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FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 Primer15
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Mensaje por AndreaDaru Sáb Ago 03, 2013 9:43 pm

Si, yo tambien estoy empezando a odiar esa frase jajaja
Cada vez que la dicen me dan ganas de darle un puñetazo FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 210293833 
Joder con la escena brittana, hot hot! Sin palabras estoy...
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 8:07 am

aria escribió:Vaya que hipocrita!!...
Aparte de traicionar a su pais con los asquerosos esos ( sean quienes sean) se atreve a decir la frasesita esa???
Ja, menuda escoria de Americano...

Tambien ya la odio... FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2323098122

No acabas de hacer eso verdad???
Porque lo dejas ahiiiiiii???? Dios!!
La tension de Stark y Savard es aun peor que la de Britt y San, si es que eso es posible
Lo siento Aria pero una de dos, o lo dejaba ahí o seguia poniendo capitulos mis amigas me mataban y os quedabais sin que terminara la saga FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551
Dejase donde lo dejase te hubiera parecido mal, asi que daba igual un lugar ue otro. Y la tensión de Stark y Savard se solucionara en el siguiente capitulo FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 1163780127  En esta parte se sabra mucho más de esa relación
AndreaDaru escribió:Si, yo tambien estoy empezando a odiar esa frase jajaja
Cada vez que la dicen me dan ganas de darle un puñetazo FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 210293833 
Joder con la escena brittana, hot hot! Sin palabras estoy...

 Espero que te guste la pareja de Stark y Savard, el siguiente capitulo esta dedicado completamente a ellas ;)
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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 12

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 8:10 am



 

Capitulo 12
Stark miraba los números del panel rectangular situado a la derecha de las puertas del ascensor mientras ascendían lentamente. Renee permanecía silenciosa a su lado, con los dedos de la mano derecha apoyados en el brazo de Stark. Paula percibía el calor de Renee a través del algodón peinado de su chaqueta. 12... 13... 14... Con cada piso que subían, el corazón se le aceleraba hasta que los nervios acabaron por formar un nudo en su estómago. “Voy a meter la pata. Ni siquiera sé lo que le gusta. Tampoco estoy segura de que lograse hacerlo aunque supiese lo que le gusta.” El ascensor se detuvo con una sacudida apenas perceptible. Durante lo que le pareció una eternidad, Stark creyó que las puertas no se iban a abrir. Luego, se encontró en el pasillo ante la habitación 2010 observando cómo Renee introducía la tarjeta en la cerradura. Se aclaró la garganta y reprimió el deseo de arrastrar los pies. Siguió, obediente, a Renee y esperó mientras esta estiraba el brazo, cogía el letrero de No Molesten y lo colgaba en el pomo de la puerta. “¡Oh, Dios mío.” Stark, sin saber qué hacer a continuación, permaneció inmóvil como una estatua mientras Renee cerraba la puerta, colocaba la cadena de seguridad y se movía por la habitación, encendiendo luces. Stark, con la boca seca y el corazón atronándole los oídos, buscó algo que decir frenéticamente. “Las piernas no me obedecen. No siento las manos. Dios, ¿y si no me corro? Pensará que no me gusta cómo lo hace, que no me gusta ella.”
Renee movió el conmutador de luces de la sala de estar hasta dejar sólo un tenue resplandor. Luego se acercó a Stark y deslizó las manos bajo la chaqueta azul oscura, posando las palmas sobre el pecho de Stark y acariciando los huesos del cuello con las yemas de los dedos. A continuación, la acarició suavemente.
-Esto no es un examen. No hay una forma buena o mala de hacerlo. Estamos nosotras... juntas... tocándonos.
El sonido de la voz serena y amable de Renee, la brillante luz de sus ojos, el cálido contacto de sus manos, aplacaron la ansiedad de Stark y le permitieron sonreír. Puso la mano tras la nuca de Renee y se inclinó hacia delante, rozando sus labios contra los de Renee. Perdida en el suave calor de la boca de esta, no pensaba más que en la siguiente caricia ni más allá del pequeño mordisco en la carne y el gemido de placer que provocaba. No se sentía nerviosa, porque Renee era lo único que conocía. Renee rodeó con los brazos la sólida cintura de Stark, suspiró y echó la cabeza hacia atrás, con los ojos empañados.
-¡Qué bien lo haces!
-¿Qué? -preguntó Stark con voz ronca mientras introducía la mano entre el jersey y la blusa de Renee, acariciando la parte inferior de su espalda y adorando la forma en que los fuertes músculos se tensaban entre sus dedos a través del fino tejido de seda.
-Besar. Besas de maravilla.
-¿Sí? -Stark sonrió-. Entonces se me ocurre una cosa.
Renee se esforzó por continuar hablando mientras la mitad inferior de su cuerpo se derretía bajo las manos de Stark. Ni siquiera eran caricias intencionadamente seductoras, sino un firme masaje con la yema de los dedos sobre su columna vertebral; a pesar de ello, le temblaban los muslos. “¿Qué me ocurrirá cuando esos dedos por fin toquen mi piel?” Gimió levemente, y luego contuvo el aliento al sentir un fugaz aleteo de placer en las profundidades del vientre. Se obligó a centrarse.
-¿Qué?
-Como lo estoy haciendo bien en el departamento de besos, acostémonos y sigamos allí.
-Buena idea. -Renee dio la mano a Stark-. No sé por qué no se me ha ocurrido a mí. “Lo que sucede es que en este momento no me funciona ninguna célula del cerebro y toda la sangre de mi cuerpo fluye en dirección opuesta.”
Renee no encendió las lámparas del dormitorio, pero desde la otra habitación se filtraba luz suficiente para iluminar el camino. Al llegar a la cama, se quitó el jersey de cachemir y lo arrojó sobre el respaldo de una silla próxima. Como estaba en París de vacaciones, no llevaba arma. Pero Stark sí, y tras quitarse la chaqueta, desprendió la pistolera del cinturón con un gesto automático, fruto de la práctica, y la dejó sobre la mesilla. Renee se descalzó, y Stark se sentó al borde de la cama y se quitó los zapatos. Stark alzó la vista y se encontró con que Renee la miraba con una sonrisa en el rostro.
-¿Qué?
-¿Sigues nerviosa?
-Un poco.
-No tenemos prisa.
-No tienes por qué ir despacio por mi culpa. A lo mejor meto la pata, pero aguantaré el tipo.
Renee se acercó para situarse entre los muslos separados de Stark. Deslizó los dedos entre los cabellos de la mujer sentada, enroscando en ellos los negros mechones.
-Estoy segura de que no lo vas a estropear, Paula. -Echó la cabeza de Stark hacia atrás y se inclinó, iniciando la exploración de los labios llenos y sinuosos de Paula. Los chupó levemente antes de pasear la lengua sobre las superficies interiores, cerrando los ojos cuando una oleada de calor y deseo se apoderó de ella. Con la boca apretada contra la de Stark, murmuró-: Voy despacio por mí.
Stark puso las manos sobre la cintura de Renee y se echó sobre la cama, arrastrando consigo a la otra mujer. Juntas rodaron hasta el centro y quedaron la una frente a la otra, abrazadas. Stark entrelazó con los dedos el pelo ondulado de Renee.
-En la academia tenía fama de ser la cadete más persistente, no la más inteligente ni la más rápida, pero sí la que nunca renunciaba. Y siempre acababa todo lo que empezaba.
-No me preocupa que no acabes las cosas -susurró Renee-. Lo que quiero es disfrutar cada minuto contigo.
-Creo que podemos lograrlo. -Stark ciñó con fuerza la cintura de Renee, atrayéndola hacía sí y buscando de nuevo su boca.
Al principio mantuvo los ojos abiertos, con la idea de no perder ni un segundo de la experiencia. Sin embargo, tras unos momentos, el placer, transmitido en el rápido flujo de la sangre a través de los músculos y nervios de su cuerpo, la obligó a cerrarlos. Las sensaciones eran demasiado dulces, el dolor demasiado hondo, para hacer algo aparte de volar con ellos. A lo lejos, sobre los latidos ensordecedores de su propio corazón, oyó gemir levemente a Renee. Fue un sonido agudo y dulce de deseo y rendición. El ansia brotó de sus entrañas y, sin pensarlo conscientemente, se puso de espaldas, colocando a Renee sobre ella, pues necesitaba apretarla contra sí desesperadamente.
-¡Oh, Dios! -murmuró Renee mientras adaptaba los muslos, el vientre y los pechos a los de Stark, sintiéndola de pronto por todas partes. Ambas continuaban vestidas, pero su piel hormigueaba como si no hubiese barreras entre ellas-. Estás de maravilla.
Stark subió la blusa por encima de los pantalones de Renee y deslizó las manos sobre los lados de su columna vertebral, acariciando con los dedos la musculosa espalda. Jadeó cuando Renee apretó las caderas contra ella, rozando un punto que hizo que se le agarrotase el estómago y que su voz se convirtiese en un gemido.
-Tú... también. –Puso una mano entre ambas y tocó el botón superior de la camisa de Renee-. ¿Puedo?
-Sí... claro. -Renee, sorprendida por la dulzura de la pregunta, tuvo que cerrar los ojos ante el vertiginoso brote de placer que de nuevo golpeaba sus muslos. “Demasiado pronto. Demasiado pronto para sentir tantas cosas.” Pero no podía contener los sentimientos, ni en el cuerpo ni en su corazón. Se colocó a horcajadas sobre las caderas de Stark, dejando espacio para que los ágiles dedos desabotonasen la camisa con cuidadosa lentitud. Adoraba ese aspecto de Stark: el cuidado que ponía en todo. Cuando la seda se apartó sobre sus pechos, dejando al descubierto el breve sujetador de encaje que llevaba debajo, encogió los hombros para que la prenda se soltase. Bajó una mano y tiró de la camisa de Stark por encima de la cinturilla de los pantalones, levantándola hasta dejar el abdomen al aire. Luego se tendió sobre ella, gimiendo suavemente mientras las pieles de ambas se tocaban hasta el último milímetro. Stark rodeó instintivamente las caderas de Renee y la colocó entre sus piernas. Necesitaba el contacto a toda costa. Su voz susurró en un ronco murmullo:
-Siento como si algo se rompiese dentro de mí de tanto como te deseo.
Renee hundió el rostro en la curva del cuello de Stark, procurando controlar el movimiento de sus caderas. Aún no estaba lista, pero el movimiento la estimulaba de tal forma que no podría contenerlo mucho más.
-Las cosas que dices... tu modo de tocarme. Me rompes el corazón.
-Renee...
-En el buen sentido. -Renee la besó de nuevo y se levantó un poco para deslizar los dedos entre ambas y desabotonar la camisa de Stark. Cuando puso una mano temblorosa sobre la camiseta de seda, Stark le acarició la espalda y abrió el broche de su sujetador. Al ver los pechos libres, Renee gimió ante la repentina liberación y la inesperada pesadez de la excitación que los hinchaba. Arqueó el cuello con el estómago estremecido.
-Tócame, por favor.
Stark tenía miedo de desmayarse. Aunque estaba acostada, respiraba tan rápido que el aire no llegaba a sus pulmones. Su corazón era algo salvaje que pretendía huir de su pecho. Lo que había comenzado como un latido distante en la boca del estómago se había convertido en un puño que martilleaba entre sus muslos. No obstante, su mano se movió lentamente mientras alzaba los dedos para acariciar la rugosa cúspide del pecho de Renee. El gritito proferido por la mujer que tenía en sus brazos la atravesó como un cuchillo. Podía desangrarse hasta morir escuchando aquel sonido tan hermoso.
-Quiero... -No hubo palabras. Ni siquiera sabía si había alguna forma, algún modo, de transmitir con su prosaico cuerpo la magnitud de sus emociones. Pero no tenía más lenguaje que el contacto de su mano y la caricia de su boca. Levantó las caderas y se volvió, acostando a Renee boca arriba y colocándose encima de ella. Simultáneamente, bajó la mano e introdujo un pezón de Renee en la boca, rodeándolo con suavidad, con cuidado. No obstante el peso de Stark sobre ella, Renee se arqueó, y ambas se levantaron cuando la dulce tortura se centró en sus pechos.
-¡Oh, Dios mío!
Stark apartó la boca, sorprendida por sus propios actos.
-Te he lasti...
Renee agarró los cabellos de Stark, la obligó a poner de nuevo la boca sobre su pecho y rogó, jadeando:
-No pares, por favor, por lo que más quieras.
Stark cerró los ojos, pensando que no podría haber parado aunque se lo hubiese pedido. Los dedos de Renee se clavaron en sus hombros y se movió, las dos se movieron, formando un ávido tándem. Muslo contra muslo, vientre sobre vientre, fueron elevándose. Chupó el pezón duro como una piedra, disfrutando con los gemidos de Renee; buscó el otro pecho con la mano y lo apretó al mismo ritmo que sus labios jugueteaban con el pecho hinchado dentro de su boca. Podría haber continuado hasta la eternidad, perderse en el dulce poder del momento, pero otro dolor reclamó su atención. Una terrible presión, insistente e incesante, se retorcía en sus entrañas. Desvió el rostro y apoyó la mejilla en el pecho de Renee.
-¿Podemos...? -Se quedó sin respiración cuando Renee dobló una pierna sobre su muslo y la empujó contra el punto duro y vibrante situado entre sus piernas que amenazaba con explotar.
-Oh... caray... la ropa... ¿nos desnudamos?
-Sí, por favor. -Antes de pronunciar las palabras, Renee tiró de la camisa de Stark, dispuesta a quitársela como fuese.
Stark dio la vuelta y manipuló los botones y la cremallera del pantalón con torpeza, debido a la premura. Le pareció que no acabarían nunca, pero sólo tardaron segundos en desnudarse y en buscarse de nuevo. El tiempo transcurría lentamente. La habitación, el mundo exterior, incluso el susurro de las sábanas bajo sus cuerpos se disolvieron en medio de un silencio maravilloso.
-Paula... -Renee posó la mano en la mejilla de Stark, mirándola al fondo de los ojos cuando sus cuerpos desnudos se tocaron por primera vez, y reprimió un sollozo de feliz sorpresa ante el primer contacto de la suave piel.
-Renee... -Stark apoyó la cabeza de Renee en su brazo doblado y deslizó la mano sobre su costado y las caderas hasta el muslo, grabando en la mente cada curva y cada línea del cuerpo esbelto y de firmes músculos. Lo había imaginado, lo había soñado, infinidad de veces, pero la realidad superaba con creces todas sus elucubraciones-. Dime lo que te gusta.
-Tú -murmuró Renee, temblando entre las manos de Stark-. Tú eres exactamente lo que me gusta.
Stark hundió los labios en el hueco de la base de la garganta de Renee, hechizada por la belleza del pulso que latía en las venas bajo la piel. Tan frágil, tan fuerte, tan rotundamente Renee. Con ternura acercó la boca a la cicatriz que cruzaba el hombro izquierdo de Renee, estremeciéndose al recordar el disparo y su terror cuando había visto cómo aquella preciosa vida se difuminaba en un charco de sangre.
-No quiero hacerte daño... Estás delicada.
-Oh no. -Renee acarició la mejilla de Stark-. Nunca me harías daño. Lo sé.
Stark alzó la cabeza con los ojos velados por el anhelo.
-Ayúdame a complacerte. Te deseo muchísimo.
Renee la sujetó con fuerza mientras se ponía de espalda y colocaba a Stark encima de ella. Rodeó con los brazos los hombros de Stark y con las piernas las caderas de su amante. Acercó la boca a la oreja de Stark y susurró:
-Me gusta que estés encima de mí, sentir tu peso sobre mí. Me dan ganas de correrme.
Esa petición era fácil de atender, ya que Stark no tenía más remedio que moverse contra Renee. El placer que sentía clamaba por salir, por liberarse, por explotar en forma de dulce agonía. Ambas encontraron el ritmo fácilmente, cuerpo contra cuerpo, corazón contra corazón, y juntas recorrieron el febril filo del deseo. Stark gimió. Sentía el calor y la humedad de Renee junto a su propio cuerpo dispuesto y se estremeció cuando un hormigueo familiar empezó a deslizarse por su columna vertebral.
-Creo... -Le costaba respirar-. Creo que, si seguimos así, me voy…a correr primero.
-Oh, sí. Sí. Paula, quiero sentirte.
“No debería... Tendría que espe... Oh, Dios, Dios, Dios...”
-Me estoy corriendo -dijo Stark entre jadeos, casi entre sollozos-. Yo... lo siento.
-Oh, cariño. -Renee acarició la mejilla de Stark con mano temblorosa, siguiendo por el pelo y la espalda, mientras su propia pasión crecía-. ¡Qué bien! Es maravilloso.
Stark, estremecida, con los ojos empañados por los últimos coletazos de placer, se apoyó en los brazos y contempló el rostro de Renee mientras continuaban sus frenéticos movimientos. Empujaron con más fuerza, agitando las caderas, balanceándose cada vez más rápido, adheridas la una contra la otra en una ardiente y pegajosa oleada de necesidad. Renee tenía los ojos casi cerrados, los labios entreabiertos en un gesto de sorpresa, la cabeza inclinada hacia atrás. Su aspecto era vulnerable y glorioso. En los límites más lejanos de su conciencia, Stark se dio cuenta de que su propia excitación formaba de nuevo un nudo en la boca de su estómago, cobrando fuerzas para otra explosión que amenazaba con apoderarse de su alma sin remedio. Pero aquel placer no era nada comparado con la visión y los sonidos del deseo de Renee. Deseaba más, estaba sedienta de más.
-Quiero estar dentro de ti -imploró Stark.
-Date prisa. -El estómago de Renee se agitó y sus piernas se tensaron-. Estoy a punto.
Pero Stark no se apresuró. Se puso de lado y deslizó la mano hasta el centro del cuerpo de Renee, sobre los duros músculos vibrantes del abdomen y entre los muslos doblados. Enseguida sintió el calor bajo la palma y acarició con dedos suaves los pliegues húmedos y pegajosos. Las caderas de Renee se sacudieron cuando Stark le tocó el clítoris y gimió, sorprendida:
-Ahí. Oh, sí, ahí.
Stark se olvidó de respirar. Se olvidó de su propia necesidad. Se olvidó de que nunca había hecho aquello antes. Lo único que conocía era el núcleo duro y lleno del deseo de Renee y el ansia terriblemente desesperada de tocarla por todas partes, hasta las profundidades del alma. Reparó en que Renee casi se quedaba sin aliento cuando la penetraba. Luego, relajó el ritmo y la acarició, y Renee se corrió contra su mano con un profundo grito. Stark, sumergida en su amante, aminoró el movimiento, dejando que el orgasmo de Renee vibrase entre sus dedos. Cuando las sacudidas cesaron, acarició con suavidad el lugar que había hecho gritar a Renee hasta que le provocó otro orgasmo. Habría continuado el resto de su vida si Renee no le hubiese sujetado el brazo, riéndose.
-Paula, cariño, para. Tengo que recobrar el aliento.
-¿Puedo quedarme dentro? -Stark deslizó los labios sobre los de Renee.
-Hummm.
-Eres... increíble.
-Oh, Dios... ni te lo imaginas. -Renee puso la cabeza de Stark sobre su hombro y apoyó la mejilla encima de la cabeza de su amante. Recorrió con los dedos el fuerte brazo de Stark, sorprendiéndose cuando llegó a su propio cuerpo y reparó en que los dedos de Stark desaparecían dentro de él-. Eres maravillosa.
-Tengo un enorme... dolor... dentro. -Stark se estremeció, esforzándose por expresar con palabras las emociones que la ahogaban-. Si no puedo conectar contigo, no sólo conectar, sino estar dentro de ti, me moriría.
-Estás más dentro de mí que mi propio cuerpo, Paula -murmuró Renee con un soñoliento suspiro.
“Eso espero. Espero estar en tu corazón, como tú estás en el mío.”
-Lo siento -susurró Renee-. ¡Qué bien me siento...estupendamente! Y agotada.
Stark permaneció quieta, escuchando cómo la respiración de Renee adoptaba un ritmo profundo y regular, sintiendo el relajamiento en los músculos y abandonándose al sueño. Al poco rato, se apartó delicadamente, echando de menos el contacto al instante. Subió las sábanas y cerró los ojos, pensando que acababa de experimentar el momento culminante de su vida.
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por micky morales Dom Ago 04, 2013 8:24 am

vaya, esta fue una primera vez muy " caliente "
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por aria Dom Ago 04, 2013 11:21 am

