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Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
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Prólogo
PRÓLOGO
Conocí a Lucy a través de una amiga. Yo tenía dieciocho años y ella acababa de cumplir diecisiete. Era una linda chica, con el pelo largo y rubio, un buen cuerpo con
curvas. Me di cuenta que me gustaba desde el principio. Estábamos en una fiesta, sentadas cerca de la hoguera. Lucy y yo nos volvimos apegadas esa noche, y también aprendí sobre su hermana gemela llamada Quinn. Hablamos por lo que parecieron horas sobre nuestras familias, metas y sueños. La llevé a casa, e intercambiamos números de teléfono. Yo no lo sabía, pero esa nueva relación cambiaría mi vida para siempre.
Salíamos al menos tres veces a la semana, generalmente los viernes, sábados y domingos. Cuando no estaba ocupada trabajando con mi padre en Industrias Lopez, de vez en cuando paraba en casa de Lucy durante la semana, y pasaba un par de horas con ella. Las cosas empezaron bien para nosotras. Me gustaba mucho Lucy. El sexo era genial y lo teníamos a montones. Todo estaba bien hasta que empecé a hablar sobre ir a la universidad. Ella se asustó y me hizo prometerle que la llamaría todos los días y que no iba a mirar a otras chicas. Cada vez que trataba de salir con mis amigos, se enojaba y comenzaba a llorar. Me acusó de no querer pasar tiempo con ella, y de poner a otros antes que ella. Traté de explicarle que quería ver a mis amigos de vez en cuando, y que no era saludable pasar cada minuto del día juntas. Lucy no estaba de acuerdo y con frecuencia me acusaba de engañarla si no contestaba a sus llamadas de inmediato.
Me sentía sofocada. No tenía tiempo para mí, y su comportamiento era errático. Ella me decía cada día lo mucho que me amaba y que nunca podría vivir sin mí. Que estaríamos juntas para siempre y que nada nos separaría. Yo no la amaba. Me gustaba, pero no estaba enamorada de ella. Ni siquiera estaba segura de qué era el amor. El día que traté de poner fin a la relación, Lucy se puso histérica, grito, lloró y dijo que moriría si la dejaba, estuvo días enferma, en cama sin comer, solo lloraba y me sentí responsable. Un millón de horribles pensamientos pasaron por mi mente, y no podía imaginarme estar atada a aquella chica.
Afortunadamente, salio de esa crisis. Tuve una larga conversación con su hermana, Quinn, y ella me dijo que Lucy estaba bien y que sólo tenía que ser paciente con ella.
Finalmente, llegué al punto de la ruptura el día que fui a cenar con un grupo de amigos. Lucy me encontró e hizo una escena en medio del restaurante. La llevé afuera para tratar de calmarla, pero nada funcionó. Ya no tenía sentimientos por ella, y apenas podía soportar mirarla. Rompí con ella. Le dije que ya había tenido suficiente, que todo había terminado entre nosotras, y que nunca me volviera a llamar. La dejé de pie en la calle, llorando. No tenía otra opción, ella estaba loca, y necesitaba ayuda.
Dos días después, recibí una llamada de Lucy, quería que habláramos. Para mí, no había nada de qué hablar. Había roto con ella, y no quería hablar más. Ella lloró y me rogó que fuera. Dijo que tenía una última cosa de la cual hablarme, y luego iba a aceptar que habíamos terminado. Me pidió que esperara una hora porque ella no estaba en casa
todavía. Había pasado una hora cuando me detuve en el camino de entrada. Llamé a la puerta, pero no hubo respuesta. Sabía que ella estaba en casa, porque su coche estaba allí. Al darme cuenta de que la puerta estaba abierta, la empujé para abrirla, entré, y miré alrededor. Grité su nombre, pero no obtuve respuesta. Poco a poco, subí las escaleras y me detuve frente a la puerta cerrada de su dormitorio. Puse la mano en el picaporte y lo giré lentamente, mientras empujaba la puerta. Me quedé sin aliento al ver lo que estaba delante de mí.
Lucy tendida en el suelo, en un charco de sangre, y una hoja de afeitar que yacía junto a ella. Corrí y puse mis brazos debajo de ella. —¿Por qué lo hiciste, Lucy? ¿Por qué? —Lloré mientras sostenía su cuerpo sin vida en mis brazos, cubierto de sangre y temblando, mientras las lágrimas no paraban de caer desde mis ojos. Mi corazón latía, y mi cuerpo se
entumeció. De repente, vi una sombra en la puerta. Levanté la mirada cuando Quinn se arrodilló a mi lado y se quedó observando a su hermana gemela.
—Lucy, ¡¿cómo pudiste hacerme esto?! —le gritó—. Teníamos muchos planes. Íbamos a irnos juntas de mochileras a Europa. —Quinn lloró, cerniéndose sobre el cuerpo de Lucy y sacudiéndola por los hombros. La aparté y le grité que se detuviera.
Quinn se levantó del suelo muy despacio, y se acercó a la cómoda, donde encontró una carta de Lucy. Tomó el trozo de papel y me miró con inquietud en sus ojos. Poco a poco, solté a Lucy, levantándome, me acerqué a Quinn y tomé el papel.
Santana:
Eres el amor de mi vida. Nunca me he sentido de esta manera antes. Me diste esperanza. La esperanza que necesitaba para vivir. Cuando estamos separadas, me siento solitaria y vacía por dentro. Creí que eras la que iba a salvarme de mí misma. Te quiero más que a mi vida, pero si no puedo tenerte, y no podemos estar juntas, entonces ya no quiero vivir. Siento que tenga que ser así, pero no tienes a nadie a quien culpar más que a ti misma. No podía seguir sin ti en mi vida. Por favor dile a Quinn que la quiero y que lo siento.
Lucy.
Me quedé con la nota en la mano, mientras Quinn sollozaba. Me acerqué para consolarla, pero ella levantó su dedo y me habló en un tono áspero.
—¡Es tu culpa que mi hermana esté muerta! ¡Todo lo que tenías que hacer era amarla y ella todavía estaría aquí!
Ese día cambió mi vida para siempre.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Este es el inicio del segundo libro, ahora entendemos un poco más a Santana Lopez, espero sus comentarios y más tarde dejare otro capitulo. Saludos
Conocí a Lucy a través de una amiga. Yo tenía dieciocho años y ella acababa de cumplir diecisiete. Era una linda chica, con el pelo largo y rubio, un buen cuerpo con
curvas. Me di cuenta que me gustaba desde el principio. Estábamos en una fiesta, sentadas cerca de la hoguera. Lucy y yo nos volvimos apegadas esa noche, y también aprendí sobre su hermana gemela llamada Quinn. Hablamos por lo que parecieron horas sobre nuestras familias, metas y sueños. La llevé a casa, e intercambiamos números de teléfono. Yo no lo sabía, pero esa nueva relación cambiaría mi vida para siempre.
Salíamos al menos tres veces a la semana, generalmente los viernes, sábados y domingos. Cuando no estaba ocupada trabajando con mi padre en Industrias Lopez, de vez en cuando paraba en casa de Lucy durante la semana, y pasaba un par de horas con ella. Las cosas empezaron bien para nosotras. Me gustaba mucho Lucy. El sexo era genial y lo teníamos a montones. Todo estaba bien hasta que empecé a hablar sobre ir a la universidad. Ella se asustó y me hizo prometerle que la llamaría todos los días y que no iba a mirar a otras chicas. Cada vez que trataba de salir con mis amigos, se enojaba y comenzaba a llorar. Me acusó de no querer pasar tiempo con ella, y de poner a otros antes que ella. Traté de explicarle que quería ver a mis amigos de vez en cuando, y que no era saludable pasar cada minuto del día juntas. Lucy no estaba de acuerdo y con frecuencia me acusaba de engañarla si no contestaba a sus llamadas de inmediato.
Me sentía sofocada. No tenía tiempo para mí, y su comportamiento era errático. Ella me decía cada día lo mucho que me amaba y que nunca podría vivir sin mí. Que estaríamos juntas para siempre y que nada nos separaría. Yo no la amaba. Me gustaba, pero no estaba enamorada de ella. Ni siquiera estaba segura de qué era el amor. El día que traté de poner fin a la relación, Lucy se puso histérica, grito, lloró y dijo que moriría si la dejaba, estuvo días enferma, en cama sin comer, solo lloraba y me sentí responsable. Un millón de horribles pensamientos pasaron por mi mente, y no podía imaginarme estar atada a aquella chica.
Afortunadamente, salio de esa crisis. Tuve una larga conversación con su hermana, Quinn, y ella me dijo que Lucy estaba bien y que sólo tenía que ser paciente con ella.
Finalmente, llegué al punto de la ruptura el día que fui a cenar con un grupo de amigos. Lucy me encontró e hizo una escena en medio del restaurante. La llevé afuera para tratar de calmarla, pero nada funcionó. Ya no tenía sentimientos por ella, y apenas podía soportar mirarla. Rompí con ella. Le dije que ya había tenido suficiente, que todo había terminado entre nosotras, y que nunca me volviera a llamar. La dejé de pie en la calle, llorando. No tenía otra opción, ella estaba loca, y necesitaba ayuda.
Dos días después, recibí una llamada de Lucy, quería que habláramos. Para mí, no había nada de qué hablar. Había roto con ella, y no quería hablar más. Ella lloró y me rogó que fuera. Dijo que tenía una última cosa de la cual hablarme, y luego iba a aceptar que habíamos terminado. Me pidió que esperara una hora porque ella no estaba en casa
todavía. Había pasado una hora cuando me detuve en el camino de entrada. Llamé a la puerta, pero no hubo respuesta. Sabía que ella estaba en casa, porque su coche estaba allí. Al darme cuenta de que la puerta estaba abierta, la empujé para abrirla, entré, y miré alrededor. Grité su nombre, pero no obtuve respuesta. Poco a poco, subí las escaleras y me detuve frente a la puerta cerrada de su dormitorio. Puse la mano en el picaporte y lo giré lentamente, mientras empujaba la puerta. Me quedé sin aliento al ver lo que estaba delante de mí.
Lucy tendida en el suelo, en un charco de sangre, y una hoja de afeitar que yacía junto a ella. Corrí y puse mis brazos debajo de ella. —¿Por qué lo hiciste, Lucy? ¿Por qué? —Lloré mientras sostenía su cuerpo sin vida en mis brazos, cubierto de sangre y temblando, mientras las lágrimas no paraban de caer desde mis ojos. Mi corazón latía, y mi cuerpo se
entumeció. De repente, vi una sombra en la puerta. Levanté la mirada cuando Quinn se arrodilló a mi lado y se quedó observando a su hermana gemela.
—Lucy, ¡¿cómo pudiste hacerme esto?! —le gritó—. Teníamos muchos planes. Íbamos a irnos juntas de mochileras a Europa. —Quinn lloró, cerniéndose sobre el cuerpo de Lucy y sacudiéndola por los hombros. La aparté y le grité que se detuviera.
Quinn se levantó del suelo muy despacio, y se acercó a la cómoda, donde encontró una carta de Lucy. Tomó el trozo de papel y me miró con inquietud en sus ojos. Poco a poco, solté a Lucy, levantándome, me acerqué a Quinn y tomé el papel.
Santana:
Eres el amor de mi vida. Nunca me he sentido de esta manera antes. Me diste esperanza. La esperanza que necesitaba para vivir. Cuando estamos separadas, me siento solitaria y vacía por dentro. Creí que eras la que iba a salvarme de mí misma. Te quiero más que a mi vida, pero si no puedo tenerte, y no podemos estar juntas, entonces ya no quiero vivir. Siento que tenga que ser así, pero no tienes a nadie a quien culpar más que a ti misma. No podía seguir sin ti en mi vida. Por favor dile a Quinn que la quiero y que lo siento.
Lucy.
Me quedé con la nota en la mano, mientras Quinn sollozaba. Me acerqué para consolarla, pero ella levantó su dedo y me habló en un tono áspero.
—¡Es tu culpa que mi hermana esté muerta! ¡Todo lo que tenías que hacer era amarla y ella todavía estaría aquí!
Ese día cambió mi vida para siempre.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Este es el inicio del segundo libro, ahora entendemos un poco más a Santana Lopez, espero sus comentarios y más tarde dejare otro capitulo. Saludos
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
volviste muy bien!!!!
marcy3395***** - Mensajes : 255
Fecha de inscripción : 21/06/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Estuvo excelente, pero, ¿No Lucy es la que estaba viva y Quinn no?
Me he confundido :S
Pero gracias, muchas gracias por compartir con nosotras el segundo libro :') Forever You♥
Me he confundido :S
Pero gracias, muchas gracias por compartir con nosotras el segundo libro :') Forever You♥
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Excelente inicio del 2º libro!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Capitulo 1
2° LIBRO CAPITULO 1
Mis ojos se abrieron de golpe. Mi corazón latía rápidamente con miedo. Las sábanas estaban humedecidas ya que estaba empapada en sudor de la pesadilla que constantemente molestaba mis noches. Miré el reloj ubicado en la mesa de noche, y eran exactamente las tres de la mañana. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Me costó mucho recuperar el aliento mientras me inclinaba sobre el fregadero y luego me miraba en el espejo. Encendí el agua fría y lavé mi cara, tome una respiración profunda y cerré los ojos.
Nunca le dije a nadie por qué Lucy se suicidó. He mantenido este secreto sepultado dentro de mí durante los últimos doce años. La única otra persona que sabía era su hermana, Quinn. Prometió que no hablaría de ello porque no quería que la gente pensara que su hermana era tan estúpida como para suicidarse por una mujer. Me froté la cara mientras me acercaba y sentaba en el borde de la cama. Agarre el teléfono celular de la mesita de noche y vi un mensaje de texto de Quinn.
Santana, gracias por esta noche. Como de costumbre, me satisficiste completamente. ¡Espero verte de nuevo para otra ronda de sexo seductor!
Suspiré y coloqué de nuevo el teléfono en la mesita de noche. Me levanté, me puse la ropa para correr, y me dirigí hacia la puerta para una carrera. Correr siempre aclaraba mi cabeza, sobre todo después de tener pesadillas. Terminé corriendo seis kilómetros en Central Park. Una vez que mi cabeza estaba clara y que podía pensar con claridad, hice una nota mental para llamar al doctor Peters. Ha pasado un tiempo desde que lo vi, y creo que es hora de que comience a volver para algunas sesiones de terapia. Saqué mi teléfono celular, hojeé mis contactos, y decidí mandarle un texto a Daniell.
Necesito liberar el estrés. ¿Estás dentro?
Hola a ti también, Santana. ¿Te das cuenta de que son las cinco y cuarto de la mañana? Claro, estoy dentro.
Bueno, nos vemos en el penthouse en treinta minutos.
Puedo estar allí en diez.
No, dije en treinta. Tengo que ducharme primero.
Mmm, Santana, ¿te puedo acompañar?
No, gracias, prefiero ducharme sola. Treinta minutos y no llegues tarde.
Conocí a Daniell a través de un socio de negocios. Estando recién divorciada, estaba más que dispuesta a tener relaciones sexuales ocasionales sin compromiso.
Corrí de vuelta al penthouse y entré en la ducha para lavar el sudor de mi cuerpo antes de que me la follara. Salí de la ducha con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo. Entré en el dormitorio, y ella ya estaba acostada en la cama, lista y esperándome.
—Quítate la toalla y ven aquí antes de que cambie de opinión. —Sonrió.
Tiré la toalla en el suelo y caminé hacia la cama. —Te prometo que no vas a ninguna parte hasta que te haya follado en todas las formas, Daniell.
