FANFIC KLAINE. "El chico que se escabulle en la ventana de mi habitación" Epílogo - Parte II

Sólo rezaba por que estuviera listo pronto, antes de que se aburriera o desesperara y se fuera corriendo tras Hunter o Jessica por sexo fácil. Una hora más tarde, después de una intensa sesión de besos, caricias y frases ridículamente cursis escuchamos un auto en la calle.

―Maldita sea, debe ser el auto de Finn ―susurré, tratando de alejarme de Blaine.

Me senté, bajando mi camiseta, con la esperanza de que no se viera como si hubiéramos estado ligando durante la última hora. Blaine se rió y tiró de mí hacia abajo en el sofá otra vez.

―Finn puede manejar esto. Vamos, tiene que acostumbrarse con el tiempo. Él va a vernos besándonos de vez en cuando ―dijo, riendo entre dientes en mi cuello. Sonreí mientras entretejía mis dedos en su cabello, oí la puerta abrirse y Blaine levantó la cabeza para mirar, con una pequeña sonrisa en el borde de sus labios. De hecho, creo que él estaba disfrutando molestar a Finn.

―¡Oh, vamos, chicos! ¿En serio? ¿Qué dije esta mañana sobre las muestras de afecto públicas? ―se quejó Finn, arrojando las llaves sobre la mesa.

Blaine gimió y puso los ojos en blanco mientras se incorporaba, empujándome para que me sentara junto a él.

―¿Mejor? ―preguntó, sonriendo con malicia.

Finn suspiró y puso los ojos en blanco también.

―Voy a acostumbrarse a esto, supongo ―se quejó. Blaine me sonrió y no pude evitar sonreírle de vuelta. Eché mi brazo sobre su hombro y lo tome de la mano con mi otro brazo, distrayéndome con sus pequeños dedos.

Finn entró y se dejó caer en el sofá de enfrente, mirándonos con mal humor. Me reí de su expresión de disgusto y me levanté.

―Voy a ir a hacer mi tarea. Ustedes, chicos, pueden entretenerse por sí mismos por un tiempo, ¿verdad? ―sonreí de lado y asentí alentadoramente. Tenía la sensación de que necesitaban un poco de tiempo de calidad entre “cuñado y cuñado” después de las confesiones de la noche anterior. Finn y Blaine eran los mejores amigos después de todo.

―Sí. ¿Quieres jugar al PES, Finn? ―preguntó Blaine con entusiasmo. Finn se levantó para prepararlo y sonreí para mis adentros. Sí, todo volvió a la normalidad.

Agarré la bolsa de papel marrón y me dirigí a mi habitación. Ya había hecho mis deberes, así que decidí que un largo y agradable baño de espuma sería bueno. Preparé el baño y añadí una gran cantidad de burbujas, antes de agarrar un libro y meterme en la bañera. Me perdí en la historia. Estaba tan sumido en la historia que no oí la puerta abrirse.

―Eso sí que es sexy ―ronroneó Blaine desde mi derecha.

Gemí y casi dejo caer el libro en el agua.

―¡Mierda! ¡Casi me das un infarto, Blaine! ―bramé, tratando de calmar mi corazón que estaba tratando de romper mis costillas. Llevé mis rodillas hasta mi pecho y traté de que viera lo menos posible de mi anatomía. Para mí suerte, las  burbujas ayudaron bastante.

Se echó a reír.

―Lo siento, ¿puedo entrar? ―bromeó mientras se arrodillaba junto a mí y ponía sus dedos en la bañera. Los sacó de forma rápida y meneó la cabeza―. ¡Eso está helado! ―frunció el ceño y se secó la mano en una toalla exageradamente.

―Blaine, ¿podrías salir de aquí? ¡Esto no es divertido! ―protesté, sonrojándome levemente.

Puso su sonrisa engreída y se inclinó para besarme sólo por una fracción de segundo antes de que se volviera y regresara a la puerta.

―Estaba bromeando. En realidad no me di cuenta de que estabas aquí. Aunque, deberías salir, el agua está muy fría. ¿Has estado ahí todo este tiempo? ―preguntó, sacudiendo la cabeza.

