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cerrado Fanfic [Brittana] Halo.Capitulo 14: Desafiando a la Gravedad

Mensaje por Emma.snix Jue Ago 29, 2013 6:32 pm

Capitulo 14:
Desafiando a la Gravedad



Toda la semana la fogata de la playa se apareció en mi cabeza. Lo que planeaba hacer me aterrorizaba, pero también estaba extrañamente emocionada. Una vez que la decisión estuvo tomada, me sentía como si me hubiera quitado un gran peso de mi mente. Después de todo el tiempo que pase en un debate interno, ahora me sentía sorprendentemente segura de mí misma. En mi cabeza ensaye una y otra vez las palabras que usaría para decirle a Santana la verdad, haciendo ajustes sutiles cada vez.
Santana se estaba comportando como si fuéramos una pareja ya, lo cual yo adoraba. Eso nos puso en nuestro propio mundo exclusivo en el que nadie más podía acceder. Eso quería decir que nos tomábamos nuestra relación seriamente y creíamos en un futuro. No era algún enamoramiento que fuera posible de superar. Estábamos haciendo un compromiso la una con la otra. Cada vez que pensaba en esto, no podía evitar que en mi rostro se formara una sonrisa. Por supuesto que recordaba las advertencias de Quinn y Sam y su creencia que no había ninguna oportunidad de un futuro para nosotros, pero de alguna manera que ya no importaba. Sentía como si los cielos se pudieran abrir y llover fuego y fuego de los infiernos, pero nada podía borrar la sonrisa de mi rostro. Ese era el efecto que ella tenía en mí –una explosión de felicidad en mi pecho-, dispersándose como pequeñas gotas que hacían mi cuerpo entero temblar y vibrar.
Una vida con Santana estaba llena de promesas. ¿Pero todavía quería eso cuando le revelara mi identidad?
Trate de ocultar mi euforia de Quinn y Sam Les había tomado lo suficiente recuperarse de mi última escapada con Santana, y no creía que pudieran superar otra. Siempre que me sentaba con ellos me sentía como una doble agente y me preguntaba si mi cara me podría traicionar. Pero porque mis hermanos pudieran leer mentes humanas, no significaba que pudieran leer la mía, y mis habilidades de actuación deben haber mejorado porque mi nuevo entusiasmo paso sin ningún comentario. Se me ocurrió que por fin entendía la expresión La calma antes de la tormenta‘. Todo parecía ir tan suavemente, pero sabía que las apariencias pueden ser engañosas. Había una explosión esperando para suceder. Tensión, rabia, y culpa estaban burbujeando por debajo de la superficie de nuestro acto de familia feliz, lista para estallar en el momento en que Quinn y Samuel descubrieran mi engaño.
—Uno de los jóvenes me pregunto si existía tal cosa como el Limbo —dijo Sam en la cena una noche. Me pareció irónico que la conversación se hubiera convertido en castigo para los pecados.
Quinn bajo su tenedor — ¿Qué le dijiste?
—Dije que nadie lo sabe.
— ¿Por qué no dijiste que si? —pregunté.
—Porque las buenas obras tienen que ser voluntarias —explicó mi hermano—. Si una persona sabe que seguramente será juzgada, entonces actuaran como corresponde.
No podía discutir con eso. — ¿A propósito de esto cómo es el Limbo? —sabía lo suficiente sobre el Cielo y el Infierno, pero nadie me había dicho acerca del eterno punto del medio.
—Viene en diferentes formas —dijo Quinn— puede ser una sala de espera, una estación de tren.
—Algunas almas dicen que es peor que el Infierno —agregó Sam
—Eso es ridículo —me burlé— ¿Qué podría ser peor?
—Una nada eterna —dijo Quinn—Año tras año esperando un tren que nunca va a venir, esperar para que alguien llame tu nombre. Las personas empiezan a perder todo el sentido del tiempo, se desdibuja como un estrecho que no tiene fin. Ellos suplican por ir al Cielo, tratan de lanzarse a sí mismos al Infierno, pero no hay salida. Las almas vagan sin rumbo. Y nunca se termina, Brittany. Pueden pasar siglos en la tierra y ellos seguirán allí.
—Suena como basura —fue todo lo que pude pensar para decir. Sam y Quinn parecían sorprendidos por un momento antes de estallar en risas.
Me pregunté si un ángel podía ser exiliado al Limbo.
El martes a la hora del almuerzo me senté con Rachel y las chicas en el patio cuando estaba el atardecer. A nuestro alrededor brotes verdes inclinaban las ramas de los árboles, devolviendo todo a la vida. El imponente edificio principal de Bryce Hamilton se alzaba detrás de nosotros, proyectando una sombra sobre los bancos arreglados en forma de círculo alrededor del tronco de un roble con una antigua hiedra entrelazada alrededor de su tronco en un amoroso abrazo. Si mirábamos al occidente, teníamos la vista del océano en la distancia extendiéndose hasta el horizonte, las nubes a la deriva perezosamente. Las chicas descansaban sobre la hierba frondosa, dejando que el sol calentara sus caras. Me sentía valiente y atrevida a tirar mi falda por encima de mis rodillas.
— ¡Así se hace, nena! —Las chicas aplaudieron mi progreso, comentando que me estaba convirtiendo en ―una de ellas” antes de caer en su usual rutina de chismosear sobre los profesores y las amigas ausentes.
—La Señorita Lucas es toda una vaca —se quejo Sugar—Ella me está haciendo repetir mi tarea sobre la Revolución Rusa porque era demasiado ―simplona. ¿Qué se supone que eso significa?
—Creo que significa que lo hiciste media hora antes de que tocara entregarlo, —dijo Hayley— ¿Qué esperabas, un A+?
Sugar levantó los hombros—. Yo creo que ella sólo esta celosa porque es peluda como un yeti.
—Deberías escribir una carta de queja —dijo una chica llamada Tara con una expresión seria —ella es totalmente discriminativa contra ti.
—Estoy de acuerdo en que ella es muy buena molestándote —empezó a decir Rachel, y luego de repente se quedo callada, con su mirada fija en una figura caminando al otro lado del césped.
Me giré para identificar la fuente de su fijación y vi a Sam dirigiéndose hacia el centro de música, a una poca distancia de la que estábamos. Se veía su figura con la mirada perdida y el estuche de la guitarra colgando de su hombro. Había abandonado el protocolo de la escuela en cuanto al sentido de vestirse hace un tiempo, y hoy estaba luciendo sus jeans rotos con una camiseta blanca y su chaleco a rayas. Nadie se había atrevido a preguntarle. ¿Y porque lo harían? Samuel era tan popular que habría habido un revuelo entre sus estudiantes si renunciaba. Me di cuenta que Sam se veía tan a gusto. Tenía un paso fácil y sus movimientos eran fluidos. Parecía estar viniendo en nuestra dirección, lo que hizo que Rachel se sentara derecha y que suavizara frenéticamente sus rizos. Sam, sin embargo, dio la vuelta de repente hacia otra dirección. Se perdió en sus propios pensamientos, no había mirado tanto en nuestra dirección. Rachel parecía decaída.
— ¿Y qué podemos decir del Sr. Pierce? —especuló Taylah cuando lo miró, ansiosa de regresar a su deporte habitual. Había estado callada por tanto tiempo, absorta en mi fantasía de ser dejada en una isla aislada en alguna parte del Caribe o permanecer cautiva en un barco pirada, esperando a que Santana viniera a rescatarme, que parecía que hubieran olvidado que yo estaba allí. De otra manera tal vez hubieran reconsiderado hablar sobre Samuel en mi presencia.
—Nada —dijo Rachel defensivamente—. Él es una leyenda.
Casi pude ver las imágenes girando en su cabeza. Sabía que su fascinación por Samuel había crecido últimamente, alimentada por su lejanía. No quería que Rachel sufriera el rechazo que inevitablemente aparecería por su enamoramiento. Sam era alguna especie de piedra, metafóricamente hablando, y era incapaz de demostrar sus sentimientos. Estaba tan alejado de la vida humana como lo estaba el cielo de la tierra. Cuando miraba a la humanidad, solo veía almas en peligro, a duras penas distinguiendo a hombres de mujeres.
Podía ver que Rachel estaba bajo la ilusión que Sam operaba como los demás hombres jóvenes que ella conocía; llenos de hormonas e incapaz de resistir el atractivo femenino si la chica en cuestión jugaba bien sus cartas. Pero Rachel no tenía idea de lo que Samuel era. Él tal vez hubiera tomado forma humana, pero a diferencia de mí, él estaba lejos de ser algo humano. En el Cielo él era conocido como el Ángel de la Justicia.
—Es un poco tenso —dijo Tara.
— ¡No lo es! —Rachel chasqueó—ni siquiera lo conoces.
— ¿Y tú sí?
—Ya quisiera.
—Bien, pues sigue deseando.
—Él es un profesor —interrumpió Sugar— y ya está en sus veintes.
—Los profesores de música están como en la franja —dijo Rachel optimista.
—Sí, en la franja al margen del personal —dijo Taylah—. Supéralo, Rach, está fuera de nuestra liga.
Rachel entrecerró los ojos como si la estuvieran retando—. Yo no sé sobre eso —ella dijo— me gusta pensar que él está en una liga por sí solo.
Hubo de repente un extraño e incomodo silencio mientras recordaban mi presencia. El asunto cambio rápidamente.
—Entonces—, dijo Sugar demasiado alegre —sobre el prom…

Cuando Santana me dejo en casa esa tarde, encontró las copas de hacer hielo de Quinn. Había una mancha de harina por el puente de su nariz, y sus ojos brillaban como si estuviera cautivada por todo el proceso. Había alineado todos sus ingredientes de forma ordenada en una variedad de tazas para medir, y ahora estaba ordenando todo para que formaran diseños perfectamente simétricos. Era algo que ninguna mano humana hubiera podido lograr. Parecían como piezas de arte miniaturas en vez de algo que había sido diseñado para ser comido. Ella se me acerco con uno tan pronto como entre.
—Se ven geniales —dije— ¿Puedo hablar contigo sobre algo?
—Por supuesto.
— ¿Crees que hay alguna oportunidad que Sam me deje ir al baile escolar?
Quinn dejo de hacer lo que estaba haciendo y me miró —Santana te lo pidió, ¿no es así?
— ¿Qué pasa si lo hizo? —me puse de repente a la defensiva.
—Cálmate, Brittany —dijo mi hermana— se verá bastante hermosa en un lindo vestido.
— ¿Quieres decir que no tienes problema con eso?
—No, creo que harían una pareja hermosa.
—Tal vez, si puedo llegar allí.
—No seas tan negativa —dijo Quinn— tendremos que ver que piensa Samuel, pero es un evento de la escuela y sería una pena que te lo perdieras.
Estaba impaciente por escuchar el veredicto. Arrastré a Quinn afuera, y recorrimos la playa en busca de Sam, que estaba dando un paseo. La línea de la costa iba en una dirección hacia la playa principal, donde surfistas montaban sobre las olas y los carritos de helado hacían sus tiendas debajo de las palmeras. En la otra dirección, si tu ojo viajaba lo suficientemente rápido, estaban los acantilados de la costa de los naufragios silvestres y un afloramiento rocoso conocido como las Peñas. El área era famosa por sus vientos peligrosamente altos, por su mar picado y por sus feroces rocas. Los buzos de vez en cuando buscaban los restos de algunos barcos que se habían hundido con los años, pero los únicos visitantes eran las gaviotas flotando sobre el agua sin causar ningún daño.
Vimos a nuestro hermano sentado en una roca prominente, mirando el mar. Con el sol reflejándole en su camiseta blanca, parecía estar rodeado por un aura de luz. Estaba tan lejos para ver su rostro, pero imagine su expresión como una de profundo anhelo. Algunas veces había una tristeza inexpresable acerca de Sam que él trataba de luchar para conciliarla. Pienso que tiene que deberse a la carga de conocimiento que no puede compartir. Estaba más en sintonía al sufrimiento humano que Quinn y yo, y esto no debería haber sido fácil de llevar solo. Él conocía todos los horrores del pasado, y yo imaginaba que podía ver las tragedias que estaban por ocurrir. No es de extrañar que fuera sombrío. Pero no había nadie en quien pudiera confiar. Su servicio al Creador del universo resultaba en su propio aislamiento. Esto le daba una austeridad de la forma que hace hacía sentir a los que no lo conocían un poco incómodos. Los jóvenes lo adoraban, pero los adultos invariablemente se sentían como si estuvieran siendo juzgados.
Sintiendo que estaba siendo observado, Sam se giro hacia nuestra dirección. Retrocedí, sintiendo que estábamos inmiscuyéndonos en su soledad, pero tan pronto como nos vio, la expresión sombría se desvaneció y nos saludo, indicando que deberíamos unírnosle.
Cuando llegamos donde estaba, nos ayudo a subir a las rocas, y todos nos sentamos juntos por un rato. En ese momento yo pensé que se veía mucho más cómodo de lo que había estado en mucho tiempo.
— ¿Por qué veo venir una emboscada?
— ¿Puedo ir al prom por favor? —le dije.
Sam sacudió su cabeza con diversión—. No me di cuenta que querías ir. No pensé que estarías interesada.
—Es sólo que todo el mundo va a ir —dije— es todo de lo que han hablado por meses. Estarían muy decepcionados si me lo perdiera. Significa mucho para ellos —le toque ligeramente el brazo—. No me digas que estas planeando perdértelo.
—Me encantaría perdérmelo, pero me han pedido que supervise —él dijo, pareciendo menos que complacido con la idea —No sé cómo se les ocurren esas ideas. Toda la cosa parece una perdida extravagante de tiempo y dinero para mí.
—Todavía es parte de estar en la escuela —Quinn dijo— ¿Por qué no mirarlo como investigación?
—Exactamente —dije— estaremos en el meollo el asunto. Si queremos mirar desde las afueras, podríamos quedarnos igual en el Reino.
— ¿Esto no tendrá que ver con vestirse elegante ahora verdad? —preguntó Sam
— ¡Nunca! —dije, sonando impactada— Bueno, tal vez un poco.
Él suspiro—. Supongo que es sólo por una noche.
—Y tú estarás allí para mantener las cosas vigiladas —agregué.
—Quinn, estaba esperando que me acompañaras —dijo Sam —Por supuesto —mi hermana aplaudió. Era como si se emocionara porque habíamos alcanzado una decisión—. ¡Será genial!
La noche del sábado era suave y clara, perfecta para una fogata en la playa. El cielo estaba como de azul terciopelo, y una gentil brisa del sur hacia mover los árboles, haciéndolos lucir como si estuvieran inclinándose el uno con el otro. Debí haberme estado sintiendo como al borde, pero en mi cabeza todo tenía un perfecto sentido. Estaba por sellar mi conexión con Santana al unir nuestros conflictivos mundos.
Le puse una atención especial a lo que debería lucir esa noche y escogí un vestido suelto hecho de un suave crepe blanco con un lazo en la parte trasera. Samuel y Quinn estaban en la sala cuando baje. Sam estaba leyendo una impresión minúscula de un texto religioso con la ayuda de unas gafas magnificas. Era algo tan incongruente dado su juventud física, que tuve que suprimir una risita. Quinn estaba tratando en vano de entrenar a Phantom para que obedeciera comandos básicos.
—Siéntate, Phantom —ella dijo con la clase de voz que las personas usualmente se reservan para los niños —siéntate por mamá.
Yo sabía que Phantom no obedecería mientras ella adoptara ese tono con él. Era un perro muy inteligente y no le gustaba que fueran condescendientes. Imagine la expresión en su rostro al ser rechazado.
—No te tardes mucho —me advirtió Sam
Él sabía que yo iba a dar una caminata nocturna por la playa con algunos amigos, también sabía que Santana estaría entre ellos. No había puesto ningún problema a esto, así que me imagino que estaría madurando en el tema de mi vida social. El peso de nuestra misión significaba que algunas veces cada uno de nosotros simplemente necesitaba escapar de la tarea. Nadie protesto cuando él se fue de paseo solo, o cuando Quinn se encerró en la casa de invitados con solo su bloc de dibujo como compañía. Así que no había razón por la que no debiera serme permitido la misma cortesía cuando necesitaba un tiempito.
Ellos confiaban en mí lo suficiente como para no preguntarme muchas cosas, y me odiaba a mi misma por la manera en que los iba a traicionar. Sin embargo no había posibilidad de dar marcha atrás ahora. Quería invitar a Santana a mi mundo secreto, ansiaba por intimidad. Mezclado con mi determinación había un miedo persistente que tal infracción fuera a resultar en un castigo serio. Pero aleje la preocupación de mi mente y en cambio la llene con una imagen del rostro de Santana. Después de esta noche enfrentaríamos todo juntas.
No pretendía quedarme afuera mucho sólo lo suficiente para decirle a Santana mi secreto y lidiar con cualquiera que fuera su reacción. Había repasado una y otra vez las posibles reacciones en mi cabeza y finalmente las había reducido a tres. Ella podría estar cautivada, consternada o asustada. ¿Pensaría que pertenecía a un museo? ¿Creería finalmente la verdad cuando reuniera el valor para decirlo en voz alta o pensaría que es un truco elaborado? Estaba por averiguarlo.
—Brittany es muy capaz de cuidar de sí misma —dijo Quinn— ¡Siéntate Phantom! ¡Siéntate!
—No es Brittany, es el resto del mundo por el que me preocupo —dijo Sam— hemos visto algunas de las cosas estúpidas que pasan. Sólo ten cuidado y mantén tus ojos abiertos.
— ¡Lo haré! —dije, dándole un saludo militar e ignorando la aguda punzada de culpa en mi pecho. Samuel no iba a perdonarme ésta muy rápido.
— ¡Siéntate Phantom! —Dijo Quinn— ¡En tu trasero!
— ¡Oh, por el amor de Dios! —Sam alejó su libro y señalo con su dedo a Phantom. —Siéntate —él ordeno con una voz profunda.
Phantom parecía avergonzado y se hundió en el suelo.
Quinn frunció el ceño con frustración — ¡He estado tratando de que haga eso todo el día! ¿Qué pasa con los perros y la autoridad masculina?