—Bueno, esa es una promesa que sé que puedes cumplir. —Sonrió.
Sexo duro es todo lo que sé. Es todo lo que estas mujeres quieren, y ¿quién soy yo para quejarme? Hacerlo rápido y duro es la mejor forma de aliviar el estrés para mí, especialmente después de un largo día en la oficina o cuando se presenta la ocasión.
—Gracias, puedes irte ahora —le dije.
—Santana, son las seis y media, así que ¿qué tal tomar un poco de café juntas antes de que me vaya?
Me acerqué a ella mientras estaba tumbada en la cama sólo con la sábana cubriendo su cuerpo desnudo. Miré sus ojos marrones.
—Conoces las reglas, Daniell. Ahora, vístete y vete. Tengo que ducharme rápido y dirigirme a la oficina.
Se levantó de la cama. —Lo que sea, Santana, es sólo café, por el amor de Dios. Oh, y otra cosa, voy a salir de la ciudad por un par de semanas, así que no te molestes en llamar para otra liberación de estrés.
***
Algunas personas suelen decir que soy demasiado joven para ser la directora ejecutiva de Lopez Enterprises y que las presiones y demandas en última instancia me destruirán. En lo que a mí respecta, ya he sido destruida emocionalmente.
Lopez Enterprises es mi compañía y mi único objetivo en la vida. Es todo lo que tengo, y es todo lo que quiero. Claro, salgo con un montón de mujeres. ¿Qué ejecutiva y millonaria no lo hace? Las únicas relaciones en las que creo son las sexuales sin condiciones. Lo último que necesito en mi vida es una mujer que me amarre y me asfixie. Con esto dicho, he realizado una lista de reglas para las mujeres que veo.
•Nada de quedarse a dormir. Una vez que el encuentro sexual termina, debes vestirte y salir inmediatamente. No hay excepciones.
•Sin ataduras. Nunca habrá nada más que sexo sólo físico.
•Nada de llamadas o envío de mensajes de texto. Si quiero volver a verte, me pondré en contacto contigo.
•Cuando estés en mi presencia, actuarás y te comportarás como una mujer. No tolero el comportamiento infantil.
•Nada de tríos. Me gustan mis mujeres una por una. No hay excepciones.
•Me chequeo una vez al mes. Espero que las mujeres con las que estoy estén
limpias, también. La prueba podría ser solicitada.
•La noche de la cita sólo consistirá en cena y sexo, nada más y nada menos. No habrá agarrada de manos, caminatas, paseos en carruaje, o películas. No hay excepciones.
Doy esta lista a las mujeres antes de la cena para asegurarme que están plenamente conscientes de mis expectativas. Si una mujer tiene un problema con cualquiera de mis reglas, son libres de irse. Las mujeres no son más que criaturas sexuales para mí. Nunca he estado enamorada, y nunca lo estaré. La persona que decidió mi destino de esta forma se suicidó porque no podía amarla, y no puedo dejar que eso vuelva a suceder. Tengo un grupo de mujeres al que veo regularmente. Quinn es una de esas mujeres. Empecé a verla hace un año, cuando se presentó en mi oficina, sin dinero y sin ningún lugar donde ir. Me senté en mi escritorio y me quedé mirando la puerta, recordando ese día.
—Señora Lopez, hay alguien que quiere verla —habló Valerie por el intercomunicador—. Ella dice que es importante y que la conoces. Suspiré. No tenía tiempo para invitados que creen que sólo pueden venir a mi oficina y exigir verme.
—Estoy muy ocupada, Valerie. Dile a quienquiera que sea que tendrá que hacer una cita. No tengo tiempo ahora mismo.
De repente, la puerta se abrió de golpe mientras alzaba la vista de mi computador y casi dejé de respirar.
—Lo siento, señora Lopez. Traté de detenerla —dijo Valerie.
—Está bien, Valerie. Cierra la puerta, por favor.
—Hola, Santana. Es bueno verte de nuevo, ha pasado demasiado tiempo —dijo la mujer rubia.
—Quinn, ¿qué diablos estás haciendo aquí? —Mi voz era enojada.
Se adentró más en mi oficina y se acomodó en la silla de felpa frente a mi escritorio.—¿Es esa la manera de hablar con una amiga que no has visto en diez años?
—Ve al grano, Quinn, y responde la maldita pregunta.
Se aclaró la garganta y se movió en su silla.
—Estoy en problemas, Santana, y me preguntaba si podrías ayudarme.
Me senté en mi silla y la miré. En realidad no había cambiado mucho en los últimos diez años. Su cabello rubio y liso era el mismo, y sus ojos de color verde seguían mostrando la misma tristeza como hacía tantos años. Crucé las manos delante de mí.
—¿Qué quieres, Quinn?
—Estoy completamente arruinada. Me echaron de mi casa, y no sé qué más hacer. Supongo que se me puede considerar sin hogar —dijo mientras tomaba una respiración profunda.
—¿Y tus padres? ¿Por qué no recurres a ellos?
—Me dijeron que soy una vergüenza para la familia y que tengo que solucionar mi vida. Me han ayudado incalculable cantidad de veces, y se niegan a hacerlo de nuevo.
Me levanté de mi asiento, me acerqué a donde estaba Quinn, y me apoyé contra el escritorio, tratando de averiguar por qué vino a verme.
—¿Por qué yo, Quinn? No nos hemos visto ni hablado en diez años. En ese momento, antes de que pudiera responder, Valerie habló y me dijo que mi reunión estaba a punto de comenzar.
—Lo siento, Quinn. Tengo una reunión, y me temo que no voy a ser capaz de ayudarte. Así que, si me disculpas, tengo que irme.
Se levantó de la silla en una rabieta, agarró su bolso y se dirigió hacia la puerta. Se dio la vuelta bruscamente.
—Me lo debes, Santana Lopez. Mi vida es un desastre por tu culpa. Mi hermana se suicidó por ti, y me arruinó la vida. ¡Extraño mucho a Lucy, y ella aún estaría aquí si no fuera por ti!—gritó.
Me quedé allí, incapaz de hablar, ya que todo lo que Quinn dijo era cierto. Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta.
—Espera —dije—. Te llevaré a cenar esta noche, donde podemos hablar más de esto. Tal vez pueda ayudarte. Haré que mi conductor te recoja a las siete. ¿Dónde vives?
—No me quedo en ningún lugar. Te acabo de decir que estoy sin dinero, y te aseguro que no tengo suficiente dinero para un hotel.
Me acerqué a la puerta y la abrí, indicando a Quinn que saliera.
—Valerie, por favor reserva una habitación en el Marriott Downtown a la señorita Fabray y factúrala a la empresa. —Valerie asintió y agarró el teléfono.
—Gracias, Santana, sabía que podía contar contigo. —Sonrió.
—Mi chofer te recogerá a las siete en punto.
Me di la vuelta y sacudí la cabeza. ¿Por qué demonios iba simplemente a venir aquí después de todos estos años y luego lanzar la muerte de Lucy en mi cara?
Me senté en mi escritorio, reflexionando sobre por qué todavía estaba en mi vida un año más tarde, y por qué no he hecho nada al respecto.
Me sobresaltó un golpe en la puerta, mientras Valerie entraba y ponía una taza de café en mi escritorio.
—Buenos días, señora.
—Buenos días, Valerie. Hazme un favor y despeja mi agenda para esta tarde. Tengo algo que hacer.
—Sí, señora Lopez, lo haré de inmediato.
—Gracias, Valerie —dije mientras salía de mi oficina.
Saqué mi teléfono celular, marqué al doctor Peters, e hice una cita para esta tarde. Con el regreso de las pesadillas, pensaba que ya era hora. Terminé un poco de papeleo, hice un par de llamadas de negocios, y le avisé a Denny que dejaba la oficina temprano y que viniera a recogerme.
Entré en la limusina e instruí a Denny para que me llevara al penthouse, para poder recoger el Range Rover y manejar a la oficina del doctor Peters. No quería que él supiera a dónde iba. Considero a Denny uno de mis mejores amigos. Ha estado en Lopez Enterprises durante los últimos diez años. Condujo para mi padre y ahora conduce para mí.
Denny está en sus tempranos cincuenta, y él ha visto mucho de mí en los últimos diez años. Siempre ha estado ahí para mí y hasta me rescató de problemas un par de veces sin tener que decirle a mis padres. Es como un segundo padre para mí y mi confidente. Siempre podía contar con él para que me ayudara, si lo necesitaba. A cambio, me aseguro de que él y su familia estén bien cuidados.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
¿Que les pareció? Como ven, ahora entendemos como llego Quinn a la vida de Santana, espero sus comentarios, no prometo nada pero si alcanzo dejo un capitulo más tarde, saludos.
Mis ojos se abrieron de golpe. Mi corazón latía rápidamente con miedo. Las sábanas estaban humedecidas ya que estaba empapada en sudor de la pesadilla que constantemente molestaba mis noches. Miré el reloj ubicado en la mesa de noche, y eran exactamente las tres de la mañana. Me levanté de la cama y me dirigí al baño. Me costó mucho recuperar el aliento mientras me inclinaba sobre el fregadero y luego me miraba en el espejo. Encendí el agua fría y lavé mi cara, tome una respiración profunda y cerré los ojos.
Nunca le dije a nadie por qué Lucy se suicidó. He mantenido este secreto sepultado dentro de mí durante los últimos doce años. La única otra persona que sabía era su hermana, Quinn. Prometió que no hablaría de ello porque no quería que la gente pensara que su hermana era tan estúpida como para suicidarse por una mujer. Me froté la cara mientras me acercaba y sentaba en el borde de la cama. Agarre el teléfono celular de la mesita de noche y vi un mensaje de texto de Quinn.
Santana, gracias por esta noche. Como de costumbre, me satisficiste completamente. ¡Espero verte de nuevo para otra ronda de sexo seductor!
Suspiré y coloqué de nuevo el teléfono en la mesita de noche. Me levanté, me puse la ropa para correr, y me dirigí hacia la puerta para una carrera. Correr siempre aclaraba mi cabeza, sobre todo después de tener pesadillas. Terminé corriendo seis kilómetros en Central Park. Una vez que mi cabeza estaba clara y que podía pensar con claridad, hice una nota mental para llamar al doctor Peters. Ha pasado un tiempo desde que lo vi, y creo que es hora de que comience a volver para algunas sesiones de terapia. Saqué mi teléfono celular, hojeé mis contactos, y decidí mandarle un texto a Daniell.
Necesito liberar el estrés. ¿Estás dentro?
Hola a ti también, Santana. ¿Te das cuenta de que son las cinco y cuarto de la mañana? Claro, estoy dentro.
Bueno, nos vemos en el penthouse en treinta minutos.
Puedo estar allí en diez.
No, dije en treinta. Tengo que ducharme primero.
Mmm, Santana, ¿te puedo acompañar?
No, gracias, prefiero ducharme sola. Treinta minutos y no llegues tarde.
Conocí a Daniell a través de un socio de negocios. Estando recién divorciada, estaba más que dispuesta a tener relaciones sexuales ocasionales sin compromiso.
Corrí de vuelta al penthouse y entré en la ducha para lavar el sudor de mi cuerpo antes de que me la follara. Salí de la ducha con una toalla envuelta alrededor de mi cuerpo. Entré en el dormitorio, y ella ya estaba acostada en la cama, lista y esperándome.
—Quítate la toalla y ven aquí antes de que cambie de opinión. —Sonrió.
Tiré la toalla en el suelo y caminé hacia la cama. —Te prometo que no vas a ninguna parte hasta que te haya follado en todas las formas, Daniell.
—Bueno, esa es una promesa que sé que puedes cumplir. —Sonrió.
Sexo duro es todo lo que sé. Es todo lo que estas mujeres quieren, y ¿quién soy yo para quejarme? Hacerlo rápido y duro es la mejor forma de aliviar el estrés para mí, especialmente después de un largo día en la oficina o cuando se presenta la ocasión.
—Gracias, puedes irte ahora —le dije.
—Santana, son las seis y media, así que ¿qué tal tomar un poco de café juntas antes de que me vaya?
Me acerqué a ella mientras estaba tumbada en la cama sólo con la sábana cubriendo su cuerpo desnudo. Miré sus ojos marrones.
—Conoces las reglas, Daniell. Ahora, vístete y vete. Tengo que ducharme rápido y dirigirme a la oficina.
Se levantó de la cama. —Lo que sea, Santana, es sólo café, por el amor de Dios. Oh, y otra cosa, voy a salir de la ciudad por un par de semanas, así que no te molestes en llamar para otra liberación de estrés.
***
Algunas personas suelen decir que soy demasiado joven para ser la directora ejecutiva de Lopez Enterprises y que las presiones y demandas en última instancia me destruirán. En lo que a mí respecta, ya he sido destruida emocionalmente.
Lopez Enterprises es mi compañía y mi único objetivo en la vida. Es todo lo que tengo, y es todo lo que quiero. Claro, salgo con un montón de mujeres. ¿Qué ejecutiva y millonaria no lo hace? Las únicas relaciones en las que creo son las sexuales sin condiciones. Lo último que necesito en mi vida es una mujer que me amarre y me asfixie. Con esto dicho, he realizado una lista de reglas para las mujeres que veo.
•Nada de quedarse a dormir. Una vez que el encuentro sexual termina, debes vestirte y salir inmediatamente. No hay excepciones.
•Sin ataduras. Nunca habrá nada más que sexo sólo físico.
•Nada de llamadas o envío de mensajes de texto. Si quiero volver a verte, me pondré en contacto contigo.
•Cuando estés en mi presencia, actuarás y te comportarás como una mujer. No tolero el comportamiento infantil.
•Nada de tríos. Me gustan mis mujeres una por una. No hay excepciones.
•Me chequeo una vez al mes. Espero que las mujeres con las que estoy estén
limpias, también. La prueba podría ser solicitada.
•La noche de la cita sólo consistirá en cena y sexo, nada más y nada menos. No habrá agarrada de manos, caminatas, paseos en carruaje, o películas. No hay excepciones.
Doy esta lista a las mujeres antes de la cena para asegurarme que están plenamente conscientes de mis expectativas. Si una mujer tiene un problema con cualquiera de mis reglas, son libres de irse. Las mujeres no son más que criaturas sexuales para mí. Nunca he estado enamorada, y nunca lo estaré. La persona que decidió mi destino de esta forma se suicidó porque no podía amarla, y no puedo dejar que eso vuelva a suceder. Tengo un grupo de mujeres al que veo regularmente. Quinn es una de esas mujeres. Empecé a verla hace un año, cuando se presentó en mi oficina, sin dinero y sin ningún lugar donde ir. Me senté en mi escritorio y me quedé mirando la puerta, recordando ese día.
—Señora Lopez, hay alguien que quiere verla —habló Valerie por el intercomunicador—. Ella dice que es importante y que la conoces. Suspiré. No tenía tiempo para invitados que creen que sólo pueden venir a mi oficina y exigir verme.
—Estoy muy ocupada, Valerie. Dile a quienquiera que sea que tendrá que hacer una cita. No tengo tiempo ahora mismo.
De repente, la puerta se abrió de golpe mientras alzaba la vista de mi computador y casi dejé de respirar.
—Lo siento, señora Lopez. Traté de detenerla —dijo Valerie.
—Está bien, Valerie. Cierra la puerta, por favor.
—Hola, Santana. Es bueno verte de nuevo, ha pasado demasiado tiempo —dijo la mujer rubia.
