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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 11, 2017 10:48 pm

micky morales escribió:Por dios santana dejate querer, estoy segura que san no es una mas para britt y esta llego en el mejor momento, adios a ese club de porqueria!!!!! [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo - Página 3 1206646864 [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo - Página 3 1206646864 [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo - Página 3 1206646864

Eso mismo digo Yo, Britt creo ya demostro su punto, ahora solo falta que Santana se deje querer.....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 11, 2017 10:51 pm

3:) escribió:Ya si san no se deja querer por britt y todo lo que le dijo.... Es definitivamente para matarla literal....
Me gesto todo lo que hizo britt por san!!!.. A ver que hace ahora ella??

Es tan cabeza dura, una cosa es que haya sido la hija del pastor, pero ya se pasa.... si ella misma dice no creer, ademas no esta haciendo nada malo.....
Tuvo que comprar el maldito club, para que ella no siguiera trabajando, pagar la universidad, osea hello, Santana sentido comun.....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 11, 2017 10:52 pm

monica.santander escribió:Hola!!! Me encanto Britt en todos los aspectos!!! Esero que San no se ponga en modo tonta!!!
Saludos

Britt es el mejor partido en todos los aspectos,, y no hablo por el dinero que tiene, sino por lo que hace, como demuestra a Santana que ella no es una mas. Ambas se estan salvando una a otra, pero Santana necesita dejarse querer....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Mar Abr 11, 2017 10:56 pm

JVM escribió:Es difícil para ambas porque nunca habían sentido esto por otra persona, San cuestiona todo lo que pasa con Britt por su inexperiencia y por lo que sabia de ella y pues la rubia tratando de descifrar a una persona que la vuelve loca pero que es una incógnita en todos sentidos y que cuando cree haber avanzado es como volver al inicio con ella, además de que aun no sabe hasta donde llega la inocencia de la morena.
Creo que después de esta plática y de lo que ha hecho Britt para salvar a San ésta se ira abriendo y ya dio los primeros pasos medio contó su historia y bailo para ella....ahora haber como siguen las cosas...
Esperó actulices pronto!!! Ya quiero leer! :D

Hola que agradable sorpresa, pense que me habias abandonado....
Creo que has señalado un punto muy importante, hasta donde llega la inocencia de Santana, sera que esa sea la barrera que las separa???? o sera el orgullo???
Hasta hoy podre actualizar, estaba contestando primero los comentarios y luego dentro de un rato despues de revisar un poco el capitulo, actualizo....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Miér Abr 12, 2017 5:22 am

CAPITULO 13



Ella es todo lo que hay. Todo lo que alguna vez habrá. Estoy cayendo a través de la eternidad, y su tacto es la estructura que la construye. Su beso es la sustancia de lo infinito. Estos pensamientos no tienen sentido, incluso en mi propia mente, pero éstos siguen siendo veraces, de alguna manera extraña.

Sus brazos son como las rejas de una prisión, pero es una celda de la que no tengo ningún deseo de escapar. Tienen todas las contradicciones, duros y suaves, dulces y salados, perfecto e imperfecto.

Mis manos se cierran sobre sus pechos desnudos, mis uñas raspando su piel mientras nuestras bocas se funden. Mis pezones son grava contra sus pechos, rígidos a través del material de mi sujetador y la camiseta de algodón fino. Sus pantalones cortos son un casi una resbaladiza capa de rayón, y siento la gruesa y rígida, intrusión, de su caliente parte extraña de virilidad contra mi vientre, la evidencia física de cómo hago que se sienta. Esa presencia, gruesa contra mi estómago, me asusta. Es enorme y dura como una roca, y... quiero verla. Quiero tocarla. Quiero sentirla...y probarla. Me siento pecadora y mala de sólo pensar en ello, pero lo juro, es verdad. Quiero probar todo de ella. Quiero sentir todo de ella. Quiero darle todo de mí. Pero ella tiene que saber que sería la primera, la única . Trato de hacer que las palabras salgan, pero la beso en su lugar.

Me levanta, acunada en sus brazos, y el beso no se rompe mientras me lleva a través de su casa. Mis manos se aferran a sus hombros y a su cuello, y tomo aire en la boca, jadeando, con los ojos cerrados, luchando por la claridad y lucidez e incapaz de ser otra cosa que arrastrada por la necesidad. Estamos en su habitación. Estoy de vuelta en su cama. Pone los labios en mi boca golosa. Dedos fuertes e insistentes tiran lejos la camisa y la echan a un lado. Mi sujetador es negro y básico, agarrado por la espalda por tres ganchos y ojales. Me arqueo en mi espalda, y ella hace un corto y eficiente trabajo de desbloqueo, sacándolo de mí y haciéndolo a un lado.

Cruzo los brazos sobre el pecho, y ella me lo permite. Se sienta en su lado junto a mí y me mira fijamente a los ojos.

—Déjame verte, nena.

Cierro los ojos con fuerza y niego con la cabeza. Se ríe, y traza un patrón inactivo en mi vientre con el dedo índice, perezosos círculos vagando que conducen hacia abajo a mis capris de color caqui. Sus ojos están sobre mí, y me obligo a tener mis párpados abiertos, forzando la mirada hacia ella, como una piedra inmóvil mientras aprieta los bordes de mi cintura juntos y libera el cierre. No me muevo mientras baja la cremallera lentamente, dejando al descubierto un trozo de encaje negro que coincide con el sujetador. Sigo observándola mientras se separa de mí cuando toma de la cintura de mis pantalones en sus manos y les lleva abajo sobre mis caderas generosas. No ayudo, pero tampoco se lo impido, y pronto estoy desnuda pero con mi ropa interior.

Un familiar estado de desnudes, pero nunca me he sentido más vulnerable.
Sus ojos arden entre el verde-azulado, con toques de azul en los bordes. El deseo y el fuego sin paliativos me abrasan desde su mirada. Con una mano en el vientre, y luego un dedo inmerso bajo el elástico negro, por debajo del impreso de Victoria Secret en escritura rosada. Parpadeo, dos veces, y me trago el nudo palpitante de miedo. Ese dedo, el dedo índice derecho, se desliza alrededor de la circunferencia del elástico, de cadera a cadera, y luego otra vez, tirando suavemente hacia abajo. No levanto mis caderas, mantengo mis ojos en ella y dejo que me los quite.

Ella ya me ha desnudado. Ahora solo está terminando la tarea. Ha visto todo lo demás, y ahora quiere verme completamente desnuda. Pero para cuando la ropa está apenas cubriendo la parte superior de mi hendidura dice

—: Te las quitas. Si quieres esto, sácalas.

Ésta es mi última oportunidad, ya lo veo. Si me niego a esto, sabrá que soy demasiado miedosa. ¿Y lo soy? No estoy mareada, no hiperventilando, no hago ninguna de las cosas que suelen acompañar a mis emociones más fuertes. Me aterra, porque siento las tres palabras de verdad burbujeando en los labios.

Bueno, hay dos verdades que compiten por la palabra, y ambos vienen en frases de tres palabras.

Voy por la más fácil.

—Soy virgen.

Ella no responde en absoluto. Sólo se queda mirándome por un largo y silencioso momento. Ninguna de las dos aún respira. Entonces levanta una ceja.

—Eso explica muchas cosas.

Se lame los labios, y en ese pequeño movimiento, sus nervios se revelan.

—¿Pero cómo? Quiero decir, ¿cómo puedes ser una virgen y una stripper? Eso no... no tiene ningún maldito sentido.

Trago saliva y trato de no sentir la distancia creciente entre nosotras.

—Simplemente sucedió. Te dije que mi padre era un pastor. Crecí en un hogar muy estricto y conservador. Hasta que, sólo, fui besada por un chico, pero eso fue porque me besó cuando yo no estaba lista y no lo quería, y no duró ni medio segundo, por lo que ni siquiera realmente debe contar. Nadie... nadie jamás me ha tocado como tú, me mira como tú, ni me abrazó, ni me besó ni nada. Nunca nadie me ha querido, y... y, sobre todo, nunca he querido a nadie antes. Yo no...No sé lo que estoy haciendo. Tengo miedo. De esto, de ti. De todo.

Mis brazos cruzados están cubriendo mi pecho, y aprieto mi dominio sobre mí misma. Me he desnudado del todo, dije la verdad y temo dejarme sumergir en ella.

—Quiero esto. Que hago. Te quiero. Pero... es todo lo que me queda de mi familia, de mi padre, en lo que yo creía, es que esto tiene que significar algo. Tiene que ser real. Tiene que ser... tal vez no para siempre, pero... tiene que ser algo más que ahora. He esperado demasiado tiempo. He estado sola, asustada y desesperada demasiado tiempo para que esto sea una cosa que acaba de una vez.

Brittany abre la boca para hablar, para protestar, pero le beso para calmarla, pero luego me alejo, casi con violencia, antes de que me pierda en ella.
Y luego continúo.

—Quiero esto contigo, Brittany. Necesito esto. Te necesito. Estás...quitando todas las ideas de quien solía ser y de lo que soy, y soy... soy tuya. No sé cómo sucedió, pero lo hizo. Pero... si esto no es…si no lo es todo para ti, entonces voy a estar totalmente perdida. ¿Tiene esto algún sentido? Si te doy esta última pieza de lo que soy, no me queda nada, y si dejas de quererme, si no...

Trato de calmarme, poco dispuesta a utilizar la palabra de cuatro letras que cuelga tan densamente entre nosotras.

Ella toca mi boca con sus dedos, pero yo ya estaba terminando de hablar.

—Nena. Nena. Santana. No te voy a dejar. Quiero decir lo que esto significa para mí, pero me temo que si lo hago, vas a pensar que estoy diciéndolo para conseguir lo que quiero.

Cierra los ojos por un instante, y luego los abre.

—No puedo creer que seas virgen. Pero, de nuevo lo pienso, y si puedo.

La habitación es fría, y estoy en su mayoría desnuda. Me estremezco y Brittany lo ve. Se agacha y desenvuelve la colcha doblada longitudinalmente a lo largo del borde de la cama y las cortinas y la extiende hacia mí.

—Dime cómo te estoy quitando todas las ideas de quién crees que eres. Explícame que quieres decir.

—Pensé que ibas a decirme…


—Es mi oportunidad. Y tengo que entender esto. Porque quiero que seas tú. No quiero despojarte de quién eres.

—No es así. O tal vez lo es. Es difícil de explicar.

Agarro la manta y la subo hasta debajo de la barbilla y ruedo hacia ella. Ella engancha una almohada y la mete debajo de su cabeza, me arrincona en su brazo, y la dejo.

—. Era la hija de un pastor. Durante mucho tiempo, durante toda mi vida. Esa era mi identidad. Era una niña de mamá. Esa era otra parte. Pero entonces mamá murió, y me escapé a la USC para entrar en la escuela de cine, y mi padre me repudió por ello. No he hablado con él, ni por teléfono, texto, carta, correo electrónico, nada, desde que dejé Macon hace más de dos años. Nunca lo haré, o al menos no lo creo. Elegí mi camino. Elegí el pecado. Así lo hice. Así que esa elección me dejó sin ser la hija de un pastor, sin madre, sola en la USC. Nunca hice ningún amigo. Estaba... demasiado ocupada con la escuela, y después de que la beca se acabo tuve que buscar trabajo para poder estar aquí, porque no tengo a donde ir, nada que hacer con mi vida, por lo que el fracaso no es una opción. Y entonces estaba demasiado avergonzada de lo que hice.

—Hicimos. —Interviene Brittany, con fuerza.

—Lo que hicimos. —Estoy de acuerdo—. Y yo...yo nunca hice amigos con facilidad. Tuve una amiga real en Macon, Marley, una bailarina en el estudio donde tomé clases. Pero vine aquí y se fue a Auburn y perdimos contacto. Seguimos por correo electrónico de vez en cuando, pero... no es lo mismo. No puedo... No puedo decirle cosas. Así que... nunca hice ningún amigo. Todo lo que tenía, todo lo que soy, es la escuela. Y desnudarme. Pero ahora eso se ha ido, y la escuela no es... no es suficiente. Y es lo que hay. Sólo iba de día en día, sobreviviendo, básicamente. Estaba bailando, y eso era lo más cercano a una identidad que tenía. Eso es lo que me diste en este momento. Cuando estoy contigo, me siento como soy, como si fuera una persona, no solo en este punto de la sensibilidad flotando de clase en clase, de ensayo a ensayo, de prueba a prueba, de la sala de danza a la danza para la habitación VIP. Y esto, estar aquí contigo, esto se siente como... como... casa. —Susurro la última palabra, y es una sola sílaba rota.

Brittany está respirando con dificultad, como si acabara de levantar mil libras. Está temblando. Estiro el cuello, en el hombro para mirarla, y sus ojos están cerrados, como si tratara de controlar algo más profundo. O luchar con una emoción.

—Casa.

Ella pronuncia la palabra como yo lo hice, casi una maldición, la configuración de una sílaba que no tiene significado por sí misma. Sus ojos se abren y se encuentran con mi mirada. Una lágrima brilla en la esquina de mi ojo, y ella se inclina, y la besa.

—Así que, así que...

Yo lucho por la valentía para decir la siguiente parte.

—Así que si esto, si tú y yo, si esto no es real, entonces no juegues conmigo, Brittany. Si no es real para ti, entonces dímelo y me iré.

—Te amo, Santana.

Ella habla sobre mí, me corta con tres palabras afiladas. Pensé que iba a llorar cuando finalmente escuché esas palabras dirigidas a mí otra vez, pero no lo hago. Entierro mi nariz en el hueco de su garganta y respiro su aroma, y siento la tensión en mí sangre alejarse. Me tiene de la nuca y apenas puedo respirar. Y ella me deja. No pide nada de mí. Sólo me sostiene, toma respiraciones profundas de mi pelo y acaricia mi espalda sobre la colcha.

—Mi mamá hizo esta colcha —dice de la nada—. En rehabilitación. Es realmente todo lo que tengo de ella. Sabes, nunca me dijo que me amaba. Tampoco lo hizo papá. Lo más cerca que llegué a estar de oír esas palabras fue de Vickers, una vez. Sólo me había rescatado de la cárcel por exceso de velocidad e imprudencia temeraria en las carreras y arrastrándome al Ferrari de papá, sólo me miró, Vickers, quiero decir, y dice, en su perfecto, acento británico

—: Señor le amo, querida muchacha. Pero este comportamiento salvaje suyo, logrará matarla.

—¿Nadie? ¿Ni una vez?

Niega con la cabeza, luego se encoge de hombros en un movimiento de giro extraño.

—Bueno, quiero decir, lo he oído antes. Pero no de cualquier persona que lo dijera en serio. En el calor del momento, las cosas de una aventura de una noche no cuenta.

Crecí sabiendo que era amada. Mamá me amaba. Completamente. Papá lo hizo, también, a su manera, pero no sin condiciones. No es suficiente. Pero yo sabía, hasta mis átomos que mamá me quería por dentro y por fuera. Si estuviera viva, ella todavía me amaría, a pesar de todo. Y Brittany... nunca tuvo eso. No siempre. Convoco todo mi valor y me doy la vuelta, así que estoy sobre toda la parte superior de ella. Mis pechos aplastándose contra sus pechos, y la colcha, que entiendo es el único recuerdo que Brittany tiene de su madre, de su cariño, se desliza hacia abajo alrededor de mis caderas. Me retuerzo y retuerzo en su contra, cambiando hasta que me presiono por completo en ella, cada centímetro mío contra cada centímetro de ella. Mi pierna se lanza sobre sus caderas, y ciento algo engrosándose y creciente contra mi muslo.
Sé que esto es cierto, por lo que lo digo, porque la necesita, con más desesperación que yo, creo, para escucharlo

—: Te amo.

No lo adorno con su nombre, o con cualquier otra cosa. Acabo de dejar que flote hacia fuera, dejando que lo escuche. Y retengo mi aliento por su reacción.
Cierra los ojos con fuerza. Sus manos se cierran como prensas en mis caderas, sosteniéndome contra ella.

—Repítelo. Por favor.

Nunca he escuchado esa vulnerabilidad. En cualquier persona. Esta más que completamente abierta, desnuda para mí. Veo las terminaciones nerviosas de su corazón, el color rosado de su necesidad interior, la piel gruesa y dura peleando para mostrar la ternura no destinada a ser vista.

Me retuerzo más cerca, presionándome contra ella, sosteniéndome ante ella. Le paso los labios por la mandíbula, luego le beso el lóbulo de su oreja mientras pronuncio las palabras de nuevo, un susurro tan tranquilo que apenas cuenta como discurso, pero sé que lo escucha como un grito de megáfono. Ella se estremece ante cada fonema, ante cada aliento.

—Te amo.

Brittany se estremece debajo de mí, temblando, y sé que está traspasada y perforada como estoy yo por el momento. El mundo está en silencio e inmóvil. El sol se ha movido en su arco a través del cielo. Motas de polvo cuelgan en la luz del sol, congelado como cuentas de ámbar. No sólo a ella, su corazón latiendo contra el mío, el lento enredo de ella en mí, y yo en ella.

Sus ojos se abren, y son todo de color y de fusión en caliente. No tiene que pedirme hacerlo. Llego por mi propia voluntad y aparto la manta, ruedo sobre mi espalda, y me despojo de mi ropa interior. Estoy desnuda, pero ya no vulnerable. Me acurruco en el capullo de Brittany, de su amor, de su necesidad. Sus ojos me observan, me toma. Me cubre. La cara, los pómulos, los labios, los ojos, la nariz, la delicada curva y hueco de mi garganta. Toma el fuerte oleaje de mis pechos, los pezones erectos, mis costillas y el vientre tenso, las caderas amplias y generosas; mis muslos fuertes, la astilla de un espacio entre ellos, las rodillas, las pantorrillas y los pies, y luego regresa, a mi núcleo brillante y suave, tocándolo firmemente sólo con su mano. Y la mía, una vez, brevemente. Mi cabello es una maraña extendido por todo el edredón blanco puro. Mi piel un bronceado natural en contraste con las sábanas blancas.

Y luego esta ella. Perfección. La evidencia de la obra de Dios. Creo en ella cuando estoy mirándola. Pelo rubio. Es un color angelical al igual que sus ojos, cuando está mojado, pero ahora se ha secado y aligera el color, cambiando a una especie de esmeralda. Pelo rubio, despeinado, sin estilo y perfectamente imperfecto.

La belleza cambiante de sus ojos, técnicamente azul cielo cuando se siente amable y suave, casi azul oscuro cuando se enfada, se desvanece al musgo verde cuando está en cruda lujuria, siempre entre colores, nunca oscuros del todo. Pómulos altos, una mandíbula de granito astillado, los labios que pueden enroscar una sonrisa o una mirada lasciva y aún así las mujeres se desmayan. Su pecho es músculo masivo con abdominales profundamente cortados dominando una esbelta cintura. Calidos brazos fuertes me rodean. Su piel casi blanca como la nieve.

Tengo que verla. Lamo mis labios y corro mis manos sobre sus pechos, y ella al tiempo, lo flexiona. Mis palmas se aplanan contra su estómago, y luego mis dedos se vuelven a enfrentarse a sus pies. Deslizo mis manos hasta sus caderas. No me atrevo a llevar mi mirada hacia ella, mientras me trago mis nervios y el miedo, y convoco el océano hirviente de deseo. Los pantalones cortos están sueltos en la cintura, no hay ningún cordón colgando sobre la cintura elástica. Poco a poco y con cuidado llevo también los boxers abajo. Su respiración se agita, y mis ojos están ahora inexorablemente atraídos por su miembro erguido mientras la desnudo, centímetro a centímetro.

