[Resuelto]FanFic Brittana: Ángel de Fuego (Adaptada) Cap 39 - Fin

Capitulo 17

Santana sabía que su día pronto estaría llegando a su fin.

Las nubes se habían formado hacia el oeste, oscureciendo el sol. Incluso si no hubiera nubes, sabía que de todos modos el sol estaba cerca de esconderse peligrosamente detrás de la montaña.

Una vez que lo hiciera, sabía que Quinn podría frenar su ritmo para asegurarse de no perder el rastro. Con las espesas nubes sobre sus cabezas, era sólo cuestión de tiempo antes que ella detuviera su viaje.

Y no había ninguna señal de Brittany.

Cada vez que llegaban a la cima de un cerro, cada vez que llegaban a un extenso claro, Quinn sacaba sus binoculares y examinaba la zona.

Nada.

Quinn pensaba que se estaban acercando y Santana también lo sentía. Casi podía sentir la presencia cercana de Brittany.

Su aprehensión se había desvanecido sólo un poco después de encontrar los huesos que Quinn había dicho eran de ardillas. Podría haber explicado los disparos que escucharon. Y Quinn dijo que Brittany todavía estaba dejando evidencias a lo largo del camino, señalando una roca removida o una rama rota, por muy sutil que fuera.

Así que seguramente Brittany estaba bien.

Pero ¿cuánto tiempo le quedaba?

Si Ángel se dirigía a la carretera ¿trataría de robar un coche?

¿Se llevará a Brittany con él?

¿O se sentiría seguro y ya no la necesitaría?

En realidad ¿alguna vez la había necesitado en absoluto?

No habían estado cerca de capturarlo.

¿Por qué todavía se estaba aferrando a Brittany?

¿Para qué propósito le serviría?

No tenía respuestas a sus preguntas y siguió detrás de Rachel en silencio.

Demasiado pronto, notó que su ritmo se desaceleraba.

Quinn estaba siendo cuidadosa para no perder el rastro.

—Tendremos que parar pronto—dijo Quinn innecesariamente.

Santana no hizo ningún comentario.



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Brittany se sentó en silencio junto al fuego, comiendo un plato de pasta que no estaba tan mal. No era tan horrible como el estofado pero sí le recordaba lo bueno que había estado el pescado... e incluso la ardilla.

Ángel había estado inusualmente silencioso, incluso para él.

Su intento de conversación por lo general recibía respuestas cortantes o ningún comentario en absoluto. Finalmente había entendido la indirecta y dejó de hablar.

Se sorprendió cuando él se detuvo para levantar el campamento tan pronto.

No había arroyos aquí, pero habían pasado uno unas horas antes donde habían llenado sus botellas de agua. Era una zona plana, cubierta de hierbas, rodeada de grandes pinos.

Nuevamente habían dejado detrás los enebros.

Ya había montado la tienda, a una distancia segura lejos del fuego.

—Parece que va a llover esta noche—dijo ella rompiendo el silencio.

Su voz le sobresaltó como si fuera la primera palabra que hubiera dicho desde que acamparon.

Cuando él se detuvo, se ocupó levantando la tienda.

Ella recogió la leña, como había sido la norma. Había tratado de no dejar que su silencio le asustara, pero su estado de ánimo había cambiado definitivamente.

—Se siente más frío de lo normal—dijo ella contribuyendo a la conversación.

—Puedes utilizar el saco de dormir esta noche—ofreció él.

Ella le sonrió.

—¿Y qué vas a utilizar tú?

—Voy a usar tu abrigo, como lo has hecho tu.

Ella inclinó la cabeza.

—¿Por qué has estado tan callado?

Él le miró a los ojos a través del fuego, pero no dijo nada.

Oh.

Ella apartó la mirada de él, desvaneciéndose su apetito. Intentó otro par de bocados antes de bajar el recipiente. Cerró sus ojos por un momento, preguntándose dónde estaba Santana. Y preguntándose cuánto tiempo le quedaba.

La mirada en sus ojos le asustó un poco.

Y asustada era algo que realmente no había estado en varios días.

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Capitulo 18

Brittany tenía frío y subió el saco de dormir hasta rodear su cuello.

Ángel ya se había levantado, diciendo que iba a encender la fogata. La lluvia que había amenazado finalmente cayó durante la noche, un breve aguacero con truenos en la distancia. La lluvia ligera fue seguida por un tranquilo tap, tap en la carpa que le había adormecido.

La lluvia había terminado temprano y ahora veía los haces de la luz del sol atravesar la tienda.

Se sentó de repente.

Cuando el sol estaba tan alto generalmente ya estaban de camino.

—El fuego está caliente—dijo él en voz alta.

Algo no estaba bien.

Esta no era su rutina.

La aprehensión que había estado tratando de poner a un lado le golpeó con toda su fuerza esta mañana. Bajó la cremallera de la tienda, encontrándolo de rodillas junto a la fogata, con las manos extendidas hacia su calor.

Él le miró y ella pensó que realmente había visto una sonrisa en sus ojos. Él parecía relajado esta mañana, sin reflejar la tensión que había tenido ayer.

Hizo un gesto a su alrededor.

—¿Qué piensas? Agradable ¿huh?

Ella miró a su alrededor, sin entender su pregunta. Luego tomó una respiración profunda y lo percibió. El bosque estaba lleno de olores que no había experimentado anteriormente.

Extendió los brazos hacia los lados, respirando profundamente de nuevo.

—Oh, Dios mío, eso es maravilloso. Huele a vainilla o... o tal vez mantequilla—dijo ella mientras giraba en un círculo—¿Qué es?

Él señaló hacia uno de los enormes pinos cerca de la tienda de campaña.

—Pega tu nariz contra la corteza de esa ponderosa de allá.

Brittany fue hacia ella, sintiéndose como una abrazadora de árboles mientras envolvía sus brazos alrededor de ella y respiraba profundamente. De hecho, gimió ante el olor embriagador.

Soltó el árbol y miró a su alrededor.

Todo estaba húmedo y fresco y limpio por la lluvia. El sol atravesaba los árboles, calentando el aire a su alrededor.

—Es una mañana gloriosa—dijo ella con una sonrisa—Hermosa.

—Sí. Me alegro que pienses así—se puso de pie, mirándola, la sonrisa se desvaneció de su rostro—Porque... es el momento, Britt. Es hora de que nos separemos.

Ella le miró fijamente, sintiendo como su corazón se apretaba en su pecho.

—Oh. Ya veo.

Brittany le dio la espalda rápidamente, sus ojos deslizándose frenéticamente por los alrededores.

—¿Es aquí donde debo correr para que puedas dispararme por la espalda?

Se dio la vuelta para mirarlo nuevamente, encontrando su mirada.

—¿O quieres hacerlo mientras estoy mirándote?

Sintió las lágrimas en sus ojos y trató de parpadear para alejarlas.

—De cualquier manera, prefiero el arma a tu cuchillo. Tengo esta... esta cosa con los cuchillos—dijo ella con una rápida sacudida de su cabeza.

Él caminó hacia ella y extendió una mano y ella se estremeció ante su toque.

—Dios, Britt... No voy a dispararte.

—Por favor Ángel, el cuchillo no—susurró Brittany.

Él levantó sus manos.

—Britt, no voy a hacerte daño.

Ella le miró confundida.

—Pero dijiste…

—Sé lo que dije. Pero tú has... bueno, has...—dijo él sin terminar su idea—Tal vez mi viejo y duro corazón se está ablandando. No voy a matarte, pero no te puedo llevar conmigo. Estarás más segura aquí que conmigo.

—¿La carretera?

Él asintió con la cabeza.

—Sí. Es una caminata de dos… tres horas, a lo sumo.

Ella debió sentirse inundada por el alivio.

Pero...

—¿Vas a dejarme aquí? ¿Sola?

—Sí. Si alguien está detrás de ti cómo crees, entonces todo irá bien.