Ufff Eso es a lo que yo llamo un muy buena primera vez jajajaj
No me canso de decirlo AMO a Stark, fue tan linda con Renee awwwww FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 918367557  siempre anteponiendo sus deseos que los de ella...

Excelente cap!!

PD: Espero que la hayas pasado bien en tu salida... Besitos!!
aria
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 11:45 am

micky morales escribió:vaya, esta fue una primera vez muy " caliente "
Si!! No estuvo nada mal para ser la primera vez FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 918367557 
aria escribió:Ufff Eso es a lo que yo llamo un muy buena primera vez jajajaj
No me canso de decirlo AMO a Stark, fue tan linda con Renee awwwww FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 918367557  siempre anteponiendo sus deseos que los de ella...

Excelente cap!!

PD: Espero que la hayas pasado bien en tu salida... Besitos!!

 A mi me encanto la frase esta:



Stark apartó la boca, sorprendida por sus propios actos.

-Te he lasti...
No pude evitar reirme, pobre Stark tan nerviosa
PD: La salida muy bien, llegue a las 5 de la mañana, pero valio la pena, solo veo a esta amiga una vez cada dos semanas o una vez al mes porque trabaja en la capital y apenas viene, y cuando viene que es solo un dia pues nos recogemos tarde, el bar casi cierra con nosotras, estuvimos hablando toda la noche, y mi hermano y el novio de mi amiga jugando al tres en rayas
FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551 


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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 13

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 11:47 am



 

Capitulo 13
Por segunda vez en otros tantos días, Santana disfrutó del raro placer de despertarse al lado de Britt. Pero el mayor regalo fue que, como en la mañana previa, Britt aún dormía. Pocas veces se despertaban juntas, pero Britt siempre se levantaba primero. Santana, acostumbrada a dormir sola, descubrió que le encantaba despertarse junto al reconfortante calor de otro cuerpo apretado contra el suyo. Siempre que fuese el de Britt. Casi nunca había pasado la noche con una amante, no por culpa del protocolo o de las precauciones, como en el caso de la mujer que amaba, sino por elección propia. No le apetecía amanecer en brazos de una desconocida. Pero amanecer con los brazos de Britt rodeándola posesivamente era la dicha absoluta. Santana se desprendió cuidadosamente del abrazo de Britt, se sentó al borde de la cama y apartó las sábanas despacio. De pie en medio de la pequeña y tranquila habitación, contempló a su amante dormida. La expresión de Britt era intensa incluso en reposo. Oscuras marcas cruzaban la enérgica frente, y el nítido perfil transmitía fuerza y decisión. Santana adoraba la forma en que el cuerpo de Britt reflejaba su alma. No podía mirarla sin desear tocarla para hacerle llegar la profundidad de su amor cuando las palabras no bastaban. En aquel momento reprimió la necesidad de hacerlo porque ver a Britt dormida la complacía casi tanto como acariciarla. Britt parecía más despreocupada que nunca, y Santana no quería molestarla. Recogió su ropa y se dirigió hacia la puerta, poniéndose a toda prisa la blusa, los pantalones y los zapatos. Tras una rápida incursión en el cuarto de baño, recorrió la casa en silencio hasta llegar a la cocina, en la parte de atrás. Sorprendida, comprobó que no era la única que se había levantado. Bonita se encontraba junto a una puerta abierta a través de la cual Santana vio un jardincillo con macizos de flores bien cuidados y dos bancos de madera. Bonita se volvió cuando Santana entró en la cocina.
-Buenos días. No esperaba verte tan temprano.
-Ni yo a ti -repuso Blair con una sonrisa-. ¿No dijiste que necesitabas dormir?
-Me temo que mi mente pensaba otra cosa. Me desperté con un millón de ideas en la cabeza y me di cuenta de que no iba a conciliar el sueño de nuevo.
Santana se rió.
-Sé muy bien a qué te refieres.
-Iba a buscar algunas cosas para el desayuno. ¿Te apetece dar un paseo?
-Britt está durmiendo.
-No tardaremos mucho. Está sólo a una manzana.
“No lo sabe. No se da cuenta de que yo nunca salgo a pasear.” Santana dudó. Se sentía estúpida negándose y le daba vergüenza reconocer que no debería hacer algo tan sencillo como ir a la tienda de la esquina sin avisar previamente a Britt o a otro agente. “Dios, sólo son unos minutos, y el equipo de seguridad está ahí fuera. Me seguirán en cuanto salga por la puerta. Britt no puede enfadarse por eso.” Se dio cuenta de que Bonita esperaba su respuesta.
-Me encantaría.
-Estupendo -repuso Bonita, abriendo la puerta trasera para dejar paso a Santana-. Salgamos por el jardín. La panadería está en la calle de atrás.
De repente Santana reparó en que, si salían por la parte de atrás de la casa, los agentes no las verían. “Nadie sabe que estoy aquí y nadie me reconocerá. Es seguro.” Sintiéndose a salvo, acompañó de buen grado a su anfitriona.
En cuanto Britt abrió los ojos se dio cuenta de que ocurría algo. Con un veloz movimiento apartó las sábanas y se levantó, examinando la habitación. La ropa de Santana no estaba. Con el corazón en un puño se puso los pantalones, se echó la camisa encima y se calzó sin preocuparse por los calcetines. Cogió la pistolera que colgaba en la silla y se la puso mientras salía de la habitación.
-¿Santana?
La casa estaba en silencio. Diez segundos después se hallaba en la calle, corriendo hacia el Peugeot negro aparcado cinco coches más allá de la puerta principal de Bonita. La puerta del acompañante se abrió, y salió Felicia, con el rostro sereno, pero la expresión atenta.
-¿Comandante?
-Egret no está en la casa.
-Nadie ha salido ni entrado en la casa desde que llegué a las seis de la mañana -informó Felicia inmediatamente, con tono claro y controlado-. Según el turno de noche, todo estuvo tranquilo desde que Egret y usted entraron en la casa ayer a las 19.49.
-¡Por Cristo! -Un músculo se tensó en la mandíbula de Britt-. No es posible que me haya dormido durante un secuestro. -Tomó aliento-. Comprobaré la casa de nuevo. Tal vez dejase una nota.
-¿Iniciamos la búsqueda?
Britt negó con la cabeza.
-Aún no. Quiero que estéis aquí con el coche por si necesitamos perseguir a alguien o reubicarla rápidamente. Esperad mientras valoro si necesitamos apoyo.
-Sí, comandante.
Una vez dentro, Britt fue directamente a la parte de atrás de la casa. Si había entrado alguien durante la noche, no lo había hecho por la puerta principal, sometida a vigilancia permanente. Comprobó la puerta de la cocina y examinó la cerradura y el marco para ver si la habían forzado. No encontró nada. Con ojos entrecerrados escudriñó el jardincillo rodeado por las casas de la calle de Bonita y las de la manzana de atrás. “Debería haber apostado a alguien aquí. Por Dios todopoderoso, ni siquiera se me ocurrió.” Por qué no se le había ocurrido era una cuestión que pensaría en otro momento. Con un nudo en el estómago y un horrible dolor de cabeza detrás de los ojos, hizo un rápido y concienzudo reconocimiento del resto del piso de abajo, y luego subió al piso de arriba. No encontró nada anormal ni pruebas de lucha por ningún lado. Cuando registró de nuevo el dormitorio que Santana y ella habían compartido, buscando una nota, las sábanas arrugadas le recordaron la facilidad con que la pasión se podía convertir en peligro y lo efímero de la dicha. “Santana, por Dios, ¿dónde estás?” Decidió bajar de nuevo. Era hora de organizar una búsqueda formal. Al pie de la escalera oyó un leve ruido procedente del fondo de la casa. En menos de diez segundos se plantó en la cocina, con el arma preparada, apuntando a la puerta trasera.
-¿Britt?
En la entrada estaba Santana, sosteniendo una bolsa de papel de la que sobresalía una larga barra de pan, con una expresión de asombro en el rostro. Detrás de ella, Bonita miraba el espectáculo con los ojos como platos, muy pálida.
-¡Dios mío, Britt! -exclamó Santana. -¿Qué ocurre?
Britt, apuntando al techo, se apresuró a ponerse junto a Santana.
-Entrad, las dos. -Cuando las mujeres estuvieron detrás de ella, se colocó de lado en la puerta y examinó el jardín. Estaba vacío. Miró hacia arriba automáticamente, pero todas las ventanas que daban al pequeño y bien cuidado espacio común estaban cerradas y no había nadie en ellas. Enfundó el arma y cerró la puerta; luego miró a Santana con expresión interrogante-. ¿Te encuentras bien? -preguntó con voz ronca y una mirada dura como el granito en sus azules ojos.
-Sí -respondió Santana en voz baja, comprendiendo con brutal claridad que su ausencia había dado lugar a un malentendido-. Lo siento. Sólo hemos estado fuera unos minutos
-Deberías habérmelo dicho. Tenías que avisar al equipo de delante. -Britt hablaba con voz cortante y el cuerpo rígido, debido a los efectos retardados de la adrenalina y el miedo. El miedo era una sensación que nunca había asociado con su trabajo. Pero Santana era su amante, no sólo su responsabilidad. “Si te ocurriese algo...”
-Salimos a dar una vuelta. -A Santana le dolía el corazón al ver la fría expresión de su amante, carente de ternura e impregnada de furia. De furia y de algo más que no supo descifrar.
-Sola. Sola. Santana. Sin protección.
-Brittany -dijo Bonita en tono amable, dándose cuenta de que Santana no podía hablar-. Santana se encuentra bien.
Britt dio la vuelta y la miró, echando chispas por los ojos.
-¡Esa no es la cuestión!
Con una voz que sonó misteriosamente como la de Marcea, Bonita inquirió:
-¿No?
El tono suave y el matiz aún más suave de reprimenda disiparon al instante la ira de Britt, que suspiró y asintió. La tensión enseguida dejó paso al cansancio.
-Sí. -Miró a Bonita y a su amante-. Eso es lo único que importa.
-Lo siento -dijo Santana-. Creí...
-No. -Britt se acercó a Santana y deslizó la mano bajo sus cabellos, acariciándole la nuca. -Soy yo quien lo siente.
Bonita se escabulló, y Santana apoyó la mejilla en el hombro de Britt y la abrazó por la cintura. El arma automática que Britt llevaba bajo el hombro izquierdo se ciñó contra el pecho de Santana, como un grosero recuerdo de los complejos límites que definían su relación.
-Quería volver antes de que despertases. Por Dios, Britt, no se me ocurrió pensar qué ocurriría si despertabas antes de que volviese.
-Es increíble que no me diese cuenta de que te levantabas...otra vez. -Con los ojos cerrados, Britt acercó la mejilla a los cabellos de Santana, acariciándole la espalda-. No es propio de mí.
-Me encanta que sigas durmiendo cuando me levanto. Casi nunca tengo ocasión de verte así. -Santana rozó con los labios la garganta de Britt, dibujando un beso sobre su piel-. Me gusta pensar que nuestra forma de hacer el amor te sume en un profundo sueño.
-Y así es. -Britt besó a Santana en la sien-. Cuando hacemos el amor, me relajo. -Ante la breve carcajada de Santana, añadió-: Bueno, después de que acabamos.
-Oh, cariño. -Santana ladeó el mentón y le dio un beso a Britt bajo la mandíbula-. No pretendía preocuparte.
-Lo sé. -Britt bajó la cabeza y buscó con los labios los de su amante. El calor de la boca de Santana y los latidos de su corazón contra el pecho de Britt la ayudaron a enfocar el mundo. Santana estaba a salvo-. No hiciste nada malo, Santana. No es malo querer vivir como el resto de la gente.
-Pero tampoco es prudente. -Había tristeza y resignación en la voz de Santana.
-No, pero yo no me quejo. -Britt acarició la mejilla de Santana, deslizando los dedos lentamente por el cuello de la joven-. Sé lo difícil que es para ti aceptar la vigilancia durante las veinticuatro horas del día y también sé que lo intentas. Y yo te lo agradezco.
Santana cabeceó.
-Dios mío, Brittany. No me agradezcas que sea responsable cuando tú y los demás arriesgáis la vida por mí.
-No se trata de eso, sino de velar por tu seguridad... –Puso los dedos sobre los labios de Santana para acallar la protesta que se avecinaba-. Y no sólo porque importes en un sentido teórico, sino porque tú, Santana López, eres una mujer especial. –Apartó los dedos y besó a Santana en la boca de nuevo-. Y yo, entre otros, te amo.
-Tú eres la única que importa -murmuró Santana, acercó la mano al cuello de Britt y enredó sus cabellos entre los dedos, mientras la besaba.
Britt gimió cuando la lengua de Santana se introdujo en su boca y se apoderó de ella. Estaba indefensa cuando Santana la tocaba. Indefensa cuando Santana le sonreía. Indefensa cuando la miraba. Indefensa, enamorada sin defensas. La magnitud de su deseo le llegó a lo más hondo, encendió su pasión y el terror al pensar en la facilidad con que podía perderlo todo, y se estremeció. Santana percibió el estremecimiento de Britt y la apretó contra sí. Desvió la boca y abrazó estrechamente a su amante.
-No pasa nada. Estoy aquí y siempre estaré aquí.
Britt asintió con los ojos cerrados y se esforzó por controlarse. Mientras despejaba la mente y barría las ideas de pérdida, soltó una temblorosa risa.
-Me deshaces.
-También usted logra que mi mundo se tambalee, comandante. -Hundió los dedos entre los cabellos de Britt tiernamente-. Es la primera vez que le pido disculpas a mi jefa de seguridad por sacar los pies del tiesto.
-Cuento con una injusta ventaja -dijo Britt riéndose-. Seguramente no te acostaste con ninguna de las anteriores.
-Hummm, tal vez no. -Los ojos de Santana se iluminaron al ver reír a su amante-. Nunca me apeteció, aunque había una policía estatal...
-Santana -gruñó Britt.
-De acuerdo. -Santana se rió y dio una palmadita a Britt en la mejilla-. No te tomaré el pelo hasta después del café.
-Tengo que avisar al equipo de que estás aquí.
La expresión de Santana se tornó seria al momento.
-Naturalmente. ¿Podemos desayunar con Bonita?
-Santana, por favor -dijo Britt en tono amable-. No necesitas pedir permiso a nadie para una cosa así. Sólo tengo que conocer tus planes para hacer lo que hay que hacer.
-Ya lo sé. Lo que pretendía era preguntarte si te apetecía desayunar con Bonita.
Britt sonrió.
-Me encantaría. -Acarició la mejilla de Santana, y luego la besó una vez más-. Vuelvo enseguida.
Cuando regresó, tras avisar a Davis de que todo estaba en orden, Britt encontró a Bonita en el salón.
-Siento haberte asustado antes. ¿Sería abusar de tu hospitalidad si tomásemos ese desayuno que Santana y tú habíais planeado?
-Me parece estupendo. -Bonita se levantó del sofá y le dio el brazo a Britt-. ¿Se ha aclarado todo?
-Sí y... gracias por ayudarme a comprender lo que realmente importa esta mañana.
-Eres demasiado dura contigo misma, Brittany. Has elegido un camino difícil: amarla y protegerla al mismo tiempo.
-¿Y no es la misma cosa?
-Por supuesto, pero en tu caso las dos estáis en una situación más peculiar de lo normal. -Bonita sonrió, poniéndose en marcha-. Si yo fuera Santana y tú mi amante, me sentiría muy bien protegida.
-Gracias -dijo Britt con ternura.
-Debes permitir que también ella cuide de ti. Una amante lo necesita.
Britt se detuvo en el pasillo, ante la puerta de la cocina, y miró a Bonita con una ceja arqueada.
-¿Habéis estado conspirando mi madre y tú?
Bonita se rió con ganas.
-Cuando dos personas son amigas desde hace tanto tiempo como tu madre y yo y han visto crecer a alguien como tú, ninguna de las dos puede dejar de hacer de madre.
-¿Como yo? -repitió Britt, sinceramente confundida.
-Responsable y entregada. -Bonita acarició la mejilla de Britt-. Y además encantadora y valiente.
Britt se puso colorada.
-Te lo... agradezco, Bonita.
-Ven. Vamos a tomar el café y a disfrutar de la compañía.
Cuando entraron en la cocina y los ojos de Britt tropezaron con los de Santana, Britt sonrió.
-Sí. Hagámoslo.
En Florida, en un hangar abovedado y revestido de aluminio, del tamaño de un campo de fútbol, un hombre practicaba el aterrizaje de un avión jumbo con los controles de un simulador de un vuelo. Llevaba seis semanas en la escuela de vuelo y ya casi dominaba las técnicas necesarias para alterar las pautas de dirección de la gran aeronave durante el vuelo. Cuando llegase el momento de poner a prueba sus nuevas habilidades, sabía que no fallaría. Había dedicado los últimos seis años de su vida a planear el gran momento que se avecinaba. Cuando lo llamasen, estaría listo para representar su papel en la mayor guerra santa de la historia. Sonriendo, rebobinó el simulador que reflejaba los paneles de control de un avión comercial volando a nueve mil metros y continuó entrenándose para su misión.
Renee se apoyó en un codo, con la barbilla sobre la mano, y contempló la mano que había posado en medio del abdomen de Stark. Su piel bronceada destacaba frente a la palidez natural de Stark. El contraste le recordó lo diferentes que eran. Stark era muy firme, muy sólida, siempre dispuesta a entregarse. “¿Y yo? ¿Qué soy yo, en realidad? No tan confiada como antes, si alguna vez lo fui. ¿Cuándo dejé de creer en alguien como tú? ¿Cuándo dejé de soñar?” Stark se movió y sus párpados aletearon. La vibración de los músculos bajo los dedos de Renee suscitó un temblor automático en sus entrañas. Recordaba a Stark dentro de ella, tomándola sin el menor esfuerzo, sabiendo instintivamente lo que necesitaba y proporcionándole un dulcísimo placer. “Lo hiciste tan bien... De maravilla. Y me quedé dormida sobre ti, ¿verdad, cariño?” El deseo surgió en su interior, tenso y urgente. Aunque la excitación la dominaba, su mano no se inmutó. Contempló el rostro de Stark y le acarició el abdomen, cada vez más despacio mientras Stark murmuraba sin parar, y luego reanudó los movimientos firmes cuando Stark se tranquilizó, impregnando de lentitud las tiernas caricias. Al tocarla, al recordar las manos de Stark, se puso húmeda al instante. Mordió el labio inferior, decidida a ignorar la repentina hinchazón entre las piernas. Con cuidado se tendió en la cama, deslizando los dedos por el interior del muslo de Stark. Percibía el calor de la piel de Stark y las llamas automáticas que abrasaban su carne anhelante. La capacidad de pensar desapareció. Sólo existían las sensaciones. El fuerte aroma de su deseo, la piel suave como el satén bajo sus dedos, el dulce suspiro de la respiración de Stark en contraste con sus propios jadeos rotos. Apoyó los pechos en el muslo de Stark, bajó la cabeza y besó con cuidado un punto entre las piernas de Stark.
-Renee -dijo Stark con voz ronca, posando la mano en la nuca de Renee. Abrió los ojos y estuvo a punto de gritar ante el dulce placer que le proporcionaba la boca de Renee sobre su clítoris-. Oh, Dios... caray...
Sin mover la cabeza, Renee alzó un brazo y puso la mano entre los pechos de Stark, deteniéndola con suavidad y firmeza al mismo tiempo.
-No te muevas. Limítate a sentir.
Al oír las palabras, las caderas de Stark se retorcieron y sus piernas se tensaron. Le temblaban los dedos enredados en los cabellos de Renee.
-¿Podrías... volver a hacerlo?
-Humm. Lo estaba pensando. -Renee cerró los ojos con fuerza al sentir otra oleada de deseo. Corría el peligro de ceder ante la insistencia de su propio deseo, cuando lo que quería era complacer a Stark. Procurando que su cuerpo no rozase el de Stark, sin saber si podría dominar la tentación de satisfacer su necesidad con unos cuantos movimientos certeros, se movió hasta quedar entre las piernas de Stark. Rodeó con los brazos los muslos de su amante, alzó los ojos y tropezó con los de Stark, muy abiertos y ligeramente velados, mirándola-. Buenos días.
Stark tragó saliva y deslizó los dedos sobre la mejilla de Renee. Su voz se redujo a un débil susurro, pero sonreía con gran satisfacción.
-Los mejores.
Renee no aguantaba más. Necesitaba dar y necesitaba tomar; necesitaba perderse en el dulce éxtasis del placer de su amante. Utilizó los labios y la boca suavemente al principio, alternando los besos con lánguidas caricias de la lengua. Cada roce arrancaba tenues exclamaciones de placer de la garganta de Stark, que le llegaban a lo más íntimo. Cuando el clítoris de Stark se endureció al borde del clímax, también ella estuvo a punto de estallar. No obstante, reprimió las oleadas de rendición que temblaban en la boca del estómago y jugueteó con la pasión de Stark para que explotase contra su boca.
-Renee -gritó Stark, sorprendida-. Vas a hacer que me corra. -El ruido del placer de Stark y la vibración de su orgasmo junto a los labios de Renee provocó un dolor tan agudo en su propia piel que lo liberó automáticamente. Se corrió ante el primer roce de los dedos sobre su clítoris.
Renee gimió a causa de los espasmos que se retorcían en sus entrañas, acarició a Stark con besos suaves y lametazos aún más suaves hasta que desaparecieron las últimas vibraciones. Respirando con dificultad, logró incorporarse en la cama antes de caer de lado con un brazo en torno a la cintura de Stark.
-¡Oh, Dios, Dios, eres divina!
Stark, deslumbrada, hundió la mejilla en el pecho de Renee y se aferró a ella.
-No puedo... me siento... oh, Renee.
Renee se rió en silencio y, con el corazón al vuelo, besó la frente de Stark.
-Bien, ¿verdad? ¿Te sientes bien?
Stark echó la cabeza hacia atrás, riéndose, y logró al fin centrarse en el hermoso rostro que la contemplaba con tanta ternura que le dieron ganas de llorar.
-No, bien no, de maravilla.
Los labios de Renee dibujaron una sonrisa de satisfacción.
-Yo también.
-Aún no tenemos que levantarnos, ¿verdad? -Stark acercó el rostro al pecho de Renee e introdujo el duro pezón en la boca, sonriendo al oír los rápidos jadeos de Renee.
-Oh cariño... no si vas a seguir haciendo eso.
-Es lo que tenía pensado.


