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Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
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Susii
marthagr81@yahoo.es
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Una vez que estamos en el pasillo, Brittany se detiene delante de mí, mirándome a los ojos directamente. —Entonces, esa es Elizabeth, ¿eh? —Inclina su cabeza hacia la puerta.
—Sí.
—Se ve bien. Es decir, saludable.
Asiento. —Sí, el tratamiento funcionó, hasta ahora. Va a tener otra ronda en dos semanas, pero con todo lo que ha pasado, parecía un buen momento para escapar, para ambas. —Ninguna de las dos ha hecho nada así antes, pero era parte de mi plan de empezar realmente a vivir.
Asiente. —Ya veo.
Nos quedamos en silencio por varios segundos y la mano de Brittany se tuerce como si quisiera tocarme, pero no lo hace. Gracias a Dios.
—¿Y el hecho de que huyeras a otro país tiene algo que ver con…Stella?
Me encojo involuntariamente. Odio que diga su nombre. Eso inmediatamente conjura la imagen de ese día en la piscina, cuando todo mi mundo se destrozó. En Italia, su nombre no existe.
—¿Me contarás la historia? —pregunto.
—Cualquier cosa que quieras saber.
—¿Te estás divorciando?
—Eso está en discusión.
—Entonces me voy. —Me giro hacia la puerta, mi mano agarrando el pomo.
—No. Quédate. Escúchame, por favor —implora Brittany, alejando mis dedos de la manilla de la puerta. Su mano sobre mi piel envía una ráfaga de calor a través de mí ante el recuerdo de lo que esas manos pueden hacer. Aún es la única mujer que me ha hecho venirme. Me estremezco como si el recuerdo chamuscara una parte de mí.
Escucho una ronda de risa femenina detrás de la puerta. Me calienta escuchar a Beth divertirse, y eso me devuelve al momento. Girándome para volver a enfrentar a Brittany, tomo una profunda, calmante respiración. —¿La amas?
—No. —Su voz es segura, firme—. Nunca la amé como debía hacerlo.
Mis hombros se relajan levemente. Incluso si mi cuerpo quiere correr, y mi cabeza está gritándome que escape, mi corazón se ha ligado a esta mujer. Y para bien o para mal, una parte de mí necesita escucharla, entender esta desastrosa situación en la que me encuentro. Tal vez si puedo encontrarle sentido, entonces pueda seguir adelante.
—Por favor, déjame explicarte, eso es todo lo que pido. —Levanta sus palmas en un gesto conciliador.
Nunca la había visto parecer tan devastada y rota. Ojeras delinean sus ojos y no se ha afeitado en días. Aunque estoy de acuerdo en escucharla, una ola de nauseas me golpea. ¿Estoy preparada para manejar lo que sea que está a punto de decirme? Pongo una mano contra la pared buscando apoyo. —Solo necesito un minuto…
Deja salir un pesado suspiro y juro que parece que el arrepentimiento cae sobre sus facciones. —Te daré todo el tiempo que necesites, dulzura —murmura
El apodo en sus labios se presiona como un peso contra mi pecho. Mi corazón se siente pesado, latiendo sordamente contra mi caja torácica.
Otro ataque de risa de Beth nos saluda desde detrás de la puerta.
—Probablemente está tratando de meterse en sus pantalones —dice Brittany.
—No creo que a ella le importe mucho.
—¿Deberíamos comprobar a nuestros hermanos mientras te tomas un minuto?
Asiento. Bien podríamos hacerlo. No creo que esté lista para oír toda la sórdida historia acerca de cómo la mujer de la que me estaba enamorando está casada, y por como suena, no necesariamente planeando divorciarse. Una bebida fuerte podría ayudar a aliviar un poco este dolor en mi pecho, también.
De vuelta en la pequeña habitación de hotel, Beth y Pace están de pie cerca de las ventanas abiertas, enfrascados en una conversación. Nunca la había visto lucir tan feliz y animada. Está coqueteando abiertamente y acicalándose como un pavo real, torciendo un mechón de cabello alrededor de su dedo y sonriéndole brillantemente. Nuestras vacaciones están a punto de volverse más interesantes.
Notando que nos encontramos de regreso en el cuarto, Beth se gira hacia mí. —San, ¿sabías que Pace pasó un semestre estudiando aquí en Roma? Va a llevarme de excursión, para mostrarme los mejores lugares que no están en esas guías de turismo que compramos.
Tanto por patear a Pace y a Brittany. Se suponía que este era un viaje de chicas, pero no voy a negarle nada a Beth, y puedo decir que le encantaría pasar más tiempo en compañía de Pace. Es esa maldita sonrisa ladeada y su hoyuelo que solo te ruegan que vayas a jugar.
—¿Cómo supiste en donde estaba? —le pregunto a Brittany.
—Kylie —confirma.
Comencé a trabajar con Kylie en la organización benéfica de Brittany un par de días a la semana y no se sintió bien dejarla colgada. Y mientras que solo había tenido la intención de decirle que estaría fuera de la ciudad por un tiempo, ella de alguna manera me hizo soltar la sopa sobre mi viaje a Roma.
—¿Cuándo llegaron? —pregunta ella.
—Anoche. —Es casi mediodía, pero con el cambio de horario y el vino que consumimos anoche, ni Beth ni yo hemos desempacado nada. En realidad es un milagro que estemos levantadas y duchadas.
—Asumo que no han almorzado todavía. Vayamos a conseguir algo de comer y lo explicaré todo. —Se gira hacia mi hermana, quien por alguna razón está apretando el bíceps de Pace mientras él le sonríe con adoración—. Pace, Beth, ¿qué les parece un bocado rápido antes de irse de excursión?
—Estoy dentro —dice Pace.
—Yo también —se entromete Beth, agarrando su cartera.
Quiero enfurruñarme, estampar mi pie y negarme a ir, pero negarme la comida es una infantil manera de castigarla. —Hay servicio de habitación. —Asiento hacia el menú ubicado encima del vestidor.
—De ninguna manera vamos a quedarnos dentro de la habitación todo el día, San —incita Beth—. Vamos, solo es un almuerzo.
Le frunzo el ceño. Traidora. Hago una nota mental de no ser tan buena con ella. Como ahorrarle un poco de agua caliente para la ducha esta mañana, ese era un trato de una sola vez en la vida. Puede que piense que está ayudando al interferir entre Britt y yo, pero no lo hace.
Recojo mis cosas, mi cartera, lentes de sol, los euros que cambié antes de dejar el aeropuerto, y sigo al grupo hacia el elevador. Esto debería ser interesante
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Una vez que estamos en el pasillo, Brittany se detiene delante de mí, mirándome a los ojos directamente. —Entonces, esa es Elizabeth, ¿eh? —Inclina su cabeza hacia la puerta.
—Sí.
—Se ve bien. Es decir, saludable.
Asiento. —Sí, el tratamiento funcionó, hasta ahora. Va a tener otra ronda en dos semanas, pero con todo lo que ha pasado, parecía un buen momento para escapar, para ambas. —Ninguna de las dos ha hecho nada así antes, pero era parte de mi plan de empezar realmente a vivir.
Asiente. —Ya veo.
Nos quedamos en silencio por varios segundos y la mano de Brittany se tuerce como si quisiera tocarme, pero no lo hace. Gracias a Dios.
—¿Y el hecho de que huyeras a otro país tiene algo que ver con…Stella?
Me encojo involuntariamente. Odio que diga su nombre. Eso inmediatamente conjura la imagen de ese día en la piscina, cuando todo mi mundo se destrozó. En Italia, su nombre no existe.
—¿Me contarás la historia? —pregunto.
—Cualquier cosa que quieras saber.
—¿Te estás divorciando?
—Eso está en discusión.
—Entonces me voy. —Me giro hacia la puerta, mi mano agarrando el pomo.
—No. Quédate. Escúchame, por favor —implora Brittany, alejando mis dedos de la manilla de la puerta. Su mano sobre mi piel envía una ráfaga de calor a través de mí ante el recuerdo de lo que esas manos pueden hacer. Aún es la única mujer que me ha hecho venirme. Me estremezco como si el recuerdo chamuscara una parte de mí.
Escucho una ronda de risa femenina detrás de la puerta. Me calienta escuchar a Beth divertirse, y eso me devuelve al momento. Girándome para volver a enfrentar a Brittany, tomo una profunda, calmante respiración. —¿La amas?
—No. —Su voz es segura, firme—. Nunca la amé como debía hacerlo.
Mis hombros se relajan levemente. Incluso si mi cuerpo quiere correr, y mi cabeza está gritándome que escape, mi corazón se ha ligado a esta mujer. Y para bien o para mal, una parte de mí necesita escucharla, entender esta desastrosa situación en la que me encuentro. Tal vez si puedo encontrarle sentido, entonces pueda seguir adelante.
—Por favor, déjame explicarte, eso es todo lo que pido. —Levanta sus palmas en un gesto conciliador.
Nunca la había visto parecer tan devastada y rota. Ojeras delinean sus ojos y no se ha afeitado en días. Aunque estoy de acuerdo en escucharla, una ola de nauseas me golpea. ¿Estoy preparada para manejar lo que sea que está a punto de decirme? Pongo una mano contra la pared buscando apoyo. —Solo necesito un minuto…
Deja salir un pesado suspiro y juro que parece que el arrepentimiento cae sobre sus facciones. —Te daré todo el tiempo que necesites, dulzura —murmura
El apodo en sus labios se presiona como un peso contra mi pecho. Mi corazón se siente pesado, latiendo sordamente contra mi caja torácica.
Otro ataque de risa de Beth nos saluda desde detrás de la puerta.
—Probablemente está tratando de meterse en sus pantalones —dice Brittany.
—No creo que a ella le importe mucho.
—¿Deberíamos comprobar a nuestros hermanos mientras te tomas un minuto?
Asiento. Bien podríamos hacerlo. No creo que esté lista para oír toda la sórdida historia acerca de cómo la mujer de la que me estaba enamorando está casada, y por como suena, no necesariamente planeando divorciarse. Una bebida fuerte podría ayudar a aliviar un poco este dolor en mi pecho, también.
De vuelta en la pequeña habitación de hotel, Beth y Pace están de pie cerca de las ventanas abiertas, enfrascados en una conversación. Nunca la había visto lucir tan feliz y animada. Está coqueteando abiertamente y acicalándose como un pavo real, torciendo un mechón de cabello alrededor de su dedo y sonriéndole brillantemente. Nuestras vacaciones están a punto de volverse más interesantes.
Notando que nos encontramos de regreso en el cuarto, Beth se gira hacia mí. —San, ¿sabías que Pace pasó un semestre estudiando aquí en Roma? Va a llevarme de excursión, para mostrarme los mejores lugares que no están en esas guías de turismo que compramos.
Tanto por patear a Pace y a Brittany. Se suponía que este era un viaje de chicas, pero no voy a negarle nada a Beth, y puedo decir que le encantaría pasar más tiempo en compañía de Pace. Es esa maldita sonrisa ladeada y su hoyuelo que solo te ruegan que vayas a jugar.
—¿Cómo supiste en donde estaba? —le pregunto a Brittany.
—Kylie —confirma.
Comencé a trabajar con Kylie en la organización benéfica de Brittany un par de días a la semana y no se sintió bien dejarla colgada. Y mientras que solo había tenido la intención de decirle que estaría fuera de la ciudad por un tiempo, ella de alguna manera me hizo soltar la sopa sobre mi viaje a Roma.
—¿Cuándo llegaron? —pregunta ella.
—Anoche. —Es casi mediodía, pero con el cambio de horario y el vino que consumimos anoche, ni Beth ni yo hemos desempacado nada. En realidad es un milagro que estemos levantadas y duchadas.
—Asumo que no han almorzado todavía. Vayamos a conseguir algo de comer y lo explicaré todo. —Se gira hacia mi hermana, quien por alguna razón está apretando el bíceps de Pace mientras él le sonríe con adoración—. Pace, Beth, ¿qué les parece un bocado rápido antes de irse de excursión?
—Estoy dentro —dice Pace.
—Yo también —se entromete Beth, agarrando su cartera.
Quiero enfurruñarme, estampar mi pie y negarme a ir, pero negarme la comida es una infantil manera de castigarla. —Hay servicio de habitación. —Asiento hacia el menú ubicado encima del vestidor.
—De ninguna manera vamos a quedarnos dentro de la habitación todo el día, San —incita Beth—. Vamos, solo es un almuerzo.
Le frunzo el ceño. Traidora. Hago una nota mental de no ser tan buena con ella. Como ahorrarle un poco de agua caliente para la ducha esta mañana, ese era un trato de una sola vez en la vida. Puede que piense que está ayudando al interferir entre Britt y yo, pero no lo hace.
Recojo mis cosas, mi cartera, lentes de sol, los euros que cambié antes de dejar el aeropuerto, y sigo al grupo hacia el elevador. Esto debería ser interesante
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Chapter 2
Santana
La cafetería con terraza es hermosa y discreta. Mesas negras de hierro forjado y sillas con cojines mullidos de color vino, y la hiedra que crece a lo largo de un pequeño enrejado que separa la calle de la terraza de la cafetería, completan el espacio. Por encima, el cielo azul está soleado y claro, pero no hace demasiado calor, y me resulta difícil mantenerme de mal humor.
Brittany sugiere un vino blanco de un viñedo local y cuando llega, nunca he probado algo tan ligero, fresco y refrescante. Su impecable sabor es sólo una cosa más fácil de amar de ella. Pero no puedo ir allí. No lo haré. Mi cuerpo ya me ha traicionado saltando a la vida cuando está cerca, al igual que cuando me ayudó con la silla y su mano rozó la parte inferior de mi espalda. Dejó un hormigueo en la piel. Y cuando deslizó la silla en frente de mí, su altura e imponente presencia causó que me aleteara un poco el pecho. Tengo que controlarme.
Sus ojos recorren mi piel, mis hombros desnudos expuestos atisbándose a escondidas del top y mi pecho y el cuello a ras del calor. Me alegro de que nuestras hermanos vayan al grano cuando se trata de hacer una conversación, porque Brittany y yo nos quedamos en completo silencio. La charla no parece encajar en mi estado de ánimo y no tengo la menor idea de qué decir independientemente. Ellos charlan a lo suyo, sin que les importe el mundo, mientras Brittany y yo intercambiamos miradas serias.
—¿Cuánto tiempo llevan aquí? —pregunta Beth.
—Depende —dice Pace.
—¿De qué? —reto. En lo que a mí respecta, Brittany lo ha dejado claro, mostrándose aquí en algún tipo de alarde femenino para reclamar su propiedad. Puede enojarse ahora, muchas gracias.
Los ojos tristes de Brittany se deslizan sobre los míos. —Quiero una oportunidad —dice, su voz oscura. ¿Una oportunidad de explicarse, o una oportunidad conmigo? Estoy agradecida por las grandes gafas de sol que me protegen los ojos de los suyos.
—¿No es eso lo que ella te ha dado todas esas semanas en LA? —pregunta Beth, viniendo a mi rescate.
Gracias, Dios. La hermana sana y luchadora que conozco y amo está de vuelta. Miro por encima a Beth, comunicándole mi agradecimiento sin necesidad de hablar.
Brittany observa la interacción que ocurre entre Beth y yo, no dudando en preguntarse lo que le he contado de mi tiempo en Los Ángeles. Espero que me conozca lo suficientemente bien como para saber que nunca habría divulgado nuestro secreto.
—La cagué. Fue un error que no te dijera... —La voz de Brittany es gruesa con emoción, a diferencia de la que jamás le he oído antes.
—Stella es un mega bestia que... —comienza Pace. Brittany levanta una mano, silenciando a su hermano.
—No, Pace. Este es mi problema. Voy a arreglarlo.
No tengo ni idea de por qué, pero el repentino deseo de aliviar su dolor y angustia estalla dentro de mí. —¿Estoy aquí no? —digo, mirando a los ojos de Brittany. Por supuesto, no soy lo suficientemente valiente para quitarme la cubierta de mis gafas de sol, pero aun así.
Su mirada triste se disipa muy ligeramente.
Una hora más tarde, estamos por nuestra segunda botella de vino antes de que la camarera incluso piense en traer el menú del almuerzo. Me doy cuenta de que la sugerencia de Brittany de tomar un bocado rápido se está convirtiendo rápidamente en un asunto de toda la tarde. El ritmo de la comida de este país no es nada como los EE.UU...
—Vamos a pedir algo de comer, ¿de acuerdo?—pregunta Pace, y me entrega un menú impreso íntegramente en italiano.
Nuestra comida es finalmente entregada, y mientras comemos, Beth se abre sobre su tratamiento. No puedo dejar de notar cómo Brittany se inclina hacia adelante en los codos para absorber cada palabra. Ella sabe que los altos precios del tratamiento fueron posibles por su generosa oferta ganadora. Y tal vez es su lado caritativo, pero puedo ver en su expresión reverente que algo dentro de ella se siente orgullosa de haber ayudado.
Cuando Beth sondea a Brittany sobre su trabajo, ella hace algunos comentarios improvisados acerca de la banca de inversión y luego se lanza en una discusión detallada de su fundación de caridad. Está cerca de cumplir su misión en África. La nueva escuela que ha construido tendrá su gran inauguración en breve.
Beth está asombrada escuchándola —claramente es un buen partido que acaba de ponerse aún mejor a sus ojos.
—La obra de San está olvidada. Fue de gran ayuda esas semanas que pasamos para atrapar a Kylie. —Ella alcanza mi mano y me muevo bajo la mesa.
Aunque la conversación zumba alrededor de mí, apenas puedo mantener el ritmo. Mi cabeza está llena de preguntas sobre el matrimonio de Brittany con una mujer a la que reconocidamente no ama. ¿Por qué se casó con ella? ¿Dónde ha estado mientras yo he estado durmiendo en su cama? Toda mi relación con ella ahora se siente contaminada.
A pesar de nuestro precario inicio de las cosas, empecé a creer que había sido traído a mi vida por una razón. Enviada a mí como un ángel de la guarda para sanar a Beth y mi despertar sexual. Me pasé dos meses viviendo con ella, acercándome, enamorándome de ella.
Me pregunto ahora más que nunca por qué no se acostó conmigo. ¿Era porque no quería ser infiel a su esposa?
—¿San? —La voz de Brittany corta a través de mi cabeza—. ¿Más vino?
Niego con la cabeza. —Preferiría ponerme en marcha de regreso al hotel.
Ella mira su reloj y frunce el ceño. —Está bien. Eso debería estar bien.
Terminamos nuestro almuerzo de insalata, pan caliente, vino blanco y varias botellas de agua con gas. Después de que Brittany paga la comida, Pace y Beth se levantan de la mesa, pareciendo un poco achispadas y con ganas de compensar su exploración.
Brittany y yo caminamos al lado del otro en silencio todo el camino de vuelta al hotel. Pero hay tantas nuevas vistas, sonidos y olores que capturar, que apenas observo el rígido silencio incómodo que se instala entre nosotras. Simplemente el navegar por las calles empedradas desiguales con mis sandalias de tiras me lleva una concentración extra. Cuando llegamos al hotel, Brittany abre la puerta y me hace pasar con su palma caliente una vez más contra mi espalda y dejando una ráfaga de hormigueo a su paso.
Un joven vestido con un uniforme del hotel nos detiene en el vestíbulo.
—Una nueva llave para usted, señorita. —Su acento italiano acaricia las palabras, por lo que suenan mucho más sexy de lo que son.
—Tengo una llave. —La sostengo.
—Sí, pero es para su nueva suite. Planta diecisiete. —Dobla la tarjeta llave en mi mano, mientras que me quita la vieja.
Recuerdo que Brittany se detuvo para hablar en voz baja con el conserje antes irnos del hotel. ¿Es esto lo que ha hecho? Ella levanta una ceja y se encoge de hombros. —Sólo quería que estuvieras cómoda.
Me muerdo la lengua para evitar señalar que había estado más cómoda antes de que ella apareciera y comenzara a interferir, pero en el fondo, sé que está tratando de ser amable, tan molesto como eso podría ser. No puede ganarme de nuevo con gestos reflexivos y observaciones dulces. Llámame loca, pero tengo una regla sobre ir a citas con mujeres, que están casadas: no lo hago.
—No deberías haberlo hecho —muerdo y me doy la vuelta hacia el ascensor, golpeando el botón varias veces con mi pulgar. Me doy cuenta de que Brittany está esperando a mi lado y le doy una mirada afilada—. Creo que puedes esperar en el vestíbulo a Beth y Pace para acabar la cita turística.
—Me prometiste que podríamos hablar —dice, haciendo que su tono sea claramente de desagrado.
Sí, pero eso fue antes del vino y de las miradas posesivas que ella me obsequió durante todo el almuerzo. No confío en mí misma a solas en una habitación con ella ahora mismo. —No creo que estar a solas en una habitación de hotel con una mujer casada sea lo correcto.
Lanza un gruñido de frustración a la vez que las puertas del ascensor se abren, y me arrastra dentro.
