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FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
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Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Hola!!
Nueva Lectora!!
Me encanta la forma que tenes de adaptar la Historia Marta lo haces exelente
Amo esta FIC .. Auque soy nueva me ley todas tus adaptaciones.. no te podia comentar xq no tenia donde .. Pero ya me tenes aca una fiel lectora ..
Nueva Lectora!!
Me encanta la forma que tenes de adaptar la Historia Marta lo haces exelente
Amo esta FIC .. Auque soy nueva me ley todas tus adaptaciones.. no te podia comentar xq no tenia donde .. Pero ya me tenes aca una fiel lectora ..
Kareemciitaah Ediith* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/06/2013
Edad : 25
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
saibelli escribió:Colocandome al corriente me emcantam esos momentos entre ellas *-* aaaaww las amo pero eso me tiene preocupada que pasara quien interrumpira su paz :( ... gracias de nuevo hermosa besos :*
Ya había demasiada paz entre ellas, ya mismo se responderá tu pregunta. Besos ;)
Flor_Snix2013 escribió:Holiss aqui yo pregunto Quien es Perro Rojo!!!! y se que tendre que esperar y seguir leyendo estos hermosos fics para saber
Hola y por aqui yo!! :P Perro rojo es...quien traera problemas
Anomi escribió:Hola, marta :B
jaja, :okay: estoy en un momento de efusividad, y... he decidido escribirte, imagínate que te sigó desde, un nuevo comienzo, apenas leí tú fic, quedé (cómo vulgarmente dicen) enganchada a tus adaptaciones y fanfics, no soy una persona de escribir comentarios, el por qué?¿, no te lo puedo decir puesto, que yo tampoco lo sé, aveces me saltó mis clases por leerte <> jajajaja, bueno solo un poquín xD
Definitivamente eres espetacular escribiendo, te gusta el drama, jajaja, y en esta adaptación, haz tenido dos errores con Cam y Brabil, si no estoy mal, así se llaman, pero son cosas mínimas. Había pensado escribirte más pero en estos momentos lo he olvidado D: jaja suele pasarme, disculpa por ello... Agradezco que actualices, de seguido, japp! éso me alegra los días cuándo no son tan buenos, y... también esperó, qué la saga no terminé nunca pero sé, qué como todo lo bueno tiene que terminar, pero si te soy sincera no me gustaría DDD: es muy muy triste que llegué a su fin, y... estoy de cumpleaños, okno .-. pero me gustaría para qué subieras muchos cap, pero sé que tienes una vida, y no puedes estar pegada todo el día a la pc me siento satisfecha con los que subas, sin exigencias, ahmm... y para terminar, te deseo muchísima suerte en tú vida, qué sea prospera.
Se qué, no te volveré a escribir en mucho tiempo, pero ten la plena seguridad de que te leeré todos los días, es como una dosis, sabes?... jajaja, así de adicta me tienes, ñaña! no puedo pasar un día sin leerte, no siento más, te agradezco -de nuevo- por escribir está maravillosa adaptación.
Besos y abrazos, desde colombia :3
Hola, muchas gracias por tu comentario y por leerme. No te saltes las clases!! No quiero ser la culpable de tu bajada de notas, se lee en el tiempo libre.
A mi el drama? Que va :P He tenido errores? Vaya lo siento, intento no cometerlos pero supongo que se me habra pasado alguno, el nombre original es Cam (Cameron) y Blair. Si te subo muchos seguidos se acaba antes, asi que debes elegir subir muchos o que dure más No, en serio, intento subir varios al dia, pero la vida fuera del foro y mi otro fic me dejan menos tiempo, por lo que tengo que distribuirme el tiempo, aunque no te puedes quejar dejo unos 3-4 capitulos al dia
Muchas gracias por leerlo y por este maravilloso comentario, espero leerte alguna que otra vez, pero si no es el caso me alegrara saber que estas leyendome.
Besos y que pases un buen dia ;)
A mi el drama? Que va :P He tenido errores? Vaya lo siento, intento no cometerlos pero supongo que se me habra pasado alguno, el nombre original es Cam (Cameron) y Blair. Si te subo muchos seguidos se acaba antes, asi que debes elegir subir muchos o que dure más No, en serio, intento subir varios al dia, pero la vida fuera del foro y mi otro fic me dejan menos tiempo, por lo que tengo que distribuirme el tiempo, aunque no te puedes quejar dejo unos 3-4 capitulos al dia
Muchas gracias por leerlo y por este maravilloso comentario, espero leerte alguna que otra vez, pero si no es el caso me alegrara saber que estas leyendome.
Besos y que pases un buen dia ;)
Keiri Lopierce escribió:Este capitulo en encanto pero ese Perro rojo desde el principio no me gusta que se traerá en manos en contra de la primera hija que pasara tengo muchas dudas Marta pero que la ire aclarando mientras continué la historia en verdad ando un poco mejor pues ando de reposo y me dan de todo para mejorarme jajajaja pero el punto es que todo este bien aunque veo que vendran cosas feas muy feas bueno espero tu proxima actualización saludos
Bueno el siguiente capitulo puede que te hagas una idea de lo que planea el Perro rojo, ya me diras si te gusta o no Me alegra que estes mejor ;) Besos!!
yezzy! escribió:No sabes cuanto me encanta esta historia!
También me encanta que actualizes a cada rato!
No siempre puedo comentarte por la mayoría del tiempo estoy desde el celular!
Pero recuerda que existe una fiel lectora a tu genial fic!
Saludooos!
Me alegra que te esté gustando la historia ;) No te preocupes por no poder comentar seguido, me alegra que por lo menos leas el fic. Nos vemos ;)
Kareemciitaah Ediith escribió:Hola!!
Nueva Lectora!!
Me encanta la forma que tenes de adaptar la Historia Marta lo haces exelente
Amo esta FIC .. Auque soy nueva me ley todas tus adaptaciones.. no te podia comentar xq no tenia donde .. Pero ya me tenes aca una fiel lectora ..
Hola!! Muchisimas gracias!! Bueno solo he hecho dos adaptaciones la de la saga "Honor" y la de "Primer impulso", las dos primeras eran originales y la que estoy escribiendo recientemente también. Bueno que me desvio del tema :P, me alegra que te este gustando y espero leerte seguido. Nos vemos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 6
Capitulo 6
A las 12.00, Bouchard salió del ascensor en el extremo este del piso quince y recorrió el pasillo a buen paso. Por las puertas entreabiertas se filtraban murmullos de voces y el zumbido insistente de los aparatos electrónicos. Prestó especial atención a los despachos del lado norte del edificio, los que daban al amplio bulevar y al complejo médico de enfrente. En la reunión informativa de la mañana le habían dado una lista de lugares de cada piso que podían presentar problemas de seguridad, pero tras una comprobación a fondo no encontró nada anormal. Cuando llegó al extremo oeste del vestíbulo, abrió la puerta de incendios y salió al descansillo de uno ochenta por uno ochenta. A su izquierda había una estrecha y empinada escalera ascendente y subió varios peldaños para ver bien la puerta del tejado. Sabía por los planos del edificio que el capitán había facilitado a su equipo que la puerta estaba conectada a una alarma. Si se trastocaba el circuito, se encendía un interruptor en el panel principal de la zona de recepción del vestíbulo. Su compañero estaba vigilando los monitores en ese momento. Satisfecho al no ver nada extraño, bajó por la escalera hasta el piso catorce. Comprobó su reloj al llegar al piso siguiente y asintió, contento tras comprobar que iba bien de tiempo.
-Salimos a las 15.30 -dijo Britt cuando Santana la acompañó a la puerta de su suite. Le suponía un sacrificio dejarla tan pronto, pero ambas tenían cosas que hacer-. Estaré en el centro de comunicaciones hasta entonces por si necesitas algo.
-Estupendo -repuso Santana en voz baja, reparando en los otros agentes que estaban cerca-. Quiero cambiarme y hacer varias llamadas. -Bajando aún más la voz y mirando a Britt a los ojos, susurró-: Gracias por la última noche y por estas horas.
Britt asintió. Rozó la mano de Santana y se dirigió a la habitación del otro lado del vestíbulo. Cuando llegó a la puerta, Santana había desaparecido. Britt se acercó a Sam, que estaba en su lugar habitual en el centro de la actividad electrónica. Cogió una silla y se sentó al lado del agente, sin prestar atención a los parpadeantes monitores con sus mareantes caleidoscopios de imágenes en movimiento. Sólo le interesaban los listados de ordenador que tenía Sam junto a su mano izquierda.
-¿Qué han dicho los medios?
-El artículo no figura en titulares -respondió Sam, reclinándose en su silla giratoria-, pero ha salido en primera página en las principales ciudades de Estados Unidos.
-Ya lo esperábamos -comentó Britt, muy seria-. ¿Sabes algo de la Casa Blanca?
-Llamó Lucinda Washburn y pidió que Egret la llame lo antes posible. -Sam miró de reojo-. No me pareció oportuno interrumpir su visita.
-Gracias. Creo que Egret necesitaba un descanso. -Britt le dedicó una sonrisa agradecida-. Yo transmitiré la petición de la jefa de gabinete.
Sam se limitó a gruñir. No tenía nada contra Lucinda Washburn, a quien todos consideraban la segunda persona más poderosa del país, pero su lealtad estaba con el equipo y con Santana López.
-Supongo que el secretario de prensa de la Casa Blanca hará alguna declaración en la sesión de la tarde.
-Cuando Aaron comunique oficialmente la explicación de Santana, las principales agencias de noticias la recogerán. -Britt suspiró-. No creo que veamos grandes reacciones de los medios hoy en el hospital, pero mañana tiene la reunión con el ministro de sanidad y con los representantes de la OMS. Y eso sí recibirá cobertura.
-Como usted sabe -comentó Sam-, el estatus de Egret en la administración es más de primera dama que de primera hija, puesto que representa gran parte de las obligaciones que habrían recaído sobre su madre.
-Sí. Y por eso es mucho más visible para el mundo-. “Y mucho más vulnerable”, pensaron ambos, pero no lo dijeron. La mirada de Britt se endureció-. En todo momento debemos considerarla en situación de máxima alerta.
-Entendido, comandante.
-¿Nuestros equipos avanzados están sobre el terreno?
-Sí, señora. Pronto recibiré los primeros informes.
-Bien. Mantenme informada. En cuando llegue el equipo principal, nos reuniremos.
-Sí, señora.
-Si hay algo que se salga de lo corriente, cualquier cosa, de cualquier fuente... quiero saberlo.
-Sí, comandante.
Paula Stark se despertó, sobresaltada, y parpadeó furiosamente. Su primer pensamiento fue “brillante. Muy brillante”. Cerró los ojos. A continuación, notó una extraña sensación bajo la mejilla. “Tierno. Cálido.” Suspiró. “¡Qué bien huele! ¿Canela?” Abrió un ojo un poquito. La imagen de una jirafa de largo cuello ocupó su campo visual. Cerró el ojo otra vez y se dio la vuelta, reparando en que yacía de espalda y que tenía la cabeza apoyada en algo flexible pero firme. Miró hacia arriba con cautela, centrándose en los ojos marrones que la contemplaban con gesto de tierna diversión a escasa distancia. Stark parpadeó.
-¿Renee?
-¿Esperabas a otra persona?
Stark parpadeó otra vez. Lo último que recordaba con claridad era a la comandante diciéndole que fuese a descansar hasta la reunión de la tarde. Luego había llamado a Renee, le había dicho que tenía unas horas libres y habían quedado en desayunar juntas.
-Ah, claro, ¿el desayuno?
Renee se apartó y dejó el periódico que estaba leyendo junto a sus pies, apoyados en la superficie de azulejos de la mesita del café.
-Te quedaste dormida en mitad de una tostada.
Stark se quejó. Se puso de lado y hundió la cara en la curva del abdomen de Renee para ocultar su profunda vergüenza. En ese momento se dio cuenta de que el material que rozaba su mejilla era blando, algodón peinado, y que una multitud de animalitos bailaban en los bordes de su ángulo de visión.
-Tienes una jungla en las bragas -farfulló, con la mente convertida en una mezcla de confuso bochorno y de acuciante excitación.
Renee soltó una risita, deslizó los dedos entre los negros cabellos de Stark y le dio un suave masaje en el cuello.
-Deberías ver lo que tengo dentro.
La presión arterial de Stark subió hasta las nubes, se le encogió el estómago y se le paró el corazón. Su aliento se convirtió en un gemido lleno de presentimientos.
-Sin embargo -continuó Renee, poniéndose nerviosa al sentir el temblor de Stark-, como es la una y te espera una reunión dentro de una hora, no creo que tengas ocasión de averiguarlo hoy.
“Me dormí encima de ella. Literalmente encima. ¡Jesús!” Stark, mortificada, dio la vuelta de nuevo y alzó los ojos implorantes.
-Lo siento mucho. Soy una verdadera calamidad.
-¿Una calamidad? -Las comisuras de la boca de Renee dibujaron una sonrisa tierna y seductora a la vez-. Veamos. Ayer trabajaste todo el día, estuviste levantada toda la noche, y luego te ordenaron que te tomases unas horas de descanso. Lo primero que hiciste entonces fue llamarme. -Se inclinó y besó a Stark en la frente y en la boca-. Créeme, cariño, no tienes por qué disculparte. Pero si no mueves el culo, llegarás tarde a una de las reuniones de Pierce. Y después ya no tendremos que preocuparnos por tu culo, porque te lo habrá arrancado a mordiscos.
“Cariño. Me ha llamado cariño.” Stark dobló un brazo, encontró la mano que le acariciaba el pelo, y entrelazó los dedos con los de Renee.
-Hace una semana, cuando estábamos en Nueva York, estuvimos a punto de arrancarnos la ropa. Te deseo lo mismo en este momento. -Tomó aliento y se armó de valor-: Más, mucho más.
Los ojos marrones de Renee se desorbitaron y sus labios llenos se abrieron en un gesto de sorpresa.
-Una de las cosas que am... encuentro más encantadoras de ti es tu absoluta falta de disimulo. Dices lo que piensas-. “Al menos eso espero, porque eso es lo que me empuja a enamorarme de ti.”
-¿Por qué paraste? Volvamos atrás -preguntó Stark en tono dulce y tierno.
Renee suspiró y miró al otro lado de la habitación, pero su mente repasó los últimos diez años de su vida. Con aire reflexivo, respondió:
-No he tenido muchas relaciones de importancia en mi vida, y ninguna mencionable en los últimos años. La mayoría no aguantaban las exigencias del entrenamiento y el trabajo que hacemos. -Se encogió de hombros y suspiró de nuevo. -Ya sabes a qué me refiero: los horarios son horribles, no podemos dar muchos detalles y, si lo hiciéramos, la gente no nos entendería. Resultaba más fácil no comprometerse con nadie. -Notó que
Stark se quedaba quieta a su lado y la miró, tropezando con sus ojos oscuros y comprensivos mientras apartaba con los dedos los cabellos de la frente de Stark-. Tú y yo... tenemos algo en común desde el principio, aunque en un primer momento no estuviésemos de acuerdo.
-El trabajo -respondió Stark, sabiendo que Renee sabía lo que ella sabía: que el trabajo determinaba quiénes eran, tanto o más que lo que hacían.
-Hum. Sí... pero no se trata sólo del trabajo. Eres especial. - Renee añadió tímidamente-: Me haces sentir especial.
-Eso espero -murmuró Stark fervorosamente-. Creo que eres la mujer más maravillosa que he conocido. Espero hacer que te sientas así. -Se puso colorada-. Aunque no sé cómo hacerlo.
-Tal vez pensando en mí antes que en cualquier otra cosa, incluso después de veinticuatro horas sin dormir haciendo uno de los trabajos más estresantes del mundo, sea un buen principio.
-No has respondido a mi pregunta -insistió Stark cautelosamente. “Dime si ocurre algo, si necesitas algo que yo pueda darte.”
-No, no respondí. -Renee esbozó una sonrisa lánguida-. Te deseo hoy tanto... más... que aquella noche. Pienso en ello; sueño con ello. Sólo que... tengo miedo.
No era aquello lo que Stark esperaba, y frunció el ceño con preocupación.
-¿Por qué? ¿Acaso he hecho algo? ¿He dicho algo?
-No, todo lo contrario. Eres demasiado buena para ser de verdad. -Renee se puso colorada y enroscó un bucle del cabello de Stark en los dedos-. Tengo miedo a acostarme contigo y que no funcione, que nos haga daño.
