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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Feb 04, 2016 5:00 am

Brittany


Ver a Santana después de correr ―respirando con fuerza por el esfuerzo y rosada como una baya me hace querer cosas que me dije a mi misma no podía tener. No es realmente mía, así que nada de esto debería importarme, aun así lo hace, tremendamente.
Me encamino a mi oficina, necesitando liberar algo de tensión sexual. Sería tan fácil caer en las familiares rutinas. Podría hacer una llama de teléfono ―Maldición, incluso podría tan solo enviar un mensaje de texto y tener a Marta de vuelta aquí, lista y dispuesta a chupármela. El señor sabe que lo haría. Probablemente dejando todo y saltando a la oportunidad. Aunque ha pasado un jodido largo tiempo desde que hemos hecho algo como eso, la forma en que aun ocasionalmente me mira, sus ojos vagando sobre mi tonificado pecho y abdomen me decía que estaría dispuesta a algún contacto genital-en-genital. Incluso después de que le hubiera dicho que lo pasado quedaba en el pasado, ella y yo necesitábamos mantenernos en un nivel profesional, ella se había mantenido soltera todos estos años, esperando, silenciosamente mirando mi relación con Stella crecer, y luego venirse abajo. Pero sabía que si hacia esa llamada, no conseguiría la satisfacción que estaba buscando, y terminaría sintiéndome peor. El arrepentimiento se revolvería en algún lugar profundo dentro de mí. No quería a Marta. Quería a Santana. Y nunca desde que mi vida ―o al menos mi vida amorosa― se vino abajo dos años atrás, juré vivir sin arrepentimiento, por lo que estaba de vuelta al plan original.
Esta línea de pensamiento me recuerda la conversación que había tenido con Santana la otra noche. La enfermedad de su hermana, justo como mi previa experiencia horrenda coloca tu vida en perspectiva. Te hace sopesar las cosas en tu vida, y colocar todo bajo un microscopio ―lo que estás haciendo, como pasas tus días. Después de que descubrí la verdad sobre Stella, podría haberme fácilmente convertido en una alcohólica y promiscua. En vez me lancé a mí misma más allá en mi trabajo y mi caridad. Haciendo todo lo demás que me pusiera en el mismo nivel de ella. Quería ser mejor que eso, mierda, lo necesitaba.
La conversación de mi hermano viene parpadeando de nuevo a mi primer plano. Estaban sorprendidos de escuchar que no estaba acostándome con Santana, pero no saben la mitad de esto. Estarían impresionados de saber que no he tenido una sola compañera en dos años ―que he estado viviendo una vida de celibato, dedicándome solo a mi trabajo. Estarían incluso más impresionados de saber que Stella no era quien estaba aun sosteniendo cosas entre nosotras. Era yo. Y tenía mis razones, razones que esperaba descubrir y lidiar pronto con ellas. Quizás ellas podrían finalmente poner el pasado detrás de mí y construir un futuro ―un concepto que me emociona y me asusta jodidamente.
Me hundo en la silla de mi oficina y hago clic en mi computadora.
El primer orden de negocios es conseguir algo de liberación sexual.

Santana


Después de salirme de la ducha, limpia y con el cabello pulcramente peinado, me visto y me encamino hacia abajo a encontrar a Brittany. Cada momento insignificante que compartimos ―como más temprano en el vestíbulo cuando rechacé su oferta de nuevos zapatos y me miró con reverencia en sus ojos, como si fuese alguna extraña criatura que nunca antes se había encontrado, puedo sentirnos acercándonos. Nuestra conexión, de cualquier manera extraña e indefinida, está creciendo más profundamente con cada día que he pasado aquí. Es la última cosa que esperaba. Y mi reacción está fuera de cuadro, haciendo las reacciones de mi cuerpo hacia ella más intensas y difícil de ignorar Cuando me acerco a su oficina, escucho su voz desde adentro. ¿Hay alguien ahí con ella? La puerta ha sido dejada parcialmente abierta, por lo que golpeo una vez y la empujo abierta el resto del camino, registrando los sonidos justo cuando entro a la habitación. Dobles gemidos femeninos viniendo desde su computadora. El cliquea un botón en su teclado, silenciando el sonido en un instante. Oh Dios mío. ¿Estaba viendo porno? Este sentado en su escritorio en la enorme silla de cuero, pero su cara no demuestra nada. Sus ojos latentes en los míos son la única cosa que puedo ver.
Mi cara se calienta con el conocimiento secreto que mientras había estado arriba en su ducha, ella había escapado a aquí para ver algo de acción chica-chica. ¿Se estaba dando el mismo placer aquí en los confines de su oficina? No mires abajo. Me niego a dejar que mis ojos caigan a su regazo. Mi curiosidad me va a meter en problemas un día. Lo que ella hace aquí es su problema. ¿Pero si tiene necesidades y deseos, por qué no solo venir a mí como hizo al principio? Seguramente, incluso una mala mamada es mejor que su propia mano ¿verdad? Aparentemente, no. El rechazo pica más de lo que tiene ningún derecho a hacer. Pero la extraña noción de que me está engañando penetra dentro de mi cabeza ―de cualquier manera irracional.
—¿Necesitabas algo? —pregunta, su voz profunda y ligeramente sin aliento.
—Yo... —¿Por qué había venido aquí? Cuando no la encontré en la cocina, o en el estudio, mis pies me guiaron a su oficina. No se puede negar que buscaba su compañía en las noches. Me detengo y comienzo de nuevo—. ¿Sólo me estaba preguntando por que estas tan temprano en casa?
Deja un profundo suspiro y empuja sus manos en su cabello. —Tenía algo de lo que necesitaba encargarme. Tan pronto como lo dice, mi mente se sumerge en el arroyo. ¿Había venido a casa temprano para hacer esto?
—¿Tienes hambre? —pregunta, con su postura enderezándose.
—Seguro.
Se levanta de su escribió y me guía al comedor. Aparentemente no vamos a discutir su intento de masturbación fallida, o que lo había escuchado viendo porno.
—Siéntate —dice, señalando a la mensa de comedor—. Ya regreso.
Normalmente llevamos los platos de la cena que Beth deja para nosotros juntos al comedor, pero el sirviéndome se siente bien. Saco mi silla usual, la que está al lado de su lugar a la cabeza de la mesa, y me siento.
Brittany pronto regresa con nuestros platos y vasos de agua mineral con gas, cubierto con rodajas de limón. Después de mi carrera, me siento como que puedo comer casi cualquier cosa, pero la comida huele increíble.
Cada una de nosotras volvemos al cómodo silencio de rutina establecido sobre nosotras.
Por la noche es la oportunidad que tengo para hacerle preguntas y ver dentro de su cabeza un poco. Estoy pensando en lo que voy a preguntarle esta noche, cuando lo noto frunciendo el ceño.
—¿Por qué no estás comiendo? —pregunta.
Bajo la mirada a la pasta primavera en mi plato. Tiene razón. Apenas la he tocado.
—¿Está todo bien con tu hermana? —pregunta, dejando su propio tenedor al lado de su plato.
Tomo un sorbo de agua y lamo mis labios. —Sí. Las cosas están bien. Comienza su primera ronda de tratamiento esta semana.
Asiente, pensativa.
No puedo dejar de pensar que me he infiltrado su vida, sus rutinas, con mis propios problemas. Tal vez nunca debería haberle hablado de Elizabeth, porque la forma en que me mira ahora es como una chica triste explotada.
—¿Te arrepientes de traerme aquí? —balbuceo.
—¿Por qué habría de hacerlo? —pregunta, las cejas uniéndose.
¿Por qué no has puesto un dedo sobre mí en días? ¿Por qué a pesar que me compraste para tomar mi virginidad, yo sigo siendo tan pura como vine? Me encojo de hombros. —No importa, olvida que dije nada. —Un incómodo silencio llena la habitación y cada una de nosotras sigue jugando con la comida en nuestros platos—. Por lo tanto, me he estado preguntando. ¿Por qué no tienes una novia? —pregunto.
Toma un sorbo de su bebida, tratando de ganar tiempo.



Brittany



Santana me está mirando con expectación, esperando a oírme hablar de mi estado civil. No es algo que estoy dispuesta a discutir con ella ahora, o tal vez nunca. Cada maldito músculo de mi cuerpo se encadena tan apretado que me siento como que voy a hacer combustión espontánea. Había estado distraída como mierda en el trabajo de nuevo hoy, y volví a casa para conseguir un poco de alivio en la forma de un orgasmo. Sólo que había fallado en eso también.
Levando la mirada al par más dulce, más inocente de ojos negros que he visto en mi vida y tomo un aliento estremecedor. Claro, mi última relación había terminado en desastre, pero sólo porque una hermosa bien hablada y dulce mujer está compartiendo mi casa, no me debería convertir en una pila hormonal por una pregunta básica.
Necesito a la mujer controlada. Es siete años más joven que yo. Yo la había comprado, joder. Me hace sentir un poco como una mujer vieja. Aunque algo me dice que no es como ella me ve. No, cuando me mira puedo ver el repiqueteo del pulso en su cuello, sus mejillas sonrojándose como una baya madura. Hay una cierta reacción química, una atracción básica entre nosotras. Lo siente. Lo siento. Sin embargo, las dos nos ignoramos.
En mis fantasías más oscuras, me gustaría comer a una chica como ella para el desayuno, pero como he llegado a conocerla y me obligué a tomar las cosas con calma, comenzaba a surgir un lado diferente de mí. Es más amable, más paciente, y abierta a explorar la posibilidad de una mujer en su vida por primera vez en mucho tiempo. Me cae bien.
Santana está todavía mirándome a través de la mesa, a la espera de escuchar mi respuesta acerca de por qué estoy sola.
—Creo que no ha habido nadie atrapando mi interés por un tiempo —respondo. Es la verdad. Yo no había estado buscando nada serio. Sexo habitual era la única cosa que me estaba perdiendo—por lo tanto, mi impulso a comprar en la subasta. Había estado en San Francisco por negocios cuando me enteré de la subasta—y aburrida, o simplemente sola, hubiera ido sólo para ver el alboroto. Yo nunca esperé terminar con una mujer en mi brazo. Pero los confiados ojos de Santana me habían implorado, en silencio rogándome que sacarla de allí.
—Vamos, ¿cuál es la verdadera razón por la que estás sola? —presiona.
—No discutiré eso.
—Sígueme el juego. Sólo déjame entrar un poco, y, a su vez, voy a responder a todo lo que quieras saber. —Sonríe con adoración, batiendo sus pestañas.
Su oferta es tentadora. No me importaría conseguir llegar más profundo dentro de su cabeza. Si quiere la verdad, la llenaré con ella. —En mi experiencia, las mujeres están interesadas en dos cosas. Dinero y poder.
Abre la boca para protestar y levanto una mano deteniéndola. —Tú querías saber.
Hace un gesto para que yo continúe, luego pliega sus manos en su regazo.
—Se puede discutir todo lo que quieras, pero yo no voy a hablar más de las mujeres de mi vida. Es biología. ¿Alguna vez ha estudiado la ciencia de la evolución? —Niega con la cabeza—. Las mujeres están buscando al más grande, más malo hombre de las cavernas por ahí. Un proveedor para protegerlos a ella y a su descendencia. Es ciencia simple. Parece aceptar mi línea de pensamiento y me sigue, después de tomar otro trago de mi bebida. —Quieren un bien dotado, marido devoto cuya riqueza pueda pagarles el tipo de estilo de vida que sueñan. Trabaja todo el día, trabajando como un burro para ganarse la vida, mientras que su novia trofeo está follando al chico de la piscina. —O jardinero, por así decirlo. Un niño recién salido de la escuela secundaria que no sabría qué hacer con su polla en la mano—. Tiene todo lo que siempre soñó, pero se aburre de gastar el dinero de su querido marido durante todo el día y pronto necesita un nuevo juguete. Algo divertido y peligroso para distraerse con él. Confía en mí, Santana, este es el mundo en el que yo crecí. Lo conozco bien.
Ese último comentario la hace mirarme como si estuviera cuestionando mi propia crianza. De hecho, mi mamá estaba tan enamorada de mi papá que nunca se apartó, según lo que yo sabía, y murió demasiado pronto. Mi papá desafortunadamente era el mujeriego que no podía dejar de follarse a su secretaria. Justo otra razón por la que no creo en la santidad del matrimonio.
Yo había hecho todo lo que podía pensar para hacer a Stella feliz. Las mejores ropas, joyas caras, coches llamativos, teniéndola ella en unas vacaciones de ensueño, sin embargo, nada la hizo verdaderamente feliz. Incluso cuando llegué a casa del trabajo temprano para sorprenderla, se quejó de que estaba interrumpiendo su ritual de la tarde. Me dejó en mal estado la cabeza. No podía hacer una cosa bien cuando se trataba de mujeres. Excepto en el dormitorio. Nunca tuve ninguna queja allí.
—Los hombres piensan que las mujeres son complejas —y lo son— pero en su mayor parte, ellas solo quieren que las dejen jodidamente solas con sus tarjetas de crédito. —Se me cae la servilleta sobre la mesa y empujo lejos mi plato, mi apetito ha desaparecido.
Su postura se endereza. —Eso no es cierto en absoluto. Tal vez para algunas mujeres. Algunas mujeres engañosas horribles, pero la mayoría, quieren pasión, ser deseadas, ser amadas y apreciadas. —Su voz cae en susurros, y me doy cuenta que me está dando un vistazo a lo que ella misma desea de un compañero.
—¿Puedo hacerte una pregunta? —pido.
Asiente.
—Cuando me preguntaste si me arrepentí de traerte aquí... ¿te arrepientes de ir a la subasta? ¿De ir a casa conmigo?
—No. —Su voz es seguro, estable—. Hice lo que tenía que hacer por mi hermana, y... —Deja caer su barbilla a su pecho como si no quisiera seguir.
Levanto su barbilla con dos dedos y fuerzo a sus ojos de vuelta a los míos. —Dime.
Traga, la larga columna de su garganta se mueve de una manera bonita. —Esto va a sonar raro.
—Pruébame.
Inhala una respiración profunda y la libera lentamente. —Nunca he tenido el lujo del tiempo y el espacio como esto antes—algo sólo para mí.
Puedo ver lo que quiere decir. Dormir y trotar y nadar todos los días ha sido bueno para ella. Su piel está bronceada y su cuerpo es a partes iguales relajado y tonificado. Es un aspecto que le conviene.
Santana pesca la rodaja de limón de su vaso de agua y lo lleva a los labios, chupando el jugo amargo de la manera más distractora. Jooooder.
Deja la rodaja de limón abajo. Gracias a Dios. Y continúa. —Siempre fui la hermana gemela de la chica que tenía cáncer. Nunca tuve mi propia identidad. Y a pesar de que ya no estoy allí, estar fuera me ha dado un poco de perspectiva muy necesaria. Es como que hay vida más allá de las salas de hospital y el estrés agobiante. Me hace ver que ni siquiera estaba verdaderamente viviendo antes. Y yo debería hacerlo. Si la enfermedad de Elizabeth me ha enseñado algo, es que la vida puede ser arrebatada de nosotros, en un instante. Yo he estado perdiendo la mía. Y a pesar de que no sé lo que viene, sé que no quiero seguir viviendo como lo he hecho.
Es más profundo de lo que yo tenía intención de ir, pero me gusta escuchar todos sus pensamientos internos. —¿Qué otra cosa? —pregunto.
—Quiero tener una carrera que me apasiona, quiero enamorarme, viajar por el mundo, hacer amistades duraderas... Ya sabes, básicamente conquistar el mundo y tener la mejor vida. Espero que Elizabeth esté justo al lado de mí, pero incluso si tengo que hacerlo sola, lo haré por ella. —Sonríe tristemente hacia mí.
—Suena como un plan brillante. Déjame saber cómo puedo ayudar.
***
Después de la cena, me dirijo hacia el lugar de Collins a tomar una copa a mitad de semana con mis hermanos, quienes necesitan la distracción. Mi coño se siente a punto de estallar cada vez que estoy en la habitación con Santana.
Los encuentro sentados fuera de la piscina, una botella de whisky caro en la mesa entre ellos. Parece que no soy el único que ha tenido una larga semana.
Me deslizo en el sillón y Pace me entrega un vaso, llenándolo generosamente con licor. —Hasta el fondo, bebé.
—¿Cuál es la ocasión? —pregunto.
Collins se encoge de hombros. —Tatianna hablaba sobre que desea un anillo de compromiso. Ha dejado imágenes de enormes anillos de diamantes en toda la maldito casa.
—¿Y? —No me había dado cuenta de que su relación era tan seria, a pesar de que ha vivido con él durante unos seis meses. Me imaginé que era más una relación de conveniencia. Cuando empezaron a salir, ella necesitaba un lugar para quedarse, y él necesitaba sexo regular. Problema resuelto.
Mira hacia su vaso pensativamente. —¿Cómo van las cosas con la compañera de cuarto? —pregunta Collins en lugar de contestar.
—Bien.
—¿Y cómo va su búsqueda de trabajo?
—Bien.
Collins pone los ojos. Mis respuestas de una palabra no van a funcionar con él. Él lo empezó, esquivando mi pregunta sobre Tatianna.
—¿La has jodido ya? —pregunta Pace, y con mucho menos tacto.
Me ahogo en un trago de bourbon y aclaro la garganta. —No. —Mi voz es ronca. No es que no hubiera pensado en ello. Lo hago. Casi constantemente. La imagino elevándose con su culo en mis manos hasta que sus piernas se abrazan a mi cintura. Presionando mis dedos a su cálido centro, mientras muerdo la piel suave en su garganta. La espera y el deseo es pura tortura. Cristo, estoy jodido. ¿Cómo no pensé en esto cuando me la traje a casa?
—¿No me digas? —Tanto él como Collins giran para mirarme, como si esto fueran noticias de última hora.
—Por favor, dime que no estás todavía colgado por Stella —pide Collins, con los ojos simpáticos fijos en los míos.
—Joder, no. No voy a reprimirme por ella. Sólo estoy tratando de hacer lo correcto—sin tener una puta idea de lo que eso significa.
Ellos me miran, catalogando mi estado de ánimo contemplativo y Pace se muerde el labio inferior. —En serio, hermana, Stella es historia antigua. Incluso si ella se niega a salir de tu vida, no hay nada de malo en seguir adelante.
—Lo sé —me quejo. Yo misma he dicho lo mismo, una y otra vez, sin embargo, una fuerza desconocida me detiene. Por supuesto que no saben que han pasado dos malditos años desde que he intimado con una mujer, y estar tan cerca de una chica hermosa como Santana es el peor tipo de tortura.
—Así que, ¿cuál es el problema, hombre? Yo estaría golpeando ese dulce coño todas las noches. —Pace me da una sonrisa tonta.
—Es una virgen. —Tan pronto como lo he dicho, quiero retractarme. Es un pedazo de conocimiento demasiado íntimo para compartir con ellos. Es un asunto personal de Santana. Yo no les digo cómo he llegado a poseer esta información, o que me había comprado el derecho a ese privilegio especial; Me siento allí mirando hacia mi vaso ya vacío, preguntándome cuando voy a hacer algo al respecto.
—Guau —dice Collins mientras la arrogante sonrisa de Pace se ensancha. Gilipollas—. No es lo que estaba esperando que dijeras —continúa Collins—, yo pensé que nos mentirías con ese pretexto de que ella es la hermana menor de tu amigo.
Oh, sí. Casi había olvidado la historia que les di. Sólo otro testimonio de cómo de perdida mi cabeza está en este momento.
—Todos sabemos que las cosas no están totalmente terminadas con Stella, así que no voy a fingir que lo están, pero en realidad, ¿qué es honestamente lo que te detiene? —pregunta Pace, con los ojos llenos de genuina confusión.
—No lo sé. —En parte es así—en parte que no estoy seguro de si Santana me quiere, o si siquiera merezco tomar algo tan precioso de ella. Parte de ello es su inocencia, la manera dulce en que sus ojos me siguen por la habitación, su naturaleza confiada, el desinterés que aparece para salvar a su hermana en primer lugar... ella es demasiado buena para que yo la use para mi propio placer. Ya me siento culpable—pero después, sé que me voy a sentir culpable como la mierda. Y a pesar de que les digo a mis hermanos casi todo—mi participación en esa subasta es algo que me llevaré a la tumba. No es por mi propio bien, sino porque dudo que Santana quiera que alguien sepa que ella se había vendido a sí misma de esa manera.
—Necesitas entenderlo, hermana. —Pace me da una palmada en la espalda antes de verter otra medida de licor en mi vaso—. De lo contrario, tengo la sensación de que estás en un caso masivo de bolas azules.
No está bromeando. Estoy seguro de que tengo suficiente liquido reprimido como para sobre poblar tres cuartas partes de la población mundial. Mi coño duele constantemente y mi cerebro se arremolina con pensamientos lo que no puedo tener, pero lo peor de todo es la forma en que mi corazón late más rápido cuando está cerca y todos mis sentidos se sintonizan completamente con ella.
Mi vida en los últimos dos años ha sido una lección de orden y autocontrol. He trabajado duro, y me concentré en largas horas en el gimnasio, pero no he estado realmente viviendo. Santana sacó un lado diferente de mí. El solo hecho de ella estando cerca de mí en la noche me había ablandado, me hizo recordar que la vida no era sólo acerca de lidiar. Había cosas por las que vale la pena vivir. Quería más de eso.
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Feb 04, 2016 5:37 am

