[Resuelto]Fic Brittana/Faberry: Beautiful Disaster! Epilogo

Es que Santana es ciega o es idiota, no se da cuenta lo que siente Britt? bueno tal vez la confundida soy yo y Santana no siente nada por Britt!

Me encanta este fic *o*
Cada vez se pone mejor, y la participación de Emily me encanta :D Le mete un picante genial!
Ya quiero leer lo que se viene de Brittana y la cita. Ojala actualizaras así diario xD (que conchuda recién te leo desde ayer lol)
Saludos!

El reloj marcaba las 3 PM cuando abrí los ojos. Agarré una toalla y mi bata y luego caminé hacia el cuarto de baño. Tan pronto como cerré la cortina de la ducha, la puerta se abrió y cerró Esperé a que alguien hablara, pero el único sonido fue el chasquido de la tapa del inodoro en contra de la porcelana.


— ¿Britt?

—No, soy yo, —dijo Rachel.

— ¿ Tienes que hacer pis aquí? Tú tienes tu propio cuarto de baño.

—Quinn ha estado allí durante media hora vomitando. No entraré allí.

—Genial.

—He oído que tienes una cita esta noche. ¡Britt está enojada! —Exclamó.

— ¡A las seis! Ella es tan dulce, Rachel. Ella es… —me detuve, suspirando.

Estaba hablando efusivamente, y no era normal en mí hablar a borbotones. Todo lo que hacía era pensar que tan perfecto había sido desde el momento en que la había conocido. Ella era exactamente lo que necesitaba, el polo opuesto de Brittany.

— ¿Te dejó sin palabras? —Ella rió.

Asomé mi cabeza por la cortina. — ¡No quería volver a casa! ¡Podría haber hablado con ella para siempre!

—Suena prometedor. ¿No es un poco extraño que estés aquí?

Me metí bajo el agua, enjuagando la espuma. —Se lo he explicado.

El inodoro se enjuagó, y el grifo se encendió, por lo que el agua se tornó fría por un momento. Grité y la puerta se abrió de golpe.

— ¿San? —dijo Brittany.

Rachel se echó a reír. —Sólo tiré la cadena del inodoro, Britt, cálmate.

—Oh. ¿Estás bien, Santana?

—Estoy genial. Fuera de aquí. —La puerta se cerró de nuevo y suspiré—. ¿Es mucho pedir cerraduras en las puertas? —Rachel no respondió—. ¿Rach?

—Es realmente una lástima que ustedes dos no pudieran estar en la misma página. Tú eres la única que podría haber… —Suspiró—. Olvídalo. Ya no importa.

Apagué el agua y me envolví en una toalla. —Eres tan mala como ella. Es un virus… nadie aquí tiene sentido. Estás enojada con ella, ¿recuerdas?

—Lo sé. —concordó.

Encendí mi nuevo secador de pelo y comencé el proceso de arreglarme para mi cita con Emily. Ricé mi cabello y me pinté las uñas y los labios de un tono rojo profundo. Era demasiado para una primera cita. Fruncí el ceño a mí misma en el espejo. No debí de ofenderme cuando Brittany me acusó de estar jugando juegos, después de todo. Tomando una última mirada de mí misma en el espejo, la culpa se apoderó de mí. Brittany estaba tratando de arreglar las cosas y yo sólo estaba siendo terca. Salí a la sala y Britt sonrió, no era la reacción que estaba esperando.

—Estás… hermosa.

—Gracias. —le dije, confundida por la ausencia de irritación o celos en su voz.

Quinn silbó. —Buena elección, San. A las chicas les gusta el rojo.

—Y los rizos son magníficos. —añadió Rachel.

El timbre sonó y Rachel sonrió, agitando su mano con entusiasmo exagerado. — ¡Qué te diviertas!

Abrí la puerta. Emily sostenía un pequeño ramo de flores, ella llevaba un traje de vestir gris, su falda llegaba hasta un poco mas arriba de su rodilla. Sus ojos hicieron una recorrida sobre mí rápidamente, desde el vestido hasta mis zapatos y luego de abajo a arriba.

—Eres la criatura más hermosa que he visto. —dijo, sinceramente.

Miré hacia atrás para despedirme de Rachel, cuya sonrisa era tan grande que podía ver cada uno de sus dientes. Quinn tenía la expresión de una madre orgullosa y Brittany mantuvo los ojos en la televisión.

Emily me tendió la mano, dirigiéndome a su brillante Porsche. Una vez dentro, dejó escapar una bocanada de aire.

— ¿Qué? —Le pregunté.

—Tengo que admitirlo, estaba un poco nerviosa por recoger a la mujer de la cual Brittany Pearce está enamorada… en su apartamento. No sabes cuántas personas me han acusado de estar loca el día de hoy.

—Brittany no está enamorada de mí. Ella muy apenas puede soportar estar cerca de mí a veces.

— ¿Entonces es una relación de amor/odio? Porque cuando le conté a mis hermanas que te llevaría cenar esta noche, todas dijeron la misma cosa. Ella ha estado comportándose tan erráticamente, incluso más de lo habitual, que todas han llegado a la misma conclusión.

—Están equivocadas. —insistí.

Emily meneó la cabeza como si yo estuviera completamente desorientada. Ella apoyó su mano sobre la mía. —Será mejor que nos vayamos. Tengo una mesa esperándonos.

— ¿Dónde?

—En Biasetti. Me arriesgué… espero que te guste la comida italiana.

Levanté una ceja. — ¿No era un corto plazo para reservaciones? Ese lugar siempre está lleno.

—Bueno… es nuestro restaurante. La mitad, de todos modos.

—Me gusta la comida italiana. —sonreí.



Emily condujo hacia el restaurante en el límite de velocidad, usando su señal apropiadamente y disminuyendo a una distancia razonable para cada luz amarilla. Cuando hablaba, muy apenas retiró los ojos de la carretera. Cuando llegamos a restaurante, me reí.

— ¿Qué? —Preguntó.

—Es sólo que eres… una conductora muy prudente. Es algo bueno.

— ¿Diferente de la parte trasera de la moto de Brittany? —Ella sonrió.

Me habría reído, pero la diferencia no se sentía bien. —No hablemos de Brittany esta noche. ¿De acuerdo?

—Muy bien. —dijo, saliendo para abrir mi puerta.



Estábamos sentadas inmediatamente en nuestra mesa, junto a una enorme ventana. Aunque llevaba un vestido, parecía pobre en comparación con las otras mujeres en el restaurante. Ellas estaban goteando en diamantes y usando vestidos de coctel. Nunca antes había comido en un lugar tan elegante como éste.

Pedimos y Emily cerró el menú sonriéndole al camarero. —Y nos trae una botella de Allegrini Amarone, por favor.

—Por supuesto, señora. —dijo el camarero, tomando nuestros menús.

—Este lugar es increíble. —le susurré, apoyándome contra la mesa.

Sus ojos se suavizaron. —Gracias, le dejaré saber a mi padre lo que piensas.

Una mujer se acercó a nuestra mesa. Llevaba el pelo recogido en un moño francés, una raya gris interrumpiendo el flequillo de su cabello. Traté de no mirar las brillantes joyas reposando alrededor de su cuello o meciéndose de ida y vuelta en sus oídos, pero sin duda alguna fueron hechos para ser vistos. Sus ojos grises se dirigieron a mí.

Rápidamente se volvió para mirar a mi cita. — ¿Quién es tu amiga, Emily?

—Madre, ésta es Santana Lopez. Santana ella es mi madre, Vivienne Fields.


Extendí mi mano y ella la sacudió sólo una vez. En un movimiento practicado, el interés incendió los rasgos afilados de su cara y miró a Emily. — ¿Lopez?

Tragué saliva, preocupada de que ella había reconocido el nombre.

La expresión de Emily se volvió impaciente. —Ella es de Puerto Rico, mamá. No conoces a su familia. Ella asiste a Eastern.

— ¿Ah, sí? —Vivienne me miró de nuevo—. Emily estará asistiendo a Harvard el próximo año.

—Eso es lo que ella dijo. Creo que es genial. Usted debe de estar muy orgullosa.

La tensión alrededor de sus ojos se suavizó un poco y en las comisuras de sus labios apareció una sonrisa de suficiencia. —Lo estamos. Gracias.

Me sorprendió la forma en que sus palabras eran educadas, más aun así goteaban con insultos. No era un talento que había desarrollado de la noche a la mañana. La Sra. Fields debía haber pasado sus años restregando su superioridad a los demás.

—Es bueno verte, mamá. Buenas noches. —Ella besó su mejilla, frotó el lápiz labial con el dedo pulgar y luego regresó a su mesa—. Lo siento, yo no sabía que ella estaría aquí.

—Está bien. Ella parece… genial.

Emily se echó a reír. —Sí, para una piraña. — Ahogué una risa y ella ofreció una sonrisa de disculpa—. Ella se ablandará. Sólo le toma un poco de tiempo.

