[Resuelto]FanFic Brittana: Tras el Telón de Pino (Adaptada) Cap 36 - Final

Capitulo 29

Brittany despertó primero, con la poca sensación familiar del peso de otro brazo que le rodeaba la cintura.

¡Poco familiar y, sin embargo, tan, tan familiar!

Hubiera sabido que era Santana la que la estaba abrazando incluso en el caso de que los sucesos de la noche pasada no siguieran frescos en su mente, porque sería capaz de reconocer el tacto y el olor de Santana en cualquier parte.

Cerró lentamente los ojos, intentando ahuyentar el ataque de pánico que tenía la certeza de estar a punto de sufrir. La noche anterior no había tenido tiempo de pensar.

Lo único que deseaba era que Santana la acariciara, y ella acariciar la suave piel de su amiga.

Nada más tenía importancia.

Sin embargo ahora, ahora que la luz del sol comenzaba a colarse por entre las persianas, la realidad la

¡Ay, Dios!

Tenía que huir de ahí. No podía mirar a Santana a la cara en esos momentos.

¿Qué iba a decirle?

¿Que había sido un error?

No, lo había vivido como algo demasiado perfecto para que fuera un error.

Perfecto y acertado.

Sin embargo, ¿ahora, qué?

¡Oh, Dios mío, soy lesbiana!

¿Lo soy?

Movió la cabeza de un lado a otro.

No estaba preparada para enfrentarse a ello en esos momentos. No estaba preparada para hablarlo. De modo que hizo lo único sensato que se le ocurrió.

Huyó.


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Santana rodó sobre sí misma, notando el cuerpo placenteramente molido.

Supo que estaba sola incluso antes de abrir los ojos. Aunque al principio se sintió decepcionada, pronto se dio cuenta de lo tarde que sería.

Brittany debía de estar ya en su trabajo.

De modo que apartó las mantas de golpe y se desperezó, dejando escapar un gemido de satisfacción cuando los recuerdos de la noche pasada inundaron su mente.

¡Hemos hecho el amor!

¡Quién le iba a decir que llegaría el día en que eso sucediera!

Ni en sueños, pensó, sonriente.

Y sin embargo, la noche anterior la inexperta Brittany se había adueñado de lugares de su cuerpo que ninguna mujer había poseído antes de ella.

Brittany sabía exactamente cómo tocarla.

Era como si... como si Brittany lo hubiese soñado mil veces.

Se dio una ducha y se puso los vaqueros del día anterior, recordándose a sí misma que debía volver a hacer la colada. No había café preparado... ni tampoco nota alguna.

De hecho, casi no había pruebas de que Brittany hubiera estado ahí.

Mientras iba contando las medidas de café que sacaba de la lata, miró a su alrededor, pensativa, preguntándose qué estaría pensando Brittany, qué sentiría en aquellos momentos.

Era una pena que no la hubiera despertado para poder hablar, porque sin duda lo necesitaría.

Mientras se hacía el café, estuvo rebuscando en los cajones del escritorio de Brittany, intentando encontrar la agenda de teléfonos. Dio con el número de la Tienda Hallmark de Brittany y lo marcó.

Una involuntaria sonrisa le iluminó el rostro al oír la voz de su amiga.

—¡Buenos días!—susurró.

Silencio.

—Hola—se oyó por fin.

Santana enarcó las cejas.

—Si te hubieras quedado un ratito, podríamos haber hablado sobre lo sucedido, Britt—musitó—¿Estás bien?

Oyó un largo suspiro y un suave carraspeo.

—No estoy segura, San.

Santana cerró los ojos.

—¿Debo pedirte perdón?

—¿Perdón? Me parece que lo que sucedió ayer noche fue cosa mía, San—susurró Brittany, y a continuación volvió a carraspear—Ahora no es buen momento para hablar.

—Lo comprendo.

¡Mierda!

—Esto... hasta luego.

Santana asintió y se quedó escuchando la señal de fin de llamada unos segundos antes de colgar.

—Supongo que se ha puesto histérica—musitó.

¡Mierda!

