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FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
3:) escribió:holap dan,.....
amo a san!! definitivamente kevin quiere llegar rápido jajjajaja
si la teoría de nikky fuera verdad britt ya tiene el kinder completo jajajaja
a ver como va la cena con la filia del lame vacas!!! me encanto la broma de san jajaja
nos vemos!!!
Hola Hola!
JAJAJAJAJAJA San es una loquilla :P y JAJAJAJAJAJJAJAJAJAJAJAJ vdd
Saludos
Anddy Rivera Morris escribió:"Dile que..." QUÉ? D:
jaja antes de comenzar a leer me dije uy, capítulo largo... *-*
pero conforme lo hacía se me hizo corto jaja quiero maratón, he dicho! :( Asdfghjkl
otro magnífico capítulo, mi Dani :D
Besote!
Hola Hola!
C: pronto voy a hacer un maraton pero x ahora no puedo :) espero que te guste el siguiente capitulo !
Saludos
lauravm98 escribió:Jajajajajaja Nicole tan inocente awww ame el capitulo!
Hola Hola!
C: nicole es una bella <3 jajaja
Saludos
Dolomiti escribió: que le diga que Caray!! Actualiza pronto saludines
Hola Hola!
c: vengo a dejar capitulo
Saludos
monica.santander escribió:mmmmmmm que le ira a decir?? Muy interesante esa cena con San y Sam en la misma mesa!!
Saludos
Hola Hola!
C: ya veran jajaja
Saludos
marcy3395 escribió:queremos capituloo y maraton maraton maraton
Hola Hola!
Pronto voy a hacer una maraton solo esperen :P sera sorpresa jaja
Saludos
Hola Hola :)
Actualizo en un rato :P
Actualizo en un rato :P
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Capítulo 19
—Esta es mi prima, Santana.
A la abuela de Sam se le desencajó la mandíbula al verla. Y no solo a ella, también a la señora Henrietta, la madre de mi ahora novio falso.
Al parecer la cena fue hecha con la intensión de convertirse en una reunión familiar llegamos justo a tiempo para verlos sentados alrededor de una gigantesca mesa de madera que ubicaron bajo carpas al aire libre.
Todo el lugar estaba iluminado por antorchas y luces de navidad.
No sabía que Sam pudiera tener tantas primas, pero todas se encontraban babeando y dándole miradas no tan discretas a mi novia... eh, prima.
Sabía que sería una terrible cosa llevar a Santana y presentarla como mi prima, pero para empezar, fue su idea, no la mía.
Sam pegó el grito al cielo cuando nos vio llegar juntas Santana la amenazó con partirle la nariz si no dejaba que ella estuviera presente en cada cosa que hiciéramos.
Finalmente (y bajo serias amenazas más) Sam cedió y la dejó quedarse.
La señora Henrietta inmediatamente se puso de pie cuando hice mi llegada, y me saludó con dos besos en ambas mejillas.
— ¡Mi querida niña! —Habló en mi oído mientras me envolvía en un fuerte abrazo—. Pero qué bueno verte nuevamente. La última vez que te vi estabas de este tamaño —Ella puso una mano sobre su hombro y comparó esa altura con mi estatura actual—. Y siempre tan bonita e interesada en mi Sam.
Jaló el brazo de Sam y lo pegó a mi costado.
Tuve que mostrarle una de mis sonrisas falsas para enmascarar la repulsión que me daba estar con él. Aún no había olvidado lo que hizo con Rachel el muy sinvergüenza.
—Completamente enamorada como la primera vez —aseguró Sam pasando su brazo sobre mis hombros—. ¿Te acuerdas cuando nos conocimos? Yo estaba en el taller mecánico con papá y tú venías agarrando la falda de tu madre mientras ella entraba a su oficina para que le repararan una llanta.
Volví a darle otra sonrisa tensa y falsa, él presionó su agarre aún más fuerte sobre mi piel.
—Eras la niña más bella que haya visto —continuó diciendo—, tenías los ojos tan azules y tan inusuales que caí enamorado desde esa vez.
Escuché a varias chicas suspirar y tuve que resistir la tentación de rodarle los ojos.
Sí claro, enamorado y acostándose con Rachel para "obtener experiencia".
Volví a sonreír falsamente.
—Por cierto, no sabía que tenías primas tan apuestas como esta —me dijo la señora Henrietta, intentando coquetear con Santana—. Pero mira cuántas curvas tan formadas ¿Te gustaría posar desnuda para mí?
Me atraganté con mi propia saliva. La mamá de Sam era una artista y constantemente hacía esculturas en piedra para donarlas a plazas locales; no era sorpresa alguna que ella siempre trabajaba con desnudos, lo que sí era una sorpresa fue que se lo pidiera tan descaradamente a Santana.
— ¡Mamá! —Regañó Sam— ¿Podrías no hacer esto ahora?
—Oh, no es ningún problema —respondió Santana—, la cuestión es que tengo una novia muy celosa y no creo que le gustaría que alguien más, aparte de ella, me viera desnuda.
La miré de reojo.
Ella estaba de lo más divertida con esto.
—Pero ella no tiene por qué saberlo —le murmuró la señora Henrietta—. Además, si yo fuera ella, sería todo un honor poder ver el cuerpo de mi novia inmortalizado en piedra.
—No la conoce, probablemente me patearía es un poco agresiva, siempre está golpeándome en el hombro u obligándome a conseguirle barras de chocolate blanco a las tres de la madrugada —la mentira salía con facilidad de los labios de Santana ¡No era justo! Se estaba pintando como víctima—, y si no se lo llevo a tiempo, ella se enoja mucho… —tembló ligeramente.
¿Qué rayos…?
Disimuladamente acerqué mi pie al de Santana y le di una patadita en la espinilla para que se detuviera.
—Oh, pobre muchacha —la madre de Sam le hizo pucheros y la tomó del brazo—, ¿quieres algo de té helado y comida hogareña para sentirte de buen humor?
Santana asintió, modesta, humilde.
¡¿A qué estás jugando, Santana López?!
La madre de Sam salió disparada hacia la comida dispuesta a lo largo de la mesa de madera y empezó a rellenar un plato con todo lo que miraba a su alrededor.
Me separé de Sam y miré fijamente a Santana.
—Santana, ¿qué piensas que estás haciendo? —dije entre dientes.
Se encogió de hombros.
—Me estoy metiendo en el papel así tal vez alguien se trague esa mentira de que ambos están saliendo.
—Es cierto —estuvo de acuerdo Sam—, Britt tienes que ser más cariñosa conmigo.
—Oye, cuidado con lo que dices —espetó Santana.
—Solo digo que quizás podríamos tomarnos de la mano, o yo puedo darte un beso ocasional…
—Si veo que le pones una mano a Brittany, en donde sea, te voy a patear hasta que veas doble. También será mejor que mantengas tu sucia boca lejos de los labios de mi chica.
—Enferma —murmuró Sam.
Tuve que ponerme en medio de los dos para que no se fueran a agarrar a golpes.
—Suficiente. Si siguen así, la situación se va a descontrolar —los miré a ambos a los ojos—. Tienen que comportarse, de ahora en adelante, si están a punto de perder los estribos por lo que diga o haga el otro, dirán una palabra de seguridad.
—Mmm… me gusta eso —mencionó Santana—, ¿qué tal si usamos la de esta tarde?
Abrí la boca y luego la cerré.
— ¿De qué hablas? No hemos usado ninguna palabra de seguridad…
—Claro, tienes razón. Se me olvidaba que fuimos directo al grano y me pediste que te esposara contra la cabecera de la cama.
Sam gruñó.
Por mi rostro reptó el calor y la vergüenza.
¿Cómo se atrevía a decir eso frente a Sam? Lo que es, por cierto, una gran mentira.
—Deja de mentir —la regañé. Me iba a volver una novia golpeadora si ella continuaba provocándome de esta manera.
— ¿Cuál es la palabra de seguridad? —dijo Sam, enojado y apretando su mandíbula con vigor.
— ¿Qué tal: vampira? —sugirió Santana. Entonces dirigió sus ojos a los míos y me guiñó el ojo, recordando tan bien como yo cuando su sobrina creyó que jugábamos a los vampiros, aunque en realidad ella estaba aniquilando mis nervios con sus pequeñas provocaciones a mi cuello.
—Bien —accedió Sam de mala gana—, vampira, vampira, vampira.
Resoplé.
—Sammy, no se supone que comiences a decirlo sino hasta que lo necesites. Cuando estés a punto de estallar.
—Oh, créeme Britt, lo necesito.
Él y Santana comenzaron a retarse con la mirada.
Rodé los ojos.
Personas posesivas Tenían la estúpida necesidad de marcar territorio en cada poste de luz o hidrante que hubiera en su camino.
— ¡Chicos, siéntese a comer antes de que se enfríe! —nos llamó la señora Henrietta.
Los tres avanzamos, y en el camino saludé a algunas de las primas de Sam que fueron compañeras mías en el colegio o durante la escuela.
El papá de Sam me reconoció con un asentimiento de cabeza y le sonreí a cambio. Él era bastante callado y tranquilo, quien hablaba más en la relación era su esposa. Ella recientemente se había ido de viaje por un largo tiempo, la trataron en algunos hospitales extranjeros debido a que fue una luchadora contra el cáncer de mama. Perdió un seno pero tiene una bien hecha cirugía que hace prácticamente imposible dejar ver la batalla con la que tuvo que tratar.
Parte de mi decisión de aceptar fingir las cosas con Sam fue por ella; porque sabía que no tendría las fuerzas para decirle que entre su hijo y yo las cosas no funcionaban. Pero eventualmente tendría que soltarle todo.
Debido a la quimioterapia que recibió, su cabello fue cayendo, provocando que el uso de pelucas fuera necesario. Ahora lucía una de color negro, totalmente opuesto a su color natural que era tan parecido al de Sam.
Ella palmeó el asiento vacío a su lado y llamó a Santana para que sentara allí. Yo tomé el asiento a la par de Santana y Sam ahuyentó a su primo para sentarse junto a mí.
—Toma, querida —dijo ella pasándole un enorme plato de comida que contenía desde costillas de cerdo hasta bistec con papas y una selección de vegetales y comida digna para una carnívora de primera categoría—, para que olvides a esa posesiva novia tuya.
—Usted si sabe cómo complacer a una mujer —dijo Santana llevándose a las manos el primer trozo de carne jugosa que seguidamente metió en su boca—, delicioso.
Volví a rodar los ojos.
Parte de su labio inferior se llenó con salsa barbacoa, e inmediatamente más de cinco manos con servilletas quisieron limpiarla.
Ella los rechazó amablemente y se quitó el exceso de salsa ella misma.
Sam también me pasó un plato y comenzamos a comer, olvidando momentáneamente la pelea de hace minutos atrás.
Santana involucraba a toda la familia de Sam a su plática, ella era el centro de atención y a nadie parecía molestarle… bueno, tal vez a Sam Pero definitivamente Santana tenía comiendo de la palma de su mano a todos.
Ahora quería ser yo la posesiva cada vez que las tías, primas (e incluso la abuela de Sam) coqueteaban descaradamente con mi novia mierda ahora todas eran bisexuales o que si no se detenían tendría que usar la palabra de seguridad rápidamente.
—Escuché que te despidieron del restaurante —mencionó Sam—. Lo lamento. Creo que en parte es mi culpa.
—La culpa fue de Rachel —dije tranquilamente y en voz baja—, ¿la recuerdas? La chica con la que te acostaste en más de una ocasión y luego viniste arrepentido a mis brazos diciendo que querías recuperarme.
Él resopló y se echó para atrás en su asiento.
—Britt, si de culpables hablamos, por qué no mejor señalas a tu propia novia —respondió igual de bajo—, ¿cómo puedes perdonarle a ella una indiscreción mayor que la mía?
Iba a murmurar mi respuesta pero una mano que subió lentamente por mi pierna me detuvo.
Tragué saliva y miré disimuladamente a Santana ella seguía tranquilamente platicando con la señora Henrietta y con la familia a su alrededor.
—Mejor sigo comiendo —dije débilmente y acerqué una gran cucharada de puré de papas a mi plato.
Sam puso mala cara ante mi intento de cambiar de tema, y continuó devorando su comida.
—No puedo creerlo —musitó enfadado. Lo ignoré porque la insistente mano de Santana estaba subiendo demasiado arriba.
Tenía miedo que alguien la fuera a ver. ¡Se suponía que era mi prima! Se mirará tan mal si descubrieran cómo jugaba con la sensible piel de mi muslo.
Intenté apartar su mano, alejando mi pierna. Pero ella me sostuvo en mi lugar y continuó torturándome.
Le lancé miradas de reojo solo para encontrarla tranquila e imperturbable mientras llevaba a cabo una plática.
Me llevé a la boca un poco de puré y casi me atraganto al sentir sus dedos traviesos tocar el encaje de mi ropa interior.
Con un dedo estiró el elástico de mis bragas, y segundos después lo soltó para que regresara a su lugar haciendo que me sobresaltara cuando chocó contra mi piel.
¡Vampira, vampira, vampira, vampira!
A este paso me iba a quemar el rostro. Estaba demasiado acalorada como para pensar con claridad.
Aún tenía la cuchara con puré en mi boca, la retiré antes que alguien notara mi comportamiento extraño.
No había pasado ni un minuto cuando Santana volvió a repetir la misma acción, pero esta vez se demoró más tiempo desviando sus dedos por entre mis piernas.
Mierda.
Arrugué la servilleta de papel que tenía en la mano y doblé mis dedos hasta que mis nudillos se volvieron blancos.
— ¿Te ocurre algo? —preguntó Sam al notar que me estaba apoyando contra la mesa, respirando como si hubiera corrido una maratón.
Intenté hablar pero simplemente las palabras no salieron de mi boca.
Negué con la cabeza, llevando mi temblorosa mano hacia un trozo de carne servido en mi plato, pretendiendo como si la mano de Santana no estuviera en medio de mis piernas, tocando más allá de lo que alguna vez le permití a alguien tocar.
Santana seguía con la exploración y yo tuve que morderme el labio con fuerza cuando sus dedos tocaron más y más piel.
Finalmente encontré mi voz para hablar en dirección a su oído:
—Santana… es mejor… antes que todos… porque… —balbuceaba sin poder formar oraciones completas— no quiero que… yo… yo…
La escuché soltar una risita y dejó su mano quieta por un momento.
Entonces volvió a atacar con fuerza.
Salté de mi asiento y al instante sentí su mano deslizarse fuera.
— ¡Vampira! —grité de manera desquiciada y cargada de adrenalina.
Todos los ojos se posaron en mí.
Sam me miró sospechosamente.
— ¿Vampira? —Pronunció Henrietta, viendo en todas direcciones, como si de hecho estuviera buscando alguna—, ¿dónde?
Esperaba que más de una persona se riera pero todos me miraban, serios, incluso con un poco de temor.
—Eh… olvídenlo. Yo… solo… Tengo que ir al baño.
Intenté abrirme espacio entre la silla de Sam y la mía, pero él no quería cooperar.
— ¿Viste una vampira? —preguntó un chico desgarbado que en su plato tenía únicamente sobras y huesos de pollo.
Me giré en su dirección y negué con la cabeza—No, no es eso. Lo que pasa…
—El tío Blaz una vez vio una de esas criaturas —susurró una señora entrada en edad. Creo que era una de las tías de Sam Ella señaló en dirección a un tipo con cabello negro que ocupaba la silla de enfrente—. Tuvieron que llevarlo a un psicólogo para tratar de tranquilizarlo y hacer que hablara nuevamente.
— ¿Qué fue exactamente lo que viste? —preguntó el que creía era el tío Blaz.
—Yo… —tragué saliva. Miré a Sam para que me ayudara a inventar una buena excusa pero él no miraba en mi dirección, en su lugar, estaba enfocado en su teléfono—. Estoy segura de que era alguien intentando hacerles una broma.
Me mordí el labio.
Yo era pésima inventando excusas. ¿Por qué Santana tenía que hacerme eso justo en medio de una reunión familiar?
Vaya, hubiera aceptado que lo hiciera en su departamento… hasta en el baño, o al menos en un lugar con cuatro paredes y cero audiencia (no le pedía mucho a la vida). Pero no, ella elegía este momento para sacarme de mis cabales.
— ¿Piensas que era alguien disfrazado? —volvió a hablar Blaz, noté irónicamente que él sí que parecía tener nombre de vampiro… hasta tenía la pinta de uno—. ¿Estás segura de lo que viste?
Increíble. Hablaban de este tema con una seriedad…
—Umm, sí.
—Bien. Tengo un arma cargada en mi maletero —gritó esta vez para todos—, ¿quién viene conmigo para atrapar a esa hija de puta que nos quiere jugar una broma?
— ¡Vamos a darle una lección! —gritó alguien.
Varios gritaron de regreso, en aprobación.
Entonces unos cinco hombres se levantaron de la mesa, y gruñendo se movilizaron por todo el patio trasero, rebuscando entre los arbustos por alguien que no existía.
—Todavía estoy sensible por lo que me pasó hace semanas como para que una cabrona venga y quiera asustarme —murmuró Blaz, su voz quebrándose en las últimas palabras—, pero esta vez estoy armado, ¿oíste? Esta vez no estoy solo…
Las voces de los hombres se perdieron cuando giraron en una esquina y se apresuraron hacia sus vehículos.
Bueeeeno, pobre de aquel que decidiera aparecerse por sorpresa frente a ellos.
Me sentía culpable por si algo llegara a pasarle.
Les lancé una sucia mirada a Santana y a Sam por no ayudarme, pero la primera estaba haciendo el mayor intento de su vida por no echarse al suelo y reír hasta llorar; y el segundo finalmente dejó su celular para prestarme atención.
— ¿Dijiste que querías ir al baño? —preguntó ¡¿dónde estuvo su mente en los pasados cinco minutos, cuando lo necesitaba?! —Bien, vamos. Te enseñaré dónde es.
No sabría decir si realmente escuché o me imaginé a Santana reír como si le estuviera dando un ataque de asma. Pero me movilicé, le di una palmada en la cabeza y seguí a Sam hasta el interior de la casa.
Entramos por la cocina y luego pasamos la sala familiar; cruzamos un pasillo con vista a un hermoso y bien cuidado jardín, y finalmente Sam se detuvo en la penúltima puerta haciéndome un gesto con la mano para que entrara.
El baño tenía un tamaño ideal, no muy grande ni muy pequeño.
Toda la habitación estaba pintada de azul, y tenía unas baldosas en color gris que contrastaba perfectamente con el resto del baño.
Iba a cerrar la puerta, cuando, Sam se apresuró a entrar detrás de mí y terminó cerrando en mi lugar.
No entendía qué estaba haciendo y sentí un breve momento de pánico.
¿Qué me iba a hacer aquí en el baño?
¿Tal vez regañarme por jugar con los nervios de su tío?
—Sam… lárgate antes de que comience a gritar —lo amenacé.
Él me tomó del brazo y me empujó contra su pecho.
Estaba llenando mis pulmones de aire para así poder chillar con fuerza, pero su enorme mano tapó mi boca en un segundo y me pegó contra una pared.
Ahora sí empezó el miedo a circular por mis venas.
—No te vayas a asustar —me dijo—, no pienso hacerte nada. Sólo quería hablarte por un momento sin que la idiota que tienes por novia amenace con desfigurarme. Quiero darte algo.
Él registró los bolsillos delanteros de su pantalón, y sacó una pequeña cosa blanca que encerró en su mano.
—Voy a quitar mi mano de tu boca… pero no vayas a gritar. Te repito: no quiero hacerte daño.
Lentamente, uno a uno, sus dedos se escabulleron de mis labios sellados.
No grité pero sí lo golpeé en el estómago.
— ¡Tonto!
—Auu —se dobló un poco—. Solo quería darte esto.
Me tendió un rectángulo, no más largo que tres centímetros, y lo depositó en mi palma.
— ¿Qué es esto?
La pequeña cosa tenía tapadera. La abrí e inmediatamente la reconocí: era una memoria USB, un pendrive.
— ¿Y esto para qué? —pregunté viéndolo a los ojos. Lo único que deseaba hacer era huir a un lugar más público y salir de este baño, no me gustaba estar encerrada con Sam.
Esta era la última vez que le hacía un favor.
—Solo mira los archivos que guardé dentro, ¿sí?
Lo miré con curiosidad. ¿Qué clase de cosas guardaba para mí?
—Te dejo sola —dijo, y antes de que pudiera preguntarle más, salió.
Ufff, necesitaba echarme agua en la cara.
Este fue un día muy largo.
***
—Lamento que no pudieran encontrar a la tipa que intentó molestar —le dije al tío Blaz, quien se miraba derrotado después de una hora de búsqueda.
—No, gracias a ti por avisar lo que viste. En esta familia no nos tomamos muy bien esos temas.
Sí, ya lo notaba.
Santana, que estaba a mi lado, intentó no echarse a reír nuevamente.
La codeé para que se tranquilizara y aun no mencionara nada del tema.
Al final de la noche me despedí de todos los que pude; y escuché palabras de varios que me catalogaron como la mejor de las novias que Sam había tenido.
La señora Henrietta me llamó aparte y me envolvió en sus brazos; ella tenía un particular olor a mandarina con fresas.
—Fue bueno verte, muñeca —dijo cuándo nos apartamos del apretado abrazo—, mañana regreso a mi último chequeo con el médico y espero verte por aquí a la hora de despedirme.
Asentí con la cabeza y le sonreí.
—Vendré la otra semana y lo primero que haré será celebrar que estoy fuera de peligro —continuó hablando con su cálida y suave voz—; espero verte también por aquí. Y trae a la guapa y comestible Santana.
—Claro que lo haré. Espero que los resultados salgan bien.
Sería difícil admitirle a ella que su hijo y yo ya no andábamos juntos desde que salimos de la secundaria, pero no sabía cómo decirle toda la verdad sin que pensara que yo era una cabeza hueca superficial y rompe corazones.
Tendría que inventar una buena excusa para cuando ella volviera permanentemente a la ciudad y notara que Sam y yo no estábamos realmente juntos.
—No te preocupes por eso; preocúpate más bien en no dejar ir a esa personita —por un momento pensé que ella me estaba leyendo el pensamiento, hasta que recordé que lo último que le dije fue acerca de sus resultados.
Fruncí el ceño momentáneamente.
— ¿A Sam? Claro, haremos que funcione hasta donde se pueda —respondí sin ninguna emoción en mi voz.
Henrietta sacudió la cabeza.
—No hablo de mi hijo, me refiero a Santana No la dejes escapar de tu vida, es una buena muchacha.
Pero… ¿cómo lo sabía? ¿Qué…?
—A ambas se les nota —respondió a mi pregunta no dicha en voz alta—, en ningún momento ella dejó de verte en cada movimiento que hacías, escuchó atentamente las palabras que decías durante la cena y no se perdió de ver cuando un mechón de cabello caía por tu rostro. Tienes a una chica muy devota por ti, muy enamorada.
Me ruboricé brevemente.
—Sí, yo como que también estoy enamorada de ella. Lo siento, por lo de Sam.
Ella sonrió tranquilizadoramente.
—No te preocupes, fue un increíble gesto el que tuviste de fingir que aun estás interesada en él por mi bien. No soy frágil Britt, pude haber soportado la noticia si me la hubieran dicho Sam dejó escapar una valiosa oportunidad contigo; él se lo pierde.
No sabía muy bien qué decir.
Ella ahora lo sabía todo.
—Santana no es mi prima —le confesé tal vez la única cosa que no sabía.
—Bueno… eso hace más fáciles las cosas. Pensé que tendrían un enorme problema por delante, con eso que serían familia y… Pero si tienen el camino libre, ¿qué estás esperando para aprovecharte de esa bombón?
Me reí un poco alto.
—Realmente no lo sé.
***
Me pasé toda la noche sin poder dormir, pensando en Santana y en lo que le hizo a mi sistema nervioso en medio de la reunión familiar de Sam Algo dentro de mí había colapsado y simplemente no podía apartar de la cabeza esa necesidad de querer verla todo el tiempo, de querer pasar mis manos por su cuerpo y de lamer su cuello.
Tenía que controlarme o acabaría corriendo hasta su departamento para arrancarle la ropa y atarla a la pata de la cama para aprovecharme de ella.
Finalmente logré conciliar el sueño y fui a la deriva entre pesadillas que incluían vampiros y trajes con estampados de cebra.
Me desperté a la mañana siguiente con un fuerte olor a rancio inundando mis fosas nasales; mi papá no sabía cocinar nada así que me sorprendió escucharlo mover unas cuantas ollas y calderos en la cocina.
Me levanté de mala gana, notando cómo el cielo se iba pintando de gris lentamente, y cómo caían unas cuantas gotas de lluvia que golpeaban entre las ventanas.
Aun en mi pijama me dirigí hacia la cocina para descubrir que no era realmente mi papá quien cocinaba, sino Susan.
Ella estaba de espaldas, removiendo lo que sea que provocaba ese olor asqueroso por toda la casa, y con su largo cabello negro agitándose gracias al aire que entraba por la única ventana abierta.
—Buenas días —dijo sin voltearse—, estoy preparando té y mi receta favorita de pasto ahumado con un toque de pimienta gruesa. Es buena para la digestión, ya sabes, con tu problema de colon irritable pensé que te caería bien.
¿Qué?
Moví mi cabeza en varias direcciones, tratando de comprender si era conmigo con quien hablaba.
Solo estábamos ella y yo.
—Anoche perdiste mucha energía —continuó hablando—, ¿quieres que te dé un baño con mis burbujas especiales? Cuando Britt se vaya podemos llenar la bañera con... —Entonces quedó repentinamente en silencio cuando se giró y me vio de pie con la cara completamente horrorizada.
Ella pensaba que era papá quien había entrado en la cocina y no yo, obviamente notó su error y rápidamente un rubor se extendió por su rostro así como se extendió por el mío al darme cuenta que ella estaba vestida únicamente con una camisa de él.
La luz natural que provenía de la ventana hacía prácticamente transparente el pedazo de tela que tenía puesto, y fue suficiente para notar que no traía nada de nada por debajo. Nada de ropa interior.
Incómodo.
Súper incómodo.
Asqueroso, ¡ella dormía con mi papá!
Claro que lo daba por sentado cuando hubo noches en las que se quedaba y preparaba el desayuno, pero en mi mente ellos simplemente no hacían ese tipo de cosas.
¿Qué sé yo? ¿Tal vez jugaban ajedrez o monopolio hasta las horas de la madrugada? Todo menos eso.
Realmente lo que menos quería pensar en ese momento era en mi papá y Susan con menos ropa de la que usualmente tenían puesta.
Asco.
—Oh, perdón. Pensé que era tu padre... —Susan quería meterse en un hoyo, lo sabía porque yo quería hacer lo mismo.
—Hice panqueques de banana deshidratada para ti y para mí —me pasó un plato lleno de ellos y me puso un poco de jalea de fresa a la par.
—Creo que ya no tengo hambre —admití viendo hacia el refrigerador en donde un imán de un trébol sostenía la acumulación de facturas del mes.
Me iba retirar para darnos algo de espacio a Susan y a mí, pero ella me detuvo del brazo.
—No te vayas todavía —me suplicó—, sé que esto es incómodo pero quiero darte algo que conseguí para ti. Espera solo un segundo, ya vuelvo.
La vi dirigirse hacia la sala, y empezó a rebuscar en su bolso hasta que sacó unos papeles y cargó con ellos en sus manos.
—Toma.
Puso los papeles frente a mí, junto con un sobre amarillo.
— ¿Y esto para qué?
Susan volvió a su labor de cocinar aquello que provocaba un espantoso olor y me miró por sobre su hombro.
—Son los papeles que tienes que llenar para tu admisión a la universidad —respondió con una sonrisa amable.
Inmediatamente empecé a hojearlos y a tomar nota de lo que tendría que conseguir para realizar el proceso adecuadamente.
—Esa es una buena universidad, tienen un grandioso programa de baile por si todavía estás interesada en seguir ese curso —habló ella al ver que yo me quedé sin palabras.
—Con una licenciatura me basta —admití. Aunque últimamente estaba pensando bastante en unirme… Puede que esta vez le dé una oportunidad, eso sorprendería mucho a Santana.
Y de repente, pensando en ella, una idea se vino a la mente: ¿Santana asistía a la universidad? Jamás me lo dijo, aunque tampoco le pregunté al respecto. Pero tendría que asistir ya que tenía veintitrés años de edad; al menos eso es lo que pensaba debería estar haciendo… o trabajando. Pero tampoco mencionó cuál era en sí su trabajo.
Habló acerca del dinero que le dejaron sus padres al morir, y de cómo ayudaba a la banda de Noah, Ósmosis, a la hora de dirigir las presentaciones y pagarles ella nunca mencionó otro empleo aparte, como Noah me había mencionado.
¿Y qué hay de la vez que dijo que iba a enseñarme su lugar de trabajo porque quería compartir un pedazo de su vida conmigo? Nunca me enseñó nada de eso.
Regresaba de nuevo a pensar en ella como ciento cincuenta misterios de López, en donde apenas un diez por ciento del misterio se había resulto, ¿qué pasaba con el otro noventa?
Seguía escondiéndomelo.
— ¿Britt? —Me llamó Susan—, lamento que tuvieras que verme usando la camisa de tu padre. Sé que es molesto y que no debí hacerlo, pero olvidé que ahora trabajas y te levantas temprano. Lo siento. A veces trabajar con niños hace que me olvide de cómo tratar a los jóvenes.
—No te preocupes, más allá de lo incómodo no fue. Hace años me mentalicé a tener padres por separado. Sigue siendo nuevo para mí, pero creo que ambos se merecen rehacer sus vidas en otro lado.
—Es muy maduro de tu parte —dijo ella mientras preparaba más pasto para el desayuno de papá.
Tenía que salir rápido de allí antes que me desmayara por el olor. Esto bien podía competir con el hedor de Steve el zorrillo.
Me dirigía a mi habitación cuando recordé algunos de los eventos de la otra noche. Me detuve y giré para preguntarle a Susan:
—Oye, ¿por casualidad tienes una computadora portátil?
Ella asintió y me indicó que buscara en su maletín, a la par del bolso.
Cargando los papeles de la universidad, me movilicé hacia la sala y tomé el maletín que Susan me indicó.
La única computadora a la que tenía acceso era a la que estaba en casa de mamá, en donde ella buscaba material para su papel de psíquica y el calendario mensual de bomberos en ropa interior; y no era una portátil sino más bien un computador de escritorio.
Papá veía innecesario el uso de uno así que él no tenía.
Me escabullí a mi habitación y allí conectaría la memoria USB que me había dado Sam.
No entendía por qué me la dio, pero si me pidió que revisara los archivos, pues los revisaría.
El fondo de pantalla que tenía Susan era de una rana descansando en una hoja.
Inserté el pendrive en uno de los accesos, e inmediatamente las palmas de las manos comenzaron a sudarme por la anticipación.
Algo raro estaba ocurriendo, ya no quería revisar lo que había dentro porque en cierta parte temía encontrarme con algo desagradable. Pero mi curiosidad pudo más y di click sobre la única carpeta de archivos que tenía la memoria.
Había alrededor de otros diez archivos dentro, y uno, el primero, era un video.
Opté por verlo, y comenzó a reproducirse en pantalla completa.
La cámara mostraba el dormitorio de Rachel, más específicamente su cama con sábanas grises.
En los primeros cinco segundos no ocurría nada, hasta que finalmente Rachel apareció en escena: ella estaba riendo histéricamente, y salió corriendo hasta la cama, saltando sobre el colchón e invitando a alguien para que le hiciera compañía.
Entonces Santana se acercó hacia ella y la tomó de la cintura para bajarla y soltarla en el suelo.
Ella le dio un enorme y duradero beso antes de que comenzara a quitarle la camisa; claramente podía escuchar los gemidos de placer de Rachel cuando Santana le besaba la clavícula y seguía un camino de besos por sus senos.
Me sentí enferma del estómago repentinamente.
Quería parar de ver porque sabía lo que seguiría después y no era algo que querría presenciar; pero mi morbosa curiosidad me mantenía firme y con los ojos abiertos.
Rachel logró quitar la camisa y sujetdor de Santana sin ningún problema, y comenzó a lamer los tatuajes de su hombro. Los sonidos se volvían cada vez más fuertes y tuve que bajar una barra completa del volumen.
Vi la forma tan salvaje en la que Santana quitaba el sostén de mi prima y cómo… su boca llenaba cada trozo de piel que tenía al alcance.
Tal vez era un video de cuando ellas andaban juntas, pero dolía como nadie tenía idea.