 
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Keiri Lopierce Dom Ago 04, 2013 1:25 pm

QUE puedo decir me han encantado los capitulo estupendos ayer no te comente me fui de fiesta si lo se aunque estoy enferma pero ni modo jajajaja hasta ahorita leí todos los capitulo Paula y Renne esa relación me encanta Paula es un caso
Brittany preocupada me mato menos mal Bonita la hizo entender jajajaja que puedo decir amo tu FF bueno saludos xoxo
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Dom Ago 04, 2013 1:41 pm

HOLA!!!

LLEGUE!!! POR FIN!!

POR DIOS!! ESTE FIC ES MUY INTENSO!!!!

HASTA AHORA LAS COSAS ENTRE MIS BRITTANA ESTAN GENIALES!! CON TODOS LOS RASTROS DE TODO LO OCURRIDO EN LA TERCERA PARTE DEL FIC, DIRÍA QUE ESTAN EN PLENITUD!!

LO CUAL ES UN PLACER LEER!! NO SOY TANNN PERVERTIDA :P ES QUE ME ENCANTA QUE SE DEMUESTREN SU AMOR CADA QUE PUEDEN!!!! SON LO MAXIMO!!!

DE VERDAD ESTOS CAP ENTRE ELLAS HAN SIDO EL RESULTADO DE UNA RELACIÓN YA FORTALECIDA DESDE "AMOR y HONOR"......

INCREIBLE!!!

HABER........RENEE y STARK SON GENIALES!! ME ENCANTA LA PAREJA!!!!............AUNQUE NADIE SUPERA A MIS BRITTANA!!! SON SENSACIONALES!!!!

AHORA ESE PELIGRO LATENTE QUE LAS RODEA!! POR DIOS!!! ME TIENE INTRIGADÍSIMA y A LA VEZ UN POQUITIN NERVIOSA DE LO QUE SE VENGA, SI ESTABA CON EL PULSO ACELERADO EN LOS PRIMEROS CAP! DONDE EL PELIGRO TENÍA LUGAR, FECHA y HORA...........y GRACIAS A BRITT, POR ASÍ DECIRLO, NO SUCEDIÓ NADA! IGUAL ESTAN EN PELIGRO! y ESO ME PREOCUPA y ME PONE LOS PELOS DE PUNTA!!

SOLO DE PENSAR QUE ALGO LES PASARÁ...........................SIENTO COMO SI ELLAS ESTUVIERAN ENCERRADAS EN UNA TRANQUILIDAD QUE PROCEDE ANTES DE LA TORMENTA!..........ESE EQUIPO QUE TRATARÁ DE HACERLES DAÑO, ME PARECIERA QUE TENGA QUE VER CON LA APARICIÓN DE QUINN???!! BUENO ES SOLO UN PRESENTIMIENTO............................

COMO SEA NO ME GUSTA PARA NADA................ESTOY PREPARANDOME MENTALMENTE...............CADA VEZ QUE LEO UN CAP TUYO ME PREGUNTO SI SERÁ EN EL QUE ATENTEN CONTRA LA VIDA DE SAN!! SI ES DESESPERANTE................SÓLO QUEDA ESPERAR.....................MIENTRAS NI DUDES QUE YO TMB DISFRUTO MUCHO LEYENDO SUS MOMENTOS DE AMOR!!

BUENO ESPERO LA ACTU!! AHORA SÍ LO PUEDO DECIR!!

SALUDOS!! NAT!


 
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 2:02 pm

Keiri Lopierce escribió:
QUE puedo decir me han encantado los capitulo estupendos  ayer no te comente me fui de fiesta si lo se aunque estoy enferma pero ni modo jajajaja hasta ahorita leí todos los capitulo Paula y Renne esa relación me encanta Paula es un caso
Brittany preocupada me mato menos mal Bonita la hizo entender jajajaja que puedo decir amo tu FF bueno saludos xoxo
Te riño o te lo imaginas? Espero que te divirtieras ayer, pero deberias cuidarte ahora que estas mejor y no ponerte peor.
En este fic tendremos un poco más de Paula y Renée, para quienes les guste esta pareja.
Te dejo el siguiente capitulo, nos vemos, besos ;)
naty_LOVE_GLEE escribió: HOLA!!!

LLEGUE!!! POR FIN!!

POR DIOS!! ESTE FIC ES MUY INTENSO!!!!

HASTA AHORA LAS COSAS ENTRE MIS BRITTANA ESTAN GENIALES!! CON TODOS LOS RASTROS DE TODO LO OCURRIDO EN LA TERCERA PARTE DEL FIC, DIRÍA QUE ESTAN EN PLENITUD!!

LO CUAL ES UN PLACER LEER!! NO SOY TANNN PERVERTIDA :P ES QUE ME ENCANTA QUE SE DEMUESTREN SU AMOR CADA QUE PUEDEN!!!! SON LO MAXIMO!!!

DE VERDAD ESTOS CAP ENTRE ELLAS HAN SIDO EL RESULTADO DE UNA RELACIÓN YA FORTALECIDA DESDE "AMOR y HONOR"......

INCREIBLE!!!

HABER........RENEE y STARK SON GENIALES!! ME ENCANTA LA PAREJA!!!!............AUNQUE NADIE SUPERA A MIS BRITTANA!!! SON SENSACIONALES!!!!

AHORA ESE PELIGRO LATENTE QUE LAS RODEA!! POR DIOS!!! ME TIENE INTRIGADÍSIMA y A LA VEZ UN POQUITIN NERVIOSA DE LO QUE SE VENGA, SI ESTABA CON EL PULSO ACELERADO EN LOS PRIMEROS CAP! DONDE EL PELIGRO TENÍA LUGAR, FECHA y HORA...........y GRACIAS A BRITT, POR ASÍ DECIRLO, NO SUCEDIÓ NADA! IGUAL ESTAN EN PELIGRO! y ESO ME PREOCUPA y ME PONE LOS PELOS DE PUNTA!!

SOLO DE PENSAR QUE ALGO LES PASARÁ...........................SIENTO COMO SI ELLAS ESTUVIERAN ENCERRADAS EN UNA TRANQUILIDAD QUE PROCEDE ANTES DE LA TORMENTA!..........ESE EQUIPO QUE TRATARÁ DE HACERLES DAÑO, ME PARECIERA QUE TENGA QUE VER CON LA APARICIÓN DE QUINN???!! BUENO ES SOLO UN PRESENTIMIENTO............................

COMO SEA NO ME GUSTA PARA NADA................ESTOY PREPARANDOME MENTALMENTE...............CADA VEZ QUE LEO UN CAP TUYO ME PREGUNTO SI SERÁ EN EL QUE ATENTEN CONTRA LA VIDA DE SAN!! SI ES DESESPERANTE................SÓLO QUEDA ESPERAR.....................MIENTRAS NI DUDES QUE YO TMB DISFRUTO MUCHO LEYENDO SUS MOMENTOS DE AMOR!!

BUENO ESPERO LA ACTU!! AHORA SÍ LO PUEDO DECIR!!

SALUDOS!! NAT!


 

 Hola!! Vaya maratón de lectura te has dado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551
No eres TAN pervertida, pero entonces lo eres aunque sea un poquito? FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 1163780127
Sí, en esta parte ya vemos más de lo que la relación ofrece después de la parte anterior, es una relación más consolidada. A la vez, vemos el comienzo de la relación de Renée y Paula
Quinn...cuando aparecera? La pobre lleva por ahora todas las sospechas de todo FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551  También se la acusó de ser Loverboy. Aunque os dejare con la duda un poco más
Y bueno, en esta ocasión sabemos que quieren atentar contra San, pero también contra Britt, quieren matar dos pajaros de un tiro, nunca mejor dicho
Espero leerte ahora que ya estas al dia FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551  Nos vemos, besos ;)
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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 14

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 2:03 pm



 

