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FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- Primer15
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Sinopsis-

Mensaje por Maitehd Mar Jul 30, 2013 7:59 pm

Hola! ¿Cómo andan?
Cuando leí este libro se me venía a la cabeza que estaría bueno que sea Brittana, así que decidí adaptarlo, aunque realmente el fic está tal cual está el libro, y lo único que hice fue cambiar los nombres, con algunas descripciones y algún que otra cosa.
Acá dejo la sinopsis, y depende de ustedes si sigo o no con el fic.


Sinopsis
Santana López es una ejecutiva de empresa adicta al trabajo con muchos asuntos que resolver: problemas con su padre, los problemas de una mujer ejecutiva en un mundo dominado por los hombres, y relaciones de una sola noche. Lo que no tiene son problemas amorosos. No busca amor, no lo necesita y tampoco espera encontrarlo… y mucho menos delante de sus propias narices. Brittany Pierce es una mujer que cree en el amor verdadero y desea que algún día llame a su puerta. Su mejor amiga, Quinn, saltaría de alegría si le diese ocasión, pero Quinn no suscita en Brittany los sentimientos que nacen del verdadero amor. Y para colmo, Brittany tiene problemas con su nueva jefa: la gélida reserva de Santana López convierte su trabajo de secretaria en un reto. No importa que Santana sea extremadamente atractiva y posea una voz preciosa y suave como el chocolate derretido. No puede ser…


Espero que les sea de su agrado, y que comenten para saber si lo continuo o no. Cualquier duda o lo que sea, sólo pregunten.
Seguramente mañana subiré el primer capítulo, pero no prometo nada :3
Besos! :D
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Marta_Snix Mar Jul 30, 2013 8:11 pm

 Maite por fin!! Esperaba ansiosa que empezaras con este proyecto. Aqui me tendrás ;) Se ve bastante interesante, espero que lo sigas y espero el 1º capitulo para ver que tal, aunque si a ti te gustó se que me encantará
Besos ;)
Marta_Snix
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por ILOVESANTANA Mar Jul 30, 2013 8:18 pm

Está magnífico!!
Ya tienes una nueva lectora!! FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Invitado Mar Jul 30, 2013 9:35 pm

Me gusto mucho<3 pero, ¿y el primer capítulo? Súbelo!!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Camila18 Mar Jul 30, 2013 9:44 pm

me ah gustado mucho, aquí tendrás un fiel lectora
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Silfide Miér Jul 31, 2013 5:59 am

Holaa!
Se ve que va a ser una historia muy interesante, así que sin duda debes continuarlo. Aquí tienes a otra fiel lectora.
Espero que subas pronto el primer capítulo. Besos (:
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Maitehd Miér Jul 31, 2013 4:37 pm

Marta_Snix escribió:
 Maite por fin!! Esperaba ansiosa que empezaras con este proyecto. Aqui me tendrás ;) Se ve bastante interesante, espero que lo sigas y espero el 1º capitulo para ver que tal, aunque si a ti te gustó se que me encantará
Besos ;)

Gracias por leer y por comentar. Sé que te va a gustar, la verdad que el libro está muy bueno, es uno de mis favoritos de esta trama, pero como todos sabemos, gustos son gustos, y hay a quienes puede no gustarles la historia, así que hay que ver xD
Besos! :D


ILOVESANTANA escribió:Está magnífico!!
Ya tienes una nueva lectora!! FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551

Que bueno que te guste., espero que te siga gustando la historia :3
Gracias por comentar. Besos! :D

Gatupizza escribió:Me gusto mucho<3 pero, ¿y el primer capítulo? Súbelo!!!

Me alegra que te haya gustado. Ya subo el primer capítulo. Espero que la historia te guste.
Besos! :D

Camila18 escribió:me ah gustado mucho, aquí tendrás un fiel lectora

Gracias por leer y comentar :3 Espero que la historia sea de tu agrado.
Besos! :D

Silfide escribió:Holaa!
Se ve que va a ser una historia muy interesante, así que sin duda debes continuarlo. Aquí tienes a otra fiel lectora.
Espero que subas pronto el primer capítulo. Besos (:

Hola! La verdad es un libro muy interesante, a mí al menos me ha gustado mucho, como dije es uno de mis favoritos de esta trama y espero que realmente guste. Cuando lo leí la primera vez siempre me imaginé a Santana y Brittany en esa historia. Ya subo el siguiente capítulo, espero sea de tu agrado.
Besos! :D
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Uno-

Mensaje por Maitehd Miér Jul 31, 2013 4:52 pm

Hola! Me alegro que les haya gustado la historia, la verdad es muy interesante y entretenida. Antes de dejarles el primer capítulo, como vieron respondí uno por uno, es que no me gusta hacer una respuesta general, prefiero hacer así por lo que siempre que haya comentario haré eso.
Otra cosa que quería comentar es que como dije el libro está tal cual, y puede que algunas cosas no guste como las edades, pero preferí dejarlo así en lugar de modificarlo porque creo que, no sólo se es más fiel al libro, si no que también debería cambiar muchas cosas.
Bueno, acá les dejo el primer capítulo, espero les guste. Si para antes de mañana, que tenga que entrar a trabajar, tiene al menos 10 comentarios subo el siguiente capítulo mañana, pero si no llega a los 10 recién subiré el siguiente el sábado seguramente por la tarde. Trataré de actualizar lo más seguido posible, así no se pierde el hilo de la historia.
Dejo de escribir y les dejo el capítulo. Espero que comenten y sea de su agrado.
Besos! :D


CAPÍTULO UNO

La Viuda Negra, de Rochester, Nueva York, era una grata sorpresa entre los bares para lesbianas, y a Santana López le encantó descubrir el lugar. Tenía cierto aire clásico del que carecía la mayoría de los establecimientos de esa índole, y la clientela parecía un poco más sofisticada que las habituales estudiantes dykes. La barra era de madera y metal dorado, y los taburetes no estaban llenos de arañazos ni cayéndose de viejos.

Santana supuso que, durante la semana, en la hora feliz, acudirían unas cuantas ejecutivas trajeadas, cosa que le gustaría comprobar cuando se hubiese instalado. A pesar de su refinado estilo, La Viuda Negra contaba con los elementos típicos de los bares de lesbianas: la mesa de billar al fondo, una pista de baile del tamaño de un selo de correos frente a la barra, y una máquina de discos en la que sonaba Melissa Etheridge en un rincón. Santana se sintió bien recibida, cómoda, en casa.

Bebió su whisky Dewar’s con hielo sin apurarse, disfrutándolo, mientras miraba a Marley, la guapa camarera, que atendía a un grupo de cuatro clientas habituales. Era sábado, recién iniciada la noche, pero la clientela aumentaba poco a poco, y Santana se alegró de haber elegido el taburete del rincón. Tenía una vista perfecta. Podía saborear la consumición, contemplar a Marley cuando se agachaba para buscar cervezas en los frigoríficos de debajo del mostrador, y poner cara a las lesbianas de aquella ciudad nueva. Su nueva ciudad.

¿Qué tal va eso, cielo? —Marley llevaba el cabello castaño recogido en una cola de caballo, de la que se habían soltado unos rebeldes mechones que bailaban sobre su rostro. Tenía la piel suave y blanca, con pecas que moteaban la nariz y rodeaban el minúsculo diamante que adornaba la fosa nasal izquierda. La joven se fijó en el vaso casi vacío de Santana—. ¿Le sirvo otro a la chica que está de cumpleaños?

Sería estupendo, Marley. Gracias. —Santana sonrió ante la invitación.

Había llegado una hora antes, cuando el bar estaba prácticamente vacío, y entabló conversación con Marley. Al poco tiempo el whisky le soltó la lengua y desgranó su historia al más típico estilo de endosarle-el-rollo-a-la-camarera. En realidad, su padre no la había llamado para felicitarla por su cumpleaños en su nueva residencia y le costaba asimilarlo. Se sentía como una niña necesitada de cariño. Rondaba los cuarenta; por consiguiente, los cumpleaños ya no deberían importarle tanto. Al parecer, eso pensaba su padre.

Molesta por el olvido, agradeció la atención de Marley, que tomó de buen grado un tequila con ella para celebrarlo. En ese momento Santana se preguntó si podría convencer a Marley para que la acompañase a casa. A juzgar por la atención que le prestaba la chica incluso en los momentos de más agobio, estaba segura de que la respuesta sería afirmativa.

Santana echó un vistazo al local, sin dejar de sonreír, y reparó en que el grupo de cuatro mujeres del otro extremo de la barra la miraban subrepticiamente. Se le aceleró el corazón. No era raro que la mirasen. Santana sabía que era atractiva y no le molestaba que la observasen; sin embargo, se puso colorada.

Marley se detuvo junto al grupo cuando se disponía a llenar el vaso de Santana. Mientras le servía el whisky, señaló a las mujeres con un gesto.

Invitan ellas, cariño.

Santana miró al grupo. Las cuatro mujeres levantaron sus copas y brindaron:

¡Feliz cumpleaños!

Santana se lo agradeció con una gran sonrisa y un «gracias».

Luego, lanzó una mirada a Marley, que le guiñó un ojo. Dos de las mujeres se dirigieron a la mesa de billar, y las otras dos se acercaron a Santana. Una era alta y guapa; de cabello rubio perfectamente controlado y unos ojos verdes.  La otra era una joven pelirroja y femenina que parecía perdida o aburrida en aquel entorno; resultaba difícil saberlo.

La más alta señaló el taburete próximo a Santana.

¿Te importa que nos sentemos contigo?

Por favor, hacedlo —respondió Santana—. Gracias por la invitación.

De nada, es tu cumpleaños —replicó la mujer a modo de explicación, extendiendo la mano—. Me llamo Quinn.

Santana. —Quinn tenía la piel suave. La saludó con firmeza, aunque sin excederse.

Ésta es Christy. —Quinn presentó a la pelirroja, que sonrió pero no tendió la mano—. ¿Te apetece jugar al billar? —preguntó Quinn.

Oh, no. Procuro no hacer cosas que no se me dan bien.

Quinn sonrió con gesto cómplice.

Disculpa el manido recurso, pero no te había visto antes por aquí. —Bebió un sorbo de cerveza de la botella, sin quitar la vista de la latina.

Santana se rió.

Porque es la primera vez que vengo.

Eso lo explica todo.

Voy al baño de niñas —dijo Christy, apretando el brazo de Quinn.

Muy bien, pequeña. —Quinn miró cómo se alejaba su acompañante, y Santana aprovechó la ocasión para examinar a su nueva conocida.

Quinn debía de medir casi 1,68, tendría treinta y muchos años y sin la menor duda hacía ejercicio. Santana se alegraba de que estuviesen sentadas; de lo contrario, con su 1,62, resultaría insignificante, y la presencia de aquella mujer la eclipsaría por completo. Quinn tenía el pelo rubio, corto, arreglado de forma sencilla y elegante a la vez. Adornaban su oreja izquierda aros de plata de diferentes tamaños; uno de ellos simbolizaba a una mujer.

Su ropa era limpia y sin pretensiones, pero sin caer en lo anodino.

Daba la impresión de que le habían hecho los vaqueros a medida, pues realzaban los trabajados músculos y ceñían suavemente sus curvas. El escote en pico atenuaba el aire masculino de la camiseta blanca, que dejaba al descubierto una piel bronceada que enseguida suscitó el interés de Santana.

Debajo de la manga izquierda sobresalía un tatuaje arcoíris.

Cuando Quinn clavó los ojos verdes en su nueva amiga, Santana a punto estuvo de reírse de su descarado escrutinio y se apresuró a fingir que contemplaba la consumición. «No es mi tipo —pensó Santana—. Pero desde luego no ofende la vista.»

Dime, Santana —comenzó Quinn—. ¿Por qué no has venido antes a La Viuda?

Porque acabo de llegar aquí.

¿En serio? ¿De dónde eres?

De Poughkeepsie.

Vaya. Una chica de gran ciudad. ¿Y cuánto tiempo hace que vives en nuestro pequeño pueblo?

Me acabo de mudar el miércoles.

Pues sí que eres nueva. ¡Qué bien! —Bebió un gran trago de la botella—. ¿Apartamento o casa?

Apartamento de momento. A ver cómo van las cosas.

¿Ciudad o alrededores?

Cerca de Park Avenue.

Ah. Esa zona siempre es buena elección. Creo que te sentirás a gusto aquí. Es un sitio genial.

La conversación fluía con naturalidad, y Santana enseguida se sintió cómoda hablando con Quinn. Era algo que no solía ocurrirle cuando no estaba en su ambiente de trabajo; tendía a ser reservada y tímida y no hablaba de buena gana con desconocidos a menos que se tratase de cuestiones laborales.

Cuando Christy volvió del baño, Quinn las invitó a otra copa, impidiendo que Santana pagase la ronda.

De ningún modo. —Apartó el dinero de Santana y dijo a Marley—: La chica que está de cumpleaños no paga.

A Santana le hacía gracia la relación de Quinn y Christy. No creía que viviesen juntas, pero sin la menor duda salían, ¿Tal vez sólo aquella noche? Christy aferraba con gesto posesivo el brazo de Quinn, su muslo, su mano, como si quisiese marcar territorio y que Santana se enterase. Santana se limitó a sonreír, divertida, y a deslizar miradas cargadas de intención sobre el cuerpo de Quinn.

