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[Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
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micky morales
Tati.94
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Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Puntos para Santana!!!!! vaya manera de quitarse a alguien de encima!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Santana es muy dulce aunque no lo parezca, pero todavia es Rara.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Jajaja me encanta como es que San saco los celos de Britt pero tambien ella es quien los elimina dandole seguridad al ignorar a las demas mujeres que se le acercan. Y bueno esta vez su matrimonio la salvo jaja.
Ademas aun no llega la cena haber que tal les va preparando la comida jaja
Ademas aun no llega la cena haber que tal les va preparando la comida jaja
JVM- - Mensajes : 1170
Fecha de inscripción : 20/11/2015
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
San es como jugar a estar suspendido en el aira... Te descuidas y te descoloca a cada segundo... Pero me gusta la seguridad que le da a britt.. Lo esta tomando muy enserio!!!
Definitivamente quiero leer la cena!!!
Ahí que averiguar lo que hace san...???
Definitivamente quiero leer la cena!!!
Ahí que averiguar lo que hace san...???
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Si!! Tiene su estilo para hacerlo jajamicky morales escribió:Puntos para Santana!!!!! vaya manera de quitarse a alguien de encima!!!!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Estoy de acuerdo contigo es rara pero nos sorprende cuando es tierna.Isabella28 escribió:Santana es muy dulce aunque no lo parezca, pero todavia es Rara.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Ella sabe como salirse con la suya, sin enojar a su rubia.JVM escribió:Jajaja me encanta como es que San saco los celos de Britt pero tambien ella es quien los elimina dandole seguridad al ignorar a las demas mujeres que se le acercan. Y bueno esta vez su matrimonio la salvo jaja.
Ademas aun no llega la cena haber que tal les va preparando la comida jaja
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Si San ve la importancia de esta cena con los hijos de Britt. Esperemos que se porte bien.3:) escribió:San es como jugar a estar suspendido en el aira... Te descuidas y te descoloca a cada segundo... Pero me gusta la seguridad que le da a britt.. Lo esta tomando muy enserio!!!
Definitivamente quiero leer la cena!!!
Ahí que averiguar lo que hace san...???
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Capítulo 19
Para el momento en que terminamos de comprar, Santana se retorcía completamente con impaciencia. Pararse o incluso moverse tranquilamente la ponía muy nerviosa.
Tan pronto como entramos en mi auto, vi al menos parte de la razón. Estuvo sobre mí en un instante, su boca en la mía, una mano metiéndose en la parte inferior de mi vestido, la otra en la parte superior.
En la tienda, no me tocó tanto, y no me importó ni sorprendió. No me parecía del tipo de chica al que le gustaran las demostraciones de afecto en público.
Pero aquí, con la más superficial capa de privacidad rodeándonos, no podía esconder su hambre voraz.
—Estamos a solo unos minutos de mi casa —jadeé en su boca.
Gruñó y se alejó. Con movimientos impacientes, puso el auto en marcha y comenzó a conducir. Parecía haberse controlado para el momento en que llegamos a la casa.
Tomó dos viajes entre ambas llevar todos los comestibles a la cocina. Descargaba la primera bolsa cuando se presionó por detrás, su boca yendo a mi cuello, sus ágiles manos palmeando mis pechos. Me recosté en su contra, mis ojos rodando por el placer.
—Tengo mucho que hacer antes de la cena —le dije, tratando (y fallando) de usar un tono firme.
—En algún momento hoy —susurró en mi oído—, voy a agarrarte y follarte. No puedo pasar muchas horas seguidas contigo sin tenerte. Es un hecho. ¿Quieres que sea ahora o justo cuando tus hijos estén por llegar para cenar con nosotras?
Hizo un buen punto. Un muy buen punto baja-bragas.
—Mejor que hagamos esto ahora que después —continuó—. Confía en mí.
Mis manos cubrieron las suyas, solo una de las muchas señales de mi consentimiento. No le permití tomarme en la cocina, pero estuvo bastante cerca.
Llegamos a la habitación, pero por poco. Hacerlo en la cama era demasiado ambicioso. Terminamos en el suelo, en manos y rodillas con loco descuido, a pocos metros de nuestra meta.
Se llenó las manos con mi cabello y me montó, duro y rápido.
****
Estuvimos bañadas y vestidas una buena hora más tarde, antes de llegar a la tarea de hacer la cena. Podía cocinar para impresionar. Era un hecho del que me sentía orgullosa. Mi padre, que era chef gourmet, me enseñó desde que era pequeña. Pero no quería exagerar para esta comida.
No planeaba hacer nada demasiado presuntuoso. Mis hijos acostumbraban a ese tipo de cosas, pero no quería ser desconsiderada con Santana. Estaba segura, en base a lo que sabía de ella, que le gustaba la comida simple. Y eso era bueno. Podía hacerlo simple y darle un buen toque gourmet. A veces, esa era la mejor comida de todas: simple y magnífica.
