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[Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
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marthagr81@yahoo.es
23l1
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmmmm britt teniendo miedo al que dirán en su trajo???
si que fue divertida la noche de sv!!! jajjajaj
lo que importa es como termina!!! no??
nos vemos!!!
mmmmm britt teniendo miedo al que dirán en su trajo???
si que fue divertida la noche de sv!!! jajjajaj
lo que importa es como termina!!! no??
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Sera Hanna la misteriosa de la rosa en la ducha?
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
mmmmm britt teniendo miedo al que dirán en su trajo???
si que fue divertida la noche de sv!!! jajjajaj
lo que importa es como termina!!! no??
nos vemos!!!
Hola lu, mmmm =/ suele pasar, no¿? xD jajaajajajaja. Si que si xD jajajajajaajajaja, de todo un poco XD Toda, pero toda la razón! ajajajajajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Sera Hanna la misteriosa de la rosa en la ducha?
Saludos
Hola, mmmm ¬¬ puede ser ¬¬ esperemos y no sea meta en als brittana noma ¬¬ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 10
Capitulo 10
Brittany pinchó sobre la costilla de cerdo, en el plato que Artie sostenía delante de ella.
Era otra cena familiar en domingo, sin Santana.
Quería que la médica conociera a su familia, y se convirtiera en parte de la extensa red de su familia, que incluía las esposas de sus hermanos.
Cuando Artie se aclaró la garganta, lo miró a los ojos, de color de acero.
—Lo siento—murmuró mientras Artie se retiró el plato y se lo pasó a Frank.
El último fin de semana había sido genial, justo hasta el momento en que pidió a Santana que conociera a su familia.
[Flashback
Estaban tumbadas desnudas en la gran cama de matrimonio del hotel.
En brazos de Santana, se sentía más cerca de ella que cualquier otro ser humano. Quería saber más acerca de esa mujer que hacía que su sangre corriera por sus venas.
Deslizó sus dedos a lo largo de las costillas de la médica, señalando lo delgada que estaba, pudiendo sentir el contorno de cada hueso.
Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Santana. Estaban despiertas, disfrutando de la mañana tranquila, bajo el resplandor del sol de las primeras horas.
—Háblame de tu familia—dijo mientras besaba el cuello de Santana.
Como si el viento del norte hubiera barrido la habitación, la temperatura bajó cuando Santana se puso rígida inmediatamente. Brittany cerró los ojos, sabía que había cometido un error.
Este era el tema con el que ya había tropezado la noche en que habían estado en Johnny.
Pensó que después de algún tiempo, Santana se abriría y le contaría algo de su vida. En cambio, sitió la frialdad de hombro bajo su mejilla.
—No—la respuesta de Santana era tranquila, pero firme.
Brittany continuó sus caricias, con la esperanza de limpiar el aire de la tensión que ahora se cernía sobre ellas.
Podía sentir la retirada de Santana.
Sus miembros comenzaron a moverse, mirando hacia el reloj de la mesita de noche. Brittany esperaba que la excusa del trabajo apareciera en cualquier momento incómodo.
—No—habló antes de Santana. Se apoyó en un codo—Si me dices que tienes que irte al hospital, lo dejamos todo en este momento.
—¿Qué?—los ojos oscuros de Santana se abrieron en estado de shock.
—Tienes que darme una oportunidad San. Cada vez que te pregunto algo personal o te parece incómodo huyes de mí—rozó sus labios sobre Santana—No me dejes fuera. Por favor, quiero conocerte—Brittany colocó su mano plana contra el esternón de Santana—Quiero saber todo de ti. Sé que hay algunas cosas que no son fáciles o bonitas.
—No sabes ni la mitad, Britt—Santana trató de rodar lejos.
—Tienes razón—la dejó escapar de su cercanía—El tema es que quiero saber sobre ello. No voy a juzgarte a ti o a tu familia.
Santana sacó las piernas por un lado de la cama. Se quedó mirando hacia la ventana que daba hacia el puerto, con un gesto nervioso, que la rubia pudo apreciar.
Al igual que las nubes grises oscuras que bailaban sobre el puerto, se preguntó si sería capaz de capear el temporal de la familia de Santana.
—No estés tan segura de eso Britt—la voz de Santana era demasiado sería, mientras continuaba mirando a la ventana.
Brittany tiró de una manta, a su alrededor, para protegerse del frío que sentía desde que había sacado el tema de conversación.
—Háblame San—se apoyó en la espalda de la morena, deseando poder retomar las palabras que provocaron este cambio repentino—Te quiero—besó su cuello mientras sentía que su corazón se rompía.
Cualquiera que fuera lo que había pasado con los padres de Santana, toda causaban un fuerte control sobre ella.
—No sé lo que eso significa—Santana confesó.
Mucha gente se lo había dicho a través de los años.
Rachel, Blaine y Spencer le habían dicho que la amaban.
Sus padres le dijeron lo mismo.
El amor para ella era un pase libre de dolor.
Amor significaba traición.
El amor era nada más que dolor.
—Significa que me preocupo por ti. Estar para ti, apoyarte, creer en ti. Cuando los tiempos se pongan difíciles, quiero ser la persona a la que recurras.
—¿Y si no puedo?
—Podemos trabajar en ello. Yo… yo sólo quiero compartir cosas contigo. Mis pensamientos, mi futuro y tal vez un día, mi vida. Sé que esto es todo nuevo y va muy rápido, pero San, te quiero en mi vida.
Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la médica. Cuando ésta presionó sus manos contra los brazos de Brittany, tuvo una chispa de esperanza de que algún día podría devolverle esos mismos sentimientos.
—Esto es nuevo para mí—se recostó en el calor de Brittany—Con Dani, no había palabras. Era una relación egoísta. Al final, no nos importaba lo que hacía la otra—se rio un poco—Creo que me sentí aliviada cuando la cogí en la cama con la enfermera. Era una manera fácil de salir de la relación.
—¿Quieres salir de esto?—Brittany sintió el escozor de las lágrimas mientras su voz se quebró un poco.
—No… no…—se volvió trayendo sus labios y presionando a Brittany contra el colchón—Te deseo, Britt—se deslizó bajo la manta, deslizando su muslo entre las piernas de la rubia—Todo el tiempo. Debería ser un delito.
Brittany se puso las manos en la parte posterior de su cuello.
—Tiempo Britt, necesito que me des algo de tiempo.
Fin Flashback
Tiempo, esa la palabra tenía una gran cantidad de significados.
Sin embargo, nunca era suficiente.
Nunca era el momento adecuado.
El tiempo nunca podría ser reparado.
Le había pedido tiempo y ella se lo estaba dando.
Por difícil que fuera, continuó apareciendo sola, en las cenas en casa de sus padres.
Miró a las familias de sus hermanos, todos estaban dispuestos a conocer a su familia. De hecho, las únicas novias que sus hermanos habían traído a casa de sus padres, eran las mujeres que ahora estaban sentadas alrededor de la mesa.
¿Había alguien más querría conocer a su familia?
Al parecer, no de momento.
Tenía amigos que su familia había conocido.
Quinn prácticamente había pasado los veranos con los Pierce, jugando a baloncesto en la entrada de la casa familiar.
Artie todavía bromeaba con Mike sobre el enamoramiento que había tenido éste con Quinn.
—¿Qué te pasa?—Frank le preguntó al pasarle el plato de puré de papas.
La miraba fijamente a los ojos.
Era un rasgo de sus padres, siempre pendientes de sus hijos.
—Nada—Brittany movió su tenedor a través de sus guisantes, separándolos en pequeños montones, como si fuera un general alineando sus tropas, que se alinearon sus verduras en su tenedor.
—¿Cuándo es el próximo partido?—Whitney preguntó, detectando el estado de ánimo de su hija, que no tenía nada que ver con nadie de la mesa.
—La próxima semana.
—Bueno, puedo llevar a los niños a ver el partido—Sam, su hermano mayor, dijo mientras agarraba un rollo de pan de la canasta delante de ella.
—No te lo aconsejo. Estamos jugando muy por debajo de nuestro nivel.
—Britty, su equipo es muy bueno. No dejes que un accidente de autobús, hace cuatro semanas, enturbie sus logros—Frank elevó la voz.
—Fue hace siete semanas. Casi dos meses.
Era cuando había conocido a Santana.
Llevaba durmiendo con ella desde hacía dos semanas.
Estaba en medio del tiempo de espera.
Tiempo que la había dado a su amante.
Estaba empezando a odiar la palabra.
—Hey, ¿sigues viendo a la médica?—preguntó Artie.
—¿Qué es esto? ¿La Inquisición española?—dejó su tenedor en la mesa y se quedó mirando los rostros de su familia.
—Calabaza, sólo estamos preocupados. No estás diciendo nada, sólo estás jugando con la comida, como los gemelos—Frank estiró su mano y la posó sobre su brazo—Si algo te molesta, preferimos que nos lo digas, y no tener que hacerte tantas preguntas.
—Sabemos que te pasa algo. Llevas un par de semanas que no eras tú, estás triste—Artie dio un codazo a su lado.
—Mi equipo probablemente será aplastado el próximo partido—dejó escapar un suspiro—Es difícil guiarlas sabiendo que el rival tiene un mejor conjunto de habilidades y experiencia.
Sabía que las chicas acabarían decepcionadas.
Sus mejores jugadoras, Hanna Marin y Michelle Stanley estarían sentadas en el banquillo por sus lesiones, tras el accidente. Sin ellas, no había forma de que el resto del equipo pudiera hacer frente a las Bearcats.
—Será duro terminar así la temporada.
—¿Y la doctora?—Artie sondeó.
—Sí, todavía estoy viendo a Santana. Me gustaría que pudiera conocerlos a todos, pero tiene mucho trabajo.
Frank tosió, como si fuera un gruñido.
—Bueno, estoy segura que es una mujer ocupada—Whitney dobló la servilleta y se movió en su silla junto a Frank.
Era lo mismo que su mamá venía diciendo las últimas cuatro semanas.
Había una mezcla de acuerdos verbales y no verbales alrededor de la mesa.
Brittany miró las caras, que evitaban mirarla.
Sabía dónde estaba su corazón.
Santana significaba mucho para ella, y era obvio que su familia estaba preocupada por ella, por su relación con la otra mujer.
Sabía que si Santana fuera un hombre, de cada uno de sus hermanos encontraría la manera de enfrentarse a la médica.
Sam se aclaró la garganta y miró hacia su hijo, Jake.
—Nos gustaría ir al partido. ¿Tienes algún problema con eso?
—No… Me encantaría que tú y Jake vinieran, pero no esperes una victoria.
—O conocer a la médica pronto—Mike agregó.
Toda la mesa quedó en silencio.
La boca de Brittany se abrió ligeramente.
—Cariño—Tina, la esposa de Mike, empezó—Recuerdo una vez, cuando no querías tener nada que ver con mi familia—continuó dando de comer a los dos niños pequeños en las sillas altas a su lado.
—Eso era porque…—Mike se detuvo a media frase—A veces, me olvido de la buena familia que tengo. Tenemos una ventaja. Fuimos criados en una familia que nos amó. No teníamos las penurias que otras familias pasan—miró a su esposa, luego a su hermana—Britt, a veces, tienes que mostrar a alguien lo que es tener una familia amorosa. Hay gente por ahí que sólo asocia el dolor a la palabra familia. Si ella se preocupa por ti, entrará en razón.
—Eso espero Mike. Realmente lo espero—Brittany respondió con la cabeza gacha.
No le importaba lo que pensara su familia. Santana había tenido una vida dura y ella no iba a criticarla.
—Dale tiempo Britt. Si ella es inteligente, sabrá lo buen partido que eres—Tina sonrió mientras continuaba acercando la cuchara de comida a la boca de los gemelos.
La palabra temida hora se deslizaba por el aire.
Brittany no quería llegar a un acuerdo. Quería a Santana en la mesa con ella, al igual que su cuñada.
—Gracias—dejó saber a su cuñada que apreciaba la sabiduría compartida.
Todavía tenía dudas en su mente, sobre lo que sentía Santana por ella. Ella había hablado palabras de amor, pero Santana no sabía qué hacer con ellas.
Mike estaba en lo cierto.
Él sabía que la vida de la familia de Tina no había sido nada buena, cuando la conoció.
Le costó mucho tiempo a Tina a salir con él.
Y mucho más tiempo pasó hasta que accedió a casarse con él.
*****************************************************************************************************************************
—¡Muy bien, ¿qué sigue?!
Santana rebotó sobre sus talones, mirando el tablero blanco suspendido tras el escritorio de administración.
—¡Mira eso!—Spencer exclamó.
La enfermera se puso de pie en el mostrador de admisión mirándola.
Junto a ella, Rachel y Mason estaban sonriendo. Ella sonrió mientras caminaba detrás del mostrador y dejaba el informe que había estaba revisando en su sitio.
—¿Qué pasa?—preguntó, mientras comprobaba la pizarra por si se había olvidado de algún caso.
—Creo que es una verdadera sonrisa lo que veo en tu rostro. ¿Qué puede haber causado eso?—Spencer continuaron.
—Oh, creo que puede ser que ya son casi las cinco y una rubia….
—Que tiene realmente un gran cuerpo—Mason terminó.
El rostro del hombre de pelo oscuro se puso rojo.
—Retrocede Mason—levantó un dedo a modo de advertencia, hacia el médico y amigo, mientras contenía su sonrisa.
—¿Se nota?
—Estás irradiando felicidad, cariño—Rachel dijo mientras entraba detrás de la mesa para dar un abrazo a su amiga—La parte más cutre de todo es que nunca puedo verte.
Por primera vez, entendió por qué nunca veía a sus amigos cuando comenzaba una nueva relación.
Rachel le dio un abrazo.
—Vamos, vamos a tomar el almuerzo.
—Spencer, estaré con Rach si me necesitas.
Vio el resplandor cruzar el rostro de la enfermera, mientras se alejaba rápidamente.
—Oh, ya verás cuando vuelvas—Rachel miró sobre su hombro mientras caminaba junto a Santana—¿Quieres salir a la cafetería?
—¿Te gusta vivir peligrosamente eh?—bromeó se acercaban a las escaleras.
—Deberías hablar con Spencer—Rachel gimió mientras seguía detrás del médico.
—Voy a llegar tarde por ese comentario—rio mientras se agarraba a la bandilla a lo largo de las escaleras—Ella empezó. Se ha burlado de mí en primer lugar—explicó cómo se dirigían a la cafetería.
Rachel estaba junto con ella, deslizando sus bandejas a lo largo de los rieles de aluminio. Agarró una ensalada y medio club sándwich. Rachel eligió un plato de ensalada de pollo y una soda. Santana pagó por sus comidas.
—En serio, te veo muy feliz—Rachel dijo mientras tomaba asiento frente a la morena alta—Si Brittany hace esto en ti, entonces estoy más que feliz por ti.
—Nunca pensé—Santana hizo una pausa, esperando que no maldecirse a sí misma—Que me gustaría ser tan feliz.
—Esto demuestra, que nunca lo fuiste con Dani o ¿cómo se llama esa chica? La otra médica.
—Caramba… umm…. Gabby—recordó a su compañero de clase, con la que salió durante un corto período de tiempo—Ella era una buena chica.
—Si seguro.
—No, en serio. Aquello no acabó bien, porque creo que en realidad estaba esperando a Brittany. Ahora lo sé.
—Estas realmente enamorada—Racehl levantó su tenedor y apuntó a Santana.
Vio el enrojecimiento en el rostro de su amiga.
—Bueno, ¿y qué hay de ti? ¿Alguna nueva cita?
—Nada importante, pero en cuanto lo haya te lo haré saber—dijo Rachel.
Justo en ese momento el busca de Santana sonó.
—Urgencias. Me tengo que ir—fue al lado de Rachel y le dio un abrazo—Intentaré desayunar contigo el domingo.
—Es Pascua—Rachel la corrigió.
—Lo que sea... —dijo mientras se alejaba.
Voló por las escaleras a la planta baja del hospital. Abrió la puerta de la escalera a la planta de urgencias.
Spencer estaba sentada en el escritorio.
Al lado de ella, había una mujer joven y alta apoyada en un bastón. Santana se acercó a la enfermera jefe. Sin mirar, dijo Spencer:
—Tienes una visita.
Inspeccionó el paisaje de la sala de urgencias, en busca de algún rostro familiar.
Tal vez Brittany iba a sorprenderla.
En cambio, su atención volvió a la mesa principal. De pie en el centro de la sala de urgencias, estaba Michelle Stanley, con las manos en las caderas, esperando con impaciencia a alguien.
Se dio cuenta que la adolescente la estaba esperando.
—Señorita Stanley, ¿cómo puedo ayudarle?—preguntó mientras entraba detrás del escritorio.
—Necesitaba verte—Michelle contuvo la respiración por un momento, a la inquieta adolescente miró alrededor del hospital.
Alargó una mano para tocar la manga de Santana.
—Muy bien, ¿cómo puedo ayudarle?—pensó por qué esa estudiante de Brittany estaba de pie en la sala de urgencias, pidiendo que la viera.
Cogió un archivo de la cremallera y abrió la tapa metálica.
—Necesito…—la joven bajó la voz a un susurro—Tengo que ser examinada—el rostro de la joven se volvió de un rojo brillante.
—¿Qué problema médico tienes?—alzó los ojos hacia Spencer, que gesticulaba hacia las puertas de la entrada, al escuchar las sirenas llenar el aire fuera del edificio.
—Umm, creo que estoy en problemas—se quedó mirando a Santana, que esperaba obtener información adicional—Se trata más de una cuestión femenina. ¿Hay alguna forma de que puedas verme?—nuevo miró alrededor de la sala de urgencias.
—Michelle, yo no soy esa clase de médico. No veo pacientes privados. Puedo recomendarle algunos médicos. Yo no sería capaz de ayudarle—explicó con calma, mientras miraba el reflejo de las luces de la ambulancia, contra las paredes de bloques de cemento.
Unos segundos después, la ambulancia era visible a través de las puertas batientes y ventanas.
—Lo siento—dijo mientras colocaba el estetoscopio alrededor de su cuello.
Dejó a Michelle de pie en el mostrador mientras corría para atender a la camilla que traía un paciente, empujado por dos técnicos.
—No tanto como lo vas a sentir—murmuró en voz baja, mientras se giraba para enfrentarse a la Jefa de enfermeras Spencer.
La mujer se quedó mirando a la adolescente.
—¿Qué dijiste?—Spencer se enfrentó a la mocosa, que había entrado en la sala de urgencias como si fuera su propio reino.
—Métete en tus asuntos—Michelle dijo.
Spencer había visto y oído todo.
Esta chica parecía traer problemas.
Spencer la miró enfadada.
—¡Sal de aquí antes de que llame a seguridad!—Spencer ordenó.
La joven echó la cabeza hacia atrás y se rio de la enfermera.
—No te preocupes, volveré antes de lo que piensas—y se giró para irse, golpeándose contra el escritorio y tirando parte de los informes que estaban sobre el mismo, y sobresaltando a Sue—¡Mira lo que me hiciste hacer!—Michelle gritó y de inmediato comenzó a derramar lágrimas.
Spencer miró hacia el empleado de admisión, para ver si él había sido testigo de los hechos reales.
—Llama a seguridad—Spencer repitió, haciendo un gesto hacia la cámara que capturó todo el incidente.
Las lágrimas de Michelle rápidamente desaparecieron cuando se volvió y salió por las puertas de urgencias.
—Víbora—Spencer dijo, aún sintiendo el aguijón del comentario de Michelle.
Miró alrededor de la sala de urgencia, buscando a Santana. Tenía que decirle a la rubia lo que aquella joven había hecho, cuando la doctora se había marchado.
No había tiempo.
Vio a Santana gritar órdenes a cabo en la sala.
No se las daba a nadie en particular, pero ésta era la forma en que funcionaban en urgencias. Los médicos daba órdenes y las enfermeras obedecía.
Si había algún médico con menos experiencia, las enfermeras daban las órdenes. Con la Dra. López, el personal seguía las órdenes, sin cuestionarlas.
Trataba a las enfermeras como un médico.
Su opinión contaba.
Si una enfermera tenía una preocupación con el cuidado de un paciente, sabían que podían recurrir a la doctora.
Ahí todos eran iguales a los ojos de la Dra. López.
Tres horas más tarde, Spencer volvió al mostrador de Admisiones, cuando un hombre, con rasgos asiáticos y el pelo negro, se acercó al escritorio.
Sus rápidas miradas hacia urgencias, transmitieron el mensaje de que estaba buscando a una persona específica.
Spencer buscó las protuberancias evidentes bajo el área de la axila o la cubierta de la banda de la cintura por una camisa o chaqueta.
Era miércoles, el día más lento, de acuerdo a las estadísticas de las salas de urgencias, por algún grupo que tenía el tiempo para contar el número de casos que se rompieron por las puertas dobles.
—Buenas noches, bienvenido a Jessup hospital. ¿Cómo puedo ayudarle?—Spencer lo saludó, como si el hombre frente a ella fuera un oficial de policía o un inspector del Estado.
—Estoy buscando a la doctora Santana López—el hombre dijo mientras Santana salía de detrás de la cortina de seis, donde el niño y su mamá, estaban esperando los resultados de un TAC, tras haber sufrido un desmayo en la escuela.
—¿Tiene usted una cita o puedo transmitir un mensaje a la Dra. López?—Spencer había estado en urgencias muchos años, y sabía que muchas veces, los familiares de algún paciente, solía pedir hablar con los doctores, que habían tratado a sus familiares, sobre todo durante los últimos momentos de su vida.
—Se trata más de un asunto personal—Frank Pierce sonrió a la enfermera detrás del escritorio—Si ve a la Dra. López por favor dígale que Frank Pierce quisiera que le ofreciera un momento de su tiempo—Él asintió con la cabeza educadamente y empezó a retroceder hasta el aparcamiento.
—¡Señor Pierce!—Santana gritó, mientras se acercaba al hombre, con su corazón latiendo a toda velocidad.
Su principal preocupación era el bienestar de Brittany.
Sabía que el equipo tenía un partido de esta noche y no había hielo en las carreteras.
—Britt... Brittany, ¿es que le ha pasado algo, está bien?
Estaba sin aliento por correr que había hecho para alcanzar al ex comandante militar, con su camisa y pantalón pulcramente planchados.
A pesar de que el hombre ya estaba fuera de servicio, su ropa parecía un uniforme.
—¿Bien?—su voz sonó tranquila.
Santana se paró frente a él, sintiendo como si estuviera desnuda.
La ropa que llevaba estaba arrugada y manchada. Su bata blanca de laboratorio tenía una mancha de café en la solapa. No había esperado visita, pero hoy parecía que todos querían hablar con ella.
La noche aún era joven y sabía que su ropa recibiría más manchas. Podía lanzarse rápidamente hacia el vestuario y cambiarse.
—Yo diría que depende de tu definición de bien—su voz se volvió más profunda—Al parecer, usted es importarte para mi hija, pero usted no se preocupa una mierda de sus sentimientos.
—Señor, yo…—Santana miró a su alrededor para ver si estaban teniendo una conversación privada o pública—Me preocupo por su hija.
—¿Seguro? ¿Entonces dígame porqué hay lágrimas en los ojos de mi hija? ¿Por qué tiene que dar excusas por su ausencia o su falta de interés en su familia?
—¿Podemos ir a tomar una taza de café?
Santana de repente se sintió como una adolescente, en su primera conferencia de la universidad, con la gente mirándola como si fuera una empollona, con ropa vieja y gafas gruesas.
Iba de una emoción a otra.
El pensamiento de herir a Brittany, envió una oleada de pánico a través de sus venas.
Cuando Frank se enfrentó a ella, acerca de Brittany, no estaba segura de qué decir ni qué hacer.
Nunca había tenido que enfrentarse a los padres de alguna novia suya. Pero aquí estaba, delante del Sr. Pierce, y sabía que hablar con este hombre era inevitable.
Sabía lo importante que la familia era para Brittany.
—Creo que eso es lo más inteligente que has dicho hasta ahora—Frank asintió y se volvió hacia la escalera que conducía a la cafetería—Vamos doctora.
Los pies de la mujer se habían congelado en el suelo.
Nunca había sentido las mariposas en su estómago, como las sentía en ese momento. Por su trabajo, había tenido corazones de la gente en sus manos, y nunca había tenido tanto miedo como ahora.
Ella siguió a un paso detrás del ex oficial naval.
Sabía que el papá de Brittany se había retirado después de una carrera impecable en el ejército.
Su nombre era Frank.
Su mamá se llama Whitney y ella tenía hermanos, Artie y había un par más, pero no podía recordar sus nombres.
Echó un rápido vistazo a Spencer que la miraba boquiabierta. Cuando la mano de la enfermera la había tocado en el brazo, supo que debía seguir a aquel hombre.
El corazón latía con demasiada fuerza.
Contuvo el aliento.
Frank Pierce entró en la cafetería, en dirección a la cafetera.
—¿Cómo se toma el café Dra. López?
—Sólo. Por favor, llámame Santana.
—¿Estás segura? Este es tu lugar de trabajo y no me gustaría disminuir tu rango frente a tus tropas.
—Estos son mis compañeros de trabajo. No suelo actuar de manera diferente frente a ellos—dijo mientras aceptaba la taza de café.
—¿Estás segura?—Frank levantó una ceja—A veces, cuando uno permite que sus tropas sepan su debilidad, uno no puede actuar como líder.
—Señor Pierce, le aseguro que conozco mi trabajo. Mi personal me respeta y confía en mi juicio. Como estoy segura de que su personal confía en su juicio—hizo un gesto hacia la mesa vacía junto a la ventana.
—No creo que vaya a ser fácil Dra. López—Frank dijo mientras se sentaba en la silla frente a Santana.
—Santana—trató de conseguir que el hombre terco la llamara por su nombre.
—Dra. López—Frank continuó.
—¿Por qué estás…?
Santana no quería entrar en una discusión con el papá de Brittany, la primera vez que hablaba con él.
—¿Haciéndolo tan difícil? Por favor, llámame Santana.
—¿Qué tipo de papá crees que sería, si te dejo deslizar que eres mejor por tener un título? ¿O dinero?
—Nunca dije nada de dinero.
—Sin embargo, te pones a la defensiva sobre el dinero—Frank contrarrestó—Si conozco a mi hija, y yo creo que la conozco mejor que tú, ella no se preocupa por cosas materiales—Frank volvió la taza de café entre sus manos ahuecadas—Lo que le importa es su familia, sus estudiantes, y sus amigos. Voy a suponer que las dos son más que amigas.
Santana sintió que el sorbo de café quemaba la parte posterior de su garganta. Trató de no dar ninguna señale reveladora de su nerviosismo.
Frank había llegado al hospital para hablar con ella.
Brittany no sabía nada acerca de las acciones de su papá. De lo contrario, probablemente le habría advertido de ello, durante la conversación telefónica que había tenido.
Había tristeza en la voz de la rubia, pero lo achacó a la decepción por el juego que sus chicas estaban haciendo esa noche. Si el equipo perdía, su temporada habría terminado.
—Mi pregunta Dra. López es si te preocupas por Brittany—Frank se inclinó hacia atrás en su silla, con los brazos abiertos de forma no amenazante—Porque la estás lastimando sin siquiera saberlo.
—Me preocupo por ella, señor—miró su posición y lo estudió—Mis intenciones no son para hacerle daño.
—Bueno lo estás haciendo—no le dio lugar para excusas—Como yo lo veo. Ella está herida, cuando mira a su alrededor y ve a sus hermanos con sus familias y ella está sola. Ella ha salido con otras personas, pero nunca he visto su mirada como si le falta algo en su vida.
—No lo sabía.
Sabía que se ponía a la defensiva, cada vez que Brittany le planteaba hablar de la familia.
Las dos se sentían incómodas.
Parecía que hubieran estado perdiendo el tiempo.
Tal vez Brittany debería haberle dicho lo importante que era su familia.
—¿Cuáles son sus intenciones con mi hija?—preguntó Frank. A pesar de la mirada de sorpresa que recibió de Santana, siguió adelante—Brittany parece que quiere pasar tiempo contigo. Espero que no la estés utilizando.
—Me gusta estar en su compañía—la sonrisa que iluminó el rostro de Santana era contagiosa—Ella es increíble. Me encanta cómo es, lo que hace, su paciencia con los estudiantes. ¿Sabía usted que ayudó, en la casa de Burt, después del accidente?
—Sí, yo también ayudé a limpiar la nieve de su entrada.
—Quiero pasar más tiempo con ella y ver a dónde va la relación.
—Entonces tengo una petición. Si lo que hay entre tú y mi hija continúa, no te interpongas entre Brittany y su familia. Somos un grupo difícil de hisopos y no nos tomamos a la ligera que alguien nos separe.
—Sé que es una familia muy unida pero ¿qué significa eso?
Santana estaba totalmente confundida por su última declaración. Su cabeza inclinada hacia un lado mientras escuchaba lo que salía de su boca.
Frank puso las manos sobre la mesa y se incorporó.
—Esta conversación es entre nosotros—se dio la vuelta y rápidamente salió de la cafetería.
Santana no se dio cuenta que había dejado de respirar hasta que desapareció.
No había duda de la familia de Brittany la amaba.
Estaban mirando hacia por ella, protegiéndola.
Dejó escapar un pequeño silbido.
Ahora sabía que estaba en sus manos hacer algo con la familia Pierce.
Dejó que sus hombros cayeran y se pasó las manos por el pelo. Sentada en medio de la cafetería del hospital, Frank Pierce le había advertido que no lastimara a su hija.
Tal vez debería terminar ahora.
Mejor ahora, estas de que el dolor que se apoderara de su cuerpo, y fuera insoportable.
Pero llevaba a Brittany en su corazón.
Sabía que le importaba demasiado.
Brittany le confesó su amor, en fin de semana del Día de San Valentín. Ella no había sabido cómo responder.
Brittany merecía mucho más de lo que ella podía darle.
—¿Sientes lástima por ti misma?—la voz de Spencer la sacó de la bruma de sus pensamientos—Ese hombre es una buena pieza, pero simplemente está protegiendo a sus parientes. Al igual que estoy haciendo yo contigo—Spencer se sentó en el asiento que Frank había dejado libre.
—No tengo una referencia para algo como esto.
Santana estaba un poco estupefacta.
Nunca imaginó tener que satisfacer al papá de Brittany, en estas circunstancias. Sabía que eventualmente tendría que reunirse con ellos, pero no así.
—El hombre ama a su hija. Él quiere mantenerla a salvo y feliz—Spencer sonrió a la médica y amiga—No todas las familias son como las que vemos aquí. O como lo que has pasado tú, Santana. Algunos realmente aman incondicionalmente.
—¿Incondicionalmente?
—Sí, me gustaría pensar que es lo que yo tengo con Tobby. Cuatro niños y años de matrimonio, es de esperar que nuestro amor sea incondicional—Spencer estiró una mano sobre la mesa y cubrió la de su amiga—Si tienes esta oportunidad, no dejes que se escape. Te recomiendo que hables con ella. Cuéntale sobre tus temores. Háblale sobre tu familia.
—Ella me preguntó y no pude responderle. Me sentía enferma. No quiero que piense mal de mí. Una vez que ella se entere, no sé cómo podría reaccionar.
—Ella no. He visto la forma en que te mira. Ella te amará todavía más por ello.
—Pero, ¿cómo voy a saberlo?
—Tienes que aprender a confiar en ella. Tienes que probar primero. No la dejes ir—Spencer le apretó los dedos.
Santana le apretó la mano de nuevo.
—Lo voy a intentar—miró hacia las luces de la cabeza de nuevo—Tengo que hacerlo.
—El domingo es día de Pascua. Tal vez sea el momento de conocer a su familia.
—Creo que tienes razón—tragó el nudo en la garganta.
Iba a tener que contarle a Brittany lo de sus padres.
Sintió que las lágrimas empezaban a brotar, como no lo habían hecho desde hacía veinte años.
No quería estar sola nunca más.
Quería a Brittany en su vida, y para conseguirlo, tendría que estar también, en su vida.
—Voy a bajar. Espero que estés ahí en pocos minutos. Tómate tu tiempo si tienes que hacerlo. Tal vez haz una llamada—Spencer le guiñó un ojo y la dejó pensando por su cuenta.
—Gracias Spenc—sacó su teléfono móvil y marcó el número de Brittany.
Miró el reloj.
Si Frank había llegado al hospital después del partido, sabía Brittany estaría todavía en el gimnasio.
—¡Hola! Me gustaría hablar contigo de nuevo esta noche. ¿Sabes una cosa?
—Hola… ¿qué?
—¡Ganamos!
—Eso está muy bien. No puedo creerlo. ¡Felicidades!
—Jugamos de nuevo el sábado—la voz de Brittany bajó un poco.
—¿El sábado? No íbamos a tener gente viendo los partidos de la NCAA?
—Puedo llamar a todos y cancelarlo.
—No, podré manejarlo. Pero vendrás después de tu partido, ¿verdad?
—San, ¿estás segura? Yo sé que no es…
—Está bien. Me alegro de que ganaran. Me puedes contar cómo ha sido el partido cuando te vea…—puso la mano en la mejilla.
Pasaban noches en la casa de la otra, pero no habían hablado de verse hasta el sábado.
—¿Estás bien?—preguntó Brittany—¿Pasó algo?
—No… no Sólo quería escuchar tu voz—sonrió en el teléfono.
Escuchar la voz de Brittany era como una cálida manta sobre el alma de Santana.
—Nos vemos el sábado, Britt-Britt.
—No, San, estaré en tu casa cuando llegues a casa. Adiós.
Brittany colgó el teléfono y Santana se quedó sentada, en medio de la cafetería, sonriendo como una tonta.
—Respira, López, respira—Santana, dijo en voz alta mientras se ponía de pie.
Era otra cena familiar en domingo, sin Santana.
Quería que la médica conociera a su familia, y se convirtiera en parte de la extensa red de su familia, que incluía las esposas de sus hermanos.
Cuando Artie se aclaró la garganta, lo miró a los ojos, de color de acero.
—Lo siento—murmuró mientras Artie se retiró el plato y se lo pasó a Frank.
El último fin de semana había sido genial, justo hasta el momento en que pidió a Santana que conociera a su familia.
[Flashback
Estaban tumbadas desnudas en la gran cama de matrimonio del hotel.
En brazos de Santana, se sentía más cerca de ella que cualquier otro ser humano. Quería saber más acerca de esa mujer que hacía que su sangre corriera por sus venas.
Deslizó sus dedos a lo largo de las costillas de la médica, señalando lo delgada que estaba, pudiendo sentir el contorno de cada hueso.
Tenía la cabeza apoyada en el hombro de Santana. Estaban despiertas, disfrutando de la mañana tranquila, bajo el resplandor del sol de las primeras horas.
—Háblame de tu familia—dijo mientras besaba el cuello de Santana.
Como si el viento del norte hubiera barrido la habitación, la temperatura bajó cuando Santana se puso rígida inmediatamente. Brittany cerró los ojos, sabía que había cometido un error.
Este era el tema con el que ya había tropezado la noche en que habían estado en Johnny.
Pensó que después de algún tiempo, Santana se abriría y le contaría algo de su vida. En cambio, sitió la frialdad de hombro bajo su mejilla.
—No—la respuesta de Santana era tranquila, pero firme.
Brittany continuó sus caricias, con la esperanza de limpiar el aire de la tensión que ahora se cernía sobre ellas.
Podía sentir la retirada de Santana.
Sus miembros comenzaron a moverse, mirando hacia el reloj de la mesita de noche. Brittany esperaba que la excusa del trabajo apareciera en cualquier momento incómodo.
—No—habló antes de Santana. Se apoyó en un codo—Si me dices que tienes que irte al hospital, lo dejamos todo en este momento.
—¿Qué?—los ojos oscuros de Santana se abrieron en estado de shock.
—Tienes que darme una oportunidad San. Cada vez que te pregunto algo personal o te parece incómodo huyes de mí—rozó sus labios sobre Santana—No me dejes fuera. Por favor, quiero conocerte—Brittany colocó su mano plana contra el esternón de Santana—Quiero saber todo de ti. Sé que hay algunas cosas que no son fáciles o bonitas.
—No sabes ni la mitad, Britt—Santana trató de rodar lejos.
—Tienes razón—la dejó escapar de su cercanía—El tema es que quiero saber sobre ello. No voy a juzgarte a ti o a tu familia.
Santana sacó las piernas por un lado de la cama. Se quedó mirando hacia la ventana que daba hacia el puerto, con un gesto nervioso, que la rubia pudo apreciar.
Al igual que las nubes grises oscuras que bailaban sobre el puerto, se preguntó si sería capaz de capear el temporal de la familia de Santana.
—No estés tan segura de eso Britt—la voz de Santana era demasiado sería, mientras continuaba mirando a la ventana.
Brittany tiró de una manta, a su alrededor, para protegerse del frío que sentía desde que había sacado el tema de conversación.
—Háblame San—se apoyó en la espalda de la morena, deseando poder retomar las palabras que provocaron este cambio repentino—Te quiero—besó su cuello mientras sentía que su corazón se rompía.
Cualquiera que fuera lo que había pasado con los padres de Santana, toda causaban un fuerte control sobre ella.
—No sé lo que eso significa—Santana confesó.
Mucha gente se lo había dicho a través de los años.
Rachel, Blaine y Spencer le habían dicho que la amaban.
Sus padres le dijeron lo mismo.
El amor para ella era un pase libre de dolor.
Amor significaba traición.
El amor era nada más que dolor.
—Significa que me preocupo por ti. Estar para ti, apoyarte, creer en ti. Cuando los tiempos se pongan difíciles, quiero ser la persona a la que recurras.
—¿Y si no puedo?
—Podemos trabajar en ello. Yo… yo sólo quiero compartir cosas contigo. Mis pensamientos, mi futuro y tal vez un día, mi vida. Sé que esto es todo nuevo y va muy rápido, pero San, te quiero en mi vida.
Envolvió sus brazos alrededor de la cintura de la médica. Cuando ésta presionó sus manos contra los brazos de Brittany, tuvo una chispa de esperanza de que algún día podría devolverle esos mismos sentimientos.
—Esto es nuevo para mí—se recostó en el calor de Brittany—Con Dani, no había palabras. Era una relación egoísta. Al final, no nos importaba lo que hacía la otra—se rio un poco—Creo que me sentí aliviada cuando la cogí en la cama con la enfermera. Era una manera fácil de salir de la relación.
—¿Quieres salir de esto?—Brittany sintió el escozor de las lágrimas mientras su voz se quebró un poco.
—No… no…—se volvió trayendo sus labios y presionando a Brittany contra el colchón—Te deseo, Britt—se deslizó bajo la manta, deslizando su muslo entre las piernas de la rubia—Todo el tiempo. Debería ser un delito.
Brittany se puso las manos en la parte posterior de su cuello.
—Tiempo Britt, necesito que me des algo de tiempo.
Fin Flashback
Tiempo, esa la palabra tenía una gran cantidad de significados.
Sin embargo, nunca era suficiente.
Nunca era el momento adecuado.
El tiempo nunca podría ser reparado.
Le había pedido tiempo y ella se lo estaba dando.
Por difícil que fuera, continuó apareciendo sola, en las cenas en casa de sus padres.
Miró a las familias de sus hermanos, todos estaban dispuestos a conocer a su familia. De hecho, las únicas novias que sus hermanos habían traído a casa de sus padres, eran las mujeres que ahora estaban sentadas alrededor de la mesa.
¿Había alguien más querría conocer a su familia?
Al parecer, no de momento.
Tenía amigos que su familia había conocido.
Quinn prácticamente había pasado los veranos con los Pierce, jugando a baloncesto en la entrada de la casa familiar.
Artie todavía bromeaba con Mike sobre el enamoramiento que había tenido éste con Quinn.
—¿Qué te pasa?—Frank le preguntó al pasarle el plato de puré de papas.
La miraba fijamente a los ojos.
Era un rasgo de sus padres, siempre pendientes de sus hijos.
—Nada—Brittany movió su tenedor a través de sus guisantes, separándolos en pequeños montones, como si fuera un general alineando sus tropas, que se alinearon sus verduras en su tenedor.
—¿Cuándo es el próximo partido?—Whitney preguntó, detectando el estado de ánimo de su hija, que no tenía nada que ver con nadie de la mesa.
—La próxima semana.
—Bueno, puedo llevar a los niños a ver el partido—Sam, su hermano mayor, dijo mientras agarraba un rollo de pan de la canasta delante de ella.
—No te lo aconsejo. Estamos jugando muy por debajo de nuestro nivel.
—Britty, su equipo es muy bueno. No dejes que un accidente de autobús, hace cuatro semanas, enturbie sus logros—Frank elevó la voz.
—Fue hace siete semanas. Casi dos meses.
Era cuando había conocido a Santana.
Llevaba durmiendo con ella desde hacía dos semanas.
Estaba en medio del tiempo de espera.
Tiempo que la había dado a su amante.
Estaba empezando a odiar la palabra.
—Hey, ¿sigues viendo a la médica?—preguntó Artie.
—¿Qué es esto? ¿La Inquisición española?—dejó su tenedor en la mesa y se quedó mirando los rostros de su familia.
—Calabaza, sólo estamos preocupados. No estás diciendo nada, sólo estás jugando con la comida, como los gemelos—Frank estiró su mano y la posó sobre su brazo—Si algo te molesta, preferimos que nos lo digas, y no tener que hacerte tantas preguntas.
—Sabemos que te pasa algo. Llevas un par de semanas que no eras tú, estás triste—Artie dio un codazo a su lado.
—Mi equipo probablemente será aplastado el próximo partido—dejó escapar un suspiro—Es difícil guiarlas sabiendo que el rival tiene un mejor conjunto de habilidades y experiencia.
Sabía que las chicas acabarían decepcionadas.
Sus mejores jugadoras, Hanna Marin y Michelle Stanley estarían sentadas en el banquillo por sus lesiones, tras el accidente. Sin ellas, no había forma de que el resto del equipo pudiera hacer frente a las Bearcats.
—Será duro terminar así la temporada.
—¿Y la doctora?—Artie sondeó.
—Sí, todavía estoy viendo a Santana. Me gustaría que pudiera conocerlos a todos, pero tiene mucho trabajo.
Frank tosió, como si fuera un gruñido.
—Bueno, estoy segura que es una mujer ocupada—Whitney dobló la servilleta y se movió en su silla junto a Frank.
Era lo mismo que su mamá venía diciendo las últimas cuatro semanas.
Había una mezcla de acuerdos verbales y no verbales alrededor de la mesa.
Brittany miró las caras, que evitaban mirarla.
Sabía dónde estaba su corazón.
Santana significaba mucho para ella, y era obvio que su familia estaba preocupada por ella, por su relación con la otra mujer.
Sabía que si Santana fuera un hombre, de cada uno de sus hermanos encontraría la manera de enfrentarse a la médica.
Sam se aclaró la garganta y miró hacia su hijo, Jake.
—Nos gustaría ir al partido. ¿Tienes algún problema con eso?
—No… Me encantaría que tú y Jake vinieran, pero no esperes una victoria.
—O conocer a la médica pronto—Mike agregó.
Toda la mesa quedó en silencio.
La boca de Brittany se abrió ligeramente.
—Cariño—Tina, la esposa de Mike, empezó—Recuerdo una vez, cuando no querías tener nada que ver con mi familia—continuó dando de comer a los dos niños pequeños en las sillas altas a su lado.
—Eso era porque…—Mike se detuvo a media frase—A veces, me olvido de la buena familia que tengo. Tenemos una ventaja. Fuimos criados en una familia que nos amó. No teníamos las penurias que otras familias pasan—miró a su esposa, luego a su hermana—Britt, a veces, tienes que mostrar a alguien lo que es tener una familia amorosa. Hay gente por ahí que sólo asocia el dolor a la palabra familia. Si ella se preocupa por ti, entrará en razón.
—Eso espero Mike. Realmente lo espero—Brittany respondió con la cabeza gacha.
No le importaba lo que pensara su familia. Santana había tenido una vida dura y ella no iba a criticarla.
—Dale tiempo Britt. Si ella es inteligente, sabrá lo buen partido que eres—Tina sonrió mientras continuaba acercando la cuchara de comida a la boca de los gemelos.
La palabra temida hora se deslizaba por el aire.
Brittany no quería llegar a un acuerdo. Quería a Santana en la mesa con ella, al igual que su cuñada.
—Gracias—dejó saber a su cuñada que apreciaba la sabiduría compartida.
Todavía tenía dudas en su mente, sobre lo que sentía Santana por ella. Ella había hablado palabras de amor, pero Santana no sabía qué hacer con ellas.
Mike estaba en lo cierto.
Él sabía que la vida de la familia de Tina no había sido nada buena, cuando la conoció.
Le costó mucho tiempo a Tina a salir con él.
Y mucho más tiempo pasó hasta que accedió a casarse con él.
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—¡Muy bien, ¿qué sigue?!
