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Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
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Susii
marthagr81@yahoo.es
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Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Descargo de Responsabilidad: Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
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RESEÑA
Conozcan a Brittany S. Pierce
No tengo ni idea de por qué ella subastó su virginidad por un millón de dólares. Sin embargo, ahora soy la orgullosa nueva propietaria de un himen perfectamente intacto. Mucho bien que eso me hará. Tengo ciertos gustos, ciertas preferencias sexuales. Y entrenar una virgen toma delicadeza y paciencia—las cuales me faltan
Santana Marie Lopez esta acorralada en una esquina. Con la vida de su hermana en juego, la única opción es abrirse camino, incluso si eso significa vender su virginidad al mejor postor en un club erótico exclusivo. Cuando Brittany S. Pierce la lleva a su casa, aprende rápidamente que nada es lo que parece con esta hermosa mujer muy problemática. Estar con ella plantea retos que nunca esperó, y que la llevan a querer cosas que nunca imagino
Al leer esta historia, puedes llegar a recordar Un millón de secretos inconfesables por ser prácticamente iguales, pero a medida que la historia avanza podemos ver las diferencias.
Para salvar la vida de su hermana gemela Santana decide vender su cuerpo en una subasta de un exclusivo club, donde la compradora resulta ser Brittany S. Pierce una millonaria que busca la compañía de una mujer sin involucrar sus sentimientos, desde el momento en que Pierce lleva a Santana a casa las chispas entre ellas saltan y lo que se supone debía ser una relación de “negocios” se transforma rápidamente en un explosivo romance.
Y volvemos al tema Vírgenes/millonarias el cual ya está bastante explotado pero que algunos no podemos dejar de leer.
Santana es una chica sencilla que solo quiere vivir, al tener que pasar la mayor parte de su vida viviendo a la sombra de su hermana enferma, no ha tenido realmente una vida propia, por lo que los meses con Brittany le dan una oportunidad de tener un momento para ella.
Brittany es una mujer con muchas capas, detrás de su fachada de mujer de negocios controladora se esconde alguien tierna, preocupada por las demás personas y bastante leal.
La historia está escrita de una forma sencilla, con capítulos narrados desde el punto de vista de cada protagonista lo que nos da la oportunidad de conocer un poco los pensamientos de cada uno.
Espero les guste, lo lean y sobre todo comenten
Gracias.
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Filthy Beautiful Lies (adaptacion)
RESEÑA
Conozcan a Brittany S. Pierce
No tengo ni idea de por qué ella subastó su virginidad por un millón de dólares. Sin embargo, ahora soy la orgullosa nueva propietaria de un himen perfectamente intacto. Mucho bien que eso me hará. Tengo ciertos gustos, ciertas preferencias sexuales. Y entrenar una virgen toma delicadeza y paciencia—las cuales me faltan
Santana Marie Lopez esta acorralada en una esquina. Con la vida de su hermana en juego, la única opción es abrirse camino, incluso si eso significa vender su virginidad al mejor postor en un club erótico exclusivo. Cuando Brittany S. Pierce la lleva a su casa, aprende rápidamente que nada es lo que parece con esta hermosa mujer muy problemática. Estar con ella plantea retos que nunca esperó, y que la llevan a querer cosas que nunca imagino
Al leer esta historia, puedes llegar a recordar Un millón de secretos inconfesables por ser prácticamente iguales, pero a medida que la historia avanza podemos ver las diferencias.
Para salvar la vida de su hermana gemela Santana decide vender su cuerpo en una subasta de un exclusivo club, donde la compradora resulta ser Brittany S. Pierce una millonaria que busca la compañía de una mujer sin involucrar sus sentimientos, desde el momento en que Pierce lleva a Santana a casa las chispas entre ellas saltan y lo que se supone debía ser una relación de “negocios” se transforma rápidamente en un explosivo romance.
Y volvemos al tema Vírgenes/millonarias el cual ya está bastante explotado pero que algunos no podemos dejar de leer.
Santana es una chica sencilla que solo quiere vivir, al tener que pasar la mayor parte de su vida viviendo a la sombra de su hermana enferma, no ha tenido realmente una vida propia, por lo que los meses con Brittany le dan una oportunidad de tener un momento para ella.
Brittany es una mujer con muchas capas, detrás de su fachada de mujer de negocios controladora se esconde alguien tierna, preocupada por las demás personas y bastante leal.
La historia está escrita de una forma sencilla, con capítulos narrados desde el punto de vista de cada protagonista lo que nos da la oportunidad de conocer un poco los pensamientos de cada uno.
Espero les guste, lo lean y sobre todo comenten
Gracias.
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Lun Mar 07, 2016 11:06 pm, editado 24 veces
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Prólogo
Esta noche seré vendida al mejor postor. Mientras estoy en esta tranquila habitación, trato de encontrar esa vocecita de la razón en mi cabeza diciéndome que estoy haciendo lo correcto. Pero no la encuentro en ninguna parte. Zorra traidora.
Encuentro mi tenue mirada oscura en el espejo y me recuerdo a mí misma que estoy entrando en este acuerdo a sabiendas, y por decisión propia. No es la decisión que anhelo tomar, ciertamente no es la ambición de mi vida, pero es una decisión que debo tomar para poder salvar a alguien que amo.
En otra hora le perteneceré a alguien —un hombre o a una mujer con necesidades enfermizas y fetiches que los impulsan a comprar compañía en vez de salir con una chica normal. Que el cielo me ayude.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Chapter 1
Santana
Me dijeron que podía obtener más de doscientos cincuenta mil dólares, y quizás más, dado que todavía soy virgen. El dinero significará la diferencia entre la vida y la muerte de mi hermana gemela y mejor amiga en todo el mundo. Significará poder pagar la tarifa para meterla en el programa de tratamiento experimental de cáncer de ovario en etapa avanzada. Ambas tenemos veintiún y apenas hemos vivido. Cuando contrajo cáncer a los diecinueve años y le extirparon el útero, le prometí que algún día llevaría sus bebés, una promesa que pretendía mantener. Y ahora, está a punto de morir, en cuestión de meses, si yo no intervengo, es por eso que estoy en este camerino poco iluminado aplicando mi tercera capa de rímel y llevando solo unas bragas.
Descubrí este lugar totalmente por casualidad. Hace unas semanas, no hubiese creído que existían lugares como este. Había estado buscando en línea ideas para hacer dinero, algo, cualquier cosa que pudiera ayudarme a recaudar los trescientos mil dólares que necesitábamos. Mis padres llegaban a fin de mes, pero con lo justo. Así que sabía que dependía de mí. Mi búsqueda de trabajo resultó ser una broma. Mis habilidades podían asegurarme un salario mínimo sirviendo mesas. Es ahí cuando mi búsqueda en internet se volvió más interesante y mi actitud más atrevida.
Concerté una entrevista en un club nocturno. Como si la entrevista no fuese lo suficientemente vergonzosa, al pedirme que me desnude frente al dueño de bar y que pruebe mis inexistentes habilidades para el baile, cuando me preguntó cuánto dinero esperaba hacer bailando y dije: trescientos mil dólares en los próximos meses, se rio en mi cara y me dijo que me vistiera. Era obvio para ambos, basados en mis habilidades para el baile, que nunca ganaría esa cantidad de dinero. Mucho menos en mi pequeña ciudad en California del Norte.
Cuando vio mis ojos llenos de lágrimas y me preguntó por qué necesitaba el dinero, le conté, a un completo desconocido, toda la triste historia. Una vez que me vestí, me llevó a su oficina y me hizo prometer que lo estaba por decir se quedaría entre nosotros. La forma sospechosa en que sus ojos vagaban por la habitación me dijo que lo sea que fuese, probablemente no era legal. No me importó. Nunca hice más que pasarme la luz roja, pero me encontraba dispuesta a todo, a hacer cualquier cosa para salvar a Elizabeth. Le prometí discreción total. Me preguntó cuan dispuesta estaba a salvar a mi hermana y me advirtió que no me gustaría lo que estaba a punto de decirme. Fue así como me enteré de la subasta de esta noche.
Bill, el dueño del club, me metió en la subasta de esta noche, arregló todo para quedarse con un diez por ciento de mis ganancias. Vi a un médico, quien me hizo una prueba de embarazo y de enfermedades de transmisión sexual, y comprobó mi virginidad. Bill también me había hecho una cita en un salón de belleza local, para una depilación de todo el cuerpo y un cambio de imagen, un corte de cabello en capaz largas y mechas color caramelo sobre mi cabello negro, además de manicura y pedicura. Lo cual también saldría de mis ganancias. Si no me vendía, sería responsable de pagarle. Pero Bill, prácticamente garantizó que me vendería. Dijo que las vírgenes eran muy raras y que alguien tan natural y bella conseguiría un precio alto. Solo espero mantener mis nervios bajo control, para así poder seguir con esto. Siento ganas de vomitar y ni siquiera he comido en todo el día.
Me vuelvo ante el sonido de un ligero golpe en mi puerta, y Bill asoma la cabeza. Mis brazos vuelan sobre mi pecho mientras trato de cubrir mis senos. Mi modestia no tiene sentido y una risita histérica burbujea en mi garganta. Muy pronto estaré en una habitación llena de hombres y mujeres, esperando entregarle mi cuerpo a alguno de ellos, pero me concentro en mantener mi inocencia mientras pueda. Bill levanta una ceja hacia mí. —¿Estas lista?
Me miro en el espejo por última vez y respiro para tranquilizarme. Bajo la mirada a mis tonificadas piernas, gracias a las horas que pasé trotando —mi única forma de aliviar el estrés— a mi estómago que es un poco más blando de lo que me gustaría, a mis pechos que se sacuden cuando me muevo. Los ojos que me regresan la mirada son más duros que antes. Bien. Necesitaré esta fuerza exterior para sobrevivir los próximos seis meses.
No había sabido que este lado del mundo existía y ahora estaba metida en él. Estoy haciendo esto por Elizabeth , me recuerdo. Reuniendo cada gramo de fuerza que puedo, descruzo los brazos de mis senos y asiento hacia Bill. —Estoy lista.
Sus ojos me dan un vistazo rápido una vez más. Me siento agradecida de que no me mire lascivamente. —Luces bien. Muy natural. Eso debería funcionara tu favor —comenta, sacándome de la seguridad del camerino.
Veo lo que quiere decir mientras avanzamos por el pasillo. Hay algunas otras mujeres que oscilan de entre los tempranos veinte hasta los treinta y tantos y cada una parecía haber adoptado la apariencia de una desnudista, gran cabello y capas de maquillaje espeso, labios teñidos de rojo, medias de red y zapatos de tacones muy altos. Todas están usando hilo dental. Me dijeron que la única prenda de vestir permitida eran las braguitas, así que escogí la más cómoda que tenía, una braguita azul claro con encajes a lo largo del dobladillo. Es linda, femenina y cómoda. Nunca se me ocurrió tratar de hacerme ver sexy. El arrepentimiento revuelve mi estómago. ¿Qué pasa si nadie me quiere? Haría esto para nada, además le debo a Bill el caro cambio de imagen que me proporcionó. El piso de concreto contra mis pies descalzos envía un escalofrió a todo mi cuerpo, endureciendo mis pezones. Mis brazos, una vez más, se cruzan sobre mi pecho mientras aprieto mis senos.
Puede que esté más cubierta que las otras mujeres, pero de alguna manera me siento más expuesta. Completamente vulnerable para que todo el mundo me vea. Estoy vestida como yo, no como alguna versión sexy de mí que puede hacer el papel que esperan los hombres y mujeres al otro lado de la puerta. De repente, no quiero que vean mi verdadero yo. Quisiera estar cubierta de maquillaje, tal vez con una larga peluca rubia, con cubre pezones. Podría ser quien quiera que deseen que sea. En cambio soy solo yo, Santana, y eso parece ser más peligroso para mí. No puedo dejar que mi nuevo dueño o dueña se meta en mi cabeza. Puede comprar los derechos sobre mi cuerpo, pero sin duda, nunca tendrá a la verdadera yo. Necesito recordar eso.
Cuando nos detenemos frente a una puerta de acero, el pánico fluye por mis venas y mi garganta se contrae, mis arcadas amenazan con disparar bilis por mi boca. Tomo una respiración profunda por mi nariz y abro la boca para decirle a Bill que he cambiado de opinión, cuando su mano de pronto se extiende y gira el pomo de la puerta.
La puerta se abre, revelado una habitación grande y poco iluminada. La única luz viene de un foco que cuelga directamente sobre la tarima, tipo escenario, en el centro de la habitación. Los hombres y mujeres se encuentran sentados en los sillones frente al pequeño escenario circular, sus rostros completamente ocultos en las sombras. Soy incapaz de distinguir algún rasgo, lo cual sé que es el propósito. La naturaleza de las actividades de esta noche indica que quieren anonimato. Y la cantidad de dinero que sería gastado compraba ese derecho.
Bill me da un suave empujón y murmura algo de ánimo, pero la sangre golpeando en mis oídos distorsiona el mensaje.
Mis pies se mueven por la habitación, mis brazos siguen cruzados en un apretón de muerte sobre mis pechos. El ligero olor a humo de cigarro asalta mis sentidos mientras me muevo hacia la tarima. Mantengo mis ojos fijos en el suelo, dejando que la franja de luz de la única bombilla que cuelga en el techo me lleve hacia adelante. Mis rodillas tiemblan mientras doy los últimos pasos.
Finalmente doy un paso a la plataforma elevada y enfrento el pequeño grupo de hombres y mujeres . Mantengo la mirada baja. En este momento sé que nunca hubiera sido lo suficientemente valiente como para desnudarme para toda la audiencia. Apenas puedo pararme aquí sin que mis rodillas choquen, y simplemente recordar introducir aire a mis pulmones y soltarlo de nuevo parece estar más allá de mis capacidades. Pero una subida oleada de determinación me recorre. Me encuentro aquí para salvar a Elizabeth.
Un hombre de pie en las sombras al lado del baño se aclara la garganta. —Les ofrezco a la novena y última chica de la noche. Y créanme cuando les digo que dejamos lo mejor para el final. Es tan pura e inmaculada cómo ninguna. Viene a nosotros virgen, dispuesta y completamente de acuerdo con las condiciones de seis meses. Ahora, ¿a quién le gustaría iniciar las ofertas?
Está tranquilo por un momento y espero a que suceda algo.
—Quita tus manos de tus tetas, ángel —dice un hombre en la multitud.
Levanto la mirada hacia el sonido de la voz, pero mis manos se quedan dónde están. Una vena desafiante que no sabía que tenía asoma la cabeza. Nadie me posee todavía. Ni una sola oferta había sido hecha. Sigo controlando mi destino.
Cambio mi peso, sintiendo una sensación de hormigueo que significa que mi pie está adormeciéndose y agarro fuertemente mi pecho como si me aferrara a la vida. Mi corazón se acelera y pequeñas gotas de sudor se forma debajo de mis brazos a pesar de la baja temperatura de la habitación. Puedo hacer esto. Tengo que hacer esto.
—Doscientos. —La voz del hombre que me ordenó que me descubriera hace la primera oferta. Espero que sea doscientos mil y no doscientos dólares. Nunca se me ocurrió que tenía que tener un mínimo establecido antes de que esto comenzara. No iba a dormir con un viejo extraño por doscientos dólares. Pero luego recordé a Bill diciendo algo acerca de seis cifras como mínimo, y me relajo un poco.
—Dos cincuenta —dice otra voz. Suena joven y tiene un ligero acento español.
—Trescientos —gruñe una tercera voz.
Pronto, el precio sube a quinientos setenta y me siento mareada escuchando todo el intercambio. Debo salir de este escenario antes de que me desmaye o vomite, o haga algo igualmente aterrador, como ir a casa con uno de estos enfermos.
Sé fuerte, San
—Seiscientos mil —contrarresta el admirador de mis tetas. No me quiero ir con hombre a quien ya he desafiado al negarme a mostrar mis pechos. Conociendo mi suerte, su prioridad será castigarme por ese acto de desobediencia.
—Estás codicioso esta noche. Ya tienes una y quieres otra más. —Se burla el presentador.
El hombre quien sube mi precio, aparentemente ya compró una chica y ahora me quiere, también. Llámenme anticuada, pero asumí que sería la única esclava en este tipo de acuerdo. Pensé que estaba contratada para la típica experiencia de un hombre-una-mujer. Esto no era como imaginé que perdería mi virginidad, ciertamente nunca imaginé ser parte de una orgía, o lo que sea que hubiera planeado. Me alteraba pensar que podía comprarnos como ganado y forzarnos a hacer cosas la una con la otra y con él. Todo este proceso va de mal en peor.
Levanto la mirada hacia el centro de la sala, a la única mujer que ha permanecido completamente en silencio hasta ahora. Cruza sus piernas y se recuesta en su silla, ocultando totalmente su rostro en las sombras. Su comportamiento distante e informal golpea algo en mí. Tengo un cuarto lleno de hombres pujando por mi virginidad, pero de alguna manera no me gusta la idea de que esta mujer no esta interesada. ¿Hay algo malo en mí? Es vergonzoso y estúpido, pero algo acerca de estar principalmente desnuda en una habitación llena de extraños pone pensamientos extraños en tu cabeza.
Nadie contrarresta al hombre de mi izquierda, quien me llamó ángel y quiso ver mis pechos, mi estómago se retuerce. Ofreció quinientos setenta y cinco mil dólares, más que suficiente para pagar el tratamiento médico de mi hermana, darle a Bill el diez por cierto y pagarle en dinero que gastó en mí en salón. Debería sentirme aliviada y feliz. Esto es lo que quería, ¿cierto? Pero la idea de irme con él y la otra chica que compró esta noche desencadena una amarga sensación dentro de mi pecho.
—Sí no hay ninguna otra oferta… —comienza el locutor.
Mi tráquea amenaza con cerrarse. No puede terminar así...
—Setecientos mil —dice la mujer en frente de mí. Su voz es intensa y calmada. De algún modo, profunda e hipnótica. Me inclino hacia adelante en puntillas, tratando de verle la cara. La pierna que cruza sobre su otra pierna, rebota mientras se mueve nerviosamente, la única señal que ahora se encuentra involucrada en esta guerra de ofertas. Mi corazón salta en mi pecho, duplicando su ritmo, mientras espero ver qué pasará.
Sin ser capaz de percibir otra cosa en la habitación, me concentro en sus zapatos de tacón alto y de cuero resplandecientemente negros de aspecto muy caro. Por el precio que ofreció supongo que tiene muchos zapatos italianos de marca hasta impronunciable, y ser sumamente rica para comprar a otro ser humano. Su pie se mueve nerviosamente otra vez y mi mirada se dispara a donde imagino que se encuentra su rostro.
El otro hombre gruñe algo en voz baja, capto la palabra sobrevalorada. Luego vocifera otra oferta. —Setecientos veinticinco.
Mierda. No quiero ser parte del trio fetiche de este tipo raro y no tengo idea si ir con la mujer Zapatos de Vestir Resplandecientes sería mejor, miro directamente hacia adelante, rogándole en silencio que suba la oferta. Una dosis de una cruda fuerza de voluntad me mantiene de pie.
—Un millón de dólares —dice después de lo que se siente como una eternidad.
Mi cabeza da vueltas y me siento débil. ¿Un millón de dólares? ¿Por mí? No hay forma que valga eso como esclava sexual. Una vez que se dé cuenta cuan inexperta soy, no solamente en el sexo, sino en todo, se arrepentirá de la compra, y quizá trate de devolverme. Todavía quieta, contengo el aliento, rezando para que nadie supere su oferta. Algo dentro de mí, intuición femenina, un presentimiento, me dice que de todos estos hombres de esta noche, se supone que debo ir a casa con ella, pero la idea de realmente entregarme a uno de estos hombres por seis meses es aterradora.
No me queda de otra más que ir con la pulcra y elegante, zapato de cuero negro… ella emite una buena vibra. Quizá por lo menos estaría bien cuidada. El pánico amenaza con abrumarme. Respira, San.
—Es tuya. Ningún coño vale tanto —vocifera el otro hombre, moviéndose en su asiento.
Mis pulmones se llenan de oxigeno mientras inhalo una respiración muy necesaria, llenando mi caja torácica.
—Nuestro último objeto de la subasta ha sido vendido. Caballeros, gracias por su participación de esta noche. Si fueran tan amables de dirigirse a salón por la puerta trasera para ultimar los pagos y recoger sus compras anteriores. Las bebidas están disponibles en algún lugar de la casa de entretenimiento si están de buen humor.
La voz del presentador zumba en mi cabeza.
Fui vendida.
Los hombres y mujeres se levantan de sus sillas y oigo pasos retirándose mientras salen de la habitación. Una puerta se cierra a la distancia, dejándonos a mi nueva ama y a mí, solas en la silenciosa habitación.
Quiero bajar del humillante escenario donde he estado parada. Quiero mi ropa. Pero permanezco clavada en el lugar, dándome cuenta, por primera vez que mis acciones ya no me pertenecen.
—Avanza —ordena.
Trago y bajo de la tarima, mis piernas pesan por permanecer en un solo lugar por tanto tiempo. Doy pasos lentos por la habitación como si estuviera acercándome a un animal peligroso. Quizá lo estoy. ¿Qué clase de ser humano compra a una mujer?
—No voy a hacerte daño —me alienta y doy otro paso tentativo más cerca, parándome directamente delante de su silla—. Luces —dice a nadie en particular y todas las luces del techo parpadean a la vez. Parpadeo muchas veces por el repentino asalto de luz, mis ojos permanecen caídos mientras luchan por adaptarse.
Desorientada, continúo con la mirada baja, estudiando sus zapatos, ahora ambos descansan directamente en el suelo. —Mírame —dice.
Levanto la barbilla y asimilo a la mujer sentada ante mi. Vestido Azul Oscuro, tallado al cuerpo, amoldado a su figura, como guante.
Inhalo nuevamente, forzando otro aliento dentro de mis pulmones y finalmente miro a los ojos de la mujer que acaba de gastar un millón de dólares para cómprame. Unos ojos azul cielo enmarcados por unas pestañas gruesas me regresan la mirada, robando el aliento de mis pulmones. Es impresionante. Alta, en forma y atractiva. La confusión me invade. ¿Qué está haciendo una mujer como ella aquí? Podría entrar en cualquier bar en los Estados Unidos y conquistar a una chica con bastante facilidad. Mi estómago se retuerce con compresión. Lo único que esto puede significar es que sus gustos son tan particulares que requieren obediencia total. Querrá cosas que ninguna chica normal haría. Oh Dios, siento que voy desmayarme. No puedo dejar que esta monstruo atractiva me seduzca.
—Solo respira —dice, tranquilizando mis temores.
Obedezco como una buena esclava, abriendo mi boca y aspirando aire ávidamente.
—Eso es —dice tiernamente, su propia postura relajándose solo un poco—. ¿Cómo debo llamarte?
Esa es una manera interesante de formular una pregunta. No me preguntó mi nombre. Quizá esté asumiendo que le daré una identidad falsa. Y probablemente lo hubiera hecho si hubiese estado pensando claramente. En su lugar, susurro—: Santana. —Y tan pronto como sale de mis labios, me arrepiento momentáneamente de decirle mi verdadero nombre, pero luego me doy cuenta que estaré viviendo con ella por seis meses y no creo que pueda mantener una falsa identidad todo el tiempo. Ya les mentiré a mi familia y amigos sobre donde estoy. No tiene sentido hacerme esto aún más difícil.
Inclina su cabeza de lado y continúa estudiándome. —Llámame Pierce —dice finalmente. Me pregunto si Pierce es su verdadero nombre.
Justo cuando empiezo a pensar que va hacer que me quede de pie toda la noche, se levanta de su silla. Tener toda su estatura delante de mí es abrumador. Soy de estatura promedia, y ella por lo menos es treinta centímetros más alta que yo, por encima del metro ochenta y dos. Retrocedo un paso.
—Ven conmigo. —Se vuelve y se dirige hacia la salida, y como una mascota obediente, la sigo de cerca. Cuando llegamos a la puerta de acero por la que entré hace unos minutos, se siente como si estuviera saliendo como una persona totalmente diferente. Pierce se gira hacia mí antes de abrir la puerta. —¿Quieres mi chaqueta?
Bajo la mirada hacia mí misma, a mi braga de color azul pálido que ahora se siente infantil y mis manos que no se han apartado de mis senos. Asiento débilmente.
Al darme la chaqueta, veo parte de su cuerpo tonificado de lo que me di cuenta al principio. Eso envía una ola de miedo por de mis entrañas. Sí, es atractiva, pero también es fuerte. Lo que significa que no tendré oportunidad de defenderme si se pone demasiado ruda.
Ignorando mi inspección visual a su cuerpo, coloca la chaqueta sobre mis hombros, cerrando las solapas sobre mi pecho y abrochando el primer botón. Pensé que podría exigir verme, inspeccionarme por sí misma, pero solo parece preocupada por sacarnos rápido de aquí. Lo cual está bien por mí.
Una vez que me encuentro cubierta por la chaqueta, dejo que mis manos caigan y bajo mis brazos, mis adoloridas articulaciones se encuentran llorando por estar en la misma posición por mucho tiempo. Mis brazos cuelgan inútilmente a mis costados y la sigo hacia el vestíbulo. Tan agradecida como estoy por su chaqueta, no puedo confundir esta pizca de bondad con algo que no es. No quiere los ojos de otros hombres en algo que acaba de comprar para sí.
Pasamos a varias personas a la salida, y mantengo mis ojos en los zapatos de Pierce mientras la sigo por el pasillo con una falsa sensación de seguridad se asentándose en mí.
Santana
Me dijeron que podía obtener más de doscientos cincuenta mil dólares, y quizás más, dado que todavía soy virgen. El dinero significará la diferencia entre la vida y la muerte de mi hermana gemela y mejor amiga en todo el mundo. Significará poder pagar la tarifa para meterla en el programa de tratamiento experimental de cáncer de ovario en etapa avanzada. Ambas tenemos veintiún y apenas hemos vivido. Cuando contrajo cáncer a los diecinueve años y le extirparon el útero, le prometí que algún día llevaría sus bebés, una promesa que pretendía mantener. Y ahora, está a punto de morir, en cuestión de meses, si yo no intervengo, es por eso que estoy en este camerino poco iluminado aplicando mi tercera capa de rímel y llevando solo unas bragas.
Descubrí este lugar totalmente por casualidad. Hace unas semanas, no hubiese creído que existían lugares como este. Había estado buscando en línea ideas para hacer dinero, algo, cualquier cosa que pudiera ayudarme a recaudar los trescientos mil dólares que necesitábamos. Mis padres llegaban a fin de mes, pero con lo justo. Así que sabía que dependía de mí. Mi búsqueda de trabajo resultó ser una broma. Mis habilidades podían asegurarme un salario mínimo sirviendo mesas. Es ahí cuando mi búsqueda en internet se volvió más interesante y mi actitud más atrevida.
