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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 11, 2016 10:07 am

ACTUALIZADO 11 DE DICIEMBRE 2016


BRITTANY


Ella cerró los ojos, y durante unos angustiosos segundos, esperé. Cuando volvió a abrirlos, todo era diferente. Sus pupilas estaban dilatadas, salvajes y locas, llenas de deseo y primitiva necesidad. Era como mirar un espejo.

—Ponte sobre el escritorio.

Levantó la barbilla hacia las ventanas del piso al techo. Un gran escritorio estaba acomodado por lo que podrías sentarte y mirar hacia fuera sobre la orilla durante el trabajo. Había un borde en su voz, un tono exigente que nunca le había oído usar antes. Eso volvió mis rodillas débiles mientras cruzaba la habitación y acomodaba mi trasero donde me había instruido.

—He fantaseado con eso cada noche cuando me acuesto y me levanto con una foto de ti en mi cabeza y una erección cada mañana.

Sabía que se sentía atraída por mí. Pero su admisión reflejaba el nivel de los pensamientos obsesivos que yo había estado teniendo sobre ella. Me volvió valiente de nuevo.

—Muéstrame. Muéstrame cómo nos ves cuando fantaseas. Quiero convertir tus sueños en realidad.

Sus ojos brillaron y sus labios se curvaron en una sonrisa maliciosa.

—Mis sueños no tienen arco iris y palomas. Soy solo yo, tirando de tu cabello mientras te penetro en ese escritorio. ¿Quieres ser mi sueño de carne y hueso, Princesa?

Merodeó hacia mí y se puso justo delante de donde estaba encaramada. Tragué y asentí. Los hoyuelos aparecieron. Aunque las grandes armas no eran incluso necesarias, yo ya había aceptado.

—Abre tus piernas.

La forma en que me miraba hizo fácil arrojar mis inhibiciones.

— Tienes los senos más perfectos que he visto en mi vida. Y esa vagina... es incluso mejor de lo que imaginé.

Me estremecí.

—Tienes una boca sucia.

Bajó la boca a mis pechos y me miró. El oscuro número trece ardió.

—Te va a gustar mi boca sucia aún más después de esta noche.

Cerré los ojos mientras jalaba mi pezón derecho en su boca. Su lengua se arremolinó mientras lo lamía y chupaba y luego lo atrapaba entre los dientes y tiraba con fuerza antes de moverse al izquierdo. Un suave gemido cayó de mis labios, y obligué a mis ojos a abrirse para mirarla.

Estaba devorándome con su pecaminosa boca. La realidad era incluso mejor que la fantasía que había pasado por mi cabeza una y otra vez durante la semana pasada. Después de tomarse el tiempo adorando mis pechos, su lengua trazó un camino desde mi escote hasta mi ombligo. Luego se dejó caer sobre sus rodillas. Sus manos extendieron mis muslos.

—Más abiertas.

Dios, quería su boca en mí ahí abajo. Agarré el borde del escritorio tan fuerte, que mis nudillos se pusieron blancos. Ella dio un buen vistazo. Estaba sentada frente a ella tan desnuda, tan expuesta, que tuve una imperiosa necesidad de cerrar las piernas y esconderme de ella. Pero luego se lamió los labios de nuevo. Estaba realmente salivando por probarme. Era la cosa más erótica que alguna vez había visto en mi vida.

Se inclinó y sopló un flujo constante de aire desde la parte inferior hasta la parte superior de mi sexo. El aire fresco conectó con mi humedad y cada nervio de mi cuerpo saltó a la vida. Mi respiración era completamente errática solo por la anticipación. No podía imaginar que podría respirar una vez que su boca estuviera sobre mí. Levantó la vista y nuestras miradas se encontraron.

—Mírame, Brittany. Quiero que me mires mientras me tomo hasta la última gota de esta dulce vagina.

No pude responder; todo lo que hubiera salido de mi boca hubiera sido completamente incoherente. No esperó la respuesta de todos modos. Tiró de mi trasero más cerca del borde del escritorio y enterró su rostro entre mis piernas. Me devastó, chupó y lamió, persuadió mi cuerpo hasta el borde del orgasmo y luego se echó hacia atrás, bajando sus chupadas y ralentizando su ritmo. No me estaba permitiendo caer sobre el borde.

Cada vez que mi respiración comenzaba a nivelarse, comenzaba de nuevo. Era implacable y exasperante, y estaba empezando a desesperarme. La tercera vez que comenzó a alejarse cuando me acerqué al orgasmo, agarré su cabello. Mis manos en puños en su gruesa melena húmeda, y tiré, instándola a continuar.

—Santana, yo... necesito..

. —Aún no.

Una parte de mí quería matarla, pero esa parte fue revocada por la parte que necesitaba buscar desesperadamente la liberación.

—Por favor. Necesito…

—No…

No tuvo oportunidad de terminar. Tiré con fuerza de su cabello y de su rostro hacia mí. La oí reír, pero eso hizo el truco. Después de eso, se zambulló duro, lamiendo y mordiendo, empujando su lengua dentro y fuera de mí, hasta que otra vez me llevó al borde del abismo. Una vez que estuve colgando en el borde, chupó duro mi clítoris y me envió en espiral.

Di un grito ahogado con su nombre mientras mi orgasmo rodaba a través de mí. No se detuvo hasta que mi cuerpo se sintió sin huesos, y fue difícil mantenerme en posición vertical. Santana me levantó del escritorio y me llevó a la cama, poniéndome suavemente abajo. Solo hace minutos había estado gastada, pero al verla desnuda allí, de repente me hizo recargarme.

Oí el crujido de un envoltorio de condones y luego la vi deslizárselo. Su mano se deslizó por su grueso eje, y mi cuerpo cobró vida de nuevo. Era hermosa de la cabeza a los pies, y cada centímetro de firmeza en medio.

Cuando terminó, extendió la mano y entrelazó mis dedos con los suyos. Se subió a la cama y levantó las manos entrelazadas por encima de mi cabeza, restringiendo fácilmente mis brazos. Al pasar sobre mí, la cabeza de su pene se alineó perfectamente con mi apertura. Buscó mi rostro, casi estudiándolo, antes de que nuestras miradas se encontraran. Luego me besó dulcemente mientras empujaba suavemente dentro de mí. Entró y salió un par de veces antes de hundirse lenta y profundamente.

Atrapada, gimió y se mantuvo a sí misma en su lugar brevemente, su rostro diciéndome que estar enterrada dentro de mí se sentía tan bien; que no quería mover ni un músculo. Envolví mis piernas alrededor de su espalda, la nueva posición le permitió penetrar aún más profundo.


—Mierda.

Cerró los ojos y apoyó la cabeza hacia atrás. Me encantaba verla pelear por control. Fue muy fácil encontrar nuestro ritmo juntas y nos sacudimos a un ritmo ferviente.

Nuestros cuerpos lisos de sudor, nos deslizamos arriba y abajo, con nuestras caderas girando, dando vueltas y vueltas, hasta que las dos estábamos temblando. Gemí cuando la sentí deshacerse. Su ritmo se aceleró, y se condujo en mí más y más hasta que llegamos juntas mientras nuestra mirada estaba fija en los ojos de la otra. Fue horas después, drenada de muchos más orgasmos, cuando finalmente me quedé dormida.

Llena de nuevas promesas y esperanza, lo último que recordé fue pensar mientras me quedaba dormida en la tierra de los sueños que no podía esperar a despertar mañana para estar con Santana de nuevo. El sol brillaba a través de las altas ventanas, calentando mi cuerpo desnudo. No tenía ni idea de la hora que era, pero sabía que era, al menos, temprano por la tarde. Levanté mis brazos sobre mi cabeza y me estiré. Me dolían los músculos, a pesar de que era el tipo de dolor que disfrutaba. Había tenido novios, una vida sexual sana, incluso. Hasta ayer por la noche, habría ido tan lejos como para decir que mis anteriores coqueteos fueron algo satisfactorio. Pero lo que sucedió entre Santana y yo ponía cualquier cosa que hubiera antes en vergüenza. Sonriendo ante la idea, me estiré en la cama detrás de mí, ansiosa de volver a conectarme físicamente.

Encontrando el lugar de Santana vacío, me di la vuelta y escuché las señales desde donde estaba. Estaba callada, pero un minuto después, un golpe en la puerta respondió a mi pregunta. Envolví la sábana alrededor de mi cuerpo y fui a la puerta. Una mujer vestida con un uniforme de servicio de limpieza estaba de pie con un carro cuando abrí, esperando encontrar a Santana.

—Ummm.

Jalé la sábana más apretada sobre mi cuerpo.

—. ¿Puede volver en un rato? Tenemos una salida tardía hoy.

La mujer miró su reloj y de nuevo a mí.

—¿Quince minutos?

No tenía ganas de correr para estar lista, pero asentí de todos modos. Después de cerrar la puerta, miré alrededor de las dos habitaciones, aunque sabía que estaba sola. Había una sensación molesta en la boca de mi estómago. Nunca quise que este viaje terminara. Santana no me había dado ninguna razón para creer que las cosas entre nosotras seguirán una vez que llegáramos a California. De hecho, había sido bastante clara que el viaje era por nosotras desde el principio.

Pero ¿haber pasado la noche no lo había cambiado todo? Quería dejarme pensar que realmente podría ser, sin embargo, tenía esa sensación. En la ducha, cerré mis ojos y pude ver a Santana cernirse sobre mí en las primeras horas de la mañana. Era nuestra tercera ronda, y muy diferente de las dos primeras veces. Nuestra desesperada, frenética carrera para estar juntas estaba detrás de nosotras, y lentamente vertimos emoción en cada de uno de los hermosos movimientos. Había tenido sexo antes, pero hasta ese momento en el tiempo, nunca había hecho el amor realmente. El agua caliente de la ducha se apoderó de mi piel, y repetí los últimos pocos momentos una y otra vez.

—Eres una mujer increíble —dijo Santana— . Gracias por hacer que mi fantasía cobrara vida. Espero que todos tus sueños se hagan realidad. Te mereces eso, Brittany.

En ese momento, había pensado que era un hermoso sentimiento. Pero, de repente, un intenso deseo de vómito gorgoteó hacia arriba de mi estómago, y mis ojos se abrieron. Me estaba diciendo adiós. Revisé nuestras dos habitaciones y me senté en el vestíbulo durante seis horas.

Era ridículo de mi parte hacerlo. Toda su ropa había desaparecido; era obvio que no tenía intención de volver cuando había escapado mientras yo estaba durmiendo. Sin embargo, por alguna razón, me negaba a irme.

Sentada en un sofá de cuero en el gran atrio bullicioso, miré fijamente las puertas de entrada del hotel. ¿Tal vez cambiaría de opinión? ¿Tal vez se había subido a un autobús y llegado a la mitad del camino a California y después se había arrepentido de irse? ¿Y si venía corriendo de regreso, y yo no estaba aquí? Entonces, me acordé de que tenía mi número de teléfono y que no me había llamado.

La realidad se estaba hundiendo aún más profunda. Una pareja paseaba de la mano atravesando las puertas delanteras. Ella llevaba un vestido blanco ajustado y un largo velo, llevando un ramo redondo de rosas rojas. Él llevaba un traje con su corbata deshecha colgando alrededor de su cuello y una rosa prendida en la solapa. Vi como la atraía hacia él para un largo y apasionado beso antes de dirigirse a la recepción sonriendo. Las lágrimas rodaron por mis mejillas. No era la primera vez hoy.

—¿Te acabas de casar?

Una mujer mayor que llevaba un monedero rebosante de monedas se sentó frente a mí. Tenía el cabello blanco peinado en una gran bola que parecía que podía soportar un tifón. La mirada en blanco en mi rostro fue un claro indicativo de que mi mente estaba en algún otro lugar.

—¿Disculpe?

Sus ojos apuntaron hacia abajo a mis manos. Me retorcía distraídamente el anillo en mi dedo. Mi anillo de bodas.

—Eh. No. No es un anillo de matrimonio real. Fue... una broma.

Una broma sobre mí. Ella asintió.

—Yo cumpliría cincuenta años de casada la próxima semana. Supuse que perdió a su marido.

—Lo siento.

—¿Por qué? —Dijo 'cumpliría'. ¿Su esposo murió?

—Diablos no. No soy tan afortunada. El bastardo resultó ser un mentiroso, tramposo y jugador.

—¿Entonces qué hizo?

—Tiré de mis grandes bragas de chica, lo eché y me divorcié de su trasero hace casi cuarenta años.

Sonreí. Era la primera desde mi ducha esta mañana.

—Ahí tienes. En una muchacha bonita como tú, esa sonrisa siempre debería estar en tu cara.

—Gracias.

—Entonces, ¿qué te hizo el bastardo?

El mismo nombre que utilizó para la mujer que me ofendió no pasó desapercibido. Negué.

—Se fue sin decir adiós.

—Suena como que es un cobarde.

Yo estaba aplastada y me sentí como una tonta. Pero ella tenía razón, y sólo estaba empeorando las cosas sentándome a esperar por ella, sabía que no iba a volver por mí. Odiaba admitirlo, pero Santana era una cobarde.

Un pinchazo egoísta que no tuvo las pelotas para decir siquiera adiós. Dejé escapar un suspiro de frustración y me paré.

—Gracias.

—¿Por qué?

—Por recordarme que debo ponerme mis bragas de chica grandes.

El propietario del lugar de embarque de animales domésticos me saludó con una sonrisa.

—En general, ella fue muy buena. Nos dio un miedo de muerte cuando se cayó al suelo en un punto. Pero entonces recordamos lo que dijo sobre los desmayos ocasionales. Le dimos un baño, por lo que debe oler fresca y limpia para su viaje de vuelta.

Esmeralda Copo de Nieve corrió a mis brazos antes de dar vueltas alrededor de mí en varias ocasiones. Lucía nerviosa. Llevándola con una correa, caminamos a mi auto lleno en el estacionamiento. Esta era la última parada antes de salir de Las Vegas. Estaba caminando en un sueño. Nada de esto parecía real. En cualquier momento, todavía medio esperaba escuchar su voz viniendo detrás de mí.

—No pensaste que realmente me iría, ¿verdad, princesa?

Mi pecho se sentía lleno, como que podría estallar en cualquier momento, pero el shock me impedía dejar escapar la tristeza y la desesperación que tenía cautivo en mi interior. Dejé a Esmeralda en la parte de atrás y tomé mi lugar en el asiento del conductor, incapaz de reunir la energía para arrancar el auto. Mirando detrás de mí, dije:

—Esto es todo. Somos sólo nosotras ahora. ¿Estás lista?

La cabra me sorprendió saltando a través de la consola central y en la parte delantera. Observé como olfateaba el asiento del acompañante en varias ocasiones y dejaba escapar unos pocos sonidos de baah en alto y frenéticos. Parecía como si estuviera realmente tratando de comunicarme algo. Me pregunté si sentía que Santana no iba a volver.

Los animales eran divertidos de esa manera.

—Ella se fue. No más Santana —le dije, frotando la parte posterior de su cabeza suave y peluda tragando el dolor de mis palabras.

Repetí en voz baja.

—. Se fue.

El animal comenzó a dar vueltas alrededor del asiento hasta que finalmente se detuvo y apoyó la cabeza abajo. Nada podría haberme preparado para lo que sucedió después. Lo que sonó como un gemido se le escapó. No puede estar llorando. A medida que los sonidos se hacían más y más fuertes, llegué a la conclusión de que lo estaba haciendo. Este dulce animal quería a Santana y entendió bien lo que acababa de decir o tenía un sexto sentido. Cuando miró hacia mí con sus ojos tristes, fue en ese momento que, finalmente, me dejé llevar. Todo salió mientras apoyé la frente contra el volante y sollocé.

En poco más de una semana, había encontrado mi mayor felicidad y sufrido mi mayor desamor. Sentía como si hubiera nacido de nuevo sólo para ser destruida por la misma cosa que me dio una nueva oportunidad de vida. A pesar de que nos habíamos acostado hace menos de veinticuatro horas, Santana ahora estar parecía tan lejos, como si fuera un sueño. El dolor entre mis piernas de nuestra noche juntas, nuestra primera y última noche era la única evidencia de que había sido real. Me limpié los ojos. Bragas de chica grande. Bragas de chica grande. Bragas de chica grande. Cuando finalmente junté el coraje para irme, parecía que tenía una nueva copiloto.

Esmeralda permaneció acurrucada en el asiento del pasajero. Al pasar un cartel que decía, Dejando Las Vegas, me hubiera gustado haber dicho que era verdad, que todo lo que pasaba en Las Vegas se quedaba allí. Pero lo sabía mejor. Lo que me pasó en Las Vegas sería algo que me seguiría por mucho tiempo.

Dos meses más tarde y haciendo mi mejor esfuerzo para acomodarme en mi casa búngalo alquilada, había llegado a la conclusión de que la pérdida de Santana se sentía mucho como una muerte. No sólo eso, diría que más o menos experimenté las cinco etapas de duelo: negación, ira, negociación, depresión y aceptación. De regreso en Las Vegas, con la primera realización de que se había ido, estuve definitivamente en negación. A lo largo del resto del viaje a California, sin embargo, la ira había comenzado a crecer más y más a medida que me centraba menos en la idea de ella y más en su pérdida por el simple hecho de que me había abandonado. La fase de negociación me golpeó poco después de llegar a Temecula y permaneció por alrededor de una semana. Si no me hubiera lanzado. Si le hubiera dicho lo mucho que significaba para mí. Me culpé a mí misma de su partida. La cuarta fase no pasó mucho tiempo para eclipsar todas las otras etapas. La depresión fue la más difícil. Se llevó lo mejor de mí por lo menos durante mes y medio. Aparte de mi trabajo, no hacía nada excepto volver a casa y revolcarme en el hecho de que nunca encontraría a nadie que me hiciera sentir como Santana.

A pesar de cómo terminaron las cosas, realmente sentía que me había arruinado para todos los demás hombres y mujeres. Me despertaba sudando en medio de la noche, dolorosamente excitada por los vívidos y recurrentes sueños de ser penetrada duro por ella mientras me decía una y otra vez cuánto lo sentía, que me amaba, que había cometido un error. Entonces lloraba antes de volverme a dormir. Mientras la depresión nunca estaba totalmente alejada, ya que cada día que pasaba sin ninguna palabra de ella, daba un paso a la etapa final de la pena: la aceptación.

