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Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
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MAYLU
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Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Hola que bueno que volviste!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Hola, hace mucho que no estoy en el foro porque siento que ya no hay muchos FF taaaaan buenos, pero ya empezare a estar de nuevo por aquí si la sigues adaptando, por favor.
Nos vemos hasta la siguiente actualización, saludos.
Nos vemos hasta la siguiente actualización, saludos.
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
monica.santander escribió:Hola que bueno que volviste!!!!
Hola si disculpa estaba en examenes y eso pero tratare de actualizar mas seguido cdt
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
iFannyGleek escribió:Hola, hace mucho que no estoy en el foro porque siento que ya no hay muchos FF taaaaan buenos, pero ya empezare a estar de nuevo por aquí si la sigues adaptando, por favor.
Nos vemos hasta la siguiente actualización, saludos.
Bueno pues bienvenida y gracias por leer mi adaptación tratare de actualizar mas seguido cuidate y saludos
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
cap 11
—Aún no era tu sumisa cuando lo compraste —dice en voz baja. Como siempre, tiene una respuesta para todo.
—No… pero has accedido, Brittany.
¿Está renegando de nuestro acuerdo? Dios, esta chica me tiene en una montaña rusa.
—Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello?
—Sí. —¿Pensé que amabas a Hardy?
—En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una que trabaja en Darfur y a la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.
—Si eso es lo que quieres hacer… —No voy a detenerte.
Puedes quemarlo, para todo lo que me importa…
Su pálido rostro se llena de color.
—Me lo pensaré —murmura.
—No pienses, Brittany. En esto, no. —Consérvalos por favor. Son para ti, porque tu pasión son los libros. Me lo has dicho más de una vez. Disfrútalos.
Colocando el champán en la mesa, me paro frente a ella y acuno su barbilla, inclinando su cabeza hacia atrás así mis ojos están puestos en los suyos
—Te voy a comprar muchas cosas, Brittany. Acostúmbrate. Me lo puedo permitir. Soy una mujer muy rica. —La beso rápidamente—. Por favor —agrego, y la dejo ir.
—Eso hace que me sienta ruin —dice.
—No debería. Le estás dando demasiadas vueltas. No te juzgues por lo que puedan pensar los demás. No malgastes energía. Esto es porque nuestro contrato te produce cierto reparo; es algo de lo más normal. No sabes en qué te estás metiendo.
La ansiedad está grabada por todo su hermoso rostro.
—Oye, déjalo ya. No hay nada ruin en ti, Brittany. No quiero que pienses eso. No he hecho más que comprarte unos libros antiguos que pensé que te gustarían, nada más.
Parpadea un par de veces y mira el paquete, obviamente en conflicto.
Consérvalos Britt… son para ti.
—Bebamos un poco de champán —le susurro, y me recompensa con una pequeña sonrisa.
—Eso está mejor. —Abro el champán y lleno las delicadas tazas de té que ha colocado enfrente de mí.
—Es rosado. —Está sorprendida, y no tengo el corazón para decirle por qué elegí rosa.
—Bollinger La Grande Année Rosé 1999, una excelente cosecha.
—En taza. —Sonríe. Es contagioso.
—En taza. Felicidades por tu graduación, Brittany.
Brindamos, y doy un sorbo. Sabe bien, como sabía que lo haría.
—Gracias. —Lleva la taza a sus labios y toma un rápido sorbo—. ¿Repasamos los límites tolerables?
—Siempre tan entusiasta. —Tomando su mano, la llevo al sofá, una de las piezas que aún quedan en la sala se estar, y nos sentamos, rodeados de cajas.
—Tu padrastro es un hombre muy taciturno.
—Lo tienes comiendo de tu mano.
Me rio.
—Solo porque sé pescar.
—¿Cómo has sabido que le gusta pescar?
—Me lo dijiste tú. Cuando fuimos a tomar un café.
—¿Ah, sí? —Toma otro sorbo y cierra los ojos, saboreando el sabor. Abriéndolos de nuevo, pregunta—. ¿Probaste el vino de la recepción?
—Sí. Estaba asqueroso. —Hago una mueca.
—Pensé en ti cuando lo probé. ¿Cómo es que sabes tanto de vinos?
—No sé tanto, Brittany, solo sé lo que me gusta. —Y me gustas—. ¿Más? —Asiento con la cabeza hacia la botella sobre la mesa.
—Por Favor.
Traigo el champán y relleno su taza. Me mira con recelo. Sabe que la estoy achispando.
—Esto está muy vacío. ¿Te mudas ya? —pregunto, para distraerla.
—Más o menos.
—¿Trabajas mañana?
—Sí, es mi último día en Clayton’s.
—Te ayudaría con la mudanza, pero le he prometido a mi hermana que iría a buscarla al aeropuerto. Rachel llega de París el sábado a primera hora. Mañana regreso a Seattle, pero tengo entendido que Sam les va a echar una mano.
—Sí, Quinn está muy entusiasmada al respecto.
Me sorprende que Sam todavía esté interesado en la amiga de Britt; no es su habitual modus operandi.
—Sí, Quinn y Sam, ¿quién lo iba a decir? —Su relación amorosa hace el asunto más complicado. La voz de mi madre suena en mi cabeza: “Podrías traer a Brittany".
—¿Y qué vas a hacer con lo del trabajo de Seattle? —pregunto.
—Tengo un par de entrevistas para puestos de becaria.
—¿Y cuándo pensabas decírmelo?
—Eh… te lo estoy diciendo ahora —dice.
—¿Dónde? —pregunto, ocultando mi frustración.
—En un par de editoriales.
—¿Es eso lo que quieres hacer, trabajar en el mundo editorial?
Asiente con la cabeza, pero aún no es comunicativa.
—¿Y bien?
—Y bien ¿qué?
—No seas retorcida, Brittany, ¿en qué editoriales? —Mentalmente corro por todas las editoriales que conozco en Seattle. Hay cuatro... creo.
—Unas pequeñas —dice con evasivas.
—¿Por qué no quieres que lo sepa?
—Tráfico de influencias —dice.
¿Qué significa eso? Frunzo el ceño.
—Oh, ahora tú estás siendo retorcida —dice, con los ojos brillantes de alegría.
—¿Retorcida? —Me río—. ¿Yo? Dios, me estás desafiando. Bébete todo, vamos a hablar de estos límites.
Sus pestañas revolotean y toma un tembloroso suspiro, entonces drena su taza. Realmente está muy nerviosa acerca de esto. Le ofrezco más líquido para tomar valor.
—Por favor —responde.
Botella en mano, hago una pausa.
—¿Has comido algo?
—Sí. Tuve un banquete con Ray —dice, exasperada, y pone los ojos en blanco.
Oh, Britt. Por fin puedo hacer algo con este irrespetuoso hábito.
Inclinándome hacia delante, sostengo su barbilla y la miro.
—La próxima vez que me pongas los ojos en blanco, te voy a dar unos azotes.
—Ah. —Se ve un poco sorprendida, pero un poco intrigada, también.
—Ah. Así se empieza, Brittany. —Con una sonrisa lobuna lleno su taza, y toma un largo trago.
—¿Tengo tu atención ahora, no?
Asiente con la cabeza.
—Respóndeme.
—Sí, tienes mi atención —dice con una sonrisa contrita.
—Bien. —Saco de mi chaqueta su correo electrónico, y el Apéndice 3 de mi contrato—. De los actos sexuales… lo hemos hecho casi todo. —Se acerca a mí y leemos la lista.
APÉNDICE 3
Límites tolerables
A discutir y acordar por ambas partes:
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Masturbación
• Penetración vaginal
• Cunnilingus
• Fisting vaginal
• Fisting anal
• Penetración anal
—De fisting nada, dices. ¿Hay algo más a lo que te opongas? —pregunto.
Traga saliva.
—La penetración anal tampoco es que me entusiasme.
—Por lo de fisting paso, pero realmente no querría renunciar a tu culo, Brittany.
Inhala agudamente, mirándome.
—Bueno, ya veremos. Además, tampoco es algo a lo que podamos lanzarnos sin más. —No puedo contener mi sonrisa—. Tu culo necesitará algo de entrenamiento.
—¿Entrenamiento? —sus ojos se agrandan.
—Oh, sí. Habrá que prepararlo cuidadosamente. La penetración anal puede resultar muy placentera, créeme. Pero si lo probamos y no te gusta, no tenemos por qué volver a hacerlo —me deleito con su expresión atónita.
—¿Tú lo has hecho? —pregunta
—Sí.
—¿Con la señora Robinson?
—Sí. —Y sus grandes ojos se agrandan más.
Britt frunce el ceño y me muevo rápidamente, antes de que me haga más preguntas sobre eso.
—¿Más? —pregunto.
Tranquila, López, solo quieres que esté achispada, no ebria.
—Más —susurra.
Vuelvo a llenar su copa y vuelvo a la lista.
—¿Juguetes sexuales?
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Vibradores
• Consoladores
• Tapones anales
• Arnes
• Otros juguetes vaginales/anales
—¿Tapones anales? ¿Eso sirve para lo que pone en la caja? —Hace una mueca.
—Sí. Y hace referencia a la penetración anal de antes. Al entrenamiento.
—Ah… ¿y el ―otros?
—Cuentas, huevos… ese tipo de cosas.
—¿Huevos? —Su mano vuela a cubrir su boca con estupefacción.
—No son huevos de verdad —me carcajeo.
—Me alegra ver que te hago tanta gracia. —El dolor en su voz es preocupante.
—Mis disculpas. Lo siento.
Por Dios santo, López. Ve con calma con ella.
—¿Algún problema con los juguetes?
—No —espeta.
Mierda. Está de mal humor.
—Brittany, lo siento. Créeme. No pretendía burlarme. Nunca he tenido esta conversación de forma tan explícita. Eres tan inexperta… Lo siento.
Hace pucheros y toma otro sorbo de champán.
—De acuerdo. Bondage —digo, y regresamos a la lista.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Bondage con cuerda
• Bondage con cinta adhesiva
• Bondage con cinta adhesiva
• Bondage con muñequeras de cuero
• Otros tipos de bondage
• Bondage con esposas y grilletes
—¿Y bien? —pregunto, gentilmente esta vez.
—De acuerdo —susurra y continúa leyendo.
¿Acepta la Sumisa los siguientes tipos de bondage?
• Manos al frente
• Muñecas con tobillos
• Tobillos
• A objetos, muebles, etc.
• Codos
• Barras rígidas
• Manos a la espalda
• Suspensión
• Rodillas
¿Acepta la Sumisa que se le venden los ojos?
¿Acepta la Sumisa que se la amordace?
—Ya hemos hablado de la suspensión y, si quieres ponerla como límite infranqueable, me parece bien. Lleva mucho tiempo y, de todas formas, solo te tengo a ratos pequeños. ¿Algo más?
—No te rías de mí, pero ¿qué es una barra rígida?
—Prometo no reírme. Ya me he disculpado dos veces. —Dios Santo—. No me obligues a hacerlo de nuevo. —Mi voz es más afilada de lo que pretendo, y se aleja de mí.
Mierda.
Ignora su reacción, López. Ve al grano.
—Una barra rígida es una barra con esposas para los tobillos y/o las muñecas. Es divertido.
—Bien… De acuerdo con lo de amordazarme… Me preocuparía no poder respirar.
—A mí también me preocuparía que no respiraras. No quiero asfixiarte. —Jugar con la respiración tampoco es del todo mi escena.
—Además, ¿cómo voy a usar las palabras de seguridad estando amordazada? —inquiere.
—Para empezar, confío en que nunca tengas que usarlas. Pero si estás amordazada, lo haremos por señas.
—Lo de la mordaza me pone nerviosa.
—De acuerdo. Tomaré nota.
Me estudia por un momento como si estuviera resolviendo el misterio de la esfinge.
—¿Te gusta atar a tus sumisas para que no puedan tocarte? —pregunta.
—Esa es una de las razones.
—¿Por eso me has atado las manos?
—Sí.
—No te gusta hablar de eso —dice.
—No, no me gusta.
No voy a ir allí contigo, Britt. Déjalo pasar.
—¿Te apetece más champán? —le pregunto—. Te está envalentonando, y necesito saber lo que piensas del dolor.
Lleno su copa y toma un sorbo, con los ojos muy abiertos y ansiosos.
—A ver, ¿cuál es tu actitud general respecto a sentir dolor?
Permanece callada.
Suprimo un suspiro.
—Te estás mordiendo el labio. —Afortunadamente se detiene, pero ahora está pensativa y mirando hacia abajo a sus manos.
—¿Recibías castigos físicos de niña? —le pregunto suavemente.
—No.
—Entonces, ¿no tienes ningún ámbito de referencia?
—No.
—No es tan malo como crees. En este asunto, tu imaginación es tu peor enemigo.
Créeme en esto. Britt. Por favor.
—¿Tienes que hacerlo?
—Sí.
—¿Por qué?
Realmente no quieres saberlo.
—Es parte del juego, Brittany. Es lo que hay. Te veo nerviosa. Repasemos los métodos.
• Azotes
• Azotes con pala
• Latigazos
• Azotes con vara
• Mordiscos
• Pinzas para pezones
• Pinzas genitales
• Hielo
• Cera caliente
• Otros tipos/métodos de dolor
—Bueno, has dicho que no a las pinzas genitales. Muy bien. Lo que más duele son los varazos.
Palidece.
—Ya iremos llegando a eso —establezco rápidamente.
—O mejor no llegamos —añade.
—Esto forma parte del trato, bella, pero ya iremos llegando a todo eso. Brittany, no te voy a obligar a nada horrible.
—Todo esto del castigo es lo que más me preocupa.
—Bueno, me alegro de que me lo hayas dicho. Quitaremos los varazos de la lista de momento. Y, a medida que te vayas sintiendo más cómoda con todo lo demás, incrementaremos la intensidad. Lo haremos despacio.
Luce insegura, así que me inclino y la beso.
—Ya está, no ha sido para tanto, ¿no?
Se encoje de hombros, aún dudosa.
—A ver, quiero comentarte una cosa más antes de llevarte a la cama.
—¿A la cama? —exclama y el color llena sus mejillas
—Vamos, Brittany, después de repasar todo esto, quiero follarte hasta la semana que viene, desde ahora mismo. Debe de haber tenido algún efecto en ti también.
Se remueve a mi lado y toma un hosco suspiro, sus muslos presionándose juntos.
—¿Ves? Además, quiero probar una cosa.
—¿Me va a doler?
—No… deja de ver dolor por todas partes. Más que nada es placer. ¿Te he hecho daño hasta ahora?
—No.
—Pues entonces. A ver, antes me hablabas de que querías más —Me detengo.
Joder, estoy en un precipicio.
De acuerdo, López, ¿Estás segura sobre esto?
Tengo que tratar. No quiero perderla antes de comenzar.
Salto.
Tomo su mano.
—Podríamos probarlo durante el tiempo en que no seas mi sumisa. No sé si funcionará. No sé si podremos separar las cosas. Igual no funciona. Pero estoy dispuesta a intentarlo. Quizá una noche a la semana. No sé.
Su boca se abre demasiado.
—Con una condición
—¿Qué? —pregunta, y su aliento se queda atrapado.
—Que aceptes encantada el regalo de graduación que te hago.
—Ah —dice, sus ojos agrandándose con incertidumbre.
Y muy en el fondo sé lo que es. Brota el temor en mi vientre.
Me mira fijamente, evaluando mi reacción.
—Ven. —Tiro de ella para que se levante, me quito mi chaqueta y la dejo caer sobre sus hombros. Tomando una respiración profunda, abro la puerta delantera y revelo el Audi A3 estacionado en la acera—. Para ti. Feliz graduación. —Envuelvo mis brazos alrededor de ella y beso su cabello.
Cuando la suelto, está mirando confundida al auto.
De acuerdo… esto podría ir de cualquier forma.
Tomando su mano, la conduzco escaleras abajo y me sigue como si estuviera en trance.
—Brittany, ese Escarabajo tuyo es muy viejo y francamente peligroso. Jamás me lo perdonaría si te pasara algo cuando para mí es tan fácil solucionarlo…
Boquea hacia el auto, sin palabras.
Mierda.
—Se lo comenté a tu padrastro. Le pareció una idea genial.
Quizás estoy exagerando esto.
Su boca aún está abierta con consternación cuando se gira y me fulmina con la mirada.
—¿Le mencionaste esto a Ray? ¿Cómo has podido? —Está enojada, realmente enojada.
—Es un regalo, Brittany. ¿Por qué no me das las gracias y ya está?
—Sabes muy bien que es demasiado.
—Para mí, no; para mí tranquilidad, no.
Vamos, Britt. Quieres más, este es el precio.
Sus hombros se hunden, y se gira hacia mí, resignada, creo. No exactamente la reacción que esperaba. El brillo rosado de sus mejillas a causa del champán ha desaparecido y su rostro está pálido una vez más.
—Te agradezco que me lo prestes, como la computadora portátil.
Sacudo mi cabeza. ¿Por qué es tan difícil? Nunca tuve esta reacción ante un auto por parte de mis otras sumisas. Usualmente estaban encantadas.
—De acuerdo, en préstamo. Indefinidamente —estoy de acuerdo, hablando entre dientes.
—No, indefinidamente, no. De momento. Gracias —dice en voz baja e inclinándose hacia arriba, me besa en la mejilla—. Gracias por el auto, Ama.
Esa palabra. De su dulce, dulce boca. La agarro y presiono su cuerpo contra el mío, su cabello llenando mis dedos.
—Eres una mujer difícil, Britt Pierce. —La beso fuertemente, coaccionando a sus labios a separarse con mi lengua, y un momento más tarde, está respondiendo, igualando mi ardor, su lengua acariciando la mía. Mi cuerpo reacciona… la deseo. Aquí. Ahora. En la entrada
—. Me está costando una barbaridad no follarte encima del capó de este auto ahora mismo, para demostrarte que eres mía y que, si quiero comprarte un jodido auto, te compro un jodido auto. Ahora, vamos adentro y desnúdate
—gruño. Entonces la beso una vez más, demandante y posesivamente. Tomando su mano, me dirijo directamente al apartamento, cerrando la puerta delantera detrás de nosotros y dirigiéndonos directamente a su habitación. Ahí la libero y enciendo la luz de su mesita de al lado.
—Por favor no te enfades conmigo —susurra.
Sus palabras apagan el fuego de mi ira.
—Siento lo del auto y lo de los libros… —Se detiene y lame sus labios—. Me das miedo cuando te enfadas.
Mierda. Nadie me había dicho eso antes. Cierro mis ojos. Lo último que quiero es asustarla.
Cálmate, López.
Ella está aquí. Está a salvo. Está dispuesta. No lo arruines solo porque no entiende cómo comportarse.
Abriendo mis ojos, encuentro a Britt mirándome, no con miedo, sino con anticipación.
—Date la vuelta —demando, mi voz suave—. Quiero quitarte el vestido.
Obedece inmediatamente.
Buena chica.
Remuevo mi chaqueta de sus hombros y la descarto sobre el suelo, entonces levanto su cabello fuera de su cuello. El tacto de su suave piel bajo mi dedo índice es tranquilizador. Ahora que está haciendo lo que le digo, me relajo. Con la punta de mi dedo, sigo la línea de su columna hacia abajo por su espalda para empezar a bajar el cierre unido a la tela de gasa color gris.
—Me gusta este vestido. Me gusta ver tu piel inmaculada.
Enganchando mi dedo en la espalda de su vestido, la atraigo más cerca de modo que se está rozando contra mí. Entierro mi rostro en su cabello y respiro su esencia.
—Qué bien hueles, Brittany. Muy agradable.
Como el otoño.
Su fragancia es confortante, me recuerda a un tiempo de abundancia y felicidad. Todavía inhalando su deliciosa esencia, paso mi nariz de su oreja hacia su cuello y a su hombro. Besándola mientras avanzo. Lentamente bajo el cierre de su vestido y beso, lamo, y succiono a mi paso por su piel de un hombro a otro.
Tiembla bajo mi toque.
Oh, bella.
—Vas… a… tener… que… a…prender… a estarte… quieta —susurro entre besos y desato el lazo de su cuello. El vestido cae a sus pies.
—Sin sujetador, señorita Pierce. Me gusta.
Estirando mi mano hacia adelante, sostengo sus pechos y siento sus pezones endurecidos contra mi palma.
—Levanta los brazos y agárrate a mi cabeza —ordeno, mis labios acariciando su cuello. Ella hace lo que le digo y sus pechos se levantan más arriba en mis palmas. Enreda sus dedos en mi cabello, de la forma que me gusta y tira.
Ah… eso se siente tan bien.
Su cabeza se inclina hacia un lado, y tomo ventaja, besándola donde el pulso martillea bajo su piel.
—Mmm… —murmuro en apreciación, mis dedos probando y tirando de sus pezones.
Gime, arqueando su espalda, empujando incluso más sus perfectos pechos hacia mis manos.
—¿Quieres que te haga correrte así?
Su cuerpo se arquea un poco más.
—Le gusta esto, ¿verdad, señorita Pierce
—Mmm…
—Dilo —insisto, continuando mi sensual asalto a sus pezones.
