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Mensaje por Tati.94 Lun Dic 18, 2017 4:47 pm

Capítulo 22


Y entonces se fue, y no tenía idea si volvería a verla de nuevo.

El primer día después de que se marchó, el tiempo pasó como si estuviera rodando por alquitrán.

El segundo día fue peor.

El tercero igual.

No hubo ni una palabra. Ni una nota. Ni una llamada telefónica. Nada.

Se había ido, desapareció por días, luego semanas, pero dejó su marca en cada centímetro que ocupó. Pero incluso con su marca siempre presente,  ela mujer en si misma… se había ido. Anhelé. Por su toque. Por solo la vista de ella. Por el sonido de su voz.

Era una cosa tan extraña, anhelar. Se sentía tan necesario. Como si el mismo impulso creara un problema. Porque de alguna manera se sentía tan bien. Todo porque necesitabas una cosa que no tenías.

Tal círculo vicioso, anhelar. Y entonces, todo por su culpa, mi deseo sexual se hallaba reavivado. Era la más dulce agonía.

De repente, me descubrí obsesionada con el sexo. Tan consciente de mi propio cuerpo que no podía concentrarme en mucho más. Mostraba más  piel, disfrutando la atención. Ejercité duro para mantener mi figura y me   enorgullecía enseñarla, y añádele pensar constantemente en sexo a la ecuación… yo era como hierba gatera para hombres y mujeres.

Durante ese período de tres semanas, no te engaño, incluso tuve un cajero de banco tratando de seducirme en medio de una transacción.

Fuera de control.

Y mientras el sexo me obsesionaba, ni remotamente me interesaba tenerlo con alguien aparte de la mujer que no podía tener. Porque ella se había ido.

Era la cosa más curiosa, como la mujer que no podía estar menos interesada  en salir a citas obtenía más invitaciones que ninguna. De repente yo era esa mujer. Lo juro, no podían ser mejores ofertas incluso si lo intentara. Decía no, categóricamente.

Pero cada noche iba a casa y me masturbaba repetidamente, nada que hubiera hecho antes, debido a que algo acerca de hacerme venir sola siempre se sintió singularmente insatisfactorio. Y aun así lo hacía.

Lo hacía de cualquier manera. Una y otra vez. Porque de repente tenía un tiempo difícil yendo a dormir sin ello. Me hacía acabar, fantaseando con una voz ronca en mi oreja y un cuerpo lleno de cicatrices encima de mí, y al final caería en un sueño intermitente.

Me sacudía y daba vueltas toda la noche, y luego me despertaba cada mañana con las mantas en el piso y mis dedos en mi clítoris. Casi a las tres  semanas del día en que se fue, apareció de nuevo, justo a mi hora de dormir.

Sabía que era ella cuando el timbre sonó a una hora tan singular. Justo llevaba a cabo mi método nocturno para intentar dormir, desnuda en mi cama, vibrador en mano. Me pregunté brevemente si debía contestar la puerta así.

No, decidí, empujando mi juguete bajo una almohada y poniéndome una delgada bata de seda. Comprobé la mirilla, saqué la cadena, pero solo abrí  la puerta una pequeña grieta.

Encontré sus ojos fríos y sentí una sacudida de algo poderoso moverse a través de mí.

Se veía fatigada. Muerta de cansancio. ¿Había estado atravesando por lo mismo que yo? ¿Me extrañaba?

—No debería estar aquí —comenzó, sonando como si no quisiera estar aquí.

Me tensé, mi estómago revolviéndose de temor. ¿Qué demonios significaba eso? ¿Solo vino aquí para romper las cosas más oficialmente? ¿Era este el tipo de cosa que necesitaba un rompimiento oficial?

Mi voz fue dura cuando le repliqué—: ¿Entonces por qué lo estás?

Tomó una respiración profunda, después otra. Estaba intentando comunicarme algo con sus ojos, pero era malditamente demasiado buena escondiendo todo allí. Sus ojos nunca serían la ventana de su alma. Se hallaba escondida en otro lugar. Quería despojarla, escalarla y estudiar cada centímetro de ella con ojos entrecerrados y dedos minuciosos hasta que la encontrara.

Pero sabía dónde no se encontraba. Sus ojos estaban perpetuamente congelados hasta la muerte para albergar su verdadero ser.

Traté de leerlos de todos modos, traté de descifrar esa mirada rota suya. Era casi inútil, pero solo casi. No sabía exactamente que trataban de decirme, pero juré que pude captar un destello de algo acercándose a la contrición.

—No puedo quedarme lejos. —Era una expresión de tortura.

Era todo lo que ansiaba escuchar en ese momento exacto. Porque si yo hubiera sabido donde encontrarla, no hubiera existido forma de que me pudiera quedar lejos. Simplemente así, yo era suya para tomar.

Apenas abrí la puerta antes de que me tuviera al otro lado de la entrada, sujetándome a la pared. Temblé bajo el toque de sus manos. No toques suaves para mí. Estaba más allá de ellos. Solo quería lo que Santana deseaba darme, lo cual era una cosa que nunca podría ser confundida de ninguna manera por suave.

No me besó al principio, solo me tomó en sus manos, arrastrándolas sobre mí como si estuviera memorizando cada curva. Apartó la bata de mis hombros, desenvolviéndome como un regalo, haciendo un ruido bajo en    su garganta cuando me encontró completamente desnuda.

—Es como si supieras que iba a venir —gimió con voz ronca.

Me retorcí bajo su escrutinio, queriendo tocarla, queriendo tocarme, cualquier cosa para sentir alivio. Pero me contuve. Quería demasiado ver que haría ella.

—¿Me esperabas, cariño? —preguntó suavemente, cayendo de rodillas.

Empujó su hermosa cara entre mis muslos, su lengua apuñalándome sin más preámbulos.

—¿Lo hacías? —respiró en mi sexo.

Jadeé un sí. Luego su nombre. Lenta y cautelosamente puse las manos en su cabello, nunca olvidándome ni por un segundo, incluso en mi casi histérico deseo por ella, lo difícil que le resultaba ser tocada.

Lanzó una de mis piernas sobre su hombro y se puso a trabajar en mí, dedos ahondándose dentro, lengua explorando lenta, exhaustivamente, lamiendo mi  sexo centímetro a centímetro, pasando su lengua contra mí, pliegue por pliegue.

Me encantaba, pero necesité más casi al instante. Quería venirme con su polla dentro de mí, no sus dedos.

—San —rogué, queriendo que se detuviera, necesitando venirme con ella dentro de mí, pero rápidamente perdí el tren de pensamientos. Me hizo acabar antes de que lo viera venir.

Se acurrucó en mí, dedos aún en mi interior mientras temblé con mi orgasmo.

—San—dije de nuevo.

—¿Qué necesitas? —preguntó, luego procedió a lamer generosamente mi clítoris con su lengua.

Cuando volví a encontrar mi voz, dije con tono áspero—: Necesito tu polla.  Por favor. —Estaba jadeando mientras le rogaba—. Por favor. Por favor. Por favor.

Gimió y se puso de pie. Sacó su polla de sus pantalones como si hubiera sido entrenada para hacerlo, como esas chicas policías que ves en las   películas, desmantelando armas, cada pequeño movimiento adecuado a la máxima eficiencia.

Se empujó dentro de mi desnuda. Incluso en mi neblina lujuriosa, capté eso de inmediato.

—No tomo la píldora —jadeé.

Lo sabía, maldita sea, y no pude soportar la idea de que se retirase el tiempo suficiente para colocarse un condón.

—Lo sé —gimió, ya moviéndose dentro de mí, apareándonos mecánicamente como si apenas le importara—. Dios, Britt. Te extrañé.