Concerté una entrevista en un club nocturno. Como si la entrevista no fuese lo suficientemente vergonzosa, al pedirme que me desnude frente al dueño de bar y que pruebe mis inexistentes habilidades para el baile, cuando me preguntó cuánto dinero esperaba hacer bailando y dije: trescientos mil dólares en los próximos meses, se rio en mi cara y me dijo que me vistiera. Era obvio para ambos, basados en mis habilidades para el baile, que nunca ganaría esa cantidad de dinero. Mucho menos en mi pequeña ciudad en California del Norte.
Cuando vio mis ojos llenos de lágrimas y me preguntó por qué necesitaba el dinero, le conté, a un completo desconocido, toda la triste historia. Una vez que me vestí, me llevó a su oficina y me hizo prometer que lo estaba por decir se quedaría entre nosotros. La forma sospechosa en que sus ojos vagaban por la habitación me dijo que lo sea que fuese, probablemente no era legal. No me importó. Nunca hice más que pasarme la luz roja, pero me encontraba dispuesta a todo, a hacer cualquier cosa para salvar a Elizabeth. Le prometí discreción total. Me preguntó cuan dispuesta estaba a salvar a mi hermana y me advirtió que no me gustaría lo que estaba a punto de decirme. Fue así como me enteré de la subasta de esta noche.
Bill, el dueño del club, me metió en la subasta de esta noche, arregló todo para quedarse con un diez por ciento de mis ganancias. Vi a un médico, quien me hizo una prueba de embarazo y de enfermedades de transmisión sexual, y comprobó mi virginidad. Bill también me había hecho una cita en un salón de belleza local, para una depilación de todo el cuerpo y un cambio de imagen, un corte de cabello en capaz largas y mechas color caramelo sobre mi cabello negro, además de manicura y pedicura. Lo cual también saldría de mis ganancias. Si no me vendía, sería responsable de pagarle. Pero Bill, prácticamente garantizó que me vendería. Dijo que las vírgenes eran muy raras y que alguien tan natural y bella conseguiría un precio alto. Solo espero mantener mis nervios bajo control, para así poder seguir con esto. Siento ganas de vomitar y ni siquiera he comido en todo el día.
Me vuelvo ante el sonido de un ligero golpe en mi puerta, y Bill asoma la cabeza. Mis brazos vuelan sobre mi pecho mientras trato de cubrir mis senos. Mi modestia no tiene sentido y una risita histérica burbujea en mi garganta. Muy pronto estaré en una habitación llena de hombres y mujeres, esperando entregarle mi cuerpo a alguno de ellos, pero me concentro en mantener mi inocencia mientras pueda. Bill levanta una ceja hacia mí. —¿Estas lista?
Me miro en el espejo por última vez y respiro para tranquilizarme. Bajo la mirada a mis tonificadas piernas, gracias a las horas que pasé trotando —mi única forma de aliviar el estrés— a mi estómago que es un poco más blando de lo que me gustaría, a mis pechos que se sacuden cuando me muevo. Los ojos que me regresan la mirada son más duros que antes. Bien. Necesitaré esta fuerza exterior para sobrevivir los próximos seis meses.
No había sabido que este lado del mundo existía y ahora estaba metida en él. Estoy haciendo esto por Elizabeth , me recuerdo. Reuniendo cada gramo de fuerza que puedo, descruzo los brazos de mis senos y asiento hacia Bill. —Estoy lista.
Sus ojos me dan un vistazo rápido una vez más. Me siento agradecida de que no me mire lascivamente. —Luces bien. Muy natural. Eso debería funcionara tu favor —comenta, sacándome de la seguridad del camerino.
Veo lo que quiere decir mientras avanzamos por el pasillo. Hay algunas otras mujeres que oscilan de entre los tempranos veinte hasta los treinta y tantos y cada una parecía haber adoptado la apariencia de una desnudista, gran cabello y capas de maquillaje espeso, labios teñidos de rojo, medias de red y zapatos de tacones muy altos. Todas están usando hilo dental. Me dijeron que la única prenda de vestir permitida eran las braguitas, así que escogí la más cómoda que tenía, una braguita azul claro con encajes a lo largo del dobladillo. Es linda, femenina y cómoda. Nunca se me ocurrió tratar de hacerme ver sexy. El arrepentimiento revuelve mi estómago. ¿Qué pasa si nadie me quiere? Haría esto para nada, además le debo a Bill el caro cambio de imagen que me proporcionó. El piso de concreto contra mis pies descalzos envía un escalofrió a todo mi cuerpo, endureciendo mis pezones. Mis brazos, una vez más, se cruzan sobre mi pecho mientras aprieto mis senos.
Puede que esté más cubierta que las otras mujeres, pero de alguna manera me siento más expuesta. Completamente vulnerable para que todo el mundo me vea. Estoy vestida como yo, no como alguna versión sexy de mí que puede hacer el papel que esperan los hombres y mujeres al otro lado de la puerta. De repente, no quiero que vean mi verdadero yo. Quisiera estar cubierta de maquillaje, tal vez con una larga peluca rubia, con cubre pezones. Podría ser quien quiera que deseen que sea. En cambio soy solo yo, Santana, y eso parece ser más peligroso para mí. No puedo dejar que mi nuevo dueño o dueña se meta en mi cabeza. Puede comprar los derechos sobre mi cuerpo, pero sin duda, nunca tendrá a la verdadera yo. Necesito recordar eso.
Cuando nos detenemos frente a una puerta de acero, el pánico fluye por mis venas y mi garganta se contrae, mis arcadas amenazan con disparar bilis por mi boca. Tomo una respiración profunda por mi nariz y abro la boca para decirle a Bill que he cambiado de opinión, cuando su mano de pronto se extiende y gira el pomo de la puerta.
La puerta se abre, revelado una habitación grande y poco iluminada. La única luz viene de un foco que cuelga directamente sobre la tarima, tipo escenario, en el centro de la habitación. Los hombres y mujeres se encuentran sentados en los sillones frente al pequeño escenario circular, sus rostros completamente ocultos en las sombras. Soy incapaz de distinguir algún rasgo, lo cual sé que es el propósito. La naturaleza de las actividades de esta noche indica que quieren anonimato. Y la cantidad de dinero que sería gastado compraba ese derecho.
Bill me da un suave empujón y murmura algo de ánimo, pero la sangre golpeando en mis oídos distorsiona el mensaje.
Mis pies se mueven por la habitación, mis brazos siguen cruzados en un apretón de muerte sobre mis pechos. El ligero olor a humo de cigarro asalta mis sentidos mientras me muevo hacia la tarima. Mantengo mis ojos fijos en el suelo, dejando que la franja de luz de la única bombilla que cuelga en el techo me lleve hacia adelante. Mis rodillas tiemblan mientras doy los últimos pasos.
Finalmente doy un paso a la plataforma elevada y enfrento el pequeño grupo de hombres y mujeres . Mantengo la mirada baja. En este momento sé que nunca hubiera sido lo suficientemente valiente como para desnudarme para toda la audiencia. Apenas puedo pararme aquí sin que mis rodillas choquen, y simplemente recordar introducir aire a mis pulmones y soltarlo de nuevo parece estar más allá de mis capacidades. Pero una subida oleada de determinación me recorre. Me encuentro aquí para salvar a Elizabeth.
Un hombre de pie en las sombras al lado del baño se aclara la garganta. —Les ofrezco a la novena y última chica de la noche. Y créanme cuando les digo que dejamos lo mejor para el final. Es tan pura e inmaculada cómo ninguna. Viene a nosotros virgen, dispuesta y completamente de acuerdo con las condiciones de seis meses. Ahora, ¿a quién le gustaría iniciar las ofertas?
Está tranquilo por un momento y espero a que suceda algo.
—Quita tus manos de tus tetas, ángel —dice un hombre en la multitud.
Levanto la mirada hacia el sonido de la voz, pero mis manos se quedan dónde están. Una vena desafiante que no sabía que tenía asoma la cabeza. Nadie me posee todavía. Ni una sola oferta había sido hecha. Sigo controlando mi destino.
Cambio mi peso, sintiendo una sensación de hormigueo que significa que mi pie está adormeciéndose y agarro fuertemente mi pecho como si me aferrara a la vida. Mi corazón se acelera y pequeñas gotas de sudor se forma debajo de mis brazos a pesar de la baja temperatura de la habitación. Puedo hacer esto. Tengo que hacer esto.
—Doscientos. —La voz del hombre que me ordenó que me descubriera hace la primera oferta. Espero que sea doscientos mil y no doscientos dólares. Nunca se me ocurrió que tenía que tener un mínimo establecido antes de que esto comenzara. No iba a dormir con un viejo extraño por doscientos dólares. Pero luego recordé a Bill diciendo algo acerca de seis cifras como mínimo, y me relajo un poco.
—Dos cincuenta —dice otra voz. Suena joven y tiene un ligero acento español.
—Trescientos —gruñe una tercera voz.
Pronto, el precio sube a quinientos setenta y me siento mareada escuchando todo el intercambio. Debo salir de este escenario antes de que me desmaye o vomite, o haga algo igualmente aterrador, como ir a casa con uno de estos enfermos.
Sé fuerte, San
—Seiscientos mil —contrarresta el admirador de mis tetas. No me quiero ir con hombre a quien ya he desafiado al negarme a mostrar mis pechos. Conociendo mi suerte, su prioridad será castigarme por ese acto de desobediencia.
—Estás codicioso esta noche. Ya tienes una y quieres otra más. —Se burla el presentador.
El hombre quien sube mi precio, aparentemente ya compró una chica y ahora me quiere, también. Llámenme anticuada, pero asumí que sería la única esclava en este tipo de acuerdo. Pensé que estaba contratada para la típica experiencia de un hombre-una-mujer. Esto no era como imaginé que perdería mi virginidad, ciertamente nunca imaginé ser parte de una orgía, o lo que sea que hubiera planeado. Me alteraba pensar que podía comprarnos como ganado y forzarnos a hacer cosas la una con la otra y con él. Todo este proceso va de mal en peor.
Levanto la mirada hacia el centro de la sala, a la única mujer que ha permanecido completamente en silencio hasta ahora. Cruza sus piernas y se recuesta en su silla, ocultando totalmente su rostro en las sombras. Su comportamiento distante e informal golpea algo en mí. Tengo un cuarto lleno de hombres pujando por mi virginidad, pero de alguna manera no me gusta la idea de que esta mujer no esta interesada. ¿Hay algo malo en mí? Es vergonzoso y estúpido, pero algo acerca de estar principalmente desnuda en una habitación llena de extraños pone pensamientos extraños en tu cabeza.
Nadie contrarresta al hombre de mi izquierda, quien me llamó ángel y quiso ver mis pechos, mi estómago se retuerce. Ofreció quinientos setenta y cinco mil dólares, más que suficiente para pagar el tratamiento médico de mi hermana, darle a Bill el diez por cierto y pagarle en dinero que gastó en mí en salón. Debería sentirme aliviada y feliz. Esto es lo que quería, ¿cierto? Pero la idea de irme con él y la otra chica que compró esta noche desencadena una amarga sensación dentro de mi pecho.
—Sí no hay ninguna otra oferta… —comienza el locutor.
Mi tráquea amenaza con cerrarse. No puede terminar así...
—Setecientos mil —dice la mujer en frente de mí. Su voz es intensa y calmada. De algún modo, profunda e hipnótica. Me inclino hacia adelante en puntillas, tratando de verle la cara. La pierna que cruza sobre su otra pierna, rebota mientras se mueve nerviosamente, la única señal que ahora se encuentra involucrada en esta guerra de ofertas. Mi corazón salta en mi pecho, duplicando su ritmo, mientras espero ver qué pasará.
Sin ser capaz de percibir otra cosa en la habitación, me concentro en sus zapatos de tacón alto y de cuero resplandecientemente negros de aspecto muy caro. Por el precio que ofreció supongo que tiene muchos zapatos italianos de marca hasta impronunciable, y ser sumamente rica para comprar a otro ser humano. Su pie se mueve nerviosamente otra vez y mi mirada se dispara a donde imagino que se encuentra su rostro.
El otro hombre gruñe algo en voz baja, capto la palabra sobrevalorada. Luego vocifera otra oferta. —Setecientos veinticinco.
Mierda. No quiero ser parte del trio fetiche de este tipo raro y no tengo idea si ir con la mujer Zapatos de Vestir Resplandecientes sería mejor, miro directamente hacia adelante, rogándole en silencio que suba la oferta. Una dosis de una cruda fuerza de voluntad me mantiene de pie.
—Un millón de dólares —dice después de lo que se siente como una eternidad.
Mi cabeza da vueltas y me siento débil. ¿Un millón de dólares? ¿Por mí? No hay forma que valga eso como esclava sexual. Una vez que se dé cuenta cuan inexperta soy, no solamente en el sexo, sino en todo, se arrepentirá de la compra, y quizá trate de devolverme. Todavía quieta, contengo el aliento, rezando para que nadie supere su oferta. Algo dentro de mí, intuición femenina, un presentimiento, me dice que de todos estos hombres de esta noche, se supone que debo ir a casa con ella, pero la idea de realmente entregarme a uno de estos hombres por seis meses es aterradora.
No me queda de otra más que ir con la pulcra y elegante, zapato de cuero negro… ella emite una buena vibra. Quizá por lo menos estaría bien cuidada. El pánico amenaza con abrumarme. Respira, San.
—Es tuya. Ningún coño vale tanto —vocifera el otro hombre, moviéndose en su asiento.
Mis pulmones se llenan de oxigeno mientras inhalo una respiración muy necesaria, llenando mi caja torácica.
—Nuestro último objeto de la subasta ha sido vendido. Caballeros, gracias por su participación de esta noche. Si fueran tan amables de dirigirse a salón por la puerta trasera para ultimar los pagos y recoger sus compras anteriores. Las bebidas están disponibles en algún lugar de la casa de entretenimiento si están de buen humor.
La voz del presentador zumba en mi cabeza.
Fui vendida.
Los hombres y mujeres se levantan de sus sillas y oigo pasos retirándose mientras salen de la habitación. Una puerta se cierra a la distancia, dejándonos a mi nueva ama y a mí, solas en la silenciosa habitación.
Quiero bajar del humillante escenario donde he estado parada. Quiero mi ropa. Pero permanezco clavada en el lugar, dándome cuenta, por primera vez que mis acciones ya no me pertenecen.
—Avanza —ordena.
Trago y bajo de la tarima, mis piernas pesan por permanecer en un solo lugar por tanto tiempo. Doy pasos lentos por la habitación como si estuviera acercándome a un animal peligroso. Quizá lo estoy. ¿Qué clase de ser humano compra a una mujer?
—No voy a hacerte daño —me alienta y doy otro paso tentativo más cerca, parándome directamente delante de su silla—. Luces —dice a nadie en particular y todas las luces del techo parpadean a la vez. Parpadeo muchas veces por el repentino asalto de luz, mis ojos permanecen caídos mientras luchan por adaptarse.
Desorientada, continúo con la mirada baja, estudiando sus zapatos, ahora ambos descansan directamente en el suelo. —Mírame —dice.
Levanto la barbilla y asimilo a la mujer sentada ante mi. Vestido Azul Oscuro, tallado al cuerpo, amoldado a su figura, como guante.
Inhalo nuevamente, forzando otro aliento dentro de mis pulmones y finalmente miro a los ojos de la mujer que acaba de gastar un millón de dólares para cómprame. Unos ojos azul cielo enmarcados por unas pestañas gruesas me regresan la mirada, robando el aliento de mis pulmones. Es impresionante. Alta, en forma y atractiva. La confusión me invade. ¿Qué está haciendo una mujer como ella aquí? Podría entrar en cualquier bar en los Estados Unidos y conquistar a una chica con bastante facilidad. Mi estómago se retuerce con compresión. Lo único que esto puede significar es que sus gustos son tan particulares que requieren obediencia total. Querrá cosas que ninguna chica normal haría. Oh Dios, siento que voy desmayarme. No puedo dejar que esta monstruo atractiva me seduzca.
—Solo respira —dice, tranquilizando mis temores.
Obedezco como una buena esclava, abriendo mi boca y aspirando aire ávidamente.
—Eso es —dice tiernamente, su propia postura relajándose solo un poco—. ¿Cómo debo llamarte?
Esa es una manera interesante de formular una pregunta. No me preguntó mi nombre. Quizá esté asumiendo que le daré una identidad falsa. Y probablemente lo hubiera hecho si hubiese estado pensando claramente. En su lugar, susurro—: Santana. —Y tan pronto como sale de mis labios, me arrepiento momentáneamente de decirle mi verdadero nombre, pero luego me doy cuenta que estaré viviendo con ella por seis meses y no creo que pueda mantener una falsa identidad todo el tiempo. Ya les mentiré a mi familia y amigos sobre donde estoy. No tiene sentido hacerme esto aún más difícil.
Inclina su cabeza de lado y continúa estudiándome. —Llámame Pierce —dice finalmente. Me pregunto si Pierce es su verdadero nombre.
Justo cuando empiezo a pensar que va hacer que me quede de pie toda la noche, se levanta de su silla. Tener toda su estatura delante de mí es abrumador. Soy de estatura promedia, y ella por lo menos es treinta centímetros más alta que yo, por encima del metro ochenta y dos. Retrocedo un paso.
—Ven conmigo. —Se vuelve y se dirige hacia la salida, y como una mascota obediente, la sigo de cerca. Cuando llegamos a la puerta de acero por la que entré hace unos minutos, se siente como si estuviera saliendo como una persona totalmente diferente. Pierce se gira hacia mí antes de abrir la puerta. —¿Quieres mi chaqueta?
Bajo la mirada hacia mí misma, a mi braga de color azul pálido que ahora se siente infantil y mis manos que no se han apartado de mis senos. Asiento débilmente.
Al darme la chaqueta, veo parte de su cuerpo tonificado de lo que me di cuenta al principio. Eso envía una ola de miedo por de mis entrañas. Sí, es atractiva, pero también es fuerte. Lo que significa que no tendré oportunidad de defenderme si se pone demasiado ruda.
Ignorando mi inspección visual a su cuerpo, coloca la chaqueta sobre mis hombros, cerrando las solapas sobre mi pecho y abrochando el primer botón. Pensé que podría exigir verme, inspeccionarme por sí misma, pero solo parece preocupada por sacarnos rápido de aquí. Lo cual está bien por mí.
Una vez que me encuentro cubierta por la chaqueta, dejo que mis manos caigan y bajo mis brazos, mis adoloridas articulaciones se encuentran llorando por estar en la misma posición por mucho tiempo. Mis brazos cuelgan inútilmente a mis costados y la sigo hacia el vestíbulo. Tan agradecida como estoy por su chaqueta, no puedo confundir esta pizca de bondad con algo que no es. No quiere los ojos de otros hombres en algo que acaba de comprar para sí.
Pasamos a varias personas a la salida, y mantengo mis ojos en los zapatos de Pierce mientras la sigo por el pasillo con una falsa sensación de seguridad se asentándose en mí.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Chapter 2
Santana
Ella se detiene fuera del vestidor que usé antes. —¿Está tu ropa ahí?
Asiento y murmuro una respuesta incomprensible.
—Vístete —ordena con tono suave.
Agacho mi cabeza y camino dentro del pequeño vestuario. Una vez dentro, no puedo evitar que mis ojos pasen rápidamente hacia el espejo donde me encontraba aplicando rímel hace poco tiempo. Ya puedo ver que la chica que me mira es alguien diferente. La chaqueta del traje negro me engulle, proclamándome a pertenecer a alguien que no sea yo misma.
Me la quito de los hombros, pero no antes de tomar un segundo para apreciar el fino tacto de la lana ligera como una pluma entre mis dedos, y el aroma fresco de la colonia ligera impregnando la tela. Hay algo evocador sobre la chaqueta y no puedo dejar de pensar en su verdadera intención tras vestirme en ella. Como un perro marcando su territorio con su olor.
Sacudiendo esos pensamientos, doblo cuidadosamente la chaqueta y paso a mi ropa, un par de vaqueros y una camiseta de algodón de manga larga, junto con unas bailarinas. Me siento un poco mejor una vez estoy de vuelta en mi ropa vieja. Metiendo mi bolsa de maquillaje en mi bolso, lo paso a través de mi cuerpo y volteo hacia el espejo. Tomo un último vistazo, preparándome mentalmente para enfrentarme a ella de nuevo, y decir un adiós silencioso a la chica de pie delante de mí.
Me detengo en la puerta, mi mano apoyada en el pomo. Es ahora o nunca. Puedo ir y encontrar a Bill, rogar que me dejen salir de este contrato, y hacer frente a las consecuencias, o puedo salir de esta sala, y aceptar lo que tengo que hacer. De cualquier manera, sé que mi vida cambiará. Enderezando mi columna y robando un aliento ansioso en mis pulmones, empujo la puerta.
Me encuentro con Pierce en la sala donde se halla de pie esperando por mí con una expresión aburrida.
Siento sus ojos examinar rápidamente mi nuevo conjunto y, de repente, me siento mal vestida al lado de esta mujer millonaria y poderosa con vestidos y zapatos de diseñador. Toma la chaqueta de mí y comienza a caminar hacia la salida sin decir una palabra. Se supone que debo seguirla, así que lo hago.
Una vez en el estacionamiento detrás del edificio, escaneo los pocos coches que quedan en el solar, tratando de memorizar sus matrículas por si acaso resulta ser una psicópata, al menos tendré alguna pieza de información con la que ir a la policía, ya que estoy bastante segura de que su nombre real no es Pierce.
La moto en la cual se detiene al costado es inesperada y causa una pequeña ondulación de miedo en cascada a través de mí.
Pierce pone su chaqueta en el compartimiento debajo del asiento y saca un casco extra para mí. Su pulgar suaviza lejos la línea de preocupación grabada sobre mi frente. —Estarás a salvo —dice, y coloca el casco en mi cabeza. El peso del casco contra mi cuero cabelludo es extraño. Ésta será mi primera vez en una moto. Al parecer, estoy en un montón de novedades esta noche.
Después de asegurar su propio casco, se sube en la moto y tiende la mano para ayudarme. El calor de su enorme mano contra la mía me sobresalta. Trago una ola de nervios, luego balanceo una pierna sobre el asiento y me coloco detrás de ella. El ángulo del asiento estrecho hace que me deslice hacia adelante hasta que mi pecho se presiona contra su espalda. No hay espacio para nada más que un cercano contacto entre nosotras. La intimidad es inquietante.
Me pregunto brevemente si lo planeó de esta manera, traer su moto usando un vestido y zapatos tan caros en lugar de un coche para mostrarme justo desde el principio que no tengo control y acostumbrarme a estrechar el contacto físico. Porque sin duda, una mujer capaz de gastar un millón de dólares posee un coche, si no varios. Algo en su naturaleza tranquila y seria me dice que todo lo que hace es deliberado y mi mente está catalogando todas estas cosas para unir las piezas del rompecabezas de la mujer a quien pertenezco ahora.
Enciende la moto y mis brazos vuelan alrededor de su cintura. Siento su pecho retumbar y estoy bastante segura de que acaba de reírse de mi respuesta. Cogemos velocidad a medida que toma la rampa de la autopista y el aire frío de la noche corriendo por delante de mi cara enfría el calor que permanece entre los dos cuerpos. Aprieto mis ojos cerrados en un intento de escapar de la sensación de pánico creciendo en mi pecho, pero lo único que hace es marearme y los abro una vez más. Acelera y me aferro a ella desesperadamente, uniendo mis dedos delante de su abdomen.
Mientras estoy rezando que no tengamos un largo viaje en esta moto, comienza a reducir la velocidad y levanto la mirada para ver que estamos en una unidad de servicio en el medio de un campo oscuro. Mis sentidos están en alerta máxima ya que me pregunto lo que estamos haciendo aquí en el medio de la nada. Nunca imaginé que volaríamos a alguna parte, así que cuando nos detenemos junto a un pequeño jet privado estacionado en una pista de aterrizaje abandonada, ácido amargo quema su camino hasta mi garganta.
Pánico pasa volando por mis venas ante la idea de dejar todo lo que sé detrás. Incluso mi código postal, que en realidad nunca significó mucho para mí, de repente se siente como algo que me define, está siendo arrancado.
Con no más que una bolsa de equipaje de mano, la sigo hasta el estrecho conjunto de escaleras que llevan dentro del avión. Es un pequeño avión privado con un interior sofisticado y elegante. Un grupo de cuatro sillas de cuero tipo capitán se encuentran a un lado del centro y Pierce se desliza en una cerca de la ventana. Insegura de dónde sentarme, me siento en la silla frente a ella. El cuero es acogedor y suave bajo mis dedos y me relajo un poco en el asiento, contemplando mi entorno. La noche ha caído rápidamente y está casi completamente oscuro afuera. El interior del avión está iluminado por pequeñas luces LED que bordean el camino en la alfombra, emitiendo un débil resplandor.
Pierce levanta una jarra de cristal de una mesa cercana y vierte un poco de licor ámbar en un vaso de cristal, luego toma un largo sorbo. Lame su labio inferior completo y cierra los ojos, apoyando su cabeza contra el asiento de cuero de lujo.
No hay anuncio arriba, ni demostración de seguridad, ni ninguna advertencia. De repente, todos los motores del jet rugen a la vida y salimos disparados hacia la pista de aterrizaje. Busco a tientas la hebilla de mi cinturón de seguridad, enganchándolo mientras tomamos el vuelo. Puedo sentir los ojos de Pierce en mí, mirándome con curiosidad, pero no me atrevo a levantar la mirada. Cuando finalmente alzo la vista, Pierce sirve una copa de alcohol para mí y la sostiene hacia mí. —Podría ayudar.
No soy mucho de beber, y sobre todo directamente licor, pero sé que tiene razón. No tengo idea de lo que ha planeado para mí, y esta será probablemente la única oportunidad que tengo para manejar el dolor si voy a perder mi virginidad después.
Parece tan tranquila y en control, me pregunto qué podría estar oculto bajo la superficie de ese porte sereno y traje caro. Un cálido escalofrío corre a través de mí y tomo un largo sorbo de la bebida, acogiendo el camino ardiente que el licor crea en mi garganta.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Santana se vendio a Brittany!:o espero que Britt no sea de esas tipas raras que comparten a su pareja:@ o de otras volas raras...ew xd kajdk
Espero eel siguiente cap :D
Espero eel siguiente cap :D
Susii********-*- - Mensajes : 902
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
super interesante adaptacion, me agrada el hecho de que sea algo diferente, asi que aqui nva lectora y hasta pronto!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Pinta muy interesante esta historia!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Brittany
Esta noche ha sido absolutamente un puto desastre. Un millón de dólares era más de lo que quería gastar y lo más importante, no quería una virgen. Quería una de las chicas mayores, más independientes, que hubiera hecho este tipo de cosas antes. No alguien a quien tendría que agarrar y entrenar en cada paso del camino. Algo me dice que Santana va a tomar más tiempo y trabajo del que he negociado.
