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FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

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Activo FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

Mensaje por Invitado Jue Ago 07, 2014 4:57 pm

Hola queridos lectores tengo 15 años y me llamo Jennifer pero si quieren díganme Jade hoy vengo con mi primer FanFic es una adaptación del primer libro de la trilogía Los Juegos del Hambre escrito por Suzanne Collins.
Cambiare algunas cosas del libro Santana López ahora será Santana Everdeen y Brittany será Brittany Mellark los que ya leyeron el libro no piensen que será exactamente igual ya que como dije anteriormente cambiare algunas cosas no muy importantes pero si necesarias, siempre había querido adaptar este libro a Brittana lo cual me fue muy difícil pero no imposible y aquí esta espero que les sea de su agrado.
PD: Soy nueva en esto disculpen si cometo un error ortográfico tratare de no hacerlo.
PD 2: No se si ya han adaptado este libro espero que no.


LOS JUEGOS DEL HAMBRE


Prologo


En las ruinas de un lugar que alguna vez fue Estados Unidos se encuentra Panem, una nación desigual con un centro de poder, el Capitolio, y doce distritos periféricos. Cada año, el Capitolio obliga a los distritos a enviar a una pareja de chicas y chicos adolescentes entre los doce y los dieciocho años  para participar en los Juegos Del Hambre: una lucha a muerte por la supervivencia transmitida en directo por televisión, donde puede haber un ganador.
Santana Everdeen, con dieciséis años, reemplaza a su hermana menor que ha salido sorteada para participar en los juegos. Ella y Brittany, una humilde panadera, son las dos elegidas del problemático Distrito 12. Sin embargo, Santana está decidida a sobrevivir. Pero sobrevivir significa matar a los demás contendientes, algunos muy preparados, y hasta a su misma compañera. Deberá tomar decisiones que pesaran sobre su conciencia y un serio planteo sobre el sistema que los condena.

(Les explico ahora sobre las pareja de chicas y chicos, como dice en la historia original del libro se envía un pareja de adolescentes mujer y hombre esta vez en mi adaptación es una pareja de mujeres les explico un año va una pareja de mujeres y el otro de hombres así en todos los distritos pero para que sea variado y no sean todas mujeres en la competición será así este año:

Distrito 1: Pareja de hombres
Distrito2: Pareja de mujeres
Distrito3: Pareja de hombres
Distrito4: Pareja de mujeres
Distrito5: Pareja de hombres
Distrito6: Pareja de mujeres
Distrito7: Pareja de hombres
Distrito8: Pareja de mujeres
Distrito9: Pareja de hombres
Distrito10: Pareja de mujeres
Distrito11: Pareja de hombres
Distrito12: Pareja de mujeres

Espero que me entiendan y si tienen alguna duda comenten y yo le responderé pronto).

Si les gusta la idea de que yo adapte el libro comenten igual les dejare un pedazo mínimo del comienzo del capitulo 1 asi yo subo el primer capitulo Completo.


CAP: 1


Cuando me despierto, el otro lado de la cama esta frio. Estiro los dedos buscando el calor de Rachel, pero no encuentro más que la vasta funda de lona de colchón. Seguro que ha tenido pesadillas y se ha metido en la cama de nuestra madre; claro que si, porque es el día de la cosecha.
Me apoyo en un codo y me levanto un poco; en el dormitorio entra algo de luz, así que pueda verlas.  Mi hermana pequeña, Rachel, acurrucada a su lado, protegida por el cuerpo de mi madre, las dos con las mejillas pegadas. Mi madre parece más joven cuando duerme; agotada, aunque no tan machacada. La cara de Rachel es tan fresca como una gota de agua, tan encantadora. Mi madre también fue muy guapa hace tiempo, o eso me han dicho.
Sentado sobre las rodillas de Rachel, para protegerla esta el gato más feo del mundo: hocico aplastado, media oreja arrancada y ojos de color de un calabacín podrido. Rachel le puso Lord Tubbington. El gato me odia o, al menos, no confía en mí. Aunque han pasado ya algunos años, creo que todavía recuerda que intente ahogarlo en un cubo cuando Rachel lo trajo a casa; era un gatito, con la tripa hinchada por las lombrices y lleno de pulgas. Lo último que yo necesitaba era otra boca que alimentar, pero mi hermana me suplico mucho, e incluso lloro para que le dejase quedárselo. Al final la cosa salió bien: mi madre le libro de parásitos, y ahora es un cazador de ratones nato; a veces, hasta caza alguna rata. Como algunas veces le echo las entrañas de las presas, ha dejado de bufarme.
Entrañas y nada de bufidos: no habrá más cariño que ese entre nosotros.


