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[Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin - Página 2 Primer15
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Finalizado FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 6

Mensaje por 23l1 Sáb Mar 07, 2015 7:31 pm

Capitulo 6


Hotel de Lima, Ohio.

El cosquilleo que sintió cuando sonó el teléfono desapareció en cuanto Brittany percibió el cansancio en la voz de Santana. Se preguntó por enésima vez por qué se habría involucrado en aquel asunto.

—Hola, ¿dónde estás?

—Abajo, en el aparcamiento.

—Si estás demasiado cansada para subir, lo entenderé.

En realidad, Brittany no lo hubiera entendido.

Durante el trayecto hasta Lima, Ohio había tratado de convencerse de que tenía que ver a Santana por última vez para apartarla de su vida. Se engañaba a sí misma si se empeñaba en ver aquello como un trabajo más. Incluso los residuos de ira que le quedaban del instituto se habían difuminado, convirtiéndose en algo mucho más enrevesado.

—Estoy un poquito cansada.

Brittany tardó unos instantes en darse cuenta de que se sentía herida porque Santana estaba demasiado cansada para verla, cuando en realidad se encontraba abajo, y tardó otros tantos instantes en comprender que, si fuera inteligente, se le ocurriría un motivo para colgar el teléfono y regresar a New York con el rabo entre las piernas, pero intacto.

—Sé que es tarde, pero esperaba que quisieras verme. Llevo todo el día deseando verte.

—No es tan tarde.

Brittany se puso roja de ira y de vergüenza por su ansiosa respuesta. Sin embargo, la furia no le impidió darle a Santana el número de su habitación. Brittany colgó el teléfono y se volvió para contemplar la habitación. La ropa de cama estaba doblada, había una botella de champán en una cubitera, entre hielo medio derretido, y una bandeja con fruta sin tocar en un carrito que había pedido al servicio de habitaciones una hora antes.

Brittany se llevó la mano al pecho y, luego, al estómago, y sus dedos rozaron la piel desnuda. Contempló el grueso albornoz blanco que llevaba y se estremeció.

Se le había ocurrido pedir algo de comer, por si Santana no había tomado nada. A las diez, como no la había llamado, decidió remojar el dolorido ego y el furioso cuerpo en un baño caliente antes de acostarse.

En aquel momento parecía como si hubiera planificado lo que, en realidad, deseaba que ocurriera: una noche de sexo sostenido con comida y más sexo.

Pero una cosa era desear algo y otra muy distinta abrir la puerta en albornoz, tener un banquete preparado y la cama dispuesta. El único paso en falso que no había dado era poner la típica música «para joder» en el combo reproductor de CD/despertador del hotel.

La tímida llamada a la puerta la asustó. Miró hacia el armario en el que había colgado el traje. Tendría que hacer esperar a Santana mientras buscaba algo en el equipaje, o bien se ponía la ropa que había llevado durante el día.

Ninguna opción le pareció buena, así que respiró hondo y abrió la puerta. Casi cayó desmayada.

Santana llevaba un vestido.

Brittany se había equivocado al pensar en cómo le quedarían los vestidos. El tejido negro se ceñía a su cuerpo, adaptándose a las caderas y al estómago, plano como un guante, y luego caía con elegancia y cierto recato sobre las pantorrillas. Brittany contempló las piernas de Santana, recordando cómo las había visto a través de la ventana. Se preguntó qué se sentiría enredada en su cintura o en sus hombros.

Brittany se dio cuenta de que era descortés seguir mirándola de aquella forma, por lo que se obligó a sonreír y a centrarse en sus ojos. Pero no pasó del cuello de Santana y de los suaves bucles que acariciaban sus hombros.

Brittany abrió la boca para saludar, pero no acertó a decir nada. Quería deslizar los labios sobre aquellos hombros deliciosamente fuertes. En su primera cita no había tenido ocasión de contemplar el cuerpo de Santana, y en aquel momento...

—Es exagerado, ¿verdad?

Brittany alzó la vista, sobresaltada.

Se había quedado en la puerta comiéndosela con los ojos, como una virgen preparándose para su primera vez. Por la expresión de Santana dedujo que, no sólo se había dado cuenta, sino que se sentía incómoda.

¿Y ahora qué, idiota?

Lo dabas por hecho.

—¿Qué es exagerado?—preguntó Brittany, mientras trataba de despejar el agradable sopor de su cerebro.

—El vestido. Me han dicho que soy demasiado fibrosa para llevar un vestido sin mangas.

—¡Qué barbaridad! No eres demasiado fibrosa. El vestido es precioso. Estás preciosa con él. Hay que ser muy burro para decir algo así.

Brittany se calló de pronto. La sonrisa de Santana compensaba sus propios exabruptos.

—Me alegro de que no pienses lo mismo. ¿Puedo pasar? Aquí fuera hay corriente.

Brittany se apresuró a apartarse para dejarla entrar.

Por atrás el vestido era casi tan bonito como por delante. De escote bajo, dejaba al descubierto la femenina curva de la musculosa espalda de Santana y terminaba en la protuberancia de las nalgas.

Brittany reparó en que la puerta aún seguía abierta y la cerró rápidamente, parpadeando.
Entre el vestido y el recuerdo de Santana masturbándose en su despacho, tendría suerte si no acababa sufriendo alteraciones del sueño. Por supuesto, si tenía que permanecer despierta toda la noche, había recuerdos mucho peores que aquél.

¿Cómo diablos se le había olvidado como lucia Santana en el instituto?

Era más fácil enfrentarse al uniforme de porrita.

Mejor que no haya entrado con la ropa de trabajo. A juego o no, te pondrías patas arriba.

—Lo digo en serio. Estás estupenda.

La sonrisa de Santana calmó el nerviosismo que Brittany sentía en el estómago.

—Gracias. A ti también te favorece el albornoz.

La vergüenza hizo sudar a Brittany.

El albornoz era la típica prenda de toalla que los hoteles facilitan a los huéspedes con la esperanza de que se excedan en el mini-bar, olviden todas las prevenciones y paguen más dinero por el uso permanente del albornoz.

—Parezco una nube de azúcar. Estaba a punto de darme un baño cuando llamaste.

—¿No me digas, molesta que te acompañe?

El pulso de Brittany se aceleró ante la naturalidad con que Santana formuló la pregunta.

—Me encantaría. ¿Seguro que te apetece? Dijiste que estabas cansada. Tu compromiso anterior debe de haberte exigido mucho. Espero que valiera la pena.

Santana se mostró sorprendida y, luego, enfadada, lo cual asombró a Brittany.

—¿Y qué más da que esté cansada o no?

—¿Qué? Yo sólo me refería...

—Sé a qué te referías. Lamento haberte saltado al cuello. Sí, estoy cansada, pero esta noche he venido para olvidar el desastre que es mi vida. No quiero que me digan que parezco cansada o que trabajo demasiado o... He venido para estar...

Brittany apretó los dientes y Santana cruzó los brazos sobre el pecho.

—¿Has venido aquí para estar cómo? —La ira de Brittany estalló y en ese momento no la atemperó la vergüenza. Santana no tenía derecho a cargarla con sus problemas.

La que tendría que estar enfadada era ella. Al fin y al cabo, era la que...

—¿A qué has venido, Santana?

—He venido a follar, ¿vale? No quiero hacer como...

—Dilo—susurró Brittany.
—Como si nos estuviéramos utilizando la una a la otra.

Sus palabras cayeron entre ambas como una piedra en un estanque sereno.

Brittany tragó saliva.

Se sentía como si le hubieran dado un empujón en un pasillo atestado de gente, y vaya si dolía.

Extendió los brazos y Santana se hundió en ellos. Se dieron un beso descarnado. Brittany recibió la punzada de los labios al fundirse, del mismo modo en que uno remuerde el puño esperando disfrazar un dolor real y más profundo. Los dedos de Santana luchaban desesperadamente con el nudo del cinturón del albornoz. Por un leve instante, Brittany sintió un extraño recato cuando el nudo cedió y se abrió el albornoz. El beso de Santana la tranquilizó y, cuando sus bocas se separaron, Santana apoyó la frente en la de Brittany. Los ojos de Santana abrasaron el cuerpo de Brittany, acariciándola, amándola sin tocarla.

Brittany se derrumbó cuando oyó que tomaba aire.

—¡Dios mío! ¡Qué hermosa eres, Britt!—exclamó Santana, y a Brittany le pareció que los vestigios de hielo que habían recubierto su corazón en los últimos diez años se derretían.

Intentó resistir recordando la seductora sonrisa de Blaine Anderson. Logró centrarse un segundo, pero, cuando los temblorosos labios de Santana rozaron los suyos, en lo último que pensó fue en Blaine Anderson.

No se resistió cuando Santana la tumbó sobre la cama y acogió con agrado el peso de su cuerpo. Brittany se sumergió en un mar de cálida excitación, arrastrada por el placer que le proporcionaba Santana y encantada de estar desnuda debajo de una mujer que, a pesar del pasado común, no conocía. Por su mente pasó la fugaz idea de que no le gustaría estar en ningún otro sitio. Brittany estiró la mano, retiró las horquillas del pelo de Santana y sus cabellos cayeron en cascada. La cadera de Santana se encajó entre las piernas de Brittany y las separó.

—Estoy lista—advirtió Brittany—Tú vestido...

—Súbelo—Santana empujó con las caderas. Brittany gimió de placer y rodeó el trasero de Santana para colocarlo. Le parecía increíble estar tan a punto. Santana dejó de moverse. Brittany quería protestar, pero las palabras murieron en su garganta, ahogadas por la expresión traviesa y excitada del rostro de Santana. Se incorporó, con las rodillas en torno a las caderas de Santana. Su sonrisa había perdido el aire juguetón y transmitía una intensidad que le recordó la sensación de acorralamiento que había experimentado en el vestuario. Ansiedad. Mierda... También la sentí entonces, pero estaba demasiado asustada para reconocerla.—Levanta las manos, Britt—ordenó Santana y, tras un instante de duda, Brittany obedeció y vio que Santana sujetaba el cinturón de su albornoz—Te voy a atar las manos. No podrás tocarme. Sólo te tocaré yo. ¿Entendido?—Brittany frunció el entrecejo. Lo entendía, pero no le gustaba nada—Brittany..., ¿me dejas poseerte esta noche? Por favor. Necesito olvidar lo asquerosa que es la vida a veces. Sólo un ratito.

—De acuerdo—aceptó Brittany—Santana parecía asombrada y Brittany no comprendía por qué. No era la primera vez que estaban juntas, pero, cuando habló, procuró retener para siempre la expresión deslumbrada de Santana—Esta noche soy tuya. Puedes hacer o decir lo que quieras. Déjate llevar, San.
Brittany alzó las manos sobre la cabeza y cruzó las muñecas. Santana las ató con un cuidado ceremonioso. Brittany la contempló mientras Santana se despojaba del vestido, deslizando las tiras sobre los hombros y los brazos. Recordó la misma expresión de pasión contenida en su rostro mientras la espiaba a través de la ventana. Brittany apretó los dedos y soltó un gemido. El cinturón ataba sus manos con delicadeza. Podía liberarlas sin dificultad. El vestido cayó al suelo, formando un charco de tejido negro entre los pies descalzos de Santana.

—¿Dónde están tus bragas?—preguntó Brittany, atónita.

—Las he dejado en la guantera del coche. Estaba muy excitada cuando venía hacia acá.

Si Santana no se hubiera mostrado tan avergonzada, Brittany habría pensado que aquel comentario pretendía provocar una determinada reacción. Una oleada de calor asfixiante ascendió desde las plantas de los pies de Brittany hasta su cabeza.

La cama se hundió cuando Santana se sentó con las manos entrelazadas recatadamente entre las rodillas. A Brittany le gustaba que Santana no manifestara ninguna prisa y procuró calmar sus propios nervios. También ella sabía ser paciente. No estaban pendientes del reloj ni nada por el estilo.

Santana se levantó y, al coger la botella de champán, el agua se derramó por el borde de la cubitera, pero Brittany no apartó la vista de su perfecto y redondeado trasero. Todo su cuerpo era perfecto, incluso las plateadas marquitas del elástico que brillaban en sus costados. Brittany se preguntó a qué sabrían. Santana buscó una toalla. Encontró una pequeña, que Brittany había dejado sobre la mesita, y la utilizó para descorchar la botella de champán. Sonrió y le ofreció una copa a Brittany, arqueando una ceja.

—¿Celebramos algo?—preguntó Brittany, reparando de pronto en su propio cuerpo. Había estado desnuda ante mujeres en otras ocasiones, pero nunca exhibiéndose de aquella manera. Santana no respondió y mantuvo la vista clavada en el pecho de Brittany, como si estuviera perdida en sus propios pensamientos. A pesar de todo, Brittany no se sentía incómoda. Levantó el pecho, deleitándose en sus pezones erguidos a causa de la excitación. La expresión de Santana le indicó que ella también se estaba deleitando—Vas a derramar el champán—advirtió Brittany con una sonrisa.

Santana se sobresaltó y enderezó la copa mientras se acercaba a la cama, poniendo la pelvis frente a la cabeza de Brittany. Brittany la contempló con avidez, inhaló el aroma a cítricos y humedeció los labios.

—¿Tienes sed, Britt?—preguntó Santana con ternura.

—Sí, pero no de champán.

Santana dejó el champán sobre la mesa y se acercó a ella con un esbozo de sonrisa.

—Me parece increíble estar junto a ti de esta manera.

—Estaba pensando lo mismo. No siento la menor timidez.

—¿Ni la más mínima?

—Bueno, tal vez un poquito—
Santana bebió un sorbo de champán, acariciando el cuerpo de Brittany con los ojos. Al recordar su corazón desbocado mientras la espiaba a través de la ventana, Brittany estiró lentamente las piernas y las abrió. Santana se disponía a coger una fresa, pero frenó en seco.

—Lo has hecho a propósito—susurró.

—No sé a qué te refieres—Brittany dibujó con las caderas un ocho imaginario, mientras arqueaba la espalda y se humedecía los labios.

A Santana se le cayó la fresa en la copa de champán y se oyó un plof.

—¡Mierda!—Brittany se rió mientras Santana miraba con cara de susto la fresa e intentaba pescarla.

—¿Te hace gracia?—Santana recuperó la fresa y la deslizó sobre los labios de Brittany.

—Sí, claro que me hace gracia—Brittany lamió las gotas de champán—Me parece que el champán se ha enfriado demasiado. Lo siento. Creí que no ibas a venir.

—Hum, está bien así, ¿no crees?—Santana extendió su copa y Brittany se estiró para beber un sorbo. Un reguerillo se escurrió por la comisura de sus labios. Necesitaba las manos para limpiarlo, pero Santana dijo—Deja que lo haga yo.

Los labios de Santana rozaron su mejilla y, a continuación, su lengua siguió el frío rastro del champán hasta el cuello de Brittany. Siempre le habían dicho que tenía un cuello demasiado sensible, pero el contacto de Santana era tan firme que no le hizo cosquillas y, a la vez, era tan suave que provocó que su cuerpo se arqueara de placer. La cama se movió y, antes de que Brittany pudiera reaccionar, Santana se puso encima de ella. Hubo un prolongado y lento espacio de tiempo en el que los cuerpos de ambas encajaron, pezón contra pezón, cadera contra cadera. Los cabellos de Santana se esparcieron sobre la cara de Brittany y la cegaron por unos momentos. Cuando Santana levantó la cabeza, la conmovida expresión de su rostro indicó a Brittany que ambas sentían lo mismo. El miedo amenazaba con vencer a la excitación, pero Brittany arqueó el cuerpo y Santana parpadeó, rompiendo el hechizo. Brittany movió las caderas debajo de ella, obligándola a seguir sus movimientos, diciéndole que le gustaban sus besos. Santana deslizó las manos bajo los omóplatos de Brittany y se introdujo entre sus piernas.

—Espera, San. De lo contrario me correré enseguida—avisó Brittany.

—No importa. Te deseo—Brittany habría protestado si hubiera tenido fuerzas. Las manos de Santana sobre sus caderas la empujaban. Intentó retroceder para prolongar el momento—No, nada de eso—dijo Santana y, entonces, todo se precipitó. Brittany comenzó a quejarse, pero sus palabras murieron antes de ser pronunciadas. Santana contemplaba con fascinación el hueco entre sus piernas. Brittany trató de juntar las rodillas, pues se sentía totalmente expuesta. El movimiento interrumpió el hechizo que dominaba a Santana, la cual alzó la vista con una expresión que hizo que Brittany olvidase su vergüenza y cualquier otra cosa que no fuera Santana López—Preciosa—exclamó Santana, con una voz ronca de pasión—el primer beso habría bastado para que Brittany se corriera, si no hubiera sido porque se mordió el labio inferior a modo de distracción. Cuando Santana abrió la boca y la tomó, llenándola con el clítoris de Brittany, hubo un instante en el que ésta creyó que Santana iba a devorarla. Le gustaba, le apetecía que lo hiciera, despegó los labios para implorarlo, pero sólo emitió gemidos de placer. Cuando creyó que no habría más momentos culminantes, Santana acarició la abertura de su vagina, solicitando entrar. El placer fue tan intenso que Brittany dejó de mover las caderas. Todo lo hacía Santana: la levantó y la movió al ritmo adecuado. El placer velaba su rostro mientras flexionaba los músculos para situar el cuerpo de Brittany en el ángulo perfecto. La dificultosa respiración de Brittany se interrumpió momentáneamente cuando el orgasmo curvó los dedos de sus pies y le hico arquear la espalda en una postura casi dolorosa. Cuando Brittany se recuperó, vio que Santana se hallaba con la cabeza apoyada en su cadera, sujetándole la mano. Brittany se movió, pero Santana no alzó la vista como esperaba. Cuando por fin la miró, Brittany se quedó muda ante la expresión lujuriosa de Santana: la pasión velaba sus ojos e hinchaba sus labios. Tenía el rostro mojado de sudor o del deseo de Brittany—Podría continuar haciéndolo toda la vida —dijo, y a Brittany le pareció que se le agarrotaba el corazón.

—Ven aquí, San—Santana se mostró reacia a moverse. Al fin se instaló en la cama, con intención de acostarse junto a Brittany—No, más arriba—Santana frunció el entrecejo, confundida—Yo también quiero saborearte—Santana se sentó a horcajadas sobre el pecho de Brittany, mirándola con gesto interrogante—Sube un poco más—Santana obedeció, apoyándose en la cabecera de la cama. A Brittany le gustaban las flexiones del estómago de Santana cuando se movía. Le gustaba la embriagadora mezcla de su olor a almizcle y del aroma de su champú—Para ahí—Santana se quedó quieta—Baja un poco más—Santana siguió sus indicaciones hasta que Brittany sintió el sedoso calor de la mujer sobre su pecho. Se deshizo del cinturón y abrazó la estrecha cintura de Santana—También tú eres hermosa. Siempre me pareciste hermosa—Brittany arqueó la espalda, acercando los pechos a los de Santana, y frotó los duros pezones contra el clítoris de Santana. Ambas gimieron a la vez y Brittany cerró las piernas para contener la urgencia que sentía. En sus pechos relucía la líquida evidencia de la excitación de Santana. El aroma resultaba embriagador. Santana había actuado como si no esperara correspondencia y se había equivocado. Era lo que más deseaba Brittany. Brittany se colocó detrás de ella, acomodó las almohadas y echó un vistazo a su rostro, teñido de placer—Ven, San—el primer contacto de la lengua sobre los labios las dejó sin habla, pero Santana reaccionó enseguida y sus caderas se entregaron al consabido balanceo. Jadeaba cada vez con mayor intensidad, mientras Brittany separaba sus labios mayores en busca de la piel suave y delicada. En un primer momento, Brittany procuró no utilizar los dientes, pero se dio cuenta de que a Santana le gustaba que lo hiciera. Le acarició y le frotó el culo, deleitándose en los pliegues de sus nalgas. Una fina capa de sudor las cubría, y el ruido de sus cuerpos mojados se mezcló con los tenues gemidos de Santana. Brittany alzó la cabeza y hundió la lengua en las profundidades de Santana, mientras con la yema del dedo buscaba otra abertura, menos dispuesta a acogerla. Esperó varios segundos, prodigando suaves caricias, derrochando paciencia, hasta que Santana se arqueó y la aceptó con un placer que indicaba que se hallaba a las puertas del orgasmo. Brittany movió el dedo y la lengua. El grito de Santana resonó en la habitación y las envolvió. Ver a Santana fascinaba a Brittany: todos los músculos tensos, los cabellos revueltos y la boca abierta en un gesto de éxtasis. Santana se tumbó detrás de Brittany, dibujando una línea en su mentón con la yema del dedo, mientras el otro brazo yacía bajo su cabeza. Brittany se encajó en la curva de su cuerpo. Le parecía que, si decía algo, rompería el hechizo, el mundo real se materializaría y las separaría—¿En qué estás pensando?—preguntó Brittany con un perezoso susurro.