Hola, sisisi es corto sip, PERO! vendrán unos dos o tres caps mas cortos que este =/... xq estamos llegando al final... Saludos =D

Capitulo 30

Brittany colgó el teléfono, furiosa consigo misma por haber sido tan brusca con Santana.

No era culpa suya.

Santana no había hecho nada malo.

Había sido ella la que prácticamente la asaltó en el vestíbulo la noche anterior, quien tomó la iniciativa, quien se la llevó al dormitorio. No, de ser por Santana, nunca habrían cruzado la línea que separaba a las amigas de las amantes.

¡Amantes!

Sólo de pensarlo, Brittany sintió que le fallaban las piernas, y tuvo que aferrarse a la encimera del mostrador para no caerse mientras las imágenes de cada beso y cada caricia se sucedían sin pausa en su cabeza.

Cerró los ojos.

Todavía podía sentir la boca de Santana sobre su piel, seguía notando el sabor y el aroma de Santana, como cuando su propia boca le recorría el cuerpo.

¡Amantes, sí!

—¡ Brittany! ¿Te encuentras bien?

Brittany parpadeó varias veces y se encontró cara a cara con Sugar Hart.

¿Qué podría haber ocurrido para que Sugar Hart se rebajara a entrar a su humilde tienda?

¡Si ni siquiera era Navidad!

—Hola, Sugar—saludó Brittany enderezándose—Estoy perfectamente. ¿Qué te trae por aquí?

—¿Qué pasa, es que no puedo venir a comprar a tu preciosa tiendecita?

Brittany negó con un gesto.

—No sueles hacerlo.

Sugar tuvo la decencia de ruborizarse, aunque lo disimuló bastante bien con una encantadora sonrisa.

—Ayer estuvimos hablando de ti—dijo—Mi familia política nos invitó a almorzar, después del oficio dominical. También estaban Will y Emma Schuester.

—Ah, muy bien—murmuró educadamente Brittany.

—Comentaron que Santana López se aloja en tu casa. Por supuesto, sabíamos que estaba en el pueblo, por lo del funeral y todo eso—dijo Sugar haciendo un gesto con la mano—Se dice que aparece mencionada en el testamento de su papá. ¿Puedes creer el descaro que tienen algunas, atreviéndose a volver al pueblo para exigir la fortuna familiar después de la vergüenza que hizo pasar a su pobre mamá?—Brittany abrió la boca para defender a Santana, pero desistió al momento, no tenía por qué dar a Sugar explicación alguna. Ya se enteraría de todo muy pronto—Oye, Brittany, ¿tú crees que es bueno que se aloje en tu casa?

—¿Cómo que bueno?

—Ya hay rumores por todo el pueblo.

—¿Qué rumores?

—De que ustedes dos son más que amigas, no sé si me entiendes.

Brittany se echó a reír.

—Claro que te entiendo, Sugar. Lo que me pregunto es por qué habrás sentido la necesidad de venir hasta aquí a contármelo.

—No hago más que preocuparme por tu bienestar, Brittany.

—Ambas sabemos que eso es una estupidez, Sugar—contestó Brittany con su mejor sonrisa—No somos amigas, ni tampoco tenemos la misma vida social. De hecho, apenas frecuentas mi establecimiento—Brittany rodeó el mostrador y se colocó frente a Sugar—Lo que supongo es que quieres conseguir cotilleos frescos. Pero ¿sabes qué, Sugar? Nada de esto es asunto tuyo. Así que, ¿qué tal si vuelves al club de campo y les dices que has fallado en tu misión?

Sugar dio un paso atrás y se llevó la mano al pecho.

—¡Brittany Pierce, no puedo creer que me estés hablando de esta manera!—exclamó, y a continuación bajó la voz—Creo recordar que fue gracias a un préstamo de nuestro banco como conseguiste comenzar este... negocio, ¿no es así?

Brittany sonrió.

¡Oh, apenas podía esperar a que Sugar averiguara que era Santana quien controlaba ahora el banco!

—Sí, así fue. Aunque no recuerdo que tu nombre estuviera escrito en ninguna parte de mi solicitud de préstamo.

—Dudo que hubieran aprobado tu préstamo de no haber sido porque fuimos juntas al colegio, Brittany. Tal vez deberías recordarlo—concluyó, y, dando media vuelta, salió a toda prisa de la tienda.