―Está un poco fría ―admití. Ahora que estaba de vuelta en el mundo real era consciente de ello. Ni siquiera me di cuenta de que la bañera estaba más congelada que un iceberg y que tenía piel de gallina por todas partes. Blaine sonrió y volvió de nuevo a mi habitación, cerrando la puerta para darme privacidad. Saqué el tapón y lancé mi libro a un lado mientras me ponía de pie. Agarré la toalla del estante y la envolví alrededor de mi cintura con fuerza. Me di cuenta al salir de la bañera que no había traído nada de ropa aquí para cambiarme. En realidad hacía mucho frío, y mis dientes castañeteaban. No podía quedarme aquí toda la noche, simplemente tendría que ir a buscar ropa. No era gran cosa; Blaine me había visto en toalla antes. Cuando entré a mi habitación él estaba recostado en mi cama.

―Hola ―dije, sintiéndome un poco incómodo a medida que me ponía un par de pantalones por debajo de la toalla.

―Por Dios, Ángel, podría haberte dado hipotermia o algo así ―me regañó, mirándome con preocupación. Me agarró de la mano y me llevó a la cama, sentándome en el borde de ella. Regreso al baño, volviendo a mi lado con otra toalla. Frotó mis brazos, hombros y pecho, secándome rápidamente.

Estaba feliz de haber decidido no lavarme el cabello, de lo contrario eso si me hubiera provocado un caso serio de hipotermia. Envolvió uno de sus brazos alrededor de mí y luego puso cada uno de mis dedos arrugados como pasas en su boca, calentándolos de uno en uno a la vez. ¡Oh, Dios mío, eso es sexy! Algo vibró en las partes bajas de mi cuerpo… algo que deseaba estar en el lugar de esos dedos… ¡Espera! No, no, no. No pienses en eso, Kurt. Incliné mi cabeza y lo besé, al parecer atrapándolo por sorpresa. Después de uno o dos segundos, respondió, besándome de vuelta. Mordí su labio bruscamente y él abrió la boca, permitiéndome deslizar mi lengua en ella. Gimió desde la parte posterior de su garganta y envolví mis brazos alrededor de su cuello, sujetando su cabello rudamente, tirando ligeramente de él. Me llevó más cerca, profundizando el beso. Después de lo que pareció una eternidad, pero aun así no fue el tiempo suficiente, se alejó respirando pesadamente. Sus labios no dejaron mi piel,  en cambio, besaron mi cuello, succionando la piel cerca de mi clavícula, haciéndome jadear y retorcerme. Todavía estaba helándome y mis dientes empezaron a castañetear de nuevo, arruinando el momento. Maldita sea. Se retiró entre risas.

―Vamos a acostarnos debajo de las frazadas, así puedes calentarte. ―se quitó el suéter y la camiseta en un solo movimiento, no pude evitar clavar mi vista en su esculpido cuerpo.

Sentí un movimiento y mi visión se volvió negra por unos segundos, interrumpiendo mí intento de comérmelo con los ojos. Sonreí cuando me di cuenta de que había lanzado su ropa por encima de mi cabeza.

―Blaine, si quieres que me caliente, solo tienes que quitarte la ropa ―afirmé seductoramente, mordiéndome los labios y mirando su pecho, con ganas de morderlo también.

Se rió y rodeó sus brazos a mí alrededor.

―Ángel, no podrías estar más caliente, eso sería ilegal ―respondió, besándome otra vez. Envolví mis brazos alrededor de su cintura y nos arrastre hasta el final de las almohadas. Nuestras frentes se mantenían unidas mientras cubríamos completamente nuestros cuerpos con el edredón. Empujó la colcha por sobre nuestras cabezas y se apartó de nuevo para hablar conmigo en la penumbra―. Te he echado de menos. ¿Por qué no te quedaste a jugar con nosotros? ―preguntó de mala gana.

―Pensé que tú y Finn necesitaban un poco de tiempo juntos. Realmente no has hablado con él por tu cuenta desde que se enteró de nosotros. Él sigue siendo tu mejor amigo, así que sólo vamos a tener que encontrar un equilibrio. No puedes pasar todo tu tiempo tratando de meterte en mis pantalones, sabes ―bromeé.

―Pero me encanta intentar meterme en tus pantalones ―se quejó en broma, mostrando su cara de cachorrito, haciéndome reír. Su calor corporal palpitante y nuestro aliento caliente entremezclándose bajo el edredón estaban calentándome ahora. Por otra parte, podría haber sido sólo el deseo que sentía ardiendo dentro de mí―. Supongo que tienes razón. Finn estuvo bien esta noche, en realidad dijo que era agradable verte feliz. Por lo cual me llevó todo el crédito, por supuesto ―dijo engreídamente.

