FIC-KLAINE: I Owe It To My Diary.—CAP.#30—"LA PEOR VERGÜENZA"— ACTUALIZADO (21/07/2015)

¡Uff!, lo bueno de todo es que moriste de esa forma mi querida Joss   

Capitulo 30: Desahogando Penas.


Una semana había sido tiempo suficiente que Kurt podía esperar, y como había terminado primero el examen de literatura, se encontraba solo en el pasillo de la escuela, dando vueltas en el mismo circulo invisible sin ningún propósito bien definido. Solamente lo hacía, se movía de un lado a otro, al igual que lo hacían los pensamientos en su cabeza. Pensó que una semana bastaría para olvidarse de toda aquella mierda de él y su supuesto “profesor enamorado”, pensó que si no le daba tanta importancia se quedaría allí, como una cosa vana y sin contar nuevamente, algo que se queda en el ayer. Pero desafortunada no fue así, al menos no en lo que respecta. La cosa cada vez se ponía peor para él, y no era por el hecho de que el profesor David hubiese cambiado radicalmente o mostrado facetas de seducción, sino que era el hecho que Kurt ya no podía verlo como un profesor solamente.
Últimamente se la pasaba mirando con la debida concentración a cada una de las muestras de afecto que aquel hombre quince años mayor que él le ofrecía, y si bien, como lo dije en un principio, aquellas muestras de afecto no habían cambiado nada a cómo eran desde un principio, Kurt no podía el evitar sentir una extraña sensación de incomodidad cada vez que éste se le acercaba a pedirle un favor o sentir un escalofrió recorrerle la espina dorsal cada vez que le dedicaba una de sus sonrisas que, el castaño no iba a negarlo, eran en cierta forma hermosas. ¡Carajo! ¿En serio tenía una sonrisa hermosa? Si, si que la tenía, al igual que tenía un rostro anguloso y seductoramente masculino  y un cuerpo que tampoco estaba para nada mal para un hombre que pasaba de los treinta años y la verdad era que eso le preocupa mucho más al castaño, ¿Desde cuándo había estado tan pendiente de su profesor, de cada cosa que hacía, de cada detalle, de lo muy bien dedicado que era a su trabajo y…, ¡Mierda!
Lo que el castaño necesitaba urgentemente en ese momento era hablar con alguien, contarle a esa persona dispuesta a escuchar lo que le atormentaba por dentro, desahogarse, ser libre. Pero la cuestión era, ¿A quién? Si de algo estaba seguro era, que no podía decírselo a alguno de sus amigos, y mucho menos a su novio. No, carajo. Puck probablemente no le creería, pensaría que estaba loco al igual que él lo pensó de Blaine cuando éste se lo dijo, Rachel por otro lado le comprendería un poco, pero con lo chismosa que es, seguro y luego se encarga de difundir el chisme por toda McKinley, lo cual sería aún mucho peor, y Blaine, pues Blaine definitivamente se pondría loco y haría un jaleo contra el profesor David del cual, por supuesto, Kurt no querría ser parte.
¡Y se le acaban las personas de las cuales poder elegir! “Mierda, si al menos tuviera un amigo que no fuera estudiante de esta escuela y estuviera dispuesto a escucharme”, pensó anhelante. Entonces le vino la persona indicada a la mente.
—¡Claro!—Vociferó metiendo la mano a la bolsa de su pantalón. Sacó sus móvil y entre la lista de contactos encontró el número que necesitaba marcar, pero antes de hacerlo se detuvo en seco. Por un momento pareció dudar en si era buena idea llamar a esa persona, ¿A caso sería capaz de entender su situación? Kurt soltó una pequeña risita, claro que le entendería, si de algo sabía era que esa persona era de mente muy abierta y se las sabía todas de todas. Además, la última vez que se había abierto a esa persona le fue de mucha ayuda, solo que, ¿Y si se volvía a reír de él tal como lo hizo aquella última vez, lastimándole en cierto modo sus sentimientos?  
¡Pero qué más daba! Algo era algo. Tacleó su móvil y se lo llevo a la oreja. Luego de tres timbrazos escucho la voz de esa persona decirle “Aloo”.
—Este… hola, soy yo Kurt.—Dijo.—Si, si ya sé que ya lo sabes porque tienes guardado mi número de teléfono—“Mierda, que patético soy”, pensó.—Solo quería saber si tienes tiempo disponible y que puedas compartir conmigo, es que necesito contarte algo. ¡Por supuesto que no he cometido un crimen, tonto!, pues, ¿por quién me tomas?—La persona al otro lado de la línea soltó una carcajada.—Entonces, ¿si puedes?…, ¡genial! Te esperare una cuadra fuera de la secundaria y gracias.
Corto la llamada y antes de irse le mando un mensaje a Blaine diciendo que le sucedió un improvisto y que por eso no le vería el resto de la mañana en clases, pero que le vería en el turno de la tarde. Por supuesto que era una mentira lo del “improvisto” e incluso le asustaba con la facilidad que últimamente recurría a la mentira para escurriese de la verdad.  No obstante, el castaño recordaba haber leído una vez en un libro que la mentira no es más que la verdad vestida con una fina capa, al menos quería creer en eso para no sentirse tan ruin por dentro. 
—Haber, haber, deja y digiero todo lo que me has contado.—Dijo Carmelo, acomodándose mucho mejor en el asiento del conductor,  cambiando la expresión de su rostro a una sorprendida.—¿Tu y Blaine ahora son novios, novios de verdad?
—Pues, si.
—¿Y qué tal lo lleváis? 
—Este, nosotros…, pues tu sabes…, y bueno.
—No importa, luego me lo cuentas con pelos y señales.—Interrumpió Carmelo al ver que su amigo se atoraba un poco.—Lo que ahora me tiene de verdad en shock es lo de tu profesor ¿En serio crees que le gustas? Digo, ¿No te lo habrás inventado?