Capitulo 14
Britt se hallaba en un salón de baile con el techo abovedado como el de una catedral, las paredes cubiertas de obras de arte centenarias, pedestales de mármol y una orquesta sinfónica tocando al fondo. El ambiente era lujoso y elegante, y el lugar estaba lleno de diplomáticos y aristócratas europeos de todas clases. Lo veía todo y, en cierto sentido, no veía absolutamente nada. La clave de la vigilancia eficaz consistía en entrenarse para asimilar la estructura de todo, pero sin perderse en los detalles. Había mirado a todos los que estaban en el salón al menos una vez, fijándose en los pormenores de sus actitudes y su ropa, y no porque le interesasen, sino porque tenía que descartarlos. Tras la evaluación y calificación de cada individuo como no amenazante, pasaba a ser algo tan indiferente como un recortable de cartón, una forma sin rasgos que se movía dentro de su campo visual sin llamar su atención. Aquella noche, como siempre, una mujer destacaba en fuerte contraste con el fondo gris. Santana se había peinado para la ocasión, domesticando sus salvajes bucles en un elegante moño sostenido por una delicada peineta en la que brillaban los diamantes. El vestido de noche negro sin tirantes se abría entre sus pechos y revelaba un fascinante asomo de muslo cuando se movía. Una gargantilla de diamantes adornaba su cuello. A pesar de que Britt tenía plena consciencia de la presencia de otras personas en el lugar, Santana era el centro de su atención. Cualquiera que se acercase a ella, que le hablase o que la mirase durante demasiado tiempo se ganaba una profunda inspección por parte de Britt. En ese momento observaba cómo su amante bailaba en brazos de un hombre atractivo y moreno al que reconoció como el ministro de defensa de Francia. La mano del hombre se posaba en medio de la espalda de Santana, sobre su piel, que la profunda abertura del vestido dejaba al descubierto. El rostro de Britt no manifestó nada cuando vio cómo aquella mano se deslizaba en una indolente caricia.
En el otro extremo del salón, Sam barría con la vista el enorme espacio, deteniéndose brevemente en las salidas para tomar nota de los que estaban en ellas: alguien situado junto a una puerta podía ser un observador o un pistolero. Sólo veía la bulliciosa multitud de hombres engolados y mujeres exquisitamente vestidas. También veía a sus colegas, a los seis que estaban en el salón. Había cuatro agentes más en el perímetro exterior. Sus ojos se posaron en su jefa y siguió la mirada de esta hasta Egret. A quince metros de distancia notaba el ardor de los ojos claros de la comandante. Alguien que no la conociese no notaría su tensión ni su furia, pero se había acostumbrado a descifrar el humor de Britt leyendo su lenguaje corporal y el mensaje de su expresión. Sabía que la comandante nunca manifestaba sus sentimientos voluntariamente. Y no era la primera vez que se alegraba de no estar en su pellejo. No huía de la responsabilidad y, de hecho, estaba orgulloso de ser casi siempre la persona que la comandante elegía para sustituirla cuando no estaba de servicio o no se hallaba disponible. Sin embargo, no la envidiaba, pues se daba cuenta de que tenía que comportarse como si no existiese ninguna relación personal entre Egret y ella. No dudaba de la capacidad de la comandante para garantizar la seguridad de Egret, pero ni siquiera era capaz de imaginar el coste emocional que le suponía la represión de sus sentimientos.
-Estás monopolizando a la señorita López, Claude -se quejó en tono burlón una hermosa voz de contralto. Una mujer morena, de ojos negros, con un vestido rojo burdeos, cogió a Santana del brazo y con una taimada sonrisa la apartó del descontento acompañante-. ¿Cómo estás, querida?
-Eternamente agradecida por haberme rescatado –murmuró Santana, sonriendo y saludando con la cabeza a varias personas que le hablaron mientras se dirigía al borde de la pista de baile con su compañera-. Se me estaban agotando los temas de conversación.
La mujer, veinte años mayor que Santana, pero de una belleza sensual, ladeó la cabeza y se rió.
-Me sorprende que aguantases tanto. En otro tiempo lo habrías despedido con cajas destempladas en cuestión de minutos.
-He estado practicando la diplomacia.
-Creo recordar que antes note parecía necesaria. -Se acercó más a Santana, rozando con su pecho el brazo de la joven. Como no obtuvo respuesta de Santana, se rió de nuevo. -Has cambiado.
Santana miró hacia donde había visto a Britt por última vez y sonrió cuando sus ojos tropezaron con los de su amante.
-Sí, es cierto.
-Ah... -Su acompañante siguió la mirada de Santana. Con una voz que casi era un ronroneo dijo-: Hay algo en ese cuerpo esbelto y prieto con esmoquin que me excita.
-Ya veo que al menos tú no has cambiado.
-Supongo que es la causa del follón.
Se detuvieron junto a una gran columna de mármol, al margen del bullicio. A Santana le dolía la cabeza tras conversar animadamente con tantas personas durante demasiadas horas. Lo único que le apetecía era desnudarse, poner los pies en alto y disfrutar de unos minutos de tranquilidad junto a Britt. Suspiró, dándose cuenta de que sería inútil negarlo que todo el mundo sabía.
-Sí.
La prensa la estaba esperando cuando llegó al palacio presidencial. Gritaron variaciones sobre las mismas preguntas con que la habían bombardeado el día antes, y otra vez se limitó a callar. Aunque ninguno de los invitados mencionó los artículos de los periódicos, Santana había notado unas cuantas miradas cargadas de intención durante la velada.
-¿Es tan buena como parece? -quiso saber la mujer.
Santana no se ofendió, pero ignoró la pregunta.
-Voy a acercarme al presidente y a su esposa para presentarles mis respetos. Mañana muy temprano he de tomar el avión para Estados Unidos y estoy agotada.
La mujer morena deslizó el brazo en torno a la cintura de Santana y se inclinó hacia ella, presionando con el muslo la cadera de la joven.
-Podríamos escabullirnos a mi apartamento un par de horas. ¿Recuerdas lo divertido que era?
Santana no lo recordaba. Sólo podía evocar el placer vacío de robar unas cuantas horas de libertad que no le permitían sentirse realmente libre y los momentos de satisfacción física que resultaban aún menos gratificantes.
-No puede ser. Gracias.
-¿No pretenderás decirme que vas en serio con esa mujer? Una aventura está bien, pero... por Dios, Santana. Aunque no te importe la política, es un suicidio social.
-Ya sabes que eso nunca me preocupó -dijo Santana.
-Sé que siempre hacías como si no te preocupase -repuso su acompañante-. Era una de las muchas cosas que me gustaban de ti. Pero aún eres joven, y algo así no dura toda la vida.
-Tienes toda la razón. -En el rostro de Santana se dibujó una sonrisa-. Por eso no pienso soltarla de ninguna manera.
La hermosa mujer se acercó y besó levemente a Santana en los labios.
-Echaré de menos aquellos momentos tan especiales contigo, querida.
-Cuídate -susurró Santana antes de apartarse de ella.
Santana había recorrido un corto trecho cuando Britt se reunió con ella. Santana aminoró el paso y sonrió a su amante.
-Hola.
-Señorita López -dijo Britt en tono sereno. Estuvo a punto de tocarla, pero no lo hizo.
-Estoy lista para marcharme.
Con un gesto imperceptible que se podía interpretar como si se llevase la mano al pelo, Britt murmuró al minúsculo intercomunicador prendido en su puño izquierdo:
-Stark, lleve el coche a la entrada oeste.
-Tengo unas ganas tremendas de marcharme -dijo Santana con un suspiro.
-Sí -admitió Britt, permitiéndose un leve desahogo en su fachada profesional-. Yo también.
-Ven conmigo mientras me despido.
-Claro, estaré cerca.
-No -repuso Santana tiernamente, rodeando el brazo de Britt con los dedos y acercándose más a ella-. Acompáñame.
Britt, sorprendida, se puso rígida.
-Santana, yo no...
-Por favor.
Pronunció las palabras dulcemente, de amante a amante, y Britt no pudo negarse.
-Encantada.
Cuando se aproximaron al presidente francés y a su esposa, en el medio de una pequeña congregación de dignatarios, Britt escudriñó la multitud y vio a Sam en el lado izquierdo del salón y a Rogers en el derecho, pendientes de ellas. Tras asegurarse de que la vigilancia estaba garantizada mientras ella desviaba la atención, se relajó y admiró la facilidad de Santana para desenvolverse entre personas tan importantes. En aquel momento Santana agradecía al presidente francés y a su esposa su generosa hospitalidad y comentaba lo mucho que había disfrutado durante la velada. Hubo un intercambio de frases amables, y luego Santana sonrió a Britt.
-Permitan que les presente a mi acompañante, Brittany Pierce.
Britt dijo en francés que era un honor conocerlos y un placer visitar París. La esposa del presidente les sugirió que regresasen cuando Santana no tuviese que desempeñar tareas oficiales “para apreciar de verdad la belleza de París”; Britt sonrió y afirmó que esperaba tener ocasión de hacerlo pronto. Tras las cortesías habituales, Santana y Britt se volvieron para marcharse.
-Creo que estaba flirteando contigo -susurró Santana.
Britt apenas pudo reprimir una carcajada.
-Ten por seguro que no.
-Eres tan arrebatadora que resultas peligrosa.
-Porque usted lo cree, señorita López.
Antes de que Santana pudiese responder, Britt se apartó unos pasos. Los minutos que transcurrirían entre la salida del edificio y la ubicación segura de Santana en el vehículo eran fundamentales y tenía que concentrarse. Stark apareció con el chal de Santana y se lo dio.
-Aquí tiene, señorita López. El coche la espera junto a la acera.
-Gracias. -Santana notó que otras personas se acercaban a ella y se dio cuenta de que Sam y Rogers completaban el círculo a su espalda. Britt, un poco adelantada, cruzó la puerta en primer lugar, como siempre, y luego salió Santana. Al momento una luz brillante la deslumbró. Mientras parpadeaba sin parar para aclarar la visión, percibió una forma oscura que se abalanzaba por la derecha. Gritó, más por la sorpresa que por el miedo, cuando Stark la agarró por la cintura y la hizo retroceder varios pasos mientras la protegía del intruso con su cuerpo. Al mismo tiempo Santana vio a Britt perseguir a la figura y distinguió a un hombre corpulento, con una gorra negra y una chaqueta floja, que tenía algo en la mano. El intruso salió de la oscuridad tan rápido que se situó a menos de un metro de Santana antes de que Britt lo viese. Cuando lo vio, registró la velocidad de los movimientos del hombre y que sostenía algo en la mano, apuntando a Santana. Pistola. La reacción de Britt fue automática. Giró hacia él, dobló las rodillas para controlar el centro de gravedad y clavó el hombro en el pecho del individuo. Sujetó el brazo del hombre, el que portaba el arma, entre los puños, lo empujó y lo tiró de espaldas. El individuo cayó con un gruñido, y sus pulmones se quedaron sin aire debido a la fuerza de la imprevista caída. Inmediatamente Britt plantó una rodilla en el medio del pecho del hombre y le inmovilizó el brazo con una llave de codo. Podía romperle el brazo al tipo con una ligerísima presión. Sin alzar la vista, ordenó:
-Llevadla al hotel.
Apenas veinte segundos después, Santana estaba en la parte de atrás del Peugeot con Stark a su lado y Sam al volante. Se sumergieron en el tráfico con un chirrido de neumáticos.
-¿Se encuentra bien? -preguntó Stark en voz baja. Aunque tenía la respiración alterada, habló con voz serena.
-Sí. -Santana volvió la cabeza y miró por la ventanilla de atrás, pero no vio nada-. ¿Qué crees que era eso?
-Seguramente un paparazzi o un cazador de autógrafos. –Stark guardó el arma, que apretaba contra el costado sin que Santana la viese, en la funda de la cadera. “O algo peor, a juzgar por la reacción de la comandante.”
Santana suspiró.
-¿Cuánto calculas que tardará Britt?
Stark se movió, incómoda.
-No sabría decirle.
-No -murmuró Santana, cerrando los ojos mientras se preguntaba cuándo volvería a ver a Britt-. No hay forma de saberlo, ¿verdad?
Renee dio la vuelta y cogió el auricular al segundo timbrazo.
-¿Diga?
-¿Te he despertado?
Se estiró bajo las sábanas, sonriendo y deleitándose en el roce del algodón sobre su piel desnuda.
-Estaba disfrutando de un sueño muy agradable con una agente del Servicio Secreto especialmente sexy...
-Lo siento.
-No importa.
-¿Qué llevas puesto?
Renee, riéndose con ganas, respondió:
-¿Por qué no vienes a verlo en persona?
-De acuerdo.
El estómago de Renee se agarrotó con una sacudida de emoción.
-¿Has acabado el turno?
-Síii.
-¿Cuánto tardarás en llegar?
Stark dudó.
-¿Dos minutos te parece mucho?
“¡Oh, eres una caja de sorpresas, caramba!” Renee habló con voz ronca y cálida:
-Que sea uno.
-Entendido.
Renee apartó la sábana y se levantó en cuanto colgó el auricular, buscando con la otra mano el albornoz que había arrojado a los pies de la cama. Se lo echó por encima mientras se dirigía a la puerta, ciñéndolo con una mano y sin preocuparse de atarlo. Cuando oyó que llamaban, miró a través de la mirilla y se apresuró a abrir la puerta.
-Qué tal -dijo Stark, entrando en la habitación. Se había puesto una camiseta y unos vaqueros.
Renee dejó caer el albornoz, se adelantó y abrazó a Stark por los hombros, apretándose contra ella.
-Hola -murmuró, y besó a Stark en la boca.
-Yo... -El corazón de Stark se desbocó cuando vio el reflejo de azogue de la luna sobre la piel de Renee, y luego se detuvo en seco cuando el cuerpo de Renee se fundió con el suyo.
Apoyó la espalda en la puerta para sostenerse mientras deslizaba las manos sobre los muslos de Renee, bajo la seda, y las posaba en sus nalgas. Levantó las caderas automáticamente, Renee empujó, y ambas gimieron. Stark cerró los ojos, rindiéndose a todo lo que Renee hacía. El aroma a ambrosía del deseo llenó su mente cuando una lengua cálida se introdujo en su boca y avivó las llamas que ardían en su interior.
-Renee -murmuró Stark al sentir los dedos de su amante en la cremallera del pantalón-. Si me tocas, me desmayo.
-Hum, quiero que te derritas.
-Hecho. -Stark jadeó cuando los dedos acariciaron su vientre. Le temblaban las piernas, que amenazaban con doblarse-. Es nuestra última noche en París. Quiero pasarla haciendo el amor contigo.
Renee interrumpió con gran esfuerzo su búsqueda y enganchó los dedos en la cintura de los vaqueros de Stark.
-¿Cuánto tiempo tengo para estar contigo?
“Todo el que quieras. Siempre.” Stark acarició la base de la columna vertebral de Renee, apretándola contra sí.
-Hasta las cinco de la mañana.
“Poco más de tres horas. Y luego iremos en aviones distintos, regresaremos a casa y a... ¿qué?”
-Entonces, empecemos -murmuró Renee arrastrando a su amante hasta la cama.
-¿Comandante?
Britt se volvió al oír la voz de Sam y apoyó la cadera en la barandilla del balcón.
-¿Todo tranquilo?
Sam hizo un gesto afirmativo y fue hacia ella.
-No la he visto regresar.
-Acabo de llegar.
Sam esperó; sabía que la comandante le contaría lo que consideraba que él debía saber. Quería preguntarle por las ojeras que ni siquiera la oscuridad disimulaba, pero no lo hizo porque sería una intromisión y porque la relación de ambos llegaba hasta un punto lindante con la amistad. El vínculo entre ellos era profesional, de respeto, y Sam daría la vida por conservarlo, pero nunca habían compartido intimidades.
-¿Cuál es la prioridad número uno de tu vida, Sam?
La sorpresa de Sam no le impidió responder inmediatamente.
-El bienestar de Egret.
Britt asintió.
-Muy bien. Porque no quiero que te preocupes por tu carrera si te parece que tienes que decirme o decirle a otros que crees que estoy metiendo la pata.
-Le doy mi palabra.
-Gracias.
Ambos se volvieron simultáneamente y pusieron las manos sobre la balaustrada de hierro que rodeaba el balcón y miraba al Arco del Triunfo, situado a escasas manzanas de distancia. El tejido de sus esmóquines casi idénticos se erizó cuando sus hombros se tocaron.
-No he notado ningún problema, comandante. -No la miró mientras hablaba, sino que se dedicó a contemplar el chorro de luces que parpadeaban en los Campos Elíseos.
-Anoche la llevé a un lugar sin garantías de seguridad con un equipo mínimo y ni siquiera tuve la previsión de comprobar el perímetro personalmente. Si le hubiese ocurrido algo, no sé si hubiéramos podido protegerla.
Lo que acababa de admitir ante Sam era suficiente para que la despidiesen si se lo hubiese dicho a otra persona. Sam se alegró de que le confiase sus preocupaciones más que de ninguna otra cosa a lo largo de su carrera.
-Aparte de ayer, después de la difusión de las noticias en Estados Unidos, sólo estábamos en un nivel de alerta medio. No había el menor indicio de un incremento de la actividad hostil en esta zona ni de atención anormal por Egret. Por tanto, no teníamos motivos para suponer que se hallaba en peligro.
-Fue un descuido -murmuró Britt, enfadada-. Estaba demasiado ocupada pensando en ella...
-En efecto -dijo Sam en tono amable.
Britt se frotó la cara enérgicamente.
-Igual que...
-Comandante, desde que Egret y usted están... juntas - comentó, escogiendo las palabras con cuidado-, ella acepta de buen grado nuestras medidas de seguridad. Está mucho más protegida que antes.
-Eso no sirve de disculpa para que yo no haga bien mi trabajo.
-De acuerdo. Y si yo creyese que ocurría algo así, lo diría. A usted.
-Confío en que lo haga. -Britt suspiró y se volvió hacia el centro de comunicaciones-. Voy a revisar el itinerario del vuelo de regreso y la ubicación del personal...
-¿Por qué no se va a la cama? Yo me quedaré hasta la reunión de la mañana. -Casi inmediatamente añadió-: Creo que la señorita López estaba preocupada por el altercado de antes.
Britt respiró a fondo.
-Rogers y yo le dimos una buena paliza. Comprobamos su identificación con los medios limitados que teníamos y parece un periodista autónomo legal. Dijo que sólo buscaba una declaración de ella sobre su modo de vida. Quería adelantarse a los otros periódicos.
-¿Lo creyó?
-Me habría gustado cotejar su perfil en la Interpol y en la base de datos del Instituto de Seguridad Nacional, pero esta noche no se puede hacer y tampoco tenemos motivos para detenerlo. -Entró en el centro de comunicaciones, que ya había sido parcialmente desmantelado debido a la próxima marcha-. Pero los franceses se han comprometido a vigilarlo y a informarnos si ocurre algo raro.
Los dos sabían que la comunicación de datos de inteligencia entre agencias, sobre todo la internacional, era tan escasa que, aunque los franceses descubriesen algo extraño en los antecedentes del periodista, la información podría perderse sin llegar nunca a ellos. Pero era lo único que se podía hacer.
-Te veré a las 06.30 -dijo Britt, dirigiéndose a la puerta.
-Entendido. -Cuando Britt desapareció, Sam paseó los ojos por el centro de comunicaciones casi desierto. En la habitación de al lado Cynthia Parker se encargaba de los ordenadores durante el turno de noche. El resplandor de las pantallas indicaba su presencia, pero a pesar de eso, se sentía completamente solo. Se sentó ante la larga y vacía mesa de reuniones con un montón de listados de ordenador y comenzó a repasar los comunicados aleatorios que entraban durante las veinticuatro horas del día. Supuso que Felicia estaría durmiendo y confió en que el consuelo de la rutina lo sostuviese hasta la mañana
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por aria Dom Ago 04, 2013 2:20 pm

Ufff estas mujeres se estan poniendo cada vez mas cachondas.. Son tan lindas juntas...
Me alegro de que esten las cosas bien entre ellas, no solo son Britt y San que se merecen un respiro..

Menos mal que San regreso justo a tiempo, sino la comandante habria hecho correr sangre si su amante no aparecia jejejeej
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por micky morales Dom Ago 04, 2013 6:30 pm

yo quisiera una guardaespaldas como la comandante pierce!
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Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 6:51 pm

aria escribió:Ufff estas mujeres se estan poniendo cada vez mas cachondas.. Son tan lindas juntas...
Me alegro de que esten las cosas bien entre ellas, no solo son Britt y San que se merecen un respiro..

Menos mal que San regreso justo a tiempo, sino la comandante habria hecho correr sangre si su amante no aparecia jejejeej
Wanky!! :lol:Tendremos mas de esas dos
Me hizo mucha gracia Britt en esa situación, sobre todo cuando se queda "No puedo haberme quedado dormida en un secuestro"
micky morales escribió:yo quisiera una guardaespaldas como la comandante pierce!