Corrí ligeramente hacia abajo por el estrecho camino cubierto de maleza que conducía a la playa. Algunas veces había caminos en forma de serpiente en la arena y ocasionalmente los lagartos se precipitaban por el camino. Las ramitas quebraban bajo mis pies y los árboles crecían tan densos en algunos lugares, que formaban un dosel sobre mi cabeza por el cual sólo pequeñas astillas de luz conseguían escaparse. Una orquesta de cigarras ahogo todo el sonido excepto por el rugido del océano. Sabía que si perdía mi camino siempre podría seguir el sonido del mar.
Llegue a la suave y blanca arena de la playa, que crujía bajo mis pies. La ubicación de la fogata estaba cerca de los acantilados porque todo el mundo sabía que estaría vació. Me dirigí sobre la playa, pensando cuanto más escabroso se veía el paisaje de noche. No había nadie alrededor a salvo un pescador solitario probando su caña desde la costa. Lo mire devolviendo el carrete e inspeccionando su pesca antes de lanzar el cuerpo inerte de nuevo a las olas. Me di cuenta que el océano variaba en color: un azul obscuro en su punto más profundo donde se encontraba con el horizonte; un color cercano al aguamarina en la mitad; y las olas que golpeaban la costa eran de un verde claro cristalino. En la distancia podía ver que sobresalía, y en su parte más alta estaba posado un faro blanco. Parecía como del tamaño de un dedal desde donde estaba.
Pero ahora se estaba oscureciendo. Más adelante escuche el sonido de las voces y vi figuras apilando notas, papeles de exámenes, trabajos y otras cosas inflamables en una gran montaña para preparar la fogata. No había música a todo volumen o una masa de cuerpos agitados como lo había habido en la fiesta de Rachel. En vez de eso, la poca gente que estaba presente estaban recostados en la arena, tomando tragos de botellas de cerveza y compartiendo cigarrillos estropeados. Rachel y sus amigas no habían llegado todavía.
Santana estaba sentada en un tronco caído medio quemado que estaba en la arena. Tenía jeans, una camisa blanca que le colgaba y la cruz de plata alrededor de su cuello. Tenía una botella medio vacía y se estaba riendo de una personificación de una de las chicas. La fogata bailaba por su rostro haciéndola lucir más fascinante que nunca.
—Hola, Britt —alguien dijo, y los demás me reconocieron saludándome. ¿Finalmente le gente dejo de tratarnos como ―noticia y acabaron por aceptarnos? Sonreí tímidamente a todos y rápidamente me deslice al lado de Santana donde me sentía segura
—Hueles maravilloso —dijo Santana mientras se inclinaba para besar mi frente. Unos cuantos de sus amigas silbaron, o le daban codazos o simplemente ponían los ojos en blanco.
—Vamos—, ella me ayudo a levantarme—. Andando.
— ¿Ya se van? —una de sus amigas bromeó.
—Sólo para una caminata —dijo Santana con buen humor—. Si eso está bien contigo.
Unos silbidos nos siguieron mientras nos alejábamos del grupo y el calor de la incipiente hoguera. Venían del círculo más cercano de amigas de Santana así que sabía que su intención no era ofender. Pronto sus voces fueron decayendo a un lejano zumbido.
—Santana, no me puedo quedar mucho.
—Me lo imagine.
Puso uno de sus brazos casualmente alrededor de mis hombros mientras íbamos por la playa en silencio, hacia los acantilados, ahora nada más que siluetas dentadas en contra del cielo de media noche. El calor del brazo de Santana me hizo sentir segura y protegida de todo. Sabía que tan pronto le dejara esa fría incertidumbre regresaría de nuevo.
Cuando me corte el pie con el afilado borde de una concha, Santana insistió en curarla. Estuve agradecida que en la oscuridad no podía ver que la cortada se curaba a su propio paso. Incluso aunque el dolor en mi pie hubiera disminuido, seguí aferrada a ella, disfrutando su atención. Relajé mi cuerpo, permitiéndole fundirse con el de ella. En mi entusiasmo por acercarme, accidentalmente le había picado un ojo. Me sentía tan tonta como una colegiala cuando debería haber tenido tanta gracia como un ángel. Me disculpe profundamente.
—Está bien. Tengo otro —bromeó, con su ojo llorándole por el golpe. Se lo apretó y pestañeo, tratando de aclararlo.
Las rocas formaban un arco antiguo, como un portal para otro mundo, y la luz de la luna hacia ver la arena de un color azul perlado. Una empinada escalera llevaba a la cima del acantilado, que tenía la mejor vista del faro. En el agua varias formaciones rocosas se elevaban como monolitos.
Las personas casi nunca se aventuraban a salir de esta manera excepto por los grupos ocasionales de turistas. La mayoría era feliz de andar por la playa principal, donde estaban los cafés y las tiendas de recuerdos. El punto estaba completamente aislado, no había nada
ni nadie a la vista. El único sonido era el golpe del mar, como cientos de voces hablando en una misteriosa lengua.
Santana se sentó y descanso su espalda contra una agradable roca. Me senté a su lado, sin querer retrasar lo inevitable por más tiempo pero sin la más mínima idea de cómo comenzar. Ambas sabíamos porque habíamos venido: tenía algo que quería quitarme de encima de mi pecho. Imaginaba que había estado en la mente de Santana tanto como en la mía, pero ella no tenía ni idea de lo que estaba por venir.
Espero a que yo hablara, pero mi boca se sentía tan seca como una galleta. Este se suponía que sería mi momento. Había planeado revelar mi verdadera identidad a ella en ésta noche. Toda la semana sentí como si el tiempo se estuviera moviendo más despacio, las horas avanzaban lento como a paso de tortuga. Pero ahora que el momento había llegado por fin, parecía estar comprando más tiempo. Era como un actor que había olvidad sus líneas, incluso aunque el ensayo hubiera sido impecable. Sabía el sentido de lo que se suponía debía decir, pero había olvidado cómo lo quería decir, los gestos que deberían acompañarlo, el tiempo de entrega. Yo me pasee y me senté en la arena, volteando mis manos y preguntándome donde o como empezar. A pesar del calor de la noche, temblaba. Mi duda estaba empezando a hacer sentir incómoda a Santana.
—Lo que sea, Britt, ya suéltalo. Puedo manejarlo.
—Gracias, pero es un poco más complicado que eso.
Había estado en la escena cientos de veces en mi cabeza, pero ahora las palabras morían en mi lengua.
Santana se levanto y puso ambas manos tranquilizadoramente sobre mis hombros. —Ya sabes, lo que sea que estés a punto de decirme no cambiara mi opinión sobre ti. No puede.
— ¿Y qué pasa si puede?
—No creo que te hayas dado cuenta, pero estoy loca por ti.
— ¿En serio? —pregunte, placenteramente golpeaba por su declaración.
— ¿Así que no te habías dado cuenta? Eso no es una buena cosa, tendré que ser más demostrativa en el futuro.
—Eso es si todavía quieres que tengamos un futuro después de esta noche.
—Una vez que me hayas conocido mejor, aprenderás que no huyo de las cosas. Me toma un largo tiempo tomar decisiones en cuanto a la gente, pero una vez que lo hago, me apego a ellas.
— ¿Incluso cuando estás equivocada?
—No creo que esté equivocada en cuanto a ti.
— ¿Cómo puedes decir eso cuando no sabes lo que estoy a punto de decirte? —pregunté.
Santana abrió sus brazos, como invitándola a golpearla con la verdad.
—Déjame probártelo.
—No puedo —dije, con mi voz temblorosa. —Estoy asustada. ¿Qué hay si no me quieres ver nunca otra vez?
—Eso no va a pasar, Britt. —ella dijo más forzadamente. Bajo su voz y hablo seriamente—. Sé que es duro para ti, pero tendrás que confiar en mí.
Mire sus ojos, como la única luz existente en el mundo, y sabía que ella tenía razón. Así que confié en ella.
—Primero dime algo —dije— ¿Cuál es la cosa más atemorizante que te ha pasado?
Santana pensó por un momento.
─Bueno, estar en la cima de un descenso en rappel de cien pies de altura era bastante atemorizante, y una vez cuando viajaba con el equipo estatal de Lacrosse de menores de catorce años, rompí una de las reglas y la entrenadora Benson me llevó afuera. Es una tipa bastante atemorizante cuando quiere serlo, y me rasgó en pedazos. Me prohibió participar en el juego contra Creswell al día siguiente.
Por primera vez estaba golpeada por la inocencia humana de Santana; si esta era su definición de una cosa aterrorizante; ¿Qué oportunidad tenía de sobrevivir a la abomba que estaba a punto de soltar?
— ¿Eso es todo? —pregunté. Las palabras salieron sonando más duras de lo que pretendía.
Ella me miro a los ojos. —Bueno, supongo que también cuenta la noche que recibí una llamada telefónica diciéndome que mi novia había muerto en un incendio. Pero en realidad no me gusta hablar de eso…
—Lo siento —mire hacia el piso. No podía creer que había sido tan estúpida de olvidarme sobre Emily. Santana sabía sobre la perdida y el dolor que yo nunca había experimentado.
—No lo estés —tomó mi mano— sólo escúchame; vi a la familia después de que paso. Todos estaban parados en el camino, y pensé por un momento que todo estaba bien. Esperaba verla con ellos. Estaba lista para consolarla. Pero luego vi el rostro de la mamá –como si no tuviera una razón para vivir más– y lo supe. No fue sólo su casa lo que se había ido, Em se había ido también.
—Eso es terrible —susurré, sintiendo que mis ojos se llenaban con lágrimas.
Santana las limpió con su pulgar.
—No te lo estoy diciendo para molestarte —dijo— te lo estoy diciendo porque quiero que sepas que no me puedes espantar. Puedes decirme lo que sea. No huiré.
Así que tome un profundo respiro y empecé el discurso que cambiaría nuestras vidas.
—Quiero que sepas que si todavía me quieres después de ésta noche, entonces no habrá nada que me haga más feliz —Santana sonrió y empezó a acercarse a mí cuando la detuve—. Déjame terminar esto primero. Voy a tratar de explicarlo lo mejor que pueda.
Ella asintió, cruzó sus brazos y me dio su atención completa. Por una fracción de segundo la vi como una chica de colegio al frente de la clase, ansiosa por las instrucciones de la maestra.
—Sé que esto sonara loco —dije— pero quiero que me veas caminar.
Vi un poco de confusión en su rostro, pero no me cuestiono.
—De acuerdo.
—Pero no me mires a mí, mira la arena.
Sin quitar mis ojos de su rostro, me moví lentamente en un círculo a su alrededor. — ¿Qué puedes ver? —pregunté.
—No dejas huellas de tus pasos —respondió Santana, como si fuera la cosa más obvia del mundo. —Que truco de fiesta más agradable, pero probablemente necesites comer más.
Hasta ahora iba bien –no se perturbaba fácilmente-. Le sonreí y me senté a su lado, girando mi pie para que pudiera ver la planta. La suave piel de color perla estaba intacta.
—Me corte el pie antes…
—Pero ahora no hay cortada —dijo Santana, con su frente arrugándose. —Cómo paso…
Antes de que pudiera terminar tome su mano y la puse en mi estómago.
— ¿Notas la diferencia? —dije con una pista de franqueza en mi voz.
Sus dedos recorrieron gentilmente el camino hacia mi abdomen. Su mano se detuvo cuando alcanzo el punto muerto y presiono ligeramente, su pulgar buscando por mi ombligo.
—No lo encontraras —dije antes de que pudiera hablar—. No está.
— ¿Qué te paso? —preguntó Santana. Debió haber imaginado que había estado en alguna clase de accidente del que no me había recuperado.
—Nada me paso, así soy.
Pude verla tratando de unir todas las piezas en su mente.
— ¿Quién eres? —fue casi un suspiro.
—estoy por mostrarte. ¿Te importaría cerrar tus ojos? Y no los abras hasta que te diga.
Cuando estuve que sus ojos estuvieron fuertemente cerrados, corrí, de tres a la vez, de los empinados escalones del acantilado. Fui de puntitas por mi camino hasta que estuve peligrosamente cerca del borde, con Santana directamente debajo de mí. El suelo estaba abultado y desigual pero mantuve mi equilibrio. Era más o menos una caída de treinta y dos pies, pero la altura no me disuadió. Sólo esperaba que pudiera ser capaz de ir acorde a mi plan. Podía sentir mi corazón golpeando, casi dando gigantes saltos en mi pecho. Podía escuchar dos voces gritando sobre mi cabeza. ¿Qué estás haciendo? Una dijo ¿Has perdido la razón? Bájate, ¡Vete a casa! ¡No es muy tarde para hacer las cosas bien! La otra voz tenía ideas diferentes. Ya llegaste hasta aquí, dijo. No puedes retroceder ahora. Sabes cuánto la quieres –nunca estarás con ella si no haces esto-. De acuerdo, se una cobarde y vete, déjala seguir adelante y que se olvide de ti. Espero que disfrutes la eterna soledad.
Me puse una mano en la boca para detenerme a mí misma de llorar de frustración. No tenía sentido seguir alargando esto. Había tomado mi decisión.
—Puedes abrir tus ojos —le dije a Santana.
Cuando lo hizo, miro alrededor para ver que no estaba antes de llevar su mirada hacia arriba. La salude cuando me vio.
— ¿Qué estás haciendo allá? —escuche un poco de pánico en su voz. —Britt, esto no es divertido. Bájate de ahí ahora mismo antes de que te lastimes.
—No te preocupes, ya voy —dije. —A mi manera.
Di un paso hacia adelante así que estaba tambaleando en el borde del acantilado y cambie mi peso para equilibrarlo en los talones de mis pies. Las rocas desiguales rasparon mi piel pero a duras penas me di cuenta. Sentí como si ya estuviera volando, y más que nada quería sentir el pasar del viento sobre mi rostro de nuevo.
—Ya no más, Britt. No te muevas. ¡Voy por ti! —escuche a Santana gritar, pero ya no la escuchaba más. Mientras el viento jalaba mi ropa, abrí mis brazos y me deje caer del acantilado. Si hubiera sido humana, mi estómago se hubiera elevado hasta mi garganta, pero la caída solo hacia mi corazón rugir y mi cuerpo vibrar con regocijo. Me desplomé hacia el suelo, saboreando la punzada aguda de aire sobre mis mejillas. Santana gritaba y corría para atraparme, pero sus esfuerzos eran inútiles. Esta era una de esas veces que no necesitaba ser rescatada. A mitad de camino al suelo, lancé mis brazos y deje que la transformación tuviera lugar. Una luz enceguecedora salió de mi cuerpo, brillando desde cada poro y haciendo mi piel brillar como un metal blanco. Vi a Santana abrir sus ojos y retroceder. Sentí que mis alas salían desde atrás de mis omoplatos. Salieron por los confines de mi vestido, desgarrando el vestido en tiras. Totalmente expandidas, hicieron una gran sombra sobre la arena como si fuera alguna clase de pájaro majestuoso.
Santana estaba agachada, y sabía que la luz que palpitaba la estaba encegueciendo. Me sentía expuesta y desnuda flotando allí, con mis alas golpeando el aire para sostenerme arriba pero a la vez extrañamente eufórica. Sentía los tendones de mis alas estirados, ansiosos de más ejercicio. Habían pasado mucho tiempo atrapadas bajo mi ropa últimamente. Resistí la urgencia de volar más alto y de sumergirme en las nubes. Me permití a mi mista flotar un momento antes de abalanzarme al piso, donde aterrice gentilmente sobre la arena. La incandescencia ardiente que me rodeaba se atenúo apenas mis pies se reconectaron con la tierra solida.
Santana se frotó los ojos y pestañeo, tratando de recuperar su visión. Finalmente me vio. Dio un paso hacia atrás, con su rostro aturdido, y sus manos colgando blandamente a sus lados como si debieran estar haciendo algo pero ella no podía pensar que era eso. Me quede parada frente a ella, con la luz todavía aferrándose a mi piel. Los restos de mi vestido colgaban como tentáculos y desde mi espalda se arqueaban un par de alas enormes, ligeras como una pluma pero que sugerían un poder enorme. Mi cabello caía detrás de mí, y sabía que el anillo de luz alrededor de mi cabeza estaría más brillante que nunca.
— ¡Mierda! —espetó Santana.
— ¿Te importaría no blasfemar? —pregunté educadamente. Ella me miro, luchando por encontrar las palabras correctas. —Yo sé —suspiré. — Apuesto a que esto no lo viste venir —levante una mano en dirección a la playa. —Siéntete libre de irte ahora si quieres.
Santana seguía ahí inmóvil por un momento, mirándome con los ojos bien abiertos. Luego me rodeo lentamente, y sentí cómo pasaba sus dedos gentilmente por mis alas. Aunque parecían pesadas, eran tan delgadas como el pergamino y pesaban casi nada. Podía ver por la expresión en su rostro que ella se maravillaba ante las frágiles plumas blancas y las pequeñas membranas visibles debajo de la traslúcida piel.
—Whoa —dijo, perdida en las palabras. —Esto es muy…
— ¿Monstruoso?
—Increíble —ella dijo— ¿Pero que eres? No puedes ser…
— ¿Un ángel? —dije. —Te llevaste el premio gordo.
Santana se frotó el puente de su nariz como si estuviera tratando de hacer que todo tuviera sentido en su cabeza. —Esto no puede ser real —dijo—. No lo entiendo.
—Por supuesto que no lo haces —dije— mi mundo y el tuyo son cosas aparte.
— ¿Tu mundo? —ella pregunto incrédulamente—. Esto es loco.
— ¿Qué es loco?
—Toda esta cosa es de fantasía. ¡Eso no pasa en la vida real!
—Esto es real —dije— Yo soy real.
—Yo sé —ella respondió. —La parte más atemorizante es que te creo. Lo siento sólo necesito un minuto…
Se sentó en la arena, con su rostro contorsionado como quien está tratando de resolver un enigma imposible. Trate de imaginar que estaba pasando en su cabeza. Debe ser caótico. Debe tener muchas preguntas.
— ¿Estas enojada? —pregunté
— ¿Enojada? —repitió. — ¿Por qué estaría enojada?
— ¿Por qué no te lo dije antes?
—Sólo estoy tratando de entender todo esto —dijo.
—Yo sé que no puede ser fácil. Tómate tu tiempo.
Estuvo callada por un largo rato. El convulsivo subir y bajar de su pecho me sugirió que una lucha interna estaba teniendo lugar. Se levantó y lentamente paso su mano en un semicírculo sobre mí cabeza. Sabía que sus dedos recogerían el calor emitido por mi aureola.
—De acuerdo, entonces los ángeles existen—. Ella concedió por fin, hablando lentamente mientras trataba de explicarse las cosas a sí mismo — ¿Pero qué estás haciendo aquí en la tierra?
—Ahora mismo hay miles de nosotros en forma humana regados por todo el globo terráqueo —respondí—. Somos parte de una misión.
— ¿Una misión para conseguir qué?
—Es difícil de explicar. Estamos aquí para ayudar a reconectar los unos con los otros, para amarnos los unos a los otros —Santana
Parecía confundida así que trate de hacerlo más claro—. Hay mucha rabia en el mundo, demasiado odio. Eso está emocionando a las fuerzas oscuras y las está levantando. Una vez que se han liberado, es casi imposible domarlas. Es nuestro trabajo tratar y contraatacar esa negatividad, prevenir que más desastres pasen. Ese lugar ya ha sido bastante afectado.
— ¿Así que estás diciendo que las cosas malas que han pasado aquí han sido por las fuerzas oscuras?
—Casi todas.
— ¿Y por fuerzas oscuras asumo que quieres decir el diablo?
—Bien, por lo menos sus representantes.
Santana parecía que estaba a punto de reírse, pero luego se detuvo a sí mismo.
—Esto es loco. ¿Quién se supone que te envió en ésta misión?
—Pensé que esa parte sería obvia.
Santana me miró con incredulidad.
—No quieres decir…
—Sí.
Santana parecía sacudida, como si hubiera sido arrojada por ahí por un huracán y hubiera sido devuelta a la tierra. Sus dedos quitaron el cabello de su rostro.
— ¿Me estás diciendo que Dios realmente existe?
—No estoy permitida a hablar sobre eso —dije, pensando que sería mejor cortar esa conversación antes de que fuera más lejos—. Algunas cosas están más allá del entendimiento humano. Me metería en un montón de problemas por tratar de explicártelo. No deberíamos ni siquiera pronunciar su nombre.
Santana asintió.
— ¿Pero hay una resurrección? —Dijo— ¿Un Cielo?
—Sin duda alguna.
—Entonces… —Se rascó su barbilla pensativamente—. Sí hay un Cielo, eso da una razón para… que también deba haber…
Terminé su pensamiento. —Sí, también hay eso. Pero por favor, no más preguntas por ahora.
Santana masajeó su cien como si estuviera tratando de encontrar la mejor manera de procesar toda ésta información.
—Lo siento —dije. —Sé que debe ser abrumador.
Ella rechazó mi preocupación, más concentrada en obtener una imagen convincente en su cabeza. —Sólo déjame haber si entendí —dijo— ¿Ustedes son ángeles en una misión para ayudar a la humanidad y has sido asignada a Venus Cove?
—De hecho mi arcángel es Samuel —le corregí—. Pero pues de todas maneras, sí.
—Bueno, eso explica porque él es tan difícil de impresionar —dijo Santana con poca seriedad.
—Eres la única persona que sabe esto —dije— no puedes decirle ni una palabra a nadie.
— ¿A quién se lo voy a decir? —Preguntó— ¿De todas maneras quien me creería?
—Buen punto.
Se rió de repente.
—Mi novia es un ángel —dijo y luego lo repitió aún más fuerte, cambiando el énfasis, probando como sonaban las palabras—. Mi novia es un ángel.
—Santana, mantén la voz baja —le advertí.
Diciéndolo a voz alta sonaba tan escandaloso y tan simple a la vez que no pude evitar sino reírme también. Para todos los demás, el uso de la palabra ángel de la boca de Santana podría haber sonado más a una adolescente enamorada procesando su admiración. Sólo nosotras dos sabíamos que era diferente, y ahora ambas compartíamos un secreto. Un peligroso secreto que nos acercaría más que nunca. Era como si hubiéramos sellado el vínculo entre nosotras, cerrado la brecha, y lo habíamos conseguido por fin.
—Estaba tan preocupada que ya no quisieras conocerme una vez que te hubieras enterado —suspiré, con el alivio fluyendo dentro de mí.
— ¿Estás bromeando? —Santana se acercó y enrolló un mechón de mi cabello alrededor de su dedo. —Seguramente tengo que ser la chica más afortunada en el mundo.
— ¿Cómo puedes decir eso?
— ¿No es obvio? Tengo mi propio pedacito de Paraíso aquí conmigo.
Envolvió sus brazos a mí alrededor, acercándome más a ella. Me acurruqué contra su pecho, respirando su esencia.
— ¿Puedes prometerme que no harás más preguntas?
—Sí respondes sólo una —dijo Santana— ¿Supongo que esto hace que nosotras seamos Novias oficiales no es así eh? —Chasqueó con su lengua y meneó su dedo para enfatizar el punto. Estaba feliz de ver que su sorpresa había pasado y que ahora se estaba comportando un poco más como su antiguo ser.
—No sólo novias —dije—si no lo más perfecto.
—No te preocupes, Britt; No hay nada que ame más que un reto.
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Mensaje por libe Jue Ago 29, 2013 7:47 pm

wow santana se lo tomo de una manera increíble [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2013958314 , si mi novio me dice soy un ángel y luego se trasforma en uno no me alcanzaría la playa para huir de allí jajajajaja ( pero que digo me le lanzo encima y creo que también gritaría mi novio es un ángel ).

me sali del tema perdón jajajajajaja, que pasara ahora, como tomara santana estar con britt al saber que es un angel, y las fuerzas oscuras cuando aparecerán? me encanto hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1163780127 
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Mensaje por ♫♥Anny Hummel♥♫ Jue Ago 29, 2013 7:51 pm

eso estuvo...horrible
perdón pero odio el fic :(
Naaaaaaaaaaaaaaah
amo este fic, no soy Brittana pero aun asi me
encanto SIGUE SIGUE SIGUE
Estuvo

GENIAL!!!
♫♥Anny Hummel♥♫
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Mensaje por Ali_Pearce Vie Ago 30, 2013 12:03 am

Ufff! Mi hermosa Santana se tomo todo perfectamente bien...Dulce, muy dulceNo se, últimamente me pasa con este Fic que todos los capítulos me parecen cortos ¿Será que me encanta? :D Bueno, creo que eso es obvio.

