FanFic BRITTANA La verdad sobre el amor

Hola!En breve la actualización,  disfruten! Besos!


Capítulo 26: Por siempre te amaré.



Brittany había despertado dos días después de la última vez que fui a verla, regresó a su casa pasada una semana aproximadamente. Luego de mi roce con Sam no volví a hablar con Harry ni con Nicole a pesar de que ella fue hasta casa a buscarme. Mi abuelo me dijo que debería cambiar de actitud y comprender que un padre siempre hará cosas por sus hijos pensando que es lo mejor o lo correcto, aunque algunas veces no sea lo más acertado, y hay que respetar esas decisiones. Cuando me dijo todo eso, con pesar le confesé que yo no tenía por qué intervenir, no iba a continuar con Britt. Él me miró desconcertado. “Voy a seguir con mi trabajo” le respondí esa vez y salí de su oficina dando por terminada la charla improvisada que tuvimos en la empresa.

Era un día viernes, hace un par de días atrás había regresado a la abandonada empresa y mi desolada oficina. Mi abuelo tuvo que regresar nuevamente dado que las responsabilidades no podían evadirse ni ignorarse por más tiempo. En esos días Harry sólo se dedicó a Britt. Ni bien hubo una mejora en su salud la trasladaron a una clínica especial, estuvo unos días allí y le dieron el alta. Por recomendación médica le prohibieron regresar a su rutina diaria al menos por un tiempo. Quien me mantenía informada era Quinn, ella no estaba de acuerdo con mi “estúpida decisión” como ella la bautizó; sin que yo se lo pidiera, me llamaba o me mandaba mensajes contándome las novedades.

Al día siguiente de mi discusión con Sam no quise ir al hospital, Quinn por poco me abofetea para que entre en razón pero al ver que no cedería se marchó sin decir palabra alguna, pensé que no volvería a hablarme pues durante todo el día no volví a saber de ella. Decidí esa mañana retomar el trabajo, era lo único que me mantendría ocupada. Mi abuelo se incorporó un día después. Por suerte nadie me hizo preguntas del por qué había regresado, me pasé el día entero en la oficina, aunque no negaré que por momentos me invadían unas ganas de correr hacia el hospital para verla. “Britt ha despertado, la trasladaran a una clínica” ese fue el mensaje que Quinn me envió por la noche dos días después, yo aún seguía en la empresa vacía a esa hora. Mi corazón dio un pequeño salto de alegría, di gracias a Dios y me dije a mi misma que debía prepararme para lo peor: enfrentar una vida sin ella.

Ese día regresé a casa totalmente abatida, de lo que no podía escapar era de los periodistas, acampaban afuera de casa y los rumores se esparcieron, “¿Se separaron? ¿No existe más Brittana?”, eran las preguntas de los programas de chimentos.

Al entrar en casa Alexandra me esperaba en la sala.

- ¿Podemos hablar, Santana? -consultó.
- Ya estás aquí… dime ¿sobre qué deseas hablar? -respondí sentándome en el sillón individual.
- No has ido a ver a Britt hoy. Ella preguntó por ti -dijo y cerré mis ojos con dolor.
- Sé del cariño que le tienes a Britt, no me lo niegues, es raro lo que te diré pero, te estoy dejando el camino libre, Alexandra. Espero de verdad que puedas hacerla feliz…
- ¿De qué hablas? Santana, ella te espera y siempre lo hará. Tendrías que haber visto su cara cada vez que se abría la puerta de su habitación, te espera desde que despertó. Vine a decirte que reconsideres tu accionar.

Se fue dejándome un papel con la dirección de la clínica y la sala en la que se encontraba Britt. Lo miré durante mucho tiempo, lo guardé en mi bolsillo y jamás lo volví a ver.

Mi abuelo y mi nana la visitaron, regresaban a casa con novedades sobre los estudios que le iban haciendo. Un día ellos llegaron junto con Nicole. Ni bien la vi recordé aquella situación en el hospital, Sam, su soberbia y yo con mi rabia. “Hola, Nicole” dije poniéndome de pie y dirigiéndome a mi habitación, “Santana, no seas grosera” dijo mi abuelo con firmeza. Me detuve y giré para enfrentarlos. Nicole lucía dolida por mi actitud “Tenemos que hablar, Santana”, dijo con su leve voz. No podía acceder a eso, porque si lo hacía terminaría tirando por la ventana todas mis decisiones y correría a los brazos de Britt. “Me alegro que Brittany esté bien, Quinn me ha contado que está mejorando. Sinceramente, Nicole, no tenemos nada de qué hablar. Me voy a descansar.” Seguí mi camino, me lancé en la cama y lloré acurrucada a un lado de Lord T, él aún continuaba en casa acompañándome cada noche que lloraba a solas. Algo me decía que esto no era una buena idea pero era lo mejor para ella.

En la oficina, Fabiola se transformó en la única persona que no me hablaba de Britt. No sé si lo hacía para su beneficio o realmente me comprendía, la cuestión es que de cierta manera agradecía ese gesto. No deseaba hablar sobre Britt, aún dolía la distancia que me había empeñado en generar.

Quinn vio con malos ojos mi acercamiento a Fabiola. Al regresar a la empresa luego de su luna de miel interrumpida no me quitaba los ojos de encima, no me hablaba pero estaba vigilándome constantemente hasta que en una oportunidad en que coincidimos las dos solas en un ascensor charlamos brevemente.

- ¿Has vuelto a las andadas, López? -dijo sin mirarme a la cara.
- ¿Por qué lo dices?
- Te he visto con Fabiola, no sé si te diste cuenta pero cada vez que la veo a tu lado está coqueteándote y tú no pareces indiferente, vuelvo a preguntar ¿has vuelto a las andadas?
- ¿Acaso correrás a contárselo?
- No le diría algo que le haga daño. Santana, no vuelvas a esa vida de…
- Lo que haga con mi vida es mi problema.
- Sólo trato de ayudarte -dijo mirándome con tristeza, la puerta del ascensor se abrió y ella se marchó.

Me iba a casa rápido, Lord T adoptó la manía de comer junto conmigo, mi nana no podía hacerlo comer en mi ausencia, él me esperaba para acompañarme en la cena. Me llamaba la atención que Britt aún no haya pedido que se lo lleven, aunque él tampoco parecía preocuparse de la ausencia de ella, aceptaba mi compañía y la mínima atención que le brindaba.  Concentrada me dirigí a mi auto, pero escuché una voz conocida que me dijo “¿Necesitas compañía, morena?”, giré y lo vi apoyado en el capó del auto. Él me sonrió seductoramente, como siempre lo hace con cada mujer que se le acerca.

- Puckerman... ¿a qué debo el placer de verte?
- ¡Placer! ¿Acaso estamos hablando de lo mismo? Me enteré que estás soltera y quería ver si deseas probar algo de lo que tengo para ofrecerte -dijo arqueando sus cejas.
- No estoy para bromas.
- Lo siento… En realidad vine a la ciudad por unos días, pasé a saludar.
- Me estoy yendo a casa.
- ¿Es esa una invitación?
- No…
- ¿Realmente la dejaste?
- ¿Importa?
- ¡Claro! ¡Imagínate! Artie ya ideó un plan de conquista con Britt, yo, nena, estoy a tu disposición, y seguro hay una larga fila de gente esperando esta oportunidad o ¿me equivoco?
- ¿Tienes auto?
- No, ¿me llevas?
- Súbete antes de que me arrepienta.