10

Santana



El sol de media mañana y el hecho de que aún hay una mujer caliente acostada a mi lado me recuerdan que es sábado. Me estiro tranquilamente en la cama, ya soñando despierta con el delicioso capuchino espumoso que me voy a preparar. Me siento orgullosa de haber dominado esa maldita máquina de café excesivamente pretenciosa. Sólo me tomó tres semanas.
Brittany me sorprende al estirarse y jalarme contra ella. Soy saludada por una impresionante humedad contra mi trasero. ¡Gah! Es cálida y sólida, y mi cuerpo se contrae inútilmente, respondiendo automáticamente a la sola idea de ella.
Aparte de esas dos primeras noches, no hemos tenido ningún otro contacto sexual. Debería sentirme aliviada, pero en su lugar me encuentro cada vez más frustrada y confundida. Casi ha pasado un mes. Había imaginado que ella tomaría mi virginidad de inmediato, pero después de varios días y luego semanas, me he vuelto cada vez más ansiosa y curiosa al respecto. Ahora sólo quiero acabar con eso, estoy cansada de esperar y preguntarme cuándo va a hacerlo. Fui comprada como una esclava sexual y sé que no estoy a la altura de mi parte del trato.
Por las noches, ella se queda despierta hasta tarde, trabajando en su oficina y todo, ignorándome. ¿No me encuentra atractiva? ¿Es hetero? ¿Eran mis mamadas tan malas? La espera es desesperante. ¿Hay algo malo en mí que mi ama se niega a follarme? El vientre agitándose con anticipación es peor que el hecho en sí. Tengo que terminar con esto. A menudo había sospechado que ella se hacía cargo de sus necesidades durante su ducha de la mañana, pero nunca he sido lo suficientemente valiente para aventurarme en el baño para confirmarlo.
Al principio me preguntaba si ella estaba esperando que hiciera un movimiento, subir a su regazo, o besarla... pero sé que no es eso. Ella no fue tímida al decirme lo que quería de mí las dos primeras veces. Ella me había ordenado ponerme de rodillas, deshaciendo sus pantalones y acariciándose mientras yo observaba. Sabía que no era tímida, lo que hacía todo esto aún más confuso.
Podías cortar la tensión sexual entre nosotras con un cuchillo —es una necesidad real y visceral que impregna el aire alrededor de nosotras. Y cada noche se supone que me acurruque con una mujer sin camisa que huele delicioso, que yazca en sus brazos y sea la perfecta compañera de cama obediente. ¿El problema con todo esto? Es jodidamente confuso. Ella ha gastado un millón de dólares para traerme aquí, y estoy muy consciente del dinero —cada vez que llamo a casa, cuando oigo hablar de progreso de Elizabeth, cada vez que vago por las distintas habitaciones de su mansión, o atrapo mi reflejo en el espejo y recuerdo de dónde vino mi nuevo vestuario de diseñador, eso envía otra ola de confusión. Necesito saber lo que se espera de mí —dónde estamos— lo que implica este acuerdo.
Su coño es la única parte de ella que claramente entiendo. Es menos discreta en sus deseos. Pero su mente es como un maldito laberinto. Uno que no tengo esperanza alguna de resolver. He pensado en confrontarla. Pero en este momento —sintiendo su excitación caliente presionada contra mí— quiero algo completamente distinto.
Un ruido sordo se escapa de su garganta mientras se presiona más cerca, su pelvis clavada en contra mis nalgas. La cálida necesidad empapa mis bragas, haciendo que se aferren a mis sensibles pliegues. Ella empuja sus caderas más cerca de nuevo, robando mi aliento cuando la siento. Su mano se mueve a lo largo de mi vientre, subiendo poco a poco y contengo mi respiración, preguntándome dónde aterrizará.
Mis ilusiones se afianzan y acomodo mi cuerpo hacia el suyo, queriendo sentir su firme mano acunar mis pechos, frotarse contra mis pezones sensibles. Sus dedos se extienden y acarician la parte inferior de mi pecho.
Su respiración se mantiene uniforme y constante detrás de mí cuello y ella está haciendo pequeños ruidos de sueño, eso sólo me alienta. Por mucho que me gustaría poder ver su rostro, tengo demasiado miedo para moverme —demasiado miedo de romper el hechizo. Considero quitar mi camiseta del camino para ayudarla, anhelando el contacto piel a piel contra mis pechos y pezones, pero en cambio, sigo presionando mi trasero de nuevo en su excitación y ella libera un gruñido. El sonido hace que todos mis músculos internos se aprieten.
—¿San? —pregunta, su voz soñolienta y áspera.
Oh, Dios. Ella todavía estaba dormida, y ahora me siento mortificada. Ruedo hacia ella y bajo la mirada entre nosotros a donde su polla está presionando contra su bóxer, tratando de salir y saludarme.
Sólo déjame ocuparme de eso por amor de Dios.
Pongo mi mano sobre su corazón y siento su latido constante.
—Lo siento, es solo una necesidad matutina —dice, notando mi fascinación con lo que está por debajo de su ombligo.
—Está bien —susurro—. ¿Quieres...? ¿Estás...? —Escúpelo, San. Mi falta de experiencia significa que no tengo idea de cómo pedir lo que quiero. Considero sumergir mi mano por debajo de la cintura del pantalón, tomar su coño en mi puño y acariciarla. Quiero que me bese y me sujete a la cama con su gran cuerpo. En cambio, ella continúa mirándome con una pequeña arruga entre sus cejas. Me mira como si yo fuera una niña traviesa con la que no tiene idea que hacer.
—Yo me encargo de eso —dice, saliendo de la cama y dejándome mojada y tan encendida que podría gritar de frustración.
***
Estoy aburrida.
En las semanas desde que me mudé, he desarrollado una rutina —una que me aburre hasta las lágrimas —pero por lo menos es una rutina. Me despierto a media mañana cuando Brittany se ha ido a trabajar por horas, desayuno y bebo café en la isla de la cocina mientras hablo con Bet—el cocinero personal de Brittany— luego me cambio y me siento afuera en el sol, acurrucándome en una de las tumbonas en el balcón mientras leo.
Más tarde, o voy a nadar en la piscina o a correr en una de las cintas en el gimnasio. A partir de ahí, mi día transcurre de a poco. Vago por la casa, tomo una siesta, le escribo a Elizabeth, y básicamente sólo espero que Brittany llegue a casa. Es una existencia insípida. Quiero conseguir un trabajo—necesito algo para ocupar mis días además de los pensamientos de Brittany y mi extraña vida nueva.
El aspecto positivo de todo esto es que Elizabeth ha entrado en el programa de prueba y está recibiendo dosis agresivas de medicación que la hacen sentir débil y enferma, pero parece estar funcionando. Es demasiado pronto para decir si va a funcionar, pero todos estamos esperanzados. Y aunque no me arrepiento de mi decisión, tengo todavía cinco meses más, y no creo que pueda aguantar otro día de este completo aburrimiento mental y emocional. Necesito más estimulación. A las seis de la tarde, todo el personal de la casa se ha ido, y estoy bañada y vestida, esperando que Brittany llegue a casa del trabajo. Agarrando el pequeño control remoto de la pantalla LED, toco el panel de botones, trayendo a la vida los altavoces de sonido y cambiando la música a algo inspirador. Una banda de jazz, un ritmo que nunca he oído antes llena la habitación. Subo todo volumen, deseando algo diferente, algún estímulo, entonces entro a la cocina con mis pies descalzos.
Abro la puerta del gabinete de vino que siempre está fresco a once grados, y agarro una botella de vino blanco. La etiqueta se complace en anunciar que se llama Vino Naughty Girl1. Suena perfecto. Después de luchar con el corcho, me sirvo un vaso grande y me siento en la isla de la cocina para esperar la llegada a casa de mi ama.
1 Vino
Tan ausente como nuestro contacto físico ha sido, ella domina mis días y noches. Mi programa gira en torno suyo. Soy muy consciente de cuando se despierta y se prepara para su día de trabajo, duchándose y moviéndose por la habitación en la penumbra, dejando caer su toalla y vistiéndose en el armario para no despertarme. Cuando regresa en la noche es el momento más feliz de mi día. Para prepararme para su llegada, me baño, peino mi cabello, me aplico maquillaje y la saludo como si estuviera viendo a una amiga perdida desde hace mucho tiempo. Es patético, pero es mi vida.
Me siento y bebo mi vino, esperando que la combinación del alcohol con la música de jazz saliendo por los altavoces levante mi estado de ánimo. Mi estómago retumba con fuerza. Dios, ¿dónde está? Echo un vistazo al reloj. Es más tarde de lo habitual. Me sirvo otra copa de vino y sigo esperando. La cena está lista y en la bandeja de calentamiento, como de costumbre, y no puedo dejar de mirar a escondidas para ver qué lo que Beth nos dejó esta noche. Es pescado al vapor adornado con rodajas de naranja, vegetales rostizados al horno y a un lado un risotto cremoso. Mi boca se vuelve agua con sólo mirarlo y robo un par de vegetales de cada plato, asegurándome de mantener las porciones parejas, haciéndolas estallar en mi boca y masticando con avidez como si estuviera rompiendo numerosas leyes internacionales. Las zanahorias y nabos con ajo prácticamente se derriten en mi boca y robo otro bocado antes de colocar las cubiertas de los dos platos.
Después de dos copas de vino, estoy un poco mareada y agarro el control remoto para el sistema de sonido de nuevo. Este jazz me está dando dolor de cabeza. Doy vuelta distraídamente a través de las opciones de música, sin saber lo que estoy buscando hasta que lo encuentro. Un ritmo de hip hop que acelera el corazón y sacude el cuerpo llena la habitación y mis labios se levantan en una sonrisa perezosa. Tomo otro trago fortalecedor de mi vino y me levanto del taburete donde estoy desplomada, de repente necesitando moverme.