La sonrisa de Brittany se convirtió en carcajada.

¡Dios, Sugar no tenía ni la menor idea sobre cómo funcionaba el mundo!

Sin embargo, la sonrisa se esfumó en cuanto recordó a Santana.

¡Había sido tan brusca con ella, tan distante...!

Y todo porque se sentía...

¿Cómo, avergonzada?

¿Avergonzada por haber hecho el amor con ella tan concienzudamente?

Ya no estaba nada segura de cuál era el motivo por el que había huido de Santana aquella mañana.

¿La culpa?

Podía enumerar mil excusas, y una de ellas era lo que pensaría la gente del pueblo, su familia, sus amigos.

Era lo que más odiaba del hecho de vivir en un pueblo.

Todos lo sabían todo de los demás.

Y aquello era algo que dudaba que pudiesen mantener en secreto. Qué demonios, seguro que Sugar Hart estaba ya contándole a sus amigas del club de campo la visita que acababa de hacerle.


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Santana sacó rápidamente el móvil al oírlo sonar, esperando que fuera
Brittany.

Pero fue Artie quien la saludó.

—¿Estás ocupada?

Santana miró hacia su portátil, en el que centelleaba el salvapantallas.

—No, sólo estaba haciendo unas correcciones—mintió—¿Qué pasa?

—Pues que acaba de venir por aquí el señor Schuester, y me ha dicho que te irás muy pronto. ¿Es cierto eso?

Santana comenzó a hacer girar las gafas que tenía en la mano, al tiempo que asentía.

—Sí, Artie, muy pronto, aunque todavía no estoy segura de la fecha. De hecho, pensaba llamarte hoy para saber si hay algo que quieras tratar conmigo antes de que me vaya.

Artie se echó a reír.

—¡Hay muchas cosas que querría tratar contigo! Pero he estado echando un vistazo a esa lista de deseos tuya que me enviaste. La mayoría son prestaciones para los empleados y cosas parecidas. Si estás segura de querer poner en marcha todas esas medidas, puedo hablar con la señora Washington y que te presente un esquema de las fases de implantación.

—Sí, creo que las prestaciones que ofrecemos a nuestros empleados son vergonzosamente escasas. Algunas de las que quiero implantar son sencillas y baratas, mientras que otras comprendo que nos restarán beneficios. Pero es algo que me parece necesario hacer. Creo que a la larga nos hará ser más productivos.

—Estoy de acuerdo. Me pondré a ello de inmediato.

Santana se quedó en silencio un momento, recordando la forma en que se había ido Brittany aquella mañana.

Bien pensado, tal vez sería mejor marcharse ya.

No tenía sentido prolongar lo inevitable.

—¿Qué tal si vas adelantando ya algo hoy mismo, Artie? Tal vez podríamos discutirlo esta noche y, si me parece que estamos en la misma onda, puede que decida irme mañana.

—Claro, no hay problema—contestó Artie; carraspeó un poco e hizo una pausa antes de añadir—¿Sabe Britt que piensas marcharte?

—No—dijo ella, e hizo también una pausa—Pero no será ninguna sorpresa, Artie—arrojó las gafas sobre la mesa antes de continuar—Iré yo hasta tu casa. ¿Te viene bien que nos reunamos ahí al salir del trabajo?

—Perfecto.

Santana se pasó el resto del día haciendo la colada y buscando un vuelo de regreso. Calculó que, si salía lo bastante temprano, podía estar en Dallas al mediodía, de modo que reservó un vuelo que salía para San Francisco a las dos en punto.

Envió un breve correo electrónico a Quinn para asegurarse de que alguien la iría a recoger. Incluso le prometió regresar con ella y quedarse unos días de visita.

Sería mejor eso que quedarse sola en su casa, donde no habría nada con que distraerse.

Capitulo 31

Brittany se sintió decepcionada al ver que el automóvil de Santana no estaba en la entrada cuando llegó a casa. Decepcionada, pero no necesariamente sorprendida.

Seguramente, Santana estaba intentando eludir la confrontación que daba por sentado que iba a producirse al regresar ella a casa.