—En que si alguien me hubiera dicho en el instituto que acabaríamos así, no lo habría creído.

Brittany se rió.

—Seguro que le habrías dado una buena tunda.
Santana sonrió.

—Lo dudo. Me habría conformado con amenazarle.

—Pues yo no lo dudo.

—Brittany, sé que te lo hice pasar muy mal. No pretendo disculparme, pero me costaba mucho hablar con la gente.

—Por lo que recuerdo, se te daba muy bien hablar con todo el mundo menos conmigo.

Santana no percibió la menor acusación en las palabras de Brittany. Su tono era adormilado, sereno, saciado, igual que los sentimientos de la propia Santana.

Déjate llevar. Sólo tienes que perderte en el aroma, en las sensaciones, en el recuerdo de estar con Brittany.

Todo aquello acabaría muy pronto.

Brittany se marcharía al día siguiente. Aunque aceptara mantener el contacto, no duraría mucho y al final su relación moriría sola.

¿Relación?

No era una relación.

Se trataba sólo de sexo.

¿O no?

—Eso no es cierto, Britt.

—¿Qué no es cierto?

Mejor se quedaba callada. Brittany no tardaría en dormirse.

—Me costaba mucho hablar con casi todo el mundo, y especialmente contigo—Brittany permaneció en silencio tanto tiempo que Santana creyó que se había dormido. Continuó hablando porque necesitaba hacerlo. Tenía que liberar las palabras o seguir fingiendo—Era demasiado joven para entender mis sentimientos. Me enamoré de ti como una loca, Brittany. Y no quería ser lesbiana. Mi papá... decía que los homosexuales eran unos enfermos. Así que creí que lo que sentía al verte estaba mal. ¿Britt?

Santana se movió y la miró. Las leves pestañas ensombrecían las mejillas de Brittany, cuyo aliento había adquirido la cadencia del sueño.

Santana se relajó.

Daba igual.

Seguramente a Brittany no le interesaba nada su complicada niñez y mucho menos su complicada vida de adulta.

Lo único que la reclamaba estaba en casa, alejada de todo. Era su única bendición.
Había cometido muchos errores, pero, con un poco de suerte, su hija nunca se enteraría.

Brittany se despertó cuando notó que Santana se levantaba de la cama antes del amanecer, pero fingió un profundo sueño. No era su intención dormir con Santana, aunque, a decir verdad, tampoco deseaba mantener una conversación seria. Si Santana se sinceraba, también ella tendría que hacerlo, y no le apetecía despedirse para siempre.

Aún no.

Brittany oyó a Santana en el cuarto de baño, pero continuó inmóvil. Sabía que era una estupidez no levantarse, no disculparse, hacerse la dormida, pero algo la mantenía clavada a la cama.

No, no era una sola cosa.

Santana la había hecho demasiado feliz, estaba casi dispuesta a olvidar que aquélla era la misma persona que la había maltratado en el instituto, la misma persona que deseaba hacer el amor con ella a pesar de estar casada.

Al oír el sonido de la ducha se dispararon sus aprensiones.

No, hacer el amor no.

Aquello no había sido hacer el amor.

¿O sí?

¿Cómo diablos podía saberlo?

Pero se va a divorciar.

¿Y eso lo arregla todo?

¿Desde cuándo soy tan mojigata?

Yo no he hecho ninguna promesa.

¿Qué me importa a mí que Santana engañe a su marido?

Sí que me importa. Y ahí está el problema.

Brittany se alegraba de tener el pelo largo, porque así le cubría la cara.

Oyó cómo Santana se sentaba ante la mesa y el ruido que hacía al escribir una nota. Era un alivio que se fuera. Se sentía demasiado confundida y culpable para mirarla en aquel momento. Le pareció que Santana se acercaba a la cama y la imaginó de pie, con aquel precioso vestido negro, los zapatos en la mano, el pelo suelto y... ¿cuál sería la expresión de su rostro? Brittany no se movió cuando los labios de Santana rozaron la comisura de su boca. Apretó los puños bajo las sábanas, negándose a responder, a pesar de que su cerebro le exigía a gritos que dejara de ser una cobarde y le preguntara a Santana por qué se marchaba tan pronto. Permaneció completamente inmóvil mientras la presencia de Santana se difuminaba. La puerta se abrió y hubo una larga y silenciosa pausa. Imaginó a Santana mirándola antes de cerrar la puerta.


***********************************************************************************


Santana entró en su casa y se dirigió a una pequeña habitación situada al fondo del pasillo. Se detuvo en la entrada y contempló la pequeña figura encogida bajo las sábanas. Sonrió por primera vez desde que se había despertado entrelazada a Brittany.

A Emily le daba miedo la oscuridad.

Creía que cubriéndose la cabeza con las sábanas se protegía de los monstruos ocultos entre las sombras. Al principio, Santana temía que se ahogara, pero su madre le aseguró que no le ocurriría nada.

Cuando Santana decidió tener un hijo, su mayor preocupación fue la salud de la criatura. Y, por primera vez en su vida, empezó a cuidarse. Si no hubiera sido por Emily, tal vez no habría convertido su afición a la gimnasia en un medio de vida. La sonrisa de Santana se extinguió. Emily era la prueba de que su papá estaba equivocado. No era una mierda ni una fracasada. Una fracasada no habría hecho algo tan perfecto.

La siguiente visita que hizo Santana fue a la habitación de su mamá. La puerta del dormitorio de Emily, estaba abierta, aunque la niña solía dormir profundamente. Santana, ahora que estaba en casa, la cerró.

—Estoy despierta —dijo su mamá, aunque resultaba evidente por su tono de voz que no estaba muy despierta. Santana dudó y, luego, entró en la habitación—¿Cómo ha ido todo?—Maribel López se incorporó en la cama y se frotó los ojos.

Con los negros cabellos despeinados y el rostro abotargado por el sueño, parecía tan inocente como la niña de cuatro años a la que cuidaba.

—Se lo han tomado increíblemente bien. Si no los conociera, diría que ya se lo esperaban.

—¿Crees que han averiguado lo de Blaine?

Santana se sentó en la cama de su mamá. Se le había ocurrido que los Anderson sabían que Blaine y ella eran marido y mujer sólo nominalmente, pero, cuando se lo comentó a Blaine, éste se había reído.

—Blaine cree que, si lo hubieran sabido, habrían dicho algo.

—Tal vez, pero a veces es más fácil ignorar las cosas y esperar a que pasen.

—No creo que hubieran estado tan tranquilos si lo hubieran sabido.

—¿Y tú cita? Como llegas tan tarde, supongo que salió bien.

Santana se puso colorada. Su mamá y ella habían arreglado su deteriorada relación cuando estaba embarazada de Emily.

De joven, Santana necesitaba una mamá con la que hablar, alguien que la defendiera cuando su papá la insultaba tras encontrar sus recortes de revistas con fotos de mujeres pegados en la puerta de su armario. Aunque Santana aún no había superado la amargura que asociaba con sus últimos años en casa, había recurrido a su mamá cuando supo que estaba embarazada. Y su mamá, con gran sorpresa por su parte, reaccionó como una mamá. Abrazó a Santana y le prometió cuidarlas a ella y a la niña siempre.

Y lo había hecho.

Santana se levantó.

—Voy a cambiarme antes de que Emily se levante y empiece a preguntar por qué su mami lleva el mismo vestido de anoche.

—Es un vestido precioso.

Santana esbozó una tímida sonrisa ante el cumplido de su mamá y se alisó el vestido sobre las caderas.

—Me sentía bien con él hasta que Pam dijo que tenía los brazos demasiado firmes.

—¿Y qué le pareció a Brittany?

Santana sonrió al recordar su mirada de admiración. Habría aguantado cien comentarios despectivos por parte de Pam Anderson a cambio de que Brittany la volviera a mirar de aquella forma.

—Creo que le gustó mucho.

—¿Hablaron?

La sonrisa de Santana se desdibujó.

—Me parece que no desea hablar del pasado, y no quiero arriesgarme...—se encogió de hombros—En realidad, no la conozco, mamá. Me gustaría, pero no es buen momento. Ella vive en New York, y yo aquí. Tengo que pensar en Em. A las mujeres como Brittany no les gustan los niños.

—¿Estás segura? Acabas de decir que no la conoces.

—La conozco lo suficiente como para comprender que, si quisiera hijos, ya los habría tenido. Es inteligente, decidida—Santana hizo un gesto de indiferencia—Siempre lo fue. Y aunque aceptara probar, no quiero que Em le coja cariño y luego Brittany desaparezca de su vida porque la niña no encaja en sus planes. Em tiene una edad en la que ya echa de menos a la gente. Me ha preguntado dos veces por qué Blaine no vive aquí.

—¿Estás preocupada por Em o por ti?

Santana se inclinó, abrazó a su mamá y, luego, se dispuso a marcharse.

—Por las dos.


**************************************************************************************

Cuando Santana se fue, Brittany se quedó en la cama varios minutos, debatiéndose entre la frustración por no haber tenido el valor de despedirse de ella con un beso y la cordura de no haberlo hecho.

Resultaba difícil no ir más allá del sexo.

Si Santana se hubiera dado cuenta de que estaba despierta, habrían hablado, y habría tenido que contarle toda la verdad: por qué se encontraba ahí y para qué la habían contratado.

Brittany se levantó.

Se ruborizó al sentir un hormigueo en los puntos sensibles y sonrió al percibir el aroma de su propio cuerpo. No le importaría volver a la cama y revivir las experiencias de la noche anterior.

Cogió la carta que le había dejado Santana y la leyó un par de veces para cerciorarse de que la entendía.


Brittany, siento marcharme de esta forma, pero tengo que ver a una clienta dentro de dos horas. Me cuesta mucho dejarte y por eso te escribo esta carta. Sé que soy cobarde, aunque seguramente estás acostumbrada a verme actuar así. Intenté explicártelo anoche, pero me dio la impresión de que no querías saber nada del asunto. Por desgracia, yo no puedo pensar en otra cosa. Si nos encontráramos dentro de un año, tal vez todo sería distinto, pero en este momento mi vida es muy complicada. Seguro que para ti esto no pasa de ser una aventura divertida, pero yo no puedo permitirme el lujo de embarcarme en ese tipo de diversiones.

Lamento haberte tratado tan mal en el instituto. Sé que no tengo disculpa, pero en aquella época las cosas eran difíciles en mi casa debido a mi sexualidad, y tú representabas lo que yo creía que había de malo en mí. Pensé que, tratándote con crueldad, dejaría de desearte. Pero fue peor, y ahora debo asumir también esa culpa.

Sé que tienes tu vida en New York, tu trabajo y otras cosas importantes, pero, si algún día cambiara todo o si quieres hablar en serio de lo que hubo entre nosotras en el pasado, aquí estoy. No voy a escapar.

Santana.


Brittany dejó la nota sobre la mesa y se dirigió al baño para ducharse.

Así que se trataba de eso.

Santana le daba a entender, sin decirlo crudamente, que no volvería a verla. Brittany contempló la toalla húmeda, cuidadosamente doblada, la colgó en el toallero y abrió el grifo de la ducha. Mientras se enjabonaba, insultaba a Santana con términos que ojalá hubiera conocido cuando estudiaban en el instituto. Se tranquilizó al darse cuenta de que estaba más herida que enfadada.

En realidad, no tenía derecho a sentirse herida. Santana se había limitado a hacer lo que debería haber hecho ella misma si las cosas hubieran seguido por aquellos derroteros.

Brittany comprendió que había perdido la objetividad.

Si alguna vez la tuve, que no creo.

No debería haber ido ahí.

Había cobrado dinero por hacer un trabajo y se había acostado con una mujer casada cuya promiscuidad debía demostrar.

¿En qué lugar la situaba aquello?

Brittany cerró el grifo, abrió la puerta y buscó la toalla. Cuando su mano rozó el tejido húmedo, se dio cuenta de que era la toalla que había usado Santana, pero de todos modos la cogió. La acercó a la nariz y cerró los ojos. No olía a Santana, sino al jabón del hotel.
Brittany arrojó la toalla y cogió una seca. Se frotó el cuerpo con energía, apretando los dientes en un gesto de decisión.

Santana tenía razón: aquello había sido un error desde el principio.

Era hora de darlo por terminado.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por Sanny25 Sáb Mar 07, 2015 8:37 pm

Dios dios dios, Santana siempre amo a Britt por eso la trataba tan mal, pero tiene una hija de cuatro años, pero parece que todo el tema del casamiento de Blaine fue una mentira o una tapadera para los dos o eso supongo. Aunque Emily tambien es hija de Blaine eso me deja pensando, se que Blaine es un gran amigo de San pero hubo amor alguna vez entre ellos o no??
A si que la mama de San apoya a San con el tema de Britt y de Emily, pero Britt como tomara el tema de Emily

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Mensaje por 3:) Sáb Mar 07, 2015 9:27 pm

holap morra,....

si britt supiera que siempre tubo a san desde el principio,...pero nunca lo va a saber si no tienen la bendita charla que se puedan explicar lo que paso o por que hizo todo eso san!!!!
espero que britt piense con claridad y no joda a san y que no afecte a emily!!!

nos vemos!!!

PD; esta es una de las tantas fotos que salieron,... https://twitter.com/NayaRiverasNews/status/573996936858107905/photo/1 se me hace que va a usar mucho el negro,....
y el twit de Dania https://twitter.com/DaniaJRamirez/status/574200933933973504 empiezan las promos de Devious!!!
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Mensaje por micky morales Sáb Mar 07, 2015 10:26 pm

esta comenzando la historia y ya estoy harta de la aptitud de brittany, no deja hablar pero es experta en juzgar!
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Mensaje por mayre94 Dom Mar 08, 2015 2:33 am

Holaa, me encanta esta historia, a Britt se le esta haciendo un lio la cabeza muy grande y eso que para ella todo era una venganza pero asi pasa cuando te enamoras y noo creo que la odie tanto como decia hacelo :P y San lo tiene mas claro pero a la ves tiene mucho temor. Yo creo que blaine tambien es gay pero llego a un acuerdo con santana que esta basado en la amistad aunque lo de Em se me hace interesante yo no creo que Brit no le gusten los niños, me gustaria saber su reaccion cuando se entere :3 deberian hablar por favor pero jajaja siempre acaban haciendo otra cosa, en definitiva los papás de Blaine son muuuuy irrintantes jajajaja :P espero tu actu pronto saludos. :)
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 23l1 Dom Mar 08, 2015 7:40 pm

Sanny25 escribió:Dios dios dios, Santana siempre amo a Britt por eso la trataba tan mal, pero tiene una hija de cuatro años, pero parece que todo el tema del casamiento de Blaine fue una mentira o una tapadera para los dos o eso supongo. Aunque Emily tambien es hija de Blaine eso me deja pensando, se que Blaine es un gran amigo de San pero hubo amor alguna vez entre ellos o no??
A si que la mama de San apoya a San con el tema de Britt y de Emily, pero Britt como tomara el tema de Emily

Hermsoooo capitulo


Hola, jajajaajaj buenas resoluciones jajaajaj, ojala y britt sepa todo antes de que haga algo contra de san no¿? =O una noche de borrachera¿? consensuado¿? preguntas que aun no tienen respuestas, esperemos y este cap nos de algunas!

Por lo menos alguien sabe todo y la apoya... esperemos y britt también no¿? Saludos =D


3:) escribió:holap morra,....

si britt supiera que siempre tubo a san desde el principio,...pero nunca lo va a saber si no tienen la bendita charla que se puedan explicar lo que paso o por que hizo todo eso san!!!!
espero que britt piense con claridad y no joda a san y que no afecte a emily!!!

nos vemos!!!

PD; esta es una de las tantas fotos que salieron,... https://twitter.com/NayaRiverasNews/status/573996936858107905/photo/1 se me hace que va a usar mucho el negro,....
y el twit de Dania https://twitter.com/DaniaJRamirez/status/574200933933973504 empiezan las promos de Devious!!!


Hola lu, ojala y britt le de la oportunidad a san de explicar todo lo que paso antes de que britt meta la pata XD, toda la razón ojala que sea lo que pase no afecte a emily. Saludos =D

Pd: =O toda la razón no me había dado cuenta! osea las vi, pero no me fije (q tonta) ooo su guatita! jajajaaj parece! =O jajaaj si esas igual las vi! nunca vi al serie xD pero ahora sip xD jajaajaj.


micky morales escribió:esta comenzando la historia y ya estoy harta de la aptitud de brittany, no deja hablar pero es experta en juzgar!


Hola, jajajaajja tienes razón como quiere que san le explique cosas o se las cuentes, si no al deja ni disculparse¿? jajajaaj esta britt ojala y no meta en problemas a san =/. Saludos =D


mayre94 escribió:Holaa, me encanta esta historia, a Britt se le esta haciendo un lio la cabeza muy grande y eso que para ella todo era una venganza pero asi pasa cuando te enamoras y noo creo que la odie tanto como decia hacelo :P y San lo tiene mas claro pero a la ves tiene mucho temor. Yo creo que blaine tambien es gay pero llego a un acuerdo con santana que esta basado en la amistad aunque lo de Em se me hace interesante yo no creo que Brit no le gusten los niños, me gustaria saber su reaccion cuando se entere :3 deberian hablar por favor pero jajaja siempre acaban haciendo otra cosa, en definitiva los papás de Blaine son muuuuy irrintantes jajajaja :P espero tu actu pronto saludos. :)


Hola, JAjaajajjaaj si pobre britt como todo lo que paso con san y lo que esta pasando ahora la tiene vuelta loca xD nop yo tampoco creo que la odie tanto jajajaaj... o eso espero XD. Sip san lo tiene mas claro, pero el miedo no es su amigo =/. =O interesante hipótesis mmmm esperemos y puedan hablar o hacer sus cosas y después hablar, pero que hablen ajajajaj. Aaaa esos tipos ¬¬ :@ les interesa todo menos su propio hijo y familia ¬¬. Aquí el siguiente cap. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 7

Mensaje por 23l1 Dom Mar 08, 2015 7:42 pm

Capitulo 7


Brittany dedicó las cuatro horas de que disponía antes de comer con los Anderson a comprobar su buzón de voz y su correo electrónico, y a hacer ejercicio en el gimnasio del hotel. Se duchó de nuevo y, aun así, llegó al restaurante del hotel, situado en una terraza exterior, veinte minutos antes de la hora. Naturalmente, los Anderson se retrasaron. Brittany se habría sorprendido si hubieran llegado puntuales.

Su mente daba vueltas a la carta. Santana se había deshecho de ella sin desmelenarse.

—Señorita Pierce

Arnult Anderson se presentó ante Brittany, que se apresuró a saludarlo. El hombre no apartaba la vista de la carpeta de Brittany, y a ésta no le habría extrañado que se relamiera. Había conocido a muchos hombres como él. Su experiencia le decía que, en cuanto olían la sangre, estaban dispuestos a entrar a matar. En aquel caso, la sangre pertenecía a Santana.

—¿Esperamos a Pam?—preguntó Brittany.

—Mi esposa tenía un compromiso importante que no ha podido anular—Brittany estuvo a punto de preguntar: ¿La peluquería, la manicura o el Bótox?—¿Son las fotos?—preguntó Arnult, haciendo ademán de coger la carpeta.

Brittany lo detuvo poniendo la mano sobre los papeles, esperó hasta que las cuidadas cejas grises del hombre recuperaron su posición normal y dijo:

—Primero tenemos que hablar de lo que usted espera conseguir.

—Lo siento. No sabía que hubiera nada que hablar. Ya tiene su depósito. Doy por sentado que lo cubre todo.

La actitud de Arnult Anderson cambió levemente, pero Brittany enseguida se dio cuenta.