Ya me imagino lo que vendrá en el prom :B espero que Samuel no este
tan hostil como siempre ese día ¿Que no puede ser un arcángel buena onda? XD Como Quinn, ella parece siempre relaja...Ok solo digo.

Mhm, no se que mas decir...Mhm ha si, que ahora espero que la relaciónBrittana se incremente. Hay raros pensamientos en mi mente sobreellas dos, pero no los diré porque este Fic no se trata de eso...es muy espiritual y yo soy muy perver...(¿Wanky?...No).

Ok, ya mejor dejo de escribir y te digo que no te tardes o que tardes pero poquito ¿Va? XD un abrazo...Nos leemos. 
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Mensaje por imperio0720 Vie Ago 30, 2013 12:55 am

fue muy bello [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2824147739 su pues ella tiene su pedacito de cielo allí mismo yo tbm quiero uno
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Mensaje por Elisika-sama Vie Ago 30, 2013 3:28 am

Wowww que bonito! Jajajaja a mi si mi pareja me dice que es un ángel creo que me desmayo jajajajaja

Ha estado genial este capitulo!
Besos
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El mundo de Brittany [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 X


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Mensaje por aria Vie Ago 30, 2013 11:14 am

Oh genial al fin le ha dicho la verdad y la reaccion de San fue tan chistosa jajajaja no es para menos que se espante pero me encanto su reaccion con eso de que su novia es un angel
Estuvo genial... Espero el proximo cap!!
aria
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Mensaje por Emma.snix Sáb Ago 31, 2013 1:55 pm

libe escribió:wow santana se lo tomo de una manera increíble [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2013958314 , si mi novio me dice soy un ángel y luego se trasforma en uno no me alcanzaría la playa para huir de allí jajajajaja ( pero que digo me le lanzo encima y creo que también gritaría mi novio es un ángel ).

me sali del tema perdón jajajajajaja, que pasara ahora, como tomara santana estar con britt al saber que es un angel, y las fuerzas oscuras cuando aparecerán? me encanto hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1163780127 
Jajaja bueno  San se lo tomo todo bien,que te puedo decir de las fuerzas oscuras ehhh bueno no falta mucho ehh y esto es lo que dará cabila al segundo libro, pero bueno no me adelanto con los spoilers, y muchas gracias por comentar, me gusta leerlos. muchos saludos y espero que te guste el siguiente capi...[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 

annyhummel escribió:eso estuvo...horrible
perdón pero odio el fic :(
Naaaaaaaaaaaaaaah
amo este fic, no soy Brittana pero aun asi me
encanto SIGUE SIGUE SIGUE
Estuvo

GENIAL!!!
uffff que susto [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2414267551 , bueno muchas gracias por lo del fic, es muy lindo, y gracias por

comentar espero y el proximo sea de tu agrado, ya sabes quejas y otras cosas aqui mismo

ehh jejeje saludos ;)

Ali_Pearce escribió:
Ufff! Mi hermosa Santana se tomo todo perfectamente bien...Dulce, muy dulceNo se, últimamente me pasa con este Fic que todos los capítulos me parecen cortos ¿Será que me encanta? :D Bueno, creo que eso es obvio.

Ya me imagino lo que vendrá en el prom :B espero que Samuel no este
tan hostil como siempre ese día ¿Que no puede ser un arcángel buena onda? XD Como Quinn, ella parece siempre relaja...Ok solo digo.

Mhm, no se que mas decir...Mhm ha si, que ahora espero que la relaciónBrittana se incremente. Hay raros pensamientos en mi mente sobreellas dos, pero no los diré porque este Fic no se trata de eso...es muy espiritual y yo soy muy perver...(¿Wanky?...No).

Ok, ya mejor dejo de escribir y te digo que no te tardes o que tardes pero poquito ¿Va? XD un abrazo...Nos leemos. 
Bueno que te puedo decir,algunos capítulos están algo corto y otros pues decentes, hoy tratare de subir otro en la tarde antes de tener mi salida, y mañana no creo subir porque de seguro no me levantare de la cama [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2414267551  lo de la Prom es una gran sorpresa y es mejor que no se lo imaginen por que no sera nada relativo a lo que se piensa [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 3287304868  y bueno con las esenas Brittanas tratare de modificarlas un poco para que salgan Wankis si. muchos saludos
[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 

imperio0720 escribió:fue muy bello [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2824147739 su pues ella tiene su pedacito de cielo allí mismo yo tbm quiero uno
Wooo quien no quisiera un pedacito en el cielo, yo creo que todo mundo ehh, gracias por comentar y espero que el próximo capitulo sea de tu agrado. muchos saludos ;)

Elisika-sama escribió:Wowww que bonito! Jajajaja a mi si mi pareja me dice que es un ángel creo que me desmayo jajajajaja

Ha estado genial este capitulo!
Besos
Pero la verdad es que quien no quisiera que su pareja fuera un Ángel eh, que bien que te gustara el capitulo, aquí cuelgo el oto ya sip, bueno muchos saludos ;)

aria escribió:Oh genial al fin le ha dicho la verdad y la reaccion de San fue tan chistosa jajajaja no es para menos que se espante pero me encanto su reaccion  con eso de que su novia es un angel
Estuvo genial... Espero el proximo cap!!  
Concuerdo que todos nos gusto que la aceptación de san asía britt, es que es re encantadora jajajaja, bueno no te hago esperar y aquí esta el siguiente capitulo, si puedo mas tarde tratare de subir oto eh. muchos saludos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 15: El Cónclave