—Mira Carmelo.—Refunfuño Kurt, ligeramente molesto de que lo acusara de inventar una cosa así.—Sé que es difícil de creer, ¡que vamos!, que yo mismo no se lo creí a Blaine una vez me lo dijo. Pensé que estaba loco de remate y lo miré exactamente como me miras tú ahora.  Pero luego  paso esto en el salón de los docentes, donde yo hago mis horas sociales…, el profesor David dijo que me respetaba, que me admiraba y que me tenía una simpatía por mí. Y luego prácticamente me exhorto que me alejara de Blaine, diciendo un montón de mierda hacia él y que el estar cerca de él no me llevaría por un buen camino.
—Eso todavía no me dice nada que le gustes.—Confesó Carmelo.
—¡Yo tampoco lo pensaba allí todavía!—Exclamo el castaño.—Pensé que solo me decía esas cosas porque, en cierta forma, no quería verme pasándola mal. Pero entonces me tope con eso de la calificación “errónea”, y que de “casualidad” era la de Blaine. Además, si antes no me había dado cuenta, también está el hecho que me trata diferente a los demás estudiantes, siempre alardeando de mi ante los otros estudiantes de mi salón; “Kurt es un buen estudiante”, “Kurt siempre saca buenas calificaciones”, Kurt esto, kurt lo otro. Y ¡maldita sea!, siempre que me ve, me mira con esa sonrisa que, carajo, en serio me pone de los nervios.
—Ey, ey, cálmate.—Dijo Carmelo al ver como el castaño se ponía cada vez más sulfúrico.
—Lo estoy, es solo que ésta situación me tiene sacado de onda. Intento no pensar en ello, pero cada vez que lo intento, el rostro de mi profesor se proyecta frente a mis ojos y me siento raro ¿Y qué pasa si en verdad le gusto Carmelo?
—Haber, Kurt. Primero, tranquilízate, no te tortures demasiado. Por lo que me has contado, creo, sino es que estoy seguro, que tú y Blaine están sacando demasiadas conclusiones donde no las hay. Personalmente no me convence que ese tal profesor tengo algún flechazo contigo, a lo mejor has confundido cariño o aprecio con atracción. Pero de todas formas, lo único que puedes hacer es enfrentar la verdad de frente, mirándola a los ojos.
—¿Quieres decir que…?
—Que debes de ir donde ese profesor y soltarle eso que te está comiendo la cabeza y te quita el sueño.
—¡Estás loco! Yo no haré eso.—Se cruzo de brazos y arrugó su nariz, tal cual niño de cinco años.
—Es la única manera de dejar de torturarte, Kurt. O que, ¿Quieres pasarte el resto del año quebrándote la cabeza como un loco creyendo que tu profesor esta enamoradísimo de ti y toda esa mierda cuando podría no ser más que una equivocación?
—¡Por supuesto que no!—Lo miro con recelo, ¿Tendría razón Carmelo y esa es la única forma de salir de esa situación de locos? Por más que le doliera debía aceptar que sí, que esa era la única, ¡Por los cielos!, como sino tuviera ya bastante encima con su novio y su enredada situación para que viniera a sumársele otra.—¿Tu crees que realmente funcione?—Pregunto girando su rostro para ver a Carmelo que le miraba concentradamente.
—A que funciona.—Respondió éste, aseverando.
—¿Y si en verdad le gusto?
—Pues, fácil, le mandas a la mierda. O bueno, al menos que quieras tener una aventura, plagada de sexo estrafalario, con tu profesor no tan “anciano” y “sexy”.—Kurt noto el sarcasmo en esto último y se le unió a Carmelo a la risa. Pero entonces volteó su rostro nuevamente hacia la ventana, mirando al vació.
—Como si pudiera ser un aventurero.—Murmuró sigilosamente, arrastrando las palabras como si quisiera que su acompañante no le escuchara.
Carmelo soltó un suspiro.
—Sé que no has venido a hablarme solo de tu profesor, Kurt. Sé que hay algo más y creo que eso tiene que ver con tu relación entre tu y Blaine. Vamos, puedes contármelo.—Carmelo le colocó una mano en el hombro.
Kurt abrió sus ojos como plato, asombrado ¿A caso ese chico podía leer las mentes? O tal vez era el hecho que el castaño era como un libro abierto para las personas.
—No sé porque piensas eso. Entre nosotros todo va de maravilla.—Musitó, amargamente.
—Mentiroso, sé que hay algo que no va bien entre ustedes. Desde niño jamás fuiste bueno escondiendo tus sentimientos.
¿Cómo era que le conocía tan bien si antes, cuando el castaño era un niño y Carmelo un adolecente, lo único que solía hacer era molestarlo?
—Me da vergüenza hablar de ello.—Confesó luego de una segundos de silencio, incapaz de mirar a la otra persona.
—Todos tenemos algo que nos avergüenza.
—Si, pero.
—Solo confía en mi, Kurt ¿A caso todavía no te he mostrado que soy bueno escuchando? Además, te doy mi palabra que lo tomaré con toda seriedad posible.
Respiro profunda y pausadamente, tanto que le dolió la nariz.
—Está bien.—Dijo, dándose la vuelta.—Veras, creo que los dos somos diferentes.—Añadió.
—Como todas las parejas.—Hizo ver Carmelo.
—Pero nosotros lo somos bastante. Pues, lo llevamos bastante bien, hay atracción y sentimiento mutuo en nuestra relación, compartimos, aunque sean pequeñas, similitudes y nos sentimos a gusto. Pero yo creo que Blaine quiere algo más, y bueno, en cierto modo, yo también quiero, pero me da miedo. Y al final considero que no podemos ponernos de acuerdo. Al menos no de mi parte que se encuentra dividida.
—No entiendo muy bien, ¿En que no logran ponerse de acuerdo, Kurt?
¿Es que no lo había percibido? Y Kurt que pensaba que no era tan lento…, ¡Por la madre que le parió! ¿¡Y ahora como se lo decía sin que sonara tan vulgar y vergonzoso!?
Era ese el momento cuando se arrepentía no haberse quedado con el pico callado.
—Este, bueno, tú debes saberlo, no podemos ponernos de acuerdo en esa clase de cosas.
—¿Qué clase de cosas?
¡¡CARAJO!! Pero que era un lento de lo peor.
—Pues, pues, esa clase de cosas.—El castaño con sus mejillas echando flamas hizo un circulo con los dedos de su mano derecha e hizo ademan de introducir el dedo anular de su mano izquierda. Joder, que vergonzoso era aquello.