Tranquila, Brittany. No subestimes a este tipo.

Se reclinó en la silla, cruzó los brazos y, como había supuesto, Arnult Anderson retiró la mano de la carpeta.

—Creo que no me lo ha contado todo. Me gustaría saber algunas cosas antes de desvelar lo que tengo.

Arnult no se movió.

—¿Quiere decir que no me va a dar la información que he pagado?—los ojos de Arnult se oscurecieron y adoptaron el color verde oscuro—Le he pagado por hacer un trabajo, ¿no cree, señorita Pierce?

Brittany sonrió y se inclinó hacia delante.

—Usted me ha pagado...

Se calló porque en ese momento Arnult estaba mirando algo detrás de ella. En el rostro del hombre se reflejó la sorpresa. Brittany frunció el entrecejo y se dio la vuelta.
Tal vez si no la hubiera ofendido tanto el tono condescendiente de Arnult, no se habría girado tan rápidamente y Blaine Anderson no se habría enterado de que lo observaban. Blaine alzó la vista y la sonrisa de su agradable rostro desapareció. Miró a su padre y a Brittany. Luego se inclinó, le dijo algo a su acompañante y se levantó. A pesar del temor que sintió Brittany al ver que Blaine se acercaba, no pudo evitar contemplar al hombre con el que se había casado Santana. Blaine era guapo, al menos para quienes les gustaba el aspecto engominado. Caminaba con el aplomo de quien está acostumbrado a llamar la atención. El acompañante de Blaine, un poco afeminado que llevaba una camiseta sin mangas y vaqueros ceñidos, confirmó este punto mirando sin disimulo cómo se estrechaban la mano padre e hijo, con la actitud de dos conocidos de los negocios.

—Papá, ¿qué haces aquí? ¿Dónde está mamá?—Blaine la miró de arriba abajo un par de veces.

Al parecer, no importaba que Brittany llevara uno de sus trajes predilectos. La mirada de Blaine gritaba: «Puta», lo cual le hizo gracia y la fastidió al mismo tiempo.

—Tengo una reunión de negocios con una colega—dijo Arnult como si Brittany no estuviera presente—Tu mamá tenía cita con el doctor Puckerman. ¿Qué haces aquí? ¿No deberías estar en la oficina?

—He quedado con un antiguo amigo para comer.

Brittany se dio cuenta de que el «antiguo amigo» no había apartado los ojos de Blaine desde que éste se había levantado de la mesa. También reparó en que era demasiado afeminada la forma en que tenía la costumbre de beber Bloody Marys con el dedo meñique disparado, como si estuviera tomando el té con la reina de Inglaterra.

Brittany retuvo el detalle para completar sus informes.

—Lo siento. No nos han presentado. Soy Blaine Anderson—la mirada de Blaine se llenó de curiosidad—¿No nos conocemos?

Brittany le estrechó la mano con gesto amistoso, pero inexpresivo.

—Mucho gusto. No creo que nos conozcamos.

—Blaine, Brittany Pierce. Señorita Pierce, mi hijo Blaine—Brittany habría torcido el gesto si Blaine Anderson no hubiera estado frente a ella. Habría preferido que no saliera a relucir su verdadero nombre. La actitud galante de Arnult dejaba bien a las claras que no le importaba ni creía a su hijo capaz de averiguar que su papá estaba metiendo las narices en su vida matrimonial. Pero, ¿quién soy yo para juzgar a nadie? Yo he metido bastante más que las narices en su vida matrimonial. Y entonces frunció el entrecejo—¿Por qué no te pasas por casa después? La señorita Pierce sólo dispone de unas horas y tenemos asuntos que resolver.

—Sí, claro—dijo Blaine con el aire ensayado de un niño acostumbrado a los desaires de su papá—Señorita Pierce, encantado de conocerla.

La expresión del acompañante de Blaine pasó de la felicidad a la pena, y Brittany dedujo que Blaine le había dicho algo para refrenar su entusiasta recibimiento.

¿Por qué la mera presencia de su papá en un restaurante le arruina el día a Blaine Anderson?

—¿Por dónde íbamos?—preguntó Arnult.

—Me estaba explicando por qué estas fotos son tan importantes para usted.

—En realidad, no pensaba explicarle nada. La he contratado para que haga un trabajo. Le he pagado el trabajo y ahí se acaba su papel. ¿Está claro? Usted trabaja para mí. No al revés.

Brittany asintió.

—Ahora está claro.

Deslizó la carpeta sobre la mesa. Tras mirar de reojo a Blaine y a su acompañante, Arnult abrió la carpeta y puso mala cara al ver el contenido. Cogió la primera foto, en la que se veía a Santana hablando con Dani en la cinta andadora, con expresión ausente. Arnult la dejó a un lado y cogió la siguiente: una foto de Santana sentada en el sillón de su despacho, sonriendo a alguien. A Brittany le gustaba más que ninguna, porque la persona con la que hablaba Santana era ella y la llenaba de emoción ver que podía provocar semejante alegría. Arnult repasó veintiocho fotos inocuas, y la expresión confundida de su rostro se fue tornando cada vez más sombría.

—No está con nadie en ninguna foto.

—Porque no había nadie.

—No lo entiendo. ¿No ha encontrado nada? ¿Qué es esto?—Arnult cogió su cheque.

—Sus honorarios, señor Anderson.

—Ya sé qué es. Lo que quiero saber es qué hace aquí.

—Se lo devuelvo sin haberlo cobrado. No trabajo para usted. Trabajo para mí.

—¿Sabe cuántas empresas se pondrían de rodillas por conseguir este trabajo?

Brittany lo sabía.

Había albergado la esperanza de que Arnult Anderson cogiera las fotos y zanjara en su empeño de encontrar basura en la vida de Santana.

—Permita que le dé un consejo. Mire bien a quién contrata para hacer este trabajo. No todo el mundo es tan discreto como yo. Por lo visto se está tomando el divorcio mucho más a pecho que su hijo.

Brittany miró a Blaine Anderson, que en ese momento le decía algo a su amigo.

—¿Acostumbra a devolver los honorarios cuando no encuentra la información que desea su cliente? Seguro que ha tenido gastos.

Brittany se movió, incómoda. En su empeño por evitar la culpabilidad que sentiría al aceptar el dinero de Arnult, había mostrado sus cartas sin darse cuenta.

—Considérelo un favor en atención a su amistad con Will—Arnult la miró durante unos segundos y, luego, asintió, tras encontrar de lo más normal que Brittany pagara el hotel y todos los gastos porque él había sido compañero de estudios de uno de sus mejores clientes. Brittany se levantó y le estrechó la mano—Siento no haber podido darle lo que quería.

—Ha hecho todo lo posible.

El comentario sonó frío y daba a entender que Brittany no lo había hecho bien.

La joven se dispuso a salir del restaurante e, inconscientemente, miró hacia la mesa de Blaine Anderson. No le sorprendió que Blaine la mirara de arriba abajo. Había encontrado a su papá comiendo en el restaurante de un hotel con una mujer mucho más joven. Pero sí la sorprendió notar que Blaine la reconocía antes de salir del local.

Mientras esperaba el ascensor que debía llevarla a su habitación, recordó aquella mirada.

¿Había reconocido a la mujer del aparcamiento?

Cuando las puertas del ascensor se abrieron, Brittany estaba convencida de que el supuesto reconocimiento de Blaine era producto de su imaginación.

Y, aunque no fuese así, ¿qué más daba?


********************************************************************************************


Santana acababa de cerrar la puerta de la habitación de Emily cuando vio que Blaine subía las escaleras con cara de preocupación. Se llevó el dedo a los labios, para pedir silencio, y señaló las escaleras. Si Emily oía a su papá, se levantaría de un salto. Santana había tenido que contarle dos cuentos y hacerle cosquillas para dormirla. Como Blaine la despertara, tendría que leerle El osito limpito, y Santana estaba muy cansada. Blaine asintió, dio la vuelta y bajó las escaleras de dos en dos. Santana lo siguió sin apresurarse. Ocurría algo raro, pero no tenía prisa por saber qué era. Encontró a Blaine en el cuarto de estar, sirviéndose un brandy.

—A lo mejor no te vendría mal una copa.

Como ninguno de los dos era bebedor, que Blaine recurriera al alcohol con tanta celeridad alertó a Santana. En realidad, no necesitaba verlo con una copa en la mano para comprender que sucedía algo. Blaine había pasado de ser su compañero de piso a ser su mejor amigo, su marido y, por último, el papá de su hija. Lo conocía tan bien como a Emily.

—¿Qué ha ocurrido?

—Mis padres. ¿Qué otra cosa podría impulsarme a beber?

Santana se sentó en el sofá, tomó la copa que Blaine le ofrecía y la dejó en un extremo de la mesa, a mano, para cogerla en cualquier momento.

—Cuéntame qué han hecho.

—Me pareció que se tomaban las cosas demasiado bien. Y supuse que, como me veían conforme, habían decidido aceptarlo—Blaine se tocó la frente, bebió un sorbo y suspiró—Estaba desayunando en el hotel de Lima, de Ohio con Siete...

La tensión de Santana se relajó. Ya entendía el miedo de Blaine. También ella se había sentido incómoda ante su mamá después de pasar la noche con Brittany.

—¿Quién es Siete?

—Se llama Kurt. Siete es su número en nuestro equipo de fútbol. Él..., yo, hace unas semanas que salimos.

—¿Va en serio?—Santana arqueó una ceja.

Blaine y ella habían acordado que, si alguno de ellos tenía una relación seria que conviniera a Emily, se la presentarían antes.

Blaine negó con la cabeza, pero se puso colorado, lo cual significaba que las cosas podían llegar a ser serias o, al menos, albergaba esa esperanza.

—Nos caemos muy bien. No creo que le interese jugar por jugar. Sabe que mis padres no están enterados de lo mío y no le importa, pero no es eso lo que quería decirte. Mi papá estaba comiendo con una mujer.

—¿Crees que tu papá sospecha algo, Blaine? ¿Estaban...?

—No lo entiendes. Eso no me importa. Se trata de la mujer que estaba con él. Cuando me acerqué a saludar, mi papá puso una cara como si lo hubiera sorprendido con la bragueta abierta.

—Ya, ¿y eso te sorprende tanto? Tú mismo dijiste que te parecía que tus padres tenían sus devaneos.

—Ella hizo todo lo posible por no decir su nombre. ¿Por qué hacer algo así, a menos que no quisiera que yo supiera quién era? Mi papá me la presentó. He buscado el nombre en Google. Es una investigadora privada de New York.

Santana frunció el entrecejo.

—¿Y qué? Seguro que tu papá tiene buenos motivos para contratar a una investigadora.

—La vi el otro día delante del gimnasio. Tenía algo en la mano. No distinguí lo que era porque lo guardó en el bolsillo, pero, ahora que lo pienso..., podría tratarse de una cámara de fotos.

Santana tardó varios segundos en procesar la información que le había dado Blaine. Una mujer se había apostado junto a la ventana de su gimnasio con una cámara para hacerle fotos mientras trabajaba.

¿Por qué?

—¿Para qué querrían contratar a alguien que me espiara? No tiene sentido. Ya saben lo del divorcio. Se lo explicamos. ¿Qué ganarían?

—No lo sé, pero creo que se tomaron lo del divorcio demasiado bien.

Santana asintió.

—Casi como sí lo esperaran.

Blaine se sentó junto a ella, cogió la copa y se la ofreció.

—Anoche estuviste con alguien. ¿Fuiste... discreta?

Santana tragó saliva.

—Tan discreta como para ir al Hotel de Lima, Ohio a las diez de la noche. Va a haber lío, ¿verdad?

Blaine apretó la mandíbula.

—Sabes que no lo permitiría, San—dijo con un tono que a Santana casi le sonó creíble.

Pero conocía a Blaine desde mucho antes de casarse con él. Sus padres gobernaban todo su mundo. Blaine y ella se habían casado por ellos, así que no podía odiarlos; sin ellos, no tendría a Emily, pero no se hacía ilusiones ante la mano de hierro con que regían la vida de Blaine. Blaine nunca les confesaría que era gay. La gravedad de la situación se impuso. Si lo que Blaine decía era cierto, la seguía una mujer con una cámara para hacerle fotos.

Santana se levantó.

—Tengo que llamar a Brittany y avisarla.

Blaine se levantó también y sujetó la muñeca de Santana.

—¿A Brittany? ¿Brittany Pierce? ¿La conoces?

Santana se detuvo.

—Sí, estuve con ella en el hotel. Antes de que te enfades conmigo por no contártelo, no fue nada serio y ya se ha acabado. Blaine, suéltame. Quiero llamarla antes de que sea demasiado tarde.

—Es la investigadora.

—No, tiene una empresa de segu...—Santana se puso pálida—Dijo que tenía una empresa de seguridad.

—En New York. Así es. Al menos no te mintió. ¿San? ¿San? Dios mío, siéntate Santana dejó que Blaine la llevara hasta el sofá. Lo que su marido acababa de decir bullía en su cabeza. Otro error. Otra decisión equivocada. Había puesto a Emily en peligro, y eso era imperdonable. Aceptó la copa que Blaine le ofrecía, la bebió automáticamente y sintió escozor en la garganta. Santana habría llorado si hubiera podido, pero estaba demasiado sorprendida. Recordó la ducha, la expresión de triunfante placer en el rostro de Brittany mientras le chupaba el coño, los orgasmos que le había provocado en la habitación del hotel. Recordó a Brittany haciéndole el amor en el taxi, donde todos podían verlas. Santana cerró los párpados sobre los ojos dolorosamente secos. Su conciencia registró al fin la voz de Blaine—¿Te encuentras bien?—Santana asintió y contempló su rostro preocupado—¿Saliste con ella?—Santana hizo un gesto negativo con la cabeza y Blaine pareció aliviado—¡Gracias a Dios! Por un minuto creí...—Blaine percibió algo extraño en la expresión de Santana y palideció—Por favor, dime que no te has acostado con ella, San.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 3:) Dom Mar 08, 2015 9:38 pm

holap morra,...

mmm definitivamente a britt se le fueron las cosas de las manos,...
definitivamente de a poco va a ir perdiendo la confianza de san si no hablan pronto,...
a ver si se cursan de nuevo y si anderson no busque a nadie mas para investigar a san,... y no jodan a emily!!!

nos vemos!!!

PD; no se le distingue mucho por que esta usando ropa mas anche y encima negra,.. y ademas de tener el cuerpo marcado (x el ejercicio) se le nota mas rápido el crecimiento del embarazo!!!!! es buena la serie,.. a mi me gusta,...
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por micky morales Dom Mar 08, 2015 9:46 pm

que decepcion para santana, como va a explicar brittany esto?
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por AngySalas Lun Mar 09, 2015 1:36 am

Hola, Señorita !!

Qué tal te trata la vida ??

Como lo dije en el comentario pasado, esta historia parece ser prometedora, y ahora lo confirmo…
Aun no me recupero de lo que hicieron por el teléfono, y más en el hotel, por Dios, cuánta distracción !!
Eso es, eso es, quiero que San se decepcione de Britt y se dé cuenta que no es tan buena como parece, para que después sea Britt quien busque a San, y sea ella la que deba disculparse con Santana !!
Ojala las estupideces que están cometiendo los adultos, no lleguen a afectar a Emily.

Sin más me despido.
Dios Te Bendiga.

P.D.: Al fin… después de tantos dolores de cabeza, ya encontré la manera de publicar desde el móvil, lo que quiere decir que tendrás mis comentarios estúpidos muy a menudo !! (Yo y mis tediosas P.D. Equisde)

<(^^,)>
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 23l1 Lun Mar 09, 2015 1:56 am

3:) escribió:holap morra,...

mmm definitivamente a britt se le fueron las cosas de las manos,...
definitivamente de a poco va a ir perdiendo la confianza de san si no hablan pronto,...
a ver si se cursan de nuevo y si anderson no busque a nadie mas para investigar a san,... y no jodan a emily!!!

nos vemos!!!

PD; no se le distingue mucho por que esta usando ropa mas anche y encima negra,.. y ademas de tener el cuerpo marcado (x el ejercicio) se le nota mas rápido el crecimiento del embarazo!!!!! es buena la serie,.. a mi me gusta,...


Hola lu, sip y se le iran mas si britt no quiere escuchar a san y distraerla con... sus encantos jajajaja, esperemos y san ahora quiera escuchar a britt. Esos papás de blaine ¬¬ ni se preocupan de la pobre emily¬¬. Saludos =D

Pd:aaaaaa pero si la vi emjro y sii!!!!! su guatita!!!! ajajajaj. Viste la foto de hemo y elijah¡? ahaahahajaj. =O de que se trata, si al veo solo de esta temporada me perdera¿? ajajaja.


micky morales escribió:que decepcion para santana, como va a explicar brittany esto?


Hola, sip pobre san, los papás de blaine, blaine cobarde y ahora esto =/ ojala y britt haga algo para explicar las cosas. Saludos =D


AngySalas escribió:Hola, Señorita !!

Qué tal te trata la vida ??

Como lo dije en el comentario pasado, esta historia parece ser prometedora, y ahora lo confirmo…
Aun no me recupero de lo que hicieron por el teléfono, y más en el hotel, por Dios, cuánta distracción !!
Eso es, eso es, quiero que San se decepcione de Britt y se dé cuenta que no es tan buena como parece, para que después sea Britt quien busque a San, y sea ella la que deba disculparse con Santana !!
Ojala las estupideces que están cometiendo los adultos, no lleguen a afectar a Emily.

Sin más me despido.
Dios Te Bendiga.

P.D.: Al fin… después de tantos dolores de cabeza, ya encontré la manera de publicar desde el móvil, lo que quiere decir que tendrás mis comentarios estúpidos muy a menudo !! (Yo y mis tediosas P.D. Equisde)

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Hola!, bn bn y a ti¿? JAjajajajaa britt sabe como cambiar de tema no¿? ajajajajaj. Jajajaajajajajajajajajaj que plan tan ajajajajja xD es un poco malo no¿? aahaaajajaj, pero bueno igual tienes razón, britt tiene que hacer algo para explicarle todo a san =/. Ojala y no =/. Gracias a ti igual. Saludos =D

Pd: =o osea que si se puede jajajaajajaj xD jajajaja, bueno algo bueno no¿? =D, jaajaj pero si son buenas jajaja.
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Finalizado FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 8

Mensaje por 23l1 Lun Mar 09, 2015 1:58 am

Capitulo 8


Pierce Security, Inc., New York

Dos días después de estar en Lima, Ohio, Brittany guardó la fina carpeta en un archivador y se reclinó en su sillón. Era igual que los otros archivadores, que llevaban años sin que nadie los tocara en el lugar que tenía para almacenar los expedientes de su empresa. Aquel archivador, a diferencia de los otros, contenía algo personal, algo que ella había contribuido a complicar, y por eso le resultaba difícil pasarlo por alto.

Brittany releyó la nota, aunque no hacía falta.

Se sabía las palabras de memoria. Había tenido intención de romperla innumerables veces y, en vez de hacerlo, la había leído y, tras doblarla con gran cuidado, la había guardado en su maletín.

¿Para qué la guardaba?

La nota, Brittany procuró verla como lo que era, una carta en la que le daban calabazas, era sencilla.

Santana no quería volver a verla.

También ella sabía que lo poco que habían compartido no podía durar, puesto que la había mentido desde el principio, pero no esperaba que acabara de forma tan brusca.

—Emma, ¿estás ocupada?—el ruido del teclado de Emma cesó y Brittany oyó que su secretaria se levantaba. Apareció en la puerta con un gesto de preocupación en su rostro habitualmente apacible—¿Qué ocurre?

Emma se encogió de hombros.

—Te veo un poco contrariada.

Brittany intentó sonreír, pero, como Emma no hizo ademán de corresponderle, renunció.

—Sí, lo siento. Estoy bastante cansada—Bueno claro que estoy cansada. La última vez que dormí bien fue en el hotel de Lima, Ohio con Santana, antes de que se escabullera como una delincuente. Mierda, ¿por qué no lo dejo correr? Santana no me debe nada. Remató el asunto antes de que ninguna de las dos saliera herida. La admiro porque hizo lo que yo no fui capaz de hacer.—¿Puedes subir este archivador al depósito? No lo quiero en mi despacho.