—Esperemos que sea antes de que te vayas a Harvard.

Hablamos sin cesar acerca de la comida, de Eastern, cálculo e incluso sobre el Círculo. Emily era encantadora, divertida y decía las cosas correctas. Varias personas se acercaron a Emily para saludarla y ella siempre me presentó con una sonrisa de orgullo. Ella era considerada como una celebridad dentro de las paredes del restaurante y cuando nos retiramos, sentí la presión de los ojos de todos en la habitación.

— ¿Y ahora qué? —Le pregunté.

—Me temo que tengo un examen en Anatomía el lunes a primera hora. Tengo que estudiar.—dijo, cubriendo mi mano con la suya.



Condujo al apartamento y me llevó hasta las escaleras de la mano.

—Gracias, Emily. —sonreí—. Pase un rato fantástico.

— ¿Es demasiado pronto para pedirte una segunda cita?

—No, para nada. —sonreí.

— ¿Te llamó mañana?

—Suena perfecto.

Luego vino el momento del silencio incómodo. El elemento de las citas que temo. Besarse o no besarse, odiaba esa pregunta. Antes de que tuviera la oportunidad de preguntarme si me besaría o no, ella tomó cada lado de mi cara y me acercó, presionando sus labios contra los míos. Eran suaves, cálidos y maravillosos. Se retiró y luego me besó otra vez.

—Te hablo mañana, Santana.

Me despedí con la mano, mirándola caminar por las escaleras hacia su coche.

—Adiós.


Una vez más, cuando giré el picaporte, la puerta se abrió de un tirón y caí hacia adelante. Brittany me atrapó y recuperé el equilibrio.

— ¿Quieres parar de hacer eso? —Le dije, cerrando la puerta detrás de mí.


Me agarré de su brazo para quitarme los tacones y luego caminé a su habitación. Cuando ya me había cambiado en mi pijama.

Brittany se sentó en la cama y se cruzó de brazos. — ¿Pasaste un buen rato?

—Pase —suspiré—, un rato fantástico. Un momento perfecto. Ella es… — No podía pensar en una palabra adecuada para describirla, así que sólo negué con la cabeza.

— ¿Te besó?

Apreté los labios y asentí con la cabeza. —Tiene unos labios realmente suaves.

Brittany se estremeció. —No me importa qué tipo de labios tiene.

—Créeme, es importante. Me pongo nerviosa con los primeros besos, también, pero éste no fue tan malo.

— ¿Te pones nerviosa acerca de un beso? —Preguntó, divertida.

—Sólo los primeros besos. Los detesto.

—Yo los detestaría, también, si tuviera que besar a Emily Fields.

Me reí y fui al cuarto de baño para lavar el maquillaje de mi cara. Brittany me siguió, apoyándose contra la puerta. —Así que, ¿van a salir otra vez?

—Sí. Ella me llamará mañana. —Me sequé la cara y corrí por el corredor, saltando sobre la cama.
Brittany se quedó en sus bragas y una playera y se sentó de espaldas a mí. Un poco desplomada, parecía estar agotada. Los músculos de su espalda se extendieron cuando ella lo hizo, me miró por un momento. —Si pasaron un buen rato, ¿por qué estás en casa tan temprano?

—Ella tiene un examen el lunes.

Brittany arrugó la nariz. — ¿A quién le importa?

—Está tratando de entrar a Harvard. Tiene que estudiar.

Ella resopló, arrastrándose sobre su estómago. La observé meter las manos debajo de la almohada, parecía irritada. —Sí, eso es lo que sigue diciéndole a todo mundo.

—No seas aguafiestas. Ella tiene sus prioridades… Creo que es responsable.

— ¿No debería su chica ser una de sus prioridades?

—No soy su chica. Hemos salido sola una vez, Britt. —la regañé.

—Entonces, ¿Qué son? —Le lancé una mirada sucia y ella se echó a reír—. ¿Qué? ¡Tengo curiosidad!

Al ver que estaba siendo sincera, le describí todo, desde el restaurante, la comida hasta las dulces y divertidas cosas que dijo Emily. Sabía que mi boca estaba congelada en una sonrisa ridícula, pero no podía dejar de sonreír mientras describía mi perfecta noche. Brittany me miraba con una sonrisa divertida mientras yo borboteaba, incluso haciendo preguntas. A pesar de que ella parecía frustrada con la situación de Emily, tuve la clara sensación de que disfrutaba verme feliz.

Brittany se recostó en su lado de la cama y yo bostecé. Nos miramos la una a la otra por un momento antes de que ella suspirara. —Me alegro de que lo hayas pasado bien, Santana. Te lo mereces.

—Gracias. —sonreí. El tono de mi teléfono celular reverberó en la mesa de noche y me estiré para mirar la pantalla.

— ¿Hola?

—Ya es mañana. —dijo Emily.

Miré el reloj y me eché a reír. Eran las doce y un minuto. —Ya lo es.

—Entonces, ¿qué opinas sobre el lunes por la noche? —Preguntó.

Me tapé la boca por un momento y luego tomé una respiración profunda. —Eh, sí. El lunes por la noche suena genial.

—Bien. Nos vemos el lunes. —dijo. Podía oír la sonrisa en su voz.

Colgué el teléfono y miré a Brittany, quien observaba con leve molestia. Me aparté de ella y me hice un ovillo, tensa de la emoción.

—Eres tan empalagosa. —dijo Brittany, dándome la espalda.

Puse los ojos en blanco y suspiré.

Se dio la vuelta, tirando de mí hacia ella. — ¿En verdad te gusta Fields?

— ¡No lo arruines, Brittany!

Me miró por un momento y luego negó con la cabeza, dándose la vuelta una vez más. — Emily Fields. —suspiró.









La cita del lunes por la noche superó todas mis expectativas. Comimos comida china mientras yo reía ante las habilidades de Emily con los palillos. Cuando ella me llevó a casa, Brittany abrió antes de que pudiera darme un beso. Cuando salimos el miércoles por la noche, Emily se aseguró de besarme en el coche. El jueves durante el almuerzo, Emily me encontró en la cafetería y sorprendió a todas cuando se sentó en el lugar de Brittany. Cuando Brittany terminó su cigarrillo y entró, caminó pasando a Emily con indiferencia, sentándose al final de la mesa. Megan se acercó a ella, pero se mostró decepcionada cuando la despidió con la mano. Después de eso, todos en la mesa estaban en silencio y me resultaba difícil concentrarme en cualquier cosa que Emily decía.

—Asumo que no estaba invitada —dijo Emily, capturando mi atención.

— ¿Qué?

—He oído que tu fiesta de cumpleaños es el domingo. ¿No estoy invitada?

Rachel miró a Brittany, quien miró a Emily, como si estuviera a punto de arrancarle la cabeza.

—Era una fiesta sorpresa, Fields. —dijo Rachel en voz baja.

—Oh. —dijo Emily, encogiéndose.

— ¿Me estás dando una fiesta sorpresa? —Le pregunté a Rachel.

Ella se encogió de hombros. —La idea fue de Britt. Es en el lugar de Brasil el domingo. Seis de la tarde.

Las mejillas de Emily se tornaron de un rojo tenue. —Supongo que ahora realmente no estoy invitada.

— ¡No! ¡Por supuesto que lo estás! —dije, sosteniendo su mano por encima de la mesa. Doce pares de ojos se centraron en nuestras manos. Pude notar que Emily estaba tan incómoda con la atención al igual que yo, así que retiré mi mano.

Emily se puso de pie. —Tengo algunas cosas que hacer antes de clases. Te llamaré más tarde.

—Está bien. —dije, ofreciéndole una sonrisa de disculpa.


Emily se inclinó sobre la mesa y me besó en los labios. El silencio en la mesa se prolongó y Rachel me dio un codazo después de que Emily se marchó.

— ¿No es espeluznante cómo todo el mundo te mira? —Susurró. Ella miró a su alrededor con el ceño fruncido—. ¿Qué? —Gritó Rachel—. ¡Ocúpense de sus asuntos, pervertidas!

Una por una se volvieron hacia otro lado y los murmullos continuaron. Me cubrí los ojos con las manos. —Sabes, antes era patética porque pensaban que era la novia de Brittany. Ahora soy mala porque todo el mundo piensa que estoy rebotando entre Britt y Emily como una pelota de ping pon. —Cuando Rachel no hizo ningún comentario, la miré. —¿Qué? ¡No me digas que tú también crees esa mierda!

— ¡No he dicho nada! —dijo.

La miré con incredulidad. — ¿Pero eso es lo que tú piensas?

Rachel negó con la cabeza, pero no dijo nada más. Las heladas miradas de los otros estudiantes de pronto eran aparentes y me puse de pie, caminando hasta el final de la mesa.

—Tenemos que hablar. —dije, tocando el hombro de Brittany. Traté de sonar amable, pero la ira burbujeando dentro de mí provocó un filo a mis palabras. La población estudiantil, incluyendo mi mejor amiga, pensaba que estaba haciendo malabares con dos mujeres. Sólo había una solución.

