuerpo, de la manera tan burra que tenía de hacerme completamente suya. Si…

Abrí las piernas un poco, ofreciéndole todo mi cuerpo en bandeja, para que hiciera con él lo que quisiera, entrecerrando los ojos cuando esa cosa llamó mi atención, en el suelo. Fruncí el ceño al ver algo sobresalir de debajo de la cama. Algo que me sonaba por su forma pero que no reconocía como objeto que formara parte de la casa.

-¿Qué es eso? – Santana movió la cabeza hacía la dirección en la que miraba, deteniéndose por completo.

-¿El qué?

-Eso. – Suspiró, de repente, con muestra de resignación y me soltó, dejándome moverme libremente bajo su cuerpo. Me incliné sobre la cama, hacía abajo, agarrando ese objeto de madera que había bajo la cama. Tiré de él hacía arriba y un sonido metálico y chirriante impactó en mis oídos. Lo solté de golpe, sobresaltada y Santana pegó un bote, extendiendo el brazo hasta él. – Cuidado. Está vieja y rota, pero no tengo otra, ¿Sabes? – y lo agarró, sacándolo con cuidado de debajo de la cama, sentándose a mi lado con el objeto en sus brazos. ¿Objeto? ¡Que mierda!

-¿Una guitarra? – me situé de rodillas frente a ella, observándola. Estaba rota, tenía una grieta enorme en la madera y parecía tener un par de años ya. La acaricié por encima, con cuidado, tocando las cuerdas con suavidad.

-Está hecha polvo, desafina demasiado. No sé porque me la he traído. La última vez que intenté tocarla se rompió una cuerda y me dio un latigazo. Igual es hora de hacerla pasar a mejor vida y tirarla. – no parecía gustarle esa idea por el tono en el que hablaba y por como fruncía el ceño.

-¿Tocas la guitarra acústica?

-Bueno, prefiero la eléctrica, pero no tengo una así que… - se encogió de hombros.

-¿De dónde la has sacado? Parece muy vieja.

-Me la regaló mi mamá para un cumpleaños hace ya unos nueve años. El único jodido regalo que me han hecho en la vida. Es una pena, me gustaba mucho. – esa afirmación me hizo tragar saliva. Sólo un regalo en la vida, sólo uno y estaba roto. Sentí algo profundo y molesto en el pecho, sentía… pena, compasión, pero por supuesto, no dije nada. Estaba segura de que a Santana no le haría gracia saber que sentía pena por ella, de hecho, probablemente no sabría porque me sentía así. Ella veía su vida normal y la mía un lujo innecesario. Igual me veía hasta como una niñata mimada.

Me acerqué a ella, tirando de la sábana de la cama hasta dejarla suela y me cubrí el cuerpo desnudo y sudoroso con ella. Me situé tras ella y me colgué de su cuello, pasando la sábana por sus hombros, compartiéndola entre nuestros cuerpos.

-Entonces, sabes tocarla. – le susurré al oído. Santana alzó la cabeza y soltó una carcajada llena de prepotencia.

-Muñeca, estás hablando con una profesional. A mí lado, Elvis tocaba como un fumado. – se burló y yo alcé una ceja. ¿Quién lo diría? Así que Santana también tenía hobbies y no uno que tuviera que ver con destripar seres vivos. Hacía algo tan humano como tocar la guitarra, algo tan liviano como eso.

-Toca algo. – pasé la mano por su pecho desnudo, dejando la cabeza apoyada en su hombro tranquilamente. Cerré los ojos. Santana giró la cabeza hacía mí unos segundos antes de inclinarse sobre la guitarra y situar los dedos suavemente sobre las cuerdas.

Se me puso la piel de gallina.

Era un sonido melancólico, un compás triste y agudo que me hizo pensar en alguien gritando, pidiendo ayuda, pero dentro de ese grito había algo… algo bonito. Algo que me hacía sentir tranquila, en paz conmigo misma. Me abracé con más fuerza a ella, escuchando. Pegué mi mejilla a su oído, apretándome contra su cuerpo. Santana parecía haberse olvidado de que había alguien a su lado, deslizando los dedos por las cuerdas, con los ojos cerrados y la boca entreabierta, concentrada, tranquila. Si, nunca la había visto tan tranquila.

