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Mensaje por micky morales Jue Jun 26, 2014 11:25 pm

me pone mal cuando estan lejos!
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Mensaje por monica.santander Vie Jun 27, 2014 12:54 am

jajajaj SL es un plato!! Hasta cuando van a estar separadas???
Saludos
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Mensaje por Dani(: Sáb Jun 28, 2014 10:09 pm

micky morales escribió:me pone mal cuando estan lejos!


monica.santander escribió:jajajaj SL es un plato!! Hasta cuando van a estar separadas???
Saludos

Hola Hola!
Aqui dejo capitulo Saludos
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Mensaje por Dani(: Sáb Jun 28, 2014 10:22 pm

Capítulo 14


Me había quedado dormida el lunes por la noche y era viernes cuando me desperté. Era sorprendente lo rápido que podía pasar el tiempo cuando tu vida estaba ocupada con un trabajo de oficina de nueve a cinco, cenas de macarrones con queso, citas con Yo Gabba Gabba!, horas preciosas arañadas en la escuela de danza y llamadas nocturnas del amor de tu vida. Hasta el momento, a Holly le encantaba su trabajo, y yo estaba deseando llegar a casa cada tarde para pasar el rato con una niña de tres años, casi cuatro. Resultaba imposible experimentar cualquier grado de autocompasión cuando estabas en presencia de una cría tan feliz y activa como SL.

Además, tras perseguirle durante cuatro horas, era capaz de dormirme en cuanto tocaba la almohada con la cabeza. Para gran consternación de Santana sonreía para mis adentros mientras me regodeaba con las numerosas súplicas y caras tristes con las que Santana me había estado viniendo esa semana cuando Marley salió de repente de su despacho. — ¿Camisa Celeste o Blanca? —me preguntó, plantándome dos camisas delante. Al parecer, el de consejera personal de vestuario era uno de los numerosos papeles que tenía en Xavier Industries. El trabajo me estaba yendo bien. Había ido pillándole el truco, y estaba tan ocupada que los días pasaban volando.

Había tecleado tanto y creado tantas hojas de cálculo que estaba segura de que podría hacer mi trabajo con los ojos cerrados. — ¿Qué se celebra? —le pregunté al tiempo que apagaba el ordenador. Eran las cinco pasadas de un viernes por la tarde. —Cena con una cita a ciegas —contestó mientras inspeccionaba las camisas con ojo crítico—. Una compañera de escuela de un amigo. Es diseñadora gráfica, le gusta el glam rock y corre maratones. Es todo lo que sé de ella, de ahí que me haya quedado atascada en el proceso de selección de camisa si Marley pensaba que elegir la camisa correcta resultaba decisivo en lo que se refería a conseguir una segunda cita, entendía por qué seguía soltera.
—La Blanca —dije dándole un golpecito con la punta de mi bolígrafo.

Frunció el ceño. —Qué segura. Qué convencida —contestó con la camisa Blanca—. ¿Cómo lo has decidido? «He utilizado el teorema de Pitágoras y he elevado al cuadrado el conjunto vacío.» Era una listilla insufrible.

—Es la que me gusta a mí —respondí, y me encogí de hombros. El rostro de Marley se relajó. Asintió y contempló la camisa con nuevos ojos.

—Entonces la Blanca—concluyó, y se encaminó de vuelta a su despacho—. Gracias, Britt. Buen fin de semana.

— ¿Necesitas algo más? —le pregunté, ya con el bolso colgado. Tenía que preparar nuestra primera cena del viernes para cinco esa noche y, pese a que Marley había cumplido su palabra y esa semana no había vuelto a sacar a relucir mi relación, me sentía incómoda a solas con ella y eso me cabreaba. Aparte de algún flirteo inofensivo, Marley se había comportado, hasta el punto de acompañarme al coche cada noche para asegurarse de que llegaba bien. —No, es hora de acabar —dijo desde su despacho—. Yo también me marcho, así que te acompaño. —Reapareció con la camisa blanca, me sostuvo la puerta dela oficina y esperó a que saliese. Apagué las luces y crucé la puerta todo lo rápido que pude. Se había puesto una colonia que olía dulce y picante, y el hecho de que me hubiera dado cuenta me sacó de quicio caminamos sin pronunciar palabra hasta el ascensor, y nuestro silencio se prolongó mientras lo esperábamos. — ¿Te hago sentir incómoda? —me preguntó Marley.

—Cuando me haces ese tipo de preguntas, sí, me haces sentir incómoda —contesté, y casi salté al ascensor en cuanto se abrieron las puertas Marley entró con un paso de gigante y se detuvo delante de mí.

— ¿Por qué? Me costaba creer que le hiciese falta preguntarme por qué.

—Por el modo en que me estás mirando ahora mismo. Y por las cosas que dices. —Retrocedí un par de pasos hasta que me topé con la pared del ascensor—. Eres mi jefa. Eres la hermana de mi amiga. No puedes mirarme así, ni decirme las cosas que me dices.

— ¿Por qué? —preguntó de nuevo, inclinando la cabeza. Sus respuestas cortas y tranquilas estaban empezando a cabrearme.

—Porque sí —respondió el genio que guardaba en mi interior.

—He mantenido relaciones con mujeres que trabajaban conmigo, Britt —dijo, y me miró con atención—. Y he mantenido relaciones con amigas de mi hermana. Créeme, eso no es lo que me impide ir detrás de ti. Mierda. Esa mirada, combinada con el tono de su voz, hizo que deseara poder poner un metro y medio más de distancia entre nosotras. Por suerte, el ascensor se detuvo y se abrieron las puertas. Salí de allí más rápido de lo que creí que podía moverme. —Así que sí, ahí va —dijo Marley, que enseguida se puso a mi lado. Para entender aquello iba a necesitar el comodín de la llamada—. Me siento atraída por ti, Britt quiero ir detrás de ti, y quiero que quieras que lo haga. Si no contestaba, ¿podría despertarme al día siguiente y fingir que nada de aquello había pasado? Empujé la puerta giratoria y me dirigí a toda velocidad hacia el Mazda. —Pero no me dejaré llevar por esa atracción por respeto a…Me volví hacia ella aquello se pasaba de la raya, y el día había sido demasiado largo.

— ¿Por respeto a una tía que te mataría en el acto si llegase a enterarse de lo que acabas de decir? Negó con la cabeza.

—No. Por respeto a ti.

Me reí con aspereza. —Menuda forma de demostrarme respeto —le espeté, buscando mis llaves. —Te respeto lo suficiente para decirte la verdad —repuso, y dio un paso a un lado cuando abrí la puerta con fuerza—. Quiero que sepas que tienes otras opciones.

Me mordí la parte interna de la mejilla para evitar soltarle cosas que más tarde lamentaría. —No quiero otras opciones.

—Claro que las quieres —dijo—. Todas las chicas las quieren. —Y aquellas palabras, junto con su expresión, que era demasiado condescendiente para mi gusto, sacaron a la superficie las palabras que había estado intentando guardarme.

—Que te jodan, Marley —solté antes de dar un portazo y salir pitando del aparcamiento, sin mirar el retrovisor una sola vez. Estaba temblando. Me sentía agitada por las emociones que brotaban de mi interior. Era como si toda emoción posible estuviera presente y justificada, aunque las más ruidosas eran la ira y la confusión. Ira por razones evidentes Marley no tenía ningún derecho a decirme esas cosas, a una mujer prometida. Por no mencionar que también era su empleada ningún derecho en absoluto. Y confusión porque no entendía por qué Marley me había dicho aquello para empezar. Era inteligente y decidida hasta la exageración. No hacía las cosas por un arrebato, así que podía suponer que había planeado toda aquella escena en el ascensor. Y eso me confundía y me cabreaba todavía más. Mi vida ya era bastante complicada. No necesitaba que una tía a la que había conocido en persona tan solo cinco días antes me confesaras u atracción por mí o Marley le faltaba un tornillo o era demasiado arrogante. Y ninguna de las dos cosas era la receta para una «opción», como ella había dicho, aceptable. Lo cual no significaba que yo quisiera ninguna opción para empezar.

Maldita sea ahora estaba pensando en opciones, mi querida jefa me había estropeado la noche del viernes. Quería llamar a Santana quería contarle todo lo que había ocurrido y todo lo que estaba sintiendo. Quería hablar de ello con mi mejor amiga. Por desgracia, en ese caso mi mejor amiga también resultaba ser la tía de la que estaba enamorada, y la tía de la que estaba enamorada perdería los estribos, y cruzaría el país sin pensárselo dos veces, si se enterara de que otra mujer, en especial Marley, me había dicho ese tipo de cosas. Así que no le llamé. En lugar de eso, miré la carretera echando chispas por los ojos y le di unos cuantos puñetazos al volante. Para cuando llegué a casa, ya me sentía mejor. Y peor. Mejor porque me recordé a mí misma que independientemente de lo que cualquiera tía hiciera o dijera, nunca querría a nadie más que a Santana.

Resultó agradable recordarlo. Y peor porque para el lunes por la mañana volvería a estar sin trabajo. No podía, no, no pensaba trabajar para una mujer que me había confesado que sentía algo por mí. Aquello era todo un nuevo drama que no necesitaba en mi vida en ese momento. Por no mencionar que acababa de decirle a mi jefa que le jodieran. Puede que no tuviera una gran experiencia laboral, pero sabía que iba a conseguir que me despidieran en el acto. Mientras subía hacia mi apartamento, me obligué a aparcar el asunto de Marley hasta el domingo por la noche, cuando le llamaría para decirle que pusiera un anuncio en el periódico para buscar una nueva administrativa. Iba a disfrutar de esa noche. No tenía la oportunidad de reunir a algunas de mis mejores amigas en el mismo sitio con frecuencia, y no pensaba arruinar aquello por un bajón.

Conque Marley se sentía atraída hacia mí. ¿Y a mí qué? Era un país libre, y podía sentirse atraída por quien le diera la gana. En ese momento, me quité su atracción de la cabeza. Desde el pasillo ya podía oler la cena y oír las risas procedentes del apartamento. Para cuando abrí la puerta estaba sonriendo. — ¡Tía Lucy! —me recibió SL en cuanto entré por la puerta, como si hubiese estado haciendo guardia.

— ¡SL! —le devolví el saludo olisqueando en el aire. Enchiladas de pollo, uno de mis favoritos.

—Por aquí —me indicó con solemnidad, antes de cogerme de la mano y tirar de mí hasta el baño.

— ¿Qué estás tramando, loca? —Me reí mientras me arrastraba. Era fuerte para ser una niña de casi cuatro años.

—He cogido un pijama y unas pantuflas para ti—dijo al tiempo que las señalaba en equilibrio al borde del lavamanos—. Cuando te hayas puesto cómoda, podemos cenar y hasta te traeré tu plato. —Tenía el rostro tan iluminado de emoción que se me contagió.

—Gracias, amable dama —contesté, y me incliné con formalidad—. Pero ¿a qué debo el honor de este trato tan especial?

—Mamá dice que has estado trabajando mucho toda la semana y que eres nuestro ángel y que mereces que te agarrajemos —recitó mientras salía de espaldas del baño. — ¿Quieres decir «agasajemos»?

Puso los ojos en blanco. —No. Agarrajemos. Me tapé la boca para no reírme.

—Bueno, estoy deseando que me agarrajéisesta noche. Sonrió de oreja a oreja antes de cerrar la puerta. El siguiente sonido que oí fue el golpeteo de sus pasos al entrar en la cocina para gritar: — ¡Se está poniendo cómoda! ¡Se está poniendo cómoda! ¡Quiero ponerle un vaso de zumo de manzana! Me moría por quitarme la falda y la blusa. Esa semana me había puesto la misma falda negra dos veces, debido a mi falta de vestuario, a lo cual había pensado poner remedio en algún momento del fin de semana. Quizá ahora, en lugar de comprarme nuevos modelitos, podría comprarle a SL un Bikini para que pudiéramos ir a nadar a la piscina pública. Estaba claro que SL había escogido mi pijama para esa noche sin ninguna ayuda de Holly. Con la parte de arriba sí que había acertado. Siempre me ponía alguna clase de camiseta de tirantes para irme a la cama. Sin embargo, la había combinado con unos shorts de Santana con un estampado de tréboles de cuatro hojas en el que se leía QUE TENGAS SUERTE, y luego, para rematarlo, SL me había prestado sus pantuflas, en las que aparecía el personaje más terrorífico de Yo Gabba Gabba!: el tío rojo y verrugoso con un solo ojo. Una vez que me hube puesto la camiseta y los shorts de Santana, apretujé los pies en las pantuflas. No pude resistirlo, eché un buen vistazo en el espejo y me eché a reír. Aquel modelito era demasiado como para no compartirlo. Me saqué una foto con el móvil y escribí rápidamente: APUESTO A QUE TEGUSTARÍA ESTAR AQUÍ PARA DISFRUTARDE TODA ESTA SENSUALIDAD, antes de enviársela a Santana abrí la puerta, enderecé los hombros y convertía que el pasillo en una pasarela Rachel fue la primera en verme desfilar, y el sorbo de cerveza que acababa de dar le salió disparado por la nariz. Escupiendo y riéndose a la vez, le dio un codazo a Holly, que estaba cortando un alechuga. — ¡Vamos, nena! —Exclamó Rachel al tiempo que chasqueaba los dedos—. ¡Saca tu lado malo!

A continuación fueron Holly y luego Dani quienes estallaron en carcajadas, y silbaron y aullaron como colofón. Me detuve en la cocina e hice una pose. Más risas. A Rachel incluso se le escapó un bufido, lo cual, por supuesto, solo hizo que todos se rieran más fuerte. Mientras estaba ocupada manteniendo mi pose, una manita cogió la mía. —Estás muy guapa, tía Britt —dijo SL, y su tono y su expresión eran de admiración.

—Todo gracias a ti —contesté, e hice chocarlas pantuflas como Dorothy antes de acercarme al fregadero—. ¿En qué puedo ayudaros, chicas?

—Tú solo quítate de en medio —susurró Dani, y me dio un codazo al tiempo que volcaba una bolsa de patatas fritas en un bol— Rachel casi me mata cuando se ha caído el cilantro al suelo.

—Te he oído, Campanilla —soltó Rachel, y lanzó una mirada asesina en su dirección.

—Claro, recurre al insulto fácil. —Replicó, y le tiró una patata frita—. Solo estás celosa porque a mi culo le quedan mejor los vaqueros que al tuyo.

—Parad ya las dos —ordenó Holly mientras servía un bol de guacamole—. Llevo toda la tarde de árbitro y estoy harta.

—Se ha metido con mi culo. —Rachel se llevó una mano a la cadera.

—No me he metido con él —respondió Dani—. Solo he constatado que el mío resulta más agradable a la vista.

Cuando me di cuenta de que llevaba lavándomelas manos desde que Rachel y Dani habían empezado a meterse la una con la otra, cerré el grifo. Holly gruñó y golpeó el bol contra la encimera.—Vale Rachel, date la vuelta —ordenó, trazando un círculo en el aire con el dedo Rachel no discutió; incluso ladeó la cadera para inclinar el voto del culo a su favor—. Muy bonito. Le doy un nueve sobre diez. Solo Rachel podía sentirse insultada porque su culo acabase de recibir un nueve sobre diez. —Vale, Dani, te toca —dijo Holly, y se quedó esperando, pero Dani no se movía. Se había quedado paralizada familiarizada con aquel gesto de pasmo, le eché un cable. Le cogí por los hombros y le hice girarse. Incluso le metí la camiseta en los pantalones e hice un gesto de presentación con las manos, al estilo de las azafatas de televisión. Holly inclinó la cabeza, a un lado y luego al otro, mientras inspeccionaba a Dani antes de que sus ojos adquirieran un aire soñador. Salió de detrás de Dani, le palmeó las mejillas con las manos y se las pellizcó ella se sacudió de la sorpresa, pero no opuso ninguna resistencia. —Gana Dani—anunció Holly, y le dio una palmadita cariñosa en el trasero antes de recuperar su bol de guacamole.

—Lo que tú digas. —Enfurruñada, Rachel llevó una bandeja de enchiladas a la mesa—. Lo que tengo aquí detrás es un perfecto diez, cariño.

—Prueba esto. —Holly me puso un dedo con una pizca de guacamole delante de la boca. —Uh, ni de coña. No me gustan los aguacates. —Arrugué la nariz y me aparté antes de que me metiera el dedo en la boca. —Dani, entonces pruébalo tú. —Le estaba cercando el dedo a la boca cuando se detuvo. Ya fuera por el modo en que Dani la miraba, o por el modo en que ella lo miraba a ella, estaba claro que estaban muy pendientes la una de la otra se llevó la otra mano al codo justo cuando ella abrió la boca. Holly introdujo el dedo y, justo cuando los labios de Dani se cerraban entorno a ella, SL entró corriendo en la cocina. —No se me ha caído ni un poquito —anunció, orgullosa, al tiempo que dejaba la jarra en la encimera.