Santana rebotó sobre sus talones, mirando el tablero blanco suspendido tras el escritorio de administración.
—¡Mira eso!—Spencer exclamó.
La enfermera se puso de pie en el mostrador de admisión mirándola.
Junto a ella, Rachel y Mason estaban sonriendo. Ella sonrió mientras caminaba detrás del mostrador y dejaba el informe que había estaba revisando en su sitio.
—¿Qué pasa?—preguntó, mientras comprobaba la pizarra por si se había olvidado de algún caso.
—Creo que es una verdadera sonrisa lo que veo en tu rostro. ¿Qué puede haber causado eso?—Spencer continuaron.
—Oh, creo que puede ser que ya son casi las cinco y una rubia….
—Que tiene realmente un gran cuerpo—Mason terminó.
El rostro del hombre de pelo oscuro se puso rojo.
—Retrocede Mason—levantó un dedo a modo de advertencia, hacia el médico y amigo, mientras contenía su sonrisa.
—¿Se nota?
—Estás irradiando felicidad, cariño—Rachel dijo mientras entraba detrás de la mesa para dar un abrazo a su amiga—La parte más cutre de todo es que nunca puedo verte.
Por primera vez, entendió por qué nunca veía a sus amigos cuando comenzaba una nueva relación.
Rachel le dio un abrazo.
—Vamos, vamos a tomar el almuerzo.
—Spencer, estaré con Rach si me necesitas.
Vio el resplandor cruzar el rostro de la enfermera, mientras se alejaba rápidamente.
—Oh, ya verás cuando vuelvas—Rachel miró sobre su hombro mientras caminaba junto a Santana—¿Quieres salir a la cafetería?
—¿Te gusta vivir peligrosamente eh?—bromeó se acercaban a las escaleras.
—Deberías hablar con Spencer—Rachel gimió mientras seguía detrás del médico.
—Voy a llegar tarde por ese comentario—rio mientras se agarraba a la bandilla a lo largo de las escaleras—Ella empezó. Se ha burlado de mí en primer lugar—explicó cómo se dirigían a la cafetería.
Rachel estaba junto con ella, deslizando sus bandejas a lo largo de los rieles de aluminio. Agarró una ensalada y medio club sándwich. Rachel eligió un plato de ensalada de pollo y una soda. Santana pagó por sus comidas.
—En serio, te veo muy feliz—Rachel dijo mientras tomaba asiento frente a la morena alta—Si Brittany hace esto en ti, entonces estoy más que feliz por ti.
—Nunca pensé—Santana hizo una pausa, esperando que no maldecirse a sí misma—Que me gustaría ser tan feliz.
—Esto demuestra, que nunca lo fuiste con Dani o ¿cómo se llama esa chica? La otra médica.
—Caramba… umm…. Gabby—recordó a su compañero de clase, con la que salió durante un corto período de tiempo—Ella era una buena chica.
—Si seguro.
—No, en serio. Aquello no acabó bien, porque creo que en realidad estaba esperando a Brittany. Ahora lo sé.
—Estas realmente enamorada—Racehl levantó su tenedor y apuntó a Santana.
Vio el enrojecimiento en el rostro de su amiga.
—Bueno, ¿y qué hay de ti? ¿Alguna nueva cita?
—Nada importante, pero en cuanto lo haya te lo haré saber—dijo Rachel.
Justo en ese momento el busca de Santana sonó.
—Urgencias. Me tengo que ir—fue al lado de Rachel y le dio un abrazo—Intentaré desayunar contigo el domingo.
—Es Pascua—Rachel la corrigió.
—Lo que sea... —dijo mientras se alejaba.
Voló por las escaleras a la planta baja del hospital. Abrió la puerta de la escalera a la planta de urgencias.
Spencer estaba sentada en el escritorio.
Al lado de ella, había una mujer joven y alta apoyada en un bastón. Santana se acercó a la enfermera jefe. Sin mirar, dijo Spencer:
—Tienes una visita.
Inspeccionó el paisaje de la sala de urgencias, en busca de algún rostro familiar.
Tal vez Brittany iba a sorprenderla.
En cambio, su atención volvió a la mesa principal. De pie en el centro de la sala de urgencias, estaba Michelle Stanley, con las manos en las caderas, esperando con impaciencia a alguien.
Se dio cuenta que la adolescente la estaba esperando.
—Señorita Stanley, ¿cómo puedo ayudarle?—preguntó mientras entraba detrás del escritorio.
—Necesitaba verte—Michelle contuvo la respiración por un momento, a la inquieta adolescente miró alrededor del hospital.
Alargó una mano para tocar la manga de Santana.
—Muy bien, ¿cómo puedo ayudarle?—pensó por qué esa estudiante de Brittany estaba de pie en la sala de urgencias, pidiendo que la viera.
Cogió un archivo de la cremallera y abrió la tapa metálica.
—Necesito…—la joven bajó la voz a un susurro—Tengo que ser examinada—el rostro de la joven se volvió de un rojo brillante.
—¿Qué problema médico tienes?—alzó los ojos hacia Spencer, que gesticulaba hacia las puertas de la entrada, al escuchar las sirenas llenar el aire fuera del edificio.
—Umm, creo que estoy en problemas—se quedó mirando a Santana, que esperaba obtener información adicional—Se trata más de una cuestión femenina. ¿Hay alguna forma de que puedas verme?—nuevo miró alrededor de la sala de urgencias.
—Michelle, yo no soy esa clase de médico. No veo pacientes privados. Puedo recomendarle algunos médicos. Yo no sería capaz de ayudarle—explicó con calma, mientras miraba el reflejo de las luces de la ambulancia, contra las paredes de bloques de cemento.
Unos segundos después, la ambulancia era visible a través de las puertas batientes y ventanas.
—Lo siento—dijo mientras colocaba el estetoscopio alrededor de su cuello.
Dejó a Michelle de pie en el mostrador mientras corría para atender a la camilla que traía un paciente, empujado por dos técnicos.
—No tanto como lo vas a sentir—murmuró en voz baja, mientras se giraba para enfrentarse a la Jefa de enfermeras Spencer.
La mujer se quedó mirando a la adolescente.
—¿Qué dijiste?—Spencer se enfrentó a la mocosa, que había entrado en la sala de urgencias como si fuera su propio reino.
—Métete en tus asuntos—Michelle dijo.
Spencer había visto y oído todo.
Esta chica parecía traer problemas.
Spencer la miró enfadada.
—¡Sal de aquí antes de que llame a seguridad!—Spencer ordenó.
La joven echó la cabeza hacia atrás y se rio de la enfermera.
—No te preocupes, volveré antes de lo que piensas—y se giró para irse, golpeándose contra el escritorio y tirando parte de los informes que estaban sobre el mismo, y sobresaltando a Sue—¡Mira lo que me hiciste hacer!—Michelle gritó y de inmediato comenzó a derramar lágrimas.
Spencer miró hacia el empleado de admisión, para ver si él había sido testigo de los hechos reales.
—Llama a seguridad—Spencer repitió, haciendo un gesto hacia la cámara que capturó todo el incidente.
Las lágrimas de Michelle rápidamente desaparecieron cuando se volvió y salió por las puertas de urgencias.
—Víbora—Spencer dijo, aún sintiendo el aguijón del comentario de Michelle.
Miró alrededor de la sala de urgencia, buscando a Santana. Tenía que decirle a la rubia lo que aquella joven había hecho, cuando la doctora se había marchado.
No había tiempo.
Vio a Santana gritar órdenes a cabo en la sala.
No se las daba a nadie en particular, pero ésta era la forma en que funcionaban en urgencias. Los médicos daba órdenes y las enfermeras obedecía.
Si había algún médico con menos experiencia, las enfermeras daban las órdenes. Con la Dra. López, el personal seguía las órdenes, sin cuestionarlas.
Trataba a las enfermeras como un médico.
Su opinión contaba.
Si una enfermera tenía una preocupación con el cuidado de un paciente, sabían que podían recurrir a la doctora.
Ahí todos eran iguales a los ojos de la Dra. López.
Tres horas más tarde, Spencer volvió al mostrador de Admisiones, cuando un hombre, con rasgos asiáticos y el pelo negro, se acercó al escritorio.
Sus rápidas miradas hacia urgencias, transmitieron el mensaje de que estaba buscando a una persona específica.
Spencer buscó las protuberancias evidentes bajo el área de la axila o la cubierta de la banda de la cintura por una camisa o chaqueta.
Era miércoles, el día más lento, de acuerdo a las estadísticas de las salas de urgencias, por algún grupo que tenía el tiempo para contar el número de casos que se rompieron por las puertas dobles.
—Buenas noches, bienvenido a Jessup hospital. ¿Cómo puedo ayudarle?—Spencer lo saludó, como si el hombre frente a ella fuera un oficial de policía o un inspector del Estado.
—Estoy buscando a la doctora Santana López—el hombre dijo mientras Santana salía de detrás de la cortina de seis, donde el niño y su mamá, estaban esperando los resultados de un TAC, tras haber sufrido un desmayo en la escuela.
—¿Tiene usted una cita o puedo transmitir un mensaje a la Dra. López?—Spencer había estado en urgencias muchos años, y sabía que muchas veces, los familiares de algún paciente, solía pedir hablar con los doctores, que habían tratado a sus familiares, sobre todo durante los últimos momentos de su vida.
—Se trata más de un asunto personal—Frank Pierce sonrió a la enfermera detrás del escritorio—Si ve a la Dra. López por favor dígale que Frank Pierce quisiera que le ofreciera un momento de su tiempo—Él asintió con la cabeza educadamente y empezó a retroceder hasta el aparcamiento.
—¡Señor Pierce!—Santana gritó, mientras se acercaba al hombre, con su corazón latiendo a toda velocidad.
Su principal preocupación era el bienestar de Brittany.
Sabía que el equipo tenía un partido de esta noche y no había hielo en las carreteras.
—Britt... Brittany, ¿es que le ha pasado algo, está bien?
Estaba sin aliento por correr que había hecho para alcanzar al ex comandante militar, con su camisa y pantalón pulcramente planchados.
A pesar de que el hombre ya estaba fuera de servicio, su ropa parecía un uniforme.
—¿Bien?—su voz sonó tranquila.
Santana se paró frente a él, sintiendo como si estuviera desnuda.
La ropa que llevaba estaba arrugada y manchada. Su bata blanca de laboratorio tenía una mancha de café en la solapa. No había esperado visita, pero hoy parecía que todos querían hablar con ella.
La noche aún era joven y sabía que su ropa recibiría más manchas. Podía lanzarse rápidamente hacia el vestuario y cambiarse.
—Yo diría que depende de tu definición de bien—su voz se volvió más profunda—Al parecer, usted es importarte para mi hija, pero usted no se preocupa una mierda de sus sentimientos.
—Señor, yo…—Santana miró a su alrededor para ver si estaban teniendo una conversación privada o pública—Me preocupo por su hija.
—¿Seguro? ¿Entonces dígame porqué hay lágrimas en los ojos de mi hija? ¿Por qué tiene que dar excusas por su ausencia o su falta de interés en su familia?
—¿Podemos ir a tomar una taza de café?
Santana de repente se sintió como una adolescente, en su primera conferencia de la universidad, con la gente mirándola como si fuera una empollona, con ropa vieja y gafas gruesas.
Iba de una emoción a otra.
El pensamiento de herir a Brittany, envió una oleada de pánico a través de sus venas.
Cuando Frank se enfrentó a ella, acerca de Brittany, no estaba segura de qué decir ni qué hacer.
Nunca había tenido que enfrentarse a los padres de alguna novia suya. Pero aquí estaba, delante del Sr. Pierce, y sabía que hablar con este hombre era inevitable.
Sabía lo importante que la familia era para Brittany.
—Creo que eso es lo más inteligente que has dicho hasta ahora—Frank asintió y se volvió hacia la escalera que conducía a la cafetería—Vamos doctora.
Los pies de la mujer se habían congelado en el suelo.
Nunca había sentido las mariposas en su estómago, como las sentía en ese momento. Por su trabajo, había tenido corazones de la gente en sus manos, y nunca había tenido tanto miedo como ahora.
Ella siguió a un paso detrás del ex oficial naval.
Sabía que el papá de Brittany se había retirado después de una carrera impecable en el ejército.
Su nombre era Frank.
Su mamá se llama Whitney y ella tenía hermanos, Artie y había un par más, pero no podía recordar sus nombres.
Echó un rápido vistazo a Spencer que la miraba boquiabierta. Cuando la mano de la enfermera la había tocado en el brazo, supo que debía seguir a aquel hombre.
El corazón latía con demasiada fuerza.
Contuvo el aliento.
Frank Pierce entró en la cafetería, en dirección a la cafetera.
—¿Cómo se toma el café Dra. López?
—Sólo. Por favor, llámame Santana.
—¿Estás segura? Este es tu lugar de trabajo y no me gustaría disminuir tu rango frente a tus tropas.
—Estos son mis compañeros de trabajo. No suelo actuar de manera diferente frente a ellos—dijo mientras aceptaba la taza de café.
—¿Estás segura?—Frank levantó una ceja—A veces, cuando uno permite que sus tropas sepan su debilidad, uno no puede actuar como líder.
—Señor Pierce, le aseguro que conozco mi trabajo. Mi personal me respeta y confía en mi juicio. Como estoy segura de que su personal confía en su juicio—hizo un gesto hacia la mesa vacía junto a la ventana.
—No creo que vaya a ser fácil Dra. López—Frank dijo mientras se sentaba en la silla frente a Santana.
—Santana—trató de conseguir que el hombre terco la llamara por su nombre.
—Dra. López—Frank continuó.
—¿Por qué estás…?
Santana no quería entrar en una discusión con el papá de Brittany, la primera vez que hablaba con él.
—¿Haciéndolo tan difícil? Por favor, llámame Santana.
—¿Qué tipo de papá crees que sería, si te dejo deslizar que eres mejor por tener un título? ¿O dinero?
—Nunca dije nada de dinero.
—Sin embargo, te pones a la defensiva sobre el dinero—Frank contrarrestó—Si conozco a mi hija, y yo creo que la conozco mejor que tú, ella no se preocupa por cosas materiales—Frank volvió la taza de café entre sus manos ahuecadas—Lo que le importa es su familia, sus estudiantes, y sus amigos. Voy a suponer que las dos son más que amigas.
Santana sintió que el sorbo de café quemaba la parte posterior de su garganta. Trató de no dar ninguna señale reveladora de su nerviosismo.
Frank había llegado al hospital para hablar con ella.
Brittany no sabía nada acerca de las acciones de su papá. De lo contrario, probablemente le habría advertido de ello, durante la conversación telefónica que había tenido.
Había tristeza en la voz de la rubia, pero lo achacó a la decepción por el juego que sus chicas estaban haciendo esa noche. Si el equipo perdía, su temporada habría terminado.
—Mi pregunta Dra. López es si te preocupas por Brittany—Frank se inclinó hacia atrás en su silla, con los brazos abiertos de forma no amenazante—Porque la estás lastimando sin siquiera saberlo.
—Me preocupo por ella, señor—miró su posición y lo estudió—Mis intenciones no son para hacerle daño.
—Bueno lo estás haciendo—no le dio lugar para excusas—Como yo lo veo. Ella está herida, cuando mira a su alrededor y ve a sus hermanos con sus familias y ella está sola. Ella ha salido con otras personas, pero nunca he visto su mirada como si le falta algo en su vida.
—No lo sabía.
Sabía que se ponía a la defensiva, cada vez que Brittany le planteaba hablar de la familia.
Las dos se sentían incómodas.
Parecía que hubieran estado perdiendo el tiempo.
Tal vez Brittany debería haberle dicho lo importante que era su familia.
—¿Cuáles son sus intenciones con mi hija?—preguntó Frank. A pesar de la mirada de sorpresa que recibió de Santana, siguió adelante—Brittany parece que quiere pasar tiempo contigo. Espero que no la estés utilizando.
—Me gusta estar en su compañía—la sonrisa que iluminó el rostro de Santana era contagiosa—Ella es increíble. Me encanta cómo es, lo que hace, su paciencia con los estudiantes. ¿Sabía usted que ayudó, en la casa de Burt, después del accidente?
—Sí, yo también ayudé a limpiar la nieve de su entrada.
—Quiero pasar más tiempo con ella y ver a dónde va la relación.
—Entonces tengo una petición. Si lo que hay entre tú y mi hija continúa, no te interpongas entre Brittany y su familia. Somos un grupo difícil de hisopos y no nos tomamos a la ligera que alguien nos separe.
—Sé que es una familia muy unida pero ¿qué significa eso?
Santana estaba totalmente confundida por su última declaración. Su cabeza inclinada hacia un lado mientras escuchaba lo que salía de su boca.
Frank puso las manos sobre la mesa y se incorporó.
—Esta conversación es entre nosotros—se dio la vuelta y rápidamente salió de la cafetería.
Santana no se dio cuenta que había dejado de respirar hasta que desapareció.
No había duda de la familia de Brittany la amaba.
Estaban mirando hacia por ella, protegiéndola.
Dejó escapar un pequeño silbido.
Ahora sabía que estaba en sus manos hacer algo con la familia Pierce.
Dejó que sus hombros cayeran y se pasó las manos por el pelo. Sentada en medio de la cafetería del hospital, Frank Pierce le había advertido que no lastimara a su hija.
Tal vez debería terminar ahora.
Mejor ahora, estas de que el dolor que se apoderara de su cuerpo, y fuera insoportable.
Pero llevaba a Brittany en su corazón.
Sabía que le importaba demasiado.
Brittany le confesó su amor, en fin de semana del Día de San Valentín. Ella no había sabido cómo responder.
Brittany merecía mucho más de lo que ella podía darle.
—¿Sientes lástima por ti misma?—la voz de Spencer la sacó de la bruma de sus pensamientos—Ese hombre es una buena pieza, pero simplemente está protegiendo a sus parientes. Al igual que estoy haciendo yo contigo—Spencer se sentó en el asiento que Frank había dejado libre.
—No tengo una referencia para algo como esto.
Santana estaba un poco estupefacta.
Nunca imaginó tener que satisfacer al papá de Brittany, en estas circunstancias. Sabía que eventualmente tendría que reunirse con ellos, pero no así.
—El hombre ama a su hija. Él quiere mantenerla a salvo y feliz—Spencer sonrió a la médica y amiga—No todas las familias son como las que vemos aquí. O como lo que has pasado tú, Santana. Algunos realmente aman incondicionalmente.
—¿Incondicionalmente?
—Sí, me gustaría pensar que es lo que yo tengo con Tobby. Cuatro niños y años de matrimonio, es de esperar que nuestro amor sea incondicional—Spencer estiró una mano sobre la mesa y cubrió la de su amiga—Si tienes esta oportunidad, no dejes que se escape. Te recomiendo que hables con ella. Cuéntale sobre tus temores. Háblale sobre tu familia.
—Ella me preguntó y no pude responderle. Me sentía enferma. No quiero que piense mal de mí. Una vez que ella se entere, no sé cómo podría reaccionar.
—Ella no. He visto la forma en que te mira. Ella te amará todavía más por ello.
—Pero, ¿cómo voy a saberlo?
—Tienes que aprender a confiar en ella. Tienes que probar primero. No la dejes ir—Spencer le apretó los dedos.
Santana le apretó la mano de nuevo.
—Lo voy a intentar—miró hacia las luces de la cabeza de nuevo—Tengo que hacerlo.
—El domingo es día de Pascua. Tal vez sea el momento de conocer a su familia.
—Creo que tienes razón—tragó el nudo en la garganta.
Iba a tener que contarle a Brittany lo de sus padres.
Sintió que las lágrimas empezaban a brotar, como no lo habían hecho desde hacía veinte años.
No quería estar sola nunca más.
Quería a Brittany en su vida, y para conseguirlo, tendría que estar también, en su vida.
—Voy a bajar. Espero que estés ahí en pocos minutos. Tómate tu tiempo si tienes que hacerlo. Tal vez haz una llamada—Spencer le guiñó un ojo y la dejó pensando por su cuenta.
—Gracias Spenc—sacó su teléfono móvil y marcó el número de Brittany.
Miró el reloj.
Si Frank había llegado al hospital después del partido, sabía Brittany estaría todavía en el gimnasio.
—¡Hola! Me gustaría hablar contigo de nuevo esta noche. ¿Sabes una cosa?
—Hola… ¿qué?
—¡Ganamos!
—Eso está muy bien. No puedo creerlo. ¡Felicidades!
—Jugamos de nuevo el sábado—la voz de Brittany bajó un poco.
—¿El sábado? No íbamos a tener gente viendo los partidos de la NCAA?
—Puedo llamar a todos y cancelarlo.
—No, podré manejarlo. Pero vendrás después de tu partido, ¿verdad?
—San, ¿estás segura? Yo sé que no es…
—Está bien. Me alegro de que ganaran. Me puedes contar cómo ha sido el partido cuando te vea…—puso la mano en la mejilla.
Pasaban noches en la casa de la otra, pero no habían hablado de verse hasta el sábado.
—¿Estás bien?—preguntó Brittany—¿Pasó algo?
—No… no Sólo quería escuchar tu voz—sonrió en el teléfono.
Escuchar la voz de Brittany era como una cálida manta sobre el alma de Santana.
—Nos vemos el sábado, Britt-Britt.
—No, San, estaré en tu casa cuando llegues a casa. Adiós.
Brittany colgó el teléfono y Santana se quedó sentada, en medio de la cafetería, sonriendo como una tonta.
—Respira, López, respira—Santana, dijo en voz alta mientras se ponía de pie.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
mmmm,.. el pa de britt ya marco el territorio jajaja
a pesar del miedo san tiene que habar.. y a ver que pasa,..
a ver que locura hace Michelle,.. no me gusta nada!!
nos vemos!!!
mmmm,.. el pa de britt ya marco el territorio jajaja
a pesar del miedo san tiene que habar.. y a ver que pasa,..
a ver que locura hace Michelle,.. no me gusta nada!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
que exigente la familia de Brittany, la rubia tambien quiere recibir mas de lo que da. no entiende a santana. pero en todo caso la relacion me tiene viendo estrellas.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
mmmm,.. el pa de britt ya marco el territorio jajaja
a pesar del miedo san tiene que habar.. y a ver que pasa,..
a ver que locura hace Michelle,.. no me gusta nada!!
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajaja todo un don pollo defendiendo a su hija jjajajajaja. Mmmm de que tiene, tiene... esperemos y si xD ajajajajajaja. Mmm esa niña, esa niña ¬¬ ni a mi ¬¬ Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:que exigente la familia de Brittany, la rubia tambien quiere recibir mas de lo que da. no entiende a santana. pero en todo caso la relacion me tiene viendo estrellas.
Hola, todo por su hija y hermana, no¿? =O crees tu¿? aunk ella pide, pero no exige. Jajajajajaja esk ese efecto causan las brittana ajajajjaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 11
Capitulo 11
El timbre sonó dos veces.
Santana se trasladó desde la cocina a la sala de la entrada principal. Se detuvo en el aparador para revisar su pelo en el espejo.
Sabiendo lo que Brittany era una gran fan del baloncesto, le había sugerido que reuniera a sus amigas a ver el torneo de baloncesto de la NCAA en su casa.
Había varios partidos, pero el de Maryland sería el mejor para ver.
Llevaba un jersey de cuello rojo, de la Universidad de Maryland, un pantalón vaquero y un par de botas negras.
El timbre volvió a sonar y las voces desde el porche delantero de la casa se escucharon.
Al tirar de la cortina, detrás de las luces de posición, pudo ver el rostro severo de Quinn Fabray y Maxine Kendall.
Las amigas de Brittany fueron las primeros en llegar, y Brittany no estaba ahí para darles la bienvenida.
—Vamos Doc, tengo frío—Quinn gritó, cuando vio el movimiento de la cortina.
—Lo siento chicas—dijo mientras abría la puerta—Denme sus abrigos.
Quinn se quitó la cazadora de cuero y se la entregó, entrando en el interior de la casa de la médica.
Se dio la vuelta estudiando la decoración.
—Esto es realmente agradable. ¿La compraste así?
—Ojalá. Me hice un montón de reformas yo misma. Habitación por habitación. La he reformado toda entera. El lugar era un desastre cuando lo compré—Santana pasó la mano por la barandilla, recordando todos los sudores, dolores y astillas que tuvo que pasar.
—¿Es ésta una de esas que se vendían por un dólar?—Maxie preguntó mientras dejaba, en el suelo, las doce latas de cerveza, mientras se quitaba la chaqueta.
La ciudad de Baltimore había adoptado un programa similar al de Washington DC. Muchas casas en ruinas habían sido vendidas al público por tan poco como un dólar.
El comprador se comprometía a arreglar la vivienda y vivir en ella, durante al menos cuatro años.
La casa de Santana había sido una de las casas que drogadictos, prostitutas y vagabundos habían ocupado. Le llevó más de un año, ponerla en condiciones para poder entrar a vivir, pero la inversión había valido la pena.
—Sí, se trataba del mismo programa pero te asegurado que fue por más de un dólar. El acuerdo es que hay que vivir en la casa durante al menos cuatro años. Y llevo aquí seis—tomó la chaqueta que Maxie le ofrecía y la metió en el armario del pasillo—Entren, están en su casa. Britt tenía partido, pero llegará tan pronto como pueda. Hay comida en la cocina y una pantalla grande…
—¡Guau!—la voz de Quinn llenó el aire—Qué bonita cocina.
—Sí, la conseguí en un buen acuerdo.
Entró en la cocina, donde Maxie estaba deslizando la mano por la encimera de granito. Quinn estaba mirando el rango superior de gas.
Las mujeres sonrieron a la vez.
—¿Qué?—preguntó Santana.
—Seguro que a Britt le encanta esta cocina—Quinn dijo, sabiendo el amor de su amiga por la cocina—¿Ha cocinado para ti?
—Me lo ha prometido, pero todavía no, aunque lo estoy deseando—rio mientras cogía un trozo de apio de la bandeja de verduras.
Maxie parecía un poco incómoda.
Santana sabía que la vicepresidente del banco aún tenía sentimientos por Brittany.
Como un acto de buena fe, Santana haría un esfuerzo por ser amable con ella.
—Entonces, ¿a quién más has invitado a esta fiesta?—Quinn preguntó mientras se metió un pedazo de queso en la boca.
—Rach, ella es una EMT que trabaja para el hospital condado. Creo que es posible que hayas coincidido con ella en el hospital.
Observó con interés mientras la policía asentía, de pie en la cocina con las manos en las caderas.
—Blaine y Kurt seguramente también se dejarán caer. Yo trabajo con Blaine, y Kurt es su pareja. Ellos se van a beneficiar de la cena.
—Parece que no tienes a mucha gente a tu alrededor—Maxie comentó mientras vagaba por la sala de estar.
El comentario la había dolido.
No dejó que se diera cuenta de ello.
Sabía que tenía una cantidad limitada de amigos y nada de familia.
—Eso no es importante Max—Quinn comentó, volviéndose al ver a Rachel en el porche trasero—Parece que tienes una nueva llegada—Quinn abrió la puerta y cogió una de las bolsas que caían de las manos de Rachel—Lo tengo.
Rachel dio un respingo rápido.
La policía que había visto en el hospital estaba en la cocina de su amiga.
—Número 3.
—¿Qué?—Quinn la miró interrogante.
—Es el síndrome de Tourette—intervino Santana, al ver la cara roja de su amiga Rachel—Sólo la han dejado fuera para el fin de semana—agarró la otra bolsa de la mano de Rachel.
Esta se limpió las botas en la entrada.
—Rach, esta es Quinn Fabray. Quinn, Rachel Berry—señaló con la cabeza hacia la mujer de cabello castaño oscuro, justo cuando el timbre de la puerta sonó.
Sabía que Brittany vendría por la puerta trasera y nunca tocaba el timbre, así que no podía ser ella.
Esta noche, quería demostrarle a Brittany que estaba abierta a ser social, cumplimiento de sus amigos, y entreteniéndolos mientras ella estaba en su partido.
Mañana era Pascua.
Así que había añadido un nuevo optimismo a su vida, y asistiría a la cena en Pascua en la casa de los Pierce.
El otro tema en su agenda, era abrirse a Brittany respecto a sus padres y lo que le había pasado en su adolescencia. Si iban a tener algún tipo de futuro juntas, tenía que hablarle de su familia y cumplir con los Pierce.
Miró por la ventana al lado de la puerta.
Había dos mujeres de pie temblando en la puerta.
—Hola—dijo mientras abría la puerta—Adelante—se intercambiaron saludos.
—Lori Williams.
La chica de pelo corto, más baja, con la cerveza bajo el brazo se presentó cuando le ofreció una mano a modo de saludo.
Santana reconoció el nombre de la chica, que Brittany había conocido en la universidad.
—La del sombrero feo es Brandi. Piensa que le ayudará a ligar.
El sombrero de invierno, realmente era el más feo que había visto nunca. Con naranjas, púrpuras y rosas en la parte superior de la pesada mujer más alta.
Santana la observó mientras estrechaba la mano de Lori.
—Mi abuela me lo hizo—la mujer protestó—Gracias por recibirnos de nuevo—aceptó la mano de Santana como Lori la dejó libre—No sabíamos que Brittany estaba saliendo con alguien y mucho menos conviviendo.
—Estamos….
Estuvo a punto de decir que no vivían juntos, pero en realidad las pertenencias de Brittany habían empezado a emigrar a su casa y armario.
La idea había estado en el fondo de su mente durante semanas, pero tenía miedo de que fuera demasiado pronto para dar ese paso.
—Britt tenía un partido, por lo que todavía no está aquí. Hay algunas personas en la sala de estar—Santana tomó sus abrigos—Es muy bueno finalmente poder conocer a los amigos de Brittany.
En la gran sala, Santana presentó a Rachel a los amigos de Brittany. Inmediatamente, Maxie se deslizó cerca de la EMT y comenzó a intentar conversar.
Santana se quedó a un lado, observando cómo cada célula de su cuerpo quería gritar a Rachel que tuviera cuidado, pero no lo hizo.
Dejaría que Rachel hiciera su propia elección.
—¿Así que eres amiga de la doctora? ¿Cómo se conocieron?—Maxie tomó un sorbo de su cerveza.
Tan pronto como vio a la mujer de ojos color avellana, de pie cerca de las bolsas de mesa, supo que quería conocerla mejor.
—Trabajamos juntas en el hospital. De hecho, trabajo para el condado. Mis carreras son por lo general dentro y fuera de la sala de urgencias.
—Ella es propietaria de la sala de emergencia.
—No lo es técnicamente, pero sí. Ella es la mejor médico que tienen.
Rachel se preguntó qué pasaba entre Santana y Maxie. No las había visto interactuar mucho, pero la tensión está definitivamente ahí. En lugar de ello, Santana parecía mantener una cierta distancia de Maxie, a que su amiga estaba interactuando con los otros huéspedes sin problema.
Intentaba ser una gran anfitriona, reponiendo bebidas vacías, recopilando platos, atendiendo a todo el mundo. La televisión estaba sintonizada en los partidos del torneo femenino de la NCAA. El punto culminante de la noche iba a ser el partido entre los Terrapins de Maryland y los Duke Blue Devils.
Entró en la cocina para ver a Quinn apoyada en el mostrador bebiendo una cerveza. Los vítores, desde la sala de estar, daban testimonio de un partido terminado.
—Sabes Brittany es la mejor persona que conozco—Quinn dijo mientras miraba a Santana—Espero que te des cuenta de eso.
Sabía que la policía estaba tratando de calibrar sus intenciones.
—Lo hago. Soy muy afortunada de haberla conocido.
Respondió tratando de no mirar a Quinn, que parecía estar estudiando cada uno de sus movimientos. Justo cuando Santana iba interrogarla, los ojos de Quinn se lanzaron a la puerta y se suavizaron cuando Rachel entró.
—Eres la policía que nos escoltó hace un par de semanas—Rachel dijo a Quinn—Trabajo como EMT por el lado sureste. Suelo correr los traumas desde la Universidad.
—Wow Quinn, ¿conoces a todo el mundo?—Maxie dijo mientras seguía a Rachel en la cocina.
Parecía que Maxie tenía sus ojos puestos en Rachel.
—¿Has conocido a Brittany?—preguntó Maxie.
—Un poco. ¿Alguien necesita una cerveza o algo de bebida?
Maxie echó la mano al aire. Santana encontró la misma marca de cerveza, que Maxie tenía en la mano, y le dio una nueva botella.
Quinn tosió y sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo. Levantó el paquete y señaló el porche de atrás.
—Tienes un cenicero a la derecha—Santana le hizo saber, antes de que la oficial de policía saliera por puerta de atrás.
Rachel vio como la oficial salía al exterior. Maxie se quedó esperando el próximo movimiento de Rachel. Santana vio los ojos de Rachel rodar con molestia, dándose cuenta de los avances de Maxie. Hizo un gesto hacia el pequeño medio baño fuera de la cocina.
Santana ocultó su diversión, sabiendo que Rachel estaba evitando a Maxie. Esta no sabía qué hacer por un momento, por lo que se dio la vuelta y volvió a entrar en la sala de estar.
Miró el reloj en el microondas.
Brittany debe llegar pronto.
Añadió más verduras a la bandeja, cuando Rachel salió del baño.
—Por favor, dime que también te has dado cuenta.
—La costa es clara. ¿Te está molestando?
—Como un gato en celo. Hombre, no quiero causar un problema, pero esa mujer tiene que retroceder.
Rachel dijo lo suficientemente alto como para Quinn lo escuchara, mientras ésta volvía al interior de la casa.
La cara de Rachel puso roja remolacha.
Santana pensó que era gracioso.
—Señoras—Quinn dijo mientras pasaba junto a ellas, en su camino a la sala de estar.
Rachel se mordió la lengua hasta que la rubia desapareció. Soltó el aire que estaba conteniendo y golpeó a Santana en el brazo.
—¡Debiste decirme que vendría!
—Es la amiga de Britt. No estaba segura de sí vendría o no.
Vio la frustración de Rachel.
—¿Hay algo que debo tener en cuenta?—escondió su sonrisa, sabiendo que la EMT encontraba a la policía arrogante y atractiva.
—No… sí...—Rachel dio la vuelta, mirando hacia la sala de estar—¿Está saliendo con alguien?
Sorprendida por la pregunta de Rachel, pensó en las conversaciones que ella y Brittany había tenido sobre Quinn.
No le había mencionado ninguna novia.
Quinn había ido a Denver a visitar a una amiga antes de Navidad.
—No lo creo, pero no puedo…—se detuvo cuando sintió unas manos frías deslizarse por su cintura.
Sintió el peso familiar empujar hacia arriba contra su espalda.
Olía a perfume de Brittany.
Esta apoyó su barbilla en el hombro de Santana.
—¿Qué hacen en la cocina?—presionó su peso contra la parte trasera de Santana.
—Hey… no te oí entrar.
—Me colé por la puerta principal.
Se volvió hacia Brittany y le dio lo que se suponía sería un rápido beso en los labios. En cambio, la mujer rubia, deslizó una mano por la parte posterior de su cuello y la atrajo más profundamente en un beso apasionado.
Se separaron sin aliento.
Se miraron la una a la otra durante unos segundos.
—No me importa—Rachel dijo impresionada, por el cariño que las mujeres se tenían.
—Lo siento…—Brittany reconoció a la EMT, de las fotos en la oficina y la casa de Santana—Eres Rachel, ¿verdad?
La EMT asintió.
—He visto tu foto antes. De hecho, la noche del accidente, pensé que eran pareja.
—¡Es gracioso!—Rachel se rio y golpeó a Santana de nuevo.
—¡Basta!—se frotó el brazo.
Los gestos de cariño de Rachel se estaban convirtiendo rápidamente en moretones.
—Bueno, ¿cuál fue resultado?—preguntó Santana.
—Perdimos en el tiempo extra. Fue una buena temporada, pero se acabó. ¡Gracias a Dios!—Brittany la volvió a besar en los labios. Sonrió a Rachel cuando el rubor se deslizó por su cuello—Me resulta difícil mantener mis manos lejos de ella.
Santana le pasó un brazo por la cintura y le dio de comer un pedazo de queso.
—Rachel ha estado preguntando por Quinn—Brittany asintió mientras miraba hacia la sala de estar.
—Bueno Rach, ella es muy agradable. ¿Hay demasiada gente aquí? Creo que invitaron a todo el equipo de softbol y algunos de los maestros, y a Carrie Ryder, la entrenadora del equipo que nos ganó esta noche.
—Kurt y Blaine puede que pasen por aquí. Sólo invité a Rach—Santana comía una zanahoria con aderezo ranchero.
—A este paso, puede que tengamos que salir o necesitamos una casa más grande—Brittany bromeó frente a la nevera, al sacar una cerveza.
—Necesito un trago. Mejor iré a mezclarme con el resto de las gente—le dio una palmada en el trasero a Santana, y salió de la cocina.
—Santana, ella es realmente...
—¡Sexy!—la cortó su amiga, mientras chupaba la inmersión de su dedo.
—Retrocede ahí Berry—bromeó—Ella es mía.
—Puedo oírte—Brittany asomó la cabeza en la cocina—Y estoy conforme con eso.
—Nunca me hubiera imaginado que era gay—Rachel dijo inclinándose para mirar a la otra habitación—Quiero decir, ella es realmente femenina. ¿Qué pasa contigo?—Rachel se inclinó sobre el mostrador y miró a su amiga—¿Estás feliz?
—Yo lo soy. Es mucho más de lo que pensaba que pudiera tener con alguien. Dani y yo sólo teníamos problemas.
—Es cierto. Es bueno verte feliz. Vamos, vamos a ser sociables. Me estancan las amigas de Brittany, bueno, no todas.
Santana siguió a su amiga a la sala de estar.
Mientras Brittany hablaba con Rachel, Santana podía verla observarla por el rabillo del ojo.
Le gustaba saber que la rubia no le quitaba ojo.
Sonrió y le dio a Brittany un look casual. No habían estado juntas, en toda la semana, debido a sus horarios.
Brandi, todavía llevaba puesto su ridículo sombrero, cuando empezaron a jugar a las cartas. Parecía estar disfrutando de sí misma, mientras acercaba el dinero que les estaba ganando a sus amigas.
En el exterior, Quinn estaba de pie en el porche delantero fumando. Santana estaba segura de que Rachel sería decepcionada con ese factor.
Se sentó en el sofá y Brittany se sentó junto a ella, deslizando una mano sobre la rodilla de la morena.
—¿Te das cuenta de donde estamos sentadas?—Brittany le susurró al oído.
—En mi sofá—susurró. Podía sentir el pecho de Brittany pegado a su brazo—¡Oh tú eres mala, muy mala!—Santana, dijo al recordar la última vez Brittany había estado en la casa.
Habían hecho el amor en el lugar exacto en el que se encontraban.
Santana se sintió húmeda, nada más recordarlo.
—Voy a subir a cambiarme de ropa. Ponerme algo más cómodo—dejó que su mano acariciara la longitud del muslo de Santana.
—Eres muy mala. Tenemos invitados—Santana susurró.
La aludida le lanzó una mirada, y se dirigió hacia las escaleras.
Sonrió, esperó unos minutos y luego la siguió al dormitorio.
Brittany estaba en el vestidor, con su camisa en el suelo. Dobló los pantalones que se había quitado y los colocó una percha. Se volvió para mirar a Santana, que acababa de cerrar la puerta detrás de ella.
La visión de Brittany de pie en medio de su armario, vestida tan solo con su ropa interior, hizo que bombeara su sangre por todo el cuerpo.
Se movió hacia la rubia.
Esta colocó las manos en la cintura de Santana.
Santana la empujó contra la pared, nada más recibir el apasionado beso duro en sus labios.
Sintió la urgencia de Brittany, cuando su beso aumentó.
La mano de Brittany rápidamente desabrochó el botón de sus pantalones vaqueros. Su mano se deslizó por la parte delantera de los pantalones, y sus dedos sondearon la zona palpitante y mojada.
Santana sabía que iba a llegar al orgasmo rápidamente.
Ahogó un grito, en el hombro de la rubia, cuando los dedos de ésta se deslizaron en ella.
Movió sus caderas contra la mano de Brittany, totalmente excitada.
Necesitaba tocarla.
Le dio la vuelta a Brittany, obligándola a que apoyara sus manos contra el armario de la pared, mientras Santana se situaba detrás de ella. Le pasó, desde atrás, una mano a lo largo de la curva del pecho, bajándola muy despacio hacia la llanura del vientre, tirando de la cintura de su ropa interior.
Dejó que sus dedos jugaran a través del material que cubre los músculos congestionados de la morena. La sintió estremecerse, cuando sus dedos tocaron su clítoris. Con la otra mano le acarició y apretó los pechos juntos.
La besó en el cuello, mientras su mano seguía deslizándose por la parte delantera de las bragas de Brittany, que empezó a gemir, cuando los dedos de Santana se sumergieron y exploraron los contornos de su centro.
—Te sientes tan bien—gimió al oído de Brittany, mientras le mordía el lóbulo.
Oyó a Brittany jadear, cuando la mano de Santana trabajó en contra de su centro.
Santana sabía que estaba cerca del orgasmo.
El cuerpo de Brittany se irguió cuando alcanzó el clímax. Una vez que su cuerpo quedó bajo control, Brittany se dio la vuelta y la besó suavemente en los labios.
—Tiene algún efecto en mi cerebro—envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Santana.
—Me gusta que me hagas cosas como…—Santana la besó en el cuello, sin terminar la frase.
Santana todavía estaba excitada.
—¿Cómo qué?—Brittany la acercó más, cuando oyeron un golpe en la puerta.
—Hey, no quería interrumpir—Maxie llamó a través de la puerta—Pero tienes invitados llegando.
Se apartó de Brittany y se llevó un dedo a los labios.
Maxie sabía lo que estaba interrumpiendo, y Santana rezó para no perder la calma.
Se la quedó mirando, por un segundo, mientras se alejaba del armario, hacia la puerta del dormitorio. La mirada enrojecida, que vio en la cara de su amante, confirmó a Santana que no era la única decepcionada.
Le hizo un guiño a Brittany.
—¿Podemos terminar esto más tarde?
—Sin lugar a dudas—sonrió mientras se ocultaba de la vista en el armario.
Santana abrió la puerta de su habitación para ver Maxie de pie en el pasillo, con las manos en las caderas, tratando de mirar más allá de Santana, hacia el interior del dormitorio.
—No estabas interrumpiendo, Maxie—besó a Maxie en la frente mientras cerraba la puerta y pasaba junto a ella.
Eso va a darle algo en que pensar, pensó mientras se dirigía abajo.
En cuestión de veinte minutos, la casa pasó de media docena de personas a dos docenas.
Santana había visto a algunas de estas personas antes, pero no estaba segura de dónde.
Blaine y Kurt se detuvieron.
Kurt, un contable que trabajaba para el sistema escolar, parecían estar bastante a gusto con el gran número de educadores en la habitación.
Blaine y Rachel estaban en la sala conversando.
Blaine siempre había querido que sus dos amigas salieran juntas.
Santana intentó ejercer de anfitriona, pero cuando fue a hacer las presentaciones, se dio cuenta de que ya se conocían.
Minutos más tarde, se dirigió hacia la cocina, donde se encontró con Quinn.
A través del curso de la tarde, Santana había notado que Quinn mantenía un ojo en la morena bajita.
—¿Jugando a policía esta noche o debería estar preocupada por un flechazo?—le preguntó mientras se le entregaba una cerveza.
—Policía—sonrió mientras tomaba un sorbo de cerveza—Lo siento, es mi amiga—dijo mientras escuchaban la risa de Brittany en la otra habitación.
—Bien. Esto significa que te preocupas por ella. Me parece correcto—Santana sonrió mientras la risa de Brittany seguía resonando por toda la casa—Quiero que se mude. Es pronto. Ya lo sé. Pero sólo quiero estar con ella.
—Estoy a favor de eso—Quinn sonrió—Se les ve realmente bien juntas.
—¿Estás jugando conmigo? ¿Jugando al poli bueno?
Quinn dejó su cerveza y se volvió hacia Santana.
—No, creo que si Britt y tú no seguís juntas, realmente no hay esperanza para ninguna de nosotras. Conozco a Britt desde hace mucho tiempo, y es una de mis mejores amigas. He conocido a sus citas. He visto su dolor. Pero nunca la he visto tan radiante. Doc, la haces feliz.
Brittany se acercó hacia ellas con una gran sonrisa.
—Ella te adora—Quinn le susurró al oído, cuando su amiga deslizó su brazo alrededor de la cintura de Santana.
—¿De qué están hablando tan serias?
—No estoy segura sobre la parte seria, pero de hay un montón de cosas—respondió tirando de ella más cerca.
—¿Cuándo ser marcharán todas esas personas para que pueda aprovecharme de usted mi rubia debilidad?
Brittany hizo un guiño a Quinn y tocó la nariz de Santana con su dedo.
