Gleek Latino
¿Quieres reaccionar a este mensaje? Regístrate en el foro con unos pocos clics o inicia sesión para continuar.
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Primer15
Image hosted by servimg.com

Image hosted by servimg.com
Image hosted by servimg.com
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Coment10
Últimos temas
» Ayudenme a encontrarlos
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyLun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T

» Busco fanfic brittana
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyLun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66

» Busco fanfic
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptySáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken

» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyJue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604

» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28

» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyDom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28

» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyVie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604

» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyLun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es

» Que pasó con Naya?
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMiér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es

» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyJue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es

» No abandonen
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMiér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303

» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyVie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303

» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyLun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli

» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyDom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic

» brittana. amor y hierro capitulo 10
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMiér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic

» holaaa,he vuelto
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyJue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander

» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMiér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyMiér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1

» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 EmptyLun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1

Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Encues10
Sondeo

Musical Favorito Glee 5x15 Bash

Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba1011%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 11% [ 4 ]
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba1019%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 19% [ 7 ]
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba1011%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 11% [ 4 ]
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba1024%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 24% [ 9 ]
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba1027%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 27% [ 10 ]
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba108%Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Topeba10 8% [ 3 ]

Votos Totales : 37

Image hosted by servimg.com
Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 Gleeka10
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios

Disclaimer
Image hosted by servimg.com
·Nombre: Gleek Latino
·Creación: 13 Nov 2009
·Host: Foroactivo
·Versión: GS5
Glee
Image hosted by servimg.com
Publicidad

Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

+31
monicagleek
micky morales
CamilaFrancisca.-
KateBrittana
Dani(:
Sophia27
Tat-Tat
marthagr81@yahoo.es
Linda23
floor.br
Kristen Rivera
AdrianaSofia
marcy3395
Camila18
Elita
facot
Anna Pierce Anderson
Any Noriega
O_o
MarT1n4
raxel_vale
kaorip0
Sara Pinel
_Claudia_100%fanGLEE_Bol
Keiri Lopierce
Vn-Hide
naomigleekhummel
¡Fer Brittana4ever!
iFannyGleek
lovebrittana95
adi-santybritt
35 participantes

Página 1 de 6. 1, 2, 3, 4, 5, 6  Siguiente

Ir abajo

Activo Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por CamilaFrancisca.- Jue Nov 07, 2013 9:39 pm

Sipnosis 



Santana Lopez : Rica, noble, encantadora... Y a punto de perder una inmensa fortuna si no encuentra esposa antes del miércoles. Para conseguirla ha contactado con BS.Pierce, que no resulta ser un hombre de negocios como esperaba si no una provocadora y atrevida mujer de negocios que romperá todos sus esquemas.


Brittany Pierce: Propietaria de una agencia matrimonial y fuera de la carta marital... Hasta que Santana le ofrece diez millones de dólares por un contrato de un año. Lo único que tiene que hacer es guardarse la irresistible atracción que siente hacia su recién estrenada esposa para ella solita y mantenerse alejada de su cama. Pero los dulces besos de Santana y su innegable encanto no se lo van a poner nada fácil...  

---------------------------------------------------------------------------------------

Hola, acabo de terminar de leer el libro y me gusto mucho debo advertir que tendrá muchas escenas wankys espero que lo disfruten no sera muy largo contara  13 o 14 capítulos. 


Última edición por CamilaFrancisca.- el Jue Sep 11, 2014 6:54 pm, editado 14 veces
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por adi-santybritt Jue Nov 07, 2013 9:48 pm

Me ha encantado la sipnosis ya quiero leer el cap 1 tienes una fiel lectora así que no te tardes que me haz dejado con ganas de leer!! Me convenciste con lo de WANKY ok no jajajjs. enserio ya quiero leer
Xoxo
adi-santybritt
adi-santybritt
---
---

Femenino Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por lovebrittana95 Jue Nov 07, 2013 9:50 pm

Hola aquí nueva lectora desde ahorita se ve que tu historia va tener una buena trama asi que aquí tienes una nueva y fiel lectora.Saludos espero actualices pronto.
lovebrittana95
lovebrittana95
***
***

Femenino Mensajes : 105
Fecha de inscripción : 17/07/2012
Club Brittana blichael


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por iFannyGleek Jue Nov 07, 2013 9:54 pm

Me ha encantado sube la sinopsis y espero que pronto subas el primer capítulo por favor. :(

Saludos y espero tu actualización. (:
iFannyGleek
iFannyGleek
******
******

Femenino Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Club Brittana Samuel


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por 3:) Jue Nov 07, 2013 10:03 pm

hola,....
me ha gustado mucho la síntesis!!!!!! quiero leer el primer capitulo!!!!! aquí tienes una fiel lectora O/,...



nos leemos en la prox,...

LU!!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Jane0_o Jue Nov 07, 2013 10:37 pm

Siiii ya quiero leerlo!

Ufff estan de moda los fics wankys asi aqui
En espera del primer capitulo!

Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por micky morales Jue Nov 07, 2013 11:34 pm

Por Dios que esperas para comenzar a escribir esta historia?
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por CamilaFrancisca.- Vie Nov 08, 2013 12:45 am

Capitulo 1 
- Necesito una esposa, Quinnie, y la necesito para dentro de dos días.
Sentada en la parte de atrás de su coche, camino ni más ni menos que a un starbucks, Santana Lopez miró el reloj por décima vez en menos de una hora.

La carcajada de sorpresa de Quinn acabó de crisparle los nervios.

- Pues escoge a cualquiera y dirígite al altar. 
El consejo desprocupado de su mejor amiga le habría resultado útil si Santana confiara en las mujeres que la rodeaban. Tristemente, no podia hacerlo.

- ¿Y arriesgarme a perderlo todo? Me conoces bien. Lo último que necesito es que las emociones se interpongan en algo tan importante como un acuerdo matrimonial. - precisamente eso, un acuerdo, era lo que Santana necesitaba. Un contrato, un convenio mercantil que beneficiara a ambas partes durante el curso de un año. Luego podrían tomar caminos distintos y no volver a verse nunca más. 

- Algunas de las mujeres con las que sueles aparecer en público estarían encantadas de firmar un acuerdo prematrimonial.

Ya había pensado en ello, pero había trabajado tan duro para construirse una reputación de fría e insensible que ahora no veía la necesidad de arruinarla fingiéndose enamorada, y todo con el objetivo de conseguir que una mujer accediera a subir con ella las escaleras del juzgado.

- Necesito a alguien que esté de acuerdo con mi plan, alguien por quien no sienta ni la más remota atracción.

- ¿Estás segura de que este servicio de citas es lo más adecuado?

- De parejas, no de citas.

- ¿Cuál es la diferencia?

- No te buscan a alguien que se adapte a tus intereses amorosos, sino a tu plan de vida.

- Qué romántico. - El sarcasmo de Quinn sonó con tanta contundencia como un grito.

- Al parecer no soy la única persona en mi situación.

Quinn se atraganto en medio de una carcajada.

- En serio - consiguió articular -, no conozco a ninguna persona de tu clase y tu dinero que necesite llamar  aun extraño para que le ayude a sentar cabeza.

- Este tipo tiene muy buenas referencias. Es un hombre de negocios que ayuda a personas como yo en situaciones similares.

- ¿Cómo se llama?

- Bs Pierce 

- Nunca he oído hablar de él.

A dos bloques del lugar del encuentro las pilló un atasco en la iterseccion de dos calles. Los segundos no dejaban de pasar y ya llegaba tarde a la cita. Maldición, Santana odiaba llegar tarde.

- Tengo que irme.

- Espero que sepas lo que estás haciendo.

- Estoy haciendo negocios, Q.

Su amiga resopló para mostrar su desaprobación.

- Lo sé. Son las relaciones las que se te dan como el culo.

- Que te follen. - Pero Santana sabía que su amiga tenía razón.

- No eres mi tipo.

El chofer de Santana dio un golpe de volante y cambió de carril. Implacable, justo como le gustaba a su jefa.

- Quedamos esta noche para tomar algo.

Santana colgó el teléfono, lo guardó en el bolsillo de su abrigo y se reclinó en el respaldo del asiento. Llegaba tarde, ¿y qué? Las personas de su posición podían presentarse media hora después de lo acordado y aun así la gente se deshacía en atenciones como si fuera culpa suya. Mucho dependía de aquel encuentro. Tenía que encontrar esposa antes de una semana si quería conservar la propiedad ancestral de su familia que iba unida al título, por no mencionar lo que quedara de la fortuna de su padre, y todo ello dependía de BS Pierce.

Confiaba en que el contacto que le había proporcionado su asistente personal supiera lo que se hacía. En caso contrario, Santana se vería obligada a tratar el asunto de su matrimonio con Marley, o quizá con Dani. Marley prefería su independencia al dinero que ella pudiera proporcionarle, y el hecho de que tuviera algún que otro amante además de Santana la eliminaba automáticamente de la ecuación. Solo quedaba Dani. Guapa, Rubia y una muy firme candidata a convertirse en su ex por los comentarios sobre la exclusividad que solía hacer de vez en cuando. Sin embargo, no le gustaba la idea de tener que recurrir a ella. Cierto, a veces se comportaba como una idiota, pero nunca era cruel; aunque seguro que más de una no estaría de acuerdo. Los tabloides tildaban de astuta y pretenciosa; si descubrían lo que se traía entre las manos, publicarían la historia y lo convertirían todo en una broma de mal gusto. Prefería evitar el escándalo. No obstante, la vida siempre era implacable, por lo que necesitaba que su falso matrimonio pareciera lo más real posible si quería tener contentos a los abogados de su padre.

Neil detuvo el conche, largo y negro, junto a la acera y se apresuró a abrirle la puerta. Habían llegado al punto de encuentro acordado, una de las famosas cafeterías de la cadena blanca y verde. Santana se dirigió hacia la puerta del establecimiento, con el maletín en una mano e ignorando las miradas que se volvían a su paso. Mientras observaba las mesas en busca de un hombre que coincidiera con la imagen que se había hecho de BS Pierce, el delicioso aroma de los granos de café recién molidos inundó sus sentidos. Santana esperaba encontrarse con un tipo trajeado y con una carpeta repleta de informes sobre futuribles esposas.

El primer repaso no dio ningún fruto, así que se quitó las gafas de sol y empezó de nuevo. Una pareja joven, armado cada uno con un portátil, tomaban café con leche sentados uno frente al otro en una mesa pequeña. Junto a ellos, un hombre con bermudas y camiseta discutía con alguien por teléfono. Frente al mostrados esperaba una pareja con un carrito de bebé. Santana se dirigió hacia el fondo del local y se descubrió la alta silueta de una mujer sentada de espaldas a la puerta, con una abundante melena lisa de color rubio. No paraba de mover los pies como si estuviera nerviosa, o quizá estaba escuchando música por los auriculares que llevaba puestos. Sin dejar de estudiar a la clientela, Santana divisó a un hombre sentado a solas en un sillón. Llevaba unos pantalones de sport y aparentaba casi cincuenta años. En lugar de un maletín, el tipo sostenía un libro. Santana entornó la mirada hasta captar su atención, pero en lugar de reaccionar, el hombre bajó de nuevo los ojos y siguió leyendo.

Maldita sea, quizá Bs Pierce estaba atrapado en el mismo atasco del que ella acababa de escapar.

Llegar tarde nunca resultaba oportuno en lo que a futuros clientes se refiere, fuera cual fuese el negocio en cuestión. Si Santana hubiera tenido otra elección, se habría marchado de allí sin pensarlo dos veces.

Pasó junto a la rubia solitaria, rodeó el carrito y pidió un café solo, resignada a sentarse y esperar unos minutos. Dejó el maletín sobre una mesa vacía y, cuando oyó que el chico que atendía tras el mostrador decía su nombre, se dio la vuelta para recoger el pedido.

De pronto sintió el peso inconfundible de una mirada recorriendo su espalda. Examinó la sala en busca de la persona que la observaba. Al instante, unos ojos azules penetrantes se entornaron mientras la miraban de arriba a abajo. La mujer que esperaba a solas no estaba escuchando música o leyendo una revista. La miraba directamente a ella.

Sus ojos, de una belleza impresionante se posaron por un instante en un pequeño ordenador portátil que descansaba frente a ella antes de regresar nuevamente a Santana. Un destello iluminó el rostro de la mujer cuando la reconoció. Santana ya había visto aquella expresión antes, cada vez que alguien relacionaba su nombre con su imagen. Allí, en California, la frecuencia de aquella reacción no era tan habitual como en su país, pero aun así Santana la reconoció al instante.

La mujer parecía bastante inofensiva. Al menos hasta que abrió la boca y se dirigió a ella.

- Llega tarde.

Dos palabras, solo dos, pronunciadas con una voz tan grave que rezumaba pecado y que dejaba en ridiculo a las operadoras de las líneas eróticas, fueron más que suficientes para dejar a Santana sin habla.

- ¿Disculpe? - consiguió decir al fin, al comprender las palabras de la mujer.

- Es usted la señora Lopez, ¿Verdad?

La pregunta era sencilla, pero Santana era incapaz de entenderla. Contestó como si tuviera conectada en piloto automático, absolutamente desconcertada por aquella mujer que tenía delante. 

- La misma.

Ella se puso de pie. y se dio cuenta de que tan alta era la pasaba media cabeza.

- Bs Pierce - se presentó, y le ofreció la mano a modo de saludo.

Santana no estaba acostumbrada a que le pusieran los puntos sobre las ies. Sin embargo, la mujer que tenía delante acababa de hacerlo y apenas había necesitado un par de palabras para conseguirlo. Santana estrechó la mano que ella le ofrecía y sintió una oleada de calor recorriéndole el cuerpo. Cuando sus manos se tocaron, la mirada penetrante y la sonrisa confiada en ella desaparecieron de su rostro durante una milésima de segundo. Tenía la piel fría, a pesar de que su actitud denotaba un control absoluto.

- No es un hombre. - Santana reprimió un grito. Aquello era probablemente lo más estúpido que le había dicho a una mujer en toda su vida.

