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Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
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Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Esta genial
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Capitulo 5
CAPITULO 5
Pasé los siguientes días atosigándome con el trabajo. Pero sin importar lo que hacía, no podía sacar a Brittany de mi mente. Esto me mataba porque tenía que centrarme en los negocios que mi empresa iba a hacer pronto. Me senté en la silla de mi oficina y giré así me encontraba frente a la ventana. Miré a las calles de Nueva York, con la esperanza de que pudiera verla caminando por la calle. De alguna manera se metió bajo mi piel, y no podía sacarla. Cogí el teléfono e hice una cita para ver al doctor Peters esta tarde. Necesitaba hablar con él sobre el desastre que pasaba en mi cabeza.
Salí del edificio y llamé un taxi para ir a la oficina del doctor Peters. No me sentía muy ansiosa por esta sesión porque ya sabía lo que iba a decirme. Entré en su oficina y me senté en el sillón de cuero frente a él.
—Esta es una agradable sorpresa, Santana. No esperaba que volvieras tan pronto —dijo.
Tomé una respiración profunda y lo miré. —Algo pasó, y no puedo sacarlo de mi cabeza.
El doctor Peters me miró y ladeó la cabeza. —¿Qué pasó, Santana?
—Conocí a una chica, doctor.
Soltó una risa ligera. —Conoces chicas todos los días, Santana, esto no es nada nuevo.
Lo miré con irritación. —No entiende, esta chica es diferente. Es hermosa, amable, generosa, dulce, fuerte, obstinada, e inteligente.
El doctor Peters se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en los muslos. —¿Me estás diciendo que tienes sentimientos por esta chica? —preguntó.
Me moví en mi asiento y suspiré. —No, no tengo sentimientos por ella.
—¿Entonces por qué estás aquí, Santana?
—Doctor Peters, le pago mil dólares la hora para que me diga lo que pasa en mi cabeza, aunque lo quiera escuchar o no.
Se echó hacia atrás en su silla y se quitó las gafas. —¿Quieres mi opinión sincera? Creo que te gusta esta chica y que estás comenzando a sentir algo por ella. Déjame hacerte una pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que la viste?
—La vi hace unos días, ¿por qué lo pregunta?
—Quiero que me digas lo que has estado haciendo y en qué has pensado desde la última vez que la viste.
Me levanté de la silla y me acerqué a la ventana. Cruce mis brazos y me aclaré la garganta.
—He estado ocupándome mucho de mi trabajo porque estoy tratando de adquirir una empresa que está a la venta.
—¿Has estado pensando en ella también? —preguntó en voz baja.
—No puedo sacarla de mi mente. Ella es todo lo que pienso en el día y la noche. No he sido capaz de concentrarme en otra cosa. He cancelado todas mis citas porque sólo quiero ver a Brittany.
—Brittany es un nombre muy bonito —dijo.
—Brittany es un nombre hermoso, y ella es una mujer hermosa —le contesté mientras miraba por la ventana.
El doctor Peters se levantó de su silla, se acercó a mí y puso su mano en mi hombro.
—Parece que la mujer correcta acaba de entrar en tu vida, Santana. Eso sí, no lo arruines. Hazte amiga de ella. Esta es la primera vez que te has abierto desde que comenzaste a venir a verme. Si empiezas a enamorarte de Brittany, lo primero que debes hacer es hablarle de tu pasado y las mujeres que ves. No puede haber secretos, Santana.
Suspiré mientras lo miraba. —Lo sé, pero no nos adelantemos.
Me dio una palmadita en el brazo y me pidió que hiciera una cita con él en un par de semanas. Salí de su oficina y del edificio. Me dirigí hacia el Starbucks en esa misma calle y llamé a Denny para que me recogiera. Mientras subía en el asiento trasero, mi teléfono sonó.
—Artie, ¿lo conseguiste?
—Sí, señora Lopez, tengo el número de teléfono de la señorita Pierce.
Le pedí a Denny que me diera un pedazo de papel mientras tomaba un bolígrafo del boldo y anotaba el número de teléfono que Artie obtuvo para mí. —Gracias, Artie, eso es un trabajo bien hecho. —
Colgué el teléfono y miré los números en el papel. Denny estaba mirándome y sacudiendo la cabeza.
—¿Qué? —le pregunté.
—¿No crees que hubiera sido mejor simplemente pedírselo a la señorita Pierce?
—¿Alguna vez he hecho algo de la manera fácil, Denny? —Sonreí.
Justo cuando salía de la limusina, veo el nombre de Quinn aparecer en mi teléfono.
—¿Santana Lopez, aquí? —respondí.
—¿Por qué siempre respondes así, Santana? —dijo con irritación en su voz.
—¿Qué quieres, Quinn? Estoy muy ocupada en este momento.
—Vamos a cenar juntas —dijo.
—Esta noche no, estoy trabajando desde casa.
—Has estado trabajando mucho últimamente, y no hemos estado juntas en más de una semana —se quejó.
Entré en el ascensor con la esperanza de que se perdiera el servicio y nuestra conversación llegara a su fin. Sonreí cuando el otro lado quedó en silencio, y miré mi teléfono para confirmar que perdí la llamada. Al salir del ascensor, me acerqué a la barra y me serví un poco de vino. Claire salió de la cocina con una sonrisa en su rostro.
—Buenas noches, Santana, tengo la cena calentándose en el horno en caso de que te quedes esta noche.
—Gracias, Claire, me quedaré. Ten una buena noche, y nos vemos el lunes.
—Gracias, ten un buen fin de semana —sonrió.
Asentí mientras bebía mi vino. Sostuve mi teléfono y me quedé mirando el número de Brittany, debatiendo si llamarla o no. Quería escuchar su voz, pero era demasiado pronto, y estoy bastante segura de que ella no estaba pensando en mí. Después de todo, fui una idiota para ella esa noche. ¿Qué diablos está mal conmigo? ¿Por qué no puedo sacar a esta
chica de mi cabeza? Traje mi laptop a la cocina y la puse sobre la mesa. Cogí un plato y saqué lo que Claire había preparado del horno. Me senté en la mesa y abrí mi portátil. Hice lo impensable, busqué en Google “Brittany Pierce”. Había una página de un artículo sobre sus pinturas, que tiene en exhibición en la Galería de Arte Sunset. Cuando hice clic en el enlace, su foto apareció, y no pude evitar sonreír. Era hermosa, con su largo cabello rubio y ondulado y ojos celestes. Y esa sonrisa, maldición. Empecé a excitarme mientras estudiaba sus labios de forma perfecta. Desvié la atención de su foto y leí el artículo en sus pinturas. Decidí que mañana por la mañana, iría a la galería de arte y miraría su trabajo. Tenía la sensación de que me daría una visión más clara de ella. Me acosté en la cama, pensando en la cena que tuvimos juntas y eso me llevó a pensar en lo que dijo el doctor Peters en referencia a tener a Brittany como amiga.
A la mañana siguiente, después de ducharme y vestirme, fui a la cocina por un poco de café. Denny ya se encontraba sentado en la mesa cuando entré.
—Buenos días, Denny —le dije—. Aprecio que estés aquí tan temprano el sábado.
—Buenos días, Santana. Bueno, para eso me pagas —dijo con una sonrisa.
Me senté en la mesa frente a él mientras bebía mi café.
—Tengo que pasar por la oficina primero para recoger unos papeles antes de dirigirme al aeropuerto, y quiero pasar por la Galería de Arte Sunset.
Denny ladeó la cabeza hacia un lado. —¿La galería de arte? ¿Estás en negocios para una nueva obra de arte? —preguntó.
—Supongo que se puede decir que sí —dije mientras me levantaba de la mesa y ponía mi taza de café en el lavavajillas.
—La señorita Pierce es artista, ¿verdad? —me preguntó Denny.
—Dijo que pintaba cuadros —le contesté.
—Y no se encuentran en exhibición en la Galería de Arte Sunset, ¿no?
Suspiré. —Sí, Denny, sus pinturas están en exhibición allí, y quiero verlas.
—¿Estás bien, Santana? —preguntó.
—Estoy bien, ¿por qué lo preguntas?
—Desde que conociste a la señorita Pierce, te ves diferente. Difícilmente sales, y has estado más temperamental que de costumbre. Creo que te ha afectado de alguna manera.
—No seas ridículo, Denny, la señorita Pierce no me ha afectado. He estado muy ocupada con el trabajo.
La forma en que me miraba me dijo que sabía que le mentía. —Tengo que ir rápidamente arriba y agarrar mi iPad. Nos vemos en la limusina —le dije.
Con mi iPad en la mano, me deslicé en el asiento de atrás y comprobé el mercado de valores. Nos quedamos atrapados en el típico tráfico de los sábados cuando Denny me preguntó algo que me llamó la atención.
—¿No es esa la señorita Pierce? —Señaló a Central Park.
Rápidamente levanté la mirada y la vi entrar en el parque. Vestía vaqueros ajustados y una remera de mangas cortas de color crema. Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo que se balanceaba de un lado a otro mientras caminaba. Me di cuenta de que llevaba un gran bloc de papel. Abrí la puerta en medio del tráfico y le dije a Denny que encontrara un lugar para estacionar. Quería ver lo que hacía, pero más que nada, quería verla. Me mantuve a una gran distancia detrás de ella, así que si se daba la vuelta no me podía ver. La observé mientras entraba en el Conservatory Gardens. Tenía que pensar en una manera de verla y hablar con ella sin parecer como una acosadora. Demonios, soy una acosadora, pero sólo con Brittany Pierce. Ella me había convertido en esto. Me detuve fuera del Conservatory Gardens para formular un plan. ¿Qué excusa le iba a dar para estar en Central Park? Saqué mi teléfono del bolsillo y miré su número. Entré en los jardines y la vi sentada en un banco con el bloc abierto y un lápiz en la mano. Presioné su número y la vi ignorar mi llamada. Sonreí ligeramente porque la llamé otra vez, y la iba a seguir llamando hasta que me respondiera.
—¿Hola? —respondió con voz dulce e inocente.
—Hola, señorita Pierce, ¿disfrutando de Central Park? —le pregunté.
La vi volver la cabeza de lado a lado antes de mirar detrás de sí y verme caminar hacia ella.
—Lo hago, señora Lopez, y parece que usted también —dijo con una sonrisa. Maldita sea esa sonrisa.
Puse el teléfono en el bolsillo y me senté a su lado en el banco. Me miró, frunció el ceño y no dijo ni una palabra. Siguió mirándome fijamente hasta que hablé.
—¿Qué? —le pregunté mientras inclinaba mi cabeza.
—¿Cómo consiguió mi número? No recuerdo habérselo dado.
—Tengo mis maneras de conseguir información sobre cualquiera, señorita Pierce. —Sonreí.
—Así que, ¿es una acosadora, entonces?
Incliné la cabeza hacia atrás y reí. —No, señorita Pierce, no soy una acosadora. Sólo quería su número en caso de necesitar que me ayude a volver a casa una noche. —Incluso me impresionó lo rápido que se me ocurrió eso.
—¿Cómo sabía que yo estaba aquí? —preguntó con curiosidad.
—Denny señaló que la vio caminando por la calle, y le pedí que se detuviera.
—¿Por qué?
—No sé, supongo que pensé en saludarla. —Sus preguntas empezaban a irritarme, pero me encendían al mismo tiempo.
—Si así fuera el caso, podría sólo haber llamado, ya que tiene mi número y todo. —Sonrió mientras agitaba su mano.
—Señorita Pierce, basta de preguntas, por favor —suspiré.
—¿Puedo preguntarle una cosa más? —preguntó inocentemente.
Entrecerré los ojos hacia ella cuando las comisuras de su boca se inclinaron hacia arriba.
—¿Qué es? —le pregunté en voz baja.
—¿Podrías por favor, dejar de llamarme señorita Pierce, y llamarme Brittany?
—Sería un placer, Brittany. —Sonreí mientras inclinaba levemente la cabeza.
Me encantaba decir su nombre como si fuera único. Ella era única, y me hacía sentir diferente cuando estaba a su alrededor. Diablos, no me he sentido la misma desde que la vi en mi cocina. Miré su cuaderno y la observé mientras dibujaba dos personas. Su dibujo era increíble, y sólo podía imaginar cómo lucirían sus cuadros.
—¿Qué estás dibujando? —le pregunté.
—La novia y el novio de allí —señaló.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad.
—¿Y por qué no? Son una linda pareja, y creo que sería una buena pintura. Voy a llamarla Una Boda en el Central Park.
—¿Y qué te hace pensar que alguien compraría eso? —Estoy bastante segura de que eso salió de la manera equivocada.
—La gente ama las bodas y cualquier pareja que se haya casado aquí la compraría como un recuerdo del comienzo de su vida juntos.
—Todo eso es basura, si me lo preguntas —murmuré.
—¿Qué cosa? —preguntó mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.
—Las bodas, comenzar una vida en común, las relaciones, todo eso, tú misma dijiste que nada dura para siempre.
—Bueno, mucha gente cree en y vivieron felices para siempre y las relaciones de cuento de hadas, no les quitaré el gusto por ello —dijo en voz baja mientras dibujaba.
—¿Crees en algo de eso? —le pregunté sin saber si quería oír su respuesta.
—No sé, creo que una vez lo hice, pero ya no estoy tan segura.
Bajé la mirada a su cuaderno y la miré dibujar. Las cicatrices en sus muñecas se hicieron más visibles con cada trazo del lápiz. Puse mi mano sobre la de ella e hice que se detuviera. Me miró mientras yo giraba su muñeca y frotaba ligeramente la cicatriz con el pulgar. Se congeló ante mi toque. Su piel era suave y cálida. No sé lo que me poseyó para hacer lo que hice, pero necesitaba tocarla.
—Háblame de estas cicatrices—dije mientras la miraba directamente a los ojos.
Me di cuenta de que se sentía incómoda, por lo que puse su mano suavemente de nuevo en el área de dibujo. Bajó la mirada mientras hablaba.
—Cometí un error, era joven y estúpida, eso es todo.
—Todo el mundo es joven y estúpido de vez en cuando, pero no tratan de quitarse la vida—le dije de manera irritada cuando el recuerdo de Lucy comenzó a correr a través de mi mente.
—Santana, no me conoces y no sabes nada de mí. No somos amigas, recuerdalo, lo que pasó en mi pasado no es asunto tuyo —me espetó.
Miré al frente y me di cuenta que no podía mirarla. Nunca debí haber dicho lo que dije. Estoy segura de que probablemente me odia ahora, y no la culpo.
—Pido disculpas —dije sin mirarla.
Me miró, y pude ver una pequeña sonrisa en su rostro por el rabillo del ojo. Se levantó del banco y me preguntó si quería un perrito caliente. No quería un perrito caliente. Lo que quería hacer, era llevarla a un buen restaurante para almorzar porque había algo que tenía que hablar con ella.
—No, no quiero un perrito caliente, si tienes hambre te llevaré a un restaurante adecuado para almorzar —le dije.
Se echó a reír y se volvió de espaldas a mí y empezó a alejarse. —Como quiera, señora Lopez, pero iré a buscarme un perrito caliente en el puesto de salchichas.
Me levanté y rápidamente la alcancé. Esta chica era terca, y no sabía cómo manejarlo.
—¿Alguna vez escuchas a alguien? —le pregunté.
—No, hago lo que quiero —sonrió.
—Me doy cuenta —murmuré en voz baja.
Nos acercamos al puesto de perritos calientes, y me preguntó de nuevo si quería uno. Supongo que me iba a dar por vencida y comería un perrito caliente. Fruncí el ceño cuando Brittany sonrió ligeramente. Pagué por los perros calientes y luego tomé el mío y me dirigí a una pequeña mesa de madera y me senté. Brittany se detuvo en el puesto de condimento y cubrió su perrito caliente con casi todo lo que había. Dios, se veía repugnante. Parecía feliz mientras se acercaba a la mesa con una sonrisa en su rostro, y su cola de caballo se balanceaba de un lado a otro.
—Eso es asqueroso —le dije mientras comía un bocado de mi perrito caliente normal.
—¿Asqueroso? De ninguna manera, esto es el cielo —dijo mientras tomaba un gran bocado.
—Te das cuenta de lo malo que es para ti, ¿verdad? —le pregunté.
Levantó su dedo. —Sólo se vive una vez, saca lo mejor de ello. — Traté de contener una sonrisa, pero fue tan malditamente linda cuando hizo eso, que no pude evitarlo. Me vio y sonrió también.
—Toma, ten un bocado —dijo mientras empujaba su perrito caliente en mi cara.
—No, quita esa cosa de mi cara. —Fruncí el ceño.
—No hasta que tomes un bocado, Santana, entonces podrás juzgar si es asqueroso.
Brittany se mantuvo moviendo el perrito caliente más cerca de mi boca. Rodé los ojos y finalmente tomé un bocado. Ella agarró la servilleta y limpió la comisura de mi boca. Puse mi mano sobre la de ella y la miré a los ojos. Sonrió y me dijo que tenía una mancha de kétchup allí, y no quería que se manchara mi blusa. Sonrió cuando le di las gracias.
Era una hermosa tarde, y Central Park era sin duda el mejor lugar para disfrutar de ella. No había ningún otro lugar en el que quisiera estar que aquí con Brittany. Era un cambio refrescante para mis compañías, y disfrutaba cada momento que pasaba con ella. La observé mientras tomaba el último bocado de su perro caliente y se limpiaba suavemente la boca con la servilleta. Empezaba a sentirme nerviosa acerca de lo que quería preguntarle. No sabía cómo iba a reaccionar, y me inquietaba que nunca quisiera volver a verme.
—Quiero preguntarte algo —le dije.
—Adelante —dijo.
—Estuve pensando en nuestra reciente salida, y me pregunté si ¿estarías interesada en ser…? —Me detuve porque no sabía cómo decirlo.
—¿Ser...? —Me indicó que continuara.
Me aclaré la garganta y tomé una gran respiración. —¿Estarías interesada en ser una acompañante?
Entrecerró los ojos en mí. —¿Qué? No entiendo.
—¿Estarías interesada en ser una persona que me acompañe a ciertas actividades, sin compromiso, y te pagaría, por supuesto?
Escupió el agua que estaba bebiendo. —¿Qué? ¿Te refieres a una acompañante o prostituta? —gritó.
—¡NO, NO! No me refería a eso, Brittany. —Traté de explicar—. Me refería como una amiga.
—¿Te refieres a salir como amigas, como Hanna y yo? —preguntó.
Me pasé la mano por el cabello, y ella tocó ligeramente mi brazo.
—Santana, si lo que querías era ser amigas, entonces todo lo que tenías que hacer era preguntar. De hecho, ya nos consideraba amigas, y no habrá dinero involucrado, tampoco. —Me sonrió.
Sus palabras me hicieron feliz. Por supuesto que ella ya nos consideraba amigas. Es una de las chicas más agradables que he conocido, y quería llegar a conocerla mejor, como amigas, por supuesto.
—Hay una beneficencia a la que tengo que ir mañana en la noche. Es un acto de caridad, y tengo que estar ahí para representar a mi empresa, ¿te gustaría ir?
Se mordió el labio suavemente y me sonrió dulcemente. —Me encantaría ir.
—Te recogeré a las seis en punto. —Le devolví la sonrisa.
Cuando nos levantamos de la mesa, escuché sonar mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo, y había un mensaje de texto de Denny.
¿Tengo que suponer que no irás a Chicago hoy?
No, no voy a ir. Perdí la noción del tiempo, y ya es demasiado tarde. Llama a Jerry y dile que lo siento, pero que ha surgido algo, y no voy a volar hoy, respondí.
Empezamos a caminar por Central Park cuando, de repente, Brittany se detuvo, y me detuve a su lado. Alguien la había llamado, así que miró hacia un costado para ver quién era. Me di cuenta por la mirada en su cara que no la ponía contenta. La persona que la llamó era su exnovio, Tom. Nos presentó y sonreía continuamente mientras hablaba con él. Me sorprendí con esta mujer, como podía mantener una conversación con él después de que la hirió tanto. La mujer que estaba a su lado, lamía sus labios mientras me miraba de arriba abajo. Brittany llevó a Tom a un lado y le dijo que domesticara a su perro. Me reí por el valor de esta mujer. Me quedé allí sonriéndole.
—¿Qué? —preguntó mientras me miraba.
—Nada, eres tan...
—¿Tan qué, Santana? —preguntó mientras seguía mirándome.
—Eres tan llena de vida, pongámoslo de esa forma. —Me reí.
Sonrió y golpeó mi hombro con el suyo. Sonreí todo el camino de vuelta al coche.
Denny había aparcado la limusina y me esperaba. —¿Entrarás? —le pregunté mientras sostenía la puerta abierta.
—No, caminaré —dijo Brittany, y comenzó a caminar por la calle.
—Britt, entra al auto —demandé.
—Adiós, Santana, nos vemos mañana.
Me quedé con la puerta abierta y la vi caminar por la calle. ¿Qué pasa con esta chica? Me deslicé en la limusina, y Denny se dio la vuelta y me miró con una sonrisa en su rostro.
—Ella es absolutamente un petardo, Santana, sin duda has encontrado a tu igual.
Suspiré y miré por la ventana. —Síguela, y no te detengas hasta que lo diga.
Denny siguió a Brittany por cerca de tres cuadras. Ella se detuvo en la esquina y bajé la ventanilla.
—¿Estás lista para entrar ahora? —Sonreí.
—Nunca te rindes, ¿verdad? —preguntó.
—No, no hasta que consigo lo que quiero —le dije.
Puso los ojos en blanco y abrió la puerta. Mientras se deslizaba en la limusina, me golpeó en el brazo y me dijo que me moviera más. Denny miraba por el espejo retrovisor, y se reía suavemente. Cuando me moví más, no pude evitar reírme. Me alegraba tenerla en mi limusina, aunque era un corto trayecto en coche a su casa. Llegamos a su apartamento, y cuando salía, tomé ligeramente su mano.
—Gracias por ir mañana —dije en voz baja.
Me miró, arrugó la nariz y sonrió. —Para eso están las amigas.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Lamento no haber actualizado temprano, demasiadas actividades, pero les dejo este capitulo, espero les guste, el día de mañana no podre actualizar o por lo menos no temprano, intentare hacerlo pero no les aseguro nada, en caso de no poder les prometo doble capitulo el jueves. La perspectiva de Santana siempre aporta algo diferente, es interesante ver como se siente y piensa. Saludos a todas.
Pasé los siguientes días atosigándome con el trabajo. Pero sin importar lo que hacía, no podía sacar a Brittany de mi mente. Esto me mataba porque tenía que centrarme en los negocios que mi empresa iba a hacer pronto. Me senté en la silla de mi oficina y giré así me encontraba frente a la ventana. Miré a las calles de Nueva York, con la esperanza de que pudiera verla caminando por la calle. De alguna manera se metió bajo mi piel, y no podía sacarla. Cogí el teléfono e hice una cita para ver al doctor Peters esta tarde. Necesitaba hablar con él sobre el desastre que pasaba en mi cabeza.
Salí del edificio y llamé un taxi para ir a la oficina del doctor Peters. No me sentía muy ansiosa por esta sesión porque ya sabía lo que iba a decirme. Entré en su oficina y me senté en el sillón de cuero frente a él.
—Esta es una agradable sorpresa, Santana. No esperaba que volvieras tan pronto —dijo.
Tomé una respiración profunda y lo miré. —Algo pasó, y no puedo sacarlo de mi cabeza.
El doctor Peters me miró y ladeó la cabeza. —¿Qué pasó, Santana?
—Conocí a una chica, doctor.
Soltó una risa ligera. —Conoces chicas todos los días, Santana, esto no es nada nuevo.
Lo miré con irritación. —No entiende, esta chica es diferente. Es hermosa, amable, generosa, dulce, fuerte, obstinada, e inteligente.
El doctor Peters se inclinó hacia adelante y apoyó los codos en los muslos. —¿Me estás diciendo que tienes sentimientos por esta chica? —preguntó.
Me moví en mi asiento y suspiré. —No, no tengo sentimientos por ella.
—¿Entonces por qué estás aquí, Santana?
—Doctor Peters, le pago mil dólares la hora para que me diga lo que pasa en mi cabeza, aunque lo quiera escuchar o no.
Se echó hacia atrás en su silla y se quitó las gafas. —¿Quieres mi opinión sincera? Creo que te gusta esta chica y que estás comenzando a sentir algo por ella. Déjame hacerte una pregunta. ¿Cuándo fue la última vez que la viste?
—La vi hace unos días, ¿por qué lo pregunta?
—Quiero que me digas lo que has estado haciendo y en qué has pensado desde la última vez que la viste.
Me levanté de la silla y me acerqué a la ventana. Cruce mis brazos y me aclaré la garganta.
—He estado ocupándome mucho de mi trabajo porque estoy tratando de adquirir una empresa que está a la venta.
—¿Has estado pensando en ella también? —preguntó en voz baja.
—No puedo sacarla de mi mente. Ella es todo lo que pienso en el día y la noche. No he sido capaz de concentrarme en otra cosa. He cancelado todas mis citas porque sólo quiero ver a Brittany.
—Brittany es un nombre muy bonito —dijo.
—Brittany es un nombre hermoso, y ella es una mujer hermosa —le contesté mientras miraba por la ventana.
El doctor Peters se levantó de su silla, se acercó a mí y puso su mano en mi hombro.
—Parece que la mujer correcta acaba de entrar en tu vida, Santana. Eso sí, no lo arruines. Hazte amiga de ella. Esta es la primera vez que te has abierto desde que comenzaste a venir a verme. Si empiezas a enamorarte de Brittany, lo primero que debes hacer es hablarle de tu pasado y las mujeres que ves. No puede haber secretos, Santana.
Suspiré mientras lo miraba. —Lo sé, pero no nos adelantemos.
Me dio una palmadita en el brazo y me pidió que hiciera una cita con él en un par de semanas. Salí de su oficina y del edificio. Me dirigí hacia el Starbucks en esa misma calle y llamé a Denny para que me recogiera. Mientras subía en el asiento trasero, mi teléfono sonó.
—Artie, ¿lo conseguiste?
—Sí, señora Lopez, tengo el número de teléfono de la señorita Pierce.
Le pedí a Denny que me diera un pedazo de papel mientras tomaba un bolígrafo del boldo y anotaba el número de teléfono que Artie obtuvo para mí. —Gracias, Artie, eso es un trabajo bien hecho. —
Colgué el teléfono y miré los números en el papel. Denny estaba mirándome y sacudiendo la cabeza.
—¿Qué? —le pregunté.
—¿No crees que hubiera sido mejor simplemente pedírselo a la señorita Pierce?
—¿Alguna vez he hecho algo de la manera fácil, Denny? —Sonreí.
Justo cuando salía de la limusina, veo el nombre de Quinn aparecer en mi teléfono.
—¿Santana Lopez, aquí? —respondí.
—¿Por qué siempre respondes así, Santana? —dijo con irritación en su voz.
—¿Qué quieres, Quinn? Estoy muy ocupada en este momento.
—Vamos a cenar juntas —dijo.
—Esta noche no, estoy trabajando desde casa.
—Has estado trabajando mucho últimamente, y no hemos estado juntas en más de una semana —se quejó.
Entré en el ascensor con la esperanza de que se perdiera el servicio y nuestra conversación llegara a su fin. Sonreí cuando el otro lado quedó en silencio, y miré mi teléfono para confirmar que perdí la llamada. Al salir del ascensor, me acerqué a la barra y me serví un poco de vino. Claire salió de la cocina con una sonrisa en su rostro.
—Buenas noches, Santana, tengo la cena calentándose en el horno en caso de que te quedes esta noche.
—Gracias, Claire, me quedaré. Ten una buena noche, y nos vemos el lunes.
—Gracias, ten un buen fin de semana —sonrió.
Asentí mientras bebía mi vino. Sostuve mi teléfono y me quedé mirando el número de Brittany, debatiendo si llamarla o no. Quería escuchar su voz, pero era demasiado pronto, y estoy bastante segura de que ella no estaba pensando en mí. Después de todo, fui una idiota para ella esa noche. ¿Qué diablos está mal conmigo? ¿Por qué no puedo sacar a esta
chica de mi cabeza? Traje mi laptop a la cocina y la puse sobre la mesa. Cogí un plato y saqué lo que Claire había preparado del horno. Me senté en la mesa y abrí mi portátil. Hice lo impensable, busqué en Google “Brittany Pierce”. Había una página de un artículo sobre sus pinturas, que tiene en exhibición en la Galería de Arte Sunset. Cuando hice clic en el enlace, su foto apareció, y no pude evitar sonreír. Era hermosa, con su largo cabello rubio y ondulado y ojos celestes. Y esa sonrisa, maldición. Empecé a excitarme mientras estudiaba sus labios de forma perfecta. Desvié la atención de su foto y leí el artículo en sus pinturas. Decidí que mañana por la mañana, iría a la galería de arte y miraría su trabajo. Tenía la sensación de que me daría una visión más clara de ella. Me acosté en la cama, pensando en la cena que tuvimos juntas y eso me llevó a pensar en lo que dijo el doctor Peters en referencia a tener a Brittany como amiga.
A la mañana siguiente, después de ducharme y vestirme, fui a la cocina por un poco de café. Denny ya se encontraba sentado en la mesa cuando entré.