―¿Todo el crédito?... ¡Vaya, que gran ego tienes allí! ―bromeé ante el doble sentido de la frase, refiriéndome a la elevación en sus pantalones que presionaba contra el bulto en los míos. Se rió y acarició el costado de mi rostro con el dorso de sus dedos.

―¡Sera mejor que no estés desnudo con mi hermano pequeño, Anderson! ―gruñó Finn en advertencia desde la puerta de mi habitación. Blaine empujó la colcha fuera de nuestras cabezas, sonriendo con aire de culpabilidad.

―Finn, amigo, un poco más literal estaría bien.

―Oh, Finn, ¡contrólate! ¿Qué quieres? ¿Y alguna vez has oído hablar de tocar? ―pregunté, empujando la colcha más atrás para que pudiera ver que teníamos los pantalones puestos.

―Toqué. Simplemente no escucharon por todas esas cursilerías empalagosas que se dicen ―respondió, sonriendo y negando con la cabeza―. De todos modos, sólo quería decirte, Kurt, que mamá regresa a casa el domingo.

Sonreí; no había visto a mi madre en tres semanas.

―¿En serio? ¡Eso es genial! ―exclamé con satisfacción.

Finn asintió con la cabeza, su gran sonrisa a juego con la mía.

―Sí. Bueno, está bien, voy a la cama. Mantengan el ruido bajo por aquí; no quiero saber nada.

Los impulsos por molestar a mi hermano fueron más fuertes que yo.

―Finn, tal vez quieras tomar prestado mi iPod, estamos calentando para la apuesta.

Blaine se echó a reír y Finn simplemente me miró fijamente, sacudiendo la cabeza con desaprobación, cerrando la puerta detrás de él.

―Ángel, eres demasiado divertido ―dijo Blaine, besando mi cuello.

―Cierra la boca, Anderson ―contesté, imitando la voz enfadada de Finn.

Desperté en la mañana con una enorme sonrisa en mi cara. El sol brillaba, las aves cantaban, y había despertado junto al chico más sexy del mundo, que por casualidad estaba enamorado de mí. Sonreí contra el brazo en el que estaba acostado y presioné mi espalda contra él.

—¿Blaine? —susurré roncamente, girando mi cabeza en su dirección.

Sus brazos se tensionaron alrededor de mí mientras lentamente abría sus ojos.

—Hola —murmuró, levantando su cabeza para besarme—. Wow, amo despertar sabiendo que finalmente eres mío. —puso la cabeza hacia atrás y suspiró con satisfacción—. Entonces, ¿podemos decirle a la gente hoy que estamos saliendo? —preguntó sonando absurdamente feliz, sonriendo de oreja a oreja.

—Umh… no. No hoy. Aún necesito hacer un poco más de trabajo de preparación en eso —respondí, entrelazando nuestras manos. Gruñó.

—Por “trabajo de preparación”, no querrás decir que vas a coquetear conmigo y vas a provocarme cosas de nuevo como ayer, ¿cierto? —preguntó, luciendo suplicante.

—Tendrás que esperar y ver, ¿no crees? Oh, y te doy permiso para tocarme un poco hoy si quieres —ofrecí casualmente. Me giré para enfrentarlo, sosteniendo mi cabeza en mi codo para poder verlo mejor.

—Hm… tocarte, ¿así? —ronroneó. Arrastrando sus dedos a través de mi cuerpo lentamente, desde mi cara, abajo por mi cuello, a través de mi pecho y estómago, estableciendo su mano firmemente en mi muslo. Su mano estaba tan cerca de “ahí” que no pude evitar el pequeño gemido que escapó de mis labios.

Trazó sus dedos a través de mi pierna, haciéndome estremecer. Maldita sea, lo quería tanto pero simplemente no podía, no aún.

—No, Blaine —supliqué. Dije las palabras, pero moví mi cuerpo inconscientemente, tratando de acercarme más a su mano.

Se rió, acercando sus labios de forma que estaban casi tocando los míos.

—Prométeme que no me provocarás mucho hoy en la escuela —murmuró contra mis labios.

—No puedo prometer nada —susurré.

Estrelló sus labios contra los míos y pude sentir que estaba sonriendo.

—¡Eres un maldito provocador! —gruñó, besando mi cuello suavemente. Levanté su barbilla y lo besé con pasión, disfrutando de la sensación embriagadora que solo él me provocaba. Se alejó después de un par de minutos—. Mejor me voy. —me besó rápidamente, una y otra vez mientras salía de la cama.