Puckerman subió a mi auto y lo llevé a casa. En el camino comenzó a contarme su vida con el nuevo trabajo, él y Artie planeaban montar una empresa juntos, se hacían llamar “El dúo dinámico”, salían a fiestas juntos y se apoyaban en todo, “Somos como hermanos, ¿entiendes, Santana?” me dijo con sinceridad en un momento.

Al llegar a casa, Lord T comenzó a maullar. Noah lo miraba frunciendo el ceño “¿Este gato es de Britt?”, le di su comida y comenzó a comer.

- Si… es el gato de ella -respondí sentándome en una silla.
- ¿Qué demonios pasó? -consultó él imitándome.
- Incompatibilidad de horarios -dije y suspiré- ¿es suficiente eso?
- Cuando lo leí no me lo creí… es decir, tienen una maldita conexión, se miran como… como yo miro un buen par de gemelas.
- Noah, eso es desagradable.
- Lo siento, lo siento, sólo trato de entender qué paso… ¿Ella ya está bien?
- Si…
- No te veo animada, ¿deseas que me retire?
- Estoy cansada…
- Te visitaré mañana en la oficina, también deseo hablar de negocios.

Se levantó a darme un beso en la mejilla y se fue. Al día siguiente la prensa colmó las pantallas con imágenes de nosotros saliendo en mi auto. Traición, engaño, amante, fueron algunas de las palabras usadas para describir la imagen. Ni me digné a escuchar lo que opinaban. El que si me hizo preguntas fue mi abuelo.

- ¿Qué hacías con ese hombre? -dijo en un tono de reproche.
- Hablábamos. ¿Desde cuándo eso es un crimen?
- No estoy diciendo que sea un crimen.
- Pero por la forma en la que me lo preguntas, pareciera que si lo es.
- Me preocupa la situación con Britt. No la has ido a ver. Sé que decidiste alejarte de ella pero una visita no estaría mal. Hoy regresa Harry a la empresa, espero también puedas hablar con él.

No dije nada al respecto. Mi abuelo suspiró y me dejó en mi oficina. A los minutos vi pasar a Harry por el pasillo. Quinn también había llegado pero apenas me saludó. Suspiré con dificultad. Se avecinaba un día largo y tedioso.

Me encerré en la oficina, a pesar de que había un mundo que seguía su rumbo aunque yo pretendía esconderme, imaginé que no existía. Me sumergí en medio del mar de papeles sobre mi escritorio, nadé en un universo de ideas que atravesaban mi cabeza, trabajo, Britt, balances, Britt, problemas, Britt, reuniones, Britt… en ese orden las ideas me ahogaban. Ni la música pudo calmarme o al menos darme un consuelo.

- Esa canción es deprimente -dijo Noah entrando en la oficina.
- Creo que estoy deprimida -contesté.
- ¿Has visto las noticias? -dijo arqueando sus cejas.
- No te ilusiones…
- Ven, siéntate conmigo, es hora del almuerzo, ¿qué vamos a comer?

Se sentó en el sofá y me hizo señas así lo acompañe. Me senté a su lado tarareando la canción que aún no terminaba pero él tomó mi celular y detuvo la reproducción.

- Estás que te lleva el mismísimo diablo.

Suspiré y me dejé abrazar por él. Su perfume me hundió aún más en mis pensamientos. Me sentía sola, extrañaba a Britt y el corazón parecía querer salirse de mi pecho. Permanecimos en silencio, no lograba discernir si el accionar de Puckerman era producto de un acto de bondad de su parte o simplemente se aprovechaba de la situación para ligar. Sentí dos golpes en la puerta e inconscientemente dije: “Adelante”. La puerta se abrió y los ojos de Harry se posaron en mí y en el cuerpo de Puckerman abrazándome. Noah no pareció molestarse por la situación incómoda que se generó, pues no apartó su brazo de mí.

- Disculpen, pensé que estabas sola, Santana  -dijo Harry.
- ¿Necesitas algo? -pregunté.
- Hablar contigo pero en privado.
- ¡Yo me retiro! -dijo Noah soltándome, traidor, me quería dejar sola.
- No, Noah -dije tomándolo de la mano- estábamos bien -agregué mirándolo con tristeza y seductoramente.
- Te espero abajo así vamos a almorzar -dijo en voz alta y al oído me susurró “No juegues conmigo de esa manera”.

Salió sonriéndole a Harry.

- Creí que amabas a mi hija - dijo y lo miré desafiándolo.
- Ya sabes cómo son las cosas, el amor termina, la vida sigue, la gente cambia.
- No seas sarcástica conmigo, vengo para arreglar las cosas entre nosotros, eres la pareja de mi hija y…
- Era… ya no lo soy.
- Santana, ella…
- Harry -dije haciéndome énfasis en mi tono de voz- estoy muy cansada, créeme que lo que pasó entre nosotros lo superé, trabajamos en la misma empresa y no es bueno mezclar este tipo de temas en el trabajo, consejo de mi abuelo que no seguí y estoy pagando caro las consecuencias.
- Vine a pedir perdón, para eso no importa el lugar, he cometido muchos errores y las veces que te has visto involucrada en ellos, te pedí perdón, una vez más estoy pidiéndote perdón por mi actitud. No supe ver el daño que te causaba, sólo podía pensar en qué hacer para que mi hija volviera a hablarme y no verla morir en una cama de hospital.
- Te perdono Harry…
- ¿Por qué siento que no estás siendo sincera?
- ¿No me crees?
- Britt te extraña, está triste y me siento culpable. Te aparté de ella ese día, no me atreví a decirle lo que hice…
- ¿Ella ha preguntado por mí? ¿Ha preguntado por qué no voy a verla?
- En realidad no… es cómo si ya supiera que no irías, lo cual me parece raro, en unos momentos de delirio repetía tu nombre.
- Yo dejé a Britt. Pensé que esa noche no me había escuchado, ella me decía incoherencias y yo la estaba dejando. No ha preguntado por mí porque sabe que no existe nada entre nosotras. Por lo tanto, no tiene sentido que te sientas culpable, no lo eres.
- La dejaste…
- Sí… -dije mirando a otro lado que no fuera su cara.
- Ahora entiendo el regreso de este muchacho. Bien, no te quito más tiempo.

Lo dejé irse sin corregir su malinterpretación. Y como era costumbre en estos días, las lágrimas ganaron una vez más.



……………………………………



Cené en casa junto a Puckerman y a Lord T, luego de una charla amena me fui a dormir con el gato, le encanta que lo lleve en brazos hacia la habitación, lo que si odiaba era que lo cubriera con las mantas, él parecía no tener frío, en cambio yo, me cubría totalmente con el edredón imaginando que esa capa gruesa de tela era el cuerpo de Britt que cubría y daba calor al mío.

Puckerman se marchó, se iría a Ohio junto con Artie y ambos vendrían en unos días para hablar de negocios. Por mi lado, los días transcurrieron “normales”, levantarme temprano, trabajar hasta tarde, cenar con Lord T y dormir juntos. Toda mi ropa estaba cubierta de sus pelos como si intentara recordarme que no podía deshacerme de él, veía un pelo en mi chaqueta o en mi pantalón y me acordaba de él y el por qué lo tenía conmigo; me sería imposible olvidar quien es su dueña como así también me intrigaba por qué no lo había ido a buscar aún.