Eso, y la gran erección golpeándome contra la pared me distrajo lo suficiente para casi dejarlo ir. Casi.

Insensatez.

Empujé contra sus hombros con cicatrices en un último esfuerzo por zafarme, y eso consiguió su atención, como sabía que lo haría.

—¿Qué…? —preguntó, caderas todavía abalanzándose en mí, la parte de ellq que no podía parar no se detuvo ni por un segundo.

—¿No tienes algún condón?

Su cara se arrugó en lo que solo podía llamarse agonía.

—Joder, no. Ni siquiera se suponía que esté aquí.

Quise llorar. Y siguió moviéndose durante todo el rato.

—Lo sacaré, ¿está bien? —gruñó en mi oreja, aún meciéndose dentro de mí.

Hice algunos muy malos cálculos matemáticos en mi cabeza, matemáticas convenientes con el solo propósito de sacarnos a ambas del apuro.

Pura idiotez. Créeme, lo sé.

—Deberíamos estar bien —jadeé—. No creo que sea el momento adecuado del mes, así que deberíamos estar bien.—¿Como si bastara con decir “deberíamos estar bien” lo suficiente?

Y mi yo racional sabía malditamente bien que nunca fui lo suficientemente  regular como para relegarlo a las matemáticas de esa forma. Mi yo  racional se había ido mientras a la hedonista le sacudían su mundo.

Pura idiotez. Lo sé, lo sé.

—Gracias a Dios —gruñó, empujándose dentro de mí más rápido, más fuerte—. Maldito milagro, eso.

En verdad pensé que la fecha funcionaba a nuestro favor. Realmente, realmente lo pensé, pero eso siendo dicho, cuando se lo dije, aún pensé  que ella lo sacaría. Solo para estar a salvo, ese pedazo extra de protección que de ningún modo era una garantía, pero aún así mejor que no sacarlo.

Me vine primero. Por supuesto que lo hice. Ella me hubiera machacado toda la noche antes de dejarse ir a sí misma antes que yo. Agarró mis dos muñecas y comenzó a besarme en la boca como si quisiera comerme viva mientras se dejaba ir.

Se hallabaenterradoa hasta la maldita empuñadura cuando su polla comenzó a sacudirse en su liberación dentro de mí. Incluso con mi cerebro  aún borroso y lujurioso del orgasmo, me sentí regresar de un sobresalto al estado de alerta cuando me di cuenta de lo que sucedía en mi interior.

—Sácalo —gemí en su boca.

Comenzó a, genuinamente darle un intento, pensé, pero cerca de mitad de  camino, se empujó profundo de vuelta y se mantuvo allí, arraigándose dentro de mí. Como si no pudo evitarlo.

Esta era una de las tantas, tantas razones por las cuales el método de acabar afuera era una terrible forma de anticonceptivo. Oh sí, eso, y el hecho de que en realidad no funcionaba, solo se sentía mucho más seguro a que disparara toda su carga dentro de mí, en lugar de decir, cantidades más pequeñas de líquido pre seminal.

—San. —Traté de volver mi tono lastimero, pero salió jadeante y suplicante. Ni siquiera podía distinguir si soné más como si quisiera que lo sacara o se quedara dentro.

—Mierda, lo siento —murmuró, pero de todos modos no se retiró, en cambio se sacudió en mi interior.

Y, Dios, yo era igual de mala, aún apretándome a su alrededor, ordeñando cada gota, no poniéndome seria, no haciéndola detenerse. Y entonces dijo  una cosa que me emocionó y aterrorizó, y no podría decir que reacción fue más fuerte.

—¿Quieres tener más niños o has terminado para siempre?

Yo nunca (ni por un segundo) jamás siquiera lo consideré. Mis hijos eran adultos. Eso era todo. Probablemente podría tener más. Estaba en perfecto estado de salud. No obstante, nunca pensé en ello.

¿Y qué demonios significaba que ella estuviera preguntándome eso?

Me asustaba incluso contemplarla. Miedosa de esperar por cualquier posibilidad.

—Nunca lo he pensado —dije con honestidad—. ¿Por qué preguntas?

Sacudió la cabeza, un breve tirón de movimiento, como si estuviera haciéndose quedar callada sobre el tema.

Pero no funcionó. Milagro de los milagros, no pudo mantenerse callada. Presionó su frente a la mía, todavía descaradamente dentro de mí, sujetándome a la pared.

—Si de alguna manera quedas embarazada, solo quiero que sepas, y entiendo y respeto que es tu elección, pero si te fueras a preguntar que es lo que yo quiero, tienes que saber que querría que te lo quedes. Que nos lo  quedemos. Incluso si el momento es horrible y estoy lejos trabajando. Incluso si no me ves por un largo tiempo. Eso es lo que yo querría. Sin ninguna duda.

Santa mierda. No tenía ni idea de qué hacer con eso. Ya sea estar feliz u horrorizada.

—Es bueno saberlo —dije finalmente.

Patético, lo sé. Solo nunca pensé que quedaría embarazada.

Cuando por fin se salió de mí, no se fue muy lejos, tendiéndose allí mismo en el suelo, de espaldas. Estiró un brazo, me agarró las dos manos, y me jaló para que me sentara a horcajadas.

Sabía que era esto. Me estaba dando algo de sí misma. Haciendo algo poco común para ella. Permitiéndose ser vulnerable. Por mí.

—¿Puedo…?

Tragó duro y asintió, poniendo mis manos en su pecho.

—Sí. Tócame. Necesito tu toque. Está ayudando. Cuanto más lo haces, mejor
me siento. Solo… ve despacio. No demasiado a la vez.

Un sentimiento de ternura pura y sin alterar se agitó a través de mí.

Era un poco retorcido, pero no podía decidir si esta necesidad que sentía de calmarla, de remendarla, era naturalmente maternal. Maternal, o tal vez ese otro intangible sentimiento femenino que todas tenemos, el impulso, oh  esta mujer está rota, déjame arreglarla, porque cuando la arregle, ella será mía.

Tal vez era una insalubre combinación de los dos. Honestamente no me importaba. Ella estaba cubierta en el exterior de cicatrices, pero dentro se  encontraban las verdaderas heridas, las profundas, y todo lo que importaba era que yo necesitaba ayudarla a sanar cada parte que le dolía.

Tracé mis dedos sobre las cicatrices en su pecho cuidadosamente, rodando mis caderas encima de ella, frotando nuestros agotados sexos hasta que resurgió, creciendo duro y grande. Estaba tan resbaladiza y lista, tan conectada a cada centímetro de ella que no tomó ningún esfuerzo en absoluto, ninguna mano guía, ningún movimiento cuidadoso. Empujé mis caderas y la succioné de vuelta a mi interior, donde pertenecía. Era hermoso.

Me detuve de tocar su pecho cuando la tomé dentro, sabiendo que la inquietaría. Demasiado pronto. En cambio, agarré sus dos manos, ahuecándolas sobre mis pechos deseosos cuando comencé a moverme.

Maldijo. Elogió. Mi hombre estoico incluso rogó por ello mientras la cabalgué duro.

Di lo mejor de mí, usé cada fortalecido músculo de mi cuerpo para sacudir su mundo. Aquí era donde todo mi trabajo duro en el gimnasio dio sus frutos,  donde finalmente llegué a demostrarle que ella no era el única con algunos movimientos espectaculares en la cama.

Y entonces sucedió de nuevo.

La dejé vaciarse en mi interior. De nuevo.

Supongo que en ese punto ambas solo estábamos pensando, ah bueno, el daño está hecho, al menos podríamos disfrutar el resto de la noche así.

Porque, Dios, era más que divino.