Finalmente ambas quedaron desnudas y la siguiente cosa que quedó por hacer fue meterse en la cama.
Santana bajó con cuidado a Rachel y tomó posición entre sus piernas, y antes de dejar que el video avanzara, llevándose lo poco de aire que quedaba en mí, puse pausa en el momento justo cuando la cámara captaba la espalda de Santana, en dónde en uno de sus tatuajes (el que estaba en su espalda baja) se leía claramente: Rachel.
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Parte II
Aprendiendo a ODIAR a la idiota.
“Si no te apartas lo suficiente de mí, entonces prometo que haré hasta lo imposible para que llegues a odiarme y así aprendas a mantener la distancia.”
Capítulo 20
No quería saber de el por el resto de mi vida.
Lo detestaba.
No, ¡lo odiaba!
¿Cómo pudo hacerme esto?
Traté de mantener la calma mientras caminaba en medio de la acera, estaba trastornada y furiosa luego de ver ese video.
¡La odiaba con todo mí ser!
Lo único que quería hacer era meterme en mi cama y llorar viendo alguna comedia romántica que presentaba bonitas y sencillas relaciones. ¿Por qué no podía tener algo como eso?
Todo en mi vida era complicado; desde mis padres hasta mi familia completa. Desde mi relación con Santana, hasta mi relación con Sam ¡Incluso mis trabajos no podían ser monótonos y normales!
Apreté el paso mientras caminaba, tenía sólo una misión en mente en estos momentos antes de dirigirme hacia el trabajo.
El cielo gris de esta mañana le había dado paso a la lluvia y ahora pequeñas gotitas mojaban mi rostro.
Me sentía dolida y extremadamente vulnerable. Pero pensaba solucionar eso en ese mismo instante.
Cuando llegué hacia mi objetivo, me detuve y golpeé la puerta con un poco más de fuerza de la que se necesitaba.
No esperaba que una atractiva chica rubia me abriera, y mucho menos esperaba verla en diminutos shorts y camisas que dejaban ver su marcado escote.
—Eh, hola —saludé incómodamente—, ¿se encuentra...?
—Ya sé quién eres —interrumpió chica rubia—Entra, yo la llamo.
Mis manos picaban y se sacudían levemente, mi furia había alcanzado niveles máximos en esos momentos.
Me dirigí a la sala, y me paseé en la alfombra peluda de color borgoña que hacía juego con los muebles blancos de tamaño familiar.
Al poco tiempo, un chico con apariencia de recién levantado se unió conmigo en la sala.
Me lancé contra su pecho y lo golpeé en el hombro.
—Aauuu... duele. ¿Qué te pasa? —dijo sobándose el brazo.
Lo volví a golpear, duro.
— ¡Eres el idiota más grande que he conocido en la vida! —Le grité—, no quiero que vuelvas a verme jamás. No quiero que me llames o me escribas o hagas el intento de volver a ponerme en tu camino.
—Brittany... oye, ¿qué?
Comencé a rebuscar en mi bolso hasta dar con la memoria USB de color blanco y se la lancé en la cabeza. Ojala el pendrive se hubiera convertido en una roca y no que fuera una simple pieza de plástico, pero a veces los "ojala" no se volvían realidad tan fácilmente.
—Eres un morboso —le dije, pronunciando lentamente cada palabra—No vuelvas a buscarme ni a pedirme que te haga favores nunca más.
Sam dio un paso hacia mí y tomó el pendrive del suelo.
—Entonces eso significa que viste el video —dijo tranquilamente. No estaba sorprendido por mi reacción, parecía que se la esperaba.
—Sí, idiota. También vi las fotos.
En la carpeta, además del video, también había fotos de Rachel con Santana juntas, riéndose y besándose. Pero por el peinado que llevaba Santana sabía que eran de hace mucho, mucho tiempo atrás.
—Solo no entiendo una cosa —dije—, ¿qué ganabas enseñándome eso? ¿Querías herirme?
¿Querías que llorara y sufriera por ver a Santana con Rachel? ¿Qué querías? ¿Dañarme? —una lágrima se escapó por mi ojo y me la restregué antes de que llegara a mi barbilla—. Pues felicidades, lo lograste. Eres un imbécil, Sam.
Iba a retirarme y largarme para siempre de su vida, pero me agarró del brazo y me jaló a su lado.
—Lo siento Britt Yo... Sólo quería que vieras en lo que te estás metiendo. Es un recordatorio para que sepas que ellas dos tenían una fuerte relación y en cualquier momento pueden regresar y lastimarte.
— ¿Más de lo que tú me has lastimado? No lo creo. Explícame algo, ¿cómo ese video fue a caer en tus manos?
Sam se tensó e hizo el intento de alejarse de mí, pero lo retuve por el brazo.
—Dime —le exigí.
Él suspiró fuertemente y cepilló su cabello con una mano.
—Tu prima no es exactamente una genio de las contraseñas —dijo resoplando—, "castaña" no es clave más segura para una computadora si eres, de hecho, castaña. Un día me puse a curiosear en sus archivos y no podía pasar desapercibida la carpeta que decía SANTANA Sólo tomé ciertas cosas por si acaso te estaba costando entender que lo tuyo con esa tipa es temporal, y fueras a olvidarte.
Eso me puso furiosa. ¿Quién se creía que era?
—Lo que pase entre Santana y yo no es de tu incumbencia. ¿Sabes? En cierto modo me costó darme cuenta que ella, al igual que todos, tuvo un pasado. Uno que aunque me duela, solo fue una mancha en su historial. Así como tú eres la mancha en el mío.
Sam apretó la mandíbula y noté cómo los nudillos en sus manos se volvían blancos de tanto presionar sus puños cerrados.
—Y dime otra cosa —dije— ¿cómo pudiste saber que ibas a necesitar enseñarme esos videos acerca de Santana cuando en la temporada en la que salías con Rachel ni siquiera yo la conocía? A menos que aún te sigas viendo con ella. ¿Continúas haciéndolo? ¿Continúas viendo a mi prima?
—No, Brittany No continúo viéndola. Pero necesitaba que dejaras de engañarte con esa tipa; deja de llenarte la cabeza con ideas de que salir con ella es lo correcto.
—No, Sam Tú deja de darme ideas que son innecesarias... —Repentinamente me tomó de las caderas y me empujó hacia la pared detrás de mí. No fue un toque para nada amable o gentil, fue brusco y salvaje, nada que ver con su estilo.
Lentamente algo en su mirada fue cambiando, volviéndose oscuro y tormentoso.
Se acercó a mi oído para hablar:
—Vi lo que ella te estaba haciendo en la cena de anoche —él continuaba tomándome de las caderas y presionando mi espalda contra la pared—. Dejaste que tranquilamente metiera su mano bajo tu falda, cuando a mí jamás me dejaste llegar a ponerte un dedo encima.
Me tensé automáticamente.
No podía creer que él hubiera visto a Santana... que él lo supiera todo el tiempo. No solo era vergonzoso, sino que era horroroso.
—No tenías por qué ver eso —tragué saliva y me relamí los labios, deseaba que dejara de agarrarme de esa manera. Este no se parecía en nada al buen Sam que creí conocer. Intenté deslizarme de sus brazos pero eso solo logró que él me presionara con más fuerza.
— ¿Qué tal ahora? ¿Estarías dispuesta a dejar que hiciera lo mismo que ella? ¿Me dejarías?
Pegó su frente contra la mía y sentí a sus manos moverse más abajo de mis caderas.
Mi cuerpo entró en pánico.
No conocía este nuevo lado de él.
—Quita tus manos de encima —lo amenacé moviéndome aún más para intentar apartarlo.
Sentí sus dedos abriéndose paso por las orillas de mi pantalón, y lo tomé de la muñeca antes de que avanzara más lejos.
—Suéltame o comienzo a gritar. No vas a querer que haga eso en tu propia casa, con tu madre y tu familia escuchando —lo amenacé.
Pensé que mi amenaza lo asustaría pero eso ni siquiera lo inmutó.
—Pues más te vale ser silenciosa —dijo, en un movimiento rápido pegó sus caderas contra las mías y solté un chillido horrorizado.
No tuve tiempo de reaccionar cuando la boca de Sam se estampó contra mis labios en un beso para nada amable y cariñoso.
Podía sentir cómo el bulto en sus pantalones iba en aumento y presionaba de forma desagradable.
Lo empujé con mis brazos pero él no se movía, su lengua entró de manera invasiva en mi boca mientras yo continuaba forcejeando por soltarme. En medio de nuestra lucha, logré morderle la lengua y hacer que retrocediera lo suficiente como para dejar de besarme.
— ¡Suéltame, tú, loco asqueroso! —grité lo más fuerte que pude.
Estaba asustada y frenética. De alguna manera pensé que él podría llegar a esto cuando veía la desesperación por besarme y tocarme mientras salíamos juntos en el colegio, por eso lo había dejado, porque temía que fuera a convertirse en algo más por su forma tan desordenada al tocarme. No era en lo absoluto amable.
Pero era una estúpida por ofrecerme a hacerle favores una vez más, era un tonta.
¿Cómo pude llegar a pensar que alguna vez fue atractivo? Lo único que podía ver ahora era lo que intentaba hacerme, y en la clase de persona que lo convertía eso.
—Sólo te estoy pidiendo lo que te negaste a darme durante mucho tiempo —dijo él logrando capturar mis manos y llevarlas detrás de mi espalda para retenerme.
La preocupación estalló en olas dentro de mi cuerpo.
Sus labios nuevamente chocaron con los míos, y esta vez sus manos sostenían en un agarre firme a mis brazos.
Grité en medio del beso pero apenas y se escuchaba.
Mientras intentaba removerme o morder de nuevo su lengua, el chasquido de un arma, a poca distancia de la cabeza de Sam, logró sacarlo de su concentrada urgencia.
El tío Blaz se encontraba justo frente a nosotros, apuntando a Sam con su pistola y viéndolo despectivamente. Jamás estuve tan agradecida de volver a verlo.
—Así no se trata a una señorita —dijo—, si ella te dijo que la sueltes, tendrías que haberla soltado. Ahora, hijo, retrocede y deja en paz a la damisela.
Sam aflojó su agarre a mis brazos y retrocedió dos pasos para darme espacio y así poder huir de donde me tenía atrapada.
Mis ojos estaban intentando contener las lágrimas pero era difícil cuando mi cuerpo temblaba levemente.
—Lo siento mucho, Britt —dijo Sam Ni siquiera quise verlo a los ojos.
—No me vuelvas a hablar en toda tu vida —le dije mientras sujetaba con fuerza mi bolso y hacía mi camino por la salida.
Me detuve únicamente para darle una mirada de agradecimiento al tío Blaz.
Antes de poder escapar del todo, la señora Henrietta se presentó en la sala y, al ver la escena que acababa de ocurrir, pegó un grito agudo.
— ¡Blaz! ¿Qué estás haciendo?
Él aún tenía la pistola sobre la cabeza de Sam, y había hecho que levantara ambas manos en donde las pudiera ver.
—Lo siento hermanita, pero tenemos un pequeño degenerado en la familia —señaló a Sam, y él a su vez me vio de forma arrepentida a mí.
Su madre amplió mucho los ojos y la boca al verme, las lágrimas corrían libremente por mi rostro ahora, y me sentía pequeña como un ratón cobarde.
—Oh... Britt... —dijo ella, acercándose a mí para darme un apretado abrazo—No puedo creer esto...
No quería estar ni un solo minuto más en esa casa.
Me salí del abrazo de Henrietta y le sonreí tristemente.
—Espero que todo salga bien hoy no creo que pase más tarde por aquí como prometí —dije simplemente.
Ella asintió con la cabeza y, dándole un último abrazo, me escabullí hacia la puerta principal y prácticamente corrí todo mi camino hacia la librería.
Odiaba a Sam con todas mis fuerzas. Lo odiaba.
¡Pero quién me mandaba a ser tan tonta y confiar en él!
Ya no quería caer en los engaños de la gente, nunca más.
***
En la librería, aparte de Shio, Mindy y Mike, trabajaban dos chicos más. Uno de ellos se encargaba del área de bodega y el otro era tan tímido que aún no hablaba directamente conmigo. Pero era bastante bueno con los clientes, se conocía todos los tomos y las fechas de publicación de varios libros. No era muy apuesto pero se desenvolvía muy bien al brindar ayuda y al comentar acerca de temas como Harry Potter, la Saga de Canción de Hielo y Fuego, y su favorito: J.R.R. Tolkien.
Aunque el negocio de las librerías se estuviera viendo afectado por la compra en internet y los e-books, aquí siempre se mantenían a flote gracias a esas personas que encontraban confortable el sostener el libro y pasar sus dedos por las hojas reales y no por una pantalla.
Hoy el negocio estaba lleno, sin embargo, y no solo la sección de novelas estaba siendo invadida sino también la del área de cocina y la de arquitectura.
Mindy se encontraba como siempre detrás del recibidor, con goma de mascar en su boca, ojeando una revista de accesorios para boas.
—Encargué una tortuga de la tienda de mascotas —dijo ella mientras Shio y yo nos pusimos a su lado a la hora del almuerzo, cuando la librería comenzó finalmente a vaciarse y Laura nos permitió un descanso de media hora—. Su nombre será Pedro. Solo espero que Rody no se lo coma así como hizo con Lucius, mi hámster.
Shio rodó los ojos y dio una gran mordida a su sándwich de pollo.
Nos habíamos ido a almorzar a la cafetería que quedaba justo a la par de la librería; tenían un bonito estilo contemporáneo y preparaban los mejores sándwiches que haya comido. Las papas saladas me recordaron dolorosamente que tenía los labios partidos, y eso solo me trajo de vuelta a la situación con Sam esa mañana.
No estaba con ánimos de platicar, me sentía apagada y la pasé de mal humor básicamente todo el día.
Todavía seguía confundida por el video (que no vi completo para evitarme posibles traumas cerebrales) y por todo lo que vino después con Sam Si lo conocía lo suficientemente bien, sabía que él estaría buscándome para tratar de disculparse; sólo que esta vez no quería verlo… ni hoy ni nunca.
—! Santa madre perla! ¡Pero qué hermoso espécimen de mujer! —gritó Shio viendo por sobre mi hombro.
Mindy levantó también la vista y se limitó simplemente a observar en silencio.
Me giré en mi asiento, buscando a quien ellas veían, y mis ojos se detuvieron de inmediato en la chica de camiseta oscura, caminando como si se creyera el centro del universo, avanzando por toda la acera con sus piernas y su cabello despeinado.
Tragué saliva y me hundí en mi asiento.
Esa era Santana, definitivamente hermosa como sólo ella podía serlo, con su actitud arrogante de querer comerse al mundo.
Pero justo en esos momentos no quería verla… ella podía leerme muy fácilmente cuando se lo proponía, y no estaba de ánimos para contarle lo del video… lo de Sam… ¡Oh, lo de Sam! Seguro que si le digo, va a salir corriendo para matarlo.
Quería paz por unos segundos.
—Oh, chica guapa está entrando en la librería —anunció Shio agarrando el hombro de Mindy quien continuaba callada observándolo todo.
Aproveché a echar un vistazo a mis espaldas y vi cuando Santana entraba al local y se perdía en el interior.
Al menos no se había dado cuenta de que la estaba observando desde la cafetería. Pero sabía que eso no iba a durar para siempre, ella podría preguntar por mí y le dirían en dónde estaba.
Inmediatamente me puse de pie.
— ¿A dónde vas? —me preguntó Shio.
—Al baño. Ya regreso.
—Ok, no te tardes. Quiero ver qué libro va a llevarse la dueña de ese perfecto trasero.
Me ruboricé, estando completamente de acuerdo con Shio en eso, ella tenía buen trasero... la cámara no miente. Así como Rachel no mintió cuando me contó lo de su nombre tatuado en la espalda de Santana.
Dolía recordarlo.
Prácticamente salí corriendo en dirección al baño y, una vez dentro, me salpiqué la cara con agua.
Ya habíamos tenido esta plática con Santana; ella tenía un pasado que incluyó a mi prima, ya no puede cambiar esos hechos... solo puede pensar en ella ahora, conmigo. Eso no significaba que no me dolía, porque, vaya que dolía como si me estuvieran clavando una daga en el pecho, una y otra vez. Con lentitud y precisión. Pero tenía que entenderla, tenía que hablar del tema con ella, no podía evadirla y esconderme en casa de mi padre para siempre (así como había hecho la semana pasada).
De repente, sentí mi celular vibrar desde el bolsillo trasero de mis jeans.
Lo saqué con una mano y vi el nombre de Santana en la pantalla (como si mis pensamientos, de alguna manera, la hubieran estado llamando). Ella nos había tomado una foto, con su celular, en donde yo estaba besando su mejilla mientras ella sonreía toda radiante y bien compuesta Santana había puesto la imagen en mi teléfono para que apareciera cada vez que me llamaba, y la tenía como fondo de pantalla también.
Era adorable.
Si entrecerrabas los ojos podías ver que el efecto Bambi cubría mi cabeza como un aura mientras la miraba embobada y casi al punto de formar un río con mi saliva.
A estas alturas seguramente Santana ya estaba adentro de la cafetería, buscándome como loca.
Mi teléfono continuó vibrando y luego empezó a sonar con la canción que había elegido para ella: "Dangerous and Sweet" de Lenka.
Contesté su llamada.
— ¿Aló?
—Britt, ¿dónde estás? Fui a la librería y me dijeron que te encontrabas en la cafetería de la par.
—Sí, allí estoy —respondí mientras miraba mi reflejo en el espejo. Hoy había puesto mi cabello rubio en una cola alta, lo revolví en un intento de hacerlo parecer más interesante, y terminé por dejármelo suelto. A Santana le gustaba cuando lo llevaba así.
—No, no estás aquí. Yo sí que lo estoy y hay una chica de cabello morado que acaba de susurrarme que me veo completamente violable. ¿Debo preocuparme, nena?
Eché mi cabeza hacia atrás mientras reía, y por un momento olvidé todo el asunto del video. Esta era Santana, la que inconsciente (o conscientemente) pasaba recordándome las razones de por qué la amaba tanto. De por qué era fácil de amar. Mi humor mejoró considerablemente desde que salí de casa de Sam, y eso que sólo había escuchado su voz.
—Esa debe ser Mindy —le dije—, mi compañera de trabajo; aunque me esperaba esa actitud de Shio, no de ella.
—Repito: ¿debo preocuparme?
—No, son inofensivas. Estoy en el baño, ya vuelvo a la mesa. Hazme un favor, siéntate con ellas. Creo ambas estaban hiperventilando por conocerte.
—De acuerdo —respondió de mala gana. Me recordaba a una niña pequeña.
—Bien, ya salgo.
Colgué, y arreglé un poco mi camiseta, haciendo todo lo posible por verme más presentable.
Cuando llegué a la mesa donde estaban las chicas, Santana las tenía embobadas.
Shio sonreía como si ella fuera su sueño favorito hecho realidad.
A pesar del poco tiempo que tenía de trabajar con ellas, fue fácil amoldarse a su estilo y a su particular sentido del humor.
— ¿Entonces, cuál es tu nombre completo? —alcancé a escuchar la pregunta de Shio— porque tienes cara de llamarte Naya rivera.
— ¿Quién es Naya Rivera? —susurró Mindy. Aun no despegaba la vista de Santana.
—Oh, sólo la mujer más bella y deliciosa sobre la faz de la tierra. Tienes que googlearla, es simplemente maravillosa.
—Mi nombre es Santana —dijo. Entonces alzó los ojos al verme llegar.
—Justo como iba a nombrar a mi tortuga —habló Mindy, siempre con esa voz de tener sueño que la caracterizaba.
—Mira, Britt —dijo Shio extendiendo su brazo para señalar hacia Santana—, ella es Santana Dijo que entró en la librería porque tuvo una revelación.
Fruncí el ceño.
¿Una revelación? ¿Qué?
—Me acaba de confesar que anoche soñó que conocería a la mujer más bella y graciosa si se pasaba a esta hora, por este lugar.
—Ajá —dije cruzándome de brazos Santana me compartió una sonrisa cómplice mientras Shio seguía relatando lo que ella le dijo.
Eso me hacía preguntarme, ¿cuánto tiempo estuve en ese baño? Para que Santana pudiera soltarle todo ese cuento a Shio debió tomarle unos buenos quince minutos.
—Sí —habló ella— soñé que una hermosa chica de ojos azules caía en mi regazo.
Yo aún continuaba de pie, me alejé un poco, sólo en caso de que a Santana se le ocurriera lanzarme sobre sus piernas.
Elevó una ceja cuando vio que me sentaba al lado de Shio, frente a ella.
— ¡Britt, tú tienes los ojos azules! ¿Será ella la de tu sueño? —le preguntó ella a Santana.
—Mmm… la de mi sueño tenía unos labios con un sabor bastante peculiar. ¿Puedo…? —se estiró sobre la mesa y, en un rápido movimiento, me tomó de la barbilla llevando sus labios contra los míos.
Se retiró un poco, pero no soltó su mano de mi mentón.
—Aun no estoy segura… —musitó. Entonces de nuevo volvió a pegar su boca con la mía.
Apuesto a que estábamos haciendo todo un espectáculo para Shio y Mindy.
Para finalizar con su acto, Santana relamió mis labios, haciendo que las pequeñas e imperceptibles heridas que tenía me escocieran un poco.
—Definitivamente tienes que ser ella —dijo ella finalmente retirando el contacto con mi piel.
En serio, estaba a punto de subirme a esta mesa y gatear para sentarme en sus piernas.
— ¿Puede ser mi turno ahora, por favor? —susurró Shio, sus ojos hacían una cosa graciosa de parpadear diez veces por segundo.
Mindy se quedó en shock.
—Después de ella sigo yo —murmuró.
Santana solamente se rió por lo bajo.
—Lo siento. Ya estoy apartada y mi novia es bastante celosa y posesiva—ella miró mi plato lleno de papas. Frunció el ceño por un momento y luego comenzó a comérselas. Esta vez no le discutí porque yo ya no las quería.
— ¿Tienes novia? Pero si besaste a Britt… —Shio hizo un puchero—Ocurre algo raro aquí. ¿Britt, tú ya la conocías?
Asentí con la cabeza.
A ella se le ampliaron los ojos, pude ver cómo su mente trabajaba con una idea.
— ¡Ella es tu novio! ¿O me equivoco?
—No, no te equivocas. Ella es mi chica —respondió ella encogiéndose de hombros.
—No puedo creerlo. Wow. ¿Dónde consigo una igual?
—Ya no se fabrican más como yo… aunque deberían.
La pateé por debajo de la mesa y le vocalicé la palabra: PRESUMIDA.
Ella me dio una sonrisa ladeada y vocalizó de regreso: Y-AÚN-ASÍ-TE-ENCANTO.
Me guiñó un ojo y continuó devorando mis papas.
Era cierto, aun así la amaba. Era imposible no hacerlo.
Quien llega a conocer a Santana López tiende a enamorarse de ella, y eso no era del todo positivo cuando considerabas que su novia anterior todavía seguía enamorada.
***
Esa misma noche, cuando finalmente terminó mi jornada laboral, Rita me había dejado un mensaje de voz en donde me pedía que nos reuniéramos más tarde.
Me sentía algo cansada y lo único que quería hacer era fundirme en mi cama, llorar, y sentirme patética conmigo misma. Pero cada vez que cerraba los ojos y, sin importar cuán duro los presionara, no podía apartar de mi mente la imagen de Santana tomando en brazos a Rachel, desnudándola, besando su piel... sus labios, depositándola sobre la cama con una urgencia, como si se estuviera ahogando y necesitara de ella para respirar. Luego ver su tatuaje, y por último tener que saber que harían lo demás que implicaba tener relaciones sexuales.
Dolía y me abría una nueva herida en el pecho cada vez que dejaba llevar mi mente por ese camino.
Amaba a Santana y eso solo hacía el dolor aún más fuerte. La decepción se enterraba profundamente hasta tocar mis huesos y carcomerme.
Me regañé mentalmente por ser tan masoquista y pensar en cosas del pasado ella me había dicho, hace no mucho tiempo atrás, que consideraba a Rachel únicamente como un cuerpo caliente con quien pasar la noche, pero la frase perdía su efecto cuando pensaba en el estúpido tatuaje grabado en su espalda Ella no me podía negar que no sentía nada cuando se lo hizo. No te pasabas horas soportando a alguien perforando tu piel solo para después decir que no tenía ninguna importancia o significado.
¿Santana se lo había hecho porque desarrolló sentimientos por Rachel, o existía otra razón?
No quería pensar en nada de eso, solo quería hacer de cuenta que este día jamás pasó. Era por eso que, en lugar de salir con Rita, ella estaría viniendo conmigo para tener una larga noche solo de chicas. Necesitaba la distracción a como diera lugar.
Cuando finalmente llegué a casa, Susan estaba preparando la cena para papá y para mí.
Tendría la suerte de probar algo llamado "berenjena escalfada al horno", una receta de cocina que Susan se moría por hacer desde hace semanas cuando la vio en Top Chef (o al menos eso decía ella).
Mientras comíamos en un agradable silencio, Susan sacó de su bolso una carpeta de colores que contenía un sinfín de papeles rayados con dibujos y líneas estropeadas.
Los puso en la mesa y los comenzó a hojear, enseñándonos algunos.
—Esta mañana puse a los niños a hacer un ejercicio de arte —dijo ella a modo de explicación—. Se supone que debo calificar al mejor con cinco estrellas, pero soy tan blandengue que les doy las cinco estrellas a todos.
Sonreí un poco al recordar cuando, en segundo grado, ella nos sentaba en mesitas de grupo y trabajábamos haciendo dibujos que, en ese tiempo, considerábamos elaborados y que luego llevábamos a casa para presumir. Mis padres solían pegar mis múltiples garabatos de conejos y ratones abstractos en la nevera de la cocina; después comíamos helado y pasábamos las tardes viendo telenovelas (a las que mamá aún era adicta) y ese sería un día grandioso para mi impresionable y conformista mente de niña pequeña.
¿Cómo era que se complicaron tanto las cosas?
Ufff, desearía que todo fuera como antes, cuando la mayor catástrofe en ese entonces era que los niños nos contagiaran sus piojos o la peste. O en mi caso, cuando Rafael Enrique salía con Mariana Josefina, sin saber que ella era en realidad la gemela malvada, Hilda Graciela (fue un shock difícil de superar, especialmente cuando tenía apenas ocho años de edad).
Tanto pensar en hermanos gemelos malvados me hizo preguntarme si Santana no tendría una; tal vez sea su gemela la que tenía el tatuaje en la espalda… o alguna otra chica que se pareciera bastante a Santana Pero eso era imposible, por no decir fantasioso. El video era claro: esa que se acostaba con mi prima, que tenía su nombre tatuado en la piel, era Santana.
No dejaba de repetirme una y otra vez la misma pregunta:
¿Y si el pasado de Santana era demasiado fuerte como para soportarlo?
¿Qué haría entonces? ¿Dejarla?
Ese simple pensamiento hizo doler mi corazón.
— ¿Brittany? —Esa era Susan, no dudaba que estuviera llamando mi nombre en más de una ocasión con esta—, ¿crees que puedes ayudarme?
Regresé del sitio oscuro y sombrío al que estaba dirigiendo mis pensamientos.
— ¿Ayudarte con qué? —Revolví la berenjena en mi plato y me llevé un poco a la boca.
—Ayudarme a calificar los dibujos de mis alumnos. Tengo una asistente, Jade, que generalmente lo hace, pero ella está de viaje con su familia. ¿Podrías ayudarme tú? No te tomará mucho tiempo, lo prometo.
Le sonreí, imaginando qué clase de dibujos harían, y asentí con la cabeza.
—De acuerdo —dije y tomé uno de la pila de dibujos que ella tenía a su lado.
Este era uno de un chico de cabello azul tomado de la mano con una chica de cabello verde, un corazón deforme los rodeaba y otros más pequeños flotaban entre los dos. Le pintó un vestido rosado a ella, y él llevaba una corbata celeste que hacía juego con sus zapatos. El dibujo estaba pintado fuera de los márgenes pero se miraba adorable como para una criatura de cuatro años.
En lo más bajo de la hoja estaba puesta la firma de la niña que lo hizo. Se leía: Jade Allisen.
Sonreí traviesamente y se lo enseñé a Susan.
— ¿Quién es Jade Allisen? Al parecer está enamorada de cierto niño del aula, creo que debes tener más cuidado, podrías estar a punto de presenciar un romance en clase de primaria —dije bromeando.
Susan soltó una risita loca y luego se detuvo.
—Jade es mi asistente, no es una de mis alumnas, ella tiene la misma edad que tú —volvió a lanzar otra risita y esta vez me reí con ella.
Menuda asistente la que tenía.
Estuvimos riendo y viendo más dibujos de montañas y casitas (esta vez sí eran dibujos de los niños), cuando el timbre de la puerta sonó.
—Esa debe ser Rita —dije—. Ella pasará aquí la noche, espero que eso no sea un problema.
—No, para nada —respondió Susan—. Tengo comida de sobra, invítala a pasar.
Me levanté de mi asiento y corrí hacia la puerta justo cuando tocaban otra vez.
Abrí mientras dejaba salir una sonrisa fácil de mi rostro, pero no era Rita quien estaba de pie frente a mí, era Santana.
Mi corazón comenzó a correr frenético.
— ¿Qué haces aquí? —pregunté.
— ¿Ni siquiera me vas a saludar primero? —dijo ella con las manos metidas en los bolsillos de su pantalón—, estoy necesitado de afecto. Me has tenido descuidada todo el día. ¿Estás bien, nena?
Dio un paso hacia mí y rodeó mi cintura con sus manos, cuando vio que no protestaba, primero buscó mis ojos y después pegó sus labios contra los míos.
No lo voy a negar, fue un delicioso beso para provenir de una bastarda con el nombre de su ex novia tatuado en la espalda.
Cuando ella rompió el beso, acurruqué mi cabeza contra su pecho y respiré hondo.
Ahh, esto era vida. El olor y el calor de Santana se sentían como un pedacito de cielo… o una muy fina y cara colonia para mujer.
—Britt—susurró ella mientras yo seguía olisqueando su pecho como un sabueso que olfatea droga desde diez metros de distancia—, soy completamente tuya para que me huelas todo lo que quieras, pero ahora en verdad necesito saber por qué has estado actuando raro toda la mañana.
Me tensé automáticamente.
Este día había sido uno de los peores. Empezando por ver ese perturbador video y descubrir que Santana tenía tatuado el nombre de Rachel, hasta... Sam y su arranque extraño de intentar forzarme a algo que no quería.
Después de la visita de Santana me había sentido mucho mejor, pero mi humor fue en picada cada vez que recordaba lo que había visto en ese video.
¿Qué clase de persona morbosa, además de Rachel, grababa sus encuentros sexuales y los ordenaba en carpetas?
Santana había notado rápidamente que actué de forma extraña para encubrirla, pero me sentía como un ratón cobarde cuando trataba de sacar a colación lo del tatuaje.
Tal vez no debería darle mucha importancia a algo que ya pasó o estaba lejos de mi control.
—Nena, ¿qué sucede? —tomó mi barbilla con sus dedos, y la alzó para que mis ojos encontraran a los suyos.
Puse un poco de distancia entre Santana y yo para que las hormonas Bambi despejaran mi cabeza. Me solté de su agarre, tragué duro y dije:
—Sé de tu tatuaje.
Listo. Tenía que preguntarle. Nada de rodeos.
— ¿De mi tatuaje? ¿Cuál de todos?
—El que dice Rachel en letra cursiva.
Se le abrieron los ojos en reconocimiento, y su postura decayó un poco.
— ¿Cómo lo sabes? —Resopló— Rachel te lo dijo, ¿cierto?
—Sí... y también lo vi con mis propios ojos.
— ¿Por eso estabas así de rara todo el día? —se acercó lentamente hacia mí pero yo retrocedí de su toque.
—Dime una cosa —le dije—, si yo tuviera un tatuaje escondido en un parte privada de mi cuerpo, con el nombre de alguno de mis ex, ¿estarías tranquila cuando te enteraras?
Ella pasó una mano por su rostro, maldijo por lo bajo y apretó su mandíbula con vigor.
—Estaría furiosa con el desgraciado, probablemente mandaría a que te hicieran cirugía laser para removerte el nombre del cabrón.
Me mordí el labio.
—Es exactamente lo mismo que yo estoy sintiendo.
—Lo siento nena. Yo también desearía para ti a alguien mejor que yo, pero es realmente difícil cuando soy la egoísta que soy y me niego a dejarte ir a pesar de que siempre lo arruino todo, aunque no sea mi intención hacerlo, aunque te cause dolor.