—Pues habla —dijo Brittany, lanzando algo empanado y frito en su boca.

Me inquieté, notando las miradas curiosas de todos a nuestro alcance. Cuando Brittany seguía sin moverse, la agarré del brazo y le di un buen tirón. Se levantó y me siguió afuera con una sonrisa en su rostro.

— ¿Qué, Santana? —dijo, mirando de mi mano a su brazo y luego a mí.

—Tienes que dejarme salir de la apuesta —le supliqué.

Su cara cayó. — ¿Te quieres ir? ¿Por qué? ¿Qué he hecho?

—No hiciste nada, Britt. ¿No has notado a todo el mundo mirándonos? Estoy convirtiéndome rápidamente en la paria de la Universidad de Eastern.

Brittany sacudió la cabeza y encendió un cigarrillo. —No es mi problema.

— Sí, lo es. Emily dijo que todo el mundo piensa que tienes deseos de morir porque estás enamorada de mí.

Las cejas de Brittany se levantaron y se atragantó con el soplo de humo que acababa de inhalar. — ¿La gente está diciendo eso? —dijo, mientras tocía.

Asentí con la cabeza. Miró a lo lejos con los ojos muy abiertos, tomando otra calada.


— ¡Brittany! ¡Tienes que dejarme salir de la apuesta! No puedo salir con Emily y vivir contigo al mismo tiempo. ¡Se ve terrible!

—Deja de salir con Fields.

La fulminé con la mirada. —Ese no es el problema y lo sabes.

— ¿Es esa la única razón por la que quieres irte? ¿Por lo que dice la gente?

—Por lo menos antes yo era la tonta y tú eras la chica mala. —me quejé.

—Responde la pregunta, San.

— ¡Sí!

Brittany miró más allá de mí a los estudiantes que entraban y salían de la cafetería. Ella estaba deliberando y me impacienté mientras tomaba su decisión. Finalmente, se mantuvo firme, resuelta. —No.

Negué con la cabeza, segura de haber entendido mal. Me cruce de brazos y fruncí el ceño.
—¿Disculpa?

—No. Tú misma lo dijiste: una apuesta es una apuesta. Después del mes, estarás con Emily, ella se convertirá en un médico, se casarán y tendrán hijos y nunca te volveré a ver. —Hizo una mueca ante sus propias palabras—. Aún tengo tres semanas. No las dejaré pasar por chismes en el comedor.

Miré a través de la ventana de cristal para ver a todos en la cafetería mirándonos. La atención no deseada hizo que mis ojos ardieran. Pasé junto a ella para dirigirme a la siguiente clase.

—Santana —llamó Brittany.

No me di la vuelta.





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Bien chicas ya cumplí con mi promesa. No fue tan largo como lo quería... pero bueno mañana subiré uno que si lo sea.

Desde mañana empezare a contestar los comentarios ya que tendré mas tiempo!

En mi país es hora de dormir, así que buenas noches a las que están acostaditas.


Besitos y abrazos!

Mmm esperaba un momento romantico brittana
Pero espero pase pronto

Haata la siguiente actualizacion
Saludos!

Pues ya que Santana avanza con Emily (cuando se sabe que le gusta Britt)
Me gustaria Brittany con Megan de pareja, seria interesante las reacciones de todas jaja

A ver , a Rachel no la entiendo, le gusta que Santana salga con Emily pero se enfada cuando Brittany se enrolla con una, que se aclare!  

Estoy enganchadisima a este fic, me encanta. Espero el siguiente :D

Esa noche, Rachel se sentó en el suelo de azulejo del cuarto de baño, balbuceando sobre chicas mientras yo estaba en frente del espejo haciendo de mi pelo en una coleta. Sólo escuchaba a medias, pensando en que tan paciente era Brittany sabiendo que a ella no le gustaba la idea de Emily recogiéndome de su apartamento casi todas las noches.

La expresión del rostro de Brittany destelló en mi mente cuando le pedí que me dejara salir de la apuesta, y nuevamente cuando le dije que la gente decía que ella estaba enamorada de mí. No podía dejar de preguntarme por qué ella no lo negó.

—Bueno, Quinn piensa que estás siendo demasiada dura con Britt. Ella nunca ha tenido a nadie lo suficiente importante para….


Brittany asomó la cabeza y sonrió mientras miraba mi cabello alborotado. — ¿Quieres ir a cenar? —Preguntó.

Rachel se puso de pie para mirarse en el espejo, pasando sus dedos por su pelo castaño. —Quinny quiere visitar el nuevo lugar Mexicano en el centro si ustedes quieren ir.

Brittany sacudió la cabeza. —Pensé que San y yo podríamos ir solas esta noche.

—Voy a salir con Emily.

— ¿Otra vez? —dijo, molesta.

—Otra vez —le dije con una voz cantarina.

El timbre de la puerta sonó y me apresuré para abrirla. Emily estaba delante de mí con su castaña cabellera ondulada encima de su cara maquillada, con una blusa roja y vaqueros azules muy ajustados.

— ¿Alguna vez te vez menos que magnifica? —preguntó Emily.

—Basándome en la primera vez que vino aquí, tendré que decir que sí — dijo Brittany detrás de mí.

Puse los ojos en blanco y sonreí, levantando un dedo hacia Emily, señalándole que esperara. Me volví y me eché en los brazos alrededor de Britt. Se puso rígida con sorpresa y luego se relajó, tirando fuertemente de mí hacia ella. Miré a sus cautivantes ojos azules y sonreí. —Gracias por organizar mi fiesta de cumpleaños. ¿Puedo tomar un vale para la cena?

Una docena de emociones se desplazaron por la cara de Brittany, y entonces, las comisuras de sus labios se elevaron. — ¿Mañana?

La abracé y sonreí. —Absolutamente. —Me despedí de ella mientras Emily me tomaba de la mano.

— ¿Qué fue eso? —Preguntó Emily.

—No hemos estado llevándonos bien últimamente. — Me encogí de hombros.

— ¿Debería preocuparme? —preguntó, abriendo la puerta.

—No. —dije sonriendo, besando su mejilla.





En la cena, Emily habló de Harvard, de la Casa y sus planes de buscar un apartamento. Sus cejas se juntaron. — ¿Te escoltará Brittany a tu fiesta de cumpleaños?

—No estoy muy segura. No ha dicho nada al respecto.

—Si no le importa, me gustaría llevarte. —Ella tomó mi mano y me besó los dedos.

—Le voy a preguntar. La fiesta fue su idea, así que…

—Lo entiendo. Si no, te veré allí. —sonrió.





Emily me llevó al apartamento, aparcando en el estacionamiento. Cuando me beso, sus labios se mantuvieron en los míos. Tiró del freno de mano mientras sus labios viajaron a lo largo de mi mandíbula al oído, y luego hacia mi cuello. Me tomó por sorpresa y dejé escapar un suspiro en respuesta.

—Eres tan hermosa —susurró—. He estado distraída durante toda la noche, con tu pelo retirado fuera de tu cuello. —Ella repartió besos por mi cuello y exhalé, un gemido escapando con mi aliento.

— ¿Por qué tardaste tanto? —Sonreí, levantando mi barbilla para darle mejor acceso.

Emily se enfocó en mis labios. Agarró cada lado de mi cara, dándome un beso un poco más firme que de costumbre. No teníamos mucho espacio en el coche, pero hicimos que el reducido espacio estuviera a nuestro favor. Se apoyó en mí, doblé mi rodilla cuando me dejé caer contra la ventana. Su lengua se deslizó dentro de mi boca y su mano tomó mi tobillo y luego la deslizó a lo largo de mi pierna a mi muslo. Las ventanas se empañaron en minutos con nuestra respiración dificultosa, pegándose en las heladas ventanas. Sus labios rozaron mi clavícula y luego su cabeza se elevó cuando el cristal vibró con varios golpes fuertes.

Emily se sentó y yo me enderecé, ajustando mi vestido. Di un salto cuando la puerta se abrió. Brittany y Rachel estaban al lado del coche. Rache tenía una expresión simpática y Brittany parecía estar a punto de una rabieta.

— ¿Qué demonios, Brittany? —Gritó Emily.

De pronto, la situación se sintió peligrosa. Nunca había oído a Emily levantar la voz, los nudillos de Brittany estaban blancos mientras ella apretaba sus manos en puños a los costados y yo estaba en medio.

La mano de Rachel se poso en el brazo de Brittany, sacudiendo la cabeza hacia Emily en una alerta silenciosa.


—Vamos, Santana. Necesito hablar contigo —dijo.

— ¿Sobre qué?

— ¡Sólo ven! —gritó.

Miré a Emily, viendo la irritación en sus ojos. —Lo siento, me tengo que ir.

—No, está bien. Ve.

Brittany me ayudó a salir del Porsche y luego pateó la puerta, cerrándola. Me volteé, interponiéndome entre ella y el coche, empujando su hombro. — ¿Qué te pasa? ¡Basta!