La noche transcurrió entre algarabías. Las otras dos mujeres del cuarteto original dejaron el billar y regresaron a la barra, donde fueron presentadas como Lori y Kathy, amigas de toda la vida, según Quinn. Las cinco charlaron, bromearon y bebieron, acaparando la atención de Marley con pedidos de consumiciones y comentarios halagadores. Santana, consciente de que tenía que conducir hasta su casa, limitó el consumo de alcohol después de que Quinn la invitase a otra copa. Lo estaba pasando muy bien con aquellas mujeres, sus nuevas amigas, y de ningún modo quería emborracharse. No había mejor forma de espantar a las nuevas amistades que obligarlas a responsabilizarse de ti, que te llevasen a casa y tuviesen que meterte en la cama.

Como si le leyese la mente, Marley puso un vaso de agua junto al whisky de Santana y le acarició la mano. Santana tomó nota para dejar propina doble. Sentía un leve mareo, pero centró la atención en Lori, que le había preguntado algo:

Dime, S. ¿Por qué aquí? ¿Por qué dejaste Poughkeepsie para venir al norte del estado?

¿Sinceramente? Necesitaba distanciarme de mi familia. —Era verdad. Tal vez no toda la verdad, pero Santana estaba nerviosa por el nuevo trabajo que iba a empezar el lunes y no quería destripar sus motivos para el cambio. Lo estaba pasando bien, así que soslayó el tema y se centró en otras cosas.

Lori la miró con gesto comprensivo.

Entiendo. ¿Les molesta que seas lesbiana? —Se trataba de una rubia mona, atlética, con pantalones piratas y una camiseta sin mangas verde, y a Santana le sorprendió sentir una punzada de atracción, a pesar de que la mano de Lori estrechaba con fuerza la de su amante.

«Primero la camarera y ahora la chica casada —se burló la voz interior de Santana—. Déjalo correr.»

Respondió en voz alta:

Tienen un problema con eso, entre otras cosas. —El tono de su voz debió dar a entender que el tema estaba zanjado porque Lori se calló.

A partir de medianoche la clientela de La Viuda Negra comenzó a disminuir poco a poco mientras lesbianas de todos los tamaños, formas y colores se perdían en la noche como un lento chorro de agua. Lori y Kathy fueron las primeras en despedirse.

Hace siglos que dieron las diez y nos convertiremos en calabazas en cualquier momento. —Lori tiró de la mano de Kathy—. ¿Lista, amor mío? —Kathy asintió en medio de un bostezo, provocando la risa general—. Seguro que volveremos a vernos, Santana.

Me ha encantado conoceros —dijo Santana—. Muchas gracias por las bebidas y la compañía.

Ha sido un placer. Feliz cumpleaños.

Nosotras también nos vamos, ¿verdad? —preguntó Christy con cierto aburrimiento, apoyando la cabeza en el brazo de Quinn, con un mohín infantil.

Supongo que sí —admitió Quinn. Le tendió la mano a Santana—. Chica de cumpleaños, ha sido un privilegio pasar la noche contigo. —Cuando Santana estrechó la mano de Quinn, ésta la atrajo hacia sí y le dio un beso en la mejilla, susurrándole al oído, de modo que sólo Santana la oyó—: Espero volver a verte.

Santana sonrió, poniéndose colorada.

Cuando las cuatro mujeres se marcharon, Marley retiró las copas vacías e introdujo el vaso de Santana en el fregadero lleno de espuma de debajo de la barra.

Es evidente que le encantas —comentó en tono intrascendente.

¿A quién?

A Quinn.

Oh, no creo.

Yo sí. La conozco muy bien. Se ha prendado de ti.

Santana arqueó una ceja y apoyó los codos en la barra, mirando a Marley con una sonrisa.

Vaya. En realidad, no es mi tipo.

¿No?

No. Es demasiado butch para mí. Siento más debilidad por la... belleza que por el atractivo físico.

¿En serio?

Santana habló en voz tan baja que Marley tuvo que acercarse a ella para oírla.

Me gustan las curvas, el pelo largo y la suavidad más que los músculos y la potencia.

Huuummm.

Lo cierto es que prefiero ser yo el músculo y la potencia.

Ya entiendo.

Santana bebió el vaso de agua y lo dejó frente a Marley, que imitó la postura de Santana al otro lado de la barra, de forma que ambas mantuvieron el contacto visual durante varios segundos.

¿Me das tu número de teléfono? —preguntó Marley al fin, casi sin voz.

Creo que nos entenderemos.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Marta_Snix Miér Jul 31, 2013 5:04 pm

 Genial!! No me equivoqué, me gusta y solo es el primer capitulo :lol:Santana como siempre hechiza a todas las chicas que se ponen delante suya, es mi idola!!
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Dos-

Mensaje por Maitehd Vie Ago 02, 2013 12:47 am

Hola! Para ser sincera la idea de los 10 comentarios era porque, sabía que no llegaría a eso, y así me daría tiempo para continuar adaptando el libro. Pero como avancé bastante, y sólo me quedan algunos capítulos (aunque debo reconocer que en algunos tengo algún que otro problema xD) decidí igual subir el capítulo dos hoy, pero recién podré subir el siguiente el sábado o el domingo, dependiendo de mi trabajo u.u

Marta, me alegra que te guste y la historia cada vez se pon más interesante. Gracias por comentar :D

Ahora sí, les dejo el capítulo, espero les guste y comenten, si no creeré que la historia no gusta u.u


CAPÍTULO DOS

Brittany Pierce estaba nerviosa, cosa que le fastidiaba un montón. Había llegado al trabajo dos horas antes para asegurarse de que todo estuviese en orden. Ordenó su mesa, aunque siempre estaba tan impecable que sus compañeras se metían con ella, pero quería causar buena impresión a su nueva jefa.

Brittany llevaba más de diez años trabajando en Emerson Inc.

Siempre había sido una excelente secretaria ejecutiva, pero eso no importaba si no le caía bien a su nueva jefa. Si sus estilos chocaban o si tenían dificultad para comunicarse, una simple llamada de teléfono bastaría para que trasladasen a Brittany. O peor aún: para que la despidiesen. La posibilidad de cambiar el panorama con sólo chasquear los dedos era lo único que Brittany envidiaba de ser la jefa.

Por lo demás, le encantaba mantenerse en segundo plano.

Echaba de menos a Jim. Se había jubilado una semana antes, pero se le antojaban meses. Había sido su jefe durante casi siete años y lo había acompañado a medida que ascendía en la empresa.

Lo conocía mejor que él a sí mismo, y él siempre le había dado margen para que planificase las cosas de la mejor manera. Lo ayudaba a situarse, dándole impresión de organización, aunque ambos se conocían muy bien, y él la apoyaba con generosidad, tanto dentro de la empresa como con incentivos personales. Con Jim Sheridan, Brittany nunca se había sentido poco valorada, así que no le hacía ninguna gracia empezar de cero con alguien que no había visto en su vida.

Revisó de nuevo su cubículo, asomó la cabeza en el amplio despacho situado enfrente y echó un vistazo. Era espacioso y estaba limpio y preparado para recibir a su nueva ocupante.

Satisfecha, Brittany salió al pasillo y se dirigió al baño de señoras para darse un último retoque. Aún faltaban tres cuartos de hora para que llegase la avalancha.

Brittany no era muy madrugadora; prefería quedarse trabajando hasta tarde a llegar temprano. Rendía mucho más cuando los teléfonos no sonaban continuamente y la gente no reclamaba su atención en todo momento.
Las cosas se serenaban después de las cinco de la tarde, pero en ese momento se dio cuenta de que madrugar también tenía ventajas. Todo estaba muy tranquilo, hasta el punto de que casi podía escuchar sus propios pensamientos.

Sonrió a un hombre desconocido que se cruzó con ella en el vestíbulo. A primera hora había gente totalmente distinta.

Reconoció sólo a unos cuantos de los de siempre. Era evidente que, aunque compartía la inclinación por el trabajo nocturno con un selecto grupo de empleados de Emerson, había un grupo similar de «madrugadores».

El teléfono móvil que llevaba prendido en la cadera sonó cuando empujó la puerta del baño de señoras, haciendo un ruido inusitadamente molesto en el silencio de la mañana. Brittany lo cogió y se apresuró a abrirlo, sabiendo quién la llamaba sin necesidad de mirar.

Hay que tener cara para llamar a estas horas —dijo, disimulando una carcajada. Sonrió y saludó con un gesto a una morena bajita que salió de un baño y se acercó al lavabo.

¿Te crees que me tomas el pelo? —Repuso Quinn—. Has llegado temprano para causar buena impresión al nuevo jefe. ¿No sabes que te conozco como la palma de mi mano?

Vete al cuerno. —La sonrisa se reflejó en el tono de Brittany porque Quinn tenía razón. Quinn conocía a Brittany por dentro y por fuera. Cosa lógica. Eran amigas desde primaria.

Mientras Quinn hablaba del fin de semana, Brittany se apoyó en el lavabo y contempló a la morena con disimulo. Era muy atractiva.

Los cabellos negros de la mujer caían en una cascada de rizos sobre los hombros, y el traje pantalón negro de elegante corte la hacía parecer mucho más alta de lo que era en realidad.

A Brittany le costó trabajo apartar la vista, pero consiguió hacerlo antes de que la otra la sorprendiese mirando.

El fin de semana... sí. ¿Qué tal? —preguntó a Quinn, tratando de centrarse en la conversación.

Lo de siempre.

A ver si lo adivino. Saliste el sábado por la noche, te llevaste un ligue a casa, te deshiciste de ella el domingo por la tarde y fuiste al gimnasio. ¿Acierto?

Quinn se rió.

No está mal. Nada mal. Pero fui al gimnasio porque estabas demasiado ocupada para quedar conmigo el domingo.

Eh, ya te dije que tenía cosas que hacer. —Miró a la elegante morena por el rabillo del ojo: retocaba el maquillaje inclinada ante el espejo. Los ojos de Brittany se deslizaron sobre la curva de sus caderas y las hermosas formas posteriores—. Preparativos que ultimar.

Para recibir al nuevo jefe.

Exacto. —Se oyó el ruido de una cisterna, y una mujer madura de pelo canoso y una sonrisa agradable se puso al lado de la morena en el lavabo, bloqueando la visión de Brittany.

Pareces nerviosa —comentó Quinn.

Porque estoy nerviosa. Tengo que aprender a tratar a una persona totalmente nueva.

Lo harás fenomenal. En cuanto vea lo estupenda que eres en tu trabajo, bendecirá su buena estrella. Y si la cosa no funciona, iremos al centro comercial y compraremos ropa ceñida.

Es una mujer.

La mujer mayor se secó las manos y se marchó. La morena se estaba pintando los labios. Pintó los dos labios a la vez y deslizó un dedo preciso sobre las comisuras para limpiar los restos. Brittany tragó saliva.

¿Quién es una mujer? —preguntó Quinn.

Mi nueva jefa. Es una mujer, no un hombre.

Mejor.

¡Qué gracia! ¿Y si no le caigo bien?

Le caerás bien.

¡Por Dios! ¿Y si no, qué?

¿Quieres dejar de ponerte histérica? No pasa nada. Todo saldrá estupendamente. Relájate y haz tu trabajo. Acabará adorándote.

Brittany soltó un suspiro.

Vale, vale. Tienes razón. Oye, tengo que irme. Necesito un buen café solo para calmar los nervios.

Tu lógica es bastante rara, Britt.

Por eso me quieres tanto. Ah, un momento. ¿Quién fue el ligue del sábado por la noche? ¿La chica de UPS?

No, señora. La nena de Correos.

Eres una loba.

No fui la única en dar aullidos, cariño.

Brittany no pudo reprimir una carcajada.

¡Uf! Me das asco. ¿Lo sabías?

Por eso te gusto tanto.

Brittany apagó el teléfono de repente, sin dejar de sonreír, y se miró al espejo. Recogió el pelo rubio brillante tras las orejas y rectificó el lápiz de ojos con un dedo. Respiró a fondo y exhaló lentamente, procurando relajarse un poco. Luego, deslizó las manos sobre las caderas para alisar las arrugas de la falda azul marina.

La morena cerró el bolso. Al pasar junto a Brittany sonrió con ojos relucientes.

Que tengas un buen día —dijo con una voz profunda y sugerente que sorprendió a Brittany.

Gracias. Igualmente. —Cuando la puerta se cerró, Brittany murmuró para sí—: ¡Vaya, eso sí que ha tenido gracia!

Pasó otros diez minutos en el baño vaciando la vejiga, arreglándose, aplicándose capa sobre capa, retocando el maquillaje y atusándose el pelo. Tanta ansiedad resultaba desconcertante y tuvo que darse moral antes de armarse de valor y dirigirse a su cubículo.

Frenó en seco y se le pusieron los ojos como platos cuando vio una humeante taza de café solo sobre su mesa. Se volvió despacio, miró el despacho situado enfrente y vio a la morena del cuarto de baño con el maletín abierto sobre la gran mesa de caoba que Brittany había limpiado a fondo esa misma mañana.

«Mierda.» Cogió la taza de café, bebió un buen sorbo para animarse, aunque sólo consiguió quemarse el cielo de la boca. «Ha llegado el momento de enfrentarse a los hechos, Pierce.»

Cruzó el pasillo y llamó con los nudillos al marco de la puerta.

Buenos días —saludó.

La morena alzó la vista y sonrió.

Hola. —Clavó los ojos en la taza de café—. ¿Está bien cargado?

Brittany se dio cuenta de que se ponía colorada cuando el timbre sensual de la voz de la mujer le agitó las entrañas.

Perfecto. Gracias.

La morena extendió la mano sobre la enorme mesa.

Santana López.

Brittany se acercó y estrechó con firmeza la mano de su nueva jefa.