Última edición por TheJadeDiaz el Vie Ago 08, 2014 6:37 pm, editado 1 vez
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Activo Re: FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

Mensaje por mary04 Jue Ago 07, 2014 11:01 pm

Holaaaa me encantan los juegos del hambre espero el otro capitulo
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Activo Re: FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

Mensaje por Invitado Vie Ago 08, 2014 6:35 pm

CAP: 1 Continuación Completo.



Entrañas y nada de bufidos: no habrá más cariño que ese entre nosotros.

Me bajo de la cama y me pongo las botas de cazar; la piel fina y suave se ha adaptado a mis pies. Me pongo también los pantalones y una camisa, meto mi larga trenza oscura en una gorra y tomo la bolsa que utilizo para guardas todo lo que recojo. En la mesa, bajo un cuenco de madera que sirve para protegerlo de ratas y gatos hambrientos, encuentro un perfecto quesito de cabra envuelto en hojas de albahaca. Es un regalo de Rachel para el día de cosecha; cuando salgo me lo meto con cuidado en el bolsillo.

Nuestra parte del Distrito 12, a la que solemos llamar la Veta, está siempre llena a estas horas de mineros del carbón que se dirigen al turno de mañana. Hombres y mujeres de hombros caídos y nudillos hinchados, muchos de los cuales ya ni siquiera intentan limpiarse el polvo de carbón de las uñas rotas y las arrugas de sus rostros hundidos. Sin embargo, hoy las calles manchadas de carboncillo están vacías y las contraventanas de las achaparradas casas grises permanecen cerradas. La cosecha no empieza hasta las dos, así que todos prefieren dormir hasta entonces... si pueden.

Nuestra casa está casi al final de la Veta, sólo tengo que dejar atrás unas cuentas puertas para llegar al campo desastrado al que llaman la Pradera. Lo que separa la Pradera de los bosques y, de hecho, lo que rodea todo el Distrito 12, es una alta alambrada metálica rematada con bucles de alambre de espina. En teoría, se supone que está electrificada las veinticuatro horas para disuadir a los depredadores que viven en los bosques y antes recorrían nuestras calles (jaurías de perros salvajes, pumas solitarios y osos).
En realidad, como, con suerte, sólo dos o tres horas de electricidad por la noche, no suele ser peligroso tocarla. Aun así, siempre me tomo un instante para escuchas con atención, por si oigo el zumbido que indica que la valla está cargada. En este momento está tan silenciosa como una piedra. Me escondo detrás de un grupo de arbustos, me tumbo boca abajo y la tira de sesenta centímetros que lleva suelta varios años. La alambrada tiene otros puntos débiles, pero éste está tan cerca de casa que casi siempre entro en el bosque por aquí.

En cuanto estoy muy entre los árboles, recupero un arco y un caja de flechas que tenía escondidos en un tronco hueco. Esté o no electrificada, la alambrada ha conseguido mantener a los devoradores de hombres fuera de Distrito 12. Dentro de los bosques, los animales deambulan a sus anchas y existen otros peligros, como las serpientes venenosas, los animales rabiosos y la falta de senderos que seguir. Pero también hay comida, si sabes cómo encontrarla. Mi padre lo sabía y me había enseñado unas cuentas cosas antes de volar en pedazos en la explosión de una mina. No quedó nada de él que pudieramos enterras. Yo tenía once años; cinco años después, muchas noches me sigo despertando gritandole que corra.

