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Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
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Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
hola,....
estuvo genial el capitulo,.....
sobre todo el cruce de britt y dani!!!!!!!,...... y creo que no va a ser la ultima, y se va a poner interesante!!!!!!!!!!!!!
nos leemos!!!!!!!!
LU!!
estuvo genial el capitulo,.....
sobre todo el cruce de britt y dani!!!!!!!,...... y creo que no va a ser la ultima, y se va a poner interesante!!!!!!!!!!!!!
nos leemos!!!!!!!!
LU!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Holaaaaaaaa!
Genial el capitulo!
))))))):)
Pero quiero mas,
Jajajajajaj me gusta mucho este fic,
Saludos
Genial el capitulo!
))))))):)
Pero quiero mas,
Jajajajajaj me gusta mucho este fic,
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Hola me a encantado el cap, por fin britt á conocido a una de las amantes de santana y si debería hacerle caso a Santana sobre la tarjeta de crédito,
Me dio risa con los rugidos de san, grrrrr
Espero la actu
Xoxo
Me dio risa con los rugidos de san, grrrrr
Espero la actu
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Hola nueva lectora me he leidos todos los capítulos y esta historia me gusta y mucho me gusta ese chance de las chicas de bromear, lo de la playa esa conversación me mato de risa y fue encantadora al menos no todo es tensión, y bueno la obvia atracción que na siente por la otra pero ya quiero saber que pasara en tu proxima actualización saludos
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Me encanta este fic, ahora sabran quien es la duquesa Brittany, y en cuanto a santana no le sera nada facil estar casada con britt! actualiza pronto por piedad!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
primero me disculpo por no comentar antes, lei tu fic casi inmediatamente lo publicaste y pudo mas mi curiosidad por la obra que empleas en esta adaptacion.........¿y que crees?, ya termine de leer el libro en cuestion y habré de decir a "todas/os quienes leen este fic" que NO VAN A ARREPENTIRSE DE LEER ESTA HISTORIA PORQUE LA TRAMA ES:=D: FABULOSA Y MAS SI ESTA ADAPTADA A BRITTANA CON MUCHOS MOMENTOS "WANKYS" JEJEJEJE...............sinceramente te agradezco que te animaras a publicar esta historia porque me gusta bastante tanto que me has puesto a pensar en publicar un par de adaptaciones de algunos libros que ya lei jejejejeje
Saludos, hasta la próxima actualización:=D:
Saludos, hasta la próxima actualización:=D:
_Claudia_100%fanGLEE_Bol-* - Mensajes : 1976
Fecha de inscripción : 26/06/2012
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
nueva lectora me encanta tu fic eh de desir esta super.. y si tiene razn kon respect a lo wanki pero dime a kien no le gust
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
nueva lectora me encanta tu fic eh de desir esta super.. y si tiene razn kon respect a lo wanki pero dime a kien no le gust
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
jajajajajaja me agrada cuando juegan entre ellas.......................pues ke diré no me agrada en la serie y MUXO MENOS AKI........................buuuuuuuuuuuuuuuuuu dani fueraaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa...................y pues no sé porke pero ya kiero seguir leyendo ke seguirá a partir d aki jijijijij aunke m imagino ke es obvio no?????????? awwwwwwww me encanta apurale a actualizar byeeeeeeeeeeeeee
kaorip0***** - Mensajes : 200
Fecha de inscripción : 07/04/2013
Edad : 32
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
wooo que historia!!
quiero leer mass XD
holaaa nueva lectora :D
quiero leer mass XD
holaaa nueva lectora :D
raxel_vale****** - Mensajes : 377
Fecha de inscripción : 24/08/2013
Edad : 34
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Capitulo 5
Santana se frotó la cara por millonésima vez aquel día. El mensaje de Brittany la había dejado descolocada y todavía no había podido hablar con ella.
¿En qué demonios estaba pensando Danielle? ¿Qué le había dicho a su mujer? No llevaba ni una semana casada y ya tenía que pensar en la forma de mantener a su esposa y a sus amantes separadas. Santana ni siquiera había hablado con Danielle desde el día en que puso el anillo en el dedo de Brittany. Había intentado llamarla, una única vez, pero cuando el mayordomo le dijo que su señora no aceptaba llamadas, pensó que ya no tenían nada más que decirse.
Marley le había enviado un frío «Llámame cuando te canses de ella».
¿Y qué había querido decir con «víbora»? Nada bueno, seguro.
Maldita sea. Si no tuviera que pasarse un día entero volando, ahora mismo se montaría en su avión privado, aunque tomar decisiones precipitadas nunca había sido su estilo. El plan era volver a Estados Unidos el domingo por la tarde para recoger a su mujer y escoltarla de vuelta a Europa.
A menos que Brittany le necesitara antes, se mantendría fiel al plan original. La idea de verla seguía despertando en ella un sentimiento que le dejaba sin respiración. Las conversaciones que mantenía con ella por teléfono le alegraban el día de una forma que jamás hubiera imaginado. Tanto flirteo acabaría convirtiéndose en un problema en cuanto estuvieran en el mismo país. Un océano de por medio parecía una distancia segura. Quizá por eso últimamente tenía la sensación de estar abriéndose a ella. Para Santana, las mujeres siempre habían sido un juego al que no podía negarse a jugar. Primero a atraerlas, lo cual no le resultaba difícil, y luego a seducirlas. Aunque hasta entonces nunca se había marcado un tiempo máximo, sus relaciones solían durar de media entre seis meses y un año. Sin embargo, la atracción que sentía por ellas solía apagarse mucho antes. ella no conocía la monogamia, un rasgo que sin duda había heredado de su padre.
Con Brittany no le hacía falta jugar. Por primera vez en su vida adulta, se sentía cómoda siendo honesta con ella.
Su teléfono le avisó de la llegada de un mensaje con un pitido.
—Britt —susurró Santana, esperanzada.
Pero no era ella, sino un mensaje del banco informándole de los movimientos de la tarjeta que le había dado a su mujer.
Quizá al final la visita de Danielle serviría para algo, pensó. Comprobó la cantidad del cargo y sonrió. De pronto recordó el comentario de Brittany acerca de que las mujeres eran criaturas emocionales. Al parecer, su esposa no era inmune del todo.
Las épocas más traumáticas en la vida de una persona a veces despiertan en ella un sexto sentido sobre las cosas que la rodean, o al menos eso era lo que creía Brittany Y es que nadie podía negarle que, a pesar de lo joven que era, había sufrido más que muchos otros en dos vidas.
Pronto la chusma de la prensa rosa la sustituyó por la sensación del momento, una actriz que por culpa de las drogas y del mal comportamiento había dado con sus huesos en la cárcel. Gracias a Dios, se olvidaron de la nueva duquesa que vivía en las afueras de Tarzana, aunque Brittany no dejó de sentirse observada, de notar el peso de unos ojos ajenos sobre ella.
Y empezaba a estar harta.
El último año de libertad de su padre había sido exactamente así. Brittany descubrió a varios estudiantes nuevos en el campus a los que luego nunca veía en clase pero que se cruzaban con ella continuamente. Coches oscuros seguían a su descapotable y aparcaban al otro lado de la calle. Los teléfonos de casa emitían un sonido cada vez que levantaba el auricular, una especie de clic. Llegó al extremo de vestirse en el lavabo o en el enorme vestidor de su dormitorio como medida de privacidad.
Santana no le había dado los detalles de quién sería el encargado de vigilar su matrimonio durante el año siguiente, solo que alguien lo haría. El tiempo que pasaran juntas debería resultar convincente y el que estuvieran separadas, difícil para ambas. Britt imaginaba que las llamadas diarias de Santana eran una forma de medir su afecto hacia ella. Al menos en los registros telefónicos aparecería una llamada cada día.
