[Resuelto]Fic Brittana/Faberry: Beautiful Disaster! Epilogo

Hola a todos!

Llevo mucho tiempo visitando la pagina y leyendo fics Brittana!
Hoy me registre para empezar a comentar y subir el mio!

Es una adaptación! Espero les guste!


______________________::::HeMo<3::::_______________________







Sinopsis




La nueva Santana Lopez es una buena chica. No bebe, ni maldice,
y tiene un porcentaje adecuado de cardigans en su armario. Santana cree
que tiene suficiente distancia entre su oscuro pasado y ella, pero cuando
llega a la universidad con su mejor amiga Rachel, su camino a un
nuevo comienzo es rápidamente desafiado por la chica de Una Sola
Noche de la Universidad de Eastern.

Brittany Pierce, delgada, alta, rubia, de unos hermosos ojos azules y un tanto rebelde es exactamente lo que Santana necesita y quiere evitar. Ella pasa sus noches ganando dinero en
el cuadrilátero, y sus días enamorando a sus compañeras. Intrigada por
la resistencia de Santana hacia sus encantos, Brittany la engaña con un
sencillo truco, una simple apuesta. Si ella pierde, ella debe mantenerse en
abstinencia durante un mes. Si Santana pierde, debe vivir en el
apartamento de Brittany por la misma cantidad de tiempo. De cualquier
manera, Brittany no tiene idea de que ella ha encontrado a su igual y también al amor de su vida.






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Todo en la habitación gritaba que no yo no pertenecía aquí. Las escaleras estaban en ruinas, la gente estaba apretada hombro contra hombro, y el aire era una mezcla de alcohol y humo de cigarrillo. Las voces se arremolinaban mientras

gritaban números y nombres una y otra vez, los brazos se agitaban y se hacían gestos para intercambiar dinero y comunicarse a través del ruido. Me sumergí entre la multitud, siguiendo de cerca a mi mejor amiga.

— ¡Guarda bien tu dinero en tu billetera, Santana! —Me gritó Rachel. Su amplia sonrisa brillaba aún en la penumbra.

— ¡Quédate cerca! ¡Empeorará una vez que comience! —gritó Quinn por encima del ruido. Rachel tomó su mano y después la mía mientras Quinn nos dirigía a través del mar de gente.

El balido agudo de un cuerno de toro sonó en el aire lleno de humo. El ruido me sobresaltó, haciendo que saltara, buscando el origen de estallido. Una mujer estaba parada en una silla de madera, sosteniendo un fajo de billetes en la mano, el cuerno en la otra. Ella mantenía el plástico en los labios.

— ¡Bienvenidos al baño de golpes! Si estás buscando Economía 101… ¡Estás en el jodido lugar equivocado, mi amiga! Si buscas el Círculo, ¡Esto es Meca! Mi nombre es Mercedes Jones, yo hago las reglas y dirijo la pelea. Las apuestas terminan una vez que las oponentes estén en el suelo. No se permite tocar a las combatientes, no ayudarlas, no cambios de apuestas, y no entrar en el cuadrilátero. ¡Si rompen estas reglas, se les partirá la madre y serán retiradas de aquí sin su dinero! ¡Esto las incluye a todas señoritas, sobre todo a las nuevas caras!


Mi corazón latía en mi pecho. Con un suéter de cachemir color rosa y unos pendientes de perlas, me sentí como una maestra de escuela en las playas de Normandía. Le prometí a Rachel que podía enfrentar todo lo que se nos pusiera enfrente, pero en la zona cero sentí la necesidad de agarrar sus delgados brazos con ambas manos. Ella no me pondría en peligro, pero estar en un sótano con cincuenta o más chicas universitarias un tanto borrachas, no estaba exactamente segura de nuestras posibilidades de salir ilesas.



Después de que Rachel conociera a Quinn en la clase de orientación de primer año, ella con frecuencia la acompañaba a las luchas secretas en los sótanos diferentes de la Universidad de Eastern. Cada evento se llevaba a cabo en un lugar diferente, y se mantenía en secreto hasta una hora antes de la pelea.
Debido a que yo pertenecía a un círculo un poco más tranquilo, me sorprendió saber de un mundo subterráneo en Eastern; pero Quinn lo sabía aún antes de haberse matriculado. Brittany, la compañera de cuarto y prima de Quinn, entró en su primera pelea siete meses antes. Como estudiante de primer año, se rumoreaba que ella era la competidora más letal que Mercedes había visto en los tres años desde que creó El Círculo. Comenzando su segundo año, Brittany era invencible. Juntas, Brittany y Quinn fácilmente pagaban el alquiler y las facturas con las ganancias.

Mercedes llevó el cuerno de toro nuevamente a sus labios, y los gritos y el movimiento escaldaron a un ritmo febril.

— ¡Esta noche tenemos un nueva retadora! ¡La luchadora estelar universitaria de Eastern, Tina Cohen Chang!

Los gritos siguieron, y la multitud se apartó como el mar rojo cuando Tina entró en la habitación. Un espacio circular fue formado, y la multitud silbó, abucheó y se burló del rival. Ella saltaba, sacudía el cuello hacia atrás y adelante; su rostro severo y concentrado. La multitud se calmó y luego mis manos se alzaron a mis oídos cuando la música sonó por los grandes altavoces en el otro lado de la habitación.

— ¡Nuestra siguiente combatiente no necesita presentación, pero porque me asusta hasta la mierda, lo haré de todos modos! ¡Sacudan sus botas y quítense sus bragas, señoritas! ¡Les presento a Brittany -Madbitch-Pierce!

El volumen explotó cuando Brittany apareció en una puerta de la habitación. Ella hizo su entrada, venia con una polera sin mangas y corta, que dejaba su abdomen al descubierto,
relajada y natural. Echó a andar hacia el centro del círculo, como si se estuviera presentado a otro día en el trabajo. Los músculos se extendían bajo su piel mientras ella chocó sus puños contra los nudillos de Tina. Brittany se inclinó y le susurró algo al oído a Tina, y la luchadora luchó por mantener su expresión severa. Tina se puso cara a cara con Brittany y la miró directamente a los ojos. La expresión de Tina era asesina; Brittany se veía ligeramente divertida.

Las mujeres tomaron unos pasos hacia atrás, y Mercedes sonó el cuerno. Tina tomó una posición defensiva y atacó a Brittany. Me paré sobre la punta de mis pies cuando perdí mi línea de visión, apoyándome de lado a lado y los hombros se estrellaban contra mí, rebotándome de un lado a otro como pelota de ping pong. La parte superior de la cabeza de Tina y Brittany se hizo visible, por lo que continúe abriéndome camino hacia adelante.
Cuando finalmente llegué al frente, Tina cogió a Brittany con sus musculosos brazos y trató de tirarla al suelo. Cuando Tina se inclinó con el movimiento, Brittany estrelló su rodilla contra la cara de Tina. Antes de que Tina pudiera evitar el golpe, Brittany la atacó; sus puños hicieron contacto con la cara ensangrentada de Tina una y otra vez.

Cinco dedos se hundieron en mi brazo y me eché hacia atrás.

— ¿Qué demonios estás haciendo, Santana? —dijo Quinn.

— ¡No podía ver desde allí! —grité.

Me volví justo a tiempo para ver a Tina tirar un puñetazo. Brittany se giró, y por un momento pensé que había evitado otro golpe, pero hizo un círculo completo, estrellando su codo derecho en el centro de la nariz de Tina. Sangre roció mi cara y salpicó la parte superior de mi suéter. Tina cayó al suelo de cemento con un ruido sordo y en un breve instante la habitación
estuvo en completo silencio.
Mercedes lanzó una tela roja cuadrada sobre el cuerpo quieto de Tina y la multitud estalló. El dinero cambió de manos una vez más y las expresiones se dividían entre petulantes y frustradas.
Me empujaron un poco con el movimiento de ida y venida. Rachel llamó mi nombre en algún lugar de la parte de atrás, pero yo estaba fascinada por el camino rojo de mi pecho a la cintura.

Un par de botas negras se pararon frente a mí, desviando mi atención hacia el suelo. Mis ojos viajaron hacia arriba; pantalones manchados de sangre, un par de cincelados abdominales, una hermosa cabellera rubia empapada de sudor y finalmente, un par de ojos cálidos de color azul. Alguien me empujó por detrás y Brittany me tomó por el brazo antes de caer hacia adelante.

— ¡Hey! ¡Aléjate de ella! —gruñó Brittany, empujando a cualquiera que se me acercara. Su expresión severa se convirtió en una sonrisa al ver mi camisa, y luego secó mi cara con una toalla—. Lo siento mucho morena.

Mercedes dio unas palmaditas en la parte detrás de la cabeza de Brittany. —¡Vamos, Madbitch! ¡Tienes un poco de dinero esperando por ti!

Sus ojos no se apartaron de los míos. — Es una lástima sobre el suéter. Se ve bien en ti. —En el momento siguiente se vio envuelta por las fans, desapareciendo de la misma manera en la que había llegado.


— ¿Qué estabas pensando idiota? —me gritó Rachel, tirando de mi brazo.

—Vine aquí para ver una pelea, ¿no? —Sonreí.

—Tú ni siquiera deberías estar aquí, San, —me regaño Quinn.

—Tampoco Rachel —le dije.

— ¡Ella no trata de meterse en el círculo! —Frunció el ceño.

—Vámonos.

Rachel me sonrió y me limpió la cara. —Eres un grano en el trasero, San. ¡Dios, te quiero! —Ella enganchó su brazo alrededor de mi cuello y nos dirigimos hasta las escaleras y hacia la noche.


Rachel me siguió hasta mi habitación y luego se burló de mi compañera de cuarto, Sugar. Inmediatamente me quité la chaqueta con sangre, arrojándola al cesto de ropa sucia.

—Asqueroso. ¿Dónde has estado? —preguntó Sugar desde su cama.

Miré a Rachel, quien se encogió de hombros. —Sangrado por la nariz. ¿Nunca has visto una de las hemorragias nasales de Santana?

Sugar acomodó su cabello y sacudió la cabeza.

—Oh, lo harás. —Ella me guiñó un ojo y luego cerró la puerta detrás de ella. Menos de un minuto después, mi celular sonó. Por costumbre, Rachel me enviaba un mensaje de texto después de haber dicho adiós.



Pasaré la noche con Quinn, te veo mañana reina del cuadrilátero.



Miré a Sugar, quien me veía como si mi nariz se desangraría en cualquier momento.

—Ella estaba bromeando —le dije.

Sugar asintió con indiferencia y luego miró hacia el desorden de libros sobre su colcha.

—Creo que voy a tomar una ducha —le dije, agarrando una toalla y mi bolsa de baño.

—Alertaré a los medios de comunicación —bromeó Sugar, manteniendo su cabeza hacia abajo.





Al día siguiente, Quinn y Rachel se unieron a mí para el almuerzo. Tenía toda intención de sentarme sola, pero a medida que los estudiantes invadieron la cafetería, las sillas a mí alrededor estuvieron llenas por las hermanas de fraternidad de Quinn o las miembros de las cheerios.
Algunas de ellas estuvieron en la pelea, pero ninguna mencionó mi casi espectáculo en el cuadrilátero.

—Quinn —dijo una voz.

Quinn asintió con la cabeza, y Rachel y yo volteamos para ver a Brittany tomar asiento al final de la mesa. Fue seguida por dos voluptuosas rubias usando camisetas Sigma Kappa. Una de ellas se sentó en el regazo de Brittany y la otra se sentó junto ella, acariciando su sudadera.

—Creo que he vomitado un poco en mi boca —murmuró Rachel.

La rubia en el regazo de Brittany se volvió hacia Rachel. —Te he oído, puta.

Rachel tomó su rollo y lo arrojó al final de la mesa, rozando la cara de la chica. Antes de que la chica pudiera decir otra palabra, Brittany dobló sus rodillas, enviándola al suelo.

— ¡Ay! —Chilló, mirando a Brittany.

—Rachel es mi amiga. Necesitas buscar otro regazo, Lex.

— ¡Brittany! —Se quejó ella, poniéndose de pie.

Brittany volvió su atención a su plato, ignorándola.
Ella miró a su hermana y resopló, después las dos se fueron de mano en mano.

Brittany guiñó hacia Rachel, como si nada hubiese pasado, llevándose otro bocado a la boca. Fue entonces cuando me di cuenta de un pequeño corte en su ceja. Ella intercambió miradas con Quinn y luego comenzó una conversación con una de las chicas de cheerios frente a ella.

Aunque las estudiantes en la mesa habían disminuido, Rachel, Quinn y yo nos quedamos a hablar sobre nuestros planes de fin de semana. Brittany se levantó para irse, pero se detuvo en nuestro extremo de la mesa.

— ¿Qué? —preguntó Quinn en voz alta, llevándose la mano a su oído.

Traté de ignorarla lo mejor posible, pero cuando miré hacia arriba, Brittany me estaba mirando.

—Ya la conoces, Britt. ¿La mejor amiga de Rachel? Ella estaba con nosotras la otra noche —dijo Quinn.


Brittany me sonrió en lo que supuse era su sonrisa encantadora. Ella emanaba sexo y rebeldía con su pelo rubio alborotado y sus musculosos brazos. Yo puse mis ojos en blanco en su intento de coquetearme.


— ¿Desde cuándo tienes una mejor amiga, Rachel? —preguntó Brittany.

—Desde tercer año de secundaria —respondió ella, apretando sus labios juntos mientras sonreía en mi dirección—. ¿No recuerdas, Britt? Tú arruinaste su suéter.

Brittany sonrió. —Arruino una gran cantidad de suéteres.

—Asquerosa —murmuré.

Brittany hizo girar la silla vacía a mi lado y se sentó, apoyando sus brazos delante de ella. —Así que tú eres la morena, ¿eh?

—No —le espeté—. Tengo un nombre.

Parecía divertida por la manera en que contesté, lo que sólo sirvió para enfadarme más.

— ¿Y bien? ¿Cuál es? —Preguntó.

Di un mordisco por última vez a la manzana, haciendo caso omiso de ella.

—Entonces es morena —se encogió de hombros.

Miré a Rachel y luego me volví hacia Brittany. —Estoy tratando de comer.

Brittany se preparó para el desafío que se le presentaba. —Mi nombre es Brittany. Brittany Pierce.

