FanFic BRITTANA La verdad sobre el amor

Chicas, la actualización prometida...
No sé cuando volveré, espero que pronto. Besos!



Capítulo 24. Parte 3: Metas de la vida: felicidad, amor, sueños cumplidos…



“Iré a buscarte, tenemos que hablar”, eso me había dicho Santana cuando la vi en la oficina. Algo me decía que nada bueno saldría de esa charla. Estaba preocupada, asustada y nerviosa. No me había adelantado nada, miraba mi celular y no recibía ni un mensaje de ella. Quería escuchar su voz, estar a su lado, besarla.

En vez de almorzar decidí directamente practicar, la reemplazante de Alexandra me generaba dudas y el baile debía salir bien. El cansancio no se retiraba de mi cuerpo, me sentía mal desde hace varias semanas, en algunas ocasiones estuve a punto de desmayarme, no le dije nada a nadie para no alarmarlos pero últimamente mi cuerpo comenzaba a resentirse con el mínimo esfuerzo.

Antes de la función una bailarina me hizo comer un plato de ensalada que ella misma me preparó “No te vi comer desde que llegaste” me dijo. Sentí marearme en el escenario pero la música es sanadora, y el baile es la cura para mis heridas. Bailé como si no sintiera dolor y angustia. Santana no estaba en el teatro, prometió asistir, miraba desesperada entre la gente, buscándola, fallé, no había llegado aún.
Al terminar la función la misma bailarina que me dio la ensalada me dijo “Santana está en el camerino”. Ella sonrió, había notado mi tristeza y también se alegraba como yo  saber que Santana me esperaba. Me apresuré a encontrarla.

Abrí la puerta y la vi parada observando cada una de las notas pegadas al espejo, había formado un corazón en honor a ella. Me acerqué y la besé. Ella estaba triste.

- ¿De qué debemos hablar?
- Hablaremos en tu casa, a solas, juntas en la intimidad -me respondió y la besé otra vez.

Me duché lo más rápido posible, estaba cansada pero no podía dejar que el cansancio me invadiera, Santana tenía algo importante que decirme.

Ella lucía sombría, me acerqué y la besé, quería sacar de su mirada esa tristeza. Me miraba con dureza, yo quería que me mirase con amor. La besé y la besé, ella no parecía molestarse con eso hasta que me dijo que era momento de marcharse.

Llegamos a casa y directamente pasamos a mi habitación. Comenzaba a sentirme mal, un leve mareo me atacó, decidí sentarme en la cama, Santana no se dio cuenta, ella miraba la habitación como si no la conociera, estaba nerviosa y yo comenzaba a asustarme.

- ¿Dónde está Lord Tubbington? -pregunté.
- ¿Qué?
- No lo vi desde que llegamos.
- Britt, te dije algo importante y, ¿me preguntas dónde está tu gato?
- Es raro que él no esté aquí.
- Debe estar con tu mamá, ¿puedes prestarme atención un minuto?
- Lo hago, San -ella hizo una mueca de confusión.
- Te decía que… que… que yo quiero que hagas la gira, que no voy a interponerme en tu sueño.
- ¿Vas a ir conmigo? ¿Qué pasará en la empresa?
- Britt, ¿no me has estado escuchando? No me hagas repetirlo -dijo cerrando los ojos y apoyando su cabeza en la mía.
- Te escucho, San.

Ella me besó levemente en los labios, sonreí y la besé. “Te amo mucho, Britt” me dijo suspirando. Vi sus ojos castaños comenzando a lanzar un brillo especial, el mismo que vi cuando me entregué a ella por primera vez. Recuerdo que tenía dudas con respecto a hacer el amor con una mujer. Con Sam no me había animado a hacerlo, me daba miedo, tenía terror del dolor que eso me produciría, temblaba cuando me presionaba para que estuviera con él. Supongo que se dio cuenta de mi miedo porque de un día para otro dejó de insistir. Ahora que lo pienso, tal vez no insistió porque había comenzado a engañarme con Fabiola. Dormíamos en la misma cama, un par de veces intentó que algo pasara pero me quedaba tiesa sin poder acariciarlo, él desistía y se dormía abrazándome, para mí era suficiente esa acción tan dulce: dormir juntos.

Con Santana todo fue diferente, ella despertó en mí sentimientos que ni siquiera sabía que podía sentir. La veía por los pasillos y deseaba que me tocase, que me acariciara y me besara. Deseaba que me abrazase, un fuego interior comenzaba a nacer en mí y no lograba entender ni controlar tal deseo, cuando ella se quedaba mirándome fijamente, mi cuerpo ardía y exigía algo que no podía nombrar, mi piel comenzaba a erizarse y un calor invadía mi cuerpo. No lograba entender qué me pasaba, al menos no lo entendí hasta que ella me besó por primera vez. Temblaba ante su agarre, cuando nuestros labios se unieron me asusté pero seguí besándola, me gustó sentir sus labios uniéndose a los míos. Desde ese momento supe que me entregaría a ella, supe que quería que fuera la primera, la persona adecuada con la cual haría el amor.

Aquella primera vez fue increíble, mi cuerpo se entregó completamente, yo no decidía nada, ella y su mirada cargada de lujuria me hechizaron. Había estado esperando el momento adecuado, quería que fuese algo dulce, ella no sabía que yo era virgen, tampoco pensé en decírselo, mi miedo aumentaba pues no sabía si yo podría corresponder como Santana esperaba. Los rumores sobre su desempeño sexual no eran ajenos a mí y simplemente quería ser inolvidable. Creo que logré eso porque hasta el momento no me dejó.

Me hizo amarla de manera que nadie más podría ocupar su lugar.

Ella y sus besos me transportaban a otro mundo, me desnuda con tanta sutileza que el calor invade al instante cada centímetro de piel.

Ella me enloquece tanto que necesito sentirla dentro de mí, necesito yo estar en su interior.

A veces la locura por tenerla me ha hecho hacer cosas que ni esperaba, la lujuria me invadía y Santana colaboraba entregándose a mí, dejándose amar. La he devorado mil veces, como ha hecho ella conmigo y sus miradas.  