Mensaje por Emma.snix Sáb Ago 31, 2013 2:00 pm

Capitulo 15:
El Cónclave



Entonces ¿qué pasa ahora? preguntó Santana.
— ¿Qué quieres decir?
— ¿Ahora qué sé sobre ti?
—Honestamente no puedo decírtelo. Nunca hemos tenido una situación como esta antes—, admití.
—Así que tú siendo un ángel no quiere decir…— ella dudó.
—No quiere decir que tenga una respuesta para todo—. Terminé por ella.
—Simplemente asumí que sería uno de los beneficios adicionales.
—Lamentablemente, no.
—Bueno, me parece que mientras nadie más lo sepa, deberías estar a salvo. Y en lo que a secretos se refiere, soy una caja fuerte. Preguntarles a mis amigas.
—Sé que puedo confiar en ti. Pero hay una cosa más que deberías saber—. Me detuve. Esta iba a ser la parte más dura –incluso más difícil que lo que acababa de hacer.
—Está bien…— Santana parecía estar preparándose esta vez.
—Tienes que entender que eventualmente esta misión terminará, y volveremos a casa —dije.
—Casa como en el… —Ella giró sus ojos hacia el cielo.
—Exactamente.
Aunque debe haber estado esperando la respuesta, signos de tensión repentinamente se materializaron sobre su rostro. Sus ojos marrones se oscurecieron, y su boca cambió a una mueca enfadada.
— ¿Si te vas, nunca regresarás? —preguntó con la voz apretada.
—Creo que no—, dije tranquilamente—. Pero si lo hago, no es probable que sea en algún tiempo cercano o incluso en el mismo lugar.
El cuerpo de Santana se puso tiesa al lado mío — ¿Así que no consigues dar tu opinión? —Dijo con una nota de incredulidad en su voz — ¿No importa lo que pase con el libre albedrío?
—Ese regalo fue dado a la humanidad, ¿recuerdas? No se aplica a nosotros. Mira, si hay alguna forma de que me quede no la he descubierto todavía —continué—. Sabía cuando vine aquí que no iba a ser permanente, que eventualmente tendríamos que irnos. Pero no esperaba encontrarte, y ahora que tengo…
—Bueno, no puedes irte —dijo simplemente Santana. Por su tono podría haber estado dando el reporte del tiempo: Hoy habrá lluvia tardía. Habló con una confianza que retaba a cualquiera a desafiar la decisión.
—Me siento de la misma forma —dije, masajeando su espalda con mis dedos en un intento de disipar la visible tensión —pero no depende de mí.
—Es tú vida—, contradijo Santana.
—No, eso no es exactamente verdad, soy una clase de contrato de arrendamiento.
—Entonces solo tenemos que renegociar los términos.
— ¿Cómo propones hacer eso? No es como hacer una llamada telefónica.
—Déjame pensar sobre eso.
Tenía que admitir que su determinación era impresionante y tan típicamente humana. Me moví más cerca para acurrucarme debajo de su brazo.
—No sigamos hablando sobre eso esta noche —sugerí, reacia a arruinar el momento por discutir cosas que no teníamos el poder de cambiar. Por ahora, era suficiente que quisiera que me quedara y que estuviera preparado para entender los poderes celestiales para hacer que eso suceda—. Estamos aquí juntas en este momento, no nos preocupemos por el futuro. ¿Está bien?
Santana asintió y respondió cuando presioné mis labios contra los suyos, eran los labios más finos y delicados que podía sentir con solo tenerla y probar de ella, eran más perfectos que las propias nubes. Después de un momento la tensión parecía deslizarse lejos y caímos de regreso sobre la arena. Podía sentir los contornos de nuestros cuerpos encajando perfectamente juntas. Sus brazos enlazados alrededor de mi cintura mientras pasaba mis dedos a través de su suave cabello, acariciando su cara. Nunca había besado a nadie antes que a ella, pero se sentía como si un extraño hubiera tomado el control de mi cuerpo –un extraño- que sabía exactamente lo que estaba haciendo. Incliné mi cabeza para plantar besos a lo largo de la línea de su rostro, por la base de su cuello y a lo largo de su clavícula. Dejó de respirar por un momento. Sus manos subieron para sostener mi cara, acariciando mi cabello y poniéndolo detrás de mis orejas.
No estaba segura de cuánto tiempo estuvimos de esa manera, enredadas juntas sobre la arena, a veces encerradas en un abrazo, a veces mirando la luna o los escabrosos precipicios encima de nosotros. Todo lo que sabía era que cuando advertí la hora, había pasado más tiempo del que había pensado. Me levanté, quitando la arena de mi ropa y piel.
—Se está haciendo tarde —dije—. Tengo que llegar a casa.
La vista de Santana, tirada sobre la arena, con el cabello revuelto, con una leve sonrisa soñadora sobre sus labios, era tan atrayente que estuve tentada a unirme de regreso a su lado. Pero me las arreglé para componerme y girarme para dirigirme por el camino en que habíamos venido.
—Uh, Britt —dijo Santana, levantándose—, quizás quieras um… cubrirte.
Me llevó un momento comprender que mis alas todavía estaban completamente visibles a través de mi vestido roto.
— ¡Oh cierto, gracias!—. Me brindo su sudadera, la que pasé por sobre mi cabeza. Tenía un olor delicioso único marca Santana era cálida, cómoda. Cuando finalmente nos separamos, corrí el resto del camino a casa sintiéndome como si ella todavía estuviera a mi lado. Sabía que dormiría con su sudadera puesta esta noche y le entregaría la esencia al recuerdo.
Cuando alcancé el patio trasero cubierto de hierba de Byron, pasé los dedos apresuradamente por mi pelo y volví a arreglar mi ropa en un intento de lucir como si hubiera estado en un inocente paseo social en vez de en una cita secreta en la playa bajo la luz de la luna. Entonces me desplomé en el columpio de madera gruesa, el que crujió bajo mi peso. Descansé mi mejilla contra la áspera cuerda que estaba asegurada alrededor de una nudosa rama en nuestra yarda y miraba hacia la casa. Podía ver a través de la ventana la sala de estar, donde mi hermano y mi hermana estaban sentados a la luz de la lámpara, Quinn tejiendo un par de guantes y Sam rasgueando su guitarra. Mirándolos, sentí los helados zarcillos de la culpa envolviéndose alrededor de mi pecho.
Había luna llena y el jardín estaba inundado con la luz azul, iluminando a una estatua desmoronada que estaba de pie entre el césped alto. Era un serio ángel, mirando al cielo, sus manos dobladas sobre su pecho en un gesto de devoción. Sam pensaba que era una copia pobre y algo ofensivo, pero Quinn decía que era lindo. Personalmente siempre he pensado que era un poco misteriosa. No estaba segura si era la luz jugando trucos en mi o solo mi imaginación, pero cuando miré hacia la estatua en la penumbra, pensé que vi uno de sus dedos de piedra torcerse en acusación y sus ojos rodar hasta mirarme directamente.
La ilusión duró casi un segundo, el tiempo suficiente para que me bajara del columpio, causando que chocara contra el tronco del árbol con un golpe resonante. Antes de que pudiera examinar al ángel otra vez y determinar si mi cordura estaba en duda, me distraje por el sonido de las puertas de vidrio deslizándose. Quinn salió a la terraza, luciendo como un fantasma. La luz de la luna se unió a su piel del color de la nieve, destacando las venas azul-verdosas de sus brazos y pecho.
—Brittany, ¿eres tú? —su voz manaba como la miel, y la expresión sobre su rostro era de dolorosa confianza. Mi estómago se retorció en un nudo y me sentí enferma. Me divisó media escondida por las sombras del árbol.
— ¿Qué estás haciendo aquí? —preguntó—. Ven adentro.
Todo era de un modo tranquilizadoramente familiar en la casa. La luz amarilla de la lámpara se reflejaba en las tablas del suelo, la cama con un diseño de patas de Phantom estaba en su lugar normal al lado del sofá, y Quinn cuidadosamente arregló la selección de libros de arte clásico y las revistas de decoración de interiores sobre la pequeña mesa de centro.
Sam alzó la vista cuando entré.
— ¿Tuviste una buena noche? —preguntó con una sonrisa.
Intenté devolverle la sonrisa pero descubrí que los músculos de mi cara estaban congelados. Sentía como si el peso de lo que había hecho estuviera presionando sobre mí, como una ola chocando en mí, forzándome a tener la cabeza bajo el agua, entonces no podía respirar. Cuando estaba con Santana, era fácil olvidar que tenía otro lugar en el mundo, que le debía lealtad a cualquier otro.
No me arrepentía de revelarle la verdad a Santana, pero odiaba las mentiras, especialmente cuando mi familia estaba involucrada. Estaba aterrorizada de cómo reaccionarían mis hermanos cuando descubrieran lo que había hecho. ¿Podría de algún modo hacerlos entender porqué lo había hecho? Pero por sobre todo estaba asustada de que los poderes en el Reino pudieran terminar nuestra misión o demandar mi retirada inmediata. De cualquier manera, sería llevada lejos de la tierra, lejos de la persona que más me importaba.
Sam debe haberse dado cuenta de que estaba usando la sudadera de Santana, pero se abstuvo de comentarlo. A pesar de que una parte de mí quería confesarle todo, me forcé a permanecer en silencio. Me disculpé por llegar tarde, dije que estaba cansada y me excusé, rechazando la oferta de cacao y galletas que Quinn había horneado esa tarde.
Sam me llamó cuando alcancé el pie de las escaleras, y esperé mientras se acercaba. Mi corazón revoloteó en mi pecho. Mi hermano era alarmantemente observador, y estaba segura de que se había dado cuenta de que no era yo misma, esperé que examinara mi rostro, hiciera preguntas difíciles o hiciera alguna acusación, pero todo lo que hizo fue poner una mano sobre mi mejilla entonces sentí el frío metal de sus anillos y gentilmente besó mi frente. Su rostro exquisito miraba con tanta tranquilidad esta noche. Su cabello rubio se había escapado de la banda que a veces usaba para amarrarlo. Sus ojos del color de la lluvia habían perdido algo de su severidad, y me miraba con cariño fraternal.
—Estoy orgulloso de ti, Brittany —dijo— has hecho grandes progresos en tan poco tiempo, y estas aprendiendo a tomar mejores decisiones. Lleva a Phantom arriba contigo, estaba preocupado por ti más temprano.
Tomó toda mi resolución retener las lágrimas.
Arriba, cuando me acuesto sobre mi cama con el cálido cuerpo de Phantom a mi lado, las dejo deslizarse libremente. Juro que podía sentir mis mentiras arrastrándose dentro de mí como serpientes, envolviéndose a mí alrededor y apretando. Las sentía apretando el aire de mis pulmones, apretando alrededor de mi corazón. Aparte de la vulgar culpa que corría como veneno a través de mi cuerpo, también estaba el terrible miedo. Cuando me despertara, ¿seguiría todavía en la tierra? No lo sabía. Quería rezar pero no podía. Estaba demasiado avergonzada para hablar con Nuestro Padre después de los pecados que había cometido. Solo había guardado mi secreto por unas pocas horas y ya estaba deshecha.
Mezclada con mi culpa y vergüenza estaba esta nueva rabia latente del pensamiento de que mi destino no era mío para determinarlo. Santana había puesto esa idea en mi cabeza. Mi relación con ella sería decidida para mí, y la peor parte de eso era que no sabía cuándo pasaría. Mi tiempo sobre la tierra venía con una fecha de término desconocida. ¿Qué si ni siquiera consigo decirle adiós? Pateé mi ropa de cama, a pesar de que mi piel se sentía fría como el hielo. Comenzaba a pensar que no podría imaginar una existencia sin Santana. No quería.
Horas más tarde mis pensamientos seguían siendo furiosos, y nada había cambiado excepto que mi almohada estaba húmeda por las lágrimas. Fui a la deriva y me quedé dormida. A veces me despertaba y me sentaba completamente recta, escaneando la oscuridad por alguna señal de algo o alguien que viniera a imponer mi castigo. La 187 venganza es mía; la devolveré, decía el Señor. En algún punto me desperté para ver una figura encapuchada que había venido a procurar mi merecido castigo, pero resultó ser mi abrigo colgando de un soporte junto a mi puerta. Estaba asustada de cerrar mis ojos después de eso, como si haciéndolo pudiera hacerme más vulnerable. Era irracional sentirme de esa manera. Sabía que si ellos venían por mí, no haría ninguna diferencia si estaba dormida o despierta. Estaría totalmente impotente.
Para la hora en que llegó la mañana yo era una ruina emocional. Cuando me lavé y me miré en el espejo, noté que lucía así también. Mi cara normalmente pálida estaba incluso más blanca, y los círculos bajo mis ojos se habían profundizado. Y ahora incluso lucía en parte como un ángel caído en desgracia.
Cuando encontré la cocina vacía supe inmediatamente que algo estaba mal. No podía recordar una mañana en que Sam no hubiera estado esperando para saludarme ya cocinando el desayuno. Le había dicho repetidamente que podía hacerlo por mí misma, pero como un padre, él insistía en que disfrutaba haciéndolo. Hoy la mesa estaba vacía y la habitación estaba silenciosa. Me dije a mi misma que esto no era nada excepto una desviación menor de la rutina. Fui al refrigerador para servir jugo de naranja en un vaso por mí misma, pero mis manos estaban temblando tanto que derramé la mitad a través del mostrador. Limpié el desastre con una toallita de papel, luchando contra el miedo que estaba agarrándose en mi garganta. Sentí la presencia de Quinn y Samuel antes de verlos o de escucharlos entrar. Estaban de pie juntos en el umbral de la puerta, unidos en el silencio condenatorio, sus rostros inmóviles y sin expresión. No necesitaba que me dijeran las palabras en voz alta. Ellos sabían. ¿Fue mi inquietud la que me había traicionado? Debería haber esperado su reacción, pero todavía picaba como un palmazo en la cara. Por varios largos minutos no pude hablar. Quería correr y esconder mi cara en la camiseta de Samuel, rogar por perdón, y sentir sus brazos cerrados a mí alrededor; pero sabía que no encontraría consuelo allí. A pesar del común retrato de los ángeles como compasivos y que aman sin fin, sabía que había otro lado de ellos, uno que podía ser duro e implacable. El perdón estaba reservado para los humanos. Ellos siempre eran liberados del gancho. Teníamos la tendencia a considerarlos como niños, para concluir que las —pobres cosas— no sabían nada mejor. Pero para mí, las expectativas eran más altas. Yo no era humana, era una de ellos, y no había excusa.
No había ruido excepto por el goteo del grifo en el fregadero y mi respiración irregular. No podía soportar el silencio. Hubiera sido más fácil que ellos me hubieran atacado abiertamente, que me hubieran regañado, o echado; cualquier cosa excepto el silencio ensordecedor.
—Sé cómo debe lucir esto para ustedes, pero ¡tenía que decirle!— deje escapar.
El rostro de Quinn estaba congelado en una máscara de horror pero la de Sam se había vuelto de piedra.
—Lo siento —continué—. No puede ayudar la forma en que me siento por ella. Ella significa mucho para mí.
Nadie habló.
—Por favor, digan algo —rogué— ¿Qué va a pasar ahora? Seremos llamados de regreso al Reino, ¿no es así? Nunca la veré otra vez.
Me rompí en una ola de sollozos sin lágrimas y me agarré de la orilla del mostrador para sujetarme. Ninguno de mis hermanos hizo algún movimiento para consolarme. No los culpaba. Fue Sam quien rompió el silencio. Giró su mirada gris acero sobre mí, con los ojos centelleando. Cuando habló pude escuchar que su voz estaba inundada de ira.
— ¿Tienes alguna idea de lo que has hecho? —Preguntó— ¿Te das cuenta del peligro en que nos has puesto a todos nosotros? —su rabia era cada vez mayor, las señales eran evidentes. Afuera, un violento viento comenzó a soplar, haciendo zumbar los vidrios, y el vidrio sobre el mostrador se quebró en pequeños fragmentos. Quinn puso sus manos sobre los hombros de Sam Su toque lo hizo volver, y la dejó guiarlo hacia la mesa donde se sentó con su espalda hacia mí. Sus hombros subían y bajaban mientras trataba de traer su rabia bajo control. ¿Dónde estaba la paciencia sin fin ahora?
—Por favor —dije en apenas más que un susurro—. No es una excusa, pero creo…
—No lo digas—, Quinn se giró hacia mí, con una mirada de advertencia sobre su rostro—. No digas que la amas.
— ¿Quieres que les mienta? —Pregunté— he tratado de no sentirme así, realmente lo he hecho, pero ella no es como otros humanos. Es diferente… ella entiende.
— ¿Entiende? —la voz de Sam era temblorosa, tan diferente de su normal calma. Siempre había pensado que nada podría agitar su serenidad—. Sólo un puñado de mortales a través de la historia han estado cerca de entender lo divino. ¿Estás sugiriendo que tu amiga de la escuela es uno de ellos?
Me encogí hacia atrás. Nunca había escuchado hablar a Samuel en ese tono antes.
— ¿Qué puedo hacer? —dije suavemente, lágrimas derramándose y vertiéndose por mi cara.
—Estoy enamorada de ella.
—Eso puede ser, pero su amor es inútil —dijo Samuel sin compasión— es tu deber mostrar comprensión y compasión a toda la humanidad y tu fijación exclusiva a esa chica está mal. Son de mundos diferentes. No puede ser. Ahora has puesto en peligro tu propia vida y la de ella.
— ¿La de ella? —le pregunté en pánico— ¿Qué quieres decir?
—Cálmate, Sam —dijo Quinn. Le agarró el hombro—, esta situación ha surgido y ahora se debe lidiar con ella.
— ¡Tengo que saber que va a pasar! —Lloré— ¿Nos llamaran de regreso al Reino? Por favor, tengo derecho a saber.
Odiaba ser vista de este modo, tan desesperada, tan completamente carente de control, pero sabía que si quería mantener todo mi mundo para no caerse en pedazos, tendría que conservar a Santana.
—Me parece que has perdido cualquier derecho que tuvieras. Ahora solo hay una cosa que puede hacerse —dijo Samuel.
— ¿Qué? —pregunté, tratando de mantener la histeria fuera de mi voz.
—Tengo que hablar con el cónclave.
Sabía que quería decir con el círculo de arcángeles que eran utilizados para intervenir sólo en la más horrible de las situaciones. Eran los más fuertes y poderosos de nuestro tipos -juntos-, podrían tener al mundo de rodillas. Samuel obviamente sentía que debía llamarlos por refuerzos.
— ¿Explicarías como sucedió? —pregunté.
—No habrá necesidad —contestó Sam—. Ellos ya lo sabrán.
— ¿Qué pasará entonces?
—Darán su veredicto y obedeceremos.
Sin otra palabra, Sam salió rápidamente de la cocina, y momentos más tarde, lo escuchamos cerrar la puerta del frente detrás de él. La espera era intolerable. Quinn hizo tazas de té de manzanilla y se sentó conmigo en la sala de estar, pero parecía que una nube negra había descendido sobre ambas. Estábamos en la misma habitación pero había un océano entre nosotras. Phantom también llegó inquieto, sintiendo que las cosas no estaban bien, y escondió su cara en mi regazo. Intenté bloquear el pensamiento que, dependiendo del veredicto, quizás nunca volvería a verlo otra vez.
No sabíamos a dónde se había ido Samuel, pero Quinn dijo que tendría q haberse ido a un lugar desolado y vacío donde pudiera comunicarse con los arcángeles sin la interferencia humana.
Era un poco como usar internet inalámbrico –tenías que encontrar el mejor lugar para conectarte- y con menos humanos alrededor mejor era la conexión. Sam necesitaba algún lugar en que pudiera meditar fácilmente y contactar a las fuerzas en el universo.
No sabía mucho sobre los otros seis en el arco de Samuel. Los conocía sólo por nombre y reputación. Me preguntaba si alguno de ellos sería comprensivo con mi causa.
Michael era el líder del arco. Era el Príncipe de la Luz, ángel de la virtud, la honradez y la salvación. A diferencia de los otros, Michael era el único que atendía deberes como Ángel de la Muerte. Raphael era conocido como la Medicina de Dios porque era un sanador y era su deber supervisar el bienestar físico de sus cargas en la tierra. Era conocido como el más cálido de los arcángeles. Uriel era llamado el Fuego del Señor por ser el Ángel del Castigo y fue uno de los llamados para devastar a Sodoma y Gomorra.
El propósito de Raguel era observar a los otros en el arco y asegurarse de que se comportaban en conformidad con el conjunto de reglas del Señor. El Ángel del sol, Zerachiel, mantenía una vigilancia constante sobre el cielo y la tierra. El rol de Ramiel era el de supervisar las visiones divinas dadas a los elegidos en la tierra. También era su deber guiar a las almas en el juicio cuando llegaba su hora.
Y desde luego estaba Samuel. Era conocido como el Héroe de Dios, el principal guerrero del Reino. Pero a diferencia de los otros, quienes eran distantes y apartados, veía a Sam como mi hermano, protector, y amigo. Recordé un dicho humano sobre el poder de los lazos de sangre. Sentía eso por Sam y Quinn –éramos del mismo espíritu-. Esperaba no haber destruido ese lazo por una acción descuidada.
— ¿Qué crees que dirán? —le pregunté a Quinn por quinta vez, y ella soltó un pesado suspiro.
—Honestamente no lo sé, Brittany—. Su voz sonaba muy lejos—. Nos fueron dadas instrucciones claras de no permitirnos ser expuestos. Nadie esperaba que esa regla fuera violada, y entonces las consecuencias nunca fueron discutidas.
—Debes odiarme —dije con un hilo de voz.
Ella se volteó para mirarme.
—No puedo fingir que entiendo en lo que estabas pensando —dijo— pero todavía eres mi hermana.
—Sé que no puedo justificar lo que he hecho.
—Tú encarnación es diferente a la de nosotros. Tú sientes las cosas con demasiada pasión. Para nosotros, Santana es como cada otro humano; para ti, ella es alguien completamente diferente.
—Ella lo es todo.
—Es sólo una imprudencia.
—Lo sé.
—Hacer a una persona el centro de tu mundo está destinado a terminar en un desastre. Hay demasiados factores fuera de tu control.
—Lo sé —repetí con un suspiro.
— ¿Hay alguna posibilidad de que puedas retractarte de tus sentimientos? —Preguntó Quinn— ¿O es imposible?
Niego con mi cabeza—. Es demasiado tarde.
—Eso es lo que pensé que dirías.
— ¿Porqué soy tan diferente? —Pregunté después de un momento—. ¿Por qué tengo estos sentimientos? Tú y Sam pueden ordenar lo que sienten. No es como yo que no tengo el control del todo.
—Eres joven —dijo lentamente Quinn.
—No es eso —retorcí mis manos—. Debe haber algo más.
—Sí —estuvo de acuerdo mi hermana—. Eres más humana que cualquier ángel que haya conocido. Debes identificarte fuertemente con la tierra. Tu hermano y yo estamos nostálgicos –este lugar es extraño para nosotros. Pero tú, encajas aquí. Es como si siempre hubieras pertenecido.
— ¿Por qué? —pregunté.
Mi hermana negó con su cabeza. —No lo sé—. Por un momento cogí una mirada nostálgica en su cara y me pregunté si en algún pequeño hueco de su mente, deseaba poder entender mi amor absorbente por Santana. Pero la mirada desapareció antes de que pudiera profundizar en eso.
— ¿Crees que Sam me perdonará alguna vez?
—Nuestro hermano habita en un avión diferente de existencia —explicó Quinn—. Está menos acostumbrado a los errores. Siente que tus errores se convierten en los de él. Verá esto como su fracaso, no el tuyo. ¿Puedes entender eso?
Asentí y no me molesté en hacer más preguntas.
No había nada que hacer ahora excepto esperar, y podíamos hacer eso en silencio.
Los segundos pasaban lentamente y los minutos se estiraron en horas. Mi miedo brotaba y disminuía en varios intervalos, como las olas del océano. Sabía que si regresaba al Reino, estaría con mis hermanos y hermanas otra vez, pero también sola, con el resto de la eternidad para añorar lo que había tenido en la tierra. Pero eso era asumiendo que se me permitiera regresar al Reino. Nuestro creador, clemente y amable como era, no respondía bien a los desafíos. Había la posibilidad de que me pudieran excomulgar. Me rehusé a dejarme imaginar lo que el Infierno sería. Había escuchado historias y eso era suficiente.
La leyenda decía que los pecadores eran colgados de los párpados, quemados, torturados, desgarrados a pedazos, y cosidos otra vez. Decían que el lugar olía a carne quemada y pelo chamuscado, y los ríos corrían con sangre. Desde luego que no creía nada de eso, pero pensarlo todavía me daba escalofríos.
Sabía que muchas personas en la tierra no creían que hubiera algún lugar como el Infierno, pero no sabían cuan equivocados estaban. Los ángeles como yo realmente no teníamos pista de cómo era el Infierno, pero sabía que no quería descubrirlo por mí misma. Un arcángel como Samuel sabría más sobre el Reino Oscuro pero tenía prohibido hablar sobre eso.
Salté cuando escuché la puerta del frente cerrarse de un golpe, y mi corazón martilleaba contra mi caja torácica. Un momento más tarde Samuel estaba de pie ante nosotros, brazos cruzados a través de su pecho, su cara agobiada por las preocupaciones en vez de su normal cara inescrutable. Quinn se levantó para quedarse a su lado, sin mostrar ansia por escuchar el veredicto.
— ¿Qué ha sido decidido? —solté, incapaz de permanecer en suspenso.
—El cónclave lamenta haber recomendado a Brittany para esta misión —dijo Sam, con sus agudos ojos concentrándose en mi—. Se esperaba más de un ángel de su posición.
Me sentí comenzar a temblar. Eso era: estaba todo acabado. Iba a regresar a donde había venido. Consideré tratar de hacer un escape pero supe que no tenía sentido. No había rincón en la tierra en el que me pudiera esconder. Me levanté, agaché mi cabeza, y caminé hacia las escaleras.
Los ojos de Samuel se entrecerraron — ¿A dónde piensas que vas?
—Voy a prepararme para irme —contesté, tratando de acumular la fuerza suficiente para mirarlo a los ojos.
— ¿Irte a dónde?
—De regreso a casa.
—Brittany, no te vas a ir a casa. Ninguno de nosotros lo hará —dijo—. No me dejaste terminar. Hay gran desilusión por tus acciones, pero la sugerencia del Cónclave de terminar tu misión ha sido revocada.
Mi cabeza voló hacia arriba — ¿Por quién?
—Un poder superior.
Agarré salvajemente este trozo de esperanza. — ¿Quieres decir nos vamos a quedar? ¿No me van a llevar lejos?
—Parece que demasiado ha sido invertido en esta misión para permitirse tirarla por un revés menor. Por lo tanto, la respuesta es sí, nos quedamos.
— ¿Qué hay sobre Santana? —Pregunté— ¿Tengo permitido verla?
Sam lucía molesto, como si la decisión que había sido alcanzada sobre ese tema fuera en extremo irrelevante—. Tienes permitido continuar viendo a la chica y eso aun no entiendo porque mientras estamos aquí. Como ya sabe nuestra identidad, hay más daño que beneficio en prohibirte verla.
—Oh, ¡Gracias! —empecé, pero Sam me interrumpió.
—Como la decisión no fue mía, no merezco las gracias.
Todos caímos en un doloroso silencio que duró varios largos minutos antes de que me aventurara a romperlo.
—Por favor no estés enfadado conmigo, Sam. Realmente tienes todo el derecho a estar enfadado, pero al menos comprende que no lo hice intencionalmente.
—No tengo interés en escuchar lo que tienes que decir, Brittany. Tienes a tu novia, ahora estate satisfecha—. Él me dio la espalda. Un momento más tarde sentí las manos de Quinn consoladoramente sobre mis hombros.
—Tengo que ir al supermercado —dijo, en un intento de volver a la normalidad. —Podría necesitar ayuda.
Miré a Sam por su aprobación.
—Ve y ayuda a Quinn —dijo en un tono más agradable, con una idea echando raíces en su cabeza.
—Seremos cuatro en la cena esta noche dijo.
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Mensaje por DafygleeK Sáb Ago 31, 2013 3:05 pm

Nueva lectora por aqui!! Ya lei todos los capitulos! Es genial!!! Ya quiero que santana conozca a quinn y samuel, que bueno que britt se puede quedar! No quiero que deje a san. Este fic es fantasticamente fantastico!!!!! Actualiza pronto please! ;) xoxo
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Mensaje por Ali_Pearce Sáb Ago 31, 2013 4:29 pm

Oh Shit, eso fue estresante. ¿Es decir, que la relación entre Brittany y Santana está aprobada? Vaya...normalmente en algunas series o Novelas -que son en otras épocas- son los padres quienes aprueban la relación y entonces todos felices, pero aquí es diferente....tienen consentimiento divino! Entonces si una realidad quisieran casarse ¿Santana tendía que pedirle su mano a...el cielo, dios, los ángeles? Wow :D Debe haber una razón por lo que Britttana se apruebe, tal vez Dios a escuchado al Fandom XD Okno. Además de lo que dijo Sam, que sería peor que las separaran es decir que la quiere mantener vigilada por si quiere contarle algo a alguien (cosa que Santana no hará) Y encima de  todo parece que la evitarán a cenar...Este Fic está tan bueno.


Ok, creo que lo que entendí de tu comentario -y la verdad es lo que mi mente más repite- ¿Es que ellas dos si tendrán intimidad? No Way o.O Si en algún momento eso llega a pasar ¡Será épico! Antes pensaba "No como crees, si Brittany cayera en eso sería un pecado mayor y ahí si de vuelta al cielo" pero, ahora -y con los besos de la playa- creo que ella
es capaz de dejarse llevar por el deseo de sentir y de vivir todos los que los humanos vivimos, creo que sería lindo de leer :3 

Entonces, no leeremos más tarde...bien XD Hasta entonces!
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Mensaje por micky morales Sáb Ago 31, 2013 5:43 pm

bueno, solo espero que britt se pueda quedar con san y que sus hermanos la acepten! ahora a ver como sera ser la novia de un angel!
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Mensaje por aria Sáb Ago 31, 2013 5:53 pm

Oh por Dios!!
No pense que se desataria la bomba tan rapido, me dio mucho pesar con Britt y lo fuertes que fueron los dos con Britt pero por suerte podra seguir viendo a San :D Santana tiene que ser muy especial para poder permiterle que Britt la siga viendo!
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Mensaje por Tat-Tat Sáb Ago 31, 2013 7:05 pm

Es que si llegan a tener intimidad sería demasiado lindo.

Creo que dentro de la historia, Santana tiene mucho que ver. Como si el amor de ellas fuera lo necesario para salvar a Venus Cove... o sino porque todas las cosas malas le pasan a ella???
Siento que es mejor que la tengan de aliada.

Y me encanta que Britt tenga el poder de decirle a la gente que se quede (sanarla), pero más con una parte de existencia y espíritu que de heridas. No será que Britt tal vez haya sido el alma gemela de San en un pasado?

Saludos... muchas cosas pasan por mi cabeza.

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Mensaje por libe Sáb Ago 31, 2013 7:38 pm

no puedo creerlo aceptaron la relación bueno eso quiere decir que santana no es cualquier humano, cuando Samuel dijo que habrán 4 personas en la cena se refería a que santana tendría que ir? si es así que la suerte acompañe a santana con lo serio y duro que puede ser Samuel.

hasta el próximo capitulo
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo.Capitulo 16: Lazos de familia

Mensaje por Emma.snix Sáb Ago 31, 2013 9:07 pm

Aquí les dejo un capitulo mas, siento no contestar los comentarios pero ando rápido, prometo subir dos capítulos el lunes. saludos y que tengan una buena noche [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 

Capitulo 16:
Lazos de familia


El pronunciamiento de Sam de que Santana iba a tener el honor de ser nuestra primer huésped en la cena me hizo sospechar. No podía dejar de preguntarme el motivo de la invitación. Hasta ahora los únicos sentimientos que Sam había expresado hacia Santana habían oscilado entre el desdén y la indiferencia.
— ¿Por qué la has invitado? —le pregunté.
— ¿Por qué no debería ella venir? —Respondió Sam—. Ella sabe quiénes somos ahora, así que no veo nada malo en ello. Además, hay algunas reglas básicas que necesitamos cubrir.
— ¿Por ejemplo?
—Tal como la importancia de la confidencialidad para empezar.
—Tú no conoces a Santana, ella es probablemente tan chismosa como yo —dije, y me di cuenta de la ironía tan pronto como las palabras salieron.
—Bueno, eso realmente no inspira confianza, ¿Verdad? —señaló Sam
—No te preocupes Brittany, sólo queremos conocerla —dijo Quinn dando a mi brazo una palmadita materna. Ella miró fijamente a Sam—. Queremos que se sienta cómoda. Si vamos a confiar en ella tiene que ser capaz de confiar en nosotros.
— ¿Y si está ocupada esta noche? —rechacé.
—No lo sabremos si no le preguntamos —replicó Sam
Samuel se fue a un armario del pasillo y volvió con una gran guía telefónica que dejó caer sin miramientos sobre la mesa.
—Estoy seguro de que está en la lista —dijo misteriosamente.
Era evidente que Samuel no iba a hablar de esta idea, así que no discutí más y fui a llamar a Santana. La única protesta que hice fue asegurarme de pisotear las escaleras lo más fuerte posible. Nunca había llamado a la casa de Santana y una voz desconocida contestó.
—Hola, Alex el habla.
La voz era segura y amablemente impecable. Yo había estado con la secreta esperanza de que nadie contestara. Si había una cosa que sentía que podía llevar a Santana lejos, era una noche con mi extraña familia. Consideré colgar el teléfono y decirle a Sam que no lograba comunicarme, pero yo sabía que había un pequeño punto, él sabría que yo estaba mintiendo y me haría llamar de nuevo. O peor aún, podría insistir en hacer él la llamada.
—Hola, soy Brittany Pierce llamando —dije con una voz tan humilde que apenas la reconocí como mía—. ¿Puedo hablar con Santana?
—Claro —respondió el chico—. Voy a conseguirla para ti —oí el sonido metálico del receptor que dejó y entonces su voz llamando a través de la casa—. ¡San! ¡Teléfono!
Llegó un crujido y luego el sonido de riñas de niños. Por fin oí pasos y la voz de ensueño de Santana hizo eco a través del receptor.
—Hola, Santana al habla.
—Hola, soy yo.
—Hola, yo —levantó su voz en una muesca—. ¿Está todo bien?
—Bueno, eso depende de cómo se mire —le contesté.
—Britt, ¿Qué ha pasado? —su voz estaba repentinamente seria.
—Mi familia sabe que lo sabes. Yo no tenía que decírtelo.
—Por Dios, eso fue rápido. ¿Cómo se lo tomaron?
—No muy bien —admití—. Pero entonces Samuel se reunió con el Pacto y…
—Lo siento… ¿el qué?
—Es un círculo de poder que es demasiado complejo como para explicarlo ahora, pero son consultados cuando las cosas van, bueno, fuera de curso.
—Bien… y ¿Cuál es el resultado?
—Bueno… nada.
— ¿Cómo que nada?
—Dijeron que por ahora las cosas pueden quedarse como están.
— ¿Qué pasa con nosotras? ¿Qué pasa ahí?
—Al parecer se me permite verte.
—Bueno, eso es una buena noticia, ¿no?
—Yo creo que sí, pero no estoy segura. Oye San, Samuel se comporta de forma extraña, quiere que vengas esta noche para la cena.
—Bueno, eso suena positivo —me quedé en silencio, no compartiendo su optimismo—. Relájate Britt, creo que puedo manejarlo.
—No estoy segura de que yo pueda hacerlo.
—Lo superaremos juntas —dijo Santana—. ¿A qué hora me quieren ahí?
—A las siete ¿Está bien?
—No hay problema. Nos vemos entonces.
—Santana… —le dije mordisqueándome una uña—. Estoy preocupada. Estamos siendo arrojadas a la parte más oscura de esto. ¿Qué pasa si algo va mal? ¿Y si son malas noticias? ¿Crees que van a ser malas noticias?
—No, no lo son, ahora deja de estresarte. Por favor, ¿Por mí?
—Está bien. Lo siento. Es solo que toda nuestra relación está pendiendo de una especie de hilo y que han sido misericordiosos hasta ahora, pero esta cena puede hacer o deshacer, no estoy segura de porque Sam…
—Oh, hombre —se quejó Santana—, mira lo que has hecho, ahora estoy estresada.
— ¡No puedes! ¡Tú eres la estable!
Santana se echó a reír y me di cuenta de que su angustia había sido fingida para ilustrar el punto. Ella no estaba preocupada en lo más mínimo.
—Sólo relájate. Ve date un baño o tómate una copita de brandy.
—Está bien.
—La segunda parte era en broma. Las dos sabemos que no puedes sostenerte con el licor.
—Pareces muy relajada al respecto.
—Eso es porque lo estoy. Britt, la serenidad no es algo inevitable. Ya sabes. ¿Entiendes? Te preocupas demasiado. Honestamente, no habrá ningún problema. Incluso voy a vestirme para impresionar.
— ¡No, no solo ven cómo eres! —le rogué por teléfono, pero ella ya había colgado.