Carmelo vio tal gesto con la cara roja, aunque mucho menos que la cara de Kurt, e inmediatamente sintió unas infernales ganas de lanzarse una carcajada a todas anchas.
—Me estas queriendo decir que no logran ponerse de acuerdo en follar.—Soltó haciendo todo lo posible de no reírse a rienda suelta.
—¡Que no lo digas así!—Farfulló Kurt, volteando la cara hacia un lado.—De esa manera se escuchar bastante vulgar y vergonzoso.
—¡Oh, vamos! que solo es una palabras.—El castaño lo miro furibundo.—Ya, ya está bien. Pero entonces, ¿Ustedes dos aún no lo han hecho?
—Pues no ¿¡Que no me has escuchado antes!?
—Si, solo que me admira un poco que un chico como Blaine tenga tanto aguante.
—¡Claro que no lo tiene! Cada que puede se la pasa acosándome, tocándome de esa “forma” o insinuándome “cosas”. Pero yo no quiero hacerlo, bueno si, pero es que me da miedo ¿Entiendes?
Carmelo se quedo callado por unos cuantos segundos, Kurt lo miró y pudo ver en su rostro un ceñimiento de lo que parecía una grande y jugosa carcajada.
—Ni siquiera lo intentes. Si te ríes te juro y no vuelvo a hablarte en la vida.—Le amenazó.
—Que malo, ni siquiera me dejas gozarlo. Es que esto me parece hilarante.—Confesó el azabache.
—¡Oh pero qué bueno!—Ironizó.
—Está bien, está bien, prometí tomármelo en serio. Pero es que no entiendo, Kurt ¿Por qué le tienes miedo al fo… a tener relaciones? Es normal que las personas de tu edad quieran hacerlo, sobre todo los hombres. Digo, yo perdí mi virginidad a los dieciséis años con esta chica llamada Julia, y si te soy sincero, es la única cosa que no me arrepiento haber perdido en mi vida.
—Que eso ya lo sé, Carmelo. Es solo que, bueno yo…, ¡espera un momento! ¿Me estás diciendo que tú perdiste la virginidad con Julia? ¿La chica de lindo trasero y mejillas sonrojadas que cuidaba a la pobre anciana de la casa 201 y nos regalaba paletas? ¡Pero si tenía casi veinte años y parecía ser de esas chicas que no quiebran un plato!
—Sí, pues, las apariencias engañan. Además, no sabes lo bien que la chup…
—¡Carmelo!
—Okay, ya sé que no estamos hablando de mi o de lo bien que hacia Julia su trabajo.—Soltó una pequeña risita, lo que hizo que Kurt se pusiera más iracundo.—Pero no me has respondido, ¿Por qué le tienes miedo al sexo?
—Es complicado de explicar.—Respondió, evasivo.
—¡Ja!, ¿Cómo quieres que te ayude si no te abres a mi?
Lo miro resoplando.
—Bien, te lo voy a contar. Pero si veo que intentas reírte o veo que haces un gesto raro me bajaré del auto y no vuelvo a hablarte nunca.
—Prometo no reírme. Palabra de boy scout.
—¿Fuiste boy scout? 
—No, pero siempre quise decir eso.
—Idiota.
—¿Y bien?
Por, dios sabe cuántos veces, tomo aire hondamente.
—Y entonces…—Comenzó a decir, sintiendo que le hacían falta las fuerzas para continuar.—La verdad es no me da miedo el tener relaciones, sino más bien me da un poco de vergüenza. Pues, ya sabes, yo jamás lo he hecho con nadie, es decir, no sé qué se hace allí…, o bueno si, tal vez un poco,  como aquella vez que encontré aquella revista debajo de la almohada de Finn y me pregunte porque esa personas tenían esos tatuajes en el cuerpo. Pero la cosa en sí es, que no tengo la vasta experiencia como Blaine que ya ha estado con un montón de chicos antes de mí, y eso me hace sentirme inseguro, un completo inexperto temeroso ¿Qué pasa si no soy lo suficientemente bueno para él Carmelo? ¿Y si me deja? Además, no solo es eso. Estuve buscando un poco por internet y allí dice que cuando dos chicos del mismo género lo hacen, se da el caso donde uno es el activo y otro el pasivo, es decir, uno es el que la…, pues tú ya sabes, y el otro es quien, pues tu también ya sabes. Y viendo como son las cosas, está claro entre Blaine y yo quien será el activo y quién el pasivo. Y si bien en un principio no me preocupaba mucho el que doliera, que pasa si Blaine la tiene como esos chicos de la revista de Finn, ¡Por dios!, seguro y me mata.
«No te rías, no te rías por un carajo, no lo hagas. Vamos, respira hondo» se decía Carmelo dentro de su mente, sintiendo que era una bomba de tiempo a punto de hacer ¡BOOM! Es que ese Kurt en serio que era toda una pasada. Tan ingenuo, tan adorable y con esa mente que volaba al mil con su imaginación…, ¡Y qué manera de imaginarse las cosas!
Como pudo se tranquilizo muy a su pesar porque realmente ya se había reprimido mucho de reírse, y si que quería hacerlo, pero sabía que si lo hacía Kurt se bajaría del auto y no le habría nunca.
—¿No vas a decir nada?—Pregunto el castaño clavándole la mirada.
—Bueno…
—Bueno…—Le empujo el castaño a que prosiguiera.
—Me parece que te haces bolas con tonterías.
—No pues gracias, macho. Me parece perfecto que para ti sean tonterías.
—Ahg, contigo no se puede. Lo que realmente quiero decir es que…, Primero, no tienes porque sentirte avergonzado o inferior o inseguro por no tener la experiencia como Blaine, ¡vamos!, que todos algunas vez en la vida no la hemos tenido, pero la practica hace al maestro, ¿no?
—Creo.
—¡Y no seas tonto! Que Blaine no va a dejarte solo porque no eres lo suficientemente bueno, al contrario, le parecerá adorable o qué sé yo, pero seguro y no te deja por eso. Y segundo, Kurt en esas revistas todo es fantasía. Pues tu no vez todos los días a chicos con cuerpo bien formado y de en sueño. Esos chicos los escogen porque salen del promedio, son diferentes de los demás, y bueno no todos lo tenemos así de prominente. Y seguro y Blaine tampoco, y si es así, pues qué más da. Lo que puedo afirmarte es que no va matarte, tampoco voy a decirte que no va doler en la primera vez, pero sé que Blaine y su “vasta” experiencia hará que te olvides de eso y goces del momento.
