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Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
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franciscagleek
Emy_Rodriguez Groff
12 participantes
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Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Por Dios Emy mas increible no puede ser de verdad como dijo eli ocupo el vaso de agua helada, esta jessie mas que increible perfecto,y Rachel vamos nose a timida , yo creo que amijessie en lugar de invitarme me hubiera tenido que quitar de encima
Ya sabes esperando capitulo ansiosa amo tu fic
Ya sabes esperando capitulo ansiosa amo tu fic
Tatislutz*-* -
Mensajes : 1752
Fecha de inscripción : 08/05/2011
Edad : 40
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
estos dos no se van a resistir mucho mas xD
q verguenza lo del traje de baño y la playa nudista, creo q yo hubira hecho lo mismo en su caso , me gusta este nuevo jesse xD
q verguenza lo del traje de baño y la playa nudista, creo q yo hubira hecho lo mismo en su caso , me gusta este nuevo jesse xD
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Genio, genio, eres un genio!!!
Cada día más me atrapas más con tu historia. Y tu Jesse, es el más sexy de los fics que he leído, creo que más de una envidia la posición de Rachel jajajaja
Pobre a pesar que no quiere esta de caballero salvando a la damisela en peligro, pero creo que más peligroso es él mismo.
Tati, creo que yo tb estaría como tu dices jajaja
Espero tu siguiente capítulo...
Elizabeth Gonzales-* -
Mensajes : 1822
Fecha de inscripción : 14/04/2010
Edad : 39
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
No tengas duda Emy de que este nuevo sexy Jesse es encantado, a mi me encanta!
Coincido con eli, Jesse es el más sexy de los Fics xD
Jajaja Rachel y el bikini tan sugerente xD
Me imagino como debe de haberse sentido Jesse al verla de ese modo.
La escena de la crema solar fue muy hot, envidie a Rachel en aquel momento xD
Espero tu próxima actualización ;)
Coincido con eli, Jesse es el más sexy de los Fics xD
Jajaja Rachel y el bikini tan sugerente xD
Me imagino como debe de haberse sentido Jesse al verla de ese modo.
La escena de la crema solar fue muy hot, envidie a Rachel en aquel momento xD
Espero tu próxima actualización ;)
Turn Around Bright Eyes- - Mensajes : 1453
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Edad : 30
Gracias Chicas
Tatislutz* escribió:Por Dios Emy mas increible no puede ser de verdad como dijo eli ocupo el vaso de agua helada, esta jessie mas que increible perfecto,y Rachel vamos nose a timida , yo creo que amijessie en lugar de invitarme me hubiera tenido que quitar de encima
Ya sabes esperando capitulo ansiosa amo tu fic
Gracias Tati por tus palabras, me gusta que les guste lo que escribo de verdad son el mejor publico que una escritora de fic novata pueda tener, mil gracias.
la.dori escribió:estos dos no se van a resistir mucho mas xD
q verguenza lo del traje de baño y la playa nudista, creo q yo hubira hecho lo mismo en su caso , me gusta este nuevo jesse xD
Gracias Dori, es que queria que fuera un Jesse sexy, sensual y provocativo, y parece que logre mi objetivo, Gracias mil veces mas
Elizabeth Gonzales escribió:Genio, genio, eres un genio!!!Cada día más me atrapas más con tu historia.
Y tu Jesse, es el más sexy de los fics que he leído, creo que más de una envidia la posición de Rachel jajajaja
Pobre a pesar que no quiere esta de caballero salvando a la damisela en peligro, pero creo que más peligroso es él mismo.
Tati, creo que yo tb estaría como tu dices jajaja
Espero tu siguiente capítulo...
Gracias por los aplausos fueron lo que me alegró el día ya que no han sido los mejores, nuevamente Gracias Eli por seguir mi fic.
Turn Around Bright Eyes escribió:No tengas duda Emy de que este nuevo sexy Jesse es encantado, a mi me encanta!
Coincido con eli, Jesse es el más sexy de los Fics xD
Jajaja Rachel y el bikini tan sugerente xD
Me imagino como debe de haberse sentido Jesse al verla de ese modo.
La escena de la crema solar fue muy hot, envidie a Rachel en aquel momento xD
Espero tu próxima actualización ;)
Gracias, de verdad ustedes son genial en sus fic, me siento alagada por que ustedes junto con Eli son unas maestras y yo soy una novata, de verdad me alaga que les guste, despues vendrán mas situaciones para sonrojarse..jijijijij, el viernes hay nuevo capitulo
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Fic Obedeciendo al Corazón
Capitulo 5
Estamos juntos en la Playa
Capitulo 5
Estamos juntos en la Playa
Jesse se sacudió el agua salada de los ojos y escudriñó la esbelta belleza al borde del agua. Sin el sombrero, el pelo largo y rizado le enmarcaba la cabeza como una brillante corona castaña.
Fantásticamente pálida, la piel le brillaba como una caracola, translúcida y frágil. Se maravilló de lo rápido que le caldeó esa mujer pecosa fuera del agua.
Ella dio dos pasos tentativos entre las claras aguas, entonces alzó los brazos y se zambulló de cabeza con gracia hacia él. Emergió a pocos pasos de él con la cabeza hacia atrás y el pelo chorreante. Lanzó un gemido y se frotó los ojos con la palma de la mano.
-Lo siento -dijo Jesse-. Yo ya estoy acostumbrado al agua del océano.
Ella parpadeó con rapidez.
Jesse contuvo el aliento. La mujer que tenía delante era absolutamente llamativa. Su pelo mojado y pegado a la cabeza revelaba sus delicadas facciones: increíbles ojos color caramelo enmarcados por espesas pestañas, altos pómulos, nariz cincelada y labios jugosos sobre una barbilla casi afilada.
Ella extendió los brazos con una tímida sonrisa.
-Es la ventaja del agua salada -afirmó él flotando de espaldas para devorarla con los ojos entrecerrados.
Ella flotó arriba y abajo con las olas y una sonrisa en los labios. Como él, era un perro de aguas. Lo podía notar en la expresión de puro placer de su cara, la suavidad de sus ojos y sus hombros relajados.
-Maravillosa -murmuró alzando la cara hacia el sol-. Tengo que admitir que esto supera al mejor febrero en Cincinatti.
-¿Eres de Ohio? -preguntó él intentando no mirar al bikini flotante en el agua.
Con los ojos cerrados, ella asintió.
-Nacida y criada allí.
Las líneas de su perfil le encantarían a cualquier escultor. Una punzada de deseo le sacudió, pero apretó los dientes resuelta a evitar el contacto físico que tanto había deseado unos momentos antes. Tenía la impresión de que la vulnerabilidad era algo nuevo para Rachel Berry y el hecho de que hubiera confiado en él en medio de una crisis, era un honor que no podía defraudar. Maldición.
-¿Has estado alguna vez en Ohio? -preguntó ella inconsciente de su pelea interna.
Jesse agradeció la distracción.
-He estado un par de veces en el estadio de Riverfront.
No había pensado en las excursiones de fin de semana para ver baseball de su hermano y él en años. Parecía haber pasado una vida entera desde aquellos días.
Ella abrió los ojos y lanzó una carcajada.
-¿No me digas que los habitantes de las Key West van a Ohio de vacaciones?
Él se encogió de hombros.
-La gente que se asienta en las Key West se acomoda siempre. Yo no he vuelto desde que llegué aquí.
Rachel flotó de espaldas.
-¿Cuándo fue eso?
El agua transparente como el cristal revelaba cada centímetro de su largo y esbelto cuerpo.
Jesse tragó saliva e intentó concentrarse en un grupo de bañistas jugando al Frisbi un poco más lejos.
-Hace mucho tiempo.
-O sea que ahora eres un nativo.
-Más bien los nativos me toleran -contestó ansioso por cambiar de tema-. ¿Navegas a menudo?
-Ya no.
-¿Te pasó algo?
-Sí -lanzó una carcajada-. Me uní a la carrera de ratas.
«Yo también he estado en ella»
-¿Nunca te tomas tiempo para relajarte?
Ella se encogió levemente de hombros.
-El proyecto en el que he estado trabajando me ha mantenido muy atada.
-Ya sabes lo que dicen: mucho trabajo y poca diversión...
-Hacen de Julia una triunfante ejecutiva.
La simpatía por las metas equivocadas de aquella mujer lo asaltó. En otro tiempo, él también había creído que un traje de dos piezas, apresurados almuerzos y largas horas de trabajo eran el camino del éxito y la plenitud. De hecho, él había ascendido con rapidez y se había convertido en el vicesecretario más joven de una empresa de créditos y ahorros de Atlanta. Ansioso e ingenuo, no se había cuestionado las prácticas sospechosas hasta que había sido demasiado tarde.
Miró a Rachel y experimentó el impulso incontrolable de salvarla de sí misma. Sin embargo, se cuestionó si él hubiera hecho caso de las advertencias cuando había estado metido en su carrera de comercio exterior.
El dinero había fluido como el agua. El mercado era competitivo y los inversores muchos hasta el Domingo Negro. La empresa S&L había cerrado las puertas y los dos años siguientes habían sido una pesadilla entre clientes arruinados, cooperación con agencias estatales y bancas nacionales y declaraciones en los juicios contra sus antiguos jefes.
Después de aquello, Randolph Evan St.James III había liquidado su casa, su coche y lo que le quedaba de sus propias inversiones, había hecho una maleta y se había ido en tren hasta el aeropuerto de Hartsfield. En busca no sólo de una nueva vida, sino de un nuevo estilo de vida, había comprado un billete de ida a un lugar perpetuamente soleado.
Cuando el vendedor le había aconsejado Key West, no había dudado un solo momento. A los pocos días de llegar, Randolph había muerto y había nacido Jesse. Y nunca había vuelto a mirar atrás hasta ese momento.
-Soy la directora de proyectos más joven de mi empresa -interrumpió ella sus pensamientos-. Por no mencionar la más competente.
Jesse se dijo a sí mismo que debía apartarse. Aquella mujer despertaba en él sensaciones y recuerdos que era mejor que quedaran dormidos.
La sedosa pierna de ella rozó la de él bajo el agua produciéndole una oleada de sensaciones. Ella dio un respingo de sorpresa y Jesse extendió la mano bajo su espalda en un gesto instintivo pateando con fuerza para mantenerlos a los dos a flote.
-Tranquila -murmuró contra su pelo inhalando con fuerza para superar el deseo de atraerla hacia sí.
-Lo... lo siento -jadeó ella encogiéndose ante su contacto.
Impresionado por la intensa reacción ante ella,
Jesse la soltó con suavidad.
-¿Estás ya lista para comer un poco, Rach? Ella puso una mueca de decepción. -
¿Tenemos que irnos ya?
Él sonrió divertido. Para alguien que se había unido a él con tanta reticencia, parecía haberse aclimatado con mucha rapidez. Nadando hacia la orilla, dijo:
-He traído un almuerzo en la nevera. Me quedan un par de horas antes de volver al bar.
-Tengo un poco de hambre, pero se está tan bien aquí...
-Nos daremos otro baño más tarde, después de que el sol baje un poco. No me gustaría que te abrasaras el primer día.
-El sol no parece tan fuerte -dijo ella siguiéndole con lentas brazadas.
-La fuerza del sol puede engañar mucho. Aquí te quema hasta en la sombra.
De hecho el sentía la cabeza flotante de calor y hambre, o al menos esperaba que esos fueran los únicos motivos.
-¿Revisarás tu busca? -preguntó ella tras él.
Jesse asintió antes de ponerse en pie y salir a la orilla sintiendo una vulnerabilidad incómoda. ¿Desde cuándo había dejado que una mujer lo afectara? Nunca. Él no estaba tan desesperado por una mujer como para que le inquietara no llevar a la cama a Rachel Berry. La preocupación lo asaltó. Entonces miró 'a sus espaldas y se detuvo en seco. Rachel salía despacio del agua entre las olas chorreante de agua y el bikini antes blanco se había vuelto completamente transparente, tan transparente de hecho que se podía apreciar que era castaña natural. Se le secó la boca y al intentar dar un paso atrás cayó de espaldas en la pálida arena.
Rachel ladeó la cabeza y se rió de su torpeza antes de escurrirse el pelo.
-¿Qué te parece si examinas tu busca? -dijo bajando la vista.
Cuando su mirada se posó en el diminuto bikini, se quedó paralizada. Lanzó un gemido y alzó la vista agradecida que Jesse ya estuviera de espaldas. ¿La habría visto? ¡Por supuesto que la había visto! Mortificada, cruzó los brazos al frente y pasó al lado de él aprisa para arrodillase en una de las toallas bajo las palmeras de espaldas a él.
Él lanzó una carcajada ronca.
-No tienes nada de qué avergonzarte, Rach.
Con la cara ardiente de ridículo placer, sacó la camisa arrugada de la bolsa de gimnasio.
-Por favor, no me llames así.
-De acuerdo -dijo él con voz cordial mientras sacaba el busca-. Ni una palabra todavía. Lo siento, Rach... Rachel.
Ella se apresuró a ponerse la camisa y plantó el trasero en la toalla azul sintiendo de nuevo una punzada de frustración.
-¿Cómo puedo estar segura de que la policía está de verdad trabajando en mi caso?
Él alcanzó su sombrero y se lo plantó en la cabeza antes de que pudiera reaccionar y después se sentó en la toalla vecina.
-Porque nos tomamos muy en serio la delincuencia contra los turistas, sobre todo contra las turistas guapas.
Los ojos plateados le brillaron bajo las espesas pestañas y la intensidad de su mirada la inquietó.
Rachel apartó la vista con la piel cosquilleante y tersa de la sal. Se quitó el estropeado sombrero y se peinó el pelo con los dedos. El estómago le molestaba, en parte de la ansiedad, en parte de hambre y en parte de las emociones que desataba aquel extraño que tenía al lado.
Decidió recurrir a una conversación segura.
-¿De dónde venías?
El levantó la tapadera de la nevera.
-De Atlanta.
Su voz grave sonaba contenida y eso despertó su interés. ¿Habría dejado atrás una mala relación? ¿Un mal matrimonio?
Decidió insistir.
-Yo fui a Atlanta dos veces durante mi entrenamiento.
-Bonito lugar.
-No lo vi mucho -confesó ella sonriendo al recordar con orgullo su estancia-. Pero cada noche iba a un restaurante diferente.
Él lanzó una carcajada mientras sacaba un pedazo de hielo y se frotaba el cuello con él.
-No te molestes, pero no pareces muy buena comedora.
Hechizada, Rachel siguió con la mirada su mano tostada mientras el hielo se derretía. La temperatura a la sombra subió.
-Bueno, en un restaurante hay algo más que la comida.
-¿Como qué?
-El ambiente, la compañía...
-¿Te refieres a esos pájaros listillos y a los altavoces del hilo musical?
Relajándose un poco, ella sonrió. -Algo así.
-Un restaurante tendría que ser extraordinariamente malo para fracasar en Atlanta. Incluso con una taberna cada pocos metros, los viernes tienes que esperar tres horas para que te sirvan.
-¿Lo echas de menos?
Él vaciló y lanzó un bufido de desdén antes de alcanzar la nevera de nuevo.
-¿Todo ese tráfico? ¿Estás de broma? Comprendiendo que había tocado una fibra sensible, continuó despacio:
-¿Dónde está tu familia?
Una expresión de afecto surcó su cara mientras sacaba una botella de cerveza helada.
-Sólo tengo un hermano menor. Es misionero en la India.
Ella intentó contener el gesto de sorpresa, pero por el sonido de su carcajada, supo que había fallado.
-Ésa es la reacción típica -dijo pasándole la botella.
-Yo no bebo cerveza.
Jesse revolvió más en la nevera y sacó una botella de agua.
-Quizá debería presentarte a mi hermano. Es una pena, porque se fabrica aquí.
-Así que tu hermano es misionero... «Y tú camarero».
Como si le hubiera leído la mente, Jesse se rió. -Yo corrompo las almas y él las salva.
Le pasó entonces un diminuto utensilio conforma de tridente y sacó una bolsa blanca llena de delicadezas rojas y brillantes.
-¿Patas de cangrejo? -murmuró con deleite-. Estoy impresionada. Sólo falta la mantequilla fundida. En respuesta, él sacó un pequeño envase de plástico.
-Unos pocos minutos al sol y la tendremos fundida.
Asombrada, Rachel sacudió la cabeza mientras él se estiraba para dejarla en una roca al sol justo fuera de su pequeña isla de sombra. Rachel inhaló con fuerza el aire fresco y alzó la vista hacia las palmeras. No podía creer lo que su vida había cambiado en las últimas horas. Desde luego, debería estar loca de preocupación por la pérdida de los documentos, pero Jesse St.James, su Buen Samaritano, le producía un decidido efecto calmante.
-Creo que después de todo, me tomaré esa cerveza.