Campanas de advertencia suenan dentro de mi cabeza. Estoy a punto de estar a solas con una mujer que todavía tiene poder sobre mi corazón a pesar del estatus de no disponible de su relación.
Sé fuerte, Santana.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Brittany
Fijando a Santana en la pared del ascensor, mis manos se aprietan en puños por encima de su cabeza. Necesito invocar cada onza de autocontrol que tengo para no empujar mis caderas contra las suyas y reclamar su boca. Sé que he perdido la razón, pero mi cuerpo se niega a entender eso.
Puedo ver su pulso vibrar en el cuello mientras me agacho cerca de su oído.
—No me empujes ahora. No puedo controlar mis emociones de mierda —algo muy nuevo para mí, puedo asegurarte. —Ella empuja ambas manos contra mi pecho, empujándome hacia atrás varios pasos.
—Oh, ¿no puedes controlar tus emociones? Trata de ponerte en mi lugar. —Su voz se eleva frenéticamente—. Estaba completamente desnuda en tu maldita piscina tratando de seducirte cuando tu esposa se presentó. —La palabra esposa es escupida de su boca como una agria bomba.
—Te fuiste corriendo antes de que tuviera la oportunidad de explicarte. No respondiste a mis llamadas y ahora que he volado seis mil millas sólo para establecer el récord directamente contigo. —Doy una respiración profunda y enderezo mi postura. Discutir con ella no va a llegar a ninguna parte. Por supuesto, tiene el derecho de estar enfadada. —. Escucha, San. Necesitaba verte. He venido arriba para hablar contigo. Después de una intensa disputa, su mirada cae al suelo mientras ella se da cuenta de que más negociación será inútil. —¿En qué piso estoy?
—Planta superior —respondo. La mejor suite que tienen. Obviamente.
Al darse cuenta de que sólo estamos de pie en el ascensor, que aún no nos hemos movido desde el nivel del suelo, con cautela se inclina y presiona el botón.
Mi boca se levanta en una sonrisa. Estamos progresando.
Por mis instrucciones, el equipaje de Santana y de Elizabeth se ha transportado a la suite. Hay un salón de tamaño moderado, dos dormitorios separados, cada uno con su propio baño y un pequeño balcón con vistas a la fuente del patio. Ella se da un minuto para navegar por las habitaciones, ligeramente pasando los dedos a lo largo de un dorado aparador antiguo y doblando la cintura para oler el nuevo arreglo de flores blancas en la mesa de café.
Tomo cada segundo que pueda para empaparme de ella. Aunque sólo han pasado tres días desde que la he visto, entre mis brazos, dormida con su cuerpo caliente junto a mí, se siente como si fuera mucho más tiempo. El privilegio de tocarla se ha roto, y mi cuerpo se revuelve en silenciosa agonía, mi corazón dolorido y mis puños apretados inútilmente en mis costados. Yo odio jodidamente esto.
Tenemos que hablar como adultos civilizados, pero joder, no sé ni cómo empezar.
—San... —empiezo.
—Britt... —dice ella, al mismo tiempo.
Compartimos una sonrisa incómoda.
—Ven, siéntate. —Hago un gesto al sofá —territorio neutral y ella obedece, quitándose las sandalias y enrollando las piernas debajo suyo mientras se hunde en el cojín más alejado de mí.
—Pregúntame lo que quieras saber. No hay más secretos —prometo.
Rebotando una rodilla arriba y hacia abajo, ella retuerce el anillo en su dedo pulgar. —¿Cuánto tiempo llevas casada?
Libero un profundo suspiro y empujo los dedos por mi pelo. Mucho más tiempo del que quiero admitir.
—Si tratas de ocultar las cosas... si vas a estar evasiva... —Ella traga.
—Todo lo que quieras saber. Aunque la verdad es dura de escuchar —confirmo. Como tanto me gustaría protegerla de la horrible verdad, no lo haré. No, si no es lo que ella quiere. —. He estado casada durante cuatro años. Durante los últimos dos, no hemos vivido en el mismo estado.
—¿Por qué estaba en tu casa ese día?
—¿Quién coño sabe? Hemos estado tratando de resolver nuestro divorcio durante mucho tiempo. Pero ninguno de nosotras puede estar de acuerdo en nada. —Ella se lame los labios, pensando en esta información.
—¿Ella es la razón por la que te fuiste a Nueva York?
—Sí, Stella vive en Nueva York con su novio. Fui allí para tratar de hablar con ella acerca de los términos de nuestro divorcio en persona. No funcionó.
Su frente arruga. —¿Tiene novio?
Asiento con la cabeza. —Nuestro ex jardinero. Me enteré de que comenzaron a follar después de que nos casamos.
Su boca se estira en un ceño fruncido. —Oh.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
—Resulta que nunca me quiso, a pesar de que mi familia me advirtió acerca de sus motivos, no pude verlo. Quería una mujer en mi vida, y no sé... —Me froto la sien distraídamente. —Tal vez tenía que ver con la pérdida de mi madre a una edad tan joven... Pero me gusta la compañía, la compañía de alguien a mi lado. Alguien cálida y amorosa para compartir mi vida con ella. —Sueno como una mariquita completa, pero así era como la yo de veinticuatro años de edad veía el mundo.
Y Stella era la esposa trofeo perfecta, acompañándome a funciones de trabajo, vistiéndose a la última moda y siempre una sonrisa de felicidad en sus labios. Lástima que todo había sido falso.
—¿Qué pasó? —pregunta Santana, su tono ablandándose.
—Las cosas cambiaron tan pronto como nos comprometimos. Pensé que era sólo la tensión por la planificación de la boda, quería que fuera el asunto de la década, algo que la élite de Los Ángeles estuviera zumbando los años por venir, el planearlo puso mucha presión en ella. No veía que todo era para el espectáculo. Era más sobre el vestido, la fiesta y el champán francés que sobre nosotras.
Santana muerde su labio, escuchando atentamente. No tengo ni puta idea de por qué estoy descargando todo esto... pero algo me dice que si tengo alguna esperanza en salvar las cosas entre nosotras, tengo que desnudar mi alma.
Me aclaro la garganta y continúo. —Y a pesar de que mis hermanos trataron de convencerme de lo contrario, me había convencido de que todo iba a estar bien. No iba a cancelar mi boda, simplemente porque mi prometida se estaba convirtiendo en una noviazilla. Me imaginé que todo se calmaría después del día de la boda.
—¿Pero no lo hizo? —pregunta Santana en voz baja.
—No. Estaba distante y fría. Nada que ver con la sonriente chica encantadora de la que me enamoré en primer lugar. Una vez que la roca estaba en su dedo y la tinta sobre la licencia de matrimonio, estaba seca, se convirtió en una persona completamente diferente. La persona que sospechaba que ella era en realidad todo el tiempo. Había jugado conmigo. Se había casado conmigo por mi dinero y había caído en ello como una tonta enamorada.
—Lo siento, Britt... —comienza.
—No, no lo hagas. —Ella no debe ser la que se disculpe conmigo. El dolor de cabeza que sentí venir antes ahora era un gran latido en mis sienes. Continué—: Después de la fiesta Stella me atrapó, hizo difícil el siquiera pensar en confiar en otra mujer. Estando separadas durante los últimos dos años, he tratado de salir en citas causalmente. No quería, pero mis hermanos de vez en cuando me presentaban una mujer. Detrás de cada sonrisa dulce y cada mirada coqueta estaba alguien interesado sólo en mi cuenta bancaria y el estilo de vida que podía proporcionar. Quería una conexión genuina, no una esposa trofeo. Pero me di cuenta de que con mi estado y mi riqueza, amor verdadero no iba a ser algo fácil de encontrar.
—Entonces, ¿por qué ir a la subasta? —Su confusión está grabada entre sus cejas mientras espera a que responda.
—¿Lo digo sin rodeos? —Sonrío.
Asiente con la cabeza para que continúe.
—Una persona tiene sus límites. La frustración sexual reprimida de ser célibe durante dos años... Estaba caliente como la mierda y necesitaba tener sexo.
Su boca se retuerce en una sonrisa.
—Esa es la verdad completa. Sabía exactamente lo que estaba pagando y que no habría ninguna posibilidad de sentimientos o falsas promesas.
—¿Por qué no simplemente contratar una escolta1?
Me encojo de hombros. La idea se me había ocurrido un par de veces. —Supongo que no soy el tipo de persona que contrata una escolta. Quería algo más discreto. No podía tener esa información filtrándose. CEOs que se ven atrapados contratando prostitutas por lo general terminan en el noticiero de la noche.
Asintió con la cabeza comprendiendo en silencio.
—Con la subasta, me gustó la prueba médica, los acuerdos de no divulgación y confidencialidad prometidos para mí. Además, el ángulo de compañerismo que cubrimos antes.
—Pero tú nunca... nosotras nunca... —Hace una pausa.
—Nunca te cogí —termina por ella.
Levanta la barbilla con indignación. —¿Por qué no? ¿Es porque te has sentido como si la estuvieras engañando? —pregunta, sus grandes ojos cafes se clavaron en los míos.
Alcanzo su mano, tirándola sobre mi regazo, incapaz de resistir el calor físico que proporciona. —No, es porque me he sentido como si te estuviera engañando a ti. Te merecías más y yo lo sabía.
Su labio inferior tiembla y las ganas de chuparlo se encienden dentro de mí.
Tirando de su mano, Santana se levanta de un salto. —No puedes decir esas cosas. —Hay rabia en sus ojos y me quedo sin palabras. No puedo ni empezar a imaginar todos los pensamientos y emociones que pasan por su cabeza. Así que no voy a tratar. Se mueve a la ventana y mira hacia afuera solemnemente.
Levantándome, me paro detrás de ella, resistiendo la tentación de tirarla más cerca. —No puedo perderte —susurro—. No cuando siento como si mi vida está finalmente cayendo en su lugar. Eras la pieza que faltaba. Eras el queso de mis macarrones. —Sonrío ligeramente, esperando que recuerde.
Se gira hacia mí. Su mirada suave se fija en la mía y puedo decir que las dos estamos recordando el tiempo que pasamos juntas. Se sentía bien. —No puedo hacer esto, Brittany. Estaba desarrollando sentimientos reales por ti.
¿Estaba? Sé que me estoy enamorando de ella, malditamente aterrador como lo es. Sacudo la idea alejándola, una vez más tratando de convencerme de que mi interés por ella es sólo acerca de ver cumplirse el acuerdo.
—Estás casada —me recuerda.
Pisoteando mis emociones, trago. —Sólo legalmente. Y si puedo conseguir que esté de acuerdo con los términos, voy a firmar el divorcio...
—Espera. ¿Tú eres el que retrasa el divorcio? —Ira parpadea en los ojos cafes normalmente tranquilos de Santana. El cambio en ella es inconfundible. Es como si me hubiera tropezado sin querer con un alambre y una bomba está a punto de detonar. Doy un paso atrás vacilante.
—Sí.
—Pero... no entiendo...
Mierda. ¿Cómo le explico esto sin enojarla más?
—Si me divorcio, ella gana. Va a tomar la mitad de todo, además de que seré condenada a pagar la manutención del cónyuge. —No se trata de dinero. Bueno, supongo que sí, porque la división de mis millones pondrá en riesgo mi inversión en el proyecto de África. Esto significa que habré caído en su juego, gancho, línea y plomo. Stella uno, Brittany cero. Pero peor que eso, los fondos para la escuela, el hospital y todos los proyectos que había planeado se detendrían mientras mi dinero está atado en una batalla legal. No voy a dejar que mi cagada personal sea la causa de tanta destrucción. Estoy canalizando cada poco de dinero que tengo en esta caridad y no voy a sacrificar un solo dólar para mantener a Stella en Manolo Blahnik mientras niños pasan hambre. Malditamente no.
—Tú... —Sus ojos se abren y luego cierran de golpe. —No tienes un acuerdo prenupcial, y ahora tu orgullo es demasiado terco para soportar el golpe financiero. —Parpadea hacia mí y algo se tuerce en el interior de mis entrañas.
Tiene razón sobre el acuerdo prenupcial, fui una maldita idiota. Veinticuatro años de edad cuando nos casamos y pensé que estaba enamorada. Pero se equivoca sobre el resto. —Esto no tiene nada que ver con el orgullo. Mi objetivo desde el principio ha sido esperar a que salga, y completar mi proyecto en África antes de finalizar el divorcio. No tendré mi dinero atrapado en una batalla judicial, mientras que podría estar haciendo algo realmente útil con él.
La mirada escrutadora de Santana y su postura rígida me obligan a ver que tal vez todo esto no va a terminar bien. Después de sobrevivir a Stella, necesito una mujer que entienda mi disco duro y el deseo de ver algo bueno en el mundo. Pensé que Santana sería esa mujer. Pero tal vez me equivoqué. Tomo una respiración tranquilizadora y lucho para despejar mi cabeza.
Santana se mueve a través del cuarto, su postura rígida mientras va a la ventana del fondo que da al patio de abajo. Cruzo la habitación en unos pocos pasos largos y estoy detrás de ella, respirando el aroma de su cabello. —San... —murmuro.
Sus hombros se relajan y sorbe como si estuviera llorando.
Girándola hacia mí, veo que su cara está de color rojo y una sola lágrima cae por su mejilla de porcelana.
—No llores. —Limpio la humedad con mi pulgar. —Eres todo lo que quiero. El resto, Stella, el papeleo, voy a resolverlo. Sólo necesito tiempo. Y necesito tu fe en mí. —No sé por qué eso es repentinamente tan importante, pero lo es. Sus ojos se cierran y no protesta. Es un comienzo.
Nunca me arrastré así antes, pero tampoco, nunca me sentí tan atraída por una mujer como lo estoy por Santana. Incapaz de resistir la tentación de tocarla, paso mis dedos a lo largo de sus brazos expuestos, acariciando delicadamente su piel suave.
Santana traga y parpadea hacia mí. Inclinándome para bajar mi boca a la suya, susurro contra sus labios. —Eres mía, dulzura.
Mi coño estuvo medio húmedo y necesitado todo el almuerzo, pero ahora que estamos solas, la bestia está exigiendo atención. He viajado miles de kilómetros para conseguir que me escuche, y ahora lo último que quiero hacer es hablar. Estoy deseándola como una droga.
Su boca se abre y tomo la oportunidad de besar suavemente su labio inferior, y luego la parte superior, salpicando cuidadosamente su dulce boca con besos tiernos.
Sus manos se cierran en puños en mi camisa y en un momento creo que va a alejarme, pero me arrastra más cerca y mis besos van de castos a calientes en dos segundos. El saber que no la he perdido envía una carrera de emoción a través de mí.
Mi lengua empuja más allá de sus labios entreabiertos y la acaricia. Maldita sea, he echado de menos las cosas que esta boca puede hacer. La humedad y la palpitación de mi centro hace estragos en mis pantalones recuerda muy bien.
La necesidad de saborearla, consumir cada parte de sus llamas dentro de mí. Y sabiendo que hay una cama en la habitación contigua envía mi mente girando con posibilidades. Quiero más. Lo quiero todo, todo lo que tiene que ofrecer, pero me obligo a desacelerar y mirarla a los ojos, buscando alguna señal de disgusto. Su mirada es la lujuria desenfrenada pura.
Mi mano se desliza bajo el dobladillo de la falda que lleva puesta. Si supiera mis oscuros pensamientos en este momento, no se habría puesto esto en mi presencia. Pero parece felizmente ignorante de que quiero follarla duro y rápido hasta que esté dolorida y con las piernas cansadas de mi dedos, de coño y de mi lengua repetidamente empalándola.
La Mujer que ha llegado a conocer ejerce moderación y control en todo momento, pero esa mujer no está por ningún lado. Incapaz de contenerme de tocarla, deslizo mi mano hasta la parte exterior de su muslo y la siento temblar, pero no se aparta. No mueve un solo músculo.
Curvando mi mano alrededor, palmeo una mejilla de su culo redondo, suave y caliente en mi mano y amaso la carne suculenta. Me vuelve jodidamente loca de deseo. Quiero su culo. Quiero cada parte de ella.
Sintiéndome audaz, deslizo un dedo bajo el elástico de sus bragas y siento que suelta un suspiro tembloroso. Así es bebé. Déjame que tocarte.
—¿Quieres esto, no? —susurro contra su clavícula.
Niega con la cabeza.
—No me mientas, dulzura.
Acaricio un dedo a lo largo de sus pliegues de seda. Ya está húmeda de deseo. Arrastro mi dedo hasta su centro, separando sus labios y encontrando su clítoris. Con la yema de mi dedo índice, dibujo círculos pequeños en su manojo de nervios y siento que se hincha. Oh sí. Al recordar la primera vez que la hice acabar, mi coño palpitaba y necesitaba atención y era doloroso.
Las manos de Santana se cierran en puños a sus costados, y se ve como si estuviera luchando contra algo. Su frente se anuda y su respiración es irregular, pero no se mueve para alejarse, de hecho, se está inclinando a mi tacto, inclinando las caderas, así puedo frotar su clítoris en el ángulo correcto. Me doy cuenta de que está teniendo una batalla interna con ella misma. Su cuerpo quiere esto, pero su cabeza le está diciendo que no. Y mi opinión es que sus manos están apretadas para detenerse a sí misma de alargarlas y tocarme. Seguramente puede sentir mi necesidad furiosa presionando en su cadera.
Está bien, puedes tocarme, bebé.
Por favor jodidamente tócame.
Quiero sentir su pequeño puño cerrarse alrededor de mí y apretando. Siento que me voy a morir si no me toca pronto. Estoy a dos segundos de sacar toda mi ropa yo misma y acariciarla hasta que me venga.
Justo cuando Santana comienza a gemir en voz baja y puedo decir que se está acercando hacia la liberación, da un paso atrás fuera de mi alcance así que mi mano se desliza fuera de sus bragas. Sus ojos tienen hambre y nadan en emoción tácita.
Mierda.
Y Stella era la esposa trofeo perfecta, acompañándome a funciones de trabajo, vistiéndose a la última moda y siempre una sonrisa de felicidad en sus labios. Lástima que todo había sido falso.
—¿Qué pasó? —pregunta Santana, su tono ablandándose.
—Las cosas cambiaron tan pronto como nos comprometimos. Pensé que era sólo la tensión por la planificación de la boda, quería que fuera el asunto de la década, algo que la élite de Los Ángeles estuviera zumbando los años por venir, el planearlo puso mucha presión en ella. No veía que todo era para el espectáculo. Era más sobre el vestido, la fiesta y el champán francés que sobre nosotras.
Santana muerde su labio, escuchando atentamente. No tengo ni puta idea de por qué estoy descargando todo esto... pero algo me dice que si tengo alguna esperanza en salvar las cosas entre nosotras, tengo que desnudar mi alma.
Me aclaro la garganta y continúo. —Y a pesar de que mis hermanos trataron de convencerme de lo contrario, me había convencido de que todo iba a estar bien. No iba a cancelar mi boda, simplemente porque mi prometida se estaba convirtiendo en una noviazilla. Me imaginé que todo se calmaría después del día de la boda.
—¿Pero no lo hizo? —pregunta Santana en voz baja.
—No. Estaba distante y fría. Nada que ver con la sonriente chica encantadora de la que me enamoré en primer lugar. Una vez que la roca estaba en su dedo y la tinta sobre la licencia de matrimonio, estaba seca, se convirtió en una persona completamente diferente. La persona que sospechaba que ella era en realidad todo el tiempo. Había jugado conmigo. Se había casado conmigo por mi dinero y había caído en ello como una tonta enamorada.
—Lo siento, Britt... —comienza.
—No, no lo hagas. —Ella no debe ser la que se disculpe conmigo. El dolor de cabeza que sentí venir antes ahora era un gran latido en mis sienes. Continué—: Después de la fiesta Stella me atrapó, hizo difícil el siquiera pensar en confiar en otra mujer. Estando separadas durante los últimos dos años, he tratado de salir en citas causalmente. No quería, pero mis hermanos de vez en cuando me presentaban una mujer. Detrás de cada sonrisa dulce y cada mirada coqueta estaba alguien interesado sólo en mi cuenta bancaria y el estilo de vida que podía proporcionar. Quería una conexión genuina, no una esposa trofeo. Pero me di cuenta de que con mi estado y mi riqueza, amor verdadero no iba a ser algo fácil de encontrar.
—Entonces, ¿por qué ir a la subasta? —Su confusión está grabada entre sus cejas mientras espera a que responda.
—¿Lo digo sin rodeos? —Sonrío.
Asiente con la cabeza para que continúe.
—Una persona tiene sus límites. La frustración sexual reprimida de ser célibe durante dos años... Estaba caliente como la mierda y necesitaba tener sexo.
Su boca se retuerce en una sonrisa.
—Esa es la verdad completa. Sabía exactamente lo que estaba pagando y que no habría ninguna posibilidad de sentimientos o falsas promesas.
—¿Por qué no simplemente contratar una escolta1?