—Pero…

—Vas a estar bien, Britt. Dejaré la tienda. Dejaré comida y agua. Estarás bien—dijo él nuevamente—Y si nadie viene en un día o algo así, entonces dirígete hacia la carretera—él le tomó por los hombros y le dio la vuelta—¿Ves ese pico?—preguntó él señalando delante de ellos—Es el pico Wheeler. Mantenlo a tu derecha, como está ahora. Sólo dirígete hacia el norte. Encontrarás la carretera.

—¿Que carretera? Ni siquiera sé dónde estamos.

—Es la carretera a Taos. Después de todos estos días, ya no deben tener obstáculos—él regresó hacia el fuego—Vamos. Desayunemos un poco, luego necesito continuar.

Ella asintió con la cabeza y se dio cuenta que él ya tenía agua hirviendo.

Se sentó a su lado junto al fuego y bebió una taza de café instantáneo mientras él preparaba los huevos en polvo. Tenía tantos pensamientos en su mente, no podía asirse a ninguno de ellos.

Él estaba liberándola.

No iba a matarla.

Él extendió la mano hacia Brittany.

—Toma. Para tu fogata esta noche.

Ella agarró los cerillos y asintió con la cabeza.

—Gracias.

Comieron en silencio, aunque sus miradas se encontraron a menudo. No tenía ni idea de qué decir en una situación como esta. En poco tiempo, él se puso de pie y ella supo que era el momento. Ella también se levantó y comenzó a limpiar su desayuno.

—Recuerda no llevar contigo alimentos o desperdicios a la tienda de campaña—dijo él.

Ella asintió con la cabeza.

—No crees que un... un puma venga ¿verdad?

—Siento haber dicho eso. No, estarás bien.

Deseaba creerle.

Él la sorprendió tirando de ella en un abrazo rápido. Tan rápido que no tuvo tiempo de reaccionar antes que él la soltara.

—Lamento por lo que te hice pasar, Britt. Realmente lo lamento. Si tuviera que hacerlo de nuevo…—dijo él—…Bueno... tomar rehenes no fue una de mis mejores ideas.

Ella se encontró con su mirada.

—Supongo que debería darte las gracias por no matarme y desearte buena suerte... pero soy policía—dijo ella y se encogió de hombros como disculpándose.

Él sonrió.

—Lo sé. Simplemente voy a pretender que lo dijiste ¿Qué tal eso?.

Ella también sonrió.

—Sin embargo, la parte de las 'gracias' fue en serio.

Él señaló un par de raciones de comida que había tirado en el suelo.

—Estarás bien, Britt. No te preocupes demasiado—dijo él mientras se ponía su mochila.

Su mirada se posó en las raciones.

—¿Estofado? ¿En serio, Ángel?

—Lo siento. Es todo lo que nos queda—entonces él le entregó una barra energética—Para el almuerzo. Y ten cuidado con el agua, es todo lo que tienes.

Brittany lo miró fijamente.

—Estás preocupado por mí—declaró Brittany.

—Sí. No se lo digas a nadie. Arruinarías totalmente mi reputación.

Y con eso, le ofreció un rápido movimiento de cabeza y casi corrió hacia el bosque, dejándola atrás para ver como desaparecía entre los árboles.

Brittany dejó escapar el aliento y luego miró a su alrededor. Los pájaros revoloteaban en los árboles cercanos y escuchó su canto. El olor fragante del bosque invadió sus sentidos y sintió como la paz se asentaba a su alrededor.

Estaba totalmente sola.

Y estaba viva y segura.

Una rápida sonrisa se convirtió en una carcajada. Pero se desvaneció rápidamente. Se dio la vuelta, mirando hacia atrás por donde habían llegado ayer.

—Vamos, Sanny ¿Dónde estás?—murmuró Brittany.

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Capitulo 19

Santana miró fijamente hacia el bosque húmedo mientras Quinn trataba de adelantar un paso en su camino.

La lluvia había "causado estragos en los malditos rastros" había declarado Quinn mientras caminaba de un lado al otro, tratando de encontrar algo.

Oh, Brittany... ¿dónde estás?

Santana se volteó, viendo a Quinn, prácticamente deseando que encontrara algo… cualquier cosa… que indicara la ruta que Brittany había tomado.

Rachel tocó su brazo y Santana se volteó hacia ella.

—Ella va a encontrarlo.

Asintió con la cabeza.

Estaban perdiendo tiempo, Santana lo sabía, pero no era culpa de Quinn que hubiera llovido la noche anterior.

Se preguntaba ¿cómo había dormido Brittany?

¿Estuvo resguardada en una tienda de campaña con él?

¿O le había atado a un árbol en las noches?

¿Había estado afuera en el frío y la lluvia?

Apretó sus puños, jurando… por centésima vez… que le dispararía al bastardo la primera vez que pusiera los ojos en él.

Es decir, si Quinn no se lo ganaba.

—Está bien, creo que lo tengo—dijo Quinn.

Estaba al menos diez metros por delante de ellas, en una pendiente rocosa.

—Finalmente encontré algunas rocas volcadas aquí.

Santana se dirigió hacia ella, mirando donde Quinn había señalado. Cómo Quinn podía estar segura que era el camino, no tenía ni idea.

Pero le siguió y sólo seis pies más tarde, Quinn señaló otro bache en la tierra.

—Debido a la lluvia, muchas cosas se deslizaron por esta pendiente—explicó Quinn—Con suerte, si los rastros se hacen superficiales, será más fácil seguirlos—volvió a mirar a Santana—Sé que vamos lento. Lo siento.

Santana se mostró sorprendida por la disculpa.

—Prefiero ir lento y estar seguras—dijo Santana, sabiendo que era una contradicción tomando en cuenta como se había sentido cuando empezaron con esta cacería humana.

Entonces, había querido lanzarse al azar y empezar a llamar a Brittany. De hecho, era algo que quería hacer en este momento.

—Le envié a Figgins en un correo electrónico nuestras coordenadas—dijo Quinn—De acuerdo con mi GPS, no estamos lejos de la carretera—se dio la vuelta y la miró—Si no los alcanzamos en un par de horas, entonces...

—¿Entonces piensas que habrá llegado a la carretera? ¿Llevándose a Britt?

—Sólo estoy diciendo, que si llegan a la carretera y consigue un coche, entonces nuestra parte en esta persecución habrá terminado. Figgins tendrá patrullas a lo largo de este tramo de la carretera. Si él sale a la carretera, lo encontraremos.

Y entonces Brittany podría estar involucrada en un tiroteo.

Ya podía imaginar algún asistente excesivamente ansioso, no acostumbrado a tanta acción, sacando su arma y tratando de eliminar a Ángel, sin importar las consecuencias.

Brittany podría terminar con un tiro.

Podría terminar muerta.

—Entonces vamos a alcanzarlos primero—dijo Rachel, empujando a Santana a lo largo del sendero.

Santana asintió a Rachel con un agradecimiento silencioso, alejando sus mórbidos pensamientos.

Brittany estaría bien.

Ella tenía que estar bien.



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Brittany caminaba de un lado al otro entre la tienda y la fogata.

Había dejado que el fuego se extinguiera a medida que el sol alejaba el frío de la mañana.

Por supuesto, no tenía ni idea de que hora era.

De hecho, ni siquiera sabía qué día era.

¿Domingo?

¿Lunes?

Pensó en las otras…

Marley y Kitty.

Si Kitty estaba bien ¿habrían regresado a Dallas nuevamente?

Conociendo a Santana, les habría enviado de regreso.

Pero ¿quién estaba buscándola?

¿El departamento del sheriff?

¿Y dónde diablos estaban los helicópteros que había escuchado?

Con el favor de Dios alguien estaría buscándola.

Sí, por supuesto que estaban buscándola.

Pero ahora mismo, en esta soledad, la duda le invadía.

¿Era como Ángel había pensado?

¿Estarían buscándolos en la carretera y no aquí en la montaña?

Dejó escapar el aliento y se apoyó contra un pino, deslizándose por toda su longitud hasta que estuvo sentada en el suelo.

¿Cuánto tiempo se había ido Ángel?

¿Una hora?

¿Dos?