Brittany convenció a su esposa de que la visita de Danielle no le había afectado. Aquella era seguramente la única verdad a medias que le había contado hasta la fecha. No tenía por qué saber hasta qué punto le había hecho ver las cosas desde otra perspectiva. Claro que la tarjeta de crédito hablaba por sí misma. Brittany no tenía nada que envidiarle al personaje de Julia Roberts en Pretty Woman. Trajes de firma, vestidos, zapatos y bolsos. Se había pasado medio día sentada en un salón de estética haciéndose la manicura, la pedicura, un tratamiento facial y cortándose el pelo. Un par de sombreros de ala ancha y unas gafas de sol oscuras la ayudarían a pasar inadvertida, aunque la sensación de saberse observada no la abandonaba en ningún momento.
—Te estás volviendo una paranoica —se dijo Brittany mientras corría las cortinas de casa a primera hora de la tarde del viernes.
Miró el reloj y calculó qué hora sería en Europa. Siempre era Santana quien llamaba, así que pensó que quedaría bien tomar la iniciativa si, como creía, alguien le había pinchado el teléfono. Levantó el auricular del fijo y cogió un papel del escritorio en el que había apuntado el número de su casa.
Un tono, seguido de un clic, y un segundo tono.
Brittany se quedó petrificada.
Conocía aquel sonido, lo recordaba muy bien. Colgó el auricular y consideró sus opciones. Llamar a Santana con el móvil era una, pero por lo que sabía había una cámara vigilándola y un micrófono escondido en algún punto de la casa. Menos mal que la mayoría de sus últimas conversaciones con Santana habían tenido lugar en la calle y siempre por el móvil.
Salir de casa para hacer la llamada era otra opción.
Y luego estaba la número tres. Si la persona que le había pinchado el teléfono esperaba escuchar una discusión sobre un matrimonio falso, la decepción sería mayúscula.
El Gobierno ya había invadido su privacidad en el pasado con resultados terribles para su familia. Esta vez Brittany no se jugaba tanto, pero no tenía intención de permitir que nadie se quedara lo que por derecho era de Santana.
Le gustase o no, Santana era su mujer, y seguiría siéndolo las próximas cincuenta y tres semanas.
Brittany se quitó los zapatos y volvió a levantar el auricular inalámbrico del teléfono. Con el móvil en la otra mano, primero envió un mensaje.
«¿Estás en casa?»
El móvil vibró. «Por primera vez en toda la semana.»
Empezó a marcar de nuevo el número. «Ten el móvil cerca y sígueme la corriente.»
Santana miró la pantalla del teléfono y sacudió la cabeza.
—¿Que le siga la corriente? ¿Qué se supone que quiere decir eso? —Se disponía a escribir la pregunta cuando de pronto sonó el teléfono fijo. Lo cogió y oyó la voz grave de Brittany prácticamente ronroneando al otro lado de la línea.
—Hola, cariño.
¿Cariño? ¿A qué venía eso? Abrió la boca dispuesto a preguntar, pero Brittany siguió hablando, cada sílaba más insinuante que la anterior.
—¿Qué tal el día?
—Ocupado. Tengo ganas de tomarme medio día libre mañana. —El móvil de Santana vibró. «¿Has oído ese clic en la línea?»
Leyó la pregunta de Samantha y empezó a responder en voz alta.
—Brittany, ¿qué está...?
—Dios, cómo te echo de menos. Ojalá me llegue pronto el pasaporte y podamos reunirnos.
Santana abrió los ojos como platos. No parecía que Brittany hubiera estado bebiendo, aunque le gustaba la idea de que le hubiera echado de menos. Aun así, era capaz de reconocer una mentira cuando la oía.
«Alguien me ha pinchado el teléfono. Sigue hablando.»
—¿Qué? —¿Le habían pinchado el teléfono?
—He dicho que te echo de menos —respondió la voz entrecortada de Brittany.
—Yo también te echo de menos —le susurró ella mientras tecleaba «¿Qué coño está pasando?»
Brittany se rió.
—¿Sabes en qué llevo pensando todo el día?
Su voz de línea erótica se confundía con los mensajes de texto y Santana empezaba a perder el norte. Si alguien le había pinchado el teléfono, eso significaba que habían estado en su casa. De pronto, empezó a dolerle la mandíbula de la tensión y sintió un calor muy intenso en su interior. Estaba demasiado lejos para llegar hasta ella.
—No, ¿por qué no me lo cuentas?
«Me vigilan. Creo que alguien nos escucha ahora mismo.»
—Pues he estado pensando en esa sonrisa tan sexy que tienes.
Santana respiró profundamente antes de seguir con el mensaje que estaba escribiendo.
—¿Crees que mi sonrisa es sexy?
—Sabes que sí. Echo de menos ver la sonrisa en tus ojos cuando estamos juntas.
Santana sabía que aquellas palabras eran para la persona que estaba escuchando la conversación, pero no por ello era menor el efecto que causaban. Brittany no era actriz, pero lo estaba haciendo de fábula.
«Tengo que sacarte de ahí.»
—¿Sabes qué es lo que yo echo de menos de ti? —preguntó Santana, siguiendo el hilo de la conversación.
—Dime.
«Estoy de acuerdo contigo», respondió ella.
Santana se sorprendió de que accediera sin oponer resistencia.
—¿Qué?
—Que me digas qué echas de menos de mí —le recordó Brittany.
Santana dejó el móvil a un lado y se concentró en sus palabras.
—Echo de menos tu pelo salvaje sobre mi almohada. —No era la primera vez que imaginaba aquella estampa, a pesar de que nunca la había presenciado... todavía—. La forma en que te humedeces los labios justo antes de besarme.
—¿En serio? —La voz de Brittany era aún más grave.
—Echo de menos el olor a lavanda de tu piel. Voy a hacer que los jardineros planten lavanda para que, cada vez que pase por allí, me acuerde de ti. —¿De dónde había salido eso? ¿Y desde cuándo era una poeta?
El teléfono permaneció en silencio unos segundos.
—¿Brittany? ¿Sigues ahí? —Miró la pantalla del móvil para comprobar si le había enviado otro mensaje, pero no era así.
—Sigo aquí. Es que... necesito tenerte cerca. Tal vez debería mudarme a tu casa de Malibú.
Santana sonrió.
—Me alegro de que al fin estés de acuerdo.
—Todo ha pasado tan deprisa. Pensé que lo mejor sería hacer las cosas poco a poco. Ahora me parece una tontería.
—Eres una mujer independiente y lo entiendo, pero pasaremos parte del tiempo en Europa y parte allí. Lo mejor para ti sería que te sintieras cómoda en ambos lugares. Así al menos sabré dónde estás cuando estemos separadas. —Lo curioso era que hasta la última palabra de lo que acababa de decir era verdad. Sin embargo, si no hubiera otro par de orejas escuchando la conversación,
probablemente nunca le habría dicho nada.
—Eres... ¡Mierda! —La palabrota salió despedida de su boca con la fuerza de una explosión.
Santana sintió que el vello de la nuca se le ponía de punta.
—¿Qué pasa?
—Me he dado un golpe en el dedo gordo. —Parecía cabreada, pero no herida.
El móvil volvió a vibrar. «He encontrado una cámara.»
—¿Qué haces? —preguntó Santana. Se puso en pie y empezó a pasear por la habitación.
—Estoy escogiendo unos libros para llevármelos a tu casa. ¿A qué hora llegas el domingo? —Si no hubiese estado atenta, no habría percibido el temblor en la voz de Brittany. Buscó el teléfono de Neil en la agenda del móvil y le mandó un mensaje urgente. «¡Encuentra a Britt ahora mismo! Te llamo en unos minutos.»
