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(Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por 3:) Dom Mayo 22, 2016 3:12 pm

hola mar,..

ya se sabe la reacción del padre de britt entorno a su relación con marley y sobre todo el bebe!!
sinceramente san necesita a alguien que la quiera y sobre todo que la llegue a amar aunque sea un poquito,...
pero su esperanza que britt la llegue a amar.. es mas fuerte que ya cayeron la monotonía del sexo, celos y sobretodo "lo siento!,.. a ver cuanto puede aguantar a eso,.. y mas sabiendo que lo sabe jack,..

nos vemos!!!
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 22, 2016 8:36 pm

24
Brittany


Seis años antes…
—¿Por qué es todo amarillo?
Mi padre está de pie en la puerta de la habitación de Marley, mirando las pocas cosas que hemos recogido en los meses transcurridos desde que sabe del embarazo. —Parece que un pájaro vomitó aquí.
Marley se ríe. Se encuentra de pie en el espejo del baño, poniéndole
los toques finales a su maquillaje. He estado sobre su cama,
mirándola.
—No queremos saber si es niño o una niña, por lo que estamos comprando
colores neutrales sin género.
Marley responde la pregunta de mi papá como si fuera una más de tantas,
pero ambas sabemos que es la primera. Él no ha preguntado por el
embarazo. No pregunta por nuestros planes. Por lo general, sale
de la habitación si Marley y yo nos encontramos allí.
Lisa no es muy diferente. Ella no está más allá del punto de
desilusión o tristeza todavía, así que no la presionamos. Tomará
tiempo, así que Marley y yo se lo estamos dando.
En este momento, Marley sólo me tiene a mí para hablar sobre el bebé, y
yo sólo la tengo a ella, y aunque eso parece muy poco, es
más que suficiente para ambas.
—¿Cuánto tiempo durará la ceremonia? —pregunta mi papá.
—No más de dos horas —le digo.
Él dice que deberíamos irnos.
Le digo que en cuanto Marley esté lista, podemos irnos. Marley dice que está lista.
Nos vamos.
—Felicitaciones —le digo a Marley.
—Felicitaciones —me dice.
Las dos nos graduamos hace tres horas. Ahora estamos sentadas sobre mí
cama, pensando en nuestro próximo paso. O al menos yo, de todos modos.
—Vamos a vivir juntas —le digo.
Ella se ríe. —Ya vivimos juntos, Britt —señala.
Niego con la cabeza. —Sabes lo que me refiero. Sé que ya tenemos planes para después de empezar la universidad en Agosto, pero creo que deberíamos hacerlo ahora. Se levanta sobre un codo y me mira, probablemente intentando leer mi expresión para ver si lo que digo es en serio.
—¿Cómo? ¿A dónde iremos?
Me estiro hacia mi mesita de noche y abro el cajón de arriba. Saco la carta y se la entrego.
Ella empieza a leer en voz alta.
Estimada Srita. Piercer,
Me mira, y sus ojos se abren.
Felicitaciones por su registro de verano. Nos complace informarle que su solicitud de vivienda familiar ha sido procesada y aprobada.
Marley sonríe.
Adjunto encontrará un sobre de retorno y los trámites finales que tendrán que ser devueltos por el matasellos en fecha.
Marley ve el sobre y rápidamente le da un vistazo a
la documentación adjunta. Luego vuelve a girarla.
Esperamos con interés recibir los formularios completados. Nuestro Contacto con la información se encuentra debajo en caso de que tenga alguna pregunta.
Atentamente,
Paige Donahue, Registrador


Marley cubre su sonrisa con la mano y pone la carta
a un lado, luego se inclina hacia adelante y me abraza.
—¿Tenemos que mudarnos ahora? —dice.
Me encanta cómo la emoción evidente arropa en su voz. Le digo que sí. Marley se alivia. Ella sabe tan bien como yo cómo de torpes las próximas semanas habrían sido en la misma casa que nuestros padres.
—¿Le has preguntado ya a tu padre?
Le digo que se olvida que somos adultas ahora. Ya no tenemos que pedirles permiso. Sólo tenemos que informarlo. Marley dice que quiere informales en este momento. Tomo la mano de Marley, y caminos juntas a la sala de estar y le informamos a nuestros padres que nos mudamos. Juntas.

25
SANTANA


Han pasado un par de semanas desde que Jake se enteró. No lo ha
aceptado, y aún no le ha hablado a Britt, pero está comenzando a
adaptarse. Sabe dónde he estado las noches que me voy sin explicación
alguna, sólo para volver unas cuantas horas después. No hace preguntas.
Con respecto a las cosas con Britt, soy yo la que me estoy
adaptando He tenido que adaptarme a sus reglas, porque no hay forma
que Britt vaya a romperlas. He aprendido a dejar de intentar entenderla, y
dejar de permitir que las cosas se vuelvan muy tensas entre nosotras.
Hacemos exactamente lo que acordamos hacer en el comienzo, lo cual era
tener sexo.
Mucho sexo.
Sexo en la ducha. Sexo en la habitación. Sexo en el suelo. Sexo en la
mesa de la cocina. Sigo sin haber pasado la noche con ella, y a veces aún duele cuán cerrado se vuelve justo después que termina, pero aún no he descubierto
una forma de decirle que no. Sé que quiero más de lo que me está dando, y ella quiere mucho menos de lo que quiero darle, pero por ahora, ambas estamos tomando lo que podemos. Intento no pensar en qué pasará el día que ya no lo pueda aguantar. Trato de no pensar en todas las cosas que estoy sacrificando al
tener esta relación con ella. Trato de no pensar en todo eso, pero los pensamientos me invaden.
Cada noche, cuando me acuesto, pienso en ello. Cada vez que estoy en la
ducha, pienso en ello. Cuando estoy en clases, en la sala de estar, en la
cocina, en el trabajo… pienso en qué va a pasar cuando, finalmente, uno
de nosotras entre en juicio.
—¿Marie es un apodo para algo más? —me pregunta Britt.
Nos encontramos en su cama. Acaba de llegar a casa después de
cuatro días en el trabajo, y a pesar de que se supone que nuestro acuerdo
es todo sobre sexo, aún estamos completamente vestidas. No estamos
besándonos. Simplemente yace acostada junto a mí, haciéndome
preguntas personales acerca de mi nombre, y me encanta más que
cualquier otra que hemos pasado juntas.
Es la primera vez que me ha hecho una pregunta semi-personal. Y
odio que me llene de tanta esperanza, cuando lo único que hizo fue
preguntarme si San era un apodo.
—Marie es mi segundo nombre —respondo—. Era el nombre de
soltera de mi abuela.
— Santana Marie López —dice, haciéndole el amor a mi nombre con
su voz. Mi nombre nunca ha sonado tan hermoso como acaba de hacerlo
ahora, saliendo de su boca—. Es casi el doble de sílabas que tiene mi
nombre —dice—. Son un montón de sílabas.
—¿Cuál es tu segundo nombre?
—Susan —dice—. Sin embargo, la gente siempre lo menosprecia y
dice “S.”. Es irritante.
—Brittany Susan Pierce —digo—. Es un nombre poderoso.
Britt se levanta, apoyándose sobre su codo, y me mira con una
expresión llena de paz. Pone mi cabello detrás de mí oreja mientras sus
ojos recorren mi rostro. —¿Pasó algo interesante esta semana mientras
trabajaba, Santana Marie Lopez? —Hay diversión en su voz. Una con la
que no estoy familiarizada, pero me gusta. Me gusta mucho.
—En realidad, no, Brittany Susan Piercer —respondo, sonriendo—.
Trabajé un montón de horas extras.
—¿Todavía te gusta tu trabajo? —Sus dedos acarician mi rostro,
deslizándose a lo largo de mis labios, bajando por mi cuello.
—Me gusta —digo—. ¿Te gusta ser capitana? —Sólo le devuelvo
versiones de sus propias preguntas. Creo que es seguro de esa manera,
porque sé que solamente dará lo que está dispuesta a recibir.
Britt sigue su mano con sus ojos, mientras desabrocha el primer
botón de mi camisa. —Amo mi trabajo, San. —Sus dedos pasan al
segundo botón de mi camisa—. Es sólo que no me gusta irme demasiado
tiempo, especialmente sabiendo que estás justo cruzando el pasillo de
donde vivo. Me hace querer estar en casa todo el tiempo.
Intento contenerlo, pero no puedo. Sus palabras me hacen jadear, a
pesar que, probablemente, haya sido el jadeo más silencioso que alguna
vez pasará por los labios de alguien.
Pero se da cuenta.
Sus ojos encuentran los míos en un destello, y puedo verla querer
retractarse. Quiere retirar lo que acaba de decir, porque había esperanza
en aquellas palabras. Britt no dice cosas como esa. Sé que está a punto de
disculparse. Va a recordarme que no puede amarme, que no tenía la
intención de darme ese indicio de falsas esperanzas.
No te retractes, Britt. Por favor, déjame guardarme eso.
Nuestras miradas permanecen juntas por varios segundos. Continúo
mirándola, esperando a que se retracte. Sus ojos aún siguen en el segundo
botón de mi camisa, pero ya no tienen la intención de desabrocharlo.
Se centra en mi boca, luego en mis ojos de nuevo, luego de vuelta en
mi boca. —San —susurra. Dice mi nombre tan suavemente que no estoy
segura de si su boca incluso se mueve. No tengo tiempo para responder.
Sus manos abandonan el botón de mi camisa y se deslizan a través de mi
cabello al mismo momento que sus labios chocan salvajemente con los
míos. Desplaza su cuerpo sobre mí, y su beso se vuelve instantáneamente
intenso. Profundo. Dominante. Su beso está lleno de algo que nunca había
estado ahí antes. Lleno de sentimiento. Lleno de esperanza.
Hasta este momento, creía que un beso era un beso y ya. No tenía
idea que los besos pudieran significar cosas diferentes y sentirse
completamente distinto a cualquier otro. En el pasado, siempre había
sentido pasión, deseo y lujuria… pero esta vez, es diferente.
Este beso es una Britt diferente, y sé en mi corazón que es
la verdadera Britt. La Britt que solía ser. La Britt por la cual no tengo
permitido preguntar.
Sale de mi cuando termina. Miro fijamente el techo. Mi cabeza está llena de muchísimas preguntas. Mi corazón repleto de confusión. Esto entre nosotras nunca ha sido fácil. Uno pensaría que limitarse a sólo tener sexo sería la cosa más simple del mundo, pero me hace cuestionar cada movimiento y cada palabra que sale de mi boca. Me encuentro analizando cada mirada que me da.
Ni siquiera sé qué movimiento se supone que debo hacer. ¿Me quedo
acostada aquí hasta que me pida que me vaya? Nunca me he quedado con
ella antes. ¿Me doy la vuelta y la envuelvo con mis brazos, esperando que me
abrace de vuelta hasta que nos durmamos? Estoy muy asustada de que
me rechace.
Soy estúpida.
Soy una estúpida, estúpida chica.
¿Por qué para mi esto no puede tratarse simplemente de sexo,
también? ¿Por qué no puedo venir aquí, darle lo que quiere, conseguir lo
que quiero, e irme? Ruedo hacia mi lado y me pongo lentamente de pie. Me agacho para coger mi ropa, luego me paro y me visto. Me está observando, pero
permanece en silencio. Evito mirarla hasta que estoy vestida por completo y poniéndome los zapatos. Por mucho que quiera acostarme en la cama con ella, camino hacia la puerta. No me volteo cuando digo—: Nos vemos mañana, Britt.
Camino hacia la puerta principal. No habla. No me dice que me verá
mañana, y no se despide. Espero que su silencio sea una prueba que no le gusta cómo se siente ser de la que se alejan. Abro la puerta y atravieso el pasillo, entrando a mi departamento. Jake está sentado en el sillón, viendo televisión. Levanta la mirada hacia la puerta cuando me escucha entrar, luego me lanza una altiva mirada de desaprobación.
—Relájate —digo cuando entro. Me quito los zapatos junto a la
puerta—. Tendrás que superarlo pronto.
Lo veo sacudir su cabeza, pero lo ignoro y camino hacia mi
habitación.
—Te follaba a mis espaldas, mintiéndome —dice Jake—. No es algo
que vaya a superar.
Me giro hacia la sala de estar y veo que Jake me está observando.
—¿Esperabas que fuera honesta contigo? Dios mío, Jake. Sacaste a
patadas a Noah de tu departamento por mirarme de la manera
equivocada.
Jake se pone de pie, ahora enfadado. —¡Exactamente! —grita—.
¡Pensé que Britt te protegía de Noah, cuando en realidad dejaba en claro
que le pertenecías! ¡Es una maldita hipócrita, y estaré enfadado con ella por
todo el tiempo que quiera estar enfadado con ella, así que tú supéralo!
Me río, porque Jake no tiene derecho a señalar a nadie por sus
problemas. —¿Qué es tan divertido, San? —chasquea.
Vuelvo a la sala de estar y me paro directamente frente a él. —Britt
no ha sido nada más que honestaa conmigo acerca de lo que quiere. Ni una
sola vez me ha llenado de mierda. Soy la única chica con la que ha estado
en seis años, ¿y vas a llamarla a ella hipócrita? —Ya ni siquiera intento
mantener mi voz en un volumen bajo—. Podrías querer mirarte en el
espejo, Jake. ¿Con cuántas chicas has estado desde que me mudé aquí?
¿Cuántas de ellas crees que tienen hermanos que amarían patear tu
trasero si te descubren? ¡Si alguien es hipócrita aquí, ese eres tú!
Sus manos están apoyadas sobre sus caderas, y me observa con una
mirada fría en sus ojos. Cuando no responde, me volteo para ir a mi
habitación, pero la puerta frontal se abre con un golpeteo.
Britt. Ambos nos volteamos justo cuando asoma su cabeza. —¿Todo está
bien aquí? —pregunta, entrando a la sala de estar.
Miro fijamente a Jake, y Jake me mira a mí. Levanto la ceja,
esperando que responda la pregunta que Britt hizo, dado que él es quien
tiene un problema.
—¿Estás bien, San? —pregunta Britt, dirigiéndose a mi ahora.
Vuelvo a mirarla y asiento. —Estoy bien —digo—. No soy la que tiene
expectaciones falsas de mi hermana.
Jake gruñe en voz alta, luego se voltea y patea el sillón. Britt y yo
lo observamos mientras se pasa las manos por el cabello y agarra su nuca
con fuerza. Se voltea para mirar a Britt otra vez, entonces exhala
pesadamente.
—¿Por qué no pudiste haber sido heterosexual?
Britt lo observa con cautelosa concentración. Espero que alguno de
los dos reaccione, así sabré si puedo respirar o no.
Britt comienza a sacudir la cabeza tan pronto como una sonrisa
aparece por su rostro. Jake comienza a reír, pero al mismo tiempo gruñe, señalando que acaba de llegar a un trato con lo nuestro, a pesar que puede que aún no esté de acuerdo con ello.
Sonrío y salgo rápidamente del departamento, esperando que
arreglen lo que sea que se rompió entre ellos cuando aparecí de la nada.
Las puertas del ascensor se abren en el vestíbulo y estoy lista para
salir, pero Sue está parada frente a ellos como si estuviera a punto de
entrar.
—¿Viniste a buscarme? —pregunta.
Asiento y apunto hacia arriba. —Jake y Britt están arreglando las
cosas. Iba a darles un minuto. Sue entra al ascensor y presiona el botón del piso veinte. —Bueno, supongo que puedes encaminarme a casa —dice. Agarra las barras detrás de ella para apoyarse. Me quedo de pie y me recuesto contra la pared detrás de mí.
—¿Puedo hacerte una pregunta, Sue?
Me da el visto bueno con un asentimiento. —Amo preguntarlas tanto
como amo responderlas. Bajo la mirada a mis zapatos, pasando uno encima del otro. —¿Qué crees que haría que una chica nunca vuelva a experimentar el amor otra vez? Sue no responde mi pregunta por, al menos, cinco pisos.
Eventualmente, la miro, y me doy cuenta que se encuentra mirándome
fijamente, con los ojos entrecerrados, provocando incluso más arrugas
entre ellos. —Supongo que si una chica pasó por el lado más feo del
amor, puede que nunca quiera volver a experimentarlo otra vez.
Pienso en su respuesta, pero no ayuda mucho. No veo cómo el amor
puede volverse lo suficientemente feo como para una persona pueda
cerrarse por completo ante él.
Las puertas del ascensor se abren en el piso veinte, y la dejo salir
primero. Camino con ella a la puerta de su departamento y espero que la
abra. —San —dice. Está mirando su puerta, pero no se voltea para
terminar la oración—. A veces el espíritu de una chica no es lo
suficientemente fuerte para resistir los fantasmas de su pasado. —Abre la
puerta de su departamento, y entra—. Tal vez esa chica simplemente
perdió su espíritu a lo largo del camino. —Cierra la puerta, y me deja
intentando descifrar aún más confusión.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por 3:) Dom Mayo 22, 2016 9:51 pm

holap,...

definitivamente ya no tiene el espíritu sobre el amor y un posible futuro???
aunque san no pierde las esperanzas eso es bueno!!
a ver que pasa con jack y britt!!

nos vemos!!
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Mensaje por micky morales Dom Mayo 22, 2016 11:03 pm

jake quiere a britt, ha sido su amiga por mucho tiempo y supongo que entiende que su hermanita crecio y pde tomar sus propias decisiones!!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 23, 2016 4:36 am

