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FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
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FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Cap 32
Capitulo 32
Santana
El departamento estaba en silencio cuando llegamos.
Solté las bolsas en el suelo y recorrí con la mirada el caos que había dejado al marcharme.
—Debería haber limpiado. Pero me moría por encontrarte.
Brittany empezó a dar vueltas por el departamento mientras recogía un par de botellas.
—Tienes que dejar de beber tanto whisky.
Las palabras brotaron de mi boca antes de poder impedirlo:
—Y tú tienes que dejar de abandonarme.
Puso los ojos como platos.
Me di un tirón del mechón de la frente.
—Joder. No llevamos en casa ni cinco minutos y ya ha salido la capullo a la luz.
—Eso tengo que admitirlo. No debería haber huido. Debería haberme quedado para hablar contigo.
Extendí los brazos y la pegué a mí.
—No tenías motivos para confiar en mí. Me aseguraré de que no tengas esa excusa la próxima vez. Claro que—añadí—No va a haber una próxima vez.
Se acurrucó contra mí.
—No.
—¿Eso quiere decir que todo está aclarado?
—Ajá.
Al moverme, los trocitos de cristal crujieron bajo mis pies y miré el suelo con una mueca.
—Ten cuidado.
—¿Otra gilipollez de la capullo?
—De las gordas—reconocí—Estaba enfadada contigo… pero se me pasó enseguida.
—Creo que era lógico que lo estuvieras.
—Llamaré a alguien para que venga a limpiar.
Ella negó con la cabeza mientras sonreía.
—No es para tanto. Podemos recogerlo todo en un momento—se agachó y cogió su bolsa—Pero vas a encargar la cena y recogerás los platos.
Cogí mi bolsa y la seguí por el departamento.
—Ya empiezas a dar órdenes.
—Vete acostumbrando—volvió la cabeza y me guiñó un ojo.
Le di una palmada en el culo, arrancándole un grito y haciendo que intentara alejarse de mí. Tropezó y casi se cayó por los escalones, pero conseguí atraparla por la cintura.
—Lo siento, cariño. Se me ha olvidado lo de tu pierna. ¿Estás bien?
Me echó los brazos al cuello.
—Estoy bien. Pero puedes llevarme en brazos hasta el dormitorio.
La levanté en brazos y me apoderé de su boca, y la besé hasta llegar a nuestro dormitorio. Al cruzar la puerta, la dejé en el suelo y me aparté de ella.
—Bienvenida a casa, señora López Pierce.
Me miró con una sonrisa mientras me acariciaba el mentón con los dedos.
—Tienes el pelo más largo.
—Ya me lo cortare.
—La verdad es que me gusta así de largo.
—Bueno no me lo corto.
Me besó en la mejilla.
—Está bien—echó un vistazo a su alrededor—¿Por dónde quieres empezar?
Me senté en la cama y la insté a hacer lo propio.
—No he cambiado las sábanas. Olían a ti… olían a nosotras. Y fui incapaz…—dejé la frase a medias—Fui incapaz de hacerlo.
—Ya he vuelto.
—Lo sé—me puse en pie—Voy a traer tus cosas. Quiero que vuelvan a estar aquí. Nunca debieron salir de esta habitación.
—No estábamos preparadas. Pero ahora sí.
—Ajá.
—Muy bien. Bueno manos a la obra.
Salí de la ducha y me sequé el pelo con una toalla.
Al entrar en el dormitorio, eché un vistazo a mi alrededor y suspiré. Brittany ya había trasladado sus cosas. Su ropa estaba colocada en el armario y en la cómoda, y sus cremas y demás estaban en el cuarto de baño. En la mesita de noche de su lado de la cama estaban sus libros, y su aroma flotaba en el aire.
Se había quedado de piedra al ver el caos en el que había dejado su habitación, pero la había recogido mientras yo movía las cosas de un lado para otro.
Me puse unos pantalones de deporte y una camiseta y bajé las escaleras corriendo. Las botellas, los documentos y los cristales rotos habían desaparecido, y la cocina había recuperado el orden.
Estaba sentada frente a la barra de la cocina, con una botella de vino abierta y una copa para mí. Bebí un sorbo, disfrutando del intenso sabor del vino tinto.
—¿La cena?
Levantó la vista del libro que estaba leyendo.
—La pizza está en el horno para que no se enfríe.
Cogí unos platos y dejé la caja entre ambas. Comimos en silencio y, aunque no era incómodo, quería saber qué le pasaba por la cabeza.
Parecía muy pensativa.
Le cubrí la mano con la mía.
—¿Adónde te has ido, Britt? ¿En qué estás pensando?
Sonrió y giró la mano de modo que nuestras palmas se tocaron.
—Estaba recordando la primera vez que cené contigo aquí mismo. También tomamos pizza y vino aquella noche.
—Es verdad.
—Me comían los nervios. No sabía qué querías decirme. Nunca me hablabas en la oficina a menos que fuera para darme una orden o para decirme que me había equivocado. Aquí, sentada a tu lado, no sabía qué esperar. No podía creer lo que me dijiste.
Esbocé una sonrisa torcida.
—Yo tampoco podía creer que te estuviera pidiendo, que le estuviera pidiendo a la señorita Pierce, mi pesadilla personal, que viviera conmigo y fingiera ser mi prometida—meneé la cabeza—Fui una capullo integral contigo, ¿verdad?
—Sí que lo fuiste.
—No creo que pueda disculparme lo suficiente.
—Deja de intentarlo. Eso pertenece al pasado y ya está olvidado—entrelazó sus dedos con los míos y me dio un apretón—Me gusta el presente.
Levanté nuestras manos unidas y le besé los nudillos.
—Lo mismo digo.
—Todavía tenemos que hablar con los Schuester.
Le solté la mano y cogí la copa de vino.
—Lo sé. Llamaré a Will por la mañana. Estoy segura de que nos pedirán que vayamos a su casa a su debido tiempo.
—¿Qué crees que va a pasar?
—No lo sé. Esperaba que me despidiese en el acto. Cuando me dijo que ya sospechaba que le estaba mintiendo, estaba casi seguro de que lo haría—solté una carcajada—Por supuesto, ya nada es como esperaba que fuese, así que tampoco soy nadie para calibrar la situación.
—¿Estás preparada para que te despida?
—Si te digo la verdad, me da miedo que lo haga; pero si lo hace, nos mudaremos y empezaremos de cero. Desde luego que no voy a conseguir una referencia ni de Ken ni de él. Ojalá que mi trabajo hable por sí solo. Kitty me puede ayudar con sus contactos y yo tengo unos cuantos también. Clientes con los que he trabajado antes y demás.
—¿Y si no lo hace?
—Nos quedamos. Quiero quedarme. Quiero trabajar para Will. Me costará, pero le demostraré que puede confiar en mí. Me dejaré la piel trabajando para él y para su empresa.
—Sé que lo harás—me miró a los ojos y esbozó una sonrisa triste—Ojalá que Emma y Rachel me perdonen.
—Es lo que más lamento de todo esto—admití—Ya has perdido a Penny y sé el cariño que les tienes a las dos. No quiero que también las pierdas a ellas.
—Supongo que lo sabremos pronto.
Asentí con la cabeza.
—Bueno sí.
Me pasé una mano por la cara con gesto de cansancio y seguí repasando los documentos que me había enviado Kitty y que yo había impreso.
Al día siguiente de volver a casa, le mandé un mensaje de texto a Will para decirle que había regresado y que Brittany estaba conmigo.
No recibí respuesta.
A su vez, Brittany le había mandado un mensaje de texto a Rachel para preguntarle si podían quedar para tomarse un café y el silencio fue su contestación.
Sabía que estaba enfadada, pero a ninguna de las dos nos sorprendió esa reacción.
Al final del segundo día, me puse en contacto con Kitty para que tantease el mercado laboral en otras ciudades. Pareció sorprenderle mi petición, pero me mandó información de varias empresas para que les echara un vistazo.
Dos estaban en Toronto, una en Estados Unidos y la última en Calgary. Esa última era la más tentadora, aunque se tratase de la empresa menos dinámica de todas.
Al menos, estaríamos rodeados por montañas y cerca de los lagos y de unos paisajes impresionantes.
Aunque no quería trabajar en ninguna, estaba convencida de que mi suerte ya estaba echada en Schuester Group.
Había llegado el momento de que buscase nuevas oportunidades. No, de que los dos buscásemos nuevas oportunidades.
Quería que Brittany fuera feliz y sabía que no lo sería en una ciudad bulliciosa y grande como Toronto. Además, no tenía ganas de pasarme horas en el coche para ir al trabajo.
Tenía que dejar de lado mi orgullo y escoger lo mejor para ambas.
Me levanté y fui a la cocina. Necesitaba café y enseñarle a Brittany lo que Kitty me había mandado.
Levantó la vista del enorme libro de cocina que estaba leyendo y me sonrió.
—¿Qué es eso?
Dejé las hojas en la encimera y cogí la cafetera.
—Posibles trabajos.
—Ah—se acercó los documentos—¿Qué tal? ¿Hay algo interesante?
Le di unos golpecitos a la primera hoja.
—Este lo es.
Lo miró con el ceño fruncido.
—Es una empresa muy pequeña comparada con los sitios a los que estás acostumbrada.
Me senté mientras bebía café.
—Voy a tener que hacer algunas concesiones.
—¿Tienes que decidirlo ahora mismo?
—No—contesté—Pero tampoco quiero dejarlo demasiado. Económicamente, estamos bien; se trata más bien de no perder el ritmo.
—Bueno, por si las moscas…—dijo con sorna—, Tengo algo de dinero ahorrado si necesitas un préstamo.
Contuve la sonrisa.
—¿De verdad?
—Ajá. Estuve trabajando para una capullo y me pagó muy bien. Está cogiendo polvo si lo necesitas.
Le rodeé la cintura con un brazo y la pegué a mí.
—¿Y sigues trabajando para esa capullo?
—No. La capullo ha desaparecido.
—¿En serio? ¿Y llegó una dama de brillante armadura para sustituirla?
—No, apareció una mujer compleja y exigente, pero muy sexi y dulce.
—¿Dulce?—protesté. Eso era una novedad para mí.
Asintió con la cabeza.
—A veces, puedes ser muy dulce.
—Tal vez contigo. No creo que nadie más me haya llamado «dulce».
—Me parece estupendo.
Le froté la nariz con la mía en un gesto cariñoso.
—Bien.
Nos miramos a los ojos y la calidez de su mirada me distrajo. El deseo crepitó a nuestro alrededor, como sucedía siempre cada vez que estaba junto a ella.
Le rocé los labios con los míos.
—En cuanto a lo de sexi…
El sonido del portero electrónico nos sobresaltó a ambas.
—Joder—mascullé.
—Lo dejamos pendiente para después—susurró ella contra mis labios.
Le coloqué la mano en la nuca para atraerla hacia mí y la besé con ansia.
—No para mucho después. Veré qué quiere quien haya llamado y luego serás mía—pulse el botón—López Pierce.
—Tiene visita, señora. El señor y la señora Schuester han venido a verla.
Busqué la mirada sorprendida de Brittany y le cogí la mano.
—Que suban.
Me detuve antes de abrir la puerta, sin soltar la mano de Brittany.
—Pase lo que pase, lo superaremos, ¿de acuerdo?—dije en voz baja.
—Sí.
Me armé de valor y abrí la puerta de par en par, al otro lado me esperaba la cara seria de Will.
Emma estaba a su lado, también con expresión seria.
Lo peor fue la caja que Will llevaba en las manos. La última vez que la había visto fue cuando recogía mis objetos personales del despacho.
Aunque no me sorprendía y ya me temía que eso iba a pasar, la decepción me provocó un nudo demoledor en el pecho.
Tomé una rápida bocanada de aire y apreté con más fuerza la mano de Brittany. A mi lado, ella suspiró con la vista clavada en la caja que llevaba Will.
Le di un beso en la frente.
—Lo superaremos—le recordé—¿De acuerdo?
—De acuerdo—repitió ella.
Me aparté para dejarlos pasar, ya que no quería que ese encuentro tuviera lugar en el descansillo.
—Entren—conseguí decir.
Will dejó la caja en el suelo junto al sofá. Fue un alivio que Brittany hablara en ese momento y me diera unos segundos más para recuperar la compostura.
—¿Quieren café?
Emma sonrió y se sentó.
—Me vendría bien uno largo.
Will asintió con la cabeza.
—Y a mí también.
La seguí a la cocina y la observé, entumecida, mientras colocaba las tazas y las servilletas en una bandeja antes de servir el café.
—¿Añado unas galletas?—preguntó en voz baja.
Me encogí de hombros.
—No tengo ni idea de qué protocolo hay que seguir cuando aparece tu jefe para despedirte, Britt…Pero las galletas parecen ir bien con la situación, sí—se mordió el carrillo por dentro y yo le di unos golpecitos en la mejilla—Era broma. Una broma malísima. Pon unas galletas, cariño. Ya puestos, podemos llevarlo todo con mucha educación. No se puede decir que no nos lo esperábamos.
—¿Vas a ponerte a gritar?
Negué con la cabeza.
—No. A decir verdad, estoy demasiado triste como para gritar—me echó los brazos al cuello y me instó a apoyar la cabeza en su hombro—Gracias por decírmelo. Te quiero.
La alcé en brazos y la calidez de su cuerpo calmó un poco mi desbocado corazón. La sostuve en alto, sin que sus pies tocaran el suelo, y la estreché con fuerza.
—Esto hace que sea soportable—la dejé de nuevo en el suelo y cogí la bandeja—Vamos a que nos despidan.
Pasé las tazas de café con unas manos que no estaban tan firmes como de costumbre.
Emma le dirigió unas cuantas palabras a Brittany y le preguntó cómo llevaba la pérdida de Penny.
Le eché un brazo a Brittany por los hombros cuando, al explicar el momento de esparcir las cenizas de Penny, se le quebró la voz.
Will nos observó con detenimiento antes de soltar la taza.
—Debo suponer que han llegado a un acuerdo.
—No hay acuerdo que valga, Will. Estoy enamorada de Britt y, por suerte, ella siente lo mismo por mí. Vamos a continuar juntas como iguales.
—¿Eso quiere decir que ya no es un matrimonio de conveniencia?
Contuve el impulso de frotarme la nuca.
—Dejó de serlo hace mucho. Lo que pasaba es que era demasiado terca para darme cuenta y admitirlo.
Will miró a Brittany.
—¿Y tú?
Ella alzó la barbilla.
—La quiero. La quiero desde hace tiempo. Tenía demasiado miedo para decírselo por si no me correspondía—entrelazó sus dedos con los míos—Pero me corresponde y estamos dispuestas a enfrentarnos al futuro juntas.
—Bien—Will se agachó y recogió la caja, que procedió a dejar en la mesita auxiliar. Del bolsillo se sacó mi contrato y lo rompió por la mitad, tras lo cual lo dejó sobre la caja.
—En fin…—mascullé—Me ha dolido más de lo que creía—levanté una mano cuando Will hizo ademán de hablar—Deja que termine. Me duele, pero lo entiendo. Entré en tu empresa con falsos pretextos, así que comprendo que me tengas que despedir. Quiero que sepas que he disfrutado mucho trabajando para ti. Y contigo. Me has enseñado cómo debe dirigir su empresa una persona—tragué saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta—Tu familia y tú se han convertido en una parte muy importante de nuestras vidas. Ojalá puedan perdonarnos algún día.
—¿Por qué querías trabajar para mí?
Decidí ser sincera.
—Al principio, fue por venganza… para jugársela a Ken. Le caes tan mal que sabía que si tenía la oportunidad de trabajar para ti, sería capaz de ofrecerme ser socia con tal de que me quedase en su empresa. Solo quería que me lo ofreciera. Después…
—¿Después?—repitió Will, invitándome a seguir.
—Después, te conocí y hablé contigo, y todo cambió. Me prestabas atención, me animabas a desarrollar mis ideas. Llevaba años sin sentir semejante emoción ni recibir tanta energía positiva. Quería la oportunidad de trabajar contigo—me quedé callada, presa de la vergüenza, antes de continuar en voz más baja—Quería que te sintieras orgulloso de mí.
La habitación se quedó en silencio un rato. Luego, Will volvió a hablar.
—Entiendo.
Carraspeé.
—Les pido disculpas de nuevo. Britt y yo les deseamos lo mejor, tanto empresarial como personalmente.
Will empezó a tamborilear con los dedos sobre la caja, marcando un ritmo irregular.
—Ken me odia por cómo decidí llevar mi vida. Estudiamos juntos, ¿lo sabías?
Negué con la cabeza.
—Hubo una época en la que fuimos amigos. Incluso hablamos de montar una empresa juntos. Como es habitual con Ken, era todo o nada. Esperaba una dedicación absoluta, hasta el punto de que no se podía tener una vida fuera del trabajo. Conocí a Emma y supe que quería hacer algo más que trabajar. Cuando le dije que no me interesaba… en fin, tuvimos alguna palabra más alta que otra. Nos separamos. Él montó su empresa y yo la mía. Los dos hemos tenido éxito, pero él lo consiguió de un modo totalmente distinto. Para él todo empieza y acaba con el dinero y el trabajo. He perdido la cuenta de cuántos trabajadores ha despedido a lo largo de los años. De las campañas de dudosa ética que ha realizado su empresa. De la cantidad de mujeres que se han relacionado con él. Creo que se ha casado y divorciado cuatro veces.
—Cinco—le corregí.
Esbozó una sonrisilla que le provocó unas arruguitas alrededor de los ojos.