La señorita pierce, sin embargo, no se alteró ni un ápice.

- Nunca lo he sido. - Le dedicó una sonrisa de dientes perfectos mientras retiraba la mano que santana empezó a echar de menos al instante.

- Me esperaba a un hombre.

- Me pasa a menudo. Eso casi siempre juega a mi favor.- Señaló la silla que tenía delante -. ¿Por qué no toma asiento y nos ponemos manos a la obra?

Santana dudó, debatiéndose entre seguir adelante con aquella <> u optar por un posible cambio de género de la mujer que tenía enfrente. No era que le molestase, pero mientras pensaba en ella y observaba cómo cruzaba las piernas, enfundadas en unos elegantes pantalones de vestir, sintió que toda su atención se alejaba del que era su objetivo y se centraba en Bs Pierce. Aquella mujer era la viva imagen de la contradicción y Santana todavía no sabía nada de ella.

Le daría diez minutos de margen para que le demostrara que podía ocuparse de sus necesidades. En caso contrario, pasaría página y exploraría otras opciones.

- Bs es el diminutivo de ...? 

- Brittany Susan - Sin levantar la mirada, Brittany sacó unos papeles del pequeño maletín que descansaba a un lado de su silla. La breve sonrisa había desaparecido y en su lugar sus labios dibujaban una fina linea recta.

- ¿Se hace llamar Bs para engañar a sus clientes? 

La mano de Brittany dudó un instante antes de empujar el montón de papeles hacia Santana.

- ¿Habría venido si hubiera sabido que soy una mujer y no un hombre como lo pensaba?

<> la miró con detenimiento, sin decir lo que pensaba en voz alta. Brittany inclinó la cabeza a un lado y continuó.

- Usted misma se delata, señorita Lopez. Déjeme ver si soy capaz de leer sus intenciones. En su cabeza, me ha concedido un tiempo máximo para demostrar mi valía. ¿Cuánto? ¿Veinte minutos?

- Diez - le espetó Santana, incapaz de contenerse. ¿Qué tenía aquella mujer de voz enterciopelada para haberle robado la capacidad de morderse la lengua?

Brittany sonrió de nuevo y Santana sintió un nudo de deseo, inoportuno e inesperado, en la boca del estómago.

- Diez minutos - repitió ella -. Para perfilar al detalle un plan con el que encontrarle la esposa perfecta, teniendo en cuenta sus problemas de tiempo. Una mujer de negocios como usted eficiencia, rapidez y ningún tipo de lastre emocional que pueda complicar las cosas. - La miró y sus ojos azules no flaquearon ni un segundo. Mientras cada palabra con aquella voz de línea erótica, su nariz, respingona y llenas de pecas, se le antojaron demasiado esos labios de un color rosa delicioso-. De momento, ¿estoy en lo cierto?

- Completamente.

- Hablemos con la verdad, la mayoría de las mujeres son seres emocionales, por eso su asistente se puso en contacto conmigo para contratar mis servicios. Si no me equivoco, muchas mujeres venderían el alma al diablo para casarse con usted, señorita Lopez, pero no confía lo suficiente en ellas como para hacerlas merecedoras de su título.

Casi siempre era ella quien perfilaba sus necesidades, por lo que debería sentirse expuesta con un cambio de papeles tan radical como aquel. Sin embargo, al escuchar a Brittany Pierce que obviamente no era un hombre, exponer su dilema con tanta claridad no se sintió vulnerable, sino mas bien reconfortada. Habia acudido al lugar acertado para encontrar la solución a su problema

- ¿Como se que puedo fiarme de la mujer que usted me encuentre?

- Investigo a todas las candidatas de la agenda a conciencia, al igual que lo hago con el cliente. Cuentas detalladas, obligaciones fiscales, hábitos personales y cualquier posible secreto familiar.

- Habla como un detective privado.

- No llego a tanto, pero entiendo que usted se lo parezca. Me dedico a unir personas.

Santana se reclino en la silla y cruzo los brazos. Decidió que le gustaba aquella mujer, así que añadió diez minutos mas al tiempo que le había concedido.

- ¿Le parece que continuemos?

Santana cogió su café y asintió. Brittany saco un bolígrafo del maletín y giro el montón de papeles que había dejado sobre la mesa de modo que Santana pudiera leerlos.

- Me gustaría hacerle unas preguntas antes de decidir si quiero seguir adelante con esto.

Santana arqueó una ceja al oír aquello. Interesante.

- ¿Cuanto tiempo tengo para demostrarle mi valía, señorita Pierce?

- Cinco minutos - respondió ella, mirándole a través de sus largas pestañas.

Santana se inclino hacia delante, intrigada por lo que Brittany pudiera sacar en claro de ella en tan poco tiempo.

- ¿La han detenido alguna vez?

Su historial estaba limpio, pero esa no era la pregunta. Sabía que si le mentía, Brittany recogería sus cosas y saldría inmediatamente por la puerta.

- Con diecisiete años le di un puñetazo a un chico que iba detrás de mi hermana. Los cargos fueron retirados. - Como ocurría con todas las personas de su mismo estatus social.

- ¿Alguna vez ha golpeado a una mujer?

Los músculos de su mentón se tensaron.

- Nunca.

- ¿Y ha sentido la necesidad de hacerlo? - Ahora la miraba fijamente, sin apartar los ojos.

- No. - La violencia no cuadraba para nada con su personalidad.

- Necesito el nombre de su amiga más cercana.

- Quinn Fabrey.

Brittany tomo nota del nombre.

- ¿Peor enemigo?

Santana no se esperaba esa pregunta.

- No estoy muy segura de contestar a eso.

- Entonces permitame que se lo pregunte de otra menera. ¿A qué persona de su entorno le gustaría ver que sufre usted algún tipo de daño?

Su primer impulso fue repasar la lista de socios que pudieran haberse sentido menospreciados por su culpa a lo largo de los años. A esas alturas de la vida ninguno de ellos se sentiría mejor si a ella le pasara algo. Solo se le ocurría una persona que podría ver las cosas de otra perspectiva.

- ¿En quien esta pensando, señorita Lopez?

Santana tomo un trago de café y sintió como se precipitaba hacia el fondo de su estomago con un sonido sordo.

- Solo hay una persona.

Brittany levanto la mirada, expectante.

- Mi prima, Kitty Wilde.

Una leve vibración en la mandíbula, una caída imperceptible de los hombros, eso fue lo único que reflejo el impacto de sus palabras en Brittany. Para sorpresa de Santana, Brittany Pierce anoto la información y no siguió preguntando. Cogió la primera pagina del montón de papeles y le entrego el resto.

- Necesito que rellene esto. Me lo puede enviar por fax al numero que aparece al final de la pagina ocho.

- ¿He pasado su examen, señorita Pierce?

- La honestidad es algo que debe ser mantenido a lo largo del proceso. Hasta el momento, estoy conforme con el resultado.

Ahora le tocaba a ella sonreír.

- Podría haber mentido sobre los cargos por agresión.

Brittany empezó a recoger sus cosas.

- Su nombre era Drew Falsworth. Usted tenía diecisiete años y dos meses cuando le rompió la nariz en un partido de polo en la escuela privada a la que ambos asistían. Drew tenía reputación de salir con chicas el tiempo suficiente para llevárselas a la cama antes de dejarlas e ir a por la siguiente. Su hermana era lista y se mantuvo alejada de el. Si no hubiera golpeado a ese cabrón para proteger a su hermana, o si me hubiese mentido y yo la hubiera descubierto, esta entrevista se habría acabado y ni siquiera le habría dado tiempo a sentarse. 

- ¿Como demonios...?

- Tengo una lista de contactos muy larga. Estoy segura de que sabrá los nombres de mucho de ellos antes de que se acabe el día.

por descontado. Estaría hablando por teléfono con su asistente antes de llegar al coche.

- ¿Cuanto me va a costar esto, señorita Pierce?

- Considereme su agente. Cuando sus abogados redacten el acuerdo prematrimonial, tenga en cuenta que tendra que pagarme el veinte por ciento de lo que le ofrezcan a su futura esposa. Por adelantado.

- ¿Y si solo le ofrezco un pequeño estipendio?

- Las mujeres con las que trabajo tienen un mínimo establecido que consta en ese montón de papeles.

- ¿Y si la mujer que me encuentre no se atiene a su parte del trato? ¿Y si al pasar el año intenta oponerse al acuerdo?

Brittany se puso en pie y Santana no tuvo más remedio que imitarla.

- No lo hará.

- Parece muy segura de ello.

- La cantidad de dinero predeterminada, la parte que le corresponde a ella, va directamente a una cuenta. Si su futura esposa intentara conseguir mas, ese dinero serviría para que sus abogados la aplastara. El sobrante sería para usted. Debido a su condición el único supuesto en que esto cambiaría seria con la llegada de un niño, siempre que una prueba de paternidad demostrara que usted es el "Padre", por así decirlo. No soy muy partidaria de los tribunales de familia, y menos con niños de por medio. Depende de su capacidad para controlar sus instintos más básicos, señorita Lopez. Eso, claro está, si su intención es poner punto final al matrimonio una vez pasado el año acordado. En caso contrario, les deseo que sean felices y que le pongan nombre a su primer hijo.

Lo tenía todo pensado. Decir que Santana estaba impresionada sería quedarse corta.

- Necesito esos papeles esta misma tarde, antes de las tres. Me pondré en contacto con usted sobre las cinco, Con una lista de posibles candidatas. concertaremos los encuentros para mañana, si sus obligaciones se lo permiten.

Santana se agacho, recogió el bolso de Brittany y se lo entrego. Brittany aparto un mechón rebelde de sus ojos y se colgó el bolso en el hombro.

- ¿Tiene alguna otra pregunta para mi, señorita Lopez? ¿O debería llamarla excelencia?

La lentitud con la que su lengua envolvió el tratamiento con aquella voz tan hipnótica se le antojo algo a lo que podría acostumbrarse fácilmente. No le importaría volver a escucharla, quizá por teléfono...

- ¿Que Tal Santana?

 En cuanto estuvo segura de que nadie la observaba, Britt se deslizó tras el volante de su coche, sonrió de oreja a oreja, algo que llevaba un buen rato queriendo hacer, y se marcó un bailecito más bien ridículo frotando el trasero contra la suave piel del asiento. 

 -Ya era hora -susurró, hablando consigo misma.    

El apuesto duque supondría su ascenso a primera división. Desde que creó Bs Pierce, siempre había imaginado a clientes como Santana Lopez haciendo cola para conseguir sus servicios: mujeres ricas que necesitaban encontrar esposa para tachar una línea más de una larga lista de tareas pendientes. Su trabajo consistía en encontrar esposas para una clase de mujeres que carecían del tiempo o de la voluntad necesaria para someterse al juego del cortejo. No buscaban amor, sino compañía. Algunas querían casarse para que sus amantes dejaran de exigirles un anillo de compromiso. Hasta la fecha, había conseguido un buen número de referencias que la estaban ayudando a construir su empresa y a conseguir unos ingresos regulares con los que poder vivir.

Con Lopez y los beneficios que había calculado que conseguiría gracias a ella, podría cubrir los gastos más elevados durante dos o tres años. O al menos eso esperaba.    

Santana Lopez, que era millonaria por méritos propios, no le hacía falta el dinero de su fallecido padre, pero sería una lástima que la fortuna de la familia, más que suficiente para comprarse un país pequeño, acabara en el cajón de sastre de la caridad o en manos del  la prima que Santana había mencionado. Con toda la corrupción y los escándalos relacionados con las asociaciones benéficas, estaba claro dónde acabaría ese dinero o qué bolsillos engordarían gracias a ella. 

Brittany sabía que el dinero que se destinaba a causas humanitarias a menudo caía en las manos equivocadas.  
La situación de Santana supondría distracciones con las que hasta entonces nunca se había encontrado. Su título nobiliario sería el principal problema a superar. Tendría que seleccionar a las candidatas con especial cuidado, asegurándose de que no albergaran el sueño infantil de convertirse en duquesas. Las películas de Disney habían hecho mucho daño. Además, Lopez era especialmente agraciada, por lo que las candidatas tendrían que estar ciegas para no querer de ella algo más que su dinero o su título. 

Las fotografías que había visto de ella no le hacían justicia. Con su metro setenta y tres, Brittany estaba acostumbrada a bajar la cabeza para mirar a las mujeres a la cara, pero Santana medía uno sesenta y cinco como mínimo y tenía los hombros pequeños y delgados. Había visto fotografías suyas en una revista. Estaba en una playa de Tahití y, bajo el traje de neopreno, se insinuaba un físico espectacular. Al entrar en la cafetería, no se había dado ni cuenta de que todos los ojos se fijaban en ella; se había limitado a examinar el local para localizarla. Con cualquier otro cliente, Brittany se habría puesto de pie nada más verle atravesar la puerta, pero con Santana había necesitado un minuto para serenarse. Su mandíbula firme y sus ojos, de un asombroso color cafe oscuro, habían penetrado en el temperamento normalmente calmado de britt, hasta el punto de que el corazón le dio un vuelco.  

El físico de su nueva cliente supondría una distracción añadida. Lo mejor para todos sería que Santana y la mujer de su elección vivieran en países distintos. Cualquier mujer con sangre en las venas y que pasara un tiempo mínimo con ella no podría evitar la tentación de meterse en su cama.

Brittany sacó el móvil del bolso y llamó a su ayudante.  

—BS pierce , al habla Rachel.   

—Eh, soy yo.   

—¿Cómo ha ido? — Rachel no esperó ni un segundo para hacer la pregunta. 

—Genial. ¿Has buscado los archivos y hecho las llamadas?

—Sí. joanne es la única que no está disponible.   

Brittany visualizó a una morena de gran estatura.

—¿En serio? ¿Por qué?

—Al parecer, tiene novio.

Eso solía arruinar cualquier matrimonio con otra mujer. Sin Joanne, aún le quedaban tres candidatas perfectas. A menos que Santana tuviera un problema con las mujeres guapas, el miércoles ya estaría casada. Y solo era lunes.