—Será mejor que las deje o acabaremos montando un escándalo en la cocina—Santana contrarrestó haciendo que Quinn escupiera su cerveza al reírse.
—Eso sería como dar vuelta a algunas cabezas—Quinn intervino.
—Quinn, Santana dijo que su amiga Rachel te estaba buscando fuera—Brittany le dirigió una inclinación de cabeza—No estaría de más que la buscaras—Brittany continuó diciendo mientras apretaba el trasero de Santana.
—Será mejor que no bromees señorita—Quinn dijo antes de salir de la cocina.
—¿Quieres venir a casa de los padres mañana? Me invitaron a cenar y les dije que te preguntaría.
Sintió la aprehensión en su lenguaje corporal.
—Eso sería genial. Creo que debería conocerlos.
Sabía que después de la visita de Frank, necesitaba hacer un esfuerzo por conocer a su familia.
Brittany los amaba, eran una gran parte de su vida.
Santana no tenía apoyos familiares, pero estaba feliz de que Brittany los tuviera.
—Me hará sentir nerviosa y con náuseas, pero estoy segura de que sobreviviré.
—Hay mucha gente aquí—se volvió y observó a los invitados—Has estado en la cocina casi toda la noche.
—Me siento cómoda en la cocina—atrajo a Brittany más cerca—Creo que hay que pensar en conseguir una casa más grande.
Vio la cara blanca de Brittany aun más blanca.
Inmediatamente se arrepintió de decirlo.
—Algún día…. debemos pensar en eso—Santana dijo mientras caminaba hacia la sala para hablar con Blaine, preguntándose si había cometido un gran error.
Las últimas invitadas, Maxie y Jessie dejaron la casa alrededor de las 2:30 am.
Santana estaba cansada.
Se sentía como si hubiera estado andando sobre cáscaras de huevo con Brittany, después del comentario de la casa.
Había planeado pedirle a Brittany que se mudara con ella, esa misma noche, una vez estuvieran en la cama.
Limpió el mostrador y sacó otra bolsa de basura llena por la puerta trasera.
Brittany apareció por la sala de estar con más botellas vacías.
—Todavía siguen apareciendo botellas vacías—Brittany dijo mientras metía la botella en el contenedor de reciclaje.
—Al final aparecieron más personas de las que pensaba—Santana abrió la puerta de atrás y dejó la bolsa de basura fuera—¿Te vas?—preguntó cuándo vio el abrigo de Brittany en su mano.
—No sé. No estoy segura—dijo mientras se sentaba en una de las sillas de la cocina.
—¿Qué está pasando? ¿Es por el comentario de la casa? No sé por qué lo dije. No creí que fuera…. Yo sólo…—sentó en la mesa—Dije lo que dije.
—Te has comportado rara después de eso—dijo Brittany—No estoy segura de sí me quieres aquí. O si quieres que compremos una casa más grande. No quiero tu dinero.
—No tengo dinero. Sólo tengo deudas, montones y montones de deudas—se inclinó sobre la mesa y cogió las manos de Brittany entre las suyas, entrelazando sus dedos—Me sentía rara porque creo que te he asustado—cerró los ojos—Estaba bromeando, pero también hablaba en serio.
—¿Quieres que me quede?
—Me encantaría que te quedaras. Quiero que te quedes.
Podía sentir las lágrimas formándose.
Luchó para contenerlas.
—¿Qué pasa?
Brittany podría decir que Santana había alcanzado otro nivel de estar molesta.
—Durante mucho tiempo, yo era infeliz y solitaria. Llegó a un punto en el que lo único que hacía era trabajar. Encontraba consuelo en mi trabajo. Luego, llegaste a mi vida y pensé esto es genial. Esta noche, estaba pensando en pedirte que te mudaras aquí. Antes hablaba de ello con Quinn—Santana enjugó una lágrima que caía por su mejilla.
—No quiero que pienses que el comentario de la casa, tiene nada que ver con esto otro—se secó los ojos de nuevo—Te lo quería preguntar, pero me pareció que era demasiado pronto. No quiero estropear esto que tenemos—se apartó y se sentó en una de las sillas de la cocina. Poniendo su barbilla hacia abajo, se frotó los ojos con las manos—Entraste en mi vida y sólo estoy esperando a que pase algo y me dejes—volvió a sacarse otra lágrima—No me importa si la casa es grande o pequeña. Es sólo que no quiero echar a perder las cosas contigo—se secó los ojos de nuevo—Tengo miedo.
Brittany se acercó y se arrodilló frente a Santana. Tomó el rostro de Santana entre sus manos.
—¿De qué tienes miedo?—la atravesó con sus ojos azules—Háblame Sanny—frotó las yemas de sus pulgares sobre la mandíbula de Santana.
—Tengo miedo de que me dejes.
—No voy a ninguna parte. Estaba sola y cansada de estar con la persona equivocada. Las dos estamos preocupadas por el “tiempo” y por lo que piensan los demás. Yo también me hubiera sentido escéptica si el camión de mudanzas se detuviera delante de mi casa la primera semana. Y sí, tengo amigos y una familiar, pero no tampoco tenía a nadie especial. Tú eres mi alguien especial. Cuando estoy en mi apartamento, quiero estar aquí—Brittany la atravesó con sus ojos—Quiero estar en casa. Quiero estar aquí—miró alrededor de la casa—Este es mi hogar—se inclinó y besó a Santana.
Amor, era la mejor manera de Santana de describir aquel beso.
Sus temores empezaban a desaparecer.
—Me siento como un tonta—dijo mientras inclinaba su frente junto a la de Brittany—Estoy segura de que esta no será la primera ni la última vez—vio la preocupación de Brittany—Tengo algunos problemas sobre los que tengo que trabajar.
—¿Quién no lo hace?—se levantó y estiró la mano de Santana—Vamos, vamos a la cama.
—Déjame que cierre la casa e iré en un momento.
Brittany asintió y se dirigió hacia el piso de arriba.
Comprobó las cerraduras de las puertas delanteras y traseras. Apagó la luz, en la habitación de invitados, y se revisó la cocina. Se detuvo en el cuarto de baño y se lavó la cara. Apagó la vela en el mostrador. Se dirigió arriba, a los brazos de Brittany.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
Nunca había sentido que encajaba.
Ahora se sentía feliz, tenía un sentido de pertenencia.
Pertenecía a Brittany.
Las cosas iban a su manera.
Mañana, no sabía cómo, pero debería interactuar con los Pierce. Sabía que debía hacer ese esfuerzo por Brittany.
En el dormitorio, se dio cuenta que Brittany había dejado una luz encendida.
Se sentó en la cama y la miró.
Se inclinó y la besó.
—Hey—Brittany dijo medio dormida—¿Estás bien?—se incorporó y se apoyó contra las almohadas.
Santana retiró las mantas y se acurrucó cerca. Brittany apagó la luz y trajo la cabeza de la rubia para que descansara en su pecho. Con los dedos le acarició el cabello.
—Cuando hablas de tu familia, disfrutas de ello, puedo notar el amor que se tienen con sólo escuchar tu voz. Pero no lo entiendo. Cuando me preguntaste sobre mi familia, no supe cómo responder—sijo mientras escuchaba los latidos del corazón de Brittany.
—Lo sé. ¿Quieres hablar de ello?
Sus voces eran apenas susurros.
—No he querido volver a tocar el tema, porque no estaba segura de cómo ibas a reaccionar.
—Realmente no tengo una familia. Tengo a mi mamá, pero no he hablado con ella en años. He estado por mi cuenta desde que cumplí los dieciséis años—se apoyó en un codo para mirar la cara de Brittany—Mi decimosexto cumpleaños lo pasé escondida en la cafetería—se recostó contra el pecho de Brittany.
—Es curioso las cosas que una recuerda. Seguramente, tú tendrías una gran fiesta de cumpleaños por su dulce dieciséis.
—La tenía, pero no me acuerdo de nada de ella—comentó mientras tocaba la mejilla de Santana.
—¿Estabas escondida porque estabas atravesando una etapa difícil?
—No fue mi mejor momento. Un montón de acné, grandes gafas feas y gruesas, y además era demasiado alta y flaca.
—La angustia adolescente normal, hay un montón de chicas que pasan por eso.
Brittany trató de entender a dónde se dirigía la conversación.
Se inclinó y la besó suavemente.
Santana le ofreció una pequeña sonrisa y volvió a su lugar contra el pecho de Brittany.
—No era sólo mi aspecto, era mi estilo de vida—se pasó la lengua por los dientes frontales, como si aún llevara los correctores en sus dientes—No era por eso por lo que me escondía—sintió el escozor de las lágrimas en las comisuras de los ojos—Nunca pensé que fuéramos la familia ideal. Mis padres dormían en habitaciones separadas y casi no interactuaban con los demás. No había vacaciones en familia o excursiones. Siempre éramos yo y papá.
La mano de Brittany continuó calmando el dolor que escuchó en la voz de Santana.
—Siempre he sido inteligente. Simplemente no entendía por qué era así. Fui a una escuela especial para superdotados. Cuando tenía catorce años, solía coger el autobús a la escuela secundaria pública, donde mi papá enseñaba y volvía a casa con él.
Sintió los dedos de Brittany entrelazarse con los suyos.
—¿Qué pasó? Sé que dijiste que tu papá había muerto.
Escuchó la respiración de Santana, cuando empezó a hablar, pero se detuvo.
—No estoy segura. La verdad realmente nunca salió a la luz. A veces ejercía como tutor de algún estudiante, después de la escuela. Siempre tenía que esperar a que terminara para volver a casa. Tenía diferentes estudiantes, pero una de ellas, Louise Richmond, destacó sobre los demás.
De repente, sintió que aquel nombre la pesaba como si fuera un peso plomo sobre su propio cuerpo.
—Ella siempre estaba en su oficina. La verdad es que casi no le prestaba mucha atención. Era amable conmigo delante de él, pero tan pronto como se fue, ella me llamaba nombres como dique y monstruo. Un día, que mi papá estaba fuera de la oficina, comenzó a burlarse de mí y hablar mal de mi mamá. Decía que era mi culpa que mis padres no se hubieran divorciado. Sabía cosas que nunca había oído a mis padres—Santana se quedó en silencio—Era una mala persona. Era hermosa por fuera, pero horrible por dentro. Yo no sabía que la gente podía ser así, hasta que la conocí.
—Sé exactamente lo que quieres decir. ¿Ella te hizo daño?—preguntó Brittany.
Santana negó con la cabeza.
—A mí no, a mi papá—acarició la mano de Brittany con su pulgar—Una estudiante acusó a mi papá de tener una relación inapropiada. Cuando aquello sucedió, toda mi vida cambió.
—Jesús...—Brittany dijo mientras se movía más cerca de Santana.
—Nunca supimos el nombre de la menor, pero yo estaba bastante segur de que era Louise. La parte triste es, que creo tenían una relación. A sus treinta cinco años, mi papá estaba teniendo una aventura con su estudiante menor de edad. Fue acusado de imposición sexual grave de un menor. Fue detenido por el sheriff y encarcelado. Mi papá perdió su trabajo y la casa.
—Oh, Dios mío. ¿Dónde estaba tu mamá?
—Se fue. Tan pronto como se presentaron los cargos, consiguió un rápido divorcio y se fue de la ciudad. Oí que había pedido el traslado en su banco y se mudó a Chicago.
Recordó caminar hacia su casa, mientas furgonetas de los medios y equipos de noticias rodeaban el vecindario. Eran como buitres, tratando de entrevistar a los vecinos y antiguos alumnos.
—No sabía a dónde ir, así que me escondí en la cafetería. Me quedé sin nada y sin saber a dónde ir. Una abogada llamada Holly Holiday llegó a mi vida. Era bastante sexy, ahora que lo pienso, y, probablemente, era lesbiana.
—¿Estuviste enamorada de ella?
—Una vez más, ella era agradable para mí. Probablemente habría hecho cualquier cosa que ella me pidiera. Cuando mi papá se suicidó, antes de que el juicio empezara…
La voz de Santana era plana al recordar el día que Holly Holiday se lo había dicho.
—Pasé a estar bajo la tutela del estado, porque mi mamá se había ido. Ahora que lo pienso, Holly fue mi primer amor. Era una mujer muy brillante y hermosa. Se aseguró de que yo estuviera bien cuidada. No estoy segura de cómo entró en escena, sólo recuerdo su caminar en la cafetería y ofrecerme su ayuda
—¿Un abogado aparece de la nada?
—Creo que su pareja trabajaba en servicios sociales y de alguna manera, la causa de una adolescente se convirtió en un tema importante para ella.
—¿Ella te ayudó con el proceso de emancipación?
—Sí. También me hizo inscribirme en la universidad. Incluso creo que ayudó a que fuera aceptada en la escuela de medicina. No he pensado en ella en mucho tiempo. Perdimos contacto después de un tiempo. Me dolió demasiado dejar de verla.
—A mí me parece que tuvo un papel muy importante en tu vida. Te ayudó durante una época en que no sabías en qué dirección ir.
—Lo hizo—sintió la presión en su pecho empezar a ceder. La pesadez que siempre sentía estaba desvaneciendo—Debería tratar de encontrarla y darle las gracias.
Deslizó la punta de un dedo sobre el pezón de Brittany. Vio como el capullo se endurecía bajo su toque.
—Eres hermosa.
—Estás hablando con mis tetas—reprendió, dándole un ligero tirón en el cabello negro.
—Exactamente—dijo mientras se inclinaba y besaba el pezón endurecido, a través del material de la ropa de noche—Me encanta tu cuerpo, Britt-Britt.
—Y a mi que me digas así…San—se movió un poco bajo los labios y los dedos, agarrándola del pelo.
—Lo sé, lo sé—se echó hacia atrás para apoyar la cabeza en el hombro de Brittany—Como se suicidó antes del juicio, nunca supe si era culpable. Siempre me pregunté qué sucedió realmente.
Santana conto lo demás.
Esta casa era lo más cercano que tenía a una casa, desde que tenía quince años.
No parecía darse cuenta de que sus padres nunca estuvieron alrededor. Siempre había sido así.
Su papá Alfonso se solía quedar después de la escuela para reuniones o para ayudar a sus estudiantes.
Su mamá Maribel trabajaba como gerente de inversiones en un banco.
Como hija única, Santana creció básicamente por su cuenta. Cuando hizo una prueba para entrar en la escuela, acabó en un programa para superdotados. Su madurez e intelecto la ayudaron al pasar los años de escolaridad.
De vez en cuando, se detenía en la escuela secundaria pública, donde su papá enseñaba. La mayoría de las veces, él todavía estaba con un estudiante o dos.
Se dio cuenta, que cada vez se acercaba ahí, siempre estaba la misma estudiante con su papá. Era unos pocos años mayor que Santana. Era una bonita adolescente, que siempre llevaba escotes pronunciados y minifaldas o pantalones cortos.
Se preguntó si aquella supuesta relación entre su padre y Louise fue verdad.
Cuando tenía quince años, ya sabía que sus padres no dormían en la misma habitación. A veces, ni siquiera la misma casa. Maribel se habría ido durante días, y rara vez se preocupaba de su hija.
Cuando el periódico local publicó un artículo sobre la acusación, su papá no lo había negado.
Alfonso López fue detenido, bajo la acusación de tener un tórrido romance con una alumna suya de diecisiete años. Aunque el documento no mencionaba el nombre de la menor, Santana sabía que era Louise.
En cuestión de días, fue despedido de su trabajo y los cargos contra él, aumentaron incluyendo violación estatuaria e imposición sexual grave de un menor.
El fiscal del distrito fue detrás de su papá.
Incapaz de manejar la situación o no querer creer a su marido, Maribel López pidió el divorcio.
Ella no quería tener nada que ver con Santana.
La vida de Santana se volvió del revés.
Su mamá la ignoró.
Ya no era la hija deseada.
Su mamá empacó sus cosas y se fue sin mirar hacia atrás.
Santana se encontró con el arresto de su papá, la atención de los medios y el hecho de que estuviera involucrado con una chica dos años mayor que ella.
Por primera vez en su vida, ella no sabía qué hacer.
El abogado defensor, designado por la corte para su padre, debió haber expresado sus preocupaciones, a los servicios sociales, por la adolescente.
Cuando la abogada, Holly Holiday, llegó a la vida de Santana, fue la única persona adulta en la que pudo confiar. La abogada le explicó sus derechos y qué opciones tenía.
Eligió la ruta de la emancipación.
Holly lo tramitó por la vía rápida, sin querer someter a Santana al sistema de cuidado de crianza.
Ya como adulto legal, pudo matricularse en la universidad y continuar con sus estudios.
Holly Holiday la salvó.
Fue Holly quien le contó sobre el suicidio de su papá, diez días antes de su juicio empezara.
Santana no se inmutó.
Dio las gracias a la mujer y se fue a clase.
Sus años, en el estado de Ohio, fueron una falta de definición miserable.
Recibió una beca de uno de los fondos de dotación. Su fondo para la universidad fue bloqueado durante el juicio de su papá.
Ella no tenía nada.
Vivió con la familia de un profesor, donde ejerció como niñera de los dos niños que tenía el matrimonio.
Por extraño que parezca, Santana descubrió que le gustaban los niños.
La familia que trabajaba habitualmente pasaba las vacaciones en Europa, lo que significaba que Santana se quedaba sin hogar durante ese tiempo.
Se las arregló para dormir en casa de un compañero de clase, pero por lo general estaba sola. De vez en cuando, salía con alguien, pero nunca encajaba con los demás.
No sabía cómo interactuar con los demás.
Por supuesto, las preguntas sobre su familia siempre acababan apareciendo.
Mañana, la familia de Brittany, querría hacerla preguntas.
Había prolongado, durante meses, conocer a la familia Pierce, y por la forma en que había reaccionado Brittany, su familia estaba inquieta.
—¿Qué pasó con la chica?
—No lo sé. La casa fue vendida y nunca he vuelto ahí. Siempre me pregunté si era inocente. Entonces pienso, ¿por qué iba a suicidarse si era inocente?
—Supongo que es algo que nunca se sabrá.
—Supongo que no. Siento no habértelo contado antes.
—¿Y tu mamá? ¿Nunca más supiste de ella?
—Ella no quería tener nada que ver conmigo. Fui a la universidad. Cuando entré en la escuela de medicina me vine aquí y me compré esta casa. Lo curioso es que ella entró, en la sala de urgencias, hace unos años buscándome.
—¿Hablaste con ella?
—No, yo no tenía nada que decir.
—San, por favor intenta hablar conmigo. Tienes mucho dolor dentro—puso la mano sobre el corazón a Santana—No quiero que te hagas daño nunca más.
Había sufrido tanto dolor durante años, que Brittany no sabía por dónde empezar.
—No lo sé. Es muy difícil para mí—se volvió hacia Brittany—Esta es la razón por la que nos alojamos lejos de su familia. He tenido miedo a su encuentro. Vamos, Britt, ¿cuántas veces me invitaron, seis o siete veces? ¿Qué pasa, si me preguntan por mi familia?—acarició el pecho de Brittany con su nariz.
—Sé que has estado evitándolos, pero ellos realmente quieren conocerte.
Brittany sabía que sus padres estaban a punto de rebelarse, si no la conocían pronto.
—¿Qué hiciste este año por Navidad?
—Estuve con Blaine y Kurt. También estuve trabajando—vio la preocupación en los ojos de Brittany—Está bien. He estado sola durante casi quince años. Estoy acostumbrada a estar sola.
—¿Qué hay de Dani? ¿Tuviste una relación con su familia?
—Apenas tuve una relación con Dani—besó a Brittany ligeramente en los labios—Para ella, yo sólo era un reto. Todo un desafío. Cuando me consiguió perdió su interés por mí, y buscó a otra. Siempre actúa de la misma manera, por eso se comportó así la noche de San Valentín. Un nuevo reto para conseguir que volviera con ella, o buscarse una nueva cita—empezó a reír—No sé por qué pensó que yo querría volver con ella.
—Ven acá.
Brittany la besó suavemente en los labios. La tocó suavemente en la cara y pasó la mano por la espalda.
—Vamos a estar juntas, durante mucho tiempo, Sanny. Te lo prometo. Si no quieres conocer a mis padres no pasa nada.
—Sí quiero conocerlos. Es sólo que puede resultarme difícil, si me piden recuerdos y preguntas. Sobre todo porque realmente no tengo ninguna respuesta.
—San, te querrán. No tienes que responder a ninguna de sus preguntar. Estoy segura de que no van a presionarte. Son militares nacidos y de raza.
—Te mereces mucho más de lo que te puedo ofrecer.
—Voy a tomar todo lo que me puedas dar, Sanny—Brittany la atrajo hacia sí y la besó con todo el amor que sentía—Sólo quiero estar contigo.
Santana se trasladó desde la cocina a la sala de la entrada principal. Se detuvo en el aparador para revisar su pelo en el espejo.
Sabiendo lo que Brittany era una gran fan del baloncesto, le había sugerido que reuniera a sus amigas a ver el torneo de baloncesto de la NCAA en su casa.
Había varios partidos, pero el de Maryland sería el mejor para ver.
Llevaba un jersey de cuello rojo, de la Universidad de Maryland, un pantalón vaquero y un par de botas negras.
El timbre volvió a sonar y las voces desde el porche delantero de la casa se escucharon.
Al tirar de la cortina, detrás de las luces de posición, pudo ver el rostro severo de Quinn Fabray y Maxine Kendall.
Las amigas de Brittany fueron las primeros en llegar, y Brittany no estaba ahí para darles la bienvenida.
—Vamos Doc, tengo frío—Quinn gritó, cuando vio el movimiento de la cortina.
—Lo siento chicas—dijo mientras abría la puerta—Denme sus abrigos.
Quinn se quitó la cazadora de cuero y se la entregó, entrando en el interior de la casa de la médica.
Se dio la vuelta estudiando la decoración.
—Esto es realmente agradable. ¿La compraste así?
—Ojalá. Me hice un montón de reformas yo misma. Habitación por habitación. La he reformado toda entera. El lugar era un desastre cuando lo compré—Santana pasó la mano por la barandilla, recordando todos los sudores, dolores y astillas que tuvo que pasar.
—¿Es ésta una de esas que se vendían por un dólar?—Maxie preguntó mientras dejaba, en el suelo, las doce latas de cerveza, mientras se quitaba la chaqueta.
La ciudad de Baltimore había adoptado un programa similar al de Washington DC. Muchas casas en ruinas habían sido vendidas al público por tan poco como un dólar.
El comprador se comprometía a arreglar la vivienda y vivir en ella, durante al menos cuatro años.
La casa de Santana había sido una de las casas que drogadictos, prostitutas y vagabundos habían ocupado. Le llevó más de un año, ponerla en condiciones para poder entrar a vivir, pero la inversión había valido la pena.
—Sí, se trataba del mismo programa pero te asegurado que fue por más de un dólar. El acuerdo es que hay que vivir en la casa durante al menos cuatro años. Y llevo aquí seis—tomó la chaqueta que Maxie le ofrecía y la metió en el armario del pasillo—Entren, están en su casa. Britt tenía partido, pero llegará tan pronto como pueda. Hay comida en la cocina y una pantalla grande…
—¡Guau!—la voz de Quinn llenó el aire—Qué bonita cocina.
—Sí, la conseguí en un buen acuerdo.
Entró en la cocina, donde Maxie estaba deslizando la mano por la encimera de granito. Quinn estaba mirando el rango superior de gas.
Las mujeres sonrieron a la vez.
—¿Qué?—preguntó Santana.
—Seguro que a Britt le encanta esta cocina—Quinn dijo, sabiendo el amor de su amiga por la cocina—¿Ha cocinado para ti?
—Me lo ha prometido, pero todavía no, aunque lo estoy deseando—rio mientras cogía un trozo de apio de la bandeja de verduras.
Maxie parecía un poco incómoda.
Santana sabía que la vicepresidente del banco aún tenía sentimientos por Brittany.
Como un acto de buena fe, Santana haría un esfuerzo por ser amable con ella.
—Entonces, ¿a quién más has invitado a esta fiesta?—Quinn preguntó mientras se metió un pedazo de queso en la boca.
—Rach, ella es una EMT que trabaja para el hospital condado. Creo que es posible que hayas coincidido con ella en el hospital.
Observó con interés mientras la policía asentía, de pie en la cocina con las manos en las caderas.
—Blaine y Kurt seguramente también se dejarán caer. Yo trabajo con Blaine, y Kurt es su pareja. Ellos se van a beneficiar de la cena.
—Parece que no tienes a mucha gente a tu alrededor—Maxie comentó mientras vagaba por la sala de estar.
El comentario la había dolido.
No dejó que se diera cuenta de ello.
Sabía que tenía una cantidad limitada de amigos y nada de familia.
—Eso no es importante Max—Quinn comentó, volviéndose al ver a Rachel en el porche trasero—Parece que tienes una nueva llegada—Quinn abrió la puerta y cogió una de las bolsas que caían de las manos de Rachel—Lo tengo.
Rachel dio un respingo rápido.
La policía que había visto en el hospital estaba en la cocina de su amiga.
—Número 3.
—¿Qué?—Quinn la miró interrogante.
—Es el síndrome de Tourette—intervino Santana, al ver la cara roja de su amiga Rachel—Sólo la han dejado fuera para el fin de semana—agarró la otra bolsa de la mano de Rachel.
Esta se limpió las botas en la entrada.
—Rach, esta es Quinn Fabray. Quinn, Rachel Berry—señaló con la cabeza hacia la mujer de cabello castaño oscuro, justo cuando el timbre de la puerta sonó.
Sabía que Brittany vendría por la puerta trasera y nunca tocaba el timbre, así que no podía ser ella.
Esta noche, quería demostrarle a Brittany que estaba abierta a ser social, cumplimiento de sus amigos, y entreteniéndolos mientras ella estaba en su partido.
Mañana era Pascua.
Así que había añadido un nuevo optimismo a su vida, y asistiría a la cena en Pascua en la casa de los Pierce.
El otro tema en su agenda, era abrirse a Brittany respecto a sus padres y lo que le había pasado en su adolescencia. Si iban a tener algún tipo de futuro juntas, tenía que hablarle de su familia y cumplir con los Pierce.
Miró por la ventana al lado de la puerta.
Había dos mujeres de pie temblando en la puerta.
—Hola—dijo mientras abría la puerta—Adelante—se intercambiaron saludos.
—Lori Williams.
La chica de pelo corto, más baja, con la cerveza bajo el brazo se presentó cuando le ofreció una mano a modo de saludo.
Santana reconoció el nombre de la chica, que Brittany había conocido en la universidad.
—La del sombrero feo es Brandi. Piensa que le ayudará a ligar.
El sombrero de invierno, realmente era el más feo que había visto nunca. Con naranjas, púrpuras y rosas en la parte superior de la pesada mujer más alta.
Santana la observó mientras estrechaba la mano de Lori.
—Mi abuela me lo hizo—la mujer protestó—Gracias por recibirnos de nuevo—aceptó la mano de Santana como Lori la dejó libre—No sabíamos que Brittany estaba saliendo con alguien y mucho menos conviviendo.
—Estamos….
Estuvo a punto de decir que no vivían juntos, pero en realidad las pertenencias de Brittany habían empezado a emigrar a su casa y armario.
La idea había estado en el fondo de su mente durante semanas, pero tenía miedo de que fuera demasiado pronto para dar ese paso.
—Britt tenía un partido, por lo que todavía no está aquí. Hay algunas personas en la sala de estar—Santana tomó sus abrigos—Es muy bueno finalmente poder conocer a los amigos de Brittany.
En la gran sala, Santana presentó a Rachel a los amigos de Brittany. Inmediatamente, Maxie se deslizó cerca de la EMT y comenzó a intentar conversar.
Santana se quedó a un lado, observando cómo cada célula de su cuerpo quería gritar a Rachel que tuviera cuidado, pero no lo hizo.
Dejaría que Rachel hiciera su propia elección.
—¿Así que eres amiga de la doctora? ¿Cómo se conocieron?—Maxie tomó un sorbo de su cerveza.
Tan pronto como vio a la mujer de ojos color avellana, de pie cerca de las bolsas de mesa, supo que quería conocerla mejor.
—Trabajamos juntas en el hospital. De hecho, trabajo para el condado. Mis carreras son por lo general dentro y fuera de la sala de urgencias.
—Ella es propietaria de la sala de emergencia.
—No lo es técnicamente, pero sí. Ella es la mejor médico que tienen.
Rachel se preguntó qué pasaba entre Santana y Maxie. No las había visto interactuar mucho, pero la tensión está definitivamente ahí. En lugar de ello, Santana parecía mantener una cierta distancia de Maxie, a que su amiga estaba interactuando con los otros huéspedes sin problema.
Intentaba ser una gran anfitriona, reponiendo bebidas vacías, recopilando platos, atendiendo a todo el mundo. La televisión estaba sintonizada en los partidos del torneo femenino de la NCAA. El punto culminante de la noche iba a ser el partido entre los Terrapins de Maryland y los Duke Blue Devils.
Entró en la cocina para ver a Quinn apoyada en el mostrador bebiendo una cerveza. Los vítores, desde la sala de estar, daban testimonio de un partido terminado.
—Sabes Brittany es la mejor persona que conozco—Quinn dijo mientras miraba a Santana—Espero que te des cuenta de eso.
Sabía que la policía estaba tratando de calibrar sus intenciones.
—Lo hago. Soy muy afortunada de haberla conocido.
Respondió tratando de no mirar a Quinn, que parecía estar estudiando cada uno de sus movimientos. Justo cuando Santana iba interrogarla, los ojos de Quinn se lanzaron a la puerta y se suavizaron cuando Rachel entró.
—Eres la policía que nos escoltó hace un par de semanas—Rachel dijo a Quinn—Trabajo como EMT por el lado sureste. Suelo correr los traumas desde la Universidad.
—Wow Quinn, ¿conoces a todo el mundo?—Maxie dijo mientras seguía a Rachel en la cocina.
Parecía que Maxie tenía sus ojos puestos en Rachel.
—¿Has conocido a Brittany?—preguntó Maxie.
—Un poco. ¿Alguien necesita una cerveza o algo de bebida?
Maxie echó la mano al aire. Santana encontró la misma marca de cerveza, que Maxie tenía en la mano, y le dio una nueva botella.
Quinn tosió y sacó un paquete de cigarrillos del bolsillo. Levantó el paquete y señaló el porche de atrás.
—Tienes un cenicero a la derecha—Santana le hizo saber, antes de que la oficial de policía saliera por puerta de atrás.
Rachel vio como la oficial salía al exterior. Maxie se quedó esperando el próximo movimiento de Rachel. Santana vio los ojos de Rachel rodar con molestia, dándose cuenta de los avances de Maxie. Hizo un gesto hacia el pequeño medio baño fuera de la cocina.
Santana ocultó su diversión, sabiendo que Rachel estaba evitando a Maxie. Esta no sabía qué hacer por un momento, por lo que se dio la vuelta y volvió a entrar en la sala de estar.
Miró el reloj en el microondas.
Brittany debe llegar pronto.
Añadió más verduras a la bandeja, cuando Rachel salió del baño.
—Por favor, dime que también te has dado cuenta.
—La costa es clara. ¿Te está molestando?
—Como un gato en celo. Hombre, no quiero causar un problema, pero esa mujer tiene que retroceder.
Rachel dijo lo suficientemente alto como para Quinn lo escuchara, mientras ésta volvía al interior de la casa.
La cara de Rachel puso roja remolacha.
Santana pensó que era gracioso.
—Señoras—Quinn dijo mientras pasaba junto a ellas, en su camino a la sala de estar.
Rachel se mordió la lengua hasta que la rubia desapareció. Soltó el aire que estaba conteniendo y golpeó a Santana en el brazo.
—¡Debiste decirme que vendría!
—Es la amiga de Britt. No estaba segura de sí vendría o no.
Vio la frustración de Rachel.
—¿Hay algo que debo tener en cuenta?—escondió su sonrisa, sabiendo que la EMT encontraba a la policía arrogante y atractiva.
—No… sí...—Rachel dio la vuelta, mirando hacia la sala de estar—¿Está saliendo con alguien?
Sorprendida por la pregunta de Rachel, pensó en las conversaciones que ella y Brittany había tenido sobre Quinn.
No le había mencionado ninguna novia.
Quinn había ido a Denver a visitar a una amiga antes de Navidad.
—No lo creo, pero no puedo…—se detuvo cuando sintió unas manos frías deslizarse por su cintura.
Sintió el peso familiar empujar hacia arriba contra su espalda.
Olía a perfume de Brittany.
Esta apoyó su barbilla en el hombro de Santana.
—¿Qué hacen en la cocina?—presionó su peso contra la parte trasera de Santana.
—Hey… no te oí entrar.
—Me colé por la puerta principal.
Se volvió hacia Brittany y le dio lo que se suponía sería un rápido beso en los labios. En cambio, la mujer rubia, deslizó una mano por la parte posterior de su cuello y la atrajo más profundamente en un beso apasionado.
Se separaron sin aliento.
Se miraron la una a la otra durante unos segundos.
—No me importa—Rachel dijo impresionada, por el cariño que las mujeres se tenían.
—Lo siento…—Brittany reconoció a la EMT, de las fotos en la oficina y la casa de Santana—Eres Rachel, ¿verdad?
La EMT asintió.
—He visto tu foto antes. De hecho, la noche del accidente, pensé que eran pareja.
—¡Es gracioso!—Rachel se rio y golpeó a Santana de nuevo.
—¡Basta!—se frotó el brazo.
Los gestos de cariño de Rachel se estaban convirtiendo rápidamente en moretones.
—Bueno, ¿cuál fue resultado?—preguntó Santana.
—Perdimos en el tiempo extra. Fue una buena temporada, pero se acabó. ¡Gracias a Dios!—Brittany la volvió a besar en los labios. Sonrió a Rachel cuando el rubor se deslizó por su cuello—Me resulta difícil mantener mis manos lejos de ella.
Santana le pasó un brazo por la cintura y le dio de comer un pedazo de queso.
—Rachel ha estado preguntando por Quinn—Brittany asintió mientras miraba hacia la sala de estar.
—Bueno Rach, ella es muy agradable. ¿Hay demasiada gente aquí? Creo que invitaron a todo el equipo de softbol y algunos de los maestros, y a Carrie Ryder, la entrenadora del equipo que nos ganó esta noche.
—Kurt y Blaine puede que pasen por aquí. Sólo invité a Rach—Santana comía una zanahoria con aderezo ranchero.
—A este paso, puede que tengamos que salir o necesitamos una casa más grande—Brittany bromeó frente a la nevera, al sacar una cerveza.
—Necesito un trago. Mejor iré a mezclarme con el resto de las gente—le dio una palmada en el trasero a Santana, y salió de la cocina.
—Santana, ella es realmente...
—¡Sexy!—la cortó su amiga, mientras chupaba la inmersión de su dedo.
—Retrocede ahí Berry—bromeó—Ella es mía.
—Puedo oírte—Brittany asomó la cabeza en la cocina—Y estoy conforme con eso.
—Nunca me hubiera imaginado que era gay—Rachel dijo inclinándose para mirar a la otra habitación—Quiero decir, ella es realmente femenina. ¿Qué pasa contigo?—Rachel se inclinó sobre el mostrador y miró a su amiga—¿Estás feliz?
—Yo lo soy. Es mucho más de lo que pensaba que pudiera tener con alguien. Dani y yo sólo teníamos problemas.
—Es cierto. Es bueno verte feliz. Vamos, vamos a ser sociables. Me estancan las amigas de Brittany, bueno, no todas.
Santana siguió a su amiga a la sala de estar.
Mientras Brittany hablaba con Rachel, Santana podía verla observarla por el rabillo del ojo.
Le gustaba saber que la rubia no le quitaba ojo.
Sonrió y le dio a Brittany un look casual. No habían estado juntas, en toda la semana, debido a sus horarios.
Brandi, todavía llevaba puesto su ridículo sombrero, cuando empezaron a jugar a las cartas. Parecía estar disfrutando de sí misma, mientras acercaba el dinero que les estaba ganando a sus amigas.
En el exterior, Quinn estaba de pie en el porche delantero fumando. Santana estaba segura de que Rachel sería decepcionada con ese factor.
Se sentó en el sofá y Brittany se sentó junto a ella, deslizando una mano sobre la rodilla de la morena.
—¿Te das cuenta de donde estamos sentadas?—Brittany le susurró al oído.
—En mi sofá—susurró. Podía sentir el pecho de Brittany pegado a su brazo—¡Oh tú eres mala, muy mala!—Santana, dijo al recordar la última vez Brittany había estado en la casa.
Habían hecho el amor en el lugar exacto en el que se encontraban.
Santana se sintió húmeda, nada más recordarlo.
—Voy a subir a cambiarme de ropa. Ponerme algo más cómodo—dejó que su mano acariciara la longitud del muslo de Santana.
—Eres muy mala. Tenemos invitados—Santana susurró.
La aludida le lanzó una mirada, y se dirigió hacia las escaleras.
Sonrió, esperó unos minutos y luego la siguió al dormitorio.
Brittany estaba en el vestidor, con su camisa en el suelo. Dobló los pantalones que se había quitado y los colocó una percha. Se volvió para mirar a Santana, que acababa de cerrar la puerta detrás de ella.
La visión de Brittany de pie en medio de su armario, vestida tan solo con su ropa interior, hizo que bombeara su sangre por todo el cuerpo.
Se movió hacia la rubia.
Esta colocó las manos en la cintura de Santana.
Santana la empujó contra la pared, nada más recibir el apasionado beso duro en sus labios.
Sintió la urgencia de Brittany, cuando su beso aumentó.
La mano de Brittany rápidamente desabrochó el botón de sus pantalones vaqueros. Su mano se deslizó por la parte delantera de los pantalones, y sus dedos sondearon la zona palpitante y mojada.
Santana sabía que iba a llegar al orgasmo rápidamente.
Ahogó un grito, en el hombro de la rubia, cuando los dedos de ésta se deslizaron en ella.
Movió sus caderas contra la mano de Brittany, totalmente excitada.
Necesitaba tocarla.
Le dio la vuelta a Brittany, obligándola a que apoyara sus manos contra el armario de la pared, mientras Santana se situaba detrás de ella. Le pasó, desde atrás, una mano a lo largo de la curva del pecho, bajándola muy despacio hacia la llanura del vientre, tirando de la cintura de su ropa interior.
Dejó que sus dedos jugaran a través del material que cubre los músculos congestionados de la morena. La sintió estremecerse, cuando sus dedos tocaron su clítoris. Con la otra mano le acarició y apretó los pechos juntos.
La besó en el cuello, mientras su mano seguía deslizándose por la parte delantera de las bragas de Brittany, que empezó a gemir, cuando los dedos de Santana se sumergieron y exploraron los contornos de su centro.
—Te sientes tan bien—gimió al oído de Brittany, mientras le mordía el lóbulo.
Oyó a Brittany jadear, cuando la mano de Santana trabajó en contra de su centro.
Santana sabía que estaba cerca del orgasmo.
El cuerpo de Brittany se irguió cuando alcanzó el clímax. Una vez que su cuerpo quedó bajo control, Brittany se dio la vuelta y la besó suavemente en los labios.
—Tiene algún efecto en mi cerebro—envolvió sus brazos alrededor de la cintura de Santana.
—Me gusta que me hagas cosas como…—Santana la besó en el cuello, sin terminar la frase.
Santana todavía estaba excitada.
—¿Cómo qué?—Brittany la acercó más, cuando oyeron un golpe en la puerta.
—Hey, no quería interrumpir—Maxie llamó a través de la puerta—Pero tienes invitados llegando.
Se apartó de Brittany y se llevó un dedo a los labios.
Maxie sabía lo que estaba interrumpiendo, y Santana rezó para no perder la calma.
Se la quedó mirando, por un segundo, mientras se alejaba del armario, hacia la puerta del dormitorio. La mirada enrojecida, que vio en la cara de su amante, confirmó a Santana que no era la única decepcionada.
Le hizo un guiño a Brittany.
—¿Podemos terminar esto más tarde?
—Sin lugar a dudas—sonrió mientras se ocultaba de la vista en el armario.
Santana abrió la puerta de su habitación para ver Maxie de pie en el pasillo, con las manos en las caderas, tratando de mirar más allá de Santana, hacia el interior del dormitorio.
—No estabas interrumpiendo, Maxie—besó a Maxie en la frente mientras cerraba la puerta y pasaba junto a ella.
Eso va a darle algo en que pensar, pensó mientras se dirigía abajo.
En cuestión de veinte minutos, la casa pasó de media docena de personas a dos docenas.
Santana había visto a algunas de estas personas antes, pero no estaba segura de dónde.
Blaine y Kurt se detuvieron.
Kurt, un contable que trabajaba para el sistema escolar, parecían estar bastante a gusto con el gran número de educadores en la habitación.
Blaine y Rachel estaban en la sala conversando.
Blaine siempre había querido que sus dos amigas salieran juntas.
Santana intentó ejercer de anfitriona, pero cuando fue a hacer las presentaciones, se dio cuenta de que ya se conocían.
Minutos más tarde, se dirigió hacia la cocina, donde se encontró con Quinn.
A través del curso de la tarde, Santana había notado que Quinn mantenía un ojo en la morena bajita.
—¿Jugando a policía esta noche o debería estar preocupada por un flechazo?—le preguntó mientras se le entregaba una cerveza.
—Policía—sonrió mientras tomaba un sorbo de cerveza—Lo siento, es mi amiga—dijo mientras escuchaban la risa de Brittany en la otra habitación.
—Bien. Esto significa que te preocupas por ella. Me parece correcto—Santana sonrió mientras la risa de Brittany seguía resonando por toda la casa—Quiero que se mude. Es pronto. Ya lo sé. Pero sólo quiero estar con ella.
—Estoy a favor de eso—Quinn sonrió—Se les ve realmente bien juntas.
—¿Estás jugando conmigo? ¿Jugando al poli bueno?
Quinn dejó su cerveza y se volvió hacia Santana.
—No, creo que si Britt y tú no seguís juntas, realmente no hay esperanza para ninguna de nosotras. Conozco a Britt desde hace mucho tiempo, y es una de mis mejores amigas. He conocido a sus citas. He visto su dolor. Pero nunca la he visto tan radiante. Doc, la haces feliz.
Brittany se acercó hacia ellas con una gran sonrisa.
—Ella te adora—Quinn le susurró al oído, cuando su amiga deslizó su brazo alrededor de la cintura de Santana.
—¿De qué están hablando tan serias?
—No estoy segura sobre la parte seria, pero de hay un montón de cosas—respondió tirando de ella más cerca.
—¿Cuándo ser marcharán todas esas personas para que pueda aprovecharme de usted mi rubia debilidad?
Brittany hizo un guiño a Quinn y tocó la nariz de Santana con su dedo.
—Será mejor que las deje o acabaremos montando un escándalo en la cocina—Santana contrarrestó haciendo que Quinn escupiera su cerveza al reírse.
—Eso sería como dar vuelta a algunas cabezas—Quinn intervino.
—Quinn, Santana dijo que su amiga Rachel te estaba buscando fuera—Brittany le dirigió una inclinación de cabeza—No estaría de más que la buscaras—Brittany continuó diciendo mientras apretaba el trasero de Santana.
—Será mejor que no bromees señorita—Quinn dijo antes de salir de la cocina.
—¿Quieres venir a casa de los padres mañana? Me invitaron a cenar y les dije que te preguntaría.
Sintió la aprehensión en su lenguaje corporal.
—Eso sería genial. Creo que debería conocerlos.
Sabía que después de la visita de Frank, necesitaba hacer un esfuerzo por conocer a su familia.
Brittany los amaba, eran una gran parte de su vida.
Santana no tenía apoyos familiares, pero estaba feliz de que Brittany los tuviera.
—Me hará sentir nerviosa y con náuseas, pero estoy segura de que sobreviviré.
—Hay mucha gente aquí—se volvió y observó a los invitados—Has estado en la cocina casi toda la noche.
—Me siento cómoda en la cocina—atrajo a Brittany más cerca—Creo que hay que pensar en conseguir una casa más grande.
Vio la cara blanca de Brittany aun más blanca.
Inmediatamente se arrepintió de decirlo.
—Algún día…. debemos pensar en eso—Santana dijo mientras caminaba hacia la sala para hablar con Blaine, preguntándose si había cometido un gran error.
Las últimas invitadas, Maxie y Jessie dejaron la casa alrededor de las 2:30 am.
Santana estaba cansada.
Se sentía como si hubiera estado andando sobre cáscaras de huevo con Brittany, después del comentario de la casa.
Había planeado pedirle a Brittany que se mudara con ella, esa misma noche, una vez estuvieran en la cama.
Limpió el mostrador y sacó otra bolsa de basura llena por la puerta trasera.
Brittany apareció por la sala de estar con más botellas vacías.