Brittany no pensaba provocar ninguna confrontación, pero tenían que hablar, ella lo necesitaba urgentemente.

Se dio cuenta de que ya había superado la conmoción inicial que sintió al advertir que acababa de hacer el amor con Santana. El día anterior, lo había visto todo tan claro... Sin embargo, con la luz del día le entró el pánico.

Y ahora... bueno, ahora había tenido todo el día para acostumbrarse a la idea, para aceptarlo. Además, lo que Santana y ella habían hecho la noche anterior no había sido más que la expresión física de lo que sentían la una por la otra, de lo que habían sentido años atrás y que desde luego seguían sintiendo ahora, ya adultas.

Cuando Santana la tocó, cuando le hizo el amor, Brittany descubrió de pronto que todo lo que había sentido por ella tenía sentido, que encajaba: su total disposición para seguirla a todas partes, cuando era niña, por el puro placer de estar con ella. Y más tarde, ya adolescente, sus enormes deseos de que Santana la tocara. Ambas habían estado tan apegadas la una a la otra que para ellas era algo completamente natural tocarse mientras conversaban. Y ahora de adultas, esa necesidad de tocar y ser tocadas era más fuerte que nunca.

La noche anterior habían dejado de resistirse a esa urgencia.

Ya no podían reprimirse más.

Sin embargo, Brittany no tenía ni la menor idea de lo que iba a suceder a continuación.

Por eso deseó que Santana estuviera en casa.

En lugar de eso se encontró una nota. Al parecer, Kitty iba a preparar espaguetis para todos.

—Por favor, que no esté Jake—musitó.

Sin embargo, no tendría por qué haberse preocupado: el de Santana era el único automóvil aparcado en la entrada.

Brittany dejó el suyo justo detrás y se apresuró a entrar para escapar de la llovizna que llevaba cayendo desde el mediodía. Las tormentas primaverales que habían anunciado se habían quedado más al norte.

No se molestó en llamar al timbre: llamó un par de veces con los nudillos y entró.

—¡En la cocina!—gritó Kitty.

Hanna y Kurt estaban sentados a la mesa, coloreando. Hanna alzó la vista lo justo para dedicarle una breve sonrisa. Kitty la recibió con una cuchara tendida hacia ella.

—Prueba.

Brittany obedeció, antes de asentir.

—Muy rico. Necesita un poco más de albahaca.

Kitty se echó a reír.

—¡Como si fuera a aceptar tus consejos sobre cocina!

Tapó la cacerola y la puso a fuego lento.

—¿Dónde están todos?

—Eché a los gemelos a dormir la siesta hace un par de horas—Brittany aguardó pacientemente—¿Lo dices por San?—dijo Kitty sonriendo.

—Supongo que Artie y ella estarán encerrados en algún sitio.

—Están jugando al ordenador. Artie le ha preparado unos gráficos o algo así—explicó, haciendo un gesto con la mano.

Santana asomó la cabeza antes de que Brittany hubiera tenido tiempo de ir a buscarlos.

—Kitty, ¿tienes más té helado?—preguntó, interrumpiéndose al ver a Brittany—No te había oído entrar, Britt.

Brittany se sumergió en las profundidades de aquellos ojos oscuros y tuvo que apoyarse en la encimera para no caerse. Todo lo que había sentido la noche anterior pareció golpearla de pronto.

—Hola, San.

Santana le dedicó una titubeante sonrisa.

—Hola, ¿qué tal? ¿Todo bien?

Brittany asintió.

—Sí, ahora todo está perfectamente.

—Estupendo.

—Lo siento.

—No pasa nada—contestó Santana encogiéndose de hombros

—Fue todo culpa mía.

—Deberíamos haberlo hablado—musitó Santana.

Kitty carraspeó audiblemente antes de intervenir:

—¡Hola!—saludó, arrastrando las sílabas—Está claro que me he perdido parte de la conversación, porque lo que oigo no tiene ningún sentido—a continuación recogió el vaso que Santana llevaba en la mano y añadió—¿Dónde está mi marido?

—Está acabando unos organigramas que le he pedido—contestó, apartando la vista de Brittany.

Kitty le ofreció un vaso lleno de té.