Serpenteó una mano entre nuestros sudorosos cuerpos, agarrándose la base, torciendo su mano, frotando entre nosotros donde aún estábamos unidos.

—Jesús—murmuró— .Malditamente desnuda dentro de ti. No puedo soportarlo. Ni siquiera lo imaginas. Las dos vamos a estar en carne viva antes de que termine contigo esta vez.

Ella no exageraba. Para la mañana ambas estábamos sensibles y adoloridas. Y la noche entera, todas las veces que se vino, nunca lo sacó.
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Finalizado Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo

Mensaje por Tati.94 Lun Dic 18, 2017 4:52 pm

Capítulo 23


Volvió dos noches más tarde, tan desesperada y necesitada como la última vez.

—No esperaba que volvieras tan pronto —jadeé cuando respiramos.

Era extraño con lo poco que todavía sabía de ella cuán tranquila me encontraba con nuestra situación. De alguna manera, con ella casi desaparecida, lo envolví todo y até con un bonito paquete de justificaciones.

Tantas excusas hicieron que nuestra diferencia de edad, su falta de franqueza, su aleatorio ir y venir de alguna manera estuviera bien en mi mente. Era buena creando las explicaciones más románticas. Era un talento, en realidad.

Bueno, sí, ella era joven, y sí, por supuesto, era un poco más joven que, digamos, yo, pero ¿cuánto impactaba una persona ver las cosas que ellq vio?
¿Resistir las cosas que resistió? ¿Hacer las cosas que hizo?

Mucho, por lo que podía ver. En cada línea de su cuerpo tenso, preparado, cada palabra de su voz fría y dura, en cada pensamiento en su mente fracturada y paranoica, veía ese impacto. ¿Qué importan los años cuando se aguanta esto?

No mucho, de hecho. Por más trágico que fuera, la violencia la envejeció  más profundamente de lo que los años jamás tocarían al ser humano medio.

Y, después de todo eso, ¿quién era yo para empujarla? Por supuesto que  tendría secretos, pero ella podría revelármelos en su propio ritmo dañado.

Soy una mujer paciente, razoné para mí. Presenté todas las justificaciones para ella en un delicioso bufet que ni siquiera tuvo que preparar.

Estaba encima de mí, quieta, pero aún dentro de mí, con sus caderas entre mis muslos, sujetándome al colchón. Me ató las manos, pero ya deshacía las trabas, la boca en mi cuello, la lengua en mi piel, mientras trabajaba con dedos ágiles en los nudos.

—No debí venir, ninguna vez —murmuró, su voz resonando en mi carne con cada palabra—. En lo que estoy trabajando ahora mismo, es muy sensible,  no tengo derecho a hacer nada de esto, pero nada de eso importó lo suficiente, al parecer, porque aquí estoy. De nuevo.

—Bueno, por lo que vale, me alegro de que hayas venido —le dije justo cuando mis manos se soltaron. Envolví mis brazos alrededor de su cabeza, acunándola hacia mí.

—Esto nunca será lo que queremos.

Eso sonó ominoso, y me sentí endurecer.

—¿Nosotras? —pregunté—.Nunca hablamos de lo que queremos que sea, así que ¿cómo puedes saber eso? ¿Cómo puedes saber que incluso queremos lo mismo?

—Creo que sí —dijo simplemente.

Recorría mi cuerpo. Hizo una pausa cuando encontró un pezón suave. Frotó  sus exuberantes labios una, dos veces, hasta que lo tomó. Con un gemido, lo chupó en su boca caliente.

Mis manos le acariciaron el pelo mientras sus ásperas manos empujaban mis pechos juntos, y soltó un pezón sensibilizado y besó su camino hacia el otro.

—¿Qué es lo que crees que queremos? —le pregunté, un temblor de necesidad en mi voz.

Con un suspiro jadeante, se alejó de mí, apartó sus labios y se dejó caer sobre mí, sobre mi cuerpo, con la mejilla apoyada en un suave pecho. No era  muy pesada, sus abdominales planos empujados entre mis muslos, presionando contra mi sexo. Seguí acariciándole el pelo. Respiraba bajo su  peso, pero no quería que se moviera tanto como a un centímetro de ese mismo lugar. Su cuerpo temblaba encima de mí.

—Te quiero y me quieres a mí. Es así de simple. Cada vez que estoy contigo, soy mejor. Cada vez.

Para Santana, una mujer de pocas palabras, esto era tan bueno como una declaración. Por la manera en que se encontraba tendida, con la oreja en mi pecho, supe que podía oír cómo mi ritmo cardíaco se volvía salvaje ante esas palabras.

—Justo cuando pienso que me he rendido completamente a ti, dices algo dulce como eso —susurré, besando la parte superior de su cabeza.

—Como dije, no soy dulce, ni siquiera cerca, así que si dije algo que lo era, debes tomarlo en serio.

Lo hacía. Una vez más, lo tomé en serio. Y luego lo arruinó.

—Esta es la última vez que estaré aquí para verte —me dijo—. Tiene que serlo.

—¿Por qué tan terminante? —Mantuve mi voz sorprendentemente uniforme.

—Tengo que irme. Tengo que ir a algún lugar lejos de aquí, y no puedo decir cuándo volveré. Demasiado tiempo para pedirte que me esperes, desde luego.

Algo en su voz me lo pedía de todos modos. Como sabía que no era justo, sabía que no podía pedirlo, pero una parte de ella no podía dejar de intentarlo.

—Días, meses... ¿años? ¿Puedes decirme eso al menos?

—No puedo. —Al menos sonó como si lo lamentara.

Pero aún así, el arrepentimiento no era suficiente. Necesitaba más. Me merecía más. Sólo dame información, quería decirle. Dame una excusa,  cualquier tipo de explicación, y puedo trabajar contigo, casi le dije.

Dime que volverás algún día, solo hazme esa fina promesa, y te esperaré, casi dije. Había muchas cosas en la punta de mi lengua que quería decirle, pero nunca salieron.

Y por lo tanto ambas tuvimos remordimientos.

****

No me encontraba amargada por nada de eso, lo juro.

Por lo menos no entonces. Más tarde, encontraría mi amargura (con alguna ayuda), pero no fue mi primera inclinación.

Pasé por etapas después de que ella se fue. Lo que sin duda fue extraño cuando pensé en lo poco que estuvimos juntas. Quiero decir, ¿qué tuvimos en realidad?

Pasamos sólo algunos días juntas, solo horas. Y era un hecho que la mayor parte de ese tiempo estuvimos en la cama, y una parte de ella dentro de alguna parte de mí. Eso no era una historia de amor.

Pero no importaba lo que dijera, me marcó, dejó una huella, en cada parte de mí que tocó. Cuando hice un inventario de lo que eso significaba, había muy poco que dejó ileso.

Aún así, me encontré tratando, más que nada, de hacer las paces con su partida. Era buena en hacer las paces con cosas que no podía controlar o cambiar. Siempre lo fui. Fue lo que me hizo una gran fotógrafa, e infiernos, incluso una buena paciente dental. Podía quedarme quieta, sin quejarme, siempre y cuando el trabajo estuviera terminado.

Tenía un poco de temperamento, pero por lo general se quemaba rápido, y en su estela, siempre encontré la paz. Santana tenía razón. Era una mujer inherentemente pacífica.