«Por Finn», pensó con culpabilidad, que le había pedido que se tomara una copa a su salud. Por supuesto, lo que no le encantaría precisamente es que la estuviera tomando con un dios del sol medio desnudo.
Su compañero asintió, abrió una segunda botella y se la pasó. Rachel la olisqueó y la llevó insegura hasta la boca bajo su mirada de diversión. El frío líquido le supo amargo y su mueca le provocó una carcajada a Jesse, que estaba situando el envase de los cangrejos entre los dos.
-El último trago sabe mucho mejor que el primero -prometió con una alegre sonrisa.
Entonces rompió una pata por varios sitios con sus fuertes dedos y le ofreció el suculento bocado.
Con la boca hecha agua, Rachel separó la cáscara rota y usó el diminuto utensilio para sacar un pedazo de carne blanca del grosor de su dedo pulgar. Sin esperar por la mantequilla, se lo llevó a la boca con un gemido de placer.
-Está delicioso.
Los ojos de Jesse danzaron cuando ella se llevó la carne a la boca.
-No hay nada como unas largas piernas.
Para no replicar, Rachel dio otro trago de la botella dorada. Jesse tenía razón. Esa vez le supo mejor.
-¿Quién es Finn?
Ella parpadeó.
-¿Hum?
Jesse rompió otra pata.
-El chico al que le pediste que te girara el dinero. ¿Tu novio?
Rachel contuvo una carcajada.
-¿Finn? No exactamente.
-Bien. Porque si no, tendría que cuestionar tu buen juicio.
-¿Por qué?
Unos cuantos mechones de pelo le cayeron sobre el ojo al pasarle otra pata de cangrejo.
-Porque -dijo con una perezosa sonrisa-, ese hombre debería ser un completo estúpido para dejarte ir sola a un crucero.
Rachel se recreó unos cuantos segundos en su cumplido experimentando una oleada de pura satisfacción femenina. Entonces le asaltó un obstinado sentido de la lealtad.
-Lo cierto es que Finn quería venir conmigo, pero lo convencí de que no podíamos dejar el proyecto los dos a la vez.
Él lanzó una carcajada.
-¿Y el bueno de Finn se lo tragó?
Rachel frunció el ceño.
-Por supuesto. Es un hombre responsable.
-¿No consigues hacerte de valor para decirle que no estás interesada en él?
Su profundo enfado indicó que le había tocado la fibra sensible y eso le hizo mirar la situación con los ojos de Jesse St.James: ella era una turista medio desnuda atrapada en una isla y parecía madura para los largos y capaces brazos de un isleño. No le tenía miedo, pero sabía cuando tenía a un oportunista delante en cuanto lo veía.
-Quizá no debería asumir tanto en lo referente a mí, señor St.James.
-No hace falta que seas tan formal. Sobre todo ahora que he visto tus...
Los ojos le destellaron de furia a Rachel.
-Pecas -terminó él antes de devorar el crustáceo con la expresión más inocente.
Rachel se cubrió más con la camisa y estiró el borde de la toalla.
La carcajada de él resonó placentera al pasarle la mantequilla.
-Demasiado tarde para la modestia, ¿no crees?
-No me gusta que se rían de mí.
-Me estoy riendo contigo.
-Pues yo no me estoy riendo.
Una pena, pero es cierto. No es nada personal, Rach, pero pareces infeliz.
Rachel parpadeó.
-¿Infeliz? Eso es lo más ridículo que he oído en toda mi vida. Quiero decir, que no puedo estar muy contenta dadas las circunstancias, ¿pero quién lo estaría? Créeme, cuando mi trabajo no está en riesgo y no estoy atrapada en una isla a miles de millas de mi casa, estoy feliz -esbozó una sonrisa que esperaba fuera convincente-. Tengo todos los motivos para ser feliz, muchas gracias.
-Cuidado -advirtió él pasándole otra pata cascada-. Protestas demasiado. A Rachel le falló la compostura. -Y tú hablas demasiado. -Deformación profesional -dijo con un guiño-. Me quedaré callado pensando en algo mejor que hacer con mi boca.
A Rachel se le contrajo la garganta. Su fría actitud la enervaba y se preguntó cómo había llegado a aquel nivel de desenfado. Comprendiendo que el temperamento sólo la ponía en sus manos, decidió volver la conversación a algo que sentía que a Jesse le molestaba.
-¿Eras también camarero en Atlanta?
Como sospechaba, su actitud cambió al instante. Jesse desvió la mirada y se dedicó a romper más cangrejos.
-No.
-¿Misionero?
Al menos esa vez se rió.
-No.
-¿Heredero millonario?
Jesse lanzó otra carcajada.
-Muy lejos de la realidad.
Ella dio otro sorbo de cerveza, esa vez disfrutando de su sabor.
-Si no me lo cuentas, voy a creer que estabas metido en algo ilegal -cuando sus manos se paralizaron de repente, Rachel sintió una punzada de alarma. ¿Lo habría juzgado mal y sería un criminal? ¿Un fugitivo de la ley?
Pero Jesse le pasó simplemente otra pata y la miró con cierta ironía.
-¿Ilegal? Depende de a quién preguntes, supongo.
-Te estoy preguntando a ti.
Masticó pensativa un trozo de cangrejo y apuró la cerveza con la mirada clavada en su misterioso compañero.
-Era consultor de inversiones.
Rachel contempló al hombre que tenía delante, su pelo con mechas castañas claras por el sol, su pendiente, su tatuaje y aquel torso moreno y lanzó una carcajada.
-Bien. Lo has dicho con una cara tan seria, que debes ser actor.
Él esbozó una leve sonrisa.
-Eres muy buena, Rach.
Rachel alzó la mano para rechazar otra pata. La imagen de Jesse encajaba perfectamente en la de un actor, así que, ¿por qué aquella revelación le dejaba una vaga sensación de decepción? ¿Porque había imaginado una historia más romántica para aquel hombre?
-¿Has salido en alguna película que haya podido ver?
-No -sacudió la cabeza con una carcajada-. Mi trabajo estaba reducido a Atlanta.
Quizá no tuviera talento, de ahí el sarcasmo con que había dicho que algunas personas podían considerar ilegal su forma de ganarse la vida.
-¿No eras rico y famoso?
-Vivía cómodamente y en el anonimato. -Entonces, ¿por qué viniste a Key West?
Él alzó la botella para dar un lento trago sin apartar la mirada de ella. Incapaz de desviar la suya, Rachel sintió que la piel se le erizaba. Aquel hombre tenía tal forma de hacerla sentirse como el líquido que se estaba derramado por su garganta, que era como un adelanto de lo que podría hacer con sus reservas si lo deseara. Después de dejar la botella a un lado, Jesse se inclinó hacia ella lenta y deliberadamente y sonrió con malicia.
-Había oído que la isla estaba llena de damiselas en apuros.
Había invadido su espacio y sus sentidos con la misma facilidad con que soplaba la brisa. Rachel se le aceleró el corazón mientras debatía su siguiente movimiento: ¿Avanzar? ¿Retirarse? ¿Rendirse? Jesse parecía paralizado como esperando una señal con los ojos interrogantes. La arrogancia podía resistirla, pero la muda caballerosidad... ¡Que Dios la ayudara! Casi de forma involuntaria, se adelantó hasta que sólo la brisa se interpuso entre sus bocas separadas. Los ojos plateados de Jesse se nublaron, pero por un instante, ella tuvo la extraña sensación de que iba a apartarse.
Entonces él inhaló consumiendo el aire entre ellos y acercó los labios a los de ella.
***********************************************************************
Espero que les guste tanto como a mi....espero sus comentarios
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Gracias Emy por tan magnifico capitulo, de verdad muy bueno, por fin acercamiento, la vio al natural, estan que se derriten,
y Emy no me gusto, ma encanto, fascino OMGroff
Espero ansiosa actualizacion
y Emy no me gusto, ma encanto, fascino OMGroff
Espero ansiosa actualizacion
Tatislutz*-* -
Mensajes : 1752
Fecha de inscripción : 08/05/2011
Edad : 40
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Creo que un poco de agua fría jajajaja mentira, me encanta tu fic, sabes que es el Jesse más sexy del foro jajaja Sé que es repetido lo que te digo pero es VERDAD!!!!!
Me pregunto que otras cosas esconde Jesse en Atlanta y como es en realidad la relación de Rachel y Finn.
Cangrejo, mantequilla y cervezas en la nevera, se ve que se hombre siempre anda preparado.
Pero me dejaste fría con el final, él acercándose, la habrá besado o no??
Espero ansiosa tu próximo capítulo
Me pregunto que otras cosas esconde Jesse en Atlanta y como es en realidad la relación de Rachel y Finn.
Cangrejo, mantequilla y cervezas en la nevera, se ve que se hombre siempre anda preparado.
Pero me dejaste fría con el final, él acercándose, la habrá besado o no??
Espero ansiosa tu próximo capítulo
Elizabeth Gonzales-* -
Mensajes : 1822
Fecha de inscripción : 14/04/2010
Edad : 39
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Gracias por el nuevo capítulo!
Me gusta la forma tan detallada que tienes de escribir :)
Tus escenas del Fic son sexys!
Me imagine a Jesse recién salido de la playa y fue....(babas) xD
Tengo curiosidad por indagar más en el pasado de Jesse.
La última escena fue genial!
Espero que haya hubido beso!
Espero tu actualización :)
Me gusta la forma tan detallada que tienes de escribir :)
Tus escenas del Fic son sexys!
Me imagine a Jesse recién salido de la playa y fue....(babas) xD
Tengo curiosidad por indagar más en el pasado de Jesse.
La última escena fue genial!
Espero que haya hubido beso!
Espero tu actualización :)
Turn Around Bright Eyes- - Mensajes : 1453
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Edad : 30
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Este fic cada vez esta mucho mejor hermanita! es buenisimo
con el final me dejaste con la duda si la habra besado o no???
todo ese coqeteo que llege a buen puerto espero
jesse como inversionista es raro y q despues halla terminado en una isla a "salvar damiselas en apuros" es mejor q su vida pasada
rachel deveria escuchar la historia de jesse para que se de cuenta de que la felicidad no esta solo en triunfar en al trabajo y tener mucho dinero sino en vivir la vida
Actualiza pronto! ame la salida a la playa entre ellos
con el final me dejaste con la duda si la habra besado o no???
todo ese coqeteo que llege a buen puerto espero
jesse como inversionista es raro y q despues halla terminado en una isla a "salvar damiselas en apuros" es mejor q su vida pasada
rachel deveria escuchar la historia de jesse para que se de cuenta de que la felicidad no esta solo en triunfar en al trabajo y tener mucho dinero sino en vivir la vida
Actualiza pronto! ame la salida a la playa entre ellos
katty st berry*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 30/04/2011
Edad : 29
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
OMG!!!!!! ESTO SE PONE BUENOOO!!
quiero maaaaas Emy!!!me dejaste con la duda d q pasa despues!!! ya esperaba ese momento dl besooo!! quiero saber maaas!!!
pobre Rachel aun sigo con la risa, jajajajjaa me imagino la cara al ver al monton d gente desnuda jajajajaj pobrecita!!!!!
:cheers: Actualiza prontooo pleaseee!!!! :)
quiero maaaaas Emy!!!me dejaste con la duda d q pasa despues!!! ya esperaba ese momento dl besooo!! quiero saber maaas!!!
pobre Rachel aun sigo con la risa, jajajajjaa me imagino la cara al ver al monton d gente desnuda jajajajaj pobrecita!!!!!
:cheers: Actualiza prontooo pleaseee!!!! :)
Dulce Groff St. James**** - Mensajes : 169
Fecha de inscripción : 25/01/2011
Gracias Chicas
Tatislutz* escribió:Gracias Emy por tan magnifico capitulo, de verdad muy bueno, por fin acercamiento, la vio al natural, estan que se derriten,
y Emy no me gusto, ma encanto, fascino OMGroff
Espero ansiosa actualizacion
Gracias Tati por tus palabras, realmente esto me anima mucho para seguir escribiendo...espero no defraudar...
Elizabeth Gonzales escribió:Creo que un poco de agua fría jajajaja mentira, me encanta tu fic, sabes que es el Jesse más sexy del foro jajaja Sé que es repetido lo que te digo pero es VERDAD!!!!!
Me pregunto que otras cosas esconde Jesse en Atlanta y como es en realidad la relación de Rachel y Finn.
Cangrejo, mantequilla y cervezas en la nevera, se ve que se hombre siempre anda preparado.
Pero me dejaste fría con el final, él acercándose, la habrá besado o no??
Espero ansiosa tu próximo capítulo
Elita como siempre Jesse preparadisimo, me encanta este nuevo Jesse mas sexy...espero que los siguientes capitulos te gusten tanto como a mi
Turn Around Bright Eyes escribió:Gracias por el nuevo capítulo!
Me gusta la forma tan detallada que tienes de escribir :)
Tus escenas del Fic son sexys!
Me imagine a Jesse recién salido de la playa y fue....(babas) xD
Tengo curiosidad por indagar más en el pasado de Jesse.
La última escena fue genial!
Espero que haya hubido beso!
Espero tu actualización :)
Turn, los capitulos iran dando vuelcos que no lo imaginaras pero Jesse sexy es magico..espero que te gusten los sigueintes capitulos.
katty st berry escribió:Este fic cada vez esta mucho mejor hermanita! es buenisimo
con el final me dejaste con la duda si la habra besado o no???
todo ese coqeteo que llege a buen puerto espero
jesse como inversionista es raro y q despues halla terminado en una isla a "salvar damiselas en apuros" es mejor q su vida pasada
rachel deveria escuchar la historia de jesse para que se de cuenta de que la felicidad no esta solo en triunfar en al trabajo y tener mucho dinero sino en vivir la vida
Actualiza pronto! ame la salida a la playa entre ellos
Jesse aun tiene muchas cosas que comprender por que a ratos sus sentimienos se complican, pero espera los siguientes capitulos te van a encantar...
Dulce Groff St. James escribió:OMG!!!!!! ESTO SE PONE BUENOOO!!
quiero maaaaas Emy!!!me dejaste con la duda d q pasa despues!!! ya esperaba ese momento dl besooo!! quiero saber maaas!!!
pobre Rachel aun sigo con la risa, jajajajjaa me imagino la cara al ver al monton d gente desnuda jajajajaj pobrecita!!!!!
:cheers: Actualiza prontooo pleaseee!!!! :)
Ya mi querida Dulce, es que ahora viene un capitulo mas largo en el cual sucederan cosas aun mas Hot, pero como siempre vamos a decir OMGroff, espero que te guste el siguiente capitulo...
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Edad : 43
El Beso y algo mas Parte 1
Fic Obedeciendo al Corazón (St. Berry)
Capitulo 6 Parte 1
Por que hago estas cosas...
Una parte de él quería que ella se rindiera, pero la otra parte que se resistiera. Por la mirada de preocupación de sus abiertos ojos color caramelo parecía que Rachel estaba debatiéndose también cuando capturó sus labios. Cuando la boca de ella se movió bajo la de él de forma indecisa inflamando el cuerpo de Jesse, deseó con toda su alma que se hubiera resistido.
En vez de eso, la formal belleza de piernas largas actuó como si la electricidad guiara sus movimientos. La punta de su lengua aterciopelada tanteó el sensible cielo de su boca produciéndole un estremecimiento en el vientre. Jesse deslizó los dedos por su nuca enterrándolos entre sus rizos para tener mejor acceso a su boca.
El beso se hizo más profundo, cada uno explorando y tanteando con una sensación de asombroso descubrimiento. él le rodeó los hombros calientes con el otro brazo para tenderla en la toalla. Acto seguido pegó el cuerpo al de ella.
Desde el baño llevaba diciéndose que debería pasar de esa mujer. Rachel no era la típica turista en busca de una aventura con un nativo. Ella emanaba una seriedad y una anticuada integridad, desde luego, no el tipo de mujer que se tomara una aventura amorosa con ligereza. Jesse intuía que había dejado que pocos hombres se interpusieran en su carrera. No había tiempo para un sexo loco y una ambición desmedida, como sabía él por propia experiencia. En el beso, Jesse descargó todo el deseo y frustración de aquellos años que aquella mujer había resucitado. Sólo un beso, se prometió a sí mismo.
Cuando se separó para poder respirar, la miró y ese fue otro error. El café profundo de sus ojos era el mismo de la tierra y el pelo castaño era como una aureola brillante con los retazos de sol que se filtraban entre las palmeras. Estaba arqueada bajo su cuerpo con los labios entreabiertos. Jesse se sintió mareado del deseo.
Sin pensarlo, profundizaron el beso hasta que en un momentos todo lo que llevaban puesto intervenía para poder estar aún más juntos, sus brazos se deslizaban en un juego sin fin para poder tocar su cuerpo, cuando Jesse sentía que moriría de placer ella se apartó y lo empujó con suavidad mientras intentaba sentarse.
