FIC: KLAINE. "My summer love" Capitulo N° 10: Something New.

—¡Oh, Dios mío! ¡Santana! —Vociferó Kurt mientras se aproximaba a su mejor amiga con las palmas abiertas. La morena al escucharlo despegó la cara del rostro de su acompañante y sonrió torcidamente.

—¡Oh, Kurt! ¡Estaba tan preocupada por ti! —Chilló con angustia, aferrándose a su amigo en un descuidado abrazo—. ¿¡Dónde diablos estabas, Hummel!? —Expresó esta vez con enojo, agarrándolo por el cuello de la camiseta y acercándolo peligrosamente a su rostro.

—Y completando una velada perfecta… ¡Santana esta ebria! Para variar —Exclamó adquiriendo el tono de voz de un presentador de televisión, dando pequeñas palmaditas sobre la cabeza de su amiga—. Estaba con Blaine… el chico de la barra… Donde tu deberías haber estado —Aclaró al notar que Santana lo miraba como si quisiera descifrar la teoría del universo.

—Oh, qué curioso. Ella se llama Elaine —Indicó felizmente, señalando a la rubia con el pulgar.

—Mi nombre es Leslie.

—¡Qué bonito nombre! —Dijo, acariciando el hombro de la chica con cariño. La voluminosa rubia hizo un gesto como de indignación y siguió su camino—. ¡Llámame! —Santana gritó por encima de la música—. No lo hará —Masculló entre estruendosas carcajadas.

—Tenlo por sentado. Yo en cambio quedé en encontrarme con un sexy barman en una hora.

—¿El asiático?

—¿Qué? No. El de rizos oscuros —Señaló, dirigiéndole un disimulado asentimiento con la vista.

Santana giró la cabeza como la mismísima Emily Rose hasta localizarlo. — Si le quitamos el aspecto de lesbiana israelí, —Balbuceó bebida—, es muy sexy.

—Yo creo que…

—¿Tendrás sexo con él? —Santana preguntó como si fuera el eslogan de su amistad.

—¿Qué? ¡No! Claro que no… ¿No quiero eso, cierto? Porque quiero decir, yo no creo que… ¡No, no tendré sexo con él, Santana! —Trató de explicarse, enredándose con sus propias palabras.

—Como digas, Lady Hummel. Pero algún día te arrancaran el cartel luminoso que dice “virgen” de la frente y yo no estaré ahí para verlo.

—¿Y por qué lo estarías? —Expresó con horror, imaginando a su amiga sentada en primera fila observando dicho acto.

—¡Yo que sé!… ¿Apoyo moral?

—Como tú digas, Satán —Resignado, aceptó la ligera ebriedad de su amiga—. ¿Qué quieres hacer ahora?

—Un trago, Kurt. Quiero beber un trago —Murmuró, tambaleándose hacia la barra con rapidez. El castaño rodo lo ojos, sintiéndose como el conductor designado de la velada… O más bien, como el niñero de una guardería.

Unos cuarenta y cinco minutos después el teléfono de Kurt comenzó a vibrar en su bolsillo. Número desconocido. Aspiró una gran bocanada de aire sabiendo que no podría ser otra persona.

—Hey, soy Blaine. Mi turno ya termino. ¿Aun quieres salir, cierto? —Preguntó la voz al otro lado de la línea.

—S-sí, seguro… Pero tenemos un problema —Murmuró dándole una mirada a Santana, que se encontraba en pleno proceso de un “fondo blanco” mientras el público la animaba.

—¿Cuál?

—Santana. Es mi amiga y está verdaderamente ebria. Intentaré sacarla de aquí y meterla en un taxi.

—Oh, sí, claro. Está bien. ¿Nos encontramos en la entrada entonces?

—Por supuesto.

Kurt finalizó la llamada y se codeó entre la multitud hasta llegar a su mejor amiga, agarrando su brazo y tironeándola hasta apartarla del grupo de personas.

—Santana, te amo, pero tu aliento en serio me causa nauseas... y no de las buenas. Vámonos de aquí.

—¿Bromeas, Lady Hummel? ¡Amo estar aquí! Con los chicos… Elaine… Toda la gente aquí es increíble. —Contradijo con júbilo, desenredando su brazo de las garras de su mejor amigo.

—Si necesitas conseguir éxtasis a las tres de la mañana, sí, esta gente es increíble. Vámonos, Santana —Ordenó, afianzando su agarre en el brazo y en el hombro de la morena, sacándola del lugar como si se tratara de una convicta.