Una amplia cabeza de color rosa, una ranura corriendo por debajo de donde fue circuncidada. Las venas y la piel bien dibujadas, blanca y delgada, estirándose sobre tanta mujer. No estoy respirando. Mi labio duele y me doy cuenta de que estoy mordiéndome, y lo libero. Pero no detengo mis manos, ya que llevan sus pantalones cortos fuera, sino que libero una pierna, luego la otra, y ahora las dos estamos desnudas. Estoy en la cama, desnuda, con una mujer.
Pero la amo y ella me ama.
Así que esto está bien.
¿Cierto?
No puedo y no voy a parar, incluso si no está bien.

Ella se arrodilla conmigo, coloca sus manos a cada lado de mi cara, de rodillas junto a mí, pero no me mueve. Sus labios en los míos, y ahora no sólo me pierdo en su beso, me tiro activamente en ella. Me zambullo profundo, ahogándome. Me chupa los labios entre mis dientes y me lame con la lengua, tengo su cara con ambas manos, y luego acaricio su cuello y hombros con una mano, mientras busco la cumbre dura de su mandíbula con la otra. Entonces mis manos exploran más. Oh, Dios, oh, Dios. Hay mucho por explorar, tanto de la chica rubia por conocer. Me besa sin prisa y deja que aprenda.

Mis manos siguen el pecho, las costillas debajo de sus brazos, sobre su espalda y su columna vertebral. Dudo, pero luego mis manos se acercan, agarrando el trasero con ambas manos. Frío, duro y firme. Exploro la plenitud de su trasero y luego por sus muslos. Curvo mis manos sobre sus cuádriceps y las caderas, y luego ella se derrumba a un lado y de espaldas.

Ahora es mi turno para pasar sobre ella, mi peso plantado en una mano cerca de su hombro. Mis pechos son péndulos pesados batiendo libremente, y después son atrapados en sus manos, y yo grito ahogada ante el calor y la fuerza de su contacto. Sus pulgares pasan sobre mis pezones sensibles, y se vuelven duros como diamantes.
Es el momento. Miro mi mano a medida que viaja cerca de su erección. Brittany está conteniendo el aliento, con los ojos entrecerrados, mirando mi mano también. Mis dedos se enroscan en un puño alrededor de ella, agarrándola con cautela. Expulsa el aliento en un largo y lento suspiro estabilizándose. Sólo le sostengo al principio, maravillada por la forma en que mi pequeña mano se ve envuelta alrededor de su virilidad. Me encanta la sensación de tenerla en la mano. No es nada como pensé que sería. Es dura y caliente, pero también es suave y elástica, acolchada sobre el hierro.

Trato de respirar, con éxito parcial, y a continuación deslizo mi mano hacia abajo, sintiendo los nervios y las venas contra la palma de mi mano, y estoy acunándola... Estoy confusa, no sé qué palabras utilizar para describir o pensar en esa parte de ella... pero son incluso más suaves que su erección, se tensa, siento picor en el pelo. Le ahueco allí, le sostengo, le toco, y después mi mano vuelve a su alrededor encrespándose en su eje y se desliza hacia arriba. La punta me fascina. Hay un pequeño agujero en la parte superior, e inmediatamente debajo de él se extiende ancho como un hongo. Se ve suave y elástico, y lo es, cuando froto esa área con el pulgar.

Brittany tensó todo el cuerpo, los hombros se convirtieron en piedras, y sus manos están sueltas en mis pechos. La miro, sus ojos entrecerrados de concentración. No puedo leer sus pensamientos.

—¿Estoy...? ¿Está esto bien? —digo—. Yo sólo... quiero verte, sentirte.

Me sonríe, y su expresión es tierna.

—Por supuesto, cariño. Cualquier cosa, todo. Tan lento como quieras.

Pero ella está luchando, o eso me parece. En contra de lo que puedo no saber. Le cojo con mi mano y luego la muevo, así que estoy de rodillas junto a ella, fuera de su alcance. Cruza las manos debajo de la cabeza y me mira mientras la toco. No sólo su erección, en el pecho, el estómago y los muslos también.

Todavía quiero saborearla. Sé que esto es algo que las mujeres hacen a los hombres, porque los hombres en el club me han preguntado si se lo voy a hacer, a veces ofreciendo cantidades exorbitantes de dinero porque lo haga. Nunca pensé que iba a hacerlo realidad.

Hoy estoy pensando hacerlo. La tengo en una mano y luego en las dos, mano sobre mano, lo que abarca la mayor parte de su longitud. Su punta se eleva del eje por encima de mi mano, y me inclino sobre ella, bajando la boca. Le beso la punta primero. Un beso real, pero eso no parece del todo bien. Así que extiendo mi lengua saboreando la ranura. Es salado y suave. Pongo mis labios a su alrededor, y saboreo algo ahumado y salado en mi lengua, y luego muevo mi mano superior lejos y bajo mi boca ligeramente.

Brittany emite gemidos y su espalda se tensa, arqueándose. Tomo más de ella, pensando que esto es lo que tengo que hacer. Y, a decir verdad, me gusta la forma en que se siente, como ella sabe. Mis labios se estiran y mi mandíbula se esfuerza por tomar su ancho, y ahora la punta de ella acaricia el techo de mi boca, empujándose a la parte posterior de mi garganta, así que pongo mis labios y la trago, lentamente.

—...Jesús Santana, Santana. —Toma mi cara entre sus manos—.Tienes que parar ahora. No estoy lista para esto, y realmente no creo que tú lo estés.

—¿Lista para qué?

Pero entonces, entiendo, sé la mecánica de cómo funciona el sexo, por supuesto, y me doy cuenta de lo que sucederá si sigo tocándola, manteniendo la boca sobre ella.
Y no, no estoy lista para eso. Algún día voy a experimentarlo, pero ella tiene razón. Ahora no.

—Sí, tienes razón —digo, y me acuesto sobre ella, asentando mis senos en su pecho y mi boca en su boca, y su erección es dura entre nosotras, en contra de mi cadera.
Debe ver la pregunta en mí, porque me contesta antes de que pueda formar las palabras.

—Las cosas que me haces, Santana. Dios. Es todo lo que puedo hacer para detener estos momentos. Eres tan perfecta. La forma en que me tocas...

Entierra sus dedos en mi pelo, apretándolos contra el cuero cabelludo, y me interrumpe con un beso ardiente.

—Tú me haces sentir... tan bien. Nunca me había sentido así antes.

Y entonces estoy en mi espalda repentinamente, y ella está encima de mí, y está en su terreno, ya que nunca he experimentado antes nada de esto. Envuelvo mis brazos alrededor de su cuello y la tiro hacia abajo para un beso, y nos hemos perdido en un momento atemporal. Pero no dura, porque ella se está alejando. Enredo mis dedos en su cabello mientras me besa el cuello, el hueco de mi cuello. Aumenta el agarre de mi seno derecho, alrededor de la areola, la piel arrugada, y luego mi pezón está en su boca y hay un fuerte tirón entre mis muslos, una presión de combustión. Su mano se alisa sobre mi vientre, sobre mis muslos. Voluntariamente aparto las piernas por su toque, pecaminosamente y arbitrariamente extiendo mis muslos, ya sus dedos profundizan. A continuación, su toque se centra en mi hendidura y el tirón es una sacudida caliente en mi interior, las cuerdas de mis nervios se retuercen, tirando y trenzado en un barrido rítmico, en busca de sus dedos dentro de mí. Mis caderas se levantan alto de la cama mientras llego a la cúspide de la explosión y luego reduce su toque y me deja dolorosamente agonizando, pero la presión no cede, sólo se incorpora en un peso que no puedo soportar. No me ofrece ayuda y no sé el idioma para pedírselo, porque toda palabra ha sido borrada.

Tengo una identidad en este momento, en este tiempo: su toque. Mi erupción culminante es lo que soy. Su boca sobre mis pechos y sus dedos dentro de mí son lo que soy.

Y entonces, y entonces... sus besos se mueven por mi esternón y hacia más abajo, sobre mi vientre, y luego una lengua sobre mi montículo, hábil y suave. Estoy moviendo la cabeza no, no, pero por supuesto no me refiero a que realmente no, sólo quiero preguntarle si realmente va a hacer eso... y lo hace. Sus labios tocan mi hendidura, y me estremezco. Es un beso de pregunta vacilante. Levanto mis caderas como un estímulo en silencio. Estoy perdida en esta experiencia, y quiero todo lo que me puede dar.

Me mira, la pregunta en sus ojos. No quiere que me sienta agobiada. No tengo ninguna vergüenza.

—Por favor... por favor sí.

Mis palabras son inaudibles y me quedo sin aliento, pero ella las oye. Toma mis tobillos y coloca mis rodillas sobre sus hombros, me levanta por la parte inferior y, sin advertencia alguna, hunde su lengua en mí.

Me agarro a la ropa de cama con un ruido en algún lugar entre un gemido y un grito. O entre un grito y un gemido. En lugar de la cama, me decido por agarrarme a ella. Mis manos se enredan en su pelo y tiran, se enroscan en sus cabellos rubios y se aferran mientras que utiliza los pulgares para mantener mis labios separados y me besa profundamente en mi interior. Se trata de un beso, también. Sus labios se mueven sobre mis partes interiores lisas, y su lengua me explora, al igual que cuando besa mi boca.

Nunca en la vida había sentido un placer tan intenso antes. No siempre. Sólo yo conozco el significado de la verdadera bienaventuranza celestial.

No trato de ocultar o silenciar los sonidos embarazosos que vienen de mí. De hecho, mientras sus labios me succionan, empiezo a encontrar mis propios ruidos excitantes. Estoy totalmente abandonada a esto. No tengo ninguna razón para controlarme por más tiempo, y estoy completamente a su merced. No doy un grito fuerte porque mi voz se irá, y por ello me quejo, Brittany redobla la intensidad de la atención oral. El más erótico de mis gemidos sale, y más salvajemente su lengua se lanza sobre mí, me permito gritar su nombre, mientras más rápidamente me succiona y da círculos con la lengua, y ahora soy todo ruido y movimiento de caderas.

Cierro mis piernas alrededor de su cabeza y la mantengo enrollada en mi contra, y ahora sus dedos se deslizan dentro de mí, también, dos dedos en mi hendidura, cavando y deslizándose hacia fuera, y creando sensaciones de vacío a lleno, el vacío hace que me queje alto en la garganta, por lo que lo hace de nuevo, pero con más detalle, y tiro la cabeza hacia atrás, arqueando la espalda y rompiéndome debajo de ella, gritando y jadeando en busca de aire y gritando otra vez mientras ola tras ola de un orgasmo me golpea. No tengo ninguna posibilidad de detener el modo en el que me muevo contra su boca y mantengo mis caderas contra su lengua, y de hecho sus manos me animan adelante y hacia arriba, no ablandándose cuando llega el orgasmo, pero me empuja más allá de ella, en éxtasis, indefensa con el aliento congelado por el fuego en libertad.

Y luego vuelvo a bajar mareada, y me lamento de desesperación mientras se aleja de mí, fuera de mí, y escucho algo que se arruga. Abro mis ojos para verla rodar, fino y claro en su erección. Sé qué será lo próximo, tengo un momento de miedo, pero no tengo tiempo para pensar en ello porque Brittany está de vuelta conmigo, besándome.

Me saboreo a mí misma en su boca y en su lengua, vagamente salada, almizcle picante y decididamente femenina, huele y sabe a mí. Su beso es desesperado, y sé que se está preparando a sí misma para no asustarme. Está ahí dentro de mí, el pánico, pero lo niego. La beso y me deleito con el peso de su cuerpo contra el mío, y la fuerza de sus brazos alrededor mí, y sé que quiero esto. La beso con todo lo que tengo, y hundo una mano alrededor de la parte posterior de su cuello.

—Santana, no...No tenemos que…, si no estás lista.

—Nunca voy a estar lista. Pero nunca he querido nada más.

Pero le debo toda la verdad dentro de mí.

—Voy a enloquecer en algún momento. Sé que lo haré. Estoy perdida en ti, perdida en esto, en nosotras, pero voy a enloquecer. Debes saberlo. Pero también tienes que saber que quiero esto. Tanto. Por favor, haz esto conmigo.

Su barriga es dura y caliente contra mi estómago, y siento la punta de ella en el interior de mi muslo, enorme y duro. Sus brazos son barras sólidas y ahora familiares a cada lado de mi cara. Sus ojos me registran.

Pongo mis labios en los suyos, y la dejo degustar las palabras cuando le digo

—: Te amo, Brittany.

Siento que se hincha, veo que sus ojos se llenan de emoción, siento su pecho expandirse, e incluso su erección hacerse más grande y más gruesa en mí contra.

—Santana... te amo. Dios, Te amo.

Tengo que preguntarle. Tengo que decir las palabras.

—Haz el amor conmigo, Brittany. Por favor, hazme el amor.

—Con todo mi corazón, sí.

Pero no se empuja contra mí. En cambio, se agacha entre nosotras y encuentra mi punto dulce con los dedos, encuentra mi pecho con la boca y con paciencia, me lleva lentamente a retorcerme, la excitación dejándome sin aliento. Cuando llego a la cúspide del orgasmo, me besa, y abro los ojos para mirar a esos ojos de todos los colores. No ralentiza sus dedos en el centro de mi placer, sino que da un codazo en mi vagina con la punta de su erección. Es sólo una ligera presión al principio, sólo una parte muy pequeña de ella dentro de mí, y dejo que mis piernas se desmoronen porque de lo contrario voy a sujetarla con fuerza. Estoy entrando un poco en pánico.

Mi corazón late con fuerza, con tanto miedo como placer, y ella lo sabe, porque me deja caer lejos del borde del orgasmo, y se desliza un poco más adentro, dejándome sentir el estiramiento de ella llenándome, jadeo y las lágrimas comienzan en las esquinas de mis ojos, porque es tan grande dentro de mí, llenándome más allá de mi capacidad de tomar.

Pero la tomo y ella profundiza un poco más, y empiezo a sentir la plenitud, empiezo a entender lo mucho que voy amar esto, pero hay dolor en el camino, así que aún no me encanta, pero lo hará. Y luego acelera sus dedos dentro de mí y pellizca fuertemente en mi pecho con los dientes y me lleva al borde de un orgasmo furioso, y esta vez ella sigue adelante, deslizando un poco más con cada círculo de sus dedos, y luego estallo jadeando y gimiendo, y los ojos de Brittany me bloquean, en silencio rogándome que mire sus ojos, mantengo su mirada, por lo que hace, y se mete de una vez, con fuerza, y hay un instante de dolor cegador, pero está enterrado bajo un tsunami de destellos, el placer mezclado con el dolor. Se queda enterrada profundamente, sus dedos y su boca me dan placer, el dolor disminuye palpitante. Y luego estoy completamente llena por ella. Está en mí. Caderas contra caderas, boca contra boca. Nuestros dedos se enredan, y el resto de la cara. Nuestras lenguas, nuestro sabor, los labios y los dientes, y es enorme dentro de mí, extendiéndome hasta el dolor, pellizcos que sangran en el placer.

Y entonces... se mueve. Poco a poco se desliza hacia afuera de mí, y estoy vacía y perdida sin esa plenitud. Entierro mi cara en la columna de su cuello, sintiendo su pulso en mis pestañas. Se desliza de nuevo dentro de mí en un movimiento infinitamente lento, y la agarro y empujo por el trasero, porque la felicidad que me baña es el cielo, más allá de los cielos, es pura maravilla, todo lo que es bueno en el universo explota dentro de mí. Es la presencia del amor que brota.

Estoy llorando, pero estoy sonriendo, y ella ve eso, y me besa las lágrimas, besa mis mejillas, mis párpados, mi barbilla, la boca y el cuello, todo el tiempo está saliendo y entrando de mí. Pero poco a poco. Así lentamente. Así con cuidado. Con amor. Un sinuoso y suave deslizamiento, rompiendo todas las nociones de plenitud de todos los de tiempos. Y luego, estoy lloriqueando esa pérdida, pero hace que el ingreso de su erección de nuevo en mi, sea mucho mejor.

Me arqueé, inclinando la columna vertebral, y luego levanto mi trasero y mis caderas al encuentro con ella, y desenredo una mano y entierro mis uñas en su espalda y la agarro del trasero mientras se desliza, y estoy haciendo un sonido que no es ni una sola palabra. Es un grito jadeante, un erótico gemido de su nombre.

—Brittany...

Repito con cada oleada de su pene dentro de mí. Quiero tener las palabras para decirle cómo se siente, cuánto quiero esto, lo perfecto que es, pero no las tengo. Todo lo que puedo hacer es tratar de comunicarme con mis quejidos y gemidos, con mis expresiones susurradas de su nombre.

Ella continúa su ritmo sumamente lento, pero se levanta sobre un codo y saca las marañas de pelo de los ojos.

—Móntame —dice.

—¿Qué? —Apenas puedo hablar, ni siquiera esa palabra con claridad.

—Te quiero arriba. Móntame. Toma tu placer. Déjate ir.

Abro la boca para hablar, porque me gustaría un momento para pensar en ello. Me gusta lo de tomar el control. Me gusta ser capaz de profundizarme en ella y no pensar o hacer nada más que sentir. Pero se mueve conmigo, enterrada profundamente dentro de mí, y ahora estoy montada sobre ella, aferrada a sus pechos, la cara contra su cuello, apretando con temor como si tuviera miedo de caer desde una gran altura. Se mueve, y estoy llena de ella, pero necesito el movimiento, la moción. Me encuentro con su mirada.

—Encuentra dónde estás en esto —dice—. Yo te llevé más allá de la parte que te da miedo, ¿verdad? Y ahora quiero que tomes, en lugar de dar.

Me sacude el pelo alejándolo, entierra sus dedos en las raíces de mi pelo justo detrás de la oreja izquierda, la otra mano apoyada en la cadera. Me siento poco a poco, hasta que mis piernas están dobladas en la rodilla, lo que acomoda sus pantorrillas casi paralelas a mis muslos. Encuentro mi equilibrio, me balanceo constante con mis manos en su pecho. Nuestros ojos se cierran, y sus manos acarician la línea de las costillas, con el pulgar debajo de mi seno y luego a través de mis pezones, hacia abajo para agarrar mis caderas, luego comienza un circuito de nuevo.

Al principio inicio un movimiento de balanceo sencillo con mis caderas. Suspiro y cierro los ojos, y luego lo hago de nuevo. Y de nuevo, y mi gemido se convierte en un grito con la boca abierta. Brittany no se mueve, sólo me mantiene de las caderas y me mira. Me inclino hacia delante y levanto mis caderas y mi corazón, llevándola casi todo el camino, haciendo una pausa cuando acomodo sus pliegues con mi hendidura, y luego la entierro profundamente en un largo recorrido rápido. Me quejo en voz alta, apretando los ojos cerrados y la boca abierta, sin aliento, y luego lo saco otra vez, casi fuera, me detengo y me empalmo a mí misma en ella.

Y luego intento otra cosa. Quiero sentirla todo. Levanto mi núcleo y caderas por lo que se desliza hasta la mitad, y luego me dejo caer un poco, y doy empujes bajos por lo que nunca está plenamente dentro o totalmente afuera. Este tipo de accidente cerebro vascular me vuelve loca. Cada vez que gime y gime, me niego a dejar que se hunda más profundo, y comienza a quejarse conmigo. No estoy buscando el orgasmo, sólo estoy encontrándola, encontrándome, encontrándonos. Estoy explorando esta cosa, este acto llamado sexo.