-Jesse -dijo jadeante- El busca ha sonado.
Él alzó la cabeza y se mordió la lengua con frustración. Con un suspiro, se volvió de medio lado para agarrar el ofensivo mecanismo.
Rachel se sentó y cuando la brisa le refrescó los labios que Jesse había dejado calientes de tan efusivos besos se sintió mortificada. Por suerte las dunas les habían permitido la intimidad pero podría haber pasado cualquiera y haberlos sorprendido en una situación que Rachel Berry no podía permitirse.
Miró su ancha espalda y su pelo con mechas castañas claras por el sol. Era un desconocido en un lugar desconocido. ¿En qué habría estado pensando? No había pensado nada y punto. Se levantó y al sentirse vulnerable, se enrolló la toalla con arena y todo.
Jesse se levantó con el busca.
-Es de correos. Debe haber llegado tu dinero.
-¡Qué... qué bien!
Rachel contuvo el impulso de bajar la vista hacia sus labios.
-Considerando a donde iba encaminada esta situación -dijo Jesse señalando a la toalla con los labios apretados-, ha sido una suerte que hayan llamado en este momento.
O sea, que asumía que habría hecho el amor con él. ¿Y por qué no? Ella le había dado todos los motivos para creerlo. Probablemente sólo sería una más en la larga lista de turistas con las que se habría acostado.
Avergonzada por su abandono, Rachel cuadró los hombros y puso su cara más profesional.
-Señor St.James, creo que es mejor que nos despidamos ahora. Tomaré un taxi hasta correos. Ahora que tengo dinero, estaré bien -avanzó hacia él y extendió la mano-. Gracias por su hospitalidad.
Con el ceño fruncido al ver el gesto de ella, y no sin gesto de diversión, aceptó la mano extendida.
-Ha sido un placer, señorita Berry -se burló de su formalidad-. Pero todavía necesita su sitio para pasar la noche y me sentiría mejor si me dejaras arreglarlo.
Ella apartó la mano y asintió.
-Te lo agradecería. ¿Quizá puedas hacer una llamada para arreglarlo?
-El hombre en el que estaba pensando probablemente estará en el bar. Después de que recojamos tu dinero, nos pasaremos por allí -echó un vistazo a su reloj-. De todas formas son casi las seis y debo volver enseguida. Allí podrás hablar con Parker y nos separaremos como buenos amigos.
La idea le produjo a Rachel una punzada de decepción.
-¿Parker? ¿Te refieres al caballero con el que hablé?
Jesse asintió.
-Tiene un hostal de desayuno y cama. Estoy seguro de que podrá encontrarte un sitio para que puedas descansar tu preciosa cabecita un par de noches.
-Con un poco de suerte, sólo será una noche. Si aparece mi bolso mañana, intentaré buscar un vuelo en vez de esperar un día más.
Él esbozó una sonrisa.
-Buena idea. Después de todo, no querrás retrasar la vuelta a los compromisos diarios ni a Finn.
Ella se sonrojó.
-No, no quiero retrasarlo.
-Dame unos minutos, recogeremos y nos iremos.
Rachel frunció el ceño al verlo alejarse.
-¿Unos minutos?
Él esbozó una sonrisa de picardía y miró hacia el océano.
-Perdona, pero me encuentro con necesidad de darme un baño frío.
Con una oleada de excitación al comprender que necesitaba apagar sus ganas, Rachel se agachó a recoger los restos del almuerzo.
Incapaz de resistirlo, miró en dirección al mar y lo vio alejarse con potentes brazadas.
Suspiró. Desde luego, se había molestado en intentar ayudarla. Podría ser que tuviera motivos ocultos, como aquel almuerzo privado, pero tenía que admitir que había disfrutado de su atención.
Su cabeza morena desapareció bajo el agua produciéndole una oleada pena que no podía controlar. El viento era más fuerte y las olas más grandes.
Contó hasta diez y al ver que no aparecía, dejó caer la bolsa y corrió hacia la orilla.
-¡JESSE!
Contó otros cinco segundos sin que apareciera su cabeza y entonces se quitó la camisa frenética arrancando algunos botones y se lanzó de cabeza.
Nadó con toda la fuerza que le permitieron los pulmones hacia el lugar donde Jesse había desaparecido.
Al divisar un objeto oscuro, tomó aire, tosió y se lanzó con fuertes brazadas.
-¡JESSE! ¿PUEDES OÍRME?
Pero en ese momento tocaron la sirena dos cruceros apagando su voz.
Al principio pensó que la sombra que flotaba bajo ella eran algas, pero entonces comprendió que era el pelo de Jesse. Inspiró con fuerza y se sumergió agarrándolo por el pelo con fuerza sin dejar de patear para salir a la superficie. Para inmenso alivio suyo, después de la resistencia inicial por el peso, su cuerpo emergió con relativa facilidad. Pero en cuanto llegó a la superficie, lanzó un gemido de asombro al verle los ojos muy abiertos y la cabeza ladeada.
-¡Dios, Rach! Si querías que volviera a la orilla, sólo tenías que haberlo dicho.
Rachel le soltó de una cachetada con la cara inflamada de furia.
-¡Pensé... que estabas en apuros!
Su sonrisa la irritó aún más.
-¿Y te lanzaste al agua para salvarme?
-¡No! ¡Sí, maldita sea!
Su alegre carcajada resonó sobre el agua. Con el pelo pegado y brillante por el agua, el brillo del pendiente de oro y su cara mojada, Jesse St.James debía ser el hombre más atractivo que se había encontrado nunca.
Frunció el ceño y se lanzó hacia la orilla con toda la rapidez que pudo a pesar del cansancio de sus piernas. Jesse la alcanzó cuando ya se había puesto de pie.
-Te agradezco el gesto -dijo todavía sonriendo.
A Rachel le irritó la expresión de diversión de su cara.
-¿Qué hacías debajo del agua tanto tiempo?
-Pensé que podía gustarte esto -dijo levantando la mano para mostrar una curvada caracola del tamaño de su mano.
El nácar de la caracola brillante era de todos los tonos de rosa y la hendidura alcanzaba el púrpura.
-¿Todavía contiene un animal vivo?
-Esta ya no. Es tuya si la quieres. Así no tendrás sólo malos recuerdos de tu estancia en la isla.
(pero que pensaba Jesse St.James, como podía hablar de pasarlo mal, si lo que había sucedido hace unos minutos no lo había sentido en años, pero no podía decirle lo que le estaba sucediendo)
-¡Es preciosa! -exclamó ella conmovida-. Gracias, Jesse.
El sonrió.
-De nada. Y me alegro de que ya vuelvas a llamarme Jesse.
Ridículamente encantada de su regalo y su buen humor, salió del agua con él tapándose el bikini blanco al recordar su transparencia. Al ir a recoger la toalla y la camisa, Jesse se adelantó y se las pasó.
-Rachel -dijo con tono de repente serio-. Siento... lo de antes.
Sorprendida, se preguntó si se disculparía para seducirla más. Parecía tan sincero... Pero para un actor eso no debía ser difícil.
-Vamos a olvidarlo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo. Quizá para cuando recojas el dinero, la policía ya haya encontrado tu maletín. -Y así podré seguir mi viaje.
Pero ahora se encontraba deseando de forma estúpida que el maletín no apareciera hasta el último minuto.
-De vuelta al clima frío.
-De vuelta a mis responsabilidades -le corrigió ella con suavidad.
-Tienes razón. Vamos a movernos. Supongo que la lección de windsurfing tendrá que esperar.
En unos minutos, ya habían recogido todo. Como a la camisa le faltaban varios botones, Rachel se la anudó a la cintura. Hicieron el camino hacia la espectacular casa blanca en silencio y cuando aparecieron cerca de los nudistas, Jesse le puso la mano en la cintura con gesto protector.
Sheely se había dado la vuelta y ahora estaba de cara al sol.
-Me gustaría pagarle a tu amiga el bikini. -Quiere que te lo quedes. -¿Pero por qué, si no me conoce? -Sheely es una persona muy generosa. Sin pensarlo, no pudo evitar preguntar. -¿Es alguna antigua novia tuya? La carcajada de él fue grave y burlona. -No. ¿Tiene alguna importancia? -Por supuesto que no.
Rachel se sintió extrañamente encantada por su negativa.
El propietario de la casa estaba apoyado cerca de la puerta fumando un puro. Rachel intentó mantener la mirada a la altura de los ojos.
-¡Ahhh, Jesse! Seguramente no querrás llevarte a esta preciosa mujer tan pronto.
-Me temo que tenemos que volver, Tom.
El hombre puso una mueca de diversión.
-No engañas a nadie, chico. Simplemente quieres quedártela para ti sólo.
-¡Qué cierto! -dijo Jesse con calma apretándole más por la cintura-. Gracias por los cangrejos.
Tom guiñó un ojo.
-No te preocupes. Imaginé que se les abriría el apetito.
Rachel frunció el ceño hacia Jesse, pero éste sólo sacudió la cabeza.
-Puede que me pase mañana por la tarde a hacer un poco de surf.
El anfitrión asintió con gesto hospitalario antes de hacer un gesto hacia Rachel con su puro.
-¿Traerás a tu pequeño tesoro?
Rachel alzó la barbilla con orgullo. Aquel hombre hacía que pareciera un recuerdo de plástico. Miró a Jesse y lo encontró mirándola con gesto de diversión.
-Eso depende de ella, supongo. Parece tener mucha prisa por abandonar nuestra preciosa isla.
Sonrojándose bajo su mirada burlona, Rachel ladeó la cabeza con gesto de despedida hacia su amigo millonario desnudo y cruzó la puerta que Jesse mantenía abierta para ella. Llegó a la sombra de los árboles y se sintió un poco mejor. Al entrar entre los aromáticos hibiscos, perdió de vista a los dos hombres, pero todavía podía escuchar sus voces.
Tom se rió.
-¿La has asustado, Jesse?
Esperando una respuesta, Rachel aguzó el oído. Entonces la voz de Jesse flotó hasta ella a pesar de haber bajado el tono.
-Al contrario, amigo mío. Al contrario.
***********************************************************************
Ya viene la segunda parte...que esta muy buena
Capitulo 6 Parte 1
Por que hago estas cosas...
Una parte de él quería que ella se rindiera, pero la otra parte que se resistiera. Por la mirada de preocupación de sus abiertos ojos color caramelo parecía que Rachel estaba debatiéndose también cuando capturó sus labios. Cuando la boca de ella se movió bajo la de él de forma indecisa inflamando el cuerpo de Jesse, deseó con toda su alma que se hubiera resistido.
En vez de eso, la formal belleza de piernas largas actuó como si la electricidad guiara sus movimientos. La punta de su lengua aterciopelada tanteó el sensible cielo de su boca produciéndole un estremecimiento en el vientre. Jesse deslizó los dedos por su nuca enterrándolos entre sus rizos para tener mejor acceso a su boca.
El beso se hizo más profundo, cada uno explorando y tanteando con una sensación de asombroso descubrimiento. él le rodeó los hombros calientes con el otro brazo para tenderla en la toalla. Acto seguido pegó el cuerpo al de ella.
Desde el baño llevaba diciéndose que debería pasar de esa mujer. Rachel no era la típica turista en busca de una aventura con un nativo. Ella emanaba una seriedad y una anticuada integridad, desde luego, no el tipo de mujer que se tomara una aventura amorosa con ligereza. Jesse intuía que había dejado que pocos hombres se interpusieran en su carrera. No había tiempo para un sexo loco y una ambición desmedida, como sabía él por propia experiencia. En el beso, Jesse descargó todo el deseo y frustración de aquellos años que aquella mujer había resucitado. Sólo un beso, se prometió a sí mismo.
Cuando se separó para poder respirar, la miró y ese fue otro error. El café profundo de sus ojos era el mismo de la tierra y el pelo castaño era como una aureola brillante con los retazos de sol que se filtraban entre las palmeras. Estaba arqueada bajo su cuerpo con los labios entreabiertos. Jesse se sintió mareado del deseo.
Sin pensarlo, profundizaron el beso hasta que en un momentos todo lo que llevaban puesto intervenía para poder estar aún más juntos, sus brazos se deslizaban en un juego sin fin para poder tocar su cuerpo, cuando Jesse sentía que moriría de placer ella se apartó y lo empujó con suavidad mientras intentaba sentarse.
-Jesse -dijo jadeante- El busca ha sonado.
Él alzó la cabeza y se mordió la lengua con frustración. Con un suspiro, se volvió de medio lado para agarrar el ofensivo mecanismo.
Rachel se sentó y cuando la brisa le refrescó los labios que Jesse había dejado calientes de tan efusivos besos se sintió mortificada. Por suerte las dunas les habían permitido la intimidad pero podría haber pasado cualquiera y haberlos sorprendido en una situación que Rachel Berry no podía permitirse.
Miró su ancha espalda y su pelo con mechas castañas claras por el sol. Era un desconocido en un lugar desconocido. ¿En qué habría estado pensando? No había pensado nada y punto. Se levantó y al sentirse vulnerable, se enrolló la toalla con arena y todo.
Jesse se levantó con el busca.
-Es de correos. Debe haber llegado tu dinero.
-¡Qué... qué bien!
Rachel contuvo el impulso de bajar la vista hacia sus labios.
-Considerando a donde iba encaminada esta situación -dijo Jesse señalando a la toalla con los labios apretados-, ha sido una suerte que hayan llamado en este momento.
O sea, que asumía que habría hecho el amor con él. ¿Y por qué no? Ella le había dado todos los motivos para creerlo. Probablemente sólo sería una más en la larga lista de turistas con las que se habría acostado.
Avergonzada por su abandono, Rachel cuadró los hombros y puso su cara más profesional.
-Señor St.James, creo que es mejor que nos despidamos ahora. Tomaré un taxi hasta correos. Ahora que tengo dinero, estaré bien -avanzó hacia él y extendió la mano-. Gracias por su hospitalidad.
Con el ceño fruncido al ver el gesto de ella, y no sin gesto de diversión, aceptó la mano extendida.
-Ha sido un placer, señorita Berry -se burló de su formalidad-. Pero todavía necesita su sitio para pasar la noche y me sentiría mejor si me dejaras arreglarlo.
Ella apartó la mano y asintió.
-Te lo agradecería. ¿Quizá puedas hacer una llamada para arreglarlo?
-El hombre en el que estaba pensando probablemente estará en el bar. Después de que recojamos tu dinero, nos pasaremos por allí -echó un vistazo a su reloj-. De todas formas son casi las seis y debo volver enseguida. Allí podrás hablar con Parker y nos separaremos como buenos amigos.
La idea le produjo a Rachel una punzada de decepción.
-¿Parker? ¿Te refieres al caballero con el que hablé?
Jesse asintió.
-Tiene un hostal de desayuno y cama. Estoy seguro de que podrá encontrarte un sitio para que puedas descansar tu preciosa cabecita un par de noches.
-Con un poco de suerte, sólo será una noche. Si aparece mi bolso mañana, intentaré buscar un vuelo en vez de esperar un día más.
Él esbozó una sonrisa.
-Buena idea. Después de todo, no querrás retrasar la vuelta a los compromisos diarios ni a Finn.
Ella se sonrojó.
-No, no quiero retrasarlo.
-Dame unos minutos, recogeremos y nos iremos.
Rachel frunció el ceño al verlo alejarse.
-¿Unos minutos?
Él esbozó una sonrisa de picardía y miró hacia el océano.
-Perdona, pero me encuentro con necesidad de darme un baño frío.
Con una oleada de excitación al comprender que necesitaba apagar sus ganas, Rachel se agachó a recoger los restos del almuerzo.
Incapaz de resistirlo, miró en dirección al mar y lo vio alejarse con potentes brazadas.
Suspiró. Desde luego, se había molestado en intentar ayudarla. Podría ser que tuviera motivos ocultos, como aquel almuerzo privado, pero tenía que admitir que había disfrutado de su atención.
Su cabeza morena desapareció bajo el agua produciéndole una oleada pena que no podía controlar. El viento era más fuerte y las olas más grandes.
Contó hasta diez y al ver que no aparecía, dejó caer la bolsa y corrió hacia la orilla.
-¡JESSE!
Contó otros cinco segundos sin que apareciera su cabeza y entonces se quitó la camisa frenética arrancando algunos botones y se lanzó de cabeza.
Nadó con toda la fuerza que le permitieron los pulmones hacia el lugar donde Jesse había desaparecido.
Al divisar un objeto oscuro, tomó aire, tosió y se lanzó con fuertes brazadas.
-¡JESSE! ¿PUEDES OÍRME?
Pero en ese momento tocaron la sirena dos cruceros apagando su voz.