Decidí preparar una sopa de castañas con tocino y cebollín como aperitivo, y para el plato principal judías verdes con cebolla, avellanas y estragón acompañando un pastel de carne a la boloñesa. Y, después de un breve y frustrante intento de interrogar intensamente a Santana sobre sus preferencias (la mujer nunca me diría qué clase de comida le gustaba), decidí ir con un clásico pudín de chocolate de postre, porque ¿a quién no le gustaba el pudín de chocolate?
Era un poco alarmante lo buena que era Santana siendo ayudante de cocina. Alarmante porque conocía infaliblemente su camino sobre cada centímetro de mi cocina.
Cuando necesitaba hojas de laurel, supo en qué estante buscar de mi extensa colección de especias. Cuando pedí una vaina de anís de estrellas, no tuvo que preguntar dónde se encontraba ni qué era.
Alguna parte de mi cerebro seguía en eso, pero era un día demasiado bonito, así que lo dejé pasar.
Ella era tan eficiente, de hecho terminé dándole un descanso de su posición una hora antes de que mis chicos llegaran.
No pareció importarle en absoluto, simplemente agarró una manzana, se dirigió al otro lado de mi gran cocina inclinándose contra el mostrador y comió su manzana mientras me observaba trabajar. Me hallaba bien con eso.
Comenzaba a amar la forma en que me miraba. Era increíble cuán rápido me acostumbré a ser estudiada como una presa, cuanto lo anhelaba, sabía precisamente que estaba al final de esa fija mirada intencional.
Eso no quería decir que no estuviera distraída por su pasatiempo ocioso. Podía distraerme sin hacer absolutamente nada.
Demonios, me distraía legítimamente justo en ese momento solo por comer una maldita manzana. Amaba, de verdad me encantaba, la forma en que la consumía con propósito e intensidad al igual que todo, al parecer.
Era un placer verla devorarla en grandes y concisas mordidas, yendo hasta el último trozo de fruta, hasta que te preguntabas si devoraría el centro o no.
—No te va a gustar como resultará la corteza de tu pastel si sigues mirándome así —me dijo. Conteniendo una sonrisa feliz, le di la espalda y regresé a cocinar.
Dios, me encantaban todas sus pequeñas peculiaridades.
****
Mis chicos, Rafael y Gustave, llegaron al mismo tiempo a pesar de que vinieron en sus propios autos. Raf llegó con un ramo de margaritas blancas, y Gustave trajo claveles rosados.
Mi padre les inculcó eso desde muy pequeños. Siempre consigan flores para las mujeres hermosas, les dijo más veces de las que podía contar. Y como yo era la única hija para mi querido padre, él se aseguró de señalarles: y no hay en esta tierra mujer más hermosa que su madre, así que ella nunca puede tener demasiadas flores.
Ambos se lo tomaron a pecho. Más a menudo que no, incluso en visitas causales y rápidas, me traían flores. Me sonrojé de placer.
—No debieron molestarse —dije. Siempre decía lo mismo, pero nunca hablaba en serio. Adoraba este ritual.
—Tonterías —dijo Raf.
—Madre —reprendió Gus.
Ambos sonaban tan parecidos a su abuelo que llenó mi corazón de alegría. Los abracé, dándole a Gus y luego a Raf un ligero beso en la mejilla.
Los dos se parecían a mí. Mi ex y yo teníamos colores similares: ojos azules, cabello rubio, piel nívea; también los chicos, pero sus rasgos actuales, nariz recta y afilada, ojos azules, labios delgados que se mantenían de un natural color rosa claro, incluso sus cuadrados dientes blancos, todo venía directamente de mí, y no podía estar más feliz por ello.
Raf era más alto y delgado que Gus. Y Gus, aún sobre su metro ochenta y tres, tenía una estructura más corta pero más abultada que su hermano mayor. Dejando de lado las pequeñas diferencias físicas, sin embargo, cualquiera podía decir con un vistazo que eran hermanos y que yo era su madre.
No había muchos hombres por ahí tan apuestos como mis chicos. Eran escandalosamente atractivos. Lo noté desde un principio, esforzándome por mantenerlos humildes, sin que dejaran de conocer su valor.
El que yo fuera su madre ayudaba, ya que ellos me adoraban y no despreciaban a las mujeres en sus vidas debido a eso. Mientras que mis hijos tenían un parecido físico llamativo, con respecto a la personalidad eran opuestos en muchos aspectos.
Raf era tan sensible. No consigo mismo. Raramente sufría por su propio dolor. Él sufría por otros. Me rompía el corazón y a la vez me llenaba de orgullo ver la forma en que se movía. Gustave, por otra parte, era insensible casi al extremo. Era un luchador. Podía tomar y repartir golpes con precisión. Peleaba por todo lo que pensaba que merecía su preocupación. Causas. Personas. Siempre había sido un tanque de niño, diseñado para defender.
Para ser tan distintos, pensaba que sus personalidades se complementaban muy bien. Pero cuando peleaban. Oh, Señor. Era una agonía para los tres. De lo peor. Odiaban estar en desacuerdo entre ellos. Daban pasos magníficos, cuidadosos y tediosos para evitarlo, así que cuando ocurría, generalmente era inevitable y terrible.