Aunque entrar en los bosques es ilegal y la caza furtiva tiene el peor de los castigos, habría más gente que se arriesgaria si tuviera armas. El problema es que hay pocos lo bastante valientes. Mi arco es una rareza que fabrico mi padre, junto con otros similares que guardo bien escondidos en el bosque, envueltos con cuidado en fundas impermeables, Mi padre podría haber ganado bastante dinero vendiendolos, pero, de haberlo descubierto los funcionarios del Gobierno, lo habrían ejecutado en público por incitar a la rebelión. Casi todos los agentes de la Paz hacen la vista gorda con los pocos que cazamos, ya que estan tan necesitados de carne fresca como los demás. De hecho, están entre nuestros mejores clientes. Sin embargo, nunca permitirian que nadie armase a la Veta.

En otoño unas cuentas almas valientes se internan en los bosques para recojer manzanas, aunque sin perder de vista la Pradera, siempre lo bastante cerca para volver corriendo a la seguridad del Distrito 12 si surgen problemas.

-El distrito 12, donde puedes morirte de hambre sin poner en peligro tu seguridad- murmuro; después miro a mi alrededor rápidamente porque, incluso aquí, en medio de ninguna parte, me preocupa que alguien me escuche.

Cuando era más joven, mataba a mi madre del susto con las cosas que decía sobre el Distrito 12 y la gente que gobierna nuestro país, Panem, desde esa lejana ciudad llamada el Capitolio. Al final comprendí que aquello sólo podía causarnos más problemas, así que aprendí a morderme la lengua y ponerme una máscara de indiferencia para que nadie pudiese averiguar lo que estaba pensando. Trabajo en silencio en clase; hago comentarios educados y superficiales en el mercado público; y me limito a las conversaciones comerciales en el Quemador, que es el mercado negro donde gano casi todo mi dinero. Incluso en casa, donde soy menos simpática, evito entrar en temas espinosos, como la cosecha, los racionamientos de comida o Los Juegos Del Hambre.

En los bosques me espera la única persona con la que puedo ser yo misma: Sugar. Noto que se me relajan los músculos de la cara, que se me acelera el paso mientras subo por las colinas hasta nuestro lugar de encuentro, un saliente rocoso con vistas al valle. Un matorral de arbustos de bayas lo protege de ojos curiosos.
Verla allí, esperandome, me hace sonreír; nunca sonrío, salvo en los bosques.

-Hola, san- me saluda Sugar.

En realidad me llamo Santana, pero cuando se lo dije por primera vez, mi voz no era más que un susurro, así que creyó que le decía San, aunque ya se lo explique, pero me sigue llamando San.

-Mira lo que he cazado.

Sugar sostiene en alto una hogaza de pan con una flecha clavada en el centro, y yo me río. Es pan de verdad, de panadería, y no las barras planas y densas que hacemos con nuestras raciones de cereales. Lo cojo, saco la flecha y me llevo el agujero de la corteza a la nariz para aspirar una fragancia que me hace la boca agua. El pan bueno como éste para ocasiones especiales.

-Ummm, todavía está caliente- digo. -Debe de haber ido a la panadería para cambiarlo por otra cosa-.
¿Que te ha costado? Pregunto.

-Solo una ardilla. Creo que el anciano estaba un poco sentimental esta mañana. Hasta me deseó buena suerte. Dijo ella.

-Bueno, todos nos sentimos un poco más unidos hoy, ¿no?
-Comento, sin molestarme en poner los ojos en blanco- Rachel nos ha dejado un queso- digo, sacándolo.

-Gracias, Rachel- exclama Sugar, alegrándose con el regalo-. Nos daremos un verdadero festín. -De repente, se pone a imitar el acento del Capitolio y los ademanes de Terri Trinket, la mujer optimista hasta la demencia que viene una vez al año para leer los nombres de la cosecha-. ¡Casi se me olvida! ¡Felices Juegos Del Hambre! -Recoge unas cuantas moras de los arbustos que nos rodean-. Y que la suerte... - empienza, lanzándome una mora. La cojo con la boca y rompo la delicada piel con los dientes; la dulce acidez del fruto me estalla en la lengua.
-¡... esté siempre, siempre de vuestra parte! . Concluyo, con el mismo brío.
Tenemos que bromear sobre el tema, porque la alternativa es morirse de miedo. Además, el acento del Capitolio es tan afectado que casi todo suena gracioso.