La etapa pacífica no duró mucho tiempo, pero luego, tuvo ayuda en su salida ya que fue removida por la fuerza.
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Mensaje por JVM Lun Dic 18, 2017 5:43 pm

Pfff creo que obviamente Britt quedara embarazada y en cuanto regrese San se llevara una gran sorpresa.... aunque dijo la morena que queria un hijo con ella ahora que se va no es el mejor momento
Asi que haber como les va
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Finalizado Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo

Mensaje por 3:) Lun Dic 18, 2017 9:16 pm

es mas que obvio que san quiere mas mucho mas con britt,.. por eso el echo de que puede quedar embarazada (si no, existen los milagros jajaja)
si san es creo lo que es, si no muere tranquilamente saliendo de lo que hace puede estar con britt!!!
es agente de la cia o es hija de uno de los talibanes de la vieja sepa de Bin Laden ???
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Finalizado Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo

Mensaje por Isabella28 Mar Dic 19, 2017 4:04 am

San la embarazó a propósito...eso pienso yo
Ya quiero el proximo capitulo, quedo en la mejor parte.
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Finalizado Re: [Resuelto]Fanfic Brittana Gp: La otra. Epílogo

Mensaje por micky morales Mar Dic 19, 2017 5:36 pm

Bueno es obvio que Britt quedo embarazada asi que solo espero que San no regrese cuando el crio tenga 15 años!!!!! [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551
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Mensaje por Tati.94 Mar Dic 19, 2017 7:23 pm

JVM escribió:Pfff creo que obviamente Britt quedara embarazada y en cuanto regrese San se llevara una gran sorpresa.... aunque dijo la morena que queria un hijo con ella ahora que se va no es el mejor momento
Asi que haber como les va
No es el mejor momento para nada pero parece que San quiere una familia con su rubia a pesar de todo.
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Mensaje por Tati.94 Mar Dic 19, 2017 7:25 pm

3:) escribió:es mas que obvio que san quiere mas mucho mas con britt,.. por eso el echo de que puede quedar embarazada (si no, existen los milagros jajaja)
si san es creo lo que es, si no muere tranquilamente saliendo de lo que hace puede estar con britt!!!
es agente de la cia o es hija de uno de los talibanes de la vieja sepa de Bin Laden ???
Si! Lo quiere todo con la rubia. Jaja su trabajo consume su tiempo por asi decirlo.
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Mensaje por Tati.94 Mar Dic 19, 2017 7:27 pm

Isabella28 escribió:San la embarazó a propósito...eso pienso yo
Ya quiero el proximo capitulo, quedo en la mejor parte.
Las dos estaban muy conscientes de sus acciones y de las posibles consecuencias. Creo que las dos lo quieren.
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Mensaje por Tati.94 Mar Dic 19, 2017 7:28 pm

micky morales escribió:Bueno es obvio que Britt quedo embarazada asi que solo espero que San no regrese cuando el crio tenga 15 años!!!!! [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551 [Resuelto]Fanfic  Brittana Gp: La otra. Epílogo - Página 6 2414267551
Bieno. Ya veremos que tal está la puntería de San jajaj.
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Mensaje por Tati.94 Mar Dic 19, 2017 7:33 pm

Capítulo 24


Eran las diez p.m. cuando sonó el timbre. Por supuesto asumí que era Santana. No estaba esperando a nadie más, y aunque ella había dicho que no volvería, era una hora extraña para que me visitara alguien que no fuera mi misteriosa amante.

Supongo que fue la emoción lo que hizo que ni siquiera echara una ojeada  a la mirilla ni me pusiera algo más que la pequeña camiseta y bragas que estaba a punto de llevar en la cama.

Había pasado lo que parecían horas sin fin arrepintiéndome de las cosas que  no le dije, por no tratar de hacer que se quedara conmigo, e incluso si esta era solo otra despedida de su parte, la quería, aunque fuera para sacarme algunas cosas del pecho.

Abrí de un tirón la puerta sin un pensamiento acerca de la precaución. Me encontraba tan segura de que era ella.

No lo era.

Era una mujer, una extraña. Muy joven, mirándome con ojos invernales y una mueca amarga en la boca. Estaba a punto de aprender que esa amargura era contagiosa.

Tenía cabello teñido y largo, una musculatura esbelta que era aparente bajo su ajustada camisa azul y apretados vaqueros. Era muy bonita, aunque dudé  que le dijeran así seguido. Había demasiadas otras cosas acerca de ella  que resaltaban. Lo bonito estaba alejado de ser una de sus características dominantes. Se veía dura. No en una manera poco favorecedora. No dura como delicada, sino dura como piedra tallada. Suave simplemente no era una opción para esta mujer. Supe eso de una vez.

—Hola, Brittany —dijo. Tenía una voz rasposa, la clase de tono ronco del que los hombres hablan. Sexy. Otra palabra que le dirían mucho antes de llegar a bonita.

—Trabajo con Santana —añadió cuando solo me quede mirándola—. ¿Puedo entrar? Me gustaría hablar contigo. Solo tomará un minutoa

La manera en que habló me tuvo reevaluando su edad, porque la había  tachado como muy joven, pero con unas pocas palabras me encontraba  asumiéndola más cerca de los veinticinco que, digamos, dieciocho.

—Um, seguro, está bien. —dije, dando un paso atrás.

Entró rápidamente y cuando paso a mi lado noté con sorpresa que en  realidad era más baja que yo. No era baja, mas como la altura promedio,  pero algo acerca de ella me hizo asumir, en la primera impresión, que era alta.

Me pareció ruda, decidí, y en mi mente los rudos siempre son altos.

—Déjame irme a poner una bata. —dije, sintiéndome incomoda en mi camiseta minúscula y bragas de encaje.

Se había estado dirigiendo a mi sala, pero a eso se detuvo y dio la vuelta. Sus ojos me barrieron, de cabeza a pies.

—Lo que prefieras, pero no te cubras por mi culpa. Lo he visto todo.

Se sintió como un reto, o un insulto, una insinuación de que sí si me cubría, era porque me sentía consiente de mi misma o quizás incluso avergonzada de mi cuerpo.

No lo era, y por lo que podía ver esta mujer no se hallaba aquí para una visita amigable, así que me quede como estaba.

Dejarla ver que me sentía orgullosa de mi cuerpo. Tenía cuarenta y uno, madre de dos hombres crecidos, pero mi piel era suave y sin defectos y ni una cosa en mi colgaba. Era tonificada, pero con curvas en los lugares correctos. Debido a muchas horas de trabajo duro, mi cuerpo era tan matador como nunca, y esta parecía una situación adecuada para usarlo.

Apretó los labios y entró en mi salón. No se sentó, pero me encaró, brazos cruzados sobre su pecho, ojos al nivel de mi rostro. Hubo otro momento   de silencio mientras nos estudiábamos mutuamente.

Era muy atractiva, en la manera de una chica ruda, una manera que quizás las mujeres apreciamos más que muchos hombres. Material para enamoramiento femenino podría haber sido una buena manera de describirlo, si ella hubiera sido más agradable.

—No estoy segura de lo que Santana ha compartido contigo. —Empezó— Pero ella y yo somos cercanas. Somos compañeras, pero veo que ella no te contó sobre mí. No importa. No cambia el por qué vine aquí. Tengo algunas  cosas que compartir contigo, acerca de Santana, que creo que necesitas oír. Ella y yo somos muy similares, así que puedo darte una buena vista al interior de porque actuó de la manera que lo hizo contigo. No debería haberte dejado colgando de esa forma, y estoy aquí para corregirlo.

No me gustó como se oyó eso. Ni un poco. Ella continuó—: Nuestros pasados son casi idénticos. Ambas fuimos reclutadas para una pequeña  unidad en la CIA antes de que ninguna de las dos fuera lo suficientemente mayor para votar.

Guau. Y ella aún era joven. Tan joven. Dios, ¿cómo hizo el gobierno para reclutar esos niños tan jóvenes? Seguía pensando; mi mente atorada en eso.

Me parecía incorrecto y triste.