—Supongo que se me ha escapado una boda. El asunto es que para él no hay nada más importante que el dinero. Me detesta porque escogí tener una vida fuera del trabajo y, aun así, he conseguido tener éxito. Sabe, de la misma manera que lo sabe cualquiera que me conozca, que para mí lo que más éxitos me ha reportado, lo que más me importa, es la familia. Renunciaría a todo con tal de tenerlos a ellos… sin dudarlo siquiera—Will me miró fijamente—Él no tiene motivos en la vida para renunciar a su trabajo. Por eso me odia.
—Yo iba derecho a convertirme en su clon hasta que Britt entró en mi vida.
Will asintió con la cabeza.
—Me alegro de que eso cambiara—golpeó la caja con los nudillos—Razón por la que tenía que romper nuestro contrato, Santana. Se firmó con engaños.
—Aprecio tu sinceridad y que me hayas traído mis cosas, Will.
—Todavía no he terminado.
—¿No?—pregunté, desconcertada.
Se echó hacia atrás con una expresión que casi podría calificar de guasona.
—Resulta que me he quedado sin una trabajadora con mucho talento. He visto su trabajo, señora López Pierce y he creído que, tal vez, encaje bien en mi empresa.
Fruncí el ceño, convencida de que no había oído bien.
—¿Cómo dices?
—Creo que eres, ahora sí, justo la clase de persona que me gustaría tener en mi equipo.
—No… no lo entiendo.
—Te estoy ofreciendo un trabajo, Santana. Borrón y cuenta nueva—se llevó la mano al bolsillo y sacó un contrato nuevo—Empezaremos de cero.
Tragué saliva sin creer que eso estaba sucediendo.
—¿Por qué?—conseguí preguntar a duras penas.
—Porque, al igual que Britt, creo en las segundas oportunidades—cogió a Emma de la mano—Los dos creemos en ellas.
Emma me miró y asintió con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.
—Podrías haberte callado lo de tu relación con Britt, Santana. Podrías haber seguido engañándonos. Aunque sospecháramos algo, nunca lo habríamos sabido con certeza de no haberte sincerado. Los dos nos dimos cuenta de lo mucho que querías a Penny. Los dos vimos lo amable que fuiste con Rachel. Ese esa la Santana que queremos en nuestra empresa. La que quiere crecer con ella… formar parte de ella—sonrió—Formar parte de nuestra familia. Porque así las consideramos a las dos.
Brittany emitió un sonido estrangulado.
Me volví un poco y vi que las lágrimas resbalaban por sus mejillas y que le temblaba todo el cuerpo mientras intentaba contener su reacción. Me acerqué a ella y la insté a apoyar la cabeza en mi hombro.
—Tranquila, cariño, no pasa nada.
Miré a Will.
—¿Me crees? Después de todo, después de todas las mentiras, ¿me crees?—pregunté, asombrada.
—Te creemos precisamente por eso—Will señaló la forma en la que acunaba a Brittany—No puedes fingir eso, Santana. El amor que sientes por tu esposa es más que evidente.
—¡Dale un bolígrafo!—exclamó Brittany—¡Lo firmará! ¡Queremos quedarnos! ¡Las dos queremos quedarnos!
Will y Emma sonrieron al oírla y yo tuve que morderme la lengua para no soltar una carcajada.
Sería malísima jugando al póquer, pero tenía razón. Queríamos quedarnos.
Sin dejar de rodearla con un brazo, extendí la mano libre.
—Será un honor trabajar para ti, Will. No volveré a defraudarte. Te lo prometo. Haré que te sientas orgulloso de mí.
Aceptó la mano que le tendía y la estrechó con fuerza.
—Ya lo has conseguido.
Tuve que apartar la mirada para asegurarme de que Brittany estaba bien.
No tuvo nada que ver con el hecho de que se me nublara la vista ni de que sintiera el escozor de las lágrimas en los ojos.
Nada en absoluto.
Solté las bolsas en el suelo y recorrí con la mirada el caos que había dejado al marcharme.
—Debería haber limpiado. Pero me moría por encontrarte.
Brittany empezó a dar vueltas por el departamento mientras recogía un par de botellas.
—Tienes que dejar de beber tanto whisky.
Las palabras brotaron de mi boca antes de poder impedirlo:
—Y tú tienes que dejar de abandonarme.
Puso los ojos como platos.
Me di un tirón del mechón de la frente.
—Joder. No llevamos en casa ni cinco minutos y ya ha salido la capullo a la luz.
—Eso tengo que admitirlo. No debería haber huido. Debería haberme quedado para hablar contigo.
Extendí los brazos y la pegué a mí.
—No tenías motivos para confiar en mí. Me aseguraré de que no tengas esa excusa la próxima vez. Claro que—añadí—No va a haber una próxima vez.
Se acurrucó contra mí.
—No.
—¿Eso quiere decir que todo está aclarado?
—Ajá.
Al moverme, los trocitos de cristal crujieron bajo mis pies y miré el suelo con una mueca.
—Ten cuidado.
—¿Otra gilipollez de la capullo?
—De las gordas—reconocí—Estaba enfadada contigo… pero se me pasó enseguida.
—Creo que era lógico que lo estuvieras.
—Llamaré a alguien para que venga a limpiar.
Ella negó con la cabeza mientras sonreía.
—No es para tanto. Podemos recogerlo todo en un momento—se agachó y cogió su bolsa—Pero vas a encargar la cena y recogerás los platos.
Cogí mi bolsa y la seguí por el departamento.
—Ya empiezas a dar órdenes.
—Vete acostumbrando—volvió la cabeza y me guiñó un ojo.
Le di una palmada en el culo, arrancándole un grito y haciendo que intentara alejarse de mí. Tropezó y casi se cayó por los escalones, pero conseguí atraparla por la cintura.
—Lo siento, cariño. Se me ha olvidado lo de tu pierna. ¿Estás bien?
Me echó los brazos al cuello.
—Estoy bien. Pero puedes llevarme en brazos hasta el dormitorio.
La levanté en brazos y me apoderé de su boca, y la besé hasta llegar a nuestro dormitorio. Al cruzar la puerta, la dejé en el suelo y me aparté de ella.
—Bienvenida a casa, señora López Pierce.
Me miró con una sonrisa mientras me acariciaba el mentón con los dedos.
—Tienes el pelo más largo.
—Ya me lo cortare.
—La verdad es que me gusta así de largo.
—Bueno no me lo corto.
Me besó en la mejilla.
—Está bien—echó un vistazo a su alrededor—¿Por dónde quieres empezar?
Me senté en la cama y la insté a hacer lo propio.
—No he cambiado las sábanas. Olían a ti… olían a nosotras. Y fui incapaz…—dejé la frase a medias—Fui incapaz de hacerlo.
—Ya he vuelto.
—Lo sé—me puse en pie—Voy a traer tus cosas. Quiero que vuelvan a estar aquí. Nunca debieron salir de esta habitación.
—No estábamos preparadas. Pero ahora sí.
—Ajá.
—Muy bien. Bueno manos a la obra.
Salí de la ducha y me sequé el pelo con una toalla.
Al entrar en el dormitorio, eché un vistazo a mi alrededor y suspiré. Brittany ya había trasladado sus cosas. Su ropa estaba colocada en el armario y en la cómoda, y sus cremas y demás estaban en el cuarto de baño. En la mesita de noche de su lado de la cama estaban sus libros, y su aroma flotaba en el aire.
Se había quedado de piedra al ver el caos en el que había dejado su habitación, pero la había recogido mientras yo movía las cosas de un lado para otro.
Me puse unos pantalones de deporte y una camiseta y bajé las escaleras corriendo. Las botellas, los documentos y los cristales rotos habían desaparecido, y la cocina había recuperado el orden.
Estaba sentada frente a la barra de la cocina, con una botella de vino abierta y una copa para mí. Bebí un sorbo, disfrutando del intenso sabor del vino tinto.
—¿La cena?
Levantó la vista del libro que estaba leyendo.
—La pizza está en el horno para que no se enfríe.
Cogí unos platos y dejé la caja entre ambas. Comimos en silencio y, aunque no era incómodo, quería saber qué le pasaba por la cabeza.
Parecía muy pensativa.
Le cubrí la mano con la mía.
—¿Adónde te has ido, Britt? ¿En qué estás pensando?
Sonrió y giró la mano de modo que nuestras palmas se tocaron.
—Estaba recordando la primera vez que cené contigo aquí mismo. También tomamos pizza y vino aquella noche.
—Es verdad.
—Me comían los nervios. No sabía qué querías decirme. Nunca me hablabas en la oficina a menos que fuera para darme una orden o para decirme que me había equivocado. Aquí, sentada a tu lado, no sabía qué esperar. No podía creer lo que me dijiste.
Esbocé una sonrisa torcida.
—Yo tampoco podía creer que te estuviera pidiendo, que le estuviera pidiendo a la señorita Pierce, mi pesadilla personal, que viviera conmigo y fingiera ser mi prometida—meneé la cabeza—Fui una capullo integral contigo, ¿verdad?
—Sí que lo fuiste.
—No creo que pueda disculparme lo suficiente.
—Deja de intentarlo. Eso pertenece al pasado y ya está olvidado—entrelazó sus dedos con los míos y me dio un apretón—Me gusta el presente.
Levanté nuestras manos unidas y le besé los nudillos.
—Lo mismo digo.
—Todavía tenemos que hablar con los Schuester.
Le solté la mano y cogí la copa de vino.
—Lo sé. Llamaré a Will por la mañana. Estoy segura de que nos pedirán que vayamos a su casa a su debido tiempo.
—¿Qué crees que va a pasar?
—No lo sé. Esperaba que me despidiese en el acto. Cuando me dijo que ya sospechaba que le estaba mintiendo, estaba casi seguro de que lo haría—solté una carcajada—Por supuesto, ya nada es como esperaba que fuese, así que tampoco soy nadie para calibrar la situación.
—¿Estás preparada para que te despida?
—Si te digo la verdad, me da miedo que lo haga; pero si lo hace, nos mudaremos y empezaremos de cero. Desde luego que no voy a conseguir una referencia ni de Ken ni de él. Ojalá que mi trabajo hable por sí solo. Kitty me puede ayudar con sus contactos y yo tengo unos cuantos también. Clientes con los que he trabajado antes y demás.
—¿Y si no lo hace?
—Nos quedamos. Quiero quedarme. Quiero trabajar para Will. Me costará, pero le demostraré que puede confiar en mí. Me dejaré la piel trabajando para él y para su empresa.
—Sé que lo harás—me miró a los ojos y esbozó una sonrisa triste—Ojalá que Emma y Rachel me perdonen.
—Es lo que más lamento de todo esto—admití—Ya has perdido a Penny y sé el cariño que les tienes a las dos. No quiero que también las pierdas a ellas.
—Supongo que lo sabremos pronto.
Asentí con la cabeza.
—Bueno sí.
Me pasé una mano por la cara con gesto de cansancio y seguí repasando los documentos que me había enviado Kitty y que yo había impreso.
Al día siguiente de volver a casa, le mandé un mensaje de texto a Will para decirle que había regresado y que Brittany estaba conmigo.
No recibí respuesta.
A su vez, Brittany le había mandado un mensaje de texto a Rachel para preguntarle si podían quedar para tomarse un café y el silencio fue su contestación.
Sabía que estaba enfadada, pero a ninguna de las dos nos sorprendió esa reacción.
Al final del segundo día, me puse en contacto con Kitty para que tantease el mercado laboral en otras ciudades. Pareció sorprenderle mi petición, pero me mandó información de varias empresas para que les echara un vistazo.
Dos estaban en Toronto, una en Estados Unidos y la última en Calgary. Esa última era la más tentadora, aunque se tratase de la empresa menos dinámica de todas.
Al menos, estaríamos rodeados por montañas y cerca de los lagos y de unos paisajes impresionantes.
Aunque no quería trabajar en ninguna, estaba convencida de que mi suerte ya estaba echada en Schuester Group.
Había llegado el momento de que buscase nuevas oportunidades. No, de que los dos buscásemos nuevas oportunidades.
Quería que Brittany fuera feliz y sabía que no lo sería en una ciudad bulliciosa y grande como Toronto. Además, no tenía ganas de pasarme horas en el coche para ir al trabajo.
Tenía que dejar de lado mi orgullo y escoger lo mejor para ambas.
Me levanté y fui a la cocina. Necesitaba café y enseñarle a Brittany lo que Kitty me había mandado.
Levantó la vista del enorme libro de cocina que estaba leyendo y me sonrió.
—¿Qué es eso?
Dejé las hojas en la encimera y cogí la cafetera.
—Posibles trabajos.
—Ah—se acercó los documentos—¿Qué tal? ¿Hay algo interesante?
Le di unos golpecitos a la primera hoja.
—Este lo es.
Lo miró con el ceño fruncido.
—Es una empresa muy pequeña comparada con los sitios a los que estás acostumbrada.
Me senté mientras bebía café.
—Voy a tener que hacer algunas concesiones.
—¿Tienes que decidirlo ahora mismo?
—No—contesté—Pero tampoco quiero dejarlo demasiado. Económicamente, estamos bien; se trata más bien de no perder el ritmo.
—Bueno, por si las moscas…—dijo con sorna—, Tengo algo de dinero ahorrado si necesitas un préstamo.
Contuve la sonrisa.
—¿De verdad?
—Ajá. Estuve trabajando para una capullo y me pagó muy bien. Está cogiendo polvo si lo necesitas.
Le rodeé la cintura con un brazo y la pegué a mí.
—¿Y sigues trabajando para esa capullo?
—No. La capullo ha desaparecido.
—¿En serio? ¿Y llegó una dama de brillante armadura para sustituirla?
—No, apareció una mujer compleja y exigente, pero muy sexi y dulce.
—¿Dulce?—protesté. Eso era una novedad para mí.
Asintió con la cabeza.
—A veces, puedes ser muy dulce.
—Tal vez contigo. No creo que nadie más me haya llamado «dulce».
—Me parece estupendo.
Le froté la nariz con la mía en un gesto cariñoso.
—Bien.
Nos miramos a los ojos y la calidez de su mirada me distrajo. El deseo crepitó a nuestro alrededor, como sucedía siempre cada vez que estaba junto a ella.
Le rocé los labios con los míos.
—En cuanto a lo de sexi…
El sonido del portero electrónico nos sobresaltó a ambas.
—Joder—mascullé.
—Lo dejamos pendiente para después—susurró ella contra mis labios.
Le coloqué la mano en la nuca para atraerla hacia mí y la besé con ansia.
—No para mucho después. Veré qué quiere quien haya llamado y luego serás mía—pulse el botón—López Pierce.
—Tiene visita, señora. El señor y la señora Schuester han venido a verla.
Busqué la mirada sorprendida de Brittany y le cogí la mano.
—Que suban.
Me detuve antes de abrir la puerta, sin soltar la mano de Brittany.
—Pase lo que pase, lo superaremos, ¿de acuerdo?—dije en voz baja.
—Sí.
Me armé de valor y abrí la puerta de par en par, al otro lado me esperaba la cara seria de Will.
Emma estaba a su lado, también con expresión seria.
Lo peor fue la caja que Will llevaba en las manos. La última vez que la había visto fue cuando recogía mis objetos personales del despacho.
Aunque no me sorprendía y ya me temía que eso iba a pasar, la decepción me provocó un nudo demoledor en el pecho.
Tomé una rápida bocanada de aire y apreté con más fuerza la mano de Brittany. A mi lado, ella suspiró con la vista clavada en la caja que llevaba Will.
Le di un beso en la frente.
—Lo superaremos—le recordé—¿De acuerdo?
—De acuerdo—repitió ella.
Me aparté para dejarlos pasar, ya que no quería que ese encuentro tuviera lugar en el descansillo.
—Entren—conseguí decir.
Will dejó la caja en el suelo junto al sofá. Fue un alivio que Brittany hablara en ese momento y me diera unos segundos más para recuperar la compostura.
—¿Quieren café?
Emma sonrió y se sentó.
—Me vendría bien uno largo.
Will asintió con la cabeza.
—Y a mí también.
La seguí a la cocina y la observé, entumecida, mientras colocaba las tazas y las servilletas en una bandeja antes de servir el café.
—¿Añado unas galletas?—preguntó en voz baja.
Me encogí de hombros.
—No tengo ni idea de qué protocolo hay que seguir cuando aparece tu jefe para despedirte, Britt…Pero las galletas parecen ir bien con la situación, sí—se mordió el carrillo por dentro y yo le di unos golpecitos en la mejilla—Era broma. Una broma malísima. Pon unas galletas, cariño. Ya puestos, podemos llevarlo todo con mucha educación. No se puede decir que no nos lo esperábamos.
—¿Vas a ponerte a gritar?
Negué con la cabeza.
—No. A decir verdad, estoy demasiado triste como para gritar—me echó los brazos al cuello y me instó a apoyar la cabeza en su hombro—Gracias por decírmelo. Te quiero.
La alcé en brazos y la calidez de su cuerpo calmó un poco mi desbocado corazón. La sostuve en alto, sin que sus pies tocaran el suelo, y la estreché con fuerza.
—Esto hace que sea soportable—la dejé de nuevo en el suelo y cogí la bandeja—Vamos a que nos despidan.
Pasé las tazas de café con unas manos que no estaban tan firmes como de costumbre.
Emma le dirigió unas cuantas palabras a Brittany y le preguntó cómo llevaba la pérdida de Penny.
Le eché un brazo a Brittany por los hombros cuando, al explicar el momento de esparcir las cenizas de Penny, se le quebró la voz.
Will nos observó con detenimiento antes de soltar la taza.
—Debo suponer que han llegado a un acuerdo.
—No hay acuerdo que valga, Will. Estoy enamorada de Britt y, por suerte, ella siente lo mismo por mí. Vamos a continuar juntas como iguales.
—¿Eso quiere decir que ya no es un matrimonio de conveniencia?