A pesar del cansancio, la besé y comencé a desnudarla. Me gusta ver su cuerpo moreno, sentir su calor con mis manos, percibir como su respiración se agita cuando comienzo a tocarla. Besé su cuello y sus pechos, pero ella súbitamente me detuvo.

- Britt, ¿has entendido lo que te dije?

No logro recordar lo que ella dijo, ¿estuvo hablando? Acaricio sus pechos desnudos, ella suspira, no puede contenerse y no quiero que lo haga, quiero hacer el amor con ella.

Me desnuda, yo me dejo despojar de cada prenda que cubre mi cuerpo. Me besa con dulzura, está comenzando a llorar, la razón invade mi mente nebulosa y reacciono.

- ¿Qué sucede, San?
- Te amo, Britt…
- También te amo, San, pero, ¿por qué lloras?
- ¿Quieres hacer la gira? Dime la verdad.
- Si…
- Pues hazla, puedes hacerla -dijo acariciando mi pelo, me acomodé entre sus piernas, ambas estábamos desnudas, deslicé mis piernas por su cadera, ella gimió cerrando los ojos.
- ¿Vas a acompañarme?
- No, Britt -dijo sin abrir los ojos, yo presioné mis piernas en su cintura.
- Mírame, San, mírame -ella no lo hacía- San…. Estás… ¿estás dejándome?


Ella cerró con más fuerza sus ojos, las lágrimas brotaban sin parar a pesar de mantenerlos cerrados.


Ya no me amaba.


- No me amas más -dije a punto de llorar.
- ¡Te amo más que a nadie! Pero Britt, no puedo vivir sabiendo que interrumpiré tu carrera. Tienes que ir.
- No quiero que me dejes.
- Será lo mejor. Tendrás tiempo de concentrarte sólo en el baile, ya no te ocuparás de la empresa, quiero que sólo bailes. Al terminar la gira yo estaré aquí, te esperaré si tu también deseas esperarme, si prefieres no volver conmigo, lo entenderé, sólo no te olvides que te amo.

Las fuerzas en mi cuerpo comenzaban a abandonarme. Me estaba dejando. El dolor comenzaba a dispersarse por mi cuerpo. Santana me estaba dejando, tal vez yo no era suficiente para ella. Me estaba dando cuenta que ella puede estar con otras mujeres, yo soy una mujer reemplazable, no tengo derechos sobre Santana, como todo ser humano, puede dejar de amarme y amar a otra.

Fabiola por ejemplo, ellas son tan compatibles.

Miraba a Santana e intentaba no llorar ni imaginarla haciéndole el amor a Fabiola o a cualquier otra mujer que no fuese yo.

- Hazme el amor, Santana, por última vez, hazme el amor -le rogué.
- Te amo, Britt…

Repitió eso una y otra vez mientras me acariciaba, la nebulosa comenzó a invadirme nuevamente, sentí sus besos quemarme la piel, sus manos se enredaban en mi cabello, su lengua danzaba junto a la mía con locura. Yo no tenía fuerzas para moverme, entonces fue ella quien comenzó a  mover su pelvis contra la mía, buscando la fricción necesaria para enloquecerme, me entregaba sin condiciones, ella lloraba, yo lloraba y la pasión aumentaba. Nos acariciamos con brutalidad, quería poseerme y yo a ella, ¿de qué lugar salía aquella fuerza? Por momentos me entregaba y luego luchaba por tener las riendas de la situación. “Britt” jadeó ella mientras la penetraba, había ganado pero ella se aprovechó y se internó dentro de mí haciéndome gritar, dentro y fuera, dentro y fuera, ese ritmo manteníamos las dos, queriendo ser una misma persona; llegamos a lo más alto del placer juntas, jadeantes. La besé sin esperar a que normalicemos nuestra respiración. Vi sus ojos, brillantes de lujuria, besó mi mejilla, mi cuello, mis pechos y fue descendiendo, mi cuerpo débil se arqueó al sentir como me devoraba, quería más, la necesitaba dentro de mí, ella seguía jugando en mi entrepierna y yo deliraba, “San” le imploré, ella volvió a adentrarse en mí con total locura, grité una vez más, tal vez dos veces más, no logro recordar.

Me sentía moribunda, ella intentó irse, dejarme allí sola, desnuda y desamparada. “No te vayas” le dije, se detuvo, “Lo hablamos, Britt, debo irme, no lo hagamos más difícil”. ¿Lo habíamos hablado? No lograba recordar. “Quédate, San, sólo hoy” le imploré.

Se quedó a mi lado, su cuerpo desnudo me envolvió, al parecer yo lloraba porque ella me decía en susurros “No llores, Britt, te amo, te amo”.

Sentí esa frase intercalarse con otras frases, “Es lo mejor para ti”, “Debemos separarnos”, “Te amo muchísimo Britt”. Por momentos escuchaba voces diferentes, Quinn, Alexandra, mi madre. Estaba confundida, el aire me faltaba, la puerta al balcón no estaba lejos, sólo debía levantarme de la cama, no… primero debía abrir los ojos, sacar el brazo pesado de San de mi cuerpo, levantar la sábana, sentarme y caminar, un pie tras otro hacia la puerta, abrirla y que el aire fresco me invada, así podría recuperarme y sentirme bien; después volvería a la cama, me abrazaría a Santana y le diría que no haría la gira, que prefería quedarme con ella, la abrazaría y la despertaría a besos, me posicionaría entre sus piernas y la obligaría a despertarse para volver a hacer el amor pero… aún seguía acostada ¿qué tenía que hacer? ¡Ah, sí! Debía levantarme de la cama y buscar aire fresco, la puerta del balcón no estaba lejos…

No podía levantarme. La habitación giraba ante mí, Santana dormía, yo quería gritar y no podía. Santana estaba desnuda. Mi habitación giraba, cerré los ojos y ahora Santana ya no dormía, me besaba, me acariciaba, me penetraba con locura, gemía ante sus arremetidas, una tras otra ¡Oh, Santana!

¡Santana! Gritaba y gritaba pero en realidad no lo hacía, imaginaba que lo hacía. Ella dormía y yo me quedaba sin aire, sin fuerzas, sin vida.