 Trato hecho!! para ti Britt y para mi San :P FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551 
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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 15

Mensaje por Marta_Snix Dom Ago 04, 2013 6:52 pm



 

Capitulo 15
Britt cerró la puerta del centro de comunicaciones en silencio, saludó con un breve gesto a Reynolds, que estaba en el pasillo ante la habitación de Santana, y se dirigió a la escalera. La noche había sido larga, y ella estaba reventada y sola. Había planeado pasar unos minutos de intimidad con Santana después del baile, pero el intruso había acabado con todos los planes. Faltaba poco para el amanecer y tenían ante sí un largo día de viaje, otra situación potencialmente peligrosa para Santana frente a la que Britt y todo el equipo debían estar alertas.
-¿Comandante?
Britt se volvió y dijo:
-¿Sí?
Reynolds le entregó un sobre.
-Para usted, señora.
Britt se adelantó en silencio y extendió la mano. Le dio la espalda a Reynolds, abrió el sobre y cogió la hoja de papel color crema con el símbolo del Hotel Marigny. La letra firme de su amante decía: “Por favor ven a verme... no importa la hora. S”. Britt guardó la nota en el sobre y lo introdujo en el bolsillo de la chaqueta. Luego pasó ante Reynolds, que no dio muestras de verla, utilizó la llave maestra para abrir la puerta y entró en la habitación de Santana. La salita estaba a oscuras, igual que el dormitorio. Britt, guiándose por la luz de la luna, se quitó la chaqueta del esmoquin y la puso sobre el brazo de un sofá. Se aflojó la corbata, la dobló y la metió en el bolsillo del pantalón. Cuando llegó a la puerta del dormitorio, se había quitado los gemelos de la camisa y los había guardado en otro bolsillo. Al entrar en el dormitorio se descalzó y dejó los zapatos a un lado, con los calcetines. Desprendió la camisa del fajín que llevaba a la cintura y la dejó caer sobre la pistolera de la cadera. Se acercó a la cama y contempló a Santana, que dormía desnuda bajo una blanquísima sábana. Se había quitado la peineta, y ondas de negros cabellos enmarcaban el rostro de la joven bajo la luz plateada. A Britt se le encogió el corazón con la sensación dolorosa que siempre se apoderaba de ella cuando contemplaba tanta belleza. Enfrentada a la belleza y al amor, quedaba indefensa. Retiró el arma del cinturón y la dejó encima de una antigua mesilla; luego se quitó la camisa, bajó la cremallera del pantalón y se despojó del resto de la ropa. Apartó la sábana con cuidado y se acostó al borde de la cama. Sin darle tiempo a estirarse, Santana la rodeó por detrás con los dos brazos en torno a la cintura y apretó la mejilla contra la espalda de Britt.
-Has venido. Esperaba que lo hicieras -murmuró Santana con la boca sobre la piel de Britt, acariciándole el abdomen con la mano. El contacto, casual y posesivo, era reconfortante y excitante al mismo tiempo. Con la mano de Santana sobre ella, Britt exhaló un profundo suspiro de cansancio y se recostó en las almohadas. Santana siguió sus movimientos hasta ponerse al lado de Britt, con la cabeza sobre el hombro de su amante. Mientras continuaba con sus tiernas caricias, Santana preguntó:
-¿Quién era el hombre?
Britt acarició los espesos cabellos negros, reconfortada como siempre por la aromática dulzura que se deslizaba entre sus dedos.
-Sólo un periodista, por lo visto.
-Entonces, ¿la luz que vi al salir era el flash de una cámara?
-Sí, y también llevaba una minigrabadora. Eso era lo que tenía en la mano: el micrófono. –“Creí que se trataba de una pistola.” Britt pensó en que había estado a punto de dislocarle el codo al hombre, más por rabia que por necesidad. Aquella noche él había sido el último de una larga fila de personas en sobrepasar los límites con respecto a su amante: la avalancha de medios de comunicación que se habían lanzado sobre ellas nada más salir del coche, los hombres que deseaban a Santana y que aprovechaban la menor ocasión para tocarla y acariciarla como si tuviesen derecho a hacerlo, la ex amante (porque no podía ser otra cosa a juzgar por la forma en que había mirado a Santana, tocándola con una confianza que nacía de la intimidad) que claramente buscaba un encuentro. Cuando aquel intruso salió de la oscuridad y acosó a su amante, Britt estaba dispuesta a luchar. Había tenido que recurrir a todo su control para limitarse a inmovilizarlo sin descargar su furia rompiéndole el brazo. Santana acercó los labios a los músculos tensos del cuello de Britt.
-¿Qué ocurre?
-Nada... sólo nervios.
-Lo sé. Lo noto. –Santana se apoyó en un codo y examinó a su amante. Los ojos de Britt eran claros charcos, y bajo la tenue luz de la luna no podía descifrar lo que había en sus profundidades. Se encontraba en desventaja al no ver los ojos de Britt, pues eran el único medio a través del cual esta expresaba sus secretos. Le puso la mano sobre el pecho, sintiendo los firmes latidos del corazón, y deslizó una pierna sobre el muslo de su amante-. ¿Quieres contarme por qué?
Britt dudó; no deseaba abrumar a su amante con preocupaciones sobre una situación que no podía cambiar. Pero recordó lo que Santana le había dicho unas semanas antes. “Te amo. No se trata sólo de sexo y de que compartamos un mismo entorno, sino de que necesito estar contigo. Se trata de la necesidad de formar parte de tu vida.” Puso una mano en la nuca de Santana, la deslizó y respondió en tono sereno:
-Estaba pensando en lo mucho que me desagrada que otras personas te toquen o que intenten tocarte.
-Otras personas. -Santana se quedó callada durante un buen rato-. ¿Personas como Margot Fallon?
-Por ejemplo -dijo Britt en tono indiferente mientras pensaba en la despampanante esposa del embajador francés.
-Debí darme cuenta de que sabías lo que ella pretendía -suspiró Santana, consciente de que su relación previa con Margot seguramente estaba documentada en alguna parte y de que Britt la conocía-. Sabes que no me sentí tentada, ¿verdad?
-La tentación no es un pecado.
-No -murmuró Santana, -supongo que no se nos puede pedir que controlemos las respuestas de nuestro cuerpo.
-La mataría.
Britt habló en tono muy serio, pero Santana se rió y se acercó más a ella.
-Por si te interesa, no me tentó ni física ni espiritualmente. Pero siento que te haya molestado.
-No es culpa tuya y no tienes por qué disculparte. –Britt volvió la cabeza y besó a Santana en la frente, poniéndose de lado hasta que los cuerpos de ambas quedaron pegados-. Comprendo lo difícil que es para ti ser constantemente el centro de atención. Demasiada gente se toma libertades.
Santana contuvo la respiración mientras se apoderaba de su corazón una mezcla de placer y sorpresa.
-Cada vez que dices una cosa así, me enamoro de ti de nuevo.
Britt siguió, antes de cambiar de idea.
-Esta noche he hablado con Sam sobre si mi relación contigo comprometía mi capacidad para dirigir el equipo.
-Oh Britt, lo siento. Siento que lo ocurrido esta noche te haya hecho pensar semejante cosa. -Santana se rió, dulcemente, y besó a Britt en el cuello-. Hace unos meses... diablos, hace unas semanas, me habría encantado saber que no estabas satisfecha de tu trabajo. Porque entonces podría haber aprovechado tu momentánea y rarísima inseguridad para que dimitieses.
-¿Y ahora? -preguntó Britt, llena de curiosidad.
-Aunque me revienta pensar que te arriesgas por protegerme, me encanta tenerte cerca. -Santana tomó aliento y añadió antes de cambiar de idea-: Más que eso, me encanta que seas mi jefa de seguridad. Confío en ti.
-Eso significa mucho para mí -murmuró Britt, deslizando los dedos sobre la mandíbula de Santana y ladeando la cabeza para besarla. Se deleitó en la suavidad de los labios de Santana, acariciando los elegantes huesos del rostro de la joven mientras exploraba el calor de su boca con la lengua. Luego se apartó y dijo con voz ronca-: Si alguna vez pensase que no podía cuidarte, renunciaría.
-No puedo ni imaginar algo así -susurró Santana-, pero siempre que me permitas que yo cuide también de ti, no te pediré que dejes de hacer lo que tienes que hacer.
Britt apoyó la frente en la de Santana, dominada por un sentimiento de paz y lealtad infinitas.
-Te necesito muchísimo.
Santana se quedó sin habla por segunda vez esa noche. Se acercó más a Britt, apretando los pechos contra los de su amante e insinuando una pierna entre los muslos de Britt. El brote de placer que la sacudió era producto de la felicidad tanto como de la excitación. Si hubiese sido físicamente posible, se habría introducido dentro del cuerpo de Britt para quedarse allí siempre: quería estar unida a ella. La realidad sólo le permitía ofrecer palabras insuficientes y transmitir con el cuerpo la profundidad de su amor. Deslizó la mano sobre el abdomen de Britt hasta las caderas y la apretó contra sí. Su voz se convirtió en un ruego desesperado:
-Te amo tanto que no sé cómo decírtelo ni cómo demostrártelo. Quiero hacer el amor contigo, pero comprendo que con eso no basta. Dios... nada sería suficiente.
-Abrázame fuerte -susurró Britt con voz ronca al oído de Santana, anhelando sentir los latidos del corazón de Santana contra su piel-. Abrázame así hasta por la mañana, y te prometo que será suficiente.
El débil temblor de la voz de Britt suscitó una oleada de protección en Santana, que la abrazó estrechamente.
-Oh sí, cariño. Sí.
-Casi es de día -susurró Renee, apoyándose en los codos y rodeando con las manos el rostro de Stark-. Deberías dormir un poco.
-Puedo dormir en el avión. -Stark deslizó las manos por la espalda de Renee hasta las caderas y alzó la pelvis; el contacto le hizo hervir la sangre-. Contigo todo me parece poco. No quiero dormir cuando puedo tocarte.
-Esto no tiene por qué acabar esta noche. -Renee la besó dulcemente. “¿Verdad? Dime que no. Dime que no ha ocurrido sólo porque estamos en París.”
-Lo sé. -Stark suspiró-. Pero cuando regresemos a casa, tú tendrás que trabajar, y yo viajaré con Egret. No podré verte mucho.
Renee se rió dulcemente porque el alivio la animó. Entrelazó con los dedos los cabellos de Stark y levantó la pierna entre los fuertes muslos de la joven, disfrutando del gemido de sorpresa que arrancó a la mujer que tenía debajo. Aunque se consideraba satisfecha, más que satisfecha, por el increíble orgasmo que había experimentado momentos antes, sintió que vibraba y se endurecía de nuevo.
-Encontraremos tiempo. Haremos tiempo. -Se inclinó y besó a Stark con una avidez que las sorprendió a las dos. Se columpió sobre el muslo de Stark, y ambas se excitaron cuando impregnó la piel de Stark con la ardiente esencia de su deseo. Habló entre jadeos-: Esta es nuestra vida.
-Siéntate -imploró Stark, desesperada y casi sin aliento al ver cómo el rostro de Renee se inundaba de placer-. Quiero ver cómo te corres. Quiero recordar lo hermosa que eres.
Renee soltó un gemido y se alzó con esfuerzo para sentarse a horcajadas sobre la pierna de Stark, agarrando las manos que Paula le ofrecía para sostenerse. Sus dedos se entrelazaron, y el pelo de Stark cayó hacia delante mientras su cabeza oscilaba. Las caderas de Renee se agitaron, se le encogió el estómago y se le nubló la vista.
-¡Oh, Dios! -exclamó, echando la cabeza hacia atrás. ¡Oh, Dios, Paula!
-Ya está -dijo Paula con voz ronca. Su propio cuerpo vibró con una oleada de placer al ver a Renee al borde del orgasmo, pero aquel placer era un débil eco de la gloria de contemplar la rendición de Renee-. ¡Qué preciosidad!
Renee, que temblaba en la cumbre de su desahogo, imploró:
-Abrázame.
Stark se incorporó y rodeó con los brazos a Renee, que susurraba su nombre entre sollozos y estremecimientos. Cayeron sobre la cama, aferradas la una a la otra. Stark murmuró, acariciando el pelo de Renee:
-¿Te encuentras bien?
-Oh. -Renee se rió casi sin fuerzas-. No tengo ni idea. –Rozó con la mejilla el pecho de Stark-. Nunca había hecho algo así con nadie.
-¿Como qué? -Stark besó a Renee en la frente, en los ojos, en las mejillas-. ¿Qué, cariño?
-Algo tan loco, tan libre. -Renee acarició el pecho de Stark con ternura-. Tan seguro. Eres una amante de primera.
-Yo... -farfulló Stark, procurando ignorar el rápido endurecimiento del pezón bajo la mano de Renee-. Yo no hago nada. Eres... tú, tú... Yo sólo te toco.
“Entonces, por favor, no pares.” Renee lanzó un profundo suspiro.
-Pues funciona muy bien.
-Estupendo. -Stark interrumpió el movimiento de la mano de Renee. El lento roce de los dedos la estaba volviendo loca-. ¿Me llamarás mañana en cuanto aterrices?
-Humm. ¿Dónde estarás?
-Se supone que iremos a Nueva York, pero nunca se sabe.
-¿Sabes qué te digo? Te llamaré al móvil en cuanto aterrice, y tú me llamas cuando estés libre.
-De acuerdo. -Stark suspiró-. Ya te echo de menos.
-Aún no me he ido. -Renee posó los labios sobre el pezón de Stark mientras deslizaba la mano sobre su estómago y entre las piernas. Gimió débilmente cuando Stark se arqueó bajo sus manos. Acarició con suavidad el clítoris de Stark, adaptando las caricias al ritmo del placer que manifestaban los murmullos de esta. Cuando la primera oleada del clímax de Stark vibró bajo sus dedos, la penetró con cuidado.
-Es genial. -Stark dio una sacudida y enterró el rostro en los cabellos de Renee, procurando aguantar el repentino brote de sensaciones. No sabía que se pudiera sentir de aquella forma, tan plena y al mismo tiempo tan deseosa de más-. Hazlo... más fuerte.
-La próxima vez, cariño -susurró Renee, metiendo y sacando los dedos suavemente-. Ahora córrete para que yo lo vea.
-Ya voy -sollozó Stark-. Yo... oh... ya.
En medio de una nube de placer, Renee contuvo el deseo de penetrarla más, con más fuerza, porque sabía que su amante necesitaba aquel acto de amor. Detuvo la mano cuando el orgasmo se enredó en sus dedos, moviéndola sólo al final para acompañar los últimos espasmos de placer. Cuando sintió que los músculos tensos de Stark se relajaban y su cuerpo se serenaba, se retiró lentamente. Al oír un breve grito, Renee se apretó contra su amante.
-Cariño, mi amor, ¿te encuentras bien?
Stark, debilitada por las secuelas del placer, apoyó la frente entre los pechos de Renee y habló con un levísimo susurro:
-¿Bien? Podría morir de felicidad ahora mismo.
El corazón de Renee se desbocó, aunque sabía que las palabras no transmitían ningún presagio, y soltó una risita mientras acariciaba el rostro húmedo de Stark.
-Como esto sólo ha sido el principio, sugiero que te quedes en el mundo un poco más.
-Oh, eso pienso hacer.
A las 06.10 Felicia apartó la vista del periódico cuando la puerta de la habitación del hotel se abrió de golpe. Stark entró precipitadamente con una expresión de aturdido pánico en el rostro.
-Oh, Dios -exclamó Stark, con los ojos desorbitados-. Llego tarde, y la comandante me va a matar.
Felicia, con un traje de seda mezclada gris oscuro, tomaba café en la mesita situada ante los ventanales que se abrían al pequeño balcón. Dejó la taza a un lado y contempló a Stark con un asomo de sonrisa.
-Dúchate. Ya he recogido tus cosas.
Stark se detuvo en seco, respirando con dificultad.
-¿En serio? Oh, Dios, ¿lo has hecho? Estoy en deuda contigo. Te debo mucho.
-Tienes razón. Me debes mucho. -Felicia volvió a su periódico, reprimiendo una carcajada.
Un cuarto de hora después, Stark y ella se dirigieron al centro de comunicaciones, donde se reunió el resto del equipo en menos de treinta segundos. Los agentes se sentaron alrededor de la mesa de reuniones y esperaron en silencio, la mayoría con vasos de café en una mano y agendas electrónicas en la otra, a que Britt se situase en la cabecera de la mesa e iniciase la sesión matutina.
-Ha habido un ligero cambio de planes -anunció Britt a las 06.30 en punto-. Volamos al aeropuerto Dulles de Washington en vez de a LaGuardia. Los que tenían destinos temporales para este viaje pueden gestionar allí el regreso a sus respectivas bases. El equipo permanente permanecerá en Washington hasta nuevo aviso. Sam los informará de los turnos en el avión.
Nadie dijo nada. Los cambios de último momento en el itinerario no eran raros, sobre todo en los regresos. La alteración de los planes personales formaba parte rutinaria del trabajo. Después de que Britt revisase el horario de traslado al aeropuerto De Gaulle, junto con la distribución de vehículos, indicó al equipo que preparase la partida. Cuando todos se fueron, se acercó a Sam.
-Deje que lo adivine, ¿Lucinda Washburn?
Britt asintió con una levísima sonrisa.
-Esa mujer no duerme nunca. Llamó a Santana a las cinco de la mañana y le exigió que se presentase en la Casa Blanca esta noche.
-Supongo que tiene que ver con las noticias, ¿no?
-Seguramente. -Britt escupió las palabras mientras procuraba controlar su furia-. Y no es que Lucinda no supiese lo que se avecinaba. Santana la avisó de la entrevista cuando la concertó.
-¿Puedo hacer algo?
Britt negó con la cabeza.
-Gracias. Santana lo arreglará, estoy segura. –“Pero ojalá que no tuviese que hacerlo. Lo único que quiere es regresar a casa y seguir pintando. Ha cumplido con su deber en este viaje y lo menos que Lucinda puede hacer es dejarla tranquila durante unas semanas.”
Britt suspiró, con un esfuerzo consciente por centrarse en los detalles de la última etapa del viaje.
-Vámonos a casa, Sam.
-Entendido, comandante.
18 agosto 2001
A la salida de la Interestatal 95, Florida
Un fornido pelirrojo con un uniforme de camuflaje verde oliva entró en el restaurante y miró las mesas casi vacías. Sus inexpresivos ojos azules se posaron en un hombre delgado, moreno, barbudo, vestido con unos pantalones de algodón marrones y una camisa blanca de cuello abierto. La foto en fax que le habían proporcionado de su contacto no era muy buena, pero el hombre que lo estaba mirando en aquel momento encajaba en la descripción. Cruzó el restaurante y se sentó pesadamente en el reservado, frente al hombre más menudo.
-¿Está listo su equipo? -preguntó sin más preámbulos.
“Arrogantes americanos.” Los ojos del barbudo centellearon de indignación, pero respondió tranquilamente con un ligero acento extranjero:
-Sí.
-¿Y los otros?
-Sólo esperan las instrucciones definitivas para entrar en acción.
El pelirrojo deslizó una hoja de papel sobre la mesa.
-Estos son los detalles del vuelo.
No se mencionaban los objetivos, pero él los conocía. Nueva York, Washington, Chicago, Los Ángeles. Y uno muy especial que ignoraba el “amigo” barbudo. Tras examinar el listado unos instantes, el primer hombre alzó la vista con un gesto de sorpresa.
-Creímos que sería antes.
-Cambiaron el personal de uno de los vuelos esenciales. Si el comando Hidra quiere los seis objetivos, la fecha tiene que ser esa. -El segundo hombre habló en tono condescendiente.
Los otros estaban en su terreno, aunque el montaje era de ellos. Habían recurrido a su organización, ofreciéndose a combinar recursos para realizar un ataque preventivo que enviaría un mensaje definitivo a Estados Unidos: iban a tomar el poder los verdaderos americanos. Sus grupos tal vez tuviesen planes distintos, pero un golpe al enemigo común fortalecería a todos. Hoy aliados, mañana enemigos. Así era la guerra.
-Cuando mi jefe da su palabra, no duda. -El barbudo dobló cuidadosamente la hoja de papel con los horarios de salida y los números de vuelo de los aviones que los llevarían a sus hermanos y a él a la gloria
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por naty_LOVE_GLEE Dom Ago 04, 2013 8:19 pm

HOLA!!!

