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Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 Primer15
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Mensaje por micky morales Vie Ene 31, 2014 10:17 pm

De verdad espero que santana no se canse de esperar por britt, es patetico cuando te cuesta tanto confiar despues de un engaño
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Mensaje por floor.br Sáb Feb 01, 2014 3:26 pm

Capítulo veintidós
Tenían guiso para desayunar, uno de los tres que había en la nevera, y se lo comieron en la terraza,disfrutando de la calida temperatura de noviembre. Era otro día claro; el cielo estaba azul, sin una nube.
Contemplaron el fluir del río Bull Creek mientras comían en silencio.
Habían dormido bastante, hasta casi las ocho. Britt estaba todavía en los brazos de Santana cuando el sol la despertó, y se había pasado un buen rato contemplando su sueño. Habían dormido desnudas, pero no
habían hecho el amor en toda la noche, como tampoco lo habían hecho la noche anterior. Por mucho
que Britt la deseara, por mucho que la atrajera, en aquellos momentos tan sólo necesitaba que estuviese allí,
a su lado. Y allí estaba. Santana parecía totalmente satisfecha de poder abrazarla por la noche. Britt estaba
convencida de que lo que Santana sentía por ella era más que una mera atracción sexual, y eso la asustaba.
Quizá si hubiesen hecho el amor, ella podría haber creído que sólo era algo físico, que Santana tan sólo la
buscaba por el sexo. Pero ni siquiera lo había intentado.
Santana la abrazaba, simplemente, hasta que Britt se quedaba dormida, y seguía abrazándola al despertar.
Britt no sabía qué era lo que la asustaba más.
—Creo que hoy sacaré la lancha, si te parece bien —dijo Britt.
—Claro. Lo que tú quieras.
—A Harry le encantaba el lago.
—¿Prefieres ir sola, Britt?
—No, quiero que vengas conmigo —respondió ella.
Santana asintió y se llevó los platos adentro, dejando a Britt a solas con sus pensamientos.
Hacia las diez Britt estaba ya en la entrada de la casa de Harry; aparcó en el lugar de costumbre y apagó el motor. Santana no dijo nada cuando Britt se quedó mirando la casa durante largo rato antes de salir del auto.
Entraron, y Britt dejó a Santana en la sala mientras ella iba al dormitorio de Harry para coger su traje. Al
entrar en él se sintió abrumada por los recuerdos. Su cama estaba todavía sin hacer. Contuvo las lágrimas al tocar su almohada y alisar la colcha de ganchillo que Beth había hecho. El vestidor estaba abarrotado con sus objetos personales: su reloj, monedas sueltas, sus llaves. Sus ojos se pasearon por la estancia. Lo recordó en aquel lugar, atareado en sus ocupaciones diarias.
No podía creer que ya no volvería a entrar allí, que nunca más la llamaría Britt-Britt.
Se sentó sobre su lecho y lloró con la cabeza entre las manos. Debería haberlo visitado más a menudo. Debería haber estado con él aquella mañana.
Santana la oyó llorar y entró en la habitación.
—¿Britt?
—Debería haber estado aquí. Podría haberlo ayudado —lloró.
—No digas eso —dijo Santana, sentándose a su lado. Puso un brazo en torno suyo y la acercó a sí—.Tú no tienes la culpa, cariño —susurró suavemente—. Ha tenido una vida larga y saludable. Fue feliz
aquí, y ahora, como tú dijiste, se ha ido junto a su Beth.
—Lo sé —susurró ella—. Tienes razón. —Se sentó y se enjugó las lágrimas—. Lo siento.
—No tienes que pedir perdón —dijo Santana en voz baja.
—Ya estoy bien —repuso Britt, poniéndose en pie.
—¿Quieres que busque yo el traje?
—No, yo lo haré —dijo, y fue hacia el armario.
Tan sólo tenía un traje, el que había llevado en el funeral de Beth. Lo más apropiado era que lo llevase puesto también en el suyo propio. Abrió la puerta del armario y, sin decir una palabra, apartó a
un lado la ropa y halló el traje en un rincón.
Lo sacó, le quitó alguna pelusa y lo colgó en el pomo de la puerta. Buscó su mejor camisa de vestir y después revolvió entre las pocas corbatas que tenía hasta que halló la de color rojo oscuro, la que se
había puesto para Beth.
Se quedó mirando el ropero durante largo rato, contemplando la ropa que le era tan familiar. ¿Qué iba a hacer con todas sus cosas? No podía tirarlas simplemente, como si no significaran nada para ella. Pero
tampoco podía dejar la casa tal como estaba. De pronto comprendió que recorrer su casa iba a ser lo más duro de todo... Demasiados recuerdos.
Santana le tocó ligeramente el hombro, devolviéndola a la realidad.
—Enséñame la lancha.
Britt asintió.
—Claro. Vamos fuera.
La caseta de la lancha estaba inmaculada: todas las herramientas para el motor se hallaban en su sitio y las cañas de pescar estaban colgadas cerca del equipo para esquí acuático. Les gustaba navegar por el lago tanto como pescar, por lo que el viejo bote de pesca había dado paso a una lancha de esquí acuático,más grande y cómoda. Estaba colgada del elevador, fuera del agua. Britt se acercó a ella, accionó el botón y vio cómo bajaba lentamente hasta el lago. Ni siquiera recordaba haberla izado la otra noche.
—¿Te gusta el agua? —preguntó Britt. Parecía importante que le gustase.
Santana asintió.
—Me encanta nadar, aunque no aprendí a hacer esquí acuático hasta el verano pasado —añadió,guiñando el ojo—.Seguro que tú lo haces muy bien.
—No era mala. Este verano sólo lo practiqué unas cuantas veces. Normalmente íbamos a pescar, o tan sólo a dar un paseo.
—Eso también es divertido —dijo Santana.
La lancha se balanceaba suavemente sobre el agua.
Subieron a bordo. Se encendió al primer intento, pues Harry siempre había mantenido el motor en excelentes condiciones.
Britt giró el timón y salieron lentamente del embarcadero, marcha atrás. Era un día cálido, pero sobre el agua el viento era fresco. Santana estaba silenciosa, sentada frente a ella en la proa. Britt pilotó la lancha lentamente por todo el lago, pasando junto a calas en las que había pescado con Harry, peñascos en medio del agua en los que se habían tendido al sol después de nadar y la ensenada de los árboles caídos, el sitio favorito de las percas. Britt se lo señalaba todo a Santana, que asentía sonriente. Estaba recordando a Harry, despidiéndose de él y de los momentos que habían compartido durante tantos años.
Pasaron cerca de las mansiones que habían surgido en los últimos diez años y Britt le contó lo mucho que se quejaba Harry de ellas.
—Me gusta mucho más la casa de tu abuelo —dijo Santana—.
Es mucho más hogareña. Estas son tan sólo una exhibición de riqueza, para intentar demostrar que tienen más dinero que su vecino.
—Sí, exactamente.
—Es muy bonito esto —dijo Santana más tarde—. Nunca había paseado en lancha por el lago Travis.
—¿No? ¿Dónde habías estado? —preguntó Britt.
—Tan sólo en Hippie Hollow —dijo Santana con una mueca.
—Ah, sí, ya recuerdo. —Britt enrojeció ligeramente.
Recordaba aquella ocasión en la que había ido con Harry, para intentar ver a Santana nadando desnuda.
Britt viró la lancha y emprendió el camino de regreso. Era muy distinto estar allí sin Harry, pero se alegraba de que Santana estuviese con ella.
De nuevo en la casa, Britt entró en la cocina, pensando que debería limpiar la nevera de Harry, pero cuando la abrió y vio allí sus cosas, la comida que había llevado aquel día para ambos, no tuvo fuerzas
para hacerlo. Cerró rápidamente la puerta.
Santana estaba en el dintel de la puerta, mirándola.
—Todo eso puede esperar —dijo con delicadeza.
—Sí. Habrá que hacerlo, pero todavía no soy capaz.
—Yo te ayudaré, cuando llegue el momento. Y también Rachel y Quinn.
Britt asintió y se acercó a ella.
—Has sido muy buena conmigo estos días. No sé qué hubiera hecho sin ti.
Santana extendió los brazos y la atrajo hacia sí. Britt se acercó más y se dejó abrazar.
—Supongo que ya estoy lista para ir allí —dijo en voz baja.
—¿Estás segura?
—Sí. Tú seguramente tendrás cosas que hacer hoy.
—No. Soy toda tuya —respondió Santana—. A menos que prefieras estar sola.
—No lo sé. —Se apartó un poco.
Empezaba a depender demasiado de Santana. Deseaba pedirle que se quedase con ella, que volviese a pasar la noche en su casa, pero no lo hizo. Tal vez necesitaba estar a solas, tener tiempo para asimilar la
muerte de su abuelo.
Santana pareció leer sus pensamientos: —Tenemos que llevar el traje. Puedes llamarme más tarde si necesitas algo —propuso.
Britt sonrió para agradecérselo y asintió.
Santana llevó el traje a la funeraria mientras Britt esperaba dentro del coche. No fue capaz de entrar.
Santana lo entendió.
—Deja que yo lo lleve. Volveré enseguida.
Más tarde, cuando regresaron a casa de Britt, Santana la tomó entre sus brazos y la besó dulcemente. Britt la abrazó con fuerza, agradeciéndole en silencio todo lo que había hecho.
—Por favor, llama si me necesitas —le recordó Santana antes de marcharse.
—Lo haré —prometió Britt, aunque no tenía intención de hacerlo. Esa noche necesitaba estar sola.
Dejó que el contestador recogiese las cinco o seis llamadas que sonaron. La mayoría eran de amigas preguntando qué tal estaba. Otras eran de colegas del trabajo que le ofrecían sus condolencias. Apreció
su interés, pero no estaba de humor para hablar con ninguno de ellos. Cogió una cerveza, se sentó en la terraza y se quedó mirando el torrente del río. Dos cardenales macho se posaron en su comedero,
peleándose por las pocas semillas que quedaban. Los observó, sonriendo.
Harry ya no estaba, pero todo seguía igual. El río seguía fluyendo, los pájaros seguían regañándola por no llenarles el comedero, las hojas caían como todos los años en aquella época. La vida seguía.
Volvió a entrar cuando estaba ya demasiado oscuro para ver. Al pensar en la comida que habían traído sus amigas, se dio cuenta de que tenía hambre y agradeció su amabilidad. Se sirvió un plato y se
quedó ante el microondas, contemplando cómo daba vueltas el plato mientras se calentaba. Se sirvió un vaso de vino, se llevó el plato a la sala y se sentó a comer en silencio.
Más tarde estuvo hojeando lentamente las páginas de un álbum de fotos, mirando su vida pasar. Lloró un poco, no mucho. Todas las fotos habían sido tomadas en momentos felices de su vida. Había muchas
de Beth y Harry, juntos, y podía verse lo enamorados que estaban, incluso en los últimos tiempos. Harry la había echado terriblemente de menos, y ahora estaban juntos de nuevo, pensó. Harry estaría feliz. Por mucho que lo intentó, nunca había podido reemplazar a Beth en su vida. Britt sabía que lo iba a echar
mucho de menos, pero estaría bien. La vida seguía.
Cerró el álbum y se sorprendió al notar que se sentía mucho mejor. Puso música suave, se sirvió otro vaso de vino y después fue hasta el teléfono para llamar a Rachel. Había dejado dos mensajes y Britt sabía
que estaba preocupada por ella.
—Estoy bien, de verdad —le aseguró.
—¿Sigue Santana ahí?
—No. Se fue a primera hora de la tarde.
—Sabes que puedes venir aquí si lo necesitas.
—Lo sé, pero necesito estar sola. De todas formas, gracias por tu interés.
—¿Para qué están las amigas?
—Eres la mejor —dijo Britt.
—Te veremos mañana por la mañana, entonces. ¿Quieres que pasemos a recogerte?
—No. Las veré allí —y colgó.
Pensó en llamar a Santana, pero no lo hizo. No quería caer en la tentación de pedirle que viniese a dormir con ella. Eso podía convertirse fácilmente en un hábito, y ella lo sabía.
Acabó el vaso de vino y se preparó para acostarse. Estiró el brazo hacia donde había dormido Santana las dos últimas noches y acarició suavemente las sábanas. Santana había entrado en su vida
inesperadamente y Britt tenía miedo de los sentimientos que despertaba en ella. No quería enamorarse de ella, por supuesto, pero lo cierto era que le gustaba muchísimo. No sabía hasta dónde podía llegar su relación, pero deseaba disfrutar del tiempo que durase.