Hasta ahora es más increíble de lo que puedo comprender. Presiono mi abierta y temblorosa boca en el pecho sudoroso y sigo golpeando superficialmente por unos momentos, y luego siento que Brittany se tensa debajo de mí. Sus pectorales duros como una roca, como tallado en piedra, y su rostro se congela, la mandíbula apretada.

—¿Brittany? ¿Qué está mal?—pregunto.

—Yo estoy… —Contesta agarrándome de la espalda.

Me doy cuenta de que está en el borde, a punto de alcanzar el orgasmo.

—Déjate ir, entonces.

—No, quiero ir contigo.

Se inclina y me besa, con la intención que sea un beso rápido antes de volver a caer, pero le sigo hacia abajo y devoro su boca con la mía.

—Entonces ven conmigo —digo.

Gime mientras la deslizo hasta el fondo, y me encanta, casi más que cualquier otra cosa, al oírle hacer ruidos involuntarios. La atraigo, y luego la empujo a mí rápidamente. Nuestros gemidos se fusionan cuando nuestros cuerpos se unen. Me pongo en un ritmo de golpes profundos, aferrándome a su cuello, moviendo sólo mis caderas. Ella me levanta y toma un pezón en la boca, y yo gimo más fuerte que nunca, y siento que la cima del orgasmo se acerca. Es rock duro por todas partes, cada músculo tenso, y luego cuando mis movimientos se vuelven más erráticos y mis gemidos de placer se convierten en su nombre una y otra vez, ella comienza a moverse conmigo, y no tengo ningún control en absoluto, sin ritmo. Sólo estoy hundiéndome desesperadamente en ella, llenándome con ella.

—Oh, oh, Dios —digo mientras siento perder el control también.
—Mierda —gruñe.

Ve la momentánea confusión en mi cara, y me dice

—: Vamos, nena. Quiero oírte jurar. Vente para mí, Santana. Vamos duro, y no te detengas.

Me estoy conteniendo. Mis brazos alrededor de su cuello y me acuesto, todo mi peso sobre ella, y muelo mis caderas contra las suyas y me dejo llevar. Mis gritos están amortiguados por su carne, y ahora entro en erupción, y su nombre es el único sonido de mis labios, cantándolo una y otra vez como el cielo tronando abierto dentro de mí. Estoy estrellándome, las caderas y las manos locamente hundiéndose arañando su piel.

—Brittany —suspiro, y luego recuerdo lo que dijo, y rompo la última capa de control, y lo único que puedo hacer es aferrarme a ella cuando las palabras salen libremente.

—Oh, mierda, ¡Brittany! Dios, oh, Dios, oh, mierda... ven conmigo, ven ahora...

El mundo se acaba en ese momento. Luces en flash y toda mi existencia por turnos, y luego me muevo. Ella está por encima de mí, gracias a Dios, y es salvaje, descontrolada, sumergiéndose en mí, y me encanta cada toque, cada golpe, y le oigo gemir, y espero oírla jurar como lo hice, pero me sorprende.

—Santana. —Es un susurro, un contraste con su loco y salvaje empuje— Oh, Santana, dulce Santana... mí...

Y se viene al fin. Siento que esto sucede, un tensor seguido por el calor y se ha ido, sin palabras, sólo su aliento en mi piel y el cuerpo lo más cerca que puede estar, y siento su alma junto a la mía, en la mía, en torno mío, entretejida.

Las dos nos hemos quedado en silencio, respirando, y su peso está sobre mí. Ella se va a bajar, pero la detengo.

—Para. Me gusta tu peso sobre mí. Me gusta sentir esto.

—¿Santana?

—¿Hmm?

—Te amo. —Su voz es tan suave como la seda, una caricia verbal. Nada puede ser tan dulce como su voz en este momento.

Me muevo un poco, y se mueve conmigo, y ahora su rostro se acuna en mi pecho, entre mis senos, mis manos en su cabello y la beso debajo de la oreja, en el pequeño lugar donde la mandíbula se encuentra con su oreja, diciéndole

—: Te amo, también.

Respiro, y ella sonríe contra mi piel. Nos quedamos dormidas así, en ese momento en que la tarde se convierte en la noche. Me despierto con su boca en mi pecho y los dedos en el vértice de mis muslos, y antes de que mis ojos estén abiertos Estoy abriendo mis piernas por su toque y respirando fuertemente por la felicidad y el éxtasis, y he llegado de nuevo en unos minutos.

Pero quiero algo, quiero sentir algo. Tengo el gusto de ella cuando hacíamos el amor, pero la quiero más plenamente. La empujo sobre la espalda y la tomo en mis manos y acaricio la longitud y el grosor de ella. Muevo mi cara por su pecho y vientre, presionando un beso en su punta.

—¿Santana? —Es una pregunta vacilante.

—Quiero esto. Quiero probarlo.

Me sacude el pelo alejándolo en un gesto familiar, y la llevo a mi boca. Sólo un poco al principio. Se queja de inmediato, y sé que a ella le gusta esto. Ese lamento es lo que quiero. Parte de ello, por lo menos.

Muevo mi puño alrededor de ella y tomo sus caderas moliéndolas a ese ritmo, y se queja, así que lo acompaño con la boca.

Y luego recuerdo que un cliente en el club me pidió que le chupara, y creo que en eso consiste. Así que soy muy mala, tomándola más profundamente y chupando lo más que puedo, y levanta las caderas de la cama y da gemidos en voz alta, con las manos enredándose en mi pelo como si luchara por no tirar de mí en contra de ellaa, y sus caderas revolotean como si tratara de no empujar.

Me la llevo a mi boca, y entre gemidos desesperados.

—Suelta —digo.

Se levanta y me mira, y me inclino más hacia ella, le acaricio con mis pechos, y la empujo de nuevo sobre su espalda, pero luego levanta la cabeza para mirarme de nuevo ya que envuelvo mis labios a su alrededor y le chupo más profundo en mi boca, cerca de mi garganta. Y ahora la chupo al ritmo de mi puño en su longitud, y sus caderas participan en ese ritmo, empujando sin restricciones. Juego con su movimiento de modo que no me controle, y chupo más fuerte, retrocediendo y tomándola más profundo con cada embestida y cada succión, y ahora ella está gimiendo sin parar.

—Santana, Santana, oh, Dios...

Sus dedos se contraen en mi pelo, y me está tirando hacia abajo suavemente.
No me importa, y sigo tomándola, yendo más profundo. No voy tan profunda como para sentirme forzada, pero casi, y ahora ella está arqueando la espalda y levantando sus caderas, pero no me doy prisa, no me apresuro.

—Oh, mierda, Santana...me voy...

Es una advertencia, pero no tengo tiempo para pensar en lo que voy a hacer, porque está eyaculando en mi boca.

Me gustó, espeso, caliente, salado y nada de lo que esperaba. Trago y sigo adelante, porque todavía esta gimiendo y empujando, así que igualo su ritmo frenético con mi puño y mi boca, y tomo chorros de nuevo, una y otra vez, y estoy abrumada. Su gemido es descontrolado y espasmódico, y sus ojos están revoloteando en su cabeza y ella está loca de placer, y eso es lo que yo quería, darle tanto placer que perdiera el control, así como me hizo hacerlo a mí.

Cuando estoy segura de que ha terminado, quito la boca de ella, y me encanta la sensación de su erección en mi mano, así que me aferro a ella y sigo acariciándola suavemente. Se estremece con cada toque, como si estuviera hipersensible. Mi mejilla está en su vientre, y me da una mirada cerca de el, a su sexo. Es una cosa hermosa. He escuchado niñas, incluyendo a mi compañera de cuarto Quinn, hablar de cómo, a pesar de lo bien que se sienten los hombres, sus soldados son feos. A pesar de que utilizaron la palabra "gallo", lo que me hace temblar sólo de pensar en ello, pero no estoy segura de qué otra palabra usar. No estoy de acuerdo con esas chicas. Brittany es hermosa por todas partes, cada parte de ella.

Con el tiempo me atrae hasta el pecho, en el rincón de su hombro, y dormimos de nuevo.

La próxima vez que me despierto, es lenta y gradualmente. Es tarde o temprano, algún lugar de las horas oscuras de la noche o por la mañana. Hay un toque de gris en el horizonte, me hace pensar que es temprano. Nunca he dormido desnuda con una mujer, obviamente. Su brazo se monta sobre mi cadera, con la cara enterrada en la espalda, con la respiración profunda y regular. Las dos estamos todavía desnudas, cubiertas ahora por la manta y la sábana. Me encanta esta sensación. Estoy protegida y segura. Ella me ama, me sostiene cerca, incluso dormida.

Y entonces me doy cuenta de algo: su ...su polla... está junto a mí. Está dura, está completamente erecta y gruesa. Se puso de pie en algún momento después de que hicimos el amor por primera vez después de descartar el condón, y ahora, en la tenue luz del amanecer, veo otro empaque en la mesita de noche junto a mí.

Siento su... Creo que la palabra más fácil, pero todavía me encojo culpable por decirlo... su polla entre las nalgas de mi trasero, y estoy ávida de ella. Quiero ser llenada por ella. La necesito. Estoy... tan desesperada por ello que no puedo pensar en otra cosa.
Cojo el condón, y suena ruidosamente en la sala en silencio. Lo examino, un cuadrado de plástico gris, la palabra troyano escrita en letras blancas. Lo abro y saco lo que hay dentro. Es un círculo de goma resbaladiza, o látex, en realidad, una cresta más gruesa rodea el látex transparente tan delgado como para ser casi invisible. ¿Cuál es el punto, me pregunto? Lo desenvuelvo un poco, y entonces me doy cuenta de que la respiración de Brittany ha cambiado. Está despierta. Me acerco a su lugar, y me encuentro con su mirada soñolienta. Ella sólo me sonríe, levanta la mano pesada, y pasa el pulgar por mi mejilla. Miro hacia abajo entre nosotras y encajo el condón sobre la punta de ella, entonces la empujo hasta cerca de la base y la mantengo quieta, desenrollo el látex sobre ella lentamente con una mano al principio, luego con las dos, mano sobre mano hasta que el borde acanalado queda a ras en contra de su pelvis. Brittany se inclina y aprieta la punta un poco, dejando un hueco cerca de la punta. Llega a mí, empieza a moverse, pero niego con la cabeza. Me dirijo de nuevo a mi lugar, y presiono su espalda a mi frente. Me acomodo a ella, y retuerzo las caderas hasta que su grosor está enterrado donde estaba originalmente. Brittany toma mi cadera en su mano y presiona un tierno beso en mi hombro. Espero hasta que no se puede negar la desesperación en mi interior, y luego me agacho entre nosotras para guiar la cabeza gruesa de ella dentro de mí. Estoy mojada ahí abajo, húmeda, caliente y resbaladiza. Se desliza profundamente en mi interior. Ella está en mí. Enterrada en casa. Ninguna de las dos se mueve por un largo momento, y luego mueve sus caderas y me lamento, y ella se queja a la par conmigo.

Y entonces, oh, Dios, sus dedos profundizan hasta el vértice de mi hendidura y se deslizan, y presionan mis caderas hacia afuera para permitirle el acceso, y está presionando con su dedo medio largo, y nos estamos moviendo juntas. Muevo mis caderas, y ella tira de su erección, y luego nos presionamos juntas. Es torpe al principio, pero luego nos encontramos con un ritmo, y sus dedos... oh, dios, la forma en que me toca me deshace antes incluso de que me acaricié una docena de veces contra ella, y estoy temblando y jadeando con mi boca bien abierta en un grito silencioso, y unos momentos después de que suceda de nuevo, estoy sin aliento y está desesperada contra mí, moviéndose como si no pudiera encontrar suficiente para dejarme ir.

Brittany se voltea, y estoy acostada boca arriba encima de ella. Oh...Waho. Una mano está en mi hendidura, dándome orgasmo tras orgasmo, y la otra está en mi pecho. Toma mi mano en la suya, y trabajamos mis pezones juntas, y ella está aplastándome a mí, y está, tan, tan profundo que casi no puedo soportarlo, pero la tomo ya que me encanta y la necesito.

Y entonces ella me desafía de nuevo. Mueve mi mano, enredada en la suya, a mi clítoris, y nos estimulamos juntas, y esa es la cosa más erótica que puedo imaginar, hasta que quita su mano y me mira. Ambas manos están acariciando y pellizcando mis pezones, y estoy gimiendo, y ahora -oh - oh... me toco a mí misma con ella enterrada profundamente, puedo tocarme a mí misma de una manera que ni siquiera ella puede. Siento un ritmo en mi interior, adaptado un patrón nebuloso, un ritmo de lento a rápido muy particular que me tiene lista para gritar, con voz ronca gimiendo y arqueando hacia adelante, y siento a Brittany mirándome mientras me toco, y sé que la vuelve loca, así que me toco más vigorosamente. No me reconozco.

Estoy en la cima de una mujer a la que sólo conozco desde hace unas semanas, y estoy enamorada de ella, y ella está enamorada de mí, y su pene está enterrado hasta la empuñadura dentro de mí, y estoy tocándome mis gruesos pezones rosados entre el pulgar y el índice. Estoy cantando su nombre y ella murmurando el mío, y nos hemos perdido la una en la otra .
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por Tati.94 Miér Abr 12, 2017 10:34 am

Un capitulo muy caliente jajja.

¿Donde pasó lo de Naya y Heather?
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por 3:) Miér Abr 12, 2017 11:19 am

Creo britt va que va a crear un mostró jaja
Bueno ya se aman... A las malas jajaja britt se la pudo ganar... Ya se están conociendo mas..
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por JVM Miér Abr 12, 2017 3:12 pm

Hola !! No jamas te abandonaría me he atrasado un poco es todo jajaja
Y si algo las separa creo será un poco de ambas tanto de la inocencia de San y el orgullo de Britt
Bueno y pues hablaron con la verdad e hicieron el amor, y parece que no tienen suficiente una de la otra jajaja. Haber como van las cosas a partir de aquí, tendrán que combinar el trabajo y su relación...
Gracias por actualizar, espero los próximos capítulos,..... Saludos que estés bien, cuidate!
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Mensaje por micky morales Miér Abr 12, 2017 7:26 pm

Ahora si estan juntas sin nada que ocultar aparentemente, esperemos que sigue entre ellas!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:07 am

Tati.94 escribió:Un capitulo muy caliente jajja.

¿Donde pasó lo de Naya y Heather?

oh si, pero el capitulo continua....
lo de Heya paso en Dancing with the stars hace dos semanas. En dia lunes para ser exactos.. posiblemente Kevin sea el proximo en visitarla...
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:08 am

3:) escribió:Creo britt va que va a crear un mostró jaja
Bueno ya se aman... A las malas jajaja britt se la pudo  ganar... Ya se están conociendo mas..

jajaja ya lo creó, jajaj... ya se conocieron totalmente a ver que nuevos retos aparecen...
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:11 am

JVM escribió:Hola !! No jamas te abandonaría me he atrasado un poco es todo jajaja
Y si algo las separa creo será un poco de ambas tanto de la inocencia de San y el orgullo de Britt
Bueno y pues hablaron con la verdad e hicieron el amor, y parece que no tienen suficiente una de la otra jajaja. Haber como van las cosas a partir de aquí, tendrán que combinar el trabajo y su relación...
Gracias por actualizar, espero los próximos capítulos,..... Saludos que estés bien, cuidate!

Creo que la inocencia Santana ya la perdio por completo... ahora veremos que posibles trampas de la vida aparecen...
Gracias igual.
Pd. pediste un maraton de Destino y accidente y estoy en deuda por el momento contigo... ok, pero lo tengo en mente.... hasta pronto...
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:12 am

micky morales escribió:Ahora si estan juntas sin nada que ocultar aparentemente, esperemos que sigue entre ellas!!!

Bien lo has dicho aparentemente sin nada que ocultar, pero como tu dices los drama innecesarios siempre se hacen presentes y creo que estan por aparecer...
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:15 am

Esto es el paraíso... Pero no me reconozco.

Explota.

Brittany dice mi nombre, grita mi nombre, y yo grito el suyo, y ella viene. Y me vengo de nuevo. Sus manos agarran mis pechos, y luego una mano está en mi cadera, me aplasta contra ella con cada embestida desesperada, y nuestras voces son una canción, nuestros cuerpos se mueven en una danza, bellamente sincronizada, movimientos perfectamente sincronizados.

¿Quién es esta mujer que hace esto? ¿Qué hace el amor con tanta sensualidad salvaje y desesperada?

Casi puedo vernos, me veo a mí misma como si estuviera arriba. Mis pechos rebotan y se agitan con cada embestida de la chica debajo de mí. Sus manos en mí, y muevo mi pecho ante su toque, porque me encanta. Y yo... mi mano está entre mis muslos, tocando mis partes íntimas. Mi otra mano está detrás de mí, agarrando la cara y el cuello de Brittany. Sus ojos me miran, observando la mano en movimiento, viendo mis pechos rebotar.

—Dios, te amo —susurra suavemente.

¿Quién soy yo? ¿Quién soy, para que ella me ame?

No soy una estudiante de cine, no soy una bailarina de striptease, no soy una bailarina, no soy nadie. Soy Santana López. Pero esta mujer gloriosa, ésta casi divinidad...dice que me ama.
¿Por qué?
¿Qué soy yo, que se siente tan fuerte en mí? ¿Qué ofrezco?
No sé la respuesta a eso, pero sé que ella lo hace.
Así que, ¿por qué no preguntar?

Debido a que mi garganta se cierra y se pega. Puedo ver el pánico en mi cara, pero está detrás de mí, rodando hacia un lado, todavía enterrada profundamente, sigue al rojo vivo, todavía palpitando con las réplicas. Todavía estoy temblando, también, todavía estremeciéndome y temblando incontrolablemente en ola tras ola de sismos post-orgasmo. Algunos de los temblores son de pánico, sin embargo. Ella no lo ve. Se desliza fuera de mí, de la cama y sale al baño.

La oigo lavar sus manos, y luego vuelve furtivamente por detrás y se aprieta contra mí. Su órgano de placer esta todavía un poco hinchada, y lo entierra entre los globos de mi trasero. Incluso en mi pánico, me encanta esa sensación.

Y el amor pone en marcha más pánico. Acabo de pecar. Tuve relaciones sexuales. Tres veces. Bueno, dos veces. No estoy segura de si el orgasmo con mi boca cuenta como sexo, pero sin duda se cuenta como pecado. Y dejé que ella me hiciera lo mismo, más veces de las que puedo contar. Me produjo orgasmos tantas veces. Ni siquiera me he molestado en contar.

¿Eso multiplica mi pecado?

No estoy casada con ella. Ni siquiera comprometida. Ni siquiera me sé su segundo nombre. No sé donde fue a la escuela secundaria.

En la oscuridad de la madrugada, es fácil sentir la condena. No he pensado en mi padre, en realidad no he pensado en él, en meses. Pero ahora recuerdo que me dijo que caería en una vida de pecado. Y lo he hecho. Mira la vida que he vivido. Estaba en lo cierto. Oh. Oh, Dios. Dios me perdone. Estaba en lo cierto. Oigo y siento a Brittany caer dormida, y por eso no alcanza a escuchar el único sollozo que se me escapa. Me estremezco, y su brazo me aprieta, justo debajo de mis pechos. No puedo respirar. No puedo... respirar.