—Voy a reorganizar mis planes para coger el avión antes. —Antes significaba esa misma noche.
—No hace falta —dijo ella.
—No estoy de acuerdo. Llevamos demasiado tiempo separados. —Y era totalmente cierto, aunque lo hubieran acordado por contrato.
Brittany suspiró.
—Hoy no vas a conseguir que discuta contigo.
—Te llamo luego.
—No hagas ninguna tontería —le dijo Brittany—. Estoy bien.
Pero Santana no lo estaba. Alguien espiaba a su esposa, escuchaba sus conversaciones, la observaba. Y eso, para alguien cuyo objetivo era pillarlos en una mentira, suponía llevar las cosas demasiado lejos.
—Estaré ahí por la mañana.
—Te espero con los brazos abiertos.
Santana sonrió y colgó el teléfono.
«Coge lo que necesites para hoy y mañana. Neil está de camino.»
Santana llamó a su guardaespaldas y le explicó la situación. La siguiente llamada fue al piloto de su avión privado. Frustrada, se pasó las manos por el pelo una y otra vez mientras ultimaba los preparativos antes de marcharse. De pronto, su matrimonio a distancia estaba en peligro. Su cerebro zumbaba con una urgencia que le hacía golpear repetidamente el suelo con el pie o frotarse las manos como si quisiera rodear con ellas el cuello de alguien. ¿Sería su prima capaz de arrastrarse a ese nivel? ¿O estaba Danielle tan ofendida que quería vengarse a cualquier precio? Tampoco podía eliminar a Parker y Parker de la corta lista de sospechosos porque, en caso de que pudieran descubrir el fraude, ganarían una cantidad considerable de dinero.
Veinte minutos más tarde, mientras se dirigía hacia el aeropuerto, recibió una llamada.
—¿Brittany?
—Sí, soy yo. —Parecía agotada, exhausta—. Estoy en tu casa.
—Entonces podemos hablar. El sistema de alarma detecta la presencia de micrófonos. ¿Cómo lo llevas?
Brittany suspiró.
—Estoy cabreada. Pensaba que los días de teléfonos pinchados y cámaras ocultas estaban más que superados. ¿Quién está dispuesto a llegar tan lejos, Tana?
—Llevo haciéndome esa misma pregunta desde que me has llamado. Tengo a mi equipo trabajando en ello. Lo averiguaremos.
—Si hay algo en lo que pueda ayudar dímelo. Quienquiera que sea el responsable tiene en mí a una enemiga.
La chispa que transmitía su voz era mejor que el tono derrotado de hacía un momento. Su mujer era capaz de convertirse en un volcán cuando la acorralaban.
—Llegaré de madrugada. ¿Qué dormitorio has escogido?
—Ah, vaya, no... no estaba segura de quién sabe lo nuestro por aquí, así que le pedí a Neil que pusiera mis cosas en tu suite —balbuceó Brittany—. Puedo mudarme a otro dormitorio si quieres. Santana imaginó su cabeza sobre la almohada, los ojos cerrándose lentamente entre las sábanas de su cama.
—No te cambies. Tienes razón. Confío en mi personal, pero no creo que debamos avisarlos.
—¿Estás segura? —Volvía a parecer vulnerable. El deseo de tenerla entre sus brazos y rodearla con todas sus fuerzas era tan poderoso que casi resultaba doloroso.
—Por favor. Insisto.
A esas alturas ya sabía que lo mejor era no exigir. Brittany cogía sus órdenes y se las tiraba a la cara siempre que tenía ocasión. Preguntar educadamente era algo nuevo para ella, pero iba mejorando la técnica con el paso de los días.
—Está bien. Nos vemos por la mañana.
Colgó y empezó a dar golpecitos con el dedo en el teléfono. La imagen de Brittany enroscada en posición fetal en su cama, con los ojos abiertos de par en par por culpa del miedo, se le antojaba asfixiante. Hundió las uñas en las palmas de sus manos. Quienquiera que fuese el responsable de aquello, había cometido un error imperdonable. Aplastaría sin miramientos a la persona capaz de violar la privacidad de su esposa hasta esos extremos. Paparazzi en la vía pública, alguien escuchando una conversación ajena en la cola de una tienda, vale, pero ¿esto? ¿Y si también había una cámara en su dormitorio? ¿Y si alguien la había observado mientras se vestía, mientras se duchaba?
No era de extrañar que Brittany pareciera asustada.
Cuanto más pensaba en ello, más le costaba mantener la cabeza fría.
A medio camino entre el recuerdo y el sueño, el cerebro somnoliento de Brittany filtraba imágenes de sí misma caminando por el campus, con una mochila colgando del hombro.
Alguien la seguía. No era la primera vez que veía a aquel hombre, pero no conseguía situar su cara. El pánico insuperable había empezado el día en que compartió sus pensamientos más profundos con su profesor de comercio.
En lo más remoto de su mente, Brittany sabía que estaba soñando. Sabía hacia dónde se dirigía el sueño e intentó detenerlo por todos los medios.
Una imagen del dormitorio de su infancia cruzó su mente. Una conversación cándida con un amigo en quien confiaba. Su madre, aún con vida, diciéndole que tuviera cuidado con lo que decía. Alexandra, con un sujetador de deporte, riéndose de algo que Buster, el perro de la familia, hacía.
Todas esas instantáneas mezcladas formaban un ovillo en el pecho de Brittany.
Dos hombres vestidos de negro y con una placa en la mano se la llevaban de clase para interrogarla, solo que en lugar de preguntarle dónde estaba su padre o qué estaba haciendo, le preguntaban por Santana.
—Lo que está haciendo es ilegal, Brittany. Miles de personas sufren por su culpa.
¡No! Se enfrentó al sueño, deseando que las imágenes cambiaran.
Pero no se detuvieron y el miedo se adentró en su corazón.
Brittany se incorporó de un salto respirando entre jadeos y con el corazón latiendo desbocado. En una décima de segundo, Santana se levantó de la silla en la que estaba durmiendo y corrió a su lado.
—Britt, ¿estás bien? —le preguntó, mientras la sujetaba por los brazos para calmarla.
Ella asintió, intentando recuperar el aliento.
—Una pesadilla.
—Estás temblando. —Sin saber qué decir, rodeó su cuerpo con los brazos y la atrajo hacia su pecho.
Apartarse seguramente habría sido lo mejor, pero Brittany se había quedado sin energía. Respiró el profundo aroma de su esposa con unas notas de vainilla, que siempre seguía a Santana por dondequiera que fuese. Desde tan cerca era mucho más intenso, más poderoso. Brittany se apoyó en ella y cerró los ojos. Santana le frotó la espalda y le acarició el pelo.
—No pasa nada —le susurró.
La fuerza del sueño le había dejado una mella imborrable en el corazón. Los recuerdos de su madre aún viva, de su hermana sana. Todo había desaparecido.
Y era culpa suya.
Santana siguió abrazándola durante horas, o eso le pareció a ella. Cuando finalmente Brittany retiró la cabeza de su pecho, se dio cuenta de que ella iba vestido con una camisa de vestir y una falda. su mirada destilaba preocupación. A pesar de su atractivo, esta vez parecía cansada.
—Ya estoy mejor —le dijo.
Se había apartado de ella, pero Santana no la soltaba y le acariciaba la línea de los brazos antes de entrelazar los dedos con los suyos.