Me encojo de hombros. La idea se me había ocurrido un par de veces. —Supongo que no soy el tipo de persona que contrata una escolta. Quería algo más discreto. No podía tener esa información filtrándose. CEOs que se ven atrapados contratando prostitutas por lo general terminan en el noticiero de la noche.
Asintió con la cabeza comprendiendo en silencio.
—Con la subasta, me gustó la prueba médica, los acuerdos de no divulgación y confidencialidad prometidos para mí. Además, el ángulo de compañerismo que cubrimos antes.
—Pero tú nunca... nosotras nunca... —Hace una pausa.
—Nunca te cogí —termina por ella.
Levanta la barbilla con indignación. —¿Por qué no? ¿Es porque te has sentido como si la estuvieras engañando? —pregunta, sus grandes ojos cafes se clavaron en los míos.
Alcanzo su mano, tirándola sobre mi regazo, incapaz de resistir el calor físico que proporciona. —No, es porque me he sentido como si te estuviera engañando a ti. Te merecías más y yo lo sabía.
Su labio inferior tiembla y las ganas de chuparlo se encienden dentro de mí.
Tirando de su mano, Santana se levanta de un salto. —No puedes decir esas cosas. —Hay rabia en sus ojos y me quedo sin palabras. No puedo ni empezar a imaginar todos los pensamientos y emociones que pasan por su cabeza. Así que no voy a tratar. Se mueve a la ventana y mira hacia afuera solemnemente.
Levantándome, me paro detrás de ella, resistiendo la tentación de tirarla más cerca. —No puedo perderte —susurro—. No cuando siento como si mi vida está finalmente cayendo en su lugar. Eras la pieza que faltaba. Eras el queso de mis macarrones. —Sonrío ligeramente, esperando que recuerde.
Se gira hacia mí. Su mirada suave se fija en la mía y puedo decir que las dos estamos recordando el tiempo que pasamos juntas. Se sentía bien. —No puedo hacer esto, Brittany. Estaba desarrollando sentimientos reales por ti.
¿Estaba? Sé que me estoy enamorando de ella, malditamente aterrador como lo es. Sacudo la idea alejándola, una vez más tratando de convencerme de que mi interés por ella es sólo acerca de ver cumplirse el acuerdo.
—Estás casada —me recuerda.
Pisoteando mis emociones, trago. —Sólo legalmente. Y si puedo conseguir que esté de acuerdo con los términos, voy a firmar el divorcio...
—Espera. ¿Tú eres el que retrasa el divorcio? —Ira parpadea en los ojos cafes normalmente tranquilos de Santana. El cambio en ella es inconfundible. Es como si me hubiera tropezado sin querer con un alambre y una bomba está a punto de detonar. Doy un paso atrás vacilante.
—Sí.
—Pero... no entiendo...
Mierda. ¿Cómo le explico esto sin enojarla más?
—Si me divorcio, ella gana. Va a tomar la mitad de todo, además de que seré condenada a pagar la manutención del cónyuge. —No se trata de dinero. Bueno, supongo que sí, porque la división de mis millones pondrá en riesgo mi inversión en el proyecto de África. Esto significa que habré caído en su juego, gancho, línea y plomo. Stella uno, Brittany cero. Pero peor que eso, los fondos para la escuela, el hospital y todos los proyectos que había planeado se detendrían mientras mi dinero está atado en una batalla legal. No voy a dejar que mi cagada personal sea la causa de tanta destrucción. Estoy canalizando cada poco de dinero que tengo en esta caridad y no voy a sacrificar un solo dólar para mantener a Stella en Manolo Blahnik mientras niños pasan hambre. Malditamente no.
—Tú... —Sus ojos se abren y luego cierran de golpe. —No tienes un acuerdo prenupcial, y ahora tu orgullo es demasiado terco para soportar el golpe financiero. —Parpadea hacia mí y algo se tuerce en el interior de mis entrañas.
Tiene razón sobre el acuerdo prenupcial, fui una maldita idiota. Veinticuatro años de edad cuando nos casamos y pensé que estaba enamorada. Pero se equivoca sobre el resto. —Esto no tiene nada que ver con el orgullo. Mi objetivo desde el principio ha sido esperar a que salga, y completar mi proyecto en África antes de finalizar el divorcio. No tendré mi dinero atrapado en una batalla judicial, mientras que podría estar haciendo algo realmente útil con él.
La mirada escrutadora de Santana y su postura rígida me obligan a ver que tal vez todo esto no va a terminar bien. Después de sobrevivir a Stella, necesito una mujer que entienda mi disco duro y el deseo de ver algo bueno en el mundo. Pensé que Santana sería esa mujer. Pero tal vez me equivoqué. Tomo una respiración tranquilizadora y lucho para despejar mi cabeza.
Santana se mueve a través del cuarto, su postura rígida mientras va a la ventana del fondo que da al patio de abajo. Cruzo la habitación en unos pocos pasos largos y estoy detrás de ella, respirando el aroma de su cabello. —San... —murmuro.
Sus hombros se relajan y sorbe como si estuviera llorando.
Girándola hacia mí, veo que su cara está de color rojo y una sola lágrima cae por su mejilla de porcelana.
—No llores. —Limpio la humedad con mi pulgar. —Eres todo lo que quiero. El resto, Stella, el papeleo, voy a resolverlo. Sólo necesito tiempo. Y necesito tu fe en mí. —No sé por qué eso es repentinamente tan importante, pero lo es. Sus ojos se cierran y no protesta. Es un comienzo.
Nunca me arrastré así antes, pero tampoco, nunca me sentí tan atraída por una mujer como lo estoy por Santana. Incapaz de resistir la tentación de tocarla, paso mis dedos a lo largo de sus brazos expuestos, acariciando delicadamente su piel suave.
Santana traga y parpadea hacia mí. Inclinándome para bajar mi boca a la suya, susurro contra sus labios. —Eres mía, dulzura.
Mi coño estuvo medio húmedo y necesitado todo el almuerzo, pero ahora que estamos solas, la bestia está exigiendo atención. He viajado miles de kilómetros para conseguir que me escuche, y ahora lo último que quiero hacer es hablar. Estoy deseándola como una droga.
Su boca se abre y tomo la oportunidad de besar suavemente su labio inferior, y luego la parte superior, salpicando cuidadosamente su dulce boca con besos tiernos.
Sus manos se cierran en puños en mi camisa y en un momento creo que va a alejarme, pero me arrastra más cerca y mis besos van de castos a calientes en dos segundos. El saber que no la he perdido envía una carrera de emoción a través de mí.
Mi lengua empuja más allá de sus labios entreabiertos y la acaricia. Maldita sea, he echado de menos las cosas que esta boca puede hacer. La humedad y la palpitación de mi centro hace estragos en mis pantalones recuerda muy bien.
La necesidad de saborearla, consumir cada parte de sus llamas dentro de mí. Y sabiendo que hay una cama en la habitación contigua envía mi mente girando con posibilidades. Quiero más. Lo quiero todo, todo lo que tiene que ofrecer, pero me obligo a desacelerar y mirarla a los ojos, buscando alguna señal de disgusto. Su mirada es la lujuria desenfrenada pura.
Mi mano se desliza bajo el dobladillo de la falda que lleva puesta. Si supiera mis oscuros pensamientos en este momento, no se habría puesto esto en mi presencia. Pero parece felizmente ignorante de que quiero follarla duro y rápido hasta que esté dolorida y con las piernas cansadas de mi dedos, de coño y de mi lengua repetidamente empalándola.
La Mujer que ha llegado a conocer ejerce moderación y control en todo momento, pero esa mujer no está por ningún lado. Incapaz de contenerme de tocarla, deslizo mi mano hasta la parte exterior de su muslo y la siento temblar, pero no se aparta. No mueve un solo músculo.
Curvando mi mano alrededor, palmeo una mejilla de su culo redondo, suave y caliente en mi mano y amaso la carne suculenta. Me vuelve jodidamente loca de deseo. Quiero su culo. Quiero cada parte de ella.
Sintiéndome audaz, deslizo un dedo bajo el elástico de sus bragas y siento que suelta un suspiro tembloroso. Así es bebé. Déjame que tocarte.
—¿Quieres esto, no? —susurro contra su clavícula.
Niega con la cabeza.
—No me mientas, dulzura.
Acaricio un dedo a lo largo de sus pliegues de seda. Ya está húmeda de deseo. Arrastro mi dedo hasta su centro, separando sus labios y encontrando su clítoris. Con la yema de mi dedo índice, dibujo círculos pequeños en su manojo de nervios y siento que se hincha. Oh sí. Al recordar la primera vez que la hice acabar, mi coño palpitaba y necesitaba atención y era doloroso.
Las manos de Santana se cierran en puños a sus costados, y se ve como si estuviera luchando contra algo. Su frente se anuda y su respiración es irregular, pero no se mueve para alejarse, de hecho, se está inclinando a mi tacto, inclinando las caderas, así puedo frotar su clítoris en el ángulo correcto. Me doy cuenta de que está teniendo una batalla interna con ella misma. Su cuerpo quiere esto, pero su cabeza le está diciendo que no. Y mi opinión es que sus manos están apretadas para detenerse a sí misma de alargarlas y tocarme. Seguramente puede sentir mi necesidad furiosa presionando en su cadera.
Está bien, puedes tocarme, bebé.
Por favor jodidamente tócame.
Quiero sentir su pequeño puño cerrarse alrededor de mí y apretando. Siento que me voy a morir si no me toca pronto. Estoy a dos segundos de sacar toda mi ropa yo misma y acariciarla hasta que me venga.
Justo cuando Santana comienza a gemir en voz baja y puedo decir que se está acercando hacia la liberación, da un paso atrás fuera de mi alcance así que mi mano se desliza fuera de sus bragas. Sus ojos tienen hambre y nadan en emoción tácita.
Mierda.
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Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
CHAPTER 3
Santana
La mirada de Brittany se desliza sobre mis rasgos, como si estuviera asegurándose de que estoy bien antes de llevarla a mis ojos de nuevo. Nada de esto está bien, pero soy incapaz de detenerla. Tengo miedo de sentir demasiado por ella, y tengo miedo de dejarla ir, así que hago lo único que puedo, me enfoco en el visceral placer corriendo a través de mí, pidiendo una dulce liberación. Mi cuerpo prácticamente está vibrando con necesidad, pero necesito un momento para procesar lo que está pasando, así que doy un paso atrás.
―No huyas de esto ―ronronea.
Acercándose, Britt ancla sus manos en mi cintura, sus largos dedos clavándose en mis caderas mientras me levanta. Mis piernas se cierran alrededor de su cintura, mi núcleo buscando fricción contra la parte delantera de sus pantalones.
Jadeo ante la loca mezcla de emociones y sensaciones abrumando mi sistema. Sé que debo parar, alejarla, sólo que no quiero. Echo de menos este lado de ella. De pronto, quiero estar de rodillas ante ella con su caliente y pesado coño en mi boca. Los recuerdos de nuestras semanas juntas inundan mis sentidos, haciendo imposible el apartarse.
―Britt... ―susurro. No tengo ni idea de lo que estoy buscando y sus ojos suaves le suplican a los míos.
Sostiene mi peso sin esfuerzo con las dos manos descansando debajo de mi trasero. Quiero sus dedos otra vez... estaba tan cerca. Y ahora estoy excitada y confundida.
―Estoy enredada en ti. No puedo dejarte ir ―dice, colocando un beso más contra mi boca. Me mira por un momento. No puedo aceptar la calidad rota de su voz, la forma en que su cálida palma se desliza contra el hueso expuesto de mi cadera. A pesar de que no debería, anhelo sus caricias. Las he echado de menos. He echado de menos esto. Esta creciente conexión entre nosotras. Se necesita toda la fuerza que no tengo no ceder ante ella.
Antes de que todo se fuera al infierno la tarde en que su esposa apareció, sentí que estábamos construyendo algo real, si no era amor, entonces algo cercano. Yo no tenía experiencia, pero dada la oportunidad, sabía que podía enamorarme de Brittany Pierce. Lo que significaba que dejarla en mi habitación de hotel, dejar que me besara y me mirara fijamente a los ojos y dejar que rompiera todos mis muros, era un movimiento peligroso. Mi corazón se encontraba en la línea. Pero ella me rastreó y me persiguió al otro lado del mundo. Eso tiene que significar algo, ¿no?
―Dulzura ―murmura, con el tono ronco que he llegado a reconocer que significa que está excitada.
Mi voz desaparece mientras cualquier palabra de protesta muere en mi garganta. Tengo que decirle que no. Tengo que hacer que se vaya. Ha hecho algo que no se puede deshacer. Me hizo creer que era soltera y me ocultó la verdad durante semanas. Ahora me pregunto si me lo hubiera dicho alguna vez si Stella no hubiera aparecido. A pesar de mis sospechas, había ignorado mis instintos femeninos y me entregué a ella por completo. Había estado dispuesta a darle mi virginidad.
Sus dedos avanzan lentamente por debajo de mi falda, sacándome de mis pensamientos. Mi núcleo se calienta con el conocimiento de que sus hábiles dedos están a pocos centímetros de donde quiero que estén. Sí, sí, sí. Mi ropa interior está empapada y me balanceo contra ella, pero mi voz áspera rompe el silencio y contradice todo por lo que está gritando mi cuerpo.
―No... No puedo... ―Desenredo las piernas de su cintura y las bajo al suelo.
―Quieres esto tanto como yo ―dice, su voz profunda y segura.
Mis ojos se alzan hacia los suyos, y aparentemente le dicen todo lo que necesita saber. Mi deseo por ella está escrito en toda mi cara. Mis pensamientos me traicionan. Y Brittany aprovecha al máximo, inclinándose para besarme de nuevo.
―Dime que todavía hay una oportunidad ―susurra contra mis labios.
Trago, pero soy incapaz de responder. No confío en mí misma para decir lo correcto. Debato conmigo misma, preguntándome si podría volver a confiar en ella otra vez, si podría siquiera encajar en su estilo de vida...
Una burbuja de risa femenina y el sonido de la puerta abriéndose me devuelven a mis sentidos.
Beth y Pace entran a la habitación llevando media docena de bolsas de compras entre los dos.
Mi cordura regresa y fuerzo un tono serio mientras me vuelvo hacia Brittany.
―Es hora de que se vayan.
Las despedidas se intercambian entre Pace y Beth mientras yo evito encontrarme con los ojos azules de Brittany. Sé que si lo hago, perderé por completo mi determinación. Todavía estoy tambaleándome por ese beso, mi cuerpo sobrecalentado y bombeando sangre salvajemente.
Ella me clava con una mirada intensa, inclinándose tan cerca que puedo oler su colonia. El efecto es vertiginoso.
―Esto no ha terminado. Diviértete con Beth y hablaremos cuando llegues a casa.
Desearía poder decirle que está equivocada, que hemos acabado, pero soy incapaz de responder. Me da el espacio que necesito ahora mismo, pero no tengo ni idea de lo que viene a continuación.
Una vez que se han ido, agarro una botella de agua del surtido del minibar y doy un largo trago, necesitando enfriarme antes de volverme hacia Beth. Ella no dice nada sobre el cambio de habitación del hotel, pero veo sus ojos vagando por el espacio.
―Entonces, ¿qué pasó con Pace? No creí que regresaran tan rápido. De hecho, me preguntaba si volvería a verte en todo el viaje. Me imaginaba que echarías una mirada a esos hoyuelos y te habrías escabullido con él a una habitación privada del hotel. ―Sonrío, en un intento de aligerar el ambiente tenso.
―Confía en mí, fue tentador. Es guapísimo. ¿Y su pequeño culo apretado? ―se abanica dramáticamente―.‖En serio, esos dos son una combinación letal para la libido.
―Hay un tercero, también. Su hermano mayor, Collins, es tan mordible como lamible.
―Maldición. Buena genética, supongo. ―Vuelca las bolsas de las compras en sofá para que yo inspeccione sus bienes―. Después del almuerzo, empecé a preocuparme por dejarte sola con Britt. Pensé que no era la idea más inteligente, así que corté nuestra pequeña excursión. Dimos una vuelta por esta linda plaza y fui a un par de tiendas de moda. ―Sostiene un diminuto vestido de verano sobre mi cuerpo―. Pensé que esto te quedaría bien.
―Es lindo. ―Lavanda y toques de hilo azul corren por la suave tela―. Puedo usarlo con mis sandalias de tiras plateadas.
―Exactamente lo que estaba pensando. ―Toma una mini falda roja de la pila de ropa para ella―. Vamos, cambiémonos. Vamos a salir.
Beth y yo pasamos el resto del día haciendo turismo y ahora estamos sentadas en un pequeño bar pintoresco, comiendo aceitunas y queso y bebiendo delicioso vino. Todavía no puedo creer que Brittany y Pace en realidad hubieran volado a Italia para buscarme. Y mientras me siento aquí, un poco achispada, repito nuestro breve encuentro íntimo en mi cabeza.
―Yo sé cómo podrías deshacerte de ella ―dice Beth pensativa, girando el vino en su copa.
―¿De qué?
―Tu virginidad. Es decir, si todavía quieres, eso es.
―¿Cómo? ―pregunto, mi mente dando vueltas.
Ella inclina la barbilla hacia un grupo de tres guapos italianos sentados en la barra.
―Podríamos ir a recoger algunas bellezas.
Considero eso brevemente. Estando en Roma... ¿por qué diablos no?
Porque todavía le pertenezco a Brittany, por eso.
Incluso si no quiero, una extraña parte de mí sabe que es verdad. Debería ser ella quien tome mi virginidad. Cuando pienso en sus ojos azules y hambrientos que me queman, su boca llena besando mi cuello, y caliente y delicioso coño, sé que tiene que ser ella. Mi pecho se ruboriza con calor y soy transportada de regreso al momento más temprano, cuando me encontraba allí ―justo en el borde― sólo unos pocos trazos más de sus dedos y me hubiera corrido. Siempre pensé que necesitaba un juguete sexual para correrme, pero resulta que sólo necesitaba a Brittany.
―Estás pensando en ella de nuevo. ―Beth me sonríe.
―No debería hacerlo.
―Pero lo haces.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
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monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
bueno si asi son las cosas entonces creo que santana deberia darle una oportunidad a britt!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Monica.Santander Hoy A Las 12:31 Am escribió:
Micky Morales Hoy A Las 9:50 Am bueno si asi son las cosas entonces creo que santana deberia darle una oportunidad a britt!!!!! escribió:
A verdad???? bueno britt aun no esta divorciada y mientras no lo este santana seguira siendo virgen, vamos a ver que tanto podemos avanzar
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
El resto de nuestro viaje es casi perfecto. El tiempo de verano es magnífico, largas tardes vagando por la bella y seductora Roma con mi mejor amiga a mi lado. Pero mis noches están plagados de recuerdos de Brittany, aunque supongo que eso es inevitable dada la situación.
Después del primer día, cuando ella y su hermano Pace aparecieron aquí inesperadamente, no oí nada más de Brittany. Estoy agradecida de no haber optado por actualizar mi servicio de telefonía móvil para incluir llamadas internacionales. Sé que no sería lo suficientemente fuerte como para seguir ignorándola si ese fuera el caso. Tal como es, cada mañana después del desayuno, tengo que obligarme a pasar por delante de un ordenador del hotel y evitar conectarme a mi correo electrónico. Pensar que podría haber una nota de Brittany esperándome pesa mucho en mi mente. Por más que trato de convencerme de que las cosas están acabadas entre nosotras, una parte profunda en mi interior sabe que no es cierto
Después del primer día, cuando ella y su hermano Pace aparecieron aquí inesperadamente, no oí nada más de Brittany. Estoy agradecida de no haber optado por actualizar mi servicio de telefonía móvil para incluir llamadas internacionales. Sé que no sería lo suficientemente fuerte como para seguir ignorándola si ese fuera el caso. Tal como es, cada mañana después del desayuno, tengo que obligarme a pasar por delante de un ordenador del hotel y evitar conectarme a mi correo electrónico. Pensar que podría haber una nota de Brittany esperándome pesa mucho en mi mente. Por más que trato de convencerme de que las cosas están acabadas entre nosotras, una parte profunda en mi interior sabe que no es cierto
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Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Capitulo 4
.
Brittany
De vuelta en California, me lanzo al trabajo. Es la única manera de mantener mis pensamientos alejados de Santana. Soy brutal en las juntas, tosca en mis comunicaciones y tensa todo el maldito tiempo. Mis emociones están por todo el maldito lugar y mi necesidad de sexo solo se ha cuadruplicado con volver a estar cerca de Santana. Mis sentimientos de anhelo solo se intensifican al vagar en mi enorme casa solitaria en la noche. He intentado enviarle mensajes un par de veces, pero no he obtenido respuesta. Regresó de Roma el fin de semana pasado y ha estado en contacto con Kylie, que es la única razón por la que sé algo.
Debería sentirme aliviada. Santana sabe la verdad ahora. Todo está abierto. No hay que ocultarle más mi matrimonio deshecho y nadie nunca sabrá mi oscuro secreto de adquirir una esclava sexual. Todo este asunto podría estar terminado, somos libres de nuestro acuerdo. Solo que no quiero estarlo.