—Ella se lo pierde.

—¿Vas a venir?

—Tengo que hacer un recado y luego voy para allí.

—Trae algo para comer.

Rachel y Brittany hacía tiempo que eran amigas, mucho antes de entablar una relación laboral.

—Teniendo en cuenta que soy tu jefa, ¿no deberías ser tú la que se ocupara de traerme la comida a mí?

—No si la negrera de mi jefa apenas pasa por la oficina y no se ocupa ni de las llamadas.

La oficina, menudo chiste. Britt utilizaba una habitación que le sobraba en casa.

—Estaré ahí en media hora —respondió entre risas.    

—Antes deberías llamar a Moonlight.

Brittany se incorporó en el asiento del coche.

—¿Por qué? ¿Ha pasado algo? —La inquietud se apoderó de su estómago, una sensación de pánico que le resultaba familiar.


—Nada urgente. Alexandra no come como debería. Dicen que te pases por allí para hablar con ella.

Brittany respiró tranquila y se obligó a relajar los hombros.

—Vale.  

Sus planes para aquella tarde se verían ahora complicados por un viaje no planeado al centro en el que estaba ingresada su hermana pequeña. La última vez que Alexandra había dejado de comer, acabó en el hospital con una infección que se le extendió por la sangre. Britt esperaba que su hermana estuviera deprimida y no enferma, por muy triste que le resultara que esas fueran las opciones más optimistas por las que Alexandra podría haber dejado de comer.

Pero ¿de qué otra cosa podía tratarse? Una depresión había sido la causa por la que su hermana había intentado suicidarse, para acabar sufriendo un derrame cerebral en lugar de morirse.

—Llegaré tarde, pero si no te importa esperar, traeré algo para comer.

—Avísame si te entretienes.

—Lo haré. Gracias.

Britt colgó el teléfono, arrancó el motor y partió hacia el Centro Asistencial Moonlight. El centro le costaba más de cien mil dólares al año y por eso Brittany necesitaba los ingresos que pudiera conseguir de un contrato con Santana Lopez. Llevaba un mes de retraso con sus gastos personales y siempre enviaba los cheques a Moonlight una o dos semanas tarde. Lo último que quería era hundirse bajo el peso de las deudas y acabar ingresando a Alex en un centro del Estado. En un sitio así seguro que la ignorarían y en menos de un mes acabaría con una infección y llena de llagas tras pasar demasiadas horas en la cama. No, Britt preferiría dormir en el coche antes de dejar que eso pasara.

Al pensar en la duquesa, supo que las cosas no acabarían tan mal. Santana se arriesgaba a perder trescientos millones de la herencia de su padre si no se casaba antes de fin de mes. Estaba dispuesta a pagarle una cantidad importante a la mujer que se prestara a acompañarla al altar y, en consecuencia, a pagarle a Bs Pierce una suma de dinero suficiente para mantenerse a flote durante un tiempo. Brittany solo tenía que colocar a las candidatas en fila y asegurarse de que ninguna de ellas apretara el botón del pánico.

Pan comido. O eso esperaba

----------------------------------------------------------------------------

Bueno acá les dejo el primer capitulo son largos como pueden ver. Gracias por sus comentarios y perdón por no responderlos pero acabo de llegar del trabajo u_u Mañana les dejaré el segundo capitulo besos Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 1206646864
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por micky morales Vie Nov 08, 2013 1:07 am

Solo puedo decir"excelente" me ha parecido una historia distinta, ahora sospecho pq sera bs pierce la futura sra lopez!, hasta muy pronto!
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Jane0_o Vie Nov 08, 2013 2:44 am

Genial me gusta ya que es diferente a los otros fics!

Ahora si hasta la siguiente

Actualizacion,

Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por ¡Fer Brittana4ever! Vie Nov 08, 2013 11:52 am

Me gusta! Nueva lectora!
¡Fer Brittana4ever!
¡Fer Brittana4ever!
*****
*****

Femenino Mensajes : 212
Fecha de inscripción : 19/08/2013
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por adi-santybritt Vie Nov 08, 2013 12:29 pm

Enserio me gusta. No puedo esperar para saber como britt tiene que ser con la que se tenga que casar.
Espero la actu!!!
Xoxo
adi-santybritt
adi-santybritt
---
---

Femenino Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por 3:) Vie Nov 08, 2013 1:40 pm

Holap,....

lo unico que puedo decir es ME ENCANTOOOOOOOOO!!!!!!!!!!!!!!!,..... Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 

ame a britt,... para investigar a quien usa,....?????? que tiene contactos en la CIA, FBI,????? ,..... jajajajajajja

nos leemos en la porx!!!!! Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 

LU!!!!,....

3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por CamilaFrancisca.- Vie Nov 08, 2013 3:19 pm

Capitulo 2

Santana acarició las fotografías de las tres mujeres que Brittany le había enviado. Todas eran perfectas: cultas, con estudios y preciosas. Entonces ¿por qué se habían apuntado a una agencia de citas para encontrar una esposa temporal? Tenía que haber algún tipo de conexión entre ellas y la propia señora Casamentera, pero Santana no conseguía dar con ella.  

Candidata número uno, Megan... Sin apellido. Según el informe, era estudiante de derecho de segundo año y tenía las típicas deudas de estudios. Le encantaba el arte y dedicaba su tiempo libre a correr maratones. Santana volvió a mirar la fotografía. El parecido con Marley era desconcertante. Brittany había pensado en todo, hasta el punto que había incluido las medidas y el peso de la chica al final de la página. Debajo de la fotografía, Britt había escrito una nota explicando que las agencias de citas solían utilizar imágenes antiguas del instituto retocadas con Photoshop, pero que Bs Pierce actualizaba las suyas cada seis meses.

Candidata número dos, Emily... De nuevo, sin apellido. Ayudante en la consulta de un médico y preparándose para entrar en medicina. Le encantaba la navegación y pasar temporadas en lugares exóticos. Había viajado por muchos países, pero los papeles de Brittany no hablaban de cómo se lo había costeado.  

Candidata número tres, Zoey... Santana no se molestó en buscar el apellido. Sabía que no aparecería por ninguna parte. Zoey podría haberse dedicado al mundo de la moda. Sus ojos, de un azul increíble, y su hermoso cabello de un castaño oscuro eran suficientes para dejar sin respiración a cualquier Mujer. Zoey no iba a la universidad y tampoco tenía préstamos de estudios pendientes. Dirigía una especie de hogar para ancianos y hacía de mentora para chavales en un club para niños y niñas.  

Las tres eran perfectas. Entonces, ¿por qué tenía la sensación de que ninguna de ellas encajaba?
Se inclinó hacia delante y cogió el teléfono.

—¿Y bien, Mitch? —preguntó cuando su ayudante respondió al otro lado del teléfono.

—Todavía tengo un par de llamadas sin respuesta, pero he encontrado algunos datos interesantes acerca de la señorita Pierce.

—Genial, tráeme lo que tengas.

Santana se acercó al ventanal de su despacho, que ocupaba toda una pared desde el suelo hasta el techo, y miró hacia abajo, a la ciudad que se extendía a sus pies. Llevar su negocio de transporte marítimo desde cuatro puntos distintos del mundo le daba ventaja sobre sus competidores. Había levantado la empresa desde la nada a pesar de la oposición de su padre. Sanatana quería demostrarle que no necesitaba su dinero, ni su título, y esa misma determinación le servía de combustible para seguir adelante. Sin embargo, el apellido Lopez le había abierto muchas puertas a lo largo de los años, y menospreciar el grueso de su herencia no era algo que estuviese dispuesto a hacer, especialmente ahora que el viejo llevaba tiempo muerto.  

Mitch llamó a la puerta del despacho antes de entrar. Santana se dio la vuelta y señaló con la cabeza hacia la mesa de café que ocupaba una esquina de la estancia, donde podría ver los documentos que Mitch llevaba en la mano.  

—Pongámonos ahí.

Mitch se sentó y rápidamente repartió los papeles sobre la mesa para que Santana los revisara.

—Brittany Susan Pierce, veintisiete años, nacida en Connecticut, hija de Harris y Susan Pierce.

Santana tomó asiento.

—¿Por qué me suenan esos nombres?

—Deberían sonarte. Harris era un pez gordo de los medios hace ya bastantes años. Fue acusado de evasión de impuestos y malversación de fondos. Él y su familia vivían en una mansión de veinte millones de dólares y tenían propiedades en Francia y Hawai. El sueño americano, vamos.  

Santana lo recordaba. El gran hombre de negocios neoyorquino había canalizado todos sus fondos a través de una estafa piramidal. Firmaba pólizas de seguros para casas, terrenos, negocios y propiedades varias con víctimas que no sospechaban nada y a las que no tenía intención de pagar un solo dólar. Si la memoria no le fallaba, los federales no consiguieron pillarlo por corrupción pero se las arreglaron para meterlo en la cárcel por evasión de impuestos. Sus cuentas y todas sus propiedades fueron embargadas y su familia al completo se desmoronó.  

—Susan, la esposa, no pudo soportar semejante declive en su estatus. Se tomó una caja de pastillas con ginebra y nunca volvió a despertar.  

Mitch relataba los detalles de la vida familiar de Brittany Pierce como si se tratara de un culebrón.  

—Según la prensa, la hermana de Brittany, Alexandra, intentó seguir el ejemplo de su madre sin éxito y acabó sufriendo daños cerebrales. Estoy esperando que me pasen los detalles de dónde está la chica ahora. Brittany sobrevivió a la debacle, pero acabó recogiendo los trozos que quedaron de la familia. Dejó la universidad, donde estudiaba empresariales. Seguramente consiguió esconder una pequeña cantidad de dinero de la que el Gobierno no sabía nada para pagarle un centro a su hermana.
—Mitch tomó aire y entregó una lista de nombres a Santanana.  

—¿Qué es esto?

—Es gente con la que la señorita Pierce se relaciona. Crecer rodeada de gente rica y bien relacionada le proporcionó algunas amistades que han perdurado en el tiempo. Los adultos cortaron cualquier lazo que los uniera a los Pierce, pero los amigos de Brittany no. Esta lista incluye a la hija de un senador y a dos abogados en rápida ascensión. Todavía no estoy seguro de cómo averiguó cosas de tu pasado, pero tengo una llamada pendiente.  

Santana pasó las páginas y encontró una fotografía de la familia Pierce cuando aún eran felices. Iban a bordo de un yate. Susan estaba delgada como un lápiz y sus hijas, ambas en bañador, posaban detrás de ella. Brittany llevaba el pelo recogido en una coleta, pero aun así el viento lo había empujado hacia su cara en el momento en que se había tomado la fotografía. Alexandra, mucho más joven que Britt, tenía el cabello rubio como su madre y hermana tenía un cuerpo minúsculo. Harris, con al menos veinte kilos de sobrepeso, tenía una mano apoyada en el hombro de su mujer y sonreía a la cámara.  

Las fotografías eran engañosas. Recordó la imagen de un retrato familiar muy parecido al de Brittany. El padre de Santana posaba de pie detrás de su mujer, con una mano sobre su hombro. Los nudillos de la madre se aferraban, blancos de la tensión, al brazo de la silla en la que descansaba. Aún recordaba el día en que se había tomado la instantánea. Santana había discutido con su padre porque quería hacer unas prácticas de verano que le ayudaran a mejorar sus posibilidades de entrar en una buena universidad. Santiago se negaba a que Santana trabajara para nadie, y menos sin cobrar. Su padre creía que los estudios solo eran necesarios para fanfarronear con los amigos. El trabajo, sin embargo, era una palabra de siete letras con la que ningún Lopez tendría jamás relación alguna mientras él tuviera algo que
decir al respecto.

—Y yo que creía que mi familia era disfuncional —susurró Santana.

—Creo que la señorita Pierce se lleva el premio.

Santana sabía que aquel era un premio que no merecía la pena ganar.

—¿Dónde vive Brittany?

—Vive de alquiler en una casa en Tarzana.

—¿Algún compañero de piso?

—Es difícil saberlo.

—¿Novia? —preguntó, sin saber muy bien por qué.

Mitch le clavó la mirada.

—No lo he comprobado, pero lo haré. —Justo en ese preciso instante, el teléfono de Mitch sonó dentro del bolsillo de sus pantalones. Lo sacó y comprobó el número—. Es sobre la hermana —explicó antes de atender la llamada.

Mitch habló mientras Santana estudiaba los nombres que aparecían en el papel que sujetaba entre las manos. Brittany tenía muchos amigos. Se preguntó si alguno de ellos la ayudaba económicamente.

Mitch silbó, con el teléfono todavía en la oreja, y llamó la atención de Santana.

—De acuerdo, gracias —se despidió antes de finalizar la llamada.

—¿De qué se trata?

—Está claro que la señorita Pierce realmente necesita tenerte como cliente.

—¿Sí? ¿Por qué?

—Su hermana está ingresada en el Moonlight Villas. Bonito nombre para un centro asistencial para adultos que cuesta ni más ni menos que seis cifras al año.

Santana se quedó pálida.

—¿Y nadie ayuda a la señorita Pierce con los pagos?

Mitch sacudió la cabeza.

—No que yo sepa. Puede que sus amigos la aconsejen, pero la única fuente de ingresos constantes es la empresa.

Una empresa a la que Santana ya había investigado y de la que conocía hasta el último detalle.

—Interesante.

—¿Y cómo es ella? —Era la primera pregunta personal que le hacía Mitch.  

Santana visualizó su piel de alabastro y la firme línea de su mandíbula. Y esa voz. Dios, solo recordarla fue suficiente para querer volver a hablar con ella.

—Es una mujer de negocios —le dijo Santana a su ayudante—. Te gustaría.  

Tener el control era parte de su trabajo, de modo que cuando Santana Lopez insistió en cenar con ella para hablar de las candidatas a convertirse en su futura esposa, Brittany imaginó diferentes escenarios.  