ACA, REPORTANDOME!!! ME ENCANTA ESTE FIC!! NUNCA ME CANSARÉ DE DECIRLO!!

GRACIAS POR LOS DOS CAP!!!

TUVIERON DE TODO UN POCO………………….ME ENCANTA VER COMO SAN RECHAZA A OTRAS MUJERES, PORQUE SIMPLEMENTE AMA A BRITT!!.............COMO BRITT TIENE CELOS!!!............y ESTABA UN POQUITO TRISTE PORQUE ELLAS NO PODÍAN DEMOSTRAR SU AMOR y TENÍAN QUE HACER COMO SI NO SE CONOCIERAN PERO AL FINAL DE LA FIESTA SANTANA TOMO A BRITT COMO SU ACOMPAÑANTE!!! FUE WOOOW!!! POR LO MENOS PODRÍAN TENER ESOS MOMENTOS………………..SE LO MERECEN!!!!!

DESPUES LO DEL PERIODISTA!! POR DIOS!! LEÍA LENTAMENTE TODO EL RELATO PARA TRATAR DE PREPARARME………………y LO PRIMERO QUE SE ME VINO A LA CABEZA FUE EL GRUPO QUE QUERÍA DAÑAR A SAN y A BRITT! AL PARECER NO FUERON ELLOS, CREO…………………….PERO SI QUE ME QUEDE CON EL SUSTO!...........

YO TMB QUIERO A ALGUIEN COMO LA COMANDANTE!! TAN FUERTE y PROTECTORA!!! 


***ÉL MOMENTO***

*****-Te amo tanto que no sé cómo decírtelo ni cómo demostrártelo. Quiero hacer el amor contigo, pero comprendo que con eso no basta. Dios... nada sería suficiente.

-Abrázame fuerte -susurró Britt con voz ronca al oído de Santana, anhelando sentir los latidos del corazón de Santana contra su piel-. Abrázame así hasta por la mañana, y te prometo que será suficiente.*****

POR DIOS!!!! MÁS QUE LOS CELOS DE BRITT, MÁS QUE LOS MOMENTOS INTIMOS FISICOS! ESTE DIALOGO ME DEJO SIMPLEMENTE FASCINADA!!!!!!! ES INCREÍBLE COMO SU AMOR TRASPASA TODO!!!! SIMPLEMENTE ME DERRETÍ!!!!


LO ULTIMO REALMENTE ME INTRIGA…………..PARECE ALGO GRANDE!! DE VARIOS GRUPOS!! Y TODOS CONTRA EL GOBIERNO ACTUAL ESTADOUNIDENSE?! y OBVIAMENTE POR CONSIGUIENTE CONTRA SAN y BRITT..........................ME PREOCUPA LO QUE SIGA!................................


ESTUVO GENIAL!! YA ESTOY AQUÍ ACTUALIZADA! CON LA HISTORIA CAP TRAS CAP!!!


ESPERO LA ACTU!! 


SALUDOS! NAT!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por aria Dom Ago 04, 2013 10:19 pm

Ohhhh No,,, Que es lo que van a haceeeeeeeeer!!!
Espero que Britt se de cuenta de que algo anda mal o algo o no se lo que sea... ese plan no se puede llevar a acabo... o por lo menos que nadie salga herido...
Yo confio en la comandante Pierce plenamente!!!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por micky morales Dom Ago 04, 2013 10:26 pm

que lindo el amor entre todas estas chicas, a esperar los acontecimientos que se avecinan!
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Marta_Snix Lun Ago 05, 2013 4:55 am

naty_LOVE_GLEE escribió:HOLA!!!

ACA, REPORTANDOME!!! ME ENCANTA ESTE FIC!! NUNCA ME CANSARÉ DE DECIRLO!!

GRACIAS POR LOS DOS CAP!!!

TUVIERON DE TODO UN POCO………………….ME ENCANTA VER COMO SAN RECHAZA A OTRAS MUJERES, PORQUE SIMPLEMENTE AMA A BRITT!!.............COMO BRITT TIENE CELOS!!!............y ESTABA UN POQUITO TRISTE PORQUE ELLAS NO PODÍAN DEMOSTRAR SU AMOR y TENÍAN QUE HACER COMO SI NO SE CONOCIERAN PERO AL FINAL DE LA FIESTA SANTANA TOMO A BRITT COMO SU ACOMPAÑANTE!!! FUE WOOOW!!! POR LO MENOS PODRÍAN TENER ESOS MOMENTOS………………..SE LO MERECEN!!!!!

DESPUES LO DEL PERIODISTA!! POR DIOS!! LEÍA LENTAMENTE TODO EL RELATO PARA TRATAR DE PREPARARME………………y LO PRIMERO QUE SE ME VINO A LA CABEZA FUE EL GRUPO QUE QUERÍA DAÑAR A SAN y A BRITT! AL PARECER NO FUERON ELLOS, CREO…………………….PERO SI QUE ME QUEDE CON EL SUSTO!...........

YO TMB QUIERO A ALGUIEN COMO LA COMANDANTE!! TAN FUERTE y PROTECTORA!!! 


***ÉL MOMENTO***

*****-Te amo tanto que no sé cómo decírtelo ni cómo demostrártelo. Quiero hacer el amor contigo, pero comprendo que con eso no basta. Dios... nada sería suficiente.

-Abrázame fuerte -susurró Britt con voz ronca al oído de Santana, anhelando sentir los latidos del corazón de Santana contra su piel-. Abrázame así hasta por la mañana, y te prometo que será suficiente.*****

POR DIOS!!!! MÁS QUE LOS CELOS DE BRITT, MÁS QUE LOS MOMENTOS INTIMOS FISICOS! ESTE DIALOGO ME DEJO SIMPLEMENTE FASCINADA!!!!!!! ES INCREÍBLE COMO SU AMOR TRASPASA TODO!!!! SIMPLEMENTE ME DERRETÍ!!!!


LO ULTIMO REALMENTE ME INTRIGA…………..PARECE ALGO GRANDE!! DE VARIOS GRUPOS!! Y TODOS CONTRA EL GOBIERNO ACTUAL ESTADOUNIDENSE?! y OBVIAMENTE POR CONSIGUIENTE CONTRA SAN y BRITT..........................ME PREOCUPA LO QUE SIGA!................................


ESTUVO GENIAL!! YA ESTOY AQUÍ ACTUALIZADA! CON LA HISTORIA CAP TRAS CAP!!!


ESPERO LA ACTU!! 


SALUDOS! NAT!
Sí, San ha cambiado mucho, de estar con otras mujeres cada vez que se le insinuaban a rechazarlas a toda por amor a Britt. Lo peor de Britt es tener celos, ver como alguien coquetea con tu chica, tener que verlo y no poder hacer nada, pobre
Te seguiré dando muchos sustos, no te preocupes :P Aunque quizas te des cuenta de lo que pasa antes de que pase, seras capaz de adivinar quien es el grupo antes de que algo pase? Es conocido y real.
Nos vemos ;)
aria escribió:Ohhhh No,,, Que es lo que van a haceeeeeeeeer!!!
Espero que Britt se de cuenta de que algo anda mal o algo o no se lo que sea... ese plan no se puede llevar a acabo... o por lo menos que nadie salga herido...
Yo confio en la comandante Pierce plenamente!!!
Se llevará a cabo, y de que manera!! FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551  Me encanta poneros nerviosa, que mala soy :3:Y sobre lo de que nadie salga herido...habra demasiados muertos...FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2824147739 
micky morales escribió:que lindo el amor entre todas estas chicas, a esperar los acontecimientos que se avecinan!

 Si, cada día más grande y cada día se lo demuestran más
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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 16

Mensaje por Marta_Snix Lun Ago 05, 2013 4:56 am



 