Me agito y sacudo través de la cocina, girando mis caderas y doblando la letra de la canción.
Bailo mientras veo mi reflejo en la ventana de cristal de la habitación. Sacando mi culo, le doy una pequeña sacudida. ¿Cómo ella no querría esto?
—¿Qué demonios estás haciendo? —La profunda voz de Brittany retumba detrás de mí. ¡Gah! Mi mano vuela a mi corazón y giro alrededor, mi columna al instante enderezándose. Me encuentro con sus ojos, asimilando su expresión divertida. Mi rostro esta rojo como llamas de bomberos y mi boca se abre inútilmente, entonces se cierra de nuevo, sabiendo que he sido atrapada en acción.
Brittany está vestida como siempre está cuando regresa a casa del trabajo. Una traje oscuro a la medida, camisa clara . Esta noche lleva una corbata , que cuelga libremente alrededor del cuello abierto de su camisa y sus ojos están rodeados de círculos oscuros.
Realizando una segunda decisión, deambulo hacia ella, balanceándome al ritmo de la música que sigue sonando y agarro su corbata, trayéndolo más cerca. Su cuerpo se roza contra el mío y el conocimiento de su amplia estructura muscular y de su fragancia cautivadora envía endorfinas deslizándose a través de mi sangre. Tal vez es el vino, tal vez es la música, o simplemente podría ser mi falta de control en mi nuevo entorno, pero cualquiera que sea la razón, me siento audaz. Viva por primera vez en mucho tiempo. Arrastro un dedo a lo largo de su corbata, apreciando el tacto de la seda fina contra mi piel. Los ojos de Brittany siguen mis movimientos, pero permanece completamente inmóvil mientras su respiración se vuelve más irregular.
Cansada de ser ignorada, agarro su corbata y muevo mis caderas hacia atrás y hacia delante frente a su regazo, circulando mi pelvis al ritmo de la música, con cuidado de no rozarme contra ella, sólo estoy tratando de mostrar que no soy una niña.
Su sonrisa divertida cae y su rostro adquiere una expresión más seria. Sus ojos caen y se deslizan más abajo, viajando lentamente por mi cuerpo. Su mirada es voraz y mi pulso se agita en mi cuello. La forma en que sus ojos están pegados a mi cuerpo es demasiado. La buena dosis de valentía, cortesía de la media botella de vino que he bebido, se evapora, y mi baile llega a su fin.
Su mano rodea mi cintura, su pulgar rozando de un lado al otro a través del hueso de mi cadera. —Nunca te tomé por un fan de Rhianna —murmura.
Me limito a asentir y su mano cae. Me he dado cuenta de inmediato de su ausencia. Agarrando el control, toco la pantalla varias veces para llevar el volumen a un nivel más razonable.
—Naughty Girl, ¿eh? —pregunta Brittany, arrancando la botella de vino del mostrador—. ¿Estás borracha, Santana? —Me da una mirada inquisitiva y levanto una ceja. ¿Por qué me siento como una adolescente rebelde que ha asaltado en el gabinete de licor de papá?
Ella me sorprende al llevar la botella a sus labios y toma un largo trago. Miro la gruesa columna de su garganta mientras traga y un pequeño escalofrío pasa a través de mi vientre. Cuando termina, limpia su boca con el dorso de su mano. —He tenido un mal día—Agarra otra botella de vino y dos copas limpias—. Vamos.
La cena está casi olvidada —Tengo vino y a Brittany para hacerme compañía y mi aburrimiento está temporalmente a raya. ¡Aleluya!
La sigo a través de la casa, a su oficina a oscuras y salimos a la terraza. Tan pronto como desliza las puertas de cristal para abrirlas, el suave sonido del susurro del océano nos da la bienvenida. Instantáneamente me tranquiliza.
Se quita su chaqueta y quita la corbata sobre su cabeza, colgándolas en la barandilla de la terraza donde suavemente revolotean en la brisa. Brittany se hunde en uno de las tumbonas y comienza descorchar la botella. Me deslizo en el asiento de al lado y acepto la copa de vino fresco que me pasa.
No es tan dulce como la botella que había abierto, pero los sabores sutiles mantecosos saludan mi paladar. Mmm. Dejo escapar un pequeño gemido y los ojos de Brittany se disparan a los míos.
—¿Te importaría decirme que pasó esta noche? —pregunta.
—¿Qué? —Me hago la tonta.
—La música, el vino, el baile… —Levanta una ceja oscura, su sonrisa juguetona está de regreso.
—¿Qué tiene de malo mi baile?
Luchando contra una sonrisa, aclara su garganta. —No tenía ni una maldita cosa de malo, dulzura. Solo me sorprendió, es todo.
—Es aburrido estar aquí todo el día. Estoy pensando en buscar un trabajo —digo, mirando hacia ella para ver su reacción.
—Te he proporcionado de todo lo que podrías necesitas. ¿Por qué querrías trabajar? —Parece sorprendida.
Después de pagar por el cuidado de mi hermana, todavía tengo varios cientos de miles de dólares en el banco. Y estoy viviendo libre de gastos. Debería disfrutarlo, ¿verdad? Sólo que no puedo. Esa no soy yo. Nunca he tomado una limosna en mi vida. —No es por el dinero, sólo necesito algo que hacer. No puedo dar vueltas todo el día y que la única cosa para hacer sea ir de compras con Marta utilizando tus tarjetas de crédito. Quiero algo para mí. Un propósito. —Solamente decirlo en voz alta renueva mi decisión.
Ella toma otro sorbo reflexivo de su vino, sus labios carnosos descansando en el borde de la copa es más una distracción de lo que debería ser. —Si eso es lo que quieres. ¿Qué tipo de trabajo? —pregunta.
—No lo sé. Tal vez en una cafetería, o reponiendo libros en la biblioteca. No importa. Sólo algo que me saque de la casa.
—Puedes conseguir un trabajo, siempre y cuando estés en casa por las noches cuando estoy.
Asiento. Eso suena bien para mí también. He llegado a disfrutar de su compañía en la noche. Mi aburrimiento está aislado para las horas diurnas. No disfruto estar sentada sola en esta casa grande con tantos pensamientos corriendo sin parar por mi cabeza. No es saludable. —Gracias.
—¿Qué hiciste hoy? —pregunta, como usualmente hace.
—Leí, fui a nadar. —Me encojo de hombros y me concentro en mi vino. No quiero decirle que en las horas antes de que llegue a casa, me ducho y me preparo, tomando más tiempo para secarme el cabello y ponerme la ropa interior de color oscuro que Marta insistió que le gustaría. Es como si incluso mis sujetadores y bragas se están burlando de mí, susurrando contra mi piel que ella no está interesada.
—Oye, ¿qué pasa? —Levanta mi barbilla para encontrarme con sus ojos preocupados.
—Nada. —Enderezo mis hombros, alejando los sentimientos. No hay razón para sentirme rechazada. En todo caso, debería estar aliviada. Pero si la situación fuera diferente —si no estuviera aquí bajo estas pretensiones, aún sin duda me sentiría rechazada por su falta de interés. Ella es una mujer encantadora, hermosa y rica. Supongo que fue tonto creer que una mujer como ella estaría interesada en alguien como yo.
Sus ojos dejan los míos con vacilación y aunque puedo sentir que quiere presionar más el tema, cierra su boca y llena mi copa de vino.
—¿Qué pasó en el trabajo hoy? —Lo recuerdo diciendo que había tenido un mal día.
Sus ojos se endurecen y mira al agua azul oscuro, estando tranquilo. Me doy cuenta que no sé realmente lo que hace. Ella es muy privada sobre su negocio. —Nada con el trabajo, en realidad fue algo... personal que apareció de forma inesperada. Tengo que ir a Nueva York y encargarme de eso. —¿Nueva York? ¿Cuándo? —Por supuesto, lo que realmente quiero saber es cuál es el asunto personal que pudiera tener en Nueva York, ya que no sé prácticamente nada de su pasado.
Se encoge de hombros. —Pronto. Tal vez este fin de semana. —Su tono de voz me dice que es algo que no quiere discutir, aunque no me gusta la idea de que se vaya.
Quiero regresar a la actitud coqueta y juguetona que parece haberse desvanecido con mis quejas acerca del aburrimiento y cual sea el drama personal que tiene a Brittany frunciendo el ceño hacia el océano.
—Tengo una idea —anuncio, saltando de mi silla—. Quédate aquí.
Asiente, y me observa retirarme a través de las puertas de cristal.
Corro arriba y busco a través de mis artículos de tocador hasta que lo encuentro.
Estoy un poco sin aliento cuando salgo de nuevo y los ojos de Brittany caen para ver lo que he ido a buscar. Sostengo la botella de aceite. —Pensé que te vendría bien poco de relajación. —Agito el aceite de masaje tentadoramente delante de ella y sonríe.
Me mira con curiosidad como si estuviera tratando de averiguar mis motivos. Nunca se me ocurrió que ella asumiría que estaba haciendo esto por obligación. Fue un simple gesto —algo agradable que hacer por una amiga, o una novia cuando había tenido un día difícil.
—Quítatelo —ordeno, señalando su camisa de vestir. No lo voy a dejar convertir esto en algo raro.
Lo hace, mirándome mientras desabrocha y sale la camisa. A pesar de que ya debería estar acostumbrada a verla en varios estados de desnudez, su belleza me golpea con toda su fuerza. Sus Tetas tonificadas y abdominales cincelados se ven positivamente besables a la brillante luz de la luna. Enfócate, Santana. Las cosas no son así entre ustedes dos. Tomo una respiración profunda y le hago un movimiento para que se voltee y repose sobre su estómago. Después de dejar la camisa en la cubierta, se acomoda en su tumbona, acostándose para mí.
Sin pensarlo, me pongo a horcajadas, sentándome justo en su trasero y colocando una pierna a cada lado de sus caderas. —¿Soy demasiado pesada? —pregunto.
—Estás bien —dice. Cruza sus brazos debajo de su barbilla, haciendo que los músculos de sus hombros se abulten.
Goteando algunos aceites de lavanda perfumada en mi mano, froto mis palmas juntas para calentarlo antes de extenderlo por encima de su espalda. Su cuerpo es tan amplio que mis pequeñas manos parecen apenas hacer mella en la extensión de piel que quiero cubrir. Al principio creo que está increíblemente tenso y le digo que se relaje.
—Lo estoy —murmura ella.
Y entonces me doy cuenta que ella es solo roca dura con músculo. Dios. Extiendo mis manos a través de su espalda superior, frotando constantemente. No estoy acostumbrada a tocar a una mujer tan íntimamente. Su piel es suave y ligeramente bronceada y me encanta la sensación de tenerlo bajo mis manos.
Froto mis manos por su cuello y su cabello, masajeando su cuero cabelludo y ella gruñe. Soy muy consciente de que estoy sentada encima de ella. Mi centro está descansando contra su firme trasero y la costura de mis pantalones cortos está presionando contra mi hendidura. Me retuerzo un poco, tratando de ajustar la forma en que estoy sentada, pero eso sólo pone una fricción adicional entre mis muslos. Mi clítoris empieza a palpitar al mismo tiempo que mi latido se acelera. Mierda. Estoy caliente. Culpo mucho al vino, mucha perfección masculina demasiado caliente debajo mí.
Me levanto a mis pies, necesitando separarme de su cuerpo tentador. —Date la vuelta —digo. No podía frotar sus hombros adecuadamente en esa posición. Me sitúo a horcajadas una vez más —esta vez sentada sobre sus muslos.
Con Brittany acostada sobre su espalda, masajeo sus hombros, luego sus firmes bíceps. Sus ojos se cierran, su boca se ablanda cuando una expresión relajada se apodera de su rostro. Puedo comerla con los ojos adecuadamente en esta posición. Y lo hago. Desde su hermoso rostro, sombreado con un toque de rastrojos oscuros, a la gruesa columna de la garganta, por su pecho liso, las ranuras deliciosas en su abdomen, a la estela de vello fino que desaparece bajo sus pantalones de vestir.
Tocar sus brazos sólidos no está ayudando a mi libido. En todo caso, mi núcleo se calienta aún más y me doy cuenta de que me estoy mojando. Libero un gruñido de frustración y sus ojos se abren y encuentran mi mirada. Me doy cuenta de mis manos, pareciendo tener una mente propia, ahora están frotando su pecho, rozando sus pezones y más abajo rastrando sus abdominales. Ella libera un suave siseo. Mi cuerpo se inunda de conciencia sexual como nunca antes. Estoy desesperada por sentir sus manos sobre mi cuerpo, por ser consumida por los profundos besos hambrientos que recuerdo.
Brittany me mira con ojos oscuros, su respiración superficial y rápida, al igual que la mía. Al mirar hacia abajo, veo su humedad caliente presente y lo cerca que están mis manos de su regazo. Mi ritmo cardíaco se acelera a medida que este momento adquiere un significado más profundo. Estoy sentada encima de ella, atendiéndola, y estamos bañados por la luz de la luna con el suave sonido de las olas golpeando perezosamente detrás de nosotras. Es perfecto.
Sin detenerme a pensar, echo mano a la hebilla de su cinturón y deshago el cuero tieso, mis dedos temblorosos mientras abro sus pantalones y bajo la cremallera. y libero un diminuto gemido. Quiero cubrir mis manos en aceite y deslizarlo hacia arriba y debajo de coño para oírla gruñir mi nombre y verla perder todo su perfecto control y venirse en su duro vientre.
Mi ropa interior se empapa y los latidos de mi corazón laten con fuerza en todos mis puntos de pulso. Justo cuando mis dedos se sumergen dentro de su cintura para llegar a su coño me agarra la muñeca y me detiene.
—No tienes que hacer esto. —Su voz en suave, pero el control sobre mi muñeca es firme.
Estoy sin aliento, encendida y su duro rechazo es como una bofetada en la cara. Es totalmente inesperado y más brutal de lo que nunca imaginé. Ella no quiere que yo la toque. Me levanto sobre mis piernas temblorosas, los ojos de Brittany siguiendo mis movimientos. El vino crea un pozo amargo en mi estómago y mi cabeza da vueltas. —¿Por qué me has traído aquí? Quiero la verdad. —Odio que mi voz sea demasiado alta y temblorosa.
Sus ojos se mueven lejos de los míos. —Compañía. —Está ocultando algo. Y quiero saber qué. La miro por un segundo más. Se reacomoda su ropa.
—¿Qué es este... este acuerdo? —Lanzo mis manos en el aire, frustrada, tanto sexual como emocionalmente más allá de la creencia.
—No me presiones, Santana.
Mi nombre en sus labios es una advertencia, pero prosigo. —Sólo dime que no me quieres aquí. Envíame lejos. —Puedo ver su deseo por mí tan claro como el día. Creo que me quiere, lo cual hace su negativa más confusa.
—Hay cosas de mi pasado que no entiendes —dice, con un tono bajo y tranquilo, pero su rostro tiene una expresión de agonía silenciosa.
—Entonces, dime. Estoy compartiendo tu casa, tu cama… estoy aquí por otros cinco meses. ¿De verdad vamos a seguir ignorando esto?
—¿Ignorando qué? —gruñe, su voz áspera.
Mi mirada se pasea a su regazo e inconscientemente lamo mis labios. Mierda.
Si ella va a actuar como si no estuviera afectada, entonces yo también. Empujando mis piernas en acción, me apresuro dentro, de repente desesperada por estar lejos de ella. Me lanzo por las escaleras, cerrando la puerta de la habitación principal detrás de mí.
Este acuerdo es el más confuso del que fui parte alguna vez. No podría haber deseado una relación física cuando llegué por primera vez aquí, pero muy lentamente, el comportamiento apacible de Brittany y su naturaleza tranquila me convenció. Quiero que se sienta de la misma manera que yo. Quiero explorar estos nuevos sentimientos de excitación burbujeando dentro de mí.
Quitando mi camisa de mi piel recalentada, la dejo caer al suelo. Después de encender la ducha, empujo hacia abajo mis pantalones cortos y bragas, y me pongo bajo el chorro de la ducha tibia.
Brittany es una imbécil. Una sexy, mujer mala. Ni siquiera le pedía algo a cambio, sólo quería tocarla esta noche, inocentemente al principio, y luego también, no tan inocentemente, pero incluso eso estaba fuera de los límites. Fue una dura llamada de atención acerca de mi acuerdo con este hombre. Cuando friego mi cuerpo bajo el agua tibia, decido mover mis cosas a una de las habitaciones. No me preocupo por su necesidad de compañía.
Mientras termino de lavarme, me doy cuenta de que estoy demasiado sobrecalentada y encendida. Mis pezones están apretados y mi cuerpo está pidiendo un alivio. Dirijo una mano por mi estómago, ahuecando la sensible carne entre mis piernas y libero un gemido ahogado. Raramente me toco así, sintiéndome insegura y torpe la mayor parte del tiempo. Esta noche no es una de esas veces. Necesito este alivio como necesito mi próximo aliento. Bajándome del banco de piedra, justo fuera del chorro de agua, abro mis piernas y toco los pliegues resbaladizos, sorprendida al sentir lo mojada que todavía estoy.
Mis dedos toman velocidad, dando vueltas y frotando mi clítoris mientras pensamientos sucios de Brittany se empujan en mi mente. Froto mis pezones con una mano mientras la otra estimula el firme nudo en mi centro.
Sintiendo que ya no estoy sola, mis ojos se abren para descubrir a Brittany de pie frente a mí, mirándome darme placer a mí misma a través de la pared de la ducha de cristal. Sus ojos se pierden en mi cuerpo desnudo y repentinamente en mis piernas juntas. El nivel más alto al cual me había empujado se desvanece, mi orgasmo desapareciendo antes de que tenga la oportunidad de alcanzar su punto máximo.
marthagr81@yahoo.es
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Jue Feb 04, 2016 5:50 am