Terrible para mí porque mis chicos se lastimaban, y el dolor de tus hijos es al menos diez veces peor que el dolor propio.
Al menos.
Terrible para Raf porque era sensible, toda la crítica la enfocaba hacia adentro, manteniéndola embotellada, rara vez dejándola salir. Pero cuando salía, y decía cosas que generalmente eran verdad pero hirientes, sufría doblemente el impacto.
Terrible para Gus porque, a pesar de que era el ying insensible para el yang empático de Raf, atesoraba la vulnerabilidad de su hermano, sentía que era algo que debía proteger; por lo que cuando no era protegida, sabía que había fallado, y en su propia resistente forma, era tan autocrítico como su hermano.
Tuvieron un conflicto en la secundaria (por una chica) que juro fue más doloroso de atravesar que mi divorcio. Así de malo. Ojos negros, corazones jóvenes rotos. No se hablaron por casi un mes.
Cuando al fin se reconciliaron, todos estuvimos indudablemente aliviados.
Trabajaban bien como un equipo, y basta con decir que todo lo demás era extraordinario.
****
Hubo unos pocos minutos tensos cuando presenté inicialmente a Gustave, el menor y más volátil de mis chicos, a Santana, pero considerando todas las cosas, era de esperarse.
Que yo tuviera una vida amorosa iba a ser un cambio para ellos, y la realidad de ello en forma de una mujer como Santana, bueno, solo asumí que no iría bien de inmediato. Sabía que tomaría tiempo.
Siendo dicho eso, podía decir que Raf habló con él, lo convenció de comportarse, incluso si era solo con una fría cortesía. Lo aceptaría.
Puse las flores en jarrones y las coloqué como piezas centrales a lo largo de mi gran mesa de comedor. Sin que se lo pidiera, Raf comenzó a colocar los platos y servilletas, mientras Gus sacaba los cubiertos.
No crié a mis chicos para que fueran pequeños príncipes ociosos. Siempre colaboraban. Se mudaron de mi casa sabiendo cómo cuidar de sí mismos, y mientras que a Raf le gustaba molestar a su hermano diciéndome que Gus tenía a chicas lavando su ropa por él en su dormitorio, me aseguré que supiera hacerlo por su cuenta para el momento en que tenía trece años.
Como esta noche, por ejemplo. Dado que Santana y yo cocinamos, no había ninguna duda de que los chicos estarían a cargo de limpiar. Así era como fui criada y era un sistema que les trasmití, porque funcionaba a la perfección.
Mi padre quizás se hubiera avergonzado, pero por conveniencia, comimos estilo bufet, llenando nuestros platos en la cocina y llevándolos de vuelta al comedor.
Claramente pensando en la misma cosa, Raf sonrió y murmuró—: Al abuelo le habría dado un ataque.—Mientras llevaba su plato cargado fuera de la cocina.
Entré al comedor de las últimas, pero todos seguían de pie detrás de sus sillas, esperando educadamente que me sentara primero. Sentí que iba a explotar cuando los vi a todos. No podía evitar sentir una punzada de orgullo al estar rodeada de ellos, tan magníficos.
Dije una pequeña plegaria para que no se mataran entre ellos y me senté.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Ohhhh los primeros minutos van bien!!! Pone le!
A ver como van las cosas??
A ver como van las cosas??
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Hasta ahora todo va bien, solo hay que esperar a que empiecen a interactuar!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Ya viene el resto de la cena!!3:) escribió:Ohhhh los primeros minutos van bien!!! Pone le!
A ver como van las cosas??
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Ya veras como continua la bendita cenamicky morales escribió:Hasta ahora todo va bien, solo hay que esperar a que empiecen a interactuar!!!!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Capítulo 20
No hubo puñetazos. Ningún plato fue arrojado. Ninguna blasfemia fue pronunciada. En general, conté la noche como una victoria.
Por supuesto que no fue perfecta. Gustave y Santana no se cayeron bien al instante. No chocaron los puños, hablaron de deportes y se volvieron mejores amigos, pero sabía que no lo harían.
En su mayor parte, Rafael y yo mantuvimos la conversación, ligera y fácil. Santana y Gustave estuvieron mayormente en silencio, respondiendo a las preguntas cuando se les preguntó, pero en general sólo comiendo en silencio. Sabía que esto sería así.
A Santana le encantó el pastel de pollo; la evidencia por la forma en que limpió su plato en segundos. Gustave no se encontraba muy lejos de ella. Me sentí bastante elogiada, sabiendo que al menos mi comida era bien recibida esta noche.
Golpeamos un ligero bache en la carretera cuando Raf le preguntó a Santana de una manera amigable—: ¿Cómo es que te ganas la vida?
—Trabajo en seguridad. —Fue la típica respuesta vaga de Santana. Gustave captó la falta de información, al instante y de forma obvia. Dejó el tenedor, con los ojos clavados en Santana.