—Buenos días, Denny —le dije—. Aprecio que estés aquí tan temprano el sábado.
—Buenos días, Santana. Bueno, para eso me pagas —dijo con una sonrisa.
Me senté en la mesa frente a él mientras bebía mi café.
—Tengo que pasar por la oficina primero para recoger unos papeles antes de dirigirme al aeropuerto, y quiero pasar por la Galería de Arte Sunset.
Denny ladeó la cabeza hacia un lado. —¿La galería de arte? ¿Estás en negocios para una nueva obra de arte? —preguntó.
—Supongo que se puede decir que sí —dije mientras me levantaba de la mesa y ponía mi taza de café en el lavavajillas.
—La señorita Pierce es artista, ¿verdad? —me preguntó Denny.
—Dijo que pintaba cuadros —le contesté.
—Y no se encuentran en exhibición en la Galería de Arte Sunset, ¿no?
Suspiré. —Sí, Denny, sus pinturas están en exhibición allí, y quiero verlas.
—¿Estás bien, Santana? —preguntó.
—Estoy bien, ¿por qué lo preguntas?
—Desde que conociste a la señorita Pierce, te ves diferente. Difícilmente sales, y has estado más temperamental que de costumbre. Creo que te ha afectado de alguna manera.
—No seas ridículo, Denny, la señorita Pierce no me ha afectado. He estado muy ocupada con el trabajo.
La forma en que me miraba me dijo que sabía que le mentía. —Tengo que ir rápidamente arriba y agarrar mi iPad. Nos vemos en la limusina —le dije.
Con mi iPad en la mano, me deslicé en el asiento de atrás y comprobé el mercado de valores. Nos quedamos atrapados en el típico tráfico de los sábados cuando Denny me preguntó algo que me llamó la atención.
—¿No es esa la señorita Pierce? —Señaló a Central Park.
Rápidamente levanté la mirada y la vi entrar en el parque. Vestía vaqueros ajustados y una remera de mangas cortas de color crema. Llevaba el pelo recogido en una cola de caballo que se balanceaba de un lado a otro mientras caminaba. Me di cuenta de que llevaba un gran bloc de papel. Abrí la puerta en medio del tráfico y le dije a Denny que encontrara un lugar para estacionar. Quería ver lo que hacía, pero más que nada, quería verla. Me mantuve a una gran distancia detrás de ella, así que si se daba la vuelta no me podía ver. La observé mientras entraba en el Conservatory Gardens. Tenía que pensar en una manera de verla y hablar con ella sin parecer como una acosadora. Demonios, soy una acosadora, pero sólo con Brittany Pierce. Ella me había convertido en esto. Me detuve fuera del Conservatory Gardens para formular un plan. ¿Qué excusa le iba a dar para estar en Central Park? Saqué mi teléfono del bolsillo y miré su número. Entré en los jardines y la vi sentada en un banco con el bloc abierto y un lápiz en la mano. Presioné su número y la vi ignorar mi llamada. Sonreí ligeramente porque la llamé otra vez, y la iba a seguir llamando hasta que me respondiera.
—¿Hola? —respondió con voz dulce e inocente.
—Hola, señorita Pierce, ¿disfrutando de Central Park? —le pregunté.
La vi volver la cabeza de lado a lado antes de mirar detrás de sí y verme caminar hacia ella.
—Lo hago, señora Lopez, y parece que usted también —dijo con una sonrisa. Maldita sea esa sonrisa.
Puse el teléfono en el bolsillo y me senté a su lado en el banco. Me miró, frunció el ceño y no dijo ni una palabra. Siguió mirándome fijamente hasta que hablé.
—¿Qué? —le pregunté mientras inclinaba mi cabeza.
—¿Cómo consiguió mi número? No recuerdo habérselo dado.
—Tengo mis maneras de conseguir información sobre cualquiera, señorita Pierce. —Sonreí.
—Así que, ¿es una acosadora, entonces?
Incliné la cabeza hacia atrás y reí. —No, señorita Pierce, no soy una acosadora. Sólo quería su número en caso de necesitar que me ayude a volver a casa una noche. —Incluso me impresionó lo rápido que se me ocurrió eso.
—¿Cómo sabía que yo estaba aquí? —preguntó con curiosidad.
—Denny señaló que la vio caminando por la calle, y le pedí que se detuviera.
—¿Por qué?
—No sé, supongo que pensé en saludarla. —Sus preguntas empezaban a irritarme, pero me encendían al mismo tiempo.
—Si así fuera el caso, podría sólo haber llamado, ya que tiene mi número y todo. —Sonrió mientras agitaba su mano.
—Señorita Pierce, basta de preguntas, por favor —suspiré.
—¿Puedo preguntarle una cosa más? —preguntó inocentemente.
Entrecerré los ojos hacia ella cuando las comisuras de su boca se inclinaron hacia arriba.
—¿Qué es? —le pregunté en voz baja.
—¿Podrías por favor, dejar de llamarme señorita Pierce, y llamarme Brittany?
—Sería un placer, Brittany. —Sonreí mientras inclinaba levemente la cabeza.
Me encantaba decir su nombre como si fuera único. Ella era única, y me hacía sentir diferente cuando estaba a su alrededor. Diablos, no me he sentido la misma desde que la vi en mi cocina. Miré su cuaderno y la observé mientras dibujaba dos personas. Su dibujo era increíble, y sólo podía imaginar cómo lucirían sus cuadros.
—¿Qué estás dibujando? —le pregunté.
—La novia y el novio de allí —señaló.
—¿Por qué? —pregunté con curiosidad.
—¿Y por qué no? Son una linda pareja, y creo que sería una buena pintura. Voy a llamarla Una Boda en el Central Park.
—¿Y qué te hace pensar que alguien compraría eso? —Estoy bastante segura de que eso salió de la manera equivocada.
—La gente ama las bodas y cualquier pareja que se haya casado aquí la compraría como un recuerdo del comienzo de su vida juntos.
—Todo eso es basura, si me lo preguntas —murmuré.
—¿Qué cosa? —preguntó mientras inclinaba la cabeza hacia un lado.
—Las bodas, comenzar una vida en común, las relaciones, todo eso, tú misma dijiste que nada dura para siempre.
—Bueno, mucha gente cree en y vivieron felices para siempre y las relaciones de cuento de hadas, no les quitaré el gusto por ello —dijo en voz baja mientras dibujaba.
—¿Crees en algo de eso? —le pregunté sin saber si quería oír su respuesta.
—No sé, creo que una vez lo hice, pero ya no estoy tan segura.
Bajé la mirada a su cuaderno y la miré dibujar. Las cicatrices en sus muñecas se hicieron más visibles con cada trazo del lápiz. Puse mi mano sobre la de ella e hice que se detuviera. Me miró mientras yo giraba su muñeca y frotaba ligeramente la cicatriz con el pulgar. Se congeló ante mi toque. Su piel era suave y cálida. No sé lo que me poseyó para hacer lo que hice, pero necesitaba tocarla.
—Háblame de estas cicatrices—dije mientras la miraba directamente a los ojos.
Me di cuenta de que se sentía incómoda, por lo que puse su mano suavemente de nuevo en el área de dibujo. Bajó la mirada mientras hablaba.
—Cometí un error, era joven y estúpida, eso es todo.
—Todo el mundo es joven y estúpido de vez en cuando, pero no tratan de quitarse la vida—le dije de manera irritada cuando el recuerdo de Lucy comenzó a correr a través de mi mente.
—Santana, no me conoces y no sabes nada de mí. No somos amigas, recuerdalo, lo que pasó en mi pasado no es asunto tuyo —me espetó.
Miré al frente y me di cuenta que no podía mirarla. Nunca debí haber dicho lo que dije. Estoy segura de que probablemente me odia ahora, y no la culpo.
—Pido disculpas —dije sin mirarla.
Me miró, y pude ver una pequeña sonrisa en su rostro por el rabillo del ojo. Se levantó del banco y me preguntó si quería un perrito caliente. No quería un perrito caliente. Lo que quería hacer, era llevarla a un buen restaurante para almorzar porque había algo que tenía que hablar con ella.
—No, no quiero un perrito caliente, si tienes hambre te llevaré a un restaurante adecuado para almorzar —le dije.
Se echó a reír y se volvió de espaldas a mí y empezó a alejarse. —Como quiera, señora Lopez, pero iré a buscarme un perrito caliente en el puesto de salchichas.
Me levanté y rápidamente la alcancé. Esta chica era terca, y no sabía cómo manejarlo.
—¿Alguna vez escuchas a alguien? —le pregunté.
—No, hago lo que quiero —sonrió.
—Me doy cuenta —murmuré en voz baja.
Nos acercamos al puesto de perritos calientes, y me preguntó de nuevo si quería uno. Supongo que me iba a dar por vencida y comería un perrito caliente. Fruncí el ceño cuando Brittany sonrió ligeramente. Pagué por los perros calientes y luego tomé el mío y me dirigí a una pequeña mesa de madera y me senté. Brittany se detuvo en el puesto de condimento y cubrió su perrito caliente con casi todo lo que había. Dios, se veía repugnante. Parecía feliz mientras se acercaba a la mesa con una sonrisa en su rostro, y su cola de caballo se balanceaba de un lado a otro.
—Eso es asqueroso —le dije mientras comía un bocado de mi perrito caliente normal.
—¿Asqueroso? De ninguna manera, esto es el cielo —dijo mientras tomaba un gran bocado.
—Te das cuenta de lo malo que es para ti, ¿verdad? —le pregunté.
Levantó su dedo. —Sólo se vive una vez, saca lo mejor de ello. — Traté de contener una sonrisa, pero fue tan malditamente linda cuando hizo eso, que no pude evitarlo. Me vio y sonrió también.
—Toma, ten un bocado —dijo mientras empujaba su perrito caliente en mi cara.
—No, quita esa cosa de mi cara. —Fruncí el ceño.
—No hasta que tomes un bocado, Santana, entonces podrás juzgar si es asqueroso.
Brittany se mantuvo moviendo el perrito caliente más cerca de mi boca. Rodé los ojos y finalmente tomé un bocado. Ella agarró la servilleta y limpió la comisura de mi boca. Puse mi mano sobre la de ella y la miré a los ojos. Sonrió y me dijo que tenía una mancha de kétchup allí, y no quería que se manchara mi blusa. Sonrió cuando le di las gracias.
Era una hermosa tarde, y Central Park era sin duda el mejor lugar para disfrutar de ella. No había ningún otro lugar en el que quisiera estar que aquí con Brittany. Era un cambio refrescante para mis compañías, y disfrutaba cada momento que pasaba con ella. La observé mientras tomaba el último bocado de su perro caliente y se limpiaba suavemente la boca con la servilleta. Empezaba a sentirme nerviosa acerca de lo que quería preguntarle. No sabía cómo iba a reaccionar, y me inquietaba que nunca quisiera volver a verme.
—Quiero preguntarte algo —le dije.
—Adelante —dijo.
—Estuve pensando en nuestra reciente salida, y me pregunté si ¿estarías interesada en ser…? —Me detuve porque no sabía cómo decirlo.
—¿Ser...? —Me indicó que continuara.
Me aclaré la garganta y tomé una gran respiración. —¿Estarías interesada en ser una acompañante?
Entrecerró los ojos en mí. —¿Qué? No entiendo.
—¿Estarías interesada en ser una persona que me acompañe a ciertas actividades, sin compromiso, y te pagaría, por supuesto?
Escupió el agua que estaba bebiendo. —¿Qué? ¿Te refieres a una acompañante o prostituta? —gritó.
—¡NO, NO! No me refería a eso, Brittany. —Traté de explicar—. Me refería como una amiga.
—¿Te refieres a salir como amigas, como Hanna y yo? —preguntó.
Me pasé la mano por el cabello, y ella tocó ligeramente mi brazo.
—Santana, si lo que querías era ser amigas, entonces todo lo que tenías que hacer era preguntar. De hecho, ya nos consideraba amigas, y no habrá dinero involucrado, tampoco. —Me sonrió.
Sus palabras me hicieron feliz. Por supuesto que ella ya nos consideraba amigas. Es una de las chicas más agradables que he conocido, y quería llegar a conocerla mejor, como amigas, por supuesto.
—Hay una beneficencia a la que tengo que ir mañana en la noche. Es un acto de caridad, y tengo que estar ahí para representar a mi empresa, ¿te gustaría ir?
Se mordió el labio suavemente y me sonrió dulcemente. —Me encantaría ir.
—Te recogeré a las seis en punto. —Le devolví la sonrisa.
Cuando nos levantamos de la mesa, escuché sonar mi teléfono. Lo saqué de mi bolsillo, y había un mensaje de texto de Denny.
¿Tengo que suponer que no irás a Chicago hoy?
No, no voy a ir. Perdí la noción del tiempo, y ya es demasiado tarde. Llama a Jerry y dile que lo siento, pero que ha surgido algo, y no voy a volar hoy, respondí.
Empezamos a caminar por Central Park cuando, de repente, Brittany se detuvo, y me detuve a su lado. Alguien la había llamado, así que miró hacia un costado para ver quién era. Me di cuenta por la mirada en su cara que no la ponía contenta. La persona que la llamó era su exnovio, Tom. Nos presentó y sonreía continuamente mientras hablaba con él. Me sorprendí con esta mujer, como podía mantener una conversación con él después de que la hirió tanto. La mujer que estaba a su lado, lamía sus labios mientras me miraba de arriba abajo. Brittany llevó a Tom a un lado y le dijo que domesticara a su perro. Me reí por el valor de esta mujer. Me quedé allí sonriéndole.
—¿Qué? —preguntó mientras me miraba.
—Nada, eres tan...
—¿Tan qué, Santana? —preguntó mientras seguía mirándome.
—Eres tan llena de vida, pongámoslo de esa forma. —Me reí.
Sonrió y golpeó mi hombro con el suyo. Sonreí todo el camino de vuelta al coche.
Denny había aparcado la limusina y me esperaba. —¿Entrarás? —le pregunté mientras sostenía la puerta abierta.
—No, caminaré —dijo Brittany, y comenzó a caminar por la calle.
—Britt, entra al auto —demandé.
—Adiós, Santana, nos vemos mañana.
Me quedé con la puerta abierta y la vi caminar por la calle. ¿Qué pasa con esta chica? Me deslicé en la limusina, y Denny se dio la vuelta y me miró con una sonrisa en su rostro.
—Ella es absolutamente un petardo, Santana, sin duda has encontrado a tu igual.
Suspiré y miré por la ventana. —Síguela, y no te detengas hasta que lo diga.
Denny siguió a Brittany por cerca de tres cuadras. Ella se detuvo en la esquina y bajé la ventanilla.
—¿Estás lista para entrar ahora? —Sonreí.
—Nunca te rindes, ¿verdad? —preguntó.
—No, no hasta que consigo lo que quiero —le dije.
Puso los ojos en blanco y abrió la puerta. Mientras se deslizaba en la limusina, me golpeó en el brazo y me dijo que me moviera más. Denny miraba por el espejo retrovisor, y se reía suavemente. Cuando me moví más, no pude evitar reírme. Me alegraba tenerla en mi limusina, aunque era un corto trayecto en coche a su casa. Llegamos a su apartamento, y cuando salía, tomé ligeramente su mano.
—Gracias por ir mañana —dije en voz baja.
Me miró, arrugó la nariz y sonrió. —Para eso están las amigas.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Lamento no haber actualizado temprano, demasiadas actividades, pero les dejo este capitulo, espero les guste, el día de mañana no podre actualizar o por lo menos no temprano, intentare hacerlo pero no les aseguro nada, en caso de no poder les prometo doble capitulo el jueves. La perspectiva de Santana siempre aporta algo diferente, es interesante ver como se siente y piensa. Saludos a todas.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Hola! Increíble cómo siempre espero tú pronta actualización.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Gracias por el capítulo, tan lindo como siempre :)
Nos leemos en la próxima
Nos leemos en la próxima
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
excelente, que mas pdo decir? hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Sin duda espero el siguiente capitulo
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Capitulo 6
CAPITULO 6
Denny y yo salimos de la limusina y atravesamos las puertas que llevaban dentro de la galería de arte. Había estado en esta galería de arte sólo una vez, y me encontraba con mi hermana, Rachel, cuando buscaba una pintura para el cuarto de Camden. Un hombre se acercó y preguntó si podía ayudarnos.
—Estoy buscando unos cuadros que tiene en exhibición por Brittany Pierce —le respondí.
—Ah, sí, las pinturas de la señorita Pierce están justo en este muro — dijo—. Es una artista muy talentosa.
Me paré frente a la pared que mostraba su obra de arte y miré cada pintura detenidamente. Eran simplemente impresionantes. La pintura que me llamó la atención era la de una niña sentada en un campo de flores mientras tres ángeles la miraban desde el cielo. No pude evitar pensar en las cicatrices que le vi en ambas muñecas.
—Es una artista muy buena, Santana —dijo Denny mientras miraba sus pinturas.
—Sí, lo es. Debo tenerlas todas —le respondí.
Denny y yo salimos de la galería de arte. Rápidamente saqué el celular de mi bolso y llamé a Artie.
—Hola, Sra. Lopez —respondió.
—Artie, ya sé que es sábado, pero necesito que me hagas un favor. Necesito que vayas a la Galería de Arte Sunset y compres tres pinturas de una artista llamada Brittany Pierce. Voy a llamar a Scott para que te recoja en la camioneta en aproximadamente una hora. Le daré un sobre con dinero en efectivo para las pinturas. Quiero que le digas al vendedor que pagarás el triple del precio de cada una. Una vez realizada la compra, Scott entregará las pinturas en mi penthouse.
—Muy bien, Sra. Lopez, estaré listo.
—Gracias, Artie. Habrá otro sobre con tu nombre en él por tu ayuda.
Colgué el teléfono y me encontré con Denny en la limusina. Comenzamos a retirarnos del estacionamiento cuando tuve una idea.
—Denny, llevame a Sacks Fifth Avenue, veremos algunos vestidos.
—, ¿De verdad, Santana? —se rió.
—Si, Denny.
Sacudió con la cabeza y no dijo una palabra más. A juzgar por el tamaño del apartamento de Brittany y como vivía por su cuenta, supuse que no tenía mucho dinero. Quería comprarle algo de ropa para la gala benéfica de mañana. Es un evento de etiqueta, y no quería que se sintiera fuera de lugar. Además, una mujer hermosa como ella merecía llevar un hermoso vestido de diseñador.
—Déjame en frente de la tienda y estaciona atrás. Te diré cuando haya terminado —le dije a Denny.
—Diviértete comprando vestidos para otra chica, Santana. —Me sonrió.
Rodé los ojos cuando salí de la limusina. Entré en Saks y me encontré con una mujer que conocía como Jillian.
—Santana Lopez, hace mucho tiempo que no nos vemos y no follamos. —Sonrió.
—Hola Jillian, me alegro de verte, como siempre. —Sonreí y la besé en la mejilla.
—¿Dónde te has estado escondiendo? He estado esperando saber de ti —dijo mientras suavemente puso su mano sobre mi hombro.
—He estado muy ocupada, Jillian. He estado trabajando duro, tratando de asegurar un acuerdo de negocios. Por desgracia, no tengo tiempo para nada más.
¿A quién engañaba? Tenía tiempo, siempre hacía tiempo para el sexo. Simplemente no he querido tener nada que ver con otras mujeres desde que conocí a Brittany. A pesar de que sólo era una amiga para mí, es la única mujer con la que quiero pasar el tiempo.
—Bueno, llámame cuando encuentres tiempo. Compré algunos juguetes nuevos que me gustaría intentar contigo. —Guiñó un ojo.
Me despedí cortésmente y me dirigí por la escalera mecánica hacia la sección de vestidos. No es algo que hiciera por ninguna mujer, a excepción de mi hermana. Enviaba sus vestidos de vez en cuando para ciertas galas. Ella se enojaba porque decía que le gustaba ir de compras y que podía escoger sus propios vestidos. Sin embargo, siempre le encantaban los que yo elegía.
—Santana Lopez, ¿cómo estás? —Camille sonrió mientras me daba un abrazo rápido.
—Estoy bien, Camille —le contesté.
—Vi a tu madre aquí ayer. Estaba comprando vestidos para el evento de mañana. ¿Qué te trae por aquí hoy?
—Estoy buscando algunos vestidos que me gustaría que me mostraras para una amiga mía. Estará presente en la gala benéfica conmigo mañana por la noche. Mide aproximadamente 1.70 y es muy delgada.
Camille me miró y puso su dedo en los labios. —Descríbeme el pelo y los ojos —dijo.
—Tiene el pelo largo y rubio, y sus ojos son color celeste —le contesté.
Me llevó a una pared con un estante de vestidos que acababan de llegar. Me senté en el sofá frente a la pared, mientras Camille sacaba vestidos para mostrarme. Elegí diez que pensé que lucirían bien en Brittany. El último vestido que Camille me mostró era un Badgley Mischka, de encaje sin tirantes de color negro. Lo visualicé en Brittany, y de todos los vestidos, fue mi favorito. Me levanté y le di la dirección de Brittany a Camille.
—Escoge unos zapatos que hagan juego con el vestido, y tal vez algo de joyería también —dije mientras comenzaba a alejarme.
—No te preocupes, Santana, yo me encargo de todo. —Sonrió.
Cuando salía de Saks, mi teléfono empezó a sonar. Miré a la pantalla y el nombre de Quinn apareció.
—Hola, Quinn —respondí.
—¿Qué diablos está pasando, Santana? —gritó.
—Cálmate, Quinn. ¿Cuál es el problema?
—¿Por qué no estoy en la lista para el evento de caridad de mañana por la noche?
Suspiré pesadamente porque había esperado esta llamada. —Lo siento, Quinn, pero yo no hice la lista.
—Sabías que yo no estaba en la lista, ¿verdad? —Sonaba enojada.
—Por supuesto que sí, pero no hay nada que pueda hacer. Sólo hay una cierta cantidad de asientos disponibles. De todos modos, no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir.
—¡Espera! —gritó—. Escuché un rumor de que estás llevando a alguien para el evento de mañana por la noche.
—Eso no es asunto tuyo, Quinn. ¿Cuántas veces vamos a hacer esto?
—¿Entonces es verdad? —preguntó.
—Si quieres saberlo, entonces sí, voy a llevar a una amiga conmigo—dije mientras me deslizaba en el asiento trasero—. Me tengo que ir, Quinn, estoy trabajando.
Presioné el botón para cortar antes de que pudiera decir una palabra más. Lo último que necesitaba era que asistiera al evento, y dijera algo delante de Brittany. Empezaba a sentirme estresada, y tenía que ir al gimnasio para un buen entrenamiento. Tan pronto como llegamos al penthouse, agarré mi bolso y me dirigí al gimnasio. Corrí en la cinta e hice algunas vueltas alrededor de la piscina. Me encontraba en mi camino a los vestuarios cuando Stephanie me detuvo en el pasillo.
—Tenía la esperanza de que aparecieras aquí hoy. —Sonrió.
—¿Por qué? —Le devolví la sonrisa.
Tenía una mirada seductora en sus ojos que me dijo que quería sexo, y lo quería ahora. Se sentía como una eternidad desde que tuve sexo, y me estaba volviendo loca. Me llevó a un pequeño cuarto donde se guardaban las toallas. La empujé contra la pared y pasé la mano por su camisa, sintiendo sus grandes pechos y pezones endurecidos mientras besaba mi cuello. Moví mi mano lentamente por su torso y la parte delantera de sus pantalones cortos hasta que sentí al borde de su tanga. Stephanie alcanzó la parte delantera de mi traje de baño y de repente se detuvo, me alejó y me miró fijamente.
—¿Qué demonios, Santana? Ni siquiera estás mojada —espetó.
No podía creer lo que estaba sucediendo, ya que nunca me había pasado antes. Suspiré y di un paso atrás mientras me pasaba las manos por el cabello y sacudía la cabeza.
—No sé cuál es el problema. He estado bajo mucho estrés en el trabajo.
Abrió la puerta y me miró. —El sexo es el mejor alivio para el estrés en la vida, así que quizás es algo más. Llámame cuando lo averigües —dijo mientras salía.
Entré al vestuario y me vestí. Maldita sea, Brittany Pierce. No podía dejar de pensar en ella. No sólo jodía con mi cabeza, ahora está arruinando mi vida sexual. Salí del gimnasio y me metí en el Range Rover. Presioné mi cabeza en el volante por un momento mientras trataba de averiguar lo que iba a hacer.
Conduje al penthouse y tiré mi mochila en la cama. Me quedé de pie en la ducha y dejé que el agua caliente corriera por mi cuerpo. No podía dejar de pensar en Brittany y cuál sería su reacción cuando Camille apareciera en su apartamento con los vestidos. Salí de la ducha y limpié el vapor del espejo con la mano. Miré a la mujer en el espejo y ya no reconocí lo que vi. Mi corazón estaba como loco, y mi mente estaba jodida, cortesía de Brittany Pierce.
Dormí muy bien toda la noche. Estaba segura de que la cantidad de vino que bebí antes de acostarme había ayudado. Al día siguiente, me levanté, me duché, me vestí y bajé las escaleras hasta la cocina, donde Claire estaba haciendo panecillo de nueces y plátano casero.
—Buenos días, Santana. ¿Tuviste una buena noche?
—Buenos días, Claire. Hoy es domingo, y es tu día libre. ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté mientras besaba suavemente su mejilla.
—¿Recuerdas que voy a tomar el día libre mañana para llevar a mi esposo al médico?
—Cierto, lo siento, lo olvidé. Gracias por hacer el pan de plátano, huele delicioso —dije mientras tomaba mi café y me sentaba en la mesa.
—Va a estar listo en unos cinco minutos. Parece como si estuvieras en un gran estado de ánimo hoy. ¿Hay alguna razón especial? —Sonrió.
Tuve la impresión por su sonrisa que sabía de Brittany. Estoy segura de que Denny le dijo, esos dos parecen decirse todo.
—La gala de caridad es esta noche, y voy a asistir con una mujer muy hermosa —le respondí mientras abría mi laptop.
—Muy bien, Santana, espero que disfrutes esta noche. —Claire sonrió mientras dejaba el plato de pan de plátano en la mesa.
Sonreí y le di las gracias. Revisé mi correo electrónico y empecé a responder algunos de ellos, cuando un texto de Brittany llegó a mi teléfono.
Hola, soy yo, Brittany… gracias por el hermoso vestido pero es demasiado y no me siento bien aceptándolo.}
Sonreí porque sabía que le encantó. Quería hacerla sentir como una princesa esta noche, incluso si es sólo una amiga.
Por nada y no es demasiado, te veo lista a las seis en punto. Le contesté.
Me sentía ansiosa por ver qué vestido eligió. Todos eran impresionantes, pero el negro de encaje sin mangas era mi favorito. Me imaginaba ese vestido, abrazando su pequeña silueta, y con sus pechos levantados, formando un escote sexy. Imaginé su cabello en rizos, cayendo en cascada sobre sus hombros y su sonrisa cuando la recogiera. Maldita sea esa sonrisa. Al instante me sentí muy excitada y necesitaba subir para ocuparme de mí misma. Esto se ha convertido en un hábito diario ya que no he tenido sexo en mucho tiempo. ¿Cómo demonios iba a controlarme con ella esta noche?
Me puse un vestido rojo, arreglé mi pelo, y me puse mi perfume chanel. ¿Por qué demonios me ponía tan nerviosa? Me puse mis aretes y me dirigí a la planta baja. Mi teléfono sonó. Lo tomé de mi pequeño bolso, y vi que era mi madre.
—Hola, mamá —le contesté.
—Santana, cariño, no asistiremos al evento. Necesito que envíes nuestras disculpas a todas las personas.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —pregunté.
—Nada para preocuparse cariño, estamos todos enfermos con gripe.
—Lo siento, mamá, ¿hay algo que necesites?
—No, Santana, sólo envía nuestras disculpas y pasa un momento agradable.
—Llámame si me necesitas, para lo que sea. —Le hice prometer.
Me dirigí al garaje, donde Denny me esperaba. Me deslicé en la parte de atrás de la limusina y tomé una respiración profunda. Denny me miró a través del espejo retrovisor.
—¿Estás bien, Santana? —preguntó.
—Estoy bien, Denny. Vamos a recoger a la señorita Pierce.
Nos detuvimos en la acera de su edificio de apartamentos. Me bajé y caminé hasta la puerta, luego golpeé y esperé a que respondiera. El momento en que se abrió la puerta, tomé una respiración profunda al ver a Brittany allí, con mi vestido favorito. Una sensación de embriaguez se apoderó de mí mientras sonreía. Maldita sea esa sonrisa.
—¿Tenías miedo de que me asaltaran entre la puerta y tu coche? — Sonrió.
—Muy graciosa Brittany —le sonreí.
Empujó mi hombro juguetonamente, y le regresé el empujón. Denny abrió la puerta para nosotras y con gracia se deslizó en el asiento. Subí y me senté a su lado. Tomé una copa y se la di mientras le servía champán. Una vez más, mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, y mis palmas sudaban. Sostuve mi copa hacia ella.
—Te ves hermosa, Brittany. Es hermoso el vestido —le dije.
—Gracias Santana, tenía la esperanza de que te gustara esto. —Me guiñó un ojo mientras extendía su copa hacia la mía.