Debería solo alejarme, pero no lo haré. Todavía quiero follarla. Mierda, es más profundo que eso, si soy honesta conmigo mismo. Me gusta. Su naturaleza genuina, su desinterés al ponerse a sí misma en subasta. No es como otras chicas. Me hizo macarrones, maldita sea, y se rehúsa a aceptar mi ayuda de dinero adicional. No es como las mujeres de mi pasado. O es malditamente buena fingiendo.
Como sea, quiero hacerla mía. Me digo que es solo porque nunca la llegué a tener. Semanas gastadas esperando, mientras la tensión sexual y la anticipación entre nosotras crecía en proporciones épicas me dejaron con el caso más crítico en el mundo de coños azules, quiero venirme tan mal, maldita sea. Mierda, a este punto, me pregunto si incluso recuerdo cómo follar
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
No puede ser tan difícil, ¿no? Sacudo los hoscos pensamientos girando en mi cerebro.
Quiero reclamar su cuerpo, ser la primera en penetrar su coño. Y tanto como intente negarlo, algo dentro de mí quiere más que eso también. Pero el punto de toda esta farsa fue porque me prometí que no me enredaría con una mujer de nuevo. Tanto que eso no pasará. Mis sentimientos por Santana son profundos. Estoy completamente envuelta en una mujer que tengo cero oportunidad de tener. Pero no voy a retroceder ahora. De ninguna jodida manera.
Compré y pagué su virginidad, algo que no voy a dejar simplemente deslizarse entre mis dedos debido a un tecnicismo.
Cuando pienso en lo de la habitación de su hotel en Italia, la forma en que me dejó tocarla… antes de cerrarse completamente a mí, mi estómago se hace nudo.
No estoy acostumbrada a ser dejada fuera, y no es un sentimiento al que quiera acostumbrarme. No llegué a donde estoy hoy siendo inactiva. Decidiendo tomar al problema en mis manos, llamo a Santana una vez más, dándole una última oportunidad antes de aparecer en la puerta de sus padres y traerla de regreso conmigo.
Tal vez tenga problemas de confianza, y aún necesite lidiar con Stella, pero nada de eso va a detenerme de tomar lo que es mío. Y Santana es mía.
Esperando su buzón de voz, como todas las otras veces que he llamado, me sorprendo cuando responde al cuarto timbre.
—¿San? —La sorpresa es evidente en mi voz.
—Hola —dice casualmente.
—Necesitamos hablar. —Está callada por un largo tiempo, solo el suave sonido de su respiración me dice que sigue en la línea.
—¿Sobre qué? —pregunta finalmente.
—Tengo una nueva propuesta para ti.
***
Cuando la limosina que envié deja a Santana en mi camino de entrada, luciendo desconcertada y cansada, estoy agradecida de que sus padres vivan a unas horas al norte de Los Ángeles. Significa que debo ser capaz de mantenerla aquí al menos por la noche. Tendrá que escucharme.
Saliendo a la luz del sol, le doy la bienvenida al lado del auto. Mis puños se aprietan inútiles a mis constados mientras que la idea de que no es mía para tomarla en mis brazos, se estampa contra mí. Levanto su bolsa del camino de ladrillo y fuerzo una sonrisa en mis labios. —Gracias por venir.
Asiente. —Gracias por enviar la limo. Eso no era realmente necesario. —Gira su anillo en su pulgar, obviamente curiosa de por qué la he convocado cuando las cosas parecían haber terminado entre nosotras.
—Entremos.
La dejo adelantarse, apreciando la forma en que su pequeño y redondo trasero se balancea seductoramente. Le sigo como un cachorro con correa.
Una vez dentro, Santana es toda pasos tentativos y miradas inseguras. Decidiendo que lo mejor será ir al grano sobre por qué la traje aquí, la llevo al despacho. La misma habitación a la que la traje la primera noche. Recuerdos de ella arrodillada frente a mí, tomando mi coño en su boca y chupándola con tal habilidad y entusiasmo causa que me entren unas ganas de que sea mia al instante. Joder.
Inhalo y me aclaro la garganta, esperando que sus ojos no vaguen frente a mis pantalones. —Siéntate.
Santana obedece, sentándose cuidadosamente en la orilla del sofá. Me pregunto si los recuerdos de esa noche están quemando en su cerebro tan vigorosamente como en el mío. A pesar de mis esfuerzos, soy incapaz de mantener la visión de su boca rosa envuelta alrededor de coño. La manera en que su lengua probaba mi esencia, acariciándome mientras chupaba.
Mi necesidad borra toda mi concentración y me toma un momento darme cuenta de que Santana está hablando.
—¿Brittany? —Parpadea hacia mí, sacándome de mi espectáculo a rayos X reproduciéndose en mi cabeza.
—Estoy feliz de que vinieras —digo.
Muerde su labio inferior, casi tan nerviosa como la primera vez que la traje a casa. Su mirada barre la habitación y su espina está recta como una flecha. No quiere dejar la guardia baja, y asumo que es porque no confía en ella misma conmigo. Bueno saberlo. No confío en mí tampoco.
—¿Puedo traerte algo? ¿Vino? ¿Una botella de agua?
Sacude la cabeza. —¿Qué querías discutir? Fuiste un poco vaga al teléfono.
Tiene razón. Fui vaga, básicamente porque no tenía idea de qué podría decir para persuadirla. Sabía que necesitaba ver sus ojos, leer su expresión para trabajar mi propuesta. Y la chica nerviosa e insegura sentada delante de mí significa que tengo que proceder con precaución. Consideraría presionarla, convencerla de cuán buenos somos juntas físicamente y persuadirla de estar conmigo de la manera que sé ella quiere. Pero ahora vero que necesito emplear un método diferente, porque verla salir por esa puerta de nuevo, no es una opción.
—Sé que lo jodí por ocultarte mi matrimonio. En mis ojos, está terminado, desde hace años. La única cosa que queda son un par de firmas en un pedazo de papel. Pero de todas formas, ahora veo cómo te lastimó. Fue un movimiento idiota. —Asiente encontrando mis ojos. Lamo mis labios y continúo—: Pero no creo que mi pasado signifique que todo esto deba terminar.
—¿Qué estás proponiendo? —pregunta, su voz tentativa y un poco sin aliento.
Quiero follarte. Dominar tus días y noches, y ocupar cada despertar tuyo, así como tú ocupas los míos. —Quiero que te quedes.
Sus cejas se juntan mientras me mira en silencio. No rechaza la idea inmediatamente, es un comienzo
.
Miro a Brittany sentada delante de mí, su alta figura pulcramente doblada en el brazo de la silla. Su respiración permanece profunda y estable mientras mi propio corazón golpea como un martillo, causando mi pecho doler.
La verdad es que no tengo idea de lo que hago aquí, por qué accedí a venir. Si soy honesta, es porque la mujer tiene algún poder magnético sobre mí. Soy total y completamente incapaz de rechazarla, a pesar de mis intenciones de mantenerme alejada. Y por alguna extraña razón, siento la más ligera culpa que me salí de nuestro acuerdo antes de cumplir mi obligación. Nunca obtuvo lo que pagó y ese detallito es algo que no es fácil de olvidar.
Expulsa una respiración fortificante de sus pulmones y se inclina ligeramente hacia mí. Sé que si me hala en sus brazos y me besa, sería incapaz de resistirme y encuentro mi mirada aleteando entre sus labios y sus ojos mientras espero que hable.
Finalmente lo hace.
—Recuerdo que dijiste que querías algo propio, vivir lejos de casa y ser independiente por primera vez —dice Brittany.
Recuerdo bien esa conversación. Fue una de las primeras veces que nos sentamos a cenar algo preparado por su cocinero en el silencioso comedor. Hablé muy libremente, desnudando demasiado de mí. Pero a algo en mí le agrada que recuerde eso con tal detalle. No es que esté sorprendida, Brittany ejercita tal autoridad en cada faceta de su vida, claro que lo recuerda.
—Y creo que sabes que me gusta tenerte aquí —admite.
Asiento en silencio mi acuerdo. ¿Qué está diciendo? No podemos seguir saliendo, si eso es siquiera lo que hacíamos. Ella está casada. Y me mintió sobre ello. ¿Puedo siquiera confiar en ella?
—Y sé que a Kylie le encantaría que regresaras a trabajar con ella.
—¿Brittany? —pregunto, finalmente mis cejas juntándose.
—No hay razón para que no podamos ser amigas.
—¿Amigas? —Mi voz sale demasiado fuerte mientras el shock de su sugerencia me azota.
Sus ojos azules vagan por mi rostro y asiente levemente, su boca solo tiñendo una sonrisa.
No tengo idea de qué está jugando, pero ¿amigas? ¿Eso es siquiera una posibilidad para dos amigas que se atraen? Como si leyera mis pensamientos, Brittany sigue—: No hay razón para que esto termine, San. Disfruto tu compañía, y creo que te sientes igual. Puedes seguir viviendo aquí, podemos llevar las cosas entre nosotras lentamente mientras arreglo el pasado y ver a donde va.
—¿Y nuestro acuerdo? —pregunto.
Su traviesa sonrisa enciende su rostro. —Amigas, sin sexo. Nuestro acuerdo está descartado.
Mi barriga gira mientras me doy cuenta que ya no soy una esclava sexual contratada, y una no bienvenida sensación de decepción me sobresalta. —Entonces, te voy a regresar el dinero.
—El dinero es tuyo. Nunca quise pagar por sexo, San. Solo no quería a un idiota comprándote en la subasta para llevarte a casa. Eras demasiado buena, demasiado pura y hermosa para pertenecerle. —Su confesión me quita el aliento. Me siento inútil y fuera de control y quiero llorar.
—He gastado una buena parte del dinero en el tratamiento de Beth, y no tengo forma de pagarte, pero el resto te lo podría regresar —tartamudeo.
—Primero, nunca aceptaría el pago. De haber conocido a Beth antes de que todo esto comenzara, habría estado feliz de inscribirla en el programa de tratamiento experimental. Y nunca esperaría que me regresaras el dinero.
—No se siente bien quedarme con lo que queda del dinero.
—Es tuyo para hacer lo que quieras.
Esta conversación es como un juego de ping-pong y mi cerebro se siente confuso. —¿Entonces cómo funcionaría esto? —pregunto, sorprendida de que realmente lo estoy considerando.
—Accediste a darme seis meses —me recuerda.
—También accedí a darte mi virginidad —añado.
—Pero no la tomé.
—No, no lo hiciste —concuerdo. Un hecho del que me encuentro dolorosamente consciente.
—¿Sigues intacta? —pregunta, su tono rasposo y profundo
Una cálida corriente pasa en mí, sonrojando mis mejillas y mojando mis bragas. —Por s-supuesto. —Mi voz es rasposa y los ojos azules de Brittany recorriendo los míos imposibilitan hablar claramente.
Veo la vena latir en la base de su garganta. —Buena chica —advierte.
He esperado veintiún años, ¿realmente pensó que solo la aventaría por ahí con algún chico al azar en las dos semanas que estuvimos separadas? —¿Dónde dormiré? —pregunto.
Su boca cae solo una fracción. —Donde quieras.
—Supongo que una habitación de invitados —digo más para mí que para ella mientras pienso en su rara propuesta.
—Si lo prefieres.
***
Ella está siendo tan amable, tan servicial. El cambio es refrescante después del infierno emocional por el que me ha hecho pasar. Aún no estoy segura de qué es exactamente lo que propone y si realmente espera que siga viviendo aquí durante los próximos seis meses, pero por alguna extraña razón, no odio la idea. Nos miramos la una a la otra en silencio durante algunos minutos, cada una digiriendo lo que significaría para nosotras ser sólo amigas. Me duele el corazón de sólo pensarlo. Significaría que no podría tocarla, no sentiría el calor de su cuerpo presionado firmemente contra el mío. Suelto un pequeño suspiro. —Si insistes en que mantenga el dinero, ¿supongo que soy libre para gastarlo en lo que sea que quiera?
—Por supuesto que sí —dice.
—Entonces me gustaría donarlo a tu trabajo de caridad en África.
Una lenta sonrisa curva sus labios. —Está bien, entonces.
***
Sólo había ido a Los Ángeles para recoger mis pertenencias de la mansión y conseguir el cierre con Brittany al escuchar lo que sea que quisiera decirme. En cambio, me encuentro moviendo mi ropa de su armario a una habitación al final del pasillo que huele a polvo y cera para muebles.
La cama tiene sábanas y un edredón azul, y los muebles son modernos con líneas limpias de esmalte blanco. Un gran espejo cuelga de la pared y candelabros decorativos flanquean ambos lados del cabezal tapizado.
Abro las cortinas de gasa blanca sombreando los grandes ventanales y miro la piscina de abajo. Un temblor frío me atraviesa y envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura. No tengo ningún deseo de estar cerca de esa piscina y vuelvo a cerrar las cortinas, bloqueando la vista. Sólo con ver brillar el agua azul cristalina a la luz del sol trae una nueva oleada de dolor y humillación por el recuerdo de la mirada fría de Stella y el tono gélido cuando me informó, en términos muy claros, que ella era su esposa. La palabra esposa, en relación a Brittany, no resuena. Especialmente viniendo de la boca de esa mujer. Nunca pude verla con alguien como ella. Simplemente no encajan. Eso me hace preguntarme si incluso la conozco en absoluto. Una razón aún mejor para permanecer como amigas mientras lo averiguo. Quiero más con Brittany. Quiero de vuelta esa cruda sensación de energía sexual que fluye tan fácilmente entre nosotras cada vez que está cerca. Pero me conformaré con amigas, por ahora, mientras navegamos por este camino lleno de baches en el que nos encontramos.
Después de que he terminado de mover mis escasas pertenencias a mi nueva habitación, me siento aburrida y sola. Pero en lugar de ir a encontrar a Brittany en esta monstruosa casa, me tiro sobre la cama y llamo a Beth.
—Hola, hola —responde ella, alegre como siempre, como si no hubiera luchado contra una agresiva etapa cuatro de cáncer en los últimos años.
—Hola. —Su fuerza y determinación para vivir me quita el aliento y de repente quejarme con ella sobre mi dilema con Brittany parece infantil e inmaduro.
—¿Qué pasa? —pregunta.
—Nada. —La mentira se desliza fácilmente de mi boca—. Es solo que podría quedarme aquí más tiempo de lo que esperaba.
—¿Ah, sí? ¿La señorita Sexy, Rica y Apuesta te ha recuperado?
—Algo así —admito. Brittany había sido más abierta y expuesta de lo que esperé, y tiró de algo dentro de mí—. Me propuso que siga viviendo aquí y trabajando con Kylie.
—¿Y supongo que aceptaste? —pregunta.
—Voy a intentarlo —confirmo.
—No te culpo. Tampoco viviría con mamá y papá si no tuviera que hacerlo.
Quiero reclamar su cuerpo, ser la primera en penetrar su coño. Y tanto como intente negarlo, algo dentro de mí quiere más que eso también. Pero el punto de toda esta farsa fue porque me prometí que no me enredaría con una mujer de nuevo. Tanto que eso no pasará. Mis sentimientos por Santana son profundos. Estoy completamente envuelta en una mujer que tengo cero oportunidad de tener. Pero no voy a retroceder ahora. De ninguna jodida manera.
Compré y pagué su virginidad, algo que no voy a dejar simplemente deslizarse entre mis dedos debido a un tecnicismo.
Cuando pienso en lo de la habitación de su hotel en Italia, la forma en que me dejó tocarla… antes de cerrarse completamente a mí, mi estómago se hace nudo.
No estoy acostumbrada a ser dejada fuera, y no es un sentimiento al que quiera acostumbrarme. No llegué a donde estoy hoy siendo inactiva. Decidiendo tomar al problema en mis manos, llamo a Santana una vez más, dándole una última oportunidad antes de aparecer en la puerta de sus padres y traerla de regreso conmigo.
Tal vez tenga problemas de confianza, y aún necesite lidiar con Stella, pero nada de eso va a detenerme de tomar lo que es mío. Y Santana es mía.
Esperando su buzón de voz, como todas las otras veces que he llamado, me sorprendo cuando responde al cuarto timbre.
—¿San? —La sorpresa es evidente en mi voz.
—Hola —dice casualmente.
—Necesitamos hablar. —Está callada por un largo tiempo, solo el suave sonido de su respiración me dice que sigue en la línea.
—¿Sobre qué? —pregunta finalmente.
—Tengo una nueva propuesta para ti.
***
Cuando la limosina que envié deja a Santana en mi camino de entrada, luciendo desconcertada y cansada, estoy agradecida de que sus padres vivan a unas horas al norte de Los Ángeles. Significa que debo ser capaz de mantenerla aquí al menos por la noche. Tendrá que escucharme.
Saliendo a la luz del sol, le doy la bienvenida al lado del auto. Mis puños se aprietan inútiles a mis constados mientras que la idea de que no es mía para tomarla en mis brazos, se estampa contra mí. Levanto su bolsa del camino de ladrillo y fuerzo una sonrisa en mis labios. —Gracias por venir.
Asiente. —Gracias por enviar la limo. Eso no era realmente necesario. —Gira su anillo en su pulgar, obviamente curiosa de por qué la he convocado cuando las cosas parecían haber terminado entre nosotras.
—Entremos.
La dejo adelantarse, apreciando la forma en que su pequeño y redondo trasero se balancea seductoramente. Le sigo como un cachorro con correa.
Una vez dentro, Santana es toda pasos tentativos y miradas inseguras. Decidiendo que lo mejor será ir al grano sobre por qué la traje aquí, la llevo al despacho. La misma habitación a la que la traje la primera noche. Recuerdos de ella arrodillada frente a mí, tomando mi coño en su boca y chupándola con tal habilidad y entusiasmo causa que me entren unas ganas de que sea mia al instante. Joder.
Inhalo y me aclaro la garganta, esperando que sus ojos no vaguen frente a mis pantalones. —Siéntate.
Santana obedece, sentándose cuidadosamente en la orilla del sofá. Me pregunto si los recuerdos de esa noche están quemando en su cerebro tan vigorosamente como en el mío. A pesar de mis esfuerzos, soy incapaz de mantener la visión de su boca rosa envuelta alrededor de coño. La manera en que su lengua probaba mi esencia, acariciándome mientras chupaba.
Mi necesidad borra toda mi concentración y me toma un momento darme cuenta de que Santana está hablando.
—¿Brittany? —Parpadea hacia mí, sacándome de mi espectáculo a rayos X reproduciéndose en mi cabeza.
—Estoy feliz de que vinieras —digo.
Muerde su labio inferior, casi tan nerviosa como la primera vez que la traje a casa. Su mirada barre la habitación y su espina está recta como una flecha. No quiere dejar la guardia baja, y asumo que es porque no confía en ella misma conmigo. Bueno saberlo. No confío en mí tampoco.
—¿Puedo traerte algo? ¿Vino? ¿Una botella de agua?
Sacude la cabeza. —¿Qué querías discutir? Fuiste un poco vaga al teléfono.
Tiene razón. Fui vaga, básicamente porque no tenía idea de qué podría decir para persuadirla. Sabía que necesitaba ver sus ojos, leer su expresión para trabajar mi propuesta. Y la chica nerviosa e insegura sentada delante de mí significa que tengo que proceder con precaución. Consideraría presionarla, convencerla de cuán buenos somos juntas físicamente y persuadirla de estar conmigo de la manera que sé ella quiere. Pero ahora vero que necesito emplear un método diferente, porque verla salir por esa puerta de nuevo, no es una opción.
—Sé que lo jodí por ocultarte mi matrimonio. En mis ojos, está terminado, desde hace años. La única cosa que queda son un par de firmas en un pedazo de papel. Pero de todas formas, ahora veo cómo te lastimó. Fue un movimiento idiota. —Asiente encontrando mis ojos. Lamo mis labios y continúo—: Pero no creo que mi pasado signifique que todo esto deba terminar.
—¿Qué estás proponiendo? —pregunta, su voz tentativa y un poco sin aliento.
Quiero follarte. Dominar tus días y noches, y ocupar cada despertar tuyo, así como tú ocupas los míos. —Quiero que te quedes.
Sus cejas se juntan mientras me mira en silencio. No rechaza la idea inmediatamente, es un comienzo
.
SANTANA
Miro a Brittany sentada delante de mí, su alta figura pulcramente doblada en el brazo de la silla. Su respiración permanece profunda y estable mientras mi propio corazón golpea como un martillo, causando mi pecho doler.
La verdad es que no tengo idea de lo que hago aquí, por qué accedí a venir. Si soy honesta, es porque la mujer tiene algún poder magnético sobre mí. Soy total y completamente incapaz de rechazarla, a pesar de mis intenciones de mantenerme alejada. Y por alguna extraña razón, siento la más ligera culpa que me salí de nuestro acuerdo antes de cumplir mi obligación. Nunca obtuvo lo que pagó y ese detallito es algo que no es fácil de olvidar.