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Mensaje por Elita Sáb Feb 01, 2014 4:57 pm

Ojala Britt no reaccione mal a los sentimientos de San... que el miedo no le gane :/

Saludos!
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Mensaje por monica.santander Sáb Feb 01, 2014 5:35 pm

Poco a poco Britt se va a convencer de lo que siente por San.
Saludos
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Mensaje por micky morales Sáb Feb 01, 2014 11:54 pm

ojala britt pda vencer su miedo y luego de este triste suceso, se de una oportunidad con santana!
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Mensaje por floor.br Dom Feb 02, 2014 11:31 am

Capítulo veintitrés
El funeral tuvo lugar en la pequeña capilla del tanatorio. No recordaba que Harry hubiese ido en
alguna época a la iglesia, aparte del funeral de Beth. Cuando era pequeña, Britt iba todos los domingos con
su madre, pero, cuando se mudó a casa de sus abuelos, sólo iba Beth. Harry y ella se escabullían para pasar la mañana pescando o paseando en barca.
—Nosotros tendremos nuestra ceremonia litúrgica en el lago, Britt-Britt.
Sonrió al recordarle decir aquello muchas mañanas de domingo, mientras Beth los miraba moviendo la cabeza de un lado a otro.
—No te haría daño ir a la iglesia de vez en cuando —le decía.
—¿Por qué forzar la suerte? —replicaba Harry—, No quiero que Él piense que estoy deseando subir allá arriba junto a Él.
Varias cestas y arreglos daban una nota de alegría a un día que de otro modo hubiera sido gris. Se sorprendió ante las numerosas flores y plantas que habían llegado. A Harry le habría hecho gracia. Sabía
la mala fortuna que tenía Britt con las plantas de maceta. Su mirada evitaba el ataúd; se dedicó a deambular por la estancia y a leer las tarjetas de sus amigos.
Susan y Arnie habían enviado un precioso arreglo otoñal, y había otros firmados por personas que no reconoció. Supuso que eran amigos de Harry, del Centro de Mayores.
La gente empezó a llegar desde poco antes de las diez, y para ella fue una sorpresa ver lo arreglados que iban todos.
Santana apareció con Rachel y Quinn, y la mirada de Britt se clavó en ellas.
Santana sonrió y se le acercó. Britt se fijó en el traje gris oscuro que llevaba, con una blusa de seda estampada debajo.
—Hola.
—¡Pero bueno! ¿Tú con falda? —bromeó Britt.
—Sí. —Santana se encogió de hombros—. He tenido que revolver mucho para encontrarla.
—Estás preciosa —dijo Britt en voz baja.
Santana volvió a encogerse de hombros. Parecía avergonzada como le ocurre a la mayoría de la gente cuando no se siente cómoda con la ropa que lleva. Britt dudaba que Santana hubiera usado alguna vez
vestidos.
—Hola, cariño —dijo Rachel, abrazándola—. ¿Lo llevas bien?
Britt asintió.
—El ataúd es precioso —dijo, aunque apenas lo había mirado.
Se había decidido por uno cerrado. No quería que su último recuerdo de Harry fuese tendido en un ataúd. Ya era bastante malo recordarlo tan vividamente sobre su cama de hospital, tan pálido sobre las
blancas sábanas.
Rachel sonrió y le dio un cariñoso apretón en el hombro, y después fue a sentarse. Britt saludó a los demás conforme entraban. La mayoría eran amigas suyas, pero también había unos cuantos amigos de Harry, del Centro de Mayores. Por supuesto, cuando no tienes parientes y has cumplido más de ochenta años, la mayoría de tus viejos amigos han muerto ya.
Le sorprendió ver que habían venido Emma y Shelby. En realidad no se conocían demasiado. Eran más bien amigas de Rachel y Quinn, pero le conmovió ver que se hubiesen tomado la molestia de venir, y así se
lo dijo. Hannah estaba allí, y se acercó a abrazar a Britt y a besarla en la mejilla. Marley y Kitty también acudieron. Lauren le dio un abrazo al llegar, y Britt se lo agradeció.
También Susan y Arnie estaban allí, y Britt se preguntó cuántas clases de su departamento habían tenido que ser canceladas aquellos días.
De los amigos del Centro de Mayores Britt tan sólo conocía a tres. Habían sido los compañeros de pesca de Harry y los había visto en su casa en varias ocasiones. Los demás parecían conocidos o
simplemente personas que habían venido por respeto a uno de sus compañeros caídos. Se alegró mucho cuando el señor Daughtery, el más joven de los tres, con sólo setenta y cinco años, le preguntó si podía decir unas palabras durante el servicio. Le dijo que pensaba que a Harry le hubiera gustado.
El servicio fue corto y, cuando fue el turno del señor Daughtery, tan sólo habló durante unos minutos.
Contó anécdotas sobre Harry y sobre su amor por la pesca y por el lago, y especialmente por su Britt-Britt.
Por las mejillas de Brittany volvieron a resbalar las lágrimas, y Rachel la rodeó con el brazo y le dio golpecitos en el hombro. Cuando el señor Daughtery finalizó su discurso, Britt sonrió para darle las gracias.
Casi todos se acercaron hasta el cementerio; sólo entonces perdió Britt la compostura y se deshizo en llanto, cuando estaban haciendo descender a Harry dentro del hoyo. Susan y Arnie estaban a su lado.
Arnie la abrazó durante unos momentos para ofrecerle su apoyo.
Santana se acercó a ella, mirándola con cariño. Britt le echó los brazos al cuello y la estrechó con fuerza,pues tenía necesidad de sentir su energía.
Después regresaron caminando en grupo. Britt les agradeció a todos que hubieran venido y recibió sus abrazos y sus condolencias con una sonrisa. Tenía buenos amigos.
Acompañó a Santana hasta su Explorer y le agradeció de nuevo todo lo que había hecho.
—Esta noche tenemos nuestro último partido de softball.
Jugamos las primeras. Pensé que quizá te apetecería salir de casa —sugirió.
—Sí creo que sí. No me apetece mucho pasar sola la velada.
—Estupendo. Después saldremos a comer una hamburguesa o algo así. Tal vez para entonces tengas hambre.
—Muy bien.
—Tengo que ir a clase —dijo—. Te recogeré sobre las cinco.
Rachel y Quinn eran las únicas que quedaban allí. Rachel insistió en que Britt fuese con ellas a casa.
—No, estaré bien.
—No tienes por qué estar sola, cariño —dijo Quinn.
—La verdad es que estaba pensando en que no me vendría mal una pequeña siesta. Además, esta noche iré con Santana al partido.
—¿Sí? ¿Seguro? —preguntó Rachel.
—Sí, creo que esta noche me gustará estar con mis amigas.
—Muy bien. ¿Seguro que no quieres venir a casa con nosotras?
—Gracias, pero no. Ambas han hecho mucho por mí esta semana —dijo mientras las abrazaba.
Camino a casa le sorprendió lo bien que se sentía. Ya se habían acabado las formalidades. Se había despedido de Harry ya
el día anterior y por la noche, y ahora él descansaba ‘
Se tomó su tiempo para comer. Calentó un poco más de guiso y tiró lo que quedaba. Pensaba lavar los platos y devolverlos a sus dueñas esa noche, durante el partido. Al acabar se sentó en la terraza con su
plato y su té helado. El alpiste había desaparecido y, antes de empezar a comer, rellenó el comedero.
Enseguida volvieron los cardenales macho y estuvo observándolos mientras comía.
Más tarde se echó, aunque no tenía mucho sueño, tan sólo cansancio. Quedó sorprendida cuando se despertó a las cuatro.
Se duchó, se vistió y se sentó a esperar a Santana. Todo estaba en silencio. Se dio cuenta de que estaba pensando en cualquier cosa excepto en Harry. Eso no era necesariamente bueno, pero, en aquel punto de su vida, tan sólo esperaba salir y estar con gente, en un lugar en el que las conversaciones no versaran sobre la muerte.
Santana llamó a su puerta exactamente a las cinco en punto.
Sonrió a Britt, allí de pie, vestida con su uniforme de softball.
—Tienes mejor aspecto —dijo, cuando Britt abrió la puerta.
—¿Tenía mal aspecto antes?
—Parecías cansada.
—Hoy he dormido una siesta —sonrió Britt.
Santana inclinó la cabeza y le devolvió una cálida sonrisa.
—¿Preparada?
Britt asintió y cerró la puerta con llave tras ella.
Camino a South Austin, Santana extendió el brazo y cogió su mano.
—Me alegro de que vengas esta noche.
Los dedos de Britt se enlazaron con los suyos.
—Yo también.
Los campos no estaban muy llenos de público, ya que era el primer partido. Santana sacó una pequeña nevera de la parte de atrás.
—Te he traído una silla plegable. Y también te he metido un par de cervezas. Pensé que quizá querrías una.
—Gracias. Creo que sí —dijo en voz baja.
—¿Estás bien, Britt?
Britt asintió y sonrió.
—Sí —dijo, con una alegría un poco forzada. De pronto se sentía muy cansada.
—Puede que esto no haya sido una buena idea. Pensé que te vendría bien salir.
—Estaré bien. No te preocupes por mí.
—No puedo evitar preocuparme por ti —-replicó, mirándola a los ojos—. Yo...
—Estoy bien, de verdad —la interrumpió Britt.
La mirada de Santana la había asustado, como siempre le ocurría.
Santana asintió y fueron caminando hacia el campo. Rachel y Quinn ya estaban allí, y Britt colocó la silla plegable junto a ellas mientras Santana se dirigía al calentamiento.
Cogió una cerveza de la neverita y se sentó, sonriendo a Rachel y a Quinn. Ambas la miraban con preocupación y ella volvió a sonreír.
—Estoy bien, de verdad —dijo.
Y lo estaba. Notaba sus emociones como en carne viva, eso era todo.
—Me alegro de que hayas venido —dijo Rachel—. No tenes por qué quedarte sola en casa.
—¿Adonde vamos a ir a cenar? —preguntó ella.
—Creo que a Gordie’s Sports Pub —respondió Quinn—. O
eso ha dicho Lauren.
Britt asintió y, tras echar un vistazo, localizó a Santana, que estaba practicando el lanzamiento con Hannah.
Había echado de menos verla jugar a softball. Era tan segura, tan fuerte... Britt la miró y sonrió.
—¿Cómo les va a ustedes dos? —le preguntó Rachel, siguiendo su mirada.
Britt apartó rápidamente la vista.
—Muy bien.
Cuando el equipo se colocó en sus puestos, Britt siguió con la mirada a Santana hasta la tercera base,contemplando cómo alisaba la tierra con los pies, un ritual que nunca dejaba de divertirla. Sus ojos la
seguían en todo momento y vio que Santana la miraba a ella. Britt la riñó para sus adentros por no prestar atención al juego, pero, cuando lanzaron una bola a toda velocidad hacia la tercera base, Santana la atrapó con absoluta facilidad y la envió a la primera. Britt aplaudió y Santana le hizo una mueca.
Santana consiguió dos home runs, ambos hacia el mismo centro del campo, y Britt se puso en pie y la aclamó cuando rodeaba la tercera base, pisando por segunda vez la plataforma de su equipo. Santana la
miró y le guiñó un ojo al pasar, y Britt le devolvió el gesto.
La única nube de la velada para Britt fue cuando apareció Emily. Se sentó al otro lado de Emma y Shelby.
Britt la miró varias veces, consciente de que los ojos de Emily estaban clavados en Santana. Sintió una punzada de celos, pero la ignoró.
Emily no significaba nada para Santana. Estaba convencida de que Santana le había dicho la verdad.
Acabaron invictas la temporada y Britt se unió a las demás tras el banquillo al finalizar el partido. Lauren se acercó de inmediato a ella y le preguntó cómo estaba.
—Muy bien —dijo, sonriente.
—¿Vas a cenar con nosotras? —preguntó.
—Sí, creo que será divertido.
—Oye, ¿quieres que te lleve yo? Después puedo acercarte de nuevo hasta tu coche —dijo Lauren.
—Oh, no; he venido con Santana —le dijo Britt.
—Ah. ¿Todavía anda rondando?
—Sí.
—Bueno, supongo que con lo de tu abuelo y todo eso...
Britt se negó a darse por enterada de su comentario. Lauren y ella habían sido amigas durante años. No creía que Lauren quisiera decir lo que le había parecido oír.
—Por cierto, gracias por las flores. Eran preciosas —dijo.
—Si me necesitas para cualquier cosa, Britt, ahí estaré —se ofreció Lauren.
—Gracias, eres muy amable —replicó, pero su mirada se desvió hacia Emily, que se había acercado para hablar con Santana.
Britt las estuvo observando atentamente a ambas, pero no vio la menor señal de intimidad entre ellas y se sintió aliviada.
Lauren siguió su mirada.
—La ha dejado tirada como a una colilla, supongo. —Se volvió hacia Britt—. ¿Qué ves en ella? Por Dios, si se ha acostado con la mitad del equipo de softball!
—¡Basta ya! —soltó Britt. Después su voz se suavizó—. Lauren, mi relación con Santana es asunto mío —dijo, posando la mano sobre el pecho—. Aprecio tu interés, pero ya soy mayorcita.
Puedo cuidar de mí misma.
—Estás cometiendo un error, Britt.
—Tal vez.
Lauren se encogió de hombros.
—Cuando haya acabado contigo, llámame. Seguiré por aquí.
Britt se negó a enfadarse y dejó que Lauren pronunciase la última palabra. Cuando se alejaba, Britt se dio cuenta de que la distancia entre Lauren y ella era casi insuperable.
Santana la estaba esperando y Britt apartó a Lauren de su mente.
Saludó a Santana con una sonrisa.
—Has jugado maravillosamente, como siempre —le dijo, mientras ambas caminaban hacia el Explorer.