Una poderosa sensación de pertenencia, de saberse anclada a alguien, se apoderó de ella. Los ojos de Santana se movían por su cara como si buscaran signos físicos de agresión. Su preocupación por ella la dejó sin respiración y la atracción que hasta entonces había sentido creció de pronto en su interior. Se sentía vulnerable, pero sabía que lo mejor era no tontear con ella ni recordarle que estaban en su cama y que ella solo llevaba un camisón ligero.
Para romper el contacto visual, Brittany miró hacia el otro extremo del dormitorio.
—¿Estabas durmiendo en esa silla?
—Solo quería ver cómo estabas. Debo de haberme quedado dormida.
Pero sus zapatos altos descansaban junto a la silla y el abrigo sobre el respaldo.
—¿Qué vamos a hacer? Alguien está tomando medidas desesperadas para descubrir nuestra mentira.
—Han ido demasiado lejos —dijo Santana, y sus manos se tensaron sobre las de ella. Brittany le devolvió el apretón.
—¿Y qué hacemos ahora? Irme de casa no mantendrá alejado por mucho tiempo al que esté detrás de todo esto. Los federales vigilaron nuestra casa durante más de un año mientras investigaban el caso. No tenemos forma de saber si alguien nos vigila o nos escucha a todas horas. —La posibilidad de tener que pasarse un año esquivando cámaras y micrófonos ocultos le provocaba dolor de cabeza.
—Descubriré quién ha hecho esto. Que yo sepa, sigue siendo ilegal colarse en casa de alguien para grabar su vida.
—Puede que sea ilegal, pero eso no los detendrá. Tenemos que convencerlos de que están perdiendo el tiempo. De lo contrario, en algún sitio, cuando menos lo esperamos, alguno de los dos meterá la pata y se le escapará que este matrimonio es algo temporal. Tú perderás tu herencia y será por culpa mía.
Santana entornó los ojos e inclinó la cabeza.
—¿Por qué culpa tuya? Los dos dijimos «Sí, quiero» por los motivos equivocados.
Brittany temía que pudiera intuir los pecados del pasado en sus ojos, así que retiró las manos de las de Santana y se llevó las rodillas al pecho.
—Tal vez no sea todo culpa mía... —dijo, con la mirada perdida a lo lejos.
Santana se interpuso en su campo de visión y apoyó una mano en su rodilla. El calor que desprendía su piel subió por la pierna de Brittany hasta que toda su atención se concentró en su esposa, la mujer que estaba sentada junto a ella.
—Ahora que conocemos las normas del juego, tenemos que ganar utilizando sus términos. Usaremos las cámaras para demostrarles lo equivocados que están.
—¿Y cómo sugieres que hagamos eso?
Santana disimuló una sonrisa. La preocupación había empezado a desvanecerse en los ojos de Brittany.
—Iremos las dos a tu casa a recoger tus cosas. Antes enviaré a un equipo para que averigüe si hay más cámaras escondidas.
—¿No será demasiado evidente?
—¿Fue evidente cuando ellos se colaron en tu casa para instalarlas?
Brittany llevaba toda la noche pensando en ello. Los tipos de la compañía de teléfono eran los únicos que habían entrado en su casa desde que Santana y ella se habían casado.
—No.
—Encontraremos las cámaras y actuaremos para ellos.
—¿Actuaremos para ellos? —repitió ella, sintiendo que se le aceleraba el pulso.
Santana le cogió un mechón de pelo y lo sujetó detrás de su oreja. El contacto de sus dedos sobre la piel levantó chispas, una corriente eléctrica que también ella sintió. Podía verlo en sus hermosos ojos cafes.
—¿Tan duro te resultaría volver a besarme? ¿Para la cámara?
Brittany se humedeció los labios sin dejar de mirarle fijamente mientras hablaba.
—¿Un beso?
La mano de Santana le acarició la mejilla.
—Quizá unas caricias subidas de tono. Seguro que en la habitación hay algún punto donde escondernos de las cámaras. Que la persona que esté viendo las imágenes se imagine el resto. Brittany se preguntaba cómo sería estar entre sus brazos. Había pensado en la posibilidad de volver a besarla desde el día de la boda.
—¿Y qué demostraríamos con eso? —preguntó, ignorando el pulgar de Santana, que le acariciaba la mejilla y evocaba imágenes eróticas de sus manos sobre otras partes de su cuerpo.
—Demostraría que hay intimidad entre nosotros, que disfrutamos la una a la otra lejos de las miradas de la gente. Mientras crean que no sabemos nada de las cámaras, estoy segura de que funcionará. ¿Qué me dices, Brittany? ¿Aceptas el reto?
Ella apartó los ojos de sus labios y descubrió que la estaba mirando. Sabía cómo enrolarla en su causa y prepararla para la batalla.
—Cuenta conmigo.
La suave curva en los labios de Santana se convirtió en una sonrisa de oreja a oreja.
—Esa es mi chica. Ahora, ¿por qué no le pides a la cocinera que te prepare el desayuno mientras yo intento recuperar un par de horas de sueño? Cuando me levante haremos una escapada a tu casa. Así mis hombres dispondrán del tiempo necesario para encontrar los micrófonos.
Apoyó una mano en la cama y se levantó de un salto.
—Santana, ¿y qué pasará mañana? ¿Y pasado? ¿Cómo vamos a mantener esto durante todo un año?
—Día a día, preciosa. Somos dos personas inteligentes con un mismo objetivo. Ya se nos ocurrirá algo.
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Perdón por no actualizar tuve algunos problemas /: también perdón por no responder sus comentarios pero solo vengo a dejarles el capitulo mañana les prometo actualizar y dejarles dos como siempre lo hago Gracias por los comentarios y por darse el tiempo de leer esta adaptación un beso a todas
CamilaFrancisca.-* - Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Como siempre genial el capitulo
Saludos y hasta la siguiente
Actualizacion
):)/)):)/))/))
Saludos y hasta la siguiente
Actualizacion
):)/)):)/))/))
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Ohh.. te espero ansiosa
Ya quiero ver las caricias subidas de tono jajajajaja
Saludos!!!
Ya quiero ver las caricias subidas de tono jajajajaja
Saludos!!!
naomigleekhummel* - Mensajes : 40
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Me acabo de leer lo que va del fic y esta muy bueno, me encanta la historia :D
MarT1n4- ---
- Mensajes : 599
Fecha de inscripción : 28/11/2012
Edad : 27
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
HOOOOO!!!!!!!!!!!!!
quiero el capitulo de mañana!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A EMPEZAR A JUGAR SE A DICHO!!!!! JAJAJAJAJA
quiero el capitulo de mañana!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
A EMPEZAR A JUGAR SE A DICHO!!!!! JAJAJAJAJA
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Como que alguien las vigila!!!
Talvez sea para que se acerquen más!!!!
Espero la actu que me encanta!!!!
Xoxo
Talvez sea para que se acerquen más!!!!
Espero la actu que me encanta!!!!
Xoxo
adi-santybritt- ---
- Mensajes : 553
Fecha de inscripción : 27/07/2013
Edad : 30
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Sabes que nos debes 2 capitulos no?
Jajajaja na no te creas!
Pero ya queremos actualizacion!
Saludos
Jajajaja na no te creas!
Pero ya queremos actualizacion!