—Sí —dice sin aliento.
—Sí, ¿qué?
—Sí… Ama.
—Buena chica.
Gentilmente los pellizco y giro con mis dedos y su cuerpo se convulsiona contra mí mientras gime, sus manos tirando más fuerte de mi cabello.
—No creo que estés lista para correrte aún. —Y detengo mis manos, simplemente sosteniendo sus pechos mientras mis dientes tiran del lóbulo de su oreja—. Además, me has disgustado. Así que igual no dejo que te corras.
Amaso sus pechos y mis dedos devuelven mí atención a sus pezones, girando y tirando. Gime y frota su trasero contra mi sexo. Cambiando mis manos a sus caderas, la mantengo quieta y miro hacia abajo a sus bragas.
Algodón. Blanco. Sencillo.
Engancho mis dedos en ellas y las estiro tanto como se puede, entonces presiono mis pulgares a través de la costura de la parte posterior. Se rompen en mis manos y las lanzo a los pies de Britt
Jadea.
Trazo mis dedos por su trasero e inserto uno en su vagina.
Está húmeda. Muy húmeda.
—Oh, sí. Mi dulce niña ya está lista.
La giro y deslizo mi dedo en mi boca.
Mmm. Salado.
—Qué bien sabe, señorita Pierce.
Sus labios se separan y sus ojos se oscurecen con deseo. Creo que está un poco sorprendida.
—Desnúdame. —Mantengo mis ojos en los suyos. Levanta la cabeza, procesando mi orden pero vacila—. Puedes hacerlo —la animo. Levanta sus manos y repentinamente, creo que va a tocarme y no estoy lista. Mierda.
Instintivamente, agarro sus manos.
—Ah, no. La camiseta, no.
Quiero que se detenga. No hemos hecho esto aún y ella podría perder su balance, así que necesito la camiseta por protección.
—Para lo que tengo planeado, vas a tener que acariciarme. —Suelto una de sus manos, pero la otra la pongo sobre mi sexo para que sienta lo húmeda que me tiene.
—Este es el efecto que me produce, señorita Pierce.
Inhala, mirando su mano. Entonces sus dedos se aprietan alrededor de mi clítoris y me echa una mirada con apreciación.
Sonrío.
—Quiero estar dentro de ti quítame los vaqueros.
Su boca cae abierta.
—¿Qué me vas a hacer? —Mi voz es áspera.
Su rostro se transforma, brillando con deleite, y antes de que pueda reaccionar, me empuja. Río mientras caigo sobre su cama, principalmente por su valentía, pero también porque está tocándome y no he entrado en pánico. Remueve mis zapatos, entonces mis calcetines, pero es toda dedos y pulgares, recordándome la entrevista y su intento de hacer funcionar la grabadora.
La observo. Divertida. Excitada. Preguntándome qué hará a continuación. Va a ser jodidamente difícil para ella quitarme los vaqueros mientras estoy acostada. Quitándose sus zapatillas, sube a la cama, sentándose por encima de mis muslos, y desliza sus dedos bajo la pretina de mis vaqueros.
Cierro mis ojos y flexiono mis caderas, disfrutando de la desvergonzada Britt.
—Vas a tener que aprender a estarte quieta —me castiga, y tira de mi vello púbico.
¡Ah! Tan audaz, señora.
—Sí, señorita Pierce —bromeo a través de mis dientes fuertemente apretados.
Sus torpes dedos alcanzan el botón de mi pretina y después de dos intentos, lo desabrocha.
Su ingenuidad es cautivadora. Es obvio que nunca antes ha hecho esto. Otra primera vez… y es jodidamente excitante.
—Que ansiosa, señorita Pierce —bromeo.
Baja mi cierre de golpe y, tirando de mi pretina, me da una mirada de frustración.
Trato con fuerza de no reír.
Sí, bella ¿Ahora cómo vas a quitármelos?
Arrastrándolos por mis piernas, tira de mis vaqueros, fuertemente concentrada, luciendo adorable. Y decido ayudarla.
—No puedo estarme quieta si te vas a morder el labio —digo, mientras arqueó mis caderas, levantándolas de la cama.
Levantándose sobre sus rodillas, baja mis vaqueros y mis bragas y los pateo fuera de mí, cayendo en el piso. Se sienta sobre mí, mirando mi sexo y lamiendo sus labios.
Caray.
Luce caliente, su cabello oscuro cayendo en suaves ondas alrededor de sus pechos.
—¿Qué vas a hacer ahora? —susurro. Sus ojos vuelan a mi rostro y me agarra firmemente, apretando con fuerza con su mano, su pulgar acariciando la cabeza.
Jesús
.
Se inclina.
Y estoy en su boca.
Joder.
Succiona con fuerza. Y mi cuerpo se flexiona debajo de ella.
—Dios, Britt, tranquila —siseo a través de mis dientes. Pero no muestra piedad mientras me hace una succiona el clítoris una y otra vez. Joder. Su entusiasmo es desarmador. Su lengua se hunde y sale. Estoy jadeando por su experta boca su lengua se hunde en lo más profundo de mi cavidad, sus labios apretándose a mí clítoris. Es una visión sobrecogedoramente erótica. Podría correrme con solo mirarla.
—Para, Britt, para. No quiero correrme.
Se sienta, su boca húmeda y sus ojos como oscuras piscinas dirigidas hacia mí.
—Tu inocencia y entusiasmo me desarman. —Pero justo ahora quiero follarte, así puedo verte—. Tú, encima… eso es lo que tenemos que hacer.
Es entusiasta.
Absorta en su tarea, fuertemente concentrada, su lengua asomándose entre sus labios.
—Dios mío, me estás matando —exclamo a través de mis dientes apretados.
—Vamos, quiero hundirme en tu interior. —Me siento repentinamente de modo que estamos cara a cara, sorprendiéndola
—. Así —susurro y, envolviendo mi brazo alrededor de ella, la levanto. Con mi otra mano, posiciono mis dedos en su sexo y con un movimiento de caderas me voy hundiendo en ella de manera que logro que nuestros sexos rosen.
Mi aliento escapa de mi cuerpo mientras sus ojos se cierran y el placer truena ruidosamente en su garganta.
—Eso es bella, siénteme.
Se. Siente. Tan. Bien.
La sostengo, dejándola acostumbrarse a la sensación de mí. Así. Adentro de ella.
—Así entra más adentro. —Mi voz es ronca, mientras flexiono y levanto mi pelvis, empujando profundamente mis dedos en su interior.
Su cabeza se inclina y gime.
—Otra vez —susurra. Y abre sus ojos que arden en los míos. Deseosos. Dispuestos. Amo que ame esto. Hago lo que me pide y gime otra vez, tirando hacia atrás su cabeza, su cabello cayendo en un desastre sobre sus hombros. Lentamente me reclino en la cama para observar el espectáculo.
—Muévete tú, Brittany, sube y baja, lo que quieras. —Lentamente se mueve, entonces me penetra lentamente arremetiendo contra ella la penetro también en un vaivén desmesurado.
Mi respiración viene en cortos y afilados jadeos mientras me contengo. Se eleva otra vez y esta vez levanto mis caderas para encontrar las suyas mientras baja nuestros clítoris se rozan.
Oh sí.
Cerrando mis ojos saboreo cada delicioso centímetro de ella. Juntas encontramos nuestro ritmo mientras unimos nuestros sexos y hundimos nuestros dedos. Una, otra, y otra vez. Se ve fantástica: sus pechos rebotando, su cabello enredado, su boca relajada mientras absorbe cada estocada de placer.
Sus ojos encuentran los míos, llenos de necesidad carnal y preguntas. Dios, es hermosa. Grita mientras su cuerpo acaba. Está casi allí, así que aprieto mi agarre sobre sus manos, y explota a mí alrededor. Agarro sus caderas, sujetándola mientras grita incoherentemente a través de su orgasmo. Entonces aprieto mi agarre en sus caderas y silenciosamente me pierdo mientras mi humedad se mezcla con la de ella.
Se deja caer sobre mi pecho y descanso, jadeando debajo ella.
Dios, es buena follando.
Yacemos acostadas por un momento, su peso como un consuelo. Se despierta y me acaricia a través de la camisa, entonces despliega su mano sobre mi pecho.
La oscuridad se ondula rápida y fuertemente en mi pecho, en mi garganta, tratando de sofocarme y ahogarme.
No. No me toques.
Agarro su mano y llevo sus nudillos a mis labios. Ruedo sobre ella para que no sea capaz de tocarme.
—No —ruego, y beso sus labios mientras apaciguo mi miedo.
—¿Por qué no te gusta que te toquen?
—Porque estoy muy jodida,Brittany. Tengo muchas más sombras que luces. Cincuenta sombras más. —Después de años y años de terapia, es la única cosa que sé que es verdad.
Sus ojos se agrandan, inquisitivos, está sedienta de más información. Pero no necesita saber esta mierda.
—Tuve una introducción a la vida muy dura. No quiero aburrirte con los detalles. No lo hagas y ya está. —Gentilmente paso mi nariz contra la suya y—. Creo que ya hemos cubierto lo más esencial. ¿Qué tal estuvo?
Por un momento parece distraída, entonces inclina su cabeza a un lado y sonríe.
—Si piensas que he llegado a creerme que me cedías el control es que no has tenido en cuenta mi nota media. Pero gracias por dejar que me hiciera ilusiones.
—Señorita Pierce, no es usted solo una cara bonita. Ha tenido seis orgasmos hasta la fecha y los seis me pertenecen. —¿Por qué ese simple hecho me alegra?
Sus ojos se disparan hacia el techo y una fugaz expresión de culpa cruza su rostro.
¿Qué fue eso?
—¿Tienes algo que contarme? —pregunto.
Vacila.
—He soñado esta mañana.
—¿Ah, sí?
—Me he corrido en sueños. —Levanta un brazo sobre su rostro, escondiéndose de mí, avergonzada. Estoy impactada por su confesión, pero excitada y deleitada también.
Criatura sensual.
Espía por debajo de su brazo. ¿Espera que esté enojada?
—¿En sueños? —aclaro.
—Y me he despertado —susurra.
—Apuesto a que sí. —Estoy fascinada—. ¿Qué soñabas?
—Contigo —dice en voz baja.
¡Conmigo!
—¿Y qué hacía yo?
Se oculta debajo de su brazo otra vez.
—Brittany, ¿qué hacía yo? No te lo voy a volver a preguntar. —¿Por qué está tan avergonzada? El que sueñe conmigo es… adorable.
—Tenías una fusta —murmura. Muevo su brazo para poder ver su rostro.
—¿En serio?
—Sí. —Su cara está de un rojo brillante. La investigación debe estarla afectando de buena manera. Le sonrío.
—Vaya, aún me queda esperanza contigo. Tengo varias fustas.
—¿Marrón, de cuero trenzado? —Su voz está teñida de calmado optimismo.
Me río.
—No, pero seguro que puedo conseguir una.
Le doy un suave beso y me levanto para vestirme. Britt hace lo mismo, poniéndose los pantalones cortos y una camisola. Ahora que ella ha accedido a ser mía, necesita chequeo con mi ginecóloga. Totalmente vestida, se sienta de piernas cruzadas en la cama, observándome mientras agarro mis vaqueros.
—¿Cuándo te llega el período? —pregunto
La he tomado por sorpresa.
—¿Y bien? —persuado.
—La semana que viene —responde, sus mejillas rosadas.
—Perfecto al igual que a mi espero que se nos sincronicen para que una no tenga que esperar por la otra y viceversa.
Me siento en la cama para ponerme los calcetines y los zapatos. Ella no dice nada.
—¿Tienes médico? —pregunto. Sacude la cabeza—. Puedo pedirle a la mía que pase a verte a tu apartamento. El domingo por la mañana, antes de que vengas a verme tú. O le puedo pedir que te visite en mi casa, ¿qué prefieres?
Estoy segura que mi Doctora hará una visita domiciliaria para mí.
—En tu casa —dice ella.
—De acuerdo. Ya te diré a qué hora.
—¿Te vas?
Parece sorprendida de que me vaya.
—Sí.
—¿Cómo vas a volver? —pregunta.
—Taylor viene a recogerme.
—Te puedo llevar yo. Tengo un auto nuevo precioso.
Eso está mejor. Ha aceptado el auto como debería, pero después de todo ese champán, no debería conducir.
—Me parece que has bebido demasiado.
—¿Me achispaste a propósito?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque le das demasiadas vueltas a las cosas y te veo tan reticente como tu padrastro. Con una gota de alcohol ya estás hablando por los codos, y necesito que seas sincera conmigo. De lo contrario, te cierras como una ostra y no tengo ni idea de lo que piensas. In vino veritas, Brittany.
—¿Y crees que tú eres siempre sincera conmigo?
—Me esfuerzo por serlo. Esto solo saldrá bien si somos sinceras la una con la otra.
—Quiero que te quedes.
Maneja sus expectativas, López.
—Brittany, esta noche me he pasado mucho de la raya. Tengo que irme. Te veo el domingo. —Me pongo de pie—. Tendré listo el contrato revisado y entonces podremos empezar a jugar de verdad.
—¿Jugar? —rechina.
—Me gustaría tener una sesión contigo. Pero no lo haré hasta que hayas firmado, para asegurarme de que estás lista.
—Oh. ¿Ósea que podría alargar esto si no firmo?
Mierda. No había pensado en eso.
Su barbilla se eleva a manera de desafío.
Ah… yendo de arriba a abajo de nuevo. Ella siempre encuentra una manera.
—Bueno, supongo que sí, pero igual reviento de la tensión.
—¿Revientas? ¿Cómo? —inquiere, sus ojos vivos por la curiosidad.
—La cosa podría ponerse muy fea —la provoco, entrecerrando los ojos.
—¿Cómo… de fea? —Su sonrisa es igual a la mía.
—Ah, ya sabes, explosiones, persecuciones en auto, secuestro, cárcel…
—¿Me vas a secuestrar?
—Desde luego.
—¿A retenerme en contra de mi voluntad?
—Por supuesto. —Bien, esa es una idea interesante—. Y luego viene el IPA 24/7.
—Me perdí —dice, perpleja y un poco jadeante.
—Intercambio de Poder Absoluto, las veinticuatro horas. —Mi mente gira mientras pienso en las posibilidades. Ella es curiosa—. Así que no tienes elección —añado, con un tono juguetón.
—Claro. —Su tono es sarcástico y pone los ojos en blanco hacia el cielo, tal vez buscando inspiración divina para entender mi sentido del humor.
Oh, qué dulce placer.
—Ay, Brittany Pierce, ¿me acabas de poner los ojos en blanco?
—¡No!
—Me parece que sí. ¿Qué te dije que haría si volvías a poner los ojos en blanco? —Mis palabras cuelgan entre nosotros y me siento de nuevo en la cama—. Ven aquí.
Por un momento, se me queda mirando, palideciendo.
—Aún no he firmado.
—Te dije lo que haría. Soy una mujer de palabra. Te voy a dar unos azotes, y luego te voy a follar muy rápido y muy duro.
¿Lo hará? ¿No lo hará? Este es el momento. La prueba de si puede hacerlo o no. La observo, impasible, esperando que se decida. Si dice que no, significa que está dándole falsas promesas a la idea de ser mi sumisa.
Y eso será todo.
Toma la decisión correcta, Britt.
Su expresión es seria, sus ojos se agrandan, y creo que está sopesando su decisión.
—Estoy esperando —murmuro—. No soy una mujer paciente.
Tomando una respiración profunda, desenrolla las piernas y gatea hacia mí y yo escondo mi alivio.
—Buena chica. Ahora, ponte de pie.
Hace lo que le digo y le ofrezco la mano. agarro su mano y abruptamente la empujo por encima de mi rodilla izquierda, de modo que su cabeza, hombros y pechos descansan en la cama. Pongo mi pierna derecha por encima de las suyas, sosteniéndola en su lugar. He querido hacer esto desde que me preguntó si era gay.
—Sube las manos y colócalas a ambos lados de tu cabeza —ordeno y ella lo hace inmediatamente—. ¿Por qué hago esto, Brittany?
—Porque te puse los ojos en blanco —dice con un ronco susurro.
—¿Te parece que eso es de buena educación?
—No.
—¿Vas a volver a hacerlo?
—No.
—Te daré unos azotes cada vez que lo hagas, ¿me entiendes?
Voy a saborear este momento. Es otra novedad.
Con gran cuidado, deleitándome con el acto, bajo sus pantalones deportivos. Su hermoso trasero está desnudo y listo para mí. Mientras pongo la mano en su costado trasero, cada músculo en su cuerpo se tensa… esperando. Su piel es suave al toque y deslizo mi mano a lo largo de sus nalgas, acariciando cada una. Tiene un muy lindo trasero. Y voy a dejarlo rosa… como el champán.
Levantando la palma, la azoto, duro, justo por encima de la unión entre sus muslos.
Jadea e intenta levantarse, pero la sostengo con mi otra mano en la parte baja de su espalda y masajeó el área que acabo de golpear con una lenta y dulce caricia.
Se queda quieta.
Jadeando.
Anticipando.
Sí. Voy a hacerlo de nuevo.
La azoto una vez, dos veces, tres veces.
Ella hace muecas por el dolor, sus ojos fuertemente cerrados. Pero no me pide que me detenga incluso aunque se está retorciendo debajo de mí.
—Quédate quieta o tendré que azotarte más tiempo —advierto.
Froto su suave carne y empiezo de nuevo, tomando turnos: nalga izquierda, nalga derecha, en el medio.
Ella grita. Pero no mueve sus brazos y todavía no me pide que pare.
—Solo estoy calentando. —Mi voz es ronca. La azoto de nuevo y trazo la huella rosa que he dejado en su piel. Su trasero se está sonrojando de buena manera. Luce glorioso.
La azoto una vez más.
Y grita de nuevo.
—No te oye nadie, bella, solo yo.
La azoto una y otra vez, el mismo patrón, nalga izquierda, nalga derecha y en el medio, y ella aúlla cada vez. Cuando llego a las dieciocho, me detengo. Estoy sin aliento, mi palma ardiendo y mi sexo humedo.
—Ya está —jadeo, intentando respirar con normalidad—. Bien hecho, Brittany. Ahora te voy a follar.
Froto su trasero rosado gentilmente, rodeándolo, moviéndome hacia abajo. Está mojada.
Y mi cuerpo se humedece más.
Inserto dos dedos en su vagina.
—Siente esto. Mira cómo le gusta esto a tu cuerpo, Anastasia. Te tengo empapada. —Deslizo los dedos adentro y afuera y ella gime, su cuerpo enrollándose alrededor de ellos con cada empuje y su respiración acelerándose.
Los retiro.
La deseo. Ahora.
—La próxima vez te haré contar.—Agarrándolo desde el lado de su cabeza, la bajo gentilmente de mi regazo y le pongo en la cama, bocabajo. Me saco los vaqueros. Levanto sus caderas hasta que está arrodillada y su trasero en toda su rosada gloria está suspendido en el aire mientras me acomodo detrás de ella.
—Voy a tomarte ahora. Puedes correrte —gruño, acariciando su trasero y con tres dedos. Con una suave embestida, estoy dentro de ella.
Gime mientras me muevo. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. La monto, observando mis dedos desaparecer bajo su trasero rosado.
Su boca está abierta y gruñe y gime con cada embestida, sus lloriqueos haciéndose más y más fuertes.
Vamos, Britt.
Se aprieta a mí alrededor y grita mientras se corre, con fuerza.
—¡Oh, Britt! —La sigo mientras el clímax me llega y pierdo todo el tiempo y la perspectiva.
Colapso a su lado, la pongo encima de mí y, envolviendo mis brazos a su alrededor, susurro en su cabello:
—Oh, bella, bienvenida a mi mundo.
Su peso me ancla y ella no hace ningún intento por tocar mi pecho. Sus ojos están cerrados y su respiración está volviendo a la normalidad. Acaricio su cabello. Es suave, brillando a la luz de su lámpara de noche. Huele a Britt, manzanas y sexo. Es embriagador.
—Bien hecho, bella.
No está llorando. Hizo lo que le pedí. Ha enfrentado cada desafío que le he puesto; realmente es bastante extraordinaria.
Sujeto el delgado tirante de su camisola de algodón barato.
—¿Esto es lo que te pones para dormir?
—Sí. —Suena somnolienta.
—Deberías llevar seda y satén, mi hermosa niña. Te llevaré de compras.
—Me gusta lo que llevo —discute.
Por supuesto que sí.
Beso su cabello.
—Ya veremos.
Cerrando los ojos, me relajo en nuestro tranquilo momento, una extraña alegría calentándome, llenándome por dentro.
Esto se siente bien. Demasiado bien.
—Tengo que irme —murmuro, y beso su frente—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dice, sonando un poco apagada.
Gentilmente, ruedo debajo de ella y me levanto.
—¿Dónde está el baño? —pregunto, acomodándome los vaqueros.
—Por el pasillo, a la izquierda.
En el baño encuentro una botella de aceite para bebé en el estante.
Eso es lo que necesito.
Está vestida cuando regreso, evadiendo mi mirada. ¿Por qué tan de repente?
—Encontré este aceite para bebé. Déjame te pongo un poco en el trasero.