Libero un profundo suspiro, y tomo un largo trago de bourbon, dejando que caliente un camino por mi garganta. El aburrido rugido del motor me está dando dolor de cabeza y vierto otra dosis en mi vaso.
Echo un vistazo a la chica, terminó su bebida, y la forma en la que se acurrucó en el sillón de cuero —sus rodillas pegadas en su pecho, y sus brazos envueltos con fuerza alrededor de ellos— gritan su incomodidad. Sus ojos están cerrados, como si estuviera tratando de convocar a su fuerza interior para lo que está a punto de venir en su camino. Ya puedo decir que esto no va a ir bien. Joder.
Solo hice una mejor oferta que el idiota que la quería porque él se llevó a la chica que yo había elegido. Ella estaba más cerca de mi edad, veintiocho años, y esta era su tercera vez entrando en este tipo de relación. Tenía experiencia y habría hecho una buena compañera sin drama. Pero ese capullo fue quien se la llevó a su casa, así que cuando comenzó a hacer ofertas por Santana, licitar sobre él fue mi manera de darle al gilipollas un poco de su propia medicina. Además, simplemente parecía una porquería y no quería que la tuviera. La niña dentro de mí quería tomar su juguete y volver a casa. Por supuesto, la chica tímida aterrorizada sentada frente a mí ahora es mía para tratar, así que tal vez no pensé exactamente ese plan detenidamente.
¿Y una virgen también… sería capaz de manejarme? No quería un proyecto, alguien para cuidar e ir lento. Pero mierda, soy quien tiene el control. No hay ninguna razón real para ir despacio. Puedo marcar el ritmo de esto. Y lo haré.
Mientras sigo estudiándola, mi cuerpo muestra interés. Es pequeña, pero con todas las curvas redondeadas del cuerpo que una mujer debe tener. Suaves moldeables tetas y un culo destinado para agarrar. O azotar. Su piel es pálida y cremosa, con excepción de las manzanas de sus mejillas, que son de color rosa enrojecida. Cabello largo oscuro cuelga suelto sobre un hombro. Mi mirada se desplaza hacia el norte y me doy cuenta que sus ojos negros se han elevado a los míos. Me está mirando con expectación, obviamente preguntándose qué va a ocurrir a continuación. Buena jodida pregunta.
No tengo ni idea de por qué le dije que me llamara Pierce. En realidad, lo hago. No hace falta ser un psicólogo para darse cuenta de que mis empleados me llaman Señorita Pierce. y oírla llamarme Brittany se sentiría demasiado familiar. Demasiado íntimo. Eso no es lo que esta conexión trata. Es un negocio. Puro y simple. El negocio de mi coño consiguiendo un poco de atención atrasada y teniendo una compañera constante, sin la molestia de navegar por el mundo de las citas. Pon tu cabeza en el maldito juego, Britt.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Santana
El avión aterriza con seguridad después de solo unos treinta minutos más o menos, y una vez más, subimos a la moto de Pierce, que me entero se ha almacenado en el compartimento de equipaje debajo del avión. La oscuridad ha caído alrededor de nosotras, lo cual se adapta a mi estado de ánimo un poco zumbado y melancólico. Quiero esconderme en las sombras de la noche y pretender que nada de esto es real.
Mientras me aferro a ella como si me fuera la vida en ello, hábilmente nos desplaza por la carretera, el único faro iluminando nuestro camino. Presto mucha atención a las señales que pasan. Estamos cerca de Los Ángeles, un lugar en el que nunca he estado. Pronto toma una salida para Malibu y una vez que estamos en las calles de la superficie, mi corazón comienza a golpear. Nos estamos acercando a nuestro destino y no tengo ni idea de lo que me espera.
Cuando nos detenemos en una calle cerrada, Pierce detiene la moto para golpear algunos botones en el teclado, y echo un vistazo por el hombro, ansiosa de una mirada a lo que será mi nuevo hogar por los próximos seis meses. No puede ser realmente descrito como una casa... es una completa mansión, con una unidad de piedra que conduce a una extensa finca.
Pequeñas luces centelleantes iluminan nuestro camino y me proporcionan solo la luz suficiente para hacer que mi mandíbula caiga abierta ante lo que puedo ver. La casa es de un estuco de color miel cálido y dos enormes columnas se encuentran junto a la rica puerta principal caoba. Pierce conduce recto más allá de la puerta principal y aparca al lado de un garaje de seis puestos antes de apagar la moto. Aquí vamos.
Las mariposas emprenden vuelo en mi vientre mientras me lleva hacia la casa. Caminamos por un sinuoso camino de piedra iluminado, alumbrando una entrada lateral. Supongo que tiene sentido que no vayamos todo el camino alrededor de las grandes puertas principales. Esa entrada probablemente solo es utilizada por los huéspedes, sin embargo, es demasiado extraño pensar que ahora vivo aquí, que no soy solo un huésped que visita.
Me pregunto si va a dejar su moto aparcada fuera toda la noche, pero luego me doy cuenta de que, probablemente, tiene a alguien en el personal para llevarla al garaje. No puedo imaginar que tenga una casa tan grande y no tenga personas contratadas para ayudarle a cuidar de ella. Dudo que personalmente quite el polvo de los objetos en las cien habitaciones o cuantas tenga esta monstruosidad. Entramos por la puerta lateral acristalada a lo que parece ser el mejor vestíbulo del mundo. Altos armarios de madera pálida alcanzan del suelo al techo, una cesta de alambre de paraguas, un gran banco presuntuoso con algunas almohadas ingeniosamente organizadas y una gran alfombra para cubrir los suelos de mármol.
Lanza su chaqueta y los cascos sobre el banco y continúa hacia el pasillo. Mis ojos escanean todo mientras voy detrás de ella.
—La entrada del frente —dice, señalando el vestíbulo oscurecido que es aún más impresionante de lo que imaginaba. Dobles escaleras de caracol se encuentran en la base del vestíbulo, donde hay una mesa redonda luciendo un enorme jarrón de flores de peonías rosas. Huelen increíble. Al igual que la luz del sol y la felicidad. Parece como un toque femenino, pero ignoro la idea. Una vez más, estoy segura de que no fue elegido por ella. Por otra parte, no puedo imaginar nada en su mundo sobre el que no ejerza un control completo.
—Sala de estar formal. —Señala a la izquierda, sin ni siquiera molestarse en encender una luz o entrar en la habitación que indicó. Parece cavernoso y cualquier cosa, pero acogedor con muebles rígidos y modernos. Me esfuerzo por tomar cada detalle mientras continúa moviéndose.
Me doy cuenta de que me está dando un recorrido, pero es apresurado e impersonal. Para alguien que es dueña de una mansión tan espectacular, parece que tomaría un poco más de orgullo que mostrarla apagada. Parece algo raro, pero no puedo dar en el clavo.
Señala varias habitaciones más, un comedor con una fría mesa gigantesca, una oscurecida biblioteca llena de libros que tengo la sensación de que no le importa, y rara vez se molesta en leer.
—Es una hermosa biblioteca —murmuro. Quiero correr mis dedos por los lomos polvorientos e ir a la caza de un tesoro para leer.
Una mirada oscura de emoción destella en sus ojos antes de que parpadee lejos, su máscara cuidadosamente compuesta regresa con seguridad, antes de llevarme lejos.
—¿Dónde pasas tu tiempo?
Mi pregunta la detiene en seco y se gira para mirarme, sus ojos se enfocan en los míos. Me estudia por un momento como tratando de decidir por qué quiero esta información. Llámame loca, pero conociendo algunos detalles sobre la mujer con la que ahora estoy viviendo, esperaba que el servicio pudiera ser un tanto útil, y en lo que va del recorrido y su casa, no me han revelado nada. Inclina su cabeza hacia un pasillo lejano. —Por aquí.
Tal vez no debería haber sido tan entrometida, porque ahora, mientras me lleva más allá del centro de la casa, todos mis temores corren a la superficie.
¿Tiene alguna sala de sexo extraña como el cuarto rojo del dolor de Christian Grey?
Abre la puerta a una amplia oficina, con un escritorio de caoba estilo ejecutivo, silla de cuero negro, sofá gris carbón, y un mini bar integrado en la pared del fondo. Esta habitación tiene un ambiente muy acogedor con su rico mobiliario de madera, alfombras de felpa y el sutil aroma de su colonia que olí antes. Un conjunto de puertas de cristal conduce a un balcón. —Aquí afuera. —Me hace señas hacia adelante mientras cruza la habitación.
Abre la puerta de cristal y sale a una gran terraza con vista al Océano Pacífico y me quedo asombrada. El zumbido suave de las olas en el fondo y la suave brisa soplando el cabello de mi cara son inmediatamente calmantes.
Puedo ver por qué las opulentas habitaciones de la casa no le interesan. Esto es como un oasis privado aquí. Dos sillones de madera equipadas con cojines que lucen cómodos y una pequeña mesa redonda entre ellos son las únicas piezas de mobiliario, pero es perfecto. Cualquier cosa más sería saturar el espacio.
Ella me deja acomodarme en el entorno tranquilo, y cuando rompe el silencio un momento después, me sobresalto temporalmente. —Probablemente descubrirás que trabajo demasiado. —Señala hacia la oficina—. Y vengo aquí a descansar.
Asiento en reconocimiento silencioso. Puede que no sea mucho, pero expuso una pequeña parte de sí misma, y guardo el conocimiento aparte. Es una adicta al trabajo y tal vez una mujer soñadora, pasando su tiempo a solas con los sonidos del agua para hacerle compañía.
Nos dirigimos hacia el interior y Pierce completa el recorrido, hay una piscina y un jardín que solo vislumbré a través de la ventana al aire libre, así como un gimnasio en casa en el piso debajo.
Por último, me lleva a una sala con grandes ventanales que dan al mar y cuenta con un sofá por partes y una TV de pantalla plana colocada encima de una chimenea.
—Esto es —dice, con aire sombrío.
¿Todo esto es solo para ella? Incluso es solitario.
Se levanta en silencio, estudiándome por lo que parece demasiado tiempo. Al darme cuenta de que el recorrido ha terminado, mis ojos se caen al suelo.
¿Vamos a tener sexo ahora? ¿Aquí en el estudio? Me imaginé que sería en su dormitorio, pero supongo que esto es mejor que una mazmorra rara de sexo o alguna otra alternativa extraña. No tengo idea de cuáles son sus intereses y preferencias, pero supongo que voy a aprender. Mi corazón golpea débilmente en mi pecho.
—Levanta la mirada —ordena otra vez.
Hay algo que no le gusta acerca de mi negativa a mirarla a los ojos. ¿Está avergonzada de comprarme? Es como si quisiera fingir que todo esto es normal. Voy a seguirle el juego. Por ahora. No sé de lo que ella es capaz de hacer, y no quiero hacerla enojar. Encuentro su mirada. Lo que veo es una mujer intensa —sus ojos azules hablan de dolor y trauma del pasado, y alguien que lucha para practicar la moderación— si la tensión en su mandíbula es alguna prueba.
—No tienes que estar tan asustada de mí. No voy a hacerte daño, dulzura.
Trato de forzar un aliento. Quiero creerle. Su tono es sincero, como el apodo, y la forma en que está mirándome por encima se siente libre de amenazas, pero aún así, todos mis sentidos están en alerta máxima. Tengo que mantenerme en guardia hasta que tenga orientarme.
—Ven, siéntate. —Cruza la habitación y se sienta en el centro del gran sofá gris.
Me siento junto a ella, mi respiración es irregular. Le debo las gracias por el dinero, pero no sé sus intenciones. —Lo siento. Simplemente soy nueva en todo este asunto de esclava sexual —le digo en su lugar.
Se pasa una mano por el pelo, luciendo absorta en sus pensamientos. —Sí, yo también.
—¿Soy tu primera?
—Algo así. —Ella me sonríe y mi vientre da un vuelco.
—No estoy segura de cómo funciona... o qué esperar —admito.
—¿Te pondrías a gusto si te explico algunas cosas?
Asiento, y doblo mis manos en mi regazo.
—Soy una mujer muy ocupada ,Santana. Puedo manejar dos empresas y tengo poco tiempo para dedicarme a actividades extracurriculares. Estás aquí para satisfacer mis ansias físicas... Para cuidar mis necesidades y voy a satisfacer tus necesidades financieras. La mitad del dinero está siendo transferida a tu cuenta esta noche y todo el tiempo que permanezcas conmigo y cumplas con el contrato, recibirás el saldo restante al final de los seis meses. Tu discreción es muy importante para mí. Sé que has firmado un acuerdo de no divulgación, pero necesito tu palabra de que no le dirás a nadie sobre nuestro acuerdo. —Sus ojos se encuentran con los míos—. Ni siquiera a tu mejor amiga. Nadie.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
El pensamiento de contarle a Elizabeth la verdad de lo que he hecho nunca ha cruzado mi mente. —No lo haré. Tampoco quiero que alguien sepa sobre esto. —Sabía que iba a necesitar explicar el dinero de alguna manera, pero me di cuenta de que podía decirle a mi familia que era de un donante anónimo en el hospital. La primera entrega —quinientos mil, menos de lo que le debía a Bill, estará en mi cuenta mañana. Es más que suficiente para pagar el tratamiento de Elizabeht. La idea de deshacerse de ella una vez que tenga el dinero cruza por mi cerebro. Pero me doy cuenta de que no habrá manera de que pudiese pagarle, sé que necesito cumplir mi parte del contrato.
—Bien. Vamos a tener que crear una historia para el público, los amigos y las familias sobre el porqué estás aquí, pero siempre y cuando pruebes ser digna de confianza, no hay razón por la que no te pueda dar algunas de las libertades. En la vida normal mientras tanto, eres libre de utilizar la casa como tuya propia; la piscina, jardines y gimnasio están abiertos para ti.
Asiento de nuevo. Me pregunto si me gustaría ser libre de abandonar esto e ir a correr, pero por ahora mantengo mis labios sellados. No quiero presionar mi suerte la primera noche. Además, si es del tipo vengativo, una vez que sepa que es importante para mí, podría mantenerlo sobre mí como castigo. Levanto la vista hacia la pantalla de televisión gigante en frente de nosotras y me pregunto lo que ella quiere para el resto de la noche.
—¿Qué deseas? —pregunto, reuniendo mi coraje. Es mejor saber lo que me viene, así tengo la oportunidad de prepararme mentalmente.
Sus ojos recorren los míos y sonríe. —Quiero lo que todos quieren cuando gastan unos mil por una virgen.
Oh Dios. Sucederá esta noche. Ni siquiera había tenido el tiempo para prepararme. Todavía estoy delicada por mi depilación. Me pregunto si me dará un día extra o dos, si se lo digo.
—Quiero una cerveza fría y ver los mejores momentos de los deportes —termina.
Todo el aire se precipita desde mis pulmones en un silbido. —¿Eso es todo?
Todavía observando mi reacción, levanta una ceja. —Sinceramente, me encantaría una mamada, pero teniendo en cuenta la desconfianza en tus ojos, no estoy segura de que tener tus dientes cerca de mi coño sería la decisión más sabia.
—Yo no...
—¿No qué? ¿Me harías una mamada? Eso es parte del acuerdo, dulzura, y si me dices que no te gusta chupar, vamos a tener un problema.
—No, quiero decir que no te la mordería. —No soy una persona violenta.
Me sonríe, sus labios llenos separándose para revelar los dientes blancos y rectos. Al parecer, esa noticia le ha hecho feliz. Se ve agradable y relajada cuando me sonríe de esa manera e imagino que es una tipa normal, alguien que me encontraría en un bar y con quien coquetearía. Dejaría que me comprara una bebida y fantasearía con besar esos labios suaves mientras hablábamos. Parpadeo varias veces, me doy cuenta de que he estado observando su boca por mucho tiempo y mis ojos retroceden hacia los suyos. Su sonrisa se desvanece y sus manos pasándola por su nuevas y comodas ropas, van a la hebilla de su cinturón, quita el broche de plata con un suave clic, deslizándolo libre. Ver el grueso cinturón de cuero en sus manos me pone nerviosa. No conozco sus gustos sexuales, ¿va a querer atarme y azotarme? Pero deja caer el cinturón al suelo y abre el botón de sus pantalones, y luego desliza hacia abajo la cremallera, manteniendo al mismo tiempo esos intensos ojos azules en los míos.
Mi corazón martillea en mi pecho. Santa mierda. Esto realmente va a suceder. Voy a darle una mamada a una completa desconocida.
—De rodillas. —Su voz es áspera y llena de un borde de deseo.
Con mi pulso zumbando salvajemente en la base de mi garganta, mi cuerpo obedece sus órdenes, moviéndome desde el sofá al suelo colocando mis rodillas entre sus pies. Después de haberse quitado los zapatos, me doy cuenta de que sus pies son largos y estrechos.
Empujando sus pantalones por debajo de sus caderas, su mano desaparece bajo la tela de sus bragas negras. Sus ojos azules tempestuosos sostienen los míos mientras se acaricia su punto de placer, parece preguntar sin palabras si esto está bien.
¿Qué otra opción tengo? No puedo contar con que me regrese. Le doy un imperceptible asentimiento. Y Dios, la verdad es que tengo curiosidad. ¿Qué hay de malo en mí que quiero saber si su coño es tan glorioso como el resto de ella?
Colocando una palma de la mano contra mi mejilla, me guía más cerca e inclina su cabeza a la mía, dejando que nuestro labios se toquen brevemente. El gesto es inesperadamente tierno. Formo un suspiro tembloroso y separo mis labios, mojándolos con mi lengua y presiona hacia delante de nuevo, saboreando la humedad que he dejado en mi labio inferior. Sus labios son suaves y tira de mi labio inferior ligeramente en su boca y chupa suavemente antes de deslizar su lengua contra la mía.
Su beso es cauteloso y lento, como si me estuviera probando — comprobando mi reacción. Me quedo quieta, permitiéndole explorar, y con cuidado le regreso el beso, mi lengua llega a lamer la suya.
Estaría mintiendo si dijera que tener su caliente boca en la mía no me afecta. Estoy caliente y nerviosa sabiendo que su mano permanece escondida dentro de sus bragas, acariciándose a sí misma mientras su lengua acaricia la mía. Todo mi cuerpo se siente lleno de energía.
Justo cuando estoy lista para más, rompe con el beso, dejando mis labios húmedos e hinchados. La mano ahuecando mi mejilla se mueve hasta tirar de sus bragas abajo. Me atrevo a bajar la mirada.
Madre sagrada de todo lo sagrado.
De pronto, sus temores acerca de mí mordiéndola parece una posibilidad muy real. Ella permanece todavía quieta, permitiéndome acomodarme. Abro la boca para protestar, pero su mano se mueve a la parte de atrás de mi cuello, guiándome más cerca.
—Ven aquí, Santana —suelta mi nombre, el sonido de eso en sus labios es tanto extraño como atractivo. El peso caliente de la palma de su mano en mi nuca envía pequeñas ráfagas de calor en espiral hacia abajo, por mi nuca y columna vertebral. Sin soltarme, se ajusta a sí misma. Todo en ella es tan intensamente sensual y perfecto, es difícil no reaccionar.
Mi cuerpo late con calor eléctrico, mientras sentimientos que nunca imaginé que tendría pasan a través de mí. Interés. Deseo. Lujuria.
Es atractiva, ejercitada e inteligente. No hay nada acerca de ella, al menos físicamente, que no te guste, pero me compró, por el amor de Dios. Debería sentirme asqueada, no excitada y un poco encendida.
Me mira con expectación y bajo mi cabeza en su regazo, mi lengua lanzándose a degustar su coño. Libera un pequeño gruñido de satisfacción y aprieta su puño contra la parte trasera de mi cuello, instándome más cerca.
Envuelvo mis maños sobre sus muslos, trabajo mi lengua arriba y abajo, recubriéndola con mi saliva, uniendo a mi lengua mi mano que se desliza fácilmente hacia arriba y abajo. Una maldición en voz baja murmurada me estimula. Mi mano libre alcanza su culo y lo masajeo. Esta tan excitada que comienzo a sentir su sabor, un liquido caliente se le escapa y deslizo mi lengua contra su abertura, buscando mas de ese líquido salado y tragando. Un gruñido murmurado de Pierce me acelera.
Manteniendo mi succión alrededor de sus labios vaginales tomo de repente su clítoris y comienzo a chupar y a usar mi lengua delicadamente .
—Oh mierda —gruñe Pierce—. Eso es todo, justo así. —Su profunda voz retumba en su pecho. El calor y la humedad inundan mis bragas y me comprometo plenamente, chupando, lamiendo y acariciando con lo mejor de mi capacidad.
La confusión se ajusta en el frente de mi cerebro. Ninguna parte de mí debería estar disfrutando de esto, pero me siento poderosa y deseable haciendo a esta magnífica mujer venirse.
Su mano se aprieta en mi cabello, causando que sintiera un hormigueo en el cuero cabelludo y aparta mi boca, Mi núcleo se aprieta viéndola.
—Abre la boca —gime. Hago lo que me dice, abriéndola de par en par para ella—. Déjame ver tu lengua. —Saco mi lengua y coloca sobre ella su coño y se coge mi lengua a un ritmo que ella designa. Su ojos se cierran y su cabeza cae hacia atrás en el sofá—. Oh mierda, dulzura —gruñe, un ruido sordo que vibra en su pecho—. Eso se siente tan jodidamente bueno. —Nos mira una vez más, moviéndose sobre mi lengua su ritmo errático y sus ojos azules totalmente oscuros de lujuria—. Tu boca se ve tan bonita con mi coño.
Lucho con el impulso de cerrar la boca a su alrededor y chupar, pero en su lugar, permanezco de rodillas delante de ella, con la boca abierta. Segundos más tarde, siento un liquido caliente chorrear por mi lengua extendida.
Ella mira como lo último de su liberación cae en mi boca esperando. Trago y me siento sobre los talones mientras sube nuevamente sus bragas y sus pantalones y se detiene en la cremallera. —Diría que pasaste tu primera prueba. —Su tono es de agradable sorpresa.
Una parte de mí se siente extrañamente orgullosa. Me digo a mí misma que era solo porque quiero asegurarme de que no me va a regresar y pedir un reembolso. Pero nuestra experiencia erótica compartida me ha dejado conmovida y me siento vulnerable. No puedo negar que una parte de mí disfrutó —disfrutó de su puño apretando en mi pelo y oírle alcanzar su placer cuando llegó a su clímax. Y mis bragas húmedas y mi corazón palpitando en señal de que no estoy lista para que la noche se termine. Los sentimientos de vergüenza me golpean. No debería haber disfrutado de cualquier parte de eso. Dios, ¿qué estaba mal conmigo?
—Bien. Vamos a tener que crear una historia para el público, los amigos y las familias sobre el porqué estás aquí, pero siempre y cuando pruebes ser digna de confianza, no hay razón por la que no te pueda dar algunas de las libertades. En la vida normal mientras tanto, eres libre de utilizar la casa como tuya propia; la piscina, jardines y gimnasio están abiertos para ti.
Asiento de nuevo. Me pregunto si me gustaría ser libre de abandonar esto e ir a correr, pero por ahora mantengo mis labios sellados. No quiero presionar mi suerte la primera noche. Además, si es del tipo vengativo, una vez que sepa que es importante para mí, podría mantenerlo sobre mí como castigo. Levanto la vista hacia la pantalla de televisión gigante en frente de nosotras y me pregunto lo que ella quiere para el resto de la noche.
—¿Qué deseas? —pregunto, reuniendo mi coraje. Es mejor saber lo que me viene, así tengo la oportunidad de prepararme mentalmente.
Sus ojos recorren los míos y sonríe. —Quiero lo que todos quieren cuando gastan unos mil por una virgen.
Oh Dios. Sucederá esta noche. Ni siquiera había tenido el tiempo para prepararme. Todavía estoy delicada por mi depilación. Me pregunto si me dará un día extra o dos, si se lo digo.
—Quiero una cerveza fría y ver los mejores momentos de los deportes —termina.
Todo el aire se precipita desde mis pulmones en un silbido. —¿Eso es todo?
Todavía observando mi reacción, levanta una ceja. —Sinceramente, me encantaría una mamada, pero teniendo en cuenta la desconfianza en tus ojos, no estoy segura de que tener tus dientes cerca de mi coño sería la decisión más sabia.
—Yo no...
—¿No qué? ¿Me harías una mamada? Eso es parte del acuerdo, dulzura, y si me dices que no te gusta chupar, vamos a tener un problema.
—No, quiero decir que no te la mordería. —No soy una persona violenta.
Me sonríe, sus labios llenos separándose para revelar los dientes blancos y rectos. Al parecer, esa noticia le ha hecho feliz. Se ve agradable y relajada cuando me sonríe de esa manera e imagino que es una tipa normal, alguien que me encontraría en un bar y con quien coquetearía. Dejaría que me comprara una bebida y fantasearía con besar esos labios suaves mientras hablábamos. Parpadeo varias veces, me doy cuenta de que he estado observando su boca por mucho tiempo y mis ojos retroceden hacia los suyos. Su sonrisa se desvanece y sus manos pasándola por su nuevas y comodas ropas, van a la hebilla de su cinturón, quita el broche de plata con un suave clic, deslizándolo libre. Ver el grueso cinturón de cuero en sus manos me pone nerviosa. No conozco sus gustos sexuales, ¿va a querer atarme y azotarme? Pero deja caer el cinturón al suelo y abre el botón de sus pantalones, y luego desliza hacia abajo la cremallera, manteniendo al mismo tiempo esos intensos ojos azules en los míos.
Mi corazón martillea en mi pecho. Santa mierda. Esto realmente va a suceder. Voy a darle una mamada a una completa desconocida.
—De rodillas. —Su voz es áspera y llena de un borde de deseo.
Con mi pulso zumbando salvajemente en la base de mi garganta, mi cuerpo obedece sus órdenes, moviéndome desde el sofá al suelo colocando mis rodillas entre sus pies. Después de haberse quitado los zapatos, me doy cuenta de que sus pies son largos y estrechos.
Empujando sus pantalones por debajo de sus caderas, su mano desaparece bajo la tela de sus bragas negras. Sus ojos azules tempestuosos sostienen los míos mientras se acaricia su punto de placer, parece preguntar sin palabras si esto está bien.
¿Qué otra opción tengo? No puedo contar con que me regrese. Le doy un imperceptible asentimiento. Y Dios, la verdad es que tengo curiosidad. ¿Qué hay de malo en mí que quiero saber si su coño es tan glorioso como el resto de ella?