26
BRITTANY
Seis años antes…


Mi habitación es de Marley ahora. La habitación de Marley es mi habitación. Nos graduamos. Nos mudamos juntas. Ahora estamos en la universidad. ¿Ves? Tenemos esto bajo control.
Quinn trae la última de las cajas desde el coche. —¿Dónde quieres esta? —pregunta.
—¿Qué es? —le pregunta Marley.
Ella le dice que parece una caja llena de sus sostenes y ropa interior. Ella se ríe y le dice que la ponga al lado de mi tocador. Quinn lo hace. A Quinn le gusta Marley. Le gusta que ella no me esté reteniendo. Le
gusta que ella quiera que obtenga mi título y termine la escuela de aviación. Marley quiere que yo sea feliz. Le digo a Marley que seré feliz mientras la tenga a ella.Me dice—: Entonces, siempre serás feliz.
Mi papá todavía me odia. Mi papá no quiere odiarme.
Están tratando de aceptarlo, pero es difícil. Es difícil para todos. A Marley no le importa lo que todos piensan. Sólo le importa lo que yo pienso, y sólo pienso en Marley. Estoy aprendiendo que no importa cuán difícil sea una situación, la gente aprende a adaptarse a ella. Mi padre y su madre no lo
aprueban, pero se adaptarán. Marley podría no estar preparada para ser mamá, y yo podría no estar lista para ser mama igualmente, pero nos estamos adaptando. Es lo que tiene que suceder. Si la gente quiere la paz dentro de sí misma, es necesario. Vital, incluso.
—Britt.
Me encanta mi nombre cuando sale de su boca. Ella no lo desperdicia. Sólo lo dice cuando necesita algo. Sólo lo dice cuando tiene que ser dicho.
—Britt.
Lo dijo dos veces.
Realmente debe necesitar algo. Me doy la vuelta, y está sentada en la cama. Me mira, con los ojos abiertos.
—Britt. —Tres veces—. Britt. —Cuatro—. Duele.
Mierda.
Salto de la cama y agarro nuestra bolsa. Ayudo a Marley a cambiarse
la ropa. La ayudo hasta el coche. Está asustada.
Yo podría estar más asustada que ella.
Sostengo su mano mientras conducimos. Le digo que respire. No sé por qué le digo eso. Por supuesto, ella sabe respirar. No sé qué más decirle. Me siento impotente. Tal vez ella quiere a su mamá.
—¿Quieres que los llame?
Niega con la cabeza. —Todavía no —dice—. Después.
Sólo quiere que seamos nosotras. Me gusta esto. Yo sólo quiero que seamos nosotras, también. Una enfermera la ayuda a salir del coche. Nos llevan a una habitación. Le consigo a Marley lo que sea que necesite.
—¿Necesitas hielo? Se lo traigo.
—¿Quieres un trapo frío? Se lo traigo.
—¿Quieres que apague el televisor? La apago.
—¿Quieres otra manta, Marley? Pareces tener frío. No le traigo una manta. No tiene frío.
—¿Quieres más hielo? No quiere más hielo.
Quiere que me calle. Me callo.
—Dame la mano, Britt. Se la doy.
La quiero de regreso. Me lastima.
Dejo que la sostenga de todas formas. Está tranquila. Nunca hace un sonido. Sólo respira. Es increíble. Estoy llorando. No sé por qué. Te amo condenadamente mucho, Marley. El doctor le dice que ella casi termina. La beso en la
frente. Y sucede. Soy mama. Ella es mamá.
—Es un niño —dice el médico.
Ella lo está sosteniendo. Está sosteniendo mi corazón. Él deja de llorar. Trata de abrir los ojos. Marley llora. Se ríe. Me agradece. Marley me agradece. Como si ella no fuera la persona que creó esto. Marley está loca.
—Lo amo tanto, Britt —dice. Ella todavía está llorando—. Lo amo mucho.
—Lo amo, también —le digo. Lo toco. Quiero sostenerlo, pero quiero que ella lo sostenga incluso más. Se ve hermosa sosteniéndolo. Marley me mira. —¿Por favor, me dirás su nombre ahora?
Esperaba que fuera un niño para así poder tener este momento. Esperaba poder decirle cuál es el nombre de su hijo, porque sé que a ella le va a encantar. Espero que recuerde el momento cuando
ella se convirtió en mí todo.
Britt te mostrará el camino a la clase del señor Clayton, Marley.
—Su nombre es Clayton. Ella comienza a llorar. Lo recuerda.
—Es perfecto —dice, sus palabras mezcladas con lágrimas.
Está llorando demasiado fuerte ahora. Quiere que yo lo sostenga. Me siento en la cama con ella y lo tomo. Lo estoy sosteniendo. Estoy sosteniendo a mi hijo. Marley apoya su cabeza en mi brazo, y ambas lo miramos fijamente. Lo miramos fijamente durante mucho tiempo. Le digo a Marley que tiene su cabello castaño. Marley dice que tiene mis labios. Le digo a Marley que espero que tenga su personalidad. Ella no está de acuerdo y dice que espera que sea como yo.
—Él hace la vida mucho mejor —dice ella.
—Claro que sí.
—Somos muy afortunadas, Britt.
—Lo somos. Marley aprieta mi mano.
—Tenemos esto bajo control —susurra Marley.
—Tenemos esto muy bajo control —le digo.
Clayton bosteza, y nos hace reír a ambas.
¿Desde cuándo los bostezos se volvieron tan increíbles?
Toco sus dedos. Te amamos demasiado, Clayton.


27
santana


Caigo en la silla al lado de Sue, aún vestida de pies a cabeza con mi
uniforme. Tan pronto como llegué a casa del trabajo, estudié por dos horas
seguidas. Ya son más de las diez, y no he cenado aún, que es por lo que
estoy sentada al lado de Sue justo ahora, porque ya conoce mis hábitos y
había ordenado pizza para las dos. Le doy una rebanada y tomo la mía, luego cierro la caja y la coloco en el suelo frente a mí. Meto un gran pedazo en mi boca, pero Sue observa la rebanada en su mano.
—Es realmente triste que una pizza llega más rápido a ti que la
policía —dice—. Ordené esta hace sólo diez minutos. —Le da una mordida
y cierra los ojos como si fuera la mejor cosa que haya probado.
Las dos terminamos nuestras rebanadas, y me estiro para tomar
otra. Niega con la cabeza cuando le ofrezco una segunda rebanada,
entonces la pongo de vuelta en la caja.
—¿Entonces? —dice—. ¿Algún progreso entre la chica y su amigo?
Me hace reír que constantemente se refiere a Britt como la chica.
Asiento y respondo con la boca llena. —Más o menos —digo—. Tuvieron
una exitosa noche de juegos, pero creo que sólo fue exitosa porque Britt
pretendió que yo no estaba allí durante todo el rato. Sé que está tratando
de respetar a Jake, pero me hace sentir un poco como mierda en el
proceso, ¿sabes? Sue asiente como si entendiera. No estoy segura de que sea así, pero me gusta que siempre escuche tan atentamente. —Por supuesto, me
escribió todo el tiempo en que estaba en la sala de estar sentada al lado de
Jake, así que supongo que tengo eso. Pero luego hay semanas como esta
semana, en que ni siquiera está en el mismo estado, y es como si no
existiera para ella. Nada de mensajes. Nada de llamadas. Estoy muy segura
de que sólo piensa en mí cuando estoy a diez metros de ella.
Sue niega con la cabeza. —Lo dudo. Apuesto a que esa chica piensa
en ti mucho más de lo que deja ver. Me gustaría creer que esas palabras fueran ciertas, pero no estoy muy segura de que lo sean.
—Pero si no lo hace… —dice Sue—, no puedes estar enojada con ella
por eso. No fue parte del acuerdo, ¿cierto?
Ruedo los ojos. Odio que siempre me traiga de vuelta al hecho de
que Britt no es la que rompe las reglas o los acuerdos. Soy yo la que tiene
problemas con nuestros acuerdos, y esa no es culpa de nadie más que
mía.
—¿Cómo me metí en este desastre? —pregunto, sin necesitar
siquiera una respuesta. Sé cómo me metí en este desastre. También sé
cómo salirme de él… es sólo que no quiero.
—Has escuchado la expresión, “¿Cuando la vida te da limones…?”
—Haz limonada —digo, terminando la frase.
Sue me mira y niega con la cabeza. —No es así como va —dice—.
Cuando la vida te da limones, asegúrate de saber en los ojos de quién
exprimirlos. Me río, tomo otra rebanada de pizza, y me pregunto cómo diablos
terminé con una mujer ochenta años como mejor amiga.
El teléfono de la casa de Jake nunca suena. Especialmente
después de la medianoche. Aparto las sábanas y tomo una camiseta, luego
me la pongo sobre la cabeza. No sé por qué me molesto en vestirme.
Jake no está, y Britt no llega hasta mañana.
Llego a la cocina al quinto tono, justo cuando la máquina
contestadora se enciende. Cancelo el mensaje, y entonces coloco el teléfono
en mi oreja.
—¿Hola?
—¡San! —dice mi madre—. Oh Dios mío, San.
Su voz está en pánico, lo que inmediatamente me hace entrar en
pánico. —¿Qué pasa?
—Un avión. Un avión se estrelló hace media hora, y no puedo
comunicarme con la aerolínea. ¿Has hablado con tu hermano?
Mis rodillas encuentran el suelo. —¿Estás segura de que fue su
aerolínea? —le pregunto. Mi voz suena tan asustada que ni siquiera la
reconozco. Suena tan asustada como la última vez que esto pasó.
Yo sólo tenía seis, pero recuerdo cada detalle como si hubiera sido
ayer, hasta la pijama de luna y estrellas que usaba. Mi padre estaba en un
vuelo nacional, y habíamos sintonizado las noticias justo antes de la cena
para ver que uno de los aviones había caído por una falla en el motor.
Todos a bordo murieron. Recuerdo mirar a mi madre en el teléfono
hablando con la aerolínea, histérica, tratando de averiguar más
información sobre quién era el piloto. Nos dimos cuenta de que no era él a
la hora, pero esa hora fue una de las más terroríficas de nuestras vidas.
Hasta ahora. Me apresuro hacia mi habitación y tomo mi celular de la mesita de
noche e inmediatamente marco su número. —¿Has intentado llamarlo? —
le pregunto a mi madre mientras vuelvo a la sala de estar. Trato de llegar
al sofá, pero por alguna razón, el suelo parece más cómodo. Me arrodillo
de nuevo, casi en modo para rezar.
Creo que lo hago.
—Sí, he estado llamando a su celular sin parar. Sólo va al buzón de
voz. Es una pregunta estúpida. Por supuesto que ha intentado llamarlo.
Trato de nuevo, pero su teléfono va directamente al buzón de voz.
Intento tranquilizarla, pero sé que es inútil. Hasta que no
escuchemos su voz, tranquilizarnos no ayudará. —Llamaré a la aerolínea
—le digo—. Te llamaré si sé algo. Ni siquiera dice adiós.
Uso el teléfono del apartamento para llamar a la aerolínea y mi
celular para llamar a Britt. Es la primera vez que he marcado su número.
Rezo para que conteste, porque por más que esté demasiado
asustada por Jake, también pasa por mi cabeza que Britt trabaja para
la misma aerolínea.
Mi estómago está enfermo.
—¿Hola? —dice Britt al segundo tono. Su voz suena dudosa, como
si no estuviera segura de por qué estoy llamando.
—¡Britt! —digo, tanto frenética como aliviada—. ¿Está bien? ¿Jake
está bien? Hay una pausa.
¿Por qué hay una pausa?
—¿Qué quieres decir?
—Un avión —digo inmediatamente—. Mi mamá llamó. Hubo un
accidente de avión. Ella no contesta su teléfono.
—¿Dónde estás? —dice rápidamente.
—En el apartamento.
—Déjame entrar.
Camino a la puerta y quito el seguro. Ella la empuja y aún tiene el
celular en su oreja. Cuando me ve, aleja el celular, e inmediatamente se
apresurando hacia el sofá, toma el control remoto y enciende la televisión.
Pasa a través de los canales hasta que encuentra el del reporte de
noticias. Marca un número en su teléfono, luego se da la vuelta y corre
hacia mí. Toma mi mano en la suya. —Ven aquí —dice, tirando de mí
hacia ella—. Estoy segura de que está bien.
Asiento contra su pecho, pero su tranquilidad es inútil.
—¿Gary? —dice cuando alguien le contesta—. Es Britt. Sí. Sí, le
escuché —dice—. ¿Quién estaba en la tripulación?
Hay una larga pausa. Estoy aterrada de mirarla. Aterrada.
—Gracias. —Cuelga el teléfono—. Él está bien San —dice
inmediatamente—. Jake está bien. Quinn también.
Estallo en lágrimas de alivio. Britt me lleva hasta el sofá y nos sentamos, luego me empuja hacia ella. Toma de mis manos el celular y presiona varios botones antes de colocar el teléfono en su oreja.
—Hola, soy Britt. Jake está bien. —Se detiene por unos
segundos—. Sí, ella está bien. Le diré que la llame en la mañana. —Un par
de segundos más pasan, y dice adiós. Coloca el celular en el sofá junto a
ella—. Tu mamá. Asiento. Ya lo sabía.
Y ese simple gesto, ella llamando a mi mamá, sólo me hizo
enamorarme aún más. Besa la parte superior de mi cabeza, frotando mi brazo arriba y abajo, tranquilizándome.
—Gracias, Britt —le digo.
No dice con gusto, porque no piensa que haya hecho nada que
merezca agradecerle.
—¿Los conocías? —pregunto—. ¿A la tripulación a bordo?
—No. Eran de un centro diferente. Los nombres no me sonaron
familiares. Mi teléfono vibra, así que Britt me lo da. Lo miro, y hay un mensaje
de Jake.
Jake: En caso de que hayas escuchado sobre el avión, sólo quería
que supieras que estoy bien. Llamé a la sede y Britt también lo está. Por
favor dile a mamá si escucha sobre ello. Te amo.
Recibir sus textos me llena aún más de alivio, ahora que sé con cien
por ciento de seguridad que está bien.
—Es un texto de Jake —le digo a Britt—. Dice que estás bien. En
caso de que estuvieras preocupada.
Britt se ríe. —¿Entonces me checó? —dice con una sonrisa—. Sabía
que no podía odiarme por siempre.
Sonrío. Me encanta que Jake quería que supiera que Britt se
encontraba bien. Britt continúa abrazándome, y saboreo cada segundo de ello.
—¿Cuándo planea venir a casa?
—No en dos días más —digo—. ¿Cuánto tiempo has estado en casa?
—Como dos minutos —dice—. Solo conecté mi teléfono para
cargarse cuando llamaste.
—Me gusta que estés de regreso.
No responde. No dice que le gusta estar de regreso. En lugar de decir
algo que tal vez me de falsa esperanza, solo me besa.
—Sabes —dice, jalándome a su regazo—, odio las circunstancias
alrededor de la razón por la que probablemente no tuviste tiempo de
ponerte pantalones, pero me encanta que no tengas pantalones. —Sus
manos se deslizan por mis muslos, y me acerca más hasta que estamos
emparejados. Besa la punta de mi nariz, luego mi barbilla.
—¿Britt? —Paso mis manos por su cabello y desciendo hacia su
cuello, luego me detengo en sus hombros—. También me aterraba que
fueras tú —susurro—. Es la razón por la que estoy feliz de que regresaras.
Sus ojos se suavizan, y las líneas de preocupación entre ellos
desaparecen. Tal vez no sepa de su pasado o su vida, pero definitivamente
noto que no ha llamado a nadie para decirle que está bien. Eso me pone
triste por ella. Sus ojos caen de los míos y se asientan en mi pecho. Traza el
contorno superior de mi camisa, luego lentamente la saca por mi cabeza.
Ya no tengo nada más que bragas puesto. Se inclina hacia adelante,
envuelve su brazo alrededor de mi espalda, y me hala contra su boca. Sus
labios se cierran con suavidad sobre mi pezón, y mis ojos se cierran
involuntariamente. Escalofríos envuelven mi piel mientras sus manos
comienzan a explorar cada parte de mi espalda y muslos. Su boca traza un
camino hacia mi otro pecho, justo mientras sus manos se deslizan en mis
pantaletas hacia mis caderas.
—Creo que tengo que romper esto, porque seguro que no quiero que
te bajes de mi regazo —dice. Sonrío. —Bien por mí. Tengo más de donde vinieron estas. Puedo sentir su risa contra mi piel mientras sus manos jalan el
elástico de mis bragas. Jala un costado pero falla en romperlo. Intenta
rasgando el otro lado para quitármelas, pero nada cede.
—Me estás haciendo calzón chino —digo, riendo.
Deja salir un suspiro frustrado. —Siempre es mucho más sexy
cuando lo hacen en televisión.
Me reacomodo y me siento más derecha. —Inténtalo otra vez —
animo—. Tú puedes, Britt.
Agarra el lado izquierdo de mis pantaletas y jala fuerte.
—¡Auch! —grito, acurrucándome en dirección de dolor para
aminorar el daño que el elástico le hizo a mi costado derecho.
Se ríe de nuevo y deja caer su rostro en mi cuello. —Lo lamento —
dice—. ¿Tienes tijeras? Hago una mueca de dolor ante la idea de viniera hacia mí con tijeras. Me deslizo en ella y bajo de su regazo, luego me quito la ropa
interior, pateándola para alejarla.
—Mirarte hacer eso valió totalmente mi intento fallido de ser sexy —
dice. Sonrío. —Tu intento fallido de ser sexy, de hecho te hizo sexy.
Mi comentario la hace reír otra vez. Camino de nuevo hacia ella y me
subo a su regazo. Me reposiciona para que la monte a horcajadas de
nuevo. —¿Mis fallas te prenden? —pregunta, probando.
—Oh, sí —murmuro—. Tan caliente.
Sus manos están de nuevo sobre mí, viajando por mi espalda y hacia
abajo en mis brazos. —Te hubiera encantado en la edad de los trece a los
dieciséis —dice—. Fallé bastante en todo. Especialmente en el fútbol.
Me río. —Ahora que hablamos. Dime más.
—Béisbol —dice, justo antes de presionar su boca en mi cuello. Besa
su camino hacia arriba a mi oído—. Y un semestre de geografía mundial.
—Santa mierda —gimo—. Ahora, eso es caliente.
Mueve sus labios a mi boca y me jala para un suave beso. A penas
toca su boca con la mía. —Tampoco era buena besando. Era terrible. Una
vez, casi ahogué a una chica con mi lengua.
Me río. —¿Quieres que te muestre?
Tan pronto como asiento, nos acomoda en el sillón hasta que estoy
recostada sobre mi espalda con ella sobre mí. —Abre la boca.
La abro. Deja caer su boca a la mía y mete su lengua, dándome lo
que es posiblemente el peor beso que he experimentado nunca. Empujo su
pecho, intentando sacar su lengua de mi boca, pero no cede. Giro mi cara
a la izquierda, y comienza a lamer mi mejilla, causándome reír más fuerte.
—Oh, por Dios, ¡eso fue terrible, Britt!
Aleja su boca y se baja sobre mí. —Mejoré.
Asiento. —Eso es un hecho —digo, concordando de todo corazón.
Ambas sonreímos. La mirada relajada en su rostro me llena de
tantas emociones que no puedo comenzar a clasificarlas. Estoy feliz,
porque nos estamos divirtiendo juntas. Estoy triste, porque nos estamos
divirtiendo juntas. Estoy enojada, porque nos estamos divirtiendo juntas y
eso me hace querer mucho más de esto. Mucho más de ella.
Silenciosamente nos miramos, hasta que ella lentamente inclina su
cabeza, presionando un largo beso contra mis labios. Comienza a poner
suaves besos por toda mi boca hasta que los besos se hacen más largos e
intensos. Su lengua eventualmente abre mis labios, y el juego desaparece.
Está bastante serio ahora, mientras nuestros besos se vuelven más
apresurados y su ropa comienza a unirse a la mía en el piso. Pieza por
pieza.
—¿El sillón o la cama? —susurra.
—Ambos —respondo.
Ella obedece. Me quedé dormida en mi cama. Al lado de Britt.
Ninguno de las dos se había quedado dormida antes, luego de todo.
Uno siempre se va. Tanto como intento convencerme de que no significa
nada, sé que lo hace. Cada vez que estamos juntas, tengo un poquito más
de ella. Bien sea un destello de su pasado, o pasar tiempo sin el sexo o
incluso al estar dormidas, me está dando más y más de ella, poco a poco.
Siento que es tanto bueno como malo. Es bueno porque quiero y necesito
mucho más de ella, cada poquito que tengo es suficiente para satisfacerme
cuando comienzo a preocuparme por todo lo que no tengo de ella. Pero es
malo también, porque cada vez que tengo un poco más de ella, otra parte
suya se aleja. Puedo verla en sus ojos, se preocupa de estar dándome
esperanzas, y tengo miedo de que eventualmente simplemente decida
alejarse. Todo con Britt se desmoronará. Es inevitable. Es muy determinada sobre las cosas que no quiere de la vida, y estoy comenzando a entender cuán serio es al respecto. Así que, por mucho que intente proteger mi corazón de ella, es inútil. Lo va a romper eventualmente, si le sigo permitiendo llenarlo. Cada vez que estoy con ella, llena mi corazón más y más, y mientras más lo llena, más doloroso será
cuando lo saque de mi pecho, como si, en primer lugar, no perteneciera
ahí. Escucho la vibración de su teléfono y lo siento rodarse para
alcanzarlo en la mesa de noche junto a ella. Cree que estoy dormida, así que
no le doy razón para pensar lo contrario.
—Hola —susurra. Hay una larga pausa, y comienzo a entrar en
pánico internamente, preguntándome con quién habla—. Sí, lo siento.
Debí llamar. Imaginé que dormías.
Ahora mi corazón está en mi garganta, haciendo su camino hacia mi
boca, intentando escapar de Britt y yo, de toda esta situación. Mi corazón
sabe, por mi reacción a su llamada telefónica, que está en problemas. Mi
corazón acaba de ir a modo luchar-o-volar, y justo ahora, hace todo lo que
puede para correr. No culpo a mi corazón ni un poco.
—Te quiero, papá.
Mi corazón se desliza hacia mi garganta y regresa de nuevo a mi
pecho. Por ahora está feliz. Estoy feliz. Feliz de que, de hecho, tenga
alguien a quien llamar. En el mismo momento, me recuerdo de lo poco que sé de ella. Lo poco que me muestra. Lo mucho que se esconde de mí, así que cuando
finalmente me rompa, no será su culpa. Tampoco será una ruptura rápida. Sera tan lenta y dolorosa, llena de tantos momentos como esos que rompen de adentro hacia afuera. Momentos cuando ella cree que estoy dormida y se desliza de mi cama. Momentos cuando mantengo los ojos cerrados pero escucho mientras se
pone la ropa. Momentos cuando me aseguro de que mi respiración
permanezca regular, en caso de que me esté mirando cuando se agacha
para besar mi frente. Momentos en los que se va. Porque siempre se va
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por micky morales Lun Mayo 23, 2016 6:48 am

vaya por lo menos Brittany tiene contacto con su padre!!!!!
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por 3:) Lun Mayo 23, 2016 12:43 pm

holap mar,..