***

Santana apareció justo a tiempo, usando un pálido vestido gris a rayas .su pelo estaba perfectamente peinado, fue peinada hacia atrás lejos de su cara, era tan perfecta que mil ángeles juntos. Bajo su brazo llevaba un ramo de rosas amarillas de tallo largo, envuelto en celofán verde y atado con rafia. Tome un respingo cuando abrí la puerta. Santana sonrió cuando vio mi cara.
— ¿Demasiado? —ella preguntó.
— ¡No, es genial! —dije, realmente complacida con sus esfuerzos.
Pero mi rostro se ensombreció de nuevo casi inmediatamente.
— ¿Entonces por qué estás tan aterrorizada? —Ella me dio un guiño seguro de sí misma—. Ellos me van a amar.
—Simplemente no hagas ningún chiste, ellos realmente no los entienden. —Me sentí nerviosa y mis rodillas estaban empezando a temblar.
—Muy bien, no chistes. ¿Debo ofrecerme para decir la bendición? —Tuve que reír entonces. No podía ayudarme a mí misma.
Aunque yo tenía que ejercer de anfitriona y hacerla pasar a la sala de estar, nos entretuvimos en la puerta como conspiradoras. No sabía lo que iba a depararnos la velada y, por instinto, me inclinaba a postergar el comienzo todo lo posible. Además, yo sólo sentía en aquel momento que Santana era mía y que nos teníamos la una para la otra; lo demás no importaba.
Ella podría haber usado demasiada ropa para una cena casual improvisada, pero era una figura muy llamativa, con sus finos hombros, insondables ojos marrones y cabello alisado en la espalda. Ella era mi pose de princesa de cuento de hadas. Y, como princesa de cuento de hadas, yo sabía que podía confiar en ella para no correr para protegerme cuando las cosas se ponían difíciles. Santana podría mantenerse firme, y cualquier decisión que ella hacía que se basaba en un razonamiento propio. Sin nada más, yo sabía que podía depender de eso.
Quinn adopto el papel de anfitriona sin esfuerzo. Ella se quedó fascinada de las flores e hizo una pequeña charla, así como todo lo posible para que Santana se sintiera cómoda durante la cena. La sentencia no encajaba fácilmente con Quinn, y su corazón se derretía una vez que ella consideraba que una persona era sincera. La sinceridad de Santana era auténtica. Fue esta autenticidad la que le había ganado el papel de líder de la escuela, así como su gran popularidad.
Sam, por su parte, observaba a Santana con recelo.
Mi hermana había tenido una buena cantidad de problemas con el menú— ella había hecho una papa aromática y sopa de puerros seguido por una trucha al horno y una bandeja de vegetales asados. Sabía que habría crème brûlée de postre yo los había visto en la nevera, tambaleándose en moldes. Quinn había enviado incluso a Sam en busca de un soplete de cocina para caramelizar el azúcar. Ella también había puesto la mesa con los cubiertos y la mejor vajilla. Había vino sabor a bayas, y agua con gas en una jarra de cristal.
Las velas en la mesa emitían un resplandor sobre todas nuestras caras. Comimos en silencio al principio y la tensión era perceptible. Quinn miraba de mí a Santana y sonreía mucho, mientras que Samuel cortaba su comida salvajemente, como si estuviera imaginando que las papas en el plato eran la cabeza de Santana.
—Gran comida —dijo Santana finalmente, y sus mejillas enrojecidas por el vino.
—Gracias —Quinn sonrió con satisfacción—. No estaba segura de qué te podría gustar.
—Soy bastante tolerante, pero esto es de primera clase —dijo Santana, ganando otra amplia sonrisa de mi hermana.
Por mi parte, yo todavía estaba tratando de averiguar los efectos de este poco ortodoxo encuentro. Sin duda, la agenda de Sam incluía algo más que socializar. ¿Estaba tratando de hacerse una idea de la personalidad de Santana? ¿Sigue desconfiando de ella? No estaba segura, y Samuel aún no había hablado más de dos palabras a cualquiera de nosotros.
Con el tiempo, incluso Quinn se quedó sin vapor y la conversación murió del todo. Cogí a Santana mirando fijamente su plato, como si las verduras sin terminar pudieran revelar los misterios del universo. Traté de empujar a Quinn debajo de la mesa con el pie, con la esperanza de incitar más comentarios de ella, pero por accidente se la di en la espinilla de Santana. Le asustó y saltó en la silla, casi derramando la bebida. Yo me retracte de mi pie con una sonrisa de disculpa y se quedó quieta.
—Así que, Santana —dijo Quinn, bajando su tenedor, aunque su plato seguía lleno—. ¿Qué clase de cosas te interesan?
Santana tragó con dificultad. —Er. . . sólo lo algunas cosas. . . —Ella aclaró su garganta—. El deporte, la escuela, la música.
— ¿Qué deportes practicas? —preguntó Quinn, con un demasiado entusiasmo.
—Natación, Canotaje, Gimnasia y Lacrosse —Santana recitó.
—Ella es realmente buena —agregué amablemente—. Debes verla jugar. Ella es la capitana del equipo de Natación—. No podía dejar de balbucear —También es capitana de la escuela… pero eso tú ya lo sabes.
Quinn decidió irse sobre un tema más seguro —¿Cuánto tiempo hace que vives aquí, en Venus Cove?
—Mi vida entera, nunca he vivido en ningún otro lugar.
— ¿Tienes hermanos y hermanas?
—Vengo de una familia de seis hijos.
—Me imagino que debe ser divertido, ser parte de una gran familia.
—A veces —admitió Santana—. A veces es sólo ruido. Nunca hay mucha privacidad.
Samuel eligió este momento para cortar sin tacto —Hablando de la vida privada, ¿creo que recientemente hiciste un descubrimiento interesante?
—Interesante no es la palabra que yo usaría —dijo Santana, en absoluto tomado por el ataque repentino.
— ¿Qué palabra usarías?
—Algo más en la línea de alucinante.
—Sin embargo deseas describirlo, necesitamos tener algunas cosas claras.
—Yo no voy a decirle a nadie, si eso es lo que te preocupa —respondió Santana inmediatamente—. Quiero proteger a Britt tanto como usted lo hace. —Brittany piensa muy bien de ti —dijo Sam—. Espero que su afecto no sea inmerecido.
—Todo lo que puedo decir es que Britt es muy importante para mí, y tengo la intención de cuidar de ella.
—De dónde venimos, la gente no es juzgada por sus palabras —dijo Samuel.
Santana se inmutó. —Entonces, ¿Tendremos que esperar y que me juzgues por mis acciones?
Aunque ella no hizo ningún intento para relajar el estado de ánimo, pude ver en la expresión de los ojos de Gabriel, que estaba sorprendido por lo bien que Santana estaba manejando la situación. Ella no se había dejado intimidar, y su mayor armadura era su honestidad. Cualquiera podía ver que Santana estaba conducida por su ética. Incluso Samuel tuvo que admirarlo.
—Ya ves, tú y yo tenemos una cosa fundamental en común —continuó Santana—. Ambos amamos a Britt.
Un impenetrable silencio se apoderó de la sala. Samuel y Quinn no esperaban tal declaración y se quedaron desconcertados. Tal vez en sus propias mentes habían subestimado la fuerza de los sentimientos de Santana hacia mí. Aún no he podido creer del todo que hubiera dicho esas palabras en voz alta. Traté de mantener mi compostura y seguir comiendo tranquilamente, pero no pude controlar la sonrisa que se propagaba a través de mi cara, y tomé la mano de Santana sobre la mesa. Sam miró fijamente en la dirección opuesta, pero sólo me apretó la mano. La palabra amor hizo eco en mi cerebro, reverberando como si alguien lo hubiera gritado a través de un altavoz. Ella me amaba. A Santana López no le importaba que yo fuera un blanco fantasmal, una de las graves carencias en la comprensión de su mundo, y había una tendencia a la muda de plumas blancas. Ella todavía me quería. Ella me amaba. Yo estaba tan feliz que si el agarre de Santana no me hubiera estado sujetando, podría haber flotado lejos.
—En ese caso, podemos adelantar hacia el segundo punto en la agenda de esta noche —dijo Samuel, ahora inesperadamente incómodo—. Brittany tiende a seguir recto hacia las situaciones, y en el momento ella solo se preocupa por ella misma.
Yo estaba irritada por la manera en que hablaba de mí en tercera persona, como si yo no estuviera presente, pero decidí que no era un buen momento para interrumpir.
—Si vas a pasar tiempo con ella, entonces tenemos que saber que puedes protegerla —continuó Sam
— ¿Santana no lo ha demostrado ya? —Exigí, impaciente. Yo estaba ansiosa por llevar el cuestionario a su fin—. Ella me rescató de la fiesta de Rachel, y nada sale nunca mal cuándo ella está cerca.
—Brittany carece de la comprensión de los caminos del mundo —dijo Sam como si yo no hubiera hablado—. Ella todavía tiene mucho que aprender y eso la hace vulnerable.
— ¿Me estás haciendo sonar como un proyecto de cuidado de niños de tiempo completo? —me quebré.
—Sucede que soy una niñera con experiencia —bromeó Santana—. Les puedo mostrar mi currículum si quieres.
Quinn se vio obligada a sonreír detrás de la servilleta por eso, pero cuando busqué en el rostro de Sam un cambio de expresión, no encontré ninguno.
— ¿Estás segura de saber en lo que te estás metiendo? —pregunto Quinn, mirando directamente a Santana.
—No —admitió—. Pero estoy dispuesta a averiguarlo.
—No se puede volver atrás una vez que hayas hecho tu alianza con nosotros.
—No vamos a la guerra —murmuré en voz baja. Todo el mundo me ignoraba.
—Yo entiendo —dijo Santana, volviendo la mirada de Quinn.
—No creo que lo hagas —dijo Sam en voz baja—. Pero lo harás.
— ¿Hay algo que creas que debería saber? —preguntó Santana.
—Todo a su tiempo —dije Sam
Por último, me encontré a solas con Santana. Se sentó en el borde de la bañera mientras yo me cepillaba los dientes. El cepillado después de cada comida, era una costumbre que se me había metido.
—Eso no fue tan malo —Santana se apoyó contra la pared—. Yo esperaba algo peor.
— ¿Quieres decir que no te han asustado?
—No —dijo Santana causalmente—. Tu hermano es un poco intenso, pero la cocina de tu hermana lo compensa.
Me eché a reír. —No te preocupes por Sam… él siempre es así.
—No estoy preocupada… él me recuerda a mi mamá.
—No le digas eso —me reí.
—Pensé que no usabas maquillaje —dijo Santana, recogiendo un lápiz delineador del mostrador.
—Lo compré para hacer feliz a Rachel —le dije, revolviendo el enjuague bucal—. Me ha convertido en su proyecto.
¿En serio? ─dijo Santana─. Bueno, a mí me gustas más tal cual.
─Gracias ─dije─. Pues yo creo que a ti no te vendría mal un retoque.
Me reí y blandí el lápiz de ojos hacia ella, pero Britt ya tengo me harás parecer a una estrella de rock pintoreteada dijo, yo la mire con una mirada única.
—Muy bien…
— ¿En serio? —me iluminé.
— ¡No! Yo no soy una persona fácil de convencer.
—Está bien —hice un mohín—. Sólo tendré que hacer que huelas más deliciosa… —Antes de que pudiera detenerme, tomé una botella de perfume y la rocié en el pecho. Olió la camisa con curiosidad.
—Frutal —concluyó—, con un toque de almizcle.
Me desplomé en una carcajada—. Eres ridícula.
—Creo que te refieres a irresistible —dijo Santana.
—Sí, —estuve de acuerdo—, ridículamente irresistible.
Me incliné hacia delante para darle un beso, cuándo se oyó un golpe en la puerta. Quinn asomó la cabeza en la habitación y Santana y yo saltamos para separarnos.
—Tu hermano me mandó a ver cómo estabas —dijo con una ceja levantada—. Para asegurarse de que no hacían nada malo.
—En realidad —comencé con indignación—, estábamos a punto de…
—Vámonos afuera —cortó Santana. Abrí la boca para discutir, pero ella me lanzó una mirada penetrante—. Es su casa, jugamos con sus reglas —murmuró. Cuándo ella me condujo fuera de la habitación, me di cuenta que Quinn la miraba con respeto.
Fuera, nos sentamos en el columpio del jardín con nuestros brazos alrededor la una de la otra. Santana entonces empezó a tirarle una pelota de tenis deshilachada a Phantom a través del pasto. Phantom siempre la recuperaba pero luego se rehusaba a dejarla, así que la pelota empapada tenía que ser sacada a la fuerza por entre sus dientes. Santana se estiró para atrás para tirar la pelota otra vez y luego limpió sus manos bajo el grifo del jardín. Respiré su limpia y perfecta esencia. Todo en lo que podía pensar era que habíamos sobrevivido relativamente ilesas a nuestra primera prueba. Santana había sido fiel a su palabra y no había permito ser intimidada. Por el contrario, había mantenido sus fundamentos con una convicción inquebrantable.
No solo hizo que lo admirara más que nunca, si no también me gustaba que estuviera en mi casa, esta vez como una invitada legítima en vez de una intrusa.
—Podría quedarme aquí toda la noche —murmuré en su vestido.
— ¿Sabes que es tan extraño? —dijo.
— ¿Qué?
—Cuan normal se siente.
Revolvió mi cabello con sus dedos y vi, reflejado en sus gestos, nuestras vidas entrelazadas.
—Quinn estaba siendo dramática cuando dijo que no había vuelta atrás — dije.
—Está bien, Britt. No quiero que mi vida regrese a la forma que era antes de conocerte. Pensaba que lo tenía todo, pero realmente me faltaba algo. Me siento como una persona completamente diferente ahora. Esto puede sonar cursi, pero siento como si hubiera estado dormida por un largo tiempo, y tú simplemente me has despertado… — Se detuvo—. No puedo creer que haya dicho eso. ¿Qué me has hecho?
—Convertirte en una poeta —la molesté.
— ¿Yo? —Santana gruñó con ira fingida—. La poesía es para otras clases de chicas.
—Estuviste genial allá. Estoy tan orgullosa de la manera en que te desenvolviste.
—Gracias. Quién sabe, tal vez en algunas décadas quizás les llegue a agradar a tus hermanos.
—Desearía que tuviéramos ese tiempo. —Suspiré e inmediatamente me arrepentí de las palabras. Simplemente habían salido. Podría haberme pateado a mí misma por ser tan estúpida; qué manera tan perfecta para arruinar el humor.
Santana estaba tan silenciosa, me preguntaba incluso si me había escuchado. Entonces sentí sus cálidos dedos bajo mi barbilla, y levantó mi rostro así nos mirábamos a los ojos. Se inclinó hacia abajo y me besó suavemente, el dulce sabor de sus labios prolongándose después de que se alejara. Se dobló hacia adelante y murmuró en mi oído.
—Encontraremos una forma. Es una promesa.
—No puedes saber eso —dije—. Esto es diferente…
—Britt —Santana puso un dedo contra mis labios—. No rompo mis promesas.
—Pero…
—Sin peros… solo confía en mí, y me dio un beso que me hizo estremecer y no poder recordar donde me encontraba en ese instante.
Cuando Santana se fue, nadie quería ir a la cama a pesar de que ya era pasada medianoche. Sabíamos que Sam era insomne. No era inusual para él o Quinn estar levantados hasta altas horas de la madrugada. Pero esta vez nosotros tres estábamos inquietos y alertas. Quinn sugirió una bebida caliente y ya estaba sacando la leche del refrigerador cuando Sam interrumpió.
—Tengo una mejor idea —dijo—. Creo que todos nos merecemos relajarnos.
Quinn y yo adivinamos su significado inmediatamente y ni siquiera nos molestamos en esconder nuestra emoción.
— ¿Quieres decir ahora mismo? —dijo Quinn, el cartón de leche casi deslizándose de su agarre.
—Desde luego, ahora mismo. Pero tenemos que apurarnos; habrá luz en unas pocas horas.
Quinn soltó un chillido. — ¡Solo danos un momento para cambiarnos! Volvemos en seguida.
Yo también difícilmente podía contener mi anticipación. Esta sería la forma perfecta de expresar la euforia que estaba sintiendo por la dirección que mi relación con Santana había tomado. Había pasado demasiado desde que había tenido la oportunidad de realmente estirar mis alas. Mi espectáculo de saltar la colina para Santana difícilmente calificaba como ejercicio. En todo caso, solo había servido para estimular mi apetito y recordarme cuan tiesas y apretadas se sentían mis alas realmente. Había tratado de extenderlas y volar alrededor de mi habitación con las cortinas firmemente cerradas, pero solo había chocado contra el ventilador del techo y golpeado mis piernas en los muebles. Cuando me cambié a una camiseta suelta, sentí un rayo de adrenalina a través de mi cuerpo. De verdad iba a saborear este vuelo antes del amanecer. Bajé por las escaleras, y los tres caminamos en silencio hacia el Jeep negro estacionando en el garaje.
Era una experiencia diferente manejar a través del camino costero que se desplegaba como una cinta a primeras hora de la mañana. El aire tenía una fragancia a esencia de pino, los árboles estaban punteados en verde. El mar lucía sólido, como un manto de terciopelo que había estado cubriendo una parte de la tierra. A lo largo de las calles residenciales, todas las persianas estaban cerradas, y las calles estaban desiertas como si los ocupantes repentinamente hubieran hecho las maletas y evacuado. El municipio, cuando condujimos por él, también estaba desierto. No había visto a Venus Cove dormida. Estaba tan acostumbrada a ver a la gente en todos lados: montando bicicleta, comiendo patatas fritas en el muelle, o comprando joyería de los locales artesanales que establecían sus puestos sobre el pavimento. Pero a esta hora de la mañana, había una calma que me hacía imaginar que éramos los únicos seres vivientes en el mundo. Me preguntaba por qué las personas se referían a tempranas horas en la madrugada como —del demonio— cuando de hecho era el mejor momento para conectarse con las fuerzas de arriba. Sam condujo por aproximadamente una hora por un tramo recto de la carretera, luego giro hacia un camino con desiguales matorrales alineados que parecía enrollarse hasta el cielo como un sacacorchos. Sabía dónde íbamos. Sam estaba tomando la ruta hacia la Montaña Blanca, nombrada así por la nieve que a veces revestía su punta, a pesar de su ubicación costera. Podías ver la línea de la montaña desde Venus Cove, como un monolito de un gris pálido alzándose contra el cielo plagado de estrellas de la noche.
Había niebla sobre la montaña, y cuanta más altura ascendíamos más espesa se volvía. Cuando Samuel ya no pudo distinguir la carretera de delante aparcó y nos bajamos.
Estábamos parados en un camino estrecho y sinuoso que continuaba cuesta arriba; altos abetos, como soldados, nos rodearon por todos lados, casi completamente bloqueando el cielo. Las puntas de los árboles estaban cubiertas de gotas de rocío, y podíamos ver nuestro aliento materializándose en el aire frío cuando exhalábamos. La tierra estaba empapada bajo nuestros pies con las hojas y la corteza, amortiguando nuestros pasos. Ramas cubiertas de musgo y zarcillos de helechos rozaban nuestros rostros. Salimos de la carretera, desapareciendo en la espesura del bosque. Los rayos de la luz de la luna se deslizaban desde el cielo hacia todos los lugares, como pequeños focos iluminando nuestro camino. Los árboles se susurraban suavemente los unos a los otros y podíamos oír los suaves sonidos y el correteo de pequeñas patas.
A pesar de la oscuridad ninguno de nosotros sentía miedo. Sabíamos que la montaña estaba completamente aislada. Nadie nos encontraría allí.
Quinn fue la primera en deshacerse de su chaqueta y hacer lo que todos estábamos esperando que hiciera. Se puso de pie frente a nosotros, con la espalda recta y la cabeza echada hacia atrás, de modo que su cabello claro caía en cascada como un halo de oro alrededor de su rostro y los hombros. En el claro de luna brillaba como una lámpara, y su figura parecía esculpida de mármol, blanca y sin defectos. Su cuerpo curvado perfectamente, cada extremidad, tan larga y elegante como un árbol joven.
—Os veo allí arriba —dijo como una niña emocionada. Cerró los ojos brevemente, respiró hondo, y luego echó a correr alejándose de nosotros. Corrió con rapidez y agilidad a través de los árboles, sus pies apenas tocaban el suelo y aceleró hasta tener al menos un aspecto borroso. Entonces de pronto echó a volar.
Tenía una maestría impresionante —Quinn lo hizo parecer tan fácil como un cisne tomando el vuelo. Sus alas, esbeltas pero poderosas, cortaban la camiseta holgada que llevaba puesta y se alzaban hacia el cielo, como entidades vivientes. Las alas que parecían tan sólidas como una piedra cuando brillaba inmóvil como raso en pleno vuelo.
Eché a correr y sentí mis propias alas comenzar a vibrar y luego desgarrar la tela que era su jaula. Una vez liberadas, su batida se volvía cada vez más rápido, y también me estaba elevando en el aire para unirme a Quinn.
Volamos con sincronización durante un tiempo, deslizándonos lentamente hacia arriba, para después bajar en picado de repente, y finalmente aterrizando las plantas de nuestros pies en las ramas de un árbol cercano. Desde allí miramos hacia abajo a Samuel con radiantes rostros. Quinn se inclinó y se dejó caer hasta tumbarse en el árbol. La envergadura de sus alas provocó su caída, y se abalanzó hacia arriba nuevamente con un jadeo de placer.
— ¿Qué estás esperando? —le gritó a Sam, antes de desaparecer dentro de una nube.
Sam, quien nunca hacia nada de prisa, metódicamente se quitó las capas de ropa y arrojó hacia un lado sus botas. Se sacó su camiseta por la cabeza, y vimos sus alas desplegarse hasta que el gentil profesor de música había desaparecido y parecía el guerrero celestial majestuoso que había llegado a ser. Este era el ángel que, hacía miles de años, había reducido sin ayuda una ciudad a cenizas y piedra. Su figura entera resplandeció como cobre pulido. Incluso su estilo de vuelo era diferente al nuestro, carente de urgencia, más estructurado y meditativo.
Por encima de la copa de los árboles estaba envuelta por la niebla y las nubes.
Las gotas de agua se acumularon sobre mi espalda, y sentí su fresca adherencia. Mis alas se batieron con furia y me elevé más alto. Dejé de pensar y me elevé muy alto, dejando que mi cuerpo serpenteara y girara a su vez, dando vueltas alrededor de los árboles. Sentí la liberación de energía que había estado reprimida durante tanto tiempo. Vi a Sam parar en mitad del aire una vez para comprobar que no había perdido el control. Quinn sólo parecía una mancha, que surgía de vez en cuando, de color ámbar a través de la niebla.
Durante la mayor parte del tiempo la interacción se mantuvo al mínimo. Este era nuestro tiempo personal para sentirlo todo de nuevo todo y abrazar la clase de libertad que sólo podría realmente sentirse en el Reino de los Cielos. Nuestra identidad estaba más allá del poder del lenguaje para transmitir. Nuestra humanidad quedaba lejos mientras experimentábamos nuestro verdadero ser.
Volamos así durante lo que debieron de haber sido varias horas, hasta que Sam emitió un zumbido de melodía baja, como la nota de un oboe, la cual sabíamos que era la señal para bajar.
A medida que nos subíamos dentro del Jeep, pensaba que no había ninguna posibilidad de que me fuera a dormir una vez que llegáramos a casa. Estaba demasiado alegre, y pasarían horas antes de que consiguiera bajar de mi locura. Pero estaba equivocada. El viaje en coche de vuelta a lo largo del sinuoso camino era tan rítmico que me quedé dormida acurrucada en el asiento de atrás como un gran gatito antes de que Byron apareciera a la vista.