Colocando una palma de la mano contra mi mejilla, me guía más cerca e inclina su cabeza a la mía, dejando que nuestro labios se toquen brevemente. El gesto es inesperadamente tierno. Formo un suspiro tembloroso y separo mis labios, mojándolos con mi lengua y presiona hacia delante de nuevo, saboreando la humedad que he dejado en mi labio inferior. Sus labios son suaves y tira de mi labio inferior ligeramente en su boca y chupa suavemente antes de deslizar su lengua contra la mía.
Su beso es cauteloso y lento, como si me estuviera probando — comprobando mi reacción. Me quedo quieta, permitiéndole explorar, y con cuidado le regreso el beso, mi lengua llega a lamer la suya.
Estaría mintiendo si dijera que tener su caliente boca en la mía no me afecta. Estoy caliente y nerviosa sabiendo que su mano permanece escondida dentro de sus bragas, acariciándose a sí misma mientras su lengua acaricia la mía. Todo mi cuerpo se siente lleno de energía.
Justo cuando estoy lista para más, rompe con el beso, dejando mis labios húmedos e hinchados. La mano ahuecando mi mejilla se mueve hasta tirar de sus bragas abajo. Me atrevo a bajar la mirada.
Madre sagrada de todo lo sagrado.
De pronto, sus temores acerca de mí mordiéndola parece una posibilidad muy real. Ella permanece todavía quieta, permitiéndome acomodarme. Abro la boca para protestar, pero su mano se mueve a la parte de atrás de mi cuello, guiándome más cerca.
—Ven aquí, Santana —suelta mi nombre, el sonido de eso en sus labios es tanto extraño como atractivo. El peso caliente de la palma de su mano en mi nuca envía pequeñas ráfagas de calor en espiral hacia abajo, por mi nuca y columna vertebral. Sin soltarme, se ajusta a sí misma. Todo en ella es tan intensamente sensual y perfecto, es difícil no reaccionar.
Mi cuerpo late con calor eléctrico, mientras sentimientos que nunca imaginé que tendría pasan a través de mí. Interés. Deseo. Lujuria.
Es atractiva, ejercitada e inteligente. No hay nada acerca de ella, al menos físicamente, que no te guste, pero me compró, por el amor de Dios. Debería sentirme asqueada, no excitada y un poco encendida.
Me mira con expectación y bajo mi cabeza en su regazo, mi lengua lanzándose a degustar su coño. Libera un pequeño gruñido de satisfacción y aprieta su puño contra la parte trasera de mi cuello, instándome más cerca.
Envuelvo mis maños sobre sus muslos, trabajo mi lengua arriba y abajo, recubriéndola con mi saliva, uniendo a mi lengua mi mano que se desliza fácilmente hacia arriba y abajo. Una maldición en voz baja murmurada me estimula. Mi mano libre alcanza su culo y lo masajeo. Esta tan excitada que comienzo a sentir su sabor, un liquido caliente se le escapa y deslizo mi lengua contra su abertura, buscando mas de ese líquido salado y tragando. Un gruñido murmurado de Pierce me acelera.
Manteniendo mi succión alrededor de sus labios vaginales tomo de repente su clítoris y comienzo a chupar y a usar mi lengua delicadamente .
—Oh mierda —gruñe Pierce—. Eso es todo, justo así. —Su profunda voz retumba en su pecho. El calor y la humedad inundan mis bragas y me comprometo plenamente, chupando, lamiendo y acariciando con lo mejor de mi capacidad.
La confusión se ajusta en el frente de mi cerebro. Ninguna parte de mí debería estar disfrutando de esto, pero me siento poderosa y deseable haciendo a esta magnífica mujer venirse.
Su mano se aprieta en mi cabello, causando que sintiera un hormigueo en el cuero cabelludo y aparta mi boca, Mi núcleo se aprieta viéndola.
—Abre la boca —gime. Hago lo que me dice, abriéndola de par en par para ella—. Déjame ver tu lengua. —Saco mi lengua y coloca sobre ella su coño y se coge mi lengua a un ritmo que ella designa. Su ojos se cierran y su cabeza cae hacia atrás en el sofá—. Oh mierda, dulzura —gruñe, un ruido sordo que vibra en su pecho—. Eso se siente tan jodidamente bueno. —Nos mira una vez más, moviéndose sobre mi lengua su ritmo errático y sus ojos azules totalmente oscuros de lujuria—. Tu boca se ve tan bonita con mi coño.
Lucho con el impulso de cerrar la boca a su alrededor y chupar, pero en su lugar, permanezco de rodillas delante de ella, con la boca abierta. Segundos más tarde, siento un liquido caliente chorrear por mi lengua extendida.
Ella mira como lo último de su liberación cae en mi boca esperando. Trago y me siento sobre los talones mientras sube nuevamente sus bragas y sus pantalones y se detiene en la cremallera. —Diría que pasaste tu primera prueba. —Su tono es de agradable sorpresa.
Una parte de mí se siente extrañamente orgullosa. Me digo a mí misma que era solo porque quiero asegurarme de que no me va a regresar y pedir un reembolso. Pero nuestra experiencia erótica compartida me ha dejado conmovida y me siento vulnerable. No puedo negar que una parte de mí disfrutó —disfrutó de su puño apretando en mi pelo y oírle alcanzar su placer cuando llegó a su clímax. Y mis bragas húmedas y mi corazón palpitando en señal de que no estoy lista para que la noche se termine. Los sentimientos de vergüenza me golpean. No debería haber disfrutado de cualquier parte de eso. Dios, ¿qué estaba mal conmigo?
Última edición por marthagr81@yahoo.es el Miér Feb 03, 2016 1:06 am, editado 1 vez
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Brittany
Esta no era una primera cita, no había una orden para apegarme. No tenía necesidad de saltar la primera base y besarla así antes de que me chupara el coñoñ. Ella es mía para hacer lo que me plazca. Podría haberla jodido con el culo sobre la mesa de la cocina si hubiera querido. Y créeme, el pensamiento cruzó mi mente. Cuando vi su curva por encima de mi moto y coloqué el casco en el asiento, quería morder su culo como una manzana. Luego tomar esas mejillas regordetas en mis manos y mecerme en el centro de ellas, tal vez golpear su culo por hacerme tener tales pensamientos depravados. En su lugar, actué como una novia, besando sus labios y asegurándome de que se encontraba en el estado de ánimo adecuado antes de usarla para mi placer. Y joder, su boca fue perfecta. Cálida y suave y con ganas de satisfacer. Supongo que saber que alguien acababa de pagar una pequeña fortuna para tu empresa aseguraba un buen servicio.
Venirme en su lengua no era suficiente. Después, quería desnudarla y follarla duro, terminando por masturbarme en sus tetas para marcarla y demostrarle que era mía. Pero ya habrá tiempo para eso más tarde.
Quiero saber su historia. Parece una chica buena y normal —demasiado agradable para la mierda enferma que estoy planeando para ella. Pero sus razones para estar aquí no son de mi incumbencia. Así como mis razones para comprarla no están en ninguna de las suyas. No necesita saber de mi pasado, las únicas cosas que necesita saber son que me gusta mi coño siendo mamado regularmente, tengo un apetito sano para el sexo y no molestarme cuando estoy trabajando. Y tengo que recordar que ella está aquí con un propósito. Si es así, este acuerdo se resolverá muy bien, y nos dejará satisfechas a ambas.
—Vamos a ir a la cama, mañana será un día largo y necesitarás tu descanso.
Sus asustadizos ojos oscuros miran fijamente los míos de nuevo y asiente tímidamente. Quiere saber cuándo la voy a follar. Supongo que tendrá que esperar y ver.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
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Una vez arriba pasamos por varias puertas y seguimos por el largo pasillo. Cuando llegamos a la recámara principal, me quedo callada, absorbiendo todo. La habitación es enorme, con una cama king size y una cabecera tapizada, mesas con lámparas y una tumbona frente a la fogata de gas. La decoración es contemporánea y simple en tonos gris claro y crema con destellos de acentos azules. Todo parece completamente nuevo.
—Baño principal. —Señala al lado de la habitación.
Sus respuestas de una palabra y gruñidos desde que la conocí están espesando mis nervios. ¿Por qué está actuando desinteresada y rara? —Lamento si hice algo mal… —comienzo.
Los ojos de Pierce van disparados hacia los míos. —Desnúdate, Santana.
Un jadeo pica mi garganta. —¿Qué?
—Me escuchaste.
Nos encontramos de pie en el centro de su habitación con todas las luces encendidas y sus azules ojos están vagando sobre mí. Aunque sigo completamente vestida, nunca me he sentido más expuesta. Su mirada tiene el poder de hacerme sentir vulnerable y desnuda como nadie lo hizo antes.
Con manos temblorosas, desabotono mis vaqueros y los deslizo por mis piernas, dejándolos hacer un charco en el suelo a mis tobillos, donde los pateo y los coloco a un lado. Olvido intentar ser sexy. Nunca he hecho un estriptís sexy en mi vida, y tengo la sensación de que si intento comenzar ahora, solo luciré como una niñita tonta. Luego levanto mi blusa sobre mi cabeza y la quito, depositándola con los vaqueros. Intento meter el estómago y pararme más alta para mostrar mejor mis ventajas. Dios, me siento como una pieza de arte en exposición. Y peor, ¿por qué estoy tan desesperada por la aprobación de esta mujer?
—No —dice, en voz baja.
Trago y libero la respiración que he estado conteniendo, mis hombros se relajan y mi cuerpo regresa a su estado natural. Miro hacia enfrente. Algo dentro de mí se siente rebelde y fuerte, aun cuando obviamente soy yo quien está en una posición más vulnerable.
—Quítate el sostén —dice a continuación, su voz es un fuerte gruñido.
Mis dedos se estiran detrás de mi espalda y libero el broche, mi corazón golpeando contra mi caja torácica mientras dejo caer mi sostén. Mi instinto es cubrir mis pechos otra vez, poner un escudo de su vista, pero decidiendo que eso sería inútil y le mostraría cuán débil e inútil me siento, dejo que el sostén caiga al suelo entre nosotras. Mis pezones se endurecen por el frío de la noche, rogando por atención. No he sido dejada sin aliento desde que chupé su coño, mis bragas levemente mojadas y mi cuerpo doliendo y confundido. No debería querer esto, no debería ansiar este momento entre nosotras, pero saber que lo hemos construido toda la noche solo me hace querer pasar por ello.
—Las bragas también, dulzura —susurra duramente, su voz enviando pequeños dardos de electricidad picando mi piel.
Inhalando, presiono mis dedos en mis bragas, bajándolas por mis caderas y dándole a mi trasero un leve balanceo mientras rodean mi parte trasera y caen al suelo.
Sus ojos siguen enfocados en los míos. No ha bajado la mirada a mí ahora completamente cuerpo desnudo y algo de su control me perturba. No siento tal restricción cuando examina con detenimiento mi cuerpo. Mis ojos han absorbido cada detalle.
Nunca esperé estar físicamente atraída a una mujer que me comprara, y sé que solo complicará las cosas para mí. Es descorazonador saber que no tengo el mismo efecto en él. Tal vez no se encuentra impresionada.
Pero finalmente, sus ojos comienzan a bajar, ondeando en mi cuerpo como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, y su lengua sale para encontrar su labio inferior.
Su mirada cae en mis pechos, se sienten tan llenos y pesados que prácticamente vibran. ¿Me desea? No estoy segura de por qué me importa, pero de pronto sé que lo hace. Mi autoestima nunca ha sido completamente fuerte, pero nunca he sido completamente delgada, tampoco. Aún así hay algo en estar de pie desnuda delante de una mujer rica, poderosa, inmoralmente atractiva que me hace querer juzgarme. Pierce traga, el bulto en su garganta meneándose, antes de bajar sus ojos a la unión desnuda entre mis muslos. Quiero juntar las piernas, pero permanezco firme. Calor pasa a través de mí mientras su mirada sube, levantando la mirada para encontrar mis ojos de nuevo. ¿Es todo? ¿Me ordenó desnudarme para solo mirarme?
Pero luego mi mirada baja y veo entre sus piernas las cuales se aprietan un poco. La única indicación de que le gusta lo que ve. ¿Entonces por qué no haces nada al respecto? El pensamiento constante destella en mi cerebro, junto con un catálogo de imágenes eróticas, toda su boca en mi garganta, el sentir sus largas palmas acunando mis pechos, y sus pulgares moverse sobre los picos sensibles. Sujetaría sus sólidos brazos, descansaría mi cabeza contra su cálido pecho y me vendría desatada mientras sus dedos me penetran, que son largos y prometen mucho placer. Un escalofrío cálido sube por mi espina dorsal y trago un gemido impotente.
—¿Con qué te gusta dormir? —pregunta, su voz completamente compuesta e inquebrantable.
—Usualmente en camisa y pantalones de pijama —digo, empujando mi dedo del pie en la alfombra afelpada.
Asiente y se dirige al armario, sacando una camisa gris y un par de pantalones de algodón para mí. Ambos de gran tamaño, pero son suaves y cómodos mientras los deslizo por mi sobrecalentada piel. Hago una bola de mi ropa descartada en una pila y me pregunto dónde se supone que las ponga. No tengo nada aquí, sin pertenencias, sin sentido de determinación y darme cuenta es aturdidor. No debería estar enfocada en tentarla con mis curvas. Necesitaba tener la mente clara y descubrir cómo sobrevivir a mi nueva vida.
Pierce entra al baño y cierra la puerta detrás de ella, dándome la oportunidad de vagar por la gran suite sin interrupciones. Ando sin hacer ruido por el suelo hacia el armario y me doy cuenta de que nunca he sentido una alfombra tan gruesa y suave antes. Es como tener debajo almohadas de algodón. Es celestial. Una ligera sonrisa curva mis labios. Al menos soy capaz de encontrar un rayo plateado en toda esta loca situación. Vivo en una jodida mansión. Y además, podría ser mucho peor.
Mientras vago hacia el armario, no puedo evitar notar la desvanecida esencia del perfume de una mujer que se adhiere a la habitación. La esencia es vieja, pero sigue presente. Ligada como un misterio. Me pregunto brevemente a quién perteneció el perfume.
El gran armario es más grande que mi habitación en casa. La mitad está llena de trajes de diseñador en varios tonos de negro, marino, gris y rayados, ordenadas camisas de algodón descansan en las gavetas junto con varios artículos. Un reloj, un portafolios de cuero, gemelos, cambio suelto. Pero la principal cosa que sobresale es que la mitad del armario ha sido vaciada, solo unos pocos ganchos permanecen junto con una camisola de seda roja colgando de uno de ellos desordenadamente.
Me pregunto qué le pasó a la dueña del perfume y la camisola. Dijo que yo era su primera esclava sexual, así que tal vez ella era una ex novia. Mi cerebro se llena de detalles, dándole demasiado el beneficio de la duda, estoy segura, pero imagino que su relación romántica fallida es debido a su vigorosa agenda de trabajo y su cerrada personalidad. Entra su necesidad por alguien como yo. Sexo regular sin compromiso de una verdadera relación. Presiono las inútiles teorías de mi cabeza, sabiendo que no me harán nada bien. Estoy atrapada aquí con ella, indiferente de su pasado y asuntos, tengo que hacer lo mejor de ello.
Una gran parte de mi quiere creer que es linda, una chica normal quién ha pasado por algo trágico que la empujó a contratar una esclava sexual, pero la verdad es que no tengo idea. Podría ser una psicótica con predilección por sexo demasiado rudo y manías que nunca imaginé. Bravo por mí.
Hago bolita mi ropa y la meto en una canasta vacía en el estante del armario y regreso a la habitación. Agarro mi teléfono de mi bolsa y me siento en la cama.
Le envío un texto rápido a mamá, y luego a Elizabeth haciéndoles saber que he decidido visitar a un amigo en LA y estaré fuera del pueblo por un tiempo. Sé que es bajo, hacerles saber por un texto que prácticamente huí, pero espero que entiendan, hay demasiada presión en casa. Tomar algo de las vacaciones de minuto no está fuera del reino de lo posible. De hecho, ambas estarán felices, probablemente.
La respuesta de Elizabeth es una cara feliz, seguida de una nota de que debería tener una ardiente aventura amorosa con un surfista y luego le dé todos los detalles morbosos. Mi mamá solo responde el texto para preguntar cuándo voy a regresar y respondo honestamente, que no sé, pero probablemente no en un tiempo. Me asusta pensar lo que podría pasarle a Elizabeth en el tiempo que esté lejos. En la mañana, le haré saber del dinero.
Las puertas del baño se abren y Pierce se encuentra parada ahí expectante. Se encuentra vestida solo unos sus bóxer negros y un sosten del mismo color y tengo un vistazo remoto y su cuerpo sigue teniendo la habilidad de hacer que mi mandíbula se desquicie, pero me hallo más preparada para ella esta vez. Mantengo mi expresión neutral. Es positivamente lamible.
Dejo mi teléfono de regreso en la bolsa y subo a la cama. Tengo curiosidad en cuanto a los arreglos para dormir que tiene pensados. Estamos en su recámara principal… entonces ¿eso significa?
Aleja el edredón de apariencia suave y esponjosa y dobla las sábanas. —La compañía es parte del trato para mí. No me gusta dormir sola —dice, como si leyera mis pensamientos.
Así que ¿la gran Directora General le teme a la oscuridad? Una pequeña parte de mí se siente consolada por este hecho, la hace más humano de alguna manera. La cama es bastante grande para acomodarnos las dos y si hubiera estado encerrada en una para mí sola toda la noche, me derrumbaría en un desastre histérico mientras la gravedad de mi nueva situación de vida me golpeaba. Hallarme cerca de ella significa mantener mi cuidadosa máscara en su lugar. Además, estoy acostumbrada a compartir la cama con Elizabeth desde que éramos niñas, y la idea de dormir sola en un lugar desconocido no me encanta. Me encontraba segura de que los sonidos y rugidos de la casa me mantendrían despierta la mayor parte de la noche, mi mente revolviéndose. Al menos tendré a alguien cerca si algo pasa. Por supuesto es la misma persona que podría rodar hacia mí en la noche esperando sexo. Pero algo me dice que el sexo no pasará esta noche. Tengo que tomar mis oportunidades, no es que tenga opción, me recuerdo. Soy suya para lo que le plazca.
Gateo al lado más apartado de la cama y me hago una bola pequeña, rogando que el sueño llegue fácil.
—De ninguna jodida manera —gruñe—. Por aquí, dulzura.
Exhalo lentamente y deslizo mi cuerpo más cerca de ella manteniendo mi espalda hacia ella, solo deteniéndome cuando una pared firme de calor me detiene. Envuelve un pesado brazo alrededor de mi cintura y me sujeta más cerca, hasta que mi espalda se encuentra presionada contra su pecho. Mi corazón corre más rápido en mi pecho. Hay algo sobre esta cercanía, el contacto íntimo que me deshace. Aunque estoy acostumbrada a compartir habitación con Elizabeth, ciertamente no estoy acostumbrada a hacer cucharita con una mujer toda la noche. Por no hablar de que yo apenas conozco a quién ya me hizo un charco de hormonas. Dios.
Sus manos fuertes se detienen en mi cadera desnuda y mi respiración instantáneamente flaquea. Sus dedos de abren en mi abdomen, ligeramente acariciándome. Mis músculos se ponen tiesos mientras espero que sus manos presionen entre mis piernas, tomando todo lo que he guardado la mayor parte de mi vida.
—Relájate —anima, su voz es un susurro suave y dormilón—. Nada más va a pasar esta noche. —Sigue acariciándome, mi cadera, mi panza, la parte alta de mi muslo, casi como si me estuviera probando, entrenado para que esté cómoda con ella El calor de su aliento contra mi cabello y su mano acariciando mi piel hace difícil relajarme, pero eventualmente lo hago, acostumbrándome a las nuevas sensaciones. Mis ojos se cierran y disfruto del reconfortante toque que me entrega antes de quedarme dormida.
.
Santana
Una vez arriba pasamos por varias puertas y seguimos por el largo pasillo. Cuando llegamos a la recámara principal, me quedo callada, absorbiendo todo. La habitación es enorme, con una cama king size y una cabecera tapizada, mesas con lámparas y una tumbona frente a la fogata de gas. La decoración es contemporánea y simple en tonos gris claro y crema con destellos de acentos azules. Todo parece completamente nuevo.
—Baño principal. —Señala al lado de la habitación.
Sus respuestas de una palabra y gruñidos desde que la conocí están espesando mis nervios. ¿Por qué está actuando desinteresada y rara? —Lamento si hice algo mal… —comienzo.
Los ojos de Pierce van disparados hacia los míos. —Desnúdate, Santana.
Un jadeo pica mi garganta. —¿Qué?
—Me escuchaste.
Nos encontramos de pie en el centro de su habitación con todas las luces encendidas y sus azules ojos están vagando sobre mí. Aunque sigo completamente vestida, nunca me he sentido más expuesta. Su mirada tiene el poder de hacerme sentir vulnerable y desnuda como nadie lo hizo antes.
Con manos temblorosas, desabotono mis vaqueros y los deslizo por mis piernas, dejándolos hacer un charco en el suelo a mis tobillos, donde los pateo y los coloco a un lado. Olvido intentar ser sexy. Nunca he hecho un estriptís sexy en mi vida, y tengo la sensación de que si intento comenzar ahora, solo luciré como una niñita tonta. Luego levanto mi blusa sobre mi cabeza y la quito, depositándola con los vaqueros. Intento meter el estómago y pararme más alta para mostrar mejor mis ventajas. Dios, me siento como una pieza de arte en exposición. Y peor, ¿por qué estoy tan desesperada por la aprobación de esta mujer?
—No —dice, en voz baja.
Trago y libero la respiración que he estado conteniendo, mis hombros se relajan y mi cuerpo regresa a su estado natural. Miro hacia enfrente. Algo dentro de mí se siente rebelde y fuerte, aun cuando obviamente soy yo quien está en una posición más vulnerable.
—Quítate el sostén —dice a continuación, su voz es un fuerte gruñido.
Mis dedos se estiran detrás de mi espalda y libero el broche, mi corazón golpeando contra mi caja torácica mientras dejo caer mi sostén. Mi instinto es cubrir mis pechos otra vez, poner un escudo de su vista, pero decidiendo que eso sería inútil y le mostraría cuán débil e inútil me siento, dejo que el sostén caiga al suelo entre nosotras. Mis pezones se endurecen por el frío de la noche, rogando por atención. No he sido dejada sin aliento desde que chupé su coño, mis bragas levemente mojadas y mi cuerpo doliendo y confundido. No debería querer esto, no debería ansiar este momento entre nosotras, pero saber que lo hemos construido toda la noche solo me hace querer pasar por ello.
—Las bragas también, dulzura —susurra duramente, su voz enviando pequeños dardos de electricidad picando mi piel.
Inhalando, presiono mis dedos en mis bragas, bajándolas por mis caderas y dándole a mi trasero un leve balanceo mientras rodean mi parte trasera y caen al suelo.
Sus ojos siguen enfocados en los míos. No ha bajado la mirada a mí ahora completamente cuerpo desnudo y algo de su control me perturba. No siento tal restricción cuando examina con detenimiento mi cuerpo. Mis ojos han absorbido cada detalle.
Nunca esperé estar físicamente atraída a una mujer que me comprara, y sé que solo complicará las cosas para mí. Es descorazonador saber que no tengo el mismo efecto en él. Tal vez no se encuentra impresionada.
Pero finalmente, sus ojos comienzan a bajar, ondeando en mi cuerpo como si tuviéramos todo el tiempo del mundo, y su lengua sale para encontrar su labio inferior.
Su mirada cae en mis pechos, se sienten tan llenos y pesados que prácticamente vibran. ¿Me desea? No estoy segura de por qué me importa, pero de pronto sé que lo hace. Mi autoestima nunca ha sido completamente fuerte, pero nunca he sido completamente delgada, tampoco. Aún así hay algo en estar de pie desnuda delante de una mujer rica, poderosa, inmoralmente atractiva que me hace querer juzgarme. Pierce traga, el bulto en su garganta meneándose, antes de bajar sus ojos a la unión desnuda entre mis muslos. Quiero juntar las piernas, pero permanezco firme. Calor pasa a través de mí mientras su mirada sube, levantando la mirada para encontrar mis ojos de nuevo. ¿Es todo? ¿Me ordenó desnudarme para solo mirarme?
Pero luego mi mirada baja y veo entre sus piernas las cuales se aprietan un poco. La única indicación de que le gusta lo que ve. ¿Entonces por qué no haces nada al respecto? El pensamiento constante destella en mi cerebro, junto con un catálogo de imágenes eróticas, toda su boca en mi garganta, el sentir sus largas palmas acunando mis pechos, y sus pulgares moverse sobre los picos sensibles. Sujetaría sus sólidos brazos, descansaría mi cabeza contra su cálido pecho y me vendría desatada mientras sus dedos me penetran, que son largos y prometen mucho placer. Un escalofrío cálido sube por mi espina dorsal y trago un gemido impotente.
—¿Con qué te gusta dormir? —pregunta, su voz completamente compuesta e inquebrantable.
—Usualmente en camisa y pantalones de pijama —digo, empujando mi dedo del pie en la alfombra afelpada.
Asiente y se dirige al armario, sacando una camisa gris y un par de pantalones de algodón para mí. Ambos de gran tamaño, pero son suaves y cómodos mientras los deslizo por mi sobrecalentada piel. Hago una bola de mi ropa descartada en una pila y me pregunto dónde se supone que las ponga. No tengo nada aquí, sin pertenencias, sin sentido de determinación y darme cuenta es aturdidor. No debería estar enfocada en tentarla con mis curvas. Necesitaba tener la mente clara y descubrir cómo sobrevivir a mi nueva vida.
Pierce entra al baño y cierra la puerta detrás de ella, dándome la oportunidad de vagar por la gran suite sin interrupciones. Ando sin hacer ruido por el suelo hacia el armario y me doy cuenta de que nunca he sentido una alfombra tan gruesa y suave antes. Es como tener debajo almohadas de algodón. Es celestial. Una ligera sonrisa curva mis labios. Al menos soy capaz de encontrar un rayo plateado en toda esta loca situación. Vivo en una jodida mansión. Y además, podría ser mucho peor.
Mientras vago hacia el armario, no puedo evitar notar la desvanecida esencia del perfume de una mujer que se adhiere a la habitación. La esencia es vieja, pero sigue presente. Ligada como un misterio. Me pregunto brevemente a quién perteneció el perfume.
El gran armario es más grande que mi habitación en casa. La mitad está llena de trajes de diseñador en varios tonos de negro, marino, gris y rayados, ordenadas camisas de algodón descansan en las gavetas junto con varios artículos. Un reloj, un portafolios de cuero, gemelos, cambio suelto. Pero la principal cosa que sobresale es que la mitad del armario ha sido vaciada, solo unos pocos ganchos permanecen junto con una camisola de seda roja colgando de uno de ellos desordenadamente.