Puse los ojos en blanco. —Sé quién eres.

—Lo sabes, ¿eh? —dijo Brittany, levantando la ceja herida.

—No te hagas ilusiones. Es difícil no darse cuenta cuando cincuenta chicas están gritando tu nombre.

Brittany se sentó un poco más derecha. —Eso me sucede con frecuencia.

—Puse los ojos nuevamente en blanco y Brittany se echó a reír—. ¿Tienes un tic o algo?

— ¿Un qué?

—Un tic. Tus ojos no dejan de moverse. —Se echó a reír otra vez cuando me miró—. De hecho, esos son unos ojos increíbles —dijo, inclinándose pocos centímetros hacia mi cara—. ¿Qué color son? ¿Marrón?

Miré a mi plato, dejando que los largos mechones de mi cabello caramelo crearan una cortina entre nosotras. No me gustaba la forma en la que me hacía sentir cuando estaba tan cerca. No quería ser como las otras chicas en Eastern que se ruborizaban en su presencia. No quería que me afectara de esa manera para nada.

—Ni siquiera pienses en eso, Britt. Ella es como mi hermana —advirtió Rachel.

—Bebé —dijo Quinn—. Acabaste de decirle que no. Ahora no parará.

—Tú no eres su tipo —continuó ella.

Brittany fingió estar ofendida. — ¡Soy el tipo de todas!

Miré hacia ella y sonreí.

— ¡Ah! Una sonrisa. No soy una podrida bastarda después de todo —guiñó un ojo—. Fue un placer conocerte, morena. —Caminó alrededor de la mesa y se inclinó al oído de Rachel. Quinn lanzó una papa frita a su prima. — ¡Quita los labios de la oreja de mi chica, Britt!

— ¡Me retiro! ¡Me retiro! —Brittany mostró sus manos en un gesto inocente.

Unas chicas siguieron detrás de ella, riendo y pasando sus dedos por su cabello para llamar su atención. Ella abrió la puerta para ellas y casi gritaron de deleite.

Rachel se echó a reír. —Oh, no. Estás en problemas, Santana.

— ¿Qué te dijo? —pregunté, cuidadosamente.

—Ella quiere que la lleves a casa, ¿verdad? —dijo Quinn. Rachel asintió y ella negó con su cabeza—. Eres una chica inteligente, San. Te lo digo ahora, si caes en su juego y terminas enojada con ella, no llegues a tomártelo en contra de Rachel y yo, ¿De acuerdo?

Sonreí. —No voy a caer en su juego, Quinn. ¿A caso parezco a una de esas Barbie para ti?

—Ella no caerá en su juego —le aseguró Rachel, tocando su brazo.

—Este no es mi primer rodeo, Rach. ¿Sabes cuántas veces ha jodido las cosas para mí, porque ella duerme con la mejor amiga? ¡De pronto es un conflicto de intereses salir conmigo porque es fraternizar con el enemigo! Te lo digo, San, —me miró—, no le digas a Rach que ella no puede salir conmigo porque caíste enamorada por los coqueteos de Britt. Considérate advertida.

—Innecesario, pero se te agradece, —le dije. Traté de asegurarle con una sonrisa, pero su pesimismo se veía impulsado por los actos de Brittany.

Rachel me saludó con su mano, yéndose con Quinn mientras yo caminaba a mi clase. Entrecerré los ojos ante el sol brillante, agarré las correas de mi mochila. Eastern era exactamente lo que esperaba; desde las pequeñas aulas hasta las caras desconocidas. Era un nuevo comienzo para mí; finalmente podía caminar a algún lugar sin los susurros de los que sabían o creían saber acerca de mi pasado. Yo era indistinguible como cualquier otra estudiante de primer año en su camino a clase; sin miradas, sin rumores, sin lastima o criterios. Sólo la ilusión de lo que yo quería que ellos vieran: vestida de cachemira, sin sentido alguno... Santana Lopez.





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Primer capitulo!!!

Espero sea de su agrado y comenten para seguir!

Besitos a todos!

Se ve interesante
Espero y no demores para subir el primer capitulo
Fiel lectora por aqui

Saludos!

Puse mi mochila en el suelo y me derrumbé en la silla, inclinándome para tomar mi portátil de mi bolso. Cuando me levanté para ponerla en mi escritorio, Brittany se sentó en el escritorio siguiente.

—Bien. Así puedes tomar apuntes por mí—dijo. Mordía una pluma y me sonrió, sin duda su mejor sonrisa.

Le lancé una mirada de disgusto. —Ni siquiera estás en esta clase.

—Qué si no. Por lo general me siento allá —dijo, apuntando con la cabeza a la fila superior. Un pequeño grupo de chicas me estaban mirando y me di cuenta de una silla vacía en el centro.

—No tomaré notas por ti —le dije, encendiendo mi computadora.

Brittany se inclinó tan cerca que podía sentir su aliento en mi mejilla. —Lo siento… ¿Te ofendí de alguna manera?

Suspiré y sacudí la cabeza.

—Entonces, ¿Cuál es tu problema?

Mantuve mi voz baja. —No me acostaré contigo. Debes darte por vencida ahora mismo.

Una sonrisa se formó en su rostro antes de hablar. —No te he preguntado si dormirías conmigo —sus ojos se dirigieron al techo en concentración—. ¿O sí?

—No soy una de esas Barbie o una de tus groupies allá arriba —le dije, mirando a las chicas detrás de nosotros—. No estoy impresionada por tus ojos azules, tu encanto, o tu forzada indiferencia, por lo que puedes detener tu plan, ¿De acuerdo?

—Está bien, morena. —Ella era impermeable contra a mi rudeza—. ¿Por qué no vienes con Rachel esta noche? Reí ante su petición, pero ella se acercó más. —No estoy tratando de bolsearte. Sólo quiero pasar el rato.

—¿Bolsearme? ¿Cómo consigues tener sexo hablando de esa manera?

Brittany se echó a reír, sacudiendo su cabeza. —Sólo ven. Ni siquiera coquetearé contigo, lo juro.

—Voy a pensarlo.

El Profesor Schuester entró y Brittany se volvió al frente de la habitación. Una sonrisa permaneció en su rostro. Entre más reía, más quería odiarla, sin embargo era justo eso lo que hacía imposible odiarla.


(Bolsear, es una manera vulgar de decir que ella no se aprovechara.)





— ¿Quién me puede decir cuál presidente tenía una amante? —preguntó Schuester.

—Asegúrate de escribir eso —susurró Brittany—. Necesitaré saber eso para las entrevistas de trabajo.

—Shh —le dije, escribiendo cada palabra de Schuester.

Brittany sonrió y se relajó en su silla. Mientras la hora pasaba, ella alternaba entre bostezar y apoyarse contra mi brazo para mirar el monitor. Hice un esfuerzo tremendo para ignorarla, pero su proximidad y sus ojos azules lo hacían difícil. Jugó con la pulsera de cuero negro alrededor de su muñeca hasta que Schuester terminó la clase.

Me apresuré hacia la puerta y el pasillo. Justo cuando me sentía a una distancia segura, Brittany Pearce estaba a mi lado.

— ¿Has pensado en ello? —preguntó, colocándose sus gafas de sol.

Una pequeña chica se puso delante de nosotros, con los ojos abiertos de esperanza. —Hola, Brittany. —dijo, jugando con su pelo.

Me detuve, retrocediendo por su tono de voz dulce y luego caminé a su alrededor. La había visto antes, hablando normalmente en el área de los dormitorios de las chicas, Casona Morgan Hall. Su tono de voz sonaba más maduro y me pregunté por qué ella creía que Brittany encontraría su tono de niña atractivo. Ella balbuceó en una octava más alta por un tiempo más hasta que ella estaba nuevamente a mi lado.

Sacando un encendedor de su bolsillo, ella encendió un cigarrillo y exhaló una nube espesa de humo. — ¿En dónde estaba? Ah, sí… tú estabas pensando.

Hice una mueca. — ¿De qué estás hablando?

— ¿Has pensando en venir?

—Si digo que sí, ¿Dejarás de seguirme?

Consideró mi estipulación y luego asintió. —Sí.

—Entonces iré.

— ¿Cuándo?

Suspiré. —Esta noche. Iré esta noche.

Brittany sonrió y se detuvo en seco —Genial. Te veré después, morena —gritó detrás de mí.


Doblé la esquina para ver a Rachel junto a Kurt fuera de mi dormitorio. Nosotros tres terminamos en la misma mesa en clase de orientación para primer año, y supe que él sería la tercera rueda a nuestra bien engrasada máquina. Él no era excesivamente alto, pero aun así mucho más que mi metro con sesenta y cuatro centímetros. Sus ojos redondos compensaban sus rasgos delgados y finos, y su pelo por lo general era estilizado por la parte delantera.

— ¿Brittany Pearce? Jesús, Santana, ¿Desde cuándo comenzaste a pescar en la parte profunda? —dijo Kurt, con desaprobación en sus ojos.

Rachel sacó el chicle de su boca en una larga cuerda. —Sólo lo estás empeorando por ignorarla. Ella no está acostumbrada a eso.

— ¿Qué sugieres que haga? ¿Dormir con ella?

Rachel se encogió de hombros. —Te ahorrará tiempo.

—Le dije que iría esta noche.

Kurt y Rachel intercambiaron miradas.

— ¿Qué? Ella prometió dejarme de molestar si decía que sí. Tú irás esta noche, ¿verdad?

—Bueno, sí —dijo Rachel—. ¿En verdad vendrás?

Sonreí y pasé junto a ellos hacia el dormitorio, preguntándome si Brittany podría cumplir su promesa de no coquetear. Ella no era difícil de descifrar; o ella me veía como un reto, o lo suficientemente atractiva para ser una buena amiga. No estaba segura cuál me molestaba más.


Cuatro horas después, Rachel llamó a mi puerta para ir a casa de Quinn y Brittany. Ella no se contuvo cuando salí al pasillo.

— ¡Qué asco, San! ¡Pareces una vagabunda!

—Bien —dije, sonriendo a mi atuendo. Mi cabello estaba recogido encima de mi cabeza en un moño desordenado. Me había lavado el maquillaje de la cara y sustituí mis lentes de contacto por mis gafas con montura negra. Luciendo una andrajosa camiseta y pantalones de chándal, terminando con un par de chanclas. La idea se me había ocurrido horas antes, no ser atractiva era el mejor plan. Obviamente, Brittany estaría desanimada inmediatamente y detendría su ridícula persistencia. Si ella estaba en busca de una amiga, entonces sería muy poca cosa para ser vista a su lado.

Rachel bajó la ventanilla y escupió su goma de mascar.

—Eres tan obvia. ¿Por qué no rodaste en mierda de perro para completar tu atuendo?

—No estoy tratando de impresionar a nadie —le dije.

—Obviamente.



Nos detuvimos en el estacionamiento del apartamento de Quinn y yo seguí a Rachel a las escaleras. Quinn abrió la puerta, riendo cuando entré.

— ¿Qué te pasó a ti?

—Está tratando de no impresionar —dijo Rachel.

Rachel siguió a Quinn a su habitación. La puerta se cerró y me quedé sola, sintiéndome fuera de lugar. Me senté en el sillón cercano a la puerta y me quité mis sandalias.
Su apartamento era más agradable que el típico apartamento de soltera. Los posters predecibles de bandas estaban pegados a las paredes, pero aparte de eso estaba limpio, los muebles eran nuevos , y estaba muy bien decorado. El olor a cigarrillo y cerveza no estaba presente.

—Ya era hora de que llegaras —dijo Brittany, colapsando en el sofá.

Sonreí y empujé las gafas sobre el puente de mi nariz, esperando a que ella prestara atención a mi apariencia. —Rachel tenía un ensayo que terminar.

—Hablando de ensayos, ¿Ya has comenzado el de historia?

Ella ni siquiera se inmutó por mi cabello desordenado y fruncí el ceño ante su reacción. — ¿Tú?

—Lo terminé esta tarde.

—Pero no se entregará hasta el próximo miércoles. —le dije, sorprendida.

—Sólo para borrarlo de la lista. ¿Qué tan difícil puede ser un ensayo de dos páginas sobre Grant?

—Me imagino que soy floja, entonces —me encogí de hombros—. Es probable que lo comience hasta este fin de semana.

—Bueno, si necesitas ayuda, házmelo saber.

Esperé a que se riera, o mostrara algún signo de que estaba bromeando, pero su expresión era sincera. Levanté una ceja. — Tú me vas a ayudar con mi ensayo?.

—Tengo una A en esa clase —dijo un poco molesta ante mi incredulidad.

—Ella tiene A en todas sus clases. Ella es un jodido genio. La odio —dijo Quinn mientras entraba en la habitación de la mano de Rachel.

Vi a Brittany con una expresión dudosa y sus cejas se levantaron. — ¿Qué? ¿No crees que una mujer como yo que intercambia golpes para ganarse la vida no pueda obtener buenas calificaciones? No estoy en la escuela porque no tenga nada mejor que hacer.

— ¿Por qué tienes que luchar, entonces? ¿Por qué no aplicas para becas?—Le pregunté.

—Ya lo hice. Se me concedió la mitad de mi matrícula. Pero hay libros, gastos, y tengo que obtener la otra mitad. Lo digo en serio, morena. Si necesitas ayuda con algo, sólo pregunta.

—No necesito tu ayuda. Soy capaz de escribir un ensayo. —Quería dejarlo en eso. Debí haberlo dejado en eso, pero lo nuevo que había revelado roía mi curiosidad—. ¿No puedes buscar otra cosa que hacer para ganarte la vida? Algo menos, no sé, ¿sádico?

Brittany se encogió de hombros. —Es una manera fácil de ganar dinero. No puedo ganar lo mismo trabajando en el centro comercial.

—Yo no diría que es fácil si tú estás recibiendo golpes en la cara.

— ¿Qué? ¿Estás preocupada por mí? —Me hizo un guiño. Hice una mueca y ella rió entre dientes—. No soy golpeada con tanta frecuencia. Si tratan de golpearme, me muevo. No es tan difícil.

Me reí una vez más. —Actúas como si nadie más haya llegado a esa conclusión.

—No es solamente lanzar un golpe, recibirlo y contraatacar. Eso no va a ganar una pelea.

Puse los ojos en blanco. — ¿Quién eres tú… Beatrix Kiddo? ¿Dónde aprendiste a luchar?