Los días pasaron y ella se recuperaba día a día, mi abuelo me daba detalles pues iba a visitarla con frecuencia. No había sufrido consecuencias graves, podía caminar y hablar perfectamente, los primeros días temieron que quedara una secuela grave pero nada de eso sucedió.

Harry visitó mi casa un par de veces, acompañado de mi abuelo, nos saludábamos cordialmente pero él no podía dejar de mirarme con cierta nostalgia y furia, ambas mezcladas. un día Harry vio a Lord T y recordó que él era de su hija, “Voy a llevármelo” dijo y no sé por qué razón pero sentí que hacía eso para dañarme, luego analicé que el gato no era mío y que Harry tenía todo el derecho de llevárselo, el tema fue que no lo podíamos encontrar esa noche. Lo había visto bien llegué a casa y él comenzó a maullar porque quería comida, luego desapareció. “Mañana volverá, no aguantara mucho tiempo sin comer” dijo Harry yéndose a su casa, prometiendo volver al día siguiente.

Preocupada me fui a la habitación, si Lord Tubbington no aparecía me sentiría culpable por no cuidarlo adecuadamente. Mientras el remordimiento taladraba en mi cabeza escuché un leve maullido proveniente de mi closet, lo abrí y ahí estaba el gato, dejándome su recordatorio, pues toda mi ropa tenía sus pelos. “Vamos a cenar, travieso” le dije llevándolo en brazos hacia la cocina. No quería que Harry se lo lleve, comencé a tomarle cariño y ambos nos hacíamos compañía, tal vez Lord T tampoco quería irse.

Al día siguiente fui tarde al trabajo, me había quedado dormida. Mientras avanzaba por el pasillo hacia mi oficina me pareció sentir el aroma de Britt, su perfume. Avancé sin detenerme a pensar en eso, tenía trabajo que hacer y estaba atrasada.
Me senté en mi sillón, prendí la computadora y esperaba que Carla entre en la oficina, no sabía dónde estaba, no la vi en su escritorio.

- ¡Por fin llegas, morena! -dijo Noah.
- ¿Qué haces aquí? -pregunté mientras revisaba unos papeles.
- Vine a hablar de negocios, tu empresa, mis ideas y e ingenio de Artie, harán maravillas. ¿Qué dices?
- ¿Mi empresa? , no es sólo mía y lo sabes.
- La empresa de las Brittana… lo sé, pero estás a cargo tú, ¿verdad? Britt no va a volver.
- Aunque no vuelva, sigue siendo la jefa, al igual que yo.

Él se aproximó hasta quedar cerca de mí, se inclinó un poco para hablar más pegado a mi rostro, “Sería genial una reunión entre los cuatro” me dijo sonriendo, sus palabras tenían doble sentido. Estaba a punto de contestarle cuando la puerta se abrió lentamente después de un leve golpe.

Brittany apareció en el umbral, mi mirada quedó hipnotizada por sus ojos azules…

¡Mierda! Estaba hermosa, me sentí desfallecer.

Lucía más delgada, su cabello estaba suelto y brilloso, tenía una camisa clara  y una falda a tono, mis ojos no dejaron de recorrer su cuerpo, sobre todo la parte de su escote. Por la forma en la que estaba vestida, sus curvas se notaban aún más y un ardiente deseo comenzaba a apoderarse de mí. Un minuto a solas con ella y mi razón se iría al mismísimo infierno.

- ¡Oh! ¡Ahí está de quién hablábamos! -dijo Puckerman- llegas en el mejor momento, Britt.

Brittany lo miró y si su mirada tuviera poderes como para congelarlo, él dejaría de sonreír como idiota. Noah se puso de pie y caminó hacia ella, Britt estaba desconcertada, no entendía la situación en la que se encontraba.

- Adelante, bonita, entra -siguió Noah sonriéndole como bobo.
- Vine a hablar con Santana, no pretendía interrumpirlos -dijo ella.

Su voz… me pareció tan lejana pero no podría olvidarla, algo se quemaba en mi estómago y el ardor se esparcía por mi cuerpo, algo dolía y no lograba determinar en qué punto comenzaba el malestar, ¿mi estómago, la cabeza o el corazón?
Mi pecho se agitaba rápidamente, mis ojos no podían dejar de verla y deseaba, con todas mis fuerzas, abrazarla y besarla, y de esa forma quitar de su rostro esa mirada de celos que me proporcionaba a mí y a Puckerman.

Como Britt esperaba una respuesta a lo que dijo, Puckerman respondió que no interrumpía, lo dijo al mismo tiempo en que yo afirmé que si lo hacía. Brittany quedó aún más desconcertada.

- En realidad, quiero hablar con ustedes por negocios, Britt, con Artie tenemos una propuesta que hacerles -dijo Noah sonriéndole seductoramente.
- No sé cuándo volveré a trabajar -respondió ella.
- Deberías irte a tu casa, Brittany, esto lo arreglaré con Puckerman.

Puckerman nos miraba a ambas moviendo su cabeza como si estuviera viendo un partido de tenis. Britt me miró herida, me sentí mal, algo en mí me decía que me retracte, algo más fuerte que la razón.

- ¿Hasta cuándo vas a evitarme, Santana? -consultó ella con su leve voz.
- Que yo sepa, aún no puedes volver a trabajar.
- Vine a hablar contigo, no a trabajar.
- ¡Bien! Mientras hablan, no se olviden de mi propuesta, si lo desean podemos almorzar juntos… yo me retiro -dijo Noah yéndose.

Me sentí incómoda con ella a solas, mi nerviosismo crecía y todas las barreras que me empeñé en construir comenzaban a tambalear con el simple aroma que emanaba del cuerpo de Britt.

- Sé que me dejaste esa noche pero, Santana, yo aún te amo y sé que tú también.

Cerré mis ojos, no quería mirarla, todo en mi interior se derrumbó, las fortalezas y mi razón cayeron al vacío. Sentí un sollozo y la vi sentada en el sofá tapándose la cara, no soporté verla así y me acerqué un poco, traté de mantener cierta distancia, ella sintió mi cercanía y me vio con sus ojos rojos por el llanto, deseaba tanto besarla. “Es mejor si estamos separadas por un tiempo” le dije y ella negaba moviendo su cabeza, “No iré a ningún lado sin tí” me respondió. Tomó mi mano entre la suya y comprendí que yo no podía vivir sin ella.

Nos miramos intensamente, tratando de medir quién amaba más a quién. Mi mano libre acarició su rostro y ella sonrió victoriosa, sabía perfectamente que yo había cedido y que no me resistiría más. Le sonreí y me acerqué a su rostro para besarla. Sentí la humedad en mis labios, su dulce sabor en mí, no pude parar. A medida que la besaba mis manos acariciaban su cintura, ella se posicionó encima de mí sentándose en mis piernas, luego colocó cada pierna a los costados de mi cintura, me besaba con locura y yo le correspondía, la abracé más a mí y acaricié su espalda, sus manos estaban colocadas en mis mejillas, después pasaron a recorrer mi cabello; su cuerpo se cernía sobre el mío, sus caderas comenzaban a moverse en un movimiento suave y conocido por ambas, mis manos no dejaban de acariciarla, estaba a segundos de perder el control total de mí, la desnudaría y le haría el amor, eso deseaba hacer pero un leve golpe en la puerta me detuvo. Ambas quedamos paralizadas mirándonos y recordando el sitio en el que nos encontrábamos, ella me miraba con tanto amor y yo le devolví esa mirada en forma de un beso en sus labios.