Me pregunto qué le pasó a la dueña del perfume y la camisola. Dijo que yo era su primera esclava sexual, así que tal vez ella era una ex novia. Mi cerebro se llena de detalles, dándole demasiado el beneficio de la duda, estoy segura, pero imagino que su relación romántica fallida es debido a su vigorosa agenda de trabajo y su cerrada personalidad. Entra su necesidad por alguien como yo. Sexo regular sin compromiso de una verdadera relación. Presiono las inútiles teorías de mi cabeza, sabiendo que no me harán nada bien. Estoy atrapada aquí con ella, indiferente de su pasado y asuntos, tengo que hacer lo mejor de ello.
Una gran parte de mi quiere creer que es linda, una chica normal quién ha pasado por algo trágico que la empujó a contratar una esclava sexual, pero la verdad es que no tengo idea. Podría ser una psicótica con predilección por sexo demasiado rudo y manías que nunca imaginé. Bravo por mí.
Hago bolita mi ropa y la meto en una canasta vacía en el estante del armario y regreso a la habitación. Agarro mi teléfono de mi bolsa y me siento en la cama.
Le envío un texto rápido a mamá, y luego a Elizabeth haciéndoles saber que he decidido visitar a un amigo en LA y estaré fuera del pueblo por un tiempo. Sé que es bajo, hacerles saber por un texto que prácticamente huí, pero espero que entiendan, hay demasiada presión en casa. Tomar algo de las vacaciones de minuto no está fuera del reino de lo posible. De hecho, ambas estarán felices, probablemente.
La respuesta de Elizabeth es una cara feliz, seguida de una nota de que debería tener una ardiente aventura amorosa con un surfista y luego le dé todos los detalles morbosos. Mi mamá solo responde el texto para preguntar cuándo voy a regresar y respondo honestamente, que no sé, pero probablemente no en un tiempo. Me asusta pensar lo que podría pasarle a Elizabeth en el tiempo que esté lejos. En la mañana, le haré saber del dinero.
Las puertas del baño se abren y Pierce se encuentra parada ahí expectante. Se encuentra vestida solo unos sus bóxer negros y un sosten del mismo color y tengo un vistazo remoto y su cuerpo sigue teniendo la habilidad de hacer que mi mandíbula se desquicie, pero me hallo más preparada para ella esta vez. Mantengo mi expresión neutral. Es positivamente lamible.
Dejo mi teléfono de regreso en la bolsa y subo a la cama. Tengo curiosidad en cuanto a los arreglos para dormir que tiene pensados. Estamos en su recámara principal… entonces ¿eso significa?
Aleja el edredón de apariencia suave y esponjosa y dobla las sábanas. —La compañía es parte del trato para mí. No me gusta dormir sola —dice, como si leyera mis pensamientos.
Así que ¿la gran Directora General le teme a la oscuridad? Una pequeña parte de mí se siente consolada por este hecho, la hace más humano de alguna manera. La cama es bastante grande para acomodarnos las dos y si hubiera estado encerrada en una para mí sola toda la noche, me derrumbaría en un desastre histérico mientras la gravedad de mi nueva situación de vida me golpeaba. Hallarme cerca de ella significa mantener mi cuidadosa máscara en su lugar. Además, estoy acostumbrada a compartir la cama con Elizabeth desde que éramos niñas, y la idea de dormir sola en un lugar desconocido no me encanta. Me encontraba segura de que los sonidos y rugidos de la casa me mantendrían despierta la mayor parte de la noche, mi mente revolviéndose. Al menos tendré a alguien cerca si algo pasa. Por supuesto es la misma persona que podría rodar hacia mí en la noche esperando sexo. Pero algo me dice que el sexo no pasará esta noche. Tengo que tomar mis oportunidades, no es que tenga opción, me recuerdo. Soy suya para lo que le plazca.
Gateo al lado más apartado de la cama y me hago una bola pequeña, rogando que el sueño llegue fácil.
—De ninguna jodida manera —gruñe—. Por aquí, dulzura.
Exhalo lentamente y deslizo mi cuerpo más cerca de ella manteniendo mi espalda hacia ella, solo deteniéndome cuando una pared firme de calor me detiene. Envuelve un pesado brazo alrededor de mi cintura y me sujeta más cerca, hasta que mi espalda se encuentra presionada contra su pecho. Mi corazón corre más rápido en mi pecho. Hay algo sobre esta cercanía, el contacto íntimo que me deshace. Aunque estoy acostumbrada a compartir habitación con Elizabeth, ciertamente no estoy acostumbrada a hacer cucharita con una mujer toda la noche. Por no hablar de que yo apenas conozco a quién ya me hizo un charco de hormonas. Dios.
Sus manos fuertes se detienen en mi cadera desnuda y mi respiración instantáneamente flaquea. Sus dedos de abren en mi abdomen, ligeramente acariciándome. Mis músculos se ponen tiesos mientras espero que sus manos presionen entre mis piernas, tomando todo lo que he guardado la mayor parte de mi vida.
—Relájate —anima, su voz es un susurro suave y dormilón—. Nada más va a pasar esta noche. —Sigue acariciándome, mi cadera, mi panza, la parte alta de mi muslo, casi como si me estuviera probando, entrenado para que esté cómoda con ella El calor de su aliento contra mi cabello y su mano acariciando mi piel hace difícil relajarme, pero eventualmente lo hago, acostumbrándome a las nuevas sensaciones. Mis ojos se cierran y disfruto del reconfortante toque que me entrega antes de quedarme dormida.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
4
Santana
No estoy segura de lo que esperaba, pero a la mañana siguiente cuando ruedo en la enorme cama, Pierce ya se ha ido. Las sábanas blancas de algodón egipcio arrugadas son el único pedacito de evidencia de que ella había estado allí en absoluto. Fue una buena compañera para dormir. Tranquila y fiel a su palabra, no intentó nada conmigo.
Me estiro perezosamente y me tomo mi tiempo rodando por la cama. En el lujoso cuarto de baño, debato el tomar una ducha, me muero por usar la lujosa ducha de vapor con seis cabezales, pero en su lugar decido hacerlo breve en caso de que Pierce me esté esperando abajo.
Después de alisar mi pelo en el espejo, deambulo hacia abajo en busca de café. La casa está completamente silenciosa. Mientras paso por una habitación tras otra en mi camino a la cocina, se siente como si estuviera caminando por un museo.
Pierce está sentada en la barra de desayuno, inclinada sobre su iPad con una taza de humeante café expreso colocada cerca.
—Buenos días —digo.
Levanta la mirada para encontrar la mía, su boca curvada hacia abajo en una mueca. Siento como que estoy interrumpiéndola. Golpea unas cuantas teclas más en su Tablet y luego levanta la vista de nuevo, su ceño fruncido ahora está ausente. —Buenos días.
—¿Hay café? —Me dijo que debería sentirme como en casa, y por lo tanto, trato de luchar contra la sensación de que debería retirarme a un rincón oscuro de la casa y dejar de interrumpirla.
Apunta con su cabeza hacia un complicado sistema de preparación de acero inoxidable instalado en una pared. Eso no es una cafetera. Podría muy bien ser una máquina del tiempo por todo lo que sé. —Mi personal: el ama de llaves y el cocinero son conscientes de tu presencia aquí. Piensan que eres una amiga que se está quedando conmigo. Así que si necesitas algo, no dudes en preguntar. Marta es mi favorita. Puedes confiar en ella, ¿de acuerdo?
Asiento. —Así que, ¿cuál es nuestra historia? Sobre cómo te conozco.
Una arruga penetra su frente mientras piensa en eso. —Eres la hermana menor de un amigo de la universidad. Estás en Los Ángeles tratando de ser modelo y te ofrecí un lugar para quedarte hasta que consigas un trabajo. ¿Cómo suena eso?
—¿Una modelo? —¿Yo? Me echo un vistazo a mí misma y casi ruedo los ojos. No tengo los requisitos de altura o peso para ser modelo—. Vamos a hacer que al menos nuestra historia sea un poco creíble.
—Sí. Una modelo. Y es creíble.
Muerdo mi labio inferior, internalizando esta información de la forma en la que ella me ve. —Está bien. —Lo que sea—. ¿Ese hermano mío tiene un nombre?
Piensa en eso. —Anthony.
—No soy italiana.
—Muy bien, John.
—¿A dónde fueron John y tú a la universidad?
—Harvard —afirma sin pestañear.
Vaya. Impresionante. Supongo que la casa de varios millones de dólares ubicada directamente en la playa en Malibú y las dos empresas funcionando tiene sentido. Tiene una educación de primera clase. Es inteligente, poderosa y sexy. En conjunto, una combinación letal. Aun no entiendo cómo está soltera. —¿Eres originalmente de la costa oeste? —pregunto.
Asiente. —Connecticut.
Justo en ese momento, suena el timbre, es una campana odiosa que continúa por lo que parece una eternidad. Mis ojos van a los suyos. —¿Esperas a alguien?
Pone la taza de porcelana con café sobre el mostrador. —Supongo que es una buena cosa que se nos ocurriera esa historia —dice, luego se dirige a abrir la puerta.
¿Qué demonios? Estoy de pie en su cocina usando una camiseta holgada que me dio anoche, sin sujetador, y pantalones de algodón delgados sin bragas, y aparentemente, estoy a punto de conocer a alguien de su vida. Perfecto. Segundos después, Pierce vuelve a entrar en la cocina, flanqueada por dos hombres que comparten sus mismos rasgos. El parecido es asombroso. Mi primer pensamiento es: ¿hay tres?
Es abrumador tenerlos a todos en la misma habitación, todos sus brillantes ojos azules mirándome.
—¿Quién es? —pregunta uno de los parecidos a Pierce con una sonrisa arrogante. Sus ojos me están devorando y su boca se curva en una sonrisa torcida. Parece ser un par de años más joven que Pierce, lo que hace que me dé cuenta por primera vez que Pierce tiene que tener un par de años más que yo.
—Santana, estos son mis hermanos. —Apunta a la versión más joven con la sonrisa engreída de sí mismo—. Pace. —Y luego a la versión un poco más alta con ojos amables—: y Collins.
—Hola. —Tiro del dobladillo de la camiseta que estoy usando, demasiado consciente de mi estado sin sujetador. Mierda, y estoy segura de que mi pelo también es un desastre malvado—. Encantada de conocerlos.
—¿Tu conquista de anoche sigue aquí? —La boca de Pace se curva en otra de esas sonrisas desiguales que ya estoy llegando a amar.
—Santana es la hermana menor de John.
—¿John? —preguntan ambos al unísono.
Aquí vamos. Tiempo para probar la historia.
—John… de Harvard. Era uno de los amigos de Derek.
Ambos hermanos asienten como si esto tuviera mucho sentido. Supongo que hay un montón de Johns en Harvard, y ya que no tienen ninguna razón para dudar de ella, aceptan rápidamente la historia. Exhalo un pequeño suspiro de alivio mientras Pierce termina de explicar que acabo de mudarme de Los Ángeles y estoy buscando un trabajo como modelo, así que me ofreció un lugar para quedarme, ya que tiene como quince habitaciones vacías.
—¿De dónde eres originalmente? —pregunta Collins.
—Boston —suelto sin pensarlo. Ahí es donde está la Universidad de Harvard, pero me estremezco dándome cuenta de que me falta totalmente el acento indicador de Boston. Bien hecho, Santana.
—¿Así que ustedes no son, como, un elemento, entonces? —presiona Pace. Mira mi atuendo, es obvio que he dormido con la ropa de Pierce.
—No —responde Pierce sin ofrecer nada más.
—La aerolínea perdió mi equipaje —explico, señalando mi ropa.
—Bastardos. —Pace me sonríe de nuevo.
—Soy Collins. Es un placer conocerte. —El mayor de los tres extiende su mano hacia la mía y le da un cálido apretón, su enorme mano encierra por completo mi propia palma. Sus ojos azules se arrugan en las esquinas y parecen ver demasiado, es la misma sensación que siento al mirar directamente los ojos de Pierce.
—Igualmente.
—Ignora a estos dos idiotas. Bienvenida a la Ciudad de los Ángeles. Si necesitas algo… por favor, házmelo saber —dice.
—¿Tatianna no es una modelo, hermano? —pregunta Pace mientras mira a Collins.
—¿Quién? —Los ojos de Collins aún no se han desviado de los míos.
—Tu novia —le recuerda Pace—. Tu muy comprometida y seria novia.
Pierce casi se atraganta con su risa.
—Cierto. Sí, eso es lo que quise decir. —Collins endereza sus hombros—. Si necesitas algo mientras estás aquí tratando de establecerte, házmelo saber, y veré si puedo ayudar.
Pace y Pierce se están riendo de su hermano mayor. Al verlos interactuar, puedo ver que son una familia muy unida y de inmediato extraño a Elizabeth. A pesar de que ha pasado un tiempo desde que ella y yo pudimos simplemente divertirnos y bromear de una forma tan despreocupada. Últimamente han habido demasiados hospitales, demasiado estrés, y también demasiadas cuentas para recordar siquiera cómo reír, mucho menos respirar.
—Gracias, te lo haré saber. —Inclino mi cabeza hacia el suelo. Mi deseo por el café se ha ido, todo lo que quiero hacer es huir de esta cocina y de estos tres están observándome de cerca. Quiero tomar una ducha, ponerme un maldito sujetador y vestirme.
—Qué demonios, Coco, ¿no tienes nada de Stella que ella pueda ponerse hasta que la aerolínea encuentre su equipaje? —pregunta Pace, lanzándole un puñetazo fingido a Pierce.
La mirada que ella le dispara es similar a una bomba atómica explotando en la cocina. Nota mental: No enfadar a Pierce, o Coco… o como sea que se llame.
Quienquiera que sea ella, el lenguaje corporal de Pierce grita que el nombre de Stella no debería ser mencionado en su presencia. Por supuesto, esto sólo me pone más curiosa.
—Llamaré a Marta —dice Pierce, en lugar de responder la pregunta directa.
—¿En su día libre? —Collins levanta una ceja.
Observo su intercambio con fascinación, tengo la sensación de que hay mucho que no está siendo dicho y que necesito un traductor para ponerme al día.
Pierce se gira hacia mí, su expresión suavizada. —Sube y dúchate, si quieres. Puedo darte ropa limpia para que te cambies hasta que Marta pueda llegar aquí. Olvidé que hoy tengo planes para ir a jugar golf con mis hermanos. Pero ella te llevará de compras y te conseguirá todo lo que necesites. Hasta que llegue tu equipaje —añade, dándome una sonrisa.
—Está bien —murmuro. Odio sentirme tan indefensa, pero no puedo hacer nada más que depender de ella, mi nueva y confusa ama. Antes de retirarme por las escaleras, les doy a ambos hermanos otro apretón de manos e intercambiamos despedidas. Luego me dirijo a la seguridad de la habitación principal, necesitando unos minutos a solas para recuperarme de toda la testosterona tomando lugar en la cocina.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
hay muchas cosas que conocer de pierce, de quien sera la parte del armario vacia, pq pierce necesita una compañera de cama comprada???? y lo mas importante, sera capaz de enamorarse de nuevo?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Mmm$-$ se pone cada vez mas interesante:$
Brittany esconde un monton de cosas:s Quien era Stella?:s
Brittany esconde un monton de cosas:s Quien era Stella?:s
Susii********-*- - Mensajes : 902
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Micky Morales Hoy A Las 7:13 Am hay muchas cosas que conocer de pierce, de quien sera la parte del armario vacia, pq pierce necesita una compañera de cama comprada???? y lo mas importante, sera capaz de enamorarse de nuevo????? escribió:
jajajjaja, si tantas cosas, me gusta como has escrito, asi que para las proximas adaptaciones te pedire que tu hagas la introduccion o los prologos de dichas historias y espero que aceptes.
Susii Hoy A Las 10:12 Am Mmm$-$ se pone cada vez mas interesante:$ Brittany esconde un monton de cosas:s Quien era Stella?:s escribió:
si muy interesante, y hay muchos secretos en esto, espero pronto descubramos quien era stella.
Ya pronto actualizo
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
5
Santana
Una vez que estoy sola en el piso de arriba, sé que no puedo retrasar más la llamada telefónica que necesito hacer. Me siento en el sillón tapizado en la suite principal y marco al celular de mi mamá, esperando ansiosamente que conteste.
—¿Santana?
—Sí, soy yo mamá. —Con todo lo que ha pasado en las últimas veinticuatro horas, es más palpable de lo que creía el sólo escuchar su voz.
—¿Dónde estás? —pregunta.
—En Los Ángeles, en casa de un amigo. Necesitaba un tiempo lejos, un descanso.
Está tranquila y sé que está procesando lo que le he dicho. No tengo amigos en Los Ángeles, pero no me cuestiona.
—Este amigo con el que me estoy quedando... es dueño de una empresa y amablemente se ofreció a um... —me tropiezo con mis palabras, tomando una respiración profunda. Dios, soy muy mala mintiendo—. Se ofreció a dar el dinero para poner a Elizabeth en el programa de prueba.
—¿Qué has hecho, Santana? —su tono es desesperado y más duro de lo que recuerdo.
No es la reacción que estoy esperando.
—El dinero está en tu cuenta. Úsalo para darle a Elizabeth los cuidados que necesita. —Mi voz es casi clínica mientras lucho para mantener mis emociones juntas. Ni una sola vez en mi imaginación más salvaje pensé que mi madre sospecharía de mí. Por supuesto que sabía que preguntaría de dónde salió el dinero, pero pensé que estaría muy agradecida y que aceptaría la historia de un generoso donante anónimo, sin argumento. No dijo nada más sobre el dinero, pero la escucho sorber. —¿Hasta cuándo vas a estar fuera?
—Un tiempo —confirmo.
—Cuídate.
—Lo haré. Sólo cuida de Elizabeth. Las amo.
—¿Santana? —Oigo la voz de Pierce en la sala antes de que entre al cuarto.
Lanzo mi teléfono abajo sobre la silla y me pongo de pie, secándome rápidamente mis mejillas con el dorso de las manos. —¿Sí?
Sostiene una taza de café en un platillo y con un cántaro en miniatura de crema. —No tuviste tu café.
El gesto es dulce e inesperado. Acepto la taza de ella, la bebida aromática es exactamente lo que necesito ahora mismo. Hay un paquete de azúcar y una cuchara pequeña en el platillo.
—No sabía cómo lo tomas.
—Con crema y azúcar. Así es perfecto. Gracias.
Asiente. —Todo... ¿bien?
—Sí. —Enderezo mi columna vertebral. No pagó por el drama y estoy segura de que no quiere oírme hablar de mis problemas en casa—. Acabo de llamar a mi mamá. Todo estará bien ahora. —Al menos eso es lo que estoy diciéndome a mí misma.
Un ceño fruncido momentáneamente arruga su frente, antes de que su expresión se vuelva la relajada y neutral que he llegado a esperar. —Marta debería estar aquí en una hora. Probablemente querrás prepararte.
—Gracias de nuevo. —Me llevo el café a los labios y veo cómo sale de la habitación.
Después de terminar mi café, decido prepararme para la llegada de Marta. Arreglo un baño de burbujas en la bañera extra grande y me hundo en el calor, dejando el agua caliente alejar mi tensión de antes.
La canasta junto a la bañera está equipada con todo lo que pudiera necesitar y más; sales de baño de lujo, champú, acondicionador, exfoliante facial, máquinas de afeitar, jabones líquidos y en varios olores diferentes. Me pierdo en el proceso, enjabonando mi cabello y piel, y disfrutando del momento tranquilo y el fragante aroma de las hierbas que me envuelven.
Hasta que escucho la puerta del baño abrirse. Chillo y buceo para cubrirme bajo las burbujas cuando la perezosa sonrisa de Pierce ilumina toda su cara y hace que mi vientre se vuelque.
—Nada que no haya visto, dulzura. Relájate. Voy a darme una ducha. ¿Tengo que usar otro cuarto de baño, o estás bien con esto?
Umm, vamos a ver. ¿Estoy bien con el hecho de que ahora vivo con una mujer que está aparentemente cómoda compartiendo un baño conmigo mientras las dos estamos desnudas como aves? N-a la-o. La privacidad solía ser algo que yo valoraba. Me limito a asentir.
Retuerce uno de los pomos de la ducha cerrada de cristal gigante y el agua brota de la cabeza de ducha tipo lluvia desde el techo, entonces tira su camisa por su cabeza y sale de los pantalones de algodón que está usando. Vislumbro un firme culo duro antes de cerrar mis ojos de golpe. Jesús... ¿Se pasa todo su tiempo libre en el gimnasio?
La necesidad de mirar su cuerpo desnudo y fibroso me está volviendo loca. Puedo oír el agua contra el suelo de la ducha de piedra y el sonido es enloquecedor. Es como que te digan que hay una pintura al óleo que no tiene precio en la pared y está prohibido mirarla. Básicamente, es la tortura. Ya sé cómo se ve, pero el deseo de robar un vistazo al resto de su cuerpo es casi abrumador. Resisto la tentación, pero apenas.
Termino rápidamente mi baño, agradecida de que ya me había lavado antes de que Pierce decidiera unirse. Aseguro la enorme toalla mullida blanca alrededor de mi cuerpo y salgo del baño tan pronto como me es posible, dejando un charco de agua en el suelo en mi estela.
En lugar de vestirme con la ropa de ayer, sigo el ejemplo de Pierce y me pongo la ropa que dejó para mí; otra gran camiseta, esta vez pantalones de deporte, luego me aventuro abajo para una recarga en mi café.
Sus hermanos están todavía en la cocina y Pace está saqueando la nevera mientras Collins se sienta en la isla, hablando por su teléfono celular y viéndose perturbado.
—Así que, jugarán al golf hoy, ¿eh? —Intento hacer una pequeña charla.
—¿Quieres venir con nosotros? —pregunta Pace.
Miro mi conjunto. —No creo que esté vestida para ello.
Se ríe. —Es cierto. Pero le daría a los ancianos en el country club de Collins algo de qué hablar que no sea el desempeño de las acciones.
Miro con nostalgia la máquina de café y luego abajo en mi taza vacía.
La sonrisa de Pace está de vuelta. Dios, esa cosa se está volviendo adictiva. —Ven aquí, hermosa. Te voy a enseñar. Toma la taza de mí y la pone abajo en la pequeña plataforma abierta y me muestra qué botones apretar mientras murmura para sí mismo acerca de la maldita máquina pretenciosa. Las opciones son abrumadoras para una simple taza de café. Nunca he sido buena con los gadgets y esto es como un tener un barista en vivo. La pantalla LED confirma mi pedido; café pequeño, y toco servir en la superficie táctil. Soy recompensada con el sonido de satisfacción del café comenzando a verterse en mi taza y otra de las sonrisas adorables de Pace.
Después de añadir un chorrito de leche y un poco de azúcar en mi café, veo a Pierce entrar en la cocina. Está vestida con elegantes pantalones color caqui gris oscuro y una camisa blanca que se extiende a través de su pecho notando las pequeñas montañas que tiene por tetas. Caray, son como un equipo de polo o un anuncio de colonia. Ya sabes, uno de esos en los que están con los pantalones blancos y los pies descalzos navegando en un yate, sonriendo con relucientes dientes rectos. La intensa mirada de Pierce que puedo sentir muy dentro de mí, junto con la sonrisa torcida de Pace es, abrumador.
Pongo mi café en la isla con manos temblorosas mientras Pierce camina hacia mí.
Me acerco a Santana donde está de pie cerca de la isla de la cocina, es imposible evitar que mis ojos se deslicen hacia abajo por sus curvas. Sus pezones se han endurecido en contra de la camiseta que lleva puesta. Mi camiseta. No me gusta que esté en exhibición delante de mis hermanos. Y Pace necesita mantener sus malditos ojos para sí mismo. Si veo esa sonrisa tonta idiota en su cara una vez más, voy a quitársela de un golpe.
Mirándola, e imaginando lo que hay bajo esa camiseta, lucho por mantener mis pensamientos limpios. Mi mente se distrae de nuevo a la noche anterior cuando se desnudó para mí.
En la subasta cuando mantuvo los brazos cerrados sobre sus pechos, asumí que había algo que se encontraba escondido. No pensé que fuera algo tan grotesco como un tercer pezón, pero había pensado que tal vez tenía una marca de nacimiento, o un lunar, o alguna otra imperfección que quería mantener oculta a los hombres ofertando sobre ella. Pero no había tal imperfección.
Santana era malditamente deliciosa. Desde sus completas tetas pesadas con pequeños pezones de color melocotón, con su largas y bronceadas piernas hasta su desnudo coño —que había sido bastante inesperado. Me duele el coño de solo pensarlo. Se había desnudado a sí misma para mí anoche. Su valor era casi abrumador. Pensó que yo era la que tenía el poder en nuestro pequeño cambio, pero fui lo suficientemente inteligente como para saber, sin lugar a dudas, que era ella.
Acecho más cerca y sus temblorosas manos ponen la taza y el plato en la mesa, pero sus ojos se quedan en los míos, como si hubiese recordado lo de anoche. Me alegro de que no se encoja hacia mí, y menos delante de mis hermanos.
—Marta se hará cargo de ti hoy, va a conseguirte lo que necesitas, ¿de acuerdo?
Asiente, su postura insegura. No había planeado dejarla hoy. Tengo que trabajar el resto de la semana, así que planeé disfrutar de ella en las muchas habitaciones de mi casa, pero si echo a mis hermanos ahora, nunca voy a escuchar el final de ello.
—¿Qué tal después? —Levanta la mirada y guiña esos hermosos ojos hacia mí. Trato de leer su mirada. ¿Vacilación? ¿Interés? Me encojo de hombros. Estoy segura que no es nada más que una mera curiosidad de cuando voy a tomar su virginidad. Eso sería lo único obvio en su mente. Es su propósito de estar aquí. Me inclino para susurrar cerca de su oído, con cuidado de que mis hermanos no escuchen. —Disfruté de mi coño en tu boca anoche.
Traga y deja escapar un pequeño suspiro, inaudible para nadie más que yo. El sonido es perturbador. Joder.
Levanto una mano y le acaricio la mejilla con el dorso de los nudillos. —Eres muy buena en chupar , lo sabes, ¿verdad? Busco sus ojos por su reacción, pero esta información se ve como nuevas noticias para ella. Está bien, quizás es sólo buena chupando el mío. Incluso una mejor noticia. Sus mejillas son de color de rosa y sus ojos miran alrededor, revisando para ver si mis hermanos nos escuchan. Lo están, pero estoy seguro de que están actuando como si no lo estuvieran.
Lame sus labios, completamente inconsciente de cuán erótica es esa vista para mí. ¿Es posible jugar al golf con una ganas rabiosas? Al parecer, estoy a punto de averiguarlo.