—¿Y eso qué significa? ¿Qué haces en seguridad?
Santana se veía imperturbable.
—Un montón de cosas, la mayoría de ellas confidenciales por el bien de mis clientes.
Raf, siempre el pacificador, rápidamente cambió el tema a otra cosa. Otro pequeño bache ocurrió tiempo más tarde, cuando Gustave hizo otra pregunta, pronunciada en un tono frustrado.
—¿Qué edad tienes, de todos modos? ¿Y cómo conociste a mi madre?
Santana tenía la boca llena de comida, por lo que terminó de masticar.
—Tengo veinticinco años, y la conocí en el supermercado.
—¿Normalmente te gustan las mujeres mayores?
—¡Gus! ¡Eso fue grosero! —gritó Raf, con la voz inusualmente aguda. Su hermano logró ofenderlo
—Lo siento —murmuró Gustave, y me di cuenta por el oscuro rubor en sus mejillas y la forma en que sus ojos se dirigieron a mí que se arrepintió al instante por el comentario grosero. Incluso sabía la razón.
Acababa de darse cuenta de que era un insulto para alguien aparte de Santana.
—No —dijo Santana arrastrando la palabra, sus ojos divertidos encontraron los míos—. Para ser honesta, no me di cuenta que nuestra diferencia de edad era tan dramática cuando nos conocimos, pero no me importó cuando lo descubrí. ¿Has visto a tu mamá?
Fue mi turno de gritar con fuerza—: ¡Santana!
Lo último que necesitaba hacer era provocarlos, pero gracias a Dios mis hijos simplemente parecieron encontrar entretenido su comentario.
—¿Vives por aquí? —preguntó Raf, una vez más tratando de desviar la conversación a algo inocuo y amigable.
Era como si mis hijos hubieran decidido presentarse en la cena con la dinámica del policía bueno/policía malo.
—No muy lejos —respondió Santana fácilmente—. Alquilo un lugar a unas cuadras de aquí. Estoy en la ciudad por un trabajo que resultó ser más largo de lo que esperaba.
Esto, si era cierto, era nuevo para mí. Al parecer Raf era mejor en sacarle información a Santana que yo.
—¿Cuánto tiempo crees que vas a quedarte? —preguntó Gus, un toque de agresividad en su tono.
—Es imposible decirlo —respondió Santana, con los ojos fijos en su comida.
Raf y yo hicimos contacto visual, y juro que pude leer su mente pensando lo mismo que la mía.
Ya presionamos lo suficiente esta noche, pensé. Lo mejor sería acabar con todo poco después de la cena antes de que los tempeamentos se calentaran.
Terminamos de comer y preparé el postre. Los chicos limpiaron la mesa y lavaron los platos, mientras que Santana y yo guardábamos la comida sobrante.
Cuando terminó sus tareas, Gus declaró que tenía que irse, y lo acompañé a su auto.
—Estás pasando dificultades con esto —observé—. La diferencia de edad es comprensiblemente chocante.
—No es su edad, mamá. Honestamente no me importa qué edad tiene. Ella sólo… me parece fuera de lugar. Hay algo incorrecto en ella. Como si estuviera, no sé, interpretando un personaje amable, pero hay algo malo en sus ojos.
Esa era otra cosa sobre Gustave. Sus instintos siempre fueron muy fuertes.
Le di la respuesta más corta y precisa en la que pude pensar.
—Ella es una ex militar. Ha atravesado algunas cosas duras. Para ser honesta, creo que sigue adaptándose a la sociedad normal.
—Eso lo explica —admitió Gustave de mala gana—. Pero, en serio, mamá, no me importa lo que haya atravesado. Quiero que estés con alguien normal, alguien que sea bueno para ti.
Suspiré.
—Soy la única que puede decidir lo que es bueno para mí, cariño. Y, francamente, nunca en mi vida me ha importado una mierda lo que es normal.
—¿Es serio? ¿Ustedes son, como, novias?
¿Cómo responder a eso? Pensé que una no-respuesta sería lo mejor.
—Todo esto también es nuevo para mí, y sólo estoy tomándolo un día a la vez. La he visto durante unos meses, y me gusta. Eso es todo lo que sé con seguridad, por el momento.
—¿Papá sabe de ella?
Le fruncí el ceño. ¿Por qué siquiera preguntaría eso?
—No es asunto suyo —evadí.
—Estoy de acuerdo, pero para que lo sepas, si él alguna vez se entera, va a enloquecer.
Fruncí aún más el ceño.
—¿Qué tiene que ver con él? ¿O sólo te refieres a la diferencia de edad?
—Estoy seguro de que no estará feliz por eso, pero me refiero a todo. Estás viendo a alguien. Cualquier persona. Es posible que tú hayas seguido adelante, pero dudo que él alguna vez lo haga.
—No sé por qué dices eso. Él siguió adelante mientras aún seguíamos casados.
—Él sabe que arruinó las cosas contigo para siempre, pero eso no significa que esté de acuerdo con eso.