aveces,.. el tonteo y dormir juntas,...
estoy con micky,.. por lo menos se hablan y se tienen afecto!

nos vemos!!
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 29, 2016 10:43 am

28
Brittany
Seis años antes…




—¿Qué pasa si resulta ser gay? —pregunta Marley—. ¿Te molestaría?
Está sosteniendo a Clayton, y ambos estamos sentadas en la cama
del hospital. Estoy al final de la cama de cara hacia ella, viéndola
observarlo. Sigue preguntando cosas raras. Haciendo otra vez del
abogado del diablo. Dice que tenemos que hablar de estas cosas ahora así no huiremos de ningún problema paternal en el futuro.
—Me molestaría si él sintiera que no puede hablar de eso
con nosotras. Quiero que sepa que puede hablar de lo que sea con
nosotras. Marley le sonríe a Clayton, pero sé que su sonrisa es por mí.
Porque amó mi respuesta.
—¿Qué pasa si no cree en Dios? —pregunta.
—Puede creer en lo que desee. Sólo quiero que sus creencias –o
la falta de ellas– lo hagan feliz.
Sonríe de nuevo.
—¿Qué pasa si comete un terrible, atroz y cruel crimen y lo mandan a prisión de por vida?
—Me cuestionaría dónde me equivoqué como madre —le digo.
Levanta la mirada. —Bueno, basado en este interrogatorio, estoy
convencida que nunca cometerá un crimen, porque ya eres
la mejor madre que nunca he conocido. Ahora está haciéndome sonreír a mí.
Ambas miramos a la puerta cuando se abre y una enfermera entra.
Nos da una sonrisa apenada. —Es hora —dice.
Marley gime, pero no sé a lo que la enfermera se refiere. Marley ve la confusión en mi rostro.
—Su circuncisión.
Mi estómago se tensa. Sé que hablamos de esto durante el embarazo, pero de repente estoy arrepintiéndome, sabiendo lo que está a punto de pasar.
—No es tan malo —dice la enfermera—. Lo anestesiaremos primero.
Se acerca a Marley y comienza a tomarlo de los brazos de
Marley, pero me inclino.
—Espere —le digo—. Permítame sostenerlo primero.
La enfermera retrocede un paso, y Marley me tiende a Clayton. Lo
llevo frente a mí y bajo la mirada para observarlo.
—Lo siento mucho, Clayton. Sé que dolerá, y sé que es castración, pero…
—Tiene un día —interrumpe Marley, riendo—. Apenas hay
algo que le puedan castrar aún. Le digo que guarde silencio. Le digo que estoy teniendo un momento madre e hijo, y tiene que fingir que no está aquí.
—No te preocupes, tu mami se fue de la habitación —le digo a Clayton,
guiñándole el ojo a Marley—. Como decía, sé que es como una castración,
pero me agradecerás más tarde por esto. Especialmente cuando seas más
adulto y te llegues a involucrar con las chicas. Con suerte no hasta después que
tengas dieciocho, pero será más agradable alrededor de los
dieciséis. Así fue conmigo, de todas formas.
Marley se inclina y alarga los brazos. —Es suficiente unión —dice, riendo—. Creo que necesitamos revisar los límites de conversación madre e hijo mientras esté
siendo castrado. Le doy un pequeño beso en la frente y se lo entrego a
Marley. Hace lo mismo y se lo da a la enfermera.
Vuelvo a mirar a Marley y gateo hacia ella hasta que yazco junto
a ella en la cama.
—Tenemos el lugar para nosotras —susurro—. Hagámoslo.
Hace una mueca. —No me siento sexy ahora mismo —dice—. Mi estómago
está flácido, y mis pechos están enormes, y necesito una ducha urgentemente, pero duele tanto intentar tomar una ahora.
Bajo la mirada a su pecho y jalo el cuello de su bata de hospital. Miro su camiseta y sonrío. —¿Cuánto tiempo se quedarán así?
Ríe y aleja mi mano.
—Bueno, ¿cómo se siente tu boca? —le pregunto.
Me mira como si no entendiera mi pregunto, por lo que
elaboro.
—Sólo estoy preguntando si tu boca duele como el resto de tu cuerpo,
porque si no, quiero besarte. Sonríe. —Mi boca se siente genial.
Me levanto sobre mi codo así no tiene que darse la vuelta.
Bajo la mirada, y verla bajo de mí se siente diferente ahora.
Se siente real. Hasta ayer, francamente se sentía como si hubiéramos estado jugando a las casitas. Por supuesto, nuestro amor es real, y nuestra relación es
real, pero hasta que presencié cuando le dio vida a mi hijo ayer,
todo lo que sentía antes de ese momento fue como un juego de niños
comparado con lo que siento por ella ahora.
—Te amo, Marley. Más de lo que te amaba ayer.
Sus ojos me miran como si supiera exactamente de lo que
estoy hablando. —Si hoy me amas más de lo que me amabas
ayer, entonces no puedo esperar para mañana —dice.
Mis labios bajan a los suyos y la beso. No porque debería, sino
porque lo necesito.
Yazco de pie fuera de la habitación del hospital de Marley. Ella y Clayton
están en el cuarto, tomando una siesta.
La enfermera dijo que apenas lloró. Estoy seguro que le dice eso a todos
Los padres, pero le creo de todas maneras. Saco mi teléfono para enviarle un mensaje a Quinn.
Yo: Fue castrado hace unas horas. Lo soportó como un campeón.
Quinn: Ouch. Iré a verlo esta noche. Estaré ahí después de las siete.
Yo: Nos vemos luego.
Mi padre camina hacia mí con dos cafés en sus manos,
por lo que guardo el teléfono en mi bolsillo trasero.
Me tiende uno de los cafés.
—Se parece a ti —dice.
Está intentando aceptarlo.
—Bueno, me parezco a ti —digo—. Salud por los genes fuertes.
Levanto el café, y mi padre estrella el suyo contra él, sonriendo.
Está intentando. Se recuesta contra la pared para apoyarse y baja la mirada a su
café. Quiere decir algo, pero es difícil para él.
—¿Qué sucede? —pregunto, dándole la apertura. Levanta
la mirada de su concentración en el café, y encuentra la mía.
—Estoy orgulloso de ti —dice con sinceridad.
Es una simple declaración.
Cuatro palabras. Cuatro de las más impactantes palabras que nunca he escuchado.
—Por supuesto, no es lo que quería para ti. Nadie quiere ver a su hija convertirse en mama a los dieciocho, pero… estoy orgulloso
de ti. Por cómo lo has enfrentado. Por cómo has tratado
a Marley. —Sonríe—. Hiciste lo mejor en una situación difícil,
y honestamente, es más de lo que los adultos harían.
Sonrío. Le agradezco.
Pienso que la conversación ha acabado, pero no.
—Britt —dice, queriendo añadir más—. Respecto a Lisa… y
tu madre. Levanto la mano para detenerlo. No quiero tener esta
conversación hoy. No quiero que este día se convierta en su justificación
por lo que le hizo a mi madre.
—Está bien, papá. Lo hablaremos en otro momento.
Me dice que no. Dice que necesita hablarlo conmigo ahora.
Me dice que es importante. Quiero decirle que no es importante.
Quiero decirle que Clayton es importante.
Quiero concentrarme en Clayton y Marley, y olvidarme sobre el
hecho que mi padre es humano y toma decisiones horribles como el
resto de nosotros. Pero no digo nada de eso.
Escucho. Porque es mi padre.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 29, 2016 10:44 am

29
Santana


Britt: ¿Qué haces?
Yo: Tarea.
Britt: ¿Con ganas de tomar un descanso nadando?
Yo: ¿¿?? Es febrero.
Britt: La piscina de la azotea es templada. No cierra hasta en una
hora. Me quedo mirando el mensaje de texto, entonces, miro a Jake. —
¿Aquí hay una piscina en la azotea? Jake asiente pero no aparta la mirada de la televisión. —Sip. Enderezo la espalda. —¿Me tomas el pelo? ¿He vivido aquí tanto tiempo, y no pudiste decirme que hay una piscina templada en la azotea?
Me enfrenta y se encoge de hombros. —Odio las piscinas. Ugh. Podría darle una bofetada.
Yo: Jake nunca mencionó que había una piscina. Deja que me
cambie, e iré allá.
Britt: ;)
Me doy cuenta que olvidé llamar a la puerta tan pronto como cierro
la de su apartamento. Siempre llamo. Supongo que el que dijera en un
mensaje de texto que iba a venir después de cambiarme parecía lo
suficiente bueno para mí, pero la forma en que Britt me está mirando
desde la puerta de su dormitorio me hace pensar en que no le gusta el
hecho de que no llamara.
Me detengo en la sala de estar y la miro, esperando ver de qué
humor se encuentra hoy.
—Llevas un bikini —dice enfáticamente.
Bajo la mirada a mi atuendo. —Y pantalones cortos —replico a la
defensiva. Le devuelvo la mirada—. ¿Qué se supone que deben usar las
personas cuando nadan en febrero?
Todavía sigue parada, congelada en su puerta, mirando mi atuendo.
Doblo la toalla en mis brazos y sobre mi estómago. De pronto, me siento
extremadamente incómoda y mal vestida.
Sacude la cabeza y finalmente empieza a moverse hacia mí. —Solo…
—Aun está mirando mi bikini—. Espero que nadie esté ahí arriba, porque
si estás usando ese bikini, este bañador que uso para mi va a ser realmente incomodo y embarazoso. —
Baja la mirada a sus pantalones cortos. A la protuberancia obvia en ellos.
Me río. Así que, en realidad le gusta el bikini.
Da otro paso hacia delante y desliza las manos alrededor de la parte
trasera de mis pantalones cortos, luego me tira contra ella. —Cambié de
opinión —dice con una sonrisa—. Quiero quedarme aquí.
Inmediatamente niego con la cabeza. —Voy a ir a nadar —digo—. Tú
puedes quedarte aquí si quieres, pero estarás sola. Me besa, y en seguida me hace retroceder hacia la puerta de su apartamento. —Entonces, supongo que voy a nadar —dice. Britt ingresa el código de acceso para la entrada a la azotea, y luego abre la puerta para mí. Me siento aliviada de ver que nadie más se
encuentra aquí, y me quedo encantada por cuan impresionantemente
hermoso es. Es una piscina infinita, con vista a la ciudad, y llena con sillas
de patio, por todo el extremo opuesto, en donde limita con una bañera de
hidromasaje adjunta.
—No puedo creer que ninguno de ustedes pensó en mencionar esto
antes de ahora —digo—. Todos estos meses, y me lo he estado perdiendo.
Britt toma mi toalla y la pone sobre una de las mesas alrededor de
la piscina. Regresa a mí y deja caer las manos en el botón de mis
pantalones cortos. —Esta es en realidad la primera vez que he estado aquí.
—Baja la cremallera de mis pantalones y los empuja por mis caderas. Sus
labios están cerca de los míos, y su expresión es juguetona—. Vamos —
susurra—. Vamos a mojarnos.
Me quito de un tirón los pantalones cortos al mismo tiempo que ella se
quita su camisa. El aire es muy frío, pero el vapor elevándose del agua es
prometedor. Camino hacia la parte menos profunda para descender por los
escalones, pero Britt se zambulle de cabeza en el extremo profundo de la
piscina. Entro, y mis pies son tragados por el calor del agua, así que
rápidamente avanzo el resto del camino. Me dirijo al centro de la piscina y
camino hasta el borde, entonces, descanso los brazos en la cornisa de
concreto con vista a la ciudad.
Britt nada detrás de mí y me enjaula, presionando su pecho contra
mi espalda y coloca las manos a cada lado de la cornisa. Apoya su cabeza
contra la mía mientras ambas apreciamos la vista.
—Es hermoso —susurro.
Permanece callada. Observamos la ciudad en silencio por lo que parece una eternidad. De vez en cuando, acuna las manos y lleva agua a mis hombros para
alejar los escalofríos.
—¿Siempre has vivido en San Francisco? —le pregunto. Me doy la
vuelta, de modo que mi espalda está contra la cornisa ahora y la estoy
enfrentando. Mantiene los brazos a mis lados y asiente.
—Más o menos —dice, aun mirando la ciudad sobre mi hombro.
Quiero preguntarle donde, pero no lo hago. Puedo decir por su
lenguaje corporal que no quiere hablar de sí misma. Nunca quiere hacerlo.
—¿Eres hija única? —pregunto, tratando de ver cuán lejos puedo
ir—. ¿Algún hermano o hermana?
Ahora me mira a los ojos. Sus labios están en una línea firme e
inquieta. —¿Qué estás haciendo, San? —No lo pregunta de forma grosera,
pero no hay manera en que su pregunta se entienda.
—Sólo entablo una conversación —digo. Mi voz es suave y suena
ofendida.
—Puedo pensar en un montón de cosas de las que preferiría hablar
que de mí misma. Pero eso es de todo lo que quiero saber, Britt.
Asiento, entendiendo que, aunque técnicamente no estoy quebrando
sus reglas, estoy inclinándolas. No se siente cómoda con eso.
Me doy la vuelta y enfrento de nuevo la cornisa. Ella aun permanece
en la misma posición, presionado contra mí, pero es diferente ahora. Está
rígida. Cautelosa. A la defensiva. No sé nada sobre ella. No sé una sola cosa sobre su familia, y ya conoció a la mía. No sé nada sobre su pasado, pero durmió en mi cama de la infancia. No sé qué temas sacar o qué acciones hacer que causarán que se cierre, pero yo no le he escondido nada.
Me ve exactamente como soy. No lo veo en lo absoluto.
Rápidamente alzo una mano y limpio una lágrima que de alguna
manera escapó por mi mejilla. Absolutamente la última cosa que quiero es
que me vea llorar. Por mucho que he avanzado para continuar tratando
esto como sexo casual, también he llegado muy lejos para detenerla. Me
aterra perderla para siempre, así que me rebajo y tomo lo que puedo de ella,
a pesar de que sé que merezco algo mejor.
Britt coloca una mano sobre mi hombro y me gira para darle la
cara. Cuando en su lugar escojo bajar la mirada al agua, engancha un
dedo bajo mi barbilla y me hace mirarla. Le permito inclinar mi rostro
hacia el suyo, pero no hago contacto visual. Miro hacia arriba y a la
derecha, intentando hacer retroceder las lágrimas.
—Lo siento.
Ni siquiera sé por lo que se está disculpando. Ni siquiera sé si sabe
por lo que se está disculpando. Pero ambas sabemos que mis lágrimas
tienen todo que ver con ella, así que es más probable que solo pida disculpas
por esa simple y sola razón. Porque sabe que es incapaz de darme lo que
quiero. Deja de hacerme mirarla y en cambio, me tira a su pecho. Apoyo la
oreja contra su corazón, y ella descansa la barbilla sobre mi cabeza.
—¿Crees que deberíamos detenernos? —pregunta en voz baja. Su
voz es temerosa, como si esperara que mi respuesta fuera no, sin embargo,
se siente obligada a preguntarme de todos modos.
—No —susurro.
Suspira pesadamente. Suena como si pudiera ser un suspiro de
alivio, pero no estoy segura. —Si te pregunto algo, ¿serás honesta
conmigo? Me encojo de hombros, porque no hay forma que responda a eso con
un sí hasta que escuche primero la pregunta.
—¿Todavía estás haciendo esto conmigo porque piensas que
cambiaré de opinión? ¿Porque piensas que hay una posibilidad de que me
enamoraré de ti?
Esa es la única razón por la que sigo haciendo esto, Britt.
Sin embargo, no lo digo en voz alta. No digo nada.
—Porque no puedo, San. Yo solo… —Su voz se desvanece, y sigue en
silencio. Analizo sus palabras y el hecho de que dijo no puedo en vez de no
lo haré. Quiero preguntarle por qué no puede. ¿Está asustada? ¿Es porque
no soy la adecuada para ella? ¿Tiene miedo de romper mi corazón? No le
pregunto, porque ninguna de sus respuestas a estas preguntas me
tranquilizará. Ninguno de estos escenarios es razón suficiente para negar
absolutamente la felicidad a un corazón.
Por eso es por qué no le pregunto, porque siento que tal vez no estoy
preparada para la verdad. Tal vez estoy subestimando lo que pasó en su
pasado y que lo hizo de esta manera. Porque algo pasó. Algo más que
probablemente no puedo entender, incluso si descubro lo que fue. Algo le
robó el espíritu, como dijo Sue. Sus brazos me tiran con más fuerza, y el agarre que tiene en mí lo dice todo. Es más que un abrazo. Me está sosteniendo como si temiera que fuera a ahogarme si me libera.
—San —susurra—. Sé que me arrepentiré de decir esto, pero quiero
que lo escuches. —Se aleja solo lo suficiente para que sus labios
encuentren mi cabello, entonces me agarra de nuevo con fuerza—. Si fuera
capaz de amar a alguien… sería a ti. —Mi corazón se quiebra con sus
palabras, y siento la esperanza filtrarse y de nuevo gotear de el—. Pero no
soy capaz. Así que, si es demasiado difícil…
—No lo es —la interrumpo, haciendo lo que sea que puedo para
evitar que termine esto. De alguna manera, tomo valor para mirarla a los
ojos y decir la mejor mentira que he dicho en toda mi vida—. Me gustan
las cosas exactamente como están. Sabe que miento. Puedo ver la duda en sus ojos preocupados, pero asiente de todos modos. Intento hacerlo dejar de pensar en eso antes de que vea a través de mí. Envuelvo los brazos con soltura alrededor de su cuello, pero su atención es capturada por la puerta, la que ahora se
encuentra abierta. También me giro, y veo a Sue arrastrándose lentamente
hasta la terraza de la azotea. Camina hacia el interruptor en la pared que
apaga los chorros de la bañera de hidromasaje. Los apaga y lentamente da
la vuelta hacia la puerta, pero no antes de notarnos por el rabillo de su
ojo. Se gira y nos enfrenta del todo, de pie a no más de dos metros de
distancia.
—¿Eres tú, San? —dice, entornando los ojos.
—Así es —digo, aun en la misma posición con Britt.
—Mmm —dice Sue, notándonos a ambas—. ¿Alguien alguna vez les
dijo a ustedes dos que hacen una pareja bastante malditamente atractiva?
Me estremezco, porque sé que este no es el mejor momento para que
Britt escuche eso, especialmente después de la incómoda conversación
que tuvimos. También sé lo que hace Sue con ese comentario.
—Nosotras apagaremos las luces cuando nos vayamos, Sue —dice
Britt, ignorando la pregunta de Sue y re-direccionando la conversación. Sue entorna los ojos hacia ella, sacude la cabeza como si estuviera
decepcionada, y empieza a volver a la puerta. —Era una pregunta retórica,
de todos modos —murmura. Veo su mano subir a su frente, y saludar al
aire frente a ella—. Buenas noches, San —dice en voz alta.
—Buenas noches, Sue.
La observamos hasta que la puerta se cierra detrás de ella. Aparto las
manos de su cuello y con suavidad la empujo en el pecho hasta que
retrocede con el fin de que avance hacia ella. Nado de espaldas hacia el otro
extremo de la piscina.
—¿Por qué siempre eres tan grosera con él? —pregunto.
Britt se sumerge en el agua, separando los brazos frente a ella y
pateando la pared tras de sí. Nada hacia mí, y observo mientras sus ojos
permanecen centrados en los míos. Nado de espaldas hasta que estoy en la
pared opuesta de la piscina. Continúa hacia mí, casi estrellándose
conmigo, pero se detiene para agarrar la cornisa a ambos lados de mi
cabeza, enviando ondas de agua contra mi pecho.
—No soy grosera con ella. —Sus labios encuentran mi cuello, y lo besa
suavemente, arrastrándose lentamente hacia arriba hasta que su boca se
encuentra cerca de mi oreja—. Simplemente no me gusta responder
preguntas. Creo que ya hemos establecido eso.
Alejo el cuello unos pocos centímetros para poder ver su rostro.
Intento centrarme en sus ojos, pero hay gotas de agua en sus labios, y es
difícil no mirar. —Sin embargo, es una mujer vieja. Se supone que no
debes ser grosera con la gente mayor. Y ella es bastante divertida, si llegas a
conocerla.
Britt se ríe un poco. —Te gusta, ¿eh? —Parece divertida.
Asiento. —Sí. Me agrada mucho. A veces, me agrada más que tú.
Se ríe en voz alta esta vez y se inclina de nuevo, plantando un beso
en mi mejilla. Su mano se ajusta a mi nuca, y sus ojos caen a mi boca. —
Me gusta que te agrade —dice, llevando los ojos a los míos—. No seré de
nuevo grosera con ella. Lo prometo. Me muerdo el labio para que no vea lo mucho que quiero sonreír ante el hecho de que acaba de hacerme una promesa. Era una simple promesa. Pero aún así se siente bien. Desliza la mano alrededor de mi mandíbula, y su pulgar encuentra mi labio. Lo aparta de mis dientes. —¿Qué te he dicho de esconder esa sonrisa? —Toma mi labio inferior entre sus dientes y lo muerde con suavidad, y luego lo libera. Se siente como si la temperatura en la piscina acabara de dispararse seis grados. Su boca encuentra mi garganta, y exhala un pesado suspiro contra mi piel. Inclino la cabeza hacia atrás y la dejo apoyada en la cornisa de la piscina mientras me besa por el cuello.
—Ya no quiero nadar —dice, deslizando los labios desde la base de
mi garganta hasta mi boca de nuevo.
—Bueno, entonces, ¿qué quieres hacer? —susurro con voz débil.
—Tú —dice sin dudarlo—. En mi ducha. Desde atrás.
Trago una gran bocanada de aire y la siento caer hasta la boca de mi
estómago. —Vaya. Eso es muy específico.
—Y también en mi cama —susurra—. Contigo arriba, todavía
empapada por la ducha. Inhalo bruscamente, y ambas podemos oír el temblor en mi respiración cuando exhalo. —Está bien —intento decir, pero su boca está
en la mía antes de que la palabra siquiera salga por completo.
Y una vez más, lo que debería haber sido una conversación
reveladora para mí es empujada a un lado para dejar espacio a la única
cosa que está dispuesta a darme.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 29, 2016 11:12 am

