|
Estreno Glee 5x17
"Opening Night" en:
"Opening Night" en:
Últimos temas
Los posteadores más activos de la semana
No hay usuarios |
Publicidad
Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
+16
gleeclast
RiveraMyLove
Amyxs41
gleemaniatica
Gaby Klainer
DaniColferPotter
Everybody Hurts
Romi Criss
fernimontecinos
Gleek Ivan
♫♥Anny Hummel♥♫
gabiigleek
maxi_glee
Veronica Everett Criss
Gabriela Cruz
gleeismylife
20 participantes
Página 9 de 12.
Página 9 de 12. • 1, 2, 3 ... 8, 9, 10, 11, 12
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
¡Me alegra que te guste! Y muchisisisimas gracias por leer y comentar, sos uno de los mejores lectores que hay :).gleeclast escribió:Me gisto mucho el capitulo pobre kurt odio a su mamá espero el martes para la actualización me encanta esta historia por fin kurt admitio que le gustaba blaine aun que ya se sabia
¡¡¡¡¡¿En serio?!!!!! Me halagas, .Yanyel Hummel Anderson escribió:No se lo digas a nadie pero tu eres la razón para haber creado una cuenta en este foro tu adaptación de este libro es fantástica, la trama es genial solo quiere otro capitulo, espero que Blaine se de cuenta que Kurt es mas que una apuesta
Muchas gracias por lo que decís, las aprecio de verdad :).
Ya actualicé, y sí, ojalá se de cuenta.
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me gusto mucho el capitulo tambien me parecio lindo espero actualices pronto me encanta este fic
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me encanto... Espero actualizaciones... Cuidate mucho, besos
Veronica Everett Criss****** - Mensajes : 368
Fecha de inscripción : 19/06/2013
Edad : 26
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Noooo me perdi un capitulo y estuvo genial me cae mal la mama de Kurt es muy estricta y que bonito que Blaine hable asi con su mama espero tu actualizacion muy ansiosa cuidate!!! :DDD
gleeismylife****** - Mensajes : 381
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 25
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
43. Kurt.
- Kurt, por favor, explícame otra vez por qué hemos de recoger a Blaine para que nos acompañe al Lago Ginebra -me pide Rachel.
- Mi madre me ha ordenado que no le vea fuera del instituto, así que el Lago Ginebra es el lugar perfecto para salir con él. Allí nadie nos verá.
- Excepto nosotros.
- Pero vosotros no vais a chivaros, ¿verdad?
Pillo a Finn haciendo una mueca. Al principio me pareció buena idea. Salir en pareja a pasar el día al Lago Ginebra podía ser algo divertido. Bueno, al menos cuando Rachel y Finn se recuperen de la conmoción inicial que les provocará la visión de Blaine y yo juntos.
- Por favor, no me deis más el coñazo con esto.
- Ese tío es un perdedor, Kurt -declara Finn mientras llega al aparcamiento del instituto, donde Blaine debe de estar esperándonos-. Es tu mejor amigo, Rachel. Hazlo entrar en razón.
- Lo he intentado, pero ya lo conoces. Es muy cabezón.
Dejo escapar un suspiro.
- ¿Podéis dejar de hablar de mí como si no estuviera presente? Me gusta Blaine. Y yo le gusto a él. Quiero darle una oportunidad.
- ¿Y cómo pretendes hacerlo? ¿Vais a mantener en secreto vuestra relación? ¿Toda la vida? -pregunta Rachel.
Afortunadamente, ya hemos llegado, así que no tengo que responder. Blaine está sentado en el bordillo, junto a su moto, con las piernas extendidas. Estoy nervioso, y al abrir la puerta de atrás, me muerdo el labio inferior.
Cuando ve a Finn conduciendo y a Rachel a su lado, se le tensa la mandíbula.
- Entra, Blaine.
Me echo a un lado para dejarle sitio.
- No creo que sea muy buena idea -dice, asomando la cabeza.
- No seas tonto. Finn ha prometido que se portará bien. ¿No es cierto, Finn?
Aguanto la respiración hasta oír la respuesta.
Finn asiente con la cabeza en un gesto que demuestra poco interés.
- Claro -asegura impasible.
Estoy segura de que si Blaine fuera otro tío, se largaría de aquí. Pero toma asiento a mi lado.
- ¿A dónde vamos? -pregunta.
- Al lago Ginebra -respondo-. ¿Has estado allí antes?
- No.
- Está a una hora de camino. Los padres de Finn tienen una cabaña.
El trayecto me recuerda más al ambiente propio de una biblioteca que a otra cosa. Nadie pronuncia ni una palabra. Cuando Finn se detiene a repostar, Blaine sale del coche, se aleja y se enciende un cigarrillo.
Me hundo en el asiento. Hasta ahora, el día no se parece en nada a cómo lo había imaginado. Rachel y Finn suelen ser muy divertidos cuando están juntos, pero ahora mismo parece que se dirigen a un funeral.
- ¿Os importaría intentar al menos mantener una conversación? -ruego a mi mejor amiga-. Puedes tirarte horas enteras hablando del tipo de perro al que besarías, pero no puedes ni articular dos palabras seguidas delante del chico que me gusta.
Sierra se vuelve sobre su asiento.
- Lo siento. Es que... Kurt, te mereces algo mejor. MUCHO mejor.
- ¿Te refieres a Colin?
- A cualquiera -resopla y se vuelve de nuevo.
Blaine entra en el coche y le lanzo una tímida sonrisa. Pero él no me corresponde. Le cojo la mano y no me devuelve el apretón, aunque por lo menos tampoco la aparta. ¿Será una buena señal?
Cuando salimos de la gasolinera, Blaine interviene:
- Tienes un neumático suelto. ¿Oyes ese ruido en la parte posterior izquierda?
Finn se encoge de hombros.
- Lleva así un mes. No es gran cosa.
- Para en el arcén y te lo arreglo -sugiere Blaine-. Si se suelta en mitad de la autopista, estaremos bien jodidos.
Estoy segura de que Finn no quiere confiar en el análisis de Blaine, pero después de un kilómetro y medio, acaba deteniéndose a un lado de la carretera, aunque a regañadientes.
- Finn. -Rachel señala el prostíbulo que tenemos enfrente-. ¿Qué tipo de personas crees que entran ahí?
- Ahora mismo, cariño, me importa un pepino. -Se vuelve hacia Blaine y añade-: Vale, crack. Arréglame el coche.
Blaine y Finn salen del coche.
- Siento haberme quejado tanto -dice Rachel.
- Yo también lo siento.
- ¿Crees que Finn y Blaine van a ponerse a discutir?
- Puede. Será mejor que salgamos y les distraigamos un poco.
Cuando salgo, Blaine está sacando las herramientas del maletero.
Después de levantar el coche con el gato, Blaine sujeta la llanta entre las manos. Finn tiene los brazos en jarras y la mandíbula apretada en un gesto desafiante.
- Hudson, ¿qué coño te pasa?
- No me caes bien, Anderson.
- ¿Crees que tú me haces mucha gracia? -espeta Blaine, mientras se arrodilla junto a la llanta y empieza a apretar los tornillos.
Me vuelvo hacia Rachel. ¿Deberíamos intervenir? Mi mejor amiga se encoge de hombros y yo hago lo mismo. No es que hayan llegado a las manos... bueno, de momento.
Un coche se detiene a nuestro lado con un chirrido de ruedas. Hay cuatro mexicanos dentro, dos delante y dos detrás. Blaine les ignora mientras baja el coche con el gato y lleva las cosas al maletero.
- ¡Eh, chicos! ¿Qué os parece si dejáis plantados a esos perdedores y os venís con nosotros? Os enseñaremos qué es divertirse de verdad -grita uno de ellos a través de la ventanilla.
- ¡Vete a la mierda! -exclama Finn. Uno de los chicos sale del coche y avanza hacia Finn. Rachel grita algo pero en ese instante no oigo sus palabras. Estoy demasiado absorto mirando a Blaine, que se ha quitado la camiseta y se ha interpuesto entre el tipo y Finn.
- Apártate de mi camino -ordena el tipo-. No caigas tan bajo por defender a este capullo blancucho.
Blaine se planta frente al chico con la llanta de hierro firmemente sujeta en la mano.
- Si jodes al blanquito, estarás jodiéndome a mí. Así de simple. ¿Lo pillas, colega?
Otro chico sale del coche. Estamos metidos en un buen lío.
- Chicos, coged las llaves y meteos en el coche -ordena
Blaine con un tono de voz confiado.
- Pero...
Su mirada transmite una serenidad casi letal. Oh, Dios.
Va totalmente en serio.
Finn le lanza a Rachel las llaves del coche. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que tenemos que quedarnos sentaditos en el coche y ver cómo se pelean?
- No, no voy a ningún sitio -digo.
- Y yo tampoco -añade Rachel.
Uno de los chicos del otro coche asoma la cabeza por la ventanilla.
- Blaine, ¿eres tú?
Blaine se relaja.
- ¿Jeff? ¿Qué coño haces con estos capullos?
El chico que responde al nombre de Jeff les dice algo a sus compinches, quienes no tardan en volver al coche. Casi parecen aliviados por no tener que enfrentarse a Blaine y a Finn.
- Dime tú primero qué haces con un puñado de niños pijos -dice Jeff.
- Lárgate de aquí -ríe Blaine.
Una vez que todos estamos de nuevo en el coche, Finn dice: - Gracias por cubrirme las espaldas.
- No pasa nada -murmura Blaine.
Nadie vuelve a romper el silencio hasta que llegamos a orillas del Lago Ginebra. Finn aparca delante de un bar para comer algo. Dentro, Rachel y yo pedimos unas ensaladas, mientras Finn y Blaine optan por las hamburguesas.
Nos sentamos en un banco mientras esperamos la comida, sin pronunciar palabra. Le doy una patada a Rachel por debajo de la mesa.
- Bueno, Blaine -empieza-. ¿Has visto alguna peli buena últimamente?
- No.
- ¿Has solicitado el ingreso en alguna universidad?
Blaine niega con la cabeza.
Sorprendentemente, Finn interviene: - ¿Quién te ha enseñado tanto de coches?
- Mi primo -contesta Blaine- Los fines de semana me paso por su casa y me quedo observando cómo resucita los coches.
- Mi padre tiene un Karmann Ghia del 72 en el garaje muerto de risa. Cree que volverá a funcionar por arte de magia.
- ¿Qué le pasa? -pregunta Blaine.
Finn se lo explica y Blaine escucha con atención. Me siento y me relajo al escucharles discutir sobre las ventajas e inconvenientes de comprar piezas de recambio por eBay. La tensión parece desvanecerse a medida que avanza la conversación.
Tras acabar de comer, paseamos por la calle Main. Blaine me coge de la mano y no puedo pensar en nada más que no sea estar allí con él.
- Mirad, hay una nueva galería -dice Rachel, señalando el otro lado de la calle-. Y además es la inauguración. ¡Entremos!
- Genial -exclamo.
- Yo me quedaré fuera -añade Blaine cuando cruzo al otro lado con Rachel y Finn-. No me van mucho las galerías.
Sé que no es verdad. ¿Cuándo entenderá que no tiene por qué cumplir con la etiqueta que todos le han colocado? Si entrara, se daría cuenta de que se siente tan a gusto en la galería como en el taller de su primo.
- Vamos -insisto, tirando de él. Sonrío cuando entramos en la galería.
Todo un bufé espera en una mesa mientras unas cuarenta personas se arremolinan observando las obras.
Doy una vuelta con Blaine, que camina con rigidez a mi lado.
- Relájate -le digo.
- Para ti es fácil decirlo -murmura.
Salida Finchel y Klaine, ¿genial, no?
Sinceramente, Finn y Rahcel están equivocados para mi, Blaine es lo suficientemente hombre para Kurt. ¿Qué piensan ustedes?
Gracias por comentar, ¡los adoro!
- Kurt, por favor, explícame otra vez por qué hemos de recoger a Blaine para que nos acompañe al Lago Ginebra -me pide Rachel.
- Mi madre me ha ordenado que no le vea fuera del instituto, así que el Lago Ginebra es el lugar perfecto para salir con él. Allí nadie nos verá.
- Excepto nosotros.
- Pero vosotros no vais a chivaros, ¿verdad?
Pillo a Finn haciendo una mueca. Al principio me pareció buena idea. Salir en pareja a pasar el día al Lago Ginebra podía ser algo divertido. Bueno, al menos cuando Rachel y Finn se recuperen de la conmoción inicial que les provocará la visión de Blaine y yo juntos.
- Por favor, no me deis más el coñazo con esto.
- Ese tío es un perdedor, Kurt -declara Finn mientras llega al aparcamiento del instituto, donde Blaine debe de estar esperándonos-. Es tu mejor amigo, Rachel. Hazlo entrar en razón.
- Lo he intentado, pero ya lo conoces. Es muy cabezón.
Dejo escapar un suspiro.
- ¿Podéis dejar de hablar de mí como si no estuviera presente? Me gusta Blaine. Y yo le gusto a él. Quiero darle una oportunidad.
- ¿Y cómo pretendes hacerlo? ¿Vais a mantener en secreto vuestra relación? ¿Toda la vida? -pregunta Rachel.
Afortunadamente, ya hemos llegado, así que no tengo que responder. Blaine está sentado en el bordillo, junto a su moto, con las piernas extendidas. Estoy nervioso, y al abrir la puerta de atrás, me muerdo el labio inferior.
Cuando ve a Finn conduciendo y a Rachel a su lado, se le tensa la mandíbula.
- Entra, Blaine.
Me echo a un lado para dejarle sitio.
- No creo que sea muy buena idea -dice, asomando la cabeza.
- No seas tonto. Finn ha prometido que se portará bien. ¿No es cierto, Finn?
Aguanto la respiración hasta oír la respuesta.
Finn asiente con la cabeza en un gesto que demuestra poco interés.
- Claro -asegura impasible.
Estoy segura de que si Blaine fuera otro tío, se largaría de aquí. Pero toma asiento a mi lado.
- ¿A dónde vamos? -pregunta.
- Al lago Ginebra -respondo-. ¿Has estado allí antes?
- No.
- Está a una hora de camino. Los padres de Finn tienen una cabaña.
El trayecto me recuerda más al ambiente propio de una biblioteca que a otra cosa. Nadie pronuncia ni una palabra. Cuando Finn se detiene a repostar, Blaine sale del coche, se aleja y se enciende un cigarrillo.
Me hundo en el asiento. Hasta ahora, el día no se parece en nada a cómo lo había imaginado. Rachel y Finn suelen ser muy divertidos cuando están juntos, pero ahora mismo parece que se dirigen a un funeral.
- ¿Os importaría intentar al menos mantener una conversación? -ruego a mi mejor amiga-. Puedes tirarte horas enteras hablando del tipo de perro al que besarías, pero no puedes ni articular dos palabras seguidas delante del chico que me gusta.
Sierra se vuelve sobre su asiento.
- Lo siento. Es que... Kurt, te mereces algo mejor. MUCHO mejor.
- ¿Te refieres a Colin?
- A cualquiera -resopla y se vuelve de nuevo.
Blaine entra en el coche y le lanzo una tímida sonrisa. Pero él no me corresponde. Le cojo la mano y no me devuelve el apretón, aunque por lo menos tampoco la aparta. ¿Será una buena señal?
Cuando salimos de la gasolinera, Blaine interviene:
- Tienes un neumático suelto. ¿Oyes ese ruido en la parte posterior izquierda?
Finn se encoge de hombros.
- Lleva así un mes. No es gran cosa.
- Para en el arcén y te lo arreglo -sugiere Blaine-. Si se suelta en mitad de la autopista, estaremos bien jodidos.
Estoy segura de que Finn no quiere confiar en el análisis de Blaine, pero después de un kilómetro y medio, acaba deteniéndose a un lado de la carretera, aunque a regañadientes.
- Finn. -Rachel señala el prostíbulo que tenemos enfrente-. ¿Qué tipo de personas crees que entran ahí?
- Ahora mismo, cariño, me importa un pepino. -Se vuelve hacia Blaine y añade-: Vale, crack. Arréglame el coche.
Blaine y Finn salen del coche.
- Siento haberme quejado tanto -dice Rachel.
- Yo también lo siento.
- ¿Crees que Finn y Blaine van a ponerse a discutir?
- Puede. Será mejor que salgamos y les distraigamos un poco.
Cuando salgo, Blaine está sacando las herramientas del maletero.
Después de levantar el coche con el gato, Blaine sujeta la llanta entre las manos. Finn tiene los brazos en jarras y la mandíbula apretada en un gesto desafiante.