El castaño lo miro asombrado cuando éste termino de hablar ¡Madre mía, pero que chico para tener tanta soltura a la hora de hablar y como era que sabía tanto! ¡Si se las sabía todas de todas! Y siempre tenía una respuesta convincente.
—¿A ti te dolió la primera vez?—Pregunto, avergonzado.
—No, no me dolió porque la primera vez fue con una chica.
—¿Cuál es la diferencia?
—Pasa que a los que la mete… bueno, los que se deslizan dentro no nos duele. Y como ella no era virgen tampoco le dolió porque claro, la parte de las mujeres está hecha para esa clase de cosas. Pero el trasero no, y como ya sebas que soy bisexual, la primera vez que estuve con un chico me toco la parte de activo, y cuando estuve dentro de éste pude ver por su cara como la pasaba un poco mal al principio, pero a medidas avanzaba el tiempo el dolor dejo de existir y entonces comenzó a gozar en serio. Y la moraleja es que no tengas miedo, vamos aviéntate a lo desconocido, si tú dices que también tienes ganas de hacerlo ¿Qué te lo impide? Te prometo que el dolor que sentirás al principio no será nada con lo mucho que gozaras al final. Kurt, que el sexo las personas lo descubrieron por algo, ¿No crees?
—Si, si…, todo muy bonito Carmelo. Pero yo aún tengo mis dudas.
—¡OH, pero que obstinado!, que no pasa nada malo. Solo inténtalo, si sientes que al principio no te gusta,  si sientes que lo estas pasando horrible, solo le dices a Blaine que pare y ya, lo intentan luego otro día. Pero la verdad es que esa es cosa entre ustedes dos, yo solo te he dado mi punto de vista, y no quiero que vayas a pensar que te estoy obligando a que hagas algo que no quieres hacer todavía. Para mí, considero que deberías de hablarlo con él, deberías contarle tu miedo y entre ambos buscar una salida.
—Por supuesto que no. Ese tonto no lo entendería y ¡Dios mío!, imagínate que contigo me da vergüenza hablar de estas cosas, con Blaine ni se diga. Nah-ah, no lo voy a hacer, no le diré ni pillo.  
—¿Entonces qué piensas hacer? No quisiera ser pesado, pero ni modo que pienses que se la pasaran una larga temporada solo con besos y delicados roses sobre las manos, tampoco creo que Blaine tenga tanto aguante, al final es solo un chico, Kurt.  Un hombre con necesidades y por eso no se le puede mandar al holocausto.
Se quedo callado, sin palabras en la boca. ¿Qué que pensaba hacer? No tenía ni la más remota idea. Cuan fácil era para los chicos como Carmelo, como Blaine o como Puck hablar de sexo sin sentirse extraños o incómodos, incluso parecía que lo disfrutaban como un suculento manjar. En cambio él era todo lo contrario, ¿de dónde es que había salido tan cuadrado, tan remilgado? En ese momento le pareció escuchar la voz de su padre decirle que él había sacado la pureza de su madre, y no es que eso no le llenara de dicha, solo que en ese momento desearía ser un poco más aventurero, más temerario, tener las agallar de los demás hombres de su edad y hacer las cosas sin pensarlo dos veces.
Al final resulto ser, que todo dependía de él. Si bien había encontrado un consuelo entre las palabras de Carmelo que le decía que no todo era tan terrible como el castaño lo pensaba en su cabeza, Kurt se dio cuenta que todavía dudada, dudaba de sí mismo y que aquello no fuera tan color de rosa.
—Creo que tienes razón, y voy a pensarlo.—Dijo a Carmelo, dando un ultimátum a la charla.—De todas maneras gracias. En serio me has ayudado más de lo que crees.
—Bien.—Respondió éste, poniendo el auto en marcha.—Solo quiero que sepas, que me alegra que aún sigas manteniendo esa pureza como antes.
¿Qué le alegraba? Si claro, seguro y le parecía risible saber que él seguía siendo prácticamente el mismo tonto y tímido que conoció en el pasado. ¡Quería tomarle el pelo!
—Seguro que si.—Respondió con resoplo.
—No lo digo en broma.—Protesto Carmelo, desviando un poco su vista de la carretera.—En verdad eres muy diferente, y entiendo porque Blaine no te ha dejado ir. Iba por allí afuera sin esperanzas de encontrar más de lo mismo, pero entonces te encontró a ti, una perla preciosa, y le dejaste deslumbrado, le atrapaste.
—¡Oh, pero que cosas dices!—Refunfuño sintiendo que las mejillas se le tornaban color cereza.
—Está bien, ya no diré nada más.—Largo una sonrisa curva.—Pero por último quédate con esto, eres alguien muy especial y nunca tienes que sentirte obligado a hacer algo que no quieras, Kurt. Decidas lo que decidas, primero tienes que pensar que te beneficie a ti. Una decisión solo toma verdadero sentido cuando al final no te lamentas de ésta. Si crees que vas a lamentarlo, y que es importante para ti, retrocede y vuelve atrás, de lo contrario quedaras marcado.
Y con esas palabras, el castaño no hizo más que guardar silencio eterno, miraba por su ventana al horizonte y a los edificios que se pasaban por sus ojos, entonces se pregunto: ¿Quién era ralamente esa persona que iba al lado suyo? Le desconocía completamente del chico que solía ser cuando él lo conoció hace ya muchos años atrás. Ya no era el mismo adolecente engreído y presumido, e incluso ahora era impresiónate. Kurt, por increíble que sonara, sentía que le admiraba y le respetaba. Creía en la mayoría de palabras que salían de la boca de ese chico y se sentía agradecido de habérselo encontrado nuevamente. 
«Está bien Carmelo, creeré en ti, en tus palabras.» se dijo para sí mismo lleno de determinación. Convenciéndose así mismo que él también podría algún día de estos,  ver  sin ningún temor hacia el otro lado donde los demás chicos de su edad —esos temerarios-narcisistas-con las hormonas alocadas— podían hacerlo. Si, quería convencerse de ello incluso cuando por dentro se sentía como si estuviera dando vueltas en una montaña rusa por horas.