—No. Estaré bien —dice, examinando sus dedos, todavía evadiendo el contacto visual.
—Brittany —le advierto.
Por favor, solo haz lo que se te dice.
Me siento detrás de ella y bajo sus pantalones. Derramando algo del aceite en mi mano, lo froto tiernamente en su adolorido trasero.
Ella pone sus manos en las caderas de una manera obstinada, pero se queda en silencio.
—Me gusta tocarte —admito en voz alta para mí misma—. Ya está. —Le vuelvo a subir los pantalones—. Ya me voy.
—Te acompaño —dice tranquilamente, levantándose. Tomo su mano y, a regañadientes, la dejo ir cuando llegamos a la puerta principal. Parte de mí no quiere irse.
—¿No tienes que llamar a Taylor? —pregunta, sus ojos fijos en el cierre de mi chaqueta de cuero.
—Taylor lleva aquí desde las nueve. Mírame.
Grandes ojos azules me miran a través de largas y oscuras pestañas.
—No lloraste. —Mi voz es suave.
Y me dejaste azotarte. Eres maravillosa.
La agarro y la beso, derramando mi gratitud en el beso y sosteniéndola cerca.
—Hasta el domingo —susurro, calenturienta, contra sus labios. La libero abruptamente antes de estar tentada a preguntarle si me puedo quedar, y me dirijo afuera, donde Taylor está esperando. Una vez que estoy en el auto, miro para atrás, pero ella se ha ido. Probablemente está cansada… como yo.
Placenteramente cansada.
Esa ha sido la conversación más placentera sobre ―límites tolerables‖ que alguna vez he tenido.
Maldita sea, esa mujer es inesperada. Cerrando los ojos, la veo montándome, su cabeza hacia atrás por el éxtasis. Britt no hace las cosas con poco entusiasmo. Se compromete. Y pensar que apenas hace una semana tuvo sexo por primera vez.
Conmigo. Y con nadie más.
Sonrío mientas miro por la ventana del auto, pero todo lo que veo es mi rostro fantasmal en el vidrio. Así que cierro los ojos y me permito soñar despierta.
Entrenarla será divertido.
—No… pero has accedido, Brittany.
¿Está renegando de nuestro acuerdo? Dios, esta chica me tiene en una montaña rusa.
—Entonces, ¿es mío y puedo hacer lo que quiera con ello?
—Sí. —¿Pensé que amabas a Hardy?
—En ese caso, me gustaría donarlo a una ONG, a una que trabaja en Darfur y a la que parece que le tienes cariño. Que lo subasten.
—Si eso es lo que quieres hacer… —No voy a detenerte.
Puedes quemarlo, para todo lo que me importa…
Su pálido rostro se llena de color.
—Me lo pensaré —murmura.
—No pienses, Brittany. En esto, no. —Consérvalos por favor. Son para ti, porque tu pasión son los libros. Me lo has dicho más de una vez. Disfrútalos.
Colocando el champán en la mesa, me paro frente a ella y acuno su barbilla, inclinando su cabeza hacia atrás así mis ojos están puestos en los suyos
—Te voy a comprar muchas cosas, Brittany. Acostúmbrate. Me lo puedo permitir. Soy una mujer muy rica. —La beso rápidamente—. Por favor —agrego, y la dejo ir.
—Eso hace que me sienta ruin —dice.
—No debería. Le estás dando demasiadas vueltas. No te juzgues por lo que puedan pensar los demás. No malgastes energía. Esto es porque nuestro contrato te produce cierto reparo; es algo de lo más normal. No sabes en qué te estás metiendo.
La ansiedad está grabada por todo su hermoso rostro.
—Oye, déjalo ya. No hay nada ruin en ti, Brittany. No quiero que pienses eso. No he hecho más que comprarte unos libros antiguos que pensé que te gustarían, nada más.
Parpadea un par de veces y mira el paquete, obviamente en conflicto.
Consérvalos Britt… son para ti.
—Bebamos un poco de champán —le susurro, y me recompensa con una pequeña sonrisa.
—Eso está mejor. —Abro el champán y lleno las delicadas tazas de té que ha colocado enfrente de mí.
—Es rosado. —Está sorprendida, y no tengo el corazón para decirle por qué elegí rosa.
—Bollinger La Grande Année Rosé 1999, una excelente cosecha.
—En taza. —Sonríe. Es contagioso.
—En taza. Felicidades por tu graduación, Brittany.
Brindamos, y doy un sorbo. Sabe bien, como sabía que lo haría.
—Gracias. —Lleva la taza a sus labios y toma un rápido sorbo—. ¿Repasamos los límites tolerables?
—Siempre tan entusiasta. —Tomando su mano, la llevo al sofá, una de las piezas que aún quedan en la sala se estar, y nos sentamos, rodeados de cajas.
—Tu padrastro es un hombre muy taciturno.
—Lo tienes comiendo de tu mano.
Me rio.
—Solo porque sé pescar.
—¿Cómo has sabido que le gusta pescar?
—Me lo dijiste tú. Cuando fuimos a tomar un café.
—¿Ah, sí? —Toma otro sorbo y cierra los ojos, saboreando el sabor. Abriéndolos de nuevo, pregunta—. ¿Probaste el vino de la recepción?
—Sí. Estaba asqueroso. —Hago una mueca.
—Pensé en ti cuando lo probé. ¿Cómo es que sabes tanto de vinos?
—No sé tanto, Brittany, solo sé lo que me gusta. —Y me gustas—. ¿Más? —Asiento con la cabeza hacia la botella sobre la mesa.
—Por Favor.
Traigo el champán y relleno su taza. Me mira con recelo. Sabe que la estoy achispando.
—Esto está muy vacío. ¿Te mudas ya? —pregunto, para distraerla.
—Más o menos.
—¿Trabajas mañana?
—Sí, es mi último día en Clayton’s.
—Te ayudaría con la mudanza, pero le he prometido a mi hermana que iría a buscarla al aeropuerto. Rachel llega de París el sábado a primera hora. Mañana regreso a Seattle, pero tengo entendido que Sam les va a echar una mano.
—Sí, Quinn está muy entusiasmada al respecto.
Me sorprende que Sam todavía esté interesado en la amiga de Britt; no es su habitual modus operandi.
—Sí, Quinn y Sam, ¿quién lo iba a decir? —Su relación amorosa hace el asunto más complicado. La voz de mi madre suena en mi cabeza: “Podrías traer a Brittany".
—¿Y qué vas a hacer con lo del trabajo de Seattle? —pregunto.
—Tengo un par de entrevistas para puestos de becaria.
—¿Y cuándo pensabas decírmelo?
—Eh… te lo estoy diciendo ahora —dice.
—¿Dónde? —pregunto, ocultando mi frustración.
—En un par de editoriales.
—¿Es eso lo que quieres hacer, trabajar en el mundo editorial?
Asiente con la cabeza, pero aún no es comunicativa.
—¿Y bien?
—Y bien ¿qué?
—No seas retorcida, Brittany, ¿en qué editoriales? —Mentalmente corro por todas las editoriales que conozco en Seattle. Hay cuatro... creo.
—Unas pequeñas —dice con evasivas.
—¿Por qué no quieres que lo sepa?
—Tráfico de influencias —dice.
¿Qué significa eso? Frunzo el ceño.
—Oh, ahora tú estás siendo retorcida —dice, con los ojos brillantes de alegría.
—¿Retorcida? —Me río—. ¿Yo? Dios, me estás desafiando. Bébete todo, vamos a hablar de estos límites.
Sus pestañas revolotean y toma un tembloroso suspiro, entonces drena su taza. Realmente está muy nerviosa acerca de esto. Le ofrezco más líquido para tomar valor.
—Por favor —responde.
Botella en mano, hago una pausa.
—¿Has comido algo?
—Sí. Tuve un banquete con Ray —dice, exasperada, y pone los ojos en blanco.
Oh, Britt. Por fin puedo hacer algo con este irrespetuoso hábito.
Inclinándome hacia delante, sostengo su barbilla y la miro.
—La próxima vez que me pongas los ojos en blanco, te voy a dar unos azotes.
—Ah. —Se ve un poco sorprendida, pero un poco intrigada, también.
—Ah. Así se empieza, Brittany. —Con una sonrisa lobuna lleno su taza, y toma un largo trago.
—¿Tengo tu atención ahora, no?
Asiente con la cabeza.
—Respóndeme.
—Sí, tienes mi atención —dice con una sonrisa contrita.
—Bien. —Saco de mi chaqueta su correo electrónico, y el Apéndice 3 de mi contrato—. De los actos sexuales… lo hemos hecho casi todo. —Se acerca a mí y leemos la lista.
APÉNDICE 3
Límites tolerables
A discutir y acordar por ambas partes:
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Masturbación
• Penetración vaginal
• Cunnilingus
• Fisting vaginal
• Fisting anal
• Penetración anal
—De fisting nada, dices. ¿Hay algo más a lo que te opongas? —pregunto.
Traga saliva.
—La penetración anal tampoco es que me entusiasme.
—Por lo de fisting paso, pero realmente no querría renunciar a tu culo, Brittany.
Inhala agudamente, mirándome.
—Bueno, ya veremos. Además, tampoco es algo a lo que podamos lanzarnos sin más. —No puedo contener mi sonrisa—. Tu culo necesitará algo de entrenamiento.
—¿Entrenamiento? —sus ojos se agrandan.
—Oh, sí. Habrá que prepararlo cuidadosamente. La penetración anal puede resultar muy placentera, créeme. Pero si lo probamos y no te gusta, no tenemos por qué volver a hacerlo —me deleito con su expresión atónita.
—¿Tú lo has hecho? —pregunta
—Sí.
—¿Con la señora Robinson?
—Sí. —Y sus grandes ojos se agrandan más.
Britt frunce el ceño y me muevo rápidamente, antes de que me haga más preguntas sobre eso.
—¿Más? —pregunto.
Tranquila, López, solo quieres que esté achispada, no ebria.
—Más —susurra.
Vuelvo a llenar su copa y vuelvo a la lista.
—¿Juguetes sexuales?
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Vibradores
• Consoladores
• Tapones anales
• Arnes
• Otros juguetes vaginales/anales
—¿Tapones anales? ¿Eso sirve para lo que pone en la caja? —Hace una mueca.
—Sí. Y hace referencia a la penetración anal de antes. Al entrenamiento.
—Ah… ¿y el ―otros?
—Cuentas, huevos… ese tipo de cosas.
—¿Huevos? —Su mano vuela a cubrir su boca con estupefacción.
—No son huevos de verdad —me carcajeo.
—Me alegra ver que te hago tanta gracia. —El dolor en su voz es preocupante.
—Mis disculpas. Lo siento.
Por Dios santo, López. Ve con calma con ella.
—¿Algún problema con los juguetes?
—No —espeta.
Mierda. Está de mal humor.
—Brittany, lo siento. Créeme. No pretendía burlarme. Nunca he tenido esta conversación de forma tan explícita. Eres tan inexperta… Lo siento.
Hace pucheros y toma otro sorbo de champán.
—De acuerdo. Bondage —digo, y regresamos a la lista.
¿Acepta la Sumisa lo siguiente?
• Bondage con cuerda
• Bondage con cinta adhesiva
• Bondage con cinta adhesiva
• Bondage con muñequeras de cuero
• Otros tipos de bondage
• Bondage con esposas y grilletes
—¿Y bien? —pregunto, gentilmente esta vez.
—De acuerdo —susurra y continúa leyendo.
¿Acepta la Sumisa los siguientes tipos de bondage?
• Manos al frente
• Muñecas con tobillos
• Tobillos
• A objetos, muebles, etc.
• Codos
• Barras rígidas
• Manos a la espalda
• Suspensión
• Rodillas
¿Acepta la Sumisa que se le venden los ojos?
¿Acepta la Sumisa que se la amordace?
—Ya hemos hablado de la suspensión y, si quieres ponerla como límite infranqueable, me parece bien. Lleva mucho tiempo y, de todas formas, solo te tengo a ratos pequeños. ¿Algo más?
—No te rías de mí, pero ¿qué es una barra rígida?
—Prometo no reírme. Ya me he disculpado dos veces. —Dios Santo—. No me obligues a hacerlo de nuevo. —Mi voz es más afilada de lo que pretendo, y se aleja de mí.
Mierda.
Ignora su reacción, López. Ve al grano.
—Una barra rígida es una barra con esposas para los tobillos y/o las muñecas. Es divertido.
—Bien… De acuerdo con lo de amordazarme… Me preocuparía no poder respirar.
—A mí también me preocuparía que no respiraras. No quiero asfixiarte. —Jugar con la respiración tampoco es del todo mi escena.
—Además, ¿cómo voy a usar las palabras de seguridad estando amordazada? —inquiere.
—Para empezar, confío en que nunca tengas que usarlas. Pero si estás amordazada, lo haremos por señas.
—Lo de la mordaza me pone nerviosa.
—De acuerdo. Tomaré nota.
Me estudia por un momento como si estuviera resolviendo el misterio de la esfinge.
—¿Te gusta atar a tus sumisas para que no puedan tocarte? —pregunta.
—Esa es una de las razones.
—¿Por eso me has atado las manos?
—Sí.
—No te gusta hablar de eso —dice.
—No, no me gusta.
No voy a ir allí contigo, Britt. Déjalo pasar.
—¿Te apetece más champán? —le pregunto—. Te está envalentonando, y necesito saber lo que piensas del dolor.
Lleno su copa y toma un sorbo, con los ojos muy abiertos y ansiosos.
—A ver, ¿cuál es tu actitud general respecto a sentir dolor?
Permanece callada.
Suprimo un suspiro.
—Te estás mordiendo el labio. —Afortunadamente se detiene, pero ahora está pensativa y mirando hacia abajo a sus manos.
—¿Recibías castigos físicos de niña? —le pregunto suavemente.
—No.
—Entonces, ¿no tienes ningún ámbito de referencia?
—No.
—No es tan malo como crees. En este asunto, tu imaginación es tu peor enemigo.
Créeme en esto. Britt. Por favor.
—¿Tienes que hacerlo?
—Sí.
—¿Por qué?
Realmente no quieres saberlo.
—Es parte del juego, Brittany. Es lo que hay. Te veo nerviosa. Repasemos los métodos.
• Azotes
• Azotes con pala
• Latigazos
• Azotes con vara
• Mordiscos
• Pinzas para pezones
• Pinzas genitales
• Hielo
• Cera caliente
• Otros tipos/métodos de dolor
—Bueno, has dicho que no a las pinzas genitales. Muy bien. Lo que más duele son los varazos.
Palidece.
—Ya iremos llegando a eso —establezco rápidamente.
—O mejor no llegamos —añade.
—Esto forma parte del trato, bella, pero ya iremos llegando a todo eso. Brittany, no te voy a obligar a nada horrible.
—Todo esto del castigo es lo que más me preocupa.
—Bueno, me alegro de que me lo hayas dicho. Quitaremos los varazos de la lista de momento. Y, a medida que te vayas sintiendo más cómoda con todo lo demás, incrementaremos la intensidad. Lo haremos despacio.
Luce insegura, así que me inclino y la beso.
—Ya está, no ha sido para tanto, ¿no?
Se encoje de hombros, aún dudosa.
—A ver, quiero comentarte una cosa más antes de llevarte a la cama.
—¿A la cama? —exclama y el color llena sus mejillas
—Vamos, Brittany, después de repasar todo esto, quiero follarte hasta la semana que viene, desde ahora mismo. Debe de haber tenido algún efecto en ti también.
Se remueve a mi lado y toma un hosco suspiro, sus muslos presionándose juntos.
—¿Ves? Además, quiero probar una cosa.
—¿Me va a doler?
—No… deja de ver dolor por todas partes. Más que nada es placer. ¿Te he hecho daño hasta ahora?
—No.
—Pues entonces. A ver, antes me hablabas de que querías más —Me detengo.
Joder, estoy en un precipicio.
De acuerdo, López, ¿Estás segura sobre esto?
Tengo que tratar. No quiero perderla antes de comenzar.
Salto.
Tomo su mano.
—Podríamos probarlo durante el tiempo en que no seas mi sumisa. No sé si funcionará. No sé si podremos separar las cosas. Igual no funciona. Pero estoy dispuesta a intentarlo. Quizá una noche a la semana. No sé.
Su boca se abre demasiado.
—Con una condición
—¿Qué? —pregunta, y su aliento se queda atrapado.
—Que aceptes encantada el regalo de graduación que te hago.
—Ah —dice, sus ojos agrandándose con incertidumbre.
Y muy en el fondo sé lo que es. Brota el temor en mi vientre.
Me mira fijamente, evaluando mi reacción.
—Ven. —Tiro de ella para que se levante, me quito mi chaqueta y la dejo caer sobre sus hombros. Tomando una respiración profunda, abro la puerta delantera y revelo el Audi A3 estacionado en la acera—. Para ti. Feliz graduación. —Envuelvo mis brazos alrededor de ella y beso su cabello.
Cuando la suelto, está mirando confundida al auto.
De acuerdo… esto podría ir de cualquier forma.
Tomando su mano, la conduzco escaleras abajo y me sigue como si estuviera en trance.
—Brittany, ese Escarabajo tuyo es muy viejo y francamente peligroso. Jamás me lo perdonaría si te pasara algo cuando para mí es tan fácil solucionarlo…
Boquea hacia el auto, sin palabras.
Mierda.
—Se lo comenté a tu padrastro. Le pareció una idea genial.
Quizás estoy exagerando esto.
Su boca aún está abierta con consternación cuando se gira y me fulmina con la mirada.
—¿Le mencionaste esto a Ray? ¿Cómo has podido? —Está enojada, realmente enojada.
—Es un regalo, Brittany. ¿Por qué no me das las gracias y ya está?
—Sabes muy bien que es demasiado.
—Para mí, no; para mí tranquilidad, no.
Vamos, Britt. Quieres más, este es el precio.
Sus hombros se hunden, y se gira hacia mí, resignada, creo. No exactamente la reacción que esperaba. El brillo rosado de sus mejillas a causa del champán ha desaparecido y su rostro está pálido una vez más.
—Te agradezco que me lo prestes, como la computadora portátil.
Sacudo mi cabeza. ¿Por qué es tan difícil? Nunca tuve esta reacción ante un auto por parte de mis otras sumisas. Usualmente estaban encantadas.
—De acuerdo, en préstamo. Indefinidamente —estoy de acuerdo, hablando entre dientes.
—No, indefinidamente, no. De momento. Gracias —dice en voz baja e inclinándose hacia arriba, me besa en la mejilla—. Gracias por el auto, Ama.
Esa palabra. De su dulce, dulce boca. La agarro y presiono su cuerpo contra el mío, su cabello llenando mis dedos.
—Eres una mujer difícil, Britt Pierce. —La beso fuertemente, coaccionando a sus labios a separarse con mi lengua, y un momento más tarde, está respondiendo, igualando mi ardor, su lengua acariciando la mía. Mi cuerpo reacciona… la deseo. Aquí. Ahora. En la entrada
—. Me está costando una barbaridad no follarte encima del capó de este auto ahora mismo, para demostrarte que eres mía y que, si quiero comprarte un jodido auto, te compro un jodido auto. Ahora, vamos adentro y desnúdate
—gruño. Entonces la beso una vez más, demandante y posesivamente. Tomando su mano, me dirijo directamente al apartamento, cerrando la puerta delantera detrás de nosotros y dirigiéndonos directamente a su habitación. Ahí la libero y enciendo la luz de su mesita de al lado.
—Por favor no te enfades conmigo —susurra.
Sus palabras apagan el fuego de mi ira.
—Siento lo del auto y lo de los libros… —Se detiene y lame sus labios—. Me das miedo cuando te enfadas.
Mierda. Nadie me había dicho eso antes. Cierro mis ojos. Lo último que quiero es asustarla.
Cálmate, López.
Ella está aquí. Está a salvo. Está dispuesta. No lo arruines solo porque no entiende cómo comportarse.
Abriendo mis ojos, encuentro a Britt mirándome, no con miedo, sino con anticipación.
—Date la vuelta —demando, mi voz suave—. Quiero quitarte el vestido.
Obedece inmediatamente.
Buena chica.
Remuevo mi chaqueta de sus hombros y la descarto sobre el suelo, entonces levanto su cabello fuera de su cuello. El tacto de su suave piel bajo mi dedo índice es tranquilizador. Ahora que está haciendo lo que le digo, me relajo. Con la punta de mi dedo, sigo la línea de su columna hacia abajo por su espalda para empezar a bajar el cierre unido a la tela de gasa color gris.
—Me gusta este vestido. Me gusta ver tu piel inmaculada.
Enganchando mi dedo en la espalda de su vestido, la atraigo más cerca de modo que se está rozando contra mí. Entierro mi rostro en su cabello y respiro su esencia.
—Qué bien hueles, Brittany. Muy agradable.
Como el otoño.
Su fragancia es confortante, me recuerda a un tiempo de abundancia y felicidad. Todavía inhalando su deliciosa esencia, paso mi nariz de su oreja hacia su cuello y a su hombro. Besándola mientras avanzo. Lentamente bajo el cierre de su vestido y beso, lamo, y succiono a mi paso por su piel de un hombro a otro.