- Hudson, ¿qué coño te pasa?
- No me caes bien, Anderson.
- ¿Crees que tú me haces mucha gracia? -espeta Blaine, mientras se arrodilla junto a la llanta y empieza a apretar los tornillos.
Me vuelvo hacia Rachel. ¿Deberíamos intervenir? Mi mejor amiga se encoge de hombros y yo hago lo mismo. No es que hayan llegado a las manos... bueno, de momento.
Un coche se detiene a nuestro lado con un chirrido de ruedas. Hay cuatro mexicanos dentro, dos delante y dos detrás. Blaine les ignora mientras baja el coche con el gato y lleva las cosas al maletero.
- ¡Eh, chicos! ¿Qué os parece si dejáis plantados a esos perdedores y os venís con nosotros? Os enseñaremos qué es divertirse de verdad -grita uno de ellos a través de la ventanilla.
- ¡Vete a la mierda! -exclama Finn. Uno de los chicos sale del coche y avanza hacia Finn. Rachel grita algo pero en ese instante no oigo sus palabras. Estoy demasiado absorto mirando a Blaine, que se ha quitado la camiseta y se ha interpuesto entre el tipo y Finn.
- Apártate de mi camino -ordena el tipo-. No caigas tan bajo por defender a este capullo blancucho.
Blaine se planta frente al chico con la llanta de hierro firmemente sujeta en la mano.
- Si jodes al blanquito, estarás jodiéndome a mí. Así de simple. ¿Lo pillas, colega?
Otro chico sale del coche. Estamos metidos en un buen lío.
- Chicos, coged las llaves y meteos en el coche -ordena
Blaine con un tono de voz confiado.
- Pero...
Su mirada transmite una serenidad casi letal. Oh, Dios.
Va totalmente en serio.
Finn le lanza a Rachel las llaves del coche. ¿Y ahora qué? ¿Se supone que tenemos que quedarnos sentaditos en el coche y ver cómo se pelean?
- No, no voy a ningún sitio -digo.
- Y yo tampoco -añade Rachel.
Uno de los chicos del otro coche asoma la cabeza por la ventanilla.
- Blaine, ¿eres tú?
Blaine se relaja.
- ¿Jeff? ¿Qué coño haces con estos capullos?
El chico que responde al nombre de Jeff les dice algo a sus compinches, quienes no tardan en volver al coche. Casi parecen aliviados por no tener que enfrentarse a Blaine y a Finn.
- Dime tú primero qué haces con un puñado de niños pijos -dice Jeff.
- Lárgate de aquí -ríe Blaine.
Una vez que todos estamos de nuevo en el coche, Finn dice: - Gracias por cubrirme las espaldas.
- No pasa nada -murmura Blaine.
Nadie vuelve a romper el silencio hasta que llegamos a orillas del Lago Ginebra. Finn aparca delante de un bar para comer algo. Dentro, Rachel y yo pedimos unas ensaladas, mientras Finn y Blaine optan por las hamburguesas.
Nos sentamos en un banco mientras esperamos la comida, sin pronunciar palabra. Le doy una patada a Rachel por debajo de la mesa.
- Bueno, Blaine -empieza-. ¿Has visto alguna peli buena últimamente?
- No.
- ¿Has solicitado el ingreso en alguna universidad?
Blaine niega con la cabeza.
Sorprendentemente, Finn interviene: - ¿Quién te ha enseñado tanto de coches?
- Mi primo -contesta Blaine- Los fines de semana me paso por su casa y me quedo observando cómo resucita los coches.
- Mi padre tiene un Karmann Ghia del 72 en el garaje muerto de risa. Cree que volverá a funcionar por arte de magia.
- ¿Qué le pasa? -pregunta Blaine.
Finn se lo explica y Blaine escucha con atención. Me siento y me relajo al escucharles discutir sobre las ventajas e inconvenientes de comprar piezas de recambio por eBay. La tensión parece desvanecerse a medida que avanza la conversación.
Tras acabar de comer, paseamos por la calle Main. Blaine me coge de la mano y no puedo pensar en nada más que no sea estar allí con él.
- Mirad, hay una nueva galería -dice Rachel, señalando el otro lado de la calle-. Y además es la inauguración. ¡Entremos!
- Genial -exclamo.
- Yo me quedaré fuera -añade Blaine cuando cruzo al otro lado con Rachel y Finn-. No me van mucho las galerías.
Sé que no es verdad. ¿Cuándo entenderá que no tiene por qué cumplir con la etiqueta que todos le han colocado? Si entrara, se daría cuenta de que se siente tan a gusto en la galería como en el taller de su primo.
- Vamos -insisto, tirando de él. Sonrío cuando entramos en la galería.
Todo un bufé espera en una mesa mientras unas cuarenta personas se arremolinan observando las obras.
Doy una vuelta con Blaine, que camina con rigidez a mi lado.
- Relájate -le digo.
- Para ti es fácil decirlo -murmura.
Salida Finchel y Klaine, ¿genial, no?
Sinceramente, Finn y Rahcel están equivocados para mi, Blaine es lo suficientemente hombre para Kurt. ¿Qué piensan ustedes?
Gracias por comentar, ¡los adoro!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me alegra que te guste :) y ¡ya actualicé!gleeclast escribió:Me gusto mucho el capitulo tambien me parecio lindo espero actualices pronto me encanta este fic
Me alegra que te guste :). Ya actualizé, ¡besos!Veronica Everett Criss escribió:Me encanto... Espero actualizaciones... Cuidate mucho, besos
No importa, jajaja. Si, creo que a todos nos cae mal la mamá de Kurt, es una idiota (perdón por la palabra).gleeismylife escribió:Noooo me perdi un capitulo y estuvo genial me cae mal la mama de Kurt es muy estricta y que bonito que Blaine hable asi con su mama espero tu actualizacion muy ansiosa cuidate!!! :DDD
¡Ya actualicé, besos!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me gusto mucho el capitulo yo tambien pienso lo mismo que tu espero actualices pronto me encanta esta historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Mi bellos Finchel... La verdad estan muy equivocados...
Pero me alegra que por lo menos hayan podido tener una "conversacion" con Blaine...
Me gusto mucho el capitulo... Espero actualices pronto... Cuidate, besos
Pero me alegra que por lo menos hayan podido tener una "conversacion" con Blaine...
Me gusto mucho el capitulo... Espero actualices pronto... Cuidate, besos
Veronica Everett Criss****** - Mensajes : 368
Fecha de inscripción : 19/06/2013
Edad : 26
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
si estan equivocados....y mucho por que Blaine quiere a Kurt y con eso basta para que sean todos felices jajaja
ay pero que bien salieron Finnchel y Klaine!!!!! me encantan espero tu actualizacion con ansias cuidate y estare esperando tu proximo cap!!!! :DDD
ay pero que bien salieron Finnchel y Klaine!!!!! me encantan espero tu actualizacion con ansias cuidate y estare esperando tu proximo cap!!!! :DDD
gleeismylife****** - Mensajes : 381
Fecha de inscripción : 06/07/2013
Edad : 25
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
OMG! esta muy bueno tu fic ;-)
Ahora una pregunta aparece Niff o no? por que si aparecen ufff el mejor fic :-D
sigue que pasara?
Ahora una pregunta aparece Niff o no? por que si aparecen ufff el mejor fic :-D
sigue que pasara?
Romi Criss* - Mensajes : 48
Fecha de inscripción : 28/06/2013
Edad : 25
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
1.Estoy empezando a odiar a Finn y a Rachel por pensar asi
2.Jeff eso significa que va a haber Niff di me que si por favor
2.Jeff eso significa que va a haber Niff di me que si por favor
Gaby Klainer********-*- - Mensajes : 911
Fecha de inscripción : 01/07/2013
Edad : 24
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
44. Blaine.
Llevarme a una galería no es la mejor idea que ha tenido. Cuando Rachel se lleva a Kurt para enseñarle una pintura, me siento completamente fuera de lugar.
Deambulo por el local y estudio la mesa en la que se extiende la comida pero, por suerte, ya hemos comido. De hecho, no sé quién puede llamar comida a esto. Tengo la sensación de que alguien debería meter el sushi un rato en el microondas para que fuera comestible. También hay sándwiches del tamaño de una moneda.
- Nos hemos quedado sin wasabi.
Todavía estoy concentrando identificando el surtido de comida cuando alguien me da un golpecito en la espalda. Me doy la vuelta y veo a un blanquito bajito y rubio. Me recuerda a Cara Burro, y de inmediato, quiero apartarlo de un empujón.
- Nos hemos quedado sin wasabi -repite.
Le respondería si supiera qué cono es el wasabi. Pero no tengo ni idea, de modo que no me inmuto. Y eso me hace sentir como un idiota.
- ¿No hablas mi idioma?
Aprieto con fuerza las manos. «Si, hablo tu idioma, gilipollas. Pero la última vez que estuve en clase de lengua, no nos explicaron qué significa la palabra 'wasabi'». En lugar de responder, ignoro al tipo y me acerco a una de las pinturas para observarla de cerca. Una chica y un perro caminando por lo que parece una chapucera imitación de la Tierra.
- Aquí estás. -Kurt se acerca. Finn y Rachel van detrás de él.
- Kurt, este es Perry Landis -anuncia Finn, señalando al tipo que se parecía a Adam-. El artista.
- ¡Ay, madre! ¡Tu obra es increíble! -exclama Kurt con efusividad.
Ha dicho «ay, madre» como si fuera un cabeza de chorlito. ¿Está riéndose de mí o qué?
El tipo mira su pintura por encima del hombro de Kurt.
- ¿Qué te parece esta? -pregunta. Kurt carraspea antes de contestar:
- Creo que proyecta un profundo conocimiento sobre la relación entre el hombre, el animal y la Tierra.
Venga ya. Qué gilipollez.
Perry lo rodea con el brazo y siento la tentación de darle una paliza, aquí, en medio de la galería.
- Se ve que eres un chico muy profundo.
Profundo, sí, claro. Lo que quiere es llevárselo a la cama... algo que no hará si puedo evitarlo.
- Blaine, ¿qué crees tú? -pregunta él, volviéndose hacia mí.
- Bueno... -Me froto la barbilla mientras observo fijamente la pintura-. Te doy un dólar por la colección entera, dos como mucho.
Rachel abre los ojos de par en par y se cubre la boca con la mano, conmocionada. Finn se ha atragantado con la bebida. ¿Y Kurt? Miro a mi nuevo chico mientras espero su respuesta.
- Zayn, le debes una disculpa a Perry -suelta Kurt.
Sí, después de que él se disculpe por preguntarme por el wasabi. Ni de coña.
- Me largo de aquí -contesto, antes de darles la espalda y salir por la puerta de la galería. Me las piro.
Ya fuera, le gorreo un cigarrillo a una camarera que está de descanso al otro lado de la calle. Lo único en lo que puedo pensar es en la expresión de Kurt cuando me ha ordenado que me disculpe.
No se me da muy bien obedecer órdenes.
Maldita sea, no me ha hecho ninguna gracia ver cómo el capullo del artista ha rodeado a mi chico con el brazo. Estoy seguro de que todos, de una manera u otra, quieren lo mismo: alardear de que han podido tocarlo. También lo deseo yo, pero lo quiero para mí solo. No me apetece que me dé órdenes como si fuera un cachorrito, y que me coja de la mano cuando le apetezca y no esté haciendo ninguna escena.
Es obvio que esto no está saliendo como se suponía.
- Te he visto salir de la galería. Ahí solo entran zánganos -dice la camarera después de que le devuelva el mechero.
Wasabi. Zánganos... En serio, debo dejar de faltar a clase de lengua.
- ¿Zánganos?
- Sí, zánganos, privilegiados que viven a costa del resto del enjambre.
- Ah, bueno, pues definitivamente yo no soy uno de ellos. Respecto a lo del enjambre, pertenezco más bien a las obreras -respondo con ironía, dándole una calada al cigarrillo y agradeciendo la nicotina. De inmediato, me siento más tranquilo. Bueno, puede que tenga los pulmones marchitos, pero tengo la impresión de que moriré antes de que mis pulmones alcancen la saturación.
- Soy Mandy, otra obrera. -La camarera me tiende la mano y me lanza una sonrisa. Tiene el cabello castaño y unas mechas de color púrpura. Es bonita, pero no es como Kurt.
- Blaine.
Cuando le estrecho la mano, ella se queda mirando mis tatuajes.
- Yo tengo dos. ¿Quieres verlos?
En realidad no me apetece ver lo que le tatuaron en el pecho o en el trasero una noche de borrachera.
- ¡Blaine! -grita Kurt desde la puerta de la pinacoteca.
Le doy una calada más al cigarro y procuro no pensar en el hecho de que Kurt ha organizado esta excursión para poder ocultar su sucio secretito. Y ya estoy harto de ser un jodido secreto.
Mi medio novio cruza la calle. Los tacones de sus zapatos de diseño resuenan en la acera y me recuerdan que él pertenece a una clase superior a la mía. Nos observa, a Mandy y a mí, dos obreras fumando juntos.
- Mandy, aquí presente, estaba a punto de enseñarme sus tatuajes -suelto para cabrearlo.
- No me digas. ¿Tú también ibas a enseñarle los tuyos? -me pregunta con una mirada inquisidora.
- No me va mucho el drama -anuncia Mandy, antes de lanzar el cigarrillo al suelo y aplastarlo con la punta de su zapatilla deportiva-. Qué tengáis suerte. Vais a necesitarla.
Doy otra calada al pitillo, deseando que Kurt no me provocara tanto como lo hace.
- Vuelve a la galería, nene. Me vuelvo a casa en autobús.
- Pensaba que íbamos a pasar un día agradable juntos, Blaine, en una ciudad donde nadie nos conoce. ¿No te apetece ser anónimo de vez en cuando?
- ¿A qué llamas agradable, a que ese pedazo de capullo que se autoproclama artista me tome por ayudante de camarero? Prefiero que me conozcan como pandillero que como camarero inmigrante.
- Ni siquiera le das una oportunidad a todo esto. Si te relajaras y cambiaras el chip, encajarías bien. Puedes ser uno más.
- Todo el mundo es falso. Incluso tú. Despierta, señor «¡Ay, mi madre!» No quiero ser uno de ellos. ¿Lo pillas?
- Alto y claro. Para tu información, yo no soy falso. Puedes llamarlo así si quieres, pero nosotros lo llamamos ser considerados y educados.
- En tu círculo social, no en el mío, dónde lo llamamos por su nombre. Y nunca jamás vuelvas a ordenarme que rae disculpe como si fueras mi padre. Te lo juro, Kurt, la próxima vez que lo hagas habremos acabado.
Mierda. Se le han puesto los ojos vidriosos. Guando me da la espalda, deseo darme una colleja por haberlo herido. Tiro el cigarrillo al suelo.
- Lo siento. No pretendía ser un imbécil. Bueno, sí. Pero solo porque no me siento cómodo aquí.
Él no me mira. Tiendo la mano para acariciarle la espalda y me alegro al comprobar que no se aparta de mí. Continúo hablando:
- Kurt, me encanta salir contigo. Joder, cuando voy al instituto, te busco por los pasillos. Tan pronto atisbo esos mechones castaños y angelicales -le explico, deslizando los dedos entre su melena-, sé que puedo seguir adelante sin contratiempos.
- No soy un ángel.
- Para mí lo eres. Si me disculpas, regresaré y me disculparé ante ese artista.
- ¿De verdad? -pregunta con los ojos muy abiertos.
- Sí. No quiero hacerlo pero lo haré... por ti.
Sus labios esbozan una tímida sonrisa.
- No es necesario. Aprecio que digas que lo harías por mí, pero tienes razón. Se ha portado como un gilipollas.
- Aquí estáis -dice Rachel-. Os hemos buscado por todas partes, tortolitos. Pongámonos en marcha y vayamos ya a la cabaña.
En cuanto llegamos, Finn se frota las manos.
- ¿Bañera de hidromasaje o película? -pregunta.
Rachel se acerca a la ventana que da al lago.
- Me voy a quedar dormida si ponemos una peli.
Sentado junto a Kurt en el sofá del salón, me quedo alucinando ante el hecho de que esta gigantesca casa sea la segunda residencia de Finn. Es más grande que la mía. ¿Una bañera de hidromasaje? Vaya, esta gente tiene de todo.
- No he traído bañador -digo.
- No te preocupes -contesta Kurt-. Seguramente Finn pueda prestarte uno de los que guarda en la casita de la piscina.