Capitulo 16
El todoterreno aminoró la marcha al traspasar la verja de seguridad y se dirigió a la entrada particular de la primera familia. Santana se inclinó en el asiento y rozó el brazo de Britt.
-¿Estarás en tu apartamento?
-¿Esta noche? -repuso Britt. Había despedido a los agentes que las habían acompañado a París en el aeropuerto Dulles y su equipo tenía la noche libre. El personal de seguridad de la Casa Blanca era responsable de la seguridad de Santana mientras estuviese en el edificio, igual que lo eran de la seguridad del presidente cuando estaba en la casa. A Britt no le gustaba mucho el plan, pues consideraba que la patrulla de la Casa Blanca se componía fundamentalmente de guardaespaldas, no de agentes de seguridad. Pero políticamente no podía decir nada al respecto-. Sí, estaré en casa esta noche. ¿Te quedarás aquí?
Santana asintió.
-No sé cuánto durará la reunión con Lucinda, pero espero poder hablar con mi padre después. No lo he visto desde que viajamos a París.
El vehículo se detuvo, pero como ni Britt ni Santana hicieron ademán de salir, Phil Rogers permaneció al volante al otro lado del panel de cristal. No obstante, Santana bajó la voz.
-Te echaré de menos. Me había acostumbrado a dormir contigo por las noches.
-Lo sé. -Disfrutaban de cierto grado de libertad cuando viajaban e incluso en Nueva York, porque el equipo de seguridad de Santana existía por un motivo: para protegerla. Los agentes estaban adiestrados para desviar la vista en lo tocante a las vidas privadas de sus protegidos, aunque estos se acostasen con uno de ellos. Sin embargo, Santana y Britt valoraban su intimidad y procuraban no someter su relación personal a un escrutinio excesivo, lo cual significaba que había veces en que no tenían forma de estar juntas. Y aquella era una de esas veces. Britt suspiró. -Resulta que ahora no duermo bien cuando no estás tú. -Santana sonrió. Aunque no deseaba que Britt sufriese, se alegraba de saber que no era la única que odiaba las separaciones forzosas.
-Te llamaré en cuanto pueda después de hablar con Lucinda.
Britt arqueó una ceja ligeramente mientras cabeceaba.
-He venido contigo para eso.
-¿Qué? -Santana se puso rígida.
-Si Lucinda Washburn quiere hablarte de tu relación conmigo, deseo estar presente.
-No me parece buena idea -se apresuró a decir Santana-. Sólo nos faltaba recalcar el hecho de que eres mi jefa de seguridad y mi amante. No quiero ponerte en evidencia.
-Tampoco puedes esconderme en el armario, Santana –repuso Britt-. Lucinda sabe con quién te acuestas. Mis superiores saben que me acuesto contigo. El presidente de Estados Unidos sabe que somos amantes. No hay armario en el quepa todo eso.
-No pretendo esconderte en el armario, Brittany. –Santana estaba cansada del viaje y harta de la tensión constante que le provocaba decidir cuánto debía revelar de su vida personal y a quién. Pronunció las palabras con mayor brusquedad de lo que quería.
-Entonces, ¿qué pretendes?
-Protegerte. -Santana estiró el brazo para abrir la puerta-. Eso lo comprendes, ¿verdad? rYo debo entender que te interpongas entre el peligro y yo. ¡Y encima tengo que estar encantada!
Antes de que Santana saliese del coche, zanjando la última oportunidad de intimidad, Britt la sujetó.
-Espera, Santana. -Como ya la echaba de menos y sabía que le dolería el alma el resto de la noche si se separaban de aquella forma, Santana se detuvo y se acomodó de nuevo en el asiento, con un suspiro. -Dios, a veces me vuelves loca.
-Pues estamos empatadas. -Britt frotó el caballete de la nariz y se mesó los cabellos con la mano. Con voz más serena dijo-: Si Lucinda Washburn o cualquier otra persona va a regañarte por tu relación conmigo, quiero estar delante. Tenemos que afrontarlo juntas. Como si fuéramos una pareja.
“Como si fuéramos una pareja. Una pareja.” Santana miró a Britt con ansiedad, buscando en sus ojos la respuesta a la pregunta que temía formular. En ese momento no le bastaba con ver decisión y cariño en los ojos de Britt. Era algo tan esencial para ella que necesitaba escuchar las palabras.
-¿Es realmente lo que somos? ¿Lo que tú quieres que seamos?
Nada afectaba tanto a Britt como notar el más leve asomo de inseguridad en la voz de Santana. Cuando se conocieron, se había enamorado de la fortaleza de Santana y de su indomable voluntad. Saber que algo, sobre todo algo tocante a su relación, podía tambalear aquella certidumbre era como un puñetazo en el estómago. Extendió la mano y cogió la de Santana-. Te amo. Eres mi vida.
Santana cerró los ojos durante unos momentos. Cuando los abrió, la tenue luz del interior del coche no pudo ocultar el brillo de las lágrimas.
-No puedo negarme cuando dices una cosa así. Nadie me ha llegado tan adentro como tú.
Britt acercó la mano de Santana a los labios, la besó suavemente y luego frotó la mejilla contra los dedos de la joven.
-Porque soy la única que se ha sentido aceptada.
-Cierto, y eso me da un miedo horrible. -Santana habló en voz baja, casi para sí. Luego se enderezó y fijó la mirada en Britt-. Ten cuidado con Lucinda. Está acostumbrada a regañar a la Junta de Jefes de Estado Mayor y a enfrentarse a los miembros del gabinete antes de desayunar.
-No creo que sea peor que la hija del presidente antes del primer café.
Santana se rió a carcajadas.
-Le gusta vivir peligrosamente, ¿verdad, comandante?
-Digamos que disfruto de la vida contigo. -Britt sonrió, abrió la puerta, salió del coche y le ofreció la mano a Santana-. ¿Vamos?
“Contigo a cualquier parte.” Santana descendió del todoterreno y entrelazó los dedos con los de Britt mientras contemplaba la Casa Blanca. Otro fragmento de su vida encajaba en su lugar mientras subía las escaleras de la entrada de la mano de su amante.
-Sólo será un minuto mientras concluye una llamada -dijo el secretario de Lucinda a Santana mientras interceptaba otras tres llamadas-. Quiere verla antes de nada.
Tres minutos después guió a Santana y a Britt al despacho de la jefa de gabinete. Lucinda estaba detrás de la mesa, con las gafas de lectura colgando de un cordón trenzado de colores. Alzó la vista al oír que se abría la puerta y contempló a Britt con intensidad antes de fijar la atención en Santana.
-Tal vez prefieras una reunión privada.
-No, no la prefiero. -Santana estiró el brazo y dio la mano a Britt de nuevo-. Te presento a mi amante, Brittany Pierce. Britt, Lucinda Washburn.
Britt apretó los dedos de Santana antes de adelantarse y ofrecer la mano a Lucinda.
-Encantada de conocerla, señora.
Lucinda, una mujer imponente de cincuenta y tantos años, vestida con un impecable traje a medida y la cantidad correcta de joyas caras pero sutiles, se levantó y saludó a Britt. Luego, dio la vuelta a la mesa y las invitó a sentarse. Ocupó la butaca frente al sofá para que Santana y Britt se sentasen juntas. Después se dirigió a Britt:
-¿Piensa casarse con la hija del presidente, agente Pierce?
-Lucinda, ¿qué diablos es eso? -Santana se puso rígida de indignación; sus ojos echaban chispas.
La jefa de gabinete se encogió de hombros con gesto indiferente.
-Es una de las numerosas preguntas que tengo que hacer.
-Nuestra vida privada no te incumbe. -Santana conocía a Lucinda Washburn desde pequeña; el poder y el estatus de Lucinda la habían intimidado muchas veces, no sólo con relación a la maquinaria política de su padre, sino también dentro del pequeño círculo de amigos íntimos. Casi nunca tenía ocasión de discutir o de discrepar con Lucinda, aunque a menudo le molestaba la posición esencial de aquella mujer en la vida de su padre. Una posición que, por lo visto, ella nunca ocuparía.
-En primer lugar -dijo Lucinda en tono meloso-, no tienes vida privada. Al menos durante los próximos tres... o, si Dios quiere, los próximos siete años. En segundo lugar, aunque la tuvieras, me incumbiría. Todo lo que afecta a la posición de tu padre me incumbe.
-No entiendo...
La profunda voz de Britt interrumpió a Santana.
-Hace un año ni siquiera se me habría ocurrido que podía amar a alguien como amo a Santana. Y no he pensado en el matrimonio, pero creo en él como institución. Y amo a la hija del presidente, así que la respuesta a su pregunta es sí.
Mientras Lucinda examinaba a Britt con gesto reflexivo, Santana la miró asombrada. Por fin habló, con la voz tomada por la emoción.
-Brittany, ¿es una proposición de matrimonio?
-De momento no. -La expresiva boca de Britt dibujó una sonrisa al mirar a Santana-. Cuando llegue la hora, me gustaría hacerlo en un entorno más íntimo.
-Cuando llegue la hora -repitió Santana, tratando de asimilar lo que significaba aquel compromiso. Tras la primera oleada de sorpresa, sintió un arrebato de placer y apoyó el hombro en el de Britt.
-Interesante respuesta, agente -admitió Lucinda-. Es sólo una de las numerosas preguntas que nuestro secretario de prensa ha tenido que esquivar hasta ahora. -Contempló la pila de papeles que había cogido de la mesa y en tono eficiente leyó-: ¿El presidente López apoyará la legalización del matrimonio gay? ¿Santana López planea tener hijos? ¿Cómo piensa quedarse embarazada la hija del presidente? ¿Con cuántos miembros de su equipo de seguridad se ha acostado? -En ese punto Lucinda cabeceó con desagrado-. Algunos de estos cretinos no tienen el menor sentido del decoro. -Apartó los ojos de los papeles, con expresión cautelosa-. Hay docenas de preguntas así y peores. Tienes que leerlas y pensar respuestas.
-¿Por qué? -espetó Santana-. No estoy obligada a responder a ese tipo de cuestiones.
-No, no lo estás -reconoció Lucinda con voz de pronto serena-. Pero te harán esas preguntas y es mejor que todos sepamos cuáles van a ser las respuestas. Ya me encargaré yo...
-De darles un sesgo positivo, ¿no? -repuso Santana en un tono lleno de sarcasmo.
Lucinda se encogió de hombros.
-En política la imagen es uno de nuestros valores más importantes. Llámalo como quieras. No puedo permitir que me cojan desprevenida, así que necesito saber si vas a responder a alguna de esas preguntas de un modo que nos sitúe a todos a la defensiva.
-Nuestra vida privada es cosa nuestra.
Britt posó la mano derecha sobre la mano izquierda de Santana.
-No pretenderá que Santana responda a preguntas tan impertinentes y fuera de lugar. -El tono sugería un hecho claro más que una cuestión-. Santana ya ha explicado que mantenemos una relación amorosa. Si es necesario añadir más, diga que estamos enamoradas, somos monógamas y pretendemos mantener una relación estable.
-Es usted muy astuta para ser agente federal, comandante.
Britt sostuvo la mirada de Lucinda sin pestañear.
-Como sin duda sabe, me eduqué en Italia, donde mi padre era embajador de nuestro país. Nadie practica tan bien la política como los italianos.
Lucinda se rió sin querer.
-¿Seguro que quiere desperdiciarse en el anonimato haciendo oscuros trabajos para el Departamento del Tesoro? Puedo aprovechar su talento de forma mucho más eficaz.
-Hago exactamente lo que me gusta. Pero gracias.
-Dame las preguntas -exigió Santana, cogiendo los papeles que sostenía Lucinda-. Las leeré y, si alguna me parece pertinente y apropiada, te daré una respuesta.
-¿Qué es lo que me estoy perdiendo? -Lucinda miró a Santana con curiosidad-. Tal vez estés enamorada, pero eso no es motivo para un cambio tan radical.
Santana se levantó, obligando a Britt a hacer lo mismo.
-Estoy enamorada, y eso lo cambia todo.
Lucinda abrazó brevemente a Santana, en una de sus escasas manifestaciones de afecto.
-Me alegro por ti -murmuró al oído de Santana. Se apartó y regresó a su mesa. Puso las manos sobre la parte superior y se inclinó hacia delante, hablando de nuevo con voz de mando-. Nada de sorpresas, Santana. Lo digo en serio.
-Lo único que quiero es regresar a Nueva York y que me dejen tranquila. Como sé que no es posible, todos tendremos que llevarlo de la mejor manera. -Santana suspiró-. ¿Mi padre está ocupado?
-Siempre está ocupado, pero sabe que te encuentras aquí y quiere verte. -Lucinda repasó un listado que tenía sobre la mesa-. Ahora está en casa.
-Gracias -murmuró Santana.
-Encantada de conocerla, señora Washburn -dijo Britt dirigiéndose a la puerta con Santana.
-Seguro que volveremos a vernos, agente Pierce. –Lucinda contempló a la hija del presidente y a su amante con aire pensativo hasta que la puerta se cerró tras ellas. “Has hecho una excelente elección, Santana. Se desenvuelve bien y te ama. ¡Qué suerte!”
-Santana -exclamó Andrew López con una sonrisa, levantándose de la butaca de su despacho-. Bienvenida a casa.
-Hola, papá -repuso Santana, y besó a su padre en la mejilla.
El presidente miró a Britt y le ofreció la mano.
-Me alegro de verla, Britt.
-Señor.
Andrew López señaló un sofá cercano.
-Sentaos. ¿Tenéis hambre? ¿Queréis tomar algo?
-En realidad, estamos cansadísimas -respondió Santana, hundiéndose de buen grado en uno de los cojines de terciopelo- El viaje fue muy ajetreado.
-Pero... ¿sin incidentes? -El presidente habló en tono sereno, contemplando el rostro de su hija. Era raro que Santana reconociese sentirse cansada.
-Básicamente sí -afirmó Santana-. La noticia anticipada sobre mi entrevista en Estados Unidos nos acarreó más atención de la que habíamos pensado por parte de los medios de comunicación, pero nos arreglamos.
López miró a Britt.
-¿Tenían a suficientes personas para controlar la situación?
-Sí, señor. Nuestro equipo está preparado para ese tipo de eventualidades y contamos con la colaboración de las fuerzas de seguridad locales.
-Si necesitan algo... más personal, más...
-Papá -lo interrumpió Santana con firmeza-. Todo está bien.
-Puedo preocuparme. Es el derecho de todo padre.
Santana, sorprendida por la expresión seria de su padre y la sinceridad de su voz, se puso colorada de placer y vergüenza.
-En primer lugar, no hay motivo para preocuparse. En segundo lugar, Britt sabe muy bien lo que hace.
-Entonces, asunto zanjado -admitió el presidente de buen grado; cogió la taza de café que tenía a mano y tomó un sorbo-. Supongo que ya habéis hablado con Lucinda.
-Antes de nada -dijo Santana con un asomo de sonrisa.
-Le pedí que no te obligase a hacer una declaración personal sobre tus asuntos privados, pero... -Alzó las manos en un gesto de impotencia y cabeceó-. Nunca me hace caso.
Britt se rió.
-Ah, ya veo que la jefa de gabinete ignora las órdenes del jefe. -López miró a Santana, preocupado-. ¿Ha sido desagradable?
De nuevo, su claridad y el afecto de su voz cogieron desprevenida a Santana, que automáticamente buscó la mano de Britt. Acercó al muslo las manos entrelazadas de ambas mientras hablaba.
-Es irritante y a veces resulta embarazoso. Pero dadas las circunstancias, no fue tan horrible como creí.
El presidente observó a Britt.
-¿Ha tenido usted problemas con su director?
-Señor, no debería usted preocuparse por algo así.
-¿No debo preocuparme por el bienestar de la pareja de mi hija?
Britt miró al presidente a los ojos, sin soltar la mano de Santana.
-Agradezco su interés, señor. Pero creo que si me aprovechase de su influencia para proteger mi carrera, cuestionaría el afecto que siento por Santana. Es algo que no puedo aceptar, señor.
El presidente sonrió, pero en sus ojos había seriedad.
-No pregunto como presidente, sino como padre.
-A veces, señor -repuso Britt, en tono amable-, nuestras responsabilidades nos impiden actuar según lo que nos dicta el corazón.
-¿Siempre está tan segura de sus responsabilidades, agente Pierce?
-No, señor. A veces gana mi corazón.
Santana soltó la mano de Britt y deslizó un brazo por su cintura.
-Papá, ¿se trata de un rito tradicional reservado sólo a los hombres en el que el padre hace preguntas a quien aspira a la mano de su hija?
López se rió.
-No, sólo aprovechaba la ocasión para conocer mejor a tu pareja.
-No quiero que Britt crea que la van a interrogar cada vez que venga a la Casa Blanca. Primero Lucinda, y ahora tú.
-¿La he molestado, Britt? -preguntó el presidente con sincera preocupación.
-No, señor. -Britt sonrió a Santana-. No tengo ningún inconveniente en hablar de mis sentimientos por Santana.
-¿Incluso ante los medios de comunicación?
La expresión de Britt se endureció.
-Si pudiera imponer mi criterio, señor, un periodista no se acercaría a su hija a menos de veinte metros. Si me preguntan, yo no tengo obligación de ser amable.
López asintió, con gesto reflexivo, impresionado por la mujer que su hija había elegido.
-¿Qué os parece pasar el fin de semana de la Fiesta del Trabajo en Camp David conmigo?
Santana miró a Britt con curiosidad.
-Sería estupendo, ¿no crees?
-Por supuesto -respondió Britt. Iría adonde fuese Santana.
-Espero que esté libre de servicio ese fin de semana, Britt -añadió el presidente.
-¿Señor?
-No puede relajarse y disfrutar del lugar si tiene que trabajar. Que se encargue del equipo su segundo al mando. Hay seguridad de sobra en la finca.
Britt abrió la boca para decir que ella no mandaba en los agentes del presidente y que la seguridad de Santana era responsabilidad suya, pero se limitó a asentir. No se podía discutir con el presidente de los Estados Unidos.
-Estupendo -dijo López-. ¿Te quedas en casa esta noche, Santana?
Santana miró a su padre y a Britt.
-Si no te importa, papá, prefiero pasar la noche con Britt y no creo que podamos hacerlo aquí. Sería absurdo dar más carnaza a los medios cuando la noticia de la entrevista es tan reciente.
-Seguramente tienes razón. Lo siento.
-Gracias -dijo Santana, se levantó y se acercó a su padre. Se inclinó y lo besó en la mejilla-. Eso es lo único que importa: que lo entiendas tú.
El presidente se levantó y las acompañó a la puerta.
-Tal vez no vuelva a verte hasta el fin de semana de la Fiesta del Trabajo. Tengo la agenda muy llena.
-Entonces, te veremos en Camp David.
En el pasillo, Britt dijo en voz baja:
-¿Crees que he superado el examen?
-Me parece increíble que hiciera algo así. -Santana se detuvo, se volvió y besó a Britt en los labios-. Pero estuviste muy bien. Tan bien que estoy deseando que estemos solas.
Britt sonrió, ignorando la expresión impasible del guardia de seguridad que se encontraba a tres metros de distancia, junto al ascensor.
-Genial. Esperaba impresionarte.
-Oh, comandante. Me ha impresionado. Muchísimo. –Santana se rió, le dio la mano a Britt y la condujo hasta el ascensor-. En cuanto lleguemos a su apartamento, le demostraré cuánto.
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por aria Lun Ago 05, 2013 11:09 am

Oh si, esa mujer si que intimada a cualquiera..
Pero la comandante Pierce siempre pasa la prueba con todos...

Ya quiero ver como se lo demuestras jejej...
Y las otras dos no se quedan atras, mi queridisima Stark y Sarvard las heche de menos en este cap..
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por Marta_Snix Lun Ago 05, 2013 4:51 pm

aria escribió:Oh si, esa mujer si que intimada a cualquiera..
Pero la comandante Pierce siempre pasa la prueba con todos...

Ya quiero ver como se lo demuestras jejej...
Y las otras dos no se quedan atras, mi queridisima Stark y Sarvard las heche de menos en este cap..

 Lo malo de que Stark y Sarvard esten separadas por trabajo es que tienen menos tiempo de verse, por no decir ninguno, pero bueno...en el siguiente te quitó un poquitin el mono de saber de ellas FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2414267551 
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Finalizado FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 17

Mensaje por Marta_Snix Lun Ago 05, 2013 4:52 pm



 

Capitulo 17
Britt se sentó en la oscuridad en el amplio sofá de cuero; llevaba una bata de seda gris floja y sostenía un vaso de whisky Glenlivet en la mano izquierda. Santana estirada, con la cabeza apoyada en el regazo de Britt, tenía la mejilla pegada a su abdomen, mientras los dedos de la mano derecha de Britt se enredaban en los cabellos de Santana. Fuera la noche era oscura; en el borroso cielo negro había un tenue destello lejano que procedía de las luces de seguridad de la Casa Blanca. Se había sentado en aquel lugar cientos de veces: al final de un largo día, cuando estaba demasiado cansada para dormir y demasiado triste para buscar compañía, pero no recordaba haber estado nunca tan satisfecha ni tan contenta.
-Humm -murmuró Santana, poniéndose boca arriba y abriendo los ojos con un profundo suspiro. Parpadeó y miró a Britt-. Me quedé dormida. Lo siento.
-No tienes por qué -susurró Britt, acariciando la mejilla de su amante. Sus ojos recorrieron la elegante musculatura del cuerpo de Santana, vestida con una camiseta floja y unos pantalones cortos que Santana había encontrado en la cómoda de Britt después de ducharse-. Es agradable relajarse sin nada que hacer, aparte de estar juntas.
No dijeron que por la mañana Britt tenía que reunirse con el equipo y que volarían de regreso a Nueva York, ni que, a pesar de estar en casa, permanecerían separadas casi todo el día. Santana enterró la cara en el estómago de Britt, aspirando su característico aroma.
-¿En qué estabas pensando mientras yo dormía?
Britt deslizó mechones negros entre los dedos.
-En lo bien que me siento y en lo estupendo que es estar contigo.
-¿En serio? -preguntó Santana con voz ronca mientras levantaba la mano para acariciar el brazo de Britt-. ¿Aquí, de esta forma? ¿Mientras yo babeo encima de ti?
-Sobre todo aquí y así. -Britt dejó el vaso sobre la mesa rinconera, se inclinó y besó a Santana con ternura-. Podemos prescindir del babeo, pero me gustan mucho los pantaloncitos.
Santana se rió.
-Y me gusta tenerte en brazos cuando duermes -añadió Britt.
-En la Casa Blanca hice unas cuantas promesas que no he cumplido -advirtió Santana-. ¿Debería preocuparme que llevemos más de cuatro horas solas sin hacer el amor?
-Desde que nos conocemos, te he deseado siempre que te veía -respondió Britt, con aire pensativo-. Ahora te deseo. Pero lo más hermoso de esta última hora, que he pasado sentada aquí contigo dormida en mi regazo, ha sido saber que debajo de la pasión había paz... y que siempre tendremos las dos cosas.
-Oh, Britt -exclamó Santana, y hundió el rostro en el cuerpo de Britt, abrazándola estrechamente por la cintura-. ¿No te asusta un poco?
-No, cariño -susurró Britt, acariciando los cabellos de Santana- Lo único que me asusta es la perspectiva de perderte.
-Imposible. -Santana se incorporó y quedó entre los brazos de Britt, con el rostro junto al de su amante-. Estoy locamente enamorada de ti. ¿Qué le has dicho a Lucinda sobre el matrimonio? -Respiró con dificultad-. Tal vez te cueste creerlo, pero yo pienso lo mismo.
Britt la besó de nuevo, acariciando con una mano la nuca de Santana y con la otra el muslo hasta el borde de los pantalones de algodón. Exploró la boca de Santana hasta que satisfizo sus ansias de saborearla, y luego se apartó-. Te creo porque lo percibo cada vez que me tocas.
-Tal vez algún día podamos considerarlo -susurró Santana, separando suavemente la seda que cubría los pechos de Britt.
-Hum, algún día, por supuesto. -Britt echó la cabeza hacia atrás, con los párpados henchidos de placer mientras Santana le acariciaba los pechos-. Estás consiguiendo que me cueste organizar las ideas en este momento.
-¿De verdad? -Santana jugueteó con un duro pezón entre los dedos, mordiéndose el labio y reprimiendo un gemido cuando Britt se arqueó contra ella-. Estoy pensando en todas las cosas que he deseado hacer contigo desde esta tarde.
-Esta tarde, vaya. -Britt se esforzó por recobrar el aliento, que la había abandonado con el primer roce de los juguetones dedos de Santana, y deslizó la mano bajo la amplia pernera de los pantalones hasta llegar al calor que brotaba entre los muslos de Santana-. Se supone que no hay que pensar en el sexo delante del presidente.
-Sobre todo cuando además es tu padre. -Santana mordisqueó el labio inferior de Britt mientras acariciaba con más fuerza el pezón erecto, arrancando un profundo gemido a Britt.
-No quiero que pienses en eso en este momento -se apresuró a decir Britt, con el corazón desbocado mientras deslizaba la mano sobre la carne dispuesta-. ¡Oh, Dios, qué hermosa eres!
-Me encanta -afirmó Santana, apoyando la frente en la de Britt mientras apretaba inconscientemente el pecho de su amante con más ahínco.
-Sí -gruñó Britt cuando otra sacudida de placer se extendió por su estómago. Acarició el clítoris de Santana en círculos, notando cómo crecía.
-No hagas que me corra -pidió Santana mientras apartaba las caderas de los expertos dedos que la acariciaban con pericia, pues su control era demasiado frágil para soportar un placer tan exquisito, y deslizó la lengua por el interior del labio de Britt-. Quiero desearlo hasta que te lo implore.
-Y yo quiero que sea ahora -gimió Britt, moviendo las caderas sin parar debajo de Santana.
-Entonces tendré que distraerte. -Santana abandonó el sofá y se arrodilló entre los muslos de Britt. Le abrió la bata de seda y le dejó al descubierto el cuerpo bajo la luz de la luna, conteniendo la respiración como si contemplase aquella gloria por primera vez. Le deslizó los dedos sobre el abdomen, observando cómo su amante temblaba y se ponía tensa e inclinándose luego hacia delante para besarla entre los muslos- Te amo.
-Santana -susurró Britt, muriéndose de amor y de deseo. En aquel mismo lugar, mil años antes, había cerrado los ojos ansiando que una desconocida aliviase su dolor. Pero en ese momento era puro gozo. Britt levantó la cabeza con gran esfuerzo y miró la cara de Santana, alzando una mano temblorosa para acariciar el rostro de su amante. -Vamos... a la cama.
-Estás a punto. Déjame terminar.
El aliento de Santana, ardiente sobre su piel febril, hizo temblar a Britt.
-Quiero... correrme acostada a tu lado... en tus brazos. Por favor.
-Sí, cariño -murmuró Santana, levantándose y dándole la mano a Britt. Britt casi nunca le pedía nada, y ella tampoco se lo negaría. Abrazó a Britt por la cintura y la atrajo hacia sí. -Britt, deja que te ame.
 