—¿Como siempre?
—Bueno, como cada vez que te he visto jugar —dijo Britt.
—Entonces puede que tengas que venir a todos los partidos.Parece que juego mejor cuando estás tú.
—¿Te estabas exhibiendo? —preguntó Britt con una sonrisa.
Santana se encogió de hombros.
—Puede.
Llevó el coche hacia los vestuarios, adonde habían ido casi todas las demás, para quitarse el uniforme. Britt la esperó, y pronto estuvo de vuelta, con unos vaqueros desteñidos y un suéter.
—¿Mejor?
—-Sí. Aunque una ducha habría sido algo maravilloso —dijo Santana.
Bajaron por Riverside hasta Gordie's Sports Pub, famoso por sus hamburguesas de doscientos gramos servidas sobre panecillos gigantes que cocían allí mismo. Santana aparcó y apagó el motor, pero, antes deque pudiese salir, Britt la detuvo.
—¿Puedo preguntarte una cosa?
—Claro —dijo Santana.
—Es sobre Emily.
—Oh. Te vi antes, hablando con Lauren. ¿Qué ha dicho esta vez? —preguntó Santana.
—En realidad no fue nada sobre Emily. Dijo que la única razón por la que seguías conmigo era por Harry.
—Dios, Britt, ¿no creerás eso? —preguntó en voz baja.
Britt la miró a los ojos.
—No. —Apartó la vista—. Cuando dijiste que Emily y tú habían salido, ¿qué quería decir eso exactamente? —preguntó.
—Britt... —Santana aferró el volante y dejó escapar un hondo suspiro.
—No estoy intentando provocar una discusión, Santana. Sólo es que necesito saberlo. Obviamente tuvieron algún tipo de relación.
—Cuando me mudé aquí salimos un par de veces. Supongo que a eso le llamarás una relación. Pero el último mes, más o menos, si salíamos era como amigas. Al menos por mi parte. Ir al cine, a cenar,
cosas así. No he ido a bailar con ella, si es eso lo que quieres decir.
—Y cuando la besabas, ¿era en la mejilla?
—No.
Por supuesto, Britt sabía que no, pero sintió tantos celos que se asustó.
Santana tomó su mano y la obligó a mirarla.
—¿Recuerdas la primera vez que nos besamos, mientras bailábamos?
Britt asintió.
—Eso sí fue un beso —dijo con ternura—. Casi me caigo de rodillas. —Santana apartó la vista y soltó la mano de Britt—. Tú no me deseabas, Emily sí. Pero cuando la besé a ella no sentí nada.
Nada en absoluto.
Britt contempló su perfil, consciente de que estaba intentando esconder el dolor por todas las veces que Britt la había rechazado.
—Siento que pensases que yo no te deseaba —susurró.
Santana se volvió y la miró a los ojos.
—¿Me deseabas?
Britt asintió y en ese mismo momento anheló con todas sus fuerzas besarla.
—No volveré a mencionar a Emily. Sólo quería saber cuánto te importaba.
—Eres la única a la que he deseado, Britt.
Se quedaron mirándose la una a la otra durante un largo rato y después Santana apartó la vista.
—Será mejor que entremos —dijo.
Britt asintió y salió. Cerró la puerta justo cuando Lauren llegaba en su coche, con Emily. Al verlas se sintió algo avergonzada, y consiguió sonreír cuando salieron. Emily le dedicó una mirada helada y de repente Britt se sintió como «la otra», lo que le sentó fatal. Vio que la helada mirada de Emily también se dirigía a Santana y pudo notar la expresión dolida de ésta.
—Hola a las dos —saludó Lauren, y Britt pudo ver lo forzado que era.
Santana asió el brazo de Britt, deteniéndola.
-"Olvidé el dinero. Ahora os alcanzo.
Se fue antes de que Britt pudiese detenerla. Ella tenía dinero suficiente para ambas.
A Britt no se le escapó lo irónica que era aquella situación, y sonrió a Lauren y a Emily como pidiéndoles perdón, mientras las tres seguían andando.
—En fin, felicidades —dijo Emily sarcásticamente—.Supongo que has ganado.
Britt saltó:
—No sabía que fuese un concurso.
La carcajada de Emily fue amarga.
—Te joderá bien, como hace con todas.
Britt se negó a dejarse provocar.
—Pero es buena, ¿eh? —continuó Emily.
—¿Y eso cómo lo sabes? —preguntó Britt.
Por un segundo, Britt creyó que la iban a abofetear, pero Lauren apartó a Emily de su lado.
—Vamos dentro —sugirió Lauren, pero Emily apartó su brazo bruscamente.
—Estoy enamorada de ella —espetó Emily.
Oh es tan joven, pensó Britt.
—Lo siento. —No sabía qué otra cosa decir.
—Que te jodan.
Emily se apresuró a entrar y Britt se preguntó cómo podía existir tal animosidad entre ellas cuando apenas se conocían.
No era justo.
Se volvió hacia Lauren.
—Lo lamento.
—Se siente herida.
—Lo sé —asintió Britt—. He pasado por eso. —Señaló la puerta—. Entra. Yo esperaré aquí a Santana.
Pero Santana ya llegaba.
—¿Qué ha ocurrido?
Britt negó con la cabeza.
—Nada.
-¿Britt?
Ella intentó reír.
—Emily está enamorada de ti.
—No he hecho nada para hacerla creer que podría haber algo entre nosotras, nunca —insistió Santana
—. Créeme, por favor.
—Lo sé. Se siente herida.
—¿Y la ha tomado contigo?
Britt asintió y rodeó el rostro de Santana con sus manos.
—Mejor conmigo que contigo. Es a ti a quien ama.
Sus ojos se encontraron durante un instante y Britt se preguntó si la relación de Santana con Emily se interpondría siempre entre ambas.
—Vamos.
Las demás ya estaban allí, pero Rachel y Quinn les habían guardado dos asientos, y Britt se lo agradeció.
No tenía ningún deseo de sentarse cerca de Emily y Lauren, pues temía que se repitiese la escena del estacionamiento. Pidieron varias jarras grandes de cerveza y las pasaron para que cada una llenara su
vaso. Gordie s era el local al que acudían la mayoría de los equipos de softball después de los partidos,y la clientela era informal y escandalosa, como siempre. Tenían un patio exterior con zonas de arena para practicar el voleibol en verano.
Aquella noche el patio estaba cerrado y, en el interior, el local estaba atestado y lleno de ruido.
Britt pidió una hamburguesa de las grandes, aunque sabía que no sería capaz de comerla entera. Nunca podía. Hizo lo que pudo por ignorar los dos pares de ojos que estaban al otro lado de la mesa. Odiaba
pensar que su amistad con Lauren estaba en peligro, pero nunca hubiese podido sentir nada romántico por ella. Entre ambas no había chispa. Esperaba que Lauren fuese capaz de comprenderlo.
Santana se acercó más a ella para poder hablar con Rachel y Quinn, y sus muslos se rozaron varias veces.
Britt fue muy consciente de ello. Cada vez que se miraban, podía ver que Santana sentía lo mismo. Fuese lo que fuese lo que había entre ellas, la atracción que sentían la una por la otra no había disminuido. Al contrario, era más fuerte que nunca. Britt tuvo que contenerse para no extender la mano y tocarla.
Para cuando les sirvieron las hamburguesas, el hambre de Britt se había desvanecido. Tuvo que obligarse a tragar lo poco que comió, aunque Santana no parecía tener problemas de apetito.
—¿No tienes hambre? —preguntó.
—De comida, no.
Sus miradas se encontraron durante un breve segundo y Britt estuvo segura de que todas las chicas de la mesa sabían lo que estaba pensando. Apartó rápidamente la vista, cogió la hamburguesa gigante y le dio un gran bocado.
La comida pareció durar horas, y Britt fingió interesarse por las conversaciones de sus vecinas, cuando lo único que deseaba era irse a casa y llevarse a Santana consigo. Por fin recogieron la mesa y les
empaquetaron las sobras mientras se pasaban la última jarra de cerveza.
Rachel le dio un codazo.
—Has estado muy callada.
—En absoluto.
—¿Estás bien? —La miró—. Lauren y Emily te han estado enviando miradas asesinas durante toda la velada. ¿Qué pasa?
—Es muy sencillo. Emily quiere a Santana. Lauren me quiere a mí —aclaró Britt.
—Ya comprendo —dijo Rachel, alzando las cejas—. Y tú, ¿a quién quieres?
—¡Rachel!
Rachel soltó una carcajada y Quinn quiso saber qué era tan divertido.
Por fin se pusieron en pie para irse. Todas se fueron despidiendo. Algunas de ellas no se verían hasta que empezase la nueva temporada, en primavera.
Britt y Santana salieron con Rachel y Quinn, quienes no podían dejar de sonreír. A Britt ya no le importaba. Lo único que deseaba era estar a solas con Santana.
—Te llamo mañana. ¿Estarás en el trabajo? —preguntó Rachel.
—Sí.
—Supongo que no debo preocuparme porque estés sola esta noche.
—Estaré bien, Rachel —le aseguró Britt con una sonrisa.
Una vez en el Explorer, ya con los cinturones de seguridad correctamente colocados, se permitieron tocarse con toda libertad. Santana tomó la mano de Britt y la puso sobre su muslo, y Britt notó cómo se contraían sus músculos al conducir. Su muslo era cálido al tacto. Britt llevó la mano hasta su rodilla, y después otra
vez hacia arriba. Santana la miró de reojo y puso su mano sobre la de ella, para evitar mayores exploraciones.
De camino a casa no hablaron; Santana conducía velozmente, acelerando por la MoPac, sin hacer caso del límite de velocidad. A Britt no le importó.
Santana llegó a la entrada de la casa de Britt y apagó el motor.
Se quedaron allí, en silencio, mirándose la una a la otra.
—¿Quieres que me vaya? —preguntó Santana por fin.
—No. Quiero que te quedes —dijo Britt suavemente.
Santana tomó su mano y se la llevó a los labios.
—¿Sabes cuánto te deseo?
—Espero que tanto como yo a ti.
Lo hicieron nada más entrar, junto a la puerta principal, pues su deseo no podía esperar más tiempo.
Santana la agarró y la empujó con fuerza contra la puerta cerrada, y se apretó contra ella mientras sus labios buscaban los de Britt. La boca de Britt se abrió para recibir su beso y su lengua fue al encuentro de la de Santana. Sus manos apartaron el suéter y tocaron la cálida piel de Santana, subiendo rápidamente hacia sus pechos.
—Dios, qué suave eres —jadeó Britt mientras la besaba.
Santana se echó hacia atrás y apartó a Britt a un lado.
—Espera —dijo entre jadeos—. Tengo que ducharme.
—No. Más tarde —insistió Britt, buscándola de nuevo; esta vez, sus manos se dirigieron hacia los vaqueros de Santana.
Sus besos eran húmedos y profundos. Britt giró a Santana de pronto, haciendo que apoyase bruscamente la espalda contra la puerta, y clavó su muslo entre las piernas de Santana.
—Quiero estar dentro de ti —jadeó Britt, y sus dedos se tropezaron con los de Santana, mientras ambas luchaban por desabrochar los vaqueros.
Las impacientes manos de Britt no podían esperar más y se abrió paso entre su lencería. Dejó escapar un gemido cuando sus dedos hallaron el calor escondido entre los muslos de Santana.
Su boca volvió a buscar la de Santana y hundió la lengua en ella; su muslo mantenía a Santana contra la puerta, mientras los dedos se metían muy dentro de ella.
—¡Oh, Dios! —Las manos de Santana aferraron sus hombros y sus caderas se dispararon hacia arriba, siguiendo el ritmo de Britt—. ¡No pares! —rogó.
—No lo haré. Te deseo muchísimo.
Los dedos de Britt estaban empapados de la humedad de Santana. Entró en ella una y otra vez, mientras la respiración entrecortada de Santana resonaba en sus oídos.
El brazo le dolía ya cuando Santana estaba a punto de llegar al orgasmo, pero no se detuvo hasta que Santana gritó de placer, una, dos veces y una tercera, antes de que sus caderas se detuvieran.
Se apoyó contra Britt y ésta contra la puerta, mientras la respiración de ambas se sosegaba.
—Creo que en realidad no me hacía falta una ducha -—consiguió decir Santana.
—Oh, sí, yo sí creo que necesitas una ducha —replicó Britt con una sonrisa malévola—. Creo que la necesitamos las dos.
Atravesaron rápidamente el pasillo hacia el baño, dejando el camino sembrado de prendas de vestir.
El chorro caliente cayó sobre los hombros de Britt, pero no era ni la mitad de caliente que la boca que sintió sobre su pecho. Las manos de Santana rodearon sus caderas, colocándolas a la par con las suyas, y Britt echó hacia atrás la cabeza para ofrecerle sus pechos, sintiéndose ebria de deseo.
La boca de Santana estaba llena de agua cuando atrapó la de Britt. Chorros de agua corrían por sus rostros; las manos de Britt resbalaron sobre los mojados brazos de Santana y rodearon su espalda. Unas manos llenas de jabón la tocaron, se movieron sobre sus pechos, bajaron hacia el estómago y las caderas.
Britt se sintió repentinamente débil cuando aquellas manos resbaladizas se colaron entre sus piernas, y tuvo
que apoyarse en Santana. Sus gemidos se mezclaron cuando los dedos de Santana se adentraron en ella.
—Oh, qué maravilla... —murmuró Britt.
Notó que Santana se estremecía entre sus brazos y que sus dedos la abandonaban.
—Ouiero poner ahí mi boca —susurró al oído de Britt.
Santana se arrodilló frente a ella. Britt la contempló desde arriba y se miraron durante un momento eterno.
Después, los ojos de Britt se cerraron lentamente, y se apoyó contra los resbaladizos azulejos, mientras sus manos guiaban a Santana hasta ella.