Quinn y Rachel se miraron y luego sus ojos se posaron en el suelo. No me tomó mucho tiempo para reconocer que había dicho algo malo.

Brittany no parecía afectada. —Tuve una madre con problemas alcohólicos y mal temperamento. También hermanas con un genio horrible.

—Oh. —Mis orejas ardían.

—No te avergüences, Santana. Mamá dejó de beber y las hermanas maduraron.

—No estoy avergonzada. —Jugueteé con las puntas sueltas de mi cabello y luego decidí soltarlo y arreglarlo en otro moño, tratando de ignorar el silencio incómodo.

—Me gusta tu aspecto al natural. Las chicas no vienen aquí así.

—Fui obligada a venir aquí. No se me ocurrió que debía impresionarte —le dije, enfadada de que mi plan hubiese fracasado.

Sonrió con su sonrisa infantil, divertida, la cual incremento mi ira, esperando a que cubriera mi inquietud. No sabía cómo la mayoría de las chicas se sentían a su alrededor, pero había visto su comportamiento. Estaba experimentando un desorientado y nauseo sentimiento en lugar de un sentimiento cálido de colegiala, y entre más ella intentaba hacerme reír, más inestable me sentía.


—Ya estoy impresionada. Normalmente no tengo que rogar para que las chicas vengan a mi apartamento.

—Estoy segura. —le dije, haciendo una mueca de disgusto.

Ella era tan segura de sí misma. No sólo estaba descaradamente consciente de su físico, ella estaba acostumbrada a que las mujeres se le lanzaran por lo que ella consideraba mi actitud fría como algo refrescante en lugar de un insulto. Tendría que cambiar de estrategia.

Rachel apuntó el control remoto al televisor y la encendió. —Hay una buena película esta noche. ¿Alguien quiere saber dónde está Baby Jane?

Brittany se puso de pie. —Estaba a punto de ir a cenar. ¿Tienes hambre, Santana?

—Ya comí —me encogí de hombros.

—No, no lo has hecho —dijo Rachel, antes de darse cuenta de su error—. Oh… es cierto, se me olvidaba que tú tomaste una ¿pizza? Antes de irnos.

Hice una mueca ante su miserable intento de arreglar su metida de pata, y luego esperé la reacción de Brittany.

Ella cruzó la habitación y abrió la puerta.

—Vamos. Tienes que tener hambre.

— ¿A dónde vamos?

—Dondequiera que tú desees. Podemos ir a una pizzería.

Miré a mi ropa. —Realmente no estoy vestida.

Ella me observó por un momento y luego sonrió. —Te ves bien. Vamos, que estoy muriendo de hambre.

Me puse de pie y me despedí de Rachel, pasando a Brittany para bajar las escaleras. Me detuve en el estacionamiento, mirando con horror como ella se montaba en una motocicleta de color negro.

—Uh… —No supe que decir, arrugando los dedos de mis pies expuestos.

Me lanzó una mirada impaciente. —Oh, sube. Iré lento.

— ¿Qué es eso? —pregunté, leyendo la escritura en el tanque de gas demasiado tarde.

—Es una Ducati Agusta F4. Ella es el amor de mi vida, así que no rayes la pintura cuando te subas.

— ¡Estoy usando sandalias!

Brittany se me quedó mirando como si hubiera hablado en un idioma extranjero. —Y yo llevo Converse. Sube.


Se puso sus gafas de sol, el casco y el motor rugió cuando lo trajo a la vida. Me subí, coloque el mio y busqué algo a que agarrarme, pero mis dedos se deslizaron del cuero a la cubierta de plástico de la luz trasera.

Brittany me agarró de las muñecas y las envolvió en torno a su cintura. —No hay nada de que aferrarte excepto de mí, San. No me sueltes. —dijo, empujando la moto hacia atrás con los pies.
Con un movimiento de su muñeca, salió a la calle, y se dirigió como un cohete. Los mechones de mi cabello que colgaban golpeaban contra mi cara, y me escondí detrás de Brittany, sabiendo que terminaría con bichos en mis gafas si miraba por encima de su hombro.

Ella movió el acelerador cuando nos detuvimos en la entrada del restaurante, y una vez que estacionó, no perdí tiempo para volver a la seguridad del concreto.

— ¡Eres una loca!

Brittany se echó a reír, apoyando su motocicleta sobre el pie de apoyo antes de bajar. —Conduje al límite de velocidad. Mientras sacaba su casco y agitaba su cabello.

— ¡Sí, si estuviéramos en la autopista! —dije, sacándome el casco para desenredar mi cabello con los dedos.

Brittany me vio retirar el pelo de mi rostro y luego se dirigió a la puerta, manteniéndola abierta. —No dejaría que nada te pasara, Santana.




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Segundo capitulo!

Tratare de actualizar diario!



Saludos a todos!

me mola este fic! esta super bien!

Cual es el pasado oscuro de Santana? Que apuesta le provocara Brittany?

Tengo ganas de leer más.

Te felicito :D

woooo me interesa mucho la vdd siguele rapido porfaaaaaaaaaaa

excelente me encanto!

Pasé junto a ella para entrar al restaurante, mi cabeza aún no estaba en sintonía con mis pies. El aroma a grasa y condimentos llenaban el aire mientras la seguía a través de la roja alfombra. Eligió una mesa en la esquina, lejos de los grupos de estudiantes y familias, y pidió dos cervezas. Escaneé la habitación, mirando a los padres persuadir a los niños a comer, y mirando a otro lado ante las miradas curiosas de las estudiantes de Eastern.

—Claro, Brittany —dijo la camarera, escribiendo nuestras bebidas. Ella parecía un poco drogada ante su presencia mientras regresaba a la cocina.

Acomodé mi cabello detrás de mis orejas, de repente avergonzada por mi apariencia. — ¿Vienes aquí a menudo? —Pregunté mordazmente.

Brittany se inclinó sobre la mesa con los codos, sus ojos color azul fijos en los míos. —Así qué, ¿cuál es tu historia, San? ¿Eres una odia lesbiana en general o sólo me odias a mí?

—Creo que sólo a ti —me quejé, luego espete -En realidad no las odio, recuerda que mi mejor amiga lo es.

Se echó a reír una vez más, divertida por mi estado de ánimo. —No puedo comprenderte. Tú eres la única chica que ha estado disgustada conmigo antes del sexo. No te pones nerviosa cuando hablas conmigo y no tratas de llamar mi atención.

—No es un truco. Simplemente no me caes bien.

—No estarías aquí si no te gustara.

Mi ceño involuntariamente se suavizó y suspiré. —No digo que eres una mala persona  Britt. Simplemente no me gusta ser un objetivo por el sólo hecho de tener una "vagina" . —Me concentré en los granos de sal en la mesa hasta que oí un sonido ahogado de la dirección  de Brittany.

Sus ojos se agrandaron y se estremecía de la risa. — ¡Oh, Dios mío! ¡Me estás matando! Eso es... Tenemos que ser amigas. No voy a aceptar un no por respuesta.

—No me importa ser amigas, pero eso no quiere decir que tratarás de meterte en mis bragas cada cinco segundos.

—No dormirás conmigo. Lo entiendo.

Traté de no sonreír, pero fallé.

Sus ojos se iluminaron. —Te doy mi palabra. Ni siquiera pensaré en tus bragas… a menos que quieras que lo haga.

Apoyé los codos sobre la mesa y me incliné en ellos.—Y eso no sucederá, por lo que podemos ser amigas.

Una sonrisa traviesa apareció en su rostro mientras ella se inclinaba un poco más cerca. —Nunca digas nunca.



—Entonces, ¿cuál es tu historia? —Le pregunté—. ¿Siempre has sido Brittany “Madbitch” Pierce o sólo desde que llegaste aquí? —Utilicé dos dedos encada mano haciendo comillas cuando dije su apodo, como hace un momento. Por primera vez su confianza se desvaneció. Ella parecía un poco avergonzada.

—No. Mercedes comenzó eso después de mi primera pelea.

Sus respuestas cortas estaban comenzando a fastidiarme. — ¿Eso es todo? ¿No me dirás nada acerca de ti misma?

— ¿Qué quieres saber?

—Las cosas normales. De dónde eres, lo que quieres ser cuando seas grande… cosas así.

—Soy de aquí, nací y crecí. Estoy matriculándome en justicia criminal.

Con un suspiro, desenrolló sus cubiertos y los enderezó junto a su plato.
Ella miró sobre su hombro, y noté su mandíbula tensarse un poco por las que nos rodeaban. Dos mesas ocupadas por el equipo de cheerios de Eastern estalló en carcajadas, y Brittany parecía estar molesta por lo que se reían.

—Estás bromeando. —le dije con incredulidad.

—No, soy un local. —dijo ella, distraída.

—Me refería sobre tu especialidad. No pareces ser del tipo de justicia criminal.

Sus cejas se juntaron, de pronto concentrada en nuestra conversación.

— ¿Por qué?

—Sólo voy a decir que pareces más criminal y menos justicia.

—No me meto en problemas… en su mayor parte. Mamá era muy estricta.

— ¿Dónde estaba tu papá?

—El murió cuando yo era niña, —dijo como sin nada.

—Yo… yo lo siento. —dije, sacudiendo la cabeza. Su respuesta me pilló con la guardia baja.

Rechazó mi simpatía. —No me acuerdo de el. Mis hermanas lo hacen, pero yo sólo tenía tres años cuando murió.

—Cuatro hermanas, ¿eh? ¿Cómo logras mantenerlas en regla? —Me burlé.

—Charlotte la mayor, las gemelas… Tara y Tabatha, y Susan. Nunca, nunca estés sola en un cuarto con Tara  y Tabatha ellas peleaban mucho. Aprendí la mitad de lo que hago en el Circulo de ellas. Susan es la más pequeña. Ella es mi única debilidad.

Negué con la cabeza, atónita ante la idea de cinco Brittany corriendo en un hogar. — Todas  son estudiantes?

—Si. Excepto Charlotte. Ella es una ejecutiva de publicidad en California.

— ¿Y tu mamá? ¿Dónde está?

—Por allí —dijo. Su mandíbula tensa nuevamente, cada vez más irritada con las chicas de cheerios.

— ¿De qué se están riendo? —Pregunté, señalando a la mesa ruidosa. Ella negó con la cabeza, claramente sin querer compartir. Me crucé de brazos y me retorcí en mi asiento, nerviosa sobre lo que estaban diciendo que le causó tanto enfado. —Cuéntame.

—Se están riendo de mí por tener que llevarte a cenar, primero. No es por lo general… lo mío.

— ¿Primero? —Cuando la comprensión se posó en cara, Brittany hizo una mueca de dolor al ver mi expresión. Hablé antes de pensar—. Y yo que tenía miedo de que se estuvieran riendo de ti por ser vista conmigo así vestida, y ellas creen que voy a dormir contigo —me quejé.

— ¿Por qué no querría ser vista contigo?

— ¿De qué estábamos hablando? —Pregunté, tratando de evitar el sonrojo en mis mejillas.

—De ti. ¿Cuál es tu especialidad? —preguntó.

—Oh, eh… educación general, por el momento. Todavía estoy indecisa, pero me estoy inclinando hacia contabilidad.

—Tú no eres de aquí, sin embargo. Debes ser un trasplante.

—Soy Latina.

— ¿Cómo llegaste hasta aquí desde allá?

Cogí la etiqueta de la botella de cerveza. —Sólo tenía que escapar.

— ¿De qué?

—Mis padres.

—Oh! Así que, ¿por qué Eastern?

— ¿Qué pasa con el tercer grado? —Le dije. Las preguntas estaban dirigiéndose de una pequeña charla a lo personal, y estaba comenzando a sentirme incómoda.

Varias sillas entrechocaron cuando el equipo de las cheerios abandonó sus asientos. Intercambiaron una última broma antes de serpentear hacia la puerta. Las que estaban en la parte trasera empujaron a las de adelante para escapar antes de que Brittany hiciera su camino a través de la habitación. Se sentó, obligando a la frustración y la ira a desvanecerse.

Levanté una ceja.

—Ibas a decir por qué elegiste Eastern —dijo.

—Es difícil de explicar, —le dije, encogiéndome de hombros—. Creo que sólo se sentía bien.

Ella sonrió cuando abrió el menú. —Sé lo que quieres decir.







Caras conocidas ocupaban los asientos de nuestra mesa del almuerzo favorita. Rachel se sentó en un lado de mí, Kurt en el otro, y el resto de los asientos fueron interceptados por Quinn y las hermanas de Sigma Tau. Era difícil de escuchar con el ruido dentro de la cafetería, y el aire acondicionado parecía estar descompuesto nuevamente. El aire estaba cargado con el olor de comida frita y piel sudorosa, pero de alguna manera todo mundo parecía tener más energía de lo habitual.

—Hola, Brasil —dijo Quinn, saludando a una mujer que estaba sentada delante de mí. Su piel aceitunada y ojos color chocolate contrastaba con su gorra blanca.

—Te perdí después de la animación del sábado, Quinn fue maravillosa. Bebí una o seis cervezas en tu honor. —dijo con una amplia y blanca sonrisa.

—Te lo agradezco. Llevé a Rach a cenar. —dijo, inclinándose para besar la castaña cabellera de Rachel.

—Estás sentada en mi silla, Brasil.

Brasil se volvió a ver a Brittany parada detrás de ella, y luego me miró a mí, sorprendida. —Oh, ¿es ella una de tus chicas, Britt?

—Absolutamente, no. —dije, sacudiendo la cabeza.

Brasil miró a Brittany, quien la miraba expectante. Brasil se encogió de hombros y luego tomó su bandeja al final de la mesa.

Brittany me sonrió mientras se acomodaba en el asiento. — ¿Qué hay de nuevo, San?

— ¿Qué es eso? —Pregunté, incapaz de apartar mi mirada de su bandeja.

La comida misteriosa en su plato parecía una exhibición de cera.

Brittany se echó a reír y tomó un sorbo de su vaso de agua. —Las señoras de la cafetería me asustan. No criticaré sus habilidades culinarias.

No pude ignorar las miradas de los que estaban sentados en la mesa. El comportamiento de Brittany despertaba su curiosidad, y reprimí una sonrisa al ser la única chica a la que habían visto insistir en sentarse cerca.