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Excelente el plan de santana, para nada le va a costar, ella solo piensa en su herencia, si claro!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Hola nueva lectora repontanse!! Me gusta como va la historia y lo mejor es q es otro contexto... hoy me lei todos los capitulos y espero impaciente los nuevos :x
te hago una acotacion fastidiosa lo digo asi por que se q eso molesta pero trata de editar bien la adaptacion por que a veces se nombra a santana como hombre o como el trata de corregir eso!!!... Espero q actualics pronto ;)
te hago una acotacion fastidiosa lo digo asi por que se q eso molesta pero trata de editar bien la adaptacion por que a veces se nombra a santana como hombre o como el trata de corregir eso!!!... Espero q actualics pronto ;)
O_o***** - Mensajes : 250
Fecha de inscripción : 05/05/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
yeah me gusto... y yo se ke al final se van a kedar juntas... ya espero tu actu... yeah no tardes muxo kierws
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
DEMASIADO INTEREZANTE ESTA HISTORIA SIGUE ESCRIBIENDO Y ACTUALIZA PRONTO
Any Noriega** - Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 10/06/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Holaa Primero de todo me encanta tu fic ,llevo desde el principio leyéndolo y esta muy bien. Aquí tienes a una nueva lectora jejej.
Me encanta tu manera de escribir y la historia es simplemente magnífica , la manera en que se conocen y como se tratan. Ya quiero que estén juntas.
Besos y saludos.
Hasta tu próxima actualización!!
Me encanta tu manera de escribir y la historia es simplemente magnífica , la manera en que se conocen y como se tratan. Ya quiero que estén juntas.
Besos y saludos.
Hasta tu próxima actualización!!
Anna Pierce Anderson** - Mensajes : 79
Fecha de inscripción : 18/11/2013
Edad : 27
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Perdon por ser insistente pero esta adaptacion esta demasiado emocionante y ya lo dejaste un poco abandonado!
Vuelve!
Saludos y besos
Vuelve!
Saludos y besos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
no abandones esta historia que esta muy buena e interesante... actualiza
Any Noriega** - Mensajes : 72
Fecha de inscripción : 10/06/2013
Re: Fanfic Brittana - "El contrato" - Capitulo 9
Capitulo 6
Había cámaras en la sala de estar, en la cocina y en los dos dormitorios. Ya sabían lo de la línea telefónica. Según los hombres de Santana, el coche estaba limpio.
Pero, ¡maldita sea!, alguien la había estado espiando mientras se vestía o mientras dormía. Brittany le contó a Santana la conversación que había tenido con Rachel, las únicas palabras que habían salido de su boca que podrían esconder una pista sobre la falsedad de su matrimonio. Seguramente los tipos que se hacían pasar por técnicos de telefonía habían sido los responsables de instalar las cámaras. O quizá alguien se había colado mientras ella salía a correr.
Después de eso, todas las conversaciones habían sido por teléfono y normalmente fuera de casa. Tampoco es que importara mucho. Solo habían hablado de la recepción y de la gente que conocería allí. Lo cierto es que hablaban como lo haría una pareja de ancianos, lo cual era sorprendente teniendo en cuenta que apenas se conocían.
Santana condujo su coche mientras Britt, sentada a su lado, le indicaba el camino hacia su casa.
A medida que se iban acercando, la realidad de lo que estaban haciendo se extendió por todo el cuerpo de Brittany.
—No paras de mover las manos —le dijo Santana—. ¿Hay algo que no te parezca bien?
—¿Sinceramente? —preguntó ella, a pesar de que conocía la respuesta.
—Siempre.
—Besarte.
Ella la miró un instante a través de los cristales de las gafas y rápidamente fijó los ojos de nuevo en la carretera.
—¿No te parece bien besarme?
—No —respondió Brittany sin pensar—. Es decir, sí.
A Santana se le escapó la risa.
—¿En qué quedamos?
—Ejem. ¿Y si me quedo atascada? ¿Y si no parezco convincente? —¿Y si metía la pata y le daba a la cámara exactamente lo que aquella gente buscaba y Santana perdía la herencia?
Santana levantó una mano del volante y cubrió con ella las de Brittany, que estaban heladas.
—¿Brittany?
—Sí.
—Relájate. Deja que me ocupe de todo.
Ella sacudió la cabeza.
—No estoy acostumbrada a que las personas tomen el mando de mi vida.
—Lo sé. Pero puedes confiar en mí.
Y Brittany quería hacerlo, pero cuando se detuvieron frente a su casa le temblaban las manos. Santana sacó la llave del contacto y se volvió hacia ella.
—Entremos y empecemos a recoger tus cosas.
—¿Vas a besarme en cuanto entremos? —Dios, tenía que saberlo para estar preparada.
Santana se inclinó hacia ella y se quitó las gafas de sol.
—Ven aquí —le susurró, sin apartar la mirada de sus labios.
Ella se acercó, creyendo que querría susurrarle algo importante.
En vez de eso, Santana se inclinó hacia su asiento y posó suavemente sus labios en los de ella. El calor fue instantáneo, una corriente que se extendió por su cuerpo hasta los dedos de los pies. Cerró los ojos y se dejó llevar hasta que de repente Santana se retiró.
—Besarnos será la parte más sencilla —le dijo Santana a escasos centímetros de sus labios—. Separarnos será lo difícil.
Santana deslizó el pulgar por el labio inferior de ella antes de darse la vuelta y abrir la puerta.
Brittany bajó del coche. Le temblaban las piernas y tuvo que apoyarse en el brazo de Santana para mantenerse erguida. Ella observó el edificio durante unos segundos con una profunda mirada de desaprobación.
—El barrio no parece seguro. ¿Cuánto tiempo llevas viviendo aquí?
—Dos años —respondió ella mientras introducía la llave en la cerradura y abría la puerta.
Entraron en el recibidor y Brittany dejó el bolso sobre la mesa.
—Tengo algunas cajas en una caseta, en la parte de atrás.
—Yo traeré las del coche.
Mientras se alejaban en direcciones opuestas, Brittany no pudo evitar que sus ojos se detuvieran durante un segundo en la cámara que sabía que se escondía entre los libros de una estantería.
Pasó frente a ella, se dirigió hacia la caseta por la puerta trasera de la cocina y regresó con un puñado de cajas polvorientas de distintos tamaños. Las dejó sobre la mesita de la sala de estar y miró a su alrededor.
Santana volvió del coche con media docena de cajas más sin montar y un rollo de cinta de embalar.
—¿Por qué no usamos esas que están limpias para la ropa? —sugirió Brittany.
—Me parece bien —respondió, mirando hacia lo alto de la escalera.
Brittany se dirigió al dormitorio e indicó a Santana que dejara las cajas sobre la cama para luego montarlas una a una. Con un poco de cinta de embalar, pronto estuvieron listas para ser utilizadas.
—¿Por dónde quieres que empiece? —preguntó Santana.
—Por el armario.
Tras unos primeros minutos guardando cosas en las cajas, Brittany se olvidó de las cámaras y se puso manos a la obra con la ropa de la cómoda. Buscó una goma de pelo sencilla y se recogió la melena para que no le molestara.
—¿Debería preocuparme por todos estos zapatos que hay aquí? —preguntó Santana desde el armario.
—Fuiste tú la que me animó a ir de compras —respondió Brittany entre risas.
—Parece que no tendré más remedio que contratar a alguien para que te construya un vestidor para ti sola, no cabra lo tuyo y lo mío en uno solo —se quejó Santana, aunque en su voz se escondía una sonrisa.
—Me encanta la ropa.
—Y parece que los zapatos también. Dios, ni yo tengo tantos.
Brittany guardó las braguitas que tenía en la mano en una caja y cogió más del cajón.
—Soy alta, por si no te has dado cuenta. Pero me encantan los tacones.
Esta vez la voz de Santana sonó más cerca.
—Ni que fueras bajita —ironizo.
Brittany se dio la vuelta y vio que Santana tenía unos tacones de diez centímetros en la mano.
Los ojos de Santana parecían atraerla hacia su cuerpo.
—No cambiaría absolutamente nada en ti.