Stark se incorporó en el sofá hasta que estuvo sentada junto a Renee. Rodeó los hombros de su amiga con un brazo y la atrajo hacia sí. Rozando con los labios los cabellos de Renee, susurró:
-Yo también creo que eres especial. No sé cuándo será el momento oportuno, pero eso es lo que quiero. Para que salga bien.
Con un suspiro de satisfacción y sin el menor atisbo de frustración, Renee rodeó con el brazo la cintura de Stark.
-Gracias.
-¿Por qué?
-Por tener paciencia.
Stark se rió, bajó la cabeza y capturó la boca de Renee. Deslizó la lengua entre los labios de Renee, bailó sobre la superficie de su lengua, y luego se retiró.
-No tengo paciencia. En realidad, sé que algo va a estallar dentro de poco. Pero no quiero arriesgarme a estropear esto.
Renee soltó un gritito, hundió las manos entre los cabellos de Stark y se movió hasta quedar tendida en su regazo. Su boca estaba hambrienta, necesitada, reclamaba la de Stark. Al instante siguiente ambas estaban acostadas en el sofá: el muslo de Renee encajado entre los de Stark, las manos de Stark bajo la blusa de Renee, y sus caderas moviéndose en perfecta sincronía, a impulsos. Alguien gimió. Stark desvió la boca.
-¡Madre mía... cuánto te quiero!
-Sí. -Renee, jadeante, hundió la frente en el pecho de Stark-. Sí. Creo que me he cansado de esperar.
-Tienes que esperar... -La voz de Stark era un ruego desesperado-, sólo un poco más. Y yo también.
Renee se limitó a asentir, gimiendo.
-Pensaré en ti todo...
-Chiss -siseó Renee, acercándose aún más a Stark-. Cuando salgas de aquí, no quiero que pienses en nada, salvo en el trabajo. Quiero que te centres en Egret, como haces siempre. Después, cuando quedes libre, quiero que vuelvas a mí. Sana y salva.
-No sé cómo tengo tanta suerte -susurró Stark, alzó la barbilla de Renee y la besó entre tiernas y suaves caricias.
-Las dos tenemos suerte -murmuró Renee junto a su boca.
El hombre delgado arrodillado junto al muro de un metro que bordeaba la plana extensión del tejado quedaba oculto por las enormes salidas del aire acondicionado y los conductos de la calefacción. Si alguien abría la puerta del tejado, lo oiría, y tenía la ventaja de la sorpresa. Sin embargo, no esperaba visitantes. La primera ronda de seguridad había acabado, y la segunda seguramente sería rutinaria. Tras valorar la perspectiva de la entrada del hospital, abrió de nuevo la caja de herramientas y levantó el compartimento superior de la misma. Debajo estaba el cañón de un rifle de asalto Heckler y Koch G36. Sacó de varios bolsillos del mono gris los restantes componentes del arma que había desmontado esa mañana antes de salir de la pensión en la que había vivido los últimos catorce meses. Con rapidez y eficiencia montó el arma de tres kilos y medio y le colocó un cargador de serie que contenía treinta balas. En el compartimento inferior de la caja de herramientas había más cargadores. El fusil de asalto alemán podía disparar setecientas cincuenta balas de 5,56 x 45 mm por minuto. Esperaba que le bastase con una.
Santana, sentada en el sofá de la suite palaciega de elevados techos, cogió su cuaderno de dibujo y lo abrió sobre el regazo. Juzgó con ojo crítico el trabajo de la mañana, pensando en la siguiente exposición que se celebraría en Manhattan tres semanas después. No era su primera exposición, pero sí la primera que hacía en solitario. Estaba nerviosa y emocionada, y también un poco fastidiada por no poder concentrarse completamente en el trabajo que más le interesaba. Sus otras responsabilidades, sus tareas oficiales, interferían a menudo. Aunque se sentía orgullosa de representar a su país y feliz de ayudar a su padre en todo, el sueño de su padre no era el suyo. No obstante, hacía todo lo posible por compartirlo. Pasó las páginas hasta que llegó al último dibujo que había hecho. Britt no se había dado cuenta de que Santana la estaba dibujando y, si se había dado cuenta, no lo demostró. Britt era el tema favorito de Santana. No sólo era hermosa, con el color y la estructura ósea que a cualquier artista le gustaría pintar, sino que Santana se deleitaba con la oportunidad de estudiarla. Aun sabiendo que resultaba imposible, seguía intentando captar la esencia de la nobleza y la fuerza de Britt a través de su arte. Deslizó los dedos sobre el dibujo y sintió la carne de Britt bajo la suya. “Te amo.” Cerró el cuaderno con cuidado y lo guardó. Se inclinó, cogió el teléfono de la mesa situada junto al sofá y marcó una serie de números de memoria. La respuesta fue casi instantánea.
-¿Johnny? Soy Santana. Supongo que no podré... ¿Estás seguro? Por supuesto. -Pasó un minuto, y Santana se enderezó-. ¿Papá?
-Santana. ¿Va todo bien?
-Sí, de maravilla.
-¿Sigues en París?
-Aún me quedan dos días. Todo está yendo muy bien en ese aspecto.
-¿Has ido al hospital?
La pregunta la sorprendió. No sabía que su padre estuviese al tanto de sus itinerarios. Tragó saliva y respondió sin alterarse:
-Iré dentro de una hora.
-¿Te encuentras bien?
-Sí, muy bien. -Respiró a fondo-. Supongo que has leído los periódicos.
Una risita seca sonó al otro lado de la línea.
-En realidad, no he leído ningún artículo porque ya sé de qué trataba la entrevista. Pero parece que alguien se ha adelantado a los acontecimientos.
-Sí, eso parece. Sólo quería saber si... no estoy segura de qué quería, en realidad -confesó.
-No pasa nada, cariño. No tienes por qué preocuparte. Concéntrate en el viaje y disfruta todo lo que puedas.
-¿Qué dice Lucinda? -insistió Santana. Lucinda captaba mejor que su padre las tendencias de la opinión pública.
-A veces Lucinda se preocupa demasiado.
-Deberías hacerle caso. Siento causar...
-Santana -su padre habló con voz firme y amable al mismo tiempo-, no creo que hayas hecho nada por lo que debas pedirme disculpas. Estoy orgulloso de ti.
Santana oyó una conversación lejana y se dio cuenta de que su padre había cubierto el auricular con la mano.
-Escucha, papá. Sé que estás ocupado. Puedo...
-Lo siento, se me hace tarde. ¿Cómo está Britt?
El corazón de Santana dio un vuelco.
-Está... bien. Los viajes son difíciles, y se preocupa.
-Como debe ser. ¿Pero lleva bien... lo demás?
A Santana se le hizo un nudo en la garganta. No estaba segura, pero creía que su padre le estaba preguntando si su relación funcionaba.
-Está de maravilla. Y yo... soy feliz.
-Esa es la mejor noticia que podías darme. Lo siento, cariño. Tengo que irme. Llámame pronto.
-De acuerdo. Lo haré.
-Cuídate. Adiós, cariño.
-Adiós, papá. -Santana colgó el teléfono con suavidad. Jamás habían mantenido una conversación como aquella. Resultaba terriblemente extraña y extrañamente maravillosa. De forma consciente o inconsciente durante toda su vida había establecido una barrera entre su padre y ella, igual que había ocultado su identidad privada de los ojos curiosos del público y escatimado los verdaderos deseos de su corazón a las mujeres con las que se había relacionado. Hasta Britt. Amar a Britt lo había cambiado todo, y aunque a veces le daba miedo (ser vulnerable y exponerse, no sólo al desengaño, sino al escrutinio cruel de los desconocidos), nunca se había sentido tan libre.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Que puedo decir me encanto Marta aunque se que viene algo muy feo esa llamada de San con su padre fue uff me gusta como es el trato de Britt y Sam Paula y Renee ellas me encantan bueno ya se que se viene algo feo con ese capitulo ese perro rojo no se quien rayo es y ya lo destesto bueno en fin espero tu próxima actualizacion pues si ya estoy algo mejor pero poco a poco
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Exelente CAP como siempre !!
Aaah!! Estoy anciosa y nerviosa que pasara con las chicas ? ... A ese Perro Rojo ya lo odio ... Quien sera ? Espero que no pase nada ..
Pero se que se van a venir momentos dificiles ... Espero que no les pase nada malo a las chicas ..
Besos y saludos de Argentina ... Espero que actualices pronto no aguanto mas de la ansias .. Jejeeh ... Nos leemos pronto !!
Aaah!! Estoy anciosa y nerviosa que pasara con las chicas ? ... A ese Perro Rojo ya lo odio ... Quien sera ? Espero que no pase nada ..
Pero se que se van a venir momentos dificiles ... Espero que no les pase nada malo a las chicas ..
Besos y saludos de Argentina ... Espero que actualices pronto no aguanto mas de la ansias .. Jejeeh ... Nos leemos pronto !!
Kareemciitaah Ediith* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/06/2013
Edad : 25
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Exelente CAP como siempre !!
Aaah!! Estoy anciosa y nerviosa que pasara con las chicas ? ... A ese Perro Rojo ya lo odio ... Quien sera ? Espero que no pase nada ..
Pero se que se van a venir momentos dificiles ... Espero que no les pase nada malo a las chicas ..
Besos y saludos de Argentina ... Espero que actualices pronto no aguanto mas de la ansias .. Jejeeh ... Nos leemos pronto !!
Aaah!! Estoy anciosa y nerviosa que pasara con las chicas ? ... A ese Perro Rojo ya lo odio ... Quien sera ? Espero que no pase nada ..
Pero se que se van a venir momentos dificiles ... Espero que no les pase nada malo a las chicas ..
Besos y saludos de Argentina ... Espero que actualices pronto no aguanto mas de la ansias .. Jejeeh ... Nos leemos pronto !!
Kareemciitaah Ediith* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/06/2013
Edad : 25
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Keiri Lopierce escribió:Que puedo decir me encanto Marta aunque se que viene algo muy feo esa llamada de San con su padre fue uff me gusta como es el trato de Britt y Sam Paula y Renee ellas me encantan bueno ya se que se viene algo feo con ese capitulo ese perro rojo no se quien rayo es y ya lo destesto bueno en fin espero tu próxima actualizacion pues si ya estoy algo mejor pero poco a poco
Si, el padre de San es un encanto, adora a su nuera y como trata a su hija. En cada parte ya odiais a alguien, Doyle paso a un 2º plano?
Kareemciitaah Ediith escribió:Exelente CAP como siempre !!
Aaah!! Estoy anciosa y nerviosa que pasara con las chicas ? ... A ese Perro Rojo ya lo odio ... Quien sera ? Espero que no pase nada ..
Pero se que se van a venir momentos dificiles ... Espero que no les pase nada malo a las chicas ..
Besos y saludos de Argentina ... Espero que actualices pronto no aguanto mas de la ansias .. Jejeeh ... Nos leemos pronto !!
No te lo tomes a mal, pero no tenias un nick más complicado que ponerte? xD
No te voy a hacer esperar mucho, acabo de terminar el capitulo, asi que ya te lo pongo, sobre quien es Perro Rojo...pues vas a tenerte que quedar con la duda un poco más
Besos ;)
No te voy a hacer esperar mucho, acabo de terminar el capitulo, asi que ya te lo pongo, sobre quien es Perro Rojo...pues vas a tenerte que quedar con la duda un poco más
Besos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 7
Capitulo 7
Felicia fue la primera agente del equipo principal que llegó a la reunión. Cuando entró en el centro de comunicaciones, sólo estaba Sam. Un murmullo de conversaciones salía de la habitación contigua, en la que Cynthia y Barry pasaban casi todo el tiempo, inclinados sobre sus consolas buscando datos de inteligencia ocultos en el ciberespacio. Se acercó al aparador, se sirvió una taza de café y se dirigió a la mesa de reuniones. Al oír el leve movimiento a sus espaldas, Sam se apartó de los monitores y contempló a Felicia en silencio. Llevaba el mismo traje de dos piezas, camisa hecha a medida y zapatos funcionales que utilizaban todos los agentes, hombres o mujeres. Sin embargo, en su cuerpo largo y esbelto el conjunto resultaba elegante. El cuello delgado, los altos pómulos y la fina mandíbula le daban aspecto de antigua sacerdotisa o guerrera. Era dolorosamente hermosa, además de poseer una inteligencia intimidante y una inestimable eficiencia. Se habían visto dos veces antes de que ella le dijese en tono amable, pero firme, que había sido un error. Sam se aclaró la garganta.
-Buenas tardes.
Felicia apartó los ojos de los informes más recientes sobre el compromiso de la tarde y volvió la cabeza con una sonrisa.
-Hola.
En los ojos de la agente nada sugería familiaridad. Era el mismo tono agradable, aunque frío, que utilizaba con todo el mundo. Sam se tragó su decepción e intentó convencerse de que no le importaba.
-¿Has tenido ocasión de ver algo de la ciudad durante tu descanso?
-Un poco -respondió Felicia con cautela. No tenía costumbre de hablar de su vida personal con los colegas. Sam era diferente, y esa diferencia le preocupaba. Desde que habían pasado casi sesenta horas juntos, controlando una operación que pretendía acabar con la vida de la hija del presidente, se sentía más unida a él que a ningún otro hombre con el que hubiese trabajado. Más que a ningún hombre, lo reconocía, con el que hubiese tenido algún tipo de relación desde hacía mucho tiempo. Al final había sucumbido a la singularidad de aquella conexión especial y había roto una de sus normas: había cenado con él. Dos veces. Sam era como ella había esperado que fuese: encantador, inteligente y amable. Tras la segunda velada, cuando la acompañó hasta la puerta del edificio de apartamentos del East Village en el que vivía, la besó en la boca. El beso fue algo más que amistoso, pero no molesto ni exigente. Un hermoso beso. Y entonces ella le dijo que no habría más cenas.
-El Servicio Secreto no es precisamente la mejor forma de ver el mundo -comentó Sam en tono irónico.
Felicia se rió.
-Ocurre como en la Marina o como en cualquier otra actividad del gobierno.
-Aún así, un destino en París es mejor que pasar una semana en un montón de lugares que se me ocurren.
-Cierto.
-Felicia...
Stark entró y se detuvo bruscamente. Miró la estancia con la sensación de que había interrumpido algo personal. Se puso colorada y buscó desesperadamente una salida.
-Paula -respondió Felicia con naturalidad, señalando la silla que estaba frente a ella con un elegante gesto-. Sírvete café y siéntate. Podemos repasar las posiciones de despliegue antes de que venga la comandante-. Miró el reloj-. Cosa que calculo que ocurrirá dentro de dos minutos.
-Yo... claro. De acuerdo. Muy bien.
Sam, decepcionado pero no muy seguro de saber lo que había estado a punto de decir, regresó a sus omnipresentes compañeras: las parpadeantes imágenes de la docena de monitores en los que figuras borrosas aparecían y se desvanecían con movimientos entrecortados y robóticos. Mientras recogía sus papeles, pensó que a veces él no era más tangible que aquellas personas incorpóreas capturadas en sus pantallas. Reconoció la punzada de la soledad y se apresuró a deshacerse de ella.
En el tejado el hombre delgado miró hacia abajo al sentir una leve vibración en su cinturón. Cogió el buscapersonas de dos bandas y leyó el texto:
13.58
-Al habla Perro Rojo: ¿En posición? -Escribió en el pequeño teclado con ensayada eficiencia, igual que había montado y desmontado el arma en medio de la oscuridad total.
-Entendido.
-Luz verde. 16.00. Líder del equipo fuera.
Borró el mensaje con otro movimiento del pulgar. Aunque el sol le abrasaba la espalda y la cabeza descubierta y llevaba demasiada ropa para el mes de agosto, no se sentía incómodo. Los francotiradores, hombres y mujeres que aguantaban horas en posturas increíbles, en medio de la nieve, el fango o bajo el calor tropical, sin mover ni un músculo, tenían un sistema nervioso autónomo capaz de soportar la inactividad. Se había comprobado que tenían un ritmo cardíaco muy lento, que su tensión arterial registraba escasa respuesta a la estimulación adrenérgica y que su reacción galvánica cutánea era anormalmente baja. Según la teoría los asesinos nacían, no se hacían. El desafío estaba en el proceso de selección. Apoyó la mejilla en la culata del fusil de asalto y observó a través de la mira láser la acera delante del hospital, en el punto exacto en el que el coche principal se detendría y Santana López y su séquito descenderían. Anticipó un nítido disparo. Aunque no era imprescindible. Su munición atravesaba el cuerpo humano casi sin ralentización y con una ínfima alteración de la trayectoria. Un disparo corporal, siempre que el individuo que hubiese entre él y su objetivo llevase chaleco antibalas, podría resultar problemático porque, aunque su munición penetrase en el chaleco, el impacto desviaría de forma impredecible la velocidad de salida y la dirección. Con lo cual, podría perder el objetivo primario. Pero si alguien se interponía entre su objetivo y él, un disparo a la cabeza acabaría con ambos. Había establecido el ángulo de disparo mortal requerido por medio de simulaciones de ordenador, basándose en la altura de todos los agentes que componían el equipo de Santana López. Esperaba que el Servicio Secreto siguiese su modelo de protección habitual basado en el cuadrante, porque situaría a alguien directamente detrás del objetivo. Y ese reto le daba más emoción a la misión.