—Quinn, ¿qué diablos estás haciendo aquí? —Mi voz era enojada.
Se adentró más en mi oficina y se acomodó en la silla de felpa frente a mi escritorio.—¿Es esa la manera de hablar con una amiga que no has visto en diez años?
—Ve al grano, Quinn, y responde la maldita pregunta.
Se aclaró la garganta y se movió en su silla.
—Estoy en problemas, Santana, y me preguntaba si podrías ayudarme.
Me senté en mi silla y la miré. En realidad no había cambiado mucho en los últimos diez años. Su cabello rubio y liso era el mismo, y sus ojos de color verde seguían mostrando la misma tristeza como hacía tantos años. Crucé las manos delante de mí.
—¿Qué quieres, Quinn?
—Estoy completamente arruinada. Me echaron de mi casa, y no sé qué más hacer. Supongo que se me puede considerar sin hogar —dijo mientras tomaba una respiración profunda.
—¿Y tus padres? ¿Por qué no recurres a ellos?
—Me dijeron que soy una vergüenza para la familia y que tengo que solucionar mi vida. Me han ayudado incalculable cantidad de veces, y se niegan a hacerlo de nuevo.
Me levanté de mi asiento, me acerqué a donde estaba Quinn, y me apoyé contra el escritorio, tratando de averiguar por qué vino a verme.
—¿Por qué yo, Quinn? No nos hemos visto ni hablado en diez años. En ese momento, antes de que pudiera responder, Valerie habló y me dijo que mi reunión estaba a punto de comenzar.
—Lo siento, Quinn. Tengo una reunión, y me temo que no voy a ser capaz de ayudarte. Así que, si me disculpas, tengo que irme.
Se levantó de la silla en una rabieta, agarró su bolso y se dirigió hacia la puerta. Se dio la vuelta bruscamente.
—Me lo debes, Santana Lopez. Mi vida es un desastre por tu culpa. Mi hermana se suicidó por ti, y me arruinó la vida. ¡Extraño mucho a Lucy, y ella aún estaría aquí si no fuera por ti!—gritó.
Me quedé allí, incapaz de hablar, ya que todo lo que Quinn dijo era cierto. Se dio la vuelta y caminó hacia la puerta.
—Espera —dije—. Te llevaré a cenar esta noche, donde podemos hablar más de esto. Tal vez pueda ayudarte. Haré que mi conductor te recoja a las siete. ¿Dónde vives?
—No me quedo en ningún lugar. Te acabo de decir que estoy sin dinero, y te aseguro que no tengo suficiente dinero para un hotel.
Me acerqué a la puerta y la abrí, indicando a Quinn que saliera.
—Valerie, por favor reserva una habitación en el Marriott Downtown a la señorita Fabray y factúrala a la empresa. —Valerie asintió y agarró el teléfono.
—Gracias, Santana, sabía que podía contar contigo. —Sonrió.
—Mi chofer te recogerá a las siete en punto.
Me di la vuelta y sacudí la cabeza. ¿Por qué demonios iba simplemente a venir aquí después de todos estos años y luego lanzar la muerte de Lucy en mi cara?
Me senté en mi escritorio, reflexionando sobre por qué todavía estaba en mi vida un año más tarde, y por qué no he hecho nada al respecto.
Me sobresaltó un golpe en la puerta, mientras Valerie entraba y ponía una taza de café en mi escritorio.
—Buenos días, señora.
—Buenos días, Valerie. Hazme un favor y despeja mi agenda para esta tarde. Tengo algo que hacer.
—Sí, señora Lopez, lo haré de inmediato.
—Gracias, Valerie —dije mientras salía de mi oficina.
Saqué mi teléfono celular, marqué al doctor Peters, e hice una cita para esta tarde. Con el regreso de las pesadillas, pensaba que ya era hora. Terminé un poco de papeleo, hice un par de llamadas de negocios, y le avisé a Denny que dejaba la oficina temprano y que viniera a recogerme.
Entré en la limusina e instruí a Denny para que me llevara al penthouse, para poder recoger el Range Rover y manejar a la oficina del doctor Peters. No quería que él supiera a dónde iba. Considero a Denny uno de mis mejores amigos. Ha estado en Lopez Enterprises durante los últimos diez años. Condujo para mi padre y ahora conduce para mí.
Denny está en sus tempranos cincuenta, y él ha visto mucho de mí en los últimos diez años. Siempre ha estado ahí para mí y hasta me rescató de problemas un par de veces sin tener que decirle a mis padres. Es como un segundo padre para mí y mi confidente. Siempre podía contar con él para que me ayudara, si lo necesitaba. A cambio, me aseguro de que él y su familia estén bien cuidados.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
¿Que les pareció? Como ven, ahora entendemos como llego Quinn a la vida de Santana, espero sus comentarios, no prometo nada pero si alcanzo dejo un capitulo más tarde, saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
De verdad Amo esta historia :3
Saludos ♥♥
Espero la actu
Saludos ♥♥
Espero la actu
daniela123* - Mensajes : 19
Fecha de inscripción : 28/07/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Genial!!!! Que mas podemos decir!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
gracias, gracias y mil veces gracias, por continuar la historia y por ahorrarme el tener que buscarte por cielo, mar y tierra jajajajajajajajajaja, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Capitulo 2
CAPITULO 2
Cuánto tiempo sin verte, Santana —dijo el doctor Peters mientras se sentaba en la silla azul en frente de mí—. Pensé que habías desistido a venir aquí.
—No he desistido, doctor Peters, sólo he estado demasiado ocupada como para hacer una cita —suspiré.
He estado viendo al doctor Peters durante unos años, y es la única persona que sabe de Lucy, aparte de Quinn. Es un señor mayor, con el pelo canoso y complexión mediana. Lo encontraba muy fácil para sincerarme. Supongo que es por eso que lo seguí viendo durante mucho tiempo. He probado otros terapeutas, incluso mujeres, pero se hizo demasiado complicado cuando querían dormir conmigo en lugar de tratar de ayudarme.
—Dime, Santana, ¿has hecho algún progreso desde nuestra última visita?
Me eché hacia atrás y apoyé el codo en el brazo del sillón. —No, no lo he hecho, pero como le dije antes, no estoy interesada en estar en una relación. Me gusta mi vida tal y como es.
Él entrecerró los ojos hacia mí. —Entonces, ¿por qué estás aquí hoy?
—He estado teniendo pesadillas otra vez —le contesté mientras tomaba una respiración profunda.
El doctor Peters me miró atentamente y ladeó la cabeza. —¿Cuándo reaparecieron?
—Volvieron hace aproximadamente un mes —le dije.
—¿Qué crees que las provocó esta vez? —preguntó, como si realmente supiera la respuesta.
—No lo sé, doctor Peters, es por eso que estoy aquí.
—¿Sigues viendo a Quinn?
Miré a un lado cuando le contesté su pregunta—: Sí, lo sigo haciendo.
—¿Estás comenzando a sentir algo por ella? —preguntó de manera seria.
—No, joder, no, no estoy empezando a sentir algo por ella —le solté mientras me levantaba de la silla, cruzaba mis brazos, y me acercaba a la ventana—. Es un buen polvo, eso es todo. Nada más que eso.
—¿Por qué te pusiste tan molesta cuando te hice esa pregunta? Me parece que estás enojada porque puede ser que desees algo más con alguien. Tal vez no con Quinn o con otra mujer que ves regularmente, pero creo que estas comenzando a sentirte sola.
Me di vuelta y lo miré. La ira comenzó a instalarse en mis ojos. —No quiero nada más con ninguna mujer. ¿Cuántas veces tengo que decirle eso?
—Cálmate, Santana, y siéntate en la silla. Tienes que escucharte a ti misma. No es sano que no quieras nada más en la vida que sólo el trabajo. Has dejado que tus emociones mueran debido a Lucy, y hay que aceptar el hecho de que su muerte no fue culpa tuya. Tú misma lo dijiste, la chica ya tenía problemas emocionales cuando la conociste.
Volví y me senté en la silla enfrente del doctor Peters. —Ella tenía algunos problemas emocionales, pero claramente señaló en la carta que dejó que se suicidó porque rompí con ella. ¿Cómo diablos puede alguien alguna vez superar eso? ¿Cómo puedo entrar en otra relación con alguien sabiendo que fui la causa de la muerte de otra persona? —El doctor Peters se quedó allí sentado, mirándome, y registrando cada palabra que dije—Doctor, no siento nada cuando estoy con una mujer. No siento ningún tipo de conexión en absoluto. No hay emociones corriendo a través de mí, y no me puede importar menos si quieren más de mí. Soy sincera con las mujeres con las que duermo. Las utilizo solamente para el placer, nada más, y si no es bueno, entonces las abandono y encuentro a alguien más.
—Esas son palabras duras, Santana —dijo inclinando la cabeza hacia un lado.
—Nada de emociones, ¿recuerda, doctor Peters?
Suspiró y se levantó de su silla. —Sólo pienso que no te has permitido encontrar a la mujer adecuada.
—No hay una mujer ahí afuera para mí, e incluso si la hubiera, no importaría. Averiguaría quién soy realmente y no querría tener nada que ver conmigo. Mi pasado siempre se interpondrá en el camino.
—Te voy a prescribir algún medicamento para dormir —dijo el doctor Peters mientras me entregaba el pequeño trozo de papel—. Toma una justo antes de acostarte, y espero que seas capaz de descansar un poco. No detendrá las pesadillas, sólo tú puedes ponerle fin a las mismas.
Me levanté de la silla y suspiré. —Gracias por verme hoy, estaré en contacto.
—Quiero verte la semana que viene, Santana, así que asegúrate de hacer la cita.
Mientras salía de la oficina, llegó un mensaje de texto de Quinn.
Encontrémonos hoy en Club S para divertirnos un poco.
Club S no era exactamente mi tipo de lugar, pero no me importa ir allí para ver a las hermosas mujeres. Ni siquiera puedo contar el número de veces que he traído a la casa a mujeres de ese club. No lo llaman Club S por nada. Después de la sesión que tuve con el doctor Peters, tenía que salir esta noche y emborracharme para distraerme de las cosas. Le contesté a Quinn.
Nos vemos allí a las ocho y media.
Maravilloso, estaré esperando, y me pondré algo extra atractivo para ti.
Regresé al penthouse y me puse la ropa para entrenar. Agarré mi bolso y le dije a Denny que me llevara al gimnasio. Un buen entrenamiento es lo que necesitaba en estos momentos. Necesitaba relajarme de mi sesión con el doctor Peters. Nunca me enamoraría, y nunca habrá una señora Lopez caminando por las calles de Nueva York, a pesar de que muchas mujeres han hecho fila para tratar de ser las primeras.
Corrí nueve kilómetros y medio en la cinta, nade un poco y follé a Stephanie en la sala de vapor. Diría que fue un entrenamiento muy productivo. Stephanie es plenamente consciente de mis reglas, y es menos complicada que las demás. Le gusta que sea rápida y dura con un montón de pelo jalado, así que por supuesto tengo que obligarme a mantener sus ganas de más. Ella es una chica perversa. Después, no hay conversación ni preguntas, sólo una sonrisa y un adiós.
Salí del gimnasio con una sonrisa en mi cara, y me metí en la parte de atrás de la limusina, Denny se dio la vuelta y me miró.
—A juzgar por la sonrisa en tu cara, supongo que tuviste un entrenamiento excepcional.
—Claro que sí, Denny, claro que sí. —Sonreí mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.
Al regresar al penthouse, lancé mi bolso del gimnasio en el armario y me dirigí arriba para una ducha rápida para quitarme el olor a sudor y sexo de mi cuerpo.
Abrí la puerta del armario y saqué uno de mis trajes favoritos, negro de Armani hecho a mi medida y que estilizaba mi figura y blusa blanca. Lo revisé y decidí que sería perfecto para llevar al club. Arreglé mi largo cabello negro, me puse el traje, y me dirigí a la cocina donde Denny y Claire estaban hablando.
—Denny, necesitaré que me dejes en Club S esta noche y entonces estás libre de ir a casa.
—¿No necesitarás un viaje de regreso a casa Santana? —preguntó.
—No, me voy a encontrar con Quinn allí, y ella me puede traer a casa. Ve y pasa tiempo con tu familia.
Denny sonrió y asintió con la cabeza.
—Santana, ¿quieres comer algo antes de irte? —preguntó Claire.
—No, Claire, estoy bien.
Miré mi reloj y era las seis y media. Quería llegar al club antes de Quinn por si había alguien allí con quien tuviera que hablar. Además, necesitaba un par de bebidas antes de que apareciera.
Llegué al club alrededor de siete y me sorprendió lo lleno que estaba a una hora tan temprana de la tarde. Me acerqué a la parte posterior de la barra y me senté en la mesa de siempre. Rebecca, mi camarera favorita, se acercó con una sonrisa en su rostro.
—Buenas noches, señora Lopez. ¿Qué le sirvo?
La miré y corrí mi lengua por los labios. Ella era una veinteañera muy caliente.
—Dame un whisky, y que sea doble. De hecho, trae dos —le dije.
Me sonrió con la mirada y se alejó. Regresó en un corto período de tiempo y puso mis bebidas en la mesa.
—¿Hay algo que pueda hacer por usted, señora Lopez? —Guiñó un ojo.
Sonreí e incliné mi cabeza. —Sé de algo que puedes hacer por mí.
Me levanté de mi asiento y la acompañé por el pasillo a una pequeña habitación que se utiliza para almacenamiento. Entramos mientras yo cerraba la puerta con llave. Desabrochó mis pantalones y los bajó seductoramente. No necesitaba acariciarme, ya
estaba humeda y esperando que sus labios me recorrieran. Su boca era asombrosa mientras su lengua hacía círculos alrededor de mi.
Dejé escapar un gemido mientras empujaba mis caderas hacia delante y hacia atrás, manteniendo mis manos en su cabeza. Relájate; no es la primera vez que he estado con ella. Me ofrece un servicio de vez en cuando, cuando vengo al club porque es la mejor en ello, y lo sabe. A cambio, ofrezco una buena propina para darle las gracias por sus servicios.
Salí de la pequeña habitación primero y volví a mi mesa con la chica caliente siguiéndome detrás. Miré mi reloj y eran las ocho. Tenía el tiempo justo para tomar mi whisky antes de que Quinn apareciera. Me detuve en seco cuando levanté la mirada y la vi sentada en la mesa.
—Quinn, no tenías que estar aquí hasta las ocho y media.
—Encantada de verte, Santana —dijo mientras me besaba en la mejilla. Inclinó la cabeza y me fulminó con la mirada.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así? —le pregunté.
—¿Estabas con la camarera que te seguía?
Agarré mi vaso y tomé un trago. Me di la vuelta, así estaba frente a ella y tomé su barbilla en mi mano.
—Eso no es asunto tuyo, Quinn. Ya hemos hablado de esto mil veces. Lo que hago y con quién lo hago no es de tu incumbencia.
Bajó la mirada y luego de nuevo hacia mí. —Santana, hay algo acerca de lo que tengo que hablarte, pero en primer lugar quiero bailar. Volveré y luego vamos a hablar.
Suspiré mientras se levantaba y dirigía a la pista de baile. Llamé a Rebecca y pedí unas cuántas bebidas más. Me senté allí observando hermosas mujeres mirarme y sonreír mientras pasaban. Un par de ellas me llamaron la atención, pero se desvió rápidamente cuando Quinn se colocó detrás de mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello.
—¿Estás lista para la charla ahora? —preguntó.
