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FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Realmente no se que decir, nunca pense en ellas compartiendose y se me hace muy raro, creo que asi nunca tendran una relacion exclusiva y por tanto nunca abra amor!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
ARIA MI QUERIDA ARIA ando perdida pero yo de nuevo por aquí nena fiel a tus FF que puedo decir me ha encantado los capítulos fueron los mejores muy sexosos en realidad San esta entrando en ese lado oscuro de Britt y esa rubia poco a poco esta cediendo jejejeje :o espero tu próxima actualización y saludos MI QUERIDA ARIA por cierto extraño tus comentarios en mi FF de verdad me tienes en el olvido Aria :(
Keiri Lopierce-* - Mensajes : 1570
Fecha de inscripción : 09/04/2012
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola soy nueva aca asi q primera vez q comento..me atrapast con tu fic.me encanta q san se anime a nuevas cosas :)
Bss!
Bss!
floor.br***** - Mensajes : 258
Fecha de inscripción : 07/01/2014
Edad : 27
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Esperamos tu respuesta
Moderadoras Zona Fan fics
Moderadoras Zona Fan fics
cvlbrittana-*- - Mensajes : 2510
Fecha de inscripción : 27/02/2012
Edad : 39
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola de nuevoooooooooo!!!
Bueno ya sabe porque no he vuelto a act la falte de tiempo no ayuda, pero no se preocupen que no deja de lado la adaptacion, tratare de actualizar mas seguido junto con los otros dos Fics.
...
Mil disculpas de nuevooooo!!!!
Bueno ya sabe porque no he vuelto a act la falte de tiempo no ayuda, pero no se preocupen que no deja de lado la adaptacion, tratare de actualizar mas seguido junto con los otros dos Fics.
...
Mil disculpas de nuevooooo!!!!
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
regresaaaaaa
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola chicas, como les va???
IM BACK!! Yes!! jejejej Disculpen la eterna tardansa pero como les habia dicho antes la falta de tiempo no ayuda, pues bien aqui les traigo unos cuantos caps, espero que los disfruten y les digo que no falta tanto para terminar el primer libro, aunque si, pero ya vamos mas de la mitad y tengo unos cuantos mas adaptados que estare subiendo estos dias para recompensarlas por haber durado tanto.
Ahora la historia se pone mucho mas interesante, ya veran. Besos y que disfrunten.
-------------------------------------------------------------------------------------------
Capitulo 40
A la mañana siguiente, cuando me despierto, vuelvo a estar sola en la habitación. Rápidamente, las imágenes de lo ocurrido la noche anterior regresan a mi mente y me pongo colorada. Pero también me excito.
El mundo de Brittany me está abduciendo y siento que cada vez me gusta más. De pronto, la puerta se abre. Es ella con una bandeja de desayuno.
—Buenos días, morenita.
Ese saludo, tan de mi padre, me hace sonreír y me siento en la cama. Brittany llega hasta mi lado, suelta la bandeja y, tras darme un dulce beso en los labios, se sienta a mi lado.
—He traído zumo de naranja, algo de embutido, tostadas, plumcake y dos cafés con leche, ¿te parece buen desayuno?
Encantada con aquello, sonrío y la miro.
—El mejor.
Durante unos diez minutos desayunamos entre risas y, cuando acabamos con todo lo que había en la bandeja, la pone en el suelo y se sienta de nuevo junto a mí. Está guapísima con esa camiseta blanca y esos shorts de infarto. Vestida así parece una jovenzuela de mi pandilla, no la directora de una gran multinacional.
—Vamos a ver, pequeña, ¿cómo estás? —pregunta mientras me acaricia el óvalo de la cara.
—Bien, ¿por qué? —Al ver su ceja levantada respondo—. Bien… Si me preguntas por lo que ocurrió ayer, tranquila, estoy bien, lo disfruté y, sobre todo, tú no me obligaste, lo hice yo porque me apetecía.
Brittany asiente. Por su gesto parecía necesitar escuchar aquello y veo que sonríe.
—Me encantó la experiencia contigo. Fue maravillosa.
—Para mí fue extraña. Diferente. Pero también morbosa… muy morbosa. Y ya vi cómo disfrutabas cuando Andrés y Frida me tocaban.
—Mmmm… me excita ver tu cara de perversión, pequeña. Abres la boca de tal manera y te arqueas tan deliciosamente… Me vuelve loca verte así.
Ambas reímos.
—En referencia a la fiesta de esta noche. Si tú no quieres, no…
—Sí, quiero. Quiero ir.
—¿Segura?
—Sí. Totalmente.
Mi decisión parece sorprenderla.
—¿Tú no quieres ir?
—No… no es eso… pero…
—¿Acaso hay alguna mujer por la que me tenga que preocupar?
Brittany suelta una risotada y aclara:
—Absolutamente por ninguna. Con ellas simplemente he jugado y…
—¿Has jugado mucho con ellas?
—Sí.
Eso me incomoda. Cualquiera de ellas me sacará ventaja.
—Pero ¿mucho… mucho?
—Mucho… mucho. A algunas las conozco desde hace más de diez años, pequeña. Pero no tienes de qué preocuparte. En cambio, yo sí que me tengo que preocupar. Tú serás
nueva y estoy convencida de que muchas mujeres te observarán deseosas de ser ellas las elegidas.
—¿Tú crees?
Brittany responde que sí con su cabeza y siento que se le oscurecen los ojos. De pronto, la siento algo escamada y eso me alerta. ¿Estará celosa?
—Sí, lo creo. Pero no olvides, cariño, que…
—… que sólo lo haremos con quien yo quiera, ¿me equivoco?
—No. —Sonríe, mientras me aparta un mechón de pelo de la cara.
Doy un trago a mi café.
—¿Me vas a ofrecer a una.. mujer?
Mi pregunta vuelve a pillarla por sorpresa. Como siempre, lo piensa… lo piensa y, al final, responde con otra pregunta:
—¿Te gustaría?
—Sí… me excita sentir que eres mi dueña. Anoche me excitó.
Se carcajea y, tras darme un beso en los labios, murmura:
—Señorita López, ¿habla de dueña? ¿No dijo que no le gustaba el sado?
—Y no me gusta —aclaro—. Pero me excita sentir tu posesión.
Brittany asiente. Clava sus preciosos ojos en mí y murmura:
—No olvidaré eso cuando te ofrezca esta noche.
Asiento como siempre. Está claro que ella sólo hará lo que yo quiera y, deseosa de que todo sea como siempre, me tumbo en la cama y tras hacerle una seña con el dedo para que se tumbe sobre mí le susurro:
—Tú eres la experta. Estoy en tus manos.
Brittany sonríe y me besa.
—Cariño… cada día me sorprendes más.
Pongo los ojos en blanco y pestañeo.
—Me gustas mucho cuando me llamas cariño. ¿Todavía no te has dado cuenta del influjo que provocas en mí cuando me dices palabras cariñosas?
—Estás comenzando a asustarme.
Eso me hace reír.
—¿Que yo te asusto?
Brittany asiente. Pone entonces sus manos en mi cintura y me hace cosquillas.
—Sí…, señorita López. Comienzo a temer tus juegos. Creo que vas a ser peligrosa.
Tras la comida, Frida y Andrés se retiran a descansar. Brittany me propone lo mismo, pero me apetece leer en la sombrita. Brittany me acompaña y, tiradas en las cómodas hamacas de la piscina y bajo una maravillosa sombra, compartimos música en mi iPod y leemos.
Pero yo apenas leo. Mi mente no para de dar vueltas a todo lo que va a pasar, mientras disfruto de estar junto a Brittany. Verla a mi lado, tranquila y relajada mientras lee el periódico me parece algo sublime, maravilloso. De pronto en mi iPod comienza a sonar una canción y oigo que Brittany la tararea. Eso me deja sin habla.
Sé que faltaron razones, sé que sobraron motivos
Contigo porque me matas, y ahora sin ti ya no vivo
Tú dices blanco, yo digo negro
Tú dices voy, yo digo vengo
Miro la vida en colores y tú en blanco y negro.
Dicen que el amor es suficiente, pero no tengo el valor de hacerle frente
Tú eres quien me hace llorar, pero sólo tú me puedes consolar.
Te regalo mi amor, te regalo mi vida
A pesar del dolor eres tú quien me inspira.
No somos perfectos somos polos opuestos,
Te amo con fuerza te odio a momentos.
Está tarareando la canción Blanco y negro de Malú. ¡Y se la sabe entera!
Asombrada, no me muevo, mientras hago como si leyera mi libro. Escuchar a Brittany cantar aquella canción que siempre me recuerda a ella me pone la carne de gallina. Cuando la termina, me doy cuenta de que me mira.
—Aún recuerdo el día que te escuché cantarla.
—Sí… muy maja tú. Me dijiste que cantaba fatal, ¿lo recuerdas? —Brittany sonríe y yo añado—: Oye… ¿cómo te sabes esta canción? Recuerdo que me preguntaste el título y quién la cantaba.
—La busqué.
—¿Y por qué la buscaste?
—Porque escuchar esta canción me recuerda a ti.
Aquella revelación me deja sin palabras. Brittany continúa leyendo y yo la imito. Estoy emocionada porque, sin utilizar palabras cariñosas, sé que me ha dicho: «Te quiero».
IM BACK!! Yes!! jejejej Disculpen la eterna tardansa pero como les habia dicho antes la falta de tiempo no ayuda, pues bien aqui les traigo unos cuantos caps, espero que los disfruten y les digo que no falta tanto para terminar el primer libro, aunque si, pero ya vamos mas de la mitad y tengo unos cuantos mas adaptados que estare subiendo estos dias para recompensarlas por haber durado tanto.
Ahora la historia se pone mucho mas interesante, ya veran. Besos y que disfrunten.
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Capitulo 40
A la mañana siguiente, cuando me despierto, vuelvo a estar sola en la habitación. Rápidamente, las imágenes de lo ocurrido la noche anterior regresan a mi mente y me pongo colorada. Pero también me excito.
El mundo de Brittany me está abduciendo y siento que cada vez me gusta más. De pronto, la puerta se abre. Es ella con una bandeja de desayuno.
—Buenos días, morenita.
Ese saludo, tan de mi padre, me hace sonreír y me siento en la cama. Brittany llega hasta mi lado, suelta la bandeja y, tras darme un dulce beso en los labios, se sienta a mi lado.
—He traído zumo de naranja, algo de embutido, tostadas, plumcake y dos cafés con leche, ¿te parece buen desayuno?
Encantada con aquello, sonrío y la miro.
—El mejor.
Durante unos diez minutos desayunamos entre risas y, cuando acabamos con todo lo que había en la bandeja, la pone en el suelo y se sienta de nuevo junto a mí. Está guapísima con esa camiseta blanca y esos shorts de infarto. Vestida así parece una jovenzuela de mi pandilla, no la directora de una gran multinacional.
—Vamos a ver, pequeña, ¿cómo estás? —pregunta mientras me acaricia el óvalo de la cara.
—Bien, ¿por qué? —Al ver su ceja levantada respondo—. Bien… Si me preguntas por lo que ocurrió ayer, tranquila, estoy bien, lo disfruté y, sobre todo, tú no me obligaste, lo hice yo porque me apetecía.
Brittany asiente. Por su gesto parecía necesitar escuchar aquello y veo que sonríe.
—Me encantó la experiencia contigo. Fue maravillosa.
—Para mí fue extraña. Diferente. Pero también morbosa… muy morbosa. Y ya vi cómo disfrutabas cuando Andrés y Frida me tocaban.
—Mmmm… me excita ver tu cara de perversión, pequeña. Abres la boca de tal manera y te arqueas tan deliciosamente… Me vuelve loca verte así.
Ambas reímos.
—En referencia a la fiesta de esta noche. Si tú no quieres, no…
—Sí, quiero. Quiero ir.
—¿Segura?
—Sí. Totalmente.
Mi decisión parece sorprenderla.
—¿Tú no quieres ir?
—No… no es eso… pero…
—¿Acaso hay alguna mujer por la que me tenga que preocupar?
Brittany suelta una risotada y aclara:
—Absolutamente por ninguna. Con ellas simplemente he jugado y…
—¿Has jugado mucho con ellas?
—Sí.
Eso me incomoda. Cualquiera de ellas me sacará ventaja.
—Pero ¿mucho… mucho?
—Mucho… mucho. A algunas las conozco desde hace más de diez años, pequeña. Pero no tienes de qué preocuparte. En cambio, yo sí que me tengo que preocupar. Tú serás
nueva y estoy convencida de que muchas mujeres te observarán deseosas de ser ellas las elegidas.
—¿Tú crees?
Brittany responde que sí con su cabeza y siento que se le oscurecen los ojos. De pronto, la siento algo escamada y eso me alerta. ¿Estará celosa?
—Sí, lo creo. Pero no olvides, cariño, que…
—… que sólo lo haremos con quien yo quiera, ¿me equivoco?
—No. —Sonríe, mientras me aparta un mechón de pelo de la cara.
Doy un trago a mi café.
—¿Me vas a ofrecer a una.. mujer?
Mi pregunta vuelve a pillarla por sorpresa. Como siempre, lo piensa… lo piensa y, al final, responde con otra pregunta:
—¿Te gustaría?
—Sí… me excita sentir que eres mi dueña. Anoche me excitó.
Se carcajea y, tras darme un beso en los labios, murmura:
—Señorita López, ¿habla de dueña? ¿No dijo que no le gustaba el sado?
—Y no me gusta —aclaro—. Pero me excita sentir tu posesión.
Brittany asiente. Clava sus preciosos ojos en mí y murmura:
—No olvidaré eso cuando te ofrezca esta noche.
Asiento como siempre. Está claro que ella sólo hará lo que yo quiera y, deseosa de que todo sea como siempre, me tumbo en la cama y tras hacerle una seña con el dedo para que se tumbe sobre mí le susurro:
—Tú eres la experta. Estoy en tus manos.
Brittany sonríe y me besa.
—Cariño… cada día me sorprendes más.
Pongo los ojos en blanco y pestañeo.
—Me gustas mucho cuando me llamas cariño. ¿Todavía no te has dado cuenta del influjo que provocas en mí cuando me dices palabras cariñosas?
—Estás comenzando a asustarme.
Eso me hace reír.
—¿Que yo te asusto?
Brittany asiente. Pone entonces sus manos en mi cintura y me hace cosquillas.
—Sí…, señorita López. Comienzo a temer tus juegos. Creo que vas a ser peligrosa.
Tras la comida, Frida y Andrés se retiran a descansar. Brittany me propone lo mismo, pero me apetece leer en la sombrita. Brittany me acompaña y, tiradas en las cómodas hamacas de la piscina y bajo una maravillosa sombra, compartimos música en mi iPod y leemos.
Pero yo apenas leo. Mi mente no para de dar vueltas a todo lo que va a pasar, mientras disfruto de estar junto a Brittany. Verla a mi lado, tranquila y relajada mientras lee el periódico me parece algo sublime, maravilloso. De pronto en mi iPod comienza a sonar una canción y oigo que Brittany la tararea. Eso me deja sin habla.
Sé que faltaron razones, sé que sobraron motivos
Contigo porque me matas, y ahora sin ti ya no vivo
Tú dices blanco, yo digo negro
Tú dices voy, yo digo vengo
Miro la vida en colores y tú en blanco y negro.
Dicen que el amor es suficiente, pero no tengo el valor de hacerle frente
Tú eres quien me hace llorar, pero sólo tú me puedes consolar.
Te regalo mi amor, te regalo mi vida
A pesar del dolor eres tú quien me inspira.
No somos perfectos somos polos opuestos,
Te amo con fuerza te odio a momentos.