Ella era exquisita. El vestido la abrazaba justo como había imaginado que lo haría, enmarcando su pequeño cuerpo. Su cabello rizado estaba recogido, lo que hacía destacar el cuello alargado y pequeños pendientes de lágrima de diamante colgaban perfectamente de sus orejas. Inhalé sutilmente su esencia, ya que llenaba el espacio cerrado. No hacía falta decir que me estaba excitando. Me di cuenta de que esta iba a ser una larga noche.
Denny se detuvo en la entrada del hotel y se bajó para abrir la puerta de Brittany. Caminé a su lado, le tomé la mano y la ayudé a salir de la limusina. Su mano era cálida y suave, y el fuego se encendió a través de mi cuerpo cuando la toqué.
—¿Crees que puedes portarte bien esta noche? —Sonreí mientras extendía mi brazo hacia ella.
—No lo sé, no puedo prometer nada. —Sonrió mientras envolvía su brazo en el mío.
Entramos en el hotel y nos dirigimos por el pasillo hacia el gran salón de baile. Era uno de los salones más elegantes de Nueva York. Necesitaba un trago, y lo necesitaba en ese instante.
—¿Quieres algo de la barra? —le pregunté.
—Voy a tomar una copa de vino blanco, por favor.
Le dije que esperara en la mesa mientras me iba al bar y conseguía nuestras bebidas. Le di la copa de vino, mientras bebía la mía y admiraba a la mujer más bella en el salón de baile de pie delante de mí. Vi a un buen amigo y colega, Robert y su mujer, de pie en el otro lado de la habitación. Toqué ligeramente el codo de Brittany y la acompañé a donde él y su esposa se encontraban de pie.
—Buenas noches, Santana —dijo Robert cuando nos dimos la mano.
—Hola, Robert, Courtney, me gustaría que conocieran a Brittany Pierce, una amiga mía.
—Tienes hermosas amigas, Santana. —Sonrió mientras besaba suavemente la mano de Brittany.
Le di una pequeña sonrisa y vi como Courtney miró a Brittany de arriba abajo. Courtney y yo teníamos un poco de historia, y eso la dejó rencorosa. Se enamoró fuertemente y quería más, pero yo no tenía nada para dar. Robert puso su brazo alrededor de mí y me llevó a un lado, donde las mujeres no podían oír.
—Santana, Quinn vendrá. Sólo pensé que deberías saberlo —dijo.
—¿Qué? Pensé que te había dicho que te asegurarás de que no estuviera aquí —le espeté.
—Lo hice, pero luego ella fue y extasió a Gina Frankel, y aprovechó la oportunidad. Ya sabes cómo es con las mujeres hermosas.
—Maldita sea. —Sacudí la cabeza.
Caminamos de vuelta a donde Brittany y Courtney se encontraban de pie. Puse la mano en la parte baja de la espalda de Brittany y la acompañé de nuevo a la mesa. Tenía que tratar de encontrar a Quinn antes de que vea a Brittany. Saqué la silla para ella y me excusé para ir al baño.
Me dirigí por el pasillo y vi a Quinn entrar en el salón de baile con Gina. Me vio y sonrió. Estaba enojada con ella y ella lo sabía.
—Gina, me alegro de verte, amiga. —Sonreí mientras ponía mi brazo alrededor de ella—. Por qué no vas a la barra y buscas una copa para ti y Quinn. Te va a encontrar en la mesa, pero antes, hay algo que tengo que hablar con ella.
Ella asintió y caminó por el pasillo hasta que llegó a la sala de baile. Tan pronto como estuvo fuera de la vista, me giré para mirar a Quinn con la ira ardiendo en mis ojos.
—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —le dije con los dientes apretados, mientras miraba alrededor para asegurarme de que nadie nos miraba.
La apoyé contra la pared. —Relájate, Santana, Gina me preguntó si me gustaría acompañarla, y amablemente acepté. ¿Hay una razón por la que no me quieres aquí?
Aparté la mirada y luego la miré de nuevo. La agarré del brazo y la llevé al otro lado de la esquina. —Estoy aquí con alguien, y que Dios me ayude Quinn, si incluso le dices una palabra… Te juro...
—No te preocupes, Santana , no voy a derramar nuestro pequeño secreto a tu nuevo juguete. —Sonrió diabólicamente.
Me quedé mirándola fijamente, y ella sabía que estaba enojada. —¿Quedó claro, Quinn?
—No te preocupes, te has explicado perfectamente —susurró.
Me di la vuelta y me dirigí de nuevo a la sala de baile. Al acercarme a la entrada, noté que Brittany bailaba con otro hombre, y la ira comenzó a arder en mi interior. Fui a la pista de baile y le di un golpecito al hombro de Andrew.
—Disculpa, Andrew, pero ella está aquí conmigo.
Me dio una mirada de disculpa. —Señora Lopez, me disculpo, no sabía que era suya.
Se hizo a un lado mientras tomaba su lugar, colocando la mano en su cintura y tomando su mano en la mía. Su mano era muy suave, y se sentía bien sostenerla.
—¿Te dejo sola un minuto y te vas y empiezas a bailar con hombres extraños? ¿A eso le llamas comportarse?
Entrecerró los ojos en mí. —Me dejaste sola para desaparecer con la mujer que te abofeteó en el Club.
La miré con confusión. —¿Viste eso?
Sacudió la cabeza. —Sí, creo que mucha gente vio eso.
—Entonces, vamos a ver si lo he entendido, ¿me viste antes de que me encontraras ebria afuera? —pregunté con curiosidad.
—Sí, estaba sentada en el bar, ¿por qué? —Ladeó la cabeza.
—Interesante —dije mientras las comisuras de mi boca se curvaron.
—¿Qué es interesante? —preguntó—. Oh, entiendo, crees que tenía mis ojos puestos en ti desde el principio
Sonreí maliciosamente. —Tus palabras, señorita Pierce, no las mías.
Rodó los ojos y se acercó más a mí, llevando sus labios a centímetros de mi oído. No pude evitar inhalar su aroma seductor mientras susurraba—: Es una mujer muy egocéntrica, señora Lopez.
Cerré los ojos porque su esencia era hipnotizante. Olía a lilas. Este baile tenía que terminar rápidamente o sino ella iba a tener una idea equivocada, si sabes lo que quiero decir. Procedió a preguntarme por qué elegí representar esta caridad. Eso es algo que es muy personal para mí, y no sentí la necesidad de compartir algo tan personal con ella. Después de todo, sólo somos amigas.
—¿Por qué está obra de beneficencia concreta? —preguntó.
—¿Por qué no? —pregunté vagamente.
—¿Por qué, entonces? —continuó.
Miré directamente a la multitud. —Es sólo una obra de caridad con las que mi empresa está involucrada, ¿por qué es tan importante para ti saber una razón específica?
—Simplemente olvida que pregunté —dijo mientras se negaba a mirarme.
—Estás enfadada —le dije.
—Sabrás cuando estoy enfadada, señora Lopez —respondió.
Los pensamientos en mi cabeza cuando dijo eso eran sexuales. No puedo evitarlo. Gracias a Dios que la música terminó cuando lo hizo porque mi exitacion era demasiada y más tiempo con nuestros cuerpos presionados una contra la otra era demasiado. Coloqué mi mano en la parte baja de su espalda mientras caminábamos de regreso a nuestra mesa. Le presenté a algunos de mis compañeros que ya estaban sentados. Miré a la mesa de al lado y vi a Quinn mirando a Brittany. Le lancé una mirada de advertencia, y se dio la vuelta. Nos sentamos y cenamos. Me tomé la libertad de ordenar un filete para Brittany ya que tenía que poner un poco de carne en sus huesos. No estoy seguro de si ella lo apreciaría, pero me impresionó comiendo todo el pedazo. Después de que la cena había terminado y escuchamos algunos discursos, Brittany se excusó para ir al baño.
Me levanté y me dirigí a la barra para conseguir otra copa de vino para Brittany y para mí. Me acerqué a la mesa y me sorprendí cuando vi que todavía no había regresado. Dejé las bebidas en la mesa y me fui a los baños. Me apoyé en la pared y crucé los brazos. Tenía la tentación de abrir la puerta y asegurarme de que se encontraba allí. Entró en mi mente la idea de que estuviera en problemas o simplemente se haya ido porque estaba aburrida. De repente, la puerta se abrió y Brittany pareció sorprendida cuando me vio allí de pie.
—Uh, ¿hola? ¿Por qué estás ahí de pie de esa manera?
—Porque te has ido durante bastante tiempo y quería asegurarme de que estás bien. Iba a darte cinco segundos más antes de abrir la puerta y entrar.
—Vaya, ¿demasiado acosadora? —dijo mientras se alejaba.
—Por última vez, no soy una acosadora, estaba preocupada por tu seguridad —suspiré.
La vi sonreír ligeramente. Maldita sea esa sonrisa. No tengo ni idea de qué demonios está pasando conmigo. Quiero tocarla, y quiero sentir su piel desnuda contra la mía. Mierda, esto no es bueno. Tal vez cometí un error al traerla aquí. ¿La estoy engañando? Sólo somos amigas, y espero que lo entienda. Quería golpear mi cabeza contra la pared y meter algo de sentido dentro de ella. Tomé una respiración profunda. Brittany se sentó y bebió un sorbo de vino. Necesitaba hablar con un amigo mío, así que le dije que pronto estaría de vuelta. Caminé unos metros más allá y hablé con Paul acerca de la empresa que trataba de adquirir. Mis ojos seguían moviéndose hacia ella mientras estaba sentaba allí y se veía tan hermosa. Vi sus labios tocar el borde de la copa de vino con cada sorbo que tomaba, dejando una marca de su lápiz labial. Paul se dio cuenta que miraba a Brittany.
—Santana, pareces distraída —dijo mientras se daba la vuelta y miraba hacia Brittany.
—Lo siento, Paul, estoy escuchando, por favor continúa.
—Yo también estaría distraído si tuviera esa hermosa mujer en la mira. —Sonrió.
—¿Sabes qué, Paul? Vamos a continuar esto mañana. Tengo una reunión a las diez, pero, por favor llama a Valerie y haz que arregle algo — le dije.
Me dio una palmadita en el brazo y se alejó. Vi a Quinn desde el otro lado de la habitación, mirando a Brittany. Ya era hora de sacarla de aquí. Me acerqué a la mesa y suavemente puse mi mano sobre su hombro.
—¿Estás lista para marcharnos? —le pregunté.
—Lo estoy si tú lo estás —respondió.
Lo que no le dije fue que no iba a poder acompañarla a casa. Necesitaba quedarme y tener una charla con Quinn. También tenía que repensar esta situación con Brittany. Mi cabeza ha estado jodida desde que la vi, y tengo que poner fin a esto. Ella se merece algo mejor que yo, ya que no soy la mujer que cree que soy. Le haré daño tarde o temprano, o ella me lo hará a mí y no estoy dispuesta a eso. Caminamos hasta donde Denny nos esperaba, y abrí la puerta para Brittany.
—Voy a hacer que Denny te lleve a casa, yo tengo algo que necesito solucionar aquí —le dije mientras tomaba su mano y la besaba suavemente—. Gracias por venir conmigo esta noche, espero que hayas pasado un buen rato.
Me miró con sus ojos azules claros, y pude ver la decepción en ellos.—Pasé un rato maravilloso, gracias por invitarme.
Le hería que no la acompañara, y por primera vez, me dolía el corazón al dejarla en esa limusina sola. Odiaba esa sensación, así que la aparté. No tengo otra opción. Tengo que acabar con esto. Regresé al hotel para encontrar a Quinn y hablar con ella, pero no estaba por ninguna parte. Me senté en el bar del vestíbulo del hotel y pedí una copa de vino para ahogar mis sentimientos. Un rato más tarde, cuando estaba dispuesta a pedir mi segunda copa, Denny llamó.
—Denny, ¿qué pasa?
—Pensé que deberías saber que la señorita Pierce me obligó a llevarla a la playa.
—¡Qué! Te di órdenes para llevarla a casa —le grité.
—Santana, ya sabes cómo es la señorita Pierce, y no me dio otra opción. Casi estoy en el hotel para recogerte.
—¿No sabes lo peligroso que es que una mujer joven esté sola en la playa por la noche? ¡Su indiferencia por la seguridad es ridícula! —Colgué el teléfono y salí a la calle cuando Denny se detuvo junto a la acera.
—Llévame directamente al penthouse para que pueda recoger el Range Rover —le dije cuando entré en la limusina.
—Lo siento, Santana, pero no me dejó otra opción. Es una chica muy terca, y dijo que si tenías un problema con eso, entonces ella misma lidiaría contigo. —Sonrió ligeramente.
—¿De verdad? ¿Dijo eso?
Denny asintió. —Como he dicho antes, Santana, has conocido a tu igual con la señorita Pierce.
Nos detuvimos en el estacionamiento, me subí al Range Rover y conduje a la playa. Se encontraba a sólo unos diez minutos en auto. Estaba furiosa con ella por hacer esto. Cómo se atrevía a desafiar mis órdenes y poner a Denny en esa posición de desobedecerme.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Perdón por dejar solo un capitulo, poco tiempo en estos días y demasiado que hacer, estare actualizando mañana de nuevo, espero sus comentarios, es interesante ver la perspectiva de Santana, sobre todo porque aclara muchas cosas sobre Quinn.
Denny y yo salimos de la limusina y atravesamos las puertas que llevaban dentro de la galería de arte. Había estado en esta galería de arte sólo una vez, y me encontraba con mi hermana, Rachel, cuando buscaba una pintura para el cuarto de Camden. Un hombre se acercó y preguntó si podía ayudarnos.
—Estoy buscando unos cuadros que tiene en exhibición por Brittany Pierce —le respondí.
—Ah, sí, las pinturas de la señorita Pierce están justo en este muro — dijo—. Es una artista muy talentosa.
Me paré frente a la pared que mostraba su obra de arte y miré cada pintura detenidamente. Eran simplemente impresionantes. La pintura que me llamó la atención era la de una niña sentada en un campo de flores mientras tres ángeles la miraban desde el cielo. No pude evitar pensar en las cicatrices que le vi en ambas muñecas.
—Es una artista muy buena, Santana —dijo Denny mientras miraba sus pinturas.
—Sí, lo es. Debo tenerlas todas —le respondí.
Denny y yo salimos de la galería de arte. Rápidamente saqué el celular de mi bolso y llamé a Artie.
—Hola, Sra. Lopez —respondió.
—Artie, ya sé que es sábado, pero necesito que me hagas un favor. Necesito que vayas a la Galería de Arte Sunset y compres tres pinturas de una artista llamada Brittany Pierce. Voy a llamar a Scott para que te recoja en la camioneta en aproximadamente una hora. Le daré un sobre con dinero en efectivo para las pinturas. Quiero que le digas al vendedor que pagarás el triple del precio de cada una. Una vez realizada la compra, Scott entregará las pinturas en mi penthouse.
—Muy bien, Sra. Lopez, estaré listo.
—Gracias, Artie. Habrá otro sobre con tu nombre en él por tu ayuda.
Colgué el teléfono y me encontré con Denny en la limusina. Comenzamos a retirarnos del estacionamiento cuando tuve una idea.
—Denny, llevame a Sacks Fifth Avenue, veremos algunos vestidos.
—, ¿De verdad, Santana? —se rió.
—Si, Denny.
Sacudió con la cabeza y no dijo una palabra más. A juzgar por el tamaño del apartamento de Brittany y como vivía por su cuenta, supuse que no tenía mucho dinero. Quería comprarle algo de ropa para la gala benéfica de mañana. Es un evento de etiqueta, y no quería que se sintiera fuera de lugar. Además, una mujer hermosa como ella merecía llevar un hermoso vestido de diseñador.
—Déjame en frente de la tienda y estaciona atrás. Te diré cuando haya terminado —le dije a Denny.
—Diviértete comprando vestidos para otra chica, Santana. —Me sonrió.
Rodé los ojos cuando salí de la limusina. Entré en Saks y me encontré con una mujer que conocía como Jillian.
—Santana Lopez, hace mucho tiempo que no nos vemos y no follamos. —Sonrió.
—Hola Jillian, me alegro de verte, como siempre. —Sonreí y la besé en la mejilla.
—¿Dónde te has estado escondiendo? He estado esperando saber de ti —dijo mientras suavemente puso su mano sobre mi hombro.
—He estado muy ocupada, Jillian. He estado trabajando duro, tratando de asegurar un acuerdo de negocios. Por desgracia, no tengo tiempo para nada más.
¿A quién engañaba? Tenía tiempo, siempre hacía tiempo para el sexo. Simplemente no he querido tener nada que ver con otras mujeres desde que conocí a Brittany. A pesar de que sólo era una amiga para mí, es la única mujer con la que quiero pasar el tiempo.
—Bueno, llámame cuando encuentres tiempo. Compré algunos juguetes nuevos que me gustaría intentar contigo. —Guiñó un ojo.
Me despedí cortésmente y me dirigí por la escalera mecánica hacia la sección de vestidos. No es algo que hiciera por ninguna mujer, a excepción de mi hermana. Enviaba sus vestidos de vez en cuando para ciertas galas. Ella se enojaba porque decía que le gustaba ir de compras y que podía escoger sus propios vestidos. Sin embargo, siempre le encantaban los que yo elegía.
—Santana Lopez, ¿cómo estás? —Camille sonrió mientras me daba un abrazo rápido.
—Estoy bien, Camille —le contesté.
—Vi a tu madre aquí ayer. Estaba comprando vestidos para el evento de mañana. ¿Qué te trae por aquí hoy?
—Estoy buscando algunos vestidos que me gustaría que me mostraras para una amiga mía. Estará presente en la gala benéfica conmigo mañana por la noche. Mide aproximadamente 1.70 y es muy delgada.
Camille me miró y puso su dedo en los labios. —Descríbeme el pelo y los ojos —dijo.
—Tiene el pelo largo y rubio, y sus ojos son color celeste —le contesté.
Me llevó a una pared con un estante de vestidos que acababan de llegar. Me senté en el sofá frente a la pared, mientras Camille sacaba vestidos para mostrarme. Elegí diez que pensé que lucirían bien en Brittany. El último vestido que Camille me mostró era un Badgley Mischka, de encaje sin tirantes de color negro. Lo visualicé en Brittany, y de todos los vestidos, fue mi favorito. Me levanté y le di la dirección de Brittany a Camille.
—Escoge unos zapatos que hagan juego con el vestido, y tal vez algo de joyería también —dije mientras comenzaba a alejarme.
—No te preocupes, Santana, yo me encargo de todo. —Sonrió.
Cuando salía de Saks, mi teléfono empezó a sonar. Miré a la pantalla y el nombre de Quinn apareció.
—Hola, Quinn —respondí.
—¿Qué diablos está pasando, Santana? —gritó.
—Cálmate, Quinn. ¿Cuál es el problema?
—¿Por qué no estoy en la lista para el evento de caridad de mañana por la noche?
Suspiré pesadamente porque había esperado esta llamada. —Lo siento, Quinn, pero yo no hice la lista.
—Sabías que yo no estaba en la lista, ¿verdad? —Sonaba enojada.
—Por supuesto que sí, pero no hay nada que pueda hacer. Sólo hay una cierta cantidad de asientos disponibles. De todos modos, no tengo tiempo para esto. Me tengo que ir.
—¡Espera! —gritó—. Escuché un rumor de que estás llevando a alguien para el evento de mañana por la noche.
—Eso no es asunto tuyo, Quinn. ¿Cuántas veces vamos a hacer esto?
—¿Entonces es verdad? —preguntó.
—Si quieres saberlo, entonces sí, voy a llevar a una amiga conmigo—dije mientras me deslizaba en el asiento trasero—. Me tengo que ir, Quinn, estoy trabajando.
Presioné el botón para cortar antes de que pudiera decir una palabra más. Lo último que necesitaba era que asistiera al evento, y dijera algo delante de Brittany. Empezaba a sentirme estresada, y tenía que ir al gimnasio para un buen entrenamiento. Tan pronto como llegamos al penthouse, agarré mi bolso y me dirigí al gimnasio. Corrí en la cinta e hice algunas vueltas alrededor de la piscina. Me encontraba en mi camino a los vestuarios cuando Stephanie me detuvo en el pasillo.
—Tenía la esperanza de que aparecieras aquí hoy. —Sonrió.
—¿Por qué? —Le devolví la sonrisa.
Tenía una mirada seductora en sus ojos que me dijo que quería sexo, y lo quería ahora. Se sentía como una eternidad desde que tuve sexo, y me estaba volviendo loca. Me llevó a un pequeño cuarto donde se guardaban las toallas. La empujé contra la pared y pasé la mano por su camisa, sintiendo sus grandes pechos y pezones endurecidos mientras besaba mi cuello. Moví mi mano lentamente por su torso y la parte delantera de sus pantalones cortos hasta que sentí al borde de su tanga. Stephanie alcanzó la parte delantera de mi traje de baño y de repente se detuvo, me alejó y me miró fijamente.
—¿Qué demonios, Santana? Ni siquiera estás mojada —espetó.
No podía creer lo que estaba sucediendo, ya que nunca me había pasado antes. Suspiré y di un paso atrás mientras me pasaba las manos por el cabello y sacudía la cabeza.
—No sé cuál es el problema. He estado bajo mucho estrés en el trabajo.
Abrió la puerta y me miró. —El sexo es el mejor alivio para el estrés en la vida, así que quizás es algo más. Llámame cuando lo averigües —dijo mientras salía.
Entré al vestuario y me vestí. Maldita sea, Brittany Pierce. No podía dejar de pensar en ella. No sólo jodía con mi cabeza, ahora está arruinando mi vida sexual. Salí del gimnasio y me metí en el Range Rover. Presioné mi cabeza en el volante por un momento mientras trataba de averiguar lo que iba a hacer.
Conduje al penthouse y tiré mi mochila en la cama. Me quedé de pie en la ducha y dejé que el agua caliente corriera por mi cuerpo. No podía dejar de pensar en Brittany y cuál sería su reacción cuando Camille apareciera en su apartamento con los vestidos. Salí de la ducha y limpié el vapor del espejo con la mano. Miré a la mujer en el espejo y ya no reconocí lo que vi. Mi corazón estaba como loco, y mi mente estaba jodida, cortesía de Brittany Pierce.
Dormí muy bien toda la noche. Estaba segura de que la cantidad de vino que bebí antes de acostarme había ayudado. Al día siguiente, me levanté, me duché, me vestí y bajé las escaleras hasta la cocina, donde Claire estaba haciendo panecillo de nueces y plátano casero.
—Buenos días, Santana. ¿Tuviste una buena noche?
—Buenos días, Claire. Hoy es domingo, y es tu día libre. ¿Qué estás haciendo aquí? —le pregunté mientras besaba suavemente su mejilla.
—¿Recuerdas que voy a tomar el día libre mañana para llevar a mi esposo al médico?
—Cierto, lo siento, lo olvidé. Gracias por hacer el pan de plátano, huele delicioso —dije mientras tomaba mi café y me sentaba en la mesa.
—Va a estar listo en unos cinco minutos. Parece como si estuvieras en un gran estado de ánimo hoy. ¿Hay alguna razón especial? —Sonrió.
Tuve la impresión por su sonrisa que sabía de Brittany. Estoy segura de que Denny le dijo, esos dos parecen decirse todo.
—La gala de caridad es esta noche, y voy a asistir con una mujer muy hermosa —le respondí mientras abría mi laptop.
—Muy bien, Santana, espero que disfrutes esta noche. —Claire sonrió mientras dejaba el plato de pan de plátano en la mesa.
Sonreí y le di las gracias. Revisé mi correo electrónico y empecé a responder algunos de ellos, cuando un texto de Brittany llegó a mi teléfono.
Hola, soy yo, Brittany… gracias por el hermoso vestido pero es demasiado y no me siento bien aceptándolo.}
Sonreí porque sabía que le encantó. Quería hacerla sentir como una princesa esta noche, incluso si es sólo una amiga.
Por nada y no es demasiado, te veo lista a las seis en punto. Le contesté.
Me sentía ansiosa por ver qué vestido eligió. Todos eran impresionantes, pero el negro de encaje sin mangas era mi favorito. Me imaginaba ese vestido, abrazando su pequeña silueta, y con sus pechos levantados, formando un escote sexy. Imaginé su cabello en rizos, cayendo en cascada sobre sus hombros y su sonrisa cuando la recogiera. Maldita sea esa sonrisa. Al instante me sentí muy excitada y necesitaba subir para ocuparme de mí misma. Esto se ha convertido en un hábito diario ya que no he tenido sexo en mucho tiempo. ¿Cómo demonios iba a controlarme con ella esta noche?
Me puse un vestido rojo, arreglé mi pelo, y me puse mi perfume chanel. ¿Por qué demonios me ponía tan nerviosa? Me puse mis aretes y me dirigí a la planta baja. Mi teléfono sonó. Lo tomé de mi pequeño bolso, y vi que era mi madre.
—Hola, mamá —le contesté.
—Santana, cariño, no asistiremos al evento. Necesito que envíes nuestras disculpas a todas las personas.
—¿Por qué? ¿Qué ha pasado? —pregunté.
—Nada para preocuparse cariño, estamos todos enfermos con gripe.
—Lo siento, mamá, ¿hay algo que necesites?
—No, Santana, sólo envía nuestras disculpas y pasa un momento agradable.
—Llámame si me necesitas, para lo que sea. —Le hice prometer.
Me dirigí al garaje, donde Denny me esperaba. Me deslicé en la parte de atrás de la limusina y tomé una respiración profunda. Denny me miró a través del espejo retrovisor.
—¿Estás bien, Santana? —preguntó.
—Estoy bien, Denny. Vamos a recoger a la señorita Pierce.
Nos detuvimos en la acera de su edificio de apartamentos. Me bajé y caminé hasta la puerta, luego golpeé y esperé a que respondiera. El momento en que se abrió la puerta, tomé una respiración profunda al ver a Brittany allí, con mi vestido favorito. Una sensación de embriaguez se apoderó de mí mientras sonreía. Maldita sea esa sonrisa.
—¿Tenías miedo de que me asaltaran entre la puerta y tu coche? — Sonrió.
—Muy graciosa Brittany —le sonreí.
Empujó mi hombro juguetonamente, y le regresé el empujón. Denny abrió la puerta para nosotras y con gracia se deslizó en el asiento. Subí y me senté a su lado. Tomé una copa y se la di mientras le servía champán. Una vez más, mi corazón comenzó a latir más rápido de lo normal, y mis palmas sudaban. Sostuve mi copa hacia ella.
—Te ves hermosa, Brittany. Es hermoso el vestido —le dije.
—Gracias Santana, tenía la esperanza de que te gustara esto. —Me guiñó un ojo mientras extendía su copa hacia la mía.
Ella era exquisita. El vestido la abrazaba justo como había imaginado que lo haría, enmarcando su pequeño cuerpo. Su cabello rizado estaba recogido, lo que hacía destacar el cuello alargado y pequeños pendientes de lágrima de diamante colgaban perfectamente de sus orejas. Inhalé sutilmente su esencia, ya que llenaba el espacio cerrado. No hacía falta decir que me estaba excitando. Me di cuenta de que esta iba a ser una larga noche.
Denny se detuvo en la entrada del hotel y se bajó para abrir la puerta de Brittany. Caminé a su lado, le tomé la mano y la ayudé a salir de la limusina. Su mano era cálida y suave, y el fuego se encendió a través de mi cuerpo cuando la toqué.
—¿Crees que puedes portarte bien esta noche? —Sonreí mientras extendía mi brazo hacia ella.
—No lo sé, no puedo prometer nada. —Sonrió mientras envolvía su brazo en el mío.
Entramos en el hotel y nos dirigimos por el pasillo hacia el gran salón de baile. Era uno de los salones más elegantes de Nueva York. Necesitaba un trago, y lo necesitaba en ese instante.
—¿Quieres algo de la barra? —le pregunté.
—Voy a tomar una copa de vino blanco, por favor.
Le dije que esperara en la mesa mientras me iba al bar y conseguía nuestras bebidas. Le di la copa de vino, mientras bebía la mía y admiraba a la mujer más bella en el salón de baile de pie delante de mí. Vi a un buen amigo y colega, Robert y su mujer, de pie en el otro lado de la habitación. Toqué ligeramente el codo de Brittany y la acompañé a donde él y su esposa se encontraban de pie.
—Buenas noches, Santana —dijo Robert cuando nos dimos la mano.
—Hola, Robert, Courtney, me gustaría que conocieran a Brittany Pierce, una amiga mía.
—Tienes hermosas amigas, Santana. —Sonrió mientras besaba suavemente la mano de Brittany.
Le di una pequeña sonrisa y vi como Courtney miró a Brittany de arriba abajo. Courtney y yo teníamos un poco de historia, y eso la dejó rencorosa. Se enamoró fuertemente y quería más, pero yo no tenía nada para dar. Robert puso su brazo alrededor de mí y me llevó a un lado, donde las mujeres no podían oír.
—Santana, Quinn vendrá. Sólo pensé que deberías saberlo —dijo.
—¿Qué? Pensé que te había dicho que te asegurarás de que no estuviera aquí —le espeté.
—Lo hice, pero luego ella fue y extasió a Gina Frankel, y aprovechó la oportunidad. Ya sabes cómo es con las mujeres hermosas.
—Maldita sea. —Sacudí la cabeza.