Sus ojos se nublaron por un momento pero regresaron a su café natural al siguiente segundo.
—No lo voy a negar —continuó— porque sí, tenía un tatuaje que dice Rachel Y sí, hubo un tiempo en que la amé y tuve sentimientos por ella… pero es cosa del pasado. Es algo que dejé atrás. No soy perfecta, Britt, cometo errores y meto la pata más veces de las que quisiera y ese tatuaje es prueba de lo humana que soy.
Mis propios ojos comenzaban a nublarse ahora, ¿ella la amó? ¿Cómo pudo haberlo hecho en tan poco tiempo?
— ¿Si es cosa del pasado, por qué aun lo conservas?
— ¿Qué? —Preguntó atónita—, ¿qué te hace creer que aún lo tengo?
— ¡Por favor, Santana! No lo niegues, la semana pasada todavía podía ver un parte cada vez que se te subía la camiseta.
Estaba gritando ahora. Frenética era mejor que llorosa o mocosa.
En medio de mi furia, ella hizo algo que me molestó aún más: ¡Santana se estaba riendo!
Arrrgg.
— ¿Entonces has estado observándome? —preguntó divertida.
— ¿Qué…? —mi voz sonaba desconcertada.
— ¿Qué parte “observas” más? —dijo haciendo énfasis en o-b-s-e-r-v-a-r.
— ¡No intentes cambiar de tema…!
—No lo hago. Es más, te permitiré que esta noche observes todo lo que quieras —me tomó de la mano y comenzó a dirigirse dentro de la casa, llevándome a su paso.
La detuve antes de que cruzara el comedor y papá fuera a verla.
— ¿Qué haces? —le susurré. Clavé mis pies en el suelo para intentar detenerla pero ella solo se impulsaba hacia adelante sin parar.
—Voy a demostrar que te equivocas, de la mejor manera posible para que me creas de una vez por todas: sin nada de ropa.
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Hola Hola!
Bueeeno chicas aqui dejo dos capitulos espero que les guste C:
Siento que ya no les gusta mucho la adaptacion :l pero bueno dejo esto aca !
Saludos Y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Noooo y porque lo dejas ahi sube otro y amo esta adptacion
Heya Morrivera********- - Mensajes : 633
Fecha de inscripción : 07/05/2014
Edad : 35
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
claro que me gusta y es divertida por favor no lo dejes y actualiza lo que pasa es que habra quienes no comenten pero yo espero por tus actualizaciones
marcy3395***** - Mensajes : 255
Fecha de inscripción : 21/06/2013
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Jajaja mori con la parte del vampiro Jajajajajaja actualiza pronto
lauravm98******* - Mensajes : 489
Fecha de inscripción : 04/06/2014
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Estás bromeando, ¿verdad?
La adaptación es simplemente perfecta *-*
No se te ocurra dejarlo eh pues me ha encantado :')
La adaptación es simplemente perfecta *-*
No se te ocurra dejarlo eh pues me ha encantado :')
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
holap dan,...
como me reí con las locuras de san!!!! en serio se pone a provocar a britt,.. a casar la vampira!!! jajajajajajajajaja
a sancho ahí que domesticarlo con una buena paliza para que no joda mas,... pero bue!!!
rachel este o no presente siempre la termina jodiendo!!!!
nos vemos!!!
como me reí con las locuras de san!!!! en serio se pone a provocar a britt,.. a casar la vampira!!! jajajajajajajajaja
a sancho ahí que domesticarlo con una buena paliza para que no joda mas,... pero bue!!!
rachel este o no presente siempre la termina jodiendo!!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Heya Morrivera escribió:Noooo y porque lo dejas ahi sube otro y amo esta adptacion
Hola Hola!
Traigo dos capitulos C:
Saludos
marcy3395 escribió:claro que me gusta y es divertida por favor no lo dejes y actualiza lo que pasa es que habra quienes no comenten pero yo espero por tus actualizaciones
Hola Hola!
Muchas gracias :) traigo dos capitulos
saludos
lauravm98 escribió:Jajaja mori con la parte del vampiro Jajajajajaja actualiza pronto
Hola Hola :)
Jjajajajajajajaja fue genial no XD
Saludos
Anddy Rivera Morris escribió:Estás bromeando, ¿verdad?
La adaptación es simplemente perfecta *-*
No se te ocurra dejarlo eh pues me ha encantado :')
Hola hola :3
Me alegro que te guste <3
Saludos
3:) escribió:holap dan,...
como me reí con las locuras de san!!!! en serio se pone a provocar a britt,.. a casar la vampira!!! jajajajajajajajaja
a sancho ahí que domesticarlo con una buena paliza para que no joda mas,... pero bue!!!
rachel este o no presente siempre la termina jodiendo!!!!
nos vemos!!!
Hola Hola!
JAAJAJAJAJJAJA san me hace los dias XD y mmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmmm QUE SI QUE !
PD: VISTE todo lo HEYA que esta saliendo <3 estoy muriendo lentamente <3
Saludos y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Capítulo 21
Ya no puedo continuar con esto.
Esas fueron las primeras palabras que se me vinieron a la mente al describir toda mi situación con Santana.
Sencillamente ya no podía seguir aguantando las mentiras.
Me sentía insultada, traicionada, decepcionada y todas las otras palabras que terminaban en ada; primero ella me decía que no tuvo sentimientos por Rachel, ¿y ahora me decía que hubo un tiempo en que la amó?
Estaba cansada de todo esto.
Agarré la mano de Santana justo antes que subiera a la segunda planta de la casa y se desnudara en mi habitación, y traté de llevarla de nuevo hacia afuera.
— ¿Qué ocurre? —Me preguntó— ¿Acaso ya no quieres verme desnuda?
La miré fijamente, negando con la cabeza.
—No, no quiero verte desnuda —eso era más o menos cierto—Por favor hablemos en otro lado.
Santana me examinó con atención, como intentando descifrar lo que estaba a punto de decirle.
— ¿Por qué presiento que vas a romperme el corazón? —preguntó en voz baja luego llevó su mano hacia mi mentón y levantó mi cabeza para que la mirara a los ojos.
Ojos marrones mentirosos, ojos que ocultaban cosas, ojos que me miraban hasta el fondo.
—Por favor... —dejó que yo la tomara de la mano y la guiara hacia la puerta de entrada.
Antes de que pudiera salir por completo a la calle, apareció Susan cargando una pila de dibujos hechos por sus alumnos.
Nos miró y sonrió ampliamente.
—Pensé que habías dicho que Rita era la que llamaba a la puerta —dijo haciendo contacto visual con Santana—, pero las visitas sorpresas siempre son lo mejor.
Me guiñó un ojo y se presentó con ella Maniobró con una mano los dibujos, y con la otra estrechó la de Santana.
—Yo soy Susan, soy... uhmm, la madrastra de Britt—hizo una mueca ante la mención de la palabra madrastra.
Me tensé también al oírla. Nunca había asociado a las madrastras con personas buenas, o vegetarianas como Susan. Las imaginaba malvadas, come corazones y envidiosas.
—Soy Santana, la novia —dijo ella cautelosamente, midiendo mi reacción.
Yo miré hacia otro lado.
Susan asintió y abrió la boca para decir más, pero la llegada de papá a la habitación hizo que ella guardara silencio.
Mi padre aún masticaba la berenjena de la cena en su boca, arrugó la nariz al ver a Santana de pie, ensuciando el piso con sus botas negras.
— ¿Qué hace ella aquí? —Escupió las palabras—, ¿con qué intenciones vienes a visitar a mi hija?
—Vengo a pedirle la mano de Brittany —respondió Santana solemnemente.
— ¿Qué?
Papá comenzó a ahogarse con la berenjena. Susan le tuvo que dar pequeños golpecitos en la espalda para que dejara de toser.
Le di un codazo a Santana y ella simplemente se encogió de hombros.
—Papá, Santana está bromeando —dije para tranquilizarlo—Es más, ella ya se va ¿no es cierto, Santana?
Le lancé miradas asesinas, que ella, convenientemente decidió ignorar.
—No, señor me gusta ser seria sobre el asunto; quiero casarme con su hija, tener ocho hijos y vivir apartadas de la civilización.
Santana tomó mi mano y la besó frente a papá.
A Susan se le abrieron los ojos y yo tuve que arrastrar a Santana para sacarla por la fuerza antes de que a mi padre le diera un ataque al corazón.
Finalmente ella cedió y salimos hacia el porche de la casa.
— ¡No seas tonta! ¿Por qué le dijiste eso a mi padre? —le dije una vez que estábamos fuera.
—Tranquila nena Yo sé que tu padre no me acepta, solo quería bromear un poco con él.
Resoplé—Deja de hacerlo para ti es gracioso para él significa una embolia o la planeación de un asesinato en la próxima semana.
Santana rió alto y claro.
—Está bien, por ti lo que sea, nena.
Eso me molestó ¿Por mí lo que sea?
—Sencillamente no te entiendo —dije exasperada—Vienes y eres capaz de decirme cosas bonitas, cosas que quiero escuchar, pero también te contradices tú sola Ya no sé qué pensar de ti Santana.
— ¿En qué me estoy contradiciendo? —se cruzó de brazos y apoyó su cadera contra la pared más cercana. Yo imité su gesto.
—Con todo, pero principalmente con Rachel Me dijiste que te acostabas con ella porque era sólo un cuerpo más entre el montón, ¿pero luego vienes y me dices que la amabas? ¿Qué por eso te tatuaste su nombre? Además, me estás escondiendo tantas cosas que ya perdí la cuenta.
—Britt...
Levanté un dedo para detenerla—Si no quieres perderme será mejor que me digas todo.
—Te lo he dicho y dado todo...
—No, no lo has hecho. O al menos soy codiciosa y quiero más.
—Mmmm, me gusta la Britt codiciosa.
—Por favor Santana, detente. Si no querías lastimarme, lo estás haciendo ahora.
— ¿Te estoy lastimando? ¿Cómo? Dime para darme patadas y no hacerlo nuevamente —me tomó de los hombros pero yo fui más rápida intuyendo su movimiento y me moví lejos de su alcance.
—Quiero que nos demos un tiempo —eso salió de mi boca.
Por primera vez, desde que conocí a Santana, se quedó sin palabras.
Su boca se abría y se cerraba pero no decía nada.
— ¿Por qué? —fue lo único que preguntó.
Me removí incómoda en mi lugar.
—Porque estoy confundida, por eso.
Minutos de silencio pasaron hasta que finalmente habló:
—Está bien. Te voy a dejar en paz si al menos me das una buena razón —descruzó los brazos y no dejó de verme fijamente, esperando mi respuesta.
— ¡Porque estoy harta que no me digas la verdad acerca de nada! Me costó un mundo hacer que me hablaras de Nicole, y te apuesto a que si Kitty no hubiera sacado el tema el otro día en la playa, tú nunca, jamás, me hubieras contado sobre ella —estaba gritando ahora, histérica— ¡Tienes demasiados misterios de los cuales no me has dicho absolutamente nada, cuando yo siempre he sido un libro abierto fácil de leer para ti! ¡No confías lo suficiente en mí! ¡Eres ciento cincuenta misterios de López, en persona! Y tal vez, tal vez no quiera ser la protagonista de tu libro. Eres demasiado con lo que aguantar… y… —mi voz perdía intensidad ya para el final—… y no creo que haya una sola chica que pueda soportar subirse a esta montaña rusa o ser el plato de segunda mesa que dejó Rachel Yo solo quiero una relación normal con alguien que no esté tan jodida como tú o como Sam.
Después de decir todo lo que tenía que decir, Santana se quedó bastante callada, silenciosa Me daba miedo verla a los ojos para medir su reacción.
¿Tal vez me pasé de la raya?
—Me duele que no me digas la verdad —hablé cuando noté que el silencio continuaba espesándose entre nosotras—; esto no es acerca de un estúpido tatuaje, Santana Esto es porque no estoy segura de sí estamos en la misma página, o si voy a soportar tus mentiras por más tiempo. O porque probablemente tu y yo no seamos la una para la otra.
Después de un minuto entero de contener la respiración, Santana finalmente habló… o más bien la escuché tragando saliva.
— ¿Quieres terminar conmigo? ¿De nuevo? —Sonaba herida Cierto, le había dejado de hablar por una semana cuando Rachel me había enumerado todos los lugares en los que lo hicieron como conejas nunca debí perdonarla de vuelta; sencillamente tuve que haber acabado con esto de una vez por todas.
Me obligué a decir las siguientes palabras:
—Quiero terminar contigo Santana No puedo seguir con esto si tú no estás siendo completamente sincera conmigo… entiende que me vuelve insegura no saber lo que pasa Te amo pero… —me detuve de hablar ¿Le había dicho que la amaba? Mierda. Ahora no iba a lograr sacarla de mi casa por el resto del día.
—Espera… —dijo con cierta emoción en su voz—, ¿me amas? ¿Me amas pero me vas a dejar?
—Te amo pero creo que sigues siendo esclava de lo que sientes por Rachel Siento que nunca voy a lograr erradicarla de nuestra relación y de nuestras vidas.
Empecé a dar pasos hacia el interior de la casa pero Santana me tomó del brazo y me trajo de vuelta a mi lugar.
—Alto ahí, Brittany Hazme un favor y deja de suponer cosas que no son ciertas más que en tu cabeza YO NO AMO A RACHEL, te dije que hubo un tiempo en que la amé… en pasado. Fue muchísimo antes de saber siquiera que andaba con Finn y que tenía todo un harén de hombres y mujeres haciendo fila por ella. Yo era demasiado tonta en esa época, una completa tarada que se dejó impresionar, nada más. Y sí, fue un cuerpo bonito con el que me acosté; y no te voy a negar que, el hecho de que no tuviéramos un compromiso serio, logró hacer que mi decisión de quedarme con ella fuera fácil. Sencilla. Soy una mujer después de todo. ¿Y el jodido tatuaje? Ese lo hice cuando estaba ebria, cuando aparecí por primera vez en el departamento de Rachel embebida en alcohol y alucinando con hacerle cosas a su prima que no debería estar pensando en hacérselas Y por si no te queda claro, me estoy refiriendo a ti.
»Como estúpida borracha que estaba, cometí el error de contarle a Rachel que me gustaba la forma en la que andabas despreocupada con tu libro en la mano, usando piyamas ridículos, o con esas espantosas pantuflas de conejito que siempre llevabas por las noches. O cuando estabas sencillamente haciendo lo que sea que hacías, como respirar.
»Lo que hizo Rachel fue aprovecharse y sugerirme lo del tatuaje para que no la olvidara.
¡Perdona si en ese momento me pareció la cosa más lógica de hacer! ¡Se supone que la amaba y que era mi “novia” y decidí que era buena idea complacerla! Lo sé, soy la idiota más grande que ha pisado este planeta pero las hay peores que yo.
Abrí mi boca para después cerrarla, pero era Santana quien esta vez no me dejaba hablar.
— ¿Qué te estoy escondiendo, Brittany? —Continuó diciendo con fervor, con la sangre hirviendo dentro de su piel—. Te he dicho todo lo que hay que decir sobre mí… pero si no es suficiente para ti, entonces… comencemos por el principio —Tomó un largo respiro y empezó a hablar rápido—: Mi nombre completo es Santana Marie López, lo sé, es un segundo nombre de mierda pero me lo pusieron en honor a mi tátara abuela Marie algo… tengo un hermano loco con esquizofrenia llamado Aarón y que, en las pocas veces que lo he visto, todavía cree que lo intento envenenar hasta con el maldito vaso de agua. Tengo veintitrés años y me hago cargo de mi abuela, una señora de setenta años de edad con personalidad de diva, también tengo un perro Golden Retriever llamado Carlo que come por ocho personas, una mofeta sin glándulas con el que mi sobrina se encariñó, dicha niña de diez años que amo como si fuera mía. Una niña que tuvo una infancia difícil y que protejo con mi vida para evitar que la gente le haga daño o la miren como si fuera un bicho raro.
» ¿Mi dinero? En realidad es el de mis padres, pasó a ser mío cuando murieron. ¿Mi trabajo? Simplemente ayudo a la banda de mi amigo a conseguir un poco de fama porque fui la primera en invertir dinero en ellos antes de que consiguieran un contrato con alguna disquera. Trabajé un tiempo vendiendo autos de lujo en una tienda donde el dueño conocía a mi padre… ¿y por qué pedí trabajo en ese lugar si se supone que yo no necesito el dinero? Simple: porque me enteré que mis padres tenían negocios ilícitos con gente que distribuía droga. Todo el dinero que poseo lo ganaron, o robando, o distribuyendo cocaína. ¿Por qué crees que quiero deshacerme de él tan rápido? ¿Por qué crees que le pagaba grandes sumas a Porky por cosas insignificantes que a la vez me acercaban a ti? Porque intenté donarlo a la caridad o algo por el estilo, pero se sentía incorrecto. Me sentía una completa hija de puta entregándoles dinero manchado con sangre… Al parecer mi hermano sabía de todo esto pero nadie pudo decirme cuando tenía la edad suficiente como para comprenderlo.
»No duermo pensando en si esa gente que mantenía negocios con mis padres intentará buscarme a mí y a mi familia de nuevo… porque lo hicieron, llegaron mientras mi sobrina estaba en la escuela y me amenazaron para que continuara con el legado de mis padres, no querían perder la zona por la que ellos se mataron tanto trabajando; por eso saqué a Nicole de la escuela y la mandé a ella y a mi abuela a vivir juntas en otro lado. Ahora entiendes por qué soy sobreprotectora y reservada con ella… incluso contigo. No provengo de una buena familia con excelentes valores morales como siempre creí que lo hacía.
»Tampoco quiero que te hagan daño. Te lo dije Brittany, siendo la egoísta que soy quise retenerte a mi lado aun sabiendo que podías correr peligro conmigo, siempre supe que lo mejor era no incluirte en mí jodida vida de mierda. Lo siento nena, mi intención jamás fue confundirte… eres libre de irte y zafarte de este asunto sin sentirte culpable. Es más, prometo no enojarme o intentar molerle la cara a golpes a cualquier otra persona que vea colgando en tu brazo. Anda Brittany, desaparece de mi vida antes que sea demasiado tarde y se te pase la oportunidad.
Me quedé atónita con todo lo que me dijo Santana.
Parpadeé varias veces intentando retener las lágrimas que se formaban en mis ojos.
¿Qué acababa de suceder?
— ¿No crees que ya es demasiado tarde como para no estar involucrada? —Fue lo único que mi garganta reseca me permitió decir—, te acabo de decir que te amo… y tú sólo buscas excusas.
—Lo sé, Pero también acabas de abrirme los ojos… ya no puedo vivir en un cuento de hadas contigo. No fue mi intención hacerte daño; quería ocultarte las partes feas de mi vida pero no sabía que eso era lo que más te estaba lastimando. Por favor no me ames más, hecho a perder todo lo que está a mí alrededor. Y si no te apartas lo suficiente de mí, entonces prometo que haré hasta lo imposible para que llegues a odiarme y así aprendas a mantener la distancia. Como tú sugeriste: es mejor que nos demos un tiempo libre. No soy alguien con la que te conviene estar. Tenías razón después de todo: tal vez tú y yo no seamos lo que necesita la otra.
Yo continuaba estúpidamente en silencio. Por fin lograba abrirse conmigo y me decía todo esto. No sabía qué pensar.
Tragué el nudo que se formó en mi garganta.
Las lágrimas dejaron el orgullo de lado y corrieron por mi cara con facilidad.
Me dolía todo. Era… demasiado.
Se sentía como si me hubieran arrancado el corazón para después ponerlo en su lugar.
— ¡Eres una tonta! —chillé corrí lo más cerca de Santana y comencé a golpearla en el pecho repetidamente— ¡Eres una grandísima idiota! —Seguí con los golpes—, me haces sentir confundida un momento y al siguiente me haces sentir como si fuera la peor persona en el mundo.
Ella no dijo nada, sólo dejó que la golpeara en el pecho y que llorara con gruesas y grandes lágrimas—Lo siento mucho nena —dijo sobando mi pelo.
Me aparté inmediatamente y la vi detrás de mis ojos nublados—No te creo nada ¡Seguro estás mintiéndome como siempre lo haces! —tenía que ser eso esta vez no caería tan fácil.
—Entonces no me creas —dijo simplemente—Es mejor de esa forma lamento que por mi culpa te sintieras insegura.
— ¿Por qué me cuentas esto hasta ahora? —le reclamé histérica.
Ni siquiera podía entender por qué estaba tan furiosa y a la vez llorando. ¿De dónde venía toda esta ira?
— ¿Rachel sabía esto? ¡Dime! ¿Lo sabía? —continué gritando.
Por el rabillo del ojo noté a Susan tratando de contener a mi padre y regresándolo a la casa. No me importaba si ellos habían escuchado algo de lo que Santana me dijo.
—Creo que ella logró sacarme información en una de esas tantas veces que me emborraché. Yo jamás le dije nada, te lo juro. Al menos no cuando estaba consciente. Eres la única a la que se lo he contado todo.
—Bien, pues no creo que debas hacer un gran esfuerzo para que te odie, porque desde ya lo estás haciendo. ¡Eres una tonta, una idiota completa! Me caes mal Santana López —grité—, será mejor que no te me acerques de nuevo. ¡Ya no sé qué creer de ti! ¿Es verdad lo que me dices? ¿Es mentira? Pienso que me estoy volviendo loca. Te amo y te odio por ocultarme tantas cosas, por… por… ¡nada de esto tiene sentido!
Santana agachó la cabeza y evitó el contacto visual conmigo.
—Lo siento —volvió a repetir—, si me hubiera alejado antes no tendrías que estar en este dilema en estos momentos. Pero todo lo que te he dicho es la verdad Rachel me acusó de ser una ladrona porque ella nunca supo de dónde venía mi dinero. Jamás le dije nada y puedes preguntarle lo que quieras, ella solo te va a decir las suposiciones que hacía de mí, y que tú muy fervientemente creías.
Me quedé en silencio nuevamente, procesando la jugosa información que me había dado.
De nuevo me sentía como la mala de la historia.
— ¿Me estás dejando porque te dije que quería un tiempo lejos de ti? —pregunté después de unos minutos.
—Te estoy dejando porque te estoy haciendo mucho daño. Intenté retenerte lo más que pude pero al hacerlo solo estaba pensando en mí…
¿Por qué le estaba reclamando esto? Yo era la que quería espacio.
—Ves a lo que me refiero —murmuró ella de repente—, solo te estoy causando más dolores de cabeza de los que necesitas. Debí apartarme desde hace tiempo atrás.
—Entonces vete, Vete porque me estoy volviendo loca —sorbí unos cuantos mocos y pasé la palma de mi mano por mis mejillas. Se sentían calientes y me ardían los labios—Definitivamente no hay forma en que tú y yo podamos funcionar. Nunca. Yo no me merezco esto.
Por un momento nuestros ojos se sostuvieron y me sorprendió ver dolor en los suyos.
—Lamento arruinarte la noche —se limitó a decir.
Comenzó a acercarse a mí para enjugar mis lágrimas, pero yo me aparté de su camino.
—Vete de una buena vez, vete antes de que me hagas más daño —dije amenazadoramente.
Asintió con la cabeza y movió un pie tras otro hasta llegar a su motocicleta estacionada en la acera. Justo cuando estaba por subirse, se volteó una última vez y me sonrió con tristeza.
—Se me olvidaba darte algo —dijo y rebuscó en el bolsillo de su pantalón hasta que sacó una pequeñísima caja de color amarillo—, esto no te lo estoy dando de mi parte. Viene de Nicole; ella quiso que te lo diera porque no aguantaba las ganas de que lo vieras. No te sientas obligada a aparecerte en mi apartamento solo por eso.
Me lo entregó en la mano, envolviendo sus dedos en los míos, dándoles un apretón que envió escalofríos a mi cuerpo entero.
Se apartó rápidamente y se subió a su moto.
—Por cierto… —dijo antes de ponerse en marcha—, el tatuaje con el nombre de Rachel lo cubrí con otro. Con un colibrí y con una de esas mierdas tribales que Noah me sugirió que hiciera. Cometí una estupidez pero no pienso repetirla de nuevo. Lamento de verdad que todo terminara de esta manera, de haber sabido que te perdería, te hubiera besado con más fuerza esta mañana, habría hecho eterno cada beso.
No pude replicarle con nada porque en eso ella aceleró la motocicleta y la vi perderse en la distancia hasta que se hizo pequeña para mis ojos.
Me sentía entumecida, congelada, dolida y atónita con lo que acababa de suceder. En menos de veinte minutos todo terminó entre Santana y yo. Me parecía tan extraño, tanto, que costaba creérmelo. Todo sucedió tan rápido.
Repentinamente volví a la vida al sentir la diminuta caja entre mis manos.
La abrí en modo zombi ya que mis dedos seguían congelados, desenvolví una nota que venía pegada en la tapa.
Escrita con un crayón morado, en letra grande y curva se leía “Para las que no aguantamos llegar hasta los veintisiete y esperar a que las mejores cosas ocurran”.
Adjunto venía un collar con el número 27 en color plateado colgando de un pedazo de cinta de cuero negra.
Sonreí mientras dejaba que nuevas lágrimas cayeran por mi rostro.
Esa niña era alguien especial.
Pero era lo mejor, terminar con Santana era bueno para la salud; no podía seguir pasando por desapercibido esas pequeñas cosas que me indicaron que ella no era para mí. Adoraba ser parte de su mundo... Pero tal vez esto sea lo correcto de hacer.
Limpié mi cara de las lágrimas, pero parecía como que nunca pararían de salir.
Y así, llorando, fue como Rita me encontró cuando se aproximaba a la casa. Ella cargaba un bolso abultado en donde seguramente traía su ropa de dormir para esta noche.
Pero de repente mis planes cambiaron, se vinieron abajo.
— ¿Britt? ¿Qué te sucede? —dijo ella apresurándose a caminar a mi lado.
Examinó mi rostro, mis brazos y mi cuerpo entero—Estaba pensando en que no me vendría mal que saliéramos después de todo —sugerí con voz rota.
— ¿Qué te ocurrió? ¿Te sientes mal? ¿Viste de nuevo Titanic tu sola? Porque si es así te voy a jalar las orejas por no esperarme para una dosis de DiCaprio.
Sonreí sin sentir realmente las ganas de hacerlo, continuaba entumecida y estática.
—Nop, Santana acaba de marcharse… para siempre. Y duele como nadie tiene idea…
— ¿Santana se marchó? ¿Dónde?
Sollocé y solté un quejido—Ella y yo terminamos, Rita.
—Oh.
—Sí.
—Supongo que necesitas una distracción urgentemente, ¿no?
—Eso creo...
—Bien, conozco el lugar perfecto para desahogar penas.
Rita me tomó de la mano y me guió sin soltarme ni un segundo durante todo el recorrido hasta llegar a la heladería más cercana.
Ya no podía sentir mis pies, en mi interior todo era helado y frío, oscuro y vacío.
Las lágrimas se detuvieron momentáneamente, mi mente estaba en blanco. Me sentía sobrecargada por tantas cosas; había mucho que quería preguntarle a Santana pero ella se había ido, dejándome sola como se lo pedí.
— ¿Vas a contarme qué sucedió o tengo que adivinar? —preguntó Rita una vez que tomamos asiento en las butacas más cercanas a la puerta.
Me obligué a tragar saliva y a despegar la vista del papel tapiz con colores brillantes que ocupaba toda una pared del local.
—Yo... —me relamí los labios para hablar pero parecían estar sellados por completo.
Aclaré mi garganta y parpadeé varias veces para tratar de enfocar la vista. Mis esfuerzos parecían inútiles.
—De acuerdo —dijo Rita en un suspiro—, puedes contármelo luego. ¿Quieres un helado? Eso siempre funciona con los corazones rotos. ¿Qué tal uno de pistacho? ¿O quieres menta con chocolate?
En medio de la gruesa capa de neblina que me envolvía, logré darle a Rita un ceño fruncido.
— ¿Menta con chocolate? —Dije en un susurro—, solo a ti puede gustarte algo que sabe más a pasta de dientes que a un decente sabor de helado.
—Bien, para ti será el de pistacho entonces. Solo por hoy voy a permitir que insultes al chocolate con menta y lo compares con dentífrico.
Se levantó para pedir nuestras órdenes mientras yo repasaba toda la conversación con Santana una vez más.
“Si no te apartas lo suficiente de mí, entonces prometo que haré hasta lo imposible para que llegues a odiarme y así aprendas a mantener la distancia.”
¿De verdad iba a hacer que la odiara?
¿Y qué hay del negocio que mantenían sus padres? No podía creer que ella estuviera pasando por eso sin decirme nada.
Me sentía tan patética en estos momentos; lo que más quería hacer era consolarla y abrazarla. ¿Estaba mal que quisiera eso?
Repentinamente mis ojos comenzaron a nublarse y se dilataron mis pupilas.
Una lágrima salió disparada sin que yo se lo permitiera; me sentía enferma de solo pensar en todo lo que Santana me había dicho.
Antes de que más lágrimas salieran, me levanté de mi asiento y corrí directo al baño.
Aproveché que estaba vacío y sollocé con fuerza, apoyándome en el lavamanos mientras me doblaba y lloraba sin pudor; terminé encerrándome en un cubículo y sentándome en la tapadera del retrete. Subí las piernas hasta que mis rodillas alcanzaron mi mentón, y comencé a llorar horriblemente.
Cuando escuchaba que alguien abría la puerta del baño, me obligaba a callarme y a morderme el brazo para que mis sollozos no pudieran oírse por todo el interior.
Me sentía estúpida. ¡Yo había querido terminar con ella primero!
Nada de esto tenía sentido. Nada.
¿Era mi destruido orgullo el que lloraba o era mi corazón?
Pero de todas formas no importó, lloré hasta que mis hombros comenzaron a sacudirse violentamente y por mi nariz salía líquido; por más que intentaba morder mi brazo con fuerza para ocultar el hecho de que lloraba peor que una bebé, se volvía una tarea imposible cuando recordaba la mirada de dolor en los ojos de Santana.
—Este no es el fin del mundo, Brittany Te vas a recuperar —me dije a mi misma, pero mientras más lo pensaba, más ganas de llorar tenía.
¿En serio era tan patética por llorar sobre una relación que el único futuro que tenía era uno destructivo?
Sorbí mocos hasta que me creí lo suficientemente fuerte como para dejar de llorar, pero cuando accidentalmente llevé mi mano hacia mi cuello, y sentí el collar que Nicole me había regalado… bueno, fue como abrir un jodido dique que inundó todo mi sistema. Volví a llorar incontrolablemente de nuevo.
Afuera, la puerta se abrió una vez más y escuché a Rita llamándome y chequeando los cubículos uno por uno hasta dar con el mío.
— ¿Britt? Por favor no te encierres —suplicó, podía escuchar la preocupación en su voz.
No pude responderle. En su lugar me eché a llorar tratando de ser silenciosa y fallando con éxito.
— ¿Britt? Ábreme la puerta, no te encierres —volvió a llamar Rita.
En un intento por lucir menos patética pasé la manga de mi camiseta por mis húmedas mejillas.
Le abrí a Rita y, en vez de salir, dejé que ella entrara y cerrara la puerta del cubículo.
Apenas y había espacio para ambas pero le hice sitio en la tapadera del retrete para que se sentara y ocupara la mitad.
Ella cargaba dos copas de helado, ambas de color verdoso.
Me pasó la que tenía en su izquierda y me dio un medio abrazo mientras me la entregaba.
—Come el helado, te hará sentir mejor —susurró.
Negué con la cabeza, no quería comer nada.
—No entiendes —fue lo único que pude decirle, ella esperó pacientemente mientras yo terminaba la frase—, ya estoy lo suficientemente helada por dentro como para el resto de mi vida.
Se me quebró la voz al final y sollocé de nuevo.
Rita llevó mi cabeza hacia su hombro y me dio suaves palmaditas en la espalda.
Eventualmente tendría que contarle todo, pero justo ahora solo quería sentirme rota y llorar.
—Deja de torturarte pensando en lo que pasó o no pasó… o pudo haber pasado. Piensa en otra cosa —me sugirió ella mientras se llevaba una cucharada de helado a la boca— ¿Qué te parece si te distraigo con algo vergonzoso que ocurrió el otro día?
Yo asentí vagamente con la cabeza.
Ella comenzó a hablar pero sentía mis oídos tapados, no escuchaba ni una sola palabra de lo que decía.
—Britt… ¡No me estás escuchando! —Me regañó—, concéntrate. Escúchame por un momento, deja de pensar en lo que te está atormentando. ¿Sí? Te hará bien.