-¿Sí?
-Hola, dormilona.
-Hola -respondió Stark-. ¿Acabas de llegar? Estaba preocupada.
-Sí, hace unos minutos. -Renee miró su reloj: las dos menos diez de la mañana. Suspiró, agotada-. Estuvimos en el aeropuerto De Gaulle un par de horas mientras comprobaban el sistema eléctrico. Al final, acabamos cambiando de avión. Cuando llegamos al JFK, las entradas estaban tan retrasadas que estuvieron a punto de desviarnos al aeropuerto Dulles.
-Pues no habría sido tan malo. Estamos en Washington.
-¿Durante cuánto tiempo? -Renee no disimuló su decepción. Había contado con ver a Paula por la mañana un rato antes de presentarse en su nuevo destino.
-Aún no lo sé. Todo el equipo está aquí, y supongo que nos darán instrucciones por la mañana. ¿Y tú qué tal?
-En casa de mi hermana había una carta para mí. -Renee puso los pies sobre la desordenada mesita del café y cogió una hoja de papel-. Me han destinado temporalmente a la sede del FBI en Nueva York. Tengo que presentarme mañana para un servicio restringido.
-Eso es bueno, ¿no? Al menos estaremos en la misma ciudad.
-Esa es la parte buena -admitió Renee enseguida-. La parte que no me gusta es el adjetivo restringido. No me metí en el FBI para ser una chupatintas.
-Hace poco que te dispararon -señaló Stark.
-Sí, sí, ya lo sé. -Hábilmente Renee empujó una lata de Coca-Cola sobre la mesa con la punta del pie-. Una de las mayores secciones de la división de contraespionaje está aquí, en Nueva York. Me consideraré afortunada si me destinan allí.
-Bueno... ¿y te vas a quedar con tu hermana?
Renee permaneció callada, contemplando el minúsculo y atestado apartamento. Antes de viajar a París dormía en el sofá. Su hermana era buena persona, pero el espacio no estaba pensado para dos.
-Seguramente durante un par de días, luego tendré que buscar algo. Chloe no se ha quejado, pero creo que su novio se alegrará de que me marche.
-Yo... en fin... casi nunca estoy en casa. Ya sabes, con los turnos partidos y los viajes de Egret. -Stark se agitó bajo las sábanas, con el corazón tan acelerado como la primera vez que vio que Renee iba a besarla. De pronto soltó-: Podrías quedarte en mi casa.
En ese momento al silencio se añadió el sonido de las palabras no pronunciadas. Stark se maldijo interiormente por ser una imbécil torpe e impertinente.
-Lo siento. Ha sido una estupidez.
-No -repuso Renee con ternura-. Ha sido muy amable. Y resulta tentador... no sólo porque resuelve mis problemas. No concibo muchas cosas (en realidad, ninguna) que me apetezcan más que compartir el mismo espacio contigo durante todo el tiempo posible. Y como mis sentimientos son esos, he de ir con cuidado.
Stark no paraba de enredar con las sábanas. Llevaban semanas cimentando una relación, pero se habían acostado muy pocas veces.
-Comprendo. No pretendía ponerte entre la espada y la pared. -Intentó cambiar de tema, pero las palabras salieron solas-: Si no funciona, no tienes por qué quedarte.
-¿Y si funciona? ¿Estás preparada para eso?
-Nos besamos una vez -observó Stark, muy seria-, antes de que se cerrase la operación Loverboy en Nueva York. Recuerdo aquel beso. Fue hermoso. Duró un segundo, y te limitaste a rozar tus labios contra los míos, pero me di cuenta de que era algo más que un beso amistoso. -Tomó aliento al recordar que Renee había concluido su sesión de gimnasia y aún llevaba los guantes de boxeo. Tenía la camiseta empapada de sudor, y su piel resplandecía. Parecía fuerte y femenina a la vez y muy sexy-. Veinticuatro horas después estaba arrodillada junto a tu cuerpo, con las manos sobre tu pecho, sintiendo que te morías.
-Paula, cariño -dijo Renee sin aliento, con el corazón dolorido al notar el temblor en la voz de Stark-. Cielo...
-No, estoy bien -insistió Stark, que necesitaba dar rienda suelta a las emociones que se agolpaban en su interior-. Lo que existe entre nosotras empezó antes de ese beso, antes incluso de que nos tocásemos. Porque cuando creí que te morías, me dolió por dentro un punto cuya existencia desconocía hasta entonces. Me dolió algo como si se hubiese desangrado para siempre.
-¡Oh, Dios mío, paula! –“Te amo.”
-Por tanto, sí, estoy preparada -añadió Stark en voz baja.
Nunca había dicho nada parecido, ni siquiera lo había pensado. Pero sabía sin la menor duda que era sincera. Esa idea le daba fuerza, y de esa fuerza surgía la paciencia-. Aunque tal vez convenga dejar claro desde el principio que sería un acuerdo temporal. Tres semanas.
-Tres semanas. -Entonces le tembló la voz a Renee-. Me parece... razonable.
-Después ya sabrás algo de tu destino permanente, y mientras tanto habremos tenido ocasión de comprobar cosas.
Renee se rió, casi aturdida por la felicidad y la sorpresa.
-Estoy deseando comprobar cosas contigo, cariño.
-¿Sí? ¿Entonces crees que podría funcionar... temporalmente?
-Me parece que sí. Llámame cuando llegues a la ciudad y estés libre, e iré a verte. ¿De acuerdo?
Stark suspiró y se deslizó bajo las sábanas. Estaba cansada, pero se sentía de maravilla. Lo único que le faltaba para que la noche fuese perfecta era tener a Renee a su lado.
-Entendido.
-¿Tienes sueño, cariño?
-Sí, un poco. ¿Y tú?
-Estoy agotada del viaje -respondió Renee, poniendo los pies sobre el sofá y estirándose.
-De momento no tengo que ir a ninguna parte -murmuró Stark.
-¿En serio? -Renee alargó la mano, apagó la luz de la mesa rinconera y dijo con una risita-: Dime, cariño, ¿qué llevas encima?
 
02.00 20 agosto 200l
Un teléfono móvil sonó en un complejo paramilitar perdido en las montañas de Tennessee. Respondió a la llamada el oficial de guardia, un hombre blanco de veinte años con el pelo casi al rape, vestido con un uniforme de campaña; llevaba munición extra en cargadores colgados del cinturón, un cuchillo de monte en una funda de cuero y gafas nocturnas sujetas con una tira de piel al cuello.
-Sargento Wilson.
Wilson, el oficial de guardia del fin de semana, trabajaba durante la semana como empleado de una gasolinera en una de las áreas de descanso de la interestatal y sabía demasiado para cuestionar la orden, así que se limitó a repetir los diez números. No conocía a la persona que le hablaba por teléfono, pero estaba familiarizado con el tono profundo y terminante.
-Sí, señor. Inmediatamente, señor.
Cuando el que llamaba dio por concluida la conversación, Wilson utilizó la red terrestre para llamar al despacho del general, una de las cabañas que en otra época formaban parte del centro vacacional de montaña que en ese momento era la base del complejo. El albergue central se había convertido en cuartel general de la organización, y los oficiales se alojaban en cabañas repartidas por el bosque. El personal voluntario acampaba en tiendas en zonas preparadas por ellos mismos. El conjunto, de dos hectáreas, estaba rodeado por una verja de alambre de púas de tres metros de altura y protegido por sensores de movimiento y reflectores. Algunos oficiales, como el general, pasaban casi todo el mes en la base. El resto eran soldados de fin de semana, como el sargento Wilson, pero su papel resultaba fundamental, pues eran entregados y estaban decididos a participar en la luchar para devolver la nación al pueblo.
-General Matheson, señor. Hay una llamada urgente para usted.
-Deme el número, soldado.
Cinco minutos después, el americano moreno abrió el teléfono móvil cuando vibró.
-Buenos días, general.
-¿Lo son? Tal vez en ese hotelito tan mono en el que está usted -ladró la voz desagradable-. En estas montañas hace un calor de mil demonios, incluso con las ventanas abiertas. Cada mísera ráfaga de aire te acarrea la picadura de una docena de mosquitos.
-Lo lamento, general.
-Sí, bueno, no desperdiciemos los minutos de alta seguridad. -Habían aprendido un valioso truco de sus colegas de Oriente Medio: compraban de forma anónima chips de memoria desechables, generalmente en Suiza, para las llamadas a través de móviles, y así se comunicaban vía satélite sin peligro de que rastreasen las llamadas. Los que tenían equipos sofisticados incluso podían utilizar los chips para enlazar sus ordenadores con los satélites y lograr transferencias de datos más amplias o insertar mapas, imágenes fotográficas u otros datos de espionaje en páginas web de tapadillo-. ¿Qué diablos ha ocurrido ahí? La misión estaba planeada hasta el último detalle... tendría que haber funcionado sin fallos.
-Esperaba que usted me lo explicase -repuso el otro hombre, con la paciencia agotada tras meses de planificación que habían estado a punto de acabar en un desastre-. Faltaban sólo unos minutos para ejecutar la operación cuando tuvimos que abortarla. La prematura publicación de la entrevista del objetivo incrementó la atención de los medios hasta el punto de que nuestra ruta de huida se hallaba seriamente comprometida.
El general soltó un gruñido de disgusto.
-No tuvimos nada que ver con eso. No queremos un interés anormal sobre el objetivo en este preciso momento ni cuando la operación de mayor envergadura está a punto de comenzar.
-No es momento para errores de comunicación -insistió el agente que había pasado los últimos seis años de su vida infiltrado en una de las organizaciones más seguras del mundo-. La sincronización es fundamental.
-¿Acaso cree que no lo sé? ¿Qué coño piensa que hemos estado haciendo aquí el último año? -Se impuso un espeso silencio mientras ambos hombres se esforzaban por controlarse.
-¿Abandonamos ese objetivo? -preguntó el agente.
-No. Pero la misión ha cambiado... de secuestro a ejecución -respondió el general en tono gélido-. Será un golpe coordinado que coincidirá con el de nuestros amigos.
El estómago del hombre moreno se encogió y habló con pocas palabras, para disimular la ansiedad.
-¿Cuándo recibiré los detalles?
-Cuando los necesite.
El agente americano que estaba en una esquina de Washington, cerca de la Casa Blanca, haciendo planes para cometer un acto de traición asintió como si el hombre que estaba al otro lado de la línea pudiese verlo.
-Entiendo. Estaré esperando
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Finalizado Re: FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final

Mensaje por aria Lun Ago 05, 2013 6:47 pm

Dioooooooos esos planes me tiene en ascuas...
No aguanto estar sin saber cuando atacaran esos traidores asquerosos...FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 3287304868 FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 2236703817 

''No, estoy bien -insistió Stark, que necesitaba dar rienda suelta a las emociones que se agolpaban en su interior-. Lo que existe entre nosotras empezó antes de ese beso, antes incluso de que nos tocásemos. Porque cuando creí que te morías, me dolió por dentro un punto cuya existencia desconocía hasta entonces. Me dolió algo como si se hubiese desangrado para siempre.''

Dioos eso a sido la cosa mas linda que de todas las que le he visto decir, me derrito por Stark
Puedo robarmela?? Si??? Seria feliz con una chica asi *w*

¡Oh, Dios mío, paula! –“Te amo.”
Oh, Vamos... porque no se animo a decirle, hubiese sido perfecto... pero como dice es mejor tomarse las cosas con calma a ver si funcionan, yo espero que si :)

-Estoy deseando comprobar cosas contigo, cariño.

Mmmm ya lo creo, somos dos.. Digo, A quien no le gustaria comprobar ''cosas'' con esa preciosidad de Paula Stark???

Ella es la ternura hecha mujer!!! FanFic [Brittana] Guardias de Honor. Capitulo 35. Final - Página 3 918367557

Mi querida Comandante Pierce y la Primera hija mmmm... son pura pasion y amor, asi o mas bellas??? Solo espero que al final las cosas esten bien...
Repito, Confio plenamente en la Comandante!
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Mensaje por naty_LOVE_GLEE Lun Ago 05, 2013 10:04 pm

WOOOW!!! MÁS CAPS! INTENSOS!!


LOS MOMENTOS BRITTANA!!!! POR DIOS!!! SI ME HUBIERAS DICHO QUE LEERÍA ESAS ESCENAS, EN EL PRINCIPIO DE LA PRIMERA PARTE DE HONOR CUANDO TODO ERA DIFICÍL y LA COMANDANTE y SAN NI SE ASOMABAN A SER LO QUE SON AHORA!
POR DIOS!!! NO TE CREERÍA…………………………ES QUE SIGO LA HISTORIA POR COMPLETO y VOS SABES QUE ESTOY LEYENDO DE CORRIDO………………POR LO TANTO TODAS LAS PARTES ESTAN FRESCAS EN MI MENTE y TODAVÍA NO CREO QUE SU RELACIÓN SE HALLA TORNADO TAN SERIA y ADICTIVA!!!! ES INCREÍBLE!!!!!!


ALGUNAS CITAS QUE ME ENCANTARON AQUÍ VAN:


-¿Es realmente lo que somos? ¿Lo que tú quieres que seamos?


Nada afectaba tanto a Britt como notar el más leve asomo de inseguridad en la voz de Santana. Cuando se conocieron, se había enamorado de la fortaleza de Santana y de su indomable voluntad. Saber que algo, sobre todo algo tocante a su relación, podía tambalear aquella certidumbre era como un puñetazo en el estómago. Extendió la mano y cogió la de Santana-. Te amo. Eres mi vida.


SON INCREIBLES!!! ME FASCINA SU AMOR!! ES TAN, TAN!!!WOOOOW!!!!!!!!!!!!


-Hace un año ni siquiera se me habría ocurrido que podía amar a alguien como amo a Santana. Y no he pensado en el matrimonio, pero creo en él como institución. Y amo a la hija del presidente, así que la respuesta a su pregunta es sí.


Mientras Lucinda examinaba a Britt con gesto reflexivo, Santana la miró asombrada. Por fin habló, con la voz tomada por la emoción.


-Brittany, ¿es una proposición de matrimonio?


SI!!! DEFINITIVAMENTE ME ENCANTARÍA!!! PASARÁ ESTO ALGUNA VEZ??! PORFA QUE SI!!!!!!!! ME LAS IMAGINO CASADAS!!!  CON HIJOS!!! SI!!! ESAN PREGUNTAS DE LUCINDA………..


“Has hecho una excelente elección, Santana. Se desenvuelve bien y te ama. ¡Qué suerte!”


COINCIDO POR COMPLETO CON LUCINDA!! AHORA SI QUE ME CAE UN POQUITO MEJOR ESTA MUJER…………


-Papá, ¿se trata de un rito tradicional reservado sólo a los hombres en el que el padre hace preguntas a quien aspira a la mano de su hija?


NO TE DIJE??! ME ENCANTAN!! LOS AMO!! LOS ENCUENTROS CON EL PRESIDENTE SON COMO EMOCIONANTES!!DE LO MÁS EXTRAOFICIAL!! ES EL PRESIDENTE NO?! Y BRITT SIEMPRE TAN SEGURA FRENTE A ÉL!! Y AL PARECER EL PRESIDENTE ESTA CONFORME CON LA RELACIÓN……………..


EL ENCUENTRO INTIMO BRITTANA FUE GENIAL!!


STARK y RENEE SON MUY TIERNAS!!


POR DIOS!! CADA VEZ MÁS PISTAS DE LOS TRAIDORES!! YA SABEMOS QUE UNO DE ELLOS ES UN AGENTE DE 6 AÑOS DE OFICIO COMO INFILTRADO??!! Y AHORA EL PLAN ES EJECUCIÓN??! ESTO SE PONE FEO y MIS BRITTANA NI ENTERADAS :( AUNQUE YO TMB CONFIÓ MUCHO EN LA COMANDANTE y EN SU PREPARACIÓN PARA ESTE TIPO DE ATAQUES, AUNQUE LA MAYOR DEFENSA CORRE POR LA SUERTE y LA INTUICIÓN :(


NO SE PERO ME SUENAN MUCHO LAS FECHAS QUE DAN EN LOS CAPS! SI ES ALGO QUE PASO EN LA VIDA REAL, ENTONCES TENGO UNA IDEA DE LO QUE PODRÍA SUCEDER…………..SÓLO QUE ESO ES ALGO MUY GRANDE y NO VEO COMO SANTANA PUEDA ESTAR INVOLUCRADA! AUNQUE EN ESO TMB SE ME OCURREN IDEAS………………………….
BIEN ESPERO LA ACTU COMO SIEMPRE! GRACIAS POR LOS CAPS!!


PERDON POR EL ANALISIS y LO LARGO DEL COMENT, ES QUE ME ENCANTA COMENTAR DE ESTA FORMA :)


SALUDOS!! NAT!

 
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