En la casita en cuestión, Finn busca en uno de los armarios.
- Solo hay dos -dice entregándome un minúsculo bañador-. ¿Crees que te cabrá, grandullón?
- Tal vez para el testículo derecho. ¿Por qué no te pones tú este y yo cojo el otro? -sugiero y me acerco al armario para sacar un bañador tipo bóxer. Reparo en que Kurt y Rachel han desaparecido-. ¿Dónde se han metido?
- Han ido a cambiarse. Y a hablar de nosotros, estoy seguro.
Me cambio en un pequeño vestuario mientras pienso en la vida en mi barrio. Aquí, en el Lago Ginebra, es fácil olvidarse de eso durante un rato. No tengo que preocuparme de quién está cubriéndome las espaldas. Cuando salgo del vestuario, Finn dice;
- ¿Eres consciente de que Kurt va a tener que tragar mucho para salir contigo? La gente ya está empezando a hablar.
- Escucha, Finnye. Me gusta ese chico más de lo que me ha gustado nadie en toda mi vida. No estoy dispuesto a dejarlo escapar. Empezaré a preocuparme de lo que piense la gente cuando esté a dos metros bajo tierra.
Finn sonríe y extiende los brazos.
- Eh, Anderson, creo que acabamos de compartir un momento de amistad. ¿Quieres celebrarlo con un abrazo?
- Ni de coña, blanquito.
Finn me da una palmada en la espalda y luego nos dirigimos a la bañera de hidromasaje. A pesar de todo, creo que tiene razón: no sé si hemos dado un paso hacia la amistad, pero por lo menos nos entendemos bien. Sea lo que sea, no estoy dispuesto a abrazarle.
- Muy sexy, cariño -dice Rachel mirando el minúsculo bañador.
Finn camina como un pingüino e intenta que el bañador no le moleste demasiado.
- Te juro que me quitaré esto en cuanto me meta en la bañera. Me estrangula los huevos.
- No entres en detalles -interviene Kurt, tapándose los oídos con las palmas de las manos.
Lleva un bañador no tan minúsculo, pero deja poco a la imaginación; su pecho está al aire y su piel pálida contrasta con el amarillo de su maya. ¿Acaso no es consciente de que parece una hermosa flor, capaz de alegrarle la vida a todo aquel que se fije en él?
Finn y Rachel se meten en la bañera.
Yo me cuelo de un salto y me siento junto a Kurt. Es la primera vez que me meto en una bañera de hidromasaje y no conozco mucho el protocolo. ¿Vamos a sentamos aquí a hablar o a separarnos en parejas para darnos el lote? Preferiría la segunda opción, pero Kurt parece nervioso.
Sobre todo cuando Finn lanza su bañador fuera del agua.
- Ya te vale, tío -digo, haciendo una mueca.
- ¿Qué? Me gustaría tener niños algún día, Anderson. Y esa cosa me estaba cortando la circulación.
Kurt sale de la bañera y se tapa con una toalla.
- Vayamos dentro, Blaine.
- Podéis quedaros aquí, chicos -asegura Rachel-. Haré que se ponga la bolsa de canicas otra vez.
- Olvídalo. Disfrutad del baño. Nosotros estaremos dentro –replica Kurt.
Cuando salgo de la bañera, Kurt me pasa una toalla. Lo rodeo con un brazo mientras caminamos hacia la cabaña.
- ¿Te encuentras bien?
- Claro. Pensaba que estabas enfadado.
- Estoy genial. Pero... -Una vez en la casa, cojo una figurita de cristal soplado y la miro con atención-. Ver esta casa, esta vida... quiero estar aquí contigo, pero miro a mi alrededor y me doy cuenta de que esto nunca será mi mundo.
- Piensas demasiado. -Se arrodilla en la alfombra y da una palmadita para invitarme a que me siente a su lado-. Ven aquí y túmbate boca abajo. Sé dar masajes suecos. Te relajará.
- Pero tú no eres sueca.
- Sí, ya, y tú tampoco. Así que si lo hago mal, no te darás cuenta.
Me tumbo a su lado.
- Pensaba que íbamos a tomárnoslo con calma.
- Un masaje en la espalda es inofensivo.
Recorro con la mirada el pecho descubierto y sus piernas.
- Tengo que confesarte que he intimado con chicos que llevaban mucha más ropa de la que llevas ahora.
- Compórtate. -Me da un cachete en el culo.
Cuando sus manos tocan mi espalda, dejo escapar un gemido. Tío, esto es una tortura. Estoy intentando portarme como es debido, pero me encanta el contacto de sus manos, y mi cuerpo parece cobrar vida propia.
- Estás tenso -me dice al oído.
Por supuesto que estoy tenso. Tiene las manos sobre mí. Mi respuesta es otro gemido.
Después de unos minutos de masaje soporífero, empiezan a oírse fuertes gemidos, suspiros y gruñidos que vienen de la bañera de hidromasaje y que se cuelan en nuestra habitación. Es obvio que Rachel y Finn se han saltado el masaje de espalda.
- ¿Crees que lo están haciendo? -pregunta.
- O eso o Finn es un tipo muy religioso -respondo, haciendo alusión al «¡Oh, Dios!» que Finn exclama cada dos segundos.
- ¿Te pone cachondo? -canturrea en voz baja junto a mi oído.
- No, pero si sigues masajeándome así, olvídate de toda esa mierda de tomárnoslo con calma. -Me siento y lo miro a la cara-. Lo que no logro entender es si me provocas y me tientas a propósito o si realmente eres inocente.
- No intento provocarte.
Enarco una ceja y bajo la mirada hacia la parte superior de mi muslo, donde él ha apoyado su mano. La aparta bruscamente.
- Vale, no pretendía poner la mano ahí. Bueno, quiero decir que lo he hecho sin darme cuenta. Solo que... lo que... lo que quiero decir es que...
- Me encanta cuando tartamudeas -admito mientras la acerco y le enseño mi versión del masaje sueco, hasta que Rachel y Finn nos interrumpen.
Dos semanas más tarde, me entero de que tengo una cita en el juzgado por los cargos de posesión de armas. Le oculto la noticia a Kurt, porque alucinaría. Probablemente me daría la vara con que un abogado de oficio no es tan bueno como uno privado. Lo cierto es que no puedo permitirme un abogado de un gran bufete.
Mientras espero en la puerta principal del instituto, preocupándome por lo que me depara el destino, alguien me golpea de repente y casi caigo al suelo.
- ¿Qué coño? -espeto.
- Lo siento -responde el chico con voz nerviosa.
Me doy cuenta de que el tipo que tengo delante no es otro que el Blanquito de la cárcel en persona.
- Ven aquí, imbécil -grita Sam.
Avanzo y me interpongo entre ellos. - Sam, ¿cuál es el problema?
- Este capullo me ha robado la plaza de aparcamiento -me explica señalando a Blanquito.
- ¿Y? ¿No has encontrado otro sitio?
Sam se endereza con rigidez, listo para darle una paliza a Blanquito. No vacilaría ni un segundo si se propone hacerlo.
- Si, he encontrado otro sitio.
- Pues entonces déjale en paz. Lo conozco. Es buena gente.
- ¿Conoces a este tío? -pregunta Sam, enarcando una ceja.
- Mira. -Echo un vistazo a Blanquito y agradezco que esta vez lleve una camisa azul y no la de color coral. Todavía tiene pinta de lerdo, pero por lo menos puedo mantenerme serio cuando digo-: Este tipo ha estado en la cárcel más veces que yo. Puede que parezca un capullo, pero bajo ese pelo engominado y esa fea camisa se esconde un auténtico tipo duro.
- ¿Estás riéndote de mí, Blaine? -asegura Sam.
- No digas que no te lo advertí -añado, encogiéndome de hombros y apartándome de su camino.
Blanquito da un paso adelante, aparentando ser un tipo duro. Me muerdo el labio inferior para no soltar una carcajada y me cruzo de brazos como si estuviera esperando a que comenzara la pelea. Mis colegas de los Latino Blood también esperan, preparados para ver como un lerdo blanquito le patea el culo a Sam.
Sam me mira, después mira a Blanquito y otra vez a mí.
- Blaine, como te estés riendo de mí...
- Comprueba su expediente policial. Su especialidad son los coches de lujo.
Sam espera su siguiente movimiento. Blanquito no. Camina hacia mí y me tiende el puño.
- Si necesitas algo, Blaine, sabes que puedes contar conmigo.
Hago chocar mi puño contra el de Blanquito. Un segundo más tarde ha desaparecido. Doy gracias porque nadie haya reparado en el temblor de su muñeca.
Me topo con él junto a su taquilla, en el descanso entre la primera y segunda hora.
- ¿Hablabas en serio cuando has dicho que puedo contar contigo si lo necesito?
- Después de lo de esta mañana, te debo la vida -admite Blanquito-. No sé por qué has dado la cara por mí, pero estaba cagado de miedo.
- Esa es la regla número uno. No dejes que se note que estás cagado.
Blanquito resopla. Supongo que es su manera de reír, o eso o padece una sinusitis de la hostia.
- Intentaré recordarlo la próxima vez que un pandillero amenace con matarme. -Tiende una mano para estrechar la mía-. Me llamo Artie Abrams.
Le estrecho la mano.
- Mira, Artie-continuó-. Mi juicio es la semana que viene y preferirla no fiarme de un abogado de oficio. ¿Crees que tu madre podría ayudarme?
Artie sonríe.
- Creo que sí. Es muy buena. Si es tu primer delito, probablemente te consiga una libertad condicional reducida.
- No me lo puedo permitir...
- No te preocupes por el dinero, Blaine. Aquí tienes su tarjeta. Le diré que eres amigo mío y lo hará gratis.
Cuando Artie se aleja por el pasillo, pienso en lo cómico de la situación. A veces, la persona que menos esperas puede convertirse en tu aliado, aunque sea por una vez. Y a veces, un chico castaño puede hacer que el futuro sea algo que esperas con ilusión.
Bueno, no tenog mucho más que hacer que pedirles perdón a todos por tardar tanto en subir este capítulo, o seguir con la fic, pero bueno, estuve enferma (y todavía estoy) con dllores de cabeza, cuerpo y fiebre a 39 o 40 grados, no es algo muy lindo.
Recién ahora puedo estar en la computadora, y les pido perdón a tods, en serio :(.
Ojalá les haya gustado este, es largo, y nbastante lindo, no sé, a mi me lo parece.
¡Los adoro a todos, muchas gracias por comentar!
Llevarme a una galería no es la mejor idea que ha tenido. Cuando Rachel se lleva a Kurt para enseñarle una pintura, me siento completamente fuera de lugar.
Deambulo por el local y estudio la mesa en la que se extiende la comida pero, por suerte, ya hemos comido. De hecho, no sé quién puede llamar comida a esto. Tengo la sensación de que alguien debería meter el sushi un rato en el microondas para que fuera comestible. También hay sándwiches del tamaño de una moneda.
- Nos hemos quedado sin wasabi.
Todavía estoy concentrando identificando el surtido de comida cuando alguien me da un golpecito en la espalda. Me doy la vuelta y veo a un blanquito bajito y rubio. Me recuerda a Cara Burro, y de inmediato, quiero apartarlo de un empujón.
- Nos hemos quedado sin wasabi -repite.
Le respondería si supiera qué cono es el wasabi. Pero no tengo ni idea, de modo que no me inmuto. Y eso me hace sentir como un idiota.
- ¿No hablas mi idioma?
Aprieto con fuerza las manos. «Si, hablo tu idioma, gilipollas. Pero la última vez que estuve en clase de lengua, no nos explicaron qué significa la palabra 'wasabi'». En lugar de responder, ignoro al tipo y me acerco a una de las pinturas para observarla de cerca. Una chica y un perro caminando por lo que parece una chapucera imitación de la Tierra.
- Aquí estás. -Kurt se acerca. Finn y Rachel van detrás de él.
- Kurt, este es Perry Landis -anuncia Finn, señalando al tipo que se parecía a Adam-. El artista.
- ¡Ay, madre! ¡Tu obra es increíble! -exclama Kurt con efusividad.
Ha dicho «ay, madre» como si fuera un cabeza de chorlito. ¿Está riéndose de mí o qué?
El tipo mira su pintura por encima del hombro de Kurt.
- ¿Qué te parece esta? -pregunta. Kurt carraspea antes de contestar:
- Creo que proyecta un profundo conocimiento sobre la relación entre el hombre, el animal y la Tierra.
Venga ya. Qué gilipollez.
Perry lo rodea con el brazo y siento la tentación de darle una paliza, aquí, en medio de la galería.
- Se ve que eres un chico muy profundo.
Profundo, sí, claro. Lo que quiere es llevárselo a la cama... algo que no hará si puedo evitarlo.
- Blaine, ¿qué crees tú? -pregunta él, volviéndose hacia mí.
- Bueno... -Me froto la barbilla mientras observo fijamente la pintura-. Te doy un dólar por la colección entera, dos como mucho.
Rachel abre los ojos de par en par y se cubre la boca con la mano, conmocionada. Finn se ha atragantado con la bebida. ¿Y Kurt? Miro a mi nuevo chico mientras espero su respuesta.
- Zayn, le debes una disculpa a Perry -suelta Kurt.
Sí, después de que él se disculpe por preguntarme por el wasabi. Ni de coña.
- Me largo de aquí -contesto, antes de darles la espalda y salir por la puerta de la galería. Me las piro.
Ya fuera, le gorreo un cigarrillo a una camarera que está de descanso al otro lado de la calle. Lo único en lo que puedo pensar es en la expresión de Kurt cuando me ha ordenado que me disculpe.
No se me da muy bien obedecer órdenes.
Maldita sea, no me ha hecho ninguna gracia ver cómo el capullo del artista ha rodeado a mi chico con el brazo. Estoy seguro de que todos, de una manera u otra, quieren lo mismo: alardear de que han podido tocarlo. También lo deseo yo, pero lo quiero para mí solo. No me apetece que me dé órdenes como si fuera un cachorrito, y que me coja de la mano cuando le apetezca y no esté haciendo ninguna escena.
Es obvio que esto no está saliendo como se suponía.
- Te he visto salir de la galería. Ahí solo entran zánganos -dice la camarera después de que le devuelva el mechero.
Wasabi. Zánganos... En serio, debo dejar de faltar a clase de lengua.
- ¿Zánganos?
- Sí, zánganos, privilegiados que viven a costa del resto del enjambre.
- Ah, bueno, pues definitivamente yo no soy uno de ellos. Respecto a lo del enjambre, pertenezco más bien a las obreras -respondo con ironía, dándole una calada al cigarrillo y agradeciendo la nicotina. De inmediato, me siento más tranquilo. Bueno, puede que tenga los pulmones marchitos, pero tengo la impresión de que moriré antes de que mis pulmones alcancen la saturación.
- Soy Mandy, otra obrera. -La camarera me tiende la mano y me lanza una sonrisa. Tiene el cabello castaño y unas mechas de color púrpura. Es bonita, pero no es como Kurt.
- Blaine.
Cuando le estrecho la mano, ella se queda mirando mis tatuajes.
- Yo tengo dos. ¿Quieres verlos?
En realidad no me apetece ver lo que le tatuaron en el pecho o en el trasero una noche de borrachera.
- ¡Blaine! -grita Kurt desde la puerta de la pinacoteca.
Le doy una calada más al cigarro y procuro no pensar en el hecho de que Kurt ha organizado esta excursión para poder ocultar su sucio secretito. Y ya estoy harto de ser un jodido secreto.
Mi medio novio cruza la calle. Los tacones de sus zapatos de diseño resuenan en la acera y me recuerdan que él pertenece a una clase superior a la mía. Nos observa, a Mandy y a mí, dos obreras fumando juntos.
- Mandy, aquí presente, estaba a punto de enseñarme sus tatuajes -suelto para cabrearlo.
- No me digas. ¿Tú también ibas a enseñarle los tuyos? -me pregunta con una mirada inquisidora.
- No me va mucho el drama -anuncia Mandy, antes de lanzar el cigarrillo al suelo y aplastarlo con la punta de su zapatilla deportiva-. Qué tengáis suerte. Vais a necesitarla.
Doy otra calada al pitillo, deseando que Kurt no me provocara tanto como lo hace.
- Vuelve a la galería, nene. Me vuelvo a casa en autobús.
- Pensaba que íbamos a pasar un día agradable juntos, Blaine, en una ciudad donde nadie nos conoce. ¿No te apetece ser anónimo de vez en cuando?