—Disfruta de tu día con Marta, pero luego estate lista para mí esta noche. —No es una petición y simplemente asiente. Salgo con mis hermanos, lanzando mis palos en la parte posterior de la SUV de Collins y después subo al asiento del copiloto. Había olvidado por completo el golf hoy. Odiaba el golf, pero Collins se había unido al Beverly Hills Country Club para cortejar a algún cliente, y estuvo sobre mí y Pace para unirnos a él en el golf y así poder sentir que su dinero valía en el caro club.
—Entonces, ¿estás follándola o qué? —pregunta Collins antes de que estemos incluso fuera de mi casa, sin perder ni un segundo.
—¿De verdad vamos a hablar de esto como si estuviéramos de vuelta en la escuela secundaria? —pregunto, manteniendo mi expresión de aburrimiento y fija en la carretera.
—Maldita sea, sí que lo haremos. —Pace se inclina hacia adelante entre los asientos, descansando sobre la consola—. Es caliente y lo sabes. Lo suficientemente caliente para que Collins se olvidara de su novia supermodelo.
Eso era jodidamente divertido. Nada hacía temblar a Collins.
—Nadie te culparía si lo estuvieras —continúa Collins. —Después de lo que esa perra pelirroja te hizo.
¿Por qué en la mierda todo el mundo hablaba de Stella? Me muerdo, saboreando la sangre.
—No estoy follándomela —contesto. Al menos no todavía—. Es la hermana de mi amigo —les recuerdo.
—Correcto, John de Harvard. —Collins sonríe. Sabe tan bien como yo que Santana no es de la costa este. ¿Por qué carajos dijo que era de Boston? —Bueno, no es la hermana de mi amigo, y tengo una habitación en mi apartamento. Me quedo con ella si no la quieres —responde Pace, completamente distraído.
No la va a llevar a ninguna parte, pero no estoy a punto de participar en una discusión infantil sobre mi propia propiedad.
Santana
Una vez que estoy sola en el piso de arriba, sé que no puedo retrasar más la llamada telefónica que necesito hacer. Me siento en el sillón tapizado en la suite principal y marco al celular de mi mamá, esperando ansiosamente que conteste.
—¿Santana?
—Sí, soy yo mamá. —Con todo lo que ha pasado en las últimas veinticuatro horas, es más palpable de lo que creía el sólo escuchar su voz.
—¿Dónde estás? —pregunta.
—En Los Ángeles, en casa de un amigo. Necesitaba un tiempo lejos, un descanso.
Está tranquila y sé que está procesando lo que le he dicho. No tengo amigos en Los Ángeles, pero no me cuestiona.
—Este amigo con el que me estoy quedando... es dueño de una empresa y amablemente se ofreció a um... —me tropiezo con mis palabras, tomando una respiración profunda. Dios, soy muy mala mintiendo—. Se ofreció a dar el dinero para poner a Elizabeth en el programa de prueba.
—¿Qué has hecho, Santana? —su tono es desesperado y más duro de lo que recuerdo.
No es la reacción que estoy esperando.
—El dinero está en tu cuenta. Úsalo para darle a Elizabeth los cuidados que necesita. —Mi voz es casi clínica mientras lucho para mantener mis emociones juntas. Ni una sola vez en mi imaginación más salvaje pensé que mi madre sospecharía de mí. Por supuesto que sabía que preguntaría de dónde salió el dinero, pero pensé que estaría muy agradecida y que aceptaría la historia de un generoso donante anónimo, sin argumento. No dijo nada más sobre el dinero, pero la escucho sorber. —¿Hasta cuándo vas a estar fuera?
—Un tiempo —confirmo.
—Cuídate.
—Lo haré. Sólo cuida de Elizabeth. Las amo.
—¿Santana? —Oigo la voz de Pierce en la sala antes de que entre al cuarto.
Lanzo mi teléfono abajo sobre la silla y me pongo de pie, secándome rápidamente mis mejillas con el dorso de las manos. —¿Sí?
Sostiene una taza de café en un platillo y con un cántaro en miniatura de crema. —No tuviste tu café.
El gesto es dulce e inesperado. Acepto la taza de ella, la bebida aromática es exactamente lo que necesito ahora mismo. Hay un paquete de azúcar y una cuchara pequeña en el platillo.
—No sabía cómo lo tomas.
—Con crema y azúcar. Así es perfecto. Gracias.
Asiente. —Todo... ¿bien?
—Sí. —Enderezo mi columna vertebral. No pagó por el drama y estoy segura de que no quiere oírme hablar de mis problemas en casa—. Acabo de llamar a mi mamá. Todo estará bien ahora. —Al menos eso es lo que estoy diciéndome a mí misma.
Un ceño fruncido momentáneamente arruga su frente, antes de que su expresión se vuelva la relajada y neutral que he llegado a esperar. —Marta debería estar aquí en una hora. Probablemente querrás prepararte.
—Gracias de nuevo. —Me llevo el café a los labios y veo cómo sale de la habitación.
Después de terminar mi café, decido prepararme para la llegada de Marta. Arreglo un baño de burbujas en la bañera extra grande y me hundo en el calor, dejando el agua caliente alejar mi tensión de antes.
La canasta junto a la bañera está equipada con todo lo que pudiera necesitar y más; sales de baño de lujo, champú, acondicionador, exfoliante facial, máquinas de afeitar, jabones líquidos y en varios olores diferentes. Me pierdo en el proceso, enjabonando mi cabello y piel, y disfrutando del momento tranquilo y el fragante aroma de las hierbas que me envuelven.
Hasta que escucho la puerta del baño abrirse. Chillo y buceo para cubrirme bajo las burbujas cuando la perezosa sonrisa de Pierce ilumina toda su cara y hace que mi vientre se vuelque.
—Nada que no haya visto, dulzura. Relájate. Voy a darme una ducha. ¿Tengo que usar otro cuarto de baño, o estás bien con esto?
Umm, vamos a ver. ¿Estoy bien con el hecho de que ahora vivo con una mujer que está aparentemente cómoda compartiendo un baño conmigo mientras las dos estamos desnudas como aves? N-a la-o. La privacidad solía ser algo que yo valoraba. Me limito a asentir.
Retuerce uno de los pomos de la ducha cerrada de cristal gigante y el agua brota de la cabeza de ducha tipo lluvia desde el techo, entonces tira su camisa por su cabeza y sale de los pantalones de algodón que está usando. Vislumbro un firme culo duro antes de cerrar mis ojos de golpe. Jesús... ¿Se pasa todo su tiempo libre en el gimnasio?
La necesidad de mirar su cuerpo desnudo y fibroso me está volviendo loca. Puedo oír el agua contra el suelo de la ducha de piedra y el sonido es enloquecedor. Es como que te digan que hay una pintura al óleo que no tiene precio en la pared y está prohibido mirarla. Básicamente, es la tortura. Ya sé cómo se ve, pero el deseo de robar un vistazo al resto de su cuerpo es casi abrumador. Resisto la tentación, pero apenas.
Termino rápidamente mi baño, agradecida de que ya me había lavado antes de que Pierce decidiera unirse. Aseguro la enorme toalla mullida blanca alrededor de mi cuerpo y salgo del baño tan pronto como me es posible, dejando un charco de agua en el suelo en mi estela.
En lugar de vestirme con la ropa de ayer, sigo el ejemplo de Pierce y me pongo la ropa que dejó para mí; otra gran camiseta, esta vez pantalones de deporte, luego me aventuro abajo para una recarga en mi café.
Sus hermanos están todavía en la cocina y Pace está saqueando la nevera mientras Collins se sienta en la isla, hablando por su teléfono celular y viéndose perturbado.
—Así que, jugarán al golf hoy, ¿eh? —Intento hacer una pequeña charla.
—¿Quieres venir con nosotros? —pregunta Pace.
Miro mi conjunto. —No creo que esté vestida para ello.
Se ríe. —Es cierto. Pero le daría a los ancianos en el country club de Collins algo de qué hablar que no sea el desempeño de las acciones.
Miro con nostalgia la máquina de café y luego abajo en mi taza vacía.
La sonrisa de Pace está de vuelta. Dios, esa cosa se está volviendo adictiva. —Ven aquí, hermosa. Te voy a enseñar. Toma la taza de mí y la pone abajo en la pequeña plataforma abierta y me muestra qué botones apretar mientras murmura para sí mismo acerca de la maldita máquina pretenciosa. Las opciones son abrumadoras para una simple taza de café. Nunca he sido buena con los gadgets y esto es como un tener un barista en vivo. La pantalla LED confirma mi pedido; café pequeño, y toco servir en la superficie táctil. Soy recompensada con el sonido de satisfacción del café comenzando a verterse en mi taza y otra de las sonrisas adorables de Pace.
Después de añadir un chorrito de leche y un poco de azúcar en mi café, veo a Pierce entrar en la cocina. Está vestida con elegantes pantalones color caqui gris oscuro y una camisa blanca que se extiende a través de su pecho notando las pequeñas montañas que tiene por tetas. Caray, son como un equipo de polo o un anuncio de colonia. Ya sabes, uno de esos en los que están con los pantalones blancos y los pies descalzos navegando en un yate, sonriendo con relucientes dientes rectos. La intensa mirada de Pierce que puedo sentir muy dentro de mí, junto con la sonrisa torcida de Pace es, abrumador.
Pongo mi café en la isla con manos temblorosas mientras Pierce camina hacia mí.
Brittany
Me acerco a Santana donde está de pie cerca de la isla de la cocina, es imposible evitar que mis ojos se deslicen hacia abajo por sus curvas. Sus pezones se han endurecido en contra de la camiseta que lleva puesta. Mi camiseta. No me gusta que esté en exhibición delante de mis hermanos. Y Pace necesita mantener sus malditos ojos para sí mismo. Si veo esa sonrisa tonta idiota en su cara una vez más, voy a quitársela de un golpe.
Mirándola, e imaginando lo que hay bajo esa camiseta, lucho por mantener mis pensamientos limpios. Mi mente se distrae de nuevo a la noche anterior cuando se desnudó para mí.
En la subasta cuando mantuvo los brazos cerrados sobre sus pechos, asumí que había algo que se encontraba escondido. No pensé que fuera algo tan grotesco como un tercer pezón, pero había pensado que tal vez tenía una marca de nacimiento, o un lunar, o alguna otra imperfección que quería mantener oculta a los hombres ofertando sobre ella. Pero no había tal imperfección.
Santana era malditamente deliciosa. Desde sus completas tetas pesadas con pequeños pezones de color melocotón, con su largas y bronceadas piernas hasta su desnudo coño —que había sido bastante inesperado. Me duele el coño de solo pensarlo. Se había desnudado a sí misma para mí anoche. Su valor era casi abrumador. Pensó que yo era la que tenía el poder en nuestro pequeño cambio, pero fui lo suficientemente inteligente como para saber, sin lugar a dudas, que era ella.
Acecho más cerca y sus temblorosas manos ponen la taza y el plato en la mesa, pero sus ojos se quedan en los míos, como si hubiese recordado lo de anoche. Me alegro de que no se encoja hacia mí, y menos delante de mis hermanos.
—Marta se hará cargo de ti hoy, va a conseguirte lo que necesitas, ¿de acuerdo?
Asiente, su postura insegura. No había planeado dejarla hoy. Tengo que trabajar el resto de la semana, así que planeé disfrutar de ella en las muchas habitaciones de mi casa, pero si echo a mis hermanos ahora, nunca voy a escuchar el final de ello.
—¿Qué tal después? —Levanta la mirada y guiña esos hermosos ojos hacia mí. Trato de leer su mirada. ¿Vacilación? ¿Interés? Me encojo de hombros. Estoy segura que no es nada más que una mera curiosidad de cuando voy a tomar su virginidad. Eso sería lo único obvio en su mente. Es su propósito de estar aquí. Me inclino para susurrar cerca de su oído, con cuidado de que mis hermanos no escuchen. —Disfruté de mi coño en tu boca anoche.
Traga y deja escapar un pequeño suspiro, inaudible para nadie más que yo. El sonido es perturbador. Joder.
Levanto una mano y le acaricio la mejilla con el dorso de los nudillos. —Eres muy buena en chupar , lo sabes, ¿verdad? Busco sus ojos por su reacción, pero esta información se ve como nuevas noticias para ella. Está bien, quizás es sólo buena chupando el mío. Incluso una mejor noticia. Sus mejillas son de color de rosa y sus ojos miran alrededor, revisando para ver si mis hermanos nos escuchan. Lo están, pero estoy seguro de que están actuando como si no lo estuvieran.
Lame sus labios, completamente inconsciente de cuán erótica es esa vista para mí. ¿Es posible jugar al golf con una ganas rabiosas? Al parecer, estoy a punto de averiguarlo.
—Disfruta de tu día con Marta, pero luego estate lista para mí esta noche. —No es una petición y simplemente asiente. Salgo con mis hermanos, lanzando mis palos en la parte posterior de la SUV de Collins y después subo al asiento del copiloto. Había olvidado por completo el golf hoy. Odiaba el golf, pero Collins se había unido al Beverly Hills Country Club para cortejar a algún cliente, y estuvo sobre mí y Pace para unirnos a él en el golf y así poder sentir que su dinero valía en el caro club.
—Entonces, ¿estás follándola o qué? —pregunta Collins antes de que estemos incluso fuera de mi casa, sin perder ni un segundo.
—¿De verdad vamos a hablar de esto como si estuviéramos de vuelta en la escuela secundaria? —pregunto, manteniendo mi expresión de aburrimiento y fija en la carretera.
—Maldita sea, sí que lo haremos. —Pace se inclina hacia adelante entre los asientos, descansando sobre la consola—. Es caliente y lo sabes. Lo suficientemente caliente para que Collins se olvidara de su novia supermodelo.
Eso era jodidamente divertido. Nada hacía temblar a Collins.
—Nadie te culparía si lo estuvieras —continúa Collins. —Después de lo que esa perra pelirroja te hizo.
¿Por qué en la mierda todo el mundo hablaba de Stella? Me muerdo, saboreando la sangre.
—No estoy follándomela —contesto. Al menos no todavía—. Es la hermana de mi amigo —les recuerdo.
—Correcto, John de Harvard. —Collins sonríe. Sabe tan bien como yo que Santana no es de la costa este. ¿Por qué carajos dijo que era de Boston? —Bueno, no es la hermana de mi amigo, y tengo una habitación en mi apartamento. Me quedo con ella si no la quieres —responde Pace, completamente distraído.
No la va a llevar a ninguna parte, pero no estoy a punto de participar en una discusión infantil sobre mi propia propiedad.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
6
Santana
Con un nombre como Marta, esperaba una desaliñada anciana ama de llaves con un moño gris y zapatos cómodos, ciertamente no a la rubia de veintitantos años que aparece en un lindo vestido y sandalias de tiras con un bolso Chanel colgado del hombro.
—¿Santana? —pregunta, quitándose las enormes gafas de sol que cubren sus ojos.
—Sí. ¿Marta, supongo?
Asiente y extiende su mano. —Necesitas vestuario, ¿no? —Su mirada viaja por mi cuerpo, notando la ropa holgada de Pierce y se muerde el labio. Luego saca un par de pantalones cortados y una camiseta sin mangas de su bolso y me los entrega. —Brittany dijo que necesitarías algo prestado por hoy.
—¿Brittany? —pregunto, aceptando la ropa.
Frunce las cejas. —¿Brittany S. Pierce? La mujer en cuya casa te estás quedando.
Asiento. Brittany S. Pierce. Incluso su nombre es sexy. No me había dado exactamente un nombre falso después de todo. Sonrío cuando recuerdo a Pace llamándola Coco esta mañana.
—La mayor parte de su personal lo llama señorita Pierce. —Se encoge de hombros—. Pero ella es sólo Brittany para mí. Interesante. Me pregunto qué más es de ella. Es pequeña y hermosa, con su piel bronceada y rizos rubios, me siento cohibida en su presencia. Cuando regreso del baño de invitados por el pasillo, estoy vestida en los pantalones cortos y camiseta, sintiéndome agradecida por algo que usar, incluso si es un poco apretado, y luego recupero mi bolso y zapatos del piso de arriba. —¿Lista? —pregunta.
Asiento y la sigo hacia afuera en la brillante luz del sol.
Me subo al pequeño auto deportivo rojo descapotable a su lado, tirando de los pantalones demasiado cortos.
Presiona un botón cerca del espejo retrovisor y el techo baja y se pliega perfectamente en el maletero. Supongo que tendré que acostumbrarme a mi nueva vida en Los Ángeles. —¿Cómo dijiste que conocías a Brittany? Ella fue un poco vaga en los detalles —pregunta, saliendo del camino de entrada privado.
Repito la historia que ella y yo acordamos y ella asiente sin cuestionarme.
—¿Qué te dijo Pierce, quiero decir, Brittany sobre mí? —pregunto.
—Dijo que te quedarías por un tiempo y que necesitarías casi de todo.
—Oh. —Me quedo tranquila mientras miro el camino escénico por el que estamos cruzando, recordando la llamada telefónica con mi mamá.
—Escucha, Santana, sé que no es mi es de mi incumbencia curiosear, pero si estás en algún tipo de problema, si necesitas algo… incluso una amiga que te escuche… estoy feliz de ayudar. Supongo que sonó sospechoso. Que apareciera de la nada sin ninguna prenda de ropa. —No, no es nada así. Sólo un nuevo comienzo. —Sonrío, tratando de aligerar el ambiente.
—Bueno, la oferta sigue en pie. Y conozco a Brittany mejor que nadie. No es como si ella simplemente deja que una mujer se mude.
Trago y me pregunto qué quiere decir. Me doy cuenta de que Marta podría darme información sobre ella, probablemente más que cualquier persona. —¿Cuánto tiempo has trabajado para ella? —Quiero preguntar acerca de qué hace exactamente, pero no estoy segura de sí hay una forma educada para la palabra.
—Oh Dios, Brittany y yo tenemos bastante historia. ¿Por dónde empiezo? —Se ríe y le echo un vistazo. Su sonrisa es preciosa, y sus ondas rubias derivan alrededor de su rostro con la suave brisa, pero todo en lo que soy capaz de concentrarme es su familiaridad implícita con mi nueva propietaria.
¿Han dormido juntas? ¿Están actualmente durmiendo juntas? No sé por qué no se me ocurrió antes, pero Brittany no tiene la obligación de serme fiel. Un pensamiento que hace que se me acalambre el estómago. Mientras estoy dándole una mamada en privado y dándole la parte más preciada de mí, ella podría estar fuera follando a otras mujeres. Mujeres hermosas y confiadas como Marta. Sabía que esta situación no iba a ser ideal, pero nunca imaginé que estaría viviendo con una elegible mujer soltera como Brittany S. Pierce. Ya está afectándome de maneras que no anticipé.
—Mm, vamos a ver. He sido su asistente personal por… —Frunce los labios—. Seis años ahora. Empecé en su oficina como recepcionista, pero nuestras personalidades hicieron clic y comencé a trabajar para ella personalmente un breve período de tiempo después de eso. Tener a alguien en quien pueda confiar en su casa y vida privada es importante para ella.
Asiento, pero la verdad es que no la conozco en absoluto. Es extraño pensar que sé cómo se ve desnuda, pero en realidad no la conozco conozco. Y quiero hacerlo. ¿Por qué es tan exitosa a una edad tan joven, y por qué en el mundo fue a la subasta en primer lugar? Las preguntas queman a través de mi mente como un rugiente infierno.
Pasamos la tarde en varias tiendas boutique, donde intento comprar vaqueros, pantalones cortos, vestidos de verano y camisetas, todo con la tarjeta dorada de Brittany S. Pierce que Marta azota en cada transacción. Por una vez, realmente tengo dinero, pero después de que Marta me reprendió por intentar pagar y dijo que Brittany ordenó que todo fuera a su tarjeta, dejé de luchar contra ello.
Ya tenemos varias bolsas de compras llenas de ropa y estamos en nuestra última parada del día —una boutique de lencería por algunos sujetadores y bragas muy necesarios.
Estoy rebuscando en un aparador de sencillas bragas de algodón, de esas que llenan mis cajones en mi casa, cuando tengo la sensación de la presencia de Marta a mi lado. Mira el bonito par de pantaletas de color amarillo pálido adornado con encaje y frunce los labios. —Brittany prefiere los colores oscuros —dice.
Mi estómago se retuerce otra vez por su implícita familiaridad con la mujer con quien actualmente estoy compartiendo una cama. Quiero discutir, decirle que no es así entre ella y yo, pero en su lugar, dejo caer la prenda olvidada en el recipiente y sigo buscando. Por el rabillo de mi ojo, puedo verla mirándome con recelo. Tal vez esa era una prueba, y acabo de responder su pregunta acerca de mi relación con ella sin decir ni una sola palabra. Oh, bueno. Tengo una relación sexual con ella —o por lo menos voy a tenerla pronto— y no tendrá sentido ocultarlo.
Abasteciéndome de bragas negras y azul marino y sujetadores a juego, encuentro a Marta navegando en el área de liquidación de la tienda. No parece el tipo de persona que necesite comprar en la sección de descuento, pero en secreto me gusta que sea ahorrativa. Yo también lo soy. No se me olvida que es probablemente mi mejor fuente de información sobre Brittany. Quiero decir, vaya, ni siquiera sabía su primer nombre antes de que me lo dijera. Me pregunté qué más podría conseguir que soltara.
Cuando me ve acercarme, me sonríe de nuevo. —¿Lista?
—Creo que sí. —Tengo un brazo lleno de ropa interior—. Pero tómate tu tiempo. —Hoy ha sido todo sobre mí, algo a lo que no estoy acostumbrada. Puede deambular si quiere—. Eso es lindo. —Asiento hacia el sujetador rojo que sostiene.
—No tienen mi talla. —Lo mete de vuelta en el estante y sigue mirando.
Reúno mi valor. —¿Marta?
—¿Hm? —dice, sosteniendo una camiseta sin mangas con lentejuelas.
—¿Quién es Stella?
Sus ojos se encuentran los míos. —¿Te contó sobre Stella?
Mierda. Su tono acusatorio y mirada fría es demasiado, eso, o mi conciencia es demasiado grande. Mi mirada cae al suelo. —No exactamente. Sus hermanos se pasaron en la mañana, y su nombre podría haber salido. —Y su habitación huele a perfume rancio y la mitad de su armario parece como si hubiera sido vaciado a toda prisa, añado mentalmente.
Marta sigue buscando en el estante de los sujetadores con descuento, sus cejas fruncidas como si estuviera recordando un mal recuerdo. —Ella no ha sido la misma desde Stella. Ella le hizo un maldito número —murmura en voz baja.
Realmente no puedo imaginar a alguien lastimando a la siempre controlada Brittany S. Pierce, pero por otra parte, no tengo idea de su pasado, al igual que ella no tiene idea del mío. Pero pretendo averiguarlo.
Varias horas más tarde, Marta me deja en casa de Britttany. Compramos tanto, todas mis bolsas de compras apenas caben en su pequeño asiento trasero y maletero. Marta me ayuda a llevarlas para adentro y subir las escaleras. Marcha con propósito hacia el dormitorio de Brittany, como si fuera una ruta familiar. La pequeña punzada de curiosidad está de vuelta. También noto que no hay duda acerca de donde me voy a quedar —ni siquiera fingió suponer que me quedaba en una de las habitaciones para invitados.
Pone las bolsas en el suelo dentro del gigantesco armario y se gira hacia mí. Me ofrezco a cambiarme la ropa que me prestó por el día, pero hace un gesto para descartarlo.
—Gracias por todo lo de hoy.
Asiente. —Por supuesto, como amiga de Brittany, estoy segura de que nos veremos un montón la una a la otra. Y en serio quise decir lo que dije antes, si necesitas algo, una amiga para tomar un café o beber, o simplemente una mujer con quien hablar cuando ella te vuelva loca… llámame.
Acepto su número de teléfono, preguntándome qué quiere decir acerca de ella volviéndome loca.
Una vez que Marta me deja sola, me siento un poco incómoda poniendo mi ropa en el lado vacío del armario una vez ocupado por las cosas de Stella. Pero tal vez esa es la intención de Brittany al traerme aquí: que yo reemplace los malos recuerdos que ella dejó atrás.
Si eso es lo que quiere, lo haré. El cielo sabe que también estoy huyendo de mi propio equipaje. Estoy aquí por el dinero, pero a medida que el nudo que había tomado residencia permanentemente en mi estómago disminuye con cada hora que pasa, me doy cuenta que no es lo único que esta nueva forma de vida me puede proporcionar.
Estar aquí en Los Ángeles, en esta mansión, me trae una sensación de alivio de la constante preocupación y el dolor con el que vivo cada día. Extraño a mi familia, bueno, en su mayoría a Elizabeth y por supuesto que me preocupo por su salud, pero no está girando sin descanso en mi cabeza como antes.
Debería sentirme culpable por esta comprensión, pero honestamente, es un alivio.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
santana esta haciendo esto por su hermana por lo que no pde considerarse como una interesada, pero eso no lo sabe pierce! y si acepto lo de los prologos y eso, hasta pronto!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Brittany esta llena de secretos:s pero poco a poco se van conociendo algunos de ellos:s
A ver como sigue esto entre ellas!$-$
A ver como sigue esto entre ellas!$-$
Susii********-*- - Mensajes : 902
Fecha de inscripción : 06/01/2015
Edad : 26
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
7
—¿Puedo ayudarle a encontrar algo? —La vendedora me pregunta detrás del mostrador, dejando su mirada vagar por mi cuerpo y detenerse en el área directamente debajo de mi cinturón—. Algo para su novia, ¿quizás? —pregunta.
Carece de su sutileza. Todo lo que ella ve cuando me mira es una billetera más gorda. Si estoy en este club, significa que tengo dinero, pero después del monstruo rojo del infierno, me repulsa pensar en estar con una mujer así otra vez. Sólo porque ella lanza una sonrisa bonita en mi camino y se caería a sus rodillas a mis órdenes no significa que puede tener mi corazón.
Chicas como ella solo están interesadas en el estilo de vida que les puedo proveer —la riqueza, el estatus— no la mujer de adentro. Lo cual es por qué no estoy interesada en nada más que lo que he arreglado con Santana. Limpio y separado del resto de mí. Sexo e intimidad no tienen lugar juntos.
—Estoy bien, gracias. —Sé que Marta tendrá todo cubierto hoy, pero eso no me detiene de mirar alrededor mientras espero por Pace y Collins a que terminen en el vestuario. Estoy caliente y cansada después de jugar treinta y seis hoyos de golf—pero me gustaría mucho ducharme en la casa donde puedo ponerme ropa limpia después, que aquí con un montón de hombres. Y yo no estaba bromeando cuando le dije a Santana para que esté lista para mí cuando llegue a casa. El preludio de anoche no fue suficiente. No he dejado de pensar en su boca deliciosa o sus exuberantes tetas una vez.
Moviéndome más allá de las filas de las bragas de seda y camisolas de encaje me detengo al lado de un escaparate de lociones y aceites. Agarrando uno de las botellas, me dirijo a la caja a pagar.