— Ugh… el examen de Bio es después del almuerzo, —se quejó Rachel.

— ¿Has estudiado? —Le pregunté.

—Dios, no. Pasé toda la noche tranquilizando a mi novia de que no dormirías con Brittany.

Las animadoras de cheerios sentadas al final de la mesa detuvieron su desagradable risa para escuchar más de cerca, provocando a los demás estudiantes darse cuenta. Miré a Rachel, pero ella no le importaba la culpa, empujando a Quinn con el hombro.

—Jesús, Quinn. Lo pasas tan mal, ¿eh? —preguntó Brittany, lanzando un paquete de salsa de tomate a su prima. Quinn no contestó, pero sonrió con diversión en dirección a Brittany.

Rachel frotó su espalda. —Ella va a estar bien. Sólo le tomará un tiempo para creer que San es resistente a sus encantos.

—No he tratado de seducirla —resopló Brittany, pareciendo ofendida—. Ella es mi amiga.

Miré a Quinn. —Te lo dije. No tienes nada de qué preocuparte.

Quinn finalmente me vio a los ojos, y al ver mi expresión sincera, sus ojos se iluminaron un poco.

— ¿Tú estudiaste? —me preguntó Brittany.

Fruncí el ceño. —Ninguna cantidad de estudio me va a ayudar con la Biología. Es algo que no puedo entender del todo.

Brittany se puso de pie. —Vamos.

— ¿Qué?

—Vamos a tomar tus notas. Voy a ayudarte a estudiar.

—Brittany…

—Levanta tu trasero, San. Vas a aprobar ese examen.

Tiré un mechón de cabello de Rachel mientras pasaba. —Nos vemos en clase, Rach.


Ella sonrió. —Te voy a guardar un asiento. Necesitaré toda la ayuda que pueda conseguir.




Brittany me siguió hasta mi habitación y saqué mi guía de estudio mientras ella abrió el libro. Me interrogó sin descanso, y luego aclaró algunas cosas que no entendía. En la forma en que ella explicaba, los conceptos pasaron de ser confusos a obvio.

—… Y las células somáticas usan mitosis para reproducirse. Eso es cuando tienes las fases. Suenan como una especie de nombre de mujer: Prometa Anatela.

Me eché a reír. — ¿Prometa Anatelo?

— Pro fase, Meta fase, Ana fase y Telo fase.

—Prometa Anatelo, —repetí, asintiendo con la cabeza.

Golpeó mi brazo con los papeles. —Lo tienes. Ahora sabes esta guía al derecho y al revés.

Suspiré. —Bueno… ya veremos.

—Te acompañaré a clase. Te cuestionaré en el camino.

Cerré la puerta detrás de nosotras. —No te enfadarás si repruebo el examen, ¿verdad?

—No reprobarás, San. Sin embargo, tenemos que empezar antes del siguiente, —dijo, caminando junto a mí hacia el edificio de ciencia.

— ¿Cómo vas a darme clases particulares, hacer tu tarea, estudiar y entrenar para tus peleas?

Brittany se echó a reír. —No entreno para mis peleas. Mercedes me llama, me dice dónde es la lucha y voy.

Sacudí mi cabeza con incredulidad mientras ella sostenía el papel delante de ella para hacer la primera pregunta. Estuvimos a punto de terminar una segunda ronda de la guía de estudio cuando llegamos a mi clase.

—Patea sus traseros —ella sonrió y me entregó las notas apoyándose en el marco de la puerta.

—Hola, Britt.

Me volví para a una chica alta, sonreírle a Brittany en su camino al salón de clases.

—Emily —Brittany asintió con la cabeza.

Los ojos de Emily se iluminaron un poco cuando me miró, y ella sonrió. —Hola, Santana.

—Hola. —dije, sorprendida de que ella supiera mi nombre. La había visto en clase, pero nunca había hablado con ella.

Emily continuó a su asiento, bromeando con los que se sentaban junto a ella. — ¿Quién es? —Le pregunté.

Brittany se encogió de hombros, pero la piel alrededor de sus ojos parecía más tensa que antes. —Emily Fields. Es una de mis hermanas de Sig Tau.

— ¿Estás en una fraternidad? —Pregunté, dudosa.

—Sigma Tau, al igual que Quinn. Pensé que ya lo sabías. —dijo, mirando más allá de mí a Emily.

—Bueno… no pareces del tipo de fraternidad. —le dije.

Brittany volvió su atención hacia mí y me sonrió. —Mi mamá es una ex alumna, y mis hermanas son Sig Tau… es una cosa de familia.

— ¿Y ellas esperan que jures? —Le pregunté, escéptica.

—En realidad no. Sólo son chicas buenas —dijo, agitando mis papeles—Es mejor que vayas a clase.

—Gracias por ayudarme —le dije, dándole un codazo. Rachel pasó y la seguí a nuestros asientos.

— ¿Cómo te fue? —Preguntó ella.

Me encogí de hombros. —Es una buena tutora.

—Es una buena amiga, también.



Ella parecía decepcionada, y reí ante la expresión de su rostro. Siempre había sido el sueño de Rachel que ambas saliéramos con amigas en común, y chicas que fueran primas para ella era sacarse el premio mayor. Ella quería compartir la misma habitación cuando decidió venir conmigo a Eastern, pero veté su idea, con la esperanza de extender mis alas un poco. Una vez que terminó de hacer pucheros, se centró en la búsqueda de una amiga de Quinn para presentarme.


El sano interés de Brittany hacia mí había superado sus expectativas.



Terminé rápidamente la prueba y me senté en las escaleras del edificio, esperando a Rachel. Cuando ella se dejó caer a mi lado en derrota, esperé a que hablara.

— ¡Eso fue horrible! —Exclamó.

—Deberías de estudiar con nosotras. Brittany lo explica muy bien.


Rachel gimió y apoyó la cabeza en mi hombro. — ¡Tú no fuiste ayuda en absoluto! ¿No podrías haberme dado un guiño de cortesía o algo así? —Enganché mi brazo alrededor de su cuello y caminé con ella hasta nuestro dormitorio.







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Gracias chicas por sus comentarios.

No se como responder a cada una. La verdad no sabia ni como subir un fic y creo que aun no lo se bien. jejejeje.
En fin...

Gracias por leer

Besos a todas!

Durante la siguiente semana, Brittany me ayudó con mi trabajo de historia y me tuteó en Biología. Nos paramos juntas escaneando la lista de calificaciones fuera de la oficina del profesor Campbell. Mi número de estudiante estaba a tres puntos de la cima.

— ¡La tercera calificación más alta en el examen! ¡Bien hecho, San! —

Dijo, abrazándome. Sus preciosos ojos azules brillaban de emoción y orgullo, y un sentimiento extraño me hizo dar un paso atrás.

—Gracias, Britt. No podría haberlo hecho sin ti. —le dije, tirando de su sudadera.

Ella me tiró sobre su hombro, abriéndose camino entre la multitud detrás de nosotras. — ¡Abran paso! ¡Muévanse, gente! ¡Vamos a darle paso a esta pobre mujer con un desfigurado, horrible y descomunal cerebro! ¡Ella es un jodido genio!

Me reí ante las expresiones divertidas y curiosas de mis compañeros de clase.




Como pasaban los días, nos vimos involucradas en los rumores sobre una relación. La reputación de Brittany ayudó a calmar los chismes. Ella nunca se había quedado con una chica más de una noche, así que cuantas más veces se nos veían juntas, más gente entendía nuestra platónica relación por lo que era. A pesar de las constantes preguntas de nuestro compromiso, el flujo de atención que Brittany recibía de sus compañeras no cedió.

Ella siguió sentándose a mi lado en historia y comiendo conmigo en el almuerzo. No tomó mucho tiempo darme cuenta que me había equivocado sobre ella, incluso mostrándome defensiva ante a los que no conocían a Brittany como yo lo hacía.

En la cafetería, Brittany puso una lata de jugo de naranja delante de mí.

—No tenías por qué haberlo hecho. Yo iba a tomar uno —dije, quitándome la chaqueta.

—Bueno, ahora no tienes que hacerlo. —dijo sonriendo.

Brasil dio un resoplido. — ¿Ella te convirtió en su sirvienta, Britt? ¿Qué sigue después, abanicarla con una hoja de palmera, mientras usas un bikini?

Brittany le lanzó una mirada asesina y salté a su defensa. —Tú no podrías verte bien en un bikini, Brasil. Cierra tu estúpida boca.

— ¡Tranquila, Santana! ¡Estaba bromeando! —dijo Brasil, levantado sus manos.

—Sólo… no hables así de ella. —le dije, frunciendo el ceño.

La expresión de Brittany era una mezcla de sorpresa y gratitud. —Ahora sí que lo he visto todo. Acabo de ser defendida por Santana, —dijo, poniéndose de pie. Antes de irse con su bandeja, ofreció una mirada de advertencia a Brasil, y luego salió para reunirse junto a un pequeño grupo de fumadores fuera del edificio.

Traté de no mirarla mientras reía y hablaba. Todas las chicas en el grupo sutilmente competían por el lugar al lado de ella, Rachel me golpeó con el codo en las costillas cuando se dio cuenta de que mi atención estaba en otra parte.

— ¿Qué ves, San?

—Nada. No estoy mirando nada.

Apoyó la barbilla en la mano y sacudió la cabeza.

—Son tan obvias. Mira a la pelirroja. Ella ha pasado sus dedos por el pelo tantas veces como parpadea. Me pregunto si Britt se cansa de eso.

Quinn asintió con la cabeza. —Lo hace. Todo el mundo piensa que es una imbécil, pero si supieran la cantidad de paciencia que hace frente a todas las chicas que piensan que la pueden domar… ella no puede ir a ninguna parte sin ser molestada. Confía en mí; ella es mucho más amable de lo que yo lo sería.

—Oh, como si no te gustaría. —dijo Rachel, besando la mejilla de Quinn.

Brittany estaba terminado su cigarrillo fuera de la cafetería cuando pasé.

—Espera, San. Te acompaño.

—No tienes que acompañarme a todas las clases, Britt. Sé cómo llegar por mí misma.

Brittany fue fácilmente distraída por una chica con pelo largo, rubio y una falda corta caminando mientras le sonrió. Ella la siguió con la mirada y asintió con la cabeza en la dirección de la chica, arrojando su cigarrillo.

—Te veré más tarde, San.

—Sí. —dije, poniendo los ojos en blanco mientras ella trotaba hacia la chica.



El asiento de Brittany permaneció vacío durante la clase, y me encontré a mí misma un poco enfadada con ella por perder la clase por una chica a la que no conocía. El Profesor Schuester terminó la clase temprano, y me apresuré por el césped, consciente de que tenía que encontrarme con Kurt a las tres para entregarle las notas de La Música de Sherri Cassidy. Miré mi reloj y apresuré el paso.

— ¿Santana?

Emily corrió por el césped hasta llegar a mi lado. —No creo que nos hemos conocido formalmente, —dijo, tendiéndome la mano—. Emily Fields.

Tomé su mano y sonreí. —Santana Lopez.

—Estaba detrás de ti cuando recibiste tu calificación de biología. Felicidades. —sonrió, metiendo las manos en los bolsillos.

—Gracias. Britt ayudó, o habría estado al final de la lista, créeme.

—Oh, ustedes son…

—Amigas.

Emily asintió y sonrió. — ¿Te dijo que hay una fiesta este fin de semana?

—Por lo general sólo hablamos de biología y comida.

Emily se echó a reír. —Eso suena como Britt.

En la puerta de la Casona Morgan Hall, Emily escaneó mi cara con sus grandes ojos. —Deberías venir. Será divertido.

—Hablaré con Rachel. No creo que tengamos ningún plan.

— ¿Son un paquete?

—Hemos hecho un pacto este verano. No asistiremos a ninguna fiesta sin la otra.

—Inteligente. —asintió con la cabeza en señal de aprobación.

—Ella conoció a Quinn en la clase de orientación, por lo que en realidad no he tenido que estar junto a ella tanto. Esta será la primera vez que necesitaré preguntarle, estoy segura que estará feliz de venir. —Me regañé internamente. No sólo estaba balbuceando, sino que había hecho obvio que yo no era invitada a fiestas.

—Genial. Nos vemos allí. —dijo. Ella mostró su perfecta sonrisa de modelo de Banana Republic con su mandíbula cuadrada y su piel naturalmente bronceada, caminando por el campus.

La vi alejarse; ella era alta, limpia, con una camisa apretada de vestir a rayas y jeans. Su cabello ondulado, largo y castaño rebotaba cuando caminaba.

Me mordí el labio, halagada por su invitación.

—Ahora, ella es más tu tipo. —dijo Kurt en mi oído.

—Ella es linda, ¿eh? —Le pregunté, sin poder dejar de sonreír.


—La verdad si, es linda.— Me dijo mirando hacia ella— ¿Obtuviste las notas de Sherri?

—Sí, —dije, sacándolas de mi bolso. Él encendió un cigarrillo, lo sostuvo entre los labios y miró hacia los papeles.

—Jodidamente brillante. —dijo, escaneando las páginas. Él las dobló y guardó en su bolsillo—. Lo bueno es que las calderas de Morgan no están funcionando. Necesitarás una ducha de agua fría después de recibir miradas lascivas por esa guapa chica.

— ¿Los dormitorios no tienen agua caliente? —Gemí.

—Eso es lo que cuentan. —dijo Kurt, deslizando su mochila sobre su hombro—. Me voy a Algebra. Dile a Rach que dije que no se olvide de mí este fin de semana.

—Yo le diré. —me quejé, mirando las paredes de ladrillo antiguo de nuestro dormitorio. Caminé a mi habitación, abrí la puerta y dejé caer mi mochila al suelo.

—No hay agua caliente. —murmuró Sugar desde su lado del escritorio.

—He oído.

Mi celular sonó, lo abrí para encontrarme con un mensaje de Rachel maldiciendo las calderas. Unos minutos después se oyó un golpe en la puerta.

Rachel entró y se dejó caer sobre la cama, sus brazos cruzados. — ¿Pueden creer esta mierda? ¿Cuánto no estamos pagando y ni siquiera podemos tomar una ducha con agua caliente?

Sugar suspiró. —Deja de quejarte. ¿Por qué no te quedas con tu novia? ¿No has estado quedándote con ella, de todos modos?