Brittany Pierce. —A pesar de tener una mano pequeña, el saludo de Santana fue una mezcla de ternura y potencia. Brittany esperaba que el suyo produjese la misma impresión.

¿Por casualidad no serás holandesa, Brittany Pierce?

Un poquito nada más. —Brittany sonrió, sin saber cómo interpretar la broma fácil, avergonzada al comprender que Santana la había oído confesar sus miedos y preocupaciones en el cuarto de baño.

Encantada de conocerte.

Lo mismo digo.

Me han dicho que eres mi mano derecha y que puedo confiar en ti para que el departamento funcione a las mil maravillas.

Llevo mucho tiempo aquí. Conozco muy bien la empresa.

Estupendo. Como soy nueva en la plaza, aprovecharé tu experiencia. ¿Te parece bien?

Por supuesto.

Genial. Lo primero que hay que hacer es convocar una reunión de todos mis agentes comerciales.

¿Todos o sólo los de Rochester?

Los de Rochester, Siracusa, Búfalo, Albany y cualquier otro lugar. Quiero que me vean cara a cara para que sepan quién les grita por teléfono cuando bajan las ventas.

Brittany se estremeció ante la idea de gritar a los agentes. Jim había sido siempre muy amable y ni se le había pasado por la cabeza reñir a sus subordinados.

Santana interrumpió los pensamientos de Brittany.

Que sea una reunión obligatoria. El miércoles. Si alguien no puede asistir, que se ponga en contacto conmigo y me lo explique.

De acuerdo, lo arreglaré hoy.

¿Puedes llamar al departamento de envíos y averiguar si han legado mis cajas? Mandé algunas cosas desde mi anterior residencia, pero no las veo por ningún lado.

Hecho.

Santana dejó de revolver en su maletín y miró a Brittany.

¿Necesitas un cuaderno o algo para tomar notas?

No. —Brittany sostuvo la mirada. Tras unos instantes, señaló la sien con un dedo—. Lo tengo todo aquí.

Santana parecía escéptica, pero asintió y continuó con lo que estaba haciendo.

Muy bien.

* * *

La mañana transcurrió tan rápida para Santana que acabó por preguntarse si no habría caído en un agujero de continuidad espacio-temporal y perdido varias horas. Su despacho comenzaba a cobrar aspecto habitable, y encontró casi todo lo que había llevado consigo. Seguía esperando sus cajas de Poughkeepsie cuando salió de una reunión con J. Edward Emerson en persona, varios ejecutivos importantes del grupo y tres jefes de ventas regionales que habían ido a recibirla.

Le parecía que le habían presentado al menos a una docena de personas desde su llegada y esperaba, contra todo pronóstico, recordar los nombres... aunque daba igual. Seguramente sólo los vería una vez al año en las reuniones de accionistas de la compañía.

Las recepciones para recibir a gente nueva eran un bonito detalle, pero a Santana le fastidiaban. Tenía un montón de trabajo pendiente y se le antojaba una pérdida de tiempo saludar a todo el mundo y parte del ultramundo.

Fue un momento a su despacho antes de comer con su  superior inmediato, oyó a Brittany al teléfono y le sorprendió su profesionalidad.

Despacho de Santana López, soy Brittany. ¿En qué puedo ayudarle?

Era ridículo juzgar con tan poco margen de tiempo, pero le había causado una buena impresión la competencia de su secretaria. «Y además me alegra la vista», pensó con una sonrisa malévola.

Brittany era de las que paraban el tráfico con su estupendo aspecto típicamente americano. Llevaba el cabello rubio cortado de forma sencilla, unos centímetros debajo de los hombros, y tenía una constitución física muy femenina, aunque con cierto aire atlético. Santana se preguntó si practicaría algún deporte, recordando la blanca pantorrilla musculosa que había visto asomar bajo la discreta falda.

«Cinta de correr —pensó—. Apuesto a que practica todos los días en la cinta de correr.» Suspiró y tomó nota mentalmente para ir al gimnasio que había cerca de su apartamento antes del fin de semana.

Saludó a Brittany y entró en el despacho para coger el bolso; se fijó entonces, con decepción, en que sus cajas aún no habían llegado.

Brittany, ¿localizaste a los de envíos? —preguntó por encima del hombro mientras se inclinaba para abrir un cajón de la mesa.

Cuando se levantó, Brittany estaba casi pegada a la mesa.

Los llamé. No han llegado.

Dios. —Santana se levó la mano al pecho, tratando de recuperarse de la repentina aparición de Brittany—. Me has asustado.

Brittany sonrió.

Lo siento. Jim siempre decía que yo era como los gatos. ¿Prefieres que entre pisando fuerte?

Tal vez así me ahorre uno o dos infartos.

¿Tienes documentos del envío? Podría seguirlo y localizar dónde está.

Buena idea. —Santana sacó los papeles del bolso y se los dio a Brittany, que se dirigió a la puerta—.Gracias.

¿Vas a comer con Sue Sylvester?

Sí. —Santana bajó la voz y preguntó—: ¿Es cierto que le llaman Sylvester la Diabólica?

Brittany se rió sin disimulo, sorprendida de que Santana conociese el apodo.

Me temo que sí.

¿Con motivos?

Me temo que sí.

Santana asintió.

Vaya, espero poder sentarme de verdad ante mi mesa antes de que acabe la semana. En serio. Te lo juro.

Así es la vida de los ejecutivos de las grandes empresas. Haz lo que tengas que hacer. Yo me ocuparé de tenerlo todo controlado por aquí.

Santana se detuvo en la puerta y se volvió para mirar a Brittany.

Le sorprendió no haber reparado antes en lo azules que eran los ojos de Brittany. La idea de que Brittany y ella eran de la misma estatura siempre que no prescindiese de los tacones afloró a su cabeza sin motivo.
«Nota a tener en cuenta: ponerme siempre tacones.»

Me alegra saberlo —dijo en voz alta—. Tienes el número de mi móvil, ¿verdad?

Sí. Disfruta de la comida.

Lo intentaré.

«Vale, esta gente tendrá que dejarme en paz en algún puñetero momento. Y cuanto antes mejor.» Santana tenía la cabeza tan llena que no sabía cómo no le había explotado, esparciendo sus sesos por las paredes de una de las exquisitas salas de reuniones de Emerson Inc. Se consideraba una roca, capaz de soportar enormes presiones sin resquebrajarse; no había llegado hasta allí siendo una florecilla inocente, precisamente. Pero el estrés y la ansiedad del cambio de trabajo, la mudanza, la nueva ciudad, los nuevos colegas, y las setecientas reuniones a las que había asistido estaban a punto de volverla loca de remate.

Parte de ella quería gritarles a los gerentes que se le quitasen de delante y que la dejasen trabajar de una puñetera vez. Necesitaba tiempo para sentarse ante su mesa y repasar los informes de sus agentes de ventas, de lo contrario no estaría preparada para la primera reunión con sus subordinados y así no se podía transmitir confianza ni respeto. Era lunes, pero ya sabía que le esperaban fines de semana de trabajo en casa. Aunque eso no era nuevo para ella.

Fue un alivio ver que ya había acabado la última cita de compromiso del día.

Gracias a Dios —murmuró.

Pasaban de las cuatro, pero al fin podía respirar tranquila y trabajar un rato... si no la molestaban. Había mucho que hacer.

Rozó el hombro de Brittany al pasar; la secretaria, que estaba al teléfono, sonrió a Santana y la saludó con la mano. Sintió una punzada de celos al ver a su ayudante tan fresca, enérgica y sin la menor señal de alteración.

Se hundió en su sillón de cuero con un suspiro, pero resistió la tentación de recostarse cómodamente. Aún no había acabado la jornada laboral, su despacho tenía ventanas, y no le apetecía nada que la gente de la empresa creyese que la frenética agenda del primer día la había agotado. Gruñó para sus adentros. Si tuviera sus objetos personales, se instalaría más rápido.

¿Brittany? —llamó—. ¿Alguna noticia sobre mis cosas?

Tras un breve silencio sonó el teléfono de su mesa.

Esa cosa que hay en tu mesa se llama teléfono y tiene un intercomunicador que puedes utilizar para llamarme —dijo su secretaria en tono dulce y confiado.

Santana no pudo reprimir la risa.

¿Me estás diciendo que no te gusta que te grite desde aquí?

En absoluto. —Había cierto tono juguetón en la voz de Brittany—. Era un comentario informativo.

Te lo agradezco. ¿Alguna novedad sobre mis cajas?

Según UPS el jueves trajeron tres cajas.

¿El jueves? ¿Y dónde diablos están?

Ése es el enigma. He llamado al departamento de envíos. Las están buscando.

Maldita sea.

Santana apagó el intercomunicador y revolvió en los cajones hasta que encontró el directorio de la compañía Emerson. Tenía experiencia en tratar con los departamentos de envíos de las grandes empresas y opinaba que, la mayoría de las veces, dependían de idiotas. Hojeó el directorio hasta que encontró lo que estaba buscando: «Dirección logística: Lucy Fabray».

Muy bien, señorita Fabray —murmuró mientras marcaba el número—. ¿Dónde coño están mis trastos?

Respondieron al segundo timbrazo.

Logística.

Lucy Fabray, por favor.

Espere. Voy a ver si no se ha marchado. —El teléfono quedó a un lado, y Santana oyó voces distantes. Luego, alguien lo cogió.

Fabray. —La voz de la mujer era fuerte, confiada.

Señorita Fabray, soy Santana López, de la cuarta planta. —Santana habló en tono serio, procurando dejar claro quién mandaba en la conversación—. Me han enviado unas cajas, y UPS dice que se entregaron el jueves. Estamos a lunes y no las he recibido. ¿Podría ayudarme?

Creo que su secretaria ya ha hablado del tema, ¿no es así? —El tono de Lucy era igual de cortante que el de Santana.

Cierto. Por desgracia, su departamento no le ha dado ninguna respuesta y me gustaría recibir alguna explicación. Ahora, por favor.

Hubo una breve pausa. Luego, habló Lucy Fabray en tono falsamente edulcorado.

Verá, señorita López, creo que se vio que sus cajas eran de...carácter personal. Por tanto, se apartaron la semana pasada para quitarlas de en medio porque el mismo día recibimos un gran envío de equipo de trabajo. A mis empleados les pagan por repartir los envíos relacionados con el trabajo, y por tanto tengo que establecer prioridades. Estoy segura de que lo comprende.

Santana rechinó los dientes ante el tono condescendiente y habló muy despacio, como si estuviese tratando con una niña pequeñita.

Eso fue hace tres días, señorita Fabray. Un día, pase. Dos días, ya me fastidia. Pero tres días raya con la incompetencia. ¿Cree que podría ordenar a alguien que me las subiese antes de que me retire?

En esa ocasión la pausa se prolongó, y Santana se dio cuenta de que seguramente también Lucy Fabray estaba rechinando los dientes, cosa que le produjo cierta satisfacción.

Lo siento muchísimo, pero mis empleados se marchan a las cuatro.

Santana soltó un lento y enojado suspiro.

Ya veo que mi departamento no es el único que necesita una limpieza. No dude que se lo comentaré a Sue Sylvester la próxima vez que la vea.

Hubo otro breve silencio. Era evidente que a Lucy le habría gustado colgar el teléfono. Pero respondió en un tono conciso y teñido de falso desenfado.

No se preocupe, señorita López. Estaré encantada de llevarle las cajas personalmente.

Espero verlas hoy antes de marcharme. —Colgó el teléfono sin añadir nada más, sorprendida de que el auricular no estuviese cubierto de hielo. Mientras miraba el habitual flujo de correos electrónicos en el ordenador, murmuró—: Querías joderme, ¿verdad? Bruja.

Transcurrió casi una hora hasta que oyó una llamada titubeante en el marco de la puerta. En la oficina reinaba la tranquilidad después de las cinco, y la llamada resonó con excesiva contundencia. Santana alzó la vista y vio a Brittany en la puerta.

Siento interrumpir. —Parecía un poco incómoda—. Tus cajas están aquí.

Ya era hora. —Santana se levantó cuando apareció el extremo de una caja sobre una carretilla, seguida por las otras dos cajas encima, seguidas a su vez por Lucy Fabray, que empujaba el carrito.

«¡Oh, mierda!»

Santana se quedó muda y se preguntó si la jefa de logística se sentiría igual que ella.

Brittany miró a ambas mujeres, desconcertada por lo embarazoso de la situación, suponiendo que tenía que ver con las cajas.

Hummm... Santana López, ésta es Quinn Fabray. Dirige el departamento de envíos y transporte. Quinn, Santana es nuestra nueva gerente regional de ventas.

Oh —exclamó Quinn, sonriendo al reconocer al Santana—. Usted es la nueva gerente de ventas.

Santana reaccionó enseguida y carraspeó.

Allí, en el rincón, por favor. —Mantuvo el tono frío, decidida a llevar las riendas a pesar de que la presencia de Quinn ocupaba gran parte del despacho.

Estuvo a punto de atragantarse al ver que la sonrisa de Quinn se apagaba y la mirada de sus ojos verdes se endurecía. Santana procuró pensar en otra cosa, se sentó y continuó con su trabajo en el ordenador, ignorando a Quinn y a Brittany. Cuando oyó el crujido de las ruedas de la carretilla en el pasillo, suspiró aliviada.

Transcurrieron unos minutos y, luego, una tos desvió su atención de la pantalla del ordenador. Dio la vuelta y vio a Brittany en el despacho.

Santana arqueó una ceja con gesto enojado.

