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Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
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Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Hola de nuevo! Acá llego con una nueva adaptación, me he puesto a leer bastante mientras también adelanto caps de mis otros fics para subirlos más tarde, entonces me encontré con esta historia que me resultó muy buena, tanto como para adaptarla y obviamente como siempre, imaginé a Brittany y Santana para los papeles principales *que puedo hacer? ellas me tienen comprada :p*
Espero que les guste, sin más que agregar, acá dejo la intro :)
Espero que les guste, sin más que agregar, acá dejo la intro :)
Sinopsis
El sexo es la vía de escape perfecta… hasta que caes en sus redes.
Sensual stripper de noche y ejecutiva agresiva de día, Brittany no busca amor, sino sexo y poder. Un día, Santana, una curtida y dura campeona de kárate entra en su vida y la reta a arriesgar su corazón en una noche de fogosa pasión.
Sensual stripper de noche y ejecutiva agresiva de día, Brittany no busca amor, sino sexo y poder. Un día, Santana, una curtida y dura campeona de kárate entra en su vida y la reta a arriesgar su corazón en una noche de fogosa pasión.
Dos mujeres atrapadas en un infierno de deseo forcejean en la frontera del amor, mientras los secretos de su pasado y una acosadora obsesionada con Brittany amenazan con destruirlas.
¿Será el fuego que las inflama lo bastante fuerte para sobrevivir o el reto se saldará con un corazón roto o algo peor?
Su historia es un viaje al interior del reino voraz de la obsesión, la lujuria, el deseo y algo más....
************************************
Bueno, les puedo decir, que como de costumbre, al adaptar historias, a veces giro muchas ideas ya planteadas, pero la esencia siempre la dejó intacta, porque es lo principal de cualquier adaptación más allá de los cambios sec.
Espero que le den una oportunidad, les aseguró que vale la pena :)
Un besote, NaT ;)
Última edición por naty_LOVE_GLEE el Jue Jul 17, 2014 5:37 pm, editado 1 vez
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Bueno.. será muy wanky? :D
Naah! Se ve interesante, espero que lo sigas :)
Naah! Se ve interesante, espero que lo sigas :)
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Suena interesante!! Espero el primer cap :)
Dolomiti- - Mensajes : 1406
Fecha de inscripción : 05/12/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Suena muy interesante! Ansiosa por el primer capitulo :)
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
Edad : 31
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
super interesante!!!!!!!!!!!! WANKY!!!!
quiero el primer capitulo!!!
nos vemos!!!
quiero el primer capitulo!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Suena interesante pero... No se si confiar mucho en ti porque no has acabado tu otra adaptación ni tu otro FF y el FF de verdad que me encantaba... *n*
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Elita escribió:Bueno.. será muy wanky? :D
Naah! Se ve interesante, espero que lo sigas :)
Decime vos, si es muy wanky, ahora dejo el primer cap :)
Dolomiti escribió:Suena interesante!! Espero el primer cap :)
AndreaDaru escribió:Suena muy interesante! Ansiosa por el primer capitulo :)
3:) escribió:super interesante!!!!!!!!!!!! WANKY!!!!
quiero el primer capitulo!!!
nos vemos!!!
iFannyGleek escribió:Suena interesante pero... No se si confiar mucho en ti porque no has acabado tu otra adaptación ni tu otro FF y el FF de verdad que me encantaba... *n*
Siento, no ser de fiar, no voy a excusarme pero te aseguro que aunque tarde mil años voy a terminar todos mis Fics, no me gusta dejar las cosas incompletas, espero que te guste este primer cap! :)
Bueno, tal parece que les pareció interesante a todas :p espero que les siga pareciendo interesante, aqui va el primer cap!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Atrévete
Cap 1
Brittany Susan Pierce observó a las clientas entrar en el bar desde detrás del telón del escenario. Era viernes: una noche más que iba a pasarse entreteniendo a mujeres borrachas con los labios brillantes de saliva. Aquel era un trabajo para pipiolas; ella podría conseguir más propinas y un servicio mejor en el nuevo bar gay que habían abierto a tres manzanas de allí. Sin embargo, la amistad la mantenía en aquel lugar. Y también la movía otro tipo de necesidad, que no tenía nada que ver con el dinero.
Cerró el telón y volvió al camerino. Es decir, al cubículo enano que estaba obligada a llamar camerino. Se dejó caer en la única silla que había y contempló su reflejo.
—Ya estoy vieja para bailar —se dijo, al tiempo que se cogía los pechos por encima del fino top de seda sin espalda y se los realzaba un centímetro—. Hasta se me caen las tetas.
—¿Ya estás hablando con tus tetas otra vez? —Kurt Hummel entró en el camerino tan campante y plantó su culo huesudo en el tocador—. Sólo tienes veintiséis, por Dios! Que les dejas a las de treinta y pico?—Brittany, ni se inmutó y entonces Kurt intentó de la otra forma— tienes el culo más bonito que todas las pollitas de este antro juntas, sin contar, todo tu cuerpo de escultural diosa griega, con tu larga cabellera rubia tan perfecta y esos ojazos azules zafiro, pero sabemos que las dos últimas observaciones no cuentan tanto en este lugar. —Se volvió hacia el espejo, se lamió el dedo índice y se lo pasó por la ceja castaña, sonriendo a sus ojos verdes claros—. En fin, las mujeres se corren en las bragas en cuanto pones el pie en el escenario.
—No quiero que se corran en las bragas ni que me pongan sus asquerosas manos encima.
—Entonces, ¿qué haces trabajando aquí, tonta?
—Estoy aquí porque me encanta bailar y hace que no piense en la vida real. Además, Sam necesitaba ayuda para resucitar el local.
Brittany sabía que su mejor amigo se contentaría con aquella respuesta. Kurt era una de las pocas personas que sabía la vida que llevaba en realidad, que estaba al frente de una empresa por valor de miles de millones de dólares y que tenía que vivir embutida en trajes de ejecutiva y llevar el pelo bien tirante en una trenza francesa que detestaba.
Kurt se apartó de la mesa y señaló el escenario. —Sal ahí a ayudar a tu amigo. —Se alisó su camisa apretada a su delgada figura, pasó la punta de sus dedos por los pelos cortos castaños levantados con gel y salió por la puerta.
—Capullo —murmuró Brittany cuando Kurt desapareció.
—Te he oído, perra.— La mujer soltó una carcajada, se retocó el rímel una última vez y le lanzó un beso a su propio reflejo.
—A por ellas, campeona.
Se levantó y se ahuecó el cabello ligeramente ondulado, mechones rubios sedosos y brillantes caían por su espalda, antes de colocarse una fina máscara de color negro. No podía arriesgarse a que alguien reconociera a la otra Brittany la mujer que devoraba empresas rivales e inspiraba decenas de artículos entusiastas en las revistas de economía. En aquel lugar, el club The Sweets Ladys, podía abandonar todas sus inhibiciones y no quería renunciar a aquella libertad.
Se recolocó un poco la diminuta minifalda de piel que apenas le cubría el trasero y volvió junto al telón para espiar otra vez por el hueco. La sala estaba llena hasta la bandera: no quedaba ni una silla libre y había muchas mujeres apoyadas en las paredes, a la espera de que se apagaran las luces y las strippers dieran comienzo a su seductora coreografía.
Cuando disminuyó la intensidad de las luces, la sala se llenó de silbidos y vítores, y la voz ronca de DJ Max tronó desde los altavoces. —¿Listas para ver unos buenos culos?
Brittany contuvo la respiración hasta que su nombre artístico, no muy artístico, resonó en la sala.—Con ustedes, nuestra estrella... ¡Susaaann!
Rugió la música y ella deslizó la pierna por el borde del telón seductoramente. Los silbidos se tornaron ensordecedores cuando apareció, contoneando las caderas hasta bajar al suelo. Se dio la vuelta y ofreció una perfecta imagen de su trasero a la enardecida concurrencia, mientras se pasaba los dedos por las medias negras de encaje, en ademán sugerente. Se incorporó con un redoble de tambores y el público enloqueció. Su cabello rubio iba y venía y gracias a su naturaleza finamente suave permanecía siempre volviendo a su lugar, intacto largo he hipnótico. Cuando se acercó al borde del escenario para lucirse, las espectadoras empezaron a gritar obscenidades y ella se puso de rodillas a pocos centímetros de sus fans. Hasta había algunos travestís entre las bolleras, encantadísimos de unirse a la fiesta.
Brittany abrió los dedos en abanico y se acarició el estómago firme y los muslos de manera sugerente. Una mujer alargó la mano y Brittany se la cogió y se la pasó por el estomago, solo un poco, antes de soltarla.
La mujer se quedó con la boca abierta, mirando los pechos de Brittany como si fueran chupa-chups y tuviera que comérselos hasta el palo. Brittany se incorporó y se pavoneó hasta el taburete que había en el centro del escenario, sin dejar de mover las caderas a cada paso para provocarlas. Apoyó las manos con firmeza sobre el sillín de madera, se abrió de piernas y se inclinó lentamente. La música retumbó mientras se agachaba y volvía a ofrecer un primer plano del trasero para su público. Cuando se volvió y se sentó, con las rodillas pegadas al pecho, las mujeres de la primera fila estaban virtualmente arañando las tablas.
Se apoyó bien para mantener el equilibrio y abrió sus largas piernas en el aire. La multitud rugió y estiró el cuello para verle bien la entrepierna. Sin embargo, tendrían que echar mano de la imaginación si querían saber cómo era su sexo. Llevaba tanga, a lo mejor era demasiado remilgada, pero le traía sin cuidado.
Cerró las piernas y saltó del taburete. Detrás de ella había una barra dorada que bajaba desde el techo hasta el escenario. La rodeó con una pierna y se frotó insinuantemente contra el frío metal. El roce despertó una sensación cálida entre sus piernas que le recordó que hacía ya demasiado tiempo que no echaba un polvo. Se deslizó hasta el suelo y a continuación se arrastró sobre las tablas como un gato mimoso, acercándose peligrosamente al bosque de manos extendidas.
Llegó al borde con las rodillas. La audiencia, embobada y babeante, chilló y le silbó, sin dejar de alargar el brazo para tratar de agarrarla en vano. Se humedeció los labios, arqueó una ceja y les subió la presión sanguínea a todas cuando empezó a tocarse, a suspirar y gemir en una pantomima de sexo en vivo.
—¡Deja que te la meta yo, nena! —gritó una mujer con el pelo rapado y una mirada lasciva, obviamente ebria.
Brittany le devolvió una sonrisa seductora. Notó una sensación líquida y caliente entre los muslos y los gritos de deseo de las mujeres excitadas alimentaron el ansia que hervía en sus venas. Realmente necesitaba echar un polvo aquella noche. Y de los buenos.
Se imaginó que le chupaban el pezón mientras la penetraban. La expectación le hizo sentir unas punzadas en el centro. La canción finalizó de manera explosiva y ella abrió los brazos y se dejó caer hacia atrás, entre agudos silbidos entusiasmados. Durante unos segundos, permaneció inmóvil para disfrutar del poder que tenía para hacer que a todas se les cayeran las bragas. Finalmente se alzó y, coqueta, les guiñó un ojo a las mironas antes de desaparecer tras el telón.
Kurt, que esperaba entre bastidores a que le tocase salir, dio una patada en el suelo y le hizo un puchero.
—Qué rabia me da salir después de que las hayas vuelto gagas con ese culito que tienes. Todos esos hombres deliciosos relegados a la parte de atrás... No es justo.
Brittany se quitó la máscara. —Delante hay un par que a lo mejor te interesan.
Kurt echó un vistazo a hurtadillas. —Joder, que se preparen. ¡Aquí va este muñeco!