Brittany


Santa mierda.
El espectáculo anterior cambia todo.
Había asumido desde el principio que Santana no quería que yo la tocara. Pero después de esta noche, cuando la detuve y quité sus manos de mi regazo, ella había venido arriba para darse placer a sí misma. Apartarla había sido el momento más duro de mi maldita vida. No quería que me tocara por algún extraño sentido de obligación, o porque pensaba que me lo debía. Pero sus mejillas sonrojadas, y el coño hinchado me dijeron al instante que ella no había hecho nada por obligación. Santana me quería.
La realización suena como un disparo en mis oídos. No puedo pensar, no puedo ver bien. Todo lo que puedo hacer es mirarla mientras mi sangre bombea fuera de control en mis venas. Ella es encantadora y diferente, como un animal exótico que podría observar durante horas y horas.
Antes incluso de que pueda procesar lo que estoy haciendo, mis pantalones y bragas están alrededor de mis tobillos y los estoy pateando lejos. Caminando bajo el agua tibia, le ofrezco una mano y Santana la acepta, poniéndose de pie para estar delante de mí completamente desnuda y mojada.
Maldita sea.
La sensación de su cálida piel contra la mía es la mejor del mundo. Hemos estado construyéndolo durante demasiado maldito tiempo. Viviendo en la misma casa, compartiendo una cama, comiendo juntas, evitando al mismo tiempo la tensión sexual construyéndose entre nosotros. Me pareció que era de un solo lado, pero ver la evidencia de su excitación es demasiado. Estoy como una jodida cabra. Quiero enterrar mis dedos dentro de su cuerpo dulce y nunca dejarla ir. Esos son pensamientos peligrosos.
—Tú me querías —digo, mirando sus ojos.
Ella parpadea, sus ojos negros relajándose.
—Dilo —ordeno.
—Yo.... te deseo —respira.
Mi boca se estrella contra la suya, nuestras lenguas enredándose salvajemente. Maldita sea, me había olvidado lo suave y exuberantes que eran sus labios. Ella sabe a vino y devoro cada pedacito que puedo, mis manos deslizándose por sus curvas para agarrar su culo y arrastrarla más cerca. Pasando mis manos sobre los globos redondos de carne, Santana inclina sus caderas, presionando su ingle más cerca de la mía. Mierda.
Ella quiere esto tanto como yo, lo cual no hace que nuestra situación sea más fácil o menos confusa. Es una jode-mente. Una batalla que sé que voy a perder. Soy una mujer presionándome demasiado. No puedo alejarme. No voy a dejar a Santana afrontar las consecuencias de mi rechazo. Y eso es lo que había sido. Había estado negando mi deseo por ella por semanas. Había estado evitando tomar algo que no era mío. Pero esta noche, cuando ella había llegado a mi cinturón, ahora me doy cuenta de que había sido su decisión.
El chorro de agua tibia golpea mi espalda, trayéndome de nuevo en el momento. Mi sangre está corriendo en mis oídos y mi corazón late con fuerza. No quiero nada más que sentir el calor de sus suaves curvas moldeando mi pecho y la tiro con más fuerza contra mí.
El susurro de su aliento caliente corriendo contra mi cuello es más íntimo de lo esperado. Su cuerpo se presiona fuertemente al mío. Se está entregando a mí. Ese conocimiento es una cosa potente, pero no voy a abusar de mi poder. Inhalo una respiración profunda y decido ir lento —para tomarme mi tiempo. Si ella me está dejando tocarla, haré que esto sea jodidamente bueno para ella.
La presión de sus pesados pechos contra mi pecho es demasiado para resistir, y llevo mis manos hacia la curva de sus tetas, sin poder esperar más. Son firmes y suaves al mismo tiempo y cuando mis pulgares pasan por sus pezones su aliento se estremece contra mi cuello. Los froto hacia atrás y adelante, lentamente, dejando que se acostumbre a mi toque. Sintiendo que ella quiere más, les doy un pequeño tirón y su gemido enfatiza el silencio maravillosamente.
—Quiero verte tocándote a ti misma —respiro en su cuello.
Sus ojos vuelven a los míos y ella muerde su labio inferior. No quiero que se sienta avergonzada de que la atrapé. Mierda, ella me atrapó viendo porno, preparándome para sacudirme lejos la otra noche, aunque ninguno de las dos habló de ello.
No responde, pero yo tomo su mano derecha en la mía, la mano que había estado usando para tocarse a sí misma, y la coloco entre sus piernas. Un suspiro pesado cae de sus labios mientras presiono sus dedos en el capullo de su clítoris. —Siente cómo de hinchado está tu clítoris. —Aprieto sus dedos unidos con más fuerza contra ella—. Toca tu coño para mí. Hazlo sentirse bien —susurro.
Sus dedos comienzan a dar vueltas y su respiración se tambalea en su pecho. Mantengo mi mano sobre la suya así los dos estamos dándole placer. Observo sus ojos cerrándose y una mirada de felicidad se apodera de su cara. Gemidos exhalados se empujan de sus labios mientras su ritmo se incrementa. Está increíblemente lista y trabajada, sexy como el infierno.
Me siento como una maldita tonta por esperar. Había asumido todas estas semanas, desde que traje a casa la botella de aceite que ella pensaba que era un lubricante, que no le daría la bienvenida a mi tacto. No soy una enferma dominadora y sádica que se excita con la idea de obligar a una mujer a someterse. Sabiendo que ella quiere esto exactamente igual que yo lo cambia todo. Bueno, casi todo. Ella sigue siendo virgen, y yo todavía estoy... aparto ese pensamiento. Me ocuparé de mi pasado después. Nada va a estropear este momento con una Santana húmeda, desnuda y dispuesta en mis brazos.
Sus ojos son salvajes, desinhibidos como nunca los he visto. Me jodidamente encanta. Sus movimientos crecen con urgencia. Desesperados. Respiraciones irregulares se empujan más allá de sus labios. Está frotando su clítoris en pequeños círculos, haciéndome doler por asumir el control, cuando de repente sus movimientos se detienen y ella lanza un suspiro de frustración.
Mi corazón golpea. —¿Qué está mal?
—No puedo venirme sin mi vibrador —susurra, su voz una súplica ronca y su voz se volvió en un puchero.
Infierno que no puede. Mi instinto animal se anima en sus oídos y da golpes en su pecho. De repente, verla deshacerse es la única cosa en mi mente. —Te tengo, dulzura. —Ella se vendrá con tanta fuerza que va a olvidar su propio maldito nombre.
Niega. —Lo he intentado... consigo acercarme, pero...
Encuentro sus ojos. No necesito un maldito juguete para llevarla lejos, pero si la red de seguridad de un juguete es más cómoda que invitarme a tocarla no tengo ningún problema en ir a recuperarlo. —¿Dónde está?
—En mi casa. No lo tengo aquí.
Bueno, eso se resuelve. —¿Me estás diciendo que nunca has tenido un orgasmo, ya sea por tu cuenta o con un compañero?
—Sólo hubo una pareja antes y... —Su voz tiembla.
La hago callar con la presión de mis labios en los suyos. Saber que voy a ser la primera en muchos sentidos hace que toda mi sangre se agolpe en el sur.
—¿Cómo diablos aprendiste a chupar un coño de esa manera?
Sus mejillas se colorean y baja la mirada al suelo de mármol entre nuestros pies descalzos.
—Respóndeme, dulzura. —Inclino su barbilla hasta la mía. Sus pestañas se agitan contra sus mejillas mientras lucha para hacer contacto visual. —Podría haber visto algunos videos porno antes de la subasta, sólo para estar segura de que sabía cómo.
Santa mierda. Entrenada por estrellas porno, pero tan pura y dulce como nadie más. No puedo evitar el gruñido de satisfacción que murmura de mi garganta.
Se muerde el labio inferior regordete, haciendo que mi libido me tensione al imaginar su boca alrededor de mi coño, y la sensación del suave tirón de sus dientes contra mi piel.
—Sólo relájate y respira para mí, ¿de acuerdo?
Asiente, sus hombros cayendo ligeramente mientras inhala. —Nunca he... he estado cerca un par de veces. Creo.
—¿Confías en mí? —pregunto.
Parpadea con sus solemnes ojos negros. —Sí.
Puedo decir que ella lo dice en serio y me gusta eso. Jodidamente mucho.
—Sólo relájate y déjame hacerme sentir bien, ¿sí? —Probablemente ella había puesto demasiada maldita presión sobre sí misma, o peor, escuchó algunos ex gilipollas quienes no conocían el punto G y se había mentalizado así. Tenía que creer que no había nada malo en su anatomía. El truco sería conseguir a su cerebro tranquilo para que su cuerpo pueda relajarse y disfrutar.
Ella toma otra respiración profunda y algo de la tensión en su postura cae.
—¿Puedo tocarte? —susurro contra la piel de su cuello.
Asiente con entusiasmo. —Dios, sí.
Trago el pesado nudo en mi garganta. Tengo miedo de que si empiezo a tocarla, no voy a tener la voluntad para detenerme. Pero incapaz de evitar tomar lo que quiero, deslizo mi mano por su vientre, buscando su centro húmedo. Eso envía una sacudida de deseo directamente a mi coño que salta con entusiasmo contra su vientre.
Con el pulgar presionando firmemente sobre su clítoris, mi dedo índice se desliza contra su estrecha abertura y la siento estremecerse. Quiero penetrarla tan mal que puedo saborearlo.
Santana me agarra al mismo tiempo que empiezo a frotar el exterior de su apertura, molestándola. Ella mueve la mano hacia arriba y abajo de mi eje. Su férreo control es casi demasiado de manejar. He ansiado su toque durante tanto tiempo, que no tomará mucho tiempo para venirme. —Con calma, nena, ve lento —le recuerdo. Quiero saciarla, y no voy a durar mucho tiempo si ella sigue tocándome así.
Santana desacelera su ritmo, lo que permite que un poco de sangre fluya de nuevo en mi cabeza, y yo vuelvo a darle placer. Separando sus pliegues, encuentro su clítoris hinchado y usando su propia humedad, le acaricio una y otra vez. Un gemido entrecortado se arrastra hasta el pecho de Santana y se escapa de sus labios entreabiertos. La toco ligeramente, suavemente, tomándome mi tiempo y conociendo lo que le gusta. Su cuerpo tiembla contra el mío cuando lucha para mantenerse en pie.
Encerrando un brazo alrededor de su cintura, continúo mi asalto. Mi boca se mueve a sus pechos y lamo un pezón y luego el otro.
Presiono mi dedo hacia adelante. Ella está resbaladiza y mojada, y aunque es tan apretada como un guante, mi dedo se desliza fácilmente. Un gemido desigual se enreda en su garganta y mis labios se estrellan en los suyos.
Arrastro mi dedo dentro y fuera de su calor fundido y siento su flexión alrededor de mi nudillo. —¿Quieres que folle esta pequeña abertura? —Su gemido de desesperación es demasiado. Ni quiera puedo permitirme pensar en lo bien que se sentirá alrededor de mi coño, o voy a venirme demasiado rápido y avergonzarme a mí misma.
Ella inhala fuertemente y me mira mientras lentamente pero con cuidado añado un segundo dedo. Su cuerpo me agarra y sus ojos se cierran cuando un pequeño gemido cae de su boca.
Hundo mis dedos hacia arriba y presiono hacia abajo en su clítoris. Ella grita, su cuerpo temblando en mis brazos cuando se viene. La visión de su venida en mi mano me empuja sobre el borde, y una corriente caliente sale de mi, marcando el vientre de Santana en el proceso. Gruño mi liberación, enterrando mi cara en su cuello y muerdo suavemente para no gemir.
—Mierda.
Cuando levanto la mirada, ella me está sonriendo. Sus ojos negros bailan en los míos y su cara es de color rosa. Ella parece feliz —completa y absolutamente feliz y satisfecha. A pesar de que me encanta, me hace sentir como idiota aún más grande negar su tacto durante tanto tiempo. Mi boca captura la suya de nuevo y la beso con avidez, tomándome mi tiempo para explorar cada centímetro de su lengua con la mía.
Una vez que las dos bajamos desde lo alto de nuestros clímax, me doy cuenta de que el agua se ha enfriado a nuestro alrededor. Arranco el agua caliente y lavo la piel flexible de Santana utilizando una botella de gel de baño de la estantería. Ella se relaja en mi tacto, dejándome frotar sus hombros, su espalda e incluso entre sus piernas. Sus ojos se encuentran con los míos y comparten una comprensión silenciosa. A pesar de que nuestras circunstancias son cualquier cosa menos normales, puedo decir que esta es nuestra nueva normalidad. Es lo que las dos estamos eligiendo. Me asusta pensar cuán compatibles somos.
Yo había estado tratando distanciarla —pero no hay que negarlo, ella es todo lo que pienso. Es todo lo que quiero. Aunque es del todo sincero, la comprensión me asusta. Y se siente bien ser tocada. Incluso si no es real.
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Mensaje por Susii Jue Feb 04, 2016 12:22 pm