- ¿A qué llamas agradable, a que ese pedazo de capullo que se autoproclama artista me tome por ayudante de camarero? Prefiero que me conozcan como pandillero que como camarero inmigrante.
- Ni siquiera le das una oportunidad a todo esto. Si te relajaras y cambiaras el chip, encajarías bien. Puedes ser uno más.
- Todo el mundo es falso. Incluso tú. Despierta, señor «¡Ay, mi madre!» No quiero ser uno de ellos. ¿Lo pillas?
- Alto y claro. Para tu información, yo no soy falso. Puedes llamarlo así si quieres, pero nosotros lo llamamos ser considerados y educados.
- En tu círculo social, no en el mío, dónde lo llamamos por su nombre. Y nunca jamás vuelvas a ordenarme que rae disculpe como si fueras mi padre. Te lo juro, Kurt, la próxima vez que lo hagas habremos acabado.
Mierda. Se le han puesto los ojos vidriosos. Guando me da la espalda, deseo darme una colleja por haberlo herido. Tiro el cigarrillo al suelo.
- Lo siento. No pretendía ser un imbécil. Bueno, sí. Pero solo porque no me siento cómodo aquí.
Él no me mira. Tiendo la mano para acariciarle la espalda y me alegro al comprobar que no se aparta de mí. Continúo hablando:
- Kurt, me encanta salir contigo. Joder, cuando voy al instituto, te busco por los pasillos. Tan pronto atisbo esos mechones castaños y angelicales -le explico, deslizando los dedos entre su melena-, sé que puedo seguir adelante sin contratiempos.
- No soy un ángel.
- Para mí lo eres. Si me disculpas, regresaré y me disculparé ante ese artista.
- ¿De verdad? -pregunta con los ojos muy abiertos.
- Sí. No quiero hacerlo pero lo haré... por ti.
Sus labios esbozan una tímida sonrisa.
- No es necesario. Aprecio que digas que lo harías por mí, pero tienes razón. Se ha portado como un gilipollas.
- Aquí estáis -dice Rachel-. Os hemos buscado por todas partes, tortolitos. Pongámonos en marcha y vayamos ya a la cabaña.
En cuanto llegamos, Finn se frota las manos.
- ¿Bañera de hidromasaje o película? -pregunta.
Rachel se acerca a la ventana que da al lago.
- Me voy a quedar dormida si ponemos una peli.
Sentado junto a Kurt en el sofá del salón, me quedo alucinando ante el hecho de que esta gigantesca casa sea la segunda residencia de Finn. Es más grande que la mía. ¿Una bañera de hidromasaje? Vaya, esta gente tiene de todo.
- No he traído bañador -digo.
- No te preocupes -contesta Kurt-. Seguramente Finn pueda prestarte uno de los que guarda en la casita de la piscina.
En la casita en cuestión, Finn busca en uno de los armarios.
- Solo hay dos -dice entregándome un minúsculo bañador-. ¿Crees que te cabrá, grandullón?
- Tal vez para el testículo derecho. ¿Por qué no te pones tú este y yo cojo el otro? -sugiero y me acerco al armario para sacar un bañador tipo bóxer. Reparo en que Kurt y Rachel han desaparecido-. ¿Dónde se han metido?
- Han ido a cambiarse. Y a hablar de nosotros, estoy seguro.
Me cambio en un pequeño vestuario mientras pienso en la vida en mi barrio. Aquí, en el Lago Ginebra, es fácil olvidarse de eso durante un rato. No tengo que preocuparme de quién está cubriéndome las espaldas. Cuando salgo del vestuario, Finn dice;
- ¿Eres consciente de que Kurt va a tener que tragar mucho para salir contigo? La gente ya está empezando a hablar.
- Escucha, Finnye. Me gusta ese chico más de lo que me ha gustado nadie en toda mi vida. No estoy dispuesto a dejarlo escapar. Empezaré a preocuparme de lo que piense la gente cuando esté a dos metros bajo tierra.
Finn sonríe y extiende los brazos.
- Eh, Anderson, creo que acabamos de compartir un momento de amistad. ¿Quieres celebrarlo con un abrazo?
- Ni de coña, blanquito.
Finn me da una palmada en la espalda y luego nos dirigimos a la bañera de hidromasaje. A pesar de todo, creo que tiene razón: no sé si hemos dado un paso hacia la amistad, pero por lo menos nos entendemos bien. Sea lo que sea, no estoy dispuesto a abrazarle.
- Muy sexy, cariño -dice Rachel mirando el minúsculo bañador.
Finn camina como un pingüino e intenta que el bañador no le moleste demasiado.
- Te juro que me quitaré esto en cuanto me meta en la bañera. Me estrangula los huevos.
- No entres en detalles -interviene Kurt, tapándose los oídos con las palmas de las manos.
Lleva un bañador no tan minúsculo, pero deja poco a la imaginación; su pecho está al aire y su piel pálida contrasta con el amarillo de su maya. ¿Acaso no es consciente de que parece una hermosa flor, capaz de alegrarle la vida a todo aquel que se fije en él?
Finn y Rachel se meten en la bañera.
Yo me cuelo de un salto y me siento junto a Kurt. Es la primera vez que me meto en una bañera de hidromasaje y no conozco mucho el protocolo. ¿Vamos a sentamos aquí a hablar o a separarnos en parejas para darnos el lote? Preferiría la segunda opción, pero Kurt parece nervioso.
Sobre todo cuando Finn lanza su bañador fuera del agua.
- Ya te vale, tío -digo, haciendo una mueca.
- ¿Qué? Me gustaría tener niños algún día, Anderson. Y esa cosa me estaba cortando la circulación.
Kurt sale de la bañera y se tapa con una toalla.
- Vayamos dentro, Blaine.
- Podéis quedaros aquí, chicos -asegura Rachel-. Haré que se ponga la bolsa de canicas otra vez.
- Olvídalo. Disfrutad del baño. Nosotros estaremos dentro –replica Kurt.
Cuando salgo de la bañera, Kurt me pasa una toalla. Lo rodeo con un brazo mientras caminamos hacia la cabaña.
- ¿Te encuentras bien?
- Claro. Pensaba que estabas enfadado.
- Estoy genial. Pero... -Una vez en la casa, cojo una figurita de cristal soplado y la miro con atención-. Ver esta casa, esta vida... quiero estar aquí contigo, pero miro a mi alrededor y me doy cuenta de que esto nunca será mi mundo.
- Piensas demasiado. -Se arrodilla en la alfombra y da una palmadita para invitarme a que me siente a su lado-. Ven aquí y túmbate boca abajo. Sé dar masajes suecos. Te relajará.
- Pero tú no eres sueca.
- Sí, ya, y tú tampoco. Así que si lo hago mal, no te darás cuenta.
Me tumbo a su lado.
- Pensaba que íbamos a tomárnoslo con calma.
- Un masaje en la espalda es inofensivo.
Recorro con la mirada el pecho descubierto y sus piernas.
- Tengo que confesarte que he intimado con chicos que llevaban mucha más ropa de la que llevas ahora.
- Compórtate. -Me da un cachete en el culo.
Cuando sus manos tocan mi espalda, dejo escapar un gemido. Tío, esto es una tortura. Estoy intentando portarme como es debido, pero me encanta el contacto de sus manos, y mi cuerpo parece cobrar vida propia.
- Estás tenso -me dice al oído.
Por supuesto que estoy tenso. Tiene las manos sobre mí. Mi respuesta es otro gemido.
Después de unos minutos de masaje soporífero, empiezan a oírse fuertes gemidos, suspiros y gruñidos que vienen de la bañera de hidromasaje y que se cuelan en nuestra habitación. Es obvio que Rachel y Finn se han saltado el masaje de espalda.
- ¿Crees que lo están haciendo? -pregunta.
- O eso o Finn es un tipo muy religioso -respondo, haciendo alusión al «¡Oh, Dios!» que Finn exclama cada dos segundos.
- ¿Te pone cachondo? -canturrea en voz baja junto a mi oído.
- No, pero si sigues masajeándome así, olvídate de toda esa mierda de tomárnoslo con calma. -Me siento y lo miro a la cara-. Lo que no logro entender es si me provocas y me tientas a propósito o si realmente eres inocente.
- No intento provocarte.
Enarco una ceja y bajo la mirada hacia la parte superior de mi muslo, donde él ha apoyado su mano. La aparta bruscamente.
- Vale, no pretendía poner la mano ahí. Bueno, quiero decir que lo he hecho sin darme cuenta. Solo que... lo que... lo que quiero decir es que...
- Me encanta cuando tartamudeas -admito mientras la acerco y le enseño mi versión del masaje sueco, hasta que Rachel y Finn nos interrumpen.
Dos semanas más tarde, me entero de que tengo una cita en el juzgado por los cargos de posesión de armas. Le oculto la noticia a Kurt, porque alucinaría. Probablemente me daría la vara con que un abogado de oficio no es tan bueno como uno privado. Lo cierto es que no puedo permitirme un abogado de un gran bufete.
Mientras espero en la puerta principal del instituto, preocupándome por lo que me depara el destino, alguien me golpea de repente y casi caigo al suelo.
- ¿Qué coño? -espeto.
- Lo siento -responde el chico con voz nerviosa.
Me doy cuenta de que el tipo que tengo delante no es otro que el Blanquito de la cárcel en persona.
- Ven aquí, imbécil -grita Sam.
Avanzo y me interpongo entre ellos. - Sam, ¿cuál es el problema?
- Este capullo me ha robado la plaza de aparcamiento -me explica señalando a Blanquito.
- ¿Y? ¿No has encontrado otro sitio?
Sam se endereza con rigidez, listo para darle una paliza a Blanquito. No vacilaría ni un segundo si se propone hacerlo.
- Si, he encontrado otro sitio.
- Pues entonces déjale en paz. Lo conozco. Es buena gente.
- ¿Conoces a este tío? -pregunta Sam, enarcando una ceja.
- Mira. -Echo un vistazo a Blanquito y agradezco que esta vez lleve una camisa azul y no la de color coral. Todavía tiene pinta de lerdo, pero por lo menos puedo mantenerme serio cuando digo-: Este tipo ha estado en la cárcel más veces que yo. Puede que parezca un capullo, pero bajo ese pelo engominado y esa fea camisa se esconde un auténtico tipo duro.
- ¿Estás riéndote de mí, Blaine? -asegura Sam.
- No digas que no te lo advertí -añado, encogiéndome de hombros y apartándome de su camino.
Blanquito da un paso adelante, aparentando ser un tipo duro. Me muerdo el labio inferior para no soltar una carcajada y me cruzo de brazos como si estuviera esperando a que comenzara la pelea. Mis colegas de los Latino Blood también esperan, preparados para ver como un lerdo blanquito le patea el culo a Sam.
Sam me mira, después mira a Blanquito y otra vez a mí.
- Blaine, como te estés riendo de mí...
- Comprueba su expediente policial. Su especialidad son los coches de lujo.
Sam espera su siguiente movimiento. Blanquito no. Camina hacia mí y me tiende el puño.
- Si necesitas algo, Blaine, sabes que puedes contar conmigo.
Hago chocar mi puño contra el de Blanquito. Un segundo más tarde ha desaparecido. Doy gracias porque nadie haya reparado en el temblor de su muñeca.
Me topo con él junto a su taquilla, en el descanso entre la primera y segunda hora.
- ¿Hablabas en serio cuando has dicho que puedo contar contigo si lo necesito?
- Después de lo de esta mañana, te debo la vida -admite Blanquito-. No sé por qué has dado la cara por mí, pero estaba cagado de miedo.
- Esa es la regla número uno. No dejes que se note que estás cagado.
Blanquito resopla. Supongo que es su manera de reír, o eso o padece una sinusitis de la hostia.
- Intentaré recordarlo la próxima vez que un pandillero amenace con matarme. -Tiende una mano para estrechar la mía-. Me llamo Artie Abrams.
Le estrecho la mano.
- Mira, Artie-continuó-. Mi juicio es la semana que viene y preferirla no fiarme de un abogado de oficio. ¿Crees que tu madre podría ayudarme?
Artie sonríe.
- Creo que sí. Es muy buena. Si es tu primer delito, probablemente te consiga una libertad condicional reducida.
- No me lo puedo permitir...
- No te preocupes por el dinero, Blaine. Aquí tienes su tarjeta. Le diré que eres amigo mío y lo hará gratis.
Cuando Artie se aleja por el pasillo, pienso en lo cómico de la situación. A veces, la persona que menos esperas puede convertirse en tu aliado, aunque sea por una vez. Y a veces, un chico castaño puede hacer que el futuro sea algo que esperas con ilusión.
Bueno, no tenog mucho más que hacer que pedirles perdón a todos por tardar tanto en subir este capítulo, o seguir con la fic, pero bueno, estuve enferma (y todavía estoy) con dllores de cabeza, cuerpo y fiebre a 39 o 40 grados, no es algo muy lindo.
Recién ahora puedo estar en la computadora, y les pido perdón a tods, en serio :(.
Ojalá les haya gustado este, es largo, y nbastante lindo, no sé, a mi me lo parece.
¡Los adoro a todos, muchas gracias por comentar!
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me gusto mucho el capitulo espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente cap me encanta esta historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me alegra que te guste :) y muchas gracias por comentar shdgadhrgh.gleeclast escribió:Me gusto mucho el capitulo yo tambien pienso lo mismo que tu espero actualices pronto me encanta esta historia
Si, están equivocados, pero bueno. Jajaja, ya actualicé, besos.Veronica Everett Criss escribió:Mi bellos Finchel... La verdad estan muy equivocados...
Pero me alegra que por lo menos hayan podido tener una "conversacion" con Blaine...
Me gusto mucho el capitulo... Espero actualices pronto... Cuidate, besos
Obvio que están equivocados, pero bueno, jaja.gleeismylife escribió:si estan equivocados....y mucho por que Blaine quiere a Kurt y con eso basta para que sean todos felices jajaja
ay pero que bien salieron Finnchel y Klaine!!!!! me encantan espero tu actualizacion con ansias cuidate y estare esperando tu proximo cap!!!! :DDD
Ya actualicé, ¡besos!
No, no aparece :(, quisiera pero no, este libro no se centra en otras parejas más que dos, y ya están ocupadas. Muchas gracias por comentar :).Romi Criss escribió:OMG! esta muy bueno tu fic ;-)
Ahora una pregunta aparece Niff o no? por que si aparecen ufff el mejor fic :-D
sigue que pasara?
Si, es feo lo que dijeron. Pero bueno :c.Gaby Klainer escribió:1.Estoy empezando a odiar a Finn y a Rachel por pensar asi
2.Jeff eso significa que va a haber Niff di me que si por favor
No, no va a haber :((((((((
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Aww's lo ame
Artie <3 que bueno que lo conocio Blaine
Espero te mejores... Cuidate mucho, saludos & besos
Artie <3 que bueno que lo conocio Blaine
Espero te mejores... Cuidate mucho, saludos & besos
Veronica Everett Criss****** - Mensajes : 368
Fecha de inscripción : 19/06/2013
Edad : 26
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
45. Kurt.
Después del partido del sábado por la tarde, un partido que ganamos gracias al touchdown de Finn a tan solo cuatro segundos del final, estoy charlando con Rachel y el Factor Triple M, en un lateral del campo. Estamos discutiendo sobre el lugar al que ir para celebrar la victoria.
- ¿Qué os parece Lou Malnati's? -dice Mercedes.
Todas estamos de acuerdo, porque es la mejor pizzería de la ciudad. Brittany está a dieta, pero le encanta la ensalada especial de la casa, por lo que damos por zanjado el asunto.
Mientras organizamos los últimos detalles, veo a Santana hablando con Marta Ruíz. Me acerco a ellas.
- Hola, chicas -las saludo-. ¿Os apetece venir a Lou Maltani's con nosotras?
María frunce el ceño, confusa. Aunque Santana no lo hace.
- Claro -responde Santana.
María se queda mirando a Santana, luego se vuelve hacia mí y se dirige de nuevo a su amiga. Le comenta algo en voz baja y añade que nos veremos en el restaurante.
- ¿Qué te ha dicho?
- Quería saber la razón por la que nos invitas a salir con tus amigos.
- ¿Y qué le has dicho?
- Le he dicho que somos amigos. Pero para que lo sepas, mis amigos me llaman San, no Santana.
La acompaño hasta el resto del grupo. Entonces miro a Rachel, quien admitió no hace mucho sentir celos por mi amistad con Santana. Sin embargo, en lugar de comportarse con frialdad, sonríe a Santana y le pide que le enseñe cómo hace el salto mortal doble en las prácticas de animadoras. Eso solo confirma que es mi mejor amiga. Lauren parece tan asombrada como María cuando anuncio que ella e Santana se vienen con nosotros al Lou Malnati's. Pero no objeta nada.