Muñeco de Porcelana, se hizo eco en Brittany mientras veía a Kurt abrir el telón de un tirón y la sala zumbó de tensión de inmediato. Kurt era la incertidumbre y la simpatía personificados, tal vez su carita chica y fina junto con su cuerpo a la par no reflejaban tanta pasión o sexo carnal pero en definitiva, su mirada tímida e inocente junto con el movimiento de caderas, de alguna manera inexplicable, ponían frenético al público. Brittany observó cómo se ganaba a la audiencia durante unos segundos y luego se refugió en su camerino y volvió a dejarse caer sobre la silla. Tras finalizar el baile, podía mezclarse con las clientas, aunque lo que más se le antojaba era quedar con alguno de sus amantes habituales.
Sus favoritas estaban grabadas en el libro negro erótico de su mente. ¿Rose? No, había encontrado novia estable, gracias a Dios. Por fin le quitaría las manos de encima. ¿Oliver? Ni de coña. Brittany había dejado de acostarse con él en cuanto cogió aquel trabajo. No mezclaba los negocios con el placer, aunque últimamente sí que mezclaba el placer con los negocios. De todos modos, no. Otro que había que tachar. Pensó en Lindsay. Pero no, calla... Se había mudado unos tres meses atrás. Mierda. Seguro que se le ocurría alguien más; no era posible que su agenda fuera tan reducida. ¿Tan tiquismiquis era?
Sam asomó la cabeza en el umbral. El estrés se reflejaba en sus rasgos definidos, aunque le sonrió ampliamente, con esa bocaza que podía llamar la atención de cualquiera.
—¿Te interesa un lapdance?
—¿Me lo pides o me lo ofreces?
Sam entró en el camerino. Llevaba unos jeans azules y una camiseta que no engañaba su amplio pecho seguido de unos fuertes abdominales debajo, no es que ella no los recordará tampoco. Se inclinó y beso la mejilla de Brittany reteniéndose más segundos de lo común en un beso tan simple, incluso así, ella podía sentir esos labios grandes cubriendo toda su mejilla, aunque fuera en un pico.
—¿Es que voy a tener que despedirte sólo para poder follarte otra vez? — siempre tímido con las caricias, más no sutil con las palabras, Brittany reconoció al instante. Sam era una especie de persona bipolar, tímido y tierno por un lado; y casi al mismo tiempo, a diferencia de los bipolares que separaban sus dos personalidades por completo; sensual y galante de los que quedaban bien representando ambos papeles, no como un arrogante ridículo como muchos.
—De hecho, sí.
Brittany deseaba hundir el rostro de Sam entre sus piernas, para que sus enormes labios rosados y carnosos la tentaran hasta que ella se corriese en su cara mientras él apretaba sus musculosos brazos alrededor de sus caderas y mantenía su cuerpo levantado sin ninguna dificultad, solo después buscaría satisfacerlos a ambos teniendo heterosexo como lo llamaba Kurt, pero apartó aquel pensamiento de su mente y se recordó que había límites: Sam era su jefe y su amigo antes que nada. Que tuviera un polvo fabuloso era secundario.
—¿Quién quiere el baile?
—Un pedazo de cuerpo latino, ya ves. —Sam se irguió y pasó una mano por su corto cabello castaño rubio en punta, era un corte muy sexy que lo hacía ver mucho más joven, como si se tratará de un adolescente con un cuerpo desarrollado y musculoso de un tipo sensual y no exagerado—. Te espera en el cuarto interior.
Brittany enarcó las cejas. Normalmente era ella la que decidía a quién le hacía un baile privado y no solía llevarse a muchas mujeres al pequeño cuarto interior, aislado del bullicio del bar.
—He pensado que querrías un poco de intimidad —le dijo Sam con una sonrisa cómplice, tenía que reconocer con mucho placer visual que la latina era un bombonazo, irradiaba sensualidad por doquier, pero cuando pensaba en ella con Brittany solo aceptaba la figura de la mujer sexy muy a regañadientes—. Me pongo celoso sólo de pensarlo.
* * *
La mujer estaba de espaldas a la puerta. Llevaba unos vaqueros ajustados que le marcaban el bonito trasero. Tenía el pelo largo oscuro y caía en ondas deliberadas; las manos en los bolsillos, una altura promedio, unos centímetros más baja comparada con la suya. Brittany se imaginó a sí misma montándola como un jinete, usando su espeso cabello a modo de riendas y aullando de placer al correrse en su espalda. Pestañeó para apartar la imagen de su mente y poder concentrarse en su trabajo.
La mujer se volvió despacio, paseando la mirada por las paredes. Brittany vislumbró un perfil de formas duras y cinceladas, con la nariz fina y unos pómulos definidos. Tenía el pelo cayendo a los costados sobre la espalda. Sus brazos eran morenos y torneados, y llevaba un polo de color negro, de manga corta. Los ojos marrones oscuros que repasaron a Brittany eran como fuego líquido que la fundía como un bloque de hielo. La recorrió una sensación ardiente que se concentró en su clítoris y lo hizo palpitar. El corazón le latió con fuerza en las sienes.
Cerró las piernas con fuerza para mitigar el ardor que la consumía desde la entrepierna. —¿Puedo hacer algo por ti?
La mujer respondió con voz firme y profunda— Esperaba que me hicieras un lapdance —repuso, con los ojos fijos en los pezones endurecidos de Brittany.
—Treinta sobre la mesa.
Brittany cerró la puerta y se dirigió al equipo de música. Cuando miró hacia atrás, había varios billetes sobre la mesa y la otra mujer se había arrellanado en la mullida butaca. Brittany puso su canción preferida: la había puesto tantas veces que debería ser la única del CD. La música retumbó desde los altavoces y las luces estroboscópicas centellearon a su alrededor siguiendo el ritmo. Brittany rodeó la butaca de la mujer y le pasó los dedos por el brazo y por el hombro, hasta colocarse detrás.
—No me puedes tocar. Sólo yo a ti.
Se inclinó y le lamió la oreja. Sonrió cuando la otra mujer cerró los ojos. Le gustaba el control que ejercía cuando daba un baile privado. Podía hacer lo que quisiera y dejarse hacer lo que quisiera. En aquel momento, quería ponerse a horcajadas sobre la cara de aquella preciosa mujer.
Le acarició los abdominales bien marcados, mientras se acercaba más y más a la cinturilla suelta de los vaqueros. Le mordisqueó el cuello y le pasó las uñas por el brazo, antes de colocarse frente a ella. Los ojos de la otra mujer no reflejaban más que puro deseo y Brittany sintió que estaba aún más húmeda, por imposible que pareciera.
Subió una pierna hasta el brazo de la butaca y bamboleó las caderas a escasos centímetros del rostro de su clienta. La mujer movió los labios, como si dijera algo, justo cuando Brittany la rodeaba con las piernas y se le sentaba en el regazo.
—¿Sí? —la animó Brittany.
La mujer lo repitió en voz queda. —A que no te atreves a besarme.
Brittany sacudió la cabeza, con gesto negativo ya practicado y solemne desde siempre, aunque nunca se lo habían pedido de esa forma y ella nunca había sentido tantas ganas de complacer a una clienta. Se dio la vuelta sobre su regazo y se echó hacia atrás hasta que tuvo el trasero contra su sensual estómago musculado y empezó a frotarse contra sus caderas. Unos dedos fuertes le rodearon la cintura y se insinuaron entre sus piernas, pero Brittany los apartó, se levantó y movió el dedo índice en su clásica señal negativa y así mismo de nuevo, no había sentido tanta reprensión sobre sus solemnes reglas.
Pero la otra mujer no le dio tiempo a seguir cuestionándose estas contradicciones internas ya que también se levantó y atrajo, rápidamente, a Brittany contra su cuerpo duro y firme.
—Cuando abras las piernas, asegúrate de que antes te secas la vagina mojada.
A Brittany se le disparó el corazón y notó un fuego ardiente que le lamía el interior de los muslos. Reprimió el impulso de mirarse la entrepierna para ver lo mojada que estaba. Los duros ojos marrones de su clienta se posaron en los suyos. Entonces alargó la mano con la intención de quitarle la máscara. Brittany retrocedió, pero la otra mujer la retuvo con firmeza. Era más fuerte que ella y Brittany estaba completamente atónita y en una especie de hipnosis, perdida en esos ojos marrones. La mujer intensidad le sonrió.
—Quiero ver algo más que esos ojos azules tan hermosos. Quiero ver a quién voy a llevarme a casa esta noche.
Atrapó los labios de Brittany con los suyos y Brittany se perdió aún más que antes y así se desató el infierno. Deslizó la lengua en el interior de la boca de Brittany y ésta notó que se le removían las entrañas de pura necesidad. ¡Dios mío! Deseaba que aquella mujer le metiera los dedos hasta el fondo, que la tocara y la frotara y la llevara al éxtasis. A continuación su clienta le besó el cuello apasionadamente.
—Quítate la máscara —la apremió, mientras le mordisqueaba la piel.
Brittany se moría de ganas de echarle la cabeza hacia atrás y devorar a aquella excitante extraña por completo, luego montarse encima de ella y embestirla hasta que el fuego que ardía en su centro se consumiera. Como si sus manos tuvieran voluntad propia, se descubrió a sí misma quitándose la máscara y, antes de darse cuenta, le había mostrado su rostro a la mujer a la que quería montar como un semental.
Ésta la estudió como si fuera la criatura más arrebatadora que había visto en la vida. —¿Estás ocupada?
A Brittany se le encogió el estómago. Se sentía como la ganadora de un concurso de belleza, en lugar de una stripper haciendo un lapdance en un cuarto interior. Negó con la cabeza. Era como si un terremoto vibrara en su interior.
—No —susurró.
—Bien.
¿Dónde estaba el poder y el control que siempre poseía y le gustaba poseer? La otra mujer se echó hacia atrás y Brittany estuvo a punto de caer al suelo, pero su clienta la ayudó a mantener el equilibrio y luego se lanzó hacia la puerta, como un huracán dispuesto a asolar Kansas.
A Brittany la recorrió un escalofrío de puro deseo sexual acumulado durante demasiado tiempo. Ojalá aún estuviera encima de aquel cuerpo firme y anónimo aunque allí no se seguían sus reglas. Ojalá fuera todo un sueño y no hubiera dejado que la acuciante necesidad de sexo le nublara la razón. Pero si aquellos ojos que la miraban con fijeza probaban algo era que se habían besado. Y en ese momento se produjo la provocación final.
—A que no te atreves a desear más.
Salió del cuarto antes de que Brittany pudiera gritarle todo lo que le pasaba por la mente: fracasada, calientavaginas, mordisqueable, comestible, bombonazo... ¡Eh! Mueve el culo y vuelve aquí ahora mismo para limpiar este desastre. Menuda fresca. ¿A que no te atreves a desear más? ¿De qué iba? ¿Estaban en el instituto o qué? Sally, ¿a que no te atreves a darle un beso a Eugene en la pilila?. Se dio la vuelta y apagó el equipo de música, mientras rezaba porque todo aquello no fuera más que una fantasía enfermiza y no acabara de mostrarle el rostro a una completa desconocida..., a la cual aún quería tener entre las piernas para que la hiciera gritar de placer.
Brittany se quedó mirando el pasillo vacío.
—¿Quién coño era ésa?
**************************
Y bueno…que les pareció? No es muy light verdad? Espero que les guste de este tipo, a diferencia de mis otras historias esta un poco…mucho más Hot :P me gustan de este tipo también y esto recién comienza :)
Brittany tiene una vida muy activa no?
Quien creen que es la mujer que la dejó tan caliente? (quien no lo adivine le regaló 100 pesos :p, cuando sepa dónde y cómo mandarlos *chiste :p*)
Y que piensa de Sam? Esta aquí para hacer bullicio?
Bueno, bueno, no tiene por qué responder si no quieren, solo dejó conjeturas que se irán desarrollando :)
Si la señal y el tiempo son copados conmigo mañana mismo subo el segundo cap, si no más seguro pasado mañana.
Besotes! NaT!