La puerta se abrió y Puckerman entró en la oficina sorprendiéndose por lo que veía. “¡Wow! Veo que ya están al día” dijo sonriendo, Britt escondió su rostro entre mis cabellos, aspirando mi aroma y besando mi cuello, Noah nos dejó y volvimos a besarnos, esta vez recostándonos, yo encima de ella y besándola sin límites, la amaba y debía demostrárselo.



………………………..



El almuerzo, el trabajo y todos los asuntos del mundo no importaron cuando Britt volvió a besarme.

Cerré mis ojos y pasaron por mi mente las miles de dudas que me atormentaron por días, los miedos y el maldito dolor en mi pecho. Como por arte de magia, todo desapareció con tan sólo verla parada en la puerta de mi oficina. Yo sabía perfectamente que ella me haría perder la cabeza, que me haría tirar a la basura todas mis convicciones, que derribaría la muralla que me empeñé en construir al evitar verla. No hay dudas de que el amor que siento por ella es tan inmenso que lo puede todo y soporta todo.

Britt no dejaba de besarme ni de acariciar mi cuerpo, me miraba como si no creía que yo estaba a su lado mirándola hipnotizada y paralizada ante su presencia.  Sus ojos azules recorrieron mi rostro dándole paso a sus dedos, posó sus labios en mis párpados y luego en mi mejilla. La sensación de muerte pasó por mi cuerpo, ella literalmente me dejaba sin aliento, no podía respirar porque cada roce de su piel con la mía me hacía estremecer.

- Creo que deberé hablar con mi papá… -dijo ella.
- Él está molesto conmigo.
- Piensa que me has engañado con Puckerman.

Dijo eso y vi en su mirada una mezcla de dolor, duda y celos. “Él sólo es un amigo, lo sabes” aclaré y ella se abrazó a mí.

- ¿Tienes miedo de algo? -pregunté.
- Podrías estar con cualquier otra persona, yo… a veces pienso que quizás puedas dejarme.
- No puedo hacerlo -dije mirándola fijamente- lo intenté y casi muero al verte lejos de mí.
- No quiero volver a separarme de ti, San.
- Yo tampoco, Britt, yo tampoco.

Permanecimos allí un momento más, en mi cabeza rondaba una idea, loca, descabellada, arriesgada. Tomé valor, abracé a Britt y di riendas sueltas a mi voz.

- Quiero proponerte algo -comencé- sé que es demasiado rápido, aunque a veces siento que no lo es, la cuestión es… quiero que vivas conmigo.

Sus ojos se iluminaron, me miró sin decir una palabra.

- ¿No es una buena idea? -dije- Britt, cuando te vi enferma me sentí impotente al no poder hacer nada por ti, intenté tomar alguna decisión y no tenía el derecho de hacerlo, me pregunté, ¿qué soy para ti? ¿Por qué no puedo también decidir lo que es bueno para ti? Sé que a raíz de eso discutí con Harry pero Britt, te amo tanto, ¡te necesito tanto! - bajé la mirada- yo sólo quiero estar más cerca de ti, cuidarte y acompañarte en cada acción que hagas.

Ella tomó mi rostro con sus manos y me obligó a verla, sus ojos despedían lágrimas a borbotones, no podía emitir palabra alguna, asintió con su cabeza y unió sus labios a los míos, nos besamos de una manera extrasensorial, única e irrepetible. Estábamos sellando con ese beso una de las acciones más importantes para nosotras como pareja, ella había aceptado vivir conmigo, acompañarme en cada hora del día, recostarse en mi cama todas las noches y despertar a mi lado. ¿La felicidad puede ser plena en alguna instancia de nuestra vida? ¿Puede una mirada hacer tambalear nuestro organismo y generar un remolino de alegría? La respuesta es: sí.



……………………



“No quiero esperar” dijo Britt y nos encontrábamos en la oficina de mi abuelo, sentadas frente a él tomadas de las manos. Mi abuelo nos miró sonriendo, “Tenemos algo que informarte” le había dicho. Él sonrió y agregó “No es necesario que me lo digan, ¿están juntas de nuevo? Déjenme decirles que eso es más que evidente”. Nosotras nos miramos, presioné la mano de Britt y hablé, “Britt y yo vamos a vivir juntas”. El silencio se acentuó en la oficina, fuera lo que fuera que dijera él, no sería impedimento para que estemos juntas. “¿Están seguras de eso?”, nosotras nos miramos y sonreímos, “Sí” afirmó ella. Mi abuelo sonrió “Me alegra que te unas a la familia” dijo hacia Britt, “La casa es grande, estarás cómoda”. Fruncí el ceño, “Espera- dije- yo pensé en vivir en otro lado”. Tanto Britt como mi abuelo me miraron con sorpresa, “No dejaremos solos a Gustavo y a tu nana, San”, la miré, “¿Quieres vivir en casa?”, dirigió una mirada de desconcierto a mi abuelo y me dijo, “¿Dónde más?”. No pude decir nada más, no había especificado que yo quería un lugar sólo para nosotras, sin embargo ella quería vivir en casa. Mi abuelo se puso de pie a abrazarla, “Ya sé quién manda en la relación y me parece perfecto” dijo riéndose de mí.

La siguiente persona con la cual debíamos hablar era Harry. Mi abuelo se ofreció a hacer de intermediario pero decidí que lo mejor sería que yo hablase con él, aunque fue Britt quien realmente se lo dijo. Harry nos miró, se notaba que no estaba contento con la idea, “Debemos hablarlo con tu madre” dijo serio, Britt con calma y con su suave voz le dijo, “Ya no soy una niña, papá, además, no está a discusión, ya lo decidimos con Santana”. Él me miró, algo en su mirada me decía que más que enojo él tenía miedo. Era comprensible, su única hija dejaba su casa, se encaminaba a vivir lejos de él, de su protección, por más que estén en la misma ciudad, sabía que los días no serían los mismos, ahora el tiempo de ella sería compartido conmigo, su vida se unía a la mía. Supongo que ver partir a un hijo no es algo agradable pero tarde o temprano ocurre.

Harry no fue capaz de decirnos algo. Britt le dio un beso en la mejilla diciendo, “Iremos a decírselo a mamá”. Acto seguido me tomó de la mano y salimos rumbo a la casa de ella.

Nicole se sorprendió por la noticia, no esperaba que yo apareciese por su casa con tal novedad.

- Ya se lo dijimos a papá…
- Niñas… creo que es muy precipitado, Britt, acabas de salir del hospital, no es una buena idea que…
- Yo puedo cuidar de Britt, Nicole. Es lo que deseo hacer.
- Esto es muy precipitado.
- Casi pierdo a Britt. Yo no me imagino una vida sin ella, la amo, y quiero aprovechar todo el tiempo a su lado, sin temor al paso del tiempo ni a las personas que desean separarnos.

Nicole nos observaba, Britt tomó mi mano en señal de apoyo hacia mí.

- Hablaremos de esto bien llegue, Harry. Yo esperaría a que estés mejor, hija.
- Me siento bien, mamá.
- ¿Qué pasará con la gira, el trabajo? ¿Han pensado eso?

Nos miramos, un tema que no habíamos tocado.