—Buena elección. —La cajera me sonríe ampliamente.
Ignorándola, compruebo mi Rolex. Me pregunto si Santana y Marta están de vuelta ya. La vendedora, obviamente molesta por mi falta de atención, a pesar de su top ajustado desabrochado para mostrar la parte superior de su sujetador, mete mi compra en una bolsa de regalo y lo empuja hacia mí.
Encuentro a Pace y a Collins en el gran vestíbulo del club, rehidratándose con botellas de agua. —¿Están listas, señoritas? —pregunto.
Collins me lanza una botella de agua. —Vamos —le dice a Pace—. Tenemos que llevar a la princesa a casa a tiempo para su mamada.
Sí, por favor.
***
La casa está silenciosa cuando regreso y deambulo por las habitaciones de abajo, comprobando la cocina y el comedor antes de ir arriba. La decepción me recorre con la idea de que ella no ha regresado todavía. Por lo menos puedo conseguir ducharme antes que ella vuelva. Lo menos que puedo hacer es lavarme antes de que espere que devore mi coño.
Quitándome la camisa sobre mi cabeza mientras me dirijo hacia mi habitación, me sorprendo al encontrar a Santana sentada en el centro de mi cama con su teléfono en su regazo y un ceño fruncido en su rostro.
—¿Todo bien?
Se sobresalta al oír mi voz y deja caer el teléfono sobre la cama. Su mirada vaga perezosamente hacia mi pecho desnudo y su ceño fruncido desaparece. Buena chica.
—Está bien. —Pone su teléfono a su lado en la mesita de noche. Me pregunto si estaba hablando con alguien de su casa otra vez—. ¿Cómo estuvo el golf?
—Caliente. Voy a ducharme.
Ella asiente, sus ojos no atreviéndose a alejarse de los míos, aunque puedo decir que está atraída a mi cuerpo. Me lavo rápidamente, sin esperar a que el agua se caliente, enjabonando mi pecho, abdominales, debajo de mis brazos y por supuesto las partes de mí que quiero en su boca. Envolviendo una toalla alrededor de mis caderas, entro una vez más al cuarto, pero esta vez Santana se ha ido. ¿Qué diablos? Aparentemente necesitamos cubrir algunas reglas básicas. Como regla número uno, estar desnuda y esperando en mi cama para mí todo el tiempo.
Soltando un suspiro frustrado, dejo caer la toalla y me visto antes de ir abajo para encontrarla.
Santana está sentada en el comedor, el mismo lugar en el que nos sentamos anoche. Sus piernas están dobladas debajo de ella y está sosteniendo un libro en su regazo. Todo en lo que puedo pensar cuando entro a este cuarto es ella en sus rodillas enfrente de mí, tomando mi coño en su caliente boca. Cristo, ha sido un largo tiempo desde que me he acostado.
Sus ojos se levantan del libro y se fijan en mi cuando me siento al otro lado de ella.
—¿Encontraste algo bueno? —Asiento hacia el libro en sus manos, el cual asumo ha venido de mi biblioteca personal.
—Charlotte Bronte. —Sostiene la portada de Cumbres Borrascosas para mí para ver. Es una oscura y retorcida historia de amor. La historia de mi maldita vida.
—¿La has leído antes?
—En la escuela secundaria. Pero no recuerdo mucho de ella. —Baja el libro sobre el cojín junto a ella, dobla sus manos en su regazo y me mira expectante. Está curiosa acerca de qué va a pasar a continuación
—¿Tienes hambre? —la sorprendo preguntándole.
Asiente con cuidado. Estoy muerta de hambre después de la larga tarde en el curso y cuando alcanzo su mano, con cuidado coloca su palma contra la mía. Me digo que es importante que la tenga cómoda conmigo, pero en realidad, me gusta tocarla.
La conduzco a la cocina. Domingo es el único día que no tengo un personal aquí para preparar las comidas, pero Beth usualmente me deja con suficientes sobras para sobrevivir un día sin ella. Encuentro los ingredientes para sándwiches en envases de plástico etiquetados por la eficiente letra de Beth. Pavo, tiras de tocino crujiente, aguacate, queso gruyere y rodajas de tomate marinado en vinagreta.
Armamos los sándwiches en la isla y tomamos nuestros platos de vuelta al comedor. —Estoy curiosa acerca de por qué estás aquí… —Hago una pausa, mirando su reacción. Obviamente es por el dinero, pero no puedo comprender por qué una chica como Santana estaría lo suficientemente desesperada para venderse. Es una chica normal de corte limpio para todas las apariencias exteriores—dudo que tenga deudas de juego o una adicción a drogas para financiar. Tomo un mordisco de mi sándwich y espero por su respuesta. Honestamente, tengo sentimientos encontrados acerca de descubrir más sobre ella y haciendo de esto algo personal, pero también soy demasiado curiosa como para no preguntar.
Ella parece vacilante al principio y mastica su comida lentamente, tratando de ganar tiempo. —Mi hermana está enferma —dice suavemente, tan suave que apenas puedo oírla—. Su cuidado es muy caro —continúa. No es lo que estoy esperando y me sorprende su honestidad.
—El dinero… ¿ayudará? —pregunto.
—Mucho —susurra. Puedo decir que ella tiene sentimientos encontrados acerca de todo esto. Tan aliviada como se ve por cuidar de su hermana, percibo que hay un persistente sentimiento de culpa por dejar la casa durante un tiempo de dificultades.
No tengo intenciones de desnudar mi alma completamente como ella lo ha hecho. No puedo. Dudo que se quedara si conociera la verdadera razón por la que estaba aquí. Y ciertamente no estoy lista para dejarla ir, especialmente antes de que haya cumplido con la promesa de su dulce, tentador cuerpo.
Su respuesta me hace sentir un poquito menos egoísta. Podría haber gastado un millón de dólares para traerla aquí por mis propias necesidades egoístas, pero sabiendo que el dinero va hacia una causa digna ayuda a mi conciencia lo más mínimo. —Así que vendiste lo único de valor que tenías para salvarla. —Es una declaración más que una pregunta, pero Santana asiente.
Ella es una chica interesante, y nada como asumí que sería, verla levantarse en esa subasta, desafiándonos a todos nosotros cubriéndose a sí misma. Es dulce y tímida y algo en mí sabe que debería ser cuidadosa con ella. Recuerdo la manera en que durmió contra mí anoche, dejándome cucharear mi cuerpo alrededor suyo y agarrando mi pulgar como un recién nacido se aferra a su madre una vez encontrado dormido. Su desinteresada decisión de venir a vivir aquí conmigo, una virtual desconocida, golpea algo dentro de mí. Ella es audaz. Una mujer que vale la pena conocer.
Comemos en silencio pesado, cada una de nosotras procesando esta nueva revelación sobre la naturaleza de nuestra relación.
—¿Cómo perdiste tu virginidad? —pregunta. Trago el último mordisco de mi sándwich y tomo un trago de agua. Mierda. ¿Está seriamente preguntándome eso? Aunque supongo que preferiría contestar preguntas acerca de mi pasado que explique por qué la había comprado. —Tenía diecisiete. En vacaciones en Italia con mi familia antes de que empezara mi último año de secundaria. Conocí a una chica local y… —Levanto una ceja y Santana se ríe entre dientes. ¿Qué más se puede decir? Todavía trae una sonrisa a mi boca pensar en Luciana. Ella era cuatro años mayor y no tenía miedo de su abierta sexualidad. El sexo había sido fenomenal. Aunque para ser justos, cualquier sexo habría sido fenomenal para la yo de diecisiete años.
—¿Cómo fueron las cosas hoy con Marta? ¿Confío en que conseguiste todo lo que necesitabas?
Ella asiente. —Sí, gracias. Marta es… agradable.
La manera en que la palabra sale vacilante de su lengua me dice que hay más que quiere decir.
—Ella lo es —confirmo. Ella puede también ser dura como bolas cuando lo tenga que ser—que es la razón por la que confío en ella con mis asuntos personales—. Ella está constantemente aquí. Está a cargo de mi personal doméstico y también hace cualquier trabajo personal que necesite.
Levanta sus ojos a los míos. —¿Estás durmiendo con ella?
—No creo que eso sea de tu incumbencia, Santana. —Mi voz sostiene un borde de advertencia. Solo porque estoy siendo amigable y agradable no significa que voy a discutir mi vida personal con ella y ella bien podría acostumbrarse a eso. Está aquí por un propósito y quizás es tiempo de que ambos recordemos eso.
Su mirada se cae de la mía y se mueve incómodamente en su asiento.
—¿Recuerdas lo que te dije justo antes de salir hoy?
Asiente. —Sobre mi… mi boca.
Levanto una mano a su mejilla y quito una miga perdida de pan, dejando a mi pulgar frotar contra su labio inferior. Su boca se abre a mi toque y absorbe un respiro. Sostengo sus ojos con los míos, dirigiendo mi pulgar a lo largo de su regordete labio inferior. —La única cosa que quiero que te preocupes cuando se trata de mi coño es cuán profundamente puedes tomarla. —El doble sentido hace que su pecho enrojezca de calor.
Como una virgen, ambas sabemos que será difícil para ella para acomodarse al principio. Una idea que al principio me molestaba, pero que ahora me excita malditamente. El desafío de ella, la idea de ser la primera para conquistarla, saca a relucir los instintos cavernícolas dentro de mí. Gran jodido tiempo. —Ve arriba y prepárate para mí. —Me levanto del sofá y le ofrezco mi mano. La toma y se levanta a sus pies. Maldita sea, el diminuto short de jean hace que sus piernas se vean malditamente largas. Es imposible no imaginar cómo se verían envueltas alrededor de mi espalda mientras empujo en ella. La veo alejarse, su culo redondo balanceándose suavemente mientras se retira. Santo infierno.
Después de llevar nuestros platos a la cocina, me uno a ella arriba.
Santana está de pie en el centro de la habitación, luciendo completamente perdida como si estuviese esperando por mi instrucción. Solo la manera en que me mira me hace estar excitada. Cristo.
Entro a la habitación y me detengo varios metros en frente de ella. —Quítate la camiseta.
Levanta la camiseta sobre su cabeza y cae al piso al lado de sus pies. Sin esperar a que le diga, sus dedos buscan alrededor para encontrar el broche de su sostén y cae demasiado lejos. Esa es una buena chica.
Sus tetas son preciosas. Alegres y llenas copas-C. Sé que se sentirían cálidas y pesadas en mis manos y mis dedos picarían para tocar sus curvas suaves. Soy muy consciente de que no la he tocado todavía, pero sabiendo que probablemente se alejaría o se endurecería bajo mi toque me hace dudar. Cuando finalmente la toque, quiero que se arquee en mí y gima mi nombre.
Tiro de mi camisa y luego abro el botón de mis pantalones. —Ven aquí. —Alcanzo su mano y ella camina hacia delante, deslizando su mano contra la mía. Tirándola fuertemente contra mí pecho, rodeo una mano alrededor de la parte posterior de su cuello, levantando su rostro hacia el mío.
Presiono mi boca en la suya y sus labios se abren suavemente, aceptándome. Ruedo mi lengua a lo largo de la costura de su boca hasta que se abre contra mí, entonces barro mi lengua dentro, reclamándola con un profundo beso. Su cuerpo se relaja en mis brazos y me encanta la deliciosa sensación de sus pechos aplastados contra mi pecho. El contacto de piel a piel es exquisito.
Mi lengua frota a lo largo de ella y Santana encuentra mi beso empuje por empuje. La intensidad del beso envía un golpe de lujuria directo a mi ingle. No soy capaz de detener que mis caderas se balanceen contra las suyas, mi coño buscando la fricción contra su vientre caliente. Sin romper nuestra conexión, alcanzo abajo y me ajusto, entonces encuentro la mano de Santana y la llevo en mis pantalones. Sin alguna persuasión, su mano comienza frotando mis labios vaginales , persuadiendo un estruendo bajo en mi garganta cuando ella lo aprieta.—Muéstrame qué puede hacer esa boca otra vez —gruño, rompiendo el beso.
Ella cae de rodillas en la alfombra y parpadea hacia mí. Joder, ella es hermosa. La urgencia de llegar abajo y acariciar sus tetas, para sentir sus pezones endurecerse bajo mi toque es casi inaguantable. Pero en lugar de eso desabrocho mis pantalones y empujo los vaqueros y pantaloncillos abajo en mis piernas, y ofreciéndome a Santana.
Su boca se abre y sus ojos permanecen en los míos. No tengo idea por qué eso es tan caliente, pero joder, lo es. Coloco mi coño entre sus labios y Santana hace un suave sonido de succión, el calor de su lengua lamiéndome brevemente antes de que me aleje. —Muéstrame tu lengua.
Lo hace, su lisa, rosada lengua esperando por mí tan seductoramente. Me Froto contra ella, dejando que su saliva me cubra, mi sensibilidad se dispara. Placer rasga a través de mis venas y ahogo un gemido. —Eso es. Ábrela más amplia, nena.
Su mandíbula se ensancha y me empujo en la caverna caliente de su boca, tomando cada trozo de placer que me puede dar. Bombeando mis caderas adelante, arrastrándome dentro y fuera de su boca.
Santana es una maldita campeona en chupar . Yo no había estado exagerando antes. Su arcadas son prácticamente inexistentes, una habilidad que no he encontrado con muchas mujeres. Sus manos se unen a la diversión, envolviéndose firmemente alrededor de mi culo acariciándome mientras su boca sigue llevándome profundo. Dios, esta chica será mi perdición. Aprieto los músculos de mi culo, luchando contra el inminente orgasmo que se dispone a salir de mi cuerpo. Me voy a venir en su boca, y no hay ni una maldita cosa que pueda hacer para evitarlo.
Gruño su nombre y enredo mis manos en su pelo, empujándome más profundo mientras exploto. Los ojos de Santana encuentran los míos y me observa atentamente mientras me vacío en su boca. Es la vista más erótica y aun mientras me arrastro afuera, mi libido se niega a desaparecer.
Cristo, eso fue intenso. Si el sexo oral es fuera de serie con ella, no puedo imaginarme lo que será la penetración. Y ese simple pensamiento bombea una nueva ronda de sangre hacia el sur y estoy totalmente excitada y lista otra vez en una fracción de segundo.
Tomando su mano en la mía, la levanto a sus pies. Su boca está hinchada y rosada, sus labios llenos. La beso ligeramente. —Quédate aquí. Cruzo la habitación y recupero la bolsa de regalo de la parte superior de mi mesa. Retiro la pequeña botella de aceite de la bolsa y los ojos de Santana se ubican en la botella y entonces se precipita hasta mi coño aún ansiosa y traga ásperamente. Su cuerpo entero se paraliza. Se ve aterrorizada. ¿Qué diablos?
—¿Todo está bien? —No entiendo su reacción.
Miro abajo a la botella de aceite que compré más temprano y me doy cuenta que ella cree que es lubricante. Como si solo ásperamente lubricara mis dedos y empujara en ella antes de que estuviese lista. Mi estómago cae al piso. Me siento como una imbécil de grado A. la última cosa que quiero de ella es que sienta miedo. —Es aceite de masaje. —Levanto la botella para mostrarle—. No vamos a follar esta noche, dulzura.
Su alivio es instantáneo. Ella deja salir un profundo suspiro tembloroso y sus hombros caen. ¿Cómo diablos hubiera pensado alguna vez que podría ir a través con esto? La idea de forzarla a tener sexo conmigo es deplorable. Cristo ¿qué estaba mal conmigo? Pero esto es exactamente por qué no había querido a una virgen. Había querido a una chica que fuese para follar—no algo joven y aterrorizado que tendría que tratar con guantes de seda.
Extrayendo una bocanada de oxígeno en mis pulmones, empujo lejos todos los pensamientos eróticos de llevármela y tiro de mis bragas. No la tocaré hasta que sepa que es lo que quiere. Pero no creo que pueda estar sin su boca caliente alrededor de mi coño. Ahora que sé que está bien chupando y como de bien ella sobresale en eso – no hay manera de que esté renunciando. Yo no soy tan generosa. Tengo necesidades y he pagado magníficamente para hacerlos atender.
—Recuéstate sobre tu estómago. —Señalo a la silla chaise lounge. Quizás no esté lista para mí para tocarla sexualmente, pero planeo devolver el placer físico que me ha dado de otra manera.
Se establece en el centro, y levanto su cuerpo hacia un lado, haciendo espacio para sentarme junto a ella. Vuelve su cabeza al lado por tanto puede echar un vistazo a mí, curiosa de lo que voy a hacer.
Vertiendo parte del aceite en la mano, me froto las manos juntas para calentarlo antes de aplicarlo a la espalda de Santana. Su piel es suave, pero sus músculos están tensos. Que es exactamente por qué tengo que empezar lentamente mi contacto físico con ella y dejarla ir acostumbrándose a mí tocando su cuerpo.
Ella se siente pequeña y delicada bajo mis manos. Froto el aceite en su piel, hundiendo mis dedos en su carne y frotando los nudos entre sus omóplatos. Santana lanza un gruñido suave al aplicar más presión. —¿Esto está bien? —Mi voz sale más ronca de lo que me propongo.
—Sí. —respira ella.
Dirijo mis dedos por la pendiente de su columna vertebral, admirando los hoyuelos gemelos en su espalda por encima de su firme culo redondo.
—Brittany… —respira ella, su boca curvándose en una pequeña sonrisa feliz.
Marta debe haberle dicho mi nombre. Me gusta el sonido de ello en sus labios.
Después de frotar todos los nudos, ligeramente masajeo su cuello, clavando mis dedos en su cuero cabelludo. Ella estaba tensa cuando comencé, pero ahora su cuerpo está blando y relajado para mí. —¿Esto se siente bien?
—Mmmm —gime. El sonido va directo a mi libido siempre presente, y la bestia se flexiona en mis bragas, como para recordarme que existe todavía. Parece que va a ser un accesorio permanente cuando Santana esté cerca.
Bajando la mirada a su piel cremosa y sabiendo que está en topless hace difícil concentrarse, pero hago mi mejor esfuerzo en frotar su espalda, trabajando en su columna vertebral hasta que estoy masajeando la espalda baja. Los ruidos entrecortados que hace son una distracción como el carajo y los diminutos shorts que lleva me provocan. Quiero darle la vuelta y empujar mis dedos dentro de ella, sentir cómo de apretada y caliente es ella. Por supuesto que no puedo. Todavía. Si primero gano su confianza, el sexo será mucho mejor. Al menos eso es lo que me digo.
Brittany
Antes que dejemos el club campestre, me detengo en la tienda boutique de regalo. El conjunto de camisola y panty con volantes de encaje azul colgando en la ventana llama mi atención, me hace recordar las bragas azul pálido de Santana de anoche. Y como un barco a un faro de luz, me encuentro dirigiéndome directamente hacia ellos.—¿Puedo ayudarle a encontrar algo? —La vendedora me pregunta detrás del mostrador, dejando su mirada vagar por mi cuerpo y detenerse en el área directamente debajo de mi cinturón—. Algo para su novia, ¿quizás? —pregunta.
Carece de su sutileza. Todo lo que ella ve cuando me mira es una billetera más gorda. Si estoy en este club, significa que tengo dinero, pero después del monstruo rojo del infierno, me repulsa pensar en estar con una mujer así otra vez. Sólo porque ella lanza una sonrisa bonita en mi camino y se caería a sus rodillas a mis órdenes no significa que puede tener mi corazón.
Chicas como ella solo están interesadas en el estilo de vida que les puedo proveer —la riqueza, el estatus— no la mujer de adentro. Lo cual es por qué no estoy interesada en nada más que lo que he arreglado con Santana. Limpio y separado del resto de mí. Sexo e intimidad no tienen lugar juntos.
—Estoy bien, gracias. —Sé que Marta tendrá todo cubierto hoy, pero eso no me detiene de mirar alrededor mientras espero por Pace y Collins a que terminen en el vestuario. Estoy caliente y cansada después de jugar treinta y seis hoyos de golf—pero me gustaría mucho ducharme en la casa donde puedo ponerme ropa limpia después, que aquí con un montón de hombres. Y yo no estaba bromeando cuando le dije a Santana para que esté lista para mí cuando llegue a casa. El preludio de anoche no fue suficiente. No he dejado de pensar en su boca deliciosa o sus exuberantes tetas una vez.
Moviéndome más allá de las filas de las bragas de seda y camisolas de encaje me detengo al lado de un escaparate de lociones y aceites. Agarrando uno de las botellas, me dirijo a la caja a pagar.
—Buena elección. —La cajera me sonríe ampliamente.
Ignorándola, compruebo mi Rolex. Me pregunto si Santana y Marta están de vuelta ya. La vendedora, obviamente molesta por mi falta de atención, a pesar de su top ajustado desabrochado para mostrar la parte superior de su sujetador, mete mi compra en una bolsa de regalo y lo empuja hacia mí.
Encuentro a Pace y a Collins en el gran vestíbulo del club, rehidratándose con botellas de agua. —¿Están listas, señoritas? —pregunto.
Collins me lanza una botella de agua. —Vamos —le dice a Pace—. Tenemos que llevar a la princesa a casa a tiempo para su mamada.
Sí, por favor.
***
La casa está silenciosa cuando regreso y deambulo por las habitaciones de abajo, comprobando la cocina y el comedor antes de ir arriba. La decepción me recorre con la idea de que ella no ha regresado todavía. Por lo menos puedo conseguir ducharme antes que ella vuelva. Lo menos que puedo hacer es lavarme antes de que espere que devore mi coño.
Quitándome la camisa sobre mi cabeza mientras me dirijo hacia mi habitación, me sorprendo al encontrar a Santana sentada en el centro de mi cama con su teléfono en su regazo y un ceño fruncido en su rostro.
—¿Todo bien?
Se sobresalta al oír mi voz y deja caer el teléfono sobre la cama. Su mirada vaga perezosamente hacia mi pecho desnudo y su ceño fruncido desaparece. Buena chica.
—Está bien. —Pone su teléfono a su lado en la mesita de noche. Me pregunto si estaba hablando con alguien de su casa otra vez—. ¿Cómo estuvo el golf?
—Caliente. Voy a ducharme.
Ella asiente, sus ojos no atreviéndose a alejarse de los míos, aunque puedo decir que está atraída a mi cuerpo. Me lavo rápidamente, sin esperar a que el agua se caliente, enjabonando mi pecho, abdominales, debajo de mis brazos y por supuesto las partes de mí que quiero en su boca. Envolviendo una toalla alrededor de mis caderas, entro una vez más al cuarto, pero esta vez Santana se ha ido. ¿Qué diablos? Aparentemente necesitamos cubrir algunas reglas básicas. Como regla número uno, estar desnuda y esperando en mi cama para mí todo el tiempo.
Soltando un suspiro frustrado, dejo caer la toalla y me visto antes de ir abajo para encontrarla.
Santana está sentada en el comedor, el mismo lugar en el que nos sentamos anoche. Sus piernas están dobladas debajo de ella y está sosteniendo un libro en su regazo. Todo en lo que puedo pensar cuando entro a este cuarto es ella en sus rodillas enfrente de mí, tomando mi coño en su caliente boca. Cristo, ha sido un largo tiempo desde que me he acostado.
Sus ojos se levantan del libro y se fijan en mi cuando me siento al otro lado de ella.
—¿Encontraste algo bueno? —Asiento hacia el libro en sus manos, el cual asumo ha venido de mi biblioteca personal.
—Charlotte Bronte. —Sostiene la portada de Cumbres Borrascosas para mí para ver. Es una oscura y retorcida historia de amor. La historia de mi maldita vida.
—¿La has leído antes?
—En la escuela secundaria. Pero no recuerdo mucho de ella. —Baja el libro sobre el cojín junto a ella, dobla sus manos en su regazo y me mira expectante. Está curiosa acerca de qué va a pasar a continuación
—¿Tienes hambre? —la sorprendo preguntándole.
Asiente con cuidado. Estoy muerta de hambre después de la larga tarde en el curso y cuando alcanzo su mano, con cuidado coloca su palma contra la mía. Me digo que es importante que la tenga cómoda conmigo, pero en realidad, me gusta tocarla.
La conduzco a la cocina. Domingo es el único día que no tengo un personal aquí para preparar las comidas, pero Beth usualmente me deja con suficientes sobras para sobrevivir un día sin ella. Encuentro los ingredientes para sándwiches en envases de plástico etiquetados por la eficiente letra de Beth. Pavo, tiras de tocino crujiente, aguacate, queso gruyere y rodajas de tomate marinado en vinagreta.
Armamos los sándwiches en la isla y tomamos nuestros platos de vuelta al comedor. —Estoy curiosa acerca de por qué estás aquí… —Hago una pausa, mirando su reacción. Obviamente es por el dinero, pero no puedo comprender por qué una chica como Santana estaría lo suficientemente desesperada para venderse. Es una chica normal de corte limpio para todas las apariencias exteriores—dudo que tenga deudas de juego o una adicción a drogas para financiar. Tomo un mordisco de mi sándwich y espero por su respuesta. Honestamente, tengo sentimientos encontrados acerca de descubrir más sobre ella y haciendo de esto algo personal, pero también soy demasiado curiosa como para no preguntar.
Ella parece vacilante al principio y mastica su comida lentamente, tratando de ganar tiempo. —Mi hermana está enferma —dice suavemente, tan suave que apenas puedo oírla—. Su cuidado es muy caro —continúa. No es lo que estoy esperando y me sorprende su honestidad.
—El dinero… ¿ayudará? —pregunto.
—Mucho —susurra. Puedo decir que ella tiene sentimientos encontrados acerca de todo esto. Tan aliviada como se ve por cuidar de su hermana, percibo que hay un persistente sentimiento de culpa por dejar la casa durante un tiempo de dificultades.
No tengo intenciones de desnudar mi alma completamente como ella lo ha hecho. No puedo. Dudo que se quedara si conociera la verdadera razón por la que estaba aquí. Y ciertamente no estoy lista para dejarla ir, especialmente antes de que haya cumplido con la promesa de su dulce, tentador cuerpo.
Su respuesta me hace sentir un poquito menos egoísta. Podría haber gastado un millón de dólares para traerla aquí por mis propias necesidades egoístas, pero sabiendo que el dinero va hacia una causa digna ayuda a mi conciencia lo más mínimo. —Así que vendiste lo único de valor que tenías para salvarla. —Es una declaración más que una pregunta, pero Santana asiente.
Ella es una chica interesante, y nada como asumí que sería, verla levantarse en esa subasta, desafiándonos a todos nosotros cubriéndose a sí misma. Es dulce y tímida y algo en mí sabe que debería ser cuidadosa con ella. Recuerdo la manera en que durmió contra mí anoche, dejándome cucharear mi cuerpo alrededor suyo y agarrando mi pulgar como un recién nacido se aferra a su madre una vez encontrado dormido. Su desinteresada decisión de venir a vivir aquí conmigo, una virtual desconocida, golpea algo dentro de mí. Ella es audaz. Una mujer que vale la pena conocer.