Se mantuvo en el claro, tratando de reconciliar sus sentimientos hacia él.

Él era un asesino.

Sí.

Vio de primera mano lo que había hecho. Él le había contado todo lo que había hecho.

Pero... él se había convertido en... ¿qué?

¿Su protector?

Ella negó con la cabeza.

No, él era su secuestrador.

Ella había estado a su merced. Y por alguna razón, no había cumplido su promesa de matarla cuando ya no la necesitó.

Por supuesto, ella sabía por qué.

Se había convertido en una persona para él, no un objetivo.

Ella era real.

Se había convertido en una parte de su vida, aunque sólo fuera por unos días. A su vez, él se había convertido en una parte de ella. Y finalmente, no se atrevió a matarla. No estaba segura de cuando las cosas habían cambiado.

¿Fue cuando pescaron?

Incluso, tal vez antes de eso.

Pero independientemente, él seguía siendo un asesino.

Y todavía estaba huyendo.

Agarró una ramita que yacía a su lado y la rompió en dos, luego la chasqueó nuevamente hasta romperla, ausente mientras seguía mirando más allá de los árboles, sin ver nada, ni escuchar nada.



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Santana esperó tan pacientemente como pudo mientras Quinn caminaba hacia adelante y hacia atrás a través de los pinos.

Santana sabía que Quinn estaba frustrada.

Demonios, todas estaban frustradas.

Su ritmo se desaceleró a un rastreo mientras Quinn seguía perdiendo el rastro.

—No tengo nada—dijo Quinn—No hay huellas, ni rocas volcadas, ni ramas rotas, nada. Maldita lluvia—dijo por quinta vez.

—¿Y esto?—preguntó Rachel—Un extremo roto aquí—dijo acariciando un arbusto de bajo crecimiento.

Santana y Quinn caminaron hacia donde estaba ella.

Quinn también lo tocó, estudiándolo. Dio un paso atrás, mirando el suelo alrededor del arbusto.

Nada parecía perturbado.

—Perdí la pista allá atrás, a unos diez metros—dijo Quinn—Una cama de ramas de pino. Podría haberlas usado como cubierta para cambiar de dirección.

—Y Britt rompió el extremo para hacernos saber—dijo Santana, asintiendo con la cabeza.

Quinn sacó su aparato GPS nuevamente y se dio la vuelta, al parecer tratando de orientarse. Caminó hacia su derecha, a tres metros, luego veinte antes de detenerse.

—Aquí—dijo Quinn.

Había una vieja rama podrida que había sido pateada, exponiendo la tierra húmeda debajo de ella.

—Esto tiene sentido—dijo Quinn—Dio la vuelta finalmente. Se dirige directamente hacia la carretera.

—Entonces vamos—dijo Santana, sintiendo la urgencia.

Estaban cerca.

Realmente cerca.

Podía sentirlo.

Quinn les guió nuevamente, su ritmo seguía siendo demasiado lento para el gusto de Santana.

Sentía como si estuviera empujando a Quinn mientras ella estaba justo en sus talones.

Podía sentir a Rachel detrás de ella.

—Montarte en mi espalda no nos hará llegar más rápido—dijo Quinn sin darse la vuelta.

—Lo lamento. Pero Britt está cerca. Lo siento.

—Aunque aprecio tu sexto sentido, todavía estoy siguiendo su rastro como lo hemos estado haciendo.

Santana mantuvo la boca cerrada, pero no aminoró el paso. Sentía como se acumulaba su ansiedad, sentía como su pulso comenzaba a acelerarse.

Sí, Brittany estaba cerca.



Diez minutos más tarde, irrumpieron en un claro y todas se detuvieron en seco cuando una tienda color amarillo brillante apareció a la vista.

Quinn rápidamente se metió nuevamente en los árboles, tirando de Santana con ella.

—Podría ser una trampa—dijo Quinn mientras sacaba sus binoculares.

Santana miró a través de las ramas de los pinos donde se escondían, conteniendo la respiración mientras espiaba a Brittany sentada contra un árbol.

—Britt—murmuró Santana.

Sintió que el alivio la inundaba.

—Ella está ahí.

Estaba a punto de salir corriendo en esa dirección cuando el fuerte brazo de Quinn le mantuvo en su lugar.

—Maldita sea, López ¿Podrías esperar? Ángel está por aquí en algún lugar.

—No. Britt nos advertiría.

Santana mantuvo la mirada fija en Brittany y vio como Brittany inclinaba su cabeza como si estuviera escuchando.

—Ella sabe que estoy aquí—dijo Santana tranquilamente.

—Estamos escondidas—dijo Quinn mientras revisaba el área con sus binoculares—Ella no nos ha visto.

—Te lo estoy diciendo, ella sabe que estoy aquí.

Entonces Brittany se volteó, mirando directamente hacia ellas.

—Bueno, que me parta un rayo—murmuró Quinn.

—Tenemos esta... esta cosa—dijo Santana.

—Permanece oculta—dijo Quinn—Rachel, cuida nuestras espaldas. Ángel podría estar alrededor.

—Sí, lo tengo.

Pero Brittany se puso de pie, su mirada aparentemente fija en ellas.

Santana sintió que su corazón latía rápidamente en su pecho.

—¿San?

Brittany la llamó en voz alta, su voz resonó en los árboles.

Dio un paso en su dirección.

—¿Sanny?

—A la mierda con esto—murmuró Santana saliendo de detrás del árbol—¡Britt!

Brittany se echó a correr en dirección a ella y Santana dejó caer la mochila de sus hombros mientras corría hacia Brittany, ignorando el llamado de Quinn para que esperara.

Sus ojos se encontraron mientras Brittany corría hacia ella y aunque Santana trató de prepararse a sí misma, cuando Brittany se arrojó entre sus brazos casi caen al suelo.

—Oh, Britt-Britt—dijo Santana, envolviéndola firmemente entre sus brazos—Dios mío, Britt.

—Viniste—dijo Brittany mientras enterraba su rostro en el cuello de Santana—Sabía que lo harías.

Santana sintió como Brittany se aferraba a ella como si fuera una cuerda de salvamento y ella la abrazó con fuerza.

—¿Estás bien?—preguntó Santana con urgencia.

—Sí. Abrázame por un segundo ¿está bien? Por favor, sólo abrázame, Sanny.

—Te tengo—dijo Santana, apretando a Brittany casi dolorosamente.

—Estaba tan asustada—dijo Brittany.

—Yo también. Dios, yo también—cerró su ojos—¿Él... te hizo daño?

Brittany se apartó ligeramente, encontrando su mirada preocupada. Negó con la cabeza.

—No.

Brittany se acercó más y se besaron, rápido y con fuerza, casi desesperadamente, entonces Brittany hundió su cabeza entre sus pechos.

—Gracias a Dios—dijo Santana—Estaba tan preocupada por ti. Dios, Britt, te amo. Estaba tan preocupada.

—Yo también te amo. Tanto.

Santana le apretó con fuerza nuevamente, finalmente admitiéndose a sí misma que había estado aterrorizada de que nunca pudiera abrazar a Brittany nuevamente.

—¿Cómo está Kitty?—murmuró Brittany contra su pecho.

—Ella está bien—dijo Santana.

Santana escuchó como Quinn y Rachel se aproximaban y se alejó de los brazos de Brittany, aunque no la soltó.

Brittany se volteó hacia ellas.

—¿Quiénes son ustedes?

Santana las señaló.

—FBI. Ella es la agente especial…

Pero Rachel interrumpió su presentación formal.

—Soy Rachel Berry. Ella es Quinn Fabray.

Brittany estrechó ambas manos.

—Gracias por encontrarme.

—Fue obra de Quinn—admitió Santana—Ella estaba siguiendo tu rastro.

—Dejaste muchas pistas—dijo Quinn y miró hacia la tienda—¿Dónde está él?

—¿Ángel? Se fue esta mañana.

—¿Se fue?

—Se dirigía hacia la autopista. Estoy asumiendo que a Taos—se volteó y señaló hacia el bosque—Se fue por ahí.