—Claro. Tengo que llevar algunas cosas ahí antes de comer, así que lo llevaré de paso—Emma abrió el archivador y frunció el entrecejo al verlo casi vacío—Oh, se trata del caso Anderson—miró a Brittany—¿Es eso lo que te preocupa? ¿Temes que a Will no le guste cómo has enfocado el asunto?

Brittany se frotó el caballete de la nariz.

—No me preocupa Will. Hemos hablado y le he explicado que hice lo mejor para los Anderson. Además, cuando deje que un cliente me diga cómo debo gestionar mí negocio, será hora de cerrar. Sólo quiero quitármelo de encima.

—De acuerdo—Emma cogió el archivador—Lo pondré con el otro expediente y lo subiré antes de córner—hizo una pausa—Mañana no se trabaja. Tal vez te vendría bien aprovechar el largo fin de semana para descansar. Te llamaré si surge algo.

Brittany suspiró.

En realidad, hacía mucho tiempo que no necesitaba estar permanentemente en el despacho. Sus empleados trabajaban bien y a conciencia. Si surgía algo, Emma se lo haría saber. Continuaba yendo a la oficina porque no tenía otro lugar adonde ir. Cuando Emma se dirigía a la puerta, algo resonó en la cabeza de Brittany.

—¿Cuál es el otro expediente? Éste es el único que tenemos, ¿no?

—¿Recuerdas que te hablé de unos informes?—Brittany sacudió la cabeza, y Emma torció el gesto y se acercó a su mesa—Me parece increíble que no te acuerdes. No es propio de ti. Aquí están. Los he mirado por encima y no he visto nada.

—De todas formas, me gustaría revisarlos para cerciorarme...—Brittany se levantó. ¿Para cerciorarte de que te empleaste a fondo jodiéndole la vida a Santana? Déjalo de una vez—Emma, no importa, yo...

—Oh, aquí está—Emma le dio el expediente antes de volverse para coger el teléfono.

Brittany hojeó las páginas del expediente. Era increíble; se había obsesionado de tal forma con aquella mujer que había olvidado el informe sobre antecedentes solicitado previamente. No lo habría adivinado jamás si no lo estuviera leyendo, pero, por lo visto, a Santana la habían expulsado del centro donde estudiaba el bachillerato elemental y había ingresado en el ejército. Ahí había permanecido durante cuatro años y, luego, se había borrado su rastro totalmente. Brittany hizo cálculos mentales y dedujo que fue entonces cuando se casó con Blaine. Sus ojos se posaron en un nombre y una fecha, poco después de la boda de Blaine y Santana. Si no hubiera estado apoyada en la mesa, se habría caído de bruces. Emily Marie Anderson López había nacido trece meses después de que Blaine y Santana se casaran.

—¿Tiene una hija?

¿Por qué ha mantenido algo así en secreto?

¿Y por qué tendría que contártelo?

Sólo eras un ligue más.

Emma colgó el teléfono y confundió los murmullos abrumados de Brittany con una pregunta.

—Sí, fíjate en esto—Emma rodeó la mesa y cogió el expediente, pasó varias hojas y sacó una foto—Nuestro hombre dice que Santana la hizo hace tres meses. ¿A que es una monada?

Brittany contempló la foto de una niña de cuatro años.

La habían utilizado, pero no Santana.

La historia de los Anderson la había intrigado desde el principio. Nunca había entendido por qué tenían tanto interés en obtener la información que deseaban.

En aquel momento le pareció que ya tenía la respuesta.

Brittany respiró hondo.

No les había dado nada a los Anderson, pero sabía que alguien como Arnult Anderson no renunciaba así como así, sin luchar.


*************************************************************************************


—De acuerdo, Finn. Vamos a pasar al siguiente nivel, ¿te parece?

Santana apretó el botón de la cinta andadora y vigiló a su cliente para controlar que no abusase de sus fuerzas.

Santana se esforzaba por no mirar el reloj cada cinco minutos. Generalmente, procuraba no mirar la hora más de dos veces durante cada sesión, porque los clientes merecían toda su atención. Pero le costaba mucho mantener su propósito desde que Blaine había dejado caer el bombazo sobre Brittany.

Santana miró el reloj y estuvo a punto de decirle a Finn que le quedaba un minuto, pero las palabras murieron en su garganta. Se había preguntado muchas veces si volvería a saber algo de Brittany.

No esperaba verla, y menos entrando en su gimnasio con un sujetador deportivo de color verde y shorts a juego. No tenía ni un gramo de grasa de más en el cuerpo. Llevaba una gruesa novela y una toalla, pero, en vez de utilizar una de las máquinas, Brittany se sentó en ademán de espera. Santana se apartó de Finn y vio a Brittany con las piernas cruzadas, reclinada en una silla.

Habían pasado sólo unos días desde su cita, pero, al verla por el rabillo del ojo, le pareció como si hubieran pasado siglos. Los cabellos sueltos de la cola de caballo caían hacia delante mientras hojeaba las páginas del libro. Los ojos de Santana se posaron en sus hombros y descendieron hasta las piernas, de impecable musculatura. Las piernas de las corredoras no tenían unos músculos tan hermosos como los de Brittany. Su excelente forma física se debía, sin duda, a amplios ejercicios de flexiones de piernas y zancadas.

La idea la excitó.

—¿Su próxima clienta?—preguntó Finn, caminando trabajosamente sobre la cinta.

—Hum, no. Vamos, Finn, aún te falta una vuelta.

—¿No llevo ya veinte minutos?

La expresión de asombro que se dibujó en el rostro del hombre habría resultado divertida si Santana no se hubiera sentido culpable por mentir. Finn era uno de sus primeros clientes. Durante el último año, a pesar de su empeño en beber cerveza y comer pizzas con sus amigos los fines de semana, había perdido dieciséis kilos. Santana le insistía en que perder peso dependía en un ochenta por ciento de la dieta. Pero él se conformaba con adelgazar poco a poco.
Finn no lo sabía, pero su sesión había acabado dos minutos después de que Brittany entrara. Santana confiaba en que Brittany se cansara de esperar y se fuera.

No quería hablar con ella.

La confrontación no era lo suyo.

Ya no.

Había algo en Brittany que sacaba lo peor de Santana. De joven, había luchado contra esos sentimientos a golpes. En aquel momento temía hacer algo estúpido, como llorar.

Finn miró su reloj y apretó el botón rojo de parada de emergencia.

—¿Qué haces?—el pánico se apoderó de la voz de Santana.

Brittany alzó los ojos del libro. Santana reconoció la cubierta de un bestseller sobre brujas que vivían en el New York moderno. Se preguntó si Brittany seguía leyendo novelones en rústica, pero enseguida abandonó aquel pensamiento. No le importaba lo que leyera, mientras no lo leyera en su gimnasio.

—He estado más de media hora en esta cinta de tortura. Mis tetas ya no aguantan más. Deberían hacer un sujetador deportivo para hombres.

Santana miró a Finn con mala cara.

—No les llames así. No tienes te... pechos.

—Mi mujer dice que son más bonitas que las suyas—Finn contempló su pecho. En aquella postura doblada, Santana tuvo que reconocer que parecía como si tuviese pechos—Creo que a ella le gustan así—se quejó.

Santana parpadeó un instante y, luego, soltó una carcajada.

—De acuerdo, puedes irte a casa.

—Por fin una sonrisa de verdad. Estaba empezando a preocuparme por ti—Finn lanzó un suspiro—Quieres que me quede mientras...—señaló con la cabeza a Brittany.

Santana miró a Brittany y, luego, a Finn.

—No ocurrirá nada. Eres muy observador. ¿Tanto se nota?

—No, son las tetas. Me dan poderes especiales—Santana dio un puñetazo de broma en el hombro de Finn. Le pareció que Brittany levantaba la vista, pero, cuando miró hacia ella, la vio leyendo el libro. El gesto de Brittany había pasado de amable a feroz—De acuerdo, gracias por el ejercicio—dijo Finn, cogiendo su toalla.

Santana recordó con aprensión que Finn se iba directamente a casa después del gimnasio y, por tanto, no se detenía en los vestuarios. En pocos segundos Brittany y ella estarían solas.

Santana esperó a que Brittany dejara de leer.
Como no lo hizo, se dedicó a colocar las pesas en su sitio y a guardar las anillas y los balones. Limpió el equipo despacio, sin apartar los ojos de Brittany, tan absorta en su libro que Santana supuso que, si pasaba por delante de ella, ni siquiera alzaría la vista. Por último, Santana apagó la música.

Brittany cerró el libro y la miró. Tenía una expresión tan imperturbable que en el pecho de Santana estalló una ira inesperada, aunque conocida. Santana inició las técnicas de relajación mental que utilizaba para controlar su genio. Se obligó a relajar los hombros, las manos y la mandíbula. Y no era fácil, con Brittany mirándola de aquella forma.

—Estas un poco lejos, muy de tu barrio, ¿no crees?—preguntó Santana mecánicamente, procurando disimular el sarcasmo.

—Sí, un poco, pero me han hablado muy bien de ti y necesito una entrenadora personal.

—Hemos cerrado y no hay más horas.

Brittany asintió, se levantó tranquilamente, con el libro en la mano, y se dirigió a la puerta principal. Santana se dio cuenta de que abría la boca y, luego, la cerraba sin decir nada. Al llegar a la puerta, se volvió.

—Hasta mañana.

—Un momento. ¿Cómo? ¿Qué quiere decir hasta mañana?

—Eso, que volveré mañana, y pasado, y las veces que haga falta.

—Mañana es domingo. El domingo cerramos.

—Bueno vendré el lunes.

—¿A qué? ¿No te parece suficiente?

La furia ardía en el pecho de Santana, y no pensaba aplacarla.

En esa ocasión no.

—Entonces lo sabes—Era una afirmación, no una pregunta.

—¿Que eres una mentirosa? Sí, lo sé.

—Nunca te he mentido—dijo Brittany con vehemencia.

—¿Y cuándo me has dicho la verdad? Fuiste a la fiesta con el fin de seducirme y conseguir pruebas para Arnult y Pam.

—No es cierto—Santana quería pedirle a gritos que se fuera, que saliera de su vida para poder limpiar los restos que quedaban. Pero apretó la mandíbula con tanta fuerza que no logró articular palabra. Brittany se detuvo cuando estaba a punto de tocarla. Se encontraba tan cerca que Santana bajó la vista. Su error fue mirarla a los ojos. ¿Cómo se las arreglaba Brittany para parecer tan inocente después de lo que había hecho?—No sabía lo que querían, Santana. Me dijeron que engañabas a Blaine y creí...

—¿Creíste que estaba justificado tener relaciones sexuales conmigo en el vestuario?

—No lo planeé, Santana. Si no quieres creer nada de lo que yo diga, vale, pero eso puedes creerlo.

Santana desvió la cara para no ver la mirada suplicante de Brittany.

Así estaba mejor.

No debía creer una palabra de lo que le dijera.

Al mirarla, se acordaba del instituto y de que su incapacidad para comunicarse la había dejado sin más recursos que los golpes. Estaba orgullosa de su evolución y odiaba a la persona que había sido en el pasado.

No permitiría que Brittany Pierce la convirtierae de nuevo en esa persona.

—¿Por qué has venido, Brittany?

Cuanto antes acabara con aquello, antes podría continuar con su vida.

—He venido... para decirte que lo siento mucho.

—Esa disculpa no basta para lo que has hecho.

—¿Y qué he hecho, Santana? Explícame qué crees que he hecho, porque me parece que estamos hablando de dos cosas distintas y tengo que saber contra qué debo defenderme—el rostro de Brittany ardía de frustración. Incluso en aquel momento, a pesar de su enfado, Santana no pudo evitar admirar sus pechos—Me mintieron. No hablaron de Emily. Sólo me contaron la verdad a medías.

—Y tú me contaste la mitad de esa media verdad. Para mí eso significa mentir.

Brittany no se habría sentido más humillada si Santana le hubiera dado un bofetón.

—Tienes razón. No lo niego, pero a ti se te olvidó decirme que tenías una hija—Santana obvió por un momento el motivo de la discusión. No lamentaba no haberle hablado de Emily. Ante todo debía lealtad a su hija. Su trabajo consistía en protegerla. Brittany era una aventura, algo que había que mantener alejado de Emily. Si su relación hubiera continuado, seguro que la propia Brittany se habría encargado de acabar con el asunto. Lo que no esperaba era ver aquella expresión de dolor en el rostro de Brittany. Aquella expresión sofocó parte de su ira, sustituyéndola por confusión—¿Te importaría hablar conmigo de esto?—pidió Brittany.

—No hay nada de qué hablar. Te contrataron para hacer un trabajo, y lo hiciste—Santana se dirigió a su oficina. Esperaba que Brittany captara la indirecta y se marchara. Pero Brittany la siguió, y la ira que Santana se esforzaba por controlar estalló de pronto. Se volvió con una mano extendida—Ya basta, maldita sea—no imaginó que Brittany estuviera tan cerca. Su mano le golpeó el pecho con una contundencia que paralizó el corazón de Santana. La mirada horrorizada de Brittany hizo añicos la resolución de Santana—¡Oh, Dios mío, Britt! No pretendía pegarte.

Se acercó a Brittany con el alma en un puño, al darse cuenta de que era mucho más menuda que ella.
Cuando Brittany se serenó, Santana borró la ira y las preguntas de su mente.

Sólo un minuto. Un minuto nada más.

—Santana, dame la oportunidad de arreglar esto. Después, si sigues queriendo que me vaya, me iré. Te prometo que nunca...—Brittany se calló, y en ese momento Santana deseó cosas que la hicieron sentirse estúpida y torpe—Nunca volveré—concluyó Brittany, como si le hubieran arrancado las palabras. Durante unos segundos Santana logró reprimir las lágrimas centrando su rabia en Brittany, en sus suegros y, en menor grado, en Blaine, por no ser capaz de hacerles frente. Pero la rabia no fue suficiente, y el embalse se desbordó sin previo aviso. Santana se encogió y Brittany, con la ayuda de los espejos del gimnasio, la sostuvo. Santana reconoció el dulce murmullo de consuelo de Brittany. Lo había utilizado muchas veces con Emily y sabía que era algo instintivo. La mano de Brittany, entre su cuerpo y el espejo, le acariciaba la espalda, tratando de sofocar sus sollozos. Santana apoyó la cabeza en su hombro. No se le daba bien llorar. No debería permitir que Brittany la sostuviera de aquella forma, pero hacía demasiado tiempo que nadie la sostenía así—Siento muchísimo mi parte en todo este asunto—dijo Brittany casi en un susurro, cuando los sollozos de Santana se calmaron.

Santana se estiró y, durante unos segundos, evitó los ojos de Brittany. Las manos de Brittany en su cara la obligaron a mirarla. Sabía que tenía el rostro congestionado y la nariz hinchada, y que los mocos amenazaban con asomar por sus fosas nasales, pero la mirada de Brittany no vaciló, y Santana se fijó por primera vez en sus mejillas húmedas. Brittany estaba empeñada en mirarla a los ojos, pero Santana necesitaba acorazarse contra la sinceridad que percibía en ella. No podía ceder a la debilidad que entrañaba verla o creerla.

Ni en aquel momento ni nunca.

—No entiendes la gravedad de lo que has hecho. Utilizarán cualquier información que les hayas dado para hundirme. No puedo pagar abogados como los suyos.

—¿Y Blaine? Sé que están en proceso de divorcio. ¿Es porque averiguó lo tuyo?

—Lo supo siempre. Nunca le mentí. Nos casamos sólo de cara a la galería. Mi papá quería que le demostrara que no era lesbiana y los padres de Blaine querían que tuviera un hogar, hijos y una casita con una reja blanca. Pensamos que contentaríamos a nuestros respectivos padres firmando un papel. Nos engañamos al pensar que no cambiaría nada y nos montamos una bonita vida para ocultarnos tras ella. Fuimos tontos.

—¿Por qué Blaine no le dice a sus padres que sabe que eres lesbiana y que le parece bien que críes a Emily?

—Porque tenemos un acuerdo, y no puedo cambiar las reglas.

—Es gay, ¿verdad?—Santana dudó—No pasa nada. No hace falta que respondas. Ya sé que lo es. Pero Emily es hija biológica de Blaine, ¿no? Por favor, no te lo tomes a mal. A los Anderson no se les ocurrirá pelear por la custodia si recurrieron a un banco de esperma.

—Emi es hija de Blaine—afirmó Santana en tono defensivo. El relámpago de decepción que vislumbró en el rostro de Brittany fue tan fugaz que creyó que lo había imaginado—Lo hicimos todo al viejo estilo.

—De acuerdo—Brittany la soltó y retrocedió.

Santana notó la falta de calor cuando el cuerpo de Brittany se apartó del suyo.

Brittany apretó los brazos contra sí y bajó la vista.

Las palabras salieron atropelladamente de la boca de Santana:

—Jeringa de succión—dijo, ruborizada.

—¿Blaine y tú con una...?—Brittany se mostró contenta, luego confusa y, por último, definitivamente contenta—Entonces, ¿no hicieron...?

—No—Santana amaba a Blaine, pero sólo se les había ocurrido consumar su matrimonio una vez, y ambos habían acabado mareados y bebiendo alcohol—Utilizamos el esperma de Blaine y me ayudó mi amiga Quinn. Emi es carne de nuestra carne—Santana tomó aliento—¿Cómo te atreves a preguntarme algo así? Sé que tal vez te cueste creerlo después de lo que te han contado Arnult y Pam, y de lo que hicimos en la fiesta, pero no me acuesto con todo el mundo—Santana escupió las últimas palabras como si fuesen balas.

—Lo siento. Te creo. Sólo quería asegurarme.

—En ese caso deberías haber preguntado hace tiempo. Y otra cosa: ¡si tuviera una amante, no habría practicado sexo contigo!—Santana reprimió un sollozo y continuó en tono airado, con la esperanza de que una emoción superara a la otra—No soy una puta y soy...—Brittany la abrazó de nuevo, y a Santana le costó abandonarse, pero lo hizo para oírse a sí misma decirlo bien alto, porque, si los Anderson utilizaban sus estratagemas, no volvería a oír nada parecido—... una mamá cojonuda.


*******************************************************************************************


—¿Qué tienes para mí, Emma?—preguntó Brittany bruscamente por teléfono.

El café y el escaso desayuno que se había obligado a tragar no habían contribuido a serenar el torbellino de su estómago.

—Vaya, yo también te echo de menos, Britt. He tenido un día estupendo, a pesar de una llamada que he recibido de mi jefa al romper el alba. Gracias por tu interés.

Brittany se contuvo para no soltar un exabrupto.

—Escucha, la he pifiado. Santana López Anderson era... es amiga mía. Sus suegros querían hundirla, y yo permití que entre nosotras se interpusieran viejas rencillas que entorpecieron mi objetividad. Tengo que ayudarla y supongo que me estoy volviendo loca. Siento mucho haberte gritado.

Emma permaneció callada durante un buen rato.

—Nunca me habías pedido perdón por nada.

—¿En serio?—Brittany frunció el entrecejo—Bueno también siento no haberlo hecho.

Emma se aclaró la garganta.

—Te llamaba para decirte que la gente con la que he hablado no parece tener relación con los Anderson. Seguiré intentándolo, pero ¿por qué crees que contrataron a otra persona cuando tú cerraste el caso?

—Arnult Anderson nunca tira la toalla.

—De acuerdo, insistiré. Pero gran parte de esas empresas no están dispuestas a hablar de su lista de clientes. Creen que estamos metiendo las narices.

—Te agradezco lo que estás haciendo. Oh, Emma, sé que cobras las horas extra, pero quiero que en este caso se te abone el tiempo que le dedicas cuando todo acabe. Seguro que a tu nuevo novio no le hace ninguna gracia que trabajes en tus días libres.

—¿Te encuentras bien? ¿Bien de verdad?

Brittany no tuvo más remedio que reírse ante el tono suspicaz de Emma.

—Si te soy sincera, me siento como una mierda. Pero intento sentirme mejor conmigo misma y tú me estás ayudando a conseguirlo. ¿Seguirás con el tema?

Emma le aseguró que lo haría, y Brittany colgó el teléfono y se sentó ante la mesita del hotel. Se enfrentaba a una larga noche: intentaría leer el libro que había comprado en la gasolinera o trataría de dormir. Ni siquiera sabía por qué estaba ahí. Santana había dejado bien claro que le echaba la culpa de algunas cosas que le habían ocurrido.