Al principio pensó que la sombra que flotaba bajo ella eran algas, pero entonces comprendió que era el pelo de Jesse. Inspiró con fuerza y se sumergió agarrándolo por el pelo con fuerza sin dejar de patear para salir a la superficie. Para inmenso alivio suyo, después de la resistencia inicial por el peso, su cuerpo emergió con relativa facilidad. Pero en cuanto llegó a la superficie, lanzó un gemido de asombro al verle los ojos muy abiertos y la cabeza ladeada.
-¡Dios, Rach! Si querías que volviera a la orilla, sólo tenías que haberlo dicho.
Rachel le soltó de una cachetada con la cara inflamada de furia.
-¡Pensé... que estabas en apuros!
Su sonrisa la irritó aún más.
-¿Y te lanzaste al agua para salvarme?
-¡No! ¡Sí, maldita sea!
Su alegre carcajada resonó sobre el agua. Con el pelo pegado y brillante por el agua, el brillo del pendiente de oro y su cara mojada, Jesse St.James debía ser el hombre más atractivo que se había encontrado nunca.
Frunció el ceño y se lanzó hacia la orilla con toda la rapidez que pudo a pesar del cansancio de sus piernas. Jesse la alcanzó cuando ya se había puesto de pie.
-Te agradezco el gesto -dijo todavía sonriendo.
A Rachel le irritó la expresión de diversión de su cara.
-¿Qué hacías debajo del agua tanto tiempo?
-Pensé que podía gustarte esto -dijo levantando la mano para mostrar una curvada caracola del tamaño de su mano.
El nácar de la caracola brillante era de todos los tonos de rosa y la hendidura alcanzaba el púrpura.
-¿Todavía contiene un animal vivo?
-Esta ya no. Es tuya si la quieres. Así no tendrás sólo malos recuerdos de tu estancia en la isla.
(pero que pensaba Jesse St.James, como podía hablar de pasarlo mal, si lo que había sucedido hace unos minutos no lo había sentido en años, pero no podía decirle lo que le estaba sucediendo)
-¡Es preciosa! -exclamó ella conmovida-. Gracias, Jesse.
El sonrió.
-De nada. Y me alegro de que ya vuelvas a llamarme Jesse.
Ridículamente encantada de su regalo y su buen humor, salió del agua con él tapándose el bikini blanco al recordar su transparencia. Al ir a recoger la toalla y la camisa, Jesse se adelantó y se las pasó.
-Rachel -dijo con tono de repente serio-. Siento... lo de antes.
Sorprendida, se preguntó si se disculparía para seducirla más. Parecía tan sincero... Pero para un actor eso no debía ser difícil.
-Vamos a olvidarlo, ¿de acuerdo?
-De acuerdo. Quizá para cuando recojas el dinero, la policía ya haya encontrado tu maletín. -Y así podré seguir mi viaje.
Pero ahora se encontraba deseando de forma estúpida que el maletín no apareciera hasta el último minuto.
-De vuelta al clima frío.
-De vuelta a mis responsabilidades -le corrigió ella con suavidad.
-Tienes razón. Vamos a movernos. Supongo que la lección de windsurfing tendrá que esperar.
En unos minutos, ya habían recogido todo. Como a la camisa le faltaban varios botones, Rachel se la anudó a la cintura. Hicieron el camino hacia la espectacular casa blanca en silencio y cuando aparecieron cerca de los nudistas, Jesse le puso la mano en la cintura con gesto protector.
Sheely se había dado la vuelta y ahora estaba de cara al sol.
-Me gustaría pagarle a tu amiga el bikini. -Quiere que te lo quedes. -¿Pero por qué, si no me conoce? -Sheely es una persona muy generosa. Sin pensarlo, no pudo evitar preguntar. -¿Es alguna antigua novia tuya? La carcajada de él fue grave y burlona. -No. ¿Tiene alguna importancia? -Por supuesto que no.
Rachel se sintió extrañamente encantada por su negativa.
El propietario de la casa estaba apoyado cerca de la puerta fumando un puro. Rachel intentó mantener la mirada a la altura de los ojos.
-¡Ahhh, Jesse! Seguramente no querrás llevarte a esta preciosa mujer tan pronto.
-Me temo que tenemos que volver, Tom.
El hombre puso una mueca de diversión.
-No engañas a nadie, chico. Simplemente quieres quedártela para ti sólo.
-¡Qué cierto! -dijo Jesse con calma apretándole más por la cintura-. Gracias por los cangrejos.
Tom guiñó un ojo.
-No te preocupes. Imaginé que se les abriría el apetito.
Rachel frunció el ceño hacia Jesse, pero éste sólo sacudió la cabeza.
-Puede que me pase mañana por la tarde a hacer un poco de surf.
El anfitrión asintió con gesto hospitalario antes de hacer un gesto hacia Rachel con su puro.
-¿Traerás a tu pequeño tesoro?
Rachel alzó la barbilla con orgullo. Aquel hombre hacía que pareciera un recuerdo de plástico. Miró a Jesse y lo encontró mirándola con gesto de diversión.
-Eso depende de ella, supongo. Parece tener mucha prisa por abandonar nuestra preciosa isla.
Sonrojándose bajo su mirada burlona, Rachel ladeó la cabeza con gesto de despedida hacia su amigo millonario desnudo y cruzó la puerta que Jesse mantenía abierta para ella. Llegó a la sombra de los árboles y se sintió un poco mejor. Al entrar entre los aromáticos hibiscos, perdió de vista a los dos hombres, pero todavía podía escuchar sus voces.
Tom se rió.
-¿La has asustado, Jesse?
Esperando una respuesta, Rachel aguzó el oído. Entonces la voz de Jesse flotó hasta ella a pesar de haber bajado el tono.
-Al contrario, amigo mío. Al contrario.
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Ya viene la segunda parte...que esta muy buena
Emy_Rodriguez Groff- -
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Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Fic Obedeciendo al Corazón
Capitulo 6 Parte 2
Por que hago estas cosas.......
Rachel apenas estaba atenta mientras el empleado contaba su dinero. No podía dejar de pensar en las palabras de despedida de Jesse. ¿Que ella le había asustado?
¿Qué diablos querría decir?
Al darse la vuelta se encontró con el objeto de sus pensamientos mirando por la ventana con cara de aburrimiento. Decidió que debía haber interpretado mal sus palabras. Probablemente querría decir que se había buscado demasiadas complicaciones por culpa de ella. Después de todo, la isla debía estar plagada de mujeres que se contentarían sólo con una aventura de una noche y estaba perdiendo un tiempo valioso con ella, que era un caso perdido.
Como si sintiera que estaba pensando en él,
Jesse la miró con una sonrisa distante.
-¿Lista para irnos, Rach?
Ella asintió y extendió un billete de cien dólares en su dirección.
-Por todas las molestias que te has tomado. Él la miró y frunció el ceño. -No me debes nada.
Rachel intentó meterle el dinero en la mano. Él apartó la mano y sacudió la cabeza.
-Si no recuerdo mal, sólo me debes un penique. Rachel no había querido ofenderlo. Más impresionada con su galantería de lo que quería reconocer, intentó aliviar la tensión.
-Entonces, ¿tienes cambio de cien?
Por suerte, él lanzó una carcajada. Rachel sintió una oleada de pánico al sentir lo agradable que se había vuelto aquel sonido a sus oídos.
-Vamos -dijo él abriendo la puerta entre un sonido de campanillas-. Quizá tengan en el bar.
Desde correos condujeron hasta la comisaría de policía, pero el maletín de Rachel todavía no había aparecido. La decepción inicial dio paso a una oleada de alivio, pero decidió no analizar su reacción. En el viaje de vuelta al Rey del Ron, Rachel disfrutó de la brisa que le refrescó la piel rosada por el sol. El sol se había convertido en una bola de fuego con hilachos de color púrpura y rosa y unas nubes azules en preparación para la gran salida. Los bongos resonaban en la distancia, probablemente como celebración de la puesta de sol.
Habiéndose aclimatado al ritmo de Jesse, sus cuerpos se fundían en las curvas y Rachel tuvo que contener el impulso de deslizar las manos por su vientre plano.
El calor, sus propias circunstancias y la cercanía se combinaban en un poderoso afrodisíaco. Pero, se recordó a sí misma, ella siempre se conducía con disciplina y no pensaba cambiar ahora. Cerró los ojos contra la punzada de deseo que le erizó el vello del cuello pensado en la suerte que había tenido de haber escapado a tiempo de un hombre tan indudablemente sensual.
Sus inquietantes pensamientos se aclararon cuando llegaron a un cruce que ella reconoció. Rachel se maravilló de las multitudes que atestaban las calles y las aceras como abejas de colores. Jesse redujo y mantuvo un ritmo tan lento que iba con los pies en el suelo la mayor parte del tiempo.
Después de unos cuantos giros, llegó al callejón donde aparcaba y sujetó la moto para que ella saltara antes de ponerle el pedal.
-Gracias por el viaje -murmuró ella acercandose sensualmente a su oido.
-Ha sido un placer -dijo él con naturalidad mientras desataba la bolsa de deportes.
-Siempre había creído que las motos eran peligrosas, pero no sabía que podían ser tan divertidas.
-Pueden ser peligrosas -admitió él con un rápido vistazo en dirección a ella-, pero tienes razón. No hay nada tan divertido como tener algo caliente y que te responda entre las piernas.
Rachel se quedó parada preguntándose si sus hormonas estarían deduciendo más de lo que sus palabras implicaban. Pero cuando vio el brillo de sus dientes blancos entre las sombras de su cara, supo que la estaba tomando el pelo de nuevo.
-¿Es que nunca hablas en serio?
-Ser serio es malo para la salud. Entre tu vida de ejecutiva y el tabaco, debes tener las arterias taponadas.
-Pero tengo la cuenta bancaria saneada.
-¡Ah, sí! -dijo él con velado sarcasmo-. Al menos podrás permitirte pagar una habitación en un hospital privado.
-Estaría mucho más estresada si no tuviera la seguridad de un buen trabajo.
-Define lo que es bueno. Rachel frunció el ceño. -¿Perdona?
-Que definas lo que es un buen trabajo.
Jesse sacó una camiseta y se la metió por la cabeza.
Momentáneamente distraída por la decepción de que cubriera su suave y musculoso torso, se mordió el labio.
-¿Bueno? Ya sabes, bien pagado y estable.
Jesse se dio la vuelta hacia la calle interponiéndose entre ella y un grupo de colegiales que entraron corriendo.
-No le pides demasiado a tu carrera, Rach. -Rachel casi lanzó una carcajada. ¿Un camarero se atrevía a decirle que no le pedía demasiado a su carrera?
Apresuró el paso tras él para salir a la calle.
-¿Perdona?
-No te ofendas, pero ¿qué te parece pasar la mayor parte del tiempo haciendo algo que te gusta?
Ofendida, se apartó de él.
Yo nunca he dicho que no me gustara mi trabajo.
-Tampoco has dicho que te gustara.
Rachel lo siguió y alzó la voz para que la oyera entre las voces y los ruidos.
-Soy muy buena en lo que hago.
Él la miró con los ojos brillantes.
-Estoy seguro de que eres muy buena en muchas cosas, Rach, pero sólo porque puedas ascender no quiere decir que te guste lo que haces.
Decidiendo que la conversación estaba demasiado cerca de un tópico que no quería explorar, Rachel se dedicó a contemplar su entorno.
Las calles, muy iluminadas, habían tomado un aspecto carnavalesco y la multitud invadía la calzada con vibrantes y alegres colores.
Cada establecimiento ponía su propia música, a cual más alegre y ruidosa para atraer el tráfico peatonal.
Incluso el Rey del Ron había adoptado un ambiente nocturno y había un enorme loro de neón en el que no se había fijado por la mañana.
-¿Te he tocado la fibra sensible al hablar de tu trabajo?
Ella dio un respingo sorprendida de que quisiera seguir hablando de cosas serias.
-Es ley de vida -dijo cuando él la atrajo hacia sí para evitar que chocara con una persona que pasaba a toda prisa-. Una persona no puede estar divirtiéndoselas veinticuatro horas del día.
Él enarcó las cejas con gesto de desacuerdo. -. Al menos no todo el mundo.
Su carcajada resonó vibrante mientras avanzaban despacio hacia el bar. Jesse le pasó una cálida mano alrededor de la cintura y ella se acercó más a él con gesto instintivo.
-La gente como nosotros nos equilibramos mutuamente, Rach. Tú eres lo suficiente productiva para los dos y yo...
-¿Lo suficiente reproductivo?
Lo había dicho sin pensar y al oír su carcajada comprendió que se había avergonzado más a sí misma que a él. Jesse le apretó la cintura al cruzar la puerta del bar.
-Todos tenemos nuestros talentos.
El bar había sufrido una gran transformación para prepararse para los clientes nocturnos. Se habían puesto más mesas y todas tenían velas. Las camareras iban ahora vestidas con pantalones negros cortos y unas camisetas muy ajustadas y el reggae sonaba por los altavoces con fuerza. El aire estaba cargado de humo de cigarrillos despertando las ganas de nicotina de Rachel y prácticamente ocultando a la multitud que se congregaba en el patio. El aroma a alcohol y limón que flotaba en el aire le produjo unas ganas enormes de tomar una cerveza.
Jesse sonrió y saludó a un par de clientes antes de conducirla hacia el bar, donde la camarera rubia, Kate servía copas con mucha eficacia.
Tweety repitió como un disco rayado:
-La primera bebida un cuarto.
Jesse presentó a las dos mujeres con brevedad y al oír el nombre de Rachel, el loro gritó:
-¡Bonito trasero!
Rachel le frunció el ceño al pájaro y le dirigió una mirada acusadora a Jesse, que sólo sonrió y se encogió de hombros.
-¡Eh, Jesse! Las chicas están preguntando por ti ahí fuera -señaló al patio y arqueó las cejas con gesto sugerente-. Recuerda que es por una buena causa
Jesse se sonrojó intrigando a Rachel.
-¿Qué es lo que pasa en el patio?
-Subasta de besos -explicó Kate.
-¿Subasta de besos? Déjame adivinarlo, ¿ha sido idea tuya?
-Por supuesto -dijo la rubia mientras cortaba el limón para las Margaritas.
Jesse se puso más rojo.
-Hacemos recaudación de fondos para causas de caridad un par de veces al año y como, el domingo es el día de San Valentín, es buen momento para sacar unos cuantos dólares -guiñó un ojo en dirección a Jesse-. Y por los comentarios que he oído, vas a poder poner un buen precio, jefe.
Rachel se imaginó a las mujeres haciendo cola para poder besar a Jesse y sintió una punzada de celos. Él se movió inquieto bajo su mirada y para pasar el incómodo momento, le hizo algunas preguntas acerca de recetas e inventarios. Se debía estar asegurando de que los demás le taparan la ausencia ante el director pero cuando Kate se movió al otro extremo de la barra, recordó la forma en que se había dirigido a él.
-¿Eres el director de este sitio?
Jesse se metió tras la barra para agarrar una cerveza fría.
-¿Dirigir? Se podría decir así. ¿Qué quieres tomar, Rach?
-Tomaré una cerveza.
Jesse empezó a sonreír al pensar que en el breve espacio de unas horas la había introducido a las cervezas y los nudistas. Una mala influencia, pensó mientras abría las dos botellas y salía de detrás de la barra para hacer un gesto hacia la mesa habitual de Parker.
Parker Grimes estaba rodeado de otros clientes con los ojos muy abiertos y con su coctelera de Margarita habitual.
Debía estar contándoles alguna de sus famosas historias, porque sólo hablaba él y al final todos rompieron a reír.
Cuando los vio, se le iluminó la cara y agitó las manos para saludarlos.
-¡Jesse! Señorita Berry. Por favor, sientense con nosotros.
Aparecieron dos taburetes como por arte de magia, pero Jesse prefirió seguir de pie. ¿Para una rápida retirada?, se preguntó ella. Rachel se sentó en uno al lado del hombre que había llegado a ser como parte del mobiliario del bar.
Al contrario que la mayor parte de los escritores que buscaban inspiración en las personalidades y paisaje único de Key West, al humorista Parker Grimes se le publicaba por todo el mundo y había tenido muy buenas críticas con su segunda novela. Ya era habitual del bar cuando Jesse lo había comprado y enseguida se habían hecho amigos.
-Ya veo que ha llegado sana y salva, señorita Berry -le guiñó un ojo a Jesse-. Parecía un poco preocupada de que pudieras violarla y dejarla tirada en la playa.
Jesse notó la mirada de culpabilidad de Rachel y miles de palabras pasaron entre sus ojos sin que dijeran una sola palabra. Para aligerar el ambiente, Jesse intervino:
-Y tú le asegurarías si duda que no tenía ninguna intención de dejarla en la playa.
Su amigo se rió con una carcajada grave y alegre.