Caminamos de vuelta a donde Brittany y Courtney se encontraban de pie. Puse la mano en la parte baja de la espalda de Brittany y la acompañé de nuevo a la mesa. Tenía que tratar de encontrar a Quinn antes de que vea a Brittany. Saqué la silla para ella y me excusé para ir al baño.
Me dirigí por el pasillo y vi a Quinn entrar en el salón de baile con Gina. Me vio y sonrió. Estaba enojada con ella y ella lo sabía.
—Gina, me alegro de verte, amiga. —Sonreí mientras ponía mi brazo alrededor de ella—. Por qué no vas a la barra y buscas una copa para ti y Quinn. Te va a encontrar en la mesa, pero antes, hay algo que tengo que hablar con ella.
Ella asintió y caminó por el pasillo hasta que llegó a la sala de baile. Tan pronto como estuvo fuera de la vista, me giré para mirar a Quinn con la ira ardiendo en mis ojos.
—¡¿Qué demonios estás haciendo aquí?! —le dije con los dientes apretados, mientras miraba alrededor para asegurarme de que nadie nos miraba.
La apoyé contra la pared. —Relájate, Santana, Gina me preguntó si me gustaría acompañarla, y amablemente acepté. ¿Hay una razón por la que no me quieres aquí?
Aparté la mirada y luego la miré de nuevo. La agarré del brazo y la llevé al otro lado de la esquina. —Estoy aquí con alguien, y que Dios me ayude Quinn, si incluso le dices una palabra… Te juro...
—No te preocupes, Santana , no voy a derramar nuestro pequeño secreto a tu nuevo juguete. —Sonrió diabólicamente.
Me quedé mirándola fijamente, y ella sabía que estaba enojada. —¿Quedó claro, Quinn?
—No te preocupes, te has explicado perfectamente —susurró.
Me di la vuelta y me dirigí de nuevo a la sala de baile. Al acercarme a la entrada, noté que Brittany bailaba con otro hombre, y la ira comenzó a arder en mi interior. Fui a la pista de baile y le di un golpecito al hombro de Andrew.
—Disculpa, Andrew, pero ella está aquí conmigo.
Me dio una mirada de disculpa. —Señora Lopez, me disculpo, no sabía que era suya.
Se hizo a un lado mientras tomaba su lugar, colocando la mano en su cintura y tomando su mano en la mía. Su mano era muy suave, y se sentía bien sostenerla.
—¿Te dejo sola un minuto y te vas y empiezas a bailar con hombres extraños? ¿A eso le llamas comportarse?
Entrecerró los ojos en mí. —Me dejaste sola para desaparecer con la mujer que te abofeteó en el Club.
La miré con confusión. —¿Viste eso?
Sacudió la cabeza. —Sí, creo que mucha gente vio eso.
—Entonces, vamos a ver si lo he entendido, ¿me viste antes de que me encontraras ebria afuera? —pregunté con curiosidad.
—Sí, estaba sentada en el bar, ¿por qué? —Ladeó la cabeza.
—Interesante —dije mientras las comisuras de mi boca se curvaron.
—¿Qué es interesante? —preguntó—. Oh, entiendo, crees que tenía mis ojos puestos en ti desde el principio
Sonreí maliciosamente. —Tus palabras, señorita Pierce, no las mías.
Rodó los ojos y se acercó más a mí, llevando sus labios a centímetros de mi oído. No pude evitar inhalar su aroma seductor mientras susurraba—: Es una mujer muy egocéntrica, señora Lopez.
Cerré los ojos porque su esencia era hipnotizante. Olía a lilas. Este baile tenía que terminar rápidamente o sino ella iba a tener una idea equivocada, si sabes lo que quiero decir. Procedió a preguntarme por qué elegí representar esta caridad. Eso es algo que es muy personal para mí, y no sentí la necesidad de compartir algo tan personal con ella. Después de todo, sólo somos amigas.
—¿Por qué está obra de beneficencia concreta? —preguntó.
—¿Por qué no? —pregunté vagamente.
—¿Por qué, entonces? —continuó.
Miré directamente a la multitud. —Es sólo una obra de caridad con las que mi empresa está involucrada, ¿por qué es tan importante para ti saber una razón específica?
—Simplemente olvida que pregunté —dijo mientras se negaba a mirarme.
—Estás enfadada —le dije.
—Sabrás cuando estoy enfadada, señora Lopez —respondió.
Los pensamientos en mi cabeza cuando dijo eso eran sexuales. No puedo evitarlo. Gracias a Dios que la música terminó cuando lo hizo porque mi exitacion era demasiada y más tiempo con nuestros cuerpos presionados una contra la otra era demasiado. Coloqué mi mano en la parte baja de su espalda mientras caminábamos de regreso a nuestra mesa. Le presenté a algunos de mis compañeros que ya estaban sentados. Miré a la mesa de al lado y vi a Quinn mirando a Brittany. Le lancé una mirada de advertencia, y se dio la vuelta. Nos sentamos y cenamos. Me tomé la libertad de ordenar un filete para Brittany ya que tenía que poner un poco de carne en sus huesos. No estoy seguro de si ella lo apreciaría, pero me impresionó comiendo todo el pedazo. Después de que la cena había terminado y escuchamos algunos discursos, Brittany se excusó para ir al baño.
Me levanté y me dirigí a la barra para conseguir otra copa de vino para Brittany y para mí. Me acerqué a la mesa y me sorprendí cuando vi que todavía no había regresado. Dejé las bebidas en la mesa y me fui a los baños. Me apoyé en la pared y crucé los brazos. Tenía la tentación de abrir la puerta y asegurarme de que se encontraba allí. Entró en mi mente la idea de que estuviera en problemas o simplemente se haya ido porque estaba aburrida. De repente, la puerta se abrió y Brittany pareció sorprendida cuando me vio allí de pie.
—Uh, ¿hola? ¿Por qué estás ahí de pie de esa manera?
—Porque te has ido durante bastante tiempo y quería asegurarme de que estás bien. Iba a darte cinco segundos más antes de abrir la puerta y entrar.
—Vaya, ¿demasiado acosadora? —dijo mientras se alejaba.
—Por última vez, no soy una acosadora, estaba preocupada por tu seguridad —suspiré.
La vi sonreír ligeramente. Maldita sea esa sonrisa. No tengo ni idea de qué demonios está pasando conmigo. Quiero tocarla, y quiero sentir su piel desnuda contra la mía. Mierda, esto no es bueno. Tal vez cometí un error al traerla aquí. ¿La estoy engañando? Sólo somos amigas, y espero que lo entienda. Quería golpear mi cabeza contra la pared y meter algo de sentido dentro de ella. Tomé una respiración profunda. Brittany se sentó y bebió un sorbo de vino. Necesitaba hablar con un amigo mío, así que le dije que pronto estaría de vuelta. Caminé unos metros más allá y hablé con Paul acerca de la empresa que trataba de adquirir. Mis ojos seguían moviéndose hacia ella mientras estaba sentaba allí y se veía tan hermosa. Vi sus labios tocar el borde de la copa de vino con cada sorbo que tomaba, dejando una marca de su lápiz labial. Paul se dio cuenta que miraba a Brittany.
—Santana, pareces distraída —dijo mientras se daba la vuelta y miraba hacia Brittany.
—Lo siento, Paul, estoy escuchando, por favor continúa.
—Yo también estaría distraído si tuviera esa hermosa mujer en la mira. —Sonrió.
—¿Sabes qué, Paul? Vamos a continuar esto mañana. Tengo una reunión a las diez, pero, por favor llama a Valerie y haz que arregle algo — le dije.
Me dio una palmadita en el brazo y se alejó. Vi a Quinn desde el otro lado de la habitación, mirando a Brittany. Ya era hora de sacarla de aquí. Me acerqué a la mesa y suavemente puse mi mano sobre su hombro.
—¿Estás lista para marcharnos? —le pregunté.
—Lo estoy si tú lo estás —respondió.
Lo que no le dije fue que no iba a poder acompañarla a casa. Necesitaba quedarme y tener una charla con Quinn. También tenía que repensar esta situación con Brittany. Mi cabeza ha estado jodida desde que la vi, y tengo que poner fin a esto. Ella se merece algo mejor que yo, ya que no soy la mujer que cree que soy. Le haré daño tarde o temprano, o ella me lo hará a mí y no estoy dispuesta a eso. Caminamos hasta donde Denny nos esperaba, y abrí la puerta para Brittany.
—Voy a hacer que Denny te lleve a casa, yo tengo algo que necesito solucionar aquí —le dije mientras tomaba su mano y la besaba suavemente—. Gracias por venir conmigo esta noche, espero que hayas pasado un buen rato.
Me miró con sus ojos azules claros, y pude ver la decepción en ellos.—Pasé un rato maravilloso, gracias por invitarme.
Le hería que no la acompañara, y por primera vez, me dolía el corazón al dejarla en esa limusina sola. Odiaba esa sensación, así que la aparté. No tengo otra opción. Tengo que acabar con esto. Regresé al hotel para encontrar a Quinn y hablar con ella, pero no estaba por ninguna parte. Me senté en el bar del vestíbulo del hotel y pedí una copa de vino para ahogar mis sentimientos. Un rato más tarde, cuando estaba dispuesta a pedir mi segunda copa, Denny llamó.
—Denny, ¿qué pasa?
—Pensé que deberías saber que la señorita Pierce me obligó a llevarla a la playa.
—¡Qué! Te di órdenes para llevarla a casa —le grité.
—Santana, ya sabes cómo es la señorita Pierce, y no me dio otra opción. Casi estoy en el hotel para recogerte.
—¿No sabes lo peligroso que es que una mujer joven esté sola en la playa por la noche? ¡Su indiferencia por la seguridad es ridícula! —Colgué el teléfono y salí a la calle cuando Denny se detuvo junto a la acera.
—Llévame directamente al penthouse para que pueda recoger el Range Rover —le dije cuando entré en la limusina.
—Lo siento, Santana, pero no me dejó otra opción. Es una chica muy terca, y dijo que si tenías un problema con eso, entonces ella misma lidiaría contigo. —Sonrió ligeramente.
—¿De verdad? ¿Dijo eso?
Denny asintió. —Como he dicho antes, Santana, has conocido a tu igual con la señorita Pierce.
Nos detuvimos en el estacionamiento, me subí al Range Rover y conduje a la playa. Se encontraba a sólo unos diez minutos en auto. Estaba furiosa con ella por hacer esto. Cómo se atrevía a desafiar mis órdenes y poner a Denny en esa posición de desobedecerme.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Perdón por dejar solo un capitulo, poco tiempo en estos días y demasiado que hacer, estare actualizando mañana de nuevo, espero sus comentarios, es interesante ver la perspectiva de Santana, sobre todo porque aclara muchas cosas sobre Quinn.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
tranquila pero que buena que es la narracion de santana!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Me encanta Santana y me gusto tu capitulo mas largo!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Estoy más que encantada con cada capítulo :')
Obviamente me gustaría leer más, pero no te presiono a subirlos,
entiendo tienes una vida... sólo me resta darte las gracias, por todo
Saludos, nos leemos mañana n.n
Obviamente me gustaría leer más, pero no te presiono a subirlos,
entiendo tienes una vida... sólo me resta darte las gracias, por todo
Saludos, nos leemos mañana n.n
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Espero con ansias el capítulo
Saludos y cada vez más interesante desde
La perspectiva de Santana
Saludos y cada vez más interesante desde
La perspectiva de Santana
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Capitulo 7
CAPITULO 7
Estacioné la Range Rover y me bajé. El ambiente se encontraba bastante cálido para ser esta época del año. Miré hacia el océano buscando a Brittany. El agua lucía hermosa de noche con la luz de la luna brillando, iluminando cada ola que chocaba contra la orilla. Entendía por qué quería venir aquí. La encontré justo a la orilla del agua mientras la luz de la luna caía sobre ella e iluminaba su silueta. Podía escuchar una ligera risa viniendo de ella cuando sus pies tocaban el agua. Estaba tan llena de vida; era un espíritu libre. Me quedé allí de pie con los brazos cruzados y me aclaré la garganta.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —dije con voz enojada.
Su cuerpo se tensó y giró para mirarme. —¿Qué estás haciendo aquí, Santana? ¿No tienes asuntos que concluir?
—Estoy aquí porque no fuiste a casa y obligaste a mi chofer a desobedecer mis órdenes. —dije abruptamente.
—Bueno, era una bonita noche y quería estar aquí; es mi lugar favorito.
—Hay tiempo y lugar para estar aquí, Brittany, pero no ahora.
—Lamento que te sientas así, pero no he terminado aquí todavía y no me voy a ir.
—Brittany Pierce, vámonos —comandó mi voz.
—No seas tan gruñona y si quieres que me vaya entonces tendrás que atraparme. —Rió y luego comenzó a correr por la playa.
—¡Por el jodido amor de Dios, Britt, me estás cabreando! —grité y comencé a perseguirla.
Casi la alcanzaba. Pude notar que le comenzaba a faltar el aire cuando empezó a bajar la velocidad. La alcancé por detrás y la tome de la cintura. Me alegraba que fuese de noche porque así no podía ver mi media sonrisa. Comenzó a patear y a gritar mientras la arrastraba por la arena.
—¡Bájame, Santana Lopez!
—¡De ninguna manera! Volverás a salir corriendo y he terminado de jugar.
—No lo haré, lo prometo, de todas formas estoy sin aliento, por si no te has dado cuenta —dijo.
Sabía que ya se encontraba sin aliento, así que la bajé con gentileza. Inmediatamente cayó sentada sobre la suave arena en ese costoso vestido de diseñador. No podía creer lo que estaba viendo cuando estiró su mano en mi dirección y me pidió que me sentara a su lado.
—No voy a sentarme en la arena con este caro vestido —dije.
Dirigió su mirada hacia la oscura agua nocturna, y suavemente dijo—: Vive un poco, Santana, la vida es demasiado corta.
Sus palabras fueron serias. Ya no estaba jugando. En contra de mi voluntad, me senté junto a ella. No me miró, pero las esquinas de su boca se encontraban ligeramente levantadas. Nos sentamos en silencio durante un rato. Miré el agua con atención, intentando ver lo que ella veía. Vino aquí por una razón, y ahora algo rondaba por su cabeza. Estuve a punto de preguntarle si se encontraba bien, cuando comenzó a hablar.
—Era mi decimosexto cumpleaños cuando me diagnosticaron cáncer. ¡Oye, felices dieciséis! ¿Adivina qué? Tienes cáncer.
Me quedé helada por lo que dijo. ¿Por qué me estaba diciendo algo tan personal? Tragué con fuerza, sin saber qué decir. Su voz era suave y su mirada se encontraba enfocada hacia la distante agua del océano. Quería rodearla con mis brazos y apretarla con fuerza, pero no podía. Tenía miedo de su reacción. Estiré mi brazo y envolví su mano con la mí mientras susurraba—: No tienes que hacer esto. —Vi como tomó aire súbitamente al continuar.
—No podía soportar la idea de que mi padre tuviera que pasar por esa tortura y dolor de nuevo como con mi madre, así que decidí hacerle prescindir de eso.
—Brittany —murmuré al inclinarme más cerca. Todavía tenía su mano en la mía, y no intentó separarnos. La sensación en mi interior fue abrumadora cuando froté suavemente su cálida piel con mi pulgar.
—Él se iba a una de sus borracheras, y yo sabía que no estaría en casa hasta la medianoche, así que era mi oportunidad para poner en acción mi plan. Llené la bañera con agua caliente, me relajé y tomé una hoja de afeitar para ambas muñecas. Puedes creerte que esa fue la única noche que olvidó su billetera y regresó a casa antes; hablando de suerte, ¿no? Me encontró y llamó al 911. Casi no lo logro; había perdido mucha sangre.
No podía decir una palabra. Tenía un enorme nudo en la garganta, así que sólo me quedé allí, sosteniendo su mano. Estaba sintiendo su dolor, y me dolía muchísimo saber que mi amiga, esta hermosa mujer, pasó por algo tan terrible.
—Supongo que Dios tenía otros planes para mí. Pasé por un año de quimioterapia y entré en remisión. Me dieron una segunda oportunidad en la vida, y por eso estoy agradecida. Como dije ayer, era joven y estúpida, y cometí un terrible error.
La abrumadora necesidad de abrazarla ganó. Solté su mano y coloqué mi brazo a su alrededor, acercándola a mí. Ella descansó su cabeza sobre mi hombro.
—Es por eso que tienes esta imperiosa necesidad de ayudar a los demás, ¿no? —pregunté al besar ligeramente la parte superior de su cabeza—. Eres una buena persona, Brittany Pierce —susurré en su oído.
Esta noche representaba un momento crucial para mí. Brittany bajó su guardia y me permitió ver su lado roto. Supe que tenía un pasado tormentoso cuando vi cicatrices en sus muñecas. Nunca se me hubiese ocurrido que había tenido que librar una batalla contra el cáncer. Cerró los ojos al permitir que su cabeza descansara sobre mi hombro. Se
encontraba exhausta y era tarde. Necesitaba llevarla a casa. La ayude a levantarse de la arena, rodee su cintura con mi brazo y la llevé por toda la playa. Rodeó mi cuello con sus
brazos y descasó su cabeza contra mi hombro. La sostuve con fuerza. Necesitaba que se sintiera segura conmigo. Abrí la puerta de la Range Rover y la recosté con gentileza en el asiento delantero. Comenzó a agitarse, así que le susurré—: Duerme, ángel.
Salí del estacionamiento y conduje hasta su apartamento. La miraba a cada momento para verla dormir pacíficamente. Lucía como un ángel. Todo lo que intenté enterrar esta noche volvió a la superficie y ahogó mis miedos con un poco de esperanza. Quizás, sólo quizás, algo más pueda salir de nuestra amistad algún día. Me estacioné junto a la acera frente a su departamento. Su bolso se encontraba junto a ella, así que lo abrí y tomé sus llaves. Salí del auto, caminé hacia el lado del pasajero, y abrí la puerta. Con mucho cuidado, la ayude a levantarse, ella rodeó mi cuello con sus brazos, y la llevé hacia la puerta. Inserté la llave, pasé la cerradura y pateé ligeramente la puerta con mi pie para abrirla. La llevé por el pasillo hasta su cuarto y poco a poco la deslicé en su cama. Miré alrededor de la habitación y encontré una cobija en la esquina. Caminé hasta allí, la tomé y la cubrí con ella para mantenerla caliente. Me quedé de pie frente a ella mientras dormía y acaricié su suave mejilla con el dorso de mi mano. — Duerme, ángel. —No se movió ni emitió sonido alguno.
Salí de la habitación y me detuve en medio del apartamento. Miré a mí alrededor al espacio prácticamente vacío que era su hogar. Me recordaba a una caja. Con la venta de sus pinturas podría mudarse a un apartamento más grande y mejor. Tomé la decisión de que la ayudaría a encontrar uno.
***
A la mañana siguiente, después de mi ducha, me senté en el borde de mi cama y miré mi celular, debatiéndome entre si debía o no enviarle un mensaje a Brittany. Miré mi reloj, aún era temprano, pero decidí enviarle uno de todas maneras.
Hola, espero que durmieras bien, sólo quería ver si estabas levantada y cómo te sentías
Al apretar el botón de enviar escuché voces provenientes de abajo. ¿Quién demonios está aquí a estas horas de la mañana? Bajé hasta la cocina, dónde encontré a Quinn hablando con Denny.
—Quinn, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Viste qué hora es? —pregunté en tono irritado.
—Buenos días, Santana. Luces muy hermosa esta mañana. —Sonrió al caminar hasta mí y acomodar mi cabello.
Rodé los ojos y me dirigí a la cafetera. —Contesta la pregunta, Quinn.
—Phil me pidió que te trajera estos papeles. Dice que lo lamenta, pero que no podrá estar en la oficina hasta más tarde, y dijo que los necesitabas para tu reunión. Así que le dije que te los traería personalmente.
Se detuvo junto a mí y estiró su brazo para tomar una taza. Suspiré y me quité de su camino. —Gracias por traerme los papeles, Quinn, ya puedes irte.
—Santana, ¿por qué tienes que ser tan insensible? Aprovecharé el viaje contigo. ¿Por qué pagaría por un taxi cuando ambas nos dirigimos al mismo sitio?
Tomé mi café y me dirigí a mi oficina para revisar el papeleo antes de mi reunión con Lopez Enterprises. Mi teléfono pitó y me encontré un mensaje de Brittany.
Buenos días, dormí bien y me siento bien, gracias por preocuparte. Espero que tengas un día estupendo y que no trabajes muy duro.
Sonreí al leer sus palabras. Respondí rápidamente. Me alegra que te sientas bien, y siempre trabajo duro, es por eso que tengo tanto éxito.
Te creo, y gracias por cuidar de mí anoche, ¡te debo una!
Miré la hora, y si no me movía, iba a llegar tarde para mi reunión. Rápidamente le respondí.
Considéralo un pago por la vez que me llevaste a casa a salvo. Tengo una reunión, luego hablamos.
Adiós, Santana.
Salí hacia el pasillo donde Quinn me estaba esperando. —Denny nos está esperando en la limo —dijo.
—Ahí es donde espera todos los días, Quinn —suspiré.
Subimos a la limusina, y Quinn comenzó con sus tácticas. Se inclinó sobre mí y coloco su mano en mi pierna.
—¿Por qué no nos juntamos esta noche y nos divertimos un poco? Ha pasado muchísimo tiempo, Santana, y estoy cansada de que me evites—se quejó.
Quité su mano de pierna antes de que intentara subir mi falda. —Tengo planes para esta noche. Lo siento.
—Últimamente siempre tienes planes —lloriqueó—. Esto no tendrá nada que ver con esa chica con la que estuviste anoche, ¿verdad?
—Brittany no tiene nada que ver. Te he explicado millones de veces que he estado ocupada. Tú trabajas en Lopez Enterprises; sabes lo mucho que he estado trabajando para intentar asegurar la adquisición de esta compañía en Chicago.
Estiró la mano y tomó la mía. —Santana, tienes que tomarte un descanso. Me preocupo por ti.
Aparté mi mano. —Recuerda las reglas, Quinn —gruñí. Se giró y miró por la ventana. Podía ver a Denny lanzándome una mala mirada por el espejo retrovisor. Finalmente llegamos a Lopez Enterprises, y Quinn salió del auto hasta la acera. La seguí. Mientras salía de la limusina, reajusté mi falda y mi blusa, ya que me la había desarreglado toda. Miré hacia la multitud de gente, apurados para llegar a sus destinos, y vi a Brittany a pocos metros de pie en medio de la acera y mirándome con un café en la mano. Sonrió ligeramente y me saludó con una mano. Me sentía furiosa en ese momento, ya que debió haber visto a Quinn saliendo de la limosina. La mirada en su precioso rostro era triste. Sólo Dios sabe lo que estaría pensando en este momento. Intentó sonreír falsamente, pero no pudo esconder el hecho de que se encontraba lastimada. Vi su expresión herida cuando me miró. No podía forzar una sonrisa porque me encontraba molesta de que nos hubiera visto de esta manera. Quería caminar hacia ella, abrazarla y decirle lo mucho que había disfrutado anoche, pero sólo logré saludarla con la mano mientras entraba en el edificio. Maldición, ¿qué voy a hacer? La lastimé de nuevo, justo como anoche, cuando la metí en la limusina para enviarla a casa sola.
***
Mi reunión había terminado positivamente y me encontraba de muy buen humor. Tuve una idea, así que le envié un mensaje a Danny.
Esta noche cenaré con la Srta. Pierce. Creo que me dijo anoche que salía del trabajo a las 6:00 pm. Necesito que vayas a recogerla a su lugar de trabajo y la lleves a The Steakhouse donde la estaré esperando.
¿Sabe ella que lo acompañará a cenar?, preguntó.
Lo sabrá cuando la recojas.
Muy bien, Santana.
Ese último mensaje me dio la impresión de que Denny no creía que Brittany cenara conmigo esta noche.
Terminé el día y miré mi reloj. Ya eran las 5:30 pm. Salí de mi oficina y tomé un taxi hasta el restaurante. Me senté en una cabina y esperé a Brittany para que me acompañara. Quería hablar con ella sobre lo que vio esta mañana. No sabía cómo iba a explicarlo, pero debía pensar en algo rápido. Eran las 6:30 pm, y Denny ya debía haber estado aquí. Justo cuando iba a sacar mi teléfono para llamarlo, lo vi caminando hacia mí.
—La Srta. Pierce me mandó a decirte que no está disponible esta tarde y que ya tiene planes. También dijo que si querías cenar con ella, entonces tenías que levantar el teléfono y pedírselo —comenzó a reírse.
—Me alegra que encuentres esto gracioso, Denny.
—Lo siento, Santana, pero ella no acata órdenes de nadie. Es una entre un millón.
Sacudí la cabeza y bajé la mirada. —Está enojada por lo de esta mañana. Sé que lo está. Tienes razón, Denny, es una entre un millón, y necesito arreglar las cosas. Llévame a su apartamento —dije mientras salíamos del restaurante.
—No está en su apartamento —dijo Denny.
—¿Cómo lo sabes?
—La seguí después de que declinara tu invitación a cenar. Está cenando sola en un restaurante de pizzas llamado Pizzapopolous.
—Entonces, al parecer allí es donde cenaré esta noche.
Me quedé de pie frente a la ventana y la miré sentada en una mesa pequeña, buscando algo en su bolso. Lucía tan hermosa como lo hacía anoche. Entré en el pequeño restaurante y me senté frente a ella. Subió la mirada y rodó los ojos. Esa actitud suya era excitante.
—¿Así que aquí es donde quieres cenar? —pregunté.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —Sí, Santana, aquí es donde voy a cenar esta noche, y no creo que estuvieras invitada.
Coloqué una mano sobre mi corazón. —Ay, eso duele, Brittany. Te invité a cenar y me rechazaste, así que me tomé la libertad de acompañarte.
—¿Cómo sabes que quiero compañía? —preguntó.
Coloqué mis manos sobre la mesa y las entrelacé. —No lo sé, pero ya que estoy aquí podríamos cenar juntas —dije mientras le echaba un vistazo al restaurante.
Sacudió la cabeza y sonrió ligeramente. Abrí el menú y lo miré cuando la mesera se detuvo en la mesa para tomar nuestras órdenes. Solía comer pizza cuando era una niña. No la había comido en años y no comenzaría a hacerlo ahora. Justo cuando daba mi orden de ensalada de antipasto, Brittany se estiró y me arrancó el menú de las manos.
—No te puedes sentar en un lugar donde venden pizza y pedir una ensalada —dijo.
La mesera me estaba mirando y no se detenía para voltear su mirada hacia Brittany. Ella se aclaró la garganta para llamar su atención.
—Queremos una pizza grande con pepperoni, champiñones y aceitunas negras, una ensalada grande antipasto y una ración de palitos de pan. —Sonrió.
Levanté mi dedo y lo llevé hasta mis labios. —¿De verdad crees que voy a comer esa pizza?
—No creo que lo vayas a hacer, sé que lo vas a hacer. —Sonrió.
Maldita fuera esa sonrisa. Cada vez se me hacía más difícil decirle que no a esta chica. Es como si tuviera algún tipo de control sobre mí, y simplemente no podía evitarlo cuando me encontraba a su alrededor. La mesera trajo la pizza y la colocó en medio de la mesa. La miré y luego a Brittany, quien se encontraba colocando una rebanada en mi plato. Tomé un tenedor y un cuchillo y comencé a cortarlo cuando de pronto, me sobresaltó.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás bromeando?! ¡Deja eso ahora mismo, Santana Lopez!
—¿Qué? ¿Qué demonios está mal?
—No vas a comer la pizza con cuchillo y tenedor —dijo al inclinarse sobre la mesa para quitármelos de las manos.
—Entonces, ¿cómo diablos se supone que la tengo que comer? —Fruncí el ceño.
—De esta manera, levántala y muerde —dijo mientras masticaba.
—Eso es asqueroso, y no hables con la boca llena.
Ladeó la cabeza y una sonrisa iluminó su rostro. —Si no vas a hacerlo, entonces yo lo haré —dijo al tomar la pizza de mi plato y sostenerla frente a mi boca.
—Muerde —demandó.
Levanté las cejas. —¿Tienes idea de lo sexy que suena eso? —Guiñé un ojo. Eso era lo más sexy del mundo viniendo de ella, y comencé a excitarme.
No podía negarme ante esta hermosa mujer que sostenía un pedazo de pizza frente a mi rostro, así que abrí la boca y tomé un mordisco. Valió la pena tan sólo al ver la sonrisa en su rostro.
—Mi turno. —Le devolví la sonrisa.
—¿Tu turno de qué? —preguntó.
Tomé la pizza y la sostuve ante su boca.
—Muerde —ordené.
No pude evitar sonreír, ya que fue jodidamente linda cuando tomó ese mordisco. Nos sentamos y hablamos de arte mientras comíamos pizza, ensalada y palitos de pan. Me lo estaba pasando muy bien en Pizzapopolous, compartiendo una pizza con Brittany. A una parte de mí le alegraba que hubiese rechazado mi primera invitación a cenar.