N/A: Eso ha sido todo señores!!! Espero les haya gustado, y bueno, nuevamente gracias. Sé que la historia está un poco lenta pero prometo adelantarme más con los otros capitulo. Tengo planes de darle fin a ésta historia lo más pronto de que pueda, ya que, no me gusta dejar las cosas inconclusas y no quiero cerrar al fic cuando ya nos queda poco para su final. Y no se preocupen, no lo voy a cerrar. Bueno,  al menos no si todavía hay alguien a quien le gusta. 



Bueno, sin más, les dejo un puñado de abrazos apretados. Que la pasen lo más genial posible y nos leemos pronto gente hermosa!!!!

PD: Ulises, Joss, quiero que sepan que he tenido problemas (y la verdad no sé porque) para contestar sus comentarios individualmente, pero sepan que he leído cada uno de sus comentarios con la alegría de un niño al tener un juguete nuevo entre sus manos. De verdad gracias por sus comentarios y por su apoyo que aún me siguen brindando, el cual es la única fuente de inspiración que me sigue empujando a continuar con ésta historia. Son lo máximo para mi y les estoy meramente gratificado  .

Si una semana había sido tiempo suficiente para sentirse dentro de una tortura, dos definitivamente era tiempo suficiente para decir que la locura se apoderaba de él, le tenía preso entre sus garras. Se sentía frenético, ansioso y terriblemente estresado. Una semana había pasado desde aquella larga-loca-e incómoda charla que tuvo con Carmelo, y ya habían pasado dos desde que supo que su querido profesor al parecer tenía cierta fascinación por él. Le inquietaba en sobremanera todavía no saber la verdad, ser ave cautiva sin poder ver más allá de aquella capa oscura que le obnubilaba la vista y que le hacía entregarse al fantasma de la desesperación que se  envolvía sobre su cuerpo y con su mano invisible le apretaba el cuello. Si, muchos podrían preguntarse ¿cómo es que había pasado otra semana más sin que él tuviera las agallas de pararse frente a la verdad y mirarla fija a los ojos? ¿A caso todavía seguía siendo cobarde?, la respuesta a eso era,  que para su desgracia, esa semana había sido de exámenes trimestrales, una semana donde todos los docentes se la pasan como locos preparando sus test que posteriormente largaran a sus estudiantes y éstos de igual manera se la pasan estudiando a todas anchas queriendo absorber todo el conocimientos de tres meses en un maldito día, y pues, en esa semana el castaño solo había visto al profesor David dos veces y en las cuales no tuvo la oportunidad de acercarse y hablar con él porque, para su bendita suerte que cada día se convencía que no tenía,  las dos veces iba acompañado de otro profesor.

Pero ahora estaba decidido, ni loco iba a esperar un día-un minuto-un segundo más, era el momento de ponerle un fin a toda esa basura de situación que lo tenía atormentado, iba a hacerlo y no daría paso atrás.  “Al final las verdad os hará libres” aunque esa era una palabra bastante trillada y utilizada por muchos, quería creer en ella aun así, cuando los pies le temblaban, el aliento le faltaba y los dientes le castañean sin reparo.

Alargo su mano al pomo de la puesta pero antes de girarlo se quedo en seco, no se había percatado de un pequeño detalle ¿Qué realmente es lo que diría a su profesor una vez lo tuviera enfrente? Ahora que lo pensaba, no había preparado un guion, ni siquiera había anotado algunas palabras que le sirvieran de  guía en un trozo de papel y en ese momento tenía los pensamientos completamente descoordinados, turbados,  que dudaba mucho poder decir a través de su boca algo congruente.

¡Estaba perdido!

«Pero qué más da» se dijo, decidido  y resonante «Que pase lo que tenga que pasar» con esa determinación que fluía como el agua de un rio cuesta abajo, giro el pomo de la puerta y se introdujo en el salón de los profesores. Para su fortuna ninguno de los profesores madrugaba un lunes luego de una semana de ajetreo, así que no había obstáculos que lo detuvieran. La puerta se cerró tras su espalda y al dar unos cuantos pasos no pudo evitar sentir un poco de alivio, su plan estaba funcionando a la perfección. Si bien todos los profesores no madrugan un lunes después de haber tenido la semana anterior pesada, entre ellos había uno tan disciplinado que sin importar que, siempre cumplía con su rígida agenda. Para el profesor David cada minuto de su jornada de trabajo era tan importante que no se daba el lujo de desperdiciar ni uno solo. Parecía algo extremista y en cierta forma enfermizo, pero el de cabellos castaños debía aceptar que esa era una de las pocas cosas que admiraba de esa persona. Se perecía un poco a él  en ese aspecto y el simple pensamiento le hizo sentir vértigos. Deseaba no tener ninguna semejanza con su profesor para de esa manera, si al final resultaba que tenía sentimientos hacia él, el mandarlo a la mierda, como dijo Carmelo, le resultara más fácil.