-Actualizaciones, por favor. -Britt cruzó la habitación y se sentó en su sitio habitual, al frente de la mesa. Los agentes que estaban de pie ocuparon sus asientos inmediatamente.
Sam empezó enseguida.
-El equipo avanzado no ha informado de problemas. El primer recorrido, a las 13.00, lo encontró todo en orden.
-¿Alguna muestra de interés por parte de la prensa? –Britt había tardado media hora en ducharse y cambiarse, y en aquel momento llevaba un traje de verano de seda color carbón con una camisa de tonos grises más claros.
-No in situ hasta el momento -advirtió Sam.
-¿Y qué dicen las ondas? -Aunque casi toda la información se recibía a través del ordenador o por transmisión electrónica, se seguían utilizando los viejos términos.
-Las cadenas de televisión empiezan a hacerse eco de la historia, y ha habido una breve mención al artículo y a sus “impactantes” revelaciones en una de las cadenas de noticias
británicas.
Los ojos de Britt se tornaron más oscuros.
-Seguirán el ejemplo todas las cadenas de televisión y periódicos de Europa. Eso significa un nivel mucho más alto de intentos de contacto corporal. No quiero que se viole nuestro perímetro. Manténganla siempre rodeada cuando esté sobre el terreno.
El aire se llenó de murmullos de asentimiento. Britt se dirigió a Barry Wright:
-¿Algo que indique una respuesta organizada de los grupos clandestinos?
Barry frunció el entrecejo y cabeceó.
-Continúan las conversaciones densas, pero no hemos localizado nada. Ni nombres, ni lugares, ni detalles. Si se ha planeado algo, no encuentro los pormenores.
-Siga vigilando -ordenó Britt. Confiaba más en él para descubrir mensajes ocultos que en la Agencia de Seguridad Nacional.
-Sí, señora.
-Todos conocen el procedimiento. Esta visita recibirá mucha publicidad porque el Instituto Gustave Roussy es uno de los centros de investigación sobre el cáncer más grandes de Europa, y sus administradores esperan que la visita fomente las donaciones. Durante toda la semana se ha hecho campaña en los principales medios de comunicación, así que habrá cámaras de televisión y periodistas. Lo cual, sumado al aspecto personal añadido, congregará a más gente de la habitual. Que nadie se acerque a menos de dos metros de ella fuera del edificio. Una vez dentro, asegúrense de que todo el mundo tiene un pase de prensa o una identificación del hospital visible. –Se dirigió a Sam-: ¿Tienes fotos de los relaciones públicas del hospital y de los médicos y enfermeras de la planta que se va a visitar?
Sam entregó varias hojas de papel grapadas a cada agente.
-Aquí están. Naturalmente, habrá otros que no hemos previsto, pero estas son las personas con mayor probabilidad de establecer contacto con ella.
-Fíjense bien en ellos. Si no reconocen a alguien o no tienen una identificación clara, sepárenlo y verifíquenlo. No me importa que haya enfados o egos ofendidos. Si quedamos mal, lo asumimos. -Movió los hombros para descargar la tensión que sentía siempre que Santana hacía una aparición pública.
Resultaba casi imposible mantenerla a salvo en todo momento, pero los actos públicos anunciados con gran publicidad eran los más peligrosos. Asesinos, secuestradores o cualquiera que tuviera un objetivo disponía de gran cantidad de información por adelantado para perfilar sus planes. Además, no ayudaba el hecho de que a Egret le irritasen las trabas de las coberturas rígidas y tendiese a despreciarlas. Britt comprendía la aversión de su amante por las medidas de seguridad más estrictas, pero no podía relajar los protocolos. Su trabajo y su necesidad instintiva la obligaban a velar por la seguridad de Santana. Y a veces eso la enojaba. Se levantó.
-Que los coches estén en la entrada a las 15.00. Davis y Stark, irán en el coche principal conmigo. Sam, Fielding y Reynolds, nos respaldarán en el coche siguiente. Stark les dará sus posiciones cuando salgamos a la calle.
Le respondió un coro de “Sí, comandante”.
-Estaré con Egret hasta la hora de salir.
El hombre delgado reparó en una ambulancia que se acercaba por la Rue Camille Desmoulins. Al observador casual le parecería una de las muchas ambulancias que entraban y salían del hospital oncológico público más grande del país durante las veinticuatro horas del día. Incluso a un profesional entrenado le costaría distinguir aquel vehículo de otros mientras circulaba. Casi nadie repararía en lo bajo de la carrocería ni en sus mayores dimensiones transversales. Aquel vehículo pesaba varios cientos de kilos más que sus equivalentes. En el interior, donde habitualmente se guardaba el equipo de emergencia y las medicinas en estantes y contenedores atornillados a las paredes, había rejillas con municiones. La camilla se había retirado y sustituido por estrechos bancos a ambos lados, en cada uno de los cuales se acomodaban muy juntos cinco hombres con chalecos antibalas. Tras su fabricación, el vehículo había sido blindado según los requisitos del Instituto Nacional de Justicia para el nivel de protección V. Escudos superpuestos de Armormax Yac 500 reforzaban el techo, los laterales, el suelo y el depósito de combustible. Las zonas transparentes eran láminas de cristal de policarbonato, capaces de soportar ocho kilos de impacto por cada dos centímetros. Ningún misil antitanque de corto alcance lo destruiría, y aún así haría falta un disparo directo al compartimento del conductor. La ambulancia avanzó lentamente, sin llamar la atención, y se detuvo en la zona de carga de urgencias a cien metros de la entrada principal. Lo bastante lejos para no molestar, pero lo bastante cerca para que el equipo de asalto pudiese llegar hasta el objetivo en el primer minuto de caos que seguiría a su disparo. “Córtale la cabeza a la serpiente para que muera.” No mostró reacción, ni siquiera un parpadeo, cuando el buscapersonas de su cinturón vibró de nuevo. Sin apartar el ojo de la mira, bajó la mano, desprendió el pequeño cuadrado de plástico del cinturón y lo levantó hasta el nivel de los ojos.
11.30 16 agosto 200l
-Vengador in situ
Con la mejilla apoyada en la culata recortada del arma, volvió a poner el buscapersonas en el cinturón. A menos que recibiese una orden del jefe del equipo anulando las anteriores, sus acciones y su destino estaban marcados. Dios bendijese a América.
Santana se había puesto una chaqueta de color crema, a juego con una falda que le llegaba hasta la rodilla, y una blusa de seda de tonos rosa fuertes. Los zapatos de tacón eran un poco más oscuros que el traje. Respondió a la llamada de la puerta, besó a Britt en los labios cuando entró, y cerró la puerta.
-¿Cómo te encuentras? -preguntó Britt, fijándose en la expresión pensativa de su amante.
-Bien -respondió Santana con voz tranquila y gesto serio. Se obligó a sonreír y deslizó los dedos sobre la mandíbula de Britt antes de inclinarse para besarla de nuevo. En esa ocasión se demoró, jugueteando con la lengua de Britt y mordiéndole el labio inferior.
Britt suspiró, con una mezcla de pena y satisfacción. Posó las manos sobre las caderas de Santana, atrayéndola hacia sí, pero dejándole sitio suficiente para moverse si quería.
-¿Ha llamado Lucinda?
Le tocó suspirar a Santana, que asintió.
-Hace unos minutos.
Como Britt suponía, Santana se apartó de ella y se dirigió a las ventanas del otro extremo de la enorme habitación. Apoyó un hombro en los antiguos marcos de madera y contempló el exterior.
-¿Problemas? -Britt no alteró el tono, pero estaba furiosa. Furiosa de que su amante tuviese que responder ante alguien que cuestionaba su vida privada; la violación era aún mayor porque Santana era muy celosa de su privacidad. Que Santana tuviese que responder ante la jefa de gabinete de la Casa Blanca (la mujer que había guiado la campaña del padre de Santana y que era fundamental para su reelección) suponía más presión de la que nadie podría soportar. Britt atravesó la habitación, se detuvo detrás de Santana y puso las manos con suavidad sobre los hombros de su amante-. ¿Cariño?
-¿Problemas? No. En realidad, no. -Santana cruzó los brazos bajo el pecho y se relajó ante la sólida presencia de Brit-. Para ser Lucinda, estaba tranquilísima.
Britt masajeó lentamente los hombros tensos de Santana, deslizando los pulgares sobre los firmes músculos que bordeaban la columna. Cuando Santana se presentaba en público, recogía el abundante pelo moreno con el broche de oro que Britt había guardado en el bolsillo unas horas antes. Britt apartó los hermosos cabellos con un dedo, bajó la cabeza y besó a Santana en la nuca.
-Humm -gimió Santana-. Casi me olvido de todo.
Britt murmuró, mientras sus labios rozaban la piel de Santana:
-Es lo que pretendo. -Al sentir que Santana se relajaba, Britt la abrazó por la cintura, dejándole espacio suficiente para moverse. Santana seguía tensa, y cuando le hacían daño, era como un animal herido-. ¿Qué dijo?
-Lucinda hizo todos los comentarios políticamente correctos. Ya sabes... no importa a quién ames, siempre que ames a alguien. Es un asunto que sólo me atañe a mí. Incluso afirmó que la Casa Blanca y el partido apoyaban la libertad de elección y los derechos de los gays y las lesbianas.
-¿Pero ?
-Sugirió que evitásemos las manifestaciones de afecto en público.
Britt se obligó a no reaccionar, ni física ni verbalmente. Podía hacerlo porque se había entrenado para eso. Podía estar en una habitación y escuchar al presidente de los Estados Unidos planeando una guerra sin pestañear o ignorar que se estaba produciendo una cita ilícita a su lado o delante de sus propias narices. No sólo le pagaban por mirar hacia otra parte, sino que había desarrollado la capacidad de observar sin mostrar la menor reacción. Pero se trataba de su amante, y fingir que no quería desahogarse era casi imposible.
-Entonces, supongo que tendré que dejar de follar contigo en el coche.
Santana se rió y le pareció que parte de la tensión desaparecía de sus huesos. Luego apoyó la cabeza en el hombro de Britt.
-Y ya no puedes meterme mano en las cenas de Estado.
-Maldita sea. -Britt besó la oreja de Santana-. ¿Significa eso que no deslizarás la mano bajo mis bragas en el baile del presidente mañana por la noche?
Santana dio la vuelta y rodeó con los brazos el cuello de Britt. Sus ojos resplandecían y su boca dibujó una sonrisa sincera.
-Supongo que no, comandante. ¿Quiere reconsiderar esta relación?
Britt la besó.
-Depende.
-¿En serio? -Santana ladeó la cabeza y entrecerró los ojos peligrosamente-. ¿De qué?
-De lo buena que seas cuando te vea a solas.
Santana se inclinó y mordisqueó la barbilla de Britt.
-Mejor de lo que te imaginas.
Britt gimió, y el repentino calor que abrasó su vientre le debilitó las piernas.
-De acuerdo. Se acabó... basta de juegos. Necesito el cerebro a pleno funcionamiento durante las próximas horas.
Santana, satisfecha, deslizó los dedos entre los cabellos de Britt y se apartó.
-Lo sé, pero gracias.
-¿Por qué?
-Por hacerme reír cuando quería... Oh, Dios.
-¿Qué? -preguntó Britt en tono amable.
-No lo sé. ¿Romper algo? Tal vez llorar. No hay grandes diferencias. -Santana se sacudió la melancolía-. Debo comprender que Lucinda sólo tiene un objetivo: mantener a mi padre en la Casa Blanca. No es un mal proyecto. Me cae bien. Siempre me cayó bien. No es culpa suya ser tan resuelta.
-No. Ni es culpa tuya cómo eliges vivir tu vida o a quién eliges amar.
Santana se apoyó de nuevo en el magnífico marco de la ventana.
-No elegí amarte, Brittany. Fue algo que no pude evitar.
-Da igual. -Britt metió las manos en los bolsillos y se apoyó en las vidrieras del otro lado, contemplando a su amante con gesto pensativo-. ¿Estás lista para lo de esta tarde?
-¿Para qué parte? -Santana se rió sin ganas mientras pensaba en la atención de los medios.
-El hospital.
Santana dio un respingo.
-Dios, me asusta que me conozcas tan bien.
Britt alzó un hombro.
-No tanto como me gustaría. Ni tanto como pretendo.
-Hospitales. -Santana se estremeció sin darse cuenta-. No importa el aspecto que tengan o los esfuerzos que hagan para que parezcan acogedores. Hay algo en el ambiente... tal vez sea la luz. O tal vez el aire de la gente que está en ellos, con esa horrible mezcla de esperanza y desesperación en los ojos. -Santana levantó una mano y la dejó caer de nuevo, sin ganas-. De repente vuelvo a tener doce años. Todo ocurrió muy rápido, y luego ella desapareció.
Britt asintió, comprendiendo perfectamente que la vida cambiaba a veces en un abrir y cerrar de ojos. Su padre había muerto porque habían puesto una bomba en su coche, y en el tiempo que ella había tardado en ir a casa a buscar su cartera de libros y en volver a la acera y ver el coche envuelto en llamas, el mundo se había alterado para siempre. Santana nunca le había hablado de aquello antes, y Britt eligió las palabras con mucho cuidado.
-¿Cuánto de rápido?
-Menos de un año. El tumor era maligno, y a pesar de todo lo que ella hizo... y lo hizo todo bien... no sirvió de nada. –Santana volvió la cabeza para mirar por la ventana sin ver nada, mientras esperaba que las lágrimas se secasen-. Todos hicieron todo lo que podían y debían. Pero fue inútil. Incluso le practicaron un trasplante de médula ósea, que entonces estaba en proceso experimental en el tratamiento contra el cáncer. Algunas mujeres consiguieron mejorar después, pero no tantas como en la leucemia o en otras enfermedades de la sangre. Ella no mejoró.
Britt ensayó un gesto de consuelo. Santana se había abandonado a los recuerdos, y Britt la dejó hablar.
-Los últimos meses pasó más tiempo en el hospital que fuera. Mi padre acababa de ganar el puesto de gobernador y estaba muy ocupado. Aún así, la acompañó todo lo que pudo. -Miró a Britt-. Pero pasé mucho tiempo sola con ella.
Britt, que deseaba más que nada en el mundo abrazar a Santana y borrar todo el daño que había sufrido, se rebeló interiormente contra su impotencia. Ojalá pudiese regresar al pasado y reescribir la historia para que la pequeña Santana nunca hubiese tenido miedo ni se hubiese sentido sola o herida. La incapacidad para hacerlo era una de las cosas más frustrantes que había experimentado en su vida. Nunca se había dado cuenta de lo horriblemente inútil que el amor te hacía sentir. Preguntó con un nudo en la garganta:
-¿Fue duro?
Santana sonrió con gesto cómplice.
-A veces. Pero también fue maravilloso. Hablamos mucho. Seguramente más que si las cosas hubiesen sido de otra manera. -Se rió con más soltura-. Las chicas se pasan décadas riñendo con sus madres.
-Estoy segura de que Marcea coincidiría contigo –comentó Britt, refiriéndose a su propia madre.
Santana salvó la distancia que las separaba y abrazó a Britt por la cintura.
-Marcea te adora, y tú lo sabes. -Apoyó la cabeza en el hombro de su amante. -Estaré perfectamente.
Britt la besó en la sien y le acarició la espalda.
-Pues claro que sí.
-Estarás cerca, ¿verdad?
-Siempre, cada segundo
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Ohhhh Diooos!!! Un francotirador??? En serio???
Que mas va a pasar para que las chicas esten en paz... DIOS!!!
Es injustooooo... Espero que la intuicion y los reflejos de Britt esten bien alerta como la ultima vez, que nadie resulte herido porfavooooorrrr!!!!!
Que mas va a pasar para que las chicas esten en paz... DIOS!!!
Es injustooooo... Espero que la intuicion y los reflejos de Britt esten bien alerta como la ultima vez, que nadie resulte herido porfavooooorrrr!!!!!
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Aaah!! ... No puedo esperar para el otro cap ... Espero que la bala no yege a san ... Como amo a las chicas se apoyan mutuamente y britt le dijo que siempre va a estar a su lado ...