—Todavía siguen apareciendo botellas vacías—Brittany dijo mientras metía la botella en el contenedor de reciclaje.
—Al final aparecieron más personas de las que pensaba—Santana abrió la puerta de atrás y dejó la bolsa de basura fuera—¿Te vas?—preguntó cuándo vio el abrigo de Brittany en su mano.
—No sé. No estoy segura—dijo mientras se sentaba en una de las sillas de la cocina.
—¿Qué está pasando? ¿Es por el comentario de la casa? No sé por qué lo dije. No creí que fuera…. Yo sólo…—sentó en la mesa—Dije lo que dije.
—Te has comportado rara después de eso—dijo Brittany—No estoy segura de sí me quieres aquí. O si quieres que compremos una casa más grande. No quiero tu dinero.
—No tengo dinero. Sólo tengo deudas, montones y montones de deudas—se inclinó sobre la mesa y cogió las manos de Brittany entre las suyas, entrelazando sus dedos—Me sentía rara porque creo que te he asustado—cerró los ojos—Estaba bromeando, pero también hablaba en serio.
—¿Quieres que me quede?
—Me encantaría que te quedaras. Quiero que te quedes.
Podía sentir las lágrimas formándose.
Luchó para contenerlas.
—¿Qué pasa?
Brittany podría decir que Santana había alcanzado otro nivel de estar molesta.
—Durante mucho tiempo, yo era infeliz y solitaria. Llegó a un punto en el que lo único que hacía era trabajar. Encontraba consuelo en mi trabajo. Luego, llegaste a mi vida y pensé esto es genial. Esta noche, estaba pensando en pedirte que te mudaras aquí. Antes hablaba de ello con Quinn—Santana enjugó una lágrima que caía por su mejilla.
—No quiero que pienses que el comentario de la casa, tiene nada que ver con esto otro—se secó los ojos de nuevo—Te lo quería preguntar, pero me pareció que era demasiado pronto. No quiero estropear esto que tenemos—se apartó y se sentó en una de las sillas de la cocina. Poniendo su barbilla hacia abajo, se frotó los ojos con las manos—Entraste en mi vida y sólo estoy esperando a que pase algo y me dejes—volvió a sacarse otra lágrima—No me importa si la casa es grande o pequeña. Es sólo que no quiero echar a perder las cosas contigo—se secó los ojos de nuevo—Tengo miedo.
Brittany se acercó y se arrodilló frente a Santana. Tomó el rostro de Santana entre sus manos.
—¿De qué tienes miedo?—la atravesó con sus ojos azules—Háblame Sanny—frotó las yemas de sus pulgares sobre la mandíbula de Santana.
—Tengo miedo de que me dejes.
—No voy a ninguna parte. Estaba sola y cansada de estar con la persona equivocada. Las dos estamos preocupadas por el “tiempo” y por lo que piensan los demás. Yo también me hubiera sentido escéptica si el camión de mudanzas se detuviera delante de mi casa la primera semana. Y sí, tengo amigos y una familiar, pero no tampoco tenía a nadie especial. Tú eres mi alguien especial. Cuando estoy en mi apartamento, quiero estar aquí—Brittany la atravesó con sus ojos—Quiero estar en casa. Quiero estar aquí—miró alrededor de la casa—Este es mi hogar—se inclinó y besó a Santana.
Amor, era la mejor manera de Santana de describir aquel beso.
Sus temores empezaban a desaparecer.
—Me siento como un tonta—dijo mientras inclinaba su frente junto a la de Brittany—Estoy segura de que esta no será la primera ni la última vez—vio la preocupación de Brittany—Tengo algunos problemas sobre los que tengo que trabajar.
—¿Quién no lo hace?—se levantó y estiró la mano de Santana—Vamos, vamos a la cama.
—Déjame que cierre la casa e iré en un momento.
Brittany asintió y se dirigió hacia el piso de arriba.
Comprobó las cerraduras de las puertas delanteras y traseras. Apagó la luz, en la habitación de invitados, y se revisó la cocina. Se detuvo en el cuarto de baño y se lavó la cara. Apagó la vela en el mostrador. Se dirigió arriba, a los brazos de Brittany.
Una pequeña sonrisa apareció en su rostro.
Nunca había sentido que encajaba.
Ahora se sentía feliz, tenía un sentido de pertenencia.
Pertenecía a Brittany.
Las cosas iban a su manera.
Mañana, no sabía cómo, pero debería interactuar con los Pierce. Sabía que debía hacer ese esfuerzo por Brittany.
En el dormitorio, se dio cuenta que Brittany había dejado una luz encendida.
Se sentó en la cama y la miró.
Se inclinó y la besó.
—Hey—Brittany dijo medio dormida—¿Estás bien?—se incorporó y se apoyó contra las almohadas.
Santana retiró las mantas y se acurrucó cerca. Brittany apagó la luz y trajo la cabeza de la rubia para que descansara en su pecho. Con los dedos le acarició el cabello.
—Cuando hablas de tu familia, disfrutas de ello, puedo notar el amor que se tienen con sólo escuchar tu voz. Pero no lo entiendo. Cuando me preguntaste sobre mi familia, no supe cómo responder—sijo mientras escuchaba los latidos del corazón de Brittany.
—Lo sé. ¿Quieres hablar de ello?
Sus voces eran apenas susurros.
—No he querido volver a tocar el tema, porque no estaba segura de cómo ibas a reaccionar.
—Realmente no tengo una familia. Tengo a mi mamá, pero no he hablado con ella en años. He estado por mi cuenta desde que cumplí los dieciséis años—se apoyó en un codo para mirar la cara de Brittany—Mi decimosexto cumpleaños lo pasé escondida en la cafetería—se recostó contra el pecho de Brittany.
—Es curioso las cosas que una recuerda. Seguramente, tú tendrías una gran fiesta de cumpleaños por su dulce dieciséis.
—La tenía, pero no me acuerdo de nada de ella—comentó mientras tocaba la mejilla de Santana.
—¿Estabas escondida porque estabas atravesando una etapa difícil?
—No fue mi mejor momento. Un montón de acné, grandes gafas feas y gruesas, y además era demasiado alta y flaca.
—La angustia adolescente normal, hay un montón de chicas que pasan por eso.
Brittany trató de entender a dónde se dirigía la conversación.
Se inclinó y la besó suavemente.
Santana le ofreció una pequeña sonrisa y volvió a su lugar contra el pecho de Brittany.
—No era sólo mi aspecto, era mi estilo de vida—se pasó la lengua por los dientes frontales, como si aún llevara los correctores en sus dientes—No era por eso por lo que me escondía—sintió el escozor de las lágrimas en las comisuras de los ojos—Nunca pensé que fuéramos la familia ideal. Mis padres dormían en habitaciones separadas y casi no interactuaban con los demás. No había vacaciones en familia o excursiones. Siempre éramos yo y papá.
La mano de Brittany continuó calmando el dolor que escuchó en la voz de Santana.
—Siempre he sido inteligente. Simplemente no entendía por qué era así. Fui a una escuela especial para superdotados. Cuando tenía catorce años, solía coger el autobús a la escuela secundaria pública, donde mi papá enseñaba y volvía a casa con él.
Sintió los dedos de Brittany entrelazarse con los suyos.
—¿Qué pasó? Sé que dijiste que tu papá había muerto.
Escuchó la respiración de Santana, cuando empezó a hablar, pero se detuvo.
—No estoy segura. La verdad realmente nunca salió a la luz. A veces ejercía como tutor de algún estudiante, después de la escuela. Siempre tenía que esperar a que terminara para volver a casa. Tenía diferentes estudiantes, pero una de ellas, Louise Richmond, destacó sobre los demás.
De repente, sintió que aquel nombre la pesaba como si fuera un peso plomo sobre su propio cuerpo.
—Ella siempre estaba en su oficina. La verdad es que casi no le prestaba mucha atención. Era amable conmigo delante de él, pero tan pronto como se fue, ella me llamaba nombres como dique y monstruo. Un día, que mi papá estaba fuera de la oficina, comenzó a burlarse de mí y hablar mal de mi mamá. Decía que era mi culpa que mis padres no se hubieran divorciado. Sabía cosas que nunca había oído a mis padres—Santana se quedó en silencio—Era una mala persona. Era hermosa por fuera, pero horrible por dentro. Yo no sabía que la gente podía ser así, hasta que la conocí.
—Sé exactamente lo que quieres decir. ¿Ella te hizo daño?—preguntó Brittany.
Santana negó con la cabeza.
—A mí no, a mi papá—acarició la mano de Brittany con su pulgar—Una estudiante acusó a mi papá de tener una relación inapropiada. Cuando aquello sucedió, toda mi vida cambió.
—Jesús...—Brittany dijo mientras se movía más cerca de Santana.
—Nunca supimos el nombre de la menor, pero yo estaba bastante segur de que era Louise. La parte triste es, que creo tenían una relación. A sus treinta cinco años, mi papá estaba teniendo una aventura con su estudiante menor de edad. Fue acusado de imposición sexual grave de un menor. Fue detenido por el sheriff y encarcelado. Mi papá perdió su trabajo y la casa.
—Oh, Dios mío. ¿Dónde estaba tu mamá?
—Se fue. Tan pronto como se presentaron los cargos, consiguió un rápido divorcio y se fue de la ciudad. Oí que había pedido el traslado en su banco y se mudó a Chicago.
Recordó caminar hacia su casa, mientas furgonetas de los medios y equipos de noticias rodeaban el vecindario. Eran como buitres, tratando de entrevistar a los vecinos y antiguos alumnos.
—No sabía a dónde ir, así que me escondí en la cafetería. Me quedé sin nada y sin saber a dónde ir. Una abogada llamada Holly Holiday llegó a mi vida. Era bastante sexy, ahora que lo pienso, y, probablemente, era lesbiana.
—¿Estuviste enamorada de ella?
—Una vez más, ella era agradable para mí. Probablemente habría hecho cualquier cosa que ella me pidiera. Cuando mi papá se suicidó, antes de que el juicio empezara…
La voz de Santana era plana al recordar el día que Holly Holiday se lo había dicho.
—Pasé a estar bajo la tutela del estado, porque mi mamá se había ido. Ahora que lo pienso, Holly fue mi primer amor. Era una mujer muy brillante y hermosa. Se aseguró de que yo estuviera bien cuidada. No estoy segura de cómo entró en escena, sólo recuerdo su caminar en la cafetería y ofrecerme su ayuda
—¿Un abogado aparece de la nada?
—Creo que su pareja trabajaba en servicios sociales y de alguna manera, la causa de una adolescente se convirtió en un tema importante para ella.
—¿Ella te ayudó con el proceso de emancipación?
—Sí. También me hizo inscribirme en la universidad. Incluso creo que ayudó a que fuera aceptada en la escuela de medicina. No he pensado en ella en mucho tiempo. Perdimos contacto después de un tiempo. Me dolió demasiado dejar de verla.
—A mí me parece que tuvo un papel muy importante en tu vida. Te ayudó durante una época en que no sabías en qué dirección ir.
—Lo hizo—sintió la presión en su pecho empezar a ceder. La pesadez que siempre sentía estaba desvaneciendo—Debería tratar de encontrarla y darle las gracias.
Deslizó la punta de un dedo sobre el pezón de Brittany. Vio como el capullo se endurecía bajo su toque.
—Eres hermosa.
—Estás hablando con mis tetas—reprendió, dándole un ligero tirón en el cabello negro.
—Exactamente—dijo mientras se inclinaba y besaba el pezón endurecido, a través del material de la ropa de noche—Me encanta tu cuerpo, Britt-Britt.
—Y a mi que me digas así…San—se movió un poco bajo los labios y los dedos, agarrándola del pelo.
—Lo sé, lo sé—se echó hacia atrás para apoyar la cabeza en el hombro de Brittany—Como se suicidó antes del juicio, nunca supe si era culpable. Siempre me pregunté qué sucedió realmente.
Santana conto lo demás.
Esta casa era lo más cercano que tenía a una casa, desde que tenía quince años.
No parecía darse cuenta de que sus padres nunca estuvieron alrededor. Siempre había sido así.
Su papá Alfonso se solía quedar después de la escuela para reuniones o para ayudar a sus estudiantes.
Su mamá Maribel trabajaba como gerente de inversiones en un banco.
Como hija única, Santana creció básicamente por su cuenta. Cuando hizo una prueba para entrar en la escuela, acabó en un programa para superdotados. Su madurez e intelecto la ayudaron al pasar los años de escolaridad.
De vez en cuando, se detenía en la escuela secundaria pública, donde su papá enseñaba. La mayoría de las veces, él todavía estaba con un estudiante o dos.
Se dio cuenta, que cada vez se acercaba ahí, siempre estaba la misma estudiante con su papá. Era unos pocos años mayor que Santana. Era una bonita adolescente, que siempre llevaba escotes pronunciados y minifaldas o pantalones cortos.
Se preguntó si aquella supuesta relación entre su padre y Louise fue verdad.
Cuando tenía quince años, ya sabía que sus padres no dormían en la misma habitación. A veces, ni siquiera la misma casa. Maribel se habría ido durante días, y rara vez se preocupaba de su hija.
Cuando el periódico local publicó un artículo sobre la acusación, su papá no lo había negado.
Alfonso López fue detenido, bajo la acusación de tener un tórrido romance con una alumna suya de diecisiete años. Aunque el documento no mencionaba el nombre de la menor, Santana sabía que era Louise.
En cuestión de días, fue despedido de su trabajo y los cargos contra él, aumentaron incluyendo violación estatuaria e imposición sexual grave de un menor.
El fiscal del distrito fue detrás de su papá.
Incapaz de manejar la situación o no querer creer a su marido, Maribel López pidió el divorcio.
Ella no quería tener nada que ver con Santana.
La vida de Santana se volvió del revés.
Su mamá la ignoró.
Ya no era la hija deseada.
Su mamá empacó sus cosas y se fue sin mirar hacia atrás.
Santana se encontró con el arresto de su papá, la atención de los medios y el hecho de que estuviera involucrado con una chica dos años mayor que ella.
Por primera vez en su vida, ella no sabía qué hacer.
El abogado defensor, designado por la corte para su padre, debió haber expresado sus preocupaciones, a los servicios sociales, por la adolescente.
Cuando la abogada, Holly Holiday, llegó a la vida de Santana, fue la única persona adulta en la que pudo confiar. La abogada le explicó sus derechos y qué opciones tenía.
Eligió la ruta de la emancipación.
Holly lo tramitó por la vía rápida, sin querer someter a Santana al sistema de cuidado de crianza.
Ya como adulto legal, pudo matricularse en la universidad y continuar con sus estudios.
Holly Holiday la salvó.
Fue Holly quien le contó sobre el suicidio de su papá, diez días antes de su juicio empezara.
Santana no se inmutó.
Dio las gracias a la mujer y se fue a clase.
Sus años, en el estado de Ohio, fueron una falta de definición miserable.
Recibió una beca de uno de los fondos de dotación. Su fondo para la universidad fue bloqueado durante el juicio de su papá.
Ella no tenía nada.
Vivió con la familia de un profesor, donde ejerció como niñera de los dos niños que tenía el matrimonio.
Por extraño que parezca, Santana descubrió que le gustaban los niños.
La familia que trabajaba habitualmente pasaba las vacaciones en Europa, lo que significaba que Santana se quedaba sin hogar durante ese tiempo.
Se las arregló para dormir en casa de un compañero de clase, pero por lo general estaba sola. De vez en cuando, salía con alguien, pero nunca encajaba con los demás.
No sabía cómo interactuar con los demás.
Por supuesto, las preguntas sobre su familia siempre acababan apareciendo.
Mañana, la familia de Brittany, querría hacerla preguntas.
Había prolongado, durante meses, conocer a la familia Pierce, y por la forma en que había reaccionado Brittany, su familia estaba inquieta.
—¿Qué pasó con la chica?
—No lo sé. La casa fue vendida y nunca he vuelto ahí. Siempre me pregunté si era inocente. Entonces pienso, ¿por qué iba a suicidarse si era inocente?
—Supongo que es algo que nunca se sabrá.
—Supongo que no. Siento no habértelo contado antes.
—¿Y tu mamá? ¿Nunca más supiste de ella?
—Ella no quería tener nada que ver conmigo. Fui a la universidad. Cuando entré en la escuela de medicina me vine aquí y me compré esta casa. Lo curioso es que ella entró, en la sala de urgencias, hace unos años buscándome.
—¿Hablaste con ella?
—No, yo no tenía nada que decir.
—San, por favor intenta hablar conmigo. Tienes mucho dolor dentro—puso la mano sobre el corazón a Santana—No quiero que te hagas daño nunca más.
Había sufrido tanto dolor durante años, que Brittany no sabía por dónde empezar.
—No lo sé. Es muy difícil para mí—se volvió hacia Brittany—Esta es la razón por la que nos alojamos lejos de su familia. He tenido miedo a su encuentro. Vamos, Britt, ¿cuántas veces me invitaron, seis o siete veces? ¿Qué pasa, si me preguntan por mi familia?—acarició el pecho de Brittany con su nariz.
—Sé que has estado evitándolos, pero ellos realmente quieren conocerte.
Brittany sabía que sus padres estaban a punto de rebelarse, si no la conocían pronto.
—¿Qué hiciste este año por Navidad?
—Estuve con Blaine y Kurt. También estuve trabajando—vio la preocupación en los ojos de Brittany—Está bien. He estado sola durante casi quince años. Estoy acostumbrada a estar sola.
—¿Qué hay de Dani? ¿Tuviste una relación con su familia?
—Apenas tuve una relación con Dani—besó a Brittany ligeramente en los labios—Para ella, yo sólo era un reto. Todo un desafío. Cuando me consiguió perdió su interés por mí, y buscó a otra. Siempre actúa de la misma manera, por eso se comportó así la noche de San Valentín. Un nuevo reto para conseguir que volviera con ella, o buscarse una nueva cita—empezó a reír—No sé por qué pensó que yo querría volver con ella.
—Ven acá.
Brittany la besó suavemente en los labios. La tocó suavemente en la cara y pasó la mano por la espalda.
—Vamos a estar juntas, durante mucho tiempo, Sanny. Te lo prometo. Si no quieres conocer a mis padres no pasa nada.
—Sí quiero conocerlos. Es sólo que puede resultarme difícil, si me piden recuerdos y preguntas. Sobre todo porque realmente no tengo ninguna respuesta.
—San, te querrán. No tienes que responder a ninguna de sus preguntar. Estoy segura de que no van a presionarte. Son militares nacidos y de raza.
—Te mereces mucho más de lo que te puedo ofrecer.
—Voy a tomar todo lo que me puedas dar, Sanny—Brittany la atrajo hacia sí y la besó con todo el amor que sentía—Sólo quiero estar contigo.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Eso es una Bomba la que Santana ah dejado caer de su pasado. pero aun asi, Santana es tan adorable la amo con locura, parece un osito de peluche para abrazar en mi camita todas las noches jajjajjajaj estoy anhelando lo imposible ya. ahhhh odio a Maxie es una estupida.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
es bueno que san le aya contado a britt sobre su pasado,.. y saber el por que de algunas cosas y actitudes,...
a ver como va el domingo familiar,.. y como lo toma san con las cosas nuevas,..
nos vemos!!!
es bueno que san le aya contado a britt sobre su pasado,.. y saber el por que de algunas cosas y actitudes,...
a ver como va el domingo familiar,.. y como lo toma san con las cosas nuevas,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Amo a esta pareja!!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Pobre San, que historia mas triste, pero lo mejor es que pudo salir adelante y convertirse en lo que es hoy en dia, estoy segura que la familia de Britt sabra como tratarla, esa maxie deberia desaparecer, la que me preocupa es la tal michelle, quien sera y que buscara con santana?????
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
marthagr81@yahoo.es escribió:Eso es una Bomba la que Santana ah dejado caer de su pasado. pero aun asi, Santana es tan adorable la amo con locura, parece un osito de peluche para abrazar en mi camita todas las noches jajjajjajaj estoy anhelando lo imposible ya. ahhhh odio a Maxie es una estupida.
Hola, mmm si que si =/ Jajajajajajajajajajajajajajaajajajajajajaj xD jaajajajajajajajajajajajajaj xD ajajajajajaja esk es el efecto de san xD jajajajaajja. Aaaa sip creo q yo igual ¬¬ Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
es bueno que san le aya contado a britt sobre su pasado,.. y saber el por que de algunas cosas y actitudes,...
a ver como va el domingo familiar,.. y como lo toma san con las cosas nuevas,..
nos vemos!!!
Hola lu, sip, un paso mas a que avanza ella y su relación! De lo mejor, mejor... espero jajajajajaaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Amo a esta pareja!!!!
Saludos
Hola, y yo! y todosss! ajajajajajajajajajaja. Saludos =D
micky morales escribió:Pobre San, que historia mas triste, pero lo mejor es que pudo salir adelante y convertirse en lo que es hoy en dia, estoy segura que la familia de Britt sabra como tratarla, esa maxie deberia desaparecer, la que me preocupa es la tal michelle, quien sera y que buscara con santana?????
Hola, si =( Esk san es fuerte por dentro y fuera =D Esperemos y todos la amen como britt, pero sera fácil osea es san jaajajjaajjajaja. Mmm esas dos que salgan de al ecuación! ¬¬ Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 12
Capitulo 12
Santana se quedó sentada en su Honda CRV, con las manos apoyadas en el volante.
Estaba a dos calles de la casa de los padres de Brittany.
Le había prometido que estaría ahí a las cuatro. Poco a poco el reloj del salpicadero se acercaba a las tres cincuenta y cinco.
Respiró hondo y miró el tráfico.
Continuó hacia la casa Pierce. Cuando giró hacia la calle indicada, pudo ver la casa de un militar de carrera, que con la ayuda de su esposa, habían criado a tres hijos y una hija increíble.
Se encogió de hombros ante ese pensamiento.
Nunca había estado, en términos amistosos, con la familia de nadie, incluyendo la suya.
Un terapeuta tendría un día de campo con Santana.
Sobre todo ahora, que estaba saliendo con una profesora, antigua profesión de su papá.
Ya no podía evitar más, encontrarse con la familia de Brittany.
Si quería seguir teniendo una relación con ella, tendría que someter a sí misma para conocerlos.
Brittany estaba muy unida a sus hermanos.
¿Cuáles eran los nombres de los hermanos de Brittany?
Sabía que el más joven era Artie.
Había otro que se llamaba Mike.
El mayor sería Sam.
El nombre de su mamá era Whitney.
No había manera de olvidar a Frank, pensó mientras se detenía delante de la residencia Pierce.
La casa era modesta, y en un barrio acomodado del Condado de Montgomery.
Brittany mencionó que se habían trasladado a la zona de Washington DC, para que los niños pudieran terminar la escuela secundaria, en un mismo sitio, mientras su papá continuaba con su carrera en el ejército.
Miró delante de la casa.
Había cuatro coches, con un gran RV que estaba aparcado en su propia zona, al lado del garaje. En el camino de entrada, tres chicos y cuatro chicas jugaban a baloncesto.
Se encogió cuando la pelota salió del tablero y golpeó el capó de un BMW.
—Hola.
Una niña de unos seis años la saludo, mientras se acercaba a ella con dos empanadas de manzana caseras.
—Hola—contestó, dándose cuenta de que era el centro de atención del grupo—¿Está tu tía Brittany en casa?
—Sí—uno de los chicos mayores contestó—¿Eres la médica?
Santana se rio en voz alta.
—Sí, pero me llamo Santana.
—Guay. Soy Jake—se echó hacia atrás su gorra de invierno de Raven y tomó el plato, que traída, de sus manos.
—Wow eres alta. No tan alta como mi la tía Britt o mi papá, pero si más que el abuelo—ake dio una sonrisa que reveló un destello de su tía—Vamos. Te estábamos esperando. No somos mayores pero sabemos modales y todas esas cosas correctas.
—¿Cuántos años tienes?—preguntó Santana.
—Tendré catorce el próximo mes, ¿te interesa?
Santana se detuvo en seco.
—Estoy bromeando. Vamos, que la familia te espera.
Santana miró a Jake
—La abuela ha estado hablando de ti desde enero. Está muy emocionada por conocerte—Jake la acompañó a través del garaje, hacia la entrada de la casa. Gritó mientras golpeaba la puerta—La doctora ya está aquí.
Se quitó la gorra que escondía su pelo negro, y las zapatillas de deporte, dejándolas junto a la secadora.
Una mujer con el pelo rubio se acercó a la entrada.
—Jake, ¿dónde están tus modales?
Santana sabía que era la mamá de Brittany.
Tenía sus mismos ojos, y la forma de su rostro.
—Hola. Soy Whitney Pierce. Bienvenida. He oído hablar mucho de ti.
—Gracias por la invitación. Me disculpo por no venir antes. Mi trabajo ocupa la mayor parte de mi tiempo.
—Es verdad. Mi hija dice que trabajas mucho. No estás trabajando ahora, ¿verdad?
—No—dijo con una sonrisa, intentando mantener sus nervios en orden.
Whitney era una mujer alta con el pelo rubio.
—He traído unas empanadas.
—No tenías por qué hacerlo—Whitney tomó su abrigo—Pero fue muy amable de tu parte.
—Creo que Jake se llevó el plato.
—Ese Jake, es mi nieto mayor, el hijo de Sam—Whitney se miró en el espejo del pasillo—¿Parezco una abuela?—se apartó el pelo hacia atrás.
—No, nunca lo habría adivinado—sonrió.
Whitney no parecía tan mayor como para ser abuela. Santana había visto abuelas de tan sólo veintisiete años.
—Señorita López, espero que sea un buen médico, porque no es buena mintiendo—Whitney bromeó mientras agitaba su mano y se echaba a reír—Tengo cinco nietos, Jake y Jane son de Sam y su esposa Mercedes. Mike y su esposa Tina tienen tres, Glenn, y los gemelos, Dottie y Tian. Artie y su esposa Aria tienen uno, Noah. La mayoría de ellos están jugando afuera. Hay algunos niños del vecindario, con los que se suelen juntar. Estoy esperando que Britty tenga sus propios hijos. ¿Te gustan los niños?
—Los niños son geniales.
Sabía que Whitney podía leer a través de su mentira.
La mujer guiñó el ojo.
Sintió que su estómago se revolvía, y su cabeza empezó a dar vueltas.
Los niños, los niños, los nietos… anoche estaban en una pelea sobre convivencia.
Nadie había dicho nada acerca de niños.
¿Acaso Brittany quiere tener hijos?
Brittany apareció en la sala frente a ella.
—Hey, no sabía que estabas aquí—dijo poniéndose de pie y saludándola con un abrazo—¿Conociste a mi mamá?
—Sí, y a algunos de los niños. Jake es un encanto—se sentía rara simplemente abrazando a Brittany.
Normalmente ellas se besaban, pero delante de la familia las reglas eran un poco diferentes.
Sintió la mano de Brittany en la parte baja de su espalda.
—Sí, lo es. Lo aprendió todo de su tía—Santana sintió que se sonrojaba ante la declaración de Brittany.
—Vamos, quiero que conozcas a mis hermanos.
Abrió el camino de la cocina a la sala de estar de la casa. Había un pasillo lleno de fotografías.
Santana se detuvo para admirarlas.
—¿Eres tú verdad?—señaló una foto de una Brittany más joven con un casco de fútbol americano, jugando con un grupo de niños.
—Sí—señaló a la imagen—Estoy con Artie, Mike y mis primos Roderick y Clint.
—Parecen tan felices—dio un paso atrás, para poder ver mejor el resto de las fotos de la familia.
Los niños Pierce eran una mezcla entre sus padres y de cierta forma muy parecidos entre sí, era muy capaz de distinguirlos.
Sam tenía el pelo del mismo color que Brittany, pero los ojos de color verde como su mamá.
Mike era de rasgos asiáticos como Frank.
Y Artie era la mezcla de ambos, pelo oscuro como Frank y ojos claros como Whitney.
—La verdad es que nunca lo había pensado. Sí que tengo muy buenos recuerdos en esta pared, pero no suelo fijarme mucho. Paso delante de las fotos sin siquiera pensarlo dos veces.
—Eso es porque tienes que tener una primera idea para tener un segundo pensamiento.
Una voz profunda llegó desde atrás Brittany.
Santana miró a la cara de un hermano de Brittany.
—Artie, ella es Santana—dijo Brittany.
Santana sabía Brittany sólo era un año mayor que su hermano, Arite.
—Hola—lo saludó.
Hola. Así que esta es la misteriosa mujer con la que estás saliendo—Artie puso la mano en la barbilla.
El gesto de aprobación llegó lentamente.
—Bueno, puedo ver por qué.
Brittany le dio un puñetazo en el brazo.
—Encantado de conocerte. Oí decir a Jake que trajiste pasteles.
—Lo hice. He oído hablar mucho de ti.
—Eso seguro. Nosotros no hemos oído mucho de ti.
Brittany lo golpeó de nuevo.
—Papá y Sam están viendo el partido. ¿Te gusta el hockey?
—En realidad no—respondió con sinceridad.
—Gracias a Dios—Artie sonrió—Pensaba ponerme algo para beber. ¿Te apetece tomar algo?
—No, gracias.
Pensó que si empezaba a beber tan pronto, no podría detenerse.
Artie se fue hacia la cocina.
—¿Estás bien?—Brittany le preguntó.
Santana negó con la cabeza.
—Ven aquí—hizo señas para que la siguiera a la habitación.
Santana dejó escapar un suspiro, cuando Brittany cerró la puerta. Sus manos cubrieron su rostro y pasó por encima de su cabello.
—Las respiraciones profundas… respira…. dime qué está pasando, San.
—Le mentí a tú mamá. Le dije que no se parecía a una abuela. Britt veo mujeres que ya son abuelas con tan solo veinte años. Luego empezó a hablarme de tener hijos. Cristo, ni siquiera sabemos dónde vamos, como para hablar ya de tener hijos—se sentó en la cama y echó un vistazo alrededor de la habitación—¿Esta es tu habitación?
—Sí… Dra. Flipada—se arrodilló frente a Santana—Es necesario que te relajes. No hay nada que no podamos manejar. Tienes que relajarte—empezó a desabrocharle el cinturón y sacar la camisa de su cintura.
—¿Es una broma? No puedo. No aquí.
Se retorció lejos de Brittany hasta que vio aquellos ojos azules llenos de alegría.
Brittany se estaba riendo de ella.
—Debo decir que empiezas a preocuparme. Ahora mismo estoy teniendo un mal momento y tú estás bromeando acerca de tener sexo en casa de tus padres.
—Relájate. Estoy tratando de hacerte sentir cómoda.
—En tu casa, es donde me gustaría estar cómoda—dijo mientras se inclinó y besó los labios de Brittany.
El suave beso causó un deseo en Santana.
—Será mejor que no hacerlo de nuevo.
—Seguiremos más tarde, cuando estemos en casa—Brittany le tomó las manos y se puso de pie—¿Estás lista para conocer al resto de los hisopos?
—¿Tengo alguna opción?
—No.
—Entonces la respuesta es ¡sí!—dijo con un saludo falso.
Brittany le dio un beso, tomando el rostro entre sus manos y besándola de nuevo, pero esta vez profundamente.
El deseo de Santana empezó a crecer más.
Se separaron y se miraron la una a la otra.
—Esta es mi familia. Ellos significan el mundo para mí. Eres muy especial para mí y ellos lo saben. Si no te sientes cómoda, nos iremos en cuando me lo digas. ¿Estás acuerdo con esto?
—Sí—cogió su mano y la besó—Gracias.
Brittany la abrazó, y la sostuvo durante un par de minutos.
—Lista, toma una respiración profunda.
Se sentía como uno de sus pacientes.
Respiró hondo.
—Vamos a la mensa, antes de que piensen que estamos haciendo algo que queremos hacer—le guiñó un ojo mientras se la llevaba hacia la puerta.
Tan pronto como entraron en el pasillo, vieron a una mujer joven embarazada, con una niña agarrada de la mano.
—¿Alguien no quiere dormir la siesta?—Brittany miró a la niña—Jane, se suponía que tenías que estar durmiendo—le revolvió el pelo a la niña, que con el pulgar en la boca se ocultaba detrás de la pierna de su mamá.
La mujer se detuvo y miró a Santana.
—Hola. Soy Mercedes, la esposa de Sam—la miró fijamente durante un minuto—Te conozco. Eres amiga del Dr. Anderson. Yo trabajo en la Unidad de investigación.
—Sí, es verdad. Te conozco. Aunque hace mucho tiempo que no te he visto—Santana dijo mientras miraba el estómago de la mujer.
—Como ves, he estado un poco ocupada—puso una mano sobre su estómago—Ya estoy en la recta final.
Brittany cogió a la niña y la hizo girar sobre su cadera. Se dirigieron a la sala donde les esperaba el resto de la familia.
—Sam, ella es Santana, la amiga de Brittany.
El hombre alto de pelo rubio se puso de pie. Sus facciones estaban esculpidas y bien definidas. El color claro de su piel era más oscuro que el color de Brittany.
—Hola, encantado de conocerte—Sam tendió la mano—Y bueno finalmente poner una cara a un nombre.
—Sammy, Santana es amiga del Dr. Anderson.
—¿No le acaban de dar ese importante premio de investigación?
—Si, Santana dio el discurso de introducción—Brittany elevó la voz.
—Es verdad. Recuerdo hacer oído algo al respecto, pero no hice la conexión—Mercedes se dirigió hacia la pequeña terraza acristalada de la sala de TV.
—Papá, ella es Santana—Brittany hizo las presentaciones.
Él papá de Brittany entró en la habitación con un par de cervezas.
Santana sintió que su estómago se revolvía.
Él la miró fijamente, y luego le tendió la mano.
—Frank, me llaman Frank. Toma, pensé que probablemente la necesitarías—y le entregó a Santana una cerveza.
—Whitney es un poco áspera en las personas nuevas. ¿Verdad Mercedes?
—Seguro—la mujer embarazada suspiró.
Santana sintió una oleada de alivio.
Frank le guiñó un ojo.
—Es muy bonito conocerte. Escuché que llevaste a mi hija a una escalada. Debió de ser todo un desafío.
—Fue muy divertido.
Santana se dio cuenta que estas personas eran normales, y estaban tratando de hacer que se sintiera cómoda. Se relajó un poco al darse cuenta de que le gustaba aquella familia.
Se sentó cerca de Frank, como si hubiera comenzado a tomar eco sobre el desafío.
Frank llevaba un sello de la marina de guerra y estaba muy orgulloso del tatuaje que tenía en su bíceps.
—Sam tiene un cocodrilo en el hombro—Frank se quejó y Sam se echó a reír.
—Cuidado Santana. Te volverá loca con sus historias en cualquier momento—Artie gritó mientras desacomodaba el cabello de Glenn.
—¿Ya está mostrando sus tatuajes?—una voz preguntó, cuando otro hermano de pelo oscuro y rasgos asiáticos, asomó la cabeza en la habitación—¿Tienes alguno Santana?
Esta se quedó un momento si saber qué decir, hasta que se dio cuenta de los hermanos de Brittany se burlan de ella.
La última incorporación tenía que ser Mike.
—Sin comentarios—se escabulló en la esquina del sofá—¿Qué pasa con los tatuajes?—preguntó Santana.
—A Papá le gusta decir que cada tatuaje tiene una historia de guerra. ¿Tienes alguno?
Cuando Santana no respondió de inmediato, Mike continuó:
—Le preguntaré a Britty—Mike comenzó a salir de la habitación—Es una broma—regresó en la habitación—Eso será en tu próxima visita—bromeó a la médica.
La televisión en la sala de estar todavía sintonizaba el partido de hockey, Santana se convirtió en el centro de atención, nada más ser presentada al resto del clan Pierce.
Frank logró acorralarla, en el pequeño espacio junto a él en el sofá, mientras que Brittany y sus cuñadas, Mercedes y Tina, se dirigieron a la cocina para ayudar con la preparación de la cena.
—¿Crees que estará bien con papá?—Brittany miró hacia atrás, viendo a su novia sentada al lado de su papá.
—Si Frank le ha hecho lo que me hizo a mí, estará bien—Tina dijo ignorando la extraña mirada de Brittany.
—Voy a retirarme un momento—Mercedes explicó mientras colocaba sus manos en su espalda baja—No me encuentro muy bien.
La mujer embarazada ocho meses se movía lentamente, teniendo que recuperar el aliento.
—Mercedes, ¿por qué no te acuestas un rato? Podemos manejar la situación. Además, mamá seguro que nos echa de la concina en cualquier momento.
—Tómate una siesta rápida. Te despertamos para la cena—Tina le aconsejó manteniendo abierta la puerta para ella.
La acompañaron a la antigua habitación de Brittany y regresaron a la cocina.
—¿Qué te hizo mi papá?—susurró a Tina tratando de que su mamá no escuchara.
—Él vino a mi casa, a hablar conmigo y mis padres—confesó—¿Ya sabes cómo fue cuando empecé a salir con tu hermano?
—Sí…—Brittany recordó.
Su cuñada provenía de una familia abusiva con problemas de bebida y drogas. Cuando Tina conoció a los Pierce, no sabía qué pensar de una familia que se sentaba y comía conversando amistosamente, en vez de con acaloradas discusiones y palizas.
—Después tu papá se acercó y me llevó a tomar un café. Él me sentó y me dijo que no tenía ninguna opción en cuanto a quién era mi familia—se enjuagó una lágrima—Pero que sí que tenía una opción, en cuanto a quién dejaba que controlara mi vida. Me preguntó si todavía quería dejar que mi papá ejerciera ese control sobre mí. No lo quería, pero no estaba segura de cómo iba a sobrevivir sin dinero o sin un techo sobre mi cabeza. Tenía un trabajo, pero nada que pudiera ayudarme mientras iba a la escuela—Tina miró sobre su hombro, hacia donde sus hijos jugaban en el patio—Tu papá pagó mi departamento mientras estaba en la escuela.
La boca de Brittany cayó ligeramente abierta.
—Oh, le dije que no. Pensé que me estaba haciendo algún tipo de proposición—se sonrojó—Él se echó a reír. Me dijo que pensara en ello y se lo hiciera saber a finales de mes.
—¿Se lo contaste a Mike?
—De la forma en que me habló, supuse que Mike no debía saberlo. Acepté su oferta. Una vez que me gradué y empecé a trabajar, he tratado de devolverle el dinero, pero nunca me lo ha aceptado. Dijo que lo metiera en un fondo para la universidad para nuestros hijos. Britt, ni tan siquiera estábamos todavía casados.
—Sabes cómo es mi papá. No dice mucho, pero cuando lo hace, por lo general tiene un propósito.
Recordó la semana pasada con Santana.
A pesar de que no se había podido ver mucho, pasó por casa de Santana, pero desapareció antes de que esta llegara a casa desde el trabajo. Se aferró a la almohada de Santana como si fuera la médica.
—¿Crees que fue a visitar a Santana?
—Después de la última cena en familia, creo que lo hizo. Parecía un poco intimidada, cuando lo ha visto.
—¿Y por qué no me lo ha dicho?
—Si Frank la visitó, ella no lo hará. Créeme, sé lo que es tener a tu papá diciéndote que mantengas la visita para ti misma. Ella nunca lo mencionará.
—¿Britty puedes hacer la ensalada? Tina, ¿puedes poner la mesa? Aria te ayudara—Whitney preguntó campante, mientras se ponía entre las mujeres—Por favor, diganme que Mercedes se ha acostado un rato. Ella ha estado bajo mis pies todo el día—Whitney sopló el flequillo de sus ojos y se limpió las manos en el delantal—Las amo chicas, pero siempre están en mitad de mi camino.
—Oh lo sabemos mamá—Brittany guiño un ojo a su cuñada—Mercedes está tomando una siesta.
—¿Dónde está tu amiga?
—Está siendo sometida por los hombres Pierce, por lo que apreciará más a las mujeres Pierce.
Brittany sonrió, sabiendo que Santana podría sostener su posición con su familia.
—Recibiré mi ración esta noche—Brittany susurró al oído de Tina.
Cuando su cuñada se volvió, su cara se volvió roja, dijo.
—¿Qué?
—Nunca habías hablado así de nadie—Tina se rio—Estaba empezando a preguntarme si incluso sabías…—Tina se detuvo cuando Whitney estuvo cerca.
—Todos nos preguntábamos si sabías lo que era tener buen sexo—Whitney expresó lo que su nuera pensaba decir—Oh, cariño, todos hemos estado esperando que encontraras a alguien que realmente te gustara—Whitney le pellizcó la mejilla—Y ya era hora. No quería pensar que terminarías con Maxine Kendall sentada, en la sala familiar, junto a tu papá.
—¡Mamá!—Brittany estaba avergonzada, por la conversación a su alrededor.
—Acéptalo Britty, me alegro que disfrutes durmiendo con esa mujer—Me encanta—sonrió mientras sacaba una lechuga de la nevera—Realmente me encanta.
Esta era la primera conversación que había tenido con su familia sobre su vida sexual.
—Es como si no pudiera tener bastante de ella.
—Ahora entiendes la teoría de conejo.
—Comprendo y practico… gracias a Dios que no puedo quedarme embarazada—echó la cabeza hacia atrás y se rio.
—Ahora que estoy celosa. Necesité tres niños para que lo averiguáramos—Tina contrarrestó.
Whitney se rio entre dientes.
—A nosotros cuatro—explicó mientras colocaba una mano sobre los hombros de Brittany—Estoy feliz por ti, cariño. Es bueno verte así.
Whitney tarareó y siguió marcando los tuppers de comida en el mostrador.
—¿Necesitáis algo de ayuda?—Santana estaba en la puerta, con la mano en el marco de la misma—Tu familia tiene una obsesión con los tatuajes.
—¿Ya están otra vez con eso?—Tina dijo con una sonrisa—¿Frank hizo su danza de chica hula para ti?
—No llegué a ver a la chica de hula. Tendré que pedir un pase especial—Santana vio la mirada de sorpresa en los ojos de Whitney—Estoy bromeando.
—Ella te está bromeando, Santana. Frank no tiene ninguna chica tatuada en su cuerpo y si se lo hace, se va a casa con uno de sus hijos—Whitney resopló a Tina.
—Probablemente se iría con Mike, si tuviera que elegir uno—Whitney abrió el horno y sacó la parrilla hacia afuera.
En lo alto de la misma, estaba el jamón más grande que Santana había visto en su vida.
—Britty, ¿puedes me puedes ayudar con esto?—Whitney le preguntó a su hija mientras levantaba la parrilla.
—Santana si pudieras, por favor, avisar a todos que la cena está lista. Dile a Jake que vaya a buscar a los niños. No te preocupes por Mercedes. Ella está durmiendo la siesta—Whitney sonrió cuando la morena asintió y se dirigió hacia la habitación de la familia ruidosa—Ella es muy agradable Britty. Me gusta.
Brittany besó la frente de su madre y sonrió.
—Gracias.
La cabeza de Santana estaba dando vueltas por la actividad en torno a la gran mesa del comedor.
Whitney explicó que la mesa no era por lo general tan grande, sólo para reuniones familiares. Había tenido que dos secciones adicionales porque si no, no había suficiente espacio alrededor de la mesa para todos.
Mercedes seguía durmiendo en el dormitorio.
Santana nunca había visto tal fiesta en la casa de una persona.
Había jamón, pavo, puré de papas, ensaladas de todo tipo y las copas nunca estaban vacías. Si una se vaciaba, enseguida era llenada.
Los niños estaban sentados, en las sillas altas, cerca de sus padres.
Observó con asombro, cómo Tina alimentaba a los gemelos con la experiencia de un malabarista. Si se inclinaba una taza, ella la cogía. Si querían más puré, ya estaba lista para darles una nueva cucharada.
—Práctica—dijo Tina cuando vio a Santana mirándola.
A la hora de los postres, cuando los pasteles fueron servicios, Santana estaba lleno hasta los topes.
Necesitaba desabrochar su pantalón para sentirse cómoda.
Sintió la mano de Brittany en su rodilla, y no pudo reprimir la sonrisa que apareció en su rostro.
Le estaba gustando conocer a su familia.
No podía recordar la última vez que se sentía como si estuviera acogida en una familia.
Justo cuando se llevó el tenedor a la boca, oyó el grito.
—¡Sam!
El grito ahogado desde el pasillo causó pánico por toda la casa.
El rubio saltó de la mesa y corrió por el pasillo.
—Hay algo mal—Whitney dijo elevando su voz por el miedo.
—¡Mamá!—Sam llamó.
Brittany se puso de pie al igual que el resto de los adultos alrededor de la mesa.
Sintió que su corazón latía.
Mercedes rara vez se había quejado con sus embarazos anteriores. No estaba segura de si era por la edad de su cuñada, pero en esta ocasión, el embarazo estaba tomando un peaje en Mercedes.
Echó una mirada hacia Santana que parecía muy tranquila.
—Hay mucha sangre.
Las palabras flotaron por el pasillo a los oídos de Brittany. Sintió una mano en su brazo, y vio a Santana de pie junto a ella.