La respiración de Britt se detuvo al primer toque de la lengua de Santana, y gritó cuando ésta deslizó los brazos por sus caderas, empujando a Britt con firmeza contra su boca. Sus manos se apoyaron contra las paredes de la ducha, mientras el agua caliente caía en cascada sobre su espalda.
Notaba las piernas débiles y temblorosas, y se apoyó en Santana con los ojos todavía cerrados,dejándose llevar por el deseo de Santana. Su boca la devoraba y Britt notaba cada caricia de su lengua.
Con el agua tibia fluyendo sobre su cuerpo notó las primeras oleadas del éxtasis. Se empotró contra la boca caliente de Santana. Su respiración se detuvo mientras le sujetaba la cabeza contra su pubis y en su interior estallaban oleadas y oleadas de placer. Por fin liberó el grito que había estado reteniendo.
Britt nunca había deseado tanto a nadie. Nunca había necesitado tanto a nadie como necesitaba a Santana en aquellos momentos.
Se secó con la toalla con manos temblorosas. Al acabar, miró hacia arriba. Santana estaba en el umbral del baño, contemplándola; la luz que había tras ella delineaba su cuerpo reluciente.
—Ven a la cama. —Las palabras de Santana apenas fueron un suspiro que atravesó la estancia.
Santana se echó y atrajo a Britt hacia sí, besándola en la boca con tal urgencia que la asustó. Sus lenguas se enfrentaron en duelo y Britt echó hacia atrás a Santana, apoyando todo su cuerpo sobre ella.
—Te deseo muchísimo —susurró Britt.
Sus manos rodearon el rostro de Santana y la besó con suavidad. Santana no se movió, dejando que Britt marcara el paso.
Sus anteriores prisas habían desaparecido. Ahora deseaba saborear cada beso, cada caricia.
Lentamente obligó a su boca a apartarse de la de Santana; sus labios resbalaron sobre los ojos y las
mejillas de Santana, sobre las orejas y el cuello. Las manos de Santana le acariciaban suavemente la espalda, moviéndose hacia sus hombros y otra vez hacia abajo.
—¿Tienes idea de lo que me estás haciendo? —susurró Santana. Llevó las manos hasta el rostro de Britt y guió su boca hasta la suya—. Nadie me ha hecho sentir nunca lo que tú. Britt, debes saber que yo...
Britt la hizo callar con un beso. No deseaba oír las palabras que temía que iba a pronunciar Santana.
—Chisst —musitó, mientras la besaba.
Sus manos acariciaron los pechos de Santana, y después posó allí la boca. Su lengua lamió la areola, acarició la punta, dura, y después succionó el pezón, hambrienta.
—Oh -—suspiró Santana, y sus manos mantuvieron allí a Britt durante largo rato.
Britt se pasó al otro pecho. Su mano fue deslizándose por el suave cuerpo de Santana hasta hallarla húmeda de deseo.
Por mí, pensó Britt. Sus dedos se deslizaron dentro de su vagina y las piernas de Santana se abrieron mientras sus caderas se elevaban. Los dedos de Britt se detuvieron y empezó a hacer presión dentro de ella
mientras su boca continuaba su asalto a los pechos.
Por fin apartó la boca de allí y volvió a encontrarse con los labios de Santana. Dejó que su lengua se le metiese en la boca.
Nunca tenía bastante de ella, y su mano abandonó la suave tibieza de aquel cuerpo y volvió a rodear su rostro, mientras se besaban.
Britt se echó hacia atrás y miró a Santana a los ojos, mientras los sentimientos la desbordaban. Apartó los
pensamientos que tanto la asustaban. No podía permitir que la invadieran.
Cerrando los ojos por un instante, empezó a descender por el cuerpo de Santana, abriéndose camino con la lengua. Santana empujó sus hombros, pidiéndole sin palabras que se apresurase.
Britt se echó entre sus piernas y las apartó con las manos. Su lengua jugueteaba por la cara interior de sus muslos, y Santana exhaló el aire lentamente.
—Tómame, por favor —rogó.
Y Britt lo hizo. Su boca se apoderó de Santana y su lengua se movió con rápidas caricias dentro de su vagina.
—Dios, sí —jadeó Santana.
Britt rodeó con sus brazos las caderas de Santana y la apretó contra sí; su lengua se retorcía dentro de ella, mientras Santana se crecía dentro de su boca. Los labios de Britt la acariciaron, veloces, y después redujeron el ritmo. No quería parar, y Santana se aferró a sus hombros y la empujó con fuerza hacia abajo.
—¡Me estás volviendo loca! —susurró Santana.
Britt lo sabía y disfrutó de aquella sensación de control, acariciando muy suavemente a Santana con la
lengua, saboreando su dulzura, atormentándola hasta el paroxismo.
Nunca se cansaría de aquello, pensó Britt, y sus labios volvieron a adueñarse de Santana, succionándola
dentro de su boca y haciendo que emitiese profundos gemidos.
—¡Por favor! —suplicó Santana, y Britt accedió a sus súplicas moviendo la lengua rápidamente sobre
ella, llevándola al borde del orgasmo y yendo más allá, sin detenerse, hasta que Santana gritó de placer.
Santana la agarró por el pelo para presionar la boca de Britt contra ella, con las caderas elevadas para ir a su encuentro y el cuerpo tembloroso, hasta que se echó hacia atrás lentamente, con las manos yertas a ambos lados.
Britt se apartó un momento y después volvió a besarla suavemente allí. Finalmente se echó junto a ella, con una pierna estirada sobre las suyas.
—¡No puedo moverme! —gimió Santana.
Britt sonrió y le acarició el rostro con los ojos cerrados y los labios hinchados.
Estaban tumbadas de lado, cara a cara; las palabras eran tan sólo un susurro entre ambas.
—Cada vez que lo hago contigo es mejor que la vez anterior —musitó Santana—. No creí que eso fuera posible.
Britt no dijo nada. Tan sólo la miraba, la tocaba. Tenía miedo de hablar, miedo de lo que estaba sintiendo.
Santana abrió los ojos y la miró.
—¿Qué ocurre? ¿Qué estás pensando?
Britt negó lentamente con la cabeza, trenzando sus piernas con las de Santana. Sus manos se negaban a abandonar la tibia piel de Santana. Se movían por su vientre, sus pechos, su cuello, mientras sus ojos
seguían cada movimiento de las manos, como si tuviesen vida propia.
—¿No te asusta lo que siento por ti? —susurró Santana.
—No lo digas.
Britt cerró fuertemente los ojos y sus manos se detuvieron.
—No decirlo no hace que sea menos cierto —dijo Santana en voz baja.
—No estoy preparada —confesó Britt.
Santana suspiró hondamente, y Britt la miró y sorprendió en sus ojos un brillo de dolor. No sabía qué decir.
—Lo siento, Britt.
Britt movió la cabeza lentamente.
—No tienes por qué lamentar nada. Soy yo —dijo, tocándose ligeramente el pecho.
Santana hizo que Britt apoyase la espalda sobre el lecho y se colocó sobre ella. Le acarició el rostro suavemente con las yemas de los dedos.
—Eres una amante maravillosa. Espero haberte brindado tanto placer como tú me has dado a mí —murmuró Santana a su oído.
—Más que ninguna antes —dijo Britt, abrazándola—. Me da miedo.
Santana sonrió en la oscuridad y tocó suavemente sus labios.
—No quiero hacerte daño —susurró, tan bajito que Britt no estaba segura de haberla oído bien—. Tan sólo quiero amarte.
Britt cerró los ojos y dejó escapar un leve suspiro, mientras Santana empezaba a hacer eso justamente. Su boca fue tanteando el cuello de Britt, mientras le rodeaba el pecho con la mano, acariciando el pezón con el pulgar. Britt experimentó un gran placer al sentir sobre ella la boca y los labios de Santana, y se relajó,dejando que las caricias se apoderasen de sus sentidos.
Sus pezones estaban erectos y ansiosos de que Santana los tocara, y la lengua de Santana los acarició suavemente antes de que su boca cubriese cada uno de ellos sucesivamente. Britt pasó los dedos por el pelo de Santana y por su espalda, mientras aumentaba el ritmo de su respiración.
Santana estaba echada sobre ella, con la pierna entre los muslos de Britt. Britt arqueó la espalda al sentirla y la envolvió con su propia pierna. Santana volvió a acercarse a su boca y la besó
con tanta dulzura que Britt estuvo a punto de echarse a llorar. Sus manos tomaron el rostro de Santana; le ofreció la boca y sus labios se rozaron suavemente. Oh, podría hacer esto toda la vida, esta forma tan suave y dulce de hacer el amor.
Santana se apoyó sobre un codo, acunando con la mano la cabeza de Britt.
—Eres preciosa —le susurró al oído.
Su mano descendió por el cuerpo de Britt, acariciándolo. Su pierna se apretó con más fuerza contra Britt y ésta se abrió más, incorporándose para recibirla. De nuevo su boca se adueñó de aquellos pechos y sus dedos se deslizaron entre su propia pierna y el cuerpo de Britt. La tocó y la notó húmeda y dispuesta, e
introdujo los dedos muy dentro de ella, y Britt gritó y la apretó más contra sí.
Pero Santana la apartó.
—Date la vuelta. —Su voz sonaba apremiante.
Britt se puso boca abajo, temblando. Entonces, el cálido cuerpo de Santana la cubrió, explorándola y jugueteando con las manos y con la boca.
Britt enterró el rostro en la almohada y cerró los ojos, con los brazos estirados frente a ella, disfrutando del placer que le proporcionaban las caricias de Santana.
Sintió que su respiración se aceleraba mientras las manos de Santana recorrían sus caderas,hundiéndose entre sus muslos para salir de nuevo. Cuando las manos de Santana acariciaron suavemente la
parte de atrás de sus muslos, sus caderas se levantaron de la cama y sus piernas se abrieron instintivamente.
Santana deslizó una mano bajo ella y la alzó todavía más. Britt, con la respiración entrecortada, esperaba que Santana viniese a ella.
Notó que Santana pasaba la otra mano entre sus muslos y gimió en voz alta, anticipando sus caricias. Y por fin allí estaban los dedos de Santana, primero dos, después tres, hundiéndose profundamente en ella.
Las caderas de Britt volvieron a tensarse, pero Santana la contuvo, moviendo una mano bajo su cuerpo, acariciante, mientras la otra entraba y salía de su vagina. Britt cerró los puños, aferrándose a la sábana, retorciendo las caderas mientras intentaba seguir el ritmo de Santana.
Pero era demasiado. Britt estaba jadeante, cada vez más fuera de sí, y los dedos de Santana se movían aún más rápido, con más fuerza. No podía soportarlo ni un minuto más y, por fin, su cuerpo hizo explosión.
Vio estrellas tras los párpados cerrados, y dejó salir un grito fuerte y primitivo. Sus puños arrancaron la sábana de su lugar, mientras su cuerpo se derrumbaba sobre la cama.
Santana estaba sobre ella, con los dedos todavía en su interior.
Los movió un poco y Britt gimió.
—¡No puedo moverme! —dijo con voz ronca—. ¡No te atrevas!
Oyó la risita ahogada de Santana mientras sacaba lentamente los dedos, y Britt consiguió volverse hacia ella.
—Veo que te he dejado sin habla —se burló Santana.
—Me has dejado inservible.
Santana soltó una carcajada y la besó con fuerza en la boca.
—No creo —susurró Santana.
Empujó ligeramente con la mano el hombro de Britt hasta colocarla de espaldas. Los ojos de Britt estaban cerrados y todavía respiraba entrecortadamente cuando Santana se deslizó lentamente por su cuerpo, sin dejar de besarla mientras se movía. Las piernas de Britt seguían caídas, sin fuerzas, sobre la cama.
Sabía que no tenía energías suficientes para responder a sus caricias. Y, sin embargo, seguía deseando notar la boca de Santana, su lengua sobre ella, dentro de ella. No podía esperar más. Posó las
manos sobre los hombros de Santana y la guió entre sus piernas.
—¡Por favor, te necesito muchísimo! —rogó.
Sus piernas se abrieron por completo cuando Santana se colocó entre ellas y Britt jadeó cuando la boca de Santana la cubrió.
Notó cómo se deslizaba su lengua sobre ella y se sintió perdida. Se echó hacia atrás, aferrándose a las sábanas, tirando de ellas mientras notaba la lengua de Santana hundiéndose en su interior.
—¡Oh, Dios Santo! —jadeó.
Su cuerpo estaba exhausto, debería estar exhausto, pero seguía abriéndose para Santana, reaccionando a sus caricias.
Cerró con fuerza los ojos y dejó la mente en blanco, sin pensar en nada más que en aquella mujer y en su boca sobre ella.
Santana la acarició, la devoró, y Britt creyó morir de placer. Su cuerpo se arqueó y sus talones se clavaron en la cama cuando la primera oleada del orgasmo la inundó. Gritó con fuerza, y después gimió
muy suave, mientras su cuerpo parecía explotar de placer bajo los labios de Santana.
Britt atrajo a Santana hacia sí y la abrazó con fuerza mientras notaba que las lágrimas brotaban de sus ojos. Santana le hacía el amor de tal forma que no dejaba dudas sobre sus sentimientos.
Britt seguía negando tercamente los sentimientos que se agolpaban en su propio corazón. No quería que aquella mujer la amara. Deseaba que su relación permaneciese tal como era: física, sexual, pero no
afectiva. No podía asimilarlo. No permitiría que Santana entrase en su corazón. No podía permitirlo.
No hablaron, cosa que Britt agradeció. Santana no mencionó sus lágrimas. Se limitó a besarlas y a abrazarla con fuerza y a acariciarla suavemente el pelo hasta que Britt se quedó dormida en sus brazos.