Aquello las sacó a ambas de su estupor. Holly se aclaró la garganta y retiró el dedo. — ¿Qué te parece? ¿Demasiado picante? Dani tenía pinta de necesitar un trompazo en la cabeza para despejarse. Estaba a punto de ir a buscar algo con lo que darle cuando negó con la cabeza. —No. Supuse que un miserable monosílabo era mejor que nada. — ¿Algo soso quizá? —sugirió Holly, mirando a todas partes menos a Dani. Sus ojos de repente se habían vuelto alérgicos a ella—. Está claro que falta algo Dani puso cara de concentración.

—En mi opinión —dijo—, está perfecto. Estaba empezando a sentir que sobraba, así que eché a andar hacia la mesa cuando llamaron a la puerta.

— ¡Sí! Aquí está —exclamó Rachel, y corrió a la puerta dando palmaditas—. Alguien que esté de mi parte. No sabía que Rachel iba a invitar a su último juguete esa noche, aunque tampoco le habría importado si me parecía bien o no. Estaba pensando escabullirme tras los separadores para cambiarme cuando abrió la puerta de golpe. — ¡Marley! —dijo, y le rodeó el cuello con los brazos. «Marley» Fue exactamente mi misma respuesta, solo que sin el entusiasmo de Rachel.

En realidad, nada de entusiasmo. Todavía llevaba la camisa blanca Marley tuvo la decencia de hacer un gesto de disculpa al mirar hacia mí. Hasta que de verdad me vio. O vio lo que llevaba puesto. Estaba sonriendo para cuando llegó a las pantuflas, pero aquella sonrisa se desvaneció en cuanto vio la mirada con la que le fulminaba. — ¿Qué haces tú aquí? —le pregunté, tan maleducada como pude—. Creí que esta noche tenías alguna clase de cita a ciegas.

—Esa bruja la ha anulado en el último minuto—respondió Rachel por ella—, y cuando mi hermana mayor me ha escrito que, por primera vez en su vida, le han dejado plantada, no podía no invitarle a nuestra primera cena de viernes por la noche para que se lamiera sus heridas. Además, tenemos Corona en el congelador, y he preparado unos chupitos de gelatina para la fiesta de después de que la mujercita se vaya a la cama —añadió, y asintió hacia SL, que estaba demasiado ocupada tirando su balón al aire para prestarnos atención.» No te importa, ¿verdad, Britt? —me preguntó Rach cuando al fin me miró dos veces. En lugar de darle una bofetada en toda la cara a Marley como quería, esbocé una falsa sonrisa.

—No, ¿por qué iba a importarme? —Contesté, y me dirigí a la cocina para coger otro cubierto—. ¿Por qué no iba a querer que mi jefa y la hermana de mi amiga cenaran con nosotras? Estaba a punto de explotar. Resultaba evidente por el modo en que Holly y Dani me observaban, como si tuviese un corto circuito en el cerebro o algo parecido.

—Percibo el sarcasmo —dijo Rach cuando regresé a la mesa con paso firme y dejé el plato con fuerza.

— ¿Quieres decir que no he sido sutil?

—No exactamente —respondió mientras dirigía parte de mi frustración a la servilleta que estaba doblando—. ¿Mal día en el trabajo?—aventuró.

—Eso es quedarse corto —murmuré antes de alzar la vista y pillar a Marley mirándome el escote. Adiós a la san Marley inmune a lo que se hallase por debajo del cuello de una mujer.

—Mejor me voy —dijo Marley, al tiempo que levantaba las manos y retrocedía hacia la puerta.

—La mejor idea que has tenido en todo el día—solté, y me crucé de brazos.

—Vosotras dos, esperad —intervino Rachel, que cogió a su hermana del brazo y tiró de ella—.Qué demonios está pasando? Dani y Holly se habían acercado lentamente a la mesa y miraban toda la escena como si fuesen los restos de un viejo tren de los que no podían apartar la vista.

—Puedo responder a eso con cuatro palabras—contesté cruzando los brazos con más fuerza—. Marley es una gili… —Eché un vistazo a SL, que no se enteraba de nada. Para ella solo existía su balón de fútbol americano. Añoré esa clase de simplicidad. El rostro de Rachel se contrajo mientras Marley se quedaba boquiabierto.

—Tienes razón. He sido una… —miró a SL—gili. Un completo e insensible gili. Y lo siento. —Dio unos pasos en mi dirección, pero se detuvo al ver que me ponía tensa—. ¿Podrás perdonarme?

— ¿Podrás prometer tú que dejarás de comportarte como una completa e insensible gili?
—No puedo garantizarlo —reconoció—. Pero puedo prometerte que lo intentaré. —Se acercó un par de pasos más, hasta que alcancé a oler su maldita colonia—. ¿Entonces? ¿Perdonada?

— ¿Perdonada? No sé —contesté sinceramente—. Pero puedes quedarte con el fin de poner distancia entre nosotras, regresé a la cocina. Me tentó la idea de despedazar la otra mitad de la lechuga solo para liberar parte de la frustración que sentía, pero me contuve. En lugar de eso, hice crujir el cuello y los nudillos y cogí una Corona sin molestarme siquiera en ponerle un trozo de lima.

—Britt, chica, no sé cómo narices has conseguido recibir la primera disculpa que le oigo a mi hermana, pero está claro que eso debería cualificarte para obtener tu propia fiesta nacional —dijo Rachel, y se sentó a la mesa—. «El día en que Brittany Pierce pone en su sitio a las gilis.»

—Rach, ese día significaría fiesta todos los días de mi vida —respondí. Escogí el sitio más alejado posible de Marley Holly levantó su cerveza y la hizo chocar con lamía. —Amén, hermana.

— ¿Puedo sentarme a tu lado, tía Britt? —preguntó SL, haciéndose un hueco.

—A mí me parece bien si a tu madre le parece bien.

— ¿Mamá? ¿Te parece bien?

—Haz lo que quieras —dijo ella, y se dispuso acortar la enchilada de SL en trocitos Dani sirvió una enchilada a cada uno antes de sentarse delante de Marley.

—Bueno, ¿cuál es la historia de tu vida, Marley?—preguntó—. ¿Aparte de ser una gili? Marley se rió entre dientes.

—Te ahorraré los detalles, porque mi vida es bastante aburrida.

—Lo dudo —dijo Dani con la boca llena de enchilada—. Me refiero a que ¿cómo va a ser aburrida la historia de un tío llamado Marley, que es la primera candidata para dirigir una empresa multimillonaria, por no mencionar que es capaz de sacar a Brittany Pierce de quicio de verdad? Es imposible. Me concentré en mi cena, con la esperanza de que si tenía la boca llena no soltaría nada de lo que pudiera arrepentirme.

—Confía en mí, es más o menos igual de excitante que el helado de vainilla francesa. Me atraganté con la comida. Me atraganté de verdad SL se puso de pie en su silla y me propinó varios golpes en la espalda mientras yo bebía un poco de zumo de manzana. Cuando alcé la vista, recuperada ya del incidente, todo el mundo me estaba mirando.

— ¿Qué? —Dije, y le expresé mi agradecimiento a SL con una sonrisa—. A mí la vainilla francesa siempre me ha parecido bastante excitante. Eso es todo.

— ¿Creéis que la unidad de psiquiatría cierra por la noche? —masculló Rachel. La miré frunciendo el entrecejo mientras consideraba si comerme la cena iba a ser más peligroso que no comérmela.—Puesto que mi hermana está pasando por este excepcional momento de modestia, yo os informaré acerca de Marley Berry fue capitana del equipo de lacrosse en el instituto. Fue miembro del consejo escolar el último año. A los dieciocho años ya había salido con todas las animadoras. — Marley suspiró, y le cogió la cerveza a Rach antes de que esta pudiera detenerla. Dio un largo trago—. Obtuvo una beca para Dartmouth, se licenció con mención honorífica, se presentó a las pruebas para el equipo olímpico de lacrosse; subió al K2 hace tres años, cruzó en solitario el Atlántico hace dos, y hace un año perdió a su prometida.

Marley se atragantó con la cerveza. Esa noche había mucho atragantamiento. —Joder, Rach —maldijo, antes de que Holly le fulminara con la mirada—. Quiero decir, jolines, Rach.

— ¿Qué quieres decir con que perdió a su prometida? —preguntó Dani, que se inclinó hacia delante—. ¿Algo como que se despertó y no la encontró? Marley levantó una mano.

—Dejemos…

—No. Más bien algo como que se despertó y le comunicaron por teléfono que había muerto en un accidente de coche —explicó Rachel.

—Jo… lines. —Marley suspiró, negando con la cabeza.

Me encontraba un poco mal. Tenía el estómago revuelto y la cabeza me daba vueltas Marley había estado prometida, y ella había muerto. Recientemente. Nunca habría imaginado que la Señora Demasiado Tranquila tuviera un pasado tan trágico Marley parecía más el tipo de tía que coleccionaba amigas con derecho a roce, no de los que ponían un anillo. — ¿Por qué no me has contado nada? —le pregunté a Rach. Había compartido conmigo prácticamente todos los detalles íntimos de su vida. No entendía cómo se le había pasado por alto mencionar aquello.

—Marley no quería que se lo contara a todo el mundo —respondió.
—Lo que es evidente que ha funcionado fantásticamente —añadió ella, sin dejar de fulminarla con la mirada.

— ¿Qué? —soltó ella—. Ha pasado un año, Marley. Sé que no es algo de lo que te olvidas, pero me gustaría pensar que es algo que acabarás superando.

—Pese a que esta conversación me parece divertidísima —dijo Marley, sonriendo forzadamente—, ¿creéis que podemos dejarlo y pasar a temas que no incluyan muerte y prometidas? Rach resopló, al parecer no estaba lista para dejarlo todavía. Ya fuera por simpatía o empatía, o por alguna combinación de ambas, intervine.

— ¿Alguien ha visto alguna peli buena últimamente? —pregunté, tratando de sonar despreocupada—. No he visto ninguna desde hace mil años y no tengo ni idea de qué están poniendo. Estoy pensando en llevar a Santana al cine cuando venga.

—Se acabó lo de no hablar de prometidas…

—Que Dios me ayude, Rach. —Yo echaba humo—. Pienso llevarte al rincón de pensar y dejarte ahí toda la noche si no te relajas un minuto. O cinco.

—Yo te dejo mi sitio si quieres —intervino SL, señalando el taburete del rincón en el que había pasado algún que otro mal rato.

—Dame un poco de cariño —le dijo Rach al tiempo que le tendía su puño a SL—. Eres como mi compinche. SL le chocó el puño con el suyo, y entonces Rach volvió a centrarse en su cena; parecía que pensaba permanecer un rato callada. Claro. Debería haber caído en poner a Rach callada de la niña de tres años si quería que se comportase.

—He oído hablar muy bien de esa nueva película de espías ambientada en los cuarenta—dijo Dani para calmar los ánimos. Fui a la nevera para cogerle otra cerveza como muestra de agradecimiento.

—Ah, sí —contestó Holly, señalando a Dani con el tenedor—. Los tráilers de esa película eran brutales. —Deberíais ir el viernes que viene después dela cena, chicas —propuse, y le di la cerveza a Dani—. Yo podría acostar a SL y vosotras dos podríais ir a tomar algo y ver la última sesión. Holly me miraba como si tuviese tres cabezas Dani, sin embargo, inclinó su cerveza hacia mí.

—Suena genial. ¿Qué dices, Holly? ¿Te apuntas? La mirada curiosa de Holly se desplazó hasta Dani. —Claro, pero ¿de verdad quieres volver a coger el coche la semana que viene?

—Añadió al final—. ¿Estás segura de que quieres ir conmigo? ¿No preferirías ir con alguien…?
—Estoy segura —la interrumpió Dani Hola, Señora Evidente.

—Vale, pues —accedió Holly—. Es una cita.

Dani tragó saliva. —Es… sí. Sonreí para mis adentros. Esas dos estaban tan coladas que me moría porque una de ellas se derrumbara y lo reconociera de una vez. No sabía quién lo haría primero, pero esperaba que ocurriese pronto. Después de eso, la cena fue bien. No más momentos incómodos seguidos de silencios todavía más incómodos. Una hora más tarde, dela cena no quedaba más que algunos trocitos de patatas fritas. Rach y Holly habían pedido misericordia y se habían desabrochado los vaqueros media hora más tarde, pero yo —la que vestía shorts con banda elástica— estaba preparada Marley se encargó de lavar los platos mientras Dani recogía la mesa. SL y las chicas a pilaron un montón de mantas y cojines en el suelo del salón antes de construir el fuerte más chulo del mundo con todas y cada una de las sábanas que tenía en casa.

Tengo que sacar una foto —dijo Marley mientras se bajaba las mangas al salir tranquilamente de la cocina.

— ¡Nada de fotos! —exclamó SL, que salió a gatas de debajo—. Es alto secreto.

—Tienes razón —contestó Marley al tiempo que volvía a guardarse el teléfono en el bolsillo—. Si esto se hace público, todos los niños van a tener uno. Tras trastear con los mandos, conseguí que el reproductor de DVD cooperara.

— ¿Qué vamos a ver? —preguntó Dani, que entró reptando al fuerte y se tumbó junto a Holly. ¿Casualidad? No lo creo.

— ¡La edad de hielo! —respondió SL, y se dejó caer entre Holly y Dani Rach ya había reclamado su sitio y llevaba dos chupitos de gelatina cuando me arrastré junto a ella.

Cuando Marley asomó la cabeza, volví asentirme cohibida. Por supuesto sus ojos se posaron en mí, y al ver que yo también le miraba, esbozó una breve sonrisa. — ¿Hay sitio para una más? Estaba a punto de decir que no cuando SL ordenó silencio.

—Va a empezar la película —dijo—. Nada de hablar si no queréis acabar en el rincón de pensar—Rach —susurré, sacudiéndola. Estaba casi dormida—Rach, cámbiame el sitio.

No hubo respuesta Rach estaba estrujada entre Dani y yo, que tenía a SL y a Holly al otro lado, lo que dejaba el espacio que había a mi lado vacío. Aunque no permaneció vacío mucho tiempo— ¿Este sitio está libre? —susurró Marley, y gateó junto a mí.

— ¿Me creerías si te dijera que no?

—Vale. Ahora solo estás hiriendo mis sentimientos —contestó, y golpeó un par de cojines con el puño para ponerse cómoda. —No creí que los tuvieras. Se rió por lo bajo.

— ¿Me avisarás cuando estés lista para superar lo de esta tarde? Ya sabes, para no contener la respiración. Me estaba poniendo de mejor humor, y no estaba segura de qué me parecía eso.

—Tú contén la respiración, y yo diré «si» estoy preparada para perdonarte.

—Si lo hiciera, me temo que estaría muerta antes de que te lo planteases siquiera —susurró .Al parecer, no se permitía ni susurrar. SL se incorporó y nos hizo callar.

—Tía Britt —dijo, con ese tono de advertencia que yo había utilizado con ella una docena de veces al día. Moví los labios para responder «Lo siento» antes de cerrar la boca y tirar la llave lejos. Eso pareció complacer a SL.

— ¿De quién es ese teléfono? —preguntó Holly, mirando hacia el otro lado de la hilera de cuerpos. —Mamá —se quejó SL antes de ponerse en pie de un salto y pulsar el botón de pausa del reproductor. Aproveché que salió corriendo hacia el baño para buscar el mío en los bolsillos. Espera, no tenía bolsillos. De hecho, no había visto mi teléfono en un par de horas, desde que me había cambiado en el baño. Era tarde, así que eso significaba que era la llamada nocturna de cierta persona. Una llamada de Face Time…Maldecí justo antes de que SL llegara, teléfono en mano.

— ¡Hola, tía Santana! —le saludó agitando la mano. Volví a maldecir, cuando lo que debería haber estado haciendo era levantarme de un brinco y alejarme de Marley todo lo que el apartamento me permitiera. No oí lo que dijo Santana, pero pude adivinarlo por la respuesta de SL. —Sí. Está justo aquí. —Girando el teléfono, SL se acercó a mí y me lo entregó. El rostro de Santana se ensombreció en lo que tardaron sus ojos en desplazarse de mí al espacio de mi lado. —Britt —dijo, y ejercitó los músculos de la mandíbula—, ¿quién demonios es esa?

—Santana —contesté, y sentí que empezaba a encenderme—, yo también me alegro de verte. Holly se levantó e impidió que SL pulsara play.