—Coge el teléfono—Santana dijo con calma y pasó junto a ella hacia el dormitorio.
Esta asintió y cogió el teléfono inalámbrico de la pared de la cocina.
Santana se dirigió al dormitorio.
Brittany estaba en la puerta mirando, mientras la médica se ponía en cuclillas junto a la cama. Puso una mano sobre el abdomen de Mercedes. Intercambió una serie de palabras tranquilas. Finalmente asintió y levantó los ojos hacia el rostro de Brittany.
—Muy bien, ¡todo el mundo fuera!—la voz de Frank creció. Miró a Santana—A excepción de su médico.
La habitación se despejó a excepción de Sam.
—¿Alguien puede traer el maletín de mi coche?—Santana tendió las llaves y Frank las cogió de las manos.
—Gracias. Whitney, ¿puedes traer un poco de agua hirviendo y algunas sábanas?—después se centró en Sam y Mercedes—Han hecho esto antes, ¿no?
La pareja asintió.
—Esta vez es igual—Santana dio a la pareja una pequeña sonrisa—Cuando tenga mi maletín, me aseguraré de ver lo que está pasando. Sólo como precaución, voy a pedir a Britt que llame a una ambulancia.
Asintió con la cabeza hacia Brittany que había olvidado de que estaba sosteniendo el teléfono.
—Duele—Mercedes hizo una mueca cuando otra contracción la golpeó. Su mano estaba envuelta en la de Sam.
—Sé que esto va a ser duro, pero no empujes…—dijo mientras su maletín médico era colocado a sus pies.
Frank estaba a su lado jadeando y resoplando, como si fuera él el que estuviera de parto.
Santana se puso en un par de guantes y empezó a examinar a Mercedes.
—Britt—llamó de nuevo—Llama y hazles saber que tenemos una embarazada de ocho meses, que se ha puesto de parto. El bebé decidió venir un poco antes de tiempo y está…—hizo una pausa buscando la palabra correcta—Al revés.
Brittany salió de la habitación con el teléfono en la mano. Pulsó los tres dígitos.
Sintió a alguien a su lado.
Su papá estaba blanco como un fantasma, con un rastro de sudor a lo largo de la frente. Su sonrisa era débil.
—911, ¿cuál es su emergencia?
—Hola…—Brittany no reconoció su propia voz—Necesito una ambulancia en el 1238 Rosewood Lane. Se trata de una mujer embarazada, de ocho semanas, que se ha puesto de parto. Tenemos un médico en el lugar, pero dijo que el bebé viene al revés.
—Está bien…. Tengo una ambulancia en camino. Necesito que te quedes en la línea conmigo. ¿Me puedes decir si ella está teniendo contracciones? ¿Cada cuánto las tiene?
—Papá, quieren saber si Mercedes tiene contracciones y cada cuanto tiempo—sostenía el teléfono en la barbilla mientras daba las órdenes.
Frank desapareció en la habitación y volvió en menos de treinta segundos.
—Son cada diez minutos y está dilatada 5 cm—Frank gritó.
El operador debió haberle escuchado, porque repitió la información en el oído de Brittany.
—Ella no puede obtener una lectura sobre el bebé, pero la presión arterial de la mamá es elevada.
—¿Escuchaste?—Brittany dijo al operador del 911.
—Sí...
Respondió mientras escuchaba el ruido de las sirenas en el fondo.
Jake fue corriendo por el camino a buscarlos. El adolescente estaba preocupado por su mamá.
—La ambulancia está aquí—Brittany informó al operador.
Frank abrió la puerta y dejó entrar a los EMT en la casa. Brittany reconoció al EMT del accidente de autobús.
El hombre tiraba de una camilla, pasando junto a Brittany, seguida de su compañera, la ex novia de Santana, Dani. Esta le dio a Brittany una leve sonrisa, tratando de trabajar su encanto.
No fue ni un medio segundo, antes de que se diera cuenta de que la estaba mirando. La expresión en el rostro de la EMT, llevó a Brittany a creer Dani estaba un poco sorprendida por su presencia.
Le encantaría ver su cara cuando se diera cuenta de que Santana era la médica que estaba con Mercedes.
—Dra. López…—el EMT masculino gritó, cuando vio a Santana en la cabecera—¿Haciendo visitas a domicilio?
—Matt, me alegro de verte, como siempre—los ojos de Santana se desviaron, más allá de su cara y por encima del hombro, al segundo miembro del equipo—Sra. Farmer—saludó a Dani cuando entró en la habitación.
—Tenemos un nacimiento de nalgas. Mercedes es enfermera en el consultorio del Dr. Blaine. Este es su tercer hijo. PA elevada 135 más de 90. Las contracciones se estabilizan aproximadamente en diez minutos. Dilatada a 6cm. ¿De cuántas semanas estás?
—Treinta semanas…—Sam dijo antes de que su esposa pudiera responder—¿Está todo bien?
—No puedo monitorear aquí al bebé, pero podré hacerlo en el hospital—Santana colocó su estetoscopio sobre su hombro—¿Sabías que venía de nalgas?
—Ha estado muy activo el último par de días. Si lo hubiera sabido, me hubiera detenido—Mercedes comentó.
Las gotas de sudor estaban descansando en la frente. Sam las secó con un paño. Ella le sonrió.
—¿Quién es tu ginecólogo?—preguntó Santana. Dio un paso atrás, dejando que el equipo hiciera su trabajo.
Por la rigidez en la postura de Dani, Santana sabía que la EMT estaba enojada.
Sus movimientos se detuvieron, mirando a su compañero Matt.
—El Dr. Levin, él está fuera de…
—Townson. Lo sé—la médica miró el monitor y su reloj—Voy a llamar a Adán para avisarle. Matt y Dani vamos a prepararla para llevárnosla. ¿Tienes alguna pregunta?
—¿Vienes con nosotros?—Sam preguntó mientras Mercedes negaba con la cabeza.
—Creo que toda tu familiar vendrá detrás de ti y si me necesitas, estaré en el hospital. Pero a tu hermana puede que no le guste que esté trabajando.
—Esto es una emergencia familiar. No es un problema de trabajo—Mercedes gritó—Si no lo entiende, entonces tendrá que hablarlo conmigo.
—¡Lo entiendo!—Brittany se puso detrás de Santana, deslizando una mano sobre la parte baja de su espalda.
No pensaba dejar a Santana cerca de su ex novia.
—Entonces iré, pero no estoy trabajando—dijo en voz baja mientras se acercaba más a Brittany.
—Bienvenida a la familia, Sanny—Brittany dijo mientras se inclinaba para besarla en los labios.
Estaba a dos calles de la casa de los padres de Brittany.
Le había prometido que estaría ahí a las cuatro. Poco a poco el reloj del salpicadero se acercaba a las tres cincuenta y cinco.
Respiró hondo y miró el tráfico.
Continuó hacia la casa Pierce. Cuando giró hacia la calle indicada, pudo ver la casa de un militar de carrera, que con la ayuda de su esposa, habían criado a tres hijos y una hija increíble.
Se encogió de hombros ante ese pensamiento.
Nunca había estado, en términos amistosos, con la familia de nadie, incluyendo la suya.
Un terapeuta tendría un día de campo con Santana.
Sobre todo ahora, que estaba saliendo con una profesora, antigua profesión de su papá.
Ya no podía evitar más, encontrarse con la familia de Brittany.
Si quería seguir teniendo una relación con ella, tendría que someter a sí misma para conocerlos.
Brittany estaba muy unida a sus hermanos.
¿Cuáles eran los nombres de los hermanos de Brittany?
Sabía que el más joven era Artie.
Había otro que se llamaba Mike.
El mayor sería Sam.
El nombre de su mamá era Whitney.
No había manera de olvidar a Frank, pensó mientras se detenía delante de la residencia Pierce.
La casa era modesta, y en un barrio acomodado del Condado de Montgomery.
Brittany mencionó que se habían trasladado a la zona de Washington DC, para que los niños pudieran terminar la escuela secundaria, en un mismo sitio, mientras su papá continuaba con su carrera en el ejército.
Miró delante de la casa.
Había cuatro coches, con un gran RV que estaba aparcado en su propia zona, al lado del garaje. En el camino de entrada, tres chicos y cuatro chicas jugaban a baloncesto.
Se encogió cuando la pelota salió del tablero y golpeó el capó de un BMW.
—Hola.
Una niña de unos seis años la saludo, mientras se acercaba a ella con dos empanadas de manzana caseras.
—Hola—contestó, dándose cuenta de que era el centro de atención del grupo—¿Está tu tía Brittany en casa?
—Sí—uno de los chicos mayores contestó—¿Eres la médica?
Santana se rio en voz alta.
—Sí, pero me llamo Santana.
—Guay. Soy Jake—se echó hacia atrás su gorra de invierno de Raven y tomó el plato, que traída, de sus manos.
—Wow eres alta. No tan alta como mi la tía Britt o mi papá, pero si más que el abuelo—ake dio una sonrisa que reveló un destello de su tía—Vamos. Te estábamos esperando. No somos mayores pero sabemos modales y todas esas cosas correctas.
—¿Cuántos años tienes?—preguntó Santana.
—Tendré catorce el próximo mes, ¿te interesa?
Santana se detuvo en seco.
—Estoy bromeando. Vamos, que la familia te espera.
Santana miró a Jake
—La abuela ha estado hablando de ti desde enero. Está muy emocionada por conocerte—Jake la acompañó a través del garaje, hacia la entrada de la casa. Gritó mientras golpeaba la puerta—La doctora ya está aquí.
Se quitó la gorra que escondía su pelo negro, y las zapatillas de deporte, dejándolas junto a la secadora.
Una mujer con el pelo rubio se acercó a la entrada.
—Jake, ¿dónde están tus modales?
Santana sabía que era la mamá de Brittany.
Tenía sus mismos ojos, y la forma de su rostro.
—Hola. Soy Whitney Pierce. Bienvenida. He oído hablar mucho de ti.
—Gracias por la invitación. Me disculpo por no venir antes. Mi trabajo ocupa la mayor parte de mi tiempo.
—Es verdad. Mi hija dice que trabajas mucho. No estás trabajando ahora, ¿verdad?
—No—dijo con una sonrisa, intentando mantener sus nervios en orden.
Whitney era una mujer alta con el pelo rubio.
—He traído unas empanadas.
—No tenías por qué hacerlo—Whitney tomó su abrigo—Pero fue muy amable de tu parte.
—Creo que Jake se llevó el plato.
—Ese Jake, es mi nieto mayor, el hijo de Sam—Whitney se miró en el espejo del pasillo—¿Parezco una abuela?—se apartó el pelo hacia atrás.
—No, nunca lo habría adivinado—sonrió.
Whitney no parecía tan mayor como para ser abuela. Santana había visto abuelas de tan sólo veintisiete años.
—Señorita López, espero que sea un buen médico, porque no es buena mintiendo—Whitney bromeó mientras agitaba su mano y se echaba a reír—Tengo cinco nietos, Jake y Jane son de Sam y su esposa Mercedes. Mike y su esposa Tina tienen tres, Glenn, y los gemelos, Dottie y Tian. Artie y su esposa Aria tienen uno, Noah. La mayoría de ellos están jugando afuera. Hay algunos niños del vecindario, con los que se suelen juntar. Estoy esperando que Britty tenga sus propios hijos. ¿Te gustan los niños?
—Los niños son geniales.
Sabía que Whitney podía leer a través de su mentira.
La mujer guiñó el ojo.
Sintió que su estómago se revolvía, y su cabeza empezó a dar vueltas.
Los niños, los niños, los nietos… anoche estaban en una pelea sobre convivencia.
Nadie había dicho nada acerca de niños.
¿Acaso Brittany quiere tener hijos?
Brittany apareció en la sala frente a ella.
—Hey, no sabía que estabas aquí—dijo poniéndose de pie y saludándola con un abrazo—¿Conociste a mi mamá?
—Sí, y a algunos de los niños. Jake es un encanto—se sentía rara simplemente abrazando a Brittany.
Normalmente ellas se besaban, pero delante de la familia las reglas eran un poco diferentes.
Sintió la mano de Brittany en la parte baja de su espalda.
—Sí, lo es. Lo aprendió todo de su tía—Santana sintió que se sonrojaba ante la declaración de Brittany.
—Vamos, quiero que conozcas a mis hermanos.
Abrió el camino de la cocina a la sala de estar de la casa. Había un pasillo lleno de fotografías.
Santana se detuvo para admirarlas.
—¿Eres tú verdad?—señaló una foto de una Brittany más joven con un casco de fútbol americano, jugando con un grupo de niños.
—Sí—señaló a la imagen—Estoy con Artie, Mike y mis primos Roderick y Clint.
—Parecen tan felices—dio un paso atrás, para poder ver mejor el resto de las fotos de la familia.
Los niños Pierce eran una mezcla entre sus padres y de cierta forma muy parecidos entre sí, era muy capaz de distinguirlos.
Sam tenía el pelo del mismo color que Brittany, pero los ojos de color verde como su mamá.
Mike era de rasgos asiáticos como Frank.
Y Artie era la mezcla de ambos, pelo oscuro como Frank y ojos claros como Whitney.
—La verdad es que nunca lo había pensado. Sí que tengo muy buenos recuerdos en esta pared, pero no suelo fijarme mucho. Paso delante de las fotos sin siquiera pensarlo dos veces.
—Eso es porque tienes que tener una primera idea para tener un segundo pensamiento.
Una voz profunda llegó desde atrás Brittany.
Santana miró a la cara de un hermano de Brittany.
—Artie, ella es Santana—dijo Brittany.
Santana sabía Brittany sólo era un año mayor que su hermano, Arite.
—Hola—lo saludó.
Hola. Así que esta es la misteriosa mujer con la que estás saliendo—Artie puso la mano en la barbilla.
El gesto de aprobación llegó lentamente.
—Bueno, puedo ver por qué.
Brittany le dio un puñetazo en el brazo.
—Encantado de conocerte. Oí decir a Jake que trajiste pasteles.
—Lo hice. He oído hablar mucho de ti.
—Eso seguro. Nosotros no hemos oído mucho de ti.
Brittany lo golpeó de nuevo.
—Papá y Sam están viendo el partido. ¿Te gusta el hockey?
—En realidad no—respondió con sinceridad.
—Gracias a Dios—Artie sonrió—Pensaba ponerme algo para beber. ¿Te apetece tomar algo?
—No, gracias.
Pensó que si empezaba a beber tan pronto, no podría detenerse.
Artie se fue hacia la cocina.
—¿Estás bien?—Brittany le preguntó.
Santana negó con la cabeza.
—Ven aquí—hizo señas para que la siguiera a la habitación.
Santana dejó escapar un suspiro, cuando Brittany cerró la puerta. Sus manos cubrieron su rostro y pasó por encima de su cabello.
—Las respiraciones profundas… respira…. dime qué está pasando, San.
—Le mentí a tú mamá. Le dije que no se parecía a una abuela. Britt veo mujeres que ya son abuelas con tan solo veinte años. Luego empezó a hablarme de tener hijos. Cristo, ni siquiera sabemos dónde vamos, como para hablar ya de tener hijos—se sentó en la cama y echó un vistazo alrededor de la habitación—¿Esta es tu habitación?
—Sí… Dra. Flipada—se arrodilló frente a Santana—Es necesario que te relajes. No hay nada que no podamos manejar. Tienes que relajarte—empezó a desabrocharle el cinturón y sacar la camisa de su cintura.
—¿Es una broma? No puedo. No aquí.
Se retorció lejos de Brittany hasta que vio aquellos ojos azules llenos de alegría.
Brittany se estaba riendo de ella.
—Debo decir que empiezas a preocuparme. Ahora mismo estoy teniendo un mal momento y tú estás bromeando acerca de tener sexo en casa de tus padres.
—Relájate. Estoy tratando de hacerte sentir cómoda.
—En tu casa, es donde me gustaría estar cómoda—dijo mientras se inclinó y besó los labios de Brittany.
El suave beso causó un deseo en Santana.
—Será mejor que no hacerlo de nuevo.
—Seguiremos más tarde, cuando estemos en casa—Brittany le tomó las manos y se puso de pie—¿Estás lista para conocer al resto de los hisopos?
—¿Tengo alguna opción?
—No.
—Entonces la respuesta es ¡sí!—dijo con un saludo falso.
Brittany le dio un beso, tomando el rostro entre sus manos y besándola de nuevo, pero esta vez profundamente.
El deseo de Santana empezó a crecer más.
Se separaron y se miraron la una a la otra.
—Esta es mi familia. Ellos significan el mundo para mí. Eres muy especial para mí y ellos lo saben. Si no te sientes cómoda, nos iremos en cuando me lo digas. ¿Estás acuerdo con esto?
—Sí—cogió su mano y la besó—Gracias.
Brittany la abrazó, y la sostuvo durante un par de minutos.
—Lista, toma una respiración profunda.
Se sentía como uno de sus pacientes.
Respiró hondo.
—Vamos a la mensa, antes de que piensen que estamos haciendo algo que queremos hacer—le guiñó un ojo mientras se la llevaba hacia la puerta.
Tan pronto como entraron en el pasillo, vieron a una mujer joven embarazada, con una niña agarrada de la mano.
—¿Alguien no quiere dormir la siesta?—Brittany miró a la niña—Jane, se suponía que tenías que estar durmiendo—le revolvió el pelo a la niña, que con el pulgar en la boca se ocultaba detrás de la pierna de su mamá.
La mujer se detuvo y miró a Santana.
—Hola. Soy Mercedes, la esposa de Sam—la miró fijamente durante un minuto—Te conozco. Eres amiga del Dr. Anderson. Yo trabajo en la Unidad de investigación.
—Sí, es verdad. Te conozco. Aunque hace mucho tiempo que no te he visto—Santana dijo mientras miraba el estómago de la mujer.
—Como ves, he estado un poco ocupada—puso una mano sobre su estómago—Ya estoy en la recta final.
Brittany cogió a la niña y la hizo girar sobre su cadera. Se dirigieron a la sala donde les esperaba el resto de la familia.
—Sam, ella es Santana, la amiga de Brittany.
El hombre alto de pelo rubio se puso de pie. Sus facciones estaban esculpidas y bien definidas. El color claro de su piel era más oscuro que el color de Brittany.
—Hola, encantado de conocerte—Sam tendió la mano—Y bueno finalmente poner una cara a un nombre.
—Sammy, Santana es amiga del Dr. Anderson.
—¿No le acaban de dar ese importante premio de investigación?
—Si, Santana dio el discurso de introducción—Brittany elevó la voz.
—Es verdad. Recuerdo hacer oído algo al respecto, pero no hice la conexión—Mercedes se dirigió hacia la pequeña terraza acristalada de la sala de TV.
—Papá, ella es Santana—Brittany hizo las presentaciones.
Él papá de Brittany entró en la habitación con un par de cervezas.
Santana sintió que su estómago se revolvía.
Él la miró fijamente, y luego le tendió la mano.
—Frank, me llaman Frank. Toma, pensé que probablemente la necesitarías—y le entregó a Santana una cerveza.
—Whitney es un poco áspera en las personas nuevas. ¿Verdad Mercedes?
—Seguro—la mujer embarazada suspiró.
Santana sintió una oleada de alivio.
Frank le guiñó un ojo.
—Es muy bonito conocerte. Escuché que llevaste a mi hija a una escalada. Debió de ser todo un desafío.
—Fue muy divertido.
Santana se dio cuenta que estas personas eran normales, y estaban tratando de hacer que se sintiera cómoda. Se relajó un poco al darse cuenta de que le gustaba aquella familia.
Se sentó cerca de Frank, como si hubiera comenzado a tomar eco sobre el desafío.
Frank llevaba un sello de la marina de guerra y estaba muy orgulloso del tatuaje que tenía en su bíceps.
—Sam tiene un cocodrilo en el hombro—Frank se quejó y Sam se echó a reír.
—Cuidado Santana. Te volverá loca con sus historias en cualquier momento—Artie gritó mientras desacomodaba el cabello de Glenn.
—¿Ya está mostrando sus tatuajes?—una voz preguntó, cuando otro hermano de pelo oscuro y rasgos asiáticos, asomó la cabeza en la habitación—¿Tienes alguno Santana?
Esta se quedó un momento si saber qué decir, hasta que se dio cuenta de los hermanos de Brittany se burlan de ella.
La última incorporación tenía que ser Mike.
—Sin comentarios—se escabulló en la esquina del sofá—¿Qué pasa con los tatuajes?—preguntó Santana.
—A Papá le gusta decir que cada tatuaje tiene una historia de guerra. ¿Tienes alguno?
Cuando Santana no respondió de inmediato, Mike continuó:
—Le preguntaré a Britty—Mike comenzó a salir de la habitación—Es una broma—regresó en la habitación—Eso será en tu próxima visita—bromeó a la médica.
La televisión en la sala de estar todavía sintonizaba el partido de hockey, Santana se convirtió en el centro de atención, nada más ser presentada al resto del clan Pierce.
Frank logró acorralarla, en el pequeño espacio junto a él en el sofá, mientras que Brittany y sus cuñadas, Mercedes y Tina, se dirigieron a la cocina para ayudar con la preparación de la cena.
—¿Crees que estará bien con papá?—Brittany miró hacia atrás, viendo a su novia sentada al lado de su papá.
—Si Frank le ha hecho lo que me hizo a mí, estará bien—Tina dijo ignorando la extraña mirada de Brittany.
—Voy a retirarme un momento—Mercedes explicó mientras colocaba sus manos en su espalda baja—No me encuentro muy bien.
La mujer embarazada ocho meses se movía lentamente, teniendo que recuperar el aliento.
—Mercedes, ¿por qué no te acuestas un rato? Podemos manejar la situación. Además, mamá seguro que nos echa de la concina en cualquier momento.
—Tómate una siesta rápida. Te despertamos para la cena—Tina le aconsejó manteniendo abierta la puerta para ella.
La acompañaron a la antigua habitación de Brittany y regresaron a la cocina.
—¿Qué te hizo mi papá?—susurró a Tina tratando de que su mamá no escuchara.
—Él vino a mi casa, a hablar conmigo y mis padres—confesó—¿Ya sabes cómo fue cuando empecé a salir con tu hermano?
—Sí…—Brittany recordó.
Su cuñada provenía de una familia abusiva con problemas de bebida y drogas. Cuando Tina conoció a los Pierce, no sabía qué pensar de una familia que se sentaba y comía conversando amistosamente, en vez de con acaloradas discusiones y palizas.
—Después tu papá se acercó y me llevó a tomar un café. Él me sentó y me dijo que no tenía ninguna opción en cuanto a quién era mi familia—se enjuagó una lágrima—Pero que sí que tenía una opción, en cuanto a quién dejaba que controlara mi vida. Me preguntó si todavía quería dejar que mi papá ejerciera ese control sobre mí. No lo quería, pero no estaba segura de cómo iba a sobrevivir sin dinero o sin un techo sobre mi cabeza. Tenía un trabajo, pero nada que pudiera ayudarme mientras iba a la escuela—Tina miró sobre su hombro, hacia donde sus hijos jugaban en el patio—Tu papá pagó mi departamento mientras estaba en la escuela.
La boca de Brittany cayó ligeramente abierta.
—Oh, le dije que no. Pensé que me estaba haciendo algún tipo de proposición—se sonrojó—Él se echó a reír. Me dijo que pensara en ello y se lo hiciera saber a finales de mes.
—¿Se lo contaste a Mike?
—De la forma en que me habló, supuse que Mike no debía saberlo. Acepté su oferta. Una vez que me gradué y empecé a trabajar, he tratado de devolverle el dinero, pero nunca me lo ha aceptado. Dijo que lo metiera en un fondo para la universidad para nuestros hijos. Britt, ni tan siquiera estábamos todavía casados.
—Sabes cómo es mi papá. No dice mucho, pero cuando lo hace, por lo general tiene un propósito.
Recordó la semana pasada con Santana.
A pesar de que no se había podido ver mucho, pasó por casa de Santana, pero desapareció antes de que esta llegara a casa desde el trabajo. Se aferró a la almohada de Santana como si fuera la médica.
—¿Crees que fue a visitar a Santana?
—Después de la última cena en familia, creo que lo hizo. Parecía un poco intimidada, cuando lo ha visto.
—¿Y por qué no me lo ha dicho?
—Si Frank la visitó, ella no lo hará. Créeme, sé lo que es tener a tu papá diciéndote que mantengas la visita para ti misma. Ella nunca lo mencionará.
—¿Britty puedes hacer la ensalada? Tina, ¿puedes poner la mesa? Aria te ayudara—Whitney preguntó campante, mientras se ponía entre las mujeres—Por favor, diganme que Mercedes se ha acostado un rato. Ella ha estado bajo mis pies todo el día—Whitney sopló el flequillo de sus ojos y se limpió las manos en el delantal—Las amo chicas, pero siempre están en mitad de mi camino.
—Oh lo sabemos mamá—Brittany guiño un ojo a su cuñada—Mercedes está tomando una siesta.
—¿Dónde está tu amiga?
—Está siendo sometida por los hombres Pierce, por lo que apreciará más a las mujeres Pierce.
Brittany sonrió, sabiendo que Santana podría sostener su posición con su familia.
—Recibiré mi ración esta noche—Brittany susurró al oído de Tina.
Cuando su cuñada se volvió, su cara se volvió roja, dijo.
—¿Qué?
—Nunca habías hablado así de nadie—Tina se rio—Estaba empezando a preguntarme si incluso sabías…—Tina se detuvo cuando Whitney estuvo cerca.
—Todos nos preguntábamos si sabías lo que era tener buen sexo—Whitney expresó lo que su nuera pensaba decir—Oh, cariño, todos hemos estado esperando que encontraras a alguien que realmente te gustara—Whitney le pellizcó la mejilla—Y ya era hora. No quería pensar que terminarías con Maxine Kendall sentada, en la sala familiar, junto a tu papá.
—¡Mamá!—Brittany estaba avergonzada, por la conversación a su alrededor.
—Acéptalo Britty, me alegro que disfrutes durmiendo con esa mujer—Me encanta—sonrió mientras sacaba una lechuga de la nevera—Realmente me encanta.
Esta era la primera conversación que había tenido con su familia sobre su vida sexual.
—Es como si no pudiera tener bastante de ella.
—Ahora entiendes la teoría de conejo.
—Comprendo y practico… gracias a Dios que no puedo quedarme embarazada—echó la cabeza hacia atrás y se rio.
—Ahora que estoy celosa. Necesité tres niños para que lo averiguáramos—Tina contrarrestó.
Whitney se rio entre dientes.
—A nosotros cuatro—explicó mientras colocaba una mano sobre los hombros de Brittany—Estoy feliz por ti, cariño. Es bueno verte así.
Whitney tarareó y siguió marcando los tuppers de comida en el mostrador.
—¿Necesitáis algo de ayuda?—Santana estaba en la puerta, con la mano en el marco de la misma—Tu familia tiene una obsesión con los tatuajes.
—¿Ya están otra vez con eso?—Tina dijo con una sonrisa—¿Frank hizo su danza de chica hula para ti?
—No llegué a ver a la chica de hula. Tendré que pedir un pase especial—Santana vio la mirada de sorpresa en los ojos de Whitney—Estoy bromeando.
—Ella te está bromeando, Santana. Frank no tiene ninguna chica tatuada en su cuerpo y si se lo hace, se va a casa con uno de sus hijos—Whitney resopló a Tina.
—Probablemente se iría con Mike, si tuviera que elegir uno—Whitney abrió el horno y sacó la parrilla hacia afuera.
En lo alto de la misma, estaba el jamón más grande que Santana había visto en su vida.
—Britty, ¿puedes me puedes ayudar con esto?—Whitney le preguntó a su hija mientras levantaba la parrilla.
—Santana si pudieras, por favor, avisar a todos que la cena está lista. Dile a Jake que vaya a buscar a los niños. No te preocupes por Mercedes. Ella está durmiendo la siesta—Whitney sonrió cuando la morena asintió y se dirigió hacia la habitación de la familia ruidosa—Ella es muy agradable Britty. Me gusta.
Brittany besó la frente de su madre y sonrió.
—Gracias.
La cabeza de Santana estaba dando vueltas por la actividad en torno a la gran mesa del comedor.
Whitney explicó que la mesa no era por lo general tan grande, sólo para reuniones familiares. Había tenido que dos secciones adicionales porque si no, no había suficiente espacio alrededor de la mesa para todos.
Mercedes seguía durmiendo en el dormitorio.
Santana nunca había visto tal fiesta en la casa de una persona.
Había jamón, pavo, puré de papas, ensaladas de todo tipo y las copas nunca estaban vacías. Si una se vaciaba, enseguida era llenada.
Los niños estaban sentados, en las sillas altas, cerca de sus padres.
Observó con asombro, cómo Tina alimentaba a los gemelos con la experiencia de un malabarista. Si se inclinaba una taza, ella la cogía. Si querían más puré, ya estaba lista para darles una nueva cucharada.
—Práctica—dijo Tina cuando vio a Santana mirándola.
A la hora de los postres, cuando los pasteles fueron servicios, Santana estaba lleno hasta los topes.
Necesitaba desabrochar su pantalón para sentirse cómoda.
Sintió la mano de Brittany en su rodilla, y no pudo reprimir la sonrisa que apareció en su rostro.
Le estaba gustando conocer a su familia.
No podía recordar la última vez que se sentía como si estuviera acogida en una familia.
Justo cuando se llevó el tenedor a la boca, oyó el grito.
—¡Sam!
El grito ahogado desde el pasillo causó pánico por toda la casa.
El rubio saltó de la mesa y corrió por el pasillo.
—Hay algo mal—Whitney dijo elevando su voz por el miedo.
—¡Mamá!—Sam llamó.
Brittany se puso de pie al igual que el resto de los adultos alrededor de la mesa.
Sintió que su corazón latía.
Mercedes rara vez se había quejado con sus embarazos anteriores. No estaba segura de si era por la edad de su cuñada, pero en esta ocasión, el embarazo estaba tomando un peaje en Mercedes.
Echó una mirada hacia Santana que parecía muy tranquila.
—Hay mucha sangre.
Las palabras flotaron por el pasillo a los oídos de Brittany. Sintió una mano en su brazo, y vio a Santana de pie junto a ella.
—Coge el teléfono—Santana dijo con calma y pasó junto a ella hacia el dormitorio.
Esta asintió y cogió el teléfono inalámbrico de la pared de la cocina.
Santana se dirigió al dormitorio.
Brittany estaba en la puerta mirando, mientras la médica se ponía en cuclillas junto a la cama. Puso una mano sobre el abdomen de Mercedes. Intercambió una serie de palabras tranquilas. Finalmente asintió y levantó los ojos hacia el rostro de Brittany.
—Muy bien, ¡todo el mundo fuera!—la voz de Frank creció. Miró a Santana—A excepción de su médico.
La habitación se despejó a excepción de Sam.
—¿Alguien puede traer el maletín de mi coche?—Santana tendió las llaves y Frank las cogió de las manos.
—Gracias. Whitney, ¿puedes traer un poco de agua hirviendo y algunas sábanas?—después se centró en Sam y Mercedes—Han hecho esto antes, ¿no?
La pareja asintió.
—Esta vez es igual—Santana dio a la pareja una pequeña sonrisa—Cuando tenga mi maletín, me aseguraré de ver lo que está pasando. Sólo como precaución, voy a pedir a Britt que llame a una ambulancia.
Asintió con la cabeza hacia Brittany que había olvidado de que estaba sosteniendo el teléfono.
—Duele—Mercedes hizo una mueca cuando otra contracción la golpeó. Su mano estaba envuelta en la de Sam.
—Sé que esto va a ser duro, pero no empujes…—dijo mientras su maletín médico era colocado a sus pies.
Frank estaba a su lado jadeando y resoplando, como si fuera él el que estuviera de parto.
Santana se puso en un par de guantes y empezó a examinar a Mercedes.
—Britt—llamó de nuevo—Llama y hazles saber que tenemos una embarazada de ocho meses, que se ha puesto de parto. El bebé decidió venir un poco antes de tiempo y está…—hizo una pausa buscando la palabra correcta—Al revés.
Brittany salió de la habitación con el teléfono en la mano. Pulsó los tres dígitos.
Sintió a alguien a su lado.
Su papá estaba blanco como un fantasma, con un rastro de sudor a lo largo de la frente. Su sonrisa era débil.
—911, ¿cuál es su emergencia?
—Hola…—Brittany no reconoció su propia voz—Necesito una ambulancia en el 1238 Rosewood Lane. Se trata de una mujer embarazada, de ocho semanas, que se ha puesto de parto. Tenemos un médico en el lugar, pero dijo que el bebé viene al revés.
—Está bien…. Tengo una ambulancia en camino. Necesito que te quedes en la línea conmigo. ¿Me puedes decir si ella está teniendo contracciones? ¿Cada cuánto las tiene?
—Papá, quieren saber si Mercedes tiene contracciones y cada cuanto tiempo—sostenía el teléfono en la barbilla mientras daba las órdenes.
Frank desapareció en la habitación y volvió en menos de treinta segundos.
—Son cada diez minutos y está dilatada 5 cm—Frank gritó.
El operador debió haberle escuchado, porque repitió la información en el oído de Brittany.
—Ella no puede obtener una lectura sobre el bebé, pero la presión arterial de la mamá es elevada.
—¿Escuchaste?—Brittany dijo al operador del 911.
—Sí...
Respondió mientras escuchaba el ruido de las sirenas en el fondo.
Jake fue corriendo por el camino a buscarlos. El adolescente estaba preocupado por su mamá.
—La ambulancia está aquí—Brittany informó al operador.
Frank abrió la puerta y dejó entrar a los EMT en la casa. Brittany reconoció al EMT del accidente de autobús.
El hombre tiraba de una camilla, pasando junto a Brittany, seguida de su compañera, la ex novia de Santana, Dani. Esta le dio a Brittany una leve sonrisa, tratando de trabajar su encanto.
No fue ni un medio segundo, antes de que se diera cuenta de que la estaba mirando. La expresión en el rostro de la EMT, llevó a Brittany a creer Dani estaba un poco sorprendida por su presencia.
Le encantaría ver su cara cuando se diera cuenta de que Santana era la médica que estaba con Mercedes.
—Dra. López…—el EMT masculino gritó, cuando vio a Santana en la cabecera—¿Haciendo visitas a domicilio?
—Matt, me alegro de verte, como siempre—los ojos de Santana se desviaron, más allá de su cara y por encima del hombro, al segundo miembro del equipo—Sra. Farmer—saludó a Dani cuando entró en la habitación.
—Tenemos un nacimiento de nalgas. Mercedes es enfermera en el consultorio del Dr. Blaine. Este es su tercer hijo. PA elevada 135 más de 90. Las contracciones se estabilizan aproximadamente en diez minutos. Dilatada a 6cm. ¿De cuántas semanas estás?
—Treinta semanas…—Sam dijo antes de que su esposa pudiera responder—¿Está todo bien?
—No puedo monitorear aquí al bebé, pero podré hacerlo en el hospital—Santana colocó su estetoscopio sobre su hombro—¿Sabías que venía de nalgas?
—Ha estado muy activo el último par de días. Si lo hubiera sabido, me hubiera detenido—Mercedes comentó.
Las gotas de sudor estaban descansando en la frente. Sam las secó con un paño. Ella le sonrió.
—¿Quién es tu ginecólogo?—preguntó Santana. Dio un paso atrás, dejando que el equipo hiciera su trabajo.
Por la rigidez en la postura de Dani, Santana sabía que la EMT estaba enojada.
Sus movimientos se detuvieron, mirando a su compañero Matt.
—El Dr. Levin, él está fuera de…
—Townson. Lo sé—la médica miró el monitor y su reloj—Voy a llamar a Adán para avisarle. Matt y Dani vamos a prepararla para llevárnosla. ¿Tienes alguna pregunta?
—¿Vienes con nosotros?—Sam preguntó mientras Mercedes negaba con la cabeza.
—Creo que toda tu familiar vendrá detrás de ti y si me necesitas, estaré en el hospital. Pero a tu hermana puede que no le guste que esté trabajando.
—Esto es una emergencia familiar. No es un problema de trabajo—Mercedes gritó—Si no lo entiende, entonces tendrá que hablarlo conmigo.
—¡Lo entiendo!—Brittany se puso detrás de Santana, deslizando una mano sobre la parte baja de su espalda.
No pensaba dejar a Santana cerca de su ex novia.
—Entonces iré, pero no estoy trabajando—dijo en voz baja mientras se acercaba más a Brittany.
—Bienvenida a la familia, Sanny—Brittany dijo mientras se inclinaba para besarla en los labios.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
pq????? queria seguir leyendo por horas, que buen recibimiento, esa familia es unica, bienvenida a la familia sanny!!!! ahora a ver como va todo en el hospital!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
que tortura mas sana para Santana ojala se incorpore a la familia Pierce. y la familia Pierce descubrio las ventajas de tener a un doctor en la familia. esta historia es adictiva y muy BRITTANA.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
gran bienvenida gran le dieron a san jajaj
la tortura china de pa de britt caída para todas las nueras no para san sola,..
bueno el sobrino quería conocer a la nueva tía también no pues jaja
nos vemos!!!
gran bienvenida gran le dieron a san jajaj
la tortura china de pa de britt caída para todas las nueras no para san sola,..
bueno el sobrino quería conocer a la nueva tía también no pues jaja
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
micky morales escribió:pq????? queria seguir leyendo por horas, que buen recibimiento, esa familia es unica, bienvenida a la familia sanny!!!! ahora a ver como va todo en el hospital!!!!!
Hola, jajajaja es el efecto que causan las adaptaciones de las brittana jajajajaajajajajaja. Que menos si es san¿? jajajajajaajajajaja. Jajajajajajajajajaja que mejor que esa bienvenida¿? xD De lo mejor, vrdd¿? jajajajaja. Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:que tortura mas sana para Santana ojala se incorpore a la familia Pierce. y la familia Pierce descubrio las ventajas de tener a un doctor en la familia. esta historia es adictiva y muy BRITTANA.
Hola, jajajajajajaja que mejor tortura¿? jajajajaajajajajaja. Un miembro mas a la familia pierce, no¿? jajajajajajaaja. Jajajajajaa ademas de ser san, que mejor¿? aajajajajajaja. Es el efecto brittana jajajajaaja. Saludos =D
3:) escribió:hola morra,..
gran bienvenida gran le dieron a san jajaj
la tortura china de pa de britt caída para todas las nueras no para san sola,..
bueno el sobrino quería conocer a la nueva tía también no pues jaja
nos vemos!!!
Hola lu, jajajajaja o no¿? es lo mismo que digo jajajaajjaajaja. XD jajaajajajajajajajajajajaja pobre san xD pero salio bn, mas que bn jajajajajajaja. Eso mismo pienso yo jajajajajajaaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 13
Capitulo 13
—En el nombre de Dios; pero, ¿qué estás haciendo aquí?
Los puños Spencer se plantaron en ángulo recto, en sus caderas, mientras su voz resonaba en las paredes de la sala de urgencias.
Sabía que su amiga debía estar con los padres de Brittany. El último lugar que esperaba ver a la doctora era en urgencias.
—¡Date la vuelta y marcharte ahora mismo!—Le señaló la puerta de salida—¡No deberías estar aquí! ¡Esa chica es lo mejor que te ha pasado en la vida, y lo acabarás estropeando!
Las cejas de Santana se levantaron ante las palabras de Spencer, pero finalmente le sonrió, mientras observaba el juego de las emociones en el rostro de la enfermera.
Spencer chasqueó la lengua.
—¿Te has molestado siquiera en conocer a su familia?
—Hubo una emergencia—Santana trató de explicar.
—Emergencia, mi culo—reprendió—Ni siquiera conoces el significado de la palabra. Si yo fuera la mamá de la muchacha, te habría…
—¿Hay algún problema, Santana?
Whitney Pierce se acercó a la enfermera agitada, que estaba riñendo a Santana.
La boca de la enfermera se abrió y cerró, como un pez, sin saber mucho más que decir.
—¿Viste donde llevaron a Mercedes?
—No hay nada que no pueda manejar, señora Pierce.
—Whitney.
—Whitney—Santana repitió y miró a Spencer, que parecía no saber dónde meterse—Spencer, ¿puedes ver donde está Mercedes Pierce? Matt y Dani la trajeron en ambulancia. Ella estaba de parto, de nalgas.
—¿Eh?
Le tomó un momento a Spencer darse cuenta de que la mujer, junto a Santana, era la mamá de Brittany.
Asintiendo con la cabeza, como un muñeco bobble head, se fue detrás del escritorio y comenzó a golpear las teclas del ordenador.
—Lo siento, Dra. López, yo estaba…
—¿Preocupada por mi comportamiento?—le dio una sonrisa y le puso una mano en su antebrazo—Yo haría lo mismo si la situación fuera a la inversa. Esta es la mamá de Brittany, Whitney Pierce.
—Sra Pierce—la enfermera le dio un guiño, y levantó los ojos de la pantalla del ordenador a la pequeña mujer.
Varios pasos apresurados se acercaron a la mesa.
—¿Encontraste algo?—Brittany preguntó.
Había dejado a Santana y a su mamá en la puerta, y se había ido a buscar un lugar donde aparcar su coche.
—Todavía no, Spencer lo está mirando—le pasó un brazo por la cintura, y la atrajo hacia sí—Pero estoy segura de que está bien.
—Enfermera Spencer, es bueno verte de nuevo—Brittany sonrió a la mujer.
—Santana no le estará causando problemas, ¿verdad?
—Nada que no pueda manejar.
Una extraña sonrisa apareció en el rostro de Spencer.
—He sido buena—dijo Santana mientras Brittany le daba un codazo en el costado—No hice nada.
—Esta vez—Brittany bromeó.
—La llevaron a tres, la sala de maternidad.
—¿Quién está de guardia?
—Jackson.
Asintió en respuesta.
Sabía que Linda Jackson, era la ginecóloga, que a menudo, hacía los turnos de os fines de semana en el hospital.
—Estaré aquí hasta las ocho, por si necesitas algo.
—Tranquila. Estaremos bien, pero gracias. Te veré mañana—dijo Santana mientras seguía a Whitney y a Brittany a los ascensores.
La noche había tomado un giro que nunca podría haber predicho.
Estaba agradecida de haber estado en casa de los Pierce y haber podido cuidar de Mercedes. Aunque su papel en la situación había sido poco importante, sabía que Mercedes debía ir al hospital.
—¿Cuándo fue la última cita de Mercedes?—Santana preguntó a las mujeres Pierce, una vez dentro del ascensor.
Su ginecólogo debería haber sabido la posición del bebé y dado instrucciones a la mamá.
—Mercedes perdió su última revisión y no fue capaz de conseguir una nueva cita—Whitney respondió.
Santana silbó entre sus dientes.
—¿Es un problema?
—No, pero el médico habría visto la posición del bebé. Tener un bebé de nalgas no es tan raro—explicó.
Sonó el timbre y las puertas se abrieron a la sala de maternidad. De pie en el ascensor estaba Dani Farmer.
—Hola—dijo ésta incómodamente mientras cambiaba su peso de un pie a otro—Creo que ahora está en cirugía—reconoció de inmediato al resto de miembros de la familia—El papá está en la sala de espera—señaló el conjunto de puertas dobles.
—Gracias—Brittany dijo mientras andaba junto a su mamá.
—Santana, ¿tienes un segundo?
Santana miró a Brittany, que le dio un guiño y a continuación, se dirigió a Dani.
—Sólo un par—hizo un gesto a Dani para que la siguiera a las ventanas, con vistas al aparcamiento.
Santana se apoyó contra la pared y cruzó los brazos sobre su estómago.
—¿Qué necesitas?
—Jesús…—Dani se frotó la sien—Escuchar Santana, yo solo… quería disculparme.
—¿Exactamente por qué? ¿Por increparnos a mí y mi novia mientras estabas borracha? ¿Intentar tocarme? Por haberme engañado con varias de tus conquistas por todo el hospital. ¿O por pillarte con aquella enfermera en mi casa y en la cama?
—Mierda.
El rostro de Dani palideció.
Se volvió para alejarse, pero luego se volvió hacia Santana.
—Lo siento, te traté como una mierda—se paseó delante de ella, que no habían cambiado de posición a pesar de la torpeza—Pareces feliz. Quería decirte que creo que es genial que hayas podido encontrar a alguien que te hace feliz—comenzó a alejarse.
—¡Dani!
Cuando la EMT volvió, se quedaron mirando durante unos segundos.
—Gracias. Ella es una gran persona.
—Tienes suerte de que no la invitara a salir yo primero.
—Ella me invitó a salir—recordó la linda nota que le había dejado.
—Ella es una mujer inteligente—dijo Dani, abrió la puerta de la escalera y desapareció.
—Sí, lo es—murmuró en voz alta, y fue en busca de Brittany y su familia.