Los ojos de Rachel se enfocaron en Sugar. —Buena idea, Sugar. El hecho de que seas una perra es útil a veces.

Sugar mantuvo sus ojos en el monitor de su computadora, sin inmutarse por el golpe de Rachel.

Rachel sacó su teléfono celular y envió un mensaje de texto con una velocidad y precisión asombrosa. Su teléfono sonó, y ella me sonrió. —Nos vamos a quedar con Quinn y Britt hasta que arreglen las calderas.

— ¿Qué? ¡No me quedaré! —Grité.

—Oh, sí que lo harás. No hay ninguna razón para que te quedes atrapada aquí, congelándote en la ducha cuando Britt y Quinn tienen dos baños en su apartamento.

—No he sido invitada.

—Yo te estoy invitando. Quinn ya dijo que estaba bien. Puedes dormir en el sofá… si es que Britt no lo está utilizando.

— ¿Y si lo está usando?

Rachel se encogió de hombros. —Entonces puedes dormir en la cama de Britt.

— ¡De ninguna manera!

Ella puso los ojos en blanco. —No seas un bebé, San. Ustedes son amigas, ¿verdad? Si ella no ha intentado nada hasta ahora, no creo que lo hará.

Sus palabras hicieron que mi boca se cerrara. Brittany había estado a mí alrededor en una u otra manera todas las noches durante semanas. Había estado tan ocupada asegurándome de que todos notaran que sólo éramos amigas, que no se me había ocurrido que ella realmente sólo estaba interesada en nuestra amistad. No estaba segura por qué, pero me sentí insultada.

Sugar nos miró con incredulidad. — ¿Brittany Pearce no ha intentado dormir contigo?

—Somos amigas. —le dije en tono defensivo.

—Lo sé, pero ella ni siquiera ha… ¿intentado? Ella ha dormido con todo el mundo.

—Excepto nosotras. —dijo Rachel, mirándola—. Y tú.

Sugar se encogió de hombros. —Bueno, nunca la he conocido. Sólo he oído rumores.

—Exactamente. —le espeté—. Ni siquiera la conoces.

Sugar regresó a su monitor, ajena a nuestra presencia.

Suspiré. —Muy bien, Rach. Tengo que hacer las maletas.

—Asegúrate de empacar por unos días, quién sabe cuánto tiempo llevará arreglar las calderas. —dijo, muy emocionada.

El temor se apoderó de mí como si estuviera a punto de entrar al territorio del enemigo. —Ugh… bien.

Rachel saltó cuando me abrazó. — ¡Esto será tan divertido!





Media hora más tarde empacamos nuestras cosas en su Honda y nos dirigimos al apartamento. Rachel muy apenas tomó una respiración entre sus divagaciones mientras conducía. Ella sonó la bocina cuando se estacionó frente al apartamento. Quinn corrió por las escaleras, y sacó nuestras maletas del maletero, siguiéndonos por las escaleras.

—Está abierto. —resopló.

Rachel abrió la puerta y la mantuvo abierta. Quinn gruñó cuando puso nuestro equipaje en el suelo. — ¡Jesús, Bebé! ¡Tú maleta pesa nueve kilos más que la de Santana!

Rachel y yo nos quedamos inmóviles cuando una mujer salió del cuarto de baño, abotonándose la blusa.

—Hola. —dijo ella, sorprendida. Sus ojos llenos de rímel corrido nos examinaron antes de observar el equipaje. La reconocí como la rubia de piernas largas que Brittany había seguido de la cafetería.

Rachel miró a Quinn. Y esta levantó las manos. — ¡Ella está con Britt!

Brittany apareció en la esquina solo con una polera de tirantes y bragas. Ella miró a su invitada, y luego le dio unas palmaditas en el espada. —Mis invitadas están aquí. Es mejor que te vayas.

Ella sonrió y echó los brazos alrededor de ella, besando su cuello. —Voy a dejar mi número de teléfono en el mostrador.

—Eh… no te preocupes por eso. —dijo Brittany en tono casual.

— ¿Qué? —Preguntó, inclinándose hacia atrás para mirarla a los ojos.

— ¡Otra vez! —dijo Rachel. Ella miró a la mujer—. ¿Cómo es que estás sorprendida por esto? ¡Ella es Brittany folladora Pierce! Ella es famosa por esto mismo, y aun así se sorprenden. —dijo, volviéndose a Quinn. Ella puso su brazo alrededor de ella, haciendo un gesto para que se calmara.

La chica entrecerró los ojos hacia Brittany y luego agarró su bolso y salió, cerrando la puerta detrás de ella.

Brittany caminó a la cocina y abrió la nevera como si nada hubiera pasado.

Rachel negó con la cabeza y caminó por el pasillo. Quinn la siguió, balanceando su cuerpo para compensar el peso de la maleta mientras caminaba.

Me dejé caer sobre el sillón y suspiré, preguntándome si estaba loca por haber aceptado venir. No sabía que el apartamento de Quinn era una puerta giratoria para chicas cabezas huecas.

Brittany estaba detrás de la barra de desayuno, cruzó sus brazos sobre su pecho y sonrió. — ¿Qué pasa, San? ¿Día duro?

—No, estoy profundamente disgustada.

— ¿Conmigo? —Ella estaba sonriendo. Debería haber sabido que ella esperaba esta conversación. Eso sólo me hizo menos dispuesta a detenerme.

—Sí, contigo. ¿Cómo puedes usar a alguien así como así y tratarlas de esa manera?

— ¿Cómo la traté? Ella ofreció su número, yo me negué.

Mi boca se abrió ante su falta de remordimiento. — ¿Tendrás relaciones sexuales con ella, pero no tomarás su número?

Brittany se inclinó sobre el mostrador con los codos. — ¿Por qué iba a querer su número si no la iba a llamar?

— ¿Por qué dormir con ella si no la vas a llamar?

—No prometo nada a nadie, San. Ella no estipuló una relación antes de extender sus piernas en mi sofá.

Miré el sofá con repugnancia. —Ella es la hija de alguien, Brittany. ¿Qué pasa si, en un futuro, alguien trata así a tu hija?

—Mi hija sabrá algo mejor que quitarse las bragas por un o una imbécil que acaba de conocer, vamos a decirlo de esa manera.

Me crucé de brazos, enfadada de que ella tuviera razón. —Así que, además de admitir que eres una imbécil, estás diciendo que porque ella se acostó contigo, ¿ella merecía ser desechada como un gato callejero?

—Estoy diciendo que fui honesta con ella. Ella es un adulto, fue de mutuo acuerdo… ella estaba un poco ansiosa al respecto si quieres saber la verdad. Actúas como si he cometido un crimen.

—Ella no parecía entender tus intenciones, Brittany.

—Las mujeres solemos justificar nuestras acciones con lo que nuestras cabezas nos dicen. Ella no me dijo por adelantado que esperaba una relación más de lo que yo le dije que esperaba sexo sin compromiso. ¿Cómo es diferente?

—Eres una cerda.

Brittany se encogió de hombros. —Me han llamado peor.

Miré el sofá, los cojines todavía ladeados y amontonados por su uso reciente. Retrocedí ante la idea de cuántas mujeres se han ofrecido a sí mismas sobre esa tela.

—Creo que dormiré en el sillón reclinable. —me quejé.

— ¿Por qué?

La miré, furiosa por su expresión confusa. — ¡No dormiré en esa cosa! ¡Dios sabe sobre lo que estaría acostándome!

Levantó mi equipaje del piso. —No dormirás en el sofá o en el sillón reclinable. Tú dormirás en mi cama.

—La que es más antihigiénica que el sofá, estoy segura.

—Nunca ha estado nadie en mi cama aparte de mí.

Puse los ojos en blanco. — ¡Dame un descanso!

—Hablo absolutamente en serio. Las cortejo en el sofá. No las dejo entrar a mi habitación.

— ¿Entonces por qué se me permite a mí en tu cama?

Una de las esquinas de su boca se levantó en una sonrisa traviesa.

— ¿Estás planeando tener sexo conmigo esta noche?

— ¡No!

—Por eso. Ahora levanta tu trasero malhumorado, toma tu ducha con agua caliente, y después podemos estudiar algo de Bio.

La miré por un momento y luego a regañadientes hice lo que ella ordenó. Me quedé bajo la ducha por mucho tiempo, dejando que el agua lavara mis molestias. Masajeando el champú en mi pelo, suspiré por lo maravilloso que era tomar una ducha en un baño no comunitario una vez más—sin sandalias, sin neceser, sólo la mezcla relajante de agua y vapor.

La puerta se abrió y salté. — ¿Rach?

—No, soy yo. —dijo Brittany.

Automáticamente envolví mis brazos sobre las partes que no quería que ella viera. — ¿Qué estás haciendo aquí? ¡Fuera!

—Olvidaste una toalla y he traído tu ropa, cepillo de dientes y una crema para el rostro que encontré en tu bolsa.

— ¿Buscaste entre mis cosas? —Grité. Ella no respondió. En su lugar, oí girar el grifo y el sonido de un cepillo de dientes contra dientes.

Me asomé por la cortina de plástico, sosteniéndola contra mi pecho. — ¡Fuera, Brittany!

Ella me miró, con los labios cubiertos de espuma de pasta de dientes. —No puedo ir a la cama sin cepillarme los dientes.

—Si te acercas a un metro de la cortina, te sacaré los ojos mientras duermas.

—No voy a mirar, San. —rió.

Esperé bajo el agua con los brazos bien envueltos sobre mi pecho. Ella termino de enjuagarse la boca y luego la puerta se cerró. Enjuagué el jabón de mi piel, me sequé tan rápido como me fue posible, y luego me puse la camiseta y shorts, cepillé un peine a través de mi cabello. La crema hidratante de noche que Brittany había traído llamó mi atención, y no pude evitar sonreír. Ella era atenta y agradable cuando lo quería ser.

Brittany abrió la puerta otra vez. — ¡Vamos, San! ¡Me estoy haciendo vieja!

Arrojé el peine en su dirección y ella se agachó, cerrando la puerta y riéndose durante el camino a su habitación. Me lavé los dientes y arrastré mis pies por el pasillo, pasando el dormitorio de Quinn en el camino.

—Buenas noches, San. —llamó Rachel desde la oscuridad.

Dudé antes de golpear dos suaves golpes en la puerta de Brittany.

—Entra, San. No tienes que tocar.

Ella abrió la puerta y entré, viendo su cama de color amarillo a la línea de las ventanas  con cortinas verdes en el extremo de la habitación. Las paredes eran de color blanco y un cuadro de patitos estaba colgado a un costado al lado de un perchero con gorras y sombreros. Encima de su cama habia un peluche de un unicornio, su alfombra de color verde y su velador con una lampara tambien en forma de patito. Era un cuarto muy acogedor.

—Bonita pijama. —dijo Brittany, notando mi short a cuadros color amarillo y azul marino y mi camisa de Eastern. Se sentó en la cama y le dio unas palmaditas a la almohada a su lado —. Bien, ven. No voy a morderte.
—No te tengo miedo. —le dije, acercándome a la cama y dejando el libro de biología junto a ella—. ¿Tienes una pluma?

Ella asintió con la cabeza hacia su mesa de noche. —Primer cajón.

Me estiré sobre la cama y abrí el cajón, encontrando tres bolígrafos, un lápiz, y maquillaje. Tome uno y comenzamos.

Ella leyó las notas para mí, resaltando los puntos principales, mientras ella me hacía preguntas y pacientemente explicaba lo que yo no entendía.

Después de una hora, me froté los ojos. —Estoy muerta. No puedo memorizar una macromolécula más.

Brittany sonrió, cerrando el libro. —Muy bien.

Hice una pausa, sin estar segura sobre nuestros arreglos para dormir. Brittany salió de la habitación y caminó por el pasillo, murmurando algo en la habitación de Quinn antes de encender la ducha. Me envolví en la colcha y la tiré hasta mi cuello, escuchando el ruido agudo del agua corriendo a través de las tuberías.
Diez minutos más tarde, el agua se cerró y el piso crujió bajo los pasos de Britt. Echó a andar por la habitación con una toalla alrededor de sus pechos. Intencionalmente me mantuve de espaldas a ella mientras que ella se paró frente a su tocador y dejó caer la toalla para ponerse ropa interior.
Después de apagar la luz, se metió en la cama junto a mí.

— ¿Dormirás aquí también? —Pregunté, volviéndome para mirarla. La luna llena fuera de la ventana oscureció su rostro.

—Bueno, sí. Esta es mi cama.

—Lo sé, pero… —Hice una pausa. Mis otras opciones eran el sofá o el sillón reclinable.

Brittany sonrió y negó con la cabeza. — ¿Aún no confías en mí? Me comportaré mejor que bien, lo juro. —dijo, levantando los dedos que estaba segura los Boy Scouts de Estados Unidos nunca habían considerado usar.

No discutí, simplemente me di vuelta y puse mi cabeza en la almohada, metiendo las sábanas detrás de mí para que hubiera una clara barrera entre su cuerpo y el mío.

—Buenas noches, San. —susurró en mi oído. Podía sentir su aliento a menta en mi mejilla, ocasionando que la piel se me pusiera de gallina. Gracias a Dios que estaba lo suficientemente oscuro para que no pudiera ver mi embarazosa reacción, o el rubor de mis mejillas.



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hola!!!!!!!!! nueva lectora!!!!
me encanto siguelo!!!!!
porfassss xD!!!!!

genial! me encanta esta britt tan rebelde jajajaja

hoy actualizaras tambien? espero que si
besos!

muy buena historia me gusto mucho jejeje


a esa britt es un caso genial jejejej

ya quiero otrocap

No soy fan de Brittana (lo admito si soy) pero mas de Klaine a si que bueno debo de decirte que... ya sabes tu fic yo, tu, el, nosotros...

Me encanto!

continua o me mato

Jajaja sabia que alguien conocería el libro!
Quise poner a Santana en el papel, pero siempre es la rebelde en la mayoría de los fic!
Aparte debo admitir que tengo una leve obsesión con Hemo y quise hacerla así para que más me encantara!

Hay cosas que cambie y que cambiare, obviamente sin quitar la esencia del libro.

Muchas gracias por todos los comentarios, aun no se como responder a cada una :(

Hoy subiré dos capítulos mas!