—Bueno, esto tiene que acabar. Trabaja todo el día, y al llegar a casa se pone otra vez con el ordenador. ¡En estas dos semanas no ha hecho ni las malas!

Santana soltó una carcajada.

—¿Y qué quiere decir eso en cristiano, Kitty?

Kitty llenó otro vaso y se lo ofreció a Brittany.

—Quiere decir que tengo tareas para él en casa, y aquí el cerebrito no las ha hecho todavía.

—Bueno, ya tendrá tiempo de sobra cuando yo me haya ido.

Brittany se dio la vuelta y clavó la vista en aquellos ojos tan oscuros.

—¿Te vas, San?—preguntó en voz baja. Santana asintió—¿Cuándo?

Santana miró un momento a Kitty y después volvió a mirarla a ella.

—Tengo un vuelo desde Dallas mañana a las dos.

—Entiendo—dijo Brittany, y carraspeó brevemente—Y ¿cuándo lo has decidido?

Santana dudó un momento antes de responder.

—Esta mañana.

Brittany asintió y desvió la mirada.

—Entiendo—repitió.

Santana miró a Kitty y pudo ver la multitud de preguntas que pugnaban por salir de sus labios. Aquel no era el mejor momento para tener esa discusión con Brittany, a pesar del dolor que expresaban sus ojos.

Lo único que deseaba era ir hacia ella y abrazarla estrechamente.

—¡Eh, San! ¡Ven a ver esto!—gritó Artie desde la parte de atrás de la casa.

Santana se quedó quieta un momento, dedicó a Brittany una última mirada y se escabulló en silencio.

—¿De qué demonios iba todo eso?—preguntó Kitty en cuanto Santana desapareció de la vista.

Brittany se enderezó, pues no quería que Kitty pudiera ver lo afectada que estaba.

No podría explicar el motivo de sus lágrimas, de modo que se hizo la tonta.

—¿De qué iba qué?

—Me dio la sensación de estar escuchando sin querer una conversación privada, eso parecía. Aunque no sé de qué me sorprendo. Ustedes dos siempre han vivido en sue propio mundo—dijo Kitty, al tiempo que quitaba la tapa de la cacerola que contenía la salsa para los espaguetis y la removía lentamente—No sabía si decírtelo, pero la fábrica de rumores ha estado funcionando a pleno rendimiento.

—¿Qué quieres decir?

—Sobre San y tú. Llevo todo el día oyendo cuchicheos.

—¿Qué dicen de San y de mí?

—Oh, Britt, estoy segura de que tu ingenuidad no llega a tanto. Lleva dos semanas viviendo en tu casa. Aunque nadie lo menciona, todo el mundo recuerda el motivo de su marcha. Y, aunque no fuera así, es prácticamente una celebridad. Y lo suyo es de dominio público, como ellos dicen.

—¡Sugar Hart, esa bruja!—musitó Brittany entre dientes.

Al momento echó un rápido vistazo hacia Hanna. La pequeña estaría escuchando atentamente, sin duda.

—¿De qué hablas?

—Vino esta mañana por la tienda, buscando información sobre San. Te juro que fue como si siguiéramos en el instituto.

Kitty volvió a colocar la tapa y se acercó a ella.

—Britt, tú sabes que si hubiera algo entre San y tú... no quiero decir que vaya a suceder, ni mucho menos... pero si lo hubiera, puedes contármelo, ¿sabes? No me iba a poner histérica ni nada de eso.

Brittany soltó una risita nerviosa.

—¡Oh, Kitty, por supuesto que no hay nada de eso, no seas tonta! Conozco a San de toda la vida. Tan sólo somos amigas, y nunca habrá nada más que eso—declaró, y carraspeó un poco—Y sí que te pondrías histérica.

Santana se quedó inmóvil en el vestíbulo, notando cómo se le partía el corazón al escuchar las palabras de Brittany.

Y sin embargo, ¿qué esperaba?

¿Acaso creía que Brittany iba a confesarle a su hermana que habían hecho el amor la noche anterior?

¿Pensaba que Brittany estaba preparada para afrontar aquel cambio?

Procuró recomponerse antes de entrar en la cocina.

La mirada de Brittany voló hacia ella.

—Olvidé mi té—murmuró.