—Vamos a ponerte el pijama, SL —dijo, y se la llevó por el pasillo. Una cosa que Holly había aprendido de Santana a lo largo de los años: cuando estaba cabreada, no se tomaba el tiempo de sustituir las palabras que no eran aptas para oídos pequeños. Dani se apresuró a ir tras ellas.

—Yo también me alegraría de verte si no estuvieses en posición horizontal junto a otra tía.

La mirada amenazadora de Santana no se apartó de Marley una sola vez, como si esperara que ardiera por combustión espontánea si le miraba el tiempo suficiente—Deja que adivine quién es esa imbécil… La mujer en cuya lápida está a punto de leerse: «Marley Berry ».Sabía que debería haberme avergonzado que mi prometida se comportase de esa forma. Sabía que debería haberme sentido mortificada. Pero estaba demasiado enfadada para eso.

—Y tú debes de ser la no controladora Santana López —replicó Marley al tiempo que se incorporaba sobre los codos. Si había algún aspecto positivo en aquel enfrentamiento era que los golpes no dejarían marcas.

—Marley —dijo Santana enderezándose en su asiento—, eres más baja de lo que imaginaba. Que me aspasen. Que me aspasen en ese preciso momento. ¿Por qué no pulsaba el botón de finalizar la llamada? ¿Por qué no lo había hecho en el instante en que SL me había pasado el teléfono? Porque era una idiota, por eso. Me levanté y me encaminé hacia la cocina, con la esperanza de que Marley se quedase exactamente donde estaba para poder empezar con el control de daños. Por supuesto, Marley se puso en pie de un salto y estaba a tan solo dos pasos de mí cuando me detuve en la cocina.

—Santana —se puso delante de la pantalla—, tu cabeza es más pequeña de lo que pensaba. —Adorable, realmente adorable. —Las venas del cuello de Santana parecían a punto de estallar—. Espero que tengas suficientes agallas para decirme algo así en persona.

—Tengo suficientes agallas.

Santana sonrió de una forma que, para mi gusto, resultaba inquietante. —Algo por lo que contar los días le di un codazo a Marley, y esperé que lo pillase. Iba a ser que no. — ¿Tienes pensado ir a la cena del viernes por la noche dentro de dos semanas? —le preguntó Santana.

—Si me invitan.

—No estás invitada —intervine al instante.

—Sí, sí que lo está —me contradijo Santana, y esa sonrisa de loca se acentuó un poco más—Bueno, si tienes suficientes agallas.

—Estaré aquí. —Marley hizo lo que supuse que era sostener la mirada a Santana vía Face Time.

—No, no estarás. No estás invitada —insistí.

—La he invitado yo, Britt.

—Y yo acabo de retirar la invitación.

—Lo siento, Britt. Pero ese apartamento es tan mío como tuyo. Y yo la he invitado.

—Vale. ¿Quieres invitar a Marley? Pues invita a Marley. —Estaba furiosa, y me empezaron a temblar las manos—. Divertíos, chicas, porque yo no pienso estar presente. —Santana arrugó la frente, y sus ojos se suavizaron por fin al mirarme—. Ahora, si habéis acabado vuestra pelea, tú te vas inmediatamente —le ordené a Marley, señalando en dirección a la puerta—. Y a ti te voy a colgar —añadí, y miré a Santana entornando los ojos.

—Britt —comenzó, pero fui fiel a mi palabra. Antes de que Santana lograse pronunciar una palabra más, hice lo que debería haber hecho tres minutos antes. Pulsé finalizar.

—Britt, lo siento —dijo Marley.

—Vete. —Señalé hacia la puerta—. Solo vete. He tenido suficiente por hoy Marley parecía querer decir algo más, pero por una vez guardó silencio. Tras dejar escapar un largo suspiro, se encaminó hacia la puerta y salió sin mirar atrás.


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Hola Hola!
Aqui dejo un nuevo capitulo espero sus comentarios ! Ya casi no comentan me siento un poco desanimada para seguir el FIC

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Mensaje por VictoriaRivera Dom Jun 29, 2014 12:30 am

No comento mucho porque entro desde el celular y es lento. Pero leo TODOS tus fics y los amo. Son los que más me gustan. Seguí escribiendo, no dejes!!! Besos
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Mensaje por minerva ortiz Dom Jun 29, 2014 12:43 am

aggggg odio a marly.no me gusta q mis brittanas se peleen has q se reconcilien por favor y q marly no interfiera en su relacion.nos leemos luego ;)
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Mensaje por micky morales Dom Jun 29, 2014 9:40 am

lo que pasa es que actualizabas a diario y no pdo evitar cierta decepcion cuando eso no pasa, se que estaras en tus cosas y a parte no me esta gustando la aptitud de britt, parece que por momentos prefiere protejer a marley que a su prometida!
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Mensaje por 3:) Dom Jun 29, 2014 8:17 pm

holap dan!!!

ya me puse al dia con los dos capítulos!!!
AMEEEEE A SL CON TODO EL ALMA!!!!!
se ara la cena,.. quiero que san le rompa la nariz marley ok ya!!! jajajajaja

nos vemos!!!
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Mensaje por monica.santander Dom Jun 29, 2014 8:33 pm

Hola!!! Insisto esta Marley va a traerle muuuuuuchoooss problemas a Britt con San!!!!!
Saludos
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Mensaje por Dani(: Lun Jun 30, 2014 4:35 pm

VictoriaRivera escribió:No comento mucho porque entro desde el celular y es lento. Pero leo TODOS tus fics y los amo. Son los que más me gustan. Seguí escribiendo,  no dejes!!!  Besos

Hola Hola!
Bueno me alegraste mucho con tu comentarios
Gracias en serio  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 3637566961 

minerva ortiz escribió:aggggg odio a marly.no me gusta q mis brittanas se peleen has q se reconcilien por favor y q marly no interfiera en su relacion.nos leemos luego ;)

Hola Hola!
Ellas siempre se reconcilian el amor lo puede todo (:
Saludos!  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 3637566961 

micky morales escribió:lo que pasa es que actualizabas a diario y no pdo evitar cierta decepcion cuando eso no pasa, se que estaras en tus cosas y a parte no me esta gustando la aptitud de britt, parece que por momentos prefiere protejer a marley que a su prometida!

Hola Hola!
Digamos que mas adelante la actitud que no te gustara sera la de san solo adelanto!
Saludos y besos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 3637566961 

3:) escribió:holap dan!!!

ya me puse al dia con los dos capítulos!!!
AMEEEEE A SL CON TODO EL ALMA!!!!!
se ara la cena,.. quiero que san le rompa la nariz marley ok ya!!! jajajajaja

nos vemos!!!

Hola Hola!
Jjajajajaja SL es una hermosa :3 una mini san es tan  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1215408055  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1215408055 
Saludos y Besos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 3637566961 

monica.santander escribió:Hola!!! Insisto esta Marley va a traerle muuuuuuchoooss problemas a Britt con San!!!!!
Saludos

Hola Hola!
Talves San se lo s busque sola yo que digo !
Saludos y Besos!  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Lun Jun 30, 2014 7:57 pm

Capítulo 15


Las llamadas de Santana empezaron a producirse al cabo de treinta segundos. No las contesté.

No estaba preparada Rachel no había parado de roncar en todo el rato mientras me llamaban a las puertas del infierno, y Holly, Dani y SL se habían escondido en la habitación hasta que no hubiera moros en la costa. Cuando llegó ese momento, Dani regresó a la sala de estar, me envolvió en sus brazos y no me soltó hasta que casi me hube quedado dormida .Me llevó hasta mi cama y me arropó antes devolver a trepar al formidable fuerte y quedarse dormida también. Era pasada la medianoche, y permanecí atrapada en ese punto entre el sueño y la vigilia hasta que me decidí a contestar a las llamadas de Santana. No exagero si digo que había insistido por lo menos cincuenta veces. —Hola, doña Plasta —saludé con voz adormilada.

—Britt —contestó ella con un suspiro, y en esa simple palabra pude notar su alivio.

—Esta noche te has pasado de la raya, López —dije, recordándome que debía mantener la calma.

—Ya lo sé —repuso en voz baja y enronquecida, como si llevara varios días sin pronunciar palabra—. Tú también, Britt.

— ¡¿Qué?! —Me incorporé en la cama—. Yo no he amenazado a nadie con matarla.

—No, no. Pero estabas acurrucada contra ella y casi compartíais la almohada.

—Sí Marley estaba a mi lado igual que Rachel y que Dani y que Holly y también SL todas estábamos tumbadas en el suelo, viendo La edad de hielo en nuestro fuerte cojonudo—Después de haber compartido tantos videos llamadas con Santana, se me hacía raro oírla sin verle la cara. No podía captar su expresión, solo podía deducir su estado de ánimo por el tono de voz.

—Esa tía está colada por ti, Britt sé que no me crees y que piensas que es solo tu amiga, pero cuando se acerca a ti en lo último que piensa es en la amistad. —Su tono era muy controlado, muy contenido. Me sentía orgullosa de ella; estaba enfadada, pero orgullosa.

—A esa distancia ni siquiera nos rozábamos con el codo, Santana.

—Pero eso no quita que ella tuviera ganas de meterte mano; y no le habría costado mucho teniéndote tumbada al lado.

Después de todo lo ocurrido esa noche, había apartado de mi mente la bomba que Marley me dejó caer nada más salir del trabajo. Tenía pensado contárselo a Santana, porque no creía que debiera ocultárselo, pero con el humor de perros que gastaba habría sido capaz de coger un avión hasta la otra punta del país solo para encargarse personalmente de mandar a Marley a las chimbambas de una patada en el culo. ¿Qué tenía de malo escondérselo durante una semanita? Claro que el sentimiento de culpa que palpitaba en mis venas me decía que algo de malo sí que tenía—Vamos a ver, Britt; siento haber perdido los nervios esta noche. Es típico de mí —dijo, interrumpiendo mis pensamientos—. Pero necesito que te mantengas apartada de Marley sé que tú, de entrada, siempre piensas bien de todo el mundo, pero no todos van con buenas intenciones, Britt.

— ¿Y cómo quieres que me mantenga apartada de ella? Es mi jefa me paso toda la semana de lunes a viernes encargándome de su papeleo, rellenando sus hojas de gastos y preparando presentaciones de PowerPoint para ella. —Tras haber dejado pasar unas cuantas horas y con los ánimos más templados, me daba cuenta de que me había precipitado un poco al decir que quería dejar el trabajo. Tenía un buen empleo, me pagaban bien y no me apetecía recoger los bártulos solo porque mi jefa me había confesado que le gustaba Marley no era la primera jefa que le tiraba los tejos a su secretaria, eso estaba muy claro.

—Vuelve a explicarme por qué es tan importante para ti tener tu propio sueldo suspiré a modo de respuesta—Vale, vale. Pero, ya que no puedes estar alejada de ella físicamente, por lo menos mantén la distancia emocional. Es lo único que te pido, Britt —dijo, y más que nada se le oía cansada yo me sentía igual—. Y no vuelvas a montarte una cama improvisada y a tumbarte a su lado con una camisetilla de tirantes y mis Shorts, ¿vale?

— ¿Es una sugerencia o una orden?

— ¿Me lo estás preguntando en serio, Britt?

—Después de la que has armado esta noche…—dije mientras me esforzaba por apartar esas imágenes de la mente—. Sí, te lo pregunto enserio.

—Es una sugerencia. Yo siempre sugiero las cosas, Britt —aclaró—. Solo que a veces pongo un poco más de énfasis.

Noté un amago de sonrisa en su voz, y en mi rostro también empezó a dibujarse una de oreja a oreja. — ¿A veces? Más bien te pasa siempre.

Soltó una de sus carcajadas guturales—Tienes razón. Pero eso es porque me preocupo por ti, Britt. Me importas más de lo que me ha importado nunca nadie. Haría, diría y me jugaría lo que fuera con tal de protegerte.

—Pues no creo que sea necesario que pongas a Marley Berry al principio de la lista de las cosas de las que necesitas protegerme —repuse.

—Sí que es necesario —replicó al instante—.Y si tanto te cuesta entender lo que me ha pasado, ponte en mi pellejo. ¿Qué harías tú si descubrieras que trabajo para una tía buena que está forrada y dispuesta a hacer cualquier cosa para acostarse conmigo, y un buen día me llamaras para darme las buenas noches y me encontraras acurrucada a su lado? —Hizo una pausa, seguramente más para darme tiempo a imaginar la escena que para tomar aire—. ¿Tu reacción sería muy diferente de la mía? Me entraron ganas de plantarle un «Pues claro», o un «Sí, joder», pero no lo hice. Porque sabía que tenía razón Santana me había hecho comprender su punto de vista, y el logro era tan extraordinario que merecía por ello el Nobel de la paz.

—No, no lo sería —admití a regañadientes—.Sería capaz de arrancarle los ojos por teléfono a la muy bruja. Ahora Santana reía a mandíbula batiente. Y al oírla yo también me eché a reír

— ¿Ves cómo nos hemos entendido, Britt?

—Tú y yo siempre nos entendemos muy bien—dijo, y empecé a bostezar entre risas—. Solo que a veces tardamos un poco.

— ¿A veces? —dijo ella—. Más bien nos pasa siempre. Volví a tumbarme y me acomodé en la almohada.

—Gracias por llamar cincuenta veces y disculparte.

—Gracias por contestar a la quincuagésima y aceptar las disculpas.

En el momento en que colgué el teléfono, logré escapar de aquel laberinto entre el sueño y la vigilia y quedarme dormida, hasta que mi despertador particular en forma de chavalín se puso a dar saltos en la cama ofreciéndome tortitas con forma de balón de fútbol. Otra vez era viernes por la tarde. Las cenas semanales de nuestra familia improvisada se habían convertido en toda una tradición. La semana anterior habíamos cocinado manicotti y pan de ajo, y esa noche teníamos previsto preparar el menú favorito de nuestra invitada especial: hamburguesas con queso y patatas fritas Santana había cogido el avión más temprano que de costumbre, y aunque hice lo imposible para tomarme el día libre y poder ir a recogerla al aeropuerto, Marley tuvo una jornada llena de reuniones y conferencias telefónicas y dijo que esos eran precisamente los momentos en que una secretaria le resultaba imprescindible.
Ósea, que estaba enclaustrada en la oficina cuando Santana aterrizó. Sabía que seguramente habría llegado al piso y me estaría esperando allí. La tarde había sido todo un ejercicio de paciencia y un verdadero suplicio. Tenía los ojos pegados a la pantalla, de modo que en cuanto el reloj marcó las cinco en punto salté de la silla y estaba a medio camino de la puerta antes de que nadie más en toda la oficina hubiera apagado el ordenador. Hacía una hora que Marley se había marchado a una reunión fuera de la empresa, o sea, que no tuve que preguntarle si hacía falta terminar algún trabajito de última hora antes de salir. En cuanto me hube subido al Mazda, me esforcé al máximo para no recorrer la distancia que me separaba del piso como si estuviera compitiendo en la NASCAR. Me obligué a ceñirme a los límites de velocidad e incluso conseguí detenerme en el centro comercial para realizar una compra rápida. La tarea de cuidar de SL todas las noches y los fines de semana me estaba resultando más fácil de lo que ninguna de nosotras había imaginado. Me escuchaba con toda la atención con que podía hacerlo una pequeña troglodita y me ayudaba con las tareas de la casa; incluso me atrevía a presentarla en público sin temer sembrar el caos a nuestro paso. Con todo, no era recomendable llevar a una niña pequeña a la tienda a la que me dirigía. No tardé mucho en elegir lo que creía que más le gustaría a Santana, ya que no era muy difícil de complacer en cuanto a lencería. Pagué, y en menos de diez minutos estaba montada de nuevo en el Mazda.

En cuanto hube estacionado en la plaza de aparcamiento, comprobé mi aspecto en el retrovisor. Con una simple capa de pintalabios y un toque de maquillaje en polvo rayaría la perfección en cuestión de unos segundos. Llevaba una falda nueva de color cobalto y una blusa cruzada sin mangas, todo conjuntado con los zapatos rojos de piel auténtica y tacón altísimo que volverían loquita a Santana de todas eran sus zapatos favoritos de todos mis pares, aunque ella prefería vérmelos puestos sin que llevara ninguna otra prenda encima .Albergaba la esperanza de que mis planes para esa noche coincidieran con los suyos. Tendríamos que echar mano de toda la creatividad posible en cuestiones logísticas, pero ya sabéis lo que dice el refrán: la necesidad agudiza el ingenio. Subí la escalera tan rápido como me atrevía a hacerlo con aquellos tacones de diez centímetros, y crucé el descansillo sin aminorar la marcha. Como de costumbre, al acercarme al piso oí risas, pero por primera vez en varias semanas la de mi querida Santana se mezclaba con el resto. Noté una punzada en el corazón al oírla al natural. Su voz, su risa, era digna de disfrutarse sin ningún aparato telefónico de por medio. Abrí la puerta de golpe y entré flechada en el piso. Ante semejante entrada triunfal, la habitación quedó en silencio. No reparé en nadie más. Ni siquiera podría decir quiénes estaban y dónde se sentaban. Solo la vi a ella y ella solo me vio a mí. Apenas tuve tiempo de soltar las bolsas antes de que cruzara la habitación. Me rodeó con los brazos y me atrajo con fuerza hacia sí.