La observé en medio de la oscuridad, sus parpados hinchados de tanto llorar, sus pómulos, sus labios, aquellos que no podía besar porque las fuerzas de mi cuerpo no me lo permitían, su leve respiración chocaba en mi rostro, mis ojos se cerraron, era la última vez que la veía porque ya no me quedaba vida.

Lancé un suspiro leve, no podía abrir mis ojos, no podía hablar. La oscuridad me invadió, la muerte se asomaba.


Adiós, Santana.

Disculpen la tardanza... Gracias por los mensajes y por esperar hasta este momento, es infinito mi agradecimiento por el aguante y el acompañamiento. Un beso, chicas! Sigo escribiendo...


Capítulo 25. Wake up alone.


Desperté en plena madrugada asustada, estaba en la cama de Britt, prácticamente yo estaba envolviéndola con mi cuerpo. Ella estaba fría, como la nieve. Le pedía que se despertara y no lo hacía, de repente me asustó su palidez. “Britt, despierta” le imploraba y ella no lo hacía, sentí que ni respiraba. Un sudor helado recorrió mi espalda, el miedo me invadió. Britt no se movía.

Grité, grité fuerte, llamaba a Harry, a Nicole. Ellos aparecieron en la habitación alarmados, al presionar el interruptor de la habitación, la luz mostró el estado de Britt, totalmente pálida. No podía más que sostenerla entre mis brazos y llorar.
Una ambulancia la trasladó al hospital. Las personas que la atendieron no lograban decirnos que le pasaba. Permanecí abrazada a Nicole durante mucho tiempo. Harry caminaba por toda la sala de espera, estaba muy preocupado.

¿Qué pasó?, esa pregunta me la hizo él y no supe qué contestar.

Britt lucía perdida cuando habíamos hablado, cuando le expliqué que deberíamos cortar, alejarnos. ¿Habrá sido eso un indicio de que estaba sintiéndose mal? ¿Cómo no me di cuenta?

Comenzaba a amanecer y no teníamos noticias de Britt. La enfermera que entraba y salía del lugar donde había ingresado no nos daba novedades, simplemente nos decía que debíamos esperar.

Nicole y Harry estaban muy preocupados, por unos instantes me sentí sola. Decidí avisar en casa lo que pasaba. Llamé desde el teléfono público. Mi nana atendió.

- ¿Nana?
- ¿Santana? Hija, ¿sucede algo?
- Estoy en el hospital, Nana, Britt… no sé qué le pasó…

No pude seguir hablando porque el llanto me invadió. Logré entender que ella vendría con mi abuelo, que le dijera en que hospital estaba y con quien estaba yo. Como pude le contesté, colgué y me derrumbé allí mismo, apoyada a la pared helada del hospital. ¿Qué le hice a Britt?

Mi Nana llegó a los pocos minutos con mi abuelo. Ella me abrazó, estaba llorando, sus ojos estaban rojos. Mi abuelo me abrazó y se dirigió a hablar con Harry y Nicole. Estábamos todos en la sala esperando noticias.

Esperamos en silencio un tiempo extenso hasta que un doctor se nos acercó.

- ¿Familiares de Brittany Pierce?
- Nosotros -respondimos al mismo tiempo.
- Soy el doctor que la recibió, debo informarles que ella ingresó prácticamente inconsciente al hospital, le hicimos una tomografía, ha sufrido un ACV. Ella está en terapia intensiva, aún no sabemos por cuanto tiempo, entró en estado de coma.

Me quedé helada. ¿Qué?

- Un ACV a veces es producido por un pico de estrés, ¿ella ha estado…

El doctor siguió hablando pero no lograba entenderlo. Yo estaba paralizada. Mi nana me abrazó al notarme preocupada.
Esperar… sólo debíamos esperar y el tiempo me parecía no avanzar. Me encontraba sentada en esas incómodas sillas, sin poder creer lo que estaba pasando.

No podía sacar de mi mente cada acción de la noche anterior, la forma en la que se comportó conmigo, la manera en la que nos amamos. Las lágrimas me invadían una vez más.

Una enfermera nos pidió que llenáramos unos papeles, Nicole se puso de pie y comenzó a escribir. Me di cuenta que había datos que no conocía sobre Britt. Miré a Nicole concentrada en su escritura, Harry haciendo llamadas acompañado de mi abuelo y mi nana sentada rezando.

Caminé por el pasillo hacia el exterior del edificio. Estaba frío, la brisa de la mañana traspasaba por mi piel y se alojaba en mis huesos, me di cuenta de que al menos sentía algo, pues mi mente estaba apagada. Lograba escuchar susurros de enfermeras, risas tenues, puertas abrirse y cerrarse, una ambulancia saliendo del lugar, el sonido de la sirena fuerte e intenso y con el correr de los segundos desaparecer entre las calles.

Permanecí en ese lugar durante bastante tiempo, hasta que vi que Harry se acercaba apresuradamente hacia mí. Me puse de pie y fui a su encuentro, tal vez tenía novedades sobre Britt. “La prensa ha llegado” dijo alarmado. Me condujo por un pasillo, estaba molesto y decía que no entendía por qué la prensa se metía en un tema tan privado. Él no deseaba hablar sobre lo que había pasado con Britt, me comentó que dio órdenes para que ningún personal del hospital brindara información.

Al pasar por otro pasillo dirigiéndonos hacia la sala de espera, vi como los flashes me cegaban. Había gente aglomerada en la entrada con guardias de seguridad impidiéndoles el paso. En la sala de espera no había nadie que yo conociera, Harry siguió arrastrándome pues yo no caminaba.

- ¿Hacia dónde vamos? -le consulté.
- Saldremos por atrás del hospital.

Paré en seco, ¿Saldremos? ¿Acaso nos estábamos yendo?

- Yo no me voy a ir, no voy a dejar sola a Britt aquí.

Él me observó por unos segundos, su cara adquirió una forma rara, la tristeza lo invadía.

- Yo tampoco quiero dejarla pero no podemos hacer nada. Nos pidieron que dejemos el lugar. Nos van a llamar si es necesario.