—Sanny...

Santana la miró fijamente a los ojos, reconociendo así que lo había oído todo.

Le dedicó un breve gesto de asentimiento y se alejó de ahí.

¡Oh, Dios!

Brittany cerró los ojos y se apartó de Kitty, consciente de que el dolor que había visto reflejado en los ojos de Santana era a causa de ella.

¡Menuda hipócrita estaba hecha, Brittany Pierce!

En privado, ante sí misma… o ante Santana, era capaz de admitir lo que sentía... lo que era.

Pero ¿podía hacerlo ante Kitty, ante cualquier miembro de su familia?

¿Podría proclamar a los cuatro vientos que Santana y ella eran ahora... amantes?

¡No, nunca!

No podía.

Kitty nunca lo entendería, a pesar de lo que acababa de decirle.

Su mamá tampoco.

Y no sólo eso: ¡tenía un negocio, por Dios santo!

¿Seguiría teniendo clientes después de que se supiera?

¡Claro que no!

Lo más seguro era que huyeran en masa de su tienda, y ella se convertiría en el hazmerreír de Lima, Ohio.

—Britt, ¿ocurre algo?

Brittany negó con un gesto y buscó a ciegas su vaso de té.

—Nada... me da rabia que San se vaya tan pronto, eso es todo—murmuró. Respiró hondo y por fin consiguió alzar la vista hacia Kitty, esperando que su sonrisa pareciera sincera antes de añadir—Voy a echarla de menos.

—Lo sé, pero al menos esta vez sabes que volverá—Brittany deseó poder estar segura de eso—Pero yo estoy ya harta de que acapare a Artie todo el tiempo. Bueno, ve a decirles que la cena está lista—dijo Kitty, y se volvió a continuación hacia los niños—Hanna, recoge los lápices de colores. Es hora de cenar—después asomó la cabeza por el pasillo—¡ Britt, dile a Artie que se traiga a los gemelos!—gritó.

Brittany asintió, a pesar de saber que tanto Artie como todo el vecindario la habían oído perfectamente.

Encontró a Santana inclinada por encima del hombro de Artie, frente al ordenador encajado en una esquina del dormitorio matrimonial. Ambos señalaban al monitor, y Brittany aprovechó para permitir que sus ojos recorriesen de arriba abajo el cuerpo de Santana.

En el breve espacio de tiempo que tardó en hacerlo, los recuerdos de lo sucedido la noche anterior se agolparon en su mente, haciendo que la respiración se le entrecortara y su corazón comenzara a latir desbocadamente.


Como siempre sucedía, Santana percibió su presencia.

Se incorporó lentamente, enderezando la espalda. Giró el rostro y la miró a los ojos. Brittany pudo ver que la mirada de Santana se apagaba, y se preguntó qué es lo que acababa de ver en su propio rostro.

¿Deseo?

¿Era posible que Santana fuera capaz de adivinar lo que tenía en la mente en aquellos momentos?

—Artie, Kitty quiere que vayas a por los gemelos—dijo en voz baja, sin despegar los ojos de Santana.

—Sí, ya la he oído—contestó, aunque no dejó de teclear en su ordenador.

—Creo que quería decir ahora mismo. Está un poco gruñona.

—Ya he visto bastante, Artie—dijo Santana—Puedes enviarme el resto por correo electrónico.

—¿Estás segura?

—Claro que sí—contestó ella.

Brittany se le acercó tan pronto como Artie las dejó a solas, sin dejar de mirarla a los ojos.

—Lo siento mucho, Sanny—susurró.

—¿Por?

—Por lo de esta mañana, por lo que me has oído decirle a Kitty—explicó. Después cerró los ojos de golpe y añadió en un susurro—Y también siento que vuelvas a abandonarme.

—¡Oh, Britt-Britt, no te estoy abandonando! Estoy dejando... lo nuestro. Será mejor para ti que me vaya.

—No, Santana. Te vas porque esta mañana me puse histérica y hui de ti. Te vas porque no he sido capaz de hablar contigo sobre ello. Y te vas también por lo que le dije a Kitty.

Ambas se miraron fijamente a los ojos.

—Sí—admitió Santana en voz baja—Sí a todo, Britt.