Contuve el impulso de frotarme la nuca.
—Dejó de serlo hace mucho. Lo que pasaba es que era demasiado terca para darme cuenta y admitirlo.
Will miró a Brittany.
—¿Y tú?
Ella alzó la barbilla.
—La quiero. La quiero desde hace tiempo. Tenía demasiado miedo para decírselo por si no me correspondía—entrelazó sus dedos con los míos—Pero me corresponde y estamos dispuestas a enfrentarnos al futuro juntas.
—Bien—Will se agachó y recogió la caja, que procedió a dejar en la mesita auxiliar. Del bolsillo se sacó mi contrato y lo rompió por la mitad, tras lo cual lo dejó sobre la caja.
—En fin…—mascullé—Me ha dolido más de lo que creía—levanté una mano cuando Will hizo ademán de hablar—Deja que termine. Me duele, pero lo entiendo. Entré en tu empresa con falsos pretextos, así que comprendo que me tengas que despedir. Quiero que sepas que he disfrutado mucho trabajando para ti. Y contigo. Me has enseñado cómo debe dirigir su empresa una persona—tragué saliva para deshacer el nudo que tenía en la garganta—Tu familia y tú se han convertido en una parte muy importante de nuestras vidas. Ojalá puedan perdonarnos algún día.
—¿Por qué querías trabajar para mí?
Decidí ser sincera.
—Al principio, fue por venganza… para jugársela a Ken. Le caes tan mal que sabía que si tenía la oportunidad de trabajar para ti, sería capaz de ofrecerme ser socia con tal de que me quedase en su empresa. Solo quería que me lo ofreciera. Después…
—¿Después?—repitió Will, invitándome a seguir.
—Después, te conocí y hablé contigo, y todo cambió. Me prestabas atención, me animabas a desarrollar mis ideas. Llevaba años sin sentir semejante emoción ni recibir tanta energía positiva. Quería la oportunidad de trabajar contigo—me quedé callada, presa de la vergüenza, antes de continuar en voz más baja—Quería que te sintieras orgulloso de mí.
La habitación se quedó en silencio un rato. Luego, Will volvió a hablar.
—Entiendo.
Carraspeé.
—Les pido disculpas de nuevo. Britt y yo les deseamos lo mejor, tanto empresarial como personalmente.
Will empezó a tamborilear con los dedos sobre la caja, marcando un ritmo irregular.
—Ken me odia por cómo decidí llevar mi vida. Estudiamos juntos, ¿lo sabías?
Negué con la cabeza.
—Hubo una época en la que fuimos amigos. Incluso hablamos de montar una empresa juntos. Como es habitual con Ken, era todo o nada. Esperaba una dedicación absoluta, hasta el punto de que no se podía tener una vida fuera del trabajo. Conocí a Emma y supe que quería hacer algo más que trabajar. Cuando le dije que no me interesaba… en fin, tuvimos alguna palabra más alta que otra. Nos separamos. Él montó su empresa y yo la mía. Los dos hemos tenido éxito, pero él lo consiguió de un modo totalmente distinto. Para él todo empieza y acaba con el dinero y el trabajo. He perdido la cuenta de cuántos trabajadores ha despedido a lo largo de los años. De las campañas de dudosa ética que ha realizado su empresa. De la cantidad de mujeres que se han relacionado con él. Creo que se ha casado y divorciado cuatro veces.
—Cinco—le corregí.
Esbozó una sonrisilla que le provocó unas arruguitas alrededor de los ojos.
—Supongo que se me ha escapado una boda. El asunto es que para él no hay nada más importante que el dinero. Me detesta porque escogí tener una vida fuera del trabajo y, aun así, he conseguido tener éxito. Sabe, de la misma manera que lo sabe cualquiera que me conozca, que para mí lo que más éxitos me ha reportado, lo que más me importa, es la familia. Renunciaría a todo con tal de tenerlos a ellos… sin dudarlo siquiera—Will me miró fijamente—Él no tiene motivos en la vida para renunciar a su trabajo. Por eso me odia.
—Yo iba derecho a convertirme en su clon hasta que Britt entró en mi vida.
Will asintió con la cabeza.
—Me alegro de que eso cambiara—golpeó la caja con los nudillos—Razón por la que tenía que romper nuestro contrato, Santana. Se firmó con engaños.
—Aprecio tu sinceridad y que me hayas traído mis cosas, Will.
—Todavía no he terminado.
—¿No?—pregunté, desconcertada.
Se echó hacia atrás con una expresión que casi podría calificar de guasona.
—Resulta que me he quedado sin una trabajadora con mucho talento. He visto su trabajo, señora López Pierce y he creído que, tal vez, encaje bien en mi empresa.
Fruncí el ceño, convencida de que no había oído bien.
—¿Cómo dices?
—Creo que eres, ahora sí, justo la clase de persona que me gustaría tener en mi equipo.
—No… no lo entiendo.
—Te estoy ofreciendo un trabajo, Santana. Borrón y cuenta nueva—se llevó la mano al bolsillo y sacó un contrato nuevo—Empezaremos de cero.
Tragué saliva sin creer que eso estaba sucediendo.
—¿Por qué?—conseguí preguntar a duras penas.
—Porque, al igual que Britt, creo en las segundas oportunidades—cogió a Emma de la mano—Los dos creemos en ellas.
Emma me miró y asintió con la cabeza, con los ojos llenos de lágrimas.
—Podrías haberte callado lo de tu relación con Britt, Santana. Podrías haber seguido engañándonos. Aunque sospecháramos algo, nunca lo habríamos sabido con certeza de no haberte sincerado. Los dos nos dimos cuenta de lo mucho que querías a Penny. Los dos vimos lo amable que fuiste con Rachel. Ese esa la Santana que queremos en nuestra empresa. La que quiere crecer con ella… formar parte de ella—sonrió—Formar parte de nuestra familia. Porque así las consideramos a las dos.
Brittany emitió un sonido estrangulado.
Me volví un poco y vi que las lágrimas resbalaban por sus mejillas y que le temblaba todo el cuerpo mientras intentaba contener su reacción. Me acerqué a ella y la insté a apoyar la cabeza en mi hombro.
—Tranquila, cariño, no pasa nada.
Miré a Will.
—¿Me crees? Después de todo, después de todas las mentiras, ¿me crees?—pregunté, asombrada.
—Te creemos precisamente por eso—Will señaló la forma en la que acunaba a Brittany—No puedes fingir eso, Santana. El amor que sientes por tu esposa es más que evidente.
—¡Dale un bolígrafo!—exclamó Brittany—¡Lo firmará! ¡Queremos quedarnos! ¡Las dos queremos quedarnos!
Will y Emma sonrieron al oírla y yo tuve que morderme la lengua para no soltar una carcajada.
Sería malísima jugando al póquer, pero tenía razón. Queríamos quedarnos.
Sin dejar de rodearla con un brazo, extendí la mano libre.
—Será un honor trabajar para ti, Will. No volveré a defraudarte. Te lo prometo. Haré que te sientas orgulloso de mí.
Aceptó la mano que le tendía y la estrechó con fuerza.
—Ya lo has conseguido.
Tuve que apartar la mirada para asegurarme de que Brittany estaba bien.
No tuvo nada que ver con el hecho de que se me nublara la vista ni de que sintiera el escozor de las lágrimas en los ojos.
Nada en absoluto.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
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23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
no fue tan malo como aparentaba!!!
borrón y cuenta nueva para todo!!!
a ver como van las cosas???
nos vemos!!!
no fue tan malo como aparentaba!!!
borrón y cuenta nueva para todo!!!
a ver como van las cosas???
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Que emoción!! No la despidieron y ahora ya tienen una familia y a empezar desde cero.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Al final hablar con la verdad es la única solución!!!
Que bien por ellas y las segundas oportunidades!!
Saludos
Que bien por ellas y las segundas oportunidades!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Que felicidad, lo mejor que les pudo pasar a las lopez pierce fue el haber conocido a esa familia, ahora solo faltan los otros miembros de la familia!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
no fue tan malo como aparentaba!!!
borrón y cuenta nueva para todo!!!
a ver como van las cosas???
nos vemos!!!
Hola lu, noo!! todo lo contrario! Si que si! q mejor¿? Aquí otro cap para saber ma´s! Saludos =D
Isabella28 escribió:Que emoción!! No la despidieron y ahora ya tienen una familia y a empezar desde cero.
Hola, siii!!!! nones! SI! como mejoraron las cosas, no¿? aunk..las dos se lo merecian la vrdd. Saludos =D
monica.santander escribió:Al final hablar con la verdad es la única solución!!!
Que bien por ellas y las segundas oportunidades!!
Saludos
Hola, si! le sirvió de mucho y así se da cuenta q es lo mejor! SI q si! SI!!!! ahora con todo por ellas! Saludos =D
micky morales escribió:Que felicidad, lo mejor que les pudo pasar a las lopez pierce fue el haber conocido a esa familia, ahora solo faltan los otros miembros de la familia!!!!!
Hola, siii. Toda, pero toda la razón la vrdd! las cosas mejoraron para ambas. Uff interesante situación ajjaja. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Cap 33
Capitulo 33
Santana
Llevé la bandeja a la cocina y dejé a Emma y a Brittany charlando.
Will me siguió con la caja en las manos, pero estaba dispuesta a esperar a que nos trasladásemos al despacho para seguir hablando.
Miró los papeles que había en la encimera y cogió el que detallaba el trabajo en Calgary.
—Santana, ¿en serio?—esbozó una sonrisa torcida—Te habrías muerto del aburrimiento ahí.
—No podía llevarme a Britt a Toronto. Habría sido muy infeliz.
Me observó un momento con una sonrisa en la cara.
—Sí que has cambiado.
—Te refieres a que he madurado, ¿verdad?
Asintió con la cabeza y me puso una mano sobre el hombro.
—Me alegro de verlo.
Eché un vistazo por encima del hombro y vi que Brittany se había puesto de pie y abrazaba a Emma.
—Es una sensación estupenda—reconocí—No creí que fuera a experimentarla en la vida.
—La persona adecuada puede abrirte los ojos en muchos sentidos, Santana. Tenía razón—me ofreció el nuevo contrato—Vamos a firmar estos documentos.
—¿Por qué has traído mis cosas si la idea era contratarme de nuevo?
Will puso una cara rara antes de abrir la caja.
—La caja está vacía, Santana.
La miré boquiabierta.
—¿Qué? ¿Y por qué la has traído?
—Por el mismo motivo que hemos venido sin avisar. Quería ver cómo reaccionabas al creer que se había terminado. Quería ver tu reacción visceral. No la que hubieras preparado de antemano.
—¿Y…?
—Parecías destrozada.
—Y lo estaba. Quería seguir trabajando para ti. Cuando he visto la caja, he comprendido que había metido la pata hasta el fondo. No me ha sorprendido, pero en ese momento me he dado cuenta de lo mucho que deseaba seguir trabajando para ti. Claro que también he sabido que no podía hacer nada para arreglarlo. Al fin y al cabo, la culpa es solo mía.
—Tu reacción me ha dicho todo lo que necesitaba saber. Estabas alterada, pero lo primero que has hecho ha sido consolar a Britt. En ese momento, he sabido que habías cambiado de verdad—sonrió—Siento mucho la artimaña.
Le tendí la mano, que él aceptó para estrechármela con fuerza.
—Lo entiendo.
Volvió a cerrar la caja.
—Úsala para llevar más cosas a tu despacho. Hazlo tuyo, Santana.
—¿Lo sabe alguien más?
—Nadie fuera de la familia. El resto del personal cree que has estado de vacaciones con Britt. Ve a trabajar el lunes, empezaremos de cero. Nadie se enterará nunca.
—Gracias. No volveré a decepcionarte.
—Lo sé—dijo y asintió con la cabeza para enfatizar sus palabras—Lo sé muy bien.
Al cabo de poco rato, Will me estrechó la mano para despedirse.
—Nos vemos el lunes.
Emma abrazó a Brittany por última vez antes de volverse hacia mí.
—Esperamos mucho de ti, Santana.
—No los decepcionaré.
Me dio unas palmaditas en la mejilla.
—Sé que no lo harás.
—Tengo mucho que compensar y me esforzaré al máximo.
—Vamos a hacer borrón y cuenta nueva. Cuando vayas el lunes a la oficina, empezarás de cero con Will y conmigo—esbozó una sonrisa burlona—Puedes reparar tu relación con Sam, con Rachel y con Quinn tú solita. Su voto contó para que siguieras trabajando con nosotros y todos estuvieron de acuerdo—enarcó una ceja con gesto elocuente—Aunque es posible que uno de mis hijos tenga que decir más sobre el asunto que el otro.
Sonreí con sorna.
—No me cabe la menor duda, y aguantaré el chaparrón de Rachel. Me aseguraré de hablar con todos en privado la semana que viene.
—Bienvenida de nuevo, Santana.
—Gracias.
Los acompañé al ascensor y regresé al departamento. Brittany no estaba junto a la puerta ni tampoco en el salón. Corrí escaleras arriba y me sorprendió encontrarla sentada en el diván de su antiguo dormitorio.
—¿Cariño?
Alzó la vista, pero tenía una expresión muy triste.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí?
Se encogió de hombros.
—Estaba pensando.
Me senté delante de ella y le tomé la cara entre las manos.
—¿En qué?
—En lo nerviosa y asustada que estaba la primera noche que pasé aquí.
—¿Por estar aquí… conmigo?
—Por eso y también por el futuro. De una tacada, me habías cambiado la vida por completo. Ya no estaba en aquel horrible cuchitril, iba a dejar el trabajo y no tenía ni idea de cómo íbamos a sacar adelante semejante farsa. Solo pensaba en el batacazo que nos íbamos a dar y en que no sabía cómo recogería los pedazos que quedaran de mí al terminar—hizo una pausa y recorrió con los dedos el estampado de un cojín—Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, hecha un lío, y era un mar de dudas.
—Yo tampoco te ayudé mucho, ¿verdad?
Ladeó la cabeza y me miró fijamente.
—No, la verdad es que me ayudó tu serenidad, la forma en la que tomaste el control de la situación. Parecías muy segura de ti misma, concentrada por completo en tu objetivo. Yo solo tenía que seguir tus directrices.
—¿Te ayudaría saber que ya en aquel entonces me maravillabas, Britt? Demostraste muchísimo valor—sonreí al recordar las conversaciones que habíamos mantenido al principio—Cuando me dijiste que me follaran… vi la chispa que tenías oculta. Dejaste de ser el felpudo por el que te había tomado por error y te convertiste en una fuerza a tener en cuenta—le aparté el pelo de un hombro y acaricié los sedosos mechones—Te convertiste en mi fuerza. En mi luz.
—Tú te convertiste en todo para mí—susurró.
Rocé sus labios con los míos.
—Hemos recorrido mucho camino juntas.
—Hoy ha sido un buen día.
—Lo ha sido. He firmado un nuevo contrato. El lunes volveré a trabajar en un lugar en el que me apetece estar. Podemos quedarnos en Victoria y, lo mejor de todo, además te tengo a ti. Podemos crear una vida juntas.
—Creo que quiero volver a trabajar.
Eso me pilló por sorpresa.
—¿Por qué? No tienes que hacerlo.
—Lo sé, pero ¿qué voy a hacer durante todo el día, San? ¿Dar vueltas por el departamento? ¿Pintar y redecorar las habitaciones? Quiero ser útil—suspiró—Ya no tengo a Penny para llenar mis días.
La tristeza de su voz me provocó una fuerte opresión en el pecho.
—¿Y si trabajas de voluntaria en otro sitio además del refugio de animales? Conoces a muchos de los residentes de Golden Oaks… a lo mejor podrías pasar ahí parte del día. Estoy segura de que estarán encantados con la ayuda.
—Ya lo había pensado.
Me incliné hacia delante y la estreché contra mí.
—Britt, quiero que hagas lo que te apetezca. Que seas voluntaria, que trabajes, que te dediques a lo que te haga feliz. Pero escúchame, cariño. Estos últimos meses han supuesto un golpe tras otro para ti. Todo lo que has dicho antes acerca de cómo te he cambiado la vida es verdad—acaricié su suave mejilla con los nudillos—Y aunque todo ha acabado saliendo bien, sé lo estresante que ha sido para ti. Tu vida ha cambiado por completo y luego has perdido a Penny. Sé que a ratos debe de ser abrumador para ti, así que voy a pedirte que lo medites. No te precipites. Por favor.
Vi que sus ojos tenían una expresión insondable cuando nuestras miradas se cruzaron.
Era incapaz de expresar lo importante que eso era para mí.
—Quiero…—tragué saliva y tomé una honda bocanada de aire—Por primera vez en la vida, quiero cuidar de alguien. Déjame hacerlo. Te apoyaré decidas lo que decidas, pero déjame cuidarte un poquito. Tengo que asegurarme de que estás bien.
—Estoy bien—me aseguró.
—Por favor—insistí—Solo te pido un poquito de tiempo. Quiero que te relajes. Redecora nuestra habitación. Lee. Duerme. Prepara tus increíbles cenas. Hazme galletas—me llevé su mano al pecho—Mírame. Te necesito, cariño. Y necesito saber que tú también me necesitas.
Me tomó la cara con las manos y trazó círculos con los pulgares en mis mejillas.
—Te necesito, San.
—Hazlo por mí—le supliqué al tiempo que pegaba nuestras frentes—Solo te pido un poco de tiempo.
—De acuerdo.
—Gracias.
Nuestros labios se encontraron y me apoderé de su boca. Le pase un brazo por debajo de las rodillas y me puse en pie con ella en brazos. Dando grandes zancadas la llevé a nuestra cama, la dejé sobre el colchón y sonreí al ver que se estiraba para mí.