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Mensaje por micky morales Dom Sep 01, 2013 1:08 am

las cosas parecen ir bien!
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Mensaje por Tat-Tat Dom Sep 01, 2013 1:21 pm

Si Sam pasó al segundo punt y Quinn "apoyó" la relación, es porque saben que San hará todo lo posible por cuidar a Britt...

Casi parecen los padres de Britt de lo preocupados que estaban XD

Hermoso capí!
Saludos
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Mensaje por Ali_Pearce Dom Sep 01, 2013 4:20 pm

Ufff, por ahora todo salió bien con los hermanos. No creí que Sam se lo tomará como se lo tomo. 
De verdad tiene una gran actitud de protector (pues eso es lo que es) pero debe de haber 
una razón para que este pasando todo eso. En fin, espero que pueda entender que 
Santana es una persona de confianza y solo quiere hacer feliz a Brittany.


Ahora veremos otra etapa de las Brittana ¿Verdad? ¡Ya son oficiales!Yey. 
No se porque este Fic me recuerda a Crepúsculo....en fin.
Ahora, esperare al Lunes y ya estoy ansiosa...así que hasta entonces!
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Mensaje por libe Dom Sep 01, 2013 5:34 pm

increíble estoy feliz por lo bien que aceptaron los hermanos de britt a santana pero Samuel todavía esta un poco inseguro con respecto a la relación brittana, pero bueno que disfruten su relación.

hasta el próximo capitulo.
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Mensaje por Ali_Pearce Dom Sep 01, 2013 7:34 pm

Hi! Si otra vez yo...bueno solo pasaba a dejar algo en lo que estuve trabajando. Normalmente no me meto para nada en el trabajo de las escritoras, pero este Fic es buenísimo e inspira a que yo quiera ser creativa. Bueno, es un regalito que espero que te guste. La verdad no se mucho de esto, pero trate de hacerlo lo mejor que  pude....

Spoiler:

 Ahora si, hasta el próximo capítulo. 
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Mensaje por Emma.snix Lun Sep 02, 2013 5:05 pm

DafygleeK escribió:Nueva lectora por aqui!! Ya lei todos los capitulos! Es genial!!! Ya quiero que santana conozca a quinn y samuel, que bueno que britt se puede quedar! No quiero que deje a san. Este fic es fantasticamente fantastico!!!!! Actualiza pronto please! ;) xoxo
Hola, que bien que haya gustado el Fic, bueno creo que ya se conocieron por fin. ojala y que los que vienen te sigan gustando. muchos saludos y hasta la proxima.

Ali_Pearce escribió:
Oh Shit, eso fue estresante. ¿Es decir, que la relación entre Brittany y Santana está aprobada? Vaya...normalmente en algunas series o Novelas -que son en otras épocas- son los padres quienes aprueban la relación y entonces todos felices, pero aquí es diferente....tienen consentimiento divino! Entonces si una realidad quisieran casarse ¿Santana tendía que pedirle su mano a...el cielo, dios, los ángeles? Wow :D Debe haber una razón por lo que Britttana se apruebe, tal vez Dios a escuchado al Fandom XD Okno. Además de lo que dijo Sam, que sería peor que las separaran es decir que la quiere mantener vigilada por si quiere contarle algo a alguien (cosa que Santana no hará) Y encima de  todo parece que la evitarán a cenar...Este Fic está tan bueno.


Ok, creo que lo que entendí de tu comentario -y la verdad es lo que mi mente más repite- ¿Es que ellas dos si tendrán intimidad? No Way o.O Si en algún momento eso llega a pasar ¡Será épico! Antes pensaba "No como crees, si Brittany cayera en eso sería un pecado mayor y ahí si de vuelta al cielo" pero, ahora -y con los besos de la playa- creo que ella
es capaz de dejarse llevar por el deseo de sentir y de vivir todos los que los humanos vivimos, creo que sería lindo de leer :3 

Entonces, no leeremos más tarde...bien XD Hasta entonces!
Jajajaja mira que tu comentario me hizo el dia [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2414267551 con eso del Fandom, pero bueno si yo fuera escritora de Glee pues nunca hubiera roto Brittana, pero aya Ryan y sus escritores. ya fuera de eso te digo que por ahora tienen el permiso divino, solo por ahora pero no me quiero adelantar a los hechos tendrás que esperar. y tienes que esperar un poco mas para las escenas Wankis.
Gracias por comentar siempre y por esa imagen que hiciste que esta fenomenal, que te puedo decir me fascino es perfecta [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 2145353087  muchas gracias y saludos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 eres como mi salvadora jejejeje  

micky morales escribió:bueno, solo espero que britt se pueda quedar con san y que sus hermanos la acepten! ahora a ver como sera ser la novia de un angel!
Bueno sus hermanos ya la aceptaron y todo esta bien por ahora pero ya falta poco para que su amor se ponga aprueba, y no lo digo por ellas dos, si no por terceras personas
saludos y hasta la proxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 

aria escribió:Oh por Dios!!
No pense que se desataria la bomba tan rapido, me dio mucho pesar con Britt y lo fuertes que fueron los dos con Britt pero por suerte podra seguir viendo a San :D Santana tiene que ser muy especial para poder permiterle que Britt la siga viendo!
Bueno la bomba ya cayo y creo que les fue de maravilla, bueno eso creo. Que te puedo decir de Santana yo también creo que es muy especial ehh y por ahora esta permitido su amor ya veremos después. muchas gracias por comentar, espero y te gusten los capítulos siguientes.

Tat-Tat escribió:Es que si llegan a tener intimidad sería demasiado lindo.

Creo que dentro de la historia, Santana tiene mucho que ver. Como si el amor de ellas fuera lo necesario para salvar a Venus Cove... o sino porque todas las cosas malas le pasan a ella???
Siento que es mejor que la tengan de aliada.

Y me encanta que Britt tenga el poder de decirle a la gente que se quede (sanarla), pero más con una parte de existencia y espíritu que de heridas. No será que Britt tal vez haya sido el alma gemela de San en un pasado?

Saludos... muchas cosas pasan por mi cabeza.

Yo también creo que Santana es muy especial para la historia en si, pero no me quiero adelantar y mas con el poder Britt que no solo es curar si no que sera, una sorpresa para todos [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 918367557  tus deducciones son muy buenas. saludos y hasta la próxima [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 

libe escribió:no puedo creerlo aceptaron la relación bueno eso quiere decir que santana no es cualquier humano, cuando Samuel dijo que habrán 4 personas en la cena se refería a que santana tendría que ir? si es así que la suerte acompañe a santana con lo serio y duro que puede ser Samuel.

hasta el próximo capitulo
Heyy gracias siempre por comentar, la verdad agradezco a quienes lo hacen.
bueno como lo dije ya, esto por ahora es un permiso divino pero solo por ahora ehhh. pero te aseguro que los hermanos de Britt no serán problemas si no otros. muchos saludos y espero y te gusten los siguientes capítulos.
Emma.snix
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cerrado Fanfic [Brittana] Halo. Capitulo 17: La Calma Antes de la Tormenta. Capitulo 18: Príncipe Oscuro

Mensaje por Emma.snix Lun Sep 02, 2013 5:20 pm

Ali_Pearce muchas Gracias por la imagen tratare de ponerla como firma ehh y bueno aqui les dejo dos capitulos espero y sea de su agrado. Saludos