Siguió caminando  fijo en su propósito y entonces el hombre mayor— que para aquel día llevaba puesto un traje color gris tan pulcro como lo era él, una camisa blanca sin ninguna arruga, corbata a juego con su traje y zapatillas negras capaz de proyectar la imagen de una persona de lo bien lustradas que estaban—levanto su barbilla y al ver al de ojos color cambiante encaminarse a su puesto de siempre le dedico una de sus sonrisas que siempre tenía para él. «Ahora no» pensó el castaño, reprimiendo cualquier efecto que esa sonrisa pudiera provocarle.

—¿No es muy temprano para verte por aquí? Sé que eres disciplinado, pero  tus horas sociales comienzan a las ocho, Kurt.—Dijo el hombre con aquella alegría de siempre.

—Mientras más pronto termine con esto mejor.—Murmuró el castaño en tono ácido. Sin ver a los ojos del hombre que de pronto se borro su sonrisa de la cara, coloco sus cosas en el escritorio.

—¿Te sucede algo, Kurt? Mira que si tienes un problema, puedes contármelo con toda confianza. Sé que muchos alumnos no confían en sus profesores porque estos suelen irse de lengua con sus padre, pero te prometo mantenerlo entre los dos. Además, tal vez pueda ayudarte en algo, después de todo jamás permitiría que algo malo le pase a mi mejor estudiante y al chico que respeto much...

Kurt soltó un suspiro lo bastante estridente para cortar las palabras de la boca de su profesor.

—Okay, iré justo al grano.—Soltó abruptamente, se dio la vuelta y entonces quedo cara a cara con el hombre que las últimas semanas no ha hecho otra cosa que robarle el sueño. Éste le miró confundido, con ojos abiertos, preocupados y a la espera.—¿Qué es lo que realmente siente por mi?—Eso claramente, si había sido ir directamente al grano.

—¿Perdón?

—Por favor no le demos más vueltas, lo que quiero saber es si usted siente alguna atracción por mí. Es decir, ¿Yo le gusto?—Era como funcionaba siempre para él, siempre iba directo a su cometido, jamás se iba por las ramas. ¿Un defecto en él?, sí,  claro, aunque se sentía dichoso de tenerlo y poderlo utilizar en un momento que lo ameritaba como aquel.  Pero debía de aceptar que en ese momento donde la verdad comenzaba a quedarse desnuda,  los pies le temblaban más que una gelatina colocada en un plato, y el silencio sordo que se había formado de la nada en aquel gran salón le quemaba las entrañas por dentro.

Por otro lado, el hombre con traje gris se le quedo mirando fijamente, sin decir una sola palabra.  Sus ojos para aquel entonces ya no tenían aquel brillo de al principio, ahora más bien parecían oscuros como las profundidades de un lago, un lago donde Kurt sintió que poco a poco se fue sumergiendo en esas aguas frías como hielo, capaz de estremecerle el cuerpo.

El tiempo comenzó a avanzar prolongadamente, los segundos pasaron a convertirse en minutos y los minutos en horas, corría tan lentamente que la angustia comenzaba a tejerse  junto con éste. Y justo cuando Hummel pensó que le daría un paro cardiaco a causa de aquel silencio tenebroso que se cernía a su alrededor, su profesor  dio indicios de vida. Se acomodo en su asiento soltando un gruñido que al más joven se le acelero el pulso.

—Haber, Kurt.—Dijo, lo siguió mirando de aquella extraña manera, mirada abrasiva con ojos grandes y orondos como un par de lunas llenas. Pero no solo su mirada era extraña, el tono de su voz igualmente había cambiado de color; era áspera, ronca, gruesa, con un toque ligero de disgusto.—Antes de contestarle cualquier cosa, ¿De dónde surge todo esto?

La pregunta le cayó como un pesado balde de agua fría.

—Yo…—Su voz ya no tenía tanta determinación como hace solo unos minutos, se le cortaban las palabras y los labios secos comenzaba a castañearle.—… yo he escuchado rumores.—Contesto, tímido, de pronto tuvo el impulso de girar la vista hacia otro lado, aquellos ojos profundos como océanos lo devoraban vivo.

—¿Rumores? ¿Y qué dicen esos rumores exactamente?

—P-pues, eso…, que yo le gusto.

El hombre mayor, que escuchaba cada una de las palabras con una concentrada atención, como si descuidarse de una de ellas sería un grave delito, irguió su espalda, se llevo los dedos de su mano derecha a su barbilla cuadrada y masculina. Su gesto parecía como si quisiera reparar un poco en la bochornosa situación que tenía en frente, pero  entonces, sin desconectar su mirada profunda de la del castaño, de la nada, soltó una pequeña sonrisa socarrona.

«¿Pero qué carajos?»Pensó el castaño al ver la reacción de su profesor «¿Por qué todos los hombres que conozco suelen hacer lo mismo en una situación tan sería como ésta?»

—¿Cuál es la gracia?—Refunfuñó apretando los puños de las manos tan fuertemente que los nudillos se le pusieron blancos.

—Ni siquiera lo intentes. Acá el que debería de estar realmente enojado soy yo.—Se adelanto de decir el hombre con traje gris, en su rostro aún se reflejaba la gracia que le causaba todo aquello. Era una verdadera locura, un chiste tan pero tan malo que realmente daban unas exorbitantes ganas de reírse.

Y lo siguió haciendo.

—¿Pero qué dice? Está claro que a quién realmente le importa toda está basura es a mí. Usted por otro lado no para de reír como un loco, ¿¡Ya tómeselo en serio!?