—Creo que nos interrumpieron antes y alguien me prometió que lo dejaríamos para más adelante. El momento ha llegado.
Me dio un tironcito para que volviera a besarla.
—Estupendo.
Le rocé los labios con los míos, presa del deseo.
No terminaba de entender cómo había podido negar la atracción que sentía por ella durante tanto tiempo. Me bastaba con una mirada tímida o con una sonrisa traviesa para desearla.
Toda ella me resultaba incitante y hermosa. Su apoyo, su amor, era el afrodisíaco más potente del mundo.
Abrí los ojos y me encontré con sus brillantes ojos azules.
En un instante, el deseo abrumador se convirtió en un pozo de sentimientos. Todo lo sucedido ese día, todas las cosas buenas de mi vida, eran obra suya.
De mi Brittany.
El amor y el deseo que solo ella me provocaba me consumieron por entero.
Me tumbé sobre ella y capturé sus labios de nuevo, besándola con ternura, de modo que pudiera transmitirle todo mi cariño. Me rodeó el cuello con los brazos y me acarició la cabeza con tanta delicadeza que me estremecí.
Sus manos eran la ternura personificada.
Su amor me saturaba la piel cada vez que estábamos juntas, hacía que mis pies estuvieran firmemente apoyados en la tierra y me centraba cuando más lo necesitaba.
Me embriagué de su esencia y su alma se fundió con la mía.
La desnudé con delicadeza sin apenas apartar mis labios de su cuerpo y, después, me quité la ropa. Le acaricié la cálida piel y adoré cada curva y cada imperfección con mis caricias.
Sonreí cuando se impacientó y tiró de mí hasta abrazarme con fuerza mientras me suplicaba que le diera más.
Penetré su acogedor cuerpo y me quedé quieta, deleitándome con la perfección absoluta de estar unido a ella de la forma más íntima posible.
Había pensado en follármela… a lo bestia. Atormentarla hasta que me suplicase por llegar al orgasmo, pero esa idea se desvaneció en un segundo.
Me moría por hacerle el amor, por reclamarla, por dejarla saciada, contenta y convencida de que era mía.
E igual de convencida de que yo le pertenecía por completo.
Empecé a moverme despacio, penetrándola hasta el fondo. La adoré con la mano y con la boca; no quedó un solo centímetro de su cuerpo sin tocar y no dejé de elogiarla.
—Tu piel, nena…, me encanta su sabor.
Me enterró los dedos en el pelo y tiró de él mientras gemía mi nombre.
Saque mis dedos de ella y uní nuestros sexos y me moví con más rapidez, ansiando más.
—Qué maravilla estar unida a ti.
Me rodeó con las piernas y me pegó a ella mientras se aferraba a mis hombros, clavándome las uñas cortas en la piel.
Empecé a moverme con frenesí cuando sentí que el orgasmo se acercaba, hasta que me consumió.
—Mía, Britt. ¡Eres mía!
Se corrió mientras gritaba.
Le enterré la cara en el fragante cuello y dejé que las incontenibles oleadas de placer me consumieran. Mi mente se quedó en blanco mientras me dejaba llevar, presa de la satisfacción.
Levanté la cabeza y enfrenté la tierna y somnolienta mirada de Brittany. La besé y después acaricié sus suaves labios con la nariz.
—Te quiero—susurré.
Sonrió con dulzura.
—Lo sé.
El lunes estaba muy nerviosa cuando entré por la puerta de Schuester Group.
No me sorprendió ver a Will esperándome. Me estrechó la mano y me invitó a sentarme en su despacho antes de ponerme al día de todo lo sucedido durante mi ausencia.
Me picó la curiosidad con una nueva campaña y estábamos charlando cuando Sam, Rachel y Quinn entraron en el despacho. Me levanté y les tendí la mano.
Tanto Sam como Quinn me la estrecharon; Rachel, en cambio, se quedó rezagada, mirándome con frialdad. Al comprender su cabreo, asentí con la cabeza y me volví a sentar.
Rachel se sumó con tiento a la conversación, pero en breve se puso a discutir conmigo por varios conceptos e ideas, como de costumbre.
Agradecí la normalidad del momento, a sabiendas de que mantendríamos una discusión mucho más personal más adelante.
Y tenía razón.
Estaba en mi despacho, repasando los mensajes y poniéndome al día con el correo electrónico y los documentos que Marley me había dejado, cuando Rachel entró y cerró la puerta a su espalda.
Se plantó delante de mi escritorio con los brazos en jarras y me fulminó con la mirada.
—Suéltalo—le sugerí, aunque sabía que quería seguir mirándome de esa manera un poco más.
—Me mentiste, cabrona. Nos mentiste a todos.
—Sí, lo hice.
—Britt me mintió.
Me puse en pie de un salto y rodeé el escritorio.
—Ella no quería hacerlo, Rachel. Detestaba mentirte… detestaba mentirles a todos. Es culpa mía. Yo soy la única culpable.
—Confié en ella. Creía que era mi amiga.
—Lo es… al menos, quiere serlo. Echa de menos sus conversaciones.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
—La echo de menos.
Me apoyé en el escritorio.
—Lo hice por motivos egoístas. Pero ella lo hizo para asegurarse de que Penny estaba a salvo, bien cuidada. Si quieres cabrearte con alguien, hazlo conmigo. Pero perdónala a ella—me agarré la nuca—Ya ha perdido demasiadas cosas. No le arrebates tu amistad.
Se mordió el labio y ladeó la cabeza mientras me observaba.
—Has hablado como una persona que está enamorada de su esposa.
—La quiero. No me la merezco, pero la quiero—bajé los brazos a los costados y empecé a tamborilear con los dedos sobre el escritorio—No soy una mujer dado a los grandes gestos ni al romanticismo, pero me estoy esforzando. Por ella. Quiero ser la esposa que se merece, la mujer en quien pueda confiar.
Siguió mirándome en silencio.
—Mira, Rachel, sé que quieres gritarme y ponerme verde. Me parece estupendo. Lo acepto. Me lo merezco. Sé que tengo que ganarme tu confianza y lo haré. Lo conseguiré de alguna manera. Pero no—agité una mano sin saber muy bien cómo continuar—…No castigues a Britt.
Golpeó el suelo con el pie.
—Me gusta la idea del crucero que tuviste antes.
Parpadeé, confundida por el brusco cambio de tema.
—Ah, genial.
—A lo mejor podemos hablar de ella esta tarde.
—Claro.
Se dio media vuelta y se detuvo al llegar a la puerta.
—Cuando esté preparada para hablar de lo demás, te lo diré.
—De acuerdo.
—Hasta ese momento, me alegro de que hayas vuelto—apretó los labios y puso un brazo en jarras—He echado de menos tu socarronería.
Fui incapaz de contener la carcajada.
—Gracias. He echado de menos nuestras charlas—le guiñé un ojo, porque normalmente era ella quien hablaba mientras yo me limitaba a escuchar.
—Que no se te suba a la cabeza—resopló—No volvemos a ser amigas.
—Claro.
—No todavía, vamos—añadió antes de irse.
Me senté de nuevo al escritorio.
Era un comienzo.
Al menos me dirigía la palabra. Más o menos.
El jueves ya sentía que había recuperado mi espacio.
Los días estaban llenos de reuniones, sesiones para planear estrategias y mucho trabajo. Se parecía mucho a la etapa anterior, aunque en ese momento tenía un lugar al que quería volver al acabar el día.
Quería volver a casa con Brittany.
Me encantaba llegar a casa con la certeza de que ella estaría ahí. Disfrutaba de las noches que pasábamos juntas, compartiendo nuestro día.
Ansiaba sentir sus labios bajo los míos y cómo nuestros cuerpos se fundían en uno solo al final de la noche… o al principio, según nos apeteciera.
Habíamos usado varias de las superficies del departamento: la encimera de la cocina, el sofá e incluso la pared al lado de la puerta. El escritorio de mi despacho seguía siendo mi lugar preferido para hacerle el amor a Brittany.
Muchas veces se nos pasaba la hora de la cena porque no me saciaba de ella.
Esa noche me detuve a comprar flores sin más motivo que el de demostrarle que la quería.
Aún me resultaba raro el deseo de expresar una emoción tan desconocida como el amor, pero no dejaba de intentarlo.
Descubrí que Quinn era una buena consejera de vez en cuando.
Al entrar en el departamento, oí voces.
Fui al salón y me detuve al ver a Rachel sentada con Brittany en la barra de la cocina. Había una botella de vino vacía entre ellas, con las copas medio llenas.
Rachel había salido del trabajo a eso de las dos, y me daba en la nariz que estaba ahí desde entonces.
Contuve la sonrisa al entrar en la estancia, le di las flores a Brittany y, después, la besé con ganas. Ella me sonrió con los ojos rebosantes de felicidad.
Sabía lo que significaba que Rachel estuviera ahí.
No tener noticias suyas había supuesto una pesada carga para ella, y a mí me había frustrado mucho no poder hacer algo para mejorar la situación. Era algo que tenían que aclarar entre ellas… y la pelota estaba en el tejado de Rachel.
—¿Pido comida china para cenar?—pregunté al tiempo que me agachaba para acariciar su mejilla ruborizada.
Siempre se ponía colorada cuando bebía. Me gustaba besarle la piel cuando estaba tan cálida.
Así que lo hice.
Deslicé los labios por su mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios y, después, besé su boca.
—Sí, por favor. Y gracias por las flores.
Besé de nuevo su deliciosa boca antes de incorporarme.
—¿Dos rollitos de primavera… o tres?—pregunté, mirando a Rachel.
—Cuatro—corrigió Rachel—Quinny vendrá dentro de un rato. Seguro que también tiene hambre.
—Voy a por una botella de vino.
Rachel se encogió de hombros.
—O dos.
Me eché a reír y le di un apretón en los hombros al pasar junto a ella.
—Me alegro de verte, Rachel.
Agitó una mano para restarle importancia al comentario.
—Lo que tú digas.
Sin embargo, me percaté del guiño travieso que le hizo a Brittany.
Retomaron la conversación. Me detuve en el pasillo a escucharlas. La risa de Brittany era ronca y feliz. La voz de Rachel parecía tan emocionada como de costumbre mientras le hablaba de la nueva exposición de arte a la que teníamos que asistir juntas.
Me sorprendí al comprobar que tenía que tomar una honda, y entrecortada, bocanada de aire antes de sonreír.
Mi esposa había recuperado a su amiga.
Poco a poco, Brittany estaba recomponiendo los pedazos de su vida, lo que quería decir que la mía se estaba alineando con la suya.
Estábamos creando una vida nueva.
Juntas.
Will me siguió con la caja en las manos, pero estaba dispuesta a esperar a que nos trasladásemos al despacho para seguir hablando.
Miró los papeles que había en la encimera y cogió el que detallaba el trabajo en Calgary.
—Santana, ¿en serio?—esbozó una sonrisa torcida—Te habrías muerto del aburrimiento ahí.
—No podía llevarme a Britt a Toronto. Habría sido muy infeliz.
Me observó un momento con una sonrisa en la cara.
—Sí que has cambiado.
—Te refieres a que he madurado, ¿verdad?
Asintió con la cabeza y me puso una mano sobre el hombro.
—Me alegro de verlo.
Eché un vistazo por encima del hombro y vi que Brittany se había puesto de pie y abrazaba a Emma.
—Es una sensación estupenda—reconocí—No creí que fuera a experimentarla en la vida.
—La persona adecuada puede abrirte los ojos en muchos sentidos, Santana. Tenía razón—me ofreció el nuevo contrato—Vamos a firmar estos documentos.
—¿Por qué has traído mis cosas si la idea era contratarme de nuevo?
Will puso una cara rara antes de abrir la caja.
—La caja está vacía, Santana.
La miré boquiabierta.
—¿Qué? ¿Y por qué la has traído?
—Por el mismo motivo que hemos venido sin avisar. Quería ver cómo reaccionabas al creer que se había terminado. Quería ver tu reacción visceral. No la que hubieras preparado de antemano.
—¿Y…?
—Parecías destrozada.
—Y lo estaba. Quería seguir trabajando para ti. Cuando he visto la caja, he comprendido que había metido la pata hasta el fondo. No me ha sorprendido, pero en ese momento me he dado cuenta de lo mucho que deseaba seguir trabajando para ti. Claro que también he sabido que no podía hacer nada para arreglarlo. Al fin y al cabo, la culpa es solo mía.
—Tu reacción me ha dicho todo lo que necesitaba saber. Estabas alterada, pero lo primero que has hecho ha sido consolar a Britt. En ese momento, he sabido que habías cambiado de verdad—sonrió—Siento mucho la artimaña.
Le tendí la mano, que él aceptó para estrechármela con fuerza.
—Lo entiendo.
Volvió a cerrar la caja.
—Úsala para llevar más cosas a tu despacho. Hazlo tuyo, Santana.
—¿Lo sabe alguien más?
—Nadie fuera de la familia. El resto del personal cree que has estado de vacaciones con Britt. Ve a trabajar el lunes, empezaremos de cero. Nadie se enterará nunca.
—Gracias. No volveré a decepcionarte.
—Lo sé—dijo y asintió con la cabeza para enfatizar sus palabras—Lo sé muy bien.
Al cabo de poco rato, Will me estrechó la mano para despedirse.
—Nos vemos el lunes.
Emma abrazó a Brittany por última vez antes de volverse hacia mí.
—Esperamos mucho de ti, Santana.
—No los decepcionaré.
Me dio unas palmaditas en la mejilla.
—Sé que no lo harás.
—Tengo mucho que compensar y me esforzaré al máximo.
—Vamos a hacer borrón y cuenta nueva. Cuando vayas el lunes a la oficina, empezarás de cero con Will y conmigo—esbozó una sonrisa burlona—Puedes reparar tu relación con Sam, con Rachel y con Quinn tú solita. Su voto contó para que siguieras trabajando con nosotros y todos estuvieron de acuerdo—enarcó una ceja con gesto elocuente—Aunque es posible que uno de mis hijos tenga que decir más sobre el asunto que el otro.
Sonreí con sorna.
—No me cabe la menor duda, y aguantaré el chaparrón de Rachel. Me aseguraré de hablar con todos en privado la semana que viene.
—Bienvenida de nuevo, Santana.
—Gracias.
Los acompañé al ascensor y regresé al departamento. Brittany no estaba junto a la puerta ni tampoco en el salón. Corrí escaleras arriba y me sorprendió encontrarla sentada en el diván de su antiguo dormitorio.
—¿Cariño?
Alzó la vista, pero tenía una expresión muy triste.
—¿Qué pasa? ¿Por qué estás aquí?
Se encogió de hombros.
—Estaba pensando.
Me senté delante de ella y le tomé la cara entre las manos.
—¿En qué?
—En lo nerviosa y asustada que estaba la primera noche que pasé aquí.
—¿Por estar aquí… conmigo?
—Por eso y también por el futuro. De una tacada, me habías cambiado la vida por completo. Ya no estaba en aquel horrible cuchitril, iba a dejar el trabajo y no tenía ni idea de cómo íbamos a sacar adelante semejante farsa. Solo pensaba en el batacazo que nos íbamos a dar y en que no sabía cómo recogería los pedazos que quedaran de mí al terminar—hizo una pausa y recorrió con los dedos el estampado de un cojín—Mi cabeza no dejaba de dar vueltas, hecha un lío, y era un mar de dudas.
—Yo tampoco te ayudé mucho, ¿verdad?
Ladeó la cabeza y me miró fijamente.
—No, la verdad es que me ayudó tu serenidad, la forma en la que tomaste el control de la situación. Parecías muy segura de ti misma, concentrada por completo en tu objetivo. Yo solo tenía que seguir tus directrices.
—¿Te ayudaría saber que ya en aquel entonces me maravillabas, Britt? Demostraste muchísimo valor—sonreí al recordar las conversaciones que habíamos mantenido al principio—Cuando me dijiste que me follaran… vi la chispa que tenías oculta. Dejaste de ser el felpudo por el que te había tomado por error y te convertiste en una fuerza a tener en cuenta—le aparté el pelo de un hombro y acaricié los sedosos mechones—Te convertiste en mi fuerza. En mi luz.
—Tú te convertiste en todo para mí—susurró.
Rocé sus labios con los míos.
—Hemos recorrido mucho camino juntas.
—Hoy ha sido un buen día.
—Lo ha sido. He firmado un nuevo contrato. El lunes volveré a trabajar en un lugar en el que me apetece estar. Podemos quedarnos en Victoria y, lo mejor de todo, además te tengo a ti. Podemos crear una vida juntas.
—Creo que quiero volver a trabajar.
Eso me pilló por sorpresa.
—¿Por qué? No tienes que hacerlo.
—Lo sé, pero ¿qué voy a hacer durante todo el día, San? ¿Dar vueltas por el departamento? ¿Pintar y redecorar las habitaciones? Quiero ser útil—suspiró—Ya no tengo a Penny para llenar mis días.
La tristeza de su voz me provocó una fuerte opresión en el pecho.
—¿Y si trabajas de voluntaria en otro sitio además del refugio de animales? Conoces a muchos de los residentes de Golden Oaks… a lo mejor podrías pasar ahí parte del día. Estoy segura de que estarán encantados con la ayuda.
—Ya lo había pensado.
Me incliné hacia delante y la estreché contra mí.
—Britt, quiero que hagas lo que te apetezca. Que seas voluntaria, que trabajes, que te dediques a lo que te haga feliz. Pero escúchame, cariño. Estos últimos meses han supuesto un golpe tras otro para ti. Todo lo que has dicho antes acerca de cómo te he cambiado la vida es verdad—acaricié su suave mejilla con los nudillos—Y aunque todo ha acabado saliendo bien, sé lo estresante que ha sido para ti. Tu vida ha cambiado por completo y luego has perdido a Penny. Sé que a ratos debe de ser abrumador para ti, así que voy a pedirte que lo medites. No te precipites. Por favor.