¿Qué he hecho? ¿Qué he permitido que pasara?

Exactamente lo que yo sabía que iba a suceder, desde el primer momento en que la vi. Sabía que podía caer y perderme en ella, y lo he hecho. Me enamoré, caí en pecado.
Trato de racionalizar mi forma de salir de esto: no es pecado. Yo la amo. Ella me ama. Y ni siquiera creo en nada de eso, ¿verdad? No, no lo creo. No acabo de tener relaciones sexuales, sin duda no follo. Hice el amor, el amor mutuo, a una buena mujer. Una mujer maravillosa que nunca ha hecho otra cosa que tratar de cuidar de mí, de protegerme y ayudarme. Ya no soy la hija de un pastor. No voy a la iglesia. No creo en Dios. Así que no he pecado.

¿De veras? ¿O es que no importa en lo que creo?

Una vez escuché a papá, a mi padre, decir que un hombre de su congregación fue sorprendido en adulterio, que no importaba si creías en Dios o en el pecado, que Él creía en ti, y que te juzgaría independientemente de si decides creer o no.
Mi cabeza da vueltas como loca, y palpita. Otras partes de mi laten, también.

Camino saliendo del agarre de Brittany, dejándola en la cama, agarrando un espacio vacío ahora. Está tan tranquila, tan hermosa. No puedo dejar de mirarla, y por un breve momento, mis preocupaciones desaparecen bajo el peso de la belleza y de la tumultuosa tormenta de emociones que despierta en mí.

Entonces las preocupaciones están de vuelta como una venganza. Camino hacia el baño, aunque cojear es una palabra más apropiada. Mis partes privadas laten con dolor y remordimiento. Mis piernas tiemblan y duelen. Todo allí duele, pero el recuerdo de como sucedió este dolor es dulce. Incluso a través de mi culpa, no puedo arrepentirme de haberlo hecho. Me arrepiento de mi culpa, me arrepiento de mi educación porque no puedo disfrutar del amor de Brittany.

Dios, estoy tan confundida. Estoy abrumada hasta el punto que el dolor me deja sin aliento por la culpa y la vergüenza de lo que acabo de hacer, pero al mismo tiempo, una parte de mí está contenta y satisfecha de sí misma y engreída en felicidad total. La culpa, la vergüenza, me dice que la presumida satisfacción es la semilla del pecado.

Después de ir al baño, lavarme las manos, y encontrar mi ropa en la oscuridad. Me visto en silencio, de espaldas a Brittany. Incluso cuando mi sujetador roza mis pezones ahora se siente sensual, excitante, porque me recuerda los dedos y los labios de Brittany allí. Y mi ropa interior, también trae a Brittany a mi mente, la forma en que su lengua se clavó en mis pliegues... casi me caigo y me ahogo en ese recuerdo entusiasta, pero Brittany se agita y se sacude en movimiento.

Estoy asustada, viendo regresar a Brittany dormir, y luego bajo por las escaleras, por la puerta principal con el bolso al hombro y las llaves del Rover en la mano. No sé a dónde voy, excepto lejos. Estoy muy confundida, y no puedo pensar en torno a Brittany porque la voy a querer todo de nuevo, y ya la quiero. Aún adolorida e irritada, cada paso hace palpitar mi núcleo, la quiero. Quiero más.

Dejo el barrio, cuidadosamente navegando fuera de la grandeza exagerada de Beverly Hills. Me encuentro en el estacionamiento del aeropuerto, en el mostrador de Delta. Ni siquiera sé adónde me lleva el billete que acabo de comprar, y no me importa. Nada se pega en mi conciencia. Estoy en el piloto automático, luchando contra la corriente de la culpa, en contra de la tormenta de ideas en conflicto, necesidades, miedos, culpas, y deseos.
No debo amarla.
Pero lo hago. ¿Y por qué no?
Porque es pecado.
Es el mayor placer que he conocido, y voy a pasar cada momento del resto de mi vida queriendo y necesitando más.
Ella me ama.
Pero casi no me conoce, ¿Y si se encuentra con otra persona? ¿Alguien más bonita? ¿Alguien con más experiencia? ¿Y si tiene que hacer una escena de amor y no puedo manejarlo? No podría aceptar eso. Me arruinaría.

Pero ya estoy arruinada. Ya no soy virgen.
Eso no es la ruina, eso es belleza. El dolor entre mis muslos es un recordatorio del amor. Por el fervor de su deseo.

Mi lucha interna se ejecuta en un bucle continuo y me hace marear. Me dirijo desorientada a una puerta en algún lugar en las profundidades del aeropuerto. No estoy escuchando nada, ni viendo nada. Oigo anuncios, avisos de embarque, avisos. Y entonces la gente en la sala de espera alrededor de mi puerta se levanta y comienzan a reunirse alrededor de la barra que canaliza el tubo de embarque. Creo que veo el pelo rubio de Brittany y sus anchos hombros, pero no es ella. Está en su casa, en su casa durmiendo. Ni siquiera sabe que la he dejado.

Encuentro mi camino ausente a un asiento junto a la ventana en la parte trasera del avión. No me gusta volar, y debería estar aterrada, pero no tengo espacio para otra cosa que la culpa, la vergüenza y el amor.

Me escapé de Brittany de nuevo. Probablemente no venga detrás de mí esta vez.
La he perdido.
Nunca debería haberla tenido.

Después de un tiempo, el comunicador del jet, y la voz del piloto se encienden en el PA. Algo que está diciendo rompe a través de la niebla—: ... el tercero en la línea de despegar, así que las cosas deben moverse en poco tiempo. Hemos conseguido un buen viento de cola, por lo que deberíamos tener que aterrizar en Atlanta en pocas horas a partir de ahora. Gracias.

¿Atlanta? ¿Compré un billete de vuelta a Georgia?

Oh, Dios. Oh, Dios. Que Dios me ayude ¿Qué estoy haciendo? ¿Por qué voy a volver a Georgia?

Una posible respuesta parece levantarse: Voy a volver a Macon a encontrarme. Perdí lo que soy en Los Ángeles, o tal vez no sabía quién era yo, y sólo allí me confundí más.
Es demasiado tarde para bajar ahora.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 4:44 am

CAPITULO 14

Aterrizo en Atlanta a las 10:40 de la mañana después de una escala en Houston. Mi estomago descansa cuando las ruedas tocan tierra con un suave rebote. Y después de un camino, nos detenemos en el jetway. La gente a mi alrededor recoge su equipaje de mano, carteras y portátiles; yo no tengo nada más que mi cartera.

Apesto a sexo y sudor. Mi cabello esta en un moño desastroso, el cual hice en el baño del avión una hora antes de aterrizar, luciendo exactamente como si hubiera estado corriendo de alguien, con el cabello revuelto y sin peinar.
Apesto a Brittany, huelo a su almizcle, su esencia, su toque.
La siento en todo mi alrededor, en mí. Lo cual es absurdo, pero no puedo quitarme el sentimiento. Arrastro los pies desde el pasillo hasta la jetway junto con los otros pasajeros, y me odio a mi misma con cada paso. Brittany me ama, y huyo de ella. La dejé a horas grises del amanecer, y volví al lugar que juré nunca volver. Me puedo imaginar su expresión desconsolada cuando despierte, y ahora, tal vez, buscándome, en esa monstruosidad de mansión, y no encontrándome.
Ni siquiera dejé una nota.

Seguí a la multitud en el aeropuerto, y el ruido de la charla y el bullicio se apodera de mí. Me tomo unos cuantos pasos de la puerta, con el corazón dolido por la culpa, un alma enferma de amor rota en mil pedazos. Tuve sexo fuera del matrimonio con una mujer que apenas conozco y no dejé ni siquiera una nota de despedida. No tengo un celular. No traje mi laptop o mi ipad de Fourth Dimensión. Ella no tiene forma de saber donde estoy, incluso si piensa en perseguirme.

Me tropiezo fuera de la puerta, escuchando el timbre familiar de los acentos de Georgia. Siento a mi propio acento volver sin siquiera decir una palabra.

Tengo cuatro horas y media para pensar, y no estoy cerca de saber que está bien o porque volví a Georgia. Todo lo que sé es que quiero ir a casa, ir a la casa de mi padre, dormir y dormir para siempre.

Y después… siento un cosquilleo demasiado familiar en mi piel, en mis sentidos y una estocada en mi vientre. Caliente, fuerte, unas manos implacables me envuelven alrededor de mis caderas y me dan vuelta hacia tras. Siento su pecho en mi espalda. No me doy cuenta y la reconozco; me desplomo contra ella y amortiguo mis sollozos con mis manos.

—No puedes huir de mí, Santana. —Su voz es suave, poderosa e intimidante.

—¿Cómo… cómo lo supiste?

Ella sonríe.

—Sentí cuando te levantaste. Te escuché llorando. Supe que estabas empacando. Y sabía que lo ibas que hacer. Te dejé ir, y te seguí. Estaba detrás de ti en cada paso que dabas. Me senté en primera clase, y tú nunca me viste. Pero te vi llorar, sola, te vi agonizar.

—Brittany, yo… lo siento —Mi acento, el cual he trabajado duro para erradicar, está de vuelta con toda su fuerza, tan fuerte como cuando era despistada, principalmente a los quince años. Hice una ruidosa risa de desaprobación—. Dios, escúchame. Sueno como una campesina de nuevo, y solo he estado de vuelta por unos minutos.

—Amo tu acento. Déjalo salir. Solo se tú. Se Santana López.

No nos hemos movido, y la gente se acumula a nuestro alrededor como el agua de un río fangoso en torno de una roca.

—No sé quién es —digo, dejando mi cabeza descansar en su pecho.

Ella mete un mechón de mi cabello detrás de mi oreja.

—Sí, lo sabes. Eres tú. Eres tu Santana. Una estudiante de cine. Hija de un pastor de Macon, Georgia. Eres la mujer más hermosa que he conocido en mi vida. Eres completamente inocente, un poco ingenua, muy obstinada, y absurdamente hermosa cuando te enojas. Haces que mi polla se ponga dura con solo una mirada, y no tienes idea que lo haces. Me distes el mejor día de toda mi vida, y después escapaste de ello, lo cual sabía qué harías

Ella esta susurrando esto en mi oído; no estoy respirando mientras habla

—. Me amas. Y te amo. No es un pecado. O si lo es, no me importa. Y extrañas a tu padre. Es por eso que volviste.

—¿Yo... qué?

Ella toma mi mano y me conduce lejos.

—Vamos a ir a ver a tu padre, lo extrañas, y lo quieres de vuelta en tu vida. Y me vas a presentar como tu novia, la famosa estrella de cine.

—¿Lo hago?, ¿Lo soy? —Troto al lado de ella mientras da pasos largos y decididos.

—Sip.

—Oh.

Considero todo lo que ha dicho mientras va a alquilar un coche.
Está ignorando las miradas y susurros de las personas que la reconocen, y estoy tratando de hacer lo mismo. Encontramos nuestro choche de alquiler, un convertible rojo de un año. Ella se desliza en el asiento del conductor y se voltea hacia mí.

—¿Dirección?

Escupí sin pensar.

—16543 avenida Maple Grove —Parpadeo por mi confusión—. Espera. ¿En realidad estamos regresando a la casa de mi padre?

Ella se echa hacia atrás y sale del aparcamiento antes de contestar, insertando la dirección que le di en su teléfono, en una aplicación de GPS, probablemente. Cuando nos dirigimos hacia casa de mis padres, al vecindario de mi padre, solo sonríe hacia mí.

—Santana, solo respira. Te amo. A menos que me digas, sin mentirme, que también me amas. Entonces todo va a estar bien.

—Te amo. Lo hago —Susurro, y las palabras se pierden en el viento rugiente, como Brittany está inclinada.

Ella escucha de todas maneras, o lee mis labios, o sólo sabe la verdad.

—Bien, entonces todo va estar bien. Tú me amas. Yo te amo. Vamos a trabajar el resto —Me dio una mirada aguda—. ¿Te arrepientes de lo que hicimos?, ¿O de lo que tenemos?

Sacudo mi cabeza con vehemencia.

—¡No! No... No me arrepiento. Fue… fue estremecedor. Sólo estoy confundida. No sé qué creer.

—Cree en mi, cree en el hecho de que te amo. —Sonríe hacia mí— y cree en el hecho, de que una vez que consigamos tener las cosas un poco más estables, te voy hacer venir tantas veces que no serás capas de caminar durante varios días.

—Apenas puedo caminar ahora. —Admito. —Estoy adolorida.

Ella solo sonríe.

—Eso fue solo un calentamiento, nena. Todavía no he empezado a destruir tu mundo. Puedes estar segura de eso.

Me estremezco por el calor, el brillo de hambre en sus ojos, y le creo. Todavía estoy confundida, pero Brittany esta aquí, a mi lado, amándome aunque huyo.
Trato de respirar, y de imaginar que le diría a mi papá. Ni siquiera sé por dónde empezar.
Después de una hora de nervios y media en el coche desde Atlanta hasta Macon, nos detenemos en la casa colonial de ladrillos rojos y de dos pisos en la cual crecí. Hay un letrero de “en venta” firmado en el jardín del frente, con un “vendido” marcado en rojo en la barra superior. Mi estomago se encoge. La puerta del garaje está cerrada, no hay coches en la calzada.

Papá siempre estacionaba en la calzada para que los miembros de su congregación siempre supieran que estaba disponible y accesible. Salí del convertible. Con Brittany detrás de mí, y tiro de la puerta principal, está cerrada. Busco mi llavero en la cartera, tanto tiempo sin uso, y pruebo con la llave de la casa que nunca tiré. No funciona; las cerraduras fueron cambiadas.

—Él… se mudo. —Estoy sorprendida.

—Mierda, ¿y ahora qué?, ¿Sabes su número?, ¿O algún lugar donde lo puedas encontrar? —Brittany está a mi lado, y mi mano está en la suya. No recuerdo entrelazar mis dedos en los suyos, pero me tranquiliza lo suficiente para poder respirar.

Me alejo de la puerta, tropezando tres veces con la acera, y soy detenida de caer por Brittany, quien me ayuda a entrar en el coche. Me siento en el asiento de cuero de color marfil y aspiro el aire caliente de Georgia dentro en mis pulmones.

—La iglesia. Él estará en la iglesia. Regresa a la carretera principal y gira a la derecha.

Veinte minutos después, estamos en el estacionamiento casi vacío de la Iglesia Bautista Contemporánea de Macon. Es un gran, y extenso edificio, con una impotente, torre sobre el santuario principal, todos los bloques de piedra blanca y pilares de madera oscura a los lados. Hay un modelo antiguo Ford Taurus de color rojo en el estacionamiento cerca de la entrada de la oficina. El coche le pertenece a Louise, la secretaria de mi padre. Al lado del Taurus hay un antiguo F-150 que solía ser verde, pero ahora está todo oxidado, lleno de barro rojo y salpicaduras de tierra, que pertenece a Jim, el conserje. Hay otro coche el cual pertenece a Doug, el asistente del pastor, y otros pocos cuales no consigo reconocer. A unos puestos de estos coches esta el coche de mi padre un BMW gris. Está aquí. Por supuesto que él está aquí.
No puedo respirar. De repente vuelvo a tener 12 y espero a mi padre salir. Un domingo por la noche, después de un segundo servicio y una reunión de oración personal. Me sentaba en el estacionamiento, en el asiento blanco del coche, leyendo un libro, esperando que mis padres me llevaran a casa.

—Todo está bien, Santana. Estoy aquí. —La voz de Brittany es un ruido sordo, rompiendo mi memoria distorsionada.

Muevo mi cabeza, respiró profundo, y me traigo a mi misma al presente. Brittany esta aquí. Es mi… novia. Ella es mía. Yo soy suya. Me ayudara a enfrentar a mi padre. No debería de necesitar ayuda, pero lo hago. Me limpio mi sudor, las manos húmedas en mis muslos y luego salgo del coche, poniendo mi cartera en mi hombro. Brittany cierra de un golpe la puerta del coche detrás de ella y luego va a mi lado, tomando mi mano. Vacilo afuera del vidrio de la ventana de la oficina de la iglesia.

El mango negro de metal está caliente entre mis manos, y a través del espejo puedo ver a Louise caminar lejos de la puerta, hacia el pasillo principal, con una caja entre sus brazos regordetes. Abro la puerta, y ella la escucha abrirse, se voltea, y me ve. Su rostro se pone momentáneamente blanco. Y luego su hospitalidad sureña se activa, y se ilumina. Louise deja la caja en el suelo y se apresura hacia mí, extiende sus brazos para abrazarme.

Brittany me deja ir y se detiene con sus brazos en los bolsillos mientras abrazo a Louise. Ella es la misma de siempre, tamaño medio, llevando la mayor parte de su peso extra en las caderas, con su canoso pelo negro peinado a la perfección.

De repente estoy consciente de cómo debo lucir, como debo oler. Estoy segura de que Louise puede oler el sexo en mí, ver el nido de ratas que tengo en mi cabello. Desearía haber podido tener tiempo para tomar una ducha, pero no hay nada que pueda hacer ahora.

—Santana, ¿Cómo estás cariño? ¡Porque, no te he visto estos años! ¡Pensé que nunca volverías a vernos! Luces tan hermosa, y yo, oh yo, que es este alto vaso de agua —Louise parloteaba sin parar, con su acento grueso como lodo y teñido como una cuerda de guitarra.

Entonces realmente ve a Brittany, y la reconoce

—. Oh. Oh. Oh mi dios pero tú eres… oh.

Ella golpea su rostro con una mano, y su pecho se agita, con los ojos muy abiertos. Me mira, y luego sus ojos se abren mucho más, como palillos, cuando Brittany hace un espectáculo al envolver sus brazos alrededor de mi cintura, llegando casi a mi trasero. Me apoyo en ella, dejando descansar mi cabeza en su pecho, y no es un espectáculo. Necesito su proximidad. Necesito sacar fuerza de ella.

Louise ha recuperado un poco su equilibrio.

—¿Esto es realmente lo qué creo que es?

Asiento.

—Louise Eldritch, este es Brittany Pierce. Mi novia.

Nunca he presentado a alguien usando esas palabras. Estoy un poco mareada. Louise sonríe nerviosamente mientras sacude la mano extendida de Brittany.

—¡Mi dios, Santana! ¿Dónde la conociste? Es incluso más atractiva en persona que en sus películas.

Frunzo el ceño.

—¿Porque, Louise, quieres decir que has visto sus películas? No sabía que te gustaban ese tipo de películas.

Louise se sonroja y agita su mano con desdén.

—Bueno, veras, mi… mi Iris quería ir a ver esas películas que eran tan populares, tu sabes cuales, de magia y que es lo que tienes. Así que tenía que verlas para asegurarme que son adecuadas para mi hija. No dejé que fuera a verlas, que conste. Estaban llenas de violencia innecesaria y sexualidad, y sin ánimo de ofenderla señorita Pierce, pero no tenemos esa clase de comportamientos.

Brittany sonríe uniformemente.

—No lo tomé como un ánimo de ofender señora Eldritch. Sé que algunas de mis películas no son para cualquiera. Si tuviera una hija, sin duda, no la dejaría ver gran parte de mi trabajo hasta que tuviera la edad suficiente para comprender y ser perspicaz.

Louise asiente seriamente, y luego se voltea hacia mí.

—Así que, Santana. ¿Qué te trae de vuelta a la ciudad? Estabas bajo presión cuando te fuiste a Los Ángeles más o menos permanente.