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Tenías que cortarlo ahí? :( yo quería mas!
Espero el próximo desde ya & si, es wanky *---*
Espero el próximo desde ya & si, es wanky *---*
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
holap,....
worale!!!! para ser el primer capitulo light,..... se podría decir que esta bien jajajaj
amo el trabajo de britt, lindo pasatiempo!!! jajajajaja
no jodas que esa era san,... dios si con solo verla y bailar britt se pone así,....
nos vemos!!!
worale!!!! para ser el primer capitulo light,..... se podría decir que esta bien jajajaj
amo el trabajo de britt, lindo pasatiempo!!! jajajajaja
no jodas que esa era san,... dios si con solo verla y bailar britt se pone así,....
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Ahora subo el cap, y si es muy wankyElita escribió:Tenías que cortarlo ahí? :( yo quería mas!
Espero el próximo desde ya & si, es wanky *---*
3:) escribió:holap,....
worale!!!! para ser el primer capitulo light,..... se podría decir que esta bien jajajaj
amo el trabajo de britt, lindo pasatiempo!!! jajajajaja
no jodas que esa era san,... dios si con solo verla y bailar britt se pone así,....
nos vemos!!!
Yo tambien amo el pasatiempo de Britt es muy interesante :p
Ya verás! Esto se pone muy hot ;)
naty_LOVE_GLEE- ---
- Mensajes : 594
Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Atrévete
Cap 2
Santana López se sentó en uno de los taburetes de la barra. Sintió una punzada en la entrepierna después de que aquella mujer se restregara en su regazo como una muñeca de trapo hacía tan sólo un momento. Había deseado tirarse a Susan, o como quiera que se llamara de verdad, ponerla de espaldas, abrirla de piernas como un libro y devorarla. Desde el mismo momento en que aquella rubia despampanante y visiblemente caliente había puesto el pie en el escenario, Santana había sabido que lo que más quería era sentir aquel maravilloso cuerpo retorciéndose y temblando bajo el suyo, oír sus gemidos vibrando en aquella garganta tan delicada... No recordaba haber sentido una necesidad tan repentina y acuciante por nadie. Ni siquiera por Marsha, el bellezón del que no había podido despegarse durante los primeros seis meses de su relación y de la que después había tardado un año en librarse.
Después de romper con ella, la sensación de libertad que se apoderó de su alma era como una campana batiendo al viento y no tenía la menor intención de perder aquella libertad en un futuro próximo. Sólo se fijaba en mujeres que ya tenían una relación, porque eran las más seguras con diferencia, o una carrera de la que preocuparse, por lo que no querían que una molesta relación interfiriera en sus planes. Además, Santana también tenía que pensar en su carrera.
Pero, Dios, cómo deseaba a Susan.
Santana imaginaba que sería tan buena en la cama como en el escenario. Las miradas que le lanzaba a la concurrencia le habían dejado claro que no disfrutaba seduciéndolas. Tampoco les había dado el espectáculo que querían de verdad, es decir, verle la vagina desnuda mientras se deslizaba por el escenario. A Santana le gustaba saber que estaba libre. Susan podría haber tenido a cualquier mujer de las que había en aquel bar y también de fuera. Con que les hubiera hecho un gesto con la mano, cualquiera la habría seguido como un perro faldero, aunque a lo mejor eso habría sido demasiado fácil para ella.
Santana se preguntó si lograría hacerla suplicar. Hasta aquel momento no había creído en la lujuria a primera vista. De todas las mujeres a las que había tenido el placer de hacer el amor, ninguna había hecho que le diera un vuelco el corazón como Susan. Verla caer de rodillas y arrastrarse por el suelo como una diosa del amor le arrancó un gemido. Era el destino, tenía que poseer a aquella mujer y hacerla gritar de placer.
Sin entusiasmo, levantó la mirada hacia la mujer que bailaba en aquellos momentos sobre el escenario. Llevaba unas medias de rejilla ajustadas como una segunda piel. Era bonita, al estilo de una colegiala. Como parte de su rutina, dejó caer al suelo la minifalda de pliegues, de color rojo y negro. La diferencia entre Susan y ella saltaba a la vista; Siguiendo la melodía, Susan se movía como si el mundo le perteneciera y provocaba a su público con lo que nunca iban a llegar a tocar. La bailarina de la coleta bailaba como si hubiera ensayado la coreografía lo justo para memorizar la secuencia de pasos.
Santana se volvió de nuevo hacia el pasillo oscuro y vio a Susan, con las mejillas enrojecidas y una sonrisa de enfado. Había vuelto a ponerse la máscara sobre su precioso rostro. Los mechones rubios de su cabello relucían cada vez que los haces de luz estroboscópica del local pasaban sobre ella. A Santana se le aceleró el pulso y notó que el sexo se le encendía. Asintió con naturalidad; aún no se sentía preparada para dar el siguiente paso. ¿Cuánto tardaría Susan en hacerle una señal?
Sintió un hormigueo en el cuello al notar movimiento a su espalda y se volvió con un atisbo de sonrisa. Sin embargo, Susan pasó de largo sin mirarla siquiera y se dirigió a una mesa en la que había un grupo de mujeres que inmediatamente la miraron con ganas de comérsela entera. Una mujer alta y con el pelo rapado se le sentó en el regazo. Susan le rodeó el cuello con los brazos y desempeñó su papel de diosa a la perfección. Por encima del hombro de la mujer, Susan le lanzó una mirada arrogante a Santana y despertó en ella al temible monstruo de ojos marrones que bramaba: Mía.
A Santana le entraron ganas de golpearse la cabeza contra la barra varias veces, hasta recuperar el sentido común. ¿En qué coño estaba pensando? Había provocado a aquel pedazo de hembra y resulta que sería otra mujer la que se la llevaría a casa y le prendería fuego.
¿Y ahora qué, so idiota?
Se atrevió a mirar en dirección a Susan otra vez y sus ojos se encontraron. Santana le sonrió, excitada, presa de una increíble necesidad de saltar del taburete y arrastrarla a un rincón más privado del bar.
La mujer del pelo rapado le acarició el muslo a Susan y se acercó demasiado a su sexo para el gusto de Santana. Como si tuviera algún derecho a que le importara. Sin embargo, al parecer a Susan sí le importaba, porque apartó la mano errante, la retorció y se dio la vuelta para encararse con la otra mujer. Se dijeron algo y a continuación Susan agitó el pelo, rubio y rizado, que le caía sobre los hombros, se levantó y desapareció por una puerta lateral que había junto al escenario. La otra mujer se había puesto como un tomate.
Santana notó un hormigueo de satisfacción que le llegó al corazón. Lo siento por ti, nena. Supongo que te has pasado de la raya.
Se preguntaba hasta dónde la dejaría llegar a ella Susan. Algo le decía que, si jugaba bien sus cartas, conseguiría todo lo que quisiera. Dispuesta a averiguarlo, bajó del taburete con la entrepierna ardiéndole y un polvo de los duros en mente.
* * *
—¡Joder con las mujeres!
Brittany dejó el dinero del lapdance en el bote de las propinas de Kurt y se metió en el camerino, furiosa. Se arrancó la máscara y el top, y agarró el sujetador que había sobre el respaldo de la silla.
—¿A quién le gritas ahora? —preguntó Kurt desde el umbral de la puerta.
—A todo el mundo —respondió Brittany, mientras se cambiaba. Se quitó la minifalda y se puso unos vaqueros de talle bajo—. Se creen que soy comida que les han puesto en una bandeja.
—Cariño, de la manera que mueves el culo en el escenario y escondes la mercancía, no puedes esperarte otra cosa —opinó Kurt, que entró en el camerino ya sin el maquillaje de escena—. Todas quieren ver lo que se han perdido.
—Ja. Si quisiera que vieran la mercancía, se la enseñaría —saltó Brittany, sentada en la silla—. Estoy harta de que se nos llene el local de tanta guarra barata.
Kurt se sentó en su sofá e hizo la observación más obvia. —Bueno, no tienes por qué bailar. No es que necesites el dinero, precisamente.
—Ya sabes por qué lo hago —dijo ella, mirándolo a los ojos. Kurt la estudiaba, inquisitivo— Sam sí que necesita el dinero y entre tú y yo atraemos a un buen puñado de gente.
Él suspiró. —Por mucho que odie decir esto, este mundillo nunca ha sido lo tuyo. Eres lista y preciosa, y tienes un cuerpo para morirse. La mayoría de las mujeres de ahí fuera sólo buscan un rollo de una noche. Y no creo que muchas estén a tu altura.
—Qué me vas a decir a mí —rezongó Brittany, mientras se cogía el pelo con una pinza—. Larguémonos de aquí. Vamos a cenar, al cine, a rizarnos el pelo..., lo que sea.
Kurt le regaló su sonrisa más inocente. —No puedo. Uno de esos hombres de toma pan y moja me ha invitado a su casa para follar hasta decir basta.
—Serás perro. Qué envidia —contestó, poniéndose la camiseta—. Déjame adivinar: ¿algo bronceado, pelo castaño oscuro y con una bonita sonrisa?
—¿Valla, si me dieras más detalles pensaría que lo conoces a la perfección, cómo lo has sabido? —preguntó Kurt con una risita.
—Bueno, seguro que si él no fuera mi otro mejor amigo y tú no hablaras todo el tiempo de almas gemelas y demás cursilerías no lo sabría —rió ella a su vez— cursi.
—Yo soy un experto en el amor y que tu lo llames cursi no lo hace menos hermoso y perfecto, ya lo veras, algún día.
—Lo que dije, completamente cursi.
Kurt decidió dejarlo por la paz, Brittany sabía que era lo único en que ambos estaban en total desacuerdo, él se volvió para marcharse, pero en ese momento dio un salto y se llevó la mano al pecho con dramatismo.
—Ay, cariño. ¡Me has dado un susto de muerte!
Una mujer entró en el camerino. A Brittany le dio un vuelco el corazón. Se preguntaba cómo se las había arreglado para esquivar al gorila de la puerta. Kurt la rodeó, no sin antes darle una mirada a Brittany que parecía como de sorpresa o algo que ella no había visto antes, entonces él pareció salir de su extraño aturdimiento y movió los labios sin que la recién llegada lo viera, pronunciando claramente: ¡Hazlo, hazlo!. A continuación se escabulló y la dejó a solas en el vestidor con la calientavaginas del cuarto interior. Su centro se le humedeció al instante.
—¿Qué es lo que quieres? —le preguntó Brittany.
—Saber si estás libre esta noche.
—¿Por qué?
El deseo le recorría la entrepierna como llamaradas húmedas y necesitaba cerrar las piernas para aliviar la quemazón más que nada en el mundo, pero no pretendía darle a aquella mujer la satisfacción de verla sufrir.
—¿Por qué no? A no ser que tengas a alguna “guarra barata” en mente.
Brittany le sonrió con sarcasmo. —Bueno, por lo menos las guarras baratas terminarían lo que empiezan si les diera la oportunidad.
La tensión se concentró en su interior. En lugar de admitir que había algo empezado, tendría que haberla mandado a tomar viento en cuanto entró. ¿Por qué había dejado que una desconocida supiera que la excitaba?
Los ojos marrones de la desconocida relucieron con decisión. —Oh, tengo intención de acabar lo que he empezado.
Brittany se encogió de hombros. —Lo siento. Tengo una lista kilométrica de gente, tanto mujeres como hombres, que darían un brazo por apagar este fuego. Yo aceptaría la ayuda de cualquiera de ellos. No necesito tu ayuda. — Bien, porque, además de lo anterior, también tenía que decirle que era bisexual?, Porque, de todas formas, tenía que seguir dándole detalles de su sexualidad o de lo caliente que, especialmente, ella la ponía?
—¿Cómo? ¿No puedo competir con toda la fauna de este sitio?
—Tú has venido a este sitio.
—Y tú también. ¿Empatadas?