—¿Por qué? —le pregunté.

—¿Por qué, qué?

—¿Por qué las reclutaron tan jóvenes?

Sonrió desagradablemente.

—No fue al azar. Solo hay una razón para escoger reclutar a alguien en  nuestro programa particular. Ellos encontraron algo, un talento, una  habilidad, una especialidad en cada uno de nosotras que nos hizo de valor para ellos. —La manera en que habló era incoherentemente afilada, cada   palabra muy punteada, formada para cortar, aunque no entendía por qué.

Primero pensé que era solo su manera de ser y no un ataque personal hacia mí. Estaba equivocada, pero no me daría cuenta de eso hasta mucho después.

—¿Qué fue?

—¿Qué los hizo reclutarme?

Asentí.

—La misma razón que los hizo ir por Santana. —se detuvo, con las cejas alzadas, como esperando por mi respuesta. Solo la mire de vuelta. No iba a preguntar. No sabía exactamente a donde conducía esto, pero sabía que no me gustaría.

—¿Conoces su historia, verdad? —la pregunta fue cortada en un punto afilado como una puñalada.

Sacudí la cabeza, odiando la manera en que hizo que me mirara, como si yo fuera menos significante de lo que había pensado.

—Oh. —dijo, dándole mundos de significado a la palabra—. Bueno, para simplificarlo, ambas éramos muy buenas matando gente desde una edad temprana. Para los dieciséis era una criminal endurecida, trabajando para  la misma organización que Santana, una que empleaba a individuos como nosotras para hacer su trabajo sucio.

Bueno, infierno, parte de mi había adivinado eso. Algo acerca de ella siempre  me golpeó como parte militar/parte criminal, así que esto concordaba.

—La ley se encontró con Santana primero —continuó—, la encontraron en el medio de una matanza particularmente grotesca. ¿Quieres escuchar los detalles?

No tuve tiempo de responder o incluso descifrar las ramificaciones de lo que ella preguntaba.

—Estaba eviscerando bastante vigorosamente a esta obra de arte llamada  Tony G., quien era el matón principal de una familia criminal rival. ¿Alguna  vez has visto a un humano eviscerado? Toma habilidad no matarlos rápido  de esa forma. El pobre bastardo aún estaba vivo, lo que quedaba de él,    pero Santana no había terminado. Se encontraba determinada a conseguir  información del tipo antes de sacarlo de su miseria. Verás, Santana siempre ha sido bastante talentosa para sacarle información a la gente.

Para entonces yo temblaba tan fuertemente que sabía que ella podía verlo, pero solo siguió hablando.

—Pero de vuelta a la historia. Tony G. tenía un record criminal de un kilómetro. Es por eso que los federales llegaron al crimen que Santana estaba cometiendo. En realidad buscaban al otro tipo.

Sus ojos se hallaban en mis temblorosas manos, sujetas frente a mí, y sabía que tenía exactamente la reacción por la que ella esperaba.

Su sonrisa se volvió más viciosa mientras continuaba—: Tony no vivió mucho. Se desangró mientras Santana era arrestada. Así que la tenían por  asesinato en primer grado y un montón de otras cosas horrorosas. Atrapada en el acto. Cadena perpetua, fácil.

Me sentí desmayar. Yo sabía, absolutamente, que Santana tenía un pasado violento, y como esa violencia nunca fue parte de mi vida, supe que ese   pasado era algo que no comprendería o podría relacionarme completamente, pero nunca imaginé algo como esto.

—¿Quieres saber qué edad tenía Santana cuando esto paso?

Asentí.

—Quince. Tenía quince años y era una asesina a sangre fría. Por un crimen como ese, con las pruebas de que no solo era un asesina, sino que tenía talento con el cuchillo, la clase de talento que solo se obtiene con mucha  práctica. Era obvio que la iban a juzgar como un adulto. Los federales que  la encontraron se hallaban trastornados por lo que vieron. Siembre fue grande para su edad, pero aun así tenía jodidos quince años. Los asustó, ver a una niña hacer algo así. Los asustó, y obtuvo su atención.

»Creo que era el control que demostró, la absoluta calma de la manera en  que operaba, lo que los hizo darse cuenta que no era solo una común pandillera psicópata. Después escuché la versión de la historia de uno de los agentes. Escucharlo decirla, era como si hubieran encontrado a Santana leyendo un periódico. Así de calmada estaba en el medio del acto.

»Para resumir, obtuvo perdón total, bueno, más como una vida nueva, nueva identidad, pero por supuesto no era gratis. Ella solo tenía que servir su tiempo de una manera diferente, aunque no era tan diferente de lo que  estaba acostumbrada a hacer. Asesinar y torturar para una causa más honorable, creo que eso es lo que Santana lo llamaría.

—¿Qué hay de ti?

—Santana me metió, les dijo acerca de mí, que era como ella, que trabajábamos bien juntas. Todo era verdad, y ella sabía que quería salirme de esa vida. La manera en que trataban a las mujeres que no eran familia ahí,  incluso las que trabajaban para ellos, bueno, digamos que me encontraba más que feliz de faltar. Estoy segura de que salvó mi vida. No hubiera durado mucho.

—No estoy segura de por qué me dices todo esto.

Su desagradable sonrisa volvió con toda su fuerza, y su voz se afiló hasta que cada palabra fue un clavo atravesándome.

—Santana es la única persona que significa algo para mí. Todo. Ella es más que mi compañera.

—Estás durmiendo con ella. —le dije, intentando y fallando en no hacerlo una acusación.

Su boca se torció hasta que no podría decir si estaba tratando de,sonreír o  fruncir el ceño.

—La has conocido. Has visto cómo opera. ¿Te imaginaste que eras la única?

No imaginé eso.

Lo esperaba.

Lo deseaba, pero claramente fui ingenua.

—¿Quieres saber por qué durmió contigo en primer lugar? Digo, ¿una mujer el doble de su edad? Ella puede escoger. ¿No te has preguntado porque te escogió a ti?

Quería corregirla. La parte del doble de su edad. Era una exageración cuando la verdad era lo suficientemente mala. Y ese tren e pensamiento al  completo era solo una distracción para mí misma y la manera en que me  sentía en ese momento, la cual era horrible.

—¿Por qué estás aquí? ¿Qué es lo que quieres? —había terminado, y quería que se fuera antes de que me dijera otra cosa horrorosa.

—Quiero que sepas lo que ha estado pasando. Que tan en la oscuridad has estado desde el momento en que la conociste.

—¿Por qué? ¿Por qué te preocupas tanto por mí? —le pregunte conociendo la respuesta, pero esperando que me diera otra opción.

Se encontraba involucrada con ella. Era obvio. Durmiendo con ella. Prácticamente lo admitió. La pregunta era, ¿qué tan envuelta? ¿Cuán profundo corría su traición?

—¿Sabes que te espiaba? Extensamente.

Mis ojos se estrecharon hacia ella, estudiando su rostro como si pudiera decirme que era este nuevo ángulo de ella. No lo hizo.

—Ella ya me dijo que me chequeó —explique, a disgusto—. Dijo que tenía  que hacerlo con cualquiera que estuviera viendo por su trabajo, y le creí.

Ella rió. Era demasiado amargo para su edad.

—¿Quieres saber que tanto te espió y la verdadera razón para ello?

No respondí, solo crucé mis brazos frente a mi pecho y la observe. Supuse que iba a decirme, sin importar como respondiera.

—Ella barrió este lugar, del techo al suelo. Lo garantizo. Paso a través de todo, de tus gabinetes de la cocina a tu gaveta de ropa interior.

Mi mente disparo entonces a la vez que cocinamos juntas, como ella había  conocido cada centímetro de mi cocina, cada ingrediente en mi alacena de especias.