—Okay, mira…—Tomó una bocanada de aire para calmarse y parar de reír.—no sé quién ha creado ese “rumor”, pero ¿Es en serio?

—Bueno pues, debo aceptar que yo tampoco lo creía en serio al principio. Pero si lo vemos desde el punto de vista donde usted no hace otra cosa más que ponerme en un pedestal, alabarme y fanfarronear de mi frente a los demás, creo que si hay algo en que pensar ¿No lo cree?

—Oh, eso.—Musitó el profesor David, llevándose otra vez los dedos a la barbilla. Kurt tomo eso como un tic que tenía para poner todos sus pensamientos en orden.—La verdad es que no entiendo como eso puede encajar en que yo me siento atraído por ti.—Dijo deductivamente, pero lo dijo con voz tranquila, demasiado tranquila pensó Kurt. El mayor alzo su mirada para poder anclarla con la del castaño que le observaba con ojos anhelantes, como pidiendo a gritos en su silencio que fuera él la persona que le soltara de esa cadena en la cual se encontraba prisionero.—Está bien, solo una última pregunta.

—No sé porque se empeña en darle tantas vueltas al asunto.—Replico el castaño.

—Ni yo, pero de pronto he comenzado a sentirse ansioso.

—Está bien, terminemos con esto de una buena vez.—De pronto comenzó se sentirse extraño ante la actitud que había abordado su profesor. Prefería mil veces verlo  serio, disgustado, a punto de enloquecer en lugar de verlo sereno y tranquilo como un bendito, como si el asunto que estaban tratando era algo que no le sorprendía en absoluto.—¿Y bien?

Incluso luego de su pregunta, el profesor se tomo su tiempo en contestar. El salón ancho y basto se lleno nuevamente de un abrumador y espeso silencio, un silencio que incomodaba, un silencio que quemaba, un silencio que estorbaba.

—¿Va a quedarse callado?

—No…, solo quiero que me digas ¿Qué pasaría si resultara ser cierto? ¿Cómo lo tomarías tu si te dijera que el rumor no es del todo falso, que realmente me siento atraído por ti?

Hablando de preguntas que caen como un golpe fuerte en el estomago, eh allí había una. Pero por sorprenderte que se lea, al castaño esa pregunta no pareció inmutarlo, se mostro impávido ante ella, era como si se había esperado una cosa así y se encontraba preparado para afrontarla. Por supuesto que su determinación había vuelto, y tenía bien en claro cuál era su razón de estar allí de pie, de pie ante la persona por la cual podía tener un solo sentimiento, respeto. Respeto por la grandiosa persona que era, un respeto de alumno-profesor y nada más.

—Es fácil responder a eso.—Contesto, lo hizo con una gran serenidad que le sorprendió incluso a él mismo.—Simplemente le diría que se mantenga al margen, que no pierda el tiempo conmigo porque yo jamás podré ofrecerle un sentimiento que va más allá del respeto como el gran y honorable profesor que es. Además, mi propósito de venir acá sin titubear, firme y con la vista al frente es para romper cadenas. No me lo tome a mal, usted es muy atractivo, lo bastante atractivo para robarle suspiro a varias de sus alumnas que no ignoro que ya ha de haberse dado cuenta, pero yo ya tengo a una sola persona a quién he decidido entregarle mi corazón. Y si, pueda que no sea el chico más brillante, que no saca buenas calificaciones, pueda que sea caprichoso, un orgulloso sin remedio, y también pueda que muchos no crean en él porque lo consideran un caso perdido, pero yo tengo mucha fe en él,  yo le quiero tal cual como es; con sus defectos, con esos fantasmas que le persiguen y quiero confiar en que sus sentimientos son reales incluso cuando cabe la posibilidad de que me este jugando el pellejo al irme de buena intenciones.

El profesor miro atento cada detalle: desde como salían las palabras de aquella boca en forma de corazón hasta la menara en cómo cada facción de su rostro delataban que cada una de ellas no eran palabras tiradas al vació. Le pareció asombrosa la manera en que su alumno hablaba, palabras sencillas pero concretas, solidas, acariciadas con un tacto imperioso.

—Vaya…—Dijo sin poder quitar el asombro de su cara, sonriéndole indulgentemente.—No esperaba escuchar menos del genio que eres.

—Estoy muy lejos de ser un genio.—Musito descuidadamente.

—Y está claro que aún no te das cuenta de lo que realmente eres. Muchacho, tu…—Dio una pausa.—tú no eres un grano más de arena de los millones que hay en el mar, tú te encuentras más allá de todo eso, alejado, apartado, escondido…, tu estas en las profundidades, en lo secreto, siendo protegido en el interior de una ostra y a la espera de ser descubierta para deslumbrar con su brillo inquebrantable.

—Me  halaga que piense eso de mi profesor, pero creo que hay algo que no ha contestado y que ralamente es lo que me int…

—Deja de interrumpirme.—A pesar de la exigencia de las palabras del hombre mayor, el tono de su voz no fue severo o rudo, fue tranquilo, suave, sereno como la noche.—Quiero dejar bien en claro que cuando digo todas esas cosas de ti no es porque me siento interesado sentimentalmente hacía ti, tampoco porque creo que eres mejor que tus demás compañeros y tampoco porque creo eres inferior que ellos, solo creo que eres diferente. Que tienes esa sed de superación, esa hambre de demostrar que puedes abrirte un camino por ti solo y seguir avanzando. Es la única forma en la que yo te veo,  veo a un chico con un don impresionante, veo a un chico a quien respetar, a quién admirar y que sé que llegara muy lejos. Y bueno,  sobre ese “rumor” de mi atracción por ti. Lamento darte la mala noticia pero no, Kurt. Yo no siento esa clase de sentimientos hacia ti. Hacia ningún estudiante para ser más especifico, ¡Por Dios! ¿A caso tengo cara de pervertido pedófilo?