Saludos y besos!

ok debo confesar soy una persona q no aguanto la espera y me lei el libro si si si lo se pero diossss cuando subiste los dos primeros capis me quede con las ganas de mas asi q no me aguante y lei el libro y debo decir OMG LO AMEEEEEEEE me encanto dios una de las historias de amor mas espectaculares del mundo el titanic se queda pendejo con este libro nada de romeo y julieta mejor son abby y travis es me dejo sin palabras

ahora ya se como es la historia y leer en una adaptacion brittana es como decirlo genial increible fantastico joder muchas pero muchas gracias por hacer la adaptacion voy a estar dandole actualizar a cada rato solo para ver si subiste un capi nuevo me vas a tener muy pero muy fiel mmm mañana me voy de viaje pero apenas regrese te comento y te voy a comentar cada capi


poner a britt como travis me parece genial la vdd si me gusta mucho no me imagino a hemo con tatuajes pero se me hace demasiado sexy en el personaje de travias asi q por mi fantastico


besos y abrazos cuidate

Bueno como comente hace poco haré algunos cambios en la adaptación del libro, es solo para darle algo mas de Brittana!

Espero les guste!













Parecía que acaba de cerrar los ojos cuando escuché el reloj despertador. Estiré la mano para apagarlo, pero me sorprendí con horror cuando sentí piel cálida bajo mis dedos. Traté de recordar dónde estaba. Cuando la respuesta llegó, me mortificó el hecho que Brittany pensara que lo había hecho a propósito.

— ¿Britt? La alarma —susurré. Ella aún no se movía—. ¡Brittany! —Dije, dándole un codazo. Cuando todavía no se movía, me estiré a través de ella, buscando a tientas en la penumbra hasta que sentí la parte superior del reloj.
Sin saber cómo apagarlo, golpeé la cima del mismo hasta que pulsé el botón de dormitar, y luego caí sobre mi almohada nuevamente.

Brittany se echó a reír.

— ¿Estabas despierta?

—Te prometí que me portaría bien. No dije nada al respecto de permitirte acostarte sobre mí.

—No me acosté sobre ti, —protesté—. No podía alcanzar el reloj. Esa tiene que ser la alarma más molesta que he oído. Suena como un animal moribundo.

Estiró su mano y presionó un botón. — ¿Quieres desayuno?

La miré fijamente y luego sacudí la cabeza. —No tengo hambre.

—Bueno, yo sí. ¿Por qué no vienes conmigo a la cafetería que está cerca?

—No creo que pueda soportar tu falta de habilidad para conducir temprano por la mañana. —le dije. Levanté mis pies por el lado de la cama y los metí en mis pantuflas, arrastrándome a la puerta.

— ¿A dónde vas? —Preguntó.

—A vestirme e ir a clase. ¿Necesitas un itinerario mientras estoy aquí?

Brittany se estiró y luego caminó hasta mí con su ropa interior. — ¿Siempre eres tan temperamental o ese malestar disminuirá una vez que creas que no estoy creando algún elaborado plan para meterme contigo —Sus manos sujetaron mis hombros y sentí sus pulgares acariciar mi piel al unísono.

—No soy temperamental.

Se inclinó me susurró en mi oído. —No quiero acostarme contigo, San. Te aprecio demasiado.

Pasó junto a mí para ir al baño, y que quedé allí, aturdida. Las palabras de Sugar se repetían en mi mente. Brittany Pierce dormía con todas; no pude evitar sentirme deficiente al saber de qué ella no tenía ganas de intentar dormir conmigo.


La puerta se abrió de nuevo y Rachel entró.

— ¡Arriba, arriba, levántate y brilla! —Sonrió, bostezando.

—Te pareces a tu padre, Berry. —me quejé, rebuscando en mi maleta.

—Oh… ¿alguien no durmió bien anoche?

—Ella apenas respiró en mi dirección. —le dije mordazmente.

Una sonrisa iluminó el rostro de Rachel. —Oh.

— ¿Oh, qué?

—Nada. —dijo ella, volviendo a la habitación de Quinn.




Brittany estaba en la cocina, tarareando una canción al azar mientras cocinaba huevos revueltos. — ¿Estás segura que no quieres desayunar? —Me preguntó.

Quinn y Rachel entraron. Quinn tomó dos platos del gabinete, sosteniéndolos mientras Brittany servía una porción en cada uno. Quinn puso los platos en la barra, ella y Rachel se sentaron juntas, satisfaciendo el apetito que probablemente gastaron la noche anterior.

—No me mires así, Quinn. Lo siento, sólo que no quiero ir. —dijo Rachel.

—Amor, la Casa tiene una fiesta de parejas dos veces al año. —dijo Quinn mientras masticaba—. Aún falta un mes. Tendremos tiempo de sobra para encontrar nuestros vestidos.

—Lo haría, Quinn… es muy dulce… pero no voy a conocer a nadie allí.

—Muchas de las chicas que estarán no conocen a las demás. —dijo, sorprendida por el rechazo.

Ella se dejó caer en su silla. —Las chicas perras de la hermandad son invitadas a esas cosas. Todas se conocerán entre sí… será extraño.

—Vamos, Rach. No me obligues a ir sola.

—Bueno… ¿tal vez podrías buscar a alguien para que invite a San? —

Dijo ella, mirándome y luego a Brittany.

Brittany levantó una ceja y Quinn negó con la cabeza.

—Britt no va a fiestas de parejas. Es algo a donde llevarías tu novia… y Brittany no… ya sabes.

Rachel se encogió de hombros. —Podemos conseguirle a alguien.

Entrecerré mis ojos en su dirección. —Te puedo escuchar, sabes.

Rachel usó la cara que ella sabía que no podía decir no.

— ¿Por favor, Santana? Vamos a encontrarte una buena tipa que sea divertida e ingeniosa, y podrás asegurarte que sea guapa… ¡te prometo que pasarás un buen rato! Y, ¿Quién sabe? Tal vez hasta se lleven bien.


Brittany lanzó el plato al fregadero. —Yo no he dicho que no la llevaría.

Puse los ojos en blanco. —No me hagas ningún favor, Brittany.

—Eso no es lo que quise decir, San. Las fiestas de parejas son para chicas con novias, y todo el mundo sabe que yo no hago eso de novias. Pero no tendré que preocuparme de que tú esperes un anillo de compromiso después.

Rachel hizo un puchero. — ¿Por fis, San?

— ¡No me mires así! —Me quejé—. Britt no quiere ir, yo no quiero ir… nosotras no seremos muy divertidas.

Brittany se cruzó de brazos y se apoyó en el fregadero. —Yo no dije que no quería ir. Creo que sería divertido si las cuatro asistimos, —se encogió de hombros.

Los ojos de todas se centraron en mí y yo retrocedí. — ¿Por qué no pasamos el rato aquí?

Rachel puso mala cara y Quinn se inclinó hacia adelante. —Porque tengo que ir, Santana. Soy una estudiante de primer año; tengo que asegurarme de que todo pase sin problemas, que todo el mundo tenga una cerveza en mano, y cosas así.

Brittany cruzó la cocina y envolvió el brazo alrededor de mis hombros, tirando de mí hacia ella. —Vamos, San. ¿Quieres ir conmigo?

Miré a Rachel, luego a Quinn y, finalmente, a Brittany. —Sí. —suspiré.

Rachel chilló y me abrazó, y sentí la mano de Quinn en mi espalda. — Gracias, San. —dijo Quinn.










Kurt tomó otra calada. El humo fluyó de su nariz en dos chorros. Giré mi cara hacia el sol mientras él me relataba su reciente fin de semana de baile, licor y un nuevo amigo muy persistente.

—Si él te está acechando, entonces ¿Por qué dejas que te compré las bebidas? —Me reí.

—Es muy sencillo, San. Estoy en quiebra.

Me reí nuevamente y Kurt me encajó su codo en mi costado cuando alcanzó a ver a Brittany caminando hacia nosotros.

—Hey, Britt. —Cantó alegremente Kurt, guiñándome un ojo.

—Kurt —ella asintió. Levantó sus llaves—. Me voy a casa, San. ¿Necesitas un aventón?

—Estaba a punto de entrar —dije, sonriendo a través de mis gafas de sol.

— ¿No te vas a quedar conmigo esta noche? —Preguntó, su rostro era una combinación de sorpresa y decepción.

—No, sí lo haré. Sólo tengo que tomar algunas cosas que olvidé.

— ¿Cómo qué?

—Bueno, para empezar mi máquina de afeitar. ¿Qué te importa?

—Ya es hora de que te afeites las piernas. Están destrozando las mías. — dijo con una sonrisa traviesa.

Los ojos de Kurt se agrandaron mientras me dio una rápida mirada, y yo volteé mi cara hacia Brittany. — ¡Así es cómo empiezan los rumores! —Miré a Kurt y sacudí mi cabeza—. Estoy durmiendo en su cama… sólo durmiendo.

—Está bien. —dijo Kurt con una sonrisa maliciosa.



Le di un golpe en el brazo a Kurt antes de abrir la puerta y subir por las escaleras. Cuando llegué a la segunda planta, Brittany estaba a mi lado.


—Oh, no te enojes. Sólo estaba bromeando.

—Todo el mundo ya asume que estamos saliendo. Lo estás empeorando.

— ¿A quién le importa lo que piensan?

— ¡A mí, Brittany! ¡A mí! —Abrí mi puerta, metí mis cosas en una pequeña bolsa y luego salí violentamente, con Brittany detrás de mí. Sonrió mientras tomó la bolsa de mi mano y le lancé una mirada asesina—. No es divertido. ¿Quieres que toda la escuela crea que soy una de tus putas?

Brittany frunció el ceño. —Nadie piensa eso. Y si lo hacen, será mejor que esperen que yo no me entere.

Mantuvo la puerta abierta para mí y después de atravesarla, me detuve abruptamente delante de ella.

— ¡Whoa! —dijo, chocando conmigo.

Volteé alrededor. — ¡Oh Dios mío! Probablemente piensan que estamos juntas y tú, con tu falta de vergüenza, continuas con tu… estilo de vida. ¡Debo verme patética! —dije, dándome cuenta de eso mientras hablaba—. No creo que deba quedarme contigo por más tiempo. Deberíamos, simplemente, permanecer alejadas una de la otra en general por un tiempo.

Le quité mi bolsa y ella me la arrebató de vuelta.

—Nadie piensa que estamos juntas, San. No tienes que dejar de hablarme para probar tu punto.

Estábamos envueltas en un tira y afloja con la bolsa, y cuando ella se negó a dejarla ir, gruñí ruidosamente en frustración. — ¿Alguna vez tuviste a una chica, que es una amiga, quedándose contigo? ¿Alguna vez llevas clases con esas chicas en la escuela? ¿Has comido los almuerzos con ellas todos los días? Nadie sabe qué pensar sobre nosotras, ¡Incluso cuando se los décimos!

Caminamos hacia el estacionamiento. —Voy arreglar esto, ¿Está bien? No quiero que nadie piense menos de ti debido a mí —dijo, con una expresión apenada. Abrió muchos sus ojos y sonrió—. Déjame hacer las paces contigo.

¿Por qué no vamos a The Dutch esta noche?

—Eso es una barra un tanto aburrida —desprecié, viendo como sujetaba mi bolsa a su moto.

—Está bien, entonces vamos al club. Te llevaré a cenar, y luego podemos ir a The Red Door. Yo invito.

— ¿Cómo es que salir a cenar y luego a un club arregla el problema? Cuando la gente nos vea salir juntas lo hará peor.

Ella se montó en su moto. —Piénsalo. ¿Yo, borracha, en una habitación llena de mujeres escasamente vestidas? No tomará mucho tiempo para que la gente sepa que no somos una pareja.

— ¿Y qué supone que debo hacer? ¿Llevar a casa a un chica borracha del bar para probar el punto?

—No me refería a eso. No hay necesidad de enojarse —dijo con el ceño fruncido.


Rodé mis ojos y subí al asiento, pasando mis brazos alrededor de su cintura. — ¿Alguna chica extraña va a seguirnos a la casa desde el bar? ¿ Así es cómo vas a arreglar las cosas conmigo?

— ¿No estás celosa, o sí, Santana?

— ¿Celosa de qué? ¿De la imbécil infectada de ETS a quien mandarás al diablo en la mañana?

Brittany se rió y entonces encendió su Ducati. Voló hacia su apartamento a dos veces el límite de velocidad, y cerré mis ojos para no ver los árboles y los coches que dejábamos atrás.

Después de bajarme de su motocicleta, golpeé su hombro. — ¿Olvidaste que estaba contigo? ¿Estás intentando matarme?

—Es difícil olvidar que estás detrás de mí cuando tus muslos están exprimiendo la vida fuera de mí. —Una sonrisita llegó con su siguiente pensamiento—. No podía pensar de una mejor manera de morir, realmente.

—Hay algo muy mal contigo.

Apenas habíamos entrado cuando Rachel salió del dormitorio de Quinn. —Estábamos pensando salir esta noche. ¿Se unen?

Miré Brittany y sonreí. —Vamos a pasar por el lugar de sushi antes de ir a Red.

La sonrisa de Rachel abarcó desde un lado de su cara al otro. — ¡Quinn!—Chilló, corriendo hacia el baño—. ¡Saldremos esta noche!




Fui la última en tomar una ducha, así que Quinn, Rachel y Brittany estaban de pie impacientes en la puerta cuando yo salí del baño, en un vestido corto, de color negro y tacones del mismo color.

Rachel silbó. — ¡Maldita sexy, mamacita!

Sonreí en agradecimiento y Brittany levantó su mano.

—Lindas piernas.

— ¿Mencioné que es una navaja mágica?

—No creo que sea la navaja. —Sonrió, me jaló por a la puerta.



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En un rato más subo otro!


Besos

me encanta el juego sutil que tiene brittany con santana, espero que en verdad se enamore de ella y santana se deje conquistar!

Una vez que aparcamos, Brittany inclinó el asiento hacia adelante y me ayudó a salir. —Quería preguntarles sobre sus identificaciones. Son perfectas. No las consigues por aquí.


—Sí, las hemos tenido desde hace tiempo. La conseguimos por allí. Es bueno tener conexiones-
Ella hipó y cubrió su boca, riendo.

—Dios, mujer —dijo Quinn, sosteniendo a Rachel del brazo de mientras ella, torpemente, caminaba a lo largo de la grava—. Creo que ya has terminado por esta noche.