- Lo solucionaremos, mami,  yo realmente necesito estar con San -dijo apoyándose en mí.

Nicole sonrió, en su rostro había una mezcla de ternura, temor y alegría, “Vamos a solucionar todo, sólo… no van a dejar de visitarme, ¿verdad?” diciendo eso comenzó a llorar. Britt se abrazó con ella prometiéndole que eso no pasaría, que la visitaríamos seguido, organizaríamos cenar juntas, salir de viaje, llamarse diariamente. La promesa de permanecer en contacto permanente logró calmar a Nicole quien abrazaba a Britt de una manera protectora y mezquina. Me miró y me extendió su mano, la tomé y me hizo sentarme a su lado, me abrazó y sus lágrimas me dijeron todo, que le dolía ver partir a su hija pero que se alegraba que sea feliz.

A un lado quedaron las ofensas que había entre Nicole y yo, pasaron a ser viejas y olvidadas acciones que no eran relevantes. Estuvimos charlando las tres a la espera de Harry. Con la aprobación de Nicole era muy difícil que él se opusiera, me sentía ansiosa y alegre.

Britt no deseaba esperar, esa misma noche ya deseaba estar instalada en casa, no me quejé, deseaba lo mismo. Junto con Nicole nos pusimos en campaña para ayudarle a empacar ropa y algunos accesorios que ella precisaba. Quedarían cosas por llevar pero eso lo haríamos con el tiempo. Cargamos los bolsos en mi auto mientras Nicole preparaba la cena.

- ¡Listo! -dije- ya está todo listo para irnos a casa -ella me abrazó y me besó.
- Espero que papá no se enoje.
- Si lo hace, se le pasará.

Mientras estábamos abrazadas, una luz nos cegó. Harry había llegado. Nos saludó brevemente y dijo, “¿Ya hablaste con tu madre?”, Britt asintió y él suspiró, sabía que nada podía hacer. Nos miró con sus ojos azules a punto de llorar, tomó aire y trató de no dejar libre el paso a sus lágrimas, pasó sus manos por su cabello despeinado, como si ese gesto de “¿Qué más puedo hacer?” lo hubiera estado haciendo todo el día.

- ¿Vamos a cenar? -dijo él.
- Papi, será la última cena en casa, después me iré con San.

Él nos miró desconcertado.

- ¿No vas a llevar tus cosas?

Britt señaló el auto y no pude más que sonreír ante su gesto y la situación. Él sonrió.

- Veo que hay apuro, no perdamos el tiempo y vamos a cenar. Dijo abrazándonos a ambas por los hombros.


La cena fue animada, luego hubo consejos y lágrimas, “Me llamas si necesitas algo”, “Estaré pendiente del teléfono”, “Pueden venir cuando lo deseen” fueron las palabras envueltas en sollozos de parte de Nicole. Me planteaba la idea de exagerada la actitud de ella, apenas estaríamos a unos minutos de distancia, viviríamos en la misma ciudad, no a kilómetros de distancia. Pero luego recordé las veces que esa misma distancia mínima entre mi casa y la de Britt, me hizo enloquecer de dolor y desesperación. El simple hecho de no verla me detenía por instantes el corazón y un malestar acongojaba mi pecho. Nicole no exageraba, comprendía lo que sentía y sus lágrimas eran más que aceptables. Sentí pena por un instante, tal vez deberíamos vivir todos en la misma casa, pero secretamente y con una pizca de egoísmo, sólo quería vivir con Britt, sólo las dos.

Observé su perfil, ella iba concentrada en la vista al frente, tal vez dudando en alguna instancia, quizás nerviosa preguntándose ¿estoy haciendo lo correcto? Ella me miró y sonrió, le correspondí y me centré en llegar a casa.
Mi nana y mi abuelo estaban en la sala tomando café, charlando amenamente cuando aparecí con Britt de la mano y acompañadas de maletas. Mi abuelo nos miró sorprendido.

- ¿Se van de viaje? -preguntó.
- No… -dije- Britt vivirá con nosotros, aquí, en casa.

Sonreí al decirles eso. Mi nana sonreía como pocas veces vi que lo hizo, mi abuelo lanzó una carcajada y se puso de pie para recibirnos. Britt lo abrazó y luego a mi nana que lucía totalmente emocionada.

A lo lejos, en la cocina como era de esperarse, mi pequeño hijo lloraba para que le diera de comer. Britt lo escuchó y se dirigió a abrazarlo, Lord T movía su cola y aullaba con más fuerza como diciendo “Santana no me da de comer, llega tarde a casa y no puedo comer por su culpa”. Britt lo acariciaba y le decía que estaba hermoso, mientras tanto yo le preparaba su cena.

- Lo has cuidado bien -dijo ella.
- Si no lo hacía, estoy segura de que dejarías.
- Ni lo dudes… -me respondió sonriendo y besándome.

En ese momento entró mi abuelo diciendo, “Bueno, ¿Britt dormirá en la habitación de huéspedes?” lo miré con seriedad y en un tono de desaprobación dije, “Abuelo, no bromees”, él se reía, mi nana también entró en la cocina regañándolo por su broma.

- ¿Vas a volver a la empresa? -consultó.
- No -dije antes de que ella respondiera- no quiero que vuelvas.
- Pero, San, me gusta.
- No voy a permitir que vuelva a pasarte algo como lo que ya te pasó, ¿lo discutimos después? Por favor, Britt…

Ella asintió, “Lo discutiremos entre todos, me apena que no estés trabajando pero también hay que priorizar tu salud” dijo mi abuelo. Él y mi nana se despidieron y nosotras nos dirigimos a nuestra habitación.

Britt entró reconociendo el lugar como suyo. Se sentó en la cama y me miró desde allí, “Vamos a necesitar otro closet” yo asentí comenzando a desvestirme, ella me miraba, “También deberíamos hacerle una cama a Lord Tubbington”, “Ummm, sí” dije luciendo apenas mi ropa interior, ella se puso de pie y se acercó, con su mirada cargada de deseo me dijo, “¿Me darás todo lo que pida?”, pasó sus manos por mi cintura, lentamente, “Absolutamente todo” respondí con dificultad. Ella sonrió, comencé a desvestirla y algo me paralizó. Sus brazos aún estaban marcados, los hematomas producto de las intravenosas no desaparecieron, me recordaron que estuve a punto de perderla. Ella sólo me besó, sin percatarse de mi miedo, la abracé y juntas caímos en la cama, “Hazme el amor, San” pidió y mi mente sólo podía pensar en el sabor de sus labios, en el  endulzante sonido de sus gemidos, en su cuerpo encima del mío, su piel unida a la mía, sus manos recorriendo mi cuerpo y ella misma adentrándose en mí, convirtiéndonos en una sola persona. Amarnos con locura era nuestro objetivo mientras nos besábamos en la oscuridad de nuestra habitación, ambas desnudas y sedientas yo de ella y ella de mí.



……………………………



El tiempo pareció no avanzar esa noche, sentí que todo en el mundo se paralizó por el simple hecho de que estábamos amándonos. La luna, las estrellas y la oscuridad misma fueron testigos de esa noche de amor. La amé, me amó y deseaba que cada noche fuera así. Cuando ella logró dormirse yo velaba su sueño, era la primera vez que dormía con ella luego de esa noche horrible, permanecí despierta, no podía conciliar el sueño completamente, la veía si respiraba bien, tocaba su frente asegurándome que no ardía en fiebre, la miraba cuidándola, temiendo que al cerrar mis ojos algo pasara y que cuando despertara sea demasiado tarde. Mi preocupación al parecer era exagerada, me abofetee mentalmente al darme cuenta de mi actitud, a ella no le pasaría nada malo estando a mi lado, besé su frente y me acurruqué a su cuerpo para lograr dormir un par de horas.