La mirada de Quinn siguió su dirección y luego volvió a mirar a Brittany.

—No te ofendas, pero Ángel no deja cabos sueltos.

Brittany se encogió de hombros.

—Bueno, de alguna manera... nos conectamos.

—¿Conectarse? ¿Qué quieres decir?—preguntó Santana bruscamente.

Brittany la miró.

—No lo sé. Quiero decir, hablamos. Nosotros... hablamos. Al final, creo que no se atrevió a... matarme—Brittany la miró a los ojos—Qué fue lo que prometió haría cuando que me llevó.

Quinn sacó su GPS y giró en un semicírculo, finalmente se detuvo mientras se alejaba de ellas.

—Parece que estamos a dos horas de la carretera.

—Sí, él también pensaba eso—dijo Brittany.

Quinn guardó su GPS de forma rápida y señaló hacia la tienda.

—Desmonten el campamento. Vamos tras él. No lo atraparemos antes que llegue a la carretera, pero al menos sabremos hacia donde ira. Llamaré a Figgins para que alguien nos recoja ahí.

Ella sacó su teléfono y ya se alejaba mientras volvía a mirarlas.

—Necesitamos interrogarte—dijo señalando a Brittany.

Brittany asintió.

—Lo sé.

Santana dio un paso adelante.

—No, Quinn. Ella ha sufrido bastante. Necesita algo de tiempo libre. Necesitamos algo de tiempo libre.

—No me importa lo que necesites, López. Él ha matado a 11 personas, que sepamos. Si vamos a atraparlo, tenemos que escarbar en su cerebro.

Quinn se marchó con el teléfono móvil pegado a su oreja.

Santana se volteó hacia Brittany, extendiendo su mano y acariciando su rostro.

—Realmente no me gusta mucho. Es arrogante y mandona como el infierno.

Brittany sonrió y dio unas palmaditas en el pecho de Santana.

—Entonces apuesto que ambas se llevaron de las mil maravillas—bromeó Brittany.

Santana escuchó la risa tranquila de Rachel detrás de ellas y se volteó sonriéndole.

—Sí. Rachel puede dar fe de ello.

Rachel señaló hacia la tienda.

—Yo la desmonto.

Cuando ella se alejó, Santana tiró de Brittany en otro abrazo.

—¿Estás segura que estás bien?

—Sí, estoy bien.

Entonces fueron a ayudar a Rachel, Santana golpeó su hombro juguetonamente.

—¿Realmente te comiste una ardilla?

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Capitulo 20

Rachel efectivamente gimió mientras permanecía de pie bajo el chorro de agua caliente de su ducha.

Era glorioso.

Escuchó a Quinn en el teléfono y supuso que se estaba poniendo al día con Figgins.

Habían sido recogidas en la carretera y llevadas de regreso al campamento donde tenían estacionada la casa rodante.

Santana y Brittany fueron llevadas a una de las cabañas que el Servicio Forestal alquilaba.

Quinn les había dado dos horas de descanso.

Luego las cuatro se reunieron para el interrogatorio de Brittany. La única señal de Ángel Figueroa había sido las huellas de unos neumáticos que salían del bosque y se dirigían a la carretera. Al parecer, había escondido un coche.

¿Por qué había matado a esa familia y secuestrado a Brittany para caminar por la montaña hacia un coche que nadie imaginaba tendría ahí?

Quinn esperaba que Brittany pudiera arrojar algo de luz sobre el plan de Ángel basado en las conversaciones que habían tenido.

Pero en este momento, no quería pensar en eso.

En este momento, quería disfrutar su ducha.

Acababa de enjuagar el champú de su cabello cuando escuchó la puerta del baño abriéndose. Sonrió al imaginarse a Quinn contemplando unirse a ella. Lo habían intentado anteriormente pero la ducha de la casa rodante era demasiado pequeña para las dos.

—¿Ahorrando un poco de agua caliente?

—Sólo si tengo que hacerlo—dijo Rachel mientras cerraba el agua.

Quinn estaba sosteniendo la toalla y Rachel salió de la ducha, mirando los ojos de Quinn mientras la tomaba.

—Tu turno.

—¿Sabes? si me apresuro, tendremos algo tiempo antes que lleguen.

Rachel sonrió mientras se movía hacia un lado.

—Entonces, date prisa.




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Los ojos de Brittany se cerraron cuando los labios de Santana se deslizaron por debajo de su oreja y dejó escapar un suave gemido.

Realmente no tenían tiempo para esto, pero necesitaban esta cercanía, necesitaban reconectarse.

—Te amo—susurró Santana contra su piel—Y estaba tan asustada de no poder decírtelo nunca más.

Los ojos de Brittany se abrieron por un segundo, luego se cerraron nuevamente. Ella sonrió, sus manos se movieron a través de la espalda desnuda de Santana sosteniéndola aún más cerca.

—Sabía que me encontrarías—murmuró Brittany—Nunca lo dude. Era como si... como si pudiera sentir que venías por mí.

Santana levantó su cabeza.

—Si Quinn no hubiera estado ahí, no sé si podría haberte encontrado. Ella es buena.

La mano de Santana se movió perezosamente entre sus pechos.

—Estaba... estaba aterrorizada de lo que pudiera hacerte.

Brittany acarició su mejilla, dejando que su pulgar se deslizara por sus carnosos labios.

—Él no me hizo daño, cariño. La primera noche... bueno, tenía miedo de que lo hiciera. Pero él no me tocó.

Santana la miró a los ojos.

—Cuando dijiste que habías conectado con él... ¿qué significaba eso?

Brittany suspiró.

Se había estado preguntando cuando Santana sacaría eso a relucir.

—No estoy segura—dijo Brittany con sinceridad—Al principio, era todo profesional. Me dijo que me mataría cuando no me necesitara más. Y le creí. Pero empezamos a hablar. Ambos. Y al final, era Brittany, una persona. No simplemente una mujer al azar que había secuestrado. Creo que él pensaba en mí casi como una amiga.

—Él te dejó su tienda.

—Y comida y agua—dijo Brittany—San, sé lo que hizo. Sé que es un asesino. No he perdido eso de vista. Pero conmigo, fue casi un caballero. Y admito que cuando él se fue, me costó mucho conciliar el Ángel que conocía con el hombre que había matado a tantos.

Santana asintió.

—Quinn querrá saber todo lo que hablaron.

—Lo sé.

Brittany cerró sus ojos nuevamente y atrajo a Santana para otro beso.

—Pero no quiero hablar de eso en este momento—dijo Brittany—Quiero que me hagas el amor. Quiero olvidarme de él por un rato. Llévame lejos por unos minutos, Sanny.

Santana agachó su cabeza, acariciando ligeramente un pezón con su lengua.

Brittany respiró profundamente, tratando de sacar los pensamientos de Ángel de su mente.

Las caricias familiares de Santana lo lograron.

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Capitulo 21

Quinn robó un pepperoni de la pizza mientras Rachel la sacaba de la caja.

El café más cercano les había provisto de hamburguesas y papas fritas para llevar, pero a Rachel la sorprendió que también hubieran encontrado pizza.

—Supuse que estabas teniendo abstinencia—dijo Rachel.

—Sí. Podría comerla toda yo sola—dijo Quinn y miró su reloj—Ya deberían estar aquí.

—Recuerda que están a merced de los guardabosques. No es como que tienen un coche—le recordó Rachel.

Quinn atrapó a Lola cuando estuvo a punto de saltar sobre el mostrador para inspeccionar la pizza.

—No, no lo harás—dijo Quinn—Eso es mío.

Rachel movió los platos hacia un lado, luego se inclinó y besó a Lola en la cabeza.

—La extrañé.

—Sí, yo también.

Rachel tomó a Lola con ella y dejó que se deslizara hacia el suelo, entonces se acercó más, enlazando sus brazos sobre los hombros de Quinn.

—Y extrañaba un nosotras—dijo Rachel mientras la besaba.

Quinn sonrió contra sus labios.

—Lo sé. No hemos tenido mucho tiempo a solas—la besó en respuesta—Antes fue muy agradable.