Vi que sus ojos tenían una expresión insondable cuando nuestras miradas se cruzaron.
Era incapaz de expresar lo importante que eso era para mí.
—Quiero…—tragué saliva y tomé una honda bocanada de aire—Por primera vez en la vida, quiero cuidar de alguien. Déjame hacerlo. Te apoyaré decidas lo que decidas, pero déjame cuidarte un poquito. Tengo que asegurarme de que estás bien.
—Estoy bien—me aseguró.
—Por favor—insistí—Solo te pido un poquito de tiempo. Quiero que te relajes. Redecora nuestra habitación. Lee. Duerme. Prepara tus increíbles cenas. Hazme galletas—me llevé su mano al pecho—Mírame. Te necesito, cariño. Y necesito saber que tú también me necesitas.
Me tomó la cara con las manos y trazó círculos con los pulgares en mis mejillas.
—Te necesito, San.
—Hazlo por mí—le supliqué al tiempo que pegaba nuestras frentes—Solo te pido un poco de tiempo.
—De acuerdo.
—Gracias.
Nuestros labios se encontraron y me apoderé de su boca. Le pase un brazo por debajo de las rodillas y me puse en pie con ella en brazos. Dando grandes zancadas la llevé a nuestra cama, la dejé sobre el colchón y sonreí al ver que se estiraba para mí.
—Creo que nos interrumpieron antes y alguien me prometió que lo dejaríamos para más adelante. El momento ha llegado.
Me dio un tironcito para que volviera a besarla.
—Estupendo.
Le rocé los labios con los míos, presa del deseo.
No terminaba de entender cómo había podido negar la atracción que sentía por ella durante tanto tiempo. Me bastaba con una mirada tímida o con una sonrisa traviesa para desearla.
Toda ella me resultaba incitante y hermosa. Su apoyo, su amor, era el afrodisíaco más potente del mundo.
Abrí los ojos y me encontré con sus brillantes ojos azules.
En un instante, el deseo abrumador se convirtió en un pozo de sentimientos. Todo lo sucedido ese día, todas las cosas buenas de mi vida, eran obra suya.
De mi Brittany.
El amor y el deseo que solo ella me provocaba me consumieron por entero.
Me tumbé sobre ella y capturé sus labios de nuevo, besándola con ternura, de modo que pudiera transmitirle todo mi cariño. Me rodeó el cuello con los brazos y me acarició la cabeza con tanta delicadeza que me estremecí.
Sus manos eran la ternura personificada.
Su amor me saturaba la piel cada vez que estábamos juntas, hacía que mis pies estuvieran firmemente apoyados en la tierra y me centraba cuando más lo necesitaba.
Me embriagué de su esencia y su alma se fundió con la mía.
La desnudé con delicadeza sin apenas apartar mis labios de su cuerpo y, después, me quité la ropa. Le acaricié la cálida piel y adoré cada curva y cada imperfección con mis caricias.
Sonreí cuando se impacientó y tiró de mí hasta abrazarme con fuerza mientras me suplicaba que le diera más.
Penetré su acogedor cuerpo y me quedé quieta, deleitándome con la perfección absoluta de estar unido a ella de la forma más íntima posible.
Había pensado en follármela… a lo bestia. Atormentarla hasta que me suplicase por llegar al orgasmo, pero esa idea se desvaneció en un segundo.
Me moría por hacerle el amor, por reclamarla, por dejarla saciada, contenta y convencida de que era mía.
E igual de convencida de que yo le pertenecía por completo.
Empecé a moverme despacio, penetrándola hasta el fondo. La adoré con la mano y con la boca; no quedó un solo centímetro de su cuerpo sin tocar y no dejé de elogiarla.
—Tu piel, nena…, me encanta su sabor.
Me enterró los dedos en el pelo y tiró de él mientras gemía mi nombre.
Saque mis dedos de ella y uní nuestros sexos y me moví con más rapidez, ansiando más.
—Qué maravilla estar unida a ti.
Me rodeó con las piernas y me pegó a ella mientras se aferraba a mis hombros, clavándome las uñas cortas en la piel.
Empecé a moverme con frenesí cuando sentí que el orgasmo se acercaba, hasta que me consumió.
—Mía, Britt. ¡Eres mía!
Se corrió mientras gritaba.
Le enterré la cara en el fragante cuello y dejé que las incontenibles oleadas de placer me consumieran. Mi mente se quedó en blanco mientras me dejaba llevar, presa de la satisfacción.
Levanté la cabeza y enfrenté la tierna y somnolienta mirada de Brittany. La besé y después acaricié sus suaves labios con la nariz.
—Te quiero—susurré.
Sonrió con dulzura.
—Lo sé.
El lunes estaba muy nerviosa cuando entré por la puerta de Schuester Group.
No me sorprendió ver a Will esperándome. Me estrechó la mano y me invitó a sentarme en su despacho antes de ponerme al día de todo lo sucedido durante mi ausencia.
Me picó la curiosidad con una nueva campaña y estábamos charlando cuando Sam, Rachel y Quinn entraron en el despacho. Me levanté y les tendí la mano.
Tanto Sam como Quinn me la estrecharon; Rachel, en cambio, se quedó rezagada, mirándome con frialdad. Al comprender su cabreo, asentí con la cabeza y me volví a sentar.
Rachel se sumó con tiento a la conversación, pero en breve se puso a discutir conmigo por varios conceptos e ideas, como de costumbre.
Agradecí la normalidad del momento, a sabiendas de que mantendríamos una discusión mucho más personal más adelante.
Y tenía razón.
Estaba en mi despacho, repasando los mensajes y poniéndome al día con el correo electrónico y los documentos que Marley me había dejado, cuando Rachel entró y cerró la puerta a su espalda.
Se plantó delante de mi escritorio con los brazos en jarras y me fulminó con la mirada.
—Suéltalo—le sugerí, aunque sabía que quería seguir mirándome de esa manera un poco más.
—Me mentiste, cabrona. Nos mentiste a todos.
—Sí, lo hice.
—Britt me mintió.
Me puse en pie de un salto y rodeé el escritorio.
—Ella no quería hacerlo, Rachel. Detestaba mentirte… detestaba mentirles a todos. Es culpa mía. Yo soy la única culpable.
—Confié en ella. Creía que era mi amiga.
—Lo es… al menos, quiere serlo. Echa de menos sus conversaciones.
Se le llenaron los ojos de lágrimas.
—La echo de menos.
Me apoyé en el escritorio.
—Lo hice por motivos egoístas. Pero ella lo hizo para asegurarse de que Penny estaba a salvo, bien cuidada. Si quieres cabrearte con alguien, hazlo conmigo. Pero perdónala a ella—me agarré la nuca—Ya ha perdido demasiadas cosas. No le arrebates tu amistad.
Se mordió el labio y ladeó la cabeza mientras me observaba.
—Has hablado como una persona que está enamorada de su esposa.
—La quiero. No me la merezco, pero la quiero—bajé los brazos a los costados y empecé a tamborilear con los dedos sobre el escritorio—No soy una mujer dado a los grandes gestos ni al romanticismo, pero me estoy esforzando. Por ella. Quiero ser la esposa que se merece, la mujer en quien pueda confiar.
Siguió mirándome en silencio.
—Mira, Rachel, sé que quieres gritarme y ponerme verde. Me parece estupendo. Lo acepto. Me lo merezco. Sé que tengo que ganarme tu confianza y lo haré. Lo conseguiré de alguna manera. Pero no—agité una mano sin saber muy bien cómo continuar—…No castigues a Britt.
Golpeó el suelo con el pie.
—Me gusta la idea del crucero que tuviste antes.
Parpadeé, confundida por el brusco cambio de tema.
—Ah, genial.
—A lo mejor podemos hablar de ella esta tarde.
—Claro.
Se dio media vuelta y se detuvo al llegar a la puerta.
—Cuando esté preparada para hablar de lo demás, te lo diré.
—De acuerdo.
—Hasta ese momento, me alegro de que hayas vuelto—apretó los labios y puso un brazo en jarras—He echado de menos tu socarronería.
Fui incapaz de contener la carcajada.
—Gracias. He echado de menos nuestras charlas—le guiñé un ojo, porque normalmente era ella quien hablaba mientras yo me limitaba a escuchar.
—Que no se te suba a la cabeza—resopló—No volvemos a ser amigas.
—Claro.
—No todavía, vamos—añadió antes de irse.
Me senté de nuevo al escritorio.
Era un comienzo.
Al menos me dirigía la palabra. Más o menos.
El jueves ya sentía que había recuperado mi espacio.
Los días estaban llenos de reuniones, sesiones para planear estrategias y mucho trabajo. Se parecía mucho a la etapa anterior, aunque en ese momento tenía un lugar al que quería volver al acabar el día.
Quería volver a casa con Brittany.
Me encantaba llegar a casa con la certeza de que ella estaría ahí. Disfrutaba de las noches que pasábamos juntas, compartiendo nuestro día.
Ansiaba sentir sus labios bajo los míos y cómo nuestros cuerpos se fundían en uno solo al final de la noche… o al principio, según nos apeteciera.
Habíamos usado varias de las superficies del departamento: la encimera de la cocina, el sofá e incluso la pared al lado de la puerta. El escritorio de mi despacho seguía siendo mi lugar preferido para hacerle el amor a Brittany.
Muchas veces se nos pasaba la hora de la cena porque no me saciaba de ella.
Esa noche me detuve a comprar flores sin más motivo que el de demostrarle que la quería.
Aún me resultaba raro el deseo de expresar una emoción tan desconocida como el amor, pero no dejaba de intentarlo.
Descubrí que Quinn era una buena consejera de vez en cuando.
Al entrar en el departamento, oí voces.
Fui al salón y me detuve al ver a Rachel sentada con Brittany en la barra de la cocina. Había una botella de vino vacía entre ellas, con las copas medio llenas.
Rachel había salido del trabajo a eso de las dos, y me daba en la nariz que estaba ahí desde entonces.
Contuve la sonrisa al entrar en la estancia, le di las flores a Brittany y, después, la besé con ganas. Ella me sonrió con los ojos rebosantes de felicidad.
Sabía lo que significaba que Rachel estuviera ahí.
No tener noticias suyas había supuesto una pesada carga para ella, y a mí me había frustrado mucho no poder hacer algo para mejorar la situación. Era algo que tenían que aclarar entre ellas… y la pelota estaba en el tejado de Rachel.
—¿Pido comida china para cenar?—pregunté al tiempo que me agachaba para acariciar su mejilla ruborizada.
Siempre se ponía colorada cuando bebía. Me gustaba besarle la piel cuando estaba tan cálida.
Así que lo hice.
Deslicé los labios por su mejilla hasta llegar a la comisura de sus labios y, después, besé su boca.
—Sí, por favor. Y gracias por las flores.
Besé de nuevo su deliciosa boca antes de incorporarme.
—¿Dos rollitos de primavera… o tres?—pregunté, mirando a Rachel.
—Cuatro—corrigió Rachel—Quinny vendrá dentro de un rato. Seguro que también tiene hambre.
—Voy a por una botella de vino.
Rachel se encogió de hombros.
—O dos.
Me eché a reír y le di un apretón en los hombros al pasar junto a ella.
—Me alegro de verte, Rachel.
Agitó una mano para restarle importancia al comentario.
—Lo que tú digas.
Sin embargo, me percaté del guiño travieso que le hizo a Brittany.
Retomaron la conversación. Me detuve en el pasillo a escucharlas. La risa de Brittany era ronca y feliz. La voz de Rachel parecía tan emocionada como de costumbre mientras le hablaba de la nueva exposición de arte a la que teníamos que asistir juntas.
Me sorprendí al comprobar que tenía que tomar una honda, y entrecortada, bocanada de aire antes de sonreír.
Mi esposa había recuperado a su amiga.
Poco a poco, Brittany estaba recomponiendo los pedazos de su vida, lo que quería decir que la mía se estaba alineando con la suya.
Estábamos creando una vida nueva.
Juntas.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
muy buen chiste de will y ema jajaja
que bueno que las dos esten volviendo a la normalidad antes que se enteren de todo!!!
nos vemos!!!
muy buen chiste de will y ema jajaja
que bueno que las dos esten volviendo a la normalidad antes que se enteren de todo!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Will nos asusto a varias que malo, lo bueno es que va mejorando todo.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
muy buen chiste de will y ema jajaja
que bueno que las dos esten volviendo a la normalidad antes que se enteren de todo!!!
nos vemos!!!
Hola lu, jaajajaj o no¿? jaajaj pero encuentro q estuvo bn la vrdd xD SI!!! las cosas van a empezar a mejorar al 100 por 100%, lo cual merecen jajaja. SAludos =D
Isabella28 escribió:Will nos asusto a varias que malo, lo bueno es que va mejorando todo.
Hola, jajaajajaj xD jaajaja para mi estuvo bn la vrd xD jajajaja. SI! ya era tiempo, se lo merecen! Saludos =D
micky morales escribió:
Hola, jajaaj si esas caritas suelen causar las cosas que le pasan a las brittana la vrdd ajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Cap 34-Último
Capitulo 34 - Último
Santana
Rachel se inclinó hacia delante y golpeó con el dedo una de las propuestas.
—Me gusta esta.
Negué con la cabeza.
—No, es muy simple—rebusqué entre el montón de cartulinas y cogí una de las que estaban más abajo—Esta llama la atención.
—Es demasiado llamativa.
—Tiene que ser llamativa, Rach. Estamos vendiendo diversión. Tiene que llamarte la atención.
Hizo un mohín con los labios y aproveché la oportunidad para beber un sorbo de café.
Habían pasado casi tres meses desde mi «regreso». Mi relación con todos los Schuester era sólida, tanto en el terreno profesional como en el personal.
Mi carrera profesional nunca me había resultado tan satisfactoria.
La vida con mi mujer era maravillosa.
Brittany había llenado mi mundo de una paz que antes nunca había echado en falta ni había sabido que necesitaba. Era el centro de mi vida, y todo lo que yo hacía giraba en torno a ella en cierto modo.
Estaba volcada en su trabajo de voluntaria y dos días a la semana trabajaba en Schuester Group, pero no para mí. Era la asistente personal de Emma, y ambas formaban un gran equipo.
Para mí era fantástico, porque podía verla en la oficina y en casa.
Rachel apartó la cartulina con un resoplido furioso.
—Me repatea que tengas razón.
Reí entre dientes al verla tan indignada. Iba a replicar al comentario cuando la llamaron por teléfono. Atendió la llamada y sonreí de nuevo al escuchar otro gruñido por su parte, algo que dejaba claro su nivel de frustración.
—Está bien. No, ya veré cómo me las arreglo—colgó y soltó el móvil en la mesa.
—¿Algún problema?
—Tengo el coche en el taller. La pieza que tienen que cambiar no llega hasta mañana. Quinny no está en la ciudad y necesito que alguien me lleve a casa. Voy a ver si mi papá sigue en la oficina.
—Se marchó justo después del almuerzo porque tenía una reunión. Dijo que se iría directo a casa cuando acabara.
—Mierda.
—Yo te llevo a casa.
—¿Estás segura?
—Ajá. Si quieres, mañana puedo pasar a buscarte.
—Me traerá mi papá. ¿No tienes planes con Britt esta noche?
—No. De hecho, esta noche tiene cursillo de informática, así que estoy libre.
—Genial. Gracias.
—De nada. Vamos a acabar esto y te llevo.
El trayecto fue agradable y rápido.
Puesto que había estado muchas veces en casa de Rachel, no necesité indicaciones para llegar.
Como de costumbre, Rachel no paró de parlotear en ningún momento y se pasó todo el rato hablándome de las aventuras y desventuras que estaba viviendo mientras buscaba un sofá nuevo.
Quinn y ella vivían a las afueras de la ciudad, en una nueva urbanización. Estaba cerca del agua, las casas eran grandes y se encontraban bastante separadas unas de otras.
Me gustaba la elegancia y la sencillez de la urbanización.
Después de dejar a Rachel, di una vuelta por las calles circundantes, admirando las casas y la tranquilidad del vecindario.
Aminoré la velocidad y me detuve delante de una casa que me llamó la atención.
Los ladrillos de color gris oscuro y el brillante azul de las molduras resaltaban entre los tonos más apagados del resto de las casas. Era de dos plantas, tenía un porche que recorría el perímetro completo y unos ventanales enormes.
Parecía acogedora.
Sin embargo, me llamó la atención porque había un hombre clavando un cartel de «Se vende» en el jardín. También vi que colocaba una especie de buzón donde irían los folletos con la información de la casa.
Sin pensar, me bajé del coche y eché a andar hacia el hombre, que sonrió cuando le pedí un folleto.
—Están dentro. Voy a por ellos—contestó—Los dueños no están en casa, pero estoy seguro de que no les importará. ¿Quiere echar un vistazo?
Miré de nuevo hacia la casa, sin saber muy bien por qué estaba interesada. Brittany y yo nunca habíamos hablado de la posibilidad de comprar una casa, ni de mudarnos.
Pero me gustaba.
—Sí, me encantaría.
Una hora después, regresé al coche con el folleto informativo en la mano y con una cita concertada para la mañana siguiente.
Quería que Brittany la viera.
Ella miró el folleto, confundida.
—¿Una casa? ¿Quieres una casa?
Le di unos golpecitos al folleto con un dedo.
—Quiero esta casa.
—¿Por qué? ¿Ya no te gusta el departamento?
Me había pasado toda la tarde pensando en el tema mientras esperaba que ella llegase.