Esta era la forma de decir de Louise que sabía de mi pelea con papá, y que quería todos los detalles.

—¿Esta papá en su oficina? Me gustaría verlo.

—Sí, sabes que sí. Él solo está… bueno, dejare que él te lo diga.

Es afable, desvanece exteriores gentiles, y me ofrece una vista aguda de la inteligencia, perspectiva, y una mujer más crítica

—Las cosas no han sido las mismas desde que te fuiste, Santana. Debo decirte. Y tu padre… bueno… el cambió. La muerte de tu pobre madre lo cambió, y no para mejor. Y cuando te fuiste… no ha estado bien, sabes. Pero he dicho demasiado. Es su historia para contar. Vamos. Cariño. Te llevaré a él.

Nos lleva a mí y a Brittany por un laberinto de pasillos y oficinas interconectadas con la oficina expansiva de mi padre. Su puerta está cerrada, y Louise toca una vez, superficialmente, y luego se abre. Ella entra, y la sigo detrás. Lo que veo me conmociona.

Papá está sentado en el suelo de su oficina, con montones de libros de referencia apilados a su alrededor entre las cajas vacías. Los estantes están vacíos, y una pila de cajas están cuidadosamente organizadas en la esquina, grabadas con “Cerrado” y etiquetadas con la escritura ordenada de papá.

Tiene cuatro o cinco libros gruesos en su regazo y está hojeando otro, que luego deja a un lado en una pila más pequeña, toma uno de su regazo, comprueba el lomo, lo voltea, y lo pone en una pila diferente, no nos escuchó tocar ni entrar.

La música suena fuerte desde la pequeña base del ipod: “Hibernia” de Michael W. Smith. El distintivo y hermoso coro del piano y la orquesta se hunden en mí, esta era una de las pocas canciones de él, que en realidad me gustaba, sobre todo porque no había ninguna palabra.
Veo a papá voltear a través de otro gran libro de referencia. Ha cambiado. Está más delgado, mucho más delgado. Su cabello está más plateado que rubio, y está adelgazando, y el círculo calvo en la parte superior de su cabeza se ha expandido significativamente. El luce… viejo. Y frágil. Louise se agacha junto a él y le susurra en el oído. Su cabeza se mueve bruscamente hacia arriba, y sus ojos se fijan sobre mí.

Trago saliva al cúmulo de emociones que veo en su mirada. Debería haber llamado. Debería haber visto de él. Hay tantas cosas entre los dos, y no tengo idea que demonios decir, como va a reaccionar a mi regreso inesperado.

Se pone de rodillas, y luego de pie. Louise lo toma del codo y lo ayuda, y veo algo en la forma que en que se miran, en la forma en que ella lo ayuda a ponerse de pie. Louise es viuda también, su esposo murió de un ataque al corazón tres años antes que mamá muriera. Estoy congelada en el lugar cuando puse dos más dos juntos.

Papá pone sus manos en la parte delantera de sus apretados Dockers, alisando sus arrugas, y luego toma tres pasos vacilantes hacia mí. Se mueve lentamente, como si estuviera rígido.

—¿Santana? —Su voz no ha cambiado, sigue siendo profunda y potente—. ¿Volviste?

Echo un vistazo a Brittany. Quien sonríe alentadoramente hacia mí. Miro de vuelta a papá, y doy un paso a su dirección. Todavía estamos separados por unos pocos pasos, pero puedo ver sus características trabajando, sus ojos me buscan.

—Yo… solo, quería. Quiero decir… —No tengo idea que decir. No tenía ninguna intención de volver.

Papá arruga la frente, y se apresura a mí, envolviendo sus brazos a mí alrededor, y me sostiene. Está llorando en voz alta.

—Lo siento mucho, Santana, lo siento mucho. Estaba tan obstinado. Debería haberte…. Debería haberte amado. Nunca pensé que te volvería a ver. Lo siento tanto, Santana. —Da un paso atrás y se limpia el rostro con una mano—. Perdóname, Santana.

Nunca, esperé esto de él.

—Claro que te perdono, papá.

Cierra sus ojos y se inclina, tropezándose con el costado de Louise, ella lo sostiene y acaricia su hombro.

—Yo nunca… pensé que te había perdido para siempre. Te he extrañado tanto.

Miro detrás de él a las pilas de libros. Las cajas, el escritorio despejado de papeles, bolígrafos y la computadora.

—¿Qué está pasando?, ¿Por qué estás empacando la oficina? Y la casa. ¿La vendiste?

Papá se endereza, y luego se mueve detrás del escritorio visiblemente fortalecido y reasumiendo un poco de su antigua autoridad. Le da un clic al radio, cortando “Hibernia” en el comienzo de su segunda reproducción, creo, y luego abre un cajón, encuentra un llavero con una etiqueta circular y una llave.

—Sí, lo hice. Estoy retirado. Doug está tomando el cargo de pastor a tiempo completo. Todavía voy a dar algunos sermones aquí y allá, pero… si. Y por la casa… me mudé hace algunos meses, a un condominio a algunos minutos de aquí. La casa era… tan difícil de vivir ahí. Era tan grande y vacía —mira hacia abajo y frota la superficie de la mesa con su pulgar—. Había tantos recuerdos allí. Guardé todas tus cosas, tus pertenencias, junto con lo que no me llevé al departamento, están en una unidad de almacenamiento a unos kilómetros del departamento. Esta es la llave.

Me entrega la llave, y la tomo. Louise todavía estaba en la habitación, revoloteando en la puerta.

—¿Estás bien, Erik?

El asiente, y sonríe tiernamente a Louise.

—Sí, estoy bien. No te preocupes.

Sonaba como si estuviera a punto de decir “querida”. Él debe de ver mi mirada interrogante cuando veo de frente a mi papá y a Louise de espalda, preguntándome. Hace una mueca.

—Louise y yo… estábamos… lo que quiero decir es que nosotros...

Interrumpo.

—Papá ese es tu problema.

—Solo no quiero que pienses que yo....

—No estoy lista para esa conversación. Solo no lo estoy.

El asiente.
—Sí, ya veo quizás tengas razón. —Mira más allá de mí hacia Brittany, quien está apoyada en la puerta con su teléfono, revisando su correo o algo.

—¿Quién es esta joven?

Brittany se adelanta de inmediato, guardando su teléfono en el bolsillo y extendiendo su mano. Veo a papá examinando a Brittany, y veo cuando la golpea el reconocimiento, segundos antes de que se presente.

—Brittany Pierce, señor.

—Erik López —Papá toma la mano de Brittany, y los dos se saludan—. ¿Cómo conoces a mi hija?

—Estamos trabajando juntos en una película —Mi corazón salta cuando Brittany aparentemente rechaza nuestra relación, pero después continua—. Así es como nos conocimos. Al menos. Amo a su hija, señor. Santana es la persona más increíble que he conocido en mi vida.

Papá aclara su garganta.

—Gusto en conocerte. —Tiene un millón de preguntas, y no le gusta la situación, y mi viejo papá probablemente todavía este allí, pero lo mantiene para sí mismo.

Es una mejora, un comienzo, y lo tomo.
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El mundo de Brittany

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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 5:06 am

CAPITULO 15



—¡ ...Y el Oscar a mejor actriz es para...Brittany Pierce!

Channing Tatum aplaude con sus manos, el sonido muy fuerte en el micrófono, sus manos golpeando. A su lado, aplaude Emma Stone, así, sosteniendo una sonrisa cuando Brittany se pone en pie y camina por el pasillo.

Cuando me pasa, se inclina y susurra, te quiero, en mi oído, besándome rápidamente. Trota hacia el escenario, Emma le da un suave abrazo, y luego lo hace el hombre, con el abrazo le da unas palmadas en la espalda con Channing. Mi corazón late con fuerza, y estoy de pie, gritando y aplaudiendo mientras Brittany acepta la estatua de oro.

Estoy abrumada, pero eso no es nada nuevo. Tom Hanks unas filas más atrás, Ted Danson se encuentra al final de mi fila, y Jay -Z, Beyonce, y varios de sus amigos se sientan directamente en frente de mí. Veo caras conocidas donde quiera que mire. Y luego estoy yo.

Lo Que El Viento Se Llevó, fue un éxito de taquilla, empatando con Avatar la película más taquillera de todos los tiempos. Ni siquiera estaba en los créditos, pero no podía importarme menos. He trabajado en esto, le ayudé a hacerlo. Me senté junto a Jeremy Allen Erskine durante la mayor parte del rodaje y ví, escuché y aprendí. Corrí recados para Brittany, Kaz y Jeremy, y tomé muchas notas. A pesar de todo, Brittany y yo trabajamos las cosas. Aún no me ha hecho la proposición. Trato de decirme a mí misma que no tengo prisa. La amo, y eso es todo lo que importa, pero en el fondo tengo dudas de por qué me eligió a mí. ¿Y si no lo hace? ¿Y si ha cambiado de opinión acerca de casarse conmigo?

Se había modificado su contrato cuando regresamos a Los Ángeles de nuestro viaje a Macon. Ella besaba a Rose, pero no quiso hacer ninguna escena de amor explícita, y que también incluyera montura. Así, a pesar de que la nueva versión era mucho más oscura, más valiente y más gráfica, incluyendo una escena de sexo que casi nos llevó a una calificación NC- 17, era casi en su totalidad el cuerpo del doble y efectos de ordenador, después del beso inicial.
¿Y ese beso entre Brittany y Rose? Las mantuve juntas a pesar de que mi estómago pensara lo contrario. Tuve que ver, una y otra vez, toma tras toma, hasta que Jeremy estuvo finalmente satisfecho. Brittany estaba tan molesta como yo, esto era lo único que realmente me llegó de ella. Si no tiene ninguna otra función que demande un beso, voy a tener que tomar unas largas vacaciones y no ver la película.

Excepto que probablemente trabajaré en todas sus películas. Todo esto pasó por mi cabeza mientras Brittany desplazaba su peso frente al podio, ajustando el micrófono y aclarándose la garganta.

—Dios mío, esto es increíble. Muchas gracias, a todo el mundo. A la Academia, obviamente a Jeremy, eres el mejor. A Rose, Armand, Carrie: Ustedes son los mejores compañeros de reparto que podía pedir. Papá, por meterme en las películas cuando tenía cuatro años.

Levantó la estatua, y mi corazón está en mi garganta. ¿Me mencionará?

—Um, así que... sé que no tengo mucho tiempo, pero tengo algo más que decir, y van a tener que ajustar su horario, porque tengo el micrófono.

Las personas se ríen de esto, y ella se lame los labios, un signo de que está nerviosa.
¿Qué está haciendo?
Me encuentra, con sus ojos mirando los míos.

—¿Santana? Ven aquí, nena.

Niego con la cabeza, pero no me puedo negar. Me levanto, me sacudo la falda de mi vestido suelto, y me acerco. Llego a las escaleras y con sus manos me ayuda a subir, y luego toma su lugar en el micrófono, mi mano todavía en la suya. El busca con su mano libre en el bolsillo, y sus ojos queman en los míos.

—Santana, bebé. Es probable que te enojes conmigo por esto, pero... lo haré de todos modos. Te quiero. Tanto. Tú me has devuelto mi vida
.
El público está charlando, susurrando, riendo, awww-endo. Escucho, pero no soy consciente de ellos, salvo el ruido de fondo. Me doy cuenta de lo que viene. No puedo moverme, no puedo hablar, no puedo respirar. Sólo puedo ver como Brittany saca un cuadro negro del bolsillo del pantalón de vestir corte Italiano hecho a medida, lo abre, y me muestra un enorme anillo de brillantes diamantes. Tiene que ser por lo menos de cuatro quilates, pero incluso el brillo del anillo no puede mantener mi mirada alejada de Brittany.

—¿Santana? ¿Quieres casarte conmigo? —dice las palabras, y luego se inclina en una rodilla, con la caja extendida hacia mí.

Me quedo mirando el anillo, y luego a Brittany. Sólo hay una respuesta, por supuesto.

—Sí.

Lo digo en voz baja, y mi voz se quiebra al final. Lo intento de nuevo, más fuerte, inclinándose hacia el micrófono.

—¡Sí, sí! Brittany, bebe... estás loca, pero sí, me casaré contigo.

Gritos y aplausos del público, y por primera vez miro hacia ellos. Es un error. Hay miles de personas, gente famosa, gente importante, todos mirándome. Nunca he estado al frente de una multitud así, y mis rodillas se doblan. Brittany me coge cuando me tropiezo, y se ríe mientras miro hacia ella en estado de shock, perpleja. La realidad de lo que acaba de hacer, lo que acaba de suceder, se hunde en mí. Ella me propuso matrimonio durante su discurso de aceptación en los premios de la Academia. Me propuso matrimonio. En los Oscar. La mayor parte del mundo está observando. Es real. Empiezo a hiperventilar.

Y luego unos calientes y fuertes labios tocan mis labios húmedos, y me entrego al beso, a la boca de Brittany tomando la mía, me da el aliento. Me aferro a ella, a sus hombros que son difíciles debajo de su chaqueta de seda. Ella rompe el beso, y desliza el anillo en mi dedo.
Morgan Freeman está a nuestro lado, alto e imponente, hablando a Brittany en esa increíble voz.

—Bueno, John Travolta y Rachel McAdams se supone que son los siguientes presentadores, pero usted y su nueva novia aquí pueden también hacer los honores.

El brazo de Brittany me sujeta a su lado, y me apoyo en ella, tratando de no mirar a la multitud o a las cámaras. Brittany lee el apuntador, al presentar el próximo premio a la Mejor Actriz. Mi cabeza está girando y girando, por lo que dudó cuando Brittany me empuja con la mano. Entonces me doy cuenta de que ella quiere que le lea la lista de nombres. Me aclaro la garganta y leo las palabras en el apuntador, los nombres de las actrices y las películas que se encuentran ahí, que incluyen a Rose por su papel de Scarlett.

Estoy orgullosa de mí por conseguir pasar a través de la presentación sin tropezar con mis palabras, y luego Brittany está tomando un sobre de una mano del escenario vestida de negro con un auricular. Ella lo rasga abriéndolo, voltea la solapa hacia arriba, y lee.

—¡El Oscar a la mejor actriz es para... Rose Garret!

Sonríe y señala con su Oscar a Rose mientras se levanta de su asiento.

—Rose, eres increíble. Te lo mereces. Y ahora, por fin voy a dejar el escenario. Todos pueden volver a su programa ahora.

Todo el mundo se ríe de ella, y entonces me lleva fuera del escenario hacia la oscuridad de la zona de detrás del escenario. Estamos en una esquina lejana debajo de una señal de salida de rojo encendido, y sus características son bañadas en el resplandor. Es delirantemente feliz. Y yo también.

—¿Estás loca? —Susurra hacia mí, su voz en mi oído, baja e íntima.

Dejo que me presione contra la puerta, y me planta un beso en la mandíbula.

—No, no estoy loca —susurro—. Sorprendida. Estaba empezando a preguntarme si alguna vez…

—Quería que fuera algo que nunca olvidaras.

—No creo que haya habido una propuesta semejante.

Me río cuando su boca desciende hasta mi cuello, hasta el hueco de mi garganta, y luego a mi escote. Le detengo allí, sin embargo.

—No aquí.

—¿No?

Ella mira a nuestro alrededor, con el bullicio en las entradas de la etapa, los tramoyistas vestidos de negro corriendo hacia atrás y hacia adelante, susurros en auriculares. Nosotras estamos aisladas aquí, pero aún somos visibles.

Niego con la cabeza.

—No. Demasiado público. —Su boca no sale de mi piel, y tengo que controlarme, riendo—. Vamos, Brittany. Aquí no. Llévame a un lugar más privado, y puedes hacer lo que quieras.

—¿Todo lo que quiera? —Hay un borde oscuro en su voz.

Contesto con atrevimiento.

—Lo que tú quieras.

Besa la pendiente de mi escote una vez más y luego se endereza, tirando de la chaqueta en su lugar. Ajusto mi vestido, acomodando mis pechos y empujando los mechones de mi pelo. Cuando las dos estamos presentables, me conduce hacia fuera, de nuevo a la zona del vestíbulo, que es un hervidero de periodistas, hombres y mujeres con cámaras y micrófonos. Nos asaltan inmediatamente con una avalancha de flashes y preguntas.

Me aferro a Brittany y sonrió, vuelvo a mirar mi anillo, y trato de no entrar en pánico. Estas situaciones siempre me enloquecen un poco, y por lo general todo lo que puedo hacer para mantener la calma es dejar que Brittany hable. Si fuera sólo yo, me asustaría y trataría de correr, pero Brittany siempre está en calma y en control.

Y entonces alguien me hace una pregunta directa.

—Santana, aquí, Santana. ¿Te sorprendió la propuesta de Brittany? ¿Te sentiste presionada a decir que sí, porque fue en público?

Brittany comienza a responder, pero se detiene cuando ve que estoy respondiendo.

—¿Qué si estaba sorprendida? Sí, claro. Quiero decir, no vio mi reacción. ¿Qué si me siento presionada? No, en absoluto. Yo sabía que iba a pedírmelo. Lo que no me esperaba era que fuera en medio de los premios de la Academia.

Me río de eso, y la multitud de reporteros se ríe conmigo.

—Le dije que sí porque la amo y quiero casarme con ella. No había ninguna presión en absoluto. Excepto, quiero decir, que ver millones de personas en una situación como esa siempre es aterrador.

Y luego Brittany está cerrando las preguntas y tirando de mí en un paseo a nuestra limusina que está esperando. Greg está detrás de la dirección, y ni siquiera sé cómo Greg sabía donde recogernos, pero él está aquí, y estoy deslizándome en el asiento con tanta gracia cómo es posible, al entrar en una limusina de baja altura en un vestido de noche.

Es un paseo tranquilo por Los Ángeles, la mano de Brittany está en mi pierna, nuestros dedos enredados juntos. Esperaba que a la mitad del camino, hiciera su movimiento en la limusina, pero no lo hace. Estoy tensa, preguntándome qué va a hacerme, pero es una tensión de excitación. La quiero. Quería que ella me tomara tras los bastidores, pero no soy lo suficientemente valiente para ese tipo de exposición pública. La propuesta fue suficientemente pública.

Brittany hurga en una consola, encuentra un cordón de algún tipo, y lo conecta a su teléfono y luego empuja un par de botones en la consola. Después de un momento, la música llega a través de los altavoces. Me río cuando oigo la canción: Cásate conmigo por Train.

—¿En serio? Lindo, Brittany.

—Al principio, sólo iba a tocar esta canción mientras estuviéramos conduciendo, e iba a tirarme y te lo propondría en el coche. Pero luego me di cuenta de que no era ni de lejos suficiente. Te mereces todo. El mundo entero. Sin duda te mereces una propuesta espectacular.

Levanto la mano izquierda y examino el anillo.

—Era un riesgo hacerlo de esa manera. No estaba seguro de cómo reaccionarías. Quiero decir, yo estaba al 99.9 por ciento segura de que dirías que sí, pero…

—Eres una persona pública —digo—. Así que si no estuviera dispuesta a ser vista por todo el mundo, no estaría contigo. Da miedo, pero...creo que una propuesta cliché en un restaurante de lujo no habría sido lo tuyo.

—¿Quieres decir, el anillo en el fondo de una copa de champán?

Me río, y se encoge de hombros, parecía casi avergonzada.
—Casi hice eso, también, en realidad. He pasado tantos meses tratando de averiguar la mejor manera de pedírtelo, que se convirtió en toda una bola de nieve. Me estaba volviendo loca. No es mentira. Luego, cuando me propusieron para la mejor actriz, sabía que era allí. No estaba segura de cómo, pero lo haría allí.