-¿Dígame, señorita Berry? ¿Le ha ayudado el señor St.James con su... problema?
Ah., sí, señor Parker. Ha sido muy... acomodador.
Sólo de pensar que ella estaba pensando en su historia de la playa le encendió el deseo de nuevo.
-Parece que estoy coleccionando adjetivos nuevos. Primero hospitalario y luego acomodador. ¿Cuál será el siguiente?
Rachel apretó los labios y él recordó su sensación sedosa bajo los de él.
-Se me ocurre incorregible -dijo con dulzura-. ¿Vas a preguntarle a tu amigo por un sitio para mí o tendré que hacerlo yo?
-Parker, la señorita necesita una habitación para un día o dos. ¿Puedes acomodarla?
El hombre miró a los dos y sonrió con picardía.
-Estoy seguro de que podré arreglar algo.
-Estupendo -dijo Jesse aliviado-. Escucha, Rach, si no te importa esperar unos minutos, necesito revisar un par de cosas.
-¿Para la subasta de besos?
-No -dijo él avergonzado de nuevo. Pero Rachel ya no le estaba prestando atención a él sino a su reloj-. ¿Tienes que ir a alguna parte?
Ella sacudió la cabeza.
-No, pero debería hacer una llamada de teléfono.
-Déjame adivinar. ¿Al bueno del viejo Finn?
Ella asintió ignorando su ironía. ¿Celos? Imposible.
-Vamos -dijo él con más impaciencia de la que había querido demostrar-. Hasta te daré el cuarto.
-Pero todavía te debo un penique -le recordó ella con una sonrisa que le produjo un cosquilleo de pánico.
¡Oh, Dios santo! Aquella mujer le gustaba.
No, la deseaba, se corrigió mientras la guiaba a una puerta con el cartel de Empleados sólo. Entre gustar y desear había una enorme diferencia.
-Aquí lo tienes -dijo extendiendo el brazo hacia una habitación del tamaño de un cuarto de baño con una bombilla desnuda en el techo. No hay mucho que ver, pero estarás más tranquila -cerró la puerta tras ellos y señaló una mesa de estudiante de una esquina-. Ahí está el teléfono. Si no te importa, ya que estoy aquí, firmaré unos pedidos para mañana.
Rachel se acercó a la mesa, pero su mirada estaba en una fotografía de la pared, de un artículo de periódico enmarcado con torpeza de él pasándole un cheque al director del Parque Nacional de Tortugas Secas.
-¿Eres el dueño de este sitio? -preguntó con sorpresa.
-Culpable.
-Dijiste que eras el director.
El lanzó una carcajada.
-Soy el director, el encargado de la limpieza, el camarero y todo lo que haga falta.
Jesse posó su cerveza en un archivador a la altura del hombro contemplando la cabeza roja de ella inclinada. Sus manos y brazos se movían con gracia y belleza. No sabía por qué hasta sus más ligeros movimientos le producían el deseo de atraerla a sus brazos.
Apartando aquellas ideas de su cabeza, sacó un bolígrafo de un montón de cosas desordenadas y se dio la vuelta para darle más sensación de intimidad antes de examinar las hojas de pedidos de licores.
-Hola, Finn. Soy yo.
Jesse frunció el ceño.
No había dicho señorita Berry ni Rachel, sino yo. Lo que debía querer decir que tenían una relación íntima.
-Sí, recibí tu dinero. No sé lo que hubiera hecho sin ti.
«Como si allí nadie hubiera levantado un dedo para ayudarla», pensó Jesse ofendido.
-Todo va bien. He reservado un pasaje en otro barco el domingo por la tarde, así que estaré en casa el lunes por la mañana.
¿En casa? ¿Estaría hablando en general o viviría con aquel tipo?
-¿Las hojas de los diseños? Yo... no he podido localizar un fax para mandártelas. No, no creo que nadie tenga una copia actualizada, pero... ¡Finn! -habló con tanta dureza que él se volvió para mirarla-. Si encuentro un fax te mandaré lo que necesitas y si no, te lo daré el lunes por la noche.
«El lunes por la noche. O sea que vive con él».
-¿Como van las pruebas del nuevo compilador?
Jesse escuchó una charla sobre informática con su querido Finn y se sorprendió de lo desfasado que se había quedado. Él había sido un mago de la informática, pero hacía diez años que no agarraba un teclado. ¿Por qué aquella mujer le hacía sentir de repente que se estaba perdiendo algo?
El chasquido al colgar interrumpió sus pensamientos. Se apresuró a terminar de firmar los pedidos antes de darse la vuelta con una sonrisa.
-¿Cómo está Finn?
Ella borró la preocupación de su gesto en un abrir y cerrar de ojos y agarró la cerveza.
-Bien.
-Echándote de menos, supongo.
Rachel se encogió de hombros.
-Está muy ocupado.
Incapaz de contenerse, Jesse preguntó:
-¿Y le has contado en lo que te has mantenido ocupada tú?
Rachel lo miró a los ojos.
-¿Y qué hay que contar?
El sintió un sofoco de vergüenza e inclinó la cabeza como aceptando su cándida observación. Entonces se fijó en el billete de cien dólares bajo el teléfono.
-Esa llamada no ha costado tanto. Pensé que te había dejado claro que no pienso aceptar tu dinero.
-No te pongas a la defensiva -dijo ella levantándose-. Si no aceptas el dinero para ti mismo, tómalo para tu recaudación de fondos.
Él iba a poner objeciones, pero se le ocurrió una idea que lo hizo sonreír.
-De acuerdo -se acercó a ella de dos rápidas zancadas y apoyó la mano en la pared apenas unos centímetros de ella-. Pero si no calculo mal -susurró acariciándole la mejilla rosada-. Eso hacen cien besos.
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Espero que les haya gustado por que este Jesse me tiene las hormonas revolucionadas, espero sus comentarios
Capitulo 6 Parte 2
Por que hago estas cosas.......
Rachel apenas estaba atenta mientras el empleado contaba su dinero. No podía dejar de pensar en las palabras de despedida de Jesse. ¿Que ella le había asustado?
¿Qué diablos querría decir?
Al darse la vuelta se encontró con el objeto de sus pensamientos mirando por la ventana con cara de aburrimiento. Decidió que debía haber interpretado mal sus palabras. Probablemente querría decir que se había buscado demasiadas complicaciones por culpa de ella. Después de todo, la isla debía estar plagada de mujeres que se contentarían sólo con una aventura de una noche y estaba perdiendo un tiempo valioso con ella, que era un caso perdido.
Como si sintiera que estaba pensando en él,
Jesse la miró con una sonrisa distante.
-¿Lista para irnos, Rach?
Ella asintió y extendió un billete de cien dólares en su dirección.
-Por todas las molestias que te has tomado. Él la miró y frunció el ceño. -No me debes nada.
Rachel intentó meterle el dinero en la mano. Él apartó la mano y sacudió la cabeza.
-Si no recuerdo mal, sólo me debes un penique. Rachel no había querido ofenderlo. Más impresionada con su galantería de lo que quería reconocer, intentó aliviar la tensión.
-Entonces, ¿tienes cambio de cien?
Por suerte, él lanzó una carcajada. Rachel sintió una oleada de pánico al sentir lo agradable que se había vuelto aquel sonido a sus oídos.
-Vamos -dijo él abriendo la puerta entre un sonido de campanillas-. Quizá tengan en el bar.
Desde correos condujeron hasta la comisaría de policía, pero el maletín de Rachel todavía no había aparecido. La decepción inicial dio paso a una oleada de alivio, pero decidió no analizar su reacción. En el viaje de vuelta al Rey del Ron, Rachel disfrutó de la brisa que le refrescó la piel rosada por el sol. El sol se había convertido en una bola de fuego con hilachos de color púrpura y rosa y unas nubes azules en preparación para la gran salida. Los bongos resonaban en la distancia, probablemente como celebración de la puesta de sol.
Habiéndose aclimatado al ritmo de Jesse, sus cuerpos se fundían en las curvas y Rachel tuvo que contener el impulso de deslizar las manos por su vientre plano.
El calor, sus propias circunstancias y la cercanía se combinaban en un poderoso afrodisíaco. Pero, se recordó a sí misma, ella siempre se conducía con disciplina y no pensaba cambiar ahora. Cerró los ojos contra la punzada de deseo que le erizó el vello del cuello pensado en la suerte que había tenido de haber escapado a tiempo de un hombre tan indudablemente sensual.
Sus inquietantes pensamientos se aclararon cuando llegaron a un cruce que ella reconoció. Rachel se maravilló de las multitudes que atestaban las calles y las aceras como abejas de colores. Jesse redujo y mantuvo un ritmo tan lento que iba con los pies en el suelo la mayor parte del tiempo.
Después de unos cuantos giros, llegó al callejón donde aparcaba y sujetó la moto para que ella saltara antes de ponerle el pedal.
-Gracias por el viaje -murmuró ella acercandose sensualmente a su oido.
-Ha sido un placer -dijo él con naturalidad mientras desataba la bolsa de deportes.
-Siempre había creído que las motos eran peligrosas, pero no sabía que podían ser tan divertidas.
-Pueden ser peligrosas -admitió él con un rápido vistazo en dirección a ella-, pero tienes razón. No hay nada tan divertido como tener algo caliente y que te responda entre las piernas.
Rachel se quedó parada preguntándose si sus hormonas estarían deduciendo más de lo que sus palabras implicaban. Pero cuando vio el brillo de sus dientes blancos entre las sombras de su cara, supo que la estaba tomando el pelo de nuevo.
-¿Es que nunca hablas en serio?
-Ser serio es malo para la salud. Entre tu vida de ejecutiva y el tabaco, debes tener las arterias taponadas.
-Pero tengo la cuenta bancaria saneada.
-¡Ah, sí! -dijo él con velado sarcasmo-. Al menos podrás permitirte pagar una habitación en un hospital privado.
-Estaría mucho más estresada si no tuviera la seguridad de un buen trabajo.
-Define lo que es bueno. Rachel frunció el ceño. -¿Perdona?
-Que definas lo que es un buen trabajo.
Jesse sacó una camiseta y se la metió por la cabeza.
Momentáneamente distraída por la decepción de que cubriera su suave y musculoso torso, se mordió el labio.
-¿Bueno? Ya sabes, bien pagado y estable.
Jesse se dio la vuelta hacia la calle interponiéndose entre ella y un grupo de colegiales que entraron corriendo.
-No le pides demasiado a tu carrera, Rach. -Rachel casi lanzó una carcajada. ¿Un camarero se atrevía a decirle que no le pedía demasiado a su carrera?
Apresuró el paso tras él para salir a la calle.
-¿Perdona?
-No te ofendas, pero ¿qué te parece pasar la mayor parte del tiempo haciendo algo que te gusta?
Ofendida, se apartó de él.
Yo nunca he dicho que no me gustara mi trabajo.
-Tampoco has dicho que te gustara.
Rachel lo siguió y alzó la voz para que la oyera entre las voces y los ruidos.
-Soy muy buena en lo que hago.
Él la miró con los ojos brillantes.
-Estoy seguro de que eres muy buena en muchas cosas, Rach, pero sólo porque puedas ascender no quiere decir que te guste lo que haces.
Decidiendo que la conversación estaba demasiado cerca de un tópico que no quería explorar, Rachel se dedicó a contemplar su entorno.
Las calles, muy iluminadas, habían tomado un aspecto carnavalesco y la multitud invadía la calzada con vibrantes y alegres colores.
Cada establecimiento ponía su propia música, a cual más alegre y ruidosa para atraer el tráfico peatonal.
Incluso el Rey del Ron había adoptado un ambiente nocturno y había un enorme loro de neón en el que no se había fijado por la mañana.
-¿Te he tocado la fibra sensible al hablar de tu trabajo?
Ella dio un respingo sorprendida de que quisiera seguir hablando de cosas serias.
-Es ley de vida -dijo cuando él la atrajo hacia sí para evitar que chocara con una persona que pasaba a toda prisa-. Una persona no puede estar divirtiéndoselas veinticuatro horas del día.
Él enarcó las cejas con gesto de desacuerdo. -. Al menos no todo el mundo.
Su carcajada resonó vibrante mientras avanzaban despacio hacia el bar. Jesse le pasó una cálida mano alrededor de la cintura y ella se acercó más a él con gesto instintivo.
-La gente como nosotros nos equilibramos mutuamente, Rach. Tú eres lo suficiente productiva para los dos y yo...
-¿Lo suficiente reproductivo?
Lo había dicho sin pensar y al oír su carcajada comprendió que se había avergonzado más a sí misma que a él. Jesse le apretó la cintura al cruzar la puerta del bar.
-Todos tenemos nuestros talentos.
El bar había sufrido una gran transformación para prepararse para los clientes nocturnos. Se habían puesto más mesas y todas tenían velas. Las camareras iban ahora vestidas con pantalones negros cortos y unas camisetas muy ajustadas y el reggae sonaba por los altavoces con fuerza. El aire estaba cargado de humo de cigarrillos despertando las ganas de nicotina de Rachel y prácticamente ocultando a la multitud que se congregaba en el patio. El aroma a alcohol y limón que flotaba en el aire le produjo unas ganas enormes de tomar una cerveza.
Jesse sonrió y saludó a un par de clientes antes de conducirla hacia el bar, donde la camarera rubia, Kate servía copas con mucha eficacia.
Tweety repitió como un disco rayado:
-La primera bebida un cuarto.
Jesse presentó a las dos mujeres con brevedad y al oír el nombre de Rachel, el loro gritó:
-¡Bonito trasero!
Rachel le frunció el ceño al pájaro y le dirigió una mirada acusadora a Jesse, que sólo sonrió y se encogió de hombros.
-¡Eh, Jesse! Las chicas están preguntando por ti ahí fuera -señaló al patio y arqueó las cejas con gesto sugerente-. Recuerda que es por una buena causa
Jesse se sonrojó intrigando a Rachel.
-¿Qué es lo que pasa en el patio?
-Subasta de besos -explicó Kate.
-¿Subasta de besos? Déjame adivinarlo, ¿ha sido idea tuya?
-Por supuesto -dijo la rubia mientras cortaba el limón para las Margaritas.
Jesse se puso más rojo.
-Hacemos recaudación de fondos para causas de caridad un par de veces al año y como, el domingo es el día de San Valentín, es buen momento para sacar unos cuantos dólares -guiñó un ojo en dirección a Jesse-. Y por los comentarios que he oído, vas a poder poner un buen precio, jefe.
Rachel se imaginó a las mujeres haciendo cola para poder besar a Jesse y sintió una punzada de celos. Él se movió inquieto bajo su mirada y para pasar el incómodo momento, le hizo algunas preguntas acerca de recetas e inventarios. Se debía estar asegurando de que los demás le taparan la ausencia ante el director pero cuando Kate se movió al otro extremo de la barra, recordó la forma en que se había dirigido a él.
-¿Eres el director de este sitio?
Jesse se metió tras la barra para agarrar una cerveza fría.
-¿Dirigir? Se podría decir así. ¿Qué quieres tomar, Rach?
-Tomaré una cerveza.
Jesse empezó a sonreír al pensar que en el breve espacio de unas horas la había introducido a las cervezas y los nudistas. Una mala influencia, pensó mientras abría las dos botellas y salía de detrás de la barra para hacer un gesto hacia la mesa habitual de Parker.
Parker Grimes estaba rodeado de otros clientes con los ojos muy abiertos y con su coctelera de Margarita habitual.
Debía estar contándoles alguna de sus famosas historias, porque sólo hablaba él y al final todos rompieron a reír.
Cuando los vio, se le iluminó la cara y agitó las manos para saludarlos.
-¡Jesse! Señorita Berry. Por favor, sientense con nosotros.
Aparecieron dos taburetes como por arte de magia, pero Jesse prefirió seguir de pie. ¿Para una rápida retirada?, se preguntó ella. Rachel se sentó en uno al lado del hombre que había llegado a ser como parte del mobiliario del bar.
Al contrario que la mayor parte de los escritores que buscaban inspiración en las personalidades y paisaje único de Key West, al humorista Parker Grimes se le publicaba por todo el mundo y había tenido muy buenas críticas con su segunda novela. Ya era habitual del bar cuando Jesse lo había comprado y enseguida se habían hecho amigos.
-Ya veo que ha llegado sana y salva, señorita Berry -le guiñó un ojo a Jesse-. Parecía un poco preocupada de que pudieras violarla y dejarla tirada en la playa.
Jesse notó la mirada de culpabilidad de Rachel y miles de palabras pasaron entre sus ojos sin que dijeran una sola palabra. Para aligerar el ambiente, Jesse intervino:
-Y tú le asegurarías si duda que no tenía ninguna intención de dejarla en la playa.
Su amigo se rió con una carcajada grave y alegre.
-¿Dígame, señorita Berry? ¿Le ha ayudado el señor St.James con su... problema?