Blaine estaba de pie ahí, apoyado contra el muro casualmente, viéndose tan guapo que hizo que el corazón de Kurt se acelerara. El castaño señalo a su amiga con el dedo pulgar como si el asunto de “la amiga verdaderamente ebria” necesitase ser aclarado.

—Blaine, Santana. Santana, Blaine —Presentó, arrepintiéndose al instante, sabiendo que el filtro de la boca de su amiga no era el mejor en estas condiciones.

—Oh-la-la. Tenías razón, Lady Hummel, el Frodo se ve bastante apetecible. ¡Bien hecho! —Aduló Santana, examinando al mencionado por todos los ángulos posibles.

—¿Disculpa?... ¡Espacio personal! —Exclamó Blaine, sintiéndose incomodo ante la proximidad de la latina.

—Disculpa a mi amiga —Dijo Kurt, agarrando ligeramente el cabello de Santana, haciéndola retroceder un par de pasos hacia atrás mientras esta comenzaba a murmurar blasfemias sin sentido alguno.

—Está bien… creo —Blaine susurró, confundido, conservando la sonrisa amable en su rostro de todas maneras—. Por allí hay una parada de taxis —Agregó, dirigiéndose al castaño, intentando contener la emoción de pasar un rato a solas con él.

—Genial —Soltó dando un aplauso—. Camina, Satán —La latina se había quedado embelesada observando sus manos y ni siquiera reaccionó cuando fue arrastrada hacia el primer taxi estacionado en la fila.

—¡Espera!... “Brillitos” necesito decirte algo —Balbuceó caminando hacia Blaine con dificultad—. Escucha… Kurt es mi mejor amigo… Kurt… ¡Kurt es mi mejor amigo! —Vociferó como si acabara de ser consciente de aquello—. ¡¿Planeas remplazarme por esa cosa, Kurt?! —Espetó con indignación, señalando a la persona que habría considerado “sexy” un par de minutos atrás—. ¿Cómo pudiste? —Sollozó con una mano en el pecho.

—Bien… esto ya es demasiado. Santana sube al taxi y dile a Maribel que me llame para asegurarme de que estas bien.

—¿Cómo pudiste? —Seguía murmurando Santana, mirando a su amigo con odio mientras este le brindaba la dirección al chofer. Kurt la ignoró, haciendo un gesto de saludo cuando el vehículo comenzó a avanzar—. ¡Ten cuidado Fonzie! ¡Su hermano sufre de eyaculación precoz! ¡Es de familia! —Gritó Santana, sacando toda la cabeza por la ventanilla del automóvil cual perro labradoodle.

—¡Es mi hermanastro! —Gritó de vuelta, totalmente avergonzado—. Es mi hermanastro —Murmuró dirigiéndose a Blaine esta vez.

—Bueno —Suspiró—. Eso fue raro.

—¿Crees que mi mejor amiga es rara? —Preguntó alzando las cejas, mostrándose incrédulo.

—¿Qué…? No… yo… no… no quise decir eso. —Tartamudeó, gesticulando con las manos como queriendo descartar lo anteriormente dicho.

—Estaba bromeando —Dijo Kurt, golpeándole el hombro en un torpe gesto fraternal—. Entonces… ¿a dónde vamos?

—Podemos ir a mi apartamento —Sugirió, intentando sonar desinteresado—. Claro, si tú quieres.

—¿Si? —Afirmó Kurt, sonando dubitativo—. ¿Dónde vives?

—En Westerville. Son unos treinta minutos en auto. —Aclaró, comenzado a caminar a la par de Kurt.

—Seguro. —Kurt susurró, intentado localizar su coche con la vista—. Allá esta mi auto —Advirtió, señalándolo.

—Wow. Tu auto es genial —Blaine acarició el capot del Navigator como si se tratase de alguna clase de perro extremadamente adorable o algo así.

—Gracias —Dijo divertido—. ¿Tú no tienes auto?

—Algo así. En realidad es como un auto compartido —Contestó, subiéndose en el lado de copiloto.

—¿Compartido? —Kurt indagó, ajustando el cinturón de seguridad y poniendo el auto en marcha atrás para salir del estacionamiento.

—Sip. Mío y de mis compañeros de piso.

—¿Compañeros? —Volvió a preguntar, sintiendo que su curiosidad podría resultar estúpida a esta altura.

—Wess, Jeff y Nick; ellos hacen el turno nocturno en el bar —Contestó naturalmente, toqueteando todo lo habido y por haber en el panel de control del auto.

—Oh. ¿Y son todos gay?

—No, bueno, solo Nick, Jeff y yo. —Blaine aclaró, soltando una risita.