Está tarareando la canción Blanco y negro de Malú. ¡Y se la sabe entera!
Asombrada, no me muevo, mientras hago como si leyera mi libro. Escuchar a Brittany cantar aquella canción que siempre me recuerda a ella me pone la carne de gallina. Cuando la termina, me doy cuenta de que me mira.
—Aún recuerdo el día que te escuché cantarla.
—Sí… muy maja tú. Me dijiste que cantaba fatal, ¿lo recuerdas? —Brittany sonríe y yo añado—: Oye… ¿cómo te sabes esta canción? Recuerdo que me preguntaste el título y quién la cantaba.
—La busqué.
—¿Y por qué la buscaste?
—Porque escuchar esta canción me recuerda a ti.
Aquella revelación me deja sin palabras. Brittany continúa leyendo y yo la imito. Estoy emocionada porque, sin utilizar palabras cariñosas, sé que me ha dicho: «Te quiero».
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 41
A las ocho de la tarde, Frida y yo decidimos arreglarnos. Ellos también. Nos vestimos por separado para sorprendernos y eso me gusta. Quiero sorprender a Brittany. Frida se ofrece a maquillarme, algo que yo no hago muy a menudo, así que la dejo. Ella es esteticista. Me aplica una base oscura en los párpados y mil potingues más en el rostro. Y cuando me miro en el espejo mi cara de sorpresa es increíble. ¿Esa tía con esos ojazos soy yo?
Frida se ríe y me anima a que nos continuemos vistiendo. Ella se ha comprado un vestido rojo, escotado y lleno de flecos, y yo uno plateado de lentejuelas y suelto hasta la cadera. Ambos llegan por la rodilla y son sexies y sugerentes. A los vestidos los acompañan unos increíbles zapatos de tacón, collares larguísimos, plumas en el pelo y, finalmente, unos guantes que sobrepasan el codo. En cuanto acabamos, nos miramos en el espejo y Frida dice divertida:
—¡Oh… parecemos una verdaderas flappers!
—¿Flappers? ¿Qué es eso?
—Santana, en los años veinte la imagen de la mujer cambió radicalmente y se volvió más loca… más atrevida. Las flappers, o las chicas del charlestón, eran las mujeres que se vestían de manera diferente, jovial y alocada. Justo como nosotras, vamos. Listas para volver locas a todos.
Eso me hace reír. Frida es graciosa y tiene un sentido del humor maravilloso. Una vez nos vestimos cogemos las dos boquillas de medio metro que hemos comprado y salimos al salón donde ellos nos esperan.
Antes de entrar, veo a Brittany y me deja sin habla. Lleva un vestido blanco, con un sombrero de la época. Está sexy y guapísima. Andrés va igual de guapo, lleva un traje gris y su camisa roja. Cuando siento los ojos de Brittany sobre los míos sonrío. Veo que le gusta mi disfraz y, acercándose a mí, me coge de la mano y me hace dar una vuelta ante ella.
—Estás despampanante.
—¿Te gusto?
—Me encantas, tanto que creo que no te voy a dejar salir de casa.
Eso me hace reír. Me alejo de ella mientras muevo las caderas para que el vestido se mueva.
—¡Soy una flapper! —Por su cara puedo ver que no sabe de lo que hablo y aclaro—: Una chica loca del charlestón.
Brittany sonríe, viene hacia mí, me coge por la cintura y mientras seguimos a Frida y Andrés hacia su coche, me murmura en el oído:
—Muy bien, flapper… vayamos a pasarlo bien.
A las nueve y media entramos en una preciosa mansión decorada al más puro estilo años veinte. Encantada, miro a mi alrededor y me sorprendo al ver al fondo de un enorme salón a un grupo tocando. Los músicos van de blanco, como en las famosas películas de gánsteres que veía cuando era pequeña.
Brittany me presenta a los anfitriones y éstos, encantados, alaban mi disfraz. Yo sonrío, feliz. Andrés y Frida los saludan también. Tras pasar al salón veo que la gente habla animada y que todos conocen a Brittany y la saludan. Mientras me presenta a los asistentes, estoy asombrada. Saber que es una fiesta donde todos buscan sexo me sorprende. Allí hay gente de todas las edades. Jóvenes y maduros.
Acabadas las presentaciones, escucho la música durante un rato junto a Brittany. Frida, una experta en esos años, es la que me indica si suena un boogie-woogie, un charlestón o un foxtrot. Yo en todo eso estoy pez. Soy más de rock and roll. Y, cuando llevamos varias copas, me entero de que Frida es quien ha ayudado a Maggie, la dueña de la casa, a organizar la fiesta. Según pasa la noche soy consciente de cómo mujeres y hombres se acercan a nosotros y me devoran con la mirada. Sé lo que piensan, pero estoy tranquila. Nadie, absolutamente nadie, dice nada que me pueda incomodar. Todos son muy educados.
Tras varias bebidas, voy al baño junto a Frida. Nuestras vejigas van a explotar. Al llegar hay dos aseos libres y rápidamente entramos en ellos. Mientras estoy allí, la puerta del lavabo se abre y entran otras mujeres. Oigo el cotorreo de muchas de aquellas mujeres que no conozco pero, al escuchar el nombre de Brittany, presto atención.
—Qué alegría volver a ver a Brittany, ¿verdad?
—Oh sí… estoy encantada de que esté de nuevo aquí. Está guapísima.
—¿Cuánto tiempo hace que no venía a una de nuestras fiestas?
—Dos años.
—Realmente se le ve muy bien. Tan atractiva y sexy como siempre.
—Sí… parece estar recuperada tras lo ocurrido. Pobrecilla.
¿Recuperada? ¿Qué le ha pasado a Brittany?
Convencida de que quiero saber más, pongo la oreja pero, entonces, oigo la voz de Frida:
—Chicas, ¡estáis guapísimas! ¿Dónde habéis comprado esos trajes?
En seguida cambian de conversación y se centran en hablar de las compras. Salgo del baño y me uno a ellas. Frida me presenta a las mujeres y todas son encantadoras conmigo. Cuando salgo del baño, una de ellas, Marley, camina a mi lado y me pregunta:
—Has venido con Brittany, ¿verdad?
—Sí.
—¿De dónde eres?
—De Madrid.
—¡Oh, me encanta la capital! Mi marido y yo somos de Huelva, aunque viajamos mucho a Madrid. Tenemos un pisito allí, en plena calle Princesa.
Saber eso me sorprende.
—Pues yo vivo en Serrano Jover.
—En esa calle hay un gimnasio, ¿verdad?
—¿El Holiday Gim? —La mujer hace un gesto afirmativo—. A ese gimnasio voy yo.
Marley sonríe y murmura:
—El mundo es un pañuelo, chica. Mi piso está cerca y a ese gimnasio es al que vamos Ryder y yo cuando estamos en Madrid.
Ambas sonreímos por la coincidencia.
—Pues entonces seguro que nos vemos por allí.
—Segurísimo.
Charlamos sobre mil cosas más, mientras observo a Brittany hablar con dos mujeres al fondo de la sala. Parece divertida. Su gesto está relajado y veo que sonríe. Marley es simpática, salta de un tema a otro, y pronto me presenta a varias mujeres más. Cuando de nuevo nos quedamos solas coge dos copas de champán de una mesa y se me acerca.
—¿Te gustaría pasar un agradable rato conmigo en la sala de al lado?
Me pongo colorada, azul y verde. La mujer, al verlo, sonríe.
—Si lo piensas mejor, avísame, ¿de acuerdo?
Cuando se aleja, me guiña el ojo y yo camino hacia Brittany. Ella, al verme llegar, me da un beso en los labios y continúa hablando con la pareja que la acompaña.
Hay un buffet libre y los comensales comenzamos a degustar los ricos manjares. Siento las miradas de los hombres sobre mí y también las de muchas de las mujeres, aunque, cuando veo cómo muchas de ellas miran a Brittany, me molesta. Mi instinto de posesión se alerta y, al final, Brittany, consciente de lo que me pasa, me tranquiliza y me recuerda dónde estamos. Pero las mujeres que se acercan a nosotras se la comen con la mirada y la gata que hay en mí vuelve a resurgir.
Brittany me mira divertida y, tras disculparnos, me coge del brazo y me aleja hacia una ventana. Una vez solas me besa en la boca.
—Tus ronchones en el cuello te delatan. ¿Qué ocurre?
—Nada.
Inconscientemente me voy a rascar pero Brittany me sujeta la mano y me sopla el cuello.
—No, morenita… no. Si te rascas lo empeorarás.
Eso me hace sonreír. Recuerdo lo que acabo de escuchar en el baño y decido preguntarle, pero se me adelanta.
—Escucha, cielo. Esta gente y yo nos conocemos desde hace años. Tranquilízate.
Miro hacia las mujeres y siento que nos observan. A Brittany le suena el móvil y al mirarlo leo: «Betta».
Ya son varias veces las que he leído ese nombre en el móvil, así que pregunto:
—¿Quién es Betta?
Brittany se guarda el móvil y me mira.
—Alguien de mi pasado. Nada importante.
Doy un trago a mi copa, deseo seguir preguntando sobre esa mujer pero, al final, cambio de tema.
—Cuando estaba en el baño oí a algunas hablar sobre ti.
—Ah, sí… Espero que cosas buenas y excitantes —murmura divertida.
Su gesto de pícara me hace abrir los ojos.
—Gilipollas.
Mi contestación la divierte y, mientras me acaricia la espalda, susurra:
—Nena… son mujeres que conozco desde hace tiempo.
—Decían algo sobre que pareces estar recuperada.
Se tensa. Detiene su jugueteo en mi espalda.
—Los cotilleos de los baños de mujeres no me interesan.
—Ni a mí, listilla —insisto—. Pero al oír eso, pensé que…
Brittany me corta y me hace un gesto que denota incomodidad.
—Ya te he dicho que no me interesa hablar sobre lo que se comente en el baño de mujeres.
Su fría contestación me deja sin palabras. Ha cortado toda probabilidad de seguir hablando del tema, como siempre que surge algo suyo personal. Al final, deseosa de que la comunicación vuelva a ser fluida entre nosotras, me acerco.
—Me molesta cómo te miran algunas mujeres.
Brittany sonríe. Da un trago a su copa y se vuelve hacia mí.
—¿Te has fijado cómo te miran a ti los hombres? —Asiento—. La diferencia entre ellas y ellos es que ellas están deseando que yo las desnude y ellos están deseando desnudarte a ti. Ellas quieren que yo les dé placer y ellos quieren dártelo a ti. ¿No crees que yo puedo estar más molesta?
Sus palabras hacen que me sonroje. La miro y entonces se acerca más a mí.
—Recuerda, San, tu placer es mi placer y, hoy por hoy, mi único placer eres tú. Sólo deseo desnudarte y…
—Calla…
Sorprendida, frunce el ceño.
—¿Qué ocurre?
—Me excitas con lo que dices, Brittany.
La risotada que suelta hace que yo me relaje. Me besa. Me atrae hacia ella.
—Es lo que quiero, morenita. Que te excites.
Dicho esto, el grupo comienza a tocar una sugerente canción y Brittany me agarra por la cintura y me invita a bailar. Mientras bailamos, nos miramos. Sin necesidad de hablar, sólo con la mirada me dice cuánto me desea. Eso me agita y noto cómo mi interior comienza a revolotear. Después me toma de la mano y caminamos por un amplio pasillo de la casa. Una puerta se abre y de ella sale una mujer que nos saluda al vernos:
—Hombre, Brittany, ¡qué alegría verte!
Se dan dos besos y Brittany dice:
—Lo mismo digo, amiga. No sabía que estuvieras por aquí.
La mujer morena sonríe y, tras pasar su mirada por mi cuerpo, murmura:
—Estoy de vacaciones en Cádiz, además, ya sabes que no me pierdo ninguna fiesta de Maggie y Alfred… ¡Son apoteósicas!
Ambas sonríen y entonces Brittany se vuelve hacia mí.
—Santana, te presento a Mitcha, una buena amiga. Mitcha, ella es Santana, mi chica.
¡Vaya! Ha dicho que soy su chica.
Sonrío y le doy dos besos a la recién llegada, pero, al separarme de ella, ésta dice:
—Encantada, Santana. Mmmm… tienes una piel muy suave.
Bajo la cabeza, como una tonta, y entonces oigo a Brittany decir:
—Toda ella es suave y exquisita.
Me contraigo mientras siento que las das mujeres se miran. ¿Me está ofreciendo? Instantes después, Mitcha abre la puerta que acaba de cerrar.
—¿Entramos?
Brittany me agarra y asiente.
Entramos en la espaciosa habitación, sólo iluminada con una luz roja. Mitcha cierra la puerta y veo que no estamos solas. Hay tres parejas liadas sobre una de las tantas camas que se encuentran en aquella habitación y me pongo nerviosa. Sé a qué hemos ido allí y me inquieta. Mitcha se acerca a una pequeña barra y comienza a servir tres copas de champán. Brittany me mira y susurra, poniéndome la carne de gallina:
—¿Qué te parece Mitcha para jugar? Sé que la prefieres a un hombre.
La miro. La mencionada es morena y atractiva. Alguien en quien sin duda me hubiera fijado si la hubiera conocido en otro momento. Brittany espera una contestación.
—Bien.
—¿Te parece bien que te ofrezca a ella?
Mi estómago se contrae pero, excitada, contesto afirmativamente.
—Sí.
—Perfecto. —Brittany sonríe y veo cómo le brillan los ojos.
Dos segundos después, Mitcha se acerca y nos entrega unas copas.
Charlan en alemán e intentan integrarme en la conversación. Se nota que se conocen y la complicidad que hay entre ellas. Pero yo estoy muy nerviosa y más aún cuando Mitcha se acerca para besarme en los labios. Brittany se lo impide.
—Su boca y sus besos son sólo míos.
El corazón se me encoge al escucharla y notar la posesión en su voz. Mitcha asiente. No le ha molestado lo que Brittany ha dicho.
—¿Qué tal si nos sentamos? Estaremos más cómodas.
Brittany me coge de un brazo y me sienta en un sillón. Doy un trago a mi bebida y se colocan uno a cada lado. Estoy nerviosa. Me siento como un bombón bajo la atenta mirada de dos depredadores. Oigo jadeos. Cerca de nosotras, otras personas juegan. Sus gemidos retumban en la habitación y no puedo apartar mi vista de ellos. Lo que hacen me inquieta, me activa y más cuando Brittany acerca su boca a mi oído y me chupa el lóbulo.
—¿Excitada?
Le digo que sí y Mitcha pone una de sus manos en mi rodilla. Comienza a subirla por la pierna.
—Brittany tiene razón, eres muy suave.
Brittany mueve la cabeza. En ese momento la puerta se abre. Entran dos mujeres y un hombre y, tras mirarnos, se ponen al otro lado del salón. Sin preámbulos, una de las mujeres se sienta en uno de los sofás del fondo, se sube el vestido y la otra mujer, ante la mirada del hombre, pone su boca en su sexo.
—Vaya… la fiesta se calienta —sonríe Mitcha.
Brittany me mira y me pide con voz neutra.
—San… quítate las bragas.
Al escuchar aquello estoy tan excitada por todo lo que ocurre a mi alrededor que no lo dudo. Me levanto y, en dos movimientos, hago lo que me dice. Luego vuelvo a sentarme entre ellas. Eric me quita las bragas de la mano y se las coloca a un lado.
—Abre las piernas, nena —ordena.
Lo hago. Mitcha comienza a tocarme. Posa su mano de nuevo en mi rodilla, pero esta vez su recorrido es lento y progresivo. Se adentra en la cara interna de mis muslos y, cuando sus dedos rozan mi vagina, murmura:
—Me encanta tu humedad. Eso me indica que lo vamos a pasar muy bien, preciosa.