No aguanto mas kiero el otro cap para ver que pasa a las 16:00 ...
Jejeeh con el nick no se me ocurrio otro xke no me justa como queda karen .. Entonces le pongo asi xke tampoko temgo sobrenombre en realidad no me queda ninguno .. Jejeeh :) .. Emtomces puse el nombre ke uso un todas las cosas ke temgo .. Jejeeh
en fin besitos y espero tu proxima actu .. :*
No aguanto mas kiero el otro cap para ver que pasa a las 16:00 ...
Jejeeh con el nick no se me ocurrio otro xke no me justa como queda karen .. Entonces le pongo asi xke tampoko temgo sobrenombre en realidad no me queda ninguno .. Jejeeh :) .. Emtomces puse el nombre ke uso un todas las cosas ke temgo .. Jejeeh
en fin besitos y espero tu proxima actu .. :*
Kareemciitaah Ediith* - Mensajes : 18
Fecha de inscripción : 15/06/2013
Edad : 25
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
aria escribió:Ohhhh Diooos!!! Un francotirador??? En serio???
Que mas va a pasar para que las chicas esten en paz... DIOS!!!
Es injustooooo... Espero que la intuicion y los reflejos de Britt esten bien alerta como la ultima vez, que nadie resulte herido porfavooooorrrr!!!!!
La última vez que hubo un francotidaror los reflejos e intuición de Britt sirvieron, pero para que le disparasen a ella xD Pongo el capitulo o soy mala y os dejo con la intriga? Seré buena que esta noche salgo y sino, os quedais con la duda hasta mañana
Kareemciitaah Ediith escribió:Aaah!! ... No puedo esperar para el otro cap ... Espero que la bala no yege a san ... Como amo a las chicas se apoyan mutuamente y britt le dijo que siempre va a estar a su lado ...
No aguanto mas kiero el otro cap para ver que pasa a las 16:00 ...
Jejeeh con el nick no se me ocurrio otro xke no me justa como queda karen .. Entonces le pongo asi xke tampoko temgo sobrenombre en realidad no me queda ninguno .. Jejeeh :) .. Emtomces puse el nombre ke uso un todas las cosas ke temgo .. Jejeeh
en fin besitos y espero tu proxima actu .. :*
Esperas que no llegue a San, pero si llega a Britt da igual?
La verdad, el nick original es, pero raro y largo también xD
Besos, te dejo el capitulo para ver que pasa a las 16:00
La verdad, el nick original es, pero raro y largo también xD
Besos, te dejo el capitulo para ver que pasa a las 16:00
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 8
Capitulo 8
15.05
El hombre delgado levantó la cabeza lentamente y entrecerró un poquito los ojos para protegerse del deslumbrador sol de agosto. El bulevar se convirtió de pronto en un hervidero de actividad. En el transcurso de cinco minutos seis furgonetas de los noticiarios televisivos y otros tantos coches, la mayoría con los letreros de agencias de noticias, se apostaron en la calle frente al Instituto Gustave Roussy. Teniendo en cuenta que se trataba de una visita humanitaria de perfil bajo y de escaso interés internacional, semejante cobertura resultaba exagerada. Había previsto y considerado la presencia de los medios a la hora de planear su posición, la utilización de la ambulancia y las estrategias de huida, pero aquella situación podría ser problemática. Mientras observaba el bullicio de la calle, dos furgonetas más, cuyos paneles laterales anunciaban agencias de noticias alemanas e italianas, frenaron junto a las otras. El bulevar se congestionó enseguida. Los vehículos aparcaban de cualquier forma en zonas prohibidas y salidas de incendios; algunos los habían dejado en doble y tripe fila en el arcén, y crecientes multitudes de periodistas, fotógrafos y equipos de televisión se empujaban en una agitada masa que no dejaba de aumentar en las aceras. Si la caravana de coches llegaba como estaba previsto, podría disparar. Habría una pausa momentánea en la que el blanco quedaría a la vista, antes de que los sabuesos de los medios y los paparazzi reaccionasen, y con eso le bastaba. Sin embargo, tal vez no fuese tan fácil la salida y la evacuación a través del laberinto de coches. El dedo del hombre rozó el gatillo, a un paso de la presión necesaria para disparar. No le preocupaba lo que ocurriese después del disparo.
-¿Todo dispuesto? -Britt, tras quitarse la chaqueta y la pistolera, se sentó en el amplio sofá de terciopelo con el brazo sobre los hombros de Santana. La primera hija se descalzó y se acurrucó junto a Britt, con los pies encima del sofá. Llevaba veinte minutos hojeando una revista francesa, pero a Britt le daba la impresión de que en realidad no leía nada.
-Hum, supongo que sí. -Santana arrojó la revista sobre la mesita y posó la mano izquierda sobre el muslo de Britt-. ¿Qué quieres que les diga cuando me pregunten por ti? Por... nosotras.
-¿Qué dirías si yo no fuese la jefa de tu equipo de seguridad?
-Los mandaría a la mierda.
Britt sonrió y acarició el brazo de Santana.
-Es mejor que no consideremos esa opción.
-Lo último que haría es facilitar a la prensa el acceso a mi amante y exponerla al escrutinio que yo he tenido que sufrir todos estos años.
-Entonces, ¿qué te parece un “sin comentarios”?
-Sí. -En la voz de Santana había un matiz de burla-. Siempre tan diplomática, comandante.
-A mí me funciona. -Britt alzó un hombro-. No hace falta que luches en guerras que no son tuyas.
Santana cambió de postura para ver la cara de Britt.
-Ya saben que eres tú porque se lo dijimos.
-Sí. Admitimos que las de la foto del periódico éramos nosotras y, de paso, propagamos ciertos rumores indecorosos sobre ti. Sólo por eso valió la pena la foto.
-Tal vez. Aunque tal vez no fuese tan inteligente -dijo Santana en voz baja-. A Mitchell se le caía la baba, literalmente, cuando se enteró de que mi amante eras tú. La prensa, el público en general, adora las historias de ese tipo. Podría perjudicarte profesionalmente.
-No ocurrirá-. “Y si ocurre, lo aguantaré.” Se fijó en la tormenta que asomaba a los ojos de su amante y no supo si la provocaba la ira por la invasión de su intimidad o la preocupación por ella-. Diablos, tu padre me apoya para que continúe siendo tu jefa de seguridad.
-Sí, eso es muy importante. -Santana sonrió, pensando en lo importante que era en aquel momento-. Hoy me ha preguntado por ti.
Los ojos de Britt se ensombrecieron, y se enderezó automáticamente.
-¿Oh? ¿Está preocupado? Puedo informar...
Santana se rió.
-Tranquila, amante. Sólo quería saber si llevabas bien lo de la prensa.
¿Qué es lo de la prensa? -La confusión de Britt resultaba evidente.
-Por Dios, ¿es qué no piensas en ti como parte de la ecuación? -Deslizó los dedos sobre la mejilla de Britt-. Quería saber si las dos estábamos bien, y si la atención de los medios te molestaba.
-¿Qué? ¿Acaso cree que renunciaría por culpa de eso, que te abandonaría? -La voz de Britt reflejaba crispación, y un músculo se tensó en su mandíbula-. Tal vez convendría que tuviésemos una charla.
-¿Cariño? -Santana reprimió una carcajada, aunque su corazón rebosaba de alegría y sorpresa-. No puedes enfrentarte a él... es el presidente.
-Y también es tu padre, y si no comprende cuánto te amo, hay que explicárselo.
-Hablas en serio, ¿verdad? -A Santana se le hizo un nudo en la garganta a causa de la emoción-. Oh, Britt. Aunque no consigo acostumbrarme, adoro cómo me amas.
Britt enmarcó suavemente el rostro de Santana entre ambas manos.
-Quiero que lo sientas todos los días, en todas partes, siempre.
Santana volvió la cara y besó la mano de Britt.
-Nunca me había sentido tan especial.
-Estupendo -susurró Britt-. Y ahora olvídate de la prensa. No tienes por qué dar más información.
-Querrán más a toda costa.
-Siempre quieren más. -Britt se inclinó hacia delante y besó a Santana, saboreando la suavidad de sus labios y el calor de su boca-. Que se queden con hambre.
Cuando se separaron, Santana habló con voz firme y segura:
-Es hora de irse, comandante. -Se levantó y extendió la mano-. Tengo que cortar algunas cintas y dar un discursito. Después, espero que mi amante me lleve a cenar a un lugar tranquilo y discreto.
Una mueca se dibujó en las comisuras de la boca de Britt mientras estrechaba la mano de Santana.
-Me aseguraré de que reciba el mensaje, señorita López.
-Hágalo.
Antes de que llegasen a los ascensores, el micro de Britt vibró, y la comandante alzó la muñeca.
-Pierce.
-Equipo de avanzada informando. Tenemos un tráfico de medios de comunicación excepcionalmente alto en la ruta principal, comandante.
-¿Números?
-Dos docenas de vehículos. Unas cien personas en continuo aumento.
La expresión de Britt se endureció. El control de la multitud y la seguridad a corta distancia fuera del hospital eran en aquel momento asuntos esenciales. Podía utilizar las fuerzas de seguridad del hospital como respaldo, pero no estaban entrenados para maniobras de ese tipo y seguramente serían más un obstáculo que una ayuda. Sólo le faltaba un guardia del hospital excesivamente entusiasta dándole una tunda a un periodista. Quería evitar un incidente, no provocarlo. El personal de seguridad francés se había apostado para proteger el perímetro, y Britt no permitiría que sus límites se debilitasen retirándolo de esa tarea. Las puertas del ascensor se abrieron, y Santana y ella salieron.
-Entendido. -Sintonizó una frecuencia distinta en el micro-. Sam.
-Diga, comandante.
-Tu vehículo irá delante. Egret te seguirá.
-Entendido.
-¿Algún problema? -preguntó Santana.
-Nada preocupante -respondió Britt con soltura.
-No emplees esa treta conmigo, Brittany.
Britt suspiró. Cuando salieron al vestíbulo principal, Stark y Felicia se colocaron a ambos lados, adaptando el paso al de Santana mientras iban hacia la puerta.
-Hay una avalancha de medios de comunicación. Tal vez tengamos que hacer ajustes.
-Déjame hablar con ellos.
-Sí, claro.
Sam, Reynolds y Fielding esperaban en la acera bajo la marquesina. En cuanto Santana apareció, se volvieron y se colocaron delante de ella, de forma que quedó rodeada por agentes. Santana miró a Britt.
-¿Y qué ocurre con la cobertura a corta distancia? –preguntó en voz baja para que Felicia y Stark no la oyesen.
-Siempre me olvido de que sabes demasiadas cosas sobre nuestro trabajo -murmuró Britt mientras los hombres se desplegaban junto al segundo Peugeot y ella abría la puerta.
-Te estás yendo por las ramas -comentó Santana. Britt sostuvo la puerta abierta, y ella entró en el vehículo con ensayada facilidad.
Britt se sentó al lado de Santana, Stark se puso al volante, y Felicia ocupó el asiento del copiloto. Un panel de plexiglás con un micrófono incorporado separaba el compartimento de los pasajeros.
-La noticia publicada esta mañana introduce un factor desconocido en nuestro protocolo de seguridad habitual. El hecho de que estemos fuera del país lo magnifica. He de ir con cautela.
-Siempre eres cautelosa. -Santana sonrió con cariño y posó la mano sobre el muslo de Britt-. Me he acostumbrado a eso. Contigo siempre me he sentido segura.
-Gracias. -Britt cubrió un instante la mano de Santana con la suya y la apretó-. De todas las cosas que deseo hacerte sentir, esa es la más importante.
-Lo sé. No es lo que estaba buscando y, ciertamente, no esperaba encontrarlo en otra persona.
-Entonces me siento muy honrada. -Britt se encogió de hombros como si quisiera disculparse-. Tendré que dejar de atenderte un ratito mientras trabajo.
Santana se recostó con el gesto imperturbable y la mirada lejana.
-Ya lo sé. Adelante. Nos veremos luego.
15.19 16 agosto 200l
La visión a través del potente telescopio mostraba unos centímetros de acera ante la entrada principal del Instituto. En ese momento no había nada entre las líneas del foco, salvo cemento. Pero once minutos después un vehículo se detendría junto a la acera y saldría la primera agente. En el plazo de diez segundos miraría hacia adelante, y luego a derecha e izquierda antes de dar la vuelta y mirar por encima del capó del coche los edificios del otro lado de la calle. A diferencia de su predecesor, él no permitiría que un destello del sol sobre el acero o una reacción nerviosa desviase su posición. La vería, pero ella no lo vería a él. En ese punto, tendría un blanco claro entre los ojos. Once segundos después de la llegada se abrirían las puertas principales, y la agente que ocupara el asiento del pasajero saldría para abrir la puerta trasera mientras la conductora rodearía el vehículo para flanquear a la agente principal. Quince segundos más tarde aparecería el objetivo primario. A los veinte segundos el grupo empezaría a moverse en formación rígida, dificultando el disparo. Ese intervalo de cinco segundos entre la salida del objetivo del vehículo y su primer paso era su oportunidad. Tiempo más que suficiente.
Britt se comunicó con el equipo de avanzada.
-Equipo de avanzada, informe.
-Es un follón, comandante. Para llegar a la entrada no se puede ir a más de diez kilómetros por hora.
-¿Cuál es la situación en la calle?
-Hemos acordonado la acera, pero queda un largo trecho. Necesitamos cuatro minutos para una cobertura completa. -El cálculo inicial habían sido dos.
-¿Valoración? -No le gustaba que la caravana tuviese que ir a paso de tortuga por el bulevar hasta llegar al Instituto. Serían blancos perfectos a esa velocidad. Y sobre todo, no le gustaba tardar el doble del tiempo estimado en introducir a Egret en el edificio. Aunque no había datos concretos que indicasen un alto nivel de amenaza, cualquier cosa que la obligase a ponerse a la defensiva despertaba sus sospechas. Pasaron diez segundos sin que recibiese respuesta-. Rogers, ¿Tenemos claro el asunto o no?
La duda contribuyó a fomentar las reservas de Britt. Rogers había hecho trabajos de avanzada para el equipo anteriormente, y Britt sabía que era concienzudo y astuto. Su lectura visual de la situación resultaba importantísima, pero a la hora de la verdad prevalecía la valoración de Britt.
-Diría que la situación no es óptima, pero sí segura, comandante.
-Muy bien, agente Rogers. Manténgase alerta.
Britt se inclinó hacia delante y activó el sistema de ubicación global en el ordenador empotrado en el panel que separaba los asientos delanteros de los traseros. Recorrió el teclado velozmente, ampliando el mapa de París hasta que localizó las seis manzanas que rodeaban su destino. Introdujo una serie de coordenadas, y sobre la cuadrícula aparecieron tres rutas alternativas en rojo, amarillo y verde.
-Si damos esquinazo a los periodistas -dijo Santana en voz baja-, parecerá que temo enfrentarme al asunto.
-Ya te has enfrentado al asunto -comentó Britt, sin apartar los ojos de la pantalla.
-Quiero entrar por la puerta principal como estaba previsto. No deseo dar la impresión de que me da vergüenza.
Britt abrió otro canal de comunicación.
-Sam, desvío por la ruta alternativa amarilla.
-Entendido.
Tras repetir la misma orden a Stark, se puso en contacto con el equipo avanzado de nuevo.
-Tiempo estimado de llegada nueve minutos, cambiando a zona restringida para vehículos. Utilizaremos la entrada de urgencias del lado sur.
-Entendido.
-Britt...
-No me preocupan las apariencias. -Britt aguantó la mirada furiosa de Santana sin inmutarse-. Lo siento.
-Mi padre acertó al no retirarte de este puesto -observó Santana en tono irónico-. Tu relación conmigo no afecta a tu forma de desempeñar el trabajo. Debo recordarlo.
Britt no sabía si Santana la estaba criticando o no y tampoco tenía tiempo para pensarlo.
-Tiempo estimado de llegada cinco minutos.
La débil vibración en la cadera del hombre no provocó ninguna respuesta física. Sus pulsaciones no se aceleraron, su tensión arterial no subió, y su dedo no se movió ni una fracción de milímetro del gatillo. Sin apartar la cara de su punto de apoyo contra la culata del fusil, acercó el buscapersonas a los ojos.