Por difícil que fuera, finalmente llegué a un punto en que tuve que aceptar el hecho de que nunca volvería por mí. No tenía más remedio que seguir adelante con mi vida. Eso significaba considerar volver a meterme en el mundo de las citas, aunque me hubiera matado. Una cosa era cierta. No había manera de que pudiera superarlo continuando acostada en la cama por la noche, reviviendo cómo se sentía tenerla dentro de mí. Todavía la anhelo. Eso nunca podría desaparecer. Si hubiera tal cosa como la sexta etapa, debería haber sido bien llamada, Purgar tu mierda.

Decidí que sólo estar en mi auto era demasiado doloroso. Más de la mitad de nuestra relación se llevó a cabo dentro de ese BMW. Cada vez que veía a mi derecha, escuchaba su risa o la veía chupando una paleta Pixy. A veces, juraba que todavía la podía oler. El espíritu de Santana siempre estaría vivo y bien en ese auto. Cuando llegué al concesionario para cambiarlo en una soleada tarde de un sábado, me sentía muy emocional.

Por fin me había decidido por un Audi S3. Cuando ya iba a entrar en mi auto nuevo, la mujer que me había asistido con el trato gritó tras de mí.

—¡Señorita!

Me di la vuelta para encontrarla sosteniendo el muñeco de Barack Obama en la mano. Mi pecho se apretó.

—Olvidó algo. Lo acabo de sacar de su viejo auto. Hay un poco de pegamento en la guía, pero vamos a eliminarlo. Pensé que podría quererlo.


Casi lo aparté de ella. Casi. Peleando contra las lágrimas que comenzaban a picar mis ojos, extendí la mano.

—Quédeselo.

En los meses posteriores a Santana, poner cosas nuevas en mi vida pareció ser un desafío más grande que tirar las cosas viejas. Jeremy Longthorpe era el CEO de una empresa de tecnología y también cliente mío. Habíamos pasado incontables horas juntos trabajando en una solicitud de patente para uno de sus últimos inventos. A pesar de que había dejado claro que estaba interesado en mí, yo pretendí no notar ninguna de las sugerencias que tiraba en mi dirección. Él era muy dulce y suficientemente bien parecido en una forma estrafalaria con-lentes. Salir con él también podría haber sido un ligero conflicto de interés, a pesar de que la empresa no tenía normas escritas contra salir de citas con los clientes. La verdad era, que simplemente que no me sentía preparada. Mi mente estaba todavía muy preocupada por los recuerdos de Santana.

Por más que trataba de eliminar la evidencia física de ella, permanecieron a partir de entonces y no podía ser destruido con la misma facilidad, sin importar cuánto lo intentara. A pesar de que me había lastimado, Santana todavía tenía su residencia dentro de mi cabeza y en mi corazón roto. Pasar más tiempo con Jeremy era por lo menos, una distracción. Se suponía que debía reunirse conmigo en la oficina un viernes por la noche para una sesión de trabajo nocturno. Había llamado de la carretera para decirme que llegaría un poco tarde y me pregunto qué tipo de comida quería para llevar.

Mi respuesta fue:

—Algo rápido y realmente malo para mí. Ha sido esa clase de día.

—Lo tienes —dijo.

Él era muy agradable. El olor de algo frito se dirigió hacia mí antes de que notara que él caminaba por el laberinto de cubículos y a mi oficina de la esquina. Jeremy llevaba dos bolsas de comida chatarra.

—Ya que no fuiste específica, traje algunos tipos diferentes de mala comida.

—Gracias. Estoy hambrienta.

Él deslizó unos papeles a un lado para dejar espacio.

—¿Por qué no simplemente disfrutas de nuestra cena antes de llegar al trabajo?

—Está bien —dije, hurgando en las bolsas. Había traído comida de Taco Bell, Pizza Hut y Popeyes. Popeyes.

Simplemente no pude escapar. Santana estaba en todas partes. Hablándome sobre los trozos de pollo, comencé a cavar cuando Jeremy se acercó y agarró a uno.

—Oye, aléjate de lo mío —bromeé.

Recordé haberle dicho algo similar a Santana el primer día que nos conocimos. Pequeños recordatorios llegaron en oleadas inesperadamente como siempre pareciendo traer el dolor de regreso con toda su fuerza. De repente dejé de comer.

Jeremy puso su sándwich abajo. Con la boca llena, preguntó:

—¿Estás bien?

—Sí. Estoy bien.

—¿Te enojaste porque tomé una de tus presas de pollo? Medio sonreí.

—No no. No fue eso en absoluto.

Él se inclinó.

—¿Qué sucede?

Mirando hacia abajo, le dije:

—No es nada.

—Brittany, está claro que es algo. Estabas comiendo como una máquina, y de repente te detuviste. ¿Qué pasó?

La expresión de mi rostro probablemente me delató.

—Puedes hablar conmigo, sabes —dijo.

Quería decírselo a alguien. No se lo había dicho a nadie. Ni una sola persona sabía de lo que me había sucedido.

—¿De verdad quieres saberlo?

—Sí, eso quiero.

Durante la siguiente hora, le dije a Jeremy todo lo que pasó entre Santana y yo. Él escuchó atentamente y sin juzgar, y se sintió tan bien dejarlo salir todo. Asintiendo lentamente con los brazos cruzados, la boca de Jeremy se curvó en una sonrisa simpática.

—Bueno, esto explica muchas cosas.

—¿Qué quieres decir?

—Por qué te apagas cada vez que insinúo que salgamos.

—Te diste cuenta de eso, ¿eh?

—Sí. Me doy cuenta de todo sobre ti.

Bajó la mirada, casi avergonzado por haber admitido sus sentimientos de una manera indirecta. Cuando levantó la mirada, dijo:

—Me gustas mucho, Brittany.

—Tú también me gustas. No quiero que pienses que mis dudas tienen algo que ver contigo.

Puso su mano en mi brazo.

—Mira... ahora que sé la razón por la que estás cerrada, creo que es aún más importante que salgamos. Te lo prometo, no voy a esperar nada. Déjame ser tu amigo. Y si las cosas pasan a más, está bien. Si no lo hacen, el peor de los escenarios, es que habremos tenido un buen rato juntos.

Sonreí.

—Entonces, me estás pidiendo salir más directamente esta vez.

—Sí. Te estoy pidiendo a tener una oportunidad. Sal conmigo. Toma la oportunidad.

No había usado el nombre de Santana al contar la historia. Así, encontré la elección de palabras de Jeremy irónicas.

—Tomar una oportunidad, ¿eh?

—Sí.

—Está bien, Jeremy. Lo haré.

El nombre de Santana en español es oportunidad.


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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por 3:) Dom Dic 11, 2016 2:21 pm

Donde se fue y por que?? Donde esta metida Santana...???
Bueno!!! Ahí que seguir adelante y si ahí una oportunidad para britt que lo disfrute
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por JVM Mar Dic 13, 2016 1:39 am

Mmmm :/ pues quien sabe donde esta San y porque se fue así. Supongo que tiene que ver con su misterio.
Y bueno el tiempo paso volando aunque Britt sigue sufriendo ha decidido seguir adelante.haber que tal le va y si no reaparece San en su vida
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:25 am

3:) escribió:Donde se fue y por que?? Donde esta metida Santana...???
Bueno!!! Ahí que seguir adelante  y si ahí una oportunidad para britt que lo disfrute

Bueno todo tiene una justa explicacion...
Bueno espero que Brittany sepa perdonar. Vamos a ver como remota Santana el camino...
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:26 am

JVM escribió:Mmmm :/ pues quien sabe donde esta San y porque se fue así. Supongo que tiene que ver con su misterio.
Y bueno el tiempo paso volando aunque Britt sigue sufriendo ha decidido seguir adelante.haber que tal le va y si no reaparece San en su vida


Pues el misterio queda explicado y resuelto aqui.
El tiempo asi si paso volando... Santana reaparece o no? Aca les dejo los siguientes cap.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:29 am

ACTUALIZADO 16-12-2016

SANTANA

Mis manos se apretaron en puños mientras me sentaba en mi cama, moviendo mis piernas arriba y abajo. Temí este día exactamente igual como la había anhelado a ella. Cuanto más cerca estaba, más crecía mi aprehensión por dejar este lugar. Mirando alrededor a las paredes grises espartanas, apenas podía creer que esta era una realidad. Hoy era el día.
Tronando mis nudillos, me levanté y caminé.

—¿Qué demonios te pasa, mujer? —dijo mi compañera de celda Mercedes.

—. Esto es lo que habías estado esperando.

—Verás lo que se siente cuando llegue tu día.

—Sí. Malditamente exactamente es cómo me sentiré. ¿Quieres cambiar de lugar? Daría mi riñon derecho por estar en tu lugar en este momento.

—Sé que lo harías. No es que sea ingrata. Es que nada es lo mismo que cuando llegué aquí. Este lugar... se ha vuelto algo normal. Salir de aquí va a ser como entrar en un gran agujero negro. Por lo menos aquí sé qué esperar.

—Pasaron dos años, no cuarenta.

—Muchas cosas pueden pasar en dos años, compañera. He aprendido eso muy bien.

Cuando las palabras salieron de mi boca, mi corazón inmediatamente se sintió más pesado. Hace dos años, tenía madre. Ahora no. Mi madre estaba muerta. Dios, era tan doloroso pensar en ella no estando cerca más. Eso era motivo suficiente para querer quedarme aquí y esconderme de la realidad. Mamá había sufrido un aneurisma mientras conducía hace un año. El hecho de que estuviera encerrada y no hubiera podido despedirme de ella cuando se aferró a la vida en el hospital es algo que nunca me perdonaré. Había un montón de cosas que no podría perdonarme. La siguiente pregunta de Mercedes me trastornó severamente.

—¿Vas a tratar de encontrarla?

—¿A quién?

Sabía a quién.

—Sabes a quién.

Me pasé las manos por el cabello en señal de frustración. ¿Por qué tenía que sacarla a colación?

—No —dije rotundamente.

—¿No?

Mi tono fue más insistente.

—No.

—¿Por qué no?

—Porque ya pasaron dos malditos años. Ella probablemente se casó para ahora, tal vez tiene un bebé. Ah, y está el menor detalle de que odia mis tripas y desea que esté muerta porque rompí su maldito corazón. Nunca tuve la intención de decirle a Mercedes sobre Brittany. Nunca tuve la intención de decirle a nadie sobre ella, especialmente los detalles de cómo la dejé. Una noche, al parecer, había estado hablando en sueños en medio de uno, diciendo cosas como: “Brittany, lo siento. Lo siento tan jodidamente.”

Mercedes me había despertado, y lo arrastró fuera de mí. Los sueños eran recurrentes y continuaron sucediendo de vez en cuando, hasta el punto que Mercedes los había llamado ‘Brittanys’.

—Tuviste un Brittany de nuevo ayer por la noche —me decía. —No sabes a ciencia cierta que ella te desea el mal.

—¿Qué importa, Mercedes? Incluso si no está casada, todo el punto de huir esa mañana debió hacer que me odiara por lo que debió haber seguido adelante con su vida y no esperar dos años enteros por mí mientras estaba atrapada en este infierno. ¿Por qué diablos lo haría si rompí su corazón intencionalmente sólo para volver y tratar de estar con ella otra vez?

—¿No estás ni un poco curiosa?


Mierda. Por supuesto que sí. Encogiéndome de hombros, dejé escapar un profundo suspiro y volví a sentarme en la cama, mirando fijamente la pared.

—Espero que sea feliz y que haya seguido su camino. De verdad. Pero estoy segura que no quiero presenciarlo de primera mano.

—Bueno, es tu decisión. Es sólo que no quiero que te arrepientas después. Por lo que puedo ver, esa mierda te traumó.

—Oh, eres psiquiatra, ¿eh, Cedes?

—No tengo que ser un profesional para verlo. Mira, eres una buena tipa. Ella estaría orgullosa de ti si te viera como lo hago yo. Hiciste lo mejor de tu tiempo aquí más que nadie que haya visto ir y venir antes.

Muy bien lo había intentado. Había tomado algunas clases para terminar mis estudios e incluso había organizado un programa de fútbol para las reclusas en el centro de detención juvenil contiguo. Estaba decidida a no dejar que estos años fueran un desperdicio total, de hacer algo bueno de ellos. Si estar aquí significaba renunciar a todo, me aseguraría que no fuera por nada. No había duda de que estaría dejando la prisión como otra persona, no más feliz, pero sí una más fuerte. Mercedes interrumpió mis pensamientos.

—Déjame preguntarte esto. ¿Qué pasa si te enteras de que esta chica está en alguna parte todavía soltera? ¿No crees que vale la pena arriesgar una decepción por una segunda oportunidad?

Antes de que pudiera responder, el largo crujido, lento de la puerta de la celda en la prisión abriéndose se hizo eco a través de los pasillos. Miré a Mercedes.

—Creo que eso es todo.

Ella me abrazó, acariciando mi espalda.

—Cuando empieces a deprimirte, piensa en esto. Por lo menos, Santana muchacha, todavía eres una de las tipas guapas que han salido de la cárcel con su trasero intacto.

Yo estallé en una carcajada casi histérica. Estaba decidida a echarla de menos.

—Eres una buena tipa. Siempre has tenido una habilidad especial para mostrarme el lado bueno de las cosas.

—Me alegro de poder haber hecho eso por ti.

—Voy a seguir en contacto, ¿eh? —le dije, saliendo de la celda.

Dejé escapar un profundo suspiro mientras seguía a la guardia de la prisión por los pasillos en medio de los abucheos, insultos y aplausos de mis compañeras de prisión. Ella me llevó a una habitación donde firmé los papeles de liberación. Esto se sentía surrealista. Definitivamente esperaba estar más feliz de irme. En cambio, el hecho de que estaba a punto de convertirme en una persona libre me daba la sorprendente sensación de ser insensible. Esperé a solas hasta que regresó con una bolsa grande de plástico que contenía mis pertenencias. Abrir la bolsa fue como abrir una cápsula del tiempo de una vida abandonada. Ahí estaban mis pantalones vaqueros y la camiseta con el suéter azul marino que había estado usando cuando me entregué, junto con mi billetera, teléfono y reloj. Mi iPhone estaba muerto, así que le pregunté al guardia si podía encontrar un cargador. Debido a que era un teléfono más viejo, nadie parecía tener el tipo adecuado. Apple al parecer, había salido con dos nuevas versiones desde el inicio de mi encarcelamiento. Eso imaginé. El guardia finalmente pudo encontrar a alguien en la oficina con un cargador que se ajustara a mi teléfono.

—Puedes cargar tu teléfono aquí, vístete, y entonces serás libre de irte.
Asentí.

—Gracias, señora.

Conecté el cargador a la pared y procedí a cambiarme mi ropa. Después de varios minutos, una luz iluminó la pantalla de mi teléfono mientras el dispositivo se encendía. Esperé un poco mientras permitía que la batería obtuviera energía suficiente para durar y sorprender a mi hermana.

Originalmente iba a recogerme, pero decidí guardar silencio en su lugar. Cuando llegó el momento de salir, me sentía como un pez fuera del agua. Mis pasos más allá del lugar del guardia fueron intencionalmente lentos.

El sol brillante fuera de las puertas fue un shock para mi sistema. Allí estaba de pie frente al edificio de la enorme prisión con la misma ropa de hace dos años y no tenía idea de qué hacer conmigo misma. Parecía que el día que me entregué fue sólo ayer y hace toda una vida, todo a la vez. ¿Cómo uno se reencuentra con su propia vida? Tenía ganas de preguntarme. ¿Dónde dejamos las cosas de nuevo? Miré a mí alrededor. Debería haber habido una guía de qué diablos hacer contigo misma cuando salías de la cárcel.

Cuando estás encerrada, parece que tu vida está en pausa. Se sale esperando y queriendo que todo sea exactamente igual, pero sabiendo muy bien que no lo está. Todo lo que jodidamente quería en ese momento era volver exactamente a donde mi vida se detuvo. Ella estaba donde mi vida se detuvo. Por qué no podía chasquear los dedos y que ella viniera en el BMW con ese animal apestoso en el asiento trasero. Una sólo podía soñar.

Mi mente se dirigía a territorio delirante y peligroso. Negué y saqué mi teléfono para buscar el número de un servicio de auto entonces recordé que no tenía plan de datos. Milagrosamente, el Internet pareció funcionar. Mi teléfono era parte de un plan familiar con mi hermana, y ella debió haber seguido pagando la factura. Decidí que caminaría a la estación de tren más cercana en lugar de tomar un taxi. Antes de comenzar la caminata, se me ocurrió hacer clic en mi biblioteca de fotos. Gran. Maldito. Error. Se abrió a la última fotografía tomada. Era de Brittany. Allí estaba ella. Oh. Dios. Mi corazón se sentía como si estuviera vivo otra vez después de un paréntesis de dos años.

Princesa. De repente, las emociones que estaba esperando suprimir habían aparecido en toda su gloria, dominando por completo el adormecimiento que había experimentado pocos minutos antes. Casi había olvidado lo hermosa que era.

Brittany nunca supo que tomé esa foto. La tomé mientras ella dormía tranquilamente en la habitación de hotel justo antes de irme. Quería recordar por siempre ese momento. Nuestra maldita noche de bodas. Se suponía que era falsa, pero se sintió demasiado real. Nada alguna vez se había sentido más real en toda mi vida. Ahora, estaba maldiciéndome a mí misma por alguna vez haber pensado que tomar esa foto sería una buena idea. Debería haber eliminado cada última foto de ella para nunca tener que mirar lo que perdí, el corazón que muy bien sabía había roto en mil pedazos. En ese momento, realmente sentí que haberla dejado de la manera en que lo hice fue por su propio bien. Sabía el tipo de persona que era Brittany. Habría esperado cada día de esos dos años por mí. Eso no era justo. Después de todo lo que había pasado, se merecía un nuevo comienzo. La nueva ciudad, una nueva vida... estaba a punto de finalmente comenzar a vivir la vida que quería.

No podía arrastrarla abajo, no podía hacerla pasar dos años más sola y triste. Se merecía algo mejor. Acostarme con ella definitivamente no era parte del plan. Varias veces durante el viaje, casi había perdido el control, pero esa noche en Las Vegas fue la última gota. Había intentado con todas mis fuerzas evitar ceder. Pero no fui lo suficientemente fuerte. Me vine abajo cuando ella irrumpió en mi habitación. Nunca había hecho el amor con alguien así en mi vida, y hasta la fecha, no me arrepiento.