Estaba claro que le encantaba tocar la guitarra, aislarse del mundo acariciando suavemente las cuerdas. Yo también me sentí aislada, en una burbuja en la que sólo estábamos dos, ella y yo y, de repente, explotó.

-¡Ah! – pegué un bote, sobresaltada al oírle gritar. La guitarra cayó al suelo bruscamente y Santana sacudió la mano con la que tocaba con expresión de dolor. - ¡Me ha dado otro latigazo la muy…! ¡Cómo duele! ¡De esta va directa a la basura! ¡Joder, mierda, mierda, mierda! – no pude evitar ponerme a reír a carcajadas oyéndole maldecir a la guitarra por su mala suerte. – ¡No te rías, no tiene gracia!

-¡No me río por eso! ¡Es que canto de puta madre y podríamos hacer una banda! – Santana asintió con la cabeza, dándome la razón como a los locos. – Es verdad. – le gruñí.

-Lo sé. Por tus gritos y gemidos tiene que ser verdad. – puse los ojos en blanco unos momentos antes de enganchar los dientes en su oreja, mordisqueándola. Santana encogió el cuello, sacudiéndose. Noté como un escalofrío le subía por la espalda. - ¡Muñeca!

-¡Ha estado increíble! ¡Sí, reconócelo, genial joder! – se empezó a carcajear, tirándose sobre la cama conmigo debajo, empezando a revolvernos entre las sábanas, riendo, hasta que acabé encima de ella, otra vez y nuestros labios a escasos dos centímetros.

-Si, lo reconozco. Será un bonito recuerdo.

-¿Recuerdo? – susurré. Notaba una sonrisa bobalicona plasmada en la cara, igual de estúpida que la suya.

-Ah, si, ¿No te lo ha dicho tu madre? – negué con la cabeza.

-No ¿El qué? – tampoco es que en esos momentos me importaran mucho las palabras de mi madre. Me esperaba cualquier chorrada, cualquier tontería, cualquier gilipollez…

-Mañana vuelvo a Los Ángeles.

Cualquier cosa menos eso.

La sonrisa se esfumó de mi cara tan pronto como había aparecido. Me quedé muda, paralizada durante unos segundos mientras un extraño parásito se revolvía entre mis tripas con fiereza, gritándome, exigiéndome atención, instalándose en mi cuerpo como si fuera suyo, golpeándome desde dentro con bestiales latigazos.

Me aparté de Santana, levantándome de la cama y retrocediendo como si me hubiera dado un puñetazo.

-¿Te vas? – murmuré. Santana se sentó en la cama, mirándome con una ceja alzada.

-¿Y esa cara de pocker?

-¿¡Te vas!? – el grito me salió desde lo más hondo. Me sentía furiosa, revotada y no pensaba ponerme a intentar averiguar porque. Lo estaba. - ¡Ah, vale! ¡Así que esto ha sido el polvo de despedida! ¡Genial! – agarré mi ropa interior y me la puse con rapidez. Santana se me quedó mirando mientras recogía mi ropa y le pegaba patadas a la suya. Cogí sus cosas y se los tiré a la cara, enrabietada. - ¡Pues vete, lárgate! – le grité, abriendo la puerta de su habitación dispuesta a irme y pegar un portazo que tirara la casa abajo.

-¿A que viene esa rabieta? – la tranquilidad con la que me pidió explicaciones y se ponía la ropa me irritó aún más.

-¡Me lo dices ahora, me dices que te vas precisamente ahora!

-¿Y cuando se suponía que tenía que decírtelo? ¿Preferías que me fuera sin decir adiós?

-¡Prefería que me lo dijeras antes de echarme un polvo! ¡Antes, Santana, antes! – nos quedamos mirando fijamente, en silencio, con seriedad, hasta que la muy imbécil se puso a reír de nuevo, como si tuviera toda la gracia del mundo. - ¡Ah, que te jodan! – y le tiré toda mi ropa a la cara, saliendo de su habitación con una mala hostia increíble.

Bajé las escaleras descalza, casi desnuda y murmurando maldiciones entre dientes. Sus pasos retumbaron detrás de mí y volteé, al principio de las escaleras, alzando una mano en señal de advertencia.

-¡No me sigas! – Santana se detuvo, mirándome con cara de ¿Hablas en serio?