Quizás, solo quizás, este sea un pequeño paso hacia lo que el director Figgins llama «enmendar la brecha». No soy tan ingenuo como para pensar que puedo cambiar Fairfield de la noche a la mañana, pero mi percepción de algunas personas ha cambiado en las últimas semanas. Espero que la de ellos también lo haya hecho.
En el restaurante, me siento junto a Santana. Un grupo de chicos del equipo de fútbol también ha venido, por lo que el restaurante está invadido por estudiantes del instituto Fairfield. Quinn entra con Adam. Él la rodea con el brazo como si estuvieran saliendo juntos.
Rachel, que está sentada frente de mí, dice:
- Dime que no lleva la mano en el bolsillo trasero de Adam. Es tan patético.
- No me importa -le aseguro, intentando que no se note que en realidad si me importa-. Si quieren salir juntos, allá ellos.
- Solo lo hace porque quiere tener todo lo que tú tienes. Para ella es como una competición. Primero ocupa tu puesto en las animadoras, ahora le pone las garras encima a Adam. Lo siguiente que sabrás es que quiere cambiarse el nombre por el de Kurt e implantarse una cosa ahí abajo.
- Qué graciosa.
- Eso dices ahora -añade, y luego se acerca para susurrar-: No te parecerá tan gracioso cuando se interese por Blaine.
- Eso sí que no tiene gracia.
Finn entra en el restaurante y Rachel levanta la mano para llamar su atención. No hay asientos libres, así que Rachel le deja el suyo y se sienta en su regazo. Empiezan a enrollarse allí mismo, lo que me indica que es hora de darme la vuelta y hablar con Santana.
- ¿Cómo progresan las cosas con ya sabes quién? -le pregunto, sabiendo que no puedo pronunciar el nombre de Puck porque San no quiere que María se entere de que está colada por él.
- No progresan -suspira.
- ¿Por qué no? ¿Hablaste con él como te dije?
- No. Está comportándose como un capullo e ignora completamente el hecho de que estuvimos juntos aquella noche. Creo que no lo menciona porque no quiere ir más allá.
Pienso en mi ruptura con Adam y en mi aventura con Blaine. Cada vez que me comporto al contrario de lo que los demás esperan de mí, haciendo por fin lo que quiero, me siento mucho más fuerte.
- Tienes que arriesgarte, San. Te garantizo que vale la pena.
- Acabas de llamarme San.
- Lo sé. ¿Te parece bien?
- Sí, Kurt, me parece bien -afirma, empujándome juguetonamente por el hombro.
Hablar con San de Puck me hace sentir intrépido, y esa sensación me lleva a pensar en Blaine. En cuanto terminamos de comer, y todos empiezan a marcharse, llamo a Blaine por el móvil, de camino al coche.
- ¿Sabes dónde está el Club Mystique?
- Sí.
- Nos vemos allí a las nueve, esta noche.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- Ya lo verás -le digo antes de colgar. Luego me doy cuenta de que Quinn está justo detrás de mí. ¿Me habrá oído hablar con Blaine?
- ¿Tienes una cita esta noche? -me pregunta.
Eso responde a mi pregunta.
- ¿Qué te he hecho para que me odies tanto? Unos días somos amigos, pero otros tengo la sensación de que tramas algo contra mí.
Quinn se encoge de hombros, apartándose el pelo de la cara. Me basta con ese gesto para saber que ya no puedo considerarla mi amiga.
- Supongo que estoy harta de vivir a tu sombra, Kurt. Ha llegado el momento de que abdiques de tu reino. Has sido el príncipe o hasta princesa del instituto Fairfield durante demasiado tiempo. Es hora de que le brindes a otra la oportunidad de convertirse en el centro de atención.
- Todo para ti. Que lo disfrutes -le suelto. No sabe que nunca he deseado ocupar la primera posición en todo. Si acaso, solía valerme de eso para darle más credibilidad al papel que representaba ante los demás.
Cuando llego al Club Mystique a las nueve, Blaine me sorprende por detrás, en la puerta. Me doy la vuelta y le rodeo el cuello con los brazos.
- Vaya, Kurt -exclama, apartándose un poco-. Pensaba que íbamos a mantener lo nuestro en secreto. Odio decírtelo, pero hay un puñado de chicos del norte de Fairfield justo ahí. Y nos están mirando.
- No me importa. Ya no.
- ¿Por qué?
- Sólo se vive una vez.
A él parece gustarle mi respuesta, porque me coge de la mano y me lleva al final de la cola. Hace frío aquí fuera, y Blaine abre su chaqueta y me arropa con ella mientras esperamos nuestro turno para entrar.
Le miro mientras nuestros cuerpos quedan el uno junto al otro.
- ¿Vas a bailar conmigo esta noche? -le pregunto.
- Por supuesto.
- Adam nunca quería bailar conmigo.
- Yo no soy Adam, Kurt, y nunca lo seré.
- Genial. Te tengo a ti, Blaine. He comprendido que es lo único que necesito y que estoy preparado para compartirlo con el mundo.
Una vez dentro, Blaine me arrastra a la pista de baile. Hago caso omiso de las miradas estúpidas de los estudiantes norteños de Fairfield mientras me acerco a Blaine y nos movemos al ritmo de la música.
Nos contoneamos como si lleváramos toda la vida juntos; cada movimiento parece sincronizado. Por primera vez, no tengo miedo de lo que la gente piense al vernos juntos. El año que viene, cuando esté en la universidad, no tendrá ninguna importancia de qué lado de la ciudad es cada cual.
Troy, un chico con el que bailé la última vez que vine al Club Mystique, me da un golpecito en el hombro mientras la música hace vibrar el suelo de la pista.
- ¿Quién es tu nuevo semental? -pregunta.
- Troy, este es mi novio, Blaine. Blaine, este es Troy.
- Hola, tío -dice Blaine tendiéndole la mano y estrechándola de Troy.
- Tengo la sensación de que este tío no cometerá el mismo error que cometió el otro -asegura Troy.
No respondo, porque siento las manos de Blaine alrededor de mi cintura y espalda, y me siento muy bien al tenerlo aquí conmigo. Creo que le gusta que lo llame novio, y a mí me gusta poder decirlo en voz alta. Apoyo la espalda contra su pecho y cierro los ojos, dejando que el ritmo de la música fluya y el movimiento de nuestros cuerpos se funda en uno solo.
Después de bailar un rato, necesito un descanso. Salimos de la pista, saco el móvil y le digo:
- Posa para mí.
En la primera foto intenta aparentar ser un chico malo. Me hace reír. Echo otra antes de que pueda adoptar otra pose.
- Hagámonos una juntos -sugiere, atrayéndome hacia él. Junto la mejilla con la suya mientras él coge el móvil, lo aleja todo lo que puede y congela el momento con un solo clic. Una vez hecha la foto, me rodea con sus brazos y me besa.
Me reclino en él y estudio la multitud. En la primera planta, en uno de los palcos, veo a Adam, la última persona que pensaba encontrar aquí. Adam odia este local, odia bailar.
Su mirada enojada se cruza con la mía; luego ofrece una exhibición por todo lo alto besando a la chica que le acompaña, Quinn. Y ella le devuelve el beso con todas sus ganas, mientras le agarra del culo y se frota contra él. Ella sabía que yo estaría aquí con Blaine esta noche; es evidente que lo había planeado todo.
- ¿Quieres irte? -pregunta Blaine cuando repara en ellos.
Me vuelvo para mirarle y una vez más me quedo boquiabierto ante sus hermosos y marcados rasgos.
- No. Pero hace mucho calor aquí. Quítate la chaqueta.
Él vacila un instante antes de decir:
- No puedo.
- ¿Por qué no?
Hace una mueca.
- Dime la verdad, Blaine.
Me aparta un mechón de la cara y lo lleva hacia arriba.
- Kurt, este no es el territorio de los Latino Blood, sino el de los Fremont 5, una banda rival. Tu amigo Troy es uno de ellos.
¿Qué? Guando le sugerí que viniésemos aquí, no me detuve a pensar en territorios ni afiliaciones a bandas. Yo solo quería bailar.
- Ay, madre, Blaine. Te he puesto en peligro. ¡Salgamos de aquí! -exclamo desesperado.
Blaine se acerca mucho y me susurra al oído:
- Solo se vive una vez, ¿no es eso lo que has dicho antes? Vuelve a bailar conmigo
- Pero...
Me interrumpe con un beso tan apasionado que me olvido de todo lo demás. Y tan pronto como recupero el sentido, volvemos a estar en la pista de baile.
Corremos el riesgo y nos movemos demasiado cerca de los tiburones, pero salimos sin un arañazo. El peligro que nos acecha acaba por reforzar nuestra mutua complicidad.
Quinn está sentada en la barra.
La veo y ella repara en mí.
- Hola -digo.
Quinn pasa por mi lado sin pronunciar palabra. Es un pequeño atisbo de lo que me espera al ser un chico de la zona norte marginado, pero no me importa.
Cuando acaba la noche, y Blaine me acompaña al coche, le cojo de la mano y miro las estrellas.
- Si pudieras pedir un deseo ahora mismo, ¿qué pedirías? -le pregunto.
- Que el tiempo se detuviera.
- ¿Por qué?
Se encoje de hombros y contesta:
- Porque así podría vivir este momento eternamente. ¿Y tú?
- Ir a la universidad juntos. Aunque tú quieras evitar el futuro, yo estoy deseando que llegue. ¿No sería genial sí los dos estuviéramos en la misma universidad? Lo digo en serio, Blaine.
Se aparta de mí.
- Para alguien que quiere tomarse las cosas con tranquilidad, estás planeando cosas con mucha antelación.
- Lo sé. Lo siento. No puedo evitarlo. He presentado mi solicitud para entrar en la Universidad de Colorado y así estar cerca de mi hermano. El lugar al que la van a mandar mis padres está a unos pocos kilómetros del campus. No sería tan grave que presentaras una solicitud, ¿no crees?
- Supongo que no.
- ¿En serio?
Me aprieta la mano con fuerza.
- Lo que sea por hacerte sonreír así.
Después del partido del sábado por la tarde, un partido que ganamos gracias al touchdown de Finn a tan solo cuatro segundos del final, estoy charlando con Rachel y el Factor Triple M, en un lateral del campo. Estamos discutiendo sobre el lugar al que ir para celebrar la victoria.
- ¿Qué os parece Lou Malnati's? -dice Mercedes.
Todas estamos de acuerdo, porque es la mejor pizzería de la ciudad. Brittany está a dieta, pero le encanta la ensalada especial de la casa, por lo que damos por zanjado el asunto.
Mientras organizamos los últimos detalles, veo a Santana hablando con Marta Ruíz. Me acerco a ellas.
- Hola, chicas -las saludo-. ¿Os apetece venir a Lou Maltani's con nosotras?
María frunce el ceño, confusa. Aunque Santana no lo hace.
- Claro -responde Santana.
María se queda mirando a Santana, luego se vuelve hacia mí y se dirige de nuevo a su amiga. Le comenta algo en voz baja y añade que nos veremos en el restaurante.
- ¿Qué te ha dicho?
- Quería saber la razón por la que nos invitas a salir con tus amigos.
- ¿Y qué le has dicho?
- Le he dicho que somos amigos. Pero para que lo sepas, mis amigos me llaman San, no Santana.
La acompaño hasta el resto del grupo. Entonces miro a Rachel, quien admitió no hace mucho sentir celos por mi amistad con Santana. Sin embargo, en lugar de comportarse con frialdad, sonríe a Santana y le pide que le enseñe cómo hace el salto mortal doble en las prácticas de animadoras. Eso solo confirma que es mi mejor amiga. Lauren parece tan asombrada como María cuando anuncio que ella e Santana se vienen con nosotros al Lou Malnati's. Pero no objeta nada.
Quizás, solo quizás, este sea un pequeño paso hacia lo que el director Figgins llama «enmendar la brecha». No soy tan ingenuo como para pensar que puedo cambiar Fairfield de la noche a la mañana, pero mi percepción de algunas personas ha cambiado en las últimas semanas. Espero que la de ellos también lo haya hecho.
En el restaurante, me siento junto a Santana. Un grupo de chicos del equipo de fútbol también ha venido, por lo que el restaurante está invadido por estudiantes del instituto Fairfield. Quinn entra con Adam. Él la rodea con el brazo como si estuvieran saliendo juntos.
Rachel, que está sentada frente de mí, dice:
- Dime que no lleva la mano en el bolsillo trasero de Adam. Es tan patético.
- No me importa -le aseguro, intentando que no se note que en realidad si me importa-. Si quieren salir juntos, allá ellos.
- Solo lo hace porque quiere tener todo lo que tú tienes. Para ella es como una competición. Primero ocupa tu puesto en las animadoras, ahora le pone las garras encima a Adam. Lo siguiente que sabrás es que quiere cambiarse el nombre por el de Kurt e implantarse una cosa ahí abajo.
- Qué graciosa.
- Eso dices ahora -añade, y luego se acerca para susurrar-: No te parecerá tan gracioso cuando se interese por Blaine.
- Eso sí que no tiene gracia.
Finn entra en el restaurante y Rachel levanta la mano para llamar su atención. No hay asientos libres, así que Rachel le deja el suyo y se sienta en su regazo. Empiezan a enrollarse allí mismo, lo que me indica que es hora de darme la vuelta y hablar con Santana.
- ¿Cómo progresan las cosas con ya sabes quién? -le pregunto, sabiendo que no puedo pronunciar el nombre de Puck porque San no quiere que María se entere de que está colada por él.
- No progresan -suspira.
- ¿Por qué no? ¿Hablaste con él como te dije?
- No. Está comportándose como un capullo e ignora completamente el hecho de que estuvimos juntos aquella noche. Creo que no lo menciona porque no quiere ir más allá.
Pienso en mi ruptura con Adam y en mi aventura con Blaine. Cada vez que me comporto al contrario de lo que los demás esperan de mí, haciendo por fin lo que quiero, me siento mucho más fuerte.
- Tienes que arriesgarte, San. Te garantizo que vale la pena.
- Acabas de llamarme San.
- Lo sé. ¿Te parece bien?
- Sí, Kurt, me parece bien -afirma, empujándome juguetonamente por el hombro.
Hablar con San de Puck me hace sentir intrépido, y esa sensación me lleva a pensar en Blaine. En cuanto terminamos de comer, y todos empiezan a marcharse, llamo a Blaine por el móvil, de camino al coche.
- ¿Sabes dónde está el Club Mystique?
- Sí.
- Nos vemos allí a las nueve, esta noche.
- ¿Por qué? ¿Qué pasa?
- Ya lo verás -le digo antes de colgar. Luego me doy cuenta de que Quinn está justo detrás de mí. ¿Me habrá oído hablar con Blaine?
- ¿Tienes una cita esta noche? -me pregunta.
Eso responde a mi pregunta.
- ¿Qué te he hecho para que me odies tanto? Unos días somos amigos, pero otros tengo la sensación de que tramas algo contra mí.
Quinn se encoge de hombros, apartándose el pelo de la cara. Me basta con ese gesto para saber que ya no puedo considerarla mi amiga.
- Supongo que estoy harta de vivir a tu sombra, Kurt. Ha llegado el momento de que abdiques de tu reino. Has sido el príncipe o hasta princesa del instituto Fairfield durante demasiado tiempo. Es hora de que le brindes a otra la oportunidad de convertirse en el centro de atención.
- Todo para ti. Que lo disfrutes -le suelto. No sabe que nunca he deseado ocupar la primera posición en todo. Si acaso, solía valerme de eso para darle más credibilidad al papel que representaba ante los demás.
Cuando llego al Club Mystique a las nueve, Blaine me sorprende por detrás, en la puerta. Me doy la vuelta y le rodeo el cuello con los brazos.
- Vaya, Kurt -exclama, apartándose un poco-. Pensaba que íbamos a mantener lo nuestro en secreto. Odio decírtelo, pero hay un puñado de chicos del norte de Fairfield justo ahí. Y nos están mirando.
- No me importa. Ya no.
- ¿Por qué?
- Sólo se vive una vez.
A él parece gustarle mi respuesta, porque me coge de la mano y me lleva al final de la cola. Hace frío aquí fuera, y Blaine abre su chaqueta y me arropa con ella mientras esperamos nuestro turno para entrar.
Le miro mientras nuestros cuerpos quedan el uno junto al otro.
