FanFic BRITTANA “Safe With Me” CAPÍTULO "BONUS TRACK": "Halloween con el clan familiar de los Pierce" (31 de Agosto)

Hola……….buenas     noches a todas/os……….como siempre, estar cerca de la recta final de una historia causa una auténtica                   revolución en mis emociones…… el crédito del éxito de este fic se lo llevan uds. queridas lectoras por su apoyo constante.



No olviden que por supuesto me encantará recibir sus propuestas y sugerencias para nuevos proyectos de adaptación……así que a disfrutar del último tramo de “Safe with Me”



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo (5ta Avenida Neoyorkina)


http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)




*Próxima actualización: día SÁBADO…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……….









NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Safe With Me” de Kristen Proby, la traducción, corrección y diseño de dicha obra fue realizada por la fabulosa comunidad virtual FALLEN ANGELS (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Seattle-EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente       jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 21 capítulos + epílogo + un episodio “bonus track”, “Safe with Me” es la historia número 5 que forma parte de una saga (With Me in Seattle) que narra las historias de distintos personajes de una misma familia……en la historia se aborda la vida de un personaje (en nuestro caso, Brittany) con formación militar que está enamorado perdidamente de alguien (en nuestro caso, Santana), pero que trata de controlar sus sentimientos por sus temores y traumas a raíz de una importante incursión bélica; sin embargo no lo logra, porque da rienda suelta a sus sentimientos…..pero antes, deben pasar por algunas dificultades. Asimismo esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.









Capítulo 19



Brittany





Tres meses más tarde…..






- ¿Lo de siempre?


Asiento a la camarera pelirroja, y mantengo la cabeza baja, mirando el mostrador y veo mi frente cubierta de gotas de sudor debido a la ansiedad permanente que siento.


— ¿Ya no estás activa en la milicia, verdad? —Ella me pregunta, al recoger un vaso y una botella de Jack Daniel’s.


— ¿Cómo lo sabes? —le pregunto, y giro el líquido ámbar, empujando hacia adelante en una súplica silenciosa por más.


—Llevo trabajando en este bar hace más de quince años—ella dice y me sirve otra dosis—. Sé sobre las idas y venidas de chicas y chicos militares sobre esta base. Y puedo decir mirándote que ya no estás activa.


La miro y tomo un sorbo de Jack Daniel’s, no confirmo ni niego su suposición.


— ¿Entonces por qué estás aquí y no vuelves a casa, y luchas por tu chica? —Ella me pregunta con una sonrisa.


Jódete y déjame beber.


—No sabes nada al respecto—contesto y golpeo mi copa en el mostrador.


—Sé muchas cosas. —Ella coge un paño y limpia la barra, claramente aún no está lista para dejarme sola—. Sé que has venido aquí tres noches a la semana como un reloj en los últimos tres meses. Bebes whisky hasta emborracharte y caminar de regreso de donde saliste. Estás bebiendo para olvidar algo, y mi apuesta es que es una mujer.


—Tal vez sea un estúpido chico. —Sonrío.


—No, me he dado cuenta de que miras alguna que otra chica, pero si se te acercan maldices y las espantas.


—No hay nada de malo en mirar. —Me pongo de mal humor. Sólo quiero beber hasta que esté tan borracha que anestesie los kilos de dolor en mi pecho, y pueda olvidar la mirada dolor y decepción en el rostro de Santana mientras salía de su habitación de hotel hace tres meses.


—No —ella está de acuerdo, y asiente, pensativa—. Pero te ves culpable como el infierno después de hacer eso.


— ¿Qué quieres? —le pregunto, y empujo mi vaso vacío hacia adelante para otra dosis.


—Sólo quería hablar contigo, eso es todo—responde con una sonrisa—. No me asustas con esa mirada, de todas formas. Llevo casada con una estupenda chica militar desde hace diez años, y tu mirada no me asusta.


—Enhorabuena —murmuro y cojo mi whisky.


—Oh, no fue un paseo por el parque, confía en mí. La tonta de verdad me dejó por un tiempo. Afirmó que no me merecía. —Ella se encoge de hombros y se ríe mientras la miro con los ojos entrecerrados.


— ¿Qué has dicho? —pregunto.


—Me dijo que no me merecía—repite y me mira durante unos segundos—. Oh, así que eso es todo. —Ella niega con la cabeza y pone los ojos en blanco—. Así que cuando te están enseñando a hacer levantamiento de pesas con un árbol de pino y contener la respiración durante 45 minutos...


—Cuatro minutos—la corrijo con el ceño fruncido.


— ¿También se aprende a ser una mula terca?


—Ellos me enseñaron a no hacer caso de las pláticas de camareras curiosas—respondo y juego con un pretzel en la boca.


—Ok, no hables, y escúchame rubia idiota.


— ¿Por qué estás hablando conmigo? —le pregunto con incredulidad.


—Por qué vas a arruinar tu puta vida, y estás demasiado involucrada para verlo, así que cállate y escúchame. —Cruza los brazos sobre el pecho y me mira, y por un minuto yo podría jurar que estoy hablando con mi madre.


—De acuerdo. —Suspiro y mantengo los ojos en la barra.


—Ella no vino por mí, hasta que descubrí que estaba embarazada —inicia y luego suspira—. Sin embargo, perdí el bebé.


—Lo siento—le susurro.


—Yo tenía tres—responde y puedo oír la sonrisa en su voz, y no puedo dejar de odiarla un poco. Es buena, si no fuera una mujer tan entrometida, pero no me importan un comino sus hijos—. Pero te diré lo que le dije, y luego voy a prestar atención a los demás clientes.


—Oh, gracias Señora—contesto con sarcasmo.


— ¿El sueño americano por el que tanto luchan por allá? ¿Las libertades por las que morirían para proteger? Son tuyos también, sabes.


Mi cabeza se levanta, y la miro mientras ella continúa.


—Tú ya te has ganado el derecho a ser feliz, más que la mayoría de nosotros. —Ella traga saliva y pone su mano en mi brazo—. En eso tienes razón, teniente.


— ¿Cómo lo sabes? —le pregunto, pero ella me corta.


—Gritas sargento. O teniente.


—Teniente—le susurro.


Ella niega con la cabeza y mira hacia abajo en el mostrador.


—Antes de ir a casa y reclamarla antes de que alguien más lo haga, necesitas obtener un poco de ayuda para TEPT (trastorno por estrés postraumático), y poner tu cabeza en su lugar.


— ¿Qué eres, una maldita psiquiatra? —desprecio.


—No —ella asiente y sonríe suavemente—. Pero conozco uno bueno. —Ella saca una tarjeta de su bolsillo trasero y la desliza sobre el mostrador antes de detenerla frente a mí, me da un guiño, y camina a lo largo de la barra para ayudar a otros clientes.


¿Qué rayos es lo que sabe de todos modos?


De pronto, no quiero más whisky, y no puedo soportar el olor a licor rancio en este bar, esparzo algunos billetes sobre el mostrador y me alejo, pasando por la multitud que empieza a reunirse y salgo por la puerta. Este bar en particular no está muy lejos del apartamento que la Marina me dio con mi contrato. He estado entrenando a militares cerca de San Diego, California, la mayor parte de esos tres meses.


El contrato terminó.


Tuve una invitación para trabajar en el centro de entrenamiento de mercenarios, cerca de Nueva York, pero vivir en Nueva York significa vivir cerca de Santana y las niñas, y no sé si podría sobrevivir a eso.


Mira lo bien que estás sobreviviendo aquí, tonta.


Entro en mi apartamento y miro el viejo sofá, en el techo oigo el ruido del aire acondicionado. Es sólo mayo, pero ya hace mucho calor en el sur de California, incluso por la noche.


Me pregunto si no es tiempo de ir a casa.


Saco mi iPhone del bolsillo y abro la aplicación del tiempo. Está configurado para Nueva York.


Soleado y media de 16ºC.


Buen tiempo. A mis chicas les gustaría ir al parque con este clima.


Mis niñas.


Dios, estoy hecha un desastre. Decidí irme, sabiendo que me amaban.


Yo elegí.


Porque quedarme, sólo terminaría perjudicándolas a ellas.


Ellas no se merecen esto.


Froto las manos sobre mi cara con un largo suspiro y cierro los ojos. Las echo de menos. Pensé que iba a mejorar con el tiempo, pero la verdad es que sólo se pone peor. Cada día es como una tortura sádica, y yo daría cualquier cosa por estar con ellas.


Todas ellas.


Cometí un error.


Miro el teléfono y lo muevo hasta que su número aparece, junto a su imagen, y me quedo mirando, mi pulgar se cierne sobre el número y me debato en llamarla.


Necesito escuchar su voz.


Más que eso, tengo que sentirla. Abrazarla fuerte y respirar su aroma


La necesito tanto, que duele.


En lugar de pulsar el botón para llamar, me tumbo en el sofá y miro su dulce cara, sus grandes ojos marrones, cabello largo y oscuro, y me acuerdo de cómo se sentía cerca de mí mientras duermo.


Cuan segura me siento durmiendo a su lado, donde las pesadillas están muy lejos, y rezo para mantenerlas fuera porque no estaba lo suficientemente borracha para dormirme esta noche.


El whisky es la única cosa que adormece el cerebro de los pensamientos de Santana y las pesadillas.









¿Dónde están?


— ¡Santana! —grito y corro alrededor de la casa, subo las escaleras y hacia abajo de nuevo, del dormitorio a la sala, tratando de encontrarlas.


Ellas están gritando y llorando por mí.


— ¡Mami Britt! —Maddie llora histéricamente.


— ¡Brittany, ayúdanos! —Santana grita.


Bix está ladrando frenéticamente, no su ladrido de alerta sino el de ataque.


El vidrio estalla.


Disparos.


— ¡Mami Britt!


¡No puedo encontrarlas……diablos!


Corro y subo las escaleras, pero cuando llego allí, estoy de alguna manera en la cocina. Tengo que llegar hasta allí. Es allí desde donde viene el llanto.


— ¡Ya voy! —grito y corro por las escaleras de nuevo, pero cuando trato de subir las escaleras, voy a una velocidad súper lenta, no soy capaz de moverme lo suficientemente rápido para llegar hasta allí.


— ¡Mami Britt!


Ahora, sus gritos son procedentes de la cocina, pero no puedo dar la vuelta y regresar.


¡Vete a la mierda!


De repente, todo es silencio sepulcral. Incluso Bix dejó de ladrar, y puedo escuchar los sollozos en silencio que vienen de alguna parte, pero no puedo decir dónde, sólo sé que no puedo moverme lo suficientemente rápido para alcanzarlas.


— ¡Mami Britt!—susurra Josie.


Me despierto con un sobresalto, jadeo, con el sudor chorreando por mi cara.


¿Por qué tiene que pasar esto?


Salto del sofá y corro por todo el apartamento, buscando frenéticamente, antes de darme cuenta que era una pesadilla, y las chicas no están aquí.


¿Este sueño americano por el que luchan tan duro? ¿Las libertades por las que moriría para proteger? Son también tuyas también, lo sabes.


Fue un golpe directo.


Son míos.


Saco la tarjeta que la camarera me dio de mi bolsillo trasero, y llamo al número.



Es hora de arreglar estos miedos y volver a casa.









— ¿Cómo llevas las pesadillas desde que empezaste a venir aquí la semana pasada, Brittany? —El Dr. Reese me pregunta en voz baja.


—Apenas tuve una—respondo y me inclino hacia delante en la silla, apoyando los codos en las rodillas.


—Esto es un gran avance.


Asiento y suspiro.


—Todavía no estoy muy cómoda entre la multitud.


— ¿Has estado en una gran multitud últimamente? —me pregunta con una ceja levantada.


—Estuve en la tienda de comestibles el sábado. Estaba lleno. —Me encojo de hombros.


— ¿Y qué pasó?


—Me fui.


—Las multitudes siempre pueden molestarte, Brittany. El Trastorno de Estrés Postraumático nunca desaparece, sólo se aprende a manejarlo y vivir con ello.


—El TEPT es otro término para la cobardía, doctor. No vamos a tratar de endulzar este hecho.


Sus estrechos ojos me miran por un momento antes de arrugar la frente y se sienta de nuevo en su silla.


—Estás diciendo que si alguno de tus compañeros de equipo...


—Hermanas y hermanos—lo corrijo.


—Si tus hermanas y hermanos hubieran sobrevivido a ese día en la montaña, y estuviesen como actualmente estas, ¿los llamarías cobardes? —Inclina la cabeza, mirándome fijamente.


— ¡Ellos no sobrevivieron porque no pude mantenerlos a salvo!


—Brittany, eran cuatro personas contra más de cincuenta hombres fuertemente armados.


¿Cómo en el mundo se cree que podría sobrevivir a eso?


—Era una maldita misión —murmuro y froto mi mano sobre mi boca.


—Estoy de acuerdo. —Él asiente—. Pero no fue por falta de inteligencia de tu parte que tus hermanos de unidad militar murieron, Brittany. El enemigo los mató. Y lo sabes.


—Lo sé. —Es la primera vez que lo reconozco—. ¿Pero por qué sobreviví? Soy la única maldita sobreviviente, doctor.


—Suena como si estuvieras viviendo una vida maldita, Brittany. Tienes una gran familia, una mujer que te ama, una sólida carrera.


— ¿Y si otra cosa mala sucede?


— ¿Por qué tiene que suceder? —Se inclina hacia delante en su silla y me mira de manera constante—. Hiciste tu trabajo, Brittany. Has salvado a Santana y a sus hijas de un intruso. Hiciste lo que tenias que hacer allí. Tú las mantienes a salvo.


Lo miro, mientras que las imágenes de esa carrera nocturna vienen a mi mente. Diciéndole a San que me iba. La ruptura de la ventana. Luchando con ese hijo de puta que vino a hacerles daño, apuntando la pistola a la cabeza y apretando el gatillo.


—Yo moriría para mantenerlas a salvo —susurro—. Pero fui terrible con ella. Las cosas que dije, que no la amaba. Era la única manera que se me ocurrió para alejarla.


— ¿No crees que lo entenderá cuando se lo expliques? Por lo que me dijiste, suena como una mujer razonable. Y estas enfrentando a tus demonios para mantenerlas en tu vida. Estás haciendo progresos.


—Bueno, el primer paso es admitir que hay un problema, ¿verdad? —pregunto sarcásticamente.


Él sonríe y asiente.


— ¿Has hablado con los familiares de las personas que perdiste ese día?


Me pongo seria, lo miro.


—No desde su funeral.


—Quizá deberías.


— ¿Llamar y hablar con las esposas de Bates y Marshall, y la madre de Lindsay, sólo para escuchar que digan que debería haber sido yo, y colgarme en mi cara?—Le pregunto con incredulidad.


Niega con la cabeza.


—No. Llámalas. Esta es tu última lección de mi parte, y luego te voy a enviar a casa. Tendrás que seguir viendo a alguien por un tiempo, pero todo irá bien, Brittany.


Casa.


Me detengo y miro al médico, dudosa sobre esta última tarea. Llamarles y recordar que la misión fue lo suficientemente dura.


¿Hablar con su familia?


Maldita sea.


—Vas a estar bien—repite.


Asiento y dejo su oficina, caminando a paso rápido hacia mi auto, cierro la puerta y tomo mi teléfono. Si es lo que tengo que hacer para volver a casa, que así sea.


Me mantengo firme y luego marcó el primer número.








El viaje de regreso a Nueva York ha sido muy largo. Otra semana ha pasado desde que hice esas conexiones. Una semana para empacar mis cosas, sentarme durante unas cuantas sesiones más con el buen doctor y salir a la carretera.


Pero, y ¿si ella no me quiere de vuelta?


Me detengo abruptamente en frente de su casa y bajo del auto, dejando la puerta abierta, corro a la puerta principal, llamando ruidosamente con el puño.


No hay respuesta.


La casa está en silencio.


Corro hacia atrás, y miro con satisfacción que la ventana trasera fue reemplazada. Mi equipo de entrenamiento de gimnasio desapareció.


Voy a tener que reemplazarlo.


Llamo a la puerta corrediza de cristal, pero todavía no hay respuesta y no hay movimiento en el interior. Incluso Bix no está corriendo para ver quién está llamando a la puerta.


Por favor, que estén en la casa de sus padres.


Vuelvo al auto y acelero a la casa de los padres de San, pero también estoy frente a otro silencio en esta casa.


¿Dónde está todo el mundo?


Es domingo por la mañana, por Cristo.


Con una mueca, conduzco hacia el norte desde Nueva York hacia la casa de mi padre. No he hablado con ellos, o cualquier persona en casi dos meses.


Tengo que aclarar las cosas y pedir disculpas.


A todos.


Así que paro en la casa y bajo del auto, Sam está detrás de mí, con Pa e Isaac en el remolque.


Antes de que pueda decir una palabra, Sam sale de su auto con los ojos rojos y mostrando los dientes por la frustración, me sujeta por los bordes de la chaqueta que llevo, y me empuja contra mi auto.


— ¡Maldita cobarde! —Él grita y nuevamente me empuja.


— ¿Qué rayos? —grito y cambio nuestra posición, sosteniendo a Sam contra el auto—. ¿Qué demonios te pasa?


En lugar de contestar, se balancea de nuevo, y me empuja hacia atrás, aterrizando rotundamente en mi trasero.


Es un hijo de puta fuerte.


Antes de que Sam pueda continuar con sus provocaciones, Isaac y Pa le agarran de los brazos y le sujetan.


— ¡Dije que pares! —grita mi padre.


— ¡Jesucristo, no ataques a nuestra hermana! —Isaac grita.


— ¡Es tu culpa! —Sam me señala y escupe a un lado, las gotas de sangre en el hormigón, por el puñetazo que conseguí darle.


— ¿Qué estupidez es mi culpa? —pregunto y presiono la palma de mi mano derecha en mi mano libre. Cristo, como duele—. ¡Ni siquiera he estado aquí!


— ¡Exactamente! —Sam se encoge de hombros para salir de los brazos de Isaac y Pa, y se pone en mi cara otra vez, pero sin tocarme. Su nariz esta a centímetros de la mía, con sus ojos oscuros enojado, su mandíbula apretada—. Tú no estabas aquí. Le dije antes de salir que ella aún no estaba segura. No sabemos lo suficiente para dejarla ir sin seguridad.


— ¿Qué estás diciendo? —le pregunto, mientras mi corazón golpea fuerte.


—Están heridas, hija—murmura Pa detrás de Sam.


— ¿Qué? —Busco los ojos de Isaac y de Papá, y están llenos de tristeza y miedo—.¿Qué? —pregunto a Sam.


—Alguien le cortó las pastillas de freno. —Isaac me dice—. Ella y las niñas tuvieron un accidente muy grave ayer por la noche.


Me aparto de todos ellos, con mis pies moviéndose sin un rumbo. Meto mis manos en mi pelo y miro a mis hermanos y mi padre.


— ¿Qué pasó?


—Las niñas no están demasiado magulladas. Principalmente contusiones, aunque Maddie ha necesitado puntos de sutura en su mano. —Isaac me dice.


— ¿Santana? —le pregunto.


—Ella está inconsciente—Pa responde sin problemas—. Conmoción cerebral. Se dislocó el hombro. Ellos la mantienen bajo observación debido a la lesión en la cabeza y para asegurarse de que no hay nada interno.


—Oh, Dios mío.


—Había una cámara de seguridad en el estacionamiento del centro comercial en el que estaban aparcadas, así que sabemos quién lo hizo, y fue arrestado—murmura Sam, sin dejar de mirarme—. Pero no estabas aquí, Brittany.


— ¿Por qué estaba sola? —pregunto.


— ¡No estabas aquí!


— ¿Y qué? —le grito—. ¡Tú estás aquí! ¡Estuviste aquí! ¡Estaba tan segura contigo como cuando estaba conmigo!


—No lo permitía—papá dice con un suspiro—. Dijo que podía cuidar de ella y de las chicas, que ha estado haciendo esto por años, y no nos dejaba llevarla o quedarnos con ella.


Estoy paseando por el camino, y no creo lo que oigo.


—Tienes que estar bromeando.


—Lo arruinaste hermana—Isaac dice—. Santana ha sido un desastre. Las chicas lloran con mucha frecuencia.


Un golpe o puñalada directa, en el corazón.


—Me fui porque pensé que era lo correcto.


—Las dejaste—Sam interrumpe—porque eres una maldita cobarde.


— ¿Dónde están?


Ninguno de ellos me responde, y me desgarra, no confían en mí. Piensan que yo voy a hacerle daño Santana o a las niñas.


— ¿Dónde están? —repito—. Papá, las amo. Es por eso que estoy aquí.


Pa suspira y se frota los ojos con las manos.


—Están en Harborview.


Sin responder salto en mi auto y salgo del garaje de mis padres.


¡Mis niñas y el amor de mi vida se lesionaron!


Corro hacia el hospital Harborview, sin prestar atención a los límites de velocidad y normas de tráfico, entro al estacionamiento y aparco dentro.


—Santana Marie López—grito a la mujer detrás del mostrador de registro—. Tengo que encontrarla.


—Un momento —murmura y busca en el equipo—. Ella está en el cuarto piso, cuarto cuatro -cero-nueve.


Ignoro el ascensor y subo las escaleras, de tres en tres hasta que llego a la cuarta planta. Cuando entro en la sala de espera, escucho:


— ¡Brittany!


Me giro bruscamente sobre mis pasos al sonido de la vocecilla.


—Hey, florecita. —Caigo de rodillas mientras cojo a Maddie en mis brazos, llorando y aferrándose a mí—. Oye, ¿estás bien?


—Tengo puntos —pone mala cara y se inclina hacia atrás para mostrarme su pequeña mano envuelta en una gasa. La beso con suavidad y ofrezco una sonrisa.


— ¿Dónde está Josie?


— ¡Brittany!


Josie salta sobre mi espalda, agarrándome por el cuello.


— ¡Tuve que hacer pis!


La tiro cerca de mí y envuelvo mis brazos alrededor de las dos niñas, examinándolas. Josie tiene un ojo negro y los labios de Maddie están partidos.


Voy a matar a la persona que puso las manos en los frenos del auto de Santana.


— ¿Están seguras que están bien? —pregunto con voz ronca. Ellas asienten y Josie se acurruca cerca de mí.


— ¿A dónde fuiste? —susurra.


—Yo tenía un trabajo—respondo y cierro mis ojos—. Estoy en casa ahora.


—Santana no estará feliz de verte.


Levanto la vista para encontrar a Artie, Kitty, Marley, Quinn y los padres de Santana observándome. Incluso Samantha y Puck están aquí, junto con Dominic.


Por supuesto, toda la familia está aquí.


—Tengo que verla—contesto y beso suavemente las cabezas de las niñas—. Quédense aquí, ¿de acuerdo? Voy a ver a su madre.


—Ella está durmiendo—Maddie me dice con lágrimas—. Quiero verla también, pero está todavía dormida.


—La verás pronto, querida.


—Rachel y Ryder están con ella ahora—Samantha me dice con una sonrisa—. Bienvenida a casa.


Asiento y entro en la sala de Santana, exactamente cuándo Rachel y Ryder se van.


—Oh, Dios mío—Rachel murmura con los ojos muy abiertos—. ¿Quién te ha llamado?


—Nadie. —Frunzo el ceño—. ¿Por qué nadie me llamó?


—Ella no es tu esposa—Ryder dice y cruza los brazos sobre el pecho, bloqueando mi entrada a la sala—. Y no vas a entrar allí.


—Sí, lo haré. —Mis ojos saltan entre mi hermano y mi hermana—. La amo. Más que nada. Sé que la lastimé, pero tengo que hacerlo bien. Tengo que verla para asegurarme de que está bien.


—Está bien—Rachel me asegura—. Pero no creo que debas pasar, Brittany. Ella no va a querer verte.


—Durante los pocos minutos que estuvo lúcida, insistió en que no deberíamos llamarte—Ryder me dice, y por primera vez, su rostro expresa simpatía.


—Así que así está la cosa. —Cruzo los brazos, esperando la posición de Ryder—. Voy a pasar. Es posible que desees moverte o puedo moverte, no olvides que soy una experimentada militar. La elección es tuya.


Rachel pone los ojos en blanco.


—De acuerdo, rubia terca—murmura y camina hacia la sala de espera. Ryder no se mueve.


—Bueno —le digo.


—Ya la has herido lo suficiente.


Lo miro por lo que parece minuto. Por último, suspiro y dejo caer mi cabeza.


—Lo sé.


—Ella merece ser tratada con respeto.


—Lo sé. —Asiento y empiezo a caminar en círculos, aquí en el pasillo del hospital.


—Ella merece ser amada incondicionalmente.


—Mira, sé que no soy lo suficientemente buena...


—Eso no es lo que dije, tonta—Ryder me interrumpe—. Eres exactamente lo que necesita, pero te necesita para amarla a ella y a sus niñas. Para quedarte, Brittany. Así que si estás decidida a ser una cobarde y huir de nuevo, necesito saberlo ahora, para que pueda sacarte de aquí.


—Nunca la dejaré de nuevo. Lo prometo. —Suspiro de nuevo y mantengo mis manos en mis caderas—. He estado viendo a un psiquiatra. Trabajando mis miedos internos. Estoy aquí para recuperar al amor de mi vida, Ryder.


Me mira con cuidado y luego una lenta sonrisa se extiende por su rostro.


—Voy a estar en la sala de espera. —Él golpea cariñosamente mi hombro—. Y te lo advierto ahora, no va a estar feliz de verte cuando despierte. Tienes mucho trabajo que hacer.


Asiento y abro la puerta, doy un paso dentro y siento que mi estómago cae de rodillas.


Hay pantallas y un sonido con el funcionamiento de los cables debajo de su bata de hospital en su cuerpo. Su cara esta blanca y magullada. Su cabello está enredado con sangre seca.


Su brazo izquierdo en cabestrillo y en el dedo índice derecho hay un clip con una luz roja, que parece controlar su temperatura.


Ella parece pequeña y frágil y me deja de rodillas.


Me siento en la silla junto a su cama, me inclino y aseguro su mano en la mía, trayéndola a mis labios y le beso los dedos. Su piel es suave y puedo oler el jabón de lavanda y vainilla.


Aprieto su mano en mi cara y la miro.


—Hey, Santana. —Me aclaro la garganta y miro al monitor cardiaco, hipnotizada por el bip, bip, bip de la máquina—. Lo siento, amor.


Ella no se mueve. Le beso la mano y pongo mi cabeza en su estómago y, por primera vez en mucho tiempo, que yo recuerde, dejo que las lágrimas salgan.



Por favor, mi amor, perdóname.



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Breves adelantos – Capítulo 20, POV Santana


—Soñé que Britt estaba aquí —susurro y siento caer una lágrima—. ¿Por qué sigo soñando con ella? ¿Cuándo va a terminar?


—Lo siento mucho, cariño.


Abro los ojos y suspiro cuando veo a Brittany sentada a mi lado, apoyando los codos en la cama. Lloro de dolor con el movimiento brusco y ella maldice.


—No te muevas, San.

********

— ¿Encontraron a la persona que provocó el accidente? —le pregunto a mi madre.


—Sí, lo arrestaron y Sam dijo que delatará a los otros en Chicago. —Ella aprieta mi mano, y yo estoy llorando de nuevo—. Estás a salvo, cariño.


La pesadilla ha terminado.

********

—Con seguridad, usted es una mujer afortunada —dice, mientras me ayuda a vestirme.


— ¿Qué quiere decir? —le pregunto.


—Esa rubia atractiva que echó fuera de aquí. Ella envió a su familia a casa y acampó junto a la puerta toda la noche. —Ella me sonríe y yo sólo puedo mirarla.


— ¿Brittany hizo qué?


—Insistió en que no la dejaría. Le tuve lástima, y a medianoche le di una silla. Ella se quedó allí toda la noche.

*******

—Heriste a mis hijas —le digo, incapaz de aguantar más—. Me has hecho mucho daño, pero lo más importante es que heriste a mis hijas, y ellas no se lo merecían.


—Lo sé. —Suspira—. Siento mucho las cosas que dije, lo que hice. No quise decir nada de aquello, lo juro. No sabía qué hacer para que me dejaras ir. Tenía miedo,
San.


— ¿De qué? —exijo—. ¿Qué es lo que tenemos nosotras tres que sea tan atemorizante para una experimentada y destacada militar, Brittany?


—No sabía cómo lidiar con lo que sentía por ti —comienza y traga—. Lo que siento por ti.


— ¿Y qué sientes?


—Te amo tanto que duele —me responde inmediatamente, con sus ojos fijos en los míos.

*******

—Las amo tanto a las tres con todo mi corazón, Santana. Puede que no sean mis hijas biológicas, pero nadie va a amarlas más. Déjame dar todo lo que tengo, déjame darles mi nombre. Cásate conmigo.


Trago saliva, y mi mandíbula cae en estado de shock. Mis malditos ojos lloran de nuevo, pero no puedo moverme para apartar las lágrimas.


—Quiero a adoptarlas —continúa—: Verte en ese hospital, me lo dejó todo muy claro. La idea de perderte es como un cuchillo clavado en mi corazón. Quiero más hijos contigo. Quiero darte todo lo que siempre quisiste.

Hola……….buenas       noches a todas/os……….uhhh, estaba cerca de no actualizar, pero me dije que a mí misma que no podía fallarles el día de hoy, sólo espero escribir con coherencia, dado que estoy bajo         medicación y ello me produce algo de cansancio y cierta confusión       jejejeje (aunque también debo admitir que estoy algo       ansiosa por lo que podría ocurrir, dado que por mi problema recurrente con mi pie izquierdo me derivaron a un especialista traumatólogo sugiriendo que me practicara una “biopsia” para proceder con un tratamiento definitivo). En fin, procurando estar lo más tranquila posible les diré que este fic está prácticamente concluyendo (apenas si queda un capítulo + epílogo + un capítulo adicional “bonus track”)



No olviden que me encantará recibir sus propuestas y sugerencias para nuevos proyectos de adaptación……así que a disfrutar del último tramo de “Safe with Me”



*Para quienes no hayan leído las historias anteriores, estas son las direcciones:



http://www.gleeklatino.com/t20759p300-resueltofanfic-brittana-5ta-avenida-neoyorkina-2da-parte-primero-viene-el-amorluego-viene-el-matrimonio-epilogo (5ta Avenida Neoyorkina)



http://www.gleeklatino.com/t21732p330-resueltofanfic-brittana-play-with-me-epilogo (Play with Me)




*Próxima actualización: día MARTES…….procuraré actualizar antes, pero si no pudiera ya saben que día lo haré. Gracias por su comprensión y paciencia.



Sin más que decir por el momento……….no las aburro más, disfruten del capítulo



Me encantará recibir sus críticas, comentarios, sugerencias, etc.………….así que a escribir.



Y la canción del día es……….







NOTA DE ACLARACIÓN PERMANENTE E IMPORTANTE.- El presente trabajo es una adaptación a mi pareja favorita de Glee (Brittana), aclaro que conserve el título de la historia porque me pareció lo más conveniente, además de que soy malísima para ponerle nombre a algo o las cosas jejejeje……..La historia original obviamente no me pertenece …………esta obra se titula “Safe With Me” de Kristen Proby, la traducción, corrección y diseño de dicha obra fue realizada por la fabulosa comunidad virtual FALLEN ANGELS (gracias a todos quienes hacen posible que el resto de las personas podamos disfrutar de tantas maravillosas obras) (la obra original traducida la podrán encontrar en distintos blogs)



Aclaro que si bien en la obra, la historia el lugar principal que se menciona es Seattle-EE.UU, tomando en cuenta las características y el contexto en el que se desarrolla Glee así como mi manía personal de preferir Nueva York…….decidí que el lugar donde se desarrollará la historia sea Nueva York. Sobre el resto de los personajes, considerando las características de algunos de la obra original y en correlación con los de Glee puse a quienes se ajustaban a estas personalidades, aunque en algunos casos me deje llevar por la emoción del momento y puse a quienes creí conveniente       jejejeje.



Algo más……enfatizo nuevamente que esta historia se compone de un solo libro, consta de 21 capítulos + epílogo + un episodio “bonus track”, “Safe with Me” es la historia número 5 que forma parte de una saga (With Me in Seattle) que narra las historias de distintos personajes de una misma familia……en la historia se aborda la vida de un personaje (en nuestro caso, Brittany) con formación militar que está enamorado perdidamente de alguien (en nuestro caso, Santana), pero que trata de controlar sus sentimientos por sus temores y traumas a raíz de una importante incursión bélica; sin embargo no lo logra, porque da rienda suelta a sus sentimientos…..pero antes, deben pasar por algunas dificultades. Asimismo esta historia intercala la perspectiva de los personajes protagonistas, en el caso nuestro, algunos capítulos serán narrados por Brittany y otros por Santana.



Ahora……….solo queda esperar sus opiniones.















Me duele todo.


Todo.


Estoy luchando contra el fuerte peso del sueño. Quiero despertar y ver a mis bebés. Mis ojos están muy pesados. Finalmente consigo abrirlos, y entonces vuelvo a cerrarlos por la luz cegadora de la habitación.


Tengo la sensación de que es demasiado brillante, aunque sé que probablemente eso no es cierto. Mi cabeza me está matando.


Mi hombro me quema.


Trato de cambiar de posición, pero sólo siento dolor y dejo escapar un gemido de protesta.


— ¿San?


Mis ojos se abren de nuevo con el sonido de su inconfundible voz, la miro con admiración.


— ¿Estoy soñando?—pregunto, con una voz irreconocible.


Ella mueve la cabeza, besa mi mano y luego se inclina y besa mi frente, haciéndome gemir de nuevo.


—La cabeza duele —le susurro.


—Lo sé, cariño. Voy a llamar a la enfermera.


Cuando la miro de nuevo, arrugo la frente al ver la preocupación en sus ojos.


— ¿Qué está mal?


— ¿Las niñas? —le susurro.


—Están bien. Hace poco tiempo que tus padres se las llevaron a casa, pero vendrán mañana.


—Tengo la boca seca, y ahora la sala está empezando a girar—me quejo.


—Señorita López, ¿está despierta?


Una enfermera viene y comprueba los monitores.


—Me duele—murmuró suavemente


—Le voy a dar un poco más de tranquilizante. Va a dormir durante un rato.


Ella pulsa algunos botones, siento mis venas calientes, y el sueño me envuelve de nuevo.


—Te amo —oigo susurrar a Brittany, pero soy incapaz de decir nada porque el sueño me alcanza.


Alguien está sosteniendo mi mano. Probablemente sea Stacy o mi madre. Me gustaría no tener que tomar tantos medicamentos que me hacen dormir tanto. De una terrible jaqueca pasé a un ligero dolor de cabeza. Mi hombro me está torturando.


—Tuve un sueño —susurro, manteniendo los ojos cerrados. El dolor es menor si los mantengo cerrados.


Mi madre o Stacy me acaricia suavemente el cabello.


—Soñé que Britt estaba aquí —susurro y siento caer una lágrima—. ¿Por qué sigo soñando con ella? ¿Cuándo va a terminar?


—Lo siento mucho, cariño.


Abro los ojos y suspiro cuando veo a Brittany sentada a mi lado, apoyando los codos en la cama. Lloro de dolor con el movimiento brusco y ella maldice.


—No te muevas, San.


— ¿Qué estás haciendo aquí?  — ¿Y por qué acabo de decir eso en su cara?


—Estás herida —me responde, como si eso lo explicara todo.


—No deberías estar aquí. —Mi voz es ronca, y de un ligero dolor paso de nuevo a una terrible jaqueca golpeando en mi cabeza.


—Santana, no sabía que estabas herida hasta que llegué aquí. Estaba volviendo a casa contigo, amor mío.


Yo arrugo la frente y la miro desafiantemente.


— ¿Quién dijo que quería que volvieses?


Ella me mira de reojo y me besa la mano, pero me aparto de su alcance.


—No te quiero aquí, Brittany.


—Mira, Santana...


—Cállate —murmuro y cierro los ojos, volviendo la cabeza, alejándome de Brittany, avergonzada y dolida. Todavía no estoy dispuesta a confiar en ella.



—Fuera.


—Por favor —me susurra.


— ¡Fuera! —grito y me estremezco cuando el movimiento me lastima el hombro y me reduce a las lágrimas—. Sólo márchate.


—No quiero dejarte.


— ¡Sal de aquí!


—Srta. Pierce, tiene que irse —insiste la enfermera cuando entra en la habitación—. Ella tiene demasiado dolor como para estar molesta.


—Déjame sentarme contigo —me pide con la voz ronca por el dolor, pero lo único que puedo hacer es llorar y mover la cabeza.


—Vete —susurro con lágrimas rodando en mis mejillas.


—Por favor, Srita. Pierce. Su familia todavía está en la sala de espera.


—Quiero a mi madre —lloro.


—La traeré, amor. —Se levanta y besa mi frente—. Lo siento mucho, cariño.


—Vete —susurro de nuevo.


Ella sale de la habitación. Me acuesto y lloro en silencio, intentando no sacudir más mi cuerpo, pero incapaz de detener el flujo de las lágrimas. Finalmente, después de unos largos minutos, mi madre empuja la puerta y corre a mi lado.


—Lo siento, mi dulce niña. —Ella besa mi rostro y acaricia suavemente mi  mano entre las suyas—. Brittany te ama, querida.


—Yo no la quiero —le susurro.


—Tus lágrimas dicen algo diferente.


—Ella me dejó, mamá.


—Lo sé. Tomó una decisión estúpida al marcharse de tu lado, Santana.


Cuidadosamente muevo la cabeza y miro a mi madre con los ojos hinchados.


—No puedo permitir que le haga daño a mis hijas de nuevo mamá —susurro.


—Lo sé. No te preocupes por eso ahora. Descansa y ponte fuerte para poder irte a casa y cuidar de tus niñas.


— ¿Ellas están bien de verdad?


—Están bien. Nada que el tiempo no pueda curar. —Ella me ofrece una sonrisa tranquilizadora—. Tu padre las llevó a casa para acostarlas.


—Bien. —Suspiro—. Tengo sed.


—Voy a buscar un poco de agua fresca —responde la enfermera y sale corriendo de la habitación.


— ¿Encontraron a la persona que provocó el accidente? —le pregunto a mi madre.


—Sí, lo arrestaron y Sam dijo que delatará a los otros en Chicago. —Ella aprieta mi mano, y yo estoy llorando de nuevo—. Estás a salvo, cariño.


La pesadilla ha terminado.








—No veo ninguna razón  por la que no se pueda ir para casa esta mañana —comenta el médico a la mañana siguiente mientras mira mis ojos brillantes—. Sólo tiene que tener cuidado con ese hombro cerca de una semana. Le va a doler. Tome los medicamentos para el dolor.


—Tengo hijas pequeñas —le recuerdo—. No puedo quedarme aturdida por las drogas.


—Va a necesitar ayuda con ellas —me dice con firmeza—. Y le puedo dar unos medicamentos que no la dejen confundida. Si los toma cuando los necesite, no sentirá tanto dolor. Pero si se desmaya, se marea, o tiene alguna duda, venga inmediatamente al hospital.


—Ok —acepto—. ¿Puede traer a mi madre? —le pido a la enfermera.


—Oh, ella se fue anoche.


Frunzo el ceño y en seguida busco el teléfono por la habitación.


—Creo que voy a llamarla.


—Con seguridad, usted es una mujer afortunada —dice, mientras me ayuda a vestirme.


— ¿Qué quiere decir? —le pregunto.


—Esa rubia atractiva que echó fuera de aquí. Ella envió a su familia a casa y acampó junto a la puerta toda la noche. —Ella me sonríe y yo sólo puedo mirarla.


— ¿Brittany hizo qué?


—Insistió en que no la dejaría. Le tuve lástima, y a medianoche le di una silla. Ella se quedó allí toda la noche.


—Supongo que todavía sigue ahí. ¿No? —le pregunto, aunque ya sabía la respuesta.


—Estoy aquí —responde Brittany suavemente detrás de mí. La enfermera acaba de ayudar a vestirme, y yo cierro los ojos porque todavía no estoy preparada para enfrentarme a ella.


—Por favor, llama a mi madre y pregúntale si puede venir a buscarme y llevarme a casa —le pido en voz baja.


—No —responde—. Yo te llevaré a casa.


—Brittany...


—Tengo algunas cosas que decir, Santana. No estoy tratando de molestarte. Tú necesitas un chófer, y yo hablar contigo, así que nos vamos en cuanto estés lista. —Me giro para mirarla, y tengo que respirar profundamente cuando la veo. Su cabello rubio está algo despeinado de pasar continuamente la mano. Tiene puesta una camiseta negra ajustada y unos jeans descoloridos. Tiene ojeras y un notorio cansancio en el rostro. Se ve terrible. E increíblemente sexy. Encojo los hombros como si de todos modos no me importase y le echo un último vistazo a la habitación—. Haz como quieras.


— ¿Qué es lo que buscas, cariño? —pregunta la enfermera.


—Mi bolso y... mis cosas.


—Oh, no tienes nada, querida.


—Ah. —Frunzo el ceño y miro mis manos vacías. Es una extraña sensación.


— ¿Puedo llevarte ahora a casa? —pregunta Brittany.


—Sí, ella ya está lista —responde la enfermera con una sonrisa—. Recuerde, toma sus medicamentos cuando sea necesario, y tómeselo con calma.


—Gracias —murmuro y sigo a Brittany fuera de la habitación, donde una silla de ruedas me está esperando. Ella me ayuda a sentarme y me empuja lentamente hacia el ascensor y después hasta su auto.


Toma suavemente mi mano herida y me ayuda a levantarme de la silla y a entrar en el auto, poniendo mala cara cuando me estremezco. Después de estar acomodada, cierra la puerta y se une a mí en el auto.


— ¿Estás bien?


—Estoy dolorida —admito—. Cansada.


—Santana, estoy muy arrepentida. Por todo.


Me recuesto contra el asiento y cierro los ojos.


— ¿Podemos hablar cuando lleguemos a mi casa? —le pido—. Quiero ser capaz de verte cuando contestes a mis preguntas.


—Claro —responde y se acerca más, para colocar su mano en mi muslo, pero yo me aparto—. ¿Puedo arreglar esto, San? —me pregunta en un susurro.


—No lo sé —respondo. Vamos en silencio hacia mi casa, y cuando estaciona, me ayuda una vez más a salir del auto y a entrar en la casa.


— ¿Sofá o cama? —me pregunta.


—Sofá. No tengo la energía suficiente para subir las escaleras.


—Yo te llevaré.


—Sofá —repito, haciendo caso omiso de su ceño fruncido. Llego a la esquina del sofá y ajusto los cojines para que sea lo más confortable posible.


Hasta que tenga que reajustar todo en unos cuatro minutos.


—Siéntate en el sofá —le ordeno. Quiero verla cuando hablemos. Necesito ver su cara. Sus ojos. Ella entiende y se inclina hacia adelante, con los codos en las rodillas y encara mi rostro.


—Odio que estés herida —protesta.


—A mí tampoco me gusta —respondo secamente.


—Quiero matarlo —maldice en voz baja, y puedo ver que cada palabra es cierta.


—Me dijeron que él está en la cárcel —respondo y la observó por un momento—. ¿A dónde fuiste?


— ¿No lo sabes? —me pregunta con sorpresa.


—No. No le permitía a nadie que estuviese a mi lado que me hablase de ti.


Ella retrocede.


—Estaba en San Diego en un contrato con la Marina.


—Asuntos relacionados con la milicia estadounidense —me imagino.


—Sí —afirma—. El contrato terminó. Voy a volver a mi antiguo empleo.


—Heriste a mis hijas —le digo, incapaz de aguantar más—. Me has hecho mucho daño, pero lo más importante es que heriste a mis hijas, y ellas no se lo merecían.


—Lo sé. —Suspira—. Siento mucho las cosas que dije, lo que hice. No quise decir nada de aquello, lo juro. No sabía qué hacer para que me dejaras ir. Tenía miedo,
San.


— ¿De qué? —exijo—. ¿Qué es lo que tenemos nosotras tres que sea tan atemorizante para una experimentada y destacada militar, Brittany?


—No sabía cómo lidiar con lo que sentía por ti —comienza y traga—. Lo que siento por ti.


— ¿Y qué sientes?


—Te amo tanto que duele —me responde inmediatamente, con sus ojos fijos en los míos.


¡No voy a llorar!


— ¿Así que crees que puedes venir aquí tan contenta, declararme tu amor y pretender que todo estará bien?


Maldice en voz baja y niega con la cabeza.


—Estoy aquí para pedirte disculpas, en primer lugar. Tuve una larga conversación con las niñas ayer por la noche, después de que me echaras de la habitación y antes de que tu padre se las llevara para casa.


— ¿Lo hiciste? —le pregunto, sorprendida y preocupada que les cree nuevas esperanzas.


—Me disculpé con ellas, nos abrazamos, y solucionamos algunas cosas.


— ¿Qué es exactamente lo que solucionaste con dos niñas de seis años de edad? —le pregunto con una sonrisa.


—Voy a llegar a eso —responde con una sonrisa, mostrándome sus hoyuelos, y enseguida quiero jugar con ellos.


Esos malditos hoyuelos me desarman otra vez.


Trato de moverme en el sofá para encontrar una posición más confortable y grito cuando me golpeó el hombro.


—Hey, calma —dice y me ayuda a reorganizar las almohadas detrás de mí—. Cálmate, nena.


—No me llames nena —le susurro.


— ¿Por qué no?


—Me duele —admito y cierro los ojos—. Tenerte aquí me duele más que éstas heridas, Brittany.


—Lo siento mucho —repite, y estoy cansada de oír eso.


—Sabes, creo que me voy a mi cuarto. —Me levanto, haciendo una mueca, pero orgullosa de mí misma por no llorar.


—Déjame ayudarte, ¡por favor! —Britt está a mi lado, lista para envolver sus brazos a mí alrededor, pero me alejo.


—Puedo hacerlo sola. Mis piernas no están heridas.


Sin decir nada más, camino lentamente hacia la escalera y subo los peldaños, uno cada vez, asegurándome en la barandilla para mantener el equilibrio.


Acostarme en la cama y encontrar una posición cómoda es un verdadero infierno. No trato de cambiarme de ropa o de meterme debajo de las sábanas.


Sólo quiero dormir.


Quiero dormir con los brazos de Brittany sosteniéndome, pero eso no va a suceder.


Las lágrimas caen por mi cara en cuanto inclino mi cabeza contra la cabecera de la cama y rezo para que me reclame un descanso sin sueños.








Me despierto sobresaltada, jadeando. Mi sueño aún es reciente, y mirando el reloj, me doy cuenta de que sólo he estado dormida durante una hora.


Pero el sueño me estaba persiguiendo de nuevo, aquel en el que no encuentro a mis niñas ni a Brittany, y el pánico se apodera de mí.


¿Soñé con ella?


¿Britt está realmente aquí?


Tengo que verla. Me levanto de la cama, maldiciendo el latido sordo en mi hombro, y poco a poco bajo las escaleras hasta la sala.


Aquí está ella.


Brittany está sentada en el sofá con los codos en las rodillas y la cabeza apoyada en las manos. Parece derrotada y quebrada, y a pesar de mi deseo de enviarla al  infierno, no puedo evitar acercarme.


Acaricio con mis dedos su cabello suave y rápidamente se levanta, con los ojos muy abiertos cuando mira mi rostro.


— ¿San?


—Pensé que estaba soñando. —Mi voz está ronca, mientras las lágrimas llenan mis ojos—. Necesitaba verte.


— ¡Ah, cariño! —murmura y se levanta, acercándome suavemente a sus brazos y sin esfuerzo, nos sienta en el sofá, acunándome cerca de ella, besando mi frente y mejilla—. Lo siento mucho, mi amor.


—Lo sé. Puedes parar de decir eso. Pero necesito que hables conmigo. —Echo mi cabeza hacia atrás para poder mirarla a los ojos—. Los últimos tres meses han sido horribles para mí y para las niñas, Brittany. Ellas estaban tristes. Se preguntaban si hicieron algo mal para que te marchases. —Sus ojos se llenan de lágrimas, pero yo continúo hablando—: Nosotras te amamos mucho y tú nos abandonaste, después de todo lo que habíamos pasado juntas.


—Lo sé —susurra con voz cruda—. Estaba demasiado confundida con mis temores internos, San. Viste las pesadillas. No podía soportar la idea de hacerte daño de nuevo, y me convencí de que no era lo suficientemente buena para ti.


— ¿Cuáles son las pesadillas? —le pregunto y veo cómo su cara se vuelve blanca—. Me lo puedes decir.


—Es secreto —responde, pero sostengo su rostro en mi mano y le obligó a mirarme.


— ¿A quién se lo voy a decir, Brittany?


Suspira y apoya su frente contra la mía.


—Yo estaba en una misión en Afganistán, hace unos siete meses con otros tres camaradas que estaban bajo mi mando. Supuestamente sólo era una misión de reconocimiento...


Levanto mis ojos hacia ella como si le quisiera decir:


—Explícame en términos claros que pueda enteder, por favor.


—Sólo debíamos entrar y recoger información —continúa—: Sabíamos que había talibanes armados en la zona, pero no sabíamos si eran diez o cien. Nuestra fuente de información no era la mejor.


Arrugo la frente y observo su cara mientras Britt cierra los ojos y continúa la historia.


—Descubrí que había alrededor de cincuenta, y que estaban esperando por nosotros.


— ¿Cómo sabían ellos que estaban allí?


—Buena pregunta —me responde—. Te ahorraré los detalles, pero perdí a mis tres camaradas de equipo ese día.


Suspiro y con mi mano acaricio su cara, para consolarla.


—Oh, lo siento mucho. ¿Cómo escapaste de eso?


Ella traga y lame sus labios.


—Estaba inconsciente y ellos pensaron que estaba muerta. Así que empezaron a retirarse, nuestras compañeras y compañeras de las Fuerzas Especiales llegaron para ayudar. Ya era demasiado tarde para los integrantes de mi equipo, pero no para mí, y me rescataron.


Yo continúo mirándola, procesando todo lo que me dice, y no consigo dejar de acariciar su pelo y su cara.


Casi la pierdo antes de tenerla.


— ¿Esa fue tu última misión? —le pregunto.


—Sí —me confirma—. Se acercaba el re -alistamiento, y decidí no hacerlo. Pasé suficientes años allí.


—Brittany, hay personas con las que puedes hablar acerca de las pesadillas.


—Yo lo he hecho —me responde con mirada seria—. Empecé a ver un psiquiatra en San Diego, y voy a seguir viéndolo aquí también. Estoy trabajando con ese problema que tengo, Santana. Incluso llamé a las familias de mis camaradas por orden de mi psiquiatra. —Parpadea, como si estuviera sorprendida.


— ¿Cómo fue? —pregunto en voz baja.


—No fue como esperaba.


— ¿Qué esperabas?


—Pensaba que me echarían la culpa, que me gritarían. Caray, yo lo habría hecho. —Sacude la cabeza y se aclara la garganta.


—Pero todos me dijeron que no era culpa mía, y que sólo querían felicidad y paz para mí.


—Suenan como buenas personas —le susurro.


Britt asiente y desliza sus dedos en los míos, mirando mis labios.


—Lo siento, huí, Santana. —Exhala y se inclina para descansar su frente contra la mía—. Estaba muy asustada.


— ¿De qué?


—Tenía miedo de acabar decepcionándote. Me di cuenta de que las niñas y tú merecían a alguien que no hubiera ido y vuelto del infierno con equipaje para probarlo.


—Oh, Brittany —murmuro y arrastro mis dedos por su mejilla—. Somos nosotras las que no te merecemos.


Ella niega con la cabeza, pero yo cubro sus labios con mis dedos antes de que me interrumpa.


—Estoy tan orgullosa de ti. Siempre he estado orgullosa de ti. Desde el momento en que te conocí. Muchos no pueden hacer lo que tú hiciste, Brittany. Siento mucho que tengas miedos que aún no puedas superar, que perdieras a tus compañeros en esa misión, pero eso no te hace menos persona. Y tampoco los problemas que tuve anteriormente me hacen menos.


Suspiro mientras mueve su mano arriba y abajo en mi espalda, calmándonos a ambas.


—Necesitas saber que nosotras somos un paquete completo, Brittany. Mis hijas y yo somos un equipo, y si quieres ser parte de mi vida, tienes que formar parte del equipo, no sólo de mí.


Frunce el ceño y me mira como si hubiera perdido la cabeza.


—Santana, no necesitas recordármelo. Nunca te di ningún motivo para pensar  que no quiero a tus hijas. —Britt besa mi frente antes de sonreír suavemente—. Ellas me preguntaron si me gustaría volver a casa, donde pertenezco. Yo les contesté que sólo dependía de ti.


—Ellas te aman, ya lo sabes —me quejo—. Estaban destrozadas cuando te marchaste. Maddie lloró durante días. Incluso Bix no conseguía consolarla. Por cierto, lo adoptamos definitivamente.


Ella acaricia mi nariz con la suya y luego se aleja antes de besarme, para observarme de cerca.


—Las amo tanto a las tres con todo mi corazón, Santana. Puede que no sean mis hijas biológicas, pero nadie va a amarlas más. Déjame dar todo lo que tengo, déjame darles mi nombre. Cásate conmigo.


Trago saliva, y mi mandíbula cae en estado de shock. Mis malditos ojos lloran de nuevo, pero no puedo moverme para apartar las lágrimas.


—Quiero a adoptarlas —continúa—: Verte en ese hospital, me lo dejó todo  muy claro. La idea de perderte es como un cuchillo clavado en mi corazón. Quiero más hijos contigo. Quiero darte todo lo que siempre quisiste.


Yo continúo llorando en silencio y observo su hermoso rostro. Sus profundos ojos azules están húmedos y llenos de emoción, y sé que, sin duda, ella está destinada para mí y para mis hijas.


Es nuestra y nosotras somos suyas.


—Hazme feliz, Santana. Cásate conmigo.


Yo sonrío lentamente y tomo su cara entre mis manos.


—Estaríamos honradas de casarnos contigo, Brittany Susan Pierce.


Ella sonríe ampliamente y se inclina para besarme. Suavemente. Tiernamente. Amorosamente.


—Te quiero tanto —susurra contra mis labios, y mi cuerpo tiembla.


—Yo también te amo, rubia terca —le susurro y la beso, acariciando sus labios con los míos, disfrutando de la sensación de tenerla junto a mí.


—Continúa besándome así—susurra y besa siguiendo un camino desde la línea de la mandíbula hasta mi cuello—. Y voy a olvidar que tuviste un accidente anoche y que tienes una conmoción.


—Eché de menos besarte —murmuro.


Britt se aleja y agarra mi rostro con ternura, mirándome con anhelo.


—Dios yo también te eché de menos. Te extrañé.


—Gracias por volver a casa.


—Te vas a casar conmigo. —Ella sonríe con orgullo.


—Vamos a casarnos. —Asiento y sonrío—. ¿Cuándo?


—Tan pronto como sea posible. No hay necesidad de esperar. —Se encoge de hombros y frunce el ceño—. ¿Cómo de grande deseas la boda?


—Me encantaría que venga sólo nuestra familia —confieso, con una sonrisa tímida—. Algo pequeño e íntimo, con las personas más cercanas suena perfecto para mí.


—Cariño, podemos casarnos mañana, si así lo deseas.


—Bueno, me gustaría comprar un vestido, y las niñas también querrán hermosos vestidos —le recuerdo.


— ¿Un mes o dos quizás?


—Creo que sería mejor llamar a Alecia, la Extraordinaria Planificadora de Eventos de los Pierce y empezar a hacer planes.


—Mañana. —Britt está de acuerdo—. Por ahora, sólo quiero abrazarte.


—Buena idea.





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Breves adelantos – Capítulo 21, POV Santana


—Ok, niñas, síganme. —Stacy me sonríe y aprieta su ramo de rosas frente a ella, mientras va hacia el patio trasero, y las chicas la siguen, lado a lado, sin soltar los pequeños ramos de flores en vez de cestas de pétalos. Cuando Brittany las ve en su cara irrumpe una amplia sonrisa y les guiña un ojo a las chicas cuando están a su lado.


— ¿Estás lista mi niña? —Papá me sonríe.


—Completamente. Vamos.

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—Los votos sagrados van a ser intercambiados no sólo entre Santana y Brittany, porque no sólo formaran una nueva pareja, sino también una nueva familia. Así que, Madeline y Joseline, por favor, únanse a nosotros ahora para los ritos especiales de familia para este matrimonio.


Brittany y yo damos un paso a un lado, mientras que Josie y Maddie se aproximan, deteniéndose entre nosotras. Brittany toma dos collares de la pequeña mesa que tenemos en frente. Son cadenas de platino con colgantes de corazones que tienen la fecha en la parte de atrás. Cuando Britt prende el primer collar en el cuello de Maddie, su voz emocionada llena el aire con los votos que escribió a cada una de ellas.

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Por último, el Sr. Parker se aclara la garganta ruidosamente y Brittany se ríe mientras retrocede y me besa en la frente.


—Es un placer para mí ser el primero en presentar a todos a Brittany, Santana, Maddie y Josie Pierce.


— ¡Viva! —Josie llora y nuestra familia se levanta, aplaudiendo. Rachel y Kitty están secándose las lágrimas. Puck está susurrando al oído de Samantha y luego coloca un dulce beso en su cuello, haciéndola sonreír suavemente.

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—No sé por qué estás sonriendo.— Ryder codea suavemente a Quinn—. Sabemos de buena fuente que tienes un tatuaje muy sugerente cerca de...


— ¡Mami Britt, baila con nosotras otra vez!—Josie interrumpe, saltando a un lado de Brittany.


—Lo haré pronto, cariño. —Brittany sonríe mientras ella salta y luego frunce el ceño a Ryder—. Hermano, mide tu lengua.