¿Sí?

Hummm... ¿necesitas algo de mí antes de que recoja y me vaya?

Santana miró el reloj del extremo inferior del ordenador. Pasaban de las seis.

No. Puedes irte. —Continuó leyendo correos electrónicos.

Brittany dudó.

¿Te encuentras bien?

Perfectamente. —No apartó la vista del trabajo—. Hasta mañana.

De acuerdo. Que descanses esta noche.

Santana oyó a Brittany recogiendo sus cosas y el ruido de sus pasos en el pasillo. Respiró a fondo y exhaló muy despacio. «Un día —pensó—. Llevo aquí un día y ya he tenido que enseñar las garras. Es todo un récord.»
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Marta_Snix Vie Ago 02, 2013 5:51 am

Vaya comienzo!! Me esta gustando bastante, San ya se fijó en Brittany y le "alegro la vista". Que cerca están San y Quinn, pobre Quinn ella feliz de haberla encontrado de nuevo y San la trata con frialdad :(
Estoy ansiosa por leer el siguiente capitulo, gracias por adaptarla ;). Besos!!
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Silfide Vie Ago 02, 2013 3:40 pm

Holaa!
Me encantaron los primeros capítulos. El comienzo de la historia, la actitud de las chicas..
Gracias por adaptar la historia *-*
Saludos ^^
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Maitehd Dom Ago 04, 2013 9:11 pm

Marta_Snix escribió:
Vaya comienzo!! Me esta gustando bastante, San ya se fijó en Brittany y le "alegro la vista". Que cerca están San y Quinn, pobre Quinn ella feliz de haberla encontrado de nuevo y San la trata con frialdad :(
Estoy ansiosa por leer el siguiente capitulo, gracias por adaptarla ;). Besos!!

Me alegra que te esté gustando, la verdad es un buen libro con una buena historia. Y como verás más adelante cada vez se pone mejor :3
Gracias a vos por leerla. Besos! :D

Silfide escribió:Holaa!
Me encantaron los primeros capítulos. El comienzo de la historia, la actitud de las chicas..
Gracias por adaptar la historia *-*
Saludos ^^

Hola! Me alegra que te guste, y espero que te siga gustando :D Como dije, se pondrá mejor más adelante :3
Gracias a vos por leer y por comentar.
Saludos :D
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Tres-

Mensaje por Maitehd Dom Ago 04, 2013 9:34 pm

Hola! Cómo andan? Bueno, para ser sincera estuve pensando en cancelar el fic, siento que no está gustando la historia, pero al final decidí que lo voy a seguir, al menos hasta que nadie comente. Por lo que mientras tenga un comentario continuaré con la adaptación.
Sé que había dicho que el sábado subiría un capítulo, pero no pude por el trabajo, por eso lo estoy subiendo hoy, seguramente el martes subiré el capítulo siguiente.
Gracias a los que leen, y sobre todo a quienes comentan. A los que leen y no comentan, espero que en algún momento se animen y dejen su opinión sobre la historia.
Espero que les guste este capítulo, y como digo la historia se va volviendo más interesante, y poco a poco atrapa más.
Besos! :D


CAPÍTULO TRES

«Lo quieres así, ¿eh? Maldita hija de puta.»

Quinn no recordaba la última vez que se había sentido tan humillada. O decepcionada. La Santana que había conocido en La Viuda el sábado y la de la cuarta planta una hora antes parecían la misma persona, pero... si no lo viese tan claro, pensaría que la mujer tenía doble personalidad.

Maldita hija de puta —murmuró de nuevo mientras conducía el vehículo por la autopista. Los últimos días de abril dejaban traslucir la primavera, pero el césped estaba amarillento y las carreteras sucias, lo cual encajaba a la perfección con el estado de ánimo de Quinn—. ¿Quién coño se cree que es?

Cogió el teléfono móvil y pulsó dos números, marcando por la vía rápida el número al que llamaba todos los días, en ocasiones media docena de veces.

Brittany respondió casi al momento.

Hola.

¿Qué coño le pasa a tu nueva jefa, Britt?

Brittany suspiró.

No sé qué decirte, Quinn. Aún no la conozco.

Por Dios. ¿Se puede ser más bruja?

Supongo que sólo quería sus cosas.

Quinn reprimió un comentario mordaz, pues no deseaba descargar su ira contra Santana en su mejor amiga.

Pues entonces no debería haber enviado su mierda personal al trabajo, maldita sea.

Lo sé.

Mi responsabilidad es todo lo relacionado directamente con Emerson.

Sí, lo sé.

Las chucherías de la imbécil de Santana López no entran dentro de esa categoría.

Lo sé.

No tenía derecho a ponerse como una hidra por eso.

Lo sé.

Me cuesta trabajo seguir el hilo si lo único que dices es «lo sé».

Lo sé.

Quinn no tenía ganas de sonreír, pero no pudo evitarlo. Brittany siempre conseguía disipar sus enfados dejándola que se desahogase. Uno de los mejores aspectos de su amistad era lo bien que se conocían.

La verdad es que me fastidió bastante —admitió Quinn, con un suspiro.

¿Cómo fue?

¿A qué te refieres con «cómo fue»? Estabas allí.

Sí, pero te has topado antes con gente menos educada y no te molestaba tanto. ¿Por qué Santana te irritó de ese modo? Sólo te dijo dónde debías poner las cajas. Sí, podía haber sido más amable, pero otras veces te han tratado peor y no te importaba.

Quinn dudó, sorprendida por el arrebato de indignación que sintió al oír a Brittany defender a Santana. No pensaba contarle a Brittany lo del sábado por la noche; nunca le había gustado desvelar la identidad de personas que, evidentemente, preferían permanecer en el armario, aunque no estuviese de acuerdo con ellas. Pero no iba a dejar que Brittany la tomase por exagerada.

El sábado por la noche fui a La Viuda.

Sí, ¿y qué?

Tu jefa también.

¿Qué? —La voz de Brittany reflejaba incredulidad.

Ya me has oído. Al parecer era su cumpleaños, así que la invitamos a las copas. Y no bebe alcohol de garrafón, precisamente.

¿Santana estaba en La Viuda Negra?

Acabo de decírtelo. Que no te engañen las medias y los tacones. Es tan lesbiana como yo. Estaba a punto de ligar con Marley cuando nos fuimos.

Vaya. Yo... caramba.

Quinn sintió que la irritación le escocía en la nuca y tocó el claxon a una furgoneta que se le puso delante.

Malditas mamás-taxi —gruñó.

¿Trabajo para una lesbiana? —preguntó Brittany.

Eso parece. —Quinn puso los ojos en blanco al notar el asombro de Brittany.

Nunca había trabajado para una lesbiana.

Sí, pero es una lesbiana con mala leche, así que no te hagas ilusiones.

Venga, Quinn. Era su primer día. Seguramente estaba estresada. No sabe si la empresa es muy conservadora, así que tal vez haya decidido no desvelar sus preferencias sexuales, y de repente apareces tú. Y tú conoces sus preferencias sexuales. Trabajas en la misma empresa. Lo más probable es que le entrase el pánico, así de simple.

¿Y por qué?

A algunas personas no les gusta que se conozca su identidad sexual. No todo el mundo es partidario de pregonarlo a los cuatro vientos. Hay gente muy celosa de su intimidad.

Lo cual me parece ridículo.

Brittany trató de reprimir un suspiro, pero se dio cuenta de que Quinn lo había notado. Habían discutido el tema un millón de veces.

Te parece ridículo a ti —dijo Brittany en tono defensivo—. Pero no todo el mundo se siente tan cómodo dentro de su piel como tú.

La propia Brittany no se había definido radicalmente. Quinn no consideraba que estuviese en el armario, pero tampoco lo iba divulgando por ahí, como Quinn. Muchas veces le había dicho a Quinn que envidiaba su valor a la hora de abordar el asunto.

Tal vez. Pero sigue sin caerme bien.

Brittany soltó un suspiro de frustración, con el cual no iba a hacer cambiar de idea a Quinn.

Vale.

Quinn se apuntó un tanto mentalmente y decidió cambiar de tema.

Ya hablarían en otro momento.

¿Qué plan tienes para la cena?

Si a Brittany le sorprendió el giro de la conversación, no lo demostró.

Creo que mi madre va a hacer guiso. Me acercaré por allí. ¿Te apetece venir?

Quinn sabía la verdad. Brittany no quería estar sola en casa, desde que había perdido a Rip, su querido perro pastor australiano. Había muerto un mes antes, pero Brittany aún no lo había superado. A Quinn le habría gustado poder hacer algo por su amiga y, en realidad, le apetecía mucho cenar con Brittany y su madre, pero seguía dando vueltas a lo sucedido aquella tarde.

No. Tengo que ir al gimnasio.

Por favor. Tus músculos pueden descansar un día, ¿o no?

Sí, pero hay una nueva monitora de aerobic a la que me apetecería dar un toque.

Con «dar un toque» quieres decir «meter mano».

Sí, eso también.

Eres una guarra. —Brittany se rió.

Dale un abrazo de mi parte a ese cielo de madre que tienes.

Se lo daré. Sentirá no verte.

¿Cuándo quieres arreglar el suelo de la cocina?

Tal vez el próximo fin de semana. A ver cómo van las cosas.

Avísame. Te llamaré después, Britt.

La conversación terminó cuando Quinn frenó ante su casa.

Recogió el correo del buzón y fue directamente al frigorífico. Abrió una cerveza y echó un vistazo al montón de propaganda y facturas, procurando que el enfado no la obsesionase. Se dejó caer en el sillón, cogió el mando a distancia y se puso a ver una reposición de Friends, apartando el pensamiento de Santana López y de su condescendiente expresión.

Pensó en Brittany. Quinn esperaba con ansia el siguiente fin de semana.

* * *
«Santana es lesbiana.»

Brittany cabeceó, sin entender por qué le costaba tanto asumirlo.

Tal vez la habría mirado de otra forma en el cuarto de baño aquella mañana. Una cosa era mirar a una mujer atractiva y admirar su aspecto suponiendo que era heterosexual. Y otra muy distinta mirarla y saber que era abordable. Aunque Brittany jamás tomaría una iniciativa de esa índole... y menos con su jefa. Nunca se había acercado a una desconocida sólo por su aspecto, pero sabía que se hacía: Quinn actuaba así sistemáticamente.

En la mente de Brittany se proyectó una película fugaz. Empujaba a Santana contra la pared del baño, sus labios se fundían en un beso abrasador mientras las manos de Brittany se deslizaban bajo la chaqueta negra de Santana, buscando tesoros y haciendo todo lo posible por resquebrajar aquel tranquilo y frío aspecto exterior.

¡Por Dios, Pierce, déjalo ya! —murmuró para sí mientras enfilaba el camino de la casa de sus padres. Cabeceó, entró en el garaje y se dirigió a la puerta que daba a la cocina. Se detuvo un instante y se dijo por lo bajinis—: Necesito echar un polvo.

La cocina de los Pierce olía de maravilla, como siempre. El pan recién horneado impregnaba el ambiente, y Brittany aspiró el aroma de su niñez. La cocina estaba envuelta en un alegre resplandor amarillo, a pesar de que caía la noche. Chucherías y plantas ocupaban todos los espacios disponibles. A Brittany le sorprendía que la estancia le pareciese más pequeña que cuando era niña; curiosa sensación.

¿Mamá? —llamó tras levantar la tapa de la enorme olla que hervía al fuego. Utilizó el cucharón apoyado en el reposacucharas, cogió una pequeña cantidad de guiso y sopló. Probó un poquito y dejó que el sabor de la ternera con verduras impregnase su lengua.

Cerró los ojos y se abandonó a los recuerdos que aquellos sabores y olores suscitaban.

¿Qué te parece? —Susan Pierce irrumpió en la cocina como hacía en todas partes, con un paño de cocina sobre el hombro derecho. Sus cabellos, en otra época de un rubio exuberante, eran de un estridente rubio de frasco porque se negaba a que se le viesen las canas. Se rizaban suavemente sobre los hombros, rozando el cuello de jersey azul celeste. Los vaqueros seguían sentándole bien, y llevaba los eternos mocasines, bastante desgastados.

Brittany tomó nota mentalmente para comprarle unos nuevos el Día de la Madre. Susan era más baja que Brittany, pero sin duda de joven había sido muy guapa. Seguía siéndolo con más de sesenta años. Las dos compartían los mismos ojos azules deslumbrantes; Brittany era la única hija que los había heredado.

Le falta un poco de sal. —Brittany se quitó la chaqueta y la arrojó sobre una silla.

Susan amenazó a su hija en broma con el paño de cocina.

Siempre dices lo mismo. Y cuelga la chaqueta en el armario, por favor.

Todo necesita sal en esta vida, mamá. —Brittany obedeció a su madre, sintiéndose como si tuviese doce años.

Susan espolvoreó sal sobre la olla.

Si tu padre se queja de que está demasiado salado, te echaré la culpa.

Sí, pero pondré vocecita de niña buena, le llamaré papaíto y no pasará nada.

Siempre te dio resultado esa táctica.

Las bromas animaban la relación de Brittany con su madre. No había sido fácil. Al ser la más pequeña de cuatro hijos, no había recibido tanta atención como sus hermanos mayores... demasiadas cosas que hacer y que atender. Así que había aprendido a aprovechar cualquier momento que su madre le ofreciese. Cuando aceptó su sexualidad, en el primer curso de la universidad, le preocupó mucho explicárselo a sus padres. Pensaba que sería el golpe final para romper la relación con su madre. Sin embargo, eso las había unido.