Quizá Santana había reconocido a alguna de las mujeres o relacionado un apellido con una cara. Brittany siempre obviaba los apellidos para que sus clientes tuvieran que valorar los méritos de cada mujer teniendo en cuenta sus atributos, no los de sus familias. Ella misma tenía que sufrir que la gente la juzgara por las acciones de sus padres. Tras la caída de su familia, Brittany había llegado a considerar la opción de cambiar de nombre e incluso de color de pelo. Al final decidió mudarse a la costa Oeste y evitar a la prensa. Y funcionó, porque los tabloides pronto dejaron de prestarle atención. En cuanto apareció un nuevo escándalo, la gente se olvidó del suyo. Al vivir cerca de Hollywood, se aseguraba de que los focos iluminaran siempre a otra persona. Además, su cara no había aparecido en prensa desde el funeral de su madre.  

Si Brittany hubiera sido una belleza o una yonqui de los medios, los periódicos la habrían seguido sin dudarlo, pero un buen día empezó a vestirse como la fea del baile, y evitar a los periodistas fue coser y cantar.

¿De qué querría hablar Lopez? Quizá ya se había puesto en contacto con su abogado y necesitaba los detalles que no constaban en la documentación que le había entregado. Cuando fundó la empresa, Brittany había tenido en cuenta hasta el último detalle para que no quedara ningún cabo suelto. Siempre pagaba sus impuestos («Gracias, papá») y guardaba los contactos a buen recaudo. Nada de lo que hacía, en lo referente a comprobaciones o detectives privados, era ilegal. Cuando necesitaba información, solía recurrir al género Masculino. No es que creyera que los Hombres no cometían ilegalidades, no era tan tonta. El problema venía de su falta de confianza hacia las Mujeres. En su vida eran pocos los que no la habían traicionado de una forma u otra. En realidad, si se paraba a pensar en ello, no se le ocurría ninguno.  

El sol todavía no se había puesto cuando entró con su coche en el aparcamiento del restaurante más caro de Malibú, en primera línea de mar. No pudo evitar al aparcacoches, así que dejó el motor de su sedán de fabricación americana en marcha y se bajó. Le dio las gracias al chico y vio como este se sentaba tras el volante y aparcaba apenas a unos metros de ella. Su GMC parecía fuera de lugar rodeado de tantos Lexus, Mercedes y Cadillac.  

Brittany entró en el restaurante y dejó que el delicioso olor del ajo y las hierbas le embargara los sentidos. Había pasado un año desde la última vez que cenó en un restaurante de cinco tenedores, con una de sus clientas felizmente casadas. Hacía tiempo que Britt había renunciado a los restaurantes caros y al estilo de vida opulento del pasado, pero a veces lo echaba de menos. Entre sus objetivos a corto plazo estaba el de dejar de comer comida para llevar o preparados para microondas.

Cuando se disponía a entrar en el salón y buscar a la maître del restaurante, un Hombre la abordó por la espalda.  

—¿Señorita Pierce?

No llevaba el uniforme del personal. Quizá era el gerente.

—¿Sí?

—La señorita Lopez la espera.

«Seguro que es el gerente.» Brittany le siguió a través del restaurante hasta un reservado con vistas sobre el Pacífico. Santana Lopez, que la había visto acercarse, se levantó para recibirla.

Al igual que en su anterior encuentro, Brittany vio los rasgos Latinos del rostro de Santana y la forma en que el traje de firma que llevaba se amoldaba a su cuerpo y no pudo evitar sentir un estremecimiento recorriéndole la piel. Aquella Mujer dominaba el espacio con su sola presencia.  

Ella, por su parte, recorrió el cuerpo de Brittany con la mirada y una pequeña sonrisa afloró en la comisura de sus labios. Brittany había escogido un vestido sencillo, no demasiado informal pero tampoco apropiado para acudir a la gala de los Oscars. Y a juzgar por la expresión en el rostro de Santana, no le había defraudado. No es que ella se vistiera para recibir su aprobación, pero tampoco quería parecer fuera de lugar sentada a su lado. La miró a los ojos y sintió que una descarga le recorría la espalda.  

—Llega tarde —dijo ella con voz burlona.

Britt se quedó con la boca abierta como un pez, a punto de responder, pero decidió no hacerlo.  

—Touché.

Santana sonrió.

—Me he tomado la libertad de pedir una botella de vino. Espero que no le importe.

Aguardó hasta que ella estuvo cómodamente instalada en su lado de la mesa para coger la botella de vino de la cubitera.

Brittany la observó mientras ella servía el pálido líquido en una copa de cristal, concentrando todos sus esfuerzos para que su mirada no resultara demasiado intensa.

—¿Celebramos algo?

—Quizá —respondió ella mientras dirigía la botella hacia su copa.

Quería acelerar la conversación, preguntarle qué candidata era la elegida. Claro que todavía no las conocía, así que no creía que ya se hubiera decantado por una.    
Santana levantó su copa en alto y esperó a que ella se le uniera en un brindis.    


—Por una relación de negocios exitosa.

Un escalofrío de incertidumbre recorrió la mano con la que Brittany se disponía a coger su copa. Había algo raro en la forma en que Santana había pronunciado la palabra «relación». Tras chocar la copa contra la de ella y tomar un sorbo de vino, descansó las manos sobre el regazo para ocultar el leve temblor que la delataba.

—Espero que el trayecto en coche no le haya causado problemas.

Vale, no irían directos a hablar de negocios como a ella le habría gustado. En lugar de presionarla, prefirió dejar que la conversación siguiera su curso.

—La autopista del Pacífico siempre es un problema a última hora de la tarde.

—Gracias por acceder a reunirse conmigo.

—Me sorprende que haya elegido este sitio. Para una cena de negocios sería más apropiado un local menos formal. —Menos romántico, le habría gustado añadir.

Santana se relajó en su asiento. Britt, por su parte, apenas podía concentrarse en la razón por la que estaba sentada frente a ella. Los rasgos de su cara eran perfectos, casi pecaminosos. Resultaba muy fácil perderse en la belleza de aquellos ojos cafes y caer en la trampa de su cálida sonrisa.  

—Va contra mis normas invitar a una mujer hermosa a un bar a tomar un cóctel.  

Vaya por Dios, hora de poner los pies en el suelo. Brittany sabía que no era guapa, atractiva como mucho, y que el tipo de belleza que atraía a aquella mujer estaba totalmente fuera de su alcance.  

—Es usted encantadora, señorita Lopez, pero pierde el tiempo conmigo. Supongo que ha tenido oportunidad de revisar los documentos que le he enviado por fax.  

Santana entornó los ojos, pero no dijo nada. Brittany tragó saliva y juntó las manos sobre el regazo. En lugar de evitar su mirada, se la devolvió, aunque prefirió mantener los labios sellados.

Tuvo que ser el camarero quien rompiera la tensión. El chico, de unos veinte años, enumeró los platos especiales del chef mientras Brittany escogía de la carta. Santana Lopez era su cliente y la tradición mandaba que fuera ella quien se ocupara de la cuenta, aunque el restaurante se escapara del presupuesto. Al final, escogió el pez espada acompañado de una pequeña ensalada e hizo todo lo posible por ignorar los precios del menú. Lo cargaría a su tarjeta de crédito con la esperanza de poder cobrar el cheque del la señorita Lopez antes de que le pasaran el cargo.

—Dígame, Brittany, ¿por qué cree que malgasto mis encantos con usted? —le preguntó Santana cuando se quedaron a solas.

Pronunció su nombre como la caricia suave y delicada de un amante. A Britt le pareció captar un leve dejo inglés, un acento que en realidad debería ser mucho más marcado en alguien con un título nobiliario como el suyo.

—Estamos aquí para hablar de su futura boda con una de las tres mujeres que están a mi servicio —le recordó ella—. No sé de qué le sirve a usted emplear sus encantos conmigo.

—¿Todo tiene que tener alguna utilidad?

—En los negocios, sí. —Al menos así funcionaba en su mundo.

—¿Y en su vida personal?    

Santana se inclinó hacia delante y se le abrió la chaqueta. Fue entonces cuando Britt se dio cuenta de que no llevaba corbata. Los dos primeros botones de la camisa estaban desabrochados y dejaban al descubierto unos centímetros de piel bronceada en la que Britt no había reparado hasta ese momento.

—No estamos aquí para hablar de mi vida privada.

—Yo no estaría tan segura de eso. El resumen que ha hecho esta mañana de mi vida me ha llevado a hacer algunas averiguaciones por mi cuenta.  

Brittany se preparó para afrontar el juicio de Lopez. Nunca intentaba ocultar su pasado, pero sabía que se arriesgaba a perder un cliente por culpa de los errores de su padre.  

—No es necesario cavar muy hondo para desenterrar mi pasado, señorita Lopez.

—Creí que habíamos decidido que podía llamarme Santana y, ya que estamos, ¿te parece que nos tuteemos?

Nombres propios, tuteos y conversaciones sobre relaciones. Aquello no iba nada bien. Brittany tomó un buen trago de vino, deseando que fuera algo más fuerte.

—Mi padre es un hombre horrible. Mi madre era una cobarde. Ninguno de los dos me representa a mí ni a mi modo de hacer negocios, Santana.  

—No he dicho lo contrario.

El tono de su propia voz a la defensiva y la mirada de compasión en los ojos de Santana le sentaron como un tiro.

—Ignoras los apellidos de las mujeres a propósito. ¿Por qué?

Perfecto, otra vez de vuelta a los negocios.

—No soy la única cuyos padres han afectado negativamente en la opinión que la gente tiene de mí. Soy consciente de que la familia puede suponer un problema en cualquier relación, aunque se trate de una relación de negocios. Empezar solo con la información de ellas y no de su entorno ayuda a mantener la puerta abierta a todas las posibilidades.  

—¿Son todas niñas ricas que viven del dinero de papá o son hijas de estafadores convictos?

—Nada más lejos de la realidad. Las tres han cortado los lazos familiares, al menos en el aspecto económico, y por eso buscan seguridad en lugar de amor.  

Santana acarició el borde de su copa. Britt siguió sus movimientos con la mirada y por un instante se preguntó cómo sería sentir sus manos sobre la piel, acariciándole los brazos, recorriéndole los muslos. Notó que un calor intenso le subía por el cuello y tuvo que apartar la mirada.  

—Si insistes, puedo darte sus apellidos. Si va a influir en tu decisión, es mejor que lo sepas.

—No es necesario. Ya he escogido a la mujer que quiero.

Brittany la miró fijamente. De pronto apareció el camarero con las ensaladas y no tuvo más remedio que morderse la lengua y esperar a que terminara de sazonar los primeros con pimienta negra recién molida y rellenara las copas de vino. El suspense la estaba matando. ¿A quién habría escogido y por qué? ¿Cómo podía decidir con quién quería casarse sin ni siquiera haberlas conocido? Era demasiado arriesgado, incluso para una millonaria como ella que tenía delante. O quizá no. En realidad, ¿qué sabía ella de Santana Lopez? Que le gustaban las mujeres delgadas, con mucho pecho y las piernas largas. No había encontrado ni una sola foto de ella sin una modelo de esas características colgando del brazo. De ahí que Brittany hubiese escogido a las tres mujeres más guapas de su pequeña agenda negra —que en realidad era una libreta—. Aun así, ¿cómo había podido escoger basándose únicamente en unas fotografías?

—¿No quieres conocerlas antes?

De pronto, la idea de que fuera capaz de escoger esposa a partir de una imagen le pareció demasiado superficial, incluso para sus estándares. ¿Una cara bonita era suficiente para decantar las intenciones de una mujer? La respuesta era sí. Britt sabía que Santana Lopez podía ser tan superficial como el que más, sin embargo, no podía evitar sentirse decepcionada al comprobarlo en primera persona.  

—¿A las chicas de las fotografías?

Britt asintió, confundida.

—Por supuesto, ¿a quién si no?

—No. —Santana cogió el tenedor y se lo llevó a la boca.

¿No? Mierda. Había decidido casarse con otra. De pronto, los pequeños símbolos de dólar que llevaba grabados en la retina desde el mismo día en que había oído hablar de la duquesa por primera vez empezaron a desvanecerse lentamente

—¿Has encontrado a otra dispuesta a casarse contigo?

—No ha dicho que sí, al menos no de momento. —Santana comió otro bocado, siempre controlando la situación y sin darle mayor importancia.

Si ella no pensaba utilizar sus servicios, ¿qué demonios hacía ella allí?

—Entonces, ¿Bs pierce es una especie de plan B? —Quizá todavía no tenía intención de deshacerse de ella. Las mujeres como Santana Lopez no hacían nada sin un motivo.  
—No exactamente.

Brittany dejó el tenedor sobre la mesa y la miró fijamente.

—Lo siento, señorita Lopez, pero hay algo que no entiendo. Esta misma mañana buscaba a una mujer dispuesta a firmar un acuerdo

con el que satisfacer sus necesidades. ¿Ha cambiado algo en las últimas horas? ¿O es que no está satisfecha con las mujeres que le he presentado?

Santana dejó de fingir interés en la comida y puso las manos sobre la mesa a ambos lados del plato.

—Tutéame, por favor. Las mujeres que has escogido son perfectas. Demasiado. Como sabes, no tengo demasiado tiempo para escoger esposa, por lo que conocer a cada una de esas adorables mujeres y tomar una decisión al respecto es un lujo que no puedo permitirme. —Metió la mano debajo de la mesa y sacó un maletín que Britt no había visto. Cogió una carpeta de su interior y la deslizó hacia ella por encima de la mesa.

—¿Qué es esto?

—El contrato que mi abogado y yo hemos redactado esta misma tarde.

Britt se moría de ganas de abrir la carpeta, pero en lugar de hacerlo la cubrió con una mano.

—¿Qué contrato?

Los ojos cafes de Santana no se apartaban de los suyos.

—Te estoy ofreciendo un acuerdo de matrimonio.

El corazón de Britt se desplomó en el interior de su pecho con un golpe seco.

—Yo no estoy en el menú, señorita Lopez.

Empujó la carpeta hacia Santana, pero ella cubrió su mano y la sujetó firmemente. El contacto desató la misma descarga de la primera vez, una corriente que se propagaba por su cuerpo hasta la punta de los pies y subía otra vez. Se le aceleró el corazón y sintió que el vello se le ponía de punta. Todo su cuerpo se estremecía y lo único que estaba en contacto entre las dos eran sus manos.