15.56 16 agosto 2001
-Aborte secuencia dos
El hombre alzó lentamente la cabeza y observó sin inmutarse la ambulancia blindada que avanzaba despacio en dirección a la calle principal, se abría paso entre las furgonetas de noticias aparcadas de cualquier manera y desaparecía tras doblar una esquina. Se apoyó en los talones y desmontó el arma desapasionadamente. Con cuidadosa precisión guardó el ensamblaje principal en el fondo de la caja de herramientas, e introdujo los mecanismos más pequeños en los bolsillos, exactamente en el mismo orden en que los había sacado cuatro horas antes. Tras completar la tarea, se volvió de espalda a la pared y se sentó en el tejado con las piernas estiradas. Esperaría tres horas antes de bajar por la escalera y salir del edificio. Luego iría a su apartamento de dos habitaciones, reanudaría su sencilla existencia y esperaría órdenes. Las instrucciones podían llegar aquella noche, al día siguiente o al cabo de una semana. Sólo ansiaba que le diesen otro papel fundamental en el complejo plan para demostrar al mundo que incluso las superpotencias más destacadas eran vulnerables frente a los que tenían una vocación clara y verdadera y que al final prevalecerían los buenos. El sudor se deslizó sobre sus ojos e hizo brotar las lágrimas, pero no parpadeó. “Dios bendiga a América.”
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Oh mi Dios!
Por favor que el blanco no sea Santana! u.u
Sufro.. tanto que deben luchar, pero el Amor vencerá! (suena a frase de Sailor Moon, [Si, se cayó la edad xD])
Gracias por tenernos actus seguidas, y disculpa por no comentar antes, pero desde el cel no se puede u.u
Por favor que el blanco no sea Santana! u.u
Sufro.. tanto que deben luchar, pero el Amor vencerá! (suena a frase de Sailor Moon, [Si, se cayó la edad xD])
Gracias por tenernos actus seguidas, y disculpa por no comentar antes, pero desde el cel no se puede u.u
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Joder, estaba leyendo el 7 y has subido el 8, que rapida nena! Jajajaja
Me he reido con esta parte:
"-¿Qué? ¿Acaso cree que renunciaría por culpa de eso, que te abandonaría? -La voz de Britt reflejaba crispación, y un músculo se tensó en su mandíbula-. Tal vez convendría que tuviésemos una charla.
-¿Cariño? -Santana reprimió una carcajada, aunque su corazón rebosaba de alegría y sorpresa-. No puedes enfrentarte a él... es el presidente.
-Y también es tu padre, y si no comprende cuánto te amo, hay que explicárselo.
-Hablas en serio, ¿verdad? -A Santana se le hizo un nudo en la garganta a causa de la emoción-. Oh, Britt. Aunque no consigo acostumbrarme, adoro cómo me amas."
Me ha parecido muy tierna y graciosa. Jajajajaja
A ver el francotirador a quien le da...
Me he reido con esta parte:
"-¿Qué? ¿Acaso cree que renunciaría por culpa de eso, que te abandonaría? -La voz de Britt reflejaba crispación, y un músculo se tensó en su mandíbula-. Tal vez convendría que tuviésemos una charla.
-¿Cariño? -Santana reprimió una carcajada, aunque su corazón rebosaba de alegría y sorpresa-. No puedes enfrentarte a él... es el presidente.
-Y también es tu padre, y si no comprende cuánto te amo, hay que explicárselo.
-Hablas en serio, ¿verdad? -A Santana se le hizo un nudo en la garganta a causa de la emoción-. Oh, Britt. Aunque no consigo acostumbrarme, adoro cómo me amas."
Me ha parecido muy tierna y graciosa. Jajajajaja
A ver el francotirador a quien le da...
AndreaDaru- ---
- Mensajes : 511
Fecha de inscripción : 20/02/2012
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Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Tat-Tat escribió:Oh mi Dios!
Por favor que el blanco no sea Santana! u.u
Sufro.. tanto que deben luchar, pero el Amor vencerá! (suena a frase de Sailor Moon, [Si, se cayó la edad xD])
Gracias por tenernos actus seguidas, y disculpa por no comentar antes, pero desde el cel no se puede u.u
Sailor Moon que recuerdos, yo lo veia de chica (me acabo de llamar vieja? Si :\'(:)
No te preocupes por no poder comentar ;)
No te preocupes por no poder comentar ;)
AndreaDaru escribió:Joder, estaba leyendo el 7 y has subido el 8, que rapida nena! Jajajaja
Me he reido con esta parte:
"-¿Qué? ¿Acaso cree que renunciaría por culpa de eso, que te abandonaría? -La voz de Britt reflejaba crispación, y un músculo se tensó en su mandíbula-. Tal vez convendría que tuviésemos una charla.
-¿Cariño? -Santana reprimió una carcajada, aunque su corazón rebosaba de alegría y sorpresa-. No puedes enfrentarte a él... es el presidente.
-Y también es tu padre, y si no comprende cuánto te amo, hay que explicárselo.
-Hablas en serio, ¿verdad? -A Santana se le hizo un nudo en la garganta a causa de la emoción-. Oh, Britt. Aunque no consigo acostumbrarme, adoro cómo me amas."
Me ha parecido muy tierna y graciosa. Jajajajaja
A ver el francotirador a quien le da...
Pues espera, que ahora te subo el 9 :P
Sobre lo del francotirador...creo que os saltasteis esta parte
Sobre lo del francotirador...creo que os saltasteis esta parte
Ha desmontado el arma, no hay peligro...por ahora...Se apoyó en los talones y desmontó el arma desapasionadamente.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
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FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 9
Capitulo 9
-Una de cada ocho mujeres padecerán cáncer de mama. –Santana se encontraba en un amplio y completo auditorio. Estaba pensado para albergar a varios cientos de personas en butacas individuales tapizadas y dispuestas en filas semicirculares y escalonadas, y registraba un lleno total. El público se componía sobre todo de potenciales benefactores y entre ellos algunos miembros del hospital. Tras visitar las alas de investigación y clínica, había dedicado veinticinco minutos a hablar de la enfermedad que había matado a su madre-. En el mundo muere una mujer de cáncer de mama cada doce minutos.
Britt se hallaba a dos metros y medio de distancia, a la derecha y detrás de Santana. Stark ocupaba una posición similar en el otro lado del escenario elevado, cerca de la entrada del vestíbulo posterior. Sam y Felicia estaban al fondo de la sala de conferencias, flanqueando la entrada principal. Dos agentes montaban guardia en el vestíbulo, y había otros apostados frente a la puerta del hospital y junto a la caravana de
vehículos.
-Podemos mejorar esas cifras -afirmó Santana con rotundidad, hablando sin notas e inclinándose hacia el público con los brazos abiertos a ambos lados del aerodinámico atril y los dedos doblados sobre el borde frontal-. Con mejores herramientas diagnósticas y tratamientos de los tumores más específicos, morirán menos mujeres y serán muchas las que vivan más y de forma más productiva.
Salió de detrás del podio y se dirigió con aplomo al centro del escenario. Al verla, Britt se movió ligeramente, preocupada por la exposición de Santana en un recinto lleno de gente. Aunque todos habían sido seleccionados y se habían comprobado escrupulosamente las identificaciones, no había forma razonable de localizar armas. Ese nivel de seguridad, que exigía detectores de metales portátiles, detectores manuales y mucha más gente de la que ella tenía a su disposición, sólo se practicaba con el presidente y el vicepresidente. Santana siempre era vulnerable en público, y en eso consistía la realidad con la que Britt vivía y que debía afrontar. Sólo se podía proteger de verdad a la primera hija procurando que todos los que la custodiaban fuesen capaces de cubrirla físicamente en caso de ataque. Eso exigía que sus agentes de seguridad estuviesen siempre cerca, para interponerse entre ella y el peligro.
-Los investigadores del Instituto Gustave Roussy y los de otras instituciones similares de todo el mundo necesitan nuestro apoyo, nuestro apoyo económico. -Santana hablaba con voz firme y fuerte mientras sus ojos recorrían la sala, deteniéndose brevemente en algunas personas con las que establecía un contacto efímero pero poderoso-. Mi madre tenía treinta y dos años cuando le diagnosticaron cáncer de mama. Murió a los treinta y tres. La muerte de alguien tan joven resulta desoladora, pero la muerte a cualquier edad de una enfermedad que podemos prevenir es una verdadera tragedia. Por favor, colaboremos para eliminar el cáncer de mama de la lista de enfermedades mortales. Gracias.
El presidente del Instituto se acercó a Santana en medio de aplausos y de murmullos de asentimiento con la mano extendida y una amplia sonrisa. Santana, por su parte, le dedicó una sonrisa encantadora. Le dolía la cabeza y tenía la garganta seca, pero debía mantener la imagen pública unos minutos más.
-Gracias, señorita López -dijo el presidente mientras le estrechaba la mano calurosamente-. Nos sentimos muy honrados por su presencia hoy aquí y agradecemos su apoyo a nuestros proyectos.
Britt escuchó sin prestar mucha atención los discursos finales. Gran parte de su interés se centraba en los detalles de la estrategia de salida. A Santana no le había gustado nada el desvío por la entrada lateral del hospital. Britt conocía a su amante lo suficiente para comprender que no querría salir de la misma forma. Cuando el público comenzó a dispersarse y un grupo de asistentes se acercaron al escenario para hablar con Santana, Britt se aproximó hasta quedar a escasa distancia. Stark imitó sus movimientos. Sólo alguien que las observase atentamente habría reparado en sus actos. Santana habló con miembros del personal del hospital y con donantes potenciales durante otros veinte minutos sin perder la sonrisa, encontrando siempre la palabra más amable y cautivadora.
Britt la había visto en muchos actos públicos y sabía que Santana se adaptaba como nadie a los requisitos sociales y políticos cuando se relacionaba con cualquier persona, desde jefes de estado a los habitantes de las zonas más deprimidas. A pesar de la renuencia de Santana a participar en la política de la Casa Blanca, cuando se trataba de representar a la administración de su padre no sólo lo hacía bien, sino además de maravilla. Britt se daba perfecta cuenta de lo mucho que todo aquello le costaba a Santana, especialmente cuando tenía que hablar de algo tan personal y difícil como la enfermedad y muerte de su madre. A las 17.30 Britt se acercó y murmuró:
-Es hora, señorita López.
Santana asintió sin mirar a Britt y saludó cordialmente a otra persona. Cinco minutos después se despidió del presidente del Instituto y se encaminó a la salida por el pasillo.
-Sería menos complicado utilizar la salida lateral –advirtió Britt.
Santana, mirando al frente y sin dejar de sonreír, respondió:
-Sin duda. Pero voy a salir por la puerta principal.
Britt suspiró. Desde la llegada al lugar, había tenido tiempo para hacer ajustes frente a las multitudes superiores a lo previsto que estaban delante del hospital y para recolocar al equipo. Con toda probabilidad los periodistas más activos se habían marchado a realizar otros trabajos en el intervalo, lo cual atenuaba el problema. Aunque no le gustaba la imprevista exposición de Santana en circunstancias que no se podían considerar ideales, admitía que el margen de seguridad había aumentado hasta el punto de que impedir la salida de Santana sólo conseguiría enfurecer a la joven sin motivo real.
-Como quiera.
-Gracias, comandante.
Salieron al vestíbulo, y cuatro agentes del Servicio Secreto las rodearon. Santana, aparentemente ajena a la cercanía de los cuerpos que marcaban el paso con ella, se dirigió hacia las grandes puertas dobles de la salida que se abrían a la acera bañada por el sol. Britt avisó al equipo exterior de que salían con unas cuantas órdenes breves transmitidas por el micro que llevaba en la muñeca. Luego salieron, y empezaron las preguntas.
-¿Es cierto que se ha acostado usted con varias mujeres de su equipo? -gritó una chirriante voz femenina.
-¿Cómo se siente después de que su amante recibiese una bala dirigida a usted?
Santana se puso rígida, pero no alteró el paso ni la expresión.
-¿Qué efectos cree que tendrá su declaración en la exposición de sus dibujos que se va a celebrar en Nueva York?
-¿Se trata de una argucia publicitaria para promocionar su trabajo?
Santana aminoró el paso, y Britt la sujetó por el codo.
-Por favor, sigue caminando.
-¿Cómo cree que afectará esto a las posibilidades de reelección de su padre?
-¿La Casa Blanca aprueba su relación?
-Señorita López. -Un pelirrojo corpulento con una camisa blanca de manga corta y pantalones arrugados se inclinó sobre el cordón de seguridad con un micrófono extendido-. ¿Por qué su padre no organiza una plataforma de defensa de derechos de los gays, teniendo en cuenta que es usted lesbiana? ¿Pretendía mantenerlo en secreto?
-Mi padre defiende la igualdad de derechos para todo el mundo -respondió Santana en tono cortante, mirando al hombre.
Stark abrió la puerta de atrás del Peugeot cuando Santana estaba a metro y medio.
-Deseo hacer una declaración -enunció Santana en tono alterado mientras trataba de soltarse de Britt, que la sujetaba por el brazo.
-Lo siento -dijo Britt, que continuó caminando y dirigiendo a Santana con firmeza hacia el interior del vehículo-. Aquí no.
Santana entró, y Britt se sentó a su lado, tapando con su cuerpo la visión de los que estaban fuera. Aún así, el clic de las cámaras y las preguntas siguieron resonando en sus oídos cuando se apartaron de la acera. Santana cerró los ojos y suspiró.
-Tuvo su gracia.
Britt no respondió. Se puso en contacto con el coche de delante y el de atrás para comprobar si la ruta de salida estaba despejada. No quería una persecución a toda velocidad por las calles de París con un tropel de paparazzi enloquecidos que buscaban otra instantánea de Santana. Cuando se convenció de que todo estaba en orden, se volvió hacia su amante.
-¿Te encuentras bien?
-Supongo que sí. -Santana habló en tono agotado, pero sonrió al mirar a Britt-. Ha sido casi como lo había imaginado. Sólo estoy un poco cansada.
Britt salvó la distancia que las separaba y cogió la mano de Santana, acariciándola suavemente.
-Me encanta escucharte cuando hablas. Sé que es duro para ti, pero te aseguro que has llegado al corazón de la gente. Esta tarde has hecho algo importante, Santana.
Santana, sorprendida y conmovida, susurró con voz ronca:
-Gracias. Gracias por recordarme lo que importa...
-Siento el brusco cambio de planes de antes...
-¿De verdad? -preguntó Santana, con más curiosidad que afán crítico.
-Bueno... sí y no. -Britt se encogió de hombros-. Lamento haberte contrariado, pero volvería a hacerlo si se repitiesen las circunstancias.
-Pues claro que lo harías. -La boca de Santana esbozó una sonrisa mientras cabeceaba con cariñosa resignación-. No sé por qué me sorprendo cada vez que te comportas exactamente como deberías hacerlo. Nunca he conocido a una mujer sobre la que ejerciese tan poca influencia.
Las cejas de Britt se alzaron en un gesto de asombro.
-Entonces no ha prestado usted atención, señorita López, ya que ha cambiado mi vida.
-No deberías decir algo así en estas circunstancias. Me dan ganas de besarte... entre otras cosas.
-¿No te lo decía? -se burló Britt-. Tengo el juicio alterado.
-No creo -murmuró Santana, pensando en la facilidad con que Britt pasaba del papel de amante al de jefa de seguridad. Esa transición la frustraba y hacía que se sintiese extraordinariamente amada al mismo tiempo. Unas emociones encontradas que la tranquilizaban-. Eso ha sido sólo el toque de salida para los periodistas.
-Lo sé -admitió Britt con tristeza. “Y odio lo que te hace sufrir.”
-Tal vez fuese mejor dar una rueda de prensa y quitarse las preguntas del medio.
Britt negó con la cabeza.
-No lo tengo tan claro. Sólo serviría para ponerte a su merced, y no nos garantiza que después cesen las preguntas. Eres la noticia del momento y lo serás hasta que ocurra algo que provoque un mayor índice de popularidad. Hasta entonces, creo que deberías continuar con tus cosas como siempre y no entrar al trapo.
Santana se frotó las sienes y suspiró.
-Tendré que pensarlo. Que Dios me ayude, pero supongo que también tendré que hablar con Lucinda.
-De acuerdo, si es eso lo que crees que debes hacer. -Britt se acercó a Santana y la abrazó por la cintura-. Pero esta noche no, ¿eh? Dejémoslo correr esta noche.
Durante un segundo, Santana apoyó la cabeza en el hombro de Britt antes de enderezarse y apartarse.
-Con mucho gusto.
-¿Tienes planes para esta noche?
Santana la miró con expresión burlona.
-Pensaba pasar la noche contigo.
-Tengo que hacer algunas llamadas cuando lleguemos al hotel; luego, iré a verte y podemos hablar del tema.
Santana, intrigada por la ambigüedad de la voz habitualmente directa de su amante, asintió mientras el vehículo frenaba delante del hotel.