Esa noche con ella lo significaba todo para mí. Mi dedo pasó sobre la foto. No podía deslizarme hacia atrás a través de las otras. Pero también sabía que nunca las borraría durante el tiempo que viviera. Cuando metí el teléfono en el bolsillo, mis dedos tocaron una pieza de metal. La tomé. Brillando a la luz del sol estaba la alianza de oro falsa que todavía estaba usando el día que me entregué. Girándolo entre el pulgar y el dedo índice, la ira comenzó a acumularse dentro de mí. Me quedé allí, mirando el anillo, tratando de averiguar por qué estaba tan jodidamente enojada tan de repente.

Era porque estaba empezando a dudar de haber tomado la decisión correcta. La pregunta de Mercedes de antes, la que nunca quise contestar en mi cabeza.

—Déjame preguntarte esto. Qué pasa si te enteraste de que esta chica está por ahí en alguna parte, aún soltera. ¿No piensas que vale la pena correr el riesgo de una decepción por una segunda oportunidad?

Colocando el anillo en mi dedo, respondí la pregunta:
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:30 am

—Joder, sí, valdría la pena.

Saqué el teléfono de mi bolsillo. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho, mientras escribía en Google: Brittany S. Pierce, Temecula.



2 Años y 2 semanas atrás.


—¿La acusada puede ponerse de pie?

Me puse de pie. Mi abogado estaba a mi lado.

—Srita. López, ¿le ha explicado su abogado los cargos por los que se le declara culpable hoy?

—Sí, Su Señoría.

—Antes de que pueda aceptar su declaración de culpabilidad, debo estar seguro de que entiende los cargos en su contra, el efecto de su declaración de culpabilidad, y que tiene derecho a un juicio. El procedimiento que tenemos aquí hoy se llama alocución. Voy a hacerle una serie de preguntas y entonces se le dará la oportunidad de hacer una declaración en su nombre antes de la sentencia. ¿Tiene alguna pregunta acerca de este procedimiento?

—No, Su Señoría

—Ha sido acusada de una violación al Código Penal de California código 242, Asalto con lesiones corporales graves. ¿Su abogado le explicó los elementos de ese delito?

—Sí, Su Señoría. Lo hizo.


—¿Y entiende que tiene derecho a un juicio por un jurado de sus pares y que con una declaración de culpabilidad hoy renunciará efectivamente a ese derecho?

—Lo sé. Lo entiendo.

—¿Y desea renunciar a ese derecho hoy y declararse culpable del delito del que ha sido acusado?

—Sí.

—En sus propias palabras, ¿puede por favor indicarnos los elementos del delito del que se le acusa?

—Se me acusa de herir físicamente a otra persona y de causarle graves daños corporales.

—Está bien, Srita. López. Este Tribunal considera que entiende la naturaleza del delito del que se le acusa y las implicaciones de su declaración de hoy. El fiscal de distrito y su abogado llegaron a un acuerdo con el fiscal de la Corte y fue aceptado. Una de las condiciones de ese acuerdo con el fiscal requiere que proporcione los detalles explícitos de la delincuencia a la que se le ha comprometido y el motivo del crimen por el que fue cometido. Eso elimina cualquier duda sobre la naturaleza de su culpabilidad.


¿Estás preparada para rendir a la Corte su estado en este momento? Volví la cabeza y miré hacia atrás a la Corte prácticamente vacía. Un alguacil estaba quitando la tierra de debajo de sus uñas. Unos pocos hombres en trajes grises tenían la cabeza hacia abajo y estaban enviando mensajes de texto en sus teléfonos. Era como si nada en la tierra estuviera sucediendo; se trataba de una falta de todos los días. Sólo había una cara que parecía destrozada en la galería. Que había hecho todo lo posible para conseguir que no viniera, pero ella insistió. Allí, en la tercera fila de la sala del tribunal, sentada sola en uno de los bancos, en un banco de madera desgastada, estaba sentada mi hermana Adele. Tenía la nariz roja y las lágrimas corrían por su rostro en silencio. Odiaba que fuera a escuchar los detalles de nuevo. Volviendo mi atención al Juez esperando, asentí y hablé en voz baja.

—Sí, Su Señoría. Estoy lista.

—Está bien. ¿Qué dice, Srita. López? ¿Le dirá a la Corte lo que pasó la noche del 10 de julio? Tragué.

—En la noche del 10 de julio, fui a la casa de un traficante de drogas y lo amenacé.

El juez me interrumpió y habló con mi abogado.

—Se trata de un presunto traficante de drogas, ¿correcto? ¿La víctima no fue condenada por ningún delito?

Mi abogado respondió.

—Sí, Su Señoría. La víctima no ha sido condenada por ningún crimen.

No es una patada en el trasero. Yo voy a ser una criminal condenada antes que los verdaderos criminales. El juez dirigió la siguiente parte a mí.

—Srita. López, puede referirse a la víctima como la víctima, como el presunto traficante de drogas o por su nombre. Cualquier otra cosa no será tolerada. ¿Lo entiende?

Mi mandíbula se apretó tan fuerte que pensé que podría romperse en un blanco nacarado, pero asentí.

No hay ni puta forma de que llame a ese pedazo de mierda víctima. Adele era la única víctima en toda esta tragedia.

—Continúe.

—Como decía. Fui a la casa del presunto narcotraficante, Noah Noaherman, y lo amenacé.

El presunto narcotraficante era el novio de mi hermana.

Es de mi entendimiento que tenía una disputa con otro presunto traficante de drogas. Amenacé a Noah para que me dijera dónde estaba el otro traficante de drogas. La policía había estado buscando al otro presunto distribuidor durante dos semanas y no estaban haciendo ningún progreso. Quería ayudar. Noah se negó a decirme dónde estaba el tipo.

—¿Y por qué fue la policía en busca de ese otro presunto traficante de drogas?

Miré al banco y luego otra vez a mi hermana. Ella parecía rota. Respirando profundamente:

—Violó a mi hermana. Para vengarse de Noah. Y antes de irse la golpeó y la llenó de cicatrices, le dijo que volvería de nuevo. Fue la primera vez que el rostro del juez se suavizó.

—¿Y qué hizo cuando Noah Puckerman se negó a darle la información que quería?

Era una pequeña victoria, pero el juez finalmente dejó de llamar a Noah víctima, también.

—Lo ataqué.

—¿Hubo armas involucradas en el ataque?

Miré a mi abogado y al juez.

—No lo creo, señor Juez.

—¿No lo cree? ¿Significa que no está segura?

—Bueno... no hubo armas recuperadas en el lugar, y no recuerdo tener una conmigo. Pero, no, no puedo estar segura.

—¿Y por qué es eso, señorita López?

—Porque no recuerdo la mayor parte del ataque.

—Ya veo. ¿Cuál es la última cosa que puede recordar?

Lo sabía. Pero seguro malditamente no quería repetirlo en voz alta. Ella era tan frágil ya.

Mi abogado me susurró:

—Tienes que hacer esto, Santana.

Me aclaré la garganta.

—Noah me dijo algo. Y eso es lo último que recuerdo.

—Y ¿qué es lo que él dijo, Srita. López?

Mi abogado me había advertido que no mostrara enojo. Me tomó cada onza de fuerza de voluntad y tener que aflojar mis puños hablar.

—Dijo... que mi hermana era una puta drogadicta, y que podría haberse merecido al primero en su haber, porque tendría pollas en su garganta, a cambio de una bolsa de diez centavos la próxima semana.

El juez se vio momentáneamente simpático.

—¿Y sabe la naturaleza de las lesiones que Noah Puckerman tuvo?

—Por lo que me han dicho, tenía la nariz rota, ojos morados, una conmoción cerebral y algunas costillas rotas.

—¿Y recuerda alguna de las acciones que llevaron a esas lesiones?

—No, Su Señoría. No lo hago. Recuerdo lo que ya dije, y lo siguiente que puedo recordar es que decía Harmon Street 1925.

—Bien entonces, Srita. López. Ya casi hemos terminado aquí. Tengo algunas preguntas adicionales antes de hacer un receso y luego volver por la tarde para la sentencia.

Asentí.

—¿Se arrepiente de sus acciones, Srita. López?

La última pregunta era la manzana de la discordia entre mi abogado y yo. Si bien de plano me había dicho que mintiera, yo podía leer entre líneas. Pero había llegado tan lejos. Me mantendría allí. Ni tres horas después de que Noah fue llevado a una ambulancia, el distribuidor que atacó a Adele fue arrestado. Miré directamente a los ojos del juez y le dije la verdad por Dios.

—No. No me arrepiento de mis acciones.

Eran casi las cuatro cuando el juez nos llamó de nuevo a la sala de tribunal. Se quitó las gafas y se frotó los ojos antes de hablar.

—Srita. López. ¿Entiende que como resultado de su declaración de culpabilidad, puede perder ciertos derechos civiles de valor, tales como el derecho al voto, el derecho a ocupar cargos públicos, el derecho a servir en un jurado y el derecho a poseer un arma de fuego?


Incluso después de tener dos meses para pensar en las consecuencias de mis acciones, no me importaba lo que perdería. Sólo que Adele pudiera dormir por la noche otra vez.

—Lo entiendo, Su Señoría.

—Está bien, entonces. Srita. López, su acuerdo con la fiscalía y con el Fiscal de Distrito de purgar dos años es encontrada un castigo adecuado y por lo tanto es aceptado por este Tribunal. Mientras la Corte simpatiza con lo que su familia ha pasado, nuestro sistema legal debe ser confiado para servir a sus fines previstos. No podemos tener vigilantes corriendo por toda la ciudad vengando sus crímenes como mejor les parezca. Se concede su solicitud de tiempo para poner sus asuntos en orden con la condición de que entregue su pasaporte y no deje el estado de California. La presente le ordena entregarse a la institución correccional del condado de Los Ángeles en catorce días.

El juez golpeó con su martillo y así como así, era una criminal convicta. A pesar de que mi casa estaba a cuadras de la playa, el olor del mar impregnaba el aire. Respiré profundamente y llené mis pulmones con la libertad. Maldita sea huele bien. Lo último que hice antes de entregarme hace dos años al infierno, fue dejar a mi hermana en rehabilitación. Sabía que estaba bien; Lo veía en su rostro cada dos sábados cuando iba a visitarme. Sin embargo, por alguna razón, estaba repentinamente nerviosa de aparecerme sin anunciar y sorprenderla. Cuando abrí la puerta de metal pesado de mi casa, música pop sonó a través del loft abierto al que llamaba casa. Sonreí al escucharla, aunque su gusto de mierda en la música me llevó hasta una pared.

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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:33 am

—¿Adele?

Vivía en un remodelado almacén, el sonido era normalmente tenue por los techos altos, pero se perdía por completo con el sonido howlish de Taylor Swift a todo volumen a través de los altavoces de la cubierta.

—¿Adele? —Levanto un poco más la voz.

Después de todo lo que había pasado, no quería asustarla. No tenía ni idea de si seguía siendo asustadiza. Después del ataque, saltaba si alguien entraba en una habitación, aun cuando sabía que estaban allí. Dejé caer mi llave en la copa sobre la mesa cerca de la puerta y me dirigí a la cocina. Un hombre que llevaba una camisa y bóxer estaba planchando en mi encimera de granito. Nos vimos uno a otro en el mismo momento. Él levantó la plancha como arma; levanté mis manos en rendición.

—¿Adele está aquí?

—¿Quién eres?

—Relájate, Amigo —hablé con calma, manteniendo mis manos en el aire donde él pudiera verlas todo el tiempo.

Si había una cosa buena de pasar dos años en prisión, sin duda era aprender a calmar una situación violenta.

—. Soy la hermana de Adele, vivo aquí. Los ojos del muchacho en bóxer se encendieron.

—¿Santana?

Bien, uno de nosotros tenía información.

—Esa soy yo.

—Mierda. Lo siento. Pensé que saldrías la próxima semana.

—Sobre cupo.
Entrecerré los ojos a la plancha que aún tenía en la mano.

—. ¿Quieres bajar esa cosa ahora?

—Sí. Claro. Lo siento.

—Puso la plancha sobre el mostrador y dio dos pasos hacia mí, extendiendo su mano.

—. Harry. Harry Beecham. He oído hablar mucho de ti. ¿Tiene que estar bromeando? ¿Harry?

—Me gustaría poder decir lo mismo.

—Crees que podríamos detener el…

La voz de mi hermana se detuvo abruptamente cuando me volví en la esquina de la cocina.

—. ¡Oh, Dios mío!

Casi me derribó cuando voló a mis brazos.

—. ¡Estás aquí! ¡Estás en casa!

—Lo estoy.

Adele me sostuvo en un abrazo de muerte. Estaba llorando, pero a diferencia de la última vez que la abracé, éstas eran lágrimas de felicidad. Me aparté para dar un buen vistazo de mi hermana pequeña. La había visto cada dos semanas, pero sólo había tenido atisbos de lo que quería que viera. Tenía veintiocho años ahora, estaba vestida con una falda y una blusa femenina con su cabello atado en la parte superior de la cabeza. Se parecía mucho a mamá.

—Te ves diferente. Crecida.

Ella se secó las lágrimas y se alisó la falda.

—Así es como me visto para el trabajo. Te lo dije. Soy secretaria ahora.

Harry se aclaró la garganta. El hombre seguía de pie en calzoncillos.

—Llegaré tarde. Debería irme. Fue genial conocerte finalmente, Santana.
Lo miré.

—Espero que te pongas pantalones primero.

Él coloca suavemente su mano sobre el hombro de Adele a su paso y le habla en voz baja.

—Tómate la mañana. Nos veremos esta tarde.

Adele le sonrió al chico de los bóxer, luego me miró mientras se mordía el labio inferior.

—Lo siento. No sabía... Harold es uno de los socios de la firma de contabilidad para la que trabajo.

—¿Un contador?

—Sí.
Mi hermana sonrió.

—. No es el tipo con el que normalmente salgo, ¿eh?

Mi hermana tenía una habilidad especial para elegir a un perdedor detrás de otro. La multitud con la que salía no era exactamente propicia para reuniones de protección de menores.

—Mientras sea bueno contigo.

No pude evitar decirlo.
—. Y tenga algunos malditos pantalones puestos cuando esté cerca.

Adele y yo pasamos toda la mañana poniéndonos al día. Hablar de mamá fue la parte más difícil. Las cosas podrían haber ido en cualquier dirección para mi hermana después de lo que pasó hace dos años. La muerte de nuestra madre hubiera podido realmente hacerla retroceder. Me sentí aliviada al encontrar que realmente había cambiado su vida. Hizo que al final valiera la pena. Ella se veía... feliz.

—Entonces…

Adele tomó las tazas de las que habíamos estado bebiendo y las colocó en el fregadero. Inclinó su trasero contra el mostrador y cruzó los brazos sobre el pecho.

—. ¿Vas a ir a verla?

—¿A quién?

—¿Por qué estaba jugando esto de nuevo?

Sabía muy bien a quien se refería.

—A tu esposa.
Sus ojos señalaron al anillo que había olvidado que estaba en mi dedo. Metí mi mano en mi bolsillo.

—No es mi esposa.

Adele puso los ojos en blanco.

—Tu esposa falsa. Lo que sea. ¿Vas a ir a verla?

—No empieces, Adele.

Una visita solitaria, me había convertido en una María y había derramado mis tripas sobre Brittany con mi hermana. Me arrepentí al instante. Ella pasó los siguientes veintitrés meses tratando de que hablara por escrito de Brittany y de que le dijera dónde estaba. Incluso le sugirió que podría visitar a Brittany y charlar y mantener viva la esperanza.

—¿Ya la buscaste?

—He estado fuera por tres horas.

Mi hermana entrecerró los ojos.

—¿Así que ese es un sí, entonces?

Negué, sin responder, pero ella sabía la respuesta.

—Voy a tomar una larga, caliente ducha. Ha pasado un tiempo.

La mirada de esperanza en el rostro de mi hermana cayó. Me acerqué a ella y le levanté la barbilla para que nuestros ojos se encontraran.

—. Oye. Estoy orgullosa de ti. No retrocederemos más. Soy libre. Tú llevas un maldito moño en el cabello y sales con un chico que piensas que inventó la cuchara para agitar las bebidas. Todo salió muy bien, ¿no?

Sus ojos se llenaron de nuevo, y me dio un último abrazo. Mi hermana era buena. Podía dormir profundamente esta noche. Tal vez sólo sea la primera vez desde antes de dejar a Brittany durmiendo en Las Vegas. Con el pensamiento, extendí la mano y froté mi pecho para calmar el dolor.

—¿Estarás aquí cuando llegue a casa esta noche?

—Estaba pensando en partir hacia el norte. Buscar un empleo — mentí.

De repente, estaba de humor para otro viaje por carretera. Mi angustia crecía mientras me fundía de la Ruta Estatal 91 a la I15 y empezaba a ver las primeras señales de Temecula. No tenía idea de a dónde iba o qué diablos haría cuando llegara allí, pero necesitaba ver que ella estaba bien.

Al detenerme en una tienda de comestibles de la estación de gas, me aprovisioné de aperitivos típicos de acosadora. Botanas divertidas, Sour Patch Kids, palomitas de maíz y, por supuesto, Pixy Stix. La cajera me miró como si pudiera estar llevando niños en la parte trasera de mi camioneta a la esquina de la primaria local.

—Golosa —le ofrecí con un encogimiento de hombros.

En realidad me importaba una mierda. Puede estar soleado en esta parte de California trescientos treinta días de trescientos sesenta y cinco del año, pero empezó a llover mientras llevaba mi camioneta a Jefferson Avenue en el centro de Temecula. Eran casi las cinco. Las personas vestidas con trajes estaban comenzando a salir de los edificios de oficinas que se alineaban en la calle. Encontré el alto edificio marcado 4452, estacioné a media cuadra de distancia, y me dejé caer en mi asiento y esperé. Con la música baja y con un saco lleno de dulces, podría sentarme aquí y disfrutar de las cosas simples la mitad de la tarde. ¿Quién sabría que sería una acosadora tan experta?

Dos horas pasaron antes de que la viera. Ella salió del edificio y se puso bajo el voladizo mientras la lluvia caía a la acera delante de ella. No queriendo ser vista, encorvada aún más en mi asiento, la miré por encima del volante. Se veía hermosa. Su cabello rubio era más largo, las ondas más sueltas, en cascada hasta la mitad de su espalda. Una blusa de seda verde esmeralda hacía contraste con su piel pálida aún más llamativa. Una falda negra abrazaba sus caderas y, a pesar de que no podía ver la parte de atrás, me imaginaba cómo la tela se aferraría a su trasero bien proporcionado. Hermosa. Llena de toda la clase y descaro que sabía que tenía.