Dicho esto, siento que mete un dedo en mí y después dos. Me recuesto más sobre el sofá y suelto un gemido. Brittany acerca su boca a la mía y me besa mientras es otra quien saquea con sus manos mi cuerpo.
—Así, cariño… Quiero que disfrutes para mí.
Mitcha continúa con su invasivo juego y pronto noto que toda mi vagina chorrea. Sentir su saqueo y los besos de Brittany me está volviendo loca.
—¿Te gusta, pequeña?
—Sí.
—¿Quieres más?
—Sí.
Mitcha nos escucha y pregunta:
—¿Qué más quieres, preciosa?
—San… —añade Brittany—. Dile a Mitcha lo que quieres.
Estoy colorada como un tomate y ardo. Menos mal que la luz roja no lo deja ver. Mi boca está seca y Brittany se da cuenta de que no puedo hablar.
—Si no lo dices, cariño… no haremos nada.
—Quiero… quiero que me hagáis lo que queráis.
—Mmmm… ¿dispuesta a todo? —murmura Mitcha—. ¿Qué tal una doble penetración?
—No. De momento sólo tomaremos su vagina —aclara Brittany, y Mitcha acepta.
Excitada y abierta de piernas para ellas, jadeo cuando Eric se incorpora.
—Levanta y date la vuelta, San.
Lo hago e instantes después noto que me desabrocha la cremallera de mi vestido de lentejuelas y éste cae a mis pies. Estoy totalmente desnuda ante Mitcha y mi pecho sube y baja con inquietud. Brittany me besa el cuello.
—Ofrécele tus pechos.
Instintivamente me acerco a ella y Mitcha los toca y los chupa. Primero uno y después el otro. Brittany, que está detrás de mí, me empuja con delicadeza y caigo literalmente sobre la cara de Mitchas que me los agarra, los junta y se mete los dos pezones en la boca, mientras Brittany me masajea las nalgas y me da un azotito. Luego pasa su mano por mi mojada hendidura y mete un dedo en mi interior.
El calor toma mi cuerpo y comienzo a arder. Esas das me tocan a su antojo y me gusta. Cuando creo que voy a explotar, siento que Brittany deja de tocarme y se pone detrás del sillón.
—San… súbete al sillón.
Hago lo que me pide.
—Ahora quiero que le ofrezcas lo más íntimo de ti a Mitcha y dejes que te saboree.
Dicho y hecho. Mitcha recuesta su cabeza sobre el sofá y yo, con una pierna a cada lado de sus hombros, me agacho para que ella me coja con posesión de los muslos y me atraiga hacia ella. Mi vagina queda totalmente sobre su boca y ella comienza a jugar con ella y con mi clítoris. Su boca se desliza de un lado a otro mientras noto cómo me mueve sobre ella y yo gimo de puro placer.
Brittany, que está frente a mí, me observa. En su mirada veo el brillo de la lujuria y eso me altera más. Disfruta con lo que ve y su respiración se vuelve inconstante. Finalmente, se acerca al sofá, me coge de la cabeza y me besa mientras Mitcha prosigue su saqueo particular a mi vagina. Mete un dedo en ella y, mientras su lengua juega con mi clítoris, éste entra y sale rápidamente de mí. El calor crece y crece en mi interior, mientras me siento un juguete delicioso entre las manos de aquellas mujeres. Pero me gusta lo que me hacen. Me gusta ser su juguete y más cuando Brittany murmura en mi boca:
—Eres mi placer… dame más pequeña.
Suelto un chillido devastador y me corro sobre la boca de Mitcha.
Mi vagina palpita. Succiona el dedo que Mitcha tiene en mi interior, y oigo que ella me dice:.
—Así, preciosa. Chilla y córrete para nosotras.
En ese momento, se acerca una mujer y nos mira. La reconozco. ¡Marley! Durante unos minutos se limita a mirarnos mientras yo sigo moviendo mi sexo sobre la boca de Mitcha y ésta, con un dedo en su interior, me hace jadear una y otra vez. La mujer, avivada por lo que hago, se tumba en un diván cercano y comienza su propio juego.
Instantes después, Brittany le indica a Mitcha que pare y coge mi vestido. Me hace bajar del sillón y las tres caminamos hacia una puerta que hay en el fondo del salón. Siento el
martilleo de mi corazón mientras camino desnuda entre las dos y mi vagina palpita por lo sucedido. En mi camino observo a otras personas gritar de placer por sus juegos. En cuanto traspasamos la puerta, Brittany se detiene.
Estoy congestionada. Creo que voy a explotar. Brittany abre una puerta y entramos en una pequeña habitación donde hay una cama y un sillón. Cada vez estoy más excitada. Brittany deja mi vestido en la cama y se sienta en el sillón. Me llama, me da la vuelta y me sienta sobre ella. Me abre las piernas, me las flexiona y me ofrece. Mitcha, sin hablar, se arrodilla, se mete entre mis piernas y vuelve al ataque, mientras Brittany musita en mi oído:
—Así, San… En la intimidad quiero que estés a mi disposición siempre. Soy tu dueña y tú, mi dueña. Sólo yo te puedo ofrecer. Sólo yo puedo abrir tus piernas a los demás. Sólo yo…
—Sí… sólo tú. Juega conmigo —murmuro.
Me doy cuenta de que mi voz y mis palabras la avivan, al mismo tiempo que a mí me estimulan. Lo que estoy diciendo es una auténtica locura, pero es lo que deseo. Quiero que ella me ofrezca. Quiero sucumbir a lo que me pida. Lo quiero todo.
—Me vuelves loca, cariño, y escuchar tus gemidos y cómo te dejas llevar por mí es lo mejor que puedo imaginar. Estamos aquí. Estás desnuda entre mis brazos y otra mujer juega contigo. ¡Oh… Dios… ¡Me gusta sentirte mía en todos los sentidos. Quiero que disfrutes. Quiero que explores y explorarte. Quiero follarte y que te follen. Quiero tanto de ti, cariño, que me das miedo.
Eso me hace jadear y retorcerme. Tengo calor. Mucho calor. La situación me puede. Estoy sobre Brittany. Ella me abre las piernas. Me ofrece a otra mujer. Siento el calor de su sexo contra mi trasero mientras que una mujer de la que sólo sé que se llama Mitcha barre mi sexo con su lengua de atrás hacia adelante.
El orgasmo está a punto de llegarme.
—¿Deseas más? —me dice Brittany.
—Sí… oh sí…
Brittany, al escucharme, se mueve y se levanta. Yo me levanto también y Mitcha hace lo mismo. Brittany me coge de la mano y me sienta sobre la cama. La oigo hablar algo con Mitcha y entonces dice:
—Voy a cumplir tu fantasía, cariño.
Esas das diosas de inquietantes y jóvenes cuerpos quedan completamente desnudas delante de mí y miro sus hermosos sexos. Brittany se queda a un lado y Mitcha se acerca a mí.
—Túmbate en la cama y ábrete de piernas, preciosa.
Miro a Brittany, ella asiente y lo hago. Desnuda y con los pezones duros me tumbo en el centro de la cama y observo que en el techo hay espejos.
Como un diosa nórdica, Brittany se sube a la cama y acerca su boca a la mía.
—Pídeme lo que quieras.
Estoy confundida y sobreexcitada. Ella me besa y yo me estremezco cuando sus manos vuelan por mis pezones. Mitcha nos observa y eso me estimula más. Entonces recuerdo algo que a Brittany le gusta.
—Quiero que Mitcha me folle mientras tú me ofreces, me besas y miras. Sé que te gustará hacerlo. Y, cuando ella se corra, quiero que me folles tú como sabes que me gusta.
A medida que lo voy diciendo, veo que a Brittany se le ilumina la cara. Los ojos le chispean. He entrado totalmente en su juego y ella lo sabe. Me da un último y lascivo beso antes de levantarse de la cama. Después mira a Björn y dice:
—Fóllatela.
—Será un placer, amigo —murmura Mitcha, mientras sonríe.
En su rostro se ve el deseo y su sexo hinchado refleja las ganas que tiene por hacerlo. Se sube a la cama y se pone a horcajadas sobre mí. Siento su sexo sobre el mio y, cuando se agacha, me estira los brazos y se mete uno de mis pechos en la boca, jadeo mientras miro a Brittany. Durante varios minutos, siento cómo Mitcha chupa y succiona mis pezones y manosea mi trasero bajo la atenta mirada de mi dueña. Me estruja las cachas del culo con sus manos y me gusta. Después, baja hacia mis piernas y, sin miramientos, me las agarra y se las pone sobre los hombros hasta dejar mi sexo frente a ella.
Con los ojos muy abiertos, miro los cristales que hay en el techo y me estimulo más. Estoy desnuda en una habitación con dos mujeres y abierta de piernas para una desconocida que me va a follar. Y lo mejor, Brittany está a mi lado, observando. Me anima a disfrutar de la experiencia y yo la quiero disfrutar. Durante varios segundos, Mitcha no hace nada hasta que la oigo decir, mientras siento que introduce sus dedos en mí:
—Estás empapada y tu coño me está volviendo loca.
De pronto vuelvo a sentir su boca invadiéndome y Brittany vuelve a colocarse a mi lado.
—Así, pequeña… —me dice Brittany—. Es lo que querías, ¿verdad?
—Sí.
—Vamos, cariño, ábrete bien para que pueda disfrutar de ti y córrete para que te saboree bien. Después, yo te follaré como llevo horas deseando hacerlo.
Aquel lenguaje tan soez me habría provocado rechazo en otras ocasiones. Incluso me habría molestado, pero de pronto y en una situación como aquélla me gusta. Me estimula. Me altera.
Mitcha me agarra las nalgas para meterme totalmente en su boca. Le gusta, me saborea, disfruta y yo jadeo. Gimo y me retuerzo. Con la lengua barre mi sexo una y otra vez, una y otra vez y entonces Brittany me agarra las manos sobre mi cabeza y no puedo evitar mirar su rosado y ardiente sexo. Mitcha, sin darme tregua, llega hasta mi hinchadísimo clítoris. Está enorme, muy avivado. Siento que lo engancha con sus dientes y tira de él. Grito. Me retuerzo. Quiero más.
Miro a Brittany y vuelvo a observar su sexo. Ella sonríe al intuir mis intenciones y, cuando un jadeo sale de mi boca, se agacha y lo pone entre mis labios. Quiero lamerlo. Lo chupo, pero se retira rápidamente.
—No, pequeña —me dice, agachándose—. Si te dejo hacer lo que quieres, no voy a poder parar.
Mi vagina se contrae y entonces Brittany me baja las piernas.
—Te voy a follar, preciosa. Te voy a follar delante de tu mujer y ella te va a abrir para mí, mientras te sujeta para que no te muevas.
Grito. Me sofoco.
Los ojos de Brittany brillan. Le gusta ver aquello. Le gusta tenerme así. Y entonces Brittany se agacha y me abre los pliegues de la vagina con sus manos. Mitcha me coge de los muslos, pone su sexo en el mio y poco a poco tira de mis muslos y me atrae hacia ella. Mi húmeda vagina se contrae mientras siento cómo Brittany me empuja contra Mitcha. Mi clitoris queda pegado totalmente al suyo.
¡Dios… esa sensación es deliciosa!
Brittany aparta sus manos de mi vagina, coge mis manos y me las sujeta por encima de
la cabeza. En ese momento, Mitcha mueve las caderas en busca de más profundidad y lo consigue. Jadeo… Jadeo y Brittany atrapa mis jadeos con su boca. Se los come. Los disfruta y sé que la vuelven loca.
Mitcha continúa su baile particular sobre mí. Una… y otra… y otra vez… Me folla como le ha pedido Brittany y yo lo gozo. Abro las piernas para ella y dejo que se estruje una y otra vez hasta que mis jadeos se vuelven más seguidos, más sonoros. Exploto y me retuerzo entre las manos de ellas.
Mitcha me suelta. Brittany también me suelta y, cuando Mitcha se retira de mi mí, veo que cambian sus posiciones en la cama. Ahora, Brittany está entre mis piernas y Mitcha sobre mi cabeza. Mientras normalizo mi respiración veo que Brittany, coge una especie de jarra de agua y la deja caer sobre mi sexo. El agua fresquita me hace gritar de nuevo.
—¡Dios… te follaría otra vez! —dice Mitcha, mientras se hace a un lado. Brittany sonríe, mira a su amiga y, mientras me seca con una toallita, murmura:
—Lo harás…
Cierro los ojos. Aún no puedo creer lo que estoy haciendo. Cuando los abro veo la cara de Brittany frente a la mía que me pide:
—Bésame.
Abro la boca y la beso mientras siento que desliza su húmedo sexo en mi clítoris. Juega conmigo. Me estimula y grito de frustración. Estoy mojada y resbaladiza y eso me excita y la excita a ella también. Mete su dedo en mi interior y, como estoy tan abierta, me mete tres de golpe.
—Nena… estás muy abierta y receptiva. Te gusta, ¿verdad?
—Sí… Sí…
Me muevo sobre su mano. Imploro lo que quiero, mientras Brittany continúa su juego sobre mí y Mitcha nos observa.
Con movimientos circulares me estimula y, cuando me quiero dar cuenta, el dedo se mueve en mi interior. Durante unos segundos, lo mueve mientras yo me arqueo para que no pare y entonces soy consciente de que Mitcha vuelve a estar cerca y pone su sexo sobre mi cara.
La vista se me nubla cuando Brittany saca su dedo de mi y de una estocada cae sobre mi vagina. Grito. Ella se para y me mira. Se tumba sobre mí, pone una mano sobre mi cabeza y la otra en mi trasero.
—Dios, nena… me estás volviendo loca. ¿Esto es lo que quieres?
—Sí.
Mueve sus caderas y se hunde más en mi interior, Jadeo. Noto cómo mi carne se abre para recibirlo y eso me hace gemir y retorcerme entre sus brazos. Brittany me besa, entra una… dos… tres… cuatro y mil veces en mí con posesión, mientras me arranca gustosos gemidos de placer. Mitcha me agarra los hombros para que no me mueva. Y entonces las embestidas de Brittany se vuelven más secas y posesivas, mientras Mitcha murmura:
—Así, preciosa… disfruta…
Mis gritos no tardan en aparecer de nuevo. Agarro a Brittany por el trasero y la obligo a golpearse contra mí una y otra vez mientras veo sobre mi cara el sexo mojado e hinchado de Mitcha. Estoy a punto de pedirle que me ponga en la boca, cuando Brittany lee mi pensamiento.
—No. Mírame.
Rápidamente le hago caso y siento que Mitcha me suelta los hombros y se baja de la cama. Brittany clava sus impresionantes ojos en mí y me da un azote que me escuece, mientras se mese con fuerza contra mi. Su respiración es brusca, inconstante pero sus acometidas me hacen convulsionar a cada nuevo ataque. Vuelve a azotarme. El calor me sube por el cuerpo y jadeo su nombre…
—Britt…
Me abrasa la excitación cuando vuelve a darme otro azote y noto que mete un dedo junto en mi vagina y vuelvo a jadear. Su dedo empapado de mis fluidos, yo grito. Esta vez, la invasión es más fuerte. Su demoledor dedo entra y sale en mi vagina y esa nueva sensación me deja extenuada.
Con el cuerpo palpitándome, deseo lo que me exige y lo que me hace y casi rezo para que continúe y no pare nunca. Mis caderas se levantan en busca de más, hasta que el rostro de Brittany se contrae y yo, tras un demoledor grito, me dejo llevar.
Cuando todo acaba, Brittany cae sobre mí. La abrazo y ella mete su cara en mi cuello. Permanecemos así unos minutos. Agotadas. Rendidas. Consumidas. Hasta que se separa de mí y, sin mirarme, ordena con voz seca:
—Vístete. Nos vamos.