HOLA LES DEJO UN NUEVO CAP..ESPERO SUS COMENTARIOS BSS
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por 3:) Dom Feb 02, 2014 1:37 pm

me encanta como san cuida de britt,...
ya les quedo claro a emily y lauren,... que san "esta" con britt,...
difícil superar el "miedo" de sentir algo por san,...
3:)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por Elita Dom Feb 02, 2014 1:40 pm

Muchas se preocupan por Britt :)
Emily y Lauren no me gustan -.-' espero que no traigan problemas...

Y San le dijo lo que sentia :3 es una linda, solo espero que Britt cambie de parecer con sus sentimientos hacia Santana & la acepte..

Saludos :)
Elita
Elita
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por monica.santander Dom Feb 02, 2014 5:01 pm

Existe alguien que ame mas a Britt como lo hace San??
Me encanto el capitulo. Me gustaría saber que hace Britt a la mañana siguiente!!
Saludos
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por raxel_vale Dom Feb 02, 2014 8:53 pm

santana están adorable
en este fic
britt xfa deja tus fantasmas de lado y disfruta el momento

no me gusta lauren !!!!!

excelente capítulo wanky

saludos!!!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por Claru! Dom Feb 02, 2014 8:57 pm

Wow! me leí el fic durante todo el día. En un típico domingo aburrido queria leer algo bueno, ya que no actualizan los Fics elegí este y vaya elección!
Me gusta la historia, triste lo de Harry pero supongo que tenía que pasar para que las chicas estén juntas.
Sigue actualizando.... Besos!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por micky morales Dom Feb 02, 2014 9:20 pm

Este, me siento conmovida por la forma en que santana ama a britt pero algo desilusionada de los pensamientos de britt, en fin..... solo queda esperar!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por floor.br Lun Feb 03, 2014 3:28 pm

HOLA CHICAS BUENO ANTES QUE NADA GRACIAS A LAS QUE SIEMPRE SIGUEN EL FIC Y A LAS NUEVAS LECTORAS..SE QUE NO LE RESPONDO LOS COMENTARIOS..PERO LES JURO QE LOS LEO Y ME HACE MUY FELIZ QUE SIGAN EL FIC Y QUE SE METAN TANTO EN LA HISTORIA..
COMO SIEMPRE SON TAN LINDAS COMENTANDO..HOY LES DEJO 2 CAPS

GRACIAS X LEER!!! Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2145353087 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 1206646864 

Capítulo veinticuatro
Britt entró en su despacho y se quedó mirando los montones de ejercicios que cubrían su escritorio.
Tardaría días en sacar todo aquello de allí. Las clases de la mañana habían sido un suplicio y se
preguntaba si no habría vuelto al trabajo demasiado pronto. Susan le había dicho que se tomase la semana
entera, pero no sabía qué hacer, allí sola. Quería volver a sus rutinas diarias y dejar atrás la semana anterior.
Santana se había marchado temprano esa mañana. Tenía que ir a su apartamento a ducharse y a
cambiarse de ropa. No hablaron nada de la noche anterior y ella sabía lo que Santana estaba pensando: que
Britt iba a echarla de nuevo de su vida. Britt podía verlo en sus ojos y se odió por ello. Había besado y
abrazado a Santana, y le había dicho que todo estaba bien. Y lo estaba en realidad. No pensaba dejar de
verla. No podía negárselo a sí misma. Era demasiado, y demasiado pronto, eso era todo.
Estaba ocupada clasificando los papeles de su escritorio cuando, al cabo de un rato, entró Santana.
Echó una ojeada al reloj y se sorprendió al ver que eran más de la una. Santana mostró una bolsa y sonrió.
—Atún en pan integral, con doble de mostaza —dijo, colocando la bolsa sobre el montón de papeles que Britt estaba revisando—. Tienes que comer.
Britt sonrió.
—¿Qué te hace pensar que todavía no he comido?
—Nunca comes a menos que yo te obligue —dijo—. Tengo que irme corriendo.
Cuando estaba en la puerta se volvió.
—Ahora no olvides comértelo.
—Gracias. No lo olvidaré.
Santana se marchó y Britt fue dando mordiscos al sándwich mientras trabajaba. Estaba hambrienta. No
había tenido tiempo de desayunar, y Santana tenía razón. Pocas veces comía algo a esa hora.
Fue un día muy largo y Britt tuvo que obligarse para no acabar su última clase antes de la hora. Recogió
todo cuando faltaban diez minutos, les deseó una buena tarde y salió corriendo hacia su despacho. Las pilas de ejercicios sobre su escritorio la atormentaban y se quedó hasta casi las seis, intentando poner en orden su despacho.
Santana no había ido por allí. Britt se encontró con que su despacho estaba cerrado con llave. Debería agradecérselo.
Necesitaba estar un tiempo a solas. Después de la noche que habían pasado juntas, necesitaba algo de tiempo para separarse un poco de ella. Notaba una gran confusión en sus sentimientos, como le ocurría
siempre que pasaba una noche en brazos de Santana. Bastante mal lo estaba pasando ya durante todo el día, recordando constantemente retazos de la noche que habían compartido, incluso en los momentos más inoportunos. Pero, una vez en su casa, se sintió dominada por la impaciencia. Abrió la nevera, en busca de algo para cenar.
No había nada. Abrió la puerta de la despensa e hizo una mueca ante las dos latas de sopa que se encontró.
—¡Puaj! —exclamó, cerrando la puerta.
Comprendió que tenía que ir a la compra. Se quedó un rato en la cocina, indecisa. La semana pasada hubiera podido llamar a Harry e ir a cenar a su casa. Cerró los ojos y contuvo enseguida aquellos
pensamientos. No le haría ningún bien pensar en eso.
Siempre podía llamar a Rachel y a Quinn y ver qué pensaban hacer para cenar, y quizás autoinvitarse.
Lo había hecho otras veces. Sabía que estaba omitiendo deliberadamente a Santana de sus opciones. Podía
llamarla. Estaba segura de que Santana quedaría con ella a cenar donde fuese. Pero después le preguntaría
a Britt si quería ir a su casa, y Britt no deseaba ponerse en esa situación. Sabía que, si lo hacía, volvería a
pedirle a Santana que se quedase, y no podían seguir así. Necesitaba pasar algún tiempo lejos de ella, lejos de los sentimientos que le provocaba.
Se acercó al teléfono y tecleó el número de Rachel.
—¡Britt! Precisamente estábamos hablando de ti —exclamó Quinn.
—Espero que bien —dijo, sonriendo.
—¿Cómo estás? —preguntó Quinn.
—Hambrienta. ¿Qué tienen de cena?
Quinn se echó a reír.
—Estábamos discutiendo sobre cuál de las dos iba a cocinar y Rachel se decidió por pedir una pizza.
¿Quieres pasarte por aquí?
—Sí, me encantaría. ¿Seguro que no les importa?
—No seas tonta y vente.
Veinte minutos más tarde Britt llamaba a su puerta.
Rachel abrió y la recibió con un abrazo.
—¿qué tal ha ido el día?
—Largo —dijo Britt—, Pero bien.
—Estupendo. Entra.
—Hola, Britt —gritó Quinn desde la cocina.
Salió, trayendo una cerveza para Brittany.
—¿Dónde está Santana?
—No lo sé —dijo Britt.
—¿Va todo bien? —quiso saber Rachel.
—Supongo.
—Pensaba que esa noche que ustedes... Quiero decir que parecían... Oh, demonios, ya sabes lo que quiero decir —acabó, insegura.
Britt sonrió.
—Sí, sé lo que quieres decir. Estuve con ella a la hora de comer, pero la verdad es que apenas tuvimos tiempo de hablar.
Desde entonces no la he visto.
—¿No se quedó contigo anoche?
Britt enrojeció y desvió la mirada.
—Sí —musitó—. Se quedó conmigo.
—¿Pero?
—Pero nada.
—Eh, Britt, que te conozco. ¿Qué ha ocurrido?
—Rachel, no lo sé —confesó—. Me gusta muchísimo.Supongo que estoy asustada.
—Ella no es Zoe —repuso Rachel.
—Lo sé. Pero ahora mismo no estoy preparada para tener una relación.
—Debes saber lo que ella siente —dijo Quinn.
Britt miró hacia ella y asintió.
—Sí, lo sé.
—¿Te lo ha dicho?
Britt negó con la cabeza.
—No hace falta que me lo diga —dijo en voz baja.
Britt recordó la noche anterior y la forma en que habían hecho el amor. No, Santana no tenía por qué decir nada. Lo había intentado, pero Britt se lo había impedido.
—Ojalá le dieras una oportunidad —dijo Rachel.
—No puedo. No puedo pasar otra vez por eso, Rachel.
—¿Así que te pasarás el resto de tu vida sola, sólo porque no quieres arriesgarte a que vuelvan a herirte? No hay nada seguro, Britt. Para ninguna de nosotras. ¿Quién puede asegurarme que Quinn no
encontrará algún día a alguien que la vuelva loca y me abandonará?
—¿Yo? —protestó Quinn.
—Bueno, es que sé que no hay nadie esperándome a mí —dijo Rachel, sonriéndole cariñosamente.
Quinn le devolvió la sonrisa.
—Gracias —dijo con ternura.
Britt las contempló y se sintió celosa. Deseaba lo que ellas tenían y, de pronto, comprendió que ella nunca había estado así con Zoe. Pensaba que habían sido felices, pero ¿de verdad habían disfrutado de
la gran intimidad que parecían compartir Rachel y Quinn? Habían vivido por separado. Cada una de ellas tenía sus propias amistades y pocas veces las mezclaban. Britt salía a menudo con Rachel y Quinn, sin Zoe,y ésta raramente incluía a Britt cuando salía con sus amigas. Qué extraño le parecía ahora. La mayoría de las amigas de Zoe pertenecían al mundo empresarial, donde ella trabajaba. Britt no tenía mucho en común con ellas y en su interior agradecía no tener que soportar muchas salidas cojuntas. Por supuesto, Zoe había conocido a una persona de ese mundo, alguien con quien tenía mucho más en común que con Brittany. Y al parecer le había sido fácil dejarla. No mostró ningún remordimiento cuando empaquetó sus cosas y se mudó a Nueva York. Britt fue la que quedó destrozada. Ahora comprendía que no era tanto porque Zoe la hubiera dejado, sino porque durante todos esos años se había sentido engañada.
Era como si durante largo tiempo hubiesen vivido una mentira, y le entristeció pensar que, si Zoe no la hubiese dejado, todavía estarían viviendo juntas y fingiendo que su relación era perfecta. También le
entristecía pensar que tampoco hubiese conocido a Santana.
—Lo que intento decir... —empezó Rachel, pero Britt la cortó.
—Sé lo que intentas decir. Pero esto tengo que solucionarlo a mi modo y a mi ritmo.
Rachel asintió.
—Muy bien. Dejaremos el tema.
Sonó el timbre de la puerta y Britt se vio libre de aquella conversación. La pizza había llegado
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por floor.br Lun Feb 03, 2014 3:30 pm