Brittany la fulminó con una mirada llena de desdén. —La verdad es que no. Tú has venido a buscar una vagina gratis y la mía no está en el menú.
La mujer soltó una carcajada. Era difícil escapar de aquella mirada tan penetrante. —¿Lista para que nos vayamos?
Brittany escrutó los rasgos firmes de su rostro. Era todavía más hermosa cuando sonreía de verdad, sus hoyuelos sexys resaltaban más. La excitación la hizo vibrar por dentro. Percibía la misma ansia urgente en la mujer que había escogido.
—Me parece bien que follemos, pero por la mañana te largas.
—Después de ti.
La invitación ronca vino acompañada de una sonrisa cómplice. De camino al aparcamiento, los pensamientos de Brittany volaban en todas direcciones. Su objetivo primordial era que aquella mujer terminara lo que había empezado. Quería que la tratara con brusquedad, que le hundiera los dedos y le arrancara un orgasmo de los buenos. Se detuvo frente a su Ford Explorer y la invitó.
—Sígueme.
—Un placer.
Su “cita” atravesó la grava sin prisa, hasta llegar a un Dodge Viper. A Brittany se le hizo la boca agua sólo de verla mover las caderas de aquella manera tan sensual. No recordaba haber estado así de excitada por llevarse un ligue a casa en la vida.
* * *
Santana se quedó impresionada cuando el Ford Explorer atravesó una verja de hierro forjado y se detuvo a la entrada de un chalet de color vainilla. En los treinta minutos que habían tardado en llegar, habían atravesado los barrios de más categoría de la ciudad. Había memorizado el nombre de las calles, para poder encontrar el camino de vuelta a aquella preciosidad.
El antro de strip-tease no era de los que pagaban una millonada, así que no esperaba llegar a una casa tan fastuosa en un vecindario como aquél. Recordó la conversación que había oído por casualidad mientras esperaba en el camerino. El castaño de la ropa ceñida había comentando algo sobre que Susan no necesitaba el dinero que ganaba bailando. Santana se preguntó a qué otra cosa se dedicaba para poder pagar aquella vida aislada y protegida.
Tragó saliva y logró apagar el contacto y salir del Viper sin que se le cayeran las llaves. Al ver el fantástico trasero de Brittany, la recorrió una oleada de calor por toda la espalda y se le instaló entre las piernas. Lo único que quería era empujarla dentro y ponerla contra la pared. Entonces le metería la lengua hasta la campanilla, le introduciría los dedos y la haría gritar una y otra vez.
Reprimió el impulso, atravesó el porche y entró al oscuro vestíbulo. La puerta se cerró tras ella y oyó el sonido de un interruptor, décimas de segundo antes de que se encendiera la luz.
—¿Te apetece beber algo? —le ofreció Brittany, que también tenía que echar mano de todo su autocontrol para no ceder al impulso de arrancarle el polo color negro y morderle los pezones allí mismo.
—No —repuso la otra mujer con determinación—. Aunque puede que después de pasarnos unas cuantas horas sudando necesitemos agua.
Guau, morocha caliente, hazme sudar.
Brittany sonrió y aquello fue la gota que colmó el vaso. La mujer cubrió la distancia que las separaba y le devoró los labios, inmovilizándola contra la puerta. Le deslizó la lengua hasta el fondo y, una vez allí, bailó y exploró, arrancándole un gemido de placer. El calor que sentía entre sus piernas era pura lava líquida. Le enredó los dedos en el largo y sedoso cabello. Gruñó desde el fondo de su alma cuando la apretó más fuerte contra la pared. Le quitó los pantalones de un tirón y le dejó el trasero al descubierto. Las caricias de Santana la hacían estremecer; Brittany nunca había deseado con tanta ansia que se la follaran.
Cayeron al suelo, enredadas sobre la mullida moqueta. Unos dedos firmes se deslizaron entre los muslos de Brittany y acariciaron sus rizos húmedos. Ella se abrió de piernas y agitó las caderas en el aire, ansiosa porque la penetrara.
—Sabes a sudor —musitó la otra mujer, mientras le chupaba el cuello—. Ácido y salado.
Brittany quería que cerrara la boca. Cuanto antes la llevara al éxtasis, mejor. Santana le rozó el clítoris con la yema del dedo y Brittany hundió la cabeza en la moqueta y se arqueó, dispuesta a meterse los dedos ella misma si tenía que hacerlo. Estaba perdiendo la paciencia. Su clítoris palpitaba de pura necesidad bajo el dedo que la provocaba. La acariciaba arriba y abajo, se hundía un ápice y vuelta a empezar.
—Antes de que te agarre los dedos y me los meta yo sola —jadeó Brittany—, ¿cómo coño te llamas?
La aludida le mordisqueó la piel del hombro.
—Santana López
—Bien, Santana, si no te pones las pilas, me veré obligada a acabar sin ti.
—¿Qué prisa tienes, rubia?
Retiró los dedos y se puso encima de Brittany, la agarró de las muñecas y le inmovilizó los brazos en el suelo, por encima de la cabeza. Entonces le abrió las piernas con las rodillas y restregó la pelvis contra su sexo.
—¿Y a quién tengo el placer de hacerle el amor esta noche?
El fuego le quemó entre los muslos; aquella sensación casi era demasiado para Brittany. Tras titubear solo un instante, aunque no tenía la menor idea de por qué no le daba miedo decirle su nombre real a aquella mujer, susurró:
—Brittany.
—Brittany —Santana repitió su nombre como si fuera algo frágil—. Me gusta ese nombre. Es seductor, excitante y dulce cuando se me deshace en la boca... literalmente.
Brittany ya estaba harta de esperar. ¿Acaso aquella mujer no era más que una calientavaginas? ¿La iba a torturar con palabras seductoras y con suaves caricias toda la puta noche? Santana sonrió, sensual, y le lamió el labio inferior con su lengua caliente; Brittany dejó escapar un gemido gutural. Fue como recibir una descarga eléctrica en el cerebro; los ojos se le cerraron. Notó el aliento de Santana sobre las mejillas, sobre los labios entreabiertos y en el interior de su boca.
—Deja de hacerme sufrir —murmuró Brittany.
—Aún no has visto nada.
Brittany no daba crédito a sus oídos y abrió los ojos para enfrentarse a aquella preciosa mirada oscura y brillante.
—Relájate —dijo Santana—. ¿Por qué quieres apresurarlo?
—No tengo paciencia —dijo Brittany. Su pecho oscilaba arriba y abajo a toda velocidad—. Ahora no, por lo menos.
—Todo lo bueno se hace esperar.
—Me voy a quemar viva si no te das prisa.
Detestaba haber dejado escapar aquellas palabras. Era débil y aquella mujer lo sabía.
—Bueno, haberlo dicho.
Apenas notó que le soltaba las muñecas cuando, antes de que pudiera darse cuenta, Santana ya había hundido el rostro entre sus piernas. El fuego la devoró por completo.
Santana habría querido ver a Brittany retorcerse un rato más, pero la angustia en su mirada azulada intensa y su respiración desbocada la impulsaron a actuar. Le abrió los muslos aún más, le separó los labios de la vagina con los dedos y le pasó la lengua por el clítoris. Brittany se arqueó y arañó la moqueta con las uñas. El sonido le arrancó a Santana un cosquilleo en la entrepierna. Apretó los muslos para mitigar el latido de lujuria. Quería comérsela entera, engullirla y quedarse dormida, saciada y satisfecha. Nunca antes había deseado tanto a una mujer. Sonrió. Tenía toda la noche para hacerle el amor a su sirena rubia.
Los gemidos de Brittany resonaron en la habitación. Movió las caderas más deprisa, loca de deseo. A Santana se le encogió el corazón. Le introdujo los dedos en su húmedo centro y la abrió. Después de unas cuantas penetraciones profundas, le acarició el clítoris con un poco más de presión. Para su sorpresa, Brittany se puso rígida, con el tronco arqueado. Entonces notó cómo se contraía en torno a sus dedos y dejaba escapar un grito; la agarró del pelo como si fueran riendas y le hundió el rostro en su sexo.
Con su mano libre, Santana apartó una de las piernas que Brittany le había echado al cuello, para poder respirar. Jamás había oído unos gritos de tanta satisfacción. Se sintió llena de orgullo cuando Brittany le tiró del pelo hasta casi arrancárselo. Al cabo de unos largos instantes, Brittany la soltó y dejó caer los brazos inertes a los lados.
Santana se deslizó junto a su cuerpo sudoroso.
—A eso le llamo yo energía reprimida. —Besó a Brittany en el cuello sudado.
—Quítate la ropa.
Brittany le dio la vuelta y montó a horcajadas sobre ella. Su repentina energía cogió a Santana por sorpresa.
—No he acabado.
Brittany nunca había estado tan satisfecha, pero todavía no había acabado con aquella mujer de cuerpo exquisito y manos hábiles. Ni de lejos. Parecía que su cuerpo había agotado la frustración sexual, pero el mero roce de los labios de Santana sobre su piel hizo que cobrara vida al instante. Le quitó el polo y lo echó a un lado. El resplandor azulado de la luna que se colaba por las persianas iluminó el sujetador blanco deportivo que contrastaba con la piel canela, apenas bronceada. Brittany le metió un dedo por el canalillo y se vio recompensada con un suave gemido por parte de su compañera. Santana le comió la boca; le metió la lengua hasta el fondo para enredarse y saborear la suya. Las terminaciones nerviosas de Brittany vibraron, su clítoris palpitó y se frotó contra el estómago firme de Santana.
—Fóllame otra vez.
Santana le besó el cuello. —Antes no te he follado.
Brittany notó una oleada de calor que la derritió como si fuera mantequilla.
—Aún estás a tiempo.
—¿Me lo estás suplicando?
La provocación que reflejaba la sonrisa de Santana la volvió loca. Su voz interior le ordenó: Gírala y dale un azote en ese precioso culo bronceado. Incapaz de resistirse, puso a Santana de espaldas, le desabrochó los vaqueros y se los bajó hasta las rodillas, para dejar al descubierto unos muslos que se moría por chupar. Santana se quitó las braguitas y el sujetador en un abrir y cerrar de ojos, y las sombras danzaron sobre su pecho marfileño. Aquella imagen seductora hizo que Brittany se quedara sin aliento. Se inclinó y le chupó uno de los pezones endurecidos. Santana gimió de nuevo. Brittany le acarició los abdominales con la yema de los dedos y se deleitó con el sensual relieve. Santana se puso en tensión bajo la voluptuosa exploración de Brittany, que por fin deslizó los dedos sobre la masa rizada que destacaba entre sus muslos.
—Te gusta esto, ¿eh?
—Un poco —jadeó Santana en su oído.
Cada uno de sus gemidos encendía más el fuego que consumía a Brittany desde lo más hondo de las entrañas. El sexo le latía, ansioso por que volviera a tocárselo. Le metió los dedos una y otra vez, y se deleitó con lo mojada que estaba, hasta que Santana levantó las caderas con renovada urgencia. Entonces Brittany le abrió las piernas con firmeza y le separó los pliegues hinchados. Santana contuvo la respiración y se arqueó hacia la boca de Brittany.
—¿Tienes prisa? —la provocó Brittany.
Después de que la hubiera dejado en aquel cuarto, dolorida por el deseo, lo mínimo que podía hacer era vengarse un poco.
—¿Vamos a jugar a esto toda la noche?
—Aprendo rápido. —Le dio un lametón en el clítoris—. Ahora te toca a ti.
Santana le acercó las caderas, en busca de más. —Supongo que me he metido en un lío.
Brittany le introdujo el dedo, añadió uno más y la penetró más hondo. Notaba la tensión que se acumulaba en su interior y saboreó la sensación de poder que la embargaba a medida que los gemidos de Santana se incrementaban y cerraba los puños. Quería provocarla un poco más para prolongar aquello, pero los muslos temblorosos de Santana la hicieron cambiar de opinión. Necesitaba ver cómo se rendía por completo. Sus labios envolvieron y chuparon el clítoris a un ritmo constante, hasta que su cuerpo se puso rígido y Santana se sacudió y se contrajo en torno a los dedos de Brittany. Sus gritos agudos llenaron la habitación y Brittany relajó su abrazo y levantó la cabeza para contemplarla.