«Te quiero igual, Brittany Susan —había dicho Susan con lágrimas en los ojos—. Y te quiero aún más por confiar en mí y decírmelo.»

Fue el principio de su relación adulta.

¿Cuándo vamos a cenar fuera? —preguntó Susan. Las dos cenaban fuera una vez al mes, pero el mes anterior no lo habían hecho—. Necesito estar con gente adulta.

¿Quieres descansar del papel de abuela?

Sí. —Susan removió el guiso con gesto ausente—. Adoro a mis nietos y no me importa cuidarlos, pero a veces me apetece tomar una copa de vino en un buen restaurante y hablar con adultos. O al menos con gente que no lleve cascos. —Miró a Brittany con una falsa expresión amenazante—. Y si dices una palabra de esto a tus hermanos, te pegaré con el cucharón.

Brittany se rió.

Será nuestro pequeño secreto. Iremos a cenar la semana que viene. No sé cuántas noches libres tendré esta semana.

Ah, es cierto. Me había olvidado. ¿Qué tal la nueva jefa?

Brittany se dispuso a poner la mesa de la cocina para tres.

Aún no lo sé. Parece competente.

Eso está bien. ¿Es agradable?

No sabría decirte. Conmigo fue agradable, pero estuvo poco en el despacho. Tenía un montón de reuniones con la dirección para presentarse, así que sólo la vi a ratos. Necesito un poco más de tiempo antes de formarme una opinión sólida.

Siempre resulta difícil después de un jefe como el que tenías y que te caía bien. Pero seguro que las cosas se normalizan sin que te des cuenta.

Sí, tienes razón. Aunque parece decidida a aplastar a los que no cumplen, con lo cual algunos vendedores la van a odiar. Pero eso es lo que hace un director de ventas, ¿no? Dirigir. —Brittany buscó los cubiertos en un cajón—. Quinn y ella tuvieron un problemilla.

¿Por qué? —Susan alzó la vista de los cuencos que estaba llenando.

Brittany sonrió. Su madre tenía debilidad por Quinn y la trataba como a una hija. La conocía desde que Quinn iba al instituto. La vida hogareña de Quinn era muy poco acogedora y pasaba mucho tiempo en casa de los Pierce, demostrando siempre gran cariño y respeto a los padres de Brittany. Quinn los consideraba sus verdaderos padres.

Fue por un malentendido con un envío, pero han empezado con mal pie. —Sin saber por qué, Brittany sintió la necesidad de defender a Santana, a pesar de la frialdad con que se había despedido de ella. Sabía que, si contaba la historia de las cajas con las palabras de Quinn, su madre enseguida tomaría partido por Quinn y desconfiaría de Santana, y eso la molestaba—. Estoy segura de que acabarán por congeniar.

Trabajaron varios minutos en silencio hasta que Susan habló de nuevo.

¿No te parece increíble que ya estemos a las puertas de mayo? —Contemplaba por la ventana de la cocina los primeros brotes verdes en el jardín trasero, pensando sin duda en las flores que plantaría el mes siguiente.

Sí, increíble. —Brittany puso la panera en la mesa y sacó la leche del frigorífico—. Falta poco para la barbacoa que celebran los Pierce el Día de los Caídos.

Susan se sorprendió.

¡Dios mío, es cierto!

Mamá, aún falta un mes. No te pongas histérica.

Susan revolvió el cajón de las chucherías en busca de un bloc de notas.

Pero ya puedo empezar a hacer mi lista —murmuró, más para sí que para Brittany.

Brittany puso los ojos en blanco, riéndose mientras servía las bebidas.

Tranquila, mamá. Todo saldrá de maravilla. Como siempre.—Besó a su madre en la mejilla y la obligó a sentarse—. Siéntate. Voy a buscar a papá.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Camila18 Dom Ago 04, 2013 9:49 pm

hey! discúlpame por no haber comentado antes, no puedo hacerlo desde el celular. pero aquí estoy me gusta tu historia no te desanimes, de seguro todas quienes escriben empiezan con pocos comentarios y luego se viene una avalancha de lectoras locas y muchos comentarios jajaja, espero ver mas interacción entre san y britt, mas ahora que que esta ultima sabe que tambien le van las chicas se que la mirara con otros ojos y espero que santana tambien. gracias por escribir
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Marta_Snix Lun Ago 05, 2013 8:54 am

Me alegra que hayas desechado la idea de cancelarlo, porque me está gustando.
Britt defendiendo a Santana y vaya imaginación que tenía, me hubiera gustado que lo del baño hubiera sido real y no solo imaginaciones FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Silfide Mar Ago 06, 2013 3:42 pm

Holaa!
Primero que todo me alegro mucho de que sigas con el fic, como tu me dijiste una vez no te desanimes que solo es el principio! ^^
A mi por lo menos que sepas que me está encantando *-*
Respecto al capítulo me encanta la amistad de Britt y Quinn me hizo mucha gracia lo de Quinn contándole sus problema y ella en plan lo se lo se jaja creo que a Quinn le gusta San y está molesta porque no le hizo mucho caso en el bar o esa es mi impresión no se.
Tengo ganas de ver como se va desarrollando la historia entre Britt y San.
Estaré esperando el siguiente capítulo. Besos :D
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Maitehd Miér Ago 07, 2013 1:47 pm

Camila18 escribió:hey! discúlpame por no haber comentado antes, no puedo hacerlo desde el celular. pero aquí estoy me gusta tu historia no te desanimes, de seguro todas quienes escriben empiezan con pocos comentarios y luego se viene una avalancha de lectoras locas y muchos comentarios jajaja, espero ver mas interacción entre san y britt, mas ahora que que esta ultima sabe que tambien le van las chicas se que la mirara con otros ojos y espero que santana tambien. gracias por escribir

Hola! No te preocupes, te entiendo, a mí me sucede lo mismo con mi celular xD Supongo que fue un momento la idea de dejar la adaptación, pero aún así la voy a continuar, de hecho ya tengo todo el libro adaptado, así que lo único que falta es subirlo. Me gustaría aclarar, que yo no lo escribí es un libro que leí y me gustó la idea de adaptarlo para Brittana.
Sí, va a ver más interacción entre Santana y Brittany.
Espero que te guste el siguiente capítulo.

Marta_Snix escribió:
Me alegra que hayas desechado la idea de cancelarlo, porque me está gustando.
Britt defendiendo a Santana y vaya imaginación que tenía, me hubiera gustado que lo del baño hubiera sido real y no solo imaginaciones FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551 

Sí, idea desechada. Como dije, dejaré de subirlo el día que algún capítulo no tenga ningún comentario, mientras tenga uno, continuaré subiéndolo.
Sí, hubiera estado bueno. Pero las escenas de ella, en ese aspecto, son mucho mejores :3 Ya lo verás más adelante xD

Silfide escribió:Holaa!
Primero que todo me alegro mucho de que sigas con el fic, como tu me dijiste una vez no te desanimes que solo es el principio! ^^
A mi por lo menos que sepas que me está encantando *-*
Respecto al capítulo me encanta la amistad de Britt y Quinn me hizo mucha gracia lo de Quinn contándole sus problema y ella en plan lo se lo se jaja creo que a Quinn le gusta San y está molesta porque no le hizo mucho caso en el bar o esa es mi impresión no se.
Tengo ganas de ver como se va desarrollando la historia entre Britt y San.
Estaré esperando el siguiente capítulo. Besos :D

Gracias! Sí, como dije continuaré con el fic, lo que tiene de bueno es que esto me hace pensar un poco más en si adapto o no un par de libros más que tenía ganas de adaptar, especialmente el que es mi favorito, pero aún lo seguiré pensando xD
Me alegro que te encante :D
Sí, esa parte fue graciosa jajaja xD Con respecto a eso, dejaré que continúes leyendo y no comentaré nada sobre eso xD
Ya subo el siguiente capítulo. Besos! :D
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Cuatro-

Mensaje por Maitehd Miér Ago 07, 2013 2:01 pm

Hola! Gracias por los comentarios, como dije continuaré subiendo la historia, ya que ya tengo todo el libro adaptado, sólo me falta darle unos toques y tengo todo listo.
Nuevamente, sé que dije que lo subiría el martes, pero no pude, así que lo estoy subiendo hoy. Intentaré subir el siguiente entre el viernes, sábado y domingo, en uno de esos días lo voy a subir seguro :3
Bueno, acá les dejo el capítulo, probablemente en este capítulo odien a Santana un poco, no diré más nada, dejaré que lo lean. Espero que les guste y comenten, y aquellos que aún no se animan a comentar, espero que en algún momento se animen.
Besos! :D

CAPÍTULO CUATRO

Brittany, Brittany, ven a sentarte con nosotros.

«Mierda.» Brittany cerró los ojos cuando oyó la voz que gritaba a su espalda. Era Artie Abrams; habría reconocido su voz de barítono en cualquier parte. También sabía lo que le esperaba. Le había bastado con quince minutos en la larga reunión de ventas de la mañana.

Esperó en la fila de la cafetería, puso una ensalada de pollo y un refresco de cola en su bandeja, pagó en la caja registradora, y se volvió para buscar a Artie. Se le encogió el estómago al verlo con otros seis representantes de ventas alrededor de una mesa. Detrás de ellos había una segunda mesa de ocho. Y enfrente, otra. Todos los ojos se clavaron en ella con expectación, y Brittany comprendió que el equipo entero había estado esperando a que apareciese para abalanzarse.

Valor —murmuró Brittany, dirigiéndose hacia ellos.

Los vendedores vestían sus mejores galas... los hombres traje y corbata, trajes de chaqueta o vestidos las mujeres, aunque Kitty Wilde llevaba un traje pantalón azul marino de aspecto caro que le sentaba de maravilla. Parecían un grupo de triunfadores, aunque según Santana no era eso lo que indicaban los números.

¿Qué diablos ocurre, Brittany? —Artie habló en nombre de los demás en cuanto Brittany se sentó, inclinándose hacia delante para subrayar sus palabras—. ¿De dónde coño ha salido la Cruella de Vil esa? ¿Qué mosca le ha picado?

Brittany abrió la lata de cola mientras trataba de buscar un modo de arreglar la situación. Los vendedores confiaban en ella. Era su punto de contacto, y recurrían a ella para conseguir lo que necesitaban. Santana había sido durísima con ellos, los había criticado por las pobres cifras de ventas y los había conminado a mejorar durante cuatro horas.

No sé qué decirte, Artie. Es dura.

¿Dura? —Intervino Kitty al tiempo que se comía una patata frita—. Es horrible.

Brittany se frotó la frente, notando síntomas de dolor de cabeza.

Creo que quería espabilaros para que aumentéis las ventas.

Kurt Hummel, sentado a la izquierda de Brittany, repuso en tono burlón:

Pues sí que nos espabiló. Echarme en cara que mis márgenes de beneficio eran ridículos delante de todo el mundo me espabiló un montón. ¡Por Dios! ¡Qué falta de tacto!

Y se atrevió a decirle a Tina que levantase el culo de la silla de vez en cuando —añadió Artie entre gestos y murmullos de asentimiento.

Brittany se encogió interiormente. Aquello había sido muy desafortunado. Santana tenía razón. Tina recurría demasiado al correo electrónico y apenas visitaba a sus clientes, cosa que se reflejaba en sus resultados. Pero Tina era dulce, buena y encantadora, y Santana la había utilizado como mal ejemplo. No había estado bien.

Creo que aún está en el baño maquilándose. —Kitty cabeceó—. Jim jamás nos habría tratado así, Brittany, y tú lo sabes.

Brittany asintió. Era cierto.

No somos niños —afirmó Artie en tono práctico—. No hace falta reñirnos de esa forma y mucho menos en una sala llena de vendedores. No me gustó nada que dijese que mis resultados eran muy bajos.

Brittany frunció los labios. Aquéllas habían sido las palabras exactas de Santana, y tenía razón. Artie era el vendedor más pesado, llamaba a Brittany dos o tres veces al día para pedir cosas, así que había sentido cierta satisfacción cuando Santana lo había vapuleado. Le habría gustado reírse de su indignación, pero consiguió contenerse.

¿No puedes hacer nada? —preguntó Kurt.

Ya estaba, la pregunta que tanto había temido. Los vendedores dependían de ella para todo. Brittany era su vínculo más sólido con la empresa, en realidad era como su madre. Resultaba lógico que le pidiesen ayuda.

Brittany escogió las palabras con cuidado:

No sé si podré hacer algo, chicos. La jefa es ella.

Dile que somos la región con más ventas de la Costa Este —indicó Artie, con el rostro encendido por la decisión y la ira—.¿Acaso no lo sabe? Ganamos un montón de dinero para esta empresa. Díselo.

Artie tenía razón, pero dicho así sonaba fatal. Brittany clavó la vista en la comida sin probar.

¿No puedes decírselo? —La voz de Kitty era más amable, menos exigente. El pelo rubio de Kitty, sus ojos verde claro y su figura espectacular la ayudaban a vender. Y también la ayudaban ante Brittany. En ese momento se repitió el proceso, mientras Kitty miraba a Brittany e imploraba con dulzura—: Por favor, dile que no sea tan dura.

Brittany acabó cediendo.

Lo intentaré —respondió con un suspiro, entre murmullos de alivio de las otras mesas. Brittany había olvidado que los ocupantes de las otras dos mesas estaban pendientes de la conversación—. Pero no puedo prometer nada. Tened en cuenta que también es nueva para mí, y me toca verla todos los días. A vosotros no.

Una mierda estar en tu pellejo —comentó alguien, y Brittany fingió no oírlo.