Observo a Sugar sacar el cuchillo y cortar el pan; podría ser mi hermana: pelo negro liso, piel bronceada mucho mas clara que la mía de echo, pero incluso tenemos los mismos ojos negros. Pero no somos familia, no cercana.

Casi todos los que trabajan en las minas tienen un aspecto similar, como nosotros. Execto algunos que son de una familia solo un poco adinerada o con suerte, sus casas no se encuentran lejos pero si hay una obvia separación de ellos con nosotros , son de piel blanca como la nieve ojos azules como cielo y cabello amarillo como el ardiente Sol del día, como mi madre, por eso ella siempre parece fuera de lugar, ya que no se parece mucho a esta parte del  Distrito 12 la Veta, inluyendo a mi hermana y amí salimos mas a mi padre.
Mi padre conoció a mi madre gracias a que, cuando iba de caza, a veces recogía hierbas medicinales y se las vendía para que la familia de mi madre fabricara sus remedios y los vendiera. Mi madre tuvo que enamorarse de verdad de mi padre para abandonar su hogar donde tenía una vida más comoda para meterse a la Veta. Es lo que intento recordar cuando sólo veo en ella a una mujer que se quedó sentada, vacía e inaccesible mientras sus hijas se convertían en piel y huesos. Intento perdonarla por mi padre, pero, para ser sincera, no soy de las que perdonan.

Sugar unta el suave queso de cabra en las rebanadas de pan y coloca con cuidado una hoja de albahaca en cada una, mientras yo recojo bayas de los arbustos. Nos acomodamos en un rincón de las rocas en el que nadie puede vernos, aunque tenemos una vista muy clara del valle, que está rebosante de vida estival: verduras por recoger, raíces por escarbar y peces erizados a la luz de sol. El día  tiene un aspecto glorioso, de cielo azul y brisa fresca; la comida es estupenda, el pan caliente adsorbe el queso y las bayas nos estallan en la boca. Todo sería perfecto si realmente fuese un día de fiesta, si este día libre consistiese en vagar por las montañas con Sugar para cazar la cena de esta noche. Sin embargo, tendremos que estar en la plaza a las dos para el sorteo de los nombres.

-¿Sabes qué? Podríamos hacerlo- Dijo Sugar en voz baja.
.¿El que?
-Dejar el distrito, huir  y vivir en el bosque. Tú y yo podríamos hacerlo. -No sé como responder la idea es demasiado absurda-. Si no tuviésemos tantos niños – añadió ella rápidamente.

No son nuestros niños, claro, pero para el caso es lo mismo.
Los dos hermanos pequeños de Sugar y su hermana, y Rachel.
Nuestras madres también entrarían en el lote, porque ¿cómo iban a sobrevivir sin nosotros? ¿Quien alimentaría esas bocas que siempre piden más? Aunque las dos cazamos todos los días, alguna vez tenemos que cambiar las presas por manteca de cerdo, cordones de zapatos o lana, así que hay noches en las que nos vamos a la cama con los estómagos vacíos.

-No quiero tener novia ni casarme- digo
-Puede que yo sí, si no viviese aquí.
-Pero vives aquí. -Le recuerdo, irritada.
-Olvídalo.

Sugar y yo somos lesbianas en todo Panem eso es normal la mayoría lo es pero el capitolio te obliga a tener al menos un hijo o a adoptar para preservar la raza humana, algo así dicen pero ya nadie quiere casarse ya que eso implica muchas responsabilidades mas bocas que alimentar etc... es un sin fin de responsabilidades que debes de cumplir.