—Está bien. Te veo en un rato —contesté, viendo cómo se ponía la ropa. Me guiñó un ojo mientras subía por la ventana, de regreso a su casa. A pesar de que Finn sabía, Blaine necesitaba seguir aparentando por sus padres. Él no podía ser visto salir por la puerta principal, cuando se suponía que debía estar en su cama.

Me levanté de la cama y salté al baño para una ducha fugaz. Cuando estaba seco, me quedé mirando a través de mi armario por mucho tiempo. Necesitaba algo diferente para usar hoy. Quería que Blaine me viera con la mirada de “enamorado sin remedio” que usaba cuando estábamos a solas, porque en realidad, no quería seguir mintiendo acerca de nuestra relación. Saqué una camiseta sin mangas negra y un pantalón vaquero estilo militar. Me vestí y me examiné en el espejo. Esto sin duda iba a funcionar.

Salté a la cocina. Blaine estaba hablando con Finn, de espaldas, y ya había un plato de cereal en el mostrador esperando por mí. Sentí a mi corazón derretirse de a poco.

—Buenos días —dije alegremente. Blaine estaba bebiendo un vaso de agua y cuando se dio la vuelta, casi se ahogó. Finn le dio una palmada en la espalda bruscamente y se echó a reír. ¡Si, ese era el efecto que quería! Sus ojos estaban muy abiertos y con hambre al mirarme lentamente. Él todavía no había hablado—. Las fotos duran más, Blaine —bromeé, comiendo mi cereal.

Eso pareció sacarlo de la fantasía privada que estaba teniendo.

—¿No vas a usar eso hoy cierto? —preguntó, frunciendo el ceño ligeramente. Me miré a mí mismo preguntándome qué quería decir con eso. No me veía tan mal.

—Sí, ¿por qué? —pregunté, confundido. Pensé que le gustaría; ¡eso parecía!

Él se acercó y rodeó sus brazos alrededor de mí por la espalda.

—Ángel, ¿cómo diablos se supone que me voy a concentrar todo el día, sabiendo que mi hermoso novio se ve como un maldito Dios del sexo? ¿Estás torturándome a propósito? —se quejó, besando el lado de mi cuello.

Me reí y le dio un codazo en el estómago.

—Bueno, entonces sólo tendrás que ejercer algo de auto-control, ¿no crees? —me burlé, alejándome.

Él gimió y se movió detrás del mostrador, probablemente para que Finn no pudiera ver su “problema”.

—No estás jugando nada limpio —se quejó.

Me reí y agarré mi bolso.

—¿Listo para irnos, Finn? —pregunté sonriendo hacia mi hermano; quien parecía estar tratando de ignorarnos olímpicamente, sin éxito alguno.

—Sí. Creo que Blaine necesita otro minuto para calmarse, sin embargo —dijo él, riendo, haciendo rodar los ojos a Blaine. Me reí de su expresión de amenaza. Finn me agarró por los hombros y me empujó fuera de la casa. Todavía estaba riéndome de Blaine.

La mañana pasó volando y finalmente, la hora del almuerzo estaba aquí. Estaba tan emocionado y nervioso por ver a Blaine que no podía quedarme quieto en el mismo lugar por mucho tiempo.

—¿Qué demonios te pasa? —preguntó Jeff, mirándome como si planeara internarme en un hospital psiquiátrico o algo.

—Nada, sólo estoy teniendo un buen día. Además, tengo hambre y ahora vamos a comer —mentí sin problemas.

—¿Vas a hacer otro movimiento con Blaine? —preguntó Rachel, mirándome con su cara de “Yo sé toda la verdad, perras.”

Sonreí.

—Oh, diablos, sí. Sólo observa la cara de los siameses malignos. —sonreí feliz. Esto iba a ser grande y, Hunter y Jessica van a odiar cada segundo de ello.

—No hay duda al respecto —estuvo de acuerdo Rachel, riendo.

—¡Oh! ¡Así que es por eso tu ropa! —dijo Jeff. Una mirada de comprensión cruzó su rostro.

Asentí no muy convencido.

—¿Crees que va a funcionar? —pregunté, en realidad quería su opinión.

—Oh, sí que va a funcionar. Todos en la escuela han estado hablando de ti hoy. Debo decir que hasta yo, que estoy totalmente enamorado de Nick, lo he comprobado —admitió, encogiéndose de hombros. Golpeé su brazo.

—¡Ew! Eso es asqueroso, Jeff ¡Tú eres uno de mis mejores amigos! ¡Los mejores amigos no se pervierten el uno al otro! —declaré, fingiendo un estremecimiento.