30
BRITTANY
Seis años antes…


Caminamos en silencio hacía una sala de espera vacía. Mi padre se sienta
primero, y de mala gana me siento frente a él. Espero por su confesión, pero él no sabe que no la necesito. Se acerca de su relación con Lisa.
Sé cuánto tiempo ha estado sucediendo.
—Tu madre y yo... —Él está mirando al suelo.
Ni siquiera puede hacer contacto visual conmigo.
—Decidimos separarnos cuando tenías dieciséis años. Sin embargo,
con todo lo que viajé, tenía sentido financiero para nosotros esperar
hasta que te graduaras antes de presentar una demanda de divorcio, así
que eso es lo que decidimos hacer. ¿Dieciséis?
Ella se enfermó cuando yo tenía dieciséis años.
—Habíamos roto desde hacía casi un año cuando conocí a Lisa.
Él está mirándome ahora. Está siendo honesto.
—Cuando se enteró de que estaba enferma, fue lo correcto de hacer,
Britt. Ella era tu madre, y no iba a dejarla cuando más me necesitaba.
Me duele el pecho.
—Sé que has sumado dos y dos —dice—. Sé
que has hecho los cálculos. Sé que me has estado odiando,
pensando que estaba teniendo un romance mientras ella estaba enferma, y
odié permitirte pensar eso.
—¿Entonces por qué? —pregunto—. ¿Por qué me dejaste
creerlo? Él mira al suelo otra vez. —No lo sé —dice—. Pensé
que tal vez había una posibilidad de que no te dieras cuenta que había
estado saliendo con Lisa por más tiempo del que había dicho, así que
pensé que traerlo a colocación haría más daño que bien. No me gustaba la idea de que supieras que mi matrimonio con tu madre había fracasado. No
quería que pensaras que murió infeliz.
—No —lo tranquilizo—. Estabas allí para ella, papá. Las dos lo estuvimos.
Él aprecia lo que digo, porque sabe que es verdad.
Mi madre estaba feliz con su vida.
Feliz conmigo. Esto me hace preguntarme si estaría decepcionada ahora, viendo cómo han salido las cosas.
—Ella estaría orgullosa de ti, Britt—dice—. Con la forma
en que has manejado todo.
Lo abrazo. Necesitaba escuchar esto más de lo que pensaba.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 29, 2016 11:13 am

31
Santana


Estoy tratando de escuchar a Jake seguir en su conversación con
mamá, pero todo en lo que puedo pensar es en el hecho de que Britt debe
estar por llegar a casa en cualquier momento. Han sido diez días desde
que estuvo en casa, y ese es el tiempo más largo que hemos pasado sin
vernos desde las semanas que pasamos sin hablar.
—¿Aun no le has dicho a Britt ? —pregunta Jake.
—¿Decirle qué?
Jake me enfrenta. —Que te mudas. —Señala la agarradera en el
mostrador a mi lado. Le arrojo la agarradera y niego. —No he hablado con ella desde la semana pasada. Probablemente le diré esta noche.
Honestamente, he querido contarle que encontré mi propio
departamento toda la semana, pero eso involucraría o llamarla o escribirle
un mensaje de texto, dos cosas que no hacemos. Las únicas veces que nos
mandamos mensajes son cuando estamos en casa. Creo que hacemos esto
porque nos ayuda a mantener nuestras fronteras.
De todos modos, no es como si la mudanza sea una gran cosa. Solo
me mudo a unas pocas cuadras. Encontré un apartamento que está más
cerca, tanto del trabajo como de la escuela. Definitivamente no a gran
altura, pero me encanta. Me pregunto, sin embargo, cómo afectará a las cosas entre Britt yo. Creo que esa es una de las razones por las que no he mencionado que siquiera estaba buscando mi propio lugar. Hay un miedo en la parte
trasera de mi mente que no estar justo al cruzar el pasillo de ella se
convertirá también en un inconveniente, y simplemente suspenderá lo que
sea que pasa entre nosotras.
Jake y yo levantamos la vista tan pronto como la puerta del
departamento se abre y hay un rápido golpeteo en ella. Miro a Jake, y
rueda los ojos. Aún se está adaptando. Britt entra a la cocina, y veo la sonrisa que quiere expandirse en su rostro cuando me ve, pero la mantiene bajo control cuando ve a Jake.
—¿Qué cocinas? —le pregunta Britt. Se inclina contra la muralla y
cruza los brazos en su pecho, pero sus ojos se desplazan por mis piernas.
Se detienen cuando ve que llevo una falda, y luego sonríe en mi dirección.
Por suerte, Jake todavía está de frente a la estufa.
—La cena —dice Jake con una voz entrecortada.
Le toma un tiempo adaptarse.
Britt me mira de nuevo y se queda en silencio por unos segundos.
—Hola, San —dice. Sonrío. —Hola.
—¿Cómo estuvieron los parciales? —Sus ojos se encuentran en mí,
en todas partes, excepto mi cara.
—Bien —digo. Modula, Te ves bonita.
Sonrío y deseo más que nada que Jake no estuviera de pie aquí en
este momento, porque toma todo en mí no lanzar los brazos alrededor de
Britty besarla con locura. Jake sabe por qué Britt se encuentra aquí. Britt y yo intentamos respetar el hecho de que Jake aún no le guste lo que sucede entre
nosotras, así que lo mantenemos a puertas cerradas.
Britt está masticando el interior de su mejilla, jugueteando con la
manga de su camisa, observándome. La cocina está tranquila, y Jake
todavía no se ha dado la vuelta para reconocerla. Pareciera que Britt está
a punto de reventar las costuras.
—A la mierda —dice, deslizándose a través de la cocina hacia mí.
Toma mi rostro en sus manos y me besa, duro, frente a Jake.
Está besándome. En frente de Jake.
No analices esto, San.
Tira de sus manos, arrastrándome fuera de la cocina. Por lo que sé,
Jake aún sigue de frente a la estufa, intentando ignorarnos lo mejor que
puede. Todavía adaptándose. Llegamos a la sala de estar, y Britt separa la boca de la mía. —No he sido capaz de pensar en nada más hoy —dice—. En lo absoluto. —Yo tampoco.
Me tira de la mano hacia la puerta principal. La sigo. La abre,
camina hacia su apartamento, y saca las llaves de su bolsillo. Su equipaje
todavía sigue afuera del pasillo.
—¿Por qué tu equipaje está aquí afuera?
Britt abre la puerta de su apartamento. —Todavía no he estado en
casa —dice. Se gira y agarra sus cosas del pasillo, luego sostiene la puerta
abierta para mí.
—¿Viniste primero a mi departamento?
Asiente, luego deja caer la bolsa de lona en el sofá y empuja su
maleta contra la pared. —Sip —dice. Agarra mi mano y me jala hacia ella—.
Te lo dije, San. No he pensado en nada más. —Sonríe y baja la cabeza
para besarme. Me río. —Au, me extrañaste —digo en broma.
Se aleja. Pensarías que le dije que la amo con la forma en que su
cuerpo se tensó.
—Relájate —digo—. Tienes permitido extrañarme, Britt. No rompe
las reglas. Retrocede unos pasos. —¿Tienes sed? —pregunta, cambiando de
tema como siempre lo hace. Se da la vuelta y se dirige hacia la cocina, pero
todo en ella acaba de cambiar. Su comportamiento, su sonrisa, su
entusiasmo por finalmente verme después de diez días.
Me quedo de pie en la sala de estar y observo todo desmoronarse.
Soy golpeada por una comprobación de la realidad, pero se siente
más como un meteorito.
Esta chica ni siquiera puede admitir que me extraña.
He guardado la esperanza de que si voy lo suficientemente lento con
ella, eventualmente atravesará lo que sea que lo detiene. En los completos
meses pasados, he estado bajo el supuesto de que tal vez ella simplemente
no puede manejar las cosas como se han desarrollado entre nosotras y
necesita tiempo, pero es claro ahora. No es ella- Soy yo.
Soy la que no puede manejar esto entre nosotras.
—¿Estás bien? —dice Britt desde la cocina. Sale de detrás de la
vista obstruida por los armarios, de modo que puede verme. Espera mi
respuesta, pero no puedo
. —¿Me extrañaste, Britt?
Y la armadura se alza de nuevo, protegiéndola. Aparta la mirada y
vuelve a entrar en la cocina. —No decimos cosas como esa, San —dice. La
dureza está de vuelta en su voz. ¿Habla en serio?
—¿No? —Doy unos pocos pasos a la cocina—. Britt. Es una frase
común. No significa compromiso. Ni siquiera significa amor. Las amigos se
lo dicen a las amigas. Se inclina contra la barra de la cocina y calmadamente me mira. — Pero, nunca fuimos amigas. Y no quiero romper tu única regla por darte
falsas esperanzas, así que no voy a decirlo.
No puedo explicar lo que me sucede, porque no lo sé. Pero es como si
cada cosa que jamás ha dicho y hecho que me daña, me atraviesa toda a la
vez. Quiero gritarle. Quiero odiarla. Quiero saber que demonios le
sucedió que la hizo capaz de decir cosas que pueden herirme más de lo
que cualquier otra palabra jamás ha estado cerca de hacerlo.
Estoy cansada de pedalear en el agua.
Estoy cansada de fingir que no me mata querer conocer todo sobre
ella. Estoy cansada de fingir que ella no está en todas partes. En todo.
Mi única cosa.
—¿Qué es lo que ella te hizo? —susurro.
—No —dice. La palabra es una advertencia. Una amenaza.
Estoy tan cansada de ver el dolor en sus ojos y no saber la razón de
ella. Estoy cansada de no saber qué palabras están fuera de los límites con
ella.
—Dime. Aparta la mirada. —Ve a casa, San. —Se da la vuelta y agarra el
borde del mostrador, dejando caer la cabeza entre sus hombros.
—Jódete. —Me doy la vuelta y salgo de la cocina. Cuando llego a la
sala de estar, la escucho venir detrás de mí, así que me apresuro. Alcanzo
la puerta principal y la abro, pero su palma encuentra la puerta sobre mi
cabeza, y la cierra de golpe. Aprieto los ojos con fuerza, preparándose para cuales quiera sean las palabras que están a punto de matarme por completo, porque sé que lo harán.
Su rostro se encuentra justo junto a mi oreja, y su pecho presionado
contra mi espalda. —Eso es lo que hemos estado haciendo, San. Joder. He
dejado claro eso desde el primer día.
Me río, porque no sé qué más hacer. Me giro y la miro. No se aparta,
y es mucho más intimidante en este momento de lo que la he visto antes.
—¿Piensas que dejaste claro eso? —le pregunto—. Estás tan llena de
mierda, Britt. Todavía no se mueve, pero su mandíbula se tensa. —¿Cómo no he
sido clara? Dos reglas. No puede ser más simple que eso.
Me río con incredulidad, entonces saco todo de mi pecho de una vez.
—Hay una gran diferencia entre joder con alguien y hacerle el amor. No me
has jodido en más de un mes. Cada vez que estás dentro de mí, me haces
el amor. Puedo verlo en la forma en que me miras. Me extrañas cuando no
estamos juntas. Piensas en mí todo el tiempo. Ni siquiera puedes esperar
diez segundos para entrar por tu propia puerta antes de venir a verme. Así
que, no intentes decirme que lo has aclarado desde el primer día, porque
eres la mujer más malditamente rebuscada que jamás he conocido.
Respiro. Respiro por primera vez en lo que se siente como un mes.
Ella puede hacer lo que quiera con todo eso. He terminado de
intentarlo. Deja escapar una respiración tranquila y controlada mientras
retrocede varios pasos. Parpadea y se da la vuelta como si no quisiera que
lea las emociones que obviamente están presentes en algún lugar en lo
profundo de ella. Sus manos agarran su nuca con fuerza, y permanece en
esta posición por un sólido minuto sin moverse. Empieza a soltar una
respiración tranquila tras otra, como si estuviera haciendo todo en su
poder para controlarse y no llorar. Mi corazón empieza a doler cuando me
doy cuenta de lo que sucede.
Se está rompiendo.
—Oh, Dios —susurra. Su voz es completamente dolida—. ¿Qué te
estoy haciendo, San?
Camina hacia la pared y cae frente a ella, y se desliza hasta el piso.
Sus rodillas suben, y descansa los codos sobre ellas, cubriéndose el rostro
con las manos para detener sus emociones. Sus hombros empiezan a
sacudirse, pero no emite ni un sonido.
Está llorando. Britt Pierce está llorando. Es el mismo llanto desgarrador que provenía de ella la noche que la conocí.
Esta chica madura, este muro de intimidación, este sólido velo de
armadura, ella está desmoronándose por completo justo en frente de mis
ojos.
—¿Britt? —susurro. Mi voz es débil comparada con su enorme
silencio. Camino hacia ella y me arrodillo delante de ella. Envuelvo el brazo
alrededor de sus hombros y bajo la cabeza hacia la suya.
No le pregunto de nuevo que está mal, porque ahora me aterra
saber.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Mayo 29, 2016 11:17 am

He estado muy muy decepcionada de como algunas personas estan dejando morir este foro. Que acaso se creen la divina garza por solo pasar leer y no dejar un punto, o un puto asterisco. Yo siempre estoy feliz con las dos lectoras que tengo, y lo estare. A veces no toman en cuenta el tiempo y el cariño que uno pone en cada adaptacion, o aquellas personas que tienen historias ineditas. ME PARECE UNA FALTA DE RESPETO QUE LEAN LAS HISTORIAS Y NO DEJEN UN PUTA COMENTARIO. como es posible que dejen que este foro se acabe. UN LLAMADO A LA CONCIENCIA O SON PARTE DE ESTO O NO LO SON.

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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por micky morales Dom Mayo 29, 2016 9:00 pm

te apoyo, YO SOY Y SEGUIRE SIENDO PARTE DE ESTO!!!!! Me ha sorprendido que brittany se rompiera por fin, y de verdad muero por saber que rayos paso con marley y el bebe!!!!! (Brittana) UGLY LOVE  Final y Epilogo - Página 3 3637566961 (Brittana) UGLY LOVE  Final y Epilogo - Página 3 3637566961 (Brittana) UGLY LOVE  Final y Epilogo - Página 3 3637566961
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 30, 2016 6:37 am

Micky Morales Ayer A Las 8:00 Pm te apoyo, YO SOY Y SEGUIRE SIENDO PARTE DE ESTO!!!!! Me ha sorprendido que brittany se rompiera por fin, y de verdad muero por saber que rayos paso con marley y el bebe!!!!! escribió:

Gracias, por tus palabras igualmente seguire siendo parte de esto..