La conversación no va bien. ¿Irnos? ¿Cómo iba a dejar a Rachel que es la única persona en el mundo a la que estoy segura de querer?  Y Sugar está completamente dedicada a su familia. Si no podemos irnos, ¿por que molestarnos en hablar de eso? Y, aunque lo hiciéramos..., aunque lo hiciéramos...,  ¿de donde ha salido lo de casarse? Entre Sugar y yo hubo algo hace mucho cuando nos conocimos, yo era una niña flacuchenta de 13 años y, aunque ella solo era dos años mayor, ya parecía una mujer,con ella tuve mi primer beso pero después ella me engaño con otra de su edad desde ese día no hablamos de ese tema. Nos llevó  mucho tiempo hacernos amigas de nuevo, dejar de regatear en cada intercambio y empezar a ayudarnos mutuamente.

Además, si quiere casarse o tener novia, Sugar no tendrá problemas para encontrar esposa: es guapa, lo bastante fuerte y valiente como para trabajar y capaz de cazar. Por la forma en que las chicas susurran cuando pasa a su lado en el colegio, está claro que la desean.
Me pongo celosa, pero no por lo que la gente pensaría, sino porque no es fácil encontrar buenos compañeros de caza.

-¿Qué quieres hacer? -Le pregunto, ya que podemos cazar, pescar o recolectar.

-Vamos a pescar en el lago. Así dejamos las cañas puestas mientras recolectamos en el bosque. Cogeremos algo bueno para la Cena.

La cena. Después de la cosecha, se supone que todos tienen que celebrarlo, y mucha gente lo hace, aliviada al saber que sus hijas este año se han salvado.

De camino a casa pasamos por el Quemador, el mercado negro que funciona en un almacén abandonado en el que antes se guardaba el carbón. Cuando descubrieron un sistema más eficaz que transportaba el carbón directamente de las minas a los trenes, el Quemador fue quedándose sin espacio. Casi todos los negocios están cerrado a estas horas en un día de cosecha, aunque el mercado negro sigue bastante concurrido. Cambiamos facilmente seis de los peces por pan bueno y los otros dos por sal. Una vez terminados nuestros negocios en el mercado, vamos a la puerta de atrás de la casa del alcalde para vender la mitad de las fresas. La hija del alcalde, Quinn, nos abre la puerta;  está en mi clase del colegio. Podría pensarse que, por ser la hija del alcalde es una odiosa o presumida, pero no, sólo es reservada, igual que yo. Como ninguna de las dos tiene grupo de amigos, parece que casi siempre acabamos juntas en clase. Durante la comida, en la reuniones, cuando se hacen grupos para las actividades deportivas... Apenas hablamos, lo que nos va bien a las dos.

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Hola queridos lectores Comenten que les parecio el capitulo. Saludos!
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Activo Re: FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

Mensaje por KatherynLDR Vie Ago 08, 2014 7:50 pm

Hola!
Nunca pero nunca me ha llamado la atencion Los Juegos Del Hambre, pero está adaptación si la leere jaja nueva lectora FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación) 918367557 Saludos!!
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Activo Re: FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación)

Mensaje por Invitado Sáb Ago 30, 2014 3:04 pm

CAP: 3


Hoy ha cambiado su uniforme del colegio por un caro vestido blanco, lleva el pelo rubio recogido con un lazo rosa; la ropa de la cosecha.

-Bonito vestido- dice Sugar.

Quinn lo mira fijamente, mientras intenta averiguar si se trata de un cumplido de verdad o de una ironía. En realidad, el vestido es bonito, aunque nunca lo habría llevado un día normal.
Aprieta los labios y sonrié

-Bueno, tengo que estar guapa por si acabo en el Capitolio, ¿no?

Ahora es Sugar la que está desconcertada: ¿lo dice en serio o esta tomándole el pelo? Yo creo que es lo segundo.

-Tú no irás al Capitolio- responde Sugar con frialdad. Sus ojos se posan en el pequeño adorno circular que lleva en el vestido; es de oro puro, de bella factura; serviría para dar de comer a una familia entera durante varios meses-. ¿Cuántas inscripciones puedes tener? ¿Cinco? Yo ya tenía seis con sólo doce años.