—Pues…

—Oye, ni siquiera te atrevas.

Ambos rieron. Era raro porque era la primera vez que Kurt veía reír a su profesor de esa manera; con una sonrisa contagiada de vida, con un risa que pasaba de los limites de ser discreta,  con una sonrisa a la mar de alegre, una sonrisa que él no pudo evitar hacerle compañía. Y es que, ¡Santo Dios!, el castaño sentía que le habían quitado una bola gigante de sementó de encima, se sentía liberado, un ave renovada abriéndose paso con sus alas extendidas entre el infinito cielo.  

—Sabe, por un momento, cuando me pregunto qué pasaría si el rumor fuera real, pensé que realmente me diría que si le gustaba en serio ¿Por qué quiso darle tantas vueltas al asunto en lugar de responderme desde el principio que no sentía nada por mí en lugar estarme torturando?

—Ah, eso… pues, cuando llegaste estaba bastante aburrido y entonces quería divertirme un poco. Además, no todos los días te topas con una cosa así de retorcida y  tu cara de ansiedad era todo un poema.—Comento el profesor echando otra risa igual de estruendosa.

—¡Que malo! Solo espero lo haya disfrutado.—Dijo con cierto tono de molesto.

—Claro que lo disfrute y mucho.—Le guiño un ojo.—Pero yo también quiero que me respondas algo ¿En serio creíste que yo podría tener esa clase de sentimientos hacia ti?

—Algo así.

—Enserio, ¿Por qué?

—Porque para empezar siempre es amable conmigo, y como ya lo dije, está el hecho que siempre parlotea de mí hacia los demás, a parte no lleva un anillo de comprometido en su dedo y jamás habla de tener una esposa o un hijo,  y ya tiene treinta…, lo que podría ser una señal que es gay.

—No soy gay.—Defendió su hombría.—Y si tienes razón en que no estoy casado y no tengo un hijo, pero de vez en cuando tengo citas y se podría decir que últimamente llevo cuatro meses saliendo con alguien.

—¿De verdad?

—Sí, bueno, no me gusta mucho hablar de mi vida sentimental en el trabajo, pero si. Llevo cuatro meses saliendo con ella y es una mujer sensacional, me tiene completamente cautivado ¿Has notado que en estos últimos días no he parado de reír como un bobo?

—Ni que lo diga, esa era también una de las razones por las cuales tenía mis sospechas. Cada vez que lo miraba estaba de buen humor y me sonreía de esa manera extraña. Pero me alegro saber cuál era la causa. De verdad deseo que lleguen a algo concreto con esa afortunada mujer y bueno, lamento hacerlo pasar por esta bochornosa situación profesor David, debí de confiar desde un principio en mis instintos de que usted era un hombre honorable y con los pies bien puestos sobre la tierra, pero la intriga termino por robarme la tranquilidad.

—No tienes porque pedir disculpas. Yo en tu lugar hubiera hecho lo mismo. Aunque me intriga un poco saber quien comenzó dicho rumor. 

—Pues…, pues…, eso…—Mierda y ahora que hacía. Ni modo que acusara a Blaine diciéndole que le metió esa idea en la cabeza, con lo bien que le cae él al profesor David seguro y lo manda con el director.  Lo cual sería un problema para Blaine, una amonestación más y lo sacan de la escuela. Joder, porque su novio tenía que ser tan problemático.

—Fue el alumno Blaine, ¿Cierto?—Dijo el hombre mayor, adivinándole el pensamiento.

El castaños solo asintió, temeroso.

David soltó una pequeña risita—: Lo supuse. Lo vi en sus ojos cada vez que me acercaba a pedirte un favor o hablaba de ti en clases, de por sí ya me odia, pero últimamente me miraba como su enemigo a muerte. Y ahora entiendo porque, me tenía celos. Eso es una locura, ¿No crees?

—Aja.—Tartamudeo.

—Pero que le vamos a hacer, es un chico problemático.—Agrego el mayor, restándole importancia al asunto, haciendo como si aquello nunca hubiese pasado. Aunque Kurt no dejo pasar que eso último lo dijo con tono enigmático.—Será mejor que recuperemos el tiempo perdido. Hoy es un día bastante largo y tengo que revisar los exámenes resueltos de los estudiantes.

—Yo también tengo mucho que hacer, es por eso que he madrugado.—Dejo el escritorio de su profesor y se fue a sentar al que le habían propiciado a él.

—Suerte entonces.—Dijo su profesor.—Ah, por cierto. Estuve revisando las calificaciones que me ayudaste a pasar el otro día y vi que en está había un error. Podrías modificarla por mi.—Kurt asintió, mientras el hombre de traje gris dejó la papeleta boca abajo sobre el escritorio del castaño y con la misma se fue por el pasillo que llevaban al cuarto de baño.

Kurt tomo la papeleta, le dio la vuelta y sus ojos se abrieron considerablemente de la sorpresa. Aquella papeleta era la de Blaine, el profesor David había hecho las debidas correcciones y le había puesto la nota de siete.  El de mirada cambiante miro nuevamente por el pasillo que se fue su profesor, ahora con la papeleta corregida entre sus manos se sentía un completo estúpido. Después de todo, sus recelos comenzaron a tomar vida por el motivo de aquella papeleta, pensó que el profesor David tenía celos de Blaine y buscaba perjudicarlo, pero todo aquello no había sido más que producto de su propia cabeza…, ideas absurdas y bizarras que lo habían llevado a torturarse por dos semanas sin motivo alguno y que por sino fuera poco, lo habían arrastrado de cometer la peor idiotez del mundo, reclamarle a su tan honorable profesor, hacerlo pasar por aquella vergonzosa situación. ¡Santo infierno ven a mí! lo que el castaño deseaba en ese momento era que un hoyo se abriera en la tierra y se lo tragara completo, sin dejar rastros de su miserable existencia.