—¡Dios, Sanny no quiero que te vayas! ¡Se me rompe el corazón con sólo pensarlo!

Santana le tomó la mano y la atrajo hacia sí, posándola sobre su seno izquierdo y presionándola con fuerza.

—También se rompe el mío.

—¡No te vayas, Sanny!—susurró Brittany.

—Nunca olvidaré la noche pasada, Britt-Britt. No tienes ni idea de lo especial que ha sido.

—Sí que lo sé, Sanny.

—Tú no estás preparada para este tipo de vida, Britt, sabes que no. Puede que nunca lo estés. Pero yo soy ya demasiado mayor, y he estado viviéndolo abiertamente durante demasiado tiempo. No puedo meterme en el armario y esconder esto, Britt.

—Tengo que pensar en mi familia, en mi negocio—explicó Brittany, moviendo la cabeza de un lado a otro—Nunca podría... declarar esto abiertamente, San.

—Lo sé. Por eso me voy.

—Sanny, por favor, tal vez si me das algún tiempo...

—¡Chicas, a cenar!—aulló Kitty.

Santana apretó cariñosamente la mano de Brittany.

—Hablaremos esta noche.

—¡Esta noche no quiero hablar, quiero volver a hacerte el amor, Sanny!—susurró Brittany.

Santana cerró los ojos un momento.

—¡Dios, Britt, no tienes ni idea del efecto que me causan esas palabras!

Brittany se acercó a ella.

—Sólo con pensar en que me toques, me flaquean las piernas, Sanny.

Sus miradas se clavaron la una en la otra, y sus labios estaban apenas a unos centímetros de distancia cuando Kitty volvió a llamarlas a gritos.

—¡Maldita sea!—musitó Santana.

Brittany le apretó cariñosamente la mano.

—Vamos, mi Sanny.

Santana sintió que volvía a rompérsele el corazón cuando Brittany le soltó la mano.

Sabía que esa noche volverían a hacer el amor.

Y también que aun así se iría al día siguiente.

¡Estoy enamorada de ella!

La verdad no la conmocionó demasiado. Tuvo que admitir que siempre la había querido.

Siempre.

Ese era el motivo por el que, año tras año, nunca conseguía encontrar a alguien que apartara a Brittany de su corazón, nunca conseguía encontrar a quien la sustituyera.

¡Y voy a volver a abandonarla!

Porque, esta vez, Brittany estaba poniendo a su familia por encima de ella.

—¿Sanny?

Santana asintió tristemente.

—Voy.

Hola, recordarles que estos son los ultimos caps =(, solo quedan 5 y por lo menos 2 son cortitos, bueno muy cortos, demasiado cortos ok! conste que les avise!!!.

Pd: voten Brittana =D...  Saludos =D

Capitulo 32

Brittany cruzó el pueblo en su automóvil, y tuvo que obligarse a recordar el límite de velocidad. La cena había sido interminable. Se preguntó qué habría pensado Kitty del silencio de Santana y ella.

Estuvieron en silencio, sí, pero sin poder dejar de mirarse la una a la otra.

Echó un vistazo por el retrovisor y vio que Santana la seguía muy de cerca.

Apenas podía esperar a estar a solas con ella.


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Santana sujetaba con fuerza el volante, con la vista fija en el vehículo que iba delante de ella.

Se preguntó si conseguirían siquiera hablar.

Las miradas que se habían cruzado en la cena sugerían que no. Los ojos de Brittany ardían, provocadores, y lo único que Santana podía hacer era intentar mantener la respiración regular.

De hecho, apenas podía quedarse quieta en su asiento.

¡Los ojos de Brittany prometían... tantas cosas...!

Habían hecho el amor la noche anterior, sí, pero había sido de un modo indeciso, titubeante al principio. Era algo nuevo para ambas, pues cada una hubo de aprender lo que le gustaba a la otra. En cambio esta noche…

…¡Oh, esta noche!...

…Esta noche ya no habría titubeos.

Pudo notarlo en cada una de las miradas que Brittany le dedicaba.

La vista se le nubló al imaginarse a Brittany recorriendo su cuerpo, aquella ardiente boca localizando todos sus lugares ocultos, moviéndose entre sus muslos hasta hacerla llegar al orgasmo.