Entonces disparó a la primera vez que se quedó. Ella sabía exactamente   donde guardaba mi vibrador, pero estuve demasiado distraída por ella para que me importara o me preguntase al momento. Considerando todo eso, estuve segura de que ella no mentía.

Aun así, me confundió como el infierno.

—¿Por qué? ¿Por qué en la tierra haría eso?

—Todo fue por Elena. Todo. La razón de que te espiara, se acercara a ti, te sedujera. Todo lo hizo solo para protegerla.

Y eso me confundió aún más.

—¿Su hermana? Estas diciendo que me sedujo, ¿por su hermana?

Se rió, y me produjo piel de gallina. Era una mujer terrorífica, y claramente disfrutaba a mis expensas.

—Todo va de vuelta a tu amigo Alasdair Masters.

¿Qué coño? ¿Por qué tenía que ver con Dair? Me sentía más perdida que nunca.

—¿Dair?

—Sí, Dair. Dair y Elena.

—¿Dair y Elena? —repetí tontamente.

—Sí. Elena está obsesionada con Dair, y se encontraba preocupada de que él  estuviera interesado en ti. Santana sabía que ella se preocupaba, y Santana haría cualquier cosa por su hermana. Lo que su hermana quiere, Santana se  asegura de que lo obtenga. Primero, necesitaba chequearte porque eso es  lo que ella hace. Y luego necesitaba eliminarte como una amenaza para su hermana.

—¿Cómo podría ser una amenaza para su hermana?

—Una amenaza de no obtener lo que ella quería.

Me quedé mirándola.

—Dair. Quería a Dair, así que Santana se aseguró, de primera mano, de que tú no estarías en su camino.

—Eso es ridículo. No te creo.

Eso era una mentira. Lo que quería decir era, No quiero creerte. Pero lo  hacía. Ella tenía una confianza en sí misma que dejaba tan poco espacio para inseguridad personal que solo le creía. ¿Por qué vendría esta mujer a mentirme acerca de una mujer que ya se declaró fuera de mi vida? No podía encontrar una buena razón, así que le di el beneficio de la duda.

Porque todo tenía sentido de alguna manera. Con lo que ya sabía, y lo que ella me dijo, las cosas empezaron a conectarse acerca de cómo era, la forma en que operaba. Lo veía tan claro ahora. Como todo acerca de ella era un arma.

Tramaba para lograr lo que quería. Calculaba para obtener los resultados adecuados.Y quería algo de mí. Presiono todos mis botones para asegurarse  de que lo obtendría.

Y lo hice. Todo y más.

—¿Y dónde entras tú dentro de esto? —le pregunté, pero de nuevo, ya sabía. Tenía el rol de la amante dolida asegurado. Solo que me encontraba equivocada. Era peor que eso.

—Esa noche que fuiste en una cita con Dair, y llegaste a casa para encontrar a Santana esperándote. Me enviaron a seguir a Dair, a perseguirlo con orden de interferir si tan solo te tocaba.

—Esto es enfermo. ¿Te tenía a ti espiándome? —pregunte lentamente.

—Sí. E incluso ahora, me tiene manteniendo un ojo sobre ti, asegurándome de que nadie lo rastree hasta tu lugar.

—¿Aún te tiene espiándome? —Me sentía disgustada y asombrada.

Con Santana y con ella.

Conmigo misma.

—Sí.

—Déjame entender esto —empecé, mi raro pero memorable temperamento llegando a la superficie—. Tu amante te dice que espíes a otra mujer con la que ha estado durmiendo, ¿y tú lo haces?

Hice una anotación; estaba claro por sus ojos brillantes y la mueca malévola en su boca. Tuve la distintiva impresión de que su temperamento era aún más memorable que el mío, y tuve un breve sentimiento de arrepentimiento de haberlo provocado a propósito. Esta no era una mujer normal. Si presionaba el botón equivocado, no tendría un céntimo de duda para tomar mi vida. Lo supe instintivamente.

Por suerte, no la presioné tan lejos.

—Soy su compañera —dijo a través dientes apretados— Ella y yo tenemos  una historia que tú no entenderías. Tú no eres nada para ella. Parte del  trabajo. Solo pensé que debería saber que eso es todo lo que siempre  fuiste. Ella nunca rompió personaje contigo. Ni por un segundo. Solo quería que supieras eso.

Y entonces se fue, porque consiguió lo que quería.
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Mensaje por JVM Mar Dic 19, 2017 8:26 pm

:/
Supongo que parte de la historia que le conto es cierta pero dudo que toda, obviamente algunas cosas las cambio para su beneficio
Y bueno tal vez ahora sea bueno que San se haya ido porque Britt no se quedaria de brazos cruzados si la vuelve a ver .... y si hay bb en camino hara las cosas mas complicadas
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Mensaje por 3:) Mar Dic 19, 2017 11:13 pm

Que la historia sea verdad al 100% puede ser, cambia como lo cuenta eso si!!!
A ver que hace britt "asumiendo" esta verdad...???
Y cuando aparezca san ahora??? Me parece que va a ser más rápido que tarde!!
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Mensaje por micky morales Miér Dic 20, 2017 8:04 am

Vaya una amante celosa, esperemos que Santana aparezca al fin a ver que tanto de verdad tiene la historia que conto!!!!
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Mensaje por Isabella28 Miér Dic 20, 2017 8:50 am

Sera verdad? Santana tenia q contarle su historia antes, para evitar esto.
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Mensaje por Tati.94 Miér Dic 20, 2017 7:27 pm

JVM escribió::/
Supongo que parte de la historia que le conto es cierta pero dudo que toda, obviamente algunas cosas las cambio para su beneficio
Y bueno tal vez ahora sea bueno que San se haya ido porque Britt no se quedaria de brazos cruzados si la vuelve a ver .... y si hay bb en camino hara las cosas mas complicadas
Si, de seguro fue asi, cambio algunas cosas para dañar a Britt. No me quiero imaginar como sera la cosa con un bebe en camino!!
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Mensaje por Tati.94 Miér Dic 20, 2017 7:29 pm

3:) escribió:Que la historia sea verdad al 100% puede ser, cambia como lo cuenta eso si!!!
A ver que hace britt "asumiendo" esta verdad...???
Y cuando aparezca san ahora??? Me parece que va a ser más rápido que tarde!!
Ojala que aparezca pronto y cuente toda la verdad. Sino va a volver loca a Britt.
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Mensaje por Tati.94 Miér Dic 20, 2017 7:31 pm

micky morales escribió:Vaya una amante celosa, esperemos que Santana aparezca al fin a ver que tanto de verdad tiene la historia que conto!!!!
Si es que de verdad fue una amante todavia falta que San se dé un vuelton y le aclare las cosas a Britt que se lo merece.
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Mensaje por Tati.94 Miér Dic 20, 2017 7:33 pm

Isabella28 escribió:Sera verdad? Santana tenia q contarle su historia antes, para evitar esto.
San debió ser sincera antes pero quizás no lo fue porque simplemente había algo que se lo impedía. Esperemos que todas las piezas caigan en su sitio.
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Mensaje por Tati.94 Miér Dic 20, 2017 7:37 pm

Capítulo 25


Y así comenzó la siguiente etapa de retiro de Santana. Esta era mucho menos bonita que la primera y bastante más larga. Lo confesaré, tuve un par de momentos amargos allí, unos cuantos días de odiarla, donde la maldije como una bastarda, y desahogué, hasta el hastío, acerca de la hija de puta engañosa con mis amigas.