Ah., sí, señor Parker. Ha sido muy... acomodador.
Sólo de pensar que ella estaba pensando en su historia de la playa le encendió el deseo de nuevo.
-Parece que estoy coleccionando adjetivos nuevos. Primero hospitalario y luego acomodador. ¿Cuál será el siguiente?
Rachel apretó los labios y él recordó su sensación sedosa bajo los de él.
-Se me ocurre incorregible -dijo con dulzura-. ¿Vas a preguntarle a tu amigo por un sitio para mí o tendré que hacerlo yo?
-Parker, la señorita necesita una habitación para un día o dos. ¿Puedes acomodarla?
El hombre miró a los dos y sonrió con picardía.
-Estoy seguro de que podré arreglar algo.
-Estupendo -dijo Jesse aliviado-. Escucha, Rach, si no te importa esperar unos minutos, necesito revisar un par de cosas.
-¿Para la subasta de besos?
-No -dijo él avergonzado de nuevo. Pero Rachel ya no le estaba prestando atención a él sino a su reloj-. ¿Tienes que ir a alguna parte?
Ella sacudió la cabeza.
-No, pero debería hacer una llamada de teléfono.
-Déjame adivinar. ¿Al bueno del viejo Finn?
Ella asintió ignorando su ironía. ¿Celos? Imposible.
-Vamos -dijo él con más impaciencia de la que había querido demostrar-. Hasta te daré el cuarto.
-Pero todavía te debo un penique -le recordó ella con una sonrisa que le produjo un cosquilleo de pánico.
¡Oh, Dios santo! Aquella mujer le gustaba.
No, la deseaba, se corrigió mientras la guiaba a una puerta con el cartel de Empleados sólo. Entre gustar y desear había una enorme diferencia.
-Aquí lo tienes -dijo extendiendo el brazo hacia una habitación del tamaño de un cuarto de baño con una bombilla desnuda en el techo. No hay mucho que ver, pero estarás más tranquila -cerró la puerta tras ellos y señaló una mesa de estudiante de una esquina-. Ahí está el teléfono. Si no te importa, ya que estoy aquí, firmaré unos pedidos para mañana.
Rachel se acercó a la mesa, pero su mirada estaba en una fotografía de la pared, de un artículo de periódico enmarcado con torpeza de él pasándole un cheque al director del Parque Nacional de Tortugas Secas.
-¿Eres el dueño de este sitio? -preguntó con sorpresa.
-Culpable.
-Dijiste que eras el director.
El lanzó una carcajada.
-Soy el director, el encargado de la limpieza, el camarero y todo lo que haga falta.
Jesse posó su cerveza en un archivador a la altura del hombro contemplando la cabeza roja de ella inclinada. Sus manos y brazos se movían con gracia y belleza. No sabía por qué hasta sus más ligeros movimientos le producían el deseo de atraerla a sus brazos.
Apartando aquellas ideas de su cabeza, sacó un bolígrafo de un montón de cosas desordenadas y se dio la vuelta para darle más sensación de intimidad antes de examinar las hojas de pedidos de licores.
-Hola, Finn. Soy yo.
Jesse frunció el ceño.
No había dicho señorita Berry ni Rachel, sino yo. Lo que debía querer decir que tenían una relación íntima.
-Sí, recibí tu dinero. No sé lo que hubiera hecho sin ti.
«Como si allí nadie hubiera levantado un dedo para ayudarla», pensó Jesse ofendido.
-Todo va bien. He reservado un pasaje en otro barco el domingo por la tarde, así que estaré en casa el lunes por la mañana.
¿En casa? ¿Estaría hablando en general o viviría con aquel tipo?
-¿Las hojas de los diseños? Yo... no he podido localizar un fax para mandártelas. No, no creo que nadie tenga una copia actualizada, pero... ¡Finn! -habló con tanta dureza que él se volvió para mirarla-. Si encuentro un fax te mandaré lo que necesitas y si no, te lo daré el lunes por la noche.
«El lunes por la noche. O sea que vive con él».
-¿Como van las pruebas del nuevo compilador?
Jesse escuchó una charla sobre informática con su querido Finn y se sorprendió de lo desfasado que se había quedado. Él había sido un mago de la informática, pero hacía diez años que no agarraba un teclado. ¿Por qué aquella mujer le hacía sentir de repente que se estaba perdiendo algo?
El chasquido al colgar interrumpió sus pensamientos. Se apresuró a terminar de firmar los pedidos antes de darse la vuelta con una sonrisa.
-¿Cómo está Finn?
Ella borró la preocupación de su gesto en un abrir y cerrar de ojos y agarró la cerveza.
-Bien.
-Echándote de menos, supongo.
Rachel se encogió de hombros.
-Está muy ocupado.
Incapaz de contenerse, Jesse preguntó:
-¿Y le has contado en lo que te has mantenido ocupada tú?
Rachel lo miró a los ojos.
-¿Y qué hay que contar?
El sintió un sofoco de vergüenza e inclinó la cabeza como aceptando su cándida observación. Entonces se fijó en el billete de cien dólares bajo el teléfono.
-Esa llamada no ha costado tanto. Pensé que te había dejado claro que no pienso aceptar tu dinero.
-No te pongas a la defensiva -dijo ella levantándose-. Si no aceptas el dinero para ti mismo, tómalo para tu recaudación de fondos.
Él iba a poner objeciones, pero se le ocurrió una idea que lo hizo sonreír.
-De acuerdo -se acercó a ella de dos rápidas zancadas y apoyó la mano en la pared apenas unos centímetros de ella-. Pero si no calculo mal -susurró acariciándole la mejilla rosada-. Eso hacen cien besos.
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Espero que les haya gustado por que este Jesse me tiene las hormonas revolucionadas, espero sus comentarios
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Emy que mas te puedo decir queno te haya dicho, ya se tengo 3 billetes de 100 dlls. y puedo conseguir mas jajajaja
Po rdios mas hot , y de seguro lo que nos espera, y porfavor rachel ya no te hagas la dificil y manada a finnmuy lejos
Quiero actualizacion no me dejes asi
Po rdios mas hot , y de seguro lo que nos espera, y porfavor rachel ya no te hagas la dificil y manada a finnmuy lejos
Quiero actualizacion no me dejes asi
Tatislutz*-* -
Mensajes : 1752
Fecha de inscripción : 08/05/2011
Edad : 40
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
jesse no pierde las oportunidades q se le presenten xD
lo de la play.. me dejo sin palabras, fue genial!!! :D
lo de la play.. me dejo sin palabras, fue genial!!! :D
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Fic Obedeciendo al Corazon, Cap. 7, Mas Pasión
Fic Obedeciendo al corazón
Capitulo 7
Mas Pasión
Capitulo 7
Mas Pasión
Antes de que él reclamara sus labios, Rachel no tuvo tiempo de inhalar, cuanto menos de protestar. Jesse le atrapó la boca con la fiereza de la consumación aunque sólo sus labios se tocaban.
Frotó la lengua con la de él paladeando la cerveza y su propio sabor agradable. A Rachel se le despertó todo el cuerpo como si ella fuera una máquina y él la fuente de electricidad.
El deseo recorrió todo su cuerpo. Sintió la mesa apretada contra la parte trasera de sus muslos, pero eso la excitó aún más.El respondió con creciente intensidad. Sus dientes se entrechocaron y los labios de él se endurecían y suavizaban alternativamente, de la suave caricia al flagrante deseo dejándola sin aire.
La necesidad de oxígeno acabó con el beso. Rachel alzó la mano hacia sus labios adoloridos de la intensidad del beso intentando recuperar la compostura.
Jesse también estaba sin aliento y sus ojos plateados seguían clavados en ella. Deslizó los brazos alrededor de su cintura y lanzó un silbido de admiración.
-Sólo faltan noventa y nueve.
-Jesse -advirtió ella-. No deberíamos...
Sin querer le había dado acceso al cuello y él aprovechó deslizando diminutos besos por él.
-Noventa y ocho... noventa y siete... noventa y seis...
-Jesse -protestó ella de nuevo aunque sus manos le habían aferrado la cabeza como si tuvieran voluntad propia.
-Noventa y cinco... noventa y cuatro...
Ella alzó la barbilla y se arqueó hacia atrás cuando él posó los labios donde el pulso le palpitaba en la garganta. Entonces le dio una palmada en el hombro.
-Estás contando al contrario.
Rachel sintió que se reía contra su cuello.
-Y se supone que tú deberías estar distraída como para notarlo.
Ella lo empujó con exasperación y se cruzó de brazos en un esfuerzo por recuperar el control.
-Quizá debería añadir los que das sin querer a tu lista.
Alzando los hombros con gesto de inocencia, sonrió:
-Como la subasta de besos fue idea mía supongo que es mi responsabilidad asegurarme de que recibas lo que has pagado.
La pasión de sus ojos le produjo una punzada de alarma porque sospechaba que en los de ella debía brillar el mismo deseo desnudo. Con pánico, se dio la vuelta hacia la pared. Demasiado tarde, comprendió al encontrarse con un espejo. Jesse St.James no era un hombre al que se le debiera dar la espalda.
Bastante más alto que ella, su reflejo sobresalía en el espejo a sus espaldas. Con su pelo ondulado y sus brillantes ojos plateados, le recordó a Rachel a un león rodeando a una hembra para seducirla o comérsela viva según su deseo.
Jesse estiró la mano y enterró sus dedos de bronce en la masa de rizos castaños que acariciaban su clavícula. Rachel contuvo el aliento cuando él apartó los mechones sobre su hombro exponiendo la sensible zona de debajo de la oreja. Con un nudo en el estómago, notó que tenía la piel del cuello erizada en espera de sus expertos labios. Pero en vez de darle un beso, bajó la cabeza y le frotó el cuello con el mentón raspándole con suavidad con su barba incipiente.
-¿Y bien? -murmuró.
Ella cerró los ojos y exhaló ladeando la cabeza.
-¿Y bien qué?
El siguió frotándole.
-¿Crees que merece la pena lo que has pagado?
En respuesta, ella se apretó contra él enroscando las manos alrededor de sus caderas. Jesse gimió y deslizó las manos dentro de su camisa La respiración de Jesse se hizo jadeante mientras besaba suavemente el lobúlo de su oreja.
-Rachel, no puedo mantener las manos apartadas de ti.
Fascinada por la imagen de sus dedos morenos contra la blanca piel, Jesse le desanudó la camisa y deslizó las manos por su estómago y la cinturilla de sus pantalones cortos.
Un fuego líquido le recorrió el cuerpo cuando él cubrió con sus manos y movió sus hábiles dedos. Con los ojos nublados de deseo, Jesse clavó los ojos en los de ella mientras le apretaba el cuerpo con unos movimientos firmes que prometían un nivel de pasión que ella todavía no había experimentado.
Tendría que ser una idiota para no notar cuánto la deseaba. Y ella le deseaba a él también con una pasión que la aterrorizaba. Lo deseaba allí mismo, en aquel mismo instante, en aquel cuartito atestado con gente desconocida al otro lado de la pared.
Pero cuando él deslizó un dedo bajo la inadecuada tela de su blusa, la intimidad del gesto le devolvió el sentido común. Rachel se puso rígida. Se estaba comportando como una colegiala en primavera, cayendo literalmente en las manos de un camarero de dulces palabras. Bajó las manos y sacó la mano de él que estaba dentro de su blusa.
Él pareció sorprendido, pero no se resistió. Dio un paso atrás y se pasó la mano por la cara.
-Rachel...
-Jesse -le interrumpió ella estirándose la ropa con frenesí-. Me disculpo por mi comportamiento.
Bajó entonces la vista para comprobar que la ropa estaba en su sitio antes de mirarlo.
Ante la expresión de enfado de su cara, casi se arrepintió, pero enseguida alzó la barbilla y siguió adelante.
-Agradezco todo lo que has hecho por mí, pero una aventura de fin de semana en vacaciones no es mi estilo. Esta... -hizo un gesto a su alrededor buscando la palabra-, esta atracción contradice mis ideas, pero tenemos... -lanzó una carcajada que le sonó histérica a sus propios oídos-, tenemos que enfrentarnos al hecho de que si no encuentro el maletín ya puedo hasta olvidarme de volver a Cincinatti.
-¿Y qué hay de terrible en ello?
Ella alzó la vista y casi lanzó una carcajada ante lo simplista de su solución.
-Era una forma de hablar. Por supuesto que tengo que volver.
El puso gesto de duda.
-¿Por qué?
Rachel parpadeó. Jesse St.James vivía en un paraíso relajado con sus pantalones deshilachados.
¿Cómo iba a entender la responsabilidad que tenía ella ni la magnitud de su descuido? No sólo había comprometido su trabajo, sino la reputación de todo el equipo si el sistema se retrasaba por culpa de su negligencia. Al pensarlo, se le hizo un nudo en el estómago y sacudió la cabeza con incredulidad. ¿Por qué le estaba pasando eso a ella?
-Tengo que salir de aquí -se dio la vuelta hacia la puerta, pero Jesse la retuvo por la muñeca-. Suéltame. Ya sé que estás enfadado, pero...
-Rachel -dijo él aflojando pero sin soltarla-. No estoy enfadado contigo sino conmigo por presionarte. Lo siento. Y también sé que estás preocupada por tu maletín, pero el que te vayas así no arreglará nada.
Su mirada se clavó en ella, no la mirada de un devorador de mujeres, sino la sombría y afectuosa mirada de un hombre que... ¿la comprendía? Eso era imposible.
-Gracias por ayudarme a encontrar un sitio donde quedarme -dijo retirando la muñeca de su mano-. Necesito comprar algunas cosas de aseo y algo de ropa. ¿Y quién sabe? Quizá mañana aparezca mi bolso.
-Y así podrás volver antes -se burló él.
-Sí. ¿Para qué diablos iba a quedarme?
«Y aumentar las posibilidades de acabar en la cama contigo».
La energía de su pasión anterior parecía flotar en el aire espesando el ambiente entre ellos. Al recordar su descaro, Rachel se sonrojó y se pasó la mano por el pelo.
-Después de que me des la dirección del hostal de Grimes, compraré las cosas que necesito y probablemente me meta en la cama pronto. Ha sido un día muy intenso.
Desde luego, pensó Jesse. Él se había pasado todo el día intentando no involucrarse en la situación de aquella mujer y luchando contra la atracción física, e intentando ignorar el sentimiento de fracaso que ella había resucitado con su preocupación por perder el trabajo.
Suspiró. Key West debía tener más bares per capita que cualquier otro lugar del mundo, así que, ¿por qué tenía que haber caído ella precisamente en el suyo?
Rachel agarró el pomo de la puerta y él comprendió que a pesar del caos que había creado en su vida en el espacio de unas pocas horas, no podía dejarla partir todavía.
-Iré contigo.
Rachel se dio la vuelta con el ceño fruncido.
-No creo que sea buena idea.
Al menos no había dicho que no. Eso era buena señal.
-Lo que no es buena idea es que te pasees sola por las calles de noche. Puedes comprar lo que necesites, comeremos algo rápido y te dejaré en el hostal.
-¿Y entonces no despediremos?
-Entonces nos despediremos -asintió él. -¿No más...?
Hizo un gesto vago entre ellos dos.
-No más -prometió él alzando la mano. -De acuerdo -dijo ella girando el pomo. -De acuerdo.
-Estás empezando a parecerte a tu loro.
Jesse bajó la vista hacia su trasero y recordó la nueva frase de Tweety, pero contuvo la lengua con prudencia.
En la tienda...
Rachel pasó los dedos por la fila de blusas consciente de la vista de Jesse clavada en ella sujetando la pequeña bolsa de aseo en la mano. Por centésima vez se preguntó si no estaría cometiendo otro error al seguir en su compañía.
Sólo había un puñado de clientes en la tienda de ropa. La música, las risas y el murmullo de las voces se filtraban por la puerta principal, que se mantenía abierta con una silla. La jovencísima vendedora miraba con anhelo a los paseantes con las caras iluminadas por las luces de neón. Distraída, pero intentando darse prisa, Rachel sacó una camisa lisa de algodón de color crema y la dobló sobre los pantalones cortos de pinzas de color azul marino que tenía en la mano. Sencillo y sensato.
-¿Qué te parece esto?
La voz de Jesse la sorprendió. Alzó la vista y lo vio señalando una falda de seda de color aguamarina.
-Es un color bonito y tiene un tacto muy agradable -insistió él.
Rachel se acercó a su lado con la ropa que había escogido ella en la mano.
-Es bonita, pero no muy práctica.
Él frunció el ceño.
-¿Por qué no?
-Bueno, normalmente llevo trajes a juego para el trabajo.
-¿Código estricto de vestuario?
-Preferencias personales.
-Al menos, pruébatela.
