[Fic Klaine] El Experimento Kurt Hummel - CAPITULO 8 /Parte II

Desafortunadamente, el silencio deja mis pensamientos vagar de regreso a la razón que estaba saliendo con Blaine en primer lugar. Bajé mi tenedor, incapaz de comer otro bocado.

Blaine bajó el suyo también. —Kurt, le prometí a tu papá que comerías.

Podía sentir lágrimas en mis ojos cuando levanté la mirada hacia él. — ¿Por qué? —pregunté—. ¿Por qué eres el único aquí conmigo? ¿Por qué no estoy con él?

La sonrisa de Blaine era triste y llena de simpatía. —No sé, Kurt, pero tal vez es lo mejor. Ustedes tienen casi diecisiete. Si no ha sucedido hasta ahora, tal vez no tenía que suceder.

—No puedo aceptar eso.
—La negación no es buena para ti.
—No es negación.
—Ahora estás negando tu negación.
—Pero mírate —dije—. Siempre pensaste que era como un hermano también. Si puedes cambiar de opinión, entonces él también puede. Él solo necesita un llamado de atención.
—Oye ahora, simplemente no puedes ir saltando en la ducha con cada chico, sabes. Eso es completamente nuestra cosa.
—Oh mi dios, Blaine, ¡no tenemos una cosa! —La tortura nunca terminaría—. No estaba hablando de saltar en la ducha con él —murmuré—. Pero tal vez si le digo como me siento, si le pido que me bese—simplemente para darle una oportunidad.
— ¿Y si él no va por eso?
—Lo hará. Blaine, lo conozco. Lo sé… aquí. —Le di un golpecito a mi corazón—. Sebastian y yo pertenecemos juntos. Ya verás. Sólo necesita saber cómo me siento. Quizás cree que pienso en él como un hermano y nada más, ¿sabes? Qué si ha estado enamorado de mi por años, pero piensa que no me gusta de esa forma.

Blaine frunció el ceño y regresó a su cena. Obviamente no estaba de acuerdo, pero sentí mi entusiasmo crecer. — ¡Eso tiene que ser! ¡Tiene mucho más sentido! ¿Que si él dijo que necesitaba espacio porque lo lastima estar conmigo pero no conmigo? ¿Qué si estoy hiriéndolo? Viste cuan enojado llegó anoche cuando dijiste que estabas llevándome a salir. Estaba celoso.

Ahora mi entusiasmo había sido remplazado con terror. No quería herir a Sebastian jamás. Pero ¿qué más podía haber sido todo esto? Nada más tenía ningún sentido. — ¡Me pidió hablar, y lo abandoné! ¡Me siento terrible!

Blaine rodó sus ojos. —No lo estés. Él fue un idiota. Merecía lo que hiciste. Incluso peor.

Sacudí mi cabeza. —Gracias por ser tan agradable conmigo esta noche y tratar de ayudarme. Lamento plantarte, pero necesito ir a casa y hablar a Sebastian.

Blaine se sentó allí como si él estuviera dándole a la situación entera algún pensamiento serio. Eventualmente vi la aceptación recorrer su rostro y bajó su tenedor. —Supongo que necesitas hablar con él, verdad. Pero si haces esto, no puedes abrazar nada pasado. Has conseguido hablarle sin rodeos. Dile todo. Solo asegúrate de usar palabras pequeñas así puede entender.

—Lo haré. —Sonreí por primera vez en toda la noche y salté para darle a Blaine un abrazo y un beso en la mejilla—. Gracias por entender. ¡Eres el mejor hermano mayor que jamás he tenido!

Blaine dejó salir una risita y negó con su cabeza. —No soy tu hermano, Kurt.

—Nunca sabes —bromeé—. Podrías serlo algún día.

Él sonrió otra vez, pero esta vez no alcanzó sus ojos. —Buena suerte.

—Gracias.

Irrumpí a través de la puerta del condominio en menos de cinco minutos después. Los adultos tenían abierto el vino y estaban riendo un poco fuerte, pero eso se detuvo en el instante que me vieron.