Expulsa una respiración fortificante de sus pulmones y se inclina ligeramente hacia mí. Sé que si me hala en sus brazos y me besa, sería incapaz de resistirme y encuentro mi mirada aleteando entre sus labios y sus ojos mientras espero que hable.
Finalmente lo hace.
—Recuerdo que dijiste que querías algo propio, vivir lejos de casa y ser independiente por primera vez —dice Brittany.
Recuerdo bien esa conversación. Fue una de las primeras veces que nos sentamos a cenar algo preparado por su cocinero en el silencioso comedor. Hablé muy libremente, desnudando demasiado de mí. Pero a algo en mí le agrada que recuerde eso con tal detalle. No es que esté sorprendida, Brittany ejercita tal autoridad en cada faceta de su vida, claro que lo recuerda.
—Y creo que sabes que me gusta tenerte aquí —admite.
Asiento en silencio mi acuerdo. ¿Qué está diciendo? No podemos seguir saliendo, si eso es siquiera lo que hacíamos. Ella está casada. Y me mintió sobre ello. ¿Puedo siquiera confiar en ella?
—Y sé que a Kylie le encantaría que regresaras a trabajar con ella.
—¿Brittany? —pregunto, finalmente mis cejas juntándose.
—No hay razón para que no podamos ser amigas.
—¿Amigas? —Mi voz sale demasiado fuerte mientras el shock de su sugerencia me azota.
Sus ojos azules vagan por mi rostro y asiente levemente, su boca solo tiñendo una sonrisa.
No tengo idea de qué está jugando, pero ¿amigas? ¿Eso es siquiera una posibilidad para dos amigas que se atraen? Como si leyera mis pensamientos, Brittany sigue—: No hay razón para que esto termine, San. Disfruto tu compañía, y creo que te sientes igual. Puedes seguir viviendo aquí, podemos llevar las cosas entre nosotras lentamente mientras arreglo el pasado y ver a donde va.
—¿Y nuestro acuerdo? —pregunto.
Su traviesa sonrisa enciende su rostro. —Amigas, sin sexo. Nuestro acuerdo está descartado.
Mi barriga gira mientras me doy cuenta que ya no soy una esclava sexual contratada, y una no bienvenida sensación de decepción me sobresalta. —Entonces, te voy a regresar el dinero.
—El dinero es tuyo. Nunca quise pagar por sexo, San. Solo no quería a un idiota comprándote en la subasta para llevarte a casa. Eras demasiado buena, demasiado pura y hermosa para pertenecerle. —Su confesión me quita el aliento. Me siento inútil y fuera de control y quiero llorar.
—He gastado una buena parte del dinero en el tratamiento de Beth, y no tengo forma de pagarte, pero el resto te lo podría regresar —tartamudeo.
—Primero, nunca aceptaría el pago. De haber conocido a Beth antes de que todo esto comenzara, habría estado feliz de inscribirla en el programa de tratamiento experimental. Y nunca esperaría que me regresaras el dinero.
—No se siente bien quedarme con lo que queda del dinero.
—Es tuyo para hacer lo que quieras.
Esta conversación es como un juego de ping-pong y mi cerebro se siente confuso. —¿Entonces cómo funcionaría esto? —pregunto, sorprendida de que realmente lo estoy considerando.
—Accediste a darme seis meses —me recuerda.
—También accedí a darte mi virginidad —añado.
—Pero no la tomé.
—No, no lo hiciste —concuerdo. Un hecho del que me encuentro dolorosamente consciente.
—¿Sigues intacta? —pregunta, su tono rasposo y profundo
Una cálida corriente pasa en mí, sonrojando mis mejillas y mojando mis bragas. —Por s-supuesto. —Mi voz es rasposa y los ojos azules de Brittany recorriendo los míos imposibilitan hablar claramente.
Veo la vena latir en la base de su garganta. —Buena chica —advierte.
He esperado veintiún años, ¿realmente pensó que solo la aventaría por ahí con algún chico al azar en las dos semanas que estuvimos separadas? —¿Dónde dormiré? —pregunto.
Su boca cae solo una fracción. —Donde quieras.
—Supongo que una habitación de invitados —digo más para mí que para ella mientras pienso en su rara propuesta.
—Si lo prefieres.
***
Ella está siendo tan amable, tan servicial. El cambio es refrescante después del infierno emocional por el que me ha hecho pasar. Aún no estoy segura de qué es exactamente lo que propone y si realmente espera que siga viviendo aquí durante los próximos seis meses, pero por alguna extraña razón, no odio la idea. Nos miramos la una a la otra en silencio durante algunos minutos, cada una digiriendo lo que significaría para nosotras ser sólo amigas. Me duele el corazón de sólo pensarlo. Significaría que no podría tocarla, no sentiría el calor de su cuerpo presionado firmemente contra el mío. Suelto un pequeño suspiro. —Si insistes en que mantenga el dinero, ¿supongo que soy libre para gastarlo en lo que sea que quiera?
—Por supuesto que sí —dice.
—Entonces me gustaría donarlo a tu trabajo de caridad en África.
Una lenta sonrisa curva sus labios. —Está bien, entonces.
***
Sólo había ido a Los Ángeles para recoger mis pertenencias de la mansión y conseguir el cierre con Brittany al escuchar lo que sea que quisiera decirme. En cambio, me encuentro moviendo mi ropa de su armario a una habitación al final del pasillo que huele a polvo y cera para muebles.
La cama tiene sábanas y un edredón azul, y los muebles son modernos con líneas limpias de esmalte blanco. Un gran espejo cuelga de la pared y candelabros decorativos flanquean ambos lados del cabezal tapizado.
Abro las cortinas de gasa blanca sombreando los grandes ventanales y miro la piscina de abajo. Un temblor frío me atraviesa y envuelvo mis brazos alrededor de mi cintura. No tengo ningún deseo de estar cerca de esa piscina y vuelvo a cerrar las cortinas, bloqueando la vista. Sólo con ver brillar el agua azul cristalina a la luz del sol trae una nueva oleada de dolor y humillación por el recuerdo de la mirada fría de Stella y el tono gélido cuando me informó, en términos muy claros, que ella era su esposa. La palabra esposa, en relación a Brittany, no resuena. Especialmente viniendo de la boca de esa mujer. Nunca pude verla con alguien como ella. Simplemente no encajan. Eso me hace preguntarme si incluso la conozco en absoluto. Una razón aún mejor para permanecer como amigas mientras lo averiguo. Quiero más con Brittany. Quiero de vuelta esa cruda sensación de energía sexual que fluye tan fácilmente entre nosotras cada vez que está cerca. Pero me conformaré con amigas, por ahora, mientras navegamos por este camino lleno de baches en el que nos encontramos.
Después de que he terminado de mover mis escasas pertenencias a mi nueva habitación, me siento aburrida y sola. Pero en lugar de ir a encontrar a Brittany en esta monstruosa casa, me tiro sobre la cama y llamo a Beth.
—Hola, hola —responde ella, alegre como siempre, como si no hubiera luchado contra una agresiva etapa cuatro de cáncer en los últimos años.
—Hola. —Su fuerza y determinación para vivir me quita el aliento y de repente quejarme con ella sobre mi dilema con Brittany parece infantil e inmaduro.
—¿Qué pasa? —pregunta.
—Nada. —La mentira se desliza fácilmente de mi boca—. Es solo que podría quedarme aquí más tiempo de lo que esperaba.
—¿Ah, sí? ¿La señorita Sexy, Rica y Apuesta te ha recuperado?
—Algo así —admito. Brittany había sido más abierta y expuesta de lo que esperé, y tiró de algo dentro de mí—. Me propuso que siga viviendo aquí y trabajando con Kylie.
—¿Y supongo que aceptaste? —pregunta.
—Voy a intentarlo —confirmo.
—No te culpo. Tampoco viviría con mamá y papá si no tuviera que hacerlo.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
bueno supongo que brittany va a esperar que salga el bendito divorcio para lanzarse en algo mas serio con santana!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Espero que britt luche por su amor por santana.
JanethValenciaaf********- - Mensajes : 659
Fecha de inscripción : 20/01/2015
Edad : 25
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Micky Morales Ayer A Las 8:33 Pm bueno supongo que brittany va a esperar que salga el bendito divorcio para lanzarse en algo mas serio con santana!!!!! escribió:
el amor es ciego y a veces perdona cierta estupideces, sera que esperen????????????
Monica.Santander Hoy A Las 2:30 Am escribió:
incomprensible
JanethValenciaaf Hoy A Las 2:05 Pm Espero que britt luche por su amor por santana. escribió:
tambien lo espero, siempre he pensado que estas dos son almas gemelas y tienen una gran conexion.
Gracias por comentar, continuamos.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
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No discutimos el hecho de que no es capaz de vivir por su cuenta por razones de salud. Duele incluso pensarlo.
—¿Y qué pasa con ustedes? —pregunta—. ¿Son una pareja de nuevo, o qué?
—No. —Esta vez mi voz es firme—. Ella dijo que sólo como amigas y acepté. Vamos a tomar las cosas con calma mientras trabaja en su pasado.
—Creo que es una buena idea. Sé que eras feliz allí. Pero, ¿qué te hizo reconsiderarlo? Está tiene el hambre de sexo como un elefante bebé, ¿no?
—¡Beth! —la regaño—. Siempre con el sexo en el cerebro.
—No puedo evitarlo. Es mejor dejar que mi mente derive hacia allí que a algo más morboso. El coño es mi lugar feliz.
Puedo oír su sonrisa a través del teléfono y me gusta. —El coño es una buena cosa.
—Así que…¿qué vas a hacer con respecto al coño de Brittany?
—Tomar las cosas con calma, como ella lo propuso. Estoy bastante segura de que eso significa que no hay coño en mi futuro.
—Buu Eres aburrida. Voy a ir a McGilroy’s y conseguir un helado con chocolate caliente.
—¿Tu apetito está de vuelta? —pregunto.
—Síp. Estaré gorda antes de que lo sepas.
Sí, claro. La idea de Beth distinta a un palo flaco sería un milagro. Tiene dificultades para retener los alimentos y por lo tanto problemas con su peso. —Diviértete. Te quiero.
—También te quiero, pero tú eres la que necesita divertirse. Encuentra una manera de acelerar su divorcio para que puedas saltar sobre esa chica.
—Estoy en ello. —Sonrío, y finalizo la llamada.
Sostengo el teléfono en mis manos por varios minutos después de que terminamos la llamada. Dios, amo a mi hermana. Después de organizar mi habitación lo mejor que puedo, decido ir en busca de Brittany.
La encuentro sentada en un taburete en la isla de la cocina, su Tablet frente a ella con su correo electrónico lleno de mensajes que está revisando.
—¿Te interrumpo? —pregunto, agarrando una botella de agua de la nevera.
—Por supuesto que no. ¿Estás bien?
Asiento. —Acabo de llamar a Beth para decirle que me voy a quedar.
Está tranquila, pero su actitud calmada me dice que esto la hace feliz.
En lugar de sentarme en el taburete a su lado, rodeo la isla de la cocina y me paro frente a ella, apoyando los codos contra la losa de granito.
Se ríe de mí. —¿Qué tienes en mente, cariño?
No me di cuenta que era tan obvia. Enderezo mis hombros y relajo la línea arrugando mi frente. —Tú y Stella… —No debería preguntar, sólo me estoy torturando, pero no puedo evitarlo. Necesito saber, porque no puedo imaginármela con ella—. Quiero saber la naturaleza de su relación. ¿Era como un matrimonio normal, con todas las ventajas y beneficios del matrimonio?
Aprieta un botón para oscurecer la pantalla de su Tablet y suelta un suspiro calmado. —¿Qué estás preguntando?
—Viviste aquí con ella. Asumo que esta casa está llena de recuerdos para ti, y simplemente es extraño para mí pensar en ti con otra mujer viviendo aquí, durmiendo en la cama que compartí contigo…
—¿Qué quieres saber? —pregunta Brittany.
—Supongo que lo que quiero saber es… ¿fuiste feliz? Stella, en mi muy breve interacción, parecía bastante diferente de mí. —Ella era toda dureza en el exterior, con bordes afilados y preocupada hasta del último centímetro de ella.
—Eras diferente. Joder, eres diferente, Santana.
Me gusta saber que tal vez lo que ella y yo compartimos fue diferente de lo que tuvo con ella. —¿Cómo es eso?
—Eres suave y dulce y gentil. Me haces reír.
—No me gusta que tengas recuerdos con ella de cosas que tú y yo nunca compartimos.
Estoy segura de que sabe que hablo sobre el sexo, y mis mejillas se sonrojan ligeramente. Dijo que sólo somos amigas, así que, por qué la estoy empujando a contarme su historia sexual, no tengo idea. Sueno como una novia celosa, pero soy incapaz de detenerme.
Brittany se inclina hacia mí, sus ojos azules inmovilizándome en el lugar. —¿Quieres saber por qué sólo quería sexo oral contigo?
Asiento, incapaz de resistirme a la pizca de información que está colgando frente a mí.
—Porque eso es algo que Stella no haría.
—¿Qué estás diciendo?
—Nunca me follé su boca. Nunca me perdí completamente con ella. Cada vez contigo…fuimos solo nosotras. No hubo recuerdo amargos para contaminar eso. Era nuestra cosa.
Sus palabras envían un torrente de emociones conflictivas a través de mí. Mi corazón retumba en mi pecho mientras recuerdo nuestros encuentros eróticos con total nitidez. —Ella no lo haría… ¿por qué?
Se encoge de hombros. —Decía que no le gustaba el sabor. Por supuesto, eso es exactamente lo que la atrapé haciéndole al jardinero, tomándolo profundamente en su garganta en la biblioteca. Parecía gustarle mucho, siempre y cuando no fuera conmigo.
Me duele el corazón por ella. Tan enojada como estoy, empiezo a comprender el profundo dolor y desconfianza que ha llevado con ella. Recuerdo cómo nunca parecía querer entrar en esa habitación y mi corazón se ablanda un poco. Y me gusta saber que, aunque sea trivial, hacerle una mamada es algo que solo yo hice. Supongo que ahora entiendo su aversión a la biblioteca.
—Estar con ella era una mera conveniencia. Tú eres una elección. Una que quiero tomar desesperadamente… si me lo permites.
Sus palabras me inundan. No debería confiar en ella, no después de que me mintió sobre su pasado, me hizo creer que era soltera. Sin embargo, ninguna parte de mí niega que la quiero. —Pero dijiste que somos amigas. —Mi voz es pequeña. Tomaría poco o ningún esfuerzo de su parte convencerme de que estaríamos mejor como algo más que amigas. El zumbido de calor entre nosotras es palpable e intenso.
—Por ahora, sí. Quiero que confíes en mí otra vez. No voy a presionarte aún.
Aún. Esa palabra suena ruidosamente en mi cabeza. Trago con dificultad, tratando de descifrar el significado más profundo detrás de sus palabras. Ella me quiere de vuelta, estoy segura de eso. Entonces, ¿por qué demonios no termina de divorciarse de Stella y sigue adelante con su vida? Dos años de espera para ser libre parece extremo. Incluso para alguien tan terca y arrogante como Brittany.
—Lo siento…—me disculpo, aunque no estoy del todo segura de por qué. Odio la idea de Britt encontrando a esa bruja de rodillas, dándole a un hombre lo que le negó a ella.
—No lo hagas —dice, con frialdad. Pero sus ojos cuentan una historia diferente. Son oscuros y lejanos, como si está luchando por escapar de los recuerdos amargos que lo siguen alrededor de las habitaciones de su propia casa.
Dejo a Brittany con su trabajo y me encuentro paseando por las habitaciones de su casa, terminando en la biblioteca. Odio a Stella. No puedo decir que realmente he odiado a alguien antes. Odio el cáncer de Beth, odio que Brittany esté casada, pero jodidamente odio a Stella por completo. Ha hecho que una mujer dulce se endurezca y se cuestione a sí misma y a sus relaciones. Me quedo en la biblioteca, mirando silenciosamente al vacío durante demasiado tiempo.
Cuando encuentro a Brittany en su oficina más tarde, la convenzo de dejar su trabajo por la noche y dormir un poco. Los círculos oscuros bajo sus ojos tiran algo dentro de mí, pero resisto la tentación de envolver mis brazos alrededor de su cuello. Ella no es mía para calmarla.
Nos separamos en la parte superior de las escaleras y decimos buenas noches. El paseo a la habitación de invitados se siente demasiado largo y simplemente extraño. Mientras me arrastro entre las sábanas frescas, mis pensamientos van directamente a la mujer al otro lado del pasillo.
***
El día siguiente es interesante. Una extraña sensación de malestar crece a medida que pasa el día. Comemos juntas, voy a trotar, y Brittany trabaja en la isla de la cocina mientras veo una revista, pero no puedo evitar sentir que algo está mal. Estamos luchando por encontrar nuestro ritmo solo como amigas. Sigo robando miradas de ella, notando la forma en que su camiseta blanca se aferra a sus senos y siento sus ojos en mi espalda cuando me alejo. Odio no poder tocarla.
¿Es posible ser amiga de una mujer que quiero tan desesperadamente?
Cuando cae la noche, me ducho, cepillo mis dientes y termino mi ritual nocturno habitual, pero no estoy lista para ir a la cama. Mi cuerpo está demasiado tenso. Empiezo a pensar que este nuevo arreglo que he aceptado nunca funcionará.
Después de dar vueltas durante una hora, decido ir por Brittany. Sé que mis acciones —ir a su habitación en medio de la noche— definirán cómo pasaremos nuestros próximos meses, pero no me importa. Necesito verla, hablar con ella, para entender en lo que me estoy metiendo.
Me arrastro por el pasillo de puntillas como una intrusa sigilosa y golpeo suavemente su puerta.
No hay respuesta.
Tal vez ya está dormida.
Entro y mis ojos buscan por la habitación oscura. Sus sábanas están en una pila desordenada sobre la cama, pero no veo ningún movimiento.
—¿Brittany? —susurro.
Nada.
Me arrastro más cerca y me arrodillo en el borde del colchón. Ahora que mis ojos se han adaptado a la oscuridad, puedo ver que no está aquí. La habitación está tranquila y vacía.
Me atraviesa una punzada de decepción, seguida por llamaradas de curiosidad.
Me aventuro en busca de ella.
No discutimos el hecho de que no es capaz de vivir por su cuenta por razones de salud. Duele incluso pensarlo.
—¿Y qué pasa con ustedes? —pregunta—. ¿Son una pareja de nuevo, o qué?
—No. —Esta vez mi voz es firme—. Ella dijo que sólo como amigas y acepté. Vamos a tomar las cosas con calma mientras trabaja en su pasado.
—Creo que es una buena idea. Sé que eras feliz allí. Pero, ¿qué te hizo reconsiderarlo? Está tiene el hambre de sexo como un elefante bebé, ¿no?
—¡Beth! —la regaño—. Siempre con el sexo en el cerebro.
—No puedo evitarlo. Es mejor dejar que mi mente derive hacia allí que a algo más morboso. El coño es mi lugar feliz.
Puedo oír su sonrisa a través del teléfono y me gusta. —El coño es una buena cosa.
—Así que…¿qué vas a hacer con respecto al coño de Brittany?
—Tomar las cosas con calma, como ella lo propuso. Estoy bastante segura de que eso significa que no hay coño en mi futuro.
—Buu Eres aburrida. Voy a ir a McGilroy’s y conseguir un helado con chocolate caliente.
—¿Tu apetito está de vuelta? —pregunto.
—Síp. Estaré gorda antes de que lo sepas.
Sí, claro. La idea de Beth distinta a un palo flaco sería un milagro. Tiene dificultades para retener los alimentos y por lo tanto problemas con su peso. —Diviértete. Te quiero.
—También te quiero, pero tú eres la que necesita divertirse. Encuentra una manera de acelerar su divorcio para que puedas saltar sobre esa chica.
—Estoy en ello. —Sonrío, y finalizo la llamada.
Sostengo el teléfono en mis manos por varios minutos después de que terminamos la llamada. Dios, amo a mi hermana. Después de organizar mi habitación lo mejor que puedo, decido ir en busca de Brittany.
La encuentro sentada en un taburete en la isla de la cocina, su Tablet frente a ella con su correo electrónico lleno de mensajes que está revisando.
—¿Te interrumpo? —pregunto, agarrando una botella de agua de la nevera.
—Por supuesto que no. ¿Estás bien?
Asiento. —Acabo de llamar a Beth para decirle que me voy a quedar.
Está tranquila, pero su actitud calmada me dice que esto la hace feliz.
En lugar de sentarme en el taburete a su lado, rodeo la isla de la cocina y me paro frente a ella, apoyando los codos contra la losa de granito.
Se ríe de mí. —¿Qué tienes en mente, cariño?
No me di cuenta que era tan obvia. Enderezo mis hombros y relajo la línea arrugando mi frente. —Tú y Stella… —No debería preguntar, sólo me estoy torturando, pero no puedo evitarlo. Necesito saber, porque no puedo imaginármela con ella—. Quiero saber la naturaleza de su relación. ¿Era como un matrimonio normal, con todas las ventajas y beneficios del matrimonio?