Su teléfono sonó y lo contestó con una extraña mirada en su rostro. Saqué mi celular para revisar mis mensajes y subí la mirada para ver una lágrima bajando por su rostro. Su rostro pasó de felicidad a dolor en cuestión de segundos. Sin si quiera darme cuenta de lo que hacía, cubrí su mano, que se encontraba descansando sobre la mesa. Se encontraba tan blanca como un fantasma cuando colgó el teléfono, y comencé a preocuparme.
Había recibido la devastadora noticia de que sus tíos habían muerto en un accidente de auto. Dijo que necesitaba salir de ahí mientras rápidamente se levantaba de la silla. Lancé algo de dinero en la mesa y la seguí fuera del restaurante. Lucía confundida al salir al exterior. Envolví su cuerpo y la sostuve cuando se tropezó un par de veces en la acera. Se encontraba en shock, y necesitaba llevarla a la limusina para que pudiese sentarse.
La ayudé a subirse al asiento trasero y subí detrás de ella. No dije una palabra, simplemente envolví su cuerpo con mis brazos y la sostuve contra mí para hacerle saber que me importaba. Empuñó mi blusa y comenzó a sollozar en mi pecho. Besé su cabeza y la sostuve con fuerza, permitiéndole que llorara tanto como necesitara hacerlo.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
El capitulo de hoy, espero les guste y ojala comente su parte favorita, a pesar de que son detalles que ya vimos en el primer libro, este me gusta por la perspectiva diferente, en este caso, la protagonista y porque tendremos detalles de la boda y el embarazo. Saludos.
Estacioné la Range Rover y me bajé. El ambiente se encontraba bastante cálido para ser esta época del año. Miré hacia el océano buscando a Brittany. El agua lucía hermosa de noche con la luz de la luna brillando, iluminando cada ola que chocaba contra la orilla. Entendía por qué quería venir aquí. La encontré justo a la orilla del agua mientras la luz de la luna caía sobre ella e iluminaba su silueta. Podía escuchar una ligera risa viniendo de ella cuando sus pies tocaban el agua. Estaba tan llena de vida; era un espíritu libre. Me quedé allí de pie con los brazos cruzados y me aclaré la garganta.
—¿Qué diablos crees que estás haciendo? —dije con voz enojada.
Su cuerpo se tensó y giró para mirarme. —¿Qué estás haciendo aquí, Santana? ¿No tienes asuntos que concluir?
—Estoy aquí porque no fuiste a casa y obligaste a mi chofer a desobedecer mis órdenes. —dije abruptamente.
—Bueno, era una bonita noche y quería estar aquí; es mi lugar favorito.
—Hay tiempo y lugar para estar aquí, Brittany, pero no ahora.
—Lamento que te sientas así, pero no he terminado aquí todavía y no me voy a ir.
—Brittany Pierce, vámonos —comandó mi voz.
—No seas tan gruñona y si quieres que me vaya entonces tendrás que atraparme. —Rió y luego comenzó a correr por la playa.
—¡Por el jodido amor de Dios, Britt, me estás cabreando! —grité y comencé a perseguirla.
Casi la alcanzaba. Pude notar que le comenzaba a faltar el aire cuando empezó a bajar la velocidad. La alcancé por detrás y la tome de la cintura. Me alegraba que fuese de noche porque así no podía ver mi media sonrisa. Comenzó a patear y a gritar mientras la arrastraba por la arena.
—¡Bájame, Santana Lopez!
—¡De ninguna manera! Volverás a salir corriendo y he terminado de jugar.
—No lo haré, lo prometo, de todas formas estoy sin aliento, por si no te has dado cuenta —dijo.
Sabía que ya se encontraba sin aliento, así que la bajé con gentileza. Inmediatamente cayó sentada sobre la suave arena en ese costoso vestido de diseñador. No podía creer lo que estaba viendo cuando estiró su mano en mi dirección y me pidió que me sentara a su lado.
—No voy a sentarme en la arena con este caro vestido —dije.
Dirigió su mirada hacia la oscura agua nocturna, y suavemente dijo—: Vive un poco, Santana, la vida es demasiado corta.
Sus palabras fueron serias. Ya no estaba jugando. En contra de mi voluntad, me senté junto a ella. No me miró, pero las esquinas de su boca se encontraban ligeramente levantadas. Nos sentamos en silencio durante un rato. Miré el agua con atención, intentando ver lo que ella veía. Vino aquí por una razón, y ahora algo rondaba por su cabeza. Estuve a punto de preguntarle si se encontraba bien, cuando comenzó a hablar.
—Era mi decimosexto cumpleaños cuando me diagnosticaron cáncer. ¡Oye, felices dieciséis! ¿Adivina qué? Tienes cáncer.
Me quedé helada por lo que dijo. ¿Por qué me estaba diciendo algo tan personal? Tragué con fuerza, sin saber qué decir. Su voz era suave y su mirada se encontraba enfocada hacia la distante agua del océano. Quería rodearla con mis brazos y apretarla con fuerza, pero no podía. Tenía miedo de su reacción. Estiré mi brazo y envolví su mano con la mí mientras susurraba—: No tienes que hacer esto. —Vi como tomó aire súbitamente al continuar.
—No podía soportar la idea de que mi padre tuviera que pasar por esa tortura y dolor de nuevo como con mi madre, así que decidí hacerle prescindir de eso.
—Brittany —murmuré al inclinarme más cerca. Todavía tenía su mano en la mía, y no intentó separarnos. La sensación en mi interior fue abrumadora cuando froté suavemente su cálida piel con mi pulgar.
—Él se iba a una de sus borracheras, y yo sabía que no estaría en casa hasta la medianoche, así que era mi oportunidad para poner en acción mi plan. Llené la bañera con agua caliente, me relajé y tomé una hoja de afeitar para ambas muñecas. Puedes creerte que esa fue la única noche que olvidó su billetera y regresó a casa antes; hablando de suerte, ¿no? Me encontró y llamó al 911. Casi no lo logro; había perdido mucha sangre.
No podía decir una palabra. Tenía un enorme nudo en la garganta, así que sólo me quedé allí, sosteniendo su mano. Estaba sintiendo su dolor, y me dolía muchísimo saber que mi amiga, esta hermosa mujer, pasó por algo tan terrible.
—Supongo que Dios tenía otros planes para mí. Pasé por un año de quimioterapia y entré en remisión. Me dieron una segunda oportunidad en la vida, y por eso estoy agradecida. Como dije ayer, era joven y estúpida, y cometí un terrible error.
La abrumadora necesidad de abrazarla ganó. Solté su mano y coloqué mi brazo a su alrededor, acercándola a mí. Ella descansó su cabeza sobre mi hombro.
—Es por eso que tienes esta imperiosa necesidad de ayudar a los demás, ¿no? —pregunté al besar ligeramente la parte superior de su cabeza—. Eres una buena persona, Brittany Pierce —susurré en su oído.
Esta noche representaba un momento crucial para mí. Brittany bajó su guardia y me permitió ver su lado roto. Supe que tenía un pasado tormentoso cuando vi cicatrices en sus muñecas. Nunca se me hubiese ocurrido que había tenido que librar una batalla contra el cáncer. Cerró los ojos al permitir que su cabeza descansara sobre mi hombro. Se
encontraba exhausta y era tarde. Necesitaba llevarla a casa. La ayude a levantarse de la arena, rodee su cintura con mi brazo y la llevé por toda la playa. Rodeó mi cuello con sus
brazos y descasó su cabeza contra mi hombro. La sostuve con fuerza. Necesitaba que se sintiera segura conmigo. Abrí la puerta de la Range Rover y la recosté con gentileza en el asiento delantero. Comenzó a agitarse, así que le susurré—: Duerme, ángel.
Salí del estacionamiento y conduje hasta su apartamento. La miraba a cada momento para verla dormir pacíficamente. Lucía como un ángel. Todo lo que intenté enterrar esta noche volvió a la superficie y ahogó mis miedos con un poco de esperanza. Quizás, sólo quizás, algo más pueda salir de nuestra amistad algún día. Me estacioné junto a la acera frente a su departamento. Su bolso se encontraba junto a ella, así que lo abrí y tomé sus llaves. Salí del auto, caminé hacia el lado del pasajero, y abrí la puerta. Con mucho cuidado, la ayude a levantarse, ella rodeó mi cuello con sus brazos, y la llevé hacia la puerta. Inserté la llave, pasé la cerradura y pateé ligeramente la puerta con mi pie para abrirla. La llevé por el pasillo hasta su cuarto y poco a poco la deslicé en su cama. Miré alrededor de la habitación y encontré una cobija en la esquina. Caminé hasta allí, la tomé y la cubrí con ella para mantenerla caliente. Me quedé de pie frente a ella mientras dormía y acaricié su suave mejilla con el dorso de mi mano. — Duerme, ángel. —No se movió ni emitió sonido alguno.
Salí de la habitación y me detuve en medio del apartamento. Miré a mí alrededor al espacio prácticamente vacío que era su hogar. Me recordaba a una caja. Con la venta de sus pinturas podría mudarse a un apartamento más grande y mejor. Tomé la decisión de que la ayudaría a encontrar uno.
***
A la mañana siguiente, después de mi ducha, me senté en el borde de mi cama y miré mi celular, debatiéndome entre si debía o no enviarle un mensaje a Brittany. Miré mi reloj, aún era temprano, pero decidí enviarle uno de todas maneras.
Hola, espero que durmieras bien, sólo quería ver si estabas levantada y cómo te sentías
Al apretar el botón de enviar escuché voces provenientes de abajo. ¿Quién demonios está aquí a estas horas de la mañana? Bajé hasta la cocina, dónde encontré a Quinn hablando con Denny.
—Quinn, ¿qué estás haciendo aquí? ¿Viste qué hora es? —pregunté en tono irritado.
—Buenos días, Santana. Luces muy hermosa esta mañana. —Sonrió al caminar hasta mí y acomodar mi cabello.
Rodé los ojos y me dirigí a la cafetera. —Contesta la pregunta, Quinn.
—Phil me pidió que te trajera estos papeles. Dice que lo lamenta, pero que no podrá estar en la oficina hasta más tarde, y dijo que los necesitabas para tu reunión. Así que le dije que te los traería personalmente.
Se detuvo junto a mí y estiró su brazo para tomar una taza. Suspiré y me quité de su camino. —Gracias por traerme los papeles, Quinn, ya puedes irte.
—Santana, ¿por qué tienes que ser tan insensible? Aprovecharé el viaje contigo. ¿Por qué pagaría por un taxi cuando ambas nos dirigimos al mismo sitio?
Tomé mi café y me dirigí a mi oficina para revisar el papeleo antes de mi reunión con Lopez Enterprises. Mi teléfono pitó y me encontré un mensaje de Brittany.
Buenos días, dormí bien y me siento bien, gracias por preocuparte. Espero que tengas un día estupendo y que no trabajes muy duro.
Sonreí al leer sus palabras. Respondí rápidamente. Me alegra que te sientas bien, y siempre trabajo duro, es por eso que tengo tanto éxito.
Te creo, y gracias por cuidar de mí anoche, ¡te debo una!
Miré la hora, y si no me movía, iba a llegar tarde para mi reunión. Rápidamente le respondí.
Considéralo un pago por la vez que me llevaste a casa a salvo. Tengo una reunión, luego hablamos.
Adiós, Santana.
Salí hacia el pasillo donde Quinn me estaba esperando. —Denny nos está esperando en la limo —dijo.
—Ahí es donde espera todos los días, Quinn —suspiré.
Subimos a la limusina, y Quinn comenzó con sus tácticas. Se inclinó sobre mí y coloco su mano en mi pierna.
—¿Por qué no nos juntamos esta noche y nos divertimos un poco? Ha pasado muchísimo tiempo, Santana, y estoy cansada de que me evites—se quejó.
Quité su mano de pierna antes de que intentara subir mi falda. —Tengo planes para esta noche. Lo siento.
—Últimamente siempre tienes planes —lloriqueó—. Esto no tendrá nada que ver con esa chica con la que estuviste anoche, ¿verdad?
—Brittany no tiene nada que ver. Te he explicado millones de veces que he estado ocupada. Tú trabajas en Lopez Enterprises; sabes lo mucho que he estado trabajando para intentar asegurar la adquisición de esta compañía en Chicago.
Estiró la mano y tomó la mía. —Santana, tienes que tomarte un descanso. Me preocupo por ti.
Aparté mi mano. —Recuerda las reglas, Quinn —gruñí. Se giró y miró por la ventana. Podía ver a Denny lanzándome una mala mirada por el espejo retrovisor. Finalmente llegamos a Lopez Enterprises, y Quinn salió del auto hasta la acera. La seguí. Mientras salía de la limusina, reajusté mi falda y mi blusa, ya que me la había desarreglado toda. Miré hacia la multitud de gente, apurados para llegar a sus destinos, y vi a Brittany a pocos metros de pie en medio de la acera y mirándome con un café en la mano. Sonrió ligeramente y me saludó con una mano. Me sentía furiosa en ese momento, ya que debió haber visto a Quinn saliendo de la limosina. La mirada en su precioso rostro era triste. Sólo Dios sabe lo que estaría pensando en este momento. Intentó sonreír falsamente, pero no pudo esconder el hecho de que se encontraba lastimada. Vi su expresión herida cuando me miró. No podía forzar una sonrisa porque me encontraba molesta de que nos hubiera visto de esta manera. Quería caminar hacia ella, abrazarla y decirle lo mucho que había disfrutado anoche, pero sólo logré saludarla con la mano mientras entraba en el edificio. Maldición, ¿qué voy a hacer? La lastimé de nuevo, justo como anoche, cuando la metí en la limusina para enviarla a casa sola.
***
Mi reunión había terminado positivamente y me encontraba de muy buen humor. Tuve una idea, así que le envié un mensaje a Danny.
Esta noche cenaré con la Srta. Pierce. Creo que me dijo anoche que salía del trabajo a las 6:00 pm. Necesito que vayas a recogerla a su lugar de trabajo y la lleves a The Steakhouse donde la estaré esperando.
¿Sabe ella que lo acompañará a cenar?, preguntó.
Lo sabrá cuando la recojas.
Muy bien, Santana.
Ese último mensaje me dio la impresión de que Denny no creía que Brittany cenara conmigo esta noche.
Terminé el día y miré mi reloj. Ya eran las 5:30 pm. Salí de mi oficina y tomé un taxi hasta el restaurante. Me senté en una cabina y esperé a Brittany para que me acompañara. Quería hablar con ella sobre lo que vio esta mañana. No sabía cómo iba a explicarlo, pero debía pensar en algo rápido. Eran las 6:30 pm, y Denny ya debía haber estado aquí. Justo cuando iba a sacar mi teléfono para llamarlo, lo vi caminando hacia mí.
—La Srta. Pierce me mandó a decirte que no está disponible esta tarde y que ya tiene planes. También dijo que si querías cenar con ella, entonces tenías que levantar el teléfono y pedírselo —comenzó a reírse.
—Me alegra que encuentres esto gracioso, Denny.
—Lo siento, Santana, pero ella no acata órdenes de nadie. Es una entre un millón.
Sacudí la cabeza y bajé la mirada. —Está enojada por lo de esta mañana. Sé que lo está. Tienes razón, Denny, es una entre un millón, y necesito arreglar las cosas. Llévame a su apartamento —dije mientras salíamos del restaurante.
—No está en su apartamento —dijo Denny.
—¿Cómo lo sabes?
—La seguí después de que declinara tu invitación a cenar. Está cenando sola en un restaurante de pizzas llamado Pizzapopolous.
—Entonces, al parecer allí es donde cenaré esta noche.
Me quedé de pie frente a la ventana y la miré sentada en una mesa pequeña, buscando algo en su bolso. Lucía tan hermosa como lo hacía anoche. Entré en el pequeño restaurante y me senté frente a ella. Subió la mirada y rodó los ojos. Esa actitud suya era excitante.
—¿Así que aquí es donde quieres cenar? —pregunté.
Inclinó la cabeza hacia un lado. —Sí, Santana, aquí es donde voy a cenar esta noche, y no creo que estuvieras invitada.
Coloqué una mano sobre mi corazón. —Ay, eso duele, Brittany. Te invité a cenar y me rechazaste, así que me tomé la libertad de acompañarte.
—¿Cómo sabes que quiero compañía? —preguntó.
Coloqué mis manos sobre la mesa y las entrelacé. —No lo sé, pero ya que estoy aquí podríamos cenar juntas —dije mientras le echaba un vistazo al restaurante.
Sacudió la cabeza y sonrió ligeramente. Abrí el menú y lo miré cuando la mesera se detuvo en la mesa para tomar nuestras órdenes. Solía comer pizza cuando era una niña. No la había comido en años y no comenzaría a hacerlo ahora. Justo cuando daba mi orden de ensalada de antipasto, Brittany se estiró y me arrancó el menú de las manos.
—No te puedes sentar en un lugar donde venden pizza y pedir una ensalada —dijo.
La mesera me estaba mirando y no se detenía para voltear su mirada hacia Brittany. Ella se aclaró la garganta para llamar su atención.
—Queremos una pizza grande con pepperoni, champiñones y aceitunas negras, una ensalada grande antipasto y una ración de palitos de pan. —Sonrió.
Levanté mi dedo y lo llevé hasta mis labios. —¿De verdad crees que voy a comer esa pizza?
—No creo que lo vayas a hacer, sé que lo vas a hacer. —Sonrió.
Maldita fuera esa sonrisa. Cada vez se me hacía más difícil decirle que no a esta chica. Es como si tuviera algún tipo de control sobre mí, y simplemente no podía evitarlo cuando me encontraba a su alrededor. La mesera trajo la pizza y la colocó en medio de la mesa. La miré y luego a Brittany, quien se encontraba colocando una rebanada en mi plato. Tomé un tenedor y un cuchillo y comencé a cortarlo cuando de pronto, me sobresaltó.
—¡¿Qué?! ¡¿Estás bromeando?! ¡Deja eso ahora mismo, Santana Lopez!
—¿Qué? ¿Qué demonios está mal?
—No vas a comer la pizza con cuchillo y tenedor —dijo al inclinarse sobre la mesa para quitármelos de las manos.
—Entonces, ¿cómo diablos se supone que la tengo que comer? —Fruncí el ceño.
—De esta manera, levántala y muerde —dijo mientras masticaba.
—Eso es asqueroso, y no hables con la boca llena.
Ladeó la cabeza y una sonrisa iluminó su rostro. —Si no vas a hacerlo, entonces yo lo haré —dijo al tomar la pizza de mi plato y sostenerla frente a mi boca.
—Muerde —demandó.
Levanté las cejas. —¿Tienes idea de lo sexy que suena eso? —Guiñé un ojo. Eso era lo más sexy del mundo viniendo de ella, y comencé a excitarme.
No podía negarme ante esta hermosa mujer que sostenía un pedazo de pizza frente a mi rostro, así que abrí la boca y tomé un mordisco. Valió la pena tan sólo al ver la sonrisa en su rostro.
—Mi turno. —Le devolví la sonrisa.
—¿Tu turno de qué? —preguntó.
Tomé la pizza y la sostuve ante su boca.
—Muerde —ordené.
No pude evitar sonreír, ya que fue jodidamente linda cuando tomó ese mordisco. Nos sentamos y hablamos de arte mientras comíamos pizza, ensalada y palitos de pan. Me lo estaba pasando muy bien en Pizzapopolous, compartiendo una pizza con Brittany. A una parte de mí le alegraba que hubiese rechazado mi primera invitación a cenar.
Su teléfono sonó y lo contestó con una extraña mirada en su rostro. Saqué mi celular para revisar mis mensajes y subí la mirada para ver una lágrima bajando por su rostro. Su rostro pasó de felicidad a dolor en cuestión de segundos. Sin si quiera darme cuenta de lo que hacía, cubrí su mano, que se encontraba descansando sobre la mesa. Se encontraba tan blanca como un fantasma cuando colgó el teléfono, y comencé a preocuparme.
Había recibido la devastadora noticia de que sus tíos habían muerto en un accidente de auto. Dijo que necesitaba salir de ahí mientras rápidamente se levantaba de la silla. Lancé algo de dinero en la mesa y la seguí fuera del restaurante. Lucía confundida al salir al exterior. Envolví su cuerpo y la sostuve cuando se tropezó un par de veces en la acera. Se encontraba en shock, y necesitaba llevarla a la limusina para que pudiese sentarse.
La ayudé a subirse al asiento trasero y subí detrás de ella. No dije una palabra, simplemente envolví su cuerpo con mis brazos y la sostuve contra mí para hacerle saber que me importaba. Empuñó mi blusa y comenzó a sollozar en mi pecho. Besé su cabeza y la sostuve con fuerza, permitiéndole que llorara tanto como necesitara hacerlo.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
El capitulo de hoy, espero les guste y ojala comente su parte favorita, a pesar de que son detalles que ya vimos en el primer libro, este me gusta por la perspectiva diferente, en este caso, la protagonista y porque tendremos detalles de la boda y el embarazo. Saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
La verdad ya quiero llegar a ese punto porque desde la prespectiva con britt todo paso rapido en la parte del embarazo y la bida
De este capitulo me gusto la parte donde santana quiere invitar a britt a cenar y se niega y va ella a pizzapopolous
Saludos y hasta la siguiente actualizacion
De este capitulo me gusto la parte donde santana quiere invitar a britt a cenar y se niega y va ella a pizzapopolous
Saludos y hasta la siguiente actualizacion
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
¡Estupendo!
Gracias por el capítulo, me ha encantado aunque ya ansío que llega la parte donde son pareja... <3
Un beso y hasta la próxima :)
Gracias por el capítulo, me ha encantado aunque ya ansío que llega la parte donde son pareja... <3
Un beso y hasta la próxima :)
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Sabemos que estas muy ocupada, pero ya quiero leer la actu
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
que puedo decir? GENIAL, EXCELENTE! hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Capitulo 8
CAPITULO 8
Cuando llegamos a su apartamento la seguí hacia el interior y cerré la puerta suavemente. Ella se dirigió a la cocina y me preguntó si quería un poco de vino. Respetuosamente decliné porque tenía una reunión con Paul en una hora. Le pregunté si estaba bien, porque estaba de pie en la ventana de la cocina simplemente mirando hacia el mundo. Abrió la botella de vino, sirvió un poco en un vaso, y se giró, poniendo una mano en brazo.
—Gracias Santana, de verdad aprecio todo.
Levanté la mano, la llevé hacia su mejilla empapada en lágrimas, y gentilmente limpié un par que habían quedado mientras decía—: Sé que lo haces, y de nada. —Todo lo que quería hacer en ese momento era rozar mis labios contra los suyos. Quería quitar su dolor, pero no podía. Somos amigas, y no cruzaría esa línea, al menos no de momento. Ella me sonrió gentilmente, rozo ligeramente mi brazo, y me dijo que fuera a mi reunión.
—Si necesitas algo, lo que sea, por favor llámame —dije mientras presionaba mis labios contra su suave frente.
Salí del apartamento y comencé a dirigirme hacia la limusina. La pobre chica había experimentado más muerte de la que debería en su vida. No podía dejarla sola esta noche. Mi cabeza me estaba diciendo una cosa, pero mi corazón me estaba diciendo que la llevara a casa conmigo. Caminé de regreso a su apartamento y llamé a la puerta.
—Oye, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó ella.
—Empaca un bolso, te quedarás en mi casa esta noche —dije mientras atravesaba el umbral.
Me miró con expresión de asombro. —No, no lo haré. Me quedaré en casa.
¿Por qué no puede simplemente escucharme por una vez? —Britt, por una vez, sólo una, por favor haz lo que digo —suspiré.
Su rostro se enfureció. —No soy una niña Santana, y, francamente, no puedes decirme qué hacer. Pensé que ya habíamos tenido esta conversación —dijo.
No quería discutir con ella, pero no iba a quedarse sola en este apartamento esta noche. Noté su caballete en el rincón de la habitación, así que caminé hacia el y observé el lienzo que estaba ahí, tratando de reunir el valor para decir lo que necesitaba decir.
—Creo que no deberías estar sola esta noche después de las noticias que recibiste, y mi casa tiene una habitación para invitados. Voy a sentirme mejor sabiendo que no estás sola.
Su actitud cambió instantáneamente, y me dijo que esperara mientras empaca un bolso. Asentada en el caballete había una pintura sin terminar de la novia y el novio de Central Park. Incluso a pesar de estar sin terminar, la escena frente a mí quitaba el aliento. Podía mirar a la pareja en la pintura y ver su felicidad. Lo que he notado de las pinturas de Brittany es que ella sabe cómo capturar la emoción presente en sus objetivos. Me pregunté cómo se vería un retrato mío si ella lo pintara. Cuando Britt regresó, le sonreí, tomé su bolso, y nos dirigimos hacia la puerta.
Se sentó en la limusina junto a mí y miró por la ventana. Hice una llamada telefónica a Paul y reprogramé nuestra reunión. Ella giró y me miró.
—No deberías haber cancelado tu reunión por mí, Santana —habló suavemente.
Puse mi brazo a su alrededor. —Mi reunión puede esperar. —Se recostó sobre mi hombro, y se sintió bien tenerla allí.
***
Llegamos al penthouse y llevé su bolso a la habitación de invitados. Cuando regresé a la planta baja, noté que estaba observando las fotografías en blanco y negro que colgaban de la pared. Cuando le dije que yo las había tomado pareció muy sorprendida. Procedió a preguntarme si yo había decorado el penthouse. Me di cuenta de que mientras más hablamos, mejor se sentía ella. Le conté sobre mi hermana, Rachel y una vez más se sorprendió. Supongo que es porque nunca hablé de nada ni de nadie de mi vida personal. Me dirigí al bar.
—¿Un trago? —le pregunté.
—Un chupito de Jack, por favor —dijo. Mis ojos se ampliaron mientras la miré.
—¿Estás segura? —pregunté con incredulidad.
—¿Por qué? ¿Eso te sorprende? —Rió.
Tomé un vaso de chupito mientras se ponía cómoda en el taburete del bar. —No, bueno, tal vez sí, sólo que no conozco a ninguna mujer que beba chupitos de Jack Daniel’s1 completos.
—Ahora sí —dijo mientras se lo bebía todo. Estaba asombrada por esta chica, esta mujer que estaba sentada frente a mí. Puso el vaso en el bar y ladeó la cabeza.
—Creí que usted no hacía pijamadas, Señora Lopez.
La miré y sonreí. —No lo hago, Srta. Pierce. Nunca lo hice, pero esta noche hice una excepción por una amiga porque sentí que no debía estar sola.
Llené otro chupito de whisky y le entregué el vaso. —¿Otro más? —pregunté.
—¿Estás tratando de emborracharme? —sonrió seductoramente.
Maldición, esa sonrisa. Incliné la cabeza a un lado. —¿Debería? —sonreí. Bebió el segundo trago y se sentó en el sofá. Se veía preocupada. Me senté junto a ella con mi vaso de escocés y le pregunté si estaba bien. Me miró con sus angelicales ojos azules y sonrió.
—Sólo pensaba en cómo puedo visitar la tumba de mis padres cuando vuelva a Ohio.
—¿Cuándo fue la última vez que los visitaste? —pregunté.
—Hace poco más de un año. Me detuve a visitarlos el día antes de que Tom y yo nos mudáramos a Nueva York.
Solo oír su nombre me hizo enojar. No estoy segura de por qué. Debería agradecerle al bastardo, porque si no se hubiera ido, nunca habría conocido a Brittany. La observé mientras me miraba directamente a los ojos, y habló sobre cómo quería ser cremada cuando muriera. Estreché los ojos y le dije que dejara de hablar de esa manera. Era algo en lo que nunca quería pensar. Continuó sobre cómo no quería que la gente se lamentara por ella, y que quiere que recuerden los buenos momentos que compartieron. Realmente estaba comenzando a irritarme con toda esta charla sobre la muerte. Le dije que se detuviera porque estaba hablando como si fuera a morir mañana. Luego dijo algo que me asustó.
—Nunca sabes que traerá cada día, es por eso que digo que nada dura para siempre.
Me levanté del sofá y tomé su mano, ayudándola a levantarse.
—Bien, creo que el Sr. Daniel’s te ha hecho efecto. Vamos a dormir un poco; tengo que trabajar en la mañana.
La conduje hacia arriba y le mostré la habitación para invitados. Me di la vuelta y tomé el pomo de la puerta. —Buenas noches, Britt, duerme bien —dije mientras salía de la habitación y caminaba por el pasillo hacia mi habitación.
Me quité la ropa y me coloque mi pijama. Me tendí allí, pensando en Britt, y lo seria que era sobre su propia muerte. ¿Cómo podía pensar en esas cosas? Cuanto más lo pensaba, más sentido tenía, la muerte siempre ha sido parte de su vida. Di vueltas. Traté de ponerme cómoda, pero no pude. Me levanté de la cama y caminé lentamente por el pasillo hacia su habitación. Me quedé de pie en la puerta y escuché, había silencio. Estoy segura de que los chupitos de Jack la ayudaron a dormir. Tomé la decisión de que la llevaría a Ohio, ya que no quería que fuera sola.