Habían pasado dos años, pero lo que sentía por ella no se había atenuado un poco. Lo cual era por qué mis nudillos estaban volviéndose blancos mientras agarraba el volante cuando vi a un hombre pasar la mano alrededor de su pequeña cintura. Hijo de puta. No esperaba que estuviera soltera, pero no estaba preparada para lo que vi.

Algún tarado en traje azul marino y gafas que se parecía a Clark Kent abrió un paraguas y acurrucó a Brittany cerca de él. A mi Brittany. No pude respirar mientras la llevaba al estacionamiento al otro lado de la calle, protegiéndola contra la lluvia, y desapareciendo de la vista. Minutos más tarde, un auto salió a la calle, esperando que el tráfico se despejara.

Estaba segura de que eran ellos antes de que incluso viera los rostros sonrientes en el auto. Un maldito BMW negro. Su nombre era probablemente Biffy. Abatida, me senté en mi camioneta por dos horas, en lugar de seguirlos. Si haberla visto caminar con algún fulano me rompió en pedazos, no estaba preparada para ver más. Pero, no estaba lista para irme. Enojarme y emborracharme no estaba en mi itinerario. Por otra parte, tampoco acechar hasta hace unas pocas horas. Me registré en un motel a sólo unas cuadras de la oficina de Brittany en Jefferson y caminé hasta el bar adyacente antes de incluso ver mi habitación.

Ahora, tres horas más tarde, estaba suficientemente bebida. Carla, la barista, y yo nos caímos bien enseguida.

—¿Estás lista para otro, Aussie? Levanté mi vaso y agité el hielo.

—Trae más cuando se acaben, Carla Bubis.

Ella se acercó, dándome una sonrisa sensual y llenó mi vaso. Esta mujer era seriamente sexy. Como una de modelo de mil novecientos cuarenta, su cabello estaba todo acomodado en esos rizos de época encima de su cabeza. Desde el cuello parecía un clásico americano. Pero sus brazos eran mangas llenas de tinta de colores. Una moderna Jessica Rabbit que rockeaba. Yo era normalmente una bebedora ligera, cerveza o vino era más mi cosa que licor fuerte, y habían pasado dos años desde la última vez que había ingerido el veneno. Acabando mi cuarto ron y Coca-Cola, me di cuenta de que estaba más borracha de lo que pensé cuando mis palabras estaban empezando a ser murmuradas.

Y estaba descargando mis problemas con una camarera que nunca conocí. Ya había llenado a la nena Carla con la historia de mi vida, en menos de dos horas.

—Entonces, ¿a qué le tienes miedo? —preguntó, inclinándose sobre sus antebrazos en la barra.

—No quiero lastimarla.

—Suena como si ya lo hubieras hecho.

Ella tenía un punto.

—¿Quieres saber lo que pienso?

—¿Por qué no iba a quererlo estando aquí esta noche?

Carla se rió.

—Creo que tienes miedo de que te lastime a ti.

A la mañana siguiente, me desperté con una malvada resaca. A pesar de que tenía un maldito dolor de cabeza y que sentía como que el desierto se había apoderado de mi boca, alcé mi cuerpo arrastrándolo de la cama a la maldita aurora. Brittany se había ido con un pequeño traje, viéndose cómoda para mi gusto; Necesitaba ver si llegaban juntos, también. Había un Starbucks a tres puertas de su oficina, y pensé que habría una clara posibilidad que hiciera una parada en los pits antes del trabajo. Así que me estacioné con una vista de toda la cuadra y me puse en posición.

Tres horas pasaron. Yo tenía una necesidad desesperada de una segunda taza de café, y no había ni rastro de Brittany. Metí la mano en la guantera, saqué una gorra de béisbol, y me deslicé mis gafas de sol. No era un gran disfraz, pero la posibilidad de encontrarme con ella ahora eran escasas.

En el momento en que mis pies tocaron el hormigón, la vi doblar la esquina. Mierda. Me quedé inmóvil por un momento y luego, por suerte, el instinto se hizo cargo. Salté a la cabina de mi camioneta y me encorvé. Ella estaba ocupada enviando un texto en su teléfono y no levantó la mirada hasta que entró por la puerta a Starbucks. Eso estuvo cerca.

Unos minutos más tarde, salió con su taza de café blanco venti y nunca miró en mi dirección. Maldita sea. Se veía tan bien como podía. Y estaba sola.

Hice lo mismo por la tarde. Los cinco minutos de destellos de ella eran suficientes para hacer que todo el día valieran la pena. Así que lo hice otra vez al día siguiente... y el día después de eso.

Brittany tenía una rutina definida. No me sorprendió. Llegaba a las nueve y media y se iba a las siete. Dos de cada tres de mis tardes de acosar, el tarado estaba con ella cuando ella lo llamó un día. Incluso me había adaptado a una especie de rutina. Me reportaba en la mañana para acechar en el amanecer y terminaba mi día al anochecer. En medio, salía por unas horas e iba a un gimnasio a dos pueblos de distancia. Las noches, las pasaba ahogando mis penas con la nena Carla.

Esta mañana en particular, el hotel no había puesto la cafetera en el momento en que estaba lista para irme, y me moría de ganas de un poco de cafeína. En vista de que tenía más o menos la rutina de Brittany al dedillo, salí de mi camioneta y entré en el Starbucks. Me dio emoción estar en el interior, aunque estaba segura de que ella no llegaría por horas. Pedí mi convencional café negro, y la joven detrás del mostrador sonrió.

—¿Puedo traerle algo más?

—No. Estoy bien. Gracias.

Entonces un pensamiento escapó de mi boca.

—. En realidad. ¿Conoces a una mujer que se presenta todas las mañanas a las nueve veinte? ¿Cabello rubio, probablemente pide un café con leche sin grasa y tres medidas de vainilla, poca espuma y extra caliente?

—Claro. Brittany.

Saqué de mi bolsillo un billete de veinte y se lo tendí a la chica.

—Yo pagaré su café hoy. Ella lucía confundida.

—Quédate con el cambio. Y no le des la descripción de quien le compró el café, ¿de acuerdo?

Ella se encogió de hombros y metió el billete de veinte en el bolsillo delantero de sus pantalones vaqueros.

—Seguro. Unas horas más tarde, vi a Brittany ir dentro, justo a tiempo. Estaba enviando mensajes de texto a medida que entraba. Pero cuando salió con una gran sonrisa en su rostro mientras lleva su café latte caliente, con espuma baja adicional, sin grasa y tres medidas de vainilla de cortesía, supe que no sería la última vez que quería ser la que la pusiera allí.

Después de unos días, decidí cambiar mi itinerario de vigilancia. Todavía no me había aventurado en la casa de Brittany. Ir allí mientras ella estaba en el trabajo me daría algunas pistas sobre su vida, como saber si estaba conviviendo con el estúpido doble de Clark Kent. Decidí que necesitaba la mayor cantidad de información posible antes de enfrentarme a ella, aunque algo de eso fuera a hacerme sentir mal. Cuando llegué al pequeño bungaló marrón, el exterior parecía típico de Brittany: peculiar, un poco desordenado, poco convencional y asombrosamente bello al mismo tiempo. Lo primero que me llamó la atención, sin embargo, fue la hierba en el frente. Parecía que no había sido cortada en meses. ¿Qué clase de maldito hombre dejaba que la hierba de su mujer llegara a casi un pie alto? Asno.

Con mi gorra de béisbol y las gafas de sol, miré a mí alrededor para asegurarme de que no hubiera vecinos entrometidos. Observando a escondidas por la ventana, vi que el interior era mucho más ordenado que el exterior. Su sala de estar tenía muebles de color crema, y había algunas flores de seda en la mesa de café. No había nada que indicara que un hombre estaba viviendo allí. Casi me caigo en los arbustos cuando vi la sombra de algo moverse. No podía ser Brittany porque había esperado hasta que desapareció de forma segura en el edificio de oficinas antes de venir aquí. ¿Quién diablos se encontraba en su casa? La adrenalina bombeaba a través de mí. Decidiendo caminar hasta la ventana al otro lado de la casa, me moví a través de la maleza, maldiciendo en voz baja por ello. Casi salté de mi piel cuando vi un rostro pegado contra el cristal. Y no era cualquier rostro.

—¡De ninguna jodida manera! —grité.

Mi voz debe haberlo asustado, y él se alejó de la ventana. Mutton. Mierda. ¡Mutton! A través del vidrio, vi a la cabra yacer en el suelo. Se había desmayado. Por supuesto. Mierda. Golpeé el cristal para tratar de despertarlo.

—Vamos, pequeño. Despierta.

Después de unos minutos, su cuerpo finalmente se retorció y se puso de pie. Se mantuvo dando vueltas y parecía trastornado. Necesitaba llegar a él y decidí tratar de romper la ventana. La reemplazaría si tenía que hacerlo. Para mi sorpresa, ésta se deslizó al primer empuje. ¿Estaba loca dejando la ventana abierta? Probablemente dormía de esa manera por la noche, facilitándole a los lunáticos entrar en su dormitorio cuando quisieran. Tengo que recordar eso para el futuro. Estaba a medio camino a través de la ventana. Agitando las manos hacia una cabra ciega viniendo hacia mí, le dije:

—¡Válgame Dios! Soy yo. Ven aquí, compañero.

El animal llegó justo a mí y puso su cara en mi palma. Rascándole suavemente la cabeza como solía hacer, le dije:

—Buen chico. No puedo creer que estés aquí todavía —murmuré para mí misma.

—. Estás loca, Princesa. Realmente chiflada. Pero me alegro de que lo mantuvieras.

Llámenme loca, pero parecía recordarme. Dejó escapar un largo ¡baaaaa! La segunda vez, podría haber jurado que sonó como un mamáaaaaa.

—Qué ha estado pasando aquí, ¿eh? Eres mi espía. ¿Ella es feliz? ¿Me odia? Cuéntame.

—Baa.

Le rasqué la cabeza más duro.

—Eh, no eres de ninguna ayuda.

Comenzó a lamerme la cara.

—. Oh, Dios. Nunca pensé que tu aliento fétido sería un aroma bienvenido.

Mutton no me soltó. Se me ocurrió que uno de los vecinos podría sospechar que era una ladrona. Ser detenida era lo último que necesitaba en esta etapa de mi vida. Mis ojos vagaron por la habitación y alcancé a ver el traje de un hombre sobre la puerta del armario. Mi corazón se hundió. Besé su frente.

—Tengo que irme. Volveré a verte de nuevo. Te lo prometo.

Él gruñó.

—Lo sé. No confías en mí. No tienes ninguna razón para hacerlo en este momento. Tengo que ganarme eso de vuelta.

Por primera vez, noté una pieza de metal tintineando en su cuello.

—¿Qué demonios es esto? ¿Tienes un collar?

Miré más de cerca el nombre. Pixy. La esperanza llenó mi corazón, que de repente empezó a latir más rápido. Froté el pulgar sobre las letras grabadas. Después de todo lo que había pasado en los últimos dos años, no pregunten por qué este momento era el primero que casi causó que mis ojos se llenaran un poco de agua. Era el empuje justo que necesitaba para mantener esto —un poco de esperanza de que tal vez ella no quería que muriera después de todo. Me tomó unos minutos conseguir que me dejara ir. Estaba tratando de saltar por la ventana para irse conmigo. Por fin pude cerrarla. Cuando me di la vuelta, el rostro de la cabra seguía pegado contra la ventana. Supongo que podría haber irrumpido completamente en su casa para obtener más pistas sobre su vida, pero eso sería presionar. Como le dije a Mutton... a Pixy... Tenía que ganarme mi camino de regreso a sus vidas, no robármelo.

Había una pieza más de lo que tenía que encargarme antes de regresar al centro. Recordé pasar una tienda de mejoras para el hogar en mi camino a la casa. Después de un viaje rápido allí, volví con una modesta máquina manual de artesano. Me tomó cerca de cuarenta minutos cortar el césped de Brittany. Cuando llegué al costado de la casa, Pixy seguía esperando en el mismo lugar. Algunos de los vecinos pasaron caminando, y los saludé con una sonrisa gigante en mi cara. Tenía la esperanza de que asumieran que ella había terminado con el Tonto de Clark Kent y su trasero perezoso, a cambio de una verdadera mujer que trabajara en el jardín. O eso, o tal vez simplemente pensarían que era la jardinera.

Admirando las huellas suaves a lo largo de la hierba, me sequé la frente con el dorso de mi mano. Mi trabajo aquí estaba terminado, pero el verdadero trabajo apenas comenzaba. Esa noche, le perdí el rastro de alguna manera. O bien ella se había ido en medio de la tarde, o todavía estaba trabajando. Después de esperar hasta las ocho y media, al final tuve que renunciar e ir al bar a regañadientes. Un enorme sentimiento de decepción me consumía. Ver a Brittany al final de su día siempre era mi recompensa, y me sentía engañada hoy.

—Carla Bubis, que comience —dije tomando mi lugar en mi taburete habitual.

Ella estaba limpiando el mostrador.

—¡Aussie! Llegas tarde esta noche. ¿Acechando horas extras?

—Eh. Hoy no ha sido tan grandioso.

Ella dejó de limpiar para agarrar mi bebida.

—¿Qué pasó?

—De alguna manera le perdí el rastro al final del día.

—Estás perdiendo tu toque —dijo, dejando mi ron con Coca-Cola sobre la madera oscura del mostrador.

—Estoy perdiendo algo... mis canicas, tal vez.

Carla apoyó los codos sobre el mostrador, mostrando su enorme escote.

—¿Pasó alguna cosa buena hoy?

Me eché a reír.

—En realidad, sucedió algo genial. Encontré a mi cabra.

—¿A tu magra?

Me reí de nuevo.

—A mi cabra. Con C. Sus ojos se abrieron.

—¿Qué?

Procedí a contarle la historia, todo, desde cómo Brittany y yo habíamos encontramos a esa mierda, literalmente en el camino.

—Ay... es tan lindo. Entonces, es algo así como su hijo.

—Eso era lo que Brittany solía decir.

Debe haber notado una mirada de melancolía sobre mi rostro.

—¿Qué sucede?

—Había una chaqueta de hombre colgada en su habitación. Creo que él está viviendo con ella. Podrían estar comprometidos o casados por todo lo que sé.

—Bueno, no vas a saberlo, ¿verdad? Porque no has hablado con ella.

Tomó el trapo y lo azotó por encima de mi cabeza en tono de broma.

—Esto tiene que ser manejado con cuidado. No quiero estropearlo.

—Te has manejado con cuidado y evasión. ¿Por cuánto tiempo más vas a acampar y seguir de esa manera? Simplemente debes acabar rápido con esa situación, mujer.

Tomando un último trago y golpeando el vaso sobre la mesa, le dije:

—No me gusta cuando estás en lo correcto, Carla Bubis.

—Debes odiarme todo el tiempo entonces.

Ella me guiñó un ojo.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:40 am

Brittany se veía tan increíblemente hermosa caminando al trabajo a la mañana siguiente. Había viento, lo que hacía que su cabello estuviera especialmente rebelde. Como de costumbre, se detuvo en Starbucks y compró su café antes de dirigirse al interior del edificio. El dolor en mi pecho era más grande que nunca, porque sabía que el día D se acercaba.

Incluso aunque había hecho una promesa de ‘acabar rápido con esa situación’ en el próximo par de días, todavía no había descubierto la manera de acercarme a ella. Cuando finalmente estuvo segura dentro, dejé escapar un profundo suspiro y salí de mi camioneta para dirigirme al Starbucks y conseguir mi propio café. Con resaca de nuevo esta mañana, me dormí a pesar de la alarma, llegando demasiado tarde para correr el riesgo de ir antes y pagar su bebida. Decidí probar algo nuevo hoy. Quería probar a Brittany. Bueno, eso desearía. En su lugar, decidí ordenar esa bebida Fru Frú que siempre ordenaba para ver cómo sabía.

—Tomaré un latte grande sin grasa, con tres raciones de vainilla, espuma baja y extra caliente.

El rostro de la joven cajera siempre parecía encenderse cuando me veía.
—¿Ordenas su bebida hoy... o es para ti?

—Estoy cambiando las cosas, sí.
—¿Cómo te llamas?

—¿Por qué necesitas mi nombre?

—Es solo el procedimiento de las bebidas especiales. Lo escribimos al costado.

—Oh... Santana.

Ella escribió mi nombre con marcador negro en la taza, y se acercó al otro mostrador donde se suponía que recogías tu pedido. Vi a la empleada hacer un par de bebidas antes que la mía. Qué maldito proceso de cocción al vapor y formación de espuma. Mejor que fuera complicada para usar cinco raciones de llenado. Escuché la voz de la cajera.

—Brittany. ¿Qué estás haciendo de vuelta tan pronto?

Mis ojos se dirigieron rápidamente hacia ella, entonces inmediatamente jalé mi gorra de béisbol hacia abajo y me giré hacia la pared del fondo. Mi corazón estaba acelerado. Mi pecho estaba constreñido. Mi estómago tenía náuseas. Una descarga de adrenalina. Oh, mierda. Mierda. Mierda. Mierda. Mi corazón nunca había latido tan rápido. Oí su voz detrás de mí.

—Mi novio vino a la oficina para hablar conmigo y tiró mi bebida con su codo. Se derramó sobre mi escritorio. Maldito torpe.

—Lo siento. Deja que te traiga otra y será gratis.

—Muchas gracias, Melanie. Aprecio eso.

Sentía como si las paredes se acercaran a mí. El sonido de la leche humeante de repente pareció ensordecedor. Me pregunté si podría salir caminando lentamente de espaldas a ella y de frente a la pared hasta estar detrás suyo y pasar por la puerta. Cuando empezaba a moverme, el chico de mi bebida gritó:

—¡Santana!

—¿Acabas de decir Santana? —dijo Brittany.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Dic 17, 2016 12:46 am

En ese punto, yo estaba justo detrás de ella. Melanie, quien probablemente pensó Brittany era solo mi inocente enamoramiento, decidió que ese momento sería uno bueno para jugar a la casamentera. Gesticuló hacia mí.

—Santana es la chica que pagó por tu bebida el otro día. Está ahí.

Brittany se volteó tan rápido que retrocedió, accidentalmente chocando con las tazas de plástico de los cafés helados, derribándolas como fichas de dominó en el suelo. Pareciendo imperturbable por el desastre que acababa de crear, se quedó mirándome con su mano sobre su pecho como si estuviera sosteniendo su corazón. Me quité mi gorra de béisbol y la crucé por encima de mi pecho.