-Me parece bien. Voy a tomar un par de aspirinas y a acostarme un rato.
-Estupendo. -Britt rozó la mejilla de Santana un instante-. Te veré dentro de una hora.
Casi dos horas después, Santana respondió a la llamada en la puerta. Britt esperaba en el umbral con unos pantalones de algodón informales y un polo bajo una chaqueta azul clara. Santana la invitó a entrar, ladeó la cabeza y examinó a su amante de arriba abajo.
-Me gusta verte relajada.
Britt sonrió y se fijó en los suaves pantalones de chándal de Santana y en la camiseta de seda de cuello redondo.
-Tú también pareces muy relajada. -Cogió a Santana por la cintura y la besó-. Hum. Y además hueles muy bien.
-Son los efectos de una reparadora siesta y un baño caliente. -Santana se apartó, poniendo las manos sobre los hombros de Britt-. ¿Qué está tramando, comandante?
-Esto. -Britt hundió la nariz en el cuello de Santana y la besó en la garganta.
-Aparte de esto.
Britt se rió.
-Ponte la chaqueta y vamos a dar una vuelta.
-¿Adónde? –quiso saber Santana.
-Fuera.
¿Como en una cita?
Ambas se daban cuenta, con pena, de que la posibilidad de salir como en una cita no existía para ellas.
-Algo así.
-Cuéntamelo.
Britt cabeceó, despacio, con un destello juguetón en la mirada.
-De eso nada.
Santana entrecerró los ojos.
-No me gustan los manejos, Brittany.
-¿En serio? -Britt la atrajo hacia sí y le mordisqueó el lóbulo de la oreja, provocando una reacción entre el gemido y la queja-. Pues no me había dado cuenta.
-Y yo que pensaba que eras muy observadora. –Mientras hablaba, Santana deslizó una mano entre los muslos de Britt y la acarició.
Britt jadeó, sintiendo una repentina debilidad en las piernas.
-Dios.
-Lo siento... ¿de qué hablabas?
-Si no dejas de hacer eso -acertó a decir Britt entre dientes-, no podré caminar, y tú nunca sabrás adónde íbamos.
-Hum -murmuró Santana, deslizando los dedos sobre la entrepierna de Britt-. Difícil elección.
-Por favor, quiero salir contigo. -Britt besó la oreja de su amante-. Después, puedes torturarme todo lo que te apetezca.
Santana retiró la mano, riéndose.
-Trato hecho.
Una de las cosas que más atraían a Stark de París era que anochecía más tarde, incluso en comparación con las tardes de verano de su tierra. Cuando entró en el vestíbulo del hotel de Renee poco después de las ocho de la tarde, bañaba el cielo el cálido resplandor dorado que precedía al morado crepúsculo. El equipo llevaba en París algo más de cuatro días, pero la agenda de Egret había sido tan completa que apenas habían tenido períodos de inactividad, salvo los descansos entre los turnos. Era la primera noche entera libre que tenía, una verdadera sorpresa cuando la comandante inesperadamente había hecho un aparte con ella y le había dicho que estaba libre hasta la tarde del día siguiente. Stark repuso que le tocaba entrar de turno a las siete de la mañana, pero la comandante se limitó a repetir:
-Tómese un descanso, Stark. Mañana por la noche la quiero en plena forma.
Stark tuvo la sensatez de no insistir y se apresuró a ir a la habitación que compartía con Felicia Davis.
-¿Dónde está el fuego? -preguntó Felicia cuando Stark entró corriendo en la habitación doble.
-Ha habido un cambio en los turnos, y tengo la noche libre.
Felicia arqueó una ceja.
-¿En serio? Me alegro por ti. Estaba a punto de salir a dar una vuelta. ¿Quieres venir conmigo?
-Pues...
Felicia cabeceó, riéndose.
-No importa. Supongo que tienes planes.
Hablar de su vida personal era una experiencia nueva, sobre todo porque nunca había tenido una de la que hablar. Le caía muy bien Felicia. Pero a su reticencia natural se añadía cierta incertidumbre a la hora de hablar de su relación con Renee. Una cosa era reconocer una relación con otra mujer que podía tener repercusiones profesionales, y otra muy distinta comprometer a Renee.
-Lo siento -dijo Felicia en voz baja-. No pretendía ponerte en el disparadero.
-No, soy yo la que lo siente. -Stark recordó el papel esencial de Felicia en el éxito de su última operación y, sobre todo, cuánto la había apoyado cuando Renee estaba en el hospital, y ella era poco menos que un caso perdido-. Voy a pasar la noche con Renee.
-Claro, debería haberme dado cuenta. Espero que disfrutéis.
-No tengo mucha experiencia en amistades ni en relaciones -admitió Stark-. Si no hablo de eso, no es por cuestiones personales...
Felicia se sentó en el sofá con las piernas cruzadas y un largo y elegante brazo sobre la rodilla doblada.
-No creo que este trabajo favorezca la amistad. Debemos guardar tantos secretos que nos olvidamos de abrirnos a otras personas.
Stark asintió, cogió una silla y se sentó, observando con un nuevo interés a la mujer con la que pasaba tantas horas al día.
-Nunca he pensado mucho en eso, pero tienes razón. Pasamos todo el día con un puñado de personas, semana tras semana. Pero nunca hablamos de nada que no sea el trabajo. Eso genera una especie de... soledad.
-Sí, así es. -Felicia suspiró-. Creo que Renee es maravillosa. Espero que tengáis oportunidad de construir algo juntas, si es eso lo que deseas.
Stark se puso colorada y sonrió.
-Eso es lo que deseo... más que nada en el mundo.
-Eres un cielo. Debe de ser muy fácil enamorarse de ti.
Una expresión de absoluta sorpresa se dibujó en el rostro de Stark, que se quedó boquiabierta.
-Yo...
-Oh, estás completamente a salvo -afirmó Felicia, riéndose-. No busco una relación, y si la buscase, aunque eres un encanto, me temo que me gustan los hombres.
-Creí que Sam y tú... -Stark levantó un hombro-. ¿Es terreno prohibido?
Los ojos negros de Felicia se ensombrecieron.
-No, no es terreno prohibido. Sólo que no entra en el reino de lo posible. Las relaciones con los compañeros de trabajo no me parecen buena idea.
-Son complicadas.
-Sí y como bien sabes, si eres una mujer que aspira a progresar en este mundo jerárquico, no te ayuda acostarte con un hombre que es tu superior.
-Entonces, no es que no te guste.
-Todo lo contrario -dijo Felicia con ternura, casi como si hablase para sí. -Me gusta muchísimo.
-Aún no he llamado a Renee... para decirle que estoy libre. No tenemos planes concretos... así que puedes venir a cenar con nosotras o lo que quieras.
-Oh no, de eso nada. -Felicia miró a Stark con una cariñosa sonrisa-. Vete a ver a tu novia y regálale una noche maravillosa.
Mientras subía en el ascensor, Stark era un manojo de nervios pensando en la noche que tenía ante sí. “Una gran noche. ¿Cómo no va a serlo? Voy a ver a Renee.” A decir verdad, no había pensado en aquello, ni en su beso ni en la posibilidad de algo más cuando estaba trabajando. Pero, en cuanto quedó libre, no pudo apartar de su mente la forma en que Renee se había apretado contra ella: la ternura de su boca, el calor de su piel, el peso de su cuerpo... La sorpresa y la emoción agitaron sus entrañas y le agarrotaron la boca del estómago, apoderándose de ella y cogiéndola desprevenida en los momentos más inesperados. Cuando llamó a la puerta del hotel, temblaba de ansiedad.
Renee abrió la puerta, miró a Stark y soltó un gemido.
-¡Dios, qué bien estás!
Extendió el brazo, cogió a Stark de la mano y la introdujo en la habitación. Cerró la puerta con el pie, le rodeó con los brazos los hombros y se inclinó para besarla. Renee dejó un resquicio entre ambas, temiendo que, si sus cuerpos se tocaban, no sería capaz de soltarla hasta que la llevase a la cama.
Stark, como si percibiese las dudas de Renee, apoyó las manos levemente en las caderas de su amiga, pero no se acercó, sino que dejó que su boca transmitiese la profundidad de su deseo. Acarició los labios de Renee, lamiéndolos y saboreándolos hasta que ambas gimieron. Cuando ya no pudieron continuar sin darse un respiro, apartó la boca un milímetro y murmuró:
-Me alegro de verte.
-Sí -dijo Renee sin aliento.
-¿Te gustaría... salir a cenar o algo por el estilo?
Renee apoyó la frente en la de Stark, con el pelo que le cubría la nuca y acariciándola suavemente.
-Hay algo que me gustaría antes que lo otro que querría hacer.
Stark la miró con gesto confuso.
-¿Traducción?
-Quiero ver París.
-¿Todo?
Renee asintió.
-Eso tal vez nos lleve toda la noche o más.
Renee se rió.
-¿Estás cansada?
-No mucho. -Stark deslizó los dedos sobre la mejilla y la mandíbula de Renee-. Cuando estoy contigo sólo me apetece eso, estar contigo.
Los labios de Renee dibujaron una sonrisa de asombrado placer.
-No te permito hablar hasta que salgamos de esta habitación. Porque cada vez que dices algo así, lo único que me apetece es que nos desnudemos.
Stark abrió la boca, pero Renee se apresuró a poner los dedos sobre los labios de su amiga.
-Chiss. En serio. -Los párpados de Renee casi se cerraron cuando sintió la boca de Stark besando sus dedos-. Mala idea. -Se apartó con un tremendo esfuerzo, hasta que quedaron separadas por unos centímetros de terreno neutral-. Voy a buscar mi chaqueta, y luego saldremos a ver París.
-Lo que tú quieras-. “Cualquier cosa.”
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Aaawww q me mataran de termura son demasiado bellas jejeje
.. ufff pase susto con ese francotirador menos mal no paso nada a ninguna de las chicas xq me muero... me encanta esta historia *-*
.. ufff pase susto con ese francotirador menos mal no paso nada a ninguna de las chicas xq me muero... me encanta esta historia *-*
saibelli** - Mensajes : 52
Fecha de inscripción : 06/03/2013
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
tal vez fue una apreciación mia y crei erroneamente que te molestaban mis comentarios pq a veces pareces muy seria en tus respuestas, pero tranquila no ha pasado nada, estos 4 capítulos han sido excelentes, me alegra tanto que el francotirador desistiera de llevar a cabo su misión, bueno fue abortada, lo mejor que el idilio continua!!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
saibelli escribió:Aaawww q me mataran de termura son demasiado bellas jejeje
.. ufff pase susto con ese francotirador menos mal no paso nada a ninguna de las chicas xq me muero... me encanta esta historia *-*
Me alegro, dejo un capitulo más no se si será el último de hoy ya que he quedado en dos horas y cuando vuelva será de madrugada
micky morales escribió:tal vez fue una apreciación mia y crei erroneamente que te molestaban mis comentarios pq a veces pareces muy seria en tus respuestas, pero tranquila no ha pasado nada, estos 4 capítulos han sido excelentes, me alegra tanto que el francotirador desistiera de llevar a cabo su misión, bueno fue abortada, lo mejor que el idilio continua!!!!!!
Pues de verdad que lo siento, pero para nada me molestan tus comentarios, al reves!! Eres una de las que me comenta casi todos los capitulos :lol:Quizas el último comentario que te hice pudo malinterpretarse, me refiero a este:
Por eso me gusto tu comentario, porque no es la primera vez que te preocupas por el bienestar de las chicas y me da la sensación de que realmente temes que le pase algo. Y mi respuesta fue una afirmación a eso, a que realmente cualquier cosa puede pasar ya que nos enfrentamos a francotiradores, acosadores, bombas... que haya puesto Brittana no quiere decir que no le pueda pasar nada a las chicas, o que Stark y Savard esten como Emily y Paige de PLL no quiere decir que terminen juntas, sino que puede pasar cualquier cosa
Si nuevamente sientes que en algun comentario me notas seria o sientes que estoy molesta por algo, realmente aprecio que me lo digas como esta vez, porque si doy esa impresión no me doy cuenta, a veces estoy de bromas o suelto comentarios irónicos que se pueden malinterpretar, pero realmente aprecio tus comentarios, asi como las de todas las que os molestais en escribirme
Me alegra que todo haya quedado en un malentendido. Nos vemos, besos ;)
Puede que ese comentario fuera algo más serio ya que lo que pusiste fue que esperabas que no le pasara nada a las chicas. Pero es que al leer tu comentario me acorde de un comentario que lei en otro lado donde alguien decia que lo malo de los fic por parejas (Brittana, Klaine...) es que no sorprenden porque se sabe que las chicas estaran juntas y nada les puede pasar.Todo puede pasar, aunque haya emparejado a las chicas como a mi me ha parecido, no quiere decir que tengan que terminar así...puede pasar de todo...
Por eso me gusto tu comentario, porque no es la primera vez que te preocupas por el bienestar de las chicas y me da la sensación de que realmente temes que le pase algo. Y mi respuesta fue una afirmación a eso, a que realmente cualquier cosa puede pasar ya que nos enfrentamos a francotiradores, acosadores, bombas... que haya puesto Brittana no quiere decir que no le pueda pasar nada a las chicas, o que Stark y Savard esten como Emily y Paige de PLL no quiere decir que terminen juntas, sino que puede pasar cualquier cosa
Si nuevamente sientes que en algun comentario me notas seria o sientes que estoy molesta por algo, realmente aprecio que me lo digas como esta vez, porque si doy esa impresión no me doy cuenta, a veces estoy de bromas o suelto comentarios irónicos que se pueden malinterpretar, pero realmente aprecio tus comentarios, asi como las de todas las que os molestais en escribirme
Me alegra que todo haya quedado en un malentendido. Nos vemos, besos ;)
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 10
Capitulo 10
El Peugeot se detuvo ante la entrada del hotel, con Hernández al volante y Reynolds a su lado. Santana los miró, y luego miró a Britt.
-¿Dos parejas?
Britt abrió la puerta de atrás, riéndose.
-Sólo en lo tocante al transporte. Se quedarán fuera cuando lleguemos.
-Muy bien. -Santana miró por la ventanilla mientras cruzaban el Sena y avanzaban lentamente por las congestionadas calles de la orilla izquierda-. ¿Dónde está Stark? Creí que trabajaba esta noche.
-Cambié los turnos y le di un descanso. La quiero en primera línea en la apoteosis de mañana por la noche.
-Ah, sí, el baile presidencial. -Santana torció el gesto-. La ceremonia de despedida.
Britt le cogió la mano y se la apretó con cariño.
-¿Cansada?
-Sólo la habitual irritación de los viajes. -Santana mantuvo la expresión y el tono desenfadados, pues había notado preocupación en la voz de su amante.
-¿Te apetece regresar a casa?
-Oh, Dios, muchísimo. -Santana contempló la vida nocturna al otro lado de la ventanilla, pensando en las veces en las que había deseado perderse en calles atestadas de gente, pasar desapercibida y despertar en cualquier sitio, ser cualquier otra persona. Con la excepción de sus incursiones clandestinas en bares oscuros y de las horas aún más oscuras de muchas noches perdidas, nunca había logrado huir de su historia ni de su destino. Al mirar a Britt se dio cuenta de que ya no deseaba ser otra persona ni estar en ninguna otra parte, al menos mientras tuviese el amor de aquella mujer-. Será estupendo volver a Nueva York. Echo de menos pintar y estoy deseando terminar los últimos lienzos para mi exposición. -Sonrió con una expresión libre de preocupaciones y penas-. Pero a pesar de las circunstancias, este ha sido uno de mis mejores viajes... porque estás tú.
-Yo no cambiaría nada -repuso Britt, muy seria, haciéndose eco inconscientemente de los pensamientos de Santana-, excepto para darte la libertad.
-Me basta con saber que entiendes por qué me resulta tan difícil a veces. -Santana apretó la mano de Britt-. Bueno, dime, ¿adónde vamos ahora?
Britt sonrió de oreja a oreja.
-Ni hablar.
-Podría castigarte por esto.
-No pierdo la esperanza.
Santana se rió y miró por la ventanilla, arqueando una ceja cuando vio el nombre de la calle.
-Rue Christine. La calle de Stein y Toklas. ¿Es una visita turística?
-No exactamente.
Hernández detuvo el vehículo junto al bordillo, y Britt activó el altavoz.
-Mantengan abierto el canal de comunicación cuatro. Los respaldan Parker y Davis.
-Sí, comandante.