A la mañana siguiente me di una ducha y me dirigí a la cocina para hacer una jarra de café. Llamé a la panadería calle abajo y pedí que me entregaran una docena de panecillos. Quería asegurarme de que Brittany tuviera algo para comer cuando se levantara. Me senté a la mesa y abrí el ordenador portátil. Tenía algunos correos electrónicos para repasar y reuniones que reprogramar para cuando regresara. No mucho tiempo después de que me senté, Brittany entró a la cocina. La miré, y mi corazón comenzó a latir rápidamente. Estaba usando pantalones de yoga negros que abrazaban sus caderas y su trasero perfectamente, y una camiseta con tirantes de color rosa que se veía demasiado sexy en ella. Tenía el cabello recogido en una cola de caballo alta. Demonios, me estaba excitando otra vez con sólo mirarla. Necesitaba alejar mi mente de su cuerpo y decirle que iba a llevarla a Ohio.
—Buenos días, Brittany, espero que hayas dormido bien. —Sonreí. Se acercó, se sirvió una taza de café, y se sentó frente a mí—. Hay panecillos por allí, por favor, toma uno.
Ella declinó cortésmente. Suspiré y le dije que tenía que comer.
—Nunca como apenas despierto, pero no te preocupes, mama, tomaré uno en un ratito —dijo de manera arrogante.
Intenté no sonreír, pero era inevitable, porque incluso a primera hora de la mañana, era una sabelotodo. Ella me observó mientras escribía. La miré por encima de mi portátil.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Esta era mi oportunidad para hablarle sobre nuestro viaje por carretera hacia Ohio. Estaba un poco nerviosa por cómo iba a reaccionar.
—Sólo enviando unos correos electrónicos y reorganizando algunas reuniones.
—¿Tienes demasiadas en la agenda o algo así? —preguntó de una linda manera.
La miré mientras tomaba un sorbo de su café. —Cuestionas todo, ¿no es así? —pregunté.
Ella miró hacia el techo y sonrió. —Supongo que sí.
Le pregunté cuáles eran sus planes para hoy, y me contó que iba a hacer voluntariado en el comedor. Me dijo que no importa cuáles fueran sus problemas, eran personas sin hogar y necesitaban ayuda. Su bondad y naturaleza caritativa realmente tuvieron un efecto en mí. Nunca había conocido a alguien como ella. Terminé lo que estaba haciendo y cerré el ordenador.
—La razón por la que estaba reorganizando mis reuniones es porque te voy a llevar a Ohio —dije mientras me sentaba y esperaba su reacción.
—¿Qué? —preguntó.
Sé que le gusta discutir, pero esta no la ganaría. Me levanté de la mesa y puse mi taza sobre el mostrador. —No está a discusión, Britt, nos vamos mañana por la mañana, y vamos a ir conduciendo.
—¿Conduciendo? ¡Son unas diez horas en auto, Santana! —exclamó.
La miré a través de la cocina mientras ella me miraba con una expresión de sorpresa en su rostro. —¿Tienes un problema con estar conmigo en un auto durante diez horas? —le pregunté casualmente, y tenía miedo de que dijera que sí.
—No, pero…
Caminé hacia a la mesa y me detuve frente a ella. Se veía tan hermosa, sentada ahí bebiendo café y poniendo dificultades sobre el viaje. Tomó todo lo que tenía no estirarme y deslizar mi dedo por la línea de su mandíbula, o besarla cuando levantó la cabeza y me miró. Se estaba volviendo más difícil resistirme a ella. Ni siquiera sabía si me quería. Necesitaba llamar al Dr. Peters y verlo antes de irnos mañana.
—No hay peros, iremos en auto, y yo conduciré —dije mientras le sonreía y me fui hacia la oficina.
Mientras salía del elevador hacia el estacionamiento, Denny caminaba hacia mí. —Denny, me alegro que estés aquí temprano. Quería decirte que voy a darte los próximos días libres.
—Está bien, Santana, pero, ¿puedo preguntar por qué?
—Voy a llevar a la señorita Pierce a Ohio para el funeral de su tía y de su tío, y nos iremos mañana en la mañana.
Denny me miró y sonrió. —¿Fue su idea que la llevaras?
—No, y tampoco le di otra opción. Le dije que iba a llevarla y que no estaba a discusión.
Denny continuó mirándome. —¿Ella estuvo de acuerdo con eso?
Rodé los ojos mientras caminaba hacia el Range Rover. —En realidad no discutió demasiado. Conduciré yo misma a la oficina hoy. Lleva a la señorita Pierce a casa o a dónde quiera ir, pero tengo una reunión a la 1:00 p.m. al otro lado de la ciudad, así que necesito que me recojas.
En lugar de dirigirme directamente a la oficina, llamé al Dr. Peters y le pregunté si estaba disponible para verme. Necesitaba hablarle sobre este próximo viaje por carretera. Me dijo que fuera en ese momento ya que su primera cita no estaba programada sino hasta dentro de una hora. Entré a su oficina y me senté en la silla de siempre.
—Buenos días, Santana. ¿Está todo bien? Dijo que era urgente.
Tomé una profunda respiración mientras me pasaba la mano por el cabello. —¿Recuerda esa chica sobre la que le hablé en la última sesión?
—Sí, creo que su nombre es Brittany, ¿correcto? —preguntó mientras me miraba fijamente.
—Sí, es ella. Bueno, su tía y su tío murieron recientemente en un accidente automovilístico, y voy a llevarla a Ohio para el funeral.
—Eso está bien, Santana. Así que, ¿por qué no me explicas dónde se encuentra tu relación con ella?
Me removí en la silla. —Brittany y yo somos amigas, nada más. Estoy haciendo esto por ella porque no quiero que vaya sola, y debería tener a alguien allí para ella.
El Dr. Peters se levantó de su silla y caminó hacia la cafetera. —¿Le apetece un café, Santana? —preguntó.
—No, estoy bien.
—A mí me suena como que está empezando a tener sentimientos que van más allá de la amistad. Entonces, ¿su vuelo sale mañana?
—No vamos a volar, voy a conducir hasta allí. Le dije que sería un viaje por la carretera.
Me miró y se sentó mientras tomaba un sorbo de su café. —Esas son diez horas en auto. Tú y Brittany estarán solas en un auto por una cantidad de tiempo considerable. ¿Estás preparada para lo que pueda suceder en el camino?
Cruce mis piernas y me apoyé sobre el brazo de la silla.—¿Por qué está haciendo una gran cosa de esto, Doc? Es un simple viaje por la carretera con una amiga que acaba de perder a su tío y a su tía. Es eso, nada más.
—Santana, puedes seguir convenciéndote a ti misma de que eso todo lo que quieres, porque si realmente lo creyeras, no estarías sentada en mi oficina, hablándome de ello —suspiró el Dr. Peters.
Me levanté de la silla y me paré frente a la ventana. —No puedo dejar de pensar en ella, y me asusta. Me confesó su secreto más profundo la otra noche. Me contó sobre su pasado.
—No te está guardando secretos. Quiere que sepas de su pasado, y confió lo suficiente en ti para contártelo. Creo que estás luchando con tus verdaderos sentimientos. ¿Has hablado algo sobre ti o tu pasado?
Caminé hacia el gran librero y miré los cientos de libros que tenía depositados en el estante. —Le hablé sobre mi hermana y mi sobrino.
—¿Eso es todo? Santana, tienes que abrirte más a ella si quieres algún tipo de relación. Tómalo un día a la vez. Creo que las dos siendo amigas es un muy buen comienzo, y por como suena, ustedes ya son muy buenas amigas.
Me acerqué a la silla y tomé mi abrigo. —Gracias, Dr. Peters, pero mi tiempo acabó.
—¡Quiero verle nuevamente cuando regreses de tu viaje por la carretera! —gritó mientras salía por la puerta.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero sigan queriendo leer la historia, he estado un poco ocupada y tenía que corregir algunos capitulos, espero sus comentarios y saber que les ha gustado más de esta segunda parte, dejare otros dos capitulos en cuanto reciba el primer comentario, saludos.
Cuando llegamos a su apartamento la seguí hacia el interior y cerré la puerta suavemente. Ella se dirigió a la cocina y me preguntó si quería un poco de vino. Respetuosamente decliné porque tenía una reunión con Paul en una hora. Le pregunté si estaba bien, porque estaba de pie en la ventana de la cocina simplemente mirando hacia el mundo. Abrió la botella de vino, sirvió un poco en un vaso, y se giró, poniendo una mano en brazo.
—Gracias Santana, de verdad aprecio todo.
Levanté la mano, la llevé hacia su mejilla empapada en lágrimas, y gentilmente limpié un par que habían quedado mientras decía—: Sé que lo haces, y de nada. —Todo lo que quería hacer en ese momento era rozar mis labios contra los suyos. Quería quitar su dolor, pero no podía. Somos amigas, y no cruzaría esa línea, al menos no de momento. Ella me sonrió gentilmente, rozo ligeramente mi brazo, y me dijo que fuera a mi reunión.
—Si necesitas algo, lo que sea, por favor llámame —dije mientras presionaba mis labios contra su suave frente.
Salí del apartamento y comencé a dirigirme hacia la limusina. La pobre chica había experimentado más muerte de la que debería en su vida. No podía dejarla sola esta noche. Mi cabeza me estaba diciendo una cosa, pero mi corazón me estaba diciendo que la llevara a casa conmigo. Caminé de regreso a su apartamento y llamé a la puerta.
—Oye, ¿qué estás haciendo aquí? —preguntó ella.
—Empaca un bolso, te quedarás en mi casa esta noche —dije mientras atravesaba el umbral.
Me miró con expresión de asombro. —No, no lo haré. Me quedaré en casa.
¿Por qué no puede simplemente escucharme por una vez? —Britt, por una vez, sólo una, por favor haz lo que digo —suspiré.
Su rostro se enfureció. —No soy una niña Santana, y, francamente, no puedes decirme qué hacer. Pensé que ya habíamos tenido esta conversación —dijo.
No quería discutir con ella, pero no iba a quedarse sola en este apartamento esta noche. Noté su caballete en el rincón de la habitación, así que caminé hacia el y observé el lienzo que estaba ahí, tratando de reunir el valor para decir lo que necesitaba decir.
—Creo que no deberías estar sola esta noche después de las noticias que recibiste, y mi casa tiene una habitación para invitados. Voy a sentirme mejor sabiendo que no estás sola.
Su actitud cambió instantáneamente, y me dijo que esperara mientras empaca un bolso. Asentada en el caballete había una pintura sin terminar de la novia y el novio de Central Park. Incluso a pesar de estar sin terminar, la escena frente a mí quitaba el aliento. Podía mirar a la pareja en la pintura y ver su felicidad. Lo que he notado de las pinturas de Brittany es que ella sabe cómo capturar la emoción presente en sus objetivos. Me pregunté cómo se vería un retrato mío si ella lo pintara. Cuando Britt regresó, le sonreí, tomé su bolso, y nos dirigimos hacia la puerta.
Se sentó en la limusina junto a mí y miró por la ventana. Hice una llamada telefónica a Paul y reprogramé nuestra reunión. Ella giró y me miró.
—No deberías haber cancelado tu reunión por mí, Santana —habló suavemente.
Puse mi brazo a su alrededor. —Mi reunión puede esperar. —Se recostó sobre mi hombro, y se sintió bien tenerla allí.
***
Llegamos al penthouse y llevé su bolso a la habitación de invitados. Cuando regresé a la planta baja, noté que estaba observando las fotografías en blanco y negro que colgaban de la pared. Cuando le dije que yo las había tomado pareció muy sorprendida. Procedió a preguntarme si yo había decorado el penthouse. Me di cuenta de que mientras más hablamos, mejor se sentía ella. Le conté sobre mi hermana, Rachel y una vez más se sorprendió. Supongo que es porque nunca hablé de nada ni de nadie de mi vida personal. Me dirigí al bar.
—¿Un trago? —le pregunté.
—Un chupito de Jack, por favor —dijo. Mis ojos se ampliaron mientras la miré.
—¿Estás segura? —pregunté con incredulidad.
—¿Por qué? ¿Eso te sorprende? —Rió.
Tomé un vaso de chupito mientras se ponía cómoda en el taburete del bar. —No, bueno, tal vez sí, sólo que no conozco a ninguna mujer que beba chupitos de Jack Daniel’s1 completos.
—Ahora sí —dijo mientras se lo bebía todo. Estaba asombrada por esta chica, esta mujer que estaba sentada frente a mí. Puso el vaso en el bar y ladeó la cabeza.
—Creí que usted no hacía pijamadas, Señora Lopez.
La miré y sonreí. —No lo hago, Srta. Pierce. Nunca lo hice, pero esta noche hice una excepción por una amiga porque sentí que no debía estar sola.
Llené otro chupito de whisky y le entregué el vaso. —¿Otro más? —pregunté.
—¿Estás tratando de emborracharme? —sonrió seductoramente.
Maldición, esa sonrisa. Incliné la cabeza a un lado. —¿Debería? —sonreí. Bebió el segundo trago y se sentó en el sofá. Se veía preocupada. Me senté junto a ella con mi vaso de escocés y le pregunté si estaba bien. Me miró con sus angelicales ojos azules y sonrió.
—Sólo pensaba en cómo puedo visitar la tumba de mis padres cuando vuelva a Ohio.
—¿Cuándo fue la última vez que los visitaste? —pregunté.
—Hace poco más de un año. Me detuve a visitarlos el día antes de que Tom y yo nos mudáramos a Nueva York.
Solo oír su nombre me hizo enojar. No estoy segura de por qué. Debería agradecerle al bastardo, porque si no se hubiera ido, nunca habría conocido a Brittany. La observé mientras me miraba directamente a los ojos, y habló sobre cómo quería ser cremada cuando muriera. Estreché los ojos y le dije que dejara de hablar de esa manera. Era algo en lo que nunca quería pensar. Continuó sobre cómo no quería que la gente se lamentara por ella, y que quiere que recuerden los buenos momentos que compartieron. Realmente estaba comenzando a irritarme con toda esta charla sobre la muerte. Le dije que se detuviera porque estaba hablando como si fuera a morir mañana. Luego dijo algo que me asustó.
—Nunca sabes que traerá cada día, es por eso que digo que nada dura para siempre.
Me levanté del sofá y tomé su mano, ayudándola a levantarse.
—Bien, creo que el Sr. Daniel’s te ha hecho efecto. Vamos a dormir un poco; tengo que trabajar en la mañana.
La conduje hacia arriba y le mostré la habitación para invitados. Me di la vuelta y tomé el pomo de la puerta. —Buenas noches, Britt, duerme bien —dije mientras salía de la habitación y caminaba por el pasillo hacia mi habitación.
Me quité la ropa y me coloque mi pijama. Me tendí allí, pensando en Britt, y lo seria que era sobre su propia muerte. ¿Cómo podía pensar en esas cosas? Cuanto más lo pensaba, más sentido tenía, la muerte siempre ha sido parte de su vida. Di vueltas. Traté de ponerme cómoda, pero no pude. Me levanté de la cama y caminé lentamente por el pasillo hacia su habitación. Me quedé de pie en la puerta y escuché, había silencio. Estoy segura de que los chupitos de Jack la ayudaron a dormir. Tomé la decisión de que la llevaría a Ohio, ya que no quería que fuera sola.
A la mañana siguiente me di una ducha y me dirigí a la cocina para hacer una jarra de café. Llamé a la panadería calle abajo y pedí que me entregaran una docena de panecillos. Quería asegurarme de que Brittany tuviera algo para comer cuando se levantara. Me senté a la mesa y abrí el ordenador portátil. Tenía algunos correos electrónicos para repasar y reuniones que reprogramar para cuando regresara. No mucho tiempo después de que me senté, Brittany entró a la cocina. La miré, y mi corazón comenzó a latir rápidamente. Estaba usando pantalones de yoga negros que abrazaban sus caderas y su trasero perfectamente, y una camiseta con tirantes de color rosa que se veía demasiado sexy en ella. Tenía el cabello recogido en una cola de caballo alta. Demonios, me estaba excitando otra vez con sólo mirarla. Necesitaba alejar mi mente de su cuerpo y decirle que iba a llevarla a Ohio.
—Buenos días, Brittany, espero que hayas dormido bien. —Sonreí. Se acercó, se sirvió una taza de café, y se sentó frente a mí—. Hay panecillos por allí, por favor, toma uno.
Ella declinó cortésmente. Suspiré y le dije que tenía que comer.
—Nunca como apenas despierto, pero no te preocupes, mama, tomaré uno en un ratito —dijo de manera arrogante.
Intenté no sonreír, pero era inevitable, porque incluso a primera hora de la mañana, era una sabelotodo. Ella me observó mientras escribía. La miré por encima de mi portátil.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
Esta era mi oportunidad para hablarle sobre nuestro viaje por carretera hacia Ohio. Estaba un poco nerviosa por cómo iba a reaccionar.
—Sólo enviando unos correos electrónicos y reorganizando algunas reuniones.
—¿Tienes demasiadas en la agenda o algo así? —preguntó de una linda manera.
La miré mientras tomaba un sorbo de su café. —Cuestionas todo, ¿no es así? —pregunté.
Ella miró hacia el techo y sonrió. —Supongo que sí.
Le pregunté cuáles eran sus planes para hoy, y me contó que iba a hacer voluntariado en el comedor. Me dijo que no importa cuáles fueran sus problemas, eran personas sin hogar y necesitaban ayuda. Su bondad y naturaleza caritativa realmente tuvieron un efecto en mí. Nunca había conocido a alguien como ella. Terminé lo que estaba haciendo y cerré el ordenador.
—La razón por la que estaba reorganizando mis reuniones es porque te voy a llevar a Ohio —dije mientras me sentaba y esperaba su reacción.
—¿Qué? —preguntó.
Sé que le gusta discutir, pero esta no la ganaría. Me levanté de la mesa y puse mi taza sobre el mostrador. —No está a discusión, Britt, nos vamos mañana por la mañana, y vamos a ir conduciendo.
—¿Conduciendo? ¡Son unas diez horas en auto, Santana! —exclamó.
La miré a través de la cocina mientras ella me miraba con una expresión de sorpresa en su rostro. —¿Tienes un problema con estar conmigo en un auto durante diez horas? —le pregunté casualmente, y tenía miedo de que dijera que sí.
—No, pero…
Caminé hacia a la mesa y me detuve frente a ella. Se veía tan hermosa, sentada ahí bebiendo café y poniendo dificultades sobre el viaje. Tomó todo lo que tenía no estirarme y deslizar mi dedo por la línea de su mandíbula, o besarla cuando levantó la cabeza y me miró. Se estaba volviendo más difícil resistirme a ella. Ni siquiera sabía si me quería. Necesitaba llamar al Dr. Peters y verlo antes de irnos mañana.
—No hay peros, iremos en auto, y yo conduciré —dije mientras le sonreía y me fui hacia la oficina.
Mientras salía del elevador hacia el estacionamiento, Denny caminaba hacia mí. —Denny, me alegro que estés aquí temprano. Quería decirte que voy a darte los próximos días libres.
—Está bien, Santana, pero, ¿puedo preguntar por qué?
—Voy a llevar a la señorita Pierce a Ohio para el funeral de su tía y de su tío, y nos iremos mañana en la mañana.
Denny me miró y sonrió. —¿Fue su idea que la llevaras?
—No, y tampoco le di otra opción. Le dije que iba a llevarla y que no estaba a discusión.
Denny continuó mirándome. —¿Ella estuvo de acuerdo con eso?
Rodé los ojos mientras caminaba hacia el Range Rover. —En realidad no discutió demasiado. Conduciré yo misma a la oficina hoy. Lleva a la señorita Pierce a casa o a dónde quiera ir, pero tengo una reunión a la 1:00 p.m. al otro lado de la ciudad, así que necesito que me recojas.
En lugar de dirigirme directamente a la oficina, llamé al Dr. Peters y le pregunté si estaba disponible para verme. Necesitaba hablarle sobre este próximo viaje por carretera. Me dijo que fuera en ese momento ya que su primera cita no estaba programada sino hasta dentro de una hora. Entré a su oficina y me senté en la silla de siempre.
—Buenos días, Santana. ¿Está todo bien? Dijo que era urgente.
Tomé una profunda respiración mientras me pasaba la mano por el cabello. —¿Recuerda esa chica sobre la que le hablé en la última sesión?
—Sí, creo que su nombre es Brittany, ¿correcto? —preguntó mientras me miraba fijamente.
—Sí, es ella. Bueno, su tía y su tío murieron recientemente en un accidente automovilístico, y voy a llevarla a Ohio para el funeral.
—Eso está bien, Santana. Así que, ¿por qué no me explicas dónde se encuentra tu relación con ella?
Me removí en la silla. —Brittany y yo somos amigas, nada más. Estoy haciendo esto por ella porque no quiero que vaya sola, y debería tener a alguien allí para ella.
El Dr. Peters se levantó de su silla y caminó hacia la cafetera. —¿Le apetece un café, Santana? —preguntó.
—No, estoy bien.
—A mí me suena como que está empezando a tener sentimientos que van más allá de la amistad. Entonces, ¿su vuelo sale mañana?
—No vamos a volar, voy a conducir hasta allí. Le dije que sería un viaje por la carretera.
Me miró y se sentó mientras tomaba un sorbo de su café. —Esas son diez horas en auto. Tú y Brittany estarán solas en un auto por una cantidad de tiempo considerable. ¿Estás preparada para lo que pueda suceder en el camino?
Cruce mis piernas y me apoyé sobre el brazo de la silla.—¿Por qué está haciendo una gran cosa de esto, Doc? Es un simple viaje por la carretera con una amiga que acaba de perder a su tío y a su tía. Es eso, nada más.
—Santana, puedes seguir convenciéndote a ti misma de que eso todo lo que quieres, porque si realmente lo creyeras, no estarías sentada en mi oficina, hablándome de ello —suspiró el Dr. Peters.
Me levanté de la silla y me paré frente a la ventana. —No puedo dejar de pensar en ella, y me asusta. Me confesó su secreto más profundo la otra noche. Me contó sobre su pasado.
—No te está guardando secretos. Quiere que sepas de su pasado, y confió lo suficiente en ti para contártelo. Creo que estás luchando con tus verdaderos sentimientos. ¿Has hablado algo sobre ti o tu pasado?
Caminé hacia el gran librero y miré los cientos de libros que tenía depositados en el estante. —Le hablé sobre mi hermana y mi sobrino.
—¿Eso es todo? Santana, tienes que abrirte más a ella si quieres algún tipo de relación. Tómalo un día a la vez. Creo que las dos siendo amigas es un muy buen comienzo, y por como suena, ustedes ya son muy buenas amigas.
Me acerqué a la silla y tomé mi abrigo. —Gracias, Dr. Peters, pero mi tiempo acabó.
—¡Quiero verle nuevamente cuando regreses de tu viaje por la carretera! —gritó mientras salía por la puerta.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Espero sigan queriendo leer la historia, he estado un poco ocupada y tenía que corregir algunos capitulos, espero sus comentarios y saber que les ha gustado más de esta segunda parte, dejare otros dos capitulos en cuanto reciba el primer comentario, saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Me encanta esta segunda parte actualiza y no desaparescas
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Hola! Creo que no había comntado los últimos capítulos pero sencillamente me encanta.
Linda23**** - Mensajes : 185
Fecha de inscripción : 08/12/2013
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Dos capítulos más :D
Oh mujer, estos capítulos han sido increíbles,
Santana es increíble y está enamorada <3
Me encanta, me fascina, me mata esta historia!! *-*
Oh mujer, estos capítulos han sido increíbles,
Santana es increíble y está enamorada <3
Me encanta, me fascina, me mata esta historia!! *-*
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Me gusta mucho la prespectiva de san
Porque te das cuenta de que no solo buscaba mujeres para un acoston y ya
Explica el porque
Saludos y claro que todavia seguimos queriendo leer esta increible historia
Porque te das cuenta de que no solo buscaba mujeres para un acoston y ya
Explica el porque
Saludos y claro que todavia seguimos queriendo leer esta increible historia
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
Capitulo 9
CAPITULO 9
Mierda, miré la hora, ¿y dónde está Denny? Caminé de un lado a otro en mi oficina mirando el reloj. Justo cuando estaba a punto de salir del edificio, mi teléfono sonó y era—Denny, ¿dónde diablos estás? —grité.
—Santana, lo siento, pero tenía que conducir a Brittany al hospital —dijo con calma.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —pregunté, en estado de pánico.
—Dijo que se desmayó en su casa y se golpeó la cabeza. La vi en la calle, tratando de llamar a un taxi con la mano sobre sus ojos, y me detuve. Santana, el corte es bastante malo.
No podía explicar lo que estaba sintiendo en ese momento. Estaba muy preocupada por ella. Sentí la imperiosa necesidad de correr a su lado y consolarla. Volé de mi oficina y le dije a Valerie que reprogramara la reunión. Brittany era más importante.
Me subí en la parte de atrás de la limusina y le dije a Denny que se apurara y me llevara al hospital. Vi la toalla empapada de sangre en el asiento delantero, y al instante me sentí enferma.
—Por favor, dime que ella está bien, Denny —dije preocupada.
—Va a estar bien, Santana, simplemente relájate. Necesita unos puntos de sutura y estará bien.
Me quedé en silencio mientras hacíamos el viaje al hospital, parecía una eternidad. Cuando Denny finalmente se detuvo, me levanté y corrí al mostrador de recepción, preguntando dónde estaba Brittany. La recepcionista me dirigió por el pasillo hasta la última habitación de la derecha. Tomé una respiración profunda, y cuando abrí la cortina, Brittany me miró. Sus ojos se iluminaron cuando me vieron. Me acerqué a ella y le pregunté qué había pasado mientras acariciaba suavemente el área por encima de su corte. Me dolía el corazón al verla sentada allí y sangrando.
Puso su mano en mi brazo y me dijo que estaba bien. Tal vez yo estaba haciendo el asunto más grande de lo que era, pero me molestaba verla herida y con dolor. Conocí a la amiga de Brittany: Hanna. Y ella me dijo que había oído hablar mucho de mí. Me sorprendí al escuchar que Brittany había hablado de mí.
La Dra. Fields entró y de inmediato agarré la mano de Brittany y la froté suavemente con el pulgar mientras ponía cuatro puntos por encima de su ojo. Su piel era suave, y me sentía bien al tocarla. Me pregunté si el resto de su piel era tan suave, quería saberlo. Cuando la Dra. Fields terminó, le dijo a Brittany que alguien tenía que quedarse con ella esta noche y vigilarla debido a una conmoción cerebral. Hanna trató de decir que permanecería con ella, pero tomé la decisión de que Brittany se quedaría conmigo. No había manera de que me fuera de su lado esa noche. Hanna no parecía muy entusiasmada con la idea. Dijo algo de una noche de chicas, y cuando Brittany la rechazó, parecía decepcionada. Me sorprendió la decisión de Brittany, pero nos íbamos por la mañana, y ella probablemente pensó que sería más fácil si se quedaba conmigo.
Tan pronto como Hanna se fue, ayudé a bajar a Brittany de la cama. No podía dejar de estar todavía preocupada por ella.
—¿Por qué te desmayaste de esa manera? ¿Hay algo que te pase?—pregunté.
—No sé, creo que tomé una ducha demasiado caliente —dijo, mientras agarraba su bolso.
—Necesitas ser más cuidadosa —dije mientras tomé suavemente su brazo, y salimos de la habitación.
Me sonrió levemente y puso brevemente su cabeza en mi hombro. Estábamos caminando por el pasillo cuando un médico, que Brittany parecía conocer, nos detuvo. Una mirada de preocupación se hizo cargo de su rostro, y parecía nervioso. Él le preguntó qué había pasado y luego preguntó cómo se sentía. Ella le dijo que se tropezó con algo en el pasillo y
que se sentía bien. Parecía como si estuviera en apuro de terminar la conversación. Le pregunté quién era, y me dijo que él hace un par de meses le revisó un resfrío. Parecía agitada de que le estuviera haciendo preguntas y sentí que algo no estaba bien.
***
La llevé a su apartamento para que pudiera empacar lo que necesitaba para nuestro viaje a Ohio. No pude evitar la sensación de que había algo que no me estaba diciendo. Me quedé pensando en lo que ella le había dicho al doctor, que había tropezado con algo en el pasillo en vez de decirle la verdad. Entré a su habitación y me quedé en la entrada, con el brazo arriba en el marco de la puerta. No me miró en un primer momento cuando me quedé allí y la observé empacar. Podía mirar a esa hermosa mujer durante todo el día. Levantó la vista y me sonrió.
—¿Por qué le mentiste a ese doctor y le dijiste que habías tropezado con algo en el pasillo? —pregunté.
—No lo sé, no le iba a decir que me desmayé, luego haría un gran problema de eso y querría hacerme un montón de exámenes, eso es lo que hacen los doctores —respondió.
—Dijiste que tomaste una ducha demasiado caliente —dije, todavía de pie en la puerta.
Dejó de guardar cosas en su maleta y me miró. Pude ver la ira en sus ojos. —Lo hice Santana. Ahora déjame en paz de una jodida vez. Hablas de mí haciendo un montón de preguntas, es diferente cuando se trata de ti, ¿cierto?
Me di cuenta de que la había enojado, y eso era lo último que quería hacer. Me acerqué a ella y puse mis manos en sus hombros. —Lo siento. No quería enojarte —dije, mientras miraba a sus ojos dolidos. Ella acunó mi rostro con sus manos. Eran tan suaves contra mi piel y me hizo sentir débil. Quería tomar sus manos y besarlas suavemente. Quería
saborearla y sentirla.