-¿Qué mosca te ha picado, Muñeca?

-¡Vuelve a llamarme Muñeca y te reviento la boca! – ella ladeó la cabeza, sonriendo con burla. - ¡Te vas! ¡Eso me pasa! ¡Te vas cuando dentro de dos días es Navidad!

-¿Qué tiene que ver la Navidad en esto?

-¡Lo estaba planeando todo para la Navidad, joder! – Santana frunció el ceño, con expresión de extrañeza.

-¿Prepararlo todo? ¿Te refieres a una cena romántica a la luz de la luna o alguna cursilada de esas?

-¡Si! – me quedé bloqueada. - ¡No, eso no!

-¡Oh, Muñeca! ¡Me has emocionado, voy a llorar! – gritó con una sonrisita irónica y tono falsamente dramático. Me dieron ganas de pegarle una hostia.

-¡Eres una solemne gilipollas y te odio!

-¡Pues yo a ti te quiero, estoy enamoradísima de ti!

-¡Deja de burlarte! – me estaba crispando los nervios con tanta estúpida burla.

-¡Te quiero Brittany, te adoro Muñeca!

-¡Sólo quería pasar la Navidad contigo! – por un momento, se quedó callada.

-Muñeca, sabes que esas gilipolleces no van conmigo. – soltó, negando con la cabeza. Parecía que la escena le divertía mucho y a mí… ¡A mí me estaba jodiendo como nunca!

-¡No quiero que te vayas!

La diversión desapareció de sus ojos. La sorpresa pareció dejarle mudo, comerle la risa de golpe. Nos miramos de nuevo, yo desde el primer piso y ella desde la mitad de la escalera, en silencio.

-No quiero que te vayas. – repetí, más despacio. Me había quedado sin aire con el último grito. Cogí aire, observándola en silencio hasta que agaché la cabeza, recordando que Santana era inmune a cualquier muestra de cariño. Era indiferente ante todo y eso no era tan fácil de cambiar por medio de polvos bestiales.

Suspiré y le di la espalda, acariciándome el pelo con las manos. Intentar cambiarle sería mucho más difícil de lo que pensaba, intentarle ofrecerle algo de cariño sin que acabara conmigo antes.

-Tenía pensado volver para después de Navidad. – oí un tremendo golpe en el suelo a mi espalda cuando Santana saltó de las escaleras, alcanzándome en un segundo, situándose a mi espalda. - No me interesa pasar mucho tiempo allí. Me aburre. – sus manos me aferraron de la cintura y me empujaron contra su cuerpo, pegando firmemente su pelvis contra mi trasero. – Pero… si quieres que vuelva para Navidad… son seis horas de viaje. – apoyó la barbilla en mi hombro. Alcé la mano y le acaricié el cabello sobre su mejilla, olvidándome de toda muestra de enfado con su tacto.

-¿Qué tienes que hacer en L.A?

-Hum… Es un secreto. ¿Quieres que vuelva para Navidad si o no? – le di un tirón de cabello, pegando su cara más a la mía.

-Más te vale estar aquí para Navidad.

-¿Me estás amenazando? – se río suavemente, agarrándome las manos, separándolas de si mismo. Me empujó hacía delante sin separarse de mí hasta que mi cuerpo quedó pegado a la pared y el suyo a mi espalda. Apretó mis manos contra la pared, a ambos lados de mi cabeza mientras empezaba a mordisquearme el cuello. Otra vez, otra vez, ¡Si, por favor!

-¿Vas a follarme… - cogí aire, con el corazón a cien. - … otra vez? – me soltó las manos, descendiendo las suyas por mi cuerpo hasta mi ropa interior, bajándomela lentamente.

-Si… - su lengua sobre mis hombros… - Si… - y se arrancó literalmente su ropa y tiró de mi brazo, dándome la vuelta, quedando cara a cara, estampándome de espaldas contra la pared. Su pelvis chocó contra la mía mientras me devoraba la boca, mientras yo pasaba las manos por su espalda y presionaba sobre su nuca. Apartó sus labios de los míos, empezando a devorarme el cuello y los hombros, descendiendo, bajando, dejando rastros de su saliva sobre mi cuerpo…

-Santana… Santana… - noté como me sujetaba una pierna, apretándome el muslo, alzándomela, separándolas y se restregó, toda, por completo contra mí. - ¡Ooohh! – se me iba la cabeza, agarrándome a sus hombros, clavándole hasta las uñas. – Santana… - cerré los ojos, echando la cabeza a un lado.