—Uh-huh.

—Ya que Ángel está huyendo, Figgins puede que traiga otro equipo. Podríamos ser capaces de salir de aquí. Regresar al norte de las montañas.

Rachel retrocedió.

—¿En serio? Pensé que él querría que termináramos.

—Nuestra misión era rescatar a Brittany Pierce, no atrapar a Angel—dijo Quinn—Por supuesto, no hicimos tanto rescate ya que Ángel la dejó atrás.

Se alejó de Rachel con un movimiento de cabeza.

—Y como le dije, él no deja cabos sueltos. Ella tuvo mucha suerte.

—¿Pero?

—Pero algo no se siente bien—dijo Quinn—¿Por qué se la llevó en primer lugar? Podría haber desaparecido en las montañas por sí mismo.

—Tal vez no lo sabía—dijo Rachel—Tal vez pensaba que alguien iría detrás de él, rastrearlo desde el principio.

—Conociendo a Ángel, probablemente sólo estaba tomando precauciones. Y si tenía un coche escondido por ahí, entonces este era el plan B, o incluso el C—dijo Quinn—Ya no está con los militares, pero estoy segura que recuerda su entrenamiento. Cada misión, siempre tiene un plan de respaldo que es tan detallado y tan practico como el original.

—Y si…

Pero un golpe en la puerta le interrumpió y frunció el ceño.

—¿Sin alarma?

Quinn sonrió cuando fue a abrir.

—No quería asustarlas. O que pensaran que soy paranoica—agregó Quinn con una risa rápida.

Santana y Brittany estaban afuera y Quinn hizo un gesto para que entraran.

—El guardabosques…—dijo Santana—…Quería saber si necesita recogernos más tarde.

—No, les llevaremos de regreso a la cabaña—dijo Quinn—Pasen.

Santana se despidió del guardabosque con una seña, luego siguió a Brittany adentro.

Brittany ya estaba mirando a su alrededor.

—Wow. Es mucho más grande que la que nosotras alquilamos—dijo Brittany—Agradable.

—Sólo que ésta no es alquilada—dijo Santana—Le pertenece al FBI.

—¿En serio?—Brittany miró inquisitivamente a Quinn—Lo siento. No sé la historia.

—Esta es nuestra casa…—dijo Rachel—… Y oficina.

—Nuestras asignaciones en su mayoría son distantes—explicó Quinn.

—La da una paliza a una oficina en la ciudad—dijo Brittany con una sonrisa.

—Sí—se volteó hacia Santana—Así que... ¿todo bien? ¿El tiempo de descanso ayudó?

Se sorprendió por el leve rubor en el rostro de Santana.

—Sí, fue muy agradable.

—Grandioso—Quinn miró a Rachel y sonrió—Nuestro tiempo de descanso también lo fue.

Brittany se echó a reír y entrelazó su brazo con el de Santana.

—Me gusta mucho más este equipo del FBI que el que tenías en Dallas.

—Supuse que así sería—dijo Santana con un rápido vistazo a Quinn.

—Espero que tengan hambre—dijo Rachel—Recogimos hamburguesas y una pizza con todo.

—Oh, Dios, sí—dijo Brittany—Nos estamos muriendo de hambre. Déjame ayudarte.

Quinn miró a Santana.

—¿Quieres ver mis computadoras?

—¿Las que no sabes usar?

Quinn frunció el ceño.

—Sé cómo usar la mayoría de ellas.

—Sé que quieres mostrar tus juguetes…—dijo Rachel con una sonrisa—…Pero ¿podemos comer primero?

—Por supuesto—dijo Quinn—Esa pizza ha estado llamándome por mi nombre.

—Sé que es así—dijo Rachel mientras abría la bolsa de hamburguesas—Britt, podrías traer las papas que están en el horno. Las puse ahí para que se mantuvieran calientes.

—¿Qué puedo hacer yo?—preguntó Santana.

—Trae unas cervezas—dijo Quinn mientras mordía un pedazo de pizza antes de poner una hamburguesa en su plato.

La casa rodante estaba un poco llena con las cuatro, pero pronto se asentaron para comer.

Quinn se sentó en su sillón reclinable y Santana se sentó en el sofá de dos puestos.

Rachel y Brittany se sentaron en el pequeño comedor.

—Excelente hamburguesa—dijo Brittany—No me di cuenta de lo mucho que extrañaba la comida real.

—Todavía no puedo creer que te hayas comido una ardilla—dijo Santana.

—Ángel también atrapó una trucha. Le dio una patada al estofado que servía.

—¿MRE?—preguntó Quinn.

—Sí. Sin embargo, le agarré gusto a los huevos en polvo en el desayuno.

Quinn decidió que ahora era un buen momento como cualquier otro para interrogar a Brittany. Pensaba que no parecería tanto un interrogatorio de esta manera.

Decidió empezar por el principio.

—¿Ángel te dijo algo la primera vez que... bueno, cuando él te secuestró?

Brittany asintió.

—Sí. Cuando le pregunté qué quería, dijo que un rehén. Dijo que a cambio, no le cortaría la garganta a Kitty—dijo dándole una mirada rápida a Santana.

—¿Te dijo por qué necesitaba un rehén?

—Dijo que era para evitar que vinieran detrás de él con artillería pesada. Creo que esas fueron las palabras que usó—dijo Brittany—Le dije que sería mucho más rápido que desapareciera sin que yo le desacelerara, pero eso no le sirvió—añadió con una sonrisa.

Quinn se mostró sorprendida por su compostura. No estaba segura de que había estado esperando, pero Brittany no parecía tan desgastada después de su terrible experiencia.

—¿Trataste de escapar?—preguntó Rachel.

Brittany negó con la cabeza.

—No. Bueno, quiero decir lo pensé varias veces. Pero ¿qué podía hacer? Él podría alcanzarme. Tenía una pistola. Tenía un cuchillo. Mis manos estuvieron atadas por las muñecas durante los dos primeros días. Me ató a él con una cuerda—hizo una pausa—Bueno, al principio. Supongo que después de asustarme con lo del puma él pensaba que sería una apuesta bastante segura que no escaparía de él.

—¿Qué puma?—preguntó Santana—No dijiste…

—No, quiero decir, él dijo que si huía un puma podría tenerme para la cena—Brittany sonrió nuevamente—Cada ruido que escuchaba, imaginaba que era un puma acechándonos.

Miró directamente a Quinn.

—Debo sonar bastante patética para ser un policía. Quiero decir, ni siquiera trate de desarmarlo.

Quinn negó con la cabeza.

—Ángel Figueroa es un experto en artes marciales. Él conoce todos los trucos del libro sobre como matar a alguien. No podías haberlo desarmado, Britt.

La mirada de Brittany nunca se apartó de la de ella.

—¿Cómo lo sabes?

—Servimos juntos en el ejército. Estuvimos en el mismo equipo por un tiempo.

Brittany asintió.

—¿También fuiste francotiradora?

Quinn se sorprendió de que lo supiera. Al parecer, la expresión de su rostro dijo mucho.

—Hablamos—dijo Brittany—Él me contó lo que hacía en el ejército.

Brittany dio otro mordisco a su hamburguesa y Quinn se preguntaba si era para permitirse tiempo para ordenar sus pensamientos.

Después de un momento, Brittany tomó un trago de cerveza y luego dejó escapar un suspiro profundo.

—Al principio, no me dijo su nombre. Seguía reiterando que cuando no me necesitara más, me mataría.

Brittany miró rápidamente hacia Santana.

—Y le creí. Sabía que tenía que ser algo más que sólo un rehén sin nombre para él. Así que hablé. Le dije mi nombre, le hablé de Santana. Le dije que era policía—se encogió de hombros—Finalmente me dijo su nombre. Le hice un montón de preguntas, las cuales ignoró en su mayoría. Al principio.

Brittany miró a Quinn nuevamente.

—Cuando no escuchamos helicópteros buscando, él asumió que ellos pensaban que estábamos en la carretera y que habían establecido puestos de control. Cuando por fin escuchamos los helicópteros, él pensó que era porque los puestos no habían dado resultado.