Suspiré y quise llorar “No, Harry, no” comencé a decir mientras las lágrimas escapaban sin control. Él me abrazó y me condujo hacia la salida. Me subí a su auto y nos dirigimos a su casa. Pensaba que allí tendríamos paz; me equivocaba, allí también había personas con cámaras esperándonos. Ingresamos con dificultad hacia el interior, todos preguntaban ¿Qué pasó?

Entramos y vi como Nicole era consolada por Alexandra. Ryan se acercó a recibirnos, con lágrimas en los ojos me abrazó. “¿Qué pasó?” consultó y yo aún no podía articular las palabras. ¿Cómo les explicaba que estaba dormida y ni cuenta me di que Britt pudo haber muerto a mi lado?

- Ella actuó de manera rara… decía cosas que no le entendí. Yo le hablaba de algo importante y fue como si ella no comprendía. Pensé que fingía. No me di cuenta que estaba sintiéndose mal… -dije abatida.
- ¿Ella no dijo que algo le dolía, Santana? -consultó Alexandra.
- No… la noté muy cansada, hace bastante tiempo que está cansada.
- Eso era un indicio, me van a disculpar todos ustedes pero yo le dije que debería dedicarse sólo a los ensayos, ese trabajo en la empresa nunca me convenció, yo se lo dije a ella -agregó Ryan.
- Lo que importa ahora es que mi hija se recupere -sentenció Harry -todos nos quedamos en silencio.

Alexandra se fue a la cocina y volvió con café para todos. Nicole y Harry lo bebieron y se fueron a su habitación. Me dijeron que si deseaba podía quedarme en la habitación de Britt. Lo pensé un poco, si decidía irme tendría que enfrentarme a la batahola de periodistas esperando afuera.

Ryan decidió irse, Alexandra me consultó si no me molestaba que ella se quedase un rato más. Me sorprendió su pedido, le dije que no me molestaba su compañía. Al estar solas me dijo:

- ¿Hablaste con Quinn?

Cerré mis ojos. No había hablado con ella. ¿Sería prudente contarles lo que pasa aquí?

- Es seguro que ellas ya se enteraron, lo que pasó está en todas las noticias -dijo Alexandra.
- ¿Crees que ellas ya lo sepan?
- Llámalas, si yo estuviese en lugar de ellas, querría que me avisaran.
- Lo haré. Voy por mi celular.

Subí a la habitación. Vi la cama de Britt con las sábanas revueltas y su ropa interior en el suelo. Una mezcla de sentimientos se arremolinaba en mi interior. Me senté en la cama y vi mi celular apagado en la mesa de luz. Lo encendí y mientras esperaba a que volviera a vivir observé el lugar. No había visto a Lord T desde que llegué y me asusté. En ese instante mi celular comenzó a vibrar. Llamadas y llamadas de Quinn, de Ryan y otros números desconocidos. Revisé la bandeja de mensajes y mi nana me decía que ella tenía a Lord T con ella. Suspiré.

No tenía el valor para llamar a Quinn, sólo quería estar con Britt. Alexandra abrió lentamente la puerta de la habitación, “Vine a ver si estabas bien, estabas tardando” dijo sentándose a mi lado y observando el lugar. “Llamaré a Quinn” dije y ella asintió.

Dos veces sonó el tono de llamada y Quinn atendió. “San…” dijo con su voz quebrada y yo empecé a llorar. No pude continuar, le pasé el celular a Alexandra y me recosté en la cama, acariciando patéticamente la almohada de Britt. Escuché que Alexandra decía: “No la dejaré sola” y cortó la llamada.

Me incorporé y la miré.

- ¿Por qué haces esto? -le pregunté.
- Britt no hubiera querido que estés sola, tampoco te hace bien, Quinn no está y siento que acompañándote de cierta manera ayudo.
- Te lo agradezco…
- Quinn y Rachel están volviendo.
- Arruiné su luna de miel…
- No lo hiciste… este tipo de cosas no se pueden predecir, tampoco es algo que lo produjiste, sólo queda esperar que ella se recupere.
- Alexandra, anoche… -suspiré- anoche dejé a Britt -ella me miró raro, no entendía lo que le decía.
- ¿La dejaste?
- Decidí que lo mejor para ella era que me alejara, que se fuera a hacer la gira, que triunfara y si el tiempo y el destino nos lo permitía, volveríamos a estar juntas. La noté rara mientras yo le hablaba, pensé que todas las incoherencias que me decía eran una forma de negación a lo que le estaba diciendo.
- Pero te quedaste… -dijo ella.
- Si… ella me lo pidió, no pude decirle que no y al despertar ella estaba helada, como muerta. Si no regresa no me lo voy a perdonar…

Dije eso y comencé a llorar, Alexandra lo único que hizo fue abrazarme y acariciar mi cabello. Permanecimos así un buen tiempo hasta que logré dormirme.

Desperté sola en la habitación. Me incorporé con dificultad, alisé las sabanas a mí alrededor deseando que esos movimientos hayan sido realizados en la espalda de Britt. Cerré los ojos y sentí que mi cabeza pesaba una tonelada. No había dormido más de tres horas. Dejé la cama y me metí en la ducha, el agua cubrió mi cuerpo y sentí que me relajaba.
Me puse unas prendas de Britt y bajé. Harry y mi abuelo estaban en la sala. Me acerqué a mi abuelo, él me abrazó con firmeza.

- Quinn está viniendo de París -dijo él y yo asentí- con Harry estamos viendo a donde llevaremos a Britt -fruncí el ceño.
- ¿Llevarla? -pregunté.
- Creemos que estará mejor en otro lugar, con mejor atención y más privado.
- Abuelo, no creo que eso sea lo mejor…
- Harry y Nicole creen que si.

Dijo esa frase como una sentencia, yo no podía decidir, Harry y Nicole son sus padres y de ellos dependía todo.

Suspiré…

Regresé a la habitación, me recosté en la cama y me abracé imaginando que lo hacía ella, su ropa conservaba un vago aroma perteneciente solamente a ella, temía que se acabara. No podía comprender como es que intenté dejarla, me di cuenta de la estupidez que estaba cometiendo o que hice…

Miraba el cielo a través de las puertas del balcón. Repetía como un mantra mi deseo, que ella despertara.