—Creo que te equivocas sobre eso, pero honestamente, no me importa lo que piense. En vista de que tú y Raf ya son adultos, ni siquiera tengo que preocuparme de la paternidad compartida. Ya no es parte de mi vida, y nunca lo volverá a ser.
—Lo sé. Aun así, no quiere decir que lo haya aceptado. Y créeme, tampoco lo quiero en mi vida.
—Lo siento por eso.
—No te disculpes por él. No es tu culpa. Es suya. Es un mentiroso, un hipócrita y un imbécil. No puedo soportar nada sobre él, y sé que piensas que cambiaremos de opinión, pero no lo haremos. Terminamos con él.
—Lo siento —dije en voz baja. Me sentía culpable por su desprecio hacia él, aunque nunca hice nada para incentivarlo. Así era. Ellos vieron demasiadas cosas en su padre con las que no podían hacer las paces.
Pensé que tal vez con el tiempo eso podría cambiar, pero empezaba a aceptar que se encontraba fuera de mis manos, de cualquier manera.
Daba gracias a Dios todos los días porque mis hijos estuvieran en mi vida y se mantuvieran cerca de mí, y haría cualquier cosa en mi poder para que siguiera de ese modo. Lo que mi ex marido hacía o no para restablecer o mantener una relación con sus hijos era su deber y su asunto, en este punto.
—Prometo tratar de ser amable con tu nueva novia —dijo Gus, a regañadientes.
Me pareció contraproducente corregirlo en la cosa de la novia en esta etapa del juego.
—Gracias —fue lo que dije en su lugar.
—Lo siento si fui un idiota esta noche. Es sólo que, no sé, es difícil. Tendré que acostumbrarme a que estés saliendo con un mujer que no conozco.
—Lo sé. Entiendo. Y estuviste bien esta noche. Hiciste tu mejor esfuerzo. Eso es todo lo que pedía.
Tragó saliva, su garganta moviéndose por el gesto.
—Te amo, mamá.
Lo abracé brevemente y le di un beso en la mejilla.
—Te amo, cariño.
Me volteé justo a tiempo para ver salir a Raf.
—Creo que salió bien —dije.
—Podría haber sido mucho peor. Gus sólo necesita tiempo. Ya lo conoces.
Lo hacía. Lo conocía lo suficiente para estar alentada por el hecho de que apareció en la cena y se comportó tan bien como lo hizo.
—Me dijo algo extraño —añadí—, que si tu padre se enteraba de que salía con alguien, enloquecería.
Raf hizo una mueca, y era como ver mi propia expresión en la cara de otra persona.
—No se equivoca. Cada vez que papá llama a cualquiera de nosotros, lo primero que pregunta es si estás viendo a alguien. Sinceramente, creo que está más interesado en averiguar eso que en realidad hablar con nosotros.
Me pareció alentador que incluso contestaran sus llamadas, y así se lo dije—: Al menos hablan con él. Eso es algo.
Me dio una mirada que decía: ¿En serio, mamá?
—Sólo contesto sus llamadas para reiterarle que será mejor que no esté molestándote.
—Oh.
—Y si esa es la razón por la cual yo contesto el teléfono, puedes imaginar lo que Gus tiene para decirle.
Nada bueno, lo sabía.
—No pretendo que te agobies, preocupándote por lo que nosotros pensamos de nuestro padre, pero sí, creo que enloquecería si supiera que sales con alguien.
—Y alguien como Santana.
Suspiró.
—Sí. La cosa de la edad… y la propia Santana. No reaccionaría bien a nada de eso, pero puedes apostar que no lo va a escuchar de ninguno de nosotros.
Lo abracé, besé su mejilla, y me despedí. Santana me esperaba, justo en la puerta principal, cuando regresé.
—Todo salió bien, ¿verdad? —preguntó. Lo dijo como si estuviera preocupada e hizo que mi corazón se suavizara aún más por ella. Podría ser dura en los bordes, pero comenzaba a sentir afecto genuino por esos bordes.
—Creo que fue brillante —le aseguré.
—Aprendí algo importante esta noche —dijo Santana.
—¿Que mis hijos son sobreprotectores?
—Eso es cierto, pero no es de lo que hablaba. Son unidos a ti, ¿y quién puede culparlos?
Juro que me ruboricé. Ni siquiera estaba segura de la razón. Probablemente fuera la expresión en su rostro, y el afecto en su voz normalmente plana.
—Flores —continuó Santana—. Tengo que traerte flores cuando venga a verte.
—No tienes que hacerlo. Aprendieron eso de mi padre que me adora en un nivel ridículo.
—No es ridículo. Deberías ser adorada. Por todos nosotros. Suena como un hombre sabio.
—Para ser honesta, no estoy segura de que ustedes dos se llevarían muy bien.
—Ya veremos. Es difícil acostumbrarse a mí, pero prometo que me comportaré de lo mejor si alguna vez lo conozco.