—No está mal. Siempre me ha gustado, pero he pensado que no es un buen lugar en el que…—me rasqué la nuca con gesto nervioso—En el que criar niños.
Brittany abrió los ojos de par en par.
—Necesitan un jardín donde jugar, ¿verdad? Espacio para correr.
Ella sonrió y me dio unas palmaditas en la mano.
—Bueno, no son perros, pero sí, que haya un jardín para los niños es una ventaja—se pasó la lengua por el labio inferior mientras esbozaba una sonrisa traviesa—¿Estás… estás embarazada, Sanny?
—No—resoplé—Pero he pensado que tú lo estarás algún día. Y luego podría estarlo yo. Me gustaría que tu primero vivieras todas esas sensaciones y emociones del embarazo. Tú muy bien sabes que tengo mis óvulos congelados en una excelente clínica…creo que esto sería un momento importarte para darles un uso, ¿no?—la mire nerviosa—La siguiente en quedar embarazada sería yo, con tus óvulos claro, y así también vivir todo lo que conlleva el embarazo, si tú lo quieres claro—puse una mano en mi nuca—Pero si no lo quieres en ese orden, podría ser yo la primera en intentarlo ya sabes.
Brittany se echó a reír y después se puso seria.
—Estas desvariando, Sanny, tranquila—me acaricio la mejilla—¿Algún día en un futuro cercano?
Tomé una honda bocanada de aire para relajarme antes de responder:
—Si quieres.
—¡Sanny!—exclamó en voz baja—¿Estás segura?
—No estoy diciendo que deba ser mañana, o el mes que viene. Pero dentro de poco, sí. Quiero formar una familia contigo, Britt. Pero no quiero que mis hijos crezcan en un bloque de departamentos. Cuando era pequeña, deseaba tener un jardín en el que jugar en vez de tener que ir al parque durante el tiempo que me permitían hacerlo. Quiero un jardín para mis hijos—hice una pausa y carraspeé—Para nuestros hijos.
—En ese caso, me encantará ir a ver esa casa contigo.
—Está cerca de la de Rach y Q—añadí.
—¿Eso es una ventaja para ti o un inconveniente?
Sonreí.
—Depende del día.
—¿De verdad te gusta?
Asentí con la cabeza.
—La construyeron hace solo dos años. Fue el dueño quien lo hizo, así que es sólida. La venden porque han trasladado a su mujer. Es luminosa y espaciosa. Tiene cuatro dormitorios grandes y un despacho que sería estupendo para mí. Y una cocina muy bien equipada que creo que te va a encantar.
—Suena genial.
—El jardín trasero es enorme. Hay espacio para una piscina, algo que siempre he deseado. Tendríamos que vallarla, obviamente, pero se puede hacer.
—Parece que ya estás lista para mudarte.
La abracé por la cintura y la acerqué a mí.
—Si a ti te gusta, lo estoy. Si prefieres quedarte aquí de momento, nos quedaremos. Si prefieres mirar otras casas, eso haremos—miré la foto—Pero esta casa tiene algo que me gusta.
—Estoy deseando verla.
A Brittany le gustó incluso más que a mí.
Fue de estancia en estancia, abriendo armarios y examinando accesorios. Se detuvo en el dormitorio principal para admirar las vistas desde la terraza.
Estábamos lo bastante cerca como para ver el océano. La propiedad estaba protegida a ambos lados por una espesa y alta arboleda.
Era espectacular.
—¿Te gusta?
—Es increíble—murmuró—Transmite serenidad.
Señalé el camino que se internaba en la arboleda.
—Ese camino conduce hasta el borde de la propiedad y llega hasta el final de la arboleda. Las vistas del océano son impresionantes. Es como estar en la casita de alquiler. Tu trocito de paraíso.
—¡Oh, Sanny!
—Quería que lo tuvieras.
Se volvió entre mis brazos con una mirada radiante. Le tomé la cara entre las manos, la acerqué a mí y la besé en los labios.
—Vamos a seguir con el resto de la casa, ¿de acuerdo?
—Perfecto.
El cuarto de baño del dormitorio principal era una maravilla. Contaba con una bañera en un rincón en la que ya me veía disfrutando de un baño caliente con mi mujer en los brazos mientras bebíamos vino.
La abracé y apoyé la barbilla en su hombro.
—Te quiero en esa bañera, Britt-Britt—susurré al tiempo que la besaba en el cuello, por el que ascendí hasta el lóbulo de la oreja para mordisqueárselo—Quiero formar un enorme charco al pie de la bañera y escuchar cómo reverbera mi nombre en las paredes cuando lo grites—se estremeció y la besé de nuevo en el cuello. Después, me alejé de ella y le tendí una mano—¿Seguimos?
Me miró con los ojos entrecerrados, gesto que me arrancó una carcajada.
Me encantaba ponerla colorada.
La cocina fue la estancia que más le gustó. Me apoyé en la encimera y crucé los brazos por delante del pecho mientras la veía moverse de un lado para otro.
Para mí era un placer observar sus reacciones.
Acarició los armarios de madera, la fría superficie de la encimera de granito y los modernos electrodomésticos.
—¡La cantidad de cosas que puedo cocinar aquí!—exclamó cuando vio que había dos hornos y, después, suspiró al fijarse en el frigorífico y en el congelador—No sé yo si sería capaz de salir de esta cocina.
La miré a los ojos y supe que habíamos encontrado el siguiente paso de nuestro viaje en común.
Quería hacer eso por ella, por nosotras.
Quería ofrecérselo.
Una casa propia, donde se sintiera segura. Un lugar donde pudiéramos crear recuerdos que nos pertenecieran a ambas y donde construir una vida.
Moví las cejas a modo de pregunta silenciosa. No hubo titubeo alguno por su parte cuando asintió con la cabeza.
Sabía que podríamos mirar otras casas. De hecho, seguramente deberíamos hacerlo, pero esa parecía la adecuada.
Ya nos parecía nuestra.
Me volví y miré con una sonrisa al agente de la inmobiliaria, que nos observaba con una mirada ansiosa.
—Nos gustaría hacer una oferta.
Estaba segura de que me iban a estallar los tímpanos cuando compartimos las noticias con los Schuester unos días más tarde.
Los habíamos invitado a todos a cenar y, cuando acabamos de comer, les dijimos que habíamos comprado una casa y que íbamos a vivir a poca distancia de Rachel y Quinn.
—¿Es la casa gris?—gritó—¿La de las molduras azules? ¡Me encanta esa casa!—abrazó a Brittany—¡Vamos a ser vecinas!
Brittany sonrió de oreja a oreja, y sus ojos azules buscaron los míos. Llevaba todo el día sonriendo y riendo a carcajadas.
Su mirada era tranquila; su felicidad, palpable.
Sentí un orgullo que no se parecía en nada al que había sentido en el pasado.
Un orgullo que no tenía nada que ver con el trabajo bien hecho, con los halagos por una campaña en la que había invertido horas.
Era un orgullo personal basado en la certeza de haber hecho feliz a otro ser humano.
A un ser humano al que quería más de lo que jamás había imaginado.
Lo había hecho yo.
Will me miró a los ojos, señaló a Brittany con la cabeza y levantó la copa a modo de silencioso brindis. Yo levanté la mía, aceptando su implícita aprobación, consciente de que era la primera vez que me la había ganado.
—Me gusta esta.
Negué con la cabeza.
—No, es muy simple—rebusqué entre el montón de cartulinas y cogí una de las que estaban más abajo—Esta llama la atención.
—Es demasiado llamativa.
—Tiene que ser llamativa, Rach. Estamos vendiendo diversión. Tiene que llamarte la atención.
Hizo un mohín con los labios y aproveché la oportunidad para beber un sorbo de café.
Habían pasado casi tres meses desde mi «regreso». Mi relación con todos los Schuester era sólida, tanto en el terreno profesional como en el personal.
Mi carrera profesional nunca me había resultado tan satisfactoria.
La vida con mi mujer era maravillosa.
Brittany había llenado mi mundo de una paz que antes nunca había echado en falta ni había sabido que necesitaba. Era el centro de mi vida, y todo lo que yo hacía giraba en torno a ella en cierto modo.
Estaba volcada en su trabajo de voluntaria y dos días a la semana trabajaba en Schuester Group, pero no para mí. Era la asistente personal de Emma, y ambas formaban un gran equipo.
Para mí era fantástico, porque podía verla en la oficina y en casa.
Rachel apartó la cartulina con un resoplido furioso.
—Me repatea que tengas razón.
Reí entre dientes al verla tan indignada. Iba a replicar al comentario cuando la llamaron por teléfono. Atendió la llamada y sonreí de nuevo al escuchar otro gruñido por su parte, algo que dejaba claro su nivel de frustración.
—Está bien. No, ya veré cómo me las arreglo—colgó y soltó el móvil en la mesa.
—¿Algún problema?
—Tengo el coche en el taller. La pieza que tienen que cambiar no llega hasta mañana. Quinny no está en la ciudad y necesito que alguien me lleve a casa. Voy a ver si mi papá sigue en la oficina.
—Se marchó justo después del almuerzo porque tenía una reunión. Dijo que se iría directo a casa cuando acabara.
—Mierda.
—Yo te llevo a casa.
—¿Estás segura?
—Ajá. Si quieres, mañana puedo pasar a buscarte.
—Me traerá mi papá. ¿No tienes planes con Britt esta noche?
—No. De hecho, esta noche tiene cursillo de informática, así que estoy libre.
—Genial. Gracias.
—De nada. Vamos a acabar esto y te llevo.
El trayecto fue agradable y rápido.
Puesto que había estado muchas veces en casa de Rachel, no necesité indicaciones para llegar.
Como de costumbre, Rachel no paró de parlotear en ningún momento y se pasó todo el rato hablándome de las aventuras y desventuras que estaba viviendo mientras buscaba un sofá nuevo.
Quinn y ella vivían a las afueras de la ciudad, en una nueva urbanización. Estaba cerca del agua, las casas eran grandes y se encontraban bastante separadas unas de otras.
Me gustaba la elegancia y la sencillez de la urbanización.
Después de dejar a Rachel, di una vuelta por las calles circundantes, admirando las casas y la tranquilidad del vecindario.
Aminoré la velocidad y me detuve delante de una casa que me llamó la atención.
Los ladrillos de color gris oscuro y el brillante azul de las molduras resaltaban entre los tonos más apagados del resto de las casas. Era de dos plantas, tenía un porche que recorría el perímetro completo y unos ventanales enormes.
Parecía acogedora.
Sin embargo, me llamó la atención porque había un hombre clavando un cartel de «Se vende» en el jardín. También vi que colocaba una especie de buzón donde irían los folletos con la información de la casa.
Sin pensar, me bajé del coche y eché a andar hacia el hombre, que sonrió cuando le pedí un folleto.
—Están dentro. Voy a por ellos—contestó—Los dueños no están en casa, pero estoy seguro de que no les importará. ¿Quiere echar un vistazo?
Miré de nuevo hacia la casa, sin saber muy bien por qué estaba interesada. Brittany y yo nunca habíamos hablado de la posibilidad de comprar una casa, ni de mudarnos.
Pero me gustaba.
—Sí, me encantaría.
Una hora después, regresé al coche con el folleto informativo en la mano y con una cita concertada para la mañana siguiente.
Quería que Brittany la viera.
Ella miró el folleto, confundida.
—¿Una casa? ¿Quieres una casa?
Le di unos golpecitos al folleto con un dedo.
—Quiero esta casa.
—¿Por qué? ¿Ya no te gusta el departamento?
Me había pasado toda la tarde pensando en el tema mientras esperaba que ella llegase.
—No está mal. Siempre me ha gustado, pero he pensado que no es un buen lugar en el que…—me rasqué la nuca con gesto nervioso—En el que criar niños.
Brittany abrió los ojos de par en par.
—Necesitan un jardín donde jugar, ¿verdad? Espacio para correr.
Ella sonrió y me dio unas palmaditas en la mano.
—Bueno, no son perros, pero sí, que haya un jardín para los niños es una ventaja—se pasó la lengua por el labio inferior mientras esbozaba una sonrisa traviesa—¿Estás… estás embarazada, Sanny?
—No—resoplé—Pero he pensado que tú lo estarás algún día. Y luego podría estarlo yo. Me gustaría que tu primero vivieras todas esas sensaciones y emociones del embarazo. Tú muy bien sabes que tengo mis óvulos congelados en una excelente clínica…creo que esto sería un momento importarte para darles un uso, ¿no?—la mire nerviosa—La siguiente en quedar embarazada sería yo, con tus óvulos claro, y así también vivir todo lo que conlleva el embarazo, si tú lo quieres claro—puse una mano en mi nuca—Pero si no lo quieres en ese orden, podría ser yo la primera en intentarlo ya sabes.
Brittany se echó a reír y después se puso seria.
—Estas desvariando, Sanny, tranquila—me acaricio la mejilla—¿Algún día en un futuro cercano?
Tomé una honda bocanada de aire para relajarme antes de responder:
—Si quieres.
—¡Sanny!—exclamó en voz baja—¿Estás segura?
—No estoy diciendo que deba ser mañana, o el mes que viene. Pero dentro de poco, sí. Quiero formar una familia contigo, Britt. Pero no quiero que mis hijos crezcan en un bloque de departamentos. Cuando era pequeña, deseaba tener un jardín en el que jugar en vez de tener que ir al parque durante el tiempo que me permitían hacerlo. Quiero un jardín para mis hijos—hice una pausa y carraspeé—Para nuestros hijos.
—En ese caso, me encantará ir a ver esa casa contigo.
—Está cerca de la de Rach y Q—añadí.
—¿Eso es una ventaja para ti o un inconveniente?
Sonreí.
—Depende del día.
—¿De verdad te gusta?
Asentí con la cabeza.
—La construyeron hace solo dos años. Fue el dueño quien lo hizo, así que es sólida. La venden porque han trasladado a su mujer. Es luminosa y espaciosa. Tiene cuatro dormitorios grandes y un despacho que sería estupendo para mí. Y una cocina muy bien equipada que creo que te va a encantar.
—Suena genial.
—El jardín trasero es enorme. Hay espacio para una piscina, algo que siempre he deseado. Tendríamos que vallarla, obviamente, pero se puede hacer.
—Parece que ya estás lista para mudarte.
La abracé por la cintura y la acerqué a mí.
—Si a ti te gusta, lo estoy. Si prefieres quedarte aquí de momento, nos quedaremos. Si prefieres mirar otras casas, eso haremos—miré la foto—Pero esta casa tiene algo que me gusta.
—Estoy deseando verla.
A Brittany le gustó incluso más que a mí.
Fue de estancia en estancia, abriendo armarios y examinando accesorios. Se detuvo en el dormitorio principal para admirar las vistas desde la terraza.
Estábamos lo bastante cerca como para ver el océano. La propiedad estaba protegida a ambos lados por una espesa y alta arboleda.
Era espectacular.
—¿Te gusta?
—Es increíble—murmuró—Transmite serenidad.
Señalé el camino que se internaba en la arboleda.
—Ese camino conduce hasta el borde de la propiedad y llega hasta el final de la arboleda. Las vistas del océano son impresionantes. Es como estar en la casita de alquiler. Tu trocito de paraíso.
—¡Oh, Sanny!
—Quería que lo tuvieras.
Se volvió entre mis brazos con una mirada radiante. Le tomé la cara entre las manos, la acerqué a mí y la besé en los labios.
—Vamos a seguir con el resto de la casa, ¿de acuerdo?
—Perfecto.
El cuarto de baño del dormitorio principal era una maravilla. Contaba con una bañera en un rincón en la que ya me veía disfrutando de un baño caliente con mi mujer en los brazos mientras bebíamos vino.
La abracé y apoyé la barbilla en su hombro.
—Te quiero en esa bañera, Britt-Britt—susurré al tiempo que la besaba en el cuello, por el que ascendí hasta el lóbulo de la oreja para mordisqueárselo—Quiero formar un enorme charco al pie de la bañera y escuchar cómo reverbera mi nombre en las paredes cuando lo grites—se estremeció y la besé de nuevo en el cuello. Después, me alejé de ella y le tendí una mano—¿Seguimos?
Me miró con los ojos entrecerrados, gesto que me arrancó una carcajada.
Me encantaba ponerla colorada.
La cocina fue la estancia que más le gustó. Me apoyé en la encimera y crucé los brazos por delante del pecho mientras la veía moverse de un lado para otro.
Para mí era un placer observar sus reacciones.
Acarició los armarios de madera, la fría superficie de la encimera de granito y los modernos electrodomésticos.
—¡La cantidad de cosas que puedo cocinar aquí!—exclamó cuando vio que había dos hornos y, después, suspiró al fijarse en el frigorífico y en el congelador—No sé yo si sería capaz de salir de esta cocina.
La miré a los ojos y supe que habíamos encontrado el siguiente paso de nuestro viaje en común.
Quería hacer eso por ella, por nosotras.
Quería ofrecérselo.
Una casa propia, donde se sintiera segura. Un lugar donde pudiéramos crear recuerdos que nos pertenecieran a ambas y donde construir una vida.
Moví las cejas a modo de pregunta silenciosa. No hubo titubeo alguno por su parte cuando asintió con la cabeza.
Sabía que podríamos mirar otras casas. De hecho, seguramente deberíamos hacerlo, pero esa parecía la adecuada.
Ya nos parecía nuestra.
Me volví y miré con una sonrisa al agente de la inmobiliaria, que nos observaba con una mirada ansiosa.
—Nos gustaría hacer una oferta.
Estaba segura de que me iban a estallar los tímpanos cuando compartimos las noticias con los Schuester unos días más tarde.
Los habíamos invitado a todos a cenar y, cuando acabamos de comer, les dijimos que habíamos comprado una casa y que íbamos a vivir a poca distancia de Rachel y Quinn.