Tomé sus brazos y los quite rápidamente de mí. Estaba sintiendo los efectos del alcohol, y no estaba de humor para lo que fuera que quería hablar. Levanté la mano, y una vez más, llamé la atención de Rebecca para que trajera un par de bebidas más.
—Santana, tenemos que hablar —dijo Quinn.
La miré y suspiré. —Quinn, ¿qué es lo que quieres hablar?
Comenzó a correr su dedo arriba y abajo por mi brazo. —Hemos estado viéndonos casualmente por alrededor de un año, y creo que tal vez es el momento de llevarlo al siguiente nivel.
Tomé otro trago y la miré directamente a los ojos. —¿De qué demonios estás hablando? ¿Qué quieres decir con "siguiente nivel"? No hay ningún siguiente nivel Quinn, ¿cuántas veces tengo que decirte esto?
Vi la ira crecer en sus ojos con cada palabra que decía. Apretó la mandíbula y me señaló con su dedo, meneándolo mientras empezaba a gritar.
—¡Hemos estado juntas durante un año, pero todavía ves a otras mujeres! ¡Esto tiene que parar, Santana! Sé que tienes algunos sentimientos por mí en esa cabeza muerta tuya. ¡Lo puedo sentir!
Tomé el último sorbo de mi bebida y puse el vaso sobre la mesa. Levanté mi dedo y lo apunté hacia ella, era mi turno. Mi voz era de enojo y me encontré gritando sobre la música a todo volúmen que se estaba reproduciendo en todo el club.
—¡No siento nada por ti, Quinn! ¡Nunca lo he hecho, y nunca lo haré! Tienes que parar esto ahora o eso es todo, he terminado contigo para siempre. No eres más que sexo para mí, y eso es todo lo que llegarás a ser.
La ira se apoderó de su rostro mientras levantaba la mano y me daba una bofetada. La picadura de su mano se sentía permanentemente grabada en el lado de mi cara.
—¡Esto es por faltarme el respeto, hija de puta! —gritó antes de girar sobre sus talones e irse enojada.
Me senté y miré hacia el frente. No me importaba que se fuera, o que hubiera herido sus sentimientos. Ella entró en este acuerdo plenamente consciente de dónde estaba conmigo, y que piense lo contrario es una estupidez por su parte.
Terminé mi último bebida. Me sentía bien cuando me di cuenta de que una chica me miraba desde el otro lado de la barra. Su belleza era impresionante. Estaba a punto de levantarme e ir a hablar con ella hasta que se puso de pie de repente y se dirigió a la pista de baile. Me encogí de hombros y caminé hacia la barra por otra bebida.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero les guste el capitulo, como ven Quinn es un poco obsesiva, espero sus comentarios, saludos.
Cuánto tiempo sin verte, Santana —dijo el doctor Peters mientras se sentaba en la silla azul en frente de mí—. Pensé que habías desistido a venir aquí.
—No he desistido, doctor Peters, sólo he estado demasiado ocupada como para hacer una cita —suspiré.
He estado viendo al doctor Peters durante unos años, y es la única persona que sabe de Lucy, aparte de Quinn. Es un señor mayor, con el pelo canoso y complexión mediana. Lo encontraba muy fácil para sincerarme. Supongo que es por eso que lo seguí viendo durante mucho tiempo. He probado otros terapeutas, incluso mujeres, pero se hizo demasiado complicado cuando querían dormir conmigo en lugar de tratar de ayudarme.
—Dime, Santana, ¿has hecho algún progreso desde nuestra última visita?
Me eché hacia atrás y apoyé el codo en el brazo del sillón. —No, no lo he hecho, pero como le dije antes, no estoy interesada en estar en una relación. Me gusta mi vida tal y como es.
Él entrecerró los ojos hacia mí. —Entonces, ¿por qué estás aquí hoy?
—He estado teniendo pesadillas otra vez —le contesté mientras tomaba una respiración profunda.
El doctor Peters me miró atentamente y ladeó la cabeza. —¿Cuándo reaparecieron?
—Volvieron hace aproximadamente un mes —le dije.
—¿Qué crees que las provocó esta vez? —preguntó, como si realmente supiera la respuesta.
—No lo sé, doctor Peters, es por eso que estoy aquí.
—¿Sigues viendo a Quinn?
Miré a un lado cuando le contesté su pregunta—: Sí, lo sigo haciendo.
—¿Estás comenzando a sentir algo por ella? —preguntó de manera seria.
—No, joder, no, no estoy empezando a sentir algo por ella —le solté mientras me levantaba de la silla, cruzaba mis brazos, y me acercaba a la ventana—. Es un buen polvo, eso es todo. Nada más que eso.
—¿Por qué te pusiste tan molesta cuando te hice esa pregunta? Me parece que estás enojada porque puede ser que desees algo más con alguien. Tal vez no con Quinn o con otra mujer que ves regularmente, pero creo que estas comenzando a sentirte sola.
Me di vuelta y lo miré. La ira comenzó a instalarse en mis ojos. —No quiero nada más con ninguna mujer. ¿Cuántas veces tengo que decirle eso?
—Cálmate, Santana, y siéntate en la silla. Tienes que escucharte a ti misma. No es sano que no quieras nada más en la vida que sólo el trabajo. Has dejado que tus emociones mueran debido a Lucy, y hay que aceptar el hecho de que su muerte no fue culpa tuya. Tú misma lo dijiste, la chica ya tenía problemas emocionales cuando la conociste.
Volví y me senté en la silla enfrente del doctor Peters. —Ella tenía algunos problemas emocionales, pero claramente señaló en la carta que dejó que se suicidó porque rompí con ella. ¿Cómo diablos puede alguien alguna vez superar eso? ¿Cómo puedo entrar en otra relación con alguien sabiendo que fui la causa de la muerte de otra persona? —El doctor Peters se quedó allí sentado, mirándome, y registrando cada palabra que dije—Doctor, no siento nada cuando estoy con una mujer. No siento ningún tipo de conexión en absoluto. No hay emociones corriendo a través de mí, y no me puede importar menos si quieren más de mí. Soy sincera con las mujeres con las que duermo. Las utilizo solamente para el placer, nada más, y si no es bueno, entonces las abandono y encuentro a alguien más.
—Esas son palabras duras, Santana —dijo inclinando la cabeza hacia un lado.
—Nada de emociones, ¿recuerda, doctor Peters?
Suspiró y se levantó de su silla. —Sólo pienso que no te has permitido encontrar a la mujer adecuada.
—No hay una mujer ahí afuera para mí, e incluso si la hubiera, no importaría. Averiguaría quién soy realmente y no querría tener nada que ver conmigo. Mi pasado siempre se interpondrá en el camino.
—Te voy a prescribir algún medicamento para dormir —dijo el doctor Peters mientras me entregaba el pequeño trozo de papel—. Toma una justo antes de acostarte, y espero que seas capaz de descansar un poco. No detendrá las pesadillas, sólo tú puedes ponerle fin a las mismas.
Me levanté de la silla y suspiré. —Gracias por verme hoy, estaré en contacto.
—Quiero verte la semana que viene, Santana, así que asegúrate de hacer la cita.
Mientras salía de la oficina, llegó un mensaje de texto de Quinn.
Encontrémonos hoy en Club S para divertirnos un poco.
Club S no era exactamente mi tipo de lugar, pero no me importa ir allí para ver a las hermosas mujeres. Ni siquiera puedo contar el número de veces que he traído a la casa a mujeres de ese club. No lo llaman Club S por nada. Después de la sesión que tuve con el doctor Peters, tenía que salir esta noche y emborracharme para distraerme de las cosas. Le contesté a Quinn.
Nos vemos allí a las ocho y media.
Maravilloso, estaré esperando, y me pondré algo extra atractivo para ti.
Regresé al penthouse y me puse la ropa para entrenar. Agarré mi bolso y le dije a Denny que me llevara al gimnasio. Un buen entrenamiento es lo que necesitaba en estos momentos. Necesitaba relajarme de mi sesión con el doctor Peters. Nunca me enamoraría, y nunca habrá una señora Lopez caminando por las calles de Nueva York, a pesar de que muchas mujeres han hecho fila para tratar de ser las primeras.
Corrí nueve kilómetros y medio en la cinta, nade un poco y follé a Stephanie en la sala de vapor. Diría que fue un entrenamiento muy productivo. Stephanie es plenamente consciente de mis reglas, y es menos complicada que las demás. Le gusta que sea rápida y dura con un montón de pelo jalado, así que por supuesto tengo que obligarme a mantener sus ganas de más. Ella es una chica perversa. Después, no hay conversación ni preguntas, sólo una sonrisa y un adiós.
Salí del gimnasio con una sonrisa en mi cara, y me metí en la parte de atrás de la limusina, Denny se dio la vuelta y me miró.
—A juzgar por la sonrisa en tu cara, supongo que tuviste un entrenamiento excepcional.
—Claro que sí, Denny, claro que sí. —Sonreí mientras inclinaba la cabeza hacia atrás.
Al regresar al penthouse, lancé mi bolso del gimnasio en el armario y me dirigí arriba para una ducha rápida para quitarme el olor a sudor y sexo de mi cuerpo.
Abrí la puerta del armario y saqué uno de mis trajes favoritos, negro de Armani hecho a mi medida y que estilizaba mi figura y blusa blanca. Lo revisé y decidí que sería perfecto para llevar al club. Arreglé mi largo cabello negro, me puse el traje, y me dirigí a la cocina donde Denny y Claire estaban hablando.
—Denny, necesitaré que me dejes en Club S esta noche y entonces estás libre de ir a casa.
—¿No necesitarás un viaje de regreso a casa Santana? —preguntó.
—No, me voy a encontrar con Quinn allí, y ella me puede traer a casa. Ve y pasa tiempo con tu familia.
Denny sonrió y asintió con la cabeza.
—Santana, ¿quieres comer algo antes de irte? —preguntó Claire.
—No, Claire, estoy bien.
Miré mi reloj y era las seis y media. Quería llegar al club antes de Quinn por si había alguien allí con quien tuviera que hablar. Además, necesitaba un par de bebidas antes de que apareciera.
Llegué al club alrededor de siete y me sorprendió lo lleno que estaba a una hora tan temprana de la tarde. Me acerqué a la parte posterior de la barra y me senté en la mesa de siempre. Rebecca, mi camarera favorita, se acercó con una sonrisa en su rostro.
—Buenas noches, señora Lopez. ¿Qué le sirvo?
La miré y corrí mi lengua por los labios. Ella era una veinteañera muy caliente.
—Dame un whisky, y que sea doble. De hecho, trae dos —le dije.
Me sonrió con la mirada y se alejó. Regresó en un corto período de tiempo y puso mis bebidas en la mesa.
—¿Hay algo que pueda hacer por usted, señora Lopez? —Guiñó un ojo.
Sonreí e incliné mi cabeza. —Sé de algo que puedes hacer por mí.
Me levanté de mi asiento y la acompañé por el pasillo a una pequeña habitación que se utiliza para almacenamiento. Entramos mientras yo cerraba la puerta con llave. Desabrochó mis pantalones y los bajó seductoramente. No necesitaba acariciarme, ya
estaba humeda y esperando que sus labios me recorrieran. Su boca era asombrosa mientras su lengua hacía círculos alrededor de mi.
Dejé escapar un gemido mientras empujaba mis caderas hacia delante y hacia atrás, manteniendo mis manos en su cabeza. Relájate; no es la primera vez que he estado con ella. Me ofrece un servicio de vez en cuando, cuando vengo al club porque es la mejor en ello, y lo sabe. A cambio, ofrezco una buena propina para darle las gracias por sus servicios.
Salí de la pequeña habitación primero y volví a mi mesa con la chica caliente siguiéndome detrás. Miré mi reloj y eran las ocho. Tenía el tiempo justo para tomar mi whisky antes de que Quinn apareciera. Me detuve en seco cuando levanté la mirada y la vi sentada en la mesa.
—Quinn, no tenías que estar aquí hasta las ocho y media.
—Encantada de verte, Santana —dijo mientras me besaba en la mejilla. Inclinó la cabeza y me fulminó con la mirada.
—¿Qué? ¿Por qué me miras así? —le pregunté.
—¿Estabas con la camarera que te seguía?
Agarré mi vaso y tomé un trago. Me di la vuelta, así estaba frente a ella y tomé su barbilla en mi mano.
—Eso no es asunto tuyo, Quinn. Ya hemos hablado de esto mil veces. Lo que hago y con quién lo hago no es de tu incumbencia.
Bajó la mirada y luego de nuevo hacia mí. —Santana, hay algo acerca de lo que tengo que hablarte, pero en primer lugar quiero bailar. Volveré y luego vamos a hablar.
Suspiré mientras se levantaba y dirigía a la pista de baile. Llamé a Rebecca y pedí unas cuántas bebidas más. Me senté allí observando hermosas mujeres mirarme y sonreír mientras pasaban. Un par de ellas me llamaron la atención, pero se desvió rápidamente cuando Quinn se colocó detrás de mí y envolvió sus brazos alrededor de mi cuello.
—¿Estás lista para la charla ahora? —preguntó.
Tomé sus brazos y los quite rápidamente de mí. Estaba sintiendo los efectos del alcohol, y no estaba de humor para lo que fuera que quería hablar. Levanté la mano, y una vez más, llamé la atención de Rebecca para que trajera un par de bebidas más.
—Santana, tenemos que hablar —dijo Quinn.
La miré y suspiré. —Quinn, ¿qué es lo que quieres hablar?
Comenzó a correr su dedo arriba y abajo por mi brazo. —Hemos estado viéndonos casualmente por alrededor de un año, y creo que tal vez es el momento de llevarlo al siguiente nivel.
Tomé otro trago y la miré directamente a los ojos. —¿De qué demonios estás hablando? ¿Qué quieres decir con "siguiente nivel"? No hay ningún siguiente nivel Quinn, ¿cuántas veces tengo que decirte esto?
Vi la ira crecer en sus ojos con cada palabra que decía. Apretó la mandíbula y me señaló con su dedo, meneándolo mientras empezaba a gritar.
—¡Hemos estado juntas durante un año, pero todavía ves a otras mujeres! ¡Esto tiene que parar, Santana! Sé que tienes algunos sentimientos por mí en esa cabeza muerta tuya. ¡Lo puedo sentir!
Tomé el último sorbo de mi bebida y puse el vaso sobre la mesa. Levanté mi dedo y lo apunté hacia ella, era mi turno. Mi voz era de enojo y me encontré gritando sobre la música a todo volúmen que se estaba reproduciendo en todo el club.
—¡No siento nada por ti, Quinn! ¡Nunca lo he hecho, y nunca lo haré! Tienes que parar esto ahora o eso es todo, he terminado contigo para siempre. No eres más que sexo para mí, y eso es todo lo que llegarás a ser.
La ira se apoderó de su rostro mientras levantaba la mano y me daba una bofetada. La picadura de su mano se sentía permanentemente grabada en el lado de mi cara.
—¡Esto es por faltarme el respeto, hija de puta! —gritó antes de girar sobre sus talones e irse enojada.
Me senté y miré hacia el frente. No me importaba que se fuera, o que hubiera herido sus sentimientos. Ella entró en este acuerdo plenamente consciente de dónde estaba conmigo, y que piense lo contrario es una estupidez por su parte.
Terminé mi último bebida. Me sentía bien cuando me di cuenta de que una chica me miraba desde el otro lado de la barra. Su belleza era impresionante. Estaba a punto de levantarme e ir a hablar con ella hasta que se puso de pie de repente y se dirigió a la pista de baile. Me encogí de hombros y caminé hacia la barra por otra bebida.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero les guste el capitulo, como ven Quinn es un poco obsesiva, espero sus comentarios, saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Amo el compromiso que tienes con la historia y con tus lectoras Gracias =)!