Pero hablarás con ella —quiso saber Artie.

Sí. —Brittany miró la ensalada de pollo y se dio cuenta de que no tenía hambre. Bebió el refresco de cola  y se fijó en que de repente las mesas estaban muy calladas, cosa rara en un grupo de vendedores que se morían por charlar y cotillear.

Sin duda, Santana había hecho mella en ellos.

Eran casi las seis y media cuando Brittany miró el reloj en forma de caseta de perro que tenía sobre la mesa.

Dios mío —murmuró. No había notado el silencio de la oficina ni que los teléfonos habían dejado de sonar.

Oyó el ruido de una aspiradora a lo lejos: el equipo de limpieza estaba arreglando la sala de reuniones.
Parpadeó y se frotó los ojos cansados pensando, no por primera vez, que tal vez necesitase gafas dado el tiempo que pasaba ante la pantalla del ordenador.

Miró por encima del hombro el despacho de Santana, al otro lado del pasillo, y la vio sentada ante su ordenador.

Brittany no se sorprendió. Parecían almas gemelas en lo tocante al horario laboral. Tras una semana y media trabajando con su jefa, ya conocía sus hábitos y se preguntaba si Santana haría algo más, aparte de trabajar. Casi siempre estaba en el despacho cuando Brittany llegaba y allí seguía cuando Brittany se marchaba por la noche.

Brittany sonrió al pensar en el pelo negro, los ojos también negros y la piel canela que no veía el sol. «Tal vez sea una vampira.»

Pasó parte de la tarde decidiendo cuál sería el mejor momento para hablar con Santana sobre los vendedores. Aún no habían asimilado la reunión anterior, y Brittany ya había recibido un montón de llamadas de Artie Abrams, obsesionado por saber cómo había respondido Santana al mensaje que Brittany debía transmitirle. Brittany tenía en la punta de la lengua unas cuantas cosas para decirle a aquel tipo, pero prefirió guardárselas para el futuro. Enfrentarse al mejor vendedor no era una actitud inteligente. Artie tal vez fuese arrogante y egocéntrico, pero tenía a su cargo cuentas muy importantes, y eso le daba poder.

A Brittany no le hacía ninguna gracia comentar con Santana la opinión que los vendedores tenían sobre sus métodos, pero era porque aún no conocía bien a Santana. Con Jim hablaba mucho del tema. Jim confiaba en ella para que lo pusiese al tanto de las cifras de ventas, nuevos clientes, clientes potenciales y beneficios.

Durante las comidas habían hablado muchas veces de los vendedores que producían más, los que debían esforzarse y cosas similares. Hablar con Santana del asunto no sería fácil. Pero formaba parte del trabajo de Brittany. Y una vez abordado el tema, Brittany pensaba dejar caer un par de observaciones sobre cómo tratar al personal en el futuro. No, nada fácil.

Se sobresaltó al oír la voz de Santana quebrando el silencio de la oficina.

Brittany, ¿puedo hablar contigo un minuto, por favor?

Ahora voy. —Brittany cerró el programa que estaba utilizando en el ordenador y cogió un cuaderno y un bolígrafo. Se había dado cuenta de que, aunque no necesitaba tomar notas durante sus reuniones, Santana se sentía mejor si Brittany fingía hacerlo. Se dirigió al despacho.

Los días anteriores Brittany se había fijado en que el despacho de Santana estaba cada vez más lleno de cosas. En las estanterías se alineaban carpetas con informes de ventas y varios libros sobre gestión de ventas y mercados en general. Había también premios de las diferentes empresas en las que Santana había trabajado. Brittany había echado un vistazo la semana anterior, cuando Santana no estaba.

En un trofeo y tres galardones de cristal figuraba el lema «Vendedora del año». Tres placas reconocían el «Porcentaje superior a la cuota». Cinco piezas distintas la consagraban como «Directora regional de ventas del año». Los doce galardones eran de tres empresas diferentes. Quedaba claro que Santana dominaba el tema de las ventas y alcanzaba el éxito en todos sus trabajos. A Brittany la impresionó y, al mismo tiempo, se sintió orgullosa de trabajar con una persona tan competente.

Un curioso descubrimiento que hizo Brittany durante el examen clandestino de la decoración del despacho de su jefa fueron dos fotos enmarcadas sobre la mesa. Los únicos elementos personales del lugar, colocados de cara al sillón de Santana, como si no estuviesen destinados a la visión pública. Brittany tuvo que rodear la mesa para ver las fotos.

Una era una foto antigua de una familia de cuatro miembros: un hombre y una mujer de cincuenta o sesenta años; los ojos negros del hombre y la marcada línea de la barbilla indicaban que debía de ser el padre de Santana; con ellos estaba Santana, sonriendo sin convicción, y un hombre más joven que a Brittany le pareció hermano de su jefa. En la otra foto se veía una versión mucho más relajada de Santana junto a un hombre sonriente y atractivo que rozaba la cincuentena. Ambos llevaban sombreros y brindaban con margaritas ante la cámara. Santana tenía las mejillas cubiertas de rubor y los ojos centelleantes; parecía como si se estuviese riendo a carcajadas. A Brittany le llamó la atención el contraste entre las dos fotos. Como si Santana fuese dos personas distintas: una la jefa que Brittany veía todos los días, y la otra una mujer más divertida y vibrante. A Brittany le gustaba que en la vida de su nueva jefa no sólo hubiese seriedad y concentración.

Mientras repasaba lo que pensaba decir sobre los vendedores, se sentó en una de las sillas tapizadas de tela marrón frente a la enorme mesa de caoba de Santana, apoyó el cuaderno en la rodilla y esperó a que Santana dejase de teclear. La superficie de la mesa estaba cubierta de mapas, gráficos y listados de ordenador.

Había una taza de café frío sobre un posavasos de piel, junto al teclado.

Santana, con el ceño fruncido por la concentración, alternaba entre el teclado del ordenador y una gran calculadora, mordiéndose los labios mientras pensaba. Brittany se fijó en las manos de Santana al teclear, admirándolas. Eran pequeñas y femeninas, pero parecían fuertes, como si Santana pudiese mecanografiar, aplicarse maquillaje, trepar por una escalera o dar martillazos sin fallar. Se había quitado la chaqueta negra, que colgaba del respaldo del sillón, y la camisa roja de manga corta permitió a Brittany ver por primera vez los brazos de Santana. La liza piel de porcelana parecía de una suavidad increíble, y a
Brittany le dio vergüenza el deseo de tocarla, de comprobar aquella suavidad con sus propios dedos. Tragó saliva y clavó los ojos en el cuaderno mientras Santana terminaba su tarea.

He visto que ayer comiste con los vendedores. —Santana apoyó los codos en la mesa y miró a Brittany con gesto serio.

Brittany asintió, preguntándose cuándo había visto Santana al grupo.

Ocupaban varias mesas en la cafetería y me invitaron a sentarme con ellos.

Supongo que no estarían felices después de la reunión.

Hummm... no.

¿Y cuántas veces te han llamado hoy?

La pregunta hizo reír a Brittany.

Bastantes.

Intentarán que te pongas «de su lado», claro. —Trazó dos comillas en el aire con los dedos—. Creen que soy la Reina de las Nieves o algo parecido.

Brittany frunció los labios y asintió de nuevo. «En realidad, te toman por Cruella de Vil.» Era evidente que Santana sabía la fama que arrastraba. Brittany no hizo ningún comentario.

Santana entrelazó los dedos y apoyó en ellos el mentón, observando a Brittany durante unos segundos interminables. Arqueó una ceja y dijo con gran naturalidad:

Crees que fui demasiado dura con ellos.

A Brittany se le ocurrieron docenas de respuestas y abrió la boca para salir del paso. Pero la mirada de Santana dejaba claro que no admitiría más que la verdad, así que suspiró.

Sí, lo creo.

¿En qué sentido?

¿A qué te refieres?

¿En qué sentido fui demasiado dura con ellos?

Brittany se movió en la silla, sintiéndose como un cervatillo ante los faros de un coche.

Yo... tal vez... —No sabía cómo expresar lo que quería decir sin parecer totalmente fuera de lugar y sintió cierto resentimiento por verse en semejante situación. Casi no podía hablar—: Hummm...

Santana suspiró.

—Dilo de una vez. No hay que ser una lumbrera. ¿Cómo lo habrías hecho tú?

Creo... —Brittany se aclaró la garganta—. Creo que habría sido un poco más amable.

Santana dedicó un instante a asimilar la frase y asintió muy despacio.

Un poco más amable.

Sí.

Interesante. —Santana continuó asintiendo, pero su mirada se endureció—. En primer lugar, no estoy aquí para ser agradable. Si cuatro palabras directas bastan para que Tina se derrumbe, tiene que madurar. —Santana se recostó en el sillón y cruzó los brazos—. En segundo lugar, sus resultados son muy bajos y tienen que espabilar. Esto no es un colegio, sino el mundo real, y ya es hora de que se comporten como adultos.

Brittany adoptó una actitud defensiva y no le gustó. Al fin y al cabo, ella había trabajado con aquellas personas mucho más tiempo que Santana.

Ni siquiera los conoces. Son el mejor equipo de ventas del este del país, Santana. Son buenos vendedores.

Se dio cuenta de que se había pasado de la raya al ver chispas en los ojos de Santana.

¿De verdad? —Replicó Santana—. ¿Has visto este informe?—Arrojó ante Brittany un listado de ordenador. Brittany intentó dar marcha atrás.

Oye, no pretendo meterme en tu terreno ni nada por el estilo. Pero no tengo claro que comparta tu forma de enfocar las cosas. Este grupo está acostumbrado a... —buscó las palabras adecuadas.

Jim. Están acostumbrados a Jim.

Sí.

Los mimó demasiado, Brittany. No les inculcó disciplina ni objetivos.

Brittany sintió que se acaloraba ante el ataque contra su antiguo jefe y procuró serenarse. Era evidente que Santana no entendía las cosas.

No, no los mimaba. Pero era más amable. Ellos le tenían afecto. Jim era más agradable. —La última palabra sonó sarcástica y salió de la boca de Brittany antes de que pudiese reprimirla.

Si Santana estaba sorprendida, lo disimuló muy bien.

Bueno, yo no soy Jim.

Ya lo sé.

La amabilidad conduce a esto en el mundo empresarial. —Santana señaló de nuevo el listado que Brittany aún no había mirado—. Fíjate en la última línea, Brittany. Esta región ha bajado casi el 35% con respecto al año pasado. Y el 20% con respecto al anterior.

Brittany parpadeó ante los números. ¿35%? Aquello no pintaba bien. ¿Acaso Jim no se lo habría dicho si hubiesen llegado a ese extremo?

Ni siquiera has visto el informe, ¿verdad? —preguntó Santana como si leyese la mente de Brittany. En su tono había una nota de triunfo. Sospechaba que Brittany no estaba al tanto de la información—. Brittany. —Su voz profunda resonó en las entrañas de Brittany, obligándola a alzar la vista. Santana habló con cuidado, pero con una decisión imperturbable—. Era hora de que Jim se jubilase. —Esperó un par de minutos, dejó que Brittany asimilase lo que acababa de decir y continuó—: ¿Estas cifras? Por eso me contrataron... para corregirlas. Y por eso lo jubilaron antes de tiempo.

«¿La jubilación de Jim había sido forzosa?» Brittany no podía creer que hubiese estado tan ciega con un hombre al que admiraba tanto.

Miró los bonitos ojos castaños de Santana, esperando ver un aire de comprensión en ellos. Pero no lo encontró. Parecían aún más fríos.

No puedo permitir que mi secretaria me enmiende la plana. Es contraproducente y dificulta mi trabajo.

Brittany asintió, roja como un tomate.

Por no decir que me jode un montón.

Lo siento —dijo Brittany con un hilo de voz, bajando la vista—. No volverá a ocurrir.

Sé muy bien que a los vendedores no les gustó la forma en que les hablé ayer, pero ¿sabes una cosa?—Santana bajó la cabeza para buscar los ojos de Brittany y obligarla a levantar la vista—. No me importa. Mi trabajo es aumentar el resultado final. No estoy aquí para ser su amiga o la tuya. Me da lo mismo caeros bien o mal. No es cosa mía. ¿Crees que a Sue Sylvester le importa que Artie Abrams me considere una bruja?

Brittany cabeceó.

No. A ella le interesa el último renglón del listado. Si la cifra es demasiado baja, vaya si se entera. Y ya sabes lo que dicen de la mierda que cae de arriba. Inmediatamente debajo de ella estoy yo, y da la casualidad de que tengo un guardarropa estupendo. Y no me apetece nada que se me vaya todo al garete.

Santana respiró a fondo y exhaló lentamente, ladeando la cabeza para mirar a Brittany.

Brittany, creo que eres una gran secretaria. Me alegro de tenerte como ayudante. Me has facilitado las cosas, y sólo llevo aquí dos semanas. Sé que Artie puede ser un grano en el culo, como la mayoría de los vendedores, pero no permitas que te intimide. Y maldita sea, si tiene algo personal conmigo, dile que se comporte como un hombre y que me lo diga a mí. A lo mejor no le gustan mis métodos. A lo mejor a ti no te gustan mis métodos. Pero su opinión no me importa y, francamente, la tuya tampoco. Mi trabajo consiste en aumentar las ventas de esta región. Para eso estoy aquí y es lo que voy a hacer. Preferiría que me ayudases a que te enfrentases a mí, pero tú eliges. —Hizo una pausa para impresionar—. ¿Ha quedado claro?