Brittany hizo una cara. —¿De qué estás hablando, Rach? ¿Qué conexiones?


—San tiene algunos viejos amigos que...


—Son identificaciones falsas, Britt —Interrumpí—. Tienes que conocer a las personas adecuadas, si quieres que las hagan bien, ¿Correcto?

Rachel desvió su mirada, intencionadamente, lejos de Brittany y esperé.

—Correcto. —dijo, extendiendo su mano para tomar la mía.

Agarré su meñique con el mio y sonreí, sabiendo, por su expresión, que no estaba satisfecha con mi respuesta.

— ¡Necesito otro trago! —dije, en un segundo intento de cambiar el tema.

— ¡Tragos! —gritó Rachel.

Quinn rodó sus ojos. —Oh, sí. Eso es lo que necesitas, otro trago.



Una vez dentro, Rachel inmediatamente me sacó a la pista de baile. Su cabello castaño estaba por todas partes, y me reí de la cara de pato que hacía cuando se movía con la música.

Cuando terminó la canción, nos unimos a las chicas en el bar. Una excesivamente voluptuosa, rubia, ya estaba al lado de Brittany y la cara de Rachel se descompuso en repulsión.

—Así va a ser toda la noche, Rachel. Sólo ignorarlas. —dijo Quinn, asintiendo hacia un pequeño grupo de chicas paradas a unos metros de distancia. Observé a la rubia, esperando su turno.

—Parece que hay una bandada de buitres —dijo Rachel, despreciativamente.

Brittany encendió un cigarrillo mientras ordenaba dos cervezas más y la rubia mordió sus brillantes e hinchados labios y sonrió. El camarero quito las  tapas y le tendió las botellas a Brittany. La rubia agarró una de las cervezas, pero Brittany la arrebató de su mano.

—Uh…no es para ti. —le dijo, entregándomela a mí.

Mi idea inicial fue tirar la botella en la basura, pero la mujer parecía tan ofendida que sonreí y tomé un trago.

Ella se fue, dando resoplidos y yo sonreí al ver que Brittany no parecía haberlo notado.


Chocó mi botella contra la suya. —Salud, por ser la única chica con la que Britt no tiene ningún estándar y no quiere dormir. —dije, tomando un trago.

— ¿Lo dices en serio? —preguntó, retirando la botella de mi boca.

Cuando yo no me retracté, ella se inclinó hacia mí—. Primero que nada… Tengo estándares. Nunca he estado con una mujer fea. Nunca. Segundo lugar, yo quería dormir contigo. Pensé en tirarte sobre mi sofá de cincuenta maneras diferentes, pero no lo hice porque ya no te veo de esa manera. No es que no me atraigas, simplemente creo que eres mejor que eso.

Yo no pude retener la sonrisa presumida que se deslizó a través de mi cara. —Crees que soy demasiado buena para ti.

Sonrió burlonamente con mi segundo insulto. —No se me ocurre ningúna sola chica o chico que conozca que sea lo suficientemente para ti.

La petulancia se disolvió y fue reemplazada con una conmovida y agradecida sonrisa. —Gracias, Britt. —dije, colocando mi botella vacía de la barra.

Brittany tiró de mi mano. — ¡Vamos! —dijo, arrastrándome a través de la multitud en la pista de baile.

— ¡He bebido demasiado! ¡Me voy a caer!

Brittany sonrió y me acercó a ella, agarrándome de las caderas. —Cállate y baila.


Rachel y Quinn aparecieron junto a nosotras. Quinn se movía como si hubiera estado viendo muchos vídeos de Usher.


Brittany me tenía casi aterrorizada con la manera en que se presionaba contra mí. Si utilizaba cualquiera de estos movimientos en el sofá, pude ver por qué tantas chicas se arriesgaban a una humillación en la mañana.

Ella acomodó sus manos alrededor de mi cintura y me di cuenta de que su expresión era diferente, casi seria. Recorrí con mis manos su impecable abdomen mientras se estiraba y se tensaba bajo su camisa gris con la música. Me puse a espaldas a ella, sonriendo cuando ella envolvió sus brazos alrededor de mi cintura.
Junto con el alcohol en mi sistema, cuando ella tiró mi cuerpo contra el suyo, las cosas que llegaron a mente eran cualquier cosa menos amistosa.

La siguiente canción irrumpió en la que estábamos bailando y Brittany no mostró signos de querer volver a la barra.

El sudor resbalaba por la parte trasera de mi cuello y las luces estroboscópicas multicolores me hicieron sentir un poco mareada. Cerré mis ojos e incliné mi cabeza contra su hombro. Agarró mis manos y las llevó alrededor de su cuello. Sus manos recorrieron mis brazos, bajaron por mis costillas, y finalmente regresaron a mis caderas. Cuando sentí sus labios y luego su lengua contra mi cuello, me aleje de ella.

Ella sonrió, luciendo un poco sorprendida. — ¿Qué, San?

Mi genio estalló, haciendo que las palabras que quería decir se atorraran en mi garganta. Me retiré a la barra y ordené otra Corona. Brittany tomó el asiento junto a mí, levantando su dedo para ordenar una para sí misma. Tan pronto como el camarero colocó la botella delante de mí, me incliné y bebí la mitad del contenido antes de estamparla contra la barra.

— ¿Crees que va eso va a cambiar la opinión de alguien sobre nosotras? —dije, tirando de mi cabello a un lado, cubriendo el lugar que ella había besado.

Soltó una risa. —No me importa ni una mierda lo que piensan sobre nosotras.

Yo le lancé una mirada asesina y luego me giré hacia el frente.

—San. —dijo, tocando mi brazo.

Saque su mano. —No. Yo nunca me pondré lo suficientemente borracha para meterme en ese sofá.

Su rostro se retorció con ira pero, antes de que ella pudiera decir algo, una guapa mujer de cabello oscuro con labios gruesos, enormes ojos azules y un gran escote, se acercó a ella.

—Bien. ¿No es esta Brittany Pearce? —dijo, enfatizando en todos los lugares adecuados.

Ella tomo la bebida, y luego sus ojos se apartaron de los míos.

—Hola, Megan.

—Preséntame a tu novia. —Ella sonrió. Rodé mis ojos ente lo patéticamente transparente que era.

Brittany inclinó su cabeza hacia atrás para terminar su cerveza y luego deslizó su botella vacía por la barra. Todos los que esperaban para ordenar la siguieron con los ojos hasta que cayó en el bote de basura al final. —Ella no es mi novia.

Agarró la mano de Megan, y ella felizmente la siguió a la pista de baile. Brittany solamente la manoseó durante una canción... luego otra y otra. Ellas estaban causando una escena con la forma en que Megan permitía que la tocara, y cuando Brittany se inclinó sobre ella les di la espalda.

—Luces molesta —dijo un hombre que se sentó a mi lado—. ¿Es ésa tu novia?

—No, sólo es una amiga. —murmuré.

—Bien, eso es bueno. Podría haber sido bastante incómodo para ti si lo fuera. —Se volvió a la pista de baile, sacudiendo su cabeza ante el espectáculo.

—Y que lo digas —dije, bebiendo lo último de mi cerveza. Apenas había saboreado las últimas dos que había dejado a un lado y mis dientes se habían insensibilizado.

— ¿Deseas otra? —Preguntó. Volteé a verlo y él sonrió—. Soy Ethan.

—Santana. —dije, estrechando su mano extendida.

Él levantó dos dedos hacia el barman, y yo sonreí.

—Gracias.

—Así que ¿Vives aquí? —preguntó.

—En Morgan Hall en Eastern.

—Tengo un apartamento en Hinley.

— ¿Vas a State? —Le pregunté—. ¿Qué está... como a una hora de distancia? ¿Qué haces aquí?

—Me gradué el pasado mayo. Mi hermana va a Eastern. Me estoy quedando con ella esta semana, en lo que meto solicitudes de trabajo.

—Ph…viviendo en el mundo real, ¿Eh?

Ethan se rió. —Y es todo lo que dicen que es.

Saqué el brillo labial de mi bolsillo y lo unté en mis labios, utilizando el espejo que recubría la pared detrás de la barra.


—Ese es un color lindo —dijo, viéndome presionar mis labios juntos.

Sonreí, sintiendo el enojo hacia Brittany y la pesadez del alcohol. —Quizás puedas probarlo más tarde.


Los ojos de Ethan se ampliaron cuando me incliné más cerca de él y yo sonreí cuando él tocó mi rodilla. Retiró su mano cuando Brittany se paró entre nosotros.


— ¿Estás lista, San?


—Estoy hablando, Brittany —dije, empujándola. Su camisa estaba un poco húmeda por el circo en la pista de baile y yo hice un espectáculo limpiando mi mano en mi falda.

Brittany hizo una cara. — ¿Ni siquiera conoces a este chico?

—Este es Ethan. —dije, enviándole a mi nuevo amigo la mejor sonrisa coqueta que pude hacer.

Él me giñó un ojo y luego miró Brittany, extendiéndole su mano. —Un placer en conocerte.

Brittany me dio una mirada gélida y yo suspiré. —Ethan, ella es Brittany. —murmuré.

—Brittany Pearce —dijo, mirando fijamente la mano de Ethan como si quisiera arrancarla.

Los ojos de Ethan se ampliaron y ella retiró torpemente su mano.— ¿Brittany Pearce de Eastern?


Brittany estiró su brazo detrás de mí, sujetando la barra. —Sí, ¿Qué con eso?

—Mi hermana va a Eastern y asiste a las peleas, me contó que una vez casi matas a alguien, dice que eres muy buena!

Brittany lo miró con ira. — ¿Quieres verlo tu esta vez?

Ethan rió una vez, sus ojos pasaron entre nosotras. Cuando se dio cuenta de que Brittany hablaba en serio, sonrió disculpándose y se fue.

— ¿Estás lista, ahora? —preguntó bruscamente.

—Eres una completa idiota, ¿Sabes?

—Me han llamado peor. —dijo ayudándome a levantarme.

Seguimos a Rachel y a Quinn al coche y cuando Brittany intentó agarrar mi meñique para dirigirme a través del estacionamiento, la tiré lejos de un jalón. Ella se dio la vuelta para encarame y yo me detuve de pronto, inclinándome hacia atrás cuando ella estuvo a pocos centímetros de mi cara.

— ¡Debería simplemente besarte y superarlo! —gritó—. ¡Estás siendo ridícula! Besé tu cuello, ¿Y qué?

Pude oler la cerveza y los cigarrillos en su aliento y la empujé. —No soy una amiga para fornicar, Brittany.

Ella sacudió su cabeza en incredulidad. — ¡Nunca dije que lo fueras! ¡Estás conmigo las veinticuatro horas del día, duermes en mi cama, pero la mitad del tiempo actúas como si no quisieras que te vieran conmigo!

— ¡Vine aquí contigo!

—Nunca te he tratado con algo más que respeto, Santana.

Me quedé quieta. —No, sólo me tratas como tú propiedad. ¡No tenías derecho a ahuyentar a Ethan así!

— ¿Sabes quién es Ethan? —preguntó. Cuando sacudí mi cabeza, ella se inclinó más cerca—. Yo sí. Fue arrestado el año pasado por agresión sexual, pero los cargos fueron retirados.

Crucé mis brazos. —Oh, ¿Así que tienen algo en común?

Los ojos azules de Brittany se redujeron y los músculos de su mandíbula se estremecieron bajo su piel. — ¿Me estás llamando violadora? —dijo en un tono frío y bajo.

Apreté mis labios juntos, incluso más enojada porque tenía razón. Lo había llevado demasiado lejos. —No, ¡Yo sólo estoy molesta contigo!

—He estado bebiendo, ¿De acuerdo? Tu piel estaba a tres centímetros de mi cara, esos labios perfectos tentaban, eres hermosa y hueles malditamente increíble cuando sudas. ¡Te besé! ¡Lo siento! ¡Supéralo!

Su excusa hizo que las comisuras de mi boca se elevaran. — ¿Crees que soy hermosa?

Ella frunció el ceño con disgusto. —Eres guapísima y lo sabes. ¿Por qué estás sonriendo?

Traté de sofocar mi diversión en vano. —Nada. Vámonos.

Brittany rió una vez y sacudió la cabeza. — ¿Que…? ¿Tú…? ¡Tú eres un grano en el trasero! —Gritó, dándome una mirada asesina. No podía dejar de sonreír, y tras unos segundos, la boca de Brittany se curvó. Ella sacudió su cabeza una vez más y entonces pasó su brazo alrededor de mi cuello—. Me estás volviendo loca. ¿Sabías?




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Si me animo subo otro!!


Saludos!

pues esperemos que te animes!

ANIMATE!! ANIMATE!!! ANIMATE!!! PORFAVOR!!
MUERO POR LEER OTRO CAPITULO Y ES MEJOR SI SUBES DE A DOS :D

En el apartamento, todas entramos tropezándonos por la puerta. Fui directamente al baño, a lavarme el humo del cabello. Cuando salí de la ducha, vi que Brittany me había traído unos de sus pijamas para cambiarme.
Me lo puse embriagada por el olor de ella. Me aventé a la cama y suspiré, todavía sonriendo por lo que me había dicho en el estacionamiento.

Brittany me miró fijamente por un momento y sentí una punzada en mi pecho. Tuve unas ganas casi ansiosas de agarrar su rostro y estampar mi boca sobre la suya, pero luché contra el alcohol y las hormonas que corrían a través de mi sangre.

—Buenas noches, San —susurró, girándose.

Me moví nerviosamente, aún no estaba lista para irme a dormir. —¿Britt? —dije, inclinándome hasta descansar mi mentón en su hombro.

— ¿Sí?

—Sé que estoy borracha y acabamos de tener una enorme pelea sobre esto, pero…

—No voy a tener sexo contigo, así que deja de preguntar —dijo, aun dándome la espalda.

— ¿Qué? ¡No! —Chillé.

Brittany se rió y se giró, mirándome con una expresión suave. — ¿Qué, San?

Suspiré. —Esto… —dije, recostando mi cabeza sobre su pecho y pasando mis brazos a través de su cintura, acurrucándome contra ella lo más que me fue posible.

Ella se puso tensa y levantó sus manos, como si no supiera cómo reaccionar. — Estás borracha.