-No es culpa suya- intervengo.
-No, no es culpa de nadie. Las cosas son como son- apostilla Sugar.
-Buena suerte Santana- me dice Quinn, con rostro inexpresivo, poniéndome el dinero de las fresas en la mano.
-Lo mismo digo- respondo, y se cierra la puerta.
Caminamos en silencio hacia la veta. No me gusta que Sugar la haya tomado con Quinn, pero tiene razón, por supuesto: el sistema de la cosecha es injusto y los pobres se llevan la peor parte. Te conviertes en elegible para la cosecha cuando cumples los doce años; ese año, tu nombre entra una vez en el sorteo, depende si es el turno de las chicas o chicos.
A los trece, dos veces; y así hasta que llegas a los dieciocho, el último año de elegibilidad, tu nombre entra en la urna siete veces. El sistema incluye a todos los ciudadanos de los doce distritos de Panem.

Sin embargo, hay gato encerrado. Digamos que eres pobre y te estás muriendo de hambre, como nos pasaba a nosotras. Tienes la posibilidad de añadir tu nombre más veces a cambio de tesales; cada tesale vale por un exiguo suministro anual de cereales y aceite para una persona. También puedes hacer ese intercambio por cada miembro de tu familia, motivo por el que, cuando yo tenia doce años, mi nombre entró cuatro veces en el sorteo.

Sugar es conciente que su rabia no debería ir contra Quinn, si no contra el capitolio.

Ya en el bosque, mientras caminamos, la mira a la cara, todavía ardiendo de bajo de su expresión glacial; su ira me parece inútil, aunque no se lo digo. No es que no esté de acuerdo con él, porque lo estoy, pero ¿de qué sirve despotricar contra el Capitolio en medio del bosque? No cambia nada, no hace que la situación sea más justa y no nos llena el estómago. De hecho, asusta a las posibles presas. Sin embargo, lo dejo gritar; mejor hacerlo en el bosque que en el distrito.

Sugar y yo nos dividimos el botín, lo que nos deja con dos peces, un par de hogazas de buen pan, verduras, un puñado de fresas, sal, parafina y algo de dinero para cada una.
-Nos vemos en la plaza- le digo.
-Ponte algo bonito- me responde, sin humor.
En casa, encuentro a mi madre y mi hermana preparadas para salir. Mi madre lleva un vestido elegante de sus días de niña rica y Rachel viste mi primer traje de cosecha: una falda y una blusa con volantes. A ella le queda un poco grande, pero mi madre se lo ha sujetado con alfileres; aun así, la blusa se le sale de la falda por la parte detrás.

Me espera una bañera llena de agua caliente. Me restriego para quitarme la tierra y el sudor de los bosques, e incluso me lavo el pelo. Veo, sorprendida, que mi madre me ha sacado uno de sus encantados vestidos, una suave cosita azul con zapatos a juego.

-¿Estás segura?- le pregunto, porque intento evitar  seguir rechazando su ayuda.
Antes estaba tan enfadada con ella que no le dejaba hacer nada por mi. Sin embargo, se trata de algo especial, porque le da mucho valor a la ropa de su pasado.
-Claro que si, y también me gustaría recogerte el pelo- me responde. La dejo secarmelo, trenzarlo y colocármelo sobre la cabeza. Apenas me reconozco en el espejo agrietado que tenemos apoyado en la pared.
-Estás muy guapa- dice Rachel, en un susurro.
-Y no me parezco en nada a mí- respondo.
La abrazo, porque sé que las horas que nos esperan serán terribles para ella. Es su primera cosecha, aunque está lo más se gura posible, ya que su nombre sólo  ha entrando una vez urna; no la he dejado pedir ninguna tesela. Sin embargo, está preocupada por mi.

Me doy cuenta que se le ha salido de nuevo la blusa por detrás y me obligo a mantener la calma.
-Arréglate la cola, patito- le digo, poniéndome de nuevo la blusa en su sitio.
-Cuac- responde Rachel, soltando una risita.
Me rio ella es la única que puede hacerme reír así-. Vamos a comer- le digo, dándole un besito rápido en la cabeza.