Con ojos suplicantes, le susurré:

—Princesa.

Luciendo como si acabara de ver un fantasma, lentamente negó como diciendo 'esto no puede estar sucediendo'. Di un paso hacia ella. Extendió la mano, deteniéndome en seco.

—¡No! No te atreves a acercarte a mí.

Mi corazón cayó a mi estómago y sentí como si mis tripas se retorcieran. No es así como imaginé que pasarían las cosas. Levanté mis dos palmas.

—No lo haré. Pero por favor, escúchame.

—¿Me has estado acosando?

—No exactamente.

Las dos nos quedamos en silencio. Llena de humillación, me agaché y empecé a recoger las tazas que ella había derribado. Brittany se quedó congelada en el mismo lugar. La ruidosa Melanie habló desde detrás del mostrador.

—¿Por qué no solo escuchas lo que tiene qué decir?

El pecho de Brittany seguía subiendo y bajando.

Habló por fin:

—Déjame preguntarte esto, Melanie. Si una chica te hizo creer que le importabas, después se acuesta contigo y se va antes de la siguiente mañana sin siquiera una nota de despedida, ¿la escucharías?

—Probablemente no. Se rió y luego añadió—: Bueno, si tuviera un trasero como el de Santana, tal vez.

Una de las otras empleadas rió. Brittany me miró con dagas en los ojos y continuó:

—Bueno... Y si nunca te contactara por dos años enteros después de eso y entonces, de repente, apareciera acechándote en tu ciudad natal, ¿la escucharías?

—Definitivamente no —dijo Melanie—. Eso es raro.

Abandono mi caso.

Brittany de repente pasó por delante de mí y salió por la puerta. Y se fue. Sintiendo como si acabara de rasgar mi corazón y me lo hubiera metido en la boca, me quedé derrotada en medio de Starbucks. Después de un minuto de tener la mirada perdida fuera de la ventana de la tienda, escuché una voz dentro de mi cabeza que sonó terriblemente como la de mamá.

—Ten los malditos cojones y pelea por ella.

Y eso marcó el final de mi racha de sutileza. Volé por la puerta y corrí por la calle, con la esperanza de que captar su rastro antes de que entrara a su edificio. No había señales de Brittany en ningún lugar. Volando a través de las puertas giratorias, la vi mientras esperaba para entrar en un ascensor. Justo cuando desapareció en uno, metí la mano entre las puertas para abrirlas. Ella estaba sola.

Lágrimas corrían por su rostro.

Ha estado llorando.

Cuando el ascensor se movió, apreté el botón de parada.

—¿Qué demonios estás haciendo? —gritó.

Jadeante, dije:

—Si esta es la única manera en que puedo conseguir que me escuches, entonces que así sea.


—Puedes mantenerme atrapada aquí por oh, no sé, DOS años para lo que me importa. No hablaré contigo. Tal vez entonces sepas lo que se siente.

Bloqueándola contra la pared con un brazo a cada lado de su tembloroso cuerpo, le dije:

—Me alegra ver que estás terca como siempre, Princesa.

Pareciendo incómoda con mi cercanía, tragó antes de decir

: —Necesito volver a la oficina. Mueve este ascensor, o llamaré a la policía.

—Entiendo que estés en shock. No se suponía que te encontraría de esa manera.

—¿Hay una buena manera de averiguar que la persona que rompió tu corazón en pedazos ahora te acecha?

Ella tenía un punto.

—Probablemente no. Pero tienes que dejar que te explique.

Las palabras que salieron de su boca entonces fueron difíciles de escuchar.

—¿Te das cuenta del tiempo que me llevó superarte? Mi vida acaba de volver a la normalidad. No puedes volver después de dos años y esperar que solo te deje entrar después de que luché tan duro por dejarte ir. Finalmente te dejé ir. Por favor. Te estoy pidiendo que te vayas.

Mi pecho estaba tan tenso que parecía que iba a estallar. Ella me dejó ir. Bueno, eso es jodidamente malo. Porque estoy de vuelta.

—Me iré... por ahora. Pero no me iré de la ciudad hasta que te comprometas a dejar que te explique lo que sucedió. Si todavía quieres que me vaya después de que lo oigas todo, entonces juro por Dios, Brittany, que nunca me verás de nuevo por el tiempo que vivas.

Sus ojos empezaron a mojarse de nuevo mientras miraba los míos. Sin apartar los ojos de ella, solté el botón de parada y apreté el número del siguiente piso.

—Me estoy quedando en el Motel Sunrise, habitación ocho. Todavía tengo el mismo número de celular que antes. Llámame cuando estés lista para escucharme.

Cuando las puertas se abrieron, salí, dejando a Brittany en el ascensor con la pelota en su cancha. Solo esperaba que no decidiera desinflarla.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por JVM Sáb Dic 17, 2016 3:18 am

Vaya no me esperaba esto :/ y que tanto tiempo pasará.
Ahora que ya se reencontraron espero que Britt escuche a San, obviamente va a ser difícil porque como le dijo según la supero, pero yo creo que solo siguió adelante porque no le quedo de otra al no saber nada de ella. Y pues en eso San también se equivocó porque de haberle dicho la verdad en su momento ella y su hija seguirían ahí para ella.
Y pues haber cuando decide Britt ir a ver a la morena
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Mensaje por micky morales Sáb Dic 17, 2016 9:00 am

se hizo novia de ese tonto!!!!! en fin.... espero de verdad que brittany busque a santana y le deje explicarle, tuvo una buena razon para desaparecer!!! hasta pronto, espero! [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 4065562827 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2884812151
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Mensaje por Tati.94 Sáb Dic 17, 2016 11:56 am

Huh tiene novio, pero es mejor que un esposo no?. San tendra que tener paciencia para esperar la llamada.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 18, 2016 6:44 pm

micky morales escribió:se hizo novia de ese tonto!!!!! en fin.... espero de verdad que brittany busque a santana y le deje explicarle, tuvo una buena razon para desaparecer!!! hasta pronto, espero! [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 4065562827 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2884812151

Hola,, primero una muy sincera disculpa..... ya sabes..
En fin, sip se hizo novia de ese tonto, no soporto la espera... pero ya Santana ha regresado y espero sinceramente que le de una oportunidad.

De esta parte en adelante sere un poco mas ordenada porque aca si tengo donde inicia y termina cada capitulo. Disculpas por la parte primera pero a mi me agrado sin inicio ni fin, ademas es facil adaptar.

Bueno aca les dejo disfruten la lectura. Y mil gracias por comentar... y Buen inicio de semana a todas.....
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 18, 2016 6:45 pm

Tati.94 escribió:Huh tiene novio, pero es mejor que un esposo no?. San tendra que tener paciencia para esperar la llamada.


sip tiene novio y un patán fue lo que fue a buscar.. Creo que es mejor la esposa [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2145353087 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2145353087 .

Creo que Santana aplicara la ley de si "Mahoma no va a la montaña, la montaña ira a Mahoma" o algo asi ustedes entienden que es lo que quize decir.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 18, 2016 6:48 pm

JVM escribió:Vaya no me esperaba esto :/ y que tanto tiempo pasará.
Ahora que ya se reencontraron espero que Britt escuche a San, obviamente va a ser difícil porque como le dijo según la supero, pero yo creo que solo siguió adelante porque no le quedo de otra al no saber nada de ella. Y pues en eso San también se equivocó porque de haberle dicho la verdad en su momento ella y su hija seguirían ahí para ella.
Y pues haber cuando decide Britt ir a ver a la morena

Hola, yo tampoco pero asi pasaron las cosas, ademas hay mas que explicar todavia...
Tambien espero que Brittany deje a lado su orgullo y deje que Santana se explique aunque sea por curiosidad.

Que tengan linda Semana.....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 18, 2016 6:53 pm

CAPITULO 17

¿Se consideraba acoso una vez que la víctima se volvía claramente consciente de la presencia de la acosadora? Ahora que Brittany sabía que estaba en la ciudad, era una experiencia totalmente diferente, con el riesgo de quedar atrapada y ser eliminada de la ecuación. Durante la siguiente semana, básicamente estuve acampando en Temecula, esperando un milagro.

El único esfuerzo real era esperar que ella se pusiera en contacto conmigo. Revisaba mi teléfono constantemente, pensando que tal vez no lo había escuchado. Pero ella nunca llamó. No queriendo enojarla más de lo que ya lo había hecho, tomé la decisión de no aparecerme fuera de su oficina durante unos días.

En su lugar, iba al gimnasio todas las mañana, sacando mis frustraciones de mi cuerpo. No había tocado a una mujer en más de dos años, y la única que quería al parecer ya estaba tomada y me odiaba. Así que, levantar pesas era mi manera de enfrentarlo hasta que pudiera recuperarla. Solo soñaba con todas las formas en que podría desahogarme con Brittany en su lugar.

Después del gimnasio, al comienzo de la tarde, me dirigía a su casa y continuaba podando y haciendo jardinería en su jardín. Alguien tenía que cuidar de él, por el amor de Cristo.

Puse mantillo, planté y puse dos arbustos de flores de princesa. ¿Quién hubiera sabido que habría tal cosa como una flor de princesa? Eran la elección perfecta.

Los vecinos estaban acostumbrados a verme trabajar. Con mi camioneta y cortadora en la parte de atrás, solo pensaban que era mi trabajo. Mi piel era ahora de un tono más oscuro después de trabajar por días en el sofocante calor. Cada vez más madres con cochecitos pasaban últimamente, también. Las saludaba con tierra en mis manos. Estas nuevas mujeres espectadoras parecían multiplicarse cada día. La mejor parte, sin embargo, de pasar las tardes en la casa de Brittany era mí tiempo con la cabra. Siempre esperando en la ventana, venía a esperarme.

Pixy. Todavía tenía que acostumbrarme a llamarlo así. Le llevaba el almuerzo. Nos gustaba comer juntos. Me estaba volviendo una admiradora del olor de su poco saludable aliento mezclado con hierba recién cortada. Animal apestoso.

Mi horario nocturno era el mismo de siempre. Me dirigía al bar y liberaba todos mis problemas con Carla Bubis. Un viernes por la noche, sin embargo, hubo un cambio sorpresivo en mi rutina. Estaba sentada en mi taburete en la barra cuando Carla me preguntó:

—¿Cómo dijiste que se veía Brittany?

—¿Por qué?

—Solo descríbela para mí.

—Alta pero con curvas, cabello rubio, ojos azules muy abiertos, piel cremosa...

—¿Por casualidad tiene un abrigo de impresión de leopardo?

Me rasqué la barbilla y recordé que había llevado uno a la oficina una mañana.

—Sí... sí, lo tiene. ¿Por qué?

—Creo que está aquí. Una chica con esa descripción estaba mirando hacia nosotras a través de la ventana del frente. Acabo de hacer contacto visual con ella, y se fue. Me di la vuelta.

—¿Qué?

Carla agitó su mano hacia la puerta.

—Ve detrás de ella.

Sin pensarlo, me bajé de mi taburete y corrí fuera. Efectivamente, el Audi de Brittany estaba saliendo del estacionamiento. Mi corazón latió mientras aceleraba por la carretera. Al haber salido del bar, ni siquiera podía seguirla. El pequeño pie de plomo de mi Princesa en el acelerador hizo que se alejara demasiado rápido para que la detuviera. Saqué mi teléfono y me moví hasta su número para enviarle un mensaje de texto.

Santana: ¿Quién está acechando a quién ahora?

No hubo respuesta. Después de unos minutos, un texto en respuesta entró. Mi ritmo cardíaco se aceleró.

Brittany: Fue una coincidencia.

Santana: No envíes textos mientras conduces.

Brittany: ¿Por qué me enviaste un mensaje entonces? Y no me digas qué hacer
.

Santana: Estaciónate, Princesa.

Brittany: No estaba acosándote.


Santana: No me envíes un texto de nuevo hasta que hayas estacionado.

Mirando hacia mi pantalla, me quedé allí en el estacionamiento. Después de varios minutos, el teléfono vibró de nuevo.

Brittany: ¿Es eso lo que haces todas las noches? ¿Rondar bares de la ciudad por mujeres?

Santana: ¿Estás estacionada?

Brittany: Sí.

Santana: Solo he estado merodeando por la ciudad por una mujer. Dicha mujer me hace beber. Entonces, voy al bar.

Brittany: Me gustaría que solo te fueras a casa. Deja de escribirme.

Santana: ¿Que deje de enviarte mensajes de texto? Pensé que te gustaba la vibración.

Ninguna respuesta. Eso podría haber ido demasiado lejos. Era demasiado pronto para bromear con ella como antes. Envié otro texto, dándole una respuesta honesta a su pedido de que me fuera a casa.

Santana: Mi casa es donde tú te encuentres.

Brittany: Quemaste nuestra casa en Las Vegas después de que te acostaste conmigo y te fuiste.


Eso dolió jodidamente tanto como ver esas palabras. Me quedé mirándolas por casi un minuto completo antes de responder.

Santana: Hubo una razón por la que hice lo que hice y tengo que explicártela en persona. No lo haré en un texto.

Brittany: No hay ninguna excusa para lo que hiciste.

Santana: ¿Dónde estás? Iré hacia ti.

Brittany: No. Por favor, no lo hagas.

Santana: Tendrás que verme si alguna vez quieres deshacerte de mí.



Brittany: ¿Por qué estás haciendo esto?


Porque te amo. Mierda. ¿De dónde vino eso?

Santana: Por favor, vuelve al bar o puedo caminar hasta dónde estés. No puedo conducir porque he estado bebiendo.

Brittany: No puedo verte esta noche. No estoy lista.

Santana: ¿Alguna vez lo estarás?

Brittany: No lo creo.

Santana: ¿Quién es él?

Brittany: ¿Quién?

Santana: Tu novio.

Brittany: ¿Quieres decir que no lo sabes ya? ¿Qué clase de acosadora eres?

Santana: Dime su nombre.

Brittany: Su nombre es Richard.

Santana: ¿Está viviendo contigo?

Brittany: Eso no es asunto tuyo.

Santana: Vi su chaqueta colgada en la puerta de tu armario.

Brittany: ¿Has estado mirando en mi habitación?

Santana: Sí. Solo cuando no estás en casa. Y nunca entré en tu casa. No lo haría.

Brittany: Sigue siendo enfermo.

Santana: No puedo creer que la conservaras, por cierto.

Brittany: Yo no abandono las cosas que digo que me importan.

Santana: Yo tampoco. Es por eso que estoy aquí.

Brittany: ¿Después de dos años?

Santana: Vine aquí a la primera oportunidad que tuve.


A pesar de que era cierto, estaba segura de que la confundió. Ella no respondió. Así que le envié un mensaje de nuevo.

Santana: Le pusiste Pixy. Esa es la prueba de que no me odias.

Brittany: No puedo seguir con esto.

No quería molestarla más. Así que dejé la comunicación. Me sorprendió cuando mi teléfono vibró de nuevo en el interior del bar unos quince minutos después.

Brittany: ¿Cuándo estuviste haciendo jardinería?

Santana: Durante todo el día mientras estabas en el trabajo.

Brittany: Gracias.


Si fuera posible que un corazón sonriera, juro que el mío debió haberlo hecho en ese momento.

Santana: De nada.

Brittany: Por favor, no le des de comer más maíz. No lo digiere y no es bonito.


Me reí.

Santana: Ups.

Ese fue el final de nuestra conversación esa noche. Era más de lo que jamás hubiera esperado.

Brittany todavía evitaba verme a toda costa. Cuando otra semana pasó, sabía que mi enfoque tenía que ser más agresivo. Con cada día que pasaba, me molestaba más y más que no supiera la razón de mi partida. Y todavía me negaba a tener esa conversación de otra manera que no fuera en persona.

Comprendí que estaba asustada, pero se estaba volviendo urgentemente necesario encontrar una manera de estar a solas para que pudiéramos hablar.

Un jueves por la tarde, recibí una llamada de mi agente en Australia acerca de una nueva oportunidad… una potencial comercialización. Así que hice lo que cualquiera en mi posición haría antes de entrar en un nuevo acuerdo de negocios: contraté un abogado.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Dom Dic 18, 2016 6:55 pm

CAPITULO 18


—Tengo una cita a las once con la señorita Pierce.

La recepcionista sonrió y miró el libro de citas.

—¿Srita. López?

—La primera y la única.


Estaba sonriendo de oreja a oreja como una idiota. La mujer probablemente pensaba que mi emoción era por ella. Era una chica bonita; apuesto a que muchos hombres se iluminaban alrededor de ella. Pero mi entusiasmo giraba en torno a una sola mujer. Incluso oír su voz a través del intercomunicador hacía que mi corazón se acelerara un poco.

—¿Sí, Quinn? —dijo Brittany.

—Tu cita de las once está aquí.

—Gracias. ¿La acompañarías por cinco minutos? Tengo que organizarme.

La imaginé en su escritorio con papeles esparcidos. Quinn soltó el botón y me habló.

—Puede tomar asiento. De hecho, tomará diez minutos. Es una de las mejores abogadas aquí en la empresa, pero su escritorio suele ser un desastre.

Me senté en la zona de recepción y leí una revista mientras esperaba, pero no pude concentrarme. Había estado esperando casi una semana por esta cita. Ayer fui y recogí mi vestido nuevo. Había sido hecho a medida y me quedaba bien. Al verme en el espejo, podría haber sido la primera vez en dos años que no había odiado al que me devolvía la mirada. Me acomode un poco y esperé que la vendedora que me había ayudado a elegirlo tuviera razón. Había dicho que el azul blanco resaltaba el color de mis ojos, que sería imposible no mantener cautiva a una mujer. Curiosamente, su elección de palabras encajaba con lo que quería hacerle a Brittany... mantenerla cautiva.


Muy posiblemente por el resto de nuestras vidas. Puede que solo hubiera pasado ocho días con esta mujer, pero nos conocimos a un nivel que a la mayoría de las personas le tomaba seis meses de noviazgo. Venir a Temecula confirmó lo que había pensado los últimos dos años —que era un fracasado cuando se trataba de Brittany Pierce.

Quinn caminó alrededor de su escritorio.

—¿Srita. López? Si está lista, la llevaré a su oficina ahora.

Respiré profundamente.

—Estoy muy lista.

Caminamos por dos pasillos largos y pasamos a un par de hombres en traje. Este lugar era una maldita mezcla heterogénea de tarados. Otra vuelta, y luego Quinn se detuvo en una puerta. En la oficina de la esquina.