Britt abrió la puerta, indicó a Santana que la siguiese, y salieron a la calle. Solas. Santana volvió la vista, sorprendida, cuando ninguno de los dos agentes salió para acompañarlas. Britt no solía conformarse con menos de tres agentes cuando Santana comparecía en público. Perpleja, miró a su amante.
-¿Britt?
Britt cabeceó, cogió a Santana de la mano y rápidamente la condujo por la estrecha y concurrida calle hasta el número 7 de la Rue Christine, una casita con un minúsculo rellano y vidrieras de colores que flanqueban la puerta pintada de rojo. Britt llamó, y poco después abrió la puerta una mujer menuda y morena, vestida con una suelta túnica de seda verde y pantalones anchos de color siena.
-¡Brittany! -exclamó la hermosa mujer, poniéndose de puntillas para dar un beso en la mejilla a Britt. Miró a Santana con unos profundos ojos castaños, llenos de viveza y de calidez-. Hola.
-Bonita -dijo Britt con afecto evidente-, te presento a Santana López. -Britt sonrió al ver la expresión de sorpresa de Santana-. Santana, Bonita Ponte.
-Oh -murmuró Santana, demasiado asombrada para articular una frase. Al oír la melodiosa risa de la mujer, recobró el sentido y extendió la mano-. Encantada de conocerla, señora Ponte. Adoro su trabajo.
-Por favor, llámame Bonita. -Cogió a Santana y a Britt de la mano y las introdujo en la casa, cerrando la puerta tras ellas y llevándolas a un salón lleno de lujosos detalles. Dos sofás de brocado burdeos con estructuras de caoba talladas a mano se enfrentaban a una chimenea de mármol. Sobre la chimenea colgaba un cuadro que Santana reconoció como obra de Marcea Cassell, la madre de Britt y, al igual que su inesperada anfitriona, uno de sus ídolos.
-Poneos cómodas, por favor. -Bonita les señaló los sofás-. Vuelvo enseguida. Supongo que estaréis hambrientas.
-Te echaré una mano -se apresuró a decir Britt.
Bonita negó con la cabeza, sonriendo con indulgencia.
-No, relájate. Seguro que las dos habéis tenido un día agotador. -Dicho eso, desapareció en medio de una nube de seda.
-Bonita Ponte. Dios mío, Britt. ¿Cómo la conociste? –Santana no podía creer que estuviesen en casa de una de las pintoras expresionistas más importantes del mundo. Adoraba las obras de Ponte y había analizado su estilo y su técnica cuando estudiaba Arte en París.
-La conozco desde pequeña. Mi madre y ella son íntimas amigas. -Britt hizo un gesto de indiferencia-. No sabía si Bonita estaría en casa, pero probé suerte y la llamé. Por fortuna, acaba de llegar de una serie de exposiciones en Italia. -A Britt le costó descifrar la expresión de Santana. Pocas veces la había visto tan apagada-. ¿Te encuentras bien?
Santana, que aún no lo había asimilado del todo, apenas podía hablar. No sabía muy bien qué regalo apreciaba más: la oportunidad de conocer a uno de sus ídolos o el hecho de que Britt comprendiese cuánto significaba para ella. Con la garganta seca murmuró:
-De maravilla. Muchísimas gracias.
Bonita regresó con una mesita camarera en la que había una botella de champán metida en hielo, copas y entremeses variados.
-Hablé hace poco con tu madre, Brittany -dijo Bonita en tono familiar mientras les ofrecía sendas copas de champán-. Me contó que habías asistido a una de sus exposiciones recientemente. Estaba encantada.
-Me temo que me he perdido demasiadas, pero estoy intentando compensarla.
Bonita se encogió de hombros, con aire despreocupado.
-Ella entiende que tu trabajo es importante y exigente. –Miró a Britt con dulzura-. Tienes buen aspecto... ¿Estás...recuperada?
Britt se puso colorada, pues la incomodaba cualquier alusión al disparo que había estado a punto de matarla hacía menos de un año.
-Totalmente.
-Estupendo -afirmó Bonita, y luego se dirigió a Santana-: Tengo entendido que pronto celebrarás una exposición.
Santana asintió con timidez.
-Es sólo una cosa pequeña.
-Háblame de ella.
Britt se recostó, con un tobillo sobre la rodilla mientras bebía champán y escuchaba la conversación de las dos artistas. Aunque enseguida se perdió cuando empezaron a hablar de ritmo narrativo, tonalidad, variaciones de escalas y perspectiva dimensional, el flujo de las palabras la relajaba. No le eran ajenas la teoría ni la práctica de la pintura, pero la pasión que compartían las otras dos mujeres era algo que sólo una artista podía experimentar de verdad. No obstante, ver la desenfrenada alegría de Santana la satisfizo inmensamente. Poco después de las once Bonita se estiró con un suspiro de placer.
-Hace tiempo que no disfrutaba de una velada tan agradable. Le estoy perdiendo el gusto a los viajes -dijo mirando a Britt y a Santana-, pero no a la buena compañía. Me alegro muchísimo de que hayáis venido.
-Ha sido maravilloso -coincidió Santana.
-¿Te gustaría ver el estudio? -preguntó Bonita.
A Santana se le encendieron los ojos.
-Claro que sí.
Bonita, complacida, se levantó y le ofreció la mano.
-Ven conmigo. Y tú también, Britt.
Tras un breve recorrido y una animada conversación, Bonita dijo:
-Me gustaría que os quedaseis a pasar la noche. Es imposible enseñar algunos de estos lienzos sin luz natural. -Miró a Santana-. Hay varios que creo que te interesarán.
-Si no es mucho abuso -Santana posó los ojos en Britt, que asintió-, me encantaría.
-¡Estupendo! -Bonita rodeó con los brazos la cintura de las jóvenes y las condujo a una habitación de invitados situada al fondo del pasillo-. Aquí está. Todo lo que necesitáis lo encontraréis en los armarios del cuarto de baño. –Retrocedió hacia la puerta-. Y si me disculpáis, me retiro. Aún no me he recuperado de mi último viaje.
-Gracias, Bonita.
-Sí -repitió Santana-. Muchísimas gracias.
-Oh, no tenéis por qué dármelas. Os veré por la mañana. –Les dedicó una sonrisa-. No hace falta que os levantéis temprano. Yo no pienso hacerlo, pero si os empeñáis, confío en que haréis el café solitas.
Cuando se quedaron solas, Santana miró a Britt con una expresión que Britt nunca había visto. Contemplativa, interrogante y casi insegura.
-¿Qué ocurre? -preguntó Britt, preocupada-. ¿No lo has pasado bien?
-Oh sí, lo he pasado genial. -Santana se apoyó en la puerta del baño, observando a su amante con implacable firmeza-. Lo que no entiendo es qué ganas tú.
-¿Cómo?
Santana frunció el entrecejo, buscando palabras para describir su desconcierto.
-Yo. Nosotras.
Britt parpadeó.
-¿No lo sabes?
Santana negó con la cabeza.
-No -respondió lenta y dulcemente-. En realidad, poco puedo darte. Me has traído aquí esta noche porque sabías que me haría feliz. Y me ha hecho... la persona más feliz del mundo. Que supieras eso, que hicieras eso, hace que me sienta... muy amada. -Suspiró y cabeceó de nuevo-. Ni siquiera sé por dónde empezar a agradecértelo.
-Santana -susurró Britt con voz profunda y mirada tierna-. No tienes que hacer nada. Sólo... ser tú. Para mí la mayor dicha es amarte.
Las lágrimas asomaron a los ojos de Santana y se desbordaron antes de que pudiese contenerlas. Britt soltó una exclamación y abrazó a Santana.
-No -murmuró Britt, besando la frente de Santana y secando las lágrimas con los dedos- Quería que esta noche fuese especial. Hacerte feliz, no apenarte.
-Jamás pensé que ocurriría -confesó Santana con el rostro hundido en el cuello de Britt-, pero estoy llorando de felicidad.
Britt se rió.
-Entonces, no me asustes.
Santana sonrió y acarició el pecho de Britt.
-¿Sabías que Bonita nos iba a invitar a quedarnos esta noche?
-No. Pero no me extrañaría que mi madre y ella lo hubiesen hablado.
-A tu madre tal vez le resulte incómodo buscarnos lugares de encuentro. -Santana se rió con ganas; no estaba acostumbrada al cariño de tanta gente.
-Creo que los lugares de encuentro son sólo un beneficio añadido. -Britt jugueteó con la blusa y los pantalones de Santana e introdujo una mano debajo, deslizando las yemas de los dedos sobre la base de la columna vertebral de la joven-. Sin duda, Bonita lo ha pasado muy bien hablando contigo esta noche.
-Hum. -El suave masaje adormecía la mente del Santana al tiempo que despertaba su carne-. Eso espero. Para mí ha sido increíble.
-¿Te parece bien quedarte esta noche? -Britt comenzó a desabrochar los botones de la blusa de Santana.
Santana desabotonó los pantalones de Britt y deslizó los dedos bajo la camisa, acariciando el ombligo.
-Me quedaría contigo en cualquier parte siempre que pudiésemos estar solas. Estar aquí es un sueño hecho realidad.
-Estupendo. -Britt habló con voz ronca mientras su mano intentaba desabrochar el sujetador de Santana-. Porque siento la terrible necesidad de pasar la noche contigo.
-Entonces empecemos. -Sin apartar los ojos de los de Britt, Santana arrastró a su amante hasta la cama.
Paula Stark estiró el cuello y contempló la enorme estructura. La Torre Eiffel, una explosión de luz recortada contra el cielo nocturno, era majestuosa y muy, muy alta.
-Leí en alguna parte que hay mil seiscientos sesenta y cinco escalones hasta lo más alto.
-Es verdad -afirmó Renee, convencida-. Pero ya no se puede subir hasta lo más alto. Sólo hasta el segundo piso, donde hay un ascensor que te lleva al último piso. Así que, en realidad, no son tantos escalones.
-Ah, ya entiendo. Mil seiscientos veinticinco escalones. Eso es otra cosa. -Había un matiz de terror en la voz de Stark-. Si vamos a subir, tendré que regresar al hotel en ambulancia.
Renee se rió.
-Oh, vamos. Eres una agente del Servicio Secreto. Además, he visto tu cuerpo. Sé que estás en plena forma.
Incluso en la oscuridad Stark se dio cuenta de que Renee notaba su rubor.
-¿Cuándo?
-¿Cuándo qué?
-¿Has visto mi cuerpo?
-En el gimnasio. -Renee avanzó en la fila de entrada, rozando el muslo contra el de Stark-. Y además de eso, te he puesto las manos encima. Conozco tu excelente constitución.
Stark tropezó y le flaquearon las piernas. Se dio cuenta de que tragaba saliva de forma audible.
-No puedes decir esas cosas si pretendes que suba cientos de escalones.
-Podemos ver todo París desde allí arriba -susurró Renee, le dio la mano a Stark, y los dedos de ambas se entrelazaron con total naturalidad, como si lo hubiesen hecho miles de veces-. Quiero recordar dos cosas de esta noche: ver París desde lo alto de la Torre Eiffel y hacer el amor contigo.
-¡Caray! -susurró Stark, subyugada por la excitación y la dicha-. Si quieres, subo dos veces.
-No lo dudo. -A Renee se le formó un nudo en la garganta-. Y por eso estoy loca por ti.
-Si quieres que mis piernas suban hasta lo alto de la torre –se quejó Stark, casi sin aliento-, deja de decir esas cosas.
Renee se rió y rozó con la mejilla el hombro de Stark.
-No te prometo nada.
Stark sonrió a Renee bajo el resplandor de las luces del monumento, y ambas formaron un arco con sus brazos entrelazados.
-De acuerdo. Nada de exigencias.
-Podemos volver al hotel -sugirió Renee-. Me está costando mucho apartar las manos de ti y te he hecho esperar demasiado sin saber muy bien por qué.
-No. -Stark comprendió que no había ninguna prisa porque cada segundo que pasaban juntas (hablando, caminando, tocándose) era mágico-. Subamos primero a ver París. Hagámoslo todo.
-Oh, sí. -Renee abandonó las precauciones ante la promesa que reflejaban los ojos de Paula-. Hagámoslo todo.
23.15
El americano de pelo castaño y ojos azules se reunió con tres hombres y una mujer en el tercer piso de una casa de apartamentos de las afueras de París. Los otros vestían ropa informal, como él, con el cuello de las camisas abierto y los pantalones arrugados. Llevaba el arma reglamentaria en la espalda, bajo la ligera chaqueta de lino. La mujer rubia, de rostro fino y marcado, con vaqueros negros y una camisa vaquera azul, llevaba la pistola automática Vector Mini Uzi en una pistolera de la cadera, colgada en el lado derecho del ancho cinturón de cuero. Sobre la mesita de café, ante un sofá manchado y deslucido, había dos rifles de asalto Olympic Arms PCR-5. La habitación olía a comida preparada rancia y a tabaco. A través de una puerta abierta a la derecha, que conducía a lo que debía de ser un dormitorio, vio un pálido resplandor de pantallas de ordenadores y de diferentes aparatos de comunicación. Antes de hablar, sacó una cajita negra del tamaño de una baraja del bolsillo de la chaqueta. Cuando apretó el botón de encendido, apareció una parpadeante luz roja.
-Estamos seguros -dijo la mujer con impaciencia-. ¿Nos tomas por aficionados?
El americano barrió la habitación con rapidez y eficiencia, sin decir palabra, utilizando el escáner de vigilancia. Tras guardarlo en el bolsillo, se dirigió al hombre alto, moreno y barbudo sentado en el sofá, que lo miraba impasible.
-No hubo más remedio que abortar la misión de esta tarde. La prematura noticia creó un obstáculo inesperado por el gran número de vehículos y de periodistas en el lugar.
-Podríamos haber perdido a nuestros hombres -dijo el hombre en tono cortante-. ¿Por qué se dio la orden tan tarde? -Fue una pregunta directa, pero había una clara crítica implícita en ella.
El americano se puso colorado, aunque respondió sin alterarse:
-La jefa de seguridad modificó la ruta de la caravana de coches minutos antes de la llegada.
-Esa mujer es un problema y habría que eliminarla –declaró la rubia con acritud-. Es la segunda vez que interfiere en nuestros planes.
-No -repuso uno de los hombres-. Una acción contra ella sólo serviría para alertar a los otros sobre cuál es nuestro objetivo primario.
-Estoy de acuerdo -afirmó el americano-. Recomiendo...
El hombre del sofá se levantó bruscamente, y todo el mundo se calló.
-Acabo de recibir órdenes del comando Hidra. El ataque está programado, y se nos ha ordenado que la ataquemos a ella al mismo tiempo. Al ejecutar ambos planes simultáneamente, demostraremos al mundo nuestro poder al tiempo que dejamos al descubierto el punto débil de los hipócritas y decadentes americanos.
-Cuando...
-Recibirás órdenes de nuestros aliados en tu país cuando llegue el momento. Debes estar preparado para actuar en cualquier momento porque no tendrás que esperar mucho. Los nuestros ya están situados. Ha empezado.
El americano sintió un escalofrío de emoción. Durante años se había limitado a rezar en silencio, proporcionando información mientras otros planeaban y ejecutaban las misiones. Por fin le daban la oportunidad de actuar, de recuperar su país y entregarlo a los que entendían su verdadero poder y destino.
-Estoy listo.
“Dios bendiga a América.”
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Soy la única que empieza a odiar esa frase?
“Dios bendiga a América.”
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
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Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
ya odio esa condenada frase, espero con ansias ver que pasara, pero confio en que pase lo que pase las chicas de una u otra forma estarán bien!!!!!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Nop.. no eres la única que empieza a odiar esa frase....
Por Dios! quiero ver como Santana tortura a Britt... duchas frías vengan a mí!!! xD
Por Dios! quiero ver como Santana tortura a Britt... duchas frías vengan a mí!!! xD
Tat-Tat******* - Mensajes : 469
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
micky morales escribió:ya odio esa condenada frase, espero con ansias ver que pasara, pero confio en que pase lo que pase las chicas de una u otra forma estarán bien!!!!!
Somos dos, odio la frase!!
Tat-Tat escribió:Nop.. no eres la única que empieza a odiar esa frase....
Por Dios! quiero ver como Santana tortura a Britt... duchas frías vengan a mí!!! xD
Mis amigas me mataran si vuelvo a llegar tarde Asi que ya estoy arreglada una hora antes de la hora indicada, por lo que me he puesto con otro capitulo y aqui os lo dejo. Asi Tat-Tat si tienes que darte una ducha fria que sea con razón :P
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 11
Capitulo 11
-Oooh -suspiró Santana con un sensual gemido. Se estiró, desnuda, disfrutando del calor del cuerpo de Britt a su lado y de las frescas sábanas de algodón que las cubrían-. ¿Cómo es posible que unas sábanas limpias y planchadas resulten tan maravillosas?