Tiembla bajo mi toque.
Oh, bella.
—Vas… a… tener… que… a…prender… a estarte… quieta —susurro entre besos y desato el lazo de su cuello. El vestido cae a sus pies.
—Sin sujetador, señorita Pierce. Me gusta.
Estirando mi mano hacia adelante, sostengo sus pechos y siento sus pezones endurecidos contra mi palma.
—Levanta los brazos y agárrate a mi cabeza —ordeno, mis labios acariciando su cuello. Ella hace lo que le digo y sus pechos se levantan más arriba en mis palmas. Enreda sus dedos en mi cabello, de la forma que me gusta y tira.
Ah… eso se siente tan bien.
Su cabeza se inclina hacia un lado, y tomo ventaja, besándola donde el pulso martillea bajo su piel.
—Mmm… —murmuro en apreciación, mis dedos probando y tirando de sus pezones.
Gime, arqueando su espalda, empujando incluso más sus perfectos pechos hacia mis manos.
—¿Quieres que te haga correrte así?
Su cuerpo se arquea un poco más.
—Le gusta esto, ¿verdad, señorita Pierce
—Mmm…
—Dilo —insisto, continuando mi sensual asalto a sus pezones.
—Sí —dice sin aliento.
—Sí, ¿qué?
—Sí… Ama.
—Buena chica.
Gentilmente los pellizco y giro con mis dedos y su cuerpo se convulsiona contra mí mientras gime, sus manos tirando más fuerte de mi cabello.
—No creo que estés lista para correrte aún. —Y detengo mis manos, simplemente sosteniendo sus pechos mientras mis dientes tiran del lóbulo de su oreja—. Además, me has disgustado. Así que igual no dejo que te corras.
Amaso sus pechos y mis dedos devuelven mí atención a sus pezones, girando y tirando. Gime y frota su trasero contra mi sexo. Cambiando mis manos a sus caderas, la mantengo quieta y miro hacia abajo a sus bragas.
Algodón. Blanco. Sencillo.
Engancho mis dedos en ellas y las estiro tanto como se puede, entonces presiono mis pulgares a través de la costura de la parte posterior. Se rompen en mis manos y las lanzo a los pies de Britt
Jadea.
Trazo mis dedos por su trasero e inserto uno en su vagina.
Está húmeda. Muy húmeda.
—Oh, sí. Mi dulce niña ya está lista.
La giro y deslizo mi dedo en mi boca.
Mmm. Salado.
—Qué bien sabe, señorita Pierce.
Sus labios se separan y sus ojos se oscurecen con deseo. Creo que está un poco sorprendida.
—Desnúdame. —Mantengo mis ojos en los suyos. Levanta la cabeza, procesando mi orden pero vacila—. Puedes hacerlo —la animo. Levanta sus manos y repentinamente, creo que va a tocarme y no estoy lista. Mierda.
Instintivamente, agarro sus manos.
—Ah, no. La camiseta, no.
Quiero que se detenga. No hemos hecho esto aún y ella podría perder su balance, así que necesito la camiseta por protección.
—Para lo que tengo planeado, vas a tener que acariciarme. —Suelto una de sus manos, pero la otra la pongo sobre mi sexo para que sienta lo húmeda que me tiene.
—Este es el efecto que me produce, señorita Pierce.
Inhala, mirando su mano. Entonces sus dedos se aprietan alrededor de mi clítoris y me echa una mirada con apreciación.
Sonrío.
—Quiero estar dentro de ti quítame los vaqueros.
Su boca cae abierta.
—¿Qué me vas a hacer? —Mi voz es áspera.
Su rostro se transforma, brillando con deleite, y antes de que pueda reaccionar, me empuja. Río mientras caigo sobre su cama, principalmente por su valentía, pero también porque está tocándome y no he entrado en pánico. Remueve mis zapatos, entonces mis calcetines, pero es toda dedos y pulgares, recordándome la entrevista y su intento de hacer funcionar la grabadora.
La observo. Divertida. Excitada. Preguntándome qué hará a continuación. Va a ser jodidamente difícil para ella quitarme los vaqueros mientras estoy acostada. Quitándose sus zapatillas, sube a la cama, sentándose por encima de mis muslos, y desliza sus dedos bajo la pretina de mis vaqueros.
Cierro mis ojos y flexiono mis caderas, disfrutando de la desvergonzada Britt.
—Vas a tener que aprender a estarte quieta —me castiga, y tira de mi vello púbico.
¡Ah! Tan audaz, señora.
—Sí, señorita Pierce —bromeo a través de mis dientes fuertemente apretados.
Sus torpes dedos alcanzan el botón de mi pretina y después de dos intentos, lo desabrocha.
Su ingenuidad es cautivadora. Es obvio que nunca antes ha hecho esto. Otra primera vez… y es jodidamente excitante.
—Que ansiosa, señorita Pierce —bromeo.
Baja mi cierre de golpe y, tirando de mi pretina, me da una mirada de frustración.
Trato con fuerza de no reír.
Sí, bella ¿Ahora cómo vas a quitármelos?
Arrastrándolos por mis piernas, tira de mis vaqueros, fuertemente concentrada, luciendo adorable. Y decido ayudarla.
—No puedo estarme quieta si te vas a morder el labio —digo, mientras arqueó mis caderas, levantándolas de la cama.
Levantándose sobre sus rodillas, baja mis vaqueros y mis bragas y los pateo fuera de mí, cayendo en el piso. Se sienta sobre mí, mirando mi sexo y lamiendo sus labios.
Caray.
Luce caliente, su cabello oscuro cayendo en suaves ondas alrededor de sus pechos.
—¿Qué vas a hacer ahora? —susurro. Sus ojos vuelan a mi rostro y me agarra firmemente, apretando con fuerza con su mano, su pulgar acariciando la cabeza.
Jesús
.
Se inclina.
Y estoy en su boca.
Joder.
Succiona con fuerza. Y mi cuerpo se flexiona debajo de ella.
—Dios, Britt, tranquila —siseo a través de mis dientes. Pero no muestra piedad mientras me hace una succiona el clítoris una y otra vez. Joder. Su entusiasmo es desarmador. Su lengua se hunde y sale. Estoy jadeando por su experta boca su lengua se hunde en lo más profundo de mi cavidad, sus labios apretándose a mí clítoris. Es una visión sobrecogedoramente erótica. Podría correrme con solo mirarla.
—Para, Britt, para. No quiero correrme.
Se sienta, su boca húmeda y sus ojos como oscuras piscinas dirigidas hacia mí.
—Tu inocencia y entusiasmo me desarman. —Pero justo ahora quiero follarte, así puedo verte—. Tú, encima… eso es lo que tenemos que hacer.
Es entusiasta.
Absorta en su tarea, fuertemente concentrada, su lengua asomándose entre sus labios.
—Dios mío, me estás matando —exclamo a través de mis dientes apretados.
—Vamos, quiero hundirme en tu interior. —Me siento repentinamente de modo que estamos cara a cara, sorprendiéndola
—. Así —susurro y, envolviendo mi brazo alrededor de ella, la levanto. Con mi otra mano, posiciono mis dedos en su sexo y con un movimiento de caderas me voy hundiendo en ella de manera que logro que nuestros sexos rosen.
Mi aliento escapa de mi cuerpo mientras sus ojos se cierran y el placer truena ruidosamente en su garganta.
—Eso es bella, siénteme.
Se. Siente. Tan. Bien.
La sostengo, dejándola acostumbrarse a la sensación de mí. Así. Adentro de ella.
—Así entra más adentro. —Mi voz es ronca, mientras flexiono y levanto mi pelvis, empujando profundamente mis dedos en su interior.
Su cabeza se inclina y gime.
—Otra vez —susurra. Y abre sus ojos que arden en los míos. Deseosos. Dispuestos. Amo que ame esto. Hago lo que me pide y gime otra vez, tirando hacia atrás su cabeza, su cabello cayendo en un desastre sobre sus hombros. Lentamente me reclino en la cama para observar el espectáculo.
—Muévete tú, Brittany, sube y baja, lo que quieras. —Lentamente se mueve, entonces me penetra lentamente arremetiendo contra ella la penetro también en un vaivén desmesurado.
Mi respiración viene en cortos y afilados jadeos mientras me contengo. Se eleva otra vez y esta vez levanto mis caderas para encontrar las suyas mientras baja nuestros clítoris se rozan.
Oh sí.
Cerrando mis ojos saboreo cada delicioso centímetro de ella. Juntas encontramos nuestro ritmo mientras unimos nuestros sexos y hundimos nuestros dedos. Una, otra, y otra vez. Se ve fantástica: sus pechos rebotando, su cabello enredado, su boca relajada mientras absorbe cada estocada de placer.
Sus ojos encuentran los míos, llenos de necesidad carnal y preguntas. Dios, es hermosa. Grita mientras su cuerpo acaba. Está casi allí, así que aprieto mi agarre sobre sus manos, y explota a mí alrededor. Agarro sus caderas, sujetándola mientras grita incoherentemente a través de su orgasmo. Entonces aprieto mi agarre en sus caderas y silenciosamente me pierdo mientras mi humedad se mezcla con la de ella.
Se deja caer sobre mi pecho y descanso, jadeando debajo ella.
Dios, es buena follando.
Yacemos acostadas por un momento, su peso como un consuelo. Se despierta y me acaricia a través de la camisa, entonces despliega su mano sobre mi pecho.
La oscuridad se ondula rápida y fuertemente en mi pecho, en mi garganta, tratando de sofocarme y ahogarme.
No. No me toques.
Agarro su mano y llevo sus nudillos a mis labios. Ruedo sobre ella para que no sea capaz de tocarme.
—No —ruego, y beso sus labios mientras apaciguo mi miedo.
—¿Por qué no te gusta que te toquen?
—Porque estoy muy jodida,Brittany. Tengo muchas más sombras que luces. Cincuenta sombras más. —Después de años y años de terapia, es la única cosa que sé que es verdad.
Sus ojos se agrandan, inquisitivos, está sedienta de más información. Pero no necesita saber esta mierda.
—Tuve una introducción a la vida muy dura. No quiero aburrirte con los detalles. No lo hagas y ya está. —Gentilmente paso mi nariz contra la suya y—. Creo que ya hemos cubierto lo más esencial. ¿Qué tal estuvo?
Por un momento parece distraída, entonces inclina su cabeza a un lado y sonríe.
—Si piensas que he llegado a creerme que me cedías el control es que no has tenido en cuenta mi nota media. Pero gracias por dejar que me hiciera ilusiones.
—Señorita Pierce, no es usted solo una cara bonita. Ha tenido seis orgasmos hasta la fecha y los seis me pertenecen. —¿Por qué ese simple hecho me alegra?
Sus ojos se disparan hacia el techo y una fugaz expresión de culpa cruza su rostro.
¿Qué fue eso?
—¿Tienes algo que contarme? —pregunto.
Vacila.
—He soñado esta mañana.
—¿Ah, sí?
—Me he corrido en sueños. —Levanta un brazo sobre su rostro, escondiéndose de mí, avergonzada. Estoy impactada por su confesión, pero excitada y deleitada también.
Criatura sensual.
Espía por debajo de su brazo. ¿Espera que esté enojada?
—¿En sueños? —aclaro.
—Y me he despertado —susurra.
—Apuesto a que sí. —Estoy fascinada—. ¿Qué soñabas?
—Contigo —dice en voz baja.
¡Conmigo!
—¿Y qué hacía yo?
Se oculta debajo de su brazo otra vez.
—Brittany, ¿qué hacía yo? No te lo voy a volver a preguntar. —¿Por qué está tan avergonzada? El que sueñe conmigo es… adorable.
—Tenías una fusta —murmura. Muevo su brazo para poder ver su rostro.
—¿En serio?
—Sí. —Su cara está de un rojo brillante. La investigación debe estarla afectando de buena manera. Le sonrío.
—Vaya, aún me queda esperanza contigo. Tengo varias fustas.
—¿Marrón, de cuero trenzado? —Su voz está teñida de calmado optimismo.
Me río.
—No, pero seguro que puedo conseguir una.
Le doy un suave beso y me levanto para vestirme. Britt hace lo mismo, poniéndose los pantalones cortos y una camisola. Ahora que ella ha accedido a ser mía, necesita chequeo con mi ginecóloga. Totalmente vestida, se sienta de piernas cruzadas en la cama, observándome mientras agarro mis vaqueros.
—¿Cuándo te llega el período? —pregunto
La he tomado por sorpresa.
—¿Y bien? —persuado.
—La semana que viene —responde, sus mejillas rosadas.
—Perfecto al igual que a mi espero que se nos sincronicen para que una no tenga que esperar por la otra y viceversa.
Me siento en la cama para ponerme los calcetines y los zapatos. Ella no dice nada.
—¿Tienes médico? —pregunto. Sacude la cabeza—. Puedo pedirle a la mía que pase a verte a tu apartamento. El domingo por la mañana, antes de que vengas a verme tú. O le puedo pedir que te visite en mi casa, ¿qué prefieres?
Estoy segura que mi Doctora hará una visita domiciliaria para mí.
—En tu casa —dice ella.
—De acuerdo. Ya te diré a qué hora.
—¿Te vas?
Parece sorprendida de que me vaya.
—Sí.
—¿Cómo vas a volver? —pregunta.
—Taylor viene a recogerme.
—Te puedo llevar yo. Tengo un auto nuevo precioso.
Eso está mejor. Ha aceptado el auto como debería, pero después de todo ese champán, no debería conducir.
—Me parece que has bebido demasiado.
—¿Me achispaste a propósito?
—Sí.
—¿Por qué?
—Porque le das demasiadas vueltas a las cosas y te veo tan reticente como tu padrastro. Con una gota de alcohol ya estás hablando por los codos, y necesito que seas sincera conmigo. De lo contrario, te cierras como una ostra y no tengo ni idea de lo que piensas. In vino veritas, Brittany.
—¿Y crees que tú eres siempre sincera conmigo?
—Me esfuerzo por serlo. Esto solo saldrá bien si somos sinceras la una con la otra.
—Quiero que te quedes.
Maneja sus expectativas, López.
—Brittany, esta noche me he pasado mucho de la raya. Tengo que irme. Te veo el domingo. —Me pongo de pie—. Tendré listo el contrato revisado y entonces podremos empezar a jugar de verdad.
—¿Jugar? —rechina.
—Me gustaría tener una sesión contigo. Pero no lo haré hasta que hayas firmado, para asegurarme de que estás lista.
—Oh. ¿Ósea que podría alargar esto si no firmo?
Mierda. No había pensado en eso.
Su barbilla se eleva a manera de desafío.
Ah… yendo de arriba a abajo de nuevo. Ella siempre encuentra una manera.
—Bueno, supongo que sí, pero igual reviento de la tensión.
—¿Revientas? ¿Cómo? —inquiere, sus ojos vivos por la curiosidad.
—La cosa podría ponerse muy fea —la provoco, entrecerrando los ojos.
—¿Cómo… de fea? —Su sonrisa es igual a la mía.
—Ah, ya sabes, explosiones, persecuciones en auto, secuestro, cárcel…
—¿Me vas a secuestrar?
—Desde luego.
—¿A retenerme en contra de mi voluntad?
—Por supuesto. —Bien, esa es una idea interesante—. Y luego viene el IPA 24/7.
—Me perdí —dice, perpleja y un poco jadeante.
—Intercambio de Poder Absoluto, las veinticuatro horas. —Mi mente gira mientras pienso en las posibilidades. Ella es curiosa—. Así que no tienes elección —añado, con un tono juguetón.
—Claro. —Su tono es sarcástico y pone los ojos en blanco hacia el cielo, tal vez buscando inspiración divina para entender mi sentido del humor.
Oh, qué dulce placer.
—Ay, Brittany Pierce, ¿me acabas de poner los ojos en blanco?
—¡No!
—Me parece que sí. ¿Qué te dije que haría si volvías a poner los ojos en blanco? —Mis palabras cuelgan entre nosotros y me siento de nuevo en la cama—. Ven aquí.
Por un momento, se me queda mirando, palideciendo.
—Aún no he firmado.
—Te dije lo que haría. Soy una mujer de palabra. Te voy a dar unos azotes, y luego te voy a follar muy rápido y muy duro.
¿Lo hará? ¿No lo hará? Este es el momento. La prueba de si puede hacerlo o no. La observo, impasible, esperando que se decida. Si dice que no, significa que está dándole falsas promesas a la idea de ser mi sumisa.
Y eso será todo.
Toma la decisión correcta, Britt.
Su expresión es seria, sus ojos se agrandan, y creo que está sopesando su decisión.
—Estoy esperando —murmuro—. No soy una mujer paciente.
Tomando una respiración profunda, desenrolla las piernas y gatea hacia mí y yo escondo mi alivio.
—Buena chica. Ahora, ponte de pie.
Hace lo que le digo y le ofrezco la mano. agarro su mano y abruptamente la empujo por encima de mi rodilla izquierda, de modo que su cabeza, hombros y pechos descansan en la cama. Pongo mi pierna derecha por encima de las suyas, sosteniéndola en su lugar. He querido hacer esto desde que me preguntó si era gay.
—Sube las manos y colócalas a ambos lados de tu cabeza —ordeno y ella lo hace inmediatamente—. ¿Por qué hago esto, Brittany?
—Porque te puse los ojos en blanco —dice con un ronco susurro.
—¿Te parece que eso es de buena educación?
—No.
—¿Vas a volver a hacerlo?
—No.
—Te daré unos azotes cada vez que lo hagas, ¿me entiendes?
Voy a saborear este momento. Es otra novedad.
Con gran cuidado, deleitándome con el acto, bajo sus pantalones deportivos. Su hermoso trasero está desnudo y listo para mí. Mientras pongo la mano en su costado trasero, cada músculo en su cuerpo se tensa… esperando. Su piel es suave al toque y deslizo mi mano a lo largo de sus nalgas, acariciando cada una. Tiene un muy lindo trasero. Y voy a dejarlo rosa… como el champán.
Levantando la palma, la azoto, duro, justo por encima de la unión entre sus muslos.
Jadea e intenta levantarse, pero la sostengo con mi otra mano en la parte baja de su espalda y masajeó el área que acabo de golpear con una lenta y dulce caricia.
Se queda quieta.
Jadeando.
Anticipando.
Sí. Voy a hacerlo de nuevo.
La azoto una vez, dos veces, tres veces.
Ella hace muecas por el dolor, sus ojos fuertemente cerrados. Pero no me pide que me detenga incluso aunque se está retorciendo debajo de mí.
—Quédate quieta o tendré que azotarte más tiempo —advierto.
Froto su suave carne y empiezo de nuevo, tomando turnos: nalga izquierda, nalga derecha, en el medio.
Ella grita. Pero no mueve sus brazos y todavía no me pide que pare.
—Solo estoy calentando. —Mi voz es ronca. La azoto de nuevo y trazo la huella rosa que he dejado en su piel. Su trasero se está sonrojando de buena manera. Luce glorioso.
La azoto una vez más.
Y grita de nuevo.
—No te oye nadie, bella, solo yo.
La azoto una y otra vez, el mismo patrón, nalga izquierda, nalga derecha y en el medio, y ella aúlla cada vez. Cuando llego a las dieciocho, me detengo. Estoy sin aliento, mi palma ardiendo y mi sexo humedo.
—Ya está —jadeo, intentando respirar con normalidad—. Bien hecho, Brittany. Ahora te voy a follar.
Froto su trasero rosado gentilmente, rodeándolo, moviéndome hacia abajo. Está mojada.
Y mi cuerpo se humedece más.
Inserto dos dedos en su vagina.
—Siente esto. Mira cómo le gusta esto a tu cuerpo, Anastasia. Te tengo empapada. —Deslizo los dedos adentro y afuera y ella gime, su cuerpo enrollándose alrededor de ellos con cada empuje y su respiración acelerándose.
Los retiro.
La deseo. Ahora.
—La próxima vez te haré contar.—Agarrándolo desde el lado de su cabeza, la bajo gentilmente de mi regazo y le pongo en la cama, bocabajo. Me saco los vaqueros. Levanto sus caderas hasta que está arrodillada y su trasero en toda su rosada gloria está suspendido en el aire mientras me acomodo detrás de ella.
—Voy a tomarte ahora. Puedes correrte —gruño, acariciando su trasero y con tres dedos. Con una suave embestida, estoy dentro de ella.
Gime mientras me muevo. Adentro. Afuera. Adentro. Afuera. La monto, observando mis dedos desaparecer bajo su trasero rosado.
Su boca está abierta y gruñe y gime con cada embestida, sus lloriqueos haciéndose más y más fuertes.
Vamos, Britt.
Se aprieta a mí alrededor y grita mientras se corre, con fuerza.
—¡Oh, Britt! —La sigo mientras el clímax me llega y pierdo todo el tiempo y la perspectiva.
Colapso a su lado, la pongo encima de mí y, envolviendo mis brazos a su alrededor, susurro en su cabello:
—Oh, bella, bienvenida a mi mundo.