Bonito, Princesa. Era apreciada aquí. Sentí una sensación de orgullo.

—Hola, Brittany. Tengo a la Srita. López aquí.

—Gracias.

Quinn se hizo a un lado para que yo pudiera entrar. Mi abogada estaba mirando hacia abajo. Habló antes de levantar la cabeza.

—Es un placer cono…

Brittany se congeló. Podría haber jurado que hubo un destello de emoción en sus ojos por un segundo. Pero fue rápidamente extinguido... reemplazado por ira. Lo que esperaba como su reacción.

—¿Srita. López?

Puso los ojos en blanco.

—. ¿Cómo no lo imaginé?

—Porque no hablas inglés. —Le sonreí, pero a ella no le hizo gracia.

—Santana. Estoy en el trabajo. No puedo jugar tus juegos aquí. Debes irte.

Me acomode el vestido.

—Estoy aquí por negocios.

—Buen intento. Soy abogada de derechos de autor. Si fuiste arrestada por intoxicación pública o comportamiento lascivo, tendrás que ir a tres puertas con Celino y Barnes.

—Necesito un abogado de derechos de autor.

—¿En serio?

No creía ni una palabra de lo que decía.

—Así es.

—Bueno, en ese caso, necesitas ver a otro abogado.

Rodeó su escritorio y cruzó los brazos sobre su pecho. Joder si ponerse dura conmigo no era la cosa más sexy que había visto en mucho tiempo.

—No quiero a otro abogado.

—Eso es muy malo.

Nos miramos la una a la otra por un momento. Luego ella sonrió. No era una sonrisa feliz, era una sonrisa de estoy a punto de meter algo en tu trasero y disfrutaré de ello. No me importaba. Me gustaría ver eso, de todos modos. Le devolví la sonrisa el doble de amplia. Ella resopló y salió de la oficina. Unos minutos más tarde, regresó. Yo me había acomodado en una silla frente a su escritorio. Me puse de pie cuando entró. Un hombre entró detrás de ella.

El hijo de puta de mi Princesa. Brittany parecía bastante complacida consigo misma cuando habló.

—Richard. Esta es la señorita López. Ella necesita un abogado de derechos de autor, y parece que estoy doblemente ocupada esta tarde, así que pensé que tal vez tú podrías encargarte de ella.

El aspirante a Clark Kent extendió su mano hacia mí.

—Richard Kline.

Yo asentí.

—Dick. Encantada de conocerlo.

El apretón que le di a su mano cuando se la estreché rayó en la agresión. Capté la mandíbula apretada de Brittany. Entonces me corrigió a través de dientes apretados:

—Su nombre es Richard.

—Está bien.

Dick le hizo señas con la mano.

—. Estoy acostumbrado. No suelo acortar mi nombre, pero mi papá era Richard, y todo el mundo lo llamaba Dick.


Le di a Brittany una pequeña sonrisa. Ella hervía.

—¿Por qué no viene a mi oficina y vemos en qué la puedo ayudar?


—Realmente preferiría esperar a la señorita Pierce. Pedí por ella en específico.

—No estoy disponible —dijo Brittany bruscamente.


Dick pareció un poco desconcertado por la actitud de Brittany. Eso me calentó por alguna razón. Me gustaba que no le enseñara su descaro. Guárdalo todo para mí, nena. Quiero todo tu descaro y tu trasero.

( Dick: Juego de palabras entre la abreviación del nombre Richard y la palabra dick, cuya traducción sería algo así como “idiota”).


—Bien.

Dick se volvió hacia Brittany.


—. ¿Qué más tienes hoy? ¿Tal vez pueda manejar una de tus citas de la tarde?

—Preferiría que tomaras a la Srita. López.


Dick me miró disculpándose y luego le habló, su tono ligeramente condescendiente.


—Parece que la Srita. López quiere que sus asuntos sean manejados por ti personalmente, Brittany.


Le sonreí a Brittany.


—Tengo muchas ganas de que me manejes tú.

Dick vino a mi rescate.


—¿Por qué no vamos a mi oficina y vemos lo que puedo hacer para ayudar a ordenar tu horario y que puedas comenzar las cosas con la señorita López?

Dick y Brittany salieron de la oficina, y Brittany regresó cinco minutos más tarde con la recepcionista, Quinn.


—Toma asiento, Quinn.

Había traído a una acompañante. Me decepcionó no tener tiempo a solas, pero estaba lejos de ser disuadida. Brittany, por otra parte, no estaba feliz. Con un resoplido, sacó un bloc de su cajón y lo cerró de golpe dejándolo caer sobre su escritorio.


—¿Cuál es la naturaleza de los servicios jurídicos que necesita, Srita. López?

Su pluma estaba a punto de escribir y no levantó la vista. Quinn veía desconcertada toda la escena que tenía delante.


—Tengo dos, en realidad.

Abrí la carpeta que llevaba, sacando un gran sobre de papel manila y deslizándolo a través del escritorio a su lado.



— . Recibí la oferta de una empresa que desea utilizar algunas de mis fotografías en su campaña publicitaria. Ella se rió.


—Oh. Es cierto. Eres modelo de traseros.


La ignoré.


—De todos modos, la empresa que quiere utilizar las fotografías en su campaña quiere los derechos exclusivos de la foto, y hay una empresa estadounidense que está utilizando la foto en su página web sin permiso. Tengo que enviarles una carta de cese para que desistan y la quiten antes de firmar el contrato.


—Está bien.


—Y me gustaría que el contrato fuera revisado también.

—¿Algo más?


—¿Tal vez le gustaría discutir los términos del contrato durante una cena?


—No lo creo.

—¿Desayuno?

—Salga, Srita. López.

Me paré. La había presionado bastante fuerte, y no quería poner a prueba mis límites.


—Ya sabe cómo localizarme cuando haya tenido la oportunidad de revisar los documentos.

—Sí.

Finalmente me miró.

—. Al parecer, ahora está disponible todo el tiempo.


Estaba enojada. Pero de alguna manera, que estuviera enojada me daba esperanza. Si no le importara, se habría calmado para ahora.


—Gracias por su tiempo.

—Quinn. Muéstrale a la Srita. López la salida, por favor.


Durante los próximos tres días, me pegué a mi rutina. Bueno, mayormente. Llegaba a Jefferson Street a mi hora normal, solo entraba en Starbucks por la mañana y leía el periódico mientras tomaba mi café de la mañana. Cada día pagaba por el café de Brittany y añadía algo a la orden. Ayer, un mollete de plátano y nueces. Hoy, me decidí por pastel de café con chispas de chocolate. Yo comía lo mismo y bebía el mismo café. Era lo más cerca de desayunar con Brittany que podía estar en este momento.


Melanie, mi barista, se estaban convirtiendo rápidamente en mi amiga. Me dio mi café con leche.


—Ella sonríe cuando le digo que tú pagaste, sabes.


—¿Lo hace?

Melanie asintió.


—Trata de ocultarlo. Pero lo veo.


No tenía ni idea de lo que acababa de hacer eso a mi día.


—Gracias, Melanie.

Ella se inclinó sobre el mostrador como si quisiera decirme un secreto.


—Todos estamos de tu lado.


Era dulce. Pero no sabían lo que le había hecho a Brittany. A las ocho de la noche, volvía a mi camioneta. Quería estar cerca de ella, pero no hacerla enojar por estar completamente provocándola. Ella no se daba cuenta, pero sabía que estaba allí cada mañana. Como un reloj, a las nueve y media, Brittany entró en Starbucks. Unos minutos más tarde, salió. Con su café y pastel de café con chispas de chocolate en la mano, dio dos pasos hacia su oficina, luego se detuvo, sorprendiéndome como la mierda cuando se dirigió directo hacia mi camioneta. Bajé la ventanilla.


—¿Podrías al menos pedir mi desayuno bajo en grasas en el futuro?


Tuve que detenerme de decirle lo que realmente quería —que lo haría como quisiera cada mañana en su casa. En su lugar, le dije:


—Claro.


Ella asintió y se dio la vuelta, pero se detuvo después de solo dos pasos. No se giró cuando habló.


—Las flores princesa florecieron esta mañana. Son hermosas.


Entonces se fue por otras diez horas. Yo fui al gimnasio y pasé un par de horas en Home Depot recogiendo los suministros que necesitaría para mi próximo proyecto en casa de Brittany. Cuando originalmente decidí ir a Temecula, había llevado mi camioneta en lugar de la motocicleta de forma que no fuera tan fácil de reconocer. Resultó que la camioneta vino muy bien. Era una tarde caliente y abrasadora, y me quité la camiseta para secarme el sudor que estaba goteando de mi frente. Había descargado ocho viajes de cedro en el patio trasero de Brittany con un calor de treinta y dos grados. Mientras cerraba la puerta trasera de mi camioneta, una mujer que pasaba con frecuencia se detuvo a hablar conmigo.

—Hola. Soy Philomena.

Llevaba una de esas faldas cortas blancas de tenis, altas botas de lluvia de caucho hasta la rodilla y una camiseta de corte bajo. El cielo era azul, y no había llovido durante días. Mis ojos cayeron a su escote, que no pude evitar notar. Tenía unas buenas tetas.

—Santana.

Asentí. Ella levantó la mano, que estaba enyesada, haciendo un gesto hacia la calle.

—Vivo más abajo en la cuadra, Santana. He estado viéndote aquí por una semana. ¿Me preguntaba si te gustaría hacérmelo?


Me estaba proponiendo hacer algo, pero definitivamente no su césped. Habían pasado dos años; mirar era un hecho, pero tenía cero interés en ella. Capté su mirada.


—Gracias. Pero solo lo hago con Brittany.


—Mujer afortunada. Realmente... añades algo de encanto al lugar.


Miré de nuevo a la casa una vez monótona. Se veía bastante bien ahora.


—Gracias. Son arbustos de flores princesa.


—No estaba hablando de la jardinería.

Traté de cambiar de tema.


—Espero que no te hayas lastimado demasiado la mano.


—Me tropecé con mi cerdito en medio de la noche. Somos solo él y yo. Es el hombre de la casa.

Me guiñó un ojo, y alejándose miró por encima de su hombro.


—. Si cambias de opinión, mi casa es la número 41. Ven. En cualquier momento.


Más tarde esa noche, estaba recapitulando mi día con Carla Bubis cuando mi teléfono vibró en el bar. Le había enviado mensajes de texto a Adele antes y esperaba que fuera ella de nuevo. Me emocioné como la mierda al encontrar que era Brittany.


Brittany: Tu fotografía fue retirada de la página web hoy. También negocié daños compensatorios.

Santana: Guau. Eso es genial. Eres buena.



Brittany: Soy buena en mi trabajo. Tendrás que firmar una liberación. También tengo algunos cambios sugeridos en tu contrato.


Santana: ¿Dónde estás? Puedo ir ahora.


Brittany: Ven a mi oficina mañana a las 09:30.


Santana: Llevaré nuestros cafés.



La vibración se detuvo y pensé que era el final de nuestra conversación. Un minuto más tarde mi teléfono bailó en la barra, y mi corazón bailó junto con él. Era bastante increíble lo que puede darte esperanza cuando estás desesperada por encontrar algo.

Brittany: ¿Estás construyendo un corral para Pixy?


Santana: Así es.


Brittany: Le va a encantar.



Mi teléfono se quedó en silencio después de eso, pero me importó una mierda. Tenía una cita con Brittany en la mañana.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por micky morales Dom Dic 18, 2016 8:25 pm

vaya, Brittany es mas dura que el odio!!! ya me esta hartando con su actitud, que le cuesta escuchar a San????? hasta pronto! [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2414267551 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3287304868 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Dic 19, 2016 9:20 pm

micky morales escribió:vaya, Brittany es mas dura que el odio!!! ya me esta hartando con su actitud, que le cuesta escuchar a San????? hasta pronto! [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2414267551 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3287304868 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499 [Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 3718790499

Bueno sip es muy dura,, pero hay que entender el amor de su vida desaparecio como la nada hace dos años sin explicacion, y ahora la tiene en frente en el lugar donde "iniciaba nuevamente de cero".

[Resuelto]BASTARA ARROGANTE  GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo - Página 2 2145353087
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Dic 19, 2016 9:23 pm

CAPITULO 19

El azul era mi nuevo color favorito. Era obvio que Brittany lo disfrutaba también, ya que era la segunda vez que se ponía una blusa azul desde que comencé mi rutina de acecho. La oscuridad del color hacía que su cremosa piel resaltara, y el azul en sus ojos me recordaba al peridot — la piedra de nacimiento de mamá.

Fue un doble golpe, pensar en mamá y darme cuenta de que me había perdido dos cumpleaños de Brittany. Me aclaré la garganta y hablé.

—Te ves hermosa.

—¿Oíste una palabra de lo que dije?

No lo había hecho en realidad. Estaba demasiado ocupada desvistiéndola con mis ojos para concentrarme. Dios, lo que quería hacer con ella. El escritorio estaba haciendo imposible que me concentrara. Ella estaba sentada detrás de él, pero todo lo que imaginaba era su trasero encima con mi cabeza enterrada entre sus piernas. Nuestros ojos se encontraron, y vio lo que estaba pensando.

—No lo hagas.

Sus ojos suplicaron y levantó una mano. Pero necesitaba presionarla hoy.


—Tenemos que hablar, Brittany.

—No. No tenemos que hacerlo. Estoy en el trabajo, y ésta es una reunión de negocios. Es por eso que Quinn está aquí.

Hizo un gesto a la recepcionista que estaba sentada de nuevo a mi lado. Si Brittany pensaba que yo sería incapaz de hablarlo todo delante de Quinn, evaluó mal mi nivel de desesperación.

—Entonces veme después del trabajo. Veme para el desayuno. Veme a las dos de la mañana. Me importa una mierda dónde y cuándo. Solo tienes que verme, Brittany. Tenemos que hablar. Ambas necesitamos aclarar las cosas.

—Yo ya lo tengo claro. Y he decidido que nuestro tiempo juntas se limitará a esta oficina.

Nos miramos una a la otra durante un minuto. El único estremecimiento era de la pobre Quinn. Se removía en su asiento como si tuviera que ir al baño. Finalmente, rompí nuestra disputa.

—Muy bien, Brittany. Entonces no me dejas otra opción.

—¿Qué harás?

—Tendremos nuestra conversación aquí y ahora mismo.

Brittany se levantó y cruzó las manos sobre su pecho.

—¡No lo haremos!

Me levanté y me le uní, imitando su postura.

—Sí. Lo haremos.

La voz de Quinn fue aprensiva.

—¿Les gustaría que me fuera?

Brittany y yo contestamos al mismo tiempo. Solo que yo dije que sí y ella gritó que no. Quinn se puso de pie y luego volvió a sentarse cuando Brittany la miró.

—¿Dónde vamos a comenzar entonces, Brittany? Debido a que Quinn no sabe toda la historia, tal vez deberíamos comenzar con la última vez que estuvimos juntas con un escritorio en la habitación.

Los ojos de Brittany se encendieron. Me volví para hablar con Quinn.


—¿Alguna vez has estado en Las Vegas? Hay un hotel en el…

—Puedes irte, Quinn.

No necesitó que se lo dijeran dos veces. Quinn salió corriendo de la habitación y cerró la puerta detrás. Necesitaba recordar darle las gracias por eso a mi salida.

—¿Por qué estás haciendo esto, Santana?

Ella trató de mantener la compostura, pero su voz se quebró.

—Solo necesito que me escuches. Te dejaré sola si quieres después de eso. Te doy mi palabra.

—¿Tu palabra? —se burló.

—Quince minutos. Eso es todo lo que necesito.

—Diez. Qué descaro.

No pude evitar sonreír.

—Bien. Diez. ¿Podemos sentarnos?

De mala gana, Brittany se sentó. Yo había estado esperando durante más de dos años este momento y sin embargo, de repente no sabía por dónde empezar. Así que empecé donde la historia lo hacía.

—¿Recuerdas que te conté sobre mi hermana, Adele?

Ella asintió.

—Te dije que pasó por una mala racha. Pero omití cuán difícil estaban las cosas realmente.

Su rostro se suavizó un poco. Solté una ráfaga de aire y me pasé los dedos por el cabello. Había una quemadura que iba desde la boca de mi estómago a mi garganta. El tiempo no aliviaba lo que había pasado ni un poco. Podría haber estado teniendo esta conversación con el detective hace dos años. Las palabras eran tan difíciles de sacar.

—Adele fue violada.

La boca de Brittany se abrió y su mano voló a su pecho.

—Yo no estuve allí para ella. Se mezcló con malas compañías.

—Lo siento mucho. ¿Está bien?

Sonreí pensando en mi hermana el otro día. Usando un maldito moño en el cabello.

—Sí. Está bastante bien ahora.

Brittany asintió.


—¿Así que eso es por lo que te fuiste?

—Sí. Pero hay más.

—¿Más?

—Es una larga historia. Pero la policía estaban teniendo problemas para encontrar al tipo, y yo hice algunas cosas.

—¿Qué tipo de cosas?

Sostuve sus ojos mientras decía la siguiente parte.

—Golpeé a un hombre hasta que me dijo dónde podía encontrar al hombre que había atacado a mi hermana.

Uno de los mayores temores que tenía era que mi admisión pudiera asustarla. Pero Brittany no se inmutó. Esa es mi chica. Sin Miedo. Su reacción me dio el valor para seguir adelante.

—Lo lastimé mucho. Tuve que pagar por lo que le hice. La tarde después de que te dejé, comencé uno de mis dos años en prisión.

Brittany se me quedó mirando. Le di un minuto para digerir todo lo que acababa de decir. Entonces terminé lo que había venido a decir.


—Salí el día antes de que me presentara aquí en Temecula. Nunca planeé encontrarte antes de entrar. Intenté todo lo posible mantener mi distancia en nuestro viaje. Pero no pude.

—¿Por qué no me lo dijiste?

—Debido a que te merecías algo mejor. No quería que me esperaras durante dos años. Acababas de deshacerte de un perdedor y estabas lista para seguir adelante. No podía cargarte con más equipaje.


—¿Así que en vez de eso, me rompiste el corazón?

La pregunta no la hizo con malicia; estaba tratando de darle sentido a todo. Yo asentí. Y el mío también lo hizo. Las dos estuvimos en silencio por un largo tiempo. Ella estaba mirando hacia abajo a sus manos cruzadas sobre su escritorio. Yo tenía una cosa más que decir, y ella tenía que escucharme. Me removí en mi asiento y me incliné hacia adelante, cubriendo sus manos con las mías.

—¿Puedes mirarme?