Levantó una mano, le quitó la goma del pelo y le acarició las puntas. De pronto, fue como si Brittany se olvidara de respirar. Cuanto más se acercaba ella a su espacio personal, menos aire entraba en sus pulmones. Santana se inclinó sobre ella; Brittany inclinó la cabeza y permitió que su boca se moviera sobre la suya. Santana dejó caer una mano y le rodeó la cintura, sujetándola con fuerza contra su cuerpo.
Cuando Santana ladeó la cabeza para besarla con más fuerza, los pechos de ella se aplastaron contra su Pechos firmes. Sus lenguas se encontraron y de pronto Brittany recordó que las cámaras lo estaban grabando todo. Se puso tensa al instante, pero Santana se negó a soltarla. Entonces deslizó una mano por la espalda de Brittany y cubrió con ella una de sus nalgas.
El cuerpo de Britt se cargó de energía. La lengua de Santana inició una lenta danza con la de ella. El olor a vainilla que desprendía y la calidez de su aliento la distraían de todo lo que la rodeaba, excepto de la sensación de saberse entre sus brazos, del tacto de sus manos.
Un líquido espeso empezó a acumularse en su vientre, mientras el deseo se encaramaba desbocado por su espalda. Hacía tanto tiempo que nadie la besaba que ya no recordaba lo increíble que era. ¿Y alguna vez lo había sido tanto? Seguramente no.
Santana gimió, o quizá fue ella, cuando los labios de ella se apartaron de los suyos y recorrieron la línea de su mandíbula, la curva del cuello. Quizá solo estaba actuando para la cámara, pero estaba claro que su cuerpo no conocía las normas. El calor que desprendía de entre sus piernas le avivo el deseo que ya sentía.
—Te he echado de menos —le susurró Santana, con la cara hundida en el pelo de Brittany.
Ella pasó los brazos alrededor de sus hombros y se agarró con fuerza a su camisa.
—Yo también te he echado de menos.
Sus ojos se encontraron y la chispa de picardía que vio en ellos le arrancó una sonrisa. Cuando su mano encontró la piel desnuda de la espalda de Santana, la mirada de ella se oscureció. La besó de nuevo, esta vez con más desesperación. Brittany sintió que una mano le cubría el pecho por encima de la tela de la camisa. Quería sentirla más cerca, quería que probara la dulzura de su piel donde ahora solo sus manos se aventuraban.
—Oh, Dios —susurró. «Esto es peligroso.» El deseo que sentían era real, o al menos así se lo parecía a ella.
—¿Sabes qué quiero? —le preguntó Santana cuando sus labios se separaron.
—¿Qué? —dijo ella, mientras le besaba la mandíbula y empezaba a desabrocharle los botones de la camisa.
Santana se agachó y la levantó en brazos.
Brittany gritó y se sujetó de sus hombros para no caerse.
—Quiero hacerte el amor en la bañera.
Brittany sonrió y cruzó los tobillos mientras Santana la sacaba de la habitación, lejos de miradas ajenas.
Cuando llegaron al lavabo, la dejó de nuevo en el suelo y volvió a besarla. El espacio era reducido y las piernas de Brittany chocaron con el mueble de formica barata. Santana la aupó hasta sentarla sobre el lavabo, sin que sus labios dejaran de bailar con los de ella ni un solo instante. Se colocó entre sus muslos y la empujó con la cadera para generar algún contacto.
En un rincón de su cerebro, Brittany oyó el sonido de la puerta al cerrarse, pero sus labios seguían irremediablemente pegados a los de Santana.
Estaban a solas. Sin cámaras, sin ojos que los observaran.
El dulce consuelo de su boca abandonó los labios de Brittany para posarse en su sien. Ella gimió al darse cuenta de que el momento se había esfumado. Santana mantuvo los brazos alrededor de ella, firme en el abrazo. La realidad fue colándose gota a gota en el presente, mientras ambas luchaban por encontrar el valor necesario para controlarse.
No debería sentirse tan a gusto entre sus brazos, se dijo Brittany. ¿Cómo iba a mantenerse alejada de su cama si insistían en jugar a la ruleta rusa? Intentó apartarse pero Santana no la soltaba.
—Dame un minuto —le susurró al oído, con la voz grave de puro deseo.
Brittany se apoyó en ella y apartó los brazos de sus hombros. Permanecieron inmóviles durante varios minutos, en silencio. Santana le acarició la espalda con movimientos lentos y acompasados.
—¿No deberíamos abrir el agua de la ducha? —preguntó finalmente Brittany, que no estaba muy segura de que Santana llegara a soltarla.
La miró a los ojos y arqueó las cejas.
—¿Eso es una invitación?
—Para la cámara —respondió ella apresuradamente.
¿Era decepción eso que acababa de ver brillando en sus ojos?
—Cierto. —Santana sacudió la cabeza y se liberó de los brazos de Brittany. La temperatura de la habitación descendió rápidamente.
Apenas había espacio para las dos en aquel minúsculo lavabo, así que Brittany decidió no moverse de donde estaba y observó a Santana mientras esta abría el grifo de la ducha. Una vez abierto, se dio la vuelta, apoyó la espalda contra la puerta e intentó sonreír, pero sus ojos no sonreían.
—Esto es una locura, ¿no crees? —le preguntó ella, desesperada por saber cuáles eran sus pensamientos.
Santana se pasó una mano por el pelo, un gesto que Britt empezaba a reconocer como un signo de estrés.
—Lo que es una locura es cuánto te deseo y cuánto esfuerzo invertimos en convencer a la gente de que nos acostamos cuando no lo hacemos.
Brittany intentó sonreír para quitarle hierro al asunto.
—Si lo dices así, parece hasta que estemos un poco locas.
El vapor de la ducha empezaba a llenar el lavabo. Por primera vez desde el día en que se habían conocido, un silencio tan ancho como el Gran Cañón se interponía entre ellas.
—¿Cuánto tiempo deberíamos quedarnos aquí dentro?
Santana miró hacia el teléfono de la ducha como si allí pudiera encontrar la respuesta.
—Bueno, si estuviera ahí dentro haciéndote el amor, dedicaría un buen rato a aprender cada centímetro de tu cuerpo.
Brittany se mordió el labio e imaginó los de Santana dibujando senderos húmedos en su piel, presionándola.
—Si sigues hablando así, acabaremos teniendo problemas.
—Recuérdame por qué estamos aquí sentadas, dejando que el agua caliente se pierda por el sumidero.
Ojalá lo supiera. Ah, sí. Estaban casadas, pero la intimidad no entraba en sus planes.
—Porque las dos somos mercenarias y dormir juntas no forma parte del plan general. Si actuamos impulsivamente podríamos arruinarlo todo. —Las palabras tenían sentido, pero su corazón se negaba a escuchar. La estancia estaba llena de vapor y la ropa empezaba a pegársele al cuerpo.
—Podemos cambiar los planes —sugirió Santana.
Su cuerpo reaccionó ante aquella posibilidad.
—¿Estás sugiriendo una aventura de un año? —¿Sería capaz de algo así? Esta vez la sonrisa se extendió por su cara y le iluminó la mirada.
—Somos adultas con una atracción más que evidente.
Lo cual todavía la tenía alucinada. ¿Qué veía Santana en ella? Comparada con Marley o con Dani—«perdón, Danielle»—, Brittany era un patito negro en un lago lleno de cisnes blancos. Quizá Santana se había dado cuenta de que estar casada durante un año entero iba a suponer un serio inconveniente para su vida sexual.
—Nunca me he embarcado en una aventura con una fecha de caducidad en mente.
—Yo tampoco. —Mientras hablaba, se acercó a ella y puso las manos sobre el lavabo, una a cada lado de Brittany.
—¡Cierto! Entonces ¿por qué tus relaciones nunca duran más de entre seis y nueve meses?