Un breve momento en el tiempo donde juré que terminé con las relaciones por mi bien. Me sentía tan estúpida. ¿Cómo había caído tan fácil por su acto? ¿Cómo lo percibí de una forma que no era? ¿Siempre había sido una romántica crónica?

Fue una pregunta sería que me hice a mí misma, y la respuesta no tardó mucho en llegar.

Sí, por supuesto que lo era. ¿Por qué más permanecí en casa por tanto tiempo, en la ignorancia, con una mujer cuya característica principal debía ser, sobre todo, el narcisismo?

Ponía a las cosas, ideas, personas en pedestales. Hacía pequeños poemas en mi cabeza sobre mis seres queridos, y a pesar que no rimaban, eran hermosa poesía, poesía que formaba las mejores cosas en mi vida.

Así que, por su puesto, cuando encontré una mujer así, que me consumió, me dominó, quien era estoica al punto de ser ilegible, la volví una figura romántica, sus sentimientos por mí demasiados complicados para ser dichos en palabras.

Estúpido, ya sé. Lo sentí agudamente.

Había recogido un animal salvaje. ¿Cómo podría estar sorprendida de haber sido mordida en el proceso?

Reescribí la historia en mi mente, esta vez con Santana en su papel protagónico, más como un villano que un héroe.

Incluso después de mi divorcio, amargo y feo como fue, nunca dudé en mi vida que era una mujer completa, con o sin un hombre. Nunca necesité a otra persona para completarme. Esa no era yo.

Me amaba, y a mi vida, y estar soltera no cambió eso. Encontraba alegría en  las cosas simples, una imagen perfectamente compuesta, uno de mis hijos sonriendo.

Pero ahora, inexplicablemente, había un vacío, algún agujero hueco en mí  que necesitaba relleno, tanto así que, me encontré constantemente buscando a alguien.

No necesitaba a otra persona para sentirme mujer, era cierto, pero si quería la compañía de otra persona, no existía nada malo con eso, tampoco.

Algunas veces sentía un poco de claridad sobre toda la cosa. Así era como  lo llamaba: toda la cosa. Relación a duras penas parecía una descripción adecuada. El asunto se sentía y sonaba extraño.

Empecé a mirarlo diferente. Porque eso es lo que haces cuando sigues adelante. Y necesitaba seguir adelante.

Justo después que la mujer me confrontara, la tomé a ella y sus palabras y me tragué todas las cosas viciosas que me dijo. Pero, después de un tiempo, un poco de razón se deslizo de vuelta, y se me ocurrió que, como todas las cosas, no sólo había un lado en esta historia, y su pedacito de veneno era sólo una parte de la ecuación.

Se encontraba amargada. Se sentía despreciada. Por supuesto, trataría de retorcer las cosas y meterlas en mi garganta. No sabía cuál era la completa  verdad. Pensé que probablemente nunca la sabría con Santana fuera de la foto por completo, pero conocía algo de ella.

A pesar de sus motivos y mentiras, creía que en algún nivel se preocupaba por mí. Y creía que nos habíamos ayudado entre sí de alguna forma.

Ella nunca podría haber sido una mezcla permanente en mi vida. Era ingenuo de mi parte el pensar eso. Pero, a pesar de los tontos sentimientos al final, ella fue buena para mí. Así que tomé eso y corrí con ello.

Fuimos bueno el uno para el otro. Eso era un hecho. A pesar de lo que esa chica amargada me dijo, algo profundo pasó con Santana. La ayudé a sanar, y ella me ayudó a seguir adelante. El final de la cosa no negaba el propósito de ello.

****

Su nombre era Sam. Era tranquilo como agua inmóvil y tenía el segundo par de ojos más fascinantes que había visto. Eran un azul profundo manchado, pero eso no era lo que los hacía tan únicos.

Primero que todo, él era una hombre amable, muy apto con el flujo de nuestro primer encuentro, el cual pasó a ser un guardafangos doblado.

Era su culpa. Alcancé una luz roja en el tráfico pesado, que en Las Vegas  se podía confundir fácilmente con un amarillo (todos somos conductores   ciegos en esta ciudad), y tuve un breve momento de indecisión, decidiendo si acelerar o parar, cuando me detuve de repente, y él golpeó en mi guardabarros trasero. No fue un golpe duro, pero fue desagradable.

Debió haber sido un encuentro molesto, pero la forma en la que él manejó todo el asunto me impresionó lo suficiente para hacerme darle mi número real cuando me lo preguntó.

Él se hallaba tan imperturbable. Todavía recuperaba el aliento cuando vi  una figura delgada emerger de la Camry negro actualmente unido a la parte trasera de mi Tesla.

Me causó una buena impresión, usando un bonito traje y gafas oscuras.

Bajé mi ventana cuando se paró frente a ella, mirándolo, preguntándome como reaccionaria al accidente. Los hombres usualmente tenían dos  reacciones cuando tenían la culpa. La primera, que es como reaccionaria  mi ex esposo, culpar a la otra parte, a pesar de los hechos. La segunda era disculparse y hablar sobre la mejor forma de proceder.

Sam escogió una versión extrema de este último.

Se agachó en mi ventana, no lo suficientemente cerca para estar en mi espacio personal, pero haciendo un punto de no mirar por encima de mí.

—Mi Dios. No puedo creer que hice eso. —Su voz era suave y profusamente apenado—. Estoy terriblemente apenado. Bajé la mirada por un segundo y no me di cuenta que estaba justo encima de ti. ¿Estás bien?

Su tono engatusador y sincero me tranquilizó de inmediato. Asentí, intentando sonreír.

—Estoy bien. Los accidentes pasan.

Se quitó las gafas, dándome mi primer vistazo de sus ojos irresistibles.

Estaban helados. El resto de su cara se movía frenéticamente en una sonrisa destinada a ponerme a gusto, pero los ojos, estaban equivocados, rotos.

Me pillaron rápido.

Que incongruencia, con él siendo tan amable, pero teniendo esos crueles ojos. Me encontré atraída por él.

Por supuesto que lo estaba. Su misma expresión se hallaba en desacuerdo consigo mismo. Era innecesario decir que soy una boba por las personas complicadas.

En ese momento, particularmente en aquella primera reunión, aturdida, no conecté los puntos de a quien me recordaba, que lo hacía tan atractivo, pero estaba ahí todo el tiempo.

En muchas formas, sin embargo, él era lo contrario a Santana, lo que era un plus. Donde Santana luchaba para expresarse a sí misma, Sam se sobre expresaba.

Él me sonrió, una cálida sonrisa, para desmentir esos ojos fríos. Era un hombre alto, pero se inclinaba con una atractiva, angulada cara. Era oscuro en formas que yo era oscura, donde no podías determinar su raza si lo intentabas, una buena mezcla de algo latino, asumí. Con la excepción de Santana, siempre estuve atraída hacia los hombres altos, y bien parecidos.

Con cada contacto, me encontraba comparándolos. Era difícil no hacerlo. Tanto sobre ellos era tan idéntico, u opuesto. A pesar de mí, estaba trabajando en un recuento con dos columnas. Idénticos/opuestos.

Santana/Sam.

Un claro significado para la columna opuesta: Él declaró desde nuestra primera cita que quería una relación seria.

Otro opuesto: no quería precipitarse en algo físico. Él se hallaba contento de tomar las cosas muy lentamente, dejando que la anticipación se construyera en su momento, dijo.

—Soy un tipo anticuado de chica —le dije con una sonrisa—, así que estoy bien eso. —Me hallaba más que bien con eso. De hecho, era una de las razones por las que nos llevábamos bien tan rápido. Eso me hizo sentir a gusto con él, sabiendo que no esperaba volverse físico ahora mismo. No me encontraba lista para ello. No por un tiempo. Santana fue una anomalía para mí en ese aspecto.