Sentí la puerta abrirse, no voltee a ver quién era. Esa persona se sentó a mi lado y me acarició. Cerré mis ojos y fue inevitable que las lágrimas salieran. Nicole me abrazó y sentí su sollozo. Nuestras manos se unieron. Cuando consideré que ambas nos reponíamos decidí hablar con ella.

- Por favor, no cambien a Britt de hospital.
- Será lo mejor para ella.
- Tengo miedo de que le pase algo malo…

Ambas nos quedamos en silencio. Algo malo ya le había pasado.



………………………….



Todos estábamos en la sala de espera del hospital. Nos fue difícil el ingreso dado que los periodistas no se marcharon. Ryan me decía que tenía que dar un parte médico a la prensa pero yo no decidía qué hacer y qué no, por esa razón decidió hablar con Harry, luego de una charla él accedió a brindar información a la prensa después de que hablara con el médico. Ryan me miró victorioso y yo asentí. En ese momento el médico de Britt se acercó a nosotros.

- Señor y señora Pierce, ¿podemos hablar en privado?

Ellos sólo lo siguieron. Entraron en una oficina, los tres estaban de pie, el médico no parecía estar brindando buena información, su cara comunicaba que algo no estaba bien. Yo hacía un esfuerzo muy grande para no correr hacia la oficina y saber qué demonios estaba pasando.

Nicole se estremeció, se llevó las manos a su rostro, Harry la abrazó, ella casi se desploma en el suelo pero el agarre de su esposo fue rápido y la hizo sentarse en una silla. Ahora lloraba abrazada a él. Me puse de pie y caminé hacia allí. Nadie intentó detenerme, entré y el médico sólo suspiró y se retiró.

No sabía qué decir, necesitaba que me dijeran qué pasaba con Britt, me daba miedo preguntar, ¿por qué me aislaban de saber cómo se encontraba?

“Santana…” dijo Nicole entre lágrimas y me acerqué a abrazarla. Harry estaba llorando, noté que mi abuelo entró en el lugar, se acercó preocupado, tampoco se animaba a preguntar qué había pasado.

- El médico nos explicó que el estado de Britt es delicado, no hubo evolución en estas horas, está en proceso de fallecimiento…

Un aire frío recorrió mi espina dorsal dispersándose por cada célula de mi cuerpo, la inmovilidad se unió a mi miedo, al terror que ya estaba instalado desde la madrugada, juntos me paralizaron y juro que por milésima de segundos, mi corazón se detuvo, mi cerebro desapareció y dejé de respirar.

Nicole se apoyó en mí, reaccioné y la abracé con más fuerza. La cara de mi abuelo se transformó, la tristeza lo hizo verse más vulnerable, rasgo que él jamás demuestra, y Harry estaba débil, abatido.

- Hay que esperar si evoluciona en las próximas 24 horas, al menos esa esperanza tenemos. Podemos pasar a verla pero sólo unos minutos. No quiero informar esto a la prensa -dijo Harry.
- No lo vamos a hacer -acotó mi abuelo- diremos que hay que esperar que evolucione en las próximas horas y que recen por ella. Yo me encargo.

Diciendo eso, palmeó el hombro de Harry y salió a hablar con Ryan. Él y Alexandra, se abrazaron ni bien mi abuelo comenzó a hablar. Ella, visiblemente afectada y a punto de llorar, dirigió su mirada hacia donde estábamos nosotros. Ryan le dijo algo y desapareció por un pasillo.

- Quiero verla, ahora, Harry…

Dijo Nicole y ambos la ayudamos a incorporarse. Harry nos guió hacia la sala de Terapia Intensiva. Él y Nicole entraron primero. Me quedé afuera esperando con impaciencia. Mi abuelo y Alexandra se acercaron, cada uno se puso a mi lado, él abrazándome, apoyé mi cabeza en su hombro y ella me tomó de la mano y la presionó con firmeza, era su manera de decirme que estaba acompañándome.

Cerré mis ojos y lloré, traté, en vano, de enjugar mi llanto para pasar a verla lo más repuesta posible, ella puede escucharme, seguro si puede, dicen que los pacientes escuchan, aunque estén en coma.

Nicole salió abrazada de Harry y dijeron que sólo una persona más podía pasar. Miré a mi alrededor, Alexandra y mi abuelo me hicieron una seña para que avanzara.

Abrí la puerta y una enfermera me dio una especie de traje, me cubrí el pelo, las manos y mi cuerpo. Me dijo que sólo tenía cinco minutos. Avancé buscando la cama de Britt, ella estaba conectada a unas maquinas que controlaban su ritmo cardiaco y su respiración. Tenía insertado por la boca un respirador. Unas lágrimas rebeldes escaparon por mi mejilla. Tomé su mano entre las mías y la besé. “Britt, soy Santana, despierta, amor, te necesito Britt” dije entre sollozos y besé su mejilla. No pude hablar más, estuve mirándola aunque la imagen de ella en ese estado era borrosa debido a mis lágrimas. Antes de irme acaricié su cabeza, volví a besarla y le dije “Te amo”, en ese instante una enfermera se acercó a decirme que era momento de retirarme.

Al salir me encontré con mi abuelo, Alexandra y Ryan. Ya habían informado a la prensa el estado de Britt, no el real estado. Como sólo se podía esperar, Harry y Nicole decidieron irse a su casa. Mi abuelo me preguntó si deseaba ir con ellos o con él. “Vamos a casa” le respondí. Giré mi cabeza y me despedí de Alexandra y de Ryan.

Ni bien salimos del estacionamiento la prensa se reunió al lado del auto. Marcelo estaba mirando por todos lados, avanzaba despacio hasta que los de seguridad del hospital alejaron a las personas, en ese momento aceleró. Yo iba sentada al lado de mi abuelo, me afirmé a su pecho y él me acarició.

Al llegar a casa me desplomé en la cama. Le pedía a Dios que me durmiera así no sentiría el dolor desgarrador que me invadía ante la idea de perder a Britt para siempre.