—Casualidad.
—Mentirosa.
Santana abrió bien los ojos, fingiéndose horrorizada.
—Me ofendes.
—Algo me dice que se necesita más que eso para ofenderte.
Deslizó un dedo desde la barbilla de Britt hasta su labio inferior.
—Me conoces tan bien. Somos muy parecidos, Brittany. ¿Qué tendría de malo una relación física satisfactoria con un principio y un final predeterminados?
Se acercó todavía más a ella y sus ojos se detuvieron en los labios. La atracción innegable que sentía por ella le impedía pensar claramente. Y eso era un problema. El sexo le nublaba la mente como el vapor que llenaba el lavabo. Se había casado con Santana por dinero, de acuerdo, pero ¿sería capaz de mantener el corazón al margen si empezaban a acostarse juntas?
—¿Siempre eres tan convincente cuando haces negocios?
—¿Te estoy convenciendo? —Sus manos encontraron la cintura de Brittany y sus dedos se hundieron en la carne.
—Preguntarme en este estado no es justo. Lo sabes, ¿verdad?
La otra mano de Santana se posó sobre su muslo e inició una lenta ascensión.
—No suelo jugar limpio. Y tampoco juego si no estoy segura de ganar.
Era una advertencia, un aviso que ella haría bien en escuchar.
De mala gana, Brittany detuvo la mano que subía por su muslo.
—Pensaré en ello —le dijo, porque decir no le habría resultado imposible y decir sí habría sido una temeridad.
Una sonrisa de agradecimiento iluminó el rostro de Santana.
—Tomo nota.
Brittany lo apartó con las manos, saltó al suelo de un brinco y empezó a quitarse la camisa por la cabeza.
—¿Ya te lo has pensado?
Ella puso los ojos en blanco y tiró la prenda al suelo. Debajo llevaba un sujetador de encaje rosa.
—Dame tu camisa —le ordenó.
—¿Qué? —Santana no apartaba los ojos de sus pechos.
—Tu camisa.
Parpadeó una, dos, tres veces, y luego desabrochó los botones de la camisa blanca que llevaba, dejando al descubierto un sujetador de encaje negro junto a sus pechos firmes y bien puestos.
Brittany apartó la mirada, rodeó a Santana y corrió la cortina de la ducha. El agua se había enfriado mientras hablaban, lo cual le vino bien. Manteniendo el resto del cuerpo fuera del agua, metió la cabeza bajo el chorro para mojarse el pelo, temblando al sentir el contacto con el agua fría.
—¿Qué estás haciendo?
La pobre Santana no entendía nada. La certeza de haberlo sumido en un estado de semiconfusión le produjo un placer que solo una mujer podía comprender.
—Es una lástima que te lo hayas perdido, pero por si no lo recuerdas acabamos de hacer el amor en la ducha. Nos descubriríamos si saliésemos de aquí totalmente secas. —Sus ojos se pasearon por el cuerpo de Santana.
Santana miró hacia abajo y gruñó.
Brittany se puso la camisa de Santana. Tras abrochar los botones, se quitó el sujetador con cuidado y luego se agachó para quitarse también los vaqueros. Acto seguido, se incorporó, y la mirada de deseo que vio en los ojos de Santana le pareció tan intensa que se sintió mal por ella. El agua fría que le goteaba del pelo y se deslizaba por la espalda era la ayuda perfecta para mantener a raya la libido.
—Eres mala. —Las palabras de Santana le arrancaron una carcajada.
Intentó cogerla, pero Brittany esquivó el envite y consiguió apartarse. Santana dejó caer las manos a ambos lados de su cuerpo.
—Date una ducha fría, Santana. Ya te he dicho que me lo pensaría.
—Podría desnudarme y pensar en ello las dos juntas.
Ella se rió.
—Aunque accediera a tu propuesta, por absurda que sea, no sería ahora... No con una cámara en la habitación de al lado.
Santana se frotó las mejillas con las manos.
—Pero la idea es convencer a quien esté vigilándote de que lo hemos hecho. ¿Por qué no...?
—No va a pasar —lo interrumpió Brittany—. Date una ducha fría.
Vestida únicamente con unas braguitas y la camisa de Santana, Brittany salió del lavabo y sonrió mientras seguía empaquetando sus cosas.
Empaquetaron lo básico, sobre todo ropa y objetos personales que Brittany necesitaría todos los días. Luego Santana sugirió la posibilidad de contratar un servicio de mudanzas para que se ocupara del resto. Lo hizo frente a la cámara de la sala de estar. Con un poco de suerte, quienquiera que hubiese instalado las cámaras intentaría llevárselas antes de que los de las mudanzas pudieran encontrarlas.
Neil ya había contratado a unos amigos suyos para que vigilaran la casa y grabaran a todo el que entrara o saliera de ella con el fin de encontrar al culpable y zanjar de una vez todo aquello.
De vuelta en la casa de Malibú, Santana informó a sus empleados de que todo lo que necesitara Brittany debía ser convenientemente atendido cuanto antes. Tenía el mismo poder sobre su casa que ella misma y esperaba que la trataran como la duquesa que era. Para ella sería una forma de acostumbrarse a lo que vendría más adelante.
—Hace mucho tiempo que no tengo servicio —le dijo Brittany cuando se quedaron a solas.
—No puedo permitir que mi mujer se ocupe de las tareas de la casa. —Estaba preparada para encontrar oposición, pero Brittany se limitó a sonreír y no le llevó la contraria.
—Nunca me ha gustado fregar suelos, así que no esperes oír una sola queja de mi boca.
A Santana le agradó aquella sinceridad tan descarada incluso sobre las cosas más sencillas.
—De todas formas, no tendrás tiempo para eso —le dijo. Se sentaron en la terraza de la casa para disfrutar de la puesta de sol sobre el Pacífico.
—¿Por qué lo dices?
—Necesito que te ocupes de tratar con los decoradores y con la gente del catering para la recepción en Albany Hall.
—¿Quieres que organice una fiesta en un sitio en el que nunca he estado, para gente que ni siquiera conozco?
Santana le dedicó una mirada de comprensión.
—Necesito que apruebes lo que ellos te propongan. Confío plenamente en mi gente de allí, pero quiero que, cuando lleguemos, estén preparados para preguntarte sobre este tipo de cosas. Es mejor que establezcamos esa relación cuanto antes.
Brittany estiró las piernas sobre la hamaca y las cubrió con una manta.
—¿Es la primera fiesta que organizas en tu casa?
—No.
—Entonces, hasta ahora ¿quién las organizaba? No te veo ocupándote tú misma.
Santana no podía negar que su mujer tenía una mente brillante.
—Casi siempre se ocupaba mi madre. —Y querría seguir ocupándose de organizarlo todo en el hogar ancestral de la familia, pero Santana quería que Brittany tuviese voz y voto desde el primer momento.
La curiosidad de Brittany no tardó en volver a manifestarse en forma de más preguntas.
—¿Dónde vive tu madre?
—En Albany Hall.
—¿Vive en tu casa? —preguntó Brittany, sinceramente sorprendida.
Santana se preguntó cuánto debería explicar, cuántas verdades podía confiarle a su esposa. Empezó con las cosas que Brittany podía averiguar fácilmente por sí misma si se molestaba en investigar.
—Mi madre fue duquesa de Albany mientras estuvo casada con mi padre. Tras su muerte, ella conservó el título hasta que me casé contigo.
—Vaya, eso es lo que yo llamo una brecha entre una madre y su nuera. Es imposible que salga algo bueno de esto.
Santana se volvió para mirar a su esposa.