Pero permitió que la abrazaras y no se opuso cuando dijiste que la llamarías. Eso significa algo..., ¿verdad?

Significaba que Santana tenía miedo.

Significaba que estaba deseando aceptar cualquier ayuda que le ofrecieran.

Significaba que estaba desesperada y nada más.

Brittany se levantó cuando sonó su móvil. Lo cogió, pero estuvo a punto de no responder, porque no reconocía el número. En el último instante apretó la tecla verde.

—Hola, soy Santana. Tu secretaria me dio tu número de teléfono.

—¡Qué bien! Me alegro de que lo hiciera—Brittany se sentó en la cama. Sólo con oírla se sentía mejor—¿Cómo estás?

—Un poco avergonzada. Siento haberme derrumbado. La espera me está matando. Me parece que debería ir a verlos para hacerles entrar en razón, pero no han hecho nada—Aún no han hecho nada, pensó Brittany—Quiero creer que Blaine tiene razón y que sólo están tomando medidas para proteger el patrimonio familiar. He decidido no seguir esperando a que actúen primero. Los he invitado a cenar en casa el lunes. Confiaba en que lo arreglásemos antes.

Brittany torció el gesto sin saber por qué.

—¿Te parece buena idea?

—No estoy muy segura, pero debo averiguar qué pretenden hacer con la información que te pidieron.

—San… Santana, ya sé que no me crees, pero en las fotos que les di no había nada perjudicial ni vergonzoso para ti. De hecho, les aconsejé que lo dejaran.

—¿Y crees que te hicieron caso?

—No, sinceramente no.

Santana suspiró.

—Yo tampoco. No sé qué pretenden ganar con esto, aparte de ponerme en evidencia delante de todo el mundo. No creo que un tribunal me arrebate la custodia de mi hija porque soy lesbiana.

Brittany le había dado vueltas al tema.

—Evidentemente no los conozco tan bien como tú, pero tiene que haber algo que no vemos.

—La incertidumbre me está matando.

—¿Qué te parece si asisto a tu cena? Sé que es una velada familiar, pero ellos me metieron en el asunto.

—¿Estarías dispuesta?

—Sí, claro. El lunes por la noche, ¿no?

—Sí. Por desgracia, se van a la costa a pasar el cuatro de julio; si no, los habría invitado antes.

Brittany se dio cuenta de que se le había pasado por alto el día festivo.

—Escucha, ¿podrías concertarme una cita con Blaine? Me gustaría hablar con él antes de que sus padres intenten presionarlo.

—No tienes por qué hacerlo. Te creo cuando dices que no sabías que pretendían. No es tu guerra.

Brittany no pudo reprimir el temblor de su voz:

—Necesito hacerlo.

—Brittany, he de serte sincera. No puedo continuar con esto. Es justo lo que están buscando los Anderson. Ahora tengo que pensar en Em. Lo siento.

—Lo comprendo—dijo Brittany, luchando contra el nudo que le atenazaba la garganta.

No se había dado cuenta de que estaba alentando esperanzas hasta que Santana le dejó claro que no había ninguna.

—Emi lo es todo para mí. Es mi mundo.

—Claro—la incomodidad resultaba tangible incluso por teléfono.
Por fin, Santana suspiró.

—Mañana he quedado con Blaine en el parque cerca de Breadstix. ¿Sabes dónde está?

Brittany conocía el lugar. Los chicos de barrio solían ir al parque que estaba cerca de Breadstix a trepar por las estructuras del parque infantil mientras fumaban cigarrillos, que luego arrojaban en la arena a medio consumir para que los encontrara los niños de la escuela elemental. Brittany nunca había ido a trepar, aunque siempre lo había deseado.

—Sé dónde está. ¿A qué hora y cuál es el motivo?

—A las diez. Blaine tiene a Emi durante el puente del fin de semana. Preferimos vernos en el parque para que no surja la inevitable pregunta de por qué ya no vive con nosotras.

—Oh—Brittany se puso colorada. Estaría Emily. ¿Por qué la perspectiva de conocer a la hija de Santana la ponía más nerviosa que ver a Blaine Anderson?—No te lo tomes a mal, pero ¿confías en Blaine para cuidar a Emily? ¿No crees que los Anderson tal vez traten de retenerla mientras está con él?

—No. Le he dicho a Blaine que no quiero que se acerquen a la niña, y él ha aceptado no llevarla a casa de sus padres. No podría prohibirle que la viera aunque quisiera. Es su papá y Em lo quiere.

Brittany suspiró.

—De acuerdo, pero, si sospechas que puede existir algún peligro, podemos hacer algo al respecto, aunque sólo sea temporalmente.

—Ya lo he pensado, pero no tiene sentido enfrentarse a ellos antes de que muestren sus bazas.

—Me parece bien. Entonces, nos vemos en el parque. A las diez—dijo Brittany—Adiós, San—Y colgó.

Podía haber mantenido la misma conversación seria con cualquier cliente.

Santana le había dicho que todo había acabado entre ellas.

Vamos, Brittany, ¿qué esperabas? Dos polvos y medio no constituyen una relación.

Brittany cogió tres botellines del mini-bar y los puso sobre la mesa.

¿Cinco dólares por una minúscula botella de ginebra?

¡Qué suerte que no me da por beber; si no, me arruinaría!

El primer botellín la achisparía. Con un poco de suerte, el siguiente la sumiría en un cómodo estado comatoso.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por micky morales Lun Mar 09, 2015 11:16 am

espero que ellas pdan tener una oportunidad!
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por AndreaDaru Lun Mar 09, 2015 11:36 am

Tus fics siempre me tienen enganchada, leo el capitulo y ya quiero otro y otro y otro.. y que no acaben nunca porque me encantan jajaja.
Bueno, a ver que pasa con las dos, a ver si avanzan en su relacion y se explican las cosas con mas tranquilidad.
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 3:) Lun Mar 09, 2015 1:11 pm

holap morra,....

bueno pongamos le que asta ahora recuperaron la confianza una a la otra!!!!
mmm britt con em!!! a ver como va a ser el encuentro!!!!
a ver asta donde llegan los anderson!!!

nos vemos!!!

PD; la serie va de cuatro criadas Latinas trabajando con familias ricas y poderosas de Beverly Hills, y una recién llegada que toma su trabajo personalmente después de que una de las criadas fue asesinada y está determinada a descubrir la verdad detrás de esa desgracia. y el personaje de nay es blanca una de las criadas,... (uno de los personaje principal),.. en total son 26 cap,... y esta es la tercera temporada!!!! (lo divertido seria ver a nay habla mas en español jajaja), según lo que me dijeron,... eva longoria (una de las directoras) la pidió personal mente a nay par trabajar en la serie!!!!
3:)
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por AngySalas Lun Mar 09, 2015 7:01 pm

Hola !!

Qué tal te trata la vida ??
A mi, de maravilla.

Dios, Dios, Dios… con lo que hizo Britt en este capítulo, estoy el 50% satisfecha con lo que quería que ella hiciera !!
Poquito a poco se recuperara la confianza, solo espero que Santana no seda tan rápido. Ya quiero imaginarme qué impresión se llevará Brittany cuando vea a la pequeña Emily !! Dios, Dios, Dios…

Sin más me despido.
Dios Te Bendiga.

<(^^,)>
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 23l1 Lun Mar 09, 2015 8:21 pm

micky morales escribió:espero que ellas pdan tener una oportunidad!


Hola, yo espero lo mismo, es mas ellas tienen! que tener un oportunidad no¿? Saludos =D


AndreaDaru escribió:Tus fics siempre me tienen enganchada, leo el capitulo y ya quiero otro y otro y otro.. y que no acaben nunca porque me encantan jajaja.
Bueno, a ver que pasa con las dos, a ver si avanzan en su relacion y se explican las cosas con mas tranquilidad.


Hola, jajajajaja xD bueno aquí te dejo otro, pero también te digo que solo quedan tres caps mas =/. Espero y ambas se quieran escuchar ahora y comprendas sus dos puntos de vista y se queden juntas jajaajaj. Saludos =D


3:) escribió:holap morra,....

bueno pongamos le que asta ahora recuperaron la confianza una a la otra!!!!
mmm britt con em!!! a ver como va a ser el encuentro!!!!
a ver asta donde llegan los anderson!!!

nos vemos!!!

PD; la serie va de cuatro criadas Latinas trabajando con familias ricas y poderosas de Beverly Hills, y una recién llegada que toma su trabajo personalmente después de que una de las criadas fue asesinada y está determinada a descubrir la verdad detrás de esa desgracia. y el personaje de nay es blanca una de las criadas,... (uno de los personaje principal),.. en total son 26 cap,... y esta es la tercera temporada!!!! (lo divertido seria ver a nay habla mas en español jajaja), según lo que me dijeron,... eva longoria (una de las directoras) la pidió personal mente a nay par trabajar en la serie!!!!


Hola lu, bueno algo es algo no¿? de a poco se empieza ajajaja, vamos bn ajajajaja. Jajajaja como no se llevaría bn un hijo de san con britt¿? es imposible jajajaaj. Esos ¬¬ mejor alejaditos noma ¬¬. Saludos =D

Pd:=o mmm se ve interesante mmm, pero veré desde que sale naya xD jaajaj si me pierdo tendré que verla del principio xD jajaa... como no querer trabajar con ella¿? jajaaj


AngySalas escribió:Hola !!

Qué tal te trata la vida ??
A mi, de maravilla.

Dios, Dios, Dios… con lo que hizo Britt en este capítulo, estoy el 50% satisfecha con lo que quería que ella hiciera !!
Poquito a poco se recuperara la confianza, solo espero que Santana no seda tan rápido. Ya quiero imaginarme qué impresión se llevará Brittany cuando vea a la pequeña Emily !! Dios, Dios, Dios…

Sin más me despido.
Dios Te Bendiga.

<(^^,)>


Hola, bn vamos bn, que bueno que a ti también te este yendo bn =D. Bn vamos bn un punto para britt, después de todo.
Paso a paso, pero vamos bn, jaajaj esk como resistirse una a la otra¿? ajajajajaj. =o emily es parte se santana, imposible llevarse mal! ajjaajaj. Gracias a ti igual! Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 9

Mensaje por 23l1 Lun Mar 09, 2015 8:23 pm

Capitulo 9


Parque, Viernes por la mañana a las 9.50

Santana se deleitó en el mezquino y cruel presentimiento de que Brittany había pasado peor noche que ella. Pero su regocijo enseguida desapareció cuando comprendió que Brittany, a diferencia de ella, seguramente no se había acostado a las nueve de la noche.

Tal vez el aspecto agotado que ofrecía fuera consecuencia de haber estado con alguien en Panda, el único club gay que había Ohio. Quinn había insistido en llevarla a Panda varias veces. Según ella, lo hacía para que Santana no olvidara que era lesbiana. Santana reconocía que en ocasiones pasaban semanas sin que echara de menos la compañía de otra mujer.

Cuando Brittany se acercó, Santana se preguntó si algún día dejaría de obsesionarse con tocarla, besarla en los labios y acariciar sus cabellos.

—Hola—Brittany le ofreció una taza de café y varios paquetitos blancos, rosas y azules—He comprado café. No sabía si lo tomabas con edulcorante o con leche.

Santana sacudió la cabeza, sin atreverse a mirarla a la cara por miedo a que Brittany descubriera lo que estaba pensando.

—Gracias. No imaginé que haría tanto frío; de lo contrario, lo habría comprado yo. Y así está bien. Lo tomo solo.

Santana bebió un sorbo de café y vio con asombro cómo Brittany se subía a un banco y se sentaba a su lado sobre la mesa. Desde aquel lugar elevado Santana veía mejor el tobogán.

Un grito desvió la atención de Santana hacia su hija, que seguía a un niño más mayor por una escalera. Emily, a diferencia de ella, nunca había tenido problemas para relacionarse con la gente. La niña era tan sociable y confiada que Santana tuvo que sentarla y explicarle varias veces que no debía hablar con desconocidos para inculcarle que no se podía abrazar a todo el mundo. Se le rompía el corazón cuando Emily reaccionaba como si la castigaran, pero tenía que protegerla.

Al fin miró a Brittany. Santana haría lo que fuera por su hija, incluso olvidar el daño que Brittany le había hecho.

—Siento haber perdido el control ayer—continuo Santana.

—Lo estás llevando mejor que la mayoría de la gente. ¿Va a venir Blaine?

—Naturalmente. Te habría llamado si no pensara venir—Santana se dio cuenta de que su tono era mucho más agresivo de lo que en realidad pretendía—Lo siento.

Brittany asintió y se dedicó a mirar a Emily, que bajaba por el tobogán con las manos levantadas, como el niño con el que estaba jugando.

—Es preciosa.

—Sí.

—Tiene cuatro años, ¿verdad?
—Casi. Su cumpleaños es el mes que viene. Me parece que fue ayer cuando la llevé a casa por primera vez. Tenía un miedo irracional a que se me cayera de las manos y durante mucho tiempo me sentaba cuando la tenía en brazos.

Brittany sonrió.

—Pero ya lo has superado, ¿no es así?

—¡Qué remedio! No podía sentarme cada vez que tenía que cogerla. Mi mamá me ayudó mucho. Y sigue haciéndolo.

Santana sonrió al pensar en su mamá. Emily adoraba a su abuela y, si Santana no valorara tanto el cuidado que su mamá dedicaba a la niña, habría sentido celos.

—¿Estáis muy unidas?—preguntó Brittany, como si le leyera el pensamiento.

—Ahora sí. Vive conmigo y cuida a Em mientras yo trabajo.

—¿Tus padres siguen casados?

Santana intentó mantener la sonrisa, pero no lo consiguió. Era una charla intrascendente, como la que mantendría con cualquiera, pero le traía recuerdos que prefería no remover.

—Mis padres se separaron poco antes de que naciera Em. Mi mamá se trasladó a mi casa cuando tuve a la niña, pero mi papá...—Santana se encogió de hombros—Le pareció que mi mamá se ponía de mi lado. No he vuelto a saber nada de él. Ni siquiera sé dónde está.

Brittany palideció.

—Oh, lo siento mucho. No tenía ni idea.

—No pasa nada. No estábamos muy unidos—Santana se arrepintió enseguida de haber dicho aquello. Era cierto: hacía años que no estaban unidos, pero las cosas habían mejorado desde que se había casado con Blaine. Había sido la niña de los ojos de su papá. Él la llevaba a aquel mismo parque de pequeña. Siempre la había animado más que nadie en las competiciones deportivas y había estado a su lado.
Siempre, hasta que Santana cumplió catorce años—¿Y tus padres? Se marcharon, ¿verdad?—la pregunta era un claro intento de cambiar de tema, pero, si Brittany lo notó, no lo manifestó.

—Mis padres eran hippies que vivían en una camioneta en el bosque, hasta que yo nací y tuvieron que amoldarse a la nueva situación.

—Hum, ¿el bosque?

—¿Quieres que te cuente la historia, sí o no?—Santana chasqueó la lengua y se disculpó—Una semana después de mi graduación y de mi ingreso en la universidad, vendieron la casa de aquí, compraron una de esas enormes caravanas y no volvieron la vista atrás.

—Parece divertido. ¿Los ves alguna vez?

—Sí, claro. El verano pasado estuvieron en New York para ver mi oficina. Acamparon una semana en el aparcamiento que hay frente al edificio de oficinas.

—¿Me tomas el pelo?

—No—Brittany se reía, pero Santana percibió la cólera en su risa—Montaron una barbacoa en el aparcamiento reservado a los minusválidos. Dieron por sentado que, después de las cinco de la tarde, nadie se quejaría, porque las personas delicadas y los minusválidos estarían en casa a esa hora. Los otros ocupantes del aparcamiento aún me siguen mirando con cara rara.

—¿Los echas de menos?

Brittany se serenó.

—A veces. Cuando era más joven, me avergonzaba de ellos.

—¿Y ahora?—preguntó Santana.

Brittany la miró.

—Ahora envidio su capacidad para liberarse de todo. Yo nunca fui así. Bueno, casi nunca.

Brittany bajó la vista y contempló el banco que había bajo sus pies, y Santana se preguntó si estaría pensando en la fiesta.

—Fue una de las primeras cosas que me llamaron la atención de ti. Eras muy seria.

—No siempre.

Santana sonrió.

—Casi siempre.

—¿Lo sabes por lo unidas que estábamos en el instituto?

La sonrisa de Santana se borró.

—Ya entonces me fijaba en cosas tuyas. Caminabas con los libros muy pegados al pecho, como si temieras que se acercara alguien y te hiciera algo.

—¿Algo como robarme mis libros favoritos y tirarlos a la basura?—preguntó Brittany con delicadeza.

Santana hundió la cabeza.

Se había enfadado con Brittany por trabajar para los Anderson, pero Brittany también tenía muchos motivos para estar enfadada con ella. Le había quitado los libros y los había tirado a la basura, aunque después de leerlos.

—No me refería a eso. Siempre me pareció que estabas asustada. Y no de mí, sino del mundo. Como si creyeras que, si te equivocabas, las cosas se torcerían y te hundirías. Me di cuenta, o al menos eso me pareció, porque yo me sentía igual—Santana la miró para ver si la estaba escuchando, pero Brittany contemplaba el tobogán con el entrecejo fruncido. Santana supuso que había visto cómo el niño empujaba a Emily, ya que se levantó en el banco en ademán de gritar. Santana la sujetó por el brazo con delicadeza—Espera un momento y mira.

Brittany miró a Santana y, luego, otra vez a los niños.

—Pero él es mayor que ella. No debería...

—Ya lo sé; Emily sabe defenderse.

Emily se levantó, como si hubiera oído a su mamá. Apuntó con un dedo hacia la cara de su compañero de juegos, puso una mano en la cadera y dijo algo que Brittany no oyó. Luego se alejó y empezó a trepar por la escalera. La expresión asombrada del rostro de Brittany reflejaba la del compañero de juegos de Emily.

—¿Qué le ha dicho?

—Bueno ella saco a su Snixx que lleva dentro y le dijo que los hombres de verdad no pegan a las mujeres—respondió Santana, muy seria.

—¿Snixx? ¿Mujeres?

—Bueno Snixx es mi otro yo cuando me enojo y Em también tiene el suyo, y lo de las mujeres lo ha visto en Popeye.

Brittany asintió y volvió a sentarse sobre la mesa de picnic.

—Tiene mucho sentido común.

—Y si eso no le funciona, Snixx hace que su gancho sea magnífico.

Brittany contemplaba el perfil de Santana, esperando que la mirara, pero tardó bastante en tomar el café.

—Si me hubieran dicho hace diez años que te convertirías en mamá, me habría reído sin parar.

Antes de responder, Santana tragó despacio para no quemarse la garganta.

—¿Y ahora?

—Ahora no sé por qué me sorprendió tanto saberlo—Santana percibió el nuevo tono de voz de Brittany, pero no lo manifestó—Oh, no... La niña viene hacia acá.

Parecía como si Brittany quisiera huir.

—Siéntate, no te va a morder—dijo Santana con ternura—¿Nunca has tratado con niños?

—No, sólo con los de la tienda de golosinas.

—¡Oh, eso está bien para empezar!

—Te burlas de mí—protestó Brittany.

—Bueno sí, y lo prefiero a llorar en tu hombro.

—También yo.

Santana se inclinó hacia delante y se rodeó las piernas con los brazos cuando Emily llegó a la mesa.

—Hola, mami.

—Hola, Emi. ¿Tienes frío?

—No, pero estoy fumando. Mira—Emily exhaló humo.

—Fumar no es sano, Emi.

—Popeye fuma en pipa.

—También come espinacas y espárragos. ¿No te apetece probarlos?

—No.

Santana extendió una mano y Emily la cogió. Ayudó a trepar a la niña y la sentó sobre la mesa, entre Brittany y ella.

—Bueno entonces creo que debes olvidarte de fumar hasta que cumplas treinta y siete años, y volveremos a discutir el asunto entonces—hizo una pausa y le guiñó un ojo a Brittany por encima de la cabeza de la niña—Emily, ésta es mi amiga Brittany. Fuimos juntas al instituto.