Extasiada por lo vivido, hago un gesto afirmativo con mi cabeza. Cojo el vestido, que veo a un lado de la cama, y me lo pongo. Me siento en la cama y la observo vestirse. Después, me doy cuenta de que estamos solas en la habitación.
—¿Dónde está Mitcha?
Brittany me mira y, con un gesto que me descuadra, pregunta:
—¿Para qué quieres saberlo?
—Para nada, Brittany —respondo, sin entender su pregunta—. Es simple curiosidad.
En ese instante me percato de que algo le pasa y la agarro del brazo. Brittany se suelta de mala gana.
—¿Por qué estás enfadado?
La furia de sus ojos me deja sin habla.
—¿Por qué querías comerle el coño ?
Sus palabras me sorprenden. No sé que responder.
—No lo sé, Brittany. El morbo del momento.
Al ver que ella no me mira y se sigue poniendo su vestido, exploto:
—¡Perfecto! Me traes aquí. Me haces abrirme de piernas para ella y ahora, ¿me vienes con reproches? Joder, Brittany… no lo entiendo.
—Tú has accedido. No lo olvides.
—Por supuesto que he accedido. ¡Imbécil! He entrado en el juego. ¡Tu juego! Me he dejado lamer, chupar y follar por una persona a la que no conozco de nada porque sé que a ti es lo que te gusta, y ahora, cuando ves que he disfrutado y me he dejado llevar por el morbo, me lo reprochas. ¡Vete a la mierda!
Dispuesta a largarme de allí, me encamino hacia la puerta. Pero antes de que llegue, ella me agarra y me tumba sobre la cama.
—Tienes razón, nena… tienes razón.
—¡Gilipollas!… Eso es lo que eres, una auténtica gilipollas.
—Entre otras muchas cosas. Perdóname.
Sus ojos… su voz… el olor a sexo y todo ella consigue que mi enfado, como siempre, desaparezca en décimas de segundo.
—Perdóname, cariño. Me he dejado llevar por mi instinto de posesión y…
—Pero vamos a ver, Brittany. ¡Soy tuya! ¿Todavía no te has dado cuenta de que sólo quiero hacer lo que tú quieras? ¿De verdad que todavía no te has dado cuenta de que el morbo y jugar me gusta, pero sólo contigo? Tu dijiste que mi placer es tu placer. Pues aplícate el cuento porque a mí me pasa lo mismo. Lo que acaba de pasar aquí, ha sido ¡increíble! ¡Maravilloso! ¡Extenuante! Me ha gustado ver el brillo en tus ojos cuando te he pedido lo que quería. Has disfrutado el momento y yo también. ¿Dónde está el mal? Sólo me he dejado llevar por lo que tú me has enseñado a disfrutar, el morbo. Y ese morbo, tú y lo que me hacías me hicieron querer hacer algo más. Pero si…
Brittany me besa. No me deja terminar.
Devora mi boca y juega con mi lengua mientras yo adoro que lo haga. Durante un rato permanecemos solas y abrazadas en la habitación. Sólo nos abrazamos. Estamos agotadas. Y cuando abandonamos la solitaria habitación y regresamos al salón general, Mitcha se acerca a nosotras, nos ofrece unas copas de champán bien frío, me coge de la mano y deposita un beso en mi mejilla.
—Ha sido todo un placer, San.
Yo asiento. Mitcha mira a Brittany.
—Gracias, amiga, por ofrecerme a tu mujer. Ha sido una delicia.
Brittany sonríe.
—Me alegra saberlo.
—Por cierto —añade Mitcha—. Mañana por la noche vamos a jugar a la rueda en la villa que he alquilado. Marisa y Frida se han ofrecido, ¿os animáis?
¿La rueda? ¿Qué es la rueda? Quiero preguntar. Pero Brittany responde mientras nos alejamos:
—Gracias por la invitación, pero no. Quizá en otro momento.
Cuando llegamos a la pista de baile y comenzamos a movernos al son de la música, mi curiosidad no puede más y pregunto:
—¿Qué es la rueda?
—Un juego para el que tú no estás preparada.
—Vale… Pero ¿qué es?
Brittany sonríe y me acerca más a ella.
—De entrada, te desnudarías junto a las otras dos mujeres. Suele haber dos o tres. Los hombres jugarían a las cartas mientras las mujeres servís las copas y satisfacéis sus caprichos más inmediatos. Una vez termina la partida, los hombres hacen un círculo alrededor de las mujeres que se han ofrecido y toda la rueda las folla. Eso sí… siempre con su consentimiento.
Asiento y trago con dificultad. No. Definitivamente no estoy preparada para ello.
Sobre las cuatro de la mañana, sin haber compartido nada más que charla con otros, Brittany y yo decidimos regresar a casa. Frida y Andrés regresarán más tarde. Cuando nos sentamos en la limusina que los dueños de la casa han puesto a nuestra disposición, me abraza y yo la miro con picardía.
—Estoy agotada, ¿por qué será?
—Por el esfuerzo, morenita… no lo dudes.
Ambas nos reímos y Brittany me besa en el cuello.
—¿Lo has pasado bien?
—Sí. Muy bien.
—¿Tanto como para repetir otro día?
Busco su mirada para responder:
—Oh, sí… por supuesto que sí. Además, he visto cosas que quiero probar y…
Brittany sonríe y acerca su boca a la mía.
—Dios mío, ¡he creado un monstruo!
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 42
Tres días después, seguimos en Zahara de los Atunes y nos animan a que nos quedemos más tiempo en el chalet. Al final aceptamos encantadas. Brittany recibe varias llamadas y mensajes de una tal Marta y cada vez me tengo que morder más la lengua para no saltar: «¿Quién es esa mujer que llama tanto?».
Al cuarto día, Frida y yo decidimos bajar una noche a Zahara para tomar unas copas. Brittany y Andrés juegan al ajedrez y prefieren quedarse en el chalet tranquilamente.
Llegamos a un pub llamado «lacosita». Allí nos pedimos unos cubatas y nos sentamos a charlar en la barra. Hablar con Frida es fácil. Ella es divertida, charlatana y encantadora.
—¿Llevas mucho tiempo casada con Andrés?
—Ocho años. Y cada día estoy más contenta de haberlo atropellado.
—¿Cómo?
Frida se carcajea y me aclara:
—Lo conocí porque lo atropellé con el coche.
Eso me hace reír.
—Cuéntamelo ahora mismo —le exijo—. Quiero saberlo todo.
Frida da un trago a su bebida y comienza a relatármelo:
—Ambos íbamos a la facultad de medicina en Núremberg. Y el primer día que llevé mi coche a la facultad, cuando fui a aparcar, no lo vi y lo atropellé. Por suerte, no le hice nada salvo algún moratón al caer y poco más. Eso sí… fue un flechazo en toda regla y, a partir de ese día, no nos hemos separado.
Ambas reímos y vuelvo a preguntar:
—Oye, y el tema de los juegos, ¿quién fue el que lo propuso?
—Yo.
—¿Tú?
Ella asiente.
—Tenías que haber visto su cara la primera vez que le hablé de ello. Se negó en redondo. Pero un día lo invité a una de las fiestas donde yo solía juntarme con gente que jugaba, le presenté a Brittany y, bueno… a partir de ese día ¡le gustó!
—¡¿Britt?!
—Sí. Ella y yo somos amigas de toda la vida y nos movíamos por el mismo círculo. Algo que, como habrás visto, continuamos haciendo. Por cierto, creo que ya sabes que fui yo la que ese día en el hotel…
—Sí… me lo dijo Brittany.
—Para mí fue un placer complaceras a las dos.
Al recordar algo, pregunto:
—Oye… ¿tú fuiste a la rueda que organizó Mitcha la otra noche?
—Sí —ríe Frida—. Me encantan ese tipo de juegos y a Andrés lo vuelven loco.
—¿Y no te da cosa?
—¿Cosa? —se sorprende—. ¿Por qué?
—No sé… ¿No te parece denigrante estar allí para satisfacer los deseos de los hombres? Vosotras os desnudáis. Vosotras sois las entregadas. Vosotras sois las que… pues eso.
Frida suelta una carcajada y se retira el flequillo de la cara.
—No, cielo. El morbo que me provoca el momento me encanta. Me vuelve loca cómo me desean, cómo me entrega mi marido, cómo me poseen los demás. Me gusta y le gusta a Andrés. Eso es lo que cuenta, que a ambos nos guste y disfrutemos de ello.
Quiero preguntarle más cosas sobre los juegos, sobre Brittany, Betta o Marta, pero suena la clásica canción Love is in the air de John Paul John y Frida grita emocionada:
—Me encanta esta canción. ¡Vamos a bailar!
Divertidas, las dos salimos a la pequeña pista donde comenzamos a contonear las caderas al son de aquella bonita canción, mientras soy consciente de que varios de los hombres que se encuentran allí nos observan. Somos dos mujeres jóvenes solas y los moscones acechan.
Sobre las tres de la madrugada, Frida y yo decidimos regresar al chalet. Estamos agotadas. Caminamos hasta el BMW que hemos dejado aparcado en el parking de la playa y dos de los moscones salen a nuestro encuentro.
—Vaya… vaya… aquí están las dos bailonas del pub.
Al mirarlos, los identifico y sonrío.
—Si no queréis líos, más vale que os quitéis de nuestro camino.
Frida me mira. En su rostro veo la inseguridad. Estamos en el parking de la playa y no hay ni una alma. Yo no me dejo llevar por el miedo, agarro a Frida del codo y continúo andando en dirección al coche.
—Eh… venid a aquí, guapas. Estáis cachondas y queremos daros lo que queréis.
—Venga va… idos a la mierda —suelto.
Los hombres continúan tras nosotras. Se nota que van bebidos y siguen con sus toscas insinuaciones.
Cuando llegamos hasta el coche, exijo a Frida que me dé las llaves. Esta tan nerviosa que apenas atina a dármelas. Se las quito de la mano y entonces siento que uno de esos tipos está detrás de mí y pone su mano en mi trasero. Echo el codo hacia atrás y le doy un codazo en el esternón. Frida grita y el joven maldice. El otro intenta agarrar a Frida y, para ello, me empuja y caigo sobre la arena. Eso ya remata mi enfado y me levanto rápidamente.
El que me ha tocado el trasero se acerca para sujetarme, pero yo soy más rápida que él y le asesto un puñetazo en la mandíbula que lo hace gritar. Yo grito también, pero de dolor. Me he destrozado los nudillos. Sin embargo, el tipo se levanta y me tira de nuevo al suelo. Mis nudillos doloridos dan contra la arena y las piedras y se raspan. Eso me encoleriza y decido acabar con aquella tontería. Me levanto del suelo con la adrenalina por las nubes, me pongo en posición ante el tío, le doy un nuevo puñetazo en la mejilla y una patada en la boca del estómago. Después, agarro al tipo que sujeta por el pelo a Frida, le doy la vuelta y le suelto una patada que lo hace volar unos metros. Miro a Frida y digo:
—Vamos. Monta en el coche.
Los dos hombres están en el suelo y aprovechamos para huir. En cuanto salimos del aparcamiento de la playa y llegamos a una calle donde hay gente sentada en las terrazas detengo el coche. Me vuelvo hacia Frida y le retiro el pelo de la cara.
—¿Estás bien?
Frida, aún algo asustada, asiente.
—¿Dónde has aprendido a defenderte así?
—Kárate. Mi padre nos apuntó a mi hermana y a mí cuando éramos pequeñitas. Siempre dijo que teníamos que aprender a defendernos de la gentuza y, mira, ¡tenía razón!
—Ha sido flipante. ¡Eres mi heroína! —sonríe Frida—. Esos tipos se han llevado su
buen merecido y… ¡Oh, Dios mío, San, tu mano!
Ambas miramos mi mano derecha. Tiene los nudillos rojos, desollados e hinchados. La muevo lo mejor que puedo e intento quitarle importancia.
—No es nada… no te preocupes. Pero necesitaré hielo para bajar la hinchazón. ¿Conduces tú, que yo no puedo?
—Por supuesto.
Frida se baja del coche y yo me corro hacia su asiento. Nada más montarse, acelera el coche y nos dirigimos hacia el chalet.
Cuando llegamos, veo que hay luz en el salón y, dos segundos después, Brittany y Andrés aparecen para recibirnos. Ambas nos reímos pero, a medida que nos acercamos, Brittany ve mi mano y acelera el paso.
—¿Qué te ha pasado?
Voy a responder, cuando Frida se adelanta.
—Cuando hemos salido del pub, unos tipos han intentado propasarse con nosotras. Menos mal que San ha sabido defendernos. ¡Ha sido increíble! No veas qué patadas y puñetazos les ha dado. Por cierto, hay que ponerle hielo en la mano ¡ya!
La cara de Brittany es un poema mientras Frida escenifica una y otra vez lo ocurrido y habla sin parar. Está tan impresionada por ello que no puede parar. Andrés, al ver que las dos estamos bien, abraza a su mujer. Brittany continúa a un metro de mí con gesto adusto. Noto la angustia por el susto en su mirada. Finalmente, para intentar quitar hierro al asunto, le doy un beso.
—Tranquila. No ha sido nada. Sólo unos idiotas que querían que yo les zumbase.
—Monta en el coche, San —exige Brittany de pronto.
—¡¿Cómo?!
Le quita las llaves de la mano a Frida, frenética.
—Me vas a decir quiénes han sido esos hijos de su madre y se las van a ver conmigo.
Andrés y Frida se colocan rápidamente a su lado. Andrés le quita las llaves y Frida dice:
—¿Se puede saber adónde vas?
—A darles su merecido a esos tipos. Dame las llaves, Andrés.
Brittany respira con dificultad. Esta furiosa.
—Maldita sea, Brittany —digo, dispuesta a que olvide esa tontería—. No ha pasado nada. ¿Qué quieres? ¿Que realmente pase algo que luego tengamos que lamentar?
Mi grito hace que me mire. De un portazo cierra la puerta del coche, camina hacia mí y mientras pasa su mano por mi cintura, murmura:
—¿Estás bien?
—Sí… tranquila. Sólo necesito agua oxigenada para limpiarme los raspones y hielo para la hinchazón.
—Dios, pequeña… —murmura posando su frente contra la mía—. Te podía haber pasado algo…
—Brittany… no ha pasado nada. Es más, tenías que haber visto cómo han quedado esos tipos. —Y, mientras Frida y Andrés entran en casa, añado—: Los he machacado.
Me abraza. Me aprieta contra ella y mete su cara en mi cuello. Durante unos minutos permanecemos así.
—Recuerda lo que te dije: campeona de kárate.
Noto que sonríe y cómo sus músculos se relajan. Finalmente me da un dulce beso
en los labios.
—Ah… pequeña, ¿qué voy a hacer contigo?
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Genail!! Ya echaba de menos esta historia, espero que realmente puedas poner más capitulos, porque como siempre quiero más.
¡¡Que paliza les ha dado San!! Menos mal que convencieron a Britt de no ir sino manda al hospital a esos dos tíos.
La fiesta... una sola palabra ¡¡¡wanky!!!
Un beso nena T.A.
Marta_Snix-*- - Mensajes : 2428
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
holap.,...
me encantaron los capítulos,...
de alguna manera u otra tengo que odiar a betta???
BRITT A DESATADO EL DEMONIO DE SAN JAJAJA,..
que buena paliza le dio a esos tíos san!!
nos vemos,..
me encantaron los capítulos,...
de alguna manera u otra tengo que odiar a betta???
BRITT A DESATADO EL DEMONIO DE SAN JAJAJA,..
que buena paliza le dio a esos tíos san!!