Caminando hacia la sala de espera, vio a Sam Pierce sentado en el sofá de piel sintética, con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla apoyada en las manos.
Estaba muy nervioso.
Su pierna rebotaba violentamente mientras esperaba noticias de su esposa e hijo.
Whitney, sentada junto a él, deslizaba su mano por la espalda de su hijo, tratando de ofrecer algo de consuelo.
Brittany estaba en el puesto de enfermeras hablando con una mujer vestida con ropa de color marrón.
—¿Es esa la Dra. López?
Una de las enfermeras de recepción le preguntó a su compañero de trabajo mientras rodaba su silla de oficina más cercana. La mujer se dio la vuelta para ver a Santana acercarse hacia ellos.
—Sí. Shelia. El rumor es que ella está saliendo en serio con alguien.
La enfermera volvió a prestar atención a la tabla en frente de ella.
—Me alegro. Pero Dani ha estado aquí buscándola, hace solo unos minutos. Esa chica es una jugadora—Shelia desvió sus ojos hacia la doctora, mientras daba un paso hacia el escritorio.
Brittany se aclaró la garganta y miró a la enfermera, por un momento, hasta que sintió el deslizamiento del brazo de Santana alrededor de su cintura.
—¿De qué te enteraste?—le preguntó, cuando Brittany volvió y la besó en los labios.
El acto provocó que la enfermera tuviera que esconder su cara para no reírse.
Shelia por otra parte se volvió completamente roja, de vergüenza.
—Shelia sólo estaba buscando información para nosotras—respondió, echándose hacia atrás y mirando a los ojos de Santana.
Le guiñó un ojo y le acarició la cara, antes de dirigirse a las enfermeras.
—Shelia, señorita Rose—Santana saludó a las enfermeras—¿Alguna información que nos podáis dar?
—Dra. López—Rose se enderezó cogiendo el informe de la paciente—Sabes que no podemos dar información.
Santana les había salvado el trasero, más de una vez, en los últimos años.
—Como veo que no estás trabajando esta noche, te puedo decir que la Dra. Jackson está en la cirugía y debe tardaré una hora, más o menos.
—Gracias Rose—le guiñó un ojo a la enfermera mayor y agarró la mano de Brittany.
Caminaron hasta las sillas para actualizar los otros.
—Shelia piensa que eres linda—dijo Brittany mientras sostenía con fuerza la mano de Santana—¿Qué quería Dani?
—No estoy interesada en Shelia o Dani.
—Lo sé; pero, ¿qué quería? Parecía un poco molesta en la casa.
—Quería pedir disculpas y me dijo que parecía feliz.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que tu mamá era una muy buena cocinera, así que estaba feliz porque tenía un completo…
El golpe en su estómago detuvo las burlas.
—Estómago—se inclinó y apretó los labios contra Brittany—Estoy bromeando.
—Como sigas así, será mejor que vayas con Shelia, y no vas a conseguir nada…
—¿Nada de qué?—Whitney interrumpió la amenaza de Brittany.
Santana observó cómo Brittany intentaba buscar algo que decir.
—Sueño—Santana la cubrió rápidamente—Hablé con Rose. Mercedes es la cirugía con la Dra. Jackson—vio el rostro pálido de Sam—Parece ser una cesárea de rutina.
Cuando Sam fue a interrumpirla, continuó.
—He dicho rutina. Nada de lo que me dijeron me hace pensar lo contrario. Mercedes está en muy buenas manos y pronto nos informarán.
—¿Eso entendiste de lo que dijo la enfermera?
—Es una cosa hospital. Si te hace sentir mejor, he trabajado con la Dra. Jackson antes, y ella es muy buena en su trabajo.
—Santana, gracias por todo lo que has hecho por nosotros—Sam se levantó y le dio un abrazo gigantesco—Muchas gracias.
Después de un momento, Santana recogió sus pensamientos y le devolvió el abrazo.
Él tenía miedo de perder a su esposa e hijo.
—Sam, va a estar bien—le palmeó la espalda y lo sintió asentir.
—No sé lo que haría si algo le pasa a ella—Sam dio un paso atrás y se secó los ojos.
Santana miró a Brittany, manteniendo la mirada por un momento. Se preguntó si podría ser tan fuerte en una situación similar. Brittany le había dijo que la amaba.
Parecía que los Pierce demostraban su amor por los demás libremente y con frecuencia. Todavía tenía que decirle a Brittany lo que significaba para ella.
No estaba segura de cómo iba a categorizar sus sentimientos.
Sabía que si Brittany estaba herida o lesionada, estaría molesta y preocupada. Por nada del mundo querría estar en una situación como la que Sam estaba pasando.
El viaje a la casa de Santana fue tranquilo.
La cabeza de Brittany descansaba contra el asiento y su mano estaba en el muslo de Santana, envuelto en la mano caliente de la médica.
La cirugía había durado poco más de una hora.
La Dra. Linda Jackson había venido a hablar con la familia a la sala de espera.
Mercedes estaba todavía bajo la anestesia y en recuperación.
El bebé pesaba cinco kilos, y estaba en perfectas condiciones.
Brittany cerró los ojos mientras las lágrimas comenzaron a formarse. Sam se sintió aliviado al saber que tanto su mujer como su hijo estaban a salvo.
Mercedes tendría una larga recuperación, pero la morena era una mujer luchadora. El útero de Mercedes se había visto dañado y eso había causado la hemorragia. El parto por cesárea del bebé sirvió para minimizar los daños, y así impedir que el desgarro se convirtiera en un problema mayor.
Sam quería esperar a tener la aprobación de Mercedes, antes de anunciar el nombre para su hijo recién nacido.
—¡Vaya día!—murmuró Brittany mientras apretaba la mano de Santana.
Se sentía agotada.
No estaba segura de si era por la tarde noche de ayer, por la cena o por la emoción del nacimiento del bebé.
Tenía ganas de disfrutar de la semana de vacaciones de primavera, a partir de mañana.
Cuando Santana no respondió, Brittany abrió un ojo y la miró.
Tenían planes para pasar un largo fin de semana, en la casa de verano de Maxie.
—Ha sido un día largo…—repitió y le apretó la mano a la médica.
—Muy largo. Va a ser una semana larga para mí, mientras que alguien que conozco está sin hacer nada, en toda la semana, y le pagan por ello.
—Por favor, que me merezco la semana de descanso. Los estudiantes están tan saturados que ya no aprenden nada—ahogó un bostezo—Podré mal criar a mi nueva sobrina.
—Es tan pequeña—Santana fue capaz de ver al bebé a través de la ventana del cuarto, junto con todos los demás.
Rose le preguntó si quería entrar en la guardería, pero se había negado. Sabía que Whitney querría abrazar a su nieta antes que ella.
Se quedó fuera con resto de la familia.
—Se me olvida lo pequeños que son.
—Estoy seguro de que Mercedes tiene una perspectiva diferente de la pequeña.
Brittany sonrió mientras su cabeza se balanceaba en el asiento trasero.
Había dejado su coche, en casa de sus padres, y no tenía que ir al trabajo por la mañana.
Cuando pidió a Maxie que les dejara su casa, para un fin de semana largo, la banquera le ofreció todo lo que podía, hasta que se había dado cuenta que Brittany no la quería ahí.
Empezaron una discusión, pero finalmente Maxie aceptó con la condición de que no utilizan el dormitorio principal.
A Brittany le pareció bien, porque tampoco pensaba utilizar la habitación de su amiga, y sabía que Santana tampoco querría dormir ahí.
—La pregunta de tu mamá, sobre tener hijos—dejó escapar un suspiro—Hombre, no lo vi venir. Simplemente esta lista para -¿quieres salir con mi hija?- No si planeaba tener hijos.
—Ella ama a sus nietos. Seré la hija perfecta si tengo unos pocos.
Brittany había oído hablar a su madre muchas veces sobre ello. También había visto la decepción en su voz, cuando Brittany le había dicho que no se casaría.
No habría un evento de planificación de boda entre madre e hija.
Whitney tenía tres nueras, y había intervenido en lo que le habían dejado.
Miró las manos de Santana agarrase con fuerza al volante. Su cara era de un color blanco.
—¿Estás bien?
—Si—la respuesta fue rápida y corta.
—No estoy diciendo que quiera niños—retiró la mano de Santana y cruzó los brazos sobre su estómago.
Esta ladeó la cabeza y miró a Brittany nerviosamente.
—Pero sus padres sí.
—Es mi vida, mi cuerpo, mi decisión, no de mis padres. Ni siquiera tengo treinta años. Si quiero tener un hijo, lo haré—Brittany se frotó las sienes.
Tenía que dormir un poco.
Sabía que Santana se estaba poniendo nerviosa con la conversación, y no quería asustarla.
—Escucha—se limpió las manos en los muslos para eliminar la sudoración. Su estómago estaba dando volteretas—No quiero hijos en este momento. Lo que quiero es ver a dónde vamos. Cómo nos llevamos y si hay una posibilidad de algo…—buscó la palabra correcta—A largo plazo.
Era pronto para hablar de matrimonio, compromiso o para siempre.
¿Querría siempre estar con Santana?
Si, lo quería.
La amaba.
—¿A largo plazo? ¿Como si fuera un contrato de alquiler?
Oyó la alegría en la respuesta de Santana.
—¿Soy un coche? ¿Quieres devolverme después de tres años o veinte mil millas?
—Deja de…—Brittany rio, sabiendo que la latina estaba tratando de tranquilizarla—Creo que eso dependerá de si consigo un horno tostador de regalo.
—Extiende la mano—detuvo el coche en un semáforo en rojo, se inclinó y besó a Brittany—Me gustan los niños.
Brittany se apartó con una sonrisa en su rostro.
—Seguro… Seguro…—se removió en su asiento—¿Entonces por qué era como si estuvieras a punto de desmayarse cuando empecé a hablar de ellos?
—De hecho, desde que empiezas a hablar de ellos, estoy bien, siempre y cuando tú los tengas—se estremeció—Solo con pensar que mi cuerpo pase por el embarazo es simplemente urggg.
—Eres idiota.
Brittany la golpeó su brazo en el mismo lugar que Rachel la había golpeado ayer por la noche, causando que Santana se estremeciera, y sus ojos se abrieran.
—Oh… lo siento—enrolló la manga de Santana para revelar un gran círculo negro y azul.
—Mercedes me agarró antes—Santana se frotó los ojos.
—Lo siento mucho, Sanny—Se inclinó y besó la contusión.
—¿Lo sientes?—dijo mientras entraban en el garaje y apagaba el motor del coche, dejando que sólo el tictac suave del motor se escuchara.
Señaló sus labios y Brittany accedió a besarlos. Los besos que intercambiaron eran suaves, como pétalos de rosa contra la piel. Se apartó, ahuecando la mejilla de Brittany, acariciándola con la yema del pulgar.
—Me gustaría probar -a largo plazo- contigo. A veces me bloqueo—señaló su cerebro—Así que ten paciencia conmigo, si puedes, porque me gusta estar en tu vida, Britt-Britt.
—Me gustas en mi vida.
Se apoyó en el calor de la palma de Santana. Se miraron la una a la otra hasta que la luz del garaje se apagó. En medio de la risa, salieron del coche y entraron de la mano en casa.
Por primera vez en muchos años, Santana soñó con su papá.
Estaba de pie, junto a ella, en el mostrador de admisión, en el área de urgencias.
Tenía el pelo corto y negro, casi hasta la altura de sus ojos marrones.
Miraba a su hija sonriendo.
—¿Me puedes perdonar?—Alfonso López le preguntó a su hija.
Esta se apoyó en el mostrador, preguntándose por qué estaba tan tranquilo el hospital.
No había nadie.
No había EMTs entrando y saliendo a toda prisa por las puertas, gritando las constantes vitales de los heridos.
Se pasó la mano por el pelo.
En lugar del pelo como lo tenía ahora, tenía el pelo largo y fibroso, que cae hasta el centro de su espalda.
Sintió el peso de las gruesas gafas de culo de botella sobre su nariz. Sabía que si se miraba en un espejo, su cara estaría cubierta de feas espinillas.
Sus hombros se hundieron.
—Ya no soy esa persona. Nunca más—gritó sintiéndose avergonzada.
—Sigues siendo mi hija—Alfonso se acercó y puso una mano en su antebrazo.
Santana se estremeció, cuando la frialdad de su toque le recordó a un cadáver de la escuela de medicina.
Ella y sus compañeros de clase apodaban al hombre muerto Saúl. No había podido dormir la primera noche después de haber trabajado sobre aquel cadáver.
Las noches siguientes, se quedó dormida agotada.
—¿Me perdonas?
—¡Te fuiste! ¡No tenía a nadie!—le gritó, mirándolo a los ojos marrones, grandes e inocentes.
¿Era inocente?
—Necesito que me perdones—su voz sonó suave como un niño pequeño tratando de no hacer sus deberes.
—Papá, ¿por qué? ¿Por qué ahora? Estoy haciéndolo bien. No necesitas nada de mí.
Se hundió en el suelo, con las rodillas aferradas cerca de su pecho, su respiración rápida, como si estuviera a punto de hiperventilar.
—Estoy orgulloso de ti. Era inteligente y hermosa—se agachó y puso una mano en la rodilla.
—No soy hermosa.
Levantó la cabeza y sintió las ausencias de sus largos rizos, las gafas habían sido sustituidas por lentes de contacto y el acné había desaparecido.
Tenía treinta y dos años, y ya no era una adolescente torpe.
—Siempre has sido hermosa para mí. Me alegro de que hayas encontrado alguien a quien amar—Alfonso se puso de pie y se sacudió las rodillas de sus pantalones grises—Me necesitarás pronto.
Con eso, desapareció en el aire.
Se despertó sobresaltada.
Sus pulmones gritaban por aire, intentado calmarse.
Pensando que podía ser un ataque de asma, buscó su inhalador, ya olvidado, que utilizaba a menudo cuando era una adolescente.
Sus movimientos frenéticos debieron despertaron a Brittany, porque notó una cálida mano contra la parte baja de su espalda, mientras abría los cajones de la mesita de noche.
Brittany trató de calmarla.
—Tranquila, Sanny—murmuró mientras le frotaba la mano hacia arriba y hacia abajo por toda la espalda—Relájate. Necesitas tratar de relajarte.
Santana asintió, parpadeando ante el brillo de la luz que Brittany encendió, en el otro lado de la cama, buscando entre los cajones de la otra mesilla.
Intentó frenar su respiración y conseguir que su cuerpo se relajara.
—Aquí cariño—le dijo mientras le entregaba el inhalador.
Tomó el pequeño respirador y lo puso en su boca, liberando el medicamento. La mano de Brittany continuó sus cuidados a lo largo de su espalda.
—Reduce la velocidad. Sé que es duro, pero funcionará más rápido si te relajas.
Sintió que el oxígeno llenaba sus pulmones, y los músculos de su pecho empezaron a relajarse. El movimiento suave de la mano de Brittany calmó su acelerado corazón.
—Guau—el susurro escapó de sus labios.
—No sabía que tenías asma—apoyó la mejilla en el centro de la espalda de Santana, dejando que sus manos vagaran bajo la camiseta de Santana.
Podía oír el aire que entra cavidad torácica de la morena.
—¿Mejor?
—Sí.
Bajó la cabeza.
No había tenido un ataque desde hacía muchos años.
Los solía tener todo el tiempo cuando era pequeña. Apenas podía participar en su clase de educación física a causa de su condición.
—Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el último.
—¿Cuánto tiempo?—le sacó la camiseta por la cabeza, tirándola al suelo junto con la suya.
—Seis o siete años.
Recordó cuando un nuevo equipo de limpieza había estado trabajando en la sala de urgencias. Los productos químicos que utilizaron la hicieron entrar en un ataque completo.
Ahora, con su respiración bajo control, se apoyó en el calor del cuerpo de Brittany.
Se sentía bien.
Le gustaba que la abrazara y cuidara.
Brittany deslizó sus brazos y piernas alrededor del cuerpo de Santana, colocando su barbilla en el hombro.
—Gracias por cuidar de mí.
—Me gusta ser tu médico a tiempo completo—bromeó mientras deslizaba una mano sobre el estómago de Santana—Además, me gusta tenerte cerca.
La besó en la oreja y luego tomó entre sus dientes, mordiéndola juguetonamente. Su mano empezó a vagar libremente a través del torso de Santana. Le cogió un pecho y dejó que su pulgar acariciara el pezón, que alcanzó su punto máximo.
—¿Qué estás haciendo?
—Cuidando de ti, Sanny.
Le recorrió el cuello con besos y dejó que su lengua saboreara el salado de su piel. Sus manos bailaban libremente a través del cuerpo de Santana.
—¿Te parece bien?
—Sí.
Movió la cabeza a un lado, dando espacio a Brittany para que pudiera besarla mejor. Esta se apoyó en ella presionando su boca. Plantó besos a lo largo de su cuello, bajando por el ancho de sus hombros y por la espalda, parando en cada vértebra. Deslizó sus dedos debajo de la banda de la cintura de las bragas de Santana y se las quitó.
Se quitó su propia ropa interior, sentándose a horcajadas la parte baja de la espalda, presionando su torso contra la espalda desnuda de Santana.
—Me encanta la sensación de tu piel contra la mía.
Dejó caer el pelo, acariciando la piel de Santana, voz ronca, con una mezcla de sueño y la necesidad.
—¿Qué te despertó?—susurró al oído.
—He tenido una pesadilla.
Se perdió en la sensación de los dedos de Brittany, en sus manos y en el pelo tocando su espalda.
Brittany se deslizó, todavía a horcajadas sobre sus caderas, justo por encima de la cintura. Santana podía sentir el calor del centro de Brittany en su piel.
—¿Qué me despertó?—Santana repitió, y se rio entre dientes mientras sentía a Brittany empezar a oscilar en su contra—Un sueño…—la voz suave sexy le susurró al oído.
Sintió los duros puntos de los pechos de Brittany contra sus omóplatos.
—Un muy buen sueño… ¿Estaba yo? ¿Qué te estaba haciendo?
Santana sabía que estaba mojada.
El ritmo suave de Brittany moviéndose contra ella, la estaba excitando demasiado.
—Este...
Brittany le pasó la lengua por el cuello, con los pechos apretados contra su espalda y comenzó a acelerar su movimiento.
—Levántate para mí, cariño.
Santana sintió la mano de Brittany en su cadera instándola a levantarse de la cama. Levantó las caderas y sintió los dedos de Brittany hacer su magia.
Permitió que la profesora empujara su centro contra su trasero. A cuatro patas, Santana gimió, quería más.
Necesitaba más.
Brittany tenía una mano en la cadera, y con la otra le ahuecó y pellizcó el pecho.
Santana sintió que su centro se contraía, cuando los dedos de Brittany apretaron sobre su pecho.
Era como si su pezón se conectara a su clítoris.
La boca de Brittany estaba en su hombro, besando, mordiendo, susurrando palabras que Santana no podía descifrar.
—Por favor…—finalmente pidió.
Quería que Brittany no dejara de tocarla, quería que la llenara.
Brittany deslizó dos dedos en el interior de Santana, dejando que ésta se perdiera en su contra.
—¡Sí!—Santana gritó mientras empujaba contra los dedos de Brittany, casi llorando, mientras Brittany retiraba y volvía a entrar.
Dejó caer su peso sobre los codos, cuando las caderas de Brittany se estrellaron contra su espalda. Un grito ahogado se mezcló con los propios gruñidos de Brittany llenando la habitación.
Santana sintió los temblores a través de su cuerpo, dejando que la intensidad del momento fluyera a través de ella hasta que finalmente perdió el conocimiento.
—Te quiero.
Se despertó al oír las palabras de Brittany, cuando ésta se puso encima de ella jadeando, intentando recuperar la respiración.
La intensidad entre ellas, era como una carga eléctrica durante una tormenta eléctrica.
Santana sintió las lágrimas en su piel y se preguntó por qué Brittany estaba llorando. Se movió a un lado, y la atrajo contra su pecho. Colocó suaves besos en las mejillas, a lo largo de su mandíbula y en sus labios.
—Eso fue maravilloso. ¿Por qué lloras?
—Estoy teniendo un momento…
Brittany agachó la cabeza bajo la barbilla de Santana. Esta envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza. Le besó la parte superior de la cabeza y esperó.
—Por favor, no llores. No me gusta cuando estás triste, Britt—le acarició el pelo y dejó que sus dedos se deslizaran hacia arriba y hacia abajo el brazo de Brittany.
—No estoy triste. Sólo estoy…. Es tan abrumador a veces. Nunca me había sentido así antes.
—Suena como si fuera algo malo—bromeó y sintió un ligero pinchazo a su lado—“Me gusta tu belicosidad—le besó la frente—Me gusta tu cuerpo—besó su nariz—Usted, señorita Pierce, es muy buena para mí.
—Y usted, Dra. López, puede ser el final de mí—Brittany levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
Se miraron la una a la otra por un momento, luego se acercaron dejando que sus labios se encontraran.
Santana se retiró y vaciló.
—¿Qué?—le acarició la cara.
No quería que Santana se alejara.
—Háblame Sanny.
—Fue una pesadilla lo que causó el ataque—se movió, dejando la cabeza apoyada en el hombro de Brittany—Soñé con mi papá.
Sintió que la mano que la tranquilizaba se paró por un momento, y luego continuó sus caricias.
—En el sueño, me pidió que lo perdonara.
—¿Qué te parece?
No quería presionarla.
—Mi cerebro sabe todas las razones psicológicas del sueño—sostuvo su mano en frente de ellas—La ira, el resentimiento, el dolor…
—San, tienes el derecho de tener esos sentimientos. ¿Has ido a casa, o al menos trataste de hablar con la abogada?
—No. No hay nada ahí para mí—volvió la cabeza y besó la parte inferior de la mandíbula de Brittany.
—Hay un montón de cuestiones sin resolver con sus padres, tal vez ir a Ohio para investigar pueda darle algunas respuestas.
—No hay nada ahí para mí—cambió su peso en la parte superior de Brittany—Sólo quiero lo que está aquí.
Cuando se inclinó y comenzó a besarla en la oreja, el cuello y los hombros, Brittany estaba demasiado distraída como para discutir. Gimió cuando Santana presionó su centro.
—Por favor…—la palabra de necesidad se cortó cuando los labios de Brittany fueron cubiertos por la boca de Santana.
Los puños Spencer se plantaron en ángulo recto, en sus caderas, mientras su voz resonaba en las paredes de la sala de urgencias.
Sabía que su amiga debía estar con los padres de Brittany. El último lugar que esperaba ver a la doctora era en urgencias.
—¡Date la vuelta y marcharte ahora mismo!—Le señaló la puerta de salida—¡No deberías estar aquí! ¡Esa chica es lo mejor que te ha pasado en la vida, y lo acabarás estropeando!
Las cejas de Santana se levantaron ante las palabras de Spencer, pero finalmente le sonrió, mientras observaba el juego de las emociones en el rostro de la enfermera.
Spencer chasqueó la lengua.
—¿Te has molestado siquiera en conocer a su familia?
—Hubo una emergencia—Santana trató de explicar.
—Emergencia, mi culo—reprendió—Ni siquiera conoces el significado de la palabra. Si yo fuera la mamá de la muchacha, te habría…
—¿Hay algún problema, Santana?
Whitney Pierce se acercó a la enfermera agitada, que estaba riñendo a Santana.
La boca de la enfermera se abrió y cerró, como un pez, sin saber mucho más que decir.
—¿Viste donde llevaron a Mercedes?
—No hay nada que no pueda manejar, señora Pierce.
—Whitney.
—Whitney—Santana repitió y miró a Spencer, que parecía no saber dónde meterse—Spencer, ¿puedes ver donde está Mercedes Pierce? Matt y Dani la trajeron en ambulancia. Ella estaba de parto, de nalgas.
—¿Eh?
Le tomó un momento a Spencer darse cuenta de que la mujer, junto a Santana, era la mamá de Brittany.
Asintiendo con la cabeza, como un muñeco bobble head, se fue detrás del escritorio y comenzó a golpear las teclas del ordenador.
—Lo siento, Dra. López, yo estaba…
—¿Preocupada por mi comportamiento?—le dio una sonrisa y le puso una mano en su antebrazo—Yo haría lo mismo si la situación fuera a la inversa. Esta es la mamá de Brittany, Whitney Pierce.
—Sra Pierce—la enfermera le dio un guiño, y levantó los ojos de la pantalla del ordenador a la pequeña mujer.
Varios pasos apresurados se acercaron a la mesa.
—¿Encontraste algo?—Brittany preguntó.
Había dejado a Santana y a su mamá en la puerta, y se había ido a buscar un lugar donde aparcar su coche.
—Todavía no, Spencer lo está mirando—le pasó un brazo por la cintura, y la atrajo hacia sí—Pero estoy segura de que está bien.
—Enfermera Spencer, es bueno verte de nuevo—Brittany sonrió a la mujer.
—Santana no le estará causando problemas, ¿verdad?
—Nada que no pueda manejar.
Una extraña sonrisa apareció en el rostro de Spencer.
—He sido buena—dijo Santana mientras Brittany le daba un codazo en el costado—No hice nada.
—Esta vez—Brittany bromeó.
—La llevaron a tres, la sala de maternidad.
—¿Quién está de guardia?
—Jackson.
Asintió en respuesta.
Sabía que Linda Jackson, era la ginecóloga, que a menudo, hacía los turnos de os fines de semana en el hospital.
—Estaré aquí hasta las ocho, por si necesitas algo.
—Tranquila. Estaremos bien, pero gracias. Te veré mañana—dijo Santana mientras seguía a Whitney y a Brittany a los ascensores.
La noche había tomado un giro que nunca podría haber predicho.
Estaba agradecida de haber estado en casa de los Pierce y haber podido cuidar de Mercedes. Aunque su papel en la situación había sido poco importante, sabía que Mercedes debía ir al hospital.
—¿Cuándo fue la última cita de Mercedes?—Santana preguntó a las mujeres Pierce, una vez dentro del ascensor.
Su ginecólogo debería haber sabido la posición del bebé y dado instrucciones a la mamá.
—Mercedes perdió su última revisión y no fue capaz de conseguir una nueva cita—Whitney respondió.
Santana silbó entre sus dientes.
—¿Es un problema?
—No, pero el médico habría visto la posición del bebé. Tener un bebé de nalgas no es tan raro—explicó.
Sonó el timbre y las puertas se abrieron a la sala de maternidad. De pie en el ascensor estaba Dani Farmer.
—Hola—dijo ésta incómodamente mientras cambiaba su peso de un pie a otro—Creo que ahora está en cirugía—reconoció de inmediato al resto de miembros de la familia—El papá está en la sala de espera—señaló el conjunto de puertas dobles.
—Gracias—Brittany dijo mientras andaba junto a su mamá.
—Santana, ¿tienes un segundo?
Santana miró a Brittany, que le dio un guiño y a continuación, se dirigió a Dani.
—Sólo un par—hizo un gesto a Dani para que la siguiera a las ventanas, con vistas al aparcamiento.
Santana se apoyó contra la pared y cruzó los brazos sobre su estómago.
—¿Qué necesitas?
—Jesús…—Dani se frotó la sien—Escuchar Santana, yo solo… quería disculparme.
—¿Exactamente por qué? ¿Por increparnos a mí y mi novia mientras estabas borracha? ¿Intentar tocarme? Por haberme engañado con varias de tus conquistas por todo el hospital. ¿O por pillarte con aquella enfermera en mi casa y en la cama?
—Mierda.
El rostro de Dani palideció.
Se volvió para alejarse, pero luego se volvió hacia Santana.
—Lo siento, te traté como una mierda—se paseó delante de ella, que no habían cambiado de posición a pesar de la torpeza—Pareces feliz. Quería decirte que creo que es genial que hayas podido encontrar a alguien que te hace feliz—comenzó a alejarse.
—¡Dani!
Cuando la EMT volvió, se quedaron mirando durante unos segundos.
—Gracias. Ella es una gran persona.
—Tienes suerte de que no la invitara a salir yo primero.
—Ella me invitó a salir—recordó la linda nota que le había dejado.
—Ella es una mujer inteligente—dijo Dani, abrió la puerta de la escalera y desapareció.
—Sí, lo es—murmuró en voz alta, y fue en busca de Brittany y su familia.
Caminando hacia la sala de espera, vio a Sam Pierce sentado en el sofá de piel sintética, con los codos apoyados en las rodillas y la barbilla apoyada en las manos.
Estaba muy nervioso.
Su pierna rebotaba violentamente mientras esperaba noticias de su esposa e hijo.
Whitney, sentada junto a él, deslizaba su mano por la espalda de su hijo, tratando de ofrecer algo de consuelo.
Brittany estaba en el puesto de enfermeras hablando con una mujer vestida con ropa de color marrón.
—¿Es esa la Dra. López?
Una de las enfermeras de recepción le preguntó a su compañero de trabajo mientras rodaba su silla de oficina más cercana. La mujer se dio la vuelta para ver a Santana acercarse hacia ellos.
—Sí. Shelia. El rumor es que ella está saliendo en serio con alguien.
La enfermera volvió a prestar atención a la tabla en frente de ella.
—Me alegro. Pero Dani ha estado aquí buscándola, hace solo unos minutos. Esa chica es una jugadora—Shelia desvió sus ojos hacia la doctora, mientras daba un paso hacia el escritorio.
Brittany se aclaró la garganta y miró a la enfermera, por un momento, hasta que sintió el deslizamiento del brazo de Santana alrededor de su cintura.
—¿De qué te enteraste?—le preguntó, cuando Brittany volvió y la besó en los labios.
El acto provocó que la enfermera tuviera que esconder su cara para no reírse.
Shelia por otra parte se volvió completamente roja, de vergüenza.
—Shelia sólo estaba buscando información para nosotras—respondió, echándose hacia atrás y mirando a los ojos de Santana.
Le guiñó un ojo y le acarició la cara, antes de dirigirse a las enfermeras.
—Shelia, señorita Rose—Santana saludó a las enfermeras—¿Alguna información que nos podáis dar?
—Dra. López—Rose se enderezó cogiendo el informe de la paciente—Sabes que no podemos dar información.
Santana les había salvado el trasero, más de una vez, en los últimos años.
—Como veo que no estás trabajando esta noche, te puedo decir que la Dra. Jackson está en la cirugía y debe tardaré una hora, más o menos.
—Gracias Rose—le guiñó un ojo a la enfermera mayor y agarró la mano de Brittany.
Caminaron hasta las sillas para actualizar los otros.
—Shelia piensa que eres linda—dijo Brittany mientras sostenía con fuerza la mano de Santana—¿Qué quería Dani?
—No estoy interesada en Shelia o Dani.
—Lo sé; pero, ¿qué quería? Parecía un poco molesta en la casa.
—Quería pedir disculpas y me dijo que parecía feliz.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que tu mamá era una muy buena cocinera, así que estaba feliz porque tenía un completo…
El golpe en su estómago detuvo las burlas.
—Estómago—se inclinó y apretó los labios contra Brittany—Estoy bromeando.
—Como sigas así, será mejor que vayas con Shelia, y no vas a conseguir nada…
—¿Nada de qué?—Whitney interrumpió la amenaza de Brittany.
Santana observó cómo Brittany intentaba buscar algo que decir.
—Sueño—Santana la cubrió rápidamente—Hablé con Rose. Mercedes es la cirugía con la Dra. Jackson—vio el rostro pálido de Sam—Parece ser una cesárea de rutina.
Cuando Sam fue a interrumpirla, continuó.
—He dicho rutina. Nada de lo que me dijeron me hace pensar lo contrario. Mercedes está en muy buenas manos y pronto nos informarán.
—¿Eso entendiste de lo que dijo la enfermera?
—Es una cosa hospital. Si te hace sentir mejor, he trabajado con la Dra. Jackson antes, y ella es muy buena en su trabajo.
—Santana, gracias por todo lo que has hecho por nosotros—Sam se levantó y le dio un abrazo gigantesco—Muchas gracias.
Después de un momento, Santana recogió sus pensamientos y le devolvió el abrazo.
Él tenía miedo de perder a su esposa e hijo.
—Sam, va a estar bien—le palmeó la espalda y lo sintió asentir.
—No sé lo que haría si algo le pasa a ella—Sam dio un paso atrás y se secó los ojos.
Santana miró a Brittany, manteniendo la mirada por un momento. Se preguntó si podría ser tan fuerte en una situación similar. Brittany le había dijo que la amaba.
Parecía que los Pierce demostraban su amor por los demás libremente y con frecuencia. Todavía tenía que decirle a Brittany lo que significaba para ella.
No estaba segura de cómo iba a categorizar sus sentimientos.
Sabía que si Brittany estaba herida o lesionada, estaría molesta y preocupada. Por nada del mundo querría estar en una situación como la que Sam estaba pasando.
El viaje a la casa de Santana fue tranquilo.
La cabeza de Brittany descansaba contra el asiento y su mano estaba en el muslo de Santana, envuelto en la mano caliente de la médica.
La cirugía había durado poco más de una hora.
La Dra. Linda Jackson había venido a hablar con la familia a la sala de espera.
Mercedes estaba todavía bajo la anestesia y en recuperación.
El bebé pesaba cinco kilos, y estaba en perfectas condiciones.
Brittany cerró los ojos mientras las lágrimas comenzaron a formarse. Sam se sintió aliviado al saber que tanto su mujer como su hijo estaban a salvo.
Mercedes tendría una larga recuperación, pero la morena era una mujer luchadora. El útero de Mercedes se había visto dañado y eso había causado la hemorragia. El parto por cesárea del bebé sirvió para minimizar los daños, y así impedir que el desgarro se convirtiera en un problema mayor.
Sam quería esperar a tener la aprobación de Mercedes, antes de anunciar el nombre para su hijo recién nacido.
—¡Vaya día!—murmuró Brittany mientras apretaba la mano de Santana.
Se sentía agotada.
No estaba segura de si era por la tarde noche de ayer, por la cena o por la emoción del nacimiento del bebé.
Tenía ganas de disfrutar de la semana de vacaciones de primavera, a partir de mañana.
Cuando Santana no respondió, Brittany abrió un ojo y la miró.
Tenían planes para pasar un largo fin de semana, en la casa de verano de Maxie.
—Ha sido un día largo…—repitió y le apretó la mano a la médica.
—Muy largo. Va a ser una semana larga para mí, mientras que alguien que conozco está sin hacer nada, en toda la semana, y le pagan por ello.
—Por favor, que me merezco la semana de descanso. Los estudiantes están tan saturados que ya no aprenden nada—ahogó un bostezo—Podré mal criar a mi nueva sobrina.
—Es tan pequeña—Santana fue capaz de ver al bebé a través de la ventana del cuarto, junto con todos los demás.
Rose le preguntó si quería entrar en la guardería, pero se había negado. Sabía que Whitney querría abrazar a su nieta antes que ella.
Se quedó fuera con resto de la familia.
—Se me olvida lo pequeños que son.
—Estoy seguro de que Mercedes tiene una perspectiva diferente de la pequeña.
Brittany sonrió mientras su cabeza se balanceaba en el asiento trasero.
Había dejado su coche, en casa de sus padres, y no tenía que ir al trabajo por la mañana.
Cuando pidió a Maxie que les dejara su casa, para un fin de semana largo, la banquera le ofreció todo lo que podía, hasta que se había dado cuenta que Brittany no la quería ahí.
Empezaron una discusión, pero finalmente Maxie aceptó con la condición de que no utilizan el dormitorio principal.
A Brittany le pareció bien, porque tampoco pensaba utilizar la habitación de su amiga, y sabía que Santana tampoco querría dormir ahí.
—La pregunta de tu mamá, sobre tener hijos—dejó escapar un suspiro—Hombre, no lo vi venir. Simplemente esta lista para -¿quieres salir con mi hija?- No si planeaba tener hijos.
—Ella ama a sus nietos. Seré la hija perfecta si tengo unos pocos.
Brittany había oído hablar a su madre muchas veces sobre ello. También había visto la decepción en su voz, cuando Brittany le había dicho que no se casaría.
No habría un evento de planificación de boda entre madre e hija.
Whitney tenía tres nueras, y había intervenido en lo que le habían dejado.
Miró las manos de Santana agarrase con fuerza al volante. Su cara era de un color blanco.
—¿Estás bien?
—Si—la respuesta fue rápida y corta.
—No estoy diciendo que quiera niños—retiró la mano de Santana y cruzó los brazos sobre su estómago.
Esta ladeó la cabeza y miró a Brittany nerviosamente.
—Pero sus padres sí.
—Es mi vida, mi cuerpo, mi decisión, no de mis padres. Ni siquiera tengo treinta años. Si quiero tener un hijo, lo haré—Brittany se frotó las sienes.
Tenía que dormir un poco.
Sabía que Santana se estaba poniendo nerviosa con la conversación, y no quería asustarla.
—Escucha—se limpió las manos en los muslos para eliminar la sudoración. Su estómago estaba dando volteretas—No quiero hijos en este momento. Lo que quiero es ver a dónde vamos. Cómo nos llevamos y si hay una posibilidad de algo…—buscó la palabra correcta—A largo plazo.
Era pronto para hablar de matrimonio, compromiso o para siempre.
¿Querría siempre estar con Santana?
Si, lo quería.
La amaba.
—¿A largo plazo? ¿Como si fuera un contrato de alquiler?
Oyó la alegría en la respuesta de Santana.
—¿Soy un coche? ¿Quieres devolverme después de tres años o veinte mil millas?
—Deja de…—Brittany rio, sabiendo que la latina estaba tratando de tranquilizarla—Creo que eso dependerá de si consigo un horno tostador de regalo.
—Extiende la mano—detuvo el coche en un semáforo en rojo, se inclinó y besó a Brittany—Me gustan los niños.
Brittany se apartó con una sonrisa en su rostro.
—Seguro… Seguro…—se removió en su asiento—¿Entonces por qué era como si estuvieras a punto de desmayarse cuando empecé a hablar de ellos?
—De hecho, desde que empiezas a hablar de ellos, estoy bien, siempre y cuando tú los tengas—se estremeció—Solo con pensar que mi cuerpo pase por el embarazo es simplemente urggg.
—Eres idiota.
Brittany la golpeó su brazo en el mismo lugar que Rachel la había golpeado ayer por la noche, causando que Santana se estremeciera, y sus ojos se abrieran.
—Oh… lo siento—enrolló la manga de Santana para revelar un gran círculo negro y azul.
—Mercedes me agarró antes—Santana se frotó los ojos.
—Lo siento mucho, Sanny—Se inclinó y besó la contusión.
—¿Lo sientes?—dijo mientras entraban en el garaje y apagaba el motor del coche, dejando que sólo el tictac suave del motor se escuchara.
Señaló sus labios y Brittany accedió a besarlos. Los besos que intercambiaron eran suaves, como pétalos de rosa contra la piel. Se apartó, ahuecando la mejilla de Brittany, acariciándola con la yema del pulgar.
—Me gustaría probar -a largo plazo- contigo. A veces me bloqueo—señaló su cerebro—Así que ten paciencia conmigo, si puedes, porque me gusta estar en tu vida, Britt-Britt.
—Me gustas en mi vida.
Se apoyó en el calor de la palma de Santana. Se miraron la una a la otra hasta que la luz del garaje se apagó. En medio de la risa, salieron del coche y entraron de la mano en casa.
Por primera vez en muchos años, Santana soñó con su papá.
Estaba de pie, junto a ella, en el mostrador de admisión, en el área de urgencias.
Tenía el pelo corto y negro, casi hasta la altura de sus ojos marrones.
Miraba a su hija sonriendo.
—¿Me puedes perdonar?—Alfonso López le preguntó a su hija.
Esta se apoyó en el mostrador, preguntándose por qué estaba tan tranquilo el hospital.
No había nadie.
No había EMTs entrando y saliendo a toda prisa por las puertas, gritando las constantes vitales de los heridos.
Se pasó la mano por el pelo.
En lugar del pelo como lo tenía ahora, tenía el pelo largo y fibroso, que cae hasta el centro de su espalda.
Sintió el peso de las gruesas gafas de culo de botella sobre su nariz. Sabía que si se miraba en un espejo, su cara estaría cubierta de feas espinillas.
Sus hombros se hundieron.
—Ya no soy esa persona. Nunca más—gritó sintiéndose avergonzada.
—Sigues siendo mi hija—Alfonso se acercó y puso una mano en su antebrazo.
Santana se estremeció, cuando la frialdad de su toque le recordó a un cadáver de la escuela de medicina.
Ella y sus compañeros de clase apodaban al hombre muerto Saúl. No había podido dormir la primera noche después de haber trabajado sobre aquel cadáver.
Las noches siguientes, se quedó dormida agotada.
—¿Me perdonas?
—¡Te fuiste! ¡No tenía a nadie!—le gritó, mirándolo a los ojos marrones, grandes e inocentes.
¿Era inocente?
—Necesito que me perdones—su voz sonó suave como un niño pequeño tratando de no hacer sus deberes.
—Papá, ¿por qué? ¿Por qué ahora? Estoy haciéndolo bien. No necesitas nada de mí.
Se hundió en el suelo, con las rodillas aferradas cerca de su pecho, su respiración rápida, como si estuviera a punto de hiperventilar.
—Estoy orgulloso de ti. Era inteligente y hermosa—se agachó y puso una mano en la rodilla.
—No soy hermosa.
Levantó la cabeza y sintió las ausencias de sus largos rizos, las gafas habían sido sustituidas por lentes de contacto y el acné había desaparecido.
Tenía treinta y dos años, y ya no era una adolescente torpe.
—Siempre has sido hermosa para mí. Me alegro de que hayas encontrado alguien a quien amar—Alfonso se puso de pie y se sacudió las rodillas de sus pantalones grises—Me necesitarás pronto.
Con eso, desapareció en el aire.
Se despertó sobresaltada.
Sus pulmones gritaban por aire, intentado calmarse.
Pensando que podía ser un ataque de asma, buscó su inhalador, ya olvidado, que utilizaba a menudo cuando era una adolescente.
Sus movimientos frenéticos debieron despertaron a Brittany, porque notó una cálida mano contra la parte baja de su espalda, mientras abría los cajones de la mesita de noche.
Brittany trató de calmarla.
—Tranquila, Sanny—murmuró mientras le frotaba la mano hacia arriba y hacia abajo por toda la espalda—Relájate. Necesitas tratar de relajarte.
Santana asintió, parpadeando ante el brillo de la luz que Brittany encendió, en el otro lado de la cama, buscando entre los cajones de la otra mesilla.
Intentó frenar su respiración y conseguir que su cuerpo se relajara.
—Aquí cariño—le dijo mientras le entregaba el inhalador.
Tomó el pequeño respirador y lo puso en su boca, liberando el medicamento. La mano de Brittany continuó sus cuidados a lo largo de su espalda.
—Reduce la velocidad. Sé que es duro, pero funcionará más rápido si te relajas.
Sintió que el oxígeno llenaba sus pulmones, y los músculos de su pecho empezaron a relajarse. El movimiento suave de la mano de Brittany calmó su acelerado corazón.
—Guau—el susurro escapó de sus labios.
—No sabía que tenías asma—apoyó la mejilla en el centro de la espalda de Santana, dejando que sus manos vagaran bajo la camiseta de Santana.
Podía oír el aire que entra cavidad torácica de la morena.
—¿Mejor?
—Sí.
Bajó la cabeza.
No había tenido un ataque desde hacía muchos años.
Los solía tener todo el tiempo cuando era pequeña. Apenas podía participar en su clase de educación física a causa de su condición.
—Ha pasado mucho tiempo desde que tuve el último.
—¿Cuánto tiempo?—le sacó la camiseta por la cabeza, tirándola al suelo junto con la suya.
—Seis o siete años.
Recordó cuando un nuevo equipo de limpieza había estado trabajando en la sala de urgencias. Los productos químicos que utilizaron la hicieron entrar en un ataque completo.
Ahora, con su respiración bajo control, se apoyó en el calor del cuerpo de Brittany.
Se sentía bien.
Le gustaba que la abrazara y cuidara.
Brittany deslizó sus brazos y piernas alrededor del cuerpo de Santana, colocando su barbilla en el hombro.
—Gracias por cuidar de mí.
—Me gusta ser tu médico a tiempo completo—bromeó mientras deslizaba una mano sobre el estómago de Santana—Además, me gusta tenerte cerca.
La besó en la oreja y luego tomó entre sus dientes, mordiéndola juguetonamente. Su mano empezó a vagar libremente a través del torso de Santana. Le cogió un pecho y dejó que su pulgar acariciara el pezón, que alcanzó su punto máximo.
—¿Qué estás haciendo?
—Cuidando de ti, Sanny.
Le recorrió el cuello con besos y dejó que su lengua saboreara el salado de su piel. Sus manos bailaban libremente a través del cuerpo de Santana.
—¿Te parece bien?
—Sí.