Asentí con la cabeza.
—De acuerdo —dije en un susurro.
—Bien. Hace un par de meses fui a una de esas citas relámpago que te arreglan por internet —comenzó a contar—, y terminé en un restaurante, a punto de entrevistarme con más de diez chicos por dos exactos minutos cada uno. Pero como no quería que supieran mi nombre real me inventé uno…
Cuando se detuvo de contar la historia, me aparté de su hombro y la miré fijamente para que continuara. Al menos su plan estaba funcionando y por un minuto entero dejé de pensar en Santana.
—El nombre que me puse fue Andrea Cipriano —dijo ella haciendo un puchero.
— ¿Cipriano como Patch? —pregunté con una mueca similar a una sonrisa.
Ella asintió con la cabeza.
—Ya sabes que soy miembro honorario del foro “Violemos a Patch”. En ese momento me pareció una idea genial y divertida… y nadie parecía darse cuenta de que mi apellido era en honor a un personaje ficticio de un libro. Hasta que uno lo notó… tú lo conoces como Noah, él se presentó conmigo como Heraldo ¿Puedes creer ese nombre? Y eso que es su nombre real… hasta yo me lo cambiaría por uno más genial.
Parpadeé varias veces hasta llegar a dedicarle a Rita una sonrisa verdadera.
—Bueno, como sea —continuó—, él y yo nos llevamos muy bien, conectamos rápido e incluso ocupó un par de minutos extra que a ningún otro chico de las citas le había dado. Salimos esa misma noche pero como llovió, y yo fui la ridícula que no llevó un paraguas, terminé cayéndome en el lodo y se me rompió el pantalón Noah me prestó su camiseta para que me tapara.
—Eso suena romántico —admití. Pensé en mis propios momentos románticos con Santana, supongo que ya nunca los volvería a repetir más que en mi memoria.
—Espera allí, se pone mejor: él me llevó a su casa (que en realidad es todo un complejo como de diez mil varas cuadradas) para que nos secáramos y para que pudiera prestarme más ropa. ¿Y a que no adivinas qué? ¡Él iba a besarme! Pero su madre entró justo en ese momento a su habitación y nos encontró en poca ropa y a punto de salivar en la boca del otro.
— ¿Qué?
—Síp, le caí mal instantáneamente a la mujer. Desde ese día no volví a verlo, hasta que apareció con Santana la misma noche que te emborrachaste y vomitaste por todos lados.
Oh, pero tenías que haber visto la mirada de preocupación de Santana Llegó desesperado, empujando puertas y rebuscando en las habitaciones hasta que dio contigo en el baño… ¿y cuando te cargó? fue… fue tan íntimo y real que tuve que mirar para otro lado.
Los ojos se me nublaron de nuevo; agaché la vista hacia mi copa de helado y la revolví con la cuchara.
—Ay, perdón. Lo siento. Había olvidado que te debía distraer de pensar en Santana, no contribuir con el dolor. Lo siento.
— ¿Entonces son novios? ¿Tú y Noah son novios? —pregunté para cambiar de tema.
—Bueno… sí. Algo así. ¿Logré distraerte? —Noté que ella no había querido entrar en detalles, así que no la presioné con el tema y sólo asentí con la cabeza.
—Bien, vamos a terminar estos helados en otro lugar que no sea el baño de mujeres, por favor. Creo que es hasta insalubre.
Con eso se puso de pie y abrió la puerta para que saliéramos.
—Pensé que me llevarías a un bar para emborracharme, no a una heladería —dije mientras aprovechaba a ver mi cara en el espejo y comprobar que me miraba completamente desastrosa. Tenía los labios y los párpados hinchados. Mis mejillas estaban rojas y mi nariz lucía fosforescente.
—No, no, no. Nada de bares para ti. Desde que me sacaste el susto de mi vida aquella noche cuando me dijiste que estabas embarazada… mejor dejamos el alcohol de lado.
Sonreí y a la vez hice una mueca. Una vez más el mismo recuerdo para torturarme pensando en Santana, iba a tener muchos de esos momentos agridulces clavados en mi cabeza.
Traté de limpiar mi cara lo mejor que pude y finalmente terminé mi helado de pistacho sin derramar una sola lágrima más. Era bueno tener a Rita a mi lado para afrontar la situación.
Ella era buena compañía, me distrajo toda la noche para que mi mente masoquista dejara el tema de Santana a un lado.
Vimos películas, aunque no recordaba de qué trataban; mis pensamientos estaban a kilómetros de distancia, en un lugar donde no existía el tiempo y el espacio; un lugar en donde me ahogaba y lo único que podía escuchar era:
De haber sabido que te perdería, te hubiera besado con más fuerza esta mañana, habría hecho eterno cada beso.
No dejaba de rememorar esa frase en específico, más porque yo hubiera hecho exactamente lo mismo.
Me encontraba ya en mi pijama, recostada boca arriba en la cama, viendo hacia la nada en la oscuridad. Lo único que podía escuchar eran los suaves ronquidos de Rita, y un poco de la mezcla musical que provenía de su iPod.
La música de Adele no era precisamente de mucha ayuda con mi crisis de depresión; lágrimas continuaban saliendo de mis ojos... Solo deseaba que se apagaran pronto. Que todo se apagara lo más rápido posible para poder dejar de sentir lo que estaba sintiendo.
Esa noche apenas dormí, y las próximas cinco noches que le siguieron a esa tampoco fueron sencillas. Pero iba a superarlo, tenía que hacerlo.
A la larga iba a terminar haciéndome más daño si continuaba mi relación con Santana.
Tenía que aprender a ser la que una vez fui sin ella.
Todo estaría bien... o al menos eso esperaba.
***
En los siguientes días Adele y yo nos habíamos vuelto íntimas amigas; siempre en la mañana me ponía mis audífonos, y mientras caminaba hacia la librería, escuchaba algunas de sus canciones. Ni siquiera escuchaba las letras, sus tristes melodías se iban directo a donde más me dolía.
Tenía la teoría de que, si podía volverme inmune a ella, lograría volverme inmune ante cualquier canción con un ritmo suave y que hablara de amor.
Todavía me sentía adolorida, especialmente cuando Mindy o Shio me pasaban interrogando por el hermoso "trasero de un millón de dólares" como ellas habían nombrado a Santana; finalmente en el séptimo día sin saber nada de ella, me hallé con el valor suficiente como para anunciarles que mi novia había dejado de serlo por problemas de coexistencia.
Ellas abandonaron el tema inmediatamente.
Hasta mamá dejó de llamarme y de tratar de arreglarme citas con las hijas de sus clientes; pasarían meses antes de que volviera a interesarme en alguien. Era mejor no enamorarse, se sufría menos.
En la librería, hacía todo de forma monótona. Sonreía falsamente y fingía que era la persona más normal en este mundo; comía poco o nada, me sentía como la mierda.
Pensaba que sería otro día como cualquier otro, el décimo sin ver o saber absolutamente nada de Santana, hasta que una particular visita interrumpió una tarde en el local.
Llevaba minifalda roja y botas de tacón que le llegaban al muslo. Su cabello castaño estaba suelto y lucía salvaje.
No fui la única en notar su presencia, algunos de los clientes no disimularon al babear sobre su trasero y sobre su pronunciada blusa escotada. Detrás de ella venía Finn, usando sus camisetas tipo Polo, y sus pantalones color caqui.
Rachel comenzó a buscar a alguien o algo entre las estanterías, y parte de mí ya se imaginaba a quién estaba tratando de encontrar.
— ¿Puedes creer esto? Otro chico lindo entró en la librería —dijo Shio en mi oído, señalando a Finn con un dedo—, no hay muchos de esos por aquí. Por lo general o son chicas las que vienen, o señores casados con más de tres hijos. Tenemos suerte. Rápido, que Mindy no lo vea.
—Él es gay —le confesé a Shio.
—No, no creo. Al menos no lo parece.
—Él es gay —volví a repetir.
Esta vez Shio me tomó del brazo y me sacudió con fuerza.
— ¿Estás bromeando? ¿Lo sabes o solo lo estás suponiendo?
Suspiré.
—Lo sé lo conozco.
—No, no, no, no. Me va a dar algo… ¡estás mintiendo!
Negué con la cabeza—Él mismo me lo dijo —hace mucho tiempo atrás él se había querido sincerar conmigo y me invitó a un restaurante elegante y poco conocido para decirme la verdad Rachel aún no lo sabía, Finn sólo quería consultarme en qué manera podría darle la noticia a ella sin que le fuera a dar un ataque. Entonces yo rebelé el secreto que Rachel le había estado ocultando durante mucho tiempo y le conté a Finn sobre la relación que ella mantenía con Santana.
Al día siguiente la encontré succionando chocolate del cuello de Elaine, la otra miembro del harén de Rachel.
Pensé que después de eso Finn la dejaría pero de igual forma él siempre continuó llegando al departamento, incluso cuando noches atrás había encontrado a Elaine escondida debajo de la mesa del comedor y fingió no haberla visto.
Creo que Rachel era una buena fachada para que sus padres no sospecharan acerca de sus gustos.
—No puedo creerlo —protestó Shio— pero tienes razón, las señales son claras, ningún chico podría combinar así de bien toda su ropa. A este paso me voy a quedar soltera para toda la vida.
Ella hizo un puchero adorable y continuó circulando entre los clientes.
Observé a Rachel un rato más, esperando que no se fijara en mí y que no viniera a hacer un escándalo; el lugar no estaba muy lleno ya que a esta hora de la tarde ralentizaban las ventas.
Rachel me vio finalmente y esbozó una sonrisa que lo único que podía significar era problemas.
No había vuelto a hablar con ella desde que me fui del departamento, y ni tenía pensado hablarle de aquí hasta Diciembre del año 2400.
— ¡Brittany! —saludó ella.
Fruncí el ceño. Hasta su voz me sonaba hipócrita.
—La tía Cecile le dijo a mi mamá que trabajabas aquí, no estaba segura —siguió diciendo—. Debe ser aburrido para ti, pobre. Lamento que perdieras tu otro empleo, pero bueno, así es la vida.
Me crucé de brazos y desvié la vista hacia la estantería de novelas clásicas.
Finn, quien aún no había hablado nada, me saludó con un gesto de mano y me sonrió con nerviosismo.
— ¿Necesitas algo? —le pregunté a ella en tono monótono.
— ¿No me vas a preguntar cómo estoy? ¿Qué ha sido de mi vida sin vivir contigo?
—Rachel, deja las ridiculeces. ¿Destruyes mis cosas, haces que me despidan del trabajo y aun así crees que te preguntaré sobre cómo va todo en tu vida?
Resoplé.
Ella sonrió, divertida por mi comentario.
—Bien. Directo al grano entonces —ella metió la mano en su bolso de diseñador, y por un momento pensé que buscaría la revancha por todo lo que pasó con la pistola de burbujas y me apuntaría con una pistola real. Pero lo que sacó de su bolso fue una tarjeta blanca de tamaño mediano y me la entregó.
La tomé y la observé por un rato, dubitativa sobre qué hacer con esto.
Ella rodó los ojos y me explicó:
—Mi cumpleaños es la próxima semana, ¿recuerdas? Justo un mes antes que el tuyo. Este año decidí adelantarlo y hacer todo un evento especial. La temática será blanco y negro; los invitados tienen que usar solo ropa blanca o negra.
Wow, sí, Rachel era toda una mente inteligente. ¡Que se la lleven los rusos por favor!
— ¿Para qué me estás dando esto? —Si tendría que enumerar las razones de por qué no debería asistir a esa fiesta, no terminaría ni en mil años.
—Porque quiero que vayas, por eso. Ah, y casi lo olvido —rebuscó de nuevo en su bolso. Ésta vez seguro que era el arma—, traje una para tu novia Santana.
Se me agitó el corazón de solo escuchar de nuevo su nombre.
No tomé la invitación y desvié la vista.
— ¿Se la darías por mí? ¿Por qué no la tomas? —preguntó, su voz parecía sonar cada vez más maliciosa.
—Me temo que no seré capaz de ver a Santana justo ahora —me obligué a decir.
—Oh, supongo que los rumores son ciertos.
Clavé mis ojos en los suyos y me pregunté cómo rayos se había enterado.
— ¿Qué es lo que sabes? —dije cautelosamente.
Ella se acercó un poco más a mí, susurrando su respuesta en mi oído.
—No es necesario que lo sepa. Sólo mirarte me lo dice todo: tienes ojeras asquerosas, el rostro sucio y los ojos tan hinchados que es obvio, para cualquiera, saber que has estado llorando. Te lo dije —susurró aún más suave—, Santana no es la clase de mujer para ti. Apuesto a que ni siquiera perdiste la virginidad con ella O con algún otro… todo tu cuerpo grita FRACASADA.
Rachel puso algo de distancia y luego volvió a recomponer esa sonrisa fingida que tanto se le daba bien.
—Ya que tú no puedes dársela, entonces yo se la daré —me guiñó un ojo—. No te preocupes, le diré que estás muy bien y que ya tienes a otra.
Respiré hondo unas tres veces pero eso no parecía ser lo suficiente como para quitar los pensamientos homicidas que tenía sobre ella.
— ¿Todo bien aquí? —dijo Laura repentinamente apareciendo frente a nosotras.
—Perfecto —respondió Rachel—. Supongo que te veré en mi fiesta. Es el sábado, si no encuentras qué ponerte puedo prestarte algo de mi ropa… creo que lo necesitas.
Se despidió de manera alegre y salió muy de prisa por la puerta.
Estúpida Rachel.
¿Qué le había hecho yo para que me odiara tanto?
—Britt, querida, recuerda que estás en horas laborales. No se aceptan visitas sociales en la librería —me recordó Laura.
Asentí con la cabeza y murmuré una disculpa. Laura desapareció, siguiendo a Mindy para regañarla por el mal uso del uniforme de trabajo.
Me quedé parada, con la invitación de la fiesta de Rachel en mano.
Al menos ella haría algo que yo moría de ganas por hacer desde hace mucho: iba a ver a Santana.
¿Y si yo hablaba con ella? ¿Qué de malo podría pasar?
¿Y si me corría de su departamento? No, se supone que ella me amab… bueno, nunca dijo que me amaba, pero al menos supongo que me quería ella sería incapaz de botarme de su departamento solo porque estuviera enojada conmigo ¿verdad?
De repente me entró la urgencia de verla Rachel era capaz de inventarle demasiadas cosas si tenía la oportunidad.
Sí, hoy trataría de hablar con ella.
Cueste lo que cueste.
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
mmmm dani? hace unos dias que quiero preguntarte una cosa!!! que dia es en tu pais, por que en la fecha siempre estas un dia adelantada, por ejemplo hoy leo tu actualizacion, y mañana revisando la pagina veo 23 de septiembre y que me emociono y cuando entro ya los lei
marcy3395***** - Mensajes : 255
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Capítulo 22
Yo era una gallina.
Una cobarde, inútil y tonta gallina que tenía más de una hora sentada en las afueras del edificio en el que vivía Santana, esperándola como una de esas locas acosadoras que esperan a Justin Bieber fuera de la habitación de su hotel sólo para tener la oportunidad de verlo en ropa interior y soñar con ser la próxima madre de sus hijos.
No dejaba de torturarme con Santana, con la vista que tendría de su espectacular cuerpo y que probablemente ella ni siquiera se miraría así de mal como me veía yo, porque, vaya que yo tenía un aspecto de haber sido masticada, digerida y escupida por un lagarto.
¡Aaggh!
Con cada segundo que pasaba, más se acobardaban mis ideas y parecía inútil mi plan de hablar con ella Había decidido no subir a buscarla a su apartamento porque eso, ciertamente, me haría lucir como una desesperada; además me sentía tonta ya que era yo la que corría detrás de ella en vez de ser al revés. Me desilusionó saber lo rápido que me había dejado marchar de su vida. Ni siquiera peleó por mí… por nosotras.
Definitivamente este era un mal plan.
Por quinta vez esta noche, me puse de pie y comencé a bajar las pocas gradas que me llevarían hacia la acera y después directo a la parada de buses más cercana para largarme a casa y continuar con la tortura desde la comodidad de mi dormitorio.
Estaba a punto de ponerme los audífonos y apagar a todo el mundo con un poco de Adele, cuando, una mano se posó en mi hombro y me obligó a darme la vuelta.
Era la abuela de Santana.
— ¡Hola ahí! —dijo con voz eufórica. Me envolvió en un abrazo y me dio suaves y calmantes palmaditas en la espalda—No sabía que vendrías hoy.
—Fue algo espontáneo —logré decir en medio del apretado abrazo.
Pude ver a Nicole justo por detrás de nosotras, sosteniendo un bolso morado la niña sonrió enormemente al verme.
No esperaba encontrarme a ninguna de las dos esta noche, fue toda una sorpresa.
Una vez que su abuela deshizo el abrazo, la pequeña corrió para ocupar su lugar.
— ¿Recibiste mi regalo? —preguntó inquieta, saltando de arriba abajo.
—Sí, lo recibí —le dije, dándole una de las pocas sonrisas verdaderas que había dado esta semana—. Aquí...
Le mostré el número veintisiete que colgaba de mi cuello.
Sus ojos se agrandaron y comenzó a dar saltitos rápidos.
— ¡Lo tienes puesto! —Chilló— ¡Yo también!
Ella me mostró un brazalete hecho con la misma cinta de cuero que mi collar, y con el mismo número colgando orgullosamente.
— ¿Vienes a ver a la tía Santana? —preguntó la niña.
— ¡Nicole! ¿Qué te he dicho sobre tus preguntas indiscretas? —La regañó su abuela—. Entonces… ¿vienes a ver a mi nieta?
—Yo… yo no…
—Tal vez Britt pueda curar a la tía Santana —interrumpió Nicole—Britt, ella está enferma Creo que le duele el corazón... ¡Ya no quiere cantar conmigo las canciones de Selena Gómez! Está grave, ¿sabes quién la rompió?
Hice una mueca y me agaché para estar a su altura, llevé mi mano a su cabello marrón claro y acaricié su frente, deteniéndome brevemente en las cicatrices de su rostro.
No entendía cómo alguien pudo haberla lastimado de esa manera.
— ¿Por qué piensas que está rota? —pregunté.
Ella tardó en dar su respuesta hasta que finalmente habló y dijo:
—Pues porque ya no es la misma de siempre. Cuando uno de mis juguetes se rompe, deja de hacer lo que normalmente hacía; y la tía Santana actúa de esa forma: como un juguete roto —se calló y miró disimuladamente hacia su abuela, la niña me susurró lo siguiente—, o cuando boté accidentalmente el celular de Nanny al agua y la pantalla se puso negra y nadie pudo encenderlo de nuevo. Parece que la tía Santana está en modalidad apagada, ¿crees que tenga reparo? Porque el celular no lo tuvo.
Mis ojos se nublaron un poco y miré en otra dirección; tragué saliva y humedecí mis labios para responderle pero no sabía qué decir.
—Ya basta con el interrogatorio, deja a Britt en paz —intervino su abuela, salvándome de tener que responder a eso. Ella tomó a Nicole del brazo—Britt, ¿quieres entrar al departamento? Pediremos pizza y veremos películas de mi época.
—Osea, películas aburridas en blanco y negro —bufó la niña para que sólo yo la escuchara.
—Oí eso, jovencita. Esta noche no hay postre para ti…
—Pero Britt me va a dar del suyo, ¿verdad?
—Ah… pues… —yo estaba balbuceando por completo—. Yo… yo estaba a punto de irme; no creo que pueda…
— ¿Te vas? —Interrumpió Nicole— ¿Por qué? Tienes que quedarte y ver el álbum de mariposas que hice ayer.
—Es que yo…
— ¡Tonterías! —dijo su abuela y me tomó del brazo. Comenzó a caminar conmigo y con la niña hasta detenerse en la puerta de entrada del edificio.
Instantáneamente me empezaron a sudar las manos. ¡Iba a ver a Santana!
—De verdad, no creo que sea una buena idea… —continué diciendo pero ella me silenció con la mirada. Me callé.
— ¿Entonces mi nieta y tú no han solucionado las cosas? —Preguntó— Puedo decir que ambas lucen destruidas, aunque Santana no me quiso decir qué era lo que le había pasado.
—No… yo… —un frío invisible se coló por mis huesos, haciendo que frotara mis brazos sin parar—. La verdad es que no he hablado con ella desde hace un tiempo creí que hoy sería el día pero aun no estoy lista para hacerlo.
Ella me tomó de los hombros y caminó conmigo hasta el interior del edificio.
Nicole se nos adelantó y corrió hacia el elevador, presionando el botón de llamada unas tres veces.
—Me parece que ambas deberían hablar. Ya son bastante mayorcitas para resolver las cosas como dos adultas responsables. Ven, entra para que veas cómo babea mi nieta al verte.
Me guiñó un ojo y me dio una sonrisa simpática.
Le sonreí de regreso.
Decir que estaba nerviosa era decir poco, tenía el estómago revuelto y la bilis subía y bajaba por mi garganta.
—No estés nerviosa —me susurró ella mientras íbamos en el elevador—Y dime, ¿has visto alguna película de Cary Grant? Oh, lo vas a amar…
El ascensor se detuvo en el sexto piso y sus puertas se abrieron con un sonido agudo; me costaba tragar saliva a medida que caminábamos hacia el departamento, y pensaba que en cualquier momento me iba a desmayar y haría de mí una completa vergüenza andante.
— ¿Entonces la tía Santana y tú están peleadas? —Preguntó Nicole— ¿Por qué no hacen las paces? En Gossip Girl, la gente tiene una forma divertida de reconciliarse… creo que se duchan hasta que se les pasa el enojo.
— ¿Se duchan? —pregunté ¿Gossip Girl?
—Sí, eso pienso se mira cómo comienzan a quitarse la ropa y cae al suelo… hasta que la bisabuela cambia de canal y pone Bob Esponja nunca he podido ver en qué termina un solo capítulo de la serie; aunque yo creo que se besan como por… ¡diez minutos enteros!
Intenté no reírme.
Su abuela hizo un gesto de falsa indignación.
— ¡No puedo creer lo que estás diciendo, Nicole! Nada de postre en una semana.
— ¡No es justo! Sabes cuánto amo el dulce…
—Y es por eso que tienes los dientes picados y eres la piraña de la familia.
De repente, estábamos frente a la puerta de Santana, a sólo unos metros de distancia.
Los sonidos a mí alrededor se enmudecieron, y mis ojos comenzaron a verlo todo de manera borrosa. De nuevo la gallina en mí tomó el control y balbuceó:
—En serio tengo que irme… tal vez venga después…
—Cariño, respira hondo parece que te fuera a dar un ataque de pánico.
—No, yo no me siento preparada aún para… —la puerta se abrió de repente y mi corazón se detuvo por un segundo.
Era ella, Santana.
Quería derretirme y fundirme con el suelo. No quería que me viera y supiera lo débil que había sido al venir a buscarla, esto me hacía el doble de tonta que creí que era.
— ¡Santana! Vinimos a hacerte una visita sorpresa ¿Estás ocupada? —preguntó su abuela viendo incómodamente en dirección al departamento.
—Pasa —dijo ella simplemente.
Por un momento pensé que no me había notado allí, parada como una imbécil, con las palmas de mis manos sudadas, y con la repentina urgencia de ir al baño pero no tuve tanta suerte de pasar desapercibida, sus ojos marrones fueron a dar directo a los míos mientras dejaba a su abuela entrar y ésta la saludaba con un beso en la mejilla, jamás apartó su mirada de mí.
Me quedé congelada y asustada por lo que fuera a decir.
¿Y si me corría de su departamento, frente a su abuela? ¿Qué si decía que yo debería largarme y que iba a poner una orden de restricción contra mí?
Negué con la cabeza, estaba siendo paranoica.
Nicole corrió a abrazarla.
— ¡Tía Santana! Mira a quién encontramos allá afuera —la niña me señaló. Mis mejillas comenzaron a arder— La invitamos a comer pizza con nosotras, ¿no estás feliz?
—Mjmm —fue su única respuesta ante el asunto—Ve con la abuela a pedir la comida.
Le revolvió un poco el cabello, y Nicole se fue en cuestión de segundos.
Solo quedábamos ella y yo.
Enfoqué la vista en mis zapatos, esta era definitivamente una mala idea, Santana no se miraba feliz de verme.
—Brittany —dijo mi nombre como si le costara pronunciarlo.
Despegué mis ojos del suelo y me concentré en no dirigir mis dedos a su rostro, Vestía una camisa sencilla y pantalones de tela cómoda.
Abrí la boca para decir algo pero me silencié automáticamente cuando, por el rabillo del ojo, vi a una chica moviéndose con elegancia dentro del departamento.
—Creo que no debí venir —dije sintiéndome no bienvenida y extremadamente incómoda.
—Estoy de acuerdo con eso —dijo herméticamente se cruzó de brazos y me bloqueó el paso de la puerta.
El corazón se me encogía lentamente, Dolía.
Esta fue una estúpida idea, de todas formas, si alguna de las dos iba a dar el primer paso, ese tenía que ser ella, no yo.
Y era más que obvio que por el momento estaba ocupada con, nada más y nada menos que Kitty.
Ella salió disparada hacia la puerta, encarando a Santana y dirigiéndome apenas una mirada de lástima.
— ¿Quién es esa gente que acaba de entrar? —exigió molesta.
—Nadie que te importe —le respondió ella.
— ¿Y esa niña de ahí? Me sacó el susto de mi vida. ¿Le viste la cara? No es alguien a quien quiera encontrarme en la oscuridad de la noche. Debería usar una máscara, seguro que vino con ella —me miró de frente y podía sentir los dardos que mentalmente lanzaba a mi cabeza—. ¿Qué clase de fenómeno trajiste? ¿Qué haces aquí? Tengo entendido que formas parte de las sobras de Santana ¿No te da pena venir a buscarla? Igual a esa estúpida castaña que vino esta tarde...
Estaba congelada, aturdida por todo lo que había soltado Kitty No sólo me enojó lo que dijo sobre mí, sino lo que dijo sobre Nicole.
— ¡Eres una hija de p...! —estuve a punto de agarrar del cuello y estrangularla, pero Santana se me adelantó y en un momento estuvo sobre ella, tomándola de los hombros y sosteniéndola contra el marco de la puerta.
—Ni siquiera te atrevas a decir una sola palabra más —siseó—Esa niña que viste es mi sobrina, no te quiero ver a ti, o a tu lengua venenosa, ni siquiera a dos centímetros de distancia de ella, ¿entendiste? Y no vuelvas a aparecer en mi departamento otra vez, no quiero que digas quién puede o no puede entrar la próxima vez, si tienes jodidas quejas sobre tu estúpida posición en la banda, habla con Noah, yo ya no tengo ningún asunto que tratar contigo.
La soltó y ella se frotó los hombros.
Jamás había visto a Santana tan enojada Hasta yo le tendría miedo, pero Kitty se lo tenía bien merecido.
Arpía.
— ¿Es... es tu sobrina? —Balbuceó ella con temor—. No lo sabía, tampoco tienes que tratarme así; no puedes ser tan grosera con una de las tantas chicas con la que follaste.
Sentí como si una piedra enorme me hubiera golpeado directamente en el pecho.
Mis manos instantáneamente formaron puños apretados.
—Kitty, lárgate —dijo Santana, la tomó del brazo y la sacó a trompicones del departamento—Tengo mejores cosas que hacer que perder el tiempo contigo.
Ella tropezó conmigo, golpeando a propósito mi hombro.
—Y es así como vas a terminar en la vida de Santana López —me dijo ella—Primero comienzas a buscarla como una drogadicta que necesita sus drogas, y luego ella te patea fuera de su departamento.
— ¡Lárgate, Kitty! —Gritó esta vez—Estás agotando mi paciencia.
Ella desencajó su mandíbula y se arregló el cabello antes de darse la vuelta y marcharse.
Mis ojos instantáneamente buscaron los de Santana y nos miramos fijamente por unos cuantos segundos, minutos, horas; no sabría decirlo con exactitud.
— ¿A qué viniste, Brittany? —preguntó por fin.
Me relamí los labios e intenté formar palabras coherentes.
—Vine para que hablemos creo que me apresuré a...
— ¿A qué? ¿A juzgarme? —suspiró, irritada Se pasó una mano por el rostro—Vi la mirada en tus ojos cuando apareció Kitty ¿De verdad me crees capaz de ser tan idiota y correr a los brazos de la primera mujer que se me ponga en frente? O peor aún, ¿en los brazos de Kitty?
—Cuando terminaste con Rachel esperaste apenas un par de días para salir con alguien más perdona si me he dejado llevar por la lógica y asumir que volverías a hacer lo mismo cuando me dejaras.
—Yo no te dejé ambas estuvimos de acuerdo en acabar con lo que sea que teníamos era lo mejor para ti; jamás hubiera funcionado esto entre nosotras, de todas formas, tú nunca confiarías lo suficiente en mí mi palabra ya no vale nada para ti. Solo admitámoslo: es mejor dejar las cosas así. No quiero seguir haciéndote daño. Y para tu información, no he estado con otra mujer, así que quita esa cara de venado atropellado porque, a diferencia de lo que creas de mí, no me acuesto con lo primero que me guiñe el ojo y tenga puesto una falda.
—Eres una tonta —dije furiosa—Una idiota, una bastarda degenerada...
Rápidamente me tomó del brazo y me empujó cerca de su cuerpo me costó un momento recuperarme de la sorpresa.
— ¿Has estado llorando, Brittany? —pasó un dedo por debajo de mis ojos, sentí mi rostro arder en llamas— ¿Has comido algo? —esta vez sus manos se fueron directo a mi cintura y comenzaron a subir y bajar haciéndome difícil el simple trabajo de respirar—, te sientes más delgada.
Me ruboricé por completo claro que no había comido mucho los primeros días pero me avergonzaba decir que últimamente hasta estaba comiendo de más. Principalmente helado y comida china. Las costillitas agridulces eran mi parte favorita, y el pollo... Oh Dios mío, el pollo era simplemente espectacular para olvidar. Esas deliciosas partes jugosas y bien sazonadas... Retiré con un golpe las manos de Santana que aún seguían en mi cuerpo, y me aparté unos buenos centímetros de ella Este no era momento para pensar en comida, o para dejarme aturdir por las hormonas que me hacían actuar como Bambi.
—No tienes que preocuparte por mí —respondí de mala gana—, solo déjame estar con tu sobrina esta noche y prometo no volver a molestarte jamás.
—Bien —estuvo de acuerdo— Recuerda mantener tu palabra.
—Lo haré.
Antes de que se hiciera a un lado, y me dejara pasar, me tomó de la cintura abruptamente llevó una de sus manos detrás de mí nuca y pronto sus labios estuvieron sobre los míos poseyendo todo, devorando y conquistando nuevas tierras.
Estaba tan aturdida que no supe lo que pasaba hasta que sentí su lengua tratando de deslizarse sobre la mía.
Su boca ejerciendo presión en un beso tan salvaje que pensé por un momento que me ahogaría.
Me agarré a sus brazos y dejé que mis caderas chocaran contra las suyas por un breve instante. Eso fue suficiente para escucharla gruñir desde el fondo de su garganta. Sus manos viajaron hasta mi trasero y me acomodó en la posición perfecta para que mi cuerpo sintiera el suyo a la perfección.
Me soltó con la misma rapidez con la que había comenzado el beso; se relamió los labios y me sonrió como sólo ella sabía hacerlo.
Bastarda Había extrañado horriblemente besarla.
—Alguien me contó que ya encontraste mi reemplazo —susurró tan cerca de mi boca—Hablas de cómo fui muy cruel y todo una canalla que, en la misma semana que terminé con tu prima, ya me encontraba suplantándola contigo, cuando en realidad tú estás haciendo exactamente lo mismo conmigo en estos momentos.
— ¿Y tú? Hablas de cómo tengo que confiar más en ti, pero ni siquiera estás confiando en mí.
¿De verdad crees en las cosas que dijo Rachel? Porque ella te lo debe haber dicho, ¿cierto?
— ¿Estás saliendo con alguien más, Brittany?
— ¿Estás celosa?
Estrelló su puño contra la puerta.
— ¡Solo responde a la pregunta!
Aparté la vista de su rostro.
¿Por qué actuaba de esta forma?
En un momento se ponía recelosa conmigo, prohibiéndome el paso a su departamento; y al siguiente minuto estaba besándome y devorándome como nunca lo había hecho.
Aggh, estaba rodeada de bipolares.
—Claro que estoy saliendo con alguien más —respondí—Rita y yo salimos todo el tiempo.
—Sabes que no es eso lo que estoy preguntando ¿Estás saliendo con otra chica? ¿Sí o no?