Comemos en silencio pesado, cada una de nosotras procesando esta nueva revelación sobre la naturaleza de nuestra relación.
—¿Cómo perdiste tu virginidad? —pregunta. Trago el último mordisco de mi sándwich y tomo un trago de agua. Mierda. ¿Está seriamente preguntándome eso? Aunque supongo que preferiría contestar preguntas acerca de mi pasado que explique por qué la había comprado. —Tenía diecisiete. En vacaciones en Italia con mi familia antes de que empezara mi último año de secundaria. Conocí a una chica local y… —Levanto una ceja y Santana se ríe entre dientes. ¿Qué más se puede decir? Todavía trae una sonrisa a mi boca pensar en Luciana. Ella era cuatro años mayor y no tenía miedo de su abierta sexualidad. El sexo había sido fenomenal. Aunque para ser justos, cualquier sexo habría sido fenomenal para la yo de diecisiete años.
—¿Cómo fueron las cosas hoy con Marta? ¿Confío en que conseguiste todo lo que necesitabas?
Ella asiente. —Sí, gracias. Marta es… agradable.
La manera en que la palabra sale vacilante de su lengua me dice que hay más que quiere decir.
—Ella lo es —confirmo. Ella puede también ser dura como bolas cuando lo tenga que ser—que es la razón por la que confío en ella con mis asuntos personales—. Ella está constantemente aquí. Está a cargo de mi personal doméstico y también hace cualquier trabajo personal que necesite.
Levanta sus ojos a los míos. —¿Estás durmiendo con ella?
—No creo que eso sea de tu incumbencia, Santana. —Mi voz sostiene un borde de advertencia. Solo porque estoy siendo amigable y agradable no significa que voy a discutir mi vida personal con ella y ella bien podría acostumbrarse a eso. Está aquí por un propósito y quizás es tiempo de que ambos recordemos eso.
Su mirada se cae de la mía y se mueve incómodamente en su asiento.
—¿Recuerdas lo que te dije justo antes de salir hoy?
Asiente. —Sobre mi… mi boca.
Levanto una mano a su mejilla y quito una miga perdida de pan, dejando a mi pulgar frotar contra su labio inferior. Su boca se abre a mi toque y absorbe un respiro. Sostengo sus ojos con los míos, dirigiendo mi pulgar a lo largo de su regordete labio inferior. —La única cosa que quiero que te preocupes cuando se trata de mi coño es cuán profundamente puedes tomarla. —El doble sentido hace que su pecho enrojezca de calor.
Como una virgen, ambas sabemos que será difícil para ella para acomodarse al principio. Una idea que al principio me molestaba, pero que ahora me excita malditamente. El desafío de ella, la idea de ser la primera para conquistarla, saca a relucir los instintos cavernícolas dentro de mí. Gran jodido tiempo. —Ve arriba y prepárate para mí. —Me levanto del sofá y le ofrezco mi mano. La toma y se levanta a sus pies. Maldita sea, el diminuto short de jean hace que sus piernas se vean malditamente largas. Es imposible no imaginar cómo se verían envueltas alrededor de mi espalda mientras empujo en ella. La veo alejarse, su culo redondo balanceándose suavemente mientras se retira. Santo infierno.
Después de llevar nuestros platos a la cocina, me uno a ella arriba.
Santana está de pie en el centro de la habitación, luciendo completamente perdida como si estuviese esperando por mi instrucción. Solo la manera en que me mira me hace estar excitada. Cristo.
Entro a la habitación y me detengo varios metros en frente de ella. —Quítate la camiseta.
Levanta la camiseta sobre su cabeza y cae al piso al lado de sus pies. Sin esperar a que le diga, sus dedos buscan alrededor para encontrar el broche de su sostén y cae demasiado lejos. Esa es una buena chica.
Sus tetas son preciosas. Alegres y llenas copas-C. Sé que se sentirían cálidas y pesadas en mis manos y mis dedos picarían para tocar sus curvas suaves. Soy muy consciente de que no la he tocado todavía, pero sabiendo que probablemente se alejaría o se endurecería bajo mi toque me hace dudar. Cuando finalmente la toque, quiero que se arquee en mí y gima mi nombre.
Tiro de mi camisa y luego abro el botón de mis pantalones. —Ven aquí. —Alcanzo su mano y ella camina hacia delante, deslizando su mano contra la mía. Tirándola fuertemente contra mí pecho, rodeo una mano alrededor de la parte posterior de su cuello, levantando su rostro hacia el mío.
Presiono mi boca en la suya y sus labios se abren suavemente, aceptándome. Ruedo mi lengua a lo largo de la costura de su boca hasta que se abre contra mí, entonces barro mi lengua dentro, reclamándola con un profundo beso. Su cuerpo se relaja en mis brazos y me encanta la deliciosa sensación de sus pechos aplastados contra mi pecho. El contacto de piel a piel es exquisito.
Mi lengua frota a lo largo de ella y Santana encuentra mi beso empuje por empuje. La intensidad del beso envía un golpe de lujuria directo a mi ingle. No soy capaz de detener que mis caderas se balanceen contra las suyas, mi coño buscando la fricción contra su vientre caliente. Sin romper nuestra conexión, alcanzo abajo y me ajusto, entonces encuentro la mano de Santana y la llevo en mis pantalones. Sin alguna persuasión, su mano comienza frotando mis labios vaginales , persuadiendo un estruendo bajo en mi garganta cuando ella lo aprieta.—Muéstrame qué puede hacer esa boca otra vez —gruño, rompiendo el beso.
Ella cae de rodillas en la alfombra y parpadea hacia mí. Joder, ella es hermosa. La urgencia de llegar abajo y acariciar sus tetas, para sentir sus pezones endurecerse bajo mi toque es casi inaguantable. Pero en lugar de eso desabrocho mis pantalones y empujo los vaqueros y pantaloncillos abajo en mis piernas, y ofreciéndome a Santana.
Su boca se abre y sus ojos permanecen en los míos. No tengo idea por qué eso es tan caliente, pero joder, lo es. Coloco mi coño entre sus labios y Santana hace un suave sonido de succión, el calor de su lengua lamiéndome brevemente antes de que me aleje. —Muéstrame tu lengua.
Lo hace, su lisa, rosada lengua esperando por mí tan seductoramente. Me Froto contra ella, dejando que su saliva me cubra, mi sensibilidad se dispara. Placer rasga a través de mis venas y ahogo un gemido. —Eso es. Ábrela más amplia, nena.
Su mandíbula se ensancha y me empujo en la caverna caliente de su boca, tomando cada trozo de placer que me puede dar. Bombeando mis caderas adelante, arrastrándome dentro y fuera de su boca.
Santana es una maldita campeona en chupar . Yo no había estado exagerando antes. Su arcadas son prácticamente inexistentes, una habilidad que no he encontrado con muchas mujeres. Sus manos se unen a la diversión, envolviéndose firmemente alrededor de mi culo acariciándome mientras su boca sigue llevándome profundo. Dios, esta chica será mi perdición. Aprieto los músculos de mi culo, luchando contra el inminente orgasmo que se dispone a salir de mi cuerpo. Me voy a venir en su boca, y no hay ni una maldita cosa que pueda hacer para evitarlo.
Gruño su nombre y enredo mis manos en su pelo, empujándome más profundo mientras exploto. Los ojos de Santana encuentran los míos y me observa atentamente mientras me vacío en su boca. Es la vista más erótica y aun mientras me arrastro afuera, mi libido se niega a desaparecer.
Cristo, eso fue intenso. Si el sexo oral es fuera de serie con ella, no puedo imaginarme lo que será la penetración. Y ese simple pensamiento bombea una nueva ronda de sangre hacia el sur y estoy totalmente excitada y lista otra vez en una fracción de segundo.
Tomando su mano en la mía, la levanto a sus pies. Su boca está hinchada y rosada, sus labios llenos. La beso ligeramente. —Quédate aquí. Cruzo la habitación y recupero la bolsa de regalo de la parte superior de mi mesa. Retiro la pequeña botella de aceite de la bolsa y los ojos de Santana se ubican en la botella y entonces se precipita hasta mi coño aún ansiosa y traga ásperamente. Su cuerpo entero se paraliza. Se ve aterrorizada. ¿Qué diablos?
—¿Todo está bien? —No entiendo su reacción.
Miro abajo a la botella de aceite que compré más temprano y me doy cuenta que ella cree que es lubricante. Como si solo ásperamente lubricara mis dedos y empujara en ella antes de que estuviese lista. Mi estómago cae al piso. Me siento como una imbécil de grado A. la última cosa que quiero de ella es que sienta miedo. —Es aceite de masaje. —Levanto la botella para mostrarle—. No vamos a follar esta noche, dulzura.
Su alivio es instantáneo. Ella deja salir un profundo suspiro tembloroso y sus hombros caen. ¿Cómo diablos hubiera pensado alguna vez que podría ir a través con esto? La idea de forzarla a tener sexo conmigo es deplorable. Cristo ¿qué estaba mal conmigo? Pero esto es exactamente por qué no había querido a una virgen. Había querido a una chica que fuese para follar—no algo joven y aterrorizado que tendría que tratar con guantes de seda.
Extrayendo una bocanada de oxígeno en mis pulmones, empujo lejos todos los pensamientos eróticos de llevármela y tiro de mis bragas. No la tocaré hasta que sepa que es lo que quiere. Pero no creo que pueda estar sin su boca caliente alrededor de mi coño. Ahora que sé que está bien chupando y como de bien ella sobresale en eso – no hay manera de que esté renunciando. Yo no soy tan generosa. Tengo necesidades y he pagado magníficamente para hacerlos atender.
—Recuéstate sobre tu estómago. —Señalo a la silla chaise lounge. Quizás no esté lista para mí para tocarla sexualmente, pero planeo devolver el placer físico que me ha dado de otra manera.
Se establece en el centro, y levanto su cuerpo hacia un lado, haciendo espacio para sentarme junto a ella. Vuelve su cabeza al lado por tanto puede echar un vistazo a mí, curiosa de lo que voy a hacer.
Vertiendo parte del aceite en la mano, me froto las manos juntas para calentarlo antes de aplicarlo a la espalda de Santana. Su piel es suave, pero sus músculos están tensos. Que es exactamente por qué tengo que empezar lentamente mi contacto físico con ella y dejarla ir acostumbrándose a mí tocando su cuerpo.
Ella se siente pequeña y delicada bajo mis manos. Froto el aceite en su piel, hundiendo mis dedos en su carne y frotando los nudos entre sus omóplatos. Santana lanza un gruñido suave al aplicar más presión. —¿Esto está bien? —Mi voz sale más ronca de lo que me propongo.
—Sí. —respira ella.
Dirijo mis dedos por la pendiente de su columna vertebral, admirando los hoyuelos gemelos en su espalda por encima de su firme culo redondo.
—Brittany… —respira ella, su boca curvándose en una pequeña sonrisa feliz.
Marta debe haberle dicho mi nombre. Me gusta el sonido de ello en sus labios.
Después de frotar todos los nudos, ligeramente masajeo su cuello, clavando mis dedos en su cuero cabelludo. Ella estaba tensa cuando comencé, pero ahora su cuerpo está blando y relajado para mí. —¿Esto se siente bien?
—Mmmm —gime. El sonido va directo a mi libido siempre presente, y la bestia se flexiona en mis bragas, como para recordarme que existe todavía. Parece que va a ser un accesorio permanente cuando Santana esté cerca.
Bajando la mirada a su piel cremosa y sabiendo que está en topless hace difícil concentrarse, pero hago mi mejor esfuerzo en frotar su espalda, trabajando en su columna vertebral hasta que estoy masajeando la espalda baja. Los ruidos entrecortados que hace son una distracción como el carajo y los diminutos shorts que lleva me provocan. Quiero darle la vuelta y empujar mis dedos dentro de ella, sentir cómo de apretada y caliente es ella. Por supuesto que no puedo. Todavía. Si primero gano su confianza, el sexo será mucho mejor. Al menos eso es lo que me digo.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
8
Santana
Cuando me meto en la cama junto a Brittany esa noche, me siento sin huesos y relajada. Nunca se me ocurrió que, luego de dos días en mi nueva situación de vida todavía sería virgen, tendría todo un armario lleno de ropa nueva y estaría en el extremo receptor del mejor masaje que he tenido en mi vida.
Me deslizo debajo de las sábanas, agradecida de que son frescas contra mi piel recalentada. Darle placer así —sintiendo sus músculos tensos bajo mis dedos, inhalando su olor almizclado, viéndole desarmarse—, no puedo negar que es excitante. Está tan controladora, tan femenina, es una potente combinación —que mi libido se levanta y toma nota.
Brittany se acerca y con una mano, me arrastra más cerca, al igual que lo hizo la noche anterior, cuchareando su cuerpo grande y firme alrededor del mío. Siento que libera un suspiro contra mi oído. —Buenas noches, dulzura —murmura, sonando medio dormida.
Sé que es totalmente extraño y que no debería bajar la guardia tan rápidamente o fácilmente, pero confío en ella. Simplemente lo hago. Tal vez sea la forma en que me mira, o tal vez es porque no ha tenido nada que no sea suyo para tomar, pero sin tener en cuenta, un poco sentido de la facilidad ha formado su camino en mi cabeza, que me permite relajarme en su presencia. Tal vez sea porque sé que las cosas podrían haber resultado mucho peor. Dios, parte de mí aún no puede creer que había seguido adelante con esa subasta. Sabía que sería una locura, pero el intercambio de seis meses de mi vida para dar a Elizabeth una oportunidad en la vida que merece lo hizo una obviedad. Sería estúpido no hacerlo. Y, honestamente, nunca había sido una de esas chicas que mantuvieron su virginidad por principio. No había tenido un novio serio con toda la agitación de mi vida familiar y no iba a sólo dársela a cualquiera. Supongo que resultó para lo mejor —ahora que la mujer a quien me entregaría seria Brittany, que no era necesariamente una mala cosa, era malditamente magnífica, y estaba ayudando a mi hermana en el proceso.
Estoy a punto de conciliar el sueño, sintiéndome en paz con mi decisión, cuando un repentino pensamiento de mi ensueño aparece. Y si todo esto... la bondad, la cosa del no-sexo, tal vez estaba tratando de calmar a una falsa sensación de seguridad, para conseguir que confíe en ella para que me someta a ella por completo. El misterio de su pasado todavía me molesta demasiado. Están Marta y Stella, ambas de las cuales quiero entender su relación.
Y no es como si fuera una santa —la he complacido dos veces a sus órdenes, cayendo de rodillas para mamarle el coño. Dios, no es una princesa. Contrólate, Santana. Voy a necesitar permanecer en guardia un poco más después de todo.
Al darme cuenta de todo esto al tiempo que estoy cómodamente en sus brazos, me distancio un pequeño espacio, esponjando la almohada debajo de mi cabeza para sentirme más cómoda. Tomo una respiración profunda, sintiéndome más tranquila y más en control casi de inmediato. No voy a dejarme estar tan absorta en su mundo que no pueda ver bien. Pude haber vendido mi cuerpo como una esclava sexual, pero mi corazón, mi mente, mi espíritu todos siguen siendo míos. Todavía quiero ser Santana cuando todo está dicho y hecho. Si voy a sobrevivir seis meses que con ella, tengo que recordar que estoy jugando un papel —viviendo una fantasía muy cara que ha creado—, nada más. Ignorando el dolor de placer que se creó entre mis muslos, cierro los ojos y trato de relajarme.
La reacción física natural de mi cuerpo y mi creciente atracción por ella hace que mi sangre silbe en mis oídos. No es algo que pueda controlar, que tanto me excita y confunde. Tal vez sea mi limitada experiencia, pero la respuesta sexual de mi cuerpo a su cercanía es inesperada y frustrante —especialmente porque parece no tiene prisa para hacer nada al respecto. Compartiendo su cama, siendo la que le da placer me hace querer descubrir el placer de mi propio cuerpo. Pero por ahora, aprieto mis muslos muy juntos y rezo que el sueño me lleve.
Brittany
No debería haber forzado Santana a ponerse de rodillas anoche. Todo el placer, ha sido eclipsado por la culpa, que crece más con cada hora que pasa. Me siento como una maldita idiota.
Cuando se encogió lejos de mi contacto ayer por la noche, se puso todo en perspectiva. No tengo remordimientos o auto-odio, así que no hace falta decir que estoy distraída y nerviosa todo el día. Ladro órdenes a mi ayudante, soy seca con los clientes y salto varias de mis reuniones. Todo debido a mi estado de ánimo de mierda. Lo extraño es que no me arrepiento de comprarla. Ese imbécil en la subasta la habría llevado a su casa si no lo hubiera hecho. Y no quiero ni saber las cosas enfermas que ese bastardo había planeado. Lo había escuchado fanfarronear antes de que la subasta comenzara sobre su cuarto de juegos —completo con látigos, el control y los bastones. Una chica tan suave y pura como Santana no hubiera durado la noche en su compañía. Por lo menos hay consuelo en saber que no la he arruinado. Todavía.
Mientras cruzo por el camino montañoso hacia mi coche privado, miro hacia fuera en el sol que se hunde en el Océano Pacífico. Es una vista de la que nunca me cansaré, incluso si esta casa está contaminada con los recuerdos del error más grande de mi vida adulta. Stella.
Sólo de pensar en ella pone un mal sabor en mi boca y obligo a mis pensamientos a volver a mi situación con Santana. Viendo el último trozo de color naranja en el horizonte, me comprometo a ejercer más autocontrol. El hecho de que la he comprado no quiere decir que necesito violarla con cada pensamiento que pasa. Cristo. Hago un gesto de dolor al darme cuenta de que es exactamente lo que he estado haciendo.
Sé muy bien lo que es tener tu confianza y sentido de bienestar totalmente jodido y destrozado y no voy a ser responsable de tomar cualquier cosa de Santana que no esté dispuesta a dar. Si y cuando follemos —será porque ella lo quiere. Mi mente tortuosa se lanza inmediatamente en varios escenarios donde puedo atraerla a que lo quiera... Mierda. Abstenerse va a ser más difícil de lo que pensaba. Disculpa el juego de palabras.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
9
Santana
Mientras mis pies golpean el pavimento, mi aliento empuja a través de mis labios separados, y mis axilas y la parte baja de mi espalda se humedecen con transpiración. He estado aquí una semana y se siente bien estar de vuelta en la familiar rutina de trotar. Me pierdo en el ritmo de mis pies golpeando sordamente contra el pavimento. A pesar del calor, se siente bien usar mi cuerpo. Mis pulmones me gritan, mis músculos llevados al límite y aún así, me hago a mí misma una promesa silenciosa. Un kilómetro más.
Mientras troto, mi mente vaga hacia Brittany como hace con frecuencia. Mi cerebro recuerda y cataloga un millón de pequeños hechos sobre ella. Cuan cálido es abrazada a mí alrededor en la noche, el pesado golpeteo del latido de su corazón contra mi espalda mientras se queda dormida, la curiosa forma en que me ve moverme sobre su casa como si disfrutara viendo a alguien ―yo― en su espacio. Hay algo que me gusta sobre esto también. Me siento libre de la constante preocupación por Elizabeth. Por supuesto, aun pienso en ella constantemente, preguntándome sobre su tratamiento y rezo porque vaya a estar bien, pero a una parte de mí le gusta no tener que enfrentarse a esto cada día.
A pesar de su silencio y su relativa indiferencia por mí, hay muchas pequeñas cosas sobre mi nueva maestra a las que me estoy volviendo aficionada. El profundo tono rasposo de su voz adormilada en la mañana, la forma en la que siempre coloca una taza y un platillo para mi café de la mañana antes de irse al trabajo, la lenta forma en que su boca en levanta cuando me regala una rara sonrisa.
No es una mujer súper ansiosa, ni torpe en nada de lo que hace. Es segura, calculadora y fuerte. Lo que para mí es increíblemente sexy. Recordando el suave roce de su boca contra la mía las pocas veces que me ha besado, y la forma confiada en la que suele manejar su coño, colocándola en mi lengua y gruñendo silenciosamente su liberación... Todos los músculos bajo mi ombligo se contraen y lucho por mantener mi balance.
Aunque sé que no debería dejar que mi mente vaya allí, sé que ella no sería nada como los adolescentes con los que salía en el pasado ―con aliento de pizza y manos torpes. Ella era confiada y segura cuando me tocaba. Es magnética, carismática y encantadora. Esta es una combinación irresistible y una contra la que no tendría defensas ―si esto alguna vez pasaba.
Incluso si no entiendo a esta mujer , o sus razones para traerme aquí, aprecio su inesperada ternura hacia mí. Mi situación de vivienda podría ser mucho peor y estoy agradecida por ella y por el dinero que significa que mi hermana tiene una oportunidad de luchar en la vida.
Una lenta sonrisa se forma en mis labios cuando me doy cuenta me he pasado el marcador del kilómetro. Con pensamientos de Brittany para distraerme, correr es una brisa.
Mientras doy la vuelta de regreso a la casa, veo el pequeño carro deportivo rojo de Marta alejándose y me da un saludo antes de acercarse a la entrada de coches. No sabía que ella venia hoy. Normalmente viene en las mañanas, chequea el trabajo del personal de la casa y luego se va a hacer lo que sea que haga para Brittany.
Cuando alcanzo la casa. Me tropiezo dentro, agradecida de sentir el frío del aire acondicionado contra mi sobrecalentada piel. Me tiro al suelo en el espacio del perchero de la entrada, respirando profundamente, y tirando de mis zapatos. El abrigo de Brittany está en una banca. ¿Está en casa? A lo mejor eso explica la visita de tarde de Marta ―acomodo mi cola de caballo que ya está con la mitad afuera, pero mientras me siento allí tratando de calmar mi entrecortada respiración, tengo la sensación de ser observada.
—Hola, dulzura —La rica voz de Brittany raspa sobre mi sonrojada piel y mis ojos se levantan hacia ella. Se está inclinando casualmente contra el marco de la puerta, con un tobillo cruzado sobre el otro. Su camisa esta desabotonada en el cuello y luce feliz y relajada. Mis ojos son desafortunadamente dirigidos hacia el frente de sus pantalones de vestir. Calor vuela sobre mi espina mientras me pregunto en que estaban ella y marta. Nunca ha estado en casa tan temprano antes, y no puedo evitar pensar que ella estando aquí es más que una repentina coincidencia—. ¿Tuviste una buena carrera? —pregunta, con su hoyuelo asomándose hacia mi desde su mejilla.
—Ajá —Asiento, aún completamente sin aliento. Entra en la habitación, acercándose y frunciendo a los zapatos deportivos que me quité. Hice que mi mamá me enviara un paquete con algunas cosas que extrañaba de casa. Básicamente estos zapatos y mi iPod para correr. Toca con la punta del pie uno de los zapatos, dándole la vuelta, con los llenos labios fruncidos. —¿Estos son lo que usas para correr?
Observa mi reacción y asiento de nuevo. —Son cómodos —Sé que son viejos pero hacen el trabajo. Están usados en todos los lugares correctos
—Ya no tiene suela. Nada de soporte. Necesitas un nuevo par cada varios kilómetros. ¿Cuánto tiempo has estado corriendo en estos?
Creo que "desde la escuela" es la respuesta incorrecta. Mis padres me compraron estas cuando me uní al equipo de maratón en mi último año. —Por un tiempo.
—Te daré mi tarjeta de crédito, puedes ordenar un nuevo par y hacer que te lo envíen. —Su tono es directo y hay algo que no me gusta sobre el hecho de que me digan que hacer. Estoy aquí por lo propia cuenta, tomando mis propias decisiones. Correr es una de ellas.
—Si quiero un nuevo par de zapatos, los compraré. No necesito que me compres nada.
Sus cejas se juntan como si este fuera un concepto extraño para ella. Jesús. Solo porque tiene dinero, no quiere decir que estoy bien usándolo o sacando ventaja de su hospitalidad. ¿Con que tipo de mujeres salió en el pasado?
—Estoy ofreciendo la ayuda, ¿por qué rechazarla? —pregunta.
—Porque me gusta cuidar de mi misma —Silenciosamente agrego que no necesito una mujer para que me provea todas mis necesidades. A pesar de vender mi cuerpo en su mal habido acuerdo, soy una mujer fuerte, inteligente, e independiente. No comprometería eso.
Levanta sus manos en frente de ella en una oferta de paz silenciosa. —Está bien. Lo siento. Sólo no quiero que te tuerzas el tobillo. Estas no tienen soporte en ellas.
Su preocupación me suaviza. Me ofrece una mano, y la acepto, dejándolo levantarme del suelo a mis pies. Ahora que estamos de pie cara a cara, estoy consciente sobre mi piel sudada ―las gotas de transpiración que aún cuelgan de mi labio superior y entre mis pechos. Quiero preguntarle por qué está temprano en casa, pero me distrae, levantando un mechón húmedo de mi cabello desde mi cuello y metiéndolo cuidadosamente detrás de mí oreja. El roce de sus dedos contra mi cuello envía escalofríos pasando por mi espina. Su tacto permanece ahí, acariciando la columna de mi garganta y mi clavícula como para probar mi reacción. Sus dedos corren desde mi cuello hacia abajo a la parte de arriba de mis senos los cuales se elevan con cada entrecortada respiración que tomo con mis sobre trabajados pulmones.
—Necesitas entender que eres mía para cuidar de ti —dice, con su voz ruda y llena de necesidad.
Eso nunca ha sido explícitamente parte de nuestro acuerdo y ambas lo sabemos. Pero de alguna manera, a lo largo del camino, su preocupación por mí ha crecido, no voy a quejarme, solo me quedo aquí de pie, trasfigurada por estos nuevos y en desarrollo sentimientos creciendo entre nosotras.
El correr de sus dedos contra mi piel caliente fuerza mis párpados a cerrarse. La mayor parte de mi vida, el foco y atención de todo el mundo ha estado en Elizabeth ―como debería ser, pero aquí, en su presencia, soy la que importa. Su atención se siente bien.
Pero justo tan rápido como comenzó a tocarme, sus manos caen alejándose y toma un paso hacia atrás.
—Voy a tomar una ducha —exhalo.
Asiente, aun mirándome como si hubiese más que quisiera decir.
Dejo el espacio del perchero y me encamino a las escaleras.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
-.- que se trae Marta con Britt-.-? No me gusta-.-
Susii********-*- - Mensajes : 902
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Susii Ayer A Las 10:34 Pm -.- que se trae Marta con Britt-.-? No me gusta-.- escribió:
Hey, ya veremos que hay entre esas dos, tal vez cubre las necesidades basicas pero no creo que sea algo de que preocuparnos. pero hay que ser desconfiada y veremos tambien como es su trato con santana.
SEGUIMOS......
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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