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3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
SIEMPRE HE DICHO QUE ME GUSTARIA QUE SE INVOLUCRARAN SENTIMIENTOS, AHORA SE QUE LOS HAY DE SAN HACIA BRITT PQ PARA ACEPTAR HACER ESO DEBE QUERERLA MUCHO, YO SOY ALGO LIBERAL, PERO NO TANTO! HASTA LUEGO!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
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Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola al fin!!! Esta historia esta re buena!!!
Saludos
Saludos
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Hola chicas, como les va??? No puedo contestar sus comentarios porque ando con prisas, pero les dejo unos capitulos
Capitulo 43
Los maravillosos días juntas continúan y lo ocurrido esa noche se acaba convirtiendo en una anécdota más. Dedicamos los días a tomar el sol, a charlar y a disfrutar de nuestra compañía. Los mensajes de la tal Betta siguen llegando e intento no pensar en ellos. No debo. Emily también me manda mensajes a mí y Brittany se abstiene de comentarlos.
Una de las mañanas nos vamos los cuatro de excursión a Tarifa, para ver las ruinas romanas de Baelo Claudia en Bolonia. Comemos allí en un precioso restaurante y, cuando vamos a pagar, nos encontramos con Mitcha, la amiga de Brittany y otra amiga.
Nos saludan con afabilidad y juntos vamos todos a tomar un café a una terracita. Mientras tomamos café, me entero que Mitcha es una abogada alemana y que está de vacaciones por el sur. La otra amiga, una tal Meg, es una viticultora francesa. Durante un rato charlamos de lo primero que sale, pero soy consciente de las miradas que me lanza Mitcha de vez en cuando. Brittany también se da cuenta y se acerca a mi oído.
—Mitcha se muere por probarte de nuevo.
—¿Y no te molesta saberlo?
Brittany sonríe y me besa en el cuello.
—No. Es una buena amiga y sé que nunca haría nada sin mi permiso. Además, estoy deseando ofrecerte a ella de nuevo, si tú quieres.
El calor se apodera de mi cara y me abanico, mientras Brittany sonríe.
—¿Calor, pequeña?
—Sí.
Pasea las manos por mis muslos, con posesión, y veo que Mitcha nos observa. Brittany, que está pendiente de todo, murmura:
—¿Quieres que vayamos a un hotel y te follemos?
—¡Britt!
—O mejor… ¿Qué tal si vamos a la playa y en el agua…?
—¡Brittany!
—Sólo pensar en cómo abres la boca cuando jadeas ya me pone.
Divertida, quita las manos de mis piernas. Disfruta con sus provocaciones y yo me acaloro. Me abanico y Brittany sonríe.
Tras los cafés, cuando nos vamos a despedir, oigo a Andrés preguntar:
—Mitcha, Meg, ¿os apetece venir a mi casa a cenar?
Aceptan inmediatamente y yo me acaloro más. Tras despedirnos de ellos y quedar a las nueve, Frida se me acerca mientras caminamos hacia el coche.
—¡Uoooo…! Esta noche tenemos fiestecita privada.
Durante todo el camino de vuelta, Brittany no hace más que mirarme y sonreír. Y cuando llegamos a casa y nos duchamos me estimula, mientras me susurra al oído que esa noche me va a ofrecer. Tras la ducha, me pide que me vista para la cena con un vestido verde y unos zapatos de tacón que le gustan y me sugiere que no lleve ropa interior.
A las nueve, llegan Meg y Mitcha. Siento cómo ésta me mira y recorre mi cuerpo con sus ojos. Eso me inquieta, ya que sé por y para qué ha venido.
Andrés nos hace la cena. Es un estupendo cocinero y los seis disfrutamos del asado de carne alrededor de la mesa. Durante la cena, Brittany no me quita ojo y veo que sonríe al notar mis pezones duros como piedras marcarse bajo mi vestido. Está disfrutando de mi
nerviosismo y eso me pone todavía más histérica.
Nada más acabar la cena, Brittany se levanta impaciente, coge mi mano, una botella de champán y, tras mirar a Mitcha, murmura:
—Vayamos a por el postre.
Mitcha se limpia la boca con la servilleta, sonríe y se dirige hacia donde está Brittany. Yo me quedo ojiplática.
Me dejo llevar por Brittany de la mano. La dirección que lleva es la del cuarto azul con la cama redonda. En cuanto las tres entramos en la habitación, me suelta y dice:
—No te muevas.
Me paro en seco y veo cómo ella se sienta en la cama. Pone tres copas sobre una mesita y las comienza a llenar. Comienzo a tener calor. Sobre la cama veo varios botes y… y… el vibrador. Ardo. Me fijo en las sábanas. Brillan. Parecen de plástico y en ese instante siento que Mitcha se me acerca y se queda detrás de mí. Brittany coge una de las copas y comienza a beber.
—Maravilloso postre —dice, tras dar un trago—, ¿no crees, Mitcha?
En décimas de segundo, las manos de ésta se posan sobre mi cintura y bajan por el contorno de mi trasero mientras Brittany nos observa. Cuando llega a las cachas de mi culo las aprieta.
—Mmmmm… estupendo.
Me muevo enloquecida mientras esa mujer me sigue tocando sin decoro. Los ojos de Brittany chispean de excitación cuando nota que mi movimiento facilita que Mitcha me acaricie. Durante unos minutos, se limita a tocarme por encima del vestido. Mis pezones duros se marcan en éste y ella posa su boca sobre la tela. Juega con ellos hasta que Brittany dice:
—Ven, San… voy a desnudarte.
En décimas de segundo, el vestido cae a mis pies y quedo totalmente desnuda ante ellos. Mitcha se sienta junto a Brittany en la cama.
—Tu mujer me encanta… Es tan sabrosa que deseo chuparla entera.
Brittany sonríe con morbo, me da un cachete en el culo que me escuece y le indica a su amiga, mientras me acerca a ella.
—Chúpala, es tu postre. Deseo ver cómo lo haces.
Escuchar eso hace que mi estómago se contraiga y entonces Mitcha, aún vestida, se tumba en la cama.
—Vamos, preciosa. Ven aquí. Arrodíllate frente a mi cara y dame tu coñito. Eres mi postre y te voy a comer entera.
Me subo a la cama y hago lo que me pide, avivada por lo que me dice y, en especial, por la posesiva mirada de Brittany.
Sin dilación me agarra por los muslos y su boca se pasea, acelerada, por mi sexo. Lo lame. Lo chupa. Lo succiona. Lo restriega sobre su cara mientras siento que sus dientes me dan pequeños mordisquitos que me hacen jadear. Cierro los ojos. Estoy extasiada y mis caderas bailan sobre su boca, mientras mis pechos se mueven de un lado para el otro.
No veo a Brittany. Está sentada detrás de mí y, debido a mi postura, no puedo ver su cara. Pero siento su mirada clavada en mi espalda y soy consciente de que nota cómo restriego mi vagina sobre la boca de su amiga en busca de mi placer. Aquel nuevo mundo que estoy descubriendo cada vez me gusta más y, a cada instante, su disfrute es superior al hecho de perder la vergüenza y buscar mi placer. De pronto siento que Brittany me tira de las caderas y me pone a cuatro patas sobre su amiga. Mitcha junta mis pechos y se levanta para metérselos en la boca,
mientras Brittany pone la punta de sus dedos en mi húmeda vagina y poco a poco los introduce.
Dos mujeres. Una encima y otra debajo. Estoy a su merced. Estoy tan excitada que noto cómo mis fluidos resbalan por mi pierna cuando oigo la voz de Brittany:
—Sí… empapada para mí.
Las manos de Mitcha y las de Brittany están en mi cintura. Cuatro manos me sujetan y grito al notar que son ellas quienes me mueven para empalarme en los dedos de Brittany una y otra vez. A cada grito mío, oigo sus resuellos.
Una y otra… y otra vez más, Brittany me penetra mientras Mitcha empuja mis caderas hacia ella, hasta que de pronto noto que algo mas intenta entrar por el mismo sitio por donde Brittany me penetra. Me muevo y Brittany susurra.
—Es un consolador, cariño. Tranquila. Algún día quiero que seamos das los que te follemos por el mismo sitio.
Calor… calor y más calor.
¡Voy a explotar!
Brittany continúa sus penetraciones, mientras Mitcha me chupa los pezones y, con una de sus manos, mete poco a poco el consolador junto al los dedos de Brittany. Me dilato. Mi cuerpo y el interior de mi vagina se amoldan a la nueva intrusión y comienzo a disfrutar de ellos. Todo es morbo. Todo es caliente. Brittany me da un nuevo azote y vuelve a penetrarme con fuerza. Yo grito y siento que voy a estallar. Mitcha saca el consolador, lo deja sobre la cama y murmura mientras abre mis muslos para Brittany:
—Eres exquisita.
Brittany detiene sus embestidas y coge el bote de lubricante que se encuentra a nuestro lado mientras Mitcha sigue diciendo cosas calientes frente a mi cara y me da azotitos en el trasero que me avivan.
—Ábrela —murmura Brittany.
Mitcha me coge de las cachas del culo y tira de ellas para separarlas. En ese instante noto cómo Brittany, con la yema de su dedo, aplica lubricante sobre mi ano. El líquido resbaladizo está templado y noto cómo lo introduce otro de sus dedos. Lo mete… lo saca y vuelve a meterlo. Jadeo y me muevo inquieta. Nunca he practicado sexo anal y tengo miedo al dolor. Brittany saca el dedo y vuelve a meterlo con otra buena porción de lubricante. Esta vez su dedo gira en circulitos en mi interior.
—Bien, cariño, bien… relájate. Lo estás haciendo muy bien —murmura Brittany.
Gimo y me inclino hacia adelante. Mis pechos caen sobre Mitcha, que aprovecha para mordisquearme los pezones.
—Sí, preciosa… sí… danos tu precioso culito y te prometo que lo pasarás muy bien.
Noto que el dedo de Brittany entra y sale cada vez mejor. Gustosa, muevo mi trasero en busca de aquel nuevo placer cuando siento que Brittany introduce dos dedos. La presión que percibo es tremenda y arqueo la cintura en busca de alivio. Pero el dolor con dos dedos se me hace insoportable.
—Brittany… Brittany, duele.
Inmediatamente, con cuidado, saca los dedos y mete algo con forma de chupete, yo gimo al notar cómo mi carne se abre y se amolda a él. Abro la boca en busca de aire y, cuando siento que Brittany me saca lo que me ha metido…, jadeo… jadeo… jadeo… Instantes después, Brittany se acerca a mí y deposita un beso en mi nuca.
—Ya está, cariño. Por hoy no lo tocaré más.
Mitcha me suelta las cachas del culo y siento que vuelve a abrirme las piernas.
—Brittany… vamos… haz que su pechos bamboleen sobre mí.
La penetración de Brittany es profunda como a mí me gusta. De una embestida, se mete dentro de mí y yo grito. Mis pechos se mueven ante la cara de Mitcha y ésta agarra uno y se lo mete en la boca para mordisquear mi pezón. Cuando lo suelta, me mira y, mientras me muevo por las embestidas de Brittany, Mitcha susurra:
—Espero que Brittany me deje probar algún día la estrechez de tu trasero. Tiene que ser maravilloso follártelo.
No sé qué decir. Sólo muevo mi cabeza mientras me mira y observo las ganas que tiene de penetrarme.
Mitcha no me besa. No se acerca a mi boca. Aún recuerda que Brittany le indicó que mi boca es sólo de ella. Pero me mira y siento su excitación mientras mi cuerpo salta sobre ella ante las penetraciones de Brittany.
Uno… dos… tres… diez.
Brittany saquea mi cuerpo una y otra vez, hasta que se tensa y cae desplomado sobre mí. Yo caigo sobre Mitcha. El sudor de su frente me empapa la espalda y su boca me besa en la cintura. Sonrío al sentirla bien y feliz. Después, sale de mí, libera su cuerpo del mío y dice:
—Ahora tú…
Mitcha asiente, me echa a un lado, se desnuda. Brittany me mira mientras su pecho sube y baja por el esfuerzo que acaba de hacer.
—Túmbate sobre la cama, preciosa —murmura Mitcha.
Cuando lo hago, veo que ambas se levantan, Brittany le cuchichea algo y Mitcha hace un gesto afirmativo. Después, ambas se suben sobre la cama y Brittany coge la botella de champán.
—Junta las plantas de tus pies y flexiona las rodillas.
De nuevo mi húmedo, abierto y chorreante sexo queda ante ellas. Mitcha se agacha y pasea nuevamente su boca por él, mientras Brittany me echa champán en el ombligo. Mi estómago se contrae y el champán cae descontrolado por él. Mitcha chupa el reguero de alcohol que llega hasta mi vulva y murmura:
—Mmmmmmm… Maravilloso. Más…
Brittany vuelve a echarme champán. Esta vez sobre mi vulva y yo me arqueo, mientras Mitcha chupa y lame con avidez el frescor que el champán deja sobre mí.
—Mastúrbate para nosotras, San —pide Brittany, mientras me entrega un vibrador para el clítoris.
Vuelve a echarme champán en mi sexo y agradezco de nuevo el frescor, pero Mitcha lo seca rápidamente a lengüetazos. Enciendo el vibrador y lo pongo al uno sobre mi ya hinchado clítoris. Me muevo sofocada y lo subo al dos. Jadeo al notar cómo se abre la flor que hay en mí ante aquel runruneo y, cuando Brittany lo pone al tres y Mitcha apoya sus manos en mis muslos para que no los cierre, el calor se apodera de mi cuerpo y despego el vibrador de mi clítoris mientras grito y alzo las caderas.
Mitcha deseosa de entrar en mi interior y, más tras lo que acabo de hacer, coge mis muslos y se los pone sobre sus hombros. Me penetra con cuidado. Yo grito y ella vuelve a penetrarme, mientras Brittany se acerca a mí por la cabecera de la cama, riega su sexo con champán y me lo acerca a la boca.
—Todo tuyo, pequeña.
Excitada por mi situación, jugueteo con el clitoris de Brittany en mi boca. Dibujo círculos con la lengua alrededor y siento que reacciona. Su sexo se tiembla mientras lo succiono, escucho a Brittany gemir y Mitcha me penetra. Como tengo los brazos sueltos, llevo mis manos hasta su culo y lo acaricio lentamente.
—Ahhh… —susurra.
Me llenan entre las dos.
Mitcha por mi vagina y Brittany por mi boca hasta que siento que Brittany se retira y observa cómo mi cuerpo se mueve ante las penetraciones de Mitcha.
—¡Dios, me voy a correr! —jadea ésta.
Me coge por las caderas y me aprieta contra ella. Eso me hace retorcerme y gemir. Mis pechos se bambolean delante de ellas, mi cuerpo se arquea y grito:
—¡Más!
Mitcha sale de mí y vuelve a entrar. Abro los ojos y miro a Brittany que me observa a mi lado y siento la lujuria en sus ojos. Me gusta. Me excita. Mitcha da un grito de placer, se echa hacia atrás y se deja ir. Brittany se sienta sobre la cama y me dice:
—San, ven… siéntate sobre mí.
Con las piernas temblorosas, me muevo y la obedezco. Estoy dispuesta a que me posea otra vez. La deseo. Su sexo entra en contacto con el mío haciéndome temblar y sin piedad alguna me aprieta y restriega contra ella.
—Así… vamos, cariño, aráñame al espalda.
Jadeo… grito y la araño. Durante unos minutos, Brittany bambolea sus caderas en círculo al mismo tiempo que yo me muevo contra ella. Adoro esa sensación de plenitud.
—Britt…
—Dime, cariño… —susurra mientras me aprieta una y otra vez y me da la impresión de que me va a partir en dos.