—No ¿Contenta?
Toda la tensión que Santana estaba manteniendo, se esfumó.
—Rachel me dejó una invitación para su fiesta —cambió de tema bruscamente— ¿Quieres decirle que ni aunque estuviera loca iría con ella?
Resoplé.
—Pues vas a tener que darle las malas noticias tú solo. Ni en un millón de años pienso
respirar su mismo aire, mucho menos ir a su fiesta.
Ella suspiró audiblemente.
Se apartó finalmente de la puerta y me dejó entrar a su departamento.
—Perfecto, entonces.
***
— ¡Tienes que conocer a Carlo! —Gritó Nicole cuando me senté junto a ella en el suelo de la sala—Santana, sácalo de tu cuarto, deja que conozca a Britt.
Ella tenía en brazos al espantoso zorrillo de cola peluda. La niña acariciaba la franja blanca del animal con sus pequeños dedos con uñas pintadas de color rosa pálido.
Santana hizo exactamente como la pequeña le dijo, y se movilizó en dirección a su dormitorio. Ni siquiera me dio un segundo vistazo cuando entré.
Su abuela, desde la cocina, me había lanzado una mirada cómplice. Seguramente vio los rojos e hinchados que Santana y yo teníamos los labios.
La vergüenza me carcomió durante un minuto completo.
—Cuando sea grande seré veterinaria —dijo de repente Nicole.
— ¿Quieres cuidar a los animales? —le pregunté mientras recogía del suelo una colilla de cigarro y la apartaba para que ella no fuera a verla.
No sabía que Santana fumaba si no era ella entonces tenía que ser la odiosa de Kitty.
—Sí. Quiero cuidarlos a todos, hasta los más feos. Pienso que ellos lastiman menos que las personas, y aunque no hablan, su gratitud es más sincera que la de algunos humanos.
Dejé de esconder las colillas y me quedé viéndola fijamente mientras acariciaba el lomo del animal.
Mis ojos comenzaron a nublarse, ¿qué rayos pasaba conmigo y con todas esas estúpidas lágrimas? ¿Acaso no podían apagarse ni por un segundo?
—Britt... ¿a ti no te asusta verme? —Dijo con una pequeña voz—Porque escuché lo que dijo esa chica cuando salió de aquí, mencionó que yo debería usar una máscara la tía Santana siempre me dice que no debo esconderme pero yo...
—Esa chica estaba loca —la interrumpí—No la escuches jamás, no sabe lo que dice. Verás, aunque no lo creas, ella tiene una cola de pato que esconde muy bien debajo de la ropa.
Sus ojos marrones se alzaron para encontrarse con los míos.
— ¿Una cola?
Asentí con la cabeza.
—Sí, nació con una cola enorme, es más, ni siquiera parece de pato; es como de dragón.
Ella me sonrió.
—Noté que sacaba mucho los cachetes —dijo señalando hacia su trasero— ¿era por eso?
Asentí seriamente.
—Oh, sí. Trata de esconderla dentro del pantalón, pero si te fijas bien, la vas a ver moviéndose.
—No sabía que existía gente con colas.
—Es que las colas le salen a las personas con mal corazón, como ella. También comienzan a escupir fuego...
— ¡Escuché a la tía Santana mencionar que ella tenía una lengua venenosa! ¿Será que eso hace que el fuego salga de su boca?
—Definitivamente —le guiñé un ojo—Y escucha una cosa: tú nunca tienes porqué esconderte los únicos que se esconden son la gente con vergonzosas colas... A menos que tengas una cola por ahí y no me hayas dicho, ¿tienes una?
—No, para nada —se rió.
—Bien recuerda que eres hermosa en más de un sentido; no dejes que la gente diga lo contrario. No te escondas.
Ella me sonrió, casi sonrosada.
—Gracias Britt, la tía Santana debería casarse contigo.
Ni siquiera pude responder a eso ya que, sin darme cuenta, a los pocos segundos, tenía a un enorme y peludo animal lamiéndome el rostro.
Supongo que este era Carlo, un Golden Retriever de pelo amarillo y blanco, con una corpulencia increíble.
Como estaba sentada, se abalanzó sobre mis piernas y se paró en dos patas para olisquear mi cabello. Era más alto que yo, pero si estuviera de pie probablemente me llegaría a la cintura.
— ¡Carlo, detente! Tenemos visitas —chilló Nicole.
Carlo seguía revolviendo mi pelo con su hocico, su lengua repasaba mi frente una y otra vez. Yo gritaba con fuerza mientras pedía que alguien lo bajara de mis piernas.
Santana apareció detrás de él y lo agarró de la correa que envolvía su cuello. Finalmente el perro dejó de lamerme y se interesó repentinamente en Steve, le empezó a gruñir y en menos de un minuto ya lo estaba persiguiendo por todo el departamento, zafándose del agarre de su dueña.
— ¡Ahora entiendes por qué quería regalar a ese zorrillo! —le dijo ella a su abuela quien recién se nos unió en la sala.
—Ay, ya. No seas malhumorada Los dos se llevan de maravilla —le respondió ella.
Santana solo resopló y fue detrás de Carlo.
Durante la cena, todo había ido remotamente bien Santana no volvió a dirigirme la palabra desde que entré a su departamento, y no continuó haciéndome preguntas posesivas acerca de supuestas novias que Rachel probablemente inventó que yo tenía.
Nicole me enseñó su álbum con imágenes de mariposas, y me regaló una de color dorado.
Su abuela, la señora Gertrude (o Gerty, como me hacía llamarla) me contó historias vergonzosas de Santana cuando era bebé y en su familia la vestían con un trajecito de conejo (he ahí su miedo irracional por los conejos… En serio, Santana López le tiene miedo a los conejos, creo que me lo confesó cuando se le ocurrió la idea de acosarme con mensajes de texto y escribir sus secretos si no me equivocaba era el secreto# 13).
—Y cuéntame Britt, ¿estudias? —me preguntó casualmente Gerty mientras continuábamos pasando fotos de un Santana más joven, con menos curvasy con un claro indicio de sobre mordida.
—Empiezo clases este semestre en la universidad —anuncié alegremente. Susan ya había ingresado mis papeles y me ayudó a prepararme para el riguroso examen de admisión que debía tomar la otra semana.
—Te felicito, ¿qué piensas estudiar? —me entregó una foto de Santana cuando era niña, estaba abrazando a una hermosa mujer de cabello negro y de ojos marrones idénticos a los de ella El parecido era increíble. Debía ser su mamá.
De fondo tenían la playa y ambas sonreían para la cámara.
No entendía el por qué la señora Gertrude me estaba enseñando estas fotografías, Santana y yo claramente nos encontrábamos distanciadas ella seguía evitándome y yo continuaba fingiendo que ver esa etapa en donde era niña no me afectaba horriblemente.
—Me integré al programa de Baile—dije, recordando la pregunta inicial que me había hecho.
Tomé la siguiente foto y vi a dos niños, uno más alto que la niña, peleando con espadas laser. Él debía ser el hermano de Santana, ambos eran parecidos, con los mismos ojos cafés y exactamente el mismo cabello negro.
Me quedé muda por un momento.
— ¡Ese es mi papi! Míralo Britt —chilló Nicole detrás de mi hombro, pegué un brinco ante el susto que me dio cuando apareció tan repentinamente— ¿Verdad que se parece mucho a la tía Santana? Él ya murió pero era así de apuesto.
Al otro lado de la habitación, Santana se tensó.
La vi levantarse e instantáneamente me quitó la foto y el álbum entero.
— ¡Oye! —Protestó su abuela—Lo estábamos viend…
—Ya es tarde —interrumpió ella—, es hora de que Brittany regrese a su casa.
— ¿No se puede quedar a dormir solo por hoy? —rogó Nicole.
—No.
Ella me tomó del brazo con un poco de brusquedad, y me obligó a levantarme del sofá, haciendo que algunas de las fotos que mantenía en mi regazo cayeran dispersas al suelo.
—Brittany, necesitas irte ahora —me arrastró unos cuantos pasos antes de que su sobrina tomara mi mano libre y me empujara de su lado.
— ¡Espera! No te la lleves, quiero invitarla a venir este fin de semana… vamos a dejar a Steve con una familia que vive en el campo…
—Ella no puede ir —respondió Santana por mí.
—Ella tiene voz propia —dije, enojada y furiosa por cómo me estaba tratando.
—Ella no la usa muy a menudo, al menos no para pelear por las cosas correctas.
Fruncí el ceño.
—Ni ella ni yo sabemos de qué estás hablando —grité.
Ella volvió a su labor de arrastrarme por el departamento, haciendo que Nicole me soltara, pero en vez de dirigirme a la puerta como yo creía, me llevó en dirección a su habitación.
—Hablaré con Brittany por unos momentos, que nadie nos moleste —dijo por sobre mi hombro.
Me metió en su dormitorio y cerró detrás de mí.
— ¿Qué piensas que estás haciendo? —gruñí soltándome de su agarre.
—Ahorrándote un mundo de problemas ¿Tienes cómo llegar a tu casa?
—Sí, Le pediré a uno de mis tantas novias que me lleve —respondí mordazmente.
Me giré hacia la puerta y estaba por tomar la manija, cuando Santana pasó su brazo sobre mi cintura, impidiendo que me alejara de ella, pegando mi espalda contra sus pechos.
—Dijiste que viniste a hablar conmigo —susurró en mi oído— ¿qué querías decirme? Dilo.
Me puse nerviosa ni siquiera recordaba para qué había venido a verla.
—Yo quería…
—Te escucho.
—Yo… solo vine porque quería saber cómo estabas.
—Destrozada—respondió fácilmente.
—Todo lo que me contaste ese día… lo de tus padres… yo…
—Por favor no sientas lástima por mí.
—No es lástima; es que me preocupo por ti.
—No lo hagas —lentamente me dio la vuelta para que nuestros rostros quedaran uno frente al otro—, te estoy haciendo un favor al alejarte de mí te dije, desde antes, que conmigo no hay finales felices.
—Y yo recuerdo decirte que los finales felices están sobrevalorados.
— ¿Quién no querría un final feliz, Brittany?
—Para empezar —le dije— nadie quiere un final.
Sus ojos se deslizaron por cada segmento de mi rostro, deteniéndose fijamente en mis labios.
Me los lamí, sintiéndolos secos tan de repente.
Después de eso ninguna de las dos habló, hasta que finalmente ella dijo:
—Buenas noches Brittany Es mejor que te vayas antes de que sea muy tarde.
Pero ya era tarde cada onza de mi cuerpo sabía que ya había perdido a Santana Estaba demasiado lejos de recuperarla.
—Buenas noches Santana.
Me sentía herida mientras dejaba que ella me tomara de la mano y me dirigiera hacia la puerta de su dormitorio para poder despedirme de la niña y de su abuela.
No entendía por qué me trataba de esta forma. Tuve que haber hecho algo muy malo para que reaccionara así.
La detuve a solo unos pasos de abrir y la forcé a bajar la mirada.
Mis ojos se fueron directamente hacia su boca.
—Solo una cosa más —susurré.
Me elevé sobre las puntas de mis pies y alcancé su mejilla con mi mano; le deposité un beso en los labios y luego acaricié su mandíbula.
Me separé rápidamente.
— ¿Y eso por qué fue? —preguntó.
Su vista se alternaba entre mis labios y mis ojos.
—Eso fue… fue por todo —aunque no debería estar alimentando mi tortura, y sí, ella se había portado como una idiota por estar corriéndome de su departamento, pero más que todo lo hice para mi beneficio. Porque quería saborear su piel una última vez, porque quería besarla sabiendo que este era nuestro beso de despedida. Porque simple y sencillamente la echaba de menos.
Lentamente las manos de ella fueron a parar a mi cintura, sujetándome con la fuerza necesaria como para sostenerme en pie y al mismo tiempo comprobar que yo era real y no un producto de su imaginación… o al menos así se sintió para mí.
—Nena… —murmuró contra mi mejilla, no quedaba espacio desperdiciado entre los dos—, te estoy dejando ser libre y tú solo insistes en volver a entrar a la boca del lobo.
— ¿Ya no vampira entonces? ¿Ahora eres loba? —dije bromeando para aligerar el ambiente.
—Ninguna A veces me considero algo peor. No deberías ser tan amable conmigo al ver la forma en la que te trato, mereces a alguien mejor —con sus dedos acarició mi mejilla, mis labios.
—Entonces deja de tratarme así —sollocé sintiéndome cansada de todo esto—, deja de decir que no eres la indicada para mí y comienza a trabajar para serlo.
—No entiendes. Estoy demasiado quebrada hasta el punto donde no hay reparo. Temo hacerte daño o decepcionarte a ti también. Quiero protegerte pero siento que te me escapas de las manos, te quiero tanto que tengo miedo de echarlo a perder como todo lo que he echado a perder en la vida. No quiero esconderte nada pero debo, a la vez, esconderte todo.
Mis ojos se humedecieron ante sus palabras.
— ¿Me quieres tanto como para apartarme? —eso no tenía lógica.
—Te quiero lo suficiente como para saber que yo no soy la indicada para ti.
—Estás loca —sollocé un poco más. No quería verme tan débil y afectada frente a ella así que me prometí silenciosamente no llorar—Será mejor que me vaya entonces.
—De acuerdo —dijo pero no hizo el mínimo esfuerzo por separarse de mí.
—Pero antes… solo quiero…
—Lo que pidas ¿Qué es?
—Quiero un último beso.
—Brittany…
—Dijiste que lo harías eterno, ¿recuerdas? Ahora tienes la oportunidad de hacerlo, Hazlo.
Abrió su boca pero al instante la cerró, lamiéndose los labios y buscando en mis ojos alguna señal para detenerse. No le di ninguna.
No puse distancia cuando su frente se pegó contra la mía; tampoco me resistí cuando ella me atrajo lentamente a su cuerpo, o cuando me respiró en la boca, tan cerca de besarme pero a la vez tratando de ir lento para saborear el momento.
Sus labios descendieron a los míos y fue como si aquello que estuvo muriendo en mi interior durante toda la semana pasada, ahora volviera a la vida.
Su boca se movió con facilidad contra la mía, saludándose, reconociéndose, entregándose, amándose tan lenta y deliciosamente que casi me hace estallar la sensación.
Mis manos se enroscaron en su cuello, y los dedos de mis pies se retorcieron de la felicidad. Solo en ese momento me di cuenta que mis piernas estaban en el aire, sosteniéndome únicamente gracias al cuerpo de Santana.
Su boca seguía pegada a la mía, saboreando todo a su paso de una manera lenta y sensual.
— ¿Estás segura de querer esto? —murmuró despegándose por un momento de mi boca.
Respondí devolviéndole el beso con fuerza; con un poco más de urgencia y de manera necesitada.
La sentí caminar conmigo a cuestas y supe que me estaba llevando a la cama detrás de nosotras. Nuestro beso pasó de inocente, a algo más ardiente.
Me acostó sin romper el beso, sus codos sosteniendo su peso, su cabello que tocaba mi frente y mejillas mientras continuábamos besándonos.
De pronto ella asomó su lengua, cepillando mi labio inferior; le concedí la entrada a mi boca y la sensación de calor aumentó dentro de mi piel.
Sentí su mano tocando mi mentón, moviendo mi cabeza en posiciones revertidas para que su lengua tocara los puntos perfectos de mi paladar. Me retorcí debajo de ella y jadeé de placer.
Rápidamente su mano continuó bajando hasta mi cuello, después se deslizó sobre mi clavícula, se detuvo en mis pechos y ahuecó uno con sus manos, sobre la tela de mi camiseta. Volví a retorcerme, apartándome de su boca para encontrar aire.
Su dedo pulgar frotó unas tres veces antes de que perdiera el control y jadeara fuertemente.
Su boca regresó a la mía, excavando más profundamente y repasando su lengua sobre mis labios.
Su mano no se quedó mucho tiempo en la parte superior, se movió con confianza y con agilidad sobre mi estómago (en donde mis mariposas se habían salido de control y hacían estragos con mis nervios sensibles), luego bajó a mi vientre, levantando mi camiseta sobre mi cabeza y quitándola. La lanzó al suelo y le dio una larga mirada a mi cuerpo antes de abalanzar de nuevo su boca sobre la mía, devorándome con renovadas ganas; sentía sus dedos sobre mi piel, apretando y amasando a su gusto.
Su boca se movió sobre mi vientre, sus manos sobre mis pechos, todo se mezclaba para crear esta armonía para la canción perfecta.
Regresó a mis labios y continuó besando, mordiendo juguetonamente; su mano bajó sobre mi estómago y pronto estuvo sobre la cima de mi pantalón. Sutilmente desabrochó el único botón y bajó el cierre con planeada lentitud.
Volví a gemir. Ni siquiera me reconocía a mí misma en ese momento, sonaba… necesitada.
Escuché a Santana gruñir y continuó bajando el cierre para después perder su mano dentro de mi pantalón.
Suspiré y arqueé la espalda.
Sus dedos no tardaron en moverse dentro de mi ropa interior. Me mordí el labio, dándome cuenta que Santana ya no estaba besándome sino que ahora su cabeza descansaba en el hueco de mi cuello, mordisqueando la piel en esa zona, bajando hacia mis pechos y depositando besos. Mis manos apretaban sus brazos y comencé a mover mis caderas al ritmo en el que ella estaba moviendo sus dedos dentro de mí.
Una capa de sudor se acumuló en mi cuerpo entero, me arqueé varias veces y en mi mente suplicaba que parara, y a la vez que fuera más rápido.
Mis sentidos estaban en conflicto.
Lentamente dejé de pensar y me concentré en los dedos de Santana haciendo círculos y yendo lento pero fuerte y decidido a la vez.
Algo empezó a comprimirse en mi interior, apretándose y tensándose, construyéndose sin poder evitarlo.
Toda la lujuria acumulándose para este momento.
Antes de poder gritar, Santana cubrió mi boca con la suya y ahogó mis gemidos sin sentido y una versión distorsionada de su nombre. Mi corazón se aceleró, mi espalda permaneció arqueada por unos segundos, y no podía sentir las piernas.
No sé cuánto tiempo pasó, ni siquiera sentí cuándo Santana retiró sus dedos. Solo supe que jadeaba menos que antes y que mi pecho subía y bajaba con intensidad.
Después de unos minutos de la inconsciencia, y de sentirme extremadamente liviana y lánguida, recordé dónde estaba y, lo que era más importante, quién estaba al otro lado de esta habitación, en la sala.
Me aparté de Santana y me senté de golpe. La vergüenza me invadió tornando mis mejillas al rojo vivo.
Yo… yo había… en el departamento de Santana… con su abuela y su sobrina a tan solo unos metros de distancia…
Me puse de pie rápidamente y, con la misma velocidad, me caí al suelo.
Santana se levantó detrás de mí y se sentó cerca de donde había caído. Se miraba diferente, como si ahora me mirara con nuevos ojos.
Qué vergüenza. Yo tenía un poco más de sentido común, pero al parecer éste se había quedado mudo hace un momento atrás, cuando más lo necesitaba, dejando que un “Aaaaaaaaddd…mmmmmm” ocupara su lugar.
Me aparté el pelo de la cara, y fingiendo dignidad me senté con las piernas cruzadas, mirando a Santana sin rehuir de sus ojos marrones.
—Eso fue… —comenzó ella a decir— increíble.
La sangre en mis mejillas quemó con su rubor.
Pronto noté que mi camisa estaba tirada en alguna parte del suelo, me movilicé a buscarla pero no la pude encontrar. Me arrodillé e incluso miré debajo de la cama.
— ¿Buscas esto? —preguntó Santana de forma divertida.
Ella tenía mi camiseta en sus manos.
—No es divertido —me puse de pie y limpié mis manos con la tela del pantalón. Me crucé de brazos, tratando de tapar mi breve desnudez —. Dámela.
—Ven aquí por ella —se movió unos cuantos pasos atrás y agitó la camisa frente a mí.
Tarada.
Me acerqué hacia ella, rodando mis ojos y suspirando teatralmente. Extendí mi mano para que me la diera pero rápidamente escondió la camiseta detrás de su espalda.
—Santana.dame.esa.camiseta.
¿Qué acaso no entendía que su familia estaba prácticamente al otro lado de esa puerta? Y con todo el ruido que hice… ¡Aggg! Yo era todo un caos.
Me acerqué una vez más a Santana, pero en vez de extender la mano, corrí para tirármele encima.
La golpeé unas pocas veces en el pecho y creo que le mordí la oreja.
— ¡Brittany! —gritaba ella tratando de bajarme.
— ¡Mi camiseta!
Finalmente la recuperé y di un grito de victoria.
Todavía estaba sobre Santana, pero de alguna forma terminé en su espalda, sujetando mis piernas alrededor de su cintura, con mi frente sudada por el esfuerzo, y con el cabello revuelto y pegado a los costados de mi cuello.
La puerta del dormitorio se abrió repentinamente. Al otro lado se encontraba Nicole, con los brazos en jarra y con un puchero que le sobresaltaba la boca.
Agrandé los ojos al verla, y caí de trasero al suelo cuando intenté separarme de su tía.
—Nicole… dije que nadie podía entrar a mi habitación.
Rápidamente me puse la camiseta. Nerviosa y con mayor vergüenza que antes.
Qué vergüenza. Qué vergüenza. Qué vergüenza.
Nicole dirigió sus ojitos cafés de una hacia la otra. Mirándonos con picardía.
Me mordí el labio.
—Ya sé lo que ocurre aquí —dijo lentamente, examinando la escena a su alrededor.
—No es lo que crees —me apresuré a decir. Estaba nerviosa.
—Claro que sé qué pasa —reafirmó— ¡Ustedes se van a duchar! Eso significa que van a dejar de estar enojadas la una con la otra ¡Tía Santana, ahora sí vas a continuar cantando conmigo las canciones de Selena!
—Nicole, ve a la cocina —le dijo Santana.
—Pero yo quiero ver qué pasa… la abuela no me deja ver qué sigue después de que la gente se quita la ropa para bañarse…
— ¡Nicole Alexandra López, ve a la cocina inmediatamente!
La niña agachó la cabeza y se dio media vuelta, caminando entristecida.
—Nunca me dejas jugar con ustedes —murmuró mientras se iba.
—No seas tan mala con ella —dije en su defensa.
Santana me dio una mirada extraña que me hizo guardar silencio.
Lentamente se acercó hacia mí, como una puma examinando a su presa.
Se puso por detrás de mí oreja y susurró con voz melosa:
—Te pusiste la camisa al revés.
Bajé la cabeza para comprobar si eran visibles las costuras, y sí, tenía la camisa al revés.
—Grandioso —me quejé.
—Y… tienes el cierre del pantalón todavía abajo.
Genial.
***
El fin de semana se acercaba peligrosamente, la fiesta de Rachel estaba a un paso de hacerse.
Ella me hizo recordatorios extraños acerca de su cumpleaños durante todos estos días; como por ejemplo: me envió un vestido blanco con encaje. Un día después mandó los zapatos y hoy recibí un paquete frente a la puerta de mi casa, era una máscara elaborada que cubría la mitad del rostro, de color blanco y con los mismos detalles de encaje que el vestido.
No entendía muy bien para qué los mandaba pero si por un momento ella pensó que iría a su fiesta, estaba equivocada.
Simplemente almacené en mi habitación lo que ella me enviaba mientras buscaba la forma de devolvérselo.
Cada día era un nuevo reto para mí, en especial cuando echaba de menos a la bastarda arrogante que me enojó la otra noche. No me había llamado durante los siguientes tres días desde que fui a su departamento, y yo no volví a buscarla como idiota para suplicarle por más.
Pero prometí dejarla en paz y no volver a buscarla, así que eso era lo que había estado haciendo. Evitándola.
Solo esperaba que el dolor se pasara rápido. Ojala existieran pastillas para acelerar el proceso, pero mientras no las hubieran, tendría que conformarme pensando en que el tiempo lo curaría todo.
Empezaba a odiar a Santana.
—La jefa quiere hablar contigo en su oficina —fue lo primero que me dijo Mindy cuando entré por la puerta de la librería a la mañana siguiente de mi tercer día de agonía.
— ¿Sabes para qué es?
Ella me miró con la boca abierta durante unos segundos, y entonces respondió:
—Ni idea.
Masticó algo que parecía ser goma de mascar, e hizo estallar una burbuja rosada que se pegó en el piercing tipo argolla en su labio.
Intentó limpiar el desastre con su lengua, dejando saliva en su barbilla.
—Oye, ¿estás interesada en comprar una tortuga? —me preguntó una vez que retiró el chicle pegajoso y volvió a llevárselo a la boca. Su voz misma era capaz de inducir sueño, hablaba como si estuviera aburrida y a punto de dormirse—, es que creo que soy alérgica a la mía.
— ¿Se puede ser alérgico a las tortugas? —pregunté, incrédula.
Ella se encogió de hombros.
—Tengo comezón en los brazos cuando está cerca... así que sí, creo que soy alérgica a ella.
—Lo tendré que pensar. Ni si quiera tengo un lugar propio para llevarla a vivir conmigo.
—Oh. Mi compañera de cuarto se va a mudar la próxima semana, me va a dejar abandonada así que hay una vacante en mi departamento por si quieres unirte.
— ¿En serio? Eso sería grandioso. ¿Cuánto tendría que pagar?
—No lo sé, nos dividimos los gastos entre tres porque también hay otra chica alquilando la habitación de al lado. Ella es rara pero puede agradarte. Te doy después la dirección para que te des una vuelta por ahí y me dices si estás interesada.
—Gracias —respondí. Ella se despidió con la mano y se dirigió al escaparate en donde Shio y Mike decoraban para presentar los nuevos libros del mes. Colocaban plumas azules y colgaban pequeños dibujos simulando alas de ángel.
Shio me dio un saludo alegre con la mano y Mike asintió en mi dirección. Ya me estaba acostumbrando a verlos como miembros adicionales de mi familia.
Y esa extraña chica de pelo morado/turquesa/rosado me había dado una solución a un problema que tenía pendiente: conseguir un lugar donde vivir para finalmente dejar la casa de papá, porque las paredes eran demasiado delgadas y cuando Susan se quedaba toda la noche, ni ella o papá dormían... tenía que cubrirme con una almohada y llenarme los oídos con música para contrarrestar los sonidos de ballena que salían de su dormitorio.
Era desagradable tener que lidiar con eso, ningún hijo debería ser capaz de escuchar la "llamada de apareamiento" de sus padres. Era asqueroso y vergonzoso.
— ¿Brittany? Te necesito aquí, ¡rápido! —gritó Laura asomando su cabeza desde su oficina.
Me apresuré a llegar a su lado.
Desde que le admití hace unos días que lo de mi embarazo era mentira, ella dejó de darme el trato preferencial y comenzó a utilizarme como a los demás. Juraría que algunas veces me trataba peor.
—Siéntate —me ordenó.
Rápida y silenciosamente me senté.
Ella estaba pasando las páginas de una revista con vestidos de novia. Varias imágenes se encontraban marcadas con asteriscos de color naranja y breves comentarios escritos en rojo.
Laura levantó la vista una vez que me acomodé, y se apresuró a cerrar la revista.
—Quiero que te tomes todo el día de hoy para que me hagas un favor —comenzó—La hija de mi prometido vino ayer a la ciudad y quiero que la lleves a pasear su nombre es Marley y no conoce a nadie, yo no puedo sacarla porque tengo una junta pendiente con una casa editorial y no la puedo posponer. Los gastos corren por mi cuenta.
Parpadeé sorprendida.
—Claro ¿Puedo hacer una pregunta?
—Ya estás haciendo una.
Fruncí el ceño.
— ¿Por qué yo? Creo que Shio es más divertida, debe conocer lugares más interesantes que yo. O Mindy. Creo que con ella no se aburriría.
—Mmmm, no. Pienso que tú serás más del agrado de Marley ella tiene gustos específicos en cuanto a sus chicas.
Parpadeé de nuevo.
¿Sus chicas?
—Ella viene a la librería como a las dos de la tarde. Mientras tanto, ve a generar dinero para mí.
Asentí con la cabeza y me levanté de mi asiento sin decir una palabra.
—Ah, y una última cosa, Brittany Marley es italiana así que no lo vayas a llevar a comer pasta. Busca sitios más originales. Y… no vayas a usar el uniforme frente a ella Ponte algo de ropa bonita.
—Pero para eso tendría que ir a mi casa y…
— ¿Sigues aquí? Hay gente que atender allá afuera, muévete. Ayuda a los chicos a terminar de decorar la vitrina con los nuevos productos del mes.
—Claro…
— ¡Para ahora!
Salí de su oficina como conejito asustado.
¿De verdad me acaba de pedir que saliera en una cita con su hijastra?
Qué cosa tan rara.
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Hola Hola :)
Les deje este mini-maraton de dos capitulos :)
Espero que les gusten y dejen muchos comentarios :):
PD: HEYA FELLINGS <3
Saludos y Besos
COMENTEN!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
marcy3395 escribió:mmmm dani? hace unos dias que quiero preguntarte una cosa!!! que dia es en tu pais, por que en la fecha siempre estas un dia adelantada, por ejemplo hoy leo tu actualizacion, y mañana revisando la pagina veo 23 de septiembre y que me emociono y cuando entro ya los lei
Hola Hola marcy :)
Es que siempre pongo un dia adelante porque siempre pongo las actu muy tarde de la noche es por eso :)
Saludos y besos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Hey....! Hola....muchas gracias por estos dos capitulos :)! Fueron wow, en primera porque tambien te gusta Patch xD! Violemos a Patch uy....
Asi como estuvieron los capitulos fueron intensos es un drama muy ligero, pero de cualquier forma es muy feo que esten pasando por esa situacion, Santana es un asco que ama a Britt de una manera sobrenatural, Britt le cree todo a Rachel alias la zorra xD! me cae mal aqui Y ahora que Marley llegara, creo queeeeeeee va haber mas tension, mas malos entendidos y sobre todo estara mas lejos que Las chicas se reconcilien, ya que seguna Britt dijo que ya no iba a volver a moestar
en fin....seguire en tu fic y muchas gracias Dani!!!!
Asi como estuvieron los capitulos fueron intensos es un drama muy ligero, pero de cualquier forma es muy feo que esten pasando por esa situacion, Santana es un asco que ama a Britt de una manera sobrenatural, Britt le cree todo a Rachel alias la zorra xD! me cae mal aqui Y ahora que Marley llegara, creo queeeeeeee va haber mas tension, mas malos entendidos y sobre todo estara mas lejos que Las chicas se reconcilien, ya que seguna Britt dijo que ya no iba a volver a moestar
en fin....seguire en tu fic y muchas gracias Dani!!!!
Pao Up- ---
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Fecha de inscripción : 22/01/2014
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
¿Acaso tienes idea de lo mucho que he llorado durante estos capítulos? :'( literal me sentía como Britt jaja y luego San es bien estúpida, idiota, etc, etc pero como la amamos!! xD espero que regresen de manera oficial y y y presiento que alguien estará sumamente celosa muajiji
Anddy Rivera Morris******* - Mensajes : 407
Fecha de inscripción : 16/05/2013
Edad : 27
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
holap dan!!!!
me encanto los capítulos,...!!!
bueno san esta tratando de cumplir lo que le prometió a britt aunque se arrepintió y britt termine buscando a san!!! no le da ni dos segundos lo que promete,.... eso vendría a ser como masoquismo!!!
a ver que pasa con marley!!!
nos vemos!!
me encanto los capítulos,...!!!
bueno san esta tratando de cumplir lo que le prometió a britt aunque se arrepintió y britt termine buscando a san!!! no le da ni dos segundos lo que promete,.... eso vendría a ser como masoquismo!!!
a ver que pasa con marley!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Holaaaaaaaaaaaaaaaa, soy nueba lectora
y me encanta el FF!! *-*
ohhhhh ayer lo encontré como a las 4 am y no he dejado de leerlo
incluso en clases, mi profesor me llamó la atención
muchas veces por leerlo del celular :(
GRACIAS POR ESCRIBIR!
aqui tienes a una fiel lectora
SALUDOS
y me encanta el FF!! *-*
ohhhhh ayer lo encontré como a las 4 am y no he dejado de leerlo
incluso en clases, mi profesor me llamó la atención
muchas veces por leerlo del celular :(
GRACIAS POR ESCRIBIR!
aqui tienes a una fiel lectora
SALUDOS
BcabreraR** - Mensajes : 80
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Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Pao Up escribió:Hey....! Hola....muchas gracias por estos dos capitulos :)! Fueron wow, en primera porque tambien te gusta Patch xD! Violemos a Patch uy....