Santana tenía la cara sonrojada y tensa en su clímax. Le temblaba todo el cuerpo. Alargó una mano: al parecer necesitaba que la abrazara. Brittany gateó sobre su cuerpo hasta desplomarse a su lado. Estaban las dos empapadas de sudor. Se abrazaron. Santana le besó la frente y hundió el rostro en su cuello.
Bueno, aquello era extraño, se dijo Brittany. No estaba acostumbrada a hacerse arrumacos después del sexo. ¿Qué se suponía que tenía que hacer? ¿Quedarse allí tumbada indefinidamente o recordarle a Santana que no eran novias y que ella no vivía allí? Notó la respiración cálida en su pecho y decidió retrasar el momento unos minutos. A lo mejor Santana sabía hacer masajes en los pies o cocinaba. Eso sería fantástico.
Tras pasarse un rato en brazos de Santana, acariciándose la una a la otra, Brittany se apartó y cogió su ropa. Luego se levantó y encendió la luz.
—Gracias por avisar —farfulló Santana, pestañeando bajo la intensa luz amarillenta. Vio que Brittany se vestía—. ¿Siempre eres así de... simpática?
—Oh, no. Mejoro mucho. Soy la reina de la simpatía. Mis amigos creen que estoy hecha de azúcar. Soy la más dulce de las dulces.
Brittany le tendió la mano pero, en lugar de levantarse, Santana se la quedó mirando como si en lugar de una mano fuera una serpiente, lista para atacar. Al cabo de unos segundos la cogió e hizo caer a Brittany sobre ella.
—Creía que habías dicho que no habías acabado —dijo Santana, mordisqueándole la oreja.
Brittany sonrió. —Una dama sólo puede sudar hasta cierto punto en una sola noche.
Evitó a Santana cuando trató de besarla y volvió a ponerse en pie. Esta vez se alejó de aquella mujer desnuda que yacía tendida en el suelo, porque estaba decidida a jugar según sus reglas esta vez.
Se dirigió a la cocina y sacó dos botellas de agua del frigorífico de acero inoxidable. Dio un buen trago y, cuando se volvió, Santana estaba apoyada en el mármol, completamente vestida. El agua helada le refrescó un poco la garganta, pero, por desgracia, no supuso alivio alguno para el calor que le abrasaba entre los muslos sólo de ver a Santana, con sus suaves hombros, que encubrían una fuerza solida que Brittany sintió cuando los abrazó y los acarició con sus manos y su pelo negro revuelto, junto con su rostro de un sensual ligero bronceado, todo en conjunto le daba un aspecto salvaje y erótico. Le deslizó la otra botella sobre el mármol.
Santana la ignoró, rodeó el mármol y se colocó entre las piernas abiertas de Brittany. Entonces la agarró de los muslos.
—Aún no estoy lista para dar por finalizada nuestra cita.
Brittany estuvo a punto de atragantarse. —¿Una cita? ¿Así es como quieres llamarlo?
Santana la observó con una expresión de curiosidad. —¿Por qué no?
—¿Tengo pinta de ser una persona que tiene citas?
—No sé de qué tienes pinta. —Santana echó un vistazo a la cocina, blanca y negra—. Pero parece que te va bastante bien. La mayoría de strippers no viven así.
Brittany arqueó las cejas. —¿A cuántas strippers conoces?
La sonrisa de Santana se ensanchó. —Oh, ¿no serán celos eso que oigo salir de tu boquita?
—Eh..., no. No soy nada celosa. Así que, ¿dónde vas a llevarme a cenar? —le sonrió Brittany con dulzura.
Santana paseó la mirada por su rostro y luego posó los ojos en su sexo. —No tengo que llevarte a cenar a ninguna parte. Tú, en este taburete, ya me bastas.
Las brasas volvieron a arder entre los muslos de Brittany e inevitablemente y llena de placer atrajo a Santana hacia sí una vez más.
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Hola! Bueno…que les parece? El asunto se puso muy caliente no? Yo creo que nuestras Brittana son puro fuego y, repito, esto recién comienza…
Saludos! NaT!
naty_LOVE_GLEE- ---
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
" y, repito, esto recién comienza…" ohhh Dios wanky wanky wanky!!!
son un fuego inmenso estas dos juntas *-*
son un fuego inmenso estas dos juntas *-*
Nathie_B4E****** - Mensajes : 315
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Edad : 30
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Solo diré. .. Wanky *------*
Elita- - Mensajes : 1247
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
simple y sencillamente WANKKY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
las amo juntas,... uff y si que la pasan mmm demasiado bien!!!!
nos vemos!!!
las amo juntas,... uff y si que la pasan mmm demasiado bien!!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
WANKY!!!!!!
Se lo han pasado pico bien las dos jeje
Se lo han pasado pico bien las dos jeje
monicagleek- ---
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Edad : 27
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Nathie_B4E escribió:" y, repito, esto recién comienza…" ohhh Dios wanky wanky wanky!!!
son un fuego inmenso estas dos juntas *-*
Elita escribió:Solo diré. .. Wanky *------*
3:) escribió:simple y sencillamente WANKKY!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!!
las amo juntas,... uff y si que la pasan mmm demasiado bien!!!!
nos vemos!!!
monicagleek escribió:WANKY!!!!!!
Se lo han pasado pico bien las dos jeje
Sip este Fic es muy Wanky, espero que les siga gustando, así de Wanky y más.. :)
naty_LOVE_GLEE- ---
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Fecha de inscripción : 06/05/2013
Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Atrévete
Cap 3
Santana despertó con los bien torneados brazos de Brittany y sus esbeltas piernas sobre ella. Echó un vistazo al luminoso dormitorio. Había un enorme televisor contra la pared, a los pies de la cama, y grandes ventanales dobles dejaban entrar la luz. ¿Cómo podía tener una casa tan grande y hermosa? Ninguna stripper de la que hubiera oído hablar podía pagarse aquel estilo de vida. ¿Sería Brittany una señorita de compañía? ¿Una prostituta?
Santana no acababa de creerse que la mujer que había escondido sus partes más deliciosas a sus fans fuera capaz de ofrecerlas por dinero. Sin embargo, lo que estaba claro es que de alguna manera pagaba aquella casa... O bien se la pagaba alguien. Se imaginó a un viejo amante adinerado, con su bastón y su millonaria cuenta corriente incluidos. Podía ser, ella era bisexual. A lo mejor alguna lesbiana rica que quería tener a Brittany y su cuerpo exquisito en casa esperándola cuando regresara de algún viaje de negocios. ¿Volvería de París en su jet privado, se lo montaría con ella y la pasearía por todo Los Ángeles para que la viera todo el mundo?
Quienquiera que pagase aquella casa ganaba un montón de dinero o estaba gastándose un montón de dinero para mantener a Brittany en un entorno tan lujoso. Resultaba extraño que Brittany siguiera haciendo strip-tease, dadas las circunstancias. Santana estudió a la bella mujer que yacía echada a su lado, a la que se había follado una y otra vez la noche anterior. Estaba dormida profundamente, con los labios entreabiertos, y Santana sintió el impulso de acariciar aquellos labios finos y rosados con los suyos, sentir su aliento húmedo y su lengua cálida con la suya.
Venga ya. La última vez que te despertaste con una mujer tardaste un año en librarte de ella.
Brittany cambió de posición y se desperezó. Abrió los ojos y miró a Santana con esos ojazos de un azul suave y claro esta vez; después se dio la vuelta para comprobar la hora.
—¡Mierda! Te tienes que ir. Llego tarde.
—¿Tarde para qué? —Preguntó Santana, sin apartar la mirada de aquel culo perfecto, mientras Brittany saltaba de la cama y se metía en el baño—. Es sábado.
Oyó el sonido de la ducha. Atónita, Santana salió de la cama y siguió a Brittany a la ducha. El jabón se deslizaba sobre su cuerpo de una rosada piel suave y clara y la espuma se concentraba en su sexo. Brittany le sonrió fugazmente.
—No empieces —le dijo bajo el chorro de la ducha.
Santana se metió con ella y le besó el cuello. Saboreó el champú afrutado y le acarició las nalgas. Brittany le apartó las manos de un palmetazo.
—Hablo en serio. Llego tarde.
—Seguro que puedes perder un par de minutos.
Santana todavía no quería separarse de ella. Follársela unas cuantas noches más no le haría daño a nadie.
Cuando la espuma se deslizó sobre sus pezones endurecidos, Santana no se pudo resistir y se los lamió con delicadeza. Al punto, los dedos de Brittany se enredaron en su cabello.
—Muy bien, sólo un par de minutos...
* * *
Una hora después, Brittany conducía a través de las bulliciosas calles de Los Ángeles. Todavía tenía el cuerpo insensible después del orgasmo matutino y no dejaba de pensar en Santana. Normalmente aquel tipo de recuerdos no le duraban tanto después del sexo. Apartó a Santana de su mente y trató de concentrarse en el trabajo que la aguardaba. Pierce Industries estaba a punto de absorber a otra empresa farmacéutica e incrementar los beneficios vendiendo activos de la compañía y recortando la plantilla.
Aparcó detrás de un edificio de ladrillos blancos, aburrida sólo de pensar en el procedimiento legal de la absorción y cansada de volver a ser la mala en un proceso más de reestructuración empresarial. Su padre se revolvería en la tumba si supiera lo poco que le interesaba la empresa y lo mucho que deseaba dejar todo por lo que había trabajado.
La odiaría por tener aquella tentación. ¿Por qué le había tocado ser la lista de la familia? ¿Por qué no podía haber dejado a su hermano Kevin al frente de todo?
Brittany puso los ojos en blanco ante la idea. Kevin era un fracasado. Su padre le había dejado un fideicomiso en lugar de legarle unas responsabilidades que no sería capaz de asumir. Kevin vivía en Hollywood y fingía ser actor. En aquellos momentos estaba en un festival de cine en el extranjero, en busca de un puesto como coproductor en una película que la gente pagara para ver.
Brittany se sentía aliviada. Al menos cuando no estaba en la ciudad no tenía que preocuparse por el siguiente desastre. Kevin sólo le hablaba cuando quería algo. Era ella la que pagaba a los abogados que lo sacaban de sus líos, como ya había hecho su padre desde que Kevin era niño. Era la única que lo llevaba a clínicas de desintoxicación y se aseguraba de que la madre de su hijo recibiera la pensión cuando Kevin “olvidaba” enviar los cheques.
Su hermano nunca se lo había agradecido. De niños habían estado muy unidos. Brittany no estaba segura de cuándo habían cambiado las cosas, pero lo cierto es que se sentía como si ya no lo conociera en absoluto y eso le dolía. Suspiró y cogió su maletín de detrás del asiento del conductor, cerró el coche y atravesó el asfalto, hacia el reluciente vestíbulo de la parte de atrás del edificio.
Sus tacones repiquetearon sobre el suelo de mármol al atravesar el complejo escáner de seguridad y luego se dirigió a unas pesadas puertas de cristal. Había recorrido aquel corto trecho casi cada día de su vida durante los últimos diez años, ya desde que iba a la universidad. Kevin siempre se había metido con ella por ser “la niña de papá”, porque su padre la había elegido a ella para enseñarle el negocio. Le guardaba rencor, pero no porque él deseara sentarse en el despacho de su padre, sino por el prestigio que aquello conllevaba.
El sonido de sus pasos en el vestíbulo desierto hacía que Brittany deseara echar a correr. Odiaba su trabajo en el club por muchas razones, pero en la intimidad de The Sweets Ladys podía ser ella misma. Al menos en parte.