—Hola, Emily—Brittany estuvo a punto de extender la mano, pero lo pensó mejor y la metió en el bolsillo.

—Hola. Puedes decirme Em, ¿Fumas?

Brittany miró a Santana en busca de ayuda, pero Santana parecía interesada en la respuesta.

—No. Bueno, a veces, cuando tengo una..., cuando salgo con mis amigos... Casi nunca.

—Deberías dejarlo. A mi mamá no le gusta.

—De acuerdo. En ese caso no volveré a fumar.

Emily le dio una palmadita en la pierna.

—Buena chica—Brittany sonrió con aire de triunfo. Santana casi se ahogó tratando de no reírse—¡Papi!—gritó Emily y dio un brinco.

Habría saltado del banco si Santana no la hubiera sujetado con una mano para ayudarla a bajar. La niña atravesó el parque corriendo y su papá la cogió en brazos.

—¿Popeye comía espárragos?—preguntó Brittany.

—No, pero me pareció bien incluirlos, por si se mostraba dispuesta a negociar.

Brittany se rió entre dientes cuando Blaine lanzó a Emily al aire. La expresión del hombre no dejaba lugar a dudas de que adoraba a su hijita.

—La niña tiene cosas de los dos.

—Creo que se parece más a mí.

—Sí, tal vez. Me parece que le caigo bien.

Santana iba a explicarle a Brittany que, de entrada, a los niños, y sobre todo a su hija, casi siempre les caía bien la gente, pero Brittany estaba tan seria que Santana recordó a la chica solitaria que siempre se mantenía al margen de todo. En aquellos momentos parecía distinta, pero seguro que en el fondo seguía siendo la misma.

Santana habló sin pensar:

—No creo que le caigas mal a nadie, Brittany.

A Brittany le costó encontrar las palabras adecuadas.

—A un montón de gente.

—¿Y por eso no te muestras cómo eres en realidad?

—¡Vaya, qué sorpresa!—Santana apartó los ojos de Brittany para mirar a Blaine. Por suerte, Blaine llevaba a Emily a caballito sobre los hombros y Santana no vio, de entrada, la expresión feroz de su marido mientras las miraba a ambas—¿Qué está haciendo aquí?

Blaine empujó a Emily e hizo como si quisiera deslizaría por la espalda. La niña gritó:

—No, papi—y se rió.

—Blaine, ¿nunca compruebas tu buzón de voz? Te dejé un mensaje en el que te explicaba que había invitado a Brittany.

Por un momento, Blaine se sintió avergonzado, pero enseguida torció de nuevo el gesto y se dirigió a Brittany:

—¿Cuánto le han pagado mis padres por espiarnos?

—Brittany, no contestes.

—No pasa nada, no me importa contestar. En primer lugar, tus padres no me pidieron que—Brittany dibujó unas comillas con los dedos antes de añadir en tono sarcástico—Los espiara. Me pidieron que investigara a Santana. Si hubiera aceptado su dinero, mis tarifas no son de su... incumbencia—Brittany miró a Santana—Les devolví el cheque—Santana fue la primera en apartar la vista—Ahora es tu turno.

Blaine arqueó una ceja.

—¿Qué significa eso de que es mi turno?

—Tus padres están decididos a crearle problemas a Santana—respondió Brittany, eligiendo las palabras—Me gustaría saber qué piensas hacer al respecto.

A Santana le dio un vuelco el corazón al darse cuenta de que los Anderson podían llevar el asunto hasta sus últimas consecuencias.

—¡Qué estupidez! Se trata de un malentendido. Además, no tengo por qué hablar de eso contigo. Ni siquiera te conozco.

—Estupendo, Bueno no hables. Habla con la mamá de tu hija. Estoy segura de que le gustaría conocer la respuesta.

Santana pocas veces había visto a Blaine tan enfadado. Se alegraba de que Emily estuviera distraída sobre los hombros de su papá.

—Muy bien. Diré que es la mamá de mi hija, una mamá magnífica. Y también que es mi mejor amiga y que no me arrepiento de haberme casado con ella. Pero no estamos hechos el uno para el otro en ese terreno.

Brittany asintió.

—Me agrada oír eso. Otra pregunta. ¿Teme tanto a sus padres que está dispuesto a lanzar al abismo a su «mejor amiga» y a la «mamá de su hija» sólo para que no descubran su propia sexualidad? ¿Cree que no lo saben?

Blaine se quedó sin palabras.

—San, ¿puedo hablar contigo un momento?

—Hum... Sí, claro. ¿Me acompañas al coche para coger la mochila de Emi?—Santana miró a Brittany, sorprendida por el alcance de su furia—No tardo, ¿de acuerdo?

Brittany hizo un leve gesto de asentimiento y Santana se alejó con Blaine, sintiéndose como si hubiera hecho algo malo.

—¿Se lo has contado?—preguntó Blaine fríamente, tras cerciorarse de que Brittany no podía oírlo.

—No es tonta, Blaine. Te vio en el hotel con tu amigo. Por cierto, si ella lo dedujo con tanta facilidad, no me cabe duda de que es verdad lo que dice. Creo que tus padres lo saben, lo saben desde hace mucho tiempo.

Blaine se quedó atónito.

—Si lo supieran, ¿por qué iban a callárselo?

—Pregúntales cuando salga el tema a relucir.

—No te fíes de ella, San. Ha pasado de espiarte a través de la ventana a tratar de hacerse amiga tuya.

—Blaine, sé que te cuesta creerlo, pero soy capaz de tomar decisiones yo sólita.

—Lo comprendo, pero mis padres no son unos cualquiera. Cuando se les mete en la cabeza conseguir una cosa...

—Bueno entonces haz algo, Blaine. ¡Joder!

—Oh, has dicho un taco mami—murmuró Emily desde su elevada posición sobre los hombros de Blaine.

Blaine puso los ojos en blanco, como si él nunca metiera la pata.

—San, ya les he dicho que eres una buena mamá y que nuestro divorcio es totalmente amistoso. ¿Qué más quieres que les diga?

—¿Qué tal si empiezas contándoles la verdad sobre tu sexualidad y nuestro matrimonio y terminas diciéndoles que son unos padres horribles, ya que están dispuestos a pagar a otras personas para que te hagan feliz a cualquier precio?

Blaine palideció.

—No puedo hacer eso.

—Bueno entonces no cuestiones los motivos de Brittany, Blaine. Intenta ayudarme, que es más de lo que puedo decir de ti.

Santana abrió la puerta de su todoterreno y le dio a Blaine la mochila de Emily. Luego miró hacia el banco en el que seguía sentada Brittany. Bien fuera para que se sintieran más cómodos o para cambiar de postura, Brittany se había movido y les daba la espalda.

—Sabes que haría cualquier cosa por ayudarte, pero eso es imposible.

Santana estuvo a punto de gritar: Entonces no harías cualquier cosa, pero sabía mejor que nadie hasta dónde se podía llegar para ganarse el cariño de un padre fingiendo ser alguien que no se era. Ella no tenía razones para seguir mintiendo, pero Blaine había estado a su lado cuando no contaba con nadie más.

—Bueno déjalo de una vez. He decidido fiarme de ella. Le he pedido que cene con nosotros el lunes. Tus padres no podrán ocultar las cosas durante más tiempo cuando la vean.

—Te acuestas con ella, ¿verdad?

—No, esa parte de nuestra relación se acabó—se lamentó Santana—Pero quiere ayudarme, y en este momento me viene bien cualquier ayuda que me ofrezcan.

Blaine iba a decir algo, pero Emily se estaba impacientando y quiso que la pusiera en el suelo. Santana se agachó, le dio un beso a su hija y le dijo que se portara bien con su papá. A continuación, esperó mientras Blaine colocaba a la niña en la silla del coche.

Santana se despidió de ella.

—Llámame si tiene pesadillas y procura que no se asuste con los fuegos artificiales.

—Lo haré. Y tú prométeme que tendrás cuidado con esa mujer, ¿de acuerdo?

Santana asintió, se despidió otra vez de Emily y se dirigió hacia la mesa de picnic en la que estaba la encorvada figura de Brittany.

El clima se había puesto más frio y, al igual que le ocurría a veces con Emily, se preguntó sí la ligera chaqueta que llevaba Brittany la abrigaría bien. Santana sintió una extraña punzada tras pensar algo tan afectivo sobre la mujer con la que había mantenido relaciones, pero Brittany parecía muy frágil sentada sobre la mesa en aquella actitud.

Santana se sentó al lado de ella y, antes de pronunciar ninguna palabra, observó que Brittany se había quedado dormida, con los codos apoyados en las rodillas y la cara entre las manos. Al principio Santana desvió la vista: se sentía culpable por haberla sorprendido desprevenida. Esperó unos minutos a que Brittany se despertara. Entonces comenzó a lanzarle miradas subrepticias, hasta que acabó mirándola fijamente. Siempre le habían encantado los labios de Brittany. Eran suaves y finos al mismo tiempo.

El deseo de besarlos la hacía silbar de placer.

Santana seguía contemplado la boca de Brittany cuando ésta abrió los ojos. Entre ellas estalló una ardiente atracción. Santana se inclinó hacia delante, arrastrada por la exigente pasión de los ojos de Brittany, que desapareció tan rápido como había surgido.

—Me he dormido, ¿verdad?—dijo Brittany, en un claro intento de disipar la tensión.

—Sí, lo siento. No quería despertarte. Se te ve agotada. ¿Una noche muy larga?

Brittany soltó una risita.

—Sí. El aire acondicionado de mi habitación estuvo zumbando toda la noche. No conseguí apagar el condenado aparato.

—¿Por qué no pediste que te lo arreglaran?

—Era tarde cuando me di cuenta. Esta noche tendré más de lo mismo. Me han dicho que el encargado de mantenimiento está de baja por enfermedad y que no hay habitaciones libres.

—Yo tengo una habitación desocupada.

Brittany abrió la boca, pero la cerró enseguida.

—Muy amable por tu parte, pero ¿no crees que sería mala idea?

—Lo sería si el dormitorio de mi mamá no estuviera al lado del mío—a Brittany se le pusieron los ojos como platos y, luego, se estremeció—A mí también me da escalofríos. Creo que estaremos seguras. Anímate—Santana se levantó—Sígueme hasta casa.

—¿Santana? Antes te comportabas como si no me creyeras y ahora me invitas a alojarme en tu casa. ¿Seguro que es lo que quieres? Puedo hacer que llamen a alguien para que arregle el aire acondicionado o puedo trasladarme a otro hotel de las afueras.

—Me gustaría que vinieras a mi casa, si te parece bien.

—De acuerdo, gracias. Acepto tu oferta.

—Estupendo—Santana sonrió—Y ahora date prisa antes de que empiece a llover. Pasaremos por el hotel para que canceles la reserva.

Santana aprovechó de dar largas zancadas para adelantarse a Brittany e impedir así que le viera la cara. Le había ofrecido la habitación de buen grado. Pero el instantáneo brote de placer que sintió cuando Brittany aceptó hizo que casi se arrepintiera.

¿Por qué se preocupaba tanto?

Aquello no era como las novelas románticas que Brittany leía en el instituto. Ambas eran adultas. No llegaban a ser amigas, pero no creía que Brittany la considerara ya una enemiga. Podían estar juntas sin mantener relaciones sexuales. Luego, en un instante fugaz, miró a Brittany de reojo y se dio cuenta de lo mucho que le gustaba con aquellos vaqueros, reprimió la esperanza de ver el trasero de Brittany y comprendió que estaba metida en un buen lío.

Brittany no sabía en qué estaba pensando cuando aceptó la oferta de Santana de alojarse en su casa. Aunque mejor sería preguntarse en qué estaba pensando Santana al ofrecerle la habitación.

No eran tan amigas, lo cual la entristecía.

Dirigió el coche hacia el camino de entrada y frenó junto al todoterreno de Santana.
Trató de descifrar la expresión de Santana cuando salió del coche, pero no había nada preocupante en ella.

—¿Estás completamente segura? Si vas a sentirte incómoda, puedo regresar al hotel.

Santana la miró, como si quisiera cerciorarse de que Brittany estaba ahí realmente.

—¿Y por qué tendrías que hacer algo así?

—No lo sé. Pareces trastornada. Sólo quería asegurarme de que no te arrepientes de tu ofrecimiento.

—Me preocupa que a Em le asusten los fuegos artificiales de mañana. Procura ser valiente, pero el ruido la asusta, y Blaine no es precisamente la persona más observadora del mundo.

Brittany se puso colorada. Claro, Santana echaba de menos a su hija.

El mundo no gira a tu alrededor, idiota.

—Puedes llamarlo para recordárselo.

—No, tiene que acostumbrarse a cuidarla sin ayuda. Sólo que...

—Te preocupa tu hija. Es normal. Creo que es...—Brittany buscó la palabra exacta—Creo que es bueno que los niños sepan que alguien se preocupa por ellos. Se sienten...

—¿Seguros?

—Sí, supongo que sí.


******************************************************************************************


Brittany bajó la cabeza con la excusa de coger su bolso del asiento del coche.

¿Por qué no podía mantener la maldita boca cerrada?
Sólo habían transcurrido unos segundos, pero Brittany se sentía cada vez más inquieta. Se preguntó cómo iba a pasar la noche con una mujer a la que apenas podía mirar.

La puerta principal se abrió de golpe y, si Brittany no hubiera levantado el pie, se habría caído de narices.

La mamá de Santana, no podía ser más que la mamá de Santana, estaba en la entrada. Una expresión de sorpresa se reflejó en su rostro cuando vio a Brittany detrás de Santana. Sonrió, y a Brittany le pareció que se encontraba ante una versión de Santana con veinte años más y con el color de piel más clara.

Se dio cuenta de que se ruborizaba.

Estaba claro: era una patosa.

—Brittany Pierce, ¿verdad?

Brittany se ruborizó de nuevo y entró en el porche con la mano extendida. Pero la mamá de Santana la abrazó con tanto cariño que a Brittany le costó corresponderle. Dio unas torpes palmaditas en la espalda de la mujer y retrocedió enseguida.

—Hola, señora López. Encantada de conocerla.

—Llámame Maribel. Santana me ha hablado mucho de ti. Entra. Discúlpame un momento. Estaba haciendo galletas cuando me he dado cuenta de que Emi se había marchado y de que Santana no come mis galletas. Tonterías sobre los hidratos de carbono y las grasas.

Brittany entró detrás de Maribel. La casa de Santana le pareció un verdadero hogar. No una mezcolanza de colecciones, como la casa de sus padres, o un austero lugar para reposar cuando una salía del trabajo, temiendo que la gente se diera cuenta de que no tenía vida propia, como su departamento.

—A mí me gustan los hidratos de carbono y las grasas—le dijo Brittany a Maribel cuando ésta se alejaba. Santana torció el gesto—Sobre todo combinados. En una galleta—el gesto de Santana se torció aún más; Brittany bajó la vista al suelo y murmuró—Sí, es cierto.

—¿Cuándo comiste galletas por última vez? Me refiero a las verdaderas galletas de chocolate, de esas que te ponen perdida, demasiado calientes para comerlas sin soplar, de las que se deshacen en la boca—quiso saber Santana.

—Hace dos años. El envase estaba equivocado y ponía sin azúcar—admitió Brittany a regañadientes.

—Ya me lo parecía. ¿Qué te ocurre?

—¡No me avisaste de que tu mamá era tan espectacular!—respondió Brittany—Parece la Mujer de los sueños.

Santana la miró, boquiabierta.

—¿Has dicho que mi mamá es espectacular? ¿Delante de mis narices? ¿En mi propia casa?

—Por Dios San, baja la voz. Te va a oír.

—Si no me ha oído ya, voy a contárselo—cuando Brittany se dio cuenta de que Santana estaba a punto de ponerla en evidencia, ya había desaparecido. Al cabo de unos instantes estaría en la cocina contándole a su mamá lo que había dicho Brittany. Santana volvió la cabeza con una sonrisa y gritó—Mamá, Britt cree...

Brittany, horrorizada, reaccionó sin pensar.

Se lanzó sobre la espalda de Santana, se colgó de su cintura y le tapó la boca con la mano. No se podía saber quién estaba más sorprendida, pero Brittany se había lanzado y susurró al oído de Santana:

—Soy una invitada en tu casa, San. ¡No puedes avergonzarme!—Santana murmuró algo que Brittany no entendió—Sí retiro la mano, ¿prometes no gritar?

Santana asintió y Brittany empezó a retirar la mano.

—Mamá, Britt...

Brittany aplastó la mano contra la boca de Santana, cuyo cuerpo se sacudió debido a las carcajadas reprimidas.

—Eres una mentirosa patológica, Santana López—gruñó Brittany. Santana comenzó a lamerle la mano con lentos lengüetazos, en un evidente intento de darle asco. Brittany entrecerró los ojos y acercó la boca al oído de Santana—Oh, sí, sigue haciéndolo. Me encanta, San—Santana frenó en seco y entonces fue Brittany la que se rió—De acuerdo—dijo, más calmada—¿Vas a portarte bien, San?

Con un movimiento que habría envidiado un contorsionista, Santana giró la parte superior del cuerpo, se inclinó hacia delante y obligó a Brittany a dar la vuelta, hasta que ambas estuvieron frente a frente, con Brittany a horcajadas sobre la cintura de Santana.

¿Cuánto tiempo podríamos haber disfrutado juntas si ambas hubiéramos reconocido que entre nosotras había algo especial?

La presuntuosa sonrisa de Santana desapareció y Brittany tuvo la desagradable sensación de que le había leído el pensamiento.

Un golpe detrás de ellas las hizo reaccionar.

Maribel estaba en la puerta con los ojos como platos y una bandeja de galletas en la mano. Brittany no se atrevía a mirar a Santana.

¡Dios, seguro que parecemos dos idiotas!

Deslizó los pies hasta que quedaron colgando como los de un niño en un columpio, pero Santana estaba demasiado asombrada para entender la insinuación.

Santana miró a su mamá e hizo una mueca.

—Eh, mamá. Sólo estábamos... jugando.

—Ponme en el suelo, San—susurró Brittany en un tono apremiante.
—Supongo que los juegos de mesa son demasiado aburridos para ustedes—comentó Maribel.

Y Brittany deseó con todas sus fuerzas encontrar un lugar donde esconderse.

—Santana, ¿quieres hacer el favor de dejarme en el suelo?

Sus palabras surtieron efecto por fin y Santana la depositó en el suelo, murmurando:

—Lo siento.

—¿Una galleta?—Maribel extendió la bandeja con galletas recién hechas.

Brittany cogió una sin titubear, le dio un mordisco y luego otro, antes de tragar el primer trozo. Santana la imitó. Se alegraba de saber que no era la única que devoraba dulces cuando estaba nerviosa.

—¿Y si jugamos a algo?—sugirió Brittany con demasiado interés.

—Claro—dijo Santana, mirándola con una sonrisa lasciva, y añadió—Apuesto a que a Britt le encantaría jugar al Twister contigo, mamá.

A Brittany se le atragantó la galleta.

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Hola, solo decir que quedan tres caps mas. Saludos =D
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por AngySalas Lun Mar 09, 2015 10:09 pm

Hola!

Me alegra bastante que la vida te trate bien.

Dios! Me enamoré de Brittany en este capítulo.
Este capítulo, estuvo realmente sensacional, hasta que leí lo que pones al final… TU, dañaste mi noche diciendo que ya solo quedan tres capítulos, eres cruel, sabías ??

Dios Te Bendiga.

<(^^,)>
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por mayre94 Lun Mar 09, 2015 10:37 pm

Holaaaa!! me gusta mucho de vdd esta historia, de vdd solo tres caps mas :( no me digas eso por fis de vdd me voy a poner triste, buuuuu. Yo ya sabia que blaine era gay jajajaja :P ves quee te lo comente esa era mi hipotesis, la quimica entre Britt y San es evidente solo que ambas tienen miedo y San tiene alguien mas en quien pensar en Emi jajajaja britt se comporta como si se la fuera a comer es muy tierno. Ojala Blaine pueda plantarles cara a sus papás y decidir de su vida aunque es complicado no? :3 y eso de que San ande dejando en vergüenza a britt con su mamá fue mega chistoso. Espero que lo resuelvan juntas para wiii poder estar juntas las dos :P. Gracias por tus caps de vdd, y saludos :3
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por monica.santander Lun Mar 09, 2015 10:45 pm

Hola!! Es cortita la historia!!!
Muy lindo capitulo!! Saludos
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 3:) Lun Mar 09, 2015 11:02 pm

holap morra,...

es bueno que san empiece a confiar en britt de nuevo,.. y que ponga sobre a biso a blaine sobre su supuesta "homosexualidad" (se ve hasta la luna pero nadies se da cuanta jajajaj)
mmm se lleva bien con la hija y con la suegra britt tiene toda a filia de san comprada comprada jajaja
neta ya 3 cap y termina!!!!????

nos vemos!!!!