Su peso me ancla y ella no hace ningún intento por tocar mi pecho. Sus ojos están cerrados y su respiración está volviendo a la normalidad. Acaricio su cabello. Es suave, brillando a la luz de su lámpara de noche. Huele a Britt, manzanas y sexo. Es embriagador.
—Bien hecho, bella.
No está llorando. Hizo lo que le pedí. Ha enfrentado cada desafío que le he puesto; realmente es bastante extraordinaria.
Sujeto el delgado tirante de su camisola de algodón barato.
—¿Esto es lo que te pones para dormir?
—Sí. —Suena somnolienta.
—Deberías llevar seda y satén, mi hermosa niña. Te llevaré de compras.
—Me gusta lo que llevo —discute.
Por supuesto que sí.
Beso su cabello.
—Ya veremos.
Cerrando los ojos, me relajo en nuestro tranquilo momento, una extraña alegría calentándome, llenándome por dentro.
Esto se siente bien. Demasiado bien.
—Tengo que irme —murmuro, y beso su frente—. ¿Estás bien?
—Estoy bien —dice, sonando un poco apagada.
Gentilmente, ruedo debajo de ella y me levanto.
—¿Dónde está el baño? —pregunto, acomodándome los vaqueros.
—Por el pasillo, a la izquierda.
En el baño encuentro una botella de aceite para bebé en el estante.
Eso es lo que necesito.
Está vestida cuando regreso, evadiendo mi mirada. ¿Por qué tan de repente?
—Encontré este aceite para bebé. Déjame te pongo un poco en el trasero.
—No. Estaré bien —dice, examinando sus dedos, todavía evadiendo el contacto visual.
—Brittany —le advierto.
Por favor, solo haz lo que se te dice.
Me siento detrás de ella y bajo sus pantalones. Derramando algo del aceite en mi mano, lo froto tiernamente en su adolorido trasero.
Ella pone sus manos en las caderas de una manera obstinada, pero se queda en silencio.
—Me gusta tocarte —admito en voz alta para mí misma—. Ya está. —Le vuelvo a subir los pantalones—. Ya me voy.
—Te acompaño —dice tranquilamente, levantándose. Tomo su mano y, a regañadientes, la dejo ir cuando llegamos a la puerta principal. Parte de mí no quiere irse.
—¿No tienes que llamar a Taylor? —pregunta, sus ojos fijos en el cierre de mi chaqueta de cuero.
—Taylor lleva aquí desde las nueve. Mírame.
Grandes ojos azules me miran a través de largas y oscuras pestañas.
—No lloraste. —Mi voz es suave.
Y me dejaste azotarte. Eres maravillosa.
La agarro y la beso, derramando mi gratitud en el beso y sosteniéndola cerca.
—Hasta el domingo —susurro, calenturienta, contra sus labios. La libero abruptamente antes de estar tentada a preguntarle si me puedo quedar, y me dirijo afuera, donde Taylor está esperando. Una vez que estoy en el auto, miro para atrás, pero ella se ha ido. Probablemente está cansada… como yo.
Placenteramente cansada.
Esa ha sido la conversación más placentera sobre ―límites tolerables‖ que alguna vez he tenido.
Maldita sea, esa mujer es inesperada. Cerrando los ojos, la veo montándome, su cabeza hacia atrás por el éxtasis. Britt no hace las cosas con poco entusiasmo. Se compromete. Y pensar que apenas hace una semana tuvo sexo por primera vez.
Conmigo. Y con nadie más.
Sonrío mientas miro por la ventana del auto, pero todo lo que veo es mi rostro fantasmal en el vidrio. Así que cierro los ojos y me permito soñar despierta.
Entrenarla será divertido.
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Hola, espero que no demores tanto en actualizar!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Quiero leer más, me encanta.
saludos... :))))
saludos... :))))
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
holap,...
ya me puse al dia con los cap (de nuevo)
ya se le hace difícil a san alejarse de britt,..
a ver lo que se le ocurre por la cabeza a san para convencer a britt en todo lo que quiere,..
nos vemos!!
ya me puse al dia con los cap (de nuevo)
ya se le hace difícil a san alejarse de britt,..
a ver lo que se le ocurre por la cabeza a san para convencer a britt en todo lo que quiere,..
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
monica.santander escribió:Hola, espero que no demores tanto en actualizar!!
Saludos
No lo creo esta ves tendre un poco de tiempo libre saludos
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
iFannyGleek escribió:Quiero leer más, me encanta.
saludos... :))))
Seguiré actualizando mas seguido lo prometo saludosc
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
3:) escribió:holap,...
ya me puse al dia con los cap (de nuevo)
ya se le hace difícil a san alejarse de britt,..
a ver lo que se le ocurre por la cabeza a san para convencer a britt en todo lo que quiere,..
nos vemos!!
que bien que te hayas puesto al día pero bueno en este libro explica el proque de la personalidad de San y como se va enamorando de Britt ...
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
cap 12
Taylor me despierta de mi siesta.
—Hemos llegado, Sra. Lopez.
—Gracias —murmuro—. Tengo una reunión en la mañana.
—¿En el hotel?
—Sí. Una videoconferencia. No necesitaré que me lleves a ninguna parte. Pero, me gustaría irme antes del almuerzo.
—¿A qué hora le gustaría que empacara?
—A las diez treinta.
—Muy bien, señora. La Blackberry que pidió le será entregada a la señorita Pierce el día de mañana.
—Bien. Eso me recuerda, ¿puedes recoger el viejo Escarabajo mañana y disponer de él? No quiero que conduzca esa cosa.
—Claro. Tengo un amigo que restaura autos antiguos. Puede que le interese. Me haré cargo. ¿Algo más?
—No, gracias. Buenas noches.
Dejo a Taylor estacionando la camioneta y me abro paso hasta mi suite.
Abriendo una botella de agua con gas del refrigerador, me siento frente al escritorio y enciendo la computadora portátil.
Ningún correo electrónico urgente.
Pero mi propósito real es darle las buenas noches a Britt.
_________________________________________________________________________________________________
De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:14
Para: Brittany Pierce
Asunto: Usted
Querida señorita Pierce:
Es sencillamente exquisita. La mujer más hermosa, inteligente, ingeniosa y valiente que he conocido jamás. Tómese un ibuprofeno (no es un mero consejo). Y no vuelva a coger el Escarabajo. Me enteraré.
Santana López
Presidenta de LópezEnterprises Holdings, Inc.
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Probablemente estará dormida, pero mantengo abierta la portátil por si acaso y reviso la bandeja de entrada. Unos cuantos minutos después, llega su respuesta.
__________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:20
Para: Santana López
Asunto: Halagos
Querida señora López:
Con halagos no llegarás a ninguna parte, pero, como ya has estado en todas, da igual. Tendré que coger el Escarabajo para llevarlo a un concesionario y venderlo, de modo
que no voy hacer ni caso de la bobada que me propones. Prefiero el tinto al ibuprofeno.
Britt
P.D.: Para mí, los varazos están dentro de los límites INFRANQUEABLES.
______________________________________________________________________________________________________
Su primera línea me hace reír en voz alta. Oh, bella, no he estado en todas contigo. ¿Vino tinto con champán? No es una mezcla inteligente, y los varazos están fuera de la lista. Me pregunto a qué más le pondrá objeciones mientras compongo mi respuesta.
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De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:26
Para: Brittany Pierce
Asunto: Las mujeres frustradas no saben aceptar cumplidos
Querida señorita Pierce:
No son halagos. Debería acostarse.
Acepto su incorporación a los límites infranqueables.
No beba demasiado.
Taylor se encargará de su coche y lo revenderá a buen precio.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
_________________________________________________________________________________________
Espero que ya esté en la cama.
__________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:40
Para: Santana López
Asunto: ¿Será Taylor el hombre adecuado para esa tarea?
Querida señora:
Me asombra que te importe tan poco que tu mano derecha conduzca mi coche, pero sí que lo haga una mujer a la que te follas de vez en cuando. ¿Cómo sé yo que Taylor me va a conseguir el mejor precio por el coche? Siempre me he dicho, seguramente antes de conocerte, que estaba conduciendo una auténtica ganga.
Britt
_____________________________________________________________________________________________________
¿Qué demonios? ¿Una mujer a la que me follo de vez cuándo?
Tengo que tomar una profunda respiración. Su respuesta me fastidia… no, me enfurece. ¿Cómo se atreve a hablar de sí misma de esa manera? Como mi sumisa, ella será mucho más que eso. Seré devota a ella. ¿No se da cuenta de esto?
Y se ha llevado una gran ganga conmigo. ¡Bien, bien! Mira todas las concesiones que he hecho en lo que respecta al contrato.
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De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:44
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¡Cuidado!
Querida señorita Pierce:
Doy por sentada que es el TINTO lo que le hace hablar así, y que el día ha sido muy largo. Aunque me siento tentada de volver allí y asegurarme de que no se siente en una semana, en vez de una noche.
Taylor es ex militar y capaz de conducir lo que sea, desde una moto a un tanque Sherman. Su coche no supone peligro alguno para él.
Por favor, no diga que es «una mujer a la que me follo de vez en cuando», porque, la verdad, me ENFURECE, y le aseguro que no le gustaría verme enfadada.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
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Dejo salir el aire lentamente, estabilizando el ritmo de mi corazón. ¿Quién más en la tierra tiene la habilidad de meterse bajo mi piel de esta manera?
Ella no responde inmediatamente. Tal vez está intimidada por mi respuesta. Agarro mi libro, pero pronto me doy cuenta que he leído el mismo párrafo tres veces mientras espero su respuesta. Levanto la mirada por enésima vez.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:57
Para: Santana López
Asunto: Cuidado, tú
Querida señora López:
No estoy segura de que yo te guste, sobre todo ahora.
Señorita Pierce
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Miro fijamente su respuesta y toda mi rabia se marchita y muere para ser reemplazada por un arranque de ansiedad.
Mierda.
¿Está diciendo que eso es todo?
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De: Santana López
Fecha: 27 de mayo de 2011 00:03
Para: Brittany Pierce
Asunto: Cuidado, tú
¿Por qué no me gustas?
Santana López
Presidenta de LópezEnterprises Holdings, Inc.
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Me levanto y abro otra botella de agua con gas.
Y espero.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 00:09
Para: Santana López
Asunto: Cuidado, tú
Porque nunca te quedas en casa.
Britt
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Seis palabras.
Seis pequeñas palabras que hacen que mi cuero cabelludo hormiguee.
Le dije que no duermo con nadie.
Pero hoy fue un gran día.
Se graduó de la universidad.
Ella dijo que sí.
Fuimos a través de todos esos límites suaves de los que ella no sabía nada. Follamos. Le azoté. Follamos otra vez.
Mierda.
Y antes de que pueda detenerme, agarro el boleto del garaje para mi auto, agarro una chaqueta, y estoy a la puerta.
Las carreteras están vacías y estoy en su casa veintitrés minutos más tarde.
Llamo despacio, y Fabray abre la puerta.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo aquí? —grita, sus ojos ardiendo con ira.
Vaya. No es el recibimiento que esperaba.
—He venido a ver a Britt.
—Bueno, ¡pues no puedes! —Fabray está con los brazos cruzados y las piernas apoyadas en la puerta, como una gárgola.
Intento razonar con ella.
—Pero tengo que verla. Ella me envió un correo electrónico. —¡Fuera de mi camino!
—¿Qué mierda le has hecho ahora?
—Eso es lo que necesito saber. —Aprieto los dientes.
—Desde que te conoció, pasa todo el día llorando.
—¿Qué? —No puedo aguantar su mierda más tiempo, e irrumpo pasándola.
—¡No puedes entrar aquí! —Fabray me sigue, gritando como una arpía, mientras avanzo rápido por el apartamento hacia la habitación de Britt.
Abro la puerta de Britt y enciendo la luz principal. Ella está acurrucada en su cama, envuelta en su edredón. Sus ojos están rojos e hinchados, y se entrecierran por la luz del techo. Su nariz está hinchada y con manchas.
He visto a mujeres en este estado muchas veces, sobre todo después de haberlas castigado. Pero estoy sorprendida por la inquietud que se apodera de mis entrañas.
—Dios mío, Britt. —Apago la luz principal, para que no tenga que entrecerrar los ojos y me siento en la cama junto a ella.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Ella está sollozando. Enciendo la luz de la mesilla.
—¿Quieres que eche a esta idiota de aquí? —ladra Quinn desde la puerta.
Vete a la mierda, Fabray.
Levantando una ceja, pretendo ignorarla.
Britt niega con la cabeza, pero sus ojos llorosos están en mí.
—Solo grita si me necesitas —le dice Quinn a Britt, como si fuera una niña—. López —chasquea, así que estoy obligado a mirarla—. Estás en mi lista negra, y estaré vigilándote. —Ella suena estridente, sus ojos brillando con furia, pero no me importa una mierda.
Afortunadamente se va, entorna la puerta, pero sin cerrarla del todo. Compruebo mi bolsillo interior y, una vez más, la señora Jones ha superado todas las expectativas; agarro el pañuelo y se lo doy a Britt.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué estás aquí? —Su voz es débil.
No lo sé.
Tú dijiste que no me gustabas.
—Parte de mi papel es cuidar de tus necesidades. Dijiste que querías que me quedase, así que aquí estoy. —Buen argumento ese, López—. Y te encuentro así. —No estabas así cuando me fui—. Estoy segura de que es mi culpa, pero no tengo ni idea de por qué. ¿Es porque te golpeé?
Ella lucha para sentarse y se estremece cuando lo hace.
—¿Tomaste algún Advil? —¿Cómo instruí?
Ella niega con la cabeza.
¿Cuándo harás lo que yo te digo?
Voy a encontrar a Fabray, que está en el sofá, furiosa.
—Britt tiene dolor de cabeza. ¿Tienen algún Advil?
Ella levanta las cejas, sorprendida, creo, por mi preocupación por su amiga. Ceñuda, se levanta y pisa fuerte en la cocina. Después de algún susurro a través de cajas, me da un par de pastillas y una taza de té con agua.
De vuelta en el dormitorio se las ofrezco a Britt y me siento en la cama.
—Toma esto.
Ella lo hace, sus ojos nublados por la aprensión.
—Háblame. Me dijiste que estabas bien. Nunca te hubiera dejado si pensara que estabas así. —Distraída, juguetea con un hilo suelto en su colcha—. Supongo que cuando dijiste que estabas bien, no lo estabas.
—Pensé que estaba bien —admite.
—Brittany, no puedes decirme lo que crees que quiero oír. Eso no es muy honesto. ¿Cómo puedo confiar en todo lo que me has dicho? —Esto no va a funcionar si no es honesta conmigo.
La idea es deprimente.
Háblame, Britt.
—¿Cómo te sentiste mientras te estaba golpeando, y después?
—No me gustó. Preferiría que no lo hicieras otra vez.
—No tenía que gustarte.
—¿Por qué te gusta a ti? —pregunta ella, y su voz es más fuerte.
Mierda. No puedo decirle por qué.
—¿De verdad quieres saber?
—Oh, confía en mí, estoy fascinada. —Ahora está siendo sarcástica.
—Cuidado —le advierto.
Ella palidece ante mi expresión.
—¿Vas a pegarme otra vez?
—No, no esta noche. —Creo que has tenido suficiente.
—Entonces… —Ella todavía quiere una respuesta.
—Me gusta el control que me da, Brittany. Quiero que te comportes de una manera en particular, y si no lo haces, te castigaré, y aprenderás a comportarte de la manera que quiero. Disfruto castigarte. He querido golpearte desde que me preguntaste si era gay.
Y yo no quiero que me pongas los ojos en blanco, o seas sarcástica.
—Así que no te gusta como soy. —Su voz es pequeña.
—Creo que eres encantadora tal como eres.
—¿Entonces por qué estás tratando de cambiarme?
—No quiero cambiarte. —Dios no lo quiera. Eres encantadora—. Me gustaría que fueras respetuosa y siguieras las reglas que te he dado y no me desafiaras. Sencillo. —Te quiero a salvo.
—Pero, ¿quieres castigarme?
—Sí.
—Eso es lo que no entiendo.
Suspiro.
—Es la forma en la que estoy hecha. Necesito controlarte. Necesito que te comportes de una manera determinada, y si no… —Mi mente se desvía. Lo encuentro excitante, Britt. Lo hiciste, también. ¿No puedes aceptar eso? Inclinarte sobre mi rodilla... sintiendo tu culo debajo de mi palma—. Me encanta ver tu hermosa y caliente piel de alabastro bajo mis manos. Me enciende. —Solo de pensarlo, mi cuerpo se mueve.
—Entonces, ¿no es el provocarme dolor?
Demonios.
—Un poco, para ver qué puedes tomar. —En realidad, es mucho, pero no quiero ir allí ahora mismo. Si le dijera, me echaría—. Pero esa no es la única razón. Es el hecho de que tú eres mía para hacerte lo que quiera, control absoluto sobre alguien más. Y me enciende. Muchísimo.
Debo prestarle un libro o dos para ser una sumisa.
—Mira, no me estoy explicando muy bien. Nunca lo he tenido que hacer antes. Realmente, no he pensado mucho sobre esto. Siempre he estado con personas de mi estilo. —Hago una pausa para comprobar que todavía está conmigo—. Y no has contestado a mi pregunta: ¿Cómo te sentiste después?
Ella parpadea.
—Confundida.
—Estabas excitada sexualmente, Brittany.
Tienes un monstruo interno, Britt. Lo sé.
Cerrando los ojos, la recuerdo, húmeda y esperando alrededor de mis dedos después de azotarla. Cuando los abro, ella está mirándome, sus pupilas dilatadas, los labios entreabiertos... su lengua humedeciendo su labio superior. Ella lo quiere también.
Mierda. No otra vez, López. No cuando ella está así.
—No me mires así —advierto, mi voz ronca.
Sus cejas se levantan por la sorpresa.
Sabes lo que quiero decir, Britt.
—Sabes que estás molesta. Al contrario de lo que cree tu compañera de cuarto, no soy una degenerada. Así que, ¿te sentiste confundida?
Ella permanece en silencio.
Jesús.
—No tienes ningún problema en ser honesta conmigo por escrito. Tus correos electrónicos siempre me dicen exactamente cómo te sientes. ¿Por qué no puedes hacer eso conversando? ¿Tanto te intimido?
Sus dedos juguetean con la colcha.
—Me cautivas, Santana. Me abrumas completamente. Me siento como un Ícaro, volando demasiado cerca del sol. —Su voz es tranquila, pero llena de emoción.
Su confesión me derriba como una patada en la cabeza.
—Bueno, creo que lo entendiste al revés —susurro.
—¿Qué cosas?
—Oh, Brittany, me has hechizado. ¿No es obvio?
Es por eso que estoy aquí.
Ella no está convencida.
Britt. Créeme.
—Todavía no contestaste mi pregunta. Escríbeme un correo electrónico, por favor. Pero en este momento, me gustaría dormir. ¿Me puedo quedar?
—¿Quieres quedarte?
—Tú me querías aquí.
—No has respondido a mi pregunta —insiste.
Mujer Imposible. Yo solo conduje como una loca para llegar aquí después de su puto mensaje. Ahí está tu respuesta.
Gruño que responderé por correo electrónico. No hablaré de esto. Esta conversación ha terminado.
Antes de que pueda cambiar de opinión y regresar al Heathman, me pongo de pie, vacío mis bolsillos, me quito los zapatos y los calcetines, y me quito los pantalones. Cuelgo la chaqueta sobre su silla y me subo a la cama.
—Acuéstate —gruño.
Ella cumple, y me apoyo en mi codo, mirándola.
—Si vas a llorar, llora delante de mí. Necesito saberlo.
—¿Quieres que llore?
—No particularmente. Solo quiero saber cómo te sientes. No quiero que te deslices a través de mis dedos. Apaga la luz. Es tarde, y ambas tenemos que trabajar mañana.
Ella lo hace.
—Acuéstese de lado, de espaldas a mí.
No quiero que me toques.
La cama se hunde mientras ella se mueve, y envuelvo mi brazo alrededor de ella y suavemente la empujo contra mí.
—Duerme, bella —murmuro, y respiro el aroma de su cabello.
Maldición, ella huele bien.
Sam está corriendo a través de la hierba.
Él se está riendo. Fuerte.
Estoy corriendo detrás él. Mi cara está sonriendo.
Voy a atraparlo.
Hay pequeños árboles que nos rodean.
Árboles pequeños cubriendo las manzanas.
Mami me permite agarrar las manzanas
.
Mami me permite comer las manzanas.
Pongo las manzanas en los bolsillos. En cada bolsillo.
Las escondo en mi suéter.
Las manzanas están buenas.
Las manzanas huelen bien.
Mamá hace pastel de manzana.
Tarta y helado de manzana.
Ellos hacen a mi barriguita sonreír.
Escondo las manzanas en mis zapatos. Y las escondo debajo de la almohada.
Hay un hombre. El abuelo Trev… Trev… yan.
Su nombre es difícil. Es difícil de decir en mi cabeza.
Él tiene otro nombre. The… o… dore.
Theodore es un nombre gracioso.
Los árboles pequeños son sus árboles.
En su casa. Donde él vive.
Él es el papá de mamá.
Él tiene una fuerte carcajada. Y grandes hombros.