Me río, recordando muy claramente lo cerca que estuve de desmayarme.

—¡Casi me caigo!

Su mirada se dirigió a la mía.

—Nunca te dejaré caer.

—Lo sé.

Me besa, y luego, como siempre, me pierdo en ella, caigo voluntariamente en la dicha de su boca en la mía.

Y entonces estamos bajo el arco y Greg está abriendo la puerta para nosotras. Brittany me levanta, cargándome en sus brazos, y Greg trota antes de abrir la puerta y entrar en el apartamento, pero él no nos sigue. Oigo la puerta cerrarse y la limusina alejarse. Mi corazón late con fuerza otra vez, porque está mirándome con los ojos azules oscuros, hambrientos, calientes. Me lleva a través de la casa, a la puerta que conduce a su ─nuestro─ garaje. Sosteniéndome todavía, me pregunto, espero...

Se lame los labios a medida que pasamos de coche en coche. Viejos, nuevos, brillantes, maltratados, en diversas fases de ejecución. Llegamos al final, el Bugatti. El acabado de espejo refleja el suave resplandor blanco de las luces del techo, y nuestras formas cuando nos acercamos. Me deja en pie al final del capó del coche. Miro hacia ella, esperando y expectante.

He aprendido algo de ella, a lo largo del año pasado. Nunca está satisfecha, nunca está saciada. Siempre me quiere. Me quiere segundos después de que termina dentro de mí. Me quiere en su cama, en la ducha, en su estudio, en el set. Y me ha tenido en la mayoría de esos lugares. Incluyendo la casa de Tara, durante el rodaje de Lo Que El Viento Se Llevó. Me llevó allí a altas horas de la noche, hasta el porche de la casa de la plantación del mismo tamaño construida en el campo, cerca de Atlanta. Me llevó allí mismo, en el porche, acostada sobre una manta que había traído con ella, las estrellas brillantes y las ranas cantando en la cálida noche de otoño.
Fui al control de la natalidad mientras estábamos en Macon, y he llegado a amar la sensación de ella desnuda dentro de mí, cuando no hay nada entre nosotras.

—¿Cualquier cosa? —pregunta de nuevo.

No dudo.

—Lo que sea.

Sólo hay una cosa que no hemos hecho. Todavía no estoy cómoda con cualquiera de los términos normales de las cosas, y Brittany piensa que mi voz limpia y adecuada es linda. Estoy dispuesta a dejar que lo haga, pero no estoy segura de que me trajera al garaje para ello.
Ella sonríe, una depredadora, un brillo erótico en sus ojos. Se sacude un mechón de pelo de los ojos, y luego sus manos se deslizan sobre mis hombros, alrededor de mi espalda. Llevo un vestido de alta costura de Givenchy, con el que Brittany me ha sorprendido para la aparición de esta noche. Es a la vez modesto y sensual, haciendo gala de mis curvas, sin revelar demasiada piel. Desde que dejé de mostrarme, he encontrado mi propio estilo, una reunión de sensualidad y buen gusto. Estoy poco a poco descubriendo quién soy.

Soy Santana López, y soy deseaba.

Sus manos van a la cremallera entre los omóplatos y tira hacia abajo muy lentamente, me estremezco cuando sus nudillos rozan mi piel entre la brecha cada vez mayor. Se deslizan las correas delgadas de mis hombros con un movimiento de sus manos, y las olas del vestido con un silbido suave caen al suelo, a mis pies en una pila de sedimentación lenta de encaje y gasa.

Mi sorpresa para Brittany se revela: no llevo nada debajo del vestido. Su respiración se vuelve un suspiro lento, y se muerde el labio superior cuando bebe en mi cuerpo.

En vez de tocar, se aleja, girando en el último segundo para hacer frente a la pared donde se encuentra incorporado el iPhone. Los muelles del altavoz están en todas las habitaciones de la casa, incluyendo el baño. Ella pone su teléfono en la base, y se desplaza a través de sus canciones hasta encontrar la que desea. Un latido electrónico rápido llena el garaje, y reconozco de inmediato la canción. Se trata de Palladiode Silent Nick, una de las canciones favoritas de Brittany para trabajar, y una de mis canciones favoritas para bailar.

Se acerca a mí, dominando mis caderas, un rebote en su paso. Por supuesto, puede bailar. Ella puede hacer casi cualquier cosa.

Toma mis caderas desnudas en sus manos y mueve mi cuerpo con el suyo, contorsiones sensuales de nuestro cuerpo a la música. Al ritmo de la música, la alcanzo y libero parte de su vestimenta negra, y luego le deslizo el abrigo. Deslizo sus botones libres, uno por uno, haciéndolos estallar sueltos al ritmo mientras bailamos juntas, y luego echamos la camisa al suelo sobre su chaqueta.

A medida que avanzamos, sus manos se deslizan por mis costados, acariciando las costillas justo debajo de mis pechos oscilantes. Sus ojos se cierran allí, así que acentúan el movimiento de la parte superior de mi cuerpo, por lo que se agitan y se sacuden aún más, y curva los labios en una sonrisa. Le desabrocho el cinturón, aflojándolo de sus pantalones, tirándolo a un lado, lejos de los coches, y luego poco a poco, trabajo en los pantalones abriéndolos.

Su cuerpo se mueve al ritmo de la música, su escultural abdomen moviéndose y tensándose mientras baila conmigo, ahuecando mi espalda, enredando sus dedos en mi cabello, trazando la curva de mi vientre por las caderas. Dejo que sus pantalones de vestir caigan al suelo, y ella sale de ellos.

Está solo en sus boxers, de algodón marrón oscuro moldeando su espalda, el tenso abultamiento donde su cepa de virilidad aprieta el algodón. Hay un punto de humedad en su punta tocando la tela. Paso los dedos alrededor de la cintura elástica gris, poco a poco trabajo por sus caderas al ritmo de la música, meciendo las caderas, moviendo terminando en ella, que se inclina para robarme un beso, y luego me impaciento y bajo su ropa interior y da un paso libre, pateándola lejos.

Y ahora las dos estamos desnudas en el garaje, bailando, el cuerpo se refleja en el acabado de espejo de su Bugatti, mezclando su piel más blanca con la mía. La canción ha cambiado por otra cautivadora, una canción de ritmo rápido. Nos mantenemos balanceándonos, seguimos bailando, nuestros cuerpos más juntos. Mis pechos rozan sus pechos, y se sumerge en las rodillas para tomar un pezón en la boca. Suspiro, y me succiona hasta que mis rodillas se aflojan, y luego me da vuelta en posición vertical, bailando pecho a pecho contra mí.
Su mano está entre nuestros cuerpos y me acaricia entre mis piernas para dejarla entrar, al final de la canción, su mejilla se presiona a la mía y estoy jadeando mientras nos balanceamos juntos, perdiendo el ritmo mientras me separo bajo su tacto.

Brittany me aprieta en sus brazos cuando yo me vengo. Ella todavía está moviéndose al ritmo de la música y todo lo que puedo hacer es dejar que me mantenga, mientras las ondas de choque corren a través de mí. Me inclina hacia delante sobre el capó del coche, su erección contra mi trasero. La estoy anticipando dentro de mí, pero todavía no estoy segura de cuál es su plan.

—He querido hacer esto desde el primer día que te conocí —gruñe en mi oído.

—¿Hacer qué?

—Hacer el amor contigo en el capó de este coche.

Mi cuerpo es presionado a la superficie fría de la campana.

—Abre los ojos —me ordena—. Mira. Míranos.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Sáb Abr 15, 2017 5:35 am

Está cerca, nuestras facciones no se deforman. Mi respiración ha empañado la superficie espejada donde mi mejilla está pegada al metal, pero la puedo ver detrás de mí, todo bulto y mi respiración se pierde, como siempre, por lo perfecta que es. Me veo, mi cara, mis mejillas rojas, el pelo suelto del recogido Luisa, mi estilista, lo puso con hebras gruesas revoloteando alrededor de las mejillas y la boca. Mis ojos están muy abiertos y el cuello curvado para mirarnos, y el reflejo de mis pechos fusionándose con la carne, ya que estoy inclinada sobre el capó.

Tiene las manos en mis hombros, y sus ojos se encuentran con los míos en reflexión. Acaricia mi espalda, los hombros, las costillas, las caderas. Instala su control sobre mis caderas y me tira con fuerza contra ella, y no puedo dejar de moldearme a ella, la necesito dentro de mí ahora. La necesito. Estoy tan insaciable como ella. Nunca tomo la iniciativa, sin embargo, no hasta que estemos en el momento juntas. Cuando siento que se acerca la liberación, es cuando me animo a llevarla al clímax. De lo contrario, dejo que me lleve como ella quiera, dejo que ella decida cómo me quiere.

Me encanta el misterio de ello, porque siempre es inventiva y creativa y piensa siempre en mí placer antes que el suyo. Nunca se ha venido antes que yo, a menos que utilice la boca en ella. Así que ahora estoy quieta y esperando. Pero la necesito, tanto, que muevo un poco mis caderas, es mi forma de decirle que se dé prisa.

Deja de lado mis caderas y toma la generosa burbuja de mi trasero con ambas manos, y luego su dedo, el dedo medio de su mano derecha, se desliza en el pliegue y encuentra mi entrada trasera. Me estremezco y jadeo, temblando, segura de lo que va a hacer ahora, y no del todo segura de que esté preparada para ello. La quiero, la quiero, pero no estoy segura de que este lista.

Su dedo se desliza por encima de mí, allá atrás, y me estremezco.

—Te quiero, por aquí.

—¿Ahora? —Jadeo.

—No, cariño. Todavía no. No estás lista.

Mientras dice esto, su dedo presiona, sólo un poco, aplicando la más suave de las presiones.

—¿No lo estoy?

—No. —Se ríe, pero luego rápidamente se pone seria, y entrecierra sus ojos—. Suenas... casi decepcionada. ¿Quieres eso?

Un poco más de presión, y estoy tratando de no retorcerme, pero la presión es suave e implacable, y ahora que hay una leve intrusión, estoy sin aliento.

—Yo... oh... Dios... Tengo curiosidad.


—Te va a encantar. Sé que lo hará. Eres tan perfecta, tan sensual. Así que contesta.


—Soy fuerte.

Un poco más, y esas dos palabras son todo lo que puedo manejar. No puedo creer que vaya a dejar que haga esto, pero, sí, yo puedo, porque me encanta cualquier cosa y todo lo que tiene que ver con ella, y confío en ella. Y se siente...tan bueno.

—Me encanta eso de ti. Me encanta que puedo hacerte gritar. Es un juego que jugaba conmigo misma. Para ver lo fuerte que puedo hacerte gritar. Cuando te coja por el culo, voy a tener que hacerlo en algún lugar lejos de la gente, porque bebé, vas a gritar.

Gimo cuando la intrusión se convierte en presencia, y mis caderas empujan hacia atrás, sólo un poco, por propia voluntad. Mis ojos están cerrados, y siento cuando su otra mano encuentra mi labio leporino y mi clítoris, y yo soy incapaz de evitar el pequeño grito de éxtasis mientras ella me lleva al clímax otra vez.

Estoy perdiendo la paciencia ahora. Me levanto en mis dedos y froto mis pliegues contra su dureza, rogándole en silencio.

Poco a poco y con cuidado retira su dedo.

—¿Estás lista, nena? —Su voz es de seda deslizándose sobre mí, su boca contra mi oído, sus pechos contra mi espalda.
—Sí... —Respiro—. Ahora.

—¿Es una orden? —Su voz suena divertida.

Asiento con la cabeza, la mejilla contra el capó frío del Bugatti. Endurezco mi voz y pongo tanta autoridad en mi voz como puedo, estirando el cuello para mirarla a los ojos caliente sobre mi hombro.

—Ahora, Brittany.

Literalmente, gruñe, y sus pupilas se dilatan. Su sacudida virilidad se engruesa.

—Así ordenándome, te ves muy caliente. Deberías darme órdenes más a menudo.

Me gustaría, pero tiene su erección en la mano y se burla de mi clítoris con ella. Sus nudillos rozan mis muslos mientras se mueve a sí misma, y me esfuerzo por estar silencio, esperando a que se deslice en mis pliegues.

Lo hace, pero es glacialmente leeeeeeeentoooo, una fusión tan gradual de cuerpos.

—No puedo esperar a llamarte esposa —murmura, inclinándose sobre mí para susurrarme al oído.

Un lamento, tanto en sus palabras, como en su entrada en mí.

—Yo tampoco. Pero...ya eres mi mujer, solo que no hemos dicho las palabras todavía.

Se desliza totalmente dentro de mí, contra mi cadera flexionada inferior.

—Es cierto.

Eso es todo lo que dice, porque las palabras están más allá de las dos entonces, por un momento. Se retira y se desliza hacia atrás. Mi gemido es una respiración tranquila en el capó. Y entonces está tomando las caderas con sus manos y tirando de ellas, me levanta. Me empujo hasta mis manos y en mis dedos de los pies, la columna vertebral arqueada hacia abajo, inclinada totalmente. Empuja profundo, y yo estoy gritando en silencio, con la boca.

—Míranos, nena.

Me obligo a abrir los ojos y miro hacia abajo a nuestra reflexión. Mis pechos cuelgan bajos, balanceándose con el ritmo acelerado, y su forma está por encima de mí, tan enorme, y mi piel toda húmeda, y luego muevo mi mirada hacia abajo, y estoy hipnotizada por la visión de nuestra unión. Puedo ver todo lo que está sucediendo, su grueso eje deslizarse, mis pliegues tensos y estirándose hasta tomar todo de ella, y entonces ella se está moviendo y yo veo como entra, y bombea sangre salvajemente, la adrenalina lujuriosa que fluye a través de mí al ver lo erótico de movernos juntas. Aprieto los músculos de mi vagina, y gime cuando mis paredes drásticas se contraen alrededor de su erección, sintiéndola hinchándose y progresando, y sé que ella está cerca, sé que mi turno estará disponible en breve.

Está perdiendo su ritmo, sus movimientos cada vez más erráticos. Agarra mi cadera con una mano y se masturba a mí alrededor en su contra. Me gusta la rugosidad. Me encanta. Es una cosa tierna, contra- intuitiva. La aspereza de su ardor es lo que más amo de nuestro sexo al máximo, cuando está fuera de control.

Su otra mano va hacia un pecho balanceándose, lo aprieta y amasa, con los pulgares en el pezón da pellizcos, y está perdiéndose, sus ojos se cierran y el sudor se amontona en la frente y se está moviendo más rápido y más rápido.
Ahora. Ahora es mi turno.

Me levanto de puntillas, aprieto hacia abajo con mis paredes, y me estrello contra ella. Se queja, y lo hago de nuevo. Empiezo a moverse contra ella, contra sus embestidas. Donde antes me movía con ella, en sintonía con ella, ahora me encuentro con sus embestidas con las mías, más y más rápido.

—Tócate a ti misma —pide, sin aliento.

Ella está mirando. Coloco mi cabeza en mi antebrazo sobre el capó del Bugatti, y me alzo en mis dedos de los pies. Las manos de ambas van a las caderas, y me levanta, así que no voy a tocar el suelo con los pies en absoluto, la cabeza y el pecho en el capó, y ella bombea en mí cuando deslizo mis dedos sobre mi carne resbaladiza.

Empiezo a venirme, y se mueve más rápido, tirando de mí en sus golpes, y estoy gritando, ululando, fuera de control, y entonces siento que empiezo a temblar, y me encuentro con mi aliento, recordando lo que dijo antes cuando le estaba dando órdenes.

—Di mi nombre cuando te vengas —digo.

También sé que le gusta cuando juro, cosa que no suelo hacer, así que lo hago ahora también.

—Di mi nombre cuando me jodas.

Ella grita, un rugido de animalidad bruta, y empuja profundamente en mí.

—Santana. Oh... Dios... Santana, mi amor.

Se viene entonces, sin ritmo, sin un patrón, solo movimiento y desesperación.

—Te quiero, joder, Te quiero tanto.

Me llena. Siento la liberación, un espasmo de chorro de humedad y el calor en mi interior. Me jode entonces. Fuera de control y con fuerza, y me encuentro con ella con un maldito ritmo propio, ordeñando su liberación, y luego me vengo otra vez, sintiendo otro espasmo de ella mientras me desplomo en el coche y rodando mis caderas contra ella, nuestros cuerpos desacelerándose y ablandándose una vez más.

Estoy flácida contra el espejo de plata del Bugatti, afortunadamente frío contra mi carne por el sexo caliente. Su virilidad suavizándose dentro de mí, las réplicas meciéndonos a las dos como terremotos, temblores sobre mí, empujes revoloteando espasmódicos lo que hacen las réplicas en mí más fuertes.

Está sin aliento, jadeante, pero sale de mí, me atrae contra su pecho y luego besa mi cabeza, mordisquea mi lóbulo de la oreja, luego a la mandíbula y el hombro. Nuestra piel esta resbaladiza, caliente y sudorosa, y las dos estamos respirando, y nunca en mi vida he sido más feliz que en este momento.

Me siento arrebatada por la alegría verdadera, hasta los huesos. Ella me da a mí, la alegría, con su amor. Apoyo la cabeza en su hombro, y giro para que nos besemos en los labios, lo que nos deja sin aliento otra vez más que nunca.

Me levanta en sus brazos, sin esfuerzo, y me lleva a la casa, dejando su teléfono reproduciendo la música y la puerta del garaje abierta. En la sala de estar, me pone suavemente en el sofá, abre la tapa de una otomana, y saca una gruesa y suave manta. Se desliza sobre el sofá detrás de mí, su columna contra el respaldo del sofá.

Estamos sudorosas y pegajosas, y me encanta. Su virilidad suavizada está en contra de mi trasero, y dormita allí, pensamientos de tenerla llegan corriendo por mi cabeza.
La quiero.

Dejo que el pensamiento flote sucio en mi cabeza: Quiero su polla en mi culo. Casi me río en voz alta ante el sucio pensamiento sensual desagradable, pero es demasiado erótico para reírse, y estoy casi dormida, a la deriva y dormitando con la mano distraídamente ahuecando un pecho, y la otra metida entre nosotras y el cojín del sofá. Cuando nos despertemos, voy a tenerla de esa manera.

O tal vez, ya que su cumpleaños se acerca la próxima semana, voy a esperar hasta el día de su cumpleaños, y voy a hacer un evento especial del mismo.

Se mueve en su sueño, moviéndose contra mi trasero, y me pregunto, aun cuando el sueño me lleva, que se sentirá. Como todo lo que hace, increíble, estoy segura.

Voy a ser su esposa.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por 3:) Sáb Abr 15, 2017 10:31 am

San y su cerebro "hablando" da miedo jajaja...
Pero salio algo bueno... Se reconcilio con su papa y presento a britt a la familia...
Buena pedida de matrimonio de britt... Si que lo hizo a lo grande!!!
3:)
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por JVM Sáb Abr 15, 2017 1:30 pm

Cuando se sintió perdida San regreso a su hogar y es bueno que las cosas se hayan arreglado con su padre al final los dos necesitan al otro en sus vidas. Britt anticipándose a la morena y sus huidas y acompañándola en un momento importante donde necesitaba de su apoyo. Y pues han dado un paso grande ahora solo falta la ceremonia..... Haber que tal le parece su regalo a Britt jajaja estoy segura que le encantará!
Gracias por actualizar!!! Que estés bien, cuidate, saludos!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por micky morales Dom Abr 16, 2017 7:19 pm

Me encanta este par, juntas siempre, complementadas y contra todo, Britt haciendo de todo para demostrar sus sentimientos y San lejos ya de ser la hija del pastor!!!!
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 17, 2017 1:43 pm

3:) escribió:San y su cerebro "hablando" da miedo jajaja...
Pero salio algo bueno... Se reconcilio con su papa y presento a britt a la familia...
Buena pedida de matrimonio de britt... Si que lo hizo a lo grande!!!