Al despertar, gracias a los rayos del sol, podía ver las consecuencias de la noche anterior, nuestra ropa por doquier, las sábanas envueltas en nuestras piernas enredadas, no teníamos las almohadas, en algún lado estarían, Britt prácticamente estaba encima de mí, su cabello rubio esparcido por su espalda y mi pecho. Besé su frente y la abracé con fuerza. La felicidad me inundaba ¿y ahora qué? La tenía a mi lado, yo era feliz, ella también ¿Qué más sigue? Me parecía increíble la situación.

Ella se movió lentamente, desperezándose y sonriendo al recordar donde estaba o quizás recordando todo lo que nos hicimos. Me iluminaron sus ojos juguetones en el mismo instante en que me miraron, “Te amo” dijo y se apretujó más a mí.

- San, debemos hablar sobre muchas cosas. hablemos ahora…
- Está bien, pero, no aceptaré que vuelvas a la empresa, al menos no ahora.
- No tenía planeado volver. Realmente, quiero hacer la gira. Hablé con Ale y con Ryan, veremos la manera de no estar lejos de casa por mucho tiempo.
- Eso suena genial.
- Sólo estaría fuera de casa unas semanas al mes, aunque también podrías viajar conmigo -dijo posicionándose encima de mí.
- No sé por qué, pero cada vez que me pides algo en esa posición, termino aceptando -ella se reía.
- ¿Acaso encontré el punto débil de Santana López? -dijo besándome.
- No lo divulgues…
- ¡Ni loca! ¿piensas que dejaré que alguien más lo haga? ¡Jamás!

Me besó con dulzura, luego siguió hablando.

- Comenzaré a ensayar en un par de semanas, después de las fiestas navideñas comenzará la gira.
- Bien, tenemos tiempo para organizarnos. Britt, estoy orgullosa de que triunfes bailando, siempre te apoyaré, haremos que esto funcione. Quiero hacerte un regalo.

Ella sonrió, le pedí que me pase una carpeta que había en la mesa de luz.

- Ábrela -dije.

Britt vio las láminas que allí había, su rostro se iluminó.

- San, esto es un estudio para ensayos…
- Así es. Puedes hacerle los cambios que quieras, será tuyo. Elige el lugar donde quieras hacerlo. Había pensarlo en hacerlo donde viviéramos y como nos quedaremos aquí, podemos hacerlo tranquilamente.
- Te amo tanto -dijo y me besó.

No dimos tiempo ni lugar a las palabras, nos besamos y volvimos a amarnos pero esta vez con el sol y las nubes como testigos.



………………………………..



Al llegar a la empresa lo primero que hice fue pararme en el umbral de la puerta de la oficina de Quinn. Ella dejó de leer un libro y centró su mirada en mí.

- ¿Necesita algo jefa? -dijo mordazmente.
- Hablar contigo.

Ella dejó su libro y tomando aire comenzó a hablar tan rápido que me parecía imposible que un ser humano hiciera eso en milésimas de segundos, claramente la influencia de Rachel estaba reflejada en mi amiga, Quinn me dijo: “¿Puedo ser sincera? No estoy de humor para soportarte hoy, has sido siempre tan terca y créeme, he soportado cada berrinche y locura que has hecho en tu vida pero ahora, no estoy dispuesta a soportar la estupidez que estás haciendo, porque…” la interrumpí diciendo, “Le pedí a Britt que viva conmigo”, ella abruptamente se quedó en silencio. “¿Qué hiciste qué?” sonreí como boba al recordar la noche que pasé con Britt, Quinn me miró desconcertada, incrédula. “En realidad, -dije- anoche ya se instaló en casa, viviremos ahí”. Mi amiga no se lo podía creer, se rió con ganas y se acercó a abrazarme, recibí su abrazo con buena gana, la extrañaba y ya estaba cansada de sólo cargar con miedos y preocupaciones, la alegría que ella me brindaba al apoyarme no pesaba en lo absoluto, me sentía libre y leve a punto de volar por toda la oficina y por Manhattan lanzando corazones a las personas para que el amor los inundara y dejaran de lado los problemas que llegasen a acecharlos.

- ¿Cómo pasó todo esto? -consultó Quinn.
- Simplemente la vi y fue mi perdición. No puedo vivir sin ella, la necesito a mi lado.
- ¿Quién hubiera pensado que algún día te enamorarías? Por un lado estoy que no me lo creo pero por otro lado, me alegra muchísimo. Debo contárselo a Rachel. ¿Cena esta noche? Hace mucho que no van a visitarnos, le diré a Reich que prepare algo.
- ¡Ok! ahora, deja de hablar tan rápido…

No me hizo caso porque comenzó a hablar con Rachel, decidí dejarla sola. Tenía pendiente una reunión con Harry y mi abuelo para organizarnos en la empresa. Necesitaba alguien de confianza que me ayudara cuando yo decidiera viajar para acompañar a Britt en su gira. Pensé en Quinn, era responsable y de confianza.

Al proponerla no hubo objeciones, sólo restaba asegurarme de que ella aceptara y que los demás socios también estuvieran de acuerdo. Harry por su parte nos comentó que Puckerman y Artie tenían en mente un proyecto interesante. Tal vez si aceptábamos ayudarlos, podrían entrar en la empresa y ayudar a Harry. Mi abuelo sentía cierto recelo por ver a Puckerman cerca de mí, le expliqué que sólo éramos amigos, que no debía preocuparse por nada. Además, si Harry creía en que ese proyecto nos beneficiaría, no veía por qué decirles que no. Los pondríamos a prueba. “Haremos una reunión con los socios mañana, les informaremos todos estos cambios, espero no haya problemas”, dijo mi abuelo. Asentí y me retiré.

Como era de esperar, mi jornada laboral me pareció eterna. Fabiola me acompañaba en la parte final del día. Me sentía agotada pero me di cuenta que ahora todo cambiaría, regresaría a casa y encontraría allí a la mujer que me ama. Nunca desee tanto dejar el trabajo cuanto antes.

Mientras mi mente vagaba pensando en Britt, Quinn entró en la oficina, vio a Fabiola y con toda la intención de dejar en claro que yo era una mujer “ocupada” dijo: “¡Te espero con Britt en casa, no tarden!”. Se fue sonriendo. Fabiola me miró con cierta melancolía en sus ojos, recordé cuando me dijo que Britt le había arrebatado el cariño de dos personas que ella quiso mucho, sentí un poco de pena pero nada podía hacer para remediar aquella situación.

- ¿Has vuelto con ella? -preguntó acomodando unas carpetas.
- Así es. Viviremos juntas - ella me miró sorprendida.
- ¡Oh! Eso es muy bueno.

Tomó sus cosas y se marchó, antes de desaparecer de mi vista dijo “Quinn, me odia, ¿cómo haremos si debo trabajar junto con ella?”. Le sonreí, “Se le pasará, ella es grande, respeta el trabajo que haces y tu desempeño laboral, no te preocupes, no habrá problemas”. Ella sonrió y por último agregó “Me alegro por ti y por Britt”. Claro que yo sabía que eso no era verdad, estaba triste, sólo pude asentir y sonreír levemente. Ella se marchó e hice lo mismo, alguien me esperaba en casa.