—¡Vaya! Es como “Queer As Folk” versión Ohio.

—¿Y tú serias Nathan? —Levantó sus espesas cejas sugerentemente.

—No —Contestó alargando la “o” —. Bueno… Dependiendo de quién sea Stuart —Agregó, riendo nerviosamente.

—Claro.

Luego de veinte minutos hablando trivialidades y “gozando” de incómodos silencios Kurt notó que su confianza había quedado en la oscuridad, detrás de esa barra en "Scandals". De cualquier manera, mientras entraban a la avenida donde se encontraba la casa de Blaine, ya no había lugar para arrepentimientos.

—Es allí. —Indicó, señalando un imponente edificio de aparentemente nueve pisos de altura. Kurt se detuvo mirando la construcción, estupefacto, hasta que una mano entrelazándose con la suya lo atrajo nuevamente a la realidad. Blaine lo guió en todo el trayecto hasta llegar a una puerta marcada con el número 26.

El castaño abrió los ojos de par en par cuando la puerta se abrió —Tu apartamento es muy… desordenado. —Murmuró, reprimiendo unas muecas de asco al ver la ropa desplegada por todo el suelo, los platos sucios acoplándose en la cocina y las paredes manchadas con… Prefirió no tener demasiada información acerca de eso.

—Ups, si, lo siento. Culpa a los peores compañeros de piso que puedan existir. —Murmuró apenado, corriendo con el pie las pilas de ropa del suelo para poder transitar mejor—. ¿Vamos a mi habitación? —Sugirió rascándose la nuca, sintiéndose extrañamente nervioso.

—Seguro —Estuvo de acuerdo Kurt, siguiéndolo a pasos lentos—. Esto está mucho mejor —Exclamó en medio de un suspiro al ver una habitación tan pulcramente ordenada.

—Te lo dije.

—¿Te gusta “Moulin Rouge”? —Preguntó al ver el cartel de dicha película colgado en una de las paredes, junto al poster de George Clooney en “ER emergencias”.

—¡Por Dios, si! ¿A ti también? —Sonrió encantadoramente hacia Kurt.

—¡Claro! —Exclamó como si fuera la cosa más obvia del mundo.

—Bueno, creo que tenemos algo en común entonces... Siéntate —Pidió, señalando un extremo de la cama—.  ¿Quieres comer algo?  ¡Claro que quieres! Pediré una pizza. Espera aquí por favor —Dijo rápidamente antes de deslizarse por la puerta.

—Okay —Musitó mientras se sentaba en la cama de una forma exageradamente lenta.

—¿Pepperoni y anchoas, cierto? —Kurt asintió y Blaine se introdujo nuevamente en la habitación—. Viene en camino. ¿Qué quieres hacer ahora?

—No lo sé… yo… no… no acostumbro a ir a casas de personas que acabo de conocer.

—Yo no acostumbro a invitar a personas que acabo de conocer, créeme, no es como si lo hiciera cada semana ¡No! Claro que no, ya sabes, trabajo en un bar pero no conozco mucha gente… Bueno, en realidad sí, pero yo…

—Conozcámonos —Lo interrumpió, salvándolo de un posible vómito verbal.

—¿Cómo?

—No  lo sé, pregúntame algo. —Inquirió gesticulando con las manos.

—Está bien. Lo único que se sobre ti es que te llamas Kurt, que te gusta “Moulin Rouge”, que irrumpes en los trabajos de las personas a menudo y que tu mejor amiga no es para nada rara… Entonces… ¿de dónde eres? —Blaine preguntó, acomodándose sobre las almohadas de su cama.

—De Lima.

—¿En serio?

—Sí, ¿quién bromearía sobre vivir en Lima?

—Buen punto. ¿Estudias en la universidad estatal?

—Algo... algo así. McKinley.

—Bien… y… quiero decir… ¿tienes novio? —Indagó rascando su nuca, pretendiendo indiferencia.

—Sí, y debe estar preocupado por mi ahora —Blaine se tensó y miró con los ojos abiertos de par en par a Kurt—. No, no tengo novio Blaine. —Declaró riendo.

—Eso es genial… uhm… te toca —Hizo un gesto con la mano para que comenzara.

—Bien, Blaine barman de “Scandals”, ¿a qué universidad vas?

—Ya terminé la universidad… Bueno, tengo un profesorado en francés pero no ejerzo mi profesión aun. —Frunció el entrecejo y desvió la vista, como disgustado por aquello.

—Eso es genial. ¿Por qué no luces como si fuera algo genial? Le français est la langue la plus sexy. —Susurró sonriendo ladeadamente.