Pao Up- ---
- Mensajes : 515
Fecha de inscripción : 22/01/2014
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Me esta gustando más la perspectiva de Santana. <3
Espero actualices hoy, saludos. :)
Espero actualices hoy, saludos. :)
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Un poquito obsesiva??? jaja!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
la verdad es que santana no queria a nadie!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Espectacular...no dejes de actualizar.y felicidades por los CAP.. Sigo cada una de tus actualizaciones así que nos dejes con intrigas...
pierizip* - Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 30/10/2013
Edad : 33
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Hola!
Por fin pude ponerme al día. Y la historia desde la pespectiva de Santana es mucho mejor. sencillamente me encanta.
Por favor actualiza! ahora sé vienen los mejores capítulos.
Por fin pude ponerme al día. Y la historia desde la pespectiva de Santana es mucho mejor. sencillamente me encanta.
Por favor actualiza! ahora sé vienen los mejores capítulos.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Capitulo 3
CAPITULO 3
La siguiente mañana, me despertó el sonido de alguien haciendo demasiado ruido en la cocina. Todo estaba borroso, y mi cabeza se sentía como si hubiera sido golpeada con un martillo. Miré alrededor de la habitación, tratando de recordar cómo demonios
había llegado a mi casa la noche anterior. La última cosa que recordaba era a Quinn golpeándome en la cara. Eché un vistazo al otro lado de la cama y noté que el edredón estaba desordenado. Claramente, había estado con alguien. Me levanté y acerqué a la cómoda. Después de encontrar una enorme playera que usaba para dormir, me la puse antes de dirigirme abajo para ver quién mierda estaba haciendo todo ese ruido tan
temprano en la mañana.
Llegué a la entrada de la cocina y crucé mis brazos, mientras observaba a aquella chica haciendo algo en mi cocina. Me quedé allí por un momento, mirándola desde atrás. Su cabello rubio era largo y ondulado. No podía creer que ella tuviera el descaro de quedarse. Rompió la regla número uno. Nadie había roto esa regla, o cualquier regla, para ser exacta. Me aclaré la garganta, haciéndole saber que estaba allí, mirándola. No quería asustarla completamente.
Lentamente se dio la vuelta y me miró. Tragué saliva mientras mi corazón comenzaba a latir un poco más rápido. Fueron sus ojos. Los ojos color azul hielo más bonitos que había visto jamás. Tenían una claridad que me recordaba a una hermosa gema aguamarina. Brillaban contra la luz que se filtraba a través de las ventanas de la cocina. Aunque también estaban llenos de miedo mientras me miraba directamente a los ojos.
—¿No te dije las reglas anoche? —pregunté mientras inclinaba mi cabeza a un lado.
—¿Eh? —Frunció el ceño.
—No te puedes quedar a dormir aquí. Se suponía que debías irte después de follar. ¿Se puede saber por qué estás aún aquí, en mi cocina, poniéndote cómoda?
Mi tono era agresivo, pero ¿quién se creía esta chica? Puso un vaso en el mostrador y lo deslizó hacia mí. Lo alcancé antes de que se cayera y rompiera en el piso. Se quedó allí, mirándome sin responder a mi pregunta.
—Te hice una pregunta y espero una respuesta.
Sus hermosos ojos azules de pronto se oscurecieron mientras levantaba la voz hacia mí.—Oye, no sé lo que crees que pasó anoche, pero tú y yo no dormimos juntas.
La miré fijamente mientras continuaba con su perorata.
—Bebiste hasta caer en el olvido anoche en el club, y te corrieron del lugar. Yo pasaba por allí cuando ocurrió y como la buena chica que soy, llamé un taxi para asegurarme de que llegaras a casa a salvo. Luego, procediste a vomitarte sobre ti misma, así que tuve que llevarte al baño y desvestirte, porque, francamente, apestabas. Estaba a punto de irme, cuando decidí chequearte una vez más. Regresé a tu habitación, y estabas acostada sobre tu espalda, así que te acomodé de lado en caso de que volvieras a vomitar; no me hubiera gustado que te ahogaras y murieras. Me quedé dormida del cansancio después de tratar contigo, y cuando desperté decidí prepararte un café y un cóctel contra la resaca. Me pensaba ir en un par de minutos, y no esperaba que te despertaras en al menos un par de horas.
Me moví, crucé los brazos, y di unos pasos más cerca de ella. —Entonces, ¿me estás diciendo que no pasó nada entre nosotras? —pregunté.
—No, no pasó nada. Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien. Estabas totalmente borracha —dijo mientras miraba hacia el suelo.
Su voz se había vuelto suave y herida. ¿Quién era esta chica y por qué demonios me ayudaría así? Estaba intrigada por ella; no sólo por su belleza, si no también por su amabilidad. Podía notar que tenía una dulzura en ella; una inocencia que nunca había visto en otra mujer.
Tomé el vaso y lo miré. —¿Qué es eso? —pregunté.
—Sólo bébelo, comenzarás a sentirte mejor en unos quince minutos—dijo con una sonrisa.
Sólo era una pequeña sonrisa, pero llamó mi atención en más de un sentido. Dijo que me iba a servir un poco de café antes de irse. Estaba más allá de mí porqué aquella chica se molestaría, después de la manera en la que le hablé. Extendió la mano para tomar una taza del armario pero se cayó de sus manos hacia el suelo. Maldijo, mientras se agachaba para recogerla. Me acerqué hacia ella porque no quería que se cortara.
—Oye, vas a cortarte —le dije.
No me escuchó, y no dejaba de recoger los trozos rotos.
—¡Detente! —ordené con voz ruda.
Aún no me escuchaba, así que no tuve más opción que agarrar sus muñecas y obligarla a detenerse. Le di vuelta a sus manos para tomar los pedazos rotos en ellas. Tomé una bocanada de aire cuando vi las cicatrices en sus muñecas. Nuestros ojos se encontraron, y rápidamente se alejó. Se puso de pie, y continué recogiendo los trozos mientras ella tomaba su bolso.
—Lamento lo de la taza. Voy a comprarte una nueva, y espero que te mejores —dijo mientras se dirigía a la puerta.
Tiré los pedazos rotos en la basura y la seguí. No podía dejarla ir. No quería que se fuera. Aún tenía más preguntas.
—Espera —dije—. Al menos déjame pagarte por los problemas que te causé anoche.
Se dio la vuelta y me miró con sus hermosos ojos azules.—No aceptaré tu dinero.
Mierda, tenía que pensar rápido. No iba a dejarla irse—Entonces al menos déjame darte una taza de café antes de que te vayas —le dije.
Me sentí aliviada cuando aceptó y se sentó en la isla. Le serví una taza de café y la coloqué delante de ella. Tomé el vaso de lo que había llamado “un cóctel contra la resaca” y me lo tomé. Era asqueroso, y me di cuenta de que ella estaba tratando de no reírse de mí mientras lo tomaba. Me incliné sobre el mostrador y miré a aquella hermosa mujer sentada frente a mí.
—¿Por qué diablos me ayudas? ¿Y si yo fuera una asesina? —pregunté seriamente.
Tiró su cabeza hacia atrás y se rió. —No podrías asesinarme. Estabas tan borracha anoche… apenas podías caminar.
Me pasé la mano por el cabello porque no estaba tomando en serio lo que le decía, y pudo haber estado en peligro si hubiera ayudado a otra persona.
—No deberías hacer este tipo de cosas; la ciudad no es segura para una chica como tú —dije molesta.
Colocó el codo sobre el mostrador e inclinó la cabeza sobre su mano mientras me miraba fijamente con una sonrisa en el rostro. Me dio la impresión de que pensaba que estaba bromeando, así que entrecerré los ojos.
—¿Siquiera me estás escuchando? —le pregunté.
En vez de responderme, se rió suavemente y se levantó del taburete.
—Gracias por el café, pero tengo que irme; necesito irme a casa. Que tenga un encantador día, señora Lopez, y la próxima vez no beba tanto—dijo con una sonrisa.
Maldita sonrisa. La seguí hasta el elevador y le pregunté su nombre.
—¡Es Brittany Pierce! —gritó.
Me quedé allí y observé las puertas del elevador cerrarse mientras que la hermosa mujer conocida como Brittany Pierce desaparecía de mi vista. Tragué saliva y me pasé las manos por el cabello. Corrí por las escaleras hacia mi habitación. Me puse un par de vaqueros y elegí una blusa del cajón. Tomé mis zapatos y corrí hacia donde mi Range Rover estaba estacionado. Subí, me puse los zapatos, y salí del garaje. Allí fue cuando la vi subirse a un taxi en la esquina. Seguí al taxi discretamente hasta su apartamento. Estacioné el Range Rover al otro lado de la calle y la vi bajarse y decirle adiós al taxista. Rápidamente escribí su dirección en mi teléfono. Me quedé allí y la observé entrar a su apartamento y cerrar la puerta. Me sentía como una acosadora. ¿Qué demonios estaba haciendo?, me pregunté mientras me alejaba de la acera.
No quería pensar más en Brittany Pierce. Era una chica agradable que se aseguró de que llegara a casa a salvo. Todavía estoy sorprendida del porqué ella pensaría que era buena idea ayudar a una completa extraña de esa forma. ¿Era ajena a los peligros del mundo?
Tenía unos documentos con los que ponerme al día en la oficina, así que me dirigí hacia allí en vez de volver a casa. Siendo sábado, el edificio estaría tranquilo, y sería capaz de trabajar sin distracciones. Entré a Lopez Enterprises y presioné el botón del elevador. Escuché sonar mi teléfono, y cuando lo saqué del bolsillo vi un mensaje de texto de Quinn.
Santana, lamento lo de anoche, y creo que es importante que hablemos.
Suspiré mientras guardaba el teléfono en mi bolsillo y tomaba el elevador hacia la oficina. No podía pensar en Quinn justo ahora. No quería lidiar con ella, pero sabía que en algún momento iba a suceder. Caminé a mi escritorio y encendí la computadora. Me cruce de brazos, me di la vuelta y observé Nueva York desde la gran ventana de mi oficina. Mi mente pensaba de prisa. Tenía muchos documentos en los que trabajar y llamadas que hacer con respecto a la venta de una empresa que me interesaba comprar. Sin embargo, no era en eso en lo que mi mente pensaba. Los pensamientos corriendo a través de mi cabeza eran sobre Brittany Pierce, sus hermosos ojos, y su sonrisa pecaminosamente sexy.
Me senté en el escritorio y comencé a avanzar con algunos documentos. Mi teléfono sonó de nuevo con otro mensaje de Quinn.
No te atrevas a ignorarme, Santana. Quiero disculparme, y tal vez podamos resolver este desacuerdo de otra manera.
Si no le contestaba, estaría enviándome mensajes todo el día. Suspiré y marqué su número.
—Hola, Santana. Gracias por llamar.
—Quinn, estoy muy ocupada, y realmente no tengo tiempo para hablar o escribirte. Di lo que tengas que decir, así podremos seguir adelante.
—Quería disculparme por lo de anoche, y entiendo que no estás lista para comprometerte con una mujer todavía. He hecho las paces con nuestro pequeño acuerdo, por ahora, pero tengo una condición.
Suspiré y me recosté en la silla. —¿Cuál es tu condición Quinn?
—Quiero que dupliques lo que me envías mensualmente, y me olvidaré sobre nuestra pequeña conversación de anoche.
—No hay manera de que duplique lo que te pago. Si no fuera por mí, aún estarías en la calle. Ten en cuenta que sólo te estoy ayudando por Lucy. —La escuché tomar una respiración profunda mientras hablaba por el teléfono.
—Lo siento Santana, pero no soy feliz, y me he estado sintiendo muy deprimida. Mi autoestima está en su punto más bajo, y lo hiciste más difícil anoche con las cosas crueles que dijiste. No sé si hay alguna razón por la que seguir. ¿Qué me queda, Santana?
Me levanté de la silla y caminé alrededor de la oficina. —Quinn, no hables así. Tienes demasiado por qué vivir. Te di trabajo en mi compañía. Te pago un salario mensualmente además del que recibes de Lopez Enterprises, y puedes verme tres veces a la semana. Sabes cómo soy, Quinn, y conoces mis reglas.
—Lo sé, Santana, pero siento como que no pertenezco más a este mundo.
No podía creer que estuviera diciendo eso. Me recordaba a Lucy, y no podía estar segura de que no hiciera la misma cosa. Así que, vacilante, acepté sus demandas.
—Bien, Quinn, doblaré tu salario mensual, pero quiero que me prometas que vas a hacer algo de tu vida con ese dinero. Toma algunas clases, o algo así.
—Sabía que entenderías, Santana. Gracias por todo, consideraré lo que dijiste.
—Tengo que irme Quinn, estoy ocupada y tengo mucho que hacer.
Colgué el teléfono y me froté la cara. ¿En qué demonios me metí?, me pregunté mientras me quedaba allí y miraba fijamente a través de la habitación. Levanté los documentos frente a mí y comencé a revisarlos. No pasó mucho tiempo antes de que lanzara la lapicera a través del escritorio y me inclinara en mi silla, pensando en Brittany. No podía sacarme a esa mujer de la cabeza, y me está volviendo loca. Sentía la necesidad de agradecerle realmente por ayudarme. No tomaría mi dinero, lo cual era extraño porque todas mujeres lo hacían. No parecía querer quedarse conmigo más tiempo del necesario, y tenía un problema de actitud. Entonces me di cuenta: la invitaría a una agradable cena. A todas las mujeres les gustaba ir a restaurantes elegantes y tener una comida encantadora. Kitty Wilde era una de mis amigas y dueña de Le Sur. La llamé e hice una reservación para dos a las siete y media de la noche. No quería darle la opción de decirme que no si la llamaba por teléfono y le preguntaba, así que decidí enviarle una invitación vía mensajero. Rápidamente escribí una nota en mi computadora.
Señorita Pierce, voy a agradecerle adecuadamente por sus servicios de anoche, la estaré esperando en Le Sur Restaurant. Mi chofer la recogerá a las siete de la noche.
Santana Lopez.
Tomé el papel de la impresora, lo doblé cuidadosamente, y lo coloqué en un sobre. Escribí su nombre en la parte exterior y salí del edificio. Llamé a Justin y le pedí que nos encontráramos en Starbucks. Justin era un interno en mi compañía, y ocasionalmente le pedía hacer diligencias personales para mí cuando mi secretaria no estaba disponible.
—Buenas tardes, señora Lopez —dijo mientras se sentaba a la mesa.
—Hola, Justin, necesito que me hagas un favor —dije, y me senté frente a él.
Deslicé el sobre en la mesa hacia él. —Quiero que le lleves esta carta a la señorita Brittany Pierce. Tengo su dirección justo aquí.
Justin tomó el sobre y sonrió. —Por supuesto, señora. Lo haré inmediatamente.
Saqué la cartera de mi bolso y le di un billete de cincuenta dólares. —Gracias, Justin, esto es muy importante.
Me sonrió y se levantó de la mesa. —Gracias a usted, señora Lopez. Lo entregaré ahora.
Me quedé allí, preguntándome si era una buena idea. ¿Y si ella no se presentaba? Suspiré mientras me dirigía de vuelta a casa.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero sus comentarios, como ven Santana se gano el titulo de acosadora ¿no creen? Nos vemos mañana con un par de capitulos más.