Eso sonaba prometedor, pero no presioné el asunto de ella conociendo a mi padre o un futuro en general. Todo se movía lo bastante rápido tal como era.
Santana fue muy educada durante la visita de mis hijos. Sin embargo, se aseguró de equilibrarlo, atándome boca abajo rápidamente en mi cama y tirando mi cabello mientras me follaba hasta desmayarme.
Era un equilibrio al que pensé que podría acostumbrarme.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
fue demasiado bien para ser verdad!!!
ahora a esperar la demencia del ex de britt!!??
con el de san no es suficiente??
ahora a esperar la demencia del ex de britt!!??
con el de san no es suficiente??
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Me encantaria que el idiota del padre de los chicos se enterara ya, pretendiera reclamar y Santana le volara los dientes!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Si, esperemos cual será la reacción de el ex, que se entera de todo! Que bien que todo saliera bien para las chicas.3:) escribió:fue demasiado bien para ser verdad!!!
ahora a esperar la demencia del ex de britt!!??
con el de san no es suficiente??
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Bueno... Deseo concedido! Jajaja ya veras como se entera.micky morales escribió:Me encantaria que el idiota del padre de los chicos se enterara ya, pretendiera reclamar y Santana le volara los dientes!!!!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Capitulo 21
A la mañana siguiente, me desperté para otro evento bastante alarmante. Se estaba convirtiendo en un patrón.
Una conmoción en mi casa. ¿Qué demonios era hoy?
Alguien se encontraba en mi puerta. Alguien hablando en voz alta. Gritaban. Oh, infiernos. Conocía ese grito. Joder. ¿Por el jodido amor? ¿No podía tener un descanso?
¿Y qué diablos hacía en mi casa?
Una vez más, salí de mi habitación con una túnica delgada sin tener ni idea de qué hacer con la vista que tenía frente a mí.
Lo primero que vi fue a una Santana agitada en mi puerta abierta vistiendo nada más que un par de boxers, sujetador y un ceño fruncido. Y afuera, viéndose agobiado e indignado, como si estuviera intentado entrar en la casa, mi exmarido.
Eduard siempre fue un hombre apuesto, y aún lo era: ojos azules, cabellos rubios y rizados que resaltaban su piel morena. No era muy alto y estaba delgado, al lado de la fuerza que emanaba de Santana de pronto me pareció mas delgado. Flaco. ¿Perdió peso, o la comparación lo hacía parecer? Realmente no lo sabía.
Eduard me vio y se quedó quieto.
—¿Qué puta es esto, Brittany? —gritó, sonando indignado, como si me hubiera sorprendido en algo.
Siempre fue muy nervioso. Cuando éramos jóvenes, llamé a eso agallas y lo encontraba encantador. Eso fue hace mucho tiempo. Casi me reí. En cambio, meneé la cabeza hacia él.
—¿Qué demonios haces aquí, Eduard?
—¿Qué está haciendo ella aquí? —replicó, como si tuviera derecho a preguntar quién debería estar en mi casa.
—¿Qué estás haciendo tú aquí? —repetí.
—¿Pasó la noche? —gritó Eduard como si estuviera honestamente sorprendido.
—¿Qué me delató? —le preguntó Santana secamente.
—¿Qué quieres, Eduard? —le pregunté—. Este no es un buen momento. Si tienes algo que decirme me llamas, no solo te apareces en mi casa.
—¡No puedo creerte! ¿Por cuánto tiempo ha estado sucediendo esto?
Era extraño. El divorcio tuvo el efecto opuesto en nosotros. Cuanto más tiempo estuvimos separados, más indiferente me volví hacia él y más resentimiento sentía él hacia mí.
Fue un cambio refrescante, de nuestro matrimonio donde me preocupaba demasiado y él muy poco.
Miré a Santana, que se encontraba tan tranquila como podía, simplemente observándome mientras mantenía a mi ex fácilmente fuera de la casa.
—Solo cierra la puerta —le dije—. Si tiene algo importante que decirme, puede llamar y dejar un mensaje que puedo o no escuchar.
—¡Les contaré a los chicos sobre esto! —gritó Eduard mientras la puerta empezaba a cerrarse sobre él.
—¡Ya lo saben! —grité en respuesta.
—Cenamos juntos anoche —añadió Santana y le cerró la puerta en la cara.
—¿Se presenta aquí a menudo? —me preguntó Santana, el timbre de la puerta sonando con entusiasmo para interrumpirla.
—No. Casi nunca. ¿Dijo lo que quería?
—No. Creo que el verme cambió su atención, pero estoy bastante segura de que puedo adivinar para qué vino.
—¿Qué?
—Tú. Quiere que vuelvas.
No pude evitarlo. Hice una mueca.
—Dios, espero que no. Eso jamás va a suceder. Ni en un millón de años.
—Bueno. En algún momento hablaré con él; me aseguraré de que recibe el mensaje fuerte y claro.
—No tienes que hacer eso. Puedo manejarlo. Es inofensivo. Solo una molestia estos días. Honestamente.