Movió la cabeza a un lado, dando espacio a Brittany para que pudiera besarla mejor. Esta se apoyó en ella presionando su boca. Plantó besos a lo largo de su cuello, bajando por el ancho de sus hombros y por la espalda, parando en cada vértebra. Deslizó sus dedos debajo de la banda de la cintura de las bragas de Santana y se las quitó.
Se quitó su propia ropa interior, sentándose a horcajadas la parte baja de la espalda, presionando su torso contra la espalda desnuda de Santana.
—Me encanta la sensación de tu piel contra la mía.
Dejó caer el pelo, acariciando la piel de Santana, voz ronca, con una mezcla de sueño y la necesidad.
—¿Qué te despertó?—susurró al oído.
—He tenido una pesadilla.
Se perdió en la sensación de los dedos de Brittany, en sus manos y en el pelo tocando su espalda.
Brittany se deslizó, todavía a horcajadas sobre sus caderas, justo por encima de la cintura. Santana podía sentir el calor del centro de Brittany en su piel.
—¿Qué me despertó?—Santana repitió, y se rio entre dientes mientras sentía a Brittany empezar a oscilar en su contra—Un sueño…—la voz suave sexy le susurró al oído.
Sintió los duros puntos de los pechos de Brittany contra sus omóplatos.
—Un muy buen sueño… ¿Estaba yo? ¿Qué te estaba haciendo?
Santana sabía que estaba mojada.
El ritmo suave de Brittany moviéndose contra ella, la estaba excitando demasiado.
—Este...
Brittany le pasó la lengua por el cuello, con los pechos apretados contra su espalda y comenzó a acelerar su movimiento.
—Levántate para mí, cariño.
Santana sintió la mano de Brittany en su cadera instándola a levantarse de la cama. Levantó las caderas y sintió los dedos de Brittany hacer su magia.
Permitió que la profesora empujara su centro contra su trasero. A cuatro patas, Santana gimió, quería más.
Necesitaba más.
Brittany tenía una mano en la cadera, y con la otra le ahuecó y pellizcó el pecho.
Santana sintió que su centro se contraía, cuando los dedos de Brittany apretaron sobre su pecho.
Era como si su pezón se conectara a su clítoris.
La boca de Brittany estaba en su hombro, besando, mordiendo, susurrando palabras que Santana no podía descifrar.
—Por favor…—finalmente pidió.
Quería que Brittany no dejara de tocarla, quería que la llenara.
Brittany deslizó dos dedos en el interior de Santana, dejando que ésta se perdiera en su contra.
—¡Sí!—Santana gritó mientras empujaba contra los dedos de Brittany, casi llorando, mientras Brittany retiraba y volvía a entrar.
Dejó caer su peso sobre los codos, cuando las caderas de Brittany se estrellaron contra su espalda. Un grito ahogado se mezcló con los propios gruñidos de Brittany llenando la habitación.
Santana sintió los temblores a través de su cuerpo, dejando que la intensidad del momento fluyera a través de ella hasta que finalmente perdió el conocimiento.
—Te quiero.
Se despertó al oír las palabras de Brittany, cuando ésta se puso encima de ella jadeando, intentando recuperar la respiración.
La intensidad entre ellas, era como una carga eléctrica durante una tormenta eléctrica.
Santana sintió las lágrimas en su piel y se preguntó por qué Brittany estaba llorando. Se movió a un lado, y la atrajo contra su pecho. Colocó suaves besos en las mejillas, a lo largo de su mandíbula y en sus labios.
—Eso fue maravilloso. ¿Por qué lloras?
—Estoy teniendo un momento…
Brittany agachó la cabeza bajo la barbilla de Santana. Esta envolvió sus brazos alrededor de ella y la abrazó con fuerza. Le besó la parte superior de la cabeza y esperó.
—Por favor, no llores. No me gusta cuando estás triste, Britt—le acarició el pelo y dejó que sus dedos se deslizaran hacia arriba y hacia abajo el brazo de Brittany.
—No estoy triste. Sólo estoy…. Es tan abrumador a veces. Nunca me había sentido así antes.
—Suena como si fuera algo malo—bromeó y sintió un ligero pinchazo a su lado—“Me gusta tu belicosidad—le besó la frente—Me gusta tu cuerpo—besó su nariz—Usted, señorita Pierce, es muy buena para mí.
—Y usted, Dra. López, puede ser el final de mí—Brittany levantó la cabeza para mirarla a los ojos.
Se miraron la una a la otra por un momento, luego se acercaron dejando que sus labios se encontraran.
Santana se retiró y vaciló.
—¿Qué?—le acarició la cara.
No quería que Santana se alejara.
—Háblame Sanny.
—Fue una pesadilla lo que causó el ataque—se movió, dejando la cabeza apoyada en el hombro de Brittany—Soñé con mi papá.
Sintió que la mano que la tranquilizaba se paró por un momento, y luego continuó sus caricias.
—En el sueño, me pidió que lo perdonara.
—¿Qué te parece?
No quería presionarla.
—Mi cerebro sabe todas las razones psicológicas del sueño—sostuvo su mano en frente de ellas—La ira, el resentimiento, el dolor…
—San, tienes el derecho de tener esos sentimientos. ¿Has ido a casa, o al menos trataste de hablar con la abogada?
—No. No hay nada ahí para mí—volvió la cabeza y besó la parte inferior de la mandíbula de Brittany.
—Hay un montón de cuestiones sin resolver con sus padres, tal vez ir a Ohio para investigar pueda darle algunas respuestas.
—No hay nada ahí para mí—cambió su peso en la parte superior de Brittany—Sólo quiero lo que está aquí.
Cuando se inclinó y comenzó a besarla en la oreja, el cuello y los hombros, Brittany estaba demasiado distraída como para discutir. Gimió cuando Santana presionó su centro.
—Por favor…—la palabra de necesidad se cortó cuando los labios de Brittany fueron cubiertos por la boca de Santana.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
empezaron los traumas reprimidos de san con su pasado!!
es bueno que dani reconociera que la jodio y se disculpo,..
entro por la puerta grande a la filia san jajaja
me encantaron las enfermeras si que la vigilan a san con todo!!
nos vemos!!
empezaron los traumas reprimidos de san con su pasado!!
es bueno que dani reconociera que la jodio y se disculpo,..
entro por la puerta grande a la filia san jajaja
me encantaron las enfermeras si que la vigilan a san con todo!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Muchas cosas por resolver para San!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
Como me duele mi Santana, espero que Brittany sepa como demostrarle que de verdad la ama y apreciar su confianza.
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
empezaron los traumas reprimidos de san con su pasado!!
es bueno que dani reconociera que la jodio y se disculpo,..
entro por la puerta grande a la filia san jajaja
me encantaron las enfermeras si que la vigilan a san con todo!!
nos vemos!!
Hola lu, =" si, no¿? pobre =/ Es bueno darse cuenta de sus errores y mas si se piden las disculpas correspondientes, no¿? jajajaajajaja. Bn ai! osea que menos, si es san jajaajjaajaja. Jajajajajajaajajaja insisto... como no, si es san¿? jajajajaja. Saludos =D
monica.santander escribió:Muchas cosas por resolver para San!!
Saludos
Hola, mmm si, es vrdd, pero va paso a paso xD ajajajajajajaja. Saludos =D
marthagr81@yahoo.es escribió:Como me duele mi Santana, espero que Brittany sepa como demostrarle que de verdad la ama y apreciar su confianza.
Hola, aaaiii si, no¿? pobre =/ Espero y si, pero ya va demostrando que si, no¿? Bn ai por ellas ajajajajajaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Cap 14
Capitulo 14
Los pensamientos giraban alrededor de la cabeza de Brittany, mientras empujaba el carro hacia arriba y abajo, por los pasillos de la tienda de comestibles.
Uno de los carros de ruedas delanteras, tenía su propio itinerario, y chocó contra los otros tres.
La mala suerte de su lado, cogió el carro roto.
Afortunadamente, no tenía mucho comprar. La lista de cosas que tenía par el fin de semana, en la casa de Maxie, era muy corta.
La casa estaba en el lado interior de la bahía de Chesapeake, y había pertenecido a la familia de Maxie por generaciones.
Cada año, Maxie invitaba al equipo de softbol a pasar los fines de semana de las vacaciones en la casa. Era una de estilo Queen Anne, en la que bien se podría vivir todo el año, pero Maxie no lo creía así.
Demasiada distancia, una vez le dijo Brittany.
Por otra parte, a Brittany le había encantado esa zona. Era muy pintoresca, con sus tierras rurales a lo largo del paseo marítimo, cerca de una pequeña ciudad mesoamericana donde las tiendas Wal-Mart y las grandes cadenas, aún no los habían invadir.
Si Brittany pudiera, se trasladaría a vivir a aquella zona. Su trabajo y su familia la mantenían en el lado oeste del puente. No podía esperar a ver la reacción de Santana, cuando viera toda esa impresionante zona.
Pensó en la mujer que no la había visto desde el nacimiento de su sobrina.
En las primeras horas de la mañana, cuando Santana se había arrastrado de la cama y se había ido trabajar, sin despertarla o decir adiós.
Se despertó tendida sobre la cama de Santana, con su cara apoyada sobre la almohada de la médica.
Intentó tocar el cuerpo caliente que debía estar a su lado. En cambio, solo sintió las sábanas frías.
No se movió cuando Santana se había ido.
Incluso si un tornado hubiera golpeado la casa, probablemente no se habría dado cuenta.
Su estado de ánimo, y mal humor, fue mejorando a cada hora que pasaba. Pronto estarían de camino para una agradable escapada romántica, de fin de semana.
En menos de cuatro horas, estarían juntas durante tres días.
Alcanzando un paquete de filetes, una sonrisa apareció en sus labios.
Las últimas semanas se sentían como si hubiera estado montada en una montaña rusa.
Su equipo había jugado el último partido de la temporada.
Finalmente Santana le había hablado de lo ocurrido con sus padres. Aunque las preguntas, en torno a la muerte de su papá, todavía la tenían preocupada, sabía que no debía presionarla.
No me extraña que Santana todavía se sienta mal algunas veces.
Después de enterarse de lo que había ocurrido a la familia de la doctora, Brittany entendía las reservas de su amante por conocer a su familia.
La reunión inicial había ido mejor que Brittany había esperado.
Los mensajes de correo de voz, de su familia, le confirmaron la bienvenida a Santana, con los brazos abiertos. Sin duda, tener un médico en la casa, en medio de una crisis médica, fue muy apreciado por todos.
Sam y Mercedes habían llamado a la bebé Madison Marie Pierce Jones.
Marie en honor a Santana.
Brittany se lo había contado a Santana, en una de las conversaciones telefónica que habían tenido a altas horas de la noche.
Ella sonrió con orgullo.
A su familia le gustaba Santana.
Flashback
—Ellos no tienen que hacer eso. No hice nada especial—intentó no dar importancia a la entrega del bebé.
—Mi hermano está muy agradecido. Tu presencia lo tranquilizó. Creo que esa es razón suficiente para poner tu nombre al bebé.
—Es mi trabajo Britt. Es lo que hago.
—Lo sé. Es lo que eres, y no te cambiaría por nada del mundo.
—Sí.
Sabía que no debía discutir con Brittany.
—Diles que es un honor y que no puedo esperar para verlos otra vez.
Una ráfaga de sirenas llenó el fondo y Brittany sabía que Santana tendría que cortar, en breve, la conversación.
—¿Sigue en marcha el plan?
—No me lo perdería por nada. Tengo…. Mierda, me tengo que ir—su voz fue amortiguada por un momento—Te veré en unas treinta y siete horas.
La comunicación se cortó, sabiendo que lo que pasaba en el otro extremo necesitaba la atención inmediata de su amante.
Fin Flashback
Faltan cuatro horas, pensó mientras miraba por la gran fachada de cristal de la tienda.
Era una tarde de primavera decente, el sol brillaba entre algunas nubes. La primavera rugía como un león y con suerte, se pasearía como un cordero.
Este fin de semana lo pasarían cerca del agua.
Utilizarían la parrilla de la amplia cubierta de madera roja. La vista sobre el agua la dejaba sin aliento. Pensó que también podría dar un paseo en el barco de Maxie.
Esta confiaba en ella, para que manejara su 22 ‘Bayliner Trophy Cuddy, que poseía y se guardaba junto a la orilla.
Si el clima no cooperaba, podrían dar un paseo por los senderos arbolados o pasar el tiempo delante de la chimenea. No le importaba lo que hicieran, siempre y cuando lo hiciera con Santana.
Quería estar con ella todo el tiempo.
No podía esperar a que llegara el verano.
Este, sería el primer verano que tendría a alguien con quien pasar el tiempo, con quien hacer planes. Ya no le importaba tanto el softbol o salir con sus amigos.
Disfrutar de la compañía de Santana era su máxima prioridad.
—Hey señorita Pierce.
Brittany levantó la cabeza al oír su nombre.
De pie, a pocos metros de ella, estaba Michelle Stanley. Le pareció extraño encontrarse ahí con su alumna, ya que no era su barrio.
La adolescente llevaba en la mano una cesta. Escaneó rápidamente el contenido: loción solar, protector labial, lazos para el cabello, desodorantes, y algunos otros artículos pequeños.
—Michelle, buenas tardes.
Se puso detrás de su carro y miró su contenido. En el interior de su carro había una gran cantidad de comida para una sola persona.
Se preguntó si Michelle se daría cuenta.
El miedo empezó a filtra en sus pensamientos.
¿Qué pasa si Hanna o Sebastián habían roto su promesa?
—Encantada de verte. Había pensado que estaría disfrutando de sus vacaciones de primavera, no haciendo compras en el mercado.
—Oh, estoy en mi camino al aeropuerto. Vamos a Florida por las vacaciones. A los Cayos—Michelle se acercó un paso y puso su mano en el carro de Brittany.
Los Cayos, pensó.
Nunca había estado en los Cayos.
No podía imaginar cómo unos padres podrían permitir que una adolescente de diecisiete años, retozara alrededor de uno de los puntos más calientes del país.
—Eso es bueno.
—Mi mamá está ahí ahora. Me encontraré con ella—Michelle respondió—¿Qué planes grande tiene?
—¿Yo?—hizo un gesto hacia ella misma—Estoy… Iré con un amigo el fin de semana. Nada grande.
—¿A la casa de la médica?
—¿Qué?
Sintió que el pelo en la parte posterior de su cuello de ponía de pie. Un sentimiento de inquietud comenzó a arrastrarse por su subconsciente.
—Eres amiga de la Dra. López, ¿irás a su casa?
La mano de Michelle corría a lo largo del carro, mientras la miraba fijamente.
Sus ojos verdes eran oscuros de color casi negro.
—Lo siento.
—Pensé que eran amigas.
—La Dra. López es una empresa asociada. Yo no la llamaría amiga.
Pensó en la lista de adjetivos que utilizaría para describir a Santana… sexy, caliente, cariñosa, divertida.
¿Era amorosa?
No quería hacer un refrito de los sentimientos de Santana hacia ella.
Tenía que salir de esa conversación con Michelle.
—Diviértete en Florida—trató de poner fin a la conversación.
—Cenaste con ella en el Día de San Valentín—Michelle continuó sondeando, sin soltar su mano del carro.
Brittany sintió un nudo en el centro de su garganta.
Sentía su lengua espesa.
No sabía qué responderle.
Se quedó mirándola sin decir nada.
No podía negar que habían cenado juntas.
Recordó la sensación espeluznante que recibió de Geoff Stanley.
De tal palo, tal astilla.
Los Stanley.
Tuvo la misma extraña sensación, cuando ocurrió aquel episodio en el vestuario de las duchas, cuando encontró aquella rosa. Era como si Michelle estuviera tratando de ponerle algún tipo de cebo.
La adolescente continuó.
—Lo podría hacer mejor. No es que haya mucho que ver, tal vez su cuenta bancaria—dejó caer la mano, y se marchó.
Brittany miró a su espalda rígida.
No entendía lo que acababa de ocurrir. Sólo sabía que aquella joven la había enfadado.
Había un poco de alboroto, en la parte delantera de la tienda, pero su atención se dirigió a los ruidos procedentes de la zona de los cajeros.
Cuando se volvió hacia el frente de la tienda, vio el lío de latas, papeles y productos por el suelo. Un joven parecía estar cabreado, intentando limpiar aquel desorden.
—¿Eddie?
Brittany vio a otro de sus estudiantes. El joven llevaba trabajando ahí durante los últimos años.
—Qué lío.
—Hola, Sra. Pierce—su voz tenía la irritación que su rostro no revelaba—Tenga cuidado con los cristales—continuó barriendo las mercancías secas derramadas, recogiéndolas y echándolas a la basura.
—¿Qué ha pasado?—se agachó para ayudarle a recoger algunas latas hasta colocarlas en su sitio.
Ella acababa de pasar por este lugar hace cinco minutos.
—Michelle Stanley—resopló—No sabía que una persona pudiera ser tan mala.
Lo miró a la cara y vio la mirada de odio en sus ojos.
El joven se dio cuenta de que lo estaba mirando, porque inclinó la cabeza hacia un lado, aunque hizo contacto visual con ella de nuevo.
—Sé que está en su equipo y todo. No entiendo cómo Hanna ha podido ser amiga suya—hizo un gesto hacia el desastre en el suelo—Simplemente no me preocupo por ella señorita Pierce.
Esta asintió aturdida.
El estudiante casi nunca hablaba mal de ninguno de sus compañeros. Esta nueva visión, sobre el comportamiento de Michelle, arrojaba algo de luz sobre algunas cosas, sobre todo la ruptura de amistad entre Michelle y Hanna Marin.
—Está bien Eddie. Estoy segura de que Michelle simplemente está teniendo un mal día.
—Decenio sería lo más correcto—murmuró bajo su respiración—Sabe, ella rompió con Hanna porque quería a alguien más maduro—se echó a reír—Maduro. Michelle no conoce el significado de esa palabra.
Miró indeciso a la profesora porque no sabía si ella tenía conocimiento de la relación entre sus dos jugadoras.
—Sólo estoy hablando en mi frustración señorita Pierce. No importa. Gracias por su ayuda. Puedo con el resto.
—No hay problema. Que tengas unas buenas vacaciones—se levantó y se limpió las manos en los muslos de los vaqueros.
¿Cómo no se había dado cuenta de ello?
Pensó en la cercanía que compartían las niñas.
Sabía que Hanna y Sebastián eran gais desde la noche en el club de baile.
Si Hanna y Michelle habían roto a mediados de temporada, eso explicaría la angustia que las adolescentes estaban pasando, especialmente Hanna.
Si Michelle era lesbiana, ¿por qué se presentó en la sala de urgencias pidiendo que Santana la ayudara con asuntos femeninos?
Tal vez fuera una fase.
Estalló en una sonrisa ensordecedora.
Whitney había dicho lo mismo cuando ella tenía diecisiete años. Aseguró a su mamá, todos los años después, que no era una fase.
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El callejón junto a la entrada urgencias, servía como lugar favorito pasar el rato del personal.
Lo suficientemente lejos del contenedor de basura, pero lo suficientemente cerca de la entrada, en caso de que los necesitaran en cuestión de segundos.
Santana se sentó en el borde de la zona de entrada de las ambulancias, con los pies colgando libremente, mientras comía una ensalada de la cafetería de un envase de plástico.
—¡Va a ser un gran fin de semana!—Rachel estiró sus manos sobre su cabeza, estirándose de lado a lado, aliviando las molestias de su espalda, mientras recogía el envoltorio desechado de su sándwich BLT, pegado debajo de su muslo para que el viento se lo llevara.
—¿Cómo lo sabes?
El tiempo se había vuelto más cálido y los signos de invierno estaban desapareciendo poco a poco.
—Porque tengo libre el fin de semana y no me importa el tiempo que haga. ¡Es genial!—se sentó junto a Santana en la cornisa.
Sus piernas más cortas, que las de la médica, golpeaban sobre la pared de cemento.
—Podría estar todo el fin de semana lloviendo y no me importaría.
—Bueno sí que estás de buen humor—se llevó un tomate a la boca—¿Qué pasa contigo?
—Conocí a alguien—Rachel sonrió y se frotó las manos en los pantalones azules, uniforme de trabajo.
—Se supone que pasaremos el fin de semana juntas. No puedo esperar.
—¿Una chica misteriosa?—arqueó una ceja, a su amiga, sabiendo que Rachel se solía enamorar fácilmente, a cuando una mujer le prestaba atención—¿Tiene un nombre?
—Sí—esperó un segundo—Pero de momento no hoy a decir nada. Cada vez que creo haber encontrado a la mujer de mi vida, acabo sufriendo como una idiota.
—Eso es porque pones todo tu corazón en la mano de los demás, Rach.
Observó como la boca de Rachel se abría para luego cerrarse de golpe. Su argumento murió antes de que comenzara.
La EMT de pelo castaño oscuro sonrió y asintió con la cabeza.
—Tienes razón. Intentaré mantenerme un poco menos abierta con ésta y ver a dónde vamos—afirmó, sabiendo que ya era tarde para eso.
—Bien por ti.
La ensalada anodina, en las manos de Santana, perdió lentamente su interés.
No podía esperar a que el día terminara.
Sólo faltaban dos horas.
—Hablando del ello, ¿cómo están las cosas con la maestra?
—Le hablé de mi papá—desvió la mirada, volviendo hacia la lechuga de su ensalada.
De repente perdió totalmente el apetito.
Puso el envase hacia abajo, tomó un trago de su botella de agua y se limpió la boca con la manga de su bata de laboratorio.
La pequeña EMT levantó la mirada, y luego miró a su alrededor como si esperara a alguien más.
—Rach. Dime algo.
Se acercó más al borde de la cornisa y trajo a sus pies para sentarse al estilo indio.
Tímidamente miró a su amiga.
—Jesús, San. Te costó siete años hablarme de tu familia. Solo llevan juntas unos meses.
No estaba segura de si estaba celosa de que su amiga hubiera compartido esa información personal, con la profesora de la escuela, tan rápidamente.
—Estoy enamorada de ella, Rach—admitió.
Sabía que estada enamorada de la profesora, desde hacía algún tiempo.
No quería poner nombre a sus sentimientos, sobre todo porque hasta hacía poco no sabía cómo reconocerlos. Se dio cuenta de que era la primera vez que lo había dicho en voz alta, para sí misma o para otra persona.
Sonrió.
Se sentía muy bien, como si al admitir sus sentimientos se estuviera quitando un gran peso de los hombros. Su amor por Brittany no le dolía, al revés, aquello la llenaba de euforia.
—Realmente la amo.
—No hay más que verte—Rachel se rio tomando el tenedor de la mano de su amiga—¿Se lo has dicho?
—Dios no—Santana apoyó los codos en las rodillas y puso su mano en la barbilla—Finalmente me lo he admitido para mí misma—Miró a través del aparcamiento—Ella me dijo que me amaba, pero ¿y si…?
Detuvo los pensamientos negativos que bailaban en su mente.
—¿Si ella cambia de opinión? San, ella siente lo mismo. Lo puedo ver—Rachel dijo con la confianza de a su amiga le faltaba—Créeme si te digo que esa chica te tiene por las nubes.
—¿Qué?
—Es lo que he oído.
—¿Cuándo?
Vio el rostro de su amiga volverse rojo.
—En la fiesta—sintió el rubor en su rostro.
Era genial ver a Santana feliz.
De hecho, desde que comenzó a ver a Brittany, podía ver los cambios en ella.
Ya no pasaba todo el día trabajando sin descanso.
Se tomaba algo de tiempo libre.
Apagaba su busca, cuando no estaba de guardia.
—Por cierto, Mona está enviando las invitaciones a la boda. Deberás recibir la tuya esta semana. ¿Vas a llevar a Brittany?
—Le preguntaré. ¿Era en Junio?
—Sí.
—Su tercera, ¿verdad?
Rachel asintió.
—¿Qué se le regala a alguien que se casa por tercera vez?
—Le dije a mi mamá que quería que me devolviera mis dos regalos anteriores—Rachel sonrió—Realmente le hice un par de bonitos regalos.
—Desde que ella vive contigo, ¿no tienes la mayoría de sus cosas?
Sabía que las dos hermanas se amaban, pero también se sacaban de quicio.
—Sí.
—Bueno envuélvele algo y dáselo.
Observó cómo las ruedas en la cabeza de Rachel empezaban a girar.
—Puedo hacer eso. Ella estropeó mi abrelatas la semana pasada. Puedo envolvérselo y regalárselo—Rachel concluyó con los ojos brillantes.
—¡¡Papá Oso a Baby Bear!!
La radio en la cadera de Rachel graznó y la EMT no dejó pasar la llamada.
—No me gusta nada cuando me llama así—sacó la radio de su soporte—¡Sí, Mason!
Usó su mejor imitación de Jack Nichols.
—Nos vemos en la plataforma. Tenemos un gran fuego que atender. Dile a Stretch que va a estar ocupada una hora más o menos—la voz de Mason se hizo eco de las paredes de bloques de cemento.
—¡No…. absolutamente de ninguna manera!—Santana se puso de pie y se sacudió el culo—¡Tengo planes para el resto de la semana, con una mujer muy sexy y muy poca o ninguna ropa!
Entró pisoteando en la sala de urgencias.
—¡Madre mía!
Rachel llamó por la radio.
Ella le había contado a su compañero, que Santana tenía grandes planes para el fin de semana.
La EMT se rio al otro extremo de la radio.
—¿A dónde se fue?
—Probablemente para matar a Sue—Rachel volvió a gritar.
La radio empezó a sonar más cercana cuando Mason dobló la esquina.
—Vamos, vamos a decirle que le estamos tomando el pelo—Mason saltó a la repisa—¿Estaba muy enfadada?
—Mejor ni te lo cuento—Rachel se puso de pie y siguió a su compañero hacia la sala de urgencias.
Las manos de Santana estaban agitándose cuando entró en su punto de mira.
El hombre de piel oscura, detrás del mostrador, se frotó la barba pensativo y asintió.
Los ojos claros de Sue miraron hacia los EMT, que se acercaban al mostrador de admisiones. Su sonrisa se amplió cuando la voz de Santana se hizo notar.
Él asintió con la cabeza en acuerdo con su jefe.
Cuando Santana se detuvo un momento, se dio cuenta de que no había nadie en la sala de urgencias.
Todos la estaban mirando.
Se volvió para ver a Rachel y a Mason, pie a, unos metros detrás de ella, tratando de contener la risa. Santana señaló con el dedo al hombre travieso, y comenzó a darle caza.
Mason se dio media vuelta y salió corriendo del edificio. Santana corrió tras él.
El corazón le latía con fuerza contra su pecho.
Al doblar la esquina, chocó contra alguien que entraba en el hospital. La víctima confiada cayó al suelo, mientras Santana la miraba.
—¡Oh, mierda!
Reconoció a la adolescente tirada, en la plataforma de cemento, como Michelle Stanley, la estudiante que había llegado a la sala de urgencias, para cuestiones femeninas.
Santana dio un paso atrás, mirando la escena como si se desarrollara a cámara lenta. Su objetivo de frustración, Mason, corrió hacia donde la adolescente para atenderla.
La médica continuaba congelada en el sitio.
Al ver la colisión, el EMT fue a ayudar.
—Es mi culpa—Mason ofreció una mano a la joven en el suelo—Perdona—Mason continuó.
—¿Qué demonios?—Michelle espetó al atractivo EMT.
—¡No me di cuenta!
Michelle se levantó, en toda su altura, y todavía tenía que mirar hacia arriba para encontrarse con los ojos de Santana.
La frialdad en sus ojos le dio miedo.
—¡Dra. López, oh!—Michelle de repente se tambaleó, mientras Mason y Santana se acercaba a atraparla.
—Cristo…—la médica murmuró mientras trataba de conseguir un mejor agarre de la adolescente—Su nombre es Michelle Stanley. Vamos a meterla en el hospital.
La inesperada aparición de la adolescente en el hospital, hizo que Santana se preguntara que estaba mal con aquella joven. La vez anterior, había tenido que atender a un paciente, y la había dejado ahí.
Mason cogió a Michelle y la llevó ayudó a entrar al hospital. Santana se arrastró detrás de ellos, llevando el bolso de la adolescente.
—Ponla en cortina de seis.
Apartó las cortinas de darle algo de privacidad. Jasmine, una de las enfermeras de urgencias, los siguió detrás. Santana observó cómo la enfermera le tomaba los signos vitales. Vio que una contusión se le estaba formando en la barbilla. Podía vencer a Mason junto a la cortina.
—¿Tenemos alguna información de contacto?—el Dr. Nguyen dijo mientras se acercaba a la paciente.
—Creo que tenemos a su registro de cuando entró con una fractura en la pierna—Santana explicó mientras se dirigía al mostrador de admisiones—La traté a principios de este año.
—¡Señorita Stanley!—el Dr. Nguyen levantó los párpados de la niña y le mostró su luz para ver la reacción de sus pupilas.
Él tomó una cápsula de amoniaco y la rompió bajo la nariz de la adolescente. Michelle inmediatamente se incorporó sobre la cama.
—¡Aléjate de mí!—Michelle dio un manotazo a las manos del Dr. Nguyen.
—Por favor, señorita Stanley. Se va a lastimar aún más si no se calma—el Dr. Son Nguyen dio unos pasos hacia atrás.
El breve examen del médico no mostró signos de conmoción cerebral. El lapso de conciencia podría haber sido por el desmayo. Nguyen miró a la enfermera para ver si él había hecho algo mal.
—¿Dónde está la Dra. López?—estuvo a punto de llorar.
—La Dra. López está fuera de servicio—el doctor Nguyen declaró.
No quería escuchar los gimoteos de aquella jovencita.
—No, yo la vi. ¡Ella corrió hacia mí!—Michelle estaba a punto de salir de la cama.
—Señorita Stanley, soy el médico de guardia—el pequeño hombre asiático deslizó el estereoscopio hacia sus oídos—Tenemos que contactar a su papá, porque usted es un menor de edad.
—Cumpliré dieciocho en junio—Michelle hizo un puchero, apoyando la cabeza sobre la cama.
—Pero todavía no los tienes. Tenemos que ponernos en contacto con tus padres, dado que usted es menor de edad. Tendrás que quedarte aquí hasta que alguien pueda asumir la responsabilidad por ti.
—¿No puede ser otra persona, mi profesora o tal vez la Dra. López?—se quejó—¿Tiene que llamar a mi papá?
—¿Qué hay de tu mamá?
—Ella está en la Florida—cruzó los brazos sobre su pecho.
—Entonces tendrá que ser tu papá.
Él asintió con la cabeza a Jasmine, para que se quedara con la paciente, y salió de la zona de cortinas.
Santana estaba en el mostrador de admisiones al teléfono.
—No estoy segura de por qué ella está en Jessup, Sr. Stanley. Estoy llamando para hacerle saber que ella fue noqueada en el aparcamiento, y está en urgencias.
Sostenía el teléfono debajo de la barbilla, mientras le entregada el informe de la joven a Sue.
—Entiendo que pensara que ella estaba en un avión, rumbo a Florida, pero le garantizo que su hija está sentada en una sala de examen.
Santana puso los ojos como el hombre, en el otro extremo del teléfono, despotricó sobre el paradero de su hija. Por último, el Sr. Stanley dijo que enviaría a un miembro de su personal para recoger a su hija descarriada.
—¿Conoces a esta chica?
Nguyen señaló con el pulgar hacia el área cortinas. Vio la firma de Santana en el informe anterior, y se preguntó por qué pediría ser atendida por Santana.
—La trate durante un accidente de autobús hace unos meses. Llegó con una pierna, nada demasiado importante. Luego estuvo aquí, hace un par de semanas, en busca de anticonceptivos.
Las cejas de Nguyen se dispararon.
—Le dije que necesitaba encontrar un médico privado, que yo no atiendo a pacientes privados.
—¿Por qué está aquí hoy?
—No tengo idea. Su papá pensó que estaba en un vuelo a Florida—al ver su mirada sorprendida, terminó de explicar—Vacaciones de primavera—se encogió de hombros.
—¡Qué raro!—Nguyen comentó—¿La has visto fuera del hospital?
Santana pensó sobre la pregunta.
Sabía que Michelle era un estudiante de Brittany. La había visto en un partido de baloncesto y luego en el restaurante.
—Hemos coincidido un par de veces—vio como los ojos del doctor se estrecharon—Ella es una estudiante de una amiga mía. La he visto en un partido de baloncesto y coincidimos en un restaurante con sus padres.
—Está bien. Deberías escribir una declaración y presentar un informe de incidente para los registros. Ya sabes cómo son estas cosas, así nos cubrimos por si acaso. Que Mason también haga su declaración.
El médico se alejó, murmurando algo sobre los adultos que crecen y payasadas.
La palabra niñera mezclado en sus divagaciones.
—Rachel, encuentra a tu novio y vamos a presentar ese informe. No quiero perder ni un minuto más de mi tiempo con ninguno de los dos. Si no fuera por el Sr. Materia divertida, ya estaría fuera de aquí—se quejó mientras abría un informe de accidentes, en la web.
Empezó a teclear con fuerza.
Mason acercó una silla a su lado y comenzó a responder a las preguntas de Santana le hacía. Se deslizó hacia atrás y dejó que Mason continuara.
—Siento lo que ha pasado Santana—siguió tecleando—¿Dónde está la ‘ñ’?—preguntó con los dedos todavía sobre las letras.
Santana pulsó la tecla buscaba.
—Gracias.
—Me estás matando a Mason—suspiró mientras seguía observando el lento y doloroso método de uso del teclado.
—¿Qué, tienes una cita caliente?
—¡¡Muy caliente!!
La frustración del día finalmente terminando y las travesuras de los EMTs estaban terminando con su paciencia. Lo empujó hacia un lado, y volvió a continuar ella escribiendo el informe.
Después de varias respuestas y explicaciones, se echó hacia atrás, terminado el informe.
—¿Sue, puedes llamar a seguridad y hacer que miren el video de vigilancia de la entrada Norte y el garaje Oriente?
Sue empleado asintió.
Le dio a Mason una palmada en el brazo, mientras se colocaba el bolso sobre el hombro.
—Y con eso, estoy fuera de aquí—saludó con la mano a sus amigos y compañeros, y se dirigió a la casa de Brittany.
Los grandes ojos oscuros bailaban a través de la zona que las rodeaba, viendo los diferentes aspectos del paisaje.
Podía ver, delante del océano, tiendas con redes de pesca recicladas, que servían como telón de fondo decorativo, con varias figuras decorativas atrapadas en las mismas.
Árboles Dogwood con sus flores blancas y moradas por las calles. A lo largo de las aceras, se veía a peatones haciendo sus compras o charlando con algún que otro vecino.
Con la cabeza prácticamente colgando por la ventana, Santana parecía una niña lista para abrir sus regalos.
Parecía como si estuviera absorbiendo todos los matices de la vida.
El Condado de Kent estaba situado a orillas de la bahía. El pueblo de Galena, en Maryland, rodeaba a lo largo el río Sassafras, que se destacaba por sus pasteles, el béisbol y las manzanas.
Todos los negocios estaban situados en una calle de casi un kilómetro y medio.
Casas e iglesias formaba barrios, en las calles laterales, como el dedo meñique de la bahía de Chesapeake corrió paralelo a la calle. Al final de la zona de negocios, había un puente levadizo, que se levantaba y bajaba cuando los buques solicitaban su entrada.
—¡Mira!—Santana señaló hacia el agua, cuando un velero de dos mástiles se deslizó, a lo largo del agua, a través del puente elevado.
Las brillantes barandillas y detalles en plata pulida brillaban bajo el sol.
—¿Navegas?
—Ha pasado mucho tiempo desde eso. La única cosa que mi mamá y yo teníamos en común. Ella realmente me animó a ir al campamento de vela.
—¿Fuiste?—Brittany miró a su novia sacudir la cabeza, y se preguntó qué otro recuerdo estaría alejando de su mente.
Era casi la primera mención que Santana hacía de su mamá.
—Estoy segura que habrías tenido un buen momento de diversión.
El jeep continuó lentamente, a través de la ciudad, hacia un pequeño camino de tierra cerca de la línea de costa.
—Maxie tiene un yate. Podemos usarlos si estás interesada—Brittany estudió el perfil relajado de su novia.
Santana parecía una niña, en la mañana de Navidad, esperando para abrir los regalos. Hizo una nota mental, para llevar a la doctora más a menudo cerca del mar.
—Un yate—sonrió Santana.
Podía hacer comentarios sobre la necesidad de Maxie de manejar una nave grande del mar para compensar su necesidad psicológica, pero se abstuvo.
La amiga de Brittany les había permitido utilizar su casa para el largo fin de semana.
—No es lo mismo, pero apuesto a que estás muy sexy al timón.
Una imagen de Brittany en bikini, de pie al timón, la excitó.
Tenían que llegar a la casa y pronto.
Se mordió el labio inferior para mantener esa visión lejos.
—¿Y conducir mi jeep, también te parece sexy?
La burla trajo un ligero rubor a las mejillas de Santana.
—No importa lo que estés haciendo Britt. Sólo pensar en ti…
Brittany se puso roja, mientras se movía en el asiento.
Santana sonrió sabiendo que las lúdicas bromas estaban cargando la energía sexual en el coche. Ajustó su trasero en el asiento, mientras sus sentimientos enterrados salían a la superficie.
—Esto muy bonito—Santana fijó su atención sobre unos niños sentados en el borde de un barco de vela, que pasaba cerca—Nunca me di cuenta de lo bonito que es este lado del puente.
—Si yo fuera Maxie, viviría aquí durante todo el año—Brittany le puso la mano en el muslo desnudo.
Sus dedos rozaron el borde de los pantalones cortos, y le dio un apretón.
—¿Por qué no lo hace ella?—Santana vio el destello de preocupación cruzar la cara de Brittany.
—Esa es una buena historia.
Brittany miro a Santana, preguntándose si podría hablar libremente sobre Maxie.
En su primera visita, a la casa de Maxie, se había enamorado de la pintoresca ciudad, junto al mar, que parecía suspendida en el tiempo. No existían las grandes cadenas de tiendas, sino familias con negocios pequeños, que se mantenían generación tras generación.
Los peatones se situaban en las aceras disfrutando de una tarde soleada, en abril.
Los conductores y pasajeros hacían sonar su cláxones, en señal de saludo. No la forma osca que utilizaban los conductores de las grandes ciudades, cuando se veían inmersos en el tráfico.
Aquí fuera, el estrés parecía no existir.
—¿A qué distancia está la casa?
Se volvió hacia Brittany, deslizando sus gafas de sol hacia la parte superior de la cabeza, mostrando una sonrisa en su rostro.
—Realmente te gustaría estar aquí, ¿no Britt?
Esa declaración tomo a Brittany por sorpresa.
No se había dado cuenta de lo fácil que era para leer.
—Me trasladaría aquí en un latido del corazón—le confesó—Pero mi familia y mi trabajo están en el otro lado de la bahía.
—Suena como si ya lo hubieras pensado.
—Si, lo he pensado—giró a la izquierda, para acceder por una carretera de grava suelta.
Desaceleró un poco, por lo que la nube de polvo, detrás de ellas, se disipó en la brisa.
—En esa esquina, se puede tener una visión de la dársena y la laguna. Es esa, la casa gris con las ventanas blancas—volvió a girar, y a desacelerar para que Santana pudiera ver la casa.
—¿Aquella?—su voz se agrietó mientras señalaba a través del agua.
Brittany asintió.
En el otro lado del agua, una gran casa de dos pisos parecía flotar bajo la luz del sol. El diseño de estilo Reina Ana, con techos muy empinados junto con las torres, con colores bien mezclados gris paloma y detalles en blanco.
El gran porche sobre el agua, hacía que desde cualquiera zona del mismo, se pudiera tener una magnífica vista panorámica. Había un gran número de sillas salpicadas por todo el porche.
—Es hermosa.
—Sí—volvió a aceleró—Y es la nuestra para todo el fin de semana—su sonrisa irradiaba como el sol.
El Jeep rodó por la escasa hierba de la propiedad.
Una pequeña casa vacía con garaje, pero Brittany se detuvo junto a la casa. Se bajaron del coche y salieron hacia el acantilado, con vistas al muelle de madera desgastada. Escondida detrás de la cochera estaba otra caseta donde se guardaba el barco.
El barco parecía más grande fuera del agua.
Brittany aprendió a manejarlo, el verano que ella y Maxie habían estado saliendo. Un par de veces, cuando a Maxie se le había ido de las manos la bebida, Brittany se vio obligada a tener que regresar de altamar manejándolo.
—¡Guau!—seguido por un corto silbido, escapó de los labios de Santana— Tengo que entrar en la industria bancaria.
—Créeme, pensé lo mismo al principio. Esta casa ha estado en su familia por generaciones. Ella se hizo cargo de la propiedad cuando su madre murió hace unos años.
Recordó a Maxie descomponerse cuando se enteró sobre el cáncer de su mamá. Murió seis semanas después de que se lo hubieron diagnosticado. Maxie apenas tuvo tiempo de aceptar la enfermedad antes de que enterrar a su único pariente.
—¿Con qué frecuencia viene aquí?
—Por lo general, cada fin de semana entre abril y septiembre. Tiene contratado a un hombre del lugar, para que cuide de la casa, y que trabajó para su mamá durante muchos años. Ya sabes se encarga de cuidar de la casa, el barco y el de cortar el césped. Cosas así.
—Tienes razón. Yo también viviría aquí todo el año.
Santana se acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, dejando las manos en su estómago. Brittany sintió que le subía la camisa, y el calor de las manos de Santana en su piel.
Santana apoyó la barbilla en el hombro de Brittany y apretó su agarre.
—Algún día.
Brittany volvió la cara y la besó en la mandíbula.
—Sería bueno—susurró queriendo recordar este momento durante mucho tiempo.
Guardarlo en su subconsciente para poder recordarlo cada vez que la emoción recorriera su cuerpo.
El calor del cuerpo de Santana se apretó contra ella. Apretó su trasero en el centro de Santana, escuchándola gemir rápidamente.
—¿Estás bien?
Levantó la mano, trazó los rasgos de la cara de Santana dejando que sus dedos permanecieran sobre la plenitud de su labio inferior.
Cuando ésta besó sus dedos, Brittany sintió la rápida pulsación corriendo a través de su cuerpo, y se apoyó con más fuerza, contra el cuerpo fuerte detrás de ella.
—Britt…—el gruñido en su oído, provocó que se le erizaron los pelos de los brazos.
Unos suaves labios empezaron a pellizcar su cuello y la lengua recorrió su lóbulo.
—Vamos Sanny…—agitó su mano haciendo señas a Santana para que la siguiera, mientras se alejaba de la creciente necesidad—Te enseñaré los alrededores después de que saquemos todo del coche.
Se dirigió a la parte trasera del Jeep para abrir el maletero.
Santana la tomó de los brazos.
—¡Lo primero es lo primero…. el tour puede esperar!—dijo mientras esperaba a que Brittany desbloqueara la puerta lateral en la zona de la cocina.
Esta agarró las maletas del coche y se dirigió hacia el piso de arriba.
—¿Qué te gustaría hacer prim…?—se rio cuando oyó que se abría la puerta de la nevera y los contenidos eran metidos ahí, a toda prisa.
Dejó la bolsa de la ropa, a los pies de la cama de matrimonio, en la habitación de invitados, en la parte superior de las escaleras.
Ella sólo había dormido en el dormitorio principal.
Maxie insistió que no compartieran su cama de matrimonio.
Empezó sacar su ropa para ordenarla cuando la otra mujer apareció en la puerta.
—Eso fue bastante rápido.
—No te preocupes, tengo la intención de tomar mi tiempo contigo, Britt-Britt.
El rápido movimiento de Santana la sobresaltó, cuando la levantó en brazos y la dejó en medio de la cama. La cama chirrió bajo su peso. La mujer morena se quedó de pie junto a la cama, mirando a su amante, durante unos segundos, con una mirada salvaje en sus ojos. Luego sacó su camisa sobre la cabeza y deslizó sus pantalones cortos y ropa interior al suelo, en un movimiento rápido.
—Ha sido una semana muy larga—dijo mientras se levantaba de la cama con Brittany.
—¿Está buscando tener suerte doctora?—Brittany bromeó mientras apoyaba su cabeza sobre un codo doblado.
—Por supuesto.
Deslizó su dedo a lo largo de la cara de Santana y por su cuello. El viaje continuó a lo largo de su inmersión por la clavícula, que ahora no era tan frecuente como lo había sido hace meses.
Santana necesitaba ganar unos cuantos kilos, aunque parecía saludable.
Brittany continuó dejando que sus dedos rozaran la piel entre los pechos de su amante. Cada oscuro pezón se apretó ante su exigente toque. Esperó, sin pasar por sus pechos, y se trasladó hacia los músculos del abdomen.
El olor almizclado de necesidad de Santana llenó sus sentidos.
—Britt...—la tensión en la voz de su amante llenaba el aire.