Ella frotó la tela entre los dedos, su textura tan suave que parecía casi aceitosa.
-Es bonito el color, ¿verdad?
Entonces vio una camisa de color amarillo pálido colgada en la siguiente percha que combinaba de forma llamativa con la falda. Con indulgencia, concedió que Jesse tenía buen gusto y se colgó las dos prendas del brazo.
Los vestuarios ofrecían una cuestionable intimidad con unas cortinas desde el hombro hasta el tobillo.
El interior era aún más simple, sin espejos y con sólo un clavo para colgar las perchas. Con un murmullo de protesta, se quitó los mocasines un poco avergonzada dejándose la parte inferior del bikini que cada vez le resultaba más incómoda.
-¿Cómo te queda?
Rachel dio un respingo y alzó la cabeza para ver a Jesse apenas a un metro de distancia de la cortina. Se apretó la camisa crema contra el pecho incluso aunque él no podía verle los senos, aunque ya se los había visto.
-Todavía no estoy vestida.
Él esbozó una sonrisa maliciosa.
-Entonces debes estar preciosa.
Ella se sonrojó hasta la raíz del pelo mientras se ponía la camisa y los pantalones.
-Tienes un espejo aquí fuera.
Rachel corrió la cortina y salió. Plantándose delante del espejo, examinó la discreta largura de los pantalones cortos y la sencilla camisa. Al apartar la mirada del espejo vio que Jesse arrugaba la nariz.
-¿Qué? -preguntó frunciendo el ceño.
-Nada.
Se dio la vuelta para verse de espaldas. El trasero le quedaba un poco flojo, pero adecuado. -Hum.
-¿Qué es lo que está mal?
El sacudió la cabeza. -Nada. Es sólo que... Ella suspiró. -¿Qué?
-Bueno... -ladeó la cabeza para observar su figura con atención-. Ese atuendo es demasiado discreto, ¿no crees?
-¿Y qué?
-Que te pruebes el otro.
Sonrojándose por su familiaridad, ella asintió mirando sus pantalones y su camiseta deshilachados.
-Por alguna razón me había imaginado que la ropa no te preocupaba mucho.
Él se encogió de hombros con desenfado.
-Si hubiera sabido que ibas a aterrizar en mi bar, me habría puesto la camiseta buena.
Ella cerró la cortina de un tirón y apartó la mirada desvistiéndose lo más aprisa que le permitieron sus manos temblorosas. Había algo indudablemente erótico en desvestirse con Jesse a la vista. Era como si estuviera haciendo un striptease.
Con las mejillas ardientes, se puso la camiseta ajustada amarilla. La fina tela se deslizó sobre sus senos con un susurro. Se enrolló la falda por las caderas e incluso antes de atar los lazos supo que le quedaba perfecta. Se amoldaba a la perfección a sus caderas, el color era ideal para su piel pálida y la largura perfecta para enseñar sus largas piernas. Pero, ¿cuándo diablos iba a ponérsela cuando volviera a casa?
-¿Y bien? -preguntó Jesse desde el otro lado.
Rachel tragó saliva y apartó la cortina, tontamente halagada cuando vio la mirada de admiración de él.
-¡Guau, Rach!
Abrumada, esbozó una débil sonrisa y se acercó al espejo. Desde luego que le quedaba bien, decidió mientras se giraba. Todavía dudosa, bajó la mirada hacia los pies.
-Pero necesito unos zapatos.
Al fin, la preocupada vendedora se acercó, sonriendo al ver cómo le quedaba la ropa.
-Tenemos sandalias en la parte trasera.
Rachel suspiró y asintió.
-El ocho y medio.
Con creciente confianza, eligió algunas prendas más: mallas de rayas con fondo blanco, un pareo de flores, un vestido camiseta de color rosa pálido, un par de camisetas ajustadas y un jersey para el fresco de las noches. La vendedora volvió con una colección de sandalias de tiras y unas zapatillas bajas que iban con todo.
-¿Por qué no te pones la falda para cenar? -sugirió él con una sonrisa-. Yo voy vestido como un vagabundo, pero nadie se fijará en mí de todas formas.
Rachel asintió y volvió al probador.
-¿Necesita algo más, señora? -preguntó la vendedora cuando Rachel se acercó a la caja.
-Sí -se inclinó hacia adelante y susurró-. Ropa interior.
A pocos pasos de distancia, Jesse tosió y ella le dirigió una mirada de advertencia.
-Por aquí, señora.
-No te muevas de donde estás -dijo Rachel señalando con el dedo.
Él alzó las manos con un gesto de inocencia que ella no se creyó. Por suerte, pudo escoger algunos conjuntos sin que él mirara a sus espaldas, pero tuvo que reconocer que había escogido prendas con mucho más encaje y transparencias de lo que solía usar.
-¿Ya está? -preguntó él intentando escudriñar lo que la vendedora estaba metiendo en la bolsa. –
Sí.
Jesse lanzó una carcajada.
Con cara de resignación, Rachel sacó una bolsa de tela de una estantería y un monedero de nylon. Su expresión debió traicionar sus pensamientos porque cuando alzó la vista hacia Jesse, éste le guiñó un ojo.
-Aparecerá, no te preocupes.
Y una vez más, ella le creyó.
Las compras se llevaron la mayor parte del dinero que Finn le había enviado, pero al día siguiente tendría los nuevos cheques de viaje. Sintió una oleada de culpabilidad al pensar en el bueno de su pretendiente, genuinamente preocupado por ella mientras ella se pasaba la tarde en compañía de un hombre tan atractivo... un hombre al que le había resultado tan fácil besar en el espacio de...
Echó un vistazo a su reloj. ¡Dios bendito! ¡Sólo hacía siete horas que lo conocía!
Sacudió la cabeza al mirarlo y agarró las bolsas del mostrador.
-¿Y ahora qué he hecho?
-Nada -contestó ella saliendo apresurada a la calle.
-Menos mal, porque me estoy comportando lo mejor que sé.
La velada insinuación de que le gustaría acabar lo que habían empezado dos veces, le produjo un cosquilleo en el estómago, pero decidió que tenía hambre y le apetecía otra cerveza.
Se detuvo y bajó la vista hacia las bolsas.
-¿Y cómo vamos a llevar todo esto en la moto? -No te preocupes -dijo Jesse acercándose al borde de la acera para parar a un taxi.
Después de quitarle las bolsas de la mano, las metió en el asiento trasero, rodeó el coche al lado del conductor y se inclinó.
-Hola, Tippy, -saludó al diminuto taxista. Tippy sonrió y extendió la mano. -¿Qué pasa, amigo mío?
Después de alzar la cabeza para asegurarse de que Rachel no le había seguido, Jesse le estrechó la mano y le dejó cincuenta dólares.
Tippy abrió mucho los ojos. -¿A dónde quieres ir?
-Lleva estas bolsas al hostal de Grimes, a la habitación reservada a nombre de Rachel Berry. –
Hecho.
-Una cosa más, Tippy. Tengo una propuesta de negocios para ti.
El hombre se puso serio al instante. -Te escucho.
-Estoy buscando el bolso que le han robado esta mañana a esa mujer. Es negro y con laterales flexibles -frunció el ceño intentando recordar la descripción que Rachel había dado a la policía-. El tipo que se lo robó era joven, blanco, de pelo corto y con una camiseta verde y vaqueros. Si encuentras al tipejo y todavía no ha tirado el bolso por alguna parte, lo quiero -Tippy asintió-. Quinientos por el bolso con todo su contenido intacto.
El hombre sacudió la cabeza.
-Ya puedes olvidarte del dinero y las joyas.
-Estoy interesado en unos documentos y discos compactos que había en el bolso, pero te daré cien dólares más por la cartera sin las tarjetas de crédito y el dinero.
¿Entendido?
-Sí. ¿Dónde puedo encontrarte?
-Déjame un recado en el bar.
El hombrecillo miró a Rachel por el rabillo del ojo y lanzó un silbido.
-Seiscientos dólares, ¿eh? Espero que se lo merezca.
-Se lo merece -dijo Jesse sin pensarlo antes de apartarse del taxi con un nudo de ansiedad en el estómago.
***********************************************************************Espero que les guste el capitulo, por que a mi me vuelve loca este Jesse, lo que mas quiero es que les guste, espero sus comentarios
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
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Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Woowww,hot, hot,HOT!!!!!! porfavor emy que vas a ahacer de mi, jessie no lo puedo apartar de mis pensamientos por dios, sera que solo iran a cenar, solo 7 horas ssiento que llevara una vida con el porfavor emy actualiza no me tengas asi, (prometo actualizar), quiero porfavor un jessie asi.....
Tatislutz*-* -
Mensajes : 1752
Fecha de inscripción : 08/05/2011
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Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
TE quedaron muy buenos los dos últimos capítulos.
Ninguno de los dos podía negar ya más la atracción que sentían por el otro.
Y Jesse sabe jugar muy bien sus cartas :D
Me sumo a lo que dicen el mejor Jesse y el más sexy te los llevas tú jeje
Me pregunto que cara pondría Finn si supiera lo que hace Rachel.
Y sobre la subasta de besos donde se hacen las inscripciones jajajaja
Espero tu próximo capítulo, ya quiero saber que pasara en la cena.
Ninguno de los dos podía negar ya más la atracción que sentían por el otro.
Y Jesse sabe jugar muy bien sus cartas :D
Me sumo a lo que dicen el mejor Jesse y el más sexy te los llevas tú jeje
Me pregunto que cara pondría Finn si supiera lo que hace Rachel.
Y sobre la subasta de besos donde se hacen las inscripciones jajajaja
Espero tu próximo capítulo, ya quiero saber que pasara en la cena.
Elizabeth Gonzales-* -
Mensajes : 1822
Fecha de inscripción : 14/04/2010
Edad : 39
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
jesse no puede ser mas ideal, ojala que rachel se suelte y le cobre lo q le pago a jesse xd
yo tambien adoro este jesse!!!
yo tambien adoro este jesse!!!
la.dori*** - Mensajes : 143
Fecha de inscripción : 21/03/2011
Edad : 29
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Los capítulos han sido intensos....
Se nota mucho la tension sexual que existe entre ellos.
Deberian dejarse llevar totalmente y rendirse ante sus instintos xD
Que malo Jesse xD, no quiere que Rachel se vaya tan pronto y prefirió que las tarjetas de creditos y el dinero no aparecieran.
Yo en 7 horas con Jesse, hubiese hecho más cosas de las que hizo Rachel con él xD
Espero tu siguiente actualización :)
Se nota mucho la tension sexual que existe entre ellos.
Deberian dejarse llevar totalmente y rendirse ante sus instintos xD
Que malo Jesse xD, no quiere que Rachel se vaya tan pronto y prefirió que las tarjetas de creditos y el dinero no aparecieran.
Yo en 7 horas con Jesse, hubiese hecho más cosas de las que hizo Rachel con él xD
Espero tu siguiente actualización :)
Turn Around Bright Eyes- - Mensajes : 1453
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Edad : 30
Obedeciendo al Corazon, Capitulo 8
Fic Obedeciendo al Corazon
Capitulo 8
Una Linda Velada
Capitulo 8
Una Linda Velada
Jesse permaneció de pie en la calle largo tiempo después de que el taxi arrancara admirando a la mujer en la acera que había capturado con tanta fuerza su... atención. Los largos rizos se agitaban sobre sus hombros con la brisa y la ropa nueva resaltaba su fabulosa figura. No era de extrañar que todos los hombres que pasaran volvieran la cabeza. Y era su cita de esa noche, pensó con una punzada de orgullo y posesión masculina.
Rachel sonrió.
-¿Vas a quedarte de pie en medio de la calle toda la noche o vas a darme de comer?
-A darte de comer -dijo al reunirse con ella para llevarla a su restaurante favorito: la marisquería de Jordy.
En el camino, sus modales sureños resucitaron un poco torpes por falta de uso. En la década desde que había llegado a la isla, sus encuentros con las mujeres habían sido cortos y superficiales. Ni siquiera podía recordar haber invitado a una mujer a cenar con la expresa intención de no acostarse con ella después.
Sabía que tener algo con Rachel sería increíble y ahí estaba la paradoja. Jesse tenía la inquietante sensación de que hacer el amor con ella podría hacerle cometer una locura, como pedirle que abandonara su carrera y se quedara con él.
-Estás muy callado -observó ella.
Jesse salió de sus pensamientos los cuales consistían que solo le quedaban unas cuantas horas con ella y que sería mejor aprovecharlas.
-Estaba contemplando el paisaje -dijo pensando que estaba más adorable a cada minuto que pasaba-. ¿Tienes frío?
-Un poco -admitió ella desdoblando la chaqueta blanca.
El le quitó la chaqueta de las manos y se la pasó por los hombros con ganas de dejar las manos allí. A cualquier parte que mirara, sólo veía parejas con las manos enlazadas, bailando y besándose. San Valentín nunca había significado nada para él pero ahora se preguntó si lo recordaría como el día en que Rachel Berry había salido de su vida.
-Bueno, cuéntame algo de ese gran proyecto en el que estás trabajando -dijo para apartar su mente las ideas más peligrosos.
Ella lanzó una carcajada.
-Es bastante aburrido, la verdad.
-Inténtalo.
-Es un sistema informático para seguir el inventario de materiales de construcción de carreteras. La empresa para la que trabajo se dedica a proyectos federales y nacionales de carreteras y el control de inventarios es muy engorrozo
Él frunció el ceño.
-No parece una buena forma de dirigir un negocio y mucho menos un gran negocio.
-Tienes razón, pero los materiales de nuestro trabajo, cemento, arena, asfalto, son muy difíciles de controlar. Y como se almacenan a la intemperie en pilas, hay muchas pérdidas -se detuvo y se rió-. ¿Lo ves? Te dije que era aburrido.
-No, de ninguna manera, pero admito que me sorprende saber que tu especialidad son sistemas de inventario de asfaltos.
-Mi especialidad es diseño y análisis de sistemas. Sólo que dio la casualidad de que Autovías Ohio fue la que me hizo la mejor oferta al salir de la universidad -apretó los labios-. Me da la impresión de que tendré que buscar otro trabajo pronto.
-No puede ser tan grave.
Rachel sacudió la cabeza.
-Lo es. Si esa documentación no aparece, tardaremos semanas en reunirla de nuevo y eso quiere decir que tendremos que esperar hasta noviembre o diciembre en que la actividad laboral baje de nuevo para implantarlo. Habremos sacrificado todo el trabajo de una temporada y sus ganancias -suspiró de nuevo-. Perdona, esto no es problema tuyo.
-No te preocupes. Suena interesante. Y si te ayuda, me alegro de que hables de ello.
Ohio Autovías le sonaba familiar. ¿Cotizaría en bolsa? Debería renovar su suscripción al Wall Steet journal, pensó.
Rachel sacudió la cabeza.
-Creo que prefiero disfrutar del resto de la velada.
-Este es -dijo Jesse deteniéndose frente a un establecimiento redondeado.
-¡Qué encantador! -murmuró ella con los ojos brillantes.
-Es parte museo, parte restaurante -dijo Jesse-. Por muy sórdido que suene, la piratería fue una de las industrias sobre las que se montó Key West.
Ella asintió.
-Creo que lo leí en un folleto en el crucero.
Jesse señaló los documentos y artefactos expuestos por las paredes.
-El tatarabuelo de Jordy debía ser uno de los más infames bucaneros. Todavía conserva el ojo de cristal del viejo en una caja al lado de la registradora.
Rachel se quedó con los ojos como platos.
-¡No es verdad!
-¿Cómo lo llamaste tú? ¿Ambiente? -bromeó él.
El pequeño restaurante estaba atestado de clientes. Hicieron cola tras el timón que hacía de mostrador para el anfitrión, pero cuando les tocó el turno, Jordy los saludó con una sonrisa, charló un poco y los acompañó personalmente a la mesa.
-Ya veo que eres habitual.
-La comida es buena y la gente encantadora. Suelo cenar aquí al menos una vez a la semana.
-¿Con alguna cita?
Él la miró con sorpresa y se sentó frente a ella.
-A veces. Pero la mayor parte del tiempo solo -llegó el camarero al instante con dos copas y una botella del vino preferido de Jesse-. ¿Te gusta el vino tinto?
Ella asintió despistada, fijándose en la decoración.
-Gracias, Chapel. Yo la abriré -dijo él tomando la botella y el sacacorchos de las manos del camarero.
-Esto es simplemente maravilloso -dijo ella señalando el candil que iluminaba la mesa.
-Creo que la mujer de Jordy colecciona candiles
-se rió ante su entusiasmo-. Te deben encantar los restaurantes.
-Sí. Mis padres tienen uno en Cincinatti y yo me crié sirviendo mesas y ayudando en la cocina. -¡Ah! ¿Y no quisiste seguir la tradición familiar? Ella agarró la carta donde estaba apuntado el menú del día.