Asi como estuvieron los capitulos fueron intensos es un drama muy ligero, pero de cualquier forma es muy feo que esten pasando por esa situacion, Santana es un asco que ama a Britt de una manera sobrenatural, Britt le cree todo a Rachel alias la zorra xD! me cae mal aqui Y ahora que Marley llegara, creo queeeeeeee va haber mas tension, mas malos entendidos y sobre todo estara mas lejos que Las chicas se reconcilien, ya que seguna Britt dijo que ya no iba a volver a moestar
en fin....seguire en tu fic y muchas gracias Dani!!!!
Hola Pao!
PATCH TE AMO <3 ! jajajajajajajajja y Exacto San ama tanto a britt que apestan ajajajajajjaajajajajaja y -.- rach aqui mmmmmmmmmmmmmm ! y jajajaja ya veremos se viene la accion jajajaja CREO QUE HABRA MMMMMMM algo MUY CALIENTE !
Saludos
Anddy Rivera Morris escribió:¿Acaso tienes idea de lo mucho que he llorado durante estos capítulos? :'( literal me sentía como Britt jaja y luego San es bien estúpida, idiota, etc, etc pero como la amamos!! xD espero que regresen de manera oficial y y y presiento que alguien estará sumamente celosa muajiji
Hola Hola!
Te recompensare ;) jajajajajajajja y san mi amor <3 jajajajaj
Saludos
3:) escribió:holap dan!!!!
me encanto los capítulos,...!!!
bueno san esta tratando de cumplir lo que le prometió a britt aunque se arrepintió y britt termine buscando a san!!! no le da ni dos segundos lo que promete,.... eso vendría a ser como masoquismo!!!
a ver que pasa con marley!!!
nos vemos!!
Hola Hola!
C: ya veremos que pasara :P
Saludos
BcabreraR escribió:Holaaaaaaaaaaaaaaaa, soy nueba lectora
y me encanta el FF!! *-*
ohhhhh ayer lo encontré como a las 4 am y no he dejado de leerlo
incluso en clases, mi profesor me llamó la atención
muchas veces por leerlo del celular :(
GRACIAS POR ESCRIBIR!
aqui tienes a una fiel lectora
SALUDOS
Hola Hola!
C: Wiiiiiiiiii saludos me alegro que te guste el FF ! <3
jajajajajajjajajajaja me alegro que te gustara asi de mucho :D me hace feliz jajajaja
Saludos
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
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Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Capítulo 23
Llevaba varias semanas sin usar faldas (o algo que mostrara mis piernas), aproximadamente desde que dejé de trabajar en el restaurante en donde Cliff nos hacía usar ropa escotada y ceñida al cuerpo.
Me sentía ridícula esperando a Marley en el café del hotel en donde se hospedaba. El lugar era bastante cálido y confortable; las paredes estaban empapeladas con fotos de alimentos de fina repostería y con bebidas calientes que invitaban a pedir una.
Revisé el reloj con forma de taza, ubicado en el centro del local, al menos unas diez veces. Tenía la esperanza de que en cualquier momento apareciera Marley, la hija del prometido de mi jefa, y así podríamos marcharnos a otro lugar.
Aquí la gente comenzaba a verme de forma extraña, como si mi pantalón estuviera prendiéndose en fuego... Bueno, no mi pantalón porque no llevaba puesto uno, más bien mi falda.
Varias veces revisé mi apariencia en cada superficie que me reflejara, pero no veía nada anormal: blusa blanca, chaleco de mezclilla, cabello suelto y peinado, falda color rosa ahumado y, a petición de Laura, zapatos altos bastante provocativos con los que me era imposible caminar sin soltar un quejido.
Cuando Shio se enteró de mi salida, pegó el grito al cielo y aplaudió así como Nicole lo hacía cuando estaba emocionada Shio me maquilló y me dio ánimos para vivir la aventura romántica con la que cada chica siempre soñaba (palabras de ella, no mías): salir con una italiana.
Me puse nerviosa durante todo el trayecto hacia el hotel y, tal vez, el que Laura hubiera doblado la cintura de mi falda para que se viera más corta no ayudaba a que me sintiera cómoda, normal y menos nerviosa. Todo lo contrario, tenía la urgente necesidad de jalar el dobladillo hacia abajo en un inútil intento por cubrir mis piernas. Pero no estaba teniendo éxito ya que mis muslos quedaban expuestos con mayor rapidez.
Solo esperaba que la tal italiana no se retrasara más de lo que ya estaba, llevaba media hora esperándola.
El café que había pedido cuando entré ya estaba helado y sin su típico olor fuerte.
Para distraerme había comenzado a vaciar casi todas las bolsitas de azúcar en mi taza llena hasta la mitad; también ojeé un par de veces mi celular en busca de algún mensaje de Santana, pero parecía que la tierra se la hubiera tragado todavía no sabía nada de ella y eso me desesperaba y me desilusionaba.
Pero había prometido no volver a buscarla y así lo haría era el turno de ella en dar el siguiente paso… si es que quería de solo pensar en lo que pasó el otro día, en su dormitorio, se me ponía la piel de gallina y me temblaban las rodillas quería más.
Suspiré en derrota y me dediqué a escuchar la canción que sonaba de fondo por todo el local, pronto me encontré moviendo el pie al ritmo de la música, tarareando las partes que me sabía e inventándome las partes que no.
Así pasaron otros cinco minutos, y nada de la italiana.
Iba a llamar a Laura para que me sacara de esta situación, pero, la chica que me había atendido amablemente cuando entré, estaba de pie frente a mí y me miraba con cierta expectativa.
—Disculpa —dijo ella con una sonrisa en el rostro— pero la chica que se sienta del otro del local te manda esto.
Ella depositó en la mesa una rebanada de postre de mousse de chocolate cubierto con trocitos de fresas frescas.
Me quedé estupefacta por un segundo, entonces reaccioné.
— ¿Quién lo manda? —pregunté dando vistazos hacia el otro extremo del lugar, pero las únicas chicas que vi por allí eran del doble de mi edad.
Arrugué la nariz y tomé el plato con el postre—Dile que lo siento pero no puedo aceptarlo.
—Oh no, ella es insistente me dijo que si no te lo comes te pedirá otro y otro hasta que lo aceptes.
Fruncí el ceño.
Repasé con la vista a todas las personas que se encontraban en el local. En total éramos doce: tres chicos con dos chicas, dos ancianos, tres mujeres mayores fumando habanos en la sección para fumadores, y dos mujeres hablando ruidosamente por teléfono.
No había nadie más. La cafetería no tenía mesas y sillas en el exterior, tampoco contaba con otras secciones aparte de lo que se podía mirar. ¿Entonces quién me había enviado el postre? ¿Alguna de las camareras, tal vez?
—Me dijo que, por cada postre que rechazaras, te trajera dos más —continuaba explicándose la chica.
La miré boquiabierta ella se encogió de hombros a modo de disculpa.
— ¿Quién es la chica misteriosa? —volví a preguntar de nuevo busqué con la vista para ver quién era la famosa chica que me envió el postre, pero no lograba ubicarla.
—Lo siento pero no puedo decírtelo por favor acepta la rebanada.
Asentí con la cabeza y le dije que la dejara.
La chica se retiró y yo me quedé estupefacta viendo en dirección al pedazo de pastel.
La verdad era que se miraba apetitoso, pero no iba a ser tan idiota como para aceptar un postre viniendo de una extraña.
Lo aparté y volví a mi ansiedad inicial al ver que Marley se estaba demorando demasiado.
Cuando pasaron tres minutos completos, la chica que me atendía volvió a aparecer; esta vez cargaba dos platitos con rebanadas de otros postres en cada uno.
—Cheesecake y Red Velvet —musitó ella y los dejó sobre la mesa junto al mousse de chocolate con fresas.
La miré sorprendida.
— ¿Qué...?
—Ella dijo que estabas rechazando este —señaló el mousse— me pidió que te llevara más hasta que probaras alguno.
— ¿No me vas a decir ni siquiera quién es? ¿Al menos una pista?
Ella se mordió el labio inferior y negó con la cabeza.
—Lo siento, Me pidió confidencialidad ante todo.
Resoplé.
—Dile que no pienso aceptar postres de extrañas.
Ella asintió con la cabeza y se retiró.
Mmm. Cheesecake.
Me estaba tentando, pero, si la tipa misteriosa resultaba ser una de las mujeres que estaba fumando puros, no quería darle falsas esperanzas.
Dejé los deliciosos postres sin probar. Una vez más apareció la chica de cabello marrón claro y me trajo cuatro platillos más. Dos de ellos eran pasteles, y los otros dos eran brownies con helado.
—Oye, no me pienso comer todo esto. ¿No puedes decirle que dé la cara y que deje de mandarme más postres?
La chica, cuyo nombre (según la etiqueta de su uniforme) al parecer era Melissa, se encogió de hombros una vez más y me repitió que si no probaba alguno iba a seguir trayéndome más hasta que hallara el que me gustara.
De mala gana agarré una cuchara y la planté en el Cheesecake para después llevármela a la boca.
Sabía celestial.
—Listo Ya lo probé ahora dile que deje de molestarme —dije mientras me relamía los labios en busca de migajas.
Melissa sonrió y se retiró hacia otra de las mesas que atendía.
Me encontré siguiéndola con la vista para ver si lograba tener una mínima idea de quién podía haberme enviado todo esto.
Cuando regresé mis ojos hacia la mesa, me sorprendí al encontrar a alguien parada frente a mí.
Lo primero que vi fue sus pechos cubiertos por una camiseta informal, subí la vista para ver su rostro: cabello color chocolate claro, ojos claros y con pestañas largas, labios rosados, nariz recta y un perfil como de diosa griega.
Laura no se había equivocado cuando dijo que ella era linda; tenía que estirar mi cuello para poder verla.
— ¿Eres tú Brittany S. Pierce? —Preguntó con un fuerte y marcado acento italiano pronunció mi apellido como Piercss, en vez de Pierce como la mayoría suele hacer.
Parpadeé momentáneamente.
—Soy Britt —dije levantándome y ofreciendo mi mano para que la tocara.
Me dio una sonrisa de lado y, tomando mi mano, la llevó hasta su boca para darle un beso.
Jamás habían besado mi mano y menos una mujer.
—Encantada —murmuró retirando sus labios—Marley Rose Lamento el retraso, tuve problemas en levantarme. Mis horas están atravesadas todavía, pienso recompensártelo.
Tragué saliva.
Noté que me observaba descaradamente de pies a cabeza. Se detuvo un largo rato apreciando mis piernas y recorriendo cada parte de mi cuerpo con sus ojos.
Me ruboricé y aparté la mirada.
— ¿Con hambre? —preguntó al ver todos los postres que estaban en mi mesa.
Mi cara se puso de nuevo como tomate.
Antes de que pudiera responder algo, la camarera, Melissa, apareció ante mí con una nueva carga de postres.
—Estos están recién hechos —dijo ella depositando rebanadas de artísticos y detallados pasteles de varios sabores. La mesa estaba llena y ya no cabía ningún otro plato más.
— ¿Les gustaría trasladarse a otra mesa? —Nos preguntó ella—Todavía falta traer varios.
Marley alzó ambas cejas y yo miré horrorizada en dirección a los camareros que venían detrás de ella: eran tres, y todos tenían bandejas llenas con la repostería del lugar.
Mierda.
—Wow, a eso llamo yo tener un grande appetito. Me siento impresionada —murmuró; un hermoso hoyuelo se le formó en la comisura del labio cuando sonrió para mí.
Me temblaron las rodillas.
No se podía negar que las chicas guapas siempre me causaban esta impresión.
— ¿Y esta vez por qué me traen más? —le pregunté disimuladamente a Melissa.
—Dice que con una sola cucharada no basta —respondió ella.
De nuevo me encontré buscando entre la gente a la posible acosadora en potencia que me estaba enviando todo eso, pero nadie parecía una posible candidata (o al menos no una guapa).
Miré a Marley, que acababa de sentarse en la mesa, y comenzó a devorar el brownie con helado. Lamió la cuchara con avidez y la saboreó con delicadeza y lentitud.
— ¿No vas a comer? —dijo ella cuando notó que yo no la acompañaba.
Me senté en la silla de enfrente, y les hice un gesto a los camareros para que dejaran los platos en otra mesa. Ellos obedecieron inmediatamente.
—Laura me dijo que eres la hija de su prometida, no sabía que ella se iba a casar —confesé mientras miraba los postres de una forma dudosa. Finalmente me comí un trozo de pan de banana que se encontraba casi al borde de la pequeña mesa redonda.
—Ujum —dijo Marley, ella comía con gusto, como si estuviera famélica y no hubiera comido en días—. Ella se comprometió con mi padre hace seis meses; la adoro completamente es una de las pocas mujeres que conoce bien mis gustos.
Cuando terminó de decir eso, me miró con intensidad y concentración.
Se relamió la boca y se mordió los labios.
Desvió la vista y continuó comiendo como si nada.
— ¿Qué te dijo ella de mí? —preguntó de repente.
—Me dijo que no conocías la ciudad y que más me valía no llevarte a ningún sitio donde vendan pastas —bromeé, la voz me temblaba—Hablando de a dónde ir, ¿tienes algún lugar en mente que quieras visitar?
Ella hizo de nuevo ese gesto de quedarse por más tiempo con la cuchara entre los labios.
—Giardini
— ¿Giardini? ¿Quieres visitar a giardini?
Ella asintió con la cabeza.
¿Qué o quién era giardini?
Para no quedar como tonta sólo asentí y le sonreí; mientras ella seguía comiendo, aproveché y me conecté a Google desde mi celular me fui directo al traductor.
—Oh, ¡jardines! —Dije triunfalmente—, ¿quieres visitar los jardines?
Santana se relamió los labios y comenzó a reír.
De repente me miró como si yo fuera la cosa más divertida que haya visto.
— ¿Visitarlos? —Volvió a reír—Lo que tengo pensado no es una visita.
— ¿Ah, no?
—No. Vamos, acompáñame. Andiamo!
Se levantó de su asiento y estiró su mano para tomar la mía.
Me puse de pie y le permití sacarme del café.
Antes de poder salir directo a la calle, Melissa, se plantó frente a nosotras y me detuvo al instante.
— ¡Espera!
—No más postres —gruñí, cansada.
—No, no. No es eso —Ella metió la mano dentro de su delantal blanco y sacó una servilleta que llevaba doblada dentro del bolsillo. Me la entregó— Ella te manda esto.
Dicho eso, ella se retiró, no sin antes recorrer con la vista el cuerpo de Marley.
Miré la servilleta en mi mano y la desenvolví.
Espero haberte endulzado la mañana lástima que ya estabas acompañada y que no era yo quien tuvo el honor de mirar tus labios en cada postre.
Te veré pronto, Brittany Llevarás el vestido blanco que te compré.
Terminé de leer la nota y parpadeé varias veces.
¿Quién la había enviado?
Alcé la vista para encontrar a Marley recostada contra la puerta principal, mirándome atentamente y esperando por mí.
— ¿Vamos? —preguntó.
Asentí y caminé hacia ella.
—Pide un taxi —le dije, aún estaba sorprendida por la nota. ¿Vestido blanco? Pensaba que Rachel me lo había enviado para jugarme una mala pasada, pero al parecer no fue así.
Marley hizo como le pedí, y antes de entrar al vehículo, volteé hacia atrás esperando encontrar alguna pista de quién podía ser la chica misteriosa, y, cuando pensaba que no vería a nadie o nada importante, mis ojos se detuvieron en los ojos de alguien que me miraba atentamente.
Estaba parado frente a la puerta de vidrio del hotel, tenía las manos metidas en los bolsillos de su pantalón, y cuando sonrió al ver que yo lo había notado, un escalofrío me recorrió el cuerpo.
No era una chica misteriosa sino un chico misterioso.
Me quedé boquiabierta por un momento y rápidamente recuperé la compostura. No me acerqué a él y, en su lugar, me di la vuelta para entrar al taxi.
Tragué saliva y le di un vistazo por última vez antes de que el auto se pusiera en marcha Sam seguía sonriendo, su apariencia era la de un lobo amenazador a punto de tener a su presa entre sus afilados dientes, acorralada, y justo donde la quería.
No había ni una sola gota de duda en mi mente para saber que la presa era yo.
Me sentía congelada, aterrorizada como jamás estuve en la vida. Pensé que Sam me dejaría en paz, que no se atrevería a acercarse a mí después de que su tío le apuntara con una escopeta, pero al parecer, y como siempre hacía, me había equivocado.
— ¿Estás bien? —preguntó Marley a mi lado. Parpadeé confundida.
—Mmm… sí, todo bien —me obligué a decir. El color se fue de mi rostro, mi corazón latía fuertemente contra mi pecho. ¿Qué hacía Sam allí, en el hotel? ¿Estaba siguiéndome?
Bueno, era obvio que lo estaba haciendo. Nunca imaginé que Sam resultaría un acosador de primera.
Repentinamente me sentí enferma y con ganas de vomitar.
—No te miras bien ¿Quieres que nos detengamos?
Negué con la cabeza y tragué el nudo que se estaba enrollando en mi garganta.
—Vamos a los jardines —dije mientras limpiaba el sudor helado que recorría mi frente.
El taxista estuvo batallando con Marley durante todo el camino. No había muchas ubicaciones de jardines por la zona, así que ni el hombre, ni yo, entendíamos a dónde quería ir.
Finalmente quedamos en pasar por una plaza localizada en el centro de la ciudad, según Marley eso también serviría. ¿Para qué? No sé.
— ¿Alguna admiradora del que deba preocuparme? —habló la italiana en mi oído después de unos minutos. Me sorprendí al tenerla tan cerca.
— ¿Por qué piensas eso? —Puse algo de distancia entre las dos.
Ella bajó la vista hacia mis manos, en donde aún tenía enrollado entre mis dedos la servilleta que me hizo llegar Sam a través de la camarera.
Rápidamente la solté y fue a parar a mis pies, en donde la observé con temor.
Las palabras, llevarás el vestido blanco que te compré, eran las únicas visibles ya que el papel se dobló.
Cuando alcé la vista para ver si Marley había leído algo de eso, me sobresalté al notar que sus ojos estaban fijos en mis muslos descubiertos, y que no estaba disimulando la lujuria que cruzó su mirada.
Me ruboricé y traté de bajar la escasa tela para cubrirme las piernas pero no servía de nada.
Marley se dio cuenta de lo que hacía y carraspeó su garganta.
— ¿Entonces? ¿Es admiradora o no? —su acento parecía un concentrado fuerte y abrumador para mis oídos. La vi relamerse los labios.
—No es una admirador a—dije, Sam es un jodido acosador.
—Si estás segura…
Asentí y continué viendo a través de la ventana, ignorando la forma en la que Marley estaba comiéndome con la vista. Me hacía sentir incómoda.
Mientras mis pensamientos se dirigían al caos que era pensar en Sam, mi celular sonó, avisándome que tenía un nuevo mensaje de texto:
« Recuerda que hoy en la noche hay reunión familiar en casa de tu tía. Llevo amuletos de la buena suerte porque los necesitaremos. Besos. Mamá »
Iba a responder cuando otro mensaje llegó aproximadamente dos segundos después.
« PD: Un hombre extremadamente guapo vino a pedirme que le leyera la mano. Lo invité la cena de esta noche, tal vez a tu padre le den celos y lo haga pagar por todos los años que robó de mi juventud y que me separaron de mi verdadera alma gemela… cruza los dedos por mí, linda ;D »
Rechiné los dientes. Había olvidado las famosas cenas familiares que hacíamos una vez al mes.
Estaba tan cansada de fingir que me divertía jugando a la casita feliz ante la tía Shelby o el tío Victor. Ellos eran aburridos y estaban cegados por lo que creían de Rachel, su hija perfecta. Incluso cuando ella les dijo que era una ninfómana sin remedio, ellos me culparon, alegando que yo la había obligado a decir todo lo que dijo aquel día cuando la amenacé con un arma de burbujas.
De pronto me entraron ganas de llorar.
Me merecía una fiesta de lágrimas y autocompasión. Primero, porque estaba sin Santana, luego viene el acosador de Sam, también está Rachel y su completa hipocresía conmigo.
Estaba harta.
Sin darme cuenta comencé a sollozar mientras mis ojos seguían fijos hacia nada en concreto.
Quería empaquetar a esos tres en un solo combo y mandarlos lejos, tal vez a Madagascar.
— ¿Estás bien, Brittany? —Marley me tomó de los hombros al notar que la que hacía ruidos de foca era yo. Me giró para que la viera a la cara.
Sollocé aún más fuerte. Tenía tantas ganas de llorar que, me parecía imposible no hacerlo.
— ¿Brittany? —se podía oír la preocupación en su voz.
Yo no podía dejar de llorar y de hipar como si estuviera padeciendo algún tipo de dolor físico. Estaba haciendo el ridículo pero por alguna razón no podía parar.
Marley me tomó de la cintura y llevó un brazo bajo mis rodillas, levantándome con facilidad y poniéndome sobre su regazo.
Metió mi cabeza en su cuello y comenzó a dar besitos en mi nuca mientras yo me deshacía en lágrimas que terminaron empapando su camiseta.
La escuché murmurar algo al taxista y después sentí su cálido aliento susurrándome palabras en italiano.
Me recuperé lo suficiente como notar que el taxi se había detenido y que ahora estábamos esperando a que el semáforo cambiara a verde.
Me retiré del cuello de Marley y me limpié las lágrimas derramadas. Rápidamente noté que una de sus manos estaba acariciando desde mi rodilla, subiendo hasta mi muslo, y entrando por unos centímetros bajo mi falda. Me erguí rápidamente.
—Marley yo... —iba a decirle que no se llevara una idea equivocada de mí, y que por favor quitara sus manos de mi cuerpo, pero ella puso uno de sus dedos en mi boca y me obligó a callar.
—Tienes una piel tan suave y cremosa, provoca tocarla todo el día —susurró con una voz caliente, sedosa e hipnótica; se remojó los labios con la punta de la lengua.
Mi boca se abrió ante sus palabras, no sabía muy bien qué iba a decirle pero sí sabía que tenía que bajarme de sus piernas y aclararle la situación.
—Mira, no sé qué te haya dicho Laura de mí, pero… —Marley me sujetó de la barbilla y acercó mi rostro al suyo. Como si fuera una escena en cámara lenta, pude ver cuando ella sacó su lengua y lamió mi labio inferior.
Intenté echarme para atrás pero me retuvo sin ningún problema, y terminó por pegar sus labios con los míos. Su mano seguía subiendo por mi muslo pero rápidamente la tomé y la detuve de subir más arriba. Su boca intentó separar la mía para darle entrada a su lengua, pero no cedí. Esto se sentía tan mal y equivocado.
Pronto escuché al taxista murmurar algo, pero un movimiento brusco la detuvo.
El taxi comenzó a moverse y repentinamente alguien estaba abriendo la puerta del lado en donde Marley se encontraba.
Lo único que sentí fue un jalón increíblemente fuerte. Pensé que me iban a arrancar la mano.
Un minuto atrás yo estaba sentada en las piernas de Marley, besándola en el interior del taxi. Y ahora estaba afuera, con los pies en el suelo, en medio de una calle llena de autos que esperaban a que el semáforo cambiara.
Todo sucedió tan rápido que me mareé y perdí el control de los altísimos zapatos que llevaba. Mis rodillas tocaron el pavimento.
— ¿Entonces sí eres tú, Brittany? —escuché que preguntaron.
Esa misma alguien me impulsó hacia arriba, a su lado.
Lo primero que vi fue… Bueno, no la vi, la olí. Y era tan deliciosa que se me hizo agua la boca.
— ¿Quién es esta imbécil a la que estabas besando? —exigió la misma voz de antes.
Yo continuaba desorientada y al borde de vomitar todo lo que comí en la mañana.
No podía ser. No podía ser ella.
Me estaba acosando, sin duda.
— ¿Disculpa? —Marley salió del taxi hecho una furia.
Los autos detrás de nosotras comenzaron a sonar sus bocinas.
—Santana… —tartamudeé—No es lo que tú crees…
— ¿No es lo que yo creo? —respondió ella, enojada La vena de su cuello parecía que iba a explotar en cualquier segundo. No entendía qué era lo que hacía aquí.
— ¿Qué haces aquí de todos modos? —le pregunté, tratando de alejar su mano de la mía ella sólo la apretó más fuerte para que no huyera de su lado.
— ¿Que qué hago aquí? —Gritó— Venía hablando con Noah en el auto —señaló a un Noah tímido que trataba de estacionar su camioneta blanca en la acera para que los demás autos pudieran pasar—, de repente me dice que mire la escena que está haciendo la pareja metida en el taxi, ¿y qué descubro? Que la chica, a la que prácticamente están desnudando en la vía pública, eres tú. Ahora explícame quién es esta imbécil para que no tenga que partirle la cara a una completa desconocida sino a una cuyo nombre sé.
— ¿Quién es ella, Brittany? —Marley se paró a mi lado para enfrentar a Santana.
—Yo, soy la novia de Brittany, semejante pedazo de mierd…
— ¡Santana! Baja tu tono y suéltame deja pasar a los demás —chillé.
Los conductores no dejaban de gritarnos groserías y de enseñarnos su tercer dedo, todo porque nosotras ocupábamos la mitad de la calle.
— ¿Por qué la estabas besando? —Santana ignoró lo que le dije— Y eso que me dijiste hace unos días que no estabas saliendo con nadie ¿Ella es nadie?
—Oye, maleducada —dijo Marley—, la señorita está conmigo ahora suéltala.
—Oh, vaya ¡Hasta italiana nos salió la mujer! Explícame una cosa: ¿quién te dio el derecho de besar así a mi mujer?
Abrí mucho los ojos y volví a resbalarme en el suelo gracias a los zapatos.
— ¿Tú mujer? —Marley gritaba ahora— Figlia di puttana!
Eso no se escuchó para nada bueno.
Tragué saliva y me puse de pie lentamente.
— ¿Me acabas de llamar hija de puta? Oh no, no lo hiciste—Santana se preparaba para lanzar un golpe pero me puse frente a ella ¡Esta era la hijastra de Laura a la que quería golpear! Si le pasaba algo a su bello rostro seguro y me echaban la culpa a mí ¡Ella era capaz de despedirme!
— ¡Santana, detente!
— ¿Por qué, siquiera, sales con esta idiota, Brittany? —me preguntó ella a mí.
—Apenas la acabo de conocer —por alguna razón quería justificarme ante Santana Pero fue un error haberle dicho aquellas palabras; su mandíbula se apretó y su respiración se aceleró de un momento a otro.
— ¿Acabas de conocerla y dejas que te… repase en el asiento trasero de un taxi? ¡Ni siquiera tiene vehículo propio!
— ¡Yo no dejé que me repasara! —Grité enojada—, de todas formas, ¿por qué te importa lo que yo haga o deje de hacer? No eres nada mío y definitivamente yo no soy tuya.
Marley rió en voz alta.
Yo la fulminé con la mirada y me fui a parar frente a ella.
—Tampoco soy nada de ti No sé qué te dijo Laura, pero yo no soy ninguna clase de acompañante sexual o dama de noche ella me pidió que te mostrara la ciudad porque se supone que no la conocías; nada más. No tenías por qué haberme besado o sobrepasarte de la manera en que lo hiciste. Y si ustedes dos ya terminaron de pelear como dos perras que necesitan marcar su territorio, yo me largo de aquí.
Comencé a caminar pero era obvio que no iban a dejarme en paz; Santana se apresuró a tomarme del brazo e intentó meterme en el coche de Noah.
—Tú te vienes conmigo —gruñó ella— con esa falda cardiaca puedes provocar demasiados accidentes de tránsito.
Me arrastró unos cuantos pasos antes de que me zafara de su agarre.
—No quiero irme contigo Si nos disculpas, Marley y yo tenemos un lugar al que ir.
Seee, yo era obstinada.
Estaba por tomar la mano de Marley, cuando Santana me tomó de la cintura, y un segundo después ya me tenía subida a su hombro derecho.
—Cuando yo digo algo, quiero que obedezcas.
—Baja a la señorita —dijo Marley de forma calmada.
Santana se dio la vuelta para enfrentarla cara a cara.
Sentí sus músculos tensarse y, de repente, me bajó al suelo en donde me tambaleé.
— ¡¿Le estabas viendo el trasero a mi novia?! —gruñó ella, como animal salvaje.
—No hay ley que me diga que no puedo hacerlo —fue la simple respuesta de Marley Oh, a ella le encantaba provocarla—Además, tiene uno muy bonito, y por lo que pude tocar… también suave.
¿Es que acaso Marley quería morir?
¿Y por qué Santana se ponía celosa si, en resumen de lo que me dijo en su departamento, ella ya no quiere tener nada conmigo?
—Tal vez tú no lo sepas —le respondió ella a Marley, su voz sonaba calmada y pausada— pero hay una razón por la que soy tan posesiva con ella, y es porque lleva a mi hijo en su vientre.
Ay no, comenzábamos de nuevo con eso.
— ¿Por qué será que no te creo? —dijo Marley cruzándose de brazos.
—Que me creas o no, no es mi problema —y diciendo eso, Santana me agarró de la cintura, y en vez de llevarme en su hombro, me cargo en brazos hacia el vehículo de Noah Dejando a Marley atrás.
— ¡Ve directo al hotel! —le grité si ella se perdía iba a ser mi culpa.
Ella sonrió de lado.
—Sea donde sea que ella te lleve —respondió Marley— te seguiré.
Santana detuvo su paso y la fulminó con la mirada.
—Mira, cabrona, si te atreves a volver a mirar así a mi novia, voy a tener que mandar tus tetas de vuelta a Italia ni siquiera se te ocurra hablarle por el resto de lo que te quede de vida, o vuelves a casa sin tetas.
Marley no volvió a discutir con ella.
***
— ¿Me vas a bajar ya? —pregunté por enésima vez.
Santana suspiró y le subió el volumen a la canción de 30 Seconds to Mars que Noah tenía en modo de repetición.
—No.
Para confirmar sus palabras, empujó mi espalda contra sus pechos, lo hacía como si intentara fusionar nuestros cuerpos.
Me puse nerviosa y miré disimuladamente a Noah que continuaba ignorándonos desde que Santana me subió a su camioneta.
—Dejé a Marley sola, Mi jefa me va a despedir.
—No si la denuncio primero ¿Qué clase de jefa te obliga a besuquearte con una desconocida?
Ahora era mi turno de exhalar con fuerza.
—Ella no me obligó a besarla, Lo hice voluntariamente.
—Brittany, por favor no sigas diciendo cosas como esa me duelen.
Noah silbó parte de la canción e intentó mirar a todas partes menos a nosotras Él manejaba hacia una dirección que yo no conocía. Las casas de esa zona eran realmente grandes y lujosas.
Me removí en mi lugar (que era en las piernas de Santana) y sentí cómo ella se tensaba debido al movimiento.
Llevábamos quince minutos de camino, pero en ningún momento me quiso bajar de su regazo.
Yo, por mi parte, estaba furiosa.
—Me parece perfecto que te duelan —dije de mal humor—. A mí me dolió cuando me corriste de tu casa. O cuando dejaste muy en claro que no querías nada conmigo. O cuando no supe nada de ti durante semanas, o cuando…
—Está bien, Soy una idiota. Anda, dilo.
—Eres una idiota —dijimos Noah y yo al mismo tiempo.
Le sonreí con simpatía al guapo amigo de Santana.
—Noah, si no estuvieras con Rita, tú y yo podríamos perfectamente salir —dije hablando totalmente en serio.
Noah se tensó.
Santana se tensó.
Yo sonreí.
— ¿Hablas en serio? —Dijo Santana—, ¿no quieres regresar conmigo?
—No, Santana No quiero regresar contigo.
—Bien Noah, detén el auto dejemos que Brittany se baje en la próxima cuadra.
— ¿Qué? ¿Estás segura? —preguntó Noah.
Torcí la mandíbula y me tragué mi orgullo Santana de nuevo volvía a correrme de otro lugar.
Perfecto… si eso era lo que quería, bien.
—Déjame aquí —ordené.
Noah maniobró el vehículo para poder acercarse hacia la acera de la calle.
Cuando se detuvo, Santana abrió la puerta y me bajó con cuidado de su regazo, colocándome en el asiento de la par.
—Toma un taxi Te doy el dinero —comenzó a meter la mano en su bolsillo, pero la detuve.
—No lo quiero.
Me bajé del vehículo y, una vez de pie, alisé las arrugas de mi falda.
—Santana, no creo que deberíamos dejarla… —empezó a decir Noah.
Ella alzó un dedo y Noah cerró la boca.
—Voy a estar bien —quise tranquilizarlo pero la realidad era que quería echarme a llorar y golpear repetidamente la cara de Santana.