Brittany tragó saliva, consciente de que tenía la cara ardiendo, cosa que odiaba. Asintió, sintiéndose pequeñita.

Bien. —Santana se reclinó y despidió a Brittany con un gesto, dando por terminada la discusión—. Vete a casa. Come algo y descansa. Mañana tenemos mucho que hacer.

Brittany se levantó, apretó el cuaderno contra el pecho y se dirigió a su cubículo sin mirar atrás. No quería que Santana viese las lágrimas que empañaban sus ojos, con gran consternación por su parte. Avergonzada, recogió sus cosas en un tiempo récord y salió por la puerta de empleados, deseando meterse en su coche lo antes posible. Estaba decidida a no llorar; la mera posibilidad de llorar le molestaba. Lo único que quería era llegar a casa y abrazar a Rip.

Siempre la comprendía cuando estaba triste, sus cariñosos ojos azules reflejaban un amor incondicional por su ama.

De pronto, se dio cuenta de que Rip no estaría esperándola y se detuvo en seco en medio del aparcamiento casi vacío. Entonces, una lágrima se deslizó en silencio sobre su mejilla.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Marta_Snix Miér Ago 07, 2013 2:29 pm

Que pena me dio Britt al final, pobrecita :\'(: 
Voto más por la mujer de hielo que por Cruela de Vil, joder que forma de hablar, aunque en parte tenía razón.
Quieron más!!! Pero sin presión de todas formas no vuelvo hasta el domingo y no podré leerlo hasta entonces FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551 
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Camila18 Miér Ago 07, 2013 9:56 pm

que santana sea mala con todos, pero no con britt. esperando el próximo gracias por escribir.
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Silfide Vie Ago 09, 2013 1:45 pm

Holaa!
Sigo diciendo que me encanta como va avanzando la historia *-*
Sobre el capítulo yo entiendo que Santana sea así, si las ventas mal van y es por culpa de que la gente se está relajando demasiado pues es normal que les de un toque de atención (sin pasarse claro está xdd). Y con Britt espero que se relaje un poco aunque sea y veamos más acercamiento.
Estaré esperando el próximo capítulo.
Besos :D
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Finalizado Re: FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve-

Mensaje por Elisika-sama Vie Ago 09, 2013 4:28 pm

Hola!

Realmente me quito el sombrero... Me ha encantado esta adaptación, esta genialmente escrita, así como la propia historia. Había oido del libro pero no lo había podido leer.

Esta genial! Me ha gustado mucho como lo has adaptado y hasta has dado cuenta en pequeños detalles como que Brittany es más alta que Santana, independiente del rol que les toque, entre otros... Y sobre todo el que hayas metido a gente del Glee Cast conocida, ya que para mi, así no hay tanto mareo con personajes nuevos.

Realmente me ha encantado y me ha encantado que no lo quisieras dejar, pues esta historia es espectacular. Espero la continuación pronto.

Besos!

P.D: me ha encantado, lo he dicho ya no? xD
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Mensaje por Maitehd Vie Ago 09, 2013 11:34 pm

Marta_Snix escribió:
Que pena me dio Britt al final, pobrecita :\'(: 
Voto más por la mujer de hielo que por Cruela de Vil, joder que forma de hablar, aunque en parte tenía razón.
Quieron más!!! Pero sin presión de todas formas no vuelvo hasta el domingo y no podré leerlo hasta entonces FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Diecinueve- 2414267551 
Sí, la verdad que sí. Santana muy dura con ella, aunque como decís tenía razón. Me gusta más Cruella de Vil xD Acá dejaré otro capítulo, y no sé cuando vuelva a subir el siguiente x.x xD

Camila18 escribió:que santana sea mala con todos, pero no con britt. esperando el próximo gracias por escribir.
Es que da pena en este capítulo Britt, Santana fue muy dura, y los compañeros la pusieron entre la espada y la pared, por lo que Britt tuvo que aguantarse esa u.u
En unos minutos más lo subo, y me gustaría aclarar que es una adaptación :D

Silfide escribió:Holaa!
Sigo diciendo que me encanta como va avanzando la historia *-*
Sobre el capítulo yo entiendo que Santana sea así, si las ventas mal van y es por culpa de que la gente se está relajando demasiado pues es normal que les de un toque de atención (sin pasarse claro está xdd). Y con Britt espero que se relaje un poco aunque sea y veamos más acercamiento.
Estaré esperando el próximo capítulo.
Besos :D
Hola! Me alegra que te encante. Entonces te va a encantar más adelante :3
También veo bien lo que hizo Santana, pero lo que le dijo a Brittany :/ da lástima cómo quedó ella después de la conversación. Habrá más acercamiento, eso tenlo por seguro :D
Besos!

Elisika-sama escribió:Hola!

Realmente me quito el sombrero... Me ha encantado esta adaptación, esta genialmente escrita, así como la propia historia. Había oido del libro pero no lo había podido leer.

Esta genial! Me ha gustado mucho como lo has adaptado y hasta has dado cuenta en pequeños detalles como que Brittany es más alta que Santana, independiente del rol que les toque, entre otros... Y sobre todo el que hayas metido a gente del Glee Cast conocida, ya que para mi, así no hay tanto mareo con personajes nuevos.

Realmente me ha encantado y me ha encantado que no lo quisieras dejar, pues esta historia es espectacular. Espero la continuación pronto.

Besos!

P.D: me ha encantado, lo he dicho ya no? xD
Hola! Me alegra que hayas comentado. Es un muy buen libro, la verdad es genial. Como dije tuve que cambiar algunas cosas para adaptarlo a Brittana. Por eso es que puse a nombres del Glee Cast, así sería más fácil en un futuro del fic entender de quienes hablan. Aunque sinceramente a muchos se me complicó un poco agregarlos xD
Me alegra que te haya encantado la historia, es bueno saber que gusta y que comentan, así al menos se las opiniones :D En unos minutos subo el siguiente capítulo.
Besos! :D
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Finalizado FanFic Brittana: Tan cerca, Tan lejos -Capítulo Cinco-

Mensaje por Maitehd Vie Ago 09, 2013 11:55 pm

Hola! ¿Cómo andan? Hoy sí cumplí y les traigo un nuevo capítulo. El siguiente no sabré cuando, ya que no tengo idea bien de los horarios de mi trabajo así que en cuanto tenga un poco de tiempo subiré un capítulo, imagino que será el domingo el siguiente, pero no prometo nada :D
Bueno, acá les dejo el capítulo. Espero que les guste y comenten. Y a quienes aún no comentan, espero que se animen a comentar así puedo conocer sus opiniones sobre el fic.

Besos! :D

CAPÍTULO CINCO

Santana bebió un sorbo de Pinot Grigio, contemplando por el ventanal del restaurante a la gente que caminaba por Park Avenue.

Desde luego, no era Manhattan, pero tenía su encanto, como las ciudades pequeñas. La población parecía muy variada. Tras una joven pareja claramente gay caminaban un hombre y una mujer maduros, cogidos de la mano. Algunas personas paseaban a sus perros, deseosos de disfrutar del ansiado tiempo primaveral. A Santana le gustaba observar a la gente mientras bebía el vino, completamente relajada. Pocas veces se sentía tan tranquila.

La calle comenzaba a bullir de actividad ante la promesa del verano. Santana lo había notado en las tres semanas que llevaba viviendo en Rochester. Había más gente, las tiendas parecían más animadas y permanecían abiertas hasta más tarde. El verano incluso se olía.

Santana se fijó en las mesas de la terraza exterior y decidió que, en cuanto el fresco aire de mayo se disipase, se sentaría a comer fuera. Miró el reloj y reparó, con una sonrisa, en que Noah llegaba tarde, como siempre. La sacaba de quicio cuando estaban casados, pero había acabado por asumirlo como cosa típica de Noah y mostraba su indiferencia con un resignado «Oh, Noah es así». Quien esperaba que Noah fuese puntual, no lo conocía bien.

Habían quedado a las seis y media. A las siete menos diez Noah entró por la puerta. Santana lo saludó con la mano. Noah intercambió unas palabras con la recepcionista, cruzó el local y se acercó a la mesa de Santana, abrazándola con cariño cuando ella se levantó para saludarlo. La cara de Santana rozó la camisa de Noah, el fuerte aroma de su colonia la impresionó y la hizo regresar por un instante al pasado. Recordó aquel olor en el cuarto de baño y lo mucho que le gustaba. Se la regalaba siempre por Navidad durante los seis años que estuvieron casados.

Puntual como de costumbre —bromeó Santana.

—Quería que te diese tiempo a beber una copa de vino antes de mi llegada —repuso él en el mismo tono—. ¡Cuánto me alegro de verte! ¿Cuándo fue la última vez? ¿El verano pasado? Me parece un milagro que estés aquí.

El verano pasado en tu casa de campo —respondió Santana, sintiéndose más contenta que en los últimos días. Sonrió, deseando impregnarse de cariño—. Yo también me alegro de verte.

Estoy encantado de que te hayas trasladado. Ahora casi somos vecinos. —En sus ojos marrones resplandeció una energía que lo hacía parecer mucho más joven de los cincuenta años que tenía en realidad, a pesar de las canas que lucía en las sienes.

¿Cómo está Alyson? —preguntó Santana, mirando al camarero para que atendiese a Noah. El hombre se acercó enseguida y tomó nota de las bebidas.

De maravilla. Te manda recuerdos y quiere saber cuándo iras a cenar.

Santana se rió ante la generosidad de la esposa de Noah.

Apenas llevo aquí tres semanas y ya tengo una invitación para cenar.

Noah puso cara de enfado fingido.

No la obligues a que te suplique. Consulta la agenda y dinos una fecha. Tiene muchas ganas de verte. Le fastidió no haber venido esta noche. Insistí en que no te importaría, pero ya sabes cómo es. Quiere verte con sus propios ojos.

Santana inclinó la cabeza, asintiendo mientras el camarero servía una consumición a Noah y tomaba nota de la cena. A Santana le gustaba mostrarse ingeniosa e incisiva, pero Alyson era una excepción. Siempre había sido muy dulce y cariñosa y trataba a Santana como a una hermana mayor. Santana valoraba la suerte de tener dos amigos tan sinceros como Noah y Alyson. A la mayoría de la gente le parecía inconcebible que hubiese estado casada con Noah. Hacía más de veinte años que se habían separado, pero gran parte del tiempo que habían vivido juntos estaba grabado a fuego en su cabeza, hasta el punto de que a veces le parecía que todo había ocurrido la semana anterior.

Se conocieron en la universidad; él estaba acabando la carrera cuando ella la inició. Noah se licenció, pero vivieron juntos mientras Santana estudiaba y se casaron en cuanto ella se graduó. Noah pasó por alto, ciega y estúpidamente, varias relaciones con mujeres que Santana mantuvo mientras estudiaba, interpretándolas como parte de una fase estudiantil e insistiendo en que el matrimonio era la mejor medicina para curar esas cosas. El suyo duró tres años hasta que por fin Noah se sentó frente a Santana y le dijo que debía afrontar su condición de lesbiana.

Santana sabía que Noah tenía razón y que lo estaba coartando con el matrimonio. El divorcio fue doloroso, y ambos tardaron un año en lamerse las heridas; un día se encontraron en un congreso, tomaron una copa y desde entonces se hicieron íntimos amigos.

Cuando Noah se casó con Alyson al año siguiente, Santana actuó de «padrino» en la boda.

¿Dónde vives? —preguntó Noah, bebiendo el Merlot.

A dos manzanas de aquí, muy cerca. Un sitio genial. Bastante amplio para ser un apartamento; incluso tengo un balconcito. —Santana sonrió al darse cuenta de lo mucho que le gustaba su nuevo hogar.

Deberías pensar en comprar una casa. El mercado está que arde y puedes encontrar una estupenda en la ciudad pagando por la hipoteca lo mismo que pagas de alquiler. —Noah sonrió al ver que Santana suspiraba con aire resignado—. ¡Oh, qué diablos! Tienes bastante dinero. Vete a una urbanización y cómprate algo grande.

¿Para quién? ¿Para mí y mis plantas? No necesito una casa grande.

Noah levantó las manos con las palmas hacia arriba, en un fingido gesto de rendición.

¿No piensas asentarte en ningún lado?

¿Qué? Noah, aún no llevo un mes aquí. ¿Quieres que me asiente ya?

Bueno, preferiría que te asentases con alguien, pero te daré tiempo.

Santana refunfuñó para sí cuando el camarero les sirvió la cena, evitándole a Noah un comentario sarcástico. Noah cabeceó al ver el enorme filete de ternera en el plato de Santana.

No conozco a ninguna mujer que devore la carne roja en plan cavernícola, como tú. Tendría que estar acostumbrado a estas alturas. —Se rió y cambió de tema—: ¿Qué tal el trabajo?

Santana asintió, introduciendo un trozo de filete en la boca. Cerró los ojos un instante y saboreó el gusto del aliño y los jugos que se mezclaban en su lengua.

Bien —respondió al fin—. He tenido que ponerme chula, mi equipo de ventas está bastante hundido, pero en líneas generales me gusta la empresa. La paga es excelente, y la dirección se ha mostrado muy accesible. —Se encogió de hombros—. Así que de momento, bien.

¿Y tienes ayuda?

En el último trabajo de Santana, el personal de apoyo había dejado mucho que desear, y Santana se había quejado a Noah muchas veces.

Mi secretaria es estupenda. —Habló a Noah de Brittany y de lo competente y servicial que era—. La semana pasada tuvimos un pequeño roce, pero sé que lo superaremos. —Su tono sonó menos confiado de lo que hubiese querido, y Noah se dio cuenta al instante.