Capítulo veinticinco
Britt había echado terriblemente de menos a Santana la noche anterior, y volvió a echarla de menos a la hora de la comida. La esperó a las doce y media, y también a la una, pero no apareció. Finalmente descolgó el teléfono y llamó a su despacho, pero no estaba allí. Los viernes su última clase acababa a mediodía y supuso que se había marchado a casa. Se preguntó por qué la estaría evitando.
Colgó el teléfono, apartó a Santana de la mente y se puso a trabajar, clasificando los trabajos que su asistente había evaluado por ella. Después de su última clase, a las tres, volvió a su despacho, pero finalmente decidió no quedarse y cerró con llave. Era viernes. La mayoría de la gente ya había salido para disfrutar del fin de semana.
Se encontró con Susan en el corredor, cuando ya salía.
—¡Brittany! Estos dos últimos días había pensado ir a verte, pero he tenido miles de reuniones y no he parado un momento. ¿Cómo te va?
—Me va bien, Susan, gracias. Gracias por todo lo que haz hecho.
—Arnie y yo nos preguntábamos qué planes tienes para Acción de Gracias —dijo ella.
—La verdad es que no lo he pensado —repuso.
Britt siempre pasaba las fiestas con Harry y Beth, y más tarde sólo con Harry. Él cocinaba para ocho o diez personas, aunque sólo estuviesen los dos. Después se pasaban la semana siguiente comiendo pavo y ya no volvía a apetecerles hasta el próximo año. El año anterior habían invitado a Rachel y a Quinn, y después de atiborrarse de comida se habían sentado a ver fútbol americano durante el resto del día.
—Pues nos encantaría que te vinieses con nosotros. David y Sarah también vendrán este año —dijo, refiriéndose a sus dos hijos, ya mayores.
—Agradezco el ofrecimiento, Susan. Te avisaré de lo que decida —contestó, pero ya sabía que no iba a ir. Si hacía algo por Acción de Gracias sería para pasarlo con Rachel y Quinn. O con Santana, añadió mentalmente.
—Bueno, piénsatelo. Sé que tienes amigas que probablemente también te invitarán, pero a nosotros nos encantaría que pasases ese día con nuestra familia.
—Gracias. Y dale también las gracias a Arnie de mi parte.
De camino a casa condujo despacio, sin las prisas del fin de semana. Al día siguiente tendría que ir a casa de Harry para empezar a limpiar y a clasificar sus cosas. El recuerdo del día de Acción de Gracias le provocó una oleada de melancolía. Iba a ser muy duro no tener a Harry con ella durante las fiestas de ese año. Especialmente en Navidades, pensó.
Su casa estaba silenciosa y vacía. Se puso unos pantalones de chándal y se maldijo a sí misma por no haber ido a la compra. En la nevera no tenía más que dos cervezas. Abrió una y se sentó en la sala, contemplando la llovizna que caía sobre la terraza. El invierno empezaba a dar señales de vida esa noche, y se esperaba la primera helada de la temporada. Se fijó en sus macetas, empapadas bajo la fría lluvia, y se levantó para traerlas dentro. Aquellas tres eran las únicas que seguían vivas después del bochornoso verano. Seguramente era mejor que Arnie no le hubiera regalado más plantas.
Volvió a sentarse en el sofá, cogió el mando a distancia y echó un vistazo a los distintos canales, sin encontrar nada que le interesase. Apagó el televisor y suspiró. ¿Por qué no había llamado Santana? ¿Por qué no había venido a verla? ¿Estaba esperando a que Britt la llamase?
Brittany miró el teléfono y, finalmente, descolgó y tecleó su número.
Santana contestó a la segunda señal.
—¿Qué estás haciendo? —preguntó Britt.
—Nada. Simplemente estaba aquí sentada —contestó ella.
—Yo también.
Santana no dijo nada, así que Britt continuó.
—Hoy te he echado de menos —confesó.
-Yo también a ti.
—¿Te gustaría cenar... o algo? —preguntó Britt.
Hubo un silencio y Britt se la imaginó sonriendo por el «o algo».
—Podría recoger algo en un chino y pasarme por ahí, si quieres —se ofreció Santana.
—No estaría mal.
—Estupendo. ¿Qué te gusta?
—Cualquier cosa con pollo. Y un rollito de primavera.
—Enseguida. Hasta ahora.
Britt colgó el auricular y sonrió. Siempre podía contar con que Santana estaría disponible para ella. Salió a la terraza, rebuscó entre la leña del año pasado y encontró varios troncos cerca de la pared que todavía no estaban húmedos.
Para cuando llegó Santana ella tenía ya el fuego encendido, calentando la casa. Abrió la puerta y vio que Santana estaba empapada.
—Dios, mírate. Pasa —dijo Britt rápidamente, cogiéndole la bolsa—. ¿Has oído hablar de los paraguas?
—No tenía bastantes manos —rió Santana, mostrando la botella de vino.
Britt la miró a los ojos y sonrió. ¡Dios, la había echado de menos!
Santana le devolvió la mirada y la sonrisa. Finalmente Britt apartó la vista y entró en la cocina, con Santana tras ella.
Britt dejó la bolsa sobre la encimera y cogió unos platos y un par de tenedores, consciente de que Santana no apartaba la vista de ella. Buscó en uno de los armarios de la cocina dos vasos de vino y los colocó junto a los platos. Finalmente se dio la vuelta y la miró cara a cara.
—El sacacorchos está ahí —dijo, señalando un cajón. Se volvió hacia los platos y empezó a servir el arroz con pollo y verduras que Santana había traído.
Se oyó un taponazo al descorchar la botella y Santana se acercó a ella, en busca de los vasos; sus brazos se rozaron. Britt ignoró la sensación que le recorrió el cuerpo y colocó un par de rollitos de
primavera en cada plato antes de llevarlos a la mesa. Santana la siguió con el vino y los tenedores.
—Tiene buena pinta —dijo Britt.
Santana asintió.
—Sí.
Britt alzó la mirada; una de sus manos se apoyaba en el respaldo de la silla. Sonrió, y después se acercó a Santana y le dio un rápido beso en la boca.
—Te he echado de menos —dijo en voz baja.
Santana le hizo una mueca, se sentó y comieron en silencio.
Después de recoger, se llevaron la botella de vino y se dispusieron a sentarse frente al fuego. Britt puso música de piano, encendió una lámpara y se sentó junto a Santana en el sofá.
—Si no te conociera pensaría que estás intentando seducirme —dijo Santana.
Britt le sonrió cálidamente y buscó su mano.
—Tal vez sí.
Los dedos de Santana se entrelazaron con los suyos y se quedaron sentadas, rodeadas por un agradable silencio, escuchando música y contemplando el fuego.
—Debes de pensar que soy terriblemente difícil —dijo por fin Britt.
Santana se echó a reír.
—¿Por qué iba a pensar eso?
Britt sonrió.
—¿Por qué no has pasado a verme en el trabajo?
—¿La verdad?
—Por favor.
—Me he convencido de que sólo estabas conmigo porque me necesitabas, o porque necesitabas a alguien —dijo, mirándola a los ojos—. No creía que estuvieses conmigo porque me quisieras. A mí,
sencillamente.
Britt asintió y desvió la mirada. ¿Era cierto? ¿Necesitaba a alguien? ¿A cualquiera? No. Si hubiese sido aquél el caso, Lauren habría resultado una opción más segura, porque no sentía nada por ella.
—¿Así que estabas esperando a que te llamase? —quiso saber.
—Sí —admitió Santana—. Me parecía que estaba imponiendo mi presencia junto a ti.
—No —dijo Britt—. Simplemente, me dabas miedo.
—¿Por qué te daba miedo? —preguntó Santana con delicadeza.
Britt no contestó. Se limitó a apoyar la cabeza sobre el hombro de Santana. Sus manos seguían unidas, yse quedaron en silencio.
Finalmente, Santana preguntó:
—¿Vas a ir al lago mañana?
—Sí, tengo que ir. No puedo seguir posponiéndolo.
—¿Quieres ayuda?
Britt asintió.
—Podemos llamar también a Rachel y a Quinn —sugirió Santana.
—Sí, estoy segura de que querrán venir.
Pero no quería pensar en eso ahora. Las llamaría por la mañana.
Se quedaron un rato más sentadas, mirando el fuego, y después Santana se enderezó.
—Mejor me voy ya —dijo, poniéndose en pie.
Britt deseaba que se quedase, pero sabía que Santana no iba a ofrecerse, y ella no se lo pidió. Se puso también en pie.
—Gracias por la cena —dijo.
—Cuando quieras —se miraron—. Llámame por la mañana para decirme a qué hora quieres salir.
Britt asintió.
—Muy bien.
Acompañó a Santana hasta la puerta. Esperaba que la abrazara y la besara, pero no lo hizo.
Santana la miró durante largo rato, haciendo que los labios de Britt se abriesen durante sólo un segundo.
—Buenas noches —dijo, y se fue.
Britt la vio correr hacia su todoterreno, bajo la lluvia, y después cerró la puerta y se quedó apoyada contra ella.
Después de todo lo que habían compartido, ¿por qué le resultaba tan difícil? ¿Por qué no podía simplemente ir hacia Santana y abrazarla? ¿Por qué no podía acercarse y besarla? ¿Por qué no podía pedirle que se quedase? Sabía que ambas lo estaban deseando.
Britt se sentó en el suelo, junto al fuego, y acabó su vaso de vino. ¿Era eso lo que quería, ese tipo de relación con Santana en la que sólo estarían juntas cuando Britt la necesitase? ¿Qué ocurría con las necesidades de Santana? ¿Acaso no importaban?
—Soy una mierda —dijo en voz alta.
El motivo de que Santana siguiese allí estaba fuera de su alcance. Porque está enamorada de ti, pensó, y cerró los ojos para detener las lágrimas que brotaron con sólo pensarlo. ¿Se iba Santana a casa sintiéndose herida? ¿Se preguntaba por qué Britt no la quería?
Más tarde, cuando se disponía a acostarse en su cama vacía, levantó el auricular del teléfono y la llamó.
-¿Santana?
—¿Qué ocurre? —preguntó ella.
—Lo siento.
—¿Por qué, cariño?
—Porque soy una imbécil.
—No digas eso. Tú haz lo que tengas que hacer, ¿de acuerdo?
Britt asintió.
—Por favor, no creas que no te quiero, porque no es cierto —susurró.
—¿De verdad? —preguntó Santana.
—Sí.
Sonrió al escuchar el suave suspiro de Santana.
—Nos vemos mañana —dijo Santana—. Buenas noches.
La lluvia había cesado, pero el cielo seguía nublado y fuera hacía frío, aunque no helaba como habían anunciado. Para cuando Britt llamó a Rachel y Quinn la temperatura era ya de más de cuatro grados y las nubes empezaban a abrirse, prometiendo una tarde soleada.
—Por supuesto que te ayudaremos —accedió Rachel—. ¿A qué hora?
—Me gustaría ir antes de comer —dijo Britt—. Al acabar podemos ir a algún lado a tomar una cena temprana. Las invito.
—Suena bien. ¿Quedamos contigo allí o en tu casa?
—En el lago, mejor.
Después llamó a Santana. Ella aguardaba su llamada.
—¿Podemos llevar tu Explorer? Me gustaría meter su ropa y sus cosas en bolsas y llevarlas a GoodwilL.
—Por supuesto. Pasaré a recogerte.
Britt la esperó con bastante nerviosismo, aunque no sabía por qué razón. Quizás era por lo que había admitido la noche anterior. Quizás era porque estaba deseando verla.
Santana llamó a su puerta a las once. Llevaba puestos unos vaqueros desteñidos y una sudadera. Estaba preciosa.
—Hola —dijo cuando Britt abrió la puerta.
Los ojos de Britt la miraron con avidez, y ella sonrió.
—¿Lista?
—Vámonos.
Hacia las once y media estaba ya abriendo la puerta de la casa de Harry. Dentro hacía frío. Puso en marcha inmediatamente la calefacción y fue por la casa encendiendo las luces. Santana la contemplaba mientras ella iba de un lado a otro, tocando los muebles y mirando las cosas de su abuelo.
-¿Britt?
—Estoy bien.
Y era cierto. Entregaría su ropa a Goodwill, donde alguien menos afortunado podría utilizarla. Los muebles que no quisiera quedarse podría ofrecérselos a los compañeros del Centro de Mayores. Si ellos no podían darles uso, quizá supieran de alguien que sí podía. Desgraciadamente también había muchas cosas de Beth. Harry nunca había sido capaz de tirarlas, y ahora también debería ocuparse Brittany de ello.
—Dime qué quieres que haga —dijo Santana.
—Supongo que ocuparte de la ropa.
Britt abrió el paquete de bolsas de basura grandes que había traído y se las pasó a Santana.
—¿Ouieres echar antes un vistazo?
—No. Adelante —la invitó con un gesto.
Santana se acercó a ella, le levantó el rostro y la besó levemente en la boca. Britt sonrió y la empujó hacia el dormitorio.
Estaba escogiendo entre los libros de la sala cuando llamaron Rachel y Quinn. Britt las envió a la cocina.
Muy pronto, la ropa de Harry y Beth estaba apilada dentro del Explorer, y había bolsas con basura sobre el porche. La cocina estaba limpia y la nevera casi vacía. Tenían una caja con comida que Britt llevaría el lunes al banco de alimentos local, y el resto de las latas quedó en la despensa.
Regaló las pocas macetas que tenía Harry a Rachel y Quinn.
Ella tenía bastante con cuidar las tres suyas.
—Te quedas con la casa, entonces —dijo Rachel.
—Oh, sí. No podría venderla. He pasado demasiados años de mi vida aquí. Además, me encanta el lago. No puedo imaginarme sin esta casa para volver de vez en cuando.
—Siempre puedes vivir aquí durante el verano —sugirió Quinn.
—Claro que sí.
La casa estaba limpia, pero todavía quedaba mucho que ordenar. La mayoría eran cosas que prefería hacer sola.
—Agradezco mucho su ayuda —les dijo.
Santana y ella llevaron la ropa a Goodwill y después se acercaron hasta la casa de Rachel y Quinn. Irían todas juntas a cenar.
—¿Qué tal marisco? —sugirió Britt—. Sería algo diferente.
—Claro. Podríamos probar el nuevo local cajún que hay en Riverside —dijo Rachel.
Poco después estaban sentadas en el Gumbo Pot, bebiendo cerveza fría y decidiendo entre gambas y langosta como entrante.
Fue una cena muy agradable. Britt se fijó en lo bien que se llevaba Santana con Rachel y Quinn, al contrario de lo que había sucedido con Zoe. Rachel y Zoe ni siquiera habían logrado fingir que se llevaban bien, y eso había sido un motivo de tensión para su amistad.
Después de dejar a Rachel y Quinn en su casa, Santana y Britt volvieron en silencio a casa de Britt. Santana paró en la entrada de la casa y dejó el motor en marcha. Britt la miró con las cejas arqueadas y Santana respondió con el mismo gesto.
—Me gustaría que entraras —dijo por fin Britt.
—Lo cierto es que me gustaría que te quedaras —admitió Britt.
Santana le tocó la mejilla.
—Gracias —dijo suavemente—. Me encantará quedarme.
Santana se ofreció a encender el fuego y Britt fue a la cocina para preparar unas bebidas. Se sentaron en el suelo, junto a la chimenea, con las manos unidas.
—Hoy no ha sido tan duro como yo me temía.
—¿No?
—Me alegro de que estuvieras allí —dijo.
Santana acercó la mano de Britt hacia sus labios y la besó suavemente.
—¿Tienes planes para Acción de Gracias? —preguntó de pronto Santana.
—La verdad es que no. Susan me invitó a su casa, pero en realidad no me apetece ir.
—¿Te gustaría ir a Fredricksburg y dormir en un hotel?
Britt la miró y sonrió.
—¿Sólo nosotras?
—Sólo nosotras.
—No estaría mal.
—Yo nunca he ido, ¿sabes? —repuso Santana.
—¿A Fredricksburg? Oh, es una ciudad preciosa. Allí puedes hacer todas tus compras navideñas.
—¿Compras? —Santana hizo una mueca—. La verdad es que no era eso lo que yo había pensado —dijo, con los ojos brillantes de malicia.
—¿No? ¿Y qué es lo que habías pensado?
—Bueno, pues yo pensaba en una habitación con chimenea y una cama enorme —rió.
Britt sonrió, dejó a un lado su vaso y se acercó a ella.
Le dio un largo beso en la boca y sus labios se demoraron junto a ella. Hacía mucho tiempo que no se besaban.