Me sentía en casa. —Britt —susurró mientras hundía los dedos en mi pelo. Entrelacé las manos en su nuca y hundí el rostro en la curva de su hombro. Aspiré su aroma. Lo absorbí a ella.

—Yo también te he echado de menos.

—Yo a ti más.

— ¿En serio? Ella acercó los labios a mi oído.

—Sí.

—Demuéstramelo —dije, apretando los labios contra su cuello.

Ella se echó hacia atrás, me rodeó el rostro con las manos y lo mantuvo inmóvil mientras acercaba sus labios a los míos. Me besó con suavidad, casi con ternura. Fue un beso dulce y delicado, de los que me habría dejado más derretida que una taza de chocolate caliente si ella no me hubiera sujetado con tanta fuerza. Me separó los labios con los suyos antes de introducirme la lengua en la boca. Cuando rozó la mía, deslizándose y explorando con la emoción del primer contacto y la familiaridad de lo que se frecuenta, dejé escapar un gemido. Aparté las manos de su cuello y recorrí el resto de su cuerpo con ellas como si estuvieran impacientes por llegar al siguiente destino. Las de ella seguían mi ejemplo; subían y bajaban una y otra vez. Se deslizaban, me estrechaban, rebuscaban. Todo eso era suficiente para hacerme sentir mareada.

Cuando mis dientes aferraron la punta de su lengua, ella contuvo el aire en los pulmones antes de empujarme contra la pared. El cuerpo que ejercía presión contra mí estaba tan rígido como el muro que me cerraba el paso por detrás todos los focos generadores de calor se concentraron en el centro de mi cuerpo. —Oíd, esta noche toca cena familiar y cine. —La voz de Holly invadió el universo que Santana y yo creábamos siempre que estábamos juntas—. No es el momento de soltarse el pelo como si estuvierais en el gallinero de un teatro de mala muerte. Gruñí a modo de protesta cuando Santana separó su boca de la mía, pero las manos no las apartó. Las mantuvo posadas en mis caderas de tal modo que seguía notando cómo aumentaba el deseo entre las piernas.
— ¿Qué te ha parecido eso como demostración? —preguntó ella mientras el pecho le subía y le bajaba con agitación.

—Más tarde te lo explicaré —dije—. Cuando todas estén acostadas en mi habitación y vuelvas a lanzarte al ataque—. Enarqué una ceja de modo insinuante.

— ¿Te parece demasiado grosero decirles a todas que se pierdan un rato? Me eché a reír y le así la mano con fuerza.

—Un poquitín. —La arrastré detrás de mí y empecé la ronda. Holly estaba de pie detrás de SL, tapándole los ojos con las manos.

— ¿Habéis terminado, pareja? —preguntó con un guiño.

—No prometo nada —fue la respuesta de Santana.

—Sí —contesté yo, dándole un codazo—. Al menos, de momento.

—No veas las tortolitas —musitó, alzando la mirada en señal de exasperación antes de destaparle los ojos a SL.SL llevaba puesto un jersey de los Chargers que le quedaba dos tallas grande y tenía la lengua azul de lamer el chupa-chups que abultaba más que su cara entera. Tenía la esperanza de que la chiquitína estuviera en la cama y bien dormida antes de medianoche la tía Santana no debería haberla cargado con un kilo de azúcar poco antes de acostarse.

— ¿Por qué has dicho eso, que tía Britt y tía Santana son tortolitas? A mí se me salían los ojos de las órbitas y Santana se escondió detrás de mí para amortiguar la risa, pero el recurso no surtió demasiado efecto. Holly, a medio camino de la cocina, se quedó petrificada.

—Porque les gusta… volar. —Holly sacudió la abeza. Verla así de muda era tan poco frecuente como presenciar un eclipse de sol—.Porque se arrull…

—Porque son dulces y delicados —la interrumpió Dani SL frunció las cejas unos instantes antes de continuar lamiendo el chupa-chups.

—Ah, vale. —Se abalanzó sobre su caja de juguetes y empezó a revolverla. Prueba superada Holly dio las gracias a Dani con una sonrisa.

—Buena respuesta, Dani —dije mientras me dirigía a la nevera a por una cerveza para Santana. La incliné contra la encimera y le di un golpe con la palma de la mano. La chapa saltó y tintineó al caer.

—Mierda —soltó Santana cuando le di la cerveza—. Ya sabes cómo me sube la temperatura cuando haces eso.

—Por Dios. ¿En serio? Menuda pareja —gruñó Holly en un tono que denotaba más celos que enfado. Recogió una cosa del suelo y se nos acercó. Nos miró de arriba abajo mientras sostenía en la mano la pelota de goma con el dibujo de Kitty que pertenecía a SL.

La rodeé con el brazo porque, después de tres semanas, no quería que estuviéramos separadas ni un instante más. —Mi chico se merece lo mejor.

—Venga. Vamos a cenar —dijo, y me pasó el brazo por la nuca—. Tengo mucho apetito.

—Yo también —dije bajando la voz, pues no deben hacerse ciertas insinuaciones cerca de oídos infantiles—. Y no lo digo por la cena Santana se paró en seco y posó sus labios en mi oído.

—Si sigues así, te tumbo encima de la mesa y termino contigo aquí mismo. Ya había empezado a erizárseme el vello, pero cuando me mordisqueó el lóbulo de la oreja, la carne de gallina fue instantánea estupendo. Así que ese tipo de preliminares a dos también era posible.

—Me tienes tan a punto de caramelo que un poco más y mojo las bragas. —Di un paso adelante y succioné el lóbulo de su oreja—.Suerte que no llevo. A ella se le cortó la respiración. Le dirigí una sonrisa inocente y seguí caminando hasta la mesa. Mientras tomaba asiento, ella se situó detrás de mí.

—Gracias a ti y a tu sucia boquita, necesito un momento para ir al baño.

— ¿Cómo? —Exclamé dándome media vuelta en el asiento—. Estamos a punto de empezar a cenar. Deja las duchas frías para otro momento.

Anoté un punto a favor de Brittany Pierce había ganado la ronda de estimulación verbal. —Estoy tan mojada y tan caliente que ni siquiera notaría el agua helada—me dijo al oído—Hablando de bragas mojadas…

—Yo te ayudaré —dije, y salté de la silla ella me cogió de la mano y me arrastró tras de sí.

—Muy bien Casi habíamos llegado al cuarto de baño, y estábamos tan cerca la una de la otra que ya buscaba con los dedos el botón de los tejanos de Santana, cuando alguien llamó a la puerta una vez. Y después tres veces más seguidas. Me entraron ganas de echarme a llorar de pura decepción. Dos segundos más y ya nos habríamos escondido detrás de la puerta del baño, y yo estaría deslizando la mano en sus jugos…

—Mira por dónde tenemos una fiesta de bienvenida. Qué bien os lo pasáis —exclamó Rachel tras abrir la puerta de par en par con Marley a su lado

—Mierda. ¿De verdad se me había escapado eso?

—Hola. Me alegro de veros. Qué bien que estéis aquí —dijo Rachel, y entró—. Son algunas de las formas habituales de saludo cuando recibes a alguien en casa. —Me dirigió una sonrisa despectiva y dio un breve abrazo a Santana—. Me alegro mucho de poder volver a abrazarme a tu cuerpazo. ¿Alguien tiene idea de por qué hemos tenido que abrirnos paso entre un ejército de paparazzi acampados en la acera?

—Hola, Rach —saludó Santana con los ojos fijos en Marley—. Espero que os hayáis deshecho de todos esos chupópteros de una buena patada en los huevos. Di un suspiro. Seguro que estaba demasiado enfrascada y pendiente de llegar al piso y no me había dado cuenta del grupito plantado enfrente con la cámara colgada al cuello. Al parecer, a donde quisiera que fuera Santana López, allá iban los fotógrafos. Daba la impresión de que no podríamos salir del piso en todo el fin de semana, lo que bien pensado… no estaba tan mal.
—Y yo espero que esta noche te folles bien a mi amiga, porque está muy necesitada de amor, dulce amor —soltó Rachel, dándole unas palmaditas en las mejillas, y enfiló el pasillo—.Hace un tiempecito que no veo a la guapa de Britt bien jodida.

—No te preocupes —contestó Santana sin apartarla vista de Marley, aunque no daba la impresión de que ella se sintiera en absoluto amenazado—.Tengo pensado cuidar bien de mi chica. Toda la noche. Me puse tan roja que noté la afluencia desangre incluso en el cuello.

—Hola, Marley. Me alegro de verte —dije, y me cogí del brazo de Santana con las dos manos—. La verdad es que es toda una sorpresa que estés aquí, y más conociéndote.

—Brittany —respondió ella con una mueca divertida la obsequié con una sonrisa tensa antes de tirar del brazo a Santana. No era posible que eso estuviera ocurriendo de verdad.

—Si has acabado de hablar de nuestra vida sexual con mi jefa… —Volví a tirarle del brazo, esa vez con más ímpetu. Nada—. Te tengo preparada media docena de hamburguesas con queso Santana se cuadró frente a Marley No se había tragado el anzuelo de las hamburguesas.

—Tú debes de ser Marley ¿Cómo era posible hacer que cuatro palabras tan inocuas sonaran a amenaza de muerte? Marley se quedó mirando el brazo con el que Santana me rodeaba.

—Y tú debes de ser Santana.

—En carne y hueso —respondió Santana—. Si vuelves a acostarte junto a mi chica, no habrá teléfono que se interponga para darte tu merecido.

—Santana —advertí, seguramente por millonésima vez.

—Muy bien. ¿Cómo lo hacemos? —Preguntó Marley, y se frotó las palmas de las manos en los pantalones—. No me he peleado por una chica desde que iba a quinto. ¿Salimos fuera? ¿Lo solucionamos aquí mismo, en la puerta? ¿O prefieres que quedemos otro día? No domino nada el tema.

De buena gana habría estallado en carcajadas si la situación no hubiera sido tan poco cómica en general. ¿Dónde estaban todos los demás a la hora de ayudarme a separar a esas dos? La respuesta la obtuve con solo volver la cabeza. Lo que estaban haciendo en la cocina solo tenía un nombre: pasar de todo. —Vamos a dejar una cosa clara de entrada.

Esto no es ninguna pelea por una chica. Britt es mía, y siempre lo será. —A Santana estaban empezando a hinchársele las venas del cuello. De eso al festival de puñetazos solo había un paso—. Por lo que nos peleamos es por tu forma de mirarla. Por cómo sé qué piensas en ella. Por lo que sé que te gustaría hacerle. Es por eso por lo que nos peleamos.

—Santana irguió los hombros para parecer un poco más alta conseguía que diera la impresión de que su estatura era muy superior a la de Marley en lugar de ganarla por pocos centímetros—. Seamos honestas. Ya que los dos sabemos que no tienes la más remota posibilidad contra mí, ¿por qué no hacemos ver que te he mandado al cuerno de una patada y dejas de meter las narices en la voluntad, los sentimientos o las bragas de Britt? ¿Lo pillas?

—Nunca he sido de las que optan por el camino fácil —replicó Marley con tanta serenidad como si se tratara de una reunión de trabajo—. Y no me gusta que me digan lo que tengo que hacer, así que me temo que eso es un «no»

—Marley —susurré, preguntándome si tenía ganas de morir. A juzgar por lo que acababa de decir, imaginaba que sí.

—Así, ¿cómo lo hacemos? —repitió Marley, y dio un paso adelante. La había subestimado. Creía que era más bien pacífica, conciliadora, pero me equivocaba de medio a medio. Ante una pelea, le costaba tanto retirarse como a Santana La única diferencia radicaba en que ella peleaba vestida de etiqueta.

—Vas a ganarte una buena patada en el culo —advirtió Santana, y también avanzó un paso. Pues sí. Iban a liarse a puñetazos. Allí mismo, delante de la puerta.

— ¡La cena está lista! —Gritó Holly—. Más vale que estéis sentadas a la mesa antes de que cuente tres si no queréis que la patada en el culo os la dé yo. Allí estaba Holly la Valiente, a punto para salvarnos en el último momento.

—Entonces lo dejamos para luego —dijo Marley, y se abrió paso apartando a Santana con el hombro.

—No veo la hora de pillarte por banda —contestó Santana, atravesándole la espalda con la mirada.

—Cuánta madurez —le espeté con un codazo.

—Creía que habías dicho que a esa tía le eras indiferente, Britt. Aún no le había contado a Santana lo que Marley me había dicho aquella tarde en el despacho. Ningún momento me había parecido oportuno para destapar el secretito indecente. Y ahora menos.
— ¿A qué viene eso?

—Esa tonta del culo está coladita por ti. Muy coladita le froté el brazo para tratar de tranquilizarla.

— ¿Cómo lo sabes? —dije, fingiendo que no veía claro que tuviera razón.

—Porque cuando te mira me recuerda a cómo te miraba yo cuando nos conocimos.

— ¿Y cómo me mirabas? Santana me aferró la mano y me llevó hasta la mesa. Exhaló un suspiro antes de contestar.

—Como si todo hubiera cambiado para siempre porque la chica que tenía enfrente era con quien quería pasar el resto de mi vida.

— ¿Y ahora ya no me miras así? —la provoqué.

—Sí, pero hay un sentimiento de confianza detrás de esa mirada. La confianza de saber que eres mía. —Santana me ofreció una silla y acercó los labios a mi oído—. Esa tía te mira con la incertidumbre que yo tenía al principio, cuando no sabía si lograría que fueras mía algún día —dijo en voz baja—. Esa tía te quiere para ella, es evidente; pero yo me encargaré de dejarle bien claro que no te tendrá nunca.

—Oye —repliqué a la vez que ella tomaba asiento a mi lado—. Tranquilízate un pelín. O dos ella me obsequió con una sonrisa.

—Ya sabes que no es mi estilo, Britt.

—Pues ¿qué te parece si te metes una hamburguesa en la boca antes de seguir bombardeando a mi jefa con amenazas? —Señalé la bandeja de hamburguesas que Holly sostenía frente a Santana.

—Oye, Britt… —empezó Marley desde el otro extremo de la mesa. Estaba situada de tal forma que Santana y ella podían perfectamente retomar la lucha de miradas donde la habían dejado—. Aún no he tenido la oportunidad de hablarlo contigo, pero me estaba planteando si podrías seguir trabajando después del verano, cuando empiecen las clases. Lo que faltaba.

—Britt estará muy ocupada…Alcé una mano para interrumpir a Santana.

—Puedo responder solita, muchas gracias. Santana levantó la mano en señal de rendición. Saltaba a la vista que le había hecho gracia la salida—Estaré muy ocupada. —Lancé una mirada a Santana—. Estudiando. El último curso implica un montón de trabajo, y además iré bastantes veces a San Diego para ver a Santana.

Santana me posó la mano en la rodilla. —No tantas como yo vendré a verte a ti.

—Podría adaptarme a tus horarios —dijo Marley mientras todo el mundo masticaba la comida en silencio. Incluso SL sabía que estaba ocurriendo algo—. Solo llevas tres semanas en Xavier Industries y ya has demostrado que eres muy valiosa para la empresa. No puedo dejar que te marches así como así. Santana me estrechó la rodilla, más por lo molesta que estaba que para tranquilizarme—Te duplicaré el sueldo —anunció Marley, antes de dar un gran bocado a la hamburguesa Santana abrió la boca, pero yo no pensaba permitir que la cosa fuera a más sin dar mi opinión.

—No es por el dinero —dije Marley enarcó una ceja. —Bueno, no del todo. Es que no tendré tiempo. Quiero dedicar tiempo a las cosas que son más importantes en mi vida que el dinero —añadí a la vez que cogía el bote de ketchup y me echaba un chorro en el plato—. Además, Santana ganará dinero a montones. Seguro que podrá prestarme un poco si me hace falta. Miré a Santana con detenimiento. El tema me incomodaba, era una cuestión de orgullo, y el hecho de admitir ante una mesa rodeada de mis mejores amigas que estaba dispuesta a depender económicamente de Santana hacía que me sintiera muy… vulnerable. Como si estuviera desnuda y tuviera que preguntar por el árbol más cercano para procurarme una hoja. Sin embargo, al ver la expresión de Santana me quedé más tranquila. No solo estaba contenta; su cara denotaba verdadero alivio. Daba la impresión de que acababa de quitarle un gran peso de encima. No entendía por qué, pero no necesitaba entenderlo para alegrarme de que se sintiera así.