Oh ha sido una avalancha de situaciones, pero el drama aun no termina o decir aun no empieza.
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 17, 2017 1:45 pm

JVM escribió:Cuando se sintió perdida San regreso a su hogar y es bueno que las cosas se hayan arreglado con su padre al final los dos necesitan al otro en sus vidas. Britt anticipándose a la morena y sus huidas y acompañándola en un momento importante donde necesitaba de su apoyo. Y pues han dado un paso grande ahora solo falta la ceremonia..... Haber que tal le parece su regalo a Britt jajaja estoy segura que le encantará!
Gracias por actualizar!!! Que estés bien, cuidate, saludos!!!!

jjajaj hola chica, parece que me estas haciendo un resume de la historia..... ya te haz imaginado creo que hasta el final....pero vamos a ver que mas sigue. no tienes nada que agradecer es un honor ser parte de este foro siempre lo he dicho... y continuamos. igualmente que este bien... saludos....
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 17, 2017 1:47 pm

micky morales escribió:Me encanta este par, juntas siempre, complementadas y contra todo, Britt haciendo de todo para demostrar sus sentimientos y San lejos ya de ser la hija del pastor!!!!

Espero que te sigan gustando por que viene unos pequeños episodios calientes,, pero aqui hay sentimiento, ya que ambas se aman, pero el pasado se va a ser presente.... si ya no es la hija del pastor, pero un adelanto, ella tiene un pasado que puede o no volver.....

gracias por comentar las amo, son lo mejor...
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Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 17, 2017 1:48 pm

CAPITULO 16

Son las cuatro de la tarde del martes. Brittany está leyendo una escena; ha llegado al nivel donde raramente tiene que hacer una audición, pero al parecer la gente del casting y el director tienen en mente a algunos actores bastante conocidos para el papel, y tienen que ver quién es el adecuado. Estoy en Rodeo Drive, comprando para la sorpresa de su cumpleaños mañana por la noche. Por supuesto, hay una gran fiesta esta noche, una cosa elegante y glamurosa organizada por su manager, Audrey. Es una gran cosa, ya que el quién es quién de la lista de invitados se lee como un artículo de la revista OK.

Va a ser divertido, como un juego de rol de alguna manera. He hecho algunas apariciones con Brittany, ninguna tan grande o dramática como los Oscars, obviamente, y cada vez, siento como si tuviese que ser la glamurosa y segura de sí misma versión de mi, la dulce y entretenida yo. Tengo que llevar vestidos ridículamente caros y joyas y darle la mano a gente como Cameron Crowe y Adam Carolla y Jennifer Lawrence. Si, es emocionante, pero en una forma que me enferma los nervios. Especialmente desde que estoy en el negocio, un pequeño pececito en un grande y peligroso océano. ¿Y esos vestidos? Paso todo mi tiempo preocupándome por no romper o manchar un vestido que cuesta tanto o más que las casas de la mayoría de las personas.

Me han hecho la manicura y la pedicura, y después de terminar de comprar, Luisa va a venir para maquillarme y peinarme. Eso, tener un estilista personal, es mi parte favorita de estar con alguien tan rica como Brittany. Es superficial y horrible, lo sé, pero es la pura verdad. La chica en mi ama tener a alguien arreglando y acicalando mi pelo hasta que está perfecto, y maquillarme de la manera que nunca pude. Luisa tiene una técnica para ahumar los ojos lo suficiente como para ser sexy, pero no tanto como parecer alguien de Jersey Shore, que es como terminaría si lo hiciese yo. Luisa ha intentado enseñarme, pero nunca lo hago bien. La mani-pedi todas las semanas está bien también. Ni si quiera voy a mencionar al masajista personal. Eso sería ser cruel.

Entro en la tienda de lencería Agent Provocateur, con el corazón en la garganta. Siempre he comprado mi ropa interior en algún lugar como Kohl, o, si tenía algo más de dinero, en Victoria Secret. Y siempre era ropa interior y sujetadores básicos. Ni siquiera probé verdadera lencería. La prenda más atrevida que tengo es un sujetador sin tirantes y sin espalda que compré para mi primera gran noche fuera con Brittany donde sabia que nos iban a fotografiar.

La mujer que me saluda es pulida y sofisticada, la imagen de la excelencia de Rodeo Drive. Es alta, esbelta, y rubia platino. Se presenta como Violet, que es la cosa más oportuna que puedo imaginar.

—¿Puedo ayudarte a encontrar algo? —Su voz es como la seda.

—Yo… bueno… —Tengo la garganta seca, y no tengo ni idea de qué pedir. Ni siquiera sé por dónde empezar. Decido ser honesta; de todas maneras me estoy avergonzando. Probablemente nunca seré capaz de visitar esta tienda de nuevo.

—Nunca he comprado… lencería antes. Es el cumpleaños de mi novi-prometida mañana, y quiero llevar algo para sorprenderle.

Ella asiente profesionalmente, y su expresión nunca cambia, aunque casi puedo oler el desprecio saliendo de ella.

—Ya veo. ¿Comprándole algo extra para desenvolver, no?

—Algo así. Ella ya tiene casi de todo, así que todo lo que puedo conseguirle es… buena, a mí. —Me sonrojo al decirlo, pero es verdad.

Veo su expresión cambiar un poco, y me doy cuenta de que me reconoce pero no sabe de dónde. Es raro ser reconocida.

—Ah, ya veo —dice, mirándome de arriba abajo, evaluándome—. Eres muy bajita, incluso sin tacones. También una… generosa constitución. Probablemente una copa D, pero no más de treinta y dos o treinta y cuatro de contorno.

Da un paso a mí alrededor y mira mi culo. Es raro ser examinada tan a fondo por una mujer.

—Una talla 4 de bragas, seguramente. —Lo dice de manera un poco desaprobatoria.

Me doy cuenta, con cierto retraso, que está acostumbrada a ver pequeñas mujeres con una talla y forma muy concretas venir aquí, y no soy así. No hay condescendencia evidente en su tono, es muy profesional para eso, pero claramente me juzga. Pretendo no darme cuenta. Ella me mide, y después me muestra varios tipos de lencería, algunos son trajes de cuerpo entero que dejan la mayor parte de mi desnuda, otros son complicados conjuntos de encaje de bragas y sujetador.

Lo que me llama la atención, sin embargo, son los corsés. Hay todo tipo de interesantes y sexis artículos en esta sección, busiers, corsés y corpiños, algunos son transparentes, algunos opacos, todos prometiendo elevar y dar forma. No es que necesite elevar y dar forma, de todos modos. ¿Pero ese es el objetivo de la lencería, no? ¿Acentuar y acelerar lo que ya tienes?
Me doy cuenta, mientras miro, que las tallas aquí son raras. Soy una talla cuatro para su ropa interior, cuando normalmente, en cualquier otra tienda en la que compre, soy más una ocho o diez. Me pruebo varias opciones, y me pongo un artículo al cual Violet llama “Leahcorset.”
Es de color carne, pliegues de tela suave se envuelven y atan en la espalda, elevando y comprimiendo todo alrededor proporcionando tanto empuje que hasta puedo decir que me veo bien.

Brittany va ha combustionar.

Después de que Violet tiene todos los lazos apretados y sujetos, me examino en el espejo, e imagino su reacción. Ella estará…oh, madre. Ella va a tener esa mirada en sus ojos, la ultra caliente, y peligrosa, las pupilas dilatadas y el feroz brillo de lujuria que agita los huesos.

—Me quedo con este —le digo a Violet.

Me visto y espero junto a la caja mientras ella coloca la prenda de lencería y la cobra. No había mirado la etiqueta, así que mi garganta se cierra cuando veo la cifra en la pantalla: $1,709.25. Tengo que recordarme a mi misma el respirar, decirme que está bien. Puedo permitírmelo.
Le entrego la tarjeta que Brittany abrió para mí. Está a mi nombre, sacando dinero de su cuenta. Eso es amor y confianza. ¿Darle a una chica acceso a una tarjeta de debito con millones de dólares? Lo bueno para ella es que no soy una chica materialista. Nunca iría a gastar un montón de dinero en diamantes, ropa y zapatos. Tengo lo que necesito, y si hay algo que quiera, es más divertido decírselo a Brittany y dejarla que lo compre por mí.

No me malinterpretes, me encanta comprar tanto como a la chica de al lado, pero me gusta más recibir cosas de mi amada que comprarlas por mí misma. Es más gratificante. Además, luego se lo agradezco de una forma en la que ambas disfrutamos.

Es por eso que la lencería que estoy comprando realmente es para las dos. Nunca llevaría un corsé para mí. Es rígido, incomodo y apretado. Me siento sexy como el pecado con ella, pero es para ella. Es para hacerle necesitar mi cuerpo más de lo que ya lo hace, lo que no debe ser físicamente posible.

Y es para mí, ya que después de que me haya mirado hasta saciarse, me lo quitará y me hará gritar hasta que los vecinos piensen que estoy siendo asesinada.

Me estremezco solo de pensar en lo que voy a pedirle que me haga. Estoy perdida en pensamientos de su toque y sus besos al dejar la tienda, y no me fijo en los paparazis hasta que es demasiado tarde.

—¡Santana, Santana, aquí, Santana! ¿Qué has comprado en Agent Provocateur, puedes enseñarlo?

—Santana, ¿Cómo te sientes por la proposición de Brittany?

—¿Qué le has comprado a Brittany para su cumpleaños? ¿Es lo que hay en la bolsa?

—¿Hay niños en tu futuro con Brittany?

Parpadeo cuando saltan los flashes, tratando de respirar y mantener la calma e ignorar la lluvia de preguntas. Y luego una pregunta me hace entrar en pánico. La hace un hombre con unos treinta años, con una larga y sucia coleta rubia, una frente llena de granos, afilados y crueles ojos marrones, y barriga cervecera.

—Santana, ¿es verdad que solías ser stripper?

No puedo evitar reaccionar. Sé que no debería, que la reacción da credibilidad a la pregunta, pero no soy Brittany.

Mis ojos se sienten atraídos por el periodista que hace la pregunta.

—No… sin comentarios.

Estoy enferma de pánico. Va a salir a la luz ahora, y va a arruinar la carrera de Brittany. Y la mía.

—Vamos, Santana, ambos sabemos la verdad. Tenemos un amigo en común, ¿sabes? Un tal Mr. Noah Puckerman. Me dijo que eras su mejor bailarina.

—Sin comentarios. —Intento empujarles para pasar, pero no me lo permiten.
Su sonrisa es lujuriosa, alegre.

—Qué te parece esto, si es verdad, di “sin comentarios” otra vez. Quiero decir, no tiene sentido negarlo. Él me dijo todo sobre de ti. No te ponías en toples en un lugar que no fuese el escenario.

Se lame los labios, y sus ojos bajan con evidente deseo hacia mi escote.

—Me arrepiento de no haberte visto bailar nunca.

No contesto. Salgo a la calle, casi siendo atropellada por un Mercedes plateado. Ellos me siguen, bombardeándome con preguntas.

—¡Santana¡ ¿Es verdad? ¿Eras una stripper?

—Santana, ¡vuelve! ¿Dónde bailabas? ¿Cómo conseguiste el trabajo?

—¿Puedes hacernos una pequeña demostración?

—¡Mírame, Santana! ¿Durante cuánto tiempo fuiste una stripper? ¿Alguna vez has realizado servicios sexuales?

No estoy llorando aun, pero me falta poco. Estoy casi corriendo, y sé que eso es equivalente a confirmarlo, pero no puedo evitarlo. Finalmente llego a mi Rover, casi a una manzana de la tienda, y ellos me están rodeando, repitiendo sus preguntas, cámaras haciendo fotos, sujetándolas sobre sus cabezas para conseguir una imagen, micrófonos y grabadoras capturan mi cara enrojecida, ojos acuosos, y manos temblorosas.

Sé que al menos una de las cámaras capta la única lágrima que cae de mis ojos al acercarme a mi Rover. Y la segunda mientras me subo, sin darme cuenta debo estar corriendo. Por una vez, entiendo la rabia con la que algunos famosos responden a situaciones como ésta. Estoy hiperventilando, cada respiración silbando rápidamente. Estoy mareada, pero no me atrevo a pararme.

Honks me dice que estoy conduciendo de manera errática, y escucho pitidos y frenazos de ruedas, pero sigo conduciendo, dejando que el piloto automático me lleve a casa.

Brittany no está en casa. Desearía que estuviese. La necesito.

Termino en el gimnasio, sentada en medio de la pista de baile, sollozando. En algún momento oigo abrirse la puerta, y la rigidez en mis músculos me dice que llevo bastante tiempo en el suelo, llorando.

—¿Cariño? ¿Qué ha pasado? —Me levanta y se sienta conmigo en su regazo.

Entierro mi cara en su pecho y trato de respirar. Me pongo a llorar de nuevo.

—Ellos… Ellos se... Se enteraron.

—¿Quiénes? ¿De qué?
—Los reporteros. Los paparazis. Se enteraron… de que era una stripper. —Me ahogo con la palabra.

—¿Quién se enteró? —Describo al reportero que hizo la pregunta, y lo que dijo. Brittany maldice. —Jodido Larry Tominski. Ese tipo es un jodido idiota.

—Traté de quedarme en el ‘sin comentarios’ como me dijiste, pero… pero me enfadé demasiado.

—¿Lo confirmaste verbalmente? —Su voz es dulce pero afilada.

Negué con la cabeza.

—No, por supuesto que no. Pero como estaba tan enfadada… corrí, y estaba llorando. Es tanto una confirmación como decir sí.

Me aprieta.

—Lo hiciste genial, cariño. Son buitres. No hay nada que pudieses haber hecho diferente. Está bien.

—No, Brittany. No está bien. —Me levanté, y se movió para abrazarme, sus labios en mi mandíbula—. Todo el mundo lo sabrá. Lo creerán, y nadie me contratará. Van a decir cosas sobre mí, sobre ti. Sobre nosotras. Va a afectar tu carrera. Terminar la mía.

Suspira.

—Santana, por favor escúchame. Sabía desde el principio que se iban a enterar. Era inevitable. En este negocio, No hay secretos, Para nadie.

—¿Sabías que se iban a enterar?

Ella asiente.

—Por supuesto. ¿Pensabas que nadie se enteraría? ¿Piensas que Kaz no sabría lo que hiciste? —Sonaba casi divertida—. Kaz lo sabía, cariño. Nunca lo dijiste, así que él tampoco. Y yo tampoco. Y por lo de nuestras carreras… no importa. ¿Piensas que eres la única estudiante que se desnudó para pagar la universidad? No es nada. No en este negocio. No sería un problema incluso si la pagaste follando. Las chicas follan todo el rato durante su camino hacia lo más alto. En este negocio y en otros. Y los chicos igual. Nadie es inocente. No en la vida, y mucho menos en Hollywood. Vamos a ignorar los artículos y rumores, y con el tiempo morirán. No respondas preguntas, y estarás bien.

Me pego a ella.

—No quiero que lo sepan. Me avergüenzo de ello. Yo no… Quiero fingir que nunca sucedió.

Ella me sostiene, sujetándome con sus brazos alrededor de mi cintura.

—Pero ocurrió, cariño. —Toca mi barbilla y le miro—. No te avergüences de ti misma, Santana. Has sobrevivido. Has cuidado de ti. Estoy orgullosa de ti.

—Me siento tan… asqueada. Cuando pienso en ello, me dan ganas de vomitar. Odio saber que hice eso. Que yo era… que dejaba a los hombres…

—Ya se acabó. Nunca tendrás que hacerlo de nuevo. —Sus palabras son un aliento en mi oído—. Siempre voy a cuidar de ti. Y nunca voy a dejar a nadie hablar mal de ti, o hacerte sentir inferior. Eres mi señora, Santana. Mía. Y eso significa que nadie va a decir mierdas de ti, o hacerte sentir mal. Nadie, nunca. Incluida tú.

—Lo siento, Brittany, es solo que…

—No tienes nada que sentir.

—Pero es tu cumpleaños, y soy un desastre.

Se ríe, apartando el pelo de mi mejilla.

—No me importa, cariño. La fiesta no empieza hasta dentro de unas horas, e incluso si tuviésemos la casa llena de gente, no me importaría. Eres mi prioridad. Si estas enfadad, que se joda todo lo demás, voy a hacerte feliz de nuevo.

—Me haces feliz.

—Pues sonríe y bésame. En ese orden.

Intento sonreír, y casi lo consigo. Sin embargo, los recuerdos siguen circulando por mi mente. Los ojos en mí, las luces bañando cada centímetro de mi cuerpo, la música latiendo de fondo, las manos extendidas hacia mí. Dedos poniendo grasientos dólares en la cadena de mi tanga.

Hey, cariño. Te daré cien dólares si me chupas la polla.
Te daré cien dólares si vienes a casa conmigo esta noche.

Los no tan sutiles comentarios de un amigo a otro. Hey, Mike, mira el culo de esa chica. Podría tocar esa mierda por horas, hermano. Y eso era totalmente normal, lo esperado. No tengo derecho a quejarme. Yo lo pedí, ya que exhibí mi cuerpo para ellos.

—Ya no estás allí. —La voz de Brittany me lleva de vuelta al presente—. Ya no estás allí. Ahora eres mía. Sólo mía.

—Solo tuya.

Esta verdad es como una onda de luz borrando las sombras. No puedo sonreír aun, pero puedo mirarle, encontrarme con sus ojos avellana.

—¿Me lo prometes?

—¿Estas llevando mi anillo? —pregunta, a modo de respuesta.

Pongo mi mano sobre su pecho y miro el anillo. Absorbe la luz y la refracta como un gran y reluciente sol blanco.

—Ahí lo tienes, entonces. Pero sigo necesitando verte sonreír.

Finjo una sonrisa, y Brittany pone los ojos en blanco. Doy un golpe en su pecho con la palma de la mano.

—No es como si yo puedo… estar feliz. Es difícil. Es molesto. Son recuerdos que siempre voy a tener, que desearía no hacerlo.

Ella solamente parpadea hacia mí, después se inclina y da un pequeño beso en la comisura de mi boca.

—Entonces voy a tener que encontrar una manera de alegrarte. Hacerte olvidar.

—Estás muy lejos. Un poco más a la izquierda—respiro.

Sonríe contra mi mejilla y me besa en el labio de arriba, metiéndolo en su boca.

—Más cerca. Más abajo.

Desliza su boca hasta el borde de piel sobre mi camiseta, besando y besando.

—Eso está lejos. Pero… podría funcionar. Sigue.

—¿Arriba? ¿O abajo?

—Cualquiera… funcionará.

Me quita la camiseta y me besa justo debajo del aro de mi sujetador. Está empujando el aro de mi sujetador hacia abajo cuando la puerta del gimnasio se abre y Luisa asoma la cabeza.

—Oh, perdón, perdón. Yo… yo volveré mas tarde. Lo siento.

Brittany descansa su cabeza en mi pecho.