Decidimos dejar para la cena el pescado y las verduras, que ya están cocinando en un estofado, y guardamos las fresas y el pan para la noche, diciéndonos que así será algo especial; de modo que bebemos la leche de la cabra de Rachel, Lady, y nos comemos el pan basto que hacemos con el cereal de la tesela, aunque, de todos modos, nadie tiene mucho apetito.
A la una en punto nos dirigimos a la plaza. La asistencia es obligatoria, a no ser que estés a las puertas de la muerte. Esta noche los funcionarios recorreran las casas para comprobarlo. Si alguien ha mentido, lo meterán en la cárcel.

Es una verdadera pena que la ceremonia de la cosecha se celebre en la plaza, uno de los pocos lugares agradables del Distrito 12. La plaza está rodeada de tiendas y, en los días de mercado, sobre todo si hace buen tiempo, parece, parece que es fiesta. Sin embargo, hoy, a pesar de los banderines de colores que cuelgan de los edificios, se respira un ambiente de tristeza. Las cámaras de televisión, encaramadas como águilas ratoneras en los rejados, sólo sirven para acentuar la sensación.

La gente entra en silencio y ficha; la cosecha también es la oportunidad perfecta para que el Capitolio lleve la cuenta de la población. Conducen a los chicos de entre doce y dieciocho años a las áreas delimitadas con cuerdas y divididas por edades.

Con los mayores delante y los jóvenes, como Rachel, detrás. Los familiares se ponen en fila alrededor del perímetro, todos cogidos con fuerza de la mano. También hay otros, los que no tienen a nadie que perder o ya no les importa, que se cuelan entre la multitud para apostar.

La plaza se va llenando, y se vuelve más claustrofóbica conforme llega la gente. A pesas de su tamaño, no es lo bastante grande para dar cabida a toda la población del Distrito 12, que es de unos ocho mil habitantes. Los que llegan de últimos tienen que quedarse en las calles adyacentes, desde donde podrán ver el acontecimiento en las pantallas, ya que el Estado lo televisa en directo.

Me encuentro de pie, en un grupo de chicas de dieciséis  años de la veta. Intercambiamos tensos saludos con la cabeza y centramos nuestra atención en el escenario provisional que han construido delante del edificio de justicia. Allí hay tres sillas, un podio y dos grandes urnas redondas de cristal, una para las chicas de piel oscura y otras para las chicas de piel blanca, suena racista pero es así, por suerte el proximo año sera el turno de los chicos. Me quedo mirando los trozos de papel de la bola de las chicas de mi tipo: veinte de ellos tienen escrito con sumo cuidado el nombre de Santana Everdeen.

Dos de las tres sillas están ocupadas por el alcalde Undersee (el padre de Quinn. Un hombre alto de calva incipiente) y Terri Trinket, la acompañante Distrito 12, recién llegada del Capitolio, con su aterradora sonrisa blanca, el pelo sosa y un traje verde de primavera. Los dos murmuran entre si y miran con preocupación el asiento vacío.

Justo cuando el reloj da las dos, el alcalde sube al podio y empieza a leer. Es la misma historia de todos los años, en la que habla de la creación de Panem, el país que se levantó de las cenizas de un lugar antes llamado Norteamérica. Enumera la lista de desastres, las sequías, las tormentas, los incendios, los mares que subieron y tragaron gran parte de la tierra, y la brutal guerra por hacerse con los pocos recuerdos que quedaron. El resultado fue Panem un reluciente Capitolio rodeado por trece distritos, que llevó la paz y la prosperidad a sus ciudadanos. Entonces llegaron los Días Oscuras, la rebelión de los distritos contra el Capitolio. Derrotaron a doce de ellos y aniquilaron al decimotercero. El tratado de la traición nos dio unas nuevas leyes para garantizar la paz y, como a repetirse, nos dio también los Juegos del Hambre.

Las reglas de los Juegos del Hambre son sencillas: en castigo por la rebelión, cada uno de los doce distritos debe entregar a un grupo de chicas y chicos por turno cada año, llamados tributos, para que participen. Los veinticuatros tributos se encierran en un enorme estadio al aire libre en la que puede haber cualquier cosa, desde un desierto abrazador hasta un páramo helado, Una vez dentro, los competidores tienen que luchar a muerte durante un periodo de varias semanas; el quede vivo, gana.