—Es lo normal. Ella sabía que tarde o temprano llegaría este día. Estoy segura de que, tras la lectura del testamento de mi padre, fue consciente de que yo haría lo que estuviera en mi mano para asegurarme la herencia que me corresponde.
—¿Estáis muy unidas?
—Nos llevamos bien.
—Eso no suena muy prometedor.
De pronto, el aire a su alrededor parecía más frío. Hubo una época en que su madre y ella estaban más unidas. Cuando su objetivo común era odiar a su padre.
—No tienes por qué preocuparte por ella.
Brittany escuchó con atención antes de procesar la información.
—Pero hay alguien de quien sí debo preocuparme, ¿verdad?
Santana hubiese querido mentir, pero no podía. Con Britt, las mentiras piadosas no lo parecían tanto y amenazaban con acabar interponiéndose entre ellas.
—Mi prima. Está en la breve lista de personas que podrían haber instalado las cámaras en tu casa.
—¿Me tomas el pelo?
—Ojalá. Kitty heredaría una suma considerable si nuestro matrimonio fracasara.
—Imagino que no sois muy amigas.
—Decir que casi no toleramos la presencia de la otra se acerca más a la realidad. Se queda en Albany siempre que puede. Mi madre es demasiado educada para pedirle que se vaya.
—¿Por qué no lo haces tú?
—No paso allí el tiempo suficiente como para que me importe. A partir de ahora, eso cambiará.
—¿Cómo? —preguntó Brittany.
—Mi madre tiene derecho a vivir en la casa hasta que la propiedad pase a mi nombre el año que viene. Se supone que cuando me case, mi esposa asumirá las obligaciones como duquesa y mi madre se mudará a una casa más pequeña dentro de la misma propiedad. —No esperaba que Britt recibiera toda aquella información y la comprendiera inmediatamente, pero quería que estuviera familiarizada con lo más importante antes de partir hacia Europa.
—Creo que no me he informado lo suficiente sobre el hogar de tu familia. Di por sentado que Albany Hall era el nombre de una mansión. Los británicos utilizáis esa clase de expresiones para que las cosas suenen más grandilocuentes de lo que realmente son. —Brittany jugueteaba con un mechón de su pelo mientras hablaba, y sus ojos se escapaban una y otra vez hacia el mar.
—Cuando veas Albany Hall, comprenderás mi reticencia a la hora de escoger esposa.
—Mmm, ¿sabes? Hay algo que no he dejado de preguntarme desde que nos conocimos.
—¿De qué se trata?
—¿Por qué no tienes acento británico? Creciste allí, ¿verdad?
Su cabeza se llenó de recuerdos de su padre regañándole por no hablar correctamente. Santana había hecho todo lo que estaba en su mano para llevarle la contraria, hasta el punto de adoptar el acento americano en lugar de la flema de su majestad la reina de Inglaterra.
—Cuando iba al internado, pasaba los veranos en Albany. Mi madre nos traía a mi hermana y a mí a Estados Unidos siempre que tenía ocasión. Me empapé de la cultura americana. —Santana divisó un banco de niebla que se acercaba lentamente y dejó que sus pensamientos flotaran con ella—. Me rebelé contra mi padre a muchos niveles.
—¿Crees que ese enfrentamiento entre los dos le llevó a ponerte trabas a la hora de recibir tu herencia?
Santana asintió con la cabeza.
—Mi padre siempre tenía que decir la última palabra. Incluso muerto.
—¿Tan horrible era como persona?
—Mi padre era el típico noble británico. Tenía los bolsillos llenos de dinero con solera, lo cual le confería el derecho a comportarse como un imbécil arrogante. Se casó con mi madre sabiendo que le sería infiel. —Aún recordaba la primera vez que había visto llorar a su madre por una de sus infidelidades. Una revista británica había publicado en portada una serie de imágenes de su padre con una mujer diez años más joven que él cogida del brazo. Fue entonces cuando los viajes a Estados Unidos empezaron a moldear la vida de Santana—. Se creía con el derecho a pisotear a la gente.
—¿Por qué no lo abandonó tu madre?
La dulzura que transmitía la voz de Brittany distrajo la atención de Santana, hasta entonces concentrada en el mar. La miraba con aquellos hermosos ojos azules levemente entornados, como una intrusa intentando evitar ser detectada.
—No lo sé. Seguramente por dinero. Nunca hablaron de divorcio. Casi siempre vivían vidas separadas. Tras el nacimiento de mi hermana, dejaron de dormir en la misma habitación.
—Entonces, ¿fue el odio por ver cómo trataba a tu madre lo que os distanció?
¿Realmente odiaba a su padre? Santana nunca había utilizado una palabra tan dura para describir sus emociones. No le gustaba cómo era, de eso no cabía duda.
—Mi padre quería que fuera como él. «Ve a la universidad, fórjate una educación, pero no creas que vas a trabajar más de un día a la semana» —respondió Santana, imitando el acento de su padre.
Los labios de Brittany dibujaron una sonrisa triste.
—Así que te rebelaste para amasar tu propia fortuna.
Santana se incorporó en su silla.
—Invertí mi asignación en acciones de la empresa de transportes de la que ahora soy propietaria. Cuando llevaba media carrera, gané mi primer millón. Mi padre se puso furioso.
—Quería controlarte —intervino Brittany—. Y no podría hacerlo si te convertías en una Mujer hecho a sí misma.
Santana miró a su esposa y experimentó una sensación de orgullo desmedido hacia ella. No recordaba a nadie zambulléndose de aquella manera en su pasado y llegando a las conclusiones correctas. Brittany prestaba atención y además escuchaba todo lo que ella decía.
—Exacto.
—Entonces, ¿por qué trabajar tan duro para luego quedarte con su dinero? Tampoco es que lo necesites.
—Consideré la posibilidad de alejarme. Pero mi hermana, que solo conoce el estilo de vida en el que fuimos criados, y mi madre no merecen ver cómo sus vidas se hacen trizas. Por no decir, claro está, que estamos hablando de una cantidad ingente de dinero. —Santana se rió con la intención de dejar atrás la oscura senda de la memoria.
Brittany permaneció en silencio unos minutos mientras procesaba la información. Los últimos rayos de sol arrancaban destellos de la superficie del mar.
—¿Sabes qué, Santana? —le preguntó, apartando la mirada de ella para admirar la puesta de sol.
—¿Qué?
—Empiezo a creer que eres más mártir que mercenario.
Santana soltó una carcajada, se inclinó hacia delante y la cogió de la mano.
—Lo dice la mujer que se casó conmigo para asegurar los cuidados de su hermana.
Brittany despertó de su ensimismamiento y le apretó los dedos.
—Oh, no. ¡Alex! —exclamó, incorporándose de la cómoda posición en la que estaba.
—¿Qué pasa?
—Es sábado. Me he olvidado de la visita semanal de mi hermana —respondió, apartando la mano de la de Santana—. Tengo que irme.
—¿No es muy tarde ya?
Brittany le quitó importancia a la pregunta con un gesto de la mano.
—Claro que no —respondió, y de pronto le miró con una expresión extraña en los ojos—. ¿Quieres venir conmigo? ¿Quieres ver adónde va a parar todo tu dinero?
Santana tenía una docena de cosas pendientes, cosas que debería estar haciendo en aquel preciso instante en lugar de perder la tarde hablando del pasado con su esposa, pero no le apetecía ocuparse de ellas.
—Me encantaría conocer a tu hermana.
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Perdón por la tardanza pero como dije tuve problemas y aun los tengo pero bueno prometo dejarles mañana dos capítulos nuevos. Gracias por los comentarios y por las nuevas lectoras
CamilaFrancisca.-* - Mensajes : 33
Fecha de inscripción : 21/04/2013
Edad : 26
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