—Me gusta… oh… sí… me gusta.
Asiente con los ojos encendidos.
—Lo sé, pequeña… lo sé.
Mitcha, colocada a nuestro lado, nos observa y, segundos después, se pone detrás de mí y me toca los pezones con sus dedos mientras Brittany vuelve a arremter contra mi una, dos… tres.
—Hoy no, cariño… pero otro día te penetraremos las dos por la vagina.
Un espasmo me recorre el cuerpo. Grito… Jadeo.
Un chillido llama mi atención y de pronto veo a Frida sobre la cama. ¿Cuándo han entrado?
Está en la misma tesitura que yo. Pero ella está siendo penetrada por dos. Andrés, su marido, la penetra por la vagina, mientras Meg la penetra con holgura y fuerza por el ano. Nuestras miradas se encuentran y la carne se me pone de gallina. Ambas disfrutamos de lo que esas personas nos hacen, mientras nos sentimos sus muñecas, sus juguetes y accedemos a sus caprichos.
Siento que un orgasmo devastador va a salir de mí… calor… calor… calor…
Mi vagina se contrae. Las dos gritamos. Yo me dejo ir, mientras Brittany se bebe mi orgasmo.
Agotada, me quedo entre sus brazos y ella me dice dulces y bonitas palabras de amor. Parece mentira que tengamos esa intimidad rodeados por otras personas. Pero sí. Ése es un momento totalmente íntimo entre ella y yo.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 44
Dos días después, tras la noche de sexo lujurioso que pasamos en el cuartito de juegos de Frida y Andrés, la vida sigue su rumbo. Cada vez estoy más colgada por Britt y ella cada vez está más pendiente de mí. Todo lo que necesito o deseo, antes de que yo lo pida, ella me lo da. ¿Se estará enamorando de mí?
Esa mañana, Andrés decide encargar una paellita en la playa. Sobre las dos de la tarde bajamos a comerla al chiringuito. Está deliciosa. La mejor paellita mixta que he comido en mi vida. El teléfono de Brittany suena continuamente y tan pronto leo el nombre de Marta como el de Betta. No digo nada, ella ya lo dice todo con sus gestos. Tras la paella decidimos tirarnos en la playa un ratito a tomar el sol.
El teléfono de Britt vuelve a sonar. Finalmente observo que teclea en él, pero poco después se agobia y le pide a Andrés que la lleve al chalet. Su humor ha cambiado y, aunque lo intenta disimular, su cara no lo puede negar.
Rápidamente me levanto y comienzo a recoger las cosas. Brittany, al verme, me coge de la mano.
—Quédate con Frida, cielo. Andrés regresará para estar con vosotras.
—No… no, yo me voy contigo —insisto.
—He dicho que te quedes, San… no quiero compañía. Me duele la cabeza y quiero estar sola.
Su humor me exaspera.
—Mira, chata, me importa un bledo si no quieres compañía, he dicho que regreso contigo y no se hable más.
—¡Maldita sea! —gruñe—. He dicho que te quedes.
Su gruñido no me asusta.
—No me gustan los numeritos y menos cuando no sé de qué van. Por lo tanto me lo vas a aclarar e iré contigo.
Pero Brittany se niega. Está irascible y, por más que intento convencerla, lo único que consigo es que se enfade a cada segundo más conmigo. Al final, Frida se interpone entre las dos y pone paz. Andrés habla algo con Brittany y la tranquiliza. No entiendo por qué se ha puesto así y me niego a darle un beso cuando se marcha con Andrés.
Durante un rato, Frida y yo permanecemos calladas mientras tomamos el sol, hasta que ella dice:
—Santana, no te preocupes. No pasa nada.
Me muerdo los labios. Estoy enfadada. Me siento en la toalla.
—Sí. Sí pasa, Frida. Sus cambios de humor me desesperan. Tan pronto está bien, como…
—Os conocéis desde hace poco, ¿verdad?
—Sí. Hará unos dos meses más o menos.
—¿Sólo ese tiempo?
—Sí.
Hace un gesto con la cabeza.
—Pues, chica… te aseguro que conozco a Brittany desde hace muchos años y nunca la he visto tan atontadita con una mujer.
—Sí… seguro.
—Te lo prometo, Santana. No tengo por qué engañarte.
Asiento, deseosa de creer lo que ella dice. Lo necesito. Pero entonces recuerdo lo enfadada que estaba.
—No la conozco apenas, Frida. No me deja conocerla salvo en el plano sexual y, aunque con ella estoy descubriendo cosas que me gustan y que sin ella nunca habría experimentado, quiero y necesito saber de ella. De Britt como persona.
Frida arruga la comisura de los labios. Quiero preguntarle mil cosas.
—¿Quiénes son Betta y Marta? Cada día recibe varios mensajes de ellas.
Noto que mi pregunta incomoda a Frida.
—Sé que sabes de lo que hablo. No lo niegues. Por favor, dime qué pasa.
Frida se sube las gafas de sol para mirarme directamente a los ojos y murmura:
—Santana…
Durante unos instantes, la miro a los ojos y finalmente bajo la mirada, rendida. Todo es hermético en torno a ella y murmuro mientras me tumbo en la toalla:
—De acuerdo, Frida, tomemos el sol.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 45
Un par de horas después, Andrés baja a recogernos a la playa. Está de buen humor y, mientras nos encaminamos hacia el coche, me dice que Britt está descansando. Yo asiento. Me niego a preguntar nada. Bastante rayada estoy ya con el tema de las llamadas de aquellas mujeres como para preguntar nada más. Cuando llegamos al chalet me dirijo directamente hacia la piscina. Si Brittany está descansando, no quiero molestar.
Frida y Andrés desaparecen y me quedo sola en la piscina. Cojo mi iPod y me pongo los auriculares. Escucho a Jessie James tumbada en una de las hamacas y canturreo. Media hora después, Brittany aparece por la puerta, parapetada tras unas oscuras gafas de sol. Se para a mi lado. No la miro. No la saludo. Sigo enfadada con ella. Durante más de diez minutos permanecemos en silencio hasta que ella me quita un auricular.
—Hola, morenita.
Con un gesto que denota mi cabreo, le quito el auricular de la mano y me lo pongo de nuevo. Al ver mi poca predisposición para hablar, se sienta cómodamente en una de las hamacas que están frente a mí, se pone los brazos en la cabeza y me mira. Me mira… Me mira… Me mira y, al final, le increpo:
—Por tu bien, deja de mirarme.
—¿O? ¿Me vas a pegar?
Resoplo. Le daría un bofetón con toda la mano abierta.
—Mira, Brittany, ahora la que no quiere tu cercanía soy yo. Vete a paseo.
Ella sonríe y eso me cabrea más.
Me levanto y ella hace lo mismo. Y, sin pensar en nada más, la empujo y cae vestida a la piscina.
—Pero San, ¿qué haces? —protesta.
Con rapidez, cojo mi bolsa de la playa y corro a la habitación. Cuando entro en ella, voy directa a la ducha, allí veo el neceser abierto de Brittany y por primera vez me fijo en los frascos de pastillas que hay. ¿Qué es eso? Pero antes de que pueda acercarme para leer qué pone, lo oigo entrar en el baño y comienza a quitarse la ropa mojada.
—Vamos a ver, San, ¿qué te pasa?
No la miro. Paso por su lado y respondo mosqueada:
—Nada que te importe.
—De ti me importa todo, pequeña.
Sentirla tan relajado, cuando yo estoy que echo humo, me hace mirarla cabreada.
—Brittany, cuando estoy enfadada, es mejor que no me hables, ¿vale?
—¿Por qué?
—Porque no.
—¿Y por qué no?
—Pero, vamos a ver, ¿tú eres tonta? ¿No ves que me estás cabreando más?
—Si quieres, le digo a Frida que le haces una limpieza general ahora mismo. Te conozco y sé que cuando estás cabreada te gusta limpiar la casa.
Al escuchar aquello, gruño. No estoy de humor. Ella se acerca a mí y se agacha, colocándose a mi altura.
—Me paso media vida pidiéndote disculpas. Pero merece la pena por el solo hecho de estar contigo y ver tu cara cuando me perdonas.
Intenta besarme y yo me muevo.
—¿Otra vez la cobra?
Su comentario, en especial su cara, finalmente me hacen sonreír.
—Sí, y como no te alejes, además de la cobra, te vas a llevar un guantazo.
—¡Vaya! Me encanta ese carácter tuyo tan español…
—Pues a mí, tu cabezonería holandesa me saca de quicio, ¡cabezona!
Acto seguido me coge por la cintura, me tumba en la cama y me besa. La toalla se queda por el camino y estoy desnuda. Intento rechazar su boca, pero su fuerza es mucho mayor que la mía y, cuando consigue meter su lengua en ella, ya ha podido con mi voluntad y con mi cabreo, y respondo a sus besos con avidez.
—Así me gusta… —me dice—. Que seas una fiera a la que, cuando yo quiero, domestico.
Aquel comentario tan estupido me hace darle un mordisco en el hombro y ella se encoge, me mira y me muerde en el cuello.
—¡Serás bestia…!
—Para ti siempre, pequeña. ¡Somos como la bella y la bestia! Por supuesto, la bella eres tú y la bestia soy yo.
Ese comentario vuelve a hacerme sonreír y, tras aceptar gustosa el beso de la paz, me doy cuenta de que no tiene buena cara.
—¿Estás bien, Britt?
—Sí. Pero aquí la importante eres tú, no yo.
—No, señorita Pierce, no. Se está usted equivocando. Aquí la que se encontraba mal hace unas horas y no tiene buen aspecto es usted. Si alguien se tiene que preocupar aquí es una servidora, no usted.
Brittany se quita de encima de mí y se pone a mi lado, frente a mi cara.
—Eres preciosa.
—No me vengas con zalamerías, Brittany… y responde, ¿qué ocurre? Acabo de ver en tu neceser varios botes de pastillas y…
—Eres la mujer más bonita e interesante que he tenido el placer de conocer.
—¡Britt! ¿Quieres que te insulte y te dé una patada?
—Mmmmm… me encanta la guerrera que llevas en tu interior.
Sin perder mi sonrisa, le acaricio el pelo.
—Da igual lo que digas. No voy a cambiar de tema. ¿Qué ocurre? ¿Qué son esas medicinas que tienes en tu neceser?
—Nada.
—Mientes.
—¿Tú crees?
—Sí… yo creo. Y que sepas que me estás cabreando otra vez.
Sus ojos me miran y sé que lucha por contestar a mis preguntas. Finalmente murmura sin mucha convicción:
—No pasa nada. No quiero preocuparte.
—Pues me preocupas.
Durante unos instantes, que se me hacen eternos, piensa… piensa… piensa y finalmente dice:
—San… hay cosas que no sabes y…
—Cuéntamelas y las sabré.
De pronto sonríe y choca su nariz contra la mía en un gesto amoroso.
—No, cariño. No puedo o sabrás tanto como yo.
Sigo sin entenderla y cada vez soy más consciente de que me oculta algo.
—Escucha, cabezona…
—No, escucha tú… —Pero luego se arrepiente de lo que va a decir y me revuelve el pelo—. ¡Ah… morenita!, ¿qué voy a hacer contigo?
Deseosa de que confíe totalmente en mí, le abro mi corazón.
—Encapricharte de mí tanto como yo lo estoy de ti. Quizá, al final, hasta me quieras y dejes de ocultarme tus secretitos.
Espero una risa. Una contestación inmediata. Pero Brittany cierra los ojos y con el rostro serio responde:
—No puedo, San. Si despierto las emociones, sólo sentiré dolor y te lo haré sentir a ti.
—Pero ¿qué tontería es ésa? —protesto.
Brittany, al ver mi gesto, intenta cambiar de conversación.
—Mañana ¿qué te apetece que hagamos?
Me siento en la cama y me retiro el pelo de la cara.
—Brittany Pierce, ¿qué es eso de que, si despiertas los sentimientos, las dos sufriremos?
—La verdad.
—Mis sentimientos ya se han despertado y ante eso nada se puede hacer. Me gustas. Me enloqueces. Me encantas. Y no mientas, sé que yo consigo el mismo efecto en ti. Lo sé. Me lo dice tu cara, tus ojos cuando me miran, tus manos cuando me acarician y tu posesión cuando me haces el amor. Y ahora dime de una maldita vez qué son esas medicinas.
Su mandíbula se contrae y, con un movimiento enérgico, se levanta de la cama. Voy tras ella. La sigo hasta el baño, donde se echa agua en la cabeza, coge el neceser, lo cierra y lo estrella contra la pared. Sin saber qué pasa, la miro, interrogándola con mis ojos.
—¿Qué ocurre? ¿Qué he dicho para que te pongas así? ¿Esto tiene algo que ver con las llamadas de la tal Marta y de la tal Betta? ¿Quiénes son? Porque mira, he intentado callarme, ser prudente y no preguntar, pero… pero ¡ya no puedo más!
Brittany no me mira. Sale del baño y se para junto a la ventana. Voy detrás de ella y me planto delante de su cara.
—No huyas de mí. Tú y yo estamos en esta habitación y quiero que seas totalmente sincera conmigo y me digas lo que te pasa. Joder, Brittany, no te estoy pidiendo amor eterno. Sólo necesito saber qué te ocurre y quiénes son esas mujeres.
—Basta, San. No quiero seguir hablando.
Me desespero y, al ver mi cuerpo desnudo en el cristal del armario, decido vestirme. Me pongo unas bragas, una camiseta rosa y un corto peto vaquero. Después me vuelvo hacia ella.
—Vamos a ver, ¿de qué es de lo que no quieres seguir hablando?
—¡He dicho que basta! Por hoy, mi cupo de numeritos ya está lleno.
—¿Tu cupo de numeritos? Pero ¿de qué estás hablando?
—Me incomodan tus preguntas.
Pero yo ya me he envalentonado y soy como un miura que entra a matar.
—¿Que te incomodan mis preguntas? ¡Anda, mi madre…! Pues que sepas que a mí me incomoda tu falta de respuestas. Cada día te entiendo menos.
—No pretendo que me entiendas.
—¿Ah, no?
—No.
Deseo estamparle en la cabeza la lámpara que tengo al lado. Cuando contesta tan a
la defensiva, me saca de mis casillas.
—¿Sabes? Casi te tenía olvidada, después de que desaparecieras de mi vida, pero cuando apareciste en la puerta de casa de mi padre…
—¿Olvidada? —sisea cerca de mi cara—. ¿Cómo me podías tener olvidada y tatuarte lo que te has tatuado en el cuerpo?
Tiene razón.
La frase que me he tatuado es nuestra, y no me veo capaz de rebatirle ese argumento.
—De acuerdo, me tatué esa frase por ti. Apenas te conocía cuando lo hice, pero algo en mi interior me decía que eras alguien importante en mi vida y quería tener en mi cuerpo algo que fuera sólo de nosotras dos y que durara para siempre.
—¿De nosotras dos?
—Sí —grito colérica.
—Me vas a decir que cuando te acuestes con otra, vea esa frase y te la repita, ¿te vas a acordar de mí?
—Probablemente.
—¿Probablemente?
—¡Sí! —grito como una loca—. Probablemente me acuerde de ti y cada vez que una mujer me diga «Pídeme lo que quieras», cuando lo lea en mi cuerpo, conseguiré ver tus ojos y disfrutar lo que disfruto contigo cuando accedo a tus caprichos y hacemos el amor.
Mis palabras la hieren. Su cara se contrae y da un puñetazo a la pared.
—Esto es un error. Un error imperdonable por mi parte. Debería haber dejado que continuaras tu vida con Emily o con la que quisieras.
—¡Brittany! ¿De qué estás hablando?