-¿Eres mía, Muñeca? – me preguntó, lamiéndome la oreja

-Si… tuya… toda… ¡Toda tuya, Santana! ¡Tuya, sólo tuya! – otra vez me comía, incansable, insaciable, haciendo sonidos húmedos cada vez que separábamos nuestros labios y volvíamos a unirlos, comiéndonos, tocándonos por todas partes, desesperadas, como perros hambrientos …

-Menos mal que esto no lo hacéis contra las taquillas de la universidad. – abrí los ojos como platos. El corazón me dio un vuelco y separé nuestras bocas enseguida, girando la cabeza hacía la puerta de casa, por donde entrábamos y por dónde salíamos todos los días y dónde una de mis mejores amigas me observaba, pálida, con la barbilla temblando y los ojos desorbitados, magreándome, restregándome, dejando que mi hermana me manoseara y me lamiera, me devorara la boca, me agarrara y me poseyera como se posee a cualquier puta.

-Rach… - murmuré, sin aliento. Perdí todo, la excitación, el color en mis mejillas, el movimiento, la capacidad de razonar, mirándola. Ella meneó la cabeza de un lado a otro, sin sentido, sin saber que hacer ni que decir, cualquier cosa en vez de mirarme a mí. Dejó caer mis llaves al suelo, las llaves que había perdido el día en el que Santana me empotró contra las taquillas y me mostró como suya delante de cientos de personas. Se llevó una mano a la frente, sudando a pesar del frío – Rach no… esto… - apoyé una mano en el pecho de Santana, empujándola débilmente, con el cuerpo repentinamente helado. Me dejó el espacio suficiente como para dejarme ponerme de nuevo mi ropa interior, rápidamente, totalmente avergonzada y antes de que pudiera colocármela, Rachel salió por la puerta a paso acelerado. - ¡Rach…! – grité. La desesperación me inundó los sentidos al ver que no daba marcha atrás, que no se giraba para dedicarme al menos una mirada de reproche o de asco.

Me abalancé hacía la puerta, tropezando torpemente y cayendo de rodillas, levantándome otra vez enseguida cuando Santana me detuvo, apretándome contra ella, abrazándome por la espalda.

-No seas loca, Muñeca. No puedes salir a la calle desnuda, espera.

-¡Suéltame, suéltame Santana! ¡Tengo que ir, joder! ¡Rachel no, no, es mi mejor amiga, no puede ser! ¡Santana, por favor, déjame!

-¡Sshh! – me siseó, repentinamente seria, paralizándome entre sus brazos. Me pasó las manos por las mejillas, presionando debajo de mis ojos sin decir nada. – No llores… - murmuró - No es divertido verte llorar.

Notaba mis ojos humedecerse y nublárseme la vista, con un nudo en la garganta que me provocaba dolor y una angustia palpable.

-Me va a odiar… - sollocé. – Rachel me va ha odiar. Le doy asco… le doy asco… – mis brazos se cerraron alrededor de su cuerpo de piedra, sin explicación, utilizándola de apoyo para mi desesperación, a ella, a la persona que cualquiera temería, al demonio personificado, a un monstruo sin conciencia, sin remordimientos, de piedra, fría como el hielo, maligna como el diablo, indiferente como un trozo de piedra inerte ante el mundo. Abracé a Santana, sin miedo. Como la única persona en el mundo que no le teme ni intenta huir de ella, que quiere tenerla cerca sin importarle las consecuencias.

¿Por qué? Mierda…




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CHICAS VOLVIIII gracias por esperar tanto u.u es que con el colegio ahora estoy demasiado ocupada :s ahora les voy a contestar sus comentarios, gracias por apoyar esta novela, son lo mas, graciaaaas
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Mensaje por CataNayaholic♥ Vie Mayo 02, 2014 6:27 pm

KateBrittana escribió:Nunca imagine a San como una psicópata, pero me gusta encanta el rumbo que esta tomando la historia.