Vaya$-$ hasta que por fin sucedio sndbnskbd todo es super wanky sjhdj $-$
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Mensaje por micky morales Vie Feb 05, 2016 9:51 am

excelente, estan a un paso de enamorarse, muero por saber la historia de britt con la tal stella!!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 3:57 am

Susii El Jue Feb 04, 2016 11:22 Am Vaya$-$ hasta que por fin sucedio sndbnskbd todo es super wanky sjhdj $-$ escribió:

hola si esta historia tiene partes muy wanky, tenia miedo que la cerraran jjajajaj si no la ven mas ya saben lo que paso

Micky Morales El Vie Feb 05, 2016 8:51 Am excelente, estan a un paso de enamorarse, muero por saber la historia de britt con la tal stella!!!! escribió:

Stella aparecera y veran las sorpresas que con ella traer


saludos no dejen de leer y comentar

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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:11 am

11
Santana



Estamos acostadas en la cama, frente con frente en la pálida luz de la luna. Debería sentirme cohibida sobre nuestras actividades de ducha anteriores, pero me siento completamente feliz y relajada. Saber que Britt me deseaba tanto como yo a ella —que su deseo hacia mí no tenía nada que ver con la transacción en la subasta y que fue la culminación de la lujuria cruda—, hizo que fuera mucho mejor.
—Tengo una idea… —dice Britt, mirándome pensativamente—. Acerca de que trabajes.
Ha cambiado de opinión. No me quiere fuera de la casa, mi único propósito era encontrar un trabajo. Trago saliva con dificultad y encuentro su mirada. —¿Qué es?
Su pulgar se extiende para alisar la arruga grabada en mi frente. —¿Qué piensas de trabajar para una de mis empresas?
Es sólo otra manera de estar atada a ella. Yo quería algo para mí. Pero cuando abro la boca para hablar, ella continúa—: Sería para mi organización de caridad. Estoy patrocinando un proyecto muy importante en África y podría necesitar ayuda extra. Trabajo de oficina principalmente… Si eres buena transcribiendo textos y archivando. Kylie es mi única empleada a tiempo completo de la oficina, y ha estado trabajando siete días a la semana simplemente tratando de mantenerse al día con el trabajo. En realidad, sería una gran ayuda.
Sabiendo que es para la caridad, y que no está simplemente dándome algún trabajo de relleno por lástima, me encuentro asintiendo. —Está bien. Lo haré.
—Perfecto. Le haré saber a Kylie. Puedes comenzar cuando más te convenga. —Mañana estará bien. —No creo que sea necesario otro día de descansar bajo el sol o correr sin rumbo a través del sinuoso vecindario de mansiones de Brittany.
Se ríe. —Mañana será.
***
Britt me despierta por la mañana con besos tiernos en mi nuca y yo presiono mi trasero en su entrepierna y gimo con ambas sensaciones. Los besos húmedos y roce con su cuerpo pegado al mío me animan al instante. Estoy bien despierta. Y de repente, muy cachonda, recordando el orgasmo estremecedor que me dio anoche.
Pellizca la base de mi cuello, moviéndose más abajo por mi espina dorsal. —¿Eso se siente bien, dulzura?
—Sí. —Suspiro. Dándome la vuelta para poder verla, llevo mis brazos alrededor de su cuello y me acurruco más cerca. Me gusta nuestra nueva falta de límites a la hora de tocar. Se siente bien ser sostenida después de no tener a nadie en mi vida durante tanto tiempo. Anoche nos unimos y es obvio que nos estamos acercando más. Tengo la sensación de que la voy a echar de menos, incluso más que antes, cuando esté en el trabajo. Nos besamos y abrazamos durante varios minutos en la gran cama cálida, antes de que Britt se arrastre fuera, diciendo que necesita ducharse y prepararse para el trabajo. Supongo que yo también.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:12 am

12
Santana


Kylie es adorable. Probablemente un par de años mayor que yo, tiene el pelo castaño ondulado atado en un moño desordenado en la cima de su cabeza, y no usa maquillaje, pero cielos, ciertamente no lo necesita. Sus mejillas son de color rosa pálido y sus ojos verdes son enormes. Está descalza, usando pantalones de yoga y una camiseta sin mangas. —¡Hola! —Sonríe ampliamente, mostrando sus dientes blancos perfectamente rectos. ¿Todo el mundo en Los Ángeles tiene dientes así?—. No te quedes ahí, pasa. —Me tira del brazo por la puerta, cerrándola detrás de mí.
—Yo soy…
—Santana. Lo sé. Brittany es un ángel por enviarte. Dios, me sentía aturdida cuando llamó esta mañana. —Me lleva más lejos de la puerta—. Perdón por el desorden. —Agita la mano en dirección a la desaliñada sala de estar y la cocina—. Soy una terrible ama de casa. Espero que no sea un problema.
—No, está bien. —Navego por la pequeña sala de estar, esquivando cestas de ropa y juguetes perdidos mientras la sigo.
Kylie me lleva hasta la puerta trasera, hacia un conjunto de escalones. —La oficina está allí. —La señala—. Adelante, iré a agarrar el monitor del bebé.
Empiezo a subir las escaleras, preguntándome en qué me estoy metiendo. Uniéndose a mí unos segundos más tarde, me explica que cuando Brittany la contrató para encargarse de las operaciones diarias de su beneficencia, le construyó una oficina en casa, encima de su cochera. Su pequeña casa de dos habitaciones no tenía espacio de sobra y no quería tener que poner a su bebé en una guardería. Fue un arreglo perfecto, y terriblemente generoso por parte de ella. Quiero preguntarle cómo se conocieron, pero mantengo mi boca cerrada y mis celos bajo control. Estoy aquí para trabajar. Entramos en un espacioso desván por encima de la cochera. Hay un montón de enormes ventanas que dejan entrar la luz del sol, y dos grandes escritorios de trabajo con computadoras portátiles y archivadores rebosantes de papeles.
Kylie levanta los brazos con orgullo. —Bienvenida a la sede mundial de Highpoint Associates. —Toma un biberón y un sonajero de bebé de la mesa—. En serio. Lo siento mucho. Habría limpiado si hubiese sabido que vendrías.
—Confía en mí, está bien. Estoy feliz de tener un cambio de escenario. He estado encerrada en la casa de Brittany por semanas y me estaba volviendo un poco loca.
—Guau. ¿Vives con ella? Eso es… eso es… enorme… —Se gira hacia mí, con la boca abierta por la sorpresa—. Y esa casa es malditamente increíble.
Interesante. Ella ha estado dentro de su casa y parece entender que tener una mujer viviendo con ella es un gran paso. Me resulta fascinante y absolutamente frustrante que Marta y ahora Kylie parezcan poseer un profundo conocimiento sobre Brittany. No debe ser tan discreta como cree con sus afectos. Su restricción sólo se reserva para mí. Por supuesto, no tengo forma de saber si Kylie realmente durmió con ella, pero la mirada lejana en sus ojos me dice que está soñando despierta con algún encuentro memorable. Curiosamente, me dan ganas de golpear algo.
Me encojo de hombros. —Así que, ¿que hay en la agenda para hoy?
—Correcto. —Sacude la cabeza, apartando el pensamiento—. Primero, te daré una visión general del trabajo que hemos hecho hasta ahora, y luego te explicaré lo que espero lograr más adelante. Puedes participar en cualquier parte que suene interesante para ti.
Asiento. —Suena bien.
Escucho mientras explica, con más detalle que Brittany, sobre su misión de crear una comunidad autosustentable en una zona subsahariana del África rural. Su visión es mucho más compleja que la simple prestación de ropa, alimentos y medicinas a personas necesitadas, como ella humildemente me había dejado creer. Quería hacer algo grande, algo que los residentes pudieran sostener mucho tiempo después de que ella y sus generosas donaciones se fueran. Es un poco más sofisticada de lo que imaginé y estoy impresionada. No es de extrañar que esté tan ocupada.
Tiene un equipo de planificadores, arquitectos, ingenieros, profesores y médicos que están trabajando en conjunto, perforando en busca de agua potable, cultivando plantas frescas y enseñando a la población local sobre la agricultura y la ganadería, construyendo una escuela para los niños, tratando de preparar a la próxima generación para ser líderes. Lo que Kylie está describiendo es una empresa de gran envergadura. Está creando, esencialmente, una comunidad entera desde el principio. Mi piel se estremece al escucharla hablar y, de repente, estoy muy contenta de no haber encontrado un trabajo en una cafetería, esto es algo a lo que vale la pena dedicar mi tiempo.
Al final de su explicación, Kylie me ofrece una visión general de los archivos pertinentes en el portátil que voy a utilizar. —Estoy tan contenta de que estés aquí. —Me sonríe ampliamente, mostrándome los hoyuelos que la hacen lucir más joven—. Dios, Stella estaba loca. —Justo en ese momento, el monitor de bebé emite un sonido y ella salta de su asiento—. Vuelvo enseguida.
Me deja trabajar en la creación de etiquetas de correo y escribo una carta para los inversionistas adicionales. Mi cabeza da vueltas y el trabajo es una distracción necesaria.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:37 am

13
Santana


Después de nuestro encuentro erótico en la ducha, mi relación con Britt adquiere un nuevo significado, un cambio de una manera sutil, pero perceptible. Me envía mensajes durante el día mientras está en el trabajo, y llama una vez que está regresando a casa. He estado trabajando varios días a la semana con Kylie, conduciendo yo misma a su casa suburbana en uno de los coches de Brittany. Es agradable sentir que estoy haciendo una contribución a algo, y ahora que Britt y yo estamos realmente encajando, me siento mucho mejor con mi situación.
Llamó hoy al mediodía, sonando melancólica, lo que es completamente fuera de su personaje. La presioné sobre qué iba mal y solo dijo que era un día muy duro y que ya esperaba volver a casa.
A las seis de la tarde, el personal de la casa se ha ido por horas ya y espero ansiosamente su llamada para decirme que está regresando a casa. No puedo esperar para darle una sorpresa.
Finalmente suena mi celular y atravieso la cocina para recuperarlo de la isla. —¿Hola?
—Estoy en camino —dice, su voz plana y sin emociones.
—Está bien. —Mi voz chilla. Será mi misión animarla una vez que llegue.
Cuando Brittany llega a casa treinta minutos más tarde, estoy lista para ella. Tuve cuidado especial preparándome también, teniendo un baño extra-largo en la bañera y afeitándome casi cada centímetro cuadrado del cuerpo, y luego le preparé una comida especial. Era lo único que podía pensar en hacer cuando me enteré de que tuvo un mal día, es lo mismo que mi madre solía hacerme cuando necesitaba consuelo. Me la encuentro en la puerta trasera. Su traje está arrugado y su expresión es amarga. Cuando su mirada se levanta hacia la mía, su rostro se ablanda, pero puedo ver que algo le pasa y la necesidad de ayudar burbujea dentro de mí.
—¿Pasó algo en el trabajo? —pregunto, ayudándole con su chaqueta.
Arroja la prenda en el banco esperando. Hace esto cada noche y milagrosamente termina recién lavada y de nuevo en su armario. Ni siquiera creo que se dé cuenta.
—Algo así —dice sin mirarme a los ojos.
—Soy buena oyente. Puedes decirme las cosas, ¿sabes? Puedes confiar en mí —le aseguro.
—Lo sé. Pero cuando llego a casa, hablar de mi día suele ser la última cosa que quiero hacer.
Asiento. Conozco bien el sentimiento. Cuando Elizabeth se encontraba enferma, mis amigos me animaban a hablar de ello, y aunque agradecía el gesto, sabía que hablar de ello solo traería todas mis preocupaciones y temores a la superficie. Mejor mantenerlos encerrados. Así que mientras lo entendía, me puse aún más curiosa sobre lo que podría ser lo preocupante.
—Hice la cena —le digo.
—¿Cocinaste? —pregunta, su voz levantada con incertidumbre.
Asiento, sintiéndome insegura por alguna extraña razón. Podría ser la forma curiosa en que me está mirando.
—¿Qué hay de Bet?
—La envié a casa. —No tengo ninguna autoridad para liberar a su personal, pero Britt no dice nada, solo me sigue a la cocina. Ahora que está aquí, en la cocina conmigo, estoy inquieta. Usando dos agarraderas, llevo el plato que he preparado a la isla de la cocina y lo coloco delante de ella. Me siento como si mostrara un experimento de ciencias en la escuela primaria. Uno con resultados muy cuestionables.
Observa con curiosidad antes de mirarme a los ojos. —¿Me hiciste macarrones con queso? —Sonríe de forma desigual.
Al instante me siento como una tonta. Esta mujer tiene un gran equipo de funcionarios y un chef personal. Come cosas como remolacha orgánica y ensalada de rúcula, pez espada a la plancha y langostinos alimentados a mano. Y yo simplemente le hice macarrones cubiertos con queso americano procesado. Su expresión divertida me da ganas de meterme en un agujero y morir.