—Creía que preferías ganarte la vida por ti misma, ser independiente. Con novia multimillonaria o sin ella Muy bien Marley no solo iba a ganarse una paliza de muerte por parte de Santana También tenía todos los números para la tunda que se estaba rifando por parte de Brittany Pierce Esa vez fui yo quien posó la mano en la rodilla de Santana y se la estrechó.

—Tienes razón. Preferiría ganarme la vida por mí misma —dije mientras pensaba en empapar una patata frita en ketchup y arrojársela a la cara a Marley—. Pero si alguna vez Santana necesitara mi dinero, podría contar con ella. Y creo que ella piensa lo mismo con respecto al suyo.

—Ya lo creo, Britt. Me encantaba el modo en que me miraba en esos momentos, como si nunca hubiera estado más orgullosa de mí. No deseaba otra cosa que montarme a horcajadas sobre su regazo y besarla hasta que las dos nos quedáramos lívidas. Pero antes debía meter a alguien en cintura. — ¿Tienes algo más que decir? —pregunté a Marley con una mirada retadora.

—Tengo muchísimo más que decir —repuso, dejando la hamburguesa en el plato—. Tanto que podría pasarme toda la noche hablando. Pero creo que empezaré con algo muy simple que lo resume todo. —Marley meneó un dedo frente a Santana y yo—. No vais bien Santana saltó de su asiento. No sabía qué camino iba a tomar para llegar hasta Marley, y no descartaba que se abalanzara directamente sobre la mesa.

— ¡Ya está bien! —Holly también se puso en pie de inmediato—. Mi hija de tres años se porta mejor que todos vosotras juntas. —Miró a SL, que estaba intentando meterse una patata frita por la nariz—. Y me quedo muy corta. Se volvió hacia Marley—Haz el favor de controlarte. —Entonces dirigió la mirada enloquecida a Santana—. Haz el favor de controlarte. —Y luego a mí—. Haz el favor de controlarte. —Tomó asiento y sacó la patata frita de la nariz de SL—. ¿Qué es lo que mamá siempre te repite que debes pensar antes de decir algo? SL se incorporó en su asiento, muy satisfecho de que le permitieran participar en la conversación. —Si no vas a decir algo agradable, más vale que no digas nada. Holly le acarició la coronilla. — ¿Alguna pregunta? —dijo, dirigiéndose a los comensales. Nada. Santana y Marley se dirigieron unas cuantas miradas asesinas más, pero no volvieron a intercambiar palabra en toda la cena, aunque no fue una velada precisamente plácida. Entre que SL, Rach y Holly alzaban cada vez más la voz y Dani no paraba de intentar meter baza sin éxito, para cuando Santana empezó la tercera hamburguesa yo ya me había quedado medio sorda.

— ¿Qué tal la película que fuisteis a ver el viernes pasado? —preguntó Rachel, señalando a Dani y Holly con una patata frita.

—No estuvo mal —opinó Dani Holly pareció más que ofendida. —Pero la compañía era insuperable —apostilló, guiñándole un ojo.

—Ya me parecía a mí —dijo ella.

— ¿Y después? ¿Os enrollasteis o hicisteis algo indecente?

Holly se atragantó con la hamburguesa. A Dani se le subieron los colores y adoptó un curioso tono escarlata a causa de su pálida tez— ¡Rachel! —Le llamé la atención—. ¿No puedes ser un poco más prudente?

— ¿Es una pregunta retórica? —soltó mientras Santana aporreaba la espalda de Holly.

—Sí, creo que sí Rachel me obsequió con un beso a distancia antes de volverse hacia la Santa Inquisición. — ¿Y bien? Vamos, cantad —dijo, dirigiendo la mirada a Holly y a Dani de forma alternativa—. Entre vosotras dos hay tal pasión contenida que he estado a punto de desmayarme varias veces por la falta de oxígeno.

—Por Dios, Rach —exclamé, y le arrojé una patata frita. Ella la esquivó.

—No —respondió Holly, tapándole las orejas a SL—. No nos besamos ni hicimos nada que pueda considerarse picante o guarrillo, ya que tanto te interesa saberlo Santana se tapó la boca con la mano, pero no consiguió aguantarse la risa.

—Y para que te quede claro, no nos besaremos nunca —añadió Dani se volvió hacia Holly como un rayo.

— ¿Qué? ¿Por qué no? Por mucho que se hiciera el indiferente, la cosa pasaba de castaño oscuro.

A Holly se le dibujaron unas arruguitas en el entrecejo. —Porque soy una chica —dijo despacio, como si estuviera desconcertada—. Y a ti te van los tíos. Tanto Dani como yo nos quedamos boquiabiertas. A lo mejor debería haber sido más directa con Holly acerca de la atracción que Dani sentía por ella, pero me parecía obvio. No me había percatado de que seguía considerándola heterosexual a raíz de nuestra primera cena juntas. A juzgar por la expresión dolida de Dani, tuve la impresión de que tras ese jarro de agua fría no volvería a ser la misma.

— ¿Te crees que… que… no soy gay? —Mierda Nada podría haberla insultado más.

A Holly se le hundieron los hombros y dejó caer las manos de los oídos de SL. — ¿lo eres?

—Ya me encargo yo de la pequeñuela —dijo Santana, y se puso en pie y se la cargó al hombro para gran regocijo de la niña. — ¿Quieres que te enseñe cómo se lanza un balón a diez mil yardas?— ¡Sí! —exclamó SL con una risita mientras Santana se alejaba con ella por el pasillo y entraba en el dormitorio .Para SL, el cuento de esa noche iba a ser muy especial.

—Espera un momento. —Holly sacudió la cabeza—. ¿Eres gay? ¿Te gustan las mujeres? —Era obvio que la cosa estaba sacudiendo los cimientos sobre los que sesos tenía su visión del mundo.

— ¿Eh? ¡No! —Dani se revolvió en el asiento.

—No, ¿qué? ¿Que no eres gay o que te gustan las mujeres? —preguntó Holly.

— ¡Que soy gay! —Era la primera vez que oía a Dani levantar la voz.

—Vaya. —Holly sacudió la cabeza otra vez—.Eso sí que es… una revelación.

—No me lo puedo creer que duden de mi —Dani echó la silla hacia atrás, se puso en pie y se dirigió a la puerta— No creía que tú también fueras así, Holly.

—Dani —la llamó ella—. Espera.

—Me parece que no hace falta —dijo ella, y siguió su camino, furiosa.

—Mierda —exclamó ella, y dio un puñetazo en la mesa.

¿Te gusta, Hol? —pregunté, aunque tenía la sensación de que ya sabía la respuesta.
Ella se mordió el labio y asintió.

— ¿Mucho? Otro gesto de asentimiento—Entonces ¿qué estás haciendo aquí? —dije—. Ve tras ella.

—Pero, Britt, por favor. Aun suponiendo que yo le guste, después de haberle dicho eso y no volverá a dirigirme la palabra.

—Solo hay una forma de averiguarlo —terció Rach. Me extrañaba que hubiera tardado tanto en meter baza, solía hacerlo a las primeras de cambio. A su lado, Marley guardaba silencio por una vez en la vida.

— ¿Crees que tengo alguna remota posibilidad de seguir gustándole después de lo que acabo de decirle? —Holly no paraba de hacer aspavientos con los brazos, lo cual era una señal inequívoca de que estaba a punto de perder los nervios Rachel se puso el puño debajo de la barbilla y se quedó mirando a Holly.

—Mira, chica, me parece que esa tía seguiría coladita por ti aunque le exigieras que te hiciera una reverencia cada vez que te ve. La tienes pillada y bien pillada.

— ¿Britt? —Holly apartó los ojos de la puerta y los posó en mí.

—No me cabe duda de que le gustas. Y tampoco de que a ti ella también te gusta —dije—. ¿Por qué no vas tras ella y os lo decís de una vez?

A Holly le temblaron las comisuras de los labios. — ¿Alguien tiene el brillo de labios a mano? Rachel se sacó un tubo del bolsillo trasero de los pantalones.

—Eso siempre —repuso, y le lanzó la barra a Holly, que consiguió recogerla a pesar de encontrarse en medio de una de esas situaciones de vida o muerte que tanto le gustaban.

Se embadurnó con el brillo de labio si se dirigió a la puerta dispuesta a cumplir su misión.

—Buena suerte —le grité. Cuando la puerta se cerró de golpe por segunda vez en cuestión de pocos minutos, Santana y SL salieron del dormitorio con el balón.

—Tía San me ha enseñado a correr sin perder el balón, como ella —anunció, y se dirigió hacia la mesa dando saltitos.

— ¿Todo bien? —preguntó Santana, y tras acercárseme por detrás me masajeó los hombros.

—Eso espero —contesté, con la sensación de que las órbitas de mis ojos iban a darse la vuelta dentro de las cuencas por el milagro que los dedos de Santana estaban obrando en mis músculos.

— ¡Y ahora una peli! —Exclamó SL, y se puso a revolver los DVD—. ¿Puedo sentarme en medio de tía Britt y tú en el fuerte? Santana clavó los ojos entornados en Marley. —Eres la única a la que le permito que se siente entre tía Britt y yo.

No estaba mal, visto el numerito que había montado antes.

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Hola Hola aqui un nuevo capitulo espero que les guste y que comenten  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 

PD: se que odian a marley igual que yo C:  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 3637566961 
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Mensaje por 3:) Lun Jun 30, 2014 10:10 pm

holap dan!!

amoooo a esa niña dios!!!!!!!!!!
quiero que san le rompa la cabeza a marley como cuando patean el balón de futt!! jajajaja
a ver si holly pude habar con dani!!!,..

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por monica.santander Mar Jul 01, 2014 12:10 am

Estamos haciendo fila para golpear a Marley!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Mar Jul 01, 2014 11:27 am

seria tan increiblemente maravilloso que santana tomara por el pescuezo a la imbecil metiche de la tal marley y de una patada la enviara al polo norte a ver si con el frio le entra la idea de la ubicacion!!!!!!!
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Mensaje por Dani(: Miér Jul 02, 2014 7:23 pm

3:) escribió:holap dan!!

amoooo a esa niña dios!!!!!!!!!!
quiero que san le rompa la cabeza a marley como cuando patean el balón de futt!! jajajaja
a ver si holly pude habar con dani!!!,..

nos vemos!!!

Hola Hola!
Esa niña es un exito :3
JAjajajajaj marley ni me digas ushh!
y holl y dan se veran exc juntas :3
Saludos Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 

monica.santander escribió:Estamos haciendo fila para golpear a Marley!!
Saludos

Hola Hola"
JAJAJAJA ya somos muchas creo :)
Saludos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 

micky morales escribió:seria tan increiblemente maravilloso que santana tomara por el pescuezo a la imbecil metiche de la tal marley y de una patada la enviara al polo norte a ver si con el frio le entra la idea de la ubicacion!!!!!!!

Hola Hola!
JAJAJAJAJAJAJ creo que todas odiamos a marley :P
Saludos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
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Mensaje por Dani(: Miér Jul 02, 2014 8:39 pm

Capítulo 16


Holly y SL se encontraban en su dormitorio y al parecer dormían, puesto que llevaba diez minutos sin oír ni pío Rachel se había quedado frita en el sofá, y con suerte tan sumida en el sopor etílico que podrían haber sonado las trompetas para anunciar el segundo advenimiento sin que moviera ni un músculo.

A la pobre Dani le había tocado dormir en el suelo, pero le preparé unas cuantas mantas para que estuviera más cómoda y no se levantara con dolor de espalda; por lo menos, no demasiado cuando volvieron al cabo de media hora, Holly y Dani tenían las manos entrelazadas, el rostro encendido y los labios hinchados, y estaban acurrucadas la una junto a la otra dentro del fuerte sin haber pronunciado ni media palabra más. Lo que tuvieran que decir o hacer ya estaba despachado.

Menos mal que Marley había pillado la indirecta de que no era bien recibida en nuestra fiesta nocturna de los viernes y se había retirado con mucha dignidad, arguyendo que a primera hora de la mañana había quedado para jugar al raquetbol podéis imaginaros con qué choteo recibió Santana semejante cuento chino. Por fin el piso quedó en calma. Me encerré en el cuarto de baño con mi última adquisición y me lavé los dientes. Dos veces. Luego me apliqué un poco de aceite de mandarina y me cepillé el pelo. Comprobé mi aspecto en el espejo. Sí, un auténtico bombón. Después de tres semanas de abstinencia, a Santana iba a darle algo cuando me viera representar mi numerito. Dios, después de tres semanas de abstinencia estaba a punto de darme algo solo de pensar quién me estaba esperando al otro lado del tabique.

Eché otro vistazo al espejo de cuerpo entero colgado detrás de la puerta del cuarto de baño. Faltaba algo, pero no conseguía caer en qué era. Llevaba un sujetador de un tono rosa pálido, y la tela era tan fina que se me transparentaban los pezones. Las braguitas eran del mismo color pero de blonda, y el conjunto incluía un liguero a juego con unas medias negras muy delicadas que tenían una costura en la parte trasera. Unos tacones negros de charol remataban el atuendo. Si a una cosa así podía llamársele atuendo, claro. Del escote para abajo todo estaba en su sitio. Lo que echaba en falta correspondía a más arriba y era igual de sensual que el resto de la indumentaria. Entonces se fue la luz. Abrí el cajón, que estaba a rebosar de los potingues y los accesorios para el pelo de Holly, y hurgué en él hasta que encontré lo que buscaba. Justo lo estaba cogiendo cuando alguien llamó a la puerta con suavidad.

— ¿Britt? —susurró Santana desde fuera. Con solo oír su voz se me tensó todo el cuerpo—.Si tardas un poco más echaré la puerta abajo y te tumbaré encima del lavabo. La idea resultaba tentadora en muchos aspectos.

—No sería la primera vez —susurré yo—.Tranquilízate un poco. Salgo en medio minuto.

—No aguanto medio minuto —repuso ella, justo antes de que oyera sus pasos alejándose por el pasillo. En menos que canta un gallo, me enrollé el pañuelo de raso negro en el pelo y lo até con un perfecto lazo ladeado.

La colegiala inocente convertida en tigresa. Sonreí ante mi imagen reflejada en el espejo y me puse el albornoz antes de abrir un poco la puerta y mirar por la rendija. Todo estaba oscuro y silencioso. Tan solo unos pocos metros me separaban de Santana. No quería hacer ruido, lo cual no era tan sencillo teniendo en cuenta que iba encaramada sobre unos tacones de stripper, así que esos pocos metros se me antojaron kilómetros enteros. Di los últimos pasos de puntillas antes de deslizarme entre las hojas de la mampara Santana estaba repantigada en el colchón y solo llevaba puestos las bragas y un sujetador. Tenía la piel más morena de lo habitual, y sus músculos se habían acentuado desafiando todas las leyes naturales conocidas. Tenía los ojos cerrados, pero los abrió al instante en cuanto entré en lo que podría considerarse nuestro dormitorio.

—Siento haberte hecho esperar —musité.

—Yo también —repuso, y cruzó los brazos detrás de la cabeza—. Tengo las tetas tan hinchadas que están a punto de ampliar el espectro del color y crear una nueva tonalidad de morado. Me eché a reír, pero me reprimí de inmediato. Lo último que quería era despertar a alguna de las cuatro durmientes que había en el piso porque no sería capaz de retrasar el placer por más tiempo.

—Déjame que lo arregle —dije, y me despojé del albornoz. Antes de que cayera al suelo, Santana había abierto los ojos más de lo que nadie hubiera creído posible.

—Yo sí que te voy a arreglar —contestó, desnudándome con la mirada.

La deseaba ya. Me subí a la cama y me puse sobre ella para volverla un poco loquita.
Cuando hube situado la cara justo por encima de la suya me detuve y le sonreí, constatando el poder que obviamente tenía sobre ella. — ¿Qué tal va por ahí abajo? —dije, y coloqué los labios muy cerca de los suyos, tanto que podía respirar su aliento. Me aferró por las caderas a la vez que elevaba las suyas.

—Irá mucho mejor cuando te penetre hasta el fondo con mis dedos.

No sé muy bien si el gemido que solté lo provocaron sus palabras o la presión ininterrumpida de su pelvis. Diría que ambas cosas estaban en tablas. Cuando la situación superó mi capacidad de autocontrol me apoyé en ella y dejé caer todo el peso empecé a subir y bajar sobre ella sus labios ya no se deslizaban sobre los míos sino que succionaban y mordisqueaban aquí y allá. Cuando me elevó por tercera vez noté que estaba a punto de correrme. Me faltaba tan poco que ya le había mojado las bragas, pero no quería que ocurriera antes de que ella estuviera dentro de mí. Separé la pelvis de la suya para evitar la tentación de frotarme e intenté contener la respiración.