Rachel parecía nerviosa. No tomó mucho tiempo saber por qué. Britt olía a whisky; ella había insistido en acompañarla o Brittany le había pedido que viniera. De cualquier manera, ella era un elemento de disuasión a la violencia.

Las ruedas del Porsche de Emily chillaron fuera del estacionamiento y Brittany encendió un cigarrillo. —Puedes entrar, Rach.

Ella tiró de mi falda. —Vamos, Santana.

— ¿Por qué no te quedas, San? —Bulló.

Asentí con la cabeza para que Rachel siguiera adelante y de mala gana ella cumplió. Me crucé de brazos, lista para una pelea, preparándome para arremeterla contra la inevitable charla. Brittany tomó varias caladas de su cigarrillo y cuando fue obvio, que ella no iba a explicar nada, mi paciencia se agotó.

— ¿ Por qué hiciste eso? —Le pregunté.

— ¿ Por qué? ¡Porque estaba follándote delante de mi apartamento! — Gritó. Sus ojos estaban desenfocados y podía ver que ella era incapaz de tener una conversación racional.

Mantuve mi voz tranquila. —Puede que esté quedándome en tu casa, pero lo que hago, y con quien lo haga, es mi problema.

Tiró el cigarrillo al suelo. —Eres mucho mejor que eso, San. No dejes que te folle en un coche como una barata cita de graduación.

— ¡No iba a tener relaciones sexuales con ella!

Hizo un gesto hacia el espacio vacío donde el coche de Emily estaba. — ¿Qué estaban haciendo, entonces?

— ¿Nunca has besado a alguien sin que llegue a nada más?

Frunció el ceño y sacudió la cabeza como si estuviera hablando en otro idioma. — ¿Cuál es el punto en eso?

—Es el concepto que existe para mucha gente… sobre todo para aquellos que tienen citas.


—Todas las ventanas estaban empañadas, el coche se estaba sacudiendo… ¿Cómo iba yo a saber? —dijo, agitando sus brazos en la dirección del estacionamiento vacío.

— ¡Tal vez no deberías espiarme!

Se frotó la cara y sacudió la cabeza. —No puedo soportar esto, Santana. Siento que me estoy volviendo loca.

Tiré mis manos al aire y las dejé caer golpeando mis muslos. — ¿No puedes soportar qué?

—Si tú duermes con ella, no quiero saberlo. Iré a la cárcel por mucho tiempo si me entero que… simplemente no me lo digas.

—Brittany —bullí molesta—. ¡No puedo creer que hayas dicho eso! ¡Eso es un gran paso para mí!

— ¡Eso es lo que todas las chicas dicen!

— ¡No me refiero a las putas con las que lidias! ¡Me refiero a mí! —Dije, sosteniendo mi mano contra mi pecho—. ¡Yo no he… ugh! No importa.

Me alejé de Brittany, pero me agarró del brazo, girándome hacia ella. — ¿Tú no qué? —preguntó. No le respondí; no tenía que hacerlo. Podía ver el reconocimiento atravesar su rostro y se rió una vez—. ¿Eres virgen?

— ¿Y qué? —dije, la sangre arremolinándose en mis mejillas.

Sus ojos se dirigieron a los míos. —Es por eso que Rachel estaba tan segura que no irías tan lejos.

—Tuve el mismo novio los cuatro años de escuela secundaria. ¡Él era un aspirante a ministro bautista! ¡Esto nunca fue un tema para nosotros!

La ira de Brittany se desvaneció y el alivio era evidente en sus ojos. — ¿Un ministro de la juventud? ¿Qué pasó después de toda la dura abstinencia?

—Él quería casarse y quedarse en… Puerto Rico. Yo no lo hacía. —Estaba desesperada por cambiar de tema. La diversión en los ojos de Brittany era lo suficientemente humillante. No quería que ella cavara más lejos en mi pasado.

Dio un paso hacia mí y sostuvo cada lado de mi cara. —Virgen —dijo, sacudiendo la cabeza—. Nunca me lo hubiera imaginado con la forma en que bailaste en The Red.

—Muy graciosa. —le dije, dirigiéndome a las escaleras.


Brittany intentó seguirme, pero tropezó y cayó, volviéndose boca arriba y riendo histéricamente.

— ¿Qué estás haciendo? ¡Levántate! —dije, ayudándola a ponerse de pie.

Enganchó su brazo alrededor de mi cuello y le ayudé a subir las escaleras. Quinn y Rachel ya estaban en cama, por lo que sin ayuda a plena vista, me quité los tacones para evitar romperme los tobillos al guiar a Brittany a la habitación. Cayó de espaldas a la cama, tirando de mí con ella. Cuando aterrizamos, mi cara estaba a pocos centímetros de la suya. Su expresión era repentinamente seria. Se inclinó, casi besándome, pero la alejé. Las cejas de Brittany se elevaron.

—Ya basta, Britt —dije.

Me abrazó fuertemente contra ella hasta que dejé de luchar y luego alejó la correa de mi vestido, haciendo que ésta colgara de mi hombro. —Desde que la palabra virgen salió de tus labios… tengo una urgencia repentina de ayudarte a salir de este vestido.

—Qué mal. Estabas dispuesta a matar a Emily por la misma razón hace veinte minutos, así que no seas una hipócrita.

—Al diablo con Emily. Ella no te conoce como yo.

—Anda, Brittany. Vamos a quitarte la ropa y meterte a la cama.

—De eso es de lo que estoy hablando. —rió entre dientes.

— ¿Cuánto has bebido? —pregunté, consiguiendo finalmente poner mi pie entre sus piernas.

—Lo suficiente. —sonrió, tirando del dobladillo de mi vestido.

—Probablemente superaste lo suficiente hace mucho, —le dije, dándole una palmada en la mano. Coloqué mi rodilla en el colchón junto a ella y tirando de su playera rosada sobre su cabeza. Intentó tomarme otra vez pero la agarré de la muñeca, oliendo el hedor de acre en el aire—. Dios, Britt, apestas a Jack Daniels.

—Jim Beam —corrigió con una inclinación ebria.

—Huele a madera quemada y productos químicos.

—Sabe así, también. —dijo riendo. Abrí el botón de su pantalón y baje los vaqueros negros. Se echó a reír con las sacudidas del movimiento y luego levantó la cabeza para mirarme—. Es mejor que cuides tu virginidad, Santana. Sabes que me gusta duro.

—Cállate. —Tiré los vaqueros al suelo y me paré con las manos en mis caderas, mi respiración era dificultosa. Sus hermosas y blancas piernas estaban colgando de la cama, sus ojos cerrados y su respiración profunda y pesada. Se había quedado dormida.




Tomé una respiración profunda y caminé al armario. Sacudiendo mi cabeza mientras revolvía la ropa. Abrí la cremallera del vestido y lo empujé hacia abajo sobre mis caderas, dejándolo caer hasta los tobillos. Lo pateé a la esquina, deshice la cola de caballo, sacudiendo el pelo.
El armario estaba lleno de su ropa y la mía, solté una respiración, soplando mi cabello fuera de mi rostro mientras buscaba a través del desorden por una camiseta. Mientras que retiraba una de la percha, Brittany se estrelló contra mi espalda, envolviendo sus brazos alrededor de mi cintura.

— ¡Me asustaste hasta la mierda! —Me quejé.

Deslizó sus manos sobre mi piel. Me di cuenta de que se sentían diferentes; lentas y pausadas. Cerré los ojos cuando tiró de mí contra ella y enterró su cara en mi pelo, acariciando mi cuello. El sentir su piel desnuda contra la mía, hizo que me tomara un momento para protestar.

—Brittany…

Tiró de mi pelo a un lado y rozó sus labios a lo largo de mi espalda, de un hombro a otro, soltando el broche de mi sujetador. Besó la piel desnuda en la base de mi cuello y cerré los ojos, la cálida suavidad de su boca se sentía demasiado bien para detenerla. Un silencioso gemido escapó de su garganta cuando ella apretó su pelvis contra la mía, y pude sentir lo mucho que me deseaba. Contuve la respiración, sabiendo que lo único que nos mantenía de ese gran paso que hace momentos estaba en contra eran sólo dos piezas de tela delgada.

Brittany me volvió hacia ella y luego presionó contra mí, inclinando mi espalda contra la pared. Nuestros ojos se encontraron, y pude ver el dolor en su expresión mientras analizaba mi piel desnuda. La había visto persuadir a las mujeres, pero esto era diferente. Ella no me quería conquistar; Ella quería que le dijera que sí.

Se inclinó para besarme, deteniéndose a tan sólo una pulgada de distancia. Podía sentir el calor radiando de su piel contra mis labios, y tuve que detenerme a mí misma de atraerla al resto del camino. Sus dedos se clavaron en mi piel mientras ella deliberaba, y luego sus manos se deslizaron desde mi espalda hasta el dobladillo de mi ropa interior. Su dedo índice se deslizó por mis caderas, entre mi piel y el tejido de encaje, y en el momento en que estaba a punto de tirar hacia abajo los delicados hilos, dudó. Justo cuando abrí la boca para decir sí, cerró los ojos.