—Siento haber alzado la voz, estoy cansada —dijo.
Me soltó la cara y se dio la vuelta para cerrar la cremallera de su maletín. Quería más de ella, y no podía soportarlo más. La agarré del brazo y le di la vuelta, tirando de ella hacia mí y abrazándola con fuerza. Necesitaba saber que lo sentía. Este era nuestro primer abrazo real, y se sentía bien. Sostenerla completamente y sentir todo su cuerpo contra el
mío era algo que había querido hacer desde que la vi. No dije ni una palabra y ella tampoco. Mantuvo sus brazos alrededor de mí y su cabeza en mi hombro. Tomé el olor de su cabello y desperté. ¿Qué estaba haciendo? Si no paraba esto, algo iba a suceder. Por lo tanto, rompí
nuestro abrazo y le dije que mejor nos fuéramos.
Agarré la maleta y fui a la sala de estar de la vivienda. Brittany me habló entusiasmadamente de la venta de sus pinturas y cómo ella estaba saliendo de su trabajo cuando se desmayó. Estaba tan contenta con la venta de sus pinturas. Sus ojos bailaban a su alrededor cuando ella me lo dijo. Sólo esperaba que no se enojara cuando se enterara de que yo era la que las compró. Cuando estábamos a punto de salir, sonó el teléfono de
Brittany. Ella me pidió agarrar un pedazo de papel del cajón de su escritorio para poder anotar la dirección de la funeraria. Abrí el cajón, encontré un pedazo de papel en blanco, y le entregué una pluma. Me di cuenta de un pedazo de papel que se asentaba encima de algunas revistas, parecía una lista. Había algunas cosas tachadas. Me fijé que ella quería ir a París. Tendría que llevarla allí algún día. Es una ciudad hermosa, y yo quiero ser la que se la muestre. Colgó el teléfono y me miró mientras sostenía la lista en la mano.
—¿Qué es esto? —pregunté casualmente.
Caminó hacia mí y me la quitó de las manos. —Sólo una lista de cosas que me gustaría hacer en mi vida. La escribí después de que Tom se mudara, algo así como un nuevo comienzo en la vida. —Me lo quitó y lo puso de nuevo en el cajón. Salimos a la limusina donde Denny nos estaba esperando.
***
Agarré su maleta, entré a la habitación y ella me siguió, cayendo sobre la cama. Puse la maleta en la esquina y me acerqué a la cama. Ella tenía una gran sonrisa en su rostro mientras la ponía allí. Tomé un fuerte aliento debido a las imágenes que se atravesaban en mi cabeza al verla acostada de espaldas. Tuve visiones de ella, allí tendida desnuda conmigo encima de ella. Acariciando y sintiendo cada centímetro de su piel. Tuve que sacarlas rápidamente fuera de mi cabeza. Le pregunté si le gustaba la cama, y ella respondió que le encantaba. Maldita sea su sonrisa y lo que hacía en mí.
Era la cena, y le pregunté si tenía hambre. Tuvo un largo y duro día y estaba segura de que todavía no había comido. Le pregunté si quería pedir comida china, y me dijo que sonaba delicioso. Tomé su mano y la ayudé a levantarse de la cama. Nos dirigimos a la cocina, y sacó un menú del cajón. Me senté a su lado en el taburete de la barra y me incliné más
cerca de ella mientras compartíamos el menú.
—¿Qué te gustaría? —pregunté.
—Lo que sea. Sorpréndeme. —Sonrió.
Saqué mi teléfono y pedí la comida. Me levanté del taburete, agarré una botella de vino con dos copas y la llevé a la sala de estar. Nos sentamos en el sofá, Brittany frente a mí. Me tomó por sorpresa cuando me miró seriamente y dijo que quería saber más de mí. Dijo que sentía que nuestra amistad era unilateral. Creo que de una manera tenía razón. No
había dicho nada acerca de todas las mujeres de mi vida o de Lucy y Quinn. Sólo había dicho ciertas partes y piezas de mí, que yo sabía no le harían daño. Ella había sido herida lo suficiente, y no necesitaba que le sumara más dolor. La miré y pasé la mano por su pelo.
—Tienes razón, y lo siento, sólo que no me gusta hablar de mi vida con nadie. No es que sea una mala vida, es que soy una persona demasiado personal y me gusta de ese modo. —Miró hacia abajo con decepción, así que me incliné y tomé su barbilla en mi mano. Me levanté para que ella me pudiera mirar a los ojos—. Dame algo de tiempo, esta cosa de la amistad es nueva para mí. Necesitas comprender que nunca he sido amiga de una mujer con anterioridad.
Ella no iba a parar hasta que le contara cómo Quinn y yo éramos amigas. Me ponía nerviosa que pensara en ella. No quiero pensar sobre Brittany y Quinn, y si le digo acerca de nuestra relación, se irá. No puedo y no voy a dejar que se vaya.
—Es diferente con Quinn, y no quiero discutirlo ahora —dije mientras la miraba fijamente.
En ese momento, sonó el timbre, y me levanté para abrir. Llevé la comida con un par de platos y cubiertos al sofá. Nunca había comido en el sofá antes, pero parecía que era lo que había que hacer con Brittany. Ella era tan casual con todo. Le entregué un tenedor, pero me pidió los palillos. Miré en la bolsa, saqué un par, y se los entregué. Abrí el paquete de la
carne y empecé a poner un poco en mi plato. Brittany me dio una mirada extraña.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
¿Lucía rara por lo que estaba haciendo? —Um... ¿servir la cena? — dije.
Sacudió su dedo de lado a lado mientras tomaba la caja de mi mano y me dijo que agarrara el juego extra de palillos. Traté de explicarle que no sabía cómo usar los palillos, pero ella no quiso escuchar, nunca lo hacía. Me dijo que me iba a enseñar cómo usarlos. Agarré mi tenedor, pero lo tomó de mis manos y lo tiró al otro lado de la habitación. La miré y
suspiré, ella volvía a ganar. Tomó mi mano y puso los palillos correctamente entre mis dedos. Su toque envió escalofríos por mi espalda, y no quería que se detuviera. Guió mi mano al recipiente mientras recogía un pedazo de carne de cerdo.
—Ves, no es difícil con el entrenamiento adecuado. —Sonrió.
Sonreí mientras ella sostenía una pieza de carne con los palillos y la llevaba a su boca. Graciosamente llevé la pieza de carne de cerdo hasta ella. Sonrió con esa hermosa sonrisa y tomó el pedazo de carne de cerdo, pero mordió los palillos y se negó a dejarlos ir. Me reí y tomé ese momento increíble que estábamos compartiendo. De repente se sentía tan bien, y me asustó. Comimos, nos reímos y bebimos vino. Cuando terminamos, no podía dejar de mirarla y frotar suavemente el área por encima de su corte.
—¿Te duele? —susurré.
—Ya no —dijo.
Me di cuenta de que tenía algo en mente. —¿Qué estás pensando?—pregunté.
Tomó mi mano y la acercó a su cara mientras suavemente la besaba. Mi cuerpo se tensó, y respiré fuerte mientras sus cálidos y suaves labios tocaron mi piel. No la soltó, y no quería que lo hiciera.
—Estaba pensando en lo afortunada que soy de tener una amiga como tú. —Sonrió.
Maldita sea esa sonrisa. Saqué mi mano porque me estaba derribando, y no podía soportarlo más. —Tenemos que salir temprano en la mañana, debemos descansar un poco —dije.
Aceptó y subió las escaleras. Le pregunté si quería un analgésico antes de irse a la cama. Dijo que estaba bien y que no necesitaba uno. Fui a mi habitación y cerré la puerta. La Srta. Brittany Pierce me tenía frustrada sexualmente por lo que tenía que cuidar de mí misma. Cuando terminé, me puse un short gris y una camiseta cuando salí de la habitación, un texto de Dani llegó.
Santana, sé que no debería mandarte mensajes, pero ha pasado un tiempo, y esperaba que tuviéramos un poco de diversión salvaje esta noche.
Tienes razón, Dani, no se supone que me mandes mensajes a menos que yo lo haga. No estoy disponible, y por favor no lo hagas otra vez.
Apagué mi teléfono y me dirigí a la habitación de Brittany. Ligeramente llamé a la puerta, y me dijo que podía entrar. Traté de no mirarla demasiado, ya que no tenía necesidad de estar cada vez más excitada, lo que sabía que pasaría si la miraba en ese pequeño camisón que llevaba puesto. Me senté en la silla frente a la cama y me recliné hacia atrás. Estaría en su habitación esta noche, y ella no iba a discutir conmigo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Descansando —contesté. Podía sentir una discusión acercarse.
—¿Aquí?
—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —pregunté.
—Si lo tengo, señora Lopez.
Me senté y la miré. —¿Por qué? Los doctores dijeron que tenían que vigilarte por si había una conmoción. ¿Cómo se supone que lo haga si estoy en el dormitorio al otro lado del pasillo?
—Estoy bien, además, no puedes dormir bien en esa silla. Estarás adolorida en la mañana y tenemos una jornada de diez horas hasta Ohio —dijo.
—Órdenes de los doctores, Srta. Pierce, así que lidia con eso. No te vas a salir con la tuya en ésta.
—Ahora me estás haciendo sentir mal. Al menos duerme en la cama.
Mis ojos se abrieron. ¿Hablaba en serio? —No creo que sea una buena idea, Brittany.
—¿Por qué no? Somos amigas. Hanna y yo dormimos en la misma cama cuando tenemos pijamadas, y mi cama es pequeña comparada con ésta. Tú tienes tu propio lado ahí. —Señaló—. Si no lo haces, entonces me iré y sabes que lo haré.
—No vas a ningún sitio y no dormiré en esa cama —dije. Echó las mantas hacia atrás, salió de la cama y empezó a ponerse pantalones de yoga. Me levanté de un salto de la silla y agarré su brazo—. Basta, Brittany, necesitas descansar. —Mi voz se tornó furiosa. Tomé una respiración larga y afilada—. Está bien, dormiré en la cama, pero por favor vuelve y deja esos pantalones. —Me sonrió y se metió en la cama.
Caminé hacia el otro lado, trepé, y me volví hacia el otro lado. No me mal interpreten, quería dormir en la misma cama con ella. De hecho, quería hacer muchas cosas con ella en la cama, pero que me jodan si arruinaba la relación que tenemos en estos momentos. Cerré los ojos y susurré—: Eres la persona más obstinada y desafiante que he conocido, Brittany Pierce
—Eso me han dicho, Señora Lopez, buenas noches.
—Buenas noches, Brittany. —Sonreí mientras me quedaba dormida en
un profundo sueño.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Como lo prometí un capitulo más, espero sus comentarios para poder subir unos más, en compensación por mi ausencia.
Mierda, miré la hora, ¿y dónde está Denny? Caminé de un lado a otro en mi oficina mirando el reloj. Justo cuando estaba a punto de salir del edificio, mi teléfono sonó y era—Denny, ¿dónde diablos estás? —grité.
—Santana, lo siento, pero tenía que conducir a Brittany al hospital —dijo con calma.
—¿Qué? ¿Qué quieres decir? —pregunté, en estado de pánico.
—Dijo que se desmayó en su casa y se golpeó la cabeza. La vi en la calle, tratando de llamar a un taxi con la mano sobre sus ojos, y me detuve. Santana, el corte es bastante malo.
No podía explicar lo que estaba sintiendo en ese momento. Estaba muy preocupada por ella. Sentí la imperiosa necesidad de correr a su lado y consolarla. Volé de mi oficina y le dije a Valerie que reprogramara la reunión. Brittany era más importante.
Me subí en la parte de atrás de la limusina y le dije a Denny que se apurara y me llevara al hospital. Vi la toalla empapada de sangre en el asiento delantero, y al instante me sentí enferma.
—Por favor, dime que ella está bien, Denny —dije preocupada.
—Va a estar bien, Santana, simplemente relájate. Necesita unos puntos de sutura y estará bien.
Me quedé en silencio mientras hacíamos el viaje al hospital, parecía una eternidad. Cuando Denny finalmente se detuvo, me levanté y corrí al mostrador de recepción, preguntando dónde estaba Brittany. La recepcionista me dirigió por el pasillo hasta la última habitación de la derecha. Tomé una respiración profunda, y cuando abrí la cortina, Brittany me miró. Sus ojos se iluminaron cuando me vieron. Me acerqué a ella y le pregunté qué había pasado mientras acariciaba suavemente el área por encima de su corte. Me dolía el corazón al verla sentada allí y sangrando.
Puso su mano en mi brazo y me dijo que estaba bien. Tal vez yo estaba haciendo el asunto más grande de lo que era, pero me molestaba verla herida y con dolor. Conocí a la amiga de Brittany: Hanna. Y ella me dijo que había oído hablar mucho de mí. Me sorprendí al escuchar que Brittany había hablado de mí.
La Dra. Fields entró y de inmediato agarré la mano de Brittany y la froté suavemente con el pulgar mientras ponía cuatro puntos por encima de su ojo. Su piel era suave, y me sentía bien al tocarla. Me pregunté si el resto de su piel era tan suave, quería saberlo. Cuando la Dra. Fields terminó, le dijo a Brittany que alguien tenía que quedarse con ella esta noche y vigilarla debido a una conmoción cerebral. Hanna trató de decir que permanecería con ella, pero tomé la decisión de que Brittany se quedaría conmigo. No había manera de que me fuera de su lado esa noche. Hanna no parecía muy entusiasmada con la idea. Dijo algo de una noche de chicas, y cuando Brittany la rechazó, parecía decepcionada. Me sorprendió la decisión de Brittany, pero nos íbamos por la mañana, y ella probablemente pensó que sería más fácil si se quedaba conmigo.
Tan pronto como Hanna se fue, ayudé a bajar a Brittany de la cama. No podía dejar de estar todavía preocupada por ella.
—¿Por qué te desmayaste de esa manera? ¿Hay algo que te pase?—pregunté.
—No sé, creo que tomé una ducha demasiado caliente —dijo, mientras agarraba su bolso.
—Necesitas ser más cuidadosa —dije mientras tomé suavemente su brazo, y salimos de la habitación.
Me sonrió levemente y puso brevemente su cabeza en mi hombro. Estábamos caminando por el pasillo cuando un médico, que Brittany parecía conocer, nos detuvo. Una mirada de preocupación se hizo cargo de su rostro, y parecía nervioso. Él le preguntó qué había pasado y luego preguntó cómo se sentía. Ella le dijo que se tropezó con algo en el pasillo y
que se sentía bien. Parecía como si estuviera en apuro de terminar la conversación. Le pregunté quién era, y me dijo que él hace un par de meses le revisó un resfrío. Parecía agitada de que le estuviera haciendo preguntas y sentí que algo no estaba bien.
***
La llevé a su apartamento para que pudiera empacar lo que necesitaba para nuestro viaje a Ohio. No pude evitar la sensación de que había algo que no me estaba diciendo. Me quedé pensando en lo que ella le había dicho al doctor, que había tropezado con algo en el pasillo en vez de decirle la verdad. Entré a su habitación y me quedé en la entrada, con el brazo arriba en el marco de la puerta. No me miró en un primer momento cuando me quedé allí y la observé empacar. Podía mirar a esa hermosa mujer durante todo el día. Levantó la vista y me sonrió.
—¿Por qué le mentiste a ese doctor y le dijiste que habías tropezado con algo en el pasillo? —pregunté.
—No lo sé, no le iba a decir que me desmayé, luego haría un gran problema de eso y querría hacerme un montón de exámenes, eso es lo que hacen los doctores —respondió.
—Dijiste que tomaste una ducha demasiado caliente —dije, todavía de pie en la puerta.
Dejó de guardar cosas en su maleta y me miró. Pude ver la ira en sus ojos. —Lo hice Santana. Ahora déjame en paz de una jodida vez. Hablas de mí haciendo un montón de preguntas, es diferente cuando se trata de ti, ¿cierto?
Me di cuenta de que la había enojado, y eso era lo último que quería hacer. Me acerqué a ella y puse mis manos en sus hombros. —Lo siento. No quería enojarte —dije, mientras miraba a sus ojos dolidos. Ella acunó mi rostro con sus manos. Eran tan suaves contra mi piel y me hizo sentir débil. Quería tomar sus manos y besarlas suavemente. Quería
saborearla y sentirla.
—Siento haber alzado la voz, estoy cansada —dijo.
Me soltó la cara y se dio la vuelta para cerrar la cremallera de su maletín. Quería más de ella, y no podía soportarlo más. La agarré del brazo y le di la vuelta, tirando de ella hacia mí y abrazándola con fuerza. Necesitaba saber que lo sentía. Este era nuestro primer abrazo real, y se sentía bien. Sostenerla completamente y sentir todo su cuerpo contra el
mío era algo que había querido hacer desde que la vi. No dije ni una palabra y ella tampoco. Mantuvo sus brazos alrededor de mí y su cabeza en mi hombro. Tomé el olor de su cabello y desperté. ¿Qué estaba haciendo? Si no paraba esto, algo iba a suceder. Por lo tanto, rompí
nuestro abrazo y le dije que mejor nos fuéramos.
Agarré la maleta y fui a la sala de estar de la vivienda. Brittany me habló entusiasmadamente de la venta de sus pinturas y cómo ella estaba saliendo de su trabajo cuando se desmayó. Estaba tan contenta con la venta de sus pinturas. Sus ojos bailaban a su alrededor cuando ella me lo dijo. Sólo esperaba que no se enojara cuando se enterara de que yo era la que las compró. Cuando estábamos a punto de salir, sonó el teléfono de
Brittany. Ella me pidió agarrar un pedazo de papel del cajón de su escritorio para poder anotar la dirección de la funeraria. Abrí el cajón, encontré un pedazo de papel en blanco, y le entregué una pluma. Me di cuenta de un pedazo de papel que se asentaba encima de algunas revistas, parecía una lista. Había algunas cosas tachadas. Me fijé que ella quería ir a París. Tendría que llevarla allí algún día. Es una ciudad hermosa, y yo quiero ser la que se la muestre. Colgó el teléfono y me miró mientras sostenía la lista en la mano.
—¿Qué es esto? —pregunté casualmente.
Caminó hacia mí y me la quitó de las manos. —Sólo una lista de cosas que me gustaría hacer en mi vida. La escribí después de que Tom se mudara, algo así como un nuevo comienzo en la vida. —Me lo quitó y lo puso de nuevo en el cajón. Salimos a la limusina donde Denny nos estaba esperando.
***
Agarré su maleta, entré a la habitación y ella me siguió, cayendo sobre la cama. Puse la maleta en la esquina y me acerqué a la cama. Ella tenía una gran sonrisa en su rostro mientras la ponía allí. Tomé un fuerte aliento debido a las imágenes que se atravesaban en mi cabeza al verla acostada de espaldas. Tuve visiones de ella, allí tendida desnuda conmigo encima de ella. Acariciando y sintiendo cada centímetro de su piel. Tuve que sacarlas rápidamente fuera de mi cabeza. Le pregunté si le gustaba la cama, y ella respondió que le encantaba. Maldita sea su sonrisa y lo que hacía en mí.
Era la cena, y le pregunté si tenía hambre. Tuvo un largo y duro día y estaba segura de que todavía no había comido. Le pregunté si quería pedir comida china, y me dijo que sonaba delicioso. Tomé su mano y la ayudé a levantarse de la cama. Nos dirigimos a la cocina, y sacó un menú del cajón. Me senté a su lado en el taburete de la barra y me incliné más
cerca de ella mientras compartíamos el menú.
—¿Qué te gustaría? —pregunté.
—Lo que sea. Sorpréndeme. —Sonrió.
Saqué mi teléfono y pedí la comida. Me levanté del taburete, agarré una botella de vino con dos copas y la llevé a la sala de estar. Nos sentamos en el sofá, Brittany frente a mí. Me tomó por sorpresa cuando me miró seriamente y dijo que quería saber más de mí. Dijo que sentía que nuestra amistad era unilateral. Creo que de una manera tenía razón. No
había dicho nada acerca de todas las mujeres de mi vida o de Lucy y Quinn. Sólo había dicho ciertas partes y piezas de mí, que yo sabía no le harían daño. Ella había sido herida lo suficiente, y no necesitaba que le sumara más dolor. La miré y pasé la mano por su pelo.
—Tienes razón, y lo siento, sólo que no me gusta hablar de mi vida con nadie. No es que sea una mala vida, es que soy una persona demasiado personal y me gusta de ese modo. —Miró hacia abajo con decepción, así que me incliné y tomé su barbilla en mi mano. Me levanté para que ella me pudiera mirar a los ojos—. Dame algo de tiempo, esta cosa de la amistad es nueva para mí. Necesitas comprender que nunca he sido amiga de una mujer con anterioridad.
Ella no iba a parar hasta que le contara cómo Quinn y yo éramos amigas. Me ponía nerviosa que pensara en ella. No quiero pensar sobre Brittany y Quinn, y si le digo acerca de nuestra relación, se irá. No puedo y no voy a dejar que se vaya.
—Es diferente con Quinn, y no quiero discutirlo ahora —dije mientras la miraba fijamente.
En ese momento, sonó el timbre, y me levanté para abrir. Llevé la comida con un par de platos y cubiertos al sofá. Nunca había comido en el sofá antes, pero parecía que era lo que había que hacer con Brittany. Ella era tan casual con todo. Le entregué un tenedor, pero me pidió los palillos. Miré en la bolsa, saqué un par, y se los entregué. Abrí el paquete de la
carne y empecé a poner un poco en mi plato. Brittany me dio una mirada extraña.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
¿Lucía rara por lo que estaba haciendo? —Um... ¿servir la cena? — dije.
Sacudió su dedo de lado a lado mientras tomaba la caja de mi mano y me dijo que agarrara el juego extra de palillos. Traté de explicarle que no sabía cómo usar los palillos, pero ella no quiso escuchar, nunca lo hacía. Me dijo que me iba a enseñar cómo usarlos. Agarré mi tenedor, pero lo tomó de mis manos y lo tiró al otro lado de la habitación. La miré y
suspiré, ella volvía a ganar. Tomó mi mano y puso los palillos correctamente entre mis dedos. Su toque envió escalofríos por mi espalda, y no quería que se detuviera. Guió mi mano al recipiente mientras recogía un pedazo de carne de cerdo.
—Ves, no es difícil con el entrenamiento adecuado. —Sonrió.
Sonreí mientras ella sostenía una pieza de carne con los palillos y la llevaba a su boca. Graciosamente llevé la pieza de carne de cerdo hasta ella. Sonrió con esa hermosa sonrisa y tomó el pedazo de carne de cerdo, pero mordió los palillos y se negó a dejarlos ir. Me reí y tomé ese momento increíble que estábamos compartiendo. De repente se sentía tan bien, y me asustó. Comimos, nos reímos y bebimos vino. Cuando terminamos, no podía dejar de mirarla y frotar suavemente el área por encima de su corte.
—¿Te duele? —susurré.
—Ya no —dijo.
Me di cuenta de que tenía algo en mente. —¿Qué estás pensando?—pregunté.
Tomó mi mano y la acercó a su cara mientras suavemente la besaba. Mi cuerpo se tensó, y respiré fuerte mientras sus cálidos y suaves labios tocaron mi piel. No la soltó, y no quería que lo hiciera.
—Estaba pensando en lo afortunada que soy de tener una amiga como tú. —Sonrió.
Maldita sea esa sonrisa. Saqué mi mano porque me estaba derribando, y no podía soportarlo más. —Tenemos que salir temprano en la mañana, debemos descansar un poco —dije.
Aceptó y subió las escaleras. Le pregunté si quería un analgésico antes de irse a la cama. Dijo que estaba bien y que no necesitaba uno. Fui a mi habitación y cerré la puerta. La Srta. Brittany Pierce me tenía frustrada sexualmente por lo que tenía que cuidar de mí misma. Cuando terminé, me puse un short gris y una camiseta cuando salí de la habitación, un texto de Dani llegó.
Santana, sé que no debería mandarte mensajes, pero ha pasado un tiempo, y esperaba que tuviéramos un poco de diversión salvaje esta noche.
Tienes razón, Dani, no se supone que me mandes mensajes a menos que yo lo haga. No estoy disponible, y por favor no lo hagas otra vez.
Apagué mi teléfono y me dirigí a la habitación de Brittany. Ligeramente llamé a la puerta, y me dijo que podía entrar. Traté de no mirarla demasiado, ya que no tenía necesidad de estar cada vez más excitada, lo que sabía que pasaría si la miraba en ese pequeño camisón que llevaba puesto. Me senté en la silla frente a la cama y me recliné hacia atrás. Estaría en su habitación esta noche, y ella no iba a discutir conmigo.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó.
—Descansando —contesté. Podía sentir una discusión acercarse.
—¿Aquí?
—Sí, ¿tienes algún problema con eso? —pregunté.
—Si lo tengo, señora Lopez.
Me senté y la miré. —¿Por qué? Los doctores dijeron que tenían que vigilarte por si había una conmoción. ¿Cómo se supone que lo haga si estoy en el dormitorio al otro lado del pasillo?
—Estoy bien, además, no puedes dormir bien en esa silla. Estarás adolorida en la mañana y tenemos una jornada de diez horas hasta Ohio —dijo.
—Órdenes de los doctores, Srta. Pierce, así que lidia con eso. No te vas a salir con la tuya en ésta.
—Ahora me estás haciendo sentir mal. Al menos duerme en la cama.
Mis ojos se abrieron. ¿Hablaba en serio? —No creo que sea una buena idea, Brittany.
—¿Por qué no? Somos amigas. Hanna y yo dormimos en la misma cama cuando tenemos pijamadas, y mi cama es pequeña comparada con ésta. Tú tienes tu propio lado ahí. —Señaló—. Si no lo haces, entonces me iré y sabes que lo haré.
—No vas a ningún sitio y no dormiré en esa cama —dije. Echó las mantas hacia atrás, salió de la cama y empezó a ponerse pantalones de yoga. Me levanté de un salto de la silla y agarré su brazo—. Basta, Brittany, necesitas descansar. —Mi voz se tornó furiosa. Tomé una respiración larga y afilada—. Está bien, dormiré en la cama, pero por favor vuelve y deja esos pantalones. —Me sonrió y se metió en la cama.
Caminé hacia el otro lado, trepé, y me volví hacia el otro lado. No me mal interpreten, quería dormir en la misma cama con ella. De hecho, quería hacer muchas cosas con ella en la cama, pero que me jodan si arruinaba la relación que tenemos en estos momentos. Cerré los ojos y susurré—: Eres la persona más obstinada y desafiante que he conocido, Brittany Pierce
—Eso me han dicho, Señora Lopez, buenas noches.
—Buenas noches, Brittany. —Sonreí mientras me quedaba dormida en
un profundo sueño.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Como lo prometí un capitulo más, espero sus comentarios para poder subir unos más, en compensación por mi ausencia.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
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Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Llegamos en la parte donde pasa algo en el hotel, ¿no es así? *-* jaja
Me encanta pero a la vez no, porque luego luego suceden cosas y.. Asdfghjkl
Me encanta pero a la vez no, porque luego luego suceden cosas y.. Asdfghjkl
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
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Edad : 27
Capitulo 10
CAPITULO 10
Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Brittany. Estaba acostada de lado frente a mí. Me quedé allí por un momento, mirándola y observándola mientras dormía. Todavía tenía que empacar algunas cosas, y quería hacerle el desayuno antes de que saliéramos. Con
mucho cuidado me levanté de la cama, tratando de no despertarla. Cuando me dirigía a la puerta, la oí removerse debajo de las sábanas. Me giré y la miré, aún durmiendo plácidamente, mientras caminaba a mi habitación. Me di una ducha y terminé de empacar lo poco que me faltaba. Cuando iba a la cocina, mi teléfono empezó a sonar. Lo miré y
apareció el nombre de Quinn. Era la última persona con la que quería hablar, especialmente ahora con Brittany justo escaleras arriba. Le respondí y traté de hacerlo lo más corto posible.
—Quinn, no puedo hablar ahora, estoy en medio de algo —dije.
—Necesito verte, Santana, y necesito verte ahora.
—Que pena Quinn, tengo que salir de la ciudad por unos pocos días en viaje de negocios.—
Iré en este momento, y puedo enviarte sintiéndote muy bien.
—No, no puedes, no tengo tiempo. No te atrevas a venir hasta aquí, estoy saliendo. Te llamaré tan pronto como regrese —grité.
—Santana, parece que ha pasado una eternidad, y realmente me estoy enojando —se quejó.
Cambié mi tono con ella porque necesitaba colgar el teléfono antes de que Brittany bajara las escaleras. —Sé que ha pasado mucho tiempo, pero no puedo evitarlo, he estado muy ocupada.
—¿Tiene esto algo que ver con esa zorra rubia con la que has estado?
—No, ella no tiene nada que ver con esto. He estado trabajando. —Suavicé mi tono—. Quinn, nos reuniremos tan pronto como vuelva.
—Promételo, Santana —dijo.
—Te lo prometo. Voy a enviar un sobre con Denny, hablaremos pronto.
Puedo garantizar que es una promesa que no tengo intención de cumplir. Tenía que decirle lo que quería oír para sacarla del teléfono, no podía arriesgarme a que Brittany me escuchara.