—Detenida por la estilista. —Se endereza y me coloca la camiseta. —Deberías ir a que te arreglen, ¿no?

Agito la cabeza.

—No, te… te necesito.

Pego mi boca a la suya, agarro su mano, y guio su toque hacia abajo, abajo. Agarra la tela de mi falda suelta de algodón con sus manos y acuna mis partes íntimas.

—¿Qué necesitas, cariño? Dímelo, para poder dártelo.

No lo voy a decir, y ella lo sabe. Siempre está tratando de hacerme hablar sucio, pero no lo hago a no ser que esté atrapada en el calor del momento. Sin embargo puedo enseñárselo. Enredo nuestros dedos y empujo nuestro toque unido debajo del elástico de mi ropa interior, y después sus dedos están dentro de mí, mi frente descansa en su pecho y estoy respirando con dificultad. Me quita la falda, empuja la ropa interior hacia abajo, y doy un paso para salir de ella. Mientras me sigue tocando, me lleva cada vez más cerca del orgasmo, estoy arrancando su cinturón y el botón vuela, liberando su erección y deslizando mis manos a su alrededor hasta que sus rodillas se tambalean y ella está grande, duro y goteando. He aprendido cuando está cerca, y acaricio su longitud lenta y suavemente hasta que llega.

Normalmente, ella me habría levantado, empalado y hecho correrme ya, pero esta vez me está siguiendo. Cuando está en el borde, presiono mis labios a su oreja y hablo sobre mi mortificación.

—Ahora. Tómame ahora.

—Oh, gracias —gruñe.

Desliza sus manos entre mis muslos y me levanta por el trasero. Envuelvo mis piernas alrededor de su cadera y le beso en la sien mientras da largas zancadas hacia la pared. Mi espalda choca contra la pared, y ella está dentro de mí. Me ha tenido en el borde del orgasmo durante todo este tiempo, así que estoy desesperada.

Me aferro a sus hombros y me levanta, entra, sale, entra, conduciéndome a su dureza, jadeando con cada embestida fuerte que nos acerca.

Y entonces su dedo medio busca en el pliegue de mi parte trasera, encuentra el caliente centro apretado, y presiona, me muerde el hombro y gimo, raspándome con su longitud y luego hacia abajo. Su dedo se desliza en mí poco a poco, y estoy tan apretada que siento el bulto de su primer nudillo, que me entra, y estoy gruñendo ahora, ruidos bajos en la parte inferior de la garganta, ruidos vergonzosamente salvajes.

—Te quiero aquí —susurra—. Algún día, pronto, nena.

Doy una sonrisa secreta en su hombro. No tiene idea de qué tan pronto.
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Finalizado Re: [Resuelto]Brittana: Stripper (Gp Brittany) Epilogo

Mensaje por marthagr81@yahoo.es Lun Abr 17, 2017 2:02 pm

Continuacion cap. 16


Los pensamientos no son posibles entonces, ya que ambas llegamos al punto de no retorno, y caemos gritando sobre el borde. Está chorreando dentro de mí, desatando una ola húmeda gruesa en mi interior, y aprieto a su alrededor, con todos los músculos, moviéndome con ella.
Cuando ambas hemos recuperado el aliento, se inclina lejos y me mira. Estoy sonriendo de oreja a oreja, una sonrisa brillante de felicidad, saciada.

—Ahí está la sonrisa que estoy buscando. Y qué manera de conseguirlo.

Ella besa cada esquina hacia arriba de mi boca y la sonrisa que me da es tan brillante y tan hermosa que estoy sin aliento, me recuerda lo afortunada que soy de tener a esta mujer, el amor de esta chica.

Me baja, y ambas gemimos mientras se desliza fuera de mí. Recojo mi ropa interior en mi mano y me inclino para un beso largo y lento.

—Gracias —digo.

—¿Por qué?

—Amarme. Animarme. Por ser como eres.

—Debes darte las gracias a ti por eso.

Giro y dejo el gimnasio, moviendo mis caderas con una cadencia adicional para su beneficio. Siento su mirada pegada a mi espalda mientras me voy. Todos los pensamientos negativos son expulsados por la fuerza del amor de Brittany.

Me doy una ducha rápida y luego escribo a Luisa que me encuentro en el cuarto de baño. Sí, tengo un teléfono celular ahora. Esto era no negociable para Brittany. Luisa no deja quietos mis ojos mientras me hace el maquillaje y arregla mi pelo.

La fiesta es larga e intensa. Armand está ahí, encantador como siempre.


—¿Lo sabías? —digo contundente, casi enojada.

Me sonríe y bebe su whisky.

—Por supuesto, Santana. Es mi trabajo saber acerca de mis pasantes y empleados potenciales.

—Pero Nina, despidió a su…

—La despedí por ser una prostituta y mentir al respecto. No era una stripper, Santana. Era una acompañante.

Toma un sorbo de su whisky de nuevo, y saca un largo y grueso cigarro del bolsillo interior de su chaqueta, lo muerde, lo enciende en gruesas bocanadas de humo acre, y luego me mira a través de la niebla.

—Tú estabas haciendo lo que necesitabas hacer para mantenerte a flote. Eras silenciosa al respecto, discreta. ¿Nina? Ella estaba básicamente haciendo alarde de lo que hizo. Me enteré de que estaba usando mi base de datos de clientes para ponerse en contacto con ellos. Me enteré, porque uno de ellos llamó a mi oficina para solicitar sus servicios de nuevo. Cuando me enfrenté a ella sobre él, lo negó. Podría pasarlo por alto, si era discreta, pero no puedo y no voy a tolerar a los mentirosos.

Toma un vaso de vino blanco fuera de la bandeja de un camarero que pasaba y me lo entrega. Me lo tomo con cuidado, poco a poco, ya que todavía raramente bebo, y nunca lo suficiente como para emborracharme.

—Me preocupaba que me despedirías si supieras. Nunca te lo dije, y tuve miedo, de que si lo sabías, me despidieras porque no te dije.

Kaz se ríe, una risa amable, pero divertida.

—Oh, Santana. Tan ingenua. —Envuelve su brazo alrededor de mi hombro, su cigarro humeante cerca de mi rostro, haciéndome llorar los ojos y cosquillear la garganta—. No te he despedido. Pero tengo que decir que me alegro de que ya no lo estés haciendo. No te conviene. Eres demasiado... buena... por ese estilo de vida.

Kaz fue robado luego por un guionista joven de aspecto nervioso que trabajó en Lo Que El Viento Se Llevó, probablemente con la esperanza de lanzar una idea. Floto de un nudo de huéspedes a otro, charlando y sonriendo y tratando de actuar como si supiera cómo ser una anfitriona. Me siento como un impostora a veces. Como si alguien pudiera ver a través de mi disfraz y reír, y decir—: ¡Ella no es de aquí! ¡No es más que una pueblerina de Georgia!
Nunca sucede, por supuesto, porque todo está en mi cabeza.

Estoy en mi tercera copa de vino, lo más que he bebido... ¿bebido?... en toda mi vida. Estoy un poco mareada, un poco floja. He tenido conversaciones increíbles con algunas de las personas más famosas del mundo. Shaquille O'Neal está aquí, por alguna razón que no acabo de entender. Es simpático. Jack Nicholson es mucho mejor de lo que pensé que sería, a partir de la mayoría de los papeles en que le he visto actuar.

Me encuentro en el patio, junto a la piscina, rodeada por una multitud de jóvenes productores y un par de tipos de sonido, y ellos están hablando de un proyecto en el cual todos trabajaban juntos, y soy capaz de averiguar qué película es basada en el contexto, lo que me hace sentir muy inteligente.

Estoy escuchando y aprendiendo, y me he quedado sin vino. Me gusta esta sensación, estar lenta, fácil, zumbido sueltos en mi cabeza. La conversación viene fácilmente, y los chicos a mí alrededor me escuchan cuando hablo, y responden a mis preguntas sin condescendencia. Siento que soy parte de la empresa. Me encuentro, y me siento muy bien.

Una mano toma la copa de vino vacía y me presiona un vaso redondo lleno de cubitos de hielo brillantes cuadrados y líquido ámbar en la mano. Me tomo la copa y sin mirar, sin comprender. ¿Por qué debería tomar esto? No bebo alcohol. Apenas bebo vino.

Inclino mi cabeza para mirar a la persona que me lo dio. Es muy alto y delgado, de buen aspecto, en una especie de forma inconformista. Lleva unos vaqueros negros ajustados y una camisa blanca con botones fuera del pantalón y un chaleco debajo del suéter. Una corbata de lazo anudado completa el estilo. Tiene el pelo largo y despeinado, y sus ojos están vidriosos, pero con la intención en mí. Creo que puede ser un agente, o tal vez un encargado de efectos de la tecnología. Lo he visto antes en alguna parte, pero no sé dónde. Me molesta.
Le entrego la copa de nuevo.

—Prefiero el vino, gracias.

Lo empuja de nuevo a mí.

—Es Blue Label, nena. Uno de los mejores whisky que hay. Prueba.

Esas dos palabras —Blue Label— traen de vuelta un recuerdo confuso, lo que me obliga a distanciarme.

—No, en serio. No me gustan esas cosas. —Pero estoy tomando de todos modos, por alguna razón. Toso, por la forma en que quema después de que me lo he tragado no es desagradable.

Tomo otro trago.

El chico última moda sonríe feliz.

—¿Ves? No es tan malo. Soy Jake, por cierto.

Sacudo la mano, y él no me deja ir de inmediato.

—Hola, Jake. Yo…

—Oh, ya sé quién eres, Gracie.

Se aferra a la mano, aparentemente ajeno a mis intentos para retirarla. Su sonrisa se desplaza. Se oscurece, de alguna manera.

Mi susurro muere. Necesito salir de esta conversación, ahora. Pero él sigue sosteniendo mi mano. Tiré, pero él no la soltó. Miro a mí alrededor, pero el grupo con el que estaba hablando se dispersó, y Jake y yo estamos solos en la piscina. Hay gente en el otro lado, cerca de la casa, pero estamos en el lado lejano, oculto a la vista de la casa por un enorme grupo de árboles de palma.

—No sé lo que usted piensa que ha oído, pero mi nombre es Santana. Soy la novia de Brittany.
Me soltó la mano, pero su mano se envuelve alrededor de mi espalda y me obliga a ponerme contra él. Lucho, y él sólo se ríe.

—Oh, vamos. Los dos sabemos lo que realmente eres. Te vi, ya sabes. En Noches Exóticas. Yo era un cliente habitual. Me encantó verte bailar. Y luego desapareciste y el club cerró... pero ahora estás aquí. Baila para mí, Gracie.

Levanto mi rodilla y lo golpeo tan duro como pueda en la ingle, y se tropieza hacia atrás, tosiendo. Deja caer el vaso que sostiene y que se rompe en el suelo, salpicando whisky en mis pies calzados con sandalias.
Se tambalea, luego tropieza, mirando hacia mí con odio en sus ojos.

—¡Perra! Eres una stripper. Eso es todo lo que eres. Vives follando y los vestidos no pueden ocultarlo.

Da un paso hacia mí. Dejo caer el vaso para alejarme de él, y se rompe, también, y entonces pone las enormes manos alrededor de mis hombros, alejándome. Lucho, y sigo luchando aún cuando me doy cuenta de los enormes pies pertenecen a Greg.

Hay un destello de movimiento y, a continuación, Jake está volando. Él se estrella contra un árbol, y luego Brittany está ahí, sosteniéndolo fuera de la tierra con las manos alrededor de su garganta.

Jake patea, hace un ruido ahogado, jadea. Sus pies están a tres centímetros del suelo, y Brittany lo mantiene en alto con una mano.


—Brittany —dice Kaz caminando tranquilamente hacia ella con su whisky y el cigarro, en la misma mano. Pone su mano libre en el hombro de Brittany—. No lo hagas. Greg lo escoltará fuera, y le voy a poner en la lista negra. Lo he hecho.

Jake niega con la cabeza, más horrorizado por esta declaración que por la idea de ser brutalmente convertido en una hamburguesa con sangre por Brittany.

Brittany le deja ir y se aparta. Jake se hunde en la tierra, tose, inclinado, jadeando. Creo que se acabó, y lo mismo ocurre con Jake, que abre la boca, probablemente para rogar por su carrera, pero luego gira hacia Brittany y el puño es un martillo, golpeando en la cara de Jake. Le lanza a un lado, y Brittany está a punto de golpear de nuevo antes de capturarlo por el brazo. Puse mis manos en la cara de Brittany y sus brazos a mí alrededor.

—No más. Está bien. Se ha acabado.

Tomo la mano y froto los nudillos con mis pulgares. Brittany está al borde, la rabia haciéndolo más grande y más fuerte, un destello violento en sus ojos mientras mira fijamente abajo, a Jake.

—Santana, que…

—No es nada. Es tu cumpleaños. Sólo asegúrate de que se vaya.

Me encuentro con ojos de Brittany, para que vea que estoy bien. Y de verdad, lo estoy. En un aspecto, Jake tenía razón. Los vestidos de lujo y joyas caras no pueden ocultar lo que yo era, lo que yo solía hacer. Pero es el pasado. No soy esa persona, no más de lo que soy la hija del pastor inocente e ingenua, que se mudó a Los Ángeles, pero ambas son parte de lo que soy y que lo que solía ser, pero no son yo nunca más.

También me sentí muy bien con mi rodilla dándole al bastardo en los huevos. Me río de forma inusitada, y la expresión de Brittany pasa de la ira a la confusión.

—¿Qué es tan gracioso?

—Sólo... Estaba pensando en lo bien que se sentía golpear a ese imbécil en las pelotas.

Brittany escupe y hace mueca de dolor, y también lo hacen Kaz y Greg.

—Simplemente no me lo hagas a mí.

Me agacho y le agarro entre las piernas.

—Nunca lo haría. Las amo demasiado.

Kaz y Greg tosen y se apartan y me doy cuenta de como sonó, si yo realmente lo dije y lo hice delante de ellos.

Brittany se queda sin habla por un momento.

—Maldita sea, Santana. Debes beber más a menudo si eres así. Eres sexy cuando estás borracha.

Nos sentamos en la sala de estar en el sofá. Pierdo la cuenta de las copas de vino que bebo cuando hablamos con nuestros amigos. Se desvanece la habitación hasta que somos sólo siete u ocho de nosotros agrupados en el sofá, el sofá de dos plazas y sillones de cuero, hablando toda la noche, y sigo mareada y mareada hasta que Brittany es un pilar que me sostiene y me está mirando, me observa y me deja hacer lo que quiero.

Kaz enciende un cigarro y se lo da a Brittany, que sopla, y luego, con una sonrisa peculiar, lo pone en los labios. Tomo una pequeña bocanada y toso, me asfixio.

Los hombres se ríen, por lo que lo tomo de Brittany e intento de nuevo, y tal vez es sólo el vino, pero me siento sexy sosteniendo y fumando, como una actriz de los años 40 que se sienta en un piano con un vestido ceñido.

Brittany sacude la cabeza hacia mí, pero sus ojos brillan.

Me pongo de pie vacilante, y luego tengo que volver a sentarme. Brittany se ríe.

—¿Necesitas ayuda, cariño?

Asiento con la cabeza.

—Tengo que hacer pis.

Sueno a Georgia más que nunca, y me doy cuenta de que he estado tomando poco a poco el acento en toda la noche, desde el incidente con Jake, que fue hace muchas horas. La caja de cable dice que son las 3:26 am. No puedo creer que esté levantada.

Siento que algo le sucede a mis pies, y miro hacia abajo para ver a Brittany quitándome las sandalias de tacón que llevo, deslizando una, y luego la otra. La miro, y dejo que lo haga, y entonces me lleva al baño. Bueno medio me lleva, estoy apoyada en ella con su brazo alrededor de mi cintura.
Definitivamente me caería otra vez si ella no estuviera aquí, pero está, así que estoy bien. Me sigue al cuarto de baño, pero no me suelta. Ella me abraza por los hombros mientras torpemente me concentro en mi caminata, mi vestido, bajar mi ropa interior, y me siento a hacer pis. Hay dos de ella, por alguna razón. Más atractiva a la vista, así que está bien. Ella tiene una sonrisa divertida en el rostro, las dos la tienen.

—¿Qué? —pregunto.

—Estás borracha.

Asiento con la cabeza.

—¿Es gracioso?

Se ríe y me ayuda a mantenerme en posición vertical para volver a vestirme y lavarme las manos.

—Sí, mi amor, lo es. Muy divertido.

Un pensamiento se me ocurre, y frunzo el ceño, a ella o al que creo que es la verdadera. Cierro un ojo, y sólo hay una. Enuncio cuidadosamente mis palabras.

—No te estoy avergonzando delante de tus amigos, ¿verdad?

Bueno, eso fue dicho muy arrastrando las palabras. La expresión de Brittany no tiene precio, divertida y tierna a la vez.

—No, nena. Ni siquiera un poco. Todos hemos estado un poco descuidados antes. Eres hermosa, y estás perfecta. Simplemente divertida y relajada. Yo me ocuparé de ti.

—Pero... es tu cumpleaños. Deberías estar divirtiéndote y emborrachándote, no yo.

Me sacude el pelo con el pulgar.

—Esta es la mejor fiesta de cumpleaños que he tenido. Y estoy bastante borracha, nena. Son casi las cuatro de la mañana, y he estado bebiendo desde las siete.

La miro, algo asombrada.

— Pero... no pareces borracha en absoluto.

Se ríe abiertamente ante esto.

—He tenido mucha, mucha práctica.

Asiento con la cabeza. Esto tiene mucho sentido. Pienso en algo más que tengo que decirle.

—Lo sé... Sé que todo el mundo te dio los presentes hoy, y no lo hice. Pero yo tengo un regalo para ti. No puedo dártelo hasta mañana. U hoy. Lo que sea. Es una sorpresa.

Brittany me da esa mirada amorosa, aún más divertida.

—Tú eres el presente, nena. Eres todo lo que necesito de ti.

Sonrío.

—Oh, estoy bastante segura de que te gustará este. Pero es una sorpresa.

Creo que ya lo dije, pero no me acuerdo. De repente, me siento más borracha que nunca, y muy cansada.

Brittany lo ve, y me acapara todo de esa manera sin esfuerzo.

—Ya está lista para la cama, ¿no es así?

Asiento con la cabeza, y me besa suavemente.

—Descansa, entonces.

Siento que me encuentra en la cama, me cubre. Sacude mi hombro, y me despierto. Me pone un vaso de agua en la mano, y un par de pastillas en la otra.

—Eso te va a ayudar a no tener resaca en la mañana. Sueña lindo nena. Te quiero.

Después de que me tomo las aspirinas, la miro con un ojo.

—Eres lo mejor que me ha pasado, Brittany Pierce.

Es el último pensamiento lúcido que puedo expresar.

—Tienes que retroceder, amor.

Me besa, y quiero devolverle el beso, pero me estoy hundiendo.

—Creo que somos la mejor cosa que nos ha sucedido a cada una.

Eso es cierto, muy cierto. Pero estoy totalmente entumecida, gratamente perdida. La habitación da vueltas, la cama oscila y se inclina por debajo de mí. Abro los ojos, pero la habitación sigue así, y me doy cuenta que soy yo, en mi cabeza. La dejo ir, y me deslizo bajo las olas de sueño. Siento una mano que va alrededor de mi centro, y ella está detrás de mí. El tiempo ha pasado, y los pájaros están cantando en el cielo gris, y luego estoy de nuevo debajo de ella.
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El mundo de Brittany

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