Coger a los chicos de nuestro distrito y obligarlos a matarse entre ellos mientras los demás observamos; así nos recuerda el Capitolio que estamos completamente a su merced, y que tendríamos muy pocas posibilidades de sobrevivir a otra rebelión. Da igual las palabras que utilicen, porque el verdadero mensaje queda claro: “Mirad cómo nos llevamos a vuestros hijos y los sacrificamos sin que podáis hacer nada al respecto. Si levantáis un solo dedo, os destrozaremos a todos, igual que hicimos con el Distrito 13.

Para que resulte humillante además de una tortura, el Capitolio exige que tratemos los Juegos del hambre como una festividad, un acontecimiento deportivo en el que los distritos compiten entre sí. Al último tributo vivo se le recompensa con una vida fácil, y su distrito recibe premios, sobre todo comida. El Capitolio regala cereales y aceite al distrito ganador durante todo el año, e incluso algunos majares azúcar, mientras el resto de nosotros luchamos por no morir de hambre.

-Es el momento de arrepentirse, y también de dar gracias- recita el alcalde.
Después lee la lista de los habitantes del Distrito 12 que han ganado en anteriores ediciones. En setenta y cuatro años hemos tenido exactamente dos, y sólo uno sigue vivo: William Schuester Abernathy, un o como todos le dicen Will el borracho, es un barrigón de mediana edad que, en estos momentos, aparece berreando algo ininteligible, se tambalea en el escenario y se deja caer sobre la tercera silla. Está borracho, y mucho. La multitud responde con su aplauso protocolario, pero el hombre está aturdido e intenta darle un gran abrazo a Terri Trinket, que apenas consigue zafarse.

El acalde parece angustiado. Como todo se televisa en directo; ahora mismo el Distrito 12 es el hazmerreír de Panem, y él lo sabe. Intenta devolver rápidamente la atención a la cosecha presentado a Terri Trinket.

La mujer, tan alegre y vivaracha como siempre, sube a trote ligero al podio y saluda con su habitual:

-¡Felices Juegos del hambre! ¡Y que la suerte esté siempre, siempre de vuestra parte!

Seguro que su pelo rosa es una peluca, porque tiene los rizos algo torcidos después de su encuentro con  Will. Empieza a hablar sobre el honor que supone estar allí, aunque todos saben lo mucho que desea una promoción a un distrito mejor, con ganadores de verdad, en vez de borrachos que te acosan adelante de todo el país.

Localizo a Sugar entre la multitud, y él me devuelve la mirada con la sombra de una sonrisa en los labios, Para ser una cosecha, al menos estaba resultando un poquito divertida. Pero, de repente, empiezo a pensar en Sugar y en las cuarentas y dos veces que aparece su nombre en esa gran bola de cristal, en cómo la suerte no está siempre de su parte, sobre todo comparado con muchos de los chicos. Y quizá ella esté pensando lo mismo sobre mí, porque se pone serio y aparta la vista.

“No te preocupes, hay mil papeletas”, desearía poder decirle.
Ha llegado el momento del sorteo. Terri Trinket dice lo de siempre, “¡ las damas primero!”, y se acerca a la urna de cristal con los nombres de las chicas de piel oscura. Mete la mano hasta el fondo y saca un trozo de papel. La multitud contiene el aliento, se podría oír un alfiler caer, y yo empiezo a sentir náuseas y a desear desesperadamente que no sea yo, que no sea yo, que no sea yo.

Terri Trinket vuelve al podio, alisa el trozo de papel y lee el nombre con voz clara; y no soy yo.

Es Rachel Everdeen.


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HOLAAA FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación) 1202786940 espero que les allá gustado mucho el Capitulo 3, digamos que se viene lo bueno muy pronto comenten que les pareció y así me animan más a escribir! Saludos queridos lectores asta la próxima! FanFic Brittana: Los Juegos Del Hambre (Adaptación) 210293833 los quiero! ♥️
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