Él era un contador (un punto para lo opuesto de Santana en la columna) y su horario era tan consistente como el reloj (otro opuesto).

—Dime algo sobre ti —decía a menudo, su tono implorando y lo suficientemente afectuoso que siempre me obligaba.

—¿Cómo qué? —pregunté en nuestra primera cita. Me sorprendió llevándome a uno de los mejores restaurantes franceses en el pueblo. No había forma de que pudiera saber que era mi favorito, así que lo etiqueté a ambos teniendo preferencias en común. ¿Qué suerte eso?

—Algo para empezar. Quiero saberlo todo.

Encontré eso dulce. Y refrescante. Así que le di algo bueno.

—Tengo pies de puta —le dije juguetonamente. Sí, estaba flirteando, sin vergüenza. Parecía más que intrigado. Estaba encantado.

—Simplemente sucede, los masajes en los pies son una especialidad mía. ¿Ves lo perfectos que somos el uno para el otro?

Esa primera cita, no trató de robarme un beso. Aprendí muy rápido que él era un verdadero caballero en ese sentido (columna opuesta). Pero regresó a mi casa, compartió un vaso de vino conmigo, y frotó extremadamente bien mis pies. Él era bueno con las manos (Columna idéntica).

Me fui a la cama sonriendo.

****

Si era brutalmente honesta conmigo misma, Sam era, más que nada, una  tremenda caricia para mi ego. Me persiguió implacablemente, sin dejarme adivinar nada, ni sus sentimientos ni sus intenciones. Era justo lo que pensaba que necesitaba.

Nos habíamos estado viendo muy regularmente por unas cuantas semanas  cuando Sam dijo sin rodeos—: Me encantaría conocer a tus hijos.

Eso me incomodó, pero lo nivelé con lo mejor que pude.

—Me gustaría esperar para eso. Darle algo de tiempo. Dudo que estén listos para conocer a alguien con quien estoy saliendo de inmediato.

Por supuesto que no le dije sobre Santana, pero sí sabía sobre mi desastroso divorcio, y el hecho que mis hijos eran sobreprotectores debido a eso.

Parecía momentáneamente molesto, pero su rostro suavizó esa expresión tan rápido que casi pensé haberlo imaginado. Nunca lo había visto mostrar tanto como una pista de molestia antes, así que eso me perturbó por un breve momento y lo miré.

—Eso tiene perfecto sentido, por supuesto —dijo finalmente—. Cuando sea que estés cómoda con ello.

Ésta era más la respuesta que esperaba de él, así que la tomé a zancada y no le di a la expresión incongruente que mostró por primera vez otra pensamiento.

Descubrí en nuestra cuarta cita que ni siquiera consideraría dejarme fotografiarlo (Columna idéntica). No por cualquier razón. Se mostró inflexible, lo cual me sorprendió. Era una petición tan inocente. ¿Qué tenía que esconder?

Pero por supuesto él no tenía nada que esconder, me dije a mi misma. Ese era el equipaje de Santana claramente.

Una cualidad de Sam con la que me quedé bastante sorprendida; entró en la columna idéntica, me golpeó en nuestra quinta cita.

Se hallaba irracionalmente enfurecido por las llamadas telefónicas de mi ex marido. Sam ni siquiera obtuvo una verdadera vista previa de lo desagradables que eran nuestras conversaciones reales, pero reaccionó sin embargo.

Mi teléfono sonó, y comprobé la pantalla, y lo empujé de vuelta a mi bolso.

—¿Quién era? —preguntó Sam, su tono amable. Mi nariz se arrugó.

—Nadie de quien quiera hablar.

—Oh.

Su expresión desconcertada me hizo explicar más.

—Es mi ex esposo, pero no hay una buena razón de porque llama. En general, solo dice algo que me desagrada, y le cuelgo, así ahora solo me salto la parte
del medio y no contesto.

Frunció el ceño, de hecho frunció el ceño, algo que nunca lo vi hacer antes.

—¿Quieres que hable con él?

Casi me reí en voz alta. ¿Qué diría el suave Sam a mi volátil e imbécil ex? Ni  siquiera podía imaginarlo confrontando a alguien, y mucho menos a alguien que era hostil.

—No, no hay necesidad. Él no me molesta. Yo solo lo ignoro. Algún día captará la idea.

—Él necesita captar la idea más temprano que tarde. Deberías dejarme manejarlo.

Fue tan amenazador cuando dijo eso que me sorprendió. Claramente había un lado a Sam que era desconocido para mí.

—Puedo manejar a mi ex —le aseguré—. Créeme en esto.

—Bien —estuvo de acuerdo con disgusto.

****

No escribí la lista en papel, pero necesita hacerlo.

Se hallaba marcada en mi cerebro. Era lo más extraño, cuando las diferencias y las similitudes crecían. Y era tedioso, cuan obsesionada estaba con ello, aunque trataba de no estarlo.

Yo misma me hablé de ello, decidida a no pensarlo en absoluto, y entonces algo surgiría para desencadenarlo.

De acuerdo. Muchas cosas. Había tantas cosas. Ese era todo el problema. Sam hablaba cinco idiomas. Santana apenas hablaba uno.

Sam me llamaba cinco veces al día. Santana nunca me llamó ni una vez.

Sam podía leerme como un libro. Al igual que Santana.

Sam sabía su camino alrededor de mi casa como si se lo hubiera memorizado. Al igual que Santana, aunque Santana me espiaba.

Me preocupé la primera vez que Sam vino a mi casa y se puso cómodo. Fue directo a la cocina, agarró mi sacacorchos, escogió la botella perfecta de vino y la abrió.

Me dije firmemente que todo era una coincidencia. La paranoia era el equipaje de Santana, obviamente.

Tato odiaba a Sam con una pasión. Tanto que para la segunda semana que estuvimos saliendo, encontré una excusa para hacer que Raf lleve a mi perro a su lugar por unas cuantas semanas.

Tato adoraba a Santana.

Todo era un bagaje de ruptura, lo sabía. La comparación. La obsesión. Santana no debería haber hecho suficiente impacto para dejarme con el equipaje, pero aquí estaba.

Hice lo mejor que pude en ignorarlo y seguí adelante con mi vida.
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Mensaje por 3:) Miér Dic 20, 2017 10:19 pm

en serio sam???? bueno tiene que seguir adelante,!!! pero estar todo el tiempo comparando a san con sam,.. no va a ir a ningún lado!!
ademas si a sam ya lo empieza a odiar tato,... el resto va a ser igual!!!
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Mensaje por Isabella28 Jue Dic 21, 2017 12:27 am

Mmm sam, tenia que aparecer sam el imbecil y san donde diantres anda.
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Mensaje por micky morales Jue Dic 21, 2017 5:15 am

Tenia que ser labios de salamandra! no tengo mas nada que comentar!!!!
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Mensaje por JVM Jue Dic 21, 2017 1:21 pm

No me da buena espina Sam siento que tambien es un poco misterioso y que algunas cosas no son normales, y bueno Britt comparandolo con San creo que es normal porque la morena la dejo muy marcada no ha pasado mucho tiempo tambien... ASi que haber como sigue todo y que pasa cuando Santana se entere que Britt "siguio adelante"
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Mensaje por Tati.94 Jue Dic 21, 2017 8:27 pm

3:) escribió:en serio sam???? bueno tiene que seguir adelante,!!! pero estar todo el tiempo comparando a san con sam,.. no va a ir a ningún lado!!
ademas si a sam ya lo empieza a odiar tato,... el resto va a ser igual!!!
Si, es Sam, y normal que los compare, esta muy reciente lo de San.
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