Ahora solo dejare un capitulo para que sepas por fin que paso con marley y el bebe, por la noche actualizare con maraton ya con los ultimos cap. de la historia. Bye
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Mayo 30, 2016 6:38 am

32
BRITTANY
Seis años antes…

Lisa ama a Clayton. Mi papá ama a Clayton. Clayton repara familias.
Él ya es mi héroe, y tiene solo dos días de edad. Poco después de que mi papá y Lisa salieron, Quinn llega. Dice que no quiere sostener a Clayton, pero Marley la obliga. Está incómoda, porque nunca se ha ocupado de un bebé antes pero
lo abraza.
—Gracias a Dios se parece a Marley —dice Quinn.
Estoy de acuerdo con ella. Quinn le pregunta a Marley si alguna vez le conté lo que le dije a ella después de conocerla. No sé de lo que está hablando.
Quinn se ríe. —Después de acompañarte a tus clases ese primer día, te tomó una
Fotografía en tu asiento —le cuenta Quinn—. Me envió un mensaje de texto y dijo:
“Ella va a tener a todos mis bebés”. Marley me mira. Me encojo de hombros.
Estoy avergonzada. A Marley le encanta lo que le dije a Quinn. Me encanta que Quinn le dijera eso. El doctor entra y nos dice que podemos ir a casa ahora. Quinn
me ayuda a llevar todo al coche y colocarlo en la salida.
Antes de volver a la habitación de Marley, Quinn me toca el hombro.
Me giro y la enfrento. Tengo la sensación de que quiere decirme felicidades, pero
en su lugar, me abraza. Es incómodo, pero no lo es. Me gusta que esté orgullosa de mí. Esto me hace sentir bien. Como que estoy haciendo lo correcto.
Quinn se aleja. También nosotras. Marley, Clayton y yo. Mi familia.
Quiero a Marley en el asiento delantero, pero me encanta que suba en la parte trasera con él. Me encanta lo mucho que lo ama. Me encanta que estoy atraída hacia ella incluso más ahora que es mamá. Quiero besarla. Quiero decirle que la amo otra vez, pero creo que se lo he dicho demasiadas veces. No quiero que se canse de escucharlo. —Gracias por este bebé —dice desde el asiento de atrás—. Es hermoso. Me río. —Eres la responsable por la parte hermosa, Marley. Creo que del lado de los Pierce heredo sus bolas. Se ríe. Se ríe a carcajadas. —Oh, mi Dios, lo sé —dice. Ambas nos reímos de las grandes bolas de nuestro hijo.
Ella suspira. —Descansa —le digo—. No has dormido en dos días.
La veo sonreír en el espejo retrovisor. —Pero no puedo dejar de mirarlo —susurra.
No puedo dejar de mirarte a ti, Marley. Pero me detengo, porque el tráfico es más brillante de lo que debería ser. Mis manos agarran el volante.
Demasiado brillante.
Siempre he escuchado que tu vida pasa ante tus ojos momentos antes de morir. Es cierto sentido, eso es cierto. De cualquier modo, no viene a ti en secuencia o en orden aleatorio. Es solo una imagen que se PEGA en tu cabeza y se convierte en todo lo que sientes y todo lo que ves. No es tu verdadera vida la que pasa ante tus ojos. Lo que pasa ante tus ojos es la vida de las personas quienes están en tu
vida. Marley y Clayton. Todo lo que veo es a ambos —mi vida entera—, pasar ante mis ojos. El sonido se convierte en todo. Todo. Dentro de mí, fuera de mí, a través de mí, debajo de mí, sobre mí.
MARLEY,
MARLEY,
MARLEY.
No puedo encontrarla.
CLAYTON,
CLAYTON,
CLAYTON.
Estoy mojada. Está frio. Mi cabeza duele. Mis brazos duelen. No puedo verla, no puedo verla, no puedo verla, no puedo verlo.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
SILENCIO ENSORDECEDOR.
—¡Britt!
Abro los ojos.
Está mojado, está húmedo, hay agua, está mojado.
El agua está en el coche. Me desabrocho el cinturón y me giro. Sus manos están en su asiento. —¡Britt, ayúdame! ¡Estoy atascada!
Trato.
Trato de nuevo.
Pero tiene salir de aquí, también.
Necesita salir de aquí, también.
Pateo mi ventana y rompo el cristal. Vi esto en una película una vez.
Asegura de que hay una salida antes de que haya mucha presión
en las ventanas.
—¡Marley, sal de aquí! ¡Lo tengo!
Ella me dice que no. No deja de intentar sacarlo.
Lo sacaré, Marley.
Ella no puede salir. Su cinturón está atascado. Es demasiado apretado.
Salgo del asiento del carro y extiendo la mano para llegar a su cinturón.
Mis manos están bajo el agua cuando lo encuentro.
Da una bofetada a mi brazo e intenta alejarme de ella.
—¡Sácalo primero! —grita—. ¡Sácalo de aquí, primero!
No puedo.
Ambos están atascados.
Tú estás atascada, Marley.
Oh, Dios.
Estoy asustado.
Marley está asustada.
El agua está por todas partes. No puedo verlo más.
No puedo verla.
No puedo escucharla.
Extiendo la mano a su cinturón de nuevo.
Quitándolo de ella.
Agarro sus manos. Su ventana no está rota.
La mía lo está.
La jalo hacia delante. Ella se está resistiendo.
Deja de pelear conmigo.
Pelea conmigo, Marley.
Pelea conmigo.
Muévete.
Alguien está llegando a través de mi ventana.
—¡Dame su mano! —le escucho gritar.
El agua entra a través de mi ventana ahora.
El asiento de atrás está lleno de agua.
Todo es agua.
Le doy la mano de Marley. Me ayuda a sacarla de aquí.
Todo es agua.
Intento encontrarlo.
No puedo respirar.
Intento encontrarlo.
No puedo respirar.
Trato de salvarlo.
Quiero ser su heroina.
No puedo respirar.
Así que me detengo.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
Silencio.
SILENCIO ENSORDECEDOR.
Cubro mis oídos con mis manos.
Cubro mi corazón con armadura.
Toso hasta que puedo respirar otra vez.
Abro mis ojos. Estamos en un bote.
Echo un vistazo. Estamos en un lago.
Llevo la mano hasta mi mandíbula.
Mi mano esta roja.
Cubierta en sangre tan roja como el cabello de Marley.
Marley.
Encuentro a Marley.
Clayton.
No encuentro a Clayton.
Me recuesto en mis manos y me muevo al borde del bote.
Necesito encontrarlo.
Alguien me detiene. Alguien me tira hacia atrás.
Alguien no me deja ir.
Alguien está diciéndome que es demasiado tarde.
Alguien me dice que lo siente.
Alguien me dice que no pudieron sacarlo.
Alguien me dice que nos fuimos por el puente después del impacto.
Alguien me dice que lo siente tanto.
Me muevo hacia Marley, en su lugar.
Trato de abrazarla, pero ella no me deja. Está gritando.
Sollozando.
LLORANDO.
LAMENTANDO.
Me golpea.
Me patea.
Me dice que debería haberlo salvado en su lugar.
Pero traté de salvarlos a ambos, Marley.
—¡Deberías haberlo salvado, Britt! —solloza.
Deberías haberlo salvado.
Deberías haberlo salvado.
Deberías HABERLO salvado.
Está gritando.
Sollozando.
LLORANDO.
LAMENTANDO.
La abrazo de todos modos.
Dejo que me golpee.
La dejo odiarme.
Marley me odia.
La abrazo de todos modos.
Marley llora, pero esta callada. Está llorando tan fuerte que su
garganta ni siquiera puede hacer algún sonido. Su cuerpo está llorando,
pero su voz no.
Arruinado.
Arruinado.
ARRUINADO.
Lloro con ella. Lloro, lloro, lloro y lloro, lloramos, lloramos y
lloramos.
Arruinado.
El agua es todo ahora.
Miro a Marley. Solo veo agua.
Cierro los ojos. Solo veo agua.
Levanto la mirada hacia el cielo. Solo veo agua.
Duele tanto. Nunca supe que un corazón podría sostener el peso del
mundo entero.
Ya no hago que la vida de Marley sea mejor.
Arruine a Marley.
Mi familia.
A mí, a ti y Clayton.
ARRUINADO.
No puedes amarme después de esto, Marley.
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Mensaje por micky morales Lun Mayo 30, 2016 7:24 am

por dios britt no tuvo la culpa, ella lo intento!!!! algo asi me imagine pero pense que morian los 2!!!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 1:18 am

33
Santana


Mis manos están sobre ella, frotando su espalda, tocando su pelo.
Está llorando, y lo único que puedo hacer es decirle que no importa.
Quiero decirle que olvide todo lo que he dicho esta noche. Quiero hacer lo
que pueda para quitarle el dolor, porque lo que sea que ocurriese no
debería importar. Pasara lo que pasara, nadie merece sentirse así ahora
mismo. Aparto los brazos de su cara, luego los deslizo sobre su regazo.
Sostengo su rostro en mis manos y lo inclino hacia el mío. Mantiene los
ojos cerrados. —No tengo que saberlo, Britt. Envuelve mi espalda con sus brazos y entierra la cara contra mi pecho. Sus fuertes respiraciones aumentan de ritmo a medida que intenta hacer retroceder sus emociones. Mis brazos envuelven su cabeza, y beso su pelo, luego hago un sendero por un lado de su cara hasta que se echa hacia atrás y me mira. Ninguna cantidad de armaduras en el mundo o cualquier muro lo suficientemente grueso puede ocultar la actual devastación en sus ojos. Destaca mucho, y hay tanta, que tengo que aguantar la respiración para
no llorar con ella. ¿Qué te ha ocurrido, Britt? —No tengo que saberlo —susurro de nuevo, sacudiendo la cabeza. Sus manos se mueven hasta mi nuca, y presiona su boca en la mía, dura y dolorosamente. Se inclina hasta que mi espalda toca el suelo. Sus manos me quitan la camisa, y me está besando con desesperación,
furiosamente, llenando mi boca con el sabor de sus lágrimas. La dejo usarme para deshacerse de su dolor. Haría lo que quisiera, siempre y cuando dejara de dolerle como lo hace. Desliza las manos bajo mi falda y comienza a quitarme la ropa
interior al mismo tiempo que engancho mis pulgares en la cintura de sus
pantalones y los bajo. Mis bragas llegan a los tobillos y las aparto, justo
cuando me toma ambas manos y las sitúa por encima de mi cabeza,
presionándolas contra el suelo. Deja caer su frente sobre la mía, pero no me besa. Cierra los ojos, pero mantengo los míos abiertos. No pierde el tiempo y se coloca entre mis piernas, extendiéndolas más ampliamente. Mueve la frente a un lado de mi cara, luego se desliza sobre mi uniendo nuestros sexos lentamente. Cuando está totalmente colocada exhala, liberando un poco de su dolor. Alejando su mente de ese horror por el que acaba de pasar. Y comienza su vaivén de liberación con toda su fuerza. Duele. Dame tu dolor, Britt. —Dios mío, Marley —susurra. Dios mío, Marley… Marley, Marley, Marley. Esa palabra se repite en mi cabeza. Dios. Mío. Marley. Volteo mi cabeza. Es el peor dolor que he sentido nunca. Absolutamente el peor. Su cuerpo inmediatamente se queda quieto cuando se da cuenta de lo que ha dicho. Lo único moviéndose entre nosotras ahora mismo son las lágrimas cayendo de mis ojos. —Santana —murmura, rompiendo el silencio entre nosotras—. Santana, lo siento tanto.
Niego, pero las lágrimas no se detienen. En algún lugar muy dentro
de mí, siento algo endurecerse. Algo que una vez fue líquido se congela
completamente, y es en este momento que sé que esto es todo.
Ese nombre. Lo dice todo. Nunca tendré su pasado, porque ella sí.
Nunca tendré su futuro, porque se niega a dárselo a alguien que no
sea ella. Y nunca sabré por qué, porque nunca me lo contará.
Comienza a separarse de mí, pero aprieto las piernas a su alrededor.
Suspira fuertemente contra mi mejilla. —Lo juro por Dios, Santana. No estaba
pensando en…—Para —susurro. No quiero oírla defender lo que acaba de pasar—. Sólo acaba, Britt. Alza la cabeza y me mira. Veo la disculpa, tan clara como el día, escondida detrás de las lágrimas frescas. No sé si son mis palabras las que la han cortado de nuevo o el hecho de que ambas sabemos que esto es
todo, pero parece que su corazón se ha roto de nuevo. Si eso es incluso posible.
Una lágrima cae de sus ojos y aterriza en mi mejilla. La siento rodar y mezclarse con una de las mías. Sólo quiero que esto termine. Envuelvo una mano alrededor de su nuca y empujo su boca sobre la mía. Ya no se mueve, así que arqueo la espalda, presionando las caderas fuertemente contra las suyas. Gime en mi boca y se mueve una vez, luego se detiene de nuevo. —Santana —dice otra vez contra mis labios. —Sólo acaba, Britt —le digo a través de mis lágrimas—. Sólo acaba.
Coloca una palma contra mi mejilla y presiona los labios en mi oído.
Ambas estamos llorando mucho más ahora, y puedo ver que soy más para
ella que esto. Sé que lo soy. Siento lo mucho que quiere amarme, pero lo que
sea que la esté deteniendo es más de lo que puedo conquistar. Rodeo su
cuello con mis brazos. —Por favor —suplico—. Por favor, Britt. —Estoy
llorando, suplicando por algo, pero ya ni siquiera sé por qué.
Se empuja contra mí. Más fuerte esta vez. Tan fuerte que me aparta
de ella, por lo que coloca sus brazos bajo mis hombros y los rodea con sus
manos, manteniéndome sujeta mientras se empuja repetidamente . Fuertes, largas estocadas que nos fuerzan a ambas a gemir con cada movimiento.
—Más fuerte —suplico. Se empuja más fuerte.
—Más rápido. Se mueve más rápido.
Estamos luchando por respirar entre nuestras lágrimas. Es intenso.
Es desgarrador. Es devastador. Es feo. Se ha terminado.
Tan pronto como su cuerpo se queda inmóvil sobre el mío, empujo
contra sus hombros. Se aparta de encima. Me siento y me limpio los ojos
con las manos, luego me levanto y me pongo la ropa interior. Sus dedos se
envuelven alrededor de mi tobillo. Los mismos que envolvió en el mismo
tobillo la noche que nos conocimos. —Santana —dice, su voz plagada de todo. Cada emoción se enrolla en sí misma sobre cada letra de mi nombre cuando sale de su boca. Me alejo de su agarre. Me dirijo a la puerta, aun sintiéndola en mí. Aun saboreando su boca sobre la mía. Aun sintiendo las manchas de su lágrima en mi mejilla. Abro la puerta y salgo. La cierro detrás de mí, y es la cosa más difícil que jamás he hecho. Ni siquiera puedo caminar el metro necesario hasta mi piso.
Colapso en el pasillo. Soy líquida. Nada más que lágrimas.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 1:18 am

34
BRITTANY
Seis años antes..

.

Nos fuimos a casa. No a nuestra casa. Marley quería a Lisa. Marley necesita a su madre. Como que yo necesito a mi padre. Cada noche la abrazo. Cada noche le digo que lo siento. Cada noche lloramos. No entiendo cómo puede ser tan perfecto. Cómo la vida y el amor y la gente pueden ser tan perfectos y hermosos.
Y entonces, no. Son tan feos. La vida y el amor y la gente se vuelven feos.
Todo se convierte en agua. Esta noche es diferente. Esta noche es la primera en tres semanas que no llora. La abrazo de todos modos. Quiero alegrarme de que no esté llorando, pero me asusta. Sus lágrimas significan que siente algo. Incluso
si ese algo es devastador, aún sigue siendo algo. No hay lágrimas esta
noche. La abrazo de todos modos. Le digo que lo siento de nuevo.
Nunca me dice que está bien. Nunca me dice que no es mi culpa.
Nunca me dice que me perdona. Sin embargo, me besa esta noche. Me besa y se quita la camisa. Me dice que le haga el amor. Le digo que no deberíamos. Le digo que supuestamente deberíamos esperar dos semanas más. Me besa, así dejaré
de hablar. Le devuelvo el beso. Marley me ama de nuevo. Creo.
Me está besando como si me amara. Soy amable con ella.
Voy lento. Me toca la piel como si me amara. No quiero hacerle daño.
Llora. Por favor, no llores, Marley.
Me detengo. Me dice que no lo haga. Me dice que acabe.
Acabar.
No me gusta esa palabra. Como si esto fuera un trabajo.
La beso de nuevo. Acabo.
Britt,
Marley me escribió una carta.
Lo siento. No. No puedo hacer esto. Duele mucho.
No, no, no.
Mi madre me llevará de vuelta a Phoenix. Ambas nos
quedaremos allí. Todo es demasiado complicado, incluso ahora entre
ellos dos. Tú papá ya lo sabe. Los Clayton unen familias.
Los Pierce las destrozan.
Intenté quedarme. Intenté amarte. Cada vez que te miro, lo veo.
Todo es él. Si me quedo, todo siempre será él. Lo sabes. Sé que lo
entiendes. No debería culparte.
Pero lo haces.
Lo siento tanto.
¿Dejaste de amarme con una carta, Marley?
Con amor,
Lo siento. Todas las partes feas de ello. Está en mis poros. Mis
venas. Mis recuerdos. Mi futuro.
Marley.
La diferencia entre el lado feo y el lado hermoso del amor es que el
hermoso es mucho más ligero. Te hace sentir como si flotaras. Te eleva. Te
lleva. Las partes hermosas del amor te mantienen por encima del mundo.
Te sujetan tan fuertemente sobre todas las cosas malas, que simplemente
miras hacia abajo a todo lo demás y piensas: Vaya, me alegra tanto estar
aquí arriba. A veces, las partes hermosas del amor regresan a Phoenix.
Las partes feas de éste son demasiado pesadas para regresar a
Phoenix. No pueden elevarte. Te hacen
C
A
E
R.
Te sujetan.
Te ahogan.
Alzas la vista y piensas: desearía estar ahí arriba.
Pero no lo estás.
El amor feo te convierte.
Te consume.
Te hace odiarlo todo.
Te hace darte cuenta de que todas las partes hermosas ni siquiera
valen la pena. Sin la belleza, nunca te arriesgarás a sentirte así.
Nunca te arriesgarás a sentir la fealdad.
Así que renuncias. Renuncias a todo. No quieres amar de nuevo, no
importa cual tipo sea, porque ninguno será jamás digno de hacerte pasar
por el amor feo de nuevo. Nunca me dejaré amar a nadie más, Marley.
Nunca.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 1:19 am