—Todo el mundo tiene un precio, Brittany.

—Yo no. —Intentó retirar la mano, pero ella le apretó los dedos para evitarlo.

—Voy a crear un fondo fiduciario para ocuparme de Alexandra de por vida. Aunque te pasara algo a ti, Alex recibiría todos los cuidados necesarios.

Britt abrió la boca y volvió a poner cara de pez, y es que una explosión no podría haberla sorprendido más. Santana venía con los deberes hechos, sabía lo de su hermana y las necesidades especiales de esta.

—Mi hermana solo tiene veintiún años y podría vivir hasta los cien. —Según los médicos, eso era poco probable, aunque tampoco existían indicios de que fuera a morir joven.

—Y sus cuidados te cuestan ciento seis mil dólares al año. El gasto no hará más que subir. —Su mano se relajó, pero Britt no retiró la suya.

—¿Estás dispuesta a pagarme más de ocho millones de dólares a cambio de que sea tu esposa durante un año?

—Más el veinte por ciento. Esos son tus honorarios, ¿no? Samantha asintió lentamente y luego sacudió la cabeza.

—¿Por qué yo?

—¿Por qué no? —El pulgar de Santana empezó a moverse por su mano, pero ella seguía demasiado impresionada como para moverse.

—No soy tu tipo.

—¿Mi tipo?

—Morena, un poco mas baja, espectacular.

Santana soltó una carcajada que devolvió a Brittany a la realidad. Aquello no era más que un trato, un acuerdo comercial, nada más ni nada menos. Santana le había dado la vuelta a su mano y ahora le estaba acariciando la parte interna de la muñeca, describiendo círculos lentamente. Bueno, quizá un contrato matrimonial era algo más que un acuerdo de negocios.

Britt apartó la mano.

—¿En qué consistiría para ti este matrimonio?

—Tu vida no cambiaría en nada —respondió Santana, mientras se llevaba la copa de vino a los labios—. Una escapada rápida al juzgado, quizá a Las Vegas. Tendríamos que hacer algunas apariciones durante los primeros meses para satisfacer a los abogados que mi padre contrató antes de su muerte y también a mi prima, que sería la principal beneficiada si todo esto no funcionara. Yo paso la mitad de mi tiempo en Europa y la otra mitad aquí, en Malibú, así que no nos estorbaríamos la una a la otra.

—¿Y por qué no buscar esposa en Europa?

—Para minimizar la atención de la prensa de allí. En Estados Unidos no hay revistas del corazón dedicadas a reyes y reinas, duques y duquesas. Aquí la novedad de mi matrimonio se olvidaría pronto.

Según las condiciones del testamento de su padre, Santana tenía que estar casada y asentada antes de cumplir los treinta y seis años si quería heredar la fortuna familiar, además de conservar el título. Tras un largo debate, los abogados habían decidido que, cuando se cumpliera el primer año de matrimonio, el Estado renunciaría a la herencia y levantaría cualquier otra restricción legal que existiera. Al menos eso era lo que los contactos de Brittany en Londres le habían contado.

—¿Qué tipo de apariciones?

—Una pequeña recepción y unas cuantas apariciones en actos públicos. Tendrías que viajar a Londres conmigo para firmar con los abogados los papeles referentes a mi título. A nuestros títulos, vamos.

Britt tragó saliva. Por un momento había olvidado que la mujer que tenía delante era duquesa.

—No tengo ni idea de cuáles son las atribuciones de una duquesa.

Santana cogió el tenedor y se dispuso a comer.

—Serías la primera, así que yo tampoco estoy muy segura.

Brittany no pudo evitar que se le escapara la risa.

—Esto es una locura.

—Me sorprende que pienses eso. Para mí, el acuerdo tiene todo el sentido del mundo.

El camarero volvió con los segundos y se marchó rápidamente.

Brittany recordó el consejo que le había dado a Santana ese mismo día: «Depende de su capacidad para controlar sus instintos más básicos, señorita Lopez». Quizá la había escogido porque con ella le resultaría más fácil permanecer lejos de su cama. Eso sí tenía sentido. Quizá había visto las fotografías de las candidatas y se había dado cuenta de que, tarde o temprano, acabaría acostándose con ellas.

—¿Qué ocurre? —preguntó Santana.

Tenía que mejorar su cara de póquer cuanto antes.

—Nada. Es que... son muchas cosas de golpe. No me lo esperaba.

—Pero lo estás considerando.

—Sería estúpida si no lo hiciera.

—A mí no me pareces estúpida —le dijo ella, mientras se llevaba un trozo de carne a la boca.

No, Brittany Pierce no era estúpida.

—Mañana le echaré un vistazo al contrato.

—Excelente.

------------------------------------------------------------------------

Acá les dejo el segundo capitulo gracias por sus comentarios Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 3637566961  desde el tercer capitulo ya se pondra wanky la cosa jajaj espero les guste Saludos Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087  Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Jane0_o Vie Nov 08, 2013 4:31 pm

Genial capitulo!

Haber como sigue!

Se enamora de britt? No me vas a contestar ¿cierto?
Jajajaja mejor me espero a los siguientes capitulos!

Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por 3:) Vie Nov 08, 2013 4:35 pm

holap,.....

me gusto muuuuuchhhoooooo debo admitir,..... Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 

ya quiero leer el tercer capitulo,... y mas si se pone WANY,...... Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 1206646864 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 1206646864 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 1206646864 

nos leemos,... Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 


LU!!!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por adi-santybritt Vie Nov 08, 2013 5:19 pm

Hola Wow a elegido a Britt claro estaba!!!
Me encanta tu fic, espero la actu!!! No te tardes please
PD: esperando el 3 cap ¡¡wanky !!!
Xoxo
adi-santybritt
adi-santybritt
---
---

Femenino Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por naomigleekhummel Vie Nov 08, 2013 5:45 pm

Hola!!!
me encanta el trama Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 
por fa no tardes en actualizar
quiero ver el cap. 3
Saludos!!! Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 1206646864 
naomigleekhummel
naomigleekhummel
*
*

Femenino Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Club Achele Cameron


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por CamilaFrancisca.- Vie Nov 08, 2013 11:40 pm

Capitulo 3

El avión alcanzó la altura de crucero y el piloto les comunicó que podían desabrocharse los cinturones de seguridad durante los cuarenta y cinco minutos que duraría el vuelo hasta Las Vegas. Brittany apenas había abierto la boca desde que habían embarcado.

Después de que Brittany accediera a ser su esposa durante un año, Santana había planeado un viaje relámpago a la Ciudad del Pecado que incluía una breve visita a una capilla. Estaba convencida de que una boda romántica en Las Vegas resultaría mucho más creíble ante los abogados de Parker y Parker que un viaje al juzgado.

Santana se desabrochó el cinturón de seguridad y se levantó del asiento del jet privado para coger una botella de champán. Cuando miró a su prometida, se dio cuenta de que Brittany no dejaba de tocarse las manos. Qué curioso, pensó, ella podía perderlo todo y, sin embargo, era Britt la que no podía estar quieta.  

—Toma, puede que esto te ayude. —Le dio una copa de champán y se sentó frente a ella en una de las enormes butacas de piel del avión.

—¿Tan evidente es?

—Los nudillos blancos te delatan.

Brittany se bebió la mitad de la copa de un trago.  

—Nunca he querido ser actriz.    

—Pues seguro que muchos estudios estarían dispuestos a contratarte como dobladora por un dineral.    

Ella se encogió de hombros.    

—Si me dieran un dólar por cada vez que he oído eso...    

Santana estaba segura de que era así.    

—Tienes una voz increíble.    

Brittany apartó la mirada y sus mejillas empezaron a teñirse de un ligero color rosado.    

—Creo que esto del matrimonio funcionará mejor si no encontramos nada increíble en el otro. No es nada personal.    

—Seguramente tienes razón, pero recuerda que hemos acordado ser sinceras la una con la otra. Y tienes la voz más sensual que he escuchado en toda mi vida.    

Merecía la pena enseñar las cartas solo para ver cómo se removía incómoda ante el cumplido. A esas alturas ya estaba colorada como un tomate, lo cual era adorable.

Sin apenas darse cuenta, Brittany ya había vaciado la copa de champán por segunda vez.    

—No sé si darte las gracias o pedirte que seas menos superficial.    

—Ay.    

—Eres tú quien pedía sinceridad.  

Santana la observó mientras se quitaba los tacones con los pies y escondía las piernas bajo el asiento. Sus dedos empezaban a recuperar el color. No sabía muy bien cómo tomárselo, pero era evidente que meterse con ella la ayudaba a sentirse más cómoda.    

—La única persona que se atreve a llamarme superficial es Quinn.  

—¿Tu mejor amiga?    

—Mi única amiga de verdad.    

—¿En serio? Pensaba que alguien con tu fortuna tendría un séquito de amigos.    

—El dinero atrae a la gente, no a los amigos —respondió ella.    

—Amén a eso. Supongo que Quinn sabe lo nuestro. Lo del acuerdo, quiero decir.    

—Lo sabe.    

—¿Y tus amigas? ¿También lo saben?

Ahora le tocaba a ella sentirse incómoda. Aunque su matrimonio iba a ser una farsa, se le hacía raro hablar de sus amantes con la que en breve se convertiría en su esposa.    

—Contárselo a mis amigas, como tú las llamas, sería como llamar a la Inquisición y concederle una entrevista a doble página. —Santana apuró el champán y se levantó para rellenar de nuevo las copas.    

—¿No confías en ellas?    

—En esto no.    

—¿Cómo lo hacéis las Mujeres como tu?    

—¿Cómo yo?    

—Acostaros con mujeres en las que no confiáis. —Brittany le dio las gracias por el champán y esta vez empezó a beber de su copa tomando pequeños sorbos.    

—Se llama atracción.    

—Se llama lujuria —le corrigió ella, riéndose.    

—Eso también.  

Santana empezaba a sentir una agradable sensación de calidez por dentro. ¿Cuándo había hablado por última vez con una mujer sobre las motivaciones sexuales? Nunca. Y, para su sorpresa, le gustaba hacerlo.    

—Entonces, ¿qué les has dicho a tus...? ¿Cómo llamas a las mujeres con las que te relacionas? ¿Amantes?  

Amante sonaba demasiado personal.  

—Todavía no les he dicho nada.    

Brittany arqueó las cejas, perfectamente depiladas.  

—Lo que daría por ver una de esas conversaciones por un agujerito. «Ah, cariño, por cierto, que me he casado este fin de semana pasado» —se burló, incapaz de contener la risa.

—No creo que se lo diga así. —No sabía muy bien cómo darles la noticia y, para ser sincera, tampoco es que hubiera pensado mucho en ello.    

—Eres consciente de que te arriesgas a perderlas a ambas, ¿verdad?    

—¿Cómo sabes que son dos? —Santana sacudió lentamente la cabeza y levantó una mano para detenerla—. Da igual. No recordaba tu trabajo intensivo de investigación. No tienes que preocuparte por ellas. Ni siquiera las conocerás.    

Brittany se llevó una mano al pecho y sonrió.    

—Superficial y un poquito ilusa.    

Dios, ya estaba otra vez metiéndose con ella.    

—¿Perdona?    

—Si tú y yo estuviéramos saliendo y de pronto tú te casaras con otra, me las ingeniaría como fuera para conocer a esa mujer a cuya altura, a juzgar por tus acciones, parece que yo no estoy. Y que conste que me odiaría a mí misma por hacerlo. Las mujeres son criaturas emocionales, señora Lop... Santana. Por mucho que intentara deshacerme de esa peculiaridad de mi género, lo más probable es que no fuera capaz de controlar mis impulsos. Dudo bastante que Marley y Dani...    

—Danielle —la corrigió Santana.    

—Perdón, Marley y Danielle sean diferentes. ¿A cuál de las dos es más probable que le rompas el corazón?    

Lo de la sinceridad estaba yendo demasiado lejos. Aunque aquella especie de recorrido por su vida personal sirviese para aliviar los nervios de su prometida, Santana no se sentía cómoda. Brittany había subido los pies a la butaca y se mostraba relajada por primera vez desde que se conocían. Su sonrisa no parecía forzada y sus ojos Azules desprendían un brillo de picardía. Le hubiese gustado llevarla a ese estado de ánimo sin tener que hablar de las que hasta entonces habían sido sus amantes, porque ya no lo eran. Pensó por un momento en qué dirían Marley y Danielle cuando supieran lo de su boda. Marlye seguramente le daría un tortazo y se alejaría indignada. Danielle no sería tan dramática, pero era demasiado arriesgado prolongar una relación con ella.    

—Las dos saben de la existencia de la otra.    

—Pero ¿cuál de las dos quiere más?    

—No me puedo creer que mi futura esposa me esté preguntando esto.  

—¿Cuál, Santana?    

Brittany era implacable.    

—Danielle. Aunque dudo que quisiera verte cara a cara. Además, vive en Londres y solo viene a Nueva York de vez en cuando.    

—Sí, y Marley vive entre Nueva York y España.    

De pronto la voz del piloto anunció por los altavoces del avión que se acercaban al aeropuerto de Nevada.    

—Veo que has hecho los deberes. —Santana volvió a su asiento, al lado de Brittany.    

—Siempre —dijo ella, y parecía orgullosa de sí misma.    

—¿Me avisarás si alguna de las dos se presenta en tu casa?    

Brittany bajó los pies al suelo y se puso el cinturón de seguridad.    

—Serás la primera en saberlo.    

El jet inició el descenso y Brittany desvió la mirada hacia la ventana. Entre el champán y la conversación, ya no parecía una novia a la fuga. Santana la cogió de la mano y sintió que se sobresaltaba.    

—Deberías intentar controlar esas reacciones —le sugirió.    

Brittany clavó los ojos en sus dos manos entrelazadas y respiró profundamente.    

—Lo intento.    