Se mueve por la habitación como una leona enjaulada. Su rostro, pétreo.
—Recoge tus cosas. Te vas.
—¿Me estás echando?
—Sí.
—¡¿Cómo?!
—Quiero que te vayas.
—¡¿Qué?!
—Llamaré un taxi para que te lleve hasta la casa de tu padre.
Alucinada por la contestación, grito:
—¡Y una chorra! No llames a un taxi, que no lo necesito.
Brittany deja de moverse. Me mira y siento el dolor en sus ojos. ¿Qué le ocurre? No la entiendo. Tengo ganas de llorar. Las lágrimas pugnan por salir de mis ojos pero las contengo. Ella se da cuenta y se acerca a mí.
—San…
—Me acabas de echar, Brittany, ¡ni me toques!
—Escucha, nena…
—No me toques… —replico despacio.
Se detiene a un metro de mí y se pasa las manos por el pelo, nerviosa.
—No quiero que te vayas… pero…
Ese «pero» no me gusta. Odio esa puñetera palabra. Nunca depara nada bueno.
—Mira, mejor me voy. Con «pero» y sin «pero», ¡Me voy!
—Cariño… escúchame.
—¡No! No soy tu cariño. Si fuera tu cariño no me hablarías como me has hablado y
serías sincera conmigo. Me explicarías quiénes son Marta y Betta. Me explicarías por qué no puedo mencionar a tu padre y, sobre todo, me dirías qué son esas puñeteras medicinas que guardas en tu neceser.
—San… por favor. No lo hagas más difícil.
Convencida de que quiero irme, cojo mi mochila y comienzo a meter mis cuatro pertenencias en ella. Veo de reojo que me está mirando. Vuelve a mostrarse inflexible, su cara se contrae y las manos le tiemblan. Está nerviosa, pero como yo estoy furiosa.
—Eres una estupida egocéntrica que sólo piensa en ti… en ti y en ti.
—San…
—Olvídate de mi nombre y sigue mandándote mensajes con esas mujeres. Seguro que ellas saben más de ti que yo.
—Maldita sea, mujer, ¿quieres dejar de gritar? —vocea.
—No. No me da la gana. Te grito porque quiero, porque te lo mereces y porque lo necesito. ¡Gilipollas! Al final le tendré que dar la razón a Emily.
Está claro que no esperaba esa frase.
—¿En qué le tendrás que dar la razón?
—En que me utilizarías y luego pasarías de mí.
—¿Eso te ha dicho esa idiota?
—Sí. Y me acabo de dar cuenta de que dice la verdad.
La desesperación la hace alejarse de mí mientras despotrica como una loca.
La puerta se abre y Andrés y Frida entran. Nuestros gritos los han debido de alertar. Frida se pone a mi lado e intenta tranquilizarme y Andrés va junto a su amiga. Pero Brittany no quiere hablar, sólo blasfema en holandes y sus gritos se escuchan hasta en la Cochinchina. Sorprendida por aquello, Frida tira de mí y me lleva hasta la cocina. Allí me da un vaso de agua y me quita la mochila de las manos.
—No te preocupes, Andrés la tranquilizará.
Enfadada con el mundo en general, bebo agua y respondo:
—Pero, Frida, yo no quiero que Andrés la tranquilice. Quiero ser yo la que lo haga y, sobre todo, quiero enterarme de por qué es tan hermética con su vida. No puedo preguntar nada. No me contesta ninguna pregunta. Y encima, cuando se enfada, se larga corriendo o me echa de su lado, como en este caso.
—¿Qué ha ocurrido?
—No lo sé. Estábamos bromeando, hablando y, de pronto, le he preguntado por unos medicamentos que he visto en su neceser y por los mensajes y las llamadas telefónicas que recibe continuamente de Betta y Marta.
Rompo a llorar. La tensión por fin se relaja y puedo llorar. Frida me abraza, me sienta junto a ella en la cocina y murmura:
—San… tranquilízate. Estoy segura de que lo vuestro es una discusión de enamoradas y ya está.
—¿Enamoradas? —gimoteo—. Pero ¿has oído lo que te he dicho?
—Sí. Lo he oído muy bien. Y aunque Brittany no te lo diga, te repito lo que te dije hace unas horas en la playa. Está loca por ti. Sólo hay que ver cómo te mira, cómo te trata y cómo te protege. La conozco desde hace más de veinte años, somos amigas de toda la vida y créeme cuando te digo que sé que ella siente algo muy fuerte por ti.
—¿Y por qué lo sabes?
—Porque lo sé, Santana. Confía en mí y, en cuanto a esas mujeres, no te preocupes. Créeme.
En ese instante aparece Andrés por la puerta, me mira y murmura con gesto incómodo:
—Santana… Brittany quiere que subas a la habitación.
—No. Ni hablar. Que baje ella.
Mi contestación los desconcierta. Se miran y Andrés insiste:
—Por favor, sube, quiere hablar contigo.
—No. Que baje ella —insisto—. Pero bueno, ¿quién se ha creído la marquesita para que yo tenga que ir detrás de ella como una idiota? No. No subo. Si quiere, que baje ella.
—Santana… —susurra Frida.
—Por favor —suplico deseosa de marcharme de allí—, necesito que me llaméis a un taxi. Por favor…
Frida y él se miran alarmados y Andrés indica:
—Santana, Brittany ha dicho que…
Con la rabia instalada en mi rostro, en mis venas y en todo mi ser, replico:
—Lo que diga Brittany me importa un bledo, lo mismo que yo le importo a ella. Por favor, llama un taxi. Sólo te pido eso.
—No pongas palabras en mi boca que yo no he dicho —dice Brittany, que aparece por la puerta.
La miro. Me mira y volvemos a comportarnos como dos rivales.
—Frida, por favor, llama a un taxi —exijo.
Andrés y Frida se miran. No saben qué hacer. Brittany, ofuscada, no se acerca a mí.
—San, no quiero que te vayas. Sube conmigo a la habitación y hablaremos.
—No. Ahora soy yo la que no quiere hablar contigo y se quiere ir. Me niego a que me utilices más, ¡se acabó!
Brittany cierra los ojos y respira con fuerza. Mi última frase le ha dolido, pero decide no contestar. Cuando abre los ojos no me mira.
—Frida, por favor, llama a un taxi.
Dicho esto, se da la vuelta y se va. Diez minutos después, un taxi llega hasta la puerta de la casa. Brittany no ha vuelto a aparecer. Me despido de Frida y Andrés y, con todo el dolor de mi corazón, me voy. Necesito alejarme de allí y de ella.
aria- - Mensajes : 1105
Fecha de inscripción : 03/12/2012
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Quiero mass xfaa
kamilittaz***** - Mensajes : 257
Fecha de inscripción : 08/05/2014
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
hola aria!!!
me encanta las maratones,...
me encanta que estén juntas,...
pero entre secretos y omisión a san se le voló la teja y mando todo a la goma,..
a ver que pasa ahora,..
nos vemos!!!
me encanta las maratones,...
me encanta que estén juntas,...
pero entre secretos y omisión a san se le voló la teja y mando todo a la goma,..
a ver que pasa ahora,..
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
Fecha de inscripción : 06/11/2013
Edad : 33
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
espero que actualizes lo mas pronto posible, quiero saber que oculta brittany!
micky morales-*-*-*-* - Mensajes : 7138
Fecha de inscripción : 03/04/2013
Edad : 54
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Mas capítulos!!!!!
monica.santander-*-*- - Mensajes : 4378
Fecha de inscripción : 26/02/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
actualiza lo dejaste en la mejor parte
gleebang* - Mensajes : 17
Fecha de inscripción : 22/12/2013
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
queeeeee.. y tambien quiero saver que pasa con britt.. san no te vayas si?ya quiero.la actu no tardes pleas..
Sara Pinel****** - Mensajes : 326
Fecha de inscripción : 30/01/2013
Edad : 28
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
Capitulo 46
En Jerez, mi padre no habla, sólo me mira.
Hace tres días que he llegado y soy una piltrafilla humana. Sabe que no estoy bien, que algo ha ocurrido entre Brittany y yo, pero respeta mi silencio. Los vecinos de mi padre son otro cantar. Continuamente me preguntan por ella y eso me desespera. Algunas veces no tienen tacto y ésta es una de esas veces.
Alguien avisa a Emily de que estoy allí. Me envía mensajes al móvil y al tercer día se presenta en mi casa. Estoy en la piscina tumbada sobre una hamaca, cuando la veo llegar.
—Hola —saluda.
—Hola —respondo.
Se sienta en la hamaca que hay junto a la mía y no dice nada. Ninguna decimos nada. Mi padre se asoma por la ventana de la cocina y nos mira, pero no se acerca a nosotras. Deja que hablemos.
—¿Estás bien Santana?
—Sí.
Silencio… ninguna dice nada más hasta que Emily añade:
—Siento que estés así.
—No pasa nada —respondo con una sonrisa—. Como tú dijiste, yo solita me he dado contra el muro.
—No me alegro por ello, Santana.
—Lo sé.
De nuevo, silencio entre las dos. De pronto, comienza a sonar en la radio la canción Satisfaction de los Rolling Stones y sin poder remediarlo sonreímos. Al final soy yo la que dice:
—Siempre que escucho esta canción me acuerdo de la fiesta que dio Rocío hace unos años. ¿Te acuerdas de la que liamos con esta canción?
Emily asiente, sonríe y comienza a cantarla. Yo la sigo. Ella se levanta, comienza a bailar mientras canta y yo me río. Al final, me pongo de pie y canto y bailo junto a ella la canción, mientras me olvido de todos mis problemas.
Cuando la canción acaba, las dos nos reímos, nos miramos. Levanto los brazos en busca de un abrazo y nos abrazamos.
—Así me gusta verte, Santana. Feliz y divertida. Como tú eres. Perdóname por haberme metido donde no me llamaban, pero a veces las personas hacemos cosas de idiotas.
—Estás perdonada, Emily. Perdóname tú a mí también.
—Por supuesto. De eso no te quepa la menor duda.
Esa anoche salgo a cenar con ella y vamos a los sitios donde sabemos que nos encontraremos con los amigos. Mi amiga Rocío se sorprende al verme aparecer con ella, y no me pregunta por Brittany. Nadie hace la más mínima referencia a la mujer con la que me vieron las últimas semanas y yo me limito a no pensar y a disfrutar lo mejor que puedo.
Los días pasan y Brittany no se pone en contacto conmigo. No entiendo cómo unas maravillosas vacaciones pueden acabar así, tan de repente, y con tal mal rollo, cuando ella y yo nos entendemos sólo con la mirada. La presencia de Emily esos días me hace sonreír. No ha intentado nada conmigo. No se ha acercado a mí más de lo estricto y le agradezco que se comporte como una amiga.
Mi hermana aparece sin avisar con Jesús y la niña, como hace siempre. Mi padre se vuelve loco de felicidad. Tener a sus dos hijas y a su nieta para él es lo más y no puede ocultar su orgullo.
Luz, mi sobrina, es la alegría de la casa. Estar con ella para mí es un soplo de aire fresco. Mi hermana y mi cuñado están felices. No paran de hacerse arrumacos y salen todas las noches a cenar y llegan a las mil. Eso me hace sonreír. Llevaba años sin ver a Raquel tan sonriente, activa y enamorada.
Contenta por su felicidad, veo cómo mi cuñado la observa, cómo se cruzan miradas y cómo buscan, en cuanto pueden, su intimidad. Es tal el descaro de la pareja que hasta mi padre los mira a veces asombrado. Mi hermana intenta hablar conmigo. Sabe que estoy mal, aunque sonrío, pero yo le pido que lo dejemos para más adelante. Por primera vez en mi vida, la pesada de mi hermana respeta mi decisión. Debe verme fatal.
Una noche, después de que Emily me deje en casa sobre las tres de la mañana, entro en la casa de mi padre y me dirijo al balancín que hay en la parte trasera. Hace una noche perfecta y las estrellas se ven maravillosamente bien. Mi padre me ve por la ventana y viene a sentarse a mi lado. Trae dos Coca-Colas. Cojo una y él le da un trago a la suya.
—Estoy muy feliz por ver a tu hermana tan contenta, pero me apena verte a ti tan triste, cuando, por norma, la situación suele ser al revés.
—Que le dure mucho, papá. El que ella esté así nos hace felices a todos.
Ambos sonreímos y mi padre cuchichea:
—No me extrañaría que dentro de poco me hagan abuelo otra vez… Pero ¿tú los has visto?
Divertida, asiento y más al ver cómo mi padre menea la cabeza.
—Sí, papá, los he visto. Es maravilloso ver que su relación va viento en popa.
Volvemos a tomar un nuevo trago de nuestras Coca-Colas.
—Escucha, morenita. Tú vales mucho y estoy seguro de que Brittany lo sabe.
—¿Y de qué sirve eso, papá?
—De mucho, cariño, ya lo verás. Brittany es una mujer que se viste por los pies y verás cómo no te deja escapar.
—A lo mejor soy yo quien la deja escapar a ella.
Mi padre sonríe y me acaricia el pelo.
—Pues entonces, morenita, serás tú la que haga la mayor tontería de su vida.
Incapaz de callar un segundo más el secreto que guardo, lo miro y digo:
—Papá, Brittany es mi jefa. La jefaza de la empresa. Ahora ya lo sabes.
Mi padre se queda callado durante unos segundos y se rasca la barba.
—¿Está casada?
—No, papá… Brittany está soltera y sin compromiso. ¿Por quién me has tomado?
Siento que mi padre respira. Lo último que hubiera querido escuchar era que ella estaba casada y sé que mi respuesta, en cierto modo, lo alivia.
—No te mira como una jefa y yo sé lo que digo, hija. Esa mujer te mira como a una mujer a la que quiere y desea proteger. Pero tengo que decirte que Emily te mira igual y me da pena la chavala.
Me encojo de hombros y suspiro. Al ver que no digo nada más del tema me pregunta:
—Entonces, ¿regresas a Madrid mañana?
—Sí. Cuando desayune cargo el coche y rumbo a la ciudad. Quiero llegar a buena
hora para ir a comprar y todas esas cosas.
—¿Cuándo volverás?
—Pues no lo sé, papá, en cuanto tenga más de cuatro días juntos. Ya sabes que venir para estar unas horas no me gusta y…
—Lo sé… cariño… lo sé.
Como cuando era pequeña, me abraza, me acuna en sus brazos y me besa el pelo.
—Sé que vas a ser feliz porque te lo mereces. Y si tú y esa Brittany no os dais una nueva oportunidad, os vais a arrepentir el resto de vuestras vidas. Piénsalo, ¿vale?
—Vale, papá… lo pensaré.
Capitulo 47
El 27 de agosto me reincorporo a mi trabajo.
Mi jefa está de vacaciones y eso me permite un respiro. No tener su tóxica presencia a mi alrededor es lo mejor para mí. Quinn tampoco está y echo en falta sus bromas. Pero mi estado de ánimo es tan apático que casi prefiero que nadie me mire ni me hable.
Cada vez que miro hacia su despacho o entro en el archivo, el alma se me cae a los pies. Irremediablemente pienso en Brittany. En las cosas que me decía, que me hacía en aquel lugar y tengo que hacer grandes esfuerzos por no llorar.
Mis amigos no han salido de vacaciones, por lo que quedo con ellos algunas tardes cuando salgo del gimnasio y nos vamos al cine o a tomar algo. Mi buen amigo Nacho intenta hablar conmigo, pero yo me niego. No quiero recordar lo ocurrido. La presencia de Brittany en mi corazón todavía está demasiado presente y hasta que no consiga olvidarla, sé que mi vida no volverá a la normalidad.