-¿Feliz? -Britt se apoyó en un codo, descansando la cabeza en la mano mientras deslizada los dedos sobre la mandíbula de Santana. Le fascinaba la belleza del rostro de Santana a la luz de la luna. Estar con ella de aquella forma, solas en plena noche, era raro, algo que nunca dejaba de emocionarla por mucho que lo experimentase. Santana representaba muchas cosas que amaba: inteligencia, fuerza, vitalidad y pasión. Además, era muy guapa. Y a Britt le encantaba mirarla.
-Humm-. Santana hizo ademán de ponerse de lado para ver mejor a Britt, pero una mano de esta sobre el hombro se lo impidió.
-No -murmuró Britt, recorriendo con los dedos el valle que nacía entre los pechos de Santana-. Quédate así. Quiero mirarte.
El tono grave de la voz de Britt hizo que se le formase un nudo en el estómago a Santana y que su corazón se acelerase.
-¿Sólo mirar?
Santana esbozó una sonrisa, y Britt asintió.
-De momento.
-Esta noche ha jugado mucho conmigo, comandante -se quejó Santana, casi sin aliento. Los dedos de Britt se detuvieron en el pecho de la joven, aunque permanecieron quietos debajo del pezón. La mera promesa del contacto de aquellos dedos fuertes y sensibles le provocaba dolor en los pechos y convertía sus pezones en endurecidos nudos de deseo.
-No tanto como hubiese querido. -Britt bajó la sábana que cubría el abdomen de Santana hasta las caderas de la joven, blancas y torneadas bajo la luz de la luna. Britt introdujo un dedo bajo el algodón, demorándose un instante en la protuberancia de carne entre los muslos de Santana.
Santana levantó las caderas involuntariamente, pero el fascinante roce había desaparecido.
-¿Y si te dijese que estoy demasiado cansada?
Britt bajó la cabeza y posó los labios en el hueco de la base de la garganta de Santana, percibiendo en la boca el pulso acelerado de la joven y murmurando:
-¿Lo estás?
El calor surgido en la boca del estómago de Santana se convirtió en fuego que abrasaba su sangre. Procurando no alterar la voz, respondió:
-Yo he preguntado primero.
Britt se rió mientras besaba un punto entre los pechos de Santana, bajó la mano y apartó la sábana completamente. Le deslizó los dedos sobre el muslo y acarició con la mano la curva de la cadera de la joven. A continuación, apoyó la mejilla en la firme elevación del pecho de Santana y contempló la vibración de los músculos del abdomen de su amante mientras introducía los dedos en la arqueada protuberancia y los demoraba sobre el vientre y alrededor del ombligo, donde jugueteó con el anillo de oro que penetraba en la piel, lo cogió entre los dedos y tiró de él. Santana jadeó, agitando las piernas sobre la cama mientras aferraba el hombro de Britt.
-Si estás cansada... -Britt tiró de nuevo-, tendré que hacer que te duermas.
-¿Cómo? -Santana tenía la garganta seca. Lo suyo no era la paciencia en la cama. Le gustaba que Britt la tomase a fondo y rápido, sobre todo la primera vez... y le gustaba hacerle lo mismo a Britt. Tal vez fuese porque casi nunca podía permitirse el lujo de quedarse con ella, aunque seguramente se debía a su insaciable hambre de Britt, que le provocaba dolor de huesos. Cuando tocaba a Britt, la necesidad de estar cerca de ella, dentro de ella, de penetrarla, borraba todo lo demás. Pero aquella noche, después de todo lo que Britt le había dado, quería que Britt disfrutase de lo que deseaba. Dejaría que Britt la tomase y se deleitaría en la entrega.
-Y ahora explícame cómo piensas hacer que me duerma.
Britt, que seguía jugando con el anillo de oro, lamió con la lengua el pezón de Santana.
-Con la boca.
-Oh, Dios, me encanta sentir tu boca sobre mí. -Santana no pudo contenerse. Un fuego interior la abrasaba. Gimiendo levemente, enredó los dedos entre los espesos cabellos de Britt y apretó el rostro de su amante contra su pecho. Sin embargo, no fue más allá, aunque se moría de ganas de que Britt la tomase.
-Lo sé. -Britt se deslizó, acercando la pierna de Santana a la suya. Se arrimó otra vez al muslo firme de Santana, sabiendo que su amante notaría la evidencia de su excitación, húmeda, caliente y dura-. Y voy a besarte por todas partes hasta que te corras.
-Oh sí -susurró Santana, apoyándose en los codos para ver cómo Britt chupaba sus pezones, primero uno y después el otro. Ver cómo los labios de Britt acariciaban su carne vibrante y sentir las descargas eléctricas de placer al mismo tiempo la estremecía y hacía que se retorciese. Observar las caderas de Britt apretándose con indolencia contra su muslo, sentir la pasión de su amante impregnando su piel, le agarrotaba el estómago-. Necesito que me toques como sea. No me hagas esperar demasiado.
-Vamos a esperar las dos. -Britt apartó las caderas un milímetro, relajando la exquisita presión ante las protestas de sus terminaciones nerviosas. Corría el riesgo de alcanzar el clímax sólo por la emoción de excitar a Santana-. Te tocaré en todas partes. -Sus dedos danzaron sobre el abdomen de Santana, fascinados por el calor que surgía entre las piernas de esta; luego bajaron y acariciaron la suave piel del interior de los muslos-. Necesito tocarte por todas partes.
Santana se rindió, sin fuerzas, y se dejó caer sobre la almohada con un gemido.
-Dios, no me importa... haz lo que sea... cualquier cosa. Pero no pares.
La piel de Santana se enervó. Los dedos de Britt dibujaron imágenes de claros bañados por la luna y de valles soleados en el lienzo de su mente. Su corazón galopaba con la alegría de amar y ser amada. Arrastrada por la inexorable marea de la entrega de su amante, no reparó en los labios que acariciaban su piel tersa ni en la boca que convertía su pasión en un mar de deseo. Lo único que reconocía (con su cuerpo, con su alma, en lo más profundo de su corazón) era a la mujer que la reclamaba y la liberaba con el poder de su amor. “Britt. Britt.” El orgasmo surgió lentamente, buscando fuerzas en algún lugar lejano, más allá del cuerpo frágil. Cuando el puño de la necesidad se abrió en sus entrañas y el placer inundó sus muslos, reparó en la irrefrenable alegría de la boca de Britt arrastrándola al orgasmo. Se incorporó jadeando, se obligó a abrir los ojos y agarró los cabellos de Britt con la mano.
-Quiero... ver... cómo me corro.
Luego, el agudo filo del placer se convirtió casi en sufrimiento, los músculos se desprendieron de sus huesos, y su alma se llenó con el dulce dolor de la culminación. Se dobló y se aferró al hombro de Britt, gimiendo y estremeciéndose. Cuando los incontrolables espasmos cesaron, se derrumbó sobre un costado, con los dedos aún enredados en el pelo de su amante. Britt se derrumbó con ella, acercándose y apretando el rostro de Santana contra su pecho.
-Te amo. Te amo muchísimo.
Santana no podía hablar. Apenas podía respirar. No era por el exquisito orgasmo que la había privado del control, sino por la sobrecogedora emoción que no podía contener cuando Britt la tocaba. “No sólo cuando me toca, sino también cuando me mira, cuando está cerca de mí.”
-Cariño -murmuró Britt tiernamente, con la mejilla apoyada sobre la cabeza de Santana-. Debemos taparnos. Vas a resfriarte.
-Espera un minuto -farfulló Santana, abrazando a Britt por la cintura y acercándose a ella-. Me siento de maravilla. Estás de maravilla.
Britt se rió y cubrió parte del cuerpo de Santana con la sábana.
-Sí, me siento como nunca.
La cabeza de Santana se posó en el hombro de Britt y la miró con los ojos entrecerrados.
-Encantada de ti misma, ¿verdad?
-Pues sí, mucho. -Britt besó a Santana en la nariz-. Toda la noche he estado pensando en hacer esto.
-¿En serio? -Santana soltó una risita-. Tiene usted gran capacidad de contención, comandante.
-No, no tanto. -Britt besó la boca de Santana, deslizando su lengua sobre la curva llena del labio inferior de la joven-. Me he corrido ahora... al sentir cómo te abandonabas.
Santana gimió.
-Brittany Pierce, eres la mujer más sexy que he conocido en mi vida. Si no estuviese completamente agotada, me abalanzaría sobre ti y te devoraría.
Britt se rió y se dejó caer sobre las almohadas, arrastrando a Santana con ella. De paso, cubrió con las sábanas los cuerpos de ambas, estrechamente abrazados.
-Siempre nos queda la mañana.
-Sí -susurró Santana, adormilada. Aunque sabía que tal vez no fuese así, podrían pasar años antes de que volviese a dormir en brazos de su amante y a despertarse a su lado; así que rechazó todo lo que pudiese disipar su felicidad. Se trataba de una sensación nueva: la voluntad de aceptar la dicha, aunque fuese efímera, como un regalo-. Amarte es lo mejor que me ha ocurrido.
-Santana -dijo Britt, sin aliento, acariciando la morena cabeza apoyada en su hombro-. No te imaginas cuánto significa eso para mí.
-Lo sé. –Santana estiró el brazo, buscó la mano de Britt, y ambas entrelazaron los dedos. Luego colocó las manos unidas entre sus pechos, apretándolas contra su corazón-. Lo siento aquí. Te siento dentro de mí, amándome. Amarte me ha llevado a la plenitud.
-No pienso parar.
“¿Me lo prometes?” Santana no se atrevió a preguntar. Britt acercó las manos unidas a su propio pecho y las apretó contra su corazón, sin reparar en la cicatriz que marcaba su
piel.
-Te lo prometo.
En lo alto del monumento había dos plantas, una interior y otra exterior, que ofrecían una vista panorámica de París y sus alrededores en 360°, cubriendo ochenta kilómetros en todas direcciones. La noche era clara y, aunque estaban en verano, a doscientos ochenta metros sobre el nivel del suelo se notaba frío. Faltaba poco para la medianoche, y había sólo unos cuantos visitantes en la plataforma de observación exterior. Debajo de ellas la ciudad resplandecía y las luces brillaban como relucientes joyas. El viento alborotó los cabellos de Stark cuando se inclinó hacia delante para tener mejor visión. Le daba la mano a Renee, disfrutando de su contacto; necesitaba sentirse segura porque las mareantes alturas la desorientaban.
-Es increíble, ¿verdad? -Stark alzó la voz sobre el viento, con un brillo de lágrimas en los ojos. Podía achacarlo a los efectos del viento, pero el nudo de su pecho no era producto de los elementos ni de la elevación. Lo único en lo que pensaba, al borde del País de las Maravillas, eran las serenas palabras de la mujer que estaba a su lado: “Quiero recordar dos cosas de esta noche, ver París desde lo alto de la Torre Eiffel y hacer el amor contigo”.
Renee no contemplaba el paisaje. En el rostro de Stark brillaba un entusiasmo juvenil mientras los oscuros cabellos lo azotaban. Sus dedos apretaron los de Renee y su voz se tiñó de emoción. “Ojalá nunca aprendas a esconder tus sentimientos.”
-Precioso. -Renee se acercó, rodeó con el brazo la cintura de Stark por debajo de la chaqueta y posó la cabeza en el hombro robusto. “Eres preciosa.” Stark abrazó a Renee.
-Me alegro de que me dejases subir en ascensor. Si no lo hubieses hecho, seguramente habría tenido que acostarme aquí arriba y me habría perdido la vista.
-Estoy segura de que lo habrías conseguido -afirmó Renee-, pero no quiero agotarte tan pronto. Tengo otros planes para eso.
Stark se sobresaltó, apartó la cara de la panorámica y miró a Renee a los ojos.
-Cada vez que me acerco a ti, me excito. En realidad, me excito siempre que pienso en ti. Así que convendría que no me lo recordases demasiado a menudo porque creo que se me están empezando a reblandecer los tejidos.
Renee puso una mano tras la cabeza de Stark y la atrajo hacia sí. La besó, sin importarle las personas que pasaban. Parte del motivo de que hubiese sido capaz de esperar tanto antes de llevar a Stark a la cama era que besar a Paula Stark constituía una experiencia inigualable. Los labios de Stark eran rotundos, cálidos e increíblemente curiosos, y perseguían a los de Renee en una continua oleada de suaves caricias y tiernas chupadas.
De vez en cuando sentía un minúsculo puntito de dolor que rápidamente borraba la cálida caricia de una lengua cariñosa y se daba cuenta de que la había mordido. La sorpresa, el placer, la variedad de sensaciones, primero amables y luego exigentes, se apoderaban de ella y hacían que el deseo le doliese. Pero el hambre era tan agradable que se alegraba de no satisfacerla. Al menos hasta entonces. En aquel momento, cada segundo le costaba más reprimir su necesidad. Echó la cabeza hacia atrás, jadeando.
-¡Dios, cuánto te quiero!
Stark rodeó con los brazos la cintura de Renee, y los muslos de ambas se rozaron. Estaban solas en su reducto del monumento, con París a sus pies. Stark no acababa de creer que aquella maravillosa mujer la desease. Ojalá Renee supiese que no tenía ni idea de cómo complacerla, ni siquiera de cómo demostrar lo mucho que ansiaba estar con ella. Aparte de unos escasos y poco memorables intentos de relaciones con hombres, que había abandonado de muy buen grado al ingresar en la academia de adiestramiento, sólo había tenido una noche de verdadera pasión. Y esa noche había sido con una mujer a la que no amaba y que no la amaba. Resultó inolvidable (una epifanía física y emocional) y, con el corazón en la mano, no se arrepentía. Formaba parte de su toma de conciencia, pero la febril lujuria había sido un infierno que no había dejado más que cenizas tras de sí. En aquellas pocas horas acaloradas se había limitado a dejarse consumir.
-Tengo que contarte una cosa.
Renee, al percibir algo parecido a la autocensura en la voz de Stark, ladeó la cabeza, y luego la sacudió lentamente.
-No. A menos que haya otra persona, no tienes por qué contarme nada.
-No hay nadie. Eso es lo que quería decirte. Nunca ha habido nadie. Unas horas una noche, pero...
-¿Intentas decirme que careces de experiencia?
Stark asintió en silencio, alegrándose de que la oscuridad ocultase su vergüenza.
-Quiero... quiero que esta noche sea todo lo que tú deseas. Y yo...
-¡Dios mío! -murmuró Renee, cogiendo el rostro de Stark entre las manos-. Cariño, ya es todo lo que deseo. Y mucho más. -Bajo el claro de luna vio una fugaz expresión de consternación en la cara de Stark-. No sabes, ¿verdad?
Stark, que se sentía cada vez más inepta, negó con la cabeza de nuevo.
-Cuando estoy contigo -dijo Renee en tono dulce, acariciando el ángulo fuerte y marcado de la mandíbula de Stark-, todo es nuevo. Por ti... por tu bondad, tu ternura y tu sinceridad. No importa nada de lo ocurrido antes de esta noche, porque esta noche contigo será la primera vez de verdad para mí.
El corazón de Stark se desbocó y se alegró de que la sostuviese la mujer que tenía en brazos porque, durante un momento, le pareció que iba a volar.
-¿Te importaría si nos vamos ahora mismo? No creo que valga para nada hasta que pueda abrazarte sin que nadie se interponga entre nosotras.
-Eso es exactamente lo que necesito.
Abrazadas por la cintura, disfrutaron por última vez de la panorámica de la Ciudad de la Luz, y luego se dirigieron al ascensor y a la promesa de la noche
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
Fecha de inscripción : 11/06/2013
Edad : 36
Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final
Vaya que hipocrita!!...
Aparte de traicionar a su pais con los asquerosos esos ( sean quienes sean) se atreve a decir la frasesita esa???
Ja, menuda escoria de Americano...
Tambien ya la odio...
No acabas de hacer eso verdad???
Porque lo dejas ahiiiiiii???? Dios!!
La tension de Stark y Savard es aun peor que la de Britt y San, si es que eso es posible
Aparte de traicionar a su pais con los asquerosos esos ( sean quienes sean) se atreve a decir la frasesita esa???
Ja, menuda escoria de Americano...
Tambien ya la odio...
No acabas de hacer eso verdad???
Porque lo dejas ahiiiiiii???? Dios!!
La tension de Stark y Savard es aun peor que la de Britt y San, si es que eso es posible
Última edición por aria el Sáb Ago 03, 2013 9:56 pm, editado 1 vez
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
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