Santana no retiró la mano y decidió repetir el ejercicio a menudo. ¿Se había sobresaltado porque le molestaba que la tocara o porque le gustaba? Quizá le gustaba y eso le molestaba. Pues tendría que acostumbrarse.    

Mientras el avión descendía sobre la pista de aterrizaje y las ruedas derrapaban sobre el asfalto, Santana observó las distintas emociones que se iban alternando en el rostro de Brittany. La sonrisa que hacía apenas unos minutos iluminaba sus labios, rosados y generosos, se había convertido en una línea recta. Con cualquier otra mujer, Santana se habría acercado a ella y le habría hecho olvidar las preocupaciones con un beso. ¿A qué sabrían sus labios? Dulces como el champán, pensó. Imaginó aquella voz tan sensual susurrándole al oído, animándola a no detenerse en un simple beso, y algo despertó bajo su vientre. Desvió la mirada y le apretó la mano con fuerza.  

Cuando el piloto anunció que ya podían desabrocharse los cinturones, Santana se volvió hacia Brittany.    

—¿Lista para casarte?    

Ella movió la mano para poder entrelazar los dedos con los de Santana.    

—Por qué no. No tengo un plan mejor para hoy.    

Santana echó la cabeza hacia atrás y se rió a carcajadas.        

Después de un breve trayecto en limusina hasta el hotel más nuevo de la ciudad, Brittany se plantó frente al altar de la pequeña capilla, sujetando la mano de su futura esposa. Durante la ceremonia, ella le entregó la alianza que ella misma había preparado, pero cuando Santana deslizó en su dedo un diamante enorme de cuatro quilates rodeado de zafiros, Britt no pudo reprimir una exclamación de sorpresa.    

—Para mi duquesa —le dijo. Hasta el cura abrió la boca al ver el anillo.    

En algún momento entre la limusina y el intercambio de alianzas, Brittany cayó en la cuenta de que lo más probable era que, al final de la ceremonia, Santana la besara. ¿Por qué no habría de hacerlo? Los abogados podían interrogar al cura y a los testigos, por lo que a Santana le interesaba que creyeran que estaban perdidamente enamorados y que se habían fugado. De modo que, en lugar de pensar en sus votos matrimoniales, unos votos que ninguno de los dos tenía intención de mantener, Britt no podía quitarse el beso de la cabeza.    

En la capilla empezaba a hacer calor y a Brittany le sudaban las palmas de las manos. Repitió sus votos y escuchó como Santana prometía renunciar a cualquier otra mujer.

—... yo os declaro mujer y mujer. Puede besar a la novia.    

Brittany tragó saliva.    

Estaba segura de que el suelo se abriría bajo sus pies en cualquier momento y se la tragaría. Santana, sin embargo, era la personificación del autocontrol. Pasó un brazo alrededor de su cintura y bajó la mirada hasta encontrarse con la suya. Sus hermosos ojos cafes desprendían un brillo especial y en sus labios, tan perfectos, se dibujaba el principio de una sonrisa.    

Brittany se pasó la lengua por los labios e intentó sonreír, pero se le hizo un nudo en el estómago en cuanto ella empezó a acercarse. Santana utilizó la mano que tenía libre para sujetarle la mejilla y se detuvo un segundo, dubitativa, sobre sus labios. Brittany sintió la calidez de su aliento y dejó que su cuerpo se relajara.  
Y de pronto sus labios estaban allí, húmedos, firmes y absolutamente embriagadores. Sintió una descarga eléctrica en el cerebro que se extendió por todo su cuerpo. Aun con tacones, tuvo que ponerse de puntillas para devolverle el beso. El brazo de Santana estrujaba su cuerpo contra el de ella, sus pechos aplastaban los pechos firme de la que ya era su mujer. Brittany abrió la boca sorprendida y sintió que la lengua de Santana se deslizaba entre sus labios.    

Fue entonces cuando se olvidó del cura, de los testigos, y se dejó llevar por el placer que Santana Lopez despertaba en lo más profundo de su cuerpo. Habían pasado siglos desde la última vez que la habían besado, y ninguno de aquellos besos podía compararse ni remotamente. Quizá era porque estaba conociendo una nueva faceta de ella, o tal vez fuera la Mujer en sí misma, quién sabe. ¿Y si todas las duquesas besaban como ella?  

Alguien carraspeó y Brittany y Santana se separaron. Un halo de confusión se había instalado en los ojos de ella. ¿Era posible que Santana hubiera sentido aquel beso con la misma intensidad que ella? Brittany pensó en las dos mujeres a las que su mujer tendría que dar explicaciones y decidió que era imposible que el beso le hubiera afectado tanto como a ella. Santana, su mujer, era una jugadora nata. A partir de ahora tendría que tenerla siempre presente.    

—Felicidades, señoras Lopez. Si son tan amables de seguirme para firmar un par de papeles, podrán empezar su luna de miel enseguida. —El cura los llevó desde la pequeña capilla hasta un despacho en el que Brittany estampó su firma en el certificado oficial junto a la de Santana.    

Y, sin más, se convirtió en una mujer casada.        

Santana no estaba segura de cómo había imaginado su noche de bodas, pero lo que sucedió la noche anterior no se le parecía en nada. A pesar de haber reservado una suite nupcial en un lujoso hotel y casino de Las Vegas, al final había acabado durmiendo en el sofá, oyendo a su esposa dar vueltas por la habitación hasta que se fue a dormir sobre la una de la madrugada.    

El recuerdo del beso aún le resultaba desconcertante. Había empezado como una pantomima, una muestra de afecto en público que, en caso de ser necesario, podría llegar a oídos de los abogados. Pero desde el momento en que Brittany y ella habían abandonado la capilla, solo podía pensar en repetirlo. La forma en que el rostro de Brittany se había iluminado y su incapacidad para mirarle a los ojos eran pruebas irrefutables de que había sentido lo mismo que ella. Mierda, no debería desear a su mujer, una esposa de conveniencia, la persona que le hacía sonreír a menudo y por quien se cuestionaba su filosofía y sus pasatiempos superficiales.    

Ella misma le había aconsejado que controlara «sus instintos más básicos», o algo parecido. Tenía que alejarse de la señora Lopez y hacerlo cuanto antes, o controlar sus instintos acabaría convirtiéndose en una tarea imposible.    

Santana guardó la manta y la almohada que había utilizado la noche anterior y esperó a que la luz que entraba por las ventanas del dormitorio despertara a Brittany. Ya había enviado una nota a la oficina de Londres sobre su boda «relámpago» con la mujer de la que se había enamorado «a primera vista». La noticia no tardaría en extenderse. Lo más probable era que tuviera que presentar a su esposa en sociedad al cabo de un par de semanas para convencer a todo el mundo de que aquella boda era sincera y real. Invertiría ese margen de tiempo en mantener su libido bajo control con unas buenas vallas. No le preocupaba lo que le pudiera pasar a su corazón, pero si rompía el de Brittany se arriesgaba a perderlo todo. Y ese era un riesgo demasiado peligroso.    

Un suave golpe en la puerta la alertó de que el servicio de habitaciones había llegado. Santana abrió la puerta y le indicó al joven uniformado que esperaba tras ella que dejara el carrito en el centro de la estancia. El rico aroma del café despertó sus sentidos y le hizo la boca agua. Mientras el camarero le entregaba la cuenta, se abrió la puerta del dormitorio y apareció la figura aún medio dormida de su esposa, envuelta en una bata blanca.    

—¿Huele a café? —La voz de alcoba de Brittany le atravesó el cuerpo sin previo aviso, arrancándole un gruñido. Incluso el chico del servicio de habitaciones olvidó lo que estaba haciendo y se volvió hacia ella.    

—He pedido el desayuno.    

—Qué bien, me muero de hambre. —Britt atravesó la estancia descalza. Con cada paso, una pequeña abertura en la bata dejaba al descubierto sus delicadas piernas.    

Al camarero se le escurrió el platillo de la cuenta de entre las manos. Santana se interpuso en su campo de visión para proteger la intimidad de Britt, y el chico, colorado como un tomate, recogió la cuenta y se la entregó. Santana la firmó rápidamente y lo acompañó hasta la puerta.    

Antes de darse la vuelta, Santana inspiró profundamente y se cuadró de hombros, aunque sabía que esta vez su fanfarronería habitual no le serviría para nada. En cuanto vio a Brittany levantando con una mano las campanas plateadas que cubrían los platos, mientras con la otra se sujetaba la melena alborotada, sintió que el vello de la nuca se le ponía de punta. Aquella mujer era la viva imagen de la sensualidad.    

Britt cogió la jarra de café y llenó dos tazas.    

—¿Cómo te gusta?    

Ella cerró los ojos y apartó las imágenes de cuerpos desnudos de su mente pecaminosa.    

—Solo.    

Se acercó a la mesa y ocupó una de las sillas. Brittany le dio su taza en silencio y luego se puso azúcar en el café. Cuando el primer trago rozó sus labios, se apoyó en el respaldo de la silla y suspiró. Fue un sonido ronco, casi gutural, que envió una segunda onda expansiva contra la piel de Santana. Tenía que largarse de Las Vegas como fuera o ya podía ir olvidándose de sus intenciones de no acostarse con su esposa.    

Ajena al efecto que provocaba en su mujer, Brittany levantó las piernas y apoyó los pies en la silla que tenía delante. La bata se abrió, revelando una nueva porción de muslo.    

Fue como si el cuerpo de Santana se vengara de ella. La Humedad entre sus piernas alcanzó niveles extremos y tuvo que cambiar de posición sobre la silla para que su ropa interior no se siguiera mojando.    

—¿Qué tal has dormido? —le preguntó ella, sin molestarse en cubrir su piel.    

—Bien —mintió Santana, intentando con todas sus fuerzas apartar la mirada de sus piernas.    

—¿En serio? Yo no he parado de dar vueltas. Esto del matrimonio me preocupa más de lo que pensaba.    

¿Por qué no contarle que ella sentía lo mismo? Claro que entonces parecería que no tenía la situación bajo control. Santana tenía que manejar las riendas de su vida con mano de hierro, incluido su matrimonio.    

—Seguro que acabarás acostumbrándote, sobre todo cuando yo me vaya a Londres.    

Brittany se inclinó hacia delante y cogió una tostada.    

—¿Cuándo te vas?    

—Mañana.    

—¿Mañana? —repitió ella, aparentemente sorprendida.    

—Te llevaré de vuelta a Los Ángeles y te presentaré a Quinn y a mi equipo antes de prepararlo todo para mi marcha.    

Brittany mordisqueó la tostada.    

—¿No parecerá sospechoso que te vayas tan pronto estando recién casada?    

—Puede que sí, así que tendremos que esforzarnos para que todo parezca normal. Llamadas diarias, algo que demuestre que hablamos a menudo. Los abogados de mi padre no tienen escrúpulos. Cuando iba a la universidad, contrataron a varios detectives privados para que le informaran de mis fechorías.    

—¿Hasta ese extremo?    

—Mi padre les ofrecía sobornos, sobornos muy lucrativos, por cada lío que descubrieran. Dudo que haya cambiado algo desde su muerte.—De momento, no tenía intención de ahondar más en la historia de su familia, así que preguntó—: ¿Tienes pasaporte?    

—No desde que se lo quedaron los federales cuando tenía veinte años. No creo que tenga problemas para sacármelo otra vez. De todos modos, sería una buena excusa para explicar por qué no voy contigo.    

Lo dijo sonriendo, por fin despierta gracias a la primera taza de café del día. Santana estaba convencida de que Brittany se había dado cuenta de la brusquedad con la que había cambiado de tema, pero prefería guardarse las preguntas para sí misma.    

—Empezaré con el papeleo el lunes.    

—Me parece bien.    

—Ayer por la noche, mientras intentaba quedarme dormida, estuve pensando en si debería adoptar tu apellido o no. Muchas mujeres mantienen el suyo incluso después de casadas. Así sería más fácil. —Se inclinó hacia delante y se sirvió una ración de huevos
revueltos.    

A Santana no le gustó como sonaba aquello. Tendría que preguntarle por sus motivos, aunque más adelante.    

—Si nos hubiéramos casado por amor y no por conveniencia, ¿habrías adoptado mi apellido?    

—Pero no ha sido así.    

—¿Pero si lo hubiera sido?    

Brittany bajó la mirada hasta el anillo de herencia familiar que Santana le había puesto en el dedo el día anterior.    

—Sí, seguramente sí.    

Santana se terminó la taza de café con ánimo renovado tras haber conseguido la respuesta que buscaba.    

—Pues entonces tendrás que cambiar de apellido. No quiero que nadie se haga preguntas innecesarias, sobre todo teniendo en cuenta que, para empezar, querrán saber por qué vivimos la mayor parte del año en continentes diferentes.    

Brittany quería discutir pero se conformó con un suspiro.    

—Seguramente tienes razón.    

—Antes de irme, abriré una cuenta a tu nombre y te daré las llaves de mi casa. —La imagen de Brittany paseándose por su dormitorio vestida únicamente con una bata blanca le arrancó una sonrisa.    

—No hace falta.    

—No estoy de acuerdo —dijo la latina, mientras se servía un plato de huevos, salchichas y tostadas—. No dejaré a mi esposa sin recursos.    

—Como quieras, pero no los usaré. No necesito tu dinero, ya no, ahora que te has ocupado de Alexandra. Y tengo mi propia casa —respondió ella, mientras masticaba la comida lentamente antes de tragársela.    

—Todavía te debo el veinte por ciento. Utiliza el dinero de la cuenta, Brittany. Es lo que haría mi esposa. Además, no quiero que la gente vaya diciendo que no te cuido.    

Ella dejó caer una mano sobre la mesa.    

—No arruinaré tu imagen, Santana.    

—Sí lo harás si vas por ahí conduciendo un coche viejo y escatimando en gastos menores. No digo que te compres un yate, solo que no te vean en centros comerciales. —Se imaginó a la prensa fotografiándola en un Walmart y no pudo reprimir una mueca de disgusto.    

—Eres consciente de lo clasista que suena eso, ¿verdad?  
 