PD; este es uno de los promos que mas me gustan,.... aparte de que tiene la canción de gaga!!!!
https://youtu.be/K6TfckFoZAU mmm ya me hice a la idea de nay usando el trejecito de criada!!!! ajajajaja
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por jas2602 Lun Mar 09, 2015 11:48 pm

hola se que no eee comentado mucho...pero queria decirte que sigo tus adaptaciones y esta me ha llamado mucho la atencion...que lastima que sea tan corta...porque esta buenisimaaaa.....
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Finalizado Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 12 - Fin

Mensaje por 23l1 Mar Mar 10, 2015 2:05 am

AngySalas escribió:Hola!

Me alegra bastante que la vida te trate bien.

Dios! Me enamoré de Brittany en este capítulo.
Este capítulo, estuvo realmente sensacional, hasta que leí lo que pones al final… TU, dañaste mi noche diciendo que ya solo quedan tres capítulos, eres cruel, sabías ??

Dios Te Bendiga.

<(^^,)>


Hola, ajja gracias, como dije antes a mi también!

Jajjaaj xfin! britt se la jugo e hizo las cosas bien! jaajajajaj esperemos y las cosas sigan así de bn no¿? =O ajaajjajaj, pero esk esta adaptación es mas cortita XD pero lo bueno esk ya tengo otra en mente... bueno ya di el nombre antes asik xD ajjaajaj...viste nada de cruel y alegre tu noche! =D. Gracias a ti también. Saludos =D


mayre94 escribió:Holaaaa!! me gusta mucho de vdd esta historia, de vdd solo tres caps mas :( no me digas eso por fis de vdd me voy a poner triste, buuuuu. Yo ya sabia que blaine era gay jajajaja :P ves quee te lo comente esa era mi hipotesis, la quimica entre Britt y San es evidente solo que ambas tienen miedo y San tiene alguien mas en quien pensar en Emi jajajaja britt se comporta como si se la fuera a comer es muy tierno. Ojala Blaine pueda  plantarles cara a sus papás y decidir de su vida aunque es complicado no? :3 y eso de que San ande dejando en vergüenza a britt con su mamá fue mega chistoso. Espero que lo resuelvan juntas para wiii poder estar juntas las dos :P. Gracias por tus caps de vdd, y saludos :3


Hola, jajajjaaj es una linda, intrigante y corta historia no¿? jajaajajajaj, pero ya tengo otra como les comente anteriormente! jajaajaj asik no tan triste!. Jajaja sip la vrdd tenias razón con tu hipótesis, pero no te podía decir nada no¿? jajaajaj. Si la química de ellas ufff jajaj osea la tensión se corta en el aire no¿? Obvio san tiene que pensar primero en su hija, luego en ella, britt tiene que aclarar bn las cosas, tanto en su cabeza, como entre ellas, y bueno blaine... esperemos y se ponga los pantalones xq también se trata de su hija y de la mamá de su hija ¬¬ no le queda de otra ¬¬. Jajajaajja esa fue la mejor parte o no¿? jajajaajajaaj. Tienen que estar juntas! después de todo se lo merecen! =o de anda, gracias a ti por leer y comentar. Saludos =D


monica.santander escribió:Hola!! Es cortita la historia!!!
Muy lindo capitulo!! Saludos


Hola, uf sip xD la vrdd esk sip xD... pero así damos paso a la adaptación pendiente no¿? jajaaj. Saludos =D


3:) escribió:holap morra,...

es bueno que san empiece a confiar en britt de nuevo,.. y que ponga sobre a biso a blaine sobre su supuesta "homosexualidad" (se ve hasta la luna pero nadies se da cuanta jajajaj)
mmm se lleva bien con la hija y con la suegra britt tiene toda a filia de san comprada comprada jajaja
neta ya 3 cap y termina!!!!????

nos vemos!!!!

PD; este es uno de los promos que mas me gustan,.... aparte de que tiene la canción de gaga!!!!
https://youtu.be/K6TfckFoZAU mmm ya me hice a la idea de nay usando el trejecito de criada!!!! ajajajaja


Hola lu, =o xfin van saliendo bn las cosas entres ellas, ya era hora no¿?, sip aun falta, pero ya van bn no¿? jajaaja. Puf esta claro lo de blaine no¿?, pero ojala y no se preocupe tanto de el o de sus papás y piense mas en su hija y en la mamá de su hija no¿?Jajajajajaaja como no¿? es britt, como no¿? jajaajajaj. Mmm sip =/... pero así llegamos a la adaptación pendiente no¿? jaajajajaj. Saludos =D

Pd: =o sip, bn ese traje no le vendría mal jajaaja, me acabo de dar cuenta que tengo ese canal y que están dando la serie xD ajajajaja, gracias por tus datos!

Pd2: como va lo de tus entrenamientos¿?


jas2602 escribió:hola se que no eee comentado mucho...pero queria decirte que sigo tus adaptaciones y esta me ha llamado mucho la atencion...que lastima que sea tan corta...porque esta buenisimaaaa.....


Hola, =o jaaj no te preocupes, mientras puedas leer, todo bn! =D, sip es cortita =/... pero lo bueno esk ya tengo otra... osea la que estaba en espera xD jajaaj. Saludos =D

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Finalizado FanFic Brittana: Ajuste de Cuentas (Adaptada) Cap 10

Mensaje por 23l1 Mar Mar 10, 2015 2:07 am

Capitulo 10


Residencia de las López.

—Creo que éstas tienen cocaína—murmuró Brittany, con una galleta en la boca.

Había superado la vergüenza inicial de verse sorprendida armando bulla con Santana y estaba encantada con Maribel. Y a Maribel le caía bien cualquiera que devorara sus galletas. Sí Brittany se hubiera molestado en pensar cómo sería la mamá de Santana López, se habría equivocado de medio a medio. Nunca habría imaginado una mujer con una sonrisa tan agradable y tan buen carácter.

—Si el azúcar y la mantequilla son cocaína, entonces mi mamá es tu camello—Santana se reía.

Había dejado de comer galletas una hora antes.

Las tres estaban cómodamente sentadas en el suelo, alrededor de la mesita de café de Santana, bebiendo cacao, comiendo galletas y contemplando los últimos destellos de los fuegos artificiales en el cielo. Por suerte, Santana no había encontrado el Twister, pero habían pasado aquel lluvioso cuatro de Julio divirtiéndose con varios juegos de mesa y viendo películas en televisión. Santana demostró su habilidad en el Scrabble y Maribel logró comprar Boardwalk, Park Place y todas las propiedades anaranjadas del Monopoly antes de que acabaran de ver Las Nuevas Aventuras de Píppi Calzas-largas. Cuando oyeron el ruido de los fuegos artificiales, abrieron las cortinas para disfrutar de las explosiones de color que desgarraban el negrísimo cielo.

—No he puesto tanto azúcar—dijo Maribel—¡Oh, qué grande!

Momentáneamente las distrajo un estallido de color que iluminó el cielo y, luego, Santana dijo:

—Olvidas que saqué la basura después de cenar. Y vi todos los paquetes vacíos.

—¿Paquetes? ¿Más de uno? ¿Has utilizado más de un paquete de azúcar?—preguntó Brittany.

—Naturalmente—respondió Maribel, muy orgullosa—Son galletas azucaradas.

Brittany imaginó un rollo de grasa acumulándose en su cintura.

—Me he comido por los menos seis antes de cenar y he perdido la cuenta de las que he comido mientras veíamos la película.

Maribel guardó el dinero multicolor y las piezas del juego en sus respectivos compartimentos.

—¿A quién prefieres creer: a Santana o a su mamá?

Santana miró a Brittany por encima de la cabeza de Maribel. Brittany decidió que le gustaba la sensación que estaba experimentando en aquel momento: agradablemente hinchada de dulces y mimada. La sonrisa de Santana se intensificó y Brittany pensó que tal vez se estaba traicionando. No debería desvelar tanto.

¿Acaso se podía desvelar demasiado?

¿Qué más daba que Santana supiera que le gustaba estar con ella en su casa?

—Ha jugado a las cartas contigo, mamá. Sabe que no eres de fiar—Santana posó la mano en el hombro de Brittany—No te aburres, ¿verdad?

Santana retiró la mano demasiado rápido para ser un gesto casual. Había olvidado, igual que Brittany, que las cosas entre ellas eran distintas.

Sus gestos de contacto nunca habían sido fortuitos, lamentó Brittany.

—En mi vida lo había pasado tan bien—dijo Brittany, y era cierto.

No tenía más amigos que en el instituto. Se pasaba el día trabajando y la noche pensando en el trabajo. No recordaba la última vez que había jugado a las cartas y se había puesto morada mientras veía la televisión un viernes lluvioso. A Brittany le pareció que no le costaría mucho acostumbrarse a aquello, y la idea la asustó.

Maribel refunfuñó mientras se ponía de pie y bostezaba:

—Cuanto más vieja soy, más me parezco a Emi. Si no me voy a dormir me pongo pesadísima.

—¿Te veré mañana?—Brittany se levantó y la abrazó con timidez.

—Pero claro. Voy a hacer tortitas, así que confío en que tengas apetito por la mañana.

Brittany esperó hasta que Maribel subió las escaleras.

—Hum, no la habremos ahuyentado, ¿verdad?—Brittany se sentó en el sofá en vez de hacerlo en el suelo, como antes. Estaban solas y le parecía conveniente interponer cierta distancia entre Santana y ella—No creo que nadie pueda dormir con el estruendo de todos esos fuegos artificiales.

—Es como un reloj. A las nueve en punto se acuesta y no la despierta ni la mayor catástrofe. Ojalá Em se durmiera con la misma facilidad.

La sonrisa de Santana fue sustituida por un involuntario gesto de preocupación.

—¿Qué ocurre? ¿Estás preocupada por Em?

—No. Seguro que lo pasa genial con su papá.

Santana se levantó del suelo y se sentó frente a Brittany en el sofá. Contemplaron los fuegos artificiales durante unos minutos, comentando los más espectaculares y tratando de actuar como si no se sintieran incómodas.

Brittany pensó que era una lástima que las cosas hubieran desgastado hasta el punto de que no podían divertirse sin la compañía de una tercera persona. Lo habían hecho al revés. Habían practicado sexo antes de conocerse bien. Según las normas era imposible establecer una relación cuando se empezaba por el sexo.

Por tanto, ¿qué hacía sentada junto a aquella mujer, hablando de cosas intrascendentes?

¿Qué esperaba ganar estando ahí?

—De acuerdo, voy a confesar algo realmente egoísta—dijo Santana. Brittany ladeó el cuerpo, metió un pie bajo la pierna y centró toda su atención en Santana—Creo que estoy celosa porque seguramente Em lo pasa mejor viendo los fuegos artificiales con su papá que conmigo.

Brittany soltó una risita de alivio. Entendía aquellos pequeños celos. Y estaba encantada de encontrar al fin una fisura en la impecable armadura de Santana, lo cual la hacía aún más atractiva, aunque en ese aspecto no necesitaba ayuda.

—No soy una experta, pero me parece normal, ¿no?

Santana suspiró.

—No sé, me siento una mierda. Quiero que mi hija disfrute con su papá, pero al mismo tiempo...

—No quieres que se olvide de lo bien que lo pasa contigo, ¿verdad?

—Suena muy egoísta dicho de esa forma.

—Muy egoísta no. Bueno..., tal vez un poco egoísta.

Brittany sonrió cuando Santana puso los ojos en blanco. Sus celos quizá fueran mezquinos, pero resultaban humanos y hasta entrañables.

—Ojalá no te lo hubiera dicho. Ahora me siento fatal—se quejó Santana.

—Oh, venga ya, también yo tengo mi punto egoísta.

Santana se descalzó y metió los pies bajo el cuerpo.

—¿De verdad? Cuéntame. Yo te he contado el mío.

Brittany sacudió la cabeza y recordó algo que seguía perturbándola, aunque había sucedido muchos años antes.

—De acuerdo. Cuando tenía doce años, mis padres...

—No es justo recurrir a cosas de la niñez, Britt—interrumpió Santana.

—Un momento—Brittany alzó las manos—Eso fue horrible. Sin duda, el diablo me lo tendrá en cuenta cuando llegue la hora.

Santana se rió.

—¿Tan horrible es? Vale, pero, si la historia no está a la altura, me reservo el derecho de exigir que me cuentes una historia adulta.

—Muy bien, trato hecho. Como te iba diciendo, cuando tenía doce años mis padres se separaron. Mi papá se fue a vivir a un cuchitril, a treinta kilómetros de la ciudad, y mi mamá... lloraba todas las noches antes de dormir.

—Debió de ser duro para ti.

La expresión seria de Santana hizo que Brittany casi lamentara haber elegido aquella historia, pero continuó:

—En realidad, me encantaba—Santana arqueó las cejas, pero Brittany siguió hablando. Había empezado y ya no podía parar—Mi papá me iba a buscar al colegio todos los viernes, me llevaba a cenar y a ver una película, y me daba todo lo que le pedía. Gastaba conmigo el dinero que le sobraba. Antes de la separación, nunca salíamos juntos y tampoco había dinero para cosas como ir al cine sólo porque sí. Mi mamá, que apenas sabía cocinar, tenía que hacerlo todas las noches. Lavaba mi ropa, fregaba los cacharros, limpiaba la casa y se interesaba por mis actividades escolares. Hacía todo lo que yo siempre había pensado que debía hacer una mamá. Tras la ruptura se dedicaron a disputarse mi afecto y yo estaba entusiasmada. Fueron tres meses en la gloria. Un día, al llegar del colegio, los encontré en la sala muy sonrientes. Sobre la mesa había copas de vino y restos de comida. Recuerdo que pensé: «Tengo que limpiar». Entonces, me contaron la buena noticia. Se habían reconciliado—en un determinado momento de la «historia egoísta», Santana había comenzado a acariciar el brazo de Brittany—Y eso es todo: A partir de entonces fuimos felices—Brittany sonrió, pero Santana no le correspondió.

—Tal y como lo cuentas, no lo parece.

Brittany se encogió de hombros, desarmada por la seriedad de Santana.

—Lo pasé bien, San. Mis padres eran buenas personas. Siempre tuve un techo bajo el que cobijarme y no nos faltaba dinero para comer. Lo demás no era imprescindible.

—Ven aquí, Britt—dijo Santana y, sin darle tiempo a protestar, la abrazó.

Aunque a Brittany nada le habría gustado más que relajarse en los brazos de Santana, no pudo.

—Si te pones a cantar «Duerme mi niña», me largo—murmuró Brittany contra el hombro de Santana.

—Has descrito a una niña necesitada de cariño. Todas éramos así de pequeñas. A esa edad dudo que entendieras todas las consecuencias de la ruptura de tus padres. No te fastidió que volvieran a estar juntos, sino perder el cariño que por fin te habían dado. Tu reacción fue de lo más natural.

Santana frotaba rítmicamente la espalda de Brittany, consolándola como si se tratara de una gran pérdida y no de la pataleta de una niña, como si hubiera ocurrido el día anterior y no años atrás.

—Se te da muy bien esto, San—comentó Brittany.

—¿Qué?

Santana era tan tierna, tan cariñosa, que Brittany no se sentía a gusto y se apartó. Vio su imagen reflejada en los ojos negros de Santana y se olvidó de lo que quería decir.  Brittany no se dio cuenta de que iba a besar a Santana hasta que sus labios estuvieron muy próximos.

Santana respiró, su cuerpo se puso tenso y sus manos se apoyaron en los brazos de Brittany, quien comprendió que Santana pretendía detenerla. Lo sabía, pero aun así la besó.

Pensó: Que sea la última vez y que dure siempre.
Después todos sus pensamientos racionales se borraron.

Se sobresaltaron cuando silbó un cohete y luego explotó, pero el beso continuó. Santana abrió la boca con cautela. Brittany sabía que en cualquier momento pondría fin a aquel beso. Sabía que debían disculparse y regresar a sus respectivos extremos del sofá. Por eso, cuando puso una mano sobre el pecho de Santana y ejerció una leve presión, supuso que Santana la disuadiría. Como no lo hizo, siguió empujando hasta que Santana quedó tendida en el sofá. Brittany se colocó sobre ella y enseguida se perdió en el calor del beso. El corazón de Santana latía con tanta fuerza que Brittany lo sentía a través de las camisas de ambas. Sus labios se abrieron, ávidos, bajo los de Brittany. Santana correspondía, pedía más, pero Brittany tenía presente la carta en la que Santana daba por concluido todo entre ellas. Brittany se calmó y levantó la cabeza. Santana tenía los labios separados y húmedos. Las dos se miraron. A Brittany le pareció como si todo su mundo se estabilizara. El lento brote de excitación iniciado por el beso se intensificó. Incluso los fuegos artificiales hicieron una pausa, mientras Brittany esperaba que Santana la rechazara.

—Abre las piernas.

Santana no reaccionó y Brittany repitió la orden añadiendo «por favor, San». Santana se humedeció los labios y abrió las piernas, y Brittany se colocó entre ellas. Sus caderas encajaban a la perfección. Lo único que tenía que hacer era...

Cuidado.

La idea bastó para que Brittany no acelerara el inevitable placer que, al menos físicamente, ambas deseaban. No acarició los pechos de Santana como quería, sino que deslizó los dedos por su cuello y por la oreja, y la besó como si aquél fuera su último beso: lento, suave, húmedo y cariñoso.  El beso pudo muy bien durar una hora o un minuto. Llegó un momento en que el calor que emitían se volvió incómodo. Brittany se movió para relajar la tensión, pero se puso rígida cuando Santana arqueó el cuerpo. Temía que, si el beso terminaba, Santana aprovechara una milésima de segundo para recordarle que no le gustaba aquello. Santana alzó las caderas una vez más, apretando la parte baja de la espalda de Brittany, exigiéndole mayor contacto. Brittany hundió la frente en el hombro de Santana y procuró ignorar el timbre del teléfono, que estaba sonando.  Apretó los puños bajo los hombros de Santana mientras intentaba entender lo que ocurría.

No era culpa suya, ¿o sí?

La pasión de Brittany cedió ligeramente. Santana le había dicho muy claro que no quería una relación como aquélla, pero, cuando sintió que las manos de la otra mujer, encallecidas de levantar pesas, se deslizaban bajo el cinturón de sus vaqueros y su ropa interior y le acariciaban el trasero, olvidó todas las reservas. Las dudas que albergaba sobre quién era la responsable de añadir leña al fuego se disiparon en el momento en que Santana le apretó el culo.

Manosear.

Le vino a la mente aquel término grosero.

Brittany ni siquiera sabía por qué se le había ocurrido. Era una de tantas cosas que las chicas comentaban en los vestuarios. Ella nunca había compartido esos comentarios. No tenía amigas de ese estilo, pero las había escuchado.

Dios, tenían razón.
Si seguían así, se iba a correr completamente vestida.

Brittany hundió los dedos en los cojines del sofá, que utilizó para acercar más aún los cuerpos de ambas. Santana jadeó mientras las lenguas, las caderas y la respiración buscaban denodadamente un punto de apoyo en medio de largas pausas de placer arrebatador.

El timbre del teléfono sonó de nuevo.

Brittany casi no oía los fuegos artificiales, mitigados por la explosión que se estaba produciendo dentro de su propio cuerpo, pero estaba decidida a continuar, porque, cuando la pasión se enfriara, Santana recordaría su carta. Brittany ralentizó el movimiento de forma intencionada. La última vez que estuvo con Santana fue todo un festín de pasión y lujuria. Quería acordarse de ella en aquel instante. Alzó la cabeza para contemplar su rostro. El sudor brillaba en su frente, tenía los ojos cerrados y los labios separados. No tardaría en correrse y Brittany quería disfrutarlo.  A Brittany le zumbaron los oídos debido al esfuerzo por mantener el control y, cuando se dio cuenta de que Santana no se precipitaba hacia el orgasmo, intensificó sus movimientos. Pero Santana se paralizó de pronto y Brittany comprendió que se había acabado.