Levantó la mano para acercar la de Brittany hacia su pecho. Esta la mantuvo alejada.
—Paciencia Doctora—ronroneó contra su hombro. Levantando los ojos al rostro de Santana, besó la unión entre el cuello y el hombro—Mírame Sanny.
Los ojos se abrieron y cerraron, un par de veces, en un esfuerzo por enfocar. Finalmente los ojos oscuros se estabilizaron en los de ella.
—Te quiero.
La mano de Brittany ahuecó la parte inferior de su pecho levantando el peso en su palma, y dejando que la yema del pulgar rozara el pezón. La cadera de Santana se elevó fuera del colchón provocando que la cama crujiera.
La besó en los labios y comenzó a bajar por el torso de Santana. Sintió las manos de Santana deslizar su camisa y sacársela por la cabeza. El broche de su sujetador fue rápidamente soltado, tirando el propio sujetador junto a su camisa, en el suelo.
Sus pezones se endurecen instantáneamente al tocar el calor del cuerpo de Santana. Sintió la mano de ésta, tomar uno y comenzar a pellizcar suavemente el pezón. La acción envió una sensación de su pecho a su clítoris.
Si no tenía cuidado, se correría antes de lo que quería.
Con su boca, tomó los pechos de Santana, mordiendo y jugando con los pezones duros de color de oscuro.
Una mano en su cintura, trabajó para soltarle el botón de los pantalones cortos, y deslizar la cremallera. Ella levantó sus caderas, en un esfuerzo para ayudar a la otra mujer a eliminar las barreras entre ellas.
Ambas lanzaron un suspiro cuando sus mojados centros tocaron contra sus muslos.
Cuando Brittany bajó los hombros, de entre los muslos temblorosos, Santana abrió las piernas, más separadas y agarró el pelo castaño con sus dedos.
—Oh mierda…—exhaló mientras la lengua de Brittany tocaba el tejido sensible.
Alternando entre la lengua y los dedos, Brittany coloca los brazos bajo la pierna de Santana y sostuvo sus caderas.
Su hambre la obligó a satisfacer a la mujer que yacía boca abajo en la cama.
Se deslizaba sobre una línea muy fina, entre su propio placer y el de su amada, pero quería saborear el néctar dulce que fluía libremente desde el centro de Santana.
La presión en su cabeza aumentó cuando Santana levantó las caderas para ayudar a Brittany a mantener el ritmo de su empuje. Podía sentir la tensión creciendo, cuando sus músculos internos empezaron a apretarse alrededor de aquello maravillosos dedos.
Al aumentar el ritmo, montó contra los dedos, mientras Brittany tomaba el clítoris hinchado entre sus labios. Lo chupó tratando de prolongar la ola de éxtasis. Un gruñido primitivo, fue liberado de la garganta de Santana, hasta que cayó inerte por el agotamiento.
Murmullos llenaron la habitación, mientras la rubia saboreaba el último de los jugos de vida, de los muslos internos de su amante. Besó lentamente su camino por todo el cuerpo de la médica, hasta apoyarse en un codo, mirando la amplia sonrisa que cubría la cara de Santana.
Dejó que sus labios se tocaran, mientras observaba los ojos marrones nebulosos de pasión de Santana.
—Eso fue maravilloso—el suave susurro fue seguido por una mano ahuecando su mejilla.
Ambas sonrieron.
—¿Orgullosa de ti misma, Britt?—el sonido de la voz soñolienta de Santana llenó su oído.
—Por supuesto, y te lo cobraré—se acopló contra el cuerpo de Santana, que todavía se estaba recuperando—Pero más tarde—envolvió a Santana en sus brazos, dejando su cabeza apoyada en su hombro.
—Definitivamente más tarde—la voz de Santana se perdía en la deriva mientras se quedaba dormida.
Uno de los carros de ruedas delanteras, tenía su propio itinerario, y chocó contra los otros tres.
La mala suerte de su lado, cogió el carro roto.
Afortunadamente, no tenía mucho comprar. La lista de cosas que tenía par el fin de semana, en la casa de Maxie, era muy corta.
La casa estaba en el lado interior de la bahía de Chesapeake, y había pertenecido a la familia de Maxie por generaciones.
Cada año, Maxie invitaba al equipo de softbol a pasar los fines de semana de las vacaciones en la casa. Era una de estilo Queen Anne, en la que bien se podría vivir todo el año, pero Maxie no lo creía así.
Demasiada distancia, una vez le dijo Brittany.
Por otra parte, a Brittany le había encantado esa zona. Era muy pintoresca, con sus tierras rurales a lo largo del paseo marítimo, cerca de una pequeña ciudad mesoamericana donde las tiendas Wal-Mart y las grandes cadenas, aún no los habían invadir.
Si Brittany pudiera, se trasladaría a vivir a aquella zona. Su trabajo y su familia la mantenían en el lado oeste del puente. No podía esperar a ver la reacción de Santana, cuando viera toda esa impresionante zona.
Pensó en la mujer que no la había visto desde el nacimiento de su sobrina.
En las primeras horas de la mañana, cuando Santana se había arrastrado de la cama y se había ido trabajar, sin despertarla o decir adiós.
Se despertó tendida sobre la cama de Santana, con su cara apoyada sobre la almohada de la médica.
Intentó tocar el cuerpo caliente que debía estar a su lado. En cambio, solo sintió las sábanas frías.
No se movió cuando Santana se había ido.
Incluso si un tornado hubiera golpeado la casa, probablemente no se habría dado cuenta.
Su estado de ánimo, y mal humor, fue mejorando a cada hora que pasaba. Pronto estarían de camino para una agradable escapada romántica, de fin de semana.
En menos de cuatro horas, estarían juntas durante tres días.
Alcanzando un paquete de filetes, una sonrisa apareció en sus labios.
Las últimas semanas se sentían como si hubiera estado montada en una montaña rusa.
Su equipo había jugado el último partido de la temporada.
Finalmente Santana le había hablado de lo ocurrido con sus padres. Aunque las preguntas, en torno a la muerte de su papá, todavía la tenían preocupada, sabía que no debía presionarla.
No me extraña que Santana todavía se sienta mal algunas veces.
Después de enterarse de lo que había ocurrido a la familia de la doctora, Brittany entendía las reservas de su amante por conocer a su familia.
La reunión inicial había ido mejor que Brittany había esperado.
Los mensajes de correo de voz, de su familia, le confirmaron la bienvenida a Santana, con los brazos abiertos. Sin duda, tener un médico en la casa, en medio de una crisis médica, fue muy apreciado por todos.
Sam y Mercedes habían llamado a la bebé Madison Marie Pierce Jones.
Marie en honor a Santana.
Brittany se lo había contado a Santana, en una de las conversaciones telefónica que habían tenido a altas horas de la noche.
Ella sonrió con orgullo.
A su familia le gustaba Santana.
Flashback
—Ellos no tienen que hacer eso. No hice nada especial—intentó no dar importancia a la entrega del bebé.
—Mi hermano está muy agradecido. Tu presencia lo tranquilizó. Creo que esa es razón suficiente para poner tu nombre al bebé.
—Es mi trabajo Britt. Es lo que hago.
—Lo sé. Es lo que eres, y no te cambiaría por nada del mundo.
—Sí.
Sabía que no debía discutir con Brittany.
—Diles que es un honor y que no puedo esperar para verlos otra vez.
Una ráfaga de sirenas llenó el fondo y Brittany sabía que Santana tendría que cortar, en breve, la conversación.
—¿Sigue en marcha el plan?
—No me lo perdería por nada. Tengo…. Mierda, me tengo que ir—su voz fue amortiguada por un momento—Te veré en unas treinta y siete horas.
La comunicación se cortó, sabiendo que lo que pasaba en el otro extremo necesitaba la atención inmediata de su amante.
Fin Flashback
Faltan cuatro horas, pensó mientras miraba por la gran fachada de cristal de la tienda.
Era una tarde de primavera decente, el sol brillaba entre algunas nubes. La primavera rugía como un león y con suerte, se pasearía como un cordero.
Este fin de semana lo pasarían cerca del agua.
Utilizarían la parrilla de la amplia cubierta de madera roja. La vista sobre el agua la dejaba sin aliento. Pensó que también podría dar un paseo en el barco de Maxie.
Esta confiaba en ella, para que manejara su 22 ‘Bayliner Trophy Cuddy, que poseía y se guardaba junto a la orilla.
Si el clima no cooperaba, podrían dar un paseo por los senderos arbolados o pasar el tiempo delante de la chimenea. No le importaba lo que hicieran, siempre y cuando lo hiciera con Santana.
Quería estar con ella todo el tiempo.
No podía esperar a que llegara el verano.
Este, sería el primer verano que tendría a alguien con quien pasar el tiempo, con quien hacer planes. Ya no le importaba tanto el softbol o salir con sus amigos.
Disfrutar de la compañía de Santana era su máxima prioridad.
—Hey señorita Pierce.
Brittany levantó la cabeza al oír su nombre.
De pie, a pocos metros de ella, estaba Michelle Stanley. Le pareció extraño encontrarse ahí con su alumna, ya que no era su barrio.
La adolescente llevaba en la mano una cesta. Escaneó rápidamente el contenido: loción solar, protector labial, lazos para el cabello, desodorantes, y algunos otros artículos pequeños.
—Michelle, buenas tardes.
Se puso detrás de su carro y miró su contenido. En el interior de su carro había una gran cantidad de comida para una sola persona.
Se preguntó si Michelle se daría cuenta.
El miedo empezó a filtra en sus pensamientos.
¿Qué pasa si Hanna o Sebastián habían roto su promesa?
—Encantada de verte. Había pensado que estaría disfrutando de sus vacaciones de primavera, no haciendo compras en el mercado.
—Oh, estoy en mi camino al aeropuerto. Vamos a Florida por las vacaciones. A los Cayos—Michelle se acercó un paso y puso su mano en el carro de Brittany.
Los Cayos, pensó.
Nunca había estado en los Cayos.
No podía imaginar cómo unos padres podrían permitir que una adolescente de diecisiete años, retozara alrededor de uno de los puntos más calientes del país.
—Eso es bueno.
—Mi mamá está ahí ahora. Me encontraré con ella—Michelle respondió—¿Qué planes grande tiene?
—¿Yo?—hizo un gesto hacia ella misma—Estoy… Iré con un amigo el fin de semana. Nada grande.
—¿A la casa de la médica?
—¿Qué?
Sintió que el pelo en la parte posterior de su cuello de ponía de pie. Un sentimiento de inquietud comenzó a arrastrarse por su subconsciente.
—Eres amiga de la Dra. López, ¿irás a su casa?
La mano de Michelle corría a lo largo del carro, mientras la miraba fijamente.
Sus ojos verdes eran oscuros de color casi negro.
—Lo siento.
—Pensé que eran amigas.
—La Dra. López es una empresa asociada. Yo no la llamaría amiga.
Pensó en la lista de adjetivos que utilizaría para describir a Santana… sexy, caliente, cariñosa, divertida.
¿Era amorosa?
No quería hacer un refrito de los sentimientos de Santana hacia ella.
Tenía que salir de esa conversación con Michelle.
—Diviértete en Florida—trató de poner fin a la conversación.
—Cenaste con ella en el Día de San Valentín—Michelle continuó sondeando, sin soltar su mano del carro.
Brittany sintió un nudo en el centro de su garganta.
Sentía su lengua espesa.
No sabía qué responderle.
Se quedó mirándola sin decir nada.
No podía negar que habían cenado juntas.
Recordó la sensación espeluznante que recibió de Geoff Stanley.
De tal palo, tal astilla.
Los Stanley.
Tuvo la misma extraña sensación, cuando ocurrió aquel episodio en el vestuario de las duchas, cuando encontró aquella rosa. Era como si Michelle estuviera tratando de ponerle algún tipo de cebo.
La adolescente continuó.
—Lo podría hacer mejor. No es que haya mucho que ver, tal vez su cuenta bancaria—dejó caer la mano, y se marchó.
Brittany miró a su espalda rígida.
No entendía lo que acababa de ocurrir. Sólo sabía que aquella joven la había enfadado.
Había un poco de alboroto, en la parte delantera de la tienda, pero su atención se dirigió a los ruidos procedentes de la zona de los cajeros.
Cuando se volvió hacia el frente de la tienda, vio el lío de latas, papeles y productos por el suelo. Un joven parecía estar cabreado, intentando limpiar aquel desorden.
—¿Eddie?
Brittany vio a otro de sus estudiantes. El joven llevaba trabajando ahí durante los últimos años.
—Qué lío.
—Hola, Sra. Pierce—su voz tenía la irritación que su rostro no revelaba—Tenga cuidado con los cristales—continuó barriendo las mercancías secas derramadas, recogiéndolas y echándolas a la basura.
—¿Qué ha pasado?—se agachó para ayudarle a recoger algunas latas hasta colocarlas en su sitio.
Ella acababa de pasar por este lugar hace cinco minutos.
—Michelle Stanley—resopló—No sabía que una persona pudiera ser tan mala.
Lo miró a la cara y vio la mirada de odio en sus ojos.
El joven se dio cuenta de que lo estaba mirando, porque inclinó la cabeza hacia un lado, aunque hizo contacto visual con ella de nuevo.
—Sé que está en su equipo y todo. No entiendo cómo Hanna ha podido ser amiga suya—hizo un gesto hacia el desastre en el suelo—Simplemente no me preocupo por ella señorita Pierce.
Esta asintió aturdida.
El estudiante casi nunca hablaba mal de ninguno de sus compañeros. Esta nueva visión, sobre el comportamiento de Michelle, arrojaba algo de luz sobre algunas cosas, sobre todo la ruptura de amistad entre Michelle y Hanna Marin.
—Está bien Eddie. Estoy segura de que Michelle simplemente está teniendo un mal día.
—Decenio sería lo más correcto—murmuró bajo su respiración—Sabe, ella rompió con Hanna porque quería a alguien más maduro—se echó a reír—Maduro. Michelle no conoce el significado de esa palabra.
Miró indeciso a la profesora porque no sabía si ella tenía conocimiento de la relación entre sus dos jugadoras.
—Sólo estoy hablando en mi frustración señorita Pierce. No importa. Gracias por su ayuda. Puedo con el resto.
—No hay problema. Que tengas unas buenas vacaciones—se levantó y se limpió las manos en los muslos de los vaqueros.
¿Cómo no se había dado cuenta de ello?
Pensó en la cercanía que compartían las niñas.
Sabía que Hanna y Sebastián eran gais desde la noche en el club de baile.
Si Hanna y Michelle habían roto a mediados de temporada, eso explicaría la angustia que las adolescentes estaban pasando, especialmente Hanna.
Si Michelle era lesbiana, ¿por qué se presentó en la sala de urgencias pidiendo que Santana la ayudara con asuntos femeninos?
Tal vez fuera una fase.
Estalló en una sonrisa ensordecedora.
Whitney había dicho lo mismo cuando ella tenía diecisiete años. Aseguró a su mamá, todos los años después, que no era una fase.
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El callejón junto a la entrada urgencias, servía como lugar favorito pasar el rato del personal.
Lo suficientemente lejos del contenedor de basura, pero lo suficientemente cerca de la entrada, en caso de que los necesitaran en cuestión de segundos.
Santana se sentó en el borde de la zona de entrada de las ambulancias, con los pies colgando libremente, mientras comía una ensalada de la cafetería de un envase de plástico.
—¡Va a ser un gran fin de semana!—Rachel estiró sus manos sobre su cabeza, estirándose de lado a lado, aliviando las molestias de su espalda, mientras recogía el envoltorio desechado de su sándwich BLT, pegado debajo de su muslo para que el viento se lo llevara.
—¿Cómo lo sabes?
El tiempo se había vuelto más cálido y los signos de invierno estaban desapareciendo poco a poco.
—Porque tengo libre el fin de semana y no me importa el tiempo que haga. ¡Es genial!—se sentó junto a Santana en la cornisa.
Sus piernas más cortas, que las de la médica, golpeaban sobre la pared de cemento.
—Podría estar todo el fin de semana lloviendo y no me importaría.
—Bueno sí que estás de buen humor—se llevó un tomate a la boca—¿Qué pasa contigo?
—Conocí a alguien—Rachel sonrió y se frotó las manos en los pantalones azules, uniforme de trabajo.
—Se supone que pasaremos el fin de semana juntas. No puedo esperar.
—¿Una chica misteriosa?—arqueó una ceja, a su amiga, sabiendo que Rachel se solía enamorar fácilmente, a cuando una mujer le prestaba atención—¿Tiene un nombre?
—Sí—esperó un segundo—Pero de momento no hoy a decir nada. Cada vez que creo haber encontrado a la mujer de mi vida, acabo sufriendo como una idiota.
—Eso es porque pones todo tu corazón en la mano de los demás, Rach.
Observó como la boca de Rachel se abría para luego cerrarse de golpe. Su argumento murió antes de que comenzara.
La EMT de pelo castaño oscuro sonrió y asintió con la cabeza.
—Tienes razón. Intentaré mantenerme un poco menos abierta con ésta y ver a dónde vamos—afirmó, sabiendo que ya era tarde para eso.
—Bien por ti.
La ensalada anodina, en las manos de Santana, perdió lentamente su interés.
No podía esperar a que el día terminara.
Sólo faltaban dos horas.
—Hablando del ello, ¿cómo están las cosas con la maestra?
—Le hablé de mi papá—desvió la mirada, volviendo hacia la lechuga de su ensalada.
De repente perdió totalmente el apetito.
Puso el envase hacia abajo, tomó un trago de su botella de agua y se limpió la boca con la manga de su bata de laboratorio.
La pequeña EMT levantó la mirada, y luego miró a su alrededor como si esperara a alguien más.
—Rach. Dime algo.
Se acercó más al borde de la cornisa y trajo a sus pies para sentarse al estilo indio.
Tímidamente miró a su amiga.
—Jesús, San. Te costó siete años hablarme de tu familia. Solo llevan juntas unos meses.
No estaba segura de si estaba celosa de que su amiga hubiera compartido esa información personal, con la profesora de la escuela, tan rápidamente.
—Estoy enamorada de ella, Rach—admitió.
Sabía que estada enamorada de la profesora, desde hacía algún tiempo.
No quería poner nombre a sus sentimientos, sobre todo porque hasta hacía poco no sabía cómo reconocerlos. Se dio cuenta de que era la primera vez que lo había dicho en voz alta, para sí misma o para otra persona.
Sonrió.
Se sentía muy bien, como si al admitir sus sentimientos se estuviera quitando un gran peso de los hombros. Su amor por Brittany no le dolía, al revés, aquello la llenaba de euforia.
—Realmente la amo.
—No hay más que verte—Rachel se rio tomando el tenedor de la mano de su amiga—¿Se lo has dicho?
—Dios no—Santana apoyó los codos en las rodillas y puso su mano en la barbilla—Finalmente me lo he admitido para mí misma—Miró a través del aparcamiento—Ella me dijo que me amaba, pero ¿y si…?
Detuvo los pensamientos negativos que bailaban en su mente.
—¿Si ella cambia de opinión? San, ella siente lo mismo. Lo puedo ver—Rachel dijo con la confianza de a su amiga le faltaba—Créeme si te digo que esa chica te tiene por las nubes.
—¿Qué?
—Es lo que he oído.
—¿Cuándo?
Vio el rostro de su amiga volverse rojo.
—En la fiesta—sintió el rubor en su rostro.
Era genial ver a Santana feliz.
De hecho, desde que comenzó a ver a Brittany, podía ver los cambios en ella.
Ya no pasaba todo el día trabajando sin descanso.
Se tomaba algo de tiempo libre.
Apagaba su busca, cuando no estaba de guardia.
—Por cierto, Mona está enviando las invitaciones a la boda. Deberás recibir la tuya esta semana. ¿Vas a llevar a Brittany?
—Le preguntaré. ¿Era en Junio?
—Sí.
—Su tercera, ¿verdad?
Rachel asintió.
—¿Qué se le regala a alguien que se casa por tercera vez?
—Le dije a mi mamá que quería que me devolviera mis dos regalos anteriores—Rachel sonrió—Realmente le hice un par de bonitos regalos.
—Desde que ella vive contigo, ¿no tienes la mayoría de sus cosas?
Sabía que las dos hermanas se amaban, pero también se sacaban de quicio.
—Sí.
—Bueno envuélvele algo y dáselo.
Observó cómo las ruedas en la cabeza de Rachel empezaban a girar.
—Puedo hacer eso. Ella estropeó mi abrelatas la semana pasada. Puedo envolvérselo y regalárselo—Rachel concluyó con los ojos brillantes.
—¡¡Papá Oso a Baby Bear!!
La radio en la cadera de Rachel graznó y la EMT no dejó pasar la llamada.
—No me gusta nada cuando me llama así—sacó la radio de su soporte—¡Sí, Mason!
Usó su mejor imitación de Jack Nichols.
—Nos vemos en la plataforma. Tenemos un gran fuego que atender. Dile a Stretch que va a estar ocupada una hora más o menos—la voz de Mason se hizo eco de las paredes de bloques de cemento.
—¡No…. absolutamente de ninguna manera!—Santana se puso de pie y se sacudió el culo—¡Tengo planes para el resto de la semana, con una mujer muy sexy y muy poca o ninguna ropa!
Entró pisoteando en la sala de urgencias.
—¡Madre mía!
Rachel llamó por la radio.
Ella le había contado a su compañero, que Santana tenía grandes planes para el fin de semana.
La EMT se rio al otro extremo de la radio.
—¿A dónde se fue?
—Probablemente para matar a Sue—Rachel volvió a gritar.
La radio empezó a sonar más cercana cuando Mason dobló la esquina.
—Vamos, vamos a decirle que le estamos tomando el pelo—Mason saltó a la repisa—¿Estaba muy enfadada?
—Mejor ni te lo cuento—Rachel se puso de pie y siguió a su compañero hacia la sala de urgencias.
Las manos de Santana estaban agitándose cuando entró en su punto de mira.
El hombre de piel oscura, detrás del mostrador, se frotó la barba pensativo y asintió.
Los ojos claros de Sue miraron hacia los EMT, que se acercaban al mostrador de admisiones. Su sonrisa se amplió cuando la voz de Santana se hizo notar.
Él asintió con la cabeza en acuerdo con su jefe.
Cuando Santana se detuvo un momento, se dio cuenta de que no había nadie en la sala de urgencias.
Todos la estaban mirando.
Se volvió para ver a Rachel y a Mason, pie a, unos metros detrás de ella, tratando de contener la risa. Santana señaló con el dedo al hombre travieso, y comenzó a darle caza.
Mason se dio media vuelta y salió corriendo del edificio. Santana corrió tras él.
El corazón le latía con fuerza contra su pecho.
Al doblar la esquina, chocó contra alguien que entraba en el hospital. La víctima confiada cayó al suelo, mientras Santana la miraba.
—¡Oh, mierda!
Reconoció a la adolescente tirada, en la plataforma de cemento, como Michelle Stanley, la estudiante que había llegado a la sala de urgencias, para cuestiones femeninas.
Santana dio un paso atrás, mirando la escena como si se desarrollara a cámara lenta. Su objetivo de frustración, Mason, corrió hacia donde la adolescente para atenderla.
La médica continuaba congelada en el sitio.
Al ver la colisión, el EMT fue a ayudar.
—Es mi culpa—Mason ofreció una mano a la joven en el suelo—Perdona—Mason continuó.
—¿Qué demonios?—Michelle espetó al atractivo EMT.
—¡No me di cuenta!
Michelle se levantó, en toda su altura, y todavía tenía que mirar hacia arriba para encontrarse con los ojos de Santana.
La frialdad en sus ojos le dio miedo.
—¡Dra. López, oh!—Michelle de repente se tambaleó, mientras Mason y Santana se acercaba a atraparla.
—Cristo…—la médica murmuró mientras trataba de conseguir un mejor agarre de la adolescente—Su nombre es Michelle Stanley. Vamos a meterla en el hospital.
La inesperada aparición de la adolescente en el hospital, hizo que Santana se preguntara que estaba mal con aquella joven. La vez anterior, había tenido que atender a un paciente, y la había dejado ahí.
Mason cogió a Michelle y la llevó ayudó a entrar al hospital. Santana se arrastró detrás de ellos, llevando el bolso de la adolescente.
—Ponla en cortina de seis.
Apartó las cortinas de darle algo de privacidad. Jasmine, una de las enfermeras de urgencias, los siguió detrás. Santana observó cómo la enfermera le tomaba los signos vitales. Vio que una contusión se le estaba formando en la barbilla. Podía vencer a Mason junto a la cortina.
—¿Tenemos alguna información de contacto?—el Dr. Nguyen dijo mientras se acercaba a la paciente.
—Creo que tenemos a su registro de cuando entró con una fractura en la pierna—Santana explicó mientras se dirigía al mostrador de admisiones—La traté a principios de este año.
—¡Señorita Stanley!—el Dr. Nguyen levantó los párpados de la niña y le mostró su luz para ver la reacción de sus pupilas.
Él tomó una cápsula de amoniaco y la rompió bajo la nariz de la adolescente. Michelle inmediatamente se incorporó sobre la cama.
—¡Aléjate de mí!—Michelle dio un manotazo a las manos del Dr. Nguyen.
—Por favor, señorita Stanley. Se va a lastimar aún más si no se calma—el Dr. Son Nguyen dio unos pasos hacia atrás.
El breve examen del médico no mostró signos de conmoción cerebral. El lapso de conciencia podría haber sido por el desmayo. Nguyen miró a la enfermera para ver si él había hecho algo mal.
—¿Dónde está la Dra. López?—estuvo a punto de llorar.
—La Dra. López está fuera de servicio—el doctor Nguyen declaró.
No quería escuchar los gimoteos de aquella jovencita.
—No, yo la vi. ¡Ella corrió hacia mí!—Michelle estaba a punto de salir de la cama.
—Señorita Stanley, soy el médico de guardia—el pequeño hombre asiático deslizó el estereoscopio hacia sus oídos—Tenemos que contactar a su papá, porque usted es un menor de edad.
—Cumpliré dieciocho en junio—Michelle hizo un puchero, apoyando la cabeza sobre la cama.
—Pero todavía no los tienes. Tenemos que ponernos en contacto con tus padres, dado que usted es menor de edad. Tendrás que quedarte aquí hasta que alguien pueda asumir la responsabilidad por ti.
—¿No puede ser otra persona, mi profesora o tal vez la Dra. López?—se quejó—¿Tiene que llamar a mi papá?
—¿Qué hay de tu mamá?
—Ella está en la Florida—cruzó los brazos sobre su pecho.
—Entonces tendrá que ser tu papá.
Él asintió con la cabeza a Jasmine, para que se quedara con la paciente, y salió de la zona de cortinas.
Santana estaba en el mostrador de admisiones al teléfono.
—No estoy segura de por qué ella está en Jessup, Sr. Stanley. Estoy llamando para hacerle saber que ella fue noqueada en el aparcamiento, y está en urgencias.
Sostenía el teléfono debajo de la barbilla, mientras le entregada el informe de la joven a Sue.
—Entiendo que pensara que ella estaba en un avión, rumbo a Florida, pero le garantizo que su hija está sentada en una sala de examen.
Santana puso los ojos como el hombre, en el otro extremo del teléfono, despotricó sobre el paradero de su hija. Por último, el Sr. Stanley dijo que enviaría a un miembro de su personal para recoger a su hija descarriada.
—¿Conoces a esta chica?
Nguyen señaló con el pulgar hacia el área cortinas. Vio la firma de Santana en el informe anterior, y se preguntó por qué pediría ser atendida por Santana.
—La trate durante un accidente de autobús hace unos meses. Llegó con una pierna, nada demasiado importante. Luego estuvo aquí, hace un par de semanas, en busca de anticonceptivos.
Las cejas de Nguyen se dispararon.
—Le dije que necesitaba encontrar un médico privado, que yo no atiendo a pacientes privados.
—¿Por qué está aquí hoy?
—No tengo idea. Su papá pensó que estaba en un vuelo a Florida—al ver su mirada sorprendida, terminó de explicar—Vacaciones de primavera—se encogió de hombros.
—¡Qué raro!—Nguyen comentó—¿La has visto fuera del hospital?
Santana pensó sobre la pregunta.
Sabía que Michelle era un estudiante de Brittany. La había visto en un partido de baloncesto y luego en el restaurante.
—Hemos coincidido un par de veces—vio como los ojos del doctor se estrecharon—Ella es una estudiante de una amiga mía. La he visto en un partido de baloncesto y coincidimos en un restaurante con sus padres.
—Está bien. Deberías escribir una declaración y presentar un informe de incidente para los registros. Ya sabes cómo son estas cosas, así nos cubrimos por si acaso. Que Mason también haga su declaración.
El médico se alejó, murmurando algo sobre los adultos que crecen y payasadas.
La palabra niñera mezclado en sus divagaciones.
—Rachel, encuentra a tu novio y vamos a presentar ese informe. No quiero perder ni un minuto más de mi tiempo con ninguno de los dos. Si no fuera por el Sr. Materia divertida, ya estaría fuera de aquí—se quejó mientras abría un informe de accidentes, en la web.
Empezó a teclear con fuerza.
Mason acercó una silla a su lado y comenzó a responder a las preguntas de Santana le hacía. Se deslizó hacia atrás y dejó que Mason continuara.
—Siento lo que ha pasado Santana—siguió tecleando—¿Dónde está la ‘ñ’?—preguntó con los dedos todavía sobre las letras.
Santana pulsó la tecla buscaba.
—Gracias.
—Me estás matando a Mason—suspiró mientras seguía observando el lento y doloroso método de uso del teclado.
—¿Qué, tienes una cita caliente?
—¡¡Muy caliente!!
La frustración del día finalmente terminando y las travesuras de los EMTs estaban terminando con su paciencia. Lo empujó hacia un lado, y volvió a continuar ella escribiendo el informe.
Después de varias respuestas y explicaciones, se echó hacia atrás, terminado el informe.
—¿Sue, puedes llamar a seguridad y hacer que miren el video de vigilancia de la entrada Norte y el garaje Oriente?
Sue empleado asintió.
Le dio a Mason una palmada en el brazo, mientras se colocaba el bolso sobre el hombro.
—Y con eso, estoy fuera de aquí—saludó con la mano a sus amigos y compañeros, y se dirigió a la casa de Brittany.
Los grandes ojos oscuros bailaban a través de la zona que las rodeaba, viendo los diferentes aspectos del paisaje.
Podía ver, delante del océano, tiendas con redes de pesca recicladas, que servían como telón de fondo decorativo, con varias figuras decorativas atrapadas en las mismas.
Árboles Dogwood con sus flores blancas y moradas por las calles. A lo largo de las aceras, se veía a peatones haciendo sus compras o charlando con algún que otro vecino.
Con la cabeza prácticamente colgando por la ventana, Santana parecía una niña lista para abrir sus regalos.
Parecía como si estuviera absorbiendo todos los matices de la vida.
El Condado de Kent estaba situado a orillas de la bahía. El pueblo de Galena, en Maryland, rodeaba a lo largo el río Sassafras, que se destacaba por sus pasteles, el béisbol y las manzanas.
Todos los negocios estaban situados en una calle de casi un kilómetro y medio.
Casas e iglesias formaba barrios, en las calles laterales, como el dedo meñique de la bahía de Chesapeake corrió paralelo a la calle. Al final de la zona de negocios, había un puente levadizo, que se levantaba y bajaba cuando los buques solicitaban su entrada.
—¡Mira!—Santana señaló hacia el agua, cuando un velero de dos mástiles se deslizó, a lo largo del agua, a través del puente elevado.
Las brillantes barandillas y detalles en plata pulida brillaban bajo el sol.
—¿Navegas?
—Ha pasado mucho tiempo desde eso. La única cosa que mi mamá y yo teníamos en común. Ella realmente me animó a ir al campamento de vela.
—¿Fuiste?—Brittany miró a su novia sacudir la cabeza, y se preguntó qué otro recuerdo estaría alejando de su mente.
Era casi la primera mención que Santana hacía de su mamá.
—Estoy segura que habrías tenido un buen momento de diversión.
El jeep continuó lentamente, a través de la ciudad, hacia un pequeño camino de tierra cerca de la línea de costa.
—Maxie tiene un yate. Podemos usarlos si estás interesada—Brittany estudió el perfil relajado de su novia.
Santana parecía una niña, en la mañana de Navidad, esperando para abrir los regalos. Hizo una nota mental, para llevar a la doctora más a menudo cerca del mar.
—Un yate—sonrió Santana.
Podía hacer comentarios sobre la necesidad de Maxie de manejar una nave grande del mar para compensar su necesidad psicológica, pero se abstuvo.
La amiga de Brittany les había permitido utilizar su casa para el largo fin de semana.
—No es lo mismo, pero apuesto a que estás muy sexy al timón.
Una imagen de Brittany en bikini, de pie al timón, la excitó.
Tenían que llegar a la casa y pronto.
Se mordió el labio inferior para mantener esa visión lejos.
—¿Y conducir mi jeep, también te parece sexy?
La burla trajo un ligero rubor a las mejillas de Santana.
—No importa lo que estés haciendo Britt. Sólo pensar en ti…
Brittany se puso roja, mientras se movía en el asiento.
Santana sonrió sabiendo que las lúdicas bromas estaban cargando la energía sexual en el coche. Ajustó su trasero en el asiento, mientras sus sentimientos enterrados salían a la superficie.
—Esto muy bonito—Santana fijó su atención sobre unos niños sentados en el borde de un barco de vela, que pasaba cerca—Nunca me di cuenta de lo bonito que es este lado del puente.
—Si yo fuera Maxie, viviría aquí durante todo el año—Brittany le puso la mano en el muslo desnudo.
Sus dedos rozaron el borde de los pantalones cortos, y le dio un apretón.
—¿Por qué no lo hace ella?—Santana vio el destello de preocupación cruzar la cara de Brittany.
—Esa es una buena historia.
Brittany miro a Santana, preguntándose si podría hablar libremente sobre Maxie.
En su primera visita, a la casa de Maxie, se había enamorado de la pintoresca ciudad, junto al mar, que parecía suspendida en el tiempo. No existían las grandes cadenas de tiendas, sino familias con negocios pequeños, que se mantenían generación tras generación.
Los peatones se situaban en las aceras disfrutando de una tarde soleada, en abril.
Los conductores y pasajeros hacían sonar su cláxones, en señal de saludo. No la forma osca que utilizaban los conductores de las grandes ciudades, cuando se veían inmersos en el tráfico.
Aquí fuera, el estrés parecía no existir.
—¿A qué distancia está la casa?
Se volvió hacia Brittany, deslizando sus gafas de sol hacia la parte superior de la cabeza, mostrando una sonrisa en su rostro.
—Realmente te gustaría estar aquí, ¿no Britt?
Esa declaración tomo a Brittany por sorpresa.
No se había dado cuenta de lo fácil que era para leer.
—Me trasladaría aquí en un latido del corazón—le confesó—Pero mi familia y mi trabajo están en el otro lado de la bahía.
—Suena como si ya lo hubieras pensado.
—Si, lo he pensado—giró a la izquierda, para acceder por una carretera de grava suelta.
Desaceleró un poco, por lo que la nube de polvo, detrás de ellas, se disipó en la brisa.
—En esa esquina, se puede tener una visión de la dársena y la laguna. Es esa, la casa gris con las ventanas blancas—volvió a girar, y a desacelerar para que Santana pudiera ver la casa.
—¿Aquella?—su voz se agrietó mientras señalaba a través del agua.
Brittany asintió.
En el otro lado del agua, una gran casa de dos pisos parecía flotar bajo la luz del sol. El diseño de estilo Reina Ana, con techos muy empinados junto con las torres, con colores bien mezclados gris paloma y detalles en blanco.
El gran porche sobre el agua, hacía que desde cualquiera zona del mismo, se pudiera tener una magnífica vista panorámica. Había un gran número de sillas salpicadas por todo el porche.
—Es hermosa.
—Sí—volvió a aceleró—Y es la nuestra para todo el fin de semana—su sonrisa irradiaba como el sol.
El Jeep rodó por la escasa hierba de la propiedad.
Una pequeña casa vacía con garaje, pero Brittany se detuvo junto a la casa. Se bajaron del coche y salieron hacia el acantilado, con vistas al muelle de madera desgastada. Escondida detrás de la cochera estaba otra caseta donde se guardaba el barco.
El barco parecía más grande fuera del agua.
Brittany aprendió a manejarlo, el verano que ella y Maxie habían estado saliendo. Un par de veces, cuando a Maxie se le había ido de las manos la bebida, Brittany se vio obligada a tener que regresar de altamar manejándolo.
—¡Guau!—seguido por un corto silbido, escapó de los labios de Santana— Tengo que entrar en la industria bancaria.
—Créeme, pensé lo mismo al principio. Esta casa ha estado en su familia por generaciones. Ella se hizo cargo de la propiedad cuando su madre murió hace unos años.
Recordó a Maxie descomponerse cuando se enteró sobre el cáncer de su mamá. Murió seis semanas después de que se lo hubieron diagnosticado. Maxie apenas tuvo tiempo de aceptar la enfermedad antes de que enterrar a su único pariente.
—¿Con qué frecuencia viene aquí?
—Por lo general, cada fin de semana entre abril y septiembre. Tiene contratado a un hombre del lugar, para que cuide de la casa, y que trabajó para su mamá durante muchos años. Ya sabes se encarga de cuidar de la casa, el barco y el de cortar el césped. Cosas así.
—Tienes razón. Yo también viviría aquí todo el año.
Santana se acercó por detrás y envolvió sus brazos alrededor de su cintura, dejando las manos en su estómago. Brittany sintió que le subía la camisa, y el calor de las manos de Santana en su piel.
Santana apoyó la barbilla en el hombro de Brittany y apretó su agarre.
—Algún día.
Brittany volvió la cara y la besó en la mandíbula.
—Sería bueno—susurró queriendo recordar este momento durante mucho tiempo.
Guardarlo en su subconsciente para poder recordarlo cada vez que la emoción recorriera su cuerpo.
El calor del cuerpo de Santana se apretó contra ella. Apretó su trasero en el centro de Santana, escuchándola gemir rápidamente.
—¿Estás bien?
Levantó la mano, trazó los rasgos de la cara de Santana dejando que sus dedos permanecieran sobre la plenitud de su labio inferior.
Cuando ésta besó sus dedos, Brittany sintió la rápida pulsación corriendo a través de su cuerpo, y se apoyó con más fuerza, contra el cuerpo fuerte detrás de ella.
—Britt…—el gruñido en su oído, provocó que se le erizaron los pelos de los brazos.
Unos suaves labios empezaron a pellizcar su cuello y la lengua recorrió su lóbulo.
—Vamos Sanny…—agitó su mano haciendo señas a Santana para que la siguiera, mientras se alejaba de la creciente necesidad—Te enseñaré los alrededores después de que saquemos todo del coche.
Se dirigió a la parte trasera del Jeep para abrir el maletero.
Santana la tomó de los brazos.
—¡Lo primero es lo primero…. el tour puede esperar!—dijo mientras esperaba a que Brittany desbloqueara la puerta lateral en la zona de la cocina.
Esta agarró las maletas del coche y se dirigió hacia el piso de arriba.
—¿Qué te gustaría hacer prim…?—se rio cuando oyó que se abría la puerta de la nevera y los contenidos eran metidos ahí, a toda prisa.
Dejó la bolsa de la ropa, a los pies de la cama de matrimonio, en la habitación de invitados, en la parte superior de las escaleras.
Ella sólo había dormido en el dormitorio principal.
Maxie insistió que no compartieran su cama de matrimonio.
Empezó sacar su ropa para ordenarla cuando la otra mujer apareció en la puerta.
—Eso fue bastante rápido.
—No te preocupes, tengo la intención de tomar mi tiempo contigo, Britt-Britt.
El rápido movimiento de Santana la sobresaltó, cuando la levantó en brazos y la dejó en medio de la cama. La cama chirrió bajo su peso. La mujer morena se quedó de pie junto a la cama, mirando a su amante, durante unos segundos, con una mirada salvaje en sus ojos. Luego sacó su camisa sobre la cabeza y deslizó sus pantalones cortos y ropa interior al suelo, en un movimiento rápido.
—Ha sido una semana muy larga—dijo mientras se levantaba de la cama con Brittany.
—¿Está buscando tener suerte doctora?—Brittany bromeó mientras apoyaba su cabeza sobre un codo doblado.
—Por supuesto.
Deslizó su dedo a lo largo de la cara de Santana y por su cuello. El viaje continuó a lo largo de su inmersión por la clavícula, que ahora no era tan frecuente como lo había sido hace meses.
Santana necesitaba ganar unos cuantos kilos, aunque parecía saludable.
Brittany continuó dejando que sus dedos rozaran la piel entre los pechos de su amante. Cada oscuro pezón se apretó ante su exigente toque. Esperó, sin pasar por sus pechos, y se trasladó hacia los músculos del abdomen.
El olor almizclado de necesidad de Santana llenó sus sentidos.
—Britt...—la tensión en la voz de su amante llenaba el aire.
Levantó la mano para acercar la de Brittany hacia su pecho. Esta la mantuvo alejada.
—Paciencia Doctora—ronroneó contra su hombro. Levantando los ojos al rostro de Santana, besó la unión entre el cuello y el hombro—Mírame Sanny.
Los ojos se abrieron y cerraron, un par de veces, en un esfuerzo por enfocar. Finalmente los ojos oscuros se estabilizaron en los de ella.
—Te quiero.
La mano de Brittany ahuecó la parte inferior de su pecho levantando el peso en su palma, y dejando que la yema del pulgar rozara el pezón. La cadera de Santana se elevó fuera del colchón provocando que la cama crujiera.
La besó en los labios y comenzó a bajar por el torso de Santana. Sintió las manos de Santana deslizar su camisa y sacársela por la cabeza. El broche de su sujetador fue rápidamente soltado, tirando el propio sujetador junto a su camisa, en el suelo.
Sus pezones se endurecen instantáneamente al tocar el calor del cuerpo de Santana. Sintió la mano de ésta, tomar uno y comenzar a pellizcar suavemente el pezón. La acción envió una sensación de su pecho a su clítoris.
Si no tenía cuidado, se correría antes de lo que quería.
Con su boca, tomó los pechos de Santana, mordiendo y jugando con los pezones duros de color de oscuro.
Una mano en su cintura, trabajó para soltarle el botón de los pantalones cortos, y deslizar la cremallera. Ella levantó sus caderas, en un esfuerzo para ayudar a la otra mujer a eliminar las barreras entre ellas.
Ambas lanzaron un suspiro cuando sus mojados centros tocaron contra sus muslos.
Cuando Brittany bajó los hombros, de entre los muslos temblorosos, Santana abrió las piernas, más separadas y agarró el pelo castaño con sus dedos.
—Oh mierda…—exhaló mientras la lengua de Brittany tocaba el tejido sensible.
Alternando entre la lengua y los dedos, Brittany coloca los brazos bajo la pierna de Santana y sostuvo sus caderas.
Su hambre la obligó a satisfacer a la mujer que yacía boca abajo en la cama.
Se deslizaba sobre una línea muy fina, entre su propio placer y el de su amada, pero quería saborear el néctar dulce que fluía libremente desde el centro de Santana.
La presión en su cabeza aumentó cuando Santana levantó las caderas para ayudar a Brittany a mantener el ritmo de su empuje. Podía sentir la tensión creciendo, cuando sus músculos internos empezaron a apretarse alrededor de aquello maravillosos dedos.
Al aumentar el ritmo, montó contra los dedos, mientras Brittany tomaba el clítoris hinchado entre sus labios. Lo chupó tratando de prolongar la ola de éxtasis. Un gruñido primitivo, fue liberado de la garganta de Santana, hasta que cayó inerte por el agotamiento.
Murmullos llenaron la habitación, mientras la rubia saboreaba el último de los jugos de vida, de los muslos internos de su amante. Besó lentamente su camino por todo el cuerpo de la médica, hasta apoyarse en un codo, mirando la amplia sonrisa que cubría la cara de Santana.
Dejó que sus labios se tocaran, mientras observaba los ojos marrones nebulosos de pasión de Santana.
—Eso fue maravilloso—el suave susurro fue seguido por una mano ahuecando su mejilla.
Ambas sonrieron.
—¿Orgullosa de ti misma, Britt?—el sonido de la voz soñolienta de Santana llenó su oído.
—Por supuesto, y te lo cobraré—se acopló contra el cuerpo de Santana, que todavía se estaba recuperando—Pero más tarde—envolvió a Santana en sus brazos, dejando su cabeza apoyada en su hombro.
—Definitivamente más tarde—la voz de Santana se perdía en la deriva mientras se quedaba dormida.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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Re: [Resuelto]FanFic Brittana: Con Todo mi Corazón (Adaptada) Epílogo
son tan lindas juntas!!!!! creo que esa niña tiene un enamoramiento con santana, espero que no sea un problema!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
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Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
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Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
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Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
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