—No así. —susurró, rozando sus labios contra los míos—. Te deseo, pero no sucederá así. Se tambaleó hacia atrás, cayendo sobre su espalda en la cama, y yo me quedé por un momento con los brazos cruzados a través de mi estómago.

Cuando su respiración se reguló, metí mis brazos a través de la camisa que aún tenía en la mano y tiré de ella sobre mi cabeza. Brittany no se movió y dejé escapar una respiración de alivio, sabiendo que no podría contenernos a cualquiera de nosotras si ella se despertaba con una menos honorable perspectiva.

Me apresuré al sillón reclinable y me desplomé en él, cubriendo mi cara con mis manos. Sentí las capas de frustración danzando de un lado a otro para luego estrellarse en sí dentro de mí. Emily se había ido sintiéndose menospreciada, Brittany esperó hasta que yo estaba viendo a alguien que realmente me gustaba para mostrar un interés en mí y yo parecía ser la única chica con la cual no era capaz de dormir, incluso, cuando estaba ebria.





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Saludos chicas, espero sus comentarios!

Ohhh..que linda Britt, si San hubiese estado delante mío claramente no se salvaba xD

Insisto, quiero saber que esconde San y si Britt lo descubrirá.

Saludos compatriota y cuidado con esa caña que acá en la 5° región hay un sol horrible ><

(Me hice un tiempo para leerte :))

Wooooooooooooowwwwww un capítulo genial! Uno de los mejores que he leido hasta ahora y que me ha dejado con las ganas jajajaja

Así que hay que esperar hasta el encuentro brittana? Cuantos capitulos más o menos? Para ir haciendo cuenta atrás xD pues yo creo que el encuentro ese que dices tu sera en el cumple de Santana no? O en el cumple de Santana Brittany se entera del pasado de san? O pasan las dos cosas? Jajajaja mi imaginación vuela a que Brittany se entera y Santana huye asustada, la otra la persigue diciendo que no la va a dejar y fash! La pasión se desborda jajaja

Ese pasado de Santana es extraño, es como si hubiera tenido un pasado oscuro de haber sido una rebelde contra la familia de niña bien, por lo que dice del niño ese y de ser virgen... Algo huele muy mal y no soy yo xD no estará metida Santana en una mafia extraña?

Espero tus continuaciones pronto, me encanta que actualices tan seguido o que compenses el no haber actualizado con muchos caps :)

Wooow me encanto... la verdad me gusta mucho esta historia... yo tambien quiero saber del pasado de San.
ACTUALIZA!! ACTUALIZA!! ACTUALIZA!!
Amo la historia

Dios
Cada vez me gusta mas este fic!

Saludos!

yyyy eso es todo... pork eres crel xk me hacs eso y lo dejas ahiii nooo

osea k le pasa a britt haasta que ve k el mandado tiene dueño hace sus movimientos k mala pero k mal

ya quiero el otro kiero saber q pasa xk esto se pone re bueno

A la mañana siguiente, serví el jugo de naranja en un vaso grande y tomé un sorbo mientras sacudía la cabeza al ritmo de la música que descendía de mi iPod. Unos de mis audífonos se salio de mi oído, escuche murmullos que provenían de la habitación de Quinn. Mientras me acomodaba nuevamente en el sillón reclinable. Rachel rió y luego se quedó en silencio unos minutos más, seguido por ruidos que me hicieron sentir un poco incómoda de estar sentada sola en la sala de estar.

Entre a la habitación de Brittany, y me quede sonriendo al ver que no se había movido del lugar donde cayó la noche anterior, tiré de la sábana sobre ella, ahogando una risa cuando se dio la vuelta.

—Ven, San —dijo, murmurando algo inaudible antes de que su respiración se tornara lenta y profunda.

No pude evitar verla dormir, sabiendo que ella estaba soñando sobre mí envió una emoción a través de mis venas que no podía explicar. Brittany se quedó en silencio, así que tomé una ducha, esperando el sonido de que alguien despierta calmaría los gemidos de Quinn y Rachel, los crujidos y los golpes contra la pared. Cuando apagué el agua, me di cuenta de que ellas no estaban preocupadas de quién las pudiera escuchar.

Me peiné, poniendo los ojos en blanco ante los gritos de Rachel, más parecía una perra en celo que una estrella de porno. El timbre de la puerta sonó y agarré mi bata azul y ajusté el cinturón, trotando a través de la habitación hacia la puerta. Los ruidos de la habitación de Quinn se detuvieron de inmediato y abrí la puerta para encontrarme con una Emily sonriente.

—Buenos días —dijo.

Retiré mi pelo mojado hacia atrás con los dedos. — ¿Qué estás haciendo aquí?

—No me gustó la forma en que nos despedimos ayer por la noche. Salí esta mañana para buscar tu regalo de cumpleaños, y no podía esperar para dártelo. Así que —dijo, sacando una caja brillante del bolsillo de la chaqueta—, feliz cumpleaños, Santana!.

Puso el paquete en mi mano y me incliné para besarla en la mejilla. — Gracias.

—Ábrelo. Quiero ver tu cara cuando lo hagas.

Metí el dedo por debajo de la cinta en la parte inferior de la caja y luego retiré el papel, entregándoselo. Una pulsera de brillantes diamantes reposaba en la caja.

—Emily. —susurré.

Sonrió. — ¿Te gusta?

—Por supuesto —dije sosteniendo el brazalete en frente de mi cara en admiración—, pero es demasiado. No podría aceptar esto aunque hubiésemos estado saliendo por un año, mucho menos a la semana.

Emily hizo una mueca. —Pensé que dirías eso. Busqué de arriba a abajo toda la mañana por tu perfecto regalo de cumpleaños, y cuando lo vi, supe que sólo había un lugar donde debía pertenecer —dijo, tomándolo de mis dedos y colocándolo alrededor de mi muñeca—. Y tenía razón. Se ve increíble en ti.

Levanté mi muñeca y sacudí la cabeza, hipnotizada por el brillo de colores que desprendían a la luz del sol. —Es lo más hermoso que he visto. Nadie nunca me había dado algo tan… — caro vino a mi mente, pero no quería decir eso—, elaborado. No sé qué decir.

Emily se echó a reír y luego besó mi mejilla. —Di que lo llevarás mañana.

Sonreí de oreja a oreja. —Lo llevaré —le dije, observando mi muñeca.

—Me alegro que te guste. La expresión en tu rostro vale la pena por las siete tiendas a las que fui.

Suspiré. — ¿Fuiste a siete tiendas? —Ella asintió con la cabeza y tomé su rostro entre mis manos—. Gracias. Es perfecto —le dije, besándola rápidamente.

Me abrazó fuerte. —Tengo que irme. Tengo un almuerzo con mis padres, pero te llamo después, ¿de acuerdo?

—Está bien. ¡Gracias! —Llamé detrás de ella, mirándola trotar por las escaleras.

Me apresuré a entrar en el apartamento, sin poder apartar los ojos de mi muñeca.

— ¡Mierda, Lopez! —Dijo Rachel, tomando mi mano—. ¿De dónde sacaste esto?

—Emily lo trajo. Es mi regalo de cumpleaños —le dije.

Rachel me miró boquiabierta y luego hacia a la pulsera. — ¿Ella te compró una pulsera de diamantes? ¿Después de una semana? Si no lo supiera mejor, ¡diría que tienes una entrepierna mágica!

Me reí en voz alta, comenzando un ridículo festival de risa en la sala de estar.

Quinn salió de su habitación, viéndose cansada y satisfecha. — ¿Sobre qué están chillando las Pezberry?

Rachel levantó mi muñeca. — ¡Mira! ¡El regalo de cumpleaños de Emily!

Quinn entrecerró los ojos y después se agrandaron. —Vaya.

— ¿Verdad que sí? —dijo Rachel, asintiendo con la cabeza.

Brittany tropezó en la vuelta de la esquina, pareciendo un poco enferma. — Ustedes son jodidamente ruidosas —gimió, abotonándose sus vaqueros.

—Lo siento —le dije, tirando de mi mano del agarre de Rachel. Nuestro casi momento se deslizó en mi mente y parecía que no podía verla a los ojos. Se tomó el resto de mi jugo de naranja y luego se secó su boca. — ¿Quién diablos me dejó beber tanto ayer por la noche?

Rachel se burló. —Tú lo hiciste. Te fuiste a comprar un quinto después de que Santana se fuese con Emily y arruinaste todo el asunto cuando ella regresó.

—Mierda! —dijo, sacudiendo la cabeza—. ¿Te divertiste? —Preguntó, mirándome.

— ¿Hablas en serio? —Pregunté, mostrando mi ira antes de pensarlo.

— ¿Qué?