35
SANTANA


—Última carga —dice Jake, recogiendo las dos cajas restantes.
Le entrego a Jake la llave de mi nuevo lugar. —Daré una vuelta
más y nos encontraremos allí. —Le abro la puerta, y sale del apartamento.
Me quedo allí, mirando la puerta al otro lado del pasillo.
No la he visto ni hablado con ella desde la semana pasada.
Egoístamente, he estado esperando que apareciera y me diera una
disculpa, pero de nuevo, ¿por qué se disculparía siquiera? Nunca me
mintió. Nunca expresó las promesas que rompió.
Las únicas veces que no fue brutalmente honesta conmigo fueron en
las que no habló. Las veces que me miraba y yo asumía que los
sentimientos que veía en sus ojos eran más de lo que ella podía expresar.
Ahora es evidente que lo más probable es que yo inventara esos
sentimientos de su parte para que coincidieran con los míos. La emoción
ocasional detrás de sus ojos cuando estábamos juntas fue obviamente
producto de mi imaginación. Un producto de mi esperanza.
Exploro el apartamento una vez más para asegurarme de que
empaqué todo. Cuando salgo y cierro con llave la puerta de Jake, mis
movimientos caen bajo el mando de algo con lo que no estoy familiarizada.
No puedo decir si es valentía o desesperación, pero mi mano se
vuelve un puño, y ese puño llama a su puerta. Me digo a mí misma que si pasan diez segundos y la puerta no se abre, soy libre de escaparme hacia el ascensor.
Por desgracia, se abre después de siete. Mis pensamientos comienzan a alborotarse con racionalidad mientras la puerta se abre más. Antes de que esta gane y yo huya, Quinn aparece en la puerta. Sus ojos cambian, Quinn de complaciente a simpática cuando me ve parada ahí.
—Santana —dice, coronando mi nombre con una sonrisa. Noto el desvío
de su mirada hacia la habitación de Britt antes de que sus ojos regresen a
los míos—. Déjame avisarle —dice. Siento el ascenso de mi asentimiento, pero mi corazón está descendiendo, escalando por mi pecho, a través de mi estómago, y cayendo directamente al suelo. —Santana está en la puerta —oigo decir a Quinn. Inspecciono cada palabra, cada sílaba, en busca de una pista donde pueda encontrar una. Quiero saber si puso los ojos en blanco cuando dijo eso o si lo hizo esperanzada. Si alguien sabe cómo se sentiría Britt conmigo frente a su puerta, ese sería Quinn. Desafortunadamente, la voz de Quinn no puede darme una idea de cómo se sentirá Britt sobre mi presencia. Escucho pasos. Disecciono el sonido de estos mientras se acercan a la sala de estar. ¿Son pasos apresurados? ¿Indecisos? ¿Enfadados? Cuando llega a la puerta, mis ojos caen primero sobre sus pies. No obtengo nada de ellos. No hay pistas que me ayuden a encontrar
la confianza que necesito tan desesperadamente en este momento.
Ya puedo saber que mis palabras saldrán roncas y débiles, pero me
obligo a decirlas de todos modos. —Me voy —digo, aun mirando sus pies—.
Sólo quería despedirme. No hay una reacción inmediata por su parte, física o verbal. Mis ojos finalmente hacen el valiente viaje hasta los suyos. Cuando veo la mirada estoica en su rostro, quiero retroceder, pero tengo miedo de tropezar con
mi corazón. No quiero que me vea caer. El arrepentimiento por tomar la decisión de llamar a su puerta me consume con la brevedad de su respuesta.
—Adiós, Santana.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 1:40 am

36
Brittany
En la actualidad...


Sus ojos finalmente encuentran el coraje para mirar los míos, pero trato de no verla. Cuando realmente la miro, es demasiado. Cada vez que estoy con ella, sus ojos, su boca, su voz y su sonrisa encuentran cada
punto vulnerable en mí para romperlo. Para aprovecharlo. Para conquistarlo. Cada vez que estoy cerca de ella, tengo que luchar contra ello, así que trato de no verla con otra cosa que mis ojos esta vez.
Dice que está aquí para despedirse, pero no es por eso que está aquí, y lo sabe. Está aquí porque se enamoró de mí, aunque le dije que no lo hiciera. Está aquí porque todavía tiene la esperanza de que pueda amarla
recíprocamente. Quiero hacerlo, Santana. Quiero amarte tanto que duele, maldición. Ni siquiera reconozco mi propia voz cuando le digo adiós. La falta de
emoción detrás de mis palabras podría ser malinterpretada como odio. Muy lejos de la apatía que estoy tratando de transmitir, y un grito aún más lejano de las ganas que tengo de rogarle que no se vaya. Inmediatamente baja la mirada a sus pies. Puedo decir que mi respuesta acaba de matarla, pero le he dado suficientes falsas esperanzas.
Cada vez que le permitía entrar, la lastima mucho más que cuando tengo que apartarla. Pero es difícil sentirse mal por ella, porque por mucho que esté dolida, no conoce el dolor. No lo conoce como yo. Lo mantengo vivo. Lo
mantengo funcionando. Lo mantengo creciendo cada vez que lo experimento. Inhala y luego me mira con unos ojos un poco más rojos y brillantes.
—Te mereces mucho más de lo que te estás permitiendo tener. —Se levanta de puntillas y coloca las manos sobre mis hombros, luego presiona sus labios contra mi mejilla—. Adiós, Britt. Se da la vuelta y camina hacia el ascensor, justo cuando Jake sale a su encuentro. La veo levantar una de sus manos para secarse las lágrimas. La observo alejarse. Cierro la puerta, esperando sentir el más mínimo murmullo de alivio por el hecho de que fui capaz de dejarla a ir. En cambio, me encuentro con la única sensación familiar que mi corazón es capaz de sentir: el dolor.
—Eres una maldita idiota —dice Quinn detrás de mí. Me doy la vuelta, y está sentada en el brazo del sofá, mirándome—. ¿Por qué no vas tras ella
ahora mismo? Porque, Quinn, odio este sentimiento. Odio cada sentimiento que provoca en mí, porque me llena de todas las cosas que he pasado evitando los
últimos seis años. —¿Por qué habría de hacerlo? —pregunto mientras me dirijo hacia mi habitación. Hago una pausa con el golpe en la puerta principal.
Expulso un suspiro de frustración antes de volverme hacia la puerta, no queriendo tener que rechazarla por segunda vez. Sin embargo, lo haré. Incluso si tengo que dejarla con términos que la lastimarán aún más, tiene
que aceptar el hecho de que todo ha terminado. Lo dejé ir demasiado lejos. Mierda, nunca debería haber permitido que comenzaba incluso, con nosotras sabiendo que sería más que probable que terminara de esta manera. Abro la puerta, pero aparece Jake en mi línea de visión en lugar de Santana. Quiero sentirme aliviada por el hecho de que está aquí en lugar de ella, pero la mirada furiosa en su rostro hace que sea imposible sentirme aliviada. Antes de que pueda reaccionar, su puño conecta con mi boca, y doy
un traspiés hacia atrás, hacia el sofá. Quinn impide mi caída, y recupero el equilibrio antes de volverme hacia la puerta de nuevo. —¿Qué demonios, Jake? —grita Quinn. Me está frenando, suponiendo que quiero represalias.
No la quiero. Me lo merecía. Jake intercambia miradas entre nosotros, asentándose finalmente en mí. Se lleva el puño al pecho y lo frota con la otra mano. —Todos sabemos que debería haber hecho eso hace mucho tiempo. —Agarra el pomo de la puerta y la cierra, desapareciendo de nuevo en el pasillo.
Me encojo de hombros, alejándome de las garras de Quinn, y llevo una mano a mis labios. Alejo los dedos y están teñidos de sangre.
—¿Y qué tal ahora? —dice Quinn, esperanzada—. ¿Vas a ir tras ella ahora? La fulmino con la mirada antes de volver hacia mi dormitorio. Quinn se ríe a carcajadas. Es el tipo de risa que dice: Eres una jodida idiota. Sólo que ya lo dijo, así que como que solo lo está repitiendo.
Me sigue a mi dormitorio. Realmente no estoy de humor para esta conversación. Es bueno que sepa cómo mirar a la gente sin mirarla en realidad. Tomo asiento en la cama, y entra a mi habitación, inclinándose contra la puerta. —Estoy cansada de esto, Britt. Han pasado seis jodidos
años en los que te he visto caminar como una zombi por tu apartamento.
—No soy una zombi —digo rotundamente. —Los zombis no pueden volar. Quinn voltea los ojos; obviamente no está de humor para bromas. Qué bueno, porque no estoy de humor para hacerlas. Continúa mirándome, así que tomo el teléfono y me tumbo en la cama con el fin de fingir que no está aquí. —Ha sido la primera cosa que te ha dado vida desde la noche en que te ahogaste en ese maldito lago. La lastimaré. Si no sale en este mismo segundo, la lastimaré, joder.
—Vete.
—No.
La miro. La veo. —Vete a la mierda, Quinn.
Camina a mi escritorio, saca la silla, y se sienta en ella. —Jódete, Britt —dice—, aún no he terminado. —¡Vete!
—¡No!
Dejo de luchar contra ella. Me levanto y salgo yo. Me sigue. —Déjame hacerte una pregunta —dice, siguiéndome a la sala.
—¿Y luego te irás?
Asiente. —Y luego me iré.
—Está bien. Me mira en silencio por unos momentos.
Espero pacientemente por su pregunta para que pueda salir antes de que la lastime.
—¿Qué pasaría si alguien te dijera que pudiera borrar toda esa noche de tu memoria, pero al hacerlo, también tendrían que borrar cada
cosa buena? Todos los momentos con Marley. Cada palabra, cada beso, cada te amo. Cada momento que tuviste con tu hijo, por más breve que fuera. El primer momento que viste a Marley sostenerlo. El primer
momento en que tú lo sostuviste. La primera vez que lo escuchaste llorar o lo viste dormir. Todo eso. Borrado. Para siempre. Si alguien te dijera que pudiera deshacerse de las cosas feas, pero que también perderías todas las
otras cosas… ¿lo harías? Piensa que me está preguntando algo que nunca me he preguntado antes. ¿Cree que no me siento y me pregunto acerca de estas cosas todos los putos días de mi vida?
—No dijiste que tenía que responder a tu pregunta. Solo preguntaste
si podías hacerla. Puedes irte ahora. Soy la peor clase de persona.
—No puedes responderla —dice—. No puedes decir que sí.
—Tampoco puedo decir que no —digo—. Felicidades, Quinn. Me dejaste perpleja. Adiós.
Empiezo a caminar de regreso a mi habitación, pero dice mi nombre otra vez. Me detengo, pongo las manos en mis caderas y dejo caer la cabeza. ¿Por qué no se detiene y ya? Han pasado seis malditos años.
Debería saber que esa noche me hizo quien soy ahora. Debería saber que no voy a cambiar. —Si te hubiera preguntado eso hace unos meses, habrías dicho que sí antes de que la pregunta saliera de mi boca —dice—. Tu respuesta siempre ha sido que sí. Habrías dado cualquier cosa para no tener que volver a vivir esa noche. Me doy la vuelta y se dirige hacia la puerta. La abre, luego hace una pausa y me enfrenta de nuevo. —Si estar con Santana por unos pocos meses pudo hacer que el dolor fuera lo suficientemente soportable como para que pudieras responder con un tal vez, imagina lo que toda una vida con ella podría hacer por ti. Cierra la puerta. Cierro los ojos. Algo sucede. Algo dentro de mí. Es como si sus palabras hubieran creado una avalancha del glaciar que rodea mi corazón. Siento trozos de hielo endurecido desprenderse y caer al lado de todas las otras piezas que
se han desprendido desde el momento en que conocí a Santana. Salgo del ascensor y camino hacia la silla vacía al lado de Sue. Ni siquiera reconoce mi presencia con contacto visual. Está mirando a través del vestíbulo hacia la salida. —Acabas de dejarla ir —dice, ni siquiera intenta de ocultar la decepción en su voz. No respondo. Se apoya contra los brazos de la silla, reposicionándose a sí misma. —Algunas personas… se vuelven más sabias a medida que crecen. Desafortunadamente, la mayoría de la gente apenas crece. —Se da vuelta para mirarme—. Tú eres una de las que sólo ha estado volviéndose viejas, porque eres tan estúpida como lo eras el día en que naciste.
Sue me conoce lo suficientemente bien como para saber que esto es lo que tenía que suceder. Me conoce de toda la vida; habiendo trabajado en el área de mantenimiento en los edificios de apartamentos de mi padre
desde antes que yo naciera. Antes de eso, trabajó para mi abuelo haciendo lo mismo. Lo que garantiza que prácticamente sabe más sobre mí y mi familia que yo. —Tenía que pasar, Sue —digo, excusando el hecho de que
dejé ir a la única chica que ha sido capaz de llegar a mí en más de seis años. —Tenía que pasar, ¿eh? —refunfuña. Por el tiempo que la he conocido y por las muchas noches que he pasado aquí hablando con ella, nunca me dio una opinión sobre las decisiones que he tomado. Sabe la vida que elegí después de Marley. Me da consejos llenos de sabiduría aquí y allá, pero nunca su opinión. Me
escuchó ventilar sobre la situación con Santana durante meses, y siempre se sentó en silencio, con la paciencia de escucharme, nunca dándome consejos. Eso es lo que me gusta de ella. Creo que todo está a punto de cambiar.
—Antes de que me des un sermón, Sue —digo, interrumpiéndole antes de que tenga la oportunidad de continuar—, sabes que estará mejor así. —Me doy vuelta y la miro—. Sabe que lo estará. Sue se ríe, asintiendo. —Eso es malditamente seguro. La miro con incredulidad. ¿Acaba de estar de acuerdo conmigo? —¿Estás diciendo que tomé la decisión correcta?
Permanece en silencio por un segundo antes de soltar un suspiro. Su expresión se contorsiona como si sus pensamientos no fueran algo que quiera que compartir. Se relaja en su silla y se cruza de brazos. —Me dije
que nunca me involucraría en tus problemas, muchacha, porque para que una mujer de consejos, pues lo mejor es saber de qué demonios está hablando. Y Dios sabe que en mis ochenta años nunca he pasado por nada como lo que has pasado. No sé nada acerca de cómo se sintió o lo
que te hizo. Sólo pensar en esa noche hace que mi estómago duela, y sé que a ti también te duele. Y tu corazón. Y tus huesos. Y tu alma. Cierro los ojos, deseando poder cerrar mis oídos en su lugar. No
quiero escuchar esto. —Ninguna de las personas en tu vida sabe lo que se siente ser tú. Ni yo. Ni tu padre. Ni esos amigos tuyos. Ni siquiera Santana. Sólo hay una
persona que siente lo que tú sientes. Sólo una persona a la que le duele
como te duele. Sólo la otra madre de ese bebé que le echa de menos la misma
forma que tú lo haces. Mis ojos están cerrados herméticamente, y estoy haciendo todo lo posible para respetar el final de la conversación, pero está tomándome
todo lo que tengo no levantarme e irme. No tiene derecho a meter a Marley
en esta conversación. —Britt —dice en voz baja. Hay determinación en su voz, como si necesitara que me la tome en serio. Siempre lo hago—. Tú crees que le
quitaste a esa chica la posibilidad de ser feliz, y hasta que te enfrentes a
ese pasado, nunca seguirás adelante. Vas a estar reviviendo ese día todos
los días, hasta el día de tu muerte, a menos que vayas a ver por tus
propios ojos que esté bien. Entonces tal vez verás que está bien que tú
también seas feliz. Me inclino hacia delante y paso las manos por mi cara, luego
descanso los codos sobre las rodillas y bajo la mirada. Observo mientras
una lágrima cae de mis ojos y cae en el suelo bajo mis pies. —¿Y qué pasa
si ella no está bien? —susurro. Sue se inclina hacia adelante y pone las manos entre sus rodillas. Me doy vuelta y la miro; por primera vez en los veinticuatro años que la conozco, veo lágrimas en sus ojos. —Entonces no creo que algo cambie. Puedes seguir sintiéndote como que no te mereces una vida por arruinar la suya. Puedes seguir evitando todo lo que podría hacer que sientas de nuevo. —Se inclina hacia mí y baja la voz—. Sé que la idea de enfrentarte a tu pasado te aterroriza. Le aterroriza a toda persona. Pero a veces no lo hacemos por nosotros mismos. Lo hacemos por la gente que amamos más que a nosotros mismos.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 1:57 am