…………….



“¡Imagínate! Estábamos ambas de pie frente al departamento sin saber qué hacer, a pedido de Reich tratamos de realizar la ceremonia con todos los detalles, ambas llevábamos algo prestado, algo azul, algo heredado pero, ¿quién debía cargar a quién para entrar en casa?” las carcajadas se hicieron oír en la sala, Quinn contaba una de las diferentes situaciones que le tocó pasar una vez casada con Rachel. La velada se estaba transformando en una maravillosa noche que recordaríamos siempre. Nada de rencores entre nosotras, Quinn abrazada a Rachel y Britt sosteniendo mi mano. Por momentos tanta paz y tranquilidad me asustó, sin embargo, la mano de Britt me brindaba esa seguridad de saber que esto no era un sueño, que era verdad toda esa alegría que inundaba el departamento de Quinn.

- Ahora, ¿cómo es eso de qué vivirán juntas? -dijo Rachel.
- Ya vivo con San. Me he mudado anoche.
- ¡Wow! Eso es realmente bueno para ambas, planes de casamiento, ¿hay?


Britt me miró, sus ojos se clavaron en mí, iluminados, deseosos de recibir una respuesta afirmativa de mi parte. Sonreí y presioné su mano. Tal vez no haya sido la propuesta de matrimonio más romántica del mundo, ni la más extravagante que cualquier otra persona al verla hubiera exclamado un “¡Awww! ¡Qué tiernas!” pero Britt sabía que no era necesario tanta extravagancia ni planeamiento, ella sabía que sería mi esposa.

- Si nos casaremos, pero aún no sabemos cuándo -respondió Britt contenta.

Las caras del matrimonio Berry-Fabray eran para sacar una foto y colgarla en algún lado de nuestra casa. Quinn sonrió con malicia, algo iba a decir, “López, te han cazado, no hay vuelta atrás”. Todas reímos y besé a Britt con todo el amor y la ternura que me era posible contener en mi cuerpo. La velada siguió su curso, más charla con bebidas de por medio y sobre todo, amor en el aire.

Las horas pasaron, a causa de eso, los días transcurrieron. La época navideña pasó y nos recordó a las personas que no estaban presentes físicamente pero que nos acompañaban cada día.

Britt cambió todo en casa, la ubicación de los muebles, el color de las cortinas, el decorado de la habitación, el perfume del lugar. Fue como si la primavera se instalaba en casa en pleno invierno. Todo floreció y los ánimos cambiaron, la tristeza casi no se recordaba, tampoco era bueno olvidarla completamente porque recordarla de vez en cuando nos hacía reaccionar y entender las acciones del presente. Claro que cada vez que recordaba los tiempos oscuros lo hacía en soledad con mi mente, sin atreverme a expresar a viva voz aquellos momentos, por miedo a que se hicieran presentes y arruinasen mi felicidad.

Pero todo miedo se alejaba de mí al ver la sonrisa de Britt. Su estudio de baile privado iba viento en popa, ella estaba emocionada indicándoles los detalles al arquitecto y a los trabajadores. En unos días todo estaría listo.

La reunión con los socios aceptó a Quinn como mi reemplazante, además, accedieron en apoyar el proyecto de Puckerman, quien se uniría con Artie en la empresa.

Los aires eran buenos, la vida seguía y todo fluía. De nada podía quejarme.

Me gustaría contar que todos terminamos felices pero hay excepciones, siempre las hay. Fabiola y Alexandra entraban en esa categoría. Ambas, por separado, estaban trabajando al lado de la persona que querían, amando en silencio, tal vez imaginando que tendrían una oportunidad en un futuro. Britt propuso hacer una cena con ellas y quizás intentar liarlas pero por una u otra razón, no accedían a reunirse.

A veces una tiene miedo de atreverse a amar, miedo de que alguien nos ame y luego por arte del destino sufrir. Es de valientes atreverse a decir “¡Bueno, veamos dónde vamos a parar!”, para mí, tanto Fabiola como Alexandra aún no conocían el lado valiente que poseían, un atisbo de miedo las cegaba y Britt estaba empeñada en que lograría juntarlas porque “Alguien necesita que otra persona la ame” repetía ella. “¡Ya sé! -dijo una noche- cuando viajes a Alemania llevas a Fabiola, así le hace compañía a Ale”. No me pareció una mala idea. El viaje a Alemania ya estaba programado para marzo; una semana allí, tiempo suficiente para que descubran que el amor puede nacer entre ellas.

Otra persona que entraba en esa categoría era Sam. Cuando se presentó en casa de Britt al momento en que ella había despertado de su coma, ella volvió a rectificar que no volvería a su lado, que su corazón me pertenecía. Nada más se supo de él. Sólo Fabiola recibió un breve mensaje, se despedía y decía que su vida tomaría un rumbo indeciso “Siempre la amaré” alcancé a leer cuando Fabiola me mostró el frío mensaje que le envió.

En extraños días lo recordé, rencor no había en mí cuando pensaba en él, internamente deseaba que sea donde sea que
estuviera, una mujer lo acompañe, que lo ame y termine deshaciendo todo el odio que en su corazón acumuló desde que Britt eligió estar conmigo. A veces pensaba que yo era la culpable de su cambio de actitud, él me admiraba, cuando apenas era un joven soñador, imaginaba trabajar a mi lado, lo logró pero a cambio perdió a Britt. Muchas veces todo lo que planeamos no sale como queremos, no podemos tener todo lo que deseamos. Yo no me imaginé enamorarme de la novia de mi nuevo socio, sólo sé que sucedió y aunque luché por escapar, el amor ganó.

Britt hizo que su estudio de baile estuviera listo en un tiempo record. Alexandra iba seguido a ensayar, una tarde Quinn apareció por casa junto a Fabiola alegando que no entendía algo sobre un contrato y que debía reunirse conmigo, “Santana, disculpa por molestarte en un día de descanso, acompáñame a la biblioteca, Fabiola ve y hazle compañía a Britt mientras hablo con San”. Fabiola se fue al estudio y Quinn me miró sonriendo. “¿Qué demonios fue todo eso?” agregué confundida, “Ideas locas de Britt” respondió mi amiga. Al cabo de unos segundos Britt aparecía en la biblioteca, vio a Quinn y chocaron sus manos con complicidad “¡Perfecto!” exclamó Britt tomándome de la mano y llevándome hacia el auto “¿Vamos a dar un paseo?” exclamó.

El resultado de aquel complot fue que Alexandra se sintiera “ligeramente atraída” por Fabiola, palabras textuales de Britt. Por su lado, Quinn persuadía a Fabiola para que accediera a invitar a cenar a Alexandra. Al parecer Quinn estaba por lograr su cometido, San Valentín se acercaba y parecía ser la excusa perfecta.

Como dije antes, todo iba viento en popa.

La gira de Britt comenzó y con ella una calendario complicado. Viajes y despedidas difíciles pero lo mejor eran los encuentros cargados de amor y pasión. Apenas Britt bajaba del avión corría a mis brazos, las lágrimas querían inundar el momento pero no las dejábamos. Ni el agotamiento del viaje ni el jet lag fueron impedimentos para que ella se fundiera en mí. Las llamadas desde la distancia dejaban promesas que cumplíamos ni bien nuestros cuerpos se acomodaban en la cama matrimonial que teníamos en la habitación.