Rachel se echó a reír. —La sacaste del coche de Emily, viendo todo rojo cuando las sorprendiste acarameladas como estudiantes de secundaria. ¡Empañaron las ventanas y todo!

Los ojos de Brittany se desenfocaron, buscando los recuerdos de la noche anterior en su mente. Traté de sofocar mi temperamento. Si ella no recordaba sacándome del coche, entonces no recordaría que estuve a punto de entregarle mi virginidad en una bandeja de plata.

— ¿Qué tan cabreada estás? —preguntó, haciendo una mueca.

—Bastante. —Estaba furiosa de que mis sentimientos no tenían nada que ver con Emily. Apreté la bata y pisoteé por el pasillo. Los pasos de Brittany estaban detrás de mí.

—San —dijo, capturando la puerta cuando la cerré en su cara. Poco a poco la abrió y se puso delante de mí, esperando para sufrir ante mi ira.

— ¿No recuerdas nada de lo que me dijiste la noche anterior? —Le pregunté.

—No. ¿Por qué? ¿Fui grosera contigo? —Sus ojos inyectados de sangre estaban cargados de preocupación, lo que sólo sirvió para amplificar mi ira.

— ¡No, no fuiste grosera conmigo! Tú… nosotras… —Cubrí mis ojos con mis manos y luego me congelé cuando sentí la mano de Brittany en mi muñeca.

— ¿De dónde salió esto? —dijo, mirando la pulsera.

—Es mía. —le dije, alejándome de ella.

Brittany no quitaba los ojos de encima de mi muñeca. —Nunca la había visto antes. Parece nueva.

—Lo es.

— ¿De dónde la has sacado?

—Emily me la dio hace unos quince minutos —le dije, mirando su expresión pasar de la confusión a la ira.

— ¿Qué diablos estaba haciendo esa aquí? ¿Pasó la noche aquí? —Preguntó, levantando la voz con cada pregunta.

Me crucé de brazos. —Ella fue de compras en busca de mi regalo de cumpleaños esta mañana y lo trajo.

—No es tu cumpleaños, todavía. —Su rostro se volvió en un intenso color rojo mientras intentaba mantener su temperamento bajo control.


—No podía esperar. —dije, levantando la barbilla con orgullo.

—No es de extrañar que tuve que arrastrar tu trasero de su coche, parece que tú… —Se detuvo, presionando sus labios.

Entrecerré los ojos. — ¿Qué? Parece como si estuviera, ¿ Qué?

Su mandíbula se tensó y tomó una respiración profunda, soplando a través de su nariz. —Nada. Estoy enojada e iba a decir algo que no quería decir.

—Nunca te has detenido antes.

—Lo sé. Estoy trabajando en ello —dijo caminando hacia la puerta—. Dejaré que te vistas.

Cuando tomó el pomo, se detuvo, frotándose el brazo. Tan pronto como sus dedos tocaron el moretón purpura que se acumulaba bajo su piel, levantó su codo y vio la contusión. Ella lo miró por un momento y luego se volvió hacia mí.

—Me caí en las escaleras la noche anterior. Y tú me ayudaste a llegar a la cama… —dijo, analizando las imágenes borrosas en su mente.

Mi corazón latía con fuerza y tragué saliva cuando noté que lo había recordado.

Sus ojos se estrecharon. —Nosotras —comenzó, dando un paso hacia mí, mirando el armario y luego a la cama.

—No, no lo hicimos. No pasó nada —dije, sacudiendo la cabeza.

Se encogió, obviamente se estaba repitiendo todo en su mente. — Empañaron las ventanas de Emily, te saqué del coche y después traté de… — dijo, sacudiendo la cabeza. Se dio la vuelta hacia la puerta y cogió el pomo, — Estás volviéndome una jodida psicópata, Santana —gruñó sobre su hombro—. No puedo pensar bien cuando estoy cerca de ti.

— ¿Así que es mi culpa?

Se dio la vuelta. Sus ojos se posaron en de mi rostro a mi bata, a mis piernas y luego a los pies, después volviendo a mis ojos. —No sé. Mi memoria es un poco confusa… pero no recuerdo que dijeras que no.

Di un paso adelante, dispuesta a discutir ese hecho irreverente, pero no pude. Ella estaba en lo cierto. — ¿Qué quieres que diga, Brittany?

Miró la pulsera y luego a mí con ojos acusadores. — ¿Estabas esperando que no lo recordara?

— ¡No! ¡Estaba furiosa porque se te olvidó!

Sus ojos azules se clavaron en los míos. — ¿ Por qué?

—Porque si yo… si nosotras… ¡No sé por qué! ¡Sólo lo estaba!

Ella atravesó por la habitación, deteniéndose a centímetros de mí. Sus manos tocaron cada lado de mi rostro. — ¿Qué estamos haciendo, San?

Mis ojos comenzaron en sus piernas y luego se deslizaron sobre sus pechos, estaba solo con los vaqueros y su sujetador. Finalmente, reposaron en el cálido color azul de sus ojos. —Tú dímelo.


— ¿Santana? —dijo Quinn, tocando la puerta—. Rach va a hacer algunas diligencias, quiere que lo sepas en caso de que quieras ir con ella.

Brittany no había apartado sus ojos de los míos. — ¿San?

—Sí —Llamé a Quinn—. Tengo algunas cosas que necesito comprar.

—Bien, ella estará lista para irse cuando tú lo estés —dijo Quinn, sus pasos desaparecieron por el pasillo.

— ¿Santana?

Tiré un par de cosas del armario y las coloqué a su lado.

— ¿Podemos hablar de esto más tarde? Tengo que hacer muchas cosas hoy.

—Seguro —dijo con una sonrisa artificial.

Fue un alivio cuando llegué al baño, apresuradamente cerré la puerta detrás de mí. Tenía dos semanas en el apartamento, y no había manera de que pudiera posponer la conversación por tanto tiempo. La parte lógica de mi cerebro insiste en que Emily era mi tipo: atractiva, inteligente e interesada en mí. ¿Por qué me molestaba con Brittany por algo que yo nunca entendería? Cualquiera que sea la razón, esto nos está volviendo locas a ambas.

Estaba dividida por dos personas diferentes; La persona dócil y educada que era con Emily, y la persona furiosa, confundida y frustrada que me volvía cerca de Brittany. Toda la escuela había sido testigo de cómo Brittany era impredecible, por no decir que volátil.

Me vestí rápidamente, dejando a Britt y a Quinn para irme al centro comercial con Rachel. Ella reía por su aventura sexual con Quinn, y yo escuchaba asintiendo con la cabeza en las partes correctas. Era difícil concentrarme en el tema en cuestión con los diamantes de mi pulsera creando pequeños puntos de luz en el techo del auto, recordándome la elección que tenía que hacer frente. Brittany quería una respuesta, y yo no tenía una.



—Está bien, San. ¿Qué está pasando? Has estado muy callada.

—Está cosa con Britt… es un desastre.

— ¿Por qué? —dijo ella, sus lentes de sol se levantaron cuando ella frunció su nariz.

—Ella me ha preguntado qué vamos a hacer.

— ¿Qué vas a hacer tu? ¿Estás saliendo con Emily o qué?

—Me gusta, pero sólo ha sido una semana. No es serio o algo.

—Tienes sentimientos por Brittany, ¿O no?

Negué con mi cabeza. —No sé lo que siento por ella. Sólo no veo lo que está sucediendo, Rach. Ella es una cosa demasiada mala.

—Ninguna de las dos va a salir y admitir que ese es el problema. Están tan asustadas de lo que podría ocurrir que estás luchando con dientes y uñas. Sé que es un hecho que si miras a Brittany a los ojos y le dices que la quieres, ella nunca mirara a otra chica nuevamente.

— ¿Sabes que es un hecho?

—Sí. Tengo un chivo espiratorio, ¿recuerdas?

Detuve mis pensamientos por un momento. Brittany debió de haber estado hablando con Quinn sobre mí, pero Quinn no tiene el coraje de decírselo a Rachel. Ella sabe que Rach me lo diría, eso me dejaba llegar a una conclusión: Rachel las había escuchado. Quería preguntarle qué fue lo que dijeron, pero lo pensé mejor.

—Esta situación me romperá el corazón, seguro que ocurrirá —dije, negando con la cabeza—. No creo que ella sea capaz de ser fiel.

—Ella no era capaz de tener una amistad con una mujer que no fuera yo y Quinn, pero ustedes dos han dejado en shock a todo Eastern.

Toqué mi pulsera y suspiré. —No sé. No me importa cómo sean las cosas. Sólo podemos ser amigas.

Rachel negó con la cabeza. —Excepto que no son sólo amigas — suspiró—. ¿Sabes, qué? Esta conversación terminó. Vamos a cortarte el cabello y maquillarte. Voy a comprarte un nuevo conjunto de ropa por tu cumpleaños.

—Creo que eso es exactamente lo que necesito Berry —sonreí.