En plena madrugada desperté. Bajé a la cocina a comer algo. Me senté sola en la mesa recordando las veces que ella me acompañó en este lugar. De repente los recuerdos comenzaban a invadirme, los besos que le robé, las miradas que me regaló, las sonrisas que me dedicó. Todo de ella era hermoso y recordarlo de cierta manera alejaba al miedo, ella no me dejaría, había miles de cosas que aún no habíamos hecho, palabras por decirnos, viajes que hacer, dormirnos abrazadas después de cada función. Aun nos quedaban noches y días por amarnos, suspiros que lanzar, gritos ahogados, caricias, tanto amor por entregar.

Después de ella no existe un después. No hay una continuación. Una vida sin ella sería patética, me levantaría en las mañanas sin ganas de trabajar, sin poder respirar porque ella es la razón de mi existencia.

La soledad me acompaña mientras devoro el contenido de mi plato. Me veo sola e imagino que hay una posibilidad de que mi vida sea esto, una miserable existencia después de haber amado.

Siento el ronroneo de un gato. Dirijo mi mirada hacia una silla y Lord T está mirándome. Lo alzo y lo acomodo entre mis piernas. Él no parece estar interesado en mí y en mi tristeza, pone sus patitas delanteras en la mesa y comienza a comer mi comida. Lo acaricio, es algo de ella que debo cuidar. Termina mi comida y comienza a aullar. Lo dejo en la silla y le sirvo más comida para él y para mí.

- Hacemos una buena dupla, ¿no lo crees Lord T?

El me mira como siempre, no se le mueve ni un pelo, sólo desea comer.

- ¿Qué vio Britt en ti? -le pregunto.

Maúlla, tal vez en su idioma me dijo “¿Y qué vio en ti? Dame mi maldita comida”. Le acerco su plato, que antes era mío, y agarro mi nuevo plato, ambos al mismo tiempo comenzamos a comer. Somos iguales, lo sé.

Al terminar, ambos nos vamos a mi habitación. Él recorre el lugar buscando donde estará más cómodo. Elige la cama, me recuesto a su lado y lo acaricio, el ronronea, se pone boca arriba y se desliza por la cama, dejando a su paso pelos por doquier.

Él se duerme y yo sigo pensando. Al enamorarnos siempre sufrimos, a veces por no ser correspondidos, por un engaño o por las mentiras. Confiamos y nos entregamos a la otra persona a ciegas, sin medir los pro y lo contra de esa entrega, embobados nos aventuramos a la felicidad, totalmente absortos en una nebulosa que nos brinda alegría. Pero cuando la razón comienza a golpearnos porque eso es así, nos golpea sin previo aviso, el dolor se instala. Algunas actitudes negativas, algunas palabras hirientes nos tiran a un vacío desolador, la persona que amamos nos hace daño y el dolor, Dios, ese dolor es insoportable y lo peor es que no hay medicina que pueda hacerlo desaparecer, ningún analgésico, hay que hacer de tripas corazón y soportar, día tras día, minuto a minuto ese ardor en el pecho y en el alma que nos deja cabizbajos y como entes en el mundo.

Pero el dolor más grande y fuerte es el de perder a esa persona que amamos, a quien elegimos como compañero o compañera de la vida. Y es esa misma vida la injusta, la envidiosa. Nos lleva por caminos que no imaginamos y cuando creemos, pobres ilusos, que somos invencible y que el amor lo puede todo, te arrebata lo más apreciado, lo más amado.
¿Volver a empezar? ¿Seguir adelante? Frases trilladas, es ahí cuando pienso que la vida no tiene sentido. Tal vez mi padre pensó lo mismo cuando perdió a mi madre, por eso se dejó llevar por el dolor, tal vez de esa manera lograría alcanzarla y estar juntos por la eternidad. Ahora podía comprender la acción de mi padre. Dejarse morir por amor, por miedo a la soledad.

Por segundos me imagino los días sin ella, sólo por segundos, temo que si empleo más tiempo en esos pensamientos, se cumplan. Los días serían tristes, sin sentido, es más, ni ganas de vivirlos tendría.

Conozco la sensación de extrañarla hasta el dolor, deseando verla y sentir que existo en el mundo sólo para admirarla. Ahora ese dolor es más intenso y nada puedo hacer, soy apenas su novia, no soy nada si lo miramos con detalle. Mi esposa, ella tiene que ser mi esposa, de esa manera no podrían separarnos, la vería cada mañana al despertar, y haríamos el amor sin temor a que nos encuentren. Ella tiene que despertar y ser mi esposa.

Comenzaba a pensar en otro sentido de afrontar la vida. Dejando de lado las cuestiones materiales, poseía una gran empresa, dinero suficiente para viajar por el mundo, comprar la ropa más cara, el último auto, un avión privado, hasta una isla, pero de nada me sirve si seré miserable al no tener a la mujer que amo. Los objetos más caros sólo tiene ese valor gracias a los ambiciosos porque a ellos sólo les interesa lo material. Tenemos en cuenta el valor de los objetos más que en las personas.

Interesa más las cuestiones banales, aparentar lo que no se es, ocultar la verdad por vergüenza o miedo, sin darse cuenta que la vida sigue su paso sin dar tregua, avanza y avanza y en algún momento nos hace desaparecer de la tierra.

Los momentos de felicidad hay que buscarlos y disfrutarlos sin medida. No hay límites para la alegría, sólo debemos sentirla. Arriesgarse y no temer, ser valientes para expresar lo que sentimos, amar, gozar, disfrutar.

Echo un vistazo a los días pasados, mi vida llena de trabajo y pocas alegrías junto a ella. Hemos perdido todos esos días y me lamento. Cuando ella despierte será diferente, tiene que ser todo diferente.



……………………………



Desperté sola en la cama. Ni Lord T estaba a mi lado. Quería sentir algo pero mi cuerpo todavía estaba entumecido. A pesar del brillante sol, las sombras de la tristeza me cubrían. Deseaba escuchar la voz de ella, escucharla tararear una de las miles de canciones que le gustan y que no conozco.