Aprieta un botón para oscurecer la pantalla de su Tablet y suelta un suspiro calmado. —¿Qué estás preguntando?
—Viviste aquí con ella. Asumo que esta casa está llena de recuerdos para ti, y simplemente es extraño para mí pensar en ti con otra mujer viviendo aquí, durmiendo en la cama que compartí contigo…
—¿Qué quieres saber? —pregunta Brittany.
—Supongo que lo que quiero saber es… ¿fuiste feliz? Stella, en mi muy breve interacción, parecía bastante diferente de mí. —Ella era toda dureza en el exterior, con bordes afilados y preocupada hasta del último centímetro de ella.
—Eras diferente. Joder, eres diferente, Santana.
Me gusta saber que tal vez lo que ella y yo compartimos fue diferente de lo que tuvo con ella. —¿Cómo es eso?
—Eres suave y dulce y gentil. Me haces reír.
—No me gusta que tengas recuerdos con ella de cosas que tú y yo nunca compartimos.
Estoy segura de que sabe que hablo sobre el sexo, y mis mejillas se sonrojan ligeramente. Dijo que sólo somos amigas, así que, por qué la estoy empujando a contarme su historia sexual, no tengo idea. Sueno como una novia celosa, pero soy incapaz de detenerme.
Brittany se inclina hacia mí, sus ojos azules inmovilizándome en el lugar. —¿Quieres saber por qué sólo quería sexo oral contigo?
Asiento, incapaz de resistirme a la pizca de información que está colgando frente a mí.
—Porque eso es algo que Stella no haría.
—¿Qué estás diciendo?
—Nunca me follé su boca. Nunca me perdí completamente con ella. Cada vez contigo…fuimos solo nosotras. No hubo recuerdo amargos para contaminar eso. Era nuestra cosa.
Sus palabras envían un torrente de emociones conflictivas a través de mí. Mi corazón retumba en mi pecho mientras recuerdo nuestros encuentros eróticos con total nitidez. —Ella no lo haría… ¿por qué?
Se encoge de hombros. —Decía que no le gustaba el sabor. Por supuesto, eso es exactamente lo que la atrapé haciéndole al jardinero, tomándolo profundamente en su garganta en la biblioteca. Parecía gustarle mucho, siempre y cuando no fuera conmigo.
Me duele el corazón por ella. Tan enojada como estoy, empiezo a comprender el profundo dolor y desconfianza que ha llevado con ella. Recuerdo cómo nunca parecía querer entrar en esa habitación y mi corazón se ablanda un poco. Y me gusta saber que, aunque sea trivial, hacerle una mamada es algo que solo yo hice. Supongo que ahora entiendo su aversión a la biblioteca.
—Estar con ella era una mera conveniencia. Tú eres una elección. Una que quiero tomar desesperadamente… si me lo permites.
Sus palabras me inundan. No debería confiar en ella, no después de que me mintió sobre su pasado, me hizo creer que era soltera. Sin embargo, ninguna parte de mí niega que la quiero. —Pero dijiste que somos amigas. —Mi voz es pequeña. Tomaría poco o ningún esfuerzo de su parte convencerme de que estaríamos mejor como algo más que amigas. El zumbido de calor entre nosotras es palpable e intenso.
—Por ahora, sí. Quiero que confíes en mí otra vez. No voy a presionarte aún.
Aún. Esa palabra suena ruidosamente en mi cabeza. Trago con dificultad, tratando de descifrar el significado más profundo detrás de sus palabras. Ella me quiere de vuelta, estoy segura de eso. Entonces, ¿por qué demonios no termina de divorciarse de Stella y sigue adelante con su vida? Dos años de espera para ser libre parece extremo. Incluso para alguien tan terca y arrogante como Brittany.
—Lo siento…—me disculpo, aunque no estoy del todo segura de por qué. Odio la idea de Britt encontrando a esa bruja de rodillas, dándole a un hombre lo que le negó a ella.
—No lo hagas —dice, con frialdad. Pero sus ojos cuentan una historia diferente. Son oscuros y lejanos, como si está luchando por escapar de los recuerdos amargos que lo siguen alrededor de las habitaciones de su propia casa.
Dejo a Brittany con su trabajo y me encuentro paseando por las habitaciones de su casa, terminando en la biblioteca. Odio a Stella. No puedo decir que realmente he odiado a alguien antes. Odio el cáncer de Beth, odio que Brittany esté casada, pero jodidamente odio a Stella por completo. Ha hecho que una mujer dulce se endurezca y se cuestione a sí misma y a sus relaciones. Me quedo en la biblioteca, mirando silenciosamente al vacío durante demasiado tiempo.
Cuando encuentro a Brittany en su oficina más tarde, la convenzo de dejar su trabajo por la noche y dormir un poco. Los círculos oscuros bajo sus ojos tiran algo dentro de mí, pero resisto la tentación de envolver mis brazos alrededor de su cuello. Ella no es mía para calmarla.
Nos separamos en la parte superior de las escaleras y decimos buenas noches. El paseo a la habitación de invitados se siente demasiado largo y simplemente extraño. Mientras me arrastro entre las sábanas frescas, mis pensamientos van directamente a la mujer al otro lado del pasillo.
***
El día siguiente es interesante. Una extraña sensación de malestar crece a medida que pasa el día. Comemos juntas, voy a trotar, y Brittany trabaja en la isla de la cocina mientras veo una revista, pero no puedo evitar sentir que algo está mal. Estamos luchando por encontrar nuestro ritmo solo como amigas. Sigo robando miradas de ella, notando la forma en que su camiseta blanca se aferra a sus senos y siento sus ojos en mi espalda cuando me alejo. Odio no poder tocarla.
¿Es posible ser amiga de una mujer que quiero tan desesperadamente?
Cuando cae la noche, me ducho, cepillo mis dientes y termino mi ritual nocturno habitual, pero no estoy lista para ir a la cama. Mi cuerpo está demasiado tenso. Empiezo a pensar que este nuevo arreglo que he aceptado nunca funcionará.
Después de dar vueltas durante una hora, decido ir por Brittany. Sé que mis acciones —ir a su habitación en medio de la noche— definirán cómo pasaremos nuestros próximos meses, pero no me importa. Necesito verla, hablar con ella, para entender en lo que me estoy metiendo.
Me arrastro por el pasillo de puntillas como una intrusa sigilosa y golpeo suavemente su puerta.
No hay respuesta.
Tal vez ya está dormida.
Entro y mis ojos buscan por la habitación oscura. Sus sábanas están en una pila desordenada sobre la cama, pero no veo ningún movimiento.
—¿Brittany? —susurro.
Nada.
Me arrastro más cerca y me arrodillo en el borde del colchón. Ahora que mis ojos se han adaptado a la oscuridad, puedo ver que no está aquí. La habitación está tranquila y vacía.
Me atraviesa una punzada de decepción, seguida por llamaradas de curiosidad.
Me aventuro en busca de ella.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
CHAPTER 5
Santana
El anochecer ha bañado la casa en la oscuridad casi total, con excepción de las pequeñas luces de camino que están colocadas estratégicamente en puntos de salida en toda la casa. Es sólo la luz suficiente para verme mientras bajo por las escaleras y me dirijo hacia la oficina de Brittany . Paso el estudio en mi camino y confirmo que no está ahí. Tal vez no podía dormir bien y ha vuelto a trabajar. Sus mantas estaban esparcidas por la cama como si hubiera luchado con ellas. Mi conjetura es que ella intentaba dormir, igual que yo, y perdió la batalla.
La puerta de su oficina se encuentra abierta y una lámpara proporciona una franja de luz suave. Escucho gruñidos y mi estómago se tambalea.
Doy un paso alrededor de la puerta y estoy completamente sorprendida por lo que encuentro.
Brittany está sentada en su sillón de cuero, sus pantalones de dormir bajos y su mano entre su entrepierna con orgullo. Su mano se mueve de arriba abajo en movimientos cortos y desiguales y está gruñendo en voz baja.
Mi coño se aprieta a la vista de ella. Libero un pequeño gemido y sus ojos se apoderan de los míos.
—Cristo, Santana. — Saca su mano de entre sus pantalones y los sube rapidamente, lo cual no es tarea fácil. Está tan humeda y exitada no se ve feliz de estar metida en el espacio confinado. Yo sólo sigo observándola.
—¿No sabes tocar la maldita puerta? —ladra en mi dirección.
—La puerta estaba abierta —murmuro, sintiéndome una idiota.
Mira detrás de mí hacia la puerta abierta. —Supongo que lo estaba. ¿Aunque, qué haces fuera de la cama?
—Creo que la mejor pregunta es, ¿qué haces tú? —Me siento descarada y quiero verla retorcerse un poco siendo capturada. Salvo que se encuentra tranquila y serena, y me sigue viendo con calma.
Sacude la cabeza hacia mí, obviamente, sin morder el anzuelo. —No hagas preguntas para las que no estás dispuesta a escuchar las respuestas.
No estoy segura de lo que quiere decir, pero cruzo la habitación y me paro delante de ella, mis piernas todavía inestables de lo que acabo de presenciar. —Estabas masturbándote.
Se queda tranquila y calmada.
No lo había dicho como una acusación, pero por suerte Britatny no parece ofenderse. —Sólo tengo curiosidad...
—Tengo necesidades, San, como tú sabes.
Asiento. —Las dos las tenemos. —Doy un paso más cerca.
—Ten cuidado, dulzura. Estás jugando con fuego, tentándome, haciéndome querer algo que no puedo tener.
—¿Quién dice que no puedes? —No sé quién es la chica que se halla provocando, pero me siento audaz, inquieta y solitaria. Es una mala combinación, y me hace querer actuar.
Levanta una ceja oscura, mirándome de cerca. —Ha cambiado tu opinión sobre todo esto, porque te voy a follar aquí y ahora, tan profundo que todavía sentirás mi maravillosos dedos dentro de ti mañana.
No digo nada más, sobre todo porque no sé qué decir, pero mi cuerpo zumba con anticipación. Mis pezones se endurecen contra la parte posterior de mi top y mis bragas se aferran a mis sensibles pliegues.
Brittany lanza un gemido de frustración y empuja su palma contra su coño — —¿San, cuál es la mierda actual? —Su tono es un cruce entre juguetona y enojada.
—Siento haberte interrumpido —digo.
—A la mierda —dice, apoyando su cabeza contra la silla de cuero y cerrando los ojos. Cuando los abre de nuevo, su ira se ha ido. Todo lo que veo es lujuria.
—¿Por qué nunca me tomaste? —pregunto.
—A medida que pasaban las semanas, comenzaste a significar más para mí. No quería tomar algo de ti que no era mío.
Es tuyo, quiero decirle. —Pero ese día que Stella se presentó, ibas a hacerlo. —Había visto la mirada de determinación en sus ojos y supe que por fin iba a entregarse a mí.
—Porque sabía en ese momento que me pertenecías. Incluso sin la subasta, sin el acuerdo. Eras mía.
Observo sus ojos, sin estar en desacuerdo en lo más mínimo. Todavía lo soy.
La forma en que su oscura mirada barre a la mía me dice que me quiere, pero elige no presionarme. Quiero saber por qué. —¿Por qué sugeriste que seamos sólo amigas? —pregunto.
Toma una respiración profunda y la deja escapar lentamente. Luego hace un gesto para que me siente en una de las sillas frente a su escritorio.
Sigo su ejemplo y me siento, metiendo mis piernas desnudas debajo de mí. La parte superior de mi top y pijama corto que llevo no es rival contra el aire acondicionado frío. Eso, o mi cuerpo todavía se encuentra temblando de lo que presencié cuando entré.
—Estaba desarrollando sentimientos reales por ti, algo que asustó la mierda de mí dado mi pasado.
—No entiendo. Las dos estábamos nos estábamos enamorando... —Es la primera vez que he admitido mis verdaderos sentimientos, pero algo me dice que esto no es una sorpresa para ella.
Brittany no dice nada, solo me mira pacientemente como si tuviéramos toda la noche para sentarnos aquí y hablar en acertijos. Tal vez es sólo su discurso de sólo amigas —una solicitud hueca hecha sólo para que me quede.
—Si quieres una oportunidad real conmigo, necesito algunas cosas de ti —dice.
—¿Cómo cuáles?
—Sabes que no me ha ido bien en cuanto a las mujeres, y el dinero y la confianza.
—Sí —reconozco.
—Las mujeres por lo general sólo me quieren por mi dinero —añade.
—¿Qué tiene que ver eso conmigo? —Soy lo más lejano a ser una caza fortunas.
—Bueno, tienes que admitir que el inicio de nuestra relación no infundió mucha confianza. Sólo accediste a ir conmigo esa noche porque te estaba pagando.
—Sí, pero a medida que fui conociéndote, sabes que no fue por el dinero. Ese dinero era para Beth. Te dije que te voy a dar el resto ahora.
—Eso no es lo que quiero. —Su tono es firme y me siento como si estuviéramos dando vueltas en círculos.
—¿Entonces qué es lo que quieres?
—Algo mucho más valioso... —Sus ojos trazan un camino a lo largo de mi escote expuesto, haciendo que mis pezones se endurezcan.
Me quedo tranquila, expectante y preguntándome lo que tiene en mente.
—Quiero saber que puedo confiar en ti. Necesito tu fe y tu creencia en mí de que yo puedo encargarme de mi pasado.
—Puedes confiar en mí... —empiezo.
—Hablar es barato y me he quemado antes. Santana, lo que pasó con Stella hace que sea difícil para mí creer en las mujeres. La falta de juicio y un matrimonio roto bajo mi cinturón puede ser comprensible, ¿pero dos? Eso no es algo que estoy dispuesto a arriesgar. Amigas es más seguro en este momento.
—¿No confías en mi?
No responde.
—Tú eres la que ocultó la verdad —dejo escapar.
—Puede ser, pero quería saber cómo me sentía y te lo estoy diciendo —dice.
—No sé lo que tratas de decirme —admito—. Brittany, tienes que saber que no soy nada como ella. —No me gusta que una mujer malvada nos haya arruinado.
La mirada que me da es de incredulidad. —Sólo te encuentras en mi vida por razones monetarias. Te pagan por estar aquí, y saliste corriendo tan pronto como las cosas se pusieron difíciles. ¿Qué se supone que debo pensar? —dice, sujetándome con una mirada caliente.
Dios, tiene razón. Cuando miro mis acciones a través de ese lente, puedo ver lo que quiere decir. Estuve aquí sólo por el dinero. Tan pronto como fui confrontada con su pasado, huí de ella, negándome a escuchar una sola palabra.
—Tengo que ser capaz de confiar en la mujer con la que estoy —añade.
Me destroza ver nuestro acuerdo a través de sus ojos, al saber que me ve como otra mujer que sólo le interesa su riqueza. Me levanto y cruzo los brazos sobre mi pecho. Por qué había pensado alguna vez que ser amigas era una buena idea, no tengo ni idea. —No va a funcionar para mí. Te quiero. Tú me quieres. Sin embargo, no confías en las mujeres. Y no puedo simplemente pasar por alto tu matrimonio. Estamos en un callejón sin salida.
—Así parece. —Brittany tamborilea con los dedos sobre el escritorio.
Allí, de pie en la tranquila soledad de su oficina, me pregunto qué demonios voy a hacer ahora. Considero hacer las maletas y volver a casa, pero en el fondo, sé que no es la solución. Estaría haciendo exactamente lo que Brittany espera. Huir. Necesito permanecer y mostrarle que hay una manera diferente. Incluso si asusta la mierda siempre amorosa de mí.
Una idea se afianza y soy incapaz de deshacerme de ella. Mi boca comienza a trabajar antes de que mi cerebro pueda incluso ponerse al día con lo que propongo. —Tengo normas morales. Que dictan que no me acuesto con mujeres ni hombres casados.
Me mira con curiosidad.
Me siento frente a ella una vez más y respiro calmadamente. —Quiero demostrarte que puedes confiar en mí. Que puedes poner tu fe en una mujer de nuevo.
—¿Cómo?
—Dejándome de lado y sometiéndome como debería haber hecho desde el primer día que me compraste.
Sus ojos hambrientos parpadean en los míos. —No entiendo.
—Britt, tengo miedo. De todo esto. Mis sentimientos por ti, de ser herida, de darte mi virginidad. Tengo miedo de que no puedas romper los lazos con Stella. Pero tengo fe en ti. Esta es mi forma de mostrar que confío en que hagas lo correcto y la mejor manera en que puedo demostrarte que no voy a ninguna parte es entregarme a ti.
—San... —gime, frotando una mano por su cabello
—Puedes tenerme de cualquier forma que quieras.
—San, quiero tu virginidad. Quiero reclamarte totalmente. Es la única manera de demostrarme que estás realmente aquí por mí.
—Pero dijiste amigas —bromeo ligeramente, sacando el delicioso enfrentamiento verbal que se parece tanto a los juegos previos.
—A la mierda lo de amigas. Quiero estar dentro de ti.
—Lo quiero también —digo—. Más que nada.
—¿Te encuentras segura de eso?
Asiento, encontrado su mirada oscura. —Había un hombre que conocí en un bar en Italia, era atractivo y educado y...
—¿San, querías que él te jodiera? ¿Querías que él pusiera su polla dentro de ti?
Su lado posesivo me hace sentir caliente y nerviosa. —Sólo escucha —le pido—. Podría haber dormido con él, y de hecho Beth me alentó. Me dijo que seguir siendo virgen era mi elección y podría haber ido adelante con ello.
—¿Pero no lo hiciste?
Niego. —Sabía que debías ser tú. Quiero que seas tú.
Se levanta de un salto y me tira contra ella. Mi pecho queda al ras con el suyo y sus brazos se envuelven alrededor de mi cintura, aplastándome. Eso roba mi aliento y me quedo allí, inmóvil, dejando que se aferre a mí para salvar su vida. El movimiento es sorprendentemente tierno, y puedo decir que mi oferta ha golpeado algo dentro de ella.
No puedo pensar en una sola cosa que decir, pero sé con claridad rotunda que esto no es algo que puede ser hablado. Tiene que ver mis acciones para entender dónde se encuentra mi lealtad. Justo cuando contemplo mi próximo movimiento, ella pone su cabeza en mi hombro, apoyando su mejilla contra la parte superior de mi pecho. Puedo sentir su aliento fantasma sobre mis pezones en mis pantalones suaves. Mi piel se calienta con su proximidad, pero esto no es sexual. Es un gesto dulce, como si estuviera reconociendo mi aceptación de ella y todo su equipaje.
Empiezo a envolver mis brazos alrededor de ella, pero me detiene, tomando mis manos y manteniéndolas a mis costados, enlazando sus dedos con los míos. Levanta la cabeza de mi hombro, mirándome directamente a los ojos. Nuestras palmas se presionan entre sí y ninguna de las dos dice una palabra. Se siente íntimo y familiar.
Odio cómo de dañada está, y apenas comprendo toda la profundidad de ello en este momento. Normalmente es tan segura, tan exigente, que este lado tierno suyo es completamente inesperado.
Nuestros ojos permanecen mirándose y es como si las dos estamos compartiendo el mismo pensamiento. Estamos dando un paso gigante hacia adelante como una pareja, cada uno dejándonos al descubierto a nosotras mismas. Ella, aprendiendo a confiar de nuevo, y yo tirando una cana al aire con una mujer casada. Incluso sin el contrato, ella es mi dueña, y yo había sido tonta al pensar que sólo podía alejarme. Soy suya.
Inclinando su cabeza a la mía, me da un suave beso en mis labios. Mis ojos perezosamente se cerraron y separo mis labios, aceptándola. Su lengua acaricia la mía, invitándome a jugar.
Después de varios minutos de sus profundos besos hambrientos, me alejo, sin aliento. —Dijiste que pasaron dos años. Eso es mucho tiempo para esperar.
Traga. Sus manos se liberan de las mías y se desplazan por mis brazos hasta acunar mi rostro. —¿Qué juego juegas? —pregunta, con un tono confundido a su voz.
—No hay juegos. Sólo nosotras. Tienes que ser capaz de confiar en la mujer con la que estás.
—Por supuesto —concuerda.
—Soy suya, señora. Todo lo que quieras. Las cosas pervertidas que puedas fantasear. —La miro, queriendo decir cada palabra. Me siento traviesa, sexual y me gusta. Me desnudé ante ella y no tengo idea de lo que piensa.
—¿Si quiero vendarte y joderte hasta que estés irritada?
El tono hambriento en su voz es inconfundible. Quiero cumplir todos sus deseos y aliviar esta tensión entre nosotras más de lo que quiero mi siguiente respiración. —Todo lo que quieras —murmuro.
—¿Y si quiero tomar tu pequeño trasero apretado?
Mi estómago da una voltereta, pero mi mirada permanece en la suya. No sé si trata de asustarme, o si eso es algo que realmente desea. Enderezando mis hombros, respondo—: Entonces estoy en el juego. Creo en ti. Y creo en nosotras.