Veremos que pasa con ellas mas adelante!! :)

Creeme que despues la historia se va para otros lados mas raros y... "lindos" todo es sorpresa, no puedo decir nadaaaa u.u y San no es psicopata.. okno... saludos!

Sophia27 escribió:No se cual de los dos esta mas loca, Santana o Britt por seguir con ella sabiendo que es una psicópata :S

Ya quiero saber como siguen con esta relación.. Espero tu próxima actualización!! Saludos :)

que San no es psicopata u.u, bueno al menos con britt no, es mas algo asi como posesiva porque siente celos de las demas personas, no quiere que se la quiten, es su muñeca obvio jaja. Saludosss

JaelD escribió:Pffff!!! He tenido que crearme una cuenta para poder escribirte este comentario xD
Igual solo para decirte que estoy completamente loca enamorada de esta historia, después de leer mucho de lo mismo (amor bonito, las chicas perfectas, exitosas, bla bla bla) leer algo como esto es simplemente perfecto ( al menos para mi) asi que gracias por hacer esto!!!!!!!
Me lo he leído en 1 dia, asi que mis ojeras y mi sonrisa durante el dia han sido tu culpa, Gracias!!!
Espero con ansia la actualización!!!!

ay tenes ojeras por mi culpa :c eso es bueno o malo? ah jajajja es que me parecio diferente, al menos a mi no me gusta que siempre sea lo mismo. Voy a seguir actualizando, no te preocupes, saludosss

adi-santybritt escribió:Hola!!!
Wow eso de que San pueda ser una psicópata!!  Es raro!!! Y a Britt enserio le ha afectado!!!
Ya quiero sabers que pasara!!!
Espero la actu!!!
Xoxo

ya todas la ponen como psicopata u.u San solo es especial a su manera ah bueno es psicopata pero menos con brittany... gracias por seguir la historia saludooosss

Dani(: escribió:Amo mucho este fic !!
Xfavor vuelve ;)

aim jir, i kom bak ah no sabia hablar ingles

KateBrittana escribió:VUELVEEEEEEE!!!!  Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739 Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739 Fic Brittana - Muñeca (Adaptada) - Capitulo 21 (Primera Parte) - Página 3 2824147739

Vuelveeee que sin ti la vida se me vaaaa uh uh uh habia que cantar kjajajajjajajaj

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Mensaje por CataNayaholic♥ Vie Mayo 02, 2014 6:36 pm

Elita escribió:Hey, hola! :)

Bueno, ahora se que San es una gran psicópata :/ pero confío en que no le hará daño a Britt ;)

"Britt, de las hostias que te has dado en tu vida, creo que esta ha sido la más memorable de todas"

"¿Y la vez que se cayó del columpio y se dio en la cabeza? ¡Era de hierro puro!"

"Si y supongo que ahí nació el problema"

Eso me ha matado de la risa, mira yo sólo me la imaginé dándose contra el suelo & luego a las chicas diciéndole eso me ha dado risa xD además de que Britt siempre anda rodando por el suelo.

Bueno, espero puedas actualizar pronto.
Saludos :)

jajajjajajajja perdon se me paso tu comentario :c aparte que vos sos una de las mas fieles lectoras que tengo jajaja te re banco, britt a veces es torpe u.u pero todas la amamos asi, viva britt!!! ok me calmo jaja saludos
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Mensaje por Sophia27 Vie Mayo 02, 2014 9:14 pm

¿Que puedo decir de este capitulo? TE PASASTE!!!!!!!!!

Primero que nada esa escena Brittana UFFFF sin palabras.

( ¿Quién lo diría? Así que Santana también tenía hobbies y no uno que tuviera que ver con destripar seres vivos. ) Esta parte me mato! jajajajajaja

¿Porque Santana tiene que ir a LA? ¿lo sabremos en el proximo capitulo? ¿En realidad volverá para navidad? Si, se que son muchas preguntas, perdona, es que me meto mucho en la historia jajajaja

(No llores… - murmuró - No es divertido verte llorar.) Cuando Santana le dijo eso a Britt mi corazon se derritio!!! Diooooos. Puedo ver que san no es tan mala.

Y Rachel OH DIOS!!! espero que britt y ella hablen y no esten enojadas mucho tiempo :(

Espero que actualices pronto, ya me voy porque si no nunca termino. jajajaja Saludos
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