¿Por qué me molesto? Y ahora me siento particularmente estúpida, porque he enviado a su cocinera a casa por la noche. —No Importa. —Agarro la cazuela para limpiarla y su mano en mi muñeca me detiene.
—Detente.
—Fue un esfuerzo estúpido. —Desperdiciado.
—Detente —dice de nuevo, quitando mis manos del plato—. Cocinaste para mí. —Mis ojos se mueven hasta los suyos, tratando de dar sentido a la reverencia en sus palabras—. No he tenido una comida casera así —comida de consuelo—, en... un largo tiempo. Gracias.
Leí mal su reacción. Está sorprendida. Y aparentemente feliz. Sacando un taburete en la isla, se sienta y se sirve una porción, acumulando un montón de macarrones en su cuenco, sin pretensiones. —¿Tenemos leche? —pregunta mientras toma un gran bocado de pasta.
Me rio de ella y me dirijo a la enorme nevera, y saco un cartón de leche orgánica para servirle un vaso. Observo a Britt comer dos grandes porciones del plato, e insiste en que me le una. Nos sentamos al lado del otro en la encimera, llenándonos con queso fundido y pasta empalagosa. En realidad sabe medianamente decente y estoy aliviada. Aunque si soy honesta, es su reacción la que hace que mi corazón se eleve.
Está inmediatamente más alegre y parece haber dejado escapar el estrés que la molestaba.
—¿Cómo van las cosas con Kylie? Dice que eres un regalo del cielo.
—Están bien. Kylie es una chica dulce y es exactamente lo que yo quería, algo para sacarme de la casa.
—Bien. —Britt se mete otro bocado, aparentemente satisfecha con mi respuesta.
—¿Más leche? —pregunto, viendo el vaso casi vacío.
Lo mira pensativa por un segundo. —En realidad... ¿Qué vino combinaría bien con macarrones con queso? ¿Pinot Grigio?
Asiento. –Claro. Si te gusta. —Hago un ademán de levantarme y su mano en mi codo me detiene.
—Quédate quieta. Yo voy.
Echo un vistazo a la cazuela que le hemos hecho un hueco bastante impresionante, y la cubro con la tapa, antes de colocarla dentro de la nevera.
Regresa un momento después con dos copas de vino y me entrega una. —Gracias por esto —dice, con voz seria y sus ojos en los míos. Asiento y la miro a los ojos, tomando un sorbo de vino. Mmm. Brittany Pierce, el vino y la deliciosa comida casera. Mi día está completo.
Colocamos nuestros cuencos en el fregadero y nos dirigimos al balcón de su oficina, acomodándonos en las sillas de la sala para disfrutar de nuestro vino. Después de varios minutos, el vino y la banda sonora de las olas me relajan.
—¿Qué hacemos ahora? —El tono sensual en mi voz es totalmente involuntario, pero su mirada oscura encuentra la mía y mis músculos sexuales se aprietan. ¡Caray! La mirada hambrienta en sus ojos es nueva y desconcertante.
—Ven aquí.
Me deslizo de mi asiento y cruzo los pocos pasos hasta que estoy de pie directamente delante de ella. Mi corazón martillea en forma desigual en mi pecho y por la mirada sensual en sus ojos, me pregunto si esta noche es la noche. Aunque fui meramente curiosa antes, ahora muero por saber lo que se sentirá cuando por fin me tome. Por extraño que parezca, se trata de una invasión a la que daría la bienvenida. Ser envuelta en sus fuertes brazos, sentir sus labios carnosos en los míos y comprender finalmente todo el alboroto sobre el sexo... Me estremezco al pensar.
—¿Tienes frío? —Las yemas de los dedos de Brittany acarician mis brazos.
Niego con la cabeza. Los temblores corriendo a lo largo de mi piel no tienen nada que ver con la temperatura.
—Lo que pasó la otra noche... —Hace una pausa, su lengua perezosamente acariciando su labio inferior mientras sus ojos queman en los míos—, ¿estuvo bien para ti?
Me trago el nudo enorme en la garganta. Debería sentirme terriblemente avergonzada de que me atrapara masturbándome en su ducha. Sin embargo, cualquiera y todos los sentimientos de vergüenza, están ausentes. Me siento liberada, libre. Y su respuesta, presionarme hacia abajo y unirse a mí, su cadera, presionando en mi piel me demuestra que se sintió de la misma manera. Había algo profundamente reconfortante en eso. ¿Y saber que ella sabía cómo darle placer a mi cuerpo mejor que yo? Esa fue la guinda de un pastel impresionantemente grande.
—S-sí —contesto, parpadeando hacia ella.
Se estira hasta coger mi labio inferior con el pulgar y luego engancha su palma alrededor de mi nuca, colocando mi boca cerca de la suya. —Buena chica. —Se acerca más, envolviendo sus manos alrededor de la parte posterior de mis rodillas desnudas—. Quítate las bragas —susurra.
—¿Aquí? —El balcón es privado, pero todavía estamos afuera. No responde, sus ojos solo se quedan entrecerrados. Es evidente que no hay espacio para la negociación.
Estoy usando uno de los lindos vestidos de verano que compré con Marta en mi primera semana aquí, y el aire fresco de la noche me recorre a medida que llego debajo de mi vestido y deslizo las bragas por mis piernas. Dejándolas caer a mis tobillos y salgo de ellas, entregándole el trozo de seda azul marino con una sonrisa descarada.
No tengo idea de lo que quiere, pero su mano se desliza hasta mi cara interna del muslo, quitando mi vestido del camino. Sus dedos acarician mi piel desnuda. Incluso después de que la depilación comenzó a crecer, he mantenido un afeitado suave, gustándome cuán sensual me hace sentir.
Sus ojos encuentran los míos mientras me sigue frotando ligeramente. Puedo sentir cómo me mojo mientras las endorfinas se precipitan en mi sangre hirviendo. Me pregunto si la última vez fue un golpe de suerte, o si voy a ser capaz de alcanzar el clímax de nuevo. Dios, quiero. Inclino mi cadera permitiéndole un mejor ángulo y la boca de Britt se contrae con una sonrisa.
—Ven. —Toma mi mano y me ayuda a bajarme sobre su regazo así estoy a horcajadas. Mis piernas están muy abiertas y mi coño desnudo está tan cerca que se inclina y comienza a frotarme una vez más. Su otra mano se envuelve alrededor de mi nuca y lleva mi boca a la suya. Sus labios son suaves, completos y exigentes.
Rápidamente se hace cargo del beso, su lengua acariciando la mía en un ritmo hipnótico. Todo mi cuerpo responde, mis caderas meciéndose más cerca y mis manos empujando en su cabello.
Leyendo las reacciones de mi cuerpo, Britt pone su ritmo, girando y frotando mi clítoris hasta que estoy empapada y justo en el borde del clímax. La necesidad de tocarla se clava en mí. Llego entre nosotras, desabrocho su cinturón y casi rasgo sus pantalones abiertos en mi misión. Una vez mas que toco su coño, deja escapar un gruñido suave tocándola arriba y abajo, amando la manera en que sus besos se sienten desesperados a medida que avanzamos juntos hacia la liberación.
Agarrando mi culo debajo de mi vestido, me tira más cerca hasta que su sexo caliente está justo contra mi hendidura. Anclando mis caderas más cerca, me balanceo en su contra. Sus dedos aprietan mi piel rompiendo el beso, sus ojos brillando peligrosamente con los míos.
Me deslizo arriba y abajo creando un roce con su sexo delicioso, mi piel está tan sensible que puedo sentir todo. Me pregunto cómo se sentiría tenerla dentro... —Cuidado —gruñe, su voz rasposa. Sus ojos son azules y medio cerrados como si se ahogara en el placer.
Haciendo caso omiso de su advertencia, me levanto y bajo sobre ella, incapaz de dejar de moverme en su contra. La fricción nuestros sexos contra mi clítoris sensible es demasiado. Los pequeños gritos de placer rompen el silencio y me muevo más rápido, frotándome contra ella, persiguiendo el orgasmo que tanto quiero.
Britt me mira moverme contra ella, con las manos aún agarrando mi culo mientras trabajo mi cuerpo contra el suyo. Se siente tan bien. Me pregunto cómo se sentiría dejarla finalmente empujar dentro de mí... Mi cuerpo se aprieta y grito su nombre, viniéndome en un chorro húmedo sobre ella.
Cuando la falta de definición de mi orgasmo ruidoso desaparece, abro los ojos y me encuentro con los suyos. Su mandíbula se encuentra apretada, tensa y se ve enojada.
—Yo... lo siento. —Me levanto de su regazo y me escabullo, temo que haber hecho algo mal.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:47 am

14

Brittany


Atrapo a Santana de su muñeca y la hago girarse para mirarme. Sus mejillas están rojas y está respirando rápidamente, todavía tratando de recuperarse de su orgasmo. No llegó a provocarme, sólo monto mi coño hasta correrse y luego simplemente desapareció. No hay nada más sexy que una chica confiada que toma lo que quiere, pero no es así como funciona esto.
—No lo creo, dulzura —gruño.
Atrapa su labio inferior en la boca y lo chupa. Mi coño late, recordándome su difícil situación. Todavía está recubierta por sus jugos húmedos y ahora quiero verla caer de rodillas y lamerlos. —¿Entiendes lo cerca que estaba? ¿Con qué facilidad podría haberte levantado y empujar dentro de tu pequeño coño caliente?
Deja escapar un chillido de sorpresa.
Alcanzo la parte de abajo de su vestido y empujo dos dedos dentro de su sedoso canal. Sus ojos se abren y se fijan en los míos mientras bombeo mis dedos dentro y fuera. —Y es mi trabajo asegurarme de que este pequeño coño apretado esté preparado para mí. ¿No es verdad? —Retiro mis dedos usando su humedad para acariciarla arriba y hacia abajo—. Respóndeme.
—S-sí —tartamudea, bajando la mirada al espectáculo que estoy dando.
—Podría hacerte daño. Hacerte sangrar. No queremos que eso suceda, ahora ¿no?
No responde. Sus ojos negros sólo arden mientras me mira en un desafío silencioso.
¿Qué coño? Mis coño me duele por la necesidad de estar dentro de ella, pero no puedo. No hasta que haya resuelto mi pasado con Stella. Cuanto más cercano me vuelvo de Santana, más la entiendo y no quiero lastimarla. La compré para pasar un buen rato y desahogarme, pero en algún lugar a lo largo del camino, se convirtió en algo más. Desde esa primera mañana cuando Pace la miró con interés absorto, algo cambio en mí. En ella. En nosotras.
—La respuesta es no, Santana. No quiero hacerte daño. —Fuerzo las palabras de mi boca. Elabora un suspiro tembloroso. —¿No se supone que una esclava sexual, no sé, en realidad tenga relaciones sexuales con su ama?
El deseo de tomarla se convierte en un dolor físico, pero me obligo a mantener la compostura. —Estás ansiosa, ¿eh? —Arrastro la punta de un dedo húmedo a lo largo de su labio inferior y siento como inhala bruscamente.
—Me compraste, esperando algo a cambio. Llámame loca, pero pensé que era como funcionaba esto —desafía.
—Vamos a dejar una cosa clara. No quiero una esclava sexual. Quiero una compañera. Una amante. Llámame conservadora, pero no me gusta el término esclava. —Le pagué a Santana por estar aquí… ella no está cautiva contra su voluntad.
—¿Una amante? —pregunta, levantando una ceja.
—Te conviene, eres mi pequeño secreto sucio. Una mujer mantenida —le recuerdo, alisando una mano por su trasero, mirando una vena latiendo en su cuello. No podía dejarla cuestionar mis motivos. Eran demasiado jodidos para que incluso yo los pensara, y mucho más para admitírselos. No me encontraba dispuesta a dejar que Stella jodiera otra cosa en mi vida, planeaba arreglar las cosas con ella, y luego haría mía a Santana.
—Quítate el vestido.
Todavía me está mirando masturbarme, por lo que le lleva un minuto responderme… su mirada atrapa la mía y sus manos se mueven para levantar el vestido por su cabeza.
Lleva un sujetador de encaje azul pálido que recuerdo de la primera noche y sin decir una palabra, lo desabrocha y lo deja caer al suelo.
Miro mi coño en la mano y luego de nuevo a su boca. Santana cae con gracia de rodillas entre mis pies y con impaciencia lleva su boca hacia mí.
Jodeer.
La dulce calidez de su boca mientras lame envía un rayo que me atraviesa. Aprieto mis abdominales y entrelazo mis dedos en su pelo, introduciéndome más en entre sus labios. Levantando su mirada hasta la mía, me lleva más profundo, dejando que controle el ritmo con el que me penetra su boca. Empujo mis caderas hacia delante a un ritmo lento, queriendo que esto dure el mayor tiempo posible. Esta chica es buena.
—Tócame —suspiro, y Santana obedece. Su ritmo es perfecto y las sensaciones son suficientes para enviarme en espiral hacia el límite demasiado pronto. Apoyo una mano en mi escritorio cuando mis músculos se tensan.
—San... —susurro una advertencia débil. Me chupa fuertemente, ahuecando sus mejillas, y mi cabeza cae de nuevo hacia mis hombros cuando me vacío en su interior.
Traga cada gota, como una maldita campeona, y no puedo resistirme a inclinarme para besar su boca experta. —Eso fue jodidamente increíble.
—Me alegra que te haya gustado.
La ayudo a ponerse de pie y beso su cuello, su barbilla, la punta de su nariz. —Eso es un eufemismo.
Se enrosca en mí y la sostengo. El contacto físico estrecho es algo a lo que no estaba acostumbrada. Stella nunca fue cálida ni se acurrucó conmigo y perdí a mi madre cuando tenía doce años. Suena tonto, pero ansiaba la sensación tierna, y el calor de un cuerpo femenino suave. La intimidad en el sentido más básico de la palabra ha estado ausente de mi vida durante mucho tiempo. Se siente bien sólo abrazarla.
—Cocinaste para mí —murmuro contra su garganta, cuando el comienzo de nuestra noche vuelve a mí.
—Trataba de ayudar —susurra.
Los sentimientos me abruman y me aferro a ella, envolviéndola con fuerza en mis brazos. —Gracias por los macarrones. —La beso en la sien, sabiendo que estoy en un gran lío.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:51 am

Santana


Después de lavarme la cara y cepillarme los dientes, paseo hacia la cama vistiendo sólo un par de bragas. Llámame loca, pero hay algo que me gusta de saber que la tiento, pero por alguna razón todavía no va a hacer nada sobre ello.
Pero en lugar de mirarme desde la cama, como esperaba que hiciera, Britt tiene la mirada fija en su teléfono.
Su ceño está fruncido. Teniendo en cuenta lo duro que acabo de hacer que se corra, no tengo ni idea a que se debe su mal humor.
—¿Qué sucede? —pregunto, arrastrándome sobre la gran cama junto a ella.
Baja su teléfono y levanta su mirada a la mía. —Una de mis acciones se está hundiendo —dice. Está mintiendo. No revisaba su desempeño de las acciones. Antes de que la pantalla se oscureciera en su teléfono, pude ver que se enviaba mensajes de texto con alguien, sus dedos volando sobre las teclas mientras la ira hervía dentro de ella.
Lo dejo pasar. Quienquiera que fuese, no es algo de lo que ella quiera hablar conmigo, y teniendo en cuenta el progreso que estamos haciendo, no quiero arruinarlo. Por supuesto, tengo una innegable curiosidad sobre su pasado, pero por ahora, tengo que aceptar los pedazos de sí misma que está dispuesta a compartir.
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 4:55 am

15
Brittany


—Necesito ir a Nueva York, a hacerme cargo de algunas cosas —le digo a Pace en medio de las repeticiones.
Me alejo de la banca y me limpió la frente con una toalla. Pace toma asiento, agarrando la barra con una mirada de confusión en su rostro. —Dime que esto no tiene nada que ver con ver a Stella.
—Los dos sabemos que necesito hacerme cargo de este desastre entre los dos. Esto se ha prolongado demasiado.
—Es mala idea, Brittany. Nunca tuviste ninguna restricción en lo que tuviera que ver con ella. Es sólo que no quiero verte siendo arrastrada de vuelta a algo por lo que trabajaste tan duro por salir.
Está equivocado en una cosa, nunca me he salido. —De eso se trata este viaje, te lo prometo. Cierre. De una vez por todas.
Se recuesta y le doy la barra de la banca. Hace quince repeticiones, soltando respiraciones lentas y tranquilas. —¿Y cuántas veces durante el año pasado escuché eso? Tiene razón. La he dejado que me afecte, que me absorba, pero esta vez se sentía diferente. Esta vez tengo a Santana en mi vida. Puede no ser mucho, pero tengo algo en el horizonte con una chica hermosa y dulce. Y mi maldita brújula de moral no me dejará que la siga de la manera que quiero hasta que sea libre de la mega-bestia.
Nos movemos a hacer sentadillas, pero él aún me mira con curiosidad. —¿Vas a llevar a Santana contigo?
—No, joder. Ella no sabe nada sobre Stella y yo, y lo prefiero de esa manera. En realidad, te iba a pedir si podrías pasar por la casa, vigilarla.
—¿No confías en ella estando sola en la casa, eh?
—No, no es nada de eso. Sólo no quiero que se aburra. —Ahora está trabajando con Kylie, pero sé por experiencia que las noches pueden ser difíciles estando solo en esa gran casa.
—Hecho, jefa. —Pace me sonríe, una sonrisa tonta que inmediatamente me dice todas las maneras en que planea entretenerla. Me hace querer golpearlo. Cristo, necesito poner mi cabeza en su sitio.
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 12, 2016 5:14 am