Por una vez la atención no me paralizó. Sin aliento desde mi carrera y emocionado por descubrir cosas con Sebastian, me apresuré y arrojé mi abrigo, gorro, y bufanda descuidadamente en el perchero de la puerta.

— ¿Dónde está Sebastian?
—Arriba en el dormitorio de los chicos —contestó Mary, cautelosamente—. ¿Dónde está Blaine?
— ¿Si tuviera que suponer? En su camino al apartamento 7B.

La frente de mi papá se arrugó, y bajó su vaso de vino. — ¿Ustedes tuvieron una pelea?

— ¡Oh, no! —Dándome cuenta que estaban completamente preocupadas sobre eso, les di mi sonrisa más tranquilizadora—. ¡Blaine es el mejor! ¿Quién sabía que podría ser tan sensible? —Recordé el comentario sobre esperar sacar mi camiseta y me dio vergüenza—. Bueno, un poco sensible.

Ninguno de los padres parecía saber lo que dije.

— Blaine y yo pasamos un tiempo agradable —les aseguré—. De verdad necesito hablar con Sebastian ahora.

Subí las escaleras sin esperar por alguna respuesta.

Tomé una profunda respiración, y luego golpeé la puerta de la habitación de Sebastian. Gracias a esta ducha desastrosa de la mañana, estaba muy seguro que nunca olvidaría golpear otra vez.

— ¿Sí?
— ¿Puedo entrar?

Una fracción de segundo después la puerta se abrió de golpe. Sebastian estaba verdaderamente enfurecido. — ¿Qué sucedió? ¿Él hizo algún movimiento en ti? ¡Lo mataré!

Sebastian lucía tan gracioso cuando estaba enojado. Su adorable rostro no estaba destinado a contener emociones negativas.

Sebastian lucía un poco como su primo, e incluso no. Sebastian era un poco más alto, pero tenía el mismo color que Blaine —el mismo oro intenso en la piel. Tenía ojos verdes y no avellana, pero él y Blaine compartían la misma sonrisa perfecta. Sin embargo, la diferencia, es donde la sonrisa de Blaine es como una obvia asesino-chico, esa misma sonrisa hizo a Blaine lucir como el adorable payaso de la clase. La furia no funcionó bien para él.

—Estoy bien, Sebastian. —Reí—. Blaine no hizo ningún movimiento en mí. —Bueno, técnicamente no. Creí eso. No lo había hecho aún, de cualquier forma.
—Entonces, ¿qué sucede?
—No pasa nada. Solo me sentí mal por alejarme de ti. Me pediste que me quede y hablar, y tenías razón. De verdad necesitamos hablar.

Sebastian se hundió en alivio y me empujó en un abrazo. —Realmente lo lamento, Kurt. Arruiné por completo eso temprano. No quería lastimar tus sentimientos.

Lo apreté de nuevo. Se sentía tan bien eso que casi lloré. Por un momento pensé que nunca sentiría esto otra vez. —Está bien. Lo que sucedió fue tanto mi culpa como la tuya. Deberíamos haber hablado sobre esto hace años.

Sebastian estaba sorprendido por mi comentario. Tiré de él a la cama conmigo, y me senté hombro contra hombro. Él agarró mi mano y descansó su cabeza en la mía. —Jamás quiero perderte, Kurt. No creo que pueda manejar eso.

Mi corazón, que estaba herido tan mal sólo minutos atrás, de repente se disparó. —Yo tampoco. —Tomé una respiración. Sin tiempo como el presente—. Te amo demasiado, Sebastian.

—Lo sé, Kurt. Yo también.
—No, creo que no lo sabes. Estoy diciendo que estoy enamorado de ti.
— ¿Qué?
—Estoy enamorado de ti, Sebastian. Lo he estado por años y años. Debería haber dicho algo, pero siempre imaginé que lo entenderías cuando estuvieras listo.

Dejo salir una gran respiración. No podía creerlo. Después de tanto tiempo mi secreto más profundo, mi mayor frustración, estaba finalmente fuera allí. Sebastian finalmente entendía.