- ¿Vas a bailar conmigo esta noche? -le pregunto.
- Por supuesto.
- Adam nunca quería bailar conmigo.
- Yo no soy Adam, Kurt, y nunca lo seré.
- Genial. Te tengo a ti, Blaine. He comprendido que es lo único que necesito y que estoy preparado para compartirlo con el mundo.
Una vez dentro, Blaine me arrastra a la pista de baile. Hago caso omiso de las miradas estúpidas de los estudiantes norteños de Fairfield mientras me acerco a Blaine y nos movemos al ritmo de la música.
Nos contoneamos como si lleváramos toda la vida juntos; cada movimiento parece sincronizado. Por primera vez, no tengo miedo de lo que la gente piense al vernos juntos. El año que viene, cuando esté en la universidad, no tendrá ninguna importancia de qué lado de la ciudad es cada cual.
Troy, un chico con el que bailé la última vez que vine al Club Mystique, me da un golpecito en el hombro mientras la música hace vibrar el suelo de la pista.
- ¿Quién es tu nuevo semental? -pregunta.
- Troy, este es mi novio, Blaine. Blaine, este es Troy.
- Hola, tío -dice Blaine tendiéndole la mano y estrechándola de Troy.
- Tengo la sensación de que este tío no cometerá el mismo error que cometió el otro -asegura Troy.
No respondo, porque siento las manos de Blaine alrededor de mi cintura y espalda, y me siento muy bien al tenerlo aquí conmigo. Creo que le gusta que lo llame novio, y a mí me gusta poder decirlo en voz alta. Apoyo la espalda contra su pecho y cierro los ojos, dejando que el ritmo de la música fluya y el movimiento de nuestros cuerpos se funda en uno solo.
Después de bailar un rato, necesito un descanso. Salimos de la pista, saco el móvil y le digo:
- Posa para mí.
En la primera foto intenta aparentar ser un chico malo. Me hace reír. Echo otra antes de que pueda adoptar otra pose.
- Hagámonos una juntos -sugiere, atrayéndome hacia él. Junto la mejilla con la suya mientras él coge el móvil, lo aleja todo lo que puede y congela el momento con un solo clic. Una vez hecha la foto, me rodea con sus brazos y me besa.
Me reclino en él y estudio la multitud. En la primera planta, en uno de los palcos, veo a Adam, la última persona que pensaba encontrar aquí. Adam odia este local, odia bailar.
Su mirada enojada se cruza con la mía; luego ofrece una exhibición por todo lo alto besando a la chica que le acompaña, Quinn. Y ella le devuelve el beso con todas sus ganas, mientras le agarra del culo y se frota contra él. Ella sabía que yo estaría aquí con Blaine esta noche; es evidente que lo había planeado todo.
- ¿Quieres irte? -pregunta Blaine cuando repara en ellos.
Me vuelvo para mirarle y una vez más me quedo boquiabierto ante sus hermosos y marcados rasgos.
- No. Pero hace mucho calor aquí. Quítate la chaqueta.
Él vacila un instante antes de decir:
- No puedo.
- ¿Por qué no?
Hace una mueca.
- Dime la verdad, Blaine.
Me aparta un mechón de la cara y lo lleva hacia arriba.
- Kurt, este no es el territorio de los Latino Blood, sino el de los Fremont 5, una banda rival. Tu amigo Troy es uno de ellos.
¿Qué? Guando le sugerí que viniésemos aquí, no me detuve a pensar en territorios ni afiliaciones a bandas. Yo solo quería bailar.
- Ay, madre, Blaine. Te he puesto en peligro. ¡Salgamos de aquí! -exclamo desesperado.
Blaine se acerca mucho y me susurra al oído:
- Solo se vive una vez, ¿no es eso lo que has dicho antes? Vuelve a bailar conmigo
- Pero...
Me interrumpe con un beso tan apasionado que me olvido de todo lo demás. Y tan pronto como recupero el sentido, volvemos a estar en la pista de baile.
Corremos el riesgo y nos movemos demasiado cerca de los tiburones, pero salimos sin un arañazo. El peligro que nos acecha acaba por reforzar nuestra mutua complicidad.
Quinn está sentada en la barra.
La veo y ella repara en mí.
- Hola -digo.
Quinn pasa por mi lado sin pronunciar palabra. Es un pequeño atisbo de lo que me espera al ser un chico de la zona norte marginado, pero no me importa.
Cuando acaba la noche, y Blaine me acompaña al coche, le cojo de la mano y miro las estrellas.
- Si pudieras pedir un deseo ahora mismo, ¿qué pedirías? -le pregunto.
- Que el tiempo se detuviera.
- ¿Por qué?
Se encoje de hombros y contesta:
- Porque así podría vivir este momento eternamente. ¿Y tú?
- Ir a la universidad juntos. Aunque tú quieras evitar el futuro, yo estoy deseando que llegue. ¿No sería genial sí los dos estuviéramos en la misma universidad? Lo digo en serio, Blaine.
Se aparta de mí.
- Para alguien que quiere tomarse las cosas con tranquilidad, estás planeando cosas con mucha antelación.
- Lo sé. Lo siento. No puedo evitarlo. He presentado mi solicitud para entrar en la Universidad de Colorado y así estar cerca de mi hermano. El lugar al que la van a mandar mis padres está a unos pocos kilómetros del campus. No sería tan grave que presentaras una solicitud, ¿no crees?
- Supongo que no.
- ¿En serio?
Me aprieta la mano con fuerza.
- Lo que sea por hacerte sonreír así.
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Me encanto el capitulo odio a quinn y a adam que bueno que a kurt ya no le importa nada espero actualices pronto quiero ver que pasa en el siguiente cap me encanta esta historia
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
supongo que soy tu peor seguidora por olvidar el fic LO SIENTO !!!! DE VERDAD !!!!
JURO! que no lo vuelvo a hecer (eso espero)
PD: creo que odio a quinn y adam, por lo menos a kurt ya no le importa nada !!!
besos!!! nos leemos pronto
JURO! que no lo vuelvo a hecer (eso espero)
PD: creo que odio a quinn y adam, por lo menos a kurt ya no le importa nada !!!
besos!!! nos leemos pronto
fernimontecinos*** - Mensajes : 108
Fecha de inscripción : 23/07/2013
Edad : 24
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Awww que lindos
Toma esa Adam
Y Quinn es una Perra
Toma esa Adam
Y Quinn es una Perra
Gaby Klainer********-*- - Mensajes : 911
Fecha de inscripción : 01/07/2013
Edad : 24
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Please, come back :( !
Realmente amo este fanfic!!!!
Realmente amo este fanfic!!!!
Amyxs41*** - Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Edad : 32
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Puntos a tratar:
1. Quinn es una ...
2. Amo las nuevas actitudes de Kurt con respecto a su vida &
3. Espero que Blaine si vaya a la universidad
Amo tu fic, de verdad es genial... Espero actualices pronto... Cuidate mucho, besos
1. Quinn es una ...
2. Amo las nuevas actitudes de Kurt con respecto a su vida &
3. Espero que Blaine si vaya a la universidad
Amo tu fic, de verdad es genial... Espero actualices pronto... Cuidate mucho, besos
Veronica Everett Criss****** - Mensajes : 368
Fecha de inscripción : 19/06/2013
Edad : 26
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
where are u u.u
Amyxs41*** - Mensajes : 111
Fecha de inscripción : 16/09/2012
Edad : 32
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
46. Blaine.
- Necesito que me pongas al corriente de la situación de Kurt -explica Sam mientras estamos pasando el rato fuera del almacén-. Los chicos están haciendo apuestas paralelas, y la mayoría de ellos apuestan por ti. ¿Saben algo que yo no sé?
Me encojo de hombros y miro a Julio, resplandeciente tras el último lavado. Si mi moto pudiera hablar, me rogaría que la salvase de Sam. Pero no estoy dispuesto a soltar información alguna sobre Kurt. Por lo menos, aún no.
Héctor se acerca a nosotros y despacha a Sam con la mano.
- Tenemos que hablar, Anderson -dice con voz seria-. Sobre ese favor del que estuvimos hablando. La noche de Halloween, cogerás un coche de alquiler, lo llevarás al barranco e intercambiarás la mercancía. ¿Crees que podrás hacerlo?
Mi hermano tiene razón. La sangre de mi padre me corre por las venas. El trapicheo me asegurará el futuro en los Latino Blood, aunque ya sea mi derecho de nacimiento. Otros chicos heredan dinero o negocios familiares. Mi única herencia son los Latino Blood.
- No hay nada de lo que no pueda ocuparme -le aseguro con un nudo en el estómago. He mentido a Kurt deliberadamente. Se le iluminó la cara cuando habló de la posibilidad de que fuéramos juntos a la universidad. No pude decirle la verdad: no solo voy a quedarme en los Latino Blood, sino que estoy a punto de hacer un trapicheo con drogas.
Héctor me da una palmada en la espalda.
- Este es mi hermano leal. Sabía que la sangre te tiraría más que el miedo. Somos hermanos, ¿no?
- ¡Claro! -respondo para que sepa que le soy leal, a él y a la banda. No es el tráfico de drogas lo que temo, sino el final de todos mis sueños. Si doy éste paso, habré cruzado la línea. Como hizo mi padre.
- Hola, Blaine.
Puck está a mi lado. No me he dado cuenta de que Héctor se ha marchado.
- ¿Qué pasa?
- Necesito tu ayuda, colega -dice Puck.
- ¿Tú también?
Me mira con enfado, como suele hacer cuando quiere recordarme que estoy hablando con él.
- Vamos a dar una vuelta.
Tres minutos más tarde estoy en el asiento del copiloto de un Camaro rojo prestado.
- ¿Vas a decirme por qué necesitas mi ayuda o quieres mantener el suspenso? - En realidad, voy a mantener el suspenso.
Pasamos el letrero BIENVENIDO A en el arcén de la carretera.
- ¿Winnetka? ¿Qué querrá hacer Puck en este selecto barrio residencial de la ciudad? - Confía en mí -ruega.
-¿Qué?
- Los mejores amigos deben confiar el uno en el otro.
Me recuesto en el asiento. Soy consciente de que me preocupo demasiado, como los tipos en las películas malas del oeste. He accedido a participar en un trapicheo con drogas y ahora me dirijo a un suburbio de clase alta sin razón aparente.
- Ah, aquí está -anuncia Puck.
Levanto la mirada para leer el letrero.
- ¿Me tomas el pelo?
- No.
- Si vas a robar, yo me quedo en el coche.
- No hemos venido hasta aquí para robarles a un puñado de golfistas -dice Puck con una mueca.
- Entonces, ¿qué hacemos aquí?
- Practicar el swing. Vamos, levanta el culo y ayúdame.
- Puck, estamos a mitad de octubre, a doce grados fuera.
- Todo es cuestión de prioridad y percepción.
Sentado en el coche, pienso en el modo de regresar a casa. Volver andando queda descartado, y no sé dónde está la parada de autobuses más cercana y... y... y voy a matar a Puck por traerme a un jodido campo de golf.
Me acerco a Puck, quien está colocando pelotas en una cesta. Joder, debe de haber más de cien.
- ¿De dónde has sacado ese palo? -le pregunto.
Puck lo balancea en el aire como si fuera una hélice.
- Del tipo que alquila las pelotas. ¿Quieres uno para practicar tu tiro?
- No.
Puck señala con el extremo del palo hacia un banco de madera verde situado detrás de él.
- Entonces, puedes sentarte ahí.
Cuando tomo asiento, echo un vistazo a los tipos que golpean sus pelotas en pequeñas secciones, y que nos observan con cautela por el rabillo del ojo. Soy muy consciente de que Puck y yo tenemos un aspecto muy distinto del resto de los tipos que hay en el campo. Con vaqueros, camiseta, tatuajes y bandana en la cabeza destacamos entre la mayoría de los golfistas con camisas de golf de manga larga, Dockers y ninguna marca distintiva en la piel.
Normalmente no me importa, pero tras la charla con Héctor, lo que me apetece es irme a casa, no convertirme en el espectáculo de nadie. Apoyo los codos sobre las rodillas y observo como Puck se pone en ridículo.
Puck saca una pequeña pelota de golf y la coloca sobre un círculo de goma clavado en el césped artificial. La única reacción que me provoca su swing es una mueca. El palo ni siquiera roza la pelota, pero sí conecta con el césped. Mi amigo suelta un taco. El tipo que hay a su lado le mira y se marcha a otra sección.
Puck lo intenta de nuevo. Esta vez logra darle a la pelota, pero esta solo avanza unos centímetros por el césped. Sigue intentándolo, pero cada vez que balancea el palo, se pone más en ridículo. ¿Cree que está golpeando un disco de hockey?
- ¿Has terminado? - pregunto una vez que ha vaciado la mitad de la cesta.
- Blaine -me dice Puck, inclinando el palo como si fuera un bastón-. ¿No crees que haya nacido para jugar al golf?
- No -respondo, mirándole a los ojos.
- Sé que has hablado con Héctor. Yo tampoco creo que hayas nacido para traficar con drogas.
- ¿Por eso estamos aquí? ¿Intentas demostrarme algo?
- Escúchame bien -insiste Puck-. Tengo las llaves del coche en el bolsillo y no iré a ninguna parte hasta que termine de golpear todas estas pelotas, así que lo mejor es que oigas lo que tengo que decirte. No soy tan inteligente como tú. No tengo muchas opciones en la vida, pero tú eres lo suficientemente listo como para ir a la universidad y convertirte en médico o en informático o algo así. Igual que yo no he nacido para jugar al golf, tú no has nacido para traficar con drogas. Deja que haga el intercambio por ti.
- Ni de coña, tío. Aprecio que te pongas en ridículo para explicarme tu punto de vista, pero sé lo que tengo que hacer -respondo.
Puck coloca una nueva pelota, la golpea y una vez más sale rodando por el césped.
- Kurt está muy bueno. ¿Piensa ir a la universidad? -Sé lo que pretende Puck. Por desgracia, mi mejor amigo es transparente como el cristal.
- Sí. A la de Colorado.
Para estar cerca de su hermano, por el que se preocupa más que por sí mismo. Puck silba.
- Seguro que va a conocer a un montón de tíos en Colorado. Ya sabes, tíos de verdad, con sombreros de cowboy. -Me pongo tenso. No quiero pensar en eso. Ignoro a Puck hasta que regresamos al coche.
- ¿Cuándo vas a dejar de meter las narices en mis asuntos? -le pregunto.
- Nunca -dice entre risitas.
- Entonces, supongo que no te importará que yo me entrometa en los tuyos. ¿Qué ocurre entre San y tú?
- Nos divertimos una noche. Eso es todo.
- Eso dices tú, pero creo que ella no piensa lo mismo.
- Sí, bueno, pero ese es su problema. -Puck enciende la radio y pone la música a todo volumen. Nunca ha salido con nadie porque le da miedo involucrarse demasiado. Ni siquiera Santana conoce los abusos que ha sufrido en su casa. En serio, entiendo las razones por las que mantiene las distancias con las chicas que le importan. Porque la verdad es que, a veces, si te acercas demasiado al fuego, acabas quemándote.
47. Kurt.
- Puck, ¿qué haces aquí?
La última persona a la que esperaría encontrar en la puerta de mi casa es al mejor amigo de Blaine.
- Tengo que hablar contigo.
- ¿Quieres entrar?
- ¿Estás seguro de que no pasa nada? -pregunta, nervioso.
- Desde luego.
Bueno, probablemente mis padres no opinen lo mismo, pero a mí me parece bien. De todos modos, no creo, que mis padres vayan a decidir de repente que ya no quieren ingresar a Finn en una residencia. Estoy cansado de fingir, de temer la ira de mi madre. Este chico es el mejor amigo de Blaine, y me acepta como soy. Estoy seguro de que no le ha resultado fácil decidirse a venir hasta aquí. Abro la puerta de par en par y dejo entrar a Puck. Si me pregunta sobre Santana, ¿qué le digo? Ella me hizo prometerle que guardaría su secreto.
- ¿Quién está en la puerta, Kurt?
- Puck -le digo a mi madre-. Un amigo del instituto.
- La cena está lista -insinúa mi madre con poca sutileza-. Dile a tu amigo que no es muy educado hacer una visita a la hora de la cena.
Me vuelvo hacia Puck.
- ¿Quieres quedarte a cenar?
Un acto de rebeldía. Me encanta. Es catártico. Oigo los pasos de mi madre que se marcha hecha una furia a la cocina.