—Me da igual. Mis novias compraban en tiendas de diseñadores, así que mi esposa no puede ir vestida de rebajas. —Santana notó que Brittany apretaba los dientes y se preparó para una discusión.    

—¿Pasa algo malo con mi forma de vestir?    

Vaya por Dios... Acababa de meterse en un campo de minas y sin chaleco de plomo.    

—Yo no he dicho eso.    

—Sí, sí que lo has dicho.    

Santana dejó el tenedor sobre la mesa.    

—Sabes que tengo razón en esto.    

Brittany apretó los labios, pero no le llevó la contraria.    

—Vale.    

—Bien. —«He ganado.» Dios, ¿alguna vez había discutido con una mujer porque ella se negara a gastarse su dinero? Notó que se le escapaba una sonrisa.    

—¿Qué es tan divertido? —A Brittany le brillaban los ojos de pura ira contenida; era una visión maravillosa.    

—Creo que acabamos de tener nuestra primera pelea de casadas.    

Brittany se relajó y sus hombros se empezaron a contraer de la risa.    

—Creo que sí.    

—Y he ganado yo —puntualizó Santana.    

Brittany la miró con los ojos encendidos.    

—No esperes que se repita a menudo.    

No, murmuró ella. No era tan tonto como para creer que siempre se saldría con la suya. Sin embargo, ganar aquel primer encontronazo había sido como echar un poco de nata montada en lo alto del pastel de bodas.

---------------------------------------------------------------

Bueno aquí les dejo la tercera parte la cuarta empezará lo bueno xDD me he dado cuenta que eso es lo que les gusta a ustedes lo wanky jajajaja Gracias por los comentarios motivan mucho espero que les guste el capitulo. Besos Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por micky morales Sáb Nov 09, 2013 12:14 am

buenisimo, excelente, de lo mejor, espero tu pronta actualizacion sin demora, creo me quedare sentada aqui esperando.
micky morales
micky morales
-*-*-*-*
-*-*-*-*

Femenino Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Club Achele

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Jane0_o Sáb Nov 09, 2013 2:22 am

Me a gustado el capitulo!

Hasta tu pronta actualizacion!
Saludos
Jane0_o
Jane0_o
-
-

Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por adi-santybritt Sáb Nov 09, 2013 12:07 pm

Me encantó el cap, que besó tan intenso,
San imaginando a britt desnuda!!!!
Por qué se tiene que ir san???
Espero la actu
Xoxo
adi-santybritt
adi-santybritt
---
---

Femenino Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Club Brittana Blake


Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Vn-Hide Sáb Nov 09, 2013 12:26 pm

Wowwwww me encanto ... Espero la actualizacion :D
Vn-Hide
Vn-Hide
**
**

Mensajes : 65
Fecha de inscripción : 16/12/2012
El mundo de Brittany

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por 3:) Sáb Nov 09, 2013 12:39 pm

hola,....

me gusto el capitulo,.... y sobre todo el auto control de san!!!!!!!!!!,.....Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 2145353087 

eso si quiero saber cuanto le va a durar,....!!!!!????

nos leemos en la próxima!!!!Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9 918367557 

LU!!!!!!!
3:)
3:)
-*-*-*
-*-*-*

Femenino Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Club Naya/Santana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por CamilaFrancisca.- Sáb Nov 09, 2013 3:06 pm

Capitulo 4

Veintiséis horas después de pronunciar el «Sí, quiero», la prensa descubrió a Brittany y a Santana desembarcando de su jet privado. Gracias a Dios, Brittany había tenido la precaución de llevarse unas gafas de sol bien grandes consigo tras las que poder ocultar el estrés, que ya era evidente en sus ojos. Los periodistas no habían cambiado desde la detención de su padre. Les bloquearon el paso, tomaron fotografías de las dos y les hicieron todo tipo de preguntas.    

Santana la guió hacia el exterior del aeropuerto con un brazo posesivo alrededor de su cintura. Con un poco de suerte, antes de que llegara el fin de semana muchos ya se habrían bajado del carro, llevándose los focos a otra parte. De no ser así, tendría que enfrentarse a los paparazzi ella sola.    

Santana dijo unas palabras, más bien pocas, mientras avanzaban. Cosas como «el amor de mi vida» y «me hizo perder la cabeza». Parecía tan sincera. Si no estuviera al tanto del plan, Brittany le habría creído sin pensárselo dos veces. En una ocasión, Santana acercó los labios a su oreja y le susurró: «Será peor en Europa, así que saca a la esnob que llevas dentro y sonríe».    

Sin dejar de sonreír, Samantha se apoyó en ella para montarse en el asiento trasero del coche que les esperaba. La instantánea del momento apareció en los canales de televisión más importantes y en tres revistas del corazón.    

La amiga de Santana, Quinn, resultó ser toda una sorpresa. Con su pelo rubio y su apariencia de surfista era el extremo opuesto a su mujer. Siempre bien vestida, era inteligente, pragmática y tenía un gran sentido del humor. Le dio a Britt su número de móvil y la animó a que lo usara si necesitaba cualquier cosa mientras Santana estuviera fuera de la ciudad.    

Tal y como habían acordado, Santana le entregó a Brittany una copia de las llaves de su casa, que estaba en la zona más elevada de Malibú y cuyas vistas sobre el mar eran espectaculares. La casa era enorme: mil metros cuadrados en una propiedad de cuatro hectáreas. El servicio incluía cocinera, asistenta y un equipo de jardineros para cuidar de la finca. Neil, el chófer de Santana, se ocupaba del personal y vivía en la casa de invitados. Era tan corpulento que un equipo de fútbol americano al completo se sentiría intimidado a su lado. Santana le contó que también hacía las veces de guardaespaldas.    

Tras desearle un feliz vuelo a su esposa, Brittany regresó a su adosado de alquiler sumida en sus pensamientos. El proceso de búsqueda de una esposa y su ejecución habían sido movimientos muy inteligentes por parte de Santana. Ni siquiera una mujer fuerte como ella podía evitar volver la cabeza y mirar cuando una fortuna como la suya pasaba junto a ella.    

—No quiero ni saber cuánto cuestas —murmuró, admirando el anillo que brillaba en su dedo y haciéndolo girar. Tendría que devolverlo en cincuenta y cuatro semanas, pero hasta entonces disfrutaría de él.    

La voz de Rachel gritó un «Sin comentarios» y luego se oyó un portazo.    

—Madre mía, ¿cuánto tiempo vamos a tener que aguantar esto? —Rachel, más amiga que empleada, descolgó el bolso de su hombro y lo lanzó sobre la mesa de café.    

—Se irán en un par de días.    

—Pareces muy segura.    

—Lo he vivido antes. El divorcio atraerá todavía a más prensa.    

Rachel lanzó sobre la mesa un periódico en cuya portada aparecían los rostros sonrientes de Britt y Santana.    

—Sois muy convincentes.    

Brittany sonrió. Se moría de ganas de que la prensa desapareciera, pero al mismo tiempo le gustaban las fotografías que les habían hecho. Al fin y al cabo, eran las únicas fotos que tenía de su boda.    

—No hacemos mala pareja.    

—¿Mala pareja? Si parecéis felices como dos tortolitas.    

—¿Las tórtolas tienen cara de felicidad?

—se burló Britt.    

—No tengo ni idea. Qué pena no haberlo conocido cuando te trajo a casa. —Rachel se desplomó en el sofá y apoyó sus largas piernas en la mesita.    

—En realidad no me trajo ella. Fue su chófer.    

—¿Su chófer? —Rachel tenía unos ojos color chocolate absolutamente increíbles, unos ojos que se abrieron como platos al preguntar.    

—Es rica. ¿Por qué conducir tú mismo cuando puedes pagar a alguien para que lo haga por ti? —Brittany se rió y puso los ojos en blanco, esbozando su mejor mueca de esnob.    

—Vaya, vaya, usted perdone. —Pero su amiga se estaba riendo.  

El teléfono de la empresa sonó y Rachel saltó del sofá para cogerlo.    

—Bs Pierce.    

Brittany escuchó con una oreja mientras su amiga prestaba atención a la persona que le hablaba desde el otro lado de la línea.    

Lo cierto era que no quedaban tan mal una junto a la otra, a pesar de que brittany le sacaba media cabeza.    

—Sin comentarios —dijo Rachel—. No, no somos un servicio de señoritas de compañía... Le repito que no vamos a comentar nada al respecto. —Y con un suspiro de frustración, colgó el teléfono.    

—Debería habérmelo imaginado. —La prensa estaría dispuesta a reducir su negocio a añicos si con ello conseguía beneficios.    

—Quizá podríamos redactar un comunicado oficial.    

—Buena idea. Escribiré un primer borrador y se lo pasaré a Santana.

El teléfono sonó de nuevo; otro periodista en busca de respuestas. Media hora más tarde, Britt y Rach ya se habían dado por vencidas y habían desconectado la línea de la empresa. Con un poco de suerte, pronto la noticia empezaría a perder fuelle. La publicidad podría atraer a nuevos clientes, siempre que Brittany fuera capaz de mantener el anonimato, algo que no sucedería mientras toda la prensa del corazón del país estuviera instalada frente a la puerta de su casa. Por el momento, no le quedaba más remedio que posponer la búsqueda de nuevos clientes.    

—Esto es una locura —exclamó Rachel mientras corría las cortinas de la sala de estar. Un grupo de paparazzi había acampado en la calle y se las ingeniaba para colar los objetivos de las cámaras cada vez que una de ellas abría las cortinas.    

—Prepararé algo para cenar. No te importa quedarte esta noche, ¿verdad? —Rachel había ocupado la habitación libre de la casa hasta que, seis meses antes, se había ido a vivir con su actual novio.    

—¿Esa es tu forma de pedirme que me quede?    

—Dios, sí. No quiero estar sola con esa gente en la calle. De todas formas, te seguirían hasta tu casa —respondió Britt.    

—Está bien, pero yo escojo la peli. Dime que tienes vino.    

—¿Alguna vez te he defraudado?    

Brittany apagó las luces del porche y pasó el cerrojo de la puerta principal. Se pusieron cómodas, con pantalones de chándal y camiseta, y se acomodaron frente al televisor con unas porciones de pizza barata y una buena botella de Merlot.  
 
—Tengo la sensación de que ya no haremos esto tan a menudo —dijo Rachel entre bocado y bocado.    

—¿Por qué dices eso? —Britt estaba tomando algunas notas en una libreta, intentando dar forma al comunicado de prensa.    

—Ahora eres una mujer casada.    

—¿Y?    

Ambas sabían que solo era de cara a la galería. En aquel preciso instante, Santana estaría durmiendo plácidamente en la cama de su avión privado y ni uno solo de sus pensamientos sería para ella.  
—Estás casada con una duquesa, Britt. ¿Tienes idea de lo fuerte que es eso?    

—Es solo un título, como «señora» o «doctora», solo que Santana no ha tenido que trabajar para conseguirlo.    

—Heredó el título automáticamente de su padre cuando este murió, ¿verdad? —Rachel se había sentado con los pies debajo del trasero y había colocado un bol de palomitas en el sofá, entre las dos.    

Brittany asintió.    

—¿Pero necesitaba casarse para heredar las propiedades?    

—En la mayoría de los casos, el título y las propiedades van juntas y las recibe el primer hijo o hija del duque y la duquesa, pero el padre de Santana era un gilipollas de primera categoría. Dejó estipulado en su testamento que las propiedades fueran divididas, disueltas a todos los efectos, si Santana no sentaba la cabeza antes de cumplir treinta y seis años. Una de sus primas recibiría una parte de las propiedades, la madre y la hermana tendrían una pequeña asignación y el resto se destinaría a causas benéficas.    

—Qué frialdad. ¿El padre no lo dejó todo arreglado para que su propia mujer pudiera quedarse en la casa que ha sido su hogar durante tantos años?    

—Supongo que no.    

Rachel se inclinó hacia delante.    

—Qué imbécil.    

—Santana dice que un título sin las propiedades asociadas es como un rey sin país. Lo de la realeza es que me deja alucinada.    

El móvil de Brittany vibró y en la pantalla apareció el nombre de Santana. Una descarga de emoción le recorrió la espalda.    

—Hola.  

—Quería hablar contigo antes de que te fueras a la cama —dijo Santana. Parecía cansada y el ruido de fondo le impedía escucharle con claridad.

—Y yo que pensaba que estarías a veinte mil pies. ¿Dónde estás?    

—El vuelo se ha retrasado, estoy en Nueva York. Salimos de aquí en menos de una hora.    

El día para ellos había empezado muy temprano y no parecía que fuese a terminar pronto. Brittany se sintió mal por ella.    

—Oye, aquí la prensa se ha vuelto loca. He pensado que podríamos hacer circular un comunicado de prensa. Para quitármelos de encima —sugirió Brittany.    

—¿Estás bien? No te estarán acosando, ¿no? —preguntó Santana con una nota de preocupación en la voz.    

—No, estoy...    

—Me gustaría que te quedaras en mi casa.    

—Ya hemos hablado de esto. Estoy bien aquí. —De fondo se oyó el sonido de un megáfono anunciando vuelos—. ¿Qué te parece esto? «Las señoras Lopez les ruegan que respeten su privacidad mientras se ajustan a los rápidos cambios que están experimentando sus vidas. Tanto su noviazgo como el posterior matrimonio han sido una sorpresa para ellas tanto como para el resto del mundo. En estos momentos se está organizando una recepción para presentar a la pareja y revelar los detalles de su matrimonio por amor.»    

—¿Matrimonio por amor?    

Fue lo único que Santana cuestionó.    

—Eso suena cursi. Ya pensaré en otra cosa.    

Santana se rió al otro lado del hilo.    

—La única otra cosa que tienes que cambiar son nuestros nombres.    

—¿Qué?    

—Sí —respondió ella con voz entrecortada—. Tiene que poner lody y lady Lopez, duquesa y duquesa de Albany. Escucha, tengo que dejarte. Te llamaré por la mañana. Llama a Quinn o a Neil si necesitas algo.    

La línea quedó en silencio.    

Un pavor incontrolable se desplomó sobre ella como el telón de un teatro.    