Y ojos felices.
Él corre para alcanzarnos a Sam y a mí.
No puedes atraparme.
Sam corre. Él se ríe.
Corro. Lo alcanzo.
Y caemos en la hierba.
Él se está riendo.
Las manzanas brillan bajo el sol.
Y su sabor es tan bueno.
Yummy.
Y huelen tan bien.
Tan, tan bien.
Las manzanas caen.
Caen sobre mí.
Me giro y me golpeo la espalda. Hiriéndome.
Ouch.
Pero el olor sigue ahí, dulce y crujiente.
Britt.
Cuando abro los ojos, estoy envuelta a su alrededor, nuestras extremidades entrelazadas. Me está observando con una sonrisa tierna. Su rostro ya no está con manchas e hinchado; ella se ve radiante. Mi pechos está de acuerdo, y se endurecen en señal de saludo.
—Buenos días. —Estoy desorientada—. Dios, hasta mientras duermo me siento atraída por ti. —Estirándome, me desenredo a mí misma de ella y exploro mi entorno. Por supuesto, estamos en su dormitorio. Sus ojos brillan con ávida curiosidad mientras mis pechos se presionan contra ella—. Mmm, esto promete, pero creo que deberíamos esperar hasta el domingo. —Le acaricio justo debajo de la oreja con mi boca y me inclino en mi codo.
Ella se ve sonrojada. Cálida.
—Eres muy caliente —regaña.
—Tú no estás tan mal. —Sonrío y flexiono mis caderas, burlándome de ella con mi parte del cuerpo favorita. Ella trata de mirarme con desaprobación, pero falla miserablemente… está muy divertida. Inclinándome, la beso.
—¿Dormiste bien? —pregunto.
Ella asiente.
—Yo también.
Me sorprende. Tuve el sueño realmente bien. Le digo eso. Sin pesadillas. Solo sueños...
—¿Qué hora es? —pregunto.
—Las siete y media.
—¿Siete y media? ¡Mierda! —Salto de la cama y empiezo a arrastrarme en mis pantalones. Ella me mira vestirme, tratando de reprimir la risa.
—Eres una mala influencia para mí —me quejo—. Tengo una reunión. Tengo que irme… tengo que estar en Portland a las ocho. ¿Estás riéndote de mí?
—Sí —admite.
—Voy tarde. Y nunca voy tarde. Otra primera vez, señorita Pierce. —Tiro de mi chaqueta, me agacho y tomo su cabeza con las dos manos—. Domingo —susurro, y la beso. Agarro mi reloj, mi billetera y el dinero de su mesita de noche, recojo mis zapatos, y voy hacia la puerta—. Taylor vendrá y se encargará de tu escarabajo. Yo hablaba en serio. No lo conduzcas. Nos vemos en mi casa el domingo. Te enviaré un correo electrónico con la hora.
Dejándola un poco aturdida, me apresuro fuera del apartamento y hacia mi auto.
Me pongo los zapatos mientras estoy conduciendo. Una vez que están puestos, piso el acelerador y zigzagueo dentro y fuera del tráfico que se dirige a Portland. Voy a tener que conocer a los asociados de Eamon Fabray en mis Vaqueros. Afortunadamente, esta reunión es a través de WebEx.
—Hemos llegado, Sra. Lopez.
—Gracias —murmuro—. Tengo una reunión en la mañana.
—¿En el hotel?
—Sí. Una videoconferencia. No necesitaré que me lleves a ninguna parte. Pero, me gustaría irme antes del almuerzo.
—¿A qué hora le gustaría que empacara?
—A las diez treinta.
—Muy bien, señora. La Blackberry que pidió le será entregada a la señorita Pierce el día de mañana.
—Bien. Eso me recuerda, ¿puedes recoger el viejo Escarabajo mañana y disponer de él? No quiero que conduzca esa cosa.
—Claro. Tengo un amigo que restaura autos antiguos. Puede que le interese. Me haré cargo. ¿Algo más?
—No, gracias. Buenas noches.
Dejo a Taylor estacionando la camioneta y me abro paso hasta mi suite.
Abriendo una botella de agua con gas del refrigerador, me siento frente al escritorio y enciendo la computadora portátil.
Ningún correo electrónico urgente.
Pero mi propósito real es darle las buenas noches a Britt.
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De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:14
Para: Brittany Pierce
Asunto: Usted
Querida señorita Pierce:
Es sencillamente exquisita. La mujer más hermosa, inteligente, ingeniosa y valiente que he conocido jamás. Tómese un ibuprofeno (no es un mero consejo). Y no vuelva a coger el Escarabajo. Me enteraré.
Santana López
Presidenta de LópezEnterprises Holdings, Inc.
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Probablemente estará dormida, pero mantengo abierta la portátil por si acaso y reviso la bandeja de entrada. Unos cuantos minutos después, llega su respuesta.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:20
Para: Santana López
Asunto: Halagos
Querida señora López:
Con halagos no llegarás a ninguna parte, pero, como ya has estado en todas, da igual. Tendré que coger el Escarabajo para llevarlo a un concesionario y venderlo, de modo
que no voy hacer ni caso de la bobada que me propones. Prefiero el tinto al ibuprofeno.
Britt
P.D.: Para mí, los varazos están dentro de los límites INFRANQUEABLES.
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Su primera línea me hace reír en voz alta. Oh, bella, no he estado en todas contigo. ¿Vino tinto con champán? No es una mezcla inteligente, y los varazos están fuera de la lista. Me pregunto a qué más le pondrá objeciones mientras compongo mi respuesta.
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De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:26
Para: Brittany Pierce
Asunto: Las mujeres frustradas no saben aceptar cumplidos
Querida señorita Pierce:
No son halagos. Debería acostarse.
Acepto su incorporación a los límites infranqueables.
No beba demasiado.
Taylor se encargará de su coche y lo revenderá a buen precio.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
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Espero que ya esté en la cama.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:40
Para: Santana López
Asunto: ¿Será Taylor el hombre adecuado para esa tarea?
Querida señora:
Me asombra que te importe tan poco que tu mano derecha conduzca mi coche, pero sí que lo haga una mujer a la que te follas de vez en cuando. ¿Cómo sé yo que Taylor me va a conseguir el mejor precio por el coche? Siempre me he dicho, seguramente antes de conocerte, que estaba conduciendo una auténtica ganga.
Britt
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¿Qué demonios? ¿Una mujer a la que me follo de vez cuándo?
Tengo que tomar una profunda respiración. Su respuesta me fastidia… no, me enfurece. ¿Cómo se atreve a hablar de sí misma de esa manera? Como mi sumisa, ella será mucho más que eso. Seré devota a ella. ¿No se da cuenta de esto?
Y se ha llevado una gran ganga conmigo. ¡Bien, bien! Mira todas las concesiones que he hecho en lo que respecta al contrato.
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De: Santana López
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:44
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¡Cuidado!
Querida señorita Pierce:
Doy por sentada que es el TINTO lo que le hace hablar así, y que el día ha sido muy largo. Aunque me siento tentada de volver allí y asegurarme de que no se siente en una semana, en vez de una noche.
Taylor es ex militar y capaz de conducir lo que sea, desde una moto a un tanque Sherman. Su coche no supone peligro alguno para él.
Por favor, no diga que es «una mujer a la que me follo de vez en cuando», porque, la verdad, me ENFURECE, y le aseguro que no le gustaría verme enfadada.
Santana López
Presidenta de López Enterprises Holdings, Inc.
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Dejo salir el aire lentamente, estabilizando el ritmo de mi corazón. ¿Quién más en la tierra tiene la habilidad de meterse bajo mi piel de esta manera?
Ella no responde inmediatamente. Tal vez está intimidada por mi respuesta. Agarro mi libro, pero pronto me doy cuenta que he leído el mismo párrafo tres veces mientras espero su respuesta. Levanto la mirada por enésima vez.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 26 de mayo de 2011 23:57
Para: Santana López
Asunto: Cuidado, tú
Querida señora López:
No estoy segura de que yo te guste, sobre todo ahora.
Señorita Pierce
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Miro fijamente su respuesta y toda mi rabia se marchita y muere para ser reemplazada por un arranque de ansiedad.
Mierda.
¿Está diciendo que eso es todo?
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De: Santana López
Fecha: 27 de mayo de 2011 00:03
Para: Brittany Pierce
Asunto: Cuidado, tú
¿Por qué no me gustas?
Santana López
Presidenta de LópezEnterprises Holdings, Inc.
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Me levanto y abro otra botella de agua con gas.
Y espero.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 00:09
Para: Santana López
Asunto: Cuidado, tú
Porque nunca te quedas en casa.
Britt
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Seis palabras.
Seis pequeñas palabras que hacen que mi cuero cabelludo hormiguee.
Le dije que no duermo con nadie.
Pero hoy fue un gran día.
Se graduó de la universidad.
Ella dijo que sí.
Fuimos a través de todos esos límites suaves de los que ella no sabía nada. Follamos. Le azoté. Follamos otra vez.
Mierda.
Y antes de que pueda detenerme, agarro el boleto del garaje para mi auto, agarro una chaqueta, y estoy a la puerta.
Las carreteras están vacías y estoy en su casa veintitrés minutos más tarde.
Llamo despacio, y Fabray abre la puerta.
—¿Qué demonios crees que estás haciendo aquí? —grita, sus ojos ardiendo con ira.
Vaya. No es el recibimiento que esperaba.
—He venido a ver a Britt.
—Bueno, ¡pues no puedes! —Fabray está con los brazos cruzados y las piernas apoyadas en la puerta, como una gárgola.
Intento razonar con ella.
—Pero tengo que verla. Ella me envió un correo electrónico. —¡Fuera de mi camino!
—¿Qué mierda le has hecho ahora?
—Eso es lo que necesito saber. —Aprieto los dientes.
—Desde que te conoció, pasa todo el día llorando.
—¿Qué? —No puedo aguantar su mierda más tiempo, e irrumpo pasándola.
—¡No puedes entrar aquí! —Fabray me sigue, gritando como una arpía, mientras avanzo rápido por el apartamento hacia la habitación de Britt.
Abro la puerta de Britt y enciendo la luz principal. Ella está acurrucada en su cama, envuelta en su edredón. Sus ojos están rojos e hinchados, y se entrecierran por la luz del techo. Su nariz está hinchada y con manchas.
He visto a mujeres en este estado muchas veces, sobre todo después de haberlas castigado. Pero estoy sorprendida por la inquietud que se apodera de mis entrañas.
—Dios mío, Britt. —Apago la luz principal, para que no tenga que entrecerrar los ojos y me siento en la cama junto a ella.
—¿Qué estás haciendo aquí? —Ella está sollozando. Enciendo la luz de la mesilla.
—¿Quieres que eche a esta idiota de aquí? —ladra Quinn desde la puerta.
Vete a la mierda, Fabray.
Levantando una ceja, pretendo ignorarla.
Britt niega con la cabeza, pero sus ojos llorosos están en mí.
—Solo grita si me necesitas —le dice Quinn a Britt, como si fuera una niña—. López —chasquea, así que estoy obligado a mirarla—. Estás en mi lista negra, y estaré vigilándote. —Ella suena estridente, sus ojos brillando con furia, pero no me importa una mierda.
Afortunadamente se va, entorna la puerta, pero sin cerrarla del todo. Compruebo mi bolsillo interior y, una vez más, la señora Jones ha superado todas las expectativas; agarro el pañuelo y se lo doy a Britt.
—¿Qué pasa?
—¿Por qué estás aquí? —Su voz es débil.
No lo sé.
Tú dijiste que no me gustabas.
—Parte de mi papel es cuidar de tus necesidades. Dijiste que querías que me quedase, así que aquí estoy. —Buen argumento ese, López—. Y te encuentro así. —No estabas así cuando me fui—. Estoy segura de que es mi culpa, pero no tengo ni idea de por qué. ¿Es porque te golpeé?
Ella lucha para sentarse y se estremece cuando lo hace.
—¿Tomaste algún Advil? —¿Cómo instruí?
Ella niega con la cabeza.
¿Cuándo harás lo que yo te digo?
Voy a encontrar a Fabray, que está en el sofá, furiosa.
—Britt tiene dolor de cabeza. ¿Tienen algún Advil?
Ella levanta las cejas, sorprendida, creo, por mi preocupación por su amiga. Ceñuda, se levanta y pisa fuerte en la cocina. Después de algún susurro a través de cajas, me da un par de pastillas y una taza de té con agua.
De vuelta en el dormitorio se las ofrezco a Britt y me siento en la cama.
—Toma esto.
Ella lo hace, sus ojos nublados por la aprensión.
—Háblame. Me dijiste que estabas bien. Nunca te hubiera dejado si pensara que estabas así. —Distraída, juguetea con un hilo suelto en su colcha—. Supongo que cuando dijiste que estabas bien, no lo estabas.
—Pensé que estaba bien —admite.
—Brittany, no puedes decirme lo que crees que quiero oír. Eso no es muy honesto. ¿Cómo puedo confiar en todo lo que me has dicho? —Esto no va a funcionar si no es honesta conmigo.
La idea es deprimente.
Háblame, Britt.
—¿Cómo te sentiste mientras te estaba golpeando, y después?
—No me gustó. Preferiría que no lo hicieras otra vez.
—No tenía que gustarte.
—¿Por qué te gusta a ti? —pregunta ella, y su voz es más fuerte.
Mierda. No puedo decirle por qué.
—¿De verdad quieres saber?
—Oh, confía en mí, estoy fascinada. —Ahora está siendo sarcástica.
—Cuidado —le advierto.
Ella palidece ante mi expresión.
—¿Vas a pegarme otra vez?
—No, no esta noche. —Creo que has tenido suficiente.
—Entonces… —Ella todavía quiere una respuesta.
—Me gusta el control que me da, Brittany. Quiero que te comportes de una manera en particular, y si no lo haces, te castigaré, y aprenderás a comportarte de la manera que quiero. Disfruto castigarte. He querido golpearte desde que me preguntaste si era gay.
Y yo no quiero que me pongas los ojos en blanco, o seas sarcástica.
—Así que no te gusta como soy. —Su voz es pequeña.
—Creo que eres encantadora tal como eres.
—¿Entonces por qué estás tratando de cambiarme?
—No quiero cambiarte. —Dios no lo quiera. Eres encantadora—. Me gustaría que fueras respetuosa y siguieras las reglas que te he dado y no me desafiaras. Sencillo. —Te quiero a salvo.
—Pero, ¿quieres castigarme?
—Sí.
—Eso es lo que no entiendo.
Suspiro.
—Es la forma en la que estoy hecha. Necesito controlarte. Necesito que te comportes de una manera determinada, y si no… —Mi mente se desvía. Lo encuentro excitante, Britt. Lo hiciste, también. ¿No puedes aceptar eso? Inclinarte sobre mi rodilla... sintiendo tu culo debajo de mi palma—. Me encanta ver tu hermosa y caliente piel de alabastro bajo mis manos. Me enciende. —Solo de pensarlo, mi cuerpo se mueve.
—Entonces, ¿no es el provocarme dolor?
Demonios.
—Un poco, para ver qué puedes tomar. —En realidad, es mucho, pero no quiero ir allí ahora mismo. Si le dijera, me echaría—. Pero esa no es la única razón. Es el hecho de que tú eres mía para hacerte lo que quiera, control absoluto sobre alguien más. Y me enciende. Muchísimo.
Debo prestarle un libro o dos para ser una sumisa.
—Mira, no me estoy explicando muy bien. Nunca lo he tenido que hacer antes. Realmente, no he pensado mucho sobre esto. Siempre he estado con personas de mi estilo. —Hago una pausa para comprobar que todavía está conmigo—. Y no has contestado a mi pregunta: ¿Cómo te sentiste después?
Ella parpadea.
—Confundida.
—Estabas excitada sexualmente, Brittany.
Tienes un monstruo interno, Britt. Lo sé.
Cerrando los ojos, la recuerdo, húmeda y esperando alrededor de mis dedos después de azotarla. Cuando los abro, ella está mirándome, sus pupilas dilatadas, los labios entreabiertos... su lengua humedeciendo su labio superior. Ella lo quiere también.
Mierda. No otra vez, López. No cuando ella está así.
—No me mires así —advierto, mi voz ronca.
Sus cejas se levantan por la sorpresa.
Sabes lo que quiero decir, Britt.
—Sabes que estás molesta. Al contrario de lo que cree tu compañera de cuarto, no soy una degenerada. Así que, ¿te sentiste confundida?
Ella permanece en silencio.
Jesús.
—No tienes ningún problema en ser honesta conmigo por escrito. Tus correos electrónicos siempre me dicen exactamente cómo te sientes. ¿Por qué no puedes hacer eso conversando? ¿Tanto te intimido?
Sus dedos juguetean con la colcha.
—Me cautivas, Santana. Me abrumas completamente. Me siento como un Ícaro, volando demasiado cerca del sol. —Su voz es tranquila, pero llena de emoción.
Su confesión me derriba como una patada en la cabeza.
—Bueno, creo que lo entendiste al revés —susurro.
—¿Qué cosas?
—Oh, Brittany, me has hechizado. ¿No es obvio?
Es por eso que estoy aquí.
Ella no está convencida.
Britt. Créeme.
—Todavía no contestaste mi pregunta. Escríbeme un correo electrónico, por favor. Pero en este momento, me gustaría dormir. ¿Me puedo quedar?
—¿Quieres quedarte?
—Tú me querías aquí.
—No has respondido a mi pregunta —insiste.
Mujer Imposible. Yo solo conduje como una loca para llegar aquí después de su puto mensaje. Ahí está tu respuesta.
Gruño que responderé por correo electrónico. No hablaré de esto. Esta conversación ha terminado.
Antes de que pueda cambiar de opinión y regresar al Heathman, me pongo de pie, vacío mis bolsillos, me quito los zapatos y los calcetines, y me quito los pantalones. Cuelgo la chaqueta sobre su silla y me subo a la cama.
—Acuéstate —gruño.
Ella cumple, y me apoyo en mi codo, mirándola.
—Si vas a llorar, llora delante de mí. Necesito saberlo.
—¿Quieres que llore?
—No particularmente. Solo quiero saber cómo te sientes. No quiero que te deslices a través de mis dedos. Apaga la luz. Es tarde, y ambas tenemos que trabajar mañana.
Ella lo hace.
—Acuéstese de lado, de espaldas a mí.
No quiero que me toques.
La cama se hunde mientras ella se mueve, y envuelvo mi brazo alrededor de ella y suavemente la empujo contra mí.
—Duerme, bella —murmuro, y respiro el aroma de su cabello.
Maldición, ella huele bien.
Sam está corriendo a través de la hierba.
Él se está riendo. Fuerte.
Estoy corriendo detrás él. Mi cara está sonriendo.
Voy a atraparlo.
Hay pequeños árboles que nos rodean.
Árboles pequeños cubriendo las manzanas.
Mami me permite agarrar las manzanas
.
Mami me permite comer las manzanas.
Pongo las manzanas en los bolsillos. En cada bolsillo.
Las escondo en mi suéter.
Las manzanas están buenas.
Las manzanas huelen bien.
Mamá hace pastel de manzana.
Tarta y helado de manzana.
Ellos hacen a mi barriguita sonreír.
Escondo las manzanas en mis zapatos. Y las escondo debajo de la almohada.
Hay un hombre. El abuelo Trev… Trev… yan.
Su nombre es difícil. Es difícil de decir en mi cabeza.
Él tiene otro nombre. The… o… dore.
Theodore es un nombre gracioso.
Los árboles pequeños son sus árboles.
En su casa. Donde él vive.
Él es el papá de mamá.
Él tiene una fuerte carcajada. Y grandes hombros.
Y ojos felices.
Él corre para alcanzarnos a Sam y a mí.
No puedes atraparme.
Sam corre. Él se ríe.
Corro. Lo alcanzo.
Y caemos en la hierba.
Él se está riendo.
Las manzanas brillan bajo el sol.
Y su sabor es tan bueno.
Yummy.
Y huelen tan bien.
Tan, tan bien.
Las manzanas caen.
Caen sobre mí.
Me giro y me golpeo la espalda. Hiriéndome.
Ouch.
Pero el olor sigue ahí, dulce y crujiente.
Britt.
Cuando abro los ojos, estoy envuelta a su alrededor, nuestras extremidades entrelazadas. Me está observando con una sonrisa tierna. Su rostro ya no está con manchas e hinchado; ella se ve radiante. Mi pechos está de acuerdo, y se endurecen en señal de saludo.
—Buenos días. —Estoy desorientada—. Dios, hasta mientras duermo me siento atraída por ti. —Estirándome, me desenredo a mí misma de ella y exploro mi entorno. Por supuesto, estamos en su dormitorio. Sus ojos brillan con ávida curiosidad mientras mis pechos se presionan contra ella—. Mmm, esto promete, pero creo que deberíamos esperar hasta el domingo. —Le acaricio justo debajo de la oreja con mi boca y me inclino en mi codo.
Ella se ve sonrojada. Cálida.
—Eres muy caliente —regaña.