Sonrío al pensar que despertará y cuando esté recuperada me cantará una canción. Le pediré que baile para mí, que me envuelva con sus movimientos y me deje embobada con su dulce voz. Cierro los ojos, llevo mi mano hacia mi boca e imagino que la beso, vuelvo a sonreír al recordar cada beso que me ha dado y me estremezco, desearía poder congelar cada momento maravilloso que pasé a su lado, al menos ese momento en que me besó por última vez. Estaba tan entregada a mí, como si ya supiera que estaríamos bastante tiempo sin poder tocarnos, anticipándose a esta soledad que sólo me atormenta a mí, pues ella no sufre, no es consciente del dolor que me causa no poder besarla, escucharla, tocarla…
De nuevo el frío recorre mi columna vertebral, el miedo me recuerda que la muerte está acechándola, que tal vez ese último beso que imagino y que trato de recordar en realidad puede convertirse en el último.

Suplico en silencio, pido al destino que no la arrebate de mi lado, al menos deseo verla sonreír una vez más, que tome mi rostro con ambas manos y me acaricie una mejilla, me derretiré ante su toque pero en ese momento no importará, abriré mis ojos y veré el reflejo del sol en sus dorados cabellos, sonreiré al ver su sonrisa y la intención en sus ojos azules, la intención de besarme; sentiré sus suaves labios chocar contra los míos y ambas sonreiremos. Nada más importará en esos momentos, sólo besarnos.

Abro los ojos al sentir un leve golpe en la habitación. La puerta se abre, mi nana entra con Lord T en brazos, frunzo el ceño.

- Vine a verte temprano y me lo lleve para que desayunara -dijo acariciándolo- ¿cómo amaneciste? -preguntó acariciándome.
- La extraño…
- Prepárate así vamos a visitarla.

Antes de que se levantara tomé su brazo impidiendo que se vaya.

- Debo contarte algo…

Para mi sorpresa estuve muy serena al momento de contarle lo que había pasado esa última noche. Ella sólo escuchaba con atención. Al terminar mi relato sólo me miró. No se atrevía a decirme algo.

- No sé cómo decírselo a Nicole…
- No deberías, lo único importante para Nicole es que Britt se recupere. Mi´ja, yo sé que la amas y lo que pasó no fue tu culpa. Ahora levántate y vamos a visitarla.

Besó mi frente y salió de la habitación. No me sentí reconfortada. Me pesaba el cuerpo y no deseaba levantarme. Me recosté una vez más, por unos minutos permanecí allí en silencio, hundiéndome en la cama deseando transformarme en polvo y deshacerme a cada minuto.

Mi deseo no se cumplió por lo que estaba en la sala de espera del hospital. Harry y Nicole hablaban con el médico de Britt en una habitación privada. Sentí el movimiento de puertas y el ruido de la prensa, alguien venía, se escuchaba el sonido de varios tacones por el pasillo, levanté la vista y las vi. Alexandra venía acompañada de Quinn y Rachel.

Nos fundimos en un abrazo silencioso al principio, luego se escuchó el llanto de todas. No fueron necesarias las palabras porque vi la tristeza en sus rostros, imagino que ellas vieron lo mismo en mi.

Me senté porque no podía permanecer de pie, ellas me acompañaron y ni bien estuvieron sentadas se tomaron de las manos. Pude admirar el brillo de sus alianzas, sonreí ante la idea de imaginar la mano de Britt con un anillo similar. Harry se acercó a nosotras, mi nana y mi abuelo se acercaron, había noticias.

- Britt tuvo una leve mejoría… creen que se repondrá.

Quinn presionó mi mano con firmeza, Rachel se apoyó en su pecho dando un leve gemido. De pronto el semblante de todos tenía un tono parecido a la esperanza. Harry nos informó que pasaría a ver a Britt junto con Nicole quedaba lugar para una persona más. Todos me miraron esperando que me pusiera en marcha. No me sentí digna de verla, aunque por dentro moría por estar a su lado y tocarla.

Alexandra tímidamente me preguntó “¿Puedo ir yo?”, todos la miraron, nuestras miradas se cruzaron y vi en sus ojos el amor que aún tiene por ella, esa admiración que noté cuando la conocí y la misma que despertó celos incontrolables en mí. Algo dolía en mi interior, los celos, rabia e impotencia me quemaban la piel. No era digna de Britt, Alexandra la amaba y tal vez hubieran sido felices, Britt jamás hubiera estado bajo presión entre bailar y atender una empresa. Sentía que no tendría que haberme dejado llevar por mis sentimientos, no debí enamorarme de ella, debí dejar que continuara con su vida, de esa manera ella estaría bien, no entubada ni conectada a máquinas luchando por su vida.

- Sí, claro, ve… -dije.

Alexandra avanzó decidida acompañada de Harry. Quinn me miró sorprendida, esperaba una explicación. Suspiré pero antes de que pudiera explicar lo que pasó escuché mi nombre…

- ¡SANTANA! ¡SANTANA!

Era un grito desgarrador, lleno de rabia. Mi abuelo se puso en camino hacia el lugar de donde provenían los gritos, me apresuré y le dije que era a mí a quien hablaban.

- ¡Ese hombre está loco! -dijo mi abuelo ofuscado.
- Yo hablaré con él…
- ¡SANTANA! -se escuchó una vez más.

Quinn estaba a mi lado visiblemente preocupada.

- No vayas… él no tiene nada que hacer aquí, ¡Por el amor de Dios!
- ¡SANTANA! -su voz sonaba más débil.

Avancé escuchando a Quinn diciéndome “¡No lo enfrentes!” caminando unos pasos por detrás de mí. Al acercarme al final del pasillo lo vi, hecho una furia, su barba larga, desaliñado y borracho, cinco hombres lo sostenían con dificultad, él me vio y creció su furia, quiso abalanzarse sobre mi pero no lo dejaron. Quinn instintivamente me sostuvo del brazo e intentó llevarme a la sala de espera, mi abuelo les decía a los hombres que lo sacaran de allí, las enfermeras no podían inyectarle algo para calmarlo debido a su estado de ebriedad.

- ¡¿QUÉ DEMONIOS LE HICISTE?! -gritó.

Sam logró soltarse y caminó enfurecido hacia mí, mi abuelo intentó protegerme al pararse frente a él pero no iba a ser necesario. Sam se derrumbó a medio camino llorando. Estaba irreconocible, los hombres intentaron sujetarlo pero les dije que no le hicieran nada. Él sólo lloraba desconsolado. Me acerqué cautelosamente, cuando me vio cerca habló “Necesito verla, déjame verla” imploró envuelto en lágrimas. Mi abuelo estaba intranquilo, más hombres de seguridad llegaron al lugar.