Su piel, la mía, toda junta en un instante confundiría a quien se atreviera a vernos, no sabrían distinguir que parte pertenecía a quien. La sensación de despedida me dejaba sin aliento y lo recobraba una vez que sus labios tocaban los míos. Volvía a respirar cada vez que sus ojos se posaban en mi rostro, en ese ínfimo instante en que sus manos acariciaban mi brazo o sostenían mi mano.

No era fácil, un amor a distancia a veces separa, a veces une. Sé que es más probable que separe pero la cuestión está en una, qué tanto estoy dispuesta a soportar, qué tanto entregaré. Las ideas de infidelidad, los miedos al engaño, y las dudas rondan en ese tiempo de distancia, es inevitable sentirlas, cavan en lo más profundo de una, saben que hay un antecedente y que seremos proclives a dejarnos vencer, pero, la verdad es que si amamos a esa persona que está lejos, somos capaces de soportar el dolor, que caven todo lo que quieran, porque al ver los ojos de la persona amada, se cubre ese hueco, se afianza un lazo invisible entre la pareja y el cariño es lo único que se ve en los rostros de las enamoradas.

“Te amaré por siempre Santana López”, me afirma Britt envuelta entre mis brazos, ambas recostadas en la cama luego de hacer el amor por milésima vez en la noche. No desea dormir, quiere que sigamos amándonos todo el tiempo que estemos juntas, en la cama, en la cocina, en el sofá de mi oficina, en la cabaña de vacaciones, en el pasto ahora verde o en el auto de regreso a casa. A cada instante, porque ella sabe que el tiempo pasa rápido y no hay lugar para dudas, es amarse ahora o nunca. Ella prefiere arriesgarse, me ama y me hace amarla. Logra desconectarme de la vida de trabajo, Britt logró apartarme de una vida lujuriosa y quizás solitaria. Ahora me acompaña en la vida, vemos a mi nana y a mi abuelo, juntos, dándose arrumacos y nos imaginamos llegar a esa edad con todo ese amor desbordándose por nuestros poros.

“Te amo, Britt” le repito, y se lo repetiré cada día  de mi vida, estando a mi lado desnuda o a miles de kilómetros en continentes diferentes. No hay distancia entre nosotras, no hay límites, esa es la verdad de nuestro amor.

Amarla, amarme, esa es la simple ecuación que nos involucra. Sonrió al tenerla a mi lado, miro al cielo y agradezco al destino por haberla puesto en mi camino, por hacerme enloquecer y en ese estado de locura, amarla sin condiciones.

Los rayos del sol atraviesan mi ventana, la mujer que amo duerme a mi lado, desnuda, acaricio su rostro, si despierta me sumergiré en ella, crearemos una burbuja que nos envuelve a amabas y simplemente el  mundo desaparecerá. Estoy ansiosa porque eso suceda, no hay mejor prueba de nuestro amor que las miradas que nos proporcionamos.

Se despereza, gime, se estremece en mi pecho y suspira. Levanta su rostro, me mira, esos ojos azules me miran con deseo, me besa y hacemos el amor, sí, una vez más, como siempre lo haremos.



FIN.

Chicas, les traje el final. Sé que es muy precipitado y quizás una sorpresa pero, “El que avisa no traiciona” y yo les había comentado que una vez que San le dijera la verdad a su abuelo, sería el final para mí. Esa acción pasó hace varios capítulos atrás, sólo me quedaba cerrar unas ideas y agregar otras que estaban planeadas desde que comencé a escribir. Prácticamente tardé un año y medio o dos en dar a luz a esas ideas guardadas.

Me cuestan los finales, cada vez que imagino cómo cerraré un cuento o los versos finales de un poema, surge algo trágico y/o doloroso. Tuve “instintos asesinos” con Britt pero era seguro que ustedes me matarían. Sin embargo también pensé en que cada vez que leemos una historia con personajes que nos gustan, lo que menos queremos es que mueran o terminen separadas. Desde mi experiencia como lectora, he leído historias con finales patéticos que inspiraban rechazo, odio y mucha decepción. No hace muchos días traté este tema con una amiga y me entró el miedo, ella había leído una historia linda con un final que no le agradó, me lo comentó y dudé si realmente este final era el adecuado para la historia.

Muchas han dicho que la historia es mía, que porque yo la escribo tengo el derecho de darle el rumbo que se me antoje, pero, siento que no es tan así. La historia también les pertenece, porque este Fic, que escribí con tanto amor, lo hice por mí y por ustedes. Él no sería nada sin sus fieles lectoras. Por lo tanto, lo menos que podía hacer era darles un final feliz. Espero haya sido de su agrado como lo finalicé, por mi parte estoy conforme.

Sé que las hice sufrir un poco, admito que disfruté esos momentos en los cuales las tenía envueltas en incertidumbres, era un gustito que me daba para promover mi imaginación. Pido disculpas por tanto tiempo de espera y a la vez agradezco esa paciencia que han tenido, estando pendientes de una actualización. Sumo mi agradecimiento a cada una que me ha acompañado en los momentos difíciles, fueron muchos y horribles, y en esos momentos donde me dije “Nada tiene sentido en esta vida”, entraba al foro y leía algún comentario más que agradable y muy reconfortante. Esos comentarios han sido el motor de mi aventura por la escritura. Es mínima la palabra “gracias” pero no encuentro otra que englobe tanto aprecio y cariño por ustedes.

Mi objetivo cuando comencé a escribir era crear una historia lo más cercana a la realidad, con acciones y sentimientos que todas pudiéramos sentir como comunes. Alguien me dijo por ahí que se sentía identificada con la historia y me di cuenta que yo “estaba realizada”. Escribí capítulos imaginando sus reacciones y como por arte de magia, ocurrían. Tienen ahí el poder de las palabras. A través de Brittany y de Santana intenté demostrar las etapas que una mujer atraviesa al enamorarse de otra mujer. Algo normal, algo hermoso, eso es el enamoramiento y no debe darnos miedo de que esa persona sea alguien de nuestro mismo sexo. Ojalá esta historia haya iluminado a alguien en penumbras, ese es otro objetivo que me plantee, tal vez nunca me entere si eso sucedió o no, pero con que suceda es suficiente, porque esa persona será libre, ya no vivirá en la oscuridad.

Para terminar, (y agradezco que hayan seguido leyendo hasta estas líneas) aventurarme a escribir este Fic me demostró que cuando una quiere algo con el corazón, lo puede lograr; desde niña quise escribir “una buena historia” y creo que lo he logrado y junto a ese logro, descubrí grandes amistades, la mayoría chilenas (¡Son mi perdición ja, ja, ja!) y no podría estar más feliz.

Cierro esta historia pero tengo otras en mente. La idea es publicar un mini Fic en el futuro, aquí en el foro, Brittana me puede, es imposible dejar de escribir sobre ellas. Así que, espero volver a saber de ustedes. Igual, planeo publicar en las redes sociales unos cuentos que escribí y poemas, l@s invito a “leerme” en Facebook me encontrarán como Clarisa Cruz y en twitter: @Cla_Zurda

Una vez más, gracias, siempre agradeceré el hecho de que hayan elegido esta historia para leer. Besos! Cariños!