—Oh, Dios mío...    

—¿Qué? —Rachel dejó de meterse palomitas en la boca a puñados y miró a Brittany con los ojos abiertos de par en par.    

—Esto me sobrepasa. —¡Duquesa! Era duquesa de verdad. El peso del título le había bloqueado la capacidad para pensar con claridad.        

—No has utilizado las tarjetas de crédito.    

Esas fueron las primeras palabras que salieron de la boca de Santana tres días más tarde.    

Brittany estaba haciendo ejercicio por la playa con un manos libres con Bluetooth colgando de la oreja. La prensa había empezado a desaparecer de la puerta de su casa, pero las llamadas no cesaban. Finalmente había decidido darle a Rachel unas vacaciones más que merecidas y escapar de su casa tan a menudo como le fuera posible.  

—Hola a ti también. —Redujo la marcha para poder hablar cómodamente.    

—Parece que te falta el aliento. ¿Qué estás haciendo?    

—Correr.    

—Vaya. —Parecía sorprendida—. ¿Qué es ese ruido?    

—El viento. Estoy en la playa. —Brittany esquivó unas rocas y continuó su camino.    

—¿Es seguro? ¿Hay alguien contigo?    

Ella se rió.    

—Sí, es seguro, detective Dan, y no, no hay nadie conmigo. —Se burlaba de santana, pero en el fondo le gustaba que se preocupara por ella. Britt no recordaba la última vez que a alguien se había preocupado por que ella anduviera sola por la calle—. Seguro que no has llamado para saber los detalles de mi rutina de ejercicios. ¿Qué pasa?    

—Quería asegurarme de que has rellenado los impresos del pasaporte.    

—El martes me pasé seis horas en la comisaría. Cambio de nombre, pasaporte, el lote completo. Les pedí que se dieran prisa, pero dicen que tardará un mínimo de diez días laborables.    

Mientras corría, el pelo se le pegaba a la cara, húmedo por la fría brisa y la niebla de la mañana. Le encantaba aquella hora del día. Había algunos corredores y una docena de surfistas. Intentaba ir a la playa al menos una vez a la semana para correr. Los días que no podía, hacía una ruta por el vecindario. Lo cierto era que la zona por la que corría cada vez era menos fiable, así que a veces prefería coger el coche y buscar un recorrido más seguro o un parque. ¿Cómo sería correr en la playa frente a la casa de Santana?    

—Diez días es demasiado. Haré un par de llamadas para que agilicen las cosas.    

—Ya les he insistido yo y solo he conseguido que el proceso se reduzca de un mes a diez días. Según dicen, no puede hacerse más rápido. —Respiraba entre jadeos, pero aun así no se detuvo.    

—Ya me ocupo yo —insistió Santana, y a Brittany aquella actitud tan decidida le pareció divertida.    

—¿Acaso alguien se atreve a decirle que no al gran y poderosa Santana Lopez? —se burló.    

—Solo tú. ¿Por qué no estás por ahí de compras? Te dije que fueras generosa. —Había algo que no le hacía feliz, podía notarlo en su voz.    

—Deja que lo adivine. Has visto una foto de mí en las revistas con unos pantalones viejos y una camiseta.    

Por un momento, Santana vaciló.    

—Es eso, ¿no? —Brittany rompió a reír y tuvo que dejar de correr para recuperar el aliento—. Vamos, Tana, déjalo ya.    

—Ve de compras, Britt. La recepción congregará a altos dignatarios y a varias familias muy influyentes. Iremos al teatro, a ver partidos de polo... Lo que te apetezca.    

—¿Mis tejanos cortados no sirven? —preguntó ella, a punto de llorar de la risa.    

—Hasta yo he visto Pretty Woman. ¡Ve de compras!    

La idea de Santana viendo una comedia romántica solo sirvió para avivar su risa.    

—Espero que la mujer valiera la pena.    

—¿Qué mujer?    

—La que te arrastró al cine a ver Pretty Woman.    

Santana se rió y el sonido de su voz llenó la cabeza de Brittany de imágenes de su hermoso rostro y de aquellos ojos Cafes que ya había empezado a echar de menos.  

—Fue mi hermana.    

—Eso lo explica todo.    

—Ganó una apuesta. Tenía que llevarla al cine o perder su respeto. —De pronto, la voz de Santana parecía más relajada y la conversación siguió su curso. Siempre sucedía así tras unos minutos al teléfono con ella, hasta el punto de que Britt esperaba sus llamadas diarias con ilusión—. ¿Has dejado de correr? —preguntó Santana.    

Brittany observó la playa desierta y apoyó una mano en la cadera.    

—Sí —respondió entre jadeos.  

Santana gruñó.    

—¿Qué pasa?    

—¿Quieres que sea sincera?    

—Siempre. —Se volvió cara al viento y concentró todos sus esfuerzos en respirar más despacio.    

—Entre la respiración acelerada y esa voz que tienes, me está costando lo mío estarme quieta.    

Brittany se mordió el labio inferior, mientras el corazón le daba un vuelco dentro del pecho.    

—Bueno, pues entonces será mejor que no te explique qué llevo puesto o qué pintas tengo para no arruinarte la fantasía.    

Ella soltó una carcajada.    

—Estoy segura de que los paparazzi andan por ahí y que mañana por la mañana tendré una foto de ti sobre la mesa.    

Britt miró a su alrededor pero no vio a nadie con una cámara.    

—Quizá.    

—Antes de dejarte, otra cosa: he llamado a tu casa pero la línea estaba fuera de servicio.    

—Se oía un ruido de fondo. Hoy por la mañana vendrán unos técnicos a arreglarla. He contratado un servicio de reconocimiento de llamada para controlar cuándo se trata de prensa. —Britt dio media vuelta y retomó la carrera de regreso al coche.    

—Un plan muy sólido. Mañana te llamo.    

—Ah, y Tana... —añadió ella, solo por diversión y con una sonrisa en los labios.    

—Dime.    

Bajó el tono de voz todavía más de lo normal y respiró con fuerza contra el auricular del manos libres.    

—Tengo mucho calor y estoy sudada.    

—Grrrr. —El gruñido de Santana hizo vibrar el manos libres que llevaba en la oreja.    

Después de colgar, Brittany se preguntó si hacía bien al tontear con su mujer. La sonrisa que le iluminaba la cara amenazaba con dejarle unos hoyuelos grabados para siempre en las mejillas, así que decidió olvidarse de cualquier preocupación y disfrutar de que por fin una mujer se interesara por ella como esposa.    

A pesar de que esa mujer era su señora.        

La prensa se había rendido, pensó Brittany mientras subía las escaleras que llevaban a su casa. No quedaba ni uno solo de los cuarentones que, cámara en mano, se escondían entre los arbustos o la enfocaban con el zoom desde alguna esquina. Entró en casa, tiró las llaves sobre la mesa de la entrada y se dirigió hacia las escaleras.    

Cuando sonó el timbre, se dio la vuelta y abrió la puerta por impulso. A medio movimiento, se dio cuenta de que seguramente estaba provocando una fotografía no deseada, una fotografía que haría que al día siguiente Santana se tirara de los pelos.    

Pero la persona que esperaba tras la puerta no era un periodista ni un fotógrafo a la caza de dinero fácil.    

Peor que eso.    

Danielle.    

La mujer que la miraba fijamente era todo lo que Brittany no era. Tenía el pelo rubio —tan  artificial que se le notaba —, los pómulos muy marcados y los ojos de un azul brillante. Un par de piernas largas y delgadas asomaban bajo la falda, una pieza de seda hecha a medida que nunca había colgado de la percha de un centro comercial.    

Bueno, al menos Santana tenía buen gusto con las mujeres, eso era innegable.    

—Ya sabes quién soy.    

Danielle van Buren no parecía la típica amante despechada capaz de presentarse sin avisar, o al menos así lo había creído Brittany. Desde la distancia quizá, pero para llamar a la puerta se necesitaban agallas. Ella habría apostado por Marley, que era una mujer mucho más escandalosa.    

Pero se equivocaba.    

—Y tú sabes quién soy yo.    

Danielle miró a Britt de arriba abajo y una sonrisa le rozó las comisuras de los labios. Danielle vestía de Gucci mientras que ella lo hacía de Target. Una vez, cuando Brittany era más joven, antes de la caída en desgracia de su padre, una amiga le había dado un consejo. Le dijo: «No te metas en batallas sin tener un arsenal completo». Por aquel entonces, Brittany y una de sus enemigas del instituto estaban intentando captar la atención del mismo chico. Desde aquel día, nunca salía de su casa sin maquillar o sin una etiqueta de marca colgando de la espalda.    

Brittany bajó la mirada, vio los pantalones cortos de algodón que llevaba y la camiseta con el lema «Los corredores mantenemos el ritmo» y no pudo reprimir una mueca.    

—¿Me vas a invitar a entrar?  

Ni en un millón de años.    

—No veo para qué.    

Danielle dio un paso al frente y entró de todos modos. Brittany consideró la opción de detenerla, pero para ello habría tenido que retenerla físicamente. Una imagen así en la portada de las revistas no era precisamente lo que Santana y ella necesitaban.    

Brittany cerró la puerta y le bloqueó el paso para que no avanzara.    

—Hasta aquí es más que suficiente.    

—No tardaré mucho. —Danielle miró a su alrededor. A pesar de la situación, aquella mujer era capaz de mantener un control férreo sobre la ira que se desprendía de su voz—. ¿Qué puede haber visto Santana en ti?    

Brittany se cruzó de brazos.    

—¿Siempre llevas las garras puestas? ¿O te las quitas por la noche?    

—Muy lista. ¿Sabías que se acostó conmigo no hará ni dos semanas?    

A Brittany se le ocurrieron un montón de respuestas, pero consiguió controlarse.    

—Santana y yo nunca hemos querido hacerle daño a nadie. —Britt concentró todas sus fuerzas en evitar la imagen de Santana y danielle bailando un tango desnudas sobre la cama.    

—Santana siempre hace daño a todo el mundo... antes o después. Lo descubrirás pronto.    

—Creo que deberías irte. —Brittany se moría de ganas de dejar de ser educada. Aquella no era una mujer enamorada, era una serpiente preparándose para atacar.    

—¿Sabe lo de tu padre? ¿Lo de la sórdida familia que has escondido en el pasado?    

Britt apretó los dientes y hundió las uñas en la carne de sus brazos.    

—Santana lo sabe todo.    

Por la mirada fría y calculadora de Danielle, era evidente que sabía algo.    

—¿Todo? ¿Estás segura de eso?    

No tenía nada que esconder... Bueno, casi nada. Brittany había enterrado sus pecados a tanta profundidad que ni siquiera sus contactos serían capaces de encontrarlos.    

—Hablas como una mujer desesperada, Danielle, y he de decirte que no te favorece.    

La sonrisa de la otra mujer se desvaneció.    

—No hay nada en mí que se parezca remotamente a la desesperación. Tú, en cambio, eres la viva imagen.    

—Ding, ding. Fin del asalto. —Brittany abrió la puerta de par en par, sin importarle quién tomara la foto—. Muévete o te pateo los Prada con mis Nike.    

El corazón le iba a cien por hora, tanto que le apetecía propinarle una buena patada.    

—Ten cuidado, no sabes con quién estás tratando.    

Brittany se acercó a ella tanto como pudo sin llegar a tocarla.    

—Señorita, no tienes ni idea de qué soy capaz. Y pensar que cuando Santana me habló de lo vuestro, sentí pena por ti. Qué pérdida de tiempo. No sé en qué estaría pensando Santana.    

Los ojos de Danielle rezumaban veneno. Sin mediar palabra, dio media vuelta, se puso unas gafas de sol oscuras y salió disparada hacia el deportivo rojo que la esperaba aparcado en la calle.    

Brittany no estaba dispuesta a aceptar cuánto le había afectado aquella conversación, así que, en lugar de dar un portazo, cerró la puerta tras ella y se apoyó en el marco. Cuando la violencia del encuentro se filtró en su torrente sanguíneo, las manos empezaron a temblarle descontroladamente.    

Oyó el sonido de la gravilla bajo las ruedas de un coche.    

—Muy bonito.    

Se apartó de la puerta y fue a buscar el bolso. No le apetecía hablar, así que cogió el móvil, escribió un mensaje y se lo mandó a Santana.    

«¿Gano algo si tengo razón?», le preguntó a su esposa.    

Mientras esperaba una respuesta, cerró la puerta con llave, subió las escaleras y se dirigió hacia la ducha.    

El móvil vibró justo en el momento en que pisaba el último escalón.    

«¿Razón en qué?»  

«Acabo de conocer a la víbora rubia. No sé qué pudiste ver en ella además de lo obvio.» Y puesto que no estaba segura de poder hablar, añadió: «Me meto en la ducha, hablamos después».    

Britt tiró el teléfono encima de la cama y se dirigió al lavabo. Poco a poco, empezaba a recuperar la compostura. Observó su imagen reflejada en el espejo del lavabo. La niebla de primera hora de la mañana había causado estragos en su pelo y encima todavía tenía las mejillas coloradas.    

—Qué desastre.    

Oyó el sonido del teléfono en el dormitorio pero lo ignoró. Luego se quitó la camiseta y la metió en la cesta de la ropa sucia. Las palabras de su amiga del instituto resonaban en su cabeza: «Arsenal completo».    

—¿Sabes qué, Santana? Creo que te haré caso con lo de la tarjeta de crédito.    

Con mujeres como Danielle plantándose en la puerta de su casa, lo mínimo que podía hacer era vestirse adecuadamente para la batalla. Había nacido en una familia pudiente y conocía las normas del juego, solo que había escogido no participar.    

Hasta ahora.
CamilaFrancisca.-
CamilaFrancisca.-
*
*

Femenino Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Club Brittana

Volver arriba Ir abajo

Activo Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9

Mensaje por Contenido patrocinado


Contenido patrocinado


Volver arriba Ir abajo

Página 1 de 6. 1, 2, 3, 4, 5, 6  Siguiente

Volver arriba

- Temas similares

 
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.