Ryder Shuester se levantó de la butaca en cuanto ella entró en la sala de reuniones. Le llevaba pocos años y era la única persona con la que estaba unida en aquel horrible y apagado edificio. Era casi como un hermano. Habían tenido muchos años para conocerse, porque se habían criado el uno junto al otro y nunca existió ningún tipo de atracción sexual entre ambos, solo una amistad que los unía como a una segunda familia. En el negocio siguieron apoyándose mutuamente y, tras la muerte de su padre, dos años atrás, ella había ascendido a Ryder a vicepresidente financiero. La decisión había despertado las iras de varios socios más antiguos que creían que aquel puesto les correspondía.
Ryder sabía que Brittany se sentía fatal por destrozarle la vida a la gente y durante los últimos meses habían estado trabajando codo con codo en un plan para cambiar el rumbo de la compañía de su padre.
Dejó la chaqueta sobre el respaldo de una de las sillas y se sirvió una taza de café. Al sentarse, preguntó— ¿Ya has encontrado novia?
La vida de Ryder estaba dedicada por entero al trabajo y Brittany solía bromear con que lo que necesitaba era un buen revolcón. Por su parte, él opinaba que ella tenía que sentar cabeza.
—Algunos tenemos otras prioridades más importantes que acostarnos con alguien —repuso Ryder.
Brittany rió y sacó unos expedientes de su maletín. —No sé —dijo, mientras abría el esquema del proyecto—. No veo cómo puede funcionar esta idea.
—¿Has pensado lo de cambiarle el nombre y punto?
—¿Para qué? Si no puedo cambiar la compañía, ¿de qué iba a servir?
Ryder se sentó hacia atrás y la fulminó con la mirada. —¿Qué te pasa? ¿Por qué tienes tanto miedo últimamente?
—No tengo miedo.
Brittany desvió la mirada. La había calado, eso seguro. Le horrorizaba hacer cambios en algo que le había importado tanto a su padre, aunque no estuviera de acuerdo en el modo en que hacía los negocios. Había querido a su padre más que el aire que respiraba y se sentía culpable por despreciar la empresa. En lugar de estar orgullosa, se avergonzaba de la mentira en la que se veía obligada a vivir. Lo único que quería era asumir el papel de su padre y preservar su legado. Si cambiaba la empresa, sería como ignorar sus últimos deseos y aquello era algo que la atormentaría de por vida.
El dilema le hacía pasar las noches en vela. Para alcanzar sus deseos, tendría que ir en contra del curso que había sentado su padre. Si fallaba, sería como clavarse un cuchillo: tendría que seguir haciendo algo que acabaría por destrozarla, que le chupaba el alma adquisición a adquisición.
—Si lo hago, estoy jodida, y si no lo hago, también. —Volvió a mirar a Ryder a los ojos—. ¿Es que no lo ves?
Él le cogió la mano y su rostro cincelado de rasgos duros se dulcificó. —Cariño, sabes que tu padre te quería más que a nada en este mundo. Te dejó esta empresa porque sabía que podrías con ella. No le gustaría saber que eres desgraciada. Y a mis padres tampoco.
A Brittany se le llenaron los ojos de lágrimas. William y Holly Shuester eran los mejores amigos de su padre y prácticamente la habían adoptado cuando éste murió. Holly también había llenado el vacío que le había dejado la marcha de su madre. Hacía las cosas que normalmente haría una madre y, al crecer, Brittany siempre supo que podía acudir a ella si necesitaba hablar con alguien. Ryder tenía razón. Ellos querrían lo mejor para ella, pero no podía fallarle a su padre, costara lo que costara. Dejando las cosas como estaban se aseguraba de no decepcionarlo. Conocía sus esperanzas y sus sueños, y ella los compartía todos con él.
Brittany sacudió la cabeza y reprimió las lágrimas. —No estoy lista para cambiar las cosas.
Ryder retiró la mano y se cruzó de brazos. —Así que vas a seguir escondiéndote el resto de tu vida, siempre temiendo que alguien te pegue un tiro en la cabeza por la espalda. ¿Crees que la libertad que necesitas está en ese bar repugnante al que vas?
—Es mi vida —gruñó Brittany, que estaba empezando a enfadarse. Se apartó de la mesa—. ¿Sabes qué? Quizá lo que tendría que hacer es vender esta maldita empresa y ya está.
Antes de que Ryder tuviera tiempo de responder, Brittany salió de la sala hecha una furia y abandonó el edificio sin mirar atrás. Se metió en su Explorer, encendió el motor y se incorporó al tráfico.
—¿Acabo de decidir vender el negocio sin reflexionarlo bien antes? —murmuró para sí mientras esperaba en un semáforo.
¿Por qué no? ¿Qué se lo impedía? A lo mejor podía mudarse a Hawai y colorín colorado. Asintió frente a su reflejo en el retrovisor. Empezaba a considerar seriamente la decisión que le había venido a la cabeza en un arrebato. Ojalá lo hubiera hecho antes, en lugar de esperar a que su lista de enemigos se extendiera desde allí hasta China. Había mucha gente, probablemente cientos de personas, que desearían ponerle la soga al cuello y abrir la trampilla para ver cómo se asfixiaba hasta morir.
Pierce Industries la había convertido en multimillonaria, así que no perdía nada si la vendía. Podía asegurarse de que fuera a parar a buenas manos, unas manos que pusieran en marcha su plan. Aquello era algo esencial, por muchas ganas que tuviera de dejarlo todo y no mirar atrás.
* * *
Santana dejó salir a sus dos últimos alumnos y cerró la puerta de la escuela de kárate de la cual era la orgullosa propietaria. Esperó a ver cómo los niños de diez años entraban en el coche de sus padres y luego fue a la parte trasera del edificio, donde estaba su Viper. Mientras se sentaba al volante, se preguntó si debía ir a The Sweets Ladys o a otro local de strip-tease del bulevar. Si regresaba tan pronto parecería desesperada, pero, si no iba, sería como si no quisiera volver a ver a Brittany y no había nada más lejos de la verdad. Se había pasado todo el día deseando sumergirse entre los muslos firmes de aquella diosa.
Sonó el móvil justo cuando salía del aparcamiento. —Hola, cielo. —La voz de su madre fue como un jarro de agua fría para sus fantasías.
Santana hizo una mueca y se arrepintió de haber descolgado. —Hola, mamá.
—¿Por qué no llamas nunca? ¿No estarás trabajando demasiado? Ya sabes que no eres de acero...
—Estoy bien, mamá. El mes que viene tengo competición. Debo estar preparada.
—Tonterías. Les das palizas a los chicos desde que aprendiste a andar.
—No es lo mismo. Además, podría ser mi último torneo. Me gustaría salir por la puerta grande.
—¡Oh, Dios! ¡Cuánto me alegro de oír eso! Podrías romperte un brazo... o peor: ¿y si alguien te rompe el cuello?
—Mamá, deja de preocuparte tanto. Tengo veintisiete, y nunca me ha pasado nada.
—Soy tu madre, preocuparme es mi trabajo.
—Hablando de trabajos, ¿te han dicho algo de las solicitudes que enviaste?
Obtuvo un hondo suspiro como respuesta. Su madre detestaba hablar de su incapacidad para encontrar trabajo, pero Santana no podía pasarlo por alto. Su madre no debería vivir de la beneficencia. Y en un apartamento de protección oficial, por Dios. Aun así, se negaba a aceptar la ayuda de Santana, por mucho que ésta se lo suplicara. Se las arreglaba para llevarle comida con la excusa de que sólo quería dejar en la nevera cosas que le apetecía comer cuando iba de visita. Eso sí, Dios librara a Santana de pagar alguna factura más sin que su madre se enterara. Cuando Santana intentó pagarle el alquiler, Marie López estuvo a punto de arrancar de cuajo el techo de su pequeño apartamento.
—No quiero hablar de eso —le dijo—. Tengo comida en la mesa y electricidad para cocinarla. Es lo único de lo que tienes que preocuparte.
Santana puso los ojos en blanco y suspiró, exasperada. —Como quieras, pero no sé por qué te empeñas en no querer venir a vivir conmigo. No puedes seguir viviendo rodeada de basura, en un barrio donde los traficantes de drogas ocupan las esquinas cada noche. No está bien.
—No te preocupes por esas tonterías. Soy una mujer dura. En mis tiempos les habría pateado el culo sin despeinarme. ¿O de dónde te crees que has sacado lo de ser tan bich?
Santana no tenía la menor duda de que su madre había sido de armas tomar, pero ya no era tan dura. Los tiempos habían cambiado. A Santana le ponía enferma pensar que, a pesar de tener un negocio próspero y conducir el coche de sus sueños, no se le permitía ayudar a la persona que más quería en el mundo. No entendía por qué su madre era tan terca. Todo el mundo tenía derecho a conservar su orgullo, pero a veces tenía la impresión de que su madre la estaba castigando. Si lo que quería era hacerla sentir culpable e impotente, lo estaba consiguiendo.
—Te quiero, mamá —dijo, para disimular su frustración—. Te llamaré dentro de unos días.
Nada más colgar ya se había decidido: iría al club y bebería hasta olvidar la voz de su madre y el hecho de que viviera en la miseria. Si llegaba cuando ya estuviera avanzada la noche querría decir que no estaba completamente desesperada por ver a Brittany por mucho que se muriera de ganas de volver a contemplar sus curvas y abrazarla y besarla apasionadamente una vez más.
Eso sí, siempre que Brittany estuviera dispuesta a convertir su rollo de una noche en un doblete.
* * *
Brittany aparcó en la parte trasera de The Sweets Ladys y se abrió paso hacia el interior.
Kurt asomó la cabeza y dejó escapar un silbido agudo. —Si fuera un hetero del tipo pervertido diría algún piropo sucio pero como no lo soy, ni hetero ni pervertido…ni Sam— río sobre su propia ironía— solo voy a decir que tu traje de ejecutiva te queda espectacular.
—Gracias, no hetero pervertido Kurt.
—Huy, alguien se ha levantado gruñona. Ven aquí y dale a papaíto un buen beso pero sin lengua por favor.
Kurt se le acercó y le dejó un sonoro beso en la mejilla. Brittany le sonrió y ambos entraron al camerino.
—Has llegado pronto. ¿Qué ha pasado?
Brittany se alisó la ropa. —No estaba de humor para trabajar después de mi reunión con Ryder.
—Oh, là, là... Ese cuerpazo...
—Es hetero.
—¿Y?
—Blaine?
—Obvio, es el amor de mi vida, solo jugaba contigo.
—Ya lo sabía— sonrió y después resopló—Voy a vender —soltó, antes de que le diera por cambiar de idea.
—Coño, ya era hora. —Kurt se dejó caer en su regazo—. ¿Puedo retirarme contigo a alguna isla paradisíaca? Por favor, Britt. Seré bueno y no dejaré los restos de mascarilla de pepino sobre el lavabo. Hasta trataré de guardar al máximo mis detalles románticos con Blaine frente a ti.
—Mentiroso. — Brittany se lo sacó de encima y empezó a desabrocharse la camisa.
—Bien, volveremos a eso después, has recibido una llamada muy rara hoy. Una mujer que decía que te iba a matar o algo así. Hablaba con uno de esos aparatejos que distorsionan la voz. Le he dicho que eras cinturón negro y que podías romperle el cuello como si fuera una ramita con las manos desnudas. No parecía muy impresionada.
Le quitó el papel a un chicle y se lo metió en la boca, como si aquella conversación fuera lo más normal del mundo. —¿Matarme?
—Sí. Seguro que será alguna gilipollas a la que habrás rechazado —sonrió con sorna—. Cariño, no hagas como si fuera la primera vez que oyes algo así. Yo estaba aquí la noche que tu ex trajo a aquella bomba de relojería.
—Cierto.