-Lo cierto es que sí quería hacerlo.
Jesse sirvió el líquido de color rojo rubi sorprendido ante aquella faceta de Rachel.
¿Y qué pasó?
-Mis padres me convencieron de que hay formas más fáciles de ganarse la vida.
-¿Como diseñar sistemas de inventario de asfaltos?
Una sonrisa jugueteó en sus labios humedecidos por el vino. El sol le había dado algo de color y ahora que era de noche se le notaba más. Tenía las mejillas brillantes y Jesse decidió que era la mujer más atractiva que había conocido, bella hasta la distracción y tentadora hasta el pecado.
-Tengo un buen trabajo.
-Eso ya lo has dicho. Pero, ¿te gusta?
-Me gusta la estabilidad y el sueldo.
-Parece que la estabilidad significa mucho para ti.
Jesse odiaba insistir en aquel punto, pero quería asegurarse de que una relación romántica con Rachel Berry era un caso perdido porque ella deseaba las cosas a las que él se había jurado no volver a esclavizarse nunca.
Llegó entonces el camarero y Jesse pidió carne y ensaladas mientras que ella pidió atún. Entonces Jesse la animó a agarrar la copa y dar una vuelta por el restaurante. Durante los siguientes veinte minutos, se pasearon por la sala y él el mostró los artilugios más interesantes incluyendo el notorio ojo de cristal.
Cuando volvieron a la mesa, Rachel preguntó:
-Jesse, ¿has pensado alguna vez en convertir tu bar en un restaurante?
-La verdad es que no. Probablemente ganaría mucho más dinero, pero tendría muchas más responsabilidades.
Ella sonrió.
-¿Cómo pasaste de ser actor a propietario de un bar?
Jesse parpadeó pero no le corrigió. El tiempo había cicatrizado parte de las heridas del fracaso de su carrera y de la bancarrota de algunos clientes y no quería abrirlas de nuevo. Volvió a llenar las copas y decidió mantenerse en la periferia de la verdad.
-Cuando acabó mi carrera en Atlanta, decidí que quería un cambio de vida. Vine aquí a pasar unos cuantos días y me hice amigo de Parker y de un hombre apellidado Rey que era el propietario del Rey del Ron. Llevaba aquí un mes cuando el dueño decidió retirarse. Fue idea de Parker que comprara el bar. Heredé unos buenos empleados y el sitio prácticamente va solo. Poseo una pequeña casa cerca y hago surfing todos los días. Soy feliz.
-Parece que tu vida es perfecta -dijo ella dando un sorbo-. ¿Has estado casado alguna vez?
-Nunca he sentido la inclinación. ¿Y tú?
Ella sacudió la cabeza y cuando Jesse iba a preguntar si tenía pensado casarse con Finn, llegó el camarero con las carnes evitando que hiciera la pregunta y que tuviera que oír una respuesta que quizá no le gustara.
Rachel probó las carnes y lanzó un gemido de satisfacción.
-Están deliciosas -Jesse dio un sorbo de vino antes de probarlas-. ¿No echas de menos actuar?
-No.
¿Cómo iba a echar de menos algo que nunca había hecho?
Ella pareció sorprendida.
-¿Pero no echas nada de menos de tu anterior carrera?
Jesse recordó con vívida claridad cuando unas acciones recomendadas por él daban importantes beneficios. Se había vuelto tan invencible que no había tenido ningún problema en convencer a sus clientes que pusieran todo su dinero en sus manos. Lo cierto es que había hecho a sus clientes ganar mucho dinero, pero todavía lo acosaba la docena de ellos que se habían arruinado por completo por culpa suya.
-¡Ah, ahí llega la comida! -exclamó inmensamente agradecido de la interrupción del camarero, que colocó los platos humeantes frente a ellos.
El aroma era tentador como siempre y la presentación inmaculada, pero el interés de Jesse estaba centrado en la mujer que tenía enfrente.
Rachel cerró los ojos y murmuró unas palabras de alabanza justo cuando Jordy se pasó a ver qué les parecía la comida. Rachel elogió la taberna con mucho entusiasmo. El dueño quedó encantado al instante y Jesse pensó con alivio que al menos no era él el único que caía bajo su hechizo. Jordy se iba animando y cada vez coqueteaba más hasta que Jesse empezó a sentir celos y le cortó con educación:
-Jordy, si quieres recogeré tus pedidos de licor en cuanto acabemos de cenar.
El hombre mayor se sonrojó con culpabilidad y les deseó una agradable velada antes de avanzar hacia otra mesa.
A pesar de haber alabado la comida, Rachel estaba más interesada en contemplar el ambiente que en comer. Eso le dio tiempo a Jesse a estudiarla con toda libertad... la fluidez con que movía las manos y los brazos, su intensa mirada, la forma en que apretaba y abría los labios de vez en cuando como si estuviera a punto de hacer una pregunta y se lo pensara mejor. Jesse dio un sorbo a su vino intentando entender por qué aquella mujer le cautivaba.
Era preciosa, sin duda, pero también lo eran muchas mujeres con las que se cruzaba a diario. ¿Sexy y apasionada? También lo era Sheely y nunca había sentido la tentación de acostarse con ella. ¿Inteligente e inquisitiva? Sí, pero no todas las mujeres con las que se había acostado habían sido cabezas huecas.
-¿Tengo algo en la barbilla? -preguntó ella agarrando la servilleta.
-No -contestó él con una carcajada-. Perdona, no quería mirarte fijamente.
-Creo que estabas a miles de millas de distancia.
-No, apenas dejo que mis pensamientos y planes salgan de los confines de esta isla.
-Debe ser agradable sentirse tan en paz con las decisiones propias -dijo ella con voz un poco embriagada.
¿Sería eso o se había encerrado en Key West en un acto de huida del mundo?, se preguntó él inquieto.
-Hoy dijiste que eras feliz. ¿Lo decías en serio? Ella apartó el plato despacio y se apoyó en los codos.
-Estaba siendo tan sincera como puedo ser -dijo con los ojos demasiado brillantes por el vino-. Pero cuando veo a gente como tú y Jordy viviendo exactamente la vida que quiere vivir en un paraíso como éste, tengo que reconocer que programar un código informático en Ohio empalidece en comparación -se encogió de hombros-.
Daría lo que fuera por un cigarrillo.
-¿Lo que fuera?
Ella sonrió con pereza.
-Y por dos, lo que fuera dos veces.
El se levantó de repente y la silla cayó al suelo provocando que todas las miradas se volvieran hacia ellos.
-Voy a recoger el pedido de Jordy y veré si puedo conseguirte unos cigarrillos -dijo él levantando la silla y recogiendo la servilleta con una sonrisa que esperaba que fuera más fuerte que su resolución de resistirse a ella.
Jordy estaba en medio de la humeante cocina con una cuchara probando una sopa que Jesse reconoció como la de langosta.
-Jesse, ¿te vas tan pronto? -el hombre guiñó un ojo plateado-. Y no es que te culpe.
Tu señorita Berry es un buen bocado.
Él frunció el ceño.
-No es mía, Jordy. He venido a recoger tu pedido de licor.
-Tiene mucha clase. Parece una joven muy especial.
Jesse apretó la mandíbula.
-Es sólo una bonita turista, Jordy, a la que le han robado el bolso y ha perdido el barco.
-Y supongo que tú solamente la estás ayudando a salir de apuros, ¿verdad?
-Exacto.
La carcajada de Jordy fue gratuita.
-Bueno, si esto no es un caso del zorro cuidando a las gallinas, que venga Dios y lo vea.
Jesse suspiró y se frotó la barba.
-¡Tú sí que eres un zorro! ¿Dónde está tu pedido?
El viejo se rió y sacó un cuaderno de su delatal.
-Si no te conociera mejor, chico, diría que Cupido te ha alcanzado con su flecha.
-Sí... bueno, no te preocupes, las heridas cicatrizan -recogió la hoja y se dispuso a salir, más ansioso que nunca por dejar a Rachel en su hostal-. ¡Ah, me olvidaba!
¿Tienes cigarrillos?
-Pensé que no fumabas.
-Es para la gallina.
-Ah, mira en el bar. Buenas noches y buena suerte.
Escogiendo el camino más largo para volver a la mesa, Jesse intentó dominarse. Ninguna mujer podía tener tanto poder en su vida a menos que él lo permitiera. El que Rachel Berry hubiera pulsado de forma inconsciente antiguos botones de su vida no quería decir que él le asignara un sitio especial en ella. Era una conocida, eso era todo. Y una conocida pasajera.
Pero cuando se acercó a la mesa, sintió cómo se le aceleraba el pulso ante la mera imagen de ella y apretó los dientes. Ella esbozó una radiante sonrisa cuando vio el paquete de cigarrillos mentolados que le derritió el corazón.
-¿No quieres tarta de lima de postre? -preguntó, él sujetando el paquete.
-Esto será mi postre -dijo ella quitándole el paquete-. Y otra copa de vino.
Jesse la miró dudoso y se sentó.
-¿Qué te parece media copa?
Ella se inclinó hacia adelante con gesto dolido.
-Pensé que querías que me relajara.
Rachel se estaba pillando una borrachera agradable. Sus facciones afiladas estaban suavizadas y los ojos luminosos. El deseo lo torturó y lanzó un suspiro.
-Y quiero, pero lo que no quiero es que te caigas de la moto.
Ella se encogió de hombros y sacó un cigarrillo. -De acuerdo, media copa.
Encendió el cigarrillo con la mano un poco temblorosa.
-Pareces enganchada al tabaco.
-No, no lo estoy.
-¿Eres la misma mujer que acaba de prometer lo que fuera dos veces por un par de cigarrillos?
Una sonrisa lánguida se dibujó en su cara sonrosada.
-No creo que lo hayas tomado literalmente.
Sus palabras produjeron al instante varias imágenes de la forma de pago en la mente de Jesse.
-Por supuesto que no -dijo mirando a su reloj.
Eran las diez y cuarto. Podría dejarla y luego acercarse al bar a cerrar. Quizá la subasta de besos siguiera abierta y podría encontrar una sustituta para...
-¿Te estoy retrasando para algo? -preguntó ella dando un sorbo de vino.
-No. Es sólo que había perdido la noción del tiempo.
Rachel sonrió de nuevo.
-¿Quiere eso decir que te estás divirtiendo?
-Sí -dijo con educación sin querer profundizar.
Hizo una seña al camarero para que les llevara la cuenta y se llevó la mano al cuello, asombrado de haber hecho un gesto que hacía diez años que no hacía. Sólo llevaba una camiseta, así que, ¿por qué se sentía de repente como si llevara una camisa de ochenta dólares con una corbata del mismo precio?
El camarero se acercó y le pasó a Jesse una nota.
-¿Dónde está la cuenta?
-El señor Jordy me ha pedido que le dé esto, señor. Buenas noches -él joven inclinó la cabeza en dirección a Rachel-. Señora...
Perplejo, Jesse desdobló el papel y leyó la nota:
Acepta la cena con mi enhorabuena. Feliz San Valentín para ti y para tu señorita, Berry. Ésta es una noche especial, creo.
-¿Qué dice?
-Que la cena es invitación de la casa -contestó él volviendo a doblar el papel antes de abrir la cartera y dejar una sustanciosa propina-. ¿Lista para irte? -preguntó intentando que no se notara que quería deshacerse de ella lo antes posible.
Ella sonrió y asintió antes de apoyarse en la mesa para levantarse. Jesse reconoció los síntomas de alguien que no se sentiría muy bien a la mañana siguiente y se acercó a ella a la velocidad del rayo.
-Tranquila -dijo cuando ella se balanceó y se llevó una mano a la sien-. Creo que has tomado demasiado vino, Rachel. Vamos, la brisa del camino te despejará un poco.
-Espero que Parker tenga un gran calentador porque me muero de ganas de darme un largo baño caliente.
«Para mí frío», pensó él mientras la tomaba del brazo para conducirla a la puerta.
Al menos era una borracha feliz, notó al ver cómo se despedía de todo el mundo. Fuera en la acera, Rachel se estremeció y él la ayudó a ponerse la chaqueta con dificultad para que metiera los brazos. Una vez abrigada, se apoyó contra él y Jesse deslizó el brazo por sus hombros para asegurarse de que no se rompiera el precioso cuello con aquellas sandalias nuevas de tacón alto.
-Hum -murmuró ella pegándose a él.
La temperatura había refrescado bastante, pero Jesse sentía bastante calor. Las celebraciones de la calle estaban en pleno apogeo y tuvo que ayudarla a esquivar a varios paseantes. Pensó en meterla en un taxi, pero decidió que el trayecto era tan corto que no pasaría nada. Sin embargo, casi cambió de idea cuando comprendió que la falda que llevaba llamaría mucho la atención. Y no es que no hubiera visto él la mayor parte de sus encantos, pensó con sequedad.
Montando la moto, Jesse la sacó del callejón y le hizo un gesto para que subiera. Ella obedeció con torpeza sin quejarse de la altura que alcanzó su falda. Si él había estado preocupado por su habilidad para sujetarse, no había hecho falta, porque ella se enroscó con fuerza a su cuerpo y apretó la barbilla contra su hombro.
Jesse sintió una oleada de afecto por la mujer enroscada a su cuerpo y comprendió con un sobresalto que podría estar despidiéndose de ella en pocos minutos. Después de todo, no tenía ninguna excusa para verla por la mañana.
Una vez que dejaron las multitudes atrás, Jesse pudo acelerar un poco sorprendido al pensar que la echaría de menos al día siguiente, y al siguiente...
Incluso a la poca velocidad que llevaban, enseguida llegaron al hostal y rodearon la casa familiar, donde él paró la moto. Cuando ella apartó los brazos de su cintura, Jesse sintió frío y soledad. Se giró para ayudarla a desmontar, aliviado de ver que a pesar de su aspecto despeinado, parecía un poco más despejada que al abandonar el restaurante.
-Supongo que esto es casi una despedida -dijo ella con un extraño tono de voz.
-Casi. ¿Te dijo Parker en qué habitación te alojaría?
Ella asintió y entonces frunció el ceño ligeramente antes de sacar un pedazo de papel.
-Dice que pida una cama extra en la casa de huéspedes.
La sonrisa de Jesse se desvaneció al instante.
-No puede ser.
-Sí, mira -dijo ella pasándole la nota.
El miró el pedazo de papel, sacudió la cabeza y lanzó un juramento para sus adentros. ¡El muy hijo de perra!
-¿Qué es lo que pasa?
Él parpadeó y se llevó la mano a la nariz con la cabeza dándole vueltas.
-No sé cómo decirte esto, Rachel, pero yo vivo en la casa de huéspedes.
***********************************************************************
Espero que les Guste y que comenten, por que este capitulo fue un poquito mas tranquilo que los anteriores, pero han sucedido tantas cosas entre Jesse y Rachel en muy poco tiempo, espero sus comentarios.
Emy_Rodriguez Groff- -
Mensajes : 1446
Fecha de inscripción : 25/05/2011
Edad : 43
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Me encanto emy , aunque no estuvo tan hot, me envuelves con la descripcion somo si estuviera ahi, ademas me encanto lo de borracha feliz, y juntos en el cuarto de huespedes, les pagaron la cuenta, o sea todos se dan cuenta de las chispas
Espero actualizacion amiga. ya quiero ver como se las arreglaran en el hostal
Espero actualizacion amiga. ya quiero ver como se las arreglaran en el hostal
Tatislutz*-* -
Mensajes : 1752
Fecha de inscripción : 08/05/2011
Edad : 40
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Super capítulo, Jesse esta atormentado por la dudas por lo que despierta Rachel en él. Sí esta enamorándose de ella.
Rachel tomando de más jeje
Como dice Tati la química entre ellos es tan evidente que todos están involucrándose para que estén juntos
Hasta Parker con el último detallito sorpresa jeje
Espero el siguiente capítulo con ansias jaja
Rachel tomando de más jeje
Como dice Tati la química entre ellos es tan evidente que todos están involucrándose para que estén juntos
Hasta Parker con el último detallito sorpresa jeje
Espero el siguiente capítulo con ansias jaja
Elizabeth Gonzales-* -
Mensajes : 1822
Fecha de inscripción : 14/04/2010
Edad : 39
Re: Fic Obedeciendo al corazón (St. Berry) Capitulo 14,Nosotros en Atlanta
Al parecer todos se han unido para que ellos dos acaben juntos.
Esta surgiendo el amor, y esto no pasa desapercibido para los demás...
Espero a ver que pasará con ellos dos es la casa de Huéspedes.
Esta surgiendo el amor, y esto no pasa desapercibido para los demás...
Espero a ver que pasará con ellos dos es la casa de Huéspedes.
Turn Around Bright Eyes- - Mensajes : 1453
Fecha de inscripción : 19/07/2010
Edad : 30
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