La cosa se quedó en intento. —Bonito sujetador, Britt —dijo Santana, que parecía tan ávida como yo. Apartó una mano de mis caderas y me recorrió el vientre con ellas antes de posarla sobre un pecho. Me aprisionó el pezón entre el índice y el pulgar y dio un suave tirón—. Me gustaría averiguar cómo saben tus pezones a través de la tela. Con un movimiento apenas perceptible, situó la boca en el lugar donde antes tenía los dedos.

Jugueteó con la lengua en mi pezón antes de succionarlo. Al principio lo hacía con suavidad; pero pronto aumentó la fuerza. Y cuanto más fuerte succionaba ella, más a punto estaba yo de correrme. Me eché hacia atrás para librarme de su boca. No pensaba alcanzar el clímax hasta que notara sus dedos moviéndose dentro de mí, y como era evidente que no podría aguantar así mucho tiempo, cogí el elástico de sus bragas y se las bajé— ¿Qué? —musitó Santana, sonriéndome—. ¿Ya se han acabado los preliminares? ¿Cómo era posible? A mí iba a darme un ataque si me veía obligada a esperar un minuto más y ella en cambio estaba allí tumbada tan tranquila, aparentemente dispuesta a emplear la noche entera en succiones y mordisquitos.

—Necesito notar tus dedos dentro, Santana —dije, y me aferré a ella. Eso provocó una reacción por su parte—. Por favor estaba acariciándola cuando levantó la pelvis de tal modo que me tumbó de espaldas sobre la cama. Antes de que supiera cómo había llegado hasta allí, la tenía encima.

—Vuelve a decirlo —susurró, y me recorrió el cuello con los labios.

— ¿El qué? —pregunté, resollando.

—Suplícamelo —insistió, justo antes de clavarme los dientes en el cuello. Me estremecí, pero fue más de placer que de dolor.

—Por favor —le pedí, ejerciendo presión con la pelvis contra la suya—. Por favor, Santana.
Detuvo la boca sobre mi cuello y empezó a succionarlo con suavidad. Me recorrió la cintura con las manos, luego las caderas, y por fin las deslizó sobre mis braguitas. Situó el pulgar sobre el clítoris y empezó a trazar círculos alrededor.

—Sí —gemí, removiéndome al ritmo de sus manos—. Por favor, cariño. Hazlo.

Dejó quieto el pulgar justo antes de arrancarme la prenda de blonda. —Con mucho gusto —contestó, y me penetró de inmediato con sus deliciosos dedos prácticamente solté un grito de alivio, pero ella me tapó la mano con la boca enseguida. —Chisss —susurró con voz ronca mientras seguía moviendo sus dedos más dentro de mí—. Vas a correrte bien, Britt, pero necesito que estés calladita porque si no despertaremos a todo el mundo. Entonces se separó de mí, y me entraron muchas ganas de gritar. — ¿Podrás dejar de chillar? —preguntó mientras aguardaba.

— ¿Cuándo fue la última vez que lo logré? —dije, y quise que volviera a penetrarme. Pero ella no me hizo caso. No pensaba hacerlo hasta que no le dijera que sí. —Estaré calladita —dije con la mayor rapidez con la que había pronunciado algo en mi vida.

—Muy bien —contestó, y se dispuso a penetrarme con sus malditos perfectos dedos—. Pero, por si acaso… —Cogió el pañuelo de raso que llevaba en el pelo y me lo pasó por la cabeza hasta taparme la boca con él con eso y con tres dedos en mi interior, otra vez estuve a punto de correrme. Esa vez su boca fue a por mí otro pezón, y en cuanto lo tuvo bien rodeado con los labios, me penetró hasta el fondo. Estuve a punto de soltar otro grito, pero, como tenía muy fresca la promesa que acababa de hacerle y el pañuelo me tapaba la boca, conseguí reprimirlo.

Ella fue aumentando el ritmo hasta que empezó a resollar tanto como yo. Estaba orgullosa de haber conseguido retrasar el orgasmo. Sin embargo, cuando apartó la boca de mi pecho para situarla junto a mi oreja y susurrarme palabras, una espiral de placer me arrebató el control. —Bien, nena, bien —me susurraba, y ahora no solo sus dedos se movían más deprisa, sino también con más ímpetu—. Quiero notar cómo te corres, Britt. Mi cuerpo perdió el control, y me sentí incapaz de resistir por más tiempo. Noté que mis músculos se contraían alrededor de sus dedos y ella me penetro otra vez y también se liberó. Mis gemidos se filtraban por el pañuelo y se volvieron tan fuertes que Santana tuvo que taparme la boca con la mano. Su cuerpo tembló encima de mí a la vez que el mío se agitaba con más fuerza. Cuando levantó la cabeza, vi que el sudor le perlaba la cara .Aunque tenía la respiración agitada, logró sonreír. Desató el pañuelo que me cubría l aboca y al instante posó los labios en su lugar. El modo en que me besó, con tal lentitud y ternura, no contribuyó a aplacar el temblor de mi cuerpo.

—Cásate conmigo —dijo en el pequeño espacio que separaba nuestras bocas. A causa del éxtasis en el que todavía estaba sumida, esa vez la pregunta no me puso tan nerviosa como solía ocurrir.

—Muy pronto —respondí.

Ella entrelazó los dedos en mi pelo y me besó una vez más. —Me conformo —dijo—. Esa respuesta es mejor que el habitual «ya veremos». Yo misma no sabía si «muy pronto» quería decir al día siguiente, al cabo de un mes o de un año, pero…

—Joder, pareja. Menudo meneíto. Tanto Santana como yo dimos un respingo. — ¿Vosotras pensáis que una puede dormirse como si nada después de una cosa así? —prosiguió Rachel si no fuera porque todavía estaba embargada por el éxtasis, me habría muerto de vergüenza.

—Pues antes te gustaban los sueños románticos —repuse noté la risa de Santana contra mi nuca, y sin que me diera cuenta me había quedado dormida entre sus brazos.

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Aqui un nuevo capitulo espero sus opiones (:
Saludos y besos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
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Mensaje por 3:) Miér Jul 02, 2014 9:42 pm

holap dan!!!!

me encanto,...!!!!
definitivamente WANKY!!!!
si que saben recuperar el tiempo perdido!! ajajajajaja

nos vemos!!!
3:)
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Mensaje por monica.santander Jue Jul 03, 2014 12:48 am

Jajaja Genial capitulo!!!!
Al fin las chicas se pusieron las pilas!!!!
Saludos
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Mensaje por micky morales Jue Jul 03, 2014 1:07 am

mejor imposible, hasta muy pronto!!!!!
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Mensaje por Anita-P Jue Jul 03, 2014 6:16 pm

Dani! Me puse al día después de mi desaparición jaja.
Odio a Marley!! Necesitaba expresarlo.
Me encantó el último capítulo, definitivamente eso es recuperar el tiempo perdido. Espero que estés bien! Saludos!
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Mensaje por Dani(: Dom Jul 06, 2014 5:45 pm

3:) escribió:holap dan!!!!

me encanto,...!!!!
definitivamente WANKY!!!!
si que saben recuperar el tiempo perdido!! ajajajajaja

nos vemos!!!

Hola Hola!
Me alegra que te gustara  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
Jajajaja ellas saben definitivamente :P
Saludos!

monica.santander escribió:Jajaja Genial capitulo!!!!
Al fin las chicas se pusieron las pilas!!!!
Saludos

Hola Hola!
Jajajajaj ellas recuperan el tiempo muy bien  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 2414267551 
Saludos !

micky morales escribió:mejor imposible, hasta muy pronto!!!!!

Hola Hola!
Espero que te guste el capitulo de hoy  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
Saludos!

Anita-P escribió:Dani! Me puse al día después de mi desaparición jaja.
Odio a Marley!! Necesitaba expresarlo.
Me encantó el último capítulo, definitivamente eso es recuperar el tiempo perdido. Espero que estés bien! Saludos!

Hola Hola!
Me alegra que comentaras en serio  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 2145353087  y jajajaja todas odiamos a marley ;)
Espero que tu tambien estes bien :)
Saludos y Besos !


Bueno chicas en un rato subo el capitulo que me falta un poco saludos (:
Dani(:
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Mensaje por Dani(: Dom Jul 06, 2014 6:47 pm

Capitulo 17


Cerré los ojos y cuando volví a abrirlos había pasado el verano.

Era el primer día de clase de mi último curso entre trabajar más de cuarenta horas a la semana además de las extras, cuidar de SL otras cuarenta, hacer un par de viajes para ver a Santana, organizar las cenas del viernes por la noche y las sesiones de cine y meter con calzador un tiempo precioso para bailar todas las mañanas, me sentía como si estuviera afectada por una mononucleosis de carácter grave. Tras el espectáculo propiciado por Santana y Marley aquel viernes, Marley solo se dejaba caer por casa cuando Santana estaba en San Diego. Era una jugada inteligente. Por encima de todo, Marley era una buena tía, y si seguía mis directrices y no sacaba a Santana a colación, la mayor parte del tiempo conseguíamos llevarnos bien. Gracias al empleo que me había ofrecido conseguí ahorrar una cifra decente para capear el temporal si era necesario, e incluso conseguimos encontrar la manera de que pudiera pasar unas horas al día en la oficina durante el curso escolar.

A Santana no le emocionaba la idea, pero sabía que no debía presionarme en ese aspecto Marley era mi jefa, la hermana de mi buena amiga y una persona de trato agradable. Nada más que eso. Tras unos cuantos malabarismos conseguí cuadrar el horario para echarle una mano a Holly con SL, y Dani logró dejarse libres los miércoles para sustituirme, puesto que era el día en que yo tenía clase a última hora de la tarde Dani y Holly eran el tema del momento (un tema muy candente, por cierto) desde la noche en que se reveló que ella si era gay y las dos fueron capaces de admitir que se gustaban Dani se pasaba la vida en el piso; le habría propuesto que se trasladara a vivir con nosotras de no ser porque me preocupaban los conflictos que pudieran ocasionarse al tener que compartir un cuarto de baño entre cuatro cuando a todas nos gustaba recrearnos en la ducha.

Ese día terminaba las clases temprano y, como disponía de un poco de tiempo antes de encargarme de SL, fui al estudio de danza de White Plains. Durante el verano no había podido dedicarle al ballet todas las horas que habría querido. Y dado que últimamente llevaba una vida bastante movidita, tenía la impresión de que en algún momento mis prioridades habían empezado a cambiar. No es que hubiera sustituido ninguna, tan solo había variado el orden. Empezaba a comprender mejor que el mundo no giraba alrededor de Brittany Pierce un concepto que mi mente aún se esforzaba por asimilar.

El estudio estaba desierto, y dediqué unos instantes a disfrutar de ese espacio vacío. Desde hacía un tiempo tenía muy pocos momentos de paz y silencio, así que me deleitaba en ellos. Resultaba irónico pensar que hacía unos meses había sufrido tanta soledad y ahora anhelaba disponer de unos minutos a solas. Me até las zapatillas de puntas y me tomé mi tiempo con los estiramientos. Estaba en mitad de una flexión de cuádriceps cuando noté una náusea. Seguida de un espasmo y un sonoro movimiento de tripas. Me presioné el estómago con las manos con la esperanza de que se me pasara. Cuando la náusea, el espasmo y el movimiento de tripas se repitieron, abandoné a toda prisa el entarimado y me dirigí al cuarto de baño de la parte trasera. Hacía años que no vomitaba, pero no creo que nadie pueda olvidar lo mal que se siente en los momentos que preceden al vómito. Es una desagradable serie de sensaciones que me había quedado grabada en la memoria para la eternidad.

En el momento en que me precipitaba hacia el cuarto de baño noté la bilis ascender por mi garganta. No pasó ni un segundo antes de que sintiera otro espasmo y la primera arcada me obligara a inclinarme sobre el váter. Empecé a toser y me quedé allí quieta, por si acaso.

Cuando hubo transcurrido un minuto y estaba bastante segura de que la cosa acabaría ahí, tiré de la cadena y me acerqué al lavabo, abrí el grifo, me enjuagué la boca y me mojé la cara con agua fría. Para cuando la tuve seca ya me sentía mejor, pero no iba a correr riesgos. Si estaba pillando alguna enfermedad, prefería atajarla antes de que fuera a más.

Me cambié las zapatillas de puntas por los mocasines, me puse el jersey encima del top y regresé al Mazda. Tenía que cuidar de SL toda la noche y esperaba poder echarme una breve siesta antes de arrancar a un ritmo de cien por hora hasta el momento de acostarla. Cuando subía las escaleras del piso, volví anotar el estómago revuelto. Y al abrir la puerta la sensación se repitió con más intensidad. En la siguiente carrera hasta el cuarto de baño para vomitar por segunda vez en una hora estuve a punto de no llegar a tiempo. Por suerte me había saltado la comida, si no la experiencia habría sido aún más desagradable— ¿Britt?
—Holly llamó a la puerta con aire preocupado—. ¿Te encuentras bien? Solté un gruñido al notar que el estómago seme revolvía otra vez. Y esa vez se apiadó de mí.

—Sí, si estarse muriendo es encontrarse bien—dije mientras me preguntaba por qué el lavabo parecía estar tan lejos.

Holly abrió la puerta y entró— ¿Dónde está SL? —pregunté. No quería que la pequeña tuviera que presenciar aquello; de otro modo, nunca volvería a ser la misma.

—Debajo de la mesa, fuera de combate —respondió con apuro—. ¿Estás mareada?

— ¿Cómo lo has adivinado? —ironicé, y pensé que era una suerte que justo hubiera limpiado el baño el día anterior, ya que tenía la mejilla apoyada en el asiento del váter. Holly miró dentro y arrugó la nariz.

—Ostras, lo siento —me disculpé, y tiré de la cadena. Holly cogió una toalla de tocador y la humedeció. Luego se arrodilló a mi lado y me la aplicó en el cuello. Estaba fría y me sentí mejor de inmediato—Debe de haberme sentado mal algo —dije. Mi estómago había pillado un cabreo de aúpa y me lo hacía pagar.

—Anoche cenaste cereales Kashi y hoy has desayunado una manzana como de costumbre—repuso ella mientras me retiraba el pelo de la cara y me hacía una trenza—. No creo que sea por la comida.

—Entonces será algún virus —dije. Empezaba a sentirme mejor. Lo que no sabía era por cuánto tiempo.

—Estamos a principios de septiembre, Britt la temporada de gripe todavía no ha empezado.

—Me acabó de trenzar el pelo y me ató un pañuelo en el extremo antes de esconderlo debajo del jersey.

—Pues debo de ser una de las pocas afortunadas que pillan esas gripes veraniegas tan raras —repuse. No me apetecía nada comentar por qué estaba enferma, prefería pensar en la manera de mejorarme. Cuanto antes Holly dio un suspiro y se situó frente a mí.

— ¿Cuándo te vino la regla por última vez? Al principio su pregunta me sobresaltó. Era tan brusca como absurda. Pero al cabo de un par de segundos comprendí por qué me la hacía.

— ¿Crees que podría estar embarazada? Sabes bien que no puedo estar embarazada a menos que los dedos de Santana hagan milagros no? Holl —Entonces, además de tener el estómago revuelto, me sentía un poco mareada.

—Bueno, lo sé Britt pero no sé todo esto se ve muy “Estoy Embarazada”—contestó.

—Holl es imposible—aclaré, con la sensación de que estaba intentando convencerla a ella a la vez que me convencía a mí misma y en ese momento mí en mi cabeza se hizo un click el día que fui a la doctora pero no creo o si – Mierda .

Estaba empezando a invadirme el pánico. Me habían entrado sudores y me temblaban las manos porque sabía que cabía esa posibilidad.

— ¿Cuándo fue la última vez que te vino la regla? —repitió Holly. Era incapaz de pensar. Apenas podía respirar, así que tardé un rato en contestarle.

—Mmm… Hace varios meses. Creo. —Eso no estaba pasando. No podía ser que en serio que el día que fui a la doctora me hicieran lo que creo que hicieron MIERDA—. Pero no suelo tenerla siempre. No soy regular—Era frecuente que las bailarinas tuvieran reglas irregulares, o incluso que dejaran de tenerlas.

—Holl Santana me dijo que ella congelo sus óvulos para más adelante y esa misma semana fui al médico tú crees realmente que la Doctora hiciera lo que yo creo que hizo? Por qué cuando llegue me dijo que creía que suponía a que iba, tú crees que creyó que iba a ponerme los óvulos de Santana? MIERDA MIERDA MIERDA— Creo que voy a matar a esa Doctora lentamente.