¿Qué ocurrió?

No estaba de acuerdo con mis métodos y me dijo que me había excedido en mi dureza con el personal de ventas; ya sabes, los de los rendimientos tan malos que te comenté antes.

Noah torció el gesto.

Oh, pobre Brittany. Supongo que ahora tiene claro lo que no se puede hacer. Pobrecilla.

No fue para tanto. Se lo expliqué bien y lo entendió.

¿Qué me dices? ¿No la hiciste llorar?

Santana lo miró con indignación.

No, no la hice llorar.

Lo dices como si fuese la primera vez. —Noah le guiñó un ojo.

Cállate. —Santana bebió un poco de vino—.Simplemente le dije que a los vendedores no les gustaba que se criticasen sus malos resultados y que era normal que intentasen ponerla de su lado y enfrentarla a mí. Le expliqué que no estaba allí para hacer amigos, que no me importaba su opinión sobre mis métodos y que tenía que trabajar conmigo, no contra mí... —Ante la expresión horrorizada de Noah, se interrumpió y preguntó—: ¿Qué?

¿Le dijiste que no te importaba su opinión?

Y no me importa.

¿Pero se lo dijiste? ¿En la cara? Por Dios, Santana, ¡vaya forma de animarla!

Cualquier otro hubiese recibido una respuesta sarcástica e hiriente, pero Noah era distinto... Santana lo conocía muy bien y sabía que casi siempre tenía razón.

Santana apartó las verduras con el tenedor.

¿Demasiado dura?

Yo diría que sí, pero es mi opinión. No lloró, lo cual ya es algo.

No. Recogió sus cosas y se marchó. Era tarde.

Vaya. ¿Y eso cuándo fue?

El jueves por la noche.

¿Y ayer cómo estaba?

Santana pensó en el día anterior y en su relación con Brittany. El trabajo había salido bien. No hubo problemas. Al recordar el rostro amable y alegre de Brittany esbozó una sonrisa hasta que se dio cuenta de que Brittany apenas había sonreído el día anterior. Se había mostrado muy eficiente, muy distante y fría, al estilo de Santana.

Mierda —murmuró.

Al cabo de un rato, Noah comentó:

Interesante.

Santana lo miró a la cara.

¿A qué viene lo de «interesante»?

Noah frunció los labios, tratando de decidir hasta dónde debía legar.

Me refiero a que es interesante que te moleste, aunque sólo sea un poco.

¿De qué estás hablando?

Te cae bien.

¿Y eso qué diablos significa?

¡Por Dios, Santana, tranquilízate! No es un crimen que te caiga bien alguien. Lo único que digo es que por lo visto te importa lo que esa mujer piense de ti. Cosa rara en la Santana López que conozco desde hace más de veinte años. Sólo eso.

Es una persona agradable —afirmó Santana, encogiéndose de hombros.

Y no quieres que piense que eres una bruja redomada.

A Santana le hizo gracia el fallido intento de Noah de disimular una sonrisa.

Ya lo piensa, por tanto ahora no hay mucho que hacer.

Vaya, vaya. —Los ojos marrones de Noah centellearon, pero dejó el tema.

El lunes fue un caos absoluto. El teléfono sonó sin parar. Artie llamó cinco veces para sonsacar información a Brittany. A la tercera llamada, Brittany tenía ganas de estrangularlo. Sue Sylvester insistía en ver a Santana, que le daba largas. El año fiscal empezaba el uno de junio y Sylvester necesitaba presupuestos y proyectos de ventas. Su tono de voz transmitía nerviosismo. La forma en que Santana evitaba a Sylvester también transmitía nerviosismo.

Brittany había evitado todo contacto personal con Santana. Tras la reprimenda del jueves, se había hundido, había llorado y se había enfadado hasta armarse de valor. Muy bien. Si a Santana no le importaba lo que ella pensaba, a Brittany no le importaba nada de Santana al margen de lo estrictamente laboral. Santas pascuas.

Pero era difícil. Brittany era curiosa por naturaleza y de carácter amable. Le gustaba hablar con la gente, saber cosas de ellos, conversar y debatir en profundidad. Jim Sheridan y ella se quedaban hablando hasta muy tarde de política y espectáculos, religión y filosofía. Muchas veces la mujer de Jim lo llamaba al móvil y entonces miraban el reloj y se daban cuenta de que había pasado la hora de la cena. Habría considerado a Jim como un padre si no le pareciese una ofensa a su propio padre. Por tanto, lo veía como un tío muy querido.

Lo echaba de menos.

El primer día, cuando Santana dejó el café sobre la mesa de Brittany, había pensado que se harían muy amigas. Pero Santana enseguida levantó un muro. Al parecer, no le gustaba relacionarse en ese plan con su secretaria y lo había dejado muy claro la semana anterior. «Su opinión no me importa y, francamente, la tuya tampoco...»

A Brittany le había afectado mucho aquel comentario. Al fin y al cabo, apenas conocía a Santana. Por tanto, ¿qué más le daba lo que Santana pensase de ella? ¿Por qué tenía que importarle?

Lanzó un suspiro de frustración, miró el reloj y reparó en que casi eran las siete. Lo cierto era que la opinión de Santana sí que le importaba y no sabía por qué. La idea de caerle mal a Santana, de que no la considerase una amiga o por lo menos una buena empleada con capacidad de trabajo la ponía frenética.

Desanimada al sentir el escozor de las lágrimas en los ojos, murmuró frotándose los párpados:

Maldito síndrome premenstrual.

Tras un par de sollozos, respiró a fondo, se mesó los cabellos a toda prisa y movió los hombros, procurando descargar la tensión.

Quería llegar a casa, tomar una copa de vino para aliviar el creciente dolor y tirarse en el sofá. Contempló las fotos de Rip sobre la mesa y sonrió con nostalgia.

Un leve carraspeo la obligó a volver la cabeza, sorprendida.

Santana estaba en la entrada del cubículo. No parecía nada estresada, y Brittany supuso que aquel ritmo de vida era el que le gustaba. Los pantalones negros ceñían las caderas suavemente y la blusa rosa, abierta en el cuello, dejaba ver un asomo de piel. Bucles negros enmarcaban un rostro que mostraba una especie de sonrisa torcida e insegura.

Hola —dijo Santana, pero la palabra sonó tan grave que a Brittany se le puso un nudo en el estómago.

Hola.

Mucho ajetreo, ¿eh?

Una locura. —Brittany se esforzó por no descomponer el aire profesional, a pesar de que le apetecía preguntar a Santana cómo lo estaba levando, si le gustaba Rochester, qué le parecía Emerson.

Pero sabía que Santana no quería nada de eso, así que se mordió el labio inferior y permaneció callada mientras se apoyaba primero en un pie y luego en otro.

Hummm... —Santana tenía una bolsita de papel blanco en la mano y se la ofreció a Brittany—. El sábado cené fuera y pedí un filete. Pensé... —Sus ojos miraron las fotos de Rip sobre la mesa de Brittany—. Pensé que tal vez quisieras el hueso para tu perro, así que lo guardé. —Parecía avergonzada y miró por encima del cubículo mientras esperaba a que Brittany cogiese la bolsa.

Si Brittany no estuviese con el síndrome premenstrual, habría aceptado la bolsa como lo que era: una oferta de paz de una mujer que no solía hacer tales gestos. Pero se le llenaron los ojos de lágrimas. Una expresión de horror se dibujó en el rostro de Santana mientras los lagrimones rodaban por las mejillas de Brittany, que se cubrió la boca con la mano.

¡Oh, Dios mío! —exclamó Santana, confusa—. ¡Por Dios, Brittany! ¿Qué ocurre? Lo siento. ¿Qué he dicho?

Brittany soltó un resoplido que tanto podía interpretarse como un sollozo o una carcajada. Cuando miró a Santana, ésta parecía completamente desconcertada, con una expresión que jamás habría esperado ver en el rostro de Santana López alias Cruella de Vil.

Las lágrimas de Brittany seguían fluyendo. Sorbió por la nariz y sujetó a Santana por la muñeca, temiendo que la aterrada mujer huyese despavorida antes de poder explicarle la situación. Con la mano libre, Brittany cogió un pañuelo de la caja que había sobre la mesa, se sonó la nariz y luego se secó los ojos.

Poco después, cuando le pareció que ya podía hablar, se dio cuenta de que seguía sujetando la muñeca de Santana. La piel era suave y cálida al contacto con su mano... no fría y frágil, como cabía pensar. La soltó a pesar suyo, y con gran alivio vio que Santana no se marchaba. Miró a Santana a los ojos, oscuros como el café negro, y vio pena en ellos. Preocupación.

Sorprendida por la profunda emoción que percibió en ellos, señaló la foto de su mesa y dijo, con dulzura:

Ese es Rip. Lo perdí hace cuatro semanas. Tenía quince años. Estaba conmigo desde que yo tenía veintidós años. Era ya muy viejo, débil y enfermo y tuve que sacrificarlo. Fue lo más duro que he hecho en mi vida. —Los ojos se le empañaron de nuevo y carraspeó para deshacer el nudo de la garganta.

Oh, Brittany. Lo siento de veras —dijo Santana con ternura. Miró la bolsa que tenía en la mano, avergonzada—Lo siento muchísimo. ¡Qué idiota soy!

No —repuso Brittany—. En absoluto. Ha sido todo un detalle. Un gesto muy bonito.

De todas formas, lo lamento. Me siento fatal.

Brittany, sin poder contenerse, posó la mano en la muñeca de Santana una vez más.

No pasa nada, de verdad. No podías saberlo. Gracias por pensar en mí.

De nada. —Santana se humedeció los labios y contempló la oficina vacía—. Tengo que irme. Es tarde.

Mañana es otro día, ¿verdad?

Sí, cierto. Hasta mañana.

Adiós.

Brittany siguió con la mirada a Santana, que regresó a su despacho y arrojó la bolsa con la comida del perro en la papelera.

Se sonó por última vez, contempló con añoranza la foto de Rip boca arriba, con las patas al aire, haciendo gracias ante la cámara, y suspiró.

Así que te lanzó un hueso, ¿eh?

Brittany no pudo contener la risa ante la analogía de Quinn.

Sí, supongo que sí. Fue todo un detalle.

Si tú lo dices...

Brittany se puso de lado en el sofá y acercó el teléfono al otro oído.

Con gesto ausente cogió el mando a distancia y se dedicó a zapear mientras hablaba. Recordó la cara de Santana, su horror al ver a Brittany llorando, la preocupación reflejada en sus ojos. Su empatía revelaba un aspecto que a Brittany le sorprendía gratamente.

Brittany sintonizó un episodio de Los Simpson y dijo:

Dale una oportunidad, Quinn.

Ya tuvo una oportunidad conmigo —repuso Quinn—. Me trató como a una esclava. No voy a soportar semejante cosa de alguien que ni siquiera me conoce.

Lo sé, pero ya te expliqué que era su primer día. Había atenuantes.

Como quieras —dijo Quinn—. Desde luego, tú le has dado bastantes oportunidades.

Brittany torció el gesto ante el tono acusatorio.

¿Y eso qué demonios significa?

Nada. No me cae bien y basta. No me gusta su forma de tratar a la gente en el trabajo. No me gusta que esté en el armario. No me gusta ella.

Lo he estado pensando. No sabes si está en el armario.

Desde luego, no anda por ahí presumiendo.

Como tú.

En efecto, como yo.

Brittany frunció el ceño.

Da esa impresión, pero... —dijo más para sí que en voz alta.

¿Qué impresión? —preguntó Quinn.

A Brittany le fastidiaba ofrecerle argumentos a Quinn y respondió de mala gana:

En su mesa tiene una foto suya con un tipo en un lugar de México o algo por el estilo. Parecen encantados de estar juntos.

Quinn soltó un bufido.

¿Lo ves? Incluso tiene a un tío para mantener las apariencias en el trabajo.

Eso no lo sabes. Por Dios. Podría ser cualquiera. ¿Por qué estás tan dispuesta a crucificarla?

¿Y tú por qué estás tan dispuesta a defenderla? ¿Le has dicho que eres lesbiana?

No. ¿Por qué habría de decírselo?

¿Y por qué no?

No es un tema normal de conversación para tener con una nueva jefa a la que ni siquiera hace un mes que conozco.

Podrías dejarlo caer.

¿Dejarlo caer? Sí, claro. «Hola, Santana. Aquí están los informes de ventas de Siracusa que me pediste. Por cierto, soy lesbiana.» Dios, ¿qué mosca te ha picado, Quinn? —Brittany resopló, frustrada. Tras una pausa, añadió en tono más amable—: ¿Estás con la regla? Yo sí.

Tras unos segundos, Quinn se rió y Brittany se dio cuenta de que el enfado casi había pasado. Lo agradeció en silencio; odiaba discutir con Quinn, sobre todo cuando no sabía por qué discutían.

¿Estás tomando una copa de vino? —preguntó Quinn.

Has acertado. ¿Y tú una cerveza?

En el clavo.

Se callaron; durante varios minutos sólo se oyó el sonido de los televisores de ambas. A Brittany le habría gustado decir algo para cambiar la opinión de Quinn sobre Santana, conseguir que su mejor amiga le diese otra oportunidad a su jefa, pero de pronto se preguntó por qué le importaba tanto. Estaba demasiado cansada para analizarlo.

En vez de eso, dijo con un suspiro:

Echo de menos a Rip.

Ya lo sé, cariño —dijo Quinn con voz amable—. Yo también.
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