—¿Te encuentras segura de esto? Porque una vez que me encuentre enterrada dentro de ti, no seré capaz de parar.
—Me encuentro segura de esto. —Al menos eso creo—. ¿Cuando empezamos? —pregunto.
—Ahora.
Su tono áspero me sobresalta. Y el calor en la habitación parece incrementarse varios grados. —¿Quieres mi boca? —pregunto, poniéndome de rodillas en la alfombra de felpa.
—No. —Me mira, y acaricia mi mejilla con su pulgar—. Por muy tentadora que es esta linda boquita tuya, necesito follarte.
Jadeo con un aliento estrangulado. Olvidé lo explícita que puede ser sobre sus necesidades. La dulce ternura de Brittany se fue. La mujer de pie frente a mí es toda fuerza y presencia dominante.
Trago y doy un asentimiento tenso.
Brittany
Santana no sabe que ya firmé los papeles del divorcio, pero su confianza en mí lo es todo. Sabía que mis instintos estaban en lo cierto sobre ella. No sólo es el sueño húmedo de todo mujer u hombre hecho realidad, sino que también tiene un corazón de oro. Entiende mis problemas de confianza y se la juega de la única forma que sabe de cómo demostrarme que se encuentra aquí por las razones correctas. Casi tengo ganas de llorar cuando comprendo eso.
Santana espera ansiosamente sobre sus manos y rodillas, completamente desnuda delante de mí. Su confianza en mí es asombrosa e inesperada. Enciende todo tipo de sentimientos que pensé que juré que ya no tenía desde hace mucho tiempo.
La noche sin duda dio un giro para mejor. Después de una acalorada llamada telefónica con Stella, me metí en la cama sola. Permanecí ahí sin poder dormir y comprendí que me comportaba de una jodida manera increíblemente infantil. Aparté las mantas y me dirigí a mi oficina para revisar los documentos que mi abogado dejó en mi bandeja de entrada hace mucho tiempo. Los imprimí y los miré por una eternidad, mi cabeza zumbaba y mi corazón dolía. Los firmé en el acto, el peso en mi pecho se liberó casi de inmediato.
¿Por qué en el mundo le dije a Santana que sería su amiga?, no tenía idea. Me hallaba atada tan apretada que antes de saberlo, tenía mi coño en mi mano cuando Santana me encontró. Y ahora ella se arrodilla ante mí, su trasero hacia arriba y sus manos enterradas en la alfombra de felpa de mi oficina. Camino a su alrededor y veo tensarse su espalda.
—Relájate, dulzura —digo—. Me prometiste cualquier cosa que yo quisiera. —Le recuerdo.
Voy y me paro detrás de ella y me siento contenta al ver su coño brillando por su humedad. No la he tocado aún —sólo le ordené desnudarse, y lo hizo, dejándose completamente al descubierto ante mí, antes de ponerse sobre sus manos y rodillas a mi comando. Es una hermosa jodida vista y mi coño duele al pensar en finalmente tomarla. Pero no me apresuraré esta noche.
Me quedo de pie sobre ella y desabrocho mi camisa lentamente, descartándola en el suelo junto con su ropa. Puedo sentir los ojos de Santana observando mis movimientos, su cabeza se giró a mirarme. Saber que ella me mira y que se siente completamente tan excitada como yo, me alimenta. Sus ojos
queman directamente a través de mí, creando un dolor físico. Tomo mi tiempo, y deslizo fuera mis pantalones. No necesito mirar para saber que ella se concentró en cada uno de mis movimientos.
Mira cómo me acaricio, sus ojos trazando cada centímetro de mi.
—¿Estás lista para mí, dulzura? —pregunto.
Su mirada se eleva hacia la mía y me da un asentimiento sin palabras.
Me arrodillo, me posiciono detrás de ella y coloco mis manos en la curva redondeada de sus nalgas. Usando mis pulgares, separo sus labios inferiores y la encuentro húmeda y lista.
Ahora, eso es jodidamente excitante. Aún ni siquiera la he tocado, y mi ángel está empapada por mí.
Me posiciono en su entrada y me burlo de ella con la punta de mis dedos, deslizándola hacia arriba y abajo. Su calor me envuelve y la sensación hace que mi coño se tense como mi cuerpo. Joooder. Desde ya puedo decir que el sexo entre nosotras será intenso y aún ni siquiera la he penetrado. Dijo que quiere esto, pero tengo que asegurarme antes de tomar algo tan preciado de ella. Menea sus caderas, empujándose hacia atrás contra mí, y casi pierdo el jodido control en ese mismo momento. Sujeto su trasero y sofoco un gemido, viendo mis dedos presionarse contra su carne rosa.
Un suspiro tembloroso se estremece a través de sus labios.
Me echo hacia atrás y reanudo el burlarme de ella al frotar mis dedos en su contra. —Esta noche quiero follarte con mi boca. Y si eres buena, mañana te follaré con mis dedos.
—¿Y pasado mañana?
—Si aún puedes estar de pie, sí.
Inhala fuertemente. —¿Y follaras mi trasero?
Maldita sea. Escuchar esas palabras eróticas salir de sus perfectos labios, provoca que mi humedad se note en mis muslos. —Aún no, hermosa. Pronto, pero aún no. Sabré cuando estés lista para más.
—Oh.
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Edad : 43
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
—Si lo hago demasiado pronto te haré daño —explico.
—¿Me harás daño?
—No te haré daño. No a propósito. Pero, tu trasero es muy apretado. —Le doy una palmada juguetona en su nalga.
Sonríe hacia mí con desafío.
Le doy otra palmada, más en serio esta vez y soy recompensada con un satisfactorio chasquido y un jadeo mientras Santana inhala.
Ella podría pensar que tiene el control —entregándose a mí de esta manera—me encuentro a punto de demostrarle que aún tengo esto muy en control.
Me inclino sobre ella, besando los hoyuelos gemelos en la parte baja de su espalda, en ese jodido lugar sexy justo encima de su trasero.
Moviéndome más abajo, planto mi rostro en la unión entre sus muslos.
Se pone rígida momentáneamente, al darse cuenta de que mi rostro se encuentra casi enterrado en su trasero.
—Brittany... —gime. Su tono es inseguro, vacilante y lucha contra mí, tratando de zafarse de mi alcance.
—No —advierto y tiro de sus caderas hacia mí. No tiene ninguna razón de ser auto consciente a mí alrededor. Quiero adorar a su coño con mi boca. Podría permanecer aquí durante horas y no sería suficiente. Mis manos sostienen firmemente sus caderas en su lugar mientras mi lengua barre y le lame de arriba a abajo. Lanza un gemido suave y deja de intentar alejarse.
Sabe dulce, como el caramelo, y me consiento, sin vacilar en mi ritmo contra su clítoris hasta que sus gemidos de placer son lo suficientemente fuertes como para despertar a los vecinos.
—¡Brittany! —grita una y otra vez.
Se encuentra ahí, en ese hermoso momento justo antes de que su orgasmo estalle a través de ella. Sumerjo dos dedos profundamente en su interior y la siento apretarse a mi alrededor.
De repente, ya no es sólo sobre verla deshecha por su orgasmo, quiero que se venga más duro de lo que nunca lo ha hecho en su vida y saber que es por mi causa.
Empuja su trasero hacia atrás, moliéndose contra de mis dedos, y una visión de ella montando mi coño destella a través de mi mente.
—Eso es, nena. Déjate ir. —Mis dientes se hunden en la nalga carnosa de su trasero perfecto, mis dedos se curvan hacia arriba contra ese punto sensible en el interior.
Santana se deshace, repitiendo mi nombre una y otra vez mientras jadea buscando aire y sujeta mis dedos.
Su cuerpo tiembla por la intensidad de su liberación, y la levanto de su posición boca abajo, acunándola en mis brazos y besando su cuello, frente y labios.
—Mierda, eso fue caliente, bebé.
—Brittany... —murmura de nuevo. Sus ojos negros se encuentran confusos y fuera de enfoque, jadea como si justo hubiera corrido un maratón. —Nunca fue de esta manera.
—Eso es porque somos tú y yo —digo, queriendo decir cada palabra. Compartimos una conexión innegable que va mucho más allá de lo físico. No sé si es por todas esas semanas que pasamos viviendo juntas, conociéndonos la una al lado de la otra y todo sobre el ignorar la química explosiva entre nosotras, pero es intensa y diferente a todo lo que experimenté.
Nuestros labios se encuentran en un torrente de besos hambrientos. Las manos de Santana recorren mi cuerpo, trazando mis abdominales y moviéndose más abajo hasta que encuentra coño humedo. Se burla de mí al principio, sus dedos me exploran, sus uñas arañan ligeramente contra mi piel, su delicada mano ahueca mis valiosas pertenencias. Gruño cuando me agarra y comienza a acariciarlo perezosamente de arriba abajo. Empujo mis caderas hasta encontrarme con sus caricias.
—Más duro, bebé. —Le muestro lo que me gusta, apretando mi mano alrededor de la de ella y empiezo a ir más rápido.
Sus labios se quedan quietos momentáneamente aún contra los míos como si se concentrara en encontrar el ritmo. Cuando lo hace, el placer llena mi cuerpo y muevo mi mano a su nuca.
—Se siente tan jodidamente bien —gimo, empujando mis manos entre su cabello y llevando su boca de nuevo a la mía.
Mientras nuestras lenguas chocan y exploran, Santana utiliza ambas manos una posándola en mi cintura y la otra moviéndola de arriba abajo hasta que me encuentro a punto de explotar.
—San —gruño—. Me harás venir..
Baja su cabeza y me toma con la cálida caverna de su boca, succionando, lamiendo. Es inesperado y caliente que quiera probarme y no puedo resistir ni un segundo más. Enredando mis dedos en su cabello, hago erupción con una secuencia de maldiciones incoherentes y me vacío en su boca.
Santana suelta un bajo gemido y se traga mi esencia hasta la última gota.
—Nena, demonios. —La miro con aturdida incredulidad. No puedo creer que acabó de hacer eso.
Sonríe tímidamente y baja su mirada a entrepierna, luego le da unos suaves besos.
—Me alegra que decidieras en contra de ser amigas. —Alejo su cabello de la cara y beso sus labios.
—Sabías que nunca funcionaría, ¿no?
—Sabía que no era lo que yo quería, pero me encontraba dispuesta a intentarlo si esa era la única manera de tenerte en mi vida. —Honestamente es la verdad.
Me mira, sus ojos brillando con anhelo. —Lo quiero todo.
—Yo también, dulce Santana. Yo también.
Me pongo de pie, sosteniéndola en mis brazos. —Vamos, vamos a la cama.
—¿Qué pasa con nuestra ropa? —Baja la mirada al montón de ropas desechadas que decoran el piso de mi oficina.
—Le darán a las amas de llaves algo para chismear.
Descansa su cabeza contra mi hombro, suelta un suspiro de satisfacción y me permite llevarla por las escaleras.
—¿Me harás daño?
—No te haré daño. No a propósito. Pero, tu trasero es muy apretado. —Le doy una palmada juguetona en su nalga.
Sonríe hacia mí con desafío.
Le doy otra palmada, más en serio esta vez y soy recompensada con un satisfactorio chasquido y un jadeo mientras Santana inhala.
Ella podría pensar que tiene el control —entregándose a mí de esta manera—me encuentro a punto de demostrarle que aún tengo esto muy en control.
Me inclino sobre ella, besando los hoyuelos gemelos en la parte baja de su espalda, en ese jodido lugar sexy justo encima de su trasero.
Moviéndome más abajo, planto mi rostro en la unión entre sus muslos.
Se pone rígida momentáneamente, al darse cuenta de que mi rostro se encuentra casi enterrado en su trasero.
—Brittany... —gime. Su tono es inseguro, vacilante y lucha contra mí, tratando de zafarse de mi alcance.
—No —advierto y tiro de sus caderas hacia mí. No tiene ninguna razón de ser auto consciente a mí alrededor. Quiero adorar a su coño con mi boca. Podría permanecer aquí durante horas y no sería suficiente. Mis manos sostienen firmemente sus caderas en su lugar mientras mi lengua barre y le lame de arriba a abajo. Lanza un gemido suave y deja de intentar alejarse.
Sabe dulce, como el caramelo, y me consiento, sin vacilar en mi ritmo contra su clítoris hasta que sus gemidos de placer son lo suficientemente fuertes como para despertar a los vecinos.
—¡Brittany! —grita una y otra vez.
Se encuentra ahí, en ese hermoso momento justo antes de que su orgasmo estalle a través de ella. Sumerjo dos dedos profundamente en su interior y la siento apretarse a mi alrededor.
De repente, ya no es sólo sobre verla deshecha por su orgasmo, quiero que se venga más duro de lo que nunca lo ha hecho en su vida y saber que es por mi causa.
Empuja su trasero hacia atrás, moliéndose contra de mis dedos, y una visión de ella montando mi coño destella a través de mi mente.
—Eso es, nena. Déjate ir. —Mis dientes se hunden en la nalga carnosa de su trasero perfecto, mis dedos se curvan hacia arriba contra ese punto sensible en el interior.
Santana se deshace, repitiendo mi nombre una y otra vez mientras jadea buscando aire y sujeta mis dedos.
Su cuerpo tiembla por la intensidad de su liberación, y la levanto de su posición boca abajo, acunándola en mis brazos y besando su cuello, frente y labios.
—Mierda, eso fue caliente, bebé.
—Brittany... —murmura de nuevo. Sus ojos negros se encuentran confusos y fuera de enfoque, jadea como si justo hubiera corrido un maratón. —Nunca fue de esta manera.
—Eso es porque somos tú y yo —digo, queriendo decir cada palabra. Compartimos una conexión innegable que va mucho más allá de lo físico. No sé si es por todas esas semanas que pasamos viviendo juntas, conociéndonos la una al lado de la otra y todo sobre el ignorar la química explosiva entre nosotras, pero es intensa y diferente a todo lo que experimenté.
Nuestros labios se encuentran en un torrente de besos hambrientos. Las manos de Santana recorren mi cuerpo, trazando mis abdominales y moviéndose más abajo hasta que encuentra coño humedo. Se burla de mí al principio, sus dedos me exploran, sus uñas arañan ligeramente contra mi piel, su delicada mano ahueca mis valiosas pertenencias. Gruño cuando me agarra y comienza a acariciarlo perezosamente de arriba abajo. Empujo mis caderas hasta encontrarme con sus caricias.
—Más duro, bebé. —Le muestro lo que me gusta, apretando mi mano alrededor de la de ella y empiezo a ir más rápido.
Sus labios se quedan quietos momentáneamente aún contra los míos como si se concentrara en encontrar el ritmo. Cuando lo hace, el placer llena mi cuerpo y muevo mi mano a su nuca.
—Se siente tan jodidamente bien —gimo, empujando mis manos entre su cabello y llevando su boca de nuevo a la mía.
Mientras nuestras lenguas chocan y exploran, Santana utiliza ambas manos una posándola en mi cintura y la otra moviéndola de arriba abajo hasta que me encuentro a punto de explotar.
—San —gruño—. Me harás venir..
Baja su cabeza y me toma con la cálida caverna de su boca, succionando, lamiendo. Es inesperado y caliente que quiera probarme y no puedo resistir ni un segundo más. Enredando mis dedos en su cabello, hago erupción con una secuencia de maldiciones incoherentes y me vacío en su boca.
Santana suelta un bajo gemido y se traga mi esencia hasta la última gota.
—Nena, demonios. —La miro con aturdida incredulidad. No puedo creer que acabó de hacer eso.
Sonríe tímidamente y baja su mirada a entrepierna, luego le da unos suaves besos.
—Me alegra que decidieras en contra de ser amigas. —Alejo su cabello de la cara y beso sus labios.
—Sabías que nunca funcionaría, ¿no?
—Sabía que no era lo que yo quería, pero me encontraba dispuesta a intentarlo si esa era la única manera de tenerte en mi vida. —Honestamente es la verdad.
Me mira, sus ojos brillando con anhelo. —Lo quiero todo.
—Yo también, dulce Santana. Yo también.
Me pongo de pie, sosteniéndola en mis brazos. —Vamos, vamos a la cama.
—¿Qué pasa con nuestra ropa? —Baja la mirada al montón de ropas desechadas que decoran el piso de mi oficina.
—Le darán a las amas de llaves algo para chismear.
Descansa su cabeza contra mi hombro, suelta un suspiro de satisfacción y me permite llevarla por las escaleras.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
CHAPTER 6
Santana
Por la mañana, cuando me despierto, Brittany ya no está y se fue de la cama. Echando un vistazo al reloj, me doy cuenta de que son las siete y diez, y ya que es un lunes, asumo que se despertó para alistarse para el trabajo.
Queriendo verla antes de que empiece su día, me levanto de la cama y me arriesgo escaleras abajo vistiendo solo su camiseta en la que dormí. El algodón caliente es suave contra mi piel y me recuerda que hay tantas cosas minúsculas que extrañé de ella. Una sonrisa feliz juega en las comisuras de mi boca.
La encuentro en la cocina, vestida con un traje oscuro, camisa blanca almidonada. Está descalza. Se ve deliciosa. Quizás simplemente la tendré a ella de desayuno.
Sus ojos se encuentran con los míos y coloca su teléfono celular sobre la isla. ―¿No eres algo lindo para mirar? ―Su mirada se pasea a lo largo de las curvas visibles bajo la camiseta, antes de detenerse sobre mis piernas desnudas―. Ven acá.
Su sencilla orden pone tenso mi cuerpo con anticipación. Cruzo la cocina y me detengo frente a ella. ―¿Dormiste bien? ―pregunto, extendiendo mis manos alrededor de su cuello.
―Como una jodida roca. ―Coloca un beso en mi sien―. Gracias a Dios que regresaste.
Ahora envuelvo mis brazos alrededor de su cintura y exhalo suavemente mientras me tira en sus brazos y me sostiene fuerte. Viéndola todo conservadora con su traje me dan ganas de despeinarla, desnudarla y hacer cosas malas, aquí mismo, en la cocina.
―Dijiste que hoy era el día... ―Levanto mi cara desde su cuello y susurro contra su oreja, dejando que las palabras permanezcan entre nosotras. La promesa de tener sexo más tarde tiene a todo mi cuerpo demasiado consciente de su cercanía, su aroma.
La boca de Brittany se estira en una sonrisa juguetona. ―Joder, San...
Jugueteo con el dobladillo de mi camiseta y veo su mirada caer hacía el sur. Vistiendo solo una vieja camiseta gris, y nunca me sentí más sexy. Levanto la camiseta, dejando al descubierto el hecho de que no estoy usando ninguna braga, cuando Brittany de repente se aclara la garganta, viéndose incómoda.
―¿Qué? ―pregunto.
Suelta un suspiro. ―Marta está aquí.
Me atraviesa la decepción y casi me quejo por la frustración. Dejo caer el dobladillo de la camiseta, cubriéndome de nuevo y miro alrededor de Brittany a la ventana de la cocina, la cual tiene una vista directa a la entrada. Su pequeño coche deportivo de color rojo se encuentra estacionado en la calle, pero no la veo por ninguna parte. Raro.
―Voy a vestirme ―le digo y lo dejo en la cocina. Llámame anticuada, pero cuando uno de los empleados de Brittany está aquí, me imagino que al menos debería estar usando bragas. No toleraba sacarme su camiseta y simplemente me coloque ropa interior y un par de pantalones de yoga antes de dirigirme a la planta baja.
Me encuentro con Marta en el pasillo fuera de una de las habitaciones.
―¿Santana? ―Suena sorprendida y arquea sus cejas cuando me ve.
―Hola. ―Doy un vistazo a su alrededor y veo varias maletas en la habitación de invitados y ropas dejadas sobre la cama. ¿Qué infiernos? No entiendo qué está pasando, pero en lugar de quedarme a charlar con Marta, quiero hablar con Brittany. Me dirijo directamente a la cocina.
―Marta se ve muy cómoda arriba.
―Se está quedando aquí ―dice, sin más explicaciones.
―¿Por qué? ¿No tiene un lugar propio? ―Si me da algún discurso sobre el compañerismo o que la casa está vacía, voy a enloquecer. Ya sospechaba sobre en qué consistía su relación completa y después del fiasco de su matrimonio, no podía soportar que en este momento me cayera alguna otra granada de información.
―En su edificio hay infestación de ratas y se está restaurando su apartamento. Es solo por un par de días más o menos.
¿Ratas? Ew. ―Está bien.
―¿Qué está mal? Te ves molesta.
―Ella parecía sorprendida de verme aquí, como si no sabía que regresé.
Se encoge de hombros. ―Regresaste recién ayer. Aún no he tenido tiempo de contarle.
Su respuesta tiene sentido, simplemente no me gusta la idea de que con Brittany nuevamente soltera, Marta no perdió tiempo en mudarse. Y a juzgar por las tres maletas gigantes que trajo con ella, está planeando estar aquí algo más que una par de días.