—De votre bouche si elle est. —Murmuró y Kurt bajo la vista, sonrojado—. Pero… no era lo que yo hubiera querido estudiar. De adolescente soñaba con mudarme a Nueva York y estudiar en NYADA y todo eso. —Expresó, moviendo la cabeza como si se tratara de algo ridículo e inalcanzable.

—¿Y porque no lo hiciste?

—Rechazaron mi solicitud... Pero no todo fue tan malo; vivo con mis mejores amigos de la secundaria y trabajo en un bar para poder pagar mi parte de la renta hasta conseguir un empleo mejor. Nada mal.

—Yo no… —Intentó decir Kurt, sin encontrar las palabras adecuadas.

—Está bien, no te preocupes. Es que... yo solo... Desearía poder hablar con el Blaine de diecisiete años y decirle que no se rinda, que siga persiguiendo sus sueños. Eso es todo.

—Aun puedes seguir tus sueños, Blaine. —Kurt insistió, mirándolo intensamente mientras entrelazaba sus manos por encima del edredón.

—Gracias Kurt, eres muy… Eres… lindo. —Susurró, mirando los apetecibles labios de su acompañante por una milésima de segundo—. Eres muy lindo. —Agregó, aproximándose más.

—Tú también lo eres. —Correspondió, cerrando los ojos ante lo inevitable. El cálido aliento que chocaba contra su rostro lo hacía sentir ligeramente mareado, su corazón palpitando irregularmente.

—¿Puedo besarte? —Preguntó, suspirando casi sobre los labios de Kurt. Café y menta, el castaño no sabía exactamente que era, pero sentía como ese aroma comenzaba a atontarlo de a poco.

—No preguntes, arruinas el momento. —Apretó los ojos, torciendo ligeramente el gesto.

—Como tú digas. —Y finalmente, los impulsos ganaron.

La mano de Blaine comenzó a subir por el cuello de Kurt, uniendo sus labios con desesperación, sintiendo como ese sabor embriagador explotaba dentro de su boca de la más dulce manera. Una corriente de electricidad recorrió sus cuerpos haciendo que sus respiraciones salieran en suspiros entrecortados y sus corazones latieran erráticamente. Kurt aferró sus manos con fuerza en la cintura del moreno, sin saber que hacer exactamente, y lo atrajo estrechamente hacia su cuerpo, causando que Blaine se recostara sobre él tentativamente. Siguieron así por varios minutos más. Solo explorándose el uno al otro de todas las maneras posibles, en ese vaivén de deseo y pasión. Blaine deslizó una mano por debajo de la camiseta de Kurt, haciéndolo estremecer mientras dibujaba con sus dedos las líneas marcadas de sus músculos, sintiendo la suavidad de la piel bajo su tacto. La emoción dentro de los pantalones de Blaine estaba a punto de explotar, así que comenzó a desabotonarlos lentamente, junto cuando el timbre sonó.

Kurt jadeó —Es el repartidor. —Dijo mientras se incorporaba, encogiendo un hombro para que Blaine dejara de besar su cuello.

—Ignorémoslo. —Suplicó, hundiendo su nariz en el hombro de Kurt.

—Tengo hambre, Blaine —Eso no era del todo una mentira.

—También yo. —Gruñó, mordisqueando el cuello de Kurt nuevamente.

¡Genial, marcas, lo último que faltaba! Pensaba el castaño.

—¡En serio tengo hambre! —Exclamó alejándose por completo.

—Está bien, pero luego terminaremos lo que empezamos. —Levantó las cejas sugestivamente mientras acomodaba las prendas de vestir que habían salido de su lugar.

Kurt rodó los ojos. — Solo tráeme mi pizza.

—Enseguida mi rey. —Hizo una reverencia, sonriendo burlonamente.

—¡Idiota! —Sonrió mientras le arrojaba una almohada con poca delicadeza.

Cuanto se encontró completamente solo, Kurt se cubrió el rostro con las manos y se dejó caer sobre el colchón en seco. ¿Qué demonios estaba haciendo? Sí, disfruto el momento. ¡Dios, si! Pero los nervios hacían que sus entrañas se revolvieran y se estrujaran entre sí. No conocía del todo a ese tal Blaine. ¿En serio estaba seguro de querer darle su virginidad a un desconocido? ¿Qué pasa si Blaine acostumbraba a hacer esto todas las semanas? Una noche y te olvido. Ese no era el estilo de Kurt en absoluto, y ahora no estaba seguro de querer terminar lo que empezó.