La siguiente mañana, me despertó el sonido de alguien haciendo demasiado ruido en la cocina. Todo estaba borroso, y mi cabeza se sentía como si hubiera sido golpeada con un martillo. Miré alrededor de la habitación, tratando de recordar cómo demonios
había llegado a mi casa la noche anterior. La última cosa que recordaba era a Quinn golpeándome en la cara. Eché un vistazo al otro lado de la cama y noté que el edredón estaba desordenado. Claramente, había estado con alguien. Me levanté y acerqué a la cómoda. Después de encontrar una enorme playera que usaba para dormir, me la puse antes de dirigirme abajo para ver quién mierda estaba haciendo todo ese ruido tan
temprano en la mañana.
Llegué a la entrada de la cocina y crucé mis brazos, mientras observaba a aquella chica haciendo algo en mi cocina. Me quedé allí por un momento, mirándola desde atrás. Su cabello rubio era largo y ondulado. No podía creer que ella tuviera el descaro de quedarse. Rompió la regla número uno. Nadie había roto esa regla, o cualquier regla, para ser exacta. Me aclaré la garganta, haciéndole saber que estaba allí, mirándola. No quería asustarla completamente.
Lentamente se dio la vuelta y me miró. Tragué saliva mientras mi corazón comenzaba a latir un poco más rápido. Fueron sus ojos. Los ojos color azul hielo más bonitos que había visto jamás. Tenían una claridad que me recordaba a una hermosa gema aguamarina. Brillaban contra la luz que se filtraba a través de las ventanas de la cocina. Aunque también estaban llenos de miedo mientras me miraba directamente a los ojos.
—¿No te dije las reglas anoche? —pregunté mientras inclinaba mi cabeza a un lado.
—¿Eh? —Frunció el ceño.
—No te puedes quedar a dormir aquí. Se suponía que debías irte después de follar. ¿Se puede saber por qué estás aún aquí, en mi cocina, poniéndote cómoda?
Mi tono era agresivo, pero ¿quién se creía esta chica? Puso un vaso en el mostrador y lo deslizó hacia mí. Lo alcancé antes de que se cayera y rompiera en el piso. Se quedó allí, mirándome sin responder a mi pregunta.
—Te hice una pregunta y espero una respuesta.
Sus hermosos ojos azules de pronto se oscurecieron mientras levantaba la voz hacia mí.—Oye, no sé lo que crees que pasó anoche, pero tú y yo no dormimos juntas.
La miré fijamente mientras continuaba con su perorata.
—Bebiste hasta caer en el olvido anoche en el club, y te corrieron del lugar. Yo pasaba por allí cuando ocurrió y como la buena chica que soy, llamé un taxi para asegurarme de que llegaras a casa a salvo. Luego, procediste a vomitarte sobre ti misma, así que tuve que llevarte al baño y desvestirte, porque, francamente, apestabas. Estaba a punto de irme, cuando decidí chequearte una vez más. Regresé a tu habitación, y estabas acostada sobre tu espalda, así que te acomodé de lado en caso de que volvieras a vomitar; no me hubiera gustado que te ahogaras y murieras. Me quedé dormida del cansancio después de tratar contigo, y cuando desperté decidí prepararte un café y un cóctel contra la resaca. Me pensaba ir en un par de minutos, y no esperaba que te despertaras en al menos un par de horas.
Me moví, crucé los brazos, y di unos pasos más cerca de ella. —Entonces, ¿me estás diciendo que no pasó nada entre nosotras? —pregunté.
—No, no pasó nada. Sólo quería asegurarme de que estuvieras bien. Estabas totalmente borracha —dijo mientras miraba hacia el suelo.
Su voz se había vuelto suave y herida. ¿Quién era esta chica y por qué demonios me ayudaría así? Estaba intrigada por ella; no sólo por su belleza, si no también por su amabilidad. Podía notar que tenía una dulzura en ella; una inocencia que nunca había visto en otra mujer.
Tomé el vaso y lo miré. —¿Qué es eso? —pregunté.
—Sólo bébelo, comenzarás a sentirte mejor en unos quince minutos—dijo con una sonrisa.
Sólo era una pequeña sonrisa, pero llamó mi atención en más de un sentido. Dijo que me iba a servir un poco de café antes de irse. Estaba más allá de mí porqué aquella chica se molestaría, después de la manera en la que le hablé. Extendió la mano para tomar una taza del armario pero se cayó de sus manos hacia el suelo. Maldijo, mientras se agachaba para recogerla. Me acerqué hacia ella porque no quería que se cortara.
—Oye, vas a cortarte —le dije.
No me escuchó, y no dejaba de recoger los trozos rotos.
—¡Detente! —ordené con voz ruda.
Aún no me escuchaba, así que no tuve más opción que agarrar sus muñecas y obligarla a detenerse. Le di vuelta a sus manos para tomar los pedazos rotos en ellas. Tomé una bocanada de aire cuando vi las cicatrices en sus muñecas. Nuestros ojos se encontraron, y rápidamente se alejó. Se puso de pie, y continué recogiendo los trozos mientras ella tomaba su bolso.
—Lamento lo de la taza. Voy a comprarte una nueva, y espero que te mejores —dijo mientras se dirigía a la puerta.
Tiré los pedazos rotos en la basura y la seguí. No podía dejarla ir. No quería que se fuera. Aún tenía más preguntas.
—Espera —dije—. Al menos déjame pagarte por los problemas que te causé anoche.
Se dio la vuelta y me miró con sus hermosos ojos azules.—No aceptaré tu dinero.
Mierda, tenía que pensar rápido. No iba a dejarla irse—Entonces al menos déjame darte una taza de café antes de que te vayas —le dije.
Me sentí aliviada cuando aceptó y se sentó en la isla. Le serví una taza de café y la coloqué delante de ella. Tomé el vaso de lo que había llamado “un cóctel contra la resaca” y me lo tomé. Era asqueroso, y me di cuenta de que ella estaba tratando de no reírse de mí mientras lo tomaba. Me incliné sobre el mostrador y miré a aquella hermosa mujer sentada frente a mí.
—¿Por qué diablos me ayudas? ¿Y si yo fuera una asesina? —pregunté seriamente.
Tiró su cabeza hacia atrás y se rió. —No podrías asesinarme. Estabas tan borracha anoche… apenas podías caminar.
Me pasé la mano por el cabello porque no estaba tomando en serio lo que le decía, y pudo haber estado en peligro si hubiera ayudado a otra persona.
—No deberías hacer este tipo de cosas; la ciudad no es segura para una chica como tú —dije molesta.
Colocó el codo sobre el mostrador e inclinó la cabeza sobre su mano mientras me miraba fijamente con una sonrisa en el rostro. Me dio la impresión de que pensaba que estaba bromeando, así que entrecerré los ojos.
—¿Siquiera me estás escuchando? —le pregunté.
En vez de responderme, se rió suavemente y se levantó del taburete.
—Gracias por el café, pero tengo que irme; necesito irme a casa. Que tenga un encantador día, señora Lopez, y la próxima vez no beba tanto—dijo con una sonrisa.
Maldita sonrisa. La seguí hasta el elevador y le pregunté su nombre.
—¡Es Brittany Pierce! —gritó.
Me quedé allí y observé las puertas del elevador cerrarse mientras que la hermosa mujer conocida como Brittany Pierce desaparecía de mi vista. Tragué saliva y me pasé las manos por el cabello. Corrí por las escaleras hacia mi habitación. Me puse un par de vaqueros y elegí una blusa del cajón. Tomé mis zapatos y corrí hacia donde mi Range Rover estaba estacionado. Subí, me puse los zapatos, y salí del garaje. Allí fue cuando la vi subirse a un taxi en la esquina. Seguí al taxi discretamente hasta su apartamento. Estacioné el Range Rover al otro lado de la calle y la vi bajarse y decirle adiós al taxista. Rápidamente escribí su dirección en mi teléfono. Me quedé allí y la observé entrar a su apartamento y cerrar la puerta. Me sentía como una acosadora. ¿Qué demonios estaba haciendo?, me pregunté mientras me alejaba de la acera.
No quería pensar más en Brittany Pierce. Era una chica agradable que se aseguró de que llegara a casa a salvo. Todavía estoy sorprendida del porqué ella pensaría que era buena idea ayudar a una completa extraña de esa forma. ¿Era ajena a los peligros del mundo?
Tenía unos documentos con los que ponerme al día en la oficina, así que me dirigí hacia allí en vez de volver a casa. Siendo sábado, el edificio estaría tranquilo, y sería capaz de trabajar sin distracciones. Entré a Lopez Enterprises y presioné el botón del elevador. Escuché sonar mi teléfono, y cuando lo saqué del bolsillo vi un mensaje de texto de Quinn.
Santana, lamento lo de anoche, y creo que es importante que hablemos.
Suspiré mientras guardaba el teléfono en mi bolsillo y tomaba el elevador hacia la oficina. No podía pensar en Quinn justo ahora. No quería lidiar con ella, pero sabía que en algún momento iba a suceder. Caminé a mi escritorio y encendí la computadora. Me cruce de brazos, me di la vuelta y observé Nueva York desde la gran ventana de mi oficina. Mi mente pensaba de prisa. Tenía muchos documentos en los que trabajar y llamadas que hacer con respecto a la venta de una empresa que me interesaba comprar. Sin embargo, no era en eso en lo que mi mente pensaba. Los pensamientos corriendo a través de mi cabeza eran sobre Brittany Pierce, sus hermosos ojos, y su sonrisa pecaminosamente sexy.
Me senté en el escritorio y comencé a avanzar con algunos documentos. Mi teléfono sonó de nuevo con otro mensaje de Quinn.
No te atrevas a ignorarme, Santana. Quiero disculparme, y tal vez podamos resolver este desacuerdo de otra manera.
Si no le contestaba, estaría enviándome mensajes todo el día. Suspiré y marqué su número.
—Hola, Santana. Gracias por llamar.
—Quinn, estoy muy ocupada, y realmente no tengo tiempo para hablar o escribirte. Di lo que tengas que decir, así podremos seguir adelante.
—Quería disculparme por lo de anoche, y entiendo que no estás lista para comprometerte con una mujer todavía. He hecho las paces con nuestro pequeño acuerdo, por ahora, pero tengo una condición.
Suspiré y me recosté en la silla. —¿Cuál es tu condición Quinn?
—Quiero que dupliques lo que me envías mensualmente, y me olvidaré sobre nuestra pequeña conversación de anoche.
—No hay manera de que duplique lo que te pago. Si no fuera por mí, aún estarías en la calle. Ten en cuenta que sólo te estoy ayudando por Lucy. —La escuché tomar una respiración profunda mientras hablaba por el teléfono.
—Lo siento Santana, pero no soy feliz, y me he estado sintiendo muy deprimida. Mi autoestima está en su punto más bajo, y lo hiciste más difícil anoche con las cosas crueles que dijiste. No sé si hay alguna razón por la que seguir. ¿Qué me queda, Santana?
Me levanté de la silla y caminé alrededor de la oficina. —Quinn, no hables así. Tienes demasiado por qué vivir. Te di trabajo en mi compañía. Te pago un salario mensualmente además del que recibes de Lopez Enterprises, y puedes verme tres veces a la semana. Sabes cómo soy, Quinn, y conoces mis reglas.
—Lo sé, Santana, pero siento como que no pertenezco más a este mundo.
No podía creer que estuviera diciendo eso. Me recordaba a Lucy, y no podía estar segura de que no hiciera la misma cosa. Así que, vacilante, acepté sus demandas.
—Bien, Quinn, doblaré tu salario mensual, pero quiero que me prometas que vas a hacer algo de tu vida con ese dinero. Toma algunas clases, o algo así.
—Sabía que entenderías, Santana. Gracias por todo, consideraré lo que dijiste.
—Tengo que irme Quinn, estoy ocupada y tengo mucho que hacer.
Colgué el teléfono y me froté la cara. ¿En qué demonios me metí?, me pregunté mientras me quedaba allí y miraba fijamente a través de la habitación. Levanté los documentos frente a mí y comencé a revisarlos. No pasó mucho tiempo antes de que lanzara la lapicera a través del escritorio y me inclinara en mi silla, pensando en Brittany. No podía sacarme a esa mujer de la cabeza, y me está volviendo loca. Sentía la necesidad de agradecerle realmente por ayudarme. No tomaría mi dinero, lo cual era extraño porque todas mujeres lo hacían. No parecía querer quedarse conmigo más tiempo del necesario, y tenía un problema de actitud. Entonces me di cuenta: la invitaría a una agradable cena. A todas las mujeres les gustaba ir a restaurantes elegantes y tener una comida encantadora. Kitty Wilde era una de mis amigas y dueña de Le Sur. La llamé e hice una reservación para dos a las siete y media de la noche. No quería darle la opción de decirme que no si la llamaba por teléfono y le preguntaba, así que decidí enviarle una invitación vía mensajero. Rápidamente escribí una nota en mi computadora.
Señorita Pierce, voy a agradecerle adecuadamente por sus servicios de anoche, la estaré esperando en Le Sur Restaurant. Mi chofer la recogerá a las siete de la noche.
Santana Lopez.
Tomé el papel de la impresora, lo doblé cuidadosamente, y lo coloqué en un sobre. Escribí su nombre en la parte exterior y salí del edificio. Llamé a Justin y le pedí que nos encontráramos en Starbucks. Justin era un interno en mi compañía, y ocasionalmente le pedía hacer diligencias personales para mí cuando mi secretaria no estaba disponible.
—Buenas tardes, señora Lopez —dijo mientras se sentaba a la mesa.
—Hola, Justin, necesito que me hagas un favor —dije, y me senté frente a él.
Deslicé el sobre en la mesa hacia él. —Quiero que le lleves esta carta a la señorita Brittany Pierce. Tengo su dirección justo aquí.
Justin tomó el sobre y sonrió. —Por supuesto, señora. Lo haré inmediatamente.
Saqué la cartera de mi bolso y le di un billete de cincuenta dólares. —Gracias, Justin, esto es muy importante.
Me sonrió y se levantó de la mesa. —Gracias a usted, señora Lopez. Lo entregaré ahora.
Me quedé allí, preguntándome si era una buena idea. ¿Y si ella no se presentaba? Suspiré mientras me dirigía de vuelta a casa.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero sus comentarios, como ven Santana se gano el titulo de acosadora ¿no creen? Nos vemos mañana con un par de capitulos más.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Más encantadora no podría ser :3
¿Ya he dicho que amo la adaptación?
Nos leemos en la sig. actu :)
¿Ya he dicho que amo la adaptación?
Nos leemos en la sig. actu :)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Es muy odiosa Quinn y aprovechadora!!
San es una gran acosadora!!jaja
Saludos
San es una gran acosadora!!jaja
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Quin la odio, sí en la primera parte la detestaba aquí mucho más, me supera.
Cuando ocurrio este capítulo en el primer libro pensé que Santana la había mandado a investigar no no imagine que la hubiese seguido, me imagino y así será con los siguientes capítulos, aclarare ideas que dí por hecho.
Cuando ocurrio este capítulo en el primer libro pensé que Santana la había mandado a investigar no no imagine que la hubiese seguido, me imagino y así será con los siguientes capítulos, aclarare ideas que dí por hecho.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Capitulo 4
CAPITULO 4
Llegué al piso y me dirigí a la cocina por una botella de agua. Denny me siguió por detrás.
—¿Querías verme, Santana?
—Denny, te necesito para recoger a la señorita Brittany Pierce en esta dirección con prontitud a las siete —dije mientras le daba el papel con su dirección.