—Britt, está sonando el teléfono. Tengo que contestar. Le pedí a Blaine que llamara. Lo siento.

Brittany asintió y, aunque todos los nervios de su cuerpo gritaban «no», se apresuró a soltarla. No se miraron mientras Santana se levantaba con dificultad y corría hacia el insistente teléfono. Brittany se puso de pie, se ajustó los vaqueros y fue hasta el ventanal. El teléfono sonó una vez más, pero Brittany no oyó a Santana en la cocina.

—¿Eh?

Brittany volvió la vista y vio que Santana la miraba con una expresión extraña.

—Tal vez tarde unos minutos. Mi hija quiere contarme lo que ha hecho hoy, pero nos vemos en tu habitación. ¿Te parece bien?

Santana se marchó sin darle tiempo a responder. Brittany permaneció mirando el lugar en el que acababa de estar Santana. Recibía señales muy confusas de ella. No quería quejarse, pero aquello era un tanto desquiciante. Estiró la mano hacia las cortinas con intención de cerrarlas, para ahorrarle el trabajo a Santana. El humo de los fuegos artificiales creaba una niebla sobre las copas de los árboles. Brittany se refrescó la sudorosa frente apoyándola en el cristal de la ventana y contempló el exterior sin ver nada. Tenía la parte delantera de la blusa pegada al pecho.

¿Cómo podría olvidar la perfección con la que encajaban, la maravillosa sensación del musculoso cuerpo de Santana bajo el suyo o su increíble fuerza?

A Brittany le dolió el corazón cuando comprendió que las cosas habían ido demasiado lejos.

Quería algo más que una estúpida oportunidad de vengarse de Santana. Debería haber sido ella la que diera por concluido el asunto, no Santana. Era ella la que se encontraba en peligro.

Su error había sido engañarse creyendo que podían ser sólo amigas.  


**************************************************************************************



Santana hizo una pausa y puso una mano sobre el teléfono y la otra sobre la boca. Percibía el olor de Brittany. No sabía si era su loción o el jabón que usaba, pero tenía claro que nunca se cansaría de aquel olor, y eso la asustaba. Tomó aliento y respondió al teléfono.

Blaine no se molestó en saludar.

—¿Dónde diablos te habías metido? He llamado diez veces. Emi está en la cama.

Por su forma de hablar y por la cadencia de su respiración, Santana se dio cuenta de que Blaine estaba caminando como un león enjaulado

—Estábamos viendo los fuegos. ¿Aún no se ha dormido? Que se ponga al teléfono.

Santana se sentó ante la mesita de la cocina y echó la cabeza hacia atrás. Oyó que Blaine le decía a Emily que su mamá estaba al teléfono.

Santana sonrió aun antes de oír a su hija decir el consabido:

—Hola, mami.

—Cuéntame que has hecho hoy, Emi.

Emily se puso a hablar de todo lo que había comido y de las cosas que había hecho, visto y oído en la feria. Santana salpicó de oportunas expresiones de asombro la conversación y tradujo mentalmente cuando la emoción de Emily hacía que su discurso resultara casi ininteligible. A los pocos minutos las respuestas de Emily se ralentizaron y, por último, Santana oyó sólo el suave ruidito de la respiración de la niña.

—Se ha dormido—susurró Blaine, y Santana oyó el inequívoco sonido de una puerta al cerrarse.

Emily siempre dormía con la puerta abierta. Es más, Santana nunca cerraba la puerta de su habitación y tampoco su mamá. Si Emily las necesitaba por la noche, una de las dos seguro que la oía. Santana iba a decírselo a Blaine, pero se contuvo. Blaine y Emily se regían por sus propias normas. Prefería no inmiscuirse, a menos que corriera algún riesgo la seguridad de Emily. Además, Emily estaba creciendo y en cualquier momento exigiría intimidad. Tal vez ella misma necesitara también cierta intimidad, aunque descartó la idea antes de que se convirtiese en un verdadero proyecto.

—Han venido mis padres—continuo Blaine.

La indiferencia con que Blaine sacó a colación el tema de sus padres la empujó a buscar una silla para sentarse.

—¿Y qué han dicho?

—Que se habían olvidado de que tenían un conflicto de intereses, así que se han quedado aquí. Prefieren que quedemos mañana para comer en vez del lunes.

El alivio de Santana al saber que no cancelaban la cita enseguida dio paso a la aprensión.

—Muy bien, pero tienen que venir hasta aquí.

—Ya saben que no vivo ahí, así que prefieren que nos veamos en su casa.

Santana se frotó las profundas arrugas de preocupación que se dibujaron en su frente.  La propuesta de los Anderson se le antojaba un lance más del juego. Por desgracia, ella no había impuesto ninguna de las reglas.

—¡Qué lástima! Los invité yo, no al revés. Además, tengo una invitada y creo que se sentirá más cómoda aquí.

—No se te ocurrirá meter a esa mujer en esto, ¿verdad? Creí que sólo íbamos a hablar con ellos.

—Yo no la he metido en esto, la metieron ellos. Ellos fueron los que se dedicaron a husmear y a contratar a gente para que me investigara como si hubiera cometido un delito.

—Están acostumbrados a proteger sus intereses, San. Sé que reaccionaron impulsivamente, sin pensarlo bien.

—¿Y a ellos qué más les da? Los que nos vamos a divorciar somos nosotros. Ellos no tienen nada que opinar.

—Quizá deseen ver a Emily.

—¿Acaso les prohibí alguna vez que viesen a Emily? ¿Por qué se lo iba a prohibir ahora?

—Eso es lo que les diremos. Seguro que les basta con oírlo.

Blaine utilizaba el tono tolerante al que siempre recurría cuando hablaban de sus padres, pero no iba a servirle de nada en esa ocasión.

—Me alegraré mucho cuando todo termine. Espero que, cuando vean a Brittany, dejen de fingir y acabe la persecución.

—¿Cómo puedes confiar en ella? Te juro que, cuando me di cuenta de que era la mujer a la que había sorprendido espiando detrás de tu ventana, casi me da algo.

Los pulmones de Santana se deshincharon.

—¿Qué? ¿De qué hablas? ¿Cuándo la viste espiando en mi ventana?

—La noche en que la nueva clienta se te insinuó delante de mis narices, ¿te acuerdas? ¿Cómo se llamaba?

—Dani. No volvió más—dijo Santana en un tono apagado.

Recordando que Dani se le había insinuado de una forma tan exagerada que la había puesto nerviosa.

—Al principio creí que era ella, hasta que me acerqué. Dios mío, Santana, cuánto lo siento. Me di cuenta de que guardaba algo en el bolsillo, pero creí que era un teléfono móvil. Ahora sospecho que podía ser una cámara. Sin embargo, no entiendo para qué quería hacerte fotos en el trabajo.

—¿Por qué no me lo dijiste antes?

Santana se dio cuenta de que casi estaba chillando, pero recordó aquella noche, las cosas que hizo en su despacho de cara a la ventana, nada más y nada menos, y sintió náuseas.

—¿No te lo había dicho?

Santana cerró los ojos.

—Mierda, Blaine, claro que no. Bueno, en el parque me comentaste que tenía la nariz pegada a mi ventana, pero creí que era una metáfora.

—Sí, claro. Como te iba diciendo, no le di importancia hasta que la vi con mi papá en el restaurante. Al fin y al cabo, no la había sorprendido espiando en la ventana de tu dormitorio. Se trataba del gimnasio, y alegó que se encontraba mal. ¿Sigues ahí, San?

Santana pulsó la tecla de apagado y colgó el teléfono suavemente.

Al fin y al cabo, no la había sorprendido espiando en la ventana de tu dormitorio.


*******************************************************************************************


La habitación que le habían ofrecido a Brittany tenía los mismos enormes ventanales que el resto de la casa. La ropa de cama era femenina, aunque sin exagerar, y alguien (tal vez Maribel) había puesto sábanas limpias y flores desde la llegada de Brittany.

Brittany esperó a Santana casi media hora. En un determinado momento empezó a temer que Santana se hubiera arrepentido, pero sabía que el dormitorio de su amiga estaba en el piso de arriba y, por tanto, tenía que pasar por delante de la habitación de invitados para subir a acostarse. Brittany imaginó que Santana estaría en la sala, con la cabeza hundida entre las manos, tratando de decidirse.

Se acercó a la ventana y miró hacia fuera, como había hecho antes.

¿Alguna vez las cosas serían fáciles para ellas?

Oyó que la puerta de la habitación se abría y se cerraba a su espalda. No se había dado cuenta de lo tensa que estaba hasta que le dolieron los hombros al relajarlos.

—Antes de que digas nada—dijo sin volverse—, sé que esto no es fácil para ti, aceptarme, y te aseguro que quiero que las cosas mejoren entre nosotras. Dejemos a un lado los ajustes de cuentas. Me gustaría estar contigo y conocerte bien. Haré lo que desees para que no me eches de tu vida, San.

Ya estaba.

Todo dicho.

Le había ofrecido a Santana una salida, por si la necesitaba, pero explicándole que no sólo quería divertirse.

Deseaba más, lo necesitaba.

Brittany se volvió, esperando ver sorpresa, incluso conmoción en la otra mujer. No estaba preparada para la ira mezclada con intenso dolor que se reflejaba en el rostro de Santana.

—Hija de...

La voz de Santana se quebró, pero no hacía falta que concluyera la frase. Brittany sacudió la cabeza para despejar la confusión.

—¿San? ¿Qué he hecho?

—Blaine me lo ha contado.

¿Blaine?

Brittany se dirigió hacia ella, pero Santana retrocedió a toda prisa. Si la puerta no hubiera estado cerrada, sin duda habría salido al pasillo corriendo.

Brittany se mordió los labios.

—¿Qué te ha contado?

Estaba segura de poder rebatir las mentiras que Blaine Anderson le había contado a Santana. Y después ya se ocuparía de darle su merecido a aquel imbécil.

—Me ha dicho que estabas fuera de mi oficina, espiando por la ventana. Y que estabas delante del gimnasio cuando nosotras...

La cara de Santana, roja como un tomate, se puso blanca de repente.

¡Oh, Dios! ¿Por qué no le dije que estaba allí?

—Santana, puedo explicártelo.

—Bueno explícamelo. Dime que no es verdad. Dime que no me incitaste a masturbarme para espiarme.

—No fue así—Santana se dio la vuelta y, si Brittany no se hubiera apresurado a cerrarle el paso, habría salido de la habitación—Escúchame, por favor San—le dijo Brittany. Santana le daba la espalda y no dijo nada, pero tampoco le dio un tortazo, lo cual ya era algo—Te observé. La verdad es que envié a una mujer para ver si te enrollabas con ella.

—Dani—dijo Santana con amargura.

Se volvió y Brittany bajó la vista, aliviada. No podía soportar la furia de Santana.

—Sí. Me dijo que la habías rechazado de plano, y yo...—Brittany sacudió la cabeza y le falló la voz antes de continuar—Estaba feliz. Te vi sentada en el sillón y me pareciste maravillosa. Quería estar contigo, pero no podía. Te pedí que te tocaras porque era lo que deseaba hacer.

Brittany aguantó unos segundos la arremetida de la fría mirada de Santana.

—Me humillaste, Brittany.

—No era mi intención. Te juro que no pretendía hacerlo.

—¿Y por qué tendría que confiar en ti? Dime por qué debo creerte. ¿Cómo sé que no hiciste fotos y se las diste a Arnult y a Pam?

Las palabras de Santana fueron tan dolorosas como una bofetada.

—¿De verdad crees que te haría fotos en esa actitud para dárselas a esa gente? ¿Para qué, Santana? ¿Y qué demostraría con ellas?

—Deberías haberme dicho lo que habías hecho.

Brittany guardó silencio como respuesta.

—Si te hubiera confesado que había estado detrás de tu ventana aquella noche, ¿no te habrías enfadado conmigo?

—Eso no importa. Deberías habérmelo dicho de todas formas.

—No me di cuenta de que íbamos a llegar tan lejos.

—Bueno entonces deberías haber desaparecido.

—No es tan fácil. Sé que te cuesta entenderlo, pero no fue algo consciente. No era mi intención ocultártelo.

—Brittany, déjalo. Ya está hecho. Quiero que te marches de mi casa mañana por la mañana.

—No hablas en serio—los dedos de Brittany temblaban cuando los acercó al primer botón de su camisa—Nunca pretendí humillarte, San—dijo, desabotonándose la camisa y aflojándose los pantalones.

—¿Qué haces?

—Te doy la oportunidad de ajustar cuentas.

—¿Es eso lo que crees que quiero?

—Es lo que creí que quería yo. Pero, ¿sabes una cosa, San?—Brittany se desabrochó los vaqueros sin dejar de mirarla—Desde el momento en que te vi, no me bastó con ajustar cuentas. Quería estar contigo. Quería que lamentaras haber hecho el amor conmigo y me enfadé muchísimo porque ejercías una atracción demasiado fuerte sobre mí. Cuando estaba ante la ventana, mientras tú te tocabas, créeme, en lo último que pensaba era en humillarte. No habría podido marcharme aunque hubiera querido—Brittany dejó caer la camisa al suelo y se dispuso a quitarse el sujetador.

—Ponte la camisa, Brittany—dijo Santana, en tono airado y confuso.

—No.

Brittany arrojó el sujetador sobre la camisa. Le temblaban las manos al bajarse las bragas. Desnuda, en aquel momento se sentía más indefensa que en toda su vida. Ignoró la necesidad de cruzar los brazos para cubrirse el pecho. Y se esforzó por mantener la mirada de Santana mientras retrocedía hasta la cama y se sentaba.

En el rostro de Santana había una Santana de rabia y sorpresa.

—No pienso acostarme contigo, Brittany.

—Ya lo sé, San—dijo Brittany—Tampoco te lo estoy pidiendo.

—Entonces, ¿por qué haces esto?

—Te estoy dando la oportunidad de marcharte mientras me humillo.

Brittany se tocó el pecho y se acarició los pezones con los dedos, a pesar del temor a que Santana se fuera dando un portazo.

—Cuando hacías esto—susurró—, en lo único que pensaba era en lo mucho que me apetecía estar al otro lado de aquella ventana.

Brittany se arrodilló, ignorando la inquietud que le producía exhibirse ante Santana. Al ver que ésta seguía todos sus movimientos, susurró:

—Acércate.

Santana hizo un gesto con la cabeza, en señal de negación pero Brittany sabía por experiencia que, si se quedaba, se acercaría. Deslizó las piernas sobre la cama y Santana clavó los ojos en el suelo. Por lo menos, no se iba, y eso era importante.

—Mírame, San—dijo Brittany.

Santana echó la cabeza hacia atrás bruscamente, como si la hubieran obligado a la fuerza. Brittany deslizó las manos sobre su estómago mientras miraba a Santana e intentaba averiguar qué pensaba. El rostro de Santana permanecía totalmente inexpresivo. El único signo de que estaba disgustada eran los puños cerrados a ambos lados del cuerpo y la rápida respiración que hacía palpitar su pecho. Cuando Brittany se acercó lentamente los dedos a la boca y se chupó dos, Santana separó los labios. La excitación derritió parte de la fría rabia que se hacía patente en el rostro de Santana. Brittany deslizó sus dedos húmedos por la barbilla y el cuello, hasta el pecho. Se acarició primero un pezón y, luego, el otro, hasta que ambos se convirtieron en cimas erectas. Santana se tambaleó.

—Es difícil, ¿verdad?, quedarse ahí mirando cuando sabes lo mucho que te deseo, lo mucho que ansío sentir tus manos sobre mí.

Brittany se introdujo los dedos en la boca de nuevo y cerró los ojos para no ver la ardiente mirada de Santana. Al abrirlos, respiró hondo. Se acarició el estómago con la mano, rozando la parte superior del triángulo de vello antes de acariciarse otra vez los pechos. Había desaparecido la vergüenza inicial. Quería desarmar a Santana, que olvidara su enojo y que se uniera a ella. Brittany ladeó el cuerpo para que Santana la viera mejor. Se oyó un leve sonido, tal vez un suspiro, y cuando levantó la vista le pareció que Santana estaba más cerca. Lentamente rozó con los dedos los labios mayores, los separó y se frotó el clítoris, hasta que resultó evidente la intensidad de su excitación.

—Estabas muy mojada, San. Lo que más deseaba en el mundo era atravesar aquella ventana y hundirme dentro de ti.

A Santana le costaba tragar. Ya no tenía los puños cerrados y sus brazos colgaban inertes a ambos lados del cuerpo. Las piernas de Brittany se abrieron como alas de mariposa. Jugó con su orgulloso clítoris hasta que ya no pudo soportar más aquel suplicio. Cuando se introdujo los dedos, gimió durante largo rato. Esperó unos segundos, y los dedos de sus pies se curvaron sobre el edredón. El cuerpo de Santana parecía desmadejado. Había renunciado a seguir enfadada y contemplaba con avidez la mano posada entre las piernas de Brittany.

Brittany levantó las caderas y Santana sacudió la cabeza como si quisiera negarse, pero no completó el gesto.

—¿Te das cuenta? ¿Acaso puedes marcharte?—Brittany percibió la vivida expresión de excitación en el rostro de Santana—Mírame, San, mírame—sabía que no se iría, así que se introdujo primero dos dedos dentro de sí y luego otro.

La respiración de Santana era cada vez más agitada y seguía el ritmo de las caderas, de Brittany. Brittany retiró los dedos y jadeó cuando la evidencia de su deseo salió de su cuerpo. Untó su clítoris con ella y, luego, volvió a hundirse dentro de sí misma.

—Cuando tú hiciste esto, estaba tan excitada que...

Brittany tragó saliva, mientras el calor y la velocidad de su mano aumentaban. Santana, roja como un tomate, se tambaleaba ligeramente. Brittany inclinó las caderas para penetrarse mejor y para que Santana tuviera una buena visión. La mano de Brittany emitía una especie de palmoteo mientras se movía sin cesar.

—¿Eres capaz de dejarme? ¿Eres capaz de irte mientras hago esto e imagino que me tocas? Santana, yo...

¿Qué diablos iba a decir?

El estallido del orgasmo la salvó de confesar sentimientos que hasta entonces ignoraba. Brittany levantó las caderas y gimió, y supo que Santana también gemía. Su cuerpo derramó placer en forma de calor líquido hasta que alcanzó la cima, cedió y volvió a ascender. Los gemidos de Brittany se convirtieron en ásperos jadeos, mientras Santana la contemplaba con la boca abierta y la respiración alterada, hasta que los ojos de ambas se fundieron.

—¿San?

Santana sacudió la cabeza.

—¡No! Ya has demostrado lo que querías, Brittany—su tono era ácido y mordaz.

El sudor se enfrió sobre el estómago de Brittany.

—Lo siento. Creí que, si te demostraba lo difícil que era alejarse, comprenderías por qué no pude hacerlo.

—¿Sabes lo que creo? Creo que pasamos demasiado tiempo disculpándonos.

Si Santana no le hubiera parecido tan harta y resignada, a Brittany se le habría ocurrido algo qué decir. Pero sintió un dolor en el pecho y se quedó muda.

Santana hizo ademán de irse.

—¿A dónde vas?—Brittany se incorporó y cogió la camisa del suelo.

—Necesito dormir. No puedo pensar con claridad.

—No pretendía molestarte, San.

Santana asintió y, sin mirarla, salió de la habitación y cerró la puerta casi sin hacer ruido. Brittany se quedó mirando la puerta cerrada, estremecida por el tono definitivo de la voz de Santana. Quiso recoger sus cosas y marcharse, pero no tuvo valor para hacerlo.

Estaba confundida, asustada y avergonzada.

A pesar de todo lo ocurrido, no podía irse sin hablar con Santana al menos una vez más.

Había manejado muy mal la situación.

Quería que Santana supiera que no había pretendido hacerle daño.
No sabía si lo conseguiría, pero estaba segura de una cosa: esa noche había perdido algo esencial.

La confianza de Santana.


Última edición por 23l1 el Sáb Jun 06, 2015 3:09 am, editado 1 vez
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