Era una tonta.
¿Y la peor parte? Estaba demasiado enamorada de ella.
—Aun así yo creo…
—Vamos a llegar tarde —dijo Santana.
Cerró la puerta del auto y esperó a que Noah se pusiera en marcha.
Con la mirada traté de decirle que estaba bien. Que no importaba, que no me estaba destruyendo por dentro aunque la realidad fuera otra.
Después de unos minutos él asintió con la cabeza, y comencé a ver cómo se marchaban sin mí.
Cuando ya no pude verlos en la distancia, el terror me invadió por completo.
¡Una Burra!
Eso era Santana: una yegua bastarda, insensible, descuidada.
¡Me dejó sola en medio de una calle que no conocía! Ni siquiera pude decirle sobre lo que Sam estaba haciendo, que seguramente él andaba por ahí libre, tal vez siguiéndome en estos momentos; y yo aquí, en mi falda ultra corta y con zapatos en los que apenas podía caminar.
Tragué el nudo de mi garganta y me obligué a dar unos dolorosos pasos más para intentar ubicarme y encontrar algún medio de transporte.
Si hubiera sabido que Santana me dejaría botada, me habría asegurado de quedarme con Marley, a pesar de que me pareció completamente inapropiado lo que hizo. Pero era mejor que esto.
De verdad que comenzaba a odiar a Santana.
Si se quería asegurar de que me apartara de ella, pues no se hubiera preocupado tanto, porque de mi parte, yo no volvería a acercármele jamás.
Maldita arrogante.
Mientras caminaba, un escalofrío me recorrió el cuerpo. Algo andaba mal, eso, o ya empezaba a sentirme paranoica en cuanto a Sam.
Casi no había gente caminando por la calle. La mayoría pasaba en su propio vehículo con vidrios polarizados y a máxima velocidad.
Marley dijo que me seguiría, puede que no le haya tenido miedo a la absurda amenaza de Santana y ahora venía, como toda princesa, a mi rescate.
Iba a buscar mi teléfono para hablarle a quien sea que pudiera venir a recogerme, cuando me fijé que no tenía conmigo mi celular. Ni siquiera tenía mi cartera. Lo que a su vez significaba que no tenía nada de dinero.
¿Dónde pude haberla dejado? ¿En el taxi?
Ahora sí que el terror se instaló en mi cuerpo pero había varias soluciones para mi problema, podía pedir un taxi, ir a casa de mamá y suplicarle que me lo pague.
Sí, eso haría. Después me pondría a llorar por la pérdida de mi teléfono.
Estaba a punto de doblar en una esquina, cuando gruesas gotas de lluvia comenzaron a caer del cielo.
Parecía como si la naturaleza estuviera conspirando en mi contra. Solo faltaba la música de fondo para acompañarme en mi melancólico viaje… o que Rachel se apareciera flotando en el aire, con una cola y dos cuernos, diciéndome que me va a torturar. Esa sería la cereza del postre.
Me dieron escalofríos de solo imaginarme que tendría que verla esta noche.
Líbranos del mal, Señor. O mejor, líbranos de Rachel, porque ella era capaz de hacer mi vida un infierno si la dejaba hacerlo.
Como la lluvia continuó aún más fuerte, me refugié bajo el alero de una tienda que vendía ropa para bebés, desde la vitrina se podían ver varios trajecitos, uno de ellos se parecía al que Noah me había regalado cuando pensó que estaba embarazada.
“Si piensas que soy lindo, deberías ver a mi mamá”.
En medio de todo este caos, sonreí para mis adentros.
Los truenos no tardaron en aparecer y temblé ligeramente ante la perspectiva de quedarme por más tiempo sola y abandonada como un perro callejero.
Cuando pensaba en tener que caminar bajo la lluvia, un Audi Q3 de color gris se detuvo en la acera frente a mí. Sonó la bocina tres veces y luego bajó la ventanilla.
Mi corazón se aceleró al ver de quién se trataba.
—Britt, sube aquí, rápido —habló Santana, tuvo que gritarlo porque apenas y se podía escuchar en medio de la tormenta.
En primer lugar: arma un show de celos con Marley, y en segundo, me deja botada en medio de un sitio completamente desconocido para mí.
La sangre de mis venas se sobrecalentó.
Me crucé de brazos y decidí ignorarla.
Ya sé que debería dejar de ser orgullosa y subirme al estúpido auto pero, no podía. La odiaba en estos momentos. Las razones salían sobrando.
— ¡Te vas a congelar! ¡Sube ahora! —volvió a gritar.
Le di la espalda y comencé a caminar bajo la lluvia.
Escuché la puerta del auto ser abierta y cerrada con rapidez.
A los segundos, una mano estaba tomándome del brazo y me hizo detenerme.
—Entra al auto conmigo —exigió ella.
Ni siquiera protesté, el agua ya se estaba colando en mi ropa interior y probablemente estaría discutiendo con Santana todo el día, así que la dejé guiarme hacia el vehículo.
Ella se aseguró de meterme en el interior, y no se preocupó de que mojara sus asientos, porque estos estaban tapizados en cuero.
La vi dar la vuelta para subir al lado del conductor, y se metió con facilidad.
No le dije nada. No quería hablarle.
Ella, por su parte, se quedó con las manos puestas en el volante, viendo hacia el frente, sin poner en marcha el vehículo.
—Lo siento, Brittany —dijo después de varios segundos en silencio.
— ¿Por qué lo sientes? ¿Por ponerte verde de los celos con Marley? ¿Por bajarme del auto de Noah para dejarme botada en medio de un lugar que no conozco para nada? ¿Por ser una completa idiota con cara de foca?
—Lo siento por todo —suspiró audiblemente. Pronto puso el coche en movimiento y nos llevó hacia la carretera, siguiendo la misma calle por la que lo vi perderse con Noah hace unos minutos atrás.
— ¿Por qué viniste por mí? —pregunté curiosa—. ¿Y de quién es este coche? ¿Cómo hiciste para venir a buscarme en tan corto tiempo?
Ella me miró de lado y luego encendió la radio.
La suave y cremosa voz de una mujer comenzó a envolver el aire dentro del vehículo.
—Este es el bebé de Noah, lo usa para eventos especiales. Tuve que prometer que le donaría un riñón a cambio de prestármelo —respondió con calma— Fui una cobarde y una hija de puta por dejarte sin compañía, con esa falda —miró la falda en cuestión— bajo la lluvia y con esas hermosas lágrimas que querías detener de tus ojos pero es que me puse celosa por el comentario que hiciste de Noah ¿De verdad desearías salir con él y no conmigo?
Me encogí de hombros.
—Sé con seguridad que él nunca me dejaría con un psicópata suelto.
— ¿Qué?
—Mira, olvida lo que dije ahora entiendo me costó darme cuenta pero ahora lo sé.
— ¿De qué hablas? —me preguntó.
—Hablo de que por fin entendí que me debo apartar de ti. Me lo estuviste diciendo tantas veces pero hasta hoy logro reaccionar. Prometí no volver a buscarte así que espero de ti la misma cortesía.
Santana estacionó repentinamente frente a una casa que parecía mansión. Tenía cientos y cientos de metros con césped del mejor cuidado.
—Brittany, por favor… perdóname. De todo lo que he echado a perder en mi vida, lo nuestro es lo único a lo que le veo salvación. Regresé por ti porque sé que soy una idiota, y no te tuve que dejar en ningún momento sola. Te quiero demasiado como para no sentir la necesidad de protegerte. ¿Qué quieres que haga para que entiendas que por ti haría lo que sea?
Sopesé sus palabras.
¿Se fue porque estaba celosa de Noah?
Suspiré de manera dolorosa.
Ella dijo que me vio a punto de llorar, ¿y aun así me abandonó a mi suerte?
—Dime algo, por favor. Dime que me odias, dime que soy una idiota perdedora, pero por favor dime lo que sea.
Tragué saliva antes de responder.
—Ya no tiene caso que te sigas disculpando, Santana Solo… —me callé para evitar soltar un quejido— solo llévame a casa No tengo ánimos de seguir con esto.
—Primero entremos a casa de Noah —señaló hacia la mansión en donde nos detuvimos—. Para que te seques y tal vez la hermana de él tenga ropa que te quede y pueda prestarte. Luego te llevo a donde quieras.
Asentí porque no quería discutir con ella.
Entramos con el auto hacia el interior de la casa, alguien nos abrió el portón para dejarnos pasar, y pronto Santana estacionó frente a la enorme y moderna mansión.
No había otra palabra para describirla. Era… lujosa.
— ¿Por qué Noah toca en una banda si perfectamente puede comprarse una? —pregunté anonadada.
—Porque quiere triunfar por sus propios medios. Lo entiendo.
Volví a dirigir mis ojos hacia el espectacular diseño del lugar; era increíble.
—Entremos —dijo Santana.
Salimos del coche sin decir una palabra más; corrimos bajo la lluvia para refugiarnos en el interior, y Santana me abrió la puerta principal.
Lo primero que veías al entrar, era un juego de escaleras de… ¿vidrio? Sí, vidrio, empotradas en la pared. Los suelos eran de madera, y varias alfombras con colores cálidos y diseños intrincados le daban vida al lugar; por lo general este tipo de casas eran frías e impersonales, pero todo aquí gritaba acogedor y bien decorado.
Habían fotos en blanco y negro de Noah con toda su familia. Eran tomas perfectas y bien enfocadas.
— ¿Te gusta? —me susurró Santana Noté que ella no dejaba de verme de pies a cabeza.
Me hubiera sonrojado si no recordara que estaba enojada con ella.
Fue cierto todo lo que le dije en ese vehículo. No la iba a molestar jamás.
Y en caso de querer algo conmigo, iba a tener que ser ella quien me buscara a mí, no al revés.
Ya nada volvería a ser como antes, Jamás.
Asentí con la cabeza ella no dijo nada y se limitó a guiarme por la escalera de vidrio, subí emocionada por lo que iba a encontrarme más arriba. Me condujo hacia una sala familiar con vista a una terraza, y de allí nos trasladamos a un amplio pasillo en donde pasamos unas tres puertas hasta que nos detuvimos en la última y la abrió para mí.
— ¿Esta es toda la casa? —no pude evitar preguntar.
—No, Son dos alas, esta es la primera, aquí duermen Noah y sus hermanos. En la otra sus padres.
Wow.
—Puedes cambiarte aquí —dijo ella dándome paso hacia la habitación.
Era enorme, así como todo el lugar, lujoso y minimalista. Una cama ocupaba la mayoría del espacio, y un ventanal, de piso a techo, estaba ubicado casi a la par.
—Dame tu ropa, la llevaré a secar.
— ¿Qué? ¿Quieres que me la quite frente a ti? —respondí sarcásticamente como mis zapatos me estaban aniquilando, me quité uno y después el otro.
Santana no dejó de verme en todo ese tiempo me acerqué a la ventana, esperando a que se marchara y me permitiera cambiarme en paz.
—Nena, no voy a ningún lado —dijo con voz ronca me giré para verla justo cuando se quitaba su camisa empapada me quedé sin aliento—Además, creo que has estado exhibiéndote toda la mañana con esa cosa que te pusiste.
Se refería a mi falda.
Bajé la vista para verme la tela ya se había pegado a mi piel, revelando el contorno de mi ropa interior con encaje; hasta mi blusa de color blanco ya parecía una segunda piel, el chaleco me tapaba lo necesario pero de ahí era poco lo que se dejaba a la imaginación. Fue un verdadero milagro el que Sam no me haya seguido porque me vería en serios problemas.
—No quiero que te la vuelvas a poner —me exigió.
Inhalé bruscamente, indignada.
—Pues te aviso que no tienes ningún derecho sobre mí los perdiste todos hace mucho tiempo.
— ¿Sabes cómo te miraba esa imbécil con mal acento italiano? Te miraba como si le pertenecieras a ella Y aún no me explicas por qué la besaste, No me gustó para nada.
Resoplé.
— ¿Eres bipolar? Dímelo ahora porque te juro que no te entiendo —me quejé—, primero actúas toda posesiva conmigo, después me tratas con frialdad, ¿y ahora vuelves a ponerte celosa y a querer darme órdenes? Tengo una sola palabra para ti: JO-DE-TE.
Después de decirle eso me sentí tan atrevida que, sin importar que ella todavía estuviera ahí, me quité el chaleco de mezclilla, luego la blusa y la lancé contra el suelo, quedándome en mi sujetador color beige.
Santana recorrió cada trozo, cada poro de mi piel.
Se pasó la mano por el cabello, se lo jaló y por último dio un grito exasperado.
—La única razón por la que te pedí bajarte del auto fue porque no soportaba verte congeniando con Noah Odio, repito, ODIO verte con otra mujer que no sea yo. ¿Si soy posesiva? Me importa un carajo si lo soy o no. Te pertenezco, Brittany Creo que no has captado lo mucho que te deseo desde que te conocí. Deseo morder cada pulgada de tu cuerpo, hacerte mía y tenerte en lo más profundo de mi ser. Me vuelves loca Quiero golpear a la idiota malnacida que besó los labios que sólo yo tengo permitido besar… pero trato tan fuerte de contenerme que, simplemente no sé por cuánto tiempo más voy a aguantar. Ahora, lo que más deseo en medio de este descontrolado mundo, es darte un beso que no te deje respirar y darle buen uso a esa cama detrás de ti.
Tragué saliva.
Volví a tragar con fuerzas.
Me relamí los labios y finalmente dije:
—Entonces hazlo, Te estoy dando mi autorización para que lo hagas llévame a la cama, Santana.
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Hola Hola!
Bueno en un rato vengo a dejar otro capitulo espero que les guste esto se viene lo WANKY ;)
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
holap dan,....
marley se esta salvando que san no le de una patada en el culo y la mande a Italia sin escala!!!!!
amo los celos de san y lo posesiva que se pone,... pobre de britt y de punk que de cierta forma ligan el rebote por las acciones de los demás jajajaj
quiero mas quiero mas,.... amo lo wanky de las dos!!!!
nos vemos!!
marley se esta salvando que san no le de una patada en el culo y la mande a Italia sin escala!!!!!
amo los celos de san y lo posesiva que se pone,... pobre de britt y de punk que de cierta forma ligan el rebote por las acciones de los demás jajajaj
quiero mas quiero mas,.... amo lo wanky de las dos!!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Capítulo 24
POV Santana
Madre... mía.
¿Ella acababa de...? ¿Ella dijo...?
Oh, no tenía que repetirlo dos veces.
Me abalancé sobre su cuerpo, tomándola de las caderas y amando cada segundo en el que su piel caliente tocó la mía.
Mi boca se presionó en la suya en busca de un beso por el que era capaz de matar, un beso tan ardiente por el que armaría guerras y destruiría naciones enteras con tal de obtener.
Asomé la lengua y lamí sus labios posesivamente, recordándole quien era yo y obligándola a nunca olvidarme, dejando mi huella impresa por el interior de su boca. La besé tan duro para que, de ahora en adelante, no tuviera dudas de que ella era mía y solo mía.
El solo pensamiento de compartir a mi Britt, me hirvió la sangre.
Creo que le apreté más fuerte las caderas porque la escuché jadear/ronronear en mi boca.
Me separé para dejar que tomáramos aire, y pegué mi frente contra la suya.
—Entonces... —dije, tratando de recuperar el aliento, pero Dios, era una tarea titánica teniendo en cuenta que ella se encontraba semi desnuda, y que sus bonitos y redondos senos se pegaban a mis pechos cubiertos por solo un top deportivo cada vez que respiraba, era como si estuvieran tentándome a agarrarlos y chuparlos— ¿Aun estás dispuesta a conocer todos los usos que se le pueden dar a una cama?
Ella parpadeó y soltó lentamente el aliento, mientras yo pensaba en las mil maneras de arrancarle el sostén y la maldita falda que parecía un minúsculo retazo de tela que cubría únicamente las líneas donde comenzaban sus bragas.
Gruñí para mis adentros.
Fue exasperante ver cuando una jodida imbécil estuvo besándola como si le perteneciera.
Herví ante la imagen mental de recordarlas a las dos metidas en ese taxi Noah tuvo que convencerme de no matar a la estúpida miserable.
Dirigí mi boca al cuello de Britt, queriendo impartir castigo, queriendo imponerme; y ser posesiva era la única forma que tenía de demostrar lo demasiado que me importaba.
Amaba su cuello, aunque ella tal vez no se hubiera dado cuenta todavía, y la razón era sencilla: podía sentir cómo su pulso se aceleraba cada vez que la mordisqueaba o cuando mis dedos decidían hacer exploración por su piel.
— ¿Cuántos usos se le pueden dar a la cama? —preguntó ella de forma aturdida, su voz se escuchaba sedosa y fina como un hilo de seda.
Tembló ligeramente cuando mi mano bajó hasta su muslo, y le levanté una pierna a la altura de mis caderas.
Su falda estaba tan apretada y pegada al cuerpo debido a la lluvia. Yo era una semejante idiota por haberla abandonado, pero por suerte tenía al bastardo de Noah para hacerme entrar en razón y recordarme lo inmadura y ridícula que me estaba comportando.
Olí el cuello de Brittany, sin disimular mis pezones que estaban erectos.
—No me tientes a demostrarte las miles de cosas que podemos hacer en esa cama —susurré con voz caliente y anhelante.
—Quiero... —ella se relamió los labios, echó la cabeza hacia atrás cuando comencé a dejar besos húmedos en su clavícula—, quiero que me las muestres.
Gruñí, exasperada.
¿Por qué tenía que decirme esto justo ahora, cuando estábamos en casa de Noah, encerradas en la que una vez fue mi habitación cada vez que me quedaba de visita?
— ¿Estás segura de que quieres esto? —pregunté.
Mordió su labio inferior y asintió con seguridad.
— ¿Quieres que vuelva a repetir lo que te dije antes? —susurró ella—Llévame a la cama, Santana.
Me estremecí como cada vez lo hacía cuando mencionaba mi nombre con ese tono sexy y caliente… necesitado.
Si ella tan solo supiera la clase de persona de mierda que me sentía, que únicamente estando a su lado me permitía tener la esperanza de llegar a ser alguien mejor.
Devoré sus lindos y rosados labios y actué por instinto: rasgué el pedazo de tela que ella consideraba falda, dejándola caer al suelo, y llevé a Britt hacia la cama, acostándome y estirándome encima de su cuerpo. Alineé nuestras caderas y enredé mis dedos con los suyos y levanté sus brazos para que quedaran sobre su cabeza.
—Uso número uno —murmuré contra su boca—, hacer el amor hasta el cansancio.
Me perdí de nuevo en sus labios, luego besé su cuello y seguí deslizándome por sus senos, en donde su sostén me pedía a gritos que lo arrancara de forma primitiva.
—Creo… que… —jadeó cuando vio la atención que estaban recibiendo sus pechos—el primer uso… de la… cama… es dormir.
Negué con la cabeza.
—Oh no, nena si la gente pudiera elegir entre dormir y sexo, al menos el noventa por cierto de la población estaría de acuerdo conmigo y preferirían la segunda opción como uso número uno para una cama.
Aunque en realidad, cualquier superficie servía, pero no le dije eso.
Llevé mis dedos a la parte frontal de su sujetador, y tanteé el material para probar su resistencia. Luego, con ayuda de mis dientes, lo rompí y dejé que un par de hermosuras rosadas me saludaran.
— ¿Santana? —La escuché decir en medio de la bruma de deseo que me poseía— ¿Y si alguien entra? No cerraste la puerta.
Sonreí contra su piel.
— ¿Eso no lo hace más excitante, nena?
— ¡Santana!
—La cerré en cuanto pusimos un pie en esta habitación —dije para su tranquilidad. Y era cierto, nos encerré a ambas, arriesgándome a enojarla con tal de recuperarla. Estos días sin ella habían sido un infierno, pero era lo mejor Britt tendría que entender que alguien como yo solo era capaz de provocarle dolor. Estaba en mis genes, era normal sufrir para nosotras.
—Vas a tener que comprarme ropa nueva después de esto —se quejó de forma divertida—. Me debes una nueva falda y un nuevo sostén.
No la dejé continuar porque mi boca se ocupó de abarcar uno de senos. Lo lamí una vez y no necesitó de nada más para erguirse.
Volví a lamerlo y chuparlo.
Ella gimió.
Por los sonidos que hacía, era obvio que nadie nunca le había hecho algo como esto; y me gustó ser la primera Y quizás, si mi suerte no era tan jodida, la última.
Le presté atención también al otro seno, amando la forma en que su pezón se afirmaba para mí. Como todavía sostenía sus manos sobre su cabeza, pude sentir cuando comenzó a enterrar las uñas en mis dedos y en parte de la sábana.
—Admite que adoras mi cara de yegu —la provoqué un poco. Lamí varias veces sus pezones rosados.
Mmm… los sonidos que hacía para mí eran increíbles. Si pudiera grabarlos, lo haría, y los escucharía todo el tiempo.
Dejé besos húmedos por todo su cuerpo. Limpiando las gotas de lluvia que lograron traspasar su boca.
De pronto mi pantalón se sintió demasiado apretado. Me separé del cuerpo de Britt, y me quité cualquier estorbo entre su piel y la mía.
Cuando estuve totalmente desnuda, y ella me vio, enrojeció.
Pero había un problema. Ella todavía tenía puestas sus bragas.
Me puse en horcajadas, llevé mis pulgares a los extremos de la delicada tela, y antes de jalar para romperlas le dije a Brittany:
—Nena, vas a tener que añadir a la lista un par nuevo de bragas.
Entonces las rompí.
Ella se quedó boquiabierta. Sonrosada y a la vez excitada.
Separándome ligeramente de su cuerpo, absorbí cada parte de su hermosa silueta desnuda.
Era como si Brittany estuviera moldeada solo para mí.
Respiré hondo mientras la miraba atentamente.
—No me mires así —logró decir ella después de unos segundos.
— ¿Así cómo?
—Como si nunca hubieras visto a una mujer desnuda en toda tu vida.
—Es que no estoy viendo a una mujer, estoy viendo a una diosa.
De ser posible se sonrojó aún más fuerte.
—Deja de decir cosas como esa. Seguro que muchas chicas ya han escuchado esa frase; además, sé que no soy ni un tercio de lo hermosa que han sido tus otras acompañantes.
Oírla decir eso me enojó.
Cierto que yo tuve mis romances locos y desatados, pero ninguno me dobló sobre mis rodillas como Brittany lo había hecho.
—Puede que no te hayas dado cuenta todavía —dije con voz firme para que le quedara claro— pero tú tienes el control absoluto y completo de todo lo que soy. Nunca fui una chica celosa, hasta que te conocí. Nunca le conté a nadie sobre mi familia, pero contigo rompí el silencio. Y jamás necesité a alguien como te necesito a cada momento. ¿Qué más quieres que te diga para lograr convencerte? Metete en la cabeza que eres mía y que yo te pertenezco de igual forma. No soy de nadie más, nunca lo fui; te adueñaste de mí por completo.
Desaparecí el espacio que había creado entre ella y yo, y de forma furiosa la tomé de la cintura para levantarla y quedarnos de rodillas sobre la cama, viéndonos a los ojos. Aproveché la posición para devorarle los labios y lamérselos como tanto deseaba hacer días atrás. El calor de su piel le dio la bienvenida a la mía.
Mis manos fueron a su espalda para sostenerla y para acariciarla. Pronto una de mis manos estuvo sobre su muslo y comencé a abrirle lentamente las piernas.
Cuidadosamente me senté sobre mis rodillas y pasé de besar su boca a besar sus senos.
Lamiendo, chupando y mordisqueando a mi antojo.
Ella echó la cabeza hacia atrás, y de sus labios se escapó el sonido más sensual del mundo.
No perdí tiempo y la tomé de sus rodillas, motivándola para que se acercase a mí.
Abrí un poco las piernas mientras separaba las de ella, y sujetando su hermoso trasero acomode mis dedos.
Ella me tomó de los hombros mientras respiraba fuertemente y dejaba que yo le hundiera mis dedos con lentitud y cuidado.
Separé sus piernas con las mías, y cuando estuvieron completamente hasta el fondo, porque ya no se podía avanzar más, la escuché gemir entre el placer y el dolor aunque un poco más este segundo.
Traté de tranquilizar mi respiración mientras ella metía su cara en el hueco de mi cuello y su sudor se mezclaba con el sudor de mi piel.
—Britt —susurré ella seguía gimoteando—, nena… ¿te dolió?
Ella negó con la cabeza aún sobre mi cuello.
Con mi mano libre La tomé de la mandíbula y la obligué a que me viera a los ojos.
—Britt, por favor sé sincera —dije con voz amortiguada. Ella se sentía realmente bien.
Abrió la boca pero no salía ningún sonido claro.
Finalmente pudo decir:
—Santana… yo...
— ¿Estás bien? ¿Quieres que continúe? ¿Te dolió? Sólo dime que me detenga y yo lo hago.
Se mordió el labio y vi directo a sus ojos azules.
—Dolió un poco —mentira. Podía decirlo por lo mucho que se le dilataban las pupilas cada vez que lo hacía, además de que podía sentir su centro palpitar a un ritmo salvaje—. Lo que pasa es que… no creo que te lo haya dicho pero… —se acercó a mi oído, para susurrar—: soy virgen. Bueno, lo era. Creo.
Solté un quejido.
—Me está matando escuchar eso —dije entre jadeos— Me encanta escuchar que voy a ser la primera en donde nadie más lo ha sido. Pero, nena, dime si en algún momento estoy lastimándote o haciendo algo que no quieras.
Asintió con la cabeza, mordiéndose el labio con vigor.
Su cabello rubio caía libre sobre sus pechos. Se miraba hermosa. Como toda una diosa.
—Quiero que sigas —dijo ella una vez que dejamos el tema de su virginidad atrás.
Debo ser la hija de puta más suertuda del mundo por tenerla.
Lo soy e iba a hacer que valiera la pena cada segundo que pasara conmigo. Ya no más Santana idiota.
—No tienes que decir más recuerda que si quieres detener algo de esto solo di…
— ¿Vampira? —preguntó en broma.
Negué con la cabeza.
—Solo di mi nombre.
Entonces comencé a mover mis dedos lentamente. Primero una vez para tantear la situación y, con ayuda del impulso de mi propio cuerpo, la subí para luego dejar que se deslizara a lo largo de mis dedos.
Ella gimió. Yo gruñí del gusto.
Se sentía tan increíblemente bien.
Hice esto un par de veces más; escuchando cómo contenía la respiración y volvía su cabeza a mi hombro.
A la tercera vez, sus caderas ya empezaban a seguir el ritmo de mis dedos.
Su respiración aumentaba.
—Respira tranquila —dije en su oído. Ella gimió en acuerdo y, para cuando ambas empezábamos a disfrutar de lo que hacíamos, la sentí morder mi hombro.
Eso me excitó más allá del punto de retorno.
Me movía con ella, arriba, abajo y luego arriba una vez más.
Su piel resbalando con la mía, el único sonido de la habitación era el de la lluvia, y el que hacían nuestros cuerpos al chocar.
Justo comenzaba a dejarme llevar, cuando recordé algo.
La tomé de la cintura y la obligué a verme, quitando su cabeza de mi hombro.
Sus mirada estaba desubicada y atontada. En otra ocasión hubiera sonreído, pero no ahora, no tenía ganas de bromear.
— ¿Por qué te detienes? —preguntó con voz ronca.
Tragué saliva y con cuidado comencé a sacar mis dedos de su interior. Doliéndonos a ambas la separación repentina de nuestros cuerpos, gemimos ante la ausencia del otro.
—Britt… ¡Se me olvido decirte que te quiero tanto! —gruñí.
Ante mis palabras sus ojos azules se abrieron.
—Si tan solo supieras lo comestible que luces en este momento —murmuré .
Ella se ruborizó y agachó la cabeza.
Me subí a la cama, alzando su barbilla y devorando sus labios.
—Acuéstate —le dije— será menos doloroso para ti.
—Pero me gustaba como estábamos antes.
Sonreí de forma traviesa.
—No puedo creerlo, he creado un monstruo.
Ella tomó una de las almohadas de la cama y me la lanzó.
Seguidamente me subí a la cama con ella y, antes de volver a conectar nuestros cuerpos podía ver lo apenada que estaba, pero en ningún momento hizo algo para desviar la vista.
Noté el cambio inmediato en su rostro, de divertida a lujuriosa en un instante.
—Acostada vas a estar más cómoda —murmuré.
Ella negó con la cabeza.
—Lo haremos después de esa forma. Ahora… por donde nos quedamos.
Sí, había creado un monstruo.
La subí nuevamente a mi regazo, sosteniéndome en mis rodillas y con ella tomándome de los hombros—Respira hondo —dije al mismo tiempo que separa sus piernas y abría camino entre su sexo para dejar entrar mis dedos.
Ella hizo como le ordené y echó la cabeza hacia atrás para jadear cuando finalmente llegué al tope de nuestros cuerpos.
Me quedé quieta por un momento. Absorbiendo la situación, oliendo su pelo y el sudor de su cuello.
La besé, duro. Y comencé a mover mis dedos lentamente una vez más.
Impulsándome hacia arriba con las caderas para que nuestros clictoris rosaran deliciosamente.
Ella gimió y gimió.
Pronto mantuvimos el ritmo y continué con cada deliciosa estocada, sintiendo nuestros pulsos y escuchando nuestra respiración frenética, sintiendo el sudor descender de nuestros poros hasta mezclarse para ser una sola.
Entonces hubo un segundo de silencio antes de que estalláramos a pedazos al mismo tiempo.
Britt se durmió después de la segunda vez que hicimos el amor (quería mostrarle las bondades de tener sexo acostadas), y ahora estaba lánguida sobre la cama, envuelta en las sábanas y mostrando la piel de su espalda y de sus piernas.
No quería levantarme para que luego ella despertara y no me encontrara en la cama, pero tenía que reportarme con Noah y buscarle algo de ropa a Britt Nos íbamos a ir directo a mi departamento para seguir con lo que estábamos haciendo.
Me levanté del colchón sin hacer mucho ruido, y me puse el pantalón y el top dejando de lado mis bragas y la camisa.
Abrí la puerta y la cerré detrás de mí.
Como no había nadie en este lado de la casa, bajé las escaleras y me fui directo a la cocina.
La madre de Noah (y toda su familia) ya me conocían y me trataban como un miembro más de su familia; me podía mover libremente por la casa.
Encontré a Noah en la cocina, sentado en una de las bancas del desayunador de vidrio templado, comiendo Froot Loops y viendo unas hojas de partituras. Tocando las notas sobre el mostrador, usando los dedos de su mano izquierda.
—Oye —saludé.
Él me dio un asentimiento de cabeza y una sonrisa de bastardo.
—Por la cara que traes, deduzco que todo se arregló con Britt, ¿verdad?
Asalté su refrigeradora y tomé un gran vaso con agua.
—Eso creo —murmuré.
— ¿No deberías agradecerme por patear tu culo para que la fueras a buscar?
—Si serás imbécil —dije bebiendo más agua—. Gracias por patear mi culo para que fuera tras ella.
—Bien, De nada.
Noah fue quien me abrió los ojos para que me diera cuenta que con mi actitud de perra embravecida, iba a terminar perdiéndola.
De hecho, no estábamos tan lejos de donde le había pedido que se bajara. No me tomó mucho tiempo reaccionar de la estupidez que había cometido, y correr a buscarla. Iba a llevar mi moto, que estaba estacionada en el garaje con los demás autos de la familia de Noah, pero comenzó a llover y tuve que hacer el ridículo para que Noah me prestara su auto.
—Soy una malnacida y la amo —solté de repente.
Noah se detuvo de comer y me miró seriamente.
—Lo sé, Creo que hasta un bebé de cinco días lo echaría de ver.
—Hablando de bebés… —hice una mueca. Claro que me encantaría tener un pequeño ser humano con la mitad mía en Britt, pero todo era a su tiempo—espero, de verdad espero no haber jodido esta oportunidad con Britt.
—Esperemos que no la cagues.
—Mierda. Nunca pensé estar hablando esto contigo.
— ¿No me lo contarías si te pasara con alguien más? Me siento ofendido.
Bufé.
—Te estás portando como una señorita, Noah.
—Y tú te oyes como una mujer dominada y cien por ciento enamorada —sonrió y continuó comiendo el cereal.
Lo salpiqué con unas gotas del agua que estaba bebiendo.
Volví a asaltar la nevera y tomé un par de manzanas y la jarra de agua para llevarle a Britt para cuando despertara.
—Hmmm… ¿sabes si Pamdora dejó algo de ropa antes de irse de viaje? —pregunté.