—¿Es la casa gris?—gritó—¿La de las molduras azules? ¡Me encanta esa casa!—abrazó a Brittany—¡Vamos a ser vecinas!
Brittany sonrió de oreja a oreja, y sus ojos azules buscaron los míos. Llevaba todo el día sonriendo y riendo a carcajadas.
Su mirada era tranquila; su felicidad, palpable.
Sentí un orgullo que no se parecía en nada al que había sentido en el pasado.
Un orgullo que no tenía nada que ver con el trabajo bien hecho, con los halagos por una campaña en la que había invertido horas.
Era un orgullo personal basado en la certeza de haber hecho feliz a otro ser humano.
A un ser humano al que quería más de lo que jamás había imaginado.
Lo había hecho yo.
Will me miró a los ojos, señaló a Brittany con la cabeza y levantó la copa a modo de silencioso brindis. Yo levanté la mía, aceptando su implícita aprobación, consciente de que era la primera vez que me la había ganado.
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Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
hola morra,..
san si que sabe darle todo lo bueno a britt!!!
una familia con todo quiere san jajaj!!
nos vemos!!
san si que sabe darle todo lo bueno a britt!!!
una familia con todo quiere san jajaj!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Me encanta como san se esmera por darle felicidad a britt, ya se vienen los niños y la mascota?
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Hola!!
Soy nueva en comentar, pero soy fiel lectora de tus adaptaciones, que de hecho me encantan, simplemente son las mejores, espero y sigas siempre!!
Gracias!!!!
Enviado desde Topic'it
Soy nueva en comentar, pero soy fiel lectora de tus adaptaciones, que de hecho me encantan, simplemente son las mejores, espero y sigas siempre!!
Gracias!!!!
Enviado desde Topic'it
Nay López Pierce* - Mensajes : 2
Fecha de inscripción : 17/11/2017
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Hola!!!
Pero si es mas linda que un sol Santana!!!!
Saludos
Pero si es mas linda que un sol Santana!!!!
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Santana es un sol, que mas puedo decir!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,..
san si que sabe darle todo lo bueno a britt!!!
una familia con todo quiere san jajaj!!
nos vemos!!
Hola lu, ooohh sii!! las cosas q hizo ya pueden ser olvidadas jaajjaja. SI!!! xfin!! se lo merecian! jajaja. Saludos =D
Isabella28 escribió:Me encanta como san se esmera por darle felicidad a britt, ya se vienen los niños y la mascota?
Hola, a mi tmbn!!! si es tan linda y tierna! jajajaajajajaj. SI¿? dices tu¿? Saludos =D
Nay López Pierce escribió:Hola!!
Soy nueva en comentar, pero soy fiel lectora de tus adaptaciones, que de hecho me encantan, simplemente son las mejores, espero y sigas siempre!!
Gracias!!!!
Enviado desde Topic'it
Hola, bienvenida entonces! Jajajaaj suele pasar, lo bueno esk puedas leer y mas aun comentar! Gracias, que bueno que te gusten! jaajajajaj. Tmbn lo espero jajaaj. De nada, pero como dije, gracias a ti. Si¿? funciona bn¿?
monica.santander escribió:Hola!!!
Pero si es mas linda que un sol Santana!!!!
Saludos
Hola, o no¿?!!! si toda esa frialdad se desaparece de una con su rubia ajajajajaj. Yo la kiero...a ambas la vrdd ajjajaja. Saludos =D
micky morales escribió: Santana es un sol, que mas puedo decir!!!!
Hola, jajaajaj si que lo es! es la mejor! Nada, con san cuando se porta así no ai nada q decir ajajajaj. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Epílogo
El conocido dolor se extendió por mi cabeza poco a poco, los párpados empezaron a pesarme y sentí cómo se me tensaban los hombros y la nuca.
Miré por la ventana y vi cómo se avecinaba la tormenta mientras me preguntaba si lograría llegar a casa antes de que el dolor de cabeza se convirtiera en migraña.
Los tres golpecitos en la puerta con los que Marley siempre llamaba sonaron como disparos en mi dolorida cabeza. Me apoyé en el cuero frío del sillón y cerré los ojos.
—Adelante—dije en voz todo lo alta que fui capaz.
—¿Necesitas algo, Santana?
Ni me molesté en levantar la cabeza.
—¿Puedes cancelar lo de Noah Puckerman?
—Ya lo he hecho.
—Genial. También te puedes tomar el resto de la tarde libre, Marley. No voy a servir para nada.
—¿Puedo hacer algo?
Suspiré sin abrir los ojos.
—Si no te ofende, una taza de café y unos analgésicos estarían bien. Y si puedes llamar a mi esposa y pasarme la llamada, sería genial.
Se echó a reír por lo bajo.
—Creo que me las podré apañar, Santana.
—Gracias.
Se fue y yo me froté las sienes.
Sabía que cuando hablara con Brittany, me diría que dejara el coche en el trabajo y cogiera un taxi para volver a casa.
También sabía que, cuando llegara, tendría preparadas compresas frías, analgésicos más fuertes y sus tiernas caricias para aliviar el dolor de cabeza.
Solo tenía que llegar hasta ella.
El café y el paracetamol que Marley me llevaría me ayudarían hasta conseguirlo.
Oí pasos, sentí que me ponían las pastillas en la mano y el olor a café me asaltó la nariz.
Sin embargo, no fue la voz de Marley la que llegó a mis oídos.
—Bebe.
Tragué las pastillas, aliviada, y cogí a tientas la mano de mi esposa.
—¿Qué haces aquí? Hoy no tenías que venir.
—Marley me llamó esta mañana para decirme que estabas rara. Supuse que estabas incubando uno de tus dolores de cabeza, así que he venido para llevarte a casa. Me la he encontrado cuando volvía de la sala de descanso.
Con un gemido, me incliné hacia delante y enterré la cara en el abdomen de Brittany. La gélida temperatura de la compresa fría fue un bálsamo cuando me la puso en la nuca, antes de acariciarme el pelo con los dedos.
—Vamos a dejar que las pastillas hagan efecto y luego nos iremos a casa.
—De acuerdo.
—Deberías haber llamado antes—me reprendió en voz baja—Ya sabes cómo te afectan las bajas presiones.
—Tenía que trabajar—protesté al tiempo que le estrechaba la cintura con más fuerza, ya que necesitaba sentirla más cerca.
—¿Y cuánto has conseguido hacer?
—No mucho.
—Un plan estupendo por lo que veo—se burló.
—Que te follen, López—mascullé, usando su frase preferida.
Se estremeció por culpa de las carcajadas que estaba conteniendo, pero siguió acariciándome con ternura.
—Gracias por venir a buscarme.
Sentí sus labios en la coronilla.
—De nada.
—¿Nuestra chica no se siente bien, Britt?—preguntó Will en voz baja en el silencio del despacho.
—Tiene un buen dolor de cabeza.
—Ya me parecía a mí… Esta mañana no ha estado muy fina en la reunión.
—Todo el mundo me conoce de maravilla—dije con sequedad, pero no levanté la cabeza—¿Es que no puede dolerme la cabeza sin que todo el mundo se dé cuenta?
Los dos pasaron de mí, como si no hubiera hablado.
—¿Te la llevas a casa?
—En cuanto pueda moverse.
Agité una mano.
—Que estoy aquí.
Brittany me dio unas palmaditas en la cabeza.
—Siempre se pone muy gruñona cuando no se encuentra bien.
—Me he dado cuenta.
De repente, la voz de Emma se sumó a la conversación.
—¡Ay, no!, ¿dolor de cabeza? ¡Pobre San!
Gemí.
Estaba en modo de mamá.
—Estoy bien—mascullé.
—Está gruñona—dijo Will—No deja de llevar la contraria.
—Siempre le pasa lo mismo cuando le duele la cabeza—repuso Emma—Menos mal que has venido, Britt.
—¿Necesitas ayuda?—preguntó Rachel, cuyo taconeo anunció su llegada—A lo mejor podemos llevarla al coche o algo.
Se acabó.
Nadie me iba a llevar a ninguna parte. Tenían que dejarme tranquila.
Levanté la cabeza despacio, abrí los ojos con mucho esfuerzo y abrí la boca para decirles a todos que se fueran. Pero me topé con la expresión preocupada de Brittany.
Me sonrió, me tomó la cara entre las manos y enarcó una ceja. Desvié la mirada hacia las personas que había a su espalda y solo me topé con expresiones preocupadas y atentas.
Will estaba apoyado en la pared, con una expresión guasona en la cara, ya que sabía lo mucho que detestaba que intentaran mimarme.
El enfado se me pasó enseguida al darme cuenta de que la gente que me rodeaba lo hacía por un solo motivo: se preocupaban por mí.
—No hace falta que me lleve nadie—mascullé al tiempo que volvía a apoyar la cabeza en el cuerpo cálido de mi mujer—Britt y yo podemos apañárnoslas.
—Asegúrate de que esperas el tiempo necesario para no echar hasta la primera papilla en su coche—aconsejó Rachel.
Su franqueza me hizo reír.
—Buen consejo.
—Llama si necesitas algo, Britt.
—Lo haré. Gracias, Will.
—Supongo que no irás a la clase de yoga de esta tarde—dijo Rachel.
—Ya te lo confirmo.
Oí sus pasos y cómo cerraban la puerta con suavidad.
—¿Se han ido?
Brittany me levantó la barbilla y me apartó el pelo de la frente.
—Sí—se inclinó y me besó la cara—Se preocupan por ti, corazón, nada más.
Me reí entre dientes al oír el apelativo cariñoso.
—Lo sé. Todavía no me acostumbro.
—Se nota la mejora. Ni siquiera les has soltado un taco.
Esbocé una sonrisa torcida.
—Eso es porque estabas tú aquí—en ese momento fue ella quien se rio entre dientes—Puedes ir a la clase de yoga. Seguramente me quedaré dormida.
—Ya veré qué tal. ¿Crees que serás capaz de soportar el trayecto a casa?
Abrí un ojo y asentí con la cabeza.
—Las pastillas están haciendo efecto.
—Está bien, bueno vayámonos a casa.
Me levanté.
No me sorprendió ver que ella ya tenía mi maletín en la mano. Siempre iba un paso por delante.
Atravesamos el pasillo desierto para llegar al ascensor. Mantuve en todo momento el brazo alrededor de su cintura, no solo por el apoyo que me proporcionaba, sino porque me gustaba tenerla cerca.
Una vez en el coche, eché la cabeza hacia atrás, volví a cerrar los ojos y dejé que el frío me impregnara la piel gracias a la compresa que me había puesto en la nuca.
Busqué a tientas su mano.
—Gracias.
Me rozó los labios con los suyos.
—Siempre podrás contar conmigo.
Tomé una honda y reparadora bocanada de aire. Me encantaba vivir tan cerca del agua.
Brittany había ido a la clase de yoga y, después de despertarme, salí al exterior, aliviado al ver que la tormenta había pasado y se había llevado consigo los peores efectos del dolor de cabeza.
Eché un vistazo por el jardín trasero y repasé todos los cambios que había sufrido a lo largo de los meses que habían pasado desde que nos mudamos.
La piscina había sido la prioridad, y en ese momento estaba a un lado, reluciente y tranquila a la luz del atardecer. Junto a la piscina estaba la casita, el lugar preferido de Brittany de todo el jardín trasero. Era la casita que había compartido con Penny durante sus breves vacaciones: de un azul brillante, con contraventanas blancas, que mantenía sus recuerdos intactos.
Había hecho un trato con Joe para comprarla y que la transportasen ahí para ella.
Por dentro, estaba renovada para que fuera más práctica, pero mantenía intacto su rústico atractivo.
La reacción de Brittany al verla fue visceral y muy emotiva.
Flashback
—Britt- Britt, ven—tiré de su mano para que me siguiera por toda la casa—Quiero enseñarte algo.
Sonrió.
—¿Ya está lista la piscina?
—Casi.
La conduje a la terraza, presa de los nervios. Nunca había hecho algo tan sentimental en toda la vida.
Extendí un brazo.
—Te he conseguido una casita para la piscina.
Se quedó paralizada, con la vista en la casita que había comprado y que estaba colocada sobre una base de hormigón junto a la piscina. El porche era nuevo y estaba recién pintado para combinar con las contraventanas, pero era su casita.
—¡San!—exclamó—¿Qué…? ¿Cómo?
—Era importante para ti. Quería que la tuvieras.
Me echó los brazos al cuello y sus cálidas lágrimas me humedecieron el cuello.
—Dime que son lágrimas de felicidad—le supliqué en voz baja.
Detestaba verla llorar. Nunca sabía qué hacer cuando se ponía a llorar ni cómo aliviar su sufrimiento.
—Claro que sí—sorbió por la nariz.
—Sigue sin gustarme verte llorar. Así que para, por favor.
—Gracias, Sanny. No sé cómo decirte lo mucho que significa esto para mí—me miró con todo el amor que sentía en los ojos—Te quiero.
Parpadeé al sentir el escozor de las lágrimas.
—Te quiero.
Fin Flashback
Me bastaba con recordar su reacción para esbozar una sonrisa y sentir que la felicidad me inundaba el corazón.
Algo que solo ella era capaz de lograr.
La puerta se abrió a mi espalda y el olor de Brittany me envolvió cuando se acercó para besarme la cabeza.
—¿Te encuentras mejor?
—Mucho mejor. Sobre todo ahora que estás en casa.
—Bien.
—¿Qué tal ha ido el yoga? ¿Has conseguido hacer la postura de la cobra esta tarde?
Se echó a reír.
—No, ya han aprendido a mantenerse lejos de mí. Siempre he creído que el yoga me ayudaría a mejorar el equilibrio, pero parece que soy inmune a esos beneficios.
—¿El bebé le hizo estragos esta vez a Rach?
—No, esta vez solo la hizo ir al baño todo el tiempo.
La miré cuando se colocó delante de mí. Su cuerpo era perfecto: fuerte y tonificado.
—No sé, cariño. La verdad es que me gustan los beneficios—me di unas palmaditas en la rodilla—Podrías sentarte aquí y así te demuestro lo mucho que me gustan. Si te apetece, claro.
Se sentó y me rodeó el cuello con los brazos.
—Últimamente, me has demostrado muy a menudo cuánto te gustan los beneficios.
Deslicé la mano por una de sus piernas hasta cerrar los dedos en torno a su pantorrilla.
—Solo quiero demostrarte mi aprecio.
Jugueteó con mi pelo mientras una expresión nerviosa aparecía en su cara.
Fruncí el ceño.
Se parecía mucho a la expresión que lucía cuando empezamos nuestra relación.
—¿Qué pasa?
—Nada, pero tengo que decirte algo. Y no sé muy bien cómo te lo vas a tomar.
—Suéltalo.
Tomó una bocanada de aire.
—Estoy embarazada, San.
Todo se quedó en silencio a mi alrededor. Me quedé sin aliento y se me formó un enorme nudo en la garganta.
Sus palabras resonaron en mi cabeza.
Habíamos hablado del tema, habíamos acordado que ella sería la primera en intentar quedar embarazada.
—Esto…—¿había funcionado?—¿Si?—susurré.
Me tomó la cara entre las manos.
—Estoy de poco tiempo. De muy poco tiempo. Como dijo la doctora Holly, podía no funcionar la primera vez, pero a nosotras si nos funcionó, Sanny.
Conseguí asentir con la cabeza mientras recordaba aquel día.
Habíamos ido a visitar a la doctora Holly Holliday para comprobar el cuerpo de Brittany y someterla al tratamiento. Nos explicó que podía no funcionar la primera vez o hasta la segundo o tercera, que no nos desanimáramos.
Luego, esa noche teníamos la celebración de los premios por las campañas. Mi campaña para Sebastián Smythe se había llevado el mayor galardón del año.
Will se había emocionado y se había enorgullecido… lo mismo que yo. Lo había celebrado a lo grande con mi esposa.
—Sanny—susurró—Dime algo.
Esperé a que el pánico me consumiera. O la rabia. Pero cuando miré a los ojos de mi esposa, solo experimenté una emoción…
Alegría.
Extendí los dedos sobre su vientre, todavía plano, y sonreí.
—Te he dejado embarazada.
—Bueno sí.
—Funcionó, ¿eh? Y a la primera—enarcó una ceja—Voy a ser mamá.
—Vas a ser mamá. Vas a ser una mamá genial.
Sopesé esas palabras en la cabeza. No iba a ser «madre», sino «mamá».
No sería una figura ausente en la vida de mi hijo. Me negaba a permitir que eso sucediera.
—Con tu ayuda, lo seré.
—No permitiré que fracases.
—Lo sé—le coloqué una mano en la nuca y tiré de ella hasta que nuestras caras estuvieron muy juntas para poder besarla—¿Estás bien?
Asintió con la cabeza.
—Estoy bien. Volveré al médico dentro de unas cuantas semanas.
—Te acompaño.
—Está bien.
—Y se acabó el yoga. Puede que tengas menos equilibrio que de costumbre.
Puso los ojos en blanco y me golpeó un hombro.
—Que te follen, López.
Me eché a reír al tiempo que la abrazaba. Así era mi mujer.
—Te quiero, Britt-Britt—susurré.
—Yo también te quiero.
Se acurrucó contra mí y la abracé con fuerza mientras le colocaba la mano en el vientre una vez más. Bajé la vista y me di cuenta de que estaba abrazando a toda mi familia.
Todo, cada paso que había dado en la vida, me había llevado hasta ese momento.
El pasado ya estaba olvidado, la oscuridad había quedo desterrada gracias a la mujer que tenía en los brazos y al regalo que me había ofrecido.
El futuro era brillante y, gracias a ella y a ese momento, era prometedor y maravilloso.