—Lo sé. —dije, demasiado intoxicada para estar avergonzada.

Ella relajó una mano contra mi espalda y la otra sobre mi cabello mojado y luego presionó sus labios en mi frente. —Eres la mujer más confusa que he conocido.

—Es lo menos que puedes hacer después de asustar al único chico que se me acercó esta noche.

— ¿Te refieres a Ethan el violador? Sí, te debo una por eso.

—No importa. —dije, sintiendo el comienzo de un rechazo venir.

Agarró mi brazo y lo sostuvo en su estómago para evitar que me alejara. —No, lo digo en serio. Tienes que ser más cuidadosa. Si no estuviera ahí… Ni siquiera quiero pensar en ello. ¿Y ahora esperas que me disculpe por ahuyentarlo?

—No quiero que te disculpes. Ni siquiera es por eso.

—Entonces, ¿Por qué es? —preguntó, buscando en mis ojos algo. Su rostro estaba a pocos centímetros del mío y pude sentir su aliento en mi boca.

Fruncí el ceño. —Estoy borracha, Britt. Es la única excusa que tengo.

— ¿Quieres que te abrace hasta que te quedes dormida?

No contesté.

Ella giró para mirarme directamente a los ojos. —Debería decir que no para probar un punto. —dijo, sus cejas se juntaron—. Pero me odiaría a mí misma más tarde si digo que no y nunca me preguntas otra vez.

Recosté mi mejilla contra su pecho, y sus brazos me apretaron, suspirando. —No necesitas una excusa, Santana. Todo lo que tienes que hacer es pedirlo.




Me estremecí, debido a la luz del sol, que pasaba través de la ventana y la alarma sonando en mi oído. Brittany aún estaba dormida, rodeándome con sus brazos y sus piernas. Maniobré un brazo libre para alcanzar el botón de dormitar. Pasé mis manos por mi cara, volteé a verla, durmiendo sonoramente a dos centímetros de mi cara.

—Oh, Dios mío. —susurré, preguntándome cómo habíamos conseguido estar tan enredadas. Tomé una respiración profunda y la contuve, mientras trabajaba en librarme de sus garras.

—Detente, San, estoy dormida. —Balbuceó, apretándome contra ella.

Después de varios intentos, finalmente me deshice de su agarre y me senté al borde de la cama, mirando hacia su cuerpo medio desnudo envuelto entre las cobijas. La observé por un momento y suspiré.

Las líneas se estaban haciendo borrosas y era mi culpa.

Su mano se deslizó a través de las sabanas y tocó mis dedos. — ¿Qué pasa, San? —dijo, apenas abriendo los ojos.

—Voy por un vaso de agua, ¿Quieres algo?


Brittany sacudió su cabeza y cerró los ojos, aplastando su mejilla contra el colchón.




—Buenos días, Santana. —dijo Quinn desde el sillón reclinable cuando di vuelta en la esquina.


— ¿Dónde está Rach?

—Todavía durmiendo. ¿Qué haces despierta tan temprano? —preguntó, mirando el reloj.

—Sonó la alarma, pero siempre me despierto temprano después que bebo. Es una maldición.

—Yo también. —asintió y formo una risita.

—Será mejor que levantes a Rach. Tenemos clase en una hora —dije, abriendo el grifo e inclinándome para tomar un sorbo.

Quinn asintió. —Sólo iba a dejar que durmiera.

Sacudí mi cabeza. —No lo hagas. Ella se molestara mucho si no asiste.

—Oh —dijo, poniéndose de pie—. Creo que será mejor despertarla, entonces. —Dio la vuelta—. ¿Oye, San?

— ¿Sí?

—No sé qué está pasando contigo y Britt, pero sé que ella va a hacer algo estúpido para molestarte. Es un tic que tiene. Ella no se encariña con alguien muy a menudo y por el motivo que sea a ti te lo está permitiendo. Pero tienes que pasar por alto sus demonios. Es la única manera que ella lo sabrá.

— ¿Sabrá qué? —Le pregunté, elevando una ceja ante su discurso melodramático.

—Si vas subir por la pared. —respondió simplemente.

Sacudí a mi cabeza y reí. —Lo que tú digas, Quinn.

Quinn se encogió de hombros y luego desapareció en su dormitorio.
Escuché murmullos suaves, un gemido de protesta y, a continuación, la dulce risa de Rachel.

Removí la avena en mi plato y apreté el jarabe de chocolate mientras lo revolvía.

—Eso es asqueroso, San —dijo Brittany, vistiendo sólo su ropa interior de color negro. Frotó sus ojos y sacó una caja de cereales del gabinete.

—Buenos días, también para ti —dije, cerrando la tapa de la botella.

—He oído que se aproxima tu cumpleaños. Lo último de tu adolescencia, —sonrió, sus ojos estaban rojos e hinchados.

—Sí… No soy una gran persona cuando estoy de cumpleaños. Creo que Rach me llevara a cenar o algo. —Sonreí—. Puedes venir si quieres.

—Está bien —se encogió de hombros—. ¿Es de este domingo ocho?

—Sí. ¿Cuándo es tu cumpleaños?

Vertió la leche, moviendo el cereal con su cuchara. —No hasta abril. El primero de abril.

—Cállate.

—No, lo digo en serio. —dijo, masticando.

— ¿Tu cumpleaños es el día de los inocentes? —Le pregunté, una vez más, elevando una ceja.

Ella se rio. — ¡Sí! Vas a llegar tarde. Mejor vístete.

—Viajo con Rach.

Podría decir que ella estaba actuando intencionalmente calmada cuando se encogió de hombros. —Como sea. —dijo, dándome la espalda para terminar su cereal.






—Definitivamente ella está mirándote. —susurró Rachel, inclinándose para echar un vistazo por el salón.

—Deja de mirar, tonta, ella va a verte.

Rachel sonrió y la saludó. —Ya me vio. Aún está mirando.

Dudé por un momento y luego finalmente junté el suficiente valor para voltear en su dirección. Emily tenía su mirada fija en mí, sonriendo. Le regresé la sonrisa y entonces fingí escribir algo en mi laptop.

— ¿Aun está mirando? —Murmuré.

—Sí. —ella rió.




Después de clase, Emily me detuvo en el pasillo.

—No te olvides de la fiesta este fin de semana.

—No lo haré. —dije, intentando no pestañear mucho o hacer alguna otra cosa más ridícula.




Rachel y yo caminamos hacia la cafetería, sobre el césped, para encontrarnos con Brittany y con Quinn para el almuerzo. Ella todavía se estaba riendo acerca del comportamiento de Emily cuando se acercaron Quinn y Brittany.

—Hola, bebé. —dijo Rachel, besando a su novia, públicamente, en la boca.

— ¿Qué es tan gracioso? —preguntó Quinn.

—Oh, una chica en clase se le quedó mirando a Santana durante toda la hora. Fue... adorable!.

—Siempre y cuando ella estaba mirando a San. —Quinn guiñó un ojo.

— ¿Quién era? —Brittany hizo una mueca.

Ajusté mi mochila, provocando que Brittany la deslizara fuera de mis brazos y la sostuviera. Sacudí mi cabeza. —Rach está imaginando cosas.

— ¡Santana Lopez! ¡Gran y gorda mentirosa! Era Emily Fields, y ella estaba siendo tan obvia. La chica prácticamente estaba babeando.

La expresión de Brittany se transformó en disgusto. — ¿Emily Fields?


Quinn tiró de la mano de Rachel. —Vamos a almorzar. ¿Disfrutarás de la fina cocina de la cafetería esta tarde?

Rachel la besó de nuevo en respuesta y Brittany y yo las seguimos. Me senté con mi bandeja entre Rachel y Kurt, pero Brittany no se sentó en su asiento normal frente a mí.
En vez de eso, se sentó en un lugar más allá. Fue entonces que me di cuenta que ella no había dicho mucho mientras caminábamos a la cafetería.


— ¿Estás bien, Britt? —Le pregunté.

— ¿Yo? Bien, ¿Por qué? —dijo, suavizado las facciones de su rostro.

—Es sólo que has estado callada.

Varios miembros del equipo de las cheerios se acercaron a la mesa y se sentaron, riendo ruidosamente. Brittany parecía un poco molesta mientras removía la comida en su plato.


Andrea Jenks arrojó una papa francesa al plato de Brittany.

— ¿Qué hay de nuevo Britt? Escuché que te tiraste a Samantha Martin. Ella está barriendo tu nombre por el barro el día de hoy.

—Cállate, Jenks. —dijo Brittany, manteniendo los ojos en su comida.

Me incliné hacia adelante para que la fornida mujer sentada frente a Brittany pudiera experimentar toda la fuerza de mis reflejos. —Déjala, Andrea.

Los ojos de Brittany se clavaron en los míos, —Puedo defenderme a mí misma, Santana.

—Lo siento, yo…

—No quiero que lo sientas. No quiero que hagas nada. —dijo bruscamente, empujándose fuera de la mesa, y salió muy furiosa por la puerta.

Kurt me miró con las cejas elevadas. — ¡Whoa! ¿Por qué fue todo eso?

Inserté un patata frita en mi tenedor, y sin aliento dije: —No lo sé.

Quinn acarició mi espalda. —No es nada que tú hayas hecho, Santana.

—Sólo que a ella le están sucediendo cosas en este momento. —añadió Rachel.

— ¿Qué tipo de cosas? —Pregunté.


Quinn se encogió de hombros y centró su atención en su plato. —Ya deberías saber que se requiere de paciencia y una actitud indulgente para ser amiga de Brittany. Ella es su propio universo.

Sacudí mi cabeza. —Esa es la Brittany que todos los demás ven… no la Brittany que yo conozco.

Quinn se inclinó hacia adelante. —No hay ninguna diferencia. Sólo tienes que seguir la corriente.






Después de clase me fui con Rachel al apartamento, para descubrir que la motocicleta de Britt no estaba. Fui a su habitación y me enrosqué en una bola en su cama, descansando mi cabeza sobre mi brazo. Brittany estaba bien esta mañana. Por más tiempo que habíamos pasado juntas, yo no podía creer que no hubiera visto que algo la había estado molestando. No sólo eso, me preocupaba que Rachel parecía saber lo que estaba sucediendo y yo no.
Mi respiración se normalizó y mis ojos se volvieron pesados; no mucho después me quedé dormida. Cuando mis ojos se abrieron nuevamente, el cielo nocturno había oscurecido la ventana. El sonido amortiguado de unas voces se filtraba por el pasillo de la sala, incluyendo la voz de Brittany. Me deslicé por el pasillo y luego me congelé cuando escuché mi nombre.

—San lo entiende, Britt. No te tortures. —dijo Quinn.

—Ya van a ir a la fiesta. ¿Dónde está el daño en invitarla a salir? — preguntó Rachel.

Me quedé quieta, esperando su respuesta. —No quiero salir con ella; Sólo quiero estar a su alrededor. Ella es…diferente.

— ¿Cómo diferente? —le preguntó Rachel, sonando irritada.

—Ella no sigue mis pendejadas, es refrescante. Lo dijiste tú misma, Rach. Yo no soy de su tipo. Simplemente no es… de esa forma con nosotras.

—Estás más cerca de ser su tipo de lo que crees. —dijo Rachel.

Retrocedí tan silenciosamente como pude, y cuando las tablas de madera crujieron bajo mis pies descalzos, alcancé la puerta del dormitorio de Brittany y la cerré y luego caminé por el pasillo.

—Hola, San —Rachel sonrió—. ¿Cómo estuvo tu siesta?

—Estuve inconsciente durante cinco horas. Es más cercano a un coma que a una siesta.

Brittany me miró fijamente por un momento y cuando le sonreí, ella caminó directamente hacia mí, agarró mi meñique y me jaló al pasillo de su dormitorio.

Cerró la puerta y yo sentí mi corazón golpeando en mi pecho, preparándose para que ella dijera otra cosa para aplastar a mi ego.

Levantó sus cejas. —Lo siento, San. Fui una imbécil contigo.

Me relajé un poco, viendo el remordimiento en sus ojos azules. —No sabía que estabas enojada conmigo.

—No estaba enojada contigo. Es sólo que tengo la mala costumbre de desquitarme con quienes me preocupan. Es una excusa pobre de mierda, lo sé, pero lo siento. —me dijo, envolviéndome en sus brazos.

Puse mi mejilla contra su pecho, recargándome. — ¿Por qué estabas enojada?

—No es importante. Lo único que me preocupa eres tú.

Me incliné hacía tras para verla. —Puedo manejar tus rabietas.

Sus ojos analizaron mi cara durante un momento antes de que una pequeña sonrisa se extendiera por sus labios. —No sé por qué me aguantas, y no sé lo que haría si no lo hicieras.

Pude oler la mezcla de cigarrillos y menta en su aliento, y miré sus labios, mi cuerpo estaba reaccionando ante la cercanía que teníamos. La expresión de Brittany cambió y su respiración vaciló, ella también lo había notado.

Me incliné sutilmente, y luego ambas saltamos cuando sonó su teléfono celular. Ella suspiró, sacándolo del bolsillo.


—Sí. ¿ Hoffman? Jesús… De acuerdo. Será grande y fácil. ¿Jefferson? — Me miró y giñó un ojo—. Estaremos ahí. —Colgó y tomó mi mano—. Ven conmigo. —Me sacó al final del pasillo—.
Era Mercedes —Le dijo a Quinn.— Brady Hoffman estará en Jefferson en noventa minutos.

Quinn asintió y se levantó, sacó su celular de su bolsillo. Después de unos momentos, repitió lo que Britt le había dicho por su teléfono, colgó, marcó nuevamente y repitió una vez más la información. Ella marcó otro número mientras cerraba la puerta de su habitación detrás de ella.

—Aquí vamos —dijo Rachel, sonriendo—. ¡Sera mejor que nos arreglemos!




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Bien.... Eso es todo por hoy!

Mañana actualizo otra vez!

Muchos besos y abrazos para todas!

holaa!!
tienes una nueva lectora aqui...
me encanta el fic hasta ahora...
:)

espero tu actualizacion..
Besos
Alii C:

Hooo me a encantado el fic!
siguelo porfavor xD!
Por cierto Te sigo desde que lo empezaste...
Saludos

que guay! me ha encantado que actualizaras tanto

no sabia que era la adaptacion de un libro, de que autora es?

espero tu conti mañana! besos