—¡Jesús, María y José! —musitó.

Para cuando llegó a la entrada de la casa de Brittany, estaba casi temblando de nerviosismo y expectación. Respiró hondo el aire nocturno, que la lluvia caída poco antes había refrescado. Cerró los ojos e intentó recuperar algo de control sobre su cuerpo. Sin embargo, cuando volvió a abrirlos Brittany estaba allí, esperando.

—Ven adentro, Sanny.

Aquellas palabras, pronunciadas en voz tan baja, prometían un mundo.

Asintió y siguió a Brittany, cruzando el garaje y entrando en la cocina.

Brittany no se molestó en encender las luces, se aferró la mano de Santana y atravesó con ella la casa. Santana no protestó, pero cuando entraron en el dormitorio de Brittany apenas podía respirar. El corazón le latía con tal fuerza en el pecho que era ya casi doloroso. Sin embargo no tuvo tiempo para pensar. Brittany se volvió hasta colocarse frente a ella y sus manos ascendieron por los brazos de Santana mientras daba el único paso necesario para que sus cuerpos se tocaran. Santana gimió al tiempo que la atraía hacia sí, y sus labios buscaron afanosamente hasta encontrar la boca de Brittany, una boca tan hambrienta como la suya. Santana sintió que le flaqueaban las piernas cuando unas cálidas manos se colaron bajo su camisa.

Brittany se apartó apenas un instante para mirar fijamente a Santana.

—Quiero hacer el amor contigo hasta que me supliques que lo deje ya—musitó.

Sus manos ascendieron hasta cubrir los senos de Santana. Sabía ya que no habría sujetador alguno que se lo impidiera.

—Britt...

—Y voy a hacerte el amor tal y como me lo hiciste anoche, Sanny—añadió, gimiendo al notar que los pezones de Santana se endurecían todavía más—Voy a...—cerró los ojos mientras una de sus manos cruzaba el cuerpo de Santana hasta colarse descaradamente entre sus muslos. Santana se apretó contra aquella mano, y Brittany pudo casi sentir la humedad a través de la tela vaquera—Quiero besarte ahí abajo, Sanny.

Santana dejó escapar un gemido y empujó la mano de Brittany más fuerte contra su palpitante clítoris. Las rodillas se le quedaron literalmente sin fuerzas, pero Brittany estaba ahí para sostenerla. Volvió a encontrarse con su boca, pero fue la lengua de Brittany la que salió a presentar batalla, dejando pocas dudas acerca de quién controlaba la situación.

Brittany ya la había desnudado antes de que pudiera siquiera pensarlo.

A continuación, Santana se quedó mirando cómo Brittany se desprendía de las últimas prendas de ropa que le quedaban. La cama se hundió suavemente bajo su peso, y se relamió, expectante, contemplando cómo Brittany venía hacia ella.

—Esta noche eres mía, Sanny—murmuró Brittany, al tiempo que sus labios se cerraban sobre un desesperado pezón.

—Siempre he sido tuya, Britt—musitó Santana.

Cerró los ojos, abandonándose a Brittany mientras la húmeda boca de ésta iba trazando un camino de descenso por su cuerpo. Unas expertas manos le separaron los muslos, y Santana se estremeció al notar que aquella boca le cubría el sexo.

En ese instante supo que nunca volvería a ser la misma.

Capitulo 33

El frío del amanecer la despertó.

Tendió la mano, intentando encontrar el tibio cuerpo de Santana, pero la cama estaba vacía. Brittany se incorporó sobre la cama, escuchando el silencio.

Cerró los ojos.

¡Que siga aquí, por favor!

Recorrió descalza la casa vacía. Su mano tembló al girar el pomo de la puerta del dormitorio de Santana.

—¡No, no, no!—murmuró.

Corrió hacia la cocina, apartando de un manotazo las cortinas de la ventana.

¡Oh, Sanny!

El Lexus negro no estaba.

Brittany dejó caer las cortinas mientras ella misma se derrumbaba sobre el suelo, sin intentar siquiera poner freno a las lágrimas que le corrían por las mejillas.

Santana se había ido.