Quinn miró a Santana con las cejas levantadas y Santana se rió.

—Está bien, está bien. Tenías razón.

Quinn sonrió.

—Por supuesto que tenía razón. Nunca debiste dudar de mí.

—¿Razón sobre qué?—preguntó Brittany.

—Ellas tuvieron una pequeña discusión sobre si debían o no enviar helicópteros de inmediato—explicó Rachel—Quinn quería esperar, esperando confundir a Ángel.

—Y sin duda, San quería enviar a la Guardia Nacional a buscarme—dijo Brittany con una sonrisa.

—Así fue—Santana estuvo de acuerdo.

Quinn se levantó y agarró otra rebanada de pizza.

—¿Así que te dijo que había hecho? Quiero decir ¿sabías por qué estaba huyendo?

—Con el tiempo me lo dijo, sí. Quiero decir, sabía que había matado a esa chica. Me dijo que había matado a su familia. Dijo que necesitaba una distracción—dijo Brittany.

—¿Sabes sobre el dinero?

Brittany asintió con la cabeza.

—El dinero no era parte del golpe. Uno de los guardias era su objetivo. Él dijo que el dinero era para su jubilación.

—¿Supongo que no dijo dónde lo escondió?—preguntó Rachel.

—No.

—Mató a su equipo—dijo Santana—Había tres sujetos con él.

—En realidad, había cuatro—dijo Brittany—Tres sujetos entraron con él. Tenía a otro hombre esperando en un coche en el que transfirieron el dinero.

Miró a Quinn.

—Dos de los sujetos eran ex militares. Dijo que ellos trataron de quedarse con el dinero así que los mató.

—Sus cuerpos fueron encontrados al sur de Taos—dijo Quinn—Sólo sabíamos de tres hombres ¿Estás diciendo que hay otro sujeto por ahí?

Brittany negó con la cabeza.

—No. Dijo que los mató a todos. Dijo que estaban fuera de tiempo y había policías por todas partes. Dijo que necesitaba una distracción, pero me dio la impresión de que todo el tiempo tuvo la intención de eliminar a su equipo. Sin embargo, no entró en detalles. Asumí que la distracción era la familia.

Quinn negó con su cabeza.

—Hubo un accidente de varios vehículos en la carretera. Algunos de los conductores recibieron disparos. Uno de ellos fue reconocido como el cuarto miembro de su equipo. Mató a la familia cuando todo el departamento del sheriff estaba investigando el accidente.

—Esa fue la razón por la que San y Marley fueron llevadas a la escena—dijo Brittany.

—Sí.

—Bueno, él no…

Pero el teléfono de Quinn interrumpió y ella levantó la mano hacia Brittany.

Era Figgins.

Se puso de pie rápidamente.

—Discúlpenme. Es el jefe.

Quinn entró en el dormitorio, dándose un poco de intimidad. Anteriormente había hablado largo y tendido con él y se sorprendió que hubiera llamado nuevamente.

—Fabray ¿Qué pasa?—preguntó mientras Lola se apresuraba por la puerta antes que pudiera cerrarla.

—¿Cómo va el interrogatorio?

—Va—dijo ella—Brittany parece muy dispuesta a dar información, pero apenas estamos comenzando.

—Bueno, supongo que puedes detenerte. Atraparon a Ángel hace media hora.

—¿Me estás tomando el pelo? ¿Lo atraparon? ¿Dónde?

—Lo tienen retenido en Taos. Condujo directamente a un puesto de control, si es que puedes creer eso. Hacia el complejo Angel Fire. Un poco irónico ¿no te parece?

Quinn negó con la cabeza.

—Él es más inteligente que eso, Figgins. Podría reconocer un puesto de control.

—Podrías pensarlo ¿no? Sin embargo, los informes reflejan que le dieron una buena paliza.

—No puedes culparlos. Dejó cuerpos por todo el condado.

—Sí, lo sé—Figgins hizo una pausa—Él hizo una propuesta.

—¿Está en condiciones de hacer eso?

—Tiene tres millones de dólares escondidos en alguna parte. Ofreció revelar la ubicación.

—¿A cambio?

—Quiere ver a Pierce.

—Qué demonios, Figgins? Estoy segura que Britt no desea ninguna parte de ese acuerdo.

—Estará encerrado en una celda. Ella estará a salvo. Él quiere una breve charla con ella, eso es todo. Luego lo transportarán de regreso a Santa Fe.

—Ellos saben lo peligroso que es ¿no? ¿Cómo están manejando el transporte?

—Alguaciles federales. Agradecieron nuestra ayuda, pero ahora es su decisión. Desde Santa Fe a Taos y casi todo el camino a Eagle Nest, Ángel dejó una carnicería detrás de él. Me temo que si incluso ve mal a alguno de ellos recibirá una bala en la cabeza—dijo Figgins sin rodeos—Ellos enviarán un par de nuestros agentes de la oficina de Albuquerque para que se encarguen de los tres millones de dólares—dijo él—Hable con Pierce. Quieren hacerlo a primera hora de la mañana.

—Está bien, le diré. Pero si fuera yo, le diría que se fuera a la mierda.

Figgins se rió.

—Estoy seguro que lo harías. Pero tres millones son tres millones. Recuperarlos es una prioridad.

—Así que ella habla con él, se lo llevan a Santa Fe ¿entonces nuestro trabajo aquí está hecho? ¿Podremos irnos?

—Tu trabajo está hecho. Y estoy seguro que la agente López y Pierce están más que listas para regresar a Dallas.

—Suena como un plan—dijo Quinn—Entonces Rachel y yo regresaremos a Colorado ¿A menos que tengas algo más preparado?

Se sentó en el borde de la cama y dejó que Lola subiera a su regazo.

—No. Hicieron un gran trabajo en esto. Merecen un descanso. Las mantendré sin asignaciones por lo menos un par de semanas.

—Gracias, Figgins. No me importa decirlo, me estoy volviendo jodidamente demasiado vieja como para perseguir lunáticos a pie por las montañas.

—Bueno, si también quieres charlar con ese lunático mañana, tienes la libertad de hacerlo. Ángel debería saber quién le estaba siguiendo.

Quinn sonrió.

—Podría hacerlo.

Él colgó sin decir una palabra y ella deslizó su teléfono en el bolsillo. Lola estaba acurrucada en su regazo, ronroneando ruidosamente contra su pierna.

Quinn tomó unos segundos para frotar su barbilla y luego le empujó suavemente hacia abajo.

No sabía qué sentiría Brittany ante la propuesta, pero Quinn estaba dispuesta a acabar de una vez. Tan pronto como Ángel estuviera de camino a Santa Fe, planeaba salir a la carretera de regreso a Colorado.

Salió a la sala de estar y les encontró charlando sobre Patrick Doe. Arqueó una ceja y Rachel sonrió.

—Les contaba cómo atrapamos a Patrick—explicó Rachel.

—Me gustó especialmente la parte en la que saltaste de un acantilado y casi aterrizaste en un cactus—dijo Santana riendo.

—Muy gracioso—dijo Quinn—Me rompí el maldito tobillo.

Volvió a sentarse en su sillón reclinable y tomó un trago de su cerveza ahora caliente.

—Tengo algunas noticias—dijo Quinn—Encontraron a Ángel.

Brittany se inclinó hacia delante.

—¿Lo atraparon?

—Sí. En un puesto de control cerca de Angel Fire. Van a llevarlo de regreso a Santa Fe por la mañana. Pero antes de dar la ubicación del dinero, él quiere... verte—le dijo a Brittany.

—¿Verme?

—Figgins dijo que Ángel propuso eso a cambio del dinero, quiere una charla contigo.

—De ninguna manera—dijo Santana—Ella ha sufrido bastante, Quinn. No hay razón para que ella…

—Hay una razón de tres millones de dólares—dijo Quinn sin rodeos.

—¿Qué... qué es lo que quiere?—preguntó Brittany.

Quinn se encogió de hombros.