37
MARLEY


—¡Brad! —grito—. ¡Alguien está en la puerta! —Tomo un paño de
cocina y seco mis manos. —¡Ya voy! —dice él, pasando por la cocina. Hago un rápido inventario de la cocina para asegurarme de que no hay nada que mi madre
pueda criticar. Los mostradores están limpios. Los pisos relucientes.
Ven, mamá. —Espera aquí —dice Brad a quien sea que esté en la puerta.
¿Espera aquí? Brad no le diría eso a mi madre.
—Marley —dice Brad desde la entrada de la cocina. Me giro para
encararlo, e inmediatamente me tenso. La mirada en su rostro es una que
rara vez logro ver. Está reservada para prepararme. Como cuando va a
decirme algo que no quiero escuchar o algo que teme pueda lastimarme.
Mis pensamientos inmediatamente caen en mi madre, y me carcome la
preocupación. —Brad —susurro—. ¿Qué pasa? —Estoy agarrándome del mostrador a mi lado. Un familiar miedo que solía vivir y respirar dentro de mí me
recorre, pero ahora es algo que me controla en pocas ocasiones.
Como ahora, cuando mi esposo teme decirme algo que no está
seguro que quiera escuchar. —Alguien vino a verte —dice.
No conozco a nadie que pueda poner a Brad tan preocupado como lo
está ahora. —¿Quién? Camina lentamente hacia mí y acuna mi rostro en sus manos cuando llega a mi lado. Mira dentro de mis ojos como si tratara de
prepararme para una caída. —Es Britt. No me muevo.
No caigo, pero Brad me sostiene de todas maneras. Envuelve sus
brazos alrededor de mí y me acerca a su pecho. —¿Por qué está aquí? —Mi voz tiembla. Brad sacude la cabeza. —No lo sé. —Se aleja y baja la mirada hacia
mí—. Puedo pedirle que se marche si eso quieres. Inmediatamente niego con mi cabeza. No podría hacerle eso. No si viajó todo ese camino hasta Phoenix.
No después de casi siete años. —¿Necesitas un par de minutos? Puedo llevarla a la sala. No merezco a este hombre. No sé qué haría sin él. Conoce mi historia
con Britt. Sabe todo lo que pasamos. Me tomó un tiempo ser capaz de
contarle la historia completa. La conoce toda, y aun está aquí, ofreciéndome invitar a nuestra casa a la otra única persona que he amado.
—Estoy bien —le digo, aunque no lo estoy. No sé si quiero ver a
Britt. No tengo idea de porque está aquí—. ¿Tú estás bien?
Asiente. —Parece alterado. Creo que deberías hablar con ella —Se
inclina y me besa en la frente—. Está en el vestíbulo. Estaré en mi oficina
si me necesitas. Asiento, y luego lo beso. Lo beso con fuerza. Se marcha y me quedo allí de pie, en silencio, mi corazón latiendo erráticamente dentro de mi pecho. Respiro profundo, pero eso no hace nada para calmarme. Paso las manos por mi camisa y camino hacia el vestíbulo.
La espalda de Britt está hacia mí, pero me escucha cuando doblo la
esquina. Gira un poco la cabeza por encima de su hombro, como si tuviera
miedo de volverse por completo y mirarme como yo la estoy viendo.
Se gira con cuidado. Lentamente. De pronto, mis ojos se encuentran
con los suyos. Sé que han pasado seis años, pero en esos seis años, de alguna
manera cambió por completo, pero sin cambiar del todo. Aún sigue siendo
Britt, pero ahora es una mujer. Me hace preguntarme que es lo que ella
está viendo en mí, mirándome por primera vez desde el día que la dejé.
—Hola —dice, acercándose con precaución. Su voz es diferente. Ya
no es la voz de una adolescente. —Hola. Pierdo el contacto visual cuando sus ojos viajan alrededor del vestíbulo. Analiza mi casa. Una casa en donde nunca esperé verla a ella. Ambas nos quedamos en silencio por un minuto. Quizás dos.
—Marley, yo… —Me mira de nuevo—, no sé porque estoy aquí.
Yo sí. Puedo verlo en sus ojos. Llegué a conocer esos ojos tan bien cuando
estábamos juntas. Conocía todos sus pensamientos. Todas sus emociones.
No era capaz de ocultar lo que sentía, porque podía sentir tanto. Siempre
ha sentido demasiado. Esta aquí porque necesita algo. No sé qué. ¿Quizás respuestas? ¿Un cierre? Me alegra que esperara hasta ahora para quererlo hacer, porque creo que finalmente estoy lista. —Es bueno verte —digo. Nuestras voces son débiles y tímidas. Es raro ver a alguien por primera vez bajo diferentes circunstancias desde que nos separamos. Amé a esta mujer. La amé con todo mi corazón y alma. La amé como amo a Brad. También la odié.
—Vamos —digo, señalando hacia la sala—. Hablemos.
Da dos pasos vacilantes hacia la sala. Me giro y le permito seguirme.
Ambas nos sentamos en el sofá. No se acomoda. En su lugar, se
siente en el borde del sofá y se inclina hacia adelante, descansando los
codos en sus rodillas. Mira alrededor, escaneando mi casa una vez más. Mi
vida. —Eres muy valiente —digo. Me mira, esperando a que continúe—.
He pensado en esto, Britt. En verte otra vez. Yo sólo… —Bajo la mirada—,
simplemente no podía. —¿Por qué no? —dice casi inmediatamente.
Hago contacto visual con ella nuevamente. —Por la misma razón por
la cual tu tampoco podías. No sabíamos qué decir. Ella sonríe, pero no es la sonrisa que solía amar de Britt. Esta es reservada, y me pregunto si yo soy la causante. Si yo soy la responsable de toda la tristeza en ella. Hay tanta tristeza en ella ahora. Toma una foto de Brad y mía de la mesa. Sus ojos estudian la
imagen en sus manos por un momento. —¿Lo amas? —pregunta, sin dejar
de mirar la fotografía—. ¿Como me amaste? —No lo pregunta de una
manera amarga o celosa. Lo pregunta de una manera curiosa.
—Sí —contesto—. Así de mucho. Coloca la foto de regreso en la mesa, pero sigue mirándola. —¿Cómo? —susurra—. ¿Cómo lo hiciste? Sus palabras traen lágrimas a mis ojos, porque sé exactamente lo que pregunta. Me hice esa pregunta a mí misma durante varios años, hasta que conocí a Brad. No creía ser siquiera capaz de volver a amar de nuevo. No creía querer volver a amar a alguien otra vez. ¿Por qué alguien querría ponerse a sí mismo en una posición que traería de regreso el tipo de dolor que hace que una persona decida envidiar estar muerta?
—Quiero mostrarte algo, Britt. Me levanto y extiendo la mano, buscando la suya. Ella observa mi mano con cautela por un momento antes de tomarla. Sus dedos se deslizan entre los míos, y me da un apretón mientras se pone de pie.
Comienzo a hacer mi camino hacia el dormitorio, con ella siguiéndome de
cerca. Llegamos a la puerta de la habitación, y mis dedos hacen una pausa
en la perilla. Mi corazón se siente pesado. Las emociones y todo por lo que
hemos pasado están surgiendo, pero sé que tengo que permitir que salgan
a la superficie si quiero ayudarla. Abro la puerta y entro, tirando de Britt
conmigo. Tan pronto como estamos dentro de la habitación, siento sus dedos
apretándose alrededor de los míos. —Marley —susurra. Su voz es un ruego
para que detenga esto. La siento intentando retroceder por la puerta, pero
no se lo permito. La obligo a acercarse a la cuna conmigo.
Está de pie a mi lado, pero puedo sentir su lucha interna porque no
quiere estar aquí ahora. Aprieta mi mano con tanta fuerza que puedo sentir el dolor en su corazón. Exhala una rápida respiración mientras baja la mirada hacia ella. Veo el nudo en su garganta bajar cuando traga, luego toma otra pesada
bocanada de aire. La observo mientras su mano libre se acerca y agarra el borde de su cuna, aferrándose a ella con tanta fuerza como la mano que se envuelve
alrededor de la mía. —¿Cómo se llama? —susurra. —Claire.
Todo su cuerpo reacciona con mi respuesta. Sus hombros
inmediatamente comienzan a temblar, e intenta controlar su respiración,
pero nada puede detenerlo. Nada puede detener lo que está sintiendo, así
que sólo permito que lo sienta. Retira su mano de la mía y cubre su boca
para ocultar las rápidas inhalaciones que entran en sus pulmones. Se da
la vuelta y sale apresuradamente de la habitación. La sigo con la misma
rapidez, a tiempo para ver su espalda golpear la pared del pasillo justo
frente al dormitorio. Se desliza hasta el suelo, y las lágrimas empiezan a
caer con fuerza. No intenta cubrirlas. Pasa las manos a través de su cabello, y apoya su cabeza contra la pared y levanta la mirada hacia mí. —Esa… —Señala
hacia la cuna de Claire e intenta hablar, pero le toma varios intentos
conseguir terminar la oración—, esa es su hermana —dice finalmente,
dejando escapar una respiración inestable—. Marley. Le diste una
hermana. Me siento en el suelo a su lado y envuelvo un brazo alrededor de sus
hombros, acariciado su cabello con la otra mano. Presiona las palmas
contra su frente y aprieta los ojos con fuerza, llorando en silencio. —Britt —Ni siquiera intento disimular las lágrimas en mi voz—, mírame.
Apoya la cabeza contra la pared; no me mira a los ojos. —Lo siento,
te culpé. Tú también lo perdiste. No supe cómo lidiar con eso en el pasado.
Mis palabras la rompen por completo, y soy consumida por la culpa,
por permitir que seis años pasaran sin decirle esas palabras. Se inclina y
envuelve sus brazos apretadamente a mí alrededor, jalándome contra ella.
Le permito abrazarme. Le permito sostenerme por un largo tiempo, hasta que todas las disculpas y el alivio son absorbidos y solo somos nosotras otra vez. Sin
lágrimas. Estaría mintiendo si dijera que nunca pensé en lo que le hice. Pienso
en ello todos los días. Pero tenía dieciocho y estaba devastada, y nada me
importó después de esa noche. Nada. Sólo quería olvidar, pero cada mañana que me despertaba y no tenía a Clayton a mi lado, culpé a Britt. La culpé por salvarme, por no tener una razón para vivir. También sabía en mi corazón que Britt hizo lo que pudo. Sabía en mi corazón que nunca fue su culpa, pero en ese punto de
mi vida, no era capaz de pensar de forma racional o siquiera perdonar. En
ese punto de mi vida, estaba convencida de que no sería capaz de hacer
nada más que sentir dolor. Esos sentimientos no se desvanecieron durante más de tres años. Hasta el día que conocí a Brad. No sé a quién tiene Britt, pero la familiar lucha en sus ojos prueba que hay alguien. Solía ver esa misma lucha cada vez que me veía en el espejo, sin saber si podría amar de nuevo.
—¿La amas? —le pregunto. No necesito saber su nombre.
Estábamos más allá de eso ahora. Sé que ella no está aquí porque aún me
ame. Esta aquí porque no sabe amar con todo lo que tiene.
Suspira y descansa la barbilla sobre mi coronilla. —Tengo miedo de
no ser capaz de hacerlo. Britt besa mi cabeza, y cierro mis ojos. Escucho el latido de su corazón dentro de su pecho. Un corazón que asegura no ser capaz de
saber cómo amar, pero en realidad, es un corazón que ama demasiado. Ella
amó tanto, y esa única noche todo nos fue arrebatado. Cambió nuestros
mundos. Cambió su corazón. —Solía llorar todo el tiempo —digo—. Todo el tiempo. En la ducha. En el auto. En mi cama. Cada vez que estaba sola lloraba. Durante los dos primeros años, mi vida era una constante tristeza, sin nada más. Ni siquiera con buenos momentos. Siento sus brazos apretar su agarre alrededor de mí, silenciosamente diciéndome que lo sabe. Ella sabe exactamente solo lo que hablo. —Luego, cuando conocí a Brad, comencé a tener breves momentos
en los que mi vida no era una completa tristeza en cada segundo del día.
Pude ir a algún lugar con él en un auto, y noté que era la primera vez que
estaba en un auto sin echarme a llorar. Las noches que pasábamos juntos
eran las únicas noches en las que no lloraba hasta quedarme dormida. Por
primera vez, esa impenetrable tristeza en la que me había convertido
estaba siendo desmoronada por los breves y buenos momentos que pasaba
con Brad. Hago una pausa, necesitando un momento. No he tenido que pensar
en esto por un largo tiempo, las emociones y sentimientos están
demasiados frescos. Demasiado reales. Me alejo de Britt y me apoyo
contra la pared, luego descanso la cabeza en su hombro. Ella inclina su
cabeza hasta recargarla con la mía y toma mi mano, entrelazando nuestros
dedos. —Después de un tiempo, comencé a notar que esos buenos
momentos con Brad comenzaron a dominar más que toda la tristeza. La
tristeza en mi vida se convirtió en buenos momentos, y mi felicidad con
Brad se convirtió en mi vida. La siento exhalar, y sé que sabe sobre lo que estoy hablando. Sé que lo que sea que ella signifique, ella tiene esos buenos momentos a su lado. —Durante los nueve meses que estuve embarazada de Claire, estuve
asustada de no poder ser capaz de llorar de felicidad cuando la viera.
Justo después de que naciera, me la entregaron, justo como lo hicieron
cuando nació Clayton. Claire se parecía a él, Britt. Era como él. La miré
fijamente, sosteniéndola en mis brazos, y las lágrimas corrían por mis
mejillas. Pero era lágrimas buenas, y comprendí en ese momento que eran
las primeras lágrimas de felicidad que lloraba desde el día que sostuve a
Clayton en mis brazos. Me seco los ojos y dejo ir su mano, luego levanto mi cabeza de su hombro. —También te mereces eso—digo—. Mereces sentir eso
nuevamente. Asiente. —Quiero amarla tanto, Marley —dice, respirando las
palabras como si las hubiera retenido por una eternidad—. Quiero tener
eso con ella. Pero me asusta que la tristeza nunca desaparezca.
—El dolor no se irá jamás, Britt. Nunca. Pero si te permites amarla,
solo lo sentirás algunas veces, en lugar de permitirle que te consuma toda
tu vida. Envuelve su brazo alrededor del mío y tira de mi frente contra sus
labios. Me besa, largo y fuerte, antes de apartarse. Asiente, haciéndome
saber que entiende lo que trato de explicarle. —Lo superarás, Britt —digo, repitiendo las mismas palabras que ella usó para reconfortarme—. Vas a superarlo. Se ríe, y puedo sentir algo de su pesadez desvanecerse.
—¿Sabes que es lo que más temía de esta noche? —pregunta—.
Tenía miedo de que cuando llegara aquí, estuvieras igual que yo —Se echa
el pelo hacia atrás y sonríe—. Me alegra que no sea así. Me hace sentir
bien verte feliz. Tira de mí hacia ella y me abraza con fuerza. —Gracias, Marley —
susurra. Me besa suavemente en la mejilla antes de liberarme y ponerse de
pie—. Probablemente debería irme ahora. Tengo un millón de cosas que
decirle. Camina por el pasillo hacia la sala, luego se vuelve hacia mí por
última vez. Ya no veo todas esas partes tristes en ella. Ahora solo veo paz
cuando me encuentro con sus ojos. —¿Marley? —Hace una pausa, observándome silenciosamente por un momento. Una pacífica sonrisa se forma lentamente en su rostro—. Estoy tan orgullosa de ti.
Desaparece en el pasillo, y me quedo en el suelo hasta que escucho
la puerta principal cerrarse detrás de ella.
Yo también estoy muy orgullosa de ti, Britt.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 2:12 am

38
Santana



Cierro la puerta de mi auto y camino a las escaleras que conducen al
segundo piso de mi complejo de apartamentos. Me siento aliviada de no
tener que volver a usar el ascensor, pero eso no evita extrañar a Sue un
poco, incluso si sus consejos no tuvieran un montón de sentido para mí la
mayor parte del tiempo. Fue agradable simplemente tenerla ahí para
entretenerme. Me he mantenido ocupada con el trabajo y la escuela,
intentando mantenerme concentrada, pero ha sido duro.
He estado en mi nuevo apartamento por dos semanas, y aunque me
gustaría estar sola, nunca lo estoy. Cada vez que entro por mi puerta,
Britt sigue estando en todas partes. Todavía está en todo, y sigo
esperando hasta que no lo esté. Sigo esperando por el día en que duela
menos. Cuando no la extrañe tanto. Diría que mi corazón está roto, pero no lo está. No creo que lo esté. En realidad, no lo sé, porque mi corazón no ha estado en mi pecho desde que lo dejé en frente de su apartamento el día en que le dije adiós. Me digo que hay que vivir un día a la vez, pero es mucho más fácil
decirlo que hacerlo. Sobre todo cuando los días se convierten en noches, y
tengo que estar en mi cama sola, escuchando el silencio.
El silencio nunca fue tan fuerte hasta que le dije a Britt adiós.
Ya estoy temiendo abrir la puerta de mi apartamento, y ni siquiera
estoy a mitad de la escalera todavía. Ya puedo decir que esta noche no va a
ser diferente de todas las otras noches desde Britt. Llego a la cima de las
escaleras y giro a la izquierda hacia mi apartamento, pero mis pies dejan
de funcionar Mis piernas dejan de funcionar. Puedo sentir los latidos de un corazón en algún lugar de mi pecho de nuevo por primera vez en dos semanas.
—¿Britt? No se mueve. Está sentada en el suelo delante de mi apartamento,
apoyada contra la puerta. Camino lentamente hacia ella, sin saber qué hacer
con su aparición. No está en su uniforme. Está vestida de manera
informal, y su cara demuestra que no ha trabajado por unos pocos días. También hay lo que parece un hematoma reciente bajo su ojo derecho. Tengo miedo de despertarla, porque si es tan beligerante como lo fue la primera vez que la conocí, no quiero tratar con ella. Pero una vez más, no hay forma de que pueda conseguir pasar a su alrededor y al interior de mi apartamento sin despertarla. Levanto la mirada e inhalo una respiración profunda, sin saber qué hacer. Me temo que si la despierto, voy a ceder. La dejaré entrar, y le voy a dar eso por lo que está aquí, que definitivamente no es la parte de mí que quiero darle.
—Santana —dice. La miro, y está despierta, se empuja hacia arriba,
mirándome nerviosamente. Doy un paso atrás una vez que está de pie,
porque he olvidado lo alta que es. Lo mucho que ella se convierte en mi todo
cuando está en frente de mí. —¿Cuánto tiempo has estado aquí? —pregunto.
Mira el teléfono celular en su mano. —Seis horas. —Me mira—.
Tengo que usar el baño bastante urgente. Me dan ganas de reír, pero no puedo recordar cómo. Me dirijo a mi puerta, y sale del camino para que abra.
Mi mano temblorosa empuja la puerta de mi apartamento abierta, y
camino adentro, luego señalo el pasillo. —A la derecha. No la miro mientras camina en esa dirección. Espero hasta que se cierra la puerta del baño, y caigo en el sofá y entierro mi cara entre mis manos. Odio que esté aquí. Odio que la dejara entrar sin dudas. Odio que en cuanto salga del baño, voy a tener que hacer que se vaya. Pero no puedo hacerme esto a mí misma nunca más. Todavía estoy tratando de recomponerme cuando la puerta del baño se abre y vuelve a entrar en la sala de estar. Levanto la vista y no puedo mirar a otro lado.
Algo es diferente. Ella es diferente. La sonrisa en su rostro… la tranquilidad de sus ojos... la forma en que se comporta como si estuviera flotando.
Sólo han pasado dos semanas, pero se ve tan diferente.
Se sienta en el sofá y ni siquiera se molesta en poner espacio entre
nosotras. Se sienta a mi lado y se inclina hacia mí, así que cierro los ojos y
espero a cualquier palabra que esté a punto de decir que me vaya a
lastimar de nuevo. Eso es todo lo que ella sabe hacer. —Santana —susurra. —Te echo de menos. Guau. Absolutamente no esperaba oír esas cuatro palabras, pero
simplemente se convirtieron en mis nuevas palabras favoritas. Te, echo, de y menos. —Dilo de nuevo, Britt. —Te echo de menos, Santana —dice inmediatamente—. Tanto. Y no es la primera vez. Te he echado de menos todos los días que no hemos estado juntas desde el momento en que te conocí.
Envuelve su brazo alrededor de mis hombros y tira de mí hacia ella.
Voy. Caigo en su pecho y agarro su camisa, apretando los ojos cerrados
cuando siento sus labios presionar contra mi coronilla. —Mírame —dice en voz baja, tirando de mí en su regazo para enfrentarla. Lo hago. La miro. De hecho, realmente la veo ahora. No hay guardia. No hay pared invisible que me bloquee de aprender y explorar todo lo relacionado con ella. Está permitiendo que la vea esta vez, y es hermosa. Mucho más hermosa que antes. Lo que sea que ha cambiado, era enorme. —Quiero decirte algo —dice—. Esto es tan difícil para mí de decir,
porque eres la primera persona a la que siempre he querido decírselo.
Tengo miedo de moverme. Sus palabras son aterradoras, pero
asiento. —Tenía un hijo —dice en voz baja, mirando a nuestras manos
entrelazadas. Esas tres palabras tienen más dolor que cualquieras otras
tres palabras que he escuchado en mi vida. Inhalo. Me mira con lágrimas en los ojos, pero me quedo en silencio, a pesar de que sus palabras apenas me quitaron el aliento. —Murió hace seis años. —Su voz es suave y distante, pero sigue
siendo su voz. Puedo notar que decir que esas palabras son de las más difíciles que ha tenido que decir. Le duele tanto admitir esto. Quiero decirle que pare.
Quiero decirle que no necesito escucharla si le duele. Quiero envolver mis
brazos a su alrededor y arrancar la tristeza de su alma con mis propias
manos, pero en cambio, le dejo terminar. Britt vuelve a mirar nuestros dedos entrelazados. —No estoy lista a hablarte acerca de él todavía. Tengo que hacerlo a mi propio ritmo. Asiento y aprieto sus manos tranquilizadoramente.
—Sin embargo, voy a contarte sobre él. Lo prometo. También quiero
contarte acerca de Marley. Quiero que lo sepas todo acerca de mi pasado.
Ni siquiera sé si ha acabado, pero me inclino hacia delante y
presiono mis labios a los suyos. Me tira en su contra con tanta fuerza y
empuja hacia atrás contra mi boca con tanta fuerza que es como si me
dijera que lo siente sin usar palabras. —Santana —susurra contra mi boca. Puedo sentirla sonriendo—. Aún no he terminado. Me levanta y me ajusta a su lado en el sofá. Su pulgar dibuja círculos en mi hombro mientras mira su regazo, formando cualquier palabra que necesita decirme. —Nací y crecí en un pequeño suburbio en las afueras de San Francisco —dice, moviendo sus ojos de nuevo hasta encontrarse con los míos—. Soy hija única. Realmente no tengo ninguna comida favorita, porque me gusta casi todo. Quise ser una piloto desde que puedo recordar. Mi madre murió de cáncer cuando tenía diecisiete años. Mi padre ha
estado casado desde hace un año con una mujer que trabaja para él. Es
bonita, y son felices juntos. Siempre como que he querido un perro, pero
nunca he tenido uno... La observo, hipnotizada. Observo sus ojos que deambulan por mi cara mientras habla. Mientras me dice todo sobre su infancia y su pasado
y cómo conoció a mi hermano y su relación con Quinn. Su mano se encuentra la mía, y la cubre como si se estuviera convirtiendo en mi escudo. Mi armadura. —La noche que te conocí —dice finalmente—. ¿La noche que me encontraste en el pasillo? —Sus ojos se mueven hacia su regazo, incapaz de mantener contacto con los míos—. Mi hijo habría cumplido seis ese día. Sé que dijo que quiere que la escuche, pero en este momento, sólo necesito abrazarla. Me inclino hacia delante y envuelvo mis brazos a su alrededor, y se acuesta en el sofá, tirando de mí arriba suyo. —Me tomó todo lo que tenía para tratar de convencerme de que no
me estaba enamorando de ti, Santana. Cada vez que estaba cerca de ti las
cosas que yo sentía me aterrorizaban. Pasé seis años pensando que tenía
control de mi vida y mi corazón y que nada me podría lastimar de nuevo.
Pero cuando estábamos juntas, había momentos en que no me importaba
si me hacía daño de nuevo, porque estar contigo casi se sentía como si
valiera la pena cualquier dolor. Cada vez que me empezaba a sentir de esa
manera, te empujaba más lejos por culpa y miedo. Me sentía como si no te
mereciera. No merecía la felicidad en absoluto, porque se la había quitado
a las dos únicas personas que jamás había amado.
Sus brazos se aprietan a mí alrededor cuando siente mis hombros
temblando por las lágrimas encontrando su camino desde mis ojos. Sus
labios encuentran mi coronilla e inhala una respiración constante
mientras me besa, largo y duro. —Lo siento por haberme tomado tanto tiempo —dice con una voz llena de remordimiento—. Pero nunca podré agradecerte lo suficiente por no darte por vencida conmigo. Viste algo en mí que te dio esperanza en nosotras, y a no renunciar a eso. ¿Y Santana? Eso significa más para mí que
cualquier otra cosa que alguien haya hecho. Sus manos encuentran mis mejillas, y me levanta de su pecho para que pueda verme cara a cara. —Puede ser una pequeña pieza a la vez, pero mi pasado es tuyo ahora. Todo. Cualquier cosa que quieras saber, quiero decírtela. Pero sólo si me prometes también puedo tener tu futuro. Las lágrimas caen en cascada por mis mejillas y las seca, a pesar de
que no necesito que lo haga. No me importa que yo esté llorando, porque
no son lágrimas de tristeza. En lo más mínimo. Nos besamos durante tanto tiempo que mi boca comienza a doler tanto como mi corazón. Sin embargo, mi corazón no duele de dolor esta vez. Duele porque nunca se ha sentido así de lleno.
Trazo mis dedos por la cicatriz en su mandíbula, a sabiendas de que
con el tiempo me dirá cómo la consiguió. También toco el área sensible al
tacto debajo de sus ojos, aliviada de que por fin le puedo hacer preguntas
sin estar asustada de que se va a enojar. —¿Qué te pasó en el ojo?
Se ríe y deja caer la cabeza contra el sofá. —Tuve que preguntarle a
Jake tu dirección. Me la dio, pero tomó mucho convencerlo.
Inmediatamente me inclino hacia delante y suavemente beso su ojo.
—No puedo creer que te golpeó.
—No es la primera vez —admite—. Pero estoy bastante segura de que
va a ser la última. Creo que por fin está bien con nosotras estando juntas
después de que acepté algunas de sus normas.
Esto me pone nerviosa. —¿Qué normas?
—Bueno, en primer lugar, no estoy autorizada a romper tu corazón
—dice—. En segundo lugar, tampoco estoy autorizada a romper
tu maldito corazón. Y por último, no estoy autorizada a jodidamente
romper tu maldito corazón. No puedo contener mi risa, porque eso suena exactamente como algo que Jake diría. Britt se ríe conmigo, y nos miramos la una a la otra por varios momentos de tranquilidad. Puedo ver todo en sus ojos ahora. Cada emoción. —Britt —digo con una sonrisa—, me miras como si hubieses caído
rendida ante mí. Sacude la cabeza. —No caí rendida ante ti, Santana. Volé.
Tira de mí hacia ella y me da la única parte de sí misma que nunca ha
sido capaz de darme hasta ahora. Su corazón.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por micky morales Dom Jun 05, 2016 9:28 am