- Esto... no, gracias -responde Puck, reprimiendo una carcajada-. Pensaba que podríamos hablar, ya sabes, de Blaine.
Me alivia saber que Puck no está aquí para preguntarme por Santana, aunque por la seriedad de su expresión no sé si deberla empezar a preocuparme.
Le acompaño a través de la casa. Pasamos al lado de Finn que está en el salón leyendo una revista.
- Finn, este es Puck. Es amigo de Blaine. Puck, este es mi hermano, Finn.
Al oír el nombre de Blaine, Finn suelta un grito de alegría.
- Hola, Finn -dice Puck.
Mi hermano sonríe de oreja a oreja.
- Finn, necesito que me hagas un favor. -Mi hermano sacude la cabeza en respuesta mientras susurro-: Necesito que mantengas ocupada a mamá mientras yo hablo con Puck.
Finn sonríe; sé que mi hermano no me fallará.
Mi madre entra en la habitación, ignorándonos a Puck y a mí, mientras empuja la silla de ruedas de Finn hasta la cocina.
Miro a Puck con cautela mientras nos dirigimos al exterior para disponer de algo de intimidad, a salvo de la curiosidad de mi madre.
- ¿Qué pasa?
- Blaien necesita ayuda. A mí no me va a escuchar. Están tramando un importante trapicheo de drogas y han elegido a Blaine para dirigir el cotarro.
- Blaine nunca se metería en eso. Me lo prometió.
La mirada de Puck me dice que él no lo tiene tan claro.
- He intentado hacerle entrar en razón -continúa Puck-. El problema es que... se trata de traficantes importantes. Hay algo que me huele mal, Kurt. Héctor está obligando a Blaine a hacerlo, y te juro que no sé por qué.
- ¿Y qué puedo hacer yo? -le pregunto.
- Dile a Blaine que encuentre el modo de librarse. Solo él puede ayudarse a sí mismo.
¿Decírselo? Blaine no soporta que nadie le diga lo que tiene que hacer. Aunque tampoco me lo imagino accediendo a traficar con drogas.
- ¡Kurt, la cena ya está fría! -grita mi madre desde la ventana de la cocina-. Y tu padre acaba de llegar. Cenemos como una familia por una vez.
El sonido de un plato estrellándose contra el suelo hace que mi madre vuelva a entrar en casa. Un movimiento muy inteligente por parte de Finn, sin duda.
Pero no debo utilizar a Finn para evitar contarles la verdad a mis padres.
- Espera aquí -le digo a Puck-. A no ser que quieras ser testigo de una discusión de los Hummel.
Puck se frota las manos.
- No pueden ser peores que las peleas de mi familia.
Entro en la cocina y le doy un beso a mi padre en la mejilla.
- ¿Quién es tu amigo? -me pregunta con cautela.
- Puck, te presento a mi padre. Papá, este es mi amigo Puck.
- Hola -dice Puck.
Mi padre asiente con la cabeza.
Mi madre hace una mueca.
- Puck y yo tenemos que irnos.
- ¿A dónde? -pregunta mi padre, completamente confuso.
- A ver a Blaine.
- Tú no te vas a ningún sitio -suelta mi madre.
Mi padre levanta las manos. No entiende nada-. ¿Quién es Blaine?
- El otro chicano del que te hablé -espeta mi madre con brusquedad-. ¿No te acuerdas?
- Últimamente no me acuerdo de nada, Elizabeth. -Mi madre se levanta con el plato lleno de comida en la mano y lo lanza al fregadero. El plato acaba rompiéndose y la comida saltando por los aires.
- Te hemos dado todo lo que has querido, Kurt -asegura mi madre-. Un coche nuevo, ropa de diseño... Se me agota la paciencia.
- Todo eso es una frivolidad, mamá. Desde fuera, todos os ven como personas triunfadoras, pero como padres dais asco. Os doy un aprobado justo, y siendo generoso, porque si fuera la señora Pillsbury quien os evaluara habrías cateado. ¿Por qué os da miedo reconocer que tenéis problemas, como hace el resto del mundo? -Me siento estupendamente, y no puedo parar-. Mirad, Blaine necesita mi ayuda. Una de las cosas que me hace ser como soy es la lealtad hacia la gente que me importa. Lo siento si os duele u os asusta.
Finn empieza a armar un alboroto y todos nos damos la vuelta para mirarlo.
- Kurt -dice la voz del ordenador conectado a su silla de ruedas. Finn está presionando las teclas con los dedos-. Buen chico.
Rodeo la mano de mi hermano con los dedos antes de volver a dirigirme a mis padres.
- Si queréis echarme a patadas de aquí, o repudiarme por ser quien soy, entonces hacedlo y acabemos de una vez con esto.
No quiero volver a sentir miedo. Por Blaine, por Finn, por mí mismo. Es hora de enfrentarme a mis miedos, de otro modo acabaré hundiéndome en el dolor y el remordimiento durante el resto de mi vida. No soy perfecto. Ha llegado el momento de que todo el mundo lo sepa.
- Mamá, voy a pedir una cita con el trabajador social del instituto.
Mi madre frunce el ceño y su rostro adopta una expresión de repugnancia.
- Eso es una estupidez. Quedará para siempre en tu expediente académico. No necesitas un trabajador social.
- Sí que lo necesito -admito, y armándome de valor, añado-: Y tú también lo necesitas. Todos lo necesitamos.
- Escúchame, Kurt. Si sales por esa puerta... será mejor que no vuelvas.
- Esto es intolerable -interviene mi padre.
- Lo sé, y me siento muy bien -confieso mientras cojo mi bolso. Es todo lo que tengo, aparte de la ropa que llevo puesta. Con una sonrisa, le tiendo la mano a Puck-. ¿Nos vamos?
Puck no duda ni un instante. Me coge de la mano y dice:
- Sí.
Y ya en su coche:
- Eres duro de pelar. No pensé que tuvieras tanto valor.
Puck me lleva a la parte más oscura de Fairfield, hasta un enorme almacén detrás de la carretera, en una zona aislada. Como si la madre naturaleza pretendiera advertirnos, unas amenazadoras nubes negras cubren el cielo y la temperatura empieza a descender.
Un tipo fornido nos corta el paso.
- ¿Quién es el blanquito? -pregunta.
- Está limpio -afirma Puck.
El chico me mira de arriba abajo de manera insinuante antes de abrir la puerta.
- Si husmea demasiado, deberás responder por él, Puck -le advierte.
Lo único que quiero es llevarme a Blaine de allí, lejos del peligro que nos rodea.
- Eh -suena una voz arenosa cuando entramos en el almacén-. Si quieres algo que te anime, ven a verme, ¿vale?
- Sígueme -me ordena Puck. Me coge por el brazo y me conduce por un largo pasillo. Escucho voces que vienen del lado opuesto del almacén... la voz de Blaine.
- Deja que entre solo -le ruego.
- No es una idea muy inteligente. Espera a que Héctor termine de hablar con él -sugiere Puck, pero yo no le hago caso.
Camino en dirección a la voz de Blaine. Está hablando con dos tipos más y, por el tono de la conversación, parece algo muy serio. Uno de ellos saca una hoja de papel y se la entrega a Blaine. Es entonces cuando se percata de mi presencia.
Blaine le dice algo en voz muy baja a uno de los hombres, antes de doblar el papel y guardarlo en el bolsillo de los vaqueros. Su voz es fría y dura, como la expresión de su rostro.
- ¿Qué coño estás haciendo aquí? -me pregunta.
- Yo solo...
No puedo acabar la frase porque Blaine me coge del brazo.
- Lárgate de aquí ahora mismo. ¿Quién cojones te ha traído aquí?
Estoy intentando pensar en una respuesta cuando Puck aparece de entre las sombras.
- Blaine, por favor. Puede que Puck me haya traído aquí, pero ha sido idea mía.
- Eres un cabrón -le increpa Blaine, soltándome para enfrentarse a Puck.
- ¿No es este tu futuro, Blaine? -le pregunta Puck-. ¿Por qué te avergüenza tanto mostrarle a tu novio tu segunda casa?
Blaine le suelta un puñetazo en la mandíbula y Puck cae al suelo. Corro hacia él y fulmino a Blaine con la mirada.
- ¡No puedo creer que lo hayas hecho! - le grito-. Es tu mejor amigo, Blaine.
- ¡No quiero que veas este lugar! -exclama él, mientras un hilo de sangre empieza a manar del labio de Puck-. No deberías haberlo traído aquí -añade, más calmado esta vez-. Este no es su sitio.
- Ni tampoco el tuyo, hermano -dice Puck en voz baja-. Llévatelo de aquí. Ya ha visto suficiente.
- Ven conmigo -ordena Blaine, ofreciéndome la mano.
En lugar de ir con él, cojo la cara de Puck entre las manos y le inspecciono la herida.
- Dios mío, estás sangrando. -Estoy empezando a perder los papeles. Un poco de sangre es suficiente para provocarme náuseas. Nunca he podido soportar ni la sangre ni la violencia.
Puck aparta mis manos con dulzura.
- Estoy bien. Vete con él.
Una voz prorrumpe desde la oscuridad, dirigiéndose a Blaine y a Puck.
Me estremezco ante la autoridad que proyecta aquella voz. Hasta ahora no estaba asustado, pero ahora sí lo estoy. Es el hombre con el que estaba hablando Blaine. Lleva un traje negro con una camisa de color crudo debajo. Le vi fugazmente en la boda. Lleva el pelo negro engominado hacia atrás y su tez es sombría. Me basta una sola mirada para saber que es alguien muy poderoso dentro de los Latino Blood. Le acompañan dos hombres corpulentos y de aspecto amenazador.
- ¿Qué está pasando aquí? -grita.
- Nada, Héctor -replican Puck y Blaine al unísono.
- Llévatelo de aquí, Anderson.
Blaine me coge de la mano y me saca del almacén. No vuelvo a respirar hasta que estamos fuera.
Perdón por no subir más, sinceramente, me olvidé de la fic, perdón, perdón, perdón. Dejé dos capítulos como recompensa, y mañana, si no voy a la escuela dejo dos más :).
- Necesito que me pongas al corriente de la situación de Kurt -explica Sam mientras estamos pasando el rato fuera del almacén-. Los chicos están haciendo apuestas paralelas, y la mayoría de ellos apuestan por ti. ¿Saben algo que yo no sé?
Me encojo de hombros y miro a Julio, resplandeciente tras el último lavado. Si mi moto pudiera hablar, me rogaría que la salvase de Sam. Pero no estoy dispuesto a soltar información alguna sobre Kurt. Por lo menos, aún no.
Héctor se acerca a nosotros y despacha a Sam con la mano.
- Tenemos que hablar, Anderson -dice con voz seria-. Sobre ese favor del que estuvimos hablando. La noche de Halloween, cogerás un coche de alquiler, lo llevarás al barranco e intercambiarás la mercancía. ¿Crees que podrás hacerlo?
Mi hermano tiene razón. La sangre de mi padre me corre por las venas. El trapicheo me asegurará el futuro en los Latino Blood, aunque ya sea mi derecho de nacimiento. Otros chicos heredan dinero o negocios familiares. Mi única herencia son los Latino Blood.
- No hay nada de lo que no pueda ocuparme -le aseguro con un nudo en el estómago. He mentido a Kurt deliberadamente. Se le iluminó la cara cuando habló de la posibilidad de que fuéramos juntos a la universidad. No pude decirle la verdad: no solo voy a quedarme en los Latino Blood, sino que estoy a punto de hacer un trapicheo con drogas.
Héctor me da una palmada en la espalda.
- Este es mi hermano leal. Sabía que la sangre te tiraría más que el miedo. Somos hermanos, ¿no?
- ¡Claro! -respondo para que sepa que le soy leal, a él y a la banda. No es el tráfico de drogas lo que temo, sino el final de todos mis sueños. Si doy éste paso, habré cruzado la línea. Como hizo mi padre.
- Hola, Blaine.
Puck está a mi lado. No me he dado cuenta de que Héctor se ha marchado.
- ¿Qué pasa?
- Necesito tu ayuda, colega -dice Puck.
- ¿Tú también?
Me mira con enfado, como suele hacer cuando quiere recordarme que estoy hablando con él.
- Vamos a dar una vuelta.
Tres minutos más tarde estoy en el asiento del copiloto de un Camaro rojo prestado.
- ¿Vas a decirme por qué necesitas mi ayuda o quieres mantener el suspenso? - En realidad, voy a mantener el suspenso.
Pasamos el letrero BIENVENIDO A en el arcén de la carretera.
- ¿Winnetka? ¿Qué querrá hacer Puck en este selecto barrio residencial de la ciudad? - Confía en mí -ruega.
-¿Qué?
- Los mejores amigos deben confiar el uno en el otro.
Me recuesto en el asiento. Soy consciente de que me preocupo demasiado, como los tipos en las películas malas del oeste. He accedido a participar en un trapicheo con drogas y ahora me dirijo a un suburbio de clase alta sin razón aparente.
- Ah, aquí está -anuncia Puck.
Levanto la mirada para leer el letrero.
- ¿Me tomas el pelo?
- No.
- Si vas a robar, yo me quedo en el coche.
- No hemos venido hasta aquí para robarles a un puñado de golfistas -dice Puck con una mueca.
- Entonces, ¿qué hacemos aquí?
- Practicar el swing. Vamos, levanta el culo y ayúdame.
- Puck, estamos a mitad de octubre, a doce grados fuera.
- Todo es cuestión de prioridad y percepción.
Sentado en el coche, pienso en el modo de regresar a casa. Volver andando queda descartado, y no sé dónde está la parada de autobuses más cercana y... y... y voy a matar a Puck por traerme a un jodido campo de golf.
Me acerco a Puck, quien está colocando pelotas en una cesta. Joder, debe de haber más de cien.
- ¿De dónde has sacado ese palo? -le pregunto.
Puck lo balancea en el aire como si fuera una hélice.
- Del tipo que alquila las pelotas. ¿Quieres uno para practicar tu tiro?
- No.
Puck señala con el extremo del palo hacia un banco de madera verde situado detrás de él.
- Entonces, puedes sentarte ahí.
Cuando tomo asiento, echo un vistazo a los tipos que golpean sus pelotas en pequeñas secciones, y que nos observan con cautela por el rabillo del ojo. Soy muy consciente de que Puck y yo tenemos un aspecto muy distinto del resto de los tipos que hay en el campo. Con vaqueros, camiseta, tatuajes y bandana en la cabeza destacamos entre la mayoría de los golfistas con camisas de golf de manga larga, Dockers y ninguna marca distintiva en la piel.
Normalmente no me importa, pero tras la charla con Héctor, lo que me apetece es irme a casa, no convertirme en el espectáculo de nadie. Apoyo los codos sobre las rodillas y observo como Puck se pone en ridículo.
Puck saca una pequeña pelota de golf y la coloca sobre un círculo de goma clavado en el césped artificial. La única reacción que me provoca su swing es una mueca. El palo ni siquiera roza la pelota, pero sí conecta con el césped. Mi amigo suelta un taco. El tipo que hay a su lado le mira y se marcha a otra sección.
Puck lo intenta de nuevo. Esta vez logra darle a la pelota, pero esta solo avanza unos centímetros por el césped. Sigue intentándolo, pero cada vez que balancea el palo, se pone más en ridículo. ¿Cree que está golpeando un disco de hockey?
- ¿Has terminado? - pregunto una vez que ha vaciado la mitad de la cesta.
- Blaine -me dice Puck, inclinando el palo como si fuera un bastón-. ¿No crees que haya nacido para jugar al golf?
- No -respondo, mirándole a los ojos.
- Sé que has hablado con Héctor. Yo tampoco creo que hayas nacido para traficar con drogas.
- ¿Por eso estamos aquí? ¿Intentas demostrarme algo?
- Escúchame bien -insiste Puck-. Tengo las llaves del coche en el bolsillo y no iré a ninguna parte hasta que termine de golpear todas estas pelotas, así que lo mejor es que oigas lo que tengo que decirte. No soy tan inteligente como tú. No tengo muchas opciones en la vida, pero tú eres lo suficientemente listo como para ir a la universidad y convertirte en médico o en informático o algo así. Igual que yo no he nacido para jugar al golf, tú no has nacido para traficar con drogas. Deja que haga el intercambio por ti.
- Ni de coña, tío. Aprecio que te pongas en ridículo para explicarme tu punto de vista, pero sé lo que tengo que hacer -respondo.
Puck coloca una nueva pelota, la golpea y una vez más sale rodando por el césped.