—Tú no estás tan mal. —Sonrío y flexiono mis caderas, burlándome de ella con mi parte del cuerpo favorita. Ella trata de mirarme con desaprobación, pero falla miserablemente… está muy divertida. Inclinándome, la beso.
—¿Dormiste bien? —pregunto.
Ella asiente.
—Yo también.
Me sorprende. Tuve el sueño realmente bien. Le digo eso. Sin pesadillas. Solo sueños...
—¿Qué hora es? —pregunto.
—Las siete y media.
—¿Siete y media? ¡Mierda! —Salto de la cama y empiezo a arrastrarme en mis pantalones. Ella me mira vestirme, tratando de reprimir la risa.
—Eres una mala influencia para mí —me quejo—. Tengo una reunión. Tengo que irme… tengo que estar en Portland a las ocho. ¿Estás riéndote de mí?
—Sí —admite.
—Voy tarde. Y nunca voy tarde. Otra primera vez, señorita Pierce. —Tiro de mi chaqueta, me agacho y tomo su cabeza con las dos manos—. Domingo —susurro, y la beso. Agarro mi reloj, mi billetera y el dinero de su mesita de noche, recojo mis zapatos, y voy hacia la puerta—. Taylor vendrá y se encargará de tu escarabajo. Yo hablaba en serio. No lo conduzcas. Nos vemos en mi casa el domingo. Te enviaré un correo electrónico con la hora.
Dejándola un poco aturdida, me apresuro fuera del apartamento y hacia mi auto.
Me pongo los zapatos mientras estoy conduciendo. Una vez que están puestos, piso el acelerador y zigzagueo dentro y fuera del tráfico que se dirige a Portland. Voy a tener que conocer a los asociados de Eamon Fabray en mis Vaqueros. Afortunadamente, esta reunión es a través de WebEx.
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Aquí esta mi comentario como te lo prometí ;) cada ves esta más interesante cuidate saludos...
Lucy LP**** - Mensajes : 168
Fecha de inscripción : 01/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
¿Durante el libro sale Elena? Es que en las 50 Sambras es la que mas me gusta y me gustaría vela más en esta parte. Me encanta como va, saludos. :)))
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
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Edad : 27
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
holap,...
definitivamente san encontro su talón de alquiles y su salvación jajajaj
definitivamente san encontro su talón de alquiles y su salvación jajajaj
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Lucy LP escribió:Aquí esta mi comentario como te lo prometí ;) cada ves esta más interesante cuidate saludos...
jajaja ya veo que cumples lo que dices hoy te vi ... estuvo muy buena tu expo se ve que tienes dominio escénico saludos y felicidades muy buena expo...
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
iFannyGleek escribió:¿Durante el libro sale Elena? Es que en las 50 Sambras es la que mas me gusta y me gustaría vela más en esta parte. Me encanta como va, saludos. :)))
si sale en algunas partes pero acá se entenderá mas o menos como era su relación vendrán cosas muy desconcertantes jejeje y gracias por leer y comentar Saluos
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
3:) escribió:holap,...
definitivamente san encontro su talón de alquiles y su salvación jajajaj
sip es que definitivamente están hechas la una para la otra
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
justo estaba cargando la nueva actualización chicas y ya no es www.gleelatino.com ahora es https://gleelatino.forosactivos.net/ cualquier cosa ingresen asi
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
https://gleelatino.forosactivos.net/
https://gleelatino.forosactivos.net/
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Entro a mi habitación en el Heathman y enciendo la portátil: ocho dos de la mañana. Mierda. No me he maquillado, pero aliso mi cabello y enderezo mi chaqueta, y espero que no se den cuenta que solo llevo una camiseta debajo.
¿A quién le importa una mierda, de todos modos?
Abro WebEx y Andrea está en línea, esperándome.
—Buenos días, señora López. El señor Fabray está retrasado, pero están listos para usted en Nueva York y aquí en Seattle.
—¿Fred y Barney? —Mis Picapiedra. Sonrío ante el pensamiento.
—Sí señora. Y Ros, también.
—Genial. Gracias. —Estoy sin aliento. Atrapo a Andrea mirándome perpleja y elijo ignorarla—. ¿Me puede pedir un panecillo tostado con crema de queso y salmón ahumado y un café, negro? Envíelo a mi suite lo antes posible.
—Sí, señora López. —Ella publica el enlace de la conferencia en la ventana—. Aquí tiene, señora —dice. Hago clic en el enlace, y entro.
—Buenos días. —Hay dos ejecutivos sentados en una mesa de conferencias en Nueva York, mirando expectantes a la cámara. Ros, Barney, y Fred están cada uno en ventanas separadas.
En los negocios, Fabray dice que quiere mejorar su red de medios con una conexión de fibra óptica de alta velocidad. GEH puede hacerlo por ellos, pero, ¿están hablando en serio sobre comprarlas? Es una gran inversión por delante, pero una gran ganancia en el futuro.
Mientras estamos hablando, una notificación de correo de Britt con un llamativo título flota en la esquina superior derecha de mi pantalla. Tan silenciosamente como puedo, doy clic sobre él.
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Fecha: 27 de mayo de 2011 08:05
Para: Santana Lòpez
Asunto: Asalto y agresión: efectos secundarios
Querida señora Lòpez:
Querías saber por qué me sentí confundida después de que me… ¿qué eufemismo utilizo: me dieras unos azotes, me castigaras, me pegaras, me agredieras? Pues bien, durante todo el inquietante episodio, me sentí humillada, degradada y ultrajada.
Y para mayor vergüenza, tienes razón, estaba excitada, y eso era algo que no esperaba. Como bien sabes, todo lo sexual es nuevo para mí.
Ojalá tuviera más experiencia y, en consecuencia, estuviera más preparada. Me extrañó que me excitara.
Lo que realmente me preocupó fue cómo me sentí después. Y eso es más difícil de explicar con palabras. Me hizo feliz que tú lo fueras. Me alivió que no fuera tan doloroso como había pensado que sería.
Y mientras estuve tumbada entre tus brazos, me sentí… plena. Pero esa sensación me incomoda mucho, incluso hace que me sienta culpable. No me encaja y, en consecuencia, me confunde. ¿Responde eso a tu pregunta?
Espero que el mundo de las fusiones y adquisiciones estés siendo tan estimulante como siempre, y que no hayas llegado demasiado tarde.
Gracias por quedarte conmigo.
Britt
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Fabray se une a la conversación, disculpándose por su retraso. Mientras las presentaciones son hechas y Fred habla sobre lo que GEH puede ofrecer, escribo mi respuesta a Britt. Espero que para aquellos del otro lado de la pantalla de la computadora se vea como que estoy tomando notas.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:24
Para: Brittany Pierce
Asunto: Libere su mente
Interesante, aunque el asunto del mensaje sea algo exagerado, señorita Pierce.
Respondiendo a su pregunta: yo diría «azotes», y eso es lo que fueron.
• ¿Así que se sintió humillada, degradada, injuriada y agredida? ¡Es tan Tess Durbeyfield…! Si no recuerdo mal, fue usted la que optó por la corrupción. ¿De verdad se siente así o cree que debería sentirse así? Son dos cosas muy distintas. Si es así como se siente, ¿cree que podría intentar abrazar esas sensaciones y digerirlas, por mí? Eso es lo que haría una sumisa.
• Agradezco su inexperiencia. La valoro, y estoy empezando a entender lo que significa. En pocas palabras: significa que es mía en todos los sentidos.
• Sí, estaba excitada, lo que a su vez me excitó a mí; no hay nada malo en eso.
• «Feliz» es un adjetivo que apenas alcanza a expresar lo que sentí. «Extasiada» se aproxima más.
• Los azotes de castigo duelen bastante más que los sensuales, así que nunca le dolerá más de eso, salvo, claro, que cometa alguna. Infracción importante, en cuyo caso me serviré de algún instrumento para castigarla. Luego me dolía mucho la mano. Pero me gusta.
• También yo me sentí plena, más de lo que jamás podrías imaginar.
• No malgaste sus energías con sentimientos de culpa y pecado. Somos mayores de edad y lo que hagamos a puerta cerrada es cosa nuestra. Debe liberar su mente y escuchar a su cuerpo.
• El mundo de las fusiones y adquisiciones no es ni mucho menos tan estimulante como usted, señorita Pierce
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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Su respuesta es casi inmediata.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:26
Para: Santana Lòpez
Asunto: Mayores de edad
¿No estás en una reunión?
Me alegro mucho de que te doliera la mano.
Y, si escuchara a mi cuerpo, ahora mismo estaría en Alaska.
Britt
P.D.: Me pensaré lo de abrazar esas sensaciones.
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¡Alaska! En serio, señorita Pierce. Me río conmigo misma y miro como si estuviera inmersa en la conversación en línea. Hay un golpe en mi puerta, y me disculpo por interrumpir la conferencia mientras dejo que el servicio a la habitación entre con mi desayuno. Señorita Ojos Oscuros me recompensa con una sonrisa coqueta mientras firmo el cheque.
Regresando a WebEx, encuentro a Fred informando a Fabray y a sus socios en qué tan exitosa ha sido esta tecnología por otra compañía cliente en la negociación futura.
—¿La tecnología me ayudará con el mercado futuro? —pregunta Fabray con una sonrisa sínica. Cuando le digo que Barney está trabajando duro para desarrollar una bola de cristal que prediga precios, todos tienen la gracia de reírse.
Mientras Fred discute una teorética línea del tiempo para la implementación e integración de la tecnología, le mando un correo a Britt.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:35
Para: Brittany Pierce
Asunto: No ha llamado a la poli
Señorita Pierce:
Ya que lo pregunta, estoy en una reunión, hablando del mercado de futuros…
Por si no lo recuerda, se acercó a mí sabiendo muy bien lo que iba a hacer.
En ningún momento me pidió que parara; no utilizó ninguna palabra de seguridad.
Es adulta; toma sus propias decisiones.
Sinceramente, espero con ilusión la próxima vez que se me caliente la mano.
Es evidente que no está escuchando a la parte correcta de su cuerpo. En Alaska hace mucho frío y no es un buen escondite. La encontraría.
Puedo rastrear su móvil, ¿recuerda? Váyase a trabajar.
Santana Lòpez
Presidenta de LòpezEnterprises Holdings, Inc.
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Fred está en plena plática cuando llega la respuesta de Britt.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:36
Para: Santana Lòpez
Asunto: Acosadora
¿Has buscado ayuda profesional para esa tendencia al acoso?
Britt
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:38
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¿Acosadora, yo?
Le pago al eminente doctor Flynn una pequeña fortuna para que se ocupe de mi tendencia al acoso y de las otras.
Vete a trabajar.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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¿Por qué no se ha ido a trabajar? Llegará tarde.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:40
Para: Santana Lòpez
Asunto: Charlatanes caros
Si me lo permites, te sugiero que busques una segunda opinión.
No estoy segura de que el doctor Flynn sea muy eficiente.
Señorita Pierce
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Maldición, está mujer es divertida… e intuitiva; Flynn me cobra una pequeña fortuna por sus consejos. Subrepticiamente, escribo mi respuesta.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:43
Para: Brittany Pierce
Asunto: Segundas opiniones
Te lo permita o no, no es asunto tuyo, pero el doctor Flynn es la segunda opinión.
Vas a tener que acelerar en tu coche nuevo y ponerte en peligro innecesariamente. Creo que eso va contra las normas.
VETE A TRABAJAR.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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Fabray me lanza una pregunta sobre una prueba a futuro. Le digo que recientemente adquirimos una compañía que es un jugador innovador dinámico en fibra óptica. No le dejo saber que tengo dudas sobre el Presidente, Lucas Woods. Se irá, de todos modos. Definitivamente voy a despedir a ese idiota, no importa lo que Ros diga.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:47
Para: Santana Lòpez
Asunto: MAYÚSCULAS CHILLONAS
Como soy el blanco de tu tendencia al acoso, creo que sí es asunto mío. No he firmado aún, así que las normas me la repampinflan. Y no entro hasta las nueve y media.
Señorita Pierce
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MAYÚSCULAS GRITONAS. Me encanta.
Le respondo:
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:49
Para: Brittany Pierce
Asunto: Lingüística descriptiva
¿«Repampinflan»? Dudo mucho que eso venga en el diccionario.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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—Podemos tener esta conversación fuera de línea —dice Ros a Fabray—. Ahora que tenemos una idea de sus necesidades y expectativas, prepararemos una propuesta detallada para usted y le buscaremos la siguiente semana para discutirla.
—Grandioso —digo, tratando de parecer interesada.
Hay asentimientos de acuerdo de parte de todos, y después despedidas.
—Gracias por darnos la oportunidad de cotizar esto, Eamon —escribo a Fabray.
—Suena como si ustedes supieran lo que necesitamos —dice—. Fue bueno verte ayer. Nos vemos.
Todos cuelgan, excepto Ros, quien me está mirando como si me hubieran crecido dos cabezas.
Un correo de Britt aparece en mi bandeja de entrada.
—Espera un momento, Ros. Necesito un minuto o dos. —La pongo en silencio.
Y leo.
Y río en voz alta.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:52
Para: Santana Lòpez
Asunto: Lingüística descriptiva
Sale después de «acosadora» y de «controladora obsesiva».
Y la lingüística descriptiva está dentro de mis límites infranqueables.
¿Me dejas en paz de una vez? Me gustaría irme a trabajar en mi coche nuevo.
Britt
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Escribo una rápida respuesta.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:56
Para: Brittany Pierce
Asunto: Mujeres difíciles pero divertidas
Me escuece la palma de la mano.
Conduzca con cuidado, señorita Pierce.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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Ros me está mirando cuando le quito el silencio.
—¿Qué demonios, Santana?
—¿Qué? —finjo inocencia.
—Tú sabes qué. No tengas una maldita reunión cuando obviamente no estás interesada.
—¿Era demasiado obvio?
—Sí.
—Joder.
—Sí. Joder. Este podría ser un contrato gigantesco para nosotros.
—Lo sé. Lo sé. Lo lamento. —Sonrío.
—No sé qué es lo que te está pasando últimamente. —Sacude su cabeza, pero puedo decir que está tratando de cubrir su asombro con exasperación.
—Es el aire de Portland.
—Bueno, entre más rápido regreses aquí, mejor.
—Regresaré a la hora del almuerzo, más o menos. Mientras tanto, pídele a Marco que investigue todas las casas editoriales en Seattle y vea si alguna de ellas está lo suficientemente desarrollada para una adquisición.
—¿Quieres incursionar en el mundo de las editoriales? —farfulla Ros—. No es un sector con alto potencial del crecimiento.
Probablemente ella tiene razón.
—Solo investiga. Eso es todo.
Suspira.
—Si insistes. ¿Estarás en contacto esta tarde? Podemos ponernos al día apropiadamente.
—Depende el tráfico.
—Anotaré una cita con Andrea.
—Genial. Adiós, por ahora.
Cierro WebEx, luego llamo a Andrea.
—Sra. López.
—Llame al Dra.Greene y consiga que vaya a mi apartamento el domingo, cerca del mediodía. Si no está disponible, encuentre una buena ginecóloga. La mejor.
—Sí, señora —dice—. ¿Algo más?
—Sí. ¿Cuál es el hombre de la compradora personal que uso en Neiman Marcus en el centro Bravern?
—Caroline Acton.
—Envíeme su número por mensaje de texto.
—De acuerdo.
—La veré en la tarde.
—Sí, señora.
Cuelgo.
Hasta ahora, ha sido una mañana interesante. No puedo recordar ningún intercambio de correos tan divertido, nunca. Miro la portátil, pero no hay nada nuevo. Britt debe estar en el trabajo.
Deslizo las manos por mi cabello.
Ros notó lo distraída que estuve durante esa conversación.
Mierda, López. Compórtate. .
Me devoro el desayuno, bebo algo de café frío y me dirijo a mi habitación para ducharme y cambiarme. Incluso cuando me estoy lavando el cabello, no puedo sacar a esa mujer de mi cabeza. Britt.
La maravillosa Britt.
La imagen de ella balanceándose arriba y abajo sobre mí me viene a la mente; ella sobre mi rodilla, el trasero rosa; ella, atada a la cama, la boca abierta por el éxtasis. Señor, esa mujer es sexy. Y, esta mañana, despertar a su lado no fue tan malo, y dormí bien… realmente bien.
Mayúsculas gritonas. Sus correos electrónicos me hacen reír. Son entretenidos. Ella es divertida. Nunca supe que me gustaba eso en una mujer. Necesitaré pensar en lo que haremos el domingo en mi cuarto de juegos… algo divertido, algo nuevo para ella.
Mientras me depilo, se me ocurre una idea y, tan pronto como me visto, regreso a mi portátil para buscar mi juguetería favorita. Necesito una fusta, de cuero marrón trenzado. Sonrío con suficiencia. Voy a hacer realidad los sueños de Britt.
Haciendo la orden, me pongo con correos del trabajo, energizado y productivo, hasta que Taylor me interrumpe.
—Buenos días, Taylor.
—Sra. López. —Asiente, mirándome con una expresión indescifrable y me doy cuenta que estoy sonriendo porque estoy pensando en los correos de ella una vez más.
La lingüística descriptiva está dentro de mis límites infranqueables.
—He tenido una buena mañana. —Me encuentro a mí misma explicándome.
—Me place escuchar eso, señora. Tengo la ropa de la señorita Pierce de la semana pasada.
—Empácala con mis cosas.
—De acuerdo.
—Gracias. —Lo observo caminar hacia mi habitación. Incluso Taylor está notando el efecto Brittany Pierce. Mi teléfono vibra: es un mensaje de texto de Sam.
Sam: ¿Sigues en Portland?
San: Sí, pero me voy pronto.
Sam: Regresaré luego. Voy a ayudar a las chicas a mudarse. Lástima que no puedas quedarte.
Nuestra primera CITA DOBLE desde que Britt te quitó la virginidad.
San: Vete a la mierda. Recogeré a Rachel.
Sam: Necesito detalles, hermana. Quinn no me dice nada.
San: Bien. Vete a la mierda. De nuevo.
—¿Señora López? —interrumpe Taylor una vez más, equipaje en mano—. El mensajero ha sido despachado con la Blackberry.
—Gracias.
Asiente y se va mientras yo escribo otro correo electrónico para la Señorita Pierce.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 11:15.
Para: Brittany Pierce
Asunto: BlackBerry PRESTADA
Quiero poder localizarte a todas horas y, como esta es la forma de comunicación con la que más te sinceras, he pensado que necesitabas una BlackBerry.
Santana Lòpez
Presidenta de LòpezEnterprises Holdings, Inc.
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Y, quizá, responderás este teléfono cuando te llame.
A las once treinta de la mañana, tengo otra conferencia con nuestro director de finanzas para discutir los asuntos de caridad de GEH para el próximo trimestre. Eso toma la mayor parte de una hora y cuando hemos acabado, me termino un almuerzo ligero mientras leo el resto de mi revista Forbes.
Mientras trago la última cucharada de ensalada, me doy cuenta que no tengo otra razón para quedarme en el hotel. Es hora de irme y, aun así, no tengo ganas. En lo profundo, sé que es porque no veré a Britt hasta el domingo, a menos que ella cambie de parecer.
Mierda. Espero que no.
Apartando ese pensamiento tan poco placentero, empiezo a empacar mis papeles en mi maletín y, cuando alcanzo mi portátil para guardarla, veo que hay un correo electrónico de Britt.
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De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:22
Para: Santana Lòpez
Asunto: Consumismo desenfrenado
Me parece que te hace falta llamar al doctor Flynn ahora mismo.
Tu tendencia al acoso se está descontrolando.
Estoy en el trabajo. Te mando un correo cuando llegue a casa.
Gracias por este otro cacharrito. No me equivocaba cuando te dije que eres una consumista compulsiva.
¿Por qué haces esto?
Britt
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¡Me está regañando! Le respondo inmediatamente.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:24
Para: Brittany Pierce
Asunto: Muy sagaz para ser tan joven
Una muy buena puntualización, como de costumbre, señorita Pierce.
El doctor Flynn está de vacaciones.
Y hago esto porque puedo.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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No responde de inmediato, así que empaco mi portátil. Agarrando mi maletín, me dirijo a la recepción para firmar la salida. Mientras espero por mi auto, Andrea me llama para decirme que encontró a la Dra. Greene y que irá al Escala el domingo.
—Bien.
—Pero el domingo solo atiende a exclusividades.
—De acuerdo. —¿A dónde va Andrea con esto?
—Hay una cosa, señora… la cita es costosa el domingo.
Descarto su preocupación.
—Andrea, lo que ella quiera, está bien.
—En ese caso, puede estar en su apartamento a la una treinta de la tarde el domingo.
—Genial. Adelante.
—Perfecto, Sra. López.
Una vez estoy en el auto, le envío a Britt un correo electrónico con los detalles sobre el domingo.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:40
Para: Brittany Pierce
Asunto: Domingo
¿Quedamos el domingo a la una?
La doctora te esperará en el Escala a la una y media.
Yo me voy a Seattle ahora.
Confío en que la mudanza vaya bien, y estoy deseando que llegue el domingo.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
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Correcto. Todo listo. Pongo el R8 en el camino y acelero hacia la quinta interestatal. Mientras paso por la salida de Vancouver, me siento inspirada. Llamo a Andrea por el manos libres y le pido que organice un regalo de bienvenida para Britt y Quinn.