—En realidad, he estado mirándote también —bromeó Rachel.

—Yo también y déjame decirte, Lady Hummel, que esos brazos son lo único heterosexual en ti  —agregó Santana, haciéndonos reír a todos más fuerte.

Al entrar en el comedor, riendo, pude sentir algunas miradas sobre mí. Ahora que Jeff había dicho algo acerca de eso, me di cuenta de que tenía mucha más atención de lo normal. Compramos nuestra comida.

—Ya vuelvo, muchachos —dije, sonriendo, mientras me dirigía a la mesa donde los atletas se sentaban. Todos mis amigos se fueron a sentar en la mesa de costumbre, me miraban con ojos expectantes. Vi a Blaine mientras me acercaba. Como de costumbre, había una decena de chicos colgando a su alrededor, coqueteando descaradamente. Parecía que estaba realmente enojado.

—En serio, Tina, si me tocas una vez más voy a ir a hablar con alguien acerca de ello. Esto está al borde de acoso sexual —gruñó Blaine, mirándola y quitando su mano fuera de su muslo. Se veía muy ofendida cuando se puso de pie y salió de la cafetería.

El resto de los chicos estaban sonriendo a sus espaldas. Prácticamente se podía leer sus pensamientos grabados en sus caras: Una chica menos para la competencia. Reprimí una risa y me senté en la mesa. Finn no estaba allí, así que decidí sacar ventaja de eso.

—Hola, Blaine —me acerqué, sonriéndole seductoramente.

Su rostro se iluminó cuando me vio.

—Hola. ¿Tuviste una buena mañana? —preguntó alegremente. Puse mala cara y negué con la cabeza. Su rostro cayó y puso una mano sobre mi hombro, mirándome preocupado—. ¿Qué está mal, Ángel?

Cruce una pierna por encima del banco quedando de esa manera frente a él, lo tome por la nuca y lo jale repentinamente hacia mí. Él no pareció precipitarse, sin embargo; seguía mirando mi cara, preocupado.

—Me lastimé un hombro en clase de gimnasia y me duele. ¿Tengo un moretón? —pregunté, ladeando mi cabeza para darle una visión más clara de mi hombro descubierto. Sus ojos de inmediato cayeron a mi cuello.

Una expresión de dolor y hambre cruzó su rostro. Deslizo suavemente su pulgar, gimiendo en voz baja al hacerlo.

—No, no hay moretones —dijo con su voz sensual, haciéndome arder en necesidad de tocarlo.

—Hm, ¿de verdad? Duele tanto —mentí, sonriéndole. Él estaba sonriendo hacia mí; su expresión decía que sabía que me había vuelto loco—. ¿Qué tal si lo besas por mí? —sugerí, alzando las cejas, tratando de parecer sexy.

Escuché a algunos de los chicos gemir, ya que obviamente estaban viendo la conexión. La lujuria cruzó por la cara de Blaine mientras asentía eufóricamente con una sonrisa sexy e inclinaba la cabeza hacia mi hombro. Justo antes de que sus labios tocaran mi piel, me aleje—. En realidad, mejor no. Tienes novio —bromeé.

Se rió y negó con la cabeza hacia mí, entrecerrando los ojos, obviamente decepcionado de no haber llegado a besarme delante de toda la escuela.

—Tengo novio. Lo amo más que a cualquier otra cosa —dijo con su voz desbordando honestidad.

Reprimí una sonrisa mientras sentía que mi corazón quería salir corriendo.

—Bueno, no deberías estar haciendo estas cosas entonces, ¿eh? —me burlé, sonriéndole y parándome del asiento. Agarré mi bandeja del almuerzo—. Me parece que está bien ahora, de todos modos. Tal vez si comienza a doler de nuevo más tarde, te llamaré.

Él gimió cuando di la vuelta y me fui a la mesa con mis amigos. Podía oír a los chicos, todos haciendo comentarios acerca de cuan estregado y promiscuo era y bla bla bla. Me reí y me dejé caer en nuestra mesa. Rachel me sonrió con complicidad, y Jeff, Santana y hasta “Fabrevans” estaban mirándome con las bocas bien abiertas.

—¡Realmente creo que podrías ganar la apuesta! —dijo Jeff, mirándome con asombro.

No podía dejar de reírme de él; me miraba como si fuera una especie de héroe o algo así.

—Podrían servirme esos tres mil dólares —admití, riendo. Sólo esperaba que Jessica realmente pagara una vez que se diera cuenta de que yo fui su novio todo este tiempo.