Capitulo 17:
La Calma Antes de la Tormenta
Mi relación con Santana parecía estarse profundizando después de la cena con mi familia. Sentíamos que teníamos permiso para expresar nuestros sentimientos sin temor a represalias. Comenzamos a pensar y a movernos en sincronía con la otra, como una sola entidad ocupando diferentes cuerpos. Aunque hacemos un constante esfuerzo por no desconectarnos del mundo que nos rodea, a veces simplemente no podremos lograrlo. Incluso tratamos de asignar tiempos específicos para estar con otra gente, pero en cuanto lo hacemos, los minutos parecen arrastrarse y nuestro comportamiento se siente tan superficial que inevitablemente volvemos a estar juntas en menos de una hora.
Durante el almuerzo, Santana y yo nos sentamos juntas en nuestra propia mesa privada en la parte trasera de la cafetería. Las personas pasaban delante de vez en cuando para hacer una broma o preguntar sobre los detalles de la competencia de natación, pero raramente alguien intentaba a unirse a nosotras, ni tampoco se hizo referencia a nuestra relación. En cambio, la gente orbitó alrededor de nosotras, manteniendo una respetuosa distancia. Si sintieron que había cuestiones secretas entre nosotras, al menos tenían suficientes modales para no entrometerse.
—Salgamos de aquí —dijo Santana, guardando sus libros.
—No hasta que hayas terminado tu ensayo.
—Está terminado.
—Has escrito tres líneas.
—Tres cuidadosamente consideradas líneas —objetó Santana—. Calidad sobre cantidad, ¿Recuerdas?
—Sólo me estoy asegurando de que te mantengas enfocada. No quiero ser responsable de distraerte de tus metas.
—Un poco tarde para eso —bromeó Santana—. Eres una gran distracción y una muy mala influencia.
— ¡¿Cómo te atreves?! —bromeé—. Es imposible para mí ser una mala influencia para nadie.
— ¿De verdad? ¿Y eso es por qué…?
—Porque soy la bondad personificada. ¡Soy tan pura como chillona!
Las cejas de Santana se fruncieron mientras reflexionaba esa confesión.
—Hmm… —dijo ella después de un momento—. Vamos a tener que hacer algo respecto a eso.
— ¡Cualquier excusa es buena para no hacer la tarea!
—Tal vez sea que tengo el resto de mi vida para cumplir mis metas. Pero ¿Quién sabe cuánto tiempo tengo contigo?
Sentí la preocupación que se filtraba en nuestra conversación tan pronto como las palabras fueron dichas. Usualmente esquivábamos este tema, que daba lugar a confusión, sobre todo cuando las cosas estaban fuera de nuestro ámbito de control.
—No pensemos en eso.
— ¿Cómo puedes pedirme que no piense en ello? ¿No te mantiene despierta por la noche? La conversación estaba tomando un rumbo que no me gustaba.
—Por supuesto que pienso en ello —dije—. Pero no veo el punto de echar a perder nuestro tiempo juntas ahora.
—Sólo siento como si debiéramos hacer algo —dijo ella, pero aun no se que dijo airadamente. Sabía que su ira no estaba dirigida a mí. El hecho de que no había nadie a quien culpar hacía las cosas más difíciles—. Deberíamos al menos intentarlo.
—No hay nada que podamos hacer —dije silenciosamente—. No creo que te des cuenta de con lo que estamos lidiando aquí. ¡No puedes simplemente jugar con las fuerzas del universo!
— ¿Qué pasó con el libre albedrío? ¿O era sólo un mito?
— ¿No olvidas algo? No soy como tú, así que esas reglas no se aplican a mí.
—Tal vez deberían.
—Tal vez… pero ¿Qué podemos hacer respecto a ello? ¿Comenzar una petición?
—Eso no es divertido, Britt. ¿Quieres ir a casa? —preguntó Santana, sus ojos capturando los míos.
Sabía que ella no se refería a Byron.
—No puedo creer que incluso me hagas esa pregunta.
—Entonces ¿Por qué no te molesta tanto como me molesta a mí?
—Si yo pensara que hay una forma de que pudiera quedarme aquí, ¿Crees que dudaría? —lloriqueé—. ¿Crees que me alejaría de buen agrado de la cosa más importante en mi vida?
Santana se volvió para mirarme con sus ojos marrones oscuros, su boca reducida a una dura línea. —Ellos, quien quiera que sean, no tienen control sobre nuestras vidas —dijo ella—. No voy a perderte, te juro que no te perderé Britt te lo juro. He pasado por esto antes y voy a hacer lo necesario para que no vuelva a ocurrir.
—Santana… —Comencé, pero ella me calló poniendo un dedo suavemente sobre mis labios que derretían mi conciencia.
—Sólo respóndeme una pregunta. Si tuviéramos que luchar contra esto, ¿Cuáles serían nuestras opciones?
— ¡No lo sé!
—Pero hay opciones, alguien a quien podamos pedir ayuda, algo que podamos intentar, ¿incluso si se trata de una posibilidad remota? —Miré en sus ojos y vi una urgencia que nunca había estado ahí antes. Santana siempre era tan tranquila y relajada—. Britt, necesito saberlo —dijo ella — ¿Hay una oportunidad? ¿Incluso una pequeña?
—Tal vez —dije—. Pero tengo miedo de que no la encontremos.
—Yo también, pero no podemos pensar de esa forma. Tenemos que tener fe.
— ¿Incluso si todo queda en nada?
—Tienes que decirte a ti misma que hay una oportunidad —Santana entrelazó sus dedos con los míos—. Eso es todo lo que necesitamos.
Durante las últimas semanas he sentido un poco de culpa sobre mi distanciamiento con Rachel, pero ella se había resignado a pasar tiempo conmigo cuando Santana estaba ocupada en otra cosa. Sabía que ella debería estar resentida por su monopolización de mi tiempo y atención, pero Rachel era realista y opinaba que las amistades tenían que tomar el asiento trasero cuando las relaciones comenzaban, especialmente si la relación era tan intensa como la mía con Santana. Ella parecía haber superado su previa irritación con ella, y aunque ella estaba lejos de aceptarlo como su amiga, estaba mucho más preparada para aceptarla como una de las mías.
Santana y yo paseábamos por el pueblo una tarde cuando vimos a Quinn bajo un roble con un veterano de cabello negro de Bryce Hamilton. El chico estaba vestido con una gorra de beisbol hacia atrás, las mangas de su camiseta estaban enrolladas hacia arriba para mostrar los músculos de sus brazos y él se mantenía sonriendo sugestivamente mientras hablaba. Nunca había visto a mi hermana tan nerviosa. El chico la había acorralado; ella cargaba una bolsa de compras con una mano y nerviosamente ponía su cabello detrás de su oreja con la otra, claramente buscando una forma de escapar.
Le di un codazo a Santana — ¿Qué está pasando allá?
—Parece que es Jesse St. James finalmente encontró valor para pedirle que salieran —dijo Santana.
— ¿Lo conoces?
—Está en el equipo varonil de Lacrosse.
—No creo que sea el tipo de Quinn.
—No me sorprende —dijo Santana—. Es un total sinvergüenza.
— ¿Qué debemos hacer?
—Oye, St. James —lo llamó Santana—. ¿Puedo decirte unas palabras?
—Estoy un poco ocupado, amiga—el chico replicó.
— ¿Has escuchado las noticias? —Dijo Santana—. Escuche que su entrenador quiere ver a todo el mundo en su oficina esta noche después del juego.
— ¿Sí? ¿Para qué? —dijo Jesse sin volverse.
—No estoy segura. Algo sobre recolectar nombres para las pruebas de esta temporada. Cualquier persona que no demuestre ser valiosa no podrá entrar.
Jesse St. James lució alarmado. —Debo irme —le dijo a Quinn—, te atraparé después.
Quinn dio una agradecida sonrisa a Santana mientras Jesse se iba.
Sam y Quinn finalmente parecieron aceptar a Santana. No interfería en nuestro espacio, sino más bien se convirtió en algo regular dentro de ella. Comencé a sospechar que a ellos realmente les gustaba tenerla cerca: primero, porque ella era fiable para mantener un ojo en mí; y segundo, porque se volvió útil cuando se tenía que trabajar con aparatos tecnológicos. Sam había encontrado que daba a sus estudiantes un aspecto extraño cuando no sabía cómo hacer funcionar el reproductor de DVD, y Quinn quería promover su programa de servicio social a través del sistema de correo electrónico de la escuela. Ambos habían solicitado la ayuda de Santana. Conociendo como eran mis hermanos, la tecnología era un poco como un terreno minado para ellos, porque cambiaba constantemente. Samuel había permitido a regañadientes que Santana le mostrara como enviar correos a sus colegas de Bryce Hamilton y también enseñarle como hacer funcionar el IPod. Me parecía que Santana hablaba en todo un idioma diferente a veces, usando términos alienígenas como Bluetooth, gigabyte y Wi-Fi. Si hubiera sido alguien más la habría callado, pero amaba el sonido de su voz, sin importar de lo que estaba hablando. Podía ocuparme a mí misma por horas observando la manera en que ella se movía, escuchando la forma en que hablaba, reteniéndolo todo en mi memoria.
Aparte de ser nuestro ángel tecnológico, Santana tomaba su responsabilidad como mi guardaespaldas tan seriamente que me encontré teniendo que recordarle que no estaba hecha de cristal y que había logrado mantenerme bastante bien antes de su llegada. Habiendo sido confiada para cuidarme por Sam y Quinn, Santana estaba determinada a mantener su palabra y convencerlos de su carácter moral. Ella era la única que me recordaba tomar suficiente agua y quien esquivaba preguntas de mis curiosos compañeros de clase. Incluso se encargó de responder por mí un día cuando el Sr. Collins preguntó porque no había logrado terminar mi tarea para el plazo convenido.
—Britt tiene otros compromisos por el momento —explicó—. Ella lo tendrá para el final de esta semana.
Sabía que si me olvidaba de hacerla, Santana la terminaría por mí y la entregaría sin que me diera cuenta.
Ella se volvió fieramente protectora cada vez que alguien no estaba de acuerdo con acercarse en un radio de dos metros de distancia de mí.
—Uh-uh —Sacudió su cabeza hacia mí cuando un chico llamado Tom Snooks me preguntó si yo quería salir con él y sus amigos una tarde.
— ¿Qué está mal con él? —Pregunté de mal humor—. Parece agradable.
—Él no es tu tipo de persona.
— ¿Por qué?
— ¿Haces demasiadas preguntas, no crees?
—Sí. Ahora dime por qué.
—Bueno, porque él está con el hada verde la mayor parte del tiempo.
Lo miré sin comprender así que se vio forzado a explicarse.
—Es un buen amigo de Puff, el Dragón Mágico —insinuó Santana, y esperó para que registrase su información, rodando sus ojos cuando no lo hice—. Eso sólo pasa cuando estás drogada.
Si no hubiera sido por Santana actuando como un amortiguador, mi vida en Bryce Hamilton habría sido mucho más difícil. Los problemas parecían buscarme a pesar de que hacía todo lo posible por evitarlos. Me encontré con uno un día que estaba cruzando el estacionamiento para llegar a inglés.
— ¡Oye, aquí, encanto! —me giré cuando escuché la voz detrás de mí.
Era una veterana larguirucha de pelo liso y castaña, con la piel blanca. Estaba en mi clase de biología, pero rara vez se presentaba. La había visto detrás de los basureros fumando cigarrillos y apagándolos en su carro. Estaba flanqueada por otras tres chicas, todas sonriendo desagradablemente.
—Hola —dije nerviosamente.
—No creo que tengamos que saludarnos adecuadamente —ella sonrió—. Soy Marley.
—Gusto en conocerte—. No reconocí su mirada. Algo en su actitud me hacía sentir incómoda.
— ¿Nadie te dijo que tienes un bastidor muy dulce? —preguntó. Marley. Las chicas detrás de ellas rieron por lo bajo.
— ¿Disculpa? —no entendía a lo que ella se refería.
—Quiero conocerte mejor, si sabes a lo que me refiero—. Marley dio un paso hacia mí. Inmediatamente me precipité lejos de ella—. No seas tímida, cariño —dijo.
—Tengo que ir a clase.
— ¿Segura que no puedes retrasarte unos minutos? —Dijo, con un acento lascivo—. Soy de un polvo rápido—. Ella tomó mi hombro.
— ¡No me toques!
—Ooh, más determinada de lo que parece —Marley rió y apretó con más fuerza.
—Quita tus manos de ella—. Suspiré de alivio cuando Santana se paró enfrente de mí, alta y tranquilizadora. Me coloqué instintivamente más cerca de ella, disfrutando de la seguridad de su presencia. Tenía el cabello apartado recogido. Sus familiares ojos Marrones estaban estrechos de furia.
—No estaba hablando contigo —dijo Marley, dejando caer la mano—. Esto no es tú asunto.
—Sus asuntos son mis asuntos.
— ¿Ah, sí? ¿Crees que puedes detenerme?
—Tócala de nuevo y veremos qué sucede —advirtió Santana.
— ¿Quieres pelear por ella? —Pruébame —Santana se quitó la chaqueta y se arremangó la camisa. Pude ver el crucifijo justo en el hueco de su garganta. La tela de la camisa de la escuela estaba tensa contra los esculpidos y finos de sus brazos. Ella era significativamente un poco más baja que Marley, y pude ver a otra chica hacer una rápida evaluación de su fuerza.
—Déjalo ir, Mar—. Una de sus amigas le aconsejó y luego bajó su voz—. Ésa es Santana López.
Esto pareció tener un efecto disuasorio en Marley.
—Lo que sea—. Escupió en el suelo, me dio una mirada asesina y se marchó.
Santana envolvió un brazo alrededor de mi hombro y me acerqué más a ella, respirando su limpio y fresco aroma.
—Algunas chicas realmente necesitan que les enseñen buenos modales —dijo ella desdeñosamente. La miré.
— ¿Realmente ibas a tener una pelea por mí?
—Por supuesto —no dudó.
—Pero, eran cuatro de ellas.
—Britt, lucharía con el ejército de Megatron para protegerte.
— ¿Quién?
Santana sacudió su cabeza y rió.
—Sigo olvidando que tenemos diferentes puntos de referencia. Sólo estoy diciendo que no estoy asustada de cuatro pequeñas punks.
Santana no sabía mucho sobre ángeles, pero sí sobre la gente. Ella sabía lo que ellos querían mucho mejor de lo que yo lo hacía, y por lo tanto podía decidir en quien confiar y con quien mantener una distancia segura. Sabía que Sam y Quinn estaban preocupados por las ramificaciones de nuestra relación pero sentía que Santana me suministraba una fuerza y una confianza en mí misma que me hacía más fuerte para cualquiera que fuese mi rol en nuestra misión. A pesar de que ella no entendía la naturaleza de nuestro trabajo en la tierra, ella estaba consciente de no distraerme de ello. Al mismo tiempo, su preocupación por mi bienestar rayaba en la obsesión puesto que se preocupaba por las más pequeñas cosas, como mi nivel de energía.
—No tienes que preocuparte por mí —le recordé un día en la cafetería—. A pesar de lo que Samuel piensa, puedo cuidar de mí misma.
—Sólo estoy haciendo mi trabajo —replicó ella—. Por cierto… ¿Has almorzado hoy?
—No tengo hambre. Samuel siempre cocina un gran desayuno.
—Ten, come esto—. Ordenó ella, empujando una barrita energética a través de la mesa. Como una atleta, siempre parecía tener un suministro interminable de ellas. La etiqueta me dijo que contenía anacardos, coco, albaricoques y semillas.
—No puedo comer esto; ¡tiene alpiste en ella!
—Son semillas de sésamo y están llenas de energía. No quiero que te agotes.
— ¿Por qué habría de hacer eso?
—Porque tu azúcar en la sangre está probablemente baja, así que no argumentes.
A veces es más fácil no discutir con Santana cuando su objetivo es tratar de cuidarme.
—Está bien, Mamá —digo, mordiendo la barra de fibra—. Por cierto, esto sabe a cartón.
Descanso mi cabeza en sus bronceados brazos, tranquila como siempre por su solidez.
— ¿Adormilada? —preguntó.
—Phantom roncó durante toda la noche y no tuve corazón para sacarlo a patadas.
Santana suspiró y palmeó mi cabeza. —A veces no eres demasiado buena en cuanto a tu propio bien. No creas que no he notado que sólo has dado un mordisco a esa barra. Ahora come.
—Santana, por favor, ¡alguien puede oírte!
Ella cogió la barra y la agitó en el aire haciendo un sonido silbante con la boca. —Será mucho más avergonzante si comenzamos a jugar a los aviones.
— ¿Qué son los aviones?
—Un juego que las madres inventaron para lograr que sus hijos coman.
Reí, y ella aprovechó la oportunidad para deslizar la barra saludable directamente en mi boca.
Santana amaba contar historias acerca de su familia y yo amaba escucharla. Cuando hablaba, me encontraba enormemente distraída por ella. Últimamente sus anécdotas giraban alrededor de la boda próxima de su hermano mayor. Usualmente interrumpía con preguntas, hambrienta por los detalles que ella omitía. ¿De qué color eran los vestidos de las damas? ¿Cuál era el nombre del joven primo que habían reclutado para ser el portador de los anillos? ¿Quién estaba a favor de una banda en lugar de un cuarteto de cuerda? ¿Serían los zapatos de la novia de satén blanco? Cuando no podía responder, ella prometía averiguar los detalles para mí.
Mientras comía, Santana me explicó cómo su madre y su hermano tenían diferencias sobre los preparativos de la boda. Su hermano Alex quería una ceremonia en el jardín botánico local, pero su madre decía que eso era tan ―primitivo. Los López eran una familia antigua de Saint Mark y tenían una antigua asociación con la iglesia. La señora López quería que la boda se celebrara ahí. Durante las disputas recientes, ella había amenazado con no asistir a la boda si no iba a ser celebrada en la Casa de Dios. De acuerdo con ella, los votos que no eran intercambiados en un lugar santificado no tenían validez. Así que habían llegado a un arreglo, la ceremonia tendría que ser en la iglesia y la recepción en un pabellón junto a la playa. Santana se rió entre dientes mientras me contaba la historia, divertida por las irracionales payasadas de los Hombres de su familia. Yo no podía dejar de pensar lo bien que su madre se llevaría con Sam.
A veces me sentía eliminada de esta parte de la vida de Santana. Era como si ella estuviera viviendo una doble vida: una que compartía con su familia y amigos, y luego su profundo apego hacia mí.
─ ¿Piensas alguna vez que no estamos hechas la una para la otra? ─le pregunté, apoyando la barbilla en mis manos y tratando de descifrar su expresión.
—No, no lo pienso —dijo ella, sin dudarlo esta segunda vez—. ¿Tú sí?
—Bueno, sé que no se supone que esto pasara. Alguien allá arriba se equivocó.
—No somos un error —insistió Santana.
—No, pero estoy diciendo que hemos ido contra el destino. Esto no es lo que ellos planeaban para nosotras.
—Estoy contenta por la confusión, ¿tú no?
—Yo lo estoy…
— ¿Pero?
—Pero no quiero convertirme en una carga para ti.
—No eres una carga. Eres exasperante a veces y no escuchas consejos, pero nunca serás una carga.
—No soy exasperante.
—Olvidé mencionar que no eres la mejor para juzgar el bien, incluido el tuyo propio.
Le revolví el pelo, disfrutando de su sedosidad en mis dedos. — ¿Crees que le gustaría a tu familia? —pregunté.
—Por supuesto. Ellos confían en mi buen juicio en la mayoría de las cosas.
—Sí, pero ¿qué si ellos piensan que soy rara?
—Ellos no son así pero… ¿Por qué no lo averiguas? Ven y conócelos este fin de semana. He tenido la intención de invitarte.
—No estoy segura —evadí—. No me siento cómoda alrededor de gente nueva.
—Ellos no son gente nueva —dijo ella—. Los conozco de toda mi vida.
—Quise decir nueva para mí.
—Son parte de quien soy, Britt. Significaría mucho para mí que los conocieras. Han oído mucho de ti.
— ¿Qué les dijiste?
—Lo buena que eres.
—No soy tan buena, o no estaríamos en esta situación.
—Las chicas que son todas buenas nunca me han llamado la atención. ¿Así que vendrás?
—Lo pensaré.
Tenía la esperanza de que lo pidiera y luego decir que sí pero parte de mí temía sentirse diferente a ellos. Después de lo que había oído sobre su conservadora madre, no quería ser juzgada. Santana leyó mi rostro.
— ¿Cuál es el problema? —preguntó.
—Si tu madre es religiosa, ella quizá reconozca un ángel caído cuando lo vea—. Sonó realmente estúpido una vez que lo dije en voz alta.
—No eres un ángel caído. ¿Tienes que ser tan melodramática?
—Soy caída comparada con Quinn y Samuel.
—Bueno, difícilmente creo que mamá se entere. Tuve que enfrentarme al equipo de Dios, ¿Recuerdas? Y no intentaba escaparme de ello.
—Tienes un punto ahí.
—Entonces está arreglado. Te recogeré el sábado a las cinco. Tu clase de literatura está por comenzar, te acompañaré.
Cuando estaba recogiendo mis libros, un trueno hizo eco a través de la cafetería y la luz del sol que fluía a través de las ventanas desapareció. El cielo se volvió oscuro y amenazaba con llover. Todos sabíamos que el feliz clima primaveral no iba a durar, pero fue igual de decepcionante comprobarlo. La temporada de lluvia podía ser amarga a lo largo de esta parte de la costa.
—La lluvia está por llegar —Santana dijo mirando al cielo.
—Adiós, sol —gemí.
Apenas había terminado de hablar cuando las primeras gruesas gotas comenzaron a caer. Los cielos se abrieron y pronto la lluvia estaba cayendo en amplias cortinas, tamborileando en el techo de la cafetería. Observé a los estudiantes correr a través del patio, escudando sus rostros con carpetas. Un par de chicas jóvenes se quedaron a la intemperie, permitiéndose a sí mismas empaparse, riendo histéricamente. Estarían en problemas cuando finalmente volvieran mojadas a clase. Vi a Sam dirigiendo a la orquesta de viento, con una expresión preocupada en su rostro. El paraguas que él sostenía se inclinaba por el fuerte viento que había estallado.
— ¿Vienes? —preguntó Santana.
—Quedémonos y observemos la lluvia por un momento. No está sucediendo mucho en literatura ahora mismo.
— ¿Esa es la Britt mala hablando?
—Creo que necesitamos revisar tu definición de ―mala ¿No puedo quedarme contigo en esta clase?
— ¿Y dejar que tu hermano me acuse de ser una mala influencia para ti? Por nada del mundo. Por cierto, he oído que hay un estudiante nuevo, de intercambio desde Londres. Creo que está en tu clase. ¿No tienes ni un poco de curiosidad?
—No especialmente. Tengo todo lo que necesito aquí. —Dejé correr mi dedo a lo largo de su mejilla, trazando su contorno liso.
Santana apartó mi dedo y besó la punta antes de posicionarla firmemente en mi regazo me atrajo a si a ella, tomo mi labios y los posesiono junto al de ella comenzando un beso y sintiéndose como el Halo de nuestras vidas, yo no quería saber nada más que estar entre sus brazos delicados y reconfortantes, muy cálidos pero sobre todo muy míos. —Escucha, este chico podría ser apropiado para ti. Dijo apartándose muy lentamente de mí. De acuerdo con un pajarito, él ya ha sido expulsado de tres colegios y fue enviado aquí para resolverlo. Supongo que porque está muy lejos de cualquiera cosa que lo haría meterse en problemas. Su padre es un magnate de los medios de comunicación o algo así. ¿Ahora estás interesada?
—Tal vez… sólo un poco.
—Bien, ve a clase y compruébalo. Tal vez puedas ayudarlo.
—De acuerdo, Santana, pero ya tengo una consciencia y me da trabajo todo el tiempo. No necesito otra.
—Yo también te amo, Britt más que a mi propia vida que me fue prestada.
Cuando mirara hacia atrás, rememorando ese día, recordaría la lluvia y la expresión de Santana. Ese cambio en el tiempo marcó también un cambio en nuestras vidas, uno que ninguna de nosotras podría haber visto venir. Mi vida en la tierra había estado llena hasta ahora de dramas menores y la angustia de la juventud, pero estaba a punto de aprender que esos problemas habían sido juegos de niños comparado con lo que enfrentaríamos después.
Supongo que sirvió para enseñarnos mucho sobre lo que era importante en la vida. No creo que hubiéramos podido evitarlo, formaba parte de nuestra historia desde el principio. Después de todo, las cosas habían estado fluyendo con relativa facilidad, nos dirigíamos a estrellarnos contra un obstáculo. Sólo que no esperamos que el golpe fuera tan fuerte y muy doloroso para nuestro incierto futuro.
El obstáculo recorrió todo el camino desde Londres y tenía un nombre: Jake Thorn.

















Capitulo 18:
Príncipe Oscuro


Aunque era mi clase más interesante por mucho, no estaba de humor para literatura. Quería pasar más tiempo con Santana, estar separada de ella siempre me causaba dolor físico, como un calambre en el pecho y no sabía por qué. Cuando llegamos al salón de clases, estreché sus dedos con más fuerza y la atraje hacia mí. No importaba cuánto tiempo pasáramos juntas, nunca parecía ser suficiente; siempre quería más y más de ella. Cuando se trataba de ella, tenía un apetito voraz que nunca se podía satisfacer.
—No importará si llego sólo unos minutos tarde —lo persuadí.
—No —dijo Santana, quitando uno por uno los dedos que estaban ahora agarrando su cintura —. Vas a entrar a tiempo.
—Te estás convirtiendo en una abuela —rezongué. Hay Britt no sabes cuanta  abstinencia estoy sobrellevando a diario. Y eso porque pregunte.
Ella ignoró mi pregunta y me puso los libros en mis brazos. Ahora casi nunca me dejaba llevar algo más tiempo del necesario. Debo haber parecido una perezosa ante todos los demás, siempre caminando por ahí con Santana a mi lado, obedientemente cargando mis pertenencias.
—Ya sabes, yo puedo llevar mis propias cosas, San, no soy una inválida.
—Lo sé —respondió, lanzándome su adorable media sonrisa donde podía notar sus hoyuelos en sus mejillas—. Pero a mí me gusta estar a tu disposición.
Antes de que pudiera detenerme, le eché los brazos al cuello y la arrastré a un hueco entre los casilleros. Era su culpa en realidad, por plantarse ahí delante con su suave cabello cayéndole sobre los hombros, con la camisa de la escuela por fuera y el cordón de cuero trenzado ciñéndole la muñeca como si fuera una parte de ella. Si no quería que la atacara, no debería haberse puesto en mi camino.
Santana dejó caer sus libros y me devolvió el beso con pasión, con hambre, con algo que estaba propenso a pasar, si saber que es, con sus manos sujetándome el cuello y su cuerpo presionado contra el mío, sentía que mi cuerpo vibraba con tan solo tenerla entre mi cuerpo sujetándola fuertemente, sin querer apartarla de mi. Los pocos estudiantes que corrían a sus clases nos miraron con la boca y ojos muy abiertamente.
—Búsquense una habitación —soltó alguien, pero lo ignoramos. Durante ese momento el espacio y el tiempo no existían, ni Dios mismo en ese instante podían separarnos: sólo estábamos nosotras dos, en nuestra propia dimensión personal, y yo no podía recordar dónde estaba y ni siquiera quién era. No podía distinguir dónde terminaba mi ser y empezaba el suyo. Me hacía pensar en una línea de Jane Eyre cuando Rochester le dice a Jane que la ama como si fuera su propia carne. Así era exactamente como se sentía amar a Santana.
Entonces se separó de mí.
—Es usted muy mala, señorita Pierce —dijo, respirando pesadamente y con un color en su cara, con una sonrisa en los labios. Puso una voz distinguida—. Y yo estoy totalmente indefensa ante sus encantos. Ahora creo que ambas llegaremos tarde a clase.

Por suerte para mí, la señorita Castle no era el tipo de profesora que se preocupaba por la puntualidad. Ella me dio una carpeta cuando entré y tomé asiento al frente del salón.
—Hola, Britt —me dijo—. Estábamos discutiendo acerca de la introducción al tercer trimestre. He decidido asignarles un trabajo de escritura creativa por parejas. Tienen que preparar juntos y leer en clase un poema sobre el amor, como preludio para el estudio de los grandes poetas románticos: Wordsworth. Shelley, Keats y Byron. Antes de empezar, ¿alguien tiene algún poema favorito que desee compartir con nosotros?
—Yo —dijo una voz refinada desde el fondo del salón.
Le eché un vistazo a los rostros para identificar a quién poseía aquel inconfundible acento inglés. Un intimidante silencio calló sobre el resto de la clase. Era el nuevo.
“Qué valor, pensé, meterse en semejante compromiso en su primer día…” Eso o era enormemente vanidoso.
— ¡Gracias, Jake! —dijo la señorita Castle con entusiasmo—. ¿Quieres venir a recitarlo?
—Desde luego.
El chico que avanzaba con aplomo al frente del salón no era como yo había esperado. Había algo en su apariencia que hizo que se me encogiera el estómago. Era alto y delgado, y su cabello oscuro y liso alcanzaba sus hombros. Sus pómulos eran prominentes, lo que le daba un aire demacrado. Su nariz se curvaba ligeramente en la punta, y sus brillantes ojos verde jade se agazapaban bajo unas cejas muy marcadas. Sus labios se curvaban en una permanente sonrisa sarcástica. Lo hacía parecer intolerante a sus alrededores.
Iba con jeans negros, una camiseta negra, y un oscuro tatuaje de una serpiente se enroscaba alrededor de su antebrazo. Él parecía totalmente natural ante el hecho de no llevar puesto el uniforme de la escuela el primer día. De hecho, tenía el confiado y arrogante andar de quien se considera por encima de las normas. No podría negarse que era guapo. Pero había algo en él que iba más allá de la belleza. ¿Gracia, encanto, elegancia, o algo más peligroso?
La mirada provocativa de Jake barrió todo el salón. Antes de que yo pudiera agachar mi cabeza, sus ojos se encontraron con los míos y permanecieron allí. Luego esbozo una sonrisa aplomada antes de comenzar.
—Annabel Lee, una balada de Edgar Allan Poe —anunció suavemente—. Quizá les interese saber que Poe se casó con su prima de trece años, Virginia, cuando él tenía veintisiete. Ella murió dos años más tarde de tuberculosis.
La clase lo miraba hechizada. Cuando empezó a hablar, su voz parecía fluir como un almíbar e inundar la clase entera. Era la voz culta, confiada, de alguien que solía hacer las cosas a su propia manera.

Sucedió hace muchos, muchos años,
en un reino junto al mar.
Allí vivía una doncella conocida
por el nombre de Annabel Lee;
y esa doncella no vivía con otro pensamiento
que el de amarme y que yo la amara.
Yo era un chiquillo y ella una chiquilla,
en aquel reino junto al mar:
Pero nos amábamos con un amor que era más que amor -
mi Annabel Lee y yo -.
Con un amor que los alados serafines del cielo
envidiaban de nosotros.
Y éste fue el motivo por el que, hace mucho tiempo,
en aquel reino junto al mar,
un viento llegó desde una nube, helando
a mi hermosa Annabel Lee;
entonces vino aquel hidalgo pariente suyo
y la apartó de mi lado,
para encerrarla en un sepulcro
en aquel reino junto al mar.
Los ángeles que no eran tan felices en el cielo,
nos tenían envidia
- ¡ Sí ! - éste fue el motivo (como toda la gente sabe,
en aquel reino junto al mar )
para que el viento viniera por la noche desde la nube,
helando y matando a mi Annabel Lee.
Pero nuestro amor era mucho más fuerte que el amor
de aquellos que eran más viejos que nosotros
- de muchos que sabían más que nosotros -
y ni siquiera los ángeles allá arriba en cielo,
ni los demonios en las profundidades del mar,
podrán nunca separar mi alma del alma
de la hermosa Annabel Lee.
Jamás brilla la luna, sin que yo sueñe
con la hermosa Annabel Lee;
jamás salen las estrellas, sin que yo sienta los brillantes ojos
de la hermosa Annabel Lee;
y así, durante toda la noche, permanezco tendido al lado
de mi querida, mi querida, mi vida y mi novia
allá en el sepulcro junto al mar
en su tumba junto al mar sonoro.

Cuando Jake terminó, no pude evitar notar que todas las mujeres en la habitación, incluida la señorita Castle, estaban extasiadas, mirándolo como si su caballero de brillante armadura acabara de llegar. Incluso yo misma debía reconocer que su actuación había resultado impresionante. Su recitación del poema había sido conmovedora, como si Annabel Lee hubiera sido el amor de su vida. Por la mirada de algunas chicas, estaban listas para abalanzarse sobre él para consolarlo por su pérdida.
—Esa fue una interpretación muy expresiva —susurró la señorita Castle—. Debemos tenerte en mente para cuando llegue la noche de Jazz y poesía. Muy bien todos, espero que eso haya inspirado algo para su propia poesía. Me gustaría que se reunieran en parejas e hicieran una lluvia de ideas. La forma es totalmente libre. Den rienda suelta a su imaginación. Licencia poética completa.
La clase empezó a cambiar de asiento y a distribuirse en parejas alrededor del salón. De vuelta a su sitio, Jake se detuvo frente a mi escritorio.
— ¿Quieres que seamos pareja? —ronroneó—. Escuché que tú también eres nueva.
—Ya llevo un tiempo aquí —dije, sin apreciar la comparación.
Jake interpretó mi respuesta como una aceptación ante su ofrecimiento, y se deslizó fácilmente en el asiento a mi lado. Se reclinó en su silla, con las manos descansando cómodamente en su nuca.
—Soy Jake Thorn —dijo, mirándome con sus ojos oscuros entornados. Ofreciendo una mano, la personificación de los buenos modales.
—Brittany Pierce —repliqué, ofreciéndole mi mano con cautela.
En lugar de estrechármela, como yo esperaba, le dio la vuelta y se la llevó a los labios en un ridículo gesto de galantería.
—Es un gran placer conocerte.
Estuve a punto de soltar una carcajada. ¿Esperaba que me lo tomara en serio? ¿Dónde creía que estábamos? Habría reído si no me hubiera encontrado mirando sus ojos. Eran de color verde oscuro con una intensidad llameante. Y no obstante, había un matiz hastiado en su expresión que sugería que había visto más del mundo que la mayoría de los chicos a su edad. Su mirada me recorrió y tuve la sensación de que no se había perdido nada. Llevaba un colgante de plata alrededor de su cuello, una media luna con extraños símbolos grabados.
Tamborileó los dedos casualmente en el escritorio.
—Entonces —dijo—, ¿alguna idea?
Lo miré desconcertada.
—Para el poema —me recordó, enarcando una ceja.
—Empieza tú —repliqué—, yo aún estoy pensando.
—Muy bien —dijo—. ¿Alguna preferencia en particular de metáfora? ¿Selvas, arcoíris, algo así? —Se rió ante algún chiste privado—. Yo tengo debilidad por los reptiles.
— ¿Qué se supone que significa eso? —pregunté con curiosidad.
—Tener debilidad por algo significa que te gusta.
—Ya sé lo que significa, pero ¿por qué los reptiles?
—Piel dura y sangre fría —dijo Jake con una sonrisa.
Repentinamente, se giró lejos de mí y garabateó una nota en un trozo de papel. Lo estrujó en una bola y se lo lanzó a las dos chicas góticas, Alicia y Alexandra, que estaban sentadas delante de nosotros, inclinadas sobre sus cuadernos, escribiendo rápidamente. Se giraron a mirar enojadas, que pronto su enojo se desvaneció cuando vieron quién era el remitente. Rápidamente miraron el contenido de la nota, susurrando emocionadamente. Alicia le echó un vistazo a Jake por debajo del pesado flequillo y asintió casi imperceptiblemente. Jake guiñó y, pareciendo complacido con sus esfuerzos, volvió a reclinarse en su silla.
—Así que el tema es el amor —prosiguió.
— ¿Qué? —pregunté estúpidamente.
—Para nuestro poema. —Deslizó su mirada sobre mí—. ¿Lo has olvidado de nuevo?
—Estaba distraída.
— ¿Preguntándote lo que les estaba diciendo a esas chicas? —me preguntó maliciosamente.
— ¡No! —dije un poco demasiado rápido.
—Sólo estoy tratando de hacer amigos —dijo, su rostro repentinamente muy abierto y honesto—. Es duro ser el nuevo en la ciudad.
Sentí una repentina punzada de compasión por él.
—Estoy segura de que harás amigos rápidamente —dije—. Todos fueron realmente amables cuando llegué. Y estoy aquí si necesitas a alguien para que te muestre los alrededores.
Sus labios se torcieron en una sonrisa.
—Gracias, Brittany. Me aseguraré de tomarte la palabra ante esa oferta.
Consideramos ideas en silencio por un rato hasta que Jake habló de nuevo.
—Así que, ¿qué hacen aquí para divertirse?
—La mayoría de las personas sólo salen con sus amigos, van a la playa, cosas así —repliqué.
—No, me refiero a qué haces tú para divertirte.
—Oh —Hice una pausa—. Yo paso la mayor parte del tiempo con mi familia… y con mi novia.
—Ah, ¿hay una novia? ¡Qué bueno! —Jake sonrió—. No es que me sorprenda. Por supuesto que tienes novia… con un rostro así. ¿Quién es la afortunada?
—Santana López —contesté, avergonzada por su cumplido.
— ¿Tiene intención de tomar los hábitos muy pronto?
Fruncí en ceño.
—Es un nombre hermoso —dije a la defensiva—. Quiere decir ―.venerada por muchos.
Él sonrió. .
—Ya veo —dijo Jake—. Error mío.
Me removí incómoda en mi asiento.
— ¿Y qué te parece tu nuevo hogar? —preguntó Jake finalmente
—Venus Cove es un lugar agradable para vivir y la gente es auténtica —dije—. Aunque alguien como tú quizá lo encuentre aburrido.
—No lo creo —dijo mirándome—. Ya no, no si hay gente como tú por aquí.
La campana sonó, y recogí a toda prisa mis libros, deseosa de reunirme con Santana.
—Nos vemos, Brittany —dijo Jake—. Quizá seamos más productivos la próxima vez.
Me asaltó una sensación de inseguridad cuando alcancé a Santana junto a los casilleros. Por alguna razón, me sentía intranquila y lo único que deseaba era sentir sus brazos protectores a mí alrededor, a pesar de que ya habíamos pasado la mayor parte del día en esa posición. Cuando guardó sus libros, me acurruqué en sus brazos y me aferré a ella como una lapa.
—Guau —dijo, con sus brazos cerrándose a mí alrededor—. Yo también me alegro de verte. ¿Estás bien?
—Sí —dije, enterrando mi rostro en su camisa y aspirando su familiar esencia—. Sólo te extrañé.
—Hemos estado separadas una hora. —Santana rió—. Vamos, salgamos de aquí.
Caminamos hasta el estacionamiento. Samuel y Quinn le habían dado permiso para llevarme a casa ocasionalmente, lo que ella consideraba un gran progreso. Su auto estaba estacionado en el sitio de siempre, a la sombra de una fila de robles, y me abrió la puerta. No estaba segura de lo que pensaba que iba a pasarme si me dejaba abrirla yo sola. Quizá estaba preocupada de que se desprendieran las bisagras y me aplastara, o que yo me torcería la muñeca tratando de abrirla.
O quizá lo habían educado con excelentes modales anticuados.
Santana no arrancó el motor hasta que me había puesto el cinturón de seguridad y coloqué las mochilas en el asiento trasero. Sam le había dicho que yo era susceptible al dolor y el daño y que mi forma humana podría resultar dañada. Santana se lo había tomado muy apecho y salió del estacionamiento con un aire de intensa concentración.
Pero ni siquiera la prudencia al conducir de Santana pudo prevenir lo que sucedió a continuación. Mientras estábamos girando hacia la carretera principal, una motocicleta negra y brillante salió de ninguna parte y se cruzó delante de nosotros. Santana frenó bruscamente, haciendo al Chevy derrapar y evitando el choque por poco. Giramos a la derecha y chocamos con el bordillo. Yo me fui hacia delante, el cinturón atrapándome y reteniéndome contra el asiento con un doloroso tirón. La motocicleta se alejó rugiendo calle abajo, dejando una nube de gases del escape en su estela. Santana lo miró muda de asombro antes de girarse para comprobar que yo estaba bien. Una vez que estuvo satisfecha de que yo estaba ilesa, fue capaz de soltar su rabia.
— ¿Qué demonios fue eso? —rugió—. ¡Qué idiota! ¿Viste cómo conducía? Si llego a averiguar quién es, que Dios me ayude, estrellaré su cabeza contra un poste.
—Fue difícil ver su cara con ese casco —dije quedamente.
—Lo averiguaremos pronto —gruñó Santana—. No se ven muchas Yamaha V Star 250 por aquí.
— ¿Cómo conoces el modelo? —pregunté.
—Me gustan los motores.
Santana me llevó a casa, examinando sospechosamente los carros que pasaban como si el incidente pudiera repetirse. Para cuando nos detuvimos frente a Byron, ya parecía haberse tranquilizado un poco.
—Hice limonada —dijo Quinn mientras abría la puerta. Parecía tan doméstica con su delantal que a ambos se nos escapó una sonrisa—. ¿Por qué no pasas, Santana? —preguntó—. Puedes hacer la tarea con Brittany.
—Uh, no, gracias. Tengo algunos deberes que le prometí a mi madre que haría —dijo, eludiendo la invitación.
—Samuel no está. —En ese caso, seguro. Gracias.
Mi hermana nos hizo pasar y cerró la puerta. Phantom salió disparado de la cocina al oírnos y se abalanzó sobre nuestras piernas a modo de saludo.
—Primero la tarea; luego el paseo —dije.
Desplegamos los libros sobre la mesa del comedor. Santana tenía que terminar un reporte de psicología y yo tenía que analizar una caricatura política para la clase de historia. La caricatura era del rey Luis XVI, de pie junto al trono, al parecer muy satisfecho de sí mismo. Se suponía que yo interpretara el significado de los objetos que había alrededor.
— ¿Cómo se llama eso que está sosteniendo? —Le pregunté a Santana—. No puedo verlo bien.
—A mí me parece un atizador —dijo Santana.
—Dudo mucho que Luis XVI atizara su propio fuego. Yo creo que es un cetro. ¿Y qué es lo que lleva puesto?
—Hum… ¿un poncho? —sugirió Santana.
Puse los ojos en blanco.
—Sacaré altas calificaciones con tus consejos.
A decir verdad, ni la tarea que me habían asignado ni las calificaciones con las que recompensaran mis esfuerzos me interesaban en lo más mínimo. Las cosas que deseaba aprender no venían de los libros; procedían de la experiencia y de la relación con la gente. Pero Santana estaba concentrada en su reporte de psicología y yo no quería distraerla más, así que bajé mi cabeza y volví a examinar la caricatura. Mi capacidad de atención resultó ser antinaturalmente efímera.
—Si pudieras rectificar una sola cosa que has hecho en tu vida, ¿cuál sería? —pregunté, haciéndole cosquillas a Phantom en el hocico con las plumas de mi bolígrafo. Ella lo agarró entre los dientes, creyendo que era un bicho peludo, y se alejó victoriosamente.
Santana dejó su propio bolígrafo y me miró, socarrona.
— ¿No querrás decir cuál es la variable independiente en el Experimento de la prisión de Standford?
—Aburrido —dije.
—Me temo que no todos hemos sido bendecidos con conocimiento divino.
Di un suspiro.
—No puedo creer cómo te interesan estas cosas.
—No me interesan. Pero no tengo elección —dijo—. Tengo que entrar a la universidad y conseguir un trabajo decente si quiero tener éxito. Ésa es la realidad. —Se rió—. Bueno, supongo que no tú realidad; pero la mía seguro que sí.
No tenía respuesta para eso. La idea de Santana haciéndose mayor, obligado a hacer el mismo trabajo un día sí y otro también para mantener a una familia hasta la muerte, me daban ganas de llorar. Yo quería que su vida fuera más fácil y que la pasara conmigo.
—Lo siento —dije quedamente.
Ella deslizó su silla más cerca de mí.
—No lo sientas —dijo—. Yo preferiría mucho más hacer esto… —Se inclinó y me besó el cabello, deslizando lentamente los labios hasta encontrar mi barbilla y finalmente mi boca—. Preferiría mucho más pasarme todo el tiempo hablando contigo, estando a tu lado, descubriéndote —dijo—. Pero sólo porque me haya metido en esta loca fantasía, no significa que pueda abandonar todos mis otros planes, por mucho que lo deseara. Mis padres aún esperan que entre a una gran universidad. —Frunció el ceño—. Es importante para ellos.
— ¿Es importante para ti? —pregunté.
—Supongo —replicó—. ¿Qué otra cosa hay?
Asentí. Yo sabía lo que era tener que cumplir las expectativas de tu familia.
—Tienes que hacer lo que te haga feliz también —dije.
—Por eso mismo estoy contigo Britt.
— ¿Cómo se supone que voy a estudiar si me sigues diciendo cosas como esa? —me quejé.
—Hay más de donde esa vino —se burló Santana.
— ¿A eso dedicas tu tiempo libre?
—Me atrapaste. Lo único que hago es escribir frases para impresionar a las mujeres.
— ¿Mujeres?
—Perdón. A una mujer —rectificó al ver cómo me enfurruñaba—. Una mujer que vale por mil.
—Oh, cállate —dije—. No trates de sacarte de esta.
—Tan misericordiosa. —Santana sacudió la cabeza—. Tan compasiva y dispuesta a perdonar.
—No te pases, amiga —dije, adoptando una voz de matón.
Santana bajó la cabeza.
—Me disculpo… Jesús, soy una dominada.
Continué con mi tarea de historia mientras ella acababa de redactar su reporte. Ella aún tenía mucha tarea, pero al final yo proveía demasiada distracción. Justo cuando acababa de resolver su tercer problema de trigonometría, sentí su mano deslizándose sobre mi regazo acariciando mis piernas.
Le di una palmada.
—Sigue estudiando —le dije cuando levantó la vista de la página—. Nadie dijo que podías detenerte.
Sonrió con una mirada picara y escribió algo al pie de la hoja de respuestas. Ahora la solución decía:
Encontrar S si (S) = 2sen3s, sobre el dominio -2π— ¡Deja de hacerte tonta!
— ¡No lo estoy! ¡Estoy sosteniendo una verdad! Tú eres mi solución para todo —replicó Santana—. El resultado final siempre eres tú.
S siempre es igual a B.
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Mensaje por libe Lun Sep 02, 2013 9:08 pm

Jake esto se pone feo pero bueno no hay vida si no hay drama jajajajaja
espero poder seguir comentándote la universidad consume mi vida :\'(: pero hare lo posible por comentar hasta el próximo capitulo [Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 1206646864 
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Mensaje por Ali_Pearce Lun Sep 02, 2013 10:10 pm

[Resuelto]Fanfic [Brittana] Halo.Tomo 2.Hades. Capitulo: 32 La espada de Miguel. Epílogo - Página 4 918367557 Vaya, un premio de doble capítulo. Santana es tan linda siempre preocupándose por Britt hasta el punto que parece su mamá .-. así de descuidada debe ser Brittany. Me da gusto que sus hermanos empiecen a familiarizarse con su relación.


Bueno, ahora hablaré de este chico...Jake (?) >.< creo que así se llama el muy altanero. ¿Que se cree? Estoy casi segura que lo del incidente de la moto  el muy....**** tuvo que ver y si no es sospechoso. Nada bueno puede venir 
de este chico, el echo de que tenga un tatuaje en forma de serpiente en elbrazo me hace activar mi radar (no mi gaydar, ese es diferente) creo que es por que me recuerda a Lord Voldemort XD


¿Es mi idea o estas chicas son Wankys entre lineas? Si no se besuquean en los pasillos, se manosean en plena mesa (bueno :D eso no es manoseo :3)¿Tengo que esperar por lo Wanky? Ba! -_- está bien, esperare. 


Resulta que...cuando hago alguna edición la veo, la critico la analizo y JAMAS me convencen del todo, pero si a ti te gusto y LA USAS *¬* entonces me doy por bien servida. Tengo entendido que está historia está dividida en tres libros ¿Eh?
Creo que tendrás que decirme de que van los demás para ir trabajando en otras ediciones ¡No hay doble intensión en eso! XD 

Ok, un abrazo...espero no haber olvidado nada en mi comentario. Hasta el próximo!
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