17
Brittany


El viaje fue un fracaso completo. Desperdicié los últimos años de mi vida con alguien que, ahora me doy cuenta, nunca fue digna de mi tiempo, y un fin de semana en su presencia no arregló una maldita cosa. No sé por qué pensé que lo haría.
Con una mujer como Santana en mi vida —alguien tan amable, generoso y puro— abrí los ojos a algo más. Lo que tuve con Stella nunca fue la profunda conexión de alma que buscaba. Pero algo me dijo que podría haber encontrado por fin lo que buscaba en Santana. Ella subastó su virtud para salvar la vida de su hermana. ¿Quién hace eso? Es especial y sorprendente de muchas maneras. Y ahora deseo llegar a casa, a ella.
Me pregunto, a pesar del extraño comienzo de nuestra relación amo/esclava, si tenemos alguna oportunidad de algo real.
Cuando mi avión finalmente aterriza y llega al hangar, ato mi bolsa de lona de cuero a mi moto y salgo como una bala. La única cosa en mi mente es limpiar mis pensamientos del desastroso fin de semana y poner el cálido y flexible cuerpo de Santana en mis manos. Mientras mi moto ruge en la autopista de la Costa del Pacífico, el deseo de ver a Santana y estar cerca de ella se propaga a través de mí. Nunca imaginé que pasar dos noches a solas, después de pasar tantos con ella acurrucada cálidamente a mi lado, me afectaría tan profundamente. Pero ahora lo sé. Mis hermanos dirían que me volví suave —y tendrían razón— pero no me importa.
Irrumpiendo en el vestíbulo, reviso la cocina y el estudio buscándola. Encuentro la planta baja vacía de todo el mundo, excepto del personal de la casa, subo las escaleras de dos en dos y llevo mi trasero a mi dormitorio, decidiendo que de cualquier manera, es el mejor lugar posible en el que podría encontrarla. Vacío.
Lo mismo con el baño principal. No está aquí.
Llamo a Kylie, quien confirma que hoy no está trabajando.
¿Qué diablos?
A continuación, intento con Marta. No hay respuesta. ¿Todo el mundo desapareció de la faz del planeta hoy?
Incapaz de moderar la ansiedad corriendo por mis venas, me cambio a un traje de baño y decido nadar para quemar el exceso de energía mientras espero que llegue a casa.
Me encuentro con Beth en mi camino a la piscina, quien confirma que nadie ha visto a Santana.
Setenta y dos vueltas más tarde, mi cuerpo se encuentra cansado, pero mi mente sigue pensando. Salgo de la piscina, dejando un rastro húmedo en el trayecto y colapso en un sillón a esperar. Tiene que volver a casa en algún momento, ¿no? A menos que ya se haya enterado y ella... No. Al menos me daría la oportunidad de explicar. Tengo que creer eso.
Cuando abro los ojos algún tiempo después, Santana está sobre mí, su cabello largo cayendo como una ola sobre mis pechos.
—¿Britt? Despierta. Te vas a quemar aquí.
Parpadeo varias veces, la cruda luz del sol de la tarde provoca que destellos bailen en mis ojos.

Santana


Brittany me mira, parpadeando para aclarar su visión. Su traje de baño se encuentra mojado y su piel se vuelve de un tono dorado. No la esperaba en casa a mitad del día, pensando que una vez que volara de regreso desde Nueva York, se dirigiría a la oficina. Pero en cambio, fue directamente a casa. Esto provoca que mi pecho se encoja. Quiero saltar a sus brazos, pero sigue mirándome y su boca se encuentra fruncida hacia abajo.
Parece que fue al infierno y de regreso. —¿Qué pasa? —pregunto.
Se sienta y frota una mano por su cara. —¿Dónde estabas?
—Fui de compras con Marta. —Señalo las bolsas de las compras y las pongo al lado de las puertas de cristal del patio.
Se levanta y anuda la toalla a la cintura antes de alejarse pisoteando.
—¿Brittany? —La sigo—. ¿Qué pasa? ¿Tu viaje estuvo bien? —Teniendo en cuenta que no me ha dicho absolutamente nada, la pregunta se siente falsa. Lo odio.
—Estuvo bien.
Se encuentra de espaldas a mí y coloco una mano en su hombro, masajeando suavemente el músculo tenso. —¿Te enojaste porque no me encontraba aquí?
—Me gusta venir a casa, contigo. —Se encoge de hombros.
La rodeo, así puedo enfrentarla a los ojos. —Me extrañaste.
—No, la casa se hallaba demasiado tranquila. Vacía.
—Los demás seguían aquí. Me extrañaste.
—¿Podemos no hablar de esto? —Su voz es firme, pero su mirada es suplicante y suave. La combinación hace que me derrita un poco.
Suprimo una sonrisa. Saber que me extrañó tanto como la extrañé, me hace sentir mareada. —Ahora estoy en casa. —Enlazo mis dedos con los suyos y su boca se relaja en una de las sonrisas que he llegado a amar en ella—. Entonces, ¿qué quieres hacer ahora que regresaste?
Sus manos se envuelven alrededor de mi cintura y me acerca. —Ven a nadar conmigo.
Mi sonrisa en respuesta ilumina todo mi rostro. Ella es tan ligero y despreocupada, decido que me gusta que falte a trabajar un lunes. —Entonces, fiesta en la piscina. Sólo tengo que ponerme mi traje de baño. Su boca se curva en una sonrisa maliciosa. —No, el traje de baño no es necesario. No hay nadie alrededor. —Mira hacia los imponentes arbustos verdes que crean un muro virtual alrededor de su finca, enjaulándola en privacidad. Pero olvida que el personal de la casa permanece aquí y las ventanas de piso a techo significan que tienen una línea de vista directa a la piscina.
Abro la boca para protestar cuando sus manos se deslizan a los lados de mis muslos, levantando mi vestido veraniego para exponer mis bragas negras estilo tanga y sostén de realce a juego.
Arroja el vestido a una silla cercana. —Ups.
Cuando me acerca, piel desnuda calentada por el sol acaricia la mía y mis ojos se cierran.
Sintiéndome audaz, llevo mis manos a la espalda y desabrocho mi sostén, dejándolo caer justo cuando siento los dedos de Britt doblarse a los lados de mi ropa interior. Frota los pulgares sobre los huesos de mi cadera y desliza sus manos hacia abajo, empujando mis bragas por mis piernas y dejándolas caer a mis pies.
Estar desnuda en la brillante luz del día debería hacerme sentir cohibida, pero la forma oscura y hambrienta con la que Britt me mira, me hace sentir hermosa y especial. Sus manos se deslizan a mis costados, enviando pequeños estremecimientos sobre mi piel a pesar del calor exterior.
—Vamos a conseguir que te mojes —susurra.
Tomando mi mano, me lleva a la parte menos profunda de la piscina de borde infinito y nos metemos juntas, tomadas de la mano. El agua es tan cálida y perfecta; no necesita ajuste; mientras envuelve mis tobillos, pantorrillas y luego los muslos. Aunque mi bikini no cubre mucho, nadar desnuda es una experiencia completamente diferente. El agua lame mi piel y la sensación resultante es liberadora y serena. Una vez que nos sumergimos hasta el pecho de Britt y a mis hombros, me enjaula contra ella lado de la piscina y se inclina para besarme.
Su boca se mueve con urgencia contra la mía, como si persiguiera algo que está desesperada por reclamar, algo entre nosotras. Me levanto en los dedos de mis pies y envuelvo mis brazos alrededor de su cuello, pasando los dedos por su cabello.
Empiezo a darme cuenta que soy algo más que una follada casual para Britt. Y me gusta que se haya tomado su tiempo, llegando a conocerme, ganando mi confianza antes que las cosas progresaran a un punto de no retorno, a pesar de la espera enloquecedora. Por el camino, me volví una adicta a la calidez que infunde muy dentro de mí, y quiero más. Por difícil que sea, rompo nuestro beso, apoyando mi frente contra la de ella. —No me has follado. ¿Duermes con alguien más? —Mi voz es un susurro débil. Pero tengo que saber antes de entregarme a ella. Me enamoré de ella por completo y el saber que esto no es exclusivo me mataría.
Su mirada determinada encuentra la mía. —No. No ha habido nadie más. —Besa mis labios castamente—. No he follado a nadie en dos años.
Dejo escapar un suspiro audible. ¿Dos años? ¿Por qué? —¿Voto de celibato? —bromeo.
—Algo así. —Su expresión es sombría y su mandíbula se aprieta, como si quisiera decir algo más, pero no lo hace.
—Podríamos arreglar eso... —Las palabras permanecen en el aire húmedo entre nosotras y nuestras miradas permanecen fijas la una con la otra.
Envuelvo mis piernas alrededor de su cintura y sus manos se mueven hacia mi culo, sosteniéndome como si fuera ingrávida en el agua. Puedo sentir su caliente coño a través de su traje de baño y me froto contra ella, produciendo un gruñido de satisfacción que sale profundo de su garganta.
Presiona sus caderas hacia delante, meciéndose levemente, la presión contra mi clítoris es enloquecedora. En tan sólo unas pocas semanas, me he vuelto adicta a su contacto.
—¿Es eso lo que quieres, dulzura? ¿mis dedos enterradas dentro de tu pequeño coño caliente?
La fricción es increíble y mis ojos se cierran. —S-sí —admito.
Los dedos de Britt encuentran mi centro desnudo y me acaricia ligeramente, un dedo deslizándose contra mi sedoso calor, frotándose, probando, mientras se mueve. Rodea mi clítoris sin poner allí el contacto directo. Gimo de frustración y Britt muerde mi labio inferior, atrayéndolo a su boca y chupándolo.
—Quiero probarte. Quiero follarte con mi boca y mis dedos primero. Quiero asegurarme de que estás lista para recibirme. —y entierra su cara en mi cuello. Me encanta poder sentir lo mucho que me quiere.
La necesidad de estar más cerca es un deseo que consume todo, y aprieto más mis piernas alrededor de su cintura como si quisiera acercarme. Sólo la idea de cuán fácilmente se deslizará dentro de mí en el agua caliente, me tiene mojada y lista.
Con mis brazos plantados sobre sus hombros, me balanceo contra ella, disfrutando de la sensación de su coño mi centro y de los pequeños gruñidos que libera mientras besa mis labios. Descruzo las piernas de su cintura, mis pies descalzos apoyándose en el suelo de la piscina y empiezo a desatar la cuerda que cierra su traje de baño. Brittany mira trabajar mis manos bajo el agua. Su torso reluciente por el agua es demasiado atractiva. Quiero lamer cada gota de sus abdominales, pero mi objetivo en este momento es tener su hermoso coño en mis manos.
Mi corazón late irregularmente cuando comprendo que esto finalmente está sucediendo. Ella no me detiene.
Al darme cuenta que algo más captó su atención, sigo su mirada hacia la puerta de vidrio que da a la casa. Beth se encuentra de pie en la puerta abierta, mirándonos.
¿Por Dios, demasiado inoportuna?
—Señorita Pierce... —Comienza ella.
—Algo de privacidad, ¿por favor? —gruñe lanzándole una mirada gélida.
—Pero, señorita...
—¡Salga! —grita, pero Beth no se retira.
¿Qué diablos está pasando?
—Señorita Pierce, su esposa está aquí —dice.
Destellos bailan en mi visión y me sacuden, desestabilizando mis pies. Una mujer sale detrás de Beth —alta y majestuosa, con mechones de cabello rojo en cascada sobre los hombros y la mirada más glacial apuntando directamente a mí.
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Mensaje por Susii Vie Feb 12, 2016 9:31 am

Ohhh joderjoderjoderjoderjoderjoder!!! Joder!! Ohhh por dioooooos! Es Stella?:o !!! Y esta casada con ella?!?!?!?


Última edición por Susii el Vie Feb 12, 2016 10:08 pm, editado 1 vez
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Mensaje por micky morales Vie Feb 12, 2016 7:23 pm

a la m..... ahi esta todo!!!! su esposa, britt es una falsa de m.... como ha podido jugar asi con los sentimientos de santana????? en fin.... solo es algo que compro, que decepcion!!!!!
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Feb 13, 2016 3:36 am

Destellos bailan en mi visión y me sacuden, desestabilizando mis pies. Una mujer sale detrás de Beth —alta y majestuosa, con mechones de cabello rojo en cascada sobre los hombros y la mirada más glacial apuntando directamente a mí.

Brittany

Fijo mi mirada con la de Stella y mi libido se desvanece al instante. Da un paso hacia el patio que rodea la piscina y se detiene abruptamente, notando que no estoy sola. Se ve más vieja, más dura a plena luz del día —pequeñas líneas se arrugan alrededor de sus ojos y su boca se frunce en una mueca.
Su mirada choca con Santana y tengo el repentino deseo de proteger su cuerpo del cruel escrutinio de Stella —como si con su sola mirada dañaría a mi dulce y pura Santana. Echo un vistazo a Santana, quien se encuentra desnuda, pálida y temblorosa.
—Bueno, ahora veo en lo que te has mantenido tan ocupada —dice Stella, su voz desprovista de cualquier emoción.
Santana se aleja de mí, la pérdida de su tacto es desagradable e indeseado. —¿B-Brittany? —Su voz temblorosa es un susurro débil.
No respondo. No puedo. Todo lo que puedo hacer es mirar directamente al par más dulce de ojos negros que he visto nunca y orar a Dios que me dejará explicarme.
—Sí, ella está casada, querida, así que sugiero que saques tu desnudez de mi piscina antes de que llame a la policía —dice Stella, colocando una mano con manicura en su cadera.
Una sola lágrima rueda por la mejilla de Santana mientras se mueve más lejos de mí y sale de la piscina, desnuda y temblando como una hoja.
Mi corazón recién reparado se rompe en mil pedazos diminutos, mientras todo lo que pensé que gané en las últimas semanas, se pierde de nuevo.
—San... —Me levanto sobre el borde de la piscina y la alcanzo, pero ella se mueve por las puertas de cristal, sin pasar por las toallas en su prisa por escapar de Stella.
Joder.
El dolor en mi pecho se intensifica. La voz de Stella corta a través de los oscuros pensamientos arremolinándose en mi cabeza. No puedo perder a Santana. Hay más sucediendo entre nosotras de lo que cualquiera de nosotras esperaba.
Me enamoré de ella.
Mientras el pensamiento corre a través de mí, sé que pude haberla perdido ya.