No dijo otra palabra, lo cual debería haberme preocupado más, pero me distraje en ese momento, cuando me llevó de vuelta a la cama.
****
No pasamos el día en la cama, pero si la mañana, de manera que no podía quejarme. Por la tarde Santana se fue por unas horas, dijo que por motivos de trabajo, pero me dijo que volvería a tiempo para la cena.
Tiempo después pensé que ella estaba en la puerta, y estuve doblemente sorprendida cuando la abrí para encontrar a una joven morena de pie.
—¿Santana está aquí? —me preguntó. Me agarró desprevenida, por razones obvias.
—Um, no, no, no está. Salió por un momento. ¿Puedo ayudarte?
—¿Podría esperarla adentro? Se supone que tengo que reunirme con ella aquí.
La dejé entrar. ¿Qué más podía hacer? Volví a la cocina. Estaba a punto de abrir una botella de vino, así que le ofrecí una copa.
—Oh, no, gracias. Estoy casi segura de que estoy embarazada, definitivamente no debería.
—¿Perdón? —le pregunté. Simplemente no sabía cómo ubicarla. ¿Quién era ella, y por qué vino a buscar a Santana?
—Además, en realidad no soy lo suficientemente mayor para beber —agregó.
Eso me hizo estudiarla. Era joven. Tenía el cabello de un tono castaño oscuro y caía maravillosamente magnífico. Parecía algo que verías en un catálogo de Victoria's Secret cobrando vida con sudaderas y gafas nerd. También me estudió.
—Soy Elena—dijo, interrumpiendo un largo silencio—. Y debes ser Brittany. Es agradable finalmente conocerte.
—Encantada —murmuré. Elena me sonrió.
—Entonces, tú y Santana, ¿eh?
Sonaba tan feliz que observé su rostro un poco más. Y entonces me di cuenta. Por supuesto. Aparte de sus diferentes y llamativos ojos, incluso se parecían.
—Eres su hermana.
Se rió. Y se rió. No entendí qué la hacía reír, pero su risa era contagiosa y me encontré sonriendo.
—Oh, Dios mío —jadeó—. Eres mucho más observadora que Dair. Le llevó una eternidad averiguarlo.
Parpadeé hacia ella.
—Dair... ¿Alasdair Masters? ¿Lo conoces?
Para eso, comenzó a observarme otra vez, sus ojos intensos de una manera que me hicieron pensar que la había subestimado. Enormemente.
—Sí, lo conozco —dijo en voz baja—. Es amigo tuyo, ¿verdad?
—Bueno, sí, hemos trabajado juntos un par de veces, y somos amigos. ¿Cómo lo sabes?
Sacudió la cabeza bruscamente.
—Es una muy larga historia. ¿Cómo van las cosas contigo y Santana?
No sabía cómo responder a eso. Y no parecía necesitar una respuesta.
—Realmente no vine aquí para reunirme con Santana—dijo—. De hecho, se molestará cuando me encuentre aquí, pero en realidad quería hablar contigo.
Decir cosas inesperadas, claramente era un rasgo de la familia.
—¿Oh? —Fue la única respuesta que pude dar.
—Solo quería contarte algo de historial, por qué no deja que nadie se acerque. No es porque no le importe. Ella... ella haría cualquier cosa por mí, lo sé, lo ha demostrado, pero ni siquiera conmigo se abrirá. No puede. Me rompe el corazón las cosas por las que ha pasado. Puedo ver las cargas que lleva... Yo llevo algunas, pero las suyas, tengo la certeza de que si has compartido tiempo con ella, has notado algunos de sus problemas.
Solo asentí.
—Ha sido muy herida. Torturada. Bueno, no tengo que decírtelo. Indudablemente, has visto toda la cicatriz. Y tiene que hacer algunas cosas con las cuales la gente no puede vivir. Pero su paso por la CIA es solo una pieza del rompecabezas. La disfunción es profunda en nuestra familia. Nos criaron como salvajes. Venimos de una familia de mentirosos patológicos. Sin embargo, estamos empaquetados para vender. Aprendimos a esconderlo. Aprendí a esconderlo todo. Nos enseñaron a mentir tan consistentemente que nos sale más natural que la verdad. No es malicioso, la forma en que mentimos. Es protector, si tiene sentido.
—¿Protector de qué?
Su bonita boca se retorció.
—No puedo decirlo. Siento ser tan vago. Y te estoy contando todo esto porque sé que ella también lo será. Incluso aún más. Creo que se preocupa por ti, y espero que, a pesar de todo eso y de todos sus otros asuntos, le darás una oportunidad.
Abrí la boca, para decir qué no tenía ni idea, cuando sonó el timbre de la puerta.
Elena maldijo.
—Lo descubrió más rápido de lo que creía.
—¿Descubrir qué?
—Que he venido aquí. Ya ves, se fue para buscarme.
—Me dijo que se había ido a trabajar.
—En realidad, no es una mentira.
Me sentí más confundida que nunca. Me moví para abrir la puerta.