Era, tal como Penny dijo en una ocasión, uno de los momentos geniales de la vida.
De hecho, era el mejor momento de todos.
Miré por la ventana y vi cómo se avecinaba la tormenta mientras me preguntaba si lograría llegar a casa antes de que el dolor de cabeza se convirtiera en migraña.
Los tres golpecitos en la puerta con los que Marley siempre llamaba sonaron como disparos en mi dolorida cabeza. Me apoyé en el cuero frío del sillón y cerré los ojos.
—Adelante—dije en voz todo lo alta que fui capaz.
—¿Necesitas algo, Santana?
Ni me molesté en levantar la cabeza.
—¿Puedes cancelar lo de Noah Puckerman?
—Ya lo he hecho.
—Genial. También te puedes tomar el resto de la tarde libre, Marley. No voy a servir para nada.
—¿Puedo hacer algo?
Suspiré sin abrir los ojos.
—Si no te ofende, una taza de café y unos analgésicos estarían bien. Y si puedes llamar a mi esposa y pasarme la llamada, sería genial.
Se echó a reír por lo bajo.
—Creo que me las podré apañar, Santana.
—Gracias.
Se fue y yo me froté las sienes.
Sabía que cuando hablara con Brittany, me diría que dejara el coche en el trabajo y cogiera un taxi para volver a casa.
También sabía que, cuando llegara, tendría preparadas compresas frías, analgésicos más fuertes y sus tiernas caricias para aliviar el dolor de cabeza.
Solo tenía que llegar hasta ella.
El café y el paracetamol que Marley me llevaría me ayudarían hasta conseguirlo.
Oí pasos, sentí que me ponían las pastillas en la mano y el olor a café me asaltó la nariz.
Sin embargo, no fue la voz de Marley la que llegó a mis oídos.
—Bebe.
Tragué las pastillas, aliviada, y cogí a tientas la mano de mi esposa.
—¿Qué haces aquí? Hoy no tenías que venir.
—Marley me llamó esta mañana para decirme que estabas rara. Supuse que estabas incubando uno de tus dolores de cabeza, así que he venido para llevarte a casa. Me la he encontrado cuando volvía de la sala de descanso.
Con un gemido, me incliné hacia delante y enterré la cara en el abdomen de Brittany. La gélida temperatura de la compresa fría fue un bálsamo cuando me la puso en la nuca, antes de acariciarme el pelo con los dedos.
—Vamos a dejar que las pastillas hagan efecto y luego nos iremos a casa.
—De acuerdo.
—Deberías haber llamado antes—me reprendió en voz baja—Ya sabes cómo te afectan las bajas presiones.
—Tenía que trabajar—protesté al tiempo que le estrechaba la cintura con más fuerza, ya que necesitaba sentirla más cerca.
—¿Y cuánto has conseguido hacer?
—No mucho.
—Un plan estupendo por lo que veo—se burló.
—Que te follen, López—mascullé, usando su frase preferida.
Se estremeció por culpa de las carcajadas que estaba conteniendo, pero siguió acariciándome con ternura.
—Gracias por venir a buscarme.
Sentí sus labios en la coronilla.
—De nada.
—¿Nuestra chica no se siente bien, Britt?—preguntó Will en voz baja en el silencio del despacho.
—Tiene un buen dolor de cabeza.
—Ya me parecía a mí… Esta mañana no ha estado muy fina en la reunión.
—Todo el mundo me conoce de maravilla—dije con sequedad, pero no levanté la cabeza—¿Es que no puede dolerme la cabeza sin que todo el mundo se dé cuenta?
Los dos pasaron de mí, como si no hubiera hablado.
—¿Te la llevas a casa?
—En cuanto pueda moverse.
Agité una mano.
—Que estoy aquí.
Brittany me dio unas palmaditas en la cabeza.
—Siempre se pone muy gruñona cuando no se encuentra bien.
—Me he dado cuenta.
De repente, la voz de Emma se sumó a la conversación.
—¡Ay, no!, ¿dolor de cabeza? ¡Pobre San!
Gemí.
Estaba en modo de mamá.
—Estoy bien—mascullé.
—Está gruñona—dijo Will—No deja de llevar la contraria.
—Siempre le pasa lo mismo cuando le duele la cabeza—repuso Emma—Menos mal que has venido, Britt.
—¿Necesitas ayuda?—preguntó Rachel, cuyo taconeo anunció su llegada—A lo mejor podemos llevarla al coche o algo.
Se acabó.
Nadie me iba a llevar a ninguna parte. Tenían que dejarme tranquila.
Levanté la cabeza despacio, abrí los ojos con mucho esfuerzo y abrí la boca para decirles a todos que se fueran. Pero me topé con la expresión preocupada de Brittany.
Me sonrió, me tomó la cara entre las manos y enarcó una ceja. Desvié la mirada hacia las personas que había a su espalda y solo me topé con expresiones preocupadas y atentas.
Will estaba apoyado en la pared, con una expresión guasona en la cara, ya que sabía lo mucho que detestaba que intentaran mimarme.
El enfado se me pasó enseguida al darme cuenta de que la gente que me rodeaba lo hacía por un solo motivo: se preocupaban por mí.
—No hace falta que me lleve nadie—mascullé al tiempo que volvía a apoyar la cabeza en el cuerpo cálido de mi mujer—Britt y yo podemos apañárnoslas.
—Asegúrate de que esperas el tiempo necesario para no echar hasta la primera papilla en su coche—aconsejó Rachel.
Su franqueza me hizo reír.
—Buen consejo.
—Llama si necesitas algo, Britt.
—Lo haré. Gracias, Will.
—Supongo que no irás a la clase de yoga de esta tarde—dijo Rachel.
—Ya te lo confirmo.
Oí sus pasos y cómo cerraban la puerta con suavidad.
—¿Se han ido?
Brittany me levantó la barbilla y me apartó el pelo de la frente.
—Sí—se inclinó y me besó la cara—Se preocupan por ti, corazón, nada más.
Me reí entre dientes al oír el apelativo cariñoso.
—Lo sé. Todavía no me acostumbro.
—Se nota la mejora. Ni siquiera les has soltado un taco.
Esbocé una sonrisa torcida.
—Eso es porque estabas tú aquí—en ese momento fue ella quien se rio entre dientes—Puedes ir a la clase de yoga. Seguramente me quedaré dormida.
—Ya veré qué tal. ¿Crees que serás capaz de soportar el trayecto a casa?
Abrí un ojo y asentí con la cabeza.
—Las pastillas están haciendo efecto.
—Está bien, bueno vayámonos a casa.
Me levanté.
No me sorprendió ver que ella ya tenía mi maletín en la mano. Siempre iba un paso por delante.
Atravesamos el pasillo desierto para llegar al ascensor. Mantuve en todo momento el brazo alrededor de su cintura, no solo por el apoyo que me proporcionaba, sino porque me gustaba tenerla cerca.
Una vez en el coche, eché la cabeza hacia atrás, volví a cerrar los ojos y dejé que el frío me impregnara la piel gracias a la compresa que me había puesto en la nuca.
Busqué a tientas su mano.
—Gracias.
Me rozó los labios con los suyos.
—Siempre podrás contar conmigo.
Tomé una honda y reparadora bocanada de aire. Me encantaba vivir tan cerca del agua.
Brittany había ido a la clase de yoga y, después de despertarme, salí al exterior, aliviado al ver que la tormenta había pasado y se había llevado consigo los peores efectos del dolor de cabeza.
Eché un vistazo por el jardín trasero y repasé todos los cambios que había sufrido a lo largo de los meses que habían pasado desde que nos mudamos.
La piscina había sido la prioridad, y en ese momento estaba a un lado, reluciente y tranquila a la luz del atardecer. Junto a la piscina estaba la casita, el lugar preferido de Brittany de todo el jardín trasero. Era la casita que había compartido con Penny durante sus breves vacaciones: de un azul brillante, con contraventanas blancas, que mantenía sus recuerdos intactos.
Había hecho un trato con Joe para comprarla y que la transportasen ahí para ella.
Por dentro, estaba renovada para que fuera más práctica, pero mantenía intacto su rústico atractivo.
La reacción de Brittany al verla fue visceral y muy emotiva.
Flashback
—Britt- Britt, ven—tiré de su mano para que me siguiera por toda la casa—Quiero enseñarte algo.
Sonrió.
—¿Ya está lista la piscina?
—Casi.
La conduje a la terraza, presa de los nervios. Nunca había hecho algo tan sentimental en toda la vida.
Extendí un brazo.
—Te he conseguido una casita para la piscina.
Se quedó paralizada, con la vista en la casita que había comprado y que estaba colocada sobre una base de hormigón junto a la piscina. El porche era nuevo y estaba recién pintado para combinar con las contraventanas, pero era su casita.
—¡San!—exclamó—¿Qué…? ¿Cómo?
—Era importante para ti. Quería que la tuvieras.
Me echó los brazos al cuello y sus cálidas lágrimas me humedecieron el cuello.
—Dime que son lágrimas de felicidad—le supliqué en voz baja.
Detestaba verla llorar. Nunca sabía qué hacer cuando se ponía a llorar ni cómo aliviar su sufrimiento.
—Claro que sí—sorbió por la nariz.
—Sigue sin gustarme verte llorar. Así que para, por favor.
—Gracias, Sanny. No sé cómo decirte lo mucho que significa esto para mí—me miró con todo el amor que sentía en los ojos—Te quiero.
Parpadeé al sentir el escozor de las lágrimas.
—Te quiero.
Fin Flashback
Me bastaba con recordar su reacción para esbozar una sonrisa y sentir que la felicidad me inundaba el corazón.
Algo que solo ella era capaz de lograr.
La puerta se abrió a mi espalda y el olor de Brittany me envolvió cuando se acercó para besarme la cabeza.
—¿Te encuentras mejor?
—Mucho mejor. Sobre todo ahora que estás en casa.
—Bien.
—¿Qué tal ha ido el yoga? ¿Has conseguido hacer la postura de la cobra esta tarde?
Se echó a reír.
—No, ya han aprendido a mantenerse lejos de mí. Siempre he creído que el yoga me ayudaría a mejorar el equilibrio, pero parece que soy inmune a esos beneficios.
—¿El bebé le hizo estragos esta vez a Rach?
—No, esta vez solo la hizo ir al baño todo el tiempo.
La miré cuando se colocó delante de mí. Su cuerpo era perfecto: fuerte y tonificado.
—No sé, cariño. La verdad es que me gustan los beneficios—me di unas palmaditas en la rodilla—Podrías sentarte aquí y así te demuestro lo mucho que me gustan. Si te apetece, claro.
Se sentó y me rodeó el cuello con los brazos.
—Últimamente, me has demostrado muy a menudo cuánto te gustan los beneficios.
Deslicé la mano por una de sus piernas hasta cerrar los dedos en torno a su pantorrilla.
—Solo quiero demostrarte mi aprecio.
Jugueteó con mi pelo mientras una expresión nerviosa aparecía en su cara.
Fruncí el ceño.
Se parecía mucho a la expresión que lucía cuando empezamos nuestra relación.
—¿Qué pasa?
—Nada, pero tengo que decirte algo. Y no sé muy bien cómo te lo vas a tomar.
—Suéltalo.
Tomó una bocanada de aire.
—Estoy embarazada, San.
Todo se quedó en silencio a mi alrededor. Me quedé sin aliento y se me formó un enorme nudo en la garganta.
Sus palabras resonaron en mi cabeza.
Habíamos hablado del tema, habíamos acordado que ella sería la primera en intentar quedar embarazada.
—Esto…—¿había funcionado?—¿Si?—susurré.
Me tomó la cara entre las manos.
—Estoy de poco tiempo. De muy poco tiempo. Como dijo la doctora Holly, podía no funcionar la primera vez, pero a nosotras si nos funcionó, Sanny.
Conseguí asentir con la cabeza mientras recordaba aquel día.
Habíamos ido a visitar a la doctora Holly Holliday para comprobar el cuerpo de Brittany y someterla al tratamiento. Nos explicó que podía no funcionar la primera vez o hasta la segundo o tercera, que no nos desanimáramos.
Luego, esa noche teníamos la celebración de los premios por las campañas. Mi campaña para Sebastián Smythe se había llevado el mayor galardón del año.
Will se había emocionado y se había enorgullecido… lo mismo que yo. Lo había celebrado a lo grande con mi esposa.
—Sanny—susurró—Dime algo.
Esperé a que el pánico me consumiera. O la rabia. Pero cuando miré a los ojos de mi esposa, solo experimenté una emoción…
Alegría.
Extendí los dedos sobre su vientre, todavía plano, y sonreí.
—Te he dejado embarazada.
—Bueno sí.
—Funcionó, ¿eh? Y a la primera—enarcó una ceja—Voy a ser mamá.
—Vas a ser mamá. Vas a ser una mamá genial.
Sopesé esas palabras en la cabeza. No iba a ser «madre», sino «mamá».
No sería una figura ausente en la vida de mi hijo. Me negaba a permitir que eso sucediera.
—Con tu ayuda, lo seré.
—No permitiré que fracases.
—Lo sé—le coloqué una mano en la nuca y tiré de ella hasta que nuestras caras estuvieron muy juntas para poder besarla—¿Estás bien?
Asintió con la cabeza.
—Estoy bien. Volveré al médico dentro de unas cuantas semanas.
—Te acompaño.
—Está bien.
—Y se acabó el yoga. Puede que tengas menos equilibrio que de costumbre.
Puso los ojos en blanco y me golpeó un hombro.
—Que te follen, López.
Me eché a reír al tiempo que la abrazaba. Así era mi mujer.
—Te quiero, Britt-Britt—susurré.
—Yo también te quiero.
Se acurrucó contra mí y la abracé con fuerza mientras le colocaba la mano en el vientre una vez más. Bajé la vista y me di cuenta de que estaba abrazando a toda mi familia.
Todo, cada paso que había dado en la vida, me había llevado hasta ese momento.
El pasado ya estaba olvidado, la oscuridad había quedo desterrada gracias a la mujer que tenía en los brazos y al regalo que me había ofrecido.
El futuro era brillante y, gracias a ella y a ese momento, era prometedor y maravilloso.
Era, tal como Penny dijo en una ocasión, uno de los momentos geniales de la vida.
De hecho, era el mejor momento de todos.
FIN
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Hola, aquí el final de otra historia. MUCHAS GRACIAS! a todas las personas que se dieron un tiempo para leer y comentar!
GRACIAS.
Ya subo el inicio del siguiente!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
Hola, aquí el final de otra historia. MUCHAS GRACIAS! a todas las personas que se dieron un tiempo para leer y comentar!
GRACIAS.
Ya subo el inicio del siguiente!
Pd: como se dieron cuenta si cambio el nombre del foro xD pero no pasa nada, solo es el nombre SIGAN! publicando, leyendo y comentando. Solo cambien "gleeklatino.com" por "gleelatino.forosactivos.net"
Pero, como les digo SIGAN! comentando, publicando y leyendo! Saludos =D
Pd: Se sacan las historias del foro y las publican en otras partes. Por MI parte y MIS adaptaciones, cópienlas si quieren, pero al menos NOMBREN AL FORO! Minino en agradecimiento a las personas del foro. SI NO NOMBRAN AL FORO, AL MENOS, VOY A ELIMINAR MIS ADAPTACIONES!
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
hola morra,...
excelente historia como siempre!!!
al fin san consiguió lo que nunca pudo tener!!!
y mucho mas!!!
nos vemos!!
excelente historia como siempre!!!
al fin san consiguió lo que nunca pudo tener!!!
y mucho mas!!!
nos vemos!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Me encanto!! Bueno como todas tus adap. Que hermosa su familia y hermosos los detalles de san. Gracias denuevo.
Isabella28****** - Mensajes : 378
Fecha de inscripción : 12/10/2017
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Que hermoso final, GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
3:) escribió:hola morra,...
excelente historia como siempre!!!
al fin san consiguió lo que nunca pudo tener!!!
y mucho mas!!!
nos vemos!!
Hola lu, que bueno que te gustara! SI! se lo merecia la vrdd! Si que si...Ambas! ajajajja. Saludos =D
Isabella28 escribió:Me encanto!! Bueno como todas tus adap. Que hermosa su familia y hermosos los detalles de san. Gracias denuevo.
Hola, que bueno! JAjaajaj eso es uan mujor jjajajaaj. SI! se merecian esa familia! De nada, pero gracias a ti por leer y comentar! Saludos =D
micky morales escribió: Que hermoso final, GRACIAS, GRACIAS Y MIL VECES GRACIAS!!!!!!
Hola, o no¿? jajajaja. JAjaajajaj De nada, gracias a ti por el tiempo de leer y comentar! Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
Awww que hermoso. Hubiese deseado un poco más de la historia... me gusto mucho el otro fic donse Santana es sexo servidora pero no recuerdo el nombre... como siempre la selecciòn de historias impecable. Saludos...
marthagr81@yahoo.es-*-* - Mensajes : 3589
Fecha de inscripción : 26/09/2013
Edad : 43
Re: FanFic Brittana: Contrato (Adaptada) Epílogo
marthagr81@yahoo.es escribió:Awww que hermoso. Hubiese deseado un poco más de la historia... me gusto mucho el otro fic donse Santana es sexo servidora pero no recuerdo el nombre... como siempre la selecciòn de historias impecable. Saludos...
Hola perdida, que bueno q te lo pareció. Jajajaaj siempre se kiere mas de ellas! Uuuuh me pillas, aaa el que comentaste después¿? "de noche"¿? Que bueno q te gusta y espero lo siga siendo! Ardua busqueda. Saludos =D
23l1-*-*-* - Mensajes : 5832
Fecha de inscripción : 12/08/2013
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