USTEDES CREEN QUE LAS BRITTANA TERMINEN JUNTAS??
QUEDAN SOLO 5 CAPS PARA QUE PASE..LO QUE TENGA QUE PASAR..BSS
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por 3:) Lun Feb 03, 2014 7:51 pm

me encanta que britt ya no tenga "miedo" a tener una relación con san,... a pesar de lo que paso con zoe
3:)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por monica.santander Lun Feb 03, 2014 10:04 pm

Estoy segura que se van aquedar juntas!!!!!! Son hermosas juntas!!
saludos
monica.santander
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Mensaje por Elita Lun Feb 03, 2014 11:05 pm

De seguro que quedan juntas, si no que logica tendria todo lo que ha pasado?

Me encantaron los 2 caps :)
Y San es un amor con Britt :3

Saludos..
Elita
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Mensaje por (Lady Lover Mar Feb 04, 2014 2:23 am

Me gusta Britt ya no tiene tanto miedo como antes se esta abriendo sentimentalmente a Santana, espero que terminen juntas me encanta este fic
xoxo
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Mensaje por raxel_vale Mar Feb 04, 2014 8:58 am

ojala queden juntas!!!
britt al fin se esta dando cuenta de las diferencias de zoe y san..
santana esta adorable en este fic creo haberlo escrito ya en otro comentario xD. .
esperoo leeer que sucede el dia de accion de gracia. ..
excelente capitulo

saludos!!!!
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Mensaje por Claru! Mar Feb 04, 2014 11:21 am

Oh Dios actualización doble? Quise comentarte antes de leer, me gusta la historia, muchísimo....
Deseo que terminen juntas pero que se me hace que algo de distancia habrá... Duele sólo pensar eso pero bue, que pase lo que tenga que pasar....
Besos! Me voy a leer...!!
Claru!
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por floor.br Mar Feb 04, 2014 10:07 pm