El 31 de agosto recibo un mensaje de Emily. Está en Madrid por un caso hasta el día 4 de setiembre y se aloja, como siempre, en un hotel cercano a mi casa. Quedamos en vernos.
La llevo un día a cenar a la Cava Baja y otro día a un restaurante japonés. Esos días, tras la cena, quedo con mis amigos y nos vamos de copas todos juntos. Sorprendentemente veo que hace muy buenas migas con mi amiga Azu y eso me complace. Emily cumple con su palabra. Se comporta como una amiga y se lo agradezco.
El 3 de setiembre, Rachel, Quinn y casi toda la plantilla de la empresa Müller reaparecen en la oficina. El ritmo vuelve a ser frenético y, cuando me quiero dar cuenta, mi jefa ya me ha sumergido en un mar de papeles de nuevo. Quinn ha vuelto de sus vacaciones encantada. Me cuenta anécdotas mientras trabajamos, lo que me hace reír. El teléfono interno suena y Rachel me indica que pase a su despacho. No tardo en hacerlo.
—Siéntate, Santana. —Obedezco, y ella prosigue—: Como recordarás, el viaje de la señorita Pierce a las delegaciones de Müller por España se tuvo que aplazar hasta después de verano, ¿verdad?
—Sí.
—Pues bien. He hablado con la señorita Pierce y esos viajes se van a retomar.
Se me encoge el estómago y comienzo a inquietarme. Oír hablar de ella me pone cardíaca. Volver a ver a Brittany es lo que necesito, aunque sé que no es lo más recomendable para mí.
—Quiero que prepares los dosieres pertenecientes a todas las delegaciones. Pierce quiere comenzar con el viaje este miércoles.
—De acuerdo.
Me quedo parada. El miércoles la voy a ver. Estoy a punto de gritar como una loca cuando mi jefa dice:
—Santana, vamos… no te quedes parada como un pasmarote.
Asiento. Me levanto, pero cuando voy a salir del despacho, oigo que dice:
—Por cierto, esta vez seré yo quien acompañe a la señorita Pierce. Ella mismo me lo pidió ayer cuando me reuní con ella en el Villa Magna.
Escuchar eso me supone un mazazo. Brittany está en Madrid y no se ha dignado ni a llamarme. Mis ridículas ilusiones de volver a verla se disipan de un plumazo, pero consigo sonreír afirmativamente. Cuando salgo del despacho siento que las piernas me flaquean y
corro a sentarme a mi mesa. Quinn se da cuenta.
—¿Qué te pasa?
—Nada. Será el calor —respondo.
Cuando salgo de la oficina estoy en trance. Estoy ofendida. Furiosa y altamente enfadada. Voy al parking y cojo el coche y sin saber por qué me encamino al paseo de la Castellana. Al pasar frente al hotel donde Brittany se aloja, lo miro, me desvío por una de sus callejuelas y aparco. Como una idiota, me dirijo hacia el hotel, pero no entro. Me quedo parada a escasos metros de la puerta sin saber qué hacer.
Durante una hora, mi mente bulle e intenta aclararse, cuando, de pronto, veo su coche acercarse. Se para en la puerta del hotel y de su interior salen Brittany y… ¡Amanda Fisher! Ambas sonríen, parecen muy compenetradas, y se meten en el hotel.
¿Qué hace Amanda en Madrid?
¿Qué hace Amanda en ese hotel?
Las respuestas se agolpan unas tras otras y, furiosa, soy consciente de todas ellas. Enfadada con el mundo y cegada por lo que he visto cojo el coche y me dirijo al hotel donde sé que probablemente esté Emily.
Cuando llego, subo directamente a su habitación. Llamo con los nudillos a la puerta y, cuando abre, me mira sorprendida.
—¿No me digas que habíamos quedado y se me ha olvidado?
No respondo. Directamente me lanzo a su boca y la beso. Ni que decir tiene que ella, al ver mi efusividad, cierra la puerta. Sin hablar, continúo mi saqueo a su boca mientras siento que sus manos me quitan la chaqueta y, después, desabrochan el pantalón, dejándolo caer al suelo.
Con prisa, saco las piernas de él y aún con los tacones puestos, Emily me tumba en la cama y murmura mientras yo le desabrocho el botón del vaquero con desesperación:
—¿Qué haces, Santana?
No respondo. La furia ha tomado mi cuerpo y necesito desahogarme como puedo y necesito. Al verme tan caliente, rápidamente se saca la blusa por la cabeza y vuelve a besarme. Pero, cuando se separa de mí, murmura:
—Santana… ¿te pasa algo? No quiero que luego tu…
—Emily… calla y fóllame.
Mi orden tajante la deja paralizada durante unos instantes, pero el deseo que siente por mí la hace reaccionar y no pensar en nada más. Sin hablar, se quita los pantalones, las bragas y se queda desnuda deseosa de poseerme. Respiro con irregularidad mientras el calor sube por todo mi cuerpo y entonces recuerdo algo.
—Dame el bolso.
Sin dudarlo, me lo entrega y, mientras yo saco el vibrador en forma de barra de labios que Brittany me regaló y que me pidió que siempre llevara encima.
—Quítame las bragas.
Mete sus dedos en la tirilla de mis bragas y me las quita con cuidado, cuando de pronto se da cuenta de mi tatuaje y susurra.
—«Pídeme lo que quieras.»
¡Brittany! ¡Brittany! ¡Brittany!
Quedo desnuda de cintura para abajo y murmuro mientras me abro de piernas para ella:
—Mírame, por favor.
Atónita, asiente, aún sorprendida por mi tatuaje. Pongo en funcionamiento el vibrador y lo coloco donde sé que me va a dar placer. Instantáneamente mi cuerpo reacciona y jadeo. Cierro los ojos y siento que es Brittany quien está frente a mí y no Emily.
Brittany… Britt… Brittany…
Paseo con deleite el vibrador por mi clítoris, gimo y cierro las piernas al sentir las descargas de placer. De pronto, unas manos me sacan de mi particular sueño y abro los ojos. Emily, excitada, se mete entre mis piernas y me penetra con dos dedos. Grito y ella resopla. Noto cómo el interior de mi vagina los succionan y la oigo gemir.
Estoy tan avivada, tan deseosa de olvidarme de todo, que subo la potencia del vibrador, grito y me encajo totalmente en ella. Emily, al ver aquello, me quita el vibrador de las manos, me agarra por los muslos y saquea mi cuerpo, frotándonos una y otra vez sin descanso, con embestidas certeras mientras yo me dejo hacer y quiero más. Necesito más. Necesito a Brittany.
Pienso en ella. En cómo me hace vibrar con sus exigencias, cuando siento que Emily me rodea la espalda con sus manos y, con un movimiento, me levanta de la cama y me apoya contra la pared. Su boca busca la mía y me besa mientras me aprieta una y otra vez sobre su sexo.
—Santana…
Enloquecida, la miro, con los ojos llenos de lágrimas. Al ver mi estado, siento que sus embestidas se detienen.
—No pares, por favor… ahora no.
Retoma su movimiento de caderas. Dentro… fuera… dentro… fuera. Mientras, me siento oprimida contra la pared y consigo lo que necesito. Me entrego a ella con furia. Grito el nombre de Brittany y, cuando el clímax llega a nosotras, sabemos que lo que yo he ido a buscar acaba de culminar.
Todo termina y continúo entre sus brazos durante unos minutos. Me siento fatal. No sé qué es lo que acabo de hacer y sobre todo no sé por qué lo he hecho. Cuando Emily me suelta, camino hacia el baño sin mirarla. Una vez allí me aseo, me lavo la cara y me miro en el espejo. El rímel corrido por mi cara me da un aspecto deplorable. Mi pinta no puede ser peor.
Cinco minutos después, más recompuesta, salgo y Emily me espera sentada y vestida sobre la cama. Veo el vibrador y sin decir nada lo cojo y lo guardo. Ya lo lavaré en casa. Me visto y, cuando acabo, me siento frente a ella. Le debo una explicación.
—Emily… yo no sé cómo explicarte esto, pero lo primero que quiero pedirte es perdón.
Ella asiente y me mira.
—Disculpas aceptadas.
—Gracias.
Nos miramos durante unos segundos.
—Sabes que hacer lo que acabamos de hacer me encanta. Me gustas mucho y, si por mí fuera, estaría todo el día besándote y…
—Emily no lo hagas más difícil, por favor.
—Ese tatuaje es por ella, ¿verdad? —pregunta de pronto.
—Sí.
En su mirada veo que quiere decirme cientos de cosas.
—Tu fin no me ha gustado. No has venido porque te apeteciera tener sexo conmigo. Ni porque quisieras verme. Pero si hasta la has nombrado cuando yo te hacía el amor,
¡joder!
—¡¿Cómo dices?!
—Has dicho su nombre.
—Oh, Dios, ¡lo siento!
—No. No lo sientas. Eso me ha aclarado qué hacías aquí.
—Estoy tan avergonzada… No sé por qué te he elegido a ti para hacer esto. Podía… podía…
—Escucha, Santana… —dice mientras me toma las manos—, prefiero que hayas venido a mí, aunque pensaras en otra, a que hubieras hecho una locura con cualquiera.
—Oh, Dios… ¡me estoy volviendo loca! Yo… yo…
—Santana, te prometí que no volvería a hablar de esa mujer y no lo quiero hacer. Sabes lo que pienso sobre ella y nada ha cambiado. Sólo espero que tú sola te des cuenta de lo que haces y el porqué.
Asiento. Me levanto y ella también. Me doy la vuelta para irme y ella me sigue. Cuando llego a la puerta de la habitación, Emily me coge por la cintura, me da la vuelta y me besa. Me besa apasionadamente.
—Siempre me vas a tener, ¿lo sabes? —murmura cuando se separa de mí—. Aunque sea para utilizarme de juguete sexual.
Le doy un leve puñetazo y sonrío. Instantes después salgo de la habitación aturdida.
Cuando voy a coger el coche pienso en mi amigo Nacho y, sin pensarlo dos veces, conduzco hasta su estudio de tatuaje. Al verme, rápidamente se preocupa por mi estado. No sabe qué me pasa, pero sí sabe que necesito hablar. Me invita a cenar.
Esa noche, Nacho me demuestra lo excelente amigo que es. Omito explicarle que Brittany es mi jefa y nuestra vida íntima. Eso no quiero que lo sepa. Pero el resto, la extraña relación que mantenemos, sí se lo explico. Tras escucharme, me dice que deje mi orgullo a un lado y que, si tanto la echo de menos, que intente hablar con ella porque yo fui la que me marché de su lado. Entiendo sus palabras. Tiene razón y cuando llego a casa enciendo el ordenador y le mando un mensaje.
De: Santana López
Fecha: 3 de setiembre de 2012 23.16
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¿Estás mejor?
Hola, Brittany, siento haberme marchado como lo hice. Tengo mucho pronto y te pido perdón. Espero que estés mejor. Te llamaría por teléfono pero no quiero incordiarte. Por favor, llámame y dame la oportunidad de pedirte perdón mirándote a la cara. ¿Lo harás por mí?
Te quiero y te extraño. Mil besos.
San
Nada más escribirlo, lo envío y durante más de tres horas espero una contestación. Sé que lo ha leído. Sé que, en el hotel, su ordenador habrá sonado y le habrá dicho que ha recibido un mensaje. Sé todo eso y me hace sufrir.
Capitulo 48
De: Santana López
Fecha: 4 de setiembre de 2012 21.32
Para: Brittany Pierce
Asunto: Soy insistente
Una vez me dijiste que lo mejor de pedirme perdón era ver mi cara cuando te perdonaba y la posibilidad de estar conmigo. ¿No crees que yo puedo querer lo mismo de ti?
Un besito o dos o tres… o los que quieras.
Morenita
De: Santana López
Fecha: 5 de setiembre de 2012 17.40
Para: Brittany Pierce
Asunto: Hola, enfadica
Está claro que estás enfadada conmigo. Vale… lo acepto. Pero quiero que sepas que yo contigo no. ¡Feliz viaje! Y espero que en las delegaciones te traten bien, aunque hayas decidido ir con otra que no sea yo.
Beso,
San
De: Santana López
Fecha: 6 de setiembre de 2012 20.14
Para: Brittany Pierce
Asunto: Adivina quién soy
Hoy, cuando hablé con mi jefa por teléfono, oí tu voz de fondo. No veas la ilusión que me hizo. ¡Al menos sé que sigues viva! Espero que estés bien. Te extraño.
Besotes,
Santana
De: Santana López
Fecha: 7 de setiembre de 2012 23.16
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¡Eco… Eco!
Como dice la canción, ¡por fin es viernes!
Mañana me voy al campo.
Mis amigos y yo hemos alquilado una casita rural para el fin de semana. ¿Te animas?
Esta vez no te mando un beso… casi con seguridad este fin de semana te lo darán otras. ¡Te odio por ello!
Santana
De: Santana López
Fecha: 10 de setiembre de 2012 13.16
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¿Comenzamos?
¡Ya estoy aquí!
Mi fin de semana ha sido divertido, aunque las vacas y las gallinas no son lo mío. Me picó un abejorro en la mano y no veas qué dolor. Eso sí… como verás, no me la han cortado (para tu desgracia… jejeje).
… hoy también te mando un beso, aunque comienzo a dudar de si lo aceptas.
Santana
De: Santana Lopez
Fecha: 12 de setiembre de 2012 22.30
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¿Me echabas de menos?
Ayer, el chisme del ADSL de mi casa se murió y por eso no te escribí. Pero hoy mi amigo Nacho me ha cambiado el aparatito y vuelvo a la carga. ¿De verdad que nunca me vas a contestar?
Santana
De: Santana López
Fecha: 13 de setiembre de 2012 21.18
Para: Brittany Pierce
Asunto: Me estoy cansando
Vamos a ver… te llevo escribiendo desde el día 3 y tú nunca contestas, ¿no vas a hacerlo nunca o sólo lo haces para cabrearme más? Como imaginarás, tengo la casa limpia como una patena. Tanto cabreo ¡es lo que tiene!
Kiss (te lo digo en inglés por si lo entiendes mejor),
Santana
De: Santana López
Fecha: 14 de setiembre de 2012 23.50
Para: Brittany Pierce
Asunto: ¡Desisto!
Vale… ya he visto que tu respuesta es no responder.
¿Sabes que soy muy orgullosa y por ti, maldita cabezona engreída, me estoy comiendo el orgullo todos los días?
Éste es mi último mensaje. Si no contestas, no volveré a escribirte nunca más. ¡Que lo sepas!
Sin beso,
Santana
De: Santana López
Fecha: 17 de setiembre de 2012 22.36
Para: Brittany Pierce
Asunto: Sí… soy yo, ¿qué pasa?
Que sepas que ahora sí que estoy enfadada. ¿Cómo puedes ser tan orgullosa?
Santana
De: Santana López
Fecha: 19 de setiembre de 2012 22.05
Para: Brittany Pierce
Asunto: Sólo tengo una cosa más que decirte.
¡GILIPOLLAS!
San
aria- - Mensajes : 1105
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Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
holap,..
me encanta la maratón,....
son tan tercas las dos!!!,..
nunca me gusto la relación de san y emily,...!!!
huuu se acera la mejor parte para mi!!!!!!
nos vemos!!!
me encanta la maratón,....
son tan tercas las dos!!!,..
nunca me gusto la relación de san y emily,...!!!
huuu se acera la mejor parte para mi!!!!!!
nos vemos!!!
3:)-*-*-* - Mensajes : 5621
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Edad : 33
Re: FanFic [Brittana]-Pideme Lo Que Quieras: Capitulo 46, 47 y 48 ACTUALIZACION 14/06/14
actualizaaa plissss
PAUlANyH**** - Mensajes : 172
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