Ella vaciló, pero lo hizo.

—Lo siento, princesa. Por todo. Por hacerte daño. Por dejarte atrás. Por no estar ahí cuando te despertaste. Por no estar allí todos los días desde entonces.


Brittany cerró los ojos. Había una expresión de dolor en su rostro, y odié ser la que la hubiera puesto allí. Quería envolver mis brazos alrededor de ella y abrazarla tanto, pero no lo hice. Había presionado lo suficiente y cualquier cosa más sería egoísta. Mi corazón latía con fuerza en mi pecho y cuando ella finalmente abrió los ojos de nuevo, estaba mirando nuestras manos unidas, al anillo que todavía llevaba en su dedo. Mi anillo de bodas. Sus ojos se humedecieron. El silencio fue una tortura.

—Lamento lo que tú y Adele tuvieron que pasar —dijo finalmente, su voz ronca.

—Yo también. Solo quiero dejarlo atrás y seguir adelante.

Otro silencio.

—Finalmente soy feliz. Richard me hace feliz.

Eso malditamente dolió. Y continuó:

—Necesito tiempo para procesarlo. He pasado los últimos dos años odiándote.

—Lo entiendo. —Déjame compensártelo, Princesa.

—¿Cuánto tiempo te vas a quedar en la ciudad?


Hasta que seas mía de nuevo.

—Realmente no tengo un plan todavía. Pero estoy casi a la mitad de un proyecto.

Eso hizo que las comisuras de su boca temblaran un poco. A pesar de que se puso seria de nuevo rápidamente.

—Necesito un poco de tiempo —repitió.

Habían pasado dos largos años, pero finalmente había conseguido mi paz. Ahora iba a tener que esperar para ver si le traía a Brittany la suya. No estoy segura de lo que pensaba que sentiría después de finalmente decirle todo a Brittany, tal vez una sensación de alivio. Pero la realidad era que me sentía aún más ansiosa que antes. Antes, teníamos asuntos pendientes. Pero ahora... ¿qué pasaría si, sabiendo todo lo que había pasado, me perdonaba, pero seguía sin tener interés en estar conmigo? O bien acabábamos de abrir una puerta nueva o, finalmente, nos estábamos dando un cierre la una a la otra.

Me senté en mi camioneta por dos horas fuera de su oficina, a pesar de que le prometí que le daría espacio. Tenía que ver que estaba bien por mí misma. Mi cabeza estaba palpitando, y moví el respaldo del asiento, dispuesta a cerrar los ojos por unos minutos. Sin embargo, un destello de color azul llamó mi atención delante de mis párpados cerrados. Brittany estaba de pie frente a su edificio llevando su maletín. Se puso las gafas de sol, miró hacia abajo y cruzó la calle. A diferencia de la mayoría de los días, no estaba revisando su teléfono o caminando con un rebote enérgico. En su lugar, su postura parecía derrotada y su andar era algo más penoso.

Un minuto después de que desapareció en el solar donde estaciona su auto, vi su Audi salir y girar hacia la casa. Sorprendiéndome incluso a mí misma, no la seguí. En lugar de ello, decidí reorientar mi energía. Estar preparada para una pelea significaba conocer a tu oponente. Ya era hora de que llegara a conocer un poco más a Dick. Casi a las siete, mi adversario hizo una aparición. Corrió a su BMW y se fue en la otra dirección de la casa de Brittany. Yo di un giro rápido y lo seguí. El hijo de puta de mi Princesa me llevó por casi media hora en auto antes de salir de la autopista. No estaba familiarizado con esa parte de California, pero no hacía falta ser experta en geografía para saber que estábamos en un menos que idílico barrio.

Allí estaban las visibles y evidentes señales en los edificios rotos y ventanas tapiadas, patios sucios llenos de grafitis, autos desgastados por el tiempo que parecían abandonados. Los pocos edificios comerciales que tenían tiendas, tenían barras cubriendo puertas y ventanas. Un auto de policía muy visible estaba estacionado en la esquina de una intersección de cuatro vías. ¿Dónde carajos vivía Dick? Lo seguí media cuadra por detrás, cuidando de no llamar la atención a mi camioneta. Él entró y salió de calles laterales que me hicieron querer bloquear mis puertas. Finalmente, desaceleró y se detuvo junto a la acera. Yo estacioné en el lado opuesto de la calle, cinco o más autos atrás. Si iba a continuar con esta mierda, realmente necesitaba unos putos prismáticos.

Dick metió la mano en la parte de atrás de su auto, sacó una bolsa y procedió a empezar a cambiarse de ropa allí mismo en el asiento delantero del auto. ¿Qué diablos estaba haciendo? La calle donde estacionamos estaba llena de viviendas multifamiliares en ruinas. Una media docena de chicos vestidos como pandilleros estaban alrededor en una escalinata cercana. Estaba bastante segura de que un par acababa de dejar la penitenciaría del estado. Dick salió, miró a su alrededor asustado, y se dirigió a uno de los ruinosos edificios. Desapareció por un conjunto de escaleras de hormigón que parecía llevar a una entrada de sótano. Unos minutos más tarde, otro hombre se dirigió a la misma puerta. Este tipo tenía una larga y enmarañada barba y llevaba una gorra de lana y una pesada chaqueta militar, a pesar de que todavía hacían unos treinta y cuatro grados.

También se rascaba la cara sin cesar y miraba a su alrededor frenéticamente mientras caminaba. ¿Dick estaba en una guarida de crack? El día estaba haciéndose mucho más interesante. Después de pasar dos años en una prisión llena de criminales, estaba ansiosa por salir como la mierda de allí al caer la noche. El barrio que parecía desolado de repente empezó a ponerse vivo con personas que no salían hasta que podían esconderse en las sombras de la oscuridad. Pero esperé. Si Dick podía estar aquí, yo también podría hacerlo. Más de una hora pasó antes de que el amante de mi Princesa corriera por las escaleras y saliera a la calle. Con una bolsa de papel marrón en su mano, no perdió tiempo para llegar a su auto. Su elegante auto se alejó tan pronto como su puerta fue cerrada. No lo seguí. La curiosidad había tomado lo mejor de mí y antes de darme cuenta, estaba cerrando mi camioneta. No había planeado lo que haría una vez que llegara a la puerta —comprar un poco de crack como evidencia para mostrarle a Brittany que Dick era un idiota probablemente no sería la cosa más inteligente que hacer.

Debería conformarme con comprender a lo que me enfrentaba y preocuparme sobre qué hacer con la información más tarde. La escalera era estrecha, con solo unos pocos escalones que conducían a una puerta cerrada. Cuando llegué al fondo, me pareció que la puerta estaba abierta una grieta. También había música saliendo desde adentro. Me acerqué para abrirla. Al principio, un poco. Luego un poco más. Hasta que la puerta se abrió de repente, y casi caí en el edificio. Miré hacia arriba esperando encontrar una pistola en mi cabeza por irrumpir en una casa de crack. Pero lo que encontré no podría haber sido más diferente. Un sacerdote sostenía la puerta abierta y extendió la mano hacia la habitación detrás de él, dándome la bienvenida.

—Adelante. Ladels de Amor estará feliz de alimentarte esta noche. Me tomó un minuto darme cuenta de en lo que acababa de entrar. Un comedor de beneficencia. El amante de mi Princesa no estaba comprando crack; estaba dándole de comer a indigentes. No me jodas. Definitivamente iba a necesitar subir mi juego.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Dic 19, 2016 9:24 pm

CAPITULO 20

Parecía que Brittany y Dick eran una pareja de filántropos. Sentada en mi camioneta en Jefferson unos días más tarde, abrí el periódico local y justo en medio de la sección de comunidad estaba la hermosa sonrisa de Brittany junto con un artículo sobre un nuevo refugio de animales que acababa de abrir.

Los abogados locales Brittany Pierce y Richard Kline de Sherman, Kline y LeFave, LLP, asisten a la gran inauguración del Refugio Animal Park Street. Kline y Pierce, miembros de la junta directiva de Park Street, ayudaron a recaudar más de quinientos mil dólares para apoyar las nuevas instalaciones del refugio. Al final del artículo, había un número de teléfono para el refugio. Marqué inmediatamente. Una chica respondió:

—¿Refugio Animal Park Street?

—Hola, ¿me preguntaba si están buscando algúna voluntaria?

—En realidad, sí, señorita. Estamos en extrema necesidad de paseadores de perros. ¿Es algo en lo que podría estar interesada?

—Absolutamente. Podría ir esta tarde.

—Tendremos que llenar unos papeles que necesitamos procesar, por lo que puede que no podamos comenzar hasta más tarde en la semana.

—Está bien. No puedo esperar para ayudar.


Toma eso, amante de mi Princesa. Acosadora, paisajista, niñera de cabras... añadan paseadora de perros a la lista de nuevas ocupaciones en poder de Santana López durante mi estancia en Temecula.

La rutina diaria ahora consistía en tener un desayuno virtual en Starbucks con Brittany, ir al gimnasio, áreas verdes (también conocido como tiempo con Pixy), seguido de una tarde paseando en cualquier lugar de tres a cinco perros a la vez. Para alguien sin trabajo formal, estaba más ocupada y en mejor forma que nunca antes en mi vida. Un viernes por la tarde, estaba en un parque paseando a un gran danés, una mezcla de pastor alemán y galgo cuando me llegó un mensaje de texto de Brittany.

Brittany: Recibí tu nuevo contrato hoy. Necesitan que firmes esta tarde de manera que puedan cumplir con el plazo de producción.

Tratando de controlar a los tres perros ladrando con una mano, usé la función de voz de texto de mi teléfono para responder.

Santana: Estoy paseando a un perro en Slater Park. Puedo llegar después.

Brittany: ¿Paseando a un perro?

Sabía que despertaría su interés. De hecho, confiaba en eso. Este era el momento perfecto para decirle acerca de mi nueva aventura.

Santana: Soy voluntaria de tu refugio. Vi el artículo. Sé que el lugar significa mucho para ti. Quería ayudar.

Brittany: ¿Hablas en serio?

Santana: ¿Puedo pasar por la oficina alrededor de las 5:00 después de regresar?

Brittany: Tengo planes para esta noche, así que tengo que salir de la oficina entonces. ¿Por qué no simplemente paso por el parque ahora y los firmas realmente rápido?

Santana: ¿Dónde debo encontrarte?

Brittany: Junto a la oficina de entrada alrededor de las 04:15.

Santana: Te veré entonces.

Perfecto. Si era honesta, los perros realmente eran los que me paseaban a mí. Dejaba que me llevaran a donde quiera que quisieran ir. Levantaba sus popos con bolsas de plástico color rosa que me proporcionaba el refugio y las tiraba en la basura pública. Las cosas que hago por ti, Brittany Pierce.

Cuando llegó el momento de encontrarme con Brittany, dominar a los perros se convirtió en una necesidad.

—Detengan sus caballos, chicos. Iremos en esta dirección.
Los dos más grandes en realidad eran más como caballos que perros de todos modos. Me detuve cuando la vi. Ella no me vio en un principio. Brittany estaba esperando sola con una carpeta de manila bajo el brazo, comiendo un cono de helado. Mi boca se hizo agua mientras mis ojos seguían el movimiento de su lengua deslizándose por el helado. La luz del sol atrapaba los reflejos rojos naturales en su cabello. Una ligera brisa soplaba en su falda. Echaba de menos esas piernas. En realidad, extraño sus piernas envueltas alrededor de mi espalda mientras estoy enterrada profundamente dentro de ella. Mi pene tembló ante la idea.

Los perros no estaban contentos de tener que parar bruscamente para que pudiera mirarla. Tomaron represalias yéndose de pronto hacia donde ella estaba de pie, arrastrándome con ellos. Brittany estalló en risas cuando me vio luchando para contener a las tres bestias ladrando.

—Tienes las manos llenas.

Sonrió. Todo valió la pena solo para ganarme una sonrisa sincera de ella, lo que era raro últimamente. Tenía un poco de crema del helado en el labio inferior, y anhelé lamerlo. Parecía que los perros estaban igual de enamorados de Brittany. Empezaron a saltar encima de ella. El danés consiguió algo de su cono de helado. Estaba cubierto de baba, por lo que ella le permitió comerse el resto. Brittany parecía estar absorbiendo la atención, sin embargo, dejando que los tres prácticamente la pisotearan y lamieran su cara. El pastor parecía estar a punto de penetrar su pierna. Los perros se estaban escapando de ser asesinados. Nunca en mi vida he querido tanto ser uno. Apretando mis manos en las correas, dije:

—Chicos, tranquilos. Denle a la pobre Brittany algo de espacio.

—Un consejo interesante viniendo de ti, Srita. López.

—Por lo menos no he tratado de lamerte. Moví mis cejas—. Aunque he pensado en ello.

—Lo has hecho, ¿no?

—Sip. Justo ahora, en realidad. Pero puedo contenerme cuando quiera. Ese es un punto oscuro en mi esquina, ¿eh? —Le guiñé un ojo.

—Bueno, felicidades por no actuar como un animal.

—No es fácil a veces, porque sé lo que me estoy perdiendo, a pesar de que ya tuve una muestra de tus partes.

Sacudiendo la cabeza, dijo:

—Eres grosera.

—Te gusta.

—No, no lo creo.

Ella puso los ojos en blanco, pero la expresión de su rostro era una de diversión. Ahí está mi chica sucia. Ella abrió la carpeta y sacó una pluma de su bolso.

—Deberíamos hacer que firmes tu contrato. Lo revisé cuidadosamente. Incluye todo lo que habíamos pedido, sin sorpresas, pero siéntete libre de revisarlo antes de firmar. Garabateando mi firma en la parte inferior lo más rápido que pude, le entregué de regreso la pluma, diciéndole:

—No es necesario. Confío en ti por completo.

Mirando hacia sus ojos directamente, agregué

—: Dudo que se pueda decir lo mismo de mí, pero estoy trabajando en eso.

Ella parecía cerrada.

—Estás en lo correcto. No puedo decir lo mismo.

Metió la carpeta de nuevo bajo su brazo.

—. Será mejor que me vaya. Tengo que estar en otra parte.

—¿Tienes una cita con el Dickster?

—Deja de llamarlo así. Por última vez, su nombre es Richard.

Mi tono se puso serio.

—Vamos, Princesa. Solo estoy bromeando sobre todo... tus partes... Dick... todo. Conoces mi sentido del humor. Solía gustarte.

—¿En serio? ¿Lo hacía? Es curioso, porque no recuerdo mucho de lo que sucedió antes de despertar con dolor entre mis piernas y encontrar que te habías ido.

Mierda. Sentí como si me hubiera dado un puñetazo en el estómago. ¿Cuándo se hará esto más fácil? Di un paso hacia ella.

—Tenemos que hablar más sobre lo sucedió. Yo…

—La verdad es que tengo que irme —dijo Brittany, mirando su reloj y retrocediendo.

Los perros se estaban inquietando y tirándome en la dirección de un par de pequeños Yorkshire Terriers que corrían sueltos. Les grité:

—¡Mierda! Vayan más despacio.

Eran buenos pilotos. Para el momento en que me di la vuelta otra vez, mi chica se había ido. Después de ese fiasco, fui directamente al bar y descargué toda la historia con Carla Bubis. Sirviéndome una segunda copa, ella negó.

—¿Quieres saber lo que pienso? Ella es tan mala como tú.

—Aclara esa declaración.

—Ambas son jugadores.

Estaba arremolinando mi bebida en la copa.

—Bueno, si se trata de un juego, la diversión está empezando a desaparecer.

—Ella está fingiendo que no te quiere aquí, y sin embargo te ha estado acechando también. Si realmente no quisiera tener nada que ver contigo, nunca habría tomado tu caso. Podría haberle dicho la verdad a su novio, y él te habría echado a la calle rápido, cliente o no. Te está escondiendo de él porque todavía tiene sentimientos por ti y no quiere que lo sepa. ¿Estás ciega, Aussie?

Mi corazón latió más rápido, lleno de renovada esperanza.

—Nunca lo pensé de esa manera.

—Hay que ponerle fin a este juego del gato y el ratón. Averigua cuáles son sus intenciones. Eres una buena chica, Santana. Sé que la lastimaste bastante, pero tú estás herida, también. Ella necesita saberlo. Deja de fingir que estás bien con todo esto.

—¿Qué sugieres?

—Corta el acto de la paciente héroe. ¿Cuántos arbustos más puedes plantar, Srita. Pulgar Verde? No está ayudando en nada. ¡Lo que realmente necesitas es plantarte a ti misma en su arbusto! Deja de perder el tiempo, y dile lo que quieres.

Yo me reí.

—Olvídate del pulgar verde. Creo que tengo un adormecido pene verde para este punto.

—El Gigante Verde —bromeó ella.

Intervine con un:

—Como el de Shrek.

Las dos estábamos riendo a carcajadas. Cuando la risa se apagó, miré hacia ella, mi sonido atorándose. Su amistad realmente había significado mucho para mí.

—¿Qué haría sin ti, Carla Bubis?

Ella pareció sonrojarse ante mi comentario. Esa no era ella. Aclarando su garganta, apoyó sus manos sobre el mostrador.

—Mira, con toda sinceridad, tienes que ir con ella esta noche. Dile cómo te sientes sin toda la mierda. Cerciórate de que sepa que no vas a estar ahí para siempre. El tiempo es precioso. Hay un montón de mujeres a quienes les encantaría la oportunidad de hacerte feliz si a ella no le importas.

Por una fracción de segundo, la expresión de sus ojos me hizo preguntarme si se refería a sí misma. El resto de ese fin de semana lo dejé libre de acosar a Brittany. Era la primera vez en todo el día que no estaba teniendo por lo menos una visión de ella. Pero en realidad lo que necesitaba era tiempo a solas para pensar sin el disuasivo de su hermoso rostro y suculento trasero. Aunque la última conversación con Carla había aumentado mi confianza, entre más tiempo pasaba sola, más dudas comenzaban a colarse.


Ese domingo, pasé una buena parte del día en la lavandería. Observar la ropa girar y dar vueltas en la secadora me ayudaba a meditar y reflexionar sobre todo. Por mucho que siempre dijera que me quedaría en la ciudad todo el tiempo que fuera necesario, no estaba dispuesta a hacer eso si Brittany ya me había expulsado de su vida. Si su intención era quedarse con Dick contra viento y marea, entonces realmente necesitaban saberlo.

Una cosa era que me perdonara. Otra era conseguir que me perdonara y me diera otra oportunidad, dejando a un tipo que supuestamente la hacía feliz y que estuvo allí para ella cuando yo no.