Pamdora, o Pam, era la hermana mayor de Noah. Se fue hace tres semanas a Francia para estudiar fotografía. Ella tenía una complexión similar a la de Britt, con excepción de que Pam era más bajita. Pero que no te engañe su apariencia, ella era terriblemente intimidante y gruñona.
—Sí, puede ser. Revisa su armario; dile a Britt que use lo que quiera y no importa si no lo devuelve, Pam tiene demasiada ropa, como para vestir a toda una pequeña ciudad.
Comencé a moverme gradas arriba, en medio camino escuché a Noah decir:
— ¡Y deja de destrozar todo lo que tenga puesto Britt!
Sonreí sabiendo que justo en esos momentos ella no tenía nada más que las sábanas para cubrirla.
Una vez que fui al cuarto de Pam y le conseguí algo de ropa a Britt, me fui al dormitorio y la encontré despierta y algo asustada.
— ¿Qué sucede? —Pregunté con preocupación genuina—¿Qué es?
Fui a su lado y la envolví en mis brazos.
—Yo… —se puso roja repentinamente—, creo que manché las sábanas.
Agachó la cabeza, avergonzada y apenada por habérmelo dicho.
Sus manos se aferraban a la tela así que hice que las soltara para poder ver.
Estaban manchadas con su sangre. Si no supiera que era normal porque a mí me paso me pondría como loca.
Pero igual no podía dejar de preocuparme.
—Tranquila —susurré, me acerqué a su frente y la besé— te traje pastillas por si dolía. Y algo de comida.
Deposité en su palma unos analgésicos y la atraje hacia mi regazo.
Ella dejó que la tomara entre mis brazos, y pegó su cabeza en mi hombro.
—Come —le susurré.
Ella aún parecía preocupada por las sábanas.
—Prometo limpiarlas. Relájate.
Ella suspiró audiblemente.
—Está bien.
Le dio un mordisco a la manzana que le ofrecí, y dejé que mis ojos se perdieran en lo mucho que enseñaba de su cuerpo. Creo que no se daba cuenta que tenía un pecho descubierto pero no iba a hacer que se tapara.
Lo miré con anhelo y apreciación.
—Creo que me dormí por horas —musitó viendo hacia mi rostro. Su cuerpo descansaba sobre el mío, ambas recostadas contra la cabecera de la cama.
—Dormiste poco —dije dándole una mordida a mi propia manzana. Estaba hambrienta pero no de comida.
Dios bendito, yo era todo una animal insaciable.
— ¿Tú lograste descansar?
Negué con la cabeza.
— ¿Qué hiciste mientras dormía? —preguntó.
— ¿Sinceramente? —dije encogiéndome de hombros—, me puse a contar tus lunares.
Ella miró con esos ojos azules ahumados, y me sonrió divertida.
— ¿Ah, sí? ¿Y cuántos tengo?
—Veintitrés. Tres en la espalda, dos en el brazo izquierdo, uno debajo de tu labio, dos en las piernas, uno en tu seno izquierdo cerca del corazón, uno en tu espalda y otro en tu nalga izquierda, y por último un pequeñito lunar en uno de los dedos del pie.
Se ruborizó y mentalmente la vi contar los números que le mencioné.
—No sabes sumar —dijo frunciendo el ceño—, esos son doce, no veintitrés.
Negué con la cabeza, sabiendo que ella me diría algo como eso.
—Son veintitrés —afirmé—Doce de tu parte y once de los míos. Porque nena, cuando estábamos pegadas, cadera contra cadera, te sentí como una parte vital de mi cuerpo. Es imposible que vuelva a sentirme como una sola unidad nunca más, así como es imposible que vuelva a funcionar sin ti.
Ella me miró de una manera íntima y tierna.
Llevó su mano hacia mi mentón para acariciarlo. Se estiró en mi regazo para poder darme un beso en la boca, beso que profundicé sin ningún problema.
Su lengua y mi lengua jugaban entre ellas. El sabor de la manzana recién fresco en nuestra boca.
Noté que poco a poco la sábana se le iba deslizando del cuerpo, dejando al descubierto sus dos pechos.
Ella se pegó a mí mientras yo hacía lo que tanto quise hacer desde que entré a la habitación: lamí sus senos y presioné su cintura.
La sábana pronto dejó todo su cuerpo al descubierto, hasta que finalmente y de alguna forma, volví a estar dentro de ella.
— ¿Entonces no vas a ir a mi apartamento? —Pregunté exasperada— ¿Pero por qué?
—Ya te dije, hoy tengo una cena familiar. Mi tía está empeñada en que la realicemos una vez al mes.
— ¿Y no puedes faltar? —mi voz se oía miserable. La quería en mi apartamento, no necesariamente para repetir lo que estuvimos haciendo las horas pasadas (aunque eso sería ideal); sino viendo por lo menos una película, o comiendo comida chatarra, o simplemente estando juntas. Desnudas. La necesitaba demasiado.
Britt se giró para verme mientras terminaba de arreglarse el cabello.
La ropa de Pam le quedaba bien, aunque esa falda estaba algo corta para mi gusto.
—No, no puedo faltar —me tomó de los hombros y se impulsó sobre sus pies para darme un corto beso en los labios—. Y deja de poner esa cara, tú me conseguiste la ropa, ahora no te enojes por cómo me queda.
Antes de que se retirara, la abracé por la cintura y no la dejé separarse de mí tan fácilmente.
— ¿Y no puedo...?
—No, no puedes venir conmigo o esa cena se va a convertir en una guerra nuclear. Recuerda que estarán Rachel y sus padres, además creo que invitaron a la abuela Rose y, para ella, yo no soy la persona favorita del mundo.
Esta vez gruñí enojada.
No sé qué me pasaba, solo sabía que quería estar pegada a Britt como si mi vida dependiera de ello.
La besé una vez más, fuerte y duro. Chocando nuestros dientes e involucrando nuestras lenguas.
—Se me hace tarde —se quejó contra mi boca.
No me importó. Puse mis manos en sus bonitas nalgas y la subí para que nuestras caderas quedaran a la misma altura. Ella suspiró y gemí mordiendo su oreja.
La besé de nuevo, devorando su boca y moviendo ligeramente mis caderas.
—Santana... es tarde, llévame a casa... —dijo en un susurro. Lamí y mordí una última vez sus labios hinchados, y disfruté de ver la mirada perdida que había en sus ojos.
—Está bien, Pero mañana eres toda mía y no te comparto con nadie —accedí.
Ella asintió y sonrió.
—Ahora dilo —exigí suavemente. Quería escucharla diciendo exactamente esas palabras.
— ¿Que diga el qué?
—Que eres toda mía y que no te comparto con nadie.
Necesitaba oírla decir eso. Nunca tuve una relación exclusiva; jamás me importó lo que hacían mis novias anteriores, me daba igual con quién salían o a qué se dedicaban. Pero con Brittany era demasiado sobreprotectora. Sólo con mi sobrina era de esa forma, y con Carlo, mi perro. Pero ambos pertenecieron una vez a mi hermano mayor. Ahora yo era quien cuidaba de ellos.
Muchas veces sentía que nada de lo que tenía me pertenecía, incluida Britt Tal vez ella no lo sabía, pero necesitaba desesperadamente escucharla decir que era sólo mía, al menos por ahora.
—Santana —dijo ella aún en mis brazos—, debes estar ciega para no darte cuenta de que soy toda tuya y que nunca dejaría que me compartieras con nadie ¿Estás feliz ahora, mujer de las cavernas?
Sonreí satisfactoriamente y volví a besarla.
Después de unos minutos de besuqueos, bajamos a la primera planta y salimos de la casa sin encontrarnos con Noah.
Me costó sacar a Britt porque se negaba a dejar las sábanas sucias y tuvo que lavarlas en la bañera (bañera que, dicho sea de paso, no pudimos usar debido al tiempo). Además, ella no quería bajar porque le daba vergüenza que alguien la haya podido escuchar en el momento más íntimo. Pero sabía que era raro que pasaran por esa ala de la casa, por lo general los hermanos de Noah siempre estaban viajando y sus padres jamás se encontraban.
Continuaba lloviendo cuando salimos. En un arrebato tomé la cintura de Britt y la cargué hacia el vehículo, oyéndola chillar y reír.
—Llámame cuando termines —le dije una vez que ambas nos subimos al auto. Puse la calefacción porque el frío empezaba a hacerse presente, y dejé que ella manipulara la radio a su antojo.
—No creo que pueda hacerlo —me informó después de encontrar la estación que quería, dejó sonando una canción de Bruno Mars—Perdí mi teléfono es probable que se haya quedado en el taxi junto con mi bolso.
Fruncí el ceño.
— ¿No lo tendrá la infeliz que te estaba manoseando en el coche?
Ella suspiró.
— ¿Marley? No lo creo ella seguramente está hablando pestes de mí frente a mi jefa. Me va a tocar buscar un nuevo empleo.
— ¿Quieres trabajar conmigo? —pregunté con diversión. Sabía que ella se frustraba demasiado queriendo desentrañar “mi lado misterioso”, aunque yo tenía otro nombre para eso: “mi lado de mierda”. Población invitada: cero. Era por eso que no quería arrastrar a Britt o a nadie conmigo.
— ¿Trabajar contigo? —Preguntó sospechosamente— ¿en qué?
—Bueno, en mi puesto de limpia parabrisas en los semáforos, también se necesita la ayuda de alguien que haga un pulido rápido.
Me golpeó en el brazo.
—Deja de jugar conmigo y ponte en marcha. Mi mamá debe estar desesperada llamándome porque no le gusta llegar de primero a esas cosas familiares.
—De acuerdo, de acuerdo. Lo que mi nena pida, eso obtiene —le guiñé un ojo.
La vi sonrojarse y jugar con su cinturón de seguridad.
Ella lucía nerviosa y presentía que era por algo más que haber tenido relaciones sexuales conmigo— ¿Te ocurre algo? —pregunté mientras manejaba en la dirección que ella me indicaba—. ¿Estás bien? ¿No… no te lastimé, o sí?
—No, para nada. No es eso.
— ¿Estás adolorida?
Su rostro se puso rojo. Era todo un placer verla sonrojarse.
Tomé una de sus manos y entrelacé sus dedos con los míos.
—Es un dolor que puedo soportar. Deja de preguntarme eso, es algo penoso —respondió con vergüenza.
—No lo es. Me preocupo por ti. No quiero que salgas lastimada por mi culpa, y te juro nena, que ahora si podemos “intentar tener a Kevin” yo puedo con los dos.
Resopló.
—Santana, ya te dije que no estoy lista para tener un hijo pero podemos “intentar” la proxima.
Sonreí, engreída.
— ¿La próxima?
—Oh sí, muchas más. Eso fue… un experimento interesante —vi lo mucho que le costaba admitirlo. Su rostro se volvió rojo y desvió la mirada.
—Bien, ¿entonces qué es lo que tienes? ¿Qué ocurre?
—Es que… hoy pasó algo que me puso nerviosa… —admitió.
— ¿Te refieres a nosotras dos, teniendo sexo?
Volvió a sonrojarse.
Sonreí sabiendo exactamente su reacción.
—Santana, deja de repetir que tú y yo lo hicimos.
— ¿Hicimos qué? —la provoqué.
—Hicimos… eso.
— ¿Eso? No entiendo —Sí lo entendía.
Ella resopló fuertemente, estaba más roja que antes. Pero solo imaginármela desnuda en esa cama, su piel sudada y los magníficos gemidos que salían de su boca, o cuando mordía mi hombro para evitar gritar… fue sexy. Ella era de naturaleza provocativa, no creía que lo supiera todavía.
Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para dejar de pensar en sus pezones rosados, y me concentré en el camino.
—Bien sabes de qué hablo. Deja de repetirlo, eres capaz de decirle a mi padre, pero te lo advierto Santana Marie López, que si él se da cuenta, tú vas a tener que pagarle la hospitalización y el trasplante de corazón abierto además de eso, vas a tener que pagar tu propia hospitalización cuando acabe contigo.
Me reí en alto luego llevé nuestros dedos entrelazados juntos y los besé.
—No soy tan estúpida como para decirle a tu padre que su niña dejó de tener la virtud intacta gracias a una delincuente con el cuerpo tatuado. Ahora continúa con lo que estabas a punto de decirme.
—Oh, sí. Lo que pasó antes fue que me encontré con Sam —su voz subió unas octavas cuando mencionó el nombre del lame vacas. Lo llamaba lame vacas porque su boca se fruncía de una forma graciosa, hacia adelante, como si se estuviera preparando para lamer una polla. Su apodo original era lame pollas, pero Britt jamás me hubiera permitido decir eso frente a ella o frente a alguien más en un arrebato lo llamé lame vacas.
— ¿Por qué te encontraste a ese idiota? —pregunté de repente furiosa. Había algo incorrecto en ese tipo; algo sucio debajo de toda esa mierda limpia y pulcra que trataba de aparentar.
Era como Finn, el novio de Rachel, siempre con sus camisas polo y con sus pantalones bien planchados.
Ningún pelo fuera de lugar. Eso me decía que debajo de ese sujeto demasiado sincronizado y ordenado, se escondía su verdadera personalidad. Un día, mientras me escondía en la habitación de Britt, lo vi sentado en el sofá de la sala, analizando detenidamente la imagen de un hombre montado a caballo, anunciando algún tipo de cigarrillo en una revista.
Apostaría lo que fuera a que Finn era gay, ningún chico normal se ponía una capa de esmalte en las uñas. Sí, las noté.
A mi lado, Britt se puso muy nerviosa.
Su pie comenzó a moverse de arriba abajo.
—Es que él… él…
— ¿Qué hizo ese lame bolas? —Mmm, lame bolas era un apodo tan bueno como lame pollas.
Soy una jodida genia.
—Creo que él me ha estado siguiendo.
— ¿Por qué crees que te ha estado siguiendo?
No me gustaba cómo se escuchaba esto.
—Hace unos días me mandó un vestido blanco y otras cosas. Hoy fui a buscar a Marley a su hotel y...
—Espera, espera — ¿Había oído bien?— ¿Fuiste a buscar a esa tipa a su hotel? ¿Acaso no eres consciente del peligro que corres? Ella pudo tranquilamente haberte encerrado en su habitación y retenerte hasta que le diera la gana.
—Santana, déjame terminar. Para ya de regañarme. Fui por Marley porque Laura me pidió el favor de mostrarle la ciudad, ella es italiana y es la hijastra de ella. Yo solo...
— ¿Y tú jefa le pide a su empleada, una completa desconocida para su hijastra, mostrarle la ciudad? Si quería conocerla solo tenía que contratar algún paquete de turismo. Esa mujer no me agrada y pienso decírselo.
—Por favor no te pongas así. Y no vayas a decirle cualquier cosa a mi jefa. Pronto comienzo la universidad y ella es la única que aceptaría que trabajara medio tiempo con mi sueldo completo.
Suspiré y fundí mis dedos con el volante, hasta hacerlos uno.
—De acuerdo, déjame ver si entiendo: el imbécil lame po... vacas, te está acosando.
¿Mientras tanto la italiana manos largas te estaba repasando con su lengua en un taxi?
Por esto era que no quería caer enamorada de nadie, los celos, ¡los jodidos celos!
Dominaban mi cuerpo entero, me hacían parecer una perra territorial, solo me faltaba hacer un círculo de orina a su alrededor para indicarles al resto de perras que ella era mía.
—Solo recuerda una cosa, Britt —le advertí— antes de ir a besarte con cualquiera: soy una loca de los celos. La locura viene de familia, podría cometer cualquier delito solo por dejarle saber a los demás que eres mi chica, no de ellos.
Ella suspiró, entonces enarcó una ceja y me sonrió divertida.
—Tranquilo, tigra, si no te relajas, tu piel comenzara a ponerse verde y pronto estarás rugiendo y destrozando la ciudad.
—Y aun así te seguiría causando mariposas en el estómago.
— ¿Mariposas? Nop. Lo que tú provocas no son mariposas, son terremotos de alto grado que causan daño a mi sistema nervioso —dijo, con sus ojos puestos en la ventana del auto.
Detuve repentinamente el vehículo, estacionándome en la orilla de la calle. Ella miró a su alrededor, seguramente pensando en que había parado porque llegamos a la dirección que me dio. Pero no, lo cierto era que quería hacer otra cosa.
— ¿Qué pasa? —Me preguntó, sus ojos azules lucían temerosos— ¿Por qué nos detenemos? ¿Dije algo malo? ¿Vas a echarme de nuevo?
Detuve mi mano de avanzar hacia su mentón.
Era eso ella tenía miedo de que la volviera a sacar de la forma en la que lo había hecho antes.
Yo era una estúpida.
—No, nena, no es eso —tragué saliva— soy una hija de perra, ¿verdad? Me porté como una idiota contigo, Lo siento.
Llevé su mano a mi boca y la besé suavemente.
—Si no es eso, ¿qué ocurre entonces? —preguntó.
Suspiré.
—Solo quería devorar tu boca —admití sinceramente— te ves deliciosamente comestible en cada segundo del día. Estar a tu alrededor es como permanecer en estado de calentura constante; y siendo como soy, lo estoy echando todo a perder.
—Y siendo como eres, también sabes cómo arreglarlo —me tranquilizó ella.
—Ahora, dejando mis celos atrás, cuéntame más de lo que te está haciendo ese idiota.
Ya conocía la dirección de su casa, le daría una paliza que nunca iba a olvidar.
¡Por favor! Yo peleaba todo el tiempo con mi hermano cuando éramos niños, sé cómo dejar a un hombre doblado en el piso.
—No sé qué le ocurre a Sam, él no era así. Él nunca intentó sobrepasarse conmigo cuando fuimos novios... Bueno, siempre se sobrepasaba pero jamás intentó obtener algo a la fuerza...
— ¿Qué? —la interrumpí. Sentí que mis dientes se apretaban con fuerza— ¿Qué es lo que acabas de decirme?
Respiré ruidosamente.
— ¿Qué te ocurre? —me preguntó ella, entrando en pánico.
Puse el motor del auto en marcha, y aceleré a pesar de que no quería dejar tan pronto a Britt con los lobos de su familia.
— ¡Santana! —chilló, sujetándose del asiento cuando notó que la velocidad aumentaba.
—Voy a matar a ese jodido lame vacas. Lo voy a desmembrar y haré que se coma sus propias bolas. Una por una, si es que ese imbécil las tiene.
— ¿De qué hablas? Digo, de verdad no te estoy deteniendo de darle una paliza, pero por favor, si le causas algún daño permanente, la perjudicada vas a ser tú, puedes terminar en la cárcel.
—No me importa. Dime qué intentó hacer contigo. ¿Te forzó a algo?
—Pues...
—Brittany —la miré mientras intentaba ver el camino a través de la lluvia— no me mientas y no lo protejas.
—Sí, intentó propasarse conmigo, pero su tío lo descubrió a tiempo antes de que las cosas se salieran de control —dijo finalmente ella.
— ¿Cuándo ocurrió esto, y por qué cojones no me dijiste nada?
—No te lo dije porque pasó el mismo día que terminamos.
Un nudo se formó en mi garganta al recordar ese día.
Le dije que haría todo lo que estuviera a mi alcance para que me odiara. Tal vez, después de todo, debí de seguir con el plan original. Ella estaría mejor sin mí.
—Aun así, hubieras venido a mí y yo te hubiera ayudado.
La vi fruncir el ceño y morderse el labio, pensativa.
—Tú ni siquiera me querías en tu apartamento, ¿cómo hubiera podido contarte todo lo que te estoy contando ahora si ni siquiera me dejabas atravesar la puerta?
—Soy una estúpida, No te merezco y probablemente nunca lo haga, pero nena, el error que cometí al dejarte fue la mayor estupidez que he cometido —le dije.
—Por favor deja de decir cosas como esa.
— ¿No quieres que vuelva a disculparme?
—No me refería a eso, Deja de decir que no me mereces.
Oh, mi dulce, inocente y hermosa Brittany Me regaló su virginidad y yo ni siquiera era la persona que ella creía.
Si tan solo supiera la clase de mujer en la que me había convertido, ella jamás se me hubiera acercado, me evitaría a toda costa. Una vez le dije que yo era peor que un virus ébola, ahora me consideraba a mí misma peor que la lepra.
—Lamento decírtelo pero es cierto si supieras quien es Santana López no estarías tan tranquila, sentada a mi lado.
—Sé quién es Santana López Es la persona tierna y amorosa que me hizo el amor lenta y deliciosamente hace unas horas es la chica de celos adorables y actitud protectora que detuvo sus impulsos solo para decirme que me quiere eres esa Santana que mataría al que mirara mal a tu sobrina, y que amas incondicionalmente a tu abuela ¿Qué Santana crees que eres en realidad? Porque yo veo una diferente a la que tú ves, yo veo a la real.
— ¿Sabes? Podría besarte justo ahora —le dije, ella se ganaba un pedazo de mi corazón cada vez que decía esas cosas. No, olvida eso, ella era la dueña absoluta y completa, le pertenecía todo lo que yo era, no solo mi corazón.
Ella sonrió y se lamió los labios.
—Pero en serio, Santana, ¿podrías explicarme de una vez por todas el por qué no te merezco?
Evité su mirada y traté en vano de escuchar la música que sonaba a un nivel más bajo.
—Santana —Britt puso su mano sobre la mía— ¿acaso no confías en mí?
—Confío en ti con mi vida.
— ¿Entonces por qué no quieres ser sincero conmigo?
—Porque me avergüenza que lo sepas.
Ella frunció el ceño.
—Oh, por favor, no me digas que eres casada y que tienes una familia secreta.
—No.
—Tampoco me digas que sigues una de esas religiones polígamas y que me quieres convertir en tu sexta esposa.
Reí un poco.
—No Nena, deja de especular.
—Es que si nunca me vas a decir la razón, al menos tengo que adivinar de alguna manera.
Detuve el auto frente al complejo donde vivían los padres de Rachel, pero Britt ni siquiera se dio cuenta de que ya habíamos llegado estaba pensativa y sus ojos se entrecerraban mientras intentaba averiguar qué rayos le estaba escondiendo.
— ¿Eres bailarina exótica de noche, y de día practicas ballet? —Siguió diciendo— ¿no? Bueno, entonces ¿no me digas que tienes la extraña obsesión de coleccionar uñas y hacer esculturas con ellas?
—No estás ni siquiera cerca —me desabroché el cinturón de seguridad y me acerqué a ella para darle un beso en la frente— ya llegamos.
— ¿Y me vas a dejar así? ¿Con la curiosidad encendida?
—De acuerdo, de acuerdo ¿Qué te parece si paso a recogerte más tarde y te cuento todo?
— ¿Toda la verdad?
—Absolutamente, pero pasarás la noche conmigo —sabía que este día llegaría. Si después de lo que iba a decirle ella quería dejarme, yo no iba a retenerla, se merecía a alguien menos complicada que yo.
—Está bien, Pero tendría que decirle a mi papá que estaré en casa de Rita.
—Bien, pequeña mentirosa. Ve adentro y, hazme un favor, patea el trasero de Rachel si intenta ponerse demasiado ruda contigo.
Sin dejarla decir otra cosa más, atraje su cara a la mía y la besé de forma hambrienta.
Metí mi lengua dentro de su boca, lamiendo sus labios y jugando con su lengua. Saboreando el sabor de la última manzana que comimos antes de irnos de casa de Noah.
En mis ansias, desabroché su cinturón y la tomé de su bello trasero para subirla a mis piernas, sin romper el beso.
Como su falda era demasiado ceñida y pegada al cuerpo, se me dificultó tenerla a horcajadas. Lentamente le subí la tela hasta la cintura y dejé que apoyara las rodillas en el asiento, regalándome así la vista de las bragas color rojo que le había conseguido.
Me puse a lamer su cuello, dejando besitos y bajando poco a poco la manga de su blusa con los dientes, besando, lamiendo y mordiendo su piel sensible.
De pronto sentí su pelvis buscando la mía, gruñí con gusto, encendiéndome más de lo que ya estaba.
—Estamos empañando los vidrios —le dije con orgullo, siempre quise empañar los vidrios con alguien importante.
Britt abrió los ojos y vio a su alrededor, como recordando que estábamos aun dentro del auto. Detuvo su pelvis y puso sus manos en mis hombros, separándose un poco para verme a la cara. Tenía una mirada graciosa.
—Los vidrios están polarizados —dijo examinándolos detenidamente.
Pasó una mano por uno de ellos, deslizándola hasta abajo.
—Sí nena ¿Quieres continuar empañándolos?
Dibujó una carita feliz en el vidrio y sonrió al notar que yo esperaba su respuesta lo más seriamente posible.
—Será mejor que me vaya Voy demasiado atrasada para la cena; seguramente me perdí la famosa ensalada con almendras que hace mi tía —rodó los ojos.
Me dio un último beso en la boca, y se bajó de mi regazo, acomodando todo lo posible su falda.
—Te llamo desde el celular de mi mamá cuando salga, Te quiero.
Salió en un abrir y cerrar de ojos. Ni siquiera pude despedirme apropiadamente, y tampoco pude gritarle lo mucho que la amaba.
En serio, yo amaba a esa mujer.
Britt estaba a punto de ponerse frente a la puerta, pero aparté mis ojos de ella cuando una llamada entró a mi celular.
Conocía el número, mi identificador de llamadas la tenía etiquetada como Nancy, y sabiendo lo terca que era, nunca dejaría de llamar hasta que le contestara.
— ¿Sí?
— ¿Santana? ¡Por fin me recibes las llamadas! He tratado de localizarte todo el día.
— ¿Qué quieres, Nancy?
—Es tu hermano, Hoy mordió a tres enfermeros que intentaron sujetarle las manos, y no ha querido tomar sus medicinas hasta que no vengas a verlo. Nos dice que quiere hablar contigo. Estoy algo desesperada por aquí.
Nancy era la enfermera de Aarón, mi hermano, llevaba toda la semana fastidiando para que fuera a visitarlo.
Pero ni ella ni nadie entendían mis razones para evitar verlo el mayor tiempo posible.
—Ustedes son gente capacitada, ¿cómo es que entre todos no pueden darle una pastilla?
La oí resoplar.
— ¿Una? Él toma más de tres diarias. Está insoportable, incomoda a los otros pacientes y sabes que puede ser sancionado y lo enviaremos a otro centro de rehabilitación. Lejos, donde no te conviene. Por favor ven lo más pronto posible, si puedes, pasa por aquí mañana.
Suspiré con disgusto.
Desvié mis ojos en donde segundos atrás vi a Britt correr. Ya había entrado y solo la lluvia era visible en este punto.
—Está bien, estaré ahí mañana. Llevaré a alguien conmigo así que dame un pase para ella también.
— ¿Es una ella? Mjmm, nuestra pequeña Santana está sentando cabeza.
—Nancy…
—Bien, dame sus datos y yo la registro como visitante.
Y así hice, platiqué un poco más con Nancy y me contó acerca del raro gesto que tuvo su esposo el otro día cuando le dio un ramo con flores de papel. Traté de oírla atentamente mientras me marchaba para ver a la abuela y a Nicole.
Nancy era de las personas que si las dejabas, podrían hablarte por horas y nunca cansarse.
La dejé continuar, contándole también un poco sobre Britt y lo tonta que me había portado últimamente.
— ¿La abandonaste en la calle? —me gritó cuando llegué a la parte de hace unas horas—. Tienes que hacer más que fabricarle flores de papel, ¡tienes que comprarle flores verdaderas! Muchas. Y nada de esas comunes rosas rojas, ella merece algo exótico, que te haya hecho sudar el culo para conseguirle solo lo mejor.
—Wow, cuida tu lenguaje, nadie quiere una enfermera bocona.
Ella se puso a gruñirme y a darme consejos.
Finalmente colgó, justo a tiempo cuando llegué a la casa que alquilaba para la abuela. Estaba a veinte minutos de la ciudad. Escondida y anónima, oculta de los ojos curiosos.
Cuando bajé del auto, el primero en saludarme fue Carlo, lo traía para que pasara los fines de semana y luego lo llevaba devuelta a mi apartamento. No podía dejarlo a vivir permanentemente aquí porque la abuela no era muy amante de los animales como lo éramos mi sobrina y yo.
— ¡Tía Santana! —la niña salió en mi encuentro y yo la tomé de la cintura para cargarla y darle vueltas.
—Sobrina piraña —le di besitos en el cachete con las cicatrices— ¿Cómo estuvo tu día?
—Bien —respondió ella, divertida— ¿Y Britt? ¿No viene contigo?
Se puso a rebuscar por sobre mi hombro.
—No, pero ella vendrá después ¿Ya comiste?
Asintió con la cabeza.
—Le tenía un regalo a tu novia —hizo un puchero y se puso a rebuscar algo en el bolsillo de sus shorts.
—Hoy aprendí a hacer éstas —sacó un puñado de estrellas hechas de papel—Las hice yo solita. La abuela me compró papel de colores y marcadores para decorarlas.
—Qué bueno. ¿Qué te parece si las ponemos en una botella y las guardas para dárselas a Britt cuando la veas?
—De acuerdo —intentó bajarse de mis brazos, y corrió hacia el interior de la casa— ¡Ven tía Santana, hoy quiero que te aprendas una canción para que la cantes conmigo!
Rodé los ojos mientras ella no se daba cuenta, otra canción más e iba a sufrir una muerte por música pop.
Pero adoraba hacer feliz a la piraña y sabía que ella amaba cantar canciones en karaoke, la había aislado del resto del mundo para que nadie con malas intenciones le fuera a hacer daño, pero era en momentos como éste, en los que notaba la falta que le hacía no tener amigos de su edad.
Pasé cantando con Nicole hasta aprenderme la nueva canción que pensaba, definitivamente, cantársela a Britt hasta que se riera y perdonara toda mi estupidez. Así que cuando un número desconocido me llamó unas horas más tarde, supuse que sería ella con el celular de su madre. Lo primero que dije, o más bien canté, fue:
—Ups I did it again, I played with your heart…—me reí en el teléfono— ¿Qué opinas de la nueva canción que me sé?
Del otro lado de la línea había silencio.
—Mmm, ¿Santana? —Oh mierda. No era Britt Pero sí era la voz de su madre.
— ¿Sí? —me puse más seria y me aclaré la garganta.
— ¿Tú estabas cantando?
—Pues…
—No me lo digas, Solo te llamaba para preguntarte si Britt estaba contigo.
— ¿Britt? No, La dejé hace unas horas frente a la casa de su tía ¿Por qué? ¿Qué ocurre?
— ¿Estás segura que la dejaste allí?
—Completamente segura Me estoy preocupando, ¿qué sucede?
—Querida, ella nunca se presentó en la cena.
----------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------
Hola Hola C:
Bueno aqui vengo a dejar el otro capitulo espero que realmente les guste
PD: Santana si es sexy <3 tierna hermosa no ? y ¿Que creen que le paso a Britt?
Saludos Y besos
COMENTEN!
Dani(:********-*- - Mensajes : 1092
Fecha de inscripción : 16/04/2014
Edad : 28
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Oh, mierda!!!!!
La ha dejado en casa de Sam, cierto? O_o hasta miedo me dio que por sus celos se haya equivocado & la dejara con el lame vacas :/
Estuvo wanky & asi...pero ya me dejaste la espinita, niña!
Debes actualizar cuanto antes!
Por favor :)
Saludos :*
La ha dejado en casa de Sam, cierto? O_o hasta miedo me dio que por sus celos se haya equivocado & la dejara con el lame vacas :/
Estuvo wanky & asi...pero ya me dejaste la espinita, niña!
Debes actualizar cuanto antes!
Por favor :)
Saludos :*
Elita- - Mensajes : 1247
Fecha de inscripción : 17/06/2012
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
Yaaaaaaa el proximo capítulo por favor!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
hola dan!!!
sancho se esta cavando su propia tumba!!!!
a ver a donde esta britt ahora???
amo el lado cursi de san!!! es un amor!!
nos vemos!!
sancho se esta cavando su propia tumba!!!!
a ver a donde esta britt ahora???
amo el lado cursi de san!!! es un amor!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Prohibido Enamorarse de Santana López #2 ( Capítulo 16,17 28/5/15 )
NONONONONOOOOOOOOO
estaba leyendolo en clases
y casi me da un paro respiratorio :'( kljfsskdjfsdj
espero que subas máaaaaaaaaaaaaaaaaas *-* jajajajja
estaba leyendolo en clases
y casi me da un paro respiratorio :'( kljfsskdjfsdj
espero que subas máaaaaaaaaaaaaaaaaas *-* jajajajja
BcabreraR** - Mensajes : 80
Fecha de inscripción : 28/05/2014
Edad : 29
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