HOLA LES DEJO UN NUEVO CAP..FALTA POQUITO PARA EL FINAL..
BRITTANA ¿JUNTAS O SEPARADAS??
Q OPINAN??
Capítulo veintiséis
En las semanas anteriores a Acción de Gracias Britt pasó muchas horas en casa de Harry, tirando cosas
que no quería conservar, deshaciéndose de electrodomésticos anticuados y limpiando armarios y cajones,
cosa que no se había hecho desde la muerte de Beth. Santana y ella habían pasado un fin de semana en el
lago cuando el tiempo aún era lo bastante bueno para pescar. Britt la había hecho levantarse antes del
amanecer y había cruzado el lago con ella hasta su lugar de pesca favorito. Pescaron suficiente para la
cena, y después volvieron y se pasaron el día tendidas perezosamente en la terraza, leyendo.
El libro de Santana había sido publicado, y Britt se lo leyó en un solo día, lo que encantó a Santana.
—Creo que fue el conserje —dijo Britt.
—¿El conserje? Se supone que tendrías que pensar que fue el profesor de química. Es el que sabe de productos químicos.
—Los conserjes también tienen productos químicos —insistió Britt—. El profesor es demasiado obvio.
—Tan obvio que podría haber sido él.
—Nunca sospeché de la esposa, por supuesto.
—No esperaba que lo hicieras —se ufanó Santana.
—Por eso eres tan buena escritora.
—¿Eso crees?
—Claro que sí.
Salieron hacia Fredricksburg el miércoles anterior a Acción de Gracias, justo después del mediodía, al acabar las clases.
Rachel y Quinn hubiesen querido que pasasen la festividad en su casa, pero convinieron en que Fredricksburg parecía más divertido. Brittany no le había dicho a Susan que Santana y ella iban juntas. Le dijo simplemente que iba con una amiga, que deseaba salir fuera. Susan lo comprendió.
Ahora, mientras viajaban por Hill Country, Britt puso la mano sobre el muslo de Santana y sonrió. Habían disfrutado de dos estupendas semanas. Santana se había quedado un par de noches cada semana, solamente cuando Britt se lo pedía. Cuando hacían el amor era tan intenso como siempre, pero no hablaban. Santana no
tenía que hacerlo; Britt podía verlo todo en sus ojos.
—Me alegro de que vayamos —dijo Britt.
—Yo también. Será bueno alejarse un poco.
—Sí.
—¿Qué hacías normalmente en Acción de Gracias? —quiso saber Santana.
—Harry solía cocinar lo suficiente para alimentar a toda una familia —dijo, riéndose—. El año pasado también vinieron Rachel y Quinn.
—Podríamos habernos quedado con ellas y venir el viernes —le recordó Santana.
—No. Prefiero estar aquí contigo —y era cierto.
Cuando llegaron a Fredricksburg, las calles estaban atestadas de turistas.
—Pensaba que era una ciudad pequeña —se quejó Santana.
Britt soltó una carcajada.
—Lo es, pero se llena durante las fiestas. Mira todas las tiendas de artesanía que podemos explorar.
—¡No puedo esperar! —dijo Santana con una mueca.
Se dirigieron al hostal y subieron a la habitación que habían reservado. Las ventanas daban a Main Street, ahora llena de coches y peatones. Contemplaron la enorme cama y se sonrieron la una a la otra. La leña estaba ya dispuesta en la chimenea, y había otra pila ordenada al lado de la puerta.
Deshicieron las maletas y salieron a la calle para unirse a los demás. Pasearon por las calles ya decoradas para la Navidad. Caminaban muy juntas; sus hombros se rozaban, se miraban muy a menudo.
Britt deseó poder caminar de la mano, como hacían otras parejas a su alrededor. Caminaban perezosamente, y Britt se conformaba con ver escaparates, pero de vez en cuando arrastraba a Santana al
interior de alguna tienda cuando algo atraía su atención. Horas más tarde, se sentaron en una pequeña taberna. El lado de la mesa de Britt estaba lleno de paquetes. Se bebieron dos grandes jarras heladas de cerveza de barril mientras esperaban sus filetes de pollo. Britt se dio cuenta de que apenas podían dejar de mirarse.
—Menudo saqueo has hecho —bromeó Santana.
—Es cierto, lo confieso. Me encanta ir de compras.
—Oh, ¿así que el atractivo de este fin de semana era el poder ir de compras?
Britt la miró a los ojos.
—En realidad, el atractivo eras tú. —Hizo una mueca—. Las compras no eran más que un extra.
Más tarde volvieron en silencio a su habitación. Las calles estaban menos llenas de gente, y se detuvieron varias veces para admirar las luces navideñas.
—Parece una postal —observó Santana.
—Sí. Lo único que falta es nieve.
Para cuando llegaron a su habitación, el aire de la noche había refrescado.
—Puedes ducharte tú primero —propuso Santana—. Yo encenderé el fuego.
Poco después, apagaron las luces y se sentaron en el suelo, junto a la chimenea. Santana apoyó la espalda en el sofá y atrajo a Britt hacia sí. Se besaron suavemente, en silencio. Sus ojos se encontraron a la luz del fuego y sonrieron.
—¿Lo estás pasando bien? —preguntó Santana.
—Sí. Ha sido una idea magnífica.
Santana asintió.
—Y te tengo para mí sola durante tres días enteros.
Britt se echó a reír.
—Ya sabía que ésa era tu intención. Estaba segura de que en realidad no querías ir de compras.
Santana rodeó el rostro de Britt con ambas manos.
—En realidad lo que quiero es hacer el amor contigo —susurró.
Britt buscó sus labios con ansia. Santana dejó a un lado su copa de vino e hizo que Britt se pusiera en pie.
Lentamente, le quitó la camisa por encima de la cabeza y le tocó los pechos. Britt se quedó allí de pie, con los ojos cerrados y el corazón latiendo con fuerza.
Ante la tenue luz del fuego se besaron y se quitaron la ropa, sin dejar de acariciarse. Los besos de Santana tenían el dulce sabor del vino de invierno, y Britt bebió hasta saciarse, explorando la boca de Santana con la suya propia.
Pero las manos de Santana se volvieron impacientes. Se arrodilló en la alfombra y tiró de Britt para que hiciese lo mismo.
Se abrazaron de rodillas, y sus manos se tocaban y acariciaban con urgencia.
Britt se echó de espaldas, con los brazos extendidos hacia Santana; hizo que se tendiese sobre ella y abrió las piernas para permitir que se colocase entre ellas.
—Me encanta estar contigo, Britt —susurró Santana mientras la besaba.
Santana se apoyó en los brazos, presionando su cadera contra Britt, estirándose para tocarla, humedad contra humedad.
Britt rodeó las caderas de Santana con sus piernas, abriéndose más, deseando arrastrarla dentro de sí.
Notó el sutil cambio en la respiración de Santana, los jadeos que salían de su boca entreabierta mientras sus pubis se frotaban una y otra vez.
—Sí —jadeó Britt—. Ven a mí.
Sus caderas se elevaron para acompañar los vaivenes de Santana, ahora más bruscos. Sintió que temblaba entre sus brazos, y vio su rostro tenso y convulso mientras emitía jadeos entrecortados.
Los músculos de los brazos de Santana se destacaban cada vez que giraba las caderas, y Britt volvió a incorporarse para acercarse más a ella.
—Vamos —susurró.
Las caderas de Santana se retorcían contra el pubis de Britt, más y más rápido, hasta que por fin Santana dejó escapar un profundo gemido desde el fondo de la garganta. Una acometida, después otra, la última, y finalmente se derrumbó sobre Britt.
Con el cuerpo húmedo a causa de la transpiración, yacieron juntas a la luz del fuego, y Britt acarició la espalda de Santana suavemente.
—¿Bien?
—Humm.
Santana rodó hacia un lado y se quedó junto a ella, mientras su pierna seguía reteniéndola contra la alfombra. Llevó la boca hacia el pecho de Britt y su mano se deslizó entre sus muslos.
—Oh, qué húmeda estás —murmuró.
Sujetó por detrás la cabeza de Britt y volvió a acercar la boca a sus labios. Abrió con su muslo las piernas de Britt. Su boca quemaba el interior de la boca de Britt, y sus dedos se movían en su vagina, resbalando dentro de ella, dejando que Britt marcase el ritmo con el vaivén de sus caderas, mientras Santana notaba su pulso en los dedos.
—Sí —jadeó Britt—. Más fuerte.
Santana se subió sobre ella y hundió profundamente los dedos en su interior. Después volvió a bajar y su boca se unió a los dedos. Succionó con fuerza mientras los dedos se hundían más y más.
—¡Santana! —gritó Britt, y sus manos, entre el cabello de Santana, forzaron a que la boca de ésta penetrase más en ella. Volvió a gritar su nombre una y otra vez, mientras el orgasmo la traspasaba, y después chilló de placer.
—Dios Santo —jadeó—. Ven aquí.
Hizo que Santana se colocase sobre ella y la abrazó. Estaba temblando inconteniblemente. Cada vez que hacían el amor sentía que iba a explotar, debido a las sensaciones que se arremolinaban en ella.
Se quedaron quietas hasta que la respiración de Britt se normalizó por fin. Acarició suavemente el pelo de Santana, una y otra vez, con los ojos cerrados.
—¿Ha estado bien, dulzura? —preguntó finalmente Santana, y Britt sonrió ante el cariñoso apelativo.
—Ha estado muy, muy bien.
Rodaron por el suelo y, esta vez, Britt envolvió a Santana con su pierna. La besó suavemente en la mejilla y sonrió. Había estado muy, muy bien, desde luego.
—Me toca —susurró al oído de Santana, mientras su lengua se deslizaba dentro de su oreja.
Siempre sentía una enorme necesidad de complacerla. Britt deslizó su cuerpo sobre el de Santana. Nunca había hecho el amor de esa manera. Antes siempre le parecía algo urgente y apresurado. Con Santana era cualquier cosa excepto eso. Britt se tomó su tiempo mientras sus labios rozaban el rostro de Santana, sus
ojos, su nariz, antes de hallar sus anhelantes labios. Su beso fue húmedo y caliente, y sus lenguas bailaron, unidas.
Britt apretó fuertemente su cadera contra las piernas de Santana, notando su humedad y frotándose contra ella. Santana abrió más las piernas y se arqueó hacia Britt, alzando y bajando las caderas rítmicamente. La boca de Britt se encontró con el pecho de Santana, con sus pezones duros e hinchados, y buscó primero uno,
luego el otro. Santana la agarraba con fuerza contra sí, presionando con las manos para mantenerla bien cerca.
La boca de Britt se abrió y le hizo cosquillas con la lengua en la punta de sus pezones, antes de volver a succionarlos dentro de la boca. Santana gimió de placer, con las manos sobre la cara de Britt.
La mano de Britt fue descendiendo por el cuerpo de Santana y rápidamente introdujo los dedos muy dentro de ella.
—Oh, Dios, sí —jadeó Santana, y sus caderas subieron con fuerza para que Britt penetrase más en ella. Britt se movía velozmente hacia dentro y hacia fuera, hundiendo los dedos en la húmeda Santana, y ésta se quedó inmóvil, ya muy cercana al orgasmo.
Pero Britt no había acabado, ni mucho menos, y sacó rápidamente la mano, presionando de nuevo con el muslo entre las piernas de Santana, mientras su boca seguía sobre sus pechos.
—Britt, por favor —rogó Santana.
—Quiero saborearte.
Britt fue bajando lentamente con la boca abierta, mientras separaba las piernas de Santana. Santana estaba completamente húmeda, y la lengua de Britt entró en ella, se movió sobre ella, y sus labios metieron a Santana dentro de su boca.
Los brazos de Britt se deslizaron bajo las piernas de Santana, la rodearon y la sujetaron con fuerza, mientras su lengua la acariciaba hasta llevarla al orgasmo. Santana gritó con fuerza y Britt apretó el rostro contra ella, de forma que sus mejillas quedaron mojadas.
Las piernas de Santana cayeron sobre la alfombra, sin fuerzas.
Echó los brazos hacia Britt y tiró de ella lentamente.
—Te amo —susurró.
Britt yacía inmóvil, y el corazón se le desbocó en el pecho al oírla. Ya lo sabía, por supuesto, pero no quería oírlo. Con la luz del fuego bailoteando sobre ellas, Britt movió la cabeza lentamente y cerró con fuerza los ojos.
—Britt, no puedo seguir fingiendo que no es cierto —insistió.
—No estoy segura de querer que me ames.
—Pero es lo que siento. Estoy muy enamorada de ti. Nunca había sentido algo así con nadie —susurró.
Santana la abrazó estrechamente.
—Por favor, no digas eso.
—Es la verdad, cariño.
—Santana, no puedo permitirme quererte —dijo—. Todas las personas a las que he amado se han ido.Todas las personas que me han amado se han ido.
—Yo no voy a irme a ningún sitio —prometió Santana, enjugando las lágrimas que caían de los ojos de Britt.
Britt no dijo nada. ¿Qué podría decir? Deseaba a Santana, sí.
Disfrutaba estando con ella. Admitía que la necesitaba, pero ¿amarla? No, no podía permitirse amarla. No iba a hacerlo.
—¿Deberíamos dejar de vernos? —preguntó Santana.
—No, yo no quiero eso —dijo rápidamente Britt.
—Puede que esto sea demasiado, y que vaya demasiado rápido. Puede que debamos pasar mástiempo solas o con otra gente —dijo Santana en voz baja.
—Dios —susurró Britt—. Yo no quiero eso. Lo siento. Sé que estoy poniéndolo muy difícil, Santana.Deseo estar contigo.
—Lauren ha mostrado interés por ti. Quizá deberías intentarlo con ella —continuó Santana.
—Y Emily ha mostrado interés por ti.
—Cariño, yo no quiero a Emily.
—Entonces, ¿por qué haces esto?
—Creo que debes preguntarte a ti misma por qué estás conmigo. ¿Es esto todo lo que quieres? ¿Unarelación puramente física, sin nada que te ate?
—No sé lo que quiero —replicó Britt.
Santana dejó escapar un hondo suspiro.
—Pues está claro que yo tampoco.


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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por 3:) Mar Feb 04, 2014 10:31 pm

siiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiiii,.....le dijo que la ama!!!!!!!!!
haaaa pero britt tiene que seguir con el miedo de amar a san,... a veces frustra britt con la actitud!!!
3:)
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por _Claudia_100%fanGLEE_Bol Mar Feb 04, 2014 10:32 pm

hola Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 1206646864  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 1206646864  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 1206646864 ...........por fin pude ponerme Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2414267551  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2414267551  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2414267551  al día con este fic.........Dios........es  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 4061796348  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 4061796348  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 4061796348 FANTÁSTICO.......me agrada la forma de relatar los sentimientos que tienen San y Britt......sin embargo, Britt me  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3718790499  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3718790499  Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3718790499 desespera un poco ¿habrá algún momento en el que por fin acepte el amor que le ofrece San?

Saludos, hasta la próxima actualización Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 210293833 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 210293833 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 210293833 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 304001509 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 304001509 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 304001509 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2113258990 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 2113258990 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3750214905 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3750214905 Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL - Página 4 3750214905 
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por Elita Mar Feb 04, 2014 11:47 pm

La amaaaaaa *-*
Aaw Sa es una amor con Britt & esa rubia la rechaza por miedo :/

Saludos!
Elita
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Finalizado Re: Fanfic Brittana-(Adaptacion) -Una noche de verano-CAP 29 Y 30 FINAL

Mensaje por monica.santander Miér Feb 05, 2014 12:11 am

Se que Britt va a aflojar!!!!!
saludos
monica.santander
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