Había decidido que mañana por la noche después de que Brittany llegara a casa del trabajo, trataría de conseguir mi respuesta de una vez por todas.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Dic 19, 2016 9:26 pm

CAPITULO 21

Me salté la rutina del desayuno la mañana el lunes en Jefferson y fui directamente a la casa de Brittany en su lugar. Hoy sería un día más largo, ya que le daría los toques finales al corral de Pixy y me aseguraría de que todo estuviera en orden en caso de que las cosas no salieran a mi favor esta noche.

Me detuve por dos de burritos de maíz, los favoritos de la cabra y llevé el almuerzo a la ventana. Viéndola engullirlos en tan sólo unos pocos bocados, le rasqué la cabeza.

—Escucha, tengo que decirte algo importante.

Ella estaba demasiado ocupada lamiendo la envoltura del burrito para mirarme.

—Necesito que sepas que si me voy, no será por tu culpa. ¿Está bien?

—Baa.

—No quiero nada más que verte todos los días y que las tres estemos juntas. Pero no sé si eso va a ser posible ya. Si no es así, me tendré que ir de nuevo. Porque me hará demasiado triste quedarme.

Ella me miró con sus ojos caídos. A pesar de que supuestamente era ciega, a veces juraba que podía verme.

—Prometo que si eso sucede, nunca te olvidaré, Animalito, ¿de acuerdo?

Pixy apoyó la barbilla en mi mano, y yo hice algo que nunca había hecho antes. Bajando a su nivel, besé su frente. No era el tipo de beso que había esperado en Temecula, pero era la segunda mejor opción. Era la mascota oficial de mi tiempo con Brittany, siempre en el centro de los buenos recuerdos que compartimos. Nunca la olvidaría. Tomé un selfie de nosotras. Ahora podía tachar ‘besar a una cabra’ de mi lista de pendientes.

El resto de la tarde, fui en busca de las flores princesa. No quería quitarlas del frente de la zarza que había plantado, por lo que tenía que encontrar a una florista que las sacara. Finalmente pude juntar un ramo y lo llevé de vuelta a mi motel. Me duché, me puse pantalones vaqueros oscuros y una camisa de color negro, y me salpiqué algo de colonia. Necesitaba verme y oler lo mejor esta noche ya que sería importante. Decidí no llamar a Brittany primero. No quería que tratara de convencerme de no ir. Por lo tanto, aparecerme en su puerta esta noche sería una apuesta. Era una noche clara. Las luces del interior de su búngalo iluminaban a la de otra forma oscura calle. Ella estaba en casa. Yo estaba en casa. Con mi corazón acelerado, estacioné mi camioneta a la vuelta de la esquina y me senté allí durante al menos veinte minutos ensayando lo que iba a decir.

Alguien salió de la casa frente a la que estaba estacionado. La mujer estaba meneando el trasero con sus senos saliendo mientras se acercaba a mi camioneta en camisón y endebles zapatillas. Cuando vi el yeso en su mano, me acordé de que era la vecina cachonda de Brittany, Philomena. Ahora, parecía que tenía un yeso en la pierna también. ¿Qué carajos? Esta chica era un lío caliente.

—Hola guapa. Vi tu camioneta por aquí.

—Lo siento, no me di cuenta que vivías aquí. No debería haber estacionado justo en frente de tu casa.

—¿Bromeas? Me puse toda emocionada, pensé que tal vez habías decidido que querías cortar mi césped después de todo.

—No, no estoy en el barrio por negocios.

—¿Tal vez desees simplemente entrar y tener sexo conmigo entonces?

—Guau, bueno... um... aunque esa es una oferta tentadora dado tu precioso... yeso... y todo, no estoy realmente disponible para eso. Pero gracias.

—¿Por qué no vienes a tomar una copa, entonces? Te prometo que no voy a morderte.


—No. En realidad, me dirijo a casa de Brittany.

Ella colocó su yeso en su cadera.

—Eres consciente de que Brittany tiene novio, ¿verdad?

—Soy muy consciente de eso, sí.

—Bueno, si cambias de opinión, ya sabes dónde encontrarme.

Arqueó la cabeza para ver un auto venir.

—. En realidad, parece que él acaba de darle vuelta a la esquina. Esto debe ser interesante.

—¿Quién?

—Ese era el BMW del novio de Brittany que acaba de pasar.

Mi estómago se hundió. Mierda. Después de que Philomena finalmente me dejó sola y volvió a entrar, me quedé sentada por mucho tiempo sin saber qué hacer. Agarrando las flores, al final salí de la camioneta, planeando dejarlas en su puerta. Al acercarme, lo que vi en visión clara por la ventana casi me detuvo el corazón. Brittany estaba sentada en el sofá con Richard mientras apoyaba la cabeza en su hombro. Se veía contenta. En paz. Parecía como si estuvieran viendo una película. Por mucho que me doliera verlo, no podía apartar la mirada. Esa visión era la esencia de mi sueño. No había nada más en el mundo que quisiera que volver a casa todas las noches y hacer exactamente eso, simplemente estar con ella. Con cada segundo que pasaba mientras estaba allí, las semillas de la duda comenzaban a crecer. De repente, por primera vez desde que llegué a Temecula, incluso con todo el acoso, verdaderamente me sentí como una extraña mirando hacia adentro.

Realmente me golpeó. Cuando la cárcel me había arrojado a un túnel del tiempo, el tiempo efectivamente había pasado. Brittany había seguido adelante. Había seguido adelante. Maldita idiota, Santana. Esto fue por lo que hiciste, lo que hiciste, ¿recuerdas? Era lo que supuestamente querías para ella. Al menos veinte minutos deben haber transcurrido después de esa realización, y estaba todavía de pie en el mismo lugar en el mismo césped que había cuidado a la perfección. Sabía por qué me sentía enferma.

Estaba de luto por ella. Huir de ella la primera vez la dejó devastada. Alejarme una segunda vez ahora me devastaría a mí. Esta vez, no parecía saber cómo irme. Supe que no podría decir adiós. Por ahora, dejaría las flores en la puerta, tal vez le enviaría un mensaje o le haría una llamada mañana para decirle acerca de mis planes de regresar a casa a Hermosa Beach. Al llegar a su puerta, me arrodillé para colocar las flores sobre la alfombra de bienvenida. El golpe me sobresaltó. Pixy debió haberme olido. Apareció en la ventana de la habitación, que estaba justo al otro lado de la puerta principal. Comenzó a decir

—baa— incesantemente.

—¡Shh! —le advertí.

Justo cuando empecé a alejarme, la luz exterior se encendió y la puerta principal se abrió. Me volteé. Brittany estaba allí de pie.


—Santana... Levantando la mano lentamente, le dije:

—Hola.

—¿Qué estás haciendo aquí?

Ella miró hacia abajo y vio las flores, inclinándose para recogerlas.

—. ¿Dejaste estas en mi puerta?

—Así es. No tenía la intención de entrar.

Dick apareció, colocando su mano posesivamente alrededor de la diminuta cintura de Brittany. Mis ojos se posaron en ella, luego se movieron hasta encontrar la expresión asustada de Brittany.

—Srita. López —dijo Dick—. ¿Cómo podemos ayudarla?

Podemos. Vete a la mierda, Amante de mi Princesa.

—Sólo vine a traer una pequeña muestra de mi agradecimiento por la asistencia de Brittany con mi asunto legal.

—Fue amable de su parte, pero debería haberlas dejado en la oficina en vez de venir aquí.


Pendejo.

—En realidad, me iré temprano en la mañana. Por lo tanto, esta era mi única oportunidad.

Brittany había estado mirando las flores. Su cabeza inmediatamente se levantó y su mirada ahora estaba penetrando la mía.

—¿Dejarás la ciudad?

—Eso es correcto. Mi asunto aquí terminó.

Seguí mirando directamente sus ojos, para que entendiera la gravedad de esto.

—. No iba a irme sin decir adiós.

Ella se quedó allí sin habla. Pixy estaba de pie junto a las piernas de Brittany. Sabiendo lo que ella estaba esperando, me agaché, cerrando los ojos para dejarle lamer mi cara por última vez. Cuando me puse de pie, Dick, que parecía confundido acerca de mi vínculo instantáneo con la cabra, miró atrás y adelante entre el animal y yo. Apretó su agarre en Brittany, y dijo:

—Bueno, le deseamos lo mejor.


—Gracias.

Empecé a caminar antes de girar una última vez. Mi voz era tensa

—. Cuida bien de ella.

No me importó lo inapropiado de ese último comentario. Es lo que había que decir. Tragándome mi dolor, caminé por la hierba sin mirar hacia atrás a ella. No podía. Después de que le di vuelta a la esquina, me metí en mi camioneta y salí a toda velocidad. Me dirigí directamente a mi habitación del motel. Había querido ir al bar para decirle adiós a Carla, pero tenía miedo de beber hasta el olvido. Algún día pronto, escribiría una carta o algo que le dijera lo mucho que su amistad significó para mí.

Brittany no había llamado ni enviado mensajes de texto. Eso sólo solidificaba el hecho de que mi salida sería lo mejor. Dando vueltas en la cama, el sueño no estaba viniendo a mí. Incapaz de deshacerme del dolor físico insoportable de mi cuerpo de saber que nunca la tocaría de nuevo, me llegó el insomnio.

Me senté en el borde de mi cama, tirando de mi cabello con frustración mientras miraba mi maleta y comprobaba mi teléfono por lo que parecía ser la centésima vez. Mirando hacia abajo mi mano, me quité el anillo de oro falso de las Vegas y lo tiré con rabia en el basurero. Mientras una parte de mí no esperaba que llamara, una gran parte de mí estaba destrozada porque no lo hizo. Lo que más me molestaba era que todavía no podía imaginar mi futuro sin ella.

Un golpe en la puerta me sobresaltó. El motel estaba en una zona de mala muerte, por lo que me aseguré de comprobar la mirilla antes de abrir. La vista interior era una versión distorsionada de una Brittany angustiada. Mi corazón se aceleró confundido a pesar de haber sido vaciado antes de toda esperanza. Abrí la puerta, pero no dije nada mientras ella caminaba junto a mí y se sentaba en la cama. Me quedé de pie frente a ella. El silencio fue ensordecedor mientras nos miramos la una a la otra.

Entonces, empezó a hablar.

—Esperé durante seis horas en el vestíbulo ese día...

Cuando una lágrima cayó por su mejilla, agarré un pañuelo de papel y se lo di antes de sentarme a su lado. Mi cuerpo se tensó en previsión de lo que diría entonces.

—Estaba tan segura de que ibas a volver. No dejaba de oír en mi cabeza lo que me habías dicho la noche en que llegaste tarde consiguiéndonos la cena en Arizona, cuando me asusté. Dijiste: “Nunca te haría eso”. Así que, mantuve la esperanza por un tiempo. Me sentí como una tonta porque a pesar de que todas tus pertenencias habían desaparecido, todavía creía que regresarías. Sé que habían sido sólo ocho días contigo, pero me sentía más cercana a ti que nadie. Veía un futuro contigo.

Mi pecho se apretó.

—Dime lo que pasó cuando llegaste a Temecula. Necesito saber todo aunque duela oírlo.

—Estuve muy deprimida durante mucho tiempo. Me lancé en el nuevo trabajo. Un par de meses después de la mudanza, conocí a un chico. Se volvió un buen amigo. Su nombre era Jeremy. Era tan dulce y bueno conmigo. Fuimos amigos durante seis meses antes de que se volviera mi novio. Sabía todo acerca de lo que pasó entre tú y yo. —Se rió un poco, mirando por encima de mí por primera vez—. Te odiaba.

Sonreí a pesar de que eso me dolía en el interior. Y ella continuó:

—Puse una pared, no le permití entrar. Todavía estaba tan envuelta en ti aunque te fuiste, y me lastimaste. Eras todavía todo lo que quería, lo único que anhelaba. Dondequiera que iba, todo me recordaba a ti. Jeremy lo sabía. Quería más de mí de lo que podía darle. Quería mi corazón, y a pesar de que se había roto, todavía te pertenecía.

—¿Cómo acabaste encontrándote con Richard?

—Después de que las cosas terminaron con Jeremy, decidí que realmente necesitaba ayuda. Entre mi carrera, mis relaciones, incluso mis relaciones familiares... me sentía... atascada. Empecé a ver una terapeuta. Ella me ayudó a que hiciera algunos cambios y que dejara de culparme a mí misma por tu partida. Me ayudó en cierta medida con mis problemas de confianza y de abandono. Todavía estoy trabajando en ellos. También me hizo ver que tenía que aceptar que no ibas a volver. En el momento en que Richard entró en mi vida hace siete meses, estaba dispuesta a dejar entrar a alguien de nuevo. Fue contratado como socio de la firma. Así es como nos conocimos.

—Por mucho que valoro su nombre, parece un buen tipo.

—Nunca le hablé de ti. Sí, es una persona maravillosa. Él y yo tenemos una gran cantidad de intereses en común. Me animó a seguir mi pasión. Es la razón por la que empecé a involucrarme en el refugio de animales.

—Eso es bueno.

—No era la primera persona que me inspiraba de esa manera. Eso fue lo único que hiciste por mí, Santana. Me enseñaste mucho en un corto período de tiempo acerca de cómo vivir la vida. Incluso aunque rompiste mi corazón, nunca me arrepentí de conocerte. Todavía volvería y no lo cambiaría. Eso era lo que siempre pareció tan jodido para mí. Mucho de lo que soy ahora es por tu culpa.

—¿Lo amas?

Sin dudarlo, dijo:

—Sí.

Su respuesta se sintió como un disparo en mi pecho a quemarropa. Tragando, le dije:

—Está bien...

—He estado muy confundida. Por mucho que me importa Richard, no voy a mentir. El que hayas aparecido ha vuelto mi mundo al revés. Nunca podría haber adivinado la verdadera razón por la que te fuiste. Todo lo que creía que era verdad... no lo es. Supuse que me abandonaste por otras razones.

—Pensé que te estaba haciendo un favor.

—¿Por qué no quisiste que esperara por ti?


Sonando dolorida, agregó

—: Habría esperado todos y cada uno de esos días.

Le acaricié el cabello. No pude evitarlo.

—Nunca dudé de eso. Pero pensé que te molestarías conmigo. No sabía lo que estar en la cárcel me haría y no quería que esperaras por una mujer que no estaba segura de que valía la pena. En realidad, la experiencia me hizo una persona más fuerte, pero no tenía forma de saber eso en aquel entonces. Más que nada, no merecías tener tu vida en suspenso en el momento en que yo estaba tratando de tener un nuevo comienzo.

—A pesar de que ahora entiendo las cosas con mayor claridad, la forma en que te fuiste todavía es traumatizante. Incluso si las cosas fueran diferentes con Richard, no sé si alguna vez podría plenamente confiar en que no te irías de nuevo.

Enterarme de eso me puso incómoda. Dejé de andarme por las ramas.

—Sólo dame esta respuesta. ¿Llegué realmente demasiado tarde?

Mi corazón latía con fuerza. Ella vaciló y algo en sus ojos me dio un atisbo de esperanza. Este momento se sentía como mi última oportunidad y no estaba demasiado orgullosa de estar rogando. Ella todavía estaba sentada en la cama cuando caí de rodillas debajo de ella, apoyando mi cabeza en su estómago.

—Sólo dime qué hacer, Brittany —repetí—. Sólo dime lo que tengo que hacer para conseguir que me des otra oportunidad.

No había sido tocada por una mujer en más de dos años, así que cuando ella pasó los dedos por mi cabello, pareció sentirse mejor que cualquier cosa que jamás hubiera experimentado en mi vida. Mi respiración se atoró. Su respiración era entrecortada. Cada sonido que se le escapaba iba directo a mi pene. Estar tan cerca me hacía desesperada por saborearla. No tomaría ventaja de su atracción sexual hacia mí. Si tenía que jugar sucio, lo haría.

Hablando lentamente sobre su estómago, le dije:

—Quiero compensártelo. Te juro que olvidarás todo el dolor. Ni siquiera recordarás tu propio nombre.

—No —ella respiró.

Yo bajé mi boca y hablé sobre su piel justo debajo de su ombligo.

— ¿Él te complace? ¿Te da lo que realmente necesitas? Sus piernas temblaron.

—Santana, detente.

La reacción de su cuerpo fue suficiente respuesta para mí. Estaba de vuelta en el juego.

—Princesa, mira allí. Mi maleta está llena. Estoy lista para irme en la mañana. ¿Tengo alguna razón para quedarme? Dímelo.

Una mirada de tormento se apoderó de su bonita cara.

—No puedo prometerte nada.

—No te pedí una promesa. Te pedí una oportunidad. Me gustaría empezar por simplemente ser tu amiga otra vez... de la forma en que comenzó.

Ella se levantó y comenzó a pasearse.

—Todavía estaré con Richard. No voy a engañarlo.

—No te pido eso.

Caminé hacia ella lentamente, tratando de no parecer como una leona al acecho a pesar de mis sentimientos depredadores.

— . Entonces, déjame preguntártelo de nuevo. ¿Quieres que me quede?

Ella miró mis ojos y susurró:

—Sí.

—Entonces, aquí estaré.

Ella retrocedió.

—Me tengo que ir. Le dije que iba a tomar un helado y a poner gasolina en mi auto.

—Será mejor que en realidad vayas a buscar un poco entonces. Ten cuidado. Es tarde. ¿Cuándo voy a verte de nuevo?

—Richard tiene una reunión temprano. Nos vemos mañana para el desayuno en Starbucks a las nueve.

—¿Nosotras? ¿Juntas? ¿En Starbucks?

—Sí. Eso sí, no pidas lo mismo que yo. Es espeluznante.

Yo sonreí.

Cuando la puerta se cerró detrás de ella, mi sutil sonrisa previa se transformó en una enorme. Me acerqué a la papelera, saqué mi anillo y lo puse de nuevo en mi dedo. Sin prisa y sin pausa se gana la carrera.
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por Tati.94 Lun Dic 19, 2016 10:17 pm

Que bien san no se fue, y a britt darle tiempo,aunque no se si aguante tenerla cerca digo todavia tienen esa tension entre ellas
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Finalizado Re: [Resuelto]BASTARA ARROGANTE GP (BRITTANA). cap. 29 y Epilogo

Mensaje por claudia1988 Mar Dic 20, 2016 11:41 pm

Me encanta la historia, no he podido comentar hasta ahora porque desde mi cel tengo problemas para iniciar sesión (╯︵╰,)
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