- Kurt está muy bueno. ¿Piensa ir a la universidad? -Sé lo que pretende Puck. Por desgracia, mi mejor amigo es transparente como el cristal.
- Sí. A la de Colorado.
Para estar cerca de su hermano, por el que se preocupa más que por sí mismo. Puck silba.
- Seguro que va a conocer a un montón de tíos en Colorado. Ya sabes, tíos de verdad, con sombreros de cowboy. -Me pongo tenso. No quiero pensar en eso. Ignoro a Puck hasta que regresamos al coche.
- ¿Cuándo vas a dejar de meter las narices en mis asuntos? -le pregunto.
- Nunca -dice entre risitas.
- Entonces, supongo que no te importará que yo me entrometa en los tuyos. ¿Qué ocurre entre San y tú?
- Nos divertimos una noche. Eso es todo.
- Eso dices tú, pero creo que ella no piensa lo mismo.
- Sí, bueno, pero ese es su problema. -Puck enciende la radio y pone la música a todo volumen. Nunca ha salido con nadie porque le da miedo involucrarse demasiado. Ni siquiera Santana conoce los abusos que ha sufrido en su casa. En serio, entiendo las razones por las que mantiene las distancias con las chicas que le importan. Porque la verdad es que, a veces, si te acercas demasiado al fuego, acabas quemándote.
47. Kurt.
- Puck, ¿qué haces aquí?
La última persona a la que esperaría encontrar en la puerta de mi casa es al mejor amigo de Blaine.
- Tengo que hablar contigo.
- ¿Quieres entrar?
- ¿Estás seguro de que no pasa nada? -pregunta, nervioso.
- Desde luego.
Bueno, probablemente mis padres no opinen lo mismo, pero a mí me parece bien. De todos modos, no creo, que mis padres vayan a decidir de repente que ya no quieren ingresar a Finn en una residencia. Estoy cansado de fingir, de temer la ira de mi madre. Este chico es el mejor amigo de Blaine, y me acepta como soy. Estoy seguro de que no le ha resultado fácil decidirse a venir hasta aquí. Abro la puerta de par en par y dejo entrar a Puck. Si me pregunta sobre Santana, ¿qué le digo? Ella me hizo prometerle que guardaría su secreto.
- ¿Quién está en la puerta, Kurt?
- Puck -le digo a mi madre-. Un amigo del instituto.
- La cena está lista -insinúa mi madre con poca sutileza-. Dile a tu amigo que no es muy educado hacer una visita a la hora de la cena.
Me vuelvo hacia Puck.
- ¿Quieres quedarte a cenar?
Un acto de rebeldía. Me encanta. Es catártico. Oigo los pasos de mi madre que se marcha hecha una furia a la cocina.
- Esto... no, gracias -responde Puck, reprimiendo una carcajada-. Pensaba que podríamos hablar, ya sabes, de Blaine.
Me alivia saber que Puck no está aquí para preguntarme por Santana, aunque por la seriedad de su expresión no sé si deberla empezar a preocuparme.
Le acompaño a través de la casa. Pasamos al lado de Finn que está en el salón leyendo una revista.
- Finn, este es Puck. Es amigo de Blaine. Puck, este es mi hermano, Finn.
Al oír el nombre de Blaine, Finn suelta un grito de alegría.
- Hola, Finn -dice Puck.
Mi hermano sonríe de oreja a oreja.
- Finn, necesito que me hagas un favor. -Mi hermano sacude la cabeza en respuesta mientras susurro-: Necesito que mantengas ocupada a mamá mientras yo hablo con Puck.
Finn sonríe; sé que mi hermano no me fallará.
Mi madre entra en la habitación, ignorándonos a Puck y a mí, mientras empuja la silla de ruedas de Finn hasta la cocina.
Miro a Puck con cautela mientras nos dirigimos al exterior para disponer de algo de intimidad, a salvo de la curiosidad de mi madre.
- ¿Qué pasa?
- Blaien necesita ayuda. A mí no me va a escuchar. Están tramando un importante trapicheo de drogas y han elegido a Blaine para dirigir el cotarro.
- Blaine nunca se metería en eso. Me lo prometió.
La mirada de Puck me dice que él no lo tiene tan claro.
- He intentado hacerle entrar en razón -continúa Puck-. El problema es que... se trata de traficantes importantes. Hay algo que me huele mal, Kurt. Héctor está obligando a Blaine a hacerlo, y te juro que no sé por qué.
- ¿Y qué puedo hacer yo? -le pregunto.
- Dile a Blaine que encuentre el modo de librarse. Solo él puede ayudarse a sí mismo.
¿Decírselo? Blaine no soporta que nadie le diga lo que tiene que hacer. Aunque tampoco me lo imagino accediendo a traficar con drogas.
- ¡Kurt, la cena ya está fría! -grita mi madre desde la ventana de la cocina-. Y tu padre acaba de llegar. Cenemos como una familia por una vez.
El sonido de un plato estrellándose contra el suelo hace que mi madre vuelva a entrar en casa. Un movimiento muy inteligente por parte de Finn, sin duda.
Pero no debo utilizar a Finn para evitar contarles la verdad a mis padres.
- Espera aquí -le digo a Puck-. A no ser que quieras ser testigo de una discusión de los Hummel.
Puck se frota las manos.
- No pueden ser peores que las peleas de mi familia.
Entro en la cocina y le doy un beso a mi padre en la mejilla.
- ¿Quién es tu amigo? -me pregunta con cautela.
- Puck, te presento a mi padre. Papá, este es mi amigo Puck.
- Hola -dice Puck.
Mi padre asiente con la cabeza.
Mi madre hace una mueca.
- Puck y yo tenemos que irnos.
- ¿A dónde? -pregunta mi padre, completamente confuso.
- A ver a Blaine.
- Tú no te vas a ningún sitio -suelta mi madre.
Mi padre levanta las manos. No entiende nada-. ¿Quién es Blaine?
- El otro chicano del que te hablé -espeta mi madre con brusquedad-. ¿No te acuerdas?
- Últimamente no me acuerdo de nada, Elizabeth. -Mi madre se levanta con el plato lleno de comida en la mano y lo lanza al fregadero. El plato acaba rompiéndose y la comida saltando por los aires.
- Te hemos dado todo lo que has querido, Kurt -asegura mi madre-. Un coche nuevo, ropa de diseño... Se me agota la paciencia.
- Todo eso es una frivolidad, mamá. Desde fuera, todos os ven como personas triunfadoras, pero como padres dais asco. Os doy un aprobado justo, y siendo generoso, porque si fuera la señora Pillsbury quien os evaluara habrías cateado. ¿Por qué os da miedo reconocer que tenéis problemas, como hace el resto del mundo? -Me siento estupendamente, y no puedo parar-. Mirad, Blaine necesita mi ayuda. Una de las cosas que me hace ser como soy es la lealtad hacia la gente que me importa. Lo siento si os duele u os asusta.
Finn empieza a armar un alboroto y todos nos damos la vuelta para mirarlo.
- Kurt -dice la voz del ordenador conectado a su silla de ruedas. Finn está presionando las teclas con los dedos-. Buen chico.
Rodeo la mano de mi hermano con los dedos antes de volver a dirigirme a mis padres.
- Si queréis echarme a patadas de aquí, o repudiarme por ser quien soy, entonces hacedlo y acabemos de una vez con esto.
No quiero volver a sentir miedo. Por Blaine, por Finn, por mí mismo. Es hora de enfrentarme a mis miedos, de otro modo acabaré hundiéndome en el dolor y el remordimiento durante el resto de mi vida. No soy perfecto. Ha llegado el momento de que todo el mundo lo sepa.
- Mamá, voy a pedir una cita con el trabajador social del instituto.
Mi madre frunce el ceño y su rostro adopta una expresión de repugnancia.
- Eso es una estupidez. Quedará para siempre en tu expediente académico. No necesitas un trabajador social.
- Sí que lo necesito -admito, y armándome de valor, añado-: Y tú también lo necesitas. Todos lo necesitamos.
- Escúchame, Kurt. Si sales por esa puerta... será mejor que no vuelvas.
- Esto es intolerable -interviene mi padre.
- Lo sé, y me siento muy bien -confieso mientras cojo mi bolso. Es todo lo que tengo, aparte de la ropa que llevo puesta. Con una sonrisa, le tiendo la mano a Puck-. ¿Nos vamos?
Puck no duda ni un instante. Me coge de la mano y dice:
- Sí.
Y ya en su coche:
- Eres duro de pelar. No pensé que tuvieras tanto valor.
Puck me lleva a la parte más oscura de Fairfield, hasta un enorme almacén detrás de la carretera, en una zona aislada. Como si la madre naturaleza pretendiera advertirnos, unas amenazadoras nubes negras cubren el cielo y la temperatura empieza a descender.
Un tipo fornido nos corta el paso.
- ¿Quién es el blanquito? -pregunta.
- Está limpio -afirma Puck.
El chico me mira de arriba abajo de manera insinuante antes de abrir la puerta.
- Si husmea demasiado, deberás responder por él, Puck -le advierte.
Lo único que quiero es llevarme a Blaine de allí, lejos del peligro que nos rodea.
- Eh -suena una voz arenosa cuando entramos en el almacén-. Si quieres algo que te anime, ven a verme, ¿vale?
- Sígueme -me ordena Puck. Me coge por el brazo y me conduce por un largo pasillo. Escucho voces que vienen del lado opuesto del almacén... la voz de Blaine.
- Deja que entre solo -le ruego.
- No es una idea muy inteligente. Espera a que Héctor termine de hablar con él -sugiere Puck, pero yo no le hago caso.
Camino en dirección a la voz de Blaine. Está hablando con dos tipos más y, por el tono de la conversación, parece algo muy serio. Uno de ellos saca una hoja de papel y se la entrega a Blaine. Es entonces cuando se percata de mi presencia.
Blaine le dice algo en voz muy baja a uno de los hombres, antes de doblar el papel y guardarlo en el bolsillo de los vaqueros. Su voz es fría y dura, como la expresión de su rostro.
- ¿Qué coño estás haciendo aquí? -me pregunta.
- Yo solo...
No puedo acabar la frase porque Blaine me coge del brazo.
- Lárgate de aquí ahora mismo. ¿Quién cojones te ha traído aquí?
Estoy intentando pensar en una respuesta cuando Puck aparece de entre las sombras.
- Blaine, por favor. Puede que Puck me haya traído aquí, pero ha sido idea mía.
- Eres un cabrón -le increpa Blaine, soltándome para enfrentarse a Puck.
- ¿No es este tu futuro, Blaine? -le pregunta Puck-. ¿Por qué te avergüenza tanto mostrarle a tu novio tu segunda casa?
Blaine le suelta un puñetazo en la mandíbula y Puck cae al suelo. Corro hacia él y fulmino a Blaine con la mirada.
- ¡No puedo creer que lo hayas hecho! - le grito-. Es tu mejor amigo, Blaine.
- ¡No quiero que veas este lugar! -exclama él, mientras un hilo de sangre empieza a manar del labio de Puck-. No deberías haberlo traído aquí -añade, más calmado esta vez-. Este no es su sitio.
- Ni tampoco el tuyo, hermano -dice Puck en voz baja-. Llévatelo de aquí. Ya ha visto suficiente.
- Ven conmigo -ordena Blaine, ofreciéndome la mano.
En lugar de ir con él, cojo la cara de Puck entre las manos y le inspecciono la herida.
- Dios mío, estás sangrando. -Estoy empezando a perder los papeles. Un poco de sangre es suficiente para provocarme náuseas. Nunca he podido soportar ni la sangre ni la violencia.
Puck aparta mis manos con dulzura.
- Estoy bien. Vete con él.
Una voz prorrumpe desde la oscuridad, dirigiéndose a Blaine y a Puck.
Me estremezco ante la autoridad que proyecta aquella voz. Hasta ahora no estaba asustado, pero ahora sí lo estoy. Es el hombre con el que estaba hablando Blaine. Lleva un traje negro con una camisa de color crudo debajo. Le vi fugazmente en la boda. Lleva el pelo negro engominado hacia atrás y su tez es sombría. Me basta una sola mirada para saber que es alguien muy poderoso dentro de los Latino Blood. Le acompañan dos hombres corpulentos y de aspecto amenazador.
- ¿Qué está pasando aquí? -grita.
- Nada, Héctor -replican Puck y Blaine al unísono.
- Llévatelo de aquí, Anderson.
Blaine me coge de la mano y me saca del almacén. No vuelvo a respirar hasta que estamos fuera.
Perdón por no subir más, sinceramente, me olvidé de la fic, perdón, perdón, perdón. Dejé dos capítulos como recompensa, y mañana, si no voy a la escuela dejo dos más :).
RiveraMyLove- - Mensajes : 1314
Fecha de inscripción : 29/07/2013
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
Esperare esos capitulos ansiosamente!!!
Cuidate, saludos
Cuidate, saludos
Veronica Everett Criss****** - Mensajes : 368
Fecha de inscripción : 19/06/2013
Edad : 26
Re: Química Perfecta {klaine} ADAPTADA.
que bueno que te acordaste de la historia me encantaron y fasinaron los dos capitulos espero actualices pronto ya quiero ver que pasa en el siguiente capitulo
gleeclast-* - Mensajes : 1799
Fecha de inscripción : 26/03/2013
Edad : 27
Página 9 de 12. • 1, 2, 3 ... 8, 9, 10, 11, 12
Temas similares
» FIC (Brittana) Quimica Perfecta (adaptada) Epilogo
» Fic/Brittana: Eres perfecta.. Perfecta para mi/ Capitulo 19 07/05/14
» Luz de Medianoche (adaptada) -KLAINE.
» Marry me .Klaine. ADAPTADA.
» FIC BRITTANA- LA JUGADA PERFECTA-
» Fic/Brittana: Eres perfecta.. Perfecta para mi/ Capitulo 19 07/05/14
» Luz de Medianoche (adaptada) -KLAINE.
» Marry me .Klaine. ADAPTADA.
» FIC BRITTANA- LA JUGADA PERFECTA-
Página 9 de 12.
Permisos de este foro:
No puedes responder a temas en este foro.
Lun Mar 14, 2022 3:20 pm por Laidy T
» Busco fanfic brittana
Lun Feb 28, 2022 10:01 pm por lana66
» Busco fanfic
Sáb Nov 21, 2020 2:14 pm por LaChicken
» [Resuelto]Brittana: (Adaptación) El Oscuro Juego de SATANÁS... (Gp Santana) Cap. 7 Cont. Cap. 8
Jue Sep 17, 2020 12:07 am por gaby1604
» [Resuelto]FanFic Brittana: La Esposa del Vecino (Adaptada) Epílogo
Mar Sep 08, 2020 9:19 am por Isabella28
» Brittana: Destino o Accidente (GP Santana) Actualizado 17-07-2017
Dom Sep 06, 2020 10:27 am por Isabella28
» [Resuelto]Mándame al Infierno pero Besame (adaptación) Gp Santana Cap. 18 y Epilogo
Vie Sep 04, 2020 12:54 am por gaby1604
» Fic Brittana----Más aya de lo normal----(segunda parte)
Mar Ago 25, 2020 7:50 pm por atrizz1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Lun Ago 03, 2020 5:10 pm por marthagr81@yahoo.es
» Que pasó con Naya?
Miér Jul 22, 2020 6:54 pm por marthagr81@yahoo.es
» [Resuelto]FanFic Brittana: Medianoche V (Adaptada) Cap 31
Jue Jul 16, 2020 7:16 am por marthagr81@yahoo.es
» No abandonen
Miér Jun 17, 2020 3:17 pm por Faith2303
» FanFic Brittana: " Glimpse " Epilogo
Vie Abr 17, 2020 12:26 am por Faith2303
» FanFic Brittana: Pídeme lo que Quieras 4: Y Yo te lo Daré (Adaptada) Epílogo
Lun Ene 20, 2020 1:47 pm por thalia danyeli
» Brittana, cafe para dos- Capitulo 16
Dom Oct 06, 2019 8:40 am por mystic
» brittana. amor y hierro capitulo 10
Miér Sep 25, 2019 9:29 am por mystic
» holaaa,he vuelto
Jue Ago 08, 2019 4:33 am por monica.santander
» [Resuelto]FanFic Brittana: Wallbanger 3 Last Call (Adaptada) Epílogo
Miér Mayo 08, 2019 9:25 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Comportamiento (Adaptada) Epílogo
Miér Abr 10, 2019 9:29 pm por 23l1
» [Resuelto]FanFic Brittana: Justicia V (Adaptada) Epílogo
Lun Abr 08, 2019 8:29 pm por 23l1