por fin, que sabio consejo de sue!, se hubiesen evitado tantas cosas si solo britt hubiese ido a buscar a marley antes, supongo que no se le ocurrio, o tenia miedo, a ver como va todo ahora!!!!
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:23 am

Micky Morales Hoy A Las 8:28 Am por fin, que sabio consejo de sue!, se hubiesen evitado tantas cosas si solo britt hubiese ido a buscar a marley antes, supongo que no se le ocurrio, o tenia miedo, a ver como va todo ahora!!!! escribió:

Hola Micky gracias por acompañarme y apoyarme en esta historia de principio a fin.
Aqui dejo el ultimo capitulo y epilogo espero que haya sido de tu agradado la historia. Saludos.
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Finalizado Re: (Brittana) UGLY LOVE Final y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Jun 05, 2016 11:29 am

39
Brittany


Me detengo en la entrada de mi dormitorio y la observo dormir. Ella no lo sabe, pero hago esto cada mañana desde que está aquí conmigo. Ella
es la que hace que comience mi día con buen pie.
La primera vez que hice esto fue la mañana después de que la conocí. No recordaba mucho de la noche anterior. La única cosa que recordaba era a ella. Me encontraba en el sofá, y ella acariciaba mi cabello,
susurrando, diciéndome que me fuera a dormir. Cuando me desperté en el apartamento de Jake la mañana siguiente, no la podía sacar de mi
cabeza. Pensé que había sido un sueño, hasta que vi su cartera en la sala de estar. Eché un vistazo en su habitación sólo para ver si alguien se encontraba en el apartamento conmigo. Lo que sentí en el momento que puse mis ojos en ella fue algo que no sentí desde el momento que por primera vez puse mis ojos en Marley. Sentí como si flotaba. Su piel, su cabello, sus labios y la forma en que se veía como un ángel mientras me quedaba de pie allí y la observaba, trajeron de regreso muchos sentimientos que se habían convertido extraños para mí en los últimos seis años. Había pasado tanto tiempo rehusándome a permitirme sentir nada por nadie. No es que controlara los sentimientos que experimenté hacia Santana ese día. No los pude haber controlado si hubiera querido. Lo sé, porque lo intenté.
Lo intenté con todas mis fuerzas.
Pero en el segundo que ella abrió los ojos y me miró, lo supe. Iba a terminar matándome… o iba a ser la que finalmente me trajera de vuelta a la vida. El único problema que tenía con eso era el hecho de que no quería ser traída de vuelta a la vida. Me sentía cómoda. Protegerme de la
posibilidad de experimentar lo que experimenté en el pasado era mi única prioridad. Sin embargo, hubo muchos momentos donde me olvidé de cuál
se suponía que era mi única prioridad. Cuando finalmente cedí y la besé, ese fue el punto en el cual todo cambió. Quería muchísimo más después de experimentar ese beso con ella. Quería su boca, su cuerpo y su mente, y la única razón que me
detuvo fue que me sentí también queriendo su corazón. Sin embargo, era
bueno mintiéndome a mí misma. Convenciéndome que era lo suficientemente fuerte para tenerla físicamente y no de ninguna otra manera. No quería salir lastimada de nuevo, y con toda seguridad no
quería lastimarla. Sin embargo, lo hice de todos modos. La lastimé tanto. Más de una vez. Ahora planeo pasar toda una vida compensándoselo.
Camino hacia mi cama y me siento en el borde. Ella siente la cama moverse, y abre los ojos pero no por completo. Un atisbo de una sonrisa se
muestra en sus labios antes de que coloque las sábanas sobre su cabeza y se dé la vuelta. Oficialmente comenzamos a salir hace seis meses, y ese ha sido el tiempo suficiente para darme cuenta que no es en absoluto una persona madrugadora. Me inclino hacia delante y beso el área de la sábana
cubriendo su oreja. —Despierta, dormilona —le susurro. Ella se queja, así que levanto las sábanas y me deslizo detrás de ella, envolviéndome a su alrededor. Su quejido finalmente se convierte en un
suave gemido. —Santana, tienes que levantarte. Tenemos que tomar un avión.
Eso llama su atención. Se da la vuelta con cautela y quita las sábanas de nuestras cabezas. —¿A qué demonios te refieres con que tenemos que tomar un avión?
Estoy sonriendo, intentando contener mi anticipación. —Levántate Santana, vístete, vamos. Me está mirando con recelo, lo cual tiene todo el sentido,
considerando que ni siquiera son las cinco de la mañana todavía. —Sé que sabes lo raro que es para mí tener un día libre completo, así que será
mejor que esto valga la pena. Me río y le doy un beso rápido. —Todo eso depende de nuestra capacidad de ser puntual. —Me levanto y golpeo el colchón varias veces con las palmas de mis manos—. Así que levántate Santana, levántate Santana, levántate Santana. Se ríe y se quita las sábanas completamente. Se mueve hacia el borde de la cama, y la ayudo a incorporarse. —Es difícil permanecer irritada contigo cuando estás así de atolondrada, Britt. Llegamos al vestíbulo, y Sue está esperando en el ascensor justo como se lo pedí. Tiene el jugo de Santana en un vaso para llevar y nuestro
desayuno. Me encanta la relación que ellas tienen. Estaba un poco preocupada de revelarle a Santana que había conocido a Sue toda mi vida.
Cuando finalmente le dije, se irritó con las dos. Más que todo porque asumió que Sue me decía todo lo que ella le confesaba. Le aseguré que Sue no haría eso. Sé que no lo haría, porque Sue es una de las pocas personas en este mundo en las que confío. Ella sabía las cosas apropiadas para decirme sin parecer como si me estuviera regañando o dándome un consejo. Siempre decía lo suficiente para hacerme pensar largo y tendido sobre mi situación con Santana. Afortunadamente, es uno de las pocas personas que se hacen más sabia con la edad. Sabía lo que hacía con ambas todo el tiempo.
—Buenos días, Santana —le dice, sonriendo de oreja a oreja. Le tiende su brazo para que lo agarre, y ella mira de un lado a otro entre nosotras.
—¿Qué está pasando? —le pregunta a Sue mientras comienza a llevarla hacia la salida del vestíbulo.
Ella sonríe. —La chica está a punto de llevarme en mi primer viaje en avión. Yo quería que vinieras también. Ella le dice que no cree que esta sea su primera vez en un avión. —Es cierto —le dice—. Sólo porque tengo el apodo no significa que alguna vez he estado en un avión real. La mirada de agradecimiento que me da por encima de su hombro es
suficiente para declarar este día como uno de mis favoritos, y ni siquiera ha amanecido todavía. —¿Estás bien ahí atrás, Capitana? —le digo por el auricular. Está sentada justo detrás de Santana, mirando por la ventana. Me da una señal de aprobación con el pulgar arriba, pero no aparta los ojos de la ventana. El sol ni siquiera se ha asomado por las nubes todavía, y no hay mucho para ver en este punto. Sólo hemos estado en el avión diez minutos, pero estoy bastante segura que está tan fascinada y encantada como esperaba que lo
estuviera. Regreso mi atención a los controles hasta que alcanzo la altitud óptima, y luego silencio los auriculares de Sue. Miro a Santana, y ella me está
mirando, observándome con una sonrisa de aprecio desplegada en sus labios. —¿Quieres saber por qué estamos aquí? —pregunto. Mira por encima de su hombro a Sue y luego de regreso a mí. — Porque ella nunca ha hecho esto antes. Niego con la cabeza, eligiendo el momento oportuno. —¿Recuerdas el
día que regresábamos de la casa de tus padres después del Día de Acción de Gracias? Asiente, pero sus ojos están curiosos ahora. —Preguntaste como era experimentar el amanecer desde aquí arriba.
No es algo que pueda ser descrito, Santana. —Señalo su ventana—. Sólo tienes que experimentarlo por ti misma. Inmediatamente se gira y mira por la ventana. Con las palmas de sus manos presionadas contra el cristal, y durante cinco minutos seguidos, no mueve un músculo. Lo observa todo el tiempo, y no sé cómo, pero me enamoro aún más de ella en ese momento. Cuando el sol se ha asomado en las nubes y el avión está completamente lleno con la luz del día, finalmente se gira para mirarme. Sus ojos están llenos de lágrimas, y no dice ni una palabra. Sólo extiende su mano en busca de la mía y la sostiene. —Espera aquí —le digo—. Quiero ayudar a Sue a bajarse primero. Un conductor lo va a llevar de regreso al apartamento, porque tú y yo vamos a desayunar después de esto. Se despide de Sue y espera pacientemente en el avión mientras ayudo a Sue a bajar las escaleras. Mete la mano en su bolsillo y me entrega las cajitas, luego me da una de sus sonrisas aprobadoras. Meto las cajitas en el bolsillo de mi chaqueta y me giro de nuevo hacia las escaleras. —¡Oye, chico! —grita Sue, justo antes de subir al auto. Me detengo y
me giro para mirarla. Ella mira el avión detrás de mí—. Gracias —dice, agitando la mano a lo largo del avión—. Por esto. Asiento, pero desaparece en el interior del vehículo antes de que pueda darle las gracias también. Subo de nuevo las escaleras y entro en el avión. Ella se está desabrochando su cinturón de seguridad, preparándose para salir del
avión, pero me deslizo de nuevo en mi asiento. Me sonríe cálidamente. —Eres increíble, Brittany Susan Pierce. Y tengo que decir, que te ves endemoniadamente sexy volando un avión. Deberíamos hacer esto más a menudo.
Me da un rápido beso en la boca y comienza a levantarse de su asiento. La empujo de regreso. —No hemos terminado —digo, girándome y
mirándola completamente. Tomo sus manos entre las mías y bajo la mirada hacia ellas, inhalando lentamente, preparándome para decir todo
lo que se merece escuchar—. ¿Recuerdas ese día en que me preguntaste sobre ver el amanecer? —La miro a los ojos de nuevo—. Tengo que
agradecerte por eso. Fue el primer momento en más de seis años que sentí que quería amar a alguien otra vez. Deja salir un rápido suspiro con su sonrisa y muerde su labio inferior para intentar ocultarla. Levanto una mano hacia su rostro y saco su labio de debajo de su diente con la presión de mi dedo pulgar. —Te dije que no hicieras eso. Amo tu sonrisa casi tanto como te amo a ti. Me inclino hacia delante para besarla otra vez, pero mantengo los ojos abiertos, de esa manera puedo asegurarme de que retiro la cajita
negra primero. Cuando la tengo en mi mano, dejo de besarla y me alejo.
Sus ojos caen en la cajita e inmediatamente se abren como platos,
moviéndose de un lado a otro entre la cajita y mi rostro. Lleva su mano
hacia la boca, y cubre su jadeo. —Britt —dice, sin dejar de lanzar miradas entre la cajita en mis manos y yo. La interrumpo. —No es lo que piensas —digo, abriendo inmediatamente la cajita para revelar la llave—. No es más o menos lo que piensas —añado con vacilación. Sus ojos están abiertos como platos y esperanzados, y me siento aliviada por su reacción. Me doy cuenta por su sonrisa de que quiere esto. Saco la llave y giro su mano, luego la coloco en su palma. Ella mira fijamente la llave durante varios segundos y me mira de nuevo. —Santana —
digo, mirándola con esperanza—. ¿Te mudarías conmigo? Mira la llave una vez más, luego dice dos palabras que traen de inmediato una sonrisa a mi rostro. Demonios y sí. Me inclino hacia delante y la beso. Nuestras piernas, brazos y bocas se convierten en dos piezas de un rompecabezas, encajando sin esfuerzo. Termina en mi regazo, sentándose a horcajadas sobre mí en la cabina del avión. Es estrecha y apretada. Es perfecta. —Sin embargo, no soy una buena cocinera —me advierte—. Y tú
haces la colada muchísimo mejor que yo. Yo sólo tiro toda la ropa blanca y de color juntas. Y sabes que no soy muy amable en la mañana. —Está sosteniendo mi rostro, parloteando cada advertencia que puede, como si no supiera en lo que me estoy metiendo. —Escucha, Santana —digo—. Quiero tu desastre. Quiero tu ropa en el piso de mi habitación. Quiero tu cepillo de dientes en mi baño. Quiero tus zapatos en mi armario. Quiero tus mediocres sobras de comida en mi nevera. Se ríe ante eso. —Ah, y casi lo olvido —digo, sacando la otra cajita de mi bolsillo. Levantándola entre nosotras y abriéndola, revelando el anillo—. También te quiero en mi futuro. Para siempre.
Su boca está abierta con asombro, y está mirando fijamente el anillo.
Está paralizada. Espero que no tenga dudas, porque yo no tengo ninguna en absoluto cuando se trata de querer pasar el resto de mi vida con ella.
Sé que sólo han pasado seis meses, pero cuando sabes, sabes. Su silencio me pone nerviosa, así que rápidamente remuevo el anillo
y agarro su mano. —¿Romperías la regla número dos conmigo, Santana? Porque realmente quiero casarme contigo. Ni siquiera tiene que decir que sí. Sus lágrimas, su beso y su risa lo dicen por ella. Se echa hacia atrás y me mira con tanto amor y aprecio que hace que mi pecho duela.
Ella es absolutamente hermosa. Su esperanza es hermosa. La sonrisa en su rostro es hermosa. Las lágrimas corriendo por sus mejillas son hermosas. Su amor es hermoso. Exhala una respiración suave y se inclina lentamente, suavemente
presionando sus labios con los míos. Su beso está lleno de ternura y afecto, y una promesa implícita de que es mía ahora. Para siempre. —Britt —susurra contra mi boca, provocando a mis labios con los suyos— . Nunca he hecho el amor en un avión antes. Una sonrisa inmediatamente se forma en mis labios. Es como si de alguna manera se infiltró en mis pensamientos. —Nunca le he hecho el amor a mi prometida antes —digo en respuesta. Sus manos lentamente se deslizan por mi cuello y por mi camisa, hasta que sus dedos encuentran el botón de mis vaqueros. —Bueno, creo que necesito corregir eso —dice, terminando su oración con un beso.
Cuando su boca encuentra la mía otra vez, es como si cada pieza restante de mi armadura se desintegrara y cada trozo del hielo que rodea mi
corazón se derritiera y evaporara. Quienquiera que acuñó la frase, Te amo a morir obviamente nunca experimentó el tipo de amor que Santana y yo compartimos.
Si ese fuera el caso, la frase sería Te amo a vivir. Porque eso es exactamente lo que hizo Santana. Me amó de vuelta a la vida.

Fin.

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