—¿Qué le gustaría enviar?
—Un Bollinger La Grande Année Rosé, de 1999.
—Sí señora. ¿Algo más?
—¿A qué se refiere con ―algo más‖?
—¿Flores? ¿Chocolates? ¿Un globo?
—¿Un globo?
—Sí.
—¿Qué clase de globos?
—Bueno… tienen de todo.
—De acuerdo. Buena idea… vea si puede conseguir un globo con forma de helicóptero.
—Sí, señora. ¿Y un mensaje para la tarjeta?
—―Señoritas: buena suerte en su nuevo hogar. Santana López‖. ¿Escribió eso?
—Sí. ¿Cuál es la dirección?
Mierda. No lo sé.
—Se la enviaré por mensaje de texto más tarde o mañana. ¿Así está bien?
—Sí, señora. Puedo hacer que lo envíen mañana.
—Gracias, Andrea.
—De nada. —Suena sorprendida.
Cuelgo y acelero mi R8.
¿A quién le importa una mierda, de todos modos?
Abro WebEx y Andrea está en línea, esperándome.
—Buenos días, señora López. El señor Fabray está retrasado, pero están listos para usted en Nueva York y aquí en Seattle.
—¿Fred y Barney? —Mis Picapiedra. Sonrío ante el pensamiento.
—Sí señora. Y Ros, también.
—Genial. Gracias. —Estoy sin aliento. Atrapo a Andrea mirándome perpleja y elijo ignorarla—. ¿Me puede pedir un panecillo tostado con crema de queso y salmón ahumado y un café, negro? Envíelo a mi suite lo antes posible.
—Sí, señora López. —Ella publica el enlace de la conferencia en la ventana—. Aquí tiene, señora —dice. Hago clic en el enlace, y entro.
—Buenos días. —Hay dos ejecutivos sentados en una mesa de conferencias en Nueva York, mirando expectantes a la cámara. Ros, Barney, y Fred están cada uno en ventanas separadas.
En los negocios, Fabray dice que quiere mejorar su red de medios con una conexión de fibra óptica de alta velocidad. GEH puede hacerlo por ellos, pero, ¿están hablando en serio sobre comprarlas? Es una gran inversión por delante, pero una gran ganancia en el futuro.
Mientras estamos hablando, una notificación de correo de Britt con un llamativo título flota en la esquina superior derecha de mi pantalla. Tan silenciosamente como puedo, doy clic sobre él.
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Fecha: 27 de mayo de 2011 08:05
Para: Santana Lòpez
Asunto: Asalto y agresión: efectos secundarios
Querida señora Lòpez:
Querías saber por qué me sentí confundida después de que me… ¿qué eufemismo utilizo: me dieras unos azotes, me castigaras, me pegaras, me agredieras? Pues bien, durante todo el inquietante episodio, me sentí humillada, degradada y ultrajada.
Y para mayor vergüenza, tienes razón, estaba excitada, y eso era algo que no esperaba. Como bien sabes, todo lo sexual es nuevo para mí.
Ojalá tuviera más experiencia y, en consecuencia, estuviera más preparada. Me extrañó que me excitara.
Lo que realmente me preocupó fue cómo me sentí después. Y eso es más difícil de explicar con palabras. Me hizo feliz que tú lo fueras. Me alivió que no fuera tan doloroso como había pensado que sería.
Y mientras estuve tumbada entre tus brazos, me sentí… plena. Pero esa sensación me incomoda mucho, incluso hace que me sienta culpable. No me encaja y, en consecuencia, me confunde. ¿Responde eso a tu pregunta?
Espero que el mundo de las fusiones y adquisiciones estés siendo tan estimulante como siempre, y que no hayas llegado demasiado tarde.
Gracias por quedarte conmigo.
Britt
_______________________________________________________________________________________________________
Fabray se une a la conversación, disculpándose por su retraso. Mientras las presentaciones son hechas y Fred habla sobre lo que GEH puede ofrecer, escribo mi respuesta a Britt. Espero que para aquellos del otro lado de la pantalla de la computadora se vea como que estoy tomando notas.
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De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:24
Para: Brittany Pierce
Asunto: Libere su mente
Interesante, aunque el asunto del mensaje sea algo exagerado, señorita Pierce.
Respondiendo a su pregunta: yo diría «azotes», y eso es lo que fueron.
• ¿Así que se sintió humillada, degradada, injuriada y agredida? ¡Es tan Tess Durbeyfield…! Si no recuerdo mal, fue usted la que optó por la corrupción. ¿De verdad se siente así o cree que debería sentirse así? Son dos cosas muy distintas. Si es así como se siente, ¿cree que podría intentar abrazar esas sensaciones y digerirlas, por mí? Eso es lo que haría una sumisa.
• Agradezco su inexperiencia. La valoro, y estoy empezando a entender lo que significa. En pocas palabras: significa que es mía en todos los sentidos.
• Sí, estaba excitada, lo que a su vez me excitó a mí; no hay nada malo en eso.
• «Feliz» es un adjetivo que apenas alcanza a expresar lo que sentí. «Extasiada» se aproxima más.
• Los azotes de castigo duelen bastante más que los sensuales, así que nunca le dolerá más de eso, salvo, claro, que cometa alguna. Infracción importante, en cuyo caso me serviré de algún instrumento para castigarla. Luego me dolía mucho la mano. Pero me gusta.
• También yo me sentí plena, más de lo que jamás podrías imaginar.
• No malgaste sus energías con sentimientos de culpa y pecado. Somos mayores de edad y lo que hagamos a puerta cerrada es cosa nuestra. Debe liberar su mente y escuchar a su cuerpo.
• El mundo de las fusiones y adquisiciones no es ni mucho menos tan estimulante como usted, señorita Pierce
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
____________________________________________________________________________________________
Su respuesta es casi inmediata.
____________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:26
Para: Santana Lòpez
Asunto: Mayores de edad
¿No estás en una reunión?
Me alegro mucho de que te doliera la mano.
Y, si escuchara a mi cuerpo, ahora mismo estaría en Alaska.
Britt
P.D.: Me pensaré lo de abrazar esas sensaciones.
_____________________________________________________________________________________________________
¡Alaska! En serio, señorita Pierce. Me río conmigo misma y miro como si estuviera inmersa en la conversación en línea. Hay un golpe en mi puerta, y me disculpo por interrumpir la conferencia mientras dejo que el servicio a la habitación entre con mi desayuno. Señorita Ojos Oscuros me recompensa con una sonrisa coqueta mientras firmo el cheque.
Regresando a WebEx, encuentro a Fred informando a Fabray y a sus socios en qué tan exitosa ha sido esta tecnología por otra compañía cliente en la negociación futura.
—¿La tecnología me ayudará con el mercado futuro? —pregunta Fabray con una sonrisa sínica. Cuando le digo que Barney está trabajando duro para desarrollar una bola de cristal que prediga precios, todos tienen la gracia de reírse.
Mientras Fred discute una teorética línea del tiempo para la implementación e integración de la tecnología, le mando un correo a Britt.
___________________________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:35
Para: Brittany Pierce
Asunto: No ha llamado a la poli
Señorita Pierce:
Ya que lo pregunta, estoy en una reunión, hablando del mercado de futuros…
Por si no lo recuerda, se acercó a mí sabiendo muy bien lo que iba a hacer.
En ningún momento me pidió que parara; no utilizó ninguna palabra de seguridad.
Es adulta; toma sus propias decisiones.
Sinceramente, espero con ilusión la próxima vez que se me caliente la mano.
Es evidente que no está escuchando a la parte correcta de su cuerpo. En Alaska hace mucho frío y no es un buen escondite. La encontraría.
Puedo rastrear su móvil, ¿recuerda? Váyase a trabajar.
Santana Lòpez
Presidenta de LòpezEnterprises Holdings, Inc.
__________________________________________________________________________________________________
Fred está en plena plática cuando llega la respuesta de Britt.
___________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:36
Para: Santana Lòpez
Asunto: Acosadora
¿Has buscado ayuda profesional para esa tendencia al acoso?
Britt
_____________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:38
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¿Acosadora, yo?
Le pago al eminente doctor Flynn una pequeña fortuna para que se ocupe de mi tendencia al acoso y de las otras.
Vete a trabajar.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
______________________________________________________________________________________________________
¿Por qué no se ha ido a trabajar? Llegará tarde.
________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:40
Para: Santana Lòpez
Asunto: Charlatanes caros
Si me lo permites, te sugiero que busques una segunda opinión.
No estoy segura de que el doctor Flynn sea muy eficiente.
Señorita Pierce
_______________________________________________________________________________________________________
Maldición, está mujer es divertida… e intuitiva; Flynn me cobra una pequeña fortuna por sus consejos. Subrepticiamente, escribo mi respuesta.
_______________________________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:43
Para: Brittany Pierce
Asunto: Segundas opiniones
Te lo permita o no, no es asunto tuyo, pero el doctor Flynn es la segunda opinión.
Vas a tener que acelerar en tu coche nuevo y ponerte en peligro innecesariamente. Creo que eso va contra las normas.
VETE A TRABAJAR.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
_______________________________________________________________________________________________
Fabray me lanza una pregunta sobre una prueba a futuro. Le digo que recientemente adquirimos una compañía que es un jugador innovador dinámico en fibra óptica. No le dejo saber que tengo dudas sobre el Presidente, Lucas Woods. Se irá, de todos modos. Definitivamente voy a despedir a ese idiota, no importa lo que Ros diga.
____________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:47
Para: Santana Lòpez
Asunto: MAYÚSCULAS CHILLONAS
Como soy el blanco de tu tendencia al acoso, creo que sí es asunto mío. No he firmado aún, así que las normas me la repampinflan. Y no entro hasta las nueve y media.
Señorita Pierce
______________________________________________________________________________________________________
MAYÚSCULAS GRITONAS. Me encanta.
Le respondo:
__________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:49
Para: Brittany Pierce
Asunto: Lingüística descriptiva
¿«Repampinflan»? Dudo mucho que eso venga en el diccionario.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
____________________________________________________________________________________________________
—Podemos tener esta conversación fuera de línea —dice Ros a Fabray—. Ahora que tenemos una idea de sus necesidades y expectativas, prepararemos una propuesta detallada para usted y le buscaremos la siguiente semana para discutirla.
—Grandioso —digo, tratando de parecer interesada.
Hay asentimientos de acuerdo de parte de todos, y después despedidas.
—Gracias por darnos la oportunidad de cotizar esto, Eamon —escribo a Fabray.
—Suena como si ustedes supieran lo que necesitamos —dice—. Fue bueno verte ayer. Nos vemos.
Todos cuelgan, excepto Ros, quien me está mirando como si me hubieran crecido dos cabezas.
Un correo de Britt aparece en mi bandeja de entrada.
—Espera un momento, Ros. Necesito un minuto o dos. —La pongo en silencio.
Y leo.
Y río en voz alta.
________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:52
Para: Santana Lòpez
Asunto: Lingüística descriptiva
Sale después de «acosadora» y de «controladora obsesiva».
Y la lingüística descriptiva está dentro de mis límites infranqueables.
¿Me dejas en paz de una vez? Me gustaría irme a trabajar en mi coche nuevo.
Britt
_________________________________________________________________________
Escribo una rápida respuesta.
___________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 08:56
Para: Brittany Pierce
Asunto: Mujeres difíciles pero divertidas
Me escuece la palma de la mano.
Conduzca con cuidado, señorita Pierce.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
_______________________________________________________________________________________________________
Ros me está mirando cuando le quito el silencio.
—¿Qué demonios, Santana?
—¿Qué? —finjo inocencia.
—Tú sabes qué. No tengas una maldita reunión cuando obviamente no estás interesada.
—¿Era demasiado obvio?
—Sí.
—Joder.
—Sí. Joder. Este podría ser un contrato gigantesco para nosotros.
—Lo sé. Lo sé. Lo lamento. —Sonrío.
—No sé qué es lo que te está pasando últimamente. —Sacude su cabeza, pero puedo decir que está tratando de cubrir su asombro con exasperación.
—Es el aire de Portland.
—Bueno, entre más rápido regreses aquí, mejor.
—Regresaré a la hora del almuerzo, más o menos. Mientras tanto, pídele a Marco que investigue todas las casas editoriales en Seattle y vea si alguna de ellas está lo suficientemente desarrollada para una adquisición.
—¿Quieres incursionar en el mundo de las editoriales? —farfulla Ros—. No es un sector con alto potencial del crecimiento.
Probablemente ella tiene razón.
—Solo investiga. Eso es todo.
Suspira.
—Si insistes. ¿Estarás en contacto esta tarde? Podemos ponernos al día apropiadamente.
—Depende el tráfico.
—Anotaré una cita con Andrea.
—Genial. Adiós, por ahora.
Cierro WebEx, luego llamo a Andrea.
—Sra. López.
—Llame al Dra.Greene y consiga que vaya a mi apartamento el domingo, cerca del mediodía. Si no está disponible, encuentre una buena ginecóloga. La mejor.
—Sí, señora —dice—. ¿Algo más?
—Sí. ¿Cuál es el hombre de la compradora personal que uso en Neiman Marcus en el centro Bravern?
—Caroline Acton.
—Envíeme su número por mensaje de texto.
—De acuerdo.
—La veré en la tarde.
—Sí, señora.
Cuelgo.
Hasta ahora, ha sido una mañana interesante. No puedo recordar ningún intercambio de correos tan divertido, nunca. Miro la portátil, pero no hay nada nuevo. Britt debe estar en el trabajo.
Deslizo las manos por mi cabello.
Ros notó lo distraída que estuve durante esa conversación.
Mierda, López. Compórtate. .
Me devoro el desayuno, bebo algo de café frío y me dirijo a mi habitación para ducharme y cambiarme. Incluso cuando me estoy lavando el cabello, no puedo sacar a esa mujer de mi cabeza. Britt.
La maravillosa Britt.
La imagen de ella balanceándose arriba y abajo sobre mí me viene a la mente; ella sobre mi rodilla, el trasero rosa; ella, atada a la cama, la boca abierta por el éxtasis. Señor, esa mujer es sexy. Y, esta mañana, despertar a su lado no fue tan malo, y dormí bien… realmente bien.
Mayúsculas gritonas. Sus correos electrónicos me hacen reír. Son entretenidos. Ella es divertida. Nunca supe que me gustaba eso en una mujer. Necesitaré pensar en lo que haremos el domingo en mi cuarto de juegos… algo divertido, algo nuevo para ella.
Mientras me depilo, se me ocurre una idea y, tan pronto como me visto, regreso a mi portátil para buscar mi juguetería favorita. Necesito una fusta, de cuero marrón trenzado. Sonrío con suficiencia. Voy a hacer realidad los sueños de Britt.
Haciendo la orden, me pongo con correos del trabajo, energizado y productivo, hasta que Taylor me interrumpe.
—Buenos días, Taylor.
—Sra. López. —Asiente, mirándome con una expresión indescifrable y me doy cuenta que estoy sonriendo porque estoy pensando en los correos de ella una vez más.
La lingüística descriptiva está dentro de mis límites infranqueables.
—He tenido una buena mañana. —Me encuentro a mí misma explicándome.
—Me place escuchar eso, señora. Tengo la ropa de la señorita Pierce de la semana pasada.
—Empácala con mis cosas.
—De acuerdo.
—Gracias. —Lo observo caminar hacia mi habitación. Incluso Taylor está notando el efecto Brittany Pierce. Mi teléfono vibra: es un mensaje de texto de Sam.
Sam: ¿Sigues en Portland?
San: Sí, pero me voy pronto.
Sam: Regresaré luego. Voy a ayudar a las chicas a mudarse. Lástima que no puedas quedarte.
Nuestra primera CITA DOBLE desde que Britt te quitó la virginidad.
San: Vete a la mierda. Recogeré a Rachel.
Sam: Necesito detalles, hermana. Quinn no me dice nada.
San: Bien. Vete a la mierda. De nuevo.
—¿Señora López? —interrumpe Taylor una vez más, equipaje en mano—. El mensajero ha sido despachado con la Blackberry.
—Gracias.
Asiente y se va mientras yo escribo otro correo electrónico para la Señorita Pierce.
_________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 11:15.
Para: Brittany Pierce
Asunto: BlackBerry PRESTADA
Quiero poder localizarte a todas horas y, como esta es la forma de comunicación con la que más te sinceras, he pensado que necesitabas una BlackBerry.
Santana Lòpez
Presidenta de LòpezEnterprises Holdings, Inc.
____________________________________________________________________________________
Y, quizá, responderás este teléfono cuando te llame.
A las once treinta de la mañana, tengo otra conferencia con nuestro director de finanzas para discutir los asuntos de caridad de GEH para el próximo trimestre. Eso toma la mayor parte de una hora y cuando hemos acabado, me termino un almuerzo ligero mientras leo el resto de mi revista Forbes.
Mientras trago la última cucharada de ensalada, me doy cuenta que no tengo otra razón para quedarme en el hotel. Es hora de irme y, aun así, no tengo ganas. En lo profundo, sé que es porque no veré a Britt hasta el domingo, a menos que ella cambie de parecer.
Mierda. Espero que no.
Apartando ese pensamiento tan poco placentero, empiezo a empacar mis papeles en mi maletín y, cuando alcanzo mi portátil para guardarla, veo que hay un correo electrónico de Britt.
________________________________________________________________________________________________
De: Brittany Pierce
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:22
Para: Santana Lòpez
Asunto: Consumismo desenfrenado
Me parece que te hace falta llamar al doctor Flynn ahora mismo.
Tu tendencia al acoso se está descontrolando.
Estoy en el trabajo. Te mando un correo cuando llegue a casa.
Gracias por este otro cacharrito. No me equivocaba cuando te dije que eres una consumista compulsiva.
¿Por qué haces esto?
Britt
_____________________________________________________________________________
¡Me está regañando! Le respondo inmediatamente.
________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:24
Para: Brittany Pierce
Asunto: Muy sagaz para ser tan joven
Una muy buena puntualización, como de costumbre, señorita Pierce.
El doctor Flynn está de vacaciones.
Y hago esto porque puedo.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
____________________________________________________________________________________________________
No responde de inmediato, así que empaco mi portátil. Agarrando mi maletín, me dirijo a la recepción para firmar la salida. Mientras espero por mi auto, Andrea me llama para decirme que encontró a la Dra. Greene y que irá al Escala el domingo.
—Bien.
—Pero el domingo solo atiende a exclusividades.
—De acuerdo. —¿A dónde va Andrea con esto?
—Hay una cosa, señora… la cita es costosa el domingo.
Descarto su preocupación.
—Andrea, lo que ella quiera, está bien.
—En ese caso, puede estar en su apartamento a la una treinta de la tarde el domingo.
—Genial. Adelante.
—Perfecto, Sra. López.
Una vez estoy en el auto, le envío a Britt un correo electrónico con los detalles sobre el domingo.
______________________________________________________________________________________
De: Santana Lòpez
Fecha: 27 de mayo de 2011 13:40
Para: Brittany Pierce
Asunto: Domingo
¿Quedamos el domingo a la una?
La doctora te esperará en el Escala a la una y media.
Yo me voy a Seattle ahora.
Confío en que la mudanza vaya bien, y estoy deseando que llegue el domingo.
Santana Lòpez
Presidenta de Lòpez Enterprises Holdings, Inc.
________________________________________________________________________________________________
Correcto. Todo listo. Pongo el R8 en el camino y acelero hacia la quinta interestatal. Mientras paso por la salida de Vancouver, me siento inspirada. Llamo a Andrea por el manos libres y le pido que organice un regalo de bienvenida para Britt y Quinn.
—¿Qué le gustaría enviar?
—Un Bollinger La Grande Année Rosé, de 1999.
—Sí señora. ¿Algo más?
—¿A qué se refiere con ―algo más‖?
—¿Flores? ¿Chocolates? ¿Un globo?
—¿Un globo?
—Sí.
—¿Qué clase de globos?
—Bueno… tienen de todo.
—De acuerdo. Buena idea… vea si puede conseguir un globo con forma de helicóptero.
—Sí, señora. ¿Y un mensaje para la tarjeta?
—―Señoritas: buena suerte en su nuevo hogar. Santana López‖. ¿Escribió eso?
—Sí. ¿Cuál es la dirección?
Mierda. No lo sé.
—Se la enviaré por mensaje de texto más tarde o mañana. ¿Así está bien?
—Sí, señora. Puedo hacer que lo envíen mañana.
—Gracias, Andrea.
—De nada. —Suena sorprendida.
Cuelgo y acelero mi R8.
MAYLU* - Mensajes : 41
Fecha de inscripción : 29/07/2015
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Me gusta, y ya quiero leer las cosas reveladoras de Elena y San.
Hasta la próxima, saludos
Hasta la próxima, saludos
iFannyGleek****** - Mensajes : 335
Fecha de inscripción : 03/10/2013
Edad : 27
Re: Fanfic Brittana-ST Ella Santana 50 sombras de Lopez #4
Quiero domingo ya!!!! ;)
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Página 3 de 3. • 1, 2, 3
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