Después de horas de manicura, pedicura, siendo peinada, encerada y maquillada, metí mis pies en mis brillantes tacones negros y me vestí con mi nuevo vestido gris.

—Ahora, ¡Esta es la Santana que conozco y amo! —rió ella, sacudiendo su cabeza hacia mi conjunto—. Tienes que usar esto en la fiesta de mañana.

— ¿No era este el plan desde el principio? —dije, sonriendo. Mi celular sonó en mi bolso, y lo sostuve en mi oído—. ¿Hola?

— ¡Es la hora de la cena! ¿A dónde demonios han ido ustedes dos? —dijo Brittany.

—Nuestra necesidad era mimarnos un poco. Tú y Quinn sabían cómo comer antes de que saliéramos del departamento. Estoy segura de que puedes manejarlo.

—Bueno, no. Nos preocupamos por ustedes, ya sabes.

Mire a Rachel y sonreí. —Estamos bien.

—Dile que regresaremos en poco tiempo. Tengo que detenerme a recoger unas notas de Quinn con Brasil, y entonces iremos a casa.

— ¿La has escuchado? —pregunté.

—Sí. Nos vemos luego, San.

Condujimos hacia Brasil en silencio. Rachel apagó el motor, mirando el edificio de apartamentos adelante. Quinn le pidió a Rachel que recogiera unas notas, pero no tenía sentido; estábamos justo a una calle del apartamento de Quinn y Britt.

— ¿Qué va mal, Rach?

—Brasil me da escalofríos. La última vez que estuve aquí con Quinn, ella estuvo todo el tiempo coqueteándome.

—Bueno, yo iré contigo. Si ella se atreve si quiera a guiñarte el ojo, voy a apuñalarla en el ojo con mis tacones nuevos, ¿De acuerdo?

Rachel sonrió y me abrazó. — ¡Gracias, San!

Nos dirigimos a la parte trasera del edificio, y Rachel tomó una profunda respiración antes de tocar la puerta. Esperamos, pero nadie abrió.

—Supongo que no está aquí, ¿no? —pregunté.

—Está aquí —dijo, irritada. Golpeó la puerta de madera con el costado de su puño y luego la puerta se abrió.

— ¡FELIZ CUMPLEAÑOS! —gritó la multitud desde adentro.




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Yaa, hoy subiré otro antes de dormir! Estoy contentaaaaa!, una buena noticia llego a mi vida!


Espero sus comentarios chicas!

vaya que linda sorpresa!

me gusta mucho la historia, quiero ya mas brittana, gracias por actualizar seguido eres la mejor. gracias por escribir

YaY fiesta... yo tambien quiero más brittana...
ACTUALIZA ACTUALIZA ACTUALIZA!!!
PD: ma encanta este fic :3

este es mi fic favorito creo que soy adicta a el

Como es la fiesta de Santana puse canciones.
Hay una que es de reggeaton, haciendo honor a la latina claro.
La verdad no me gusta mucho este tipo de música y tenia otra cancion prevista, pero cuando vi el vídeo quede completamente embobada con las chicas que bailan. Se los recomiendo!  

Me siento una sucia pervertida!    













El techo estaba lleno con burbujas rosas y negras, cada centímetro estaba cubierto con globos de helio, con largas serpentinas plateadas colgadas hasta llegar a las caras de los invitados. La multitud se separó, y Brittany se acercó a mí con una amplia sonrisa, tocando cada lado de mi rostro y besando mi frente.


—Feliz cumpleaños, Santana.


—Es hasta mañana —dije. Aún en shock, tratando de sonreírle a todo el mundo.


Brittany se encogió de hombros. —Bueno, ya que podrías sospecharlo, decidimos hacer algunos cambios al último minuto y sorprenderte. ¿Sorprendida?


— ¡Mucho! —dije mientras Kurt me abrazaba.


— ¡Feliz cumpleaños, nena! —dijo Kurt, besando mis labios.


Rachel me dio un codazo. —¡Qué bueno que tuviste que hacer algunas diligencias conmigo hoy, o te hubieras presentado como una vagabunda!


—Te ves grandiosa —dijo Brittany, escaneando mi vestido.


Brasil me abrazó, presionando su mejilla con la mía. —Y espero que sepas que Rachel me dijo que Brasil le daba escalofríos justo antes de llegar aquí.


Miré a Rachel, y ella rió. —Funcionó, ¿no?


Una vez que todos se turnaron para abrazarme y desearme un feliz cumpleaños, me incliné hacia el oído de Rachel. — ¿Dónde está Emily?


—Llegará más tarde —susurró—. Quinn no podía conseguir su teléfono para informarle que sería esta tarde.


Brasil subió el volumen de la música y todo el mundo grito.


https://www.youtube.com/watch?v=O1D85QtciIs



Brittany se acerco a mi y con el ceño fruncido le pregunto —  ¿Esa canción de donde la sacaron?

Sonriendo toma mi mano— ¿ No te gusta San ? Tengo una conocida que tiene familia en Puerto Rico y le pedí que que me enviara los temas que mas sonaban en tus país natal. Pensé que podía hacerte sentir mas cómoda, algo así como cerca de los tuyos.—Se encogió de hombros.

Sonreía ante aquel detalle. — Es un lindo detalle gracias Brittany, aunque en verdad no conozco mucho esta música hace tiempo ya salí del país y no se que esta sonando ahora.


—¿Cuanto tiempo llevas acá San?— Me pregunto entrecerrando sus ojos.


En eso se acerca Brasil y me siento agradecida de verla— ¡Ven aquí, Santana! —dijo, caminando hacia la cocina. Ella alineó varios caballitos en el mostrador y sacó una botella de tequila del bar—. Feliz cumpleaños de parte del equipo de las cheerios, pequeña —sonrió, llenando cada vaso de tequila—. Esta es la manera en que nosotras hacemos los cumpleaños: Cumplirás diecinueve, tiene diecinueve bebidas. Puedes beber todo o no terminarlo, pero mientras más bebas, más de estos consigues —dijo, abanicándose con un puñado de billetes de veinte dólares.


— ¡Oh, Dios mío! —chillé.


— ¡Bebe todo, Santana! —dijo  Brittany.


Miré a Brasil, sospechosamente. — ¿Tendré veinte por cada caballito que beba?


—Así es, peso ligero. Por tu tamaño, diré que voy a perder sesenta dólares al final de la noche.


—Reconsidéralo otra vez, Brasil —dije, agarrando el primer vaso, dejándolo entre mis labios, echando mi cabeza hacia atrás para vaciar el caballito y luego limpiar mi boca con mi otra mano.


—¡Mierda! —exclamó Brittany.


—Esto será realmente un desperdicio, Brasil —dije, limpiando las esquinas de mi boca—. Prefiero cachaca, en vez de tequila.


La sonrisa de arrogancia en el rostro de Brasil se desvaneció, y negó con su cabeza y se encogió de hombros. —Acaba con esto, entonces. Tengo la billetera llena de billetes de doce animadoras de cheerios que dicen que no puedes terminar diez.


Entrecerré mis ojos. —Doble o nada, yo digo que puedo beber quince.


— ¡Wau! —gritó Quinn—. ¡No podemos hospitalizarte el día de tu cumpleaños, San!


—Ella puede hacerlo —dijo Rachel, mirando a Brasil.


— ¿Cuarenta dólares por cada trago? —dijo Brasil, pareciendo insegura.


— ¿Tienes miedo? —pregunté.


— ¡Diablos, no! Te daré veinte por trago, y cuando llegues a quince, duplicaré el total.


—Así es como se celebran los cumpleaños en Puerto Rico —dije, tomando otro vaso.





Una hora y tres caballitos más tarde, estaba en la sala bailando con Brittany.  Bailaba espectacular, sus caderas se movían sensualmente y movía todo su cuerpo en una perfecta coordinación, podía mirarla por días sin pestañear.


https://www.youtube.com/watch?v=Ja5oNP4DSaQ


Britt cantaba algunas partes de la canción para mí mientras bailábamos.  Se inclinó hacia mi en el primer coro  y mi cabeza dio mil vueltas al escuchar  lo que decía. Me hice la desentendida ya que el alcohol corría levemente por mis venas. Permití que mis brazos cayeran detrás de mí y Britt me sostuvo mientras me recargaba en ella.


Suspiré. —No podré hacer esto cuando haya terminado con todos esos tragos — reí.


— ¿Te he dicho que te ves increíble esta noche?


Negué con la cabeza y la abracé, recargando mi cabeza en su hombro. Ella apretó su agarré, y enterró su cara en mi cuello, haciendo que olvidara sobre decisiones o brazaletes o mis personalidades diferentes; Estaba exactamente donde quería estar.



Cuando la música cambió a un ritmo más latino nuevamente, la puerta se abrió.


—¡Emily! —dije, corriendo a abrazarla—. ¡Llegaste!


—Lamento llegar tarde, San —dijo, presionando sus labios contra los míos—. Feliz cumpleaños.


—Gracias —dije, viendo a Brittany observándonos por el rabillo de mi ojo.