—No lo sé Britt—Holly se acercó al lavabo y abrió uno de los cajones. Hurgó dentro y sacó una cajita de cartón rosa y blanco—. Solo hay una forma de saberlo seguro. La cosa aún se me antojó más surrealista cuando Holly empezó a sacudir el test de embarazo delante de mí. Negué con la cabeza.

—Creo que no soy capaz. —Una parte de mí ya había caído en la cuenta de que era probable que la Doctora se allá equivocado y yo tenía razón No estaba preparada para saber que mi vida cambiaría de forma radical y permanente.

Holly abrió la caja y sacó un bastoncito blanco de plástico—Yo te ayudaré. No sé cuánto tiempo estuve mirando aquel aparato, pero ya lo creo que Holly tuvo que ayudarme, porque yo era incapaz de moverme. Después de que me explicara lo que tenía que hacer, esperó mientras yo orinaba sobre el bastón. Tenía la impresión de que ese test tenía mi vida entera en la cuerda floja. Todos mis sueños, mis esperanzas y mi futuro dependían de que apareciera una línea rosa o dos. Le puse el capuchón y Holly lo depositó sobre el lavabo—Tenemos que esperar dos minutos. Dos minutos que me parecieron dos décadas. Tenía tantas ganas de echar un vistazo al resultado como de evitar mirarlo. Holly me mantuvo abrazada todo el tiempo, frotándomela nuca y dándome palmaditas en la espalda. En momentos como ese era cuando más se agradecía poder contar con los amigas, porque no habría sido capaz de enfrentarme a una cosa así sin ella—Venga. Ya han pasado los dos minutos —dijo, y me tiró con suavidad de la trenza.

—Dímelo tú —pedí, cerrando los ojos—. Yo no puedo mirar.

—Muy bien, Britt. —La oí coger el bastoncito del lavabo. Su grito ahogado fue casi imperceptible, pero a mí me pareció ensordecedor—. Britt… estás…Abrí los ojos en el último minuto. Dos líneas rosas—Embarazada.

Entonces perdí el conocimiento. Oía las voces a mí alrededor como si procedieran de un túnel. Todas eran ecos. Quería abrir los ojos, pero no podía. Y no porque me pesaran, sino más bien porque parecía que me los hubieran pegado con celo. Quería salir de la oscuridad, pero no podía. Entonces oí un nombre. Fue lo único que me hizo falta para despertar de golpe—Tenemos que avisar a Santana —dijo una conocida voz Femenina—Sí, sí, vale. Voy a por el móvil.

Fue el empujón definitivo para que abriera los ojos—No —dije con un hilo de voz—. No la aviséis. Estoy bien. —Estaba tumbada en el sofá, con la cabeza levantada gracias a un par de cojines Holly y Dani me miraban desde arriba, de la forma en que observarían a un cadáver— ¿Cuánto rato llevas aquí, Dani? —Intenté incorporarme, pero mi cuerpo no respondía.

—Solo unos minutos. Pensaba dar un paseo con Holly hasta el trabajo —dijo, a la vez que se arrodillaba frente a mí—. Es una suerte que haya vuelto temprano a casa y que esté acostumbrada a cogerte en brazos, si no a estas horas estarías tumbada en el suelo del baño, pasando frío. —Sus labios dibujaron una tenue sonrisa que no alcanzó su mirada.

— ¿Lo sabes? —susurré. No era capaz de pronunciarlo en voz alta. Ni siquiera de pensarlo, pero notaba que la palabra se abría paso en mi mente. Era todo lo que veía cuando me planteaba mi futuro.

—Sí, Britt —dijo, dándome la mano—. Lo sé. Holly no me ha dicho nada, pero sería raro no ver el test de embarazo que hay en el lavabo. Me mordí el labio esperando que me ayudara a contener las lágrimas. Pero el método de auto convencimiento me estaba fallando. Holly estaba arrodillada junto a Dani, con los ojos tan enrojecidos como yo, según intuía. Tenía el teléfono en la mano y en la pantalla aparecía el número de Santana, junto con su imagen—Tienes que avisar a Santana Tiene que saber lo que pasa para poder estar aquí contigo y todo el error del hospital.

—No —me negué, sacudiendo la cabeza—.Ahora no.

—Sí. Ahora sí —repuso Holly, y me tendió el teléfono—. Escucha, Britt. Sé que estás cagada de miedo, y totalmente confundida, pero Santana te ayudará a superarlo. Necesitas que te ayude a superarlo. Y sé por experiencia que es alguien en quien puede confiarse cuando se tiene un problema así.

— ¿Qué problema? —Exclamé, contorsionándome para poder mirarla a los ojos—. ¿Un embarazo no deseado? ¿O que solo tengo veintiún años? A lo mejor el problema es que no estoy casada. Eso por no mencionar el de mi futuro arruinado o EL DE QUE UNA DOCTORA CONFUNDIERA TODO —Antes de desmayarme me había quedado sin palabras, pero al parecer ahora era capaz de hablar bastante claro.

— ¿Mamá? —SL asomó la cabeza por la puerta de su dormitorio—. ¿Puedo salir?

— ¡No! —Contestaron Dani y Holly a la vez. —Ya me encargo yo de la pequeña —se ofreció Dani, y me estrechó la mano antes de darle un fugaz beso en los labios a Holly—La verdad es que a vosotras no os hago mucha falta, con mi poca experiencia en estos temas.

— ¿Tía Britt? ¿Te encuentras bien? —SL fruncía su dulce carita con preocupación. No podía dar la verdadera respuesta a esa pregunta a una niña de tres años, así que mentí.

—Sí, SL. Estoy bien, muchachita.

—Oh. ¿Sabes qué, Britt? —Dani se detuvo en seco y chasqueó los dedos—. Si te interesa saberlo, en mi opinión serás una mamá maravillosa. —En sus labios se dibujó la misma sonrisita, pero esa vez también se reflejó en sus ojos. Antes de que pudiera responder, ella ya entraba en el dormitorio de SL dispuesta a distraer a la niña mientras Holly y yo hablábamos de lo que fuera que ella quisiera hablar. Yo no estaba para conversaciones, la verdad. Necesitaba asimilarlo. Necesitaba pensar. Y a lo mejor después sí que podría hablar.

— ¿Qué te pasa por ahí dentro, Brittany Pierce?—preguntó Holly, tamborileando los dedos sobre mi cabeza.

—Un montón de cosas y a la vez ninguna —dije, preguntándome si era posible que me durmiera y al despertarme me diera cuenta de que todo había sido solo una pesadilla y que nada del hospital paso. Holly suspiró y se acomodó en el suelo, al lado del sofá.

— ¿Qué vas a hacer? Ahora no podía pensar en eso. No quería tener que hacerlo. Sin embargo, no solo no me quedaba más remedio que afrontar la pregunta, sino que también tendría que meditar la respuesta.

—No lo sé.

— ¿Y cuándo piensas decírselo a Santana? Después de todo ella congelo sus óvulos por algo no? —Empezó a acariciarme la cabeza tal como hacía mi madre cuando de pequeña tenía miedo delos monstruos que creía que se escondían debajo de mi cama.

—No lo sé Holly dio un resoplido.

— ¿Qué tal te encuentras?

—No lo sé. —La frase se estaba convirtiendo en un sonsonete. Había muchas cosas que no sabía. Lo único que tenía claro era que me sentía confusa, asustada y perdida.

—Ya sé que ahora se te hace una montaña, Britt, y veo que tienes muchísimo miedo. Pero eres fuerte. Eres más fuerte que yo. Y aunque seguramente esto no te tranquiliza, y es posible que sea una imbécil rematada por decírtelo, si yo puedo educar a un niño, tú también puedes. Además, tienes a Santana, y a tu familia y tus amigas, y…

—De todo menos futuro —la interrumpí, viendo cómo se convertían en humo todas las experiencias que en teoría debía depararme la vida. ¿Cómo podría bailar con el barrigón? ¿Cómo podría ir de gira y actuar con un bebé en la cadera? ¿Para qué había meneado tanto el culo si justo un año antes de graduarme en una prestigiosa escuela de danza me quedaba embarazada por una mierda de error?

— ¿Cómo puedes decir que no tienes futuro?—exclamó Holly con aire indignado—. Tienes por delante el futuro con el que la mayoría dela gente sueña.

—Eso era en otros tiempos.

—Un momento. ¿Me estás diciendo que el hecho de esperar un bebé te ha destrozado la vida? Tenía la impresión de que era eso lo que estaba diciendo. Pero con semejante empanada mental no podía estar segura—Sí, claro, un bebé cambiará las cosas, pero no es el fin del mundo. No tenía claro que pudiera dar crédito a sus palabras.

—Me encanta que me apoyes y que intentes hacerme sentir mejor, Holly. En serio. Pero necesito un poco de tiempo para estar sola y poner en orden toda esta mierda —aclaré—.De acuerdo? Dio la impresión de que Holly tenía ganas de contradecirme, pero consiguió refrenarse.

—Le pediré a Dani que se encargue de SL esta noche para que puedas tener un poco de paz y tranquilidad —dijo—. Y mañana tú y yo buscaremos un médico y le pediremos visita urgente, porque no sabemos si estás embarazada de cuatro semanas o de cuatro meses. Estuve a punto de volver a desmayarme al pensar que tal vez estuviera embarazada de cuatro meses. La vida no podía ser tan cruel.

Necesitaba el mayor tiempo posible para hacerme a la idea de la bomba de relojería que acababa de caerme encima, y cinco meses y medio no eran precisamente un gran margen.

—Y después pensaremos la manera de decírselo a Santana ya que ella también en futuro quería esto…

—Holly. —La aferré por el brazo—. Ya está bien. Para. Necesito respirar.

—Tienes razón —convino, poniendo las manos en alto—. Pero antes deja que te dé un súper abrazo. —Me envolvió en sus brazos y, efectivamente, el apretujón fue monumental—.Me llevaré a las chicas por ahí un rato.

—Gracias, Holly —dije, y me acurruqué más en el sofá—. Gracias por todo.

—Ya lo sabes, Britt. Si te interesa saberlo, opino lo mismo que Dani —dijo mientras enfilaba el pasillo—. Estoy convencida de que serás una mamá genial.

Intenté corresponderle con otra sonrisa, pero no lo conseguí. Solo podía pensar en mis sueños hechos pedazos antes de que la puerta se cerrara detrás de Holly, Dani y SL, empecé a sollozar en silencio sobre la almohada. Sobreviví toda una semana a base de galletitas saladas y refrescos de limón. O bien mi estómago era incapaz de retener nada más o no le daba la gana. Esas dos cosas fueron lo primero que pedí cuando subí al avión el domingo por la mañana. La azafata me obsequió con una sonrisa de complicidad y me dijo: —Tranquila, luego se pasa. Y se encargó de que no me faltaran galletitas. Conseguí llegar al final del trayecto habiéndome levantado solo una vez para vomitar en el lavabo, y por suerte el chófer que acudió a buscarme al aeropuerto y me acompañó hasta el estadio Qualcomm llevaba una bolsita de papel para emergencias en el bolsillo del asiento. Porque tuve una emergencia Santana iba a jugar el primer partido de la temporada, y cuando compró el billete para que fuera a verla había planeado que pasara con ella todo el fin de semana. Pero mi escuela había organizado para ese sábado por la noche una representación en la que yo tenía que bailar, y, además, tenía clase el lunes por la mañana, por lo que estaba haciendo el viaje Nueva York-San Diego, ida y vuelta, en un día. La cuestión es que al final no había bailado. Ni siquiera pude aplaudir a la chica que actuó en mi lugar. Me encontraba en un estado delicado, por llamarlo de alguna manera. Holly se había encargado de concertar una cita con la ginecóloga el jueves anterior, de acompañarme hasta el consultorio y prácticamente arrastrarme a la sala de espera, todo con tal de asegurarse de que me visitara. Tras unas cuantas palpaciones y una ecografía rápida pudo determinar de cuántos meses estaba embarazada Casi cuatro y que el tratamiento había salido a la perfección aunque allá sido una equivocación.

Cuando ya creía que no me quedaban más lágrimas, en plena consulta médica comprobé que estaba equivocada. Aún no le había dicho nada a Santana. De hecho, llevaba una semana evitando sus llamadas. Temía que si me entretenía mucho rato al teléfono acabara detectando qué era lo que me ocurría. O sea, que nos enviamos muchos mensajes, y por suerte el momento resultó de lo más oportuno, ya que ella andaba ocupadísima entrenándose para su primer gran partido. Así fue como convencí a Holly de que mantuviera la boca cerrada cuando el jueves salimos de la consulta del tocólogo. Ella insistía en que Santana tenía que saberlo y que ella también lo quería aunque fuera para años siguientes. Como si quisiera que se lo contara de inmediato. Decía que a ella le hacía falta tanto tiempo como a mí para hacerse a la idea de que íbamos a ser madres en menos de seis meses. Por supuesto, eso me arrancó otro mar de lágrimas. Yo culpaba a las hormonas de mi estado emocional, aunque sabía que en realidad jugaban un papel muy pequeño. Le dije a Holly que no podía contarle a Santana que estaba embarazada a tan solo un par de días de su primer partido como quarterback en la liga nacional para mujeres. Holly comprendió que tenía razón al no querer importunar a una tía ante un partido de fútbol, pero insistió en que debía decírselo enseguida. Si no, lo haría ella misma. Había ganado un poco de tiempo, pero no mucho.

Pero pronto me asaltó la realidad. Llevaba una semana de altibajos emocionales y me sentía agotadísima. Estaba tan cansada que durante la segunda mitad del trayecto hasta el estadio perdí el mundo de vista. El chófer tuvo que despertarme y recordarme adónde me había llevado. Era evidente que estaba hecha un asco. Justo cuando cruzaba las puertas del estadio recibí un mensaje de Santana: ¿YA ESTÁS POR AQUÍ?

Mientras seguía al acomodador hasta el habitáculo reservado para las mujeres y las novias de las jugadoras, le contesté: ACABO DE LLEGAR. ¿ESTÁS NERVIOSA?

Sonreí al recibir su respuesta: YA NO.

Entré en el ascensor detrás del acomodador y tecleé la mía: ESTOY MUY ORGULLOSA DE TI, CARIÑO. MÉTELES CAÑA.

La contestación fue instantánea: LO HARÉ.NOS VEMOS LUEGO.TE QUIERO, BRITT.TE QUIERO, BRITT.

No comprendía que tuviera tiempo de estar escribiendo mensajitos con el partido a punto de empezar. Claro que sabía por experiencia que Santana siempre hacía lo que le daba la gana.
Me sentaba bien sonreír. Con ganas. Seguramente no me habrían dado el premio a la sonrisa del año, pero por lo menos no era forzada. Aunque se desvaneció en cuanto el acomodador me guió hasta una gran sala con ventanales. El campo parecía estar a un kilómetro y medio de distancia. ¿Habría confundido el estadio con un club nocturno? Allí se encontraban casi todas las tías con las que me había estado codeando a la fuerza durante el verano, además de algunas caras nuevas. Andaban de un lado a otro tomando champán o agua con gas, con sus elegantes vestidos y sus zapatos de tacón. Llevaban joyas vistosas y maquillaje de noche. Yo iba ataviada con la típica indumentaria delos días de partido: los leggings negros, las botas altas y una camiseta con el nombre y el número de Santana estampados en la espalda.

Parecía una auténtica palurda en comparación con las amazonas del glamour salidas de Rodeo Drive. Tras las primeras miradas, nadie reparó en mí cuando crucé la sala. Bueno, sí que repararon en mí, pero trataron de ocultar las narices arrugadas y las caras de espanto. Todo cuanto quería era presenciar el partido, animar a Santana y olvidarme de mi vida durante un par de horas. Quería mezclarme con la multitud. Pero el resultado estaba cantado de ante mano al ir vestida al estilo de las fiestas de pijamas cuando todo el mundo parecía ataviado para asistir a la gala de la miss del año en la mansión Playboy. Me procuré un botellín de agua del final de la mesa repleta de comida y bebida y fui derechita a la silla del último rincón. Me esforcé por olvidarme de la sala y sus ocupantes y me centré en el partido. Enseguida reconocí a Santana. Resultaba gracioso que por fin hubiera dejado de desentonar entre las jugadoras.

Estuve a punto de ponerme en pie y empezar a vitorearla como una posesa, pero me contuve. Allí nadie proclamaba vítores. Ni siquiera atendían al partido. Seguramente era porque aún no se había producido el saque inicial. Sin embargo, un vistazo a las gradas me reveló que el público estaba gritando y silbando, puesto que eso era lo normal en un partido de fútbol americano, desde el minuto en que se entraba al estadio hasta el momento de abandonarlo.