—No le cuentes a Santana lo que mencioné antes —dijo en voz baja detrás de mí—. Se volvería loca.
De ninguna manera le diría a la colérica de Santana que su hermana, demasiado joven para beber, podría estar embarazada. Ni en sueños. Cuando abrí la puerta, Santana ni siquiera se dirigió a mí, sino que se dirigió directamente a su hermana, que se hallaba en el umbral de la cocina.
—He ido a buscarte —dijo bruscamente—. No puedo creer que hayas hecho esto de nuevo, ¿y para qué?
—Quería conocer a Brittany.
Levantó su mano para pellizcar el puente de su nariz, como si aliviara la presión. Su otra mano sostenía un ramo de rosas. Me había traído flores.
—¿Sabes lo que has hecho? —preguntó, dirigiéndose a Elena.
—No, Santana—dijo, claramente angustiada—. No. Por favor. Lo siento. No. Nadie me siguió, lo juro. Nada ha sido comprometido aquí.
Miró hacia atrás y hacia delante entre las dos.
—Ella tiene miedo de mí —me dijo—. Mi propia hermana tiene miedo de mí.
—No de ti —dijo a punto de llorar—. Por ti. Y estoy más preocupada que asustada.
—Mason viene a recogerte ahora.
—Está bien. Regresaré y no volveré a hacer esto, pero prométeme que esto no arruinó las cosas para ti.
—¿Cómo puedo prometer eso? —Su tono de voz era mordaz—. Ya era bastante malo que no pudiera dejar de venir aquí. Ahora, bueno, ya sabes lo que pasa ahora.
A estas alturas, Elena lloraba abiertamente. Me dio una mirada implorante.
—Lo siento. Juro que no me siguieron. Lo juro. Fui muy cuidadosa.
Me sentí desconcertado por todo, pero podía decir que algo malo había sucedido.
—¿Qué pasa, Santana? —le pregunté.
Cerró los ojos con fuerza, respirando hondo.
—Desearía poder decírtelo. Elena necesita irse.
—Podría quedarse a cenar —ofrecí. No la conocía bien, pero me afligía verla llorar así. Verla pasar de tan alegre a tan genuinamente desesperada. Quería ayudar.
—No puede —dijo sombríamente—. Ahora yo tampoco puedo.
—Lo lamento —dijo Elena de nuevo, pero no podía decir a quién de las dos se dirigía.
—Oh—dije, deseando hacer algo extravagante como retorcer mis manos, me encontraba tan malditamente confundida—.¿No te vas a quedar a cenar? —le pregunté. Pensé que planeaba volver para pasar la noche aquí.
—No ahora, no puedo. Discúlpame. Mason está aquí. Solo voy a acompañar a Elena.
Fue entonces cuando me entregó las flores que me trajo. Murmuré un agradecimiento. No pregunté quién era Mason o siquiera si las acompañaba. Me quedé mirando la puerta, mi mente acelerada, tratando de darle sentido a su interacción. Quedaba claro que yo no estaba al tanto de lo que sucedía.
Aún miraba la puerta cuando Santana entró de nuevo. La cerró de golpe y se acercó a mí. Colocó sobre una mesa las flores que sostenía tan fuertemente, me atrajo hacia su pecho, sus brazos como acero a mí alrededor, ofreciendo un duro consuelo. Por un momento, sentí que todo iba a estar bien. Me empujó a pensar eso, sus labios tiernos en mi sien.
Y aún consolándome, dándome falsas esperanzas con su cuerpo fuerte, murmuró—: Tengo que irme. No por poco tiempo, sino por mucho. Solo nos quedan unos minutos.
—¿Cuánto tiempo es mucho? —murmuré contra su pecho.
—Ojalá supiera.
—Supongo que no vas a explicarme esa escena con tu hermana.
—Ojalá pudiera. Si tuviera una opción, si dependiera de mí, no me iría, te lo prometo.
Para lo que valía, le creí.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
ah noooo ahora es tiempo de saber que es eso tan grave que oculta Santana!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Santana es agente encubierto de la cía o algo así. .. para que aya pasado por esas cosa?? Cerraría Muchas cosas
A ver cuanto tarda en volver?
A ver cuanto tarda en volver?
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Me confundí mas, santana en la cia? Todo es tan raro.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Si! Ya es tiempo de que se destape la olla ¿no?micky morales escribió:ah noooo ahora es tiempo de saber que es eso tan grave que oculta Santana!!!!!
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Puede que trabaje en algo muy importante. Ya es hora de que le aclare las cosas a Britt, si es que vuelve.3:) escribió:Santana es agente encubierto de la cía o algo así. .. para que aya pasado por esas cosa?? Cerraría Muchas cosas
A ver cuanto tarda en volver?
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo
Su hermana dijo que ha trabajo para la cia, esperemos que ella misma responda a toda estas incógnitas.Isabella28 escribió:Me confundí mas, santana en la cia? Todo es tan raro.
Tati.94******* - Mensajes : 442
Fecha de inscripción : 08/12/2016
Edad : 30
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