Marta escoge ese momento exacto para entrar en la cocina y servirse una taza de café desde el armario. Sé que es irracional, pero su familiaridad con esta mujer y su casa, me molesta. ―Jefa ¿lista para el trabajo? Podemos irnos juntas. ―Lo trata con una amplia sonrisa.
Brittany besa ligeramente mis labios y sus ojos le imploran a los míos que lo deje pasar antes de que se dé la vuelta hacia Marta. ―En realidad, me di cuenta de que probablemente estaríamos trabajando en horarios diferentes, entonces nos iremos por separado.
―No, eso está bien. No me importa si tienes que trabajar hasta tarde, me juego por lo que sea. Además, será un buen momento para ponernos al día. Puedo ponerte al tanto sobre las renovaciones he planeado para la casa de la piscina.
―¿Qué renovaciones para la casa de la piscina? ―pregunté.
―¿Brittany no te lo contó?
Sacudí mi cabeza.
―Una de las bombas de aire se averió y la casa de la piscina se inundó. Desde entonces, me he encargado de la redecoración desde... no tiene importancia. ―Marta sonríe coqueta, compartiendo una mirada secreta con Britt.
―¿Desde qué? ―pregunto.
Se encoge de hombros. ―Ya que Stella es quien decoró, no creía que la decoración púrpura y dorada combinara con los gustos de Brittany, pensé que era tiempo de un cambio de imagen.
Brittany desliza su palma caliente contra mí, un gesto destinado a calmarme y tranquilizarme. No tengo ni idea de por qué estoy actuando tan territorial sobre una mujer que ni siquiera estoy segura de que es mía, pero ver esta mañana a Marta aquí, tiene todos mis sentidos en alerta máxima. Si voy a tener una relación verdadera con Brittany, necesito que las mujeres de su pasado dejar dejen de presentarse aquí sin previo aviso. Hago una nota mental de preguntarle a Brittany de los detalles sobre su relación con Marta.
Estoy de pie cerca de la puerta en pijama y observo como Brittany y Marta se suben a su pequeño auto deportivo rojo. Salen del camino de entrada, sobre la calle y perdura hasta que desaparecen de mi vista, el sonido de la música a todo volumen.
Suspiro y cierro la puerta. Me va a tomar un tiempo acostumbrarme a mi nueva vida.
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
CHAPTER 7
Brittany
Como una exitosa empresaria que dirige dos empresas, que se ocupa regularmente de altos ejecutivos y negocia con feroces competidores, encuentro casi ridículo cómo me puede poner a sudar una pequeña chica, vestida sólo con mi camiseta. Mientras Marta conduce, mis pensamientos divagan hacia Santana, como sucede a menudo.
Le escribo un mensaje de texto.
Ya te extraño.
Su respuesta es casi instantánea.
Yo te extraño más.
Sonrío y escribo mi respuesta. Vamos a divertirnos esta noche.
¿Lo prometes?
Su respuesta me hace reír.
Toda la que puedas manejar, dulzura.
―Así que, ¿Santana regresó? ―pregunta Marta, bajando el volumen de la radio, y desviando mi atención de mi teléfono.
Detecto un toque de celos agitándose entre sí, algo a lo que necesito ponerle un alto ahora mismo.
―Sí, se mudó de nuevo… definitivamente, espero.
Marta baja sus gafas de sol y me mira. ―Guau. Ese es un gran paso.
―Así es ―confirmo―. Marta, estoy loca por ella, y necesito saber que entiendes eso. Tú y yo tenemos un pasado complicado, pero es allí donde eso necesita permanecer… en el pasado.
―Ya veo.―Detecto un toque de decepción en su voz.
No puedo decir que estoy sorprendida por su reacción, siempre he sospechado que quería más de mí.
―Te valoro como una amiga y una empleada, pero Santana es un cambio de juego para mí. De hecho, estoy finalmente lidiando con Stella.
―Britt, lo entiendo. ―Su voz adquiere un tono ligeramente exasperado―. Las cosas entre nosotras terminaron mucho antes de que Santana entrara en el panorama. Y soy una mujer madura. Puedo lidiar con ello.
―Sé que puedes. Gracias por eso. ―Me alegra de que parezca comprenderlo. Lo último que quiero es que las cosas se pongan extrañas entre ella y Santana. O para el caso, entre ella y yo.
―Ademas, fueron sólo un par de veces ―comenta.
Ambos miramos el camino y me da la sensación de que está recordando con vívidos detalles las pocas veces que estuvimos íntimamente juntas.
―Esta en el pasado― confirmo. Sólo espero que se quede allí. Marta no responde―.Esta casi olvidado,‖¿verdad?
Deja escapar una breve risita.― Brittany, yo no iría tan lejos. No creo que olvide en un futuro cercano que eres la mujer más intensa con quien alguna vez he estado, o cuán inclemente y dominante puedes llegar a ser cuando estás excitada.
En mis recuerdos, nuestros encuentros no son tan memorables. Sólo recuerdo que en los meses después de que Stella se fue, me sentía deprimida y solitaria. Marta se encontraba ahí dispuesta, y le permití reducir el dolor un par de veces, pero nunca tuvimos sexo. ―Marta estoy hablando en serio sobre esto. Si le dificultas las cosas a Santana, o si sacas a relucir cosas del pasado…
Se da la vuelta hacia mí bruscamente.―Jefa, relajese. Déjeme con mis buenos recuerdos y le prometo que no diré nada.
Compartimos un viaje tenso hacia el trabajo y hago una nota mental para contarle a Santana todo esta noche cuando regrese a casa. Ahora que está de vuelta y confía en que haga lo correcto, no tendré a algo tan intrascendente arruinando nuestro progreso.
El día se me hace lento como un paso de tortuga, mientras espero mi noche con Santana. Mis hermanos irrumpen por la tarde sorprendiéndome con el almuerzo. Las cosas en el trabajo han estado tan ocupadas que he estado dejando de lado nuestras citas semanales de almuerzo. Hoy no corrieron riesgos, irrumpieron en mi oficina con mi asistente disculpándose detrás de ellos.
―Señorita, ellos simplemente entraron sin permiso ―dice, luciendo preocupado.
―Está bien, David.
Mi asistente, David, es un poco del tipo nerd y frágil, me dio la sensación de que está abrumado con la presencia de mis hermanos. Pero es el mejor asistente que jamás he tenido, así que no lo regañaré por la interrupción.
―Tienes que comer ―dice Pace, sosteniendo una bolsa de comida para llevar de uno de mis restaurantes favoritos de sushi―. Y necesito que me cuentes las últimas noticias sobre lo que está pasando con la dulce Santana. Viajó a Italia conmigo en un capricho, así que tal vez le debo ponerlo al corriente.―¿Hay un rollito de atún en esa bolsa?―pregunto.
Asiente y comienza a sacar los recipientes con los alimentos.
Me uno a él y Collins en la larga mesa de mármol en el centro de mi oficina.
―¿Entonces?―pregunta Collins―¿Fue una pérdida de tiempo tu viaje improvisado a Italia? ¿O conseguiste a la chica?
―Santana se mudó de nuevo ―confirmo.
―¡Joder sí! ―La amplia sonrisa de Pace ilumina todo su rostro. Siempre ha demostrado abiertamente sus emociones. Al mismo tiempo, es una bendición y una maldición. Es un constructor, entonces su personalidad sociable a menudo le ayuda a ganar más clientes, pero puede ser un obstáculo cuando está negociando acuerdos grandes. Con él, todas las cartas están boca arriba sobre la mesa. Puedes ver cada pensamiento fugaz que pasa por su cerebro.
―¿Y Stella? ―pregunta Collins.
Durante años, mi hermano mayor me ha estado insistiendo en divorciarme de ella. A pesar de ser sólo dos años mayor, siempre ha actuado más como una figura paterna para Pace y para mí. ―Firmé los papeles.
Pace salta poniéndose de pie. ―¡A la gran puta! Necesitamos un poco de champán para brindar por esta mierda.
―Siéntate, joder ―me quejo, pero soy incapaz de ocultar la sonrisa torcida que levanta una de las comisuras de mi boca―. Sí, sí, lo sé. Joder, ya era hora.
―Estoy tan jodidamente contento de que Santana esté en tu vida ―dice Collins, sirviéndose de mi plato un poco de jengibre al escabeche. Es obvio que le atribuye este cambio a su presencia en mi vida. Y, por supuesto, tiene razón.
―Hermano, necesitamos celebrarlo. En verdad ―dice Pace.
―No es una mala idea. Una gran fiesta para celebrar tu libertad de la mega perra ―dice Collins, masticando pensativamente.
―Déjenlo, chicos. He firmado los papeles y se los envié a mi abogado. Eso es celebración suficiente. ―No hay necesidad de celebrar la violación anal que esta recibiendo mi cuenta bancaria sólo para pagarle para que se aleje.
Por varios minutos, comemos en un cómodo silencio. Ante el período de calma en la conversación, mi mente divaga automáticamente hacia Santana y lo que ocurrirá esta noche cuando llegue a casa.
―Marta esta soltera, ¿verdad? ―pregunta Pace, acercando un pedazo de sushi a su boca.
―¿Por que lo preguntas?―le pregunto, doblando una servilleta sobre mi regazo.
―Se ve como si podría necesitar una buena follada.―Sonríe.
Bajo mis palillos. ―No folles a mis empleadas. ¿Por qué para ti eso es tan difícil de entender?
Pone los ojos en blanco.―Joder, mujer. Eres peor que una madre. Primero me insultas por coquetear con la hermana de Santana, Beth, y ahora estás quejándote de que me fije en el pequeño trasero coqueto de Marta.
―No me estoy quejando. Estoy señalando que sin ninguna duda tus habilidades para conquistar se extienden más allá del par de mujeres de mi círculo íntimo, que prefiero que no folles y luego vengan a mí llorando. Conozco tu historial con las mujeres, imbécil.
Collins interviene, viniendo a mi defensa. ―Tiene razón, idiota, tu récord de historial es de cero ¿a qué?, ¿a cien?
―¿Qué demonios significa eso? ―Momentaneamente, Pace deja de masticar.
―Que has tenido cero relaciones monógamas exitosas y mas de cien parejas sexuales ―dice Collins.
Pace se encoge de hombros. ―Dejé de hacer el seguimiento una vez que llegué a los tres dígitos.
―Escúchame, imbécil. Ya te lo dije. Marta trabaja para mí, así que no la folles. Y en lo que respecta a Beth, tiene cáncer. No necesita ningún tipo de estrés adicional en su vida de alguien que la va a follar una vez y largarse después. Sin mencionar que es la hermana de mi chica. Si la follas y luego haces un acto de desaparición, yo tendría que lidiar con las consecuencias.
Él se pone de mal humor, hundiéndose más profundamente en su silla, pero no responde.
Collins y yo compartimos una rápida mirada triunfal.
No tengo ni idea de si Beth es virgen como Santana, y no me importa. No quiero a Pace cerca de ella. Su historial con las mujeres es despreciable.
―¿Santana aún es virgen? ―pregunta Pace.
―No por mucho tiempo ―le confirmo.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
bueno parece que brittany esta haciendo las cosas bien ahora, a ver como va todo con la presencia de esa mujer en la casa!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
holap,...
me puse al dia con tu historia,..
esta buena,.. estaba en mis planes leerla,.. pero me quedo con la adap!!!
espero que birtt hable todo de una vez,.. y no se joda de nuevo,..!!!
nos vemos!!!
me puse al dia con tu historia,..
esta buena,.. estaba en mis planes leerla,.. pero me quedo con la adap!!!
espero que birtt hable todo de una vez,.. y no se joda de nuevo,..!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Micky Morales El Lun Feb 29, 2016 7:54 Am bueno parece que brittany esta haciendo las cosas bien ahora, a ver como va todo con la presencia de esa mujer en la casa!!!!! escribió:
si britt parece estar haciendo las cosas bien e hiendo por el camino correcto, y vamos a ver como hace santana con la presencia de marta, vamos a ver si no es echada a la calle jjajajajaaj.
3:) El Mar Mar 01, 2016 9:00 Pm holap,... me puse al dia con tu historia,.. esta buena,.. estaba en mis planes leerla,.. pero me quedo con la adap!!! espero que birtt hable todo de una vez,.. y no se joda de nuevo,..!!! nos vemos!!! escribió:
Si los libros son muy buenos aunque son eroticos, gracias por leer ya actualizo, britt esta buscando como ser sincera y mejorando su comportamiento
Gracias por Leer y continuamos
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
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Re: Brittana: Filthy Beautiful Love ParteII EPILOGO
Chapter 8
Santana
Para cuando Brittany y Marta llegan a casa, estoy duchada, vestida y esperando en la cocina, justo abriendo una botella de vino blanco y acomodando unas copas de tallo largo. Frunzo el ceño bajando la mirada a la tercera copa sobre la barra. Tres es una multitud.
Cuando entran en la cocina, Marta se excusa, inmediatamente yendo arriba para cambiarse, dejándonos a Brittany y a mí solos. Felicidad. He estado esperando este momento todo el maldito día, y no siento como que pudiera esperar un minuto más. Camina hacia mí, luciendo deliciosa en su traje. Quizás me había abstenido esta mañana, cuando apenas evité arrancarlo de ella, pero no voy a mostrar ese tipo de paciencia esta noche. Sin decir una sola palabra, sus manos ahuecan mis mejillas, tirando de mi cara a la suya, presionando sus labios con los míos y dándome un largo beso. Cuando se aleja, me encuentro mareada y llena de anhelo.
—¿Cómo estuvo tu día? —pregunto.
—Demasiado jodidamente largo. Te extrañé —dice.
Me siento de la misma forma. —¿Sería grosero si nos saltamos la cena y nos vamos directamente a la cama? —Pienso en los platos en la bandeja térmica que la cocinera había dejado para los tres. Aparentemente el personal de la casa sabía que Marta estaba quedándose aquí. Por supuesto, como su asistente personal, Marta probablemente les dijo.
Brittany recorre mi cuerpo con sus manos, deteniéndose en mis caderas y acercando mi cuerpo al suyo. —La cena es la última cosa en mi mente. —Me mira como si ya estuviera imaginándome desnuda.
Un cálido escalofrío corre a través de mí. Me pregunté si iba a molestarme que Marta estuviera aquí en la casa para nuestra primera vez, pero ahora, no me importa si me oye gritando por la casa. Puede irse al diablo.
—He estado excitada todo el maldito día —gime Brittany, llevando mi mano bajo su cinturón y presionando para que toque el lugar al final de sus muslos . Cierro mi mano alrededor de su coño y la escucho gruñir.
Toma cada pizca de fuerza de voluntad que tengo para no dejarme caer de rodillas y probarla con mi boca. Incluso si no me importa Marta escuchando nuestros sonidos de placer a puertas cerradas, no la quiero viendo la entrepierna de mi mujer. Eso no es algo que planeo compartir. Ahora o nunca.
Sus caderas meciéndose hacia adelante mientras mi palma se mueve hacia arriba y abajo sobre ella. —No puedo esperar para estar sobre y dentro de ti —susurra muy despacio cerca de mi oído.
Mis bragas se desbordan con humedad.
—Vamos arriba. Te voy a ayudar a cambiarte de ropa. —Le doy una mirada juguetona.
Pasos doblando la esquina y sé que ya no estamos solas. Me vuelvo para enfrentar a Marta, asegurándome de permanecer delante de Brittany para bloquear la vista de su furiosa humedad y excitación a la vista. Al parecer estamos en la misma página, porque sus manos rodean mi cintura, silenciosamente comunicando que necesito quedarme allí.
Mis ojos se pierden detrás de ella en las maletas apiladas sobre el suelo.
—Mi arrendador dice que la infestación de ratones está completamente solucionada, así que estoy volviendo a casa —dice.
—¿Pensé que eran ratas? —pregunto.
—Ah, correcto. Ratones, ratas. Lo mismo. —Sonríe, pero sus mejillas se sonrojan un poco, sabiendo que ha sido atrapada en una mentira.
Tengo la sensación de que solo se había estado quedando aquí en mi ausencia para hacer un movimiento sobre Brittany, y ahora que estoy de vuelta, sabe que ha perdido su oportunidad.
Arrastra sus maletas detrás de ella, deteniéndose para estirarse de puntillas y darle a Brittany un rápido beso en la mejilla. —Gracias por tu hospitalidad. Y estoy completamente de acuerdo con lo que hablamos en el coche.
Ella asiente en silencio, su boca dibujando una firme línea.
Unos minutos después, la puerta se cierra detrás de ella y escuchamos su pequeño deportivo rojo marcharse, el ruido desvaneciéndose en la distancia hasta que los únicos sonidos que quedan son nuestros latidos y nuestras respiraciones entrecortadas.
Me giro para enfrentar a Brittany de nuevo. Me está mirando con una intensa expresión. —Fue grosero de mi parte no ayudarla a llevar sus maletas, pero no podría hacer eso muy bien el problema entre mis piernas y tu sabes muy bien a que me refiero,. ¿Qué estás haciéndome, nena? —gime frustrada.
Me rio y me levanto sobre mis dedos de los pies para besarla. —Estoy segura de que está bien. Parecía como que lo tenía manejado.
Se encoje de hombros. —Supongo que lo hacía.
—¿De qué halaron en el coche? —pregunto, recordando lo que Marta dijo justo antes de irse.
—¿Eh? —pregunta.
—Ella dijo que estaba completamente de acuerdo con ello... —Intento refrescar su memoria.
Se pasa una mano por su cabello. —Vamos, tenemos que hablar.
Me guía hasta la sala de estar y me hace señas para que me siente en el sofá a su lado.
Mi vientre se agita de los nervios. Todo el estado de ánimo de Brittany ha cambiado. Creo que lo que sea que va a decirme tiene algo que ver con ella y Marta. Respiro profundamente y me preparo para lo peor. Podría haberle dicho solo ayer que era suya y que sin importar qué, confiaba en ella. Ahora quiero tragar todas esas palabras y hacerme un ovillo con el dolor que ya está amenazando con alcanzarme.
—Respira profundamente, Santana —murmura Brittany. Estoy segura de que puede ver el dolor y la preocupación escritos por todo mi rostro—. Después de que Stella se fue, tuve una breve aventura con Marta —dice.
Mi estómago cae a mis pies mientras mis peores sospechas se confirman. Tomo otra profunda respiración ante el deseo y lucha de Brittany para permanecer en control recordándome a mí misma que eso fue en el pasado.
—Me encontraba destruida después de mi divorcio —explica—. Ella estaba ahí y disponible y ahora lo lamento, pero conectamos un par de veces.
—Ah. —Estoy sin palabras y destrozada y tengo ganas de llorar. He estado celosa de Marta y de su buena apariencia y de su estrecha relación con Brittany desde el primer día. Y ahora todas mis corazonadas son confirmadas.
—Nunca tuvimos sexo —añade.
Esta noticia me hace sentir un poco mejor. —¿Qué quiso decir antes? ¿De qué hablaron en el coche que ella se hallaba completamente de acuerdo con ello?
—Le dije que estoy malditamente loca por ti. Y pese a que ha sabido desde hace mucho tiempo que no estoy interesada en ella, le hice saber que no iba a tolerar nada interponiéndose entre tú y yo. Buenos empleados son difíciles de encontrar, pero si intenta interferir de alguna manera...
Deja el resto sobreentendido. Caray, ¿había amenazado con despedirla si hacia las cosas difíciles para ella y para mí?
Su encriptado mensaje y luego largándose de aquí hoy debe significar que acepta la relación de Brittany conmigo y no tiene intención de interferir.
—Quería ser honesta contigo sobre lo de mi pasado. Quiero un futuro real contigo, San. Dime cómo te estás sintiendo —dice.
—Estoy contenta de que te abriste y me contaste sobre Marta. —Pero en el fondo sé que el problema con Marta es la menor de mis preocupaciones. Puedo aceptar su necesidad de una aventura. Volviéndome valiente, enderezo mi columna—. Pero si quisieras una verdadera relación conmigo, no estarías retrasando tu propio divorcio. Y no me vengas con esa mierda de culpabilidad acerca del dinero para el proyecto de África... si tus finanzas se encontraban en ese estado precario, ¿realmente habrías gastado un millón de dólares en una esclava sexual, oh, perdón, quiero decir amante? Por lo visto, Marta no es alguien por quien tenías verdaderos sentimientos, y puedo superarlo, pero si quieres esto conmigo, vas a tener que demostrarme que sí valgo la pena. No puedo compartirte con Stella.
—Nunca me compartiras…—Sus azules ojos me suplican, posesivos y llenos de deseo.
—Te estoy compartiendo... el recuerdo de ella frunciéndome el ceño en la piscina y diciéndome que me fuera de su propiedad está firmemente grabado en mi mente. ¿Te diste cuenta de que no puedo ni siquiera acercarme la piscina?
—San, firmé los papeles. Anoche en mi oficina, cuando me interrumpiste —dice.
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nota: no he podido actualizar como he querido debido a que estoy bajo una medicacion fuerte y puede que escriba locuras que no estan contempladas en la historia por favor comprensionl
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