—No lo sé. Lo están reteniendo en Taos. Estará en una celda. No es como que hablarás con él en una sala de interrogatorios ni nada de eso.

—No me gusta—dijo Santana.

Brittany le miró y asintió con la cabeza.

—Sé que no te gusta…—se volvió hacia Quinn—… Pero lo haré.

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Capitulo 22

Brittany miró por el largo pasillo, tratando de dar sentido a sus sentimientos. Ángel había golpeado violentamente a Kitty, hasta el punto de dejarla inconsciente.

Había matado a esa familia inocente.

Había matado a tantos ese día.

Y le había secuestrado a punta de pistola.

Había atado sus manos con una cuerda y había amenazado con matarla.

Había estado asustada, sí.

Pero desde el principio, desde el momento que ella había mirado sus ojos, había visto algo... algo en lo que no podía poner su dedo.

Pensaba que, tal vez, inconscientemente, había sabido desde el principio que no le mataría.

—¿Señora?

Brittany se volteó hacia el guardia que estaba de pie a su lado. Ella le ofreció una sonrisa rápida.

—Estoy bien.

—La acompañaré ahí.

—No hay necesidad—dijo ella—Puedo encargarme.

—Sin ánimo de ofender señora, pero él es un hijo de puta—dijo él.

Brittany enderezó sus hombros.

—Y yo no quiero ofenderle, pero hago esto para vivir.

Él levantó las cejas.

—Departamento de Policía de Dallas—dijo ella.

—¿Es policía?

—Sí.

Él miró más allá de ella, hacia la fila de celdas vacías.

—Aun así debo ir con usted. Ellos…

—Puede esperar aquí si quiere—dijo ella alejándose de él—Él quiere verme a mí, no a usted.

Dejó al guardia de pie donde había estado mientras se dirigía hasta la última celda.

Decir que había estado sorprendida de que Ángel hubiera sido capturado tan rápidamente era un eufemismo. Había llegado tan lejos para escapar, para permanecer oculto.

Ellos habían caminado durante días a través de las montañas para evitar la carretera.

¿Por qué se había dejado atrapar?

Quinn también cuestionó eso.

Santana y Rachel no conocían a Ángel.

No que Brittany pudiese decir que lo conocía tan bien, no como Quinn. Pero por lo que sabía, era más listo que conducir hasta un puesto de control.

—¿Britt? ¿Eres tú?

Ella sonrió cuando escuchó su voz.

—Sí.

Ella se acercó, deteniéndose en su celda. Estaba oscuro y estaba sentado en las sombras.

Cuando él se levantó, escuchó el crujido de las cadenas. Vestía un mono naranja y sus piernas estaban encadenadas… grilletes.

Él se acercó a la luz y ella se quedó sin aliento. Su labio estaba partido, uno de sus ojos estaba descolorido y muy hinchado.

—Sí, se divirtieron un poco conmigo—dijo él.

—Lo siento—susurró ella.

Él se encogió de hombros y se dio cuenta que también tenía las manos esposadas.

—Al menos no me dispararon.

Ella miró sus ojos a través de los barrotes.

—¿Por qué te dejaste atrapar Ángel?

—¿Por qué? No era como que fue intencional.

—¿No fue así?

Él le miró fijamente durante un largo momento, entonces su ojo bueno se arrugó en una sonrisa.

—¿Así que saliste bien de ahí? ¿Sin pumas?

Ella también sonrió.

—Sin pumas. En realidad, sólo estaban a dos horas detrás de nosotros.

—¿Oh sí? ¿Tu Santana?

Brittany asintió.

—Supongo que tu fe en ella ha dado sus frutos—él miró más allá de ella—¿Voy a conocerla?

Brittany negó con la cabeza.

—No creo que sea una buena idea. Ella quiere dispararte.

Ángel se echó a reír y luego hizo una mueca y se llevó la mano a su labio roto.

—Maldita sea…—murmuró él—Quiere dispararme ¿huh? Tendrá que ponerse en fila.

—Me imagino—ella dio un paso más cerca a las barras—¿Esto... de qué se trata? ¿Y si no hubiera logrado salir bien?—preguntó ella.

Él se encogió de hombros.

—Supongo que las hubiera llevado a donde te dejé—él miró hacia otro lado—Tenía que asegurarme que estabas bien, Britt.

—¿Así que estás intercambiando una visita conmigo por tres millones de dólares?

—Sí ¿Qué? ¿No crees que vales tanto?

—Cuando no había helicópteros buscándonos, no pensabas que lo valía—le recordó ella.

—Bueno, sé que querían el dinero. Y yo quería... asegurarme que estabas de regreso a la civilización—dijo él—Parecía un intercambio justo.

—Gracias por estar preocupado por mí—dijo ella en voz baja.

Miró hacia abajo y luego nuevamente hacia él.

—Se me está haciendo difícil todo esto, Ángel—admitió ella.

—¿Qué quieres decir?

—Quiero decir, sé quién eres, lo que hiciste. Sin embargo, se me hace difícil separar todo eso del hombre que llegué a conocer.

—Britt, sigo siendo el hombre que te secuestró. Sostuve una maldita arma en tu cabeza—dijo él con la voz quebrada—Y lamento, lamento tanto eso.

—¿Por qué, Ángel? ¿Por qué lo lamentas? ¿No es eso quién eres?

Sus miradas se encontraron por un largo momento.

Él asintió con la cabeza.

—Sí. Sí, eso es lo que soy, Britt. No lo olvides. Pero tú... tu fuiste... tu fuiste diferente.

—¿Diferente?

—Te importaba.

Ella asintió con la cabeza.

—Tal vez eso es lo que me tiene tan alterada—dijo ella.

—¿Porque soy un asesino?

—Sí. Y ahora, no hay absolutamente nada que pueda hacer por ti.

—Lo creas o no, he estado en peores situaciones que esta—dijo él levantando sus manos esposadas.

Brittany se volteó cuando escuchó la puerta de la celda que se abría a lo lejos del pasillo.

—Parece que... mi tiempo se ha acabado—dijo ella en voz baja.

Escuchó pasos que se acercaban.

—Sí, supongo—él levantó sus manos, envolviendo sus dedos alrededor de las barras—Cuídate, Britt.

Ella extendió la mano y tocó una de sus manos suavemente, su mirada se cruzó con la suya.

—Lo haré—tomó una respiración profunda.

No tenía palabras de consuelo para él.

Él pasaría el resto de su vida en prisión.

—Adiós, Ángel.

Se dio la vuelta y se sorprendió al descubrir que Quinn le esperaba. Ella le miró inquisitivamente.

—Quería hablar un momento con él—explicó Quinn.

Brittany asintió con la cabeza y luego pasó a su lado, dándose la vuelta una vez más, viendo que las manos de Ángel se mantenían asidas a las barras.




*****************************************************************************************************



Quinn se detuvo delante de Ángel, viendo la sorpresa y el reconocimiento en su rostro magullado.

—Maldición. Quinn Fabray. Vaya, ese es un nombre del pasado—él la miró—¿Qué demonios estás haciendo aquí?

Ella inclinó un poco su cabeza.

—FBI—dijo ella fácilmente.

Él se echó a reír.

—¿FBI? Figúrate—él miró sus ojos—Déjame adivinar ¿Eras tú quien me estaba rastreando?

Ella asintió con la cabeza.

—Hiciste un buen trabajo. La lluvia de anoche me retrasó un poco.

—Estoy seguro que lo hizo—él apartó la mirada y luego nuevamente la miró—Así que Britt... ¿Le conoces?

—No. Acabo de conocerla.

—¿Conociste a su pareja? ¿Santana?

—Sí. Ella estaba en la misión conmigo.

—¿Cómo es ella?

Quinn frunció el ceño, sorprendida por su pregunta.

No había visto a Ángel en muchos años, pero le recordaba frío, impersonal. Sin embargo, su pregunta parecía genuina.

—Arrogante—dijo ella—Un poco mandona. Cree que se lo sabe todo.

Él sonrió.