“Santana, necesito verla” dijo Sam sosteniendo mi brazo. “En este estado no, Sam. Ve a darte una ducha y vuelve sobrio, así no pasarás a verla”. Sam sólo continuo llorando, un hombre se le acercó y le hizo una seña para que se levantara. Se fue acompañado hacia la salida.

Mi abuelo daba instrucciones a los de seguridad yo me encaminé en busca de aire, necesitaba respirar. Salí hacia la terraza, Quinn me siguió todo el trayecto en silencio.

Al verme cubierta por el sol suspiré. Cerré mis ojos pero las lágrimas lo mismo escaparon.

- Santana… -dijo Quinn preocupada.
- La dejé… yo dejé a Britt -ella miró consternada- quería que hiciera la gira, pasamos la última noche juntas, ¿puedes creer eso? La última noche -el llanto me ganó y estuve ahí desahogándome.
- Has actuado sin pensar, Santana…
- Lo pensé mucho, Quinn. Era lo mejor para ella. No pude hacerla feliz…
- No digas eso, no es verdad…
- ¡Mira cómo está! Si hubiera seguido con Sam no estaría así…
- Bien sabes que ella lo hubiera dejado, no era feliz a su lado.
- Tal vez Alexandra… ¿la viste? Sé que ama a Britt.
- Pero tu bien sabes a quien ama Britt -reí sarcástica- no te hagas daño, Santana. Britt te necesita.
- No soy digna de ella, Quinn.
- ¡Déjate de tonterías! Santana, sé que duele, yo no soportaría estar en esta situación, si algo le pasara a Reich, Dios… no, no podría soportarlo.
- ¿Quién dice que puedo soportar este dolor?
- Sigues aquí, esperando por ella, la amas. Ella se repondrá, ya verás.

Dijo eso abrazándome y ambas terminamos llorando.

Por la tarde teníamos permiso de visitar a Britt. Harry se enteró del incidente con Sam y fue a hablar con él. Yo me sentía intranquila, estaba ansiosa de que llegue el momento de las visitas, aunque era patética mi ansiedad pues sabía que no podría verla, seguro Sam iría.

No me equivoqué, él llegó acompañado de Harry. Estaba afeitado y vestía bien, lo noté sumiso, tranquilo. Harry lo sostenía del hombro, ambos rubios pasaron por mi lado, Harry sonriéndome pero Sam ignorándome. Me tragué la rabia, él estaba a metros de mí, me ignoró totalmente, saludó a Nicole y se abrazaron.

Quinn me miró indignada “Es un sínico” dijo, la miré pero no emití comentario alguno. Una enfermera informó que podíamos visitar a Britt, Harry y Nicole entraron juntos. Sam se quedó allí parado durante un tiempo corto, notó que lo miraba, dirigió su mirada hacia mí y dijo “Todo esto es tú culpa”. Sentí mis mejillas arder, Quinn se puso de pie ni bien yo lo hice para enfrentarlo, él no se inmutó cuando me acerqué para tenerlo frente a mí.

- Eres un desagradecido, estás aquí porque yo te lo permití.
- No eres la dueña de ella, ¿lo sabes?
- Puedo hacer que te saquen de aquí…
- Harry no lo permitirá.
- Eres un imbécil, maldito desagradecido.

Al decir eso se abrió la puerta. Tanto Harry como Nicole escucharon lo que dije, suspiré, Harry nos miró desaprobatoriamente.

- Sam puedes pasar -dijo él.
- Harry, quisiera pasar yo en lugar de él -dije.
- Santana, no lo vamos a discutir, pasará Sam y mañana podrás hacerlo tú, no provoquemos un momento de tensión con Britt en este estado.

Sam rió burlonamente, Quinn quería matarlo. Miré a Harry y a Nicole, ellos estaban cansados, si antes me dolió que me dejaran de lado, ahora me sentía totalmente herida. Puede que el maldito de Sam tenga razón, era mi culpa que Britt estuviera mal, por más que todos me decían que no era así, no podía dejar de culparme pero, que él me trate como a una basura no era agradable, más miserable me sentía al saber que no contaba con el apoyo de Harry.

Le hice una seña a Quinn, nos marchamos en silencio. Caminamos por varios pasillos tragándonos la rabia.

- ¿A dónde vamos? -consultó ella.
- A casa…

Me hizo detener “No puedes irte así”. Miré mis pies, “Santana, mírame”, levanté la mirada y ella exigía que le dijera algo “Estoy de más aquí, Quinn, déjame ir a casa”.

Me acompañó a casa. Ambas nos recostamos en mi cama. El trato que recibí de parte de Harry aún repercutía en mí. No le dije nada a Quinn, ella acariciaba a Lord T y mi mente sólo maquinaba una idea: Britt estaría mejor sin mí.

Desde lo más profundo de mí ser me dolía la idea. Pedí internamente que ella se recupere, nos dolería a ambas pero seguro con el tiempo las heridas sanarían, o tal vez Alexandra cure sus heridas. Ya la había dejado, Britt no era mi novia, la dejaría libre para que alguien la haga feliz, todos los planes de un futuro a su lado comenzaban a esfumarse, ella merecía alguien mejor.

Quinn seguía acariciando al gato, lo miré con nostalgia, también a él lo extrañaría. Antes de dormirme traje a mi mente un bello recuerdo, Lord T sin ganas de caminar cuando fuimos a la cabaña, Britt sonriendo y tomándome la mano, ambas felices y deseando besarnos pero nos ocultábamos de la mirada de sus padres y la de mi abuelo, recuerdo el hormigueo que me recorrió por todo el cuerpo al imaginármela dándome un beso. Al menos eso me quedaría de ella, miles de recuerdos en los cuales creímos que seriamos felices para siempre.

- ¿Estás bien? -preguntó Quinn.
- Si…
- Trata de descansar, mañana iremos a ver a Britt.

Asentí, pero de antemano sabía que yo ya no iría al hospital, ni a ningún lado donde ella estaría.