Emily levantó mi muñeca. —La estás usando.


—Dije que lo haría. ¿Quieres bailar?


Negó con su cabeza. —Uh… Yo no bailo.


—Oh, bueno, ¿Quieres ser testigo de mi bebida número cinco de tequila?


—Sonreí, sosteniendo mis cinco billetes de veinte—. Tendré el doble si al final de la noche tomó quince.


—Eso es un poco peligroso, ¿no?


Me incliné hacia su oído. —Voy a acabar con ellas. He jugado a este juego con mi padre desde que tengo dieciséis.


—Oh —dijo, frunciendo el ceño con desaprobación—. ¿Bebías tequila con tu papá?


Me encogí de hombros. —Era su manera de pasar el tiempo juntos.


Emily no parecía impresionada cuando sus ojos se apartaron de los míos, escaneando la multitud. —No puedo quedarme mucho tiempo. Me iré temprano a un viaje de caza con mi padre y mi hermano.


—Fue buena idea que mi fiesta fuera esta noche, o no hubieras podido venir mañana —dije, sorprendida de escuchar sus planes.


Ella sonrió y tomó mi mano. —Hubiera regresado a tiempo.


Tiré de ella hacia el mostrador, tomé otro vaso y lo bebí, lo dejé caer fuertemente en el mostrador como lo hice anteriormente con el cinco. Brasil me dio otro billete, y baile hacia la sala. Brittany me agarró y bailamos con Rachel y Quinn.


Quinn me dio un golpe en el trasero.


—¡Uno! —Agregó Rachel dándome un segundo manotazo en el trasero, y luego todo el mundo en la fiesta se unió, incluyendo Emily. En el número diecinueve, Brittany frotó sus manos. —Mi turno.


Froté mi trasero adolorido. — ¡Se amable! ¡Me duele el trasero!


Con una sonrisa malvada, ella tomó impulso. Cerré mis ojos con fuerza. Después de unos momentos, los entre abrí de nuevo. Justo antes de que su mano hiciera contacto, ella se detuvo y me dio una suave palmada.


— ¡Diecinueve! —exclamó.


Los invitados aplaudieron, y Rachel comenzó una versión borracha de la canción Feliz Cumpleaños. Todos la siguieron.


Una lenta canción provino del equipo de música, y Emily me llevó a la improvisada pista de baile. No me tomó mucho tiempo averiguar porque no bailaba.


—Lo siento —dijo después de pisar mis pies por tercera vez.


Apoyé mi cabeza contra su hombro. —Lo estás haciendo muy bien — mentí.


— ¿Qué vas a hacer el lunes en la noche?


— ¿Cenar contigo?


—Sí. En mi nuevo apartamento.


— ¡Encontraste uno!


Ella rió y asintió. —Vamos a ordenar algo, sin embargo. Mi comida no es exactamente comestible.


—Me gustaría probarla, de todos modos —Le sonreí.


Emily miró alrededor de la habitación y entonces me llevó al pasillo. Ella gentilmente me presionó contra la pared, besándome con sus labios suaves. Sus manos estaban en todas partes. Al principio, le seguí el juego, pero después su lengua se adentró en mis labios, tuve la sensación de que lo que estaba haciendo no era bueno.


—Está bien, Emily —dije, maniobrando para apartarla.


—¿Todo bien?


—Creo es que descortés de mi parte manosearme contigo en un rincón oscuro cuando tengo invitados por allí.


Ella sonrió y me besó otra vez. —Tienes razón, lo siento. Sólo quería darte un memorable beso de cumpleaños antes de irme.


—¿Ya te vas?


Ella tocó mi mejilla. —Tengo que despertarme en cuatro horas, San.


Apreté mis labios. —Bien. ¿Te veré el lunes?


—Me verás mañana. Me detendré cuando esté de regreso.


Ella me llevó a la puerta y luego besó mi mejilla antes de irse. Noté que Quinn, Rachel y Britt estaban mirándome fijamente.


—¡Mamá se ha ido! —gritó Brittany cuando la puerta cerró—. ¡Hora de que la fiesta comience!


https://www.youtube.com/watch?v=pti2yDmw_8M


Todo el mundo aplaudió, y Brittany tiró de mí al centro de la pista.

—Un momento… iré por otro trago —dije, llevándola de la mano hacia el mostrador. Bajé de golpe el vaso cuando terminé otro trago, y reí cuando Brittany tomó uno de los del final, haciendo muecas al bajar el caballito. Agarré otro, y tragué, y ella hizo lo mismo.


—Siete más, Santana! —dijo Brasil, y me entregó dos billetes de veinte dólares más.


Limpié mi boca mientras Brittany me llevaba a la sala otra vez. Baile con Rachel, y luego Quinn, pero cuando Andrea Jenks del equipo de las cheerios trató de bailar conmigo, Brittany tiró de ella hacia atrás por la camisa y negó con su cabeza.

Andrea se encogió de hombros y se dio la vuelta, bailo con la primera chica que vio. Cuando había bebido diez tragos, el alcohol me golpeó con fuerza, y me sentí un poco mareada al lado del sofá de Brasil con Rachel, bailando como tontas.

Nos reíamos por todo, agitando nuestros brazos en torno al ritmo. Me tambaleé, casi cayendo sobre el sofá, pero las manos de Brittany estaban instantáneamente en mis caderas para estabilizarme.


—¡Has probado tu punto! —dijo—. Has bebido más que cualquier otra chica que he conocido. No te dejaré beber más.

—Al diablo contigo Britt—dije arrastrando las palabras—. Tengo seiscientos dólares que me esperan en esos tragos, y tú de todas las personas no vas a decirme que no puedo hacer algo extremo por dinero.


—Si lo que quieres es dinero, San…


—No estoy pidiéndote dinero prestado —me burlé.


—Iba a sugerirte que empeñaras el brazalete —Ella sonrió.


Le di una palmada en el brazo mientras Rachel comenzaba una cuenta regresiva a la media noche. Cuando las manecillas del reloj se posaron en el doce, todos celebramos.

Tenía diecinueve.

Rachel y Quinn besaron cada una de mis mejillas, y Brittany me levantó del suelo, girándome alrededor.


—Feliz cumpleaños, Santy! —dijo con una expresión suave.


Miré sus cálidos ojos azules por un momento, sintiéndome perdida dentro de ellos. La habitación estaba congelada en el tiempo mientras nos miramos la una a la otra, tan cerca que podía sentir su respiración en mi piel.


—¡Más tragos! —dije, tambaleándome hacia el mostrador.


—Te ves acabada, Santana. Creo que es hora de admitas que terminó tu noche —dijo Brasil.


—No soy una gallina —dije—. Quiero ver mi dinero.


Brasil colocó un billete de veinte debajo de los últimos dos vasos, y luego les gritó a sus compañeras de cheerios. —¡Ella va a beber los últimos! ¡Necesito quince!

Todas ellas se quejaron y rodaron sus ojos, buscando sus bolsos para sacar billetes de veinte y los dejaban al lado del último trago. Brittany había vaciado los cuatros vasos más al lado del número quince.


—Nunca hubiera creído que podría perder cincuenta dólares en una apuesta de quince tragos con Santana —se quejó Andrea.


—Créelo, Jenks —dije, tomando un vaso con una mano.


Bajé el vaso y esperé que el vómito se elevara en mi garganta para salir.


—¿Santana? —preguntó Brittany, dando un paso en mi dirección.


Levanté un dedo y Brasil sonrió. —Ella va a perder —dijo.


—No, no lo hará —Rachel negó con su cabeza—. Respira profundo, Santana.


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Bien, el ultimo capitulo de hoy!

Buenas noches a todas chicas, hoy me dormiré feliz!


Nos leemos mañana!

Besitos y saludos a todas!

hola.. soy nueva lectora :) , lei la mayoria ayer y hoy lo que me faltaba se suponia que solo leeria un capitulo y me iba a acostar porque mañana tengo que levantarme ultra temprano para ir a la U, pero no pude parar de leer hasta que termine todos los capitulos jajaja, muy buen fic, (me dieron ganas de carretiar con el ultimo capitulo xd) espero la actualizacion. Que estes bien!!

Me encanta!!

actualmente mi fic favorito!

No me puedes dejar así!
Me alegra mucho que estas muy feliz jajaja eso nos beneficia por lo visto xD Ya enserio, me alegro por ti :)

Ahora tendré que esperar hasta mañana? Yo no me duermo hasta dentro de horas! Esto es tortura jajaja pero bueno , ojala mañana y actualices cada dos horas ;) Es solo una sugerencia jejeje

Gracias por el fic, ya se que Santana podrá con los tragos! Y que termine con Emily de una vez, es demasiado aburrida xP

Saludos! Y un beso :*

Jajajaja excelentes capítulos! Esa Santana si que sabe beber!

Me alegro que estés tan feliz, si lo estas, yo también y el fic también ;)

Gracias por los capítulos de hoy.
Kiss xoxoxox