—Demonios, suena como si estuvieras describiéndote a tí misma, Fabray.

Quinn sonrió y negó con la cabeza lentamente.

—Ángel ¿qué demonios te ha pasado? Una vez fuiste un buen soldado ¿Por qué todo esto?

—¿Por qué no? El ejército me enseñó a matar. Era bueno en eso—hizo una pausa—Así como tú.

—Simplemente hacía mi trabajo, nada más—dijo ella.

—¿Sí? Bueno, cuando salí, no había ningún trabajo cómodo en el FBI esperándome—dijo él—Pero otros gobiernos estaban dispuestos a pagar por mis talentos. Gobiernos y líderes de la oposición, ambos.

—Usar tus talentos en una zona de guerra es una cosa. Venir aquí, matar a gente inocente es otra muy distinta. Matar a esa familia...

—Sí, bueno, eso fue desafortunado.

Ella metió las manos en sus bolsillos.

—¿Eso es todo? ¿Desafortunado?—ella negó con la cabeza—Ángel, eres malditamente afortunado de que Nuevo México derogara la pena de muerte.

—¿Lo soy?

Ella reconoció la indiferencia en su voz y sabía que no tenía remordimiento alguno.

Se volteó para irse, pero se detuvo.

—¿Por qué un rehén, Ángel? En realidad no parece tu estilo.

Él se encogió de hombros.

—Parecía una buena idea en ese momento. Estaba trabajando en el plan C, ya que el A y el B se jodieron—dijo él.

—Y después de todo esto, te vuelves descuidado ¿y conduces a un puesto de control?

Él se alejó de las barras, hacia las sombras.

—Sí, bueno, había sido una semana muy larga.

No había trabajado con Ángel en varios años, pero el hombre que había estado en su equipo siempre había sido meticuloso, nunca descuidado.

Estuvo a punto de hacerle más preguntas, pero el fuerte sonido metálico de las puertas de las celdas en el pasillo le detuvo. Escuchó varios pasos que se acercaban y dio un paso atrás.

Dudaba que tuviera algo más que decir.

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Capitulo 23

El viaje de regreso a la zona de acampada se hizo en relativo silencio.

Rachel le miró por el rabillo del ojo, viendo a Santana y a Brittany tomadas de la mano en el asiento trasero.

Miró a Quinn, que parecía sumida en sus pensamientos.

Quinn había dicho poco desde que habían salido.

Brittany había dicho incluso menos.

Ella se dio la vuelta en su asiento, encontrándose con la mirada de Santana.

Era como un cuestionamiento propio.

—Así que ¿simplemente no vamos a hablar de ello?—preguntó Santana finalmente, mirando primero a Quinn y luego a Brittany.

—¿Qué hay que hablar?—preguntó Quinn.

—Oh, qué tal el hecho de que hemos estado persiguiendo a ese bastardo a través del maldito bosque por días…—dijo Santana—… Y ninguna de ustedes está diciendo algo al respecto.

—Te lo dije, él quería saber si había salido bien de todo—dijo Brittany.

—¿Eso es todo?

—Sí San, eso es todo.

Rachel miró a Quinn.

—¿Y tú?

—¿Yo? Le dije que se estaba volviendo descuidado con la vejez—dijo Quinn.

Quinn miró por el espejo retrovisor.

—¿Dijo algo sobre el puesto de control?

Brittany negó con la cabeza.

—Le pregunté por qué lo pillaron—dijo Brittany—Dijo que no fue intencional, pero creo que lo fue.

Quinn asintió.

—Yo también.

—¿Qué quieres decir?—preguntó Santana.

—El Ángel que conozco podría detectar un punto de control a una milla de distancia. Demonios, teníamos que evitar puestos de control todo el maldito tiempo—dijo Quinn—Nada de esto se siente bien.

—Tal vez estaba cansado de huir—sugirió Rachel—Tal vez sabía que no había manera de escapar.

—¿Así que se entrega?—Quinn negó con la cabeza—Simplemente cometió un sinfín de asesinatos para no ser atrapado. Estamos entrenados para no ser atrapados—dijo ella.

—Entonces ¿qué estás pensando?—preguntó Santana.

—No lo sé. No tiene un maldito sentido. Así que lo llevan de regreso a Santa Fe y él les dice dónde está el dinero. No hay ninguna diferencia. Aun así se va a podrir en la cárcel. No hay nada para él—dijo Quinn—Y ese es el problema. Es demasiado fácil. Tiene que haber algo más que eso.

—Tal vez genuinamente está arrepentido de lo que hizo—dijo Brittany.

—No—dijo Quinn—No es su estilo.

—La gente cambia.

—No Ángel.

Brittany no dijo nada más y tampoco lo hizo Quinn.

Rachel miró nuevamente a Santana, que sólo dejó escapar un profundo suspiro.

El silencio se volvió más fuerte en la camioneta y Rachel buscó un tema para romperlo.

—¿Ustedes regresaran a Texas en la mañana?

Brittany no contestó la pregunta, pero Santana asintió.

—Sí. Alquilaremos un coche ¿Y ustedes?

—Supongo que regresaremos a Colorado hasta nuestra próxima misión—dijo Rachel.

Quinn simplemente asintió con la cabeza, pero no dijo nada.

Rachel suspiró, renunciando al hacho de mantener una conversación. Volvió su atención a la carretera mientras Quinn dirigía la camioneta desde Taos de regreso a su campamento.




*******************************************************************************************************



Santana rebuscó en el bolso que Marley les había dejado buscando unos vaqueros limpios.

El sol brillaba con fuerza, pero era una tarde fría. Y por el resto del día, iban a fingir que aún estaban de vacaciones.

Rachel se había ofrecido a cocinar una cena temprana para las cuatro y Quinn les permitió usar su camioneta.

Miró hacia donde Brittany estaba de pie, de espaldas a ella. Brittany había hablado con Kitty anteriormente. Y había estado muy silenciosa desde entonces.

—¿Estás bien?—preguntó Santana por cuarta vez.

Brittany ya se había cambiado y estaba de pie junto a la ventana mirando hacia afuera.

Brittany se volteó hacia Santana, ofreciéndole una rápida sonrisa.

—Sí, Santana. Estoy bien.

Era la misma respuesta que había dado las otras tres veces.

Arrojó los pantalones hacia el suelo y se acercó a ella.

—¿Por qué no hablas conmigo?

Brittany se inclinó más cerca, dejando que sus hombros se tocaran.

—Simplemente estoy tratando de darle sentido a esto, San—entonces se volteó mirándola a los ojos—Soy policía. Él es un asesino. Sin embargo, tenemos esta conexión entre nosotros. No puedo explicarlo.

—¿Cómo... como una atracción?—preguntó Santana vacilante.

Brittany ofreció una risa rápida.

—Dios, no ¿Es eso lo que piensas?

—No sé qué pensar—admitió Santana—No he conocido al hombre—pasó una mano por su cabello oscuro en señal de frustración—Yo sólo…

—Lo sé. Estás preocupada por mí.

Santana se encontró con su mirada.

—Sí. Siento como si él estuviera metido en tu cabeza.

Brittany asintió.

—Sí. Sí, lo está.

—Britt... Él es un asesino. Él…

—Lo sé, San ¿No crees que sé todo eso?

Santana dejó escapar un suspiro.

—Lo siento. Estoy tratando de…

—Puedo lidiar con esto—Brittany se acercó y la besó—Te amo, Santana. Más que nada en este mundo. No vuelvas a dudar de eso.

Santana cerró sus ojos por un momento, disfrutando de la cercanía mientras Brittany la besaba nuevamente.

—Lo sé. También te amo.

—Ahora, apuesto a que hay una cerveza llamándote por tu nombre—dijo Brittany—Creo que sentarnos afuera en el sol será la solución—se alejó de Santana—Además, estoy deseando llegar a conocerlas mejor. Rachel parece muy agradable. Quinn es algo borde.

—Sí, te lo dije, arrogante y mandona.

Brittany sonrió.

—Tal vez por eso me gusta. Me recuerda a ti.

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