El desayuno estaba casi listo, así que subí las escaleras para ver si estaba despierta. Oí correr el agua en el baño, así que llamé a la puerta. Le dije a Brittany que se asegurase de que el agua no estaba muy caliente. De alguna manera, no le creí, porque tenía la muy mala costumbre de no escuchar a nadie. Me apoyé contra la pared y esperé a que saliera. Oí la
ducha cerrarse, y un momento después, Brittany abrió la puerta y saltó.
—Mierda, Santana, me has asustado —dijo.
Verla allí de pie con nada más que una toalla era lo más hermoso que he visto en mi vida. Su piel seguía húmeda por la ducha, el pelo mojado y ondulado, y la corta toalla apenas cubría su cuerpo perfectamente formado. Sus piernas eran largas, delgadas y
perfectamente esculpidas. Se quedó mirándome.
—Lo siento, sólo quería asegurarme de que tu ducha no estuviera demasiado caliente. No quiero que te marees y te desmayes de nuevo.
Tienes el hábito de no escuchar a nadie —le dije con una sonrisa.
Rodó los ojos en blanco diciendo ay. —¡Ves, te dije que no me rodaras los ojos, y no me escuchaste! —grité mientras caminaba por el pasillo. Me sonrió al cerrar la puerta. Maldita sea esa sonrisa.
Volví abajo y le serví un plato de huevos. Bajó y se sentó en la isla. Deslicé el plato delante de ella, y me miró con sorpresa en su rostro. Preguntó si yo hice todo, y le dije que sí. Parecía sorprendida por el hecho de que puedo cocinar. Traje mi plato y me senté en el taburete a su lado. Me miró mientras tomaba un bocado de sus huevos, y con una sonrisa en su cara, me preguntó si me había hecho daño de alguna manera la noche anterior. Quise decirle que había deseado que lo hiciera, pero en lugar de eso decidí jugar con ella un poco.
—No, de hecho, envolviste tus brazos a mi alrededor e intentaste frotar mis pechos llamandome Hanna. Estaba un poco encendida.
La expresión de su rostro era divertida. Su boca se abrió y sus ojos se agrandaron. Era tan malditamente linda que no pude evitar sonreír. Supo en ese momento que estaba bromeando, y fue a golpearme juguetonamente en el brazo. Agarré sus manos antes de que me pudiera pegar y miré las cicatrices en su muñeca. Nuestro humor juguetón se volvió
serio mientras las miraba fijamente por un momento. Dejé caer sus manos, me levanté con mi plato y me dirigí hacia el fregadero.
—¿Mis cicatrices de verdad te molestan? —me preguntó en un tono serio.
—Me entristecen, eso es todo —le contesté mientras ponía el plato en el lavavajillas.
—¿Por qué, Santana? Ni siquiera te conocía cuando esto sucedió. ¿Por qué mis cicatrices te entristecen tanto? —preguntó.
Seguí de espaldas a ella mientras miraba por la ventana. —Me entristece que alguien pudiera pensar tan poco de su vida para querer hacer una cosa así. —Sé que era la peor cosa que decir, y probablemente no debería haberlo dicho.
—Te dije el por qué lo hice, y no era porque pensaba poco de mi vida. Lo hice para disminuir el dolor de mi padre. ¿Y cómo te atreves, Santana Lopez? —Se puso a llorar.
Se levantó del taburete y salió de la cocina. No quise molestarla, pero tenía que hacerlo. Corrí detrás de ella, la agarré y la tiré en un cálido abrazo.
—Lo siento, no era mi intención, te juro que no lo era. Me pongo triste cuando las veo porque me recuerdan lo que pasaste —le susurré al oído.
Me arrepentí de cada palabra que había dicho. Me miró mientras suavemente sequé algunas lágrimas que habían caído de sus ojos.
—Está bien, vamos a olvidarlo y salir —dijo.
Puse mi frente en la suya. —Soy una idiota insensible.
Sonrió suavemente y susurró—: Estás de suerte, soy un poco aficionada a las idiotas insensibles.
Mi primer pensamiento fue besar sus labios. Quería sentirlos contra los míos, pero tuve que contenerme. Se estaba haciendo más difícil cada día controlarme, sobre todo después de la noche anterior. Por lo tanto, opté por su cabeza en su lugar. La besé suavemente en la cabeza y le sonreí. Cuando el momento pasó, nos dirigimos a la Range Rover para iniciar
nuestro viaje por carretera a Ohio.
Tiré nuestras maletas en la parte trasera mientras Brittany se instalaba dentro cómodamente. En cuanto comencé a conducir, miré sobre el hombro y noté que me estaba mirando. No le importó que me diera cuenta, porque cada vez que echaba un vistazo, seguía mirándome.
—¿Por qué me miras estás mirando? —Sonreí.
—Me preguntaba acerca de Santana Lopez, eso es todo.
Suspiré y miré de vuelta al camino. No iba a renunciar hasta que descubriera más sobre mí. Sé que tengo que abrirme con ella, y lo haré, pero no ahora. Se puso los auriculares y miró por la ventanilla del pasajero. Podía decir que estaba irritada con mi respuesta. Le toqué el hombro, me miró y se quitó sus auriculares.
—¿Me vas a ignorar todo el camino? —le pregunté.
—¿Me vas a contar un poco sobre Santana Lopez? —Sonrió de una manera arrogante.
Dios mío, esta chica estaba empezando a molestarme, pero de una forma sexy. Suspiré y traté de pensar en lo que debería decirle, o mejor aún, dónde debería empezar. Giró la cabeza y se puso sus auriculares de nuevo. No iba a ser ignorada por ella, sobre todo por las próximas diez horas, porque es demasiado malditamente terca como para respetar mi
privacidad. Estiré la mano y tiré de uno de sus auriculares.
—Oye, ¿qué demonios, Santana?
—Sácate esas cosas, mujer testaruda, y hablaré. —Le sonreí.
Sabía que ganó, y apuesto a que lo hizo a propósito. No había manera de evitar decirle algo sobre mí o de lo contrario me haría sufrir. Comencé con la historia de mi hermana gemela, Sofia y cómo murió cuando tenía siete años de un virus que atacó su corazón. Después de que terminé de explicar la historia de Sofia, le hablé de Rachel y su hijo Camden. Le conté que Camden es autista, y que es la razón por la que mi compañía y yo estamos involucradas en la caridad para el autismo. Me dedicó una mirada simpática, puso su mano en mi hombro y empezó a frotarlo. Le importaba, pude verlo en su rostro y en sus ojos. Brittany es la
persona más atenta y servicial que he conocido. Empecé a explicarle acerca de mi padre y de cómo empezó a prepararme para Lopez Enterprises cuando tenía trece años. Le dije todo sobre Harvard, cómo me hice cargo de la empresa de mi padre cuando tenía veintiocho años, y cómo he duplicado las ganancias de la compañía en los últimos dos años.
No fue difícil hablarle de mi vida personal a Brittany. No pensé que sería capaz de hacerlo, ya que nunca he hablado nada de mi vida con nadie. Era fácil hablar con ella, y pude notar que estaba feliz con la información que le di. Eso fue hasta que habló de lo innombrable.
—¿Qué hay de las relaciones pasadas?
Apreté los labios y tomé una respiración profunda, no hablo acerca de mis anteriores relaciones, no tiene sentido, ¿por qué volver al pasado?
—No tengo novia, ni tampoco quiero una. —El comentario salió de mi boca sin siquiera pensar en ello primero. Apartó la mirada después de que dije eso y luego regresó a mí.
—¿Por qué no? Incluso si has sido herida antes, te levantas y sigues adelante. Todo el mundo ha sido herido por lo menos una vez en su vida, algunos más que otros, pero tienes que decidir qué hacer con ese dolor —dijo.
—No es tan simple, Brittany, confía en mí —le dije mientras miraba continuamente el camino delante de mí.
—Así que, ¿no quieres algún día casarte o tener hijos y hacer todo el asunto de la familia perfecta?
Le lancé una mirada seria. —No, no quiero hacer nada de eso, y para citarte, nada dura para siempre.
—Realmente tienes que dejar de citar eso, Santana. Creo que lo tomaste de la manera equivocada.
—Sin importar la manera en que lo tomé, ya te dije que no tengo relaciones, y me refiero a eso —le dije.
Miró por la ventana. —Lo sé.
No podría decir si estaba herida o desanimada por mis comentarios. No sé por qué estaría herida, no es como si quisiera alguna de esa mierda. Lo admitiré, tal vez no todo es una mierda, pero me asusta. Tuvimos una pequeña charla por un rato, y seguía poniendo un auricular en mi oreja y luego me preguntaba si me gustaba su música. Parecía estar bien, y se estaba divirtiendo, haciéndome escuchar sus canciones. Teníamos diferentes gustos en música, eso es seguro. Pero seguí el juego, porque cada vez que ponía una canción diferente y me preguntaba si me gustaba, sonreía. Maldita sea esa sonrisa.
***
Habíamos estado conduciendo alrededor de cuatro horas, y necesitábamos parar para cargar gasolina. Salí de la carretera y me detuve en la primera gasolinera que vi. Brittany se había dormido unos treinta minutos antes y se despertó cuando detuve el Range Rover.
—¿Qué está pasando? ¿Qué estamos haciendo? —preguntó adormilada.
—Voy a llenarlo y luego pararemos a comer algo —le contesté.
Salí y me acerqué a la bomba de gasolina. Brittany abrió la puerta y salió, estirando la espalda y las piernas. Se acercó a donde estaba y besó mi mejilla.
—¿Qué fue eso? —le pregunté.
—Es sólo un gracias por hablarme de tu familia. —Sonrió.
Le devolví la sonrisa mientras me decía que iba dentro de la tienda para tomar un par de cosas. Terminé de cargar gasolina y me dirigí al interior para buscar a Brittany. La vi de pie en la isla de dulces, mirando por encima de la enorme cantidad de comida chatarra frente a ella. Estaba tan absorta en el chocolate puesto delante de sus ojos, que no me notó
caminar detrás de ella.
—¿Vas a llenar tu cuerpo con esta basura? —le pregunté.
Rápidamente se dio la vuelta mientras se tambaleaba, pero la atrapé en mis brazos. Brittany, ¿estás bien? —le pregunté mientras la sujetaba cerca de mí.
—Estoy bien, simplemente me mareé —respondió mientras sostenía su cabeza.
Seguí abrazándola hasta que se sintió mejor. —Sabía que deberíamos haber esperado un día más antes de irnos. Aún no estás lista para viajar. Necesita más tiempo para recuperarte de tu caída. —Estaba enojada conmigo misma porque había jugado un poco con la idea de
salir mañana en vez de hoy. Mantuvo la cabeza en mi hombro y me dijo que dejara de ser sobreprotectora y que su mareo fue probablemente causado por la medicación para el dolor que tomó. Encontré eso extraño porque no la vi tomar ninguna medicina para el dolor. Empecé a preocuparme por ella, de hecho he estado preocupada desde que se desmayó. Le dije que nos iba a encontrar un hotel y nos detendríamos para pasar la noche para que pudiera descansar. Estábamos antes de lo programado, y estaríamos en Ohio mañana con un montón de tiempo. Me dijo que quería conducir durante un par de horas más y
conseguir algo de comer antes de detenernos para pasar la noche. Señaló la puerta principal y me pidió que le consiguiera un cesto.
—¿En serio vas a comprar todo eso? —le pregunté.
—Está bien, Sra Lopez, si quieres saber la verdad, estoy en mi síndrome premenstrual.
Di un paso atrás y puse mis manos en alto. —Guau, has dicho suficiente.
Sonrió mientras tomaba la canasta y la llenó con patatas fritas, chocolate y galletas. Me quedé allí y la observé con una mirada de horror en la cara. No creo que jamás haya visto a nadie comer tanta comida chatarra. Las mujeres a las que estoy acostumbrada prácticamente se matan de hambre.
—Oye, tú eres la que quería llevarme en este viaje por la carretera. Sólo estoy tratando de mantener la paz, ya que sin estos alimentos para una mujer rubia en esa época del mes. —Ella agitó la mano—. Bueno, realmente ya sabes.
Caminamos a la caja y puso la cesta en el mostrador. La cajera escuchó nuestra conversación, entonces me miró y dijo—: Confía en ella, nosotras las rubias somos dos hojas de resumen de locura cuando se trata de nuestro tiempo especial.
Me quedé allí y las miré, sin palabras, mientras registraba la comida. La cajera dio el total y Brittany me miró.
La miré confundida. —¿En serio? ¿Quieres que pague por esta basura?
La cajera se inclinó sobre el mostrador y me miró directamente a los ojos. —Recuerda, dos hojas de resumen de locura.
Saqué mi cartera del bolso y pagué mientras murmuraba para mis adentros. Tomé la bolsa y salí. Se subió en el Range Rover y nos dirigimos a la interestatal. La miré y sacudí con la cabeza.
—¿Qué? —Sonrió.
—Estás loca, sólo quería que lo supieras —dije en un tono serio pero juguetón.
—Oh, cariño, lo sé, pero te prometo que es sólo por unos días. —Se rió.
Traté tanto de contener una sonrisa, pero no pude. Era demasiado condenadamente adorable, y mis sentimientos por ella eran más fuertes a cada minuto.
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Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Cumpliendo la promesa, un capitulo más, espero les guste y si, nos estamos acercando al momento de felicidad y al mismo tiempo donde comienza toda la montaña rusa que ya conocimos, será interesante saber como lo vivió Santana, el tiempo separadas, el dolor, en fin, espero les guste. Mañana intentare subir al menos un capitulo, sino puedo, las compensare el fin de semana. Saludos.
Abrí los ojos y lo primero que vi fue a Brittany. Estaba acostada de lado frente a mí. Me quedé allí por un momento, mirándola y observándola mientras dormía. Todavía tenía que empacar algunas cosas, y quería hacerle el desayuno antes de que saliéramos. Con
mucho cuidado me levanté de la cama, tratando de no despertarla. Cuando me dirigía a la puerta, la oí removerse debajo de las sábanas. Me giré y la miré, aún durmiendo plácidamente, mientras caminaba a mi habitación. Me di una ducha y terminé de empacar lo poco que me faltaba. Cuando iba a la cocina, mi teléfono empezó a sonar. Lo miré y
apareció el nombre de Quinn. Era la última persona con la que quería hablar, especialmente ahora con Brittany justo escaleras arriba. Le respondí y traté de hacerlo lo más corto posible.
—Quinn, no puedo hablar ahora, estoy en medio de algo —dije.
—Necesito verte, Santana, y necesito verte ahora.
—Que pena Quinn, tengo que salir de la ciudad por unos pocos días en viaje de negocios.—
Iré en este momento, y puedo enviarte sintiéndote muy bien.
—No, no puedes, no tengo tiempo. No te atrevas a venir hasta aquí, estoy saliendo. Te llamaré tan pronto como regrese —grité.
—Santana, parece que ha pasado una eternidad, y realmente me estoy enojando —se quejó.
Cambié mi tono con ella porque necesitaba colgar el teléfono antes de que Brittany bajara las escaleras. —Sé que ha pasado mucho tiempo, pero no puedo evitarlo, he estado muy ocupada.
—¿Tiene esto algo que ver con esa zorra rubia con la que has estado?
—No, ella no tiene nada que ver con esto. He estado trabajando. —Suavicé mi tono—. Quinn, nos reuniremos tan pronto como vuelva.
—Promételo, Santana —dijo.
—Te lo prometo. Voy a enviar un sobre con Denny, hablaremos pronto.
Puedo garantizar que es una promesa que no tengo intención de cumplir. Tenía que decirle lo que quería oír para sacarla del teléfono, no podía arriesgarme a que Brittany me escuchara.
El desayuno estaba casi listo, así que subí las escaleras para ver si estaba despierta. Oí correr el agua en el baño, así que llamé a la puerta. Le dije a Brittany que se asegurase de que el agua no estaba muy caliente. De alguna manera, no le creí, porque tenía la muy mala costumbre de no escuchar a nadie. Me apoyé contra la pared y esperé a que saliera. Oí la
ducha cerrarse, y un momento después, Brittany abrió la puerta y saltó.
—Mierda, Santana, me has asustado —dijo.
Verla allí de pie con nada más que una toalla era lo más hermoso que he visto en mi vida. Su piel seguía húmeda por la ducha, el pelo mojado y ondulado, y la corta toalla apenas cubría su cuerpo perfectamente formado. Sus piernas eran largas, delgadas y
perfectamente esculpidas. Se quedó mirándome.
—Lo siento, sólo quería asegurarme de que tu ducha no estuviera demasiado caliente. No quiero que te marees y te desmayes de nuevo.
Tienes el hábito de no escuchar a nadie —le dije con una sonrisa.
Rodó los ojos en blanco diciendo ay. —¡Ves, te dije que no me rodaras los ojos, y no me escuchaste! —grité mientras caminaba por el pasillo. Me sonrió al cerrar la puerta. Maldita sea esa sonrisa.
Volví abajo y le serví un plato de huevos. Bajó y se sentó en la isla. Deslicé el plato delante de ella, y me miró con sorpresa en su rostro. Preguntó si yo hice todo, y le dije que sí. Parecía sorprendida por el hecho de que puedo cocinar. Traje mi plato y me senté en el taburete a su lado. Me miró mientras tomaba un bocado de sus huevos, y con una sonrisa en su cara, me preguntó si me había hecho daño de alguna manera la noche anterior. Quise decirle que había deseado que lo hiciera, pero en lugar de eso decidí jugar con ella un poco.
—No, de hecho, envolviste tus brazos a mi alrededor e intentaste frotar mis pechos llamandome Hanna. Estaba un poco encendida.
La expresión de su rostro era divertida. Su boca se abrió y sus ojos se agrandaron. Era tan malditamente linda que no pude evitar sonreír. Supo en ese momento que estaba bromeando, y fue a golpearme juguetonamente en el brazo. Agarré sus manos antes de que me pudiera pegar y miré las cicatrices en su muñeca. Nuestro humor juguetón se volvió
serio mientras las miraba fijamente por un momento. Dejé caer sus manos, me levanté con mi plato y me dirigí hacia el fregadero.
—¿Mis cicatrices de verdad te molestan? —me preguntó en un tono serio.
—Me entristecen, eso es todo —le contesté mientras ponía el plato en el lavavajillas.
—¿Por qué, Santana? Ni siquiera te conocía cuando esto sucedió. ¿Por qué mis cicatrices te entristecen tanto? —preguntó.
Seguí de espaldas a ella mientras miraba por la ventana. —Me entristece que alguien pudiera pensar tan poco de su vida para querer hacer una cosa así. —Sé que era la peor cosa que decir, y probablemente no debería haberlo dicho.
—Te dije el por qué lo hice, y no era porque pensaba poco de mi vida. Lo hice para disminuir el dolor de mi padre. ¿Y cómo te atreves, Santana Lopez? —Se puso a llorar.
Se levantó del taburete y salió de la cocina. No quise molestarla, pero tenía que hacerlo. Corrí detrás de ella, la agarré y la tiré en un cálido abrazo.
—Lo siento, no era mi intención, te juro que no lo era. Me pongo triste cuando las veo porque me recuerdan lo que pasaste —le susurré al oído.
Me arrepentí de cada palabra que había dicho. Me miró mientras suavemente sequé algunas lágrimas que habían caído de sus ojos.
—Está bien, vamos a olvidarlo y salir —dijo.
Puse mi frente en la suya. —Soy una idiota insensible.
Sonrió suavemente y susurró—: Estás de suerte, soy un poco aficionada a las idiotas insensibles.
Mi primer pensamiento fue besar sus labios. Quería sentirlos contra los míos, pero tuve que contenerme. Se estaba haciendo más difícil cada día controlarme, sobre todo después de la noche anterior. Por lo tanto, opté por su cabeza en su lugar. La besé suavemente en la cabeza y le sonreí. Cuando el momento pasó, nos dirigimos a la Range Rover para iniciar
nuestro viaje por carretera a Ohio.
Tiré nuestras maletas en la parte trasera mientras Brittany se instalaba dentro cómodamente. En cuanto comencé a conducir, miré sobre el hombro y noté que me estaba mirando. No le importó que me diera cuenta, porque cada vez que echaba un vistazo, seguía mirándome.
—¿Por qué me miras estás mirando? —Sonreí.
—Me preguntaba acerca de Santana Lopez, eso es todo.
Suspiré y miré de vuelta al camino. No iba a renunciar hasta que descubriera más sobre mí. Sé que tengo que abrirme con ella, y lo haré, pero no ahora. Se puso los auriculares y miró por la ventanilla del pasajero. Podía decir que estaba irritada con mi respuesta. Le toqué el hombro, me miró y se quitó sus auriculares.
—¿Me vas a ignorar todo el camino? —le pregunté.
—¿Me vas a contar un poco sobre Santana Lopez? —Sonrió de una manera arrogante.
Dios mío, esta chica estaba empezando a molestarme, pero de una forma sexy. Suspiré y traté de pensar en lo que debería decirle, o mejor aún, dónde debería empezar. Giró la cabeza y se puso sus auriculares de nuevo. No iba a ser ignorada por ella, sobre todo por las próximas diez horas, porque es demasiado malditamente terca como para respetar mi
privacidad. Estiré la mano y tiré de uno de sus auriculares.
—Oye, ¿qué demonios, Santana?
—Sácate esas cosas, mujer testaruda, y hablaré. —Le sonreí.
Sabía que ganó, y apuesto a que lo hizo a propósito. No había manera de evitar decirle algo sobre mí o de lo contrario me haría sufrir. Comencé con la historia de mi hermana gemela, Sofia y cómo murió cuando tenía siete años de un virus que atacó su corazón. Después de que terminé de explicar la historia de Sofia, le hablé de Rachel y su hijo Camden. Le conté que Camden es autista, y que es la razón por la que mi compañía y yo estamos involucradas en la caridad para el autismo. Me dedicó una mirada simpática, puso su mano en mi hombro y empezó a frotarlo. Le importaba, pude verlo en su rostro y en sus ojos. Brittany es la
persona más atenta y servicial que he conocido. Empecé a explicarle acerca de mi padre y de cómo empezó a prepararme para Lopez Enterprises cuando tenía trece años. Le dije todo sobre Harvard, cómo me hice cargo de la empresa de mi padre cuando tenía veintiocho años, y cómo he duplicado las ganancias de la compañía en los últimos dos años.
No fue difícil hablarle de mi vida personal a Brittany. No pensé que sería capaz de hacerlo, ya que nunca he hablado nada de mi vida con nadie. Era fácil hablar con ella, y pude notar que estaba feliz con la información que le di. Eso fue hasta que habló de lo innombrable.
—¿Qué hay de las relaciones pasadas?
Apreté los labios y tomé una respiración profunda, no hablo acerca de mis anteriores relaciones, no tiene sentido, ¿por qué volver al pasado?
—No tengo novia, ni tampoco quiero una. —El comentario salió de mi boca sin siquiera pensar en ello primero. Apartó la mirada después de que dije eso y luego regresó a mí.
—¿Por qué no? Incluso si has sido herida antes, te levantas y sigues adelante. Todo el mundo ha sido herido por lo menos una vez en su vida, algunos más que otros, pero tienes que decidir qué hacer con ese dolor —dijo.
—No es tan simple, Brittany, confía en mí —le dije mientras miraba continuamente el camino delante de mí.
—Así que, ¿no quieres algún día casarte o tener hijos y hacer todo el asunto de la familia perfecta?
Le lancé una mirada seria. —No, no quiero hacer nada de eso, y para citarte, nada dura para siempre.
—Realmente tienes que dejar de citar eso, Santana. Creo que lo tomaste de la manera equivocada.
—Sin importar la manera en que lo tomé, ya te dije que no tengo relaciones, y me refiero a eso —le dije.
Miró por la ventana. —Lo sé.
No podría decir si estaba herida o desanimada por mis comentarios. No sé por qué estaría herida, no es como si quisiera alguna de esa mierda. Lo admitiré, tal vez no todo es una mierda, pero me asusta. Tuvimos una pequeña charla por un rato, y seguía poniendo un auricular en mi oreja y luego me preguntaba si me gustaba su música. Parecía estar bien, y se estaba divirtiendo, haciéndome escuchar sus canciones. Teníamos diferentes gustos en música, eso es seguro. Pero seguí el juego, porque cada vez que ponía una canción diferente y me preguntaba si me gustaba, sonreía. Maldita sea esa sonrisa.
***
Habíamos estado conduciendo alrededor de cuatro horas, y necesitábamos parar para cargar gasolina. Salí de la carretera y me detuve en la primera gasolinera que vi. Brittany se había dormido unos treinta minutos antes y se despertó cuando detuve el Range Rover.
—¿Qué está pasando? ¿Qué estamos haciendo? —preguntó adormilada.
—Voy a llenarlo y luego pararemos a comer algo —le contesté.
Salí y me acerqué a la bomba de gasolina. Brittany abrió la puerta y salió, estirando la espalda y las piernas. Se acercó a donde estaba y besó mi mejilla.
—¿Qué fue eso? —le pregunté.
—Es sólo un gracias por hablarme de tu familia. —Sonrió.
Le devolví la sonrisa mientras me decía que iba dentro de la tienda para tomar un par de cosas. Terminé de cargar gasolina y me dirigí al interior para buscar a Brittany. La vi de pie en la isla de dulces, mirando por encima de la enorme cantidad de comida chatarra frente a ella. Estaba tan absorta en el chocolate puesto delante de sus ojos, que no me notó
caminar detrás de ella.
—¿Vas a llenar tu cuerpo con esta basura? —le pregunté.
Rápidamente se dio la vuelta mientras se tambaleaba, pero la atrapé en mis brazos. Brittany, ¿estás bien? —le pregunté mientras la sujetaba cerca de mí.
—Estoy bien, simplemente me mareé —respondió mientras sostenía su cabeza.
Seguí abrazándola hasta que se sintió mejor. —Sabía que deberíamos haber esperado un día más antes de irnos. Aún no estás lista para viajar. Necesita más tiempo para recuperarte de tu caída. —Estaba enojada conmigo misma porque había jugado un poco con la idea de
salir mañana en vez de hoy. Mantuvo la cabeza en mi hombro y me dijo que dejara de ser sobreprotectora y que su mareo fue probablemente causado por la medicación para el dolor que tomó. Encontré eso extraño porque no la vi tomar ninguna medicina para el dolor. Empecé a preocuparme por ella, de hecho he estado preocupada desde que se desmayó. Le dije que nos iba a encontrar un hotel y nos detendríamos para pasar la noche para que pudiera descansar. Estábamos antes de lo programado, y estaríamos en Ohio mañana con un montón de tiempo. Me dijo que quería conducir durante un par de horas más y
conseguir algo de comer antes de detenernos para pasar la noche. Señaló la puerta principal y me pidió que le consiguiera un cesto.
—¿En serio vas a comprar todo eso? —le pregunté.
—Está bien, Sra Lopez, si quieres saber la verdad, estoy en mi síndrome premenstrual.
Di un paso atrás y puse mis manos en alto. —Guau, has dicho suficiente.
Sonrió mientras tomaba la canasta y la llenó con patatas fritas, chocolate y galletas. Me quedé allí y la observé con una mirada de horror en la cara. No creo que jamás haya visto a nadie comer tanta comida chatarra. Las mujeres a las que estoy acostumbrada prácticamente se matan de hambre.
—Oye, tú eres la que quería llevarme en este viaje por la carretera. Sólo estoy tratando de mantener la paz, ya que sin estos alimentos para una mujer rubia en esa época del mes. —Ella agitó la mano—. Bueno, realmente ya sabes.
Caminamos a la caja y puso la cesta en el mostrador. La cajera escuchó nuestra conversación, entonces me miró y dijo—: Confía en ella, nosotras las rubias somos dos hojas de resumen de locura cuando se trata de nuestro tiempo especial.
Me quedé allí y las miré, sin palabras, mientras registraba la comida. La cajera dio el total y Brittany me miró.
La miré confundida. —¿En serio? ¿Quieres que pague por esta basura?
La cajera se inclinó sobre el mostrador y me miró directamente a los ojos. —Recuerda, dos hojas de resumen de locura.
Saqué mi cartera del bolso y pagué mientras murmuraba para mis adentros. Tomé la bolsa y salí. Se subió en el Range Rover y nos dirigimos a la interestatal. La miré y sacudí con la cabeza.
—¿Qué? —Sonrió.
—Estás loca, sólo quería que lo supieras —dije en un tono serio pero juguetón.
—Oh, cariño, lo sé, pero te prometo que es sólo por unos días. —Se rió.
Traté tanto de contener una sonrisa, pero no pude. Era demasiado condenadamente adorable, y mis sentimientos por ella eran más fuertes a cada minuto.
____________________________________________________________________________
Historia original trilogía Forever de Sandi Lynn.
Cumpliendo la promesa, un capitulo más, espero les guste y si, nos estamos acercando al momento de felicidad y al mismo tiempo donde comienza toda la montaña rusa que ya conocimos, será interesante saber como lo vivió Santana, el tiempo separadas, el dolor, en fin, espero les guste. Mañana intentare subir al menos un capitulo, sino puedo, las compensare el fin de semana. Saludos.
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: Fic. Brittana: Por siempre (3er. libro)...Capitulo 14 ¡AVISO!
Cada vez mas cerca del preciado encuentro
Saludos
Saludos
Jane0_o- - Mensajes : 1160
Fecha de inscripción : 16/08/2013
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