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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por 3:) Lun Dic 16, 2013 12:54 pm

hola,...

me encanto,...
quiero ver como transcurre la cena con la mama de san,....
me encanta que britt valla soltando todo lo que le paso pon sus padres,...

nos vemos!!!
3:)
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-*-*-*
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por Beverly_87 Mar Dic 17, 2013 2:39 am

evean escribió:esta historia me tiene atrapada... gracias por actualizar

Hago malabares con el tiempo, pero vale la pena si te tiene atrapada :D Gracias por leer y comentar.
xoxo!


Kristen Rivera escribió:Algo me dice que la tía tendrá influenza para que Britt se enamore de san jajaja

Amo que ya estén más juntas y lo de la cena! Lo que le dijo san que por nada del mundo ella hubiera cancelado la cena awww lo ame



Por favor actualizaaaa!!

Pd; amo tus actualizaciones súper largos


Eres la consentida sin duda, si que nos complaces

Gracias amo cada vez más este fic


Saludos
Besos

Y yo amo cada vez más tus comentarios, así solo sean para apurarme para actualizar hahaha. Eres una lectora muy fiel y lo agradezco, así que sorry si no actualizo cuando lo esperas, te prometo que hago lo que puedo.

Un besito para ti y gracias por estar siempre por aquí. De verdad lo aprecio :)



micky morales escribió:Digo lo mismo, esta historia me tiene atrapada, me encanta que los capitulos son extensos y me sorprendo que por primera vez no estoy desesperada que ya exista algo entre las chicas, todo va perfectamente, Brittany tiene primero que sanar para poder darse una oportunidad en el amor, y con quien mejor que con Santana!!!!!!

Efectivamente así es mi querida Micky, las chicas se toman su tiempo y van poco a poco, es lo atrae de la historia, aunque te confieso (aquí entre nos xD) que no falta mucho para lo que esperas, así sea que no estes desesperada. jeje
ah, y gracias por sacar tiempo para leer y comentar.

muaxs muaxs



adi-santybritt escribió:Hola!!!
Me he quedado con la intriga de lo que sabe la tía de San sobre la "información confidencial"
Me encanto que san invitara a cenar a Britt!!!!
Me encantaron las palabras de San "jamás cancelaría una cita contigo " aww
Espero la actu!!!
Xoxo

Hi!!... bueno espero sacarte pronto de la intriga, a ver que pasa. :D
y al igual que tu me gustó mucho esa parte, "jamás cancelaría una cita contigo" se pasó de cute mi obsesiva Santana jeje!

Gracias por leer siempre, Aquí te actualizo... y no te pierdas eh ;)
Besitos.



O_o escribió:Me encanta como va la historia y la forma en q britt se mostró interesa x lo que opina santana de ella espero q britt se cambie de equipo por santana jejeje espero impaciente tu actualización!!!!..


PD: tu historia es una adaptación muy buena!!

Hey!! Que sepas que me tomo eso como un gran cumplido, viniendo de alguien que ha escrito la mejor adaptación que me he leído. Y creo que te amo por ello XD.

Un beso para ti Nina y gracias por leer siempre! ;D
 

BrittPierce escribió:Primera vez que comento un fic pero tenía que hacerlo porque tu historia me encanta, me tienes muy intrigada y cada vez que me meto en el foro reviso si actualizaste. Amo como lentamente se han ido acercando las chicas y Amo todo en realidad!

Saludos y gracias por la hermosa historia

Vaya! y es honor ser el primer fic en el que comentas, espero que no sea la última tampoco eh! jaja. Y te pido disculpas por esas veces que te has metido a revisar si he actualizado y no ha sido así, se lo que se siente no ver una actualización de un fic que te gusta leer, en fin... Gracias a ti por leer y por comentar.

Un abrazo!


Kristen Rivera escribió:Hola :)
En espera de la actualización!!
Actualiza anda

Aquí de nuevo mi querida impaciente hahaha
ya va, ya va XD


Linda23 escribió:Hola!

Primera vez que comentó, pero leo el fic desde que lo comenzaste. Me encanta, está adaptación es buenísima.

La relación de las chicas, va lenta pero segura y a pesar de ser diferentes en muchos para aspectos, para no decir todos sé han acoplado y están sabiendo llevar una relación de amistad, para que cuando surja el AMOR tenga bases y salga de la nada, así cómo te conocí hoy y mañana estoy perdiendamente enamorada. Me gusto la parte final que dijo San, más linda imposible, al principio la tía de mi morena no me gusto, pensé que aumentaría los vicios de mi rubia, pero conforme avanzaba la lectura me cambien de opinión y me encanta, parece ser pieza clave en la relación de mis Brittanas.

Me despido, espero tú ACTUALIZACIÓN, espero y sea hoy.

Siii, es lo diferente, que se van tomando su tiempo para conocerse y poco a poco se ve como van confiando la una a la otra, pasando por todo ese proceso de ser amigas hasta lograr algo más.
Y bueno ya sabrás eso de no juzgar a nadie sin conocer primero, que has subestimado a la pobre tia Helen hahaha, no te culpo, también yo.

No actualicé cuando esperabas pero aquí vengo para reivindicarme. Ojalá te guste :)

xoxo.


Any Noriega escribió:nueva lectora de tu fic esta muy bueno e interesante.. cada vez se pone mejor sigue actualizando..

Me alegra saber que estes disfrutando de la historia. Gracias por leerla y comentar, espero leerte por aquí más seguido. Y ya actualizo jeje. Un beso!

Kristen Rivera escribió:Amo tu fic, a cada rato me fijo y nada que actualizas u.u

Saludos

Que linda!...
ya voy... ya voy... lo prometo!  
(te cité más de una vez no? hahaha)


O_o escribió:Estoy super ansiosa me acuesto a las 2 am esperando tu actualizacion xq me encanta tu fic los capitulos de me hacen cortos por favor actualiza estoy q me como las uñas x la ansiedad!!

Entonces soy la culpable de tus ojeras de esa noche?. Te lo compensaré!!

marcy3395 escribió:que queremossssssss? capitulooooooooooooooo!!!!! y cuando lo queremosssssssssss???? hoyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyyy!!!!!!!!!!!!
porfa actualiza

No!! manifestaciones no!!.. ya voy!.. ya voy!!

besitos, paz y amor.
 Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 2414267551 

3:) escribió:hola,...

me encanto,...
quiero ver como transcurre la cena con la mama de san,....
me encanta que britt valla soltando todo lo que le paso pon sus padres,...

nos vemos!!!

Sii, creo que te gustará esa parte. Creo que ya ha pasado un buen par de capítulos hasta que las chicas se soltaran un poco no? Si, si, ya tocaba leer algo más, lo sé jejeje.

Un abrazo y hasta luego :)


---

Gracias a todas por sus comentarios y por continuar leyendo, a pesar de que sé que para algunas supone un poco más de esfuerzo y paciencia con respecto a la relación amorosa de las chicas. Pero les dije que iba a ir valiendo la pena, así que ya irán viendo.

Bien, de pronto este capítulo no es tan extenso, ni tampoco doble, pero es que para los que siguen necesito editar, así que esta noche creo que cancelaré unas horas adicionales de sueño para ver si mañana o pasado puedo tener una buena cantidad para subirles.

Bueno sin más, les dejo el siguiente capítulo y me retiro para seguir trabajando en el próximo.

Muaaaaxss!!!
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por Beverly_87 Mar Dic 17, 2013 2:40 am

CAPITULO 22


****


La impresión de Brittany de que aquello iba a ser algo casual quedó eliminada en el mismo momento en que entró en casa de Sarah y vio la mesa de la sala decorada con un mantel y un centro de mesa.

—Ah, ya estan aquí —dijo Sarah, saliendo de la cocina.

—Mamá, Jake y yo podemos encargarnos de la cena. Tú deberías sentarte a descansar— protestó Santana, indicando silenciosamente a Brittany que ocupara el sofá.

—Tonterías. Estoy cansada, pero aún soy capaz de pelar patatas— argumentó su madre al tiempo que se limpiaba las manos en el delantal —Me alegra volver a verte, Brittany. Bienvenida a mi hogar—

—Gracias, Sra. López— respondió Brittany —¿Le puedo ayudar en algo?—

—De hecho, sí. Los platos están en el armario de la sala. Sé buena chica y pon la mesa. Voy a decirle a Jake que traiga la vajilla de plata y las servilletas— Sarah se quitó el delantal y se lo alargó a su hija —Y dado que piensas que estoy inválida o algo así, ve a la cocina y ayuda a tu hermano con la salsa. ¡Helen!— exclamó —Los niños van a terminar la cena. Vamos al porche a ver la puesta de sol—

—Te sigo— dijo Helen traspasando las puertas abatibles de la cocina —Santana, mira bajo el mostrador a ver si hay algo para prepararme un daiquiri, ¿quieres, cielo?—

—Estoy segura de que sí— convino Sarah —San, la batidora está al lado del horno y ya sabes dónde encontrar hielo. Pero yo no quiero. El médico dijo que nada de alcohol mientras esté con la medicación. Tomaré un té helado. Y ponle algo a nuestra invitada—

Santana, aún preguntándose cómo había pasado de tener veintisiete años a tener quince en un segundo, asintió y dirigió una mirada a Brittany antes de entrar en la cocina.

Aterrada ante la idea de ir a romper alguna pieza de la vajilla china, Brittany sacó los platos, las tazas y los platillos de té del armario uno por uno, depositándolos con sumo cuidado sobre la mesa. Jake, por su parte, entró en la sala con una enorme caja de madera.

—Hola, Britt—

—Hola, Jake, ¿qué tal?—

—Me da la impresión de que he sido vendido como esclavo, pero aún no estoy seguro— bromeó el chico —Mamá y tía Helen no me han dejado parar en toda la tarde— Dejó la caja sobre la mesa —No entiendo por qué tanto lío para una simple cena. Sólo somos tú, tía Helen y San. Mamá no había sacado la vajilla buena desde la última vez que vino la abuela— Abriendo la caja, más o menos el doble de gruesa que de larga, dejó ver su interior de terciopelo rojo y un montón de utensilios brillantes perfectamente acomodados en su interior —Bien— dijo él —Por lo menos no tengo que sacarles brillo—

El juego constaba de tenedores, cucharas y cuchillos, junto con varios cubiertos de servir más largos. Jake distribuyó la cubertería rápidamente por la mesa de modo que cada lugar tuvo dos tenedores, tres cucharas y un cuchillo de untar mantequilla. Acto seguido, devolvió la caja al armario de la vajilla y sacó los cuchillos para la carne de uno de los cajones.

—Se te ha olvidado sacar las cucharas para la sopa—

—Oh— Brittany fue hasta el armario de nuevo, alargando las manos hacia unas cucharas pequeñas que descansaban sobre el estante superior.

—No, esos son de postre— El muchacho fue hasta ella y señaló una pila de cucharas en la parte de atrás —Créeme, te encantará la sopa y el pollo de mamá. Voy a ver si Santana necesita algo—

A medio camino de la puerta, Jake se detuvo y frunció el ceño mirando a la mesa. Brittany supo inmediatamente que debía haber hecho algo mal, pero para alivio suyo todo lo que hizo el hermano de Santana fue cambiar el orden de un par de cucharas antes de salir. Por suerte yo no suelo dar cenas así. Rodeando la mesa para observar la corrección, Brittany sonrió ante el gesto meticuloso de Jake. Igual que su hermana, pensó. Tras terminar de poner la mesa, decidió ir a ver cómo iban las cosas en la cocina.

—Ya sé cómo se hace— decía Santana en el preciso momento en que Brittany atravesaba las puertas abatibles.

—Es que no es así. Mamá utiliza la perilla, no la brocha— objetó Jake, con la susodicha perilla en la mano.

—Pues yo prefiero la brocha— afirmó Santana con tranquilidad, sumergiéndole en la salsa y embadurnando la parte superior del pollo.

—Pero es el pollo de mamá—

—Jake, ¿de verdad crees que va a saber si he usado la brocha o la perilla?— En ese momento, advirtió que Brittany estaba allí —Hola. ¿Ya está la mesa?—

—Sí— Brittany miró a Jake y le dio las gracias en silencio.

—Bien— dijo Santana —Al pollo le quedan como quince minutos y, para entonces, estará todo listo—

—Genial, entonces me da tiempo a tomar un poco de aire—

—Eh, espera. No tardo nada— dijo Jake saliendo de la cocina y subiendo la escalera en tres zancadas. Un par de minutos después, estaba de vuelta con una cajetilla de cigarrillos en la mano —Listo—

—Bien vamos— dijo Brittany.

—Espera, vamos a la entrada. La tía Helen no sabe que fumo y a mamá no le gusta que lo haga delante de ella— afirmó el chico, sosteniendo la puerta. Brittany asintió y le siguió.

El hormigón y los escalones enmarcados por ladrillo rojo estaban fríos, ya que el sol pegaba en la parte de atrás de la casa por la tarde. Tras tomar asiento, Brittany le prestó el encendedor a Jake.

—Gracias por ayudarme antes— dijo ella.

—Tranquila— dijo él, exhalando una gran cantidad de humo. —Yo sólo lo sé porque mamá nos enseñó a Santana y a mí hace algunos años—

—Mi madre prefería cenar delante de la tele— dijo Brittany recorriendo con la mirada el caminito que llevaba hasta la calle —Es un barrio genial—

Jake rió con ironía —Está lleno de niños. Yo prefiero ir con los chicos de la Segunda calle... ¿No quieres un cigarrillo?—

Consciente de en qué parte de la ciudad se encontraba esa calle, Brittany miró a Jake. —Paso por hoy— ¿mhm podré dejarlos?por completo —¿Sabe tu madre que vas por ahí?—

Una abierta risotada surgió como respuesta. —¿Bromeas? Le daría un infarto si pensara que ando tomando drogas o algo así— dijo él —Le digo que me voy al centro comercial y se queda feliz—

—¿Y lo haces?— preguntó Brittany. Cuando no contestó de inmediato, ella asintió y volvió a mirar la calle —Ya veo. Pues ten cuidado—

—Yo no he dicho…—

—No hace falta— le interrumpió —Yo no crecí en una zona residencial, Jake. Sé de qué va eso. Uno no va a la Segunda calle a juntarse con chicos del buen vivir especialmente— Insegura de hasta dónde llegar con el tema, Brittany suavizó el tono y miró al muchacho con seriedad —¿Conoces el edificio en ruinas cerca de la tienda de lencería?—

—Sí—

Brittany aspiró profundamente. —Hace cinco años más o menos yo iba mucho por ahí. De hecho, solía acompañar a una amiga al segundo piso. Y ella no frecuentaba ese lugar en busca de dulces—

—No recuerdo haber visto ese sitio abierto— dijo él.

—Ya— convino la joven —Pero unos cuantos clavos no impiden que la gente entre a un edificio abandonado para siempre— Acto seguido, se encogió de hombros —Quedaba cerca de donde yo trabajaba— Brittany se preguntó por un momento cuánto habría contado Santana a Jake acerca de su pasado, pero decidió correr el riesgo —No eramos las únicas que ibamos por allí. Aunque yo solo iba para observar, había como otros veinte o treinta que se quedaban normalmente—

—Vaya— exclamó él no sin sorpresa, intentando reconciliar la imagen de la mujer con la que estaba en ese momento y la de aquella otra de la que estaba oyendo hablar —¿No te daba miedo?—

Brittany se planteó la pregunta un momento. —Creo que no. Pero en aquel momento había pocas cosas que me importaran. Lo único que quería era juntarme con la gente que creí popular y trabajar un poco para poder comprar suficiente alcohol, mientras los demás se inyectaban cualquier tipo de cosas—

—¿Te uniste a ellos alguna vez?— preguntó él. Brittany pensó por un momento que aquélla era una pregunta un tanto extraña, pero negó con la cabeza.

—No. Aunque no faltaron las invitaciones a probar un poco. Solo iba para mirar ¿Y tú?—

Jake negó también. —No, pero me han dicho que es un viaje alucinante—

—Saltar de un avión sin paracaídas también es alucinante, pero no te lo recomiendo— Brittany miró profundamente los ojos cafés del chico —Es como jugar a la ruleta rusa, Jake. A la menor oportunidad, te matará sin dudarlo. Lo he visto—

—¿Has visto morir a alguien?—

—Dos veces— admitió —La primera fue una chica, Lisa, por sobredosis. Creo que le pegó demasiado rápido. Ya estaba muerta cuando llegó la ambulancia. El otro fue un chico que no conocía. Me despertó un disparo, pero no era tan imbécil como para ir a ver qué pasaba. Encontraron su cuerpo a la mañana siguiente, en el pasillo—

—Oh, Dios, es horrible— dijo él.

—Eso es lo que hacen las drogas duras. Probablemente mataron al chico por no pagar. Ocurre todo el tiempo. Jake, tú lo tienes todo. Eres joven, guapo, inteligente, te han dado una beca para la Universidad… Puedes conseguir todo lo que te propongas. No lo eches a perder por juntarte con la gente equivocada— Por cómo se estremeció él, Brittany supuso que había dado en el clavo.

Jake, por su parte, apagó el extremo de su cigarrillo y se guardó el filtro en el bolsillo. —Sólo he ido un par de veces, para observar nada más. Normalmente comparto un cigarrillo con los amigos—

—¿Los mismos que se arruinan con todo eso?—

—Sí, Thomas trajo un poco un día—

Brittany asintió. —Y apuesto a que ni siquiera te pidieron dinero por ser tu primera vez, ¿no? Un regalo entre amigos—

—Sí, ¿así es como funciona? Lo rechacé antes de que pudiera entregármelo, pero no te puedo negar que me dejó con la curiosidad—

—Cuando te tengan enganchado, se acabarán los regalitos— Brittany era consciente de que estaba yendo demasiado lejos, pero el caso lo requería —Mira Jake, yo no soy una joya— A continuación, soltó una media sonrisa —En realidad, he hecho cosas de las que me avergüenzo, cosas que preferiría que la gente no supiera, pero sé de lo que hablo. Embriagarse para relajarse de vez en cuando y fumar cigarrillos es una cosa, pero meterse en el tipo de mierda que dices no tiene nada que ver— En ese momento, bajó la vista —Si pudiera dar marcha atrás hasta cuando tenía tu edad, cambiaría mucho de lo que he hecho en mi vida… Recuerda que la única persona que va a preocuparse por ti eres tú mismo—

Jake tragó saliva y se miró las manos. —No irás a contarle a mamá o a Santana lo que hemos hablado, ¿verdad?—

—Claro que no. Es tu vida y tu decisión—

Brittany se levantó y agarró el pomo de la puerta.

—Mi amigo Mike jugaba de central en nuestro equipo el año pasado— comenzó Jake, levantándose también —Dio positivo en un control aleatorio antidopin y perdió la beca. La necesitaba de verdad. Si consigue pasar con honores, tal vez pueda ir a la Universidad local—

—¿No te alegras de que no hayas hecho lo mismo que el?— preguntó ella.
—De hecho, sí— admitió el chico —Sudaba a chorros cuando el entrenador dijo los nombres de los que tenían que llenar el vaso. Ese mismo día el me había invitado con sus amigos detrás del campo— Se encogió de hombros al recordar el momento —Podría haber terminado como Mike—

—Dudo que alguien hubiera querido eso, mucho menos tú— afirmó Brittany en voz baja —Vamos, entremos antes de que empiecen a buscarnos—

—Sí— convino él —Britt…—

—Dime—

—Gracias por hablar conmigo— dijo el chico al tiempo que la sorprendía con un breve abrazo —Aunque no seas la novia de Santana, me alegra que estés aquí—

—Em…— Brittany se encontró de pronto nerviosa, sin saber qué responder. Finalmente, a falta de algo mejor, le devolvió el cumplido y entró en la casa

La mesa rectangular cerrada daba lugar para seis comensales. Helen y Sarah se situaron en los extremos, Santana y Jake a ambos lados de su madre y Brittany junto a su compañera de apartamento. Cuando la familia López alargó las manos hacia quien tenían más cerca, la joven se vio con la guardia baja. Jake deslizó la silla para acercarse más a su tía y poder darle la mano. Eso de dar gracias no era algo a lo que Brittany estuviera acostumbrada, y tampoco había visto a Santana hacerlo en casa. Aun así, tomó con cierta inseguridad su mano y la de Helen, que quedaba a su derecha. Había una diferencia evidente entre las dos, tal y como pudo advertir. La piel de Santana era suave y sus dedos se entrelazaron mientras la escritora le acariciaba el dorso de la mano con el pulgar. Helen, por su parte, la agarraba con firmeza y su piel era más áspera. Al ver que todos los demás habían inclinado la cabeza, los imitó, ahogando un suspiro de alivio cuando oyó hablar a Sarah, ya que temía que tuvieran que rezar algo que ella no se supiera.

—Te damos gracias, Señor, por los bienes que vamos a recibir y por haber reunido a mi familia esta noche— comenzó Sarah —Gracias por traer a mi hermana conmigo y haberme devuelto la salud. Bendice a la familia que no ha podido estar aquí hoy y vela por ellos así como velas por nosotros. Estamos felices de tener a Brittany hoy y te pedimos que la cuides a ella también—

Sorprendida, Brittany levantó la cabeza y sintió un leve apretón de complicidad en su mano izquierda. Después, Sarah terminó de dar gracias y todo el mundo se soltó las manos. A pesar de que sintió alivio cuando los huesudos dedos de Helen se apartaron de los suyos, encontró un frío desagradable en la mano que antes había entrelazado con la de Santana. Para ser alguien que odiaba eso de que la tocaran y lo evitaba a toda costa, le desconcertó la idea de que parecía no importarle que fuese Santana quien lo hiciera. De hecho, al imitar los movimientos de los que la rodeaban, pasando platos y recipientes por toda la mesa para servirse, Brittany se encontró echando furtivos vistazos hacia su izquierda y mirando a Santana por el rabillo del ojo.

La escritora se encontraba interrogando a Jake en aquel preciso instante sobre qué asignaturas pensaba coger para el primer semestre, permitiendo que la rubia la mirara sin que nadie se diera cuenta… aparentemente. Si hubiera echado un vistazo a su derecha, hubiera descubierto los ojos de halcón de Helen captando cada movimiento y cada mirada. Santana llevaba el cabello un poco más largo de lo habitual y las puntas empezaban a ondularse a la altura de sus pechos. Se le ocurrió entonces que su amiga no era la única que necesitaba hacerle una visita al peluquero, ya que sus rubios mechones empezaban a rebelarse contra su voluntad, y se planteó probar un corte no muy radical.
Dejando a un lado ese asunto, siguió adelante con la detallada inspección… Las cejas de Santana, que mostraban un delineado perfecto justificando así la eterna presencia de un par de pinzas junto a los cepillos de dientes. Unos labios carnosos y perfectamente esculpidos adornaban el hermoso rostro de su amiga y sus largas pestañas negras rozaban cariñosamente sus delicadas mejillas. Brittany sabía que durante su niñez la escritora tuvo alguno que otro accidente inofensivo típico de la infancia y advirtió que en aquel perfecto rostro no había quedado cicatriz de ninguna de ellas.
Dándose cuenta de que había pasado de lanzar miradas furtivas a mirarla fijamente, Brittany se sonrojó y devolvió su atención al plato que tenía delante. A continuación alabó la comida, sin dirigirse a nadie en particular, y advirtió felizmente las sonrisas de Sarah, Jake y Santana, responsables del delicioso producto culinario que estaban disfrutando.

—Y dime, Britt— comenzó Helen —¿Ya sabes por quién vas a votar?—

—Pues… no, todavía no— mintió la chica a sabiendas de que se refería a las próximas elecciones. Tenía pensado votar por los demócratas, pero dado que la madre de Santana era republicana no estaba por la labor de suscitar una interminable discusión sobre el tema.

—Tía Helen, ya sabes que política y religión no suelen terminar en conversaciones agradables— dijo Santana con tono de fastidio. Brittany  sospechaba que la escritora estaba intentando por todos los medios evitar temas que fueran a causar controversia entre las dos hermanas.

—Mis amigos y yo solemos hablar de política y no pasa nada— protestó Helen antes de suspirar —Pero supongo que se puede encontrar un tema menos problemático... ¿Crees que los Yankees tienen algo que hacer este año?—

Jake pareció dar un brinco en su silla. —¿Estás de broma? Con el jugador en corto que tienen seguro que se meten en las eliminatorias. No se le pasa ni una—

—Pero no puede atrapar las que van por encima de la valla, y me da que los Mets son el único equipo de Nueva York que veremos en la post temporada— dijo Santana —Tienen a siete en la alineación inicial con más de trescientos bateos y casi estamos en septiembre—

—Eso es porque están en la Liga Nacional, y ahí no hay buenos lanzadores— contraatacó él, acuchillando un pedazo de pollo —Los Bronx van a subir, ya verás—

—Nunca podré entender cómo es posible que mis hijos hayan crecido en un hogar que adora a los Red Sox y sean fanáticos de los equipos neoyorquinos— afirmó Sarah con aire frustrado. Acto seguido, miró a Brittany —Deberías haberla visto hace algunos años—dijo, refiriéndose a Santana —Su padre aún vivía y estábamos viendo el sexto juego— Sus ojos parecieron perderse en la nada a medida que recordaba la anécdota —Deberías haberla visto. Los Mets estaban a punto de perderlo todo, era el último out y su padre estaba en éxtasis. Santana se quedó allí sentada poniéndose y quitándose su gorra de los estúpidos Mets—

—Pero ese año ganaron, ¿no?— preguntó Brittany.

—Sí, pero sólo porque el primera base de los Red Sox dejó que la pelota le pasara entre las piernas— afirmó Jake.

Al mirar a su izquierda, Brittany advirtió la sonrisa de Santana.

—En el amor, la guerra y las ligas mundiales todo vale— dijo ésta —Papá se agarró un buen cabreo. No le había visto soltar tantas palabrotas en mi vida, pero yo me pasé un buen rato pegando saltos por la sala—

—Y a tu padre no le hizo gracia que le quitaras el periódico a la mañana siguiente y le obligaras a leer el titular de la sección de deportes— dijo Sarah con un tono de reproche en su voz.

—Era adolescente, mamá— se defendió Santana al tiempo que su sonrisa se borraba en un segundo.

—Pues claro que sí, calabacita— dijo Helen —¿Y tú qué, Brittany? ¿Qué equipo te gusta?—

Brittany sospechó que a nadie le importaba realmente qué equipo le gustaba o le dejaba de gustar, pero Helen tan sólo estaba intentando meterla en la conversación. Dejó el tenedor a un lado y se tomó un segundo para limpiarse los labios con la servilleta.

—La verdad es que no soy muy aficionada al béisbol—

—Te sugiero que adoptes a los Mets si no quieres salir mal parada— dijo Jake —Sobre todo porque van primeros y sólo quedan diez partidos para la temporada regular. Si llegan a las eliminatorias, te juro que mi hermana no se despegará de la televisión mientras estén jugando— Con un guiño burlesco, miró de soslayo a su hermana antes de seguir hablando —En cualquier caso, si te pones a animar a cualquier equipo que juegue contra ellos, verás cómo se pone Santana—

—No le des ideas, hermanito— le advirtió Santana.

—¿Y por qué no?— bromeó él —Necesitas a alguien que te joda un poco ahora que no voy a estar yo— Sonrió con aire triunfal, recibiendo otra de su hermana.

—Tú sigue así y te mandaré un virus por e-mail— le amenazó Santana.

—Y yo escribiré tu teléfono en todos los baños de la facultad— contraatacó él con aire divertido.

—Vale, dejenlo ya— les amonestó su madre —Te juro que a veces es como cuando eran pequeños— le dijo a Helen, quien asintió reconociéndolo.

—¿Por qué crees que nunca los invitaba a los dos juntos a visitarme?— preguntó Helen —No soy tan tonta—

Brittany escuchó la conversación que se desarrollaba ante ella. No era capaz de recordar una cena tranquila con su propia familia, puesto que solían ser frente a la televisión de la sala, con Patty, mientras su madre dormía la borrachera. En ocasiones especiales, como Acción de Gracias o Navidad, su padre acababa soltando gritos disparatados al miembro de la familia que hubieran ido a visitar y terminaba con una discusión acalorada entre sus padres cuando llegaban a casa. Brittany tenía serias dudas de que Santana hubiera experimentado algo así alguna vez y se preguntó si la invitarían a otra cena cuando llegaran las vacaciones. Para su sorpresa, se encontró deseando que así fuera.

Después de cenar, Jake se ofreció para limpiar la mesa mientras Santana hacía el café y Helen y Sarah se retiraban a la sala. Sin estar muy segura de qué hacer, Brittany se disculpó y salió a fumar. Esta bien, Solo será uno. Pensó para sus adentros. Había asumido que las dos hermanas compartirían una agradable charla, y se sorprendió cuando Helen salió tras ella con su encendedor en la mano.

—¿Te importa que me quede contigo?—

—Para nada— dijo Brittany, indicándole una silla vacía. El porche estaba enmarcado en ladrillo rojo y contrastaba agradablemente con los muebles color crema y el verdor del césped del jardín —Esto es muy bonito— comentó.

—Sarah pagó una fortuna cuando se lo hicieron— le explicó Helen —Recuerdo que había un roble horroroso justo en medio del patio. Los chicos se lo pasaban en grande subiendo y bajando, pero echaba a perder el diseño— La mujer dio una calada a su cigarrillo dejando el filtro rojo por el carmín —Y dime, ¿qué te ha parecido la cena?—

—Ha estado genial. Estoy que reviento— afirmó Brittany, mostrándose confundida cuando Helen negó con la cabeza sonriendo.

—No me refería a la comida— le explicó ésta —Me da que no estás acostumbrada a las multitudes. Te has pasado la noche intentando mantenerte al margen de las conversaciones, a menos que te preguntáramos directamente—

Britttany parpadeó y le dio una larga calada a su cigarrillo, sorprendida de que alguien hubiera notado su silencio. —Supongo que no soy una persona sociable. Nunca sé qué decir—

Helen se echó a reír. —Cielo, esto no ha sido un evento social. Sólo la familia cenando—

—Yo no soy de la familia— puntualizó la rubia.

—Bueno, la familia más uno— se corrigió Helen —Parecías tan incómoda que pensé que ibas a salir corriendo cuando te cogí la mano para dar gracias—

—Es que no estoy acostumbrada— dijo Brittany —Mi familia nunca lo hacía—

Helen asintió y se quedó callada un minuto. —¿Sabes? Si pasara algo entre tú y mi sobrina, no me importaría— Brittany la miró rápidamente y abrió la boca para protestar, pero la mujer alzó una mano para detenerla —Ya sé lo que dicen las dos, y a juzgar por el aspecto de sus habitaciones así parece ser, pero me he dado cuenta de cómo actúan cuando están juntas— Aplastó el cigarrillo a medio fumar en la maceta que hacía las veces de cenicero y continuó —Personalmente, creo que no están viendo lo que tienen frente a las narices—

—Yo no soy gay— dijo Brittany, preguntándose cuáles eran esas "señales” que Helen había visto. ¿La forma en que Santana le había acariciado la mano durante la cena? ¿Las palmaditas amigables en su hombro?

—Eso dices tú— afirmó Helen sin mucho convencimiento —El otro día me dijiste que no habías tenido ninguna relación seria hasta ahora, así que, ¿cómo lo sabes?—

—Yo…— Bloqueada, Brittany trató de dar con una respuesta. Ella era hetero, ¿no? Después de todo, nunca había estado con una mujer ni había visto a ninguna como posible pareja sexual. El hecho de que se sintiera más cerca de Santana que de ninguna otra persona en aquel momento no significaba que quisiera mantener una relación romántica con ella. No, Santana era sólo una buena amiga que la abrazaba cuando lloraba, que le hacía la cena todas las noches y se tomaba la molestia de escucharla cuando necesitaba hablar. Sólo estaban tan unidas porque vivían juntas, ¿verdad? —Yo…— Brittany tragó saliva y volvió a intentarlo —Nunca lo había pensado— Dio una última calada a su cigarrillo y lo apagó en el cenicero.

—Pues tal vez deberías— afirmó Helen con dulzura recorriendo con los dedos un mechón de su cabello alborotado por la brisa —No soy una romántica empedernida, pero sé que el amor surge a veces en los sitios más inesperados. No deberías cerrarte puertas sin al menos echar un vistazo a lo que hay dentro—

—Yo...— Se detuvo a media frase al tiempo que recordó una conversación pendiente —La otra noche, cuando hablamos... Que fue lo que te dijo... ehm... Santana sobre mí?— Preguntó la rubia mientras bajaba la mirada.

Helen sonrió con ternura —No hará falta que te lo diga pequeña, ya te darás cuenta—

En ese instante, Santana asomó la cabeza desde el interior.

—Eh, acabo de encontrar las cintas viejas y Jake ha subido al desván  por la pantalla... Britt, ¿te apetece ver un par de pelis caseras?—

—Oh— dijo Helen entusiasmada al tiempo que se levantaba de la silla —Hace años que no veo una de esas. Eras una niña tan linda—

—Claro, suena divertido— convino Brittany levantándose también. Los retratos y las fotos que decoraban las paredes de la casa le habían dado una idea de cómo era Santana de niña, pero verla en una película le serviría para dar vida a las imágenes. Además, así se acababa aquella incómoda charla con Helen. La mujer entró primero en la casa y Brittany se percató que la escritora sostenía la puerta para ella y que le rozaba el hombro al pasar.

—¿Qué?— preguntó Santana, con lo que Brittany cayó en cuenta de que se la había quedado mirando fijamente.

—Ah, nada, pensaba en mis cosas— respondió la rubia sin demasiada convicción, aunque con la esperanza de que Santana no encontrara su respuesta tan estúpida como le parecía a ella.

La sala de estar constaba de dos sillones y un sofá bajo, y Jake había reacomodado los muebles de forma que todos quedaran frente a la pantalla portátil. Él tomó asiento a la derecha de la misma mientras Sarah y Helen ocupaban los sillones. Sintiendo que sería una bobada sentarse en el suelo cuando había sitio de sobra en el sofá, Brittany ocupó el lado izquierdo dejando el centro a Santana, quien estaba demasiado ocupada metiendo la película en el proyector. Cuando por fin se sentó, a Brittany le dio la impresión de que, de hecho, el sofá no era tan amplio como parecía. Su cuerpo estaba pegado al de Santana desde el hombro hasta la cadera. En ese momento, empezó la película, y pudo ver a una desairada niña de diez años y a un bebé vestido de azul sentados en el césped delantero de una casa.

—Voy a apagar las luces— dijo Jake levantándose.

Brittany dirigió una mirada a Helen y se sorprendió al encontrar una sonrisa pícara en su rostro. Deseaba poder fruncir el ceño, pero encontró que sería un gesto inapropiado, ya que era la invitada, así que volvió a prestar atención a la pantalla, que ahora mostraba a la madre de Santana junto a un hombre fornido de pelo corto y canoso, al cual identificó como el padre de Santana.

De pronto Brittany se paralizó al sentir un aliento cálido en su oreja.
—Hay algunas partes muy divertidas— susurró Santana —Como cuando Jake mete la mano en la pecera de papá intentando agarrar su querido pez angel. Mamá le pilló y le grabó antes de que mi padre llegara a casa.—

—Ahá— murmuró Brittany esperando que Santana volviese a mirar al frente y con la convicción de que Helen era capaz de ver en la oscuridad y de que en aquel momento sonreía ampliamente.


***

—No ha estado tan mal— dijo Santana dando marcha atrás al Mercedes.

—A mí me ha gustado. Tu familia es muy agradable— afirmó Brittany mirando a través de su ventanilla a medida que la casa de los López se perdía de vista.

—Pero no había necesidad de que mamá sacara los álbumes de fotos, sobre todo el de cuando éramos bebés—

—Eran muy bonitas, sobre todo las de cuando los bañaban— dijo Brittany, aunque el predecible tono irónico de su voz no apareció.

—¿Estás preocupada por algo?— aventuró Santana.

—No, es que tengo muchas cosas en la cabeza— surgió la evasiva respuesta.

Por supuesto, aquello no convenció a la escritora en absoluto, sobre todo cuando notó que Brittany tenía la mirada perdida.

—Hablar ayuda, ¿sabes?—

—Ya. No pasa nada, sólo necesito aclarar algunas cosas—

Estaba claro que Brittany no quería compartir aquellos sentimientos. Santana intentó iniciar una conversación dos veces durante el trayecto, pero desistió al no sacar a la joven más que un par de monosílabos.

Al llegar a casa, Brittany le dio las buenas noches y desapareció en el interior de su habitación, dejando a Santana con la intriga de qué es lo que habría pasado en casa de su madre como para haber afectado hasta tal punto el humor de su amiga.

***

—Demonios, ¿quieres arrancar de una vez?—

Tras asestarle un puñetazo al volante, Brittany volvió a girar la llave del contacto. Esta vez el viejo auto arrancó, pero no sin expresar su desacuerdo con una estruendosa serie de chirridos y un bombazo del tubo de escape. Aquél había sido un buen día en el trabajo, pero el tener que pasarse diez minutos intentando que el auto se pusiera en marcha había empañado su buen humor considerablemente. Cuando tuvo la seguridad de que el vehículo no iba a negarse, metió primera y salió del aparcamiento.

Las manzanas se sucedían interminablemente y la rubia dejó vagar su mente, rememorando todo lo que había pasado aquel día. Tras seis semanas de sudor y trabajo duro, la renovación y la restauración del edificio casi estaban terminadas. Cuando Blaine la había llamado a su despacho poco antes de terminar el turno, Brittany había temido que le dijera que ya no tenía más para ella. Para su sorpresa, lo que el hombre quería era asegurarse de que iba a seguir con él en el siguiente proyecto que tenía planificado: la transformación de una vieja escuela en un lote de apartamentos. Como comodín, le ascendió el sueldo para recompensarle por su flexibilidad de horarios y su interés por aprender y minimizar tiempos.
Para muchos, cincuenta dólares extras a la semana más impuestos no significaba gran cosa, pero para Brittany suponía que podría permitirse pagar las sesiones de terapia sin tener que deber las demás facturas o matarse a hacer horas extraordinarias.
Y las sesiones con Quinn Fabray iban adquiriendo importancia con el paso de las semanas. Brittany aún se negaba a asistir al grupo de apoyo a mujeres de los martes por la noche, pero cada vez hablaba con más facilidad acerca de sus sentimientos. Las dinámicas y las charlas sobre su padre todavía le resultaban duras y solían terminar con su necesidad de tomarse más tiempo para controlar la rabia o, en raras ocasiones, las lágrimas. Incluso después, la experiencia requería una larga noche en vela junto a Santana en la que contaba a su mejor amiga cómo había ido la sesión y cómo le hacía sentir todo aquello. A Santana no parecía importarle, e incluso se tomaba la molestia de interrogarla sobre cada pequeño detalle de la sesión correspondiente. Ambas mujeres habían adquirido la costumbre de sentarse en los extremos opuestos del sofá, cara a cara. Eso facilitaba a Brittany el hablar teniendo el espacio personal necesario, pero lo suficientemente cerca como para recibir un cálido abrazo cuando el dolor la superaba.

Tras entrar en la autopista, los pensamientos de la joven se centraron en su relación con Santana. Desde que la observación de Helen le abriera los ojos, Brittany prestaba especial atención a la presencia y los actos de su compañera de apartamento. No había nada sexual, ni siquiera romántico, en el modo en que Santana la trataba, pero era innegable que la cercanía y el afecto entre ellas estaban creciendo por momentos. Era más cosa de detalles. Un roce casual en el hombro cuando la escritora pasaba a su lado, la cena esperándola cada noche, una tarde juntas en el sofá viendo la televisión o el tiempo que empleaban en revisar los temas de su examen para el bachiller en la mesa de la cocina. Casi podía jurar que, en una ocasión, había sentido los labios de Santana rozar su pelo durante una charla particularmente emotiva, en la cual había disfrutado la seguridad de los brazos de la escritora para dejar salir las lágrimas que desde hacía tiempo había estado guardándose.

Lejos de sentirse molesta por la creciente intimidad, Brittany cada vez la toleraba mejor. Asistía muy a gusto a los partidos de softball y a las inevitables visitas al bar que venía después. Cuando Jake se fue a la Universidad, Brittany acompañó a Santana a desearle buena suerte. Incluso aceptó un abrazo del joven y le alborotó su corto cabello, como si fuera su propio hermano pequeño.
Dado que el hecho de trabajar temprano por las mañanas la obligaba a levantarse de primera, Brittany se había acostumbrado a dejar hecho el café para cuando Santana bajara a desayunar. Además, estaba el compromiso tácito por parte de las dos de no meterse en sus hábitos particulares en materia de orden y limpieza. Brittany se aseguraba de dejar el periódico más o menos como lo había encontrado y Santana no hacía comentarios sobre la ropa interior que, cada día, se secaba tranquilamente en la barra de la cortina de la ducha. Incluso sin percatarse el hábito de fumar y beber hasta embriagarse iba desapareciendo cada vez más.

Aquella noche iba a ser especial, y Brittany no pudo reprimir una sonrisa al echar un vistazo al paquete envuelto que descansaba sobre el asiento del copiloto. Era el cumpleaños de Santana y, a pesar de lo poco que tenía ahorrado, se había propuesto darle a su mejor amiga un regalo especial. Le había llevado varias visitas a diferentes tiendas, antes de pasar frente a un quiosco del centro comercial y descubrir el regalo perfecto en uno de los estantes superiores. Sin pensar demasiado en el precio, lo encargó y pagó un tanto extra por los accesorios especiales que quería. Iba a tardar dos semanas en llegar. Brittany quería comprar además una tarjeta de cumpleaños, pero tras mirar dos o tres docenas no fue capaz de encontrar una que expresara concretamente sus sentimientos hacia Santana. Por fin, se dio por vencida y decidió que lo que realmente importara era el regalo.

Había llegado el momento de sacar la caja del auto y dárselo a su amiga, y Brittany se encontró extrañamente nerviosa a medida que se aproximaba a la puerta. ¿Le gustaría de verdad a Santana? o ¿Habría sido mejor un certificado de regalo? Librándose de esos pensamientos, llevó el viejo auto hasta el aparcamiento y apagó el contacto, comprobando con fastidio que el auto seguía emitiendo crujidos y ronroneos antes de quedar completamente en silencio.
Cuando entró en la casa, se sorprendió de no ver a Santana esperándola en el piso de abajo, tal y como solía hacer de unas semanas para acá. El leve sonido de la ducha indicó a Brittany dónde estaba su amiga, así que escondió rápidamente el regalo entre el sofá y la estantería para dárselo después de cenar. Acto seguido, fue a la cocina y se sorprendió aún más de no ver la cena en el horno y ni siquiera una pista que indicara que Santana se proponía preparar algo. Al oír que la ducha se apagaba, asomó la cabeza hacia el pasillo.

—¡Ya he llegado!— exclamó cuando Santana salió del cuarto de baño.

—Bajo enseguida— respondió ésta antes de cerrar la puerta de su habitación.

Cuando Santana bajó la escalera minutos después, Brittany se sorprendió al verla vestida con unos pantalones de chandal grises y una camiseta blanca que marcaba perfectamente el contorno de sus pechos. Aquella no era, desde luego, la vestimenta apropiada para salir a cenar.

—¿Qué tal en el trabajo?— preguntó Santana.

—Muy ocupada. Estamos intentando terminar para la primera semana de octubre y vamos mal de tiempo... ¿Tienes planes para la cena?—

—Sí, pizza vegetariana de Luigi´s— dijo Santana mientras se sentaba en su sitio acostumbrado del sofá y, subiendo sus pies descalzos a la parte central, sonreía ante la cara de asco de Brittany —Te he pedido una Suprema, sin anchoas, y también una de pepperoni, champiñones y queso. Deberían llegar sobre las siete—

Para ese momento, Brittany estaba francamente confusa. —¿Y por qué tantas pizzas?—

—Van a venir los chicos… y también Quinn ¿No te lo dije?—

—No—

—Siempre hacemos una fiesta de pizzas por mi cumpleaños. Supongo que se me pasó decírtelo—

—Ah, no pasa nada. Es que pensaba… bueno, no importa lo que pensaba— dijo Brittany —Por cierto, feliz cumpleaños—

—Gracias... Quinn debe estar a punto de llegar y Kurt ha llamado hace un rato. Llegarán un poco tarde, más o menos a las siete y media. Recalentaremos la pizza si hace falta—

—Suena bien— Brittany intentó mantener un tono de voz alegre y desenfadado, pero en realidad estaba aún más nerviosa que antes. Una cosa era darle a Santana su regalo a solas, pero otra muy distinta que lo fuera a abrir delante de todo el mundo. ¿Por qué no le compré el certificado? —Pues… si van a venir todos, tengo que ir a cambiarme—

Hizo ademán de encaminarse hacia la escalera, pero la mano de Santana en su muñeca la detuvo.

—Espera. ¿Te encuentras bien? Pareces preocupada por algo—

—No— mintió —Debe ser el cansancio del trabajo. Voy a darme una ducha y a cambiarme de ropa. Vuelvo enseguida—

—Oye, Britt—

—¿Sí? —

—¿Estás buscando un nuevo estilo?— dijo Santana sonriendo —El blanco sobre rubio no va muy bien— agregó mientras estiraba la mano para sostener un mechón de pelo rubio de su amiga entre sus dedos.

—¿Qué?— Brittany se llevó la mano a la cabeza y descubrió unos cuantos pegotes de pintura en su cabello —Debo haberme manchado cuando estaba haciendo el techo. He tenido la brocha sobre la cabeza todo el tiempo— Dándose cuenta de la hora, se levantó y fue hacia las escaleras —¿Queda agua caliente?—

—Me temo que tendrás que darte una ducha muy rápida— afirmó Santana con tono de disculpa —He tenido que esperar a que acabara el lavaplatos antes de entrar yo—

Brittany asintió, consciente de que tendría que lavarse el pelo antes de que se acabara el agua caliente si quería deshacerse de la pintura. Lo último que deseaba era recibir a sus amigos hecha un desastre.


***

Brittany dio por terminada su ducha y acababa de bajar la escalera cuando sonó el timbre.

—Voy yo— exclamó Santana

—¡Feliz cumpleaños número veintiocho!— dijo Quinn en cuanto se abrió la puerta, dando a su amiga un beso en la mejilla y un abrazo sin soltar el regalo de Santana.

—Gracias, Quinnie— Santana dejó el paquete en la mesa del recibidor y señaló al sofá —¿Quieres beber algo? La pizza no llegará hasta dentro de quince minutos—

—Ya sabes lo que tomo— dijo Quinn —Hola, Britt—

—Hola, Doc—

—Siéntate— indicó Santana —Britt, ¿tú quieres algo?—

—Luego, gracias— contestó ella ocupando su lugar de costumbre en uno de los extremos del sofá. Un rápido vistazo lateral le verificó que su regalo no estaba a la vista. Quinn se sentó en el lado opuesto a ella y se quitó los zapatos.

—¿Van a venir los chicos?— preguntó Quinn.

—Llegarán un poco tarde, pero sí... Quinnie, ¿Coca cola o root beer?—

—Coca cola, gracias. Va bien con el pepperoni— Quinn se inclinó hacia delante y bajó la voz para que no se le oyera en la cocina —¿Qué le has comprado?—

Brittany titubeó. —Pues… no gran cosa. ¿Y tú?—

—Ah ah, si tú no me lo dices, yo tampoco— Quinn sonrió y se irguió en el mismo momento en que Santana salía de la cocina llevando dos vasos de soda en las manos. Con el ceño fruncido, Brittany miró de soslayo a la mesa lateral en la que descansaba una caja plana y rectangular envuelta en papel rojo y trató de adivinar qué habría dentro.

—Aquí tienes— dijo la escritora, alargándole un vaso a Quinn y quedándose el otro antes de ocupar una de las sillas —¿A que no sabes quién me ha llamado hoy?—

—¿Quién?—

—Utiliza el posavasos, por favor—

Quinn puso los ojos en blanco y se acercó el posavasos. —¿Contenta? ¿Quién te ha llamado?—

—Shelly— dijo Santana con una sonrisa.

—¿Shelly? ¿Shelly la muñequita? ¿En qué anda metida ahora?—

—Se va a casar… con un pescador de Alaska—

Quinn dejó escapar una expresión de sorpresa y dio una palmada. —No me lo puedo creer. ¿La señorita bronceado va a irse a vivir al norte?—

—Eso dice— Santana dio un trago de su vaso —Le doy un año antes de que empiece a buscar cielos despejados y climas cálidos—

—Nunca se sabe. A lo mejor va en serio. Cosas más raras ocurren—

Brittany, que no tenía ni idea de lo que estaban hablando, contempló en silencio el intercambio de información y siguió dándole vueltas al tema de su regalo. Perdida en sus inseguridades, no se dio cuenta de la primera vez que Quinn se dirigió a ella.

—Perdona, ¿qué decías?—

—¿Cuál de las veces?— Quinn le asestó una palmada amistosa en el hombro —¿A qué planeta te has ido?—

—No es nada— dijo Brittany, poniéndose en pie de golpe —¿Quieren algo de la cocina?— La respuesta era obvia a juzgar por los vasos llenos que Quinn y Santana sostenían —Supongo que no. Ahora vengo—

La cocina no le ayudó gran cosa una vez que sacó la botella de cerveza de la nevera. El timbre de la puerta sonó en aquel momento, anunciando la llegada de Kurt y Blaine. Brittany salió de la cocina con creciente nerviosismo, temiendo que su regalo se quedara corto al contemplar la enorme caja que Blaine traía en los brazos.
La pizza llegó poco después dándole un poco de margen hasta el tan temido momento y Santana se sentó en su lado del sofá. Blaine ocupó la silla mientras Kurt se acomodaba en uno de los brazos de la misma, junto a él. Brittany volvió a su posición acostumbrada y su regalo permaneció escondido. Quinn se sentó en uno de los brazos del sofá a la izquierda de la escritora, dejando la parte central para los regalos.

Santana abrió primero el regalo de Quinn, con los ojos como platos al sacar de la caja una gruesa bata de felpa. Era de color crema, un tono que Brittany juzgó perfecto para contrastar con el cabello de Santana. Ésta agradeció efusivamente a su ex amante el regalo, manifestando que le sería muy útil para el invierno que ya casi estaba por llegar.

—Nos toca— dijo Kurt, recogiendo la enorme caja y dejándola sobre la mesita del café —Pero antes de que te emociones con la caja, no es eso lo que hay dentro— le advirtió, agitando las manos con nerviosismo —Bien, ya lo puedes abrir—

Brittany observó cómo Santana desechaba la idea de haber recibido una preciosa vasija de barro, tal y como mostraba la ilustración de la caja, y empezó a romper la cinta aislante que la sellaba. Le llevó varios minutos encontrar el regalo en cuestión, oculto entre un montón de papel de periódico arrugado. Momentos después, Brittany se sorprendió al verla sacar un conjunto de lámparas de pared antiguas.

—Genial, son prefectas— dijo Santana, dejando una sobre la mesa para examinarla con más detalle. Personalmente, a Brittany le parecían horribles: una base de latón que soportaba toda una colección de espirales para cubrir el casquillo, diseñado en forma de algún tipo de criatura medieval con una malévola sonrisa. La joven decidió en aquel momento que su compañera de piso tenía un extraño sentido de la perfección —¿Dónde las han encontrado?—

—Cuando te puse esas lámparas corrientuchas en el balcón supe que no eran de tu estilo— comenzó Blaine.

—Y los grifos le dan un buen toque, ¿no crees?— le preguntó Kurt, a toda vista orgulloso de su elección —Vi un juego de hierro forjado, pero me parecieron demasiado sosas. Imagínate mi sorpresa cuando encontré éstas en el fondo de una caja en la parte de atrás de la sala de exposiciones—

—Te las instalaré antes de que llegue el frío— prometió Blaine.

Santana pareció apropiadamente complacida con el regalo y lo volvió a depositar en la caja antes de que los ojos de todos se volvieran con expectación hacia Brittany.

—Oh— Dándose cuenta de que era su turno, la rubia se inclinó sobre el brazo del sofá y sacó su regalo, entregándoselo a Santana con aire vergonzoso y deseando fervientemente haber optado por el certificado —No sabía que comprarte— arguyó en su defensa mientras Santana rompía con cuidado el papel. Ya no había dónde esconderse, puesto que el regalo de madera y metal reposaba en las manos de Santana.

La sólida base de cerezo servía como lienzo para las letras curvas que formaban el nombre de Santana en la parte superior. A cada uno de los lados había una pluma y una lupa, mientras que una discreta placa de metal sostenía sendos apartados para un bolígrafo y un lápiz a juego.

—Es precioso— dijo Santana con sinceridad, visiblemente conmovida.

Brittany se encogió de hombros, casi segura de que su compañera estaba siendo indulgente. —Bueno, eres escritora de misterio y… pues… lo vi por ahí y supuse que te gustaría—

—Me encanta— dijo Santana envolviendo a Brittany en un fuerte abrazo —Es un regalo fantástico. Muchas gracias—

—De nada— murmuró la rubia, no sabiendo aún si esas palabras eran del todo sinceras.

—Es muy bonito— dijo Quinn al tiempo que los chicos asentían, reforzando su opinión. Uno a uno, se fueron pasando el regalo para verlo mejor y llegaron por fin a la conclusión de que era perfecto para su escritora de misterio favorita.

***

—Vaya  noche— dijo Santana tras acompañar a sus amigos a la puerta. Miró la hora y suspiró, considerando seriamente la idea de dejar la aspiradora para la mañana siguiente. Acto seguido, plegó y guardó la caja de la bata junto a las otras que tenía en el armario. Nunca se sabe cuándo vas a necesitar una caja. Dejó el regalo de Blaine y Kurt tal y como se lo habían entregado y lo llevó a una esquina hasta que su amigo tuviera tiempo de venir a instalar las lámparas. Con la bata bajo el brazo y su juego de escritura personalizado en las manos, Santana dirigió a su compañera una sonrisa más —Es precioso— dijo, refiriéndose al regalo de Brittany —¿Cómo se te ocurrió algo así?—

Brittany, por su parte, se encogió de hombros. —De hecho no tenía ni idea de qué comprarte. Vi uno de esos en el centro comercial y pensé que te gustaría—

—Nunca había visto uno de estos con pluma y lupa. Es único. Lo voy a poner en mi escritorio para verlo cada vez que escriba—
Antes de que Brittany pudiera reaccionar, Santana utilizó el brazo que tenía libre para atraer a la joven hacia sí y abrazarla de nuevo —Es algo muy especial y me encanta. Gracias—

Brittany ya se sentía mejor por el asunto de regalo y sonrió cuando Santana la soltó.—Me alegro mucho de que te haya gustado—

—Así es, y mucho— convino la escritora. Sonrió de nuevo al ver los intentos de su compañera por ahogar un bostezo y le dio una palmada amigable en el hombro —Vamos, ya es muy tarde—

—Creo que sí— afirmó la rubia.
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por evean Mar Dic 17, 2013 7:38 am

tanta dedicación en el regalo de Britt la encontré muy tierna.... sigo atrapada con tu fic y espero ansiosa tu pronta actualización
Espero sean capítulos extensos  Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 2145353087   
saludos
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por adi-santybritt Mar Dic 17, 2013 1:10 pm

Hola!!!
Britt ya siente algo por San!!!! Ahhhh !!!
Me encanto la platina de Britt y Jake!!!
Bastante preocupación por el regalo!!! Y a San le encanto!!!!
Espero la actu!!!
Saludos
Xoxo
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por Linda23 Mar Dic 17, 2013 1:49 pm

Me encanto, Estuvo buenísimo, la tía de San muy acertada respecto a la relación Brittana.

ESPERO TÚ SIGUIENTE ACTUALIZACIÓN OJALÁ SEA PRONTO.

Nos Vemos. :-) SALUDOS.
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por 3:) Mar Dic 17, 2013 1:57 pm

hola,....

me encanto que britt se preocupe por jake,....
morí de ternura por el regalo que le hizo britt a san,...!!!!!!!!!!!!

nos vemos!!!!!!!!!!!
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Mensaje por BrittPierce Mar Dic 17, 2013 4:55 pm

Por fin Britt esta empezando a mirar a San de otra forma ¡Gracias tía Helen!
Que tierna eso de ponerse nerviosa por el regalo, hasta yo estaba nerviosa jajaja eso sólo demuestra que San cada vez le importa más y esta abriendo su corazón a ella, taan linda  Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 1215408055 

Gracias por la actualización estaré esperando la siguiente
Un abrazo
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Mensaje por O_o Mar Dic 17, 2013 8:08 pm

Me gusta como britt esta viendo a san con otros ojos me gusta como esta cambiando, beno como dicen el amor sana.

y si eres la causante de mis desvelos :)
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Mensaje por neniirivera Miér Dic 18, 2013 12:19 am

diossssssssssssssssss miooo actualiza pronto porfissss :'c no seas malitaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa , prometo dejar mis mensajes xd soy lectora fiel , pero nunca comento , juro dejar mis mensajes pero este fics me tiene muy muy atrapada , me encanta que todo sea dificil , por ke cuando llegue el beso anhelado no me decepcionara
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Mensaje por Dolomiti Miér Dic 18, 2013 1:41 am

Sin duda cada capitulo me hace sentir un montón de emociones encontradas!! Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 210293833 
Jajajajjaja me encanta tu fic!! Y es cierto a pesar de que me desvelo un poco al ver si
hay actualización, bien vale la pena la espera! Es genial que Britt ya empieze a ver a Santana de
otra forma!! es tan.... aaaagh tan lindo!! no se!! Me encanta!!!
Actualiza pronto xfaaa!!  Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 1215408055 Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 1215408055 Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 1215408055 
Saludines!! ñ.ñ/  Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 1215408055 
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Mensaje por Kristen Rivera Miér Dic 18, 2013 4:38 am

Hola :)


Si soy algo impaciente! Jaja muy bueno tu CAP linda ! Me encanta que seas así , lo que tienes de buena escritora lo tienes de .... Hermosa ! Gracias por hacer este fic posible y de conocerte más :) me encanto tu comentario :$

Eres han agradable y linda persona!


Saludos
Un besote ;) y abrazo


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Mensaje por Kristen Rivera Miér Dic 18, 2013 1:12 pm

Esperando linda ;)
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Mensaje por marcoheath Miér Dic 18, 2013 2:35 pm

Uffff... creo que es primera vez que comento, pero lo queria hacer para decirte que me encanta la forma en que estas llevando la historia, me encanta que sea todo asi lentito y que Brittany se valla dando cuenta de a poquito que Santana esta allí para ella.

Necesito más capitulooooooos! Me meto a cada rato al foro para ver acaso has actualizado, pero nada :(

Quiero Brittanaa luego, ¿Falta mucho para esa parte?

Amo este fic ♥
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Mensaje por Beverly_87 Jue Dic 19, 2013 5:19 am

CAPITULO 23




****


—¿Me puedes repetir por qué estamos haciendo esto?— preguntó Brittany arrojando otro montón de ramas secas a la carretilla.

—Las fogatas se hacen con madera— dijo Santana imitándola —Además, es la forma que tiene Dani de reunir a sus amigas en casa para ayudarle a limpiar la hojas secas—

—Eso me parecía— afirmó la rubia sonriendo —Por lo menos hay cerveza—

—Eso es. ¿Sabías que hay dos barriles más aparte de la del porche?—

—Ah, una recompensa por tanto trabajo duro— Brittany le lanzó a su compañera una sonrisa irónica —Por lo menos, contigo aquí no tengo que pasarme el rato luchando con esa versión de seducción femenina—

—Así es, tú no te separes de mí— dijo la escritora —Yo protegeré tu virtud—

Acto seguido oyeron una risa de incredulidad y se volvieron para ver a Bree saliendo de entre los arbustos —Que discursito, López— dijo arrojando las ramas que traía en los brazos al interior de la carretilla —No te preocupes por ella, Britt— afirmó al tiempo que le propinaba una palmadita en el hombro —Recuerda que soy inofensiva, puedes confiar en mi—

Brittany sonrió. —No sé si puedo confiar en alguien que se besa con lo que le caiga al frente—

—Vaya, qué poco sentido de la aventura tienes— dijo Bree imitando con las manos una flecha que le hubiera atravesado el corazón

—Ok, muy bien, las dejaré solas, tortolitas. Aunque será mejor que se den prisa. La comida casi está y Dani acaba de abrir el segundo barril de cerveza—

Acto seguido, la chica desapareció entre los arbustos dejándolas solas de nuevo.

Santana, por su parte, meneó la cabeza. —Ya le he dicho doscientas veces que no somos novias—

—Yo ya me he dado por vencida— dijo Brittany —Además, si piensa que estoy contigo no me hace tantas insinuaciones—

—De hecho, a algunas de mis amigas les atrae eso. A Lauren le encanta ir a por mujeres comprometidas. Creo que se lo toman como un reto—

—No debo ser su tipo— dijo la rubia, deteniéndose para hacerse con una rama cubierta de hojas y tierra —Ella es una de las pocas que no han intentado nada conmigo—

—Es que las prefiere pelirrojas y morenas creo, así que estás a salvo. ¿Quieres que te ayude?—

Brittany intentó de nuevo desenterrar el pedazo de madera, exhalando fuertemente. —Si no te importa—
Juntas, consiguieron sacar el tronco, pero lo desecharon al ver que el extremo inferior estaba plagado de insectos —Tanto para nada— dijo la rubia, soltándolo de nuevo.

—Bueno, no es como que haya escasez de ramas por aquí— afirmó Santana al tiempo que sacaba un pañuelo y se limpiaba las manos —De hecho…— continuó, echando un vistazo a la carretilla, ya casi llena hasta el tope —… creo que ya tenemos bastante—

—Yo voto porque volvamos antes de que se acabe la cerveza— dijo Brittany utilizando sus vaqueros a modo de toalla para quitarse la mugre de las manos antes de agarrar los mangos de la carretilla.

—La puedo llevar yo— se ofreció Santana.

—Nah, no pesa nada— dijo la rubia. Hubo un tiempo en que una de aquellas le habría supuesto un gran esfuerzo, pero tras dos meses trabajando con Blaine, sus músculos le permitían llevar aquella carga sin apenas notarlo —¿Sabes qué? ¿Por qué no vas a buscar un par de cervezas mientras yo llevo todo esto hasta el montón?—

—Me parece muy bien— dijo Santana —Te veo allí— Dio media vuelta y se encaminó a la casa al tiempo que Brittany recorría el pequeño sendero que las demás carretillas habían dejado entrever hacia el lugar de la fogata. Esta hoguera se va a ver desde el espacio, pensó echando un vistazo a la enorme cantidad de ramas.

—Estábamos a punto de mandar una patrulla de búsqueda por ustedes— dijo Quinn, con una cerveza en la mano, cuando se aproximó —¿Dónde está Santana?—

—Ha ido a la casa a por una cerveza para mí y quién sabe qué para ella— afirmó Brittany —Ayúdame a descargar esto, ¿quieres?—

Tras dejar su cerveza en el suelo, la mujer mayor de pelo rubio empezó a ayudar a Brittany a trasladar la madera desde la carretilla a la pila.

—¿Vas a quedarte a pasar la noche o te va llevar Santana a casa?—

—Dice que se quiere ir a casa más tarde, pero hemos traído la tienda de campaña por si acaso— dijo Brittany —Ya veremos cómo va la cosa—

—Te llevaría yo, pero no creo que vaya a estar en condiciones de conducir para cuando se haga de noche— afirmó la terapeuta —Apenas soy capaz de meterme en el auto la mañana siguiente a estas fiestas otoñales de Dani—

—¿Y ellas qué están haciendo?— preguntó Brittany señalando a un grupo de mujeres agrupadas en mitad de un campo plano cubierto de pasto.

—Intentan poner la red de voleibol— contestó Quinn, quitando la última rama de la carretilla antes de recoger su cerveza —Aún faltan un par de horas antes de que Dani prenda la fogata, así que hay que buscar algo para mantenerlas a todas—

Brittany sonrió. —Seguro que a Dani se le ocurriría otra cosa para entretenerse un buen rato si encontrara alguien dispuesta a acompañarla—

—¿Te ofreces voluntaria?—

La rubia resopló y negó con la cabeza. —No es mi tipo, ya lo sabes— dijo al tiempo que veía a Santana aproximarse a ellas con dos vasos de plástico llenos de cerveza en las manos —Ah, genial— Interceptándola a medio camino, Brittany le arrebató uno de los vasos y se echó un par de buenos tragos —Mi heroina— bromeó.

—Ya veo que te has buscado ayuda para descargar la carretilla— dijo Santana, dándole un trago a su cerveza —¿Te apetece ver jugar a las chicas?—

—¿Y a ti?—

—Claro— afirmó la escritora mientras Quinn se unía a ellas —A lo mejor les echo un par de juegos—

—Será mejor que te quedes mirando— dijo Quinn —Tiene un remate bestial—

—Al parecer eres alguien a quien querría en mi equipo— dijo Brittany mientras se aproximaban a la zona de juego, sin comprender del todo la extraña mirada que le dirigió la terapeuta.

Poco después, los equipos estaban hechos. Santana y Brittany iban contra Dani y Rachel. Quinn decidió observar el juego, junto con otras chicas, mientras la pelota blanca pasó volando sobre la red y comenzó el partido. Si aquellas mujeres jugaban duro al softball, cuando se trataba de voleibol no tenían piedad. Cada punto se jugaba al límite, acompañado de toda una serie de gruñidos y maldiciones que dejaban en pañales al inocente intercambio de expresiones que la joven estaba acostumbrada a oír. Como principiante, Brittany se vio pronto en franca desventaja cuando la rotación la puso en primera línea. Incapaz de defender los poderosos remates de Rachel, se comió un par de puntos antes de rotar nuevamente, con lo que Santana quedó a su izquierda.

—No le tengas miedo al balón— dijo la escritora, balanceando su peso de un lado a otro preparándose para el siguiente servicio —Estaré aquí si me necesitas—

Brittany asintió, rogando para que la pelota no volviera a ir en su dirección. Para desgracia suya, la bolea de Dani envió el balón justo a las manos de Rachel. Brittany se preparó para encarar un nuevo remate cuando sintió una presencia a su espalda. Elevó la pelota cuando ésta cayó en picada a su campo, dejándola elevarse suavemente en el aire, exactamente lo que Santana necesitaba para engañar a Rachel con un remate autoritario que golpeó a la chica en el hombro antes de caer al suelo.

—Eso ha sido suerte— dijo Rachel, recuperando la pelota y lanzándosela a Dani.

Santana, por su parte, se acercó a su compañera de apartamento y le susurró al oído. —La próxima vez que te pasen la pelota, elévala y yo me encargo del resto, ¿vale?— Luego, palmeó el hombro de Brittany y volvió a su posición.

El partido mejoró a partir de ese momento. Brittany dejó de intentar devolver balones y se concentró en la colocación para que Santana pudiera rematar. La estrategia funcionó, permitiendo la victoria de su equipo. Aunque no les fue tan bien en la revancha, Brittany disfrutó de lo lindo el juego y se apuntó sin reservas a la partida de baloncesto que se organizó a continuación en el camino de acceso mientras Santana y Quinn se fueron a ayudar a Dani con la barbacoa.

Brittany fintó a la izquierda y luego a la derecha, superando a Bree y encestando el balón limpiamente.

—Un golpe de suerte— dijo la joven de brillantes ojos castaños.

—Eso crees?— contestó Brittany, limpiándose el sudor con el dorso de la mano —Espera un momento. Voy por algo—

Los autos estaban estacionados en la hierba que había a cada lado del camino de acceso y le llevó un momento localizar y llegar hasta el mercedes de Santana. Tras echar un vistazo a los asientos, y al no ver lo que estaba buscando, fue hasta el maletero y lo abrió. La bolsa de deporte de Santana estaba encajada entre el saco de dormir y la parte de atrás del asiento. Brittany rebuscó en su interior y sacó su cinta de deporte para la cabeza. Decidiendo que a Santana no le importaría que la usara, se la puso con la esperanza de que mantuviera a raya el sudor y le apartara el pelo de la cara.

—Ah, maldición— bromeó Bree cuando Brittany se aproximó —Tenían la esperanza de que te volverías a quitar la camiseta—

Brittany se echó a reír junto a las demás, recordando aquella vez en que lo había hecho en uno de los partidos de softball.

—Lo siento, pero no llevo nada debajo excepto el sostén—

—Que no te de vergüenza— dijo la morena.

—Esta bien, después de ti— contraatacó Brittany, esperando que la mujer diera el tema por terminado. Para su sorpresa, Bree empezó a levantarse la camiseta a la altura del abdomen —No, no, espera, era una broma—

Bree sonrió con aire engreído. —Cobarde—

—Chica fácil— contestó la rubia, sonriendo mientras cada quien volvía a su posición. La pelota entró en juego y Brittany no pudo evitar reírse a carcajadas después de sobrepasar nuevamente a Bree y encestar nuevamente, valiéndose del tablero. Se sentía relajada y cómoda con las amigas de Santana, y también suyas ahora, agradeciendo las palmaditas de felicitación de su equipo mientras esperaban a que Bree sacara el balón de debajo de uno de los autos. A alguien se le ocurrió la idea de traer una nevera llena de cervezas y cogió la que Susan, una de las chicas le ofrecía. Tras recuperar la pelota, el juego se reinició con creciente rivalidad e igualada puntuación. Al final, el equipo de Bree ganó sólo por tres puntos y todas se vieron de pronto deseando hincarle el diente a la carne que les esperaba junto a las parrillas.

La música fluía a todo volumen de un altavoz instalado en una de las mesas de picnic. Brittany se alegró al ver que Santana ya se había hecho con dos platos a rebosar y se encaminaba a una de las mesas.

—Huele de delicioso— dijo aproximándose a ella.

—Supuse que tendrías hambre después de tanto correr— dijo Santana, apartando la silla vacía que tenía al lado.

Brittany cogió una costilla asada y le dio un mordisco, manchándose de salsa toda la comisura de los labios. —Está un poco grasoso—

Santana, por su parte, se echó a reír. —Espera— dijo, limpiándole la boca con una servilleta —Listo, ya no pareces una niña pequeña—

—¿Sólo vas a comer eso? ¿Una mazorca y ensalada de patata?—

—Ya sabes que no como carne roja— afirmó la escritora llevándose la mazorca a la boca y frunciendo el ceño cuando varios pegotes de mantequilla fueron a dar a sus vaqueros —El pollo todavía no está listo—

—Luego voy a ver y te digo cuándo salga— dijo Brittany, con la boca manchada de nuevo.

—Puedo ir yo—

—Tranquila, probablemente necesite rellenarme el plato para entonces. ¿Qué tal está la ensalada?—

—Toma, prueba un poco— Tras cargar el tenedor, Santana lo dirigió a la boca de Brittany, que se abrió tras unos segundos de duda.

—Oh, mira, si le da de comer y todo— bromeó Bree desde la mesa contigua, provocando un aluvión de carcajadas a su alrededor y el consecuente sonrojo de Brittany.

—Lo que te pasa es que estás celosa— dijo Santana, enterrando su tenedor en la ensalada de macarrones de la rubia y llevándoselo a la boca.

—Puedes jurarlo— contestó Bree, haciendo reír de nuevo a la concurrencia. En ese momento, alguien anunció que el pollo ya estaba listo y Brittany saltó de la silla.

—Dame tu plato— dijo —¿Cuántos trozos quieres?—

—Con un pedazo basta— dijo Santana, entregándole el plato —Y un poco más de ensalada de patata y macarrones si quedan, por favor—

—Claro, no hay problema— Brittany se encaminó hacia las parrillas y volvió minutos después con el plato de Santana y dos cervezas —He pensado que tendrías sed— se justificó, dejándolo todo sobre la mesa.

—No suelo beber tanto— dijo Santana, cogiendo su lata de cerveza y dándole un trago —Ya llevo tres—

—Y yo unas cuantas más— admitió Brittany, empezando la suya con ahínco antes de enterrar el tenedor en la ensalada de macarrones del plato de Santana —¿Y qué vamos a hacer después de comer? Todavía hay demasiada luz para encender la hoguera—

—Seguramente echarán otro partido de voley—

—¿Vas a jugar?—

Santana meneó la cabeza. —No creo. ¿Por qué? ¿Tú sí?—

—Si tú no juegas, no— dijo Brittany, ganándose una risita por lo bajo de Bree. Sintiéndose en la necesidad de explicarse, añadió —No se me da demasiado bien—

—Vale, haremos esto. Si de verdad te apetece jugar, te acompaño— afirmó Santana, apuñalando a Bree con la mirada antes de que la chica tuviera oportunidad de meterse en su conversación privada.

Como era de esperar, una vez que todos los estómagos estuvieron repletos, alguien sugirió echar otro partido. Brittany negó con la cabeza, puesto que quería esperar a que se le bajara un poco la comida antes de ponerse a correr. Santana se llevó los platos vacíos al cubo de basura mientras ella se acababa la cerveza. Dándose cuenta de que varias mujeres se escabullían en el interior de una de las cabañas de almacenaje, la rubia sonrió y se excusó para ir con ellas, consciente de lo que pretendían hacer allí.
Cuando regresó, más tarde, sus ojos parecían considerablemente más pequeños. Santana, por su parte, le echó un vistazo y meneó la cabeza.

—Debí imaginar que encontrarías fácilmente a tus colegas del whisky— dijo —Supongo que estás totalmente ebria—
—No, sólo lo justo para sentirme bien— dijo Brittany —¿Te molesta?—

Santana dudó un momento antes de contestar. —Me molesta cuando lo haces para evadirte de la realidad, pero si es por pasar un rato con tus amigas, no. Creo que no me molesta— A pesar de que no había nadie cerca que pudiese oírla, bajó la voz antes de seguir hablando —Es que me preocupo por ti, ¿sabes? No me gusta ver cómo te haces daño a ti misma—

—Lo sé— dijo Brittany, cubriendo el hombro de Santana con su mano —A mí no me gusta ver cómo te matas quedándote despierta toda la noche para escribir, sólo para acabar en un punto muerto, así que estamos en paz. Anda, ¿qué me dices de ese partido?—

—¿Seguro que puedes jugar? Quiero decir, mareada y todo—

—Claro, a lo mejor así la pelota va más despacio y hasta puedo darle un par de golpes— dijo Brittany, dando un ligero apretón al hombro de Santana antes de retirar la mano.

—De todas formas, no creo que juguemos mucho más— dijo Santana mientras se dirigían al terreno de juego —Ya casi es de noche. Dani no tardará en encender la fogata.

La predicción de Santana se cumplió, ya que menos de una hora después empezó el fuego y todo el mundo fue a ocupar un lugar alrededor de la hoguera. Brittany se sentó a un lado de la escritora y Quinn al otro. Rachel se las arregló para quedar junto a la rubia terapeuta y empezó a pasar latas de cerveza de la nevera que había llevado con ella mientras lanzaba tímidas miradas hacía la rubia de ojos verdes que no se daba por enterada.

—¿Cuántas llevas ya? ¿Cinco?— preguntó Brittany cuando Santana se llevó a los labios su vaso.

—Creo que sí— respondió la escritora —Me da que no vamos a ir a ninguna parte esta noche—

—Por suerte tenemos la tienda de campaña en el auto— dijo Brittany —¿Es lo suficientemente grande para las dos?—

—Sí, es doble, igual que el saco de dormir, así que no hay problema— afirmó Santana —No eres de las que dan vueltas y patadas toda la noche, ¿verdad? Porque entonces te vas a dormir al césped—

—Seré buena, lo prometo— dijo Brittany —Además, seguro que entre la cerveza y el whisky caeré redonda en cuanto cierre los ojos—

—Bien, pero no antes de ayudarme a montar la tienda— dijo Santana. —Quinn te puede contar por experiencia el trabajo que da esa cosa—

—Sería mucho más fácil reclinar el asiento del mercedes y dormir ahí— arguyó Quinn tras oír su nombre en la conversación —Lleva casi una hora ensamblar ese mounstrito. Yo no he bebido demasiado, por si quieren que las lleve a casa— se ofreció—

—¿En tu trampa mortal?— preguntó Santana —Ni de broma. Una cosa es sufrir esa velocidad cuando estás sobria, pero no estoy dispuesta a ponerme en tus manos medio borracha—

—Cierto— dijo Quinn —Seguro que acaban redecorando la tapizeria del auto—

—Pues a lo mejor es para bien, Quinn— bromeó Brittany —¿Cuándo va a dejar de pesarte el pie y vas a comenzar a manejar como una persona decente?—

—El día que nuestra querida Santana deje de ordenar todo a su paso—

—Entonces me da que esa cosa seguirá rodando hasta que se quede sin combustible—

—¡Oye!— exclamó Santana, adoptando un falso aire ofendido —¿Por qué me meten a mí en medio de todo?—

—Porque, de hecho, estás en medio— dijo Brittany, propinándole un codazo.

—Eh, Santana— dijo Dani —Cuéntanos en qué estás trabajando ahora. ¿Otra historieta de la detective?—

Santana terminó de darle un trago a su bebida antes de asentir. —Sí, será la tercera de la serie—

—¿Y le vas a buscar novia de una vez o qué?—

—Creo que sí. Por lo menos voy a meter una atracción de las fuertes. Si acaba en amor o no… todavía no lo he decidido—

—Oh, deberías hacerlo— se inmiscuyó Brittany —Con un montón de romance y pasión—

—Sí, sobre todo pasión— dijo Bree —Quiero por lo menos tres escenas de sexo—

—Escenas de amor— le corrigió Santana —Y eso tampoco lo he decidido todavía. Ya veré cómo va el tema—

—Tu solo complácenos— dijo la chica con una sonrisa lujuriosa.

Mientras transcurría la noche y las chicas conversaban sobre diversos temas, Brittany no estaba segura de en qué momento había ocurrido, pero ahora se encontraba más cerca de Santana y sus rodillas se tocaban. Dudó un momento si apartarse o no, pero desistió, ya que no quería que Santana prestara excesiva atención a aquel contacto casual. En vez de eso, intentó concentrarse en la discusión que se desarrollaba a su alrededor. Santana estaba hablando con Quinn, permitiendo a Brittany estudiar sus facciones a la luz del fuego. Un brillo anaranjado bailaba sobre el rostro de la escritora, iluminándolo y oscureciéndolo alternativamente. En ese momento, tomó un trago de cerveza y miró a su alrededor, percatándose que Dani parecía haber encontrado compañía para pasar la noche, si es que ver a las dos mujeres besándose era algo indicativo. Briittany se dio cuenta de que la nueva conquista de la anfitriona era Kate, quien en ese momento intentaba comprobar hasta qué punto de la garganta de la mujer podía llegar con su lengua. Incapaz de apartar la vista del espectáculo que se desarrollaba frente a ella, Brittany observó detenidamente a las dos mujeres. ¿Cómo diablos hacen para respirar?

De la nada surgió una imagen de ella misma siendo besada con una pasión y un deseo semejantes a los que estaba contemplando, pero lo que conmocionó en realidad a Brittany fue el rostro de su compañía imaginaria.
Como si hubiera sentido de alguna forma los pensamientos de Brittany, Santana se giró y la miró, regalando a la rubia una delicada sonrisa.

—¿Estás bien?—

—¿Qué?... Oh, sí— dijo ella, prácticamente segura de que el calor que sentía no provenía del fuego —Me he desconectado un momento, supongo—

—Parece que Kate no va a dormir esta noche en una tienda de campaña— dijo Santana señalando con la barbilla a las dos mujeres que todavía se besaban.

—Si es que llegan a la cabaña— respondió Brittany, pasando el brazo por detrás para alcanzar otra cerveza de la hielera —Apuesto a que no necesitan la hoguera para calentarse—

—Ya te digo— dijo Santana, posando su mano en la rodilla de Brittany —¿Te sientes incómoda?— le preguntó en voz baja para que nadie más la oyera.

Negando con la cabeza, la joven trató de librarse de la imagen que la acosaba, es decir, una en la que la mujer que tenía al lado la besaba apasionadamente.

—Ehm… No. Ya he visto a tus amigas besándose antes. Lo hacen constantemente en el campo de softball—

Claro que nunca antes había pensado que me besabas tú, pensó echándole un rápido vistazo a Santana antes de volver su atención a las llamas. Debe ser porque paso mucho tiempo con ellas. Sólo he pensado que Santana me besaba porque es mi amiga y me siento muy cercana a ella, eso es todo. Sin embargo, mientras se planteaba eso, Brittany se descubrió contemplando la mano que, de forma tan familiar, descansaba sobre su rodilla, y combatió el impulso de cubrirla con la suya para asegurarse de que no desparecía.

***

El área de voleibol hacía las veces de campamento improvisado para las ocho mujeres que, en aquel momento, se peleaban con sus tiendas de campaña. Por desgracia, estaba lo suficientemente lejos de la fogata como para que la luz les permitiese ver lo que estaban haciendo, así que Brittany acabó yendo a buscar una linterna al Mercedes mientras Santana luchaba contra la indómita estructura. Al parecer, las otras tenían el mismo problema y, una vez que la tienda estuvo dispuesta, la rubia fue a auxiliarlas. Al final había cuatro tiendas de campaña en formación más o menos circular. A continuación, ayudó a Santana a desplegar el saco de dormir en el interior de la suya y se fue a la cabaña para usar el baño, cosa que le llevó más tiempo del que esperaba porque, por lo visto, todas las demás mujeres habían tenido la misma idea que ella en aquel preciso momento. La ingente cantidad de cerveza ingerida durante la jornada había predispuesto que el cuarto de baño de Dani estuviera ocupado durante buena parte de la noche, si es que las mujeres acampadas fuera no decidían usar los arbustos en su lugar.

Tras quitarse las zapatillas de deporte, Brittany se metió a gatas en la tienda. Dentro estaba oscuro, pero se las arregló para orientarse, localizando la cremallera del saco y abriéndolo. Acto seguido, se quitó rápidamente los vaqueros, se desabrochó el sostén por debajo de la camiseta, se lo quitó y enrolló los pantalones para usarlos a modo de almohada. Por un momento, se planteó quitarse también la camiseta, pero desistió, ya que no sentía tanta seguridad como en casa, por no mencionar que tenía que compartir un saco de dormir con Santana. Frotándose las manos contra los muslos desnudos, Brittany se preguntó si debía volver a ponerse los vaqueros, pero el sonido de la cremallera de la tienda al abrirse puso fin a la duda.

—¿Santana?—

—Sí. ¿En qué lado vas a dormir?—

—A la derecha… pero si lo quieres tú…—

—No, a mí me gusta la izquierda. Además, es mejor que tú estés del lado de la entrada por si tienes que salir al baño. Has bebido más que yo—

—Sí, seguro que me levanto por lo menos una vez— Brittany sintió que el saco de dormir se abría y se le puso la piel de gallina antes de que Santana se tumbara y el agradable calor de la franela volviera a cubrir su cuerpo.

—¿Tienes bastante sitio?—

Brittany, que estaba tan al borde del saco que podía sentir el frío metal de la cremallera contra su piel, asintió antes de recordar que la oscuridad la hacía invisible para Santana.

—Sí, ¿y tú?—

—Sí, tranquila. Puedes acercarte más, si quieres. Hay mucho espacio—

—No te quiero agobiar— dijo Brittany.

—Aunque lo hicieras, no tendría ningún problema— Santana dejó escapar en ese momento un largo bostezo —Anda, ponte cómoda para que podamos dormir un poco—

A regañadientes, Brittany se apartó de la cremallera adoptando una posición fetal de espaldas a Santana, aunque consciente del calor que emanaba el cuerpo que descansaba a unos pocos centímetros del suyo. Era una sensación extraña, puesto que no había dormido con nadie desde que era niña, pero al mismo tiempo le reconfortó tener a Santana al lado sabiendo que no había ningún tipo de cierre en la tienda. No es que tuviera miedo de las mujeres que acampaban junto a ellas, pero aun así siempre quedaba la duda.

—¿Mejor?— le preguntó Santana en voz baja.

—Sí. ¿Seguro que no estás muy apretada?—

—No, para nada. Todavía queda sitio, por si lo necesitas—

—Tranquila, estoy bien— afirmó Brittany ajustándose los pantalones que le servían de almohada —Buenas noches, Santana—

—Buenas noches, cielo— respondió la escritora, acercándosele en la oscuridad para darle un rápido apretón en el hombro.

Su intento de conciliar el sueño fue interrumpido minutos después cuando un claro e inconfundible gemido cortó el aire, seguido por varias risitas pícaras provenientes de las otras tiendas.

—Parece que alguien se lo está pasando de lo lindo— dijo Brittany, sonriendo en la oscuridad.

—Mmmmm…— respondió Santana medio dormida —Sólo espero que no hagan demasiado ruido—

—A mí me da que no va a ser así— dijo Brittany tras escuchar otro gemido, esta vez un poco más fuerte —¿Quiénes crees que son?—

—Ni idea. No me he dado cuenta de qué tiendas han quedado junto a la nuestra— Esta vez, la gimiente mujer dejó escapar una mezcla entre suspiro y grito, y otra voz más tenue pareció susurrar algo —Creo que es Dani—

—¿Sí?— Brittany se dio la vuelta hasta quedar de cara a Santana y se incorporó apoyándose en un codo. Acto seguido, volvió a escuchar —Puede ser. La voz parece demasiado suave—

Oh, Dani, sííííí…

—Ok, si es ella— dijo la rubia —¿Con quién crees que está? No he visto a nadie rondándola esta noche—

—Debe ser Kate, ¿has olvidado hace unas horas cuando se comía con ella a besos?. Me han dicho que es un tanto… expresiva en ciertas actitudes— afirmó Santana.

—Oye, Dani— exclamó una voz desde una de las tiendas —Haz el favor. Hay gente que intenta dormir—

—Sí, no me hagas ir hasta allí y separarlas con mis propias manos— gritó otra de las mujeres, provocando un aluvión de risas ahogadas a su alrededor.

—Yo pensaba que tus manos estaban ocupadas todas las noches— Esta vez, reconocieron la voz de Quinn.

—Que te jodan, Fabray— respondió la voz con aire juguetón.

—¿Eso es un insulto o una oferta?—

—Tú eliges, Quinn. En mi tienda hay sitio de sobra—

—Me da que no vamos a poder dormir— se quejó Santana.

—Bueno, por lo menos alguien se lo está pasando bien— dijo Brittany antes de volverse de nuevo y acomodarse.

—Ojalá lo hicieran con menos escándalo—

—O se llevaran la tienda un poco más lejos—

—Me parece que, aunque estuvieran al otro lado de la casa, seguiríamos oyéndolas— dijo Santana antes de soltar un gran bostezo—Debería haberme traído tapones para los oídos—

—En algún momento tendrán que parar, ¿no?—

La escritora soltó una risotada incrédula. —Cielo, estamos hablando de lesbianas. Son como en ese anuncio de la tele. Duran y duran y duran…—

—Oh, genial— dijo Brittany con sarcasmo, golpeando sus pantalones —Supongo que debería considerarme afortunada de que no tengas novia o me pasaría las noches en vela—

Santana se echó a reír. —De hecho, no soy nada escandalosa— En ese momento, se detuvo, ya que una nueva oleada de gemidos se dejaba oír desde el exterior —Es Dani, no hay duda—

Brittany meneó la cabeza y cerró los ojos, tratando con todas sus fuerzas de aislar las imágenes que los sonidos nocturnos le inspiraban.

***

Brittany se despertó inmediatamente al sentir el contacto. Le llevó un par de segundos recordar dónde se encontraba y quién dormía a su lado… o mejor dicho, quién dormía pegada a ella, puesto que Santana le había rodeado la cintura con un brazo. Por eso mismo se había despertado. Era noche cerrada y lo único que oía era uno que otro ronquido ocasional en las tiendas cercanas y el repentino crepitar del fuego, ya casi extinto. Al darse cuenta de que Santana estaba profundamente dormida, la joven se debatió entre apartar el cálido brazo que la cubría o no hacerlo por no despertar a su amiga. Se quedó allí quieta varios minutos escuchando la respiración de quien tenía al lado, lo suficientemente cerca como para sentir el cálido aire contra su nuca. Al igual que cuando Santana la abrazaba de forma ocasional para mostrarle su apoyo, Brittany se descubrió sintiendo esa misma comodidad en aquel gesto inconsciente. Así, se relajó y pronto volvió a quedarse dormida.


Santana parpadeó repetidamente y miró a su alrededor, ya que la luz del sol iluminaba el interior de la tienda con un brillo amarillento. Para su sorpresa, se encontró totalmente abrazada a Brittany. Debí imaginármelo, pensó. Siempre he sido de las que abrazan. Pero estaba demasiado a gusto como para moverse. Inhaló el dulce aroma del pelo de Brittany y tuvo que reprimir el impulso de acariciarle su sedoso cabello rubio. ¿A quién intento engañar? Incorporándose ligeramente para observar las facciones de la joven aún dormida, Santana se admitió a sí misma que había evitado deliberadamente mencionar aquella costumbre a Brittany por aquella misma razón. La sensación de tener a su amiga entre sus brazos era maravillosa, así como sentir la calidez que emanaba contra su cuerpo. Así, se quedó tal cual estaba durante un buen rato para disfrutarlo al máximo, y no fue hasta que oyó el jaleo de las demás mujeres al salir de sus respectivas tiendas que regresó a regañadientes a su lado del saco de dormir. Por muy a gusto que estuviera en aquel momento, no era tan tonta como para seguir así cuando Brittany se despertara. Probablemente pensaría que intento aprovecharme de ella. Entonces, escuchó un crujido en el exterior de la tienda y el cierre se abrió a medias.

—San ¿estás despierta?—

—Buenos días, Quinn— dijo en voz baja —Britt sigue dormida—

—Kate ha hecho café—

—Vale, salgo en un minuto—

Ahora tenía el problema de salir del saco sin despertar a Brittany, quien de hecho se encontraba del lado de la cremallera, así que intentó arrastrarse hasta la parte superior.

—¿Mmmm?—

—Shh… soy yo— dijo, sacando las piernas del saco —Duérmete otra vez, es muy temprano—

—¿Qué hora es?— murmuró Brittany, poniéndose boca arriba y frotándose los ojos.

—Las siete, más o menos— Encontró el reloj que había guardado en una de sus zapatillas —Las siete y veinte. Voy por café. ¿Quieres que te traiga una taza?—

—No, me voy a levantar ya. Además, tengo que ir al baño—

Brittany se sentó, revelando a Santana algo que no había notado la noche anterior al mostrar la parte superior de sus piernas desnudas al borde del saco. Sólo entonces cayó en cuenta la escritora de que la almohada de Brittany eran, de hecho, sus pantalones.

Oh, gracias a Dios que no me di cuenta anoche, pensó Santana, notando además los pezones de Brittany revelándose bajo su camiseta.

—Voy a salir para que te vistas— dijo, gateando por el borde de la tienda y abriendo por completo la cremallera.

—Salgo en un momento— escuchó mientras salía al campo cubierto de hierba y parpadeaba para ajustar sus ojos al brillante sol del amanecer.

—Ok— Santana se puso las zapatillas y se encaminó a la casa.

Kate, Dani, Quinn, Rachel, Bree y Lauren, ya estaban en la cocina cuando Santana llegó.

—Buenos días— dijo, haciéndose con dos tazas vacías del escurreplatos y encaminándose hacia la cafetera. Acababa de llenar las tazas cuando Brittany hizo su aparición con el pelo alborotado todavía.

—Oh, gracias— dijo Brittany cuando su amiga le entregó su café.

—He pensado que podríamos parar a desayunar de camino a casa— propuso Santana apoyándose contra el mostrador e ignorando la caja de donuts que había encima —Hay un sitio muy bueno cerca de aquí—

—Eso suena bien— afirmó la rubia, dejando a un lado su taza y encaminándose, hacia el baño que Bree acababa de desocupar.

—Aquí tenemos donuts— dijo Quinn.

—No me apetece dulce— contestó Santana —Además, unos huevos Benedict son justo lo que necesito para arrancar—

—¿Qué pasa?— dijo Dani —¿Es que se van ya? Pensaba que iban a quedarse un poco más—

—Tengo cosas que hacer— afirmó Santana con un leve tono de disculpa, consciente de que era una soberana mentira. Aparte de escribir, no había mucho más que hacer en todo el día —Además, Brittany nunca ha desayunado en Ruby’s. Seguro que le gusta—

—Oh, sí, las dos solitas en una mesa, ¿eh?— ironizó Kate.

—Compórtate, quieres?— le advirtió Santana —Nos merecemos un buen desayuno después de habernos pasado toda la noche en vela gracias a ti y a Dani—

—Oye, que no es culpa mía que tú no te corras— dijo la chica con una sonrisa malévola mientras rellenaba su taza e intercambiaba una mirada de complicidad con Dani —¿Y cómo va el libro?—

—Me voy acercando al final, pero ya llevo como cincuenta páginas dándole vueltas— dijo Santana —Ya saben cuánto me cuesta cerrar las historias—

—Sí, por eso tus libros rara vez bajan de las trescientas páginas— afirmó Bree —Oh, pero esas escenas románticas merecen todo lo demás. Pondrás una por lo menos en este, ¿no?—

—¿Es que no lo hago siempre?— contestó Santana llevándose la taza a los labios y disfrutando del fuerte sabor amargo —Se trata de juntar a las protagonistas— En ese momento, advirtió que Brittany había salido del baño, y se preguntó para sí por qué la vida real no era tan sencilla como la ficción. Por qué se estaba enamorando de alguien a quien nunca podría tener y por qué era incapaz de apartarse de ella o hacer que su corazón dejara de apegarse a la hermosa joven con quien compartía su hogar —Tengo que desmontar la tienda. Enseguida vuelvo— Tras dejar la taza sobre el mostrador, salió de la cocina a toda prisa y respiró una gran bocanada de aire puro.


Ya casi tenía enrollada la tienda de nailon cuando Brittany se acercó a ella.

—¿Quieres que te ayude?—

—No— dijo —ya casi está—

Brittany se arrodilló y puso una mano sobre la funda de la tienda de campaña, interrumpiendo el trabajo de su amiga.

—Oye— Aquella palabra, pronunciada con tremenda suavidad, obligó a Santana a elevar la vista hacia los ojos azules que la observaban con preocupación —¿Estás bien?—

Tras tomar aire, la escritora asintió. —Sí. Supongo que estoy cansada o algo así—

—¿Seguro? Pareces preocupada por algo—

Por un segundo, Santana se preguntó en qué momento Brittany se había vuelto tan eficaz a la hora de leer en su interior y esperó que su rostro le mantuviera el secreto.

—Estoy bien, en serio... Oye, ¿por qué no llevas el saco de dormir al auto? Yo voy en un minuto y luego podemos desayunar algo—

—Si estás cansada, podemos comer algo en casa— ofreció Brittany.

—No. Estoy segura de que te encantará Ruby’s y, además, casi nunca salimos a comer fuera— En ese momento, se le ocurrió algo—A menos que no quieras ir—

—No, no, sí quiero. Si hay comida de verdad y a ti te gusta, quiero ir. Porque tienen comida de verdad, ¿no? Nada de brotes de judía y cosas verdes que sueles comer, como si fueras un conejo—

—Comida de verdad, te lo prometo— dijo la mujer sonriendo —Seguro que hasta te puedes poner una dosis extra de grasa si la pides—

—Qué graciosa. Pues vamos, que me estoy muriendo de hambre. Ya me he despedido de las chicas—

Brittany le arrebató la tienda y la metió en la bolsa de nailon, echando a perder el cuidadoso doblaje que Santana acababa de hacer. Evadiendo la necesidad de volverla a sacar entera para ponerla bien, la escritora echó a andar hacia el auto seguida de Brittany, agradecida de perder de vista a sus amigas por ahora. Comprendía perfectamente por qué la hostigaban tanto con el asunto de Brittany y también que en parte encontraba ese tipo de comentarios tan molestos porque no iban demasiado desencaminados. Le había resultado dificilísimo dormir junto a Brittany, especialmente con el repertorio de soniditos que llegaban desde la tienda de Kate. Daba gracias de que sólo hubiera sido una noche y no un fin de semana entero. Dos noches seguidas le hubieran supuesto una tentación tal que no estaba segura de haber podido manejarlo.

***

Brittany suspiró y se puso boca arriba, buscando a tientas el interruptor de la lámpara. Esto es ridículo. Ya llevaba dos horas en la cama, pero era incapaz de conciliar el sueño. Optó por sentarse y se hizo con el cuaderno y el bolígrafo que tenía en la mesita de noche. Acto seguido, empezó a escribir.

Son casi las dos y no puedo dormir. ¿Por qué? ¿Por qué siento esto? ¿Lo que siento es real o es sólo mi imaginación disfrazando una amistad como algo más? Ella me abraza a menudo, pero nunca ha intentado algo conmigo ni nada, así que… ¿por qué sigo pensando estas cosas? Nunca he besado a una mujer, pero lo deseo tanto cuando me abraza… Quiero hacerlo. ¿Me devolvería el beso? Lo dudo. Probablemente se quedaría ahí sentada y me diría con ese tono suyo por qué nunca podría interesarle un montón de mierda como yo. Sólo soy una amiga, una compañera de apartamento. Sé que se preocupa por mí, pero, ¿podríamos llegar a algo más? ¿Y si decide que quiere vivir sola otra vez? ¿Y si se encuentra una novia?
Tengo frío. La estufa está encendida, puedo oírla, pero lo que quiero que me mantenga caliente está al otro lado del pasillo. Quiero que me abrace como hizo la otra noche. Me pregunto si nisiquiera se dio cuenta. Es tan agradable estar entre sus brazos… como cuando estoy triste y me abraza. Ojalá conociera todas las respuestas. Nunca antes me había planteado estar con otra mujer y no creo que quiera hacerlo… si no es con Santana. No quiero a una mujer, la quiero a ella.
¿Por qué no puedo tener una vida como las de sus libros, donde una heroína encuentra a la mujer que ama y se van cabalgando hacia la puesta de sol?... ¿Por qué no puedo ser lo que ella busca?



—Cuando escribí eso no pensé que lo ibas a leer— dijo Brittany avergonzada, tirando de un hilo suelto que sobresalía de la costura del puff.

—Te creo— afirmó Quinn cerrando el cuaderno y dejándolo en el suelo junto a ella —Tenemos que hablar de eso—

—No hay nada de qué hablar— sentenció la joven encogiéndose de hombros —No le intereso de esa forma—

—Eso no hace que tus sentimientos sean menos reales— dijo Quinn —¿Te habías enamorado alguna vez?—

—¿Con la gente con la que andaba, Doc?— Brittany meneó la cabeza —Me he acostado con un par de tipos de vez en cuando, pero nunca he salido con nadie, y menos en plan romántico—

—¿Has considerado la posibilidad de que esto sea sólo una reacción lógica al hecho de que pasas mucho tiempo con Santana? Por lo que me has contado, no permites que nadie se acerque a ti desde lo de tu hermana—

—¿Piensas que por que Santana sea mi amiga y sea lesbiana me estoy planteando que yo puedo serlo también?—

—Has sido tú la que has escrito que nunca antes te habían interesado las mujeres— dijo la terapeuta —Y lo que yo piense no importa. ¿Cómo te sientes?—

Brittany soltó una risa sardónica. —Ahí mismo lo tienes escrito, Quinn— Hizo una pausa —¿Crees que estoy confundiendo la amistad con el amor?—

—Creo que esa pregunta tienes que contestártela tú misma— afirmó Quinn con dulzura —Por lo que respecta a las relaciones sentimentales, me da que no estás preparada. Apenas estás empezando a asumir los maltratos de tu padre. Añadir romance a la ecuación sin duda culminará en un desastre emocional—

—En otras palabras, que estoy demasiado jodida como para ser novia de nadie— dijo la joven con un tono de auto desprecio.

—En otras palabras, necesitas tomarte tiempo para quererte a ti misma antes de aprender a querer a otra persona, sea quien sea— la corrigió Quinn —Sigues consumiendo alcohol y fumando para ahogar lo que sientes sin importar los progresos que consigas aquí. Y has progresado mucho — la animó —No importa lo duro que te resulte a veces. Ten por seguro que cada vez que te enfrentas al dolor y lo superas, vas mejorando— Acto seguido, miró su reloj —Por desgracia nos hemos quedado sin tiempo—

—No pienso contarle nada de esto a Santana— advirtió Brittany —Lo que menos necesito ahora mismo es ponerme a buscar otro sitio para vivir—

—¿De verdad crees que te echaría a la calle si le dijeras lo que sientes?— preguntó Quinn —Yo no—

—No, probablemente me dejaría quedarme— admitió —Pero yo no sería capaz de hacerlo— Dirigió una media sonrisa a la terapeuta —Ya sabes lo buena que soy echando a correr—

—El único problema que tienes es que no puedes huir de ti misma— dijo Quinn poniéndose en pie. Brittany la imitó antes de recuperar su cuaderno.

—¿Qué voy a hacer con ella?—

—No es Santana quien debería preocuparte, Brittany, sino tú. Te sugiero que sigas escribiendo lo que sientes y, sobre todo, sé sincera contigo misma— En ese momento, extendió los brazos —Hasta la semana que viene—

—Aquí estaré— dijo Brittany cediendo al obligado abrazo —Y Doc…—

—¿Sí?—

—No me has ayudado nada, ¿sabes? Estoy aún más confusa que cuando entré—

Quinn sonrió. —Lo sé. Ése es mi trabajo—

Brittany salió al recibidor y esperó a que la secretaria colgara el teléfono para concertar su siguiente cita. En la pared más cercana a la puerta había un estante lleno de panfletos, así que se puso a hojearlos para pasar el rato. De pronto, sus ojos cayeron sobre un pliego azul en el que resaltaban las palabras “¿Necesitas ayuda?”. Tras sacar uno del estante, lo abrió para descubrir que se trataba de un programa de reuniones de Alcohólicos Anónimos.

—Señorita Pierce, ¿el martes que viene a las cinco y media?—

—¿Qué? Ah, sí, está bien— dijo ella, metiéndose el folleto en el bolsillo trasero y recogiendo la tarjeta que le ofrecía la mujer de mediana edad —Hasta la semana que viene—

Minutos más tarde, mientras esperaba a que el auto entrara en calor, Brittany se sorprendió leyendo el panfleto. Había una reunión sólo para mujeres una hora más tarde en la vieja iglesia que quedaba junto a su casa. Tras comprobar el texto, vio que se trataba de un grupo abierto, por lo que cualquiera podía entrar, tanto si se consideraba alcohólico como si no.
Podría pasarme a ver cómo es, pensó para sí. No es como que tenga que dejar de beber o admitir que soy una borracha ni nada parecido.

El estacionamiento estaba lleno de autos, algunos viejos como el suyo y otros que parecía que acababan de salir del concesionario. Sentada en su asiento, Brittany contempló a las mujeres que se sonreían unas a otras y charlaban animadamente antes de entrar.
¿Qué coño estoy haciendo yo aquí?
Con la plena seguridad de que estaba cometiendo un error, Brittany salió del auto y se encaminó hacia la puerta.

***

—Ya era hora— dijo Santana cuando la joven llegó por fin a casa —Ya me estaba empezando a preocupar— Limpiándose las manos en el trapo de cocina, la escritora fue hacia ella —¿Ha ido todo bien con Quinn?—

—Sí— afirmó sin dar más detalles —Es que he tenido que hacer una cosa de camino. ¿Qué hay para cenar?—

—Se me ha ocurrido hacer pollo al horno. Esta noche es la eliminatoria. ¿Te apetece ver cómo los Mets barren a los Braves?—

—Suena bien— contestó ella —Sólo iba a echarle un vistazo a lo de los exámenes. Puedo estudiar y ver el partido al mismo tiempo—

—¡Oh!— Santana se dirigió hacia las escaleras —Se me olvidaba. Te he hecho unas fichas para ayudarte con las fórmulas. En seguida bajo. Dale una vuelta a la verdura, ¿quieres?—

—Todavía no entiendo para qué se necesita saber geometría o álgebra en el mundo real— dijo Brittany mientras entraba en la cocina. Removió la comida con una cuchara de madera antes de abrir el refrigerador automáticamente y echar mano de una cerveza. Con la puerta abierta y la lata de aluminio en la mano, se detuvo. Poco a poco. Como si fuera tan fácil. Tras soltar un suspiro de resignación, volvió a dejar la cerveza y sacó una gaseosa.

Santana regresó con un mazo de tarjetas hechas a base de carpetas recortadas.
—Te he puesto las definiciones en un lado y la fórmula en el otro para que te las puedas estudiar mejor— dijo, depositando las tarjetas en el mostrador —Podemos probarlas en el intermedio—

—¿Vamos a cenar dentro o fuera?— preguntó Brittany mientras abría el estante y sacaba un par de platos.

—Donde prefieras. El previo empieza dentro de cinco minutos—

—Mejor en el salón— decidió la joven, haciéndose con los cubiertos y las servilletas —Me apetece quitarme las botas y relajarme un poco—

—¿Un día largo?—

—Demasiado— Brittany sonrió cuando Santana le acarició el hombro —Ya sabes lo que pasa después de las sesiones con Quinn—

—Sospechaba que traías algo en la cabeza— dijo Santana con suavidad —¿Quieres hablar de ello?—

Brittany echó un vistazo a la lata de gaseosa que había dejado sobre el mostrador. —Todavía no— afirmó —A ver cómo van las cosas—


Cuanto más intentaba Brittany no pensar en beber, más necesidad sentía. Sus viajes al escritorio en busca de un cigarrillo eran más frecuentes que de costumbre, y maldijo en silencio el momento en que se había quedado sin whisky el día anterior. Los Mets iban perdiendo, lo que sólo añadía tensión al asunto. Cuando su mejor bateador falló una bola que iba claramente fuera de la zona de strike, perdiendo la oportunidad de anotarse tres carreras, estalló.

—Me voy a fumar— anunció.

—Pero si has salido hace menos de un cuarto de hora— indicó Santana —¿Por qué estás tan nerviosa? Sólo van dos abajo. Pueden remontar—

—No es por eso— dijo Brittany desde la puerta que separaba la cocina de la sala —Es que tengo muchas cosas en la cabeza. Necesito tomar el aire—

Abrió la puerta corrediza y salió al exterior, sacándose con aire iracundo el paquete de tabaco y prendiendo un cigarrillo.
Esto no debería ser tan jodidamente difícil. No estoy tan apegada de la botella como el viejo. No puede ser.
Puesto que tenía la mirada fija en la silueta de los árboles, no se dio cuenta de que Santana estaba a su espalda sino hasta el momento en que le puso las manos sobre los hombros con suavidad.

—Dime qué te pasa— le solicitó la escritora.

Brittany asió con fuerza la barandilla de metal, espachurrando la colilla de su cigarro.

—Odio sentirme tan… indefensa—

—¿Indefensa contra qué?—

—Cosas que no puedo controlar— dijo con aire críptico, al tiempo que meneaba la cabeza —Debería ser lo suficientemente fuerte como para superar esto, pero me temo que no puedo—

—¿Tiene algo que ver con el hecho de que no te hayas bebido ninguna cerveza esta noche?— preguntó Santana.

—No sabía que prestaras tanta atención a lo que bebo o dejo de beber— dijo Brittany girándose para encarar a su compañera de apartamento.

—No suele haber noche que no te tomes una en la cena. Ahora, que pasen tres horas y el paquete de seis cervezas siga entero en la nevera… es lo que nunca había visto— Santana le dirigió una sonrisa y le dio un apretón en el brazo —¿Vas a dejar de beber?—

Brittany volvió a darle la espalda. —No lo sé—

En ese momento, los delicados brazos de Santana le rodearon la cintura y su barbilla cayó sobre el hombro derecho de la joven. —¿Sabes cuál es tu problema? Que no crees lo suficiente en ti misma—

—¿Y por qué iba a hacerlo?— preguntó —Santana, me he jodido la vida. Tengo veinticuatro años y ya estoy viendo que voy a acabar siendo una borracha, como mis padres—

El suave cantar de un búho cortó el aire de la noche, haciendo que Brittany perdiera el hilo de sus pensamientos.

—Te equivocas— dijo Santana tras un minuto de silencio.

—¿Sobre qué?— preguntó la joven sin volverse.

—Sobre lo de acabar como tus padres— Santana rompió el cálido abrazo, dejando su mano izquierda sobre la pequeña espalda de Brittany —No lo harás—

—¿Y tú cómo lo sabes?—

Santana se apoyó también sobre la barandilla, permitiendo que sus codos se tocaran. —Porque tú quieres cambiar. Ellos no. Has admitido que tienes un problema con lo que te pasó cuando eras pequeña y has buscado ayuda. Te has dado cuenta de que tienes un problema con el alcohol y estás intentando superarlo—

Brittany soltó una risotada. —Déjate de tonterías. Lo que he hecho no es nada del otro mundo. He ido a una reunión, he intentado no beber una noche y no puedo creerme lo difícil que es— afirmó en voz baja.

—¿Sabes por qué estoy segura de que no vas a acabar como tus padres?— preguntó Santana suavemente.

—¿Por qué?— Brittany se encontró de pronto envuelta en un breve abrazo.

—Porque me tienes a mí… y no voy a dejarte— dijo Santana con firmeza —Y ahora, ¿vas a seguir torturando a tus pobres pulmones o volvemos adentro a ver si los Mets salen del atolladero una vez más?—

***

—Siento llegar tarde— dijo Brittany dejándose caer sobre el puff y advirtiendo la mirada de amonestación que le dirigía Quinn —¿Qué?—

—¿No has traído el cuaderno esta semana?— preguntó la terapeuta desde el otro puff.

—Se me ha olvidado. He ido mal de tiempo todo el día— Brittany se limpió el sudor de sus manos en los vaqueros —Que semanita…—

—¿Y eso?—

—Esta noche ha sido la primera que he salido antes de las seis, y cuando llego a casa es tan tarde que Santana ya ha cenado, por no mencionar que el sábado es el examen del bachillerato. Si me lo pierdo, voy a tener que esperar otros dos meses—

—¿Y crees que estás preparada?— preguntó Quinn.

—Con algunas partes sí— La rubia se encogió de hombros —Pero las matemáticas siguen dándome dolor de cabeza. Santana me ha estado ayudando con las fórmulas, pero son tantas que no soy capaz de distinguirlas. Estoy segura de que, en cuanto entre ahí, se me va a olvidar todo—

—Te recomiendo que visualices este examen como si fuera una prueba. No importa si apruebas o no. Si pasas, genial. Si no, te servirá para ver en qué vas mal y ponerte al día para dentro de dos meses—

—De hecho, si no apruebas tienes que esperar seis— dijo Brittany —Y no quiero. Nos hemos esforzado mucho— Si Quinn se dio cuenta del “nos”, no lo mencionó para nada —Estoy deseando enseñarle el certificado a Santana—

—Deberías estar haciendo esto por ti, no por ella— dijo la terapeuta —Es tu diploma—

—Pero ni siquiera lo estaría intentando de no ser por todo lo que Santana me ha ayudado. Gracias a ella he conseguido entender el maldito álgebra, y ni de broma sabría analizar una frase si no me hubiera enseñado— Brittany meneó la cabeza —No hubiera sobrevivido a esta semana sin ella. Imposible—

—¿Y por qué ha sido tan difícil esta semana?— le preguntó Quinn.

—Llevo… llevo tres días sin beber— Los ojos de Brittany quedaron fijos en la alfombra —Lo intenté dos días, pero… no sé. Es muy difícil—

—¿Quieres decir que estuviste sin beber dos días, luego bebiste, y ahora llevas en seco otros tres?— intentó clarificar la mujer.

—Sí— Acto seguido, miró a Quinn —Ni siquiera me acuerdo de la última vez que me pasé tanto tiempo sin echar un trago—

—¿Y qué hay de los cigarrillos?—

—No me tientes— dijo Brittany con sequedad —Sigo fumando, menos pero aún lo hago y ni se te ocurra intentar quitármelos de un tirón—

—No tiene sentido avocarte al fracaso quitándote todos los vicios de una vez— afirmó Quinn.

—Eh, que yo no he dicho que quiera dejar de fumar, Doc— le advirtió Brittany —Es que he estado demasiado ocupada como para comprar, eso es todo. Además, no he tenido tiempo para fumar desde que Santana y yo nos quedamos media noche en vela estudiando para el maldito examen—

—Ya veo que te está ayudando mucho— dijo la terapeuta con toda seriedad —¿Has ido a alguna reunión?—

Brittany asintió. —Hay una todas las noches a las seis. Llego un poco tarde por el trabajo, pero normalmente me paso. También hay una los sábados, pero estábamos ocupadas, así que no fui— Tras cruzarse de brazos, miró a Quinn con aire desafiante —Ya sé que se debe ir todos los días para sacarle el jugo al asunto, pero si estoy haciendo algo con Santana, no voy a dejarlo todo de lado para presentarme— Frunció el ceño al advertir una sonrisilla irónica en el rostro de Quinn —¿Qué?—

—Yo nunca te he dicho que vayas todos los días— contestó la terapeuta —De hecho, estoy sorprendida de que vayas tan a menudo. Contenta, pero sorprendida. Si te apetece saltarte una sesión de vez en cuando porque estás haciendo algo divertido, no hay problema. Tan sólo no dejes que se convierta en una excusa para no ir o te encontrarás con una botella vacía en las manos más deprisa de lo que se tarda en decir “recaída”— Quinn elevó las rodillas y se rodeó las piernas con los brazos —¿Y cómo te sientes físicamente?—

—No lo sé— La posición de Brittany imitó a la de la terapeuta —Me duele el estómago de vez en cuando y ya me estoy hartando de la gaseosa, pero aparte de eso… bien, supongo—

—¿Comes regularmente?—

—Vivo con Santana— dijo Brittany con sequedad —Desayunamos juntas, me pone el almuerzo en una bolsa y tiene la cena lista casi todas las noches cuando llego a casa— Señalando su costado, frunció el ceño —Peso casi cuatro kilos más que cuando trabajaba en el Tom Cat. Si esto sigue así, no voy a caber por las puertas—

—Seguro que buena parte es músculo, a juzgar por tu trabajo— dijo la terapeuta al tiempo que se levantaba. Seguidamente, fue hasta su escritorio y sacó dos cintas de vídeo de uno de los cajones inferiores —Toma. Te las puedes llevar para verlas en casa. Una es sobre los efectos que tiene el alcohol en el cuerpo humano y la otra es para personas que están empezando la recuperación, los obstáculos que pueden encontrarse y cómo deben manejarlos. No son muy actuales, pero si eres capaz de obviar la ropa de los ochenta, el resto te puede servir—

—Genial. Gracias, Doc— dijo Brittany. Tras echar un vistazo a su reloj, se levantó del suelo y cogió las cintas que le ofrecía Quinn —Justo lo que necesito. Más deberes—

—Ya que no te has traído el cuaderno, tenía que sacarme algo de la manga, ¿no crees?— bromeó la terapeuta.

—Cierto— convino la rubia —Lo veré por el lado bueno. Podríamos habernos pasado toda la hora hablando de lo que siento por Santana—

—Ya te las has arreglado para meterla en la conversación— dijo Quinn —Doy por sentado que no le has dicho nada sobre eso—

—No— admitió Brittany —Aún no estoy… segura—

—Pues te sugiero que sigas escribiendo lo que sientes en el cuaderno hasta que lo estés— dijo Quinn —Mientras tanto, ve a las reuniones de AA tanto como puedas… y suerte en el examen. Seguro que apruebas con todos los honores—
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por Beverly_87 Jue Dic 19, 2013 5:26 am

CAPITULO 24




****



—Voy a reprobar— dijo Brittany con aire miserable mientras contemplaba el enorme edificio de piedra.

—No vas a reprobar— insistió Santana acariciando suavemente la espalda de su amiga. Se encontraban en el aparcamiento del instituto, rodeadas de otros adultos que fumaban y charlaban animadamente.

—Para ti es fácil decirlo— farfulló la rubia.

—Y para ti también debería serlo— dijo Santana —Has sacado sobresaliente en los dos exámenes de práctica y te sabes las fórmulas de memoria. Puedes hacerlo, Britt. Sé que puedes— Acto seguido, puso un par de lapiceros en la mano de la joven —Anda que ya abren—

Brittany aspiró profundamente y echó un vistazo al edificio, plagada de dudas y temores que hasta entonces había conseguido mantener a raya.

—A lo mejor debería esperarme y estudiar más—

—No. Ya has estudiado bastante. Es que estás nerviosa, eso es todo—

Incapaz de detenerse, Brittany rodeó a Santana con sus brazos y la apretujó con fuerza. —Deséame suerte—

—Buena suerte, cielo— le susurró Santana al oído mientras le devolvía el abrazo —Ya verás como te va a ir bien… y cuando salgas te compraré unas palomitas gigantes e iremos a ver la peli que tú quieras—

—Me conformo con unas de microondas y algo del videoclub— Brittany se apartó a regañadientes y comprobó que sus lápices tenían punta —¿De verdad crees que puedo hacerlo?—

—No lo creo— la corrigió Santana —Lo sé… Ya he elegido en que parte de la pared vamos a colgar tu diploma. Y ahora entra ahí y enséñales cómo se hace—


***

Brittany estaba demasiado nerviosa como para darse cuenta de las hojas que cubrían la carretera. Por fin había llegado un sobre de la Comisión Estatal de Educación. Cuando había llamado a casa en su descanso y Santana le había dicho que tenía un enorme sobre blanco esperándola, había estado a punto de pedirle permiso a Blaine para salir temprano. Se pasó de largo sin titubear la iglesia en la que se llevaban a cabo las reuniones de AA y se dirigió como una bala a casa. En pocos segundos sabría si había aprobado el examen que había hecho tres semanas antes.
Justo cuando iba a agarrar el pomo de la puerta, ésta se abrió para dejar ver a Santana allí con el sobre en las manos.

—¿Buscabas esto?— dijo la escritora mostrando su mejor sonrisa.

—No puedo creerlo— afirmó Brittany con nerviosismo, recogiendo el sobre y entrando en la casa —Tiene que ser mi diploma. No enviarían un sobre tan grande sólo para decirme que he reprobado, ¿no?—

—Ábrelo y a ver qué pasa— dijo Santana.

Con manos temblorosas, Brittany rasgó el sello y sacó dos trozos de papel. Uno era una carta, la cual ignoró con rapidez para contemplar el diploma con aire oficial que tenía en la mano, el cual mostraba su nombre elegantemente escrito.

—Lo he conseguido— susurró.

—Sí, así es— convino la escritora.

Brittany siguió con la mirada fija en el pliego. —No me puedo creer que lo haya hecho— Unas manos reconfortantes se posaron sobre sus hombros —He aprobado. Tengo mi Graduado Escolar. Ya no tengo que ir diciendo por ahí que nunca acabé el bachillerato, porque soy graduada. Lo he conseguido—

—Sabía que podías hacerlo— afirmó Santana con dulzura.

—Pero no habría podido de no ser por ti— Tras dejar el papel en la mesita, se giró para quedar de cara a Santana. Todas aquellas semanas de estudio, la lucha por recordar nombres y fechas, los intentos por hacer feliz a Santana cuando lo único que ella quería era tirarlo todo a la basura y rendirse… todo había acabado. Una hoja de papel declaraba sin lugar a dudas que el error que Brittany cometió cuando era una adolescente ya no iba a hostigarla más. Mirando a Santana, Brittany supo de dónde había salido la fuerza para hacer que lo que una vez fue sólo un sueño ahora se hubiera convertido en realidad —Gracias— susurró al tiempo que parpadeaba para no llorar.

—Yo sólo te he ayudado a estudiar. Has sido tú la que…—

Brittany interrumpió la protesta de su compañera con un fuerte abrazo.

—No. Ni siquiera lo habría intentado de no ser por ti, Santana— Su voz sonaba ahogada contra el cuello de la escritora —Tú me has dado ánimos y me has enseñado trucos para recordar cosas… y me hiciste esas malditas tarjetas— Sonrió y Santana la abrazó con más fuerza —Gracias— susurró de nuevo.

—De… nada— Se quedaron así un momento más antes de que Santana deshiciera el abrazo —Bueno, creo que esto merece una celebración—

—¿Como cuál?— preguntó Brittany mientras se daba la vuelta para limpiarse las lágrimas, a sabiendas de que Santana la había visto.

—¿Cena y peli?— propuso Santana —Sea lo que sea, yo invito—

—Lo único que dan son esas paranoias sangrientas para adolescentes— dijo Brittany.

—Es la época— afirmó la escritora —Después de todo, Halloween está a la vuelta de la esquina. Podemos pasarnos por el videoclub y alquilar una comedia, si quieres—

—Nah… no me apetece ver una peli—

—Podemos llamar a Quinn y a los chicos a ver si quieren venir a cenar con nosotras al restaurante chino— dijo Santana a continuación.

—¿No te apetece una pizza?— contraatacó la rubia —Seguro encontramos algo en la tele—

—Vale— dijo Santana —Pero, ¿estás segura de que quieres quedarte en casa?—

—Segurísima— afirmó Brittany —No me apetece quedar con más gente. Voy a cambiarme, llamamos a Quinn para darle la noticia y luego decidimos de dónde pedimos la pizza y nos relajamos en casita, ¿qué te parece?—

—Perfecto—

***

—Coge pepinillos, ¿quieres?— solicitó Brittany, echando un vistazo a la atiborrada lista de la compra.

—¿Enteros o picados?— le preguntó Santana.

—Enteros… y asegúrate de que no estén rellenos— respondió la rubia sin levantar la mirada del papel —La última vez trajiste de los otros y no me gustan—

—¿Es por eso que no has tocado el frasco? Me lo podrías haber dicho antes— Santana agarró el recipiente correcto y lo metió al carrito con cuidado.

—Fuiste tú la que se ofreció a comprármelos— dijo Brittany —Supuse que alguien se los comería en un momento dado—

—Nos los podríamos haber traído esta noche para llevárselos a mi madre— afirmó Santana —Seguro que ella los usa para algo—

—No te olvides de que tenemos que ir a comprar un marco nuevo para tu foto, porque lo usaste para mi diploma— Brittany arrojó una bolsa de galletas de chocolate a la cesta —Ah, y una lata de galletas de mantequilla—

—¿Sólo una? Eso me lo como yo de una sentada— bromeó Santana —Mejor compramos dos. Y coge un par de bolsas de malvaviscos, ¿quieres? Quiero enviarle una buena tanda a Jake—

—Ok, creo que los he visto por aquí…— Brittany fue hasta el final del pasillo y echó un vistazo al estante inferior. Una mujer mayor, que se debatía entre qué tipo de caramelos comprar, se le atravesó en el camino —Disculpe—

La mujer se giró y sus ojos se encontraron. Paralizada, Brittany tragó saliva para humedecerse la garganta que, de repente, se le había quedado seca.

—No puede ser…— dijo con voz apenas audible. Los años no habían pasado en vano, advirtió Brittany. Un sin fín de líneas y arrugas abigarraban su rostro hermoso una vez; el cabello rubio ahora estaba encanecido y las gafas eran más gruesas… pero no había lugar a dudas… Los ojos, que la miraban con confusión y certeza, eran los mismos.

—Bri… ¿Brittany? —preguntó la mujer a media voz.

—¿Britt? ¿Has encontrado los malvaviscos?— preguntó Santana poniéndose a su lado.

—Ehm… sí.— Señaló las bolsas que descansaban en el estante de abajo sin apartar la vista de la mujer que tenía enfrente. Dudando qué decir después de tantos años, Brittany simplemente se quedó allí, de pie.

—No puedo creer que seas tú de verdad— dijo la mujer con cara de infinito asombro al tiempo que levantaba una mano hacia el rostro de la joven.

—Ya… sí— farfulló Brittany, dando un paso atrás para ponerse aún más cerca de Santana y escapar al contacto.

—Estás viva…— continuó la mujer, llevando una mano temblorosa al interior de su bolso de mano y sacando un pañuelo.

—¿Brittany?— dijo Santana, sin duda preocupada por la repentina palidez del rostro de su amiga.

—Santana, ésta es…— En ese momento, se detuvo y consideró sus palabras —Margaret Pierce. Es… mi madre—

Al escuchar esa palabra, Margaret Pierce soltó un sollozo y rodeó su carrito para atrapar a Brittany en un abrazo.

—No puedo creerlo— gimoteó —Mi pequeña está viva. Mi Britt está bien—

Brittany se soltó a la fuerza y volvió junto a Santana tomándole la mano y sintiéndose un poco más segura después de que ésta se la apretó.
—¿Has sabido algo de Patty?—

—Tengo tantas cosas que contarte…— dijo Margaret mientras las lágrimas le corrían por las mejillas —Eres una mujer preciosa. Siempre lo supe—

Brittany no protestó cuando Santana le rodeó los hombros con el brazo en un afán protector.
—¿Y qué hay de Patty?— insistió la joven.

Margaret le dirigió una sonrisa melancólica. —Volvió a casa unos seis meses después de que tú te fueras. Estuvimos buscándote por todas partes—

—Seis… ¿Dónde está ahora? ¿Tiene teléfono? ¿Dónde vive?— Las preguntas surgieron raudas de entre sus labios y apretó con más fuerza a su amiga.

—Patricia vive conmigo— dijo su madre —Y también Jessica y Thomas, tus sobrinos— Echó mano del bolso una vez más y rebuscó en su interior —Tengo fotos—

Brittany se sintió de repente mareada… como si le faltara el aire.

—Tengo que salir de aquí— dijo en voz baja. Santana le puso las llaves en la mano.

—Te veré en el auto— prometió la escritora. Acto seguido, echó un vistazo a la madre de Brittany y soltó a la joven —Yo hablaré con ella—

Brittany miró largamente a su madre y sólo pudo advertir amor y preocupación en sus ojos, que tanto se parecían a los suyos. Sin saber bien qué decir, o siquiera si era capaz de decir algo, se dio media vuelta y echó a andar hacia la salida más cercana, sin detenerse hasta llegar al mercedes y estar encerrada en su interior. Acto seguido, bajó a medias la ventanilla, cogió aire y se sorprendió al comprobar cuánto le temblaban las manos.
Patty está viva, pensó mientras veía sus manos temblorosas. Está viva y tengo dos sobrinos. Me pregunto qué edad tendrán. ¿Patty vive con mi madre? ¿Cómo puede ser eso? Jamás se quedaría en la misma casa que papá, estoy segura. ¿Es que mamá le echó a la calle? ¿Por fin abandonó al puto bastardo? Esas preguntas, y muchísimas otras, se abrieron paso en su mente a medida que pasaban los minutos. Dio un respingo cuando un leve golpe en la ventanilla del copiloto le indicó que Santana había regresado y abrió los seguros. Acto seguido, le alargó las llaves presumiendo que su amiga querría meter las bolsas en el maletero, pero cuando se abrió la puerta, Santana la abrazó con fuerza.

—Sé que ha tenido que ser un golpe para ti— afirmó la escritora en voz baja.

Brittany se limitó a asentir, agradecida por los reconfortantes brazos que la rodeaban. Temblando todavía, se agarró con fuerza al cuello de Santana y cerró los ojos. Abrió la boca para hablar, pero lo único que surgió de su interior fueron gemidos. No estaba segura de cómo Santana comprendió lo que necesitaba, pero durante un largo rato se quedaron así: Brittany estirada en los asientos delanteros mientras la escritora la abrazaba con medio cuerpo en el interior del vehículo.

—Vámonos a casa— dijo Santana suavemente. Brittany, por su parte, tomó aire con dificultad unas cuantas veces antes de asentir y regresar a su asiento. Quiso limpiarse las lágrimas, pero Santana fue más rápida, acariciándole las mejillas con los pulgares

—Que día has elegido para acompañarme a hacer las compras, ¿eh?—

—El maldito destino— murmuró Brittany, sorprendida al sentir que Santana le acariciaba el labio inferior antes de apartarse de ella.

—Así es— convino la escritora. Brittany tomó el pañuelo que le ofrecía y se secó los ojos mientras su amiga cargaba las bolsas en el auto, sintiéndose más entera para cuando Santana ocupó el asiento del conductor y encendió el motor.

—Todavía no me lo creo— dijo Brittany, estrujando el pañuelo en su puño —Mi madre… he visto a mi madre— En ese momento, advirtió que habían salido del estacionamiento y que estaban en la autopista —Y en el supermercado. ¿Vive cerca de aquí?—

Santana echó un vistazo al pedazo de papel en el que había escrito su número de teléfono.
—Tiene el prefijo 527. Eso está más allá de las vías que hay al otro lado de la ciudad, así que no, no vive cerca. A lo mejor tenía algo que hacer por aquí y decidió hacer la compra ya de paso. Vaya coincidencia, ¿no crees?—

—Sí— contestó Brittany con aire ausente —Hay un campo para caravanas por esa zona. A lo mejor vive allí— Contempló los autos que las rodeaban —No la recordaba tan bajita—

—Probablemente porque tú has crecido desde entonces— dijo Santana.

—Y Patty vive con ella. Volvió a casa— Brittany tomó una enorme bocanada de aire para evitar ponerse a llorar otra vez —La echo tanto de menos…—

—Lo sé, cielo— afirmó Santana dando una palmadita cariñosa a la pierna de Brittany —Y en un par de horas, vas a poder hablar con ella—

***

Brittany miró su reloj y frunció el ceño al advertir lo despacio que estaba pasando el tiempo.

—Necesito un cigarrillo— anunció encaminándose a las puertas corredizas.

Santana se levantó de la silla e interceptó a la nerviosa joven. —Te has fumado uno hace diez minutos— le recordó —A lo mejor debería llamar a Quinn. Estas muy ansiosa—

—No— dijo Brittany, reconfortándose al sentir la mano que descansaba sobre su hombro —Debe tener consulta, o a lo mejor ya va de camino a casa. Seguro que no la localizo—

—Entonces siéntate e intenta relajarte— insistió la escritora.

A regañadientes, Brittany se dejó guiar hasta la mesa.
—A lo mejor debería llamar ya. Puede que Patty llegue a casa temprano—

—Todavía falta hora y media— dijo Santana, poniéndose detrás de Brittany y posando sus manos sobre los hombros de la mujer —Sé de una cosa que seguro que te tranquiliza—

Los ojos de Brittany se entornaron ligeramente cuando los fuertes dedos de su amiga comenzaron a masajearle los músculos del cuello y de los hombros. La cocina estaba en silencio, excepto por los gemidos ocasionales que surgían cuando Santana llegaba a un punto más sensible. Once años de preguntas entraron en tropel en la mente de Brittany, luchando por ser la primera en el momento en que hiciera aquella llamada. Santana tenía razón, pensó Brittany para sí cuando el pitido estridente de su reloj le indicó que había llegado la hora. El delicado masaje la había relajado, ayudándola a sobrellevar los minutos con más facilidad que si se hubiera pasado todo el rato paseando arriba y abajo por la cocina.

—¿Lista?— le preguntó Santana dando un paso atrás y retirando sus manos.

—Eso creo— contestó Brittany con nerviosismo —Mierda, ojalá pudiera tomarme un trago—

—Lo sé— respondió a su vez Santana alcanzando el teléfono inalámbrico —Pero puedes hacerlo sin él. Yo sé que puedes. Tengo fe en ti—

Brittany rió con sorna y jugó con el teléfono. —Menos mal que alguien la tiene—Tras tomar aire, marcó el número escrito en el pedazo de papel —Está sonando— Santana no dijo nada, puesto que su mano en el hombro de la joven transmitía todo el apoyo que quería darle.

¿Sí?

—¿Patty?—

¿Brittany? Oh, Dios mío, ¿de verdad eres tú?

—No pensé que volvería a saber de ti— dijo Brittany apretando con fuerza el teléfono —Ni siquiera puedo creer que esté hablando contigo— A continuación, se dirigió a Santana —Es ella de verdad—

Tenemos tanto de qué hablar… — dijo Patty, devolviendo a Brittany a aquel milagro telefónico —¿Adónde fuiste cuando te escapaste de casa? Llevo años buscándote

—Yo también te he estado buscando— respondió Brittany, sonriendo a Santana cuando ésta puso una caja de pañuelos de papel frente a ella —Tenemos que hablar de muchas cosas—

Ahora que volvemos a estar juntas, tenemos todo el tiempo del mundo. Hay tanto que quiero contarte…

—Empecemos por el principio— dijo Brittany acodándose en la mesa visiblemente más relajada —Vale, te subiste al autobús…—
A pesar de la atención que estaba prestando a su recién encontrada hermana, Brittany se dio cuenta del momento en que Santana abandonaba la estancia. Con una rápida mirada a la sala, observó que los canales de la tele pasaban con rapidez antes de detenerse en una película.

Las dos horas siguientes fueron más agotadoras psicológicamente que cualquier sesión de terapia, una montaña rusa de emociones mientras las dos hermanas descubrían lo que habían sido de sus respectivas vidas desde la trágica separación.


Santana levantó la vista al oír que el teléfono volvía a su base. Los ojos enrojecidos de Brittany lucían hinchados y una fina capa brillante delataba las lágrimas que habían caído por sus mejillas no hacía mucho.

—Ven aquí— dijo suavemente la escritora, apagando la televisión y yendo hacia su extremo del sofá. Cuando Brittany se sentó, Santana se acercó a ella, le rodeó los hombros con el brazo y la atrajo hacia sí —¿Cómo te sientes?— Sintió que Brittany se encogía de hombros antes de responder.

—No sé— dijo Brittany —Pasaron muchas cosas cuando me fui. Si me hubiera quedado un poco más, todo habría sido tan diferente…—

—No puedes dar marcha atrás y cambiar lo que pasó— dijo Santana, acariciando el antebrazo de Brittany mientras hablaba.

—Mi padre tuvo un ataque al corazón dos meses después de que me escapara— dijo Brittany dejando caer su cabeza sobre el pecho de Santana —Y Patty volvió cuatro meses después. Si me hubiera quedado un poco más no habría tenido que hacerlo—

Santana aspiró profundamente, pensando en lo que sabía que había sido la vida de Brittany después de que se marchara de casa.

—Volvió embarazada— continuó diciendo la joven —Me necesitaba en aquellos momentos y no estuve con ella. Mamá dejó de beber y se buscó un empleo. Patty dice que es muy diferente de cuando éramos niñas. Cuida a Jessica y a Thomas cuando ella está trabajando— Brittany meneó la cabeza —No puedo creerlo. Mamá dejó de beber, mi hermana volvió a casa, tengo dos sobrinos… ¡y me lo he perdido todo!—

—Cielo, no podías saber cómo iban a ir las cosas— dijo Santana —Me has dicho que tus padres no tenían teléfono entonces—

—Es que nunca imaginé que Patty volvería… y mucho menos que ese bastardo se iba a morir tan pronto— dijo Brittany —Debí haber aguantado. Debí haber sido más fuerte—

—Oye— Atrapando la barbilla de la joven con sus dedos, la miró a los ojos, que delataban una profunda tristeza —No puedes castigarte así por lo que deberías o no haber hecho hace tanto tiempo. Era imposible que supieras lo que iba a pasar. Hiciste lo que tenías que hacer para escaparte de ese monstruo. Si la gente que debe protegerte es precisamente la que te hace daño, ¿qué otra cosa te queda?—

—Pero…—

—Nada de peros— dijo Santana con firmeza, soltando la barbilla de Brittany y trazando con sus dedos la línea de su mandíbula antes de apartar la mano —Tenías que alejarte de tu padre— Esperó hasta obtener un asentimiento antes de continuar —Ahora lo que importa es que has recuperado a Patty... ¿Cuándo vas a ir a verla?—

—El sábado— afirmó Brittany, dejando caer su cabeza contra el hombro de Santana —Me es más fácil ir yo que el que ella meta a sus hijos en el auto y haga todo el camino hasta aquí— Hizo una pausa antes de preguntar algo —¿Vendrás conmigo para que la conozcas verdad?—

Santana, quien se había distraído momentáneamente por el aroma del cabello rubio que tenía junto a su rostro, inclinó la cabeza para mirar a su compañera.
—¿Quieres que vaya?—

Brittany asintió. —Sí—

—Pues si quieres que vaya…— dijo Santana suavemente —… allí estaré— Sin pensarlo, dejó que sus dedos acariciaran el hombro de la joven mientras una dulce sonrisa se dibujaba en sus labios —Será interesante oír cómo me presentas—

Brittany le devolvió la sonrisa. —Les diré simplemente que eres una escritora lesbiana y que vivimos juntas. Con eso bastará—

—No eres lo que se dice muy convencional, cielo— dijo Santana —Van a creer que somos amantes—

Para su sorpresa, Britttany se limitó a encogerse de hombros.

—¿Y qué?— dijo la rubia —Seguro que a Patty no le importaría— Acto seguido, se irguió para mirar a Santana —¿Es que te preocupa?— Preguntó con toda seriedad —¿Qué la gente piense que somos pareja?—

Santana aspiró profundamente con la esperanza de que los sentimientos que solía mantener escondidos no se delataran en su rostro.

—No, no me preocupa en absoluto. Eres una mujer preciosa y debajo de esa actitud ruda que sueles mostrar a todo el mundo, sé que hay una persona cariñosa y que se preocupa por los demás. Cualquier mujer se consideraría afortunada de tener algo que ver contigo. Además, de todas formas la mitad de nuestros amigos ya piensan que somos amantes, así que…—

—Apuesto a que más de la mitad— dijo Brittany apoyando su cuerpo contra el de Santana una vez más —Claro que el hecho de que hagamos cosas como estas…— Comenzó indicando el modo en que estaban acomodadas —… no ayuda mucho—

—Ya, pero no nos abrazamos así cuando estamos en público— apuntó la escritora —Ellos no ven esta faceta de nuestra relación—

—No sé…— dijo Brittany fijando la mirada en la pantalla apagada de la tele —Supongo que es porque vivimos juntas—

—Eso debe ser— dijo Santana, a pesar de que su corazón le indicaba que eso no era cierto.

—O a lo mejor es que ellos ven algo que nosotras no vemos— Agregó Brittany

El primer impulso de Santana fue negar aquellas palabras, enfrentarse a la realidad que Brittany acababa de manifestar, pero algo en su interior se negó. Asintiendo con renuencia, la escritora se aprestó a navegar aguas turbulentas.
—Tal vez— dijo con un tono de voz tan leve que, en un primer momento, no supo si Brittany había oído. Sin embargo, cuando la joven se separó de ella para mirarla profundamente a los ojos, supo que había dado en el clavo.

—¿Santana?... —

La hermosa pelinegra pudo entonces escuchar con claridad todas las preguntas no pronunciadas, el miedo y, quizás, la anticipación que denotaba la voz de Brittany. Sintiendo que el corazón iba a salírsele del pecho, cubrió de nuevo la mejilla de la joven con la palma de su mano.
—A veces, cuando te veo sufrir tanto, lo único que quiero es rodearte con mis brazos y no soltarte nunca— Acto seguido, se inclinó levemente hacia adelante sin romper el contacto visual con su amiga —Otras veces te muestras tan auto destructiva que desearía poder meterte en la cabeza un poco de sentido común, pero tengo que retirarme y esperar a que recurras a mí cuando estés preparada— Santana retiró su mano, no sin antes acariciar brevemente el labio inferior de la joven —Pero sobre todo estoy feliz de formar parte de tu vida mientras me lo permitas, porque detrás de todas esas cosas malas estoy segura de que hay una rosa que sólo espera una oportunidad para florecer y ser amada— Encontrando confianza en el hecho de que la joven mujer no la rechazaba, Santana se inclinó un poco más y sintió la suavidad de los labios de Brittany en los suyos. Fue un beso breve y efímero, pero, para Santana, fue perfecto —Tú me importas mucho Brittany— susurró retirándose y sintiendo todavía el calor de los labios que acababa de besar.

Brittany inclinó la cabeza y se miró las manos.
—Cuando me mudé aquí, estaba segura de que esto no iba a funcionar. ¿Qué diablos tienen en común una stripper alcohólica que nunca acabó el colegio con una escritora lesbiana con carrera?— Acto seguido, miró a Santana —Por no mencionar que eres la obsesa número uno con la limpieza—

—Y tú una versión femenina del demonio de tazmania— dijo Santana, respondiendo con una sonrisa a la que Brittany le dirigió.

—Además de vaga— convino la joven —Pero de alguna forma conseguimos arreglárnoslas— Acto seguido, volvió a bajar la mirada —No sé cuándo sucedió. Te juro que en mi desgraciada vida me había planteado algo así con otra persona. Al principio pensé que era por el tiempo que paso contigo y con tus amigas, pero eso no se pega como una enfermedad contagiosa— Tras encogerse de hombros, continuó —Supongo que en un momento dado dejé de verte como una lesbiana y empecé a hacerlo como a una amiga… y después como algo más que una amiga— Entonces levantó la vista y contempló los labios de Santana, incapaz de mirarla a los ojos —Tú… también me importas… y mucho—

—¿Y qué vamos a hacer ahora?— preguntó Santana obligando a la joven a mirarla.

—No lo sé— admitió Brittany con aire vergonzoso —Me siento un poco superada por todo lo que ha ocurrido hoy—

—No me extraña— dijo Santana, atrayendo a la joven hacia sí —Pero tranquila. No tienes que tomar una decisión ahora mismo—

Incapaz de resistirse, inclinó la cabeza y depositó un beso sobre el cabello rubio de su amiga —Las cosas no tienen por qué cambiar. Cuando llegue el momento, sabrás qué hacer—

—Pero, ¿hasta cuándo?— preguntó Brittany con la voz ahogada contra el pecho de Santana —¿Y si te cansas de esperar o encuentras algo mejor? ¿Y si no soy capaz de superar todo lo que me ha pasado y no puedo…?— La frase quedó inacabada en ese punto.

—Te preocupas demasiado por todo, ¿sabes?— dijo Santana con un tono de falsa desesperación antes de abrazar a la joven con fuerza. Comprendía perfectamente lo que aquello implicaba y, en su interior, el corazón de la escritora rugió con rabia renovada hacia el hombre que había causado tanto dolor a la joven mujer —Ya te lo he dicho, todo a su tiempo. Y para que conste en acta…— añadió en voz baja —… no estoy buscando a nadie más— Sintió que los brazos de Brittany se aferraban a ella —Y no me pienso ir a ninguna parte—

—¿Te han dicho alguna vez que eso de hablar se te da muy bien?— preguntó Brittany separándose de la mujer a regañadientes.

—Es porque me paso la vida intentando pintar imágenes con palabras— dijo Santana, rompiendo el abrazo para que Brittany pudiera poner un poco de espacio entre las dos —Tan sólo intento que comprendas lo que siento— Tras tomar la decisión de no presionar más a la joven, cambió de tema —Bueno, cuéntame más sobre Patty y tus sobrinos. Seguro que ya lo sabes todo sobre ellos— Santana se recostó contra el brazo del sofá para oír con atención a Brittany, a pesar de que su mente seguía empecinada en revivir los asombrosos descubrimientos de aquella noche… y cómo iban a afectar a su futuro.

***

El aire era frío, lo bastante como para que Brittany se pusiera una sudadera encima de la camiseta antes de salir al balcón para coger algo de aire puro y frío. Los pensamientos se agolpaban en su mente impidiéndole dormir, a pesar de lo cansada que estaba. Se concentró en las estrellas que brillaban en el cielo mientras escuchaba el lejano cantar de un búho y, aún más allá, el sonido del tráfico que discurría por la autopista. Durante un segundo, parte de ella deseó estar en esa autopista, alejándose a toda velocidad del torbellino en que su vida se había convertido. Ahora sabía con seguridad que Santana quería ser su amante y, aunque eso la aliviaba a cierto nivel, puesto que implicaba que sus sentimientos eran correspondidos, también le daba miedo.

Haberse pasado las dos horas siguientes al momento en que se había metido en la habitación escribiendo en su cuaderno le había ayudado un poco, permitiéndole organizar sus ideas y expresar algunos de sus temores, pero con eso no bastaba. Tras arrojar un último suspiro Brittany se puso a pensar en lo que le depararía el día siguiente.

—¿No puedes dormir?— preguntó Santana antes de abrir por completo la puerta corrediza y salir al balcón.

—Es que tengo muchas cosas en la cabeza— contestó Brittany —Ya sabes, con lo de ver a Patty el sábado y todo eso— Sus labios se curvaron en una leve sonrisa —Por no mencionar lo que ha pasado antes ahí abajo—

—¿Quieres hablar de eso?— preguntó la escritora, acercando una silla y tomando asiento.

Brittany se tomó un momento antes de contestar a la pregunta con otra.

—¿Y tú?—

—Creo que estaría bien, dado que ninguna de las dos podemos dormir— dijo Santana.

—¿Sabes? Me encantaría tener un trago en la mano ahora mismo— afirmó Brittany —Las cosas se están descontrolando en mi cabeza y una parte de mí quiere escapar de todo— Acto seguido, soltó una risotada cortante y despreciativa —Parece que cuando las cosas van bien yo busco una manera de joderlas— Intentó ordenar sus pensamientos, aunque al ver que el esfuerzo iba a ser en vano, volvió su silla para encarar a Santana y se acodó sobre sus rodillas —No sé qué rayos ves en mí, te lo juro— dijo, bajando la vista hacia el suelo.

—Eso es porque no puedes ver a través de mis ojos— dijo Santana suavemente, extendiendo la mano para tocar el brazo de Brittany.

—Ojalá pudiera hacerlo— admitió —Ojalá pudiera ver lo que tú ves— Tomándose un segundo para coger fuerzas, Brittany continuó —Santana… antes, cuando estábamos en el sofá…— El vello de su brazo se erizó y supo, de alguna forma, que aquello no tenía nada que ver con el gélido aire nocturno —Cuando tú… nosotras…cuando nos besamos…— En ese momento, aspiró una gran bocanada de aire y se obligó a levantar la vista para pronunciar la pregunta que llevaba acosándola toda la noche —¿Te… te gustó?—

—Brittany, claro que me gustó— afirmó Santana con rotundidad —¿Es que no se ha notado?—

—Sí, creo que sí, pero… quiero decir que… no es como que yo sea la primera mujer a la que besas— Volvió a bajar la vista —Supongo que no estaba segura— Y tras una pausa —Como no dijiste nada…—

Sintió que la mano de Santana se movía para obligarla a levantar la cabeza.
—Britt…— dijo ésta tras tomar aire —Me gustó. Y me gustó mucho—

Echando mano a la silla, Brittany se acercó más a ella, de forma que sus rodillas casi quedaron pegadas.

—¿Te puedo decir una cosa?— preguntó con aire tímido.

—Lo que quieras—

—Pues…— En ese momento se detuvo, puesto que la inseguridad que sentía ganaba terreno. Las palabras que quería pronunciar simplemente no acudían a ella. Entonces, levantó la cabeza para ver que Santana había tomado sus manos y las apretó para darle valor —Yo… —comenzó de nuevo —… antes, cuando me levanté y te dije que me iba a la cama…—

—¿Sí?—

—Pues…— Sintió que el pulgar de Santana le acariciaba la muñeca y, antes de darse cuenta, fue ella quien le cogió las manos —Esperaba que tú… bueno, que tú… ya sabes… un beso de buenas noches…—

—Lo pensé— admitió Santana, sin dejar de acariciar las palmas de las manos de Brittany, lo cual no ayudaba precisamente a que ésta se mantuviera centrada en el tema —De hecho, quería hacerlo, pero después de que me soltaste pensé que tal vez era presionarte demasiado… y no quería asustarte. Ni siquiera sabía si te había gustado el anterior—

—Ah, sí que me gustó…— dijo Brittany en voz muy baja —Fue… — Acto seguido, negó con la cabeza, incapaz de describir el modo que en aquel brevísimo beso la había estremecido de la cabeza a los pies. Había sentido miedo, pero no el tipo de miedo que aparece cuando te pueden hacer daño, sino más bien miedo ante lo desconocido. Había sido dulce, sin pretensiones ni demandas, sólo una expresión del más asombroso de los sentimientos y, a pesar de que casi se había sentido sobrepasada por la intensidad del momento, la pérdida se hizo patente cuando había terminado —No soy tan buena con las palabras como tú, pero si… — En ese momento, miró a Santana a los ojos y vio algo que ni la sombra de la noche podía ocultar —Si quieres hacerlo otra vez…—
Ya que no era capaz de dar el primer paso, confió en que Santana lo hiciera por ella.

—Me encantaría— dijo Santana con suavidad —De verdad—

Brittany intentó pensar, grabar a fuego en su memoria cada segundo mientras Santana se inclinaba hacia ella acortando el espacio que las separaba, pero cualquier atisbo de pensamiento desapareció en el momento en que sus labios se tocaron… y sólo quedaron las sensaciones. No fue sólo un beso, sino varios, a medida que las dos se buscaban. Ni siquiera intentó resistirse cuando las delicadas manos de su amiga la instaron a acercarse, a pesar de que el borde de la silla de Santana se le clavaba en la rodilla. Nada tenía importancia para Brittany excepto aquel torbellino en el que voluntariamente se estaba hundiendo. El mundo quedó limitado sólo a ellas dos, fundidas en un irrompible abrazo.

Pronto, la necesidad de obtener algo más la obligó a incorporarse de la silla y presionar su cuerpo contra el de Santana, sintiendo el calor de su piel a través de la fina tela de su camisa. Brittany sintió crecer el deseo en su interior y a su cuerpo pedir algo más que una serie interminable de besos. Cuando por fin se atrevió a entreabrir los labios y rozar apenas el de Santana con la lengua, recibió un leve gemido como respuesta. Sintió que la mujer le correspondía, dando profundidad a aquel beso y convirtiéndolo en algo más intenso, más erótico y cargado de más amor del que jamás había conocido. La lengua de Santana se lanzó a una delicada exploración de su boca, arrancando suaves murmullos de placer a Brittany mientras ésta se rendía a las sensaciones que la embargaban. Entonces, enterrando sus dedos en el oscuro cabello de su amiga, empezó a actuar por cuenta propia, recorriendo con su lengua el borde de los dientes de Santana y permitiéndose sentir a plena potencia.

Cuando por fin se separaron, Brittany descubrió que estaba sentada en el regazo de Santana y agradeció los brazos que la rodeaban, porque sentía que sin ellos no sería capaz de sostenerse. Captó cómo el pecho de Santana subía y bajaba con rapidez al tiempo que ella intentaba regular los latidos de su corazón y, cuando por fin pudo hablar, su voz surgió entrecortada.

—Si… que sabes dar… buenos besos—

Santana se echó a reír y la abrazó con más fuerza.
—Me alegra saber que lo has disfrutado—

Brittany sonrió recostándose sobre el pecho de la mujer y aspiró profundamente.

—Claro que lo he disfrutado. Nunca me… habían besado así.— El búho cantó en ese momento, dando profundidad a su afirmación —Vaya, parece que esta noche está muy hablador, ¿no?—

—A lo mejor está buscando compañía— supuso Santana. Acto seguido, intentó desperezarse —Me da que estas sillas no están hechas para dos personas—

—A lo mejor— dijo Brittany, refiriéndose al búho, pero pensando en realidad que aquél era más un grito de soledad. A regañadientes, deshizo el nudo que habían formado los brazos y las piernas de ambas y regresó a su silla, no sin antes asegurarse de que quedaban lo suficientemente cerca la una de la otra como para acariciar con sus pies desnudos los tobillos de Santana —Bueno, ¿y ahora qué?— preguntó en voz baja, en parte temiendo una respuesta que no quería oír.

—Eso depende de ti— contestó Santana. Brittany se dio cuenta de que aquella era una respuesta muy bien calculada, dejándolo todo, incluido cuándo dar el siguiente paso, en sus manos.

—¿Y si no estoy segura?—

—Pues entonces creo que lo mejor es esperar hasta que lo estés— dijo Santana, silenciando con un dedo la protesta de Brittany —No hay ninguna prisa, ya te lo he dicho. Pienso quedarme por aquí un buen rato— Entonces, se inclinó hacia ella y la besó nuevamente con dulzura —Debes estar cansada ya, deberías ir a dormir— le ordenó antes de levantarse —Yo voy a ver si escribo algo. Estas lagunas creativas me están matando—

Brittany se levantó también, quedando cara a cara con su amiga.
—¿Por qué será que no me lo creo?— preguntó —Antes no estabas escribiendo. Te habría oído teclear—

—¿Es que me oyes desde tu habitación?—

—Cuando tenemos la puerta abierta, sí.— Estaban tan cerca que a Brittany le pareció lo más natural del mundo rodear la cintura de Santana con sus brazos —A veces me pongo a escucharte— Cerrando los ojos, dejó que su cabeza descansara contra el hombro cubierto de sedosa tela —Tu silla cruje un poco, ¿sabes?— susurró, como si acabara de revelar un tremendo secreto —Puedo adivinar cuándo estás releyendo lo que has escrito o si te estás tomando un descanso. Cuándo te da la vena y escribes sin parar y cuándo se te atora una frase. Pero esta noche, no has trabajado para nada—

—¿Y también sabes lo que he estado haciendo?— preguntó Santana imitando la posición de los brazos de Brittany y acercándola más hacia sí —Estaba tumbada en la cama oyéndote ir de acá para allá y…— Aspiró profundamente antes de continuar —Estaba preocupada por ti. Normalmente no eres tan inquieta—

—Tenía muchas cosas en la cabeza— dijo Brittany —Y supongo que tú también—

—No tantas— le corrigió la escritora —En realidad, sólo una—

Con eso bastaba. Brittany lo entendió y se preguntó cuál de las dos estaría más sorprendida cuando se inclinó hacia la escritora e inició un nuevo beso. Efectivamente, a Santana le tomó medio de sorpresa aquel movimiento, pero su experiencia le permitió rehacerse con rapidez y fue Brittany quien se vio poseída por la avidez de sus labios. Sintió la presión del borde de la mesa contra la parte trasera de sus muslos, pero lo ignoró, concentrándose en lo que estaba ocurriendo frente a ella. Mientras que sus experiencias pasadas habían sido rudas y ausentes, encontró que el cuerpo de Santana era suave y que se amoldaba perfectamente al suyo. Su boca daba en la misma medida que recibía, se exploraban sin conquistar, acariciándole el cuello, reclinando su cabeza, haciéndole sentir activa y pasiva al mismo tiempo.

—Oh…— Fue lo único que acertó a decir por la descarga eléctrica que provocaron los labios de Santana al recorrer su garganta.

—… tanto…— Y eso fue lo único que pudo escuchar, susurrado contra su piel. Entonces enterró sus dedos en el pelo de la mujer, instándola a acercarse más. Sintió que la mano de Santana bajaba lentamente por su cintura, deteniéndose para levantar un poco la camiseta que la cubría. Ahí se pararon, acariciando la piel recién descubierta, pero sin intentar ir más allá. Cuando le rodeó los hombros con las manos, aquellos labios que la reclamaban dejaron también de actuar y se apartaron —Brittany…—

No necesitaba haber estado antes con una mujer para detectar el tono de voz de Santana. Su significado estaba muy claro. La anticipación, el deseo e incluso la vacilación la embargaron. Todas esas noches preguntándose cómo sería iban por fin a encontrar respuesta. Sólo entonces se dio cuenta de que estaba sentada sobre la mesa, así que se levantó, dejándose envolver por los brazos de Santana. Tras aspirar profundamente, dejó que sus dedos se entrelazaran.

—Sí…— susurró, buscando los labios de la mujer una vez más. Entonces empezó a caminar hacia atrás, confiando en que Santana la guiara entre las sillas. Hubo una parada cuando ésta extendió su mano y Brittany oyó deslizarse la puerta transparente para, un momento después, entrar en la inmaculada habitación.
Allí no había montañas de ropa sucia por el suelo, así que enseguida sintió la suave superficie de la cama contra sus piernas. Aprovechó los pocos segundos que Santana se tomó para encender la lamparita que tenía a un lado para recuperar el aliento y, tal vez por la oscuridad en la que habían estado hasta entonces, tuvo que parpadear varias veces para adecuarse al torrente de luz.

—Oye…— La visión de Brittany se encontró entonces con la más tierna de las miradas de su compañera —Quiero hacer esto bien— susurró la escritora —Así que dime por favor, si en algún momento quieres que pare, ¿de acuerdo?—

Brittany asintió y un escalofrío le recorrió la espalda cuando Santana le cubrió las mejillas con las manos. Entonces se dejó atraer hacia otro beso, permitiéndose la libertad de recorrer los brazos de su amiga y sentir la calidez de sus hombros a través de la camisa. Durante lo que pareció una eternidad, se quedaron ahí de pie, junto a la cama, simplemente besándose y abrazándose, pero sin mostrar intención de ir más allá. Sospechando que le correspondía dar el siguiente paso, Brittany dio por terminado el beso y se apartó, mirando fijamente a Santana.

—Tengo miedo— admitió en voz muy baja al tiempo que recorría con sus dedos el borde de la camisa de su amiga —Debes pensar que soy una idiota— dijo con una leve risa —Ya sabes a lo que me dedicaba hace tan sólo seis meses—

—Lo sé— contestó Santana, dando un paso adelante y acariciando con suavidad los hombros de Brittany para tranquilizarla —Pero eso era entonces y esto es ahora. Ya no estás en un escenario con un montón de personas mirándote. Sólo somos tú y yo haciendo el amor. Iremos poco a poco y no haremos nada que te haga sentir incómoda, ¿esta bien?—

Tras emitir un profundo suspiro, Brittany asintió y levantó el borde de su camiseta con aire nervioso, cerrando los ojos cuando la tela gris le acarició la cabeza. Después la dejó caer al suelo, avanzó ligeramente hasta sentir la suavidad de la camisa de Santana contra sus pechos y dejó que sus labios se encontraran de nuevo. Casi dio un respingo cuando las manos de Santana recorrieron su espalda desnuda, haciendo que todo su cuerpo reaccionara.

—Eso me gusta— murmuró.

—No tanto como a mí— contestó la mujer imitando su tono de voz y rozando con sus labios la oreja de Brittany. Los pezones erectos que se dibujaban a través de la parte superior de su camisa daban buena prueba de las palabras de la escritora.
Brittany, por su parte, cerró sus dedos sobre el primer botón de la camisa de su amiga.

—Eso parece— dijo al tiempo que empezaba su tarea. Antes de darse cuenta, dos bordes de seda azulada colgaban libremente sobre el torso de Santana, dejando entrever lo que tan celosamente guardaban. Acto seguido, hizo ademán de descubrir los hombros de la mujer, pero las manos que hasta ese momento habían acaparado sus sentidos la interceptaron.

—Déjame a mí— dijo Santana al tiempo que encogía los hombros y dejaba resbalar sobre ellos los tirantes de su sujetador, atrapándolo a continuación con la mano izquierda. Brittany, por su parte, se apartó de ella y contempló cómo lo doblaba pulcramente, al igual que la parte superior de su pijama. Cuando la escritora se inclinó para dejarlos sobre el escritorio, Brittany aprovechó para recorrerle la espalda con los dedos.

—¿Estás nerviosa?— preguntó, acariciando la piel de la mujer en círculos, ahora con ambas manos.

—Probablemente tanto como tú— dijo Santana sin dar señales de querer apartarse por el momento de las caricias de Brittany.

—Me alegra saber que no soy la única— afirmó la joven avanzando un paso más y rodeando con sus brazos la cintura de la escritora. Cerró los ojos, posó sus labios sobre la espalda de Santana sintiendo los músculos contra su pecho y las caderas cubiertas de seda rozando su abdomen. Entonces dejó ascender sus manos, acercándose peligrosamente a los firmes pezones de la hermosa escritora que le daba la espalda.

Santana inhaló violentamente y se enderezó en toda su estatura.
—No, no eres la única, créeme— dijo al tiempo que giraba entre los brazos de la joven para quedar cara a cara con ella.
Brittany la abrazó con más fuerza, disfrutando la sensación completamente nueva para ella, que proporcionaba el roce de unos pechos femeninos contra los suyos.
Mientras se besaban, las manos que momentos antes habían acariciado sus hombros viajaban ahora, de manera insinuante, recorriendo sus brazos.

—Britt, ¿confías en mí?— emergió la cálida voz de la pelinegra, muy cerca de su oído.

—Sí — contestó ella. Sólo le costó un segundo comprender lo que Santana pretendía hacer a continuación y se reclinó sobre la cama dejando colgar la parte baja de sus piernas sobre el borde. La suavidad del colchón se le antojó una superficie tosca comparada con el cuerpo de Santana, que ahora cubría el suyo.

—Mmmm— suspiró Santana sin dejar de besarla —Ojalá pudiera estar así para siempre—Brittany emitió un ronroneo para expresar su conformidad y cerró los ojos con fuerza al sentir que los labios de su amiga empezaban a recorrer su cuerpo hacia abajo, muy despacio. Sin pretenderlo en realidad, arqueó la espalda para acercar uno de sus pechos a la cálida boca de la pelinegra —Tranquila— murmuró Santana en voz muy baja —Tenemos todo el tiempo del mundo—

—Para ti es fácil decirlo— gruñó la joven enterrando sus dedos en el oscuro cabello de Santana. Le tomó casi por sorpresa que ella se apartara de su cuerpo y le robara un rápido beso.

—No, no lo es— dijo la escritora —Llevo tanto tiempo deseando esto… — Los avorazados labios alcanzaron con maestría la oreja de Brittany —Y ahora voy a demostrártelo— afirmó antes de atrapar en su boca uno de sus rosados pezones, endurecidos por la anticipación.

La serpenteante lengua encontró el lugar de máximo placer con exactitud, provocando sonidos que Brittany se encontró incapaz de sofocar. Tanto si eran comprensibles o no, Santana parecía comprenderlos a la perfección, moviéndose de un pecho al otro constantemente. Tras levantar su pierna derecha, Brittany apoyó firmemente el talón en el borde de la cama y arqueó su cuerpo hacia arriba demandando con ardor y fuerza más de lo que estaba recibiendo. Las manos y la boca de Santana descendieron al tiempo que sus delicados dedos jugueteaban con la banda elástica del pantalón de la joven.
—Sí…— murmuró ésta levantando las caderas al notar las dudas que parecían embargar a Santana.
Sintió ponérsele la piel de gallina, pero no supo decir con seguridad si era debido al roce de los dedos de Santana sobre su cuerpo o por el aire frío al mezclarse con el extremo calor que notaba recorriéndola de arriba abajo. De lo que sí estaba segura era de que nunca antes había disfrutado tanto esa sensación. Contempló con paciencia cómo la escritora le quitaba el pantalón y lo doblaba cuidadosamente para dejarlo junto al resto de la ropa.
—Ven aquí…— susurró, necesitando sin demora el cuerpo de Santana contra el suyo. Ansiando los labios de su amiga una vez más, Brittany utilizó toda su fuerza para hacer rodar sus cuerpos hasta que no sólo quedó encima, sino que ahora estaban en diagonal sobre la cama. Esa nueva posición limitaba a Santana a alcanzar poco más que la espalda de la chica, pero no perdió el tiempo intentando cambiarla.
—Esto me gusta— dijo Brittany, contoneandose en las manos de Santana, que descansaban sobre su culo.

—Bien— añadió la mujer sin dejar de acariciarla —No quiero hacer nada que no te guste— Acto seguido, empezó a dirigirse hacia abajo, pero la joven rubia la detuvo.

—Espera— Brittany se incorporó hasta quedar sentada, con las manos sobre el pecho de Santana —Es que…— comenzó a decir al tiempo que contemplaba el cuerpo que tenía debajo. Después de tragar saliva, recorrió lentamente la curvatura de los pechos de la mujer, parando justo al borde de sus oscuros y erectos pezones —Eres preciosa— susurró —Pero no…— Su voz se quebró y tuvo que volver a empezar la frase —… No sé qué es lo que te gusta—

—Por ahora vas muy bien— afirmó Santana tomando una de las manos de Brittany entre las suyas y besándole la palma. Tras mirarse fijamente a los ojos, la joven se dejó guiar de nuevo hasta los pechos de Santana, uno de ellos llenó completamente la palma de su mano. Con nerviosismo, se permitió cerrar los dedos y sentir el duro pezon entre ellos. Santana gimió levemente y recostó su cabeza sobre la cama —Sí, Britt— suspiró —Asi—

La joven rubia repitió el movimiento sobre el otro pezón provocando un nuevo sonido placentero de los labios de Santana. Rápidamente advirtió que lo que estaba haciendo causaba además que las caderas de la escritora se alzaran bajo su cuerpo, de manera que su zona íntima entraba en contacto de tanto en tanto contra el suave abdomen de Santana. Brittany podía sentir ya su propia humedad y estaba segura de que el último empuje de Santana había delatado su presencia a ella también.
Las manos que habían estado recorriendo sin descanso su espalda la atraparon firmemente de forma que intercambiaron posiciones una vez más, quedando Brittany tumbada sobre la cama y mirando fijamente a la mujer que estaba a punto de hacerle el amor.
—Santana…— susurró, rozando apenas sus muslos todavía cubiertos por el pantalón del pijama. El calor que sentía en la parte baja del abdomen le confirmó la excitación creciente de Santana —Por favor… quítatelos…— Como el mejor de los voyeuristas, Brittany se descubrió incapaz de apartar la mirada de su amiga cuando ésta se puso de pie para quitarse lo que quedaba de ropa sobre su cuerpo.

La piel perfectamente depilada de la zona íntima de Santana demostraba sin dificultad los labios inferiores que brillaban en la parte central cubiertos por un fluido transparente. El resto del pijama fue a reunirse con las demás piezas de ropa y Brittany pudo volver a disfrutar la calidez del cuerpo de Santana junto al suyo y la sensación de hormigueo que la recorría una vez más de pies a cabeza. Sintió humedad contra uno de sus muslos cuando los labios de ambas volvieron a unirse, fue consciente de que estaba dejando un rastro similar sobre su compañera y sus cuerpos comenzaron a amoldarse de forma casi natural.

Brittany sintió cortársele la respiración cuando Santana se zafó del beso y atrapó con los labios uno de sus pezones al tiempo que le acariciaba sugerentemente la cadera, acercándose poco a poco hacia su sexo. Parecía como si todos sus sentidos se arremolinaran intentando organizarse sin éxito para captar el sin fín de sensaciones que la acometían a cada segundo. Los cálidos y sedosos labios sobre uno de sus pechos, el sugerente cuerpo haciendo presión sobre el suyo, los dedos rogándole en silencio que se rindiera a ellos, prometiéndole la más dulce de las recompensas. En ese momento, tomó la decisión de dar un último salto de fe, fe en Santana y fe en ella misma, y entreabrió los muslos permitiendo total acceso a la escritora.
Y allí estaba, el momento mágico en que uno solo de los dedos de Santana se abrió paso entre los húmedos pliegues del sexo de Brittany y tomó posesión del centro mismo de la joven.

—¡Oh, Dios, Santana!— gritó, elevando las caderas para repetir el contacto.

En algún momento, la joven se había cuestionado si sería capaz de alcanzar el orgasmo con otra mujer. Ahora, lo que le preocupaba es que, de hecho, éste llegara demasiado rápido. Había pasado tanto tiempo desde que había permitido a otra persona el que la tocara de aquella forma… y nunca antes había sido tan dulce, tan natural y tan perfecto. Santana parecía saber cómo y cuánto tocarla, sin permanecer en un solo lugar más de lo necesario antes de duplicar sus caricias, aprendiendo con delicada precisión todos y cada uno de los secretos de Brittany.

La respiración surgía ahora irregular, mezclada con pequeños gemidos guturales que escapaban de su garganta pronunciando apenas el nombre de Santana a medida que las sensaciones crecían en su interior. Aferrándose con firmeza al hombro de su amiga, Brittany aguantó mientras que las oleadas crecían más y más y sus muslos comenzaban a temblar sin control. El dedo de Santana entraba y salía a un ritmo regular de su interior con fácil acceso debido a la lubricación que esta producía, la escritora se vió obligada a acelerar sus movimientos mientras observaba con detalle los gestos y gemidos de placer que hacía su compañera mientras esta elevaba sus caderas con rapidez debajo de ella.

Luego de percibir constantes convulsiones del cuerpo de la rubia, finalmente el orgasmo se abrió paso en su interior y gritó sin soltar a Santana, enterrando sus uñas en la espalda de la pelinegra. La suave voz de la mujer mayor llenó sus oídos, musitando palabras que en realidad no podía entender cuando uno de sus muslos tomó el lugar de sus dedos y una serie de temblores más leves siguieron recorriendo su cuerpo mientras descansaba entre los protectores brazos de Santana.

—¿Estás bien?— preguntó la escritora en voz baja segundos después, dándole tiempo a Brittany para que su respiración volviera a algo parecido a la normalidad.

Brittany asintió besando la piel que quedaba más cercana a sus labios.
—No puedo creer…— Negando con la cabeza, emitió una risita gutural —No suelo hacer tanto escándalo—

—Me lo tomaré como un cumplido— dijo Santana, besándola una vez más para eliminar de su rostro cualquier rastro de vergüenza —Adoro cómo gritas mi nombre, ¿sabes?— Su mano recorrió lentamente el costado de Brittany —Y adoraría aún más volver a escucharlo— añadió rozando apenas uno de los muslos de su compañera.

Brittany por su parte, sonrió estremeciéndose bajo su cuerpo.
—No estoy segura de poder soportar otro como ese. Además…— comenzó empujando a Santana hasta hacerla quedar de espaldas a la cama —¿No quieres que…? Bueno, ya sabes… ¿No quieres que me ocupe de ti?— Dejó que su cabeza descendiera, depositando una serie de sugerentes besos en el cuello y la garganta de la escritora —Porque quiero hacerlo— susurró sin detenerse en su camino.
Acto seguido, cerró los ojos y escuchó claramente la profunda aspiración de Santana mientras seguía besando su cuerpo. Era innegable que estaba nerviosa, pero Brittany lo ignoró completamente y se centró en la sensación que le prodigaban las manos de su amiga sobre su espalda y la parte posterior de su cabeza. Oír los leves gemidos placenteros que escapaban de entre sus labios hizo que con más seguridad empleara su lengua para saborear la piel de la otra mujer, el pecho de otra mujer por primera vez en su vida. En un momento dado, el entusiasmo le hizo morder a su presa un poco más fuerte de lo aconsejable, pero no tardó mucho tiempo en establecer los límites de lo permisible y memorizar el sonido de su nombre al ser pronunciado en medio de la excitación por los apetitosos labios de Santana. Necesitaba tocar cada centímetro, hambrienta por llevar a Santana hasta el punto que ella misma había alcanzado minutos antes, para hacer suyo el cuerpo con el que amenazaba fusionarse.

E indudablemente lo hizo suyo. Desde el punto sensible justo a la izquierda de las costillas hasta la suave piel que yacía bajo su ombligo, notando la piel de su acompañante erizarse cuando lo recorría con su lengua, todo quedó memorizado. Los secretos de Santana se le revelaron uno tras otro a medida que la excitaba. La cantidad exacta de presión que imprimir y el ritmo que mejor se acomodaba a sus necesidades. Por un momento, sentir los poderosos músculos del sexo de Santana cerrándose sobre sus dedos y la fuerza del placer estimulando su propia piel la sobrecogió.

Hicieron el amor una vez más, compartiendo palabras amorosas y suaves caricias, antes de quedarse dormidas una en los brazos de la otra. Aquella noche, las pesadillas no visitaron a Brittany, como si la calidez del cuerpo que descansaba junto a ella la protegiera de los demonios del sueño y guerreros ancestrales las velaran de alguna manera. En los brazos de Santana, el peligro no existía, exorcizado por la seguridad y comodidad que únicamente sienten aquellos que se saben amar.
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por Beverly_87 Jue Dic 19, 2013 5:29 am

...Continuación Capítulo 24




***


Sentada en la cama con las piernas cruzadas, Santana contemplaba dormir a Brittany. La sábana yacía arrebujada junto a las caderas de la joven, permitiendo a la escritora gozar de la vista de sus delicadas y suaves curvas, las mismas que tan solo unas horas antes había explorado con todo detalle. Incapaz de resistirse, se tumbó junto a Brittany y comenzó a depositar sus besos a lo largo de la espalda desnuda.

—Buenos días— susurró al notar que su amante despertaba. Con sorpresa, notó además que el cuerpo de Brittany se ponía tenso y, bajo la sospecha de que la proximidad era la causante, Santana regresó a su mitad de la cama.

—Buenos días— Brittany giró sobre sí misma frotándose los ojos frente al sol de la tarde —¿Qué hora es?—

—Casi las tres— Santana mantuvo las distancias, dudando de si el contacto físico sería bienvenido —Oye… si quieres hago algo de comer— aventuró, más que nada para ofrecer una salida cómoda a su acompañante.

—Lo que tu quieras— dijo Brittany, mirando alternativamente las sábanas y a Santana —¿No me vas a dar ni un beso de buenos días?— preguntó a continuación con un deje de inseguridad en la voz.

Santana se movió rápido, dispuesta a dar todo a la mujer que se había adueñado de su corazón. Volcó todos sus sentimientos en aquel beso con la intención de borrar hasta el más mínimo rastro de dudas o temores que Brittany hubiera podido tener. Cubrió las mejillas de la joven con sus manos y le regaló un último roce de sus labios antes de retroceder.

—Empecemos de nuevo. Buenos días—

—Buenos días para ti también— dijo Brittany, aprovechando la posición de Santana para apretujarse junto a ella —Mmmmm… qué gusto. A lo mejor me vuelvo a dormir—

—Por mí no hay problema— contestó Santana —Me encanta abrazarte— En ese momento, hizo una pausa —Siento haberte asustado antes—

Brittany asintió con una sonrisa avergonzada.
—Perdona. Es que no estoy acostumbrada a que me despierten así— explicó acercándose más y enterrando la cara en el cuello de Santana —O sea, me encanta que me toques, pero me costó un poco darme cuenta de que eras tú la que lo estaba haciendo—

Santana recorrió con la mano su espalda desnuda.
—Lo entiendo. Es una de esas cosas que llevan tiempo…— A continuación, le dió un beso a Brittany en el pelo —Y tenemos tiempo de sobra—

La joven levantó la vista.
—No, de eso nada— afirmó con los ojos como platos —Hoy es sábado, ¿no?—

—Así es—

—¡Pues tenemos que estar en casa de Patty a las seis!— exclamó, intentando apartar las sábanas a patadas —Hay que prepararse—

Atrayendo nuevamente a Brittany hacia sí, Santana la besó junto a la oreja.
—Dentro de un minuto— susurró, trazando pequeños círculos sobre la espalda de la joven con sus dedos —Quiero quedarme aquí abrazándote un poco más, ¿de acuerdo?— Sintió que Brittany asentía. Unos segundos después, ambas se acomodaron sobre la cama, Santana con la espalda sobre los almohadones y la cabeza de la rubia contra su pecho —Así está mejor— afirmó la escritora.

—Oh— Brittany levantó la vista con los ojos muy abiertos —¿Esto te lo he hecho yo?—

Santana dirigió la mirada hacia abajo y contempló que en su brazo, justo donde la noche anterior Brittany se había agarrado con fuerza en un momento de pasión, se dibujaban una serie de marcas ovaladas color morado.

—Supongo que sí— dijo con aire casual —Me salen marcas de esas casi con cualquier cosa, siempre he sido así. No te preocupes—

Pero Brittany se sentía apenada, tal y como delataba su expresión.
—No era mi intención— afirmó, depositando un beso sobre cada moretón a modo de disculpa —Lo siento—

—No hay nada que lamentar— dijo Santana —Desaparecerán pronto— Dándose cuenta de que sus palabras no surtían efecto, la escritora intentó otra táctica —Brittany, no me hiciste daño, en serio. Ni me había dado cuenta hasta que me lo has dicho—

—No volverá a pasar— prometió Brittany con los ojos brillantes, sin dejar de contemplar los moretones y con la culpa y la vergüenza traduciéndose en su rostro.

—Ha sido un accidente— sentenció Santana firmemente, atrayendo el rostro de la joven hacia la suya —Sé que no era tu intención hacerme daño—

—Jamás— la secundó Brittany.

—Al igual que yo nunca te haría daño— continuó la escritora cubriéndole la mejilla con la mano —Significas demasiado para mí—

Inclinándose hacia adelante, permitió que sus labios se encontraran y que aquel contacto dijera el resto. Cuando sintió que los labios de Brittany se entreabrían, profundizó el beso disfrutando del sabor de labios de la hermosa rubia. Notó que su cuerpo reaccionaba ante la sensación de la piel desnuda de Brittany. Santana no tenía mayores pretensiones, en aquel momento, que dejarse arrastrar hacia la suavidad de los pechos de su amante, que escucharla gritar su nombre, que amarla… simplemente eso. Cuando notó una pierna presionando contra las suyas, fue consciente de que no iban a salir de la cama de inmediato. Permitió que su deseo tomara el control, rompió el acometedor beso que las unía y se dejó caer hacia el cuello de Brittany —Te deseo— susurró, presionando sus caderas contra ella.

—Sí— murmuró la joven.

Con el valor que le confirieron las manos que tiraban de su cuerpo, Santana recorrió todo el camino hacia los pechos de Brittany con sus labios y atrapó uno de sus pezones endurecidos, acariciándolo suavemente con la lengua. Segundos después, las delgadas caderas de la joven se elevaron bajo su cuerpo en una súplica silenciosa. Utilizando sus piernas para separar los muslos de Brittany, Santana se desplazó hacia el otro pecho, dedicándole toda su atención antes de cubrir ambos con las manos y masajearlos rítmicamente.

Al mismo tiempo, comenzó a descender más y besó su vientre y pasó a acomodarse entre las piernas de Brittany. Con los ojos cerrados, Santana besó los humedecidos pliegues, sonriendo para sí ante el temblor que recorrió el cuerpo que la acompañaba.

—¿Te gusta eso?— preguntó con seguridad, repitiendo la caricia una vez más.

—Oh, sí— exclamó Brittany separando aún más las piernas.

—Lo imaginé— murmuró la escritora, abriéndose camino con la lengua y probando la dulce sustancia que comenzaba a inundar la zona. Incapaz de resistir un segundo más, alcanzó el clítoris erecto y comenzó a acariciarlo sin perderse ni uno solo de los sonidos de placer que provocaba en la garganta de Brittany. Su lengua se movía rápidamente sobre su sensible clítoris a la vez que la introducía en ocasiones en el profundo centro de la rubia. Pronto no tuvo más remedio que apartar las manos de los pechos de la joven para sujetar las caderas que se sacudían con vigor. Los gemidos se hicieron más ahogados al tiempo que unos fuertes muslos aprisionaron la cabeza de la mujer pelinegra, anclándola precisamente en su lugar. Las contracciones sobre sus labios le hicieron saber que el orgasmo estaba próximo, así que incrementó la presión y la velocidad con su lengua, viendo recompensado su esfuerzo al momento en que el cuerpo de Brittany se puso tenso y se abandonó por fin, gimiendo y lloriqueando su nombre. En ese momento, coordinó el ritmo de las caricias de su lengua con las acometidas de las caderas de la joven mujer prolongando el clímax hasta que ella se dio por satisfecha gritando su nombre otra vez. Santana, por fin, retrocedió y besó cálidamente la cara interna de los muslos de Brittany.
—Te quiero— susurró tan débilmente que apenas si podía oírse a sí misma.

—Oh, Dios…— gimió Brittany con un suspiro. Santana, por su parte, se acodó sobre la cama sin abandonar su posición entre las piernas de su amante. Con una sonrisita de auto-satisfacción, miró fijamente a la joven.

—Nada mal, ¿eh?— Se arrodilló sobre las sábanas y apoyó todo el peso de su cuerpo sobre un brazo mientras acariciaba uno de los muslos de Brittany —Me fascina saber que te gustó— Sonrió al ver que los ojos de la joven se dirigían hacia la zona en que sus dedos trazaban círculos, peligrosamente cerca de la zona más sensible de su cuerpo, e internamente feliz al comprobar que su rostro no mostraba el menor signo de miedo o indecisión… tan solo deseo.

Utilizó en primer lugar uno solo de sus dedos, y después otro más, deslizándose hacia el interior de aquella sedosa superficie con la mayor delicadeza puesto que no quería hacer nada que asombrara o atemorizara a su amante. Acto seguido, respondió al gesto de urgencia de Brittany tumbándose cerca de ella, mitad sobre la cama y mitad sobre su cuerpo. La pierna izquierda de Santana estaba sobre la pierna derecha de Brittany, permitiéndole un acceso absoluto al tesoro que apenas comenzaba a explorar.

—Adoro esto…— susurró al tiempo que besaba a Brittany —Adoro tocarte…—

—Yo… yo…— Brittany intentó responder, pero lo que Santana le estaba haciendo convertía algo tan sencillo en una misión imposible.

—Shhh… relájate y disfruta— dijo Santana, profundizando sólo un poco más —Sí, así…—

Sintió la presión de los músculos inferiores que aprisionaban las yemas de sus dedos y, no sin dudas, añadió un tercero sin dejar de contemplar el rostro de Brittany por si aparecía en él algún rastro de incomodidad. En su lugar, la respuesta que obtuvo fueron las caderas de la joven elevándose para encontrar las caricias y acompañarlas, obligándole a incrementar el ritmo más de lo que había pretendido. Tenía los ojos cerrados, la cabeza echada hacia atrás contra la almohada y una serie de sonidos incoherentes surgían de su boca entreabierta. Santana cerró los labios sobre uno de los pezones de Brittany y comenzó a penetrarla rítmicamente. Los gritos que tanto ansiaba escuchar llenaron sus oídos, urgiéndola a continuar, y demasiado pronto para su gusto esos mismos músculos se atenazaron, dejándola enterrada en lo más profundo. No sin esfuerzo, consiguió alcanzar el punto más sensible de su interior y Brittany gritó cuando el orgasmo recorrió su cuerpo y se aferró al brazo de Santana como si en ello le fuera la vida en el punto milimétricamente exacto al que lo había hecho la noche anterior.
Santana retiró suavemente sus dedos del interior de la rubia, provocando pequeñas contracciones de placer, notando con satisfacción la sustancia transparente que los cubría.
Seguidamente la abrazó durante largo rato y, en un momento dado, recibió el mismo placer que había prodigado antes de que el reloj les recordara que su día de descanso había tocado a su fin.
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Mensaje por Beverly_87 Jue Dic 19, 2013 5:46 am

Después de casi colapsar debido a que varias veces perdí el material cuando estaba a punto de subirlo, al fin logré actualizar para que tengan una buena cantidad para leer. Tuve que dividir el cap 24, ya que parecía ser muy largo, pero supongo que eso no es problema a la hora de leer para ustedes verdad? XD

Bien, como me he quedado hasta las 4 y tanto de la mañana, (también me saldrán ojeras como alguien por allí, así que ya estamos a mano xD) me encantaría saber que opinan sobre estos capítulos que estoy segura han estado esperando de hace tiempo. Que no se me escape ninguna!!, que muero por saber que les pareció.

Espero que les guste, lo disfruten, y lo comenten.

Yo mientras me iré a ponerme un par de bolsitas de té en los ojos y a ver si duermo algo antes de ir a trabajar, para luego continuar con los demás capítulos en cuanto los termine de editar  Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 2145353087 

Besitosss!!! y gracias otra y otra y otra vez por sus comentarios!! :D

Ah y Kristen, estaré esperando especialmente el tuyo ;)
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Mensaje por raxel_vale Jue Dic 19, 2013 9:41 am

hola!!

mm nose si e comentado antes pero leo desde el comienzo y aquí estoy no puedo dejar pasar estos capítulos sin comentar ...xD

1. me encanta santana como es que con britt en el apoyo que se ha vuelto para ella y a la vez britt igual cuando estuvo con san al momento que enfermo su madre

2. woo woo encontrarse con su madre en el momento de hacer las compras y que paty este con ella aparte tengo sobrino y el mal nacido de su padre halla muerto una montaña rusa de emociones para brittany

3.brittany este haciendo un esfuerzo por dejar de beber y esta frecuentando esas reuniones como va cambiando todo cuando tienes gente que se preocupa por ti y le das la posibilidad que te ayuden

4. lo mas importante capitulo "24" del rose de su primer beso hasta cuando se entregaron me pareció adorable los nervios que sentían todo valió la pena la espera así britt podrá ir dejando atrás los malos recuerdos remplazarlos por unos mejores .
así como pudo dormir sin pesadillas estando en los brazos de san .

creo que me emocione escribiendo xD..
saludos que estés bien, fiel lectora
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Mensaje por evean Jue Dic 19, 2013 10:20 am

hola!!! si que valió la pena la espera, me han encantado los capítulos, la obtención del diploma, el encuentro entre britt y su madre, la noticia de que su hermana esta bien , la conversación telefónica sin duda un torbellino de emociones... pero sobretodo mi parte favorita que reconocieran su amor y se entregaran, a pesar de sus miedos e inseguridades.
gracias por actualizar haz alegrado mi mañana
espero tu pronta actualizacion Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26 - Página 7 2145353087 
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Mensaje por Linda23 Jue Dic 19, 2013 11:40 am

Hola!

Woooo, que capítulos, ha pasado de todo. Esto fue una montaña rusa de emociones. San es tan dulce y tierna con la rubia, no la presiona y el apoyo que le ha brindado a dado sus frutos, veremos cómo avanza la relación.

Me mata cuando le dice Cielo, es sensacional.

Espero tú pronta actualización, ojalá sea más tardar fin de semana.
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Mensaje por Jane0_o Jue Dic 19, 2013 1:48 pm

Por fin lo que tanto esperabamos el gran acercamiento brittana
Super wanky
Ya quiero saber de la reaccion de briitany con patty
Saludos y hasta tu
Pronta actualizacion
Jane0_o
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por AndreaDaru Jue Dic 19, 2013 3:37 pm

Cada mañana (en mi horario) espero impacientemente encontrar algún capitulo nuevo de tu fic, lo encuentro interesante y cuando veo que has actualizado no me levanto de la cama hasta que los leo jajajaja
Los últimos episodios y sobretodo el 24 han sido perfectos, me han encantado!! En verdad todos los capítulos me gustan, pero más este por el acercamiento Brittana que ha sido maravilloso.

A ver que pasara ahora y ya quiero ver el encuentro con Patty.
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por 3:) Jue Dic 19, 2013 4:38 pm

hola,.......

definitivamente vale la pena la espera,.....
siempre son geniales los capítulos!!!!
me encanto que se dijeran lo que sienten una por la otra,....
a ver como sigue las cosas cuando vallan a ver a la familia de britt!!!

nos vemos!!!!!!!!
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

Mensaje por adi-santybritt Jue Dic 19, 2013 6:03 pm

Hola!!!
Oh no puedo creer que apareciera la mamá de Britt, me encanto el apoyo de San en ese momento!!!!
Wow valió la pena espera!!!!! Wanky!!!
Espero ansiosa la actu!!!

Saludos!!
Xoxo
PD:desesperadamente esperando la actu!!!
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Activo Re: Fanfic Brittana - El Corazón De Brittany - Capítulo 26

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