—Oh no, Kurt —dijo Sebastian, tranquilamente—. No. No, no digas eso.
— ¡Espera! Me escuchaste. —Contuve inmediatamente mis nervios. La devastación en su voz había sacudido mi confianza—. Entiendo lo que estabas tratando de decir temprano. Entiendo completamente que necesitas algo de espacio y que necesitas hacer algunas cosas por tu propia cuenta. Quieres ir a unirte al grupo de debate, bien. Eso es genial. Te apoyaré. Puedes seguir siendo tú, y puedo seguir siendo yo, pero podemos hacer eso y todavía ser nosotros. Sé que necesitas un cambio, pero lo que estoy diciendo es que quiero cosas para cambiar en la dirección romántica. Siempre he querido eso.
—Kurt… —La voz de Sebastian se quebró, y su mano comenzó a temblar.
—Sé que debe sonar como una locura para ti, pero estoy seguro que puede funcionar. Nunca he estado tan seguro sobre algo en mi vida. Eres para mí. Te amo, y quiero que también me ames.

Sólo entonces una lágrima salpicó abajo en la palma de mi mano que Sebastian estaba agarrando en su regazo. Levanté la mirada y encontré sus ojos, sorprendido de ver la línea de humedad correr por su cara. Nunca había visto llorar a Sebastian antes.

No entendía. Él estaba tan triste. Estaba como si de alguna forma hubiera roto su corazón.

—Kurt, lo siento. —Su voz tenía algo de impotencia—. Yo… yo no sabía. Nunca dijiste… nunca actuaste como… asumí que era lo mismo para nosotros. Eres mi mejor amigo, pero eso es todo. No pienso en ti de esa forma.

La humedad también estaba reuniéndose en mis ojos. Parpadeé y una lágrima cayó por mi mejilla. — ¿Cómo sabes si nunca le has dado una oportunidad? —Apreté su mano y reuní cada gramo del coraje que tenía en mí—. ¿Me besarás, Sebastian? ¿Por favor? ¿Sólo una vez? Tal vez eso es todo lo que necesitas. Tal vez si nos besamos, sentirás lo que siento.

Sebastian cerró sus ojos. Cuando sacudió su cabeza, parecía como si la acción le causaba dolor. —Lo siento, Kurt, pero no puedo. Tengo un novio ahora.

—Tú…

¿Quién sabía que tu corazón podía romperse dos veces? Esta vez era peor, incluso no podía sentirlo. No sentí nada. De hecho dejé de llorar. Era como si su confesión solo… me rompió.

—Hunter Clarington —susurró Sebastian —. Fuimos compañeros todo el semestre en oratoria pública y… solo sucedió el último día de escuela.

Sebastian tenía un novio.

Me había dejado estancado sin un compañero para el proyecto de ciencia, plantándome como presidente del club de ciencia, me dije que él necesitaba espacio, fiándome en mí por nuestro cumpleaños el próximo mes, dijo que me amaba como a un hermano gemelo, y yo había estado tan en negación que de hecho pensé que todavía tenía una oportunidad con él.

Fui tan estúpido.

Lo creía ahora. La segunda etapa del duelo estaba completa. La etapa tres también. Había hecho suficiente negociación. Le pedí que me ame, le rogué que me bese—que sólo me dé una oportunidad. No funcionó, y ahora había terminado con esto. No lo haría otra vez. Sebastian Smythe nunca iba a amarme, y no había nada que pueda hacer por eso.

—Está bien. —Sacudí mi cabeza y me puse de pie.
— ¡Kurt! —Intentó seguir agarrando mi mano, pero me las arreglé para deslizarme fuera de su agarre—. ¡Kurt, espera! Lo siento. Por favor no estés enojado.

Me detuve en el pasillo y me volví hacia él. Estaba todavía sentado en su cama, mirando cada parte tan disgustado como me sentí.

—No estoy enojado —prometí, y en el momento, era verdad. Alguien quien está completamente muerto por dentro no puede estar enojado. Ellos realmente no pueden ser nada.

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