FIN DE LA PRIMERA PARTE
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Mensaje por Susii Sáb Feb 13, 2016 12:52 pm

Ohhhhh!!!! Quiero mas!
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Mensaje por monica.santander Dom Feb 21, 2016 5:21 pm

obvio que vas a publicar la continuación o no?????
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Mensaje por micky morales Dom Feb 21, 2016 9:26 pm

por lo menos avisa por favor si no va a haber segunda parte!!!! gracias.
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Mensaje por monica.santander Lun Feb 22, 2016 11:17 am

Hola!!
Segunda parte??
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 26, 2016 5:46 pm

Descargo de Responsabilidad: Ni la historia ni los personajes me pertenecen.
____________________________________________

II PARTE

Filthy Beautiful Love

SINOPSIS



Nunca esperé ver a Santana alejarse. Ella era mía. La poseería. Ella no lo sabía aún. Nueva meta: Cerrar el trato y sacudir su mundo tan a fondo para que nunca quiera irse de nuevo.
Altamente sexual y cargada emocionalmente, Filthy Beautiful Love

CHAPTER 1

Santana


—¿Vas a decirme de dónde vino el dinero? —Elizabeth me mira expectantemente sobre el borde de su tercera copa de Chardonnay.
—Brittany—revela mi lengua suelta gracias al alcohol antes de que pueda filtrarlo—. Ella y yo teníamos una especie de arreglo.
—¿Cómo lo conociste? —pregunta Beth, su mirada inquisitiva.
—Siguiente pregunta. —Puede que tenga varios tragos de más pero no hay manera de que le diga de la subasta. Tenía que mantener algo de dignidad en esta vergonzosa situación.
Sus ojos nunca se alejan de los míos mientras toma otro sorbo contemplativo. Estamos sentadas en un pequeño bar en el lobby de nuestro hotel. Cuando me enteré del estado civil de Brittany, huí a casa, destruida y con el corazón roto. Beth me convenció de que necesitábamos un fin de semana de chicas. Decidí mejorarlo y volamos a Roma por capricho. Así que aquí estamos, a mitad de camino alrededor del mundo y todo lo que podemos discutir es el exacto tema que me hizo huir en primer lugar. Increíble. Tomo otro saludable trago de mi bebida. Dios, ¿no tienen nada más fuerte que el vino en este país?
—¿Qué clase de arreglo puedes hacer con una mujer que solo te da medio millón de dólares, San? —Su tono es acusador. Es algo bueno que no sepa sobre el resto del dinero, que está estancado en mi propia cuenta bancaria. Sé que mi familia tiene un montón de preguntas acerca de dónde vino el dinero para el tratamiento de Beth, y hasta ahora, no he dicho ni una palabra. Hasta ahora. Sus ojos se amplían y golpea una mano sobre su boca—. Oh, por Dios, ¿eras algo así como, su esclava sexual? —Se ríe.
Mis mejillas arden, pero sacudo la cabeza.
—En realidad tienes que tener sexo para que sea el caso, y creo…
Todavía se está riendo, así que sé que no tiene idea de que dio en el clavo. Ding, ding, ding. Tenemos un ganador.
—No hablemos del dinero, Beth. No es importante. Brittany estaba dispuesta a proporcionarlo, y no me arrepiento de nada porque ayudó a que mejoraras. Por favor, déjalo así —le suplico que lo deje ser. Su salud está cooperando por una vez y quiero disfrutar este viaje, solo nosotras. No quiero volver a pensar en Brittany S. Pierce. Es demasiado doloroso.
—Si es tan sexy como dijiste, pasaría un mal momento al no arrancarle la ropa y saltar sobre ella. Ups, lo siento, mi vagina accidentalmente aterrizó sobre la de ella.
Fuerzo una sonrisa ante su cambio de tema. Por supuesto que es sobre sexo. Beth no es una virgen y está mucho más adelantada en el sexo que yo. Pensarías que es lo contrario, pero de algún modo, yo soy la prudente, mientras que el estar enferma desde muy joven le enseñó a agarrar la vida por las bolas y vivirla al máximo. Le envidio eso.
Su primera experiencia sexual fue con un chico en el centro de tratamiento para el cáncer. Él tenía diecisiete años y ella apenas tenía quince. Me contó cada detalle, un brillo de orgullo en su mirada. Era inspirador cómo no dejaba que nada se interpusiera en su camino. Había invocado su fuerza interior la noche que me encontraba en ese bloque de subastas esperando ser vendida.
—¿San? —pregunta, alejándome de mis distantes pensamientos—. ¿Estás bien?
—La extraño —admito suavemente—. Es una locura, ¿verdad?
—No lo es. Eso es normal cuando rompes con alguien, por lo que he escuchado.
—No rompí con ella. No era mi novia. Está casada, ¿recuerdas? —Le había dicho todo a Beth, sobre vivir con ella, volvernos más cercanas, y sobre estar desnuda en la piscina cuando su esposa llegó una tarde. Por supuesto que Brittany trató de detenerme, todo menos enfrentarme en el pasillo de su mansión que de repente se sentía fría y extraña para mí. Esperé que tratara de negarlo, que me lo explicara todo, pero lamentablemente, era cierto. Stella era su esposa. Estuvo casada todo el tiempo.

—Técnicamente. Pero todavía pienso que necesitas el resto de la historia. Obviamente su esposa no estaba viviendo ahí. ¿Cuánto tiempo han estado separadas?
Me encojo de hombros. —Ella no había tenido sexo en dos años. —Amenos que también estuviera mintiendo sobre eso. Ya no sé qué creer.
—Maldición, esa es una larga temporada de sequía. Y si es tan sexy como dijiste que es…no es como si no hubiera tenido ofertas, ¿no?
Yo era una de esas ofertas. Me sonrojo, dándome cuenta de que prácticamente le puse mi vagina en bandeja de plata y repetidamente la rechazó. Es suficiente para darle a una chica baja autoestima.
—Escucha, está bien extrañarla. Está bien estar confundida. —Se extiende a través del espacio entre nosotras y toma mi mano. A pesar de ser seis minutos más joven que yo, Beth siempre ha sido muy sabia para su edad. Su consejo es reflexivo y puntual. Bebe lo último de su vino—. Pero estamos en la maldita Roma en un viaje de chicas por primera vez en nuestras vidas, así que no está permitido lamentarse. Vamos a divertirnos.
Yupi, diversión. Mi corazón se siente como si hubiera pasado por una trituradora de papel. Asiento y fuerzo una sonrisa en mi rostro. Beth tiene razón. Este podría ser realmente el viaje de nuestras vidas para ambas. Quién sabe lo que traiga el futuro. No puedo desperdiciar el tiempo en sentir lástima por mí misma. Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.
Extraño la cama de Brittany, su aroma, la sensación de mejilla contra mi mejilla cuando nos besamos. Extraño todo de ella. Justo mientras comenzábamos a acercarnos, todo lo que había empezado a amar fue arrancado de mí, dejando un agujero en mi pecho.
Forzándome a alejar los pensamientos de ella de mi mente, me tomo el resto de mi vino y miro el encantador ambiente del bar que nos rodea, esperando que este viaje sea la distracción que necesito.
A la mañana siguiente, el toque en la puerta de nuestra habitación nos sorprende a ambas. Beth y yo intercambiamos una mirada. Ella se encoje de hombros mientras cruzo la habitación para ver quién es. Al menos ambas estamos vestidas.
Una vez que la puerta se abre, tropiezo hacia atrás, mirando esos oscuros, intensos ojos enmarcados por pesadas pestañas que reconocería en cualquier parte.
—Britt…—murmuro, absolutamente sorprendida de verla aquí en Italia.


—San…—responde, su voz ronca.
—¿Q-Qué estás haciendo aquí? —Estoy sin aliento y no sé por qué.
—Tú —dice simplemente, sus ojos quemando los míos.
Todo lo que he estado tratando de olvidar me golpea a la vez. Sus profundos ojos azules hambrientos y buscando. La línea de su mandíbula, su altura, e incluso su aroma evoca un sentido de deja-vu. Recuerdo todo con perfecto detalle, incluyendo el perverso placer que le daba a mi cuerpo. Suprimo un cálido estremecimiento.
—Hola, pastelito —dice Pace, sonriéndome desde detrás de Brittany.
¿Qué en el mundo? Recordando mis modales, dejo que mi mirada vague de mala gana de Brittany para saludar a Pace y presentarle a Beth. Totalmente perdida por lo que están haciendo aquí, doy un paso a un lado para dejarlos entrar.
La amplia sonrisa de Beth mientras sacude la mano de Pace me recuerda el efecto que puede tener en una chica reunirse con él por primera vez. Sus mejillas están rosadas y sus ojos están encendidos con picardía. Oh, esto no es bueno.
—Y esta debe ser la infame Brittany Pierce —dice ella, encontrando los ojos de Britt.
Mirando a mi hermana mientras aprecia la perfecta forma de Brittany de la cabeza a los pies, mi pecho se aprieta y siento mis ojos llenarse de lágrimas. Luego mi rabia comienza a elevarse, recordando su traición. Pero estoy en tal estado de sorpresa que me toma un momento hacer funcionar mi boca. —Ignórala. Ya se va —digo, recordando lo que hemos pasado.
—Ahh, no seas así —dice Pace—. Solo pasamos diez horas aprendiendo a volar para venir a verte. Lo menos que puedes hacer es invitarnos a entrar, y dejarme coquetear con tu hermana. —Su sonrisa ladeada está de regreso y lo juro, prácticamente veo doblarse las rodillas de Beth.
—¿Aprendiste a volar por mí? —espeto sin pensar.
—Era la única opción. El jet no estaba disponible. Quería salir en el próximo vuelo y la primera clase se encontraba llena —explica Brittany.
Trato de imaginar a estos dos hermanos, quienes miden más de dos metros de altura doblados en los estrechos asientos del avión durante horas.
—Ahora, eso es amor —declara Pace en voz baja.
—¿Aquí es donde se están quedando? —Brittany echa un vistazo alrededor del pequeño cuarto, lo que le toma tres segundos.


Venir a este viaje ya era un derroche en primer lugar, no iba desperdiciar el precioso dinero que tenía en volar en primera clase o una lujosa habitación de hotel. Incluso aunque hasta ahora Beth había respondido bien al tratamiento, no había garantía de que permaneciera saludable, o que no necesitaría otra ronda en un costoso centro de tratamiento.
—¿Qué hay de malo con la habitación? ¿No satisface tus altos estándares? —declaro, cruzando mis brazos frente a mi pecho. Frunce el ceño. —Déjame darte una mejor. Déjenme llevarlas a un lugar más apropiado —dice Brittany, sus ojos encontrándose de nuevo con los míos.
¿Cómo se atreve? No puede llegar aquí, interrumpir mis vacaciones y después insultar el lugar donde me estoy quedando. No lo controla todo. La urgencia de empujarla fuera del cuarto y cerrarle la puerta en la cara es casi abrumadora. Tomo una respiración profunda, mientras ella lee mi incómoda expresión y da un paso atrás.
—No importa. Mientras estén cómodas. —Mira la ropa de cama como si estuviera buscando chinches.
Imbécil.
—Lo estoy. —O por lo menos lo estaba hasta que llegó de la nada y envió mis emociones completamente en picada.
Pace cruza la habitación, saca la pequeña silla del escritorio y se deja caer en ella. Su forma empequeñece todo en nuestro cuarto. Se ve fuera de lugar, pero de buena manera. —No me había dado cuenta de que tenías una hermana. Lo sexy obviamente corre en la familia. —Le da un guiño a Beth.
—Somos gemelas —le informa Beth.
Siempre nos hemos visto un poco diferentes, y ahora más que nunca. Con el cabello de Beth volviendo a crecer, apenas llega a sus hombros y lo lleva ondulado y desordenado. Mi cabello cae como una gruesa cortina por mi espalda y es tan liso como una flecha. También es como siete kilos más delgada que yo. La quimio te hace eso.
—Mmm —gruñe Pace, sus ojos vagando entre las dos—. Siempre he tenido una fantasía secreta con gemelas. —La mirada hambrienta en su rostro es suficiente para llevar a una mujer a sus rodillas. Beth no tiene oportunidad ante su encanto.
Brittany se acerca a mi lado, sus puños tensándose cuando lanza una mirada malvada hacia Pace. —No me hagas matarte tan pronto después de aterrizar. Eso realmente arruinaría el viaje.

—No me hagas confiscar tus ovarios. Ahora ve a hablar con tu mujer —lo desafía Pace.
Abro la boca para corregirlo. No soy la mujer de nadie, pero mi cerebro regresa a la fatídica noche en que Britt me adquirió en la subasta. Acepté el dinero y gasté una buena parte de él. ¿Eso significa que todavía le pertenezco a pesar de descubrir que está casada?
Maldigo el estúpido contrato, maldigo a la mujer por sostener cautivo mi corazón. Eso nunca fue parte del plan.
Cuando encuentro sus ojos nuevamente, se ve perdida, rota, y eso tira de algo profundo dentro de mí. Por mucha rabia que sentí cuando descubrí que me había mentido todo el tiempo que estuvimos juntas, todavía tengo sentimientos por ella. No puedo solo apagarlos. A pesar de sus defectos, ayudó a mi hermana, y me hizo sentir viva. Ella era todo lo que nunca supe que quería.
—¿Podemos salir al pasillo y hablar por un minuto? —pregunta Brittany, su voz un susurro suave.
—Escúchalo, niña. Hazlo por mí —dice Pace, sus hoyuelos a máxima potencia, como si supiera que son imposibles de resistir. El idiota.
Trago y doy un imperceptible asentimiento antes de seguirla al pasillo. Voló medio camino por el mundo, lo menos que puedo hacer es escuchar su explicación. Tal vez me dará un muy necesario cierre. Tal vez pueda obtener las respuestas que necesito para continuar y también descubrir en dónde nos encontramos con respecto a la enorme cantidad de dinero que intercambiamos. Nunca recogió su parte del trato después de todo, todavía soy virgen.


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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por micky morales Vie Feb 26, 2016 8:11 pm

que se supone que brittany va a explicar, esa idiotez de estar casada con esa arpia no tiene explicacion, existe el divorcio, o no donde ellas viven??????? ja.
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por monica.santander Vie Feb 26, 2016 10:41 pm

Quiero saber cual es la explicación de Britt!!!!
Saludos y gracias por continuar con la historia!!
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Finalizado Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 26, 2016 11:43 pm

Micky Morales Hoy A Las 7:11 Pm que se supone que brittany va a explicar, esa idiotez de estar casada con esa arpia no tiene explicacion, existe el divorcio, o no donde ellas viven??????? ja. escribió:

Monica.Santander Hoy A Las 9:41 Pm Quiero saber cual es la explicación de Britt!!!! Saludos y gracias por continuar con la historia!! escribió:

Ya sabran por que Brittany no se ha divorciado y veran que no es tan facil. adelantare lo mas posible para que se den cuenta el hecho por que no lo ha hecho. ademas ahora en su panorama esta santana y brittany no quiere tocarla mientras no este divorciada, ya dije mucho, ahora las actualizaciones
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Vie Feb 26, 2016 11:53 pm

Micky Morales Hoy A Las 7:11 Pm que se supone que brittany va a explicar, esa idiotez de estar casada con esa arpia no tiene explicacion, existe el divorcio, o no donde ellas viven??????? ja. escribió:

Monica.Santander Hoy A Las 9:41 Pm Quiero saber cual es la explicación de Britt!!!! Saludos y gracias por continuar con la historia!! escribió:

Ya sabran por que Brittany no se ha divorciado y veran que no es tan facil. adelantare lo mas posible para que se den cuenta el hecho por que no lo ha hecho. ademas ahora en su panorama esta santana y brittany no quiere tocarla mientras no este divorciada, ya dije mucho, ahora las actualizaciones
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