Denny me miró mientras las comisuras de sus labios se levantaban. — Señorita Pierce, ¿eh?
—No te hagas ilusiones, Denny. Ella me ayudó a llegar a casa ayer por la noche en el club, y estoy dándole las gracias llevándola a cenar, eso es todo.
—¿Qué pasó con la señorita Quinn conduciéndola a casa? — preguntó.
—Sólo digamos que no estuvimos de acuerdo en algo y luego se fue. La señorita Pierce fue lo suficientemente amable para traer mi culo ebrio con seguridad a casa. Para ser honesta contigo, Denny, no recuerdo nada de la noche. Encontré a Brittany en la cocina esta mañana, haciéndome una desagradable bebida para la resaca y café.
Me miró con una expresión extraña. —¿Así que es otra de sus chicas del club?
—No, Denny, no lo es. No pasó nada entre nosotras cuando me trajo a casa.
Él sonrió y salió de la cocina. Abrí la botella de agua y tomé un sorbo mientras me apoyaba contra el mostrador. Me dirigí escaleras arriba, en dirección al baño para una ducha. Me puse de pie bajo el chorro de agua caliente, que recorrió mi cuerpo. Estaba pensando en Brittany y cómo no podía conseguir sacar su sonrisa de mi mente. Mi corazón empezaba a latir un poco más rápido cada vez que pensaba en ella. Salí de la ducha y me vestí. Busqué en el armario mi perfume favorito. Esta noche, he optado por ir con un hermoso vestido gris oscuro Dolce & Gabbana. Miré mi reloj, notando que Denny va a recoger Brittany en quince minutos. Cuando llegué a Le Sur, Allison, la anfitriona pelirroja, me llevó a una mesa privada que estaba puesta en la esquina del restaurante.
—¿Hay algo que puedo conseguir o hacer por usted, señora Lopez? —Sonrió.
—No, Allison, estoy bien, pero gracias —dije mientras ella fruncía el ceño y se marchaba. Ha estado tratando de meterme en su cama por un par de años. Lo que no entiende es que ella no es mi tipo. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto rápido a Denny.
¿Está contigo?
Sí, señora Lopez, lo está respondió rápidamente.
Me senté a la mesa, bebiendo agua, porque de repente me puse muy caliente. Saqué mi teléfono para comprobar el mercado de valores, y al mirar hacia arriba, vi a Allison escoltar a Brittany a la mesa. La miré desde lejos, y mi estómago se apretó en nudos. Me levanté y caminé a su lado.
—Buenas noches, señorita Pierce. Me alegra que decidiera venir —dije mientras sacaba la silla.
—Buenas noches, señora Lopez. Gracias por invitarme, pero realmente no era necesario. Por favor, llámeme Britt.
No entendía por qué quería que la llamara Britt. Me gustaba Brittany. Creo que es un nombre hermoso, y no debería acortarse. La miré fijamente.
—¿No es su nombre Brittany? —pregunté.
—Sí, pero mis amigos me llaman Britt —dijo mientras tomaba un sorbo de agua. ¿Ella nos considera amigas? ¿Cómo puede ser eso cuando yo sólo la conocí esta mañana? Tomé mi menú de la mesa y lo abrí.
—Pero no somos amigas, Brittany.
Creo que ella se ofendió con mi comentario porque entornó los ojos hacia mí mientras decía—: De acuerdo, señora Lopez, ¿por qué no nos atenemos a señorita Pierce?
La forma en la que lo dijo que era tan sarcástica y con tal actitud, que no pude evitar soltar una pequeña sonrisa de mis labios. Vi su mirada sobre el menú, y no quería que se sintiera incómoda, así que le dije que ordenara lo que quisiera. ¿Mencioné que le dije que estaba demasiado delgada, y parecía como si no hubiera comido en semanas? Ella me miró con severidad y luego procedió a decirme que no era de mi incumbencia.
La actitud de esta hermosa mujer estaba empezando a excitarme. No me refería a nada en especial diciendo que estaba demasiado delgada. Ni siquiera sé por qué lo dije. Puedo ser una perra a veces.
El camarero nos trajo una botella de Pinot Grigrio y vertió un poco en cada copa. Mientras él tomaba la orden de Brittany, no pude dejar de mirar la forma en que se presentaba a sí misma y en que le sonreía mientras ordenaba su comida. Se dio cuenta de que estaba mirándola, y estaba orando que no estuviera haciéndola sentir incómoda. De repente, me lanzó una pregunta.
—¿Cuál es su historia, señora Lopez?
Me tomó por sorpresa y ninguna mujer ha hecho eso antes. La miré mientras levantaba la copa y tomaba un sorbo de vino.
—¿Mi historia? —pregunté.
Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios mientras inclina la cabeza hacia un lado y responde a mi pregunta—: Sí, su historia.
—¿Qué hay para contar?, soy una Ejecutiva treintañera, tengo más dinero del que alguna vez necesitaré; no tengo relaciones; usualmente obtengo lo que quiero y hago lo que me da la gana. Ella me miraba como si estuviera tratando de entenderme, así que le lancé la pregunta de vuelta a su vez.
—Con eso fuera del camino, ¿cuál es su historia, señorita Pierce?
—No tengo una historia, señora Lopez. Tengo veintitrés años, me mudé aquí con mi novio hace poco más de un año, trabajo a tiempo parcial en una pequeña compañía de discos, pinto cuadros, y me ofrezco como voluntaria en el comedor.
Apreté los labios, porque todo lo que oí fue la palabra "novio". Me puso un poco nerviosa y no sé por qué. Le hice la pregunta obvia.
—¿Qué piensa su novio sobre usted cenando conmigo?
Los ojos de ella al instante dejaron los míos, mientras miraba la mesa cuando respondió a mi pregunta. Podía sentir el dolor en su voz.
—No piensa nada, ya no estamos juntos. Se mudó hace tres semanas.
Tenía curiosidad por saber más sobre ella y su relación con su exnovio. ¿Fue ella la que rompió con él? No me podía imaginar que él la dejara, era demasiado hermosa para que la dejaran sola. Le pregunté cuánto tiempo habían estado juntos. Me dijo que durante cuatro años y que se mudó aquí con él desde Ohio. Fui atrapada con la guardia baja cuando decidió decirme más.
—Sip, una noche llegó a casa del trabajo y dijo que necesitaba espacio. Empacó sus cosas y se fue —dijo mientras me miraba directamente a los ojos.
Estaba sintiendo algo en ese momento cuando dijo eso. Vi la tristeza en sus ojos, y me sentí mal por ella. Le dije que sentía que le hubiera hecho eso y me sorprendió por sus siguientes palabras.
—No lo sienta, nada dura para siempre —dijo mientras agitaba su mano delante de su cara.
Cuando le oí decir eso, quedé encantada. Creía lo mismo que yo. Ella misma lo había dicho, "nada dura para siempre". ¿Acabo de conocer a una mujer que comparte las mismas opiniones que yo? La observé mientras miraba alrededor del restaurante. Me di cuenta de que estaba apreciando la belleza y la clase del mismo. Le pregunté si le gustaba el lugar. Me sonrió y me dijo lo mucho que le gustaba. Sabía que lo haría.
Estaba intrigada por ella y el hecho de que era voluntaria en el comedor. Quería saber más, así que le pregunté por qué se ofreció allí. Ella sonrió suavemente y ladeó la cabeza.
—Me gusta ayudar a la gente necesitada, debería saber eso a estas alturas, señora Lopez.
Por supuesto que le gusta ayudar a las personas que lo necesitan. Estaba en necesidad de ayuda anoche, y no lo pensó dos veces antes de llevarme a casa segura. Aunque, todavía estoy enojada al respecto porque lo que hizo fue muy inseguro, y podría haberse hecho daño. Le pedí disculpas por hacer una pregunta tan ridícula. Me sonrió mientras cortaba su pollo y empezaba a contarme cosas personales sobre su familia. Me le quedé mirando fijamente y escuché cada palabra que decía.
—Tuve una infancia difícil. Digamos que no hubo nadie allí que me ayudara.
—¿Qué hay de sus padres? ¿No le ayudaron? —pregunté, mientras ella bajaba la mirada, lejos de mí.
—Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía seis, y mi padre era un alcohólico que murió justo antes de mi décimo octavo cumpleaños.
Jesucristo, ¿qué coño ha pasado esta pobre chica?—¿Es por eso que me ayudó anoche? ¿Porque cree que soy una alcohólica? —pregunté.
—No, mi padre murió ahogado en su propio vómito en una de sus noches de borrachera. Lo encontré muerto en su cama a la mañana siguiente. No quería ese destino para usted. La gente no comprende cuán fácil es que algo así suceda. Pasé toda mi vida cuidando de mi padre, quien absurdamente bebió hasta el olvido casi todas las noches porque no podía superar la muerte de mi madre, así que para mí es una segunda naturaleza ayudar a la gente.
Quería apartar la mirada de ella, pero no pude. Quería que supiera que yo estaba escuchando cada palabra desgarradora que decía. Sonreí ligeramente mientras levanté mi copa y le indiqué que hiciera lo mismo.
—Bueno, gracias por su ayuda anoche, a pesar de que me molesté esta mañana por encontrarle en mi cocina, lo aprecio.
Sonrió mientras las copas se tocaban una a la otra. Maldita sonrisa. Mientras estábamos sentadas y continuando con nuestra conversación, mi teléfono sonó. Lo saqué de mi bolsa y había un texto de Kendall, otra de mis aventuras casuales.
Santana, sólo quería decirte que voy a dejar la puerta abierta, por lo que sólo entra y dirígete directamente a la habitación. Estaré esperando por ti.
Mierda, se me olvidó todo sobre Kendall y esta noche. Lo organizamos la semana pasada. Suspiré mientras miraba a Brittany. Ella me preguntó si todo estaba bien.
—Todo está bien, es sólo negocio —dije mientras me ponía el teléfono sobre la mesa.
Después de comer y terminar nuestro vino, nos levantamos y salimos del restaurante. Tan pronto como llegamos fuera, Brittany me preguntó si quería un helado. La miré, desconcertada, porque pensé que era extraño que acabara de soltar eso.
—No, no quiero helado. La llevaré a casa y luego tengo otro lugar en el que estar —dije.
Siguió insistiendo en que fuéramos por helado, y para ser honesta, estaba empezando a irritarme porque no quería.
—Señorita Pierce, no quiero ningún helado, ahora entre al auto, así Denny puede llevarla a casa. —Mi tono era firme, pero ella no me escuchaba, y no estaba acostumbrada a eso.
Antes de darme cuenta, me dio la espalda y comenzó a caminar por la calle. Ella levantó la mano y saludó.
—Gracias de nuevo por la cena, señora Lopez, nos veremos por ahí nuevamente.
Me quedé allí y la vi alejarse. ¿Cuál coño es el problema de ésta chica? ¿Por qué demonios no escucha?
—¡Señorita Pierce, vuelva aquí! —grité.
Ella siguió caminando, así que apresuré el ritmo para alcanzarla. —Señorita Pierce, no voy a repetirle que entre al coche —dije en tono firme.
Creo que la enfadé porque se detuvo abruptamente en medio de la acera, se dio la vuelta y me señaló con el dedo.
—No recibo órdenes de nadie, señora Lopez, especialmente de personas que sólo he conocido menos de veinticuatro horas. No soy su responsabilidad. Me agradeció por mi ayuda con una buena cena, y ahora ha llegado el momento de separarnos. Tomaré un helado, y luego llamaré a un taxi para que me lleve a casa.
Guau, esta chica no toma mierda de nadie. Siguió caminando, alejándose de mí. Saqué mi teléfono y llamé a Denny.
—Supongo que iremos por helados. Te llamaré cuando decidamos marcharnos.
Me dijo que no tenía que venir si no me gusta el helado. Traté de explicarle que no era que no me gustara, simplemente no quería uno. No importaba, porque Brittany Pierce iba a tomar un helado con o sin mí. Creo que acabo de conocer a mi igual.
Continuamos caminando por la calle, y traté de explicarle que no era seguro para una mujer joven y hermosa estar caminando por las calles de Nueva York sola en la noche. Me di cuenta de su sonrisa cuando le llamé hermosa. Esto hizo que mi corazón hiciera algo raro que no puedo explicar, porque nunca he sentido algo así antes.
Nos sentamos en una pequeña mesa en la tienda de helados, y me preguntó cuándo fue la última vez que había tomado uno. Encontré eso extraño, y ¿por qué era tan importante para ella?
—No lo sé, supongo que desde que era una niña —contesté.
—¿Me está tomando el pelo? ¿No ha tomado helado desde que era una niña?
—No, ¿es eso un problema?
—No, sólo estoy sorprendida —dijo.
—Creo que encontraría un montón de cosas sorprendentes acerca de mí. —Sonreí.
No quería que ella supiera cómo vivo mi vida. Era una buena chica, y no tiene por qué saber de todas las mujeres que veo. No necesita ser expuesta a eso.
—Así que, ¿a dónde irá después? —preguntó de la nada.
—Señorita Pierce, no creo que quiera saber la respuesta —dije mientras levantaba una ceja.
Como estábamos terminando nuestro helado, llamé a Denny para venir a recogernos. Fui a abrir la puerta del coche para ella, pero Denny se me adelantó, y Brittany parecía muy contenta de que lo hiciera. Me deslicé en el asiento a su lado mientras me miraba y sonreía ligeramente. Parecía estar nerviosa o incómoda ya que no dijo ni una palabra en todo el camino a su apartamento. Denny se detuvo junto a la acera y se bajó para abrir la puerta. Me incliné para tomar una mirada más cercana de su apartamento y simplemente le pregunté si tenía su propia entrada privada. Creo que se molestó por eso porque respondió en un tono sarcástico.
—Sí, no vivo en un edificio de apartamentos de lujo con portero y ascensor privado. Este es, señora Lopez, mi pequeño apartamento con su propia entrada exterior.
—No quise decir eso, creo que no es seguro, y cualquiera puede forzar la entrada —respondí con un tono irritado. Ella no tenía por qué ser tan sarcástica con su respuesta.
Me dio las gracias por poner esa idea en su cabeza mientras me sorprendió al darme un beso en la mejilla. Me estremecí, porque me tomó por sorpresa, y no esperaba que hiciera eso. Se bajó de la limusina, me guiñó un ojo y me dijo que tuviera una noche agradable. Denny se apartó y me miró por el espejo retrovisor.
—Ella es una gran chica, Santana, y creo que acabas de conocer a tu pareja. —Sonrió.
Rodé los ojos y suspiré. —Ella es una buena chica, Denny, y voy a asegurarme de que siga siendo así.
Saqué mi teléfono y le envié un texto a Kendall.
Lo siento, pero ha surgido algo, y no puedo encontrarme contigo esta noche. Vamos a tener que reprogramar para otro momento.
No quiero ver a Kendall esta noche. Sólo quería volver al penthouse, tomar una copa, y tratar de sacar a Brittany de mi mente.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
El capitulo de hoy, espero sus comentarios y espero les haya gustado este capitulo.
Llegué al piso y me dirigí a la cocina por una botella de agua. Denny me siguió por detrás.
—¿Querías verme, Santana?
—Denny, te necesito para recoger a la señorita Brittany Pierce en esta dirección con prontitud a las siete —dije mientras le daba el papel con su dirección.
Denny me miró mientras las comisuras de sus labios se levantaban. — Señorita Pierce, ¿eh?
—No te hagas ilusiones, Denny. Ella me ayudó a llegar a casa ayer por la noche en el club, y estoy dándole las gracias llevándola a cenar, eso es todo.
—¿Qué pasó con la señorita Quinn conduciéndola a casa? — preguntó.
—Sólo digamos que no estuvimos de acuerdo en algo y luego se fue. La señorita Pierce fue lo suficientemente amable para traer mi culo ebrio con seguridad a casa. Para ser honesta contigo, Denny, no recuerdo nada de la noche. Encontré a Brittany en la cocina esta mañana, haciéndome una desagradable bebida para la resaca y café.
Me miró con una expresión extraña. —¿Así que es otra de sus chicas del club?
—No, Denny, no lo es. No pasó nada entre nosotras cuando me trajo a casa.
Él sonrió y salió de la cocina. Abrí la botella de agua y tomé un sorbo mientras me apoyaba contra el mostrador. Me dirigí escaleras arriba, en dirección al baño para una ducha. Me puse de pie bajo el chorro de agua caliente, que recorrió mi cuerpo. Estaba pensando en Brittany y cómo no podía conseguir sacar su sonrisa de mi mente. Mi corazón empezaba a latir un poco más rápido cada vez que pensaba en ella. Salí de la ducha y me vestí. Busqué en el armario mi perfume favorito. Esta noche, he optado por ir con un hermoso vestido gris oscuro Dolce & Gabbana. Miré mi reloj, notando que Denny va a recoger Brittany en quince minutos. Cuando llegué a Le Sur, Allison, la anfitriona pelirroja, me llevó a una mesa privada que estaba puesta en la esquina del restaurante.
—¿Hay algo que puedo conseguir o hacer por usted, señora Lopez? —Sonrió.
—No, Allison, estoy bien, pero gracias —dije mientras ella fruncía el ceño y se marchaba. Ha estado tratando de meterme en su cama por un par de años. Lo que no entiende es que ella no es mi tipo. Saqué mi teléfono y le envié un mensaje de texto rápido a Denny.
¿Está contigo?
Sí, señora Lopez, lo está respondió rápidamente.
Me senté a la mesa, bebiendo agua, porque de repente me puse muy caliente. Saqué mi teléfono para comprobar el mercado de valores, y al mirar hacia arriba, vi a Allison escoltar a Brittany a la mesa. La miré desde lejos, y mi estómago se apretó en nudos. Me levanté y caminé a su lado.
—Buenas noches, señorita Pierce. Me alegra que decidiera venir —dije mientras sacaba la silla.
—Buenas noches, señora Lopez. Gracias por invitarme, pero realmente no era necesario. Por favor, llámeme Britt.
No entendía por qué quería que la llamara Britt. Me gustaba Brittany. Creo que es un nombre hermoso, y no debería acortarse. La miré fijamente.
—¿No es su nombre Brittany? —pregunté.
—Sí, pero mis amigos me llaman Britt —dijo mientras tomaba un sorbo de agua. ¿Ella nos considera amigas? ¿Cómo puede ser eso cuando yo sólo la conocí esta mañana? Tomé mi menú de la mesa y lo abrí.
—Pero no somos amigas, Brittany.
Creo que ella se ofendió con mi comentario porque entornó los ojos hacia mí mientras decía—: De acuerdo, señora Lopez, ¿por qué no nos atenemos a señorita Pierce?
La forma en la que lo dijo que era tan sarcástica y con tal actitud, que no pude evitar soltar una pequeña sonrisa de mis labios. Vi su mirada sobre el menú, y no quería que se sintiera incómoda, así que le dije que ordenara lo que quisiera. ¿Mencioné que le dije que estaba demasiado delgada, y parecía como si no hubiera comido en semanas? Ella me miró con severidad y luego procedió a decirme que no era de mi incumbencia.
La actitud de esta hermosa mujer estaba empezando a excitarme. No me refería a nada en especial diciendo que estaba demasiado delgada. Ni siquiera sé por qué lo dije. Puedo ser una perra a veces.
El camarero nos trajo una botella de Pinot Grigrio y vertió un poco en cada copa. Mientras él tomaba la orden de Brittany, no pude dejar de mirar la forma en que se presentaba a sí misma y en que le sonreía mientras ordenaba su comida. Se dio cuenta de que estaba mirándola, y estaba orando que no estuviera haciéndola sentir incómoda. De repente, me lanzó una pregunta.
—¿Cuál es su historia, señora Lopez?
Me tomó por sorpresa y ninguna mujer ha hecho eso antes. La miré mientras levantaba la copa y tomaba un sorbo de vino.
—¿Mi historia? —pregunté.
Una pequeña sonrisa se escapó de sus labios mientras inclina la cabeza hacia un lado y responde a mi pregunta—: Sí, su historia.
—¿Qué hay para contar?, soy una Ejecutiva treintañera, tengo más dinero del que alguna vez necesitaré; no tengo relaciones; usualmente obtengo lo que quiero y hago lo que me da la gana. Ella me miraba como si estuviera tratando de entenderme, así que le lancé la pregunta de vuelta a su vez.
—Con eso fuera del camino, ¿cuál es su historia, señorita Pierce?
—No tengo una historia, señora Lopez. Tengo veintitrés años, me mudé aquí con mi novio hace poco más de un año, trabajo a tiempo parcial en una pequeña compañía de discos, pinto cuadros, y me ofrezco como voluntaria en el comedor.
Apreté los labios, porque todo lo que oí fue la palabra "novio". Me puso un poco nerviosa y no sé por qué. Le hice la pregunta obvia.
—¿Qué piensa su novio sobre usted cenando conmigo?
Los ojos de ella al instante dejaron los míos, mientras miraba la mesa cuando respondió a mi pregunta. Podía sentir el dolor en su voz.
—No piensa nada, ya no estamos juntos. Se mudó hace tres semanas.
Tenía curiosidad por saber más sobre ella y su relación con su exnovio. ¿Fue ella la que rompió con él? No me podía imaginar que él la dejara, era demasiado hermosa para que la dejaran sola. Le pregunté cuánto tiempo habían estado juntos. Me dijo que durante cuatro años y que se mudó aquí con él desde Ohio. Fui atrapada con la guardia baja cuando decidió decirme más.
—Sip, una noche llegó a casa del trabajo y dijo que necesitaba espacio. Empacó sus cosas y se fue —dijo mientras me miraba directamente a los ojos.
Estaba sintiendo algo en ese momento cuando dijo eso. Vi la tristeza en sus ojos, y me sentí mal por ella. Le dije que sentía que le hubiera hecho eso y me sorprendió por sus siguientes palabras.
—No lo sienta, nada dura para siempre —dijo mientras agitaba su mano delante de su cara.
Cuando le oí decir eso, quedé encantada. Creía lo mismo que yo. Ella misma lo había dicho, "nada dura para siempre". ¿Acabo de conocer a una mujer que comparte las mismas opiniones que yo? La observé mientras miraba alrededor del restaurante. Me di cuenta de que estaba apreciando la belleza y la clase del mismo. Le pregunté si le gustaba el lugar. Me sonrió y me dijo lo mucho que le gustaba. Sabía que lo haría.
Estaba intrigada por ella y el hecho de que era voluntaria en el comedor. Quería saber más, así que le pregunté por qué se ofreció allí. Ella sonrió suavemente y ladeó la cabeza.
—Me gusta ayudar a la gente necesitada, debería saber eso a estas alturas, señora Lopez.
Por supuesto que le gusta ayudar a las personas que lo necesitan. Estaba en necesidad de ayuda anoche, y no lo pensó dos veces antes de llevarme a casa segura. Aunque, todavía estoy enojada al respecto porque lo que hizo fue muy inseguro, y podría haberse hecho daño. Le pedí disculpas por hacer una pregunta tan ridícula. Me sonrió mientras cortaba su pollo y empezaba a contarme cosas personales sobre su familia. Me le quedé mirando fijamente y escuché cada palabra que decía.
—Tuve una infancia difícil. Digamos que no hubo nadie allí que me ayudara.
—¿Qué hay de sus padres? ¿No le ayudaron? —pregunté, mientras ella bajaba la mirada, lejos de mí.
—Mi madre murió de cáncer cuando yo tenía seis, y mi padre era un alcohólico que murió justo antes de mi décimo octavo cumpleaños.
Jesucristo, ¿qué coño ha pasado esta pobre chica?—¿Es por eso que me ayudó anoche? ¿Porque cree que soy una alcohólica? —pregunté.
—No, mi padre murió ahogado en su propio vómito en una de sus noches de borrachera. Lo encontré muerto en su cama a la mañana siguiente. No quería ese destino para usted. La gente no comprende cuán fácil es que algo así suceda. Pasé toda mi vida cuidando de mi padre, quien absurdamente bebió hasta el olvido casi todas las noches porque no podía superar la muerte de mi madre, así que para mí es una segunda naturaleza ayudar a la gente.
Quería apartar la mirada de ella, pero no pude. Quería que supiera que yo estaba escuchando cada palabra desgarradora que decía. Sonreí ligeramente mientras levanté mi copa y le indiqué que hiciera lo mismo.
—Bueno, gracias por su ayuda anoche, a pesar de que me molesté esta mañana por encontrarle en mi cocina, lo aprecio.
Sonrió mientras las copas se tocaban una a la otra. Maldita sonrisa. Mientras estábamos sentadas y continuando con nuestra conversación, mi teléfono sonó. Lo saqué de mi bolsa y había un texto de Kendall, otra de mis aventuras casuales.
Santana, sólo quería decirte que voy a dejar la puerta abierta, por lo que sólo entra y dirígete directamente a la habitación. Estaré esperando por ti.
Mierda, se me olvidó todo sobre Kendall y esta noche. Lo organizamos la semana pasada. Suspiré mientras miraba a Brittany. Ella me preguntó si todo estaba bien.
—Todo está bien, es sólo negocio —dije mientras me ponía el teléfono sobre la mesa.
Después de comer y terminar nuestro vino, nos levantamos y salimos del restaurante. Tan pronto como llegamos fuera, Brittany me preguntó si quería un helado. La miré, desconcertada, porque pensé que era extraño que acabara de soltar eso.
—No, no quiero helado. La llevaré a casa y luego tengo otro lugar en el que estar —dije.
Siguió insistiendo en que fuéramos por helado, y para ser honesta, estaba empezando a irritarme porque no quería.
—Señorita Pierce, no quiero ningún helado, ahora entre al auto, así Denny puede llevarla a casa. —Mi tono era firme, pero ella no me escuchaba, y no estaba acostumbrada a eso.
Antes de darme cuenta, me dio la espalda y comenzó a caminar por la calle. Ella levantó la mano y saludó.
—Gracias de nuevo por la cena, señora Lopez, nos veremos por ahí nuevamente.
Me quedé allí y la vi alejarse. ¿Cuál coño es el problema de ésta chica? ¿Por qué demonios no escucha?
—¡Señorita Pierce, vuelva aquí! —grité.
Ella siguió caminando, así que apresuré el ritmo para alcanzarla. —Señorita Pierce, no voy a repetirle que entre al coche —dije en tono firme.
Creo que la enfadé porque se detuvo abruptamente en medio de la acera, se dio la vuelta y me señaló con el dedo.
—No recibo órdenes de nadie, señora Lopez, especialmente de personas que sólo he conocido menos de veinticuatro horas. No soy su responsabilidad. Me agradeció por mi ayuda con una buena cena, y ahora ha llegado el momento de separarnos. Tomaré un helado, y luego llamaré a un taxi para que me lleve a casa.
Guau, esta chica no toma mierda de nadie. Siguió caminando, alejándose de mí. Saqué mi teléfono y llamé a Denny.
—Supongo que iremos por helados. Te llamaré cuando decidamos marcharnos.
Me dijo que no tenía que venir si no me gusta el helado. Traté de explicarle que no era que no me gustara, simplemente no quería uno. No importaba, porque Brittany Pierce iba a tomar un helado con o sin mí. Creo que acabo de conocer a mi igual.
Continuamos caminando por la calle, y traté de explicarle que no era seguro para una mujer joven y hermosa estar caminando por las calles de Nueva York sola en la noche. Me di cuenta de su sonrisa cuando le llamé hermosa. Esto hizo que mi corazón hiciera algo raro que no puedo explicar, porque nunca he sentido algo así antes.
Nos sentamos en una pequeña mesa en la tienda de helados, y me preguntó cuándo fue la última vez que había tomado uno. Encontré eso extraño, y ¿por qué era tan importante para ella?
—No lo sé, supongo que desde que era una niña —contesté.
—¿Me está tomando el pelo? ¿No ha tomado helado desde que era una niña?
—No, ¿es eso un problema?
—No, sólo estoy sorprendida —dijo.
—Creo que encontraría un montón de cosas sorprendentes acerca de mí. —Sonreí.
No quería que ella supiera cómo vivo mi vida. Era una buena chica, y no tiene por qué saber de todas las mujeres que veo. No necesita ser expuesta a eso.
—Así que, ¿a dónde irá después? —preguntó de la nada.
—Señorita Pierce, no creo que quiera saber la respuesta —dije mientras levantaba una ceja.
Como estábamos terminando nuestro helado, llamé a Denny para venir a recogernos. Fui a abrir la puerta del coche para ella, pero Denny se me adelantó, y Brittany parecía muy contenta de que lo hiciera. Me deslicé en el asiento a su lado mientras me miraba y sonreía ligeramente. Parecía estar nerviosa o incómoda ya que no dijo ni una palabra en todo el camino a su apartamento. Denny se detuvo junto a la acera y se bajó para abrir la puerta. Me incliné para tomar una mirada más cercana de su apartamento y simplemente le pregunté si tenía su propia entrada privada. Creo que se molestó por eso porque respondió en un tono sarcástico.
—Sí, no vivo en un edificio de apartamentos de lujo con portero y ascensor privado. Este es, señora Lopez, mi pequeño apartamento con su propia entrada exterior.
—No quise decir eso, creo que no es seguro, y cualquiera puede forzar la entrada —respondí con un tono irritado. Ella no tenía por qué ser tan sarcástica con su respuesta.
Me dio las gracias por poner esa idea en su cabeza mientras me sorprendió al darme un beso en la mejilla. Me estremecí, porque me tomó por sorpresa, y no esperaba que hiciera eso. Se bajó de la limusina, me guiñó un ojo y me dijo que tuviera una noche agradable. Denny se apartó y me miró por el espejo retrovisor.
—Ella es una gran chica, Santana, y creo que acabas de conocer a tu pareja. —Sonrió.
Rodé los ojos y suspiré. —Ella es una buena chica, Denny, y voy a asegurarme de que siga siendo así.
Saqué mi teléfono y le envié un texto a Kendall.
Lo siento, pero ha surgido algo, y no puedo encontrarme contigo esta noche. Vamos a tener que reprogramar para otro momento.
No quiero ver a Kendall esta noche. Sólo quería volver al penthouse, tomar una copa, y tratar de sacar a Brittany de mi mente.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
El capitulo de hoy, espero sus comentarios y espero les haya gustado este capitulo.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
jajaaj me encanta saber el pensamiento de San es genial!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Desde del punto de vista de San os mucho mejor, hay más emoción.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Y es algo espectacular leer la versión de Santana ... No dejes de actualizar xfa
pierizip* - Mensajes : 16
Fecha de inscripción : 30/10/2013
Edad : 33
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
excelente par de capitulos, la perspectiva de santana me agrada mucho! hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Ya no sé si comentar o no...
Es increíblemente hermoso *-*
Me encanta que Santana cuente su versión <3
Es increíblemente hermoso *-*
Me encanta que Santana cuente su versión <3
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
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