Sabía que se suponía que allí arriba disponíamos de los mejores asientos, pero tenía celos incluso de los fans alojados en la zona con peligro de hemorragia nasal. Tenía que hablar con Santana y ver si podía conseguirme unas entradas en las gradas. Echaba de menos mi asiento a media altura en la zona central, desde donde gritaba su nombre con la ilusión de que podía oírme. Echaba de menos verle de cerca el trasero embutido en lycra, y sabía que aún echaría más de menos el beso que nos dábamos después de cada touchdown .Un minuto antes del saque inicial, la puerta se abrió de golpe y dio paso a un rostro familiar. — ¿Qué pasa, pendones? —espetó Sybill, invadiendo la sala con su vozarrón y su energía. Por fin pude exhalar el aire que había estado conteniendo yo qué sé cuánto tiempo. Saludó a unas cuantas chicas de camino a la mesa donde el aperitivo estaba servido, y al verme frenó en seco. La saludé con la mano— ¿Qué narices estás haciendo escondida en un rincón, Britt? —preguntó a la vez que cogía una cola y se disponía a cruzar la sala en dirección a mí. Otra sonrisa, esa vez auténtica, floreció en mi boca al comprobar cómo iba vestida: tejanos, deportivas y camiseta— ¿Estas tiparracas han desaprobado tu vestimenta? —Me guiñó un ojo y tomó asiento a mi lado—.Venga, va. ¿Cómo se te ocurre acudir a un partido de fútbol sin el vestido de putilla de lujo de los sábados? ¿Era una carcajada o solo imaginaciones mías? ¿La había soltado yo? No era posible. Llevaba toda la semana sin ánimos para reírme.

—Sí, ya ves. Mi culpa. Creo que la próxima vez me relegarán a las gradas, con el resto del cutrerío—La salida parecía incluso un poco ocurrente. ¿Acaso la antigua chispa de Brittany Pierce amenazaba con volver? Me entraron ganas de ponerme a bailar. Pero entonces recordé que tenía que tomarme las cosas con calma. Porque estaba embarazada. Órdenes del médico. Nunca una sonrisa y la vena chisposa se habían esfumado con tanta rapidez. Juro que cada vez que pensaba que ahí dentro algo estaba creciendo notaba que el vientre aumentaba de tamaño.

— ¿Estás nerviosa? —preguntó Sybill, dándome un codazo, y abrió el refresco.

—Sí. Nerviosa, alterada, llámalo como quieras—respondí.

—Ya. Somos nosotras quienes nos complicamos la vida—dijo—. Pero no te preocupes. He observado a Santana durante el calentamiento y te aseguro que esa tía está preparadísima para llevarnos directos a la zona de anotación.

— ¿Has podido ver el calentamiento?

—Los niños y yo siempre llegamos una hora antes del partido para ver cómo se preparan las jugadoras.

— ¿Has traído a los niños? —Me di media vuelta y busqué con la mirada a la cuadrilla de mocosos—. ¿Dónde están?

—Espero que sentaditos en sus sillas, haciendo caso a mi madre —aclaró—. Claro que es más probable que hayan saltado al campo y le estén pidiendo a su madre que les cante «We Are the Champions». —Dio otro sorbo a su refresco—. En lo que llevamos de temporada no ha pasado nunca, pero…

—Espera —la aferré del brazo—. ¿Estás sentada en las gradas?

—En primera fila, cariño —aclaró con orgullo

— ¿Lo has elegido tú?

—Más o menos. Pero me encantaría ver la cara de estas tiparracas si algún día se me ocurre subir aquí con mis cuatro retoños. A lo mejor lo pruebo solo por gusto —dijo mientras observaba a algunas de las mujeres allí reunidas y sacudía la cabeza—. A mí todo esto me recuerda demasiado a la alfombra roja de Hollywood, ¿sabes? Yo soy más bien de tejanos y perrito caliente.

—Sybill, ya sé que puedo parecerte una exagerada, ya que nos hemos visto pocas veces, pero te quiero mucho —confesé—. ¿Te importa si a partir de ahora me siento contigo en los partidos?

—Me encantará disfrutar de la compañía de alguien que no sea mi madre o uno de mis retoños.

—Genial. Le pediré a Santana que me busque entradas a tu lado, porque no creo que pueda soportar a esta pandilla de muñecas Barbie durante el resto de la temporada.

—Seguro que no tendrá problemas para conseguirlas Carla al principio también me colocó aquí. —Se echó a reír, sumida en sus pensamientos—. Dios sabe que la adoro, pero es tan protectora que a veces se pasa de la raya.

—Me suena.

—Santana me ha dicho que esta semana has estado muy ocupada con el inicio del curso y todo eso. ¿Qué tal te ha ido? Me entraron ganas de echarme a llorar como una magdalena. El hecho de que una pregunta tan inocente me dejara hecha un trapo era una prueba más del desastre emocional y hormonal en que me había convertido.

—Más o menos bien —dije, y aparté la mirada.

—Pero no del todo, ¿no? —preguntó Sybill. Con un par de preguntas había conseguido que la alegría de verla se transformara en ganas de perderla de vista cuanto antes.
—No del todo, no —reconocí.

—Bueno, y… —Se volvió en el asiento para mirarme de frente y bajó la vista a mi vientre—. ¿De cuánto estás, cielo? No estoy segura de sí lo primero que hice fue abrir la boca o llorar—No pasa nada, cariño —me tranquilizó, cogiéndome la mano.

— ¿Cómo lo has adivinado? —pregunté, mirando a mi alrededor. Nadie nos prestaba atención, y de hecho dudaba de que lo hicieran aunque me pusiera a hacer gimnasia desnuda allí mismo.

—He estado embarazada tantas veces, Britt, que soy capaz de pronosticar un bombo antes de que lo sepa la misma interesada. Me miré el vientre. No se me notaba nada. De momento. Pero pronto se notaría. El médico me había dicho que era probable que en cuestión de un mes empezara a tener barriga. Ósea, que aunque quisiera ocultarlo no podría— ¿Y qué? —preguntó al verme tan callada.

—Estoy casi de cuatro meses —confesé, y me sentí aliviada por haberlo compartido con alguien.

—Y me imagino que Santana no sabe nada, porque si no, no habría parado de darse importancia y de hablarle a todo el mundo del bebé tan precioso que vais a tener. Sacudí la cabeza.

— ¿Soy mala persona por no habérselo contado? Es que todo fue una gran confuncion.

—Oh, Britt, claro que no, cariño. —Sybill me pasó el brazo por los hombros y me hundió la cabeza en su pecho. Debía de tener solo unos diez años más que yo, pero el gesto expresaba tanta ternura y protección que resultaba evidente que tenía bastante experiencia como madre—. Estás asustada. Preocupada. Pero no eres mala persona. Nada de eso.

—Entonces ¿por qué me siento tan mal? —pregunté, y un sollozo me ahogó la voz.

— ¿Qué te hace sentir mal? ¿Estar embarazada o no habérselo dicho a Santana? —Continuó abrazándome y no permitió que me apartara de ella, así que dejé de intentarlo.

—Las dos cosas —reconocí.

— ¿Me permites que te pregunte por qué aún no le has contado nada a Santana?

—En realidad no lo sé —dije—. Supongo que por miedo tengo miedo de que no quiera estar con una zángana gordinflona siendo… —Con un gesto señalé el terreno de juego, donde tenía lugar el saque inicial—. Siendo quien es yo sé que ella lo quería para más adelante no ahora.

Sybill exhaló un suspiro mientras yo derramaba cuatro lagrimitas. Deberíamos haber estado saltando y profiriendo vítores y en cambio estábamos abrazadas, apoyándonos la una en la otra—Conozco bien ese miedo, Britt. Bien sabe Dios que lo conozco —dijo; las dos mirábamos al terreno de juego—. Voy a contarte una historia. No es un cuento de hadas, pero tiene un final feliz. Y la conozco bien, ya que es mi historia. —Hizo una pausa y dio un sorbo a su refresco— Carla y yo nos conocimos en la universidad. Dios, me enamoré de esa mujer en el instante en que la vi, pero… ella ni siquiera me vio a mí. Por lo menos al principio —dijo, y rió para sí—. Una noche fuimos las dos a una fiesta, y gracias a que mi prima me prestó un vestidito que era la mínima expresión y me enseñó a ponerme rímel, acabamos bailando juntas. Al cabo de unas cuantas canciones, empezamos a besarnos. Y cuando ya parecía que lleváramos así horas, empezamos a quitarnos la ropa y a buscar una habitación vacía. Nos acostamos juntos. Era mi primera vez, y a la mañana siguiente me horroricé al pensar que había acabado liada con una tía a la que apenas conocía en una fiesta de borrachuzos Sybill tenía razón: no sonaba precisamente a cuento de hadas, pero me encantó. Me entusiasmó su historia, así como la dulzura de su voz mientras la contaba—Cuando me desperté, me prometí a mí misma que a partir de ese momento evitaría a Carla por todos los medios. Y me funcionó. Por ese día. —Se echó a reír—. La tía se dedicó a preguntarle a todo aquel con el que se cruzaba si conocía a la chica con la que había estado en la fiesta de la noche anterior. Sus mejores amigas no lo sabían, claro, porque para el grupito de las elegidas yo era una pringada. Esa tarde se topó «por casualidad» con mi prima en la cafetería y ella le dio mi número de teléfono y le dijo en qué residencia estaba, incluso qué día era mi cumpleaños. Joder, menos mi número de la seguridad social, se lo dijo todo. Así que me la encontré en la puerta con un ramo de flores en la mano y, mirándome con esos ojazos de cachorrito, me suplicó que saliera con ella. Esa vez en plan serio. En ese momento empecé a esbozar una sonrisa Dios, su historia era distinta de la mía con Santana, pero al mismo tiempo se parecía mucho—Quedamos un día, y luego otro, y otro más. Empezamos a pasar juntas todos los minutos de nuestro tiempo libre. Yo notaba que era algo especial, que tenía que durar siempre. Al cabo de dos meses, a Carla le ofrecieron la oportunidad de entrar a formar parte del equipo. Las dos nos pusimos a dar saltos de alegría, y ese mismo día se me declaró. Era el sueño de toda mujer, por lo menos el mío; la historia era muy parecida a la mía con Santana. Tanto que casi tuve que darme un pellizco para asegurarme de que no soñaba— Luego me dijo que me amaba, y al cabo de un mes nos casamos. El resto, diez años y cuatro hijos después, ya lo conoces —concluyó, y señaló el terreno de juego con un gesto.

— ¿Tuviste que dejar los estudios? —pregunté, y en ese momento me di cuenta de que Sybill era la persona más adecuada para pedirle consejo.

—Los dejé porque quería estar con Carla y pasar tiempo con el bebé. Pero pude hacer cursos a distancia y al final me saqué el título.

— ¿En algún momento te has arrepentido? —Susurré— ¿Haber renunciado a tus sueños?

—No se me ha pasado por la cabeza ni una vez. No me arrepiento de nada de eso. No vivas con remordimientos, Britt. Son tóxicos. Si me preguntas si echaba de menos ciertas cosas que sabía que me estaba perdiendo, pues claro que sí. Pero si pongo en un lado todo eso y lo comparo con lo que he salido ganando, la pila de lo que podría haber sido y no fue es insignificante al lado de la torre infinita de lo que sí ha sido. Ya no se trataba de lagrimitas sueltas. Aquello era una llantina de padre y muy señor mío—Sí, me he perdido cosas. Pero la vida es así, Britt. Para mí lo que cuenta es lo que no me he perdido. Cuando miro la cara de mis hijos, sé que aunque tuviera la oportunidad de cambiar algo, no lo haría; por nada del mundo.

— ¿O sea, que me aconsejas que tenga al bebé, que se lo diga a Santana y lo criemos juntas? —pregunté entre sollozos. Ya no estaba segura de que las otras mujeres no hubieran reparado en la llorica del rincón, pero a esas alturas me daba igual.

—No, no te estoy diciendo eso. Hay cosas que solo puedes decidirlas tú, Britt. Pero sé que cuando estés preparada, las decisiones que tomes serán las más apropiadas para ti. No sé qué fuerza divina había hecho que Sybill apareciera en el palco preferencial, pero fuera lo que fuese le daba las gracias. Me sentía un millón de veces mejor y la losa que arrastraba pesaba quinientos kilos menos. Aún no tenía respuestas, pero ya no me aterraban las preguntas.

—Gracias, Sybill —dije, y me enjugué los ojos con el dorso del brazo—. Ya te he dicho antes que te quiero mucho, ¿verdad?

—De nada, preciosa —dijo, y me estrechó los hombros una vez más antes de incorporarse—.Tú también cuentas con todo mi cariño. Tengo que volver con mi madre antes de que a la mujer le dé un ataque de nervios, pero si alguna vez necesitas hablar, llámame, ¿vale?
Asentí—Vale.

— ¿Estás bien? —preguntó, y echó un vistazo alrededor de la sala. Había empezado el partido y a pesar de eso nadie le prestaba atención. La suerte era que tampoco me la prestaban a mí.

—Sí, estoy bien. —Era la primera vez en toda la semana que respondía a esa pregunta sin mentir.

—Espero verte en las gradas en el próximo partido. ¿Lo pillas? —dijo, y se procuró otro refresco antes de dirigirse a la puerta—.Necesito toda la ayuda posible.

—Allí estaré —aseguré—. La verdad es que tengo bastante mano con las criaturas.
Sybill me dirigió una sonrisa de complicidad—Me lo imagino, Brittany Pierce. Me lo imagino—Y me saludó con un breve movimiento de la mano antes de salir.

Me olvidé de todo a excepción de que ella se estaba situando en suposición. Parecía imposible que tan solo cuatro años atrás hubiera entrado a formar parte del equipo del instituto a regañadientes y ahora estuviera ahí, a punto de lucirse en su primer partido de la gran liga. Tuve que recordarme a mí misma que necesitaba tomar aire. El centro hizo el saque Santana capturó el balón sin esfuerzo y lo retuvo unos segundos para dar tiempo a que sus receptores adoptaran las respectivas posiciones. Echó el brazo hacia atrás y cuando lanzó el pase empecé a gritar. La aclamaba como una posesa. El balón estuvo en el aire unos cuantos segundos pero sabía que aterrizaría justo donde Santana había planeado que lo hiciera. Había asistido a suficientes partidos para saber que rara vez o nunca fallaba en su objetivo.

Cuando el balón aterrizó en brazos de la receptora en la línea de veinte yardas, empecé a vitorear con más energía. Era la única que lo hacía; de hecho, era la única que gritaba. Pero me daba igual Santana acababa de hacer su primer pase en la Liga.

— ¿Habéis visto eso? —pregunté, en general, mientras gesticulaba señalando el campo. No esperé a que me respondieran. El partido estaba en marcha. No dejé de gritar porque sabía que nunca encajaría en aquel ambiente de alfombra roja y sus estándares, fueran los que fuesen; y, lo más importante: no quería hacerlo.

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Bueno Hola perdon por tardar tanto pero aqui esta el capitulo (:
Espero que les guste y comenten que piensan de como reaccionara san y si Britt hace lo correcto con no decirle ?

Dani(:
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Finalizado Re: Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14)

Mensaje por micky morales Lun Jul 07, 2014 11:29 am

estuvo excelente y britt tiene que decirselo ya, san la adora y estoy segura que se pondra como loca de la felicidad!!!!
micky morales
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Finalizado Re: Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14)

Mensaje por 3:) Lun Jul 07, 2014 2:22 pm

holap dan!!!

los primeros síntomas,...
ya 4 meses,... definitivamente se lo tiene que decir pero, espero que san no tome de mala manera y le haga tremendo rollo ni nada simplemente que este con ella!!,...
me gusto el apoyo de dany, holly y Sybi,..!!!
quiero el otro capitulo!!!

nos vemos!!
3:)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14)

Mensaje por Dani(: Lun Jul 07, 2014 6:13 pm

micky morales escribió:estuvo excelente y britt tiene que decirselo ya, san la adora y estoy segura que se pondra como loca de la felicidad!!!!

Hola Hola!
Ya veremos como reacciona san ahora :l
Saludos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 

3:) escribió:holap dan!!!

los primeros síntomas,...
ya 4 meses,... definitivamente se lo tiene que decir pero, espero que san no tome de mala manera y le haga tremendo rollo ni nada simplemente que este con ella!!,...
me gusto el apoyo de dany, holly y Sybi,..!!!
quiero el otro capitulo!!!

nos vemos!!

Hola Hola  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 2145353087 
Ya veremos si san a cambiado de opinion despues de toso lo que a vivido en San diego o no ? y ellos son una loquera jajajja
Ya casi actualizo  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
Saludos y Besos  Fanfic Brittana: Crash #3 FINAL 20/07/14) - Página 14 1206646864 
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