La imagen de la nueva novia de Rose le vino a la cabeza. Vaya si se había puesto celosa por culpa de Brittany. Rose la llevó al club una vez: sordo error. Se había mostrado muy desconsiderada durante su aventura, así que Brittany había decidido demostrarle a su nueva novia la “joya” que se estaba llevando. Contoneó su cuerpo sudoroso por todo el escenario con la intención de que Rose no le quitara ojo de encima y el plan funcionó durante un rato. Sin embargo, en lugar de montarle un número a Rose o largarse de allí, la novia la tomó con Brittany. Saltó al escenario, gritando como una loca, y amenazó a Brittany con hacerle de todo menos maquillarla y pintarle las uñas.
Pobre Rose. Ya no podía volver a ningún local gay de strip-tease mientras se acostara con aquella monada. No es que a Brittany le importara una mierda con quién salía Rose.
En realidad lo sentía por la novia, porque sabía lo que le gustaba flirtear a Rose. Sonrió, se quitó el sujetador y escogió un top del armario. La llamada debía de tratarse de una broma para asustarla. Por suerte, no se asustaba con facilidad.
Alguien llamó a la puerta y Kurt dejó escapar un chillido agudo que le heló la sangre. Brittany se volvió, con el corazón en un puño. Sam estaba en la puerta y parpadeaba conmocionado y sorprendido.
—¿Por qué gritas, idiota? —exclamó, lanzándole a Kurt una mirada furibunda.
—No te irás a dejar el pelo así, ¿verdad? —Kurt se abanicó—. Va en contra de la ética de la belleza. Los dioses de la moda llorarán de pena. Ríos de lágrimas saladas arrasarán las calles y contaminarán los pantanos. Se gastarán millones en plantas desalinizadoras. La ciudad se arruinará. ¡Tienes que hacer algo con ese pelo!
Brittany se dobló sobre sí misma, muerta de risa. Tampoco es que fuera el fin del mundo. Sam tenía el mismo corte de siempre, solo que las puntas estaban en gel y llevaban su pelo hacía un solo lado en un especie de jopo seductor y juvenil, casi como siempre.
—Serás capullo. —Sam cruzó sus musculosos brazos sobre su pecho—. Lárgate de aquí y llévate a los cobardicas de tus dioses de la moda.
—Ay, perdóname, por querer salvar tu heterosexualidad solemne. Con un pelo como ese llevaras una carnada de cachorritos detrás de ti. La próxima vez te arreglas antes de venir a visitarnos.
Salió por la puerta, esquivando a Sam cuando intentó darle un golpe de puño fingido en el hombro. Brittany se miró en el espejo y comenzó a delinear sus ojos, tratando de ignorar a Sam. No obstante, éste le rodeó los hombros con los brazos y pegó su nariz en la nuca de Brittany, aspirando con cierto deleite.
—¿Por qué no dejas que cierre la puerta y te acelere un poco el pulso?
Brittany le apartó las grandes manos. —Ya te lo dije. No mezclo los negocios con el placer. No deberías haberme pedido que trabajara aquí si no eres capaz de mantener tu parte del trato.
—Entonces estás despedida. Ya no puedo pasar un día más sin este cuerpo tan delicioso.
Brittany se apartó de él y de su seductora mirada de enorme sonrisa, sus labios siempre hacían más firmes todas sus facciones. —Lo siento, jefe, no puede ser.
—¿Es por esa mujer que te llevaste a casa anoche?
—Eso no es asunto tuyo.
—Vaya, lo siento. No te alborotes. —Sam le sonrió, una sonrisa forzada, Brittany conocía todas sus reacciones pero no podía hacer nada por él, más que hacerse la desentendida para no lastimarlo con la realidad. Sam pareció acordarse de algo y le tendió un sobre amarillo—. Habían dejado esto para ti en la barra cuando salí del despacho.
Brittany cogió el sobre, sin despegar los ojos de la mirada intensa de Sam. Podía hacerse la desentendida pero tampoco quería que él pensara que la incomodaba, en definitiva, no quería que él tuviera ninguna idea equivocada —Gracias.
—De nada, Brittany.
Sam acarició su mano con la suya, en un roce tierno y sutil antes de salir. El pobre estaba enamorado de Brittany. Tenía un buen polvo, pero el amor era lo último en lo que había pensado Brittany cuando estaba con Sam. Lo último en lo que pensaba, y punto. Debería haber dado por finalizada aquella aventura hacía tiempo, antes de romperle el corazón a Sam. Quizá debería pensar en dejar el trabajo. En realidad no lo necesitaba y estaba harta de los clientes de The Sweets Ladys. Sin embargo, valía la pena todo aquel lío por la libertad que le daba para jugar y divertirse. Y, si se iba, echaría de menos a los amigos que había hecho allí.
Brittany miró el sobre. Llevaba su nombre escrito, pero nada más. Lo abrió y sacó una nota doblada por la mitad. Cuando leyó el mensaje fue como si el corazón se le fuera a salir del pecho. Tres palabras. Nada más.
ESTÁS MUERTA, ZORRA.
**************************
Acá les dejo el nuevo cap, espero que les guste y bueno… Sam ya empieza a manifestarse más… y lo último…
Nos leemos la próxima! :) NaT!
naty_LOVE_GLEE- ---
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
¡¡¡NO PUEDE SER!!! ¿quien quiere hacerle daño a mi princesa? Espero que no le pase nada malo, y desde luego... ESPERO y REZO, por que no pase nada bram, porque de verdad que no me gustaria dejar este fic por la mitad, quiero BRITTANA, quiero mucho sexo, ¿es mucho pedir no? JAJA bueno, comprendeme ¡que depresion! podrias subir 2 o 3 seguidos... que mala suerte, no tardes en actualizar te lo suplico sddfakdqlfjslkg, y bueno (? me hacia ilusion hacer un comentario largoxD espero que continues, que nunca lo dejes por la mitad como hace todo el mundo, y... bueno eso, que actualices pronto, mañana, hoy, nose, pronto. fñglfjhásdfljhg besos!
paulitahope**** - Mensajes : 151
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
holap,....
si que la pasaron bien britt y san jjajajaja,...
sam es un pesado,... (lo odio lo admito) a a fastidiar mucho????? curiosidad si lo odio mas o no jajajaja
ya empiezan a aparecer el clan de gente que quiere matar a britt???
nos venos!!!
si que la pasaron bien britt y san jjajajaja,...
sam es un pesado,... (lo odio lo admito) a a fastidiar mucho????? curiosidad si lo odio mas o no jajajaja
ya empiezan a aparecer el clan de gente que quiere matar a britt???
nos venos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Me encanta la forma en la que se hablan brittany y kurt me muero de la risa
monicagleek- ---
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Sam es un asco, no me gusta >:c & sabes que? No se porqué pero me imaginé que todas esas amenazas vienen de él :$
Solo espero mas cosas wankys *---*
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Elita- - Mensajes : 1247
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Sip, tal parece que Britt tendrá problemas :s y no se hasta que punto lleguen... va lo mismo para Brittany y Sam pero te aseguro que mi "aprecio" por ellos es igual al tuyo, así que con eso saca tus conclusiones :)paulitahope escribió:¡¡¡NO PUEDE SER!!! ¿quien quiere hacerle daño a mi princesa? Espero que no le pase nada malo, y desde luego... ESPERO y REZO, por que no pase nada bram, porque de verdad que no me gustaria dejar este fic por la mitad, quiero BRITTANA, quiero mucho sexo, ¿es mucho pedir no? JAJA bueno, comprendeme ¡que depresion! podrias subir 2 o 3 seguidos... que mala suerte, no tardes en actualizar te lo suplico sddfakdqlfjslkg, y bueno (? me hacia ilusion hacer un comentario largoxD espero que continues, que nunca lo dejes por la mitad como hace todo el mundo, y... bueno eso, que actualices pronto, mañana, hoy, nose, pronto. fñglfjhásdfljhg besos!
Eso! así de directa! me gusta mucho tu petición sin darle tanta vuelta, quieres mucho sexo? ok, lo tengo apuntado
Y claro que no soy de confiar, lo admito no voy a mentir sobre eso, pero siempre termino lo que empiezo y con este tipo de fics es más facil, así que espero que te guste y amo los comentarios largos, por si te quedaba alguna duda :)
Hola! si se la pasan muy muy bien, y como dije esto recien comienza :)3:) escribió:holap,....
si que la pasaron bien britt y san jjajajaja,...
sam es un pesado,... (lo odio lo admito) a a fastidiar mucho????? curiosidad si lo odio mas o no jajajaja
ya empiezan a aparecer el clan de gente que quiere matar a britt???
nos venos!!!
Y ya iras viendo lo pesado que puede llegar a ser Sam, y supongo que le tendrás un poco más de odio tambien :), lo dejo a tu criterio y ya me dices si lo odias más o no :)
Ya mismo aparecera alguien pero todavía no se sabe nada de nada
Espero que te siga gustando :)
Gracias! tengo el placer de aclarar que eso corre totalmente por mi cuenta :), lo había dicho antes, yo suelo girar varias cosas en las adaptaciones y bueno me gusto una relación entre Brittany y Kurt de esa manera. Es mi forma de adaptar, eso de cambiar algunas ideas y no solo copiar nombres y dejar todo tal cual, espero que te siga gustando de esta manera :)monicagleek escribió:Me encanta la forma en la que se hablan brittany y kurt me muero de la risa
Para ti va lo mismo que para la de más arriba, toda mi "observación" por Sam es la misma que la de ustedes así que con eso ya pueden darse una idea de lo que yo tambien quiero :)Elita escribió:Sam es un asco, no me gusta >:c & sabes que? No se porqué pero me imaginé que todas esas amenazas vienen de él :$
Solo espero mas cosas wankys *---*
naty_LOVE_GLEE- ---
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
Atrévete
Cap 4
Brittany paseó la mirada por la sala, en busca de algún rostro que estuviera lleno de odio. Aunque intentaba no pensar en la nota, no podía evitarlo. La llamada de teléfono podía considerarse un chiste desafortunado de alguna borracha despechada. Quizás alguien a quien le había rozado la mano había creído que sería divertido amenazarla. ¿Pero quién iba a tomarse la molestia de dejarle una nota? Aquello ya era otra historia.
Giró alrededor de la barra y se deslizó hasta el suelo, mientras se acariciaba todo el cuerpo y arqueaba el pecho. Las mujeres gritaron hasta desgañitarse. Cada ápice de piel que recorría con los dedos le recordaba a Santana. Deseaba notar sus manos deslizándose por los mismos caminos, sus labios sobre los suyos y sus cuerpos tan apretados que no quedara espacio ni para sudar.
Cuando terminó la música compuso una sonrisa falsa y volvió a estudiar a la multitud. Seguro que la persona que la quería muerta estaba allí aquella noche, esperando la oportunidad perfecta. O quizás el plan era jugar con ella hasta convertirla en un manojo de nervios.
—No he visto a nadie —dijo, al salir del escenario.
Kurt también observaba a las mujeres enloquecidas desde detrás del telón. Esbozó una sonrisa tranquilizadora.
—Lo más probable es que sea una broma estúpida.
—Seguro que sí.
Una de las bailarinas se había puesto enferma, así que Brittany tenía otra actuación aquella noche, antes de irse a casa. Fue a buscar a Sam y lo encontró encorvado en su silla, frente a la pantalla de su ordenador.
—¿Estás seguro de que no viste a nadie dejar la nota?
Sam le hizo un gesto para que entrara.
—Tendría que haberte llamado, pero esperaba que al final no fuera nada —titubeó, como si no supiera si debía continuar—. Creo que la persona que hizo la llamada es la misma que dejó la nota. También llamó anoche, justo después de que te fueras.
Boquiabierta, Brittany balbuceó—¿Anoche? ¿Qué dijo?
—Te amenazó a ti y a la mujer con la que te fuiste.
El miedo se apoderó de Brittany y le atenazó la boca del estómago. —¿Por qué no me lo dijiste?
—No quería asustarte. Creí que era una broma de mal gusto, como todas. —Una expresión de preocupación ensombreció su rostro—. Pero usó tu nombre real.
Brittany se apoyó en la pared. —Dios mío, ¿estará espiándome?
Sam se preocupó todavía más. —Creo que deberías venirte a mi casa unos días.
—Sé cómo defenderme, Sam.
—Ya lo sé, pero si te pasara algo no podría soportarlo.
Brittany se compadeció de Sam. Lo sentía por él, pero no lo amaba. Y no quería hacerle más daño quedándose en su casa como cualquier otra invitada a sabiendas de que Sam querría más.
—Gracias por la oferta, pero estaré bien.
Sam negó con la cabeza. —Supongo que siempre puedes dejar que tu nuevo ligue libre tus batallas.
Brittany se mordió la lengua para no mandarlo a la mierda y regresó al bar sin pronunciar palabra. Había un taburete libre entre los hombres que rodeaban el escenario en aquel momento. Kurt apareció desde detrás del telón, con su tierna sonrisa y movimientos seductores. Los hombres lanzaron alaridos y dieron palmadas en el suelo del escenario para que Kurt se les acercara. Alguien se deslizó detrás de Brittany y ella miró por encima del hombro. Era una mujer delgada, con el pelo negro, rápidamente recordó a Santana y así mismo aparto el pensamiento, atónita de verla en todas partes, con simples detalles que vinieran de su persona, como si Santana fuera la dueña de los colores negros y marrones, como si fuera la dueña también de los sabores chocolate y canela que también la habían llevado a su mente en la tarde de merienda en su oficina. La morocha le hizo un gesto con la cabeza. Brittany, volvió a centrarse en la mujer que la miraba con deseo, le dio un repaso rápido y admiró sus potentes muslos y los hombros anchos.
—Es divertido —dijo la morocha, con voz ronca y profunda.
—Sí que lo es. ¿Te va?
—Me va la gente divertida, pero no me van los hombres, si es lo que preguntas.
Brittany sonrió. —Sí, supongo que era eso lo que preguntaba.
—Me llamo Emily. —La mujer le tendió su mano bronceada—. Encantada.
Brittany le dio la mano. La de Emily era algo áspera y engañaba una fuerza firme que no se veía a simple vista.
—Susan. Encantada.
—¿Vas a volver a bailar? —preguntó. Sus ojos negros relampaguearon.
—Sí.
—Bien, estoy impaciente.
Para asombro de Brittany, la morocha cogió su bebida de la barra y se fue a un rincón. Los pensamientos de Brittany volaron a toda velocidad. ¿Sería ella? ¿La persona que le había dejado la nota sería capaz de acercarse a ella con tanta facilidad? ¿Su cuerpo delgado y su simpleza sin aparente malicia sería un engaño?
En aquel momento se abrió la puerta principal y una ráfaga de aire caliente entró en el local. Brittany miró de reojo y casi se puso en pie de golpe. Santana estaba en la entrada y su cuerpo de vicio era como un imán para ella. Se agarró de la barra; sus ojos se encontraron. Los apetitosos labios de Santana se curvaron en una sonrisa.
Oh, sí. Tengo que volver a probarlos.
Santana se deslizó entre la multitud y se sentó en el taburete que había quedado libre junto a Brittany. —No sabía si volver aquí o no.
—¿Por qué dices eso?
Brittany recorrió con los ojos el estómago firme bajo la camiseta, de color gris, de Santana. Quería volver a explorar aquella piel canela y mucho más.
Santana se encogió de hombros. —Volver o no volver...esa es la cuestión.
—Haz lo que te apetezca, nena. Yo estoy aquí para bailar, subir la temperatura y acelerarles el pulso a unas cuantas —Brittany le guiñó un ojo.
Sobre todo a ti.
—¿Crees que podríamos repetir lo de anoche?
Brittany sonrió. Sintió un cosquilleo en la entrepierna, que empezó a palpitarle automáticamente. —Supongo que lo podría arreglar.
Un súbito palmetazo fuerte y seco en la barra la hizo volverse. —Es tu turno, hermosa. —Sam señaló el escenario—. Venga.
Santana tensó la barbilla un instante y a Brittany se le disparó el corazón en el pecho. Sintió el impulso de meterle la lengua en la boca y degustar el sabor de su pasta de dientes. Hizo un esfuerzo para que no le temblaran las manos y bajó del taburete. Normalmente nunca se ponía nerviosa antes de salir al escenario, pero saber que Santana estaría mirando lo cambiaba todo.
* * *
Santana sintió una antipatía inmediata por el hombre que se le puso delante y le bloqueó la vista del escenario, con su enorme figura musculada y tensa.
—Hola. Soy Sam Evans, el dueño del local. ¿Quieres beber algo o qué?
—Cerveza.
Sam puso una botella en la barra con malos modos. —Está ocupada, ¿vale? —gruñó, con una mueca en esos labios enormes que Santana detecto al instante.
Santana apartó la mirada de la cerveza y miró fijamente aquellos ojos, que reflejaban tensión, sin embargo algo le decía que el rubio desconocido no era capaz de golpear a una mujer, sólo quería intimidarla, marcar territorio, y lo tuviera o no, Santana no se intimidaba por un hombre y no recordaba haberse disgustado con nadie tan rápidamente y ni mucho menos por alguien.
—Bueno —musitó, bajando del taburete—. Alguien debería recordárselo a ella.
Cogió la cerveza por el cuello de la botella, dejó un billete de cinco dólares en la barra y se abrió paso entre la multitud, para encontrar un buen sitio desde donde ver el baile erótico de Brittany. El corazón le dio un vuelco cuando las luces se apagaron y una pierna fabulosa se insinuó entre las cortinas y se estiró en el aire. Tras la pierna apareció una mano, que se acarició el muslo. Y de repente el telón se corrió y Santana notó que la respiración se le atoraba en la garganta.
Brittany la miró a los ojos mientras avanzaba hasta el borde del escenario y se ponía de rodillas. El público le metió billetes de dólar hasta en el último hueco libre de la tanga. Levantó el trasero en el aire y apoyó la cara en el suelo. A Santana se le ocurrían un millón de cosas que hacerle a aquel culo tan apetecible, a aquel cuerpo, a aquellos labios... Diablos, a cada centímetro de su piel, firme y caliente. Sintió que su entrepierna se humedecía cuando los ojos azules de Brittany la taladraron y su seductora sonrisa la desarmó.
Una mujer delgada, con el cabello lacio de color negro, se abrió paso entre la multitud de lesbianas gritonas. El gorila que vigilaba a un lado del escenario le bloqueó el camino. Su piel bronceada relucía como el ónice bajo las luces del escenario. La mujer le dio un billete y le dijo algo. Él dobló el billete por la mitad y le hizo un gesto con la mano a Brittany, para que viera el dinero. Ésta asintió y la mujer subió al escenario. El gorila subió una silla tras ella.
Santana sintió que el fuego la consumía cuando Brittany hizo sentar a la morocha en la silla, le puso el tacón en el pecho y le pasó los dedos por los muslos. Empezó a sudar mientras Brittany ejecutaba los mismos movimientos seductores que había practicado con ella en el cuarto interior. Deslizó las manos por encima de la camiseta y le acarició el vientre mientras sus fans enloquecían.
Santana se removió en la silla. Estaba más que dispuesta a arrancarles la cabeza a todas y tuvo que echar mano de todo su autocontrol para no saltar al escenario y llevarse a Brittany a rastras. Echó un vistazo a las mujeres que contemplaban el espectáculo con los ojos desencajados y, cuando volvió a prestarle atención al escenario, Brittany y ella se miraron a los ojos. Brittany le dedicó un guiño coqueto, para hacerle saber que no se había olvidado de ella.
Santana hizo un esfuerzo por calmar el latido desbocado de su corazón y le devolvió la mejor de sus sonrisas, aunque por dentro los celos la estaban volviendo loca. En realidad no quería ver lo que iba a pasar a continuación, pero, aun así, era incapaz de apartar la mirada.
Brittany se puso delante de la mujer. De cara al público, flexionó las rodillas e inclinó la cabeza. El cabello le cayó hacia delante, como una cascada dorada. Retrocedió despacio hasta ponerle el culo en el regazo a la otra mujer, abrió las piernas para montar a horcajadas encima de ella y echó la cabeza hacia atrás, agitando sus bucles de oro en el aire. Con las caderas contra el estómago de la mujer, empezó a hacer un movimiento ondulante y a frotarse lentamente en círculos.
A Santana se le aceleró el corazón todavía más cuando la mujer le deslizó las manos entre las piernas. Brittany se las apartó, se puso en pie y negó con la cabeza. Santana sonrió. Era la parte que más le gustaba: ver cómo la bailarina arrogante hacía trizas a la contrincante que se atrevía a desafiarla.
Cuando acabó la canción, la morocha se fue con Brittany tras el telón. Transcurrieron varios segundos y Santana se puso tensa. No sabía qué hacer.
¿Debía seguirlas y quitarle de encima a aquella fan babeante o debía quedarse donde estaba y dejar que Brittany se ocupara de sus propios asuntos? Al fin y al cabo, tenía que estar acostumbrada, ¿verdad? El caso es que Santana no lo estaba y empezaba a replantearse muy seriamente qué necesidad tenía de volver allí aquella noche, cuando por fin el telón se abrió y un menudo castaño asomó la cabeza.
—Harold, necesitamos ayuda aquí detrás —le gritó al gorila del escenario.
Santana saltó de la silla, superó al gorila y se abrió paso a codazos hasta el escenario.
Cuando apartó el telón, casi tropezó con la morocha del pelo lacio que había pagado el lapdance público. Estaba tirada en el suelo, como un saco de patatas; Brittany estaba de pie a su lado, con el fino tacón sobre su pecho.
El gorila chocó con Santana y, al mirar al suelo, se echó a reír. —¿Quién necesita a un guardaespaldas cuando tenemos a Susan?
Agarró a la fan demasiado ansiosa y la puso en pie. —Vamos, ya has tenido bastante por esta noche.
—¡Zorra! —le gritó a Brittany.
El bello rostro de Brittany se contrajo por la ira y en ese instante pareció darse cuenta de algo. —¿Eres la chiflada que me ha dejado esa sucia nota?
La morocha le sonrió con malicia y Santana notó un escalofrío, e instintivamente adoptó una pose defensiva poniéndose delante de Brittany con dos pasos disimulados, quería pasarle la mano por la cintura y apretarla contra su cuerpo pero eso sería demasiado obvio, así que solo permaneció muy cerca obligándose a ser lo primero que la loca tuviera que atacar antes de siquiera acercarse a Brittany, no es que no confiara en el guardaespaldas pero ella sabía muy bien que la morocha tenía un cuerpo muy parecido al suyo tanto en musculatura como en estatura y si ella fuera Santana entonces si podría hacerle frente al gorila que sujetaba a la loca, y tal vez ésta también pudiera.
Harold arrastró fuera a la furiosa mujer, haciendo uso de su envergadura para bloquear sus intentos de volver a saltar sobre Brittany.
—Fuera —le gritó.
La mujer rechinó los dientes y le dio un buen repaso a Brittany con ojos hambrientos.
—Recuerda mi cara. Un día volverás a verla
****************
Nos leemos la próxima, Saludos! NaT!
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Re: Fic Brittana: Atrévete *Cap 17 - Parte II - Final.*
holap,...
detesto a sam,... quien se cree que es,..????
me encanto san,..lista para matar a cualquiera que toque a brit jajaja
quiero ver que hace de nuevo la loca,... a ver como termina la noche de san y britt!!
nos vemos!!!!
detesto a sam,... quien se cree que es,..????
me encanto san,..lista para matar a cualquiera que toque a brit jajaja